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Bahamonde y Villares - Ricos y Pobres

El capítulo describe 3 aspectos clave de la sociedad del siglo XIX: 1) La población mundial, especialmente en Europa, experimentó un fuerte crecimiento demográfico. 2) Europa tuvo su época demográfica dorada al ser la primera región en realizar una transición demográfica mediante la reducción de tasas de mortalidad y el mantenimiento de altas tasas de natalidad. 3) Se consolidó un modelo familiar europeo definido por bajas tasas de nupcialidad y edades tardías para el matrimonio.

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Bahamonde y Villares - Ricos y Pobres

El capítulo describe 3 aspectos clave de la sociedad del siglo XIX: 1) La población mundial, especialmente en Europa, experimentó un fuerte crecimiento demográfico. 2) Europa tuvo su época demográfica dorada al ser la primera región en realizar una transición demográfica mediante la reducción de tasas de mortalidad y el mantenimiento de altas tasas de natalidad. 3) Se consolidó un modelo familiar europeo definido por bajas tasas de nupcialidad y edades tardías para el matrimonio.

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RAMÓN VILLARES

ANGEL BAHAMONDE

EL MUNDO CONTEMPORÁNEO
DEL SIGLO XIX AL XXI

TAURUS

PENSAMIENTO
CAPíTULO 3
Ricos y POBRES.
MOVILIDAD SOCIAL Y ACCIONES COLECTIVAS

La doble revolución acontecida a fines del siglo XVIII tuvo consecuen­


cias decisivas en la organización de la sociedad contemporánea. La
división estamental dejó paso a una estructura social de clases, en la
que dos nuevas capas sociales adquirieron un gran protagonismo:
la burguesía y el proletariado'. Pero además de esta modificación estruc­
tural, la sociedad del siglo XIX se caracteriza por su extraordinaria ex­
pansión en sus efectivos demográficos, el desplazamiento de una parte
de ellos a través de una intensa riada migratoria desde Europa hacia
América y el inicio de un proceso de "desagrarización" consistente en
el éxodo de la población rural en dirección a las ciudades, que ahora
efectúan sus primeros grandes "ensanches". Mudanzas todas ellas que
propiciaron una fuerte movilidad social y territorial de la población.
Estas modifi«aciones sociales no se hicieron de forma totalmente
pacífica. Fomentaron la toma de conciencia sobre la situación-social
de buena parte de la población. Nacieron así las. primeras doctrinas so­
ciales, preocupadas por el creciente pauperismo de las clases trabajado­
ras, que pronto desembocaron en teorías sociales como las del socialis­
mo utópico y el socialismo científico. Al propio tiempo, se transforman
las viejas· formas de organización obrera, naciendo así los sindicatos
modernos, los partidos obreros y el movimiento de solidaridad supra­
nacional, expresado en las Internacionales obreras. De acuerdo con
estos supuestos, en este capítulo nos ocuparemos de tres grandes as­
pectos de la sociedad del XIX. En primer lugar, de la evolución demo­
gráfica y ocupación de la población; en segundo lugar, de la estructura
de una sociedad en la que, durante el siglo XIX, conviven viejas y nuevas
clases sociales; y, en tercer lugar, de la organización sindical y política
de las clases trabajadoras.

89
EL MUNDO CONTEMPORÁNEO
RAMÓN VILLARES Y ÁNGEL BAHAMONDE

LA EXPANSIÓN DEMOGRÁFICA
vida. Éste era el comportamiento más frecuente, casi natural, de la ma­
yor parte de las poblaciones del planeta e n la época . preindu strial. La
La población mundial experimentó un importante crecimiento du­ ruptura de esta situación se produce por primera vez en la historia en
rante el �iglo xrx, aunque claramente inferior a la que será la explosión Europa y ello le concedió a este continente una notable ventaj a en su
demográfica de la segunda mitad del siglo xx. Además, este incremen­ tránsito hacia la modernidad.
to de la pobla ción tuvo lugar sobre todo en el mundo occidental fren­ La transición cara a un sistema demográfico moderno se basa en dos
te al protagonismo alcanzado por los países del llamado Tercer Mundo supuesto s. En el mantenimiento, durante algunas décadas, de una ele­
en la multiplicaci �n de la población del planeta realiz ada después de
vada tasa de natalidad (superior al 40 por mil) y en la reducción drás­
la �I Gue rra Mundial. Europa tuvo, pues, en el siglo XIX su época demo­
tica de las tasas de m ortalidad. En las primeras fas es, se reduce la de
gráfica dorada, al ser la región del planeta pionera en llevar a cabo una carácter catastrófica y, más tarde, la infantil. Esto fue lo que sucedió en
ver dadera transición demográfica. Euro pa de sde fines del xvrn, con alguna s diferencias espaci ales que
En la distribución de la población s obre el planeta, lo s efectivo s coinciden con los resultados demográficos cuantitativos.
�em ográficos exist entes en el co ntinente europeo a pr incipio s del El descenso de la mortalidad, que tuvo lugar "en algún m omento
s1gl � XIX estaban pr�ximos a los 200 millones de habitantes, lo que su­ entre 1750 y 1 800", en opinión del demógrafo André Armengaud, está
pom a un 20, 4 por cie nt o del total mundial. Una centuri a más t arde en relación co n v ario s fenómenos co ncurrente s. C o n una m ej or ali­
la p oblación europea se había más que duplicado, habiendo ascendid�
mentación, fruto de las prime ras fases· de la revo lución a grícola y de la
al 2 5, 8 por ci ent o su p articipa ción en el c onjunt o mundi al. En térmi­
introducción de nuevos cultivos (el maíz y la patata), que permite su­
nos p orcentuales, el peso dem ográfico europeo ha bía g anad o p osi­ primir el azo te del h ambr.e, salvo casos aislados como el de Irlanda en
_
C1ones, correspondiendo el m ayor increment o al periodo posterio r a 1846; y, de forma paralela, con notables avances en el campo de la m e­
1 850, cu , ando el continente experimenta una pequeña explosión de­ dicina, con el descubrimiento de vacunas como la efectuada porJenner
m ográfica. contra la viruela en 1796. Estos avances médicos actuaron como medi­
La geo grafía de este �ument o de la población no es, sin embargo, das preventivas de enfermeda des endémic as a la vez que fomentaron
_
u mforme . Resulta especialme nt e débil en países como Francia (que
al gunos procedimie nt os terapéutic os de mayor asepsia (esteriliza ción,
p�a d: 28, 2 a 4?, 7 millones en el siglo), moderado en la Europa me­ desinfección, etc.). Al propio tiempo, se produce n avance s en el cam­
dite rranea (Italia y España cas i duplican sus e fectivos) y much o más po de la higiene gracias al creciente grado de urbaniza ción, la m ayor
elevado e n la Europa del norte, en la que algunos pa íses, como Dina­
facilidad para los transportes y un mejor cuidado del cuerpo, así como
marca o Gran Bretaña, triplican su p oblación. Teniendo en cuenta la la extensión de sistemas hospitalarios sustitutivos de las viejas "ca sas de
elevada emigración de Europa a América (alrededor de 30 millones de
miseric ordia". En to do caso, estos ava nc es fueron lentos y poco signi­
personas entre 1870 y 191 4), resulta evidente el dinamismo demo grá­ ficativos h asta finales del siglo XIX, cuando comienzan a emplearse me­
fic, o eur�peo que acompaña a su proceso de industrialización, expor­ didas de mayor asepsia en las intervenciones quirúrgicas y en el com­
tandol o mcluso a la otra orilla del Atlántico. Pero además de estos as­ bate de enfermedades endémicas.
pectos cuantitativos conviene conocer algunos de los rasgos cualitativos El descenso de la mortalidad tardó algún tiempo en ser seguido por
de la dem ografía europea para explicar mejor la evolución indicada. el ·de natalida d. De hecho, la natalidad europea descendió muy lenta­
El primero de ellos es que la población europea experimenta ahora mente hasta 1 875, manteniéndose todavía en tasas elevadas (e n torno
el tr�nsit o h acia un ciclo dem ográfico moderno, acometido ya desde
_ al 40 por mil) en las regiones orientales, siendo particularmente baj a
mediados del siglo XVIII y consolidado en la primera mitad del XIX. La sólo en paíse s como Francia. A partir de esta fecha, la tendencia descen­
p obla ción en las épocas preindustriales tendía a mantenerse estable dente de la natalida d europea es una constante hasta l a actualidad. La
p ese a las altas tasas de natalidad, por efecto de las crisis de subsisten� combinación de amb as v ariables es lo que h a permitido conseguir el
cia, hambrunas y epidemias, que provocaban mortalidades catastróficas gran incremento demo gráfico europeo del siglo pas��o, así com o la
u na eleva d a mo rtalidad infantil (e n algunas ép ocas, la mitad de lo�
modificación cualitativa de la estructura de la poblac10n: may or espe ­
na cido s m orían a ntes de cumplir un año) y una corta esperanza de ranza de vida y tendencia al envej ecimiento.

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RAMÓN VI LLARES Y ÁNGEL BAHAMONDE
EL MUNDO CONTEMPORÁNEO

Un segundo rasgo importante es la consolidación de un modelo sin embargo, un proceso lento y gradual, más intenso en la Europa
familiar europeo, definido por el demógrafoJohn Hajnal, que consti­ nórdica que en la mediterránea, donde países como España e Italia
tuye una característica diferencial de la Europa que protagoniza el mantienen hasta principios del siglo XX una alta tasa de activos agrarios
p roceso de industrialización más dinámico. Este modelo consiste en (65 y 55 por ciento del total, respectivamente). A pesar de que en tér­
el predominio de la familia "nuclear", compuesta únicamente por los minos relativos la población rural comenzó a descender, la desagrari­
zación masiva es un hecho que no se lleva a cabo hasta el siglo xx.
�adres c�n sus _ hijos, que sustituye a la familia "extensa", en la que va­ De todas formas, conviene señalar la tendencia hacia una progresi­
nos matnmomos pueden convivir bajo el mismo techo. Y consiste, en
segundo lugar, en que la llegada de los jóvenes al matrimonio se produ­ va terciarización de la estructura ocupacional de la población. Esto es
ce en edad tardía, en torno a los veinticinco-treinta años, casi un lustro fruto no sólo de la urbanización, sino también del crecimiento de las
más tarde que en las regiones asiáticas o americanas. Esto supone un tareas administrativas, de los comienzos de una sociedad de consumo
control indirecto de la fecundidad, lo que se refuerza además con la de masas y de la incipiente incorporación de la mujer al mercado la­
existencia de una alta proporción de personas célibes. El mayor arrai­ boral: una cuarta parte de la población femenina europea trabajaba
go de este �odelo familiar se encuentra al occidente de una línea que fuera de casa hacia 1914. La terciarización de la economía es más in­
va desde Tneste hasta el Báltico, casi coincidente con la división de la tensa en los países de las "nuevas Europas" que en Europa propiamen­
Europa agraria occidental y oriental a partir del río Elba. te dicha. En Estados Unidos, Canadá o Argentina, el predominio del
Las consecuencias que esta estructura familiar tuvo en la configura­ sector terciario sobre el primario o secundario se produce hacia 1900,
ción de una socieda � industrial son muy profundas y son todavía per­ de modo que el tránsito de uila sociedad agraria a una de servicios fue
_ casi directo. En los países europeos y enJapón, en cambio, el peso del
ceptrbles en la actualidad. Entre ellas, cabe destacar en especial la exis­
tencia de una gran reserva de fuerza de trabajo, incluida la femenina, sector industrial supuso que hasta los años setenta del siglo xx éste no
dispuesta a !ª movi!idad, la especialización y la ocupación en el trabajo fuese todavía superado por el de servicios.
artesanal e mdustr1al. En la estructura ocupacional de la población, la
de Europa occidental destaca claramente por su alta tasa de ocupación
en el sector secundario, frente a la precoz terciarización de países ''.jó­ ¡AMÉRICA, AMÉRICA!

venes", como Estados Unidos, Canadá o Australia. Aparte de haber sido


1� cuna d� la revolución industrial, este rasgo demográfico europeo ha Durante el siglo x1x, la población mundial se ve sujeta a desplaza­
sido considerado como una de las explicaciones estructurales del enor­ mientos hasta entonces nunca vistos. Tuvieron lugar grandes comentes
me peso que ha tenido hasta los años setenta del siglo xx la población migratorias de carácter intercontinental, desde Europa hacia América,
ocupada en el sector secundario. desde Rusia hacia Siberia y desde China hacia el sureste asiático. En el
La industrialización provocó un importante desplazamiento de la interior de Europa hubo importantes olas migratorias en diferentes
población desde las actividades agrícolas hacia las propias del sector direcciones. De los campos a las ciudades, de forma general. De algu­
manufacturero, siendo este proceso especialmente intenso en los paí­ nas regiones más atrasadas hacia las industrializadas, como es el caso
de irlandeses hacia Inglaterra, de mediterráneos (sobre todo, italianos)
ses europeos occidentales. Hacia 1911, en Inglaterra sólo el 11 por cien­
to de la población activa se ocupaba en la agricultura, siendo también hac;ia Francia o de polacos hacia Alemania. Fuera de Europa, es impor­
notablemente bajo el porcentaje en Bélgica y Holanda (en tomo a la tante el desplazamiento de asiáticos hacia los países de la costa del
Pacífico, así como la instalación (no voluntaria) en el continente ame­
cuarta parte); pero incluso en países como Alemania o Francia, los
ricano de millones de negros, fruto del comercio esclavista de proce­
activos agrarios eran ya claramente inferiores a la suma de los sectores
dencia africana.
secundario y terciario (36 y 41 por ciento, del total, respectivamente).
Pero la gran epopeya migratoria es la constituida por la emigra­
Además, tuvo lugar el abandono definitivo de los campos europeos por
parte de millones de campesinos en dirección a los países americanos ción transoceánica europea hacia las '1nuevas Europas", especialmen­
o a las concentraciones urbanas europeas, que experimentan desde te Estados Unidos de América. La obsesión de millones de eurnpeos
por alcanzar un nuevo Eldorado está reflejada en el film autobio-
fines del xrx una nueva fase expansiva. Este abandono del campo fue,
'?:

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EL MUNDO CONTEMPORÁNEO RAMÓN VII.LARES Y ÁNGEL BAHAMONDE

gráfico de Elia Kazan América, América, en el que se narra la peripe­ pio tiempo, permitió el tránsito de las sociedades rurales europeas ha­
cia vital de un joven griego en su ansia por salir de Turquía y superar cia la urbanización y la industrialización. Una de las caras del dominio
los trámites inmigratorios establecidos en Ellis Island, a las puertas europeo del mundo es, justamente, esta capacidad de poblar amplios
de Nueva York. territorios en un periodo histórico de gran expansión económica den­
La vitalidad demográfica europea no sólo permitió duplicar su po­ tro del continente. No es casual que sea la cuna de la industrialización,
blación interna, sino que desplazó a otros continentes más de 50 millo­ Gran Bretaña, el país que mayores contingentes migratorios aporta
nes de habitantes entre 1815 y 1930. El dominio europeo del mundo se a este enorme trasvase demográfico.
expresa a través de esta capacidad para repoblar nuevos territorios. Esta
intensidad migratoria, débil hasta mediados de siglo, adquiere un ca­
rácter masivo a partir de 1880, para alcanzar su cenit en los años an­ EL "ENSANCHE" DE LAS CIUDADES
teriores a la I Guerra Mundial (2 millones de emigrantes en el año 1910).
Es el mayor trasvase de población en toda la historia de la humanidad. El desplazamiento de la población rural hacia las ciudades es una
El abaratamiento de los transportes mai:ítimos y el apoyo de los consecuencia de las reformas agrarias, de la mejora de las vías de co­
gobiernos, tanto de salida como de acogida, explica este enorme flujo municación y de la ampliación de los establecimientos industriales que,
migratorio; pero también las crisis agrarias (el hambre irlandesa de por lo general, tendieron a ubicarse en las ciudades. Tuvo lugar así un
1845-1848) y las miserables condiciones de vida de millones de campe­ importante éxodo rural que, al menos en términos relativos, provocó
sinos europeos. un descenso notable de la población activa en el sector agrario, en
La procedencia de .los emigrantes no fue uniforme, registrándose beneficio del industrial y de los servicios. Es indudable, por tanto, el
un desplazamiento de su origen desde el norte hacia el sur. La emi­ crecimiento que experimentaron las ciudades europeas y americanas
gración europea de origen británico y escandinavo era la predomi­ durante todo el siglo XIX. Según observa el historiador Jan de Vries, el
nante hasta 1870, siendo a partir de esta fecha más elevada la proce­ número de ciudades europeas con más de diez mil habitantes pasó de
dente de Europa central y oriental, hasta que desde fines de siglo y 364 en 1800 a más de mil setecientas en 1890. En Estados Unidos, de
durante los primeros decenios del xx son los emigrantes de origen 33 ciudades en 1800 se pasa a 2.262 en 1910. Gracias al notable incre­
mediterráneo (Italia, España, Portugal, Grecia y Turquía) los que pue­ mento demográfico y a pesar de la emigración masiva, la población
blan los camarotes de los trasatlánticos. Los destinos predilectos de urbana europea pasó del diez por ciento al treinta por ciento durante
los emigrantes fueron, de forma abrumadora, Estados Unidos (32,6 mi­ el siglo XIX. Sin embargo, la tasa más rápida de urbanización tuvo lugar
llones de europeos, a los que habría que sumar, en este mismo perio­ en Estados Unidos, donde el porcentaje de población urbana pasó de
do, otros 4,7 millones de inmigrantes, procedentes de Suramérica), niveles insignificantes en 1800 (apenas un ocho por ciento) a más
y, muy en segundo lugar, Brasil (4,3 millones) y Argentina (6,4 mi­ del cuarenta por ciento en 1910.
llones), así como Canadá, Suráfrica, Australia y Nueva Zelanda. En La urbanización no fue un proceso homogéneo. En la Europa no­
general, tierras de clima templado, similar al europeo, en el que se roccidental, la tasa de urbanización alcanzaba a fines de siglo un 43
asentaron con gran rapidez hombres, plantas y animales, en un pro­ por ciento de la población, mientras que en Europa oriental se man­
ceso que Alfred Crosby ha definido como un ejemplo de "imperialis­ tenía en tomo al 18 por ciento. Las divergencias entre países eran asi­
mo ecológico". mismo importantes. Inglaterra podía considerarse ya un territorio ple­
Esta transferencia de población tuvo enormes consecuencias. Con namente urbanizado en la segunda mitad del siglo XIX (62 por ciento
la puesta en explotación de nuevas tierras, abrió nuevos mercados, de población urbana en 1890) y con una población industrial que su­
propició el flujo de capitales y además favoreció el desarrollo de una peraba desde 1851 a la ocupada en la agricultura; en cambio, en los
economía de carácter mundial. A juicio de algunos historiadores, que países continentales, tan sólo Bélgica, Francia y Alemania se situaban
hacen depender el imperialismo del papel jugado por la población entre un cuarto y un tercio de la población urbanizada en esa misma
blanca instalada en las colonias, esta emigración europea sería una fecha. Hay una evidente correlación entre industrialización y urbani­
fuerza decisiva en la construcción de los imperios coloniales. Al pro- zación. Una de las razones es la ubicación de los centros fabriles en las

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EL MUNDO CONTEMPORÁNEO RAMÓN VILLARES Y ÁNGEL BAHAMOND.E

propias ciudades. Algunos núcleos urbanos situados en regiones alta, de la ciudad durante todo el II Imperio. La actuación de Haussmann
mente industrializadas, como Essen o Düsseldorf en la Renania alema­ en París consiste en la realización de las instalaciones y servicios ne­
na, Manchester, Liverpool o Leeds en Inglaterra, o Pittsburgh o Detroit cesarios para que una gran ciudad pueda funcionar (alcantarillado,
en Estados Unidos crecieron como hongos, desde pocos millares de agua, energía, servicios de transporte, escuelas, hospitales, etc.) y en
habitantes a principios de siglo hasta cientos de miles a fines de la cen­ la construcción de una nueva red viaria, con el tendido de grandes
turia. Pero la ciudad del XIX no fue sólo un centro fabril. Algunos nú­ calles o bulevares. Esto supuso la demolición de barrios enteros, pero
cleos urbanos crecieron por su condición de ser grandes puertos o también el cambio más drástico en el urbanismo occidental, al per­
nudos ferroviarios, alojar guarniciones militares o haberse convertido mitir combinar la actuación pública, mediante la expropiación de
en centros de ocio y turismo. Además, fue muy importante la concentra­ terrenos edificables, con la actuación privada, que desembocó muchas
ción administrativa que lograron las capitales de los principales estados. veces en la especulación inmobiliaria y en la creación de nuevos ba­
Ciudades como Londres, Berlín o Viena se convirtieron en grandes cen­ rrios y suburbios escasamente dotados. Las concentraciones me­
tros industriales y residenciales. Londres, que ya tenía 2,6 millones a tropolitanas características del siglo xx comienzan a forjarse en este
mediados de siglo, alcanza los 7,2 millones en 1910, mientras que Ber­ periodo.
lín o Viena pasan de menos de un cuarto de millón a principios del XIX
a superar los dos millones en vísperas de la Gran Guerra. París, por su
parte, quintuplicó su población durante el siglo. Y si cruzamos el LA MOVILIDAD SOCIAL: DE ESTAMENTOS A CLASES
Atlántico, observamos que los crecimientos de las ciudades son to­
davía más espectaculares, desde Nueva York hasta las ciudades asen­ El universo social del mundo occidental del siglo XIX (especialmen­
tadas en tomo a los Grandes Lagos, como Chicago o Cleveland, con ta­ te en el continente europeo) experimentó fuertes transformaciones,
sas de crecimiento anual del 5 por ciento durante toda la segunda que corrieron de forma paralela al proceso de industrialización, urba­
mitad del siglo x1x. nización de la población y cambios en las relaciones sociales. Las
La afluencia de población a las ciudades propició, en un primer líneas maestras de la evolución social son de diverso tipo. La primera
momento, un crecimiento desordenado de las mismas, con la creación es la rápida sustitudón de la división estamental por la de clases, lo que
de barrios obreros insalubres y contaminados, como los de las ciu­ permite lograr una mayor movilidad social, aspiración central de la
dades inglesas descritos por Friedrich Engels. Pero a partir de media­ burguesía revolucionaria de la primera mitad dehiglo. La segunda es,
dos del XIX comenzó un proceso de transformación de los centros sin duda, la progresiva sustitución de la hegemonía social y cultural
urbanos, naciendo así propiamente una cultura urbana y una cierta ejercida por las aristocracias terratenientes a favor de las burguesías o
ordenación de su expansión. La planificación, que fue mucho más de los grupos entonces definidos como "clases medias". Es obvio que
frecuente y racional en América (caso de Filadelfia, Washington o este proceso fue lento y; de hecho, no pudo concluirse hasta la época
Nueva York), tampoco fue desconocida en Europa, a pesar de la no­ de la I Guerra Mundial, que es el momento en el que son derrotados
table importancia que tenían algunas ciudades, con estructura urbana definitivamente los rentistas agrarios europeos. Un-tercer aspecto no­
medieval. vedoso de la sociedad decimonónica es la emergencia al primer plano
El ensanche de las ciudades conlleva la necesidad de planificar su histórico de las clases trabajadoras, industriales y artesanas, pero tam­
expansión y la dotación de los servicios adecuados. Este problema obli­ bién agrarias.
ga a que los gobiernos intervengan políticamente en el diseño de las En conjunto, lo que define el universo social de la Europa del si­
ciudades. Gran parte de las urbes europeas tienen, en esta época, un glo xrx es su permanente mutación, su capacidad para modificar gru­
plan especial de ensanche y de actuación sobre su estructura urbana, pos y clases, su constante diversificación interna. Las diferencias de
como sucede en Viena, Berlín, Estocolmo o Barcelona, cuya expansión riqueza entre las clases sociales eran muy grandes, pero su percepción
se hace de acuerdo con el Plan Cerdá. El ejemplo más acabado de social era todavía mayor debido a los hábitos culturales heredados del
este urbanismo de la época industrial es el de París, que encontró en Antiguo Régimen, que privilegiaban la distinción aristocrática y la se­
el barón Haussmann a su principal ejecutor, en tanto que prefecto paración social. De ahí que ya hubiera observado Alexis de Tocqueville,

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EL MUNDO CONTEMPORÁNEO RAMÓN VII.LARES Y ÁNGEL BAHAMONDE

en su descripción de la democracia americana, cuán distinto era el com­ munes, los lugares de sociabilidad y su capacidad de actuación de for­
portamiento de los ricos en América respecto de Europa, pues allí "in­ ma colectiva. La pertenencia a una clase será, pues, el fruto de un pro­
cluso los ciudadanos más ricos prestan mucha atención a no diferen­ ceso histórico y no de la atribución estática a la misma. No se "nace" en
ciarse del pueblo", hablan con él e incluso comparten mesa y mantel una clase, sino que se "deviene" miembro de la misma. Como ha obser­
en oficinas y fábricas. En cambio en Europa, la distancia entre las clases vado el historiador británico E. P. T hompson, "no veo la clase como
sociales fue norma que tardó en desaparecer. una estructura y menos aún como una categoría, sino como algo que
Esta divergencia de comportamiento social se mantuvo durante todo acontece de hecho en las relaciones humanas". A pesar de esta progre­
el siglo XIX y llega hasta épocas recientes. Se podría sintetizar el asunto, siva formación de las clases sociales (la clase "para sí" del lenguaje de
de acuerdo con el análisis de Harmut Kaelbe, del modo siguiente: la Marx) algunas denominaciones sociológicas, como nobleza, son he­
sociedad europea es más igualitaria que la americana en la distribución rencia del pasado, mientras que otras, como proletariado o burguesía,
de la riqueza, pero en cambio es mucho mayor su discriminación so­ se van forjando durante el siglo XIX, aunque su contenido y su amplitud
cial, debido a su configuración menos democrática que en América y, experimenten notables cambios durante la centuria.
sobre todo, al peso que ejerce en la sociedad europea una tradición Esta situación ha dado lugar a múltiples debates sobre la estructura
aristocrática forjadora de una cultura de la distinción. Por ello, convie­ de la sociedad europea en el siglo XIX. Para algunos autores, como Amo
ne advertir que la primera mutación de la sociedad europea del XIX es Mayer, la hegemonía de los grupos sociales procedentes del periodo
la superación de su organización estamental. feudal, en especial de la nobleza, aconsejaría definir el siglo XIX como
La organización social propia del Antiguo Régimen se caracteriza­ de "persistencia del Anti guo Régimen", dado que no sólo en la atribu­
ba por la existencia de estamentos. Los pertenecientes a cada estamen­ ción de la riqueza, sino en los gustos culturales y en el control de la vida
to se definían en razón de su origen familiar, de su riqueza o de su política, la permanencia de las aristocracias habría sido más determi­
pertenencia a una institución determinada. Así se conocían los tres nante que el ascenso de la burguesía y de las clases trabajadoras. Ya lo
estamentos clásicos de la nobleza, el clero y el estado llano, cuyas dife­ había advertido Tocqueville, al insistir en que lo nuevo que parecía ha­
rencias estribaban, entre otras razones, en la desigualdad jurídica de ber traído la revolución se hallaba ya en ciernes en las estructuras del
las personas, lo que comportaba de hecho una desigualdad económi­ Antiguo Régimen. En cambio, para autores de tradición socialista (co­
ca. Durante el siglo XVIII, esta división comenzó a fracturarse, con la menzando por Marx y Engels), la división social fundamental en la
emergencia de la burguesía en el seno del tercer estado. Pero es a par­ Europa del siglo xrx se establece entre burgueses y proletarios.
tir de la industrialización y la revolución liberal cuando se proclama En conjunto, podríamos decir que el universo social del siglo XIX se
la igualdad jurídica de las personas (Declaración de los derechos del caracteriza por una secuencia de cambios, pero también de perviven­
hombre) y cuando las relaciones entre personas y grupos se estable­ cias, cuando no de resistencias a estas transformaciones. Se desmante­
cieron progresivamente en torno al concepto de clases sociales, aunque lan los corsés heredados del Antiguo Régimen hasta alcanzar a la pro­
esto no suponga la igualdad económica. La quiebra del modelo esta­ pia abolición de la servidumbre en Europa oriental y Rusia a partir de
mental se vio favorecida, además, por la formación de los estados na­ 1848, pero también permanecen muchos obstáculos para hacer efec­
cionales y todo su aparato administrativo, que ejercieron una conside­ tiva una movilidad social basada en la capacidad, el trabajo y el talento.
rable movilización de la población y una fuerte integración cultural La.sociedad del siglo XIX se caracteriza, pues, por hallarse en proceso
de la misma, a través de mecanismos como la escuela, el ejército o el de transición desde las estructuras feudales hasta las propiamente bur­
sistema tributario. guesas y capitalistas, en una dinámica que no se consolida definitiva­
La definición de clase social admite varias alternativas. Por una par­ mente hasta la época de la I Guerra Mundial. Más que de relaciones
te, los individuos pertenecientes a una clase se definen por su relación sociales unitarias y unívocas en el análisis de las clases habría que refe­
con los medios de producción, lo que determina una posición econó­ rirse, con Kocka y Haupt, a "áreas de condensación en la vida social
mica común. Esto permite diferenciar a los propietarios de bienes (ca­ definibles como clases sociales".
pitalistas) y los que sólo poseen su fuerza de trabajo (proletarios). Pero Pero más allá de las definiciones cabría pregu ntarse por la distri­
también se deben tener en cuenta otros factores: las experiencias co- bución de la riqueza y si su atribución social evolucionó durante el si-

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EL MUNDO CONTEMPORÁNEO RAMÓN VILL\RES Y ÁNGEL BAHAMONDE

glo XIX en una dirección de mayor convergencia social o de mayor Además de esta mutua confluencia, ambos grupos sociales presen­
disparidad. Los efectos del crecimiento económico propiciado por el tan otras características comunes. La más evidente es, sin duda, la de
proceso industrializador no supusieron una amortiguación de las des­ su heterogeneidad, tanto social como territorial. El peso de la nobleza
igualdades económicas. El reparto de la riqueza en la Inglaterra vic­ era diferente en Inglaterra y en el continente y, dentro de éste, muy dis­
toriana (1885-1889) revela que existe un 87 por ciento de personas que tinto en los países occidentales y los orientales. Cuanto más se desplaza
se pueden catalogar como pobres. En Francia, en vísperas de la Gran hacia oriente, mayor fortaleza tiene la nobleza, tanto económica como
Guerra, el 53,2 por ciento de la población no dispone de más que un políticamente. Diversidad territorial que también es patente en el caso
2,5 por ciento de la riqueza total. Estas constataciones han planteado de la burguesía, cuya hegemonía es evidente en Francia, pero menos
un largo debate sobre los niveles de vida de la población, como conse­ en Alemania y en los países mediterráneos. Es por eso que resulta más
cuencia de la industrialización. Las interpretaciones han sido contra­ adecuado pluralizar las denominaciones para design ar noblezas y bur­
puestas, dividiéndose entre "optimistas" y "pesimistas", a la hora de guesías. Sin embargo, conviene advertir que la permanencia de la no­
valorar si mejoraron o no las condiciones de trabajo y la remunera­ bleza no es sinónimo de atraso económico. Al contrario, en las dos eco­
ción salarial de los trabajadores. Tanto informes coetáneos, como nomías más evolucionadas en el siglo XIX, como son el Reino Unido y
los de Engels sobre Inglaterra o Villermé sobre Francia, o los de mu­ Alemania, la nobleza logró mantener una gran influencia económica,
chos historiadores recientes (Thompson, Hobsbawm), han insistido social y política.
en los efectos negativos de la industrialización sobre las clases traba­ A pesar de las reformas agrarias realizadas en la primera mitad del
jadoras. Pero también está admitido que a partir de mediados de siglo siglo XIX, las capas nobiliarias consiguieron retener gran parte de sus
mejoraron notablemente las condiciones de vida y la capacidad ad­ ingresos y rentas de origen territorial a cambio de perder sus privilegios
quisitiva de los obreros europeos. La cuestión sigue abierta, aunque sobre las personas (señoríos y jurisdicciones). Además, fue la nobleza
resulte claro que no fue hasta el siglo xx, en especial en su segunda el principal vivero para el reclutamiento de los cuadros dirigentes de
mitad, cuando tuvo lugar una significativa convergencia social en la la administración pública civil (especialmente, la diplomacia) y la ofi­
distribución de la riqueza. cialidad del ejército y, sobre todo, la marina. Su prestigio les facilitó
asimismo la participación activa en el control de la vida política, a tra­
vés de las cámaras altas, generalmente no electivas, que registra la ma­
LAS ELITES DOMINANTES yoría de los sistemas constitucionales europeos.
La heterogeneidad de las noblezas europeas es muy fuerte. En In­
La hegemonía social en la Europa del siglo XIX la detentaban dos glaterra, los lores eran propietarios de los dos tercios del territorio;
grandes grupos sociales. Por una parte, la nobleza titulada procedente del que obtenían no sólo elevadas rentas agrarias, sino beneficios de­
del Antiguo Régimen y que tiene en la propiedad de la tierra su princi­ rivados de la explotación de minas o del ensanche de las ciudades.
pal fuente de riqueza. Por otra parte, la burguesía ascendente, que com­ Alrededor de trescientas de estas familias aristócratas inglesas tenían,
bina su preeminencia en el mundo de los negocios y la industria con cada una, posesiones de más de cuatro mil hectáreas. En Francia, en
su participación en la tenencia de la tierra. Entre la vieja nobleza terra­ cambio, la nobleza había sido fuertemente afectada por las medidas
teniente y las grandes fortunas burguesas tuvo lugar, con frecuencia, revolucionarias, de modo que su posición como propietaria terrate­
un proceso de simbiosis, de tal modo que la nobleza acabó penetrando niente era menos sólida que en Inglaterra. En unión de sectores bur­
en el ámbito de los negocios y la burguesía luchó por su ennobleci­ gueses, formaba el grupo de los notables rurales, que ejerció el domi­
miento. De hecho, multitud de títulos nobiliarios fueron concedidos nio de la vida económica y política de la Francia rural hasta, al menos,
por los monarcas europeos durante todo el siglo XIX: unos nueve mil la III República.
en el Imperio austro-húngaro y más de mil en el alemán guillermino En la Europa oriental, el peso de la nobleza es enorme, tanto en la
desde 1871. Entre nobleza y alta burguesía ocuparon los principales Prusia de los grandes terratenientes (junkers) como en el Imperio austro­
cargos políticos, administrativos o parlamentarios de casi todos los países húngaro o en el ruso. Algunas familias nobles centroeuropeas, como los
europeos. Esterh azy húngaros, disponían de posesiones de más cuatrocientas mil

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EL MUNDO CONTEMPORÁNEO RAMÓN VILLARES Y ÁNGEL BAHAMONOE

hectáreas. Y algo semejante sucede en la Europa mediterránea, donde cambios políticos que trajo la "doble revolución" de fines del XVIII pro­
la alta nobleza latifundista del Mezwgwrno italiano o del sur ibérico ha­ piciaron una transformación del papel de la burguesía y, sobre todo,
bía logrado mantener sus posiciones heredadas del Antiguo Régimen, la configuración de diferentes grupos sociales, que pueden englobarse
aunque para ello tuviera que acabar endeudándose o haciendo algunos bajo la denominación de burguesía, pero que presentan características
pactos con las nuevas clases emergentes, como tan bien refleja la nove­ internas bastante diferentes. Como sucede con otros grupos o clases
la de Lampedusa Il Gattopardo (1958), a través de su protagonista el sociales, también la burguesía se define mejor por los rasgos que la se­
príncipe Salina y su familia. paran de la nobleza, del campesinado o de los artesanos urbanos que
Esta heterogeneidad de la nobleza no es sólo de carácter territorial, por sus elementos comunes. Sin embargo, éstos son claramente per­
sino que existen grandes diferencias en el seno del grupo nobiliar. Ade­ ceptibles. Pues actitudes comunes de la burguesía fueron tanto su ten­
más de la alta nobleza, existían otros sectores igualmente nobiliarios, dencia a fusionarse con las elites nobiliarias como su obsesión por dis­
frecuentemente poblados por los nuevos títulos concedidos en el XIX tinguirse de las clases trabajadoras, rurales o urbanas. Además, a través
por las monarquías europeas. Pertenecen a estos peldaños más bajos de círculos específicos de sociabilidad y de la elaboración de una cul­
de la pirámide aristocrática la gentry inglesa o una extensa nobleza tura basada en el papel de la familia y en la fuerza de la vida privada,
local muy arraigada en el Imperio de los Habsburgo, en los países la burguesía logró forjar una cierta identidad, análoga a la nobiliar,
mediterráneos y entre los propios notables rurales franceses, apodados pero más urbana.
como coq de village. Unos y otros tenían en común la condición de te­ En suma, lo que mejor define la burgu esía europea del siglo XIX es
rratenientes, pero también una cierta homogeneidad cultural. Pues su pluralidad interna, una cierta cultura común y la existencia de an­
era en sus gustos refinados, propios de una "sociedad de corte", en tagonismos sociales precisos tanto hacia arriba como hacia abajo. Las
sus comportamientos sociales y en su educación donde la nobleza eu­ burguesías europeas del siglo XIX, su época histórica de mayor esplen­
ropea presentaba una cierta uniformidad. Era este substrato cultural, dor y hegemonía, forman, más que una clase social precisa, una suerte
más que sus diferencias internas, lo que mejor la definía y lo que más de pequeño universo social, en el que podemos distinguir varios gru­
perduró en el tiempo. pos o categorías.
La heterogeneidad de la burguesía es, sin duda, mayor que la de la En primer lugar, la alta burguesía de los negocios industriales, fi­
nobleza. Su condición de grupo en ascenso en el seno de las socieda­ nancieros o comerciales. Las principales dinastías europeas de la ban­
des industrializadas le confería una gran capacidad de adaptación a ca, la industria pesada o las comunicaciones forman parte de este nú­
realidades bien distintas; pero la diversidad de campos en los que hubo cleo. Al gunos nombres, como los Krupp, Thyssen, Rothschild, Pereire
de actuar impide una definición tan homogénea como la que tenía la o Lafitte, son indicativos de esta alta burguesía de dimensión europea.
nobleza en virtud de sus títulos, de su prestigio social y de los honores A ella se debe agregar la burguesía agraria que, desde principios del XIX,
que le eran atribuidos. De la burguesía forman parte los empresarios, se asienta con fuerza en la sociedad rural europea. La difusión de la
comerciantes y banqueros, pero también los profesionales liberales o propiedad agraria en manos de la burguesía fue importante incluso en
los altos cargos de las incipientes administraciones estatales. Bajo la de­ Prusia, donde a finales del XIX ya poseía una porción de tierras seme­
nominación de burguesía se esconden, pues, realidades bien distintas, jante al de la nobleza (48 por ciento de las explotaciones superiores a
que dificultan tanto su consideración de una clase social estricta como 10.0 hectáreas, frente al 44 por ciento de la nobleza).
la catalogación de estamento. En segundo lugar, la clase media (classe rrwyenneo middl,e class), que
Por otra parte, para el siglo XIX tampoco es ya útil la remisión del es el lugar de encuentro de comerciantes, artesanos y notables ru­
concepto de burgués a su sentido etimológico de ser el habitante de la rales. La expresión fue muy empleada durante la primera mitad de
ciudad o de un burgo. La burguesía decimonónica se halla muy aleja­ siglo con un sentido político para designar a quienes estaban en el ''.jus­
da del patriciado urbano forjado en la Europa medieval y moderna. to medio", a medio camino entre el despotismo aristocrático y el li­
En aquella situación, la unión entre ciudad y su entorno territorial era bertinaje del pueblo "menudo". Ésta era la interpretación preferida de
muy fuerte, de modo que este patriciado ocupaba en la ciudad una los liberales doctrinarios franceses, como Guizot. Las clases medias,
posición análoga a la de la nobleza. La modernización económica y los que también se confunden con la pequeña burguesía, constituyen así

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la columna vertebral del sistema político liberal, en su fase censitaria. cuando se produce la abolición de la misma (1848, en el Imperio aus­
En cambio, en Inglaterra la middle class designaba a la burguesía in­ tro-húngaro y 1861, en el Imperio ruso). Aunque los decretos de eman­
dustrial que se hallaba desplazada del ámbito aristocrático de los lores cipación no abrieron el camino hacia una significativa redistribución
y de la gentry. de la tierra, es evidente que constituyeron un hecho decisivo en la his­
En los últimos años, la historiografía, sobre todo alemana, con Koc­ toria europea del siglo XIX, mediante el reconocimiento de la igualdad
ka a la cabeza, ha insistido mucho en el papel central que juega, dentro jurídica de millones de campesinos. Como ha observado Jerome Blum,
de las burguesías europeas del XIX, la denominada burguesía culta o de la emancipación campesina fue el "último gran triunfo" de la monar­
los profesionales, que encuentra especial arraigo en la Europa central, quía sobre la nobleza.
pero también mediterránea. En esta categoría social se integran altos Hacia fines de siglo, en el marco de la crisis agraria finisecular, se
funcionarios, intelectuales y miembros de las profesiones liberales. La aceleró el proceso de destrucción de las formas de vida campesinas y
burguesía culta es una expresión aplicable plenamente al caso de la la transformación de la estructura social del mundo rural. La actuación
Alemania guillermina, donde una de las vías más sólidas para alcanzar de los diferentes estados nacionales tendió a lograr una cierta homo­
la movilidad social fue lograr una formación especializada en universi­ geneización cultural de las masas campesinas, lo que Eugen Weber
dades o centros de investigación para luego incorporarse al ámbito de define como el tránsito de "campesinos a franceses·". Por otra parte, des­
la administración o la actividad empresarial. También en el mundo de fines del siglo XIX, amplias capas de propietarios no cultivadores di­
anglosajón, especialmente en Estados Unidos, floreció con fuerza esta rectos (rentistas y absentistas) son desplazadas de la estructura agraria,
modalidad de ascenso social. Una parte de este grupo social acabaría al hacerse inviable una agricultura europea que, frente a la americana,
confundido con los trabajadores white collar surgidos de la aristocracia debía destinar una parte importante de su producción a pagar los
obrera desde fines del XIX. derechos de propiedad. De forma complementaria, masas de pequeños
cultivadores se convierten en pequeños propietarios y en protagonistas
de movimientos cooperativos o sindicalistas de ámbito rural. Los prime­
UN CONTINENTE DE CAMPESINOS ros pasos dados en el siglo XIX para modificar una civilización agraria
de existencia plurisecular se aceleran desde principios del siglo xx. Pe­
A pesar de la industrialización y del éxodo rural hacia las ciudades ro la desagrarización de la sociedad europea no se completará de forma
o hacia América, la Europa del siglo XIX continuó siendo un continen­ plena hasta la segunda posguerra.
te de campesinos. La condición de campesino no venía determinada
sólo por la ocupación en la actividad agraria, sino también por su estilo
de vida. Las formas de vida comunitarias, vigentes en aldeas y pueblos, DE ARTESANOS A OBREROS
configuraban una sociedad rural en la que sus enormes diferencias in­
ternas se podían atenuar gracias a estas defensas comunitarias. La si­ El contrapunto a la,emergencia social de las burguesías fue la con­
tuación del campesinado es, asimismo, muy diversa en el continente figuración de una variada gama de trabajadores, urbanos, industriales
europeo. En Occidente se va convirtiendo progresivamente en agricul­ o de servicios, que tendieron a ser clasificados como proletariado o co­
tor, gracias a su condición de propietario cultivador directo o en régi­ mo "clases trabajadoras", cuando no "peligrosas". Gran parte de la po­
men de gran arriendo: es el caso de Francia y regiones europeas limí­ blación europea del XIX (cerca de la mitad) se agrupaba bajo este rubro
trofes. Pero también se mantienen amplias áreas de campesinado sin de trabajadores que, en sustancia, sólo disponían de su fuerza de tra­
tierras (los jornaleros andaluces, los braccianti italianos) o bajo fór­ bajo para subsistir y mantener a su familia (o prole). Su denominador
mulas de cesión de la tierra de carácter precario, como la mezzadria común es la condición de ser asalariados, pero su diversidad interna
italiana o el métayagefrancés. La consolidación del campesino europeo es tanta o más que la vista en otros grupos sociales. En el seno de la
como pequeño propietario será un proceso posterior a la crisis de fi­ clase obrera están no sólo los trabajadores de la gran industria fabril
nales del XIX. Por su parte, el campesino de la Europa oriental perma­ (textil, siderúrgica o minera), sino los trabajadores a domicilio, heren­
neció bajo el régimen de servidumbre hasta mediados del XIX, que es cia de la industria doméstica, los criados del servicio doméstico (que

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eran entre un 15 y un 20 por ciento de las poblaciones urbanas), tra­ EL PENSAMIENTO SOCIALISTA
bajadores eventuales o ambulantes y los trabajadores de oficios que
podían confundirse con los viejos artesanos reunidos en gremios. Las grandes elaboraciones ideológicas del siglo XIX han sido el libe­
Aunque la ocupación en la industria ha sido históricamente más ralismo, el nacionalismo y el socialismo. Este último es la decantación
fuerte en la economía europea que en ninguna otra.región del mundo, de ideas de larga tradición en el pensamiento europeo y de nuevas rea­
durante el siglo XIX la ocupación laboral en las fábricas era un hecho lidades surgidas en el curso de la revolución industrial y de la cons­
minoritario. En Gran Bretaña se calcula que en 1831, de más de do­ trucción de las sociedades políticas liberales. El socialismo nace movido
ce millones y medio de trabajadores, sólo medio millón de ellos traba­ por la idea de conseguir una mayor igualdad social, pero también hun­
jaban en fábricas. Y en 1851, en el cenit de su consideración como "ta­ de sus raíces en la utopía de la fraternidad universal.
ller del mundo", Inglaterra tenía más herreros que obreros siderúrgicos. La preocupación por la situación de los trabajadores, en especial
En Alemania, hacia 1850, los trabajadores ocupados en centros fabriles por la clase obrera, fue simultánea al avance de la industrialización y
representaban el 16 por ciento del total, frente a un 45 por ciento de la transformación de la sociedad surgida de las revoluciones liberales.
artesanos y un 39 por ciento de trabajadores a domicilio. Aunque la Esta ruptura del orden feudal provocó una toma de conciencia sobre
proporción había mudado decisivamente hacia 1900, el número de los efectos más visibles de estos cambios: injusticia social y, sobre todo,
los artesanos suponía todavía un tercio del total de trabajadores en el pobreza, lo que dio lugar a una larga tradición de estudio del paupe­
sector industrial. El trabajador de oficio se mantuvo, pues, con gran rismo y de sus causas. Las pi;imeras manifestaciones de esta atención a
vigor en la Europa del siglo XIX y ello explica buena parte de la histo­ la cuestión social ya estaban presentes entre los revolucionarios fran­
ria del sindicalismo europeo, que en sus orígenes es, sobre todo, agru­ ceses, en sociedades ingiesas y en los primeros defensores de la igual­
pación por oficios. Sólo una tendencia fue clara en el seno de las cla­ dad social, inspiradores de utopías como la de Babeuf de la Revolución
ses trabajadoras del XIX: el progresivo avance del trabajo asalariado, Francesa. Pero estas doctrinas sociales no comienzan a ser sistematizadas
fruto tanto de la nueva reglamentación del trabajo (abolición de gre­ hasta 1820 y 1830, coincidiendo con las revoluciones liberales de aque­
mios), como de la consolidación de la economía capitalista de merca­ llos años. La palabra empleada para designar esta denuncia de las injus­
do. Incluso los trabajadores a domicilio, a pesar de disponer de ticias provocadas por la sociedad industrial y por el avance del capita­
algunos medios de producción propios, eran fundamentalmente asa­ lismo fue la de "socialismo", que comienza a ser usado en esta época
lariados. para contraponerla al término "individualismo". Socialismo significaba
Esta variada gama de ocupaciones admitía también varias diferen­ lucha por la igualdad, pero también cooperación asociativa frente a la
cias de nivel, provocadas por una incipiente movilidad social. En esta libre empresa.
movilidad influían con frecuencia razones de carácter étnico o religio­ Las primeras teorías socialistas, sin embargo, llamaban más la aten­
so. Las peores ocupaciones se fueron adjudicando a los inmigrantes, ción sobre los efectos del capitalismo que sobre las causas que provo­
fuesen irlandeses en Inglaterra o polacos en Alemania. Algo parecido caban esta situación de pobreza y miseria de los trabajadores. Hay una
sucede en América, donde cada nueva oleada de inmigrantes iba influencia muy fuerte, además, del cristianismo en la formulación de
sustituyendo a quienes los desempeñaban antes. Poco a poco se fue for­ las primeras doctrinas socialistas. Sus propuestas se centraban, en con­
mando un grupo de trabajadores cualificados que acabaron por cons­ secuencia, en la defensa de acciones filantrópicas o caritativas. Es la
tituir la aristocracia obrera, dada su capacidad de mejora de sus niveles época de los socialistas utópicos, que imaginan soluciones ideales para
salariales y de incorporarse a tareas propias del sector servicios (gestión, remediar esta situación. En general, los socialistas utópicos aceptan las
administración pública); frente a ella, siguieron existiendo muchas novedades introducidas por la revolución industrial, hasta el punto de
formas de explotación del trabajador, como en el caso de las mujeres y que aspiran más a convertirse en los dirigentes de la nueva sociedad in­
los niños, cuyos salarios eran mucho más bajos que los de los hom­ dustrial que en ser sus debeladores. Ejemplo de ello son las propues­
bres (en torno a la mitad). tas del noble francés Saint-Simon, cuyos discípulos, convertidos en
una secta, fundan el monasterio de Menilmontant, donde cada miem­
bro trabajaba según su capacidad, pero donde además se pretendía

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formar a los nuevos directivos de la industria. La fundación de comu­ tidos políticos obreros y en la postulación de una sociedad futura,
nidades agrícolas autosuficientes, en forma de "falansterio", por par­ de carácter comunista, concebida como alternativa a la sociedad ca­
te del también francés Charles Fourier fue una de las doctrinas más pitalista y burguesa.
utópicas, vinculada al deseo de recuperar una Arcadia rural, espacio
de igualdad y de libertad. Por su parte, la creación de una nueva ciu­
dad, denominada "Nueva Armonía", está asociada al nombre del in­ KARLMAR:x (1818-1883)
glés Robert Owen. Estas propuestas tenían en común la preocupación
por la igualdad social, aspiración que podría alcanzarse mediante un Nacido en Tréveris, en el seno de
nuevo reparto de los frutos del trabajo, realizado en forma colectiva. una familia judía alemana, estudió
Aunque fueron, en general, experiencias que no tuvieron continui­ filosofia en la Universidad de Berlín
dad, ponen de relieve que estaba naciendo una poderosa corriente donde, bajo la influencia de los "he­
ideológica que buscaba alternativas al nacimiento de la sociedad ca­ gelianos de izquierda", se formó en
pitalista. las tesis de la dialéctica hegeliana.
El tránsito entre estas doctrinas de carácter utópico a las denomi­ A partir de 1843, por razones políti­
nadas por Engels como socialismo científico tiene lugar en la década cas, tuvo que salir de la Prusia rena­
de 1840. En esta maduración del pensamiento socialista se combinan na para residir alternativamente en
tres grandes tradiciones ideológicas y políticas, las más poderosas París-o Bruselas. En estas ciudades,
de la Europa de entonces: la capacidad teórica de pensadores proce­ además de entrar en contacto con
dentes del mundo alemán, la experiencia política forjada en las luchas exiliados alemanes, conoce a Frie­
revolucionarias en Francia y el conocimiento de la economía capi­ drich Engels, con quien comenzó
talista inglesa. La confluencia de estas posiciones doctrinales y de una colaboración intelectual que
las primeras organizaciones obreras dio lugar, asimismo, a dos gran­ habría de durar toda la vida. Obras conjuntas de ellos son La ideología
des corrientes ideológicas que dominarán la historia del movimiento alemana, escrita en 1845 como un "ajuste de cuentas" con la filosofia
obrero de la segunda mitad del siglo pasado: el marxismo y el anar­ idealista alemana, o el Manifiesto comunista, escrito como panfleto polí­
quismo. tico en el curso de las revoluciones de 1848. A partir de 1849, Marx pasa
El marxismo contiene las posiciones ideológicas elaboradas por Karl a residir en Londres, donde transcurrió casi toda su vida y donde murió
Marx y Friedrich Engels desde los años cuarenta y que se recogen en 1883. En Londres trabajó durante muchos años en la biblioteca del
tanto en obras de carácter propagandístico, como el Manifiesto comu­ Museo Británico y allí fue donde redactó sus obras más conocidas e
nista (1848), en análisis extremadamente precisos como El capital (des­ influyentes, como son Contrihucwn a la critica de la economía politica ( 1859)
de 1867) o en textos más breves como la Contribución a la crítica de la y, sobre todo, su obra en tres tomos, El capital, comenzada a publicar
economía política (1859). De la amplia aportación teórica del marxismo en 1867, pero cuyos dos últimos tomos habría de editar Engels póstu­
cabe destacar aquí sólo dos puntos. El primero, contenido ya en el mamente.
Manifiesto de 1848 y desarrollado en varias obras posteriores, es la Las obras de Marx y, en su caso, de Engels constituyen un análisis
.¡ concepción de la sociedad capitalista como un antagonismo entre completo de la estructura y naturaleza dé la sociedad burguesa y capi­
clase burguesa y clase obrera, de lo que se deriva el principio de que el talista del siglo XIX, una crítica radical de sus contradicciones y una
proletariado sólo podrá derrocar a la burguesía mediante la conquista propuesta de transformación de la misma. De acuerdo con la conocida
del poder político. La sociedad, dice el Manifiesto comunista, "tiende a reflexión escrita en La ideología alemana, si los filósofos se habían dedi­
separarse cada vez más abiertamente, en dos grandes campos enemi­ cado hasta entonces a "interpretar" el mundo, Marx y Engels proponen
gos, en dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el proletariado", que deben dedicarse a "transformarló". Ésta fue su divisa intelectual y
Esta posición, progresivamente fortalecida en el seno del movimiento vital durante el resto de su existencia y una de las principales herencias
obrero internacional, habrá de desembocar en la creación de los par- legadas por el pensamiento de Marx a toda la tradición socialista pos-

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EL MUNDO CONTEMPORÁNEO RAMÓN VII.LARES Y ÁNGEL BAHAMONDE

terim. A través de conceptos como plusvalía y revolución ,social, forjó del siglo XVIII (Godwin, 1793) y alcanza en el siglo XIX expresión en las
las bases del materialismo histórico y dialéctico. Además de su obra teó­ obras del francés Proudhon y, posteriormente, en las de los rusos· Baku­
rica, Marx fue un activo dirigente político del movimiento obrero eu­ nin y Kropotkin. El enfrentamiento entre marxismo y anarquismo, en
ropeo,contribuyendo de forma muy directa a la fundación de la AIT sus diversas variantes, estará presente en los grandes debates del movi­
(Asociación Internacional de los Trabajadores) en 1864, en cuyo seno miento obrero de la segunda mitad del XIX, especialmente durante la
hubo de luchar por fijar sus posiciones doctrinales frente a las anar­ época de la I Internacional.
quistas defendidas por Bakunin.
La dimensión de su obra intelectual y su condición de dirigente del
socialismo internacionalista hacen de Maix,junto a Darwin,una de las LAs PRIMERAS ACCIONES COLECTIVAS
figuras más decisivas del siglo XIX. Su mayor grandeza es� •.como ha
obselv.ldo el historiador George L. Mosse, en que supo recoger las ideo­ Hasta mediados del siglo XIX, el movimiento obrero carece de los
logí as del siglo XIX y lanzarlas en una dirección completamente opues­ instrumentos que posteriormente serán su principal base organizati­
ta. El idealismo hegeliano fue reconvertido. ei:;t una explicación va: el sindicato y el partido político, así como la solidaridad expresada en
materialista de la realidad. La sustitución histórica de unasda,ses por el internacionalismo proletario. Pero, como hemos señalado antes, el
otras, en la que insistía tanto el pensamiento �istórico liberal francés, modo en que los heterogéneos componentes de las clases trabajadoras
fue transformada por Maix en la lucha de cl�e.s corµo füotqf'de la his­ se fueron reconociendo como tales fue a través de experiencias y accio­
toria. La crítica "pauperista" al naciente capitahs�o i:ealizada por los nes llevadas a cabo de form� colectiva. En el medio siglo anterior a las
socialistas utópicos fue dirigida hacia el origen del-problema: la apro­ revoluciones de 1848 tiene lugar un proceso de configuración de las es­
piación del trabajo,en forma de plusvalía,por parte· de los propietarios trategias organizativas del movimiento obrero. De ahí que sean no sólo
de los medios de producción. muy distintas entre sí, sino que presenten relaciones evidentes con la
tradición de lucha de artesanos y trabajadores de gremio que ya se de­
sarrollaban en el siglo XVIII y que, al mismo tiempo, presenten diferencias
El segundo punto importante del marxismo es su análisis crítico de nacionales muy fuertes, de acuerdo con el estadio de desarrollo en que
la economía capitalista, lo que le permite identificar las causas de la se halle la clase obrera y la naturaleza del sistema político de cada país.
miseria del proletariado. Éstas se hallan en la apropiación por el capi­ Fue un periodo en el que los obreros de la ciudad (y, finalmente, también
talista de un "plusproducto" producido por el trabajo del obrero. Es la del campo) trataron de responder al surgimiento de las nuevas estruc­
plusvalía que los propietarios de los medios de producción logran de turas económicas y políticas del capitalismo industrial y del liberalismo
quienes sólo disponen de su fuerza de trabajo. De aquí deriva otra con­ político, con aspiraciones utópicas que tenían su principal amalgama
clusión importante: la superación de la opresión de la clase obrera só­ en valores como la solidaridad y la confianza en el progreso.
lo puede lograrse mediante la supresión de la propiedad privada de Las primeras acciones de las clases trabajadoras se desarrollan en
los medios de producción y su conversión en propiedad colectiva. Para un contexto de prohibición del asociacionismo, medidas que se toman
conse guir este objetivo será precisa una revolución social, previa al es­ en Francia con Le Loi Chapelier ( 1791) y en Inglaterra con las Combina­
tablecimiento de una sociedad sin clases, en la que se debe conquistar tion Acts ( 1799). Ello obliga a los trabajadores a combinar formas de
el poder político del Estado e implantar, de forma temporal, una dic­ lucha violentas y propias del Antiguo Régimen, como la revuelta y el
tadura del proletariado. motín, con acciones colectivas cada vez más organizadas. Una de las
Por su parte, el anarquismo se fundamenta menos en la organiza­ manifestaciones más importantes de la lucha obrera se concreta en el
ción del partido obrero y más en la capacidad del individuo para lograr combate contra los efectos del maquinismo, dado que la introducción
su libertad y una relación igualitaria con sus semejantes. Su rechazo de de máquinas suponía o bien la pérdida del trabajo o la necesidad de
la autoridad desemboca en la negación del Estado como forma políti­ superar organizaciones gremiales muy poderosas, como la de los teje­
ca y en la abolición de la propiedad privada, considerada como un ro­ dores. En Inglaterra, durante las décadas de 1810 y 1830 tienen lugar
bo. Esta tradición de pensamiento arranca de las utopías igualitarias dos movimientos sociales conocidos por el nombre de sus dos supues-
'.e:

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tos líderes: Ludd y Swing. Los ludditas,seguidores de un tejedor llama­ como en la cuestión nacional, también supone un hito en la evolución
do Ludd, estaban integrados por tejedores y trabajadores textiles que del socialismo y del movimiento obrero europeo. En diversas capitales
lograron destruir entre 1811 y 1816 una importante cantidad de telares europeas (París,Viena,Berlín) los trabajadores participaron activamen­
mecánicos en varias zonas del centro de Inglaterra. En 1830, los segui­ te en la lucha revolucionaria. En Francia, el socialista Louis Blanc, co­
dores del "capitán" Swing lograron asimismo destruir una gran canti­ mo miembro del gobierno revolucionario, consigue crear los Talleres
dad de trilladoras introducidas recientemente en la agricultura inglesa. nacionales, institución que aspiraba a organizar el trabajo en forma
Ambas son manifestaciones intermedias entre la jacquerie rural de tradi­ de cooperativas gestionadas directamente por los obreros, aunque en
ción medieval y la acción colectiva propia de la sociedad industrial. Los su creación debería participar el Estado. Pero la experiencia duró só­
ludditas utilizaban la intimidación,enviando cartas amenazadoras a los lo unos meses. El fracaso de las revoluciones de 1848 tuvo importantes
patronos,al tiempo que efectuaban peticiones dirigidas al Parlamento, consecuencias para el movimiento obrero, al hacer evidente que para
lo que el historiador E. Hobsbawm ha definido como una suerte de modificar su situación era preciso fortalecer la organización indepen­
"negociación colectiva" a través del motín y la revuelta. Pero su acción diente de las clases trabajadoras. Comienza así el proceso de afirmación
dista mucho de ser simplemente una reacción contra la introducción de del movimiento obrero a partir de dos pilares: el sindicato y,sobre todo,
máquinas. Anhelaban una estabilidad que el avance del maquinismo el partido obrero.
ponía en peligro y reclamaban también mejoras en sus salarios y con­
diciones de trabajo más adecuadas.
Estas formas de lucha contra los efectos de las primeras fases del SINDICATOS Y PARTIDOS OBREROS
industrialismo se encuentran también en diversos lugares del continen­
te,donde hubo conflictos de carácter luddita en varias épocas y lugares, En los orígenes del movimiento obrero se encuentran formas muy
desde la Normandía francesa hasta el Mediterráneo español ( casos de diversas de organización. En algún caso, fueron asociaciones de carác­
Alcoy-1821- y Barcelona-1835-). Algunas de estas revueltas, ter mutualista las formas organizativas predominantes; en otros casos,
como la de los tejedores de Silesia en 1844,merecieron el aplauso de eran organizaciones de carácter cooperativo. Ambas modalidades te­
intelectuales coetáneos, como el poeta Heinrich Heine, que inmorta­ nían por objetivo dotar de mayor fortaleza al grupo y amortiguar los
lizó esta insurrección en su poema "Los tejedores". riesgos derivados de accidentes, gastos excepcionales o pérdida del tra­
Pero la expresión más elaborada de acción colectiva de la clase obre­ bajo. No en vano estas organizaciones se denominaban con frecuencia
ra en esta primera mitad del siglo XIX fue el movimiento cartista inglés, sociedades de "socorro mutuo". El paso siguiente fue la creación de
que ocupa la década de 1840. El cartismo deriva su nombre del hecho sindicatos, que constituyen la forma más elaborada y general de orga­
de haber reunido en la Carta del Pueblo, redactada en 1838, los seis nización del movimiento obrero, dado que el sindicato reúne con fre­
puntos que los cartistas reivindicaban ante el Parlamento británico y cuencia muchas de estas estructuras asociativas primitivas.
que, en sustancia, suponían una reforma electoral y un programa de El sindicalismo tiene algunos precedentes en la primera mitad del
carácter democratizador. La novedad del cartismo estaba en que aspi­ siglo XIX, pero no es hasta la segunda mitad de siglo cuando se conso­
raba a reformar la situación de la clase obrera mediante la vía electoral lidan estas organizaciones,al pasar de estar prohibidas o simplemente
y parlamentaria, conseguir de ese modo la abolición de las "Leyes de toleradas a ser reconocidas legalmente,lo que sucede en Inglaterra, des­
Pobres" (Pom- Laws), promulgadas en 1834,así como modificar las con­ de 1871 y Francia desde 1884. A partir de la década de 1880 es cuando
diciones de trabajo en la industria: salarios,jomada de trabajo. Aunque logran estabilizarse como instituciones imprescindibles en la re gulación
no lograron que el Parlamento aprobara sus peticiones, la experiencia de las relaciones laborales¡ especialmente en el sector industrial. Es
cartista resultó decisiva para la historia posterior del movimiento obre­ ahora cuando nace propiamente el "obrero consciente",que confía la
ro británico,ya que vinculó estrechamente la acción de los trabajadores mejora de su situación a la potencia de una organización.
con objetivos políticos generales. Los modelos sindicales son muy diferentes según las tradiciones de
Esta experiencia de lucha por la emancipación de los obreros ter­ cada país.,En general,puede decirse que en sus primeras expresiones
mina en la primera mitad del siglo con las revoluciones de 1848 que, predominó el sindicato de oficio,que reunía a un tipo de trabajadores

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cualificados y especializados. Posteriormente, se fue abriendo paso el dad de Gotha a partir de la fusión de dos partidos socialistas preexis­
sindicato de industria, que agrupa a todos los trabajadores de un mismo tentes, los de Ferdinand Lasalle y Karl Liebknecht. Su participación
sector, con independencia de su cualificación. En Gran Bretaña, el sin­ en la vida política alemana estuvo caracterizada por dos hechos, rela­
dicalismo partió inicialmente de las agrupaciones de oficios, para termi­ cionados con la peculiar formación de la Alemania guillermina, de
nar en una organización de nivel nacional, el Trade Unions Congress débil arraigo del liberalismo político y de rapida industrialización. En
(TUC), constituido en 1868. A finales de siglo, el TUC ya estaba forma­ primer lugar, el SPD logró alcanzar un enorme peso electoral, que al­
do por más de tres millones de afiliados. En Francia no aparece hasta canzó a un tercio de los diputados del Reichstagen vísperas de la I Gue­
1895 una Confédération Généraledu Travail (CGT), mientras que en Esta­ rra Mundial, lo que propició la conquista de una legislación social muy
dos Unidos, después de una dura represión de las organizaciones obre­ avanzada, el más claro precedente del "Estado de bienestar" del siglo XX.
ras, se constituye en 1886 la American Federation of Labor (AFL) con Su segunda característica fue su obligación de practicar una "integración
300.000 afiliados. En Alemania, Ferdinand Lasalle funda en Leipzig, en negativa" en la estructura política y social de la Alemania guillermina,
1863, la Allgemeiner Deutscher Arbeiterverein (Asociación General de Traba­ hasta el punto de rechazar todo tipo de participación en los gobiernos,
jadores Alemanes). La organización sindical de las clases trabajadoras en la confianza de que la construcción de una nueva sociedad sólo
fue, pues, un fenómeno general desde el último tercio del siglo XIX. La sería posible con una hegemonía social y política del socialismo. El
firmeza mostrada en sus reivindicaciones logró avances importantes en estallido de la guerra del 14 rompería abruptamente esta posición ex­
la transformación de las sociedades industrializadas de fin de siglo. La terna al sistema político de la socialdemocracia alemana, al apoyar al
lucha por la jornada de ocho horas, así como la celebración de la fiesta gobierno del emperador Guillermo II.
cívica del Primero de Mayo desde 1890 son dos ejemplos de esta capa­ Estos dos partidos constituyen los principales modelos de organiza­
cidad de acción del sindicalismo obrero. ción política de la clase o,brera de la Europa de fines del XIX. La soci�­
Los dos objetivos básicos de los trabajadores eran la modificación democracia alemana ejerció una considerable influencia en el Impeno
de sus condiciones de trabajo y niveles de vida, por una parte; y, por la austro-húngaro, en los países escandinavos e incluso en España, don­
otra, la conquista de derechos políticos y sociales. Al primer objetivo de el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) fue fundado en 1879
respondía la organización de los sindicatos. Para lograr el segundo era por el tipógrafo Pablo Iglesias. Por su parte, el laborismo inglés se di­
necesario otro instrumento: fue así como nacieron los partidos socia­ fundió ampliamente a través de los países integrados en la Com­
listas, socialdemócratas, laboristas u obreros. Su fundación es posterior monwealth británica.
a la aparición de los sindicatos generales, pero están íntimamente vin­
culados a ellos, aunque con notables diferencias nacionales.
En el caso británico, la fortaleza del movimiento obrero demoró la LAS INTERNACIONALES OBRERAS
aparición de un partido obrero propiamente dicho. El caracter refor­
mista del obrerismo inglés y su vinculación con el liberalismo político, El internacionalismo del movimiento obrero es una aspiración forja­
así como la permeabilidad del sistema político británico, explican esta da en la mítica de la Revolución Francesa y acrecentada por el socialismo
tardanza. De todas formas, sobre los hombros de la organización sindi­ utópico y el pensamiento romántico. Su fundamento está en la solidari­
cal se creó el Partido Laborista (Labour Party), cuya fundación en 1905 dad de los trabajadores, expresada con frecuencia en la acogida de exi­
por Ramsay MacDonald fue respaldada con la afiliación colectiva de los liados y en la ayuda mutua. La primera organización de este estilo fue la
miembros de las Trade Unions. Los obreros ingleses se desprendían así �ociación Internacional de Trabajadores (AIT), fundada en el Saint
de su participación política a través del partido liberal, para construir Martin's Hall de Londres en 1864. Su origen ha sido explicado como el
una organización propia. El éxito electoral del laborismo sera una de de un "niño venido al mundo en Francia y amamantado en Londres",
las grandes novedades del periodo de la primera posguerra, cuando porque fue fruto del contacto intenso establecido entre obreros �ceses
McDonald alcance por primera vez el poder en las elecciones de 1924. e ingleses desde principios de la década de 1860. La AIT es la �� era
La organización partidaria más poderosa fue el SPD alemán (So­ de una serie de organizaciones que marcarán la pauta del moVIm1ento
zialdemokratische Partei Deutschlands), fundado en 1875 en la ciu- obrero y del socialismo en el mundo hasta la II Guerra Mundial.

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EL MUNDO CONTEMPORÁNEO RAMÓN V!LLARES Y ÁNGEL 8AHAMONDE

En la fundación de la AIT participaron tendencias muy diferentes, nos" y forjó un ideario de carácter revolucionario, plasmado en su co­
desde seguidores de Proudhon hasta cartistas, owenistas, sindicalistas nocido aforismo de que "la pasión destructiva también es una pasión
o comunistas alemanes. Pero el papel más decisivo le correspondió a creadora", contenido en su libro Reacción en Alemania (1842). En la dé­
Karl Marx, quien redactó el manifiesto fundacional y los estatutos, en cada de los cuarenta conoció en París a Proudhon y Marx, además de
los que se insistía en el carácter central que para la clase obrera tenía frecuentar los círculos de emigrados polacos, lo que le sensibilizó res­
la conquista del poder político como medio para lograr su emancipa­ pecto de la liberación nacional de los pueblos de la Europa oriental,
ción económica y social. La AIT se organizó en federaciones naciona­ sometidos al dominio de los imperios de Rusia y Austria-Hungría, que
les que actuaban a modo de secciones en cada país y un consejo general, fue una de sus principales obsesiones durante toda su vida.
que aspiraba a coordinar la actividad de la AIT y que sería elegido en Como hombre de acción, participó en gran parte de las revolucio­
los congresos anuales que se celebrarían. La principal implantación de nes y movimientos políticos de la Europa de mediados del XIX. Luchó
la Internacional estuvo en Francia, Bélgica y, a partir de 1870, en España en las revoluciones de 1848, en las barricadas de París, en Polonia y en
e Italia. La evolución de la AIT estuvo plagada de problemas internos, Sajonia, donde fue detenido y enviado a Rusia, que lo confinó en Si­
dado el enfrentamiento ideológico existente entre partidarios y contra­ beria, de donde consiguió escapar, en 1861, a través de Japón y Esta­
rios a la intervención de la AIT en la vida política. En contra de la p o­ dos Unidos, para regresar a Europa, instalándose en Londres gracias al
sición de carácter "politicista", que era la posición defendida por los apoyo de Herzen, líder de los emigrados rusos. En 1863 participó en
seguidores de Marx, se colocaron, en una primera fase, los proudh o­ la insurrección polaca y pasó a residir más tarde en Italia durante
nianos y, desde el Congreso de Basilea ( 1869), los seguidores de Mijaíl cuatro años, donde acabó �e forjar las líneas maestras de su ideario
Bakunin, defensores del anarquismo. Las ideas bakuninistas de defen­ anarquista, consistente en el rechazo del control político del movi­
sa de la igualdad, de rechazo del Estado y de esperanza en la insurrec­ miento obrero y la subordinación a cualquier tipo de autoridad, es­
ción proletaria como medio de lograr la emancipación obrera ejercie­ pecialmente la del Estado, como muestra en su último libro El Estado
ron una especial influencia en España, donde la tradición bakuninista y la anarquía (1873).
orientó de forma mayoritaria el movimiento obrero contemporáneo, El principal conflicto ideológico y político sostenido por Bakunin
tanto en la Cataluña industrial como en la Andalucía agraria. fue el protagonizado con Karl Marx, después de su incorporación en
1868 a la Asociación Internacional de Trabajadores (AlT). En el con­
greso de La Haya de 1872, la corriente marxista logró expulsar del mo­
MljAÍLBAKUNIN (1814-1876) vimiento a Bakunin y sus seguidores, lo que abrió una profunda brecha
en el movimiento obrero internacional durante muchas décadas. Sus
Nacido en el seno de una familia últimos años los pasó en Suiza, donde murió pobre en 1876. La mayor
de propietarios rurales del noroes­ influencia de sus ideas se concreté entre los pensado¡;es nihilistas rusos
te de Rusia, su vida se desarrolló por y en el movimiento anarquista de Italia y muy especialmente de Espa­
diversos países de Europa, consti­ ña, donde el arraigo de las ideas bakuninistas se mantuvo con gran
tuyendo su biografía una de las me­ fuerza hasta la Guerra Civil.
jores expresiones del pensador y agi­
tador revolucionario del siglo XIX,
además de ser el primer gran líder La AIT terminó su actividad en Europa en 1872, aunque formal­
del anarquismo. Después de un bre­ mente pervivió en Estados Unidos hasta 1876. En su disolución final in­
ve paso por la escuela de artillería tervienen varios factores. Además del fuerte enfrentamiento entre mar­
de San Petersburgo comenzó a es­ xistas y bakuninistas, la derrota de la Comuna de París (1871) y, sobre
tudiar literatura y filosofía. En 1840 todo, la represión que en la mayoría de los países europeos se desata so­
se desplazó a Berlín, donde' entró en bre las organizaciones obreras acabaron por debilitar al movimiento in­
contacto con los "Jóvenes Hegelia- ternacionalista. Como principal legado del mismo quedó la división

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EL MUNDO CONTEMPORÁNEO RAMÓN V!LLARES Y ANGEL BAHAMONDE

ideológica entre anarquismo y socialismo. El anarquismo va a oscilar na! quedaba hecho añicos. Pero el triunfo de la revolución en Rusia
entre la táctica "insurreccional" de ,Bakunin y la "colectivista� de Piotr abría el interrogante para el socialismo sobre cuál de las vías debía se­
Alexéievich Kropotkin; el marxismo, término que se empieza· a acuñar guir, la bolchevique revolucionaria o la reformista. Este debate vuelve
precisamente en esta época (1895), será el eje del socialismo.Su fuerza a dividir al internacionalismo una vez terminada la guerra, lo que dará
estribaba, como obseiva Eric Hobsbawm, en que Marx ofreció a los tra­ lugar a la escisión de los viejos partidos socialistas en dos ramas, la de
bajadores "la seguridad, similar a la que en otros tiempos aportara la los socialistas o socialdemócratas y la de los comunistas o "terceristas",
religión, de la inevitabilidad histórica de su triunfo definitivo". Esta po­ partidarios de la III Internacional, de clara inspiración soviética. Las
sición fortaleció la tendencia a la creación de partidos-políticos obreros, guerras no son buenas aliadas del socialismo internacionalista. Así co­
independientes de los burgueses, que debían preparar a la clase obrera mo la guerra franco-prusiana y la Comuna parisina habían destrozado
para el acceso al poder mediante la imposición de la dictadura del pro­ la I Internacional, la II es liquidada en la Gran Guerra europea y la 111
letariado. Los partidos tendrán, pues, en la II Internacional el protago­ lo será con ocasión de la siguiente Guerra Mundial y el nacimiento de
nismo que habían tenido las organizaciones sindicales en la AIT. la política de bloques o guerra fria posterior a 1945.
La II Internacional fue fundada en 1889 en París; constituyéndose
en la gran organización obrera mundial hasta que. quedó rota por las
consecuencias de la guerra de 1914, a pesar de que no integraba a los
anarquistas, que fueron violentamente expulsados de la misma en va­
rios congresos (Zúrich, 1893, y Londres, 1898).Su organización era me­
nos rígida que la de la AIT, al ser concebida como una federación de
organizaciones nacionales, fuesen sindicatos o partidos. El partido más
influyente fue el socialdemócrata alemán, que estableció la orientación
doctrinal de la Internacional.
Pero tampoco esta segunda AIT estuvo libre de debates ideológicos
internos. Por una parte, estaba la tendencia más ortodoxa y centrista,
representada por Karl Ka�tsky, quien defendía el carácter inevitable
del derrumbe del capitalismo y, por tanto, una posición de quietud y
espera. Posición que revela la expresión kautskiana que define elSPD
como un "partido que, aunque es revolucionario, no hace la revo­
lución". Por otra parte, la tendencia revisionista que tiene en Eduard
Bernstein el principal exponente, quien defiende la necesidad de ac­
tuar directamente en la vida política para lograr reformas sociales, lo
que suponía establecer alianzas del socialismo con partidos no obreros.
Estas posiciones revisionistas fueron rechazadas contundentemente
(Congreso deStuttgart, 1907) y de hecho, en toda Europa (salvo el caso
de Alexandre Millerand en Francia), ningún político socialista partici­
pó en los gobiernos burgueses. Este paso será dado por primera vez en
la época de entreguerras.
Pero antes tuvieron lugar dos acontecimientos decisivos para la evo­
lución del internacionalismo obrero. La I Guerra Mundial y la Revolu­
ción Rusa. La guerra fue el gran agente divisor del movimiento obre­
ro, al implicar a los partidos socialistas en la defensa de las posiciones
de sus respectivos países. El cuarto de siglo de vida de la II Internacio-

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