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Terapia de Pareja Modelo Cognitivo Conductual-2

La terapia de pareja requiere habilidades específicas como mantener la neutralidad, controlar la interacción entre la pareja, adoptar una postura empática y exploradora. Es importante crear un espacio seguro donde ambos miembros de la pareja se sientan comprendidos para facilitar el cambio. La alianza terapéutica debe mantenerse a lo largo del proceso para que la terapia sea efectiva.

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Terapia de Pareja Modelo Cognitivo Conductual-2

La terapia de pareja requiere habilidades específicas como mantener la neutralidad, controlar la interacción entre la pareja, adoptar una postura empática y exploradora. Es importante crear un espacio seguro donde ambos miembros de la pareja se sientan comprendidos para facilitar el cambio. La alianza terapéutica debe mantenerse a lo largo del proceso para que la terapia sea efectiva.

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Módulo 17: Terapia de pareja (1ª parte).

Habilidades terapéuticas, terapia de pareja cognitivo conductual y ejercicios


prácticos en terapia de pareja.
Máster en Sexología y Terapia de Pareja.
Por Anna I. Gil Wittke

Habilidades terapéuticas en terapia de pareja

Marta y John son un matrimonio que recientemente ha pasado los 13 años de casados. Marta
es de Murcia, se dedica a la creación de programas de ayuda a los inmigrantes, es
trabajadora social. John es de origen inglés y gestiona una importante empresa de programas
de informática, además de manifestarse un apasionado del ajedrez. Ambos llevan tres años
en una crisis que no parece mejorar. El caso es que John llamó para venir a terapia de pareja
porque Marta le dijo que sería el último intento, de lo contrario pediría el divorcio. Ella
comenta que lleva mucho tiempo pidiendo ayuda pero que el nunca lo ha visto necesario.
En esta situación llegan a terapia y así es como responden a la pregunta de “¿qué esperas de
la terapia de pareja?”:

Marta: Yo lo que quiero es que le digas a este señor que lo que el hace son
“micromachismos”, yo ya me he informado por mi cuenta y no soy la única que lo piensa,
tengo varias amigas que me están
apoyando y no estoy dispuesta sufrir más maltrato en silencio. Este hombre me ha
abandonado emocionalmente muchas veces en nuestro matrimonio.
John: Yo no entiendo porque te pones así, si bien es cierto que no siempre he sabido expresar
mi afecto, he de decir en mi favor que he sido un hombre responsable con mi familia, he
intentado estar siempre que me han requerido.
Marta: ¡Qué te lo crees tú! Ese es el problema, el se centra en los hechos e invalida mi
emoción.
Psicólogo: Marta veo que vienes cargada de dolor y que además has aguantado muchas
situaciones que te han parecido injustas. Ahora veo que todo esto te ha llevado a sentir
mucho dolor que se manifiesta a través de la rabia y de la frustración que expresas. ¿Es
así? John, creo que entiendo tu punto de vista. Has procurado “hacerlo bien” y para tu
asombro descubres que tu mujer se siente frustrada. Imagino que por eso hablas de lo que
has hecho, como muestra de tu intención. ¿Cómo te sientes al ver que tu mujer se siente
así?
Módulo 17: Terapia de pareja (1ª parte).

La terapia de pareja es un formato distinto a la terapia individual, aunque coincide en muchos factores,
también tiene ciertos matices que hay que tener en cuenta. Para empezar, no hablamos de conectar con
uno, sino con dos y estos vienen en situación de conflicto.

Es decir, van a buscar apoyo y comprensión, pero también pretende lograr la razón, sentirse ganador,
no culpable. Así que se fijarán no sólo en lo que se les dice a ellos sino en que sucede entre el psicólogo
y el otro. Cuando dos llegan tan tensos a la consulta, es fácil que la percepción de amenazas se
magnifique. Esto es una diferencia importante con la terapia individual ya que la díada psicólogo-
paciente genera un marco inmediato de protección. Pero cuando hablamos de parejas, la interacción se
amplia.

Muchas parejas vienen pidiendo un cambio en el cónyuge, creen que esa sería la solución a sus
problemas. Podemos llegar incluso a escuchar a pacientes intentar que el psicólogo sea su aliado con
frases como: “tu que eres una buena profesional te habrás dado cuenta de que ella es muy emocional y
exagera las cosas”, o “yo lo que te pido es que le digas algo para que entre razón porque a mi no me
hace caso, a ver si a ti te escucha”, o “hemos venido para que nos digas quien es el que hace las cosas
mal y quien lo esta haciendo de forma correcta”. ¿Cómo reaccionar ante esto? No es nuestro cometido
entregar o quitar la razón sino comprender, transmitir y facilitar el cambio.

Por otro lado, también nos encontramos a personas que vienen de “rehén” a la consulta. Son aquellos
que se pueden encontrar con una actitud más defensiva, esperando que el psicólogo les “lea la cartilla”.
Han venido porque se han visto en un callejón sin salida, amenazados o coaccionados. En este caso es
fundamental que el terapeuta les ayude a cambiar este prejuicio, que le muestre un refugio en la consulta
en el que poder sentirse seguro, protegido y comprendido. De este modo la terapia de pareja podrá ser
más efectiva, cuando el miembro reacio se convierta en agente activo hacia el cambio.

Cuando hablamos de la importancia de crear un espacio seguro en la terapia de pareja nos referimos a
lo que se denomina la alianza terapéutica. A día de hoy hay muchos estudios que explican que el
resultado de la terapia se relaciona directamente con la calidad de la alianza terapéutica
independientemente del paradigma de abordaje. Esta alianza ha de ser consciente para el paciente para
que se desarrolle la relación necesaria
Módulo 17: Terapia de pareja (1ª parte).

para la búsqueda del cambio, aunque el acuerdo puede realizarse de modo explícito o implícito
(Bambling y King, 2001).

La alianza se produce en la interacción y si hay interacción, hay intervención. En este sentido, todo es
intervención (Beyabach, M.,2006)

Algunas de las destrezas que el terapeuta de parejas tiene que desarrollar son las siguientes:

Control: Las situaciones que pueden llevar a venir a terapia pueden ser desbordantes para la
pareja, de algún modo puede sentir que han perdido el control. Por eso es muy importante que el
psicólogo tome las riendas con seguridad guiando y conteniendo a los pacientes. Este control se
debe ver reflejado desde los primeros días con el establecimiento de unos límites claros, algunos
de ellos expresados explícitamente y otros implícitamente.

Por ejemplo, explicar a los pacientes que lo que cada uno diga en la sesión no puede ser utilizado
para discutir en casa. Aunque ver a la pareja interactuar es esclarecedor para el clínico, no se debe
permitir durante la consulta la expresión de ningún tipo de insultos o amenazas. Para este control
es necesario encontrarse sereno, consciente y seguro.

Neutralidad: Todos somos subjetivos aunque intentamos ser objetivos, por eso es necesario hacer
una revisión continua de las propias interpretaciones. Ser neutral en terapia de pareja es un
requisito indispensable, incluso más que en una terapia individual. Las parejas llegan muchas
veces pidiendo al psicólogo que se posicione, pero ese ese sería un gran error, no serviría para
nada productivo. Al contrario, no ser neutral hace que se pierda claridad en el enfoque y eso
entorpece la ejecución de psicólogo. Hay que mostrar a los pacientes que se les comprende a los
dos, de este modo se acercan posturas, se rompe la idea de que lo que se necesita es “razón” y se
establece un patrón más flexible y menos rígido de interacción. Esto es lo que algunos han l
lamado una relación “omnipartidista” (Stierling y col., 1980), aquella en la que ambos miembros
pueden sentir que estamos de su parte.
Módulo 17: Terapia de pareja (1ª parte).

Postura interactiva: No se debe confundir la neutralidad con la pasividad. El psicólogo ha de ser


neutral pero activo en la interacción. El proceso de terapia lo guía el terapeuta a través de
preguntas, de miradas, de gestos indicativos, etc. Esta postura interactiva nos hace ser agentes de
movimiento, implicados desde el principio con la necesidad de la pareja.

Actitud empática: No es suficiente comprender, necesitamos lograr expresarlo. Esta actitud es


la que se transmite con gestos y palabras que así lo expresen. Pero para lograrlo el mejor consejo
es que “ser” y no “pretender”. Que realmente podamos reflejar lo que pensamos y sentimos porque
conectamos con la emoción y devolvemos un espejo
de comprensión y contención.

Actitud de explorador: Cuando comienzas a ver a parejas, se intenta aplicar la teoría que se
conoce a la práctica. Pero la práctica no siempre encaja con la teoría conocida, no es tan sencillo
como acoplar dos piezas. De hecho, debemos reconocer que la práctica puede ser más que la teoría
que uno conoce. Dicho de otro modo, nuestro conocimiento no siempre es suficiente para encajar
la práctica clínica con parejas. Por eso, cuando uno comienza en este terreno, se puede ver perdido
en la interacción de la pareja buscando alguno de los conocimientos a los que agarrarse. Al hacer
esto podemos caer en el error de no escuchar realmente, si no escuchamos, entonces, difícilmente
comprenderemos.

Un consejo es no pretender nada de ante mano, no tenemos que demostrar nada, sólo mostrar
interés y comprensión. Siguiendo la idea Grant y Crawley (2010) tomada de Buirsky y Haglund
(2001) podemos asumir más bien el papel de "curioso ingenuo".

Es importante entender que la alianza terapéutica no es sólo lo que sucede en la primera sesión, es lo
que se da a lo largo de todo el proceso con un paciente. Podemos decir que aunque el paciente se haya
sentido seguro y acogido por nosotros, esta percepción puede cambiar en las siguientes sesiones si
percibe que es juzgado, o que el psicólogo va a un ritmo que el no puede seguir. Al contrario es difícil
que suceda, que si no se ha sentido a gusto logre cambiar su percepción en las siguientes consultas, más
que nada,
Módulo 17: Terapia de pareja (1ª parte).

porque probablemente no venga a más consultas si desde el principio no encuentra un espacio de


confianza.

Esto último no quiere decir que si una pareja no regresa es porque no han encontrado a un terapeuta que
les transmita seguridad y comprensión. Puede ser por muchos otros motivos. Entre otras cosas debemos
recordar que no todas las parejas llegan a la consulta para comenzar una terapia de pareja, muchas
“vienen a ver”. Es algo así como aquel que entra en una tienda para ver los productos, puede que acabe
comprando pero también puede que este no sea su momento y lo deje para otra ocasión, son aquellos
que le dicen al dependiente cuando les ofrece ayuda “sólo estoy mirando, gracias”.

Siguiendo este planteamiento, vamos a reflexionar en la relación del paciente con nosotros. No sólo
somos nosotros, los psicólogos, los que transmitimos a nuestras parejas la comunicación. Ellos también
se comunican, su interacción nos provoca ciertas reacciones también a nosotros. Así cuando hablamos
de alianza terapéutica tenemos que fijarnos no sólo en lo que damos, sino cómo lo damos y con quién
lo hacemos. Siguiendo el planteamiento de Shazer (1988) nuestra manera de relacionarnos con las
parejas estará en función de su demanda o preferencia. Mark Beyabach (2006) hace una distinción
interesante que vamos a aplicar aquí a la pareja:

Parejas tipo comprador: aquellas que son conscientes de que tienen un problema del
que se responsabilizan y que están deseando que les digamos que pueden hacer para
cambiar.

Parejas tipo demandante: son las que están preocupadas por los problemas que tienen
pero no se ven responsables de su solución. Al contrario, creen que depende de su cónyuge que su
situación se pueda resolver.

Parejas tipo visitante: al menos uno de los dos viene sin ser muy consciente de que
tienen un problema, han llegado hasta el despacho porque uno de los miembros ha puesto un
ultimátum, porque se lo ha pedido un familiar, etc.
Módulo 17: Terapia de pareja (1ª parte).

Vengan como vengan, es decisivo, que el propio psicólogo se mire a si mismo y vea como conecta con
los pacientes. El vínculo emocional que el profesional establece con los clientes en terapia es lo que
William Pinsof (1994) explica como contratransferencia con la pareja. En este sentido, la conexión
emocional, la valoración, llevará a una apreciación de cada individuo en particular y de la pareja en su
conjunto (Friedlander y col.,2006). Esto se traducirá en interés y a su vez el interés se relacionará con
un terapeuta activo.

La investigación en relación a la importancia de la alianza en terapia de pareja es rotundamente positiva.


Por mencionar un ejemplo, un estudio que se hizo con casi
4.000 de terapia familiar y de pareja, identificaron 11 factores asociados con resultados eficaces en este
tipo de terapia. De estos factores el primer lugar lo ocupo la relación terapeuta-cliente (Beck y Jones,
1973). Otro estudio más reciente indicó que la efectividad de la sesión, la continuidad de la terapia y
los resultados del tratamiento, podrían predecirse a partir de un autoinforme sobre la alianza terapéutica
(Friedlander,
M. 1994 y 2006). Otro estudio centrado exclusivamente en la relación psicólogo y pareja encontró que
los clientes desvelaban que la creencia de imparcialidad del terapeuta y la sensación de seguridad,
además de otros factores, eran decisivos para establecer una buena alianza terapéutica y para poder
cambiar (Christensen y col., 1998), (Friedlander y col.,2006).

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A continuación algunos casos prácticos:

Caso 1:
Patricia y Andrés son una pareja de 26 y 31 años. Llegan a consulta después de haber llamado y
cancelado la sesión en dos ocasiones. Después de una breve bienvenida, la interacción se desarrolla del
siguiente modo:

Psicólogo: ¿Qué es lo que os trae a la consulta? ¿Cuál es vuestro motivo?


Patricia: Habla tu (se lo dice a Andrés).
Andrés: ¿Yo? Eres tu la que ha movido todo esto.
Psicólogo:

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Módulo 17: Terapia de pareja (1ª parte).

Caso 2:
Ernesto, enfadado por la abstinencia de relaciones sexuales que sufre en los últimos meses, comienza
su intervención así cuando el psicólogo le pregunta sobre la frecuencia sexual.
Psicólogo: ¿Cómo os encontráis en el aspecto de las relaciones sexuales? En los últimos seis meses,
más o menos, ¿cuál ha sido la frecuencia?
Ernesto: Pues fatal, siempre son cuando ella quiere y como quiere. El problema es que se ha vuelto
como su madre. Siempre ha sido una frígida que ha dejado a su padre insatisfecho, pero claro, el
hombre era un calzonazos y nunca se ha quejado.
Psicólogo:

Caso 3:
Eunice y Luis llevan ya cuatro sesiones de terapia de pareja. Al comenzar la sesión se abre el
siguiente diálogo:
Eunice: Yo creo que no estamos avanzando, que Luis sigue igual y que estamos igual que el primer
día. No hemos hecho, ni siquiera, el ejercicio que nos diste.
Psicólogo:

Caso 4:
Carmen y Pedro vienen a su primera cita de terapia de pareja. Nada más empezar explican que se
encuentran en la situación de “evaluación”.
Psicólogo: ¿Qué queréis decir con lo de que estáis en una situación de evaluación? Carmen: Pues
que estamos haciendo una ronda de primeras sesiones de terapia de pareja por varios
profesionales por ver cuál nos convence y con cuál trabajamos.
Psicólogo:

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Caso 5:
Cesar viene a terapia porque quiere luchar por su mujer que ha emprendido el proceso de divorcio. Está
muy angustiado y dice que ya fue a una psicóloga anteriormente pero que no le gustó nada.
Cesar: La psicóloga anterior me dijo que lo veía todo fatal y que mejor que tirara la toalla. Salí peor
de lo que entré. Me gustaría que me dijeras que hay esperanza y que mi matrimonio se puede salvar.
Psicólogo:

Terapia de pareja desde el modelo cognitivo conductual.

Este es el modelo de intervención en terapia de pareja que, quizás, resulte más familiar. Desde este
abordaje de terapia de pareja, se suele decir que lo que falla en una relación es la comunicación. Por
ello, se centrará en resolver conflictos, en técnicas de comunicación, en refuerzos y extinciones ante la
conducta del otro.

Desde este paradigma, inicialmente, la atención se puso en la resolución de conflictos. Esto es


importante, pero no es suficiente. De hecho, comenzar por la resolución de conflictos en una terapia de
pareja puede ser una mala jugada a nivel terapéutico. Con el tiempo, se incorporaron otros elementos
que se centraran también en el aumento de las interacciones positivas. El resultado de ello fue una
mejoría en la intervención desde el modelo cognitivo conductual.

La terapia de pareja cognitivo conductual dirige el tratamiento hacia el cambio de conductas negativas,
aumento de interacciones positivas, entrenamiento en habilidades de comunicación, resolución de
conflictos y cambio de creencias disfuncionales.

Desde este tipo de abordaje la conducta no se da de un modo aislado, se da en un contexto (ambiente)


y tiene un efecto (consecuencias) y un origen (antecedentes). En este sentido las conductas que se dan
en una relación de pareja se van a ver moduladas por el aprendizaje que se da a través de la observación
y por experiencia propia. Podemos entender que una determinada conducta aumentará o disminuirá en
un cónyuge según las consecuencias. En este sentido, aunque cada uno es responsable de su conducta,
se ve influenciado por su pareja de forma casi inevitable.

Por ejemplo, en el siguiente diálogo la mujer llega a casa entusiasmada y dice: ¡Mira el vestido que me
he comprado! ¿Me queda bien?
El marido responde sorprendido: ¿Ya te has comprado otro vestido? Siempre estás gastando. En este
caso, la mujer habrá aprendido que la consecuencia de compartir su entusiasmo por comprarse ropa es
negativa, al final puede que deje de contarle cuando se compra un vestido y prefiera mostrárselo a una
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amiga.

La interacción de una pareja se basa, por lo tanto, en el aprendizaje. Se establece un proceso de


reciprocidad (Jacobson, 1979). Para entender las conductas que se dan dentro de la relación es necesario
observar que se produce después: refuerzo positivo, refuerzo negativo, castigo o no refuerzo. La mayor
parte de las parejas no son conscientes de su participación en este bucle de reciprocidad y, en muchas
ocasiones, no usan su capacidad de influir en el otro de forma positiva.

El primer paso es la evaluación que se caracteriza por la recogida de información a través de la entrevista
clínica y de cuestionarios y autorregistros. En esta evaluación se contempla que la primera sesión sea
en conjunto y la segunda individual.

Algunos cuestionarios y autoinformes utilizados en la evaluación:

Escala de ajuste marital (EAM) LocKe-Wallace, 1959. Adaptación J.A. Carrobles.


Discrimina entre parejas con y sin problemas.

Maudsley Marital Questionaire (MMQ). (Arrindell, Boelens y Lambert, 1983).


Este cuestionario evalúa el grado de satisfacción en la relación de pareja. Consta de tres
subescalas: satisfacción de la relación (aspectos interpersonales), satisfacción sexual, y
satisfacción general de vida (aspectos sociales y labores domésticas).

Cuestionario de “Evaluación de la Satisfacción en pareja” (Feliu y Güel, 1992).


Consta de 10 áreas de evaluación para conocer la satisfacción de la pareja. Las áreas son:
comunicación, demostraciones de afecto, relaciones sexuales, educación de los hijos, filosofía de
vida, economía y gastos, tareas domésticas, ocio, amistades y relación con familiares próximos.

Cuestionario de compatibilidad-incompatibilidad (C. Serrat, 1980):


Tiene 38 items. Evalúa el nivel actual de satisfacción en la relación.

Cuestionario de Satisfacción Marital (Lazarus, 1983):


Destaca por su brevedad, sólo tiene 11 ítems. Evalúa el grado de satisfacción percibida en la
relación de pareja y evalúa aspectos problemáticos de la relación.

Ideas acerca de la relación de pareja (Beck, 1988).


Contiene 15 cuestiones y evalúa el grado de acuerdo con distintas creencias que las personas sobre
lo que esperan de su pareja.

Inventario de cualidades de la pareja (Martínez y Perelló, 2006).

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Consta de un listado de cualidades positivas. Sirve para ayudar a la pareja a recordar y expresar
aquellos aspectos positivos que tiene su pareja.

Evaluación de los problemas de comunicación, (Beck, 1988).


Consta de dos subescalas; la primera se refiere al "estilo de comunicación" y se refiere a la forma
que el sujeto percibe su propia conducta y la de su pareja en cuanto a la manera de comunicarse;
la segunda subescala se refiere a "problemas psíquicos" en la comunicación y se relaciona con las
consecuencias emocionales y conductuales percibidas de la conducta comunicativa de la pareja.

Inventario de Status Marital (Weiis y Cerreto, 1975- traducción y adaptación J.


Cáceres, 1982):
Consta de 14 preguntas (V-F) y que indican los pasos que han seguido hacia la separación y/o
divorcio.

Escala de Ajuste Diádico (Spanier, 1976) ((Dyadic Adjustment Scal), DAS). Traducción y
adaptación por J. Cáceres. Es un cuestionario de 32 items y cuatro escala diferentes. Sirve para
conocer el grado de consenso, satisfacción, cohesión y demostraciones afectivas, el ajuste total
y la armonía de la pareja.

Cuestionario de Celos en Pareja (Echeburúa y Fernández-Montalbo, 2001). Consta de 20


preguntas con tres alternativas de respuesta. Evalúa las conductas y sentimientos relacionados con
la posible infidelidad de su pareja.

Intervención:

La intervención comienza por una conceptualización sobre cómo funciona la terapia, entre otras cosas
se les expresa el diagnóstico de la pareja que se ha llevado a cabo en la evaluación y se les explica la
importancia de su implicación a través de los ejercicios que serán asignados para el hogar.

En esta fase también se definen los objetivos de la terapia. Después se continúa con el inicio de una
psicoeducación sobre la conducta, la pareja, el amor y otros conceptos necesarios para entender como
funciona la interacción. Más adelante, se trabajará en el entrenamiento en habilidades de comunicación
y resolución de problemas, así como el control de estímulos (Costa y Serrat, 1982).

También se integrará en las sesiones la intervención en aspectos cognitivos reestructurando aquellas


creencias que son disfuncionales y reinterpretando de otro modo. El final de la terapia llega cuando
estos objetivos, medibles y cuantificables, se han conseguido.

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Algunos de los aspectos más destacados en la intervención son los siguientes:

Entrenamiento en habilidades para la comunicación:

Muchas parejas se comunican desde la queja, se fijan y expresan lo que les molesta. Sin embargo,
no dicen lo que sí que les gusta, es decir, no refuerzan. Además, cuando algo no les gusta, no son
capaces de expresar lo que necesitan. Por eso, un aspecto muy importante a trabajar será el ser
consciente de lo que me gustaría recibir y pedirlo sin usar el reproche ni la exigencia.

Una creencia disfuncional que sustenta la conducta de la queja y que mantiene la falta de peticiones
positivas y concretas es la de “la persona que me ama debe de saber lo que necesito sin que se lo
pida”. Esta idea lleva al sentimiento de la decepción sobre la pareja y al dolor sobre nuestra
valoración. La conducta que seguirá, es probable, que sea exigencia o distanciamiento.

Una premisa básica, en este sentido, es que no puedes decir lo que te molesta más que lo que sí que
te gusta.

Para trabajar en este entrenamiento a la hora de comunicarse hay diferentes formas de intervención:

Darse cuenta de la reciprocidad: Primero se le pide a cada uno de los miembros que se fijen en las
cosas que les gustan de las conductas del otro y que además se las comuniquen, es decir, que se
fijen en lo que les gusta más que en lo aversivo y que sea eso lo que empiecen a reforzar. Una de
las tareas para casa más conocidas en esta sección es “pillar a la pareja”.

Otro entrenamiento en esta línea tiene que ver con las gratificaciones: dar y recibir. Para esto se
puede utilizar el cuento ilustrativo en este tema de “Las cálidas pelusas” (Liberman y col. 2006).
La idea es eliminar la coerción como modo de obtención de lo que se desea y promover la
gratificación.

La planificación del tiempo libre:


Si entendemos que la pareja se une por experiencias compartidas, entenderemos que pasar tiempo juntos
de forma agradable, es fundamental. Lo que ocurre, en realidad, es una decadencia. Al inicio de la
relación se crean espacios para compartir, se busca el tiempo libre, se invierte en la intimidad. Sin
embargo, conforme la relación avanza y aparecen nuevas responsabilidades, se va dejando de compartir
tiempo de calidad. Incluso, algunas parejas se distancian tanto que cuando tienen tiempo a solas, se
sienten abrumadas y confundidas.

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En la terapia cognitivo conductual, también se le da importancia a este aspecto y se hace énfasis en crear
actividades que permitan interacciones positivas y que se guarden como recuerdos de unión.

Hay parejas que no se ponen de acuerdo sobre cómo usar su tiempo libre juntos porque tienen gustos
muy diferentes. Una propuesta terapéutica, sería la de poder compartir dos actividades que sean
diferentes pero compatibles. Por ejemplo, si a uno le gusta pescar y al otro hacer ganchillo, pueden irse
juntos y mientras uno pesca la otra persona hace ganchillo.

Una vez que se ha evaluado que es lo que cada uno prefiere hacer en su tiempo libre se busca llegar a
acuerdos y se fomentan las actividades en pareja a solas, con otras parejas, como familia y de forma
individual. La idea es cada uno pueda disfrutar en todas estas facetas que al final repercuten en el
bienestar personal y eso se traduce a la pareja.

Resolución de conflictos y prevención de conflictos:


En este punto se le facilita a la pareja habilidades comunicativas. Por ejemplo, la expresión de un
problema y la petición de cambio. En la consulta se les enseña como llegar a acuerdos, se hacen
contratos terapéuticos para el cambio. También se controlan los estímulos que pueden relacionarse con
el suceso conflictivo. Por ejemplo, si siempre se discute en el coche, se les pide que discutan en otro
lugar.

A la hora de resolver conflictos, es muy importante entender que hay dos planos: el de la interacción de la
pareja ante una determinada circunstancia y el de la interacción de la propia persona: circunstancia-
pensamiento-emoción-conducta.
Para que la resolución de conflictos no resulte artificial, es importante entender por qué un hecho
determinado es tan intenso para mi. Recordemos que no son las circunstancias lo que más nos daña sino la
interpretación que hacemos de ellas.

Hablamos de creencias disfuncionales cuando estas nos guían a una interpretación equívoca sobre la pareja.
Por ejemplo, “sí me quiere deberías de saber que…”, “Tú tienes que ser más…”. Si reparamos el conflicto
por el que la pareja a discutido, pero no trabajamos en las creencias disfuncionales, nos volveremos a
encontrar cada dos por tres en el mismo punto. Por este motivo, es muy importante trabajar en lo que en la
terapia cognitivo conductual se llama “metacognición”. Es decir, poder reflexionar sobre mis propios
pensamientos. Esto implica un nivel de observación interno y una toma de conciencia.
Muchas veces queremos que la pareja cambie su conducta, pero no queremos cambiar nuestras creencias
disfuncionales. Reparar sólo la conducta es muy inestable en terapia de pareja.
Así que para la resolución de conflictos veremos:
1. Metacognición. Por qué me molesta, qué pienso y qué otra alternativa hay.
2. Expresión de lo que siento.
3. Petición de cambio.
4. Control de estímulos de mantenimiento.
5
5. Refuerzo-extinción de la conducta.

Ejemplos prácticos

Caso:

María es una mujer de 45 años que lleva 18 años viviendo con Leo, su marido que tiene
50. Ambos son un matrimonio que intentan luchar por la familia y por lo que han conseguido con
muchos años de trabajo. El problema es que, desde que su hija mayor ha comenzado la universidad y
se ha ido a vivir fuera, ella se siente muy sola. El le dice que salga con las amigas y se divierta. Ella lo
hace, pero no consigue quitarse esa sensación de soledad. Además, cada vez crece más la tensión entre
ellos.

Leo: El problema es que ella siempre me está demandando. Quiere que yo esté siempre disponible y no
es así. Para mi es importante estar en casa tranquilo, aunque sea viendo la tele, y a ella le parece una
pérdida de tiempo.
María: Yo soy la que tiene que estar encima de todo porque el vive muy feliz de la v da. Yo necesito
sentir que tengo un marido y no uno más al que criar.
Leo: Yo haría cosas contigo si tu no me estuvieras siempre dando la tabarra y si quisieras hacer algo
divertido. Salir a caminar me aburre, prefiero ver la tele.
María: Pues yo por lo menos me muevo y hago algo útil.

Con este pequeño fragmento, ¿que crees que está sucediendo en esta pareja?

¿Cuales son los antecedentes de las conductas de cada uno?

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¿Cuáles son los consecuentes?

¿Qué tipo de refuerzo mantiene sus posturas?

¿Qué propondrías para abordar esta situación?

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En terapia de pareja desde el modelo cognitivo conductual es común utilizar recursos como metáforas,
ilustraciones o cuentos con la función de psicoeducación. Aunque esto no es exclusivo de este modelo de
intervención. A continuación, una lectura que se puede aplicar con fines para la reflexión y la movilización
desde la responsabilidad en la relación amorosa.

LAS CALIDAS PELUSAS

Claude M. Steiner

Érase una vez, hace mucho tiempo, dos personas muy felices que se llamaban Tim y Maggi
y tenían dos hijos, llamados Juan y Lucy.

Para comprender cuán felices eran, hay que explicar cómo eran las cosas entonces.

En aquellos días felices se les regalaba a todos, nada más nacer, una pequeña y suave
“Bolsa de Pelusa”.

Cada vez que una persona metía la mano en su bolsa podía sacar una Pelusa Caliente.

Había mucha demanda de Pelusas Calientes porque cada vez que alguien recibía una, ésta
le hacía sentirse muy contento y abrigado. La gente que, por alguna circunstancia, no
recibía Pelusas Calientes con regularidad, corría el peligro de contraer una enfermedad
en la espalda que los encogía y, a veces, podían incluso morir.

Entonces era muy fácil obtener Pelusas Calientes. Cada vez que a alguien le apetecía, podía
ir a tu encuentro y decirte: “Me gustaría recibir una Pelusa Caliente”; entonces uno metía
la mano en su bolsa y sacaba una Pelusa del tamaño de la mano de una niñita.

Con la luz del día, la Pelusa sonreía y florecía, transformándose en una Pelusa Caliente
amplia y acogedora. Entonces se colocaba encima del hombro, la cabeza o las piernas de
la persona, y la pelusa se acomodaba perfectamente, deshaciéndose contra su piel y
haciéndola sentir llena d alegría. La gente siempre se estaba pidiendo mutuamente Pelusas
Calientes y, puesto que eran gratis, no había problemas para conseguir suficientes. Al haber
para todos, las personas se sentían muy cómodas y abrigadas la mayor parte del tiempo.

Pero un día un brujo malo se enfadó porque todos eran felices y no le compraban pociones
y ungüentos. El brujo era muy listo e ideó un plan perverso. Una hermosa mañana se acercó
cautelosamente a Tim, mientras Maggi jugaba con su hijita, y le susurró al oído: -“Mira
Tim, fíjate en todas las pelusas que Maggi le da a Lucy: Si continúa así va a agotarlas y no
quedará ninguna para ti.”

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Tim se quedó estupefacto. Se volvió al brujo y le dijo: “¿Quieres decir que no siempre
encontraremos una Pelusa Caliente en la bolsa cuando la busquemos?” Y el brujo contestó:
-“Por supuesto que no; cuando las agotes ya no tendrás más”. Y dicho esto, se fue volando,
riendo y cacareando.

Tim se lo tomó muy a pecho y comenzó a controlar cada vez que Maggi le daba una Pelusa
Cliente a alguien. Acabó por sentirse muy preocupado, porque a él le gustaban mucho las
Pelusas Calientes de Maggi y no quería que se las diera a los demás. Realmente creía que
Maggi no tenía derecho a gastar todas sus Pelusas Calientes con los niños y otras personas.
Empezó a quejarse cada vez que veía a Maggi dar una Pelusa Caliente a alguien, y como
Maggi lo quería mucho, dejó de dar Pelusas Calientes con tanta frecuencia y las reservó
para él.

Al ver esto, los niños pensaron que era malo regalar Pelusas Calientes cada vez que se
las pedían o les apetecía hacerlo. También ellos se volvieron muy cuidadosos: vigilaban
estrechamente a sus padres y cuando les parecía que daban demasiadas Pelusas Calientes
a alguien, protestaban. Poco a poco comenzaron a preocuparse por las Pelusas Calientes
que daban ellos mismos. Aunque ciertamente encontraban Pelusas cada vez que las
buscaban en su bolsa, cada vez metían menos la mano dentro y se hicieron más y más
tacaños. Muy pronto la gente notó una escasez de Pelusas Calientes, comenzaron a
sentirse menos contentos y abrigados. Empezaron a encogerse y, de vez en cuando, alguno
moría por falta de Pelusas Calientes.

Así, más y más personas iban a comprarle pociones y ungüentos al brujo, aunque no
parecían muy efectivos. Y sucedió que la situación comenzó a ponerse muy difícil. El brujo
malvado no quería que la gente muriera, entre otras cosas porque los muertos no pueden
comprar pociones ni emplastos, así que desarrolló un nuevo plan: le dio a cada uno una
bolsa muy similar a la Bolsa de Pelusas, excepto que éstas nuevas eran frías, mientras que,
como es sabido, las auténticas Bolsas de Pelusas eran calientes. Dentro de las bolsas del
brujo había Espinas Frías. Estas Espinas Frías no hacían que la gente se sintiera contenta
y abrigada sino, por el contrario, fría y pinchada, pero evitaban que a la gente se le
encogiera la espalda y muriera. Por lo que, desde entonces, cada vez que alguien decía:
“Quiero una Pelusa Caliente”, le contestaban: “No puedo darte una Pelusa Caliente, pero
¿quieres una Espina Fría?”

A veces se acercaban dos personas pensando obtener una Pelusa Caliente, pero uno u otro
cambiaban de opinión y terminaban dándose Espinas Frías.

Así sucedió que, aunque muy pocas personas morían, muchas seguían desdichadas y
sintiéndose frías y pinchadas. La situación se complicó muchísimo, pues las Pelusas
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Calientes, que antes solían ser gratuitas como el aire, ahora eran extremadamente raras y
muy caras. Eso ocasionó que la gente hiciera cualquier cosa para conseguirlas.

Antes de que el brujo apareciera, la gente acostumbraba a reunirse en grupos de tres, cuatro
o cinco personas, sin importarle demasiado quién daba Pelusas Calientes a quién. Después
de que llegara el brujo, la gente empezó a emparejarse y a reservar todas sus Pelusas
Calientes para sus parejas. Las que se descuidaban y daban una Pelusa a alguien más se
sentían culpables, porque sabían que su pareja seguramente notaría la pérdida. Y los que
no encontraban una pareja generosa tenían que comprar sus Pelusas y trabajar muchas
horas para poder pagarlas.

También sucedió que algunas personas cogían Espinas Frías (habían muchas y eran gratis),
las cubrían de un material blanco y esponjoso, y las hacían pasar como Pelusas Clientes.
Estas Pelusas Calientes falsificadas eran realmente Pelusas de Plástico y aún ocasionaron
más dificultades: si, por ejemplo, dos personas intercambiaban libremente Pelusas de
Plástico, se suponía que tenían que sentirse bien por ello, pero en cambio se separaban
sintiéndose mal. Y como pensaban que lo que se habían estado dando eran Pelusas
Calientes, se quedaban muy confundidos, sin darse cuenta de que esos sentimientos fríos e
hirientes que tenían eran el resultado de haberse dado un montón de Pelusas de Plástico.

De esta manera, las cosas se pusieron muy, muy tristes desde la llegada del brujo que hizo
que la gente creyera que algún día, cuando menos lo esperaran, no encontrarían más
Pelusas Calientes en sus Bolsas.

No hace mucho tiempo, una adorable y robusta mujer de anchas caderas y feliz sonrisa,
llegó a ese país entristecido. Parecía no haber oído hablar del brujo, y no le preocupaba
que se acabaran sus Pelusas Calientes. Las daba libremente, incluso cuando no se las
pedían. Algunos no la aceptaban, porque hacía que los niños se despreocuparan de que se
les acabaran las Pelusas Calientes. En cambio a los niños les gustaba mucho, porque se
sentían bien con ella. Y pronto volvieron a dar Pelusas Calientes siempre que les apetecía.
Las personas mayores comenzaron a preocuparse y decidieron utilizar la Ley para proteger
a los niños del derroche de sus reservas de Pelusas Calientes. La Ley convirtió en una
actividad criminal dar Pelusas Calientes de manera descuidada, sin licencia. Sin embargo,
muchos niños parecían no enterarse y a pesar de la Ley, continuaron dándose Pelusas
Calientes unos a otros siempre que les apetecía y siempre que se las pedían. Y como había
muchos niños, casi tantos como personas mayores, parecía que podrían salirse con la suya.

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Hoy por hoy es difícil adivinar qué sucederá. ¿Podrán las fuerzas de la ley y el orden
detener a los niños? ¿Irán las personas mayores a unirse a aquella mujer y a los niños
para darse cuenta de que siempre habrá tantas Pelusas Calientes como se necesiten?
¿Recordarán Tim y Maggi aquellos días en los que eran tan felices, sabiendo que había
Pelusas Calientes en cantidad ilimitada? ¿Las volverán a dar libremente?

De las Cálidas pelusas a la práctica de la comunicación en pareja:

En el cuento de hadas “las cálidas pelusas” se introducen diferentes elementos de la


comunicación. Al principio, cuando uno está enamorado, que suele coincidir con el inicio de la
relación, ofrece fácilmente y de forma espontánea afecto a su pareja. Tristemente el roce del día
a día no siempre es agradable, o al menos no es tan “mágico” como nos habíamos imaginado.
Tras las decepciones, uno se vuelve más receloso a la hora de entregar “cálidas pelusas”. También
se valoran menos las cosas que recibimos. Muchas veces se dan por hecho. Por ejemplo, sacar la
basura, preparar la comida o ayudar al hijo con los deberes, se ven como cosas normales y no
como algo que nos agrada de la pareja. En cambio, es fácil exigir o reprochar cuando no se hace
lo que dábamos por hecho o cómo esperábamos.

Lo que en el cuento se refleja es que a veces damos esperando recibir, o incluso desconfiando, y
no de forma sincera y gratificante sino como esos “espinos cubiertos de pelusa”. A veces se
mantienen las relaciones de este modo, pero eso no significa que sea satisfactorio. Al contrario,
la sensación es de necesidad y frustración.

En terapia de pareja, usamos el término “gratificación” para hablar de lo importante que es ser
consciente de las cosas que nos gustan de la pareja, pero sobre todo que el compañero sepa que
nos agradan. Esto es una parte muy importante en la comunicación.

Por extraño que parezca, las parejas siguen descubriéndose después de años de convivencia. En
terapia, a veces se sorprenden al escuchar a su cónyuge confesar el valor - mucho, poco o nada -
que le dan a ciertos aspectos de su comportamiento. Por poner un ejemplo, un hombre que se
agobiaba cuando, al llegar a casa, su mujer le contaba los problemas que había tenido durante su
ajetreado día. Descubrió que ella sólo deseaba ser escuchada y comprendida, que de este modo
se sentiría mucho más aliviada. Así, el no sentía la carga de tener que buscar siempre una
solución. Conseguir que aquella persona a la que amamos se entere de nuestra valoración, es de
vital importancia. No se puede pedir más de lo que uno está dispuesto a dar, es decir, no se puede
pedir una “pelusa” a cambio de un “espino”. A muchos les cuesta dar porque sienten que son más
vulnerables (que se pueden agotar sus cálidas pelusas). En cierto modo es así, nos exponemos a
que nos rechacen al declarar nuestros sentimientos. Pero es también el único modo de poder ser
correspondidos, de experimentar que el amor que damos vuelve a nosotros transformado en algo

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más grande. Cuando te proteges de ser dañado, evitando mostrar tus sentimientos, te “proteges”
también de recibir lo bueno de compartir.

Me gusta como acaba el cuento, con la interrogación en manos del lector de si realmente
asumiremos el riesgo de dar o, por el contrario, nos volveremos “precavidos”, vigilando siempre
si nos dan suficiente, si nos tratan como deseamos. Aún entendiendo que es mejor dar “pelusas”
de las de verdad, en la práctica requiere un esfuerzo. De niños nos enseñan a recibir, pero es de
mayores cuando tenemos que hacer un esfuerzo consciente y dar. Ya no se trata de que pierdas tú
para que gane yo, sino que si tú ganas, yo también gano, y es que dando ganamos los dos.

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Ejercicios en terapia de pareja.

¿Por qué tienen conflictos las parejas?

“Discutimos por tonterías”,


“no sé cómo, pero acabamos teniendo una gran pelea”, “últimamente todo
parece motivo de discusión”,
“nos llevamos muy bien pero cuando discutimos perdemos las formas” “discutimos
porque los dos tenemos mucho carácter”,
“discutimos mucho por pequeñas cosas”, “discutimos
porque no llegamos a acuerdos”,
“discutimos porque los dos pensamos que llevamos razón”, “discuto
porque me provoca”,
“yo aguanto mucho hasta que exploto y ya nos peleamos”.

Estas son algunas de las frases que repiten las parejas que llegan a consulta. La pareja se siente agotada
y desgastada por los conflictos. Pero, si la gran mayoría de las parejas tiene conflictos en mayor o menor
medida, ¿no es de esperar que éste sea algo natural y normal de la relación amorosa? ¿Por qué evitamos
el conflicto, o al menos lo intentamos? ¿Es en sí el conflicto lo que hace que una pareja se deteriore?
¿Podríamos cambiar el foco de atención y que los conflictos no fueran en sí el problema?

En realidad, no es una discusión lo que provoca la crisis de pareja sino el aumento de ellas y la
disminución de interacciones positivas. Por eso la pareja es dinámica y su bienestar se encuentra cuando
se logra el equilibrio entre la satisfacción y la dificultad.

El amor es inversión en positivo. Es necesario realizar conductas que nos ayuden a mejorar la relación
para sentir la cercanía emocional, espiritual, psicológica y física. Por eso, una parte importante de la
terapia de pareja consiste en el trabajo que ambos realizan fuera de la consulta. Para ello los ejercicios
terapéuticos o las tareas para casa pueden ayudar a un aprendizaje más eficaz.

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Los ejercicios aquí propuestos se basan en aumentar las interacciones positivas y en disminuir las
negativas. Todos pueden ser combinados y progresivos en el tiempo. Si la pareja sólo hace ejercicios, pero
no reflexiones, puede que aumente repentinamente su satisfacción pero que al poco tiempo vuelvan a su
estado anterior. Esto se debe a que no se ha interiorizado el aprendizaje. Es algo así como el niño que sólo
realiza una conducta porque se lo dice su padre, pero nunca se cuestiona el porque y deja de hacerlo
cuando esté no le supervisa. De allí la función terapéutica de los ejercicios y la terapia, la conducta
dinamiza la relación y la sesión clínica sienta la reflexión.

A continuación, algunos de los ejercicios que utilizamos en el Instituto de la Pareja:

Ejercicios para aumentar las interacciones positivas:

Pilla a tu pareja haciendo algo agradable y que se entere (Costa y Serrat, 1982): Este es uno de
los ejercicios más clásicos en terapia de pareja. La idea es que cada uno se convierta en el “detective”
de lo positivo que hace su pareja. Cada día uno tiene que registrar al menos una conducta agradable
que ha realizado su cónyuge. Lo importante es darse cuenta y comunicarlo. Por eso, al finalizar el día,
se reservarán 15 minutos en pareja para comunicarse lo que cada uno ha captado de su pareja.

Se aconseja preparar este momento, con velas, música u otras cosas que fomenten un espacio de
intimidad.

Esto ayuda a que cada uno busque activamente lo “bueno” en lugar de estar pendiente de los fallos o
carencias del otro. Y no sólo que sea consciente, sino que lo comunique, de este modo actúa como un
reforzador de las conductas deseables.

Se recomienda realizar este ejercicio varias semanas hasta que se convierta en un hábito automatizado
de la pareja.

Un ejemplo de registro podría ser el siguiente:

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Día Fecha Conducta positiva observada:

El baúl de los recuerdos:


Consiste en buscar y recolectar los recuerdos positivos de nuestra relación, en especial de los inicios.
Los recuerdos se pueden ir guardando durante la semana en una cajita o bote. Pueden incluirse todo tipo
de cosas que tengan algún tipo de significado emocional para uno o los dos miembros de la pareja. Por
ejemplo, se puede guardar un papel en el que se escriba un recuerdo, se puede incluir una prenda de
ropa, una foto, un cd, un anillo, etc. Durante la próxima sesión de terapia cada uno explicará porque
escogió ese recuerdo y que sintieron o pensaron mientras realizaban el ejercicio.

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Muchos pacientes conectan con recuerdos que ya habían olvidado y se sienten motivados para
poder seguir.

Es una forma de tener presente la parte más positiva de la relación y reflexionar sobre si merece la
pena.

El bote de los deseos:


Esta estrategia pretende conectar con lo que uno desea, conocer los deseos de la pareja, sentir la
satisfacción de saber como complacer y la gratitud de ser complacido.

Consiste en elaborar dos botes o cajas individuales en las que se incluyan 10 deseos. Cada día se sacará
un deseo del bote contrario para poder realizarlo. Se escogerá un deseo que se adecue a las posibilidades
personales del momento. Cada día uno tiene que revisar su propio bote y sacar aquel que se ha realizado
y se expresará la gratitud por él. Después podremos incluir un nuevo deseo, de modo que tengamos
siempre 10 deseos en nuestro bote.

Gratificaciones:
Se le pide a cada miembro de la pareja que escriba una lista de unas 10 “gratificaciones” (palabras o
gestos afectivos) que recibe durante la semana y otra igual de las “gratificaciones” que da.

Gratificaciones que yo he recibido: Gratificaciones que yo he dado:

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El día del amor:
Esta estrategia consiste en realizar un homenaje a nuestra pareja por el amor que le tuvimos o el amor
que aún le profesamos. La idea es escoger un día dónde realicemos conductas que muestren a la otra
persona que le queremos. Es necesario pensar en lo que le gusta a nuestra pareja para hacerle sentir
realmente querido/a.

El día por el amor que te tuve (basado en el día del amor).


Consiste en escoger un día para realizar un homenaje a nuestra pareja. Es un homenaje por el amor que
un día sentimos, por ser la mujer u hombre con el que decidí caminar, etc.

No hace falta sentir amor en el momento de realizarlo, es suficiente con tener de que manera nuestra
pareja percibiría ese homenaje. Incluso si no se puede pasar todo el día juntos, no importa, pero es
necesario realizar manifestaciones de ese amor. Por ejemplo, se pueden mandar mensajes, un ramo de
flores al lugar del trabajo, dejar carteles por toda la casa, etc. Lo importante es que al final del día la
persona homenajeada haya percibido que ese ha sido su “día del amor”.

Este ejercicio tiene notables efectos sobre el emisor y el receptor. Influye en la motivación, atención y
percepción de cada uno.

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El ritual de la pareja.
Consiste en realizar un acto conmemorativo del amor de la pareja. Este acto ha de ser un ritual en medio
de la rutina. Por ejemplo, se puede realizar una vez al mes una cena especial, una salida al cine, un
retorno al bar en el que nos conocimos, una escapada romántica, etc. Estas cosas se suelen planear de
forma espontánea en la primera fase de una relación. Conviene volver a realizarlo a lo largo del recorrido
juntos para recordar el disfrute que se tenía y fomentar nuevos recuerdos juntos.

El compromiso de un mes.
Hay parejas que viven una situación altamente inestable, dudan de si volverán a estar juntos la semana
que viene, en dos días, etc. Por eso se les pide que se comprometan ha mantener la relación y el esfuerzo
durante un periodo de tiempo, por ejemplo, un mes.

Este compromiso se acompaña de una celebración que se realiza pactada por ambos miembros de la
pareja. De este modo, se reduce la tensión, la ansiedad por el abandono, las dudas recurrentes, etc.

Es un ejercicio de contención para lograr avances terapéuticos.

Volver a casarse:

Esta tarea se recomienda a parejas que ya se casaron y que han concluido la terapia con éxito. La idea es
volver a realizar una ceremonia en la que se renueven los votos de compromiso. Se puede realizar en la
intimidad de la pareja o acompañados por amigos o familiares. Si aún conservan los atuendos de la boda
y les vienen pueden volver a utilizarlos. Se puede acompañar, incluso, de una nueva luna de miel.

Ejercicios para la resolución de conflictos:

La palabra mágica:
En esta ocasión les vamos a pedir a los pacientes que piensen en una expresión breve que a ambos les
resulte llamativa en el sentido humorístico de la palabra. Cuando alguno de los dos note que la discusión
se torna destructiva o que el nivel de activación interna aumenta mucho, podrá utilizar la expresión
pactada para parar. Se trata de un comodín para evitar que el conflicto se alargue en el tiempo o sea
demasiado negativo.

Tres pasos para el acercamiento.


Se le pide a cada miembro de la pareja que se sitúe en un extremo de la habitación. Esto representa la
sensación interna que se experimenta cuando la pareja convive, pero están distantes el uno del otro. Se

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les explica que cada uno de ellos ha tenido algo que ver en llegar a esta situación y que cada uno puede
hacer algo (es responsable) para acercarse.Así que se les pide que cada uno diga algo
que pueden hacer para mejorar la relación, conforme lo dicen dan un paso de proximidad.

El psicólogo apunta cada uno de los pasos. Se recomienda no realizar más de tres en una sesión.

Este será el compromiso de la pareja hasta la próxima sesión, realizar de un modo real los pasos
simulados en consulta. Es importante que hayan quedado bien definidos en conductas concretas.

Días pares e impares (Beyabach, 2010):


Esta tarea consiste en pedirle a la pareja que escojan tres días a la semana en los que actúen como si
estuvieran separados, otros tres en los que actúen como si tuvieran claro que quieren seguir juntos.

El último día de la semana, pueden actuar como quieran. Además, pueden registrar cómo se sienten y
que piensan en un cuaderno para comentarlo en la terapia.

Discutir en otro lugar:


Esta estrategia se utiliza cuando el lugar de discusión siempre es el mismo. Por ejemplo, si siempre
discutimos en casa, o en la habitación. La idea es pactar un lugar donde se puede discutir, por ejemplo,
el balcón, en una cafetería o dando un paseo.

La estrategia consiste en cambiar de lugar cuando comience la disputa. De este modo se da un margen
de tiempo para la reflexión y además nos aseguramos de que no vamos a poder discutir con la misma
intensidad ya que no lo hacemos en un sitio tan privado.

La separación curativa:
Este ejercicio lo recomendamos a parejas que ya se han ido de casa o se han decidido a hacerlo. La idea
es algo así como comenzar de nuevo la reconquista. Se les pide que actúen como si se estuvieran
conociendo, como si volvieran a empezar. Ninguno puede exigir, la idea es dar lo mejor de uno mismo.
Los encuentros se realizarán a través de citas y no se volverá a la situación de vivir juntos simplemente
por la comodidad o la rutina. Antes de volver a hacerlo se hará tomará la decisión realizando una
celebración. Acudiendo a terapia de pareja. Es necesario poner un tiempo determinado, algo así como
un mes o dos. También que durante esta separación cada uno vaya recogiendo un diario con sus
pensamientos y sentimientos.
Se puede añadir que realicen un álbum de fotos de cada una de las citas.

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El 1% de razón (basada en Costa y Serrat, 1976).
La estrategia pretende acercar a la pareja desde la comprensión en la comunicación de modo que se
logren puntos en común.

Consiste en encontrar un uno por ciento de razón en el punto de vista expuesto por la pareja. Después
de haber escuchado a nuestro cónyuge y, antes de expresar nuestro punto de vista, debemos encontrar
y comunicar aquella parte de razón que vemos en el mensaje del otro.

Descubrir la emoción antes de razonar.


Con la razón no es suficiente, es necesario sentir que hay comprensión y validación de los sentimientos.
Si sentimos que somos comprendidos, estaremos más abiertos para escuchar y comprender al otro.

Esta tarea consiste en identificar y expresar el sentimiento que se percibe en la otra persona. Por
ejemplo: “entiendo que estás triste”, “veo que te sientes enfadado”, etc.

Discutir por turnos.


Les entregamos dos tarjetas, una de ellas tiene el dibujo de una oreja, la otra el de una boca. La idea es
que cuando vayan a discutir cada uno tenga una. Y que sólo puede hablar el que tiene la boca sin ser
interrumpido. Después cogerá la oreja y escuchará el mismo tiempo aproximado al otro.
Es importante matizar que no pueden utilizar ninguno de los “Jinetes del Apocalipsis” durante la
conversación.

Reflexionar en la última discusión:


Esta tarea consiste en una reflexión en los conflictos con la perspectiva de lograr un cambio desde uno
mismo. Es útil para aquellas parejas que tienden a recordar sólo lo negativo que hizo o dijo la otra
persona. Además, el objetivo es que cada uno asuma su responsabilidad y con ello la posibilidad de
cambio.
Para ello les damos un registro (basado en Costa y Serrat, 1982) para escribir sus reflexiones:

¿Qué ha ocurrido?

¿Qué hizo él/ella?

¿Qué hice yo?

¿Qué esperaba que hiciera


él/ella?

¿Cómo me sentí yo?

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¿Qué pensé en ese momento?

¿Qué podría hacer yo diferente


en una próxima ocasión?

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2x1 (Beyabach, 2010):
Consiste en un ejercicio para reducir la crítica y al mismo tiempo aumentar la valoración. Se trata de
decir dos cosas positivas antes de añadir cualquier crítica. Por ejemplo, antes de decir “no has sacado la
basura”, se añadiría “hoy me has dado un abrazo y también has recogido la mesa, pero veo que te falta
sacar la basura”.

La idea es que se reduzcan las críticas y las quejas, ya que la persona tiene que hacer un esfuerzo extra
buscando lo positivo. Por otro lado, ayuda a encajar mejor las palabras de crítica ya que se reciben
elogios primero.

La forma de discusión: desde la expresión de las necesidades.


A menudo, las parejas discuten de un modo superficial. Sin llegar al fondo del asunto, sin expresar lo
que sienten. Se suele hablar de lo que el otro ha hecho mal en vez de lo que uno ha sentido. Estas formas
de discutir dejan a cada uno con la sensación de no sentirse comprendidos, más tensos y más distantes.

Este ejercicio consiste en dos pasos:


El primero es expresar lo que uno siente a la hora de discutir. Se trata de elaborar frases tales
como “lo que yo siento es…”, “cuando esto pasa me siento…” De esta manera uno es consciente
de sus propios sentimientos, se comprende mejor a si mismo, se expresa mejor y le ayuda a su
cónyuge a comprenderle mejor”.

El segundo paso consiste en la contestación, el que escuchó primero debe comenzar contestando
de forma empática antes de hablar de sus sentimientos. Ha de utilizar frases como “entiendo que
te has sentido…”, “comprendo que sientas…”. Una vez expresada la empatía hacia su
compañero/a puede continuar expresando sus sentimientos como se indica en el primer paso.

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Esta estrategia se basa en la oposición asertiva.

La oposición asertiva:
La asertividad es la capacidad de expresar pensamientos y sentimientos de manera eficaz,
respetándonos a nosotros mismos y a los demás.
Para ejercer la oposición asertiva es necesario definir un objetivo, esto es, que es lo que queremos
conseguir.

Los pasos a seguir en el planteamiento del problema serían los siguientes:

1.-Comprensión: Transmitir al otro que entendemos lo que sucede y como se siente.

2.-Expresión del problema: Explicar lo que consideramos necesario de cambiar de forma clara y
sencilla.

3.-Expresión de los sentimientos: Exponer cómo nos afecta y nos hace sentir dicha situación. Es
importante centrarnos en nuestros sentimientos y no en culpar a la otra persona.

4.-Alternativas: Guiar a una solución. Ofrecer una manera de actuar con la que no nos sentiremos
mal. Se trata de explicar sin exigencias lo que nos gustaría que el otro hiciera.

5.-Consecuencias: Convencer al oyente de que esta solución tendrá consecuencias positivas para
ambos.

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Aplicación personal:

¿Que quieres conseguir?

¿Cómo lo dirías? (Usa los cinco pasos).

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1.-Comprensión:

2.-Expresión del problema:

3.-Expresión de los sentimientos:

4.-Alternativas:

5.-Consecuencias:

Ejercicio para trabajar la flexibilidad del “margen de error en la pareja”:

Trabajo en equipo: Apoyo en los momentos difíciles.


Por Anna I. Gil Wittke

Iniciar una relación puede ser más o menos fácil, mantenerla a lo largo del tiempo es mucho más
complejo. Las consultas que suelo recibir en terapia de pareja no son sobre qué hacer cuando te
enamoras, más bien se orientan hacia que hacer cuando te desenamoras. La pareja es más que dos
personas que sienten atracción o que sienten enamoramiento, se trata de un equipo. Esta noción de
equipo, compañeros o aliados de vida es muy importante cuando surgen las diferencias. EN los
conflictos o decepciones muchas parejas comienzan a actuar como si estuvieran en dos bandos distintos.
Ante las discusiones se actúa mediante mecanismos como el ataque o la defensa, como si la pareja se
hubiera convertido en el peor de los enemigos. Este es uno de los puntos más importantes a resolver,
¿qué hacer en los conflictos? ¿qué hacer cuando pensamos de un modo diferente? ¿qué hacer cuando
cada uno lo ha vivido de otra forma?

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La pareja puede convertirse en una de las experiencias más maravillosas que el ser humano pueda vivir
si se sabe como lograrlo. Para ello es importante entender que es de elección y que nunca estará del todo
definida, del todo construida, que siempre requerirá del esfuerzo de los dos componentes.

Para comenzar a practicar vamos a aplicar esta reflexión a la práctica. Si la pareja es un equipo y yo
formo parte de él, ¿qué puedo hacer para apoyar a mi aliado/a? Esta semana vamos a esforzarnos en ver
que nuestro compañero/a necesita de nuestro apoyo y la forma en la que se lo podemos brindar. Ya sé,
tú también necesitas apoyo y cuidado, pero en pareja la clave está en que cuando uno gana, los dos
ganan y si pierde uno, los dos pierden. En el momento en el que comenzamos a cuidar y a valorar a
nuestro marido/mujer, abrimos la puerta de la reciprocidad, aumentando la posibilidad de que recibamos
lo que esperamos (o al menos nos aproximemos).

Piensa en algunas situaciones conflictivas de la semana anterior, en cosas en las que crees que tu pareja
no actuó bien:

Lo normal es pensar en que simplemente el/ella no tendría que haber actuado así. Pero si retomamos la
noción de equipo, nos podremos acordar de que nuestra pareja es imperfecta y que es precisamente
cuando falla cuando más necesita nuestro apoyo.
¿Qué crees que podrías haber hecho tú para apoyarle?

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Pues bien, esta semana vamos a poner esto en práctica. Nuestro objetivo es apoyar al equipo, es decir,
a la pareja. Tenemos que recordar que no somos enemigos, somos del mismo bando, luchamos por
nuestro amor. Así que tenemos que esforzarnos por encontrar la forma de apoyar, especialmente en los
momentos que más se necesita, en los momentos de debilidad. Imagínate un equipo de fútbol en el que
uno de los jugadores comete una falta y su compañero va corriendo a avisar al arbitro de lo mal que lo
ha hecho. O que en un penalti el que tira a puerta falla, ¿qué se espera de sus compañeros? ¿qué le
empiecen a insultar o a gritar por lo mal que lo ha hecho? Al menos delante de las cámaras procurarán
no hacerlo porque son un equipo.

Formemos el mejor de los equipos, convirtámonos en el mejor aliado.

Durante la semana vamos a apoyar en forma de refuerzo verbal y en forma de conductas. Cada día
vamos a apuntar la forma en la que hemos dado nuestro apoyo. También vamos a tomar nota, además
de agradecer verbalmente, la forma en la que hemos recibido apoyo.

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En la siguiente tabla se recogerá el “apoyo que yo he dado”:

Día de la semana Apoyo dado en Apoyo dado en Reflexiones


forma verbal forma de conducta personales
Lunes

Martes

Miércoles

Jueves

Viernes

Sábado

Domingo

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En la siguiente tabla se recogerá el “apoyo que yo he recibido”:

Día de la semana Apoyo recibido en Apoyo recibido en Reflexiones


forma verbal forma de conducta personales

Lunes

Martes

Miércoles

Jueves

Viernes

Sábado

4
Bibliografía:

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JIM CRAWLEY y JAN GRANT, 2010. TERAPIA DE PAREJA, EL YO EN LA RELACION


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MIGUEL COSTA y CARMEN SERRAT, 2007. TERAPIA DE PAREJAS. ALIANZA EDITORIAL,


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ROBERT PAUL LIBERMAN, 1992. MANUAL DE TERAPIA DE PAREJA: UN ENFOQUE


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BROUWER, BILBAO.

JOHN GOTTMAN y NAN SILVER, 2001. SIETE REGLAS DE ORO PARA VIVIR EN PAREJA.
DEBOLSILLO, MADRID.

CLAUDE STEINER, 1980 “LIBRETOS EN QUE PARTICIPAMOS”. ED. DIANA- MÉXICO.

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