La Obsesión de Carrie - Nesshka
La Obsesión de Carrie - Nesshka
La obsesión de Carrie
Nesshka
Te lo dedico a ti, que me animaste a
seguir, me hiciste terminarlo y me
empujaste a mejorarlo.
A ti que cada día me impulsas a ser
mejor…
Esto es para ti, Tiara.
Nunca sabes que tan oscura puede
ser tu alma hasta que la última luz
se apaga y te fundes por completo
en la propia oscuridad.
Nesshka
Sinopsis
Ella estaba obsesionada con tres hombres que conoció en
una pastelería.
Estaba obsesionada con sus miradas, sus silencios, sus
secretos y sus demonios. Y lo mantuvo en secreto por largos
años.
Pero una droga experimental la empujó hasta sus puertas
y confesó todo lo que había callado, lo que hizo y lo que vio
durante todo ese tiempo. Incluyendo el conocimiento de que
eran asesinos a sueldo habiendo presenciado como
enterraban los cadáveres en el patio de su cabaña, en las
profundidades del bosque.
Pero las cosas nunca terminan como uno lo espera.
Y Carrie nunca se esperó que uno de ellos se obsesionara
de vuelta con la misma intensidad que ella y menos aún,
que todos ellos la proclamaran suya.
Advertencia
Este libro contiene escenas sexuales detalladas y
explícitas, asfixia erótica, lenguaje soez y explícito,
diferencia de edad (en un rango entre once y quince años
de diferencia), harem inverso, poligamia, obsesión, acoso,
violencia, torturas, juegos con escupitajos, escenas
sangrientas, asesinatos, violencia gráfica y escenas
violentas.
Nota de la autora
Este libro es de romance oscuro, por lo que, si andas
buscando un amor de color rosa, este no es tu lugar.
Si las escenas de sexo explícito no convencional no son lo
tuyo, te pido que busques en otro lado. Si el acoso, el
asesinato y el lenguaje soez no te agrada te pido que no
continúes.
Y si me conoces, ya sea como amigo o familiar, te pido
que no leas esto.
Esto es un romance oscuro y obsesivo, con escenas
obscenas por las que no podrás volver a mirarme a la cara
de la misma manera.
Si aún así quieres continuar, no digas que no te lo
advertí.
¡Por favor! Si ves algún error, ortográfico o similar, por
favor no uses tu Kindle/Amazon para marcarlo ¡Los
algoritmos de Amazon retiraran el libro! En su lugar
házmelo saber a través de facebook o por mensajería
privada de mis redes sociales.
Playlist
An Unhealthy Obsession – The Blake Robinson Synthetic
Orchestra
Desire – Meg Myers
Free Animal – Foreign Air
You Spin Round – Dead or Alive
Crossing Over – Lawless Ft. IO Echo
Game of Survival – Ruelle
Madness – Ruelle
Yes to Heaven – Lana del Rey
Dangerous Woman – Ariana Grande
Do I Wanna Know? – Arctic Monkeys
I Wanna Be Yours – Arctic Monkeys
River – Bishop Briggs
All the Good Girls Go to Hell – Billie Eilish
Obsession – Beds and Beats
Dead or Alive – Stileto Ft. Madalen Duke
Still Don´t My Name – Labrinth
Prólogo
Mis pasos eran rápidos por la carretera mojada tras la
fuerte lluvia que había caído apenas hacía unos minutos.
Eran las cuatro de la tarde, pero casi parecían las siete de
la noche, aunque era algo normal en el pueblo de
Canterville. Aquí lo que llamábamos un día cálido rondaba
los trece grados Celsius y aun así, las nubes oscuras se
mantenían cubriendo el cielo privándonos de luz solar.
Era demasiado parecido al pueblo de vampiros de aquella
película que mi hermana, Cassie, me había hecho ver un
millar de veces y a la que seguía sin prestarle la más
mínima atención.
Pero esto se debía únicamente a las frondosas montañas,
las mismas que me encontraba admirando mientras
avanzaba por la solitaria carretera que me llevaba directo a
casa. Y las admiraba porque sí, porque eran hermosas,
porque las nubes se acumulaban en el centro provocando
que su pico pareciera una isla flotante en el cielo.
Era simplemente encantador, motivo por el cuál detuve
mis apresurados pasos para admirarlo.
Aspiré aire profundamente y dejé que la naturaleza en su
máximo esplendor me rodeara. Los árboles frondosos a
cada lado de la carretera que atravesaba el bosque, la
montaña, el asfalto mojado, el olor a tierra. Todo estaba
siendo abrumadoramente envolvente y me cuestioné si
aquel medicamento seguía haciendo efecto en mí.
Por dios, la respuesta era sí, por eso estaba camino a su
casa ¿no?
Deteniéndome mucho más tiempo del que había
considerado en primera instancia, me permití pensar en qué
demonios estaba haciendo. No podía solo seguir mis
impulsos de esta manera tan primitiva y poco razonable.
Pero aquí estaba, caminando con más velocidad hacia la
casa de la que tantas veces había oído hablar, una que
nunca había visitado -o al menos no de cerca- porque había
atravesado el bosque infinidad de veces permitiéndome
observar el humo que escapaba de su imponente chimenea,
contemplando las luces encendidas a través de la maleza
que dificultaba mi escrutinio.
Y cualquiera que me conozca a mí o a mi familia, creería
que mis impulsos se tratan de la vena periodística que tenía
a causa de mi madre, pero eso sería imposible, ya que
odiaría dedicarme a lo que mi mamá hace.
Mi único motor en estos momentos era pararme frente a
su puerta, tocar y confesarme, decirles que se me
humedece el coño al ver las tumbas detrás de su casa, en lo
profundo del bosque.
Bien, okey, eso suena demasiado mal. Más aún sabiendo
que las tumbas eran de personas a las que los había visto
matar.
Sí, demonios, esto no estaba yendo muy bien, pero era
todo por mi culpa… y de Will por supuesto, aunque él no me
obligó a nada.
Las cosas se estaban tornando demasiado confusas y me
estaba costando centrarme en un solo pensamiento.
Balbuceaba, mentalmente claro, pero de igual forma lo
hacía.
La cuestión era que, ellos vivían justo en medio del
bosque y me encontraba a unos cuantos metros de la
entrada de tierra que llevaba a su casa.
Nunca usé el camino principal para entrar, pero esto que
se encontraba nadando en mi sistema me estaba haciendo
ser muy, muy imprudente, porque ciertamente ir a tocar a
la puerta de los hombres con los que te habías obsesionado
no era claramente juicioso.
Mucho menos lo era admitir que estás lo suficientemente
trastornada como para excitarte cuando ellos cortaban y
despellejaban personas.
Y era aún menos sensato decirles lo que realmente
quería, que me cogieran hasta parecer una auténtica
escena de un crimen.
No, definitivamente no era lo más prudente y toda esta
locura se debía a Will y a la maldita droga experimental de
su padre. Y por supuesto, a mi inconsciente melliza que me
sobornó emocionalmente para que la tomara.
Capítulo 1
Carrie
Mi madre siempre me había dicho que no me juntara
demasiado tiempo con los chicos ricos del pueblo. Eran hijos
de personas pudientes que habían venido a nuestro pueblo
a jubilarse. Optaban por la academia como centro educativo
para sus hijos, mientras se relajaban en el tranquilo pueblo
de Canterville.
Pero las razones de mamá eran válidas. La gente rica era
imprudente, impulsiva y demasiado buena a la hora de
convencerte para adentrarte en el lado oscuro con ellos.
Por eso, no comprendía por qué estaba aquí, sentada en
una ronda con los chicos adinerados del pueblo cuando
claramente era el bicho raro, ese que siempre se iba a casa
corriendo nada más terminar las clases, pero Cassie, mi
hermana, había insistido en venir.
Y no es como si los chicos ricos me trataran mal, no, de
hecho, eran demasiado decentes como para siquiera pensar
en insultarme por mi apariencia de nerd certificada.
El único inconveniente era que a mí no me gustaba
meterme en problemas, sin embargo, Cassie era todo lo
contrario y yo tenía que cargar con situaciones como estas
cuando me ponía un bonito puchero y me rogaba que la
acompañara.
No salía del radar nunca, pero ella me mantenía dentro
aun cuando trataba de no estar en el centro, solo en los
costados.
Se suponía que yo era la hermana sobria, la razonable y
la que tomaba las buenas decisiones, pero claramente estar
sentada en esta ronda no había sido la decisión más
inteligente que había tomado en mi vida. Probablemente
era la peor.
Pero aparentemente, no me importaba siempre y cuando
Cassie sostuviera mi mano con sus bonitas uñas pintadas de
rosa claro. El mismo rosa claro que había puesto en las mías
y que coloreaban los hilos de mi ropa interior.
Sí, ciertamente podría llevar jeans rotos de color negro y
una sudadera de capucha del mismo color, pero siempre
que Cassie pidiera que llevara algo más colorido, ahí iba yo.
Suena como si fuera una entidad que no pensaba por sí
misma, pero lo hacía, solo que no tenía las ganas de negarle
nada a mi chispeante hermana menor.
Tratando de entender qué era lo que íbamos a hacer esta
tarde, miré a los nueve chicos alrededor, pero ellos parecían
incluso más desconcertados que yo.
—¿Qué se supone que estamos esperando? —cuestionó
Azael, frente a mí, al otro lado del círculo.
Era un chico menudo de cabello rubio y ojos azules
suaves, muy suaves que casi siempre miraban a mi
hermana con sonrisas tímidas. Por supuesto, la coqueta de
mi hermana se las devolvía, e intuía que en cualquier
momento aparecerían agarrados de la mano. Tal vez la
situación se había extendido más tiempo del necesario a
causa de las trabas que nos ponía mamá, acerca de las
personas como él, pero, de igual forma aquí estábamos.
—Estamos esperando a Will —comentó Naya, mirando
sus uñas pintadas de negro, negro que extrañaba, pero al
que Carrie no me dejaba volver.
Naya era una pelirroja pecosa de ojos ambarinos, de
dieciocho años al igual que todos nosotros y sí, eso incluía a
mi hermana Cassie, porque ella y yo éramos mellizas. Algo
así como el agua y el aceite, ya que ella era rubia de ojos
azules mientras que yo era una pelinegra de ojos que,
claramente, se podrían confundir con el alquitrán de lo
oscuros que eran.
Habíamos obtenido características de nuestros padres,
mientras ella era idéntica a mamá, yo era idéntica a papá.
Aunque no lo recordaba realmente, desde que tenía
memoria solo éramos mamá, Cassie y yo.
—Ya estoy aquí —señaló Will ingresando en la sala de
estar a la que nos había llevado en cuanto llegamos a su
casa.
Todos estábamos sentados en el suelo, sin zapatos y
ansiosos por comenzar lo que sea que Will quería empezar.
Bueno, los demás, porque yo ciertamente estaba cansada y
con ganas de volver a casa.
—¿Qué haremos hoy? —cuestionó Naya, empujando su
cabello fuera y mirando a Will con el ceño fruncido al notar
la caja médica que sostenía en la mano derecha.
—Bueno —soltó una risita cómplice antes de dejarse caer
junto a ella, haciendo que Azael se moviera un poco más
hacia su izquierda para dejarle espacio.
—Habla ya —pidió Yanasy, dejando ver su exasperación
por todo el misterio que había estado plagando el ambiente.
Ella era de descendencia asiática y tenía el cabello
incluso más negro que el mío, pero sus ojos eran algo más
claros por herencia de su padre americano.
—Vamos a jugar a verdad o reto —dijo con simpleza Will,
mientras abría los compartimientos de aquella caja gris con
blanco.
Mili soltó una carcajada y mi ceño se frunció ante su
estruendosa risa.
—¿Me estás diciendo que nos tienes esperando aquí por
una tontería como esa? —sus ojos café miraron de forma
divertida a Will, mientras yo intentaba imaginarme con el
cabello tan apretado en esa cola de caballo llena de
mechones castaños que utilizaba.
Desde luego no la soportaría ni media hora.
—A ver, presten atención —pidió Will, empujando su
cabello castaño claro fuera de su rostro e inclinándose hacia
nosotros como si fuera a contar un sórdido secreto, que
aparentemente sí lo era.
—Papá ha estado trabajando en algo después de mucho
tiempo —comenzó —es un suero de la verdad o algo así, he
tomado la fórmula de su laboratorio y lo he replicado para
que lo usemos en este juego.
Mi risa provocó que las miradas se dirigieran a mí, Cassie
apretó mi mano dejándome saber que no tenía ganas de
escuchar cómo refutaba esta idea de todas las formas
posibles ¿Pero adivinen qué? No me importaba.
—De todas las cosas que esperé escucharte decir, nunca
creí que pedirías que probáramos una droga experimental.
Will se cruzó de brazos refunfuñando.
—La ha usado en ratas y ninguna ha muerto, una
cantidad muy grande debo admitir.
—Sí, pero ¿sabes los efectos adversos en humanos?
¿siquiera es viable para el ADN humano usar este fármaco?
¿y si daña nuestro procesamiento cognitivo y no lo
sabemos?
—Carrie, basta —pidieron Azael y Cassie a la vez.
Extrañamente tenían esa habilidad, lo que me hacía
sospechar que pasaban más tiempo juntos de lo que mi
hermana admitiría.
—Mi papá es un bioquímico certificado de la milicia, sabe
lo que hace.
Mi ceño se frunció, buscando otra forma de refutar su
pésima idea.
—Sigue siendo algo experimental y nosotros no somos
conejillos de india para que vengas a probar una droga de la
que no tienes idea, además, el suero de la verdad ya está
inventado.
—Esta es una mejor versión, así que como parte de la
fórmula original estoy seguro de que es viable y confiable
¿Quién se apunta? —cuestionó esta vez en general, dejando
de lado mi gran cantidad de preguntas que se quedaron sin
una respuesta coherente de su parte.
Cassie levantó su mano y no pude evitar mirarla con el
ceño fruncido. Ciertamente no era su decisión más sabia,
desde lejos, pero así era mi hermana, imprudente por
demás.
Y entonces todos alrededor del círculo levantaron sus
manos, dejando saber que entrarían en esta estúpida
decisión.
—El caso, Carrie, es que debe ser inyectado y la única
enfermera aquí eres tú.
No era enfermera, solo había sido voluntaria en el
hospital y había aprendido un montón de cosas, pero el que
me pidiera que inyectara una droga experimental a un
grupo de once adolescentes contándonos a mí y mi
hermana era jodidamente una mala, una muy mala idea.
Capítulo 2
Carrie
Mi madre siempre tuvo razón, los ricos tenían formas
sórdidas de manipularte hasta los huesos y sobornarte para
que hicieras las cosas que te pedían sin refutar nada.
Ahora tendría un nuevo teléfono móvil, ya que la pantalla
del mío estaba rota, por cortesía de Yanasy. Además de que
un pastel de oreo y crema pastelera me estaría esperando
en casa al llegar por cortesía de Will, eran los más caros del
pueblo y no me los podía permitir todas las semanas.
Y todo por inyectarles una jodida sustancia de dudosa
procedencia con efectos adversos no identificados.
¿Pero qué más daba? La coreana me daría su teléfono
móvil viejo, viejo para ella era totalmente nuevo para mí.
Así que no discutí un segundo más e inyecté a todos mis
compañeros de clases y me puse a esperar paciente a ver
cómo se desarrollaba la situación.
¿Pero al final? Mi hermana menor empujó una jeringa en
mi dirección, mirándome con esos ojos de cachorrito
abandonado.
—¿Si muero no quisieras morir conmigo? —cuestionó con
voz “llorosa” y a pesar de saber que era todo un teatro no
quería dormir sola esta noche, sabiendo que sino me ponía
esta tonta cosa ella se iría a su habitación y cerraría con
llave para que no pudiera entrar.
También cerraría la ventana sabiendo que me intentaría
colar utilizando el árbol, era muy buena escalando.
Empujando mis lentes de pasta negra por el puente de
mi nariz, le fruncí el ceño considerablemente.
—Por suerte mamá es la periodista aquí, así que espero
que haga una buena historia en nombre de nosotras.
Ella ignoró mi pesimismo y observó cómo me inyectaba
en el brazo la sustancia transparente que podría ser
simplemente suero salino, pero conociendo a Will, se
tomaría muy en serio un verdad o reto sincero.
Tras haberme inyectado la sustancia me cubrí con una
curita y bajé la manga de mi sudadera negra para desechar
la jeringa como había hecho con todas las otras. Luego
recogí todas las cosas punzantes por si esto acababa mal y
me levanté para dejarlo muy apartado de todos nosotros.
—¿Alguien siente algo? —cuestiono Mili y vi como todos
negaban en absoluto silencio.
Permanecimos así largos segundos antes de que Will
tomara las riendas con una sonrisa radiante.
—Bien, comencemos —pidió dando un par de palmadas
—¿Cassie, verdad o reto? —cuestionó Will en dirección a mi
hermana.
—Verdad —pidió con una sonrisa y yo suspiré mientras
me encorvaba en mi lugar.
—¿Te has besado con Azael? —cuestionó directamente y
vi como mi hermana luchó con la respuesta.
Sus ojos se abrieron con sorpresa y luego sus labios se
separaron para soltar las palabras, pero no salió nada hasta
pasado unos diez segundos.
—Sí, me he besado con Azael.
Sus ojos se abrieron como plato y miró hacia mi dirección
como si hubiese confesado su pecado más oscuro, me
esperaba esa respuesta, sin embargo, no esa reacción.
Como me daba igual, miré alrededor del lugar y esperé a
que ella se decidiera por seguir el juego mientras Azael se
tornaba totalmente rojo.
—¿Carrie, verdad o reto? —cuestionó mi hermana y volví
mis ojos hacia ella.
En realidad, no sentía nada raro, mi cuerpo seguía
funcionando con normalidad, pero algo no se sentía
precisamente bien, solo que no dolía, no molestaba y
mucho menos sabía de dónde venía.
—Verdad —solté simplemente.
—¿Eres virgen? —cuestionó.
—Nop —respondí tranquilamente y aunque no sería algo
que confesaría nunca, la palabra salió sin forzarla, fue tan
fácil decirlo.
—¿Qué? —bramó Will y noté que sus bonitos ojos estaban
clavados en mí —¿con quién? —ni siquiera pareció importar
que no era su turno, solo contesté.
—Ben Carrington —dije tranquilamente mirándome el
rosa pálido de mis uñas.
—Jesús, Carrie ¿ese patán? —cuestionó Mili y me
pregunté cómo es que esto empezó a girar en torno a mí,
pero no parecía importarme, todo salía jodidamente fácil por
mi boca.
—La tenía grande y follaba bien, se suponía que era un
secreto, él es el bad boy y yo la nerd, claramente no
queríamos ser el cliché, pero aquí estamos…aunque eso fue
hace medio año, lo hicimos como unas diez veces y luego
solo nos detuvimos, no es nada importante ahora.
Cassie permanecía con la mandíbula desencajada, y me
reí como si hubiera contado el chiste más gracioso, luego
los demás chicos me siguieron y terminamos envueltos en
un mar de risa hasta que nos detuvimos para seguir con el
juego.
Los retos y verdades fluían de un lado al otro de la
habitación, pero nadie parecía estar sintiéndose claramente
mal, solo demasiados sinceros y más intrépidos de lo que
normalmente estarían.
Pero todo empezó a salirse de control lentamente cuando
Mili terminó besando a Will después de que él confesará que
yo le gustaba, pero como ya me había metido con el chico
que detestaba, ya no le interesaba.
Se dijeron muchas otras cosas por aquí, pero después
todo se volvió un completo frenesí cuando todos parecieron
sucumbir a sus deseos como si nada. Cassie estaba sobre
Azael tragándose su boca como si no hubiera un mañana
mientras se frotaba sobre él, Mili y Will estaban teniendo
sexo aparentemente, ya que su vestido estaba en volantas
alrededor de él mientras ella subía y bajaba jadeante.
Yanasy se encontraba en la cocina preparando un extraño
plato con toda la comida que había en la casa de Will y los
demás estaban desperdigados haciendo cada una de las
cosas que querían.
Yo también tenía ese tirón que me estaba impulsando a
hacer lo que ellos, a buscar en las profundidades de mi
mente y encontrar aquello que había estado anhelando
durante los últimos días u horas.
A sabiendas de que ninguno estaba prestando atención a
nadie ni a nada, me levanté de mi lugar y caminé en
dirección al pasillo por el que Will había salido una hora
antes, ese que daba al laboratorio de su padre.
La curiosidad me movía mientras empujaba la puerta de
aspecto clínico que me dejaría en el laboratorio. No había
seguridad porque se suponía que su hijo no sería tan
estúpido para invitar a sus amigos a esta ala de la enorme
casa. Había un montón de salas y él desbloqueó la puerta
de esta zona permitiendo que yo comenzara a husmear.
Pero solo quería ver una cosa, las anotaciones del papá
de Will acerca de la mierda que me había metido en mi
sistema.
Al observar el lugar tan clínico y limpio sonreí
suavemente al recordar mis días en el hospital.
No fue difícil encontrar las anotaciones ya que estaban
todas en la pared. Un montón de papeles que me
permitieron leer la fórmula, los otros ensayos que no habían
llegado a nada y otro montón de cosas que ciertamente, no
me interesaban para nada, hasta que llegué a la parte del
funcionamiento del fármaco, Beta-13, así lo llamaba.
Aparentemente no solo te hacía decir la verdad, de
hecho, te hacía vaciar tu cerebro, te desinhibía de
conceptos morales, te impulsaba a cometer actos que no
harías estando sin la influencia del compuesto y sus efectos,
pero que claramente eran cosas que querrías en un estado
de sobriedad, esas que no te atreverías a hacer. Te volvía
tan transparente que podrías confesar tus más sórdidos
secretos sin que te lo preguntaran y ni siquiera te darías
cuenta de que el fármaco estaba actuando. Como yo en
esos momentos.
La lengua me pesaba, pero no por algún efecto adverso,
sino por las ganas de hablar y hablar sin parar que tenía.
Tras saciar mi curiosidad salí del laboratorio y me
encontré con una orgía en su máximo esplendor, mientras
la coreana y la pelirroja comían de todos los platos
desperdigados a su alrededor.
Ni siquiera me preguntaría cómo habían terminado así.
Solo me acerqué a la pelinegra y le robé la cereza del
helado que estaba disfrutando, antes de que ella me
sonriera y se inclinara hacia mí.
—Entonces, Carrie ¿Tú también vas a perseguir tu más
profundo deseo?
Después de esa pregunta me volví un mar de ansiedad.
Y en respuesta, corrí fuera de la casa en busca de lo que
más deseaba.
Capítulo 3
Carrie
Nunca había sido curiosa, nunca me había interesado
investigar la vida de los demás, ni sus más profundos
secretos como lo hacía mamá. Nunca estaba en busca de
una buena historia o cualquier otra cosa que pudiera
ponerse en un periódico como lo que hacía ella.
Más bien lo odiaba.
Pero eso fue solo hasta ese día, él día en que vi a tres
hombres caminar por el centro del pueblo como si todo
estuviera por debajo de ellos.
Claramente me desconcertó verlos.
Estaba justo en la pastelería llevándome mi pastel de
oreo de la semana, cuando entraron y se colocaron en la fila
mientras yo esperaba a un lado.
Los vi pedir donas de chocolate y cereza, más un pastel
de chocolate, como si fuera para un batallón. Para mí, eran
demasiadas, si me lo preguntan.
Pero ellos simplemente tomaron su pedido y salieron por
la puerta, desapareciendo como si nunca hubiesen estado
ahí.
Pero claro que estuvieron, yo los vi y le terminé
preguntando a Luci -la asistente de la pastelería- si tenían
alguna fiesta de la que no sabía, ella alegó que vivían en el
bosque y no solían salir muy a menudo.
Ellos no eran chicos, ni jóvenes, eran hombres y por sus
apariencias rondaban de los veintiocho a los treinta.
Y desde ese día simplemente no pude parar de hacer
preguntas.
Había cuestionado sutilmente a cada persona que
interactuaba con ellos para adquirir un poco de información.
Y como ya todos en el pueblo me conocían, sabían muy bien
lo desinteresada y para nada chismosa que era, así que me
contaban todo lo que sabían como si fuera una pequeña
cajita de secretos que nunca revelaría nada.
Me había enterado de que viajaban mucho, pero nunca
se iban por más de día y medio, luego regresaban,
compraban comida y no volvían a salir de su cabaña en el
bosque por una semana. Esta dinámica se repetía una y
otra vez.
Y cada vez que me enteraba de que ellos salían, me
adentraba en el bosque, para husmear por los alrededores
de su casa, hasta que regresaban y me quedaba
enganchada en un árbol esperando a ver sus siguientes
movimientos, desde una altura en la que nunca podrían
verme.
Los árboles en esta zona eran frondosos y muy altos, así
que los escalaba hasta que estaba fuera de la vista y me
acostaba boca abajo en las gruesas ramas para verlos
moverse por el bosque.
La primera vez que lo hice tenía diecisiete años.
Al principio solo corría lejos cuando los escuchaba llegar
y ocultaba mis huellas lo mejor que podía, pero ese día me
enganché en el árbol y esperé para ver si se desnudaban
frente a una ventana.
Lo que vi fue más allá de lo que había esperado.
Los vi arrastrando un cuerpo y atándolo a la base de un
árbol al frente de donde me encontraba. Lo torturaron
mientras le hacían preguntas que no podía escuchar desde
esa altura, hasta que ese sujeto debió responder todo lo que
necesitaban saber, haciendo que seguidamente le cortaran
la garganta y lo terminaran enterrando debajo del mismo
árbol que habían usado para amarrarlo.
Ese día no bajé de mi escondite hasta muy entrada la
noche y cuando llegué a casa, noté que mi ropa interior
había estado mojada todo ese tiempo.
Lo atribuí al miedo, pero cuando regresé por voluntad
propia y presencié el mismo acto, me di cuenta de que mi
mente estaba lo suficientemente dañada como para
apreciar sus habilidades de tortura y excitarme con tal cosa.
Había pasado más de un año desde aquel día y la
obsesión insana que vibraba en mí parecía aumentar día
tras día.
Por eso no me extrañó salir de casa de Will con paso
rápido y tomar la carretera que daba hacia mi casa, la
misma que también daba hacia la de ellos.
Así había terminado en la entrada en dirección a su
cabaña, que realmente era como una enorme casa de
aspecto rústico en lo profundo del bosque.
Mientras caminaba no titubeé ni un solo instante.
Recorrí el sendero pedregoso y húmedo que servía como
camino principal hacia su casa.
No sabía cuánto tiempo duraba el medicamento en
desaparecer del sistema y no lo leí en las anotaciones del
padre de Will ya que nunca había sido probado en humanos.
Pero claro, fuimos muy estúpidos como para probarlo
nosotros mismos, le ahorramos claramente el papeleo.
Pero eso no importaba, ciertamente no era eso lo que
dominaba mi mente en esos momentos, lo único que
realmente lo hacía era llegar hasta mi destino. Ansiaba
recorrer los cinco kilómetros de una vez por todas y dar con
su bonita casa enterrada en medio de los árboles.
Fue como entrar en un mundo mágico la primera vez que
di con ella.
Era de unos dos pisos con ático, una chimenea que
echaba humo todo el tiempo, todos los días y un porche
cubierto que daba hacia un jardín casi sacado de un cuento
de hadas, con varios arbustos de frambuesas de los que ya
había comido.
Y esta vez, cuando llegué, no fue menos impresionante.
Aparentemente aquella sustancia me hacía admirar las
cosas más de lo que lo haría en un estado de sobriedad y
eso claramente me emocionaba.
Sin tener que forzar valor o adrenalina me moví hasta el
porche recorriendo el camino de entrada y subí los tres
escalones hasta que llegué a la puerta. Mi mano se levantó
sin esfuerzo y toqué dos veces, luego esperé.
Mi peso se movió de un pie a otro y mis manos estaban
dentro de los bolsillos de la sudadera. En ese momento me
di cuenta de que mi ropa no era la mejor y mi cabello
probablemente estaría desordenado debajo de la capucha.
Estuve a nada de darme la vuelta para buscar una mejor
ropa y regresar, pero la puerta en ese mismo instante fue
abierta y me encontré con un tosco y cincelado rostro
masculino, con ojos azul oscuro y un cabello rubio muy
claro.
Una de sus cejas tupidas se enarcó y tuve que pasar
saliva cuando vi al espécimen frente a mí. Fue un golpe duro
verlo frente a frente sin la altura o la distancia que me
habían prohibido una mejor visión de sus facciones.
Jesucristo y ni hablar de su olor, era simplemente
envolvente, encantador, sofocante, pero en el buen sentido.
—Hola ¿en qué le puedo ayudar? —Su voz era masculina,
muy varonil y lo reconocí como el que ladraba las órdenes
cuando estaban torturando a los hombres que traían de
otras ciudades y llevaban hasta las profundidades del
bosque.
—Yo… —balbuceé levemente y solté una risita mientras
notaba movimiento a las espaldas del hombre.
Él llevaba una camiseta gris, a diferencia del otro sujeto
que se asomaba detrás de él, luciendo únicamente unos
jeans. Casi se me hacía agua la boca al ver sus
abdominales, con el cabello castaño totalmente despeinado
en mechones cayendo frente a sus ojos grises.
Estaba absolutamente fuera de juego y no pude evitar
distraerme con él y los tatuajes desperdigados por su
cuerpo. Mientras más lo veía, más cosas atrayentes
encontraba y mi cuerpo no parecía querer disimular mis
reacciones.
—Niña ¿en qué podemos ayudarte? —mi ceño se frunció
ante la forma en la que me llamó y claramente no me
quedaría callada, creo que, aunque hubiese estado sobria
tampoco lo hubiera hecho.
—¿Niña? Esta niña ha visto demasiadas cosas para ser
llamada así.
Una de las cejas del hombre frente a mí se enarcó.
—¿Qué haces aquí? —cuestionó y no pude evitar reírme
otra vez.
—Bueno, es gracioso la verdad —comencé a decir y me
callé cuando un tercer cuerpo se asomó por detrás de la
enorme puerta.
Él era el de cabello negro y ojos verdes muy profundos,
de todos era el que más tatuajes tenía y su piel era muy
clara, casi como la mía, pero a diferencia de la mía, estaba
llena de tinta negra, incluso su cuello.
El hombre frente a mí chasqueó los dedos y volví a
sonreír al notar que se estaba frustrando un poco ante la
forma en la que estaba divagando, pero era imposible no
hacerlo cuando los tenía frente a mí luciendo sin camisas y
demasiado atractivos.
—Sí, como decía —continué —es gracioso, pues en mi
sano juicio no estaría aquí frente a ustedes —admití
sacando mis manos de mi sudadera y comenzando a
moverlas como loca exagerando todo mi lenguaje corporal
sin quererlo, no parecía desquiciado, solo eufórico —pero
entonces Will me hizo inyectarles esa droga experimental y
mi hermana terminó convenciéndome de que hiciera lo
mismo y según yo no sentía nada, solo sinceridad extrema,
pero es como si yo ahora fuera un torpedo y buscara mi
destino de colisión inminente terminando aquí.
Los tres parecían claramente confundidos y me
observaron atentamente mientras yo trataba de explicar
mis intenciones.
—La cuestión es que estoy pasando por un estado de
sinceridad extrema y solo vine a decirles que los he estado
acosando desde hace más de un año —reí suavemente y
me tapé la boca, pero claro que volví a hablar —pero, ese
no es el punto, la cuestión es que me hacen sentir como un
volcán en plena erupción cada vez que asesinan a alguien y
me encantaría que me jodan para compensar todo lo que he
pasado durante este año de tensión sexual que he
experimentado. Tuve que perder mi virginidad con Ben, no
es que sea malo, pero claramente no sería como con
ustedes, soy demasiado vergonzosa como para acercarme a
ustedes en estado de sobriedad. Por eso estoy aquí ahora.
Sonreí radiantemente como si fuera una exploradora y
les estuviera vendiendo galletas, aunque realmente sí fui
una exploradora ¿debería decirles eso también?
Ellos no respondieron, solo se quedaron mirándome
largos minutos como si estuviera loca, hasta que el de ojos
grises habló.
—¿Estás drogada?
Capítulo 4
Theo
Nunca fui bueno con las palabras, de hecho, era la
persona más silenciosa que conocía, solo hablaba lo
necesario y me gustaba el silencio, lo apreciaba.
Por eso, estaba demasiado aturdido mientras escuchaba
a la niña parlotear acerca de cuanta cosa pasara por su
mente mientras su mirada acalorada se deslizaba por todo
mi cuerpo y el de mis hermanos.
Parecía no darse cuenta de que lamía sus labios
constantemente y de que el hambre se reflejaba en cada
una de sus facciones. Y eso me estaba haciendo perder la
concentración de lo que estaba diciendo.
—No estoy drogada —admitió —bueno, no precisamente,
supongo que sí, pero no es una droga recreativa, es un
fármaco experimental.
Su sonrisa parecía que lo explicaba todo, como si ya
todas las dudas se hubiesen dispersado en nuestra cabeza
gracias a su explicación.
—Deberías invitarme a entrar, está haciendo frío y la
lluvia volverá a caer —mi ceño se frunció nuevamente y ella
cambió su peso de un pie a otro antes de fruncir el ceño
severamente.
—¡Ay, Jesucristo! —dijo apenas antes de darse la vuelta y
bajar del porche corriendo, no llegó muy lejos cuando cayó
de rodillas y vomitó en nuestro camino de entrada.
Greg me hizo a un lado y pasó junto a mí para correr
descalzo en su dirección hasta agacharse frente a ella. No le
dijo nada, solo la sostuvo mientras vaciaba su estómago y
se apoyaba en el piso respirando con dificultad
aparentemente.
—Habló sobre una droga experimental y algo acerca de
acosarnos y vernos matando personas —dijo Neil
suavemente como si yo no lo hubiera escuchado.
Si bien, habló demasiado rápido, pude comprender todo
o al menos mantener el hilo para no perderme. Pero había
estado divagando tanto que no sabía que era importante y
que era solo material de relleno.
Vi como Greg la ayudó a ponerse de pie y comenzó a
arrastrarla hacia la casa, ella no intentó huir y para alguien
que alegaba habernos visto asesinando personas no parecía
muy preocupada por meterse en nuestro terreno.
Cuando pasó junto a nosotros la vi sonreír, provocando
que frunciera profundamente el ceño mientras me daba la
vuelta y así cerrar la puerta a mis espaldas, dejándonos a
los cuatro dentro.
Greg la llevó hasta el baño en el primer nivel,
probablemente para que se lavara la boca.
—Vamos, cariño, limpia tu bonita boca —Neil se rió al
escuchar la forma dulce en la que nuestro hermano le
estaba hablando a la niña.
Minutos después regresaron sin emitir palabra, ella como
si estuviera en su casa se acercó a la chimenea encendida y
se dejó caer en el suelo frente suya mientras nos observaba
atentamente.
—Esta alfombra es muy suave —la escuché decir en un
susurro.
—Dijiste que nos has visto asesinar —habló Greg en el
mismo tono suave que ella, mientras se acercaba a la
chimenea para sentarse en la silla cercana a la niña.
—Sí, los vi en la pastelería hace más de año y medio —
admitió —tenía dieciséis aun y terminé preguntándole a
todo el pueblo por ustedes, claramente nadie me diría nada
si pensaran que soy como mi madre, es la periodista de la
ciudad —sus ojos se iluminaron al decir el cargo de su
madre, como si estuviera orgullosa —la cuestión es que no
soy como ella, soy muy discreta. Entonces averigüé donde
vivían y cada vez que se iban fuera de la ciudad me
paseaba por aquí husmeando en todo lo que pudiera y
luego me iba cuando los escuchaba llegar, hasta hace un
año que me quedé a ver que hacían al llegar, ya sabes,
quería ver si alguno se desnudaba frente a una ventana —
sus ojos repasaron con hambre y malicia la piel descubierta
del pecho de Greg —pero solo me topé con un hombre
siendo torturado y luego enterrado por ustedes, uf, si
supieran lo empapada que terminé ese día, tres días
después perdí la virginidad con Bren y luego cada vez que
los veía volver a hacerlo, me desnudaba y lo follaba como si
fuera uno de ustedes, demasiado loco si consideramos que
para la gente soy la reencarnación de la pureza y los buenos
actos.
Se rió severamente mientras tomaba los bordes de su
sudadera y la sacaba por su cabeza quedando solo en una
polera blanca en la que se transparentaba su sostén en un
rosa pálido.
—¿Qué te metiste, niña? —cuestioné recostándome en la
puerta, intentando ser objetivo y no apreciar los rasgos tan
bonitos de la mocosa.
—Bueno, ya lo dije, se llama Beta-13 —entonces sus
ojos se iluminaron —eso podría serles de mucha ayuda, por
lo que he presenciado torturan personas para sacarles
información, esta cosa te pone a hablar en todos los idiomas
sin que tengas que preguntarlo —se rio nuevamente —le
confesé a mi melliza que no era virgen frente a nueve
personas más y no pareció importarme, francamente sigue
sin hacerlo, pero se supone que yo no digo esas cosas.
—Habla demasiado —me quejé y escuché a Neil reírse
por lo bajo mientras se sentaba en el sofá cerca de la
chimenea.
Él observaba a la chica como todo un depredador y desde
ese momento supe que estaba siendo una muy, muy mala
idea tenerla en la sala de nuestra casa.
Capítulo 5
Carrie
El de ojos grises estaba sentado en una silla frente a mí,
mientras el de ojos verdes estaba en un sofá. El calor
comenzaba a ser insoportable y aunque mi boca sabía a
enjuague bucal, extrañaba el sabor de la cereza que había
estado bailando en mi paladar desde que se la quité a la
asiática.
Ellos me miraban con atención mientras yo me revolvía
acalorada, por lo que me incliné y quité mis zapatos bajo su
atenta mirada.
Parecía que los había sacado de su juego, ya que no
emitían palabra, pero no era necesario, yo podía hablar por
los cuatro.
—Tienes unos ojos muy bonitos —admití en dirección al
de ojos grisáceos.
Una sonrisa apareció en sus labios y jadeé al sentir el
tirón que provocó ante lo bonita que era.
—Gracias —contestó suavemente y no pude evitar
revolverme en mi lugar.
Estaba frente a los tres, por fin y aunque sus miradas no
parecían ser exactamente lo que yo esperaba, me estaban
provocando micro infartos directo al corazón.
—¿Entonces nos has estado observando? —cuestionó el
de ojos verdes y mi mirada se dirigió hacia él.
—Observar es una bonita forma de decirlo, literalmente
los he estado acosando.
—¿Y te inyectaste una droga experimental solo porque tu
hermana te lo pidió? —me encogí de hombros.
—Hago todo lo que me pide Cassie, odio el rosa y aun así
mis uñas están pintadas de ese color.
Mi pie se levantó en su dirección y él observó el esmalte
rosa que cubría mis uñas.
—Se ve muy bien en ti —me encogí de hombros.
—¿Esperas que creamos todo lo que has dicho? —
cuestionó el que aún permanecía cerca de la puerta y si me
lo preguntaban él era el más osco y gruñón de los tres.
Solo había ladrado preguntas en un tono brusco, pero
que me condenaran si eso no me ponía caliente.
—Dios, está haciendo mucho calor ¿ustedes tienen calor?
—cuestioné en dirección a los que tenían el torso
descubierto.
—No, no tengo calor, mi temperatura corporal está
normal.
Fruncí el ceño y toqué mi barbilla con mi dedo índice.
—Entonces es un efecto adverso, debería escribir lo que
estoy sintiendo, ya que me he metido esta porquería que no
había sido probado en humanos y sería sensato describirle
al papá de Will por todo lo que he pasado desde que me la
puse, en caso de que algún día llegue a enterarse de que la
hemos probado, lo que es muy probable… ¿me darías lápiz
y papel por favor?
—Joder —el hombre de ojos azules aun pegado a la
puerta gruñó la palabra antes de apretar sus puños.
El de ojos grises se movió de su lugar y se acercó a una
mesita con cajón de dónde sacó una libreta y un lapicero. Se
acercó a mí en el piso y me la tendió para que pudiera
comenzar a escribir en ella.
—¿Cuál es tu nombre? —cuestioné mirando directo a sus
profundos ojos.
—Greg ¿y el tuyo? —le sonreí suavemente antes de
contestar.
—El mío es Carrie.
Bajando la mirada comencé a enumerar la lista de
resultados y efectos adversos del medicamento mientras
sentía sus miradas sobre mí.
—Deberían aprovecharme, estoy hablando más de lo que
normalmente hago y estoy siendo tan sincera como nunca
he sido, realmente es sorprendente este fármaco y aunque
no me gustaría ser bioquímica debo admitir que es increíble
lo que pueden hacer estas personas...
—¿Qué estudias? —preguntó Greg y el de la puerta gruñó
irritado.
—¿Enserio le vas a preguntar eso? Deberías preguntarle
qué demonios son los disparates que anda diciendo.
—Estudio literatura —dije en dirección a Greg, para luego
mirar al hombre en la puerta —y como ya dije, soy Carrie,
hija de la periodista de la ciudad, estoy muy segura de que
puedo hacerles una lista de hechos que han pasado los
últimos meses en los que ustedes se han visto involucrados,
también puedo decirles las características de los hombres
que han matado y luego enterrado en el bosque, incluso
puedo hacerles un mapa con la ubicación de las tumbas.
Al ver como los ojos verdes del hombre en el sofá
brillaron no pude evitar callarme y soltar la libreta,
dejándola a un lado para moverme en su dirección,
gateando por el piso hasta arrodillarme entre sus piernas.
Mis manos llegaron hasta sus muslos y me incliné hacia
adelante, completamente fascinada por la combinación de
colores en sus ojos.
Él padecía heterocromía, pero solo conseguías darte
cuenta si te acercabas lo suficiente, pues poseía motitas
acarameladas cerca de su pupila. Era simplemente
fascinante.
—¿A ti te gustan las donas de chocolate o las rellenas de
cereza? Siempre me he preguntado quién se come esas
docenas.
—Ella sabe de lo que habla —dijo Greg a mis espaldas.
—Me gustan las de cereza —mi sonrisa se ensanchó y
trepé por su cuerpo como un mono araña, hasta estar
sentada a horcajadas sobre él con mis manos en sus
hombros.
—¿Cuál es tu nombre? —cuestioné en un susurro suave
inclinándome hacia su rostro para verlo más de cerca.
Sus manos no me tocaron, de hecho, se mantuvieron a
cada lado de su cuerpo en el sofá. Pero yo quería que me
tocara.
—Mi nombre es Neil —contestó suave, dejando
entreabiertos sus labios.
Estuve a punto de inclinarme para besarlo, pero alguien
me tomó del cabello y me dio la vuelta, sacándome de su
regazo, hasta quedar de espaldas en el sofá con una figura
masculina cerniéndose sobre la mía, clavándome su mirada
acusadora.
—¿Es esto una trampa? —con el ceño fruncido negué
efusivamente.
—No, podrían estar tras una reja hace ya un año, pero
eso no me interesa en lo absoluto —admití —y aunque
tampoco han negado o afirmado mis acusaciones, sabemos
que es cierto, los entierran al pie de los árboles y lo hacen
cada tres o cuatro semanas. Lo he visto con mis propios ojos
y los he perseguido por todo el puto pueblo como una loca
desquiciada.
Un puchero se instaló en mis labios y parpadeé para
alejar las lágrimas.
—Se supone que yo no era así, yo… yo era una buena
chica, normal en todos los aspectos, pero después de
conocerlos todo ha estado muy revuelto y me di cuenta de
que iba por el mal camino cuando no podía decirle a mi
melliza que he estado observándolos todo este tiempo, si no
puedes contárselo a la persona en la que más confías
ciertamente vas por mal camino.
El agarre del hombre se movió hasta mi cuello y apretó
con el ceño fruncido mientras sus ojos trataban de ver más
allá, quería ver mi alma, pero yo ya se la estaba
desnudando, solo que él parecía no creerme.
—Tengo pruebas, no de sus crímenes, definitivamente no,
pero sí de mis meses de acoso. Tengo tantas cosas de
ustedes que he recolectado y robado sin que se dieran
cuenta.
Él apretó el agarre en mi cuello, gemí abriendo mis
piernas para él y envolviéndolas alrededor de su cintura.
Mis manos se levantaron para tocar su torso, pero solo
pude sentir la dureza de su cuerpo por un instante antes de
que él las tomara y las colocara por encima de mi cabeza.
Su agarre en mi cuello fue intensificándose hasta
cortarme el aire y mis ojos se entrecerraron mientras me
frotaba contra él.
Estaba fuera de control, lo sabía, pero en ese mismo
instante lo único que quería hacer era desnudarme y que
me follaran.
—Fóllame, por favor —pedí en un ronco susurro ante la
falta de aire —lo necesito, necesito calmar estas ansias para
intentar que esta obsesión se disuelva. No puedo seguir
atravesando el bosque día y noche solo para espiarlos, si
me follan se irá, estoy segura.
Él apretó el agarre en mi cuello y todo pasó a segundo
plato. No podía hablar y puntos blancos aparecían en mi
visión. Me estaba estrangulando. Casi me río al recordar lo
mucho que quería pedirles parecer la escena de un crimen
entre sus manos, probablemente sería más literal de lo que
pensaba, después de todo nadie sabía que estaba aquí,
podrían matarme y nadie se daría cuenta, ya les había dicho
que tenía cosas de ellos, podrían ir a casa, encontrarlas y
ocultarlas para que nadie supiera de mi paradero.
Y locamente esa idea me excitaba.
—Theo —llamó Neil con algo de demanda en su voz, el
hombre aflojó su agarre en mi cuello mientras yo sentía
como su miembro presionaba contra mi coño húmedo, por
sobre mi ropa.
—Eres solo una niña —dijo con el ceño fruncido.
—Esta niña te ha visto cortarle la garganta a más de diez
hombres y se ha excitado con ello, ¡Jesucristo! he deseado
que me follen hasta parecer un completo desastre.
—Además, estás drogada —negué efusivamente.
—Medicada, no drogada, es como tomar ibuprofeno o
algo para el dolor, no ha alterado mi estado de consciencia,
solo me ha vuelto demasiado sincera.
—Que sea inteligente me pone —escuché susurrar a Greg
y sonreí suavemente mientras trataba de impulsarme hacia
arriba para atrapar los labios de Theo.
Estaba segura de que mañana me arrepentiría de todo
esto.
—No voy a tocarte —una de mis cejas se enarcó y me
removí suavemente para recordarle que su polla erecta
estaba en contacto indirecto con mi coño caliente y
húmedo.
—Podrías hacerlo, tengo dieciocho años, legalmente
puedo tomar mis propias decisiones.
Él gruñó ante mis palabras y su significado, ni siquiera
sabía cómo tomarme eso, solo era consciente de cómo
había enviado ráfagas de deseo por todo mi cuerpo.
—¡Demonios! Imagina cómo se sentiría que me
embistieras hasta la empuñadura y me taladraras el coño
en todas las posiciones que quisieras, estoy a tu merced en
todas las formas posibles, por favor tómame.
Sus ojos se encontraron con los míos y sus labios se
entreabrieron como si estuviera sopesando todas las
consecuencias de esta situación. Pero al final negó soltando
mi cuerpo para tomar mis piernas y deshacerse de mi
agarre.
Me dejó allí, sobre el sofá, respirando entrecortadamente
y con un puchero en mis labios que probablemente nunca
había hecho antes, pero que parecía salir solo frente a estos
hombres.
—Eres un amargado —solté sin dudarlo —estoy segura de
que no eres tú quien se come el pastel de chocolate que
traen todas las semanas, le falta azúcar a tu vida.
Capítulo 6
Carrie
Estaba algo desilusionada.
Había caminado hasta aquí para confesar todos mis
pecados, para no obtener nada al respecto, ni siquiera una
penitencia. No era justo.
Con el ceño fruncido me senté en el sofá y miré a Neil
junto a mí. Al hacerlo, no tardé en impulsar una sonrisa algo
maliciosa en mi rostro, para terminar volviéndome a colocar
sobre él y seguido llevé mis manos hasta su cuerpo para
pasearlas por sus tatuajes.
Había estado tan obsesionada con ellos que me había
hecho uno de los tatuajes que él tenía. Nadie lo sabía, por
supuesto, pero dadas las circunstancias se darían cuenta
muy rápido considerando que mi boca no se mantenía
callada.
—Tengo un tatuaje —le dije como si fuera la cosa más
interesante y el secreto mejor guardado.
Mis manos recorrieron su pecho tocando sus músculos y
rodeando sus pezones duros mientras mordía mi labio
inferior. Podía sentirlo crecer debajo de mí. Sus manos se
movieron hacia mis caderas, aferrándose a ellas para
intentar frenarme cuando comencé a moverme sobre él.
Pero él me estaba tocando, era todo lo que importaba.
—¿Quieres verlo? —le cuestioné suavemente.
Él no dijo nada, solo asintió brevemente y yo tomé los
bordes de mi camiseta blanca para sacarla por mi cabeza
quedando solo en sostén frente a él. Sus ojos me
recorrieron, mientras mi cabello desordenado y largo cayó a
mis espaldas rozando sus dedos en mi cintura.
Mi mano fue hasta la parte baja de mi seno derecho y lo
levanté un poco para dejarle ver las letras escritas con tinta
negra.
El infierno en la tierra.
Él las tenía escritas en su cuello y sabía que sus otros
hermanos las tenían en otras partes de su cuerpo que no
había podido ver.
Sus cejas se levantaron con algo de sorpresa y mi sonrisa
creció mientras me inclinaba hacia sus labios.
—¿Ahora me crees? —cuestioné sobre su boca a punto de
besarla, pero él movió su rostro y solo sentí su mandíbula
suave y carente de vello.
Sin importarme en absoluto que me haya rechazado,
continué con mis labios pegados a su mandíbula, luego fui
descendiendo por su cuello chupando y lamiendo su piel
como si fuera un manjar.
Sus dedos se clavaron en mi carne y eso me impulsó a
bajar por su clavícula en dónde mordí sacándole un suave
gemido. Él se levantó del sofá conmigo encima y luego me
dejó con cuidado en el suelo dónde había estado minutos
antes.
—No puedo —dijo claramente incordiado mientras se
alejaba de mí.
Yo me dejé caer contra la alfombra y solté un suspiro
lleno de frustración.
—Me voy a casa —pero antes de poder levantarme Greg
se dejó caer frente a mí.
Sus dedos se aferraron a mis pantalones y los bajó
bruscamente por mi cuerpo sin siquiera quitar el botón.
Al levantar mi cabeza lo vi con una sonrisa plantada en
sus labios mientras abría mis piernas y se acostaba en el
piso con su cara muy cerca de mi coño.
Sus dedos sostuvieron ambos lados de mi ropa interior y
la hizo descender con lentitud por mis piernas erizando toda
mi piel en el proceso.
Cuando las bragas quedaron fuera, sentí mi coño muy
expuesto ante su voraz mirada y conservando su traviesa
sonrisa me abrió completamente como un capullo que
pasaba a ser una flor y lo escuché gemir en voz alta.
—Oh, cosita, tu coño es hermoso.
Sentí como mis ojos se iluminaban y sostuve mi peso en
mis codos para observarlo con una sonrisa.
—¿Me vas a follar? —cuestioné emocionada, pero negó
lentamente.
—Solo voy a aliviarte, cosita.
Y dichas sus palabras dió un lametazo desde mi culo
hasta mi clítoris, este provocó un escalofrío que me
estremeció por completo.
—Oh, por todos los infiernos.
Mis piernas se subieron hasta sus hombros desnudos en
donde aproveché para sentir su piel mientras su boca
causaba todo tipo de estragos en mí. Nunca se había
sentido así, si bien Ben me comía el coño antes de follar no
era algo como esto, siempre estuvo destinado a solo
lubricarme para antes de follar, pero Greg no lo hacía con
esa intención, él quería que me corriera en su boca, ya que
chupaba, lamía y metía su lengua en mi entrada con fervor,
haciendo gemidos suaves como si se estuviera deleitando
con mi sabor.
Mis manos rasguñaban la alfombra sin poder evitarlo y
mi cuerpo estaba arqueado mientras sus manos se
aferraban a mi cintura para que no escapara de su boca.
Los sonidos que estaba haciendo eran escandalosos,
estaba gimiendo muy fuerte y no podía callarlo, aunque
quisiera, escapaban de mi garganta sin previo aviso hasta
que al final terminé casi sollozando cuando la presión fue
demasiado y me corrí en su boca, sin importarme nada en
absoluto.
Fue intenso, desgarrador y demasiado enloquecedor.
Probablemente había perdido la consciencia por más de
unos minutos, mientras mi cuerpo se estremecía a causa de
las réplicas del arrasador orgasmo que había tenido.
Sí, Ben me había hecho correr, pero nunca había sido tan
intenso como esto y fue solo usando su jodida boca ¿Cómo
se sentiría que usara su miembro conmigo y me taladrara
hasta la inconsciencia?
Parpadeé lentamente mientras él lamía los restos de mi
liberación, provocando cortocircuitos en todo mi cuerpo
ante lo hipersensible que estaba, luego cerró mis piernas y
me miró con una sonrisa mientras yo trataba de recuperar
la compostura.
—Será mejor que descanses hasta que se te pase el
efecto de lo que te inyectaste, cosita. Prometo despertarte
antes de que oscurezca.
***
Cuando mis ojos volvieron a abrirse me encontraba
envuelta en una manta acostada frente al fuego de la
chimenea. Tuve que parpadear un par de veces para alejar
la bruma del sueño y cuando lo hice noté que Greg estaba
dormido en la silla en la que había estado sentado, al igual
que Neil, quien había vuelto a tomar asiento en el sofá, él
también se había quedado dormido.
A Theo no lo veía por ningún lado, por lo que me
apresuré a quitarme la manta de encima mientras sentía
mis mejillas sonrojarse ante la vergüenza.
Recordaba todo lo que había hecho y dicho. A pesar de
que todo quise hacerlo y decirlo, no pude evitar sentir
pudor, porque sin el efecto de aquel medicamento muy
posiblemente nunca hubiese tenido el valor de hacer nada
de eso.
Intentando no hacer mucho ruido o movimientos bruscos
me levanté sabiendo que solo estaba en sostén, me acerqué
a mi pantalón para colocármelo al no ver mis bragas rosas
por ningún lado. Luego me coloqué mi polera blanca, tomé
mi abrigo y zapatos para caminar de puntillas hacia la
puerta.
No podía salir por la principal, escucharían que la abría,
así que sabiendo que había una puerta en la cocina que
daba a la parte trasera de la casa, me acerqué de puntillas
y la abrí lo más silenciosamente posible, luego la cerré de la
misma forma dejando mis cosas en el pequeño porche para
colocarme la sudadera, seguidamente me senté en el suelo
y me coloqué mis zapatos con rapidez.
En cuanto estuve lista comencé a caminar hacia el
bosque apurando mis pasos para evitar ser vista. Cuando
llegué al borde miré hacia atrás sintiendo que alguien me
observaba y cuando levanté la mirada me encontré con
Theo estudiándome desde la ventana de lo que sabía era su
habitación.
Me puse nerviosa ante la forma en la que me observaba
y lo miré por largos segundos antes de darme la vuelta para
adentrarme en lo profundo del bosque. Podría usar la
carretera, pero estaba mucho más acostumbrada a los
caminos por el interior que me dejaban directamente en la
parte trasera de mi casa.
Prefería la tranquilidad y soledad del bosque a la calle
principal por la que pasaban vehículos, los mismos que me
ofrecían un aventón que ciertamente nunca tomaría.
Mientras caminaba iba recordando todo lo sucedido.
Jesucristo, ciertamente había estado desinhibida y aun
podía sentir la lengua de Greg moviéndose por todo mi
coño. Una vez más, me sonrojé.
Nunca creí que viviría lo suficiente para tener esa
experiencia.
Sentí como si hubiese estado fuera de mi cuerpo cuando
me corrí tan jodidamente duro en toda su boca. Y él había
parecido tan encantado de lamerme toda.
Me estremecí ante el recuerdo de la mano de Theo
alrededor de mi cuello mientras expulsaba hasta el último
aliento de mi cuerpo. Ahora que estaba un poco más
consciente y aparentemente el fármaco había dejado de
hacer efecto, podía sentir que mi garganta estaba algo
adolorida, dejando en claro que más tarde estaría morada, a
menos que ya lo estuviera.
Al llegar a casa estaba un poco sin aliento, al haber
caminado muy rápido para atravesar el bosque en un
tiempo récord.
Di la vuelta por el jardín para entrar por la puerta
principal y un peso que no sabía que tenía sobre mis
hombros se desvaneció al ver mi auto en la parte delantera.
Cassie ya estaba en casa.
Abriendo la puerta de un empujón sabiendo que estaría
sin seguro, me adentré en casa y me quité los zapatos en la
entrada, fui directo al baño del primer nivel. Nada más
entrar me miré en el espejo encontrando marcas de dedos
alrededor de toda mi garganta.
Una sonrisa apareció en mis labios y removí mi cabeza
sabiendo que eso no estaba bien, era muy consciente de
que las cosas que quería no estaban bien en ningún sentido.
Suspirando pesadamente salí del baño mientras cubría
las marcas con la capucha de la sudadera. Subí las
escaleras hacia mi habitación y al abrir la puerta me
encontré con Cassie hecha un ovillo en mi cama.
—¿Cassie? —llamé suavemente y ella se levantó como un
resorte en cuanto me escuchó.
Sus ojos estaban rojos por haber llorado y me cuestioné
qué habría pasado.
—Dios mío, estás bien —ella se abalanzó hacia mi
abrazándome con fuerza —pensé que algo te había pasado,
cuando salí de ese estado te busqué por todos lados y no te
encontré, me dijeron que te habías ido sin decir a dónde y
temí lo peor. Uno de los chicos intentó suicidarse porque
aparentemente lo había estado pensando demasiado
últimamente. Fue horrible, logramos evitarlo y ahora todo
está mejor. Will se comprometió a llevarlo al psicólogo y no
dejarlo volver a su casa solo, pero pensé… —ella pasó saliva
y entendí lo que estaba pensando.
—Oh, Cassie, ven aquí —la empujé contra mi pecho y
dejé que llorara todo lo que tenía dentro —estaba en el
bosque, sabes que me gusta vagar por ahí y todo estaba
siendo demasiado intenso, lamento haberte dejado.
—Está bien, me alegro de que estés bien.
—¿Tú estás bien? —le cuestioné con voz suave.
—Sí, lo estoy, lo prometo.
Apretándola un poco más contra mí, dejé un beso sobre
su cabeza y la empujé hasta la cama. Me saqué la sudadera
y me acosté junto a ella para abrazarla hasta que ambas
nos quedamos dormidas.
Capítulo 7
Greg
Theo dijo claramente que me alejara, pero nunca he sido
bueno para seguir órdenes, mucho menos cuando se
trataba de una cosita tan bonita.
Ella dijo que se llamaba Carrie, lo que la dejaba como la
hija introvertida de la periodista Camile. A ella ya la había
visto un par de veces y siempre había sido muy amable,
pero apenas me había molestado en cruzar más que un
escueto saludo con ella.
Entonces, su hija había caído frente a mi puerta y
terminé comiéndole el coño hasta que vio las estrellas a
causa de un orgasmo. Ella sabía tan dulce, y aun en
ocasiones podía llegar a sentir su olor bajo mi nariz o
incluso saborearla en mi boca.
Pero eran solo eso, recuerdos.
Aunque la maldita alfombra aún conservaba su olor,
ocasionando que siguiera bailando en toda la casa y
provocando que ninguno de nosotros se atreviera a lavarla.
Habían pasado más de tres días desde que desperté y
solo encontré sus bragas, bajo la mesa de café en la sala,
junto a su bonita caligrafía en el cuaderno que también
había dejado atrás, probablemente por las prisas.
Neil pareció muy desconcertado cuando no la encontró
hecha un ovillo junto al fuego y por extraño que pareciera
ninguno de nosotros había vuelto a sentarse en ese lugar,
aun cuando Neil amaba sentarse ahí.
Pero volviendo al tema inicial, Theo, mi hermano mayor,
me había dicho que no me atreviera a cruzar la línea con
aquella niña como él la había nombrado, claro que mientras
ella le rogaba que la follara no estaba hablando como una
inocente niña.
De cualquier forma, tenía dieciocho años bien cumplidos,
era capaz de tomar sus propias decisiones. Ella misma lo
había dicho.
Pero él sabía que era un cazador nato. Una vez me ponías
frente a algo con el olor de mi presa no daba marcha atrás
hasta cazarla y eso había sucedido con Carrie, casi siempre
tenía su bonita ropa interior rosa en mis bolsillos, ropa
interior que aún conservaba su dulce aroma
Y aunque luché por mucho tiempo para mantener a raya
estos instintos depredadores, los mismos que logré
mantener a raya por un largo tiempo gracias a la ayuda de
mis hermanos, ella con un simple chasquido los hizo
reaparecer, colocándose una diana en la espalda y
dándome la flecha para clavarla justo en el centro.
Hay demasiada verdad en esa metáfora.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando las vi
salir de la casa. Ella y su hermana rubia llevaban mochilas
sobre sus espaldas y se acercaban al todoterreno negro que
conducía la pelinegra. La había estado observando hacía ya
dos días y siempre la veía conducirlo.
En cuanto salió por el camino de entrada que daba hacia
la carretera me fue inevitable que mis pies se movieran en
dirección a la casa y me colocara frente a la puerta. Del
bolsillo de mi sudadera saqué una llave maestra,
insertándola en la puerta para abrirla con suavidad.
Una ligera sonrisa apareció en mis labios mientras la
cerraba detrás mía y aspiraba con profundidad para
localizar su olor, obteniendo la irritante mezcla de su aroma
con otros tantos olores de la casa, por lo que no me sentí
satisfecho de ninguna forma.
Con pasos silenciosos me moví por el interior de la
propiedad para terminar subiendo las pequeñas escaleras
que daban al segundo nivel. Me adentré en una habitación
por la que la había visto en la ventana. Pero sabía que no
era de ella en cuanto puse un pie dentro.
En toda la habitación predominaban los colores pasteles
como rosa y celeste, por lo que me di la vuelta y entré en la
siguiente. Y esa sí que se parecía a la habitación de mi
cosita.
Cerré la puerta con cuidado detrás de mí y me acerqué a
las cortinas de color rojo oscuro para correrlas.
Luego me di la vuelta por el lugar admirando su espacio.
La cama era pequeña, al menos para mí, pero perfecta
para ella, ya que parecía que podrían caber muy fácilmente
dos como ella. Tenía sábanas negras y almohadas color
granate. Sus muebles eran de madera oscura y la alfombra
en el piso era igual de roja que las cortinas.
Sintiéndome satisfecho con el olor que bailaba en mi
nariz, aspiré profundamente y me deleité con la esencia de
la chica que había comenzado a volverme loco.
Probablemente ella no se esperaría esto de mí, nadie
solía hacerlo. Era demasiado amable y risueño como para
que la gente creyera que era un acosador en recuperación.
O al menos así lo estuve, justo antes de que la mujer se
abriera de piernas frente a mí y recibiera todo lo que le
daba.
Mi pecho se apretó con una emoción loca que me
envolvió y tuve que acercarme a su armario para husmear
dentro mientras recibía todo su olor de lleno, combinado
con algún suavizante para la ropa.
Pero estaba aquí, bailando debajo de mi nariz,
poniéndome la polla dura mientras me arrodillaba y tomaba
una caja de zapatos en la esquina.
Era el único objeto extraño dentro de su armario y la
había escuchado decir claramente que tenía cosas
guardadas de nosotros, sino era aquí, estaría debajo de la
cama ya que la habitación no tenía muchos lugares en los
que ocultar cosas.
Al abrir la caja solo me encontré con fotografías viejas de
mi cosita cuando era una niña, e inevitablemente sonreí al
ver los lentes de pasta que le había visto llevar en casa.
Mirar aquellos oscuros ojos a través de sus cristales había
sido mi perdición y las fantasías comenzaron a volar por mi
cabeza cada vez que recordaba sus rosados labios
entreabiertos.
Cerrando la caja la volví a dejar en su lugar tal y como
estaba. Me moví por la habitación hasta llegar a su cama,
me tiré al piso y tanteé hasta encontrar otra caja, la cual
arrastré por el suelo hasta sacarla.
Era de color verde y estaba un poco vieja. Al abrirla me
encontré con muchas cosas que me hicieron sonreír.
Estaba llena de facturas de compras que habíamos
hecho, lo sabía porque nadie más en el pueblo compraba
dos docenas de donas tres veces al mes. También me
encontré con la navaja que Neil había perdido en el bosque
hacía un par de meses. Había estado demasiado oscuro
como para buscarla y al día siguiente no la encontramos por
ningún lado.
Y ahora sabía que eso había sido porque la pequeña
cosita acosadora se la había llevado.
También encontré flores secas, las cuales reconocí como
unas que florecían muy poco en nuestro jardín, las hojas de
la planta eran rojas y en un inicio la plantamos por eso, pero
luego perdió todas sus hojas y en cuanto estuvo toda fea y
deshojada aparecieron unas bonitas flores rojas.
Aparentemente a la cosita le habían gustado.
Estuve ahí sentado por largos minutos con mi cabeza
recostada en su cama mientras aspiraba la fragancia de su
cuerpo que se había impregnado en todos lados , la misma
que me había hecho perder la cabeza durante los últimos
días.
Theo me decía que podía resistirme, yo lo había hecho
antes, pero ahora era demasiado diferente. Ahora no podía
controlarlo, mucho menos parar, porque ella había usado las
mismas palabras que describían mis acciones para describir
las suyas.
Yo siempre había sido el acosador, sin embargo, nunca
había tenido a nadie que me acosara de vuelta. Pero ella lo
había hecho, tenía cosas que en algún momento yo había
tocado, me había observado, me había seguido y había
husmeado alrededor de mí.
Y eso me volvió loco, me empujó hacia el límite que
había estado intentando no cruzar, pero ya no había vuelta
atrás. La pequeña cosita despertó al depredador en mí y
aunque ella era buena cazando, un depredador más grande
la perseguiría.
El lobo saldría a cazar a la pequeña serpiente escurridiza.
Capítulo 8
Carrie
Una sensación extraña se apretó alrededor de mi pecho
cuando entré en mi habitación.
Cassie había decidido irse con Azael y él me había
asegurado que la traería de vuelta a casa, por eso había
regresado en mi auto después de clases.
Nada más entrar lo supe, alguien había estado aquí, por
el olor que persistía en el aire, así como también por las
cortinas cerradas, cosa que yo todos los días las dejaba
abiertas, incluso a la hora de dormir.
Pasando saliva por mi garganta, me moví hacia ellas y las
abrí para mirar hacia el exterior de la casa.
Quien sea que haya estado aquí había tenido la intención
de que lo supiera, no tenía idea de por qué, pero lo sabía,
quería que me diera cuenta de que me estaba observando.
Ese hecho ocasionó que la sensación de mi pecho se
asentara en mi estómago, mientras me dejaba caer en el
suelo, respirando profundamente.
Al mirar hacia mi cama me encontré con una nota de
papel y me acerqué a ella para tomarla entre mis manos. Al
desplegarlo y ver mi letra, me di cuenta de que había sido el
papel que usé para escribir los efectos adversos que
provocaba el fármaco experimental, mientras estuve en la
casa de aquellos hombres, los hermanos Hallen.
Una sensación extraña me recorrió al saber que uno de
ellos había estado aquí, que el olor que persistía en mi
habitación pertenecía a uno de ellos y el hecho de que me
estaban acosando de vuelta tal y como yo lo hacía con ellos
me hizo vibrar con una emoción muy poco sana, la misma
que me estaba enviando rápidamente al borde.
Había pasado los últimos dos días cubriendo mi cuello
con suéteres de cuello alto, a la par que avergonzándome
de mi misma todo el tiempo; por todas las cosas que había
dicho y hecho. Había estado tan perdida en el medicamento
que simplemente me liberé de cualquier atadura y solté
todo lo que me había callado durante este último año.
Y ahora ellos me lo devolvían. Porque de alguna forma
haber entrado en mi casa y haber dejado esta nota que yo
misma escribí era una deliberada forma de devolverme todo
el acoso que yo había hecho durante todo este tiempo.
Sin poder detenerme, saqué el suéter por mi cabeza y
tomé una de mis sudaderas negras para colocarla sobre mi
cuerpo. luego salí de la habitación dispuesta a abandonar
mi casa.
Mis pasos eran rápidos, consciente de que tendría que
haberme cambiado las Converse para no ensuciarlas, pero
eso era lo de menos.
Salí por la puerta trasera y me adentré en el bosque
recorriendo los caminos que ya conocía envueltos de
naturaleza. En cuanto supe que estaba a punto de llegar
escalé uno de los árboles más altos y subí rama tras rama,
hasta que estuve en la más alta que soportara mi peso.
Desde esta altura sobrepasaba la de la casa, el árbol
tenía que ser de unos tres o cuatro pisos si contábamos las
ramas frágiles en lo más alto.
Con los ojos tan abiertos como un halcón busqué entre
las ventanas la presencia de alguien, pero no vi nada, hasta
que uno de ellos salió por la puerta trasera y sonreí nada
más identificarlo, era Neil. Su cabello estaba despeinado y
llevaba una sudadera de color rojo oscuro. Se sentó en el
escalón para terminar encendiendo un cigarrillo mientras se
recostaba en la puerta.
La imagen era desde envolvente a fascinante y algo en
mí se revolvió lleno de emoción al recordar que estuve
sobre él, tan cerca que podía respirar su mismo aire, tan
cerca que podía haber rozado sus labios con los míos.
Me di cuenta de que nada de lo que yo creí era cierto. El
que ellos me hubiesen tocado y me dijeran sus nombres no
había apaciguado la necesidad en mi interior, sino que la
habían intensificado en magnitudes desorbitantes.
Ahora la necesidad no era solo mental, sino también
física. Mi cuerpo anhelaba el contacto, el toque de sus
manos sobre mi, sin importar cuales fueran los objetivos, si
hacerme daño o darme placer.
Las líneas en mi cabeza se estaban desdibujando y no
me importaba en lo absoluto, estaba perdida, lo supe desde
el instante en el que Neil levantó su rostro en dirección al
árbol en el que me encontraba, casi como si me hubiera
sentido y percatándose de mi presencia, pero no me
importó, ni siquiera me alarmó y en su lugar permanecí
sentada en la rama con mi espalda recostada del tronco,
mientras él se acababa el cigarrillo y encendía otro.
Mi visión era buena gracias a mis lentes, pero esta vez no
estaba feliz de verlo desde tan lejos, lo necesitaba mucho
más cerca.
Una sonrisa apareció en sus labios antes de que lanzara
la colilla del cigarrillo hacia adelante y se levantara de su
lugar para volver al interior de la casa.
El que me dedicara esa sonrisa de esa forma me hizo
estremecer en completo placer.
Yo necesitaba ver esa sonrisa de cerca.
Lentamente me fui deslizando de una rama a otra hasta
que el suelo fue acercándose cada vez más y terminé con
mis pies enterrados en la tierra. Mi mirada se movió por
todo el patio y sabiendo que nadie más que él estaba en la
casa me moví hacia la puerta de la cocina en pasos lentos,
con mis manos enterradas en los bolsillos de mi sudadera.
Al estar frente a la puerta miré hacia adentro, al no verlo
en la cocina la abrí con cuidado y me adentré en ella
agradeciendo el calor que rápidamente me envolvió.
Con pasos silenciosos comencé a avanzar por la casa
sintiendo mi corazón martillar con fuerza contra mi pecho.
Llegué hasta la sala, pero al no encontrarlo mis hombros
decayeron y la tensión abandonó un poco mi cuerpo.
Con lentitud me moví hacía unos retratos sobre la repisa
y observé atenta cada imagen, contemplando a los hombres
que me tenían muy loca y descoordinada. Pero un
movimiento captó mi atención y cuando levanté mis ojos
para ver a través del espejo frente a mí, me encontré con
Neil recostado de la pared a mis espaldas, mirándome, casi
analizándome, a través del espejo.
Mi corazón por poco se detuvo al verlo, aunque sabía
claramente que él estaría aquí, por eso había entrado, pero
no dejaba de ser menos sorpresivo el que me observara en
completo silencio.
—Eres más silenciosa de lo que me esperaba —admitió
mientras yo me daba la vuelta lentamente.
Su mirada me recorrió completa y pasé saliva mientras él
se acercaba con pasos lentos.
—Hola —dije sin saber que más gesticular, notando como
volvía a sonreír mientras se detenía frente a mí.
—No debiste entrar aquí —su voz era un tono más bajo y
las alarmas de peligro se encendieron en mi cabeza en
alerta máxima.
—Ya es tarde para eso —sus ojos brillaron con diversión y
lentamente comenzó a invadir mi espacio personal hasta
que tuve que retroceder. Mi espalda chocó con el borde de
la repisa y me sostuve de ella mientras él se cernía sobre
mí.
—Ciertamente, Carrie, demasiado tarde.
Capítulo 9
Neil
Theo me dijo que no me acercara a ella, que era
demasiado joven para pasar por la cantidad de cosas sucias
que le haría si se me ocurría tocarla.
Me dijo que me alejara, pero ¿cómo podía hacerlo cuando
ella me miraba como un cervatillo asustado a través de sus
enormes gafas?
Realmente no podía y aunque me resistí a esto evitando
buscarla o ir a cualquier lugar en dónde ella podría
aparecer, era imposible que me fuera de mi propia casa
para evadirla. Había esperado a que se fuera cuando entré,
pero sabía que realmente no lo haría, ella me seguiría, lo
sabía y aun así dejé la puerta abierta permitiéndole que lo
hiciera.
Y ahora que la tenía frente a mí, luciendo tan indefensa,
a la vez que salvaje con el cabello lleno de hojas y corteza
de árbol, no pude retroceder.
Había requerido de toda mi fuerza de voluntad alejarme
cuando ella se colocó encima de mí después de casi ser
asfixiada por Theo. La envidia había burbujeado a través de
mí, por yo querer ser quien la asfixiara, quería ser quien la
llevara hasta sus límites y traerla de regreso, pero no con
mis manos, no, quería asfixiarla de muchas otras formas
diferentes.
Y ahora la tenía delante de mí, viéndose exactamente
como había imaginado que se vería cuando la volviera a ver
sin los efectos de las drogas que había estado en su
sistema.
Ella decía la verdad, el Beta-13 había viajado por su
sistema mientras estuvo aquí y lo supe porque investigué
todo lo que pude acerca de ello.
—Yo… —ella ni siquiera sabía que decir, solo balbuceaba
mientras me inclinaba sobre ella utilizando mis centímetros
de altura extra para intimidarla y aparentemente lo estaba
logrando satisfactoriamente.
Ella era valiente, muy capaz, ya que ni siquiera yo me
engancharía en ese árbol solo para espiar y si lo que decía
era cierto, ella había estado evadiéndonos durante meses
aun cuando nos observaba todo el tiempo. Había logrado
pasar desapercibida para nosotros dejándome saber lo
inteligente y brillante que es.
Pero no era inmune a mí y a la forma en la que estaba
usando sus debilidades para doblegarla. El que estuviera
respondiendo de esa forma provocaba que mi polla se
pusiera dura en cuestión de segundos.
Mi mano se elevó hacia su rostro, cubriendo su nariz y su
boca. Sus ojos se abrieron como platos cuando trató de
forcejear conmigo, pero con mi otra mano la sostuve de la
nuca, permitiendo que sus pequeñas manos intentaran
alejarme y que sus bonitas uñas aun pintadas de rosa
rasguñaran mi piel, inútilmente, ya que solo me ponía la
polla más dura con su pequeña lucha.
Cuando comenzó a necesitar mucho más el aire se
removió con mucha más fuerza y sonreí mientras sus ojos
se llenaban de lágrimas, hasta que simplemente dejó de
luchar, sus manos solo se aferraron a mis brazos y su
cuerpo se derritió contra el mío mientras dejaba que la
asfixiara hasta que quisiera, eso fue lo que me hizo perderlo
todo. La forma en la que se había rendido a mí para que
hiciera lo que quisiera con ella, me empujó a ver todo bajo
una nube de lujuria ennegrecida que me calentó la piel.
—Oh, terroncito de azúcar, pero qué encantadora eres.
Lentamente retiré mis manos de su rostro y ella aspiró
aire aparatosamente mientras sus manos se aferraban con
más fuerza a mí. Podía sentir su cuerpo caliente contra el
mío y extrañamente toda la ropa que nos cubría me parecía
molesta.
A mí nunca me importaba si una mujer estaba vestida o
si yo lo estaba, solo nos usábamos mutuamente y una vez
que me corría, cada uno podía seguir su propio camino, pero
en estos momentos quería a esta pequeña cosa desnuda y
con sus manos sobre mi piel.
Y no me resistiría, ya lo había intentado y aquí habíamos
terminado, en la misma situación después de todo.
—Voy a joderte terroncito, y estoy seguro de que te
arrepentirás de haber cruzado esa puerta por segunda vez.
Sus ojos me miraron atentos, pero no dijo nada y estaba
bien para mí, después de todo ella había dicho todo lo que
tenía que decir y más que eso.
Con una sonrisa ladeada tomé su sudadera y la saqué de
su cuerpo, notando las marcas púrpuras alrededor de su
cuello que sabía fueron provocadas por Theo.
Ella había rogado por terminar como una auténtica
escena de un crimen, pero lo que no sabía era que, si Theo
la tomaba, terminaría mucho peor que eso.
Cuando la sudadera salió de su cuerpo noté que sus
mejillas estaban rojas, ella bajó la mirada al suelo en cuanto
comencé a recorrer su piel lechosa y suave con clara
hambre en cada uno de mis rasgos.
Ella solo llevaba un sostén de encaje negro por el que se
transparentaban sus pezones. Era deliciosamente
provocador, e impulsó a mi polla a que se pusiera mucho
más dura si es que eso era posible.
Dejando caer la sudadera al piso la tomé por la
mandíbula e hice que me mirara directo a los ojos.
—No despegues esos bonitos ojos de mí ni un segundo —
le ordené y asintió, claramente entendiendo que era una
orden y no una petición —ahora te vas a quitar tus zapatos
y tu pantalón y vas a quedarte en ropa interior frente a mí
¿de acuerdo? —ella asintió suavemente y sin tener que
agacharse sacó sus zapatos de sus pies con un puntapié,
luego se sacó sus pantalones y se dobló frente a mí lo mejor
que pudo para sacar toda su ropa.
Mis ojos vagaron por su cuerpo y casi gimo de solo verla.
Mi terroncito era hermosa, su piel era deliciosa, su cuerpo
fascinante y su cabello salvaje con sus ojos enmarcados por
esas enormes lentes que la volvían una fantasía andante.
—¿Vas a arrodillarte para mí? —le cuestioné suavemente.
Ella asintió y sonreí al notar como ella aún creía que todo
estaba tomando este rumbo solo porque ella lo quería, sin
notar lamentablemente la forma tan sutil en la que la
estaba manipulando. El que preguntara no quería decir que
realmente tuviera una opción, no después de atravesar esa
puerta.
Tomando su barbilla la hice moverse hasta que estuvo
frente al fuego de la chimenea y la vi caer de rodillas frente
a mí sin siquiera dudarlo.
Mis dedos acariciaron su rostro, para terminar guiando mi
mano hasta su cabello y sacar una pequeña corteza de
árbol. La apreté en mi puño y ella parpadeó lentamente
antes de elevar sus manos e introducirlas por debajo de mi
sudadera tocando mi piel y erizando todo mi cuerpo.
—¿Puedes… puedes desnudarte? —cuestionó con voz
suave y baja, haciéndome sonreír antes de sacar la
sudadera de mi cuerpo y arrojarla detrás de ella.
Sus manos se elevaron hasta la pretina de mis
pantalones elásticos y los hizo descender por mi cuerpo
hasta que se amontonaron en mis tobillos, los saqué en un
movimiento rápido.
Sus ojos estaban puestos en mi longitud que se notaba
claramente a través del bóxer que aún conservaba.
Mi mano se movió hasta su nuca y llevé su rostro a mi
miembro para que su bonita boca se encontrara con el por
encima de la tela. Gimió cuando apreté mi agarre en su
cabello y algo oscuro y perverso se instaló en mi mente
mientras la veía mirarme con sus enormes y bonitos ojos.
—Termina de desnudarme, terroncito.
Sus manos temblorosas tomaron el elástico de mi bóxer y
lo hizo descender por mi cuerpo hasta que se amontonaron
en mis tobillos, luego salí de ellos tal y como lo había hecho
con mis pantalones. Cuando su mirada se encontró con mi
polla al descubierto, sus ojos se abrieron con sorpresa y una
sonrisa arrogante apareció en mis labios.
Sabía que era grande, estaba muy consciente de todas
mis cualidades.
—Ahora, abre esa boquita y tómame con ella, terroncito.
Sus labios se entreabrieron y se acercaron a la punta sin
siquiera tocarme, sonreí al ver que daba una simple lamida
a la cabeza, pero que envió escalofríos por todo mi cuerpo.
Ella parecía realmente inexperta.
—¿Has dado una mamada antes? —ella negó y eso de
alguna forma me llenó de satisfacción.
La dejaría tan marcada que nada volvería a ser igual
después de tenerme en su boquita pecadora.
—Chupa, Carrie —mi orden salió suave, ella tomó la
cabeza de mi miembro entre sus labios y chupó, tragando
mi líquido preseminal antes de llevar un poco más de mí a
su boca.
Una sonrisa bailó en mi rostro al notar lo insegura que
estaba mientras chupaba suavemente y movía su cabeza
para tomar más de mí. Una de sus manos se elevó hacia la
longitud libre de mi polla y la envolvió con suavidad, con
esas uñas aún perfectamente pintadas de rosa. Gemí alto
sin poder contenerme ante la visión tan pecadora que
estaba teniendo ante mí.
Me importaba una mierda que fuera diez años menor que
yo, me follaría la boca de este terroncito de azúcar hasta
que rogara que me detuviera.
Capítulo 10
Neil
Carrie me tomaba en su bonita boca todo lo que podía,
su mano compensaba el hecho de que no le entraba ni la
mitad y me estaba costando cada vez más resistirme a la
oscuridad que gobernaba en mi mente, exigiendo que la
degradara total y absolutamente.
Quería hacerlo, quería empujarla hasta el límite y luego
traerla de vuelta con un orgasmo que aturdiera todos sus
sentidos. Quería que cruzara hacia el lado oscuro conmigo,
quería darle algo que nadie más podría darle y hacer que
viniera a mí por mucho más.
Con un movimiento brusco la separé de mi miembro y
sus ojos me miraron directamente buscando una respuesta.
Mis manos sostuvieron su rostro y la obligué a doblegarse,
no necesitaba respuestas, solo órdenes.
—Abre la boca, terroncito —se lo pensó unos segundos
antes de entreabrir sus labios, pero presioné sus mejillas e
hice que abriera la boca para mí.
Sus ojos estaban confundidos mientras me veía
inclinarme y luego escupí fuerte en su boca provocando que
se sobresaltara, intentó cerrar sus bonitos labios, pero la
presión de mi mano en sus mejillas se intensificó y luego me
levanté en todos mis centímetros mientras sostenía su
rostro con una sola mano, agarrando mi polla en la otra para
empujarla hacia sus labios.
Le follé la boca sin ningún tipo de consideración.
Mis caderas se movieron en un vaivén frenético mientras
le escuchaba hacer esos bonitos sonidos ahogados cada vez
que empujaba más profundo. Sus manos se sostuvieron de
mis caderas y sus uñas se clavaron en mi piel mientras
empujaba cada vez más profundo sintiendo como llegaba a
la pared de su garganta, llamando a la puerta a sus reflejos
nauseosos.
Cuando casi toda mi polla entraba a través de toda su
cavidad bucal, empujé hasta el fondo sintiendo su nariz
rozar la piel de mi pelvis, quedándome allí, cruelmente
enterrado, evitando que pasara aire o que siquiera tragara.
Sus ojos llorosos y llenos de lágrimas me miraron
desesperados, mientras sus uñas rasguñaron la piel de mis
caderas intentando alejarse, empujando a que la baba se
escurriera por las comisuras de sus labios.
Podía sentir mis bolas pesadas y llenas mientras me
satisfacía con la mirada de angustia que tenía clavada en
mí. Y cuando sus rasguños se volvieron débiles
confirmándome que estaba a punto de llevarla a la
inconsciencia, saqué mi miembro permitiéndole respirar.
Tosió débilmente mientras yo sonreía sosteniendo aún su
nuca y aferrándome a su cabello.
—Tragaste mi polla muy bien, terroncito, ahora de nuevo.
Antes de que pudiera protestar empujé de nuevo hacia
su boca llenándola con ella y follándola tan salvajemente
como antes.
—Tu boca se siente tan bien, Carrie —un gemido suave
se atoró en su garganta y me di cuenta de lo mucho que le
gustaba el que elogiara sus actos —vamos terroncito,
toma mi polla como una buena niña.
Y empujé nuevamente hasta lo más profundo sintiendo
que en cualquier momento me correría en toda su boca.
—Me voy a correr —dije con la voz ronca y forzada —y
vas a tomar todo mi semen, terroncito ¿de acuerdo?
Ella trató de asentir, pero la tenía tan jodida que solo
pudo concentrarse en no desmayarse ante la falta de
suministro de aire.
Y luego salí un par de veces con movimientos bruscos
antes de correrme en toda su boca, la inserté clavándome
profundo, obligándola a tragárselo todo.
Sentí como gorgoteaba mientras tragaba y mientras iba
sacando mi miembro lo chupó hasta que no quedó nada.
Golpeé suavemente su mejilla con mi palma notando lo
llena de saliva y lágrimas que estaba, esa imagen me
pareció la más erótica y hermosa de todas.
—¿Quieres que te alivie, terroncito? —ella asintió un par
de veces y se aferró con más fuerza a mis caderas
haciéndome sentir el escozor a causa de sus rasguños —
entonces vamos a aliviarte.
Con un rápido movimiento solté su cabello y me arrodillé
frente a ella para darle la vuelta, empujarla por su espalda y
hacer que quedara en cuatro frente a mí.
Sus bonitas bragas se perdieron entre las mejillas de su
culo y lo acaricié suavemente antes de hacerlas descender
y abrir su trasero, exponiéndola a mi escrutinio.
Su coño era hermoso. Podía ver su humedad goteando y
sonreí al saber que le había gustado que la ahogara hasta
casi desmayarse.
Mi dedo pulgar descendió hacia su manojo de nervios y lo
rodeé suavemente utilizando su propia humedad para
deslizarme con más facilidad.
La escuché gemir suavemente y mi polla saltó una vez
más como si no me hubiese vaciado apenas unos pocos
minutos antes.
—Tu coño es tan bonito, terroncito.
Mi otra mano libre se aferró a su cintura, la sentí mirarme
por encima de su hombro, pero yo estaba concentrado en
recorrer sus pliegues y tentarla antes de introducir uno de
mis dedos en su entrada provocando que todo su cuerpo se
estremeciera.
Estaba húmeda y caliente, tan malditamente apretada
que literalmente tuve que forzar mi dedo dentro de ella.
La sentí gemir cuando lo moví lentamente, dilatándola,
ampliándola lo suficiente para meter otro de mis dedos en
su interior. Mis movimientos fueron lentos en un principio
hasta que la escuché gemir necesitada y comencé a
bombear con más rapidez ganándome gemidos
desesperados desde su garganta.
Mi polla volvió a palpitar, deseosa de enterrarse en su
calor húmedo y joderla por detrás como si la vida
dependiera de ello.
Y como ya estaba hasta el cuello en esto, saqué mis
dedos y me alineé en su entrada, provocando que se
tensara por completo.
Una sonrisa apareció en mis labios.
—Si cariño, va a dolerte y disfrutarás cada segundo de
ello.
Capítulo 11
Carrie
Nunca me habían degradado de tal forma y nunca creí
que llegaría a gustarme tanto.
Mi garganta dolía y la sentía áspera por la forma tan
brusca en la que Neil me había usado.
Él me había escupido, había cortado mi suministro de
aire hasta que mi vista se empañó y por un momento creí
que me desmayaría, pero siempre me devolvía el aliento a
tiempo.
Y ahora estaba a cuatro patas frente a él, con su polla en
mi entrada tensando todo mi cuerpo ante la expectación.
Él no era suave, lo había comprobado y sabía que
literalmente me taladraría sin importarle mis gritos.
Sus manos sostuvieron mi cintura mientras se empujaba
un poco en mi interior. Sus dedos recorrieron la piel
erizándola y cuando me relajé ante el torbellino en el que
me estaba convirtiendo, él simplemente se clavó en mi
interior profundamente, sacándome un grito desgarrador
que ni siquiera reconocí como mío.
Su enorme polla me expandió a magnitudes dolorosas y
las lágrimas que se habían detenido hasta ese momento
volvieron a aparecer acumulándose en el cristal de mis
lentes por culpa de la posición en la que me encontraba.
Mi mano se elevó del suelo y la llevé al pecho de Neil
para empujarlo un poco intentando que me diera algo de
espacio en mi interior, pero él solo tomó mi muñeca entre
sus dedos y empujó mi pecho al piso para que mi culo
estuviera en pompa, luego salió de mi para volver a
embestirme de una forma tan cruda que me dejó sin aliento.
Ni siquiera el grito atascado en mi garganta logró salir y mis
labios se quedaron entreabiertos hasta que él volvió a salir.
Me embistió una y otra vez follándome como un animal, tal
cual lo había hecho con mi boca.
Y aun con su trato brusco mi coño húmedo lo recibió
encantado, agradeciendo la dolorosa, pero a la vez
satisfactoria invasión. Pronto los gemidos bañaron la
habitación mientras la luz del fuego danzaba alrededor de
nuestros cuerpos.
Mis ojos aún estaban llenos de lágrimas, pero los
gemidos eran cada vez más inconfundibles y con cada
embestida mis pezones duros como piedra se frotaban
contra la alfombra creando una fricción deliciosamente
enloquecedora.
—Joder, tu coño es tan apretado, terroncito —gemí más
fuerte al escuchar otra vez ese apodo tan dulce —recibe mi
polla como una buena chica.
Y no tenía idea de por qué, pero cada vez que me
elogiaba o decía esas palabras todo mi interior se calentaba
acomodándose a todas sus necesidades y volviéndolas
parte de las mías hasta satisfacerme a mí en el proceso.
Mi coño se apretó alrededor de su polla y supe que me
correría aparatosamente.
—Theo dice que eres una niña —se rió roncamente —
pero eres una niña muy sucia —admitió sosteniendo mi
muñeca con más firmeza y usándola de palanca para hacer
que mi cuerpo se encontrara con sus embestidas. Podía
sentir sus testículos chocando con mi piel cada vez que se
clavaba tan profundamente en mí, taladrándome como un
animal.
Mis ojos se entrecerraron y mi única mano libre se aferró
a las hebras de la alfombra partiéndome las uñas en el
proceso.
Era demasiado potente, demasiado brusco y sus palabras
sucias me estaban llevando al borde.
—Vamos, terroncito, córrete por toda mi polla.
Y como si fuera una orden me corrí escandalosamente
soltando un grito ensordecedor.
Mis paredes se apretaron mientras temblaba debajo de
él, quien continuaba follándome hasta que de repente salió
de mí para correrse por todo mi trasero, esparciendo su
semen caliente mientras yo me apretaba alrededor de nada,
en medio del orgasmo que seguía sosteniéndome en sus
garras.
Neil sostuvo mis caderas y me hizo caer por completo al
suelo mientras mis piernas se cerraban con fuerza.
Estaba temblando, putamente temblando y mis piernas
estaban de igual forma mientras mis ojos estaban
entrecerrados.
Había sido el orgasmo más intenso de mi vida, aun
cuando él me había usado como una puta. Jesucristo, aun
temblando ansiaba que me usara de nuevo.
—Estuviste increíble, terroncito de azúcar.
Neil se colocó junto a mí y torció mi cuerpo para que mi
espalda se pegara a su pecho mientras él me sostenía. Una
de sus manos descendió hasta mi coño y lo acarició con
suavidad mientras yo me estremecía, su toque me
reconfortaba y suspiré aliviada cuando los temblores se
detuvieron. Aún así mi coño seguía palpitando.
Neil repartió varios besos en mi cabello, relajándome,
sintiendo como su mano se elevaba por mi piel
acariciándome con cuidado y permitiendo que yo
recuperara la compostura entre sus brazos.
Eso había sido increíble, y el que él me siguiera
sosteniendo lo volvía una de las mejores situaciones que
haya experimentado en toda mi vida.
Una vez me calmé Nial me apretó contra él e
inevitablemente me quedé dormida ante lo devastado que
había dejado mi cuerpo.
***
Había despertado algo sobresaltada al no recordar en
dónde me había dormido, pero al ver las llamas danzando
en la chimenea recordé que no estaba en casa, sino con Neil
desnuda o casi desnuda, ya que aún conservaba mi sostén.
Me removí un poco al sentir sus brazos alrededor de mi
cuerpo y conseguí zafarme de su agarre por unos segundos
antes de que volviera a sostenerme.
—Déjame ir —pedí suavemente.
—¿Por qué? —cuestionó con voz ronca y todo mi cuerpo
se erizó al escucharla.
—Porque… porque mamá llega a casa temprano hoy y mi
auto está estacionado en frente, sabrá que estoy en el
bosque y no le gusta que husmeé por aquí sola y a oscuras.
Además, tengo que hacer la cena.
Neil se deshizo del agarre en mi cuerpo, lo que
aproveché para incorporarme sintiendo el ardor en mi
entrepierna. Demonios, había sido follada duramente y
estaba segura de que lo recordaría por días.
Al darme la vuelta vi a Neil tirado en la alfombra
totalmente desnudo y luciendo claramente relajado. Sus
ojos brillaban como si captara la luz de las llamas a sus
espaldas y las reflejara en sus ojos haciéndolos ver como
dos diamantes. Su sonrisa era perezosa y se veía tan
malditamente hermoso con el cabello despeinado que solo
pude quedarme estática frente a él mientras lo absorbía.
—¿No tienes que irte? —cuestionó juguetonamente
empujando una sonrisa que tiró de mis labios antes de
darme la vuelta para vestirme con mis jeans y mi sudadera.
No había visto mis bragas al igual que la otra vez y como
estaba algo apurada me deslicé en los pantalones sin
importarme que el semen seco de Neil siguiera aún en mi
piel.
Una vez vestida lo vi acercarse a mí con sus pantalones
ya puestos, pero aún sin sudadera.
—¿Te acompaño? —cuestionó tomando mi mandíbula
para hacer que lo mirara.
Negué lentamente y fue inevitable sentir una punzada en
mi pecho al recordar que me había follado, sin embargo, ni
siquiera me había besado.
Aclarando mi garganta me dejé caer frente a él y me
coloqué mis Converse rápidamente para luego elevarme y
quedar frente a él una vez más.
—Adiós, Neil —susurré mientras caminaba hacia la puerta
de la cocina pasando junto a él, pero su mano sostuvo mi
muñeca y me llevó hacia su pecho en dónde sostuvo mi
nuca, para luego guiar sus labios a los míos y juntarlos en
un suave beso.
Bajé la guardia cuando nuestros labios se entrelazaron y
el contraste fue tan enorme, pues él follaba como un
animal, pero besaba tan cálidamente que me derritió por
dentro y de alguna forma fue un bálsamo para mi alma
después de lo crudo que había sido conmigo.
—Cuídate por ahí, terroncito de azúcar.
Tras una última sonrisa me di la vuelta y salí de la casa
hacia el bosque sintiendo en todo mi cuerpo la incidencia de
su invasión.
Y aunque me ardía en toda mi zona íntima, así como mi
garganta se encontraba seca y desgastada, sonreí, porque
me había sentido tan viva durante esos momentos, aun
cuando el aire se me escapaba de las manos y la
inconsciencia me llamaba, había conseguido sentirme
indudablemente viva.
Capítulo 12
Carrie
—No puedo creer que hayas hecho eso —dijo mi hermana
con el ceño fruncido mientras golpeaba la mesa de mi
escritorio con furia.
—Lo siento —dije sin sentirlo realmente.
—¿Lo sientes? He tenido que maquillarme como loca
porque me hiciste llorar como estúpida toda la noche ¿Cómo
escribes ese tipo de final y no me lo dices? —la sonrisa que
apareció en mis labios la hizo gruñir furiosa.
—No tiene chiste si te digo cuál será el final desde antes
de empezar a leer.
—¿Sabes qué? No pienso lidiar contigo, iré a leer un libro
que sepa que sí terminará bien —toda indignada se levantó
de mi escritorio y salió de mi habitación dando un portazo.
Realmente no era la gran cosa, había escrito un libro para
una de mis clases y le había dado un final abierto, pero mi
hermana parecía no agradecer ese tipo de finales. No
terminaba ni bien ni mal, pero bueno, si le dejé una emoción
tan fuerte significa que algo hice bien.
Dejándome caer en mi cama miré al techo y fruncí el
ceño al ver aquello por primera vez. Ciertamente miraba
mucho el techo de mi habitación, pero las últimas noches
había dormido con Cassie en la suya y no me había fijado en
aquellas letras escritas en el techo.
Subiéndome a la cama me puse de puntillas y leí las
palabras en caligrafía perfecta escritas a lápiz.
El infierno en la tierra.
Una sonrisa bailó en mis labios y solté una risita mientras
me dejaba caer en la cama con una sonrisa.
Habían pasado cinco días desde que estuve cerca de los
hermanos. No había vuelto a aparecer por temor a sucumbir
a mis impulsos como lo había hecho aquella tarde y a pesar
de que no me arrepentía de nada, no quería dar pasos tan
gigantes, aunque follar con uno de ellos ciertamente lo era.
El problema es que había sido muy intenso, demasiado
intenso, el primer día todo lo que quería hacer era ir a
husmear alrededor de la casa para ver que estaban
haciendo, quería absorber todo de sus rutinas y sabía que
sería un problema si continuaba alimentando esta obsesión
insana que parecía aumentar cada vez que ellos me
tocaban.
Mi mente me rogaba, me pedía que fuera a algún lugar
en el que pudiera verlos, sin embargo, me había resistido,
porque si caía del todo en el agujero negro no habría un
punto de retorno para mí. Estaría completamente perdida.
—¡Carrie! —gritó mi hermana desde su habitación
sacándome de mi ensoñación.
Con un suspiro me levanté de la cama y caminé hacia su
habitación para verla tecleando algo en su teléfono.
—¿Sí? —cuestioné suavemente.
—Mamá dice que vayas al pueblo para que pases a
buscar el pastel de oreo, se encontrará en el parque dentro
de un rato.
Un suspiro lamentoso escapó de mis labios y asentí
sabiendo que tendría que caminar, aunque eso no era un
problema para mí, podría atravesar el bosque y llegar
mucho más rápido al centro del pueblo, además, quería
comprar un par de dulces para ponerlos en mi mesita de
noche, desde que uno de los hermanos empezó a acosarme
han estado desapareciendo rápidamente y me he
cuestionado qué otras cosas hacía cuando se metía en mi
habitación.
Claro que, no era muy sensato permanecer tan tranquila
tras saber que alguien se colaba en tu casa y husmeaba en
tus cosas, pero yo sabía quién lo hacía y era como una
especie de reciprocidad la que estaba recibiendo después
de haber hecho todo lo que hice durante este tiempo.
Volví a mi habitación y me coloqué las Converse para
luego colocarme una sudadera azul marino sobre la polera
negra, luego metí todo mi cabello desordenado en la
capucha y tomé mi teléfono junto con mis auriculares.
Este sería un paseo recreativo y por lo general me
gustaba pasar por el pequeño puente que permitía cruzar el
arroyo mientras escuchaba música tranquila que me
ayudaba a sentir todo de una forma completamente
diferente, al fin y al cabo ya estaba acostumbrada al ruido
blanco que realizaba el bosque.
—Dame dinero —le pedí a Cassie y ella señaló su mesita
de noche.
—No te lo lleves todo, quiero comprar unos marcadores
mañana.
—Está bien, traeré dulces ¿Cuáles quieres? —ella sonrió.
—Paletas de caramelo.
Claro, como olvidarlo si era todo lo que ella se tragaba
por esa bonita boca.
—Te veo al rato —le indiqué.
Ella no respondió, por lo que me coloqué mis auriculares
y Born to Die de Lana del Rey comenzó a reproducirse
mientras salía por la puerta trasera, avanzando los pocos
metros que me separaban del bosque.
Era posible que mamá quisiera hablar algo conmigo en
privado, ya que rara vez me pedía regresar con ella, por lo
general pagaba nuestras cosas y me indicaba en un
mensaje donde buscarlo.
Traté de no darle muchas vueltas al asunto y me adentré
en el bosque mientras tarareaba la canción. Pero había algo
extraño en el ambiente, podía sentir mi piel erizada y los
vellos de mi nuca estaban de punta dejándome saber que
alguien me estaba observando.
Una sonrisa apareció en mis labios y tuve que morderlos
para ocultarla. Probablemente sabía quién me estaba
siguiendo y aparentemente quería que me diera cuenta,
pero aun así continué caminando desinteresadamente
mientras atravesaba el bosque.
Al llegar al arroyo me quité los auriculares justo en medio
del puente y los adentré en el bolsillo de la sudadera
fingiendo que apreciaba los sonidos que hacía el agua al
chocar con las piedras, luego seguí avanzando y cuando
estuve fuera de la vista escalé un árbol lo más rápido que
pude para salir del radar de quien me seguía, ya que estaba
segura de que esperaría unos segundos, pues el puente era
el único paso hacia este lado.
Una sonrisa bailó en mis labios al escuchar los pasos un
minuto después y al ver el cabello castaño revuelto fue
inevitable que la sonrisa se ampliara aún más.
Greg era mi acosador.
Esperé a que avanzara varios metros más antes de
bajarme del árbol silenciosamente y con movimientos
fluidos lo comencé a seguir.
Mi cuerpo vibraba emocionado mientras lo veía
desaparecer y aparecer a través de los árboles recorriendo
rápidamente los metros que según él tuve que haber
adelantado, mientras esperaba que saliera de su campo de
visión.
Hasta que se detuvo y miró al suelo frunciendo el ceño.
Yo me escondí detrás de un árbol y continué observando
mientras él miraba a todos lados, luego una sonrisa
apareció en sus labios y lo vi soltar una risita. Nuevamente
comenzó a caminar, pero pronto desapareció de mi vista.
Avancé un poco más tratando de encontrarlo, pero frené
mis pasos sabiendo que él me había descubierto como yo lo
descubrí a él.
Un grito escapó de mi cuando una mano me tomó de la
cintura para llevarme contra un pecho duro.
—Cosita, eres muy escurridiza.
Mi pecho palpitó acelerado al escucharlo llamarme de
esa forma. Extrañamente me gustaba que me lo dijera,
aunque sonaba como si fuera una cosa en diminutivo.
Las cosas se podían poseer.
—Hola, Greg —saludé antes de pasar el nudo en mi
garganta tragando con fuerza.
—Me descubriste —soltó suavemente en mi oído y yo me
estremecí en el acto.
—Solo porque tú querías que lo hiciera.
Su risa suave fue un bálsamo para mi corazón y no pude
evitar sonreír.
—Sí, solo que no esperaba que te escondieras y me
siguieras de vuelta.
Él me sostuvo con más fuerza de la cintura y sus manos
se metieron debajo de la sudadera para estar más cerca de
mi piel, cosa que me hizo estremecer.
—¿Neil te maltrató mucho? —cuestionó con un susurro
mientras deslizaba la capucha con su barbilla para que mi
cabello quedara expuesto al aire.
—No demasiado —mentí.
Pero aparentemente ambos sabíamos que mentía, sin
embargo, no lo sacó a colación.
—Extrañé tenerte cerca, cosita escurridiza.
—¿Por qué me persigues? —cuestioné en un susurro.
—Porque no puedo evitarlo.
Mi cuerpo recibió un escalofrío cuando su nariz se
encontró con mi cuello y aspiró lentamente provocando que
me estremeciera.
—Me encanta tu olor, cosita, es tan dulce y envolvente.
—A mí me encanta el tuyo —admití —lo dejas por todos
lados cuando te cuelas en mi habitación.
—Quiero tenerlo en mi cama, para poder olerte cada vez
que despierte en la mañana, quiero que tu olor se traspase
a mi piel, a mi ropa, para que cada vez que salga poder
tenerte alrededor de mí ¿entiendes lo que eso significa? —
asentí mientras sus labios jugueteaban con la piel de mi
cuello, la cual ya se encontraba en su color natural gracias
a las cremas que me había puesto.
—Que estás obsesionado conmigo —susurré llevando mis
manos hacia las suyas para sostenerlas contra mi piel.
—Lo estoy, Carrie, de una manera muy enferma —
admitió —apenas he ido a casa durante los últimos días,
todo lo que he hecho es pulular alrededor de ti, observarte,
perseguirte y esperar a que salgas hacia la academia para
colarme en tu habitación y oler tu ropa. Me has jodido, has
roto años de rehabilitación en una sola tarde.
Lentamente pasé saliva y aunque el miedo debió
acumularse en mi interior solo pude emocionarme, después
de todo yo lo había marcado tal y como él lo había hecho
conmigo. Porque, aunque ni siquiera lo veía, no podía dejar
de pensar en él ni un solo minuto del día.
—No veo a nadie más que no seas tú y todo lo que quiero
hacer es tenerte conmigo, pero sé que eso no será posible
en el futuro próximo.
—¿No? —cuestioné con voz suave mientras sus manos
tocaban la piel de mi estómago y recorría todo lo que
estuviera a su alcance con sus dedos ásperos.
—No —sus labios se encontraron con mi oreja y mordió
suavemente el lóbulo provocando que me estremeciera —
porque no dejarás tu casa y si te tomo tendrás que irte, o
sino me dejarás envuelto en una espiral de angustia
obsesiva hasta que regreses y soy muy peligroso en ese
estado, cosita.
—¿Qué quieres decir? —él rio como si la respuesta fuera
demasiado obvia.
—Podría volverme hostil, no contigo, nunca contigo,
cosita, pero si con las personas de mi entorno, bueno, de tu
entorno. Sentiría como una amenaza a cualquier hombre
que se acerque a ti, porque nuestros lazos serían tan débiles
que sentiría que podrían romperse con cualquier mirada
acalorada que alguien pudiera darte.
Los nervios afloraron en mí cuando dijo aquellas
palabras. Y no nervios por lo que él pudiera hacer o
hacerme, independientemente. Sino porque sus palabras
me habían recordado un hecho que revolvió mi estómago y
me hizo querer vomitar.
Suspiré profundamente y sacudí mi cabeza alejando esos
pensamientos para concentrarme en Greg. Él era mío
ahora, no importaba que hubiese tardado tanto tiempo, su
obsesión por mí era una prueba inminente de que no me
dejarían de lado, él no podría ni aunque quisiera.
—¿Es por eso por lo que no me vas a poseer, verdad?
—Exactamente por eso, cosita, no lo haré hasta que
no seas mía total y absolutamente.
Y luego de sus palabras besó mi mejilla desde atrás y se
alejó de mí llevándose su olor y su calor con él.
Capítulo 13
Theo
Les había dicho a mis hermanos que se alejaran de ella,
que no era buena idea estar cerca de aquella niña que
aparentemente estaba obsesionada con nosotros. Nada
bueno podría salir de eso.
Pero mis hermanos no son hombres muy fuertes de
voluntad, Greg en cuanto se enteró de que ella estaba
obsesionada con él se lanzó sin dudarlo ni un puto segundo,
volviendo a recaer en los antiguos hábitos que nos había
llevado a mudarnos hasta este lugar, en medio del bosque
para evitar que encontrara una nueva obsesión.
Neil, que siempre había sido desinteresado con las
mujeres parecía querer mantener a la pequeña niña de ojos
negros.
Y aunque yo también me había dicho que no debía
mirarla dos veces, me vi caminando hacia la cafetería en la
que sabía que nos espiaba muy a menudo. Y lo hice
repetidas veces sabiendo que aparecería en cualquier
momento.
No era sano todo aquello, mucho menos moral. Ella tenía
dieciocho años y yo tenía treinta y tres años bien cumplidos.
Ella tenía muchas cosas que experimentar antes de meterse
con alguien con casi el doble de edad que ella.
Pero a mi polla no parecía importarle una mierda la edad,
porque se sacudía cada vez que pensaba en ella o la tenía
cerca. Justo como ahora, ella estaba caminando junto a su
madre luciendo algo incómoda mientras ella parloteaba
acerca de algo que la niña no quería escuchar.
Su cabello estaba despeinado, solo llevaba una sudadera,
unos jeans y unos zapatos llenos de lodo que me dejaron
saber que ella había estado deambulando una vez más por
el bosque. Aparentemente no era el único que se había
dado cuenta, pues cuando Carrie entró en la pastelería con
su madre la escuché hablar.
—Te he dicho hasta el cansancio que no te metas así por
el bosque, Carrie ¿puedes por favor ayudar a tu vieja madre
a que no le dé un infarto?
Carrie rodó los ojos y su mirada se mantuvo en el piso
mientras empujaba la puerta de la pastelería. Yo permanecí
sentado en las sillas de afuera esperando que me trajeran
mi orden, después de todo la gente era muy servicial en
este pueblo.
Pero lo que la mamá de Carrie decía era una blasfemia, la
mujer no aparentaba más de treinta años, probablemente
tendría unos cuantos años más, pero se sabía que ella había
tenido a las mellizas a una edad muy temprana.
Poco tiempo después ambas volvieron a salir mientras
Carrie llevaba una caja en sus manos.
—No volveré a comprar pastel de oreo si sigues
desobedeciendo —esto sí captó la atención de la niña, pues
levantó su mirada hacia su madre, pero en el acto también
me vio a mí.
—No puedes hacer eso —dijo con sus mejillas tornándose
rojas, tal y como se habían visto después de que Greg la
lamiera hasta correrse.
—Si puedo, te cortaré el suministro, está decidido.
—Ni siquiera te pido nada nunca, solo un mísero pastel ¿y
también me lo vas a quitar?
—Y yo tampoco te pido mucho —contestó su madre
pasando junto a mí.
—¿Qué no? Que cuide a Cassie, que cocine, que limpie la
casa porque ella se partirá las uñas si lo hace, que saque
buenas notas, que te ayude a escribir tus pie de imagen ¿es
enserio mamá? —la mujer suspiró y dijo algo que no pude
escuchar, pues ya se habían alejado lo suficiente.
Sabía que era una estupidez lo que estaba a punto de
hacer, una muy grande, pero de igual forma me puse de pie
y me adentré en la pastelería nuevamente para ordenar
también un pastel de oreo. Uno que ciertamente no comería
y uno que era demasiado obvio que no era para mis
hermanos.
***
—Me va a explotar la cabeza —escuché decir a Greg
mientras entraba.
—Si, me da igual que necesites aire fresco, no vas a salir.
Al cerrar la puerta y voltear, mi ceño se frunció ante la
imagen. Greg estaba atado a una silla con Neil frente a él.
—¿Qué sucede aquí? —cuestioné caminando hacia la
cocina para dejar las cajas que tenía encima.
—Tu querido hermano ha estado sin dormir por más de
cuarenta y ocho horas, ya sabemos cómo se pone cuando
no duerme, no quiero que vaya a cometer una locura.
—¿Por qué tienes tanto tiempo sin dormir? —le cuestioné
volviendo a la sala en dónde estaba amarrado cerca del
fuego.
Él guardó silencio no queriendo decir lo que estaba
haciendo, pero ya tenía una idea de lo que podía ser.
—Estaba persiguiendo y acosando a Carrie —determinó
Neil mientras se estiraba como un gato frente a Greg.
—¿Qué te dije? —Greg rodó los ojos.
—Me importa una mierda lo que dijiste, ella es mía y
lamentablemente ya no hay vuelta atrás.
—¿Sabes los problemas que nos puede traer esto? El que
ella te acose de vuelta no significa que todo vaya a ser más
fácil, tiene una madre que no estará contenta de que su hija
se haya follado a dos hombres que casi le doblan la edad,
tampoco creo que ella esté dispuesta a dejar a su melliza
para venir a vivir contigo de la noche a la mañana.
—No me la he follado —dijo como un niño enfurruñado,
no parecía un maldito hombre de treinta años.
—¿No?
—Solo la probé, eso no es follar —dijo a la defensiva y
estaba seguro de que si no hubiese estado atado estaría
cruzándose de brazos.
—Necesito que te controles, Greg, sé que ya es tarde
para pedirte que intentes alejarte, pero al menos resiste los
impulsos, mientras más la veas, más obsesivo te vas a
volver.
—Necesito olerla —dijo tranquilamente —sino lo hago me
desespero.
—Te conseguiré su olor —le aseguré —pero debes
prometerme que vas a controlarte y a dormir más.
Él asintió muy poco seguro, pero si me estaba dando su
palabra él cumpliría, después de todo se quedó callado
cuando le dije que se alejara de la mocosa de cabello negro
y todos sabemos cómo terminó eso. De haber hecho que
lo prometiera no estaríamos metidos en esto.
Capítulo 14
Carrie
Cassie esta noche durmió en su habitación,
aparentemente estaba enfada porque le había tirado a
mamá que la que hacía todo en casa era yo y que no podía
quitarme mis pasteles de oreo, pero no me importaba, ella
no me compraría pasteles de oreo si se lo pedía.
Por eso estaba en mi habitación sola, mientras la luz de
la luna se filtraba por la ventana, un hecho muy extraño
considerando que las nubes tendrían que dispersarse para
permitir que los rayos iluminaran los muebles de mi
habitación.
Mientras más miraba por la ventana menos podía dormir.
Hoy había visto a Theo y aunque me hubiese gustado
hablarle o al menos saludarle, simplemente seguí adelante
tratando de no sonrojarme al saber que estaría escuchando
las cosas que soltaba mi madre.
Y después de ese momento fue inevitable no poder dejar
de pensar en él. Por mi mente pasaba cada recuerdo de él
cerca de mí, su voz, su olor, la forma en la que su cuerpo
doblegaba al mío. Todo pasaba por mi mente provocando
escalofríos por todo mi cuerpo.
No pasó mucho tiempo cuando algo interrumpió mis
pensamientos. Mi puerta se estaba abriendo suavemente y
suspiré algo frustrada.
—Será mejor que vuelvas a tu habitación, Cassie,
realmente no tengo ganas de compartir cama contigo hoy.
La puerta se cerró y no me molesté en darme la vuelta,
pero tiempo después tuve que hacerlo, podía sentir que
alguien me miraba, así que me incorporé en la cama para
mirar hacia la puerta encontrándome con una figura grande
y musculosa que cubría casi toda la madera de mi puerta.
—¿Quién eres? —cuestioné con los nervios engulléndome
de forma atroz.
Mis manos comenzaron a temblar y estuve a punto de
gritar. Pero él se acercó un par de pasos más y la poca luz
que entraba por la ventana me dejó contemplar unos ojos
azules que chispeaban en la oscuridad.
Era Theo quien estaba frente a mí, en mi habitación,
sosteniendo algo en su mano.
—¿Qué haces aquí? —cuestioné nerviosa.
—Greg se está volviendo hostil, necesito que duermas
con esto y lo uses todo el día, llévalo a casa en la tarde.
Arrojó una sudadera negra en mi dirección y al tomarla
percibí el destello del aroma de Greg en ella. Él había dicho
que necesitaba de mi olor para sentirse en paz,
probablemente eso era lo que Theo quería lograr.
Sin dudarlo me metí dentro de la enorme sudadera y
llevé el cuello hacia mi nariz para aspirar suavemente su
fragancia.
—Aparentemente tú también lo necesitas —mis ojos se
levantaron hacia él y asentí.
—Mis almohadas huelen a él, él se arroja sobre ellas
cuando no estoy.
Theo rio de forma incrédula y negó antes de moverse por
mi habitación con algo de curiosidad.
El cómo había entrado en mi casa sin ser escuchado ya
no era un misterio para mí, si Greg podía hacerlo todos los
días, él también.
—¿Sabes que le estás dando rienda suelta a un
monstruo? Que no vaya a hacerte daño a ti no significa que
se haga daño a sí mismo o a otras personas.
Yo me encogí de hombros.
—No le daré razones para ser hostil, estoy recibiendo su
obsesión tal y como él recibió la mía.
Con un movimiento rápido Theo se cernió sobre mí y su
mano se dirigió hasta mi cuello en dónde apretó su agarre.
—No puedes darle lo que él necesita —declaró —no
puedes dejar todo lo que tienes para pasar el resto de tu
vida con él, es todo lo que quiere, es todo lo que busca y si
no lo obtiene va a diezmar a las personas que te rodean
hasta que la única opción que tengas sea él ¿lo estas
entendiendo?
El aire se me cortó de forma automática cuando su mano
apretó con más fuerza mi cuello. Inevitablemente mis
piernas se abrieron para él, sintiendo la dureza entre sus
piernas presionar contra mi centro.
Podría estar en contra de esto todo lo que quisiera, pero
él se excitaba teniéndome cerca tal y como yo lo hacía cada
vez que sus manos se cernían sobre mi cuello.
—No lo entiendes, Theo —el que dijera su nombre
pareció calmar algo en él y traté de obtener algo de aire
para continuar hablando —los necesito como el maldito aire
para respirar, no hay un solo día en el que no piense en
ustedes, no hay un solo jodido día en el que no deseé pasar
el resto de mi vida con ustedes alrededor.
—Soy quince años mayor que tú —una sonrisa apareció
en mis labios y me froté contra él.
—Lo sé, no me importa, conozco todo lo malo que hay
que conocer de ti y me he quedado, no hay ninguna mujer
que por más edad que tenga se quede a tu lado tras saber
lo que haces, soy perfecta para ti y lo sabes.
Su respiración fue volviéndose irregular y su agarre en mi
cuello se fue aflojando. Su mano libre lentamente subió por
mi pierna cubierta con un pantalón de pijama, hasta llegar
por debajo de la sudadera y tocar la piel de mi costado. Su
mano en mi cuello acarició delicadamente la piel que había
magullado y mis ojos miraron hacia su rostro levemente
iluminado por la luz de la luna que se colaba por la ventana.
Un gemido suave escapó de mi boca cuando su pulgar
acarició mi barbilla y luego se elevó hacia mis labios los
cuales rozó.
—Eres la viva imagen del pecado, niña.
Una sonrisa suave apareció en mis labios y mi mano se
elevó hasta su antebrazo mientras él continuaba
sosteniendo parte de mi cuello.
—Puede que sea joven, pero he tenido más de un año
para determinar que eres todo lo que quiero y necesito.
—Hablas desde la obsesión —dijo suavemente mientras
su mano debajo de mi ropa tocaba tiernamente mi pezón
expuesto ya que no tenía sostén.
Eso envió una ráfaga de electricidad por todo mi cuerpo
que me hizo gemir delicadamente. Sus manos estaban frías
y erizaban mi piel en el proceso.
—Greg también lo hace ¿no me deberá la misma
devoción que alguien normal?
—No, él te dará su vida si la quieres, se autoflagelará si lo
necesitas, eres su vida ahora.
—Es lo mismo que yo siento, Theo. No me importa verlos
sucumbir a sus más oscuros instintos, no me importa estar
en la línea de fuego, no me importa que me doblegues, me
maltrates, no me importa lo que hagas conmigo siempre y
cuando te mantengas cerca, quiero todo, absolutamente
todo lo que puedas darme.
—No es sano para ninguno de nosotros, Carrie.
—Asesinar y enterrar personas en el bosque tampoco lo
es y ninguno de nosotros está incordiado con eso.
Antes de que él pudiese contestar la puerta de mi
habitación se abrió y la luz del pasillo envió un haz de luz
que llegó directo a mi cama en dónde Theo estaba encima
de mí. Al girar mi rostro me encontré a Cassie con su pijama
rosa de ositos y su cabello rubio todo revuelto. Ella estaba
restregando sus ojos, pero al notar la situación frente a ella
dejó de hacerlo y sus labios se abrieron con sorpresa.
—No estás gritando —dijo como si eso explicara todo —
bueno, cuando te desocupes ve a mi habitación.
Ella cerró la puerta de nuevo y al mirar hacia Theo él
había estado mirándome todo el tiempo, como si la
interrupción de mi hermana solo hubiese sido una molestia
innecesaria.
Cassie me iba a matar.
Capítulo 15
Carrie
Mis manos temblaban mientras empujaba la puerta de
Cassie. Theo estaba bajando las escaleras mientras lo hacía
y sabía que mi hermana menor acabaría con mi vida en
cuanto atravesara la puerta.
Al entrar la vi sentada en la orilla de la cama con los
brazos cruzados mientras miraba al piso y cuando cerré la
puerta tras de mí ella se levantó hecha una furia de la
cama, lanzó el primer golpe directo a mi rostro.
Fue sumamente suave en comparación como creí que
arremetería contra mí.
—No puedo creer ni por un maldito segundo que estés
haciendo esto, sé quién era ese hombre, Carrie ¿en qué
demonios estás pensando?
—Yo… —guardé silencio al notar por su mirada que era
una pregunta retórica.
—Prometiste alejarte, me prometiste que no volverías a
verlos.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y sabía que eran de pura
rabia. Mi hermana estaba al borde y lo entendía, esto debía
ser mucho peor para ella que para mí.
—Lo siento —susurré mientras acariciaba mi mejilla —
pero simplemente no pude evitarlo.
—¿Cómo fue que terminaste con él metido en tu
habitación? Y claramente esa maldita sudadera no es tuya,
Carrie ¿qué está pasando y por qué no me lo has contado?
Tengo todo el jodido derecho de saberlo después de todo lo
que hemos pasado.
—El día en que usamos el fármaco experimental terminé
frente a su puerta —admití en un susurro bajo y usé un tono
suave esperando que ella no se sintiera culpable por esto —
les confesé todo, bueno, casi todo, les dije que los había
estado acosando y la verdad es que nunca paré de hacerlo,
mentí cuando dije que después de lo que pasó lo había
superado, todo se puso peor después de ese día, Cassie.
Las lágrimas se deslizaron por mis mejillas y aunque ella
titubeó con su enojo, lo mantuvo sin inmutarse por mis
lágrimas.
—He estado para ti siempre, Carrie, malditamente
siempre y tú, tú solo mientes y ocultas cosas que podrían
perjudicarnos a las dos, te has estado aferrando a esta
jodida obsesión como una loca y no tuviste la decencia de
decírmelo.
—Sabía que te enojarías, sabía que no estarías de
acuerdo.
—Si me hubieras explicado que seguías enganchada aún
después de lo que pasó te hubiera llevado lejos, Carrie, pero
decidiste mentir y decir que ya lo habías superado para que
no te controlara y te creí, Carrie, porque nunca me habías
mentido.
Un suspiro pesado escapó de mis labios mientras me
arrastraba por la puerta hasta caer al piso. Mi rostro terminó
enterrado en mis manos y comencé a sollozar sin poder
evitarlo.
—No puedo alejarme, no quiero, son… son míos, Cassie,
ahora más que nunca lo son y no puedo simplemente
deshacerme de esto.
Ella comenzó a caminar de un lado a otro de forma
nerviosa y pasó sus manos por su cabello mientras sus ojos
se movían a la par de sus pensamientos.
—No les dijiste nada ¿verdad? —negué lentamente.
—No es como si hubiera hecho la diferencia, Cassie, ellos
no son personas buenas después de todo.
—La cuestión es que yo estoy en medio, no quiero… —
negó efusivamente —no quiero que nadie sepa de esto.
—Nadie lo sabrá —aseguré —y si algún día sale a la luz
prometo que tu nombre nunca será mencionado, lo prometo
Cassie.
Ella se desplomó en la cama y suspiró aparatosamente.
—¿Qué has hecho con ellos? —mis mejillas se sonrojaron
y ella enarcó una ceja mientras trataba de ocultar su
sonrisa.
—Bueno, follé con Neil —admití —fue muy rudo.
Las mejillas de Cassie se sonrojaron y fue inevitable no
reírse aun con las lágrimas empapando mi rostro.
—Greg me hizo sexo oral y me enteré de que él también
acosa a las personas, se suponía que estaba en
rehabilitación, pero después de la tarde en la que fui a su
casa él se salió de control, me persigue ahora él a mí.
—Bueno, eso claramente es un cambio de papeles.
—Lo siento, Cassie —dije sincera —no quería enfadarte,
después de todo lo que pasamos… —sacudí mi cabeza —no
quiero que te enfades conmigo por esto.
—¿Eres feliz? —cuestionó —¿Te sientes satisfecha?
¿Sientes que es tu lugar destinado?
Asentí sin dudarlo.
—Lo estoy.
—Entonces no estoy enfadada. Siempre he sabido que tú
eres diferente a mí, las cosas que te gustan cruzan la línea
entre lo moral y lo correcto, pero eres mi hermana, Carrie,
mi otra mitad y si tú eres feliz yo también lo soy, solo… —
ella hizo una pausa —solo contrólate ¿sí? Realmente no
quiero pasar por lo mismo que pasé hace un año, pero si
vuelve a suceder, nunca dudes en que estaré aquí para ti.
***
Había estado todo el día con la sudadera de Greg en la
academia y ahora caminaba por la entrada hacia su casa
con paso lento después de que Cassie me dejó en la
carretera. Habíamos dormido juntas toda la noche y al día
siguiente ella volvió a ser la hermana que era para mí, la
que me obligaba a llevar esmalte rosa.
Theo me había dicho que llevara la sudadera en la tarde
y ya eran las dos y treinta. Cassie y yo comimos en una
cafetería con Azael por lo que no fue necesario conducir
hasta casa.
Los nervios afloraron en mí mientras recorría los pocos
metros que me faltaban para llegar, mientras el frío calaba
en mis huesos gracias a la fría brisa de los árboles a ambos
lados del camino.
Theo había pasado de ser salvaje a ser suave en cuestión
de segundos anoche, pero tras la interrupción de mi
hermana él solo se levantó sin decir nada más, luego salió
de la habitación de la misma forma en la que llegó. Yo lo
seguí, pero me detuve en la puerta de mi hermana después
de todo.
Ahora no sabía cómo él reaccionaría, ni siquiera sabría
cómo reaccionaría Neil, al fin y al cabo me había follado
hasta la inconsciencia la última vez que estuve cerca de él.
En cuanto la casa apareció en mi campo de visión me
detuve admirando lo bonita que se veía. Me agradaba ese
aspecto de casita de cuentos de hada, si tan solo no supiera
que había cuerpos enterrados en toda la parte trasera…
Armándome de valor recorrí el camino de entrada y subí
los tres escalones del porche hasta que estuve frente a la
puerta, para seguidamente tocar tres veces.
No pasó mucho tiempo cuando la puerta se abrió
dejándome ver el rostro serio de Neil, hasta que se percató
que era yo y sonrió abiertamente provocando que sus ojos
brillaran en el acto.
—Terroncito de azúcar —saludó haciéndose a un lado y
mi pecho se llenó de calidez ante el mote tan empalagoso
que había optado por usar conmigo.
—Hola, Neil —saludé suavemente mientras él cerraba la
puerta detrás de mí.
—No parece un saludo muy cálido para alguien a quien le
tragaste la polla, dulce Carrie.
Mis mejillas se volvieron totalmente rojas y él sonrió
abiertamente mientras se acercaba a mí, extinguiendo toda
la distancia entre nosotros, forzándome a que intentara
retroceder, pero negó lentamente y mis pies se quedaron
clavados en el suelo.
Sus manos se elevaron hacia mis mejillas y las sostuvo
suavemente mientras se inclinaba para besarme.
Él al igual que sus hermanos me llevaba más de una
cabeza de altura, lo que me hacía sentir pequeña aun
cuando yo era más alta que las mujeres a mi alrededor.
Su boca se encontró con la mía y suspiré suavemente
cuando sus labios con sabor a cereza se envolvieron con los
míos en un beso que me aceleró el corazón a una velocidad
alarmante.
—Hola, bonito terroncito ¿Cómo has estado?
—Muy bien, Neil —susurré sobre sus labios y él dejó un
nuevo beso.
—Así es como se saluda a alguien que te folló hasta la
inconsciencia, terroncito, a la próxima te castigo si no me
saludas adecuadamente.
Algo atontada asentí, sintiendo como sonreía sobre mis
labios antes de alejarse para tomar mi mano.
Él me guió a través de la casa hasta la cocina en dónde
encontré a Greg y a Theo sentados alrededor de la isla.
Theo tomando lo que parecía ser café y Greg comiendo
pastel de chocolate.
—Cosita —saludó mientras sus ojos se iluminaban.
Como un resorte se arrojó de su asiento para caminar
hacia mí, hasta que notó lo que llevaba puesto y se detuvo.
Una sonrisa bailó en sus labios mientras mordía el inferior
lentamente, provocando que mi centro palpitara.
¿Por qué tenía que ser tan pecadoramente sexy?
—¿Eso que llevas puesto es para mí? —cuestionó y yo
asentí.
Suavemente solté la mano de Neil y saqué mi teléfono
que se encontraba en el bolsillo de la sudadera, luego lo
metí en mi pantalón para quitármela y tendérsela.
—Espero que te ayude, Greg.
Él tomó la sudadera y sin importarle que estuviera
mirando se la llevó a la nariz, para aspirar con suavidad
mientras una sonrisa tentaba sus labios.
—Huele a ti —mi pecho se apretó al saber lo que él
estaba sintiendo y sin poder evitarlo recorrí la poca
distancia que nos separaba, envolviendo mis brazos
alrededor de su cuerpo para aspirar su aroma que se había
traspasado a la polera blanca que usaba.
Explicar lo que sentía cada vez que aspiraba su fragancia
era demasiado difícil. Se sentía como una droga que debía
tener cerca para poder subsistir y había agradecido
infinitamente el que él se acostara sobre mis almohadas,
porque eran una forma de calmar mis instintos, tal y como
lo haría esa sudadera con él.
—Llegará un día en el que mi olor estará en todas tus
sábanas y sobre tu piel.
—Espero ansioso a que llegue ese día, cosita.
Una vez se separó de mí la mirada de Theo me recorrió y
al recordar lo suave que fue la noche anterior me fue
inevitable sonrojarme.
—Tenemos pastel de oreo, niña ¿quieres?
De nuevo, me fue inevitable controlarme, provocando
que asintiera efusivamente causando una sonrisa en sus
labios que trató de ocultar. Él podía negarse todo lo que
quisiera, pero la verdad estaba ahí, esta niña causaba cosas
en él que nadie más había provocado.
Capítulo 16
Theo
El seis de octubre era un día que todos recordaríamos, no
solo por la fuerte tormenta que se desató sobre el pueblo de
Canterville durante cinco largos días, sino por las pérdidas
que hubo ese mismo día.
El seis de octubre Luci Lane no regresó a casa después
de ir al trabajo. Esa misma noche se desató una lluvia
torrencial que había dado paso a una de las tormentas más
fuertes que había visto en todos los años que tenía viviendo
en este lugar.
Recuerdo haber recibido una llamada del Sheriff a las
doce de la medianoche preguntándome si de casualidad
Luci se había quedado aquí en nuestra casa a pasar la
tormenta, pero tres días antes me la había follado en mi
habitación, lo que era un indicativo de que no regresaría en
una semana como mínimo.
Él había dicho que su vecina la había ido a buscar para
pedirle algo, pero ella nunca respondió y todo el pueblo
debía estar refugiándose en sus casas tras la alerta que se
había soltado.
El Sheriff llamó a todas las casas posibles en el pueblo
tras el aviso de la mujer, pero Luci no estuvo en ninguno de
esos lugares y la tormenta hizo imposible que se
desplegaran equipos de búsqueda para encontrarla.
Cinco días después todo se calmó y esa calma trajo
consigo una enorme angustia para las personas que la
conocían, ya que ella nunca apareció. Se intentó buscar en
el bosque a través de la cantidad de escombros y árboles
caídos que había dejado la tormenta, pero las huellas de
cualquiera que hubiese estado por ahí cinco días antes
fueron arrastradas por la lluvia y cualquier evidencia de su
paradero quedó oculta bajo los escombros y la tierra mojada
que había sido desplazada.
Y hoy seis de octubre se realizaría un acto en honor a
Luci, la chica que desapareció de formas extrañas, la mujer
que ni siquiera había aparecido muerta.
Todo el pueblo asistiría, todos habían sido invitados a
conmemorarla para jamás olvidarla y aunque me daba un
amargo sabor de boca mis hermanos y yo iríamos, después
de todo era lo menos que se merecía la mujer que había
sido tan solidaria y servicial con nosotros.
—No voy a llevar ropa elegante —determinó Neil
mientras se colocaba una chaqueta de cuero y trataba de
peinar su cabello.
—Es solo encender una vela en el centro de la ciudad
mientras escuchamos las palabras de las autoridades, eso
es todo, Neil, no necesitas usar esmoquin.
—Ya estoy listo —avisó Greg entrando con la sudadera
que Carrie había usado para él y unos jeans negros en
conjunto con unas botas.
Yo solo llevaba un suéter negro y jeans con botas,
después de todo solo estaríamos de pie viendo a las
personas encender velas en honor a la mujer dulce que
atendía la pastelería más famosa del lugar.
—Sigo teniendo un mal sabor de boca con todo esto —
admitió Neil.
Greg era el único al que no le importaba lo que había
sucedido, después de todo él nunca se permitió relacionarse
con ella, apenas y la veía, sin embargo, Neil llegó a follarse
a la rubia un par de veces y probablemente se sentía
extraño al participar en un evento como este.
—Solo vamos, mientras más rápido hagamos la aparición
más rápido podemos escabullirnos y regresar.
—Carrie probablemente estará ahí —le dejó saber Neil y
eso captó la atención del castaño que sonrió sórdidamente.
—Bueno, pensándolo mejor deberíamos participar total y
completamente de tal evento conmemorativo, su amiga se
lo merecía.
Sin poder evitarlo reí y Greg me sonrió. Definitivamente
mi hermano la tenía mal.
En cuanto estuvimos todos listos subimos al todoterreno.
Esta vez Neil conducía mientras yo estaba en el asiento
de copiloto y Greg en los asientos traseros.
El camino se hizo corto y aunque apenas eran las seis
treinta, todo empezaría sobre las siete, de todas formas, ya
se podían apreciar las calles llenas de velas hasta dónde
sería la conmemoración.
Neil estacionó unas cuantas manzanas más abajo y
salimos del auto para dirigirnos hacia el punto central. Greg
era quién llevaba las velas en la sudadera que parecía
calmarlo más de lo que había creído. Habían pasado tres
días desde que vio a Carrie y aunque sabía que ella había
estado pululando por los alrededores de la casa, Greg se
había contenido olímpicamente y no la había ido a buscar,
lo cual me ponía más orgulloso de lo que debería.
Greg nos tendió las velas y nos acercamos al mural que
habían hecho en el centro de la calle. Nos colocamos en
cuclillas para encenderlas con el fuego que bailaba en otras
y con la cera las clavamos en el suelo.
En ese momento justo vi a la mamá de Carrie pasar
mientras arrastraba a su hija rubia, la melliza de la niña.
—Será mejor que la traigas aquí, Cassie, necesito que
esté delante apoyándome en mi discurso.
Los ojos de la chica parecían perdidos mientras se dejaba
arrastrar un poco más allá por su madre, pero por suerte
para nosotros estuvo lo suficientemente cerca.
—Mamá, ha vomitado siete veces durante todo el día,
está deshidratada, pálida ¿de verdad la harás venir aquí? —
la indignación destilaba en cada palabra de la chica.
—Sé que está por aquí, tú has vomitado también y aquí
estás.
—Eso es porque no me afecta tanto como a ella.
—Patrañas, no lloró ni una sola vez tras su desaparición y
se suponía que eran amigas o lo que fueran.
—No eran amigas —murmuró —sólo conocidas, pero igual
sabes cómo es Carrie.
—Si, Carrie no siente nada generalmente, está vacía, tú
lo sabes y yo lo sé, si ella me estuviera diciendo esto de ti lo
creería, pues aparentemente tú te llevaste cualquier cosa
que ella pudiera sentir, así que busca a tu hermana o le
quito el suministro de pasteles.
Greg comenzó a moverse incómodo, así que lo tomé del
brazo y nos alejamos hacia dónde estaba la multitud
reunida, lejos de la mamá y la hermana de Carrie.
Las palabras de la mujer no fueron con malicia, más bien
fueron lanzadas con cansancio, parecía estar acostumbrada
al desinterés de la niña por su trabajo y me pregunté qué
andaba mal con ella como para estar enferma.
—¿Te corriste dentro de ella? —cuestionó Greg a Neil.
—No, no lo hice —aseguró.
Eso pareció calmar a Greg y se mantuvo quieto mientras
miraba a la hermana de Carrie moverse hacia la línea de
autos. A lo lejos pude ver su todoterreno, probablemente la
pelinegra estaba dentro.
La rubia se subió al auto cerrando la puerta y en ese
mismo instante el alcalde comenzó a hablar a través de los
micrófonos en el pódium junto al mural de Luci.
Traté de prestar atención, pero cada vez que lo intentaba
volvían a mi mente las palabras de la hermana de Carrie.
Esto le estaba afectando mucho y no sabía que habían sido
tan amigas, aunque yo había sabido muy poco de Luci y su
vida personal.
Pero, sobre todo, sabía aún menos de Carrie.
No pasó mucho tiempo cuando Carrie salió del otro lado
del auto y su hermana se reunió con ella en la parte trasera
antes de comenzar a caminar en esta dirección. Nosotros
estábamos entre las personas, pero la primera línea no se
encontraba muy lejos, podía observar a la mamá de Carrie
desde aquí y su ceño fruncido se diluyó cuando vio que sus
hijas mellizas se acercaban.
Al mirar a Carrie noté que sus ojos estaban rojos, su
cabello estaba hecho un desastre y sus manos estaban
ocultas en las mangas de su sudadera negra. También se
veía pálida y muy nerviosa. Eso hizo que una sensación
extraña se acumulara en mi pecho.
No pasó mucho tiempo cuando la mamá de Carrie subió
al pódium y en vez de mirarla a ella, mi mirada se quedó
enganchada en Carrie, queriendo ver todas sus reacciones.
Su hermana le sostenía la mano mientras el discurso de
su madre comenzaba, en cada una de sus palabras
describía lo buena persona que había sido Luci, lo atenta y
dedicada a su trabajo que era y todas las cualidades que
había poseído. Con cada una de esas palabras Carrie se iba
rompiendo, más y más.
Cuando se deshizo del agarre de su hermana y salió
corriendo supe que algo andaba mal con ella.
Algo muy malo había pasado y tenía la ligera
impresión de saber que era.
Capítulo 17
Carrie
Estaba muy pálida, lo sabía. Me veía más enferma de lo
que realmente estaba, mi cabello era un completo desastre
y mi garganta dolía por las veces que había vomitado
durante el día.
No era mi mejor momento y era muy difícil ocultarlo
cuando nunca me había maquillado, ni siquiera sabía cómo
hacerlo, lo que me ponía en una apretada situación.
Mamá había insistido en que viniera a la conmemoración
del aniversario de la desaparición de Luci. Mamá al ser un
activo valioso de la comunidad tenía unas palabras que dar,
como por ejemplo la angustia que se vivió durante los días
en los que ella dio seguimiento desde casa tanto a la
tormenta como a la desaparición de Luci.
Fueron días difíciles para todo el mundo, incluyéndome,
pero ahora que recordaba todo lo sucedido me estaba
desmoronando, tal vez más de lo que lo había hecho
durante esos días.
Por eso corrí lejos de cualquier lugar en el que pudiera
ver su foto o escuchar las palabras de mi propia madre
diciendo lo perfecta y valiosa que había sido Luci para toda
la comunidad.
Corrí hasta que tuve que doblarme en la acera detrás de
un auto, ya que las arcadas volvieron a mí y aunque no
pude soltar nada porque mi estómago estaba vacío, las
arcadas fueron jodidamente dolorosas más aún cuando las
había tenido muchas veces durante las últimas horas.
Las lágrimas escaparon de mi rostro y supe que desde
este día terminaría deteriorándome más de lo que ya
estaba. Mi mente me estaba haciendo creer tantas cosas en
ese momento que no sabía en cuál enfocarme.
Estaba al borde del colapso y esta vez ni siquiera mi
hermana podría sacarme de ahí como lo había hecho hace
un año.
—Niña, levántate —la orden fue dicha con un tono de
voz ronco que me erizó la piel y que no dejaba espacio a
réplicas.
Tratando de recuperar la compostura me levanté en mis
pocos centímetros y miré al hombre que tenía cerca.
Era Theo, vestía con prendas pulcras que me hicieron
querer tocarlo y desnudarlo para saber qué había debajo,
pero me reprendí por tener esa clase de pensamientos
cuando no podría dar más de cinco pasos sin verme
miserable.
Pero eso era lo que estos hombres me ocasionaban.
Provocaban un cortocircuito en mi mente que evitaba que
me enfocara en algo más que no fueran ellos.
Mi mundo solo giraba en torno a ellos cuando los tenía
cerca. Yo era el estúpido Ícaro volando hacia el sol con alas
de cera sabiendo que en cualquier momento se me
derretirían.
—Ahora camina en esa dirección —señaló con su
cincelada mandíbula calle abajo y mi ceño se frunció.
—¿Qué está sucediendo? —cuestioné con voz ronca y su
mirada me analizó lentamente antes de volver sus ojos
hacia los míos.
—Eso es lo que voy a averiguar.
Como si no fuera nada, se agachó frente a mí y de un
movimiento rápido me arrojó sobre su hombro como un
costal, para terminar caminando en la dirección que me
había dictado segundos antes, sin inmutarse.
Estaba abrumada y la posición no era la más cómoda
luego de haber estado todo el día al borde del precipicio,
pero sabiendo que Theo me leería como un papel rayado a
lapicero, me guardé todas mis emociones y dejé que él me
llevara. Después de todo, esta clase de cosas las había
ansiado por mucho tiempo.
Cuando me dejó en el suelo pude observar su
todoterreno estacionado, lo que indicaba que me sacaría de
aquí y era lo que más anhelaba en ese instante. Quería
estar lejos de las velas, de las palabras de pena y tristeza,
quería estar lejos del enorme mural que se había alzado en
su honor y egoístamente también quería que lloviera tal y
como lo había hecho en ese entonces, para que esta vez
también se llevara las pruebas de su existencia.
Solo quería que todo desapareciera, porque me estaba
consumiendo.
Cuando abrió la puerta trasera no dudé en subir al
vehículo y cuando él subió al asiento del copiloto las puertas
se abrieron nuevamente y tanto Greg como Neil subieron al
auto.
—Terroncito, te ves particularmente mal.
Neil me sonrió a través del espejo retrovisor, pero solo
pude esbozar media sonrisa.
—Sí, cosita ¿Qué anda mal contigo? —cuestionó Greg a
mi lado mientras me arrastraba por el asiento para llevarme
hacia su pecho.
—Solo no me siento bien.
Y esa fue la única explicación que salió de mi boca. Neil
lo tomó como un indicativo para encender el auto y
conducir hacia las afueras del pueblo, en dirección a su
casa. Por unos instantes me relajé contra el cuerpo de Greg
y mientras aspiraba su olor fui dormitando.
No había dormido nada la noche anterior, cada cosa que
pasaba por mi mente me enviaba a un estado de
nerviosismo que no creí que podría superar, pero ahora con
Greg y sus hermanos cerca era como si todo se hubiera
resuelto, ahora me sentía en paz, más de lo que había
estado en días.
Cuando el vehículo se detuvo abrí mis ojos para
percatarme de dónde estaba. Los árboles alrededor me lo
dejaron saber de forma clara y parpadeé lentamente para
espantar el sueño que me estaba envolviendo.
Greg salió del auto y me ayudó a salir. Intentó tomar mi
mano para que caminara junto a él, pero Theo se adelantó y
me cargó sin inmutarse una vez más
Sus movimientos fueron rápidos mientras recorría el
camino de entrada, adentrándose en la casa conmigo sobre
su hombro. Podía fácilmente caminar, pero él no tenía el
tiempo suficiente para esperarme.
Cuando noté que estaba subiendo unas escaleras ya que
mi cabeza se balanceaba cada vez que lo hacía, no pude
evitar tensarme.
Algo andaba mal con Theo, él deliberadamente me
estaba tocando, me estaba llevando a su casa y
probablemente a su habitación sin que tuviera que
empujarlo a hacerlo. Había estado demasiada preocupada
por mantener mis emociones a raya para que él no me
leyera, pero aparentemente Theo ya lo había hecho.
En cuanto entró en la habitación me dejó en el suelo y
sostuve mi cabeza cuando un leve mareo me recorrió.
—Desnúdate —ordenó.
—¿Qué está sucediendo? —cuestioné nuevamente.
—Desnúdate, niña, porque si lo hago yo será peor.
Algo nerviosa comencé a quitarme toda la ropa sin
dudarlo hasta que quedé totalmente desnuda frente a él,
expuesta, vulnerable y considerando lo mal que estaba mi
mente, la palabra débil podría sumarse fácilmente a la
ecuación.
—¿Estás asustada? —cuestionó llevando sus manos a su
cinturón para desabrocharlo, pero no parecía querer
desnudarse, él solo quería sacar el cinturón para enrollarlo
alrededor de su mano un par de veces, así que solo negué
—de rodillas.
Dudé un segundo, pero solo ese segundo bastó para que
una ceja de Theo se enarcara. Ya podía imaginar lo que
estaba pensando.
¿Estás muy obsesionada pero cuando te digo que te
pongas de rodillas te asustas? ¿No que no eras una niña?
Así que me dejé caer de rodillas frente a él, lo miré
directo a los ojos mientras juntaba mis manos sobre mi
regazo y me sentaba sobre mis talones.
—Te lo preguntaré una vez y espero que seas sincera.
Parpadeé con lentitud mientras esperaba la pregunta en
cuestión.
—¿Qué pasó contigo y Luci que te afecta tanto su
desaparición?
Eso provocó un pitido sordo en mis oídos y tuve que
tragarme el gemido doloroso que estuvo a punto de escapar
de mis labios.
—Nada —dije a penas, fue solo un susurro, pero la
habitación estaba tan silenciosa que fue fácil para él
escucharme.
Un sonido de latigazo cortó el aire antes de que algo
impactara con fuerza en mi espalda. Con ojos bien abiertos
miré hacia Theo que sostenía su cinturón en alto después de
haberlo golpeado con fuerza contra mi espalda.
El dolor se registró segundos después, un ardor doloroso
que provocó un estremecimiento en mi cuerpo.
—Estás mintiendo —dijo simplemente y mis ojos se
estrecharon en su dirección.
—No miento, yo no… —pero ni siquiera me dejó terminar,
solo bajó el cinturón nuevamente y golpeó mi espalda, esta
vez el dolor se registró al instante.
El gemido que escapó de mis labios fue suave, pero
doloroso y al ver la determinación en el rostro de Theo supe
que no sería el último, él quería que hablara y yo no quería
recordar. Él no me tenía atada en contra de mi voluntad,
pero tampoco quería marcharme.
Podía simplemente levantarme e irme, pero no lo haría,
solo debía soportar su yugo hasta que creyera mis mentiras.
Capítulo 18
Theo
Le dolía, pero no quería ceder, sabía que ella mentía, ella
también sabía que yo sospechaba la verdad, pero aun así se
arriesgaba a mentirme hasta que le creyera.
Eso no pasaría, no importaba cuanto tiempo estuviera
frente a esta niña con la polla dura como una jodida piedra.
La haría soltar la verdad porque la estaba torturando, la
estaba consumiendo, mantener encerrado aquel secreto la
estaba desgastando.
Sus ojos estaban apagados, sin vida y aunque siempre
estaba a nuestro alrededor, los últimos días no se acercó,
aún sabiendo que Neil la recibiría con los putos brazos
abiertos.
Estaba pálida y era notable que no había estado
comiendo bien.
Y aunque era un bruto y mis métodos nunca eran
convencionales, la haría hablar, la empujaría hasta donde
ella lo permitiera para hacer que sus bonitos labios soltaran
aquella verdad que la estaba llevando al borde del abismo.
Si la obsesión que tenía por nosotros no la mataba, lo
haría su secreto que no había sido tan bien guardado.
Con algo más de fuerza dejé caer el cinturón contra su
espalda y gimió con más dolor, pero continuó de rodillas
para mí, exponiéndome su espalda vulnerable, dejándome
saber que no flaquearía ni un solo segundo.
Pero yo sabía que lo haría, era fuerte, le concedería eso,
pero yo tenía más poder sobre ella del que cualquiera
creería. Con solo tocarla podría hacer que me confesara la
verdad, pero esto no era un premio, era su penitencia por
mentirme aun cuando ella conocía mis más oscuros
secretos. Sabía que nunca la juzgaría.
—Carrie, sigues en silencio.
Sus ojos se levantaron hacia mí y lo que vi me apretó el
pecho con angustia. El dolor y la desolación que se reflejaba
en ellos era tan claros que sus emociones parecían saltar
desde los pozos profundos de alquitrán que eran sus ojos.
—No tengo nada que decir.
Su labio inferior estaba ensangrentado por la cantidad de
veces en las que lo mordió para contener el dolor y los
gritos de desesperación, sus manos estaban cerradas en
puños y las lágrimas corrían sin descanso por su rostro. A
pesar de la imagen que en sí misma era devastadora, no me
detuve, volví a azotar su espalda provocando otro grito
mientras sus ojos se cerraban.
—Tienes mucho que decir.
Y ese fue el último azote que recibió de mi parte,
rápidamente metí la punta de la correa por la hebilla y me
acerqué a la niña para levantar su rostro.
Me miró algo ansiosa al notar que estaba cambiando de
técnica y casi sonreí al saber que ella se adaptaba si le
dabas el tiempo suficiente, por eso, dejarla en el borde sin
saber lo que vendría después sería la forma más rápida de
hacerla hablar.
—Vas a decirme por esa linda boquita las razones por la
que estás tan nerviosa y cuando lo hagas te recompensaré
por ser una buena niña, mientras tanto, Carrie, esta es tu
penitencia por haberme mentido a la cara cuando sabes
claramente que sé que estás mintiendo.
No la dejé formular ninguna oración antes de pasar su
cabeza por el agujero que había creado con el cinturón y
jalar, provocando que se cerrara alrededor de su garganta,
cortándole el aire.
Sus manos subieron a su cuello para tratar de aflojar el
agarre del cuero, pero era imposible, estaba apretando lo
suficiente para que casi se fusionara con su piel y sabía que
eso dejaría marcas, marcas horribles y una que otra cortada
causada por los extremos, pero no importaba, ella parecía
apreciar el dolor, porque sentía que lo merecía.
Y eso estaba confirmando cada cosa que imaginé que
había sucedido.
—Estás siendo muy desobediente, Carrie —dije con voz
suave mientras elevaba mi mano libre hacia su barbilla —no
me gustan las niñas que no obedecen.
Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas y su boca jadeó
en busca de aire mientras yo continuaba con mi agarre.
Cuando noté que sus ojos se desenfocaban lo aflojé y
esperé a ver como ella respiraba de forma entrecortada
dejándose caer en el suelo para aspirar fuerte mientras
sollozaba escandalosamente.
Greg y Neil se encontraban de pie en el marco de la
puerta, Neil cambiando su peso de un pie al otro y Greg con
las manos en puños. Sabía que estaban molestos con mis
métodos, pero ninguno intervino porque ambos sabían que
eran los correctos.
Cuando Carrie recuperó el aliento la levanté con el agarre
de la correa en su cuello para que volviera a su posición de
rodillas y apreté una vez más sacándole un chillido que me
hizo estremecer.
Sus ojos me suplicaron que me detuviera, que no la
empujara, que estaba al borde, pero aún viendo la forma en
la que me rogaba silenciosamente no lo hice y esperé
paciente a que estuviera a nada de desmayarse antes de
dejarla respirar y repetir.
A la tercera fue la vencida.
Cuando solté el cinturón alrededor de su cuello ella se
desplomó sollozando y dijo las palabras que quería
escuchar.
—Está bien, está bien —su frente tocó el piso en forma
de rendición y esa posición tan sumisa, con ella desnuda
mientras yo estaba de pie con un cinturón manchado con su
sangre me hizo querer levantarla y follarla mientras ella se
aferraba a mi de todas las formas posibles.
—¿Entonces? —esperé a que hablara, le di los segundos
que necesitaba antes de que ella levantara sus ojos hacia
mí.
Su boca tenía saliva escurriéndose por las comisuras, su
nariz destilaba mocos que no había podido limpiar y sus
mejillas estaban llenas de lágrimas viéndose brillosas y
sonrojadas. Podía sonar muy mal, pero la imagen de ella así,
después de haber sido degradada por mí sin siquiera
quejarse fue lo que me hizo caer por aquella niña.
Después de todo ella podía soportar más que un
simple secreto de mí, ella podía soportar mi
oscuridad.
Capítulo 19
Carrie
Un año antes. Uno de octubre.
—¿Carrie? —llamó suavemente Luci mientras sonreía.
—¿Sí? —contesté mientras sostenía su mano para evitar
que se cayera a causa de la tierra mojada.
Ella podría ser más alta y esbelta que yo, pero yo conocía
este bosque como la palma de mi mano, estaba
acostumbrada a caminar por el terreno mojado después de
una fuerte lluvia. Y parecía que habría mucho de eso los
próximos días, ya que una tormenta se acercaba dispuesta
a dejar caer litros de agua sobre Canterville.
—¿Qué hacías ayer en la tarde en el bosque cerca de la
casa de los hermanos guapos? —su voz fue suave mientras
saltaba sobre un tronco para seguir caminando a mi lado.
—No sé de qué hablas —susurré, intentando que no se
notara la forma en la que mi corazón había acelerado su
ritmo, ante la mención de aquellos hombres que había
estado espiando desde que me enteré de su existencia.
—Oh, vamos niña, reconocería esa sudadera con el
nombre de los Arctic Monkeys en cualquier lugar.
—¿Y qué hacías tú por ahí? —ella sonrió mientras yo la
veía a la cara sin importarme si llegaba a tropezar con
alguna raíz.
—Visito a Theo y a Neil muy a menudo —me dejó saber.
Aunque yo lo sabía demasiado bien. La había visto tocar
a su puerta como mínimo una vez a la semana para llevar
pasteles y cupcakes aún cuando ellos se abastecían casi
todas las semanas. Ella solo buscaba una excusa para ir a
su casa y aunque no lo podía confirmar, tenía la sospecha
de que se los follaba, a los tres o al menos a uno de ellos,
pero ahora me había confirmado que eran Theo y Neil con
los que estaba.
—¿Estás con ellos? —cuestioné con el ceño fruncido.
—¿Estar? —cuestionó con voz incrédula como si fuera
una blasfemia lo que le estaba contando —solo es sexo,
cariñito, pero bueno, aun eres una niña, no puedes saber
mucho de eso.
Si supiera cuánto detestaba que me llamara niña estaba
segura de que dejaría de hacerlo.
—Ya llegamos —avisé frenando mis pasos.
En cuanto vio el enorme matorral de moras casi corrió
hacia él, mientras sostenía su canasta de mimbre.
La mujer era sencillamente hermosa, tenía curvas
preciosas y un cabello con ondulaciones suaves que le caían
sobre los hombros, su piel era de color canela y su edad
rondaba los veinticuatro o veinticinco años.
Todo lo que yo no era y todo lo que ellos buscarían en
una mujer. Tal vez por eso estaba tan celosa de ella, porque
ella tenía lo que yo no podría tener nunca.
—¿Entonces qué hacías husmeando por ahí?
Cuando llevó una fruta a su bonita boca rosada, me
pregunté por qué no la habré llevado a uno de los
matorrales donde la fruta era venenosa y la mataría en
cuestión de minutos.
Suspiré pesadamente. Yo no era así.
—Me gusta observarlos —admití.
—Me he dado cuenta por cada vez que te sientas en la
pastelería esperando a que aparezcan —su sonrisa burlona
apareció en sus labios y me removí incómoda en mi lugar
mientras ella llenaba su cesta para preparar varios pays.
Se suponía que me daría uno por traerla aquí a cosechar
sus propias frutas, según ella las frescas eran las mejores
para hacerlos y puede que todo el pueblo la ame, pero
ningún cazador la traería aquí para que cosechara moras y
bayas si no se la follaría después. Por mi parte era la única
mujer que conocía el bosque de lado a lado y solo hacía
falta un soborno acaramelado para que yo cediera a traerla.
Supongo que mi debilidad eran las cosas dulces y por
supuesto, tres hombres que no se fijarían en mí, aunque
fuera la última mujer en la tierra.
—No tienes por qué burlarte —me quejé mientras
mantenía mis manos en los bolsillos de mi sudadera.
Realmente estaba haciendo frío.
—Pero es que es muy adorable que te guste un hombre
mayor, cariñito —ella suspiró mientras recogía atentamente
las bayas —no quiero sonar cruel, pero ellos no se fijarían en
ti nunca, no solo porque eres una niña, en menos de un año
serás legalmente una adulta y no me estoy refiriendo a eso
aquí, los hombres tienen preferencias en cuanto a mujeres y
sin ofender, estoy segura de que no eres el tipo de ninguno
de ellos.
Ella me había dicho sus nombres, más nunca me había
ayudado a saber cuál nombre pertenecía a quien.
—Básicamente me estás diciendo que soy fea —dije con
el ceño fruncido.
—Bueno, no fea, eres bonita, pero no la clase de chica
que un hombre busca. Eres negro por todas partes, Carrie.
Incluso Cassie aún siendo menor de edad tendría más
probabilidades de ganarse a uno de los hermanos que tú.
No eres femenina, no te vistes acorde. Hay muchas cosas
que deberías cambiar antes de que un hombre se fije en ti.
Tómalo como un consejo de una amiga.
Traté de que sus palabras no me supieran amargas, pero
era demasiado difícil cuando me decía todo lo que ya me
había repetido una y otra vez, solo que de una forma más
dolorosa y contundente.
Estaba siendo cruel por diversión.
—¿Terminaste? —cuestioné al ver que se quedó parada
metiendo bayas a su boca y provocando que sus labios se
volvieran más rojos.
—Si, sí, sí, ya voy, bonita, solo espérame.
Suspiré pesadamente y aguardé a que ella se
atragantara de bayas antes de volver junto a mí para
comenzar a recorrer el camino de vuelta.
Ni siquiera sabía cómo había conocido el bosque tan
bien. Yo tenía un buen sentido de la orientación, pero, aun
así, nunca había estado tan profundo en el bosque con
alguien que lo conociera. Solo tuve que aprender por mi
cuenta.
Una vez llegamos a la carretera me di la vuelta y
comencé a caminar a casa, no me despedí, sabía que Luci
no lo necesitaba.
Me perdí por las calles mientras sus palabras bailaban en
mi cabeza haciéndome sentir cada vez peor.
Definitivamente era temeraria, pues esas habían sido una
muy mala elección de palabras para alguien que podría
dejarte botada en lo profundo del bosque.
O tal vez ella sabía que yo era lo suficientemente débil y
cobarde como para dejar a la favorita del pueblo en medio
de la nada.
Capítulo 20
Carrie
Un año antes. Dos de octubre.
Lo que la gente dijo de mí nunca me definió. Siempre
había sido la melliza callada, la melliza de ojos vacíos, la
que no sentía. Pero a la vez la melliza juiciosa, la estudiosa,
la nerd, el ratón de biblioteca.
Nunca me molestó hasta ahora.
Luci se pavoneaba de forma suave recorriendo el camino
de entrada de la casa de ellos. Los hombres que acechaba
constantemente como si no pudiera vivir sin echarles un
solo vistazo, aunque fuera una sola vez.
Llevaba en sus manos lo que suponía era un pay con las
bayas que le había ayudado a encontrar y sabía que mi
nombre no saldría a relucir en ningún lado, Luci era lo
suficientemente egocéntrica como para no hablar de
alguien más que no fuera ella o las cosas que tenía.
Al ver quien había abierto la puerta casi sonreí. Él era el
mayor, el más gruñón de todos y no sabía si darle el nombre
de Greg o Theo. Cualquiera de esos dos podría funcionar
para él, pero nunca sabría cuál era el suyo a menos que
preguntara o lo escuchara siendo llamado por ese nombre.
Vi como Luci miró hacia los árboles antes de entrar a la
casa y una extraña sensación me envolvió al entender que
ella sabía que estaría aquí.
¿Por qué me había buscado de no ser así?
Sintiendo mi pecho apretarse me moví entre los árboles y
subí al que quedaba a un costado de la casa para observar
hacia la ventana de la habitación del mayor.
Era de noche, por lo que no tendría que preocuparme por
ser vista, además, él abría las ventanas muy pocas veces,
dudaba que hoy fuera mi día de suerte.
Cuando la luz se encendió en la habitación y la figura de
una mujer se movió detrás de la cortina me sentí demasiado
nerviosa, probablemente si intentara bajarme del árbol en
ese momento me caería.
Apretando con fuerza la corteza del árbol en el que
estaba sentada me quedé observando a través de la
cortina, hasta que esta se abrió dejando ver el rostro de Luci
y todo su cuerpo.
La ventana era grande, iba desde el piso hasta el techo y
me permitía ver casi toda la habitación, incluyendo la cama.
Sobre ella estaba el hermano mayor totalmente desnudo
y Luci frente a la ventana con nada más que lencería roja.
Mis labios se entreabrieron y un gemido angustioso
escapó de ellos cuando se dio la vuelta para subir a la
cama, comenzando a escalar el cuerpo de él que lucía
claramente interesado en la mujer que tenía enfrente.
Todo lo que pude hacer fue llorar mientras Luci besaba y
consentía cada parte de su cuerpo. Besó sus labios, lamió
su piel, chupó su polla y luego lo montó furiosamente.
Sus tetas rebotaban cada vez que ella se movía sobre él
y pude ver la forma en la que sus labios se abrían para
soltar los gritos de placer que no llegaba a escuchar.
Y toda esa imagen me destruyó, porque ella sabía que
podía estar en algún lado viendo todo esto, ella lo hizo con
todas sus malas intenciones. Había estado tranquila
sabiendo que ella los visitaba, que entraba en su casa, que
le daban su confianza, pero también estaba bien sin ver
este tipo de escena.
Estaba bien sin ver como él se corría en el interior de ella
mientras apretaba su cuello y la follaba desde abajo.
Y aunque las lágrimas se escurrían por mi barbilla,
también sentí lo húmeda que estaba y lo duros que se
volvieron mis pezones por verlo a él desnudo en todo su
esplendor mientras se corría.
A pesar de estar tentada a permanecer en ese lugar por
más tiempo, solo pude descender por el árbol y caminar
directo a casa con el corazón hecho pedazos y la mente
volada.
***
Seis de octubre.
No había podido dormir nada durante los últimos días, lo
único que podía hacer mi mente era revivir el momento una
y otra vez mientras caía en una espiral peligrosa que me
estaba envolviendo y atrapándome entre sus garras.
Nunca había tenido la intención de hacerle daño a nadie,
pero durante toda la noche solo pude pensar en las formas
de hacer sufrir a esa mujer por tocar lo que era mío.
Ellos no sabían de mi existencia, sin embargo, había visto
todo lo que ellos eran y aun así permanecía cerca.
Sabía sus secretos y en vez de delatarlos los había
cubierto.
Ellos se habían convertido en míos para proteger y eso
incluía a esa mujer que no se merecía ni siquiera una
mirada por parte de ellos.
Durante el día me mantuve encerrada para tratar de
aliviar mi mente, mi alma y mi corazón, pero por primera
vez en mi vida todos habían sintonizado la misma
frecuencia y me vi atrapada con pensamientos
desquiciantes que quería volver realidad.
Ese día había una tormenta pronosticada, mamá había
llamado para exigirme que me quedara en casa, que ella
volvería en la noche antes de que se desatara el diluvio,
solo que no pude quedarme quieta.
Tomé mi sudadera de Arctic Monkeys y me la coloqué
sobre la cabeza, luego me coloqué unos jeans y unas
converses para terminar saliendo de casa con el pelo dentro
de la capucha.
El cielo estaba lleno de nubes negras que desatarían un
infierno sobre el pueblo en cuanto tuvieran la oportunidad.
Eso no me detuvo y atravesé el bosque con paso rápido
hasta que llegué a la entrada del pueblo.
Todo desde ese momento pasó como un borrón.
Había tenido días para enfriarme, dejar de lado el dolor y
la rabia que me habían envuelto tras haber visto lo que vi,
pero el aislamiento no sirvió de nada, solo empeoró mis
ganas de sostener el cuello de la bonita mujer y hacerla
pedazos.
Dando un par de respiraciones me detuve a un lado de la
cafetería esperando a que ella saliera del trabajo. Siempre
salía a las cinco de la tarde después de haber hecho
suficientes pasteles para el día siguiente y hoy no fue la
excepción.
En cuanto sus ojos se toparon conmigo sonrió y caminó
en mi dirección.
—Carrie ¿qué haces aquí?
La observé por unos largos segundos notando el brillo de
diversión en sus ojos y eso fue todo lo que necesité para
apretar en puños mis manos dentro de la sudadera.
—Habrá una tormenta esta noche —le recordé —todas
las moras se echarán a perder ¿no te interesa recoger todas
las que puedas hoy? Pasarán semanas antes de que vuelvan
a crecer.
—Oh, si, si, tienes razón, iré por una bolsa.
La vi darse la vuelta y antes de que fuera muy lejos volví
a hablar.
—Recuerda que no puedes decir que iré contigo, mamá
se enterará y luego se enfadará conmigo.
—Si, ya lo sé.
Ella se adentró en la tienda con paso rápido y yo cambié
mi peso de un lado a otro mientras esperaba.
De forma disimulada eché un vistazo a mi alrededor
confirmando que todo el mundo estaba preparándose para
la tormenta. No sería fácil soportar los siguientes días sin
abastecerse.
Cuando Luci volvió a salir hice que me siguiera
caminando delante de ella un par de pasos y en cuanto salí
del pueblo me adentré en el bosque por el camino que ya
conocía.
Luci tarareaba detrás de mí luciendo aparentemente
feliz.
—¿Qué hiciste anoche? —cuestionó con voz algo
divertida.
—Estaba en el bosque junto a la casa de los hermanos —
ella soltó una risita y yo apuré el paso mientras veía rojo.
Mi mente no estaba siendo mi mejor amiga en ese
momento, ya que las cosas que estaba pensando no eran
tan acordes a cómo me sentía.
Sí, sentía rabia, pero lo único en lo que podía pensar era
en que la querían a ella y no a mí. Ni siquiera estaba tan
enfadada por haber visto semejante espectáculo que montó
la mujer. No, lo que me molestaba era que, si tuvieran que
elegir en cualquier momento, sin importar si era mayor o
menor de edad, siempre la elegirían a ella y más si se
enteraban de que los había estado observando por
demasiado tiempo.
Las lágrimas bañaron mis mejillas y mordí mi labio
inferior para acallar los sollozos. Luci a mis espaldas
parloteaba acerca de su noche. No lograba escucharla, solo
podía recordar sus manos sobre él, su boca sobre la de él,
ella encima de él.
Todo lo que quería hacer era desaparecerla. No quería
que él volviera a poner sus manos sobre ella, porque se
suponía que él era mío, no lo reclamaría, al menos no
todavía, pero no habría nada que reclamar si esta mujer se
quedaba con él. Y aunque los tres estaban en mi línea de
visión, nunca me conformaría solo con tener a dos.
Al llegar a los matorrales repletos de bayas, me moví
nerviosamente alrededor mientras ella recogía los frutos y
los colocaba en la bolsa que cargaba.
Y en cuanto escuché su burla a través de la bruma de
rabia, simplemente no pude contenerme, no pude detener
los impulsos.
—Espero que hayas disfrutado del espectáculo, es lo más
cerca que estarás de tener sexo con uno de ellos, niña.
***
Nunca creí que sería capaz de tal hazaña, nunca me creí
lo suficientemente valiente o fuerte como para matar a una
persona. Pero aquí estaba, sobre el cuerpo inerte de Luci
tras haberla matado.
Mis manos temblaban mientras la sangre se escurría de
ellas y mis dedos aún seguían aferrados a la piedra que
había estrellado una y otra vez contra su rostro.
Ni siquiera recordaba cuantas veces lo había hecho, solo
sabía que ahora su cuerpo estaba sin vida debajo del mío
mientras yo permanecía a horcajadas sobre ella.
Había reventado todos los huesos, la piel y la sangre
había volado hacia mi cuerpo manchándome de ella. Y
ahora que estaba muerta no tenía la más mínima idea de lo
que haría.
Había matado a Luci.
Había matado a una persona y ante ese hecho mis
manos comenzaron a temblar nerviosamente. Por un
momento me perdí, luego deprisa me levanté de su cuerpo
y arrojé la piedra lejos de mi, mientras me arrastraba por la
tierra mojada.
Mi cabeza comenzó a martillar con fuerza y el dolor me
envolvió mientras las lágrimas descendían por mis mejillas
¿Qué había hecho? ¿Qué tan perdida había estado estos
días como para terminar aquí?
—Piensa, Carrie, piensa.
Mirando mis manos durante largos minutos escuché
como un trueno rompió en el cielo y supe que la lluvia
pronto estaría aquí.
—Necesitas arreglar esto, Carrie.
Contemplé una vez más el cuerpo, como pude empujé las
emociones a un lado y me puse de pie. Miré a todos lados
como si alguien pudiera estar por ahí viéndome, pero sabía
que no era así.
Volviendo la vista a la mujer muerta frente a mí, miré
hacia los arbustos y la tomé de las piernas para arrastrarlas
hasta ahí, luego la empujé hasta que quedó casi oculta
debajo de ellos.
Suspirando pesadamente me di la vuelta y comencé a
correr como alma que lleva el diablo hacia casa, mientras
las gotas de lluvia comenzaban a caer sobre mí.
Estaba tan asustada y nerviosa que no tenía idea de
cómo proceder, mis emociones me estaban dominando, así
que solo corrí y corrí hasta llegar a casa. Cuando no
encontré el auto de mamá en ningún lado suspiré aliviada.
Una emoción demasiado fuerte me estaba atravesando el
pecho y sentía que me desgarraría desde adentro hacia
afuera. El dolor era meramente emocional, pero se estaba
reflejando físicamente, así que me moví a la casa y grité
desde afuera no queriendo contaminarla.
Cassie salió minutos después y su ceño se frunció al ver
el desastre de persona que era.
Probablemente tenía sangre por todo mi rostro y manos,
con los ojos fuera de mi órbita y la respiración demasiado
agitada.
—¿Qué sucedió? —cuestionó suavemente mientras se
acercaba con los pies descalzos.
—Maté a alguien —susurré.
Ella me analizó de pies a cabeza mientras llevaba a su
boca la paleta que había tenido en su mano.
—¿Estás herida? —negué efusivamente —bien, entonces
hay que enterrar el cuerpo, la tormenta está por caer, eso
se llevará cualquier prueba y compactará la tierra que
movamos.
Cassie miró por última vez mi cuerpo y suspiró antes de
darse la vuelta.
—Será mejor que nos apuremos, debemos estar en casa
para cuando mamá llegue y tener alguna especie de
coartada.
—Yo no estaba en casa —ella sonrió.
—Estaba viendo una película en línea justo ahora, tú
estabas en mi cama a mi lado comiendo chucherías
mientras esperábamos a mamá para cenar.
Y solo se adentró en casa, dejándome en la entrada para
que esperara por ella y así ayudarme a deshacerme de un
jodido cadáver.
Capítulo 21
Carrie
Actualidad
Mis manos estaban en puños mientras sostenía mi
cuerpo. La madera debajo de ellos estaba fría y mojada por
mis lágrimas y la baba que en algún momento había
goteado por una de mis comisuras sin que me diera cuenta.
El dolor en mi espalda era casi insoportable y la falta de
aire había provocado que me mareara. Era posible que la
falta de alimentos también influyera en mi escasez de
energía.
Solo que no era eso lo que más dolía, lo que me estaba
creando una profunda llaga era recordar. Sentir mis manos
viscosas y llenas de sangre cuando hacía meses que las
había lavado hasta que la piel estuvo al rojo vivo.
Lo que me estaba destruyendo era saber que merecía
cada golpe de Theo. Lo merecía por haber hecho lo que
hice.
—Yo maté a Luci —susurré, sabiendo que él no me había
escuchado levanté mi cabeza hacia él y la imagen fue
simplemente devastadora.
Él estaba de pie frente a mí, luciendo imponente y
dominante, con el cinturón ensangrentado en una de sus
manos mientras la otra estaba apretada en un puño a su
costado.
Podía notar que varias gotas de sangre manchaban sus
antebrazos y supuse que era la sangre que había salpicado
con el retroceso del cinturón. Mi sangre.
—Yo maté a Luci —dije esta vez más fuerte y un sollozo
escapó de mí —yo maté a la dulce y hermosa mujer que
todo el mundo adoraba y que se molestaron por buscar
durante semanas creyendo que seguía viva. Ni siquiera les
permití encontrarla.
Mi cuerpo tembló y volví a sollozar mientras el recuerdo
de sus gritos volvía a mi memoria. Recordé su lucha inútil ya
que estaba lo suficientemente aturdida por el golpe como
para defenderse, recordé su sangre caliente manchando mi
piel y sus ojos cristalizados dándome una última mirada,
antes de desaparecer la luz que los había bañado y que a la
gente tanto le gustaba observar en ellos.
Theo no dijo nada, solo me analizó por largos minutos
mientras yo lo miraba directo a los ojos tratando de ver si
algo en él había cambiado.
¿Ahora me alejaría definitivamente?
Después de todo él había tenido una relación estrecha
con ella y aunque quise justificar mis acciones, no había
justificación alguna. La única razón por la que la había
matado era él, el hombre frente a mí, porque ella había
tenido durante demasiado tiempo algo que yo quería.
Sentí movimiento por el rabillo del ojo y mi mirada se
dirigió en esa dirección para encontrarme a Greg siendo
sostenido por Neil mientras cerraba la puerta.
Ellos habían estado ahí todo el tiempo y por la sonrisa de
depredador en el rostro de Greg sabía que esto lo
enorgullecía. Él haría lo mismo por mí si se viera en la
necesidad y eso de alguna forma alivió un poco la pena que
me envolvía.
—¿Theo? —llamé con un hilo de voz mientras lo miraba.
Una sonrisa lenta se extendió por sus labios y en vez de
iluminar sus rasgos, aquella sonrisa solo los oscureció
haciéndolo ver mucho más perverso.
Él se acercó acortando la poca distancia que nos
separaba y su mano libre se elevó para sostener mi
mandíbula, acariciándola dulcemente.
—Te estaba consumiendo —dijo suave —y lo seguirá
haciendo si sigues cargando con el peso de esa muerte.
—No puedo solo dejarlo ir.
—Puedes, solo que no has querido.
Con su agarre en mi mandíbula me hizo elevarme del
suelo y me estremecí cuando la piel de mi espalda se
tensionó ante mis movimientos, aunque el dolor
extrañamente me confortaba.
—Lo has soportado tan bien, niña —la admiración en sus
ojos me hizo sentir tan orgullosa en ese momento. que mi
garganta se apretó cuando él se inclinó para acariciar sus
labios con los míos —ya sabes lo que te espera si decides
quedarte, dulce niña ¿estás dispuesta a soportarlo?
Asentí sin dudarlo ni un solo segundo. Yo lo quería a él, a
ellos y lo quería todo. Había dicho que no me importaba
tomar lo que sea que me dieran y aquí estaba, tras
haberme arrodillado para él permitiéndole degradarme y no
me arrepentía.
Su mano libre se movió hasta mi nuca acariciando el
cabello en esa zona antes de volver a sonreír.
—Voy a follarte, niña y espero que estés lista para
soportar lo que es tener a un hombre enterrado
profundamente en tu interior, al que no le importará que
grites que no puedes soportarlo más.
Un estremecimiento recorrió todo mi cuerpo ante sus
palabras y mis ojos se abrieron un poco más de la cuenta
mientras una pequeña sonrisa surcaba sus labios.
Él soltó el cinturón que estaba sosteniendo y se alejó un
paso para retirar la ropa que lo cubría con una calma que
me estaba poniendo cada vez más nerviosa.
El dolor había pasado a un segundo plano mientras lo
veía retirar hasta las últimas de sus prendas y pude jurar
que mi boca se hizo agua al ver todo su cuerpo desnudo.
Los músculos estaban perfectamente marcados y su
pecho estaba escasamente cubierto por un fino vello rubio
que lo hacía ver más varonil y masculino. Su polla grande y
gruesa estaba erecta y con lo que parecía ser pre-semen
acumulado en la abertura de su glande.
Él era simplemente magnifico y al ver los tatuajes que
cubrían su cuerpo quise acercarme, para lamer cada uno de
ellos, pero sabía que no me dejaría, no a menos que se lo
pidiera y él me dejara, consciente que con el dolor en mi
garganta y la resequedad en mi boca esa tarea era muy
compleja.
Él permaneció tranquilo durante largos minutos y solo
pude absorber todo de él, mi mirada recorría cada
centímetro de su cuerpo una y otra vez, sabiendo que había
ansiado este momento demasiado tiempo. Ahora que lo
tenía se me hacía imposible dejar que esos pensamientos
posesivos y oscuros se apoderaran de mi mente.
Me aferré a ellos, porque prefería sucumbir a mis más
oscuros deseos que regresar al hueco desolado en el que se
convertía mi mente cuando pensaba en Luci.
Si iba a perderme prefería que fuera con esta obsesión
insana, a hacerlo con los sentimientos de remordimientos
por la muerte de una mujer, que me había costado parte de
mi alma.
Dubitativa di un paso al frente, pero él negó.
Casi por instinto llevé mis manos hacia adelante
sosteniendo la muñeca de una con la otra y finalmente miré
al piso mientras esperaba su orden.
Todo mi ser vibraba en expectación y el dolor de alguna
forma u otra intensificaba mis emociones, así como las
sensaciones que me recorrían. Podía sentir mi humedad
entre mis piernas y quise avergonzarme de ello, pues había
sucedido mientras Theo me azotaba, pero era difícil que
pudiera hacerlo, él me había llamado buena niña por
soportarlo, estaba segura de que me recompensaría por
estar lista para él.
Lo sentí moverse y de un movimiento rápido giró mi
cuerpo para que quedara de espaldas hacia su frente.
Temblé cuando me llevó hacia su pecho y rozó las heridas
que me había hecho.
—Eres indudablemente hermosa, Carrie.
Mi nombre saliendo de entre sus labios con ese tono de
voz ronco provocó que mis paredes se apretaran alrededor
de nada y lloriqueé con un gemido cuando lo único que
conseguí de él fue que me tomara de la cintura.
Estaba ansiosa, desesperada por su toque, por sentir su
dominio, por tenerlo dentro de mí, pero parecía estar
empujando la situación hacia mi punto de ruptura y no
tardaría mucho en rogar por él.
Al demonio, lo haría en ese mismo instante porque lo
quería, lo necesitaba.
—Por favor —mi voz fue solo un susurro, pero sabía que
lo había escuchado.
—¿Por favor qué, Carrie? —sus labios rozaron
suavemente la piel sensible debajo de mi oído y me
estremecí nuevamente.
—Te necesito, lo que quieras darme, pero te necesito.
—Te escuchas tan bien suplicando, niña.
Theo dejó un beso suave en mi cuello y fue descendiendo
por mi clavícula mientras sus manos subían por mis costillas
hacia mis senos.
Él se acercó definitivamente a mi espalda y pude sentir
su miembro presionando contra la parte baja, rozando
algunas de mis heridas abiertas.
Y eso me excitó más de lo que debería haberlo hecho.
Con pasos lentos fue empujándome hacia la cama
mientras sus dedos jugueteaban con mis pezones duros,
humedeciéndome un poco más mientras entrecerraba mis
ojos ante el placer.
Estaba segura de que solo necesitaría un par de toques
para correrme, solo con un par de estocadas para
envolverme como un guante alrededor de su miembro y
colapsar.
Pero claro, no recibiría ninguna de las dos mientras Theo
se propusiera jugar conmigo.
No lo aceleré, quería experimentar cada detalle de este
momento para repasarlo una y otra vez en mi cabeza, hasta
que sucediera uno nuevo, tal y como lo había hecho con el
que compartí con Neil.
Cuando la cama estuvo frente a mí, Theo me empujó
suavemente y apoyé mis manos en el mullido colchón con
sábanas azul oscuro, una de sus manos tomó una de mis
piernas para incitarme a subir por completo.
En cuanto mis rodillas estuvieron apoyadas en la orilla,
mientras mi espalda se encontraba arqueada, lo sentí
acariciar las mejillas de mi trasero provocando un nuevo
estremecimiento, luego descendió entre ellas hasta que
llegó a mi coño húmedo y caliente, sin poder controlar el
gemido fuerte que se arrastró en mi garganta.
—Estás tan mojada, niña —su voz fue un bálsamo para
mi alocada mente y me hundí en ella mientras recorría mis
pliegues —eres una niña muy sucia Carrie ¿acaso fue un
castigo real el que te azotara con mi cinturón? —cuando su
otra mano se elevó hacia las heridas en mi espalda él
continuaba hurgando mis pliegues tentando mi entrada,
mordí mi labio inferior más fuerte para evitar que un nuevo
gemido escapara.
Pero él seguía tentándome, mezclando el dolor con el
placer y provocando cortocircuitos a mi mente ya deshecha.
Y estuve a punto de correrme, de no ser porque sus
manos se detuvieron.
—Oh no, pequeña niña, te vas a correr con mi polla
dentro de ti, quiero sentir como aprietas esas rosas paredes
alrededor de mí.
Sin siquiera advertirme, la cabeza de su miembro se
encontró con mi entrada y dio un empujón suave para
acomodarse en ella.
Mis manos apretaron las sábanas en un puño y moví mis
caderas para obtener más de él, pero no permitió que eso
sucediera, sosteniéndome de la cintura para frenar mis
movimientos.
—Tú no tienes el control aquí —dejó en claro antes de
empujarse dentro de mí con una sola estocada que me llenó
por completo.
El grito que escapó de mis labios fue algo fuerte, pues la
sensación de mi interior acomodándose para recibirlo fue
dolorosa. Dios, él era grande y grueso y aun cuando estaba
muy mojada para él, el ajuste era doloroso.
Pero no se detuvo a esperar que me acomodara del todo,
Theo se aferró a mi cintura con fuerza y comenzó a
embestirme con violencia provocando que casi saliera
huyendo de él, pero mantenía un agarre sólido alrededor de
mi cintura y manejaba mi cuerpo de tal forma que lo hacía
encontrarse con sus embestidas.
Pronto mis gritos dejaron de ser a causa del dolor y
fueron únicamente por el placer ilimitado que estaba
sintiendo.
Era todo un torbellino, porque ni siquiera sabía que
provocaba tan intensas sensaciones, si el dolor o la fricción
del miembro de Theo contra mis paredes o la combinación
de ambos.
Pero no fue difícil determinarlo cuando una de sus manos
se elevó hacia mi espalda y presionó una herida en
particular que se sentía muy dolorosa, clavándose
profundamente en mi interior provocando que gritara hasta
que mis ojos se empañaron y el orgasmo me envolvía de
una forma tan cruda que las lágrimas brotaron sin tregua.
Mi cuerpo tembló bajo su agarre mientras pequeños
gritos escapaban de mí ante los espasmos que me invadían,
pero él ni siquiera se detuvo, él continuó jodiéndome duro y
rápido usando mi cuerpo hasta que encontró su liberación.
Al sentir su semen caliente llenándome me empujó hacia un
nuevo orgasmo cuando ni siquiera me había recuperado del
primero.
Mis brazos dejaron de sostenerme y mi torso cayó sobre
la cama al igual que mi rostro que se hundió entre las
sábanas.
Las embestidas de Theo se volvieron lentas y lánguidas,
pero aun así provocaban a mi interior sensible, ocasionando
que lo apretara fuertemente y así exprimiendo hasta la
última gota de su liberación.
Podía escucharlo jadeando a mis espaldas mientras me
aferraba a las sábanas y trataba de recuperar la
compostura.
Pero al sentirlo aún duro dentro de mí me fue imposible
conseguir relajarme. Theo no estaba parando,
definitivamente esto era solo el principio y no sabía si
podría soportarlo.
Capítulo 22
Theo
La vista que tenía era increíblemente pecadora, sabía
muy bien que no entraría al reino de los cielos, no tenía un
lugar ahí. Por todas las cosas que le había hecho a Carrie,
que le estaba haciendo y que quería hacerle, todas ellas
serían el verdadero causante de ganar mi asiento en
primera fila para entrar en el infierno.
Y es que la imagen era simplemente arrebatadora.
Estaba clavado profundamente en Carrie, su trasero
estaba levantado para mí y desde esta posición podía ver su
agujero fruncido, el mismo que provocaba con mi dedo
pulgar mientras la follaba lentamente para recuperar la
compostura sin permitirle bajar del todo.
Podía ver las marcas ensangrentadas en su espalda que
me mantenían totalmente duro.
Y es que el contraste era enloquecedor.
Su piel lechosa y pálida marcada por la sangre en
combinación de esas marcas rojizas verticales que había
provocado mi cinturón junto con mi fuerza, mientras mi
gorda polla estaba en su interior siendo apretada por sus
paredes húmedas y calientes.
Podría morir aquí, en este mismo instante y aún así,
estaría feliz de llevarme esta última jodida imagen.
Sus lloriqueos eran suaves mientras mis manos se
aferraban a su pequeña cintura para entrar y salir con
lentitud.
La escuchaba respirar entrecortadamente.
Yo estaba sudado, con las bolas prácticamente secas por
la forma tan dura en la que me corrí, pero claramente
quería más, estaba listo para joder el infierno fuera de ella y
no me detendría hasta que se desmayara.
En cuanto ella me miró por encima de su hombro con
ojos cristalizados y sus labios entreabiertos volví a perder
todo posible control en mí.
Me clavé profundamente en su interior, agradeciendo por
haberme corrido dentro ya que ahora entraba y salía tan
fácil que me ayudaba a aumentar mis embestidas en un
tiempo récord.
Los ojos de la niña debajo de mí casi se salieron de sus
órbitas cuando volví a joderla más duro, inclinándome para
dejar caer saliva sobre su fruncido agujero.
Todo su cuerpo se tensó y sonreí mientras deslizaba mis
manos para sostenerme de las mejillas de su culo,
abriéndolo para mí, permitiendo que el pulgar presionara
contra su pequeño agujero sin dejar de enloquecerla con
mis embestidas.
Me costó muchísimo autocontrol no correrme como un
jodido adolescente cuando me clavé en ella y ahora, me
estaba costando lo mismo aun después de haberme corrido.
La culpa la tenían esos suaves soniditos que hacía al no
querer hacer mucho ruido.
Los mismos que me animaron a meter el pulgar en su
culo y sacar de ella un gemido más alto.
Podría ser una niña de dieciocho años, pero claramente
estaba abierta a muchas cosas sucias, porque a nada me
había dicho que “no”.
Así que lo hice, la jodí más fuerte, más duro, más rápido
mientras mi pulgar permanecía dentro. Mis manos estaban
apretadas alrededor de toda la carne de su trasero y sabía
que dejarían marcas, llenándome de una posesividad que
nunca antes había sentido.
Quería marcarla, quería que cuando las viera frente al
espejo me recordara follándola tan duro, hasta hacerle
olvidar su propio nombre.
Sus gritos se intensificaron, sus paredes se apretaron con
fuerza a mi alrededor y por la posición que tenía sabía que
sus pezones se frotaban placenteramente contra mis
sábanas mientras dejaba su olor impregnado en ellas.
Y cuando se corrió con un grito que amortiguó contra las
sábanas, me corrí nuevamente dentro de ella. Fue tan fuerte
que mis piernas temblaron mientras me sostenía para no
ceder.
El gruñido en el que me abandoné fue gutural y saber
que ahora todo mi semen llenaba por completo su coño
hasta desbordarse por sus muslos, me hizo sentir que
definitivamente ella sí era mía.
Esta pequeña niña ahora me pertenecía. Toda mía.
Me importaba poco lo que sucediera después, a la mierda
si podía ser su padre y a la mierda si su propia madre
decidía que esto no lo quería o le gustaba.
Ya la había tomado, ya la había marcado y cualquiera que
se atreviera a intentar alejarla de mí, terminaría haciéndole
compañía al resto de cadáveres que tenía enterrados en el
jardín.
Carrie
Mi vista estaba empañada y mi cabeza daba vueltas
mientras bajaba del glorioso orgasmo que había tenido. Ni
siquiera podía moverme lo suficientemente rápido como
para acomodarme correctamente en la cama, pero no era
como si pudiera ir a algún lado con Theo aun clavado en
mi.
Podía sentir como nuestra liberación se desbordaba por
mis piernas provocando una sensación cálida en mi pecho.
De alguna forma esto me había marcado.
Y el que saliera de mi suavemente permitiéndome
recostarme totalmente en la cama me hizo sentir tan
segura, aun cuando él me había jodido de formas tan duras
durante la última hora.
Él no me preguntó si estaba bien, solo me dejó sobre mi
estómago con la cabeza apoyada en la almohada antes de
alejarse de mí, pero no pasó mucho tiempo cuando regresó.
Un paño húmedo se paseó por mis piernas limpiándome y
me estremecí ante lo sensible y tierna que se encontraba mi
piel.
—Voy a limpiar tus heridas —advirtió con un susurro
ronco, pero no me molesté en responder.
Siseé cuando el líquido goteó sobre mi espalda herida y
el olor me hizo saber que se trataba de alcohol. Mordí la
almohada para contener mis gemidos de dolor, dejando que
limpiara y curara mis heridas para luego vendarlas.
—Son superficiales —me dejó saber —estarás bien, niña.
Una sonrisa bobalicona apareció en mis labios al
escucharlo llamarme así. Antes de que pudiera contestar o
escuchar algo más, terminé cayendo en la inconsciencia
sobre la cama de Theo, aun estando completamente
desnuda.
Pero no me sentí expuesta o vulnerable, me sentía mejor
que en mucho tiempo, porque ahora el peso de la muerte
de Luci no se sentía tan asfixiante.
Estaba mucho más liviana al saber que ellos no me
juzgarían. Y a pesar de lo mal que me sentía por haber
arrebatado una vida, en este momento no había forma de
que me arrepintiera, no cuando los hombres que quería
para mí, estaban a mi alrededor haciéndome suya,
reclamándome y marcándome de todas las formas posibles.
Capítulo 23
Carrie
Cuando volví a abrir los ojos, me sentí desorientada por
unos segundos al no reconocer la habitación en la que me
encontraba. Pero tan pronto como el dolor en mi espalda y
el olor de Theo me envolvieron crudamente conseguí
recordar donde estaba.
Todo permanecía muy oscuro, aún así conseguía
distinguir las cosas alrededor de la habitación y el cuerpo de
Theo descansando junto al mío, gracias a los rayos lunares
que se colaban por la ventana.
Su respiración era lenta y las sábanas lo cubrían al igual
que a mí, pero sabía que debajo ambos estábamos
desnudos.
Suspiré lentamente y me quedé varios minutos mirándolo
detenidamente mientras dormía. Mis ojos picaban por las
lágrimas que quería derramar, pero las retuve y sonreí
bobaliconamente mientras elevaba una de mis manos para
acariciar su rostro.
La gratitud hacia Theo me envolvió cuando recordé cada
segundo que había pasado con él durante esta noche. Él me
había dado algo que no sabía que quería, pero que
realmente necesitaba.
Me sentí tan libre siendo doblegada y maltratada por él,
me sentí tan liberada cuando por fin pude decirle lo que
había tenido atrancado en el pecho durante todos estos
meses.
Él me había hecho libre esta noche y cada herida abierta
en mi espalda era prueba de ello.
Había encontrado una forma de liberar mis demonios y
aunque al principio no tenía idea de cómo sentirme, luego
de un par de azotes mi mente, cuerpo y alma entendieron
que era lo que habíamos estado deseando y necesitando
todo este tiempo.
Y ni hablar de cuando me hizo suya.
Theo me hizo olvidar cada cosa detestable que había
estado pasando por mi cabeza y me recompensó por solo
haberme dejado ayudar.
Era confuso, lo admitía.
Y aunque todo parecía estar disperso también podía
admitir a ciencia cierta que en mi cabeza estaba todo claro,
sintiendo menos carga ahora en mi interior y todo por lo
que él me había empujado a aceptar.
Una vez mi mano dejó de tocarlo, comencé a bajar con
lentitud de la cama y de la misma forma me moví hasta mis
prendas de ropa en el rincón dónde las había dejado para
rebuscar en ellas, encontrando mi teléfono. Cuando lo
encendí me topé con varias llamadas perdidas de mamá y
otras muchas más de Cassie.
Con dedos temblorosos me moví hacia mensajería y
suspiré silenciosamente, aliviada de saber que Cassie me
había cubierto diciéndole a mamá que estaba en casa de
Ben, pero que le escribiera en cuanto estuviera disponible.
Le escribí un escueto mensaje dejándole en claro que
estaba bien, seguidamente bloqueé el móvil para
levantarme de mi lugar y moverme hacia el baño.
Al entrar cerré la puerta con cuidado, encendí la luz para
sentarme en el retrete y orinar. La sensación de ardor me
recorrió y no pude evitar sonreír mientras me secaba, luego
me dirigí al lavamanos para lavar mi rostro, mi cuello y mis
manos. Sequé la humedad con una toalla y suspiré hacia mi
reflejo abatido en el espejo.
Me sentía muy adolorida en todas partes y la visión mía
en el espejo me dejaba ver que tan magullada estaba.
Mi cuello tenía manchas rojas que estaban pasando a
moradas rápidamente, al girarme pude ver las marcas del
cinturón de Theo y algunos vendajes dispersos por toda mi
espalda. También tenía sus dedos marcados en el culo y eso
me hizo sonreír.
No parecía una escena de un crimen, pero se acercaba.
En cuanto empecé a sentir algo de frío a causa de mi
desnudes volví hacia la puerta y apagué la luz antes de
salir. Rápidamente moví mi mirada por toda la habitación
encontrando una polera en la silla del escritorio, por lo que
me dirigí hacia ella y me la coloqué con cuidado por encima
de la cabeza.
Le di una última mirada a Theo, que permanecía en la
misma posición y luego salí de la habitación cerrando la
puerta cuidadosamente detrás de mí.
La casa permanecía en un silencio rotundo y por la
posición de la luna, que extrañamente se encontraba
totalmente dispersa de nubes, pude divisar las altas horas
de la madrugada que eran, por lo que supuse que Greg y
Neil se encontraban dormidos.
La casa solo tenía tres habitaciones. Sabía que la
contigua a la de Theo era ocupada por Neil, pero no lo
buscaba a él, buscaba a Greg, así que continué hacia la
última puerta y la empujé suavemente para verlo acostado
de lado con uno de sus brazos debajo de la almohada.
Una sonrisa suave recorrió mis labios mientras absorbía
todo de él.
Era fascinante la forma en la que me sentía tan atraída
por su persona. Me era muy difícil pasar tanto tiempo lejos
de él y cuando eso solía ocurrir, rondaba por los lugares en
los que había estado como si eso pudiera conectarme a él.
Consciente de que esto era un error, cerré la puerta
detrás de mí y me encaminé con paso lento hacia su cama.
Suavemente moví las sábanas metiéndome debajo de ellas
para acurrucarme junto a él.
Probablemente se volvería loco, pero no había una cosa
que deseara más que quedarme dormida con su olor a mi
alrededor.
—¿Estás segura de esto? —su voz me sobresaltó
levemente, pero logré resistir el impulso de estremecerme.
—¿Sabías que estaba ahí? —él asintió.
—Desde que la puerta se abrió, cosita.
Su voz era algo más ronca y pastosa por el sueño, así
que me las arreglé para no jadear ante la forma en la que
me hizo estremecer.
—Estoy segura de esto, Greg.
Él no dijo nada, solo permaneció con los ojos cerrados.
Suspiré antes de volver a hablar.
—¿Me podrías abrazar?
Él no contestó, solo extendió su brazo y me arrastró hacia
él sosteniéndome de la cintura llevándome hacia su pecho
desnudo.
—Mañana nos iremos, cosita, tal vez no regresemos
hasta el día siguiente, pero ya sabes, tenemos que trabajar.
—Nunca he entendido del todo en qué trabajan —admití
en un susurro mientras levantaba mis manos para acariciar
su pecho y los tatuajes desperdigados por él.
—Trabajamos para la Triada, hacemos cualquier cosa
que necesiten, pero por lo general solo se trata de raptar y
torturar personas para sacarles información, el resto son
cosas de menor grado como recuperar documentos o
información de otro tipo.
—¿Son sicarios de una organización? —Greg soltó una
suave risa.
—Algo así, cosita.
Ambos permanecimos varios minutos en silencio,
captando únicamente la esencia del otro y sintiéndonos
mutuamente, mientras nuestras almas suspiraban aliviadas
al calmar la compulsión obsesiva presentes en cada uno.
—¿Cómo fue la primera vez? —le cuestioné en un susurro
rompiendo el silencio que nos envolvía —lo de obsesionarte
—aclaré en última instancia.
—Tenía veintiún años —su voz continuaba siendo ronca y
todos los vellos de mi piel se erizaron, pero mantuve a raya
mis emociones —nunca había tenido una novia porque
nadie me había interesado lo suficiente como para pasar mi
tiempo con ella. A penas había tenido sexo unas cinco
veces.
No parecía avergonzado por su declaración, pero igual
sonreí. Cualquiera creería que con lo atractivo que era su
pasado estaría lleno de aventuras.
—Cuando me mudé con Theo y Neil me cambié de
ciudad, luego vine hacía aquí. Pronto comencé a ser
entrenado y a trabajar para la Triada, las mujeres no
faltaban, pero ya te había dicho que ninguna me interesaba
lo suficiente. Entonces conocí a Violet. Ella era la doctora
por elección de la Triada para atender a sus soldados
cuando éramos heridos en las calles. Al principio solo era
dejar que me hirieran para ir con ella sin decirle que era
paramédico y que claramente podría curarme a mí mismo.
Él rio suavemente como si recordara esos momentos y mi
pecho se apretujó mientras fruncía el ceño.
—Luego comencé a ir a su casa y quedarme al otro lado
de la calle para verla salir cuando no tenía nada que hacer.
Ella comenzó a coquetear conmigo, era tres años mayor y
por supuesto tenía más experiencia en algunas cosas. Ni
siquiera recuerdo como llegamos al tema de que era un
novato en el sexo. Ella se ofreció a enseñarme lo que no
sabía.
Su sonrisa fue desapareciendo lentamente y su brazo
alrededor de mi cuerpo se tensó, así como mis caricias en
su piel.
—Me obsesioné, demasiado mal, pero ni siquiera lo sabía.
Y cuando me perdí, fue cuando me enteré de que ella tenía
un prometido y se encontraba realizando una especialidad
del otro lado del país. Fue a visitarla cuando estuvo libre y
claramente yo estaba fuera de su edificio.
El silencio se hizo por largos minutos, pero su agarre se
aflojó comenzando a acariciarme lentamente, como si eso le
calmara.
—Lo maté y ella se enteró. Al día de hoy ni siquiera sé
cómo sucedió, pero supongo que la triada debió informarle,
después de todo ellos sabían absolutamente todo acerca de
sus soldados. Ella intentó que la triada hiciera justicia y
cuando no lo consiguió, amenazó con ir a las autoridades y
buscarla por su cuenta llevándome a los tribunales.
Claramente eso no era beneficioso para nadie, así que la
Triada se deshizo de ella.
El silencio se extendió por mucho tiempo antes de que él
suspirara profundamente.
—Fue un desastre para mí si te soy sincero. Pero nadie
reconoció mis conductas en ese momento. Se necesitaron
tres mujeres demandándome por acoso antes de que mis
hermanos me internaran y luego me trajeran aquí.
—Solo me he sentido así por ustedes tres, así que tengo
que preguntarte si cuando te alejas, logras olvidarlas por
completo.
—De alguna forma lo hago —admitió mientras sus dedos
levantaban la polera y se encontraba con mi piel
directamente provocando que me saltara un latido —no
quedan residuos, si es lo que preguntas, solo quedo yo
sintiéndome vacío, con las ganas de encontrar a alguien
que me dé lo que yo le ofrezco a ella y supongo que lo he
encontrado.
Una sonrisa suave apareció en mis labios y retomé mis
caricias sobre su piel sintiendo como se estremecía ante mi
contacto.
—Gracias, por contarme —dije sintiendo como mis ojos
comenzaban a pesarme.
—No fue nada, cosita —un beso suave fue depositado en
mi frente provocando que casi me fundiera con su cuerpo —
que duermas bien.
—Tú también duerme bien, Greg.
Capítulo 24
Carrie
Si me lo preguntaban, había sido el mejor despertar de
mi vida.
No recordaba la última vez que me había sentido tan
plena al despertar a pesar de haberlo hecho sola. Pero al
hacerlo siendo rodeada por el aroma de Greg, en su cama,
todo parecía distinto.
Una vez logré retirar las sábanas fui hasta la habitación
de Theo y recuperé mi ropa, colocándomela rápidamente
para luego poder bajar al primer piso.
Mi primera intención fue salir por la puerta de la cocina
hacia el bosque, pero sobre la mesa había un plato con mi
desayuno en él y con las llaves de la casa a un lado.
Sin dudarlo engullí todo con una sonrisa tonta atípica en
mí y luego lavé los platos para salir de la casa, cerrándola
con llave.
Mi caminata por el bosque fue rápida y sin incidentes. Al
llegar a casa fui directo a la habitación de Cassie antes de
siquiera asomarme a la mía. Cuando sus ojos se abrieron
lentamente, me observó espantada antes de abalanzarse
sobre mí.
—¿Qué te sucedió? ¿Qué te hicieron? —la preocupación
estaba marcada en cada uno de sus rasgos, así que le di
una pequeña sonrisa tratando de calmarla.
—Estoy bien, solo fueron prácticas sexuales poco
convencionales —sus labios se abrieron con algo de
sorpresa antes de reírse.
—Siempre encuentras una forma para sorprenderme,
mujer —la sonrisa en sus labios vaciló un poco cuando
volvió a mirar mi cuello —aun así, debemos cuidarte. Ve a
ducharte ¿sí? Yo limpiaré tus heridas luego y le pondremos
algo de crema a tu cuello. Mientras te duchas buscaré algo
para ocultar esas marcas.
Asentí un par de veces y me moví hacia el baño
permitiendo que Cassie me buscara la ropa. Sabía que me
arrepentiría, pero no tenía las fuerzas suficientes como para
discutir con ella o negarme a su ayuda.
Cuando salí del baño ya duchada y seca me senté en la
esquina de su cama, ella se colocó de rodillas a mis
espaldas. Suavemente curó y vendó mis heridas
nuevamente cubriéndolas esta vez con un vendaje
impermeable, para terminar colocando pomada en mi cuello
y seguidamente mostrarme la ropa con la que me vestiría
antes de ella arreglarse para que pudiéramos irnos a la
academia.
Desayunamos juntas un poco de cereal, aunque lo hice
más para acompañarla que por hambre. Una vez listas
salimos de casa, yo con un suéter rojo demasiado intenso
para mi gusto y una bufanda negra, junto con unos jeans
negros y Cassie, por primera vez en mucho tiempo también
llevaba un suéter de cuello alto de color rojo vino, pero con
pantalones blancos entallados.
—Tus ojos brillan —comentó suavemente —lo que sea
que hicieran anoche te hizo feliz, y aunque no me agradan
los métodos, debo admitir que el resultado no es discutible.
Luego de dejar un beso en mi mejilla se subió al auto y
esperó a que emprendiera el viaje hacia la academia.
Greg
Le había advertido de tantas cosas a Carrie, pero ni
siquiera lo tomó en cuenta cuando se coló en mi habitación
la noche anterior.
Hablamos durante un par de minutos y aunque seguía
levemente dormido, su olor me envolvía como una manta
mientras su cuerpo descansaba junto al mío. Intenté dormir
después de sentir como se relajaba contra mí, simplemente
no pude, permanecí aspirando su olor durante horas hasta
que por fin me arrastró el sueño.
Y cuando desperté con ella envuelta alrededor de mí, casi
desnuda, me sentí el hombre más afortunado del jodido
mundo.
Tuve que irme por tener deberes que cumplir en la
ciudad, pero ni siquiera pude resistirlo por más de unas
cuantas horas. Tomé el auto que tenía para mí en la ciudad
y lo conduje de vuelta hasta aquí, para esperarla cuando
saliera de clases, pero las viejas costumbres nunca
desaparecían y terminé escabulléndome entre los árboles
que rodeaban la academia.
Para mi mala suerte vi algo que ciertamente no tenía que
haber visto.
Cuando me di cuenta de que había caído en lo más
profundo por Carrie, busqué casi de forma automática a
Ben, el chico que ella había confesado que le había quitado
su virginidad, el que había tomado su cuerpo y su compañía
durante mucho tiempo. Realmente usé todo mi autocontrol
para no raptarlo y llevarlo al bosque para deshacerme de él.
No lo hice porque sabía qué hacía mucho que ellos no se
veían, al menos no de la forma en la que ella había
mencionado.
Pero mientras le veía sonreírle y subirse en su auto, lo
perdí. Todo mi autocontrol se quebró y lo único que me
exigía mi cuerpo, mente y alma, era que me deshiciera de
él, que lo sacara del camino, que lo hiciera desaparecer de
su vida para no tener que preocuparme nunca más de él.
Y todo eso había sido desencadenado por pasar la noche
con ella.
Sabía que estaba mal, estaba enfermo y luché mucho
tiempo con esto, hasta lograr controlarme lo suficiente
como para vivir una vida tranquila, vacía, pero tranquila,
porque sabía que lo que hacía estaba mal y era mucho peor
cuando ellas se alejaban de mí, empujándolas al límite
hasta que me rogaban que saliera de sus vidas porque no lo
soportaban un segundo más.
Y eso era lo que adoraba de Carrie, ella le daba rienda
suelta a mis conductas más oscuras.
Pero eso también podía ser un arma de doble filo, porque
mientras me subía en mi auto y los seguía por las calles del
pueblo mientras pensaba muchas formas de deshacerme de
él, no me sentí ni de cerca preocupado por lo que diría
Carrie.
Ella había matado a Luci por Theo y yo mataría a Ben por
ella. Porque nadie más que yo o mis hermanos podía
llevarla a comer el pastel de oreo que tanto amaba, como
estaba haciendo ese estúpido niño.
Ella era mía, mía para consentir, mía para cuidar,
mía para complacer y le daría su tiempo.
Le daría tiempo para que decidiera que vivir conmigo y
con mis hermanos era la mejor solución para aplacar esta
obsesión insana, pero mientras, chicos estúpidos como Ben
no se acercarían a ella.
No permitiría ni siquiera que respiraran su mismo aire,
porque Carrie era mía, mía y de nadie más que no
compartiera lazos de sangre conmigo.
Carrie
Cuando las clases acabaron y salí de la academia, mi
única intención era tomar mi auto, llevar a Cassie a casa y
volver a la cabaña de los Hallen para husmear mientras
ellos no estuvieran, pero cuando Ben Carrington me detuvo
cerca de mi auto, supe que eso no podría ser.
—Cassie —saludó escuetamente a mi hermana antes de
centrar su mirada en mí —Hola, bonita Carrie.
Cassie le dio una sonrisa antes de continuar hacia mi
auto para dejarme hablar con él.
—¿Entonces estuviste en mi casa anoche? —cuestionó
con una sonrisa y sentí mis mejillas sonrojarse.
—Lamento meterte en eso, es que anoche no llegué a
casa y Cassie no supo que más decirle a nuestra madre, ya
sabes cómo se pone.
—Lo sé, puedo recordarlo —Ben ladeó su cabeza y me
prestó atención antes de volver a sonreír —Entonces ¿Con
cuál de estos estúpidos niños ricos estuviste follando
anoche, Carrie? Creí que era tu preferido.
Algo que me atrajo instantáneamente de Ben hace unos
años fue la forma tan directa con la que soltaba las cosas.
Sumándole a eso también estaban sus hermosos ojos
pardos y la ropa que usualmente llevaba, la misma que lo
hacía ver más irresistible de lo que debería y aunque antes
había logrado hacer vibrar mi cuerpo, ahora a apenas podía
sonrojarme con él cerca, salvo por el pequeño detalle al
recordar que él me había visto desnuda.
—No fue ningún chico de la academia, además no es lo
que crees —Ben asintió con una sonrisa como si realmente
me creyera, pero no insistió más en ello.
—¿Quieres ir a la pastelería a tomar un café? Prometo
comprarte una rebanada de pastel de oreo.
Ben y yo habíamos dejado nuestros encuentros furtivos
en buenos términos.
Él regresó a ser el bad boy que siempre había sido,
follándose a todo lo que se moviera, ya que había tenido
consideración conmigo y había prometido que fuéramos
exclusivos mientras durara lo que fuera que tuvimos. Por
eso no me importó aceptar ir a la pastelería con él.
Además, si alguien llegaba a darme mi tan preciado
pastel de oreo, aceptaría ir hasta el mismo infierno si así me
lo pedían.
—Bien, iré a darle las llaves a Cassie.
Me di la vuelta rápidamente y llegué hasta Cassie para
pasarle las llaves del auto.
—Iré con Ben a la pastelería ¿te molesta irte sola a casa?
—ella negó rápidamente y tomó las llaves.
—Ve, te espero en casa.
La vi subir al auto antes de regresar con Ben, que ya
estaba junto a su auto. Sin dudarlo subí con él y me abroché
el cinturón de seguridad, lista para que me llevara a la
pastelería.
Capítulo 25
Carrie
Llevaba horas paseándome por la casa, observando
retratos, recorriendo las habitaciones, oliendo sus sábanas y
revisando su ropa.
En mi mochila ya tenía una polera de Neil que olía mucho
a él y que decidí llevarme para sentirle cerca.
Y por primera vez, aunque ellos estaban a muchos
kilómetros de distancia, no me sentí tan lejos de ellos, no
sentía esa ansiedad arrolladora que me pedía buscarlos en
cualquier lugar a gritos, no sentía la desesperación al no
poder verlos o saberlos lejos, de alguna forma los sentía
cerca.
Mientras continuaba recorriendo las habitaciones en el
segundo piso una y otra vez, escuché que un auto se
acercaba.
Como un resorte me levanté de la cama y bajé las
escaleras precipitadamente escuchando como el auto se
estacionaba. Y antes de que pudiera llegar a la puerta, esta
se abrió dejándome ver a Greg.
Mi corazón se saltó un latido cuando me sonrió.
Su sonrisa era suave y la calma que desprendía me hacía
querer correr hacia él para rodearlo en mis brazos.
—Hola —saludé suavemente.
—Hola, cosita.
Cerró la puerta detrás de él y se acercó a mí con pasos
lentos mientras lo recorría con la mirada.
—¿No deberías estar en la ciudad? —él ladeó la cabeza
de un lado a otro conservando aún su sonrisa.
—Debería, sí —su mano se elevó hacia mi mejilla y la
acarició con lentitud —pero era físicamente doloroso estar
lejos de ti.
Sin que me diera tiempo a responderle, él se apegó un
poco más a mi cuerpo y sus manos sostuvieron mi rostro
para que levantara mi mirada hacia él. Su rostro se inclinó
hacia el mío y pronto los nervios afloraron en mi interior sin
que pudiera forzarlos a detenerse.
—¿Estás seguro de esto? —le hice la misma pregunta
que él me había hecho y al igual que yo respondió
inmediatamente sin una sola pizca de duda.
—Estoy seguro de esto.
—Pero dijiste que si…
—Carrie, dormiste en mi cama, envuelta alrededor de mí
casi desnuda, al despertar fuiste lo primero que vi y tu olor
me envolvió toda la jodida noche. No lo has asimilado, pero
ya eres mía, Carrie, solo necesito que lo seas
completamente, no solo en mente y alma, sino también en
cuerpo. Yo soy tuyo y tú eres mía.
Su mano descendió hasta mi cuello y apretó suavemente
por encima de la bufanda que aún llevaba puesta. Apenas
sentí la suave presión, pero sabía que estaba ahí, su mano
era un aviso silencioso de que tenía el control en esta
situación y no me importó en lo absoluto cederlo.
Suavemente se inclinó hacia adelante y me mantuve en
silencio mientras sus labios rozaban los míos. Mi mente
quedó en blanco y las chispas estallaron envolviéndome
locamente cuando Greg entrelazó nuestros labios en un
suave beso.
Con delicadeza me acercó más a él y mis manos se
aferraron a la camiseta que llevaba, apretujándola en el
proceso, en un intento vago de canalizar todas las
emociones que me estaban envolviendo.
Besar a Greg era como probar el cielo, era obtener algo
que nunca creíste que tendrías pero que en ese momento
estaba al alcance de tus dedos.
—Déjame desnudarte, Carrie —su respiración era espesa
mientras su frente se apegaba a la mía y ni siquiera tuve
que pensarlo, solo asentí, cediendo a que él se encargara de
comenzar a retirar la ropa que me cubría, con cierta
lentitud.
Mi piel se erizó con cada toque de sus dedos sobre mi,
mientras me desnudaba en medio de la sala y sus ojos no
se perdían detalle de ninguna parte que desnudaba hasta
que solo mis bragas cubrieron mi cuerpo.
Greg lamió lentamente sus labios y una sonrisa suave
apareció en ellos antes de acercarse para besarme
profundamente, mientras me sostenía de la cintura
provocando que mis pezones se rozaran contra su cuerpo,
electrificándome por completo.
—Voy a borrar cada huella que haya dejado cualquier
hombre antes de nosotros —susurró sobre mis labios —
rogarás tanto por mí que olvidarás el nombre de cualquier
otro que no sea yo, Carrie.
Greg
Tener a Carrie desnuda había sido mi más deseado
anhelo.
Había fantaseado con ella de esta forma tantas veces
que ya había perdido la cuenta. Y ahora que la tenía toda
para mí, aprovecharía cada segundo con ella.
Sus enormes ojos me miraron a través de esas gafas
forzándome a tomarme un segundo para respirar
correctamente y no ahogarme con la imagen que me estaba
ofreciendo.
—Súbete al sofá, Cosita —le pedí con suavidad y la vi
caminar para hacer lo que le indiqué mientras su largo
cabello ondeaba de un lado a otro —ahora quítate las
bragas.
Con las mejillas encendidas quitó sus bragas lentamente
y volvió a sentarse en el sofá manteniendo sus piernas
cerradas.
Una sonrisa de medio lado apareció en mis labios y llevé
mi mano hasta mi camiseta para sacarla por mi cabeza de
un solo movimiento.
—Levanta las piernas hasta el borde del sofá —sus ojos
se abrieron algo sorprendidos y la vi apretar las piernas
cuando detalló mi torso descubierto —vamos, cosita, has
eso por mí.
Lentamente Carrie subió sus pies hasta el borde del sofá,
abriendo las piernas hasta que su coño rosado y húmedo
estuvo a la vista.
Con la mente únicamente enfocada en ella me moví
hasta estar frente al sofá y me arrodillé para tomar sus
piernas con mis manos, abriéndolas totalmente para
observar su delicioso coño por completo.
Clavando mis ojos en los de ella, me incliné y lamí toda
su raja llevando su sabor a mi paladar, ese sabor que tanto
había ansiado con probar una vez más.
Sabía que no habría retroceso después de que la follara.
No podría permanecer demasiado tiempo apartado de ella,
no podría pasar mucho tiempo sin sentirla, sin tenerla. Pero
no me importaba en lo absoluto, porque la quería ahora,
quería marcarla, poseerla, borrar las huellas que aún
permanecían en su piel dejadas por el imbécil que acababa
de enterrar.
Carrie se estremeció cuando volví a lamer su coño y un
suave gemido escapó de sus labios cuando rodeé su clítoris
con mi lengua.
No tuve clemencia para ella, me comí su coño sin tregua
alguna hasta que se corrió en mi boca, soltando un grito
ahogado por su mano. Ni siquiera había tardado diez
minutos y eso me provocó una sonrisa arrogante que ella
ignoró.
De un rápido movimiento me incorporé en toda mi altura
y tomé a Carrie en brazos para llevarla a mi habitación.
Sus piernas estaban fuertemente apretadas y sin poder
resistir demasiado tiempo, me moví de forma rápida para
llegar hasta mi cama dejándola sobre ella.
Verla desparramada en mis sábanas totalmente desnuda
provocó que mi polla se pusiera más dura y que comenzara
a rogar por ser liberada de mis jeans. Estaba resultando
doloroso, pero no la follaría hasta que besara cada
centímetro de su hermoso cuerpo, no la follaría hasta que
no la adorara correctamente y me rogara para que lo
hiciera.
Apreciando toda su piel completamente erizada, me
apoyé en la cama para inclinarme sobre ella y besar el pulso
en su cuello suavemente, recordando que continuaba
magullado por todo lo que Theo había hecho con ella.
Pero yo no la lastimaría.
No juzgaba ni cuestionaba la forma de follar de Theo,
pero cuando se trataba de Carrie prefería adorarla y no solo
follarla sin sentido.
Mi cosita se removió suavemente debajo de mí
haciéndome sonreír, aun con mis labios pegados a su piel
mientras descendía dejando besos, chupones y lamidas
lentas que la estaban volviendo loca. Al llegar a sus senos,
evadí sus pezones sacándole un gemido de frustración y
continué de esa misma forma por todo su cuerpo.
Descubriendo lo tersa que era su piel, verificando si tenía
lunares, memorizando el mapa que me permitía ubicarme
por todos los puntos erógenos de su cuerpo. Sin darle lo que
realmente quería, llenándola de una completa frustración.
—Greg, por favor —la escuché susurrar con voz suave.
—¿Por favor qué, cosita? —cuestioné besando la piel
debajo de su ombligo.
—Necesito que me toques —pidió y casi por un instante
me rindo.
—Pero te estoy tocando —intenté ocultar la sonrisa
burlona en mis labios, fracasando en el acto al solo
conseguir reducirla.
—No ahí, necesito que me toques en otra parte, te
necesito a ti. —Sus súplicas se escuchaban como el canto
de los ángeles.
Todo mi cuerpo vibraba en sintonía con el suyo. Mi mente
solo estaba enfocada en la mujer que tenía delante de mí,
luciendo tan indefensa, pero a la vez tan poderosa. Porque
Carrie tenía mucho poder sobre mí, sobre mis acciones y
mis decisiones. A tal nivel que si ella en ese momento me
pedía quemar toda la jodida ciudad, lo haría sin pestañear.
Porque era solo su fiel servidor, el hombre que había
decidido adorar a esta mujer y considerarla la diosa
de mi religión.
Luego de unos minutos más de tortura mientras la
escuchaba suplicar suavemente, decidí darle lo que quería y
toqué nuevamente aquel punto delicioso que la hacía correr
en cuestión de minutos. Y mientras mi boca chupaba, lamía
y mordía suavemente su clítoris, comencé a bajar el cierre
de mis pantalones.
Antes de que se corriera me aparté y me alcé en mi alta
estatura para retirar por completo la ropa que aún me
cubría.
Los ojos de Carrie no se perdieron ni un solo detalle de mi
cuerpo desnudo y la vi sonreír suavemente mientras sus
mejillas se tornaban cada vez más rojas.
Con una sonrisa arrogante me subí a la cama con ella y
cuando la vi intentar incorporarse con la intención de darme
cierta atención, la empujé devuelta al colchón desde su
pecho con la palma de mi mano.
Sus tetas rebotaron con el movimiento y me dije a mi
mismo que en algún momento pasaría horas dándoles
atención.
—Tu cuerpo es increíble —su voz salió más como un
gemido suave que como un susurro, pero lo aprecie de igual
forma.
—Gracias, cosita. No sabía que se te daban bien los
halagos.
—Realmente no lo hacen.
Sintiendo que mi polla palpitaba desesperada por
enterrarse profundamente en su interior, comencé a frotarla
sobre las paredes húmedas de Carrie mientras la tomaba
con una mano y me apoyaba en la cama con la otra.
Lentamente la empujé en su entrada y la contemplé
cerrar sus ojos ante las sensaciones, pero yo quería que
esos bonitos ojos me miraran a través de esas gafas.
—Mírame, Cosita —le ordené con suavidad, pero sin
espacio a réplica.
Ella volvió a abrir sus ojos y se enfocó en los míos
mientras yo me empujaba en su interior con suavidad.
—Puedo soportarlo todo —aseguró ansiosa.
—No tengo dudas de ello, Carrie, pero voy a follarte
despacio.
Cuando estuve totalmente dentro, siendo rodeado por
sus cálidas y húmedas paredes, ambos gemimos sobre la
boca del otro.
Mis movimientos fueron lentos, entré y salí suavemente
de su interior estremeciéndola en cada embestida.
Sus ojos brillaban y eso, junto con sus labios
entreabiertos y el rubor de sus mejillas, casi me hizo perder
la cabeza. Pero mis hermanos le habían dado suficientes
folladas rudas, yo quería que ella supiera lo que era hacer el
amor, quería que supiera que estas mismas manos que se
usaban para asesinar podían tocar su cuerpo con
reverencia.
Quería que supiera que la mente obsesiva que tenía
también podía conservar la calma cuando se trataba de ella.
Así que la follé despacio, escuchando sus gemidos en mi
oído, sintiendo sus uñas rasguñar mi espalda, teniendo su
piel caliente y levemente sudada contra la mía.
La follé hasta que entendió que realmente le
estaba haciendo el amor.
Carrie
Greg me tocaba con parsimonia, con paciencia.
Como si fuéramos los únicos seres humanos en la tierra y
tuviésemos todo el tiempo del mundo. El me tocaba de una
forma que me hacía sentir única, me tocaba como si fuera
una diosa y él solo fuese un creyente que me adoraba.
Y cada segundo fue único.
Sentirlo profundamente dentro de mí, mientras susurraba
en mi oído que era suya y que siempre estaría a mi lado, fue
de las mejores sensaciones.
Mis gemidos eran suaves, pero no menos placenteros y
tenía su espalda toda rasguñada por la desesperación y el
intenso nudo que se estaba creando en mi vientre. Sabía
que estaba a punto de correrme y cuando lo hiciera
terminaría hecha pedazos ante lo intenso que sería.
Un grito fuerte se escapó de entre mis labios y estuve a
punto de entrecerrar los ojos, pero recordé que él me había
pedido mirarlo, así que mis ojos se mantuvieron en los
suyos mientras ambos nos corríamos.
Mis paredes se apretaron con fuerza alrededor de su
miembro y mi vista se nubló por unos instantes, mientras mi
cuerpo trataba de lidiar con los espasmos provocados por el
intenso y arrasador orgasmo.
—Bien, respira, cosita.
Solo me di cuenta de que tenía mis ojos cerrados, cuando
los abrí para encontrarme con el rostro de Greg. Él me
sostenía entre sus brazos y acariciaba mi cuerpo
suavemente, ayudándome a descender de la cima tan alta e
intensa a la que me había impulsado mientras aún estaba
dentro de mí.
Su olor me envolvía completamente y aspiré profundo
sobre su cuello deleitándome con el aroma que me había
hecho perder toda cordura. Era increíble como su olor podía
calmarme y relajarme de la forma en la que lo hacía.
—¿Estás bien? —cuestionó con suavidad. Asentí un par
de veces en respuesta.
—Lo estoy. Eso fue increíble, Greg.
Sus dedos se elevaron hacia mi rostro y me acarició con
lentitud la mejilla mientras su sonrisa se ensanchaba.
—Esa era la intención, cosita ¿lo sentiste?
—Fue inevitable no hacerlo. Se sintió tan perfecto, como
si todo encajara dónde debía y cómo debía. Espero que me
folles con ese amor y esa devoción hasta el día en que me
muera, Greg.
—Te haré el amor hasta el último de nuestros días, Carrie.
—Eso espero, Greg.
Capítulo 26
Carrie
Al regresar a casa había dormido incómodamente, muy
diferente a cómo lo había hecho la noche anterior, lo que
era una clara advertencia de que no había punto de retorno
para mí, no después de haber dormido con ellos bajo su
mismo techo y menos después de haberlos sentido a los
tres tocando mi cuerpo, definitivamente no había punto de
retorno después de haberlos sentido a los tres en mi
interior.
Y de alguna forma, también era un presagio, tal vez mi
cuerpo advirtiéndome de que algo malo sucedería esa
noche, pero todo eran simples especulaciones de mi parte,
porque no había forma de saber que aquello sucedería.
A las dos de la mañana desperté al escuchar el teléfono
de casa sonando locamente, a la primera vez, nadie se
molestó en despertarse, pero cuando se detuvo y volvió a
reanudar sus timbrazos, me vi en la obligación de lanzar las
sábanas lejos de mi cuerpo e impulsarme a salir de la cama
y luego de mi habitación.
Mientras descendía las escaleras escuché que se detenía,
pero solo porque mamá había bajado primero y lo había
descolgado.
Me quedé al pie de las escaleras escuchando su
conversación, contemplando su rostro preocupado,
consciente de que Cassie estaría en el primer escalón de las
escaleras con su pijama rosa.
—Lo siento, señora Carrington, pero Ben no está aquí —
hubo una pausa luego de su afirmación y los vellos de mi
cuerpo se erizaron completamente.
—Está bien, prometo avisarle si ocurre cualquier cosa —
mamá colgó el teléfono y se volteó en mi dirección para
mirarme, luego levantó su mirada hacia dónde se
encontraba Cassie.
—¿Qué sucede? —se atrevió a preguntar desde donde se
encontraba.
—Ben no ha regresado a casa, la señora Carrington dijo
que siempre avisaba cuando no iba a regresar, así que está
muy preocupada —ella suspiró aparatosamente —espero
que solo se haya emborrachado en algún lugar y haya
olvidado avisar en dónde estaría.
Las tres asentimos rogando que solo fuera eso, pero en
mi interior sabía que no era así, Ben Carrington podría tener
fama de Bad boy y lo que fuera, pero él era un atleta que
ansiaba una beca deportiva para irse del país, así que Ben
Carrington nunca tomaba.
Sintiendo la pesadez en mi pecho subí las escaleras con
mamá siguiéndome y fui directo a mi habitación, pasando
junto a Cassie.
Sus ojos tristes me analizaron, pero traté de no creer lo
que su mirada acuosa me decía. Ella sabía lo importante
que Ben había sido para mí si considerábamos que fue él
quien canalizó mi obsesión para que no se desbordara luego
del incidente.
No quise creer que Ben Carrington podría estar
realmente desaparecido o tal vez herido en alguna parte.
***
Todo se volvió un caos a la mañana siguiente.
Ben Carrington no estaba en ningún lugar localizable en
el pueblo, por lo que fuimos convocados para que todo el
que pudiera ayudar buscar a Ben en lo recóndito del pueblo,
para luego salir en dirección al bosque repartidos en
equipos de búsqueda.
Mamá, Cassie, Azael, el padre de Azael y yo formábamos
uno de los equipos. Junto a nosotros iban unas treinta
personas más, buscando en cada espacio del bosque
cuando quedó claro que el chico de ojos pardos no se
encontraba en ningún lugar del pueblo.
La angustia me envolvía, porque todo se repetía como
hace un año atrás, justo un día después del aniversario,
pero esta vez con víctima y victimario diferentes.
Y al igual que un año atrás la lluvia comenzó a caer sobre
nosotros. A pesar de que llevábamos trajes impermeables y
botas, comenzó a ser difícil ver a través de la fuerte lluvia
que por suerte no era tormentosa, pero claramente borraría
la mayoría de las huellas y evidencias que pudiéramos
seguir.
—Debemos regresar —la voz del papá de Azael apenas
fue escuchada por encima de la lluvia, pero al ver el
asentimiento de mi madre en su dirección, supe que lo
había escuchado.
Todos nos dimos la vuelta y vimos como los demás
equipos también se retiraban marcando el último lugar en el
que habíamos buscado, con una tira roja envolviéndola
alrededor de un árbol.
La lluvia creaba un sonido molesto al caer sobre el traje y
mojaba todo mi rostro haciéndome entrecerrar mis ojos.
Cuando salimos del bosque regresamos hacia nuestro
auto orillado a un lado de la carretera y como pudimos
retiramos nuestros trajes, metiéndonos en el auto. Mamá se
encargó de introducirlos en el maletero y una vez sacó la
sombrilla se quitó el de ella, para terminar guardándolo y
moverse hasta el asiento delantero.
Cassie estaba junto a mí, temblado de frío y con el agua
chorreando de su rostro.
Mamá de inmediato puso el auto en marcha y se dirigió a
casa a una velocidad prudente tomando en cuenta que no
veíamos del todo bien a causa de la lluvia.
Una vez en casa bajamos del auto y corrimos hacia el
porche. En cuanto crucé el umbral simplemente me dirigí
hacia mi habitación.
Mamá solo me miró mientras Cassie comenzaba a llorar
lanzándose a los brazos de mamá y aunque correspondió al
abrazo, pude sentirla juzgandome mientras subía las
escaleras en dirección a mi habitación.
Dentro me quité toda la ropa, sequé mí rostro y mis
brazos, para terminar metiéndome dentro de la sudadera
que había tomado de Theo.
Aspiré su olor y me hundí en la cama para envolverme
con las mantas mientras mis ojos se humedecían.
Inevitablemente comencé a evocar los momentos con él
mientras escuchaba la voz del sheriff en mi cabeza avisando
las horas que tenía Ben desaparecido . Su auto había sido
encontrado a un lado de la carretera cuando lo buscaron,
sin señales de él y en el camino que había tomado en
dirección hacia mi casa.
Eso me hacía preguntarme si todo había sucedido
después de que él me dejara a un lado de la carretera y
regresara de vuelta ¿había tenido yo la culpa
indirectamente?
Horas pasaron mientras seguía mirando a la nada.
La lluvia se había detenido hacía ya varias horas, por lo
que probablemente habían reanudado la búsqueda, tal vez
mamá había regresado a ella, pero la verdad era que yo no
podía, al menos no hoy.
Con pesadez me levanté de la cama y me moví hacia mi
closet para tomar unos jeans que cubrieran mis piernas.
Sorbiendo mi nariz salí de la habitación para ver la puerta
de Cassie entreabierta. Aparentemente ella estaba viendo
algo en su computadora a juzgar por la luz que había.
No tenía las lámparas encendidas porque aún no era de
noche y por su ventana entraba una leve iluminación.
—Voy a la cocina ¿necesitas algo? —le cuestioné
suavemente desde la puerta.
—No, estoy bien.
Hice un sonido de afirmación para confirmarle que le
había escuchado y continué descendiendo las escaleras
hacia la sala.
Mamá estaba ahí, mirando hacia la nada mientras pasaba
su dedo pulgar sobre sus labios.
Ella tenía el cabello rubio desordenado y sus ojos estaban
desorbitados, como si estuviera pensando en algo
demasiado.
—No estabas en casa de Ben —mis pasos se detuvieron
abruptamente y me giré en su dirección con el ceño
fruncido.
—¿Qué? —cuestioné mientras la veía levantarse.
—Que no estabas en casa de Ben el día en que no viniste
a dormir, hace dos horas salí para recoger información y
poder concretar la historia para informar a todos de cómo
fueron los hechos, el Sheriff me dio acceso a la declaración
de la señora Carrington y cuando le pidieron que dijera el
paradero de Ben las últimas noches, esa noche en la que
dijiste dormir en su casa, Ben había tenido a unos de sus
amigos en casa con él, Liam Wilburn, no tú, Carrie ¿dónde
estuviste esa noche?
Mi corazón comenzó a latir demasiado rápido al escuchar
cada una de sus afirmaciones. Mis manos comenzaron a
sudar a pesar del frío y comencé a juntar los dedos
estrujando el pulgar mientras trataba de procesar lo que le
respondería.
—Te he hecho una pregunta, Carrie.
—Yo… yo… —aclaré mi garganta dándome tiempo a
contestar, pero simplemente nada llegaba.
Yo nunca he sido la que miente, eso es más trabajo de
Cassie, yo ocultaba las cosas, ella era la que mentía y
hablaba por las dos, no yo. Pero ahora ella no podría mentir
por mí, no otra vez.
—¿No piensas contestar? —guardé silencio, porque el
castigo sería mucho peor si contestaba con la verdad.
Ella suspiró aparatosamente y movió lejos de su rostro
todo su cabello.
—¿También tengo que preocuparme contigo por esto?
Mi ceño se frunció severamente ante sus palabras
¿también? ¿Esa era la palabra que había usado?
—¿También? —cuestioné en un susurro.
—Sí, Carrie, también ¿qué sucede contigo? —y ella
simplemente explotó —Ben desapareció, el chico con el que
estoy segura perdiste tu virginidad y tu solo te mantienes
ahí sin ninguna maldita emoción como si nada de esto te
importara, siempre has sido tan fría y desinteresada y ahora
tengo que preocuparme porque andas desapareciendo en
las noches ¿por qué simplemente no pudiste ser como
Cassie?
Y esas palabras dolieron, dolieron demasiado.
—No hables de mí como si no hiciera nada por ti —mi voz
salió temblorosa y aunque quise sonar dura simplemente no
pude.
—Solo me has dado tormentos desde el jodido día en que
creciste lo suficiente como para hablar y no lo hiciste.
—Solo soy diferente —su mirada me hizo encogerme.
—Lo suficientemente diferente como para ser una
preocupación, Carrie.
—Mantengo la casa limpia, cocino para ti y Cassie, cuido
de Cassie, lavo tu ropa, limpio tu habitación, soy buena en
la academia ¿Qué más quieres de mí? —cada vez el temblor
en mi voz era más evidente, pero ella solo siguió soltando
cada cosa que saliera por su boca.
Aparentemente estaba cansada, cansada de mí.
—Que sonrías, que muestres tus sentimientos, que vistas
como una señorita, que salgas por voluntad propia a lugares
adecuados como tu hermana y no al jodido bosque solitario.
Solo necesitaba que fueras normal.
—¿Para qué necesitas que haga eso si nunca estás en
casa para verlo de todas formas? —y entonces lo empeoré
todo.
—Estoy ahí afuera para jodidamente poder sacarte
adelante, para mantener esta vida que tienes y cubrir tus
necesidades.
—Yo no te pedí nada de esto —solté sin poder evitarlo —
ni siquiera te pedí nacer, tampoco pedí ser como soy y
siento que todas las distinciones que has establecido entre
Cassie y yo son solo por una razón, que yo me parezco al
hombre que te abandonó cuando tenías catorce años y ella
no ¿no es así mamá? No puedes amarme como quisieras
porque me parezco a mi papá y no a ti.
Su mano se levantó hacia mi mejilla y me golpeó
severamente haciendo girar mi rostro en la otra dirección. El
ardor me recorrió por toda la piel, pero el grito que resonó
en toda la sala no fue mío, fue de Cassie al pie de las
escaleras.
—Cállate.
Mis ojos se humedecieron, pero no me permití soltar ni
una sola lágrima, aunque me estuviese derrumbando por
dentro.
Mamá nunca se había atrevido a pegarnos y en ese caso
prefería su indiferencia hacia mí.
—Nunca te he dicho te amo porque nunca me he atrevido
a hacerlo al saber que probablemente tú no sientes lo
mismo por mí, nunca te he abrazado sin que Cassie me
incite a hacerlo porque siento que solo quieres abrazarla a
ella y sé que hubieses preferido tenerla solo a ella, que yo
no debí haber nacido, sé que estabas sola, eras apenas una
niña y tuviste que salir adelante sola buscando todos los
medios posibles para hacerlo, pero yo también era una niña
cuando sentí tu rechazo y ahora que ambas somos
básicamente adultas, sigo sintiendo tu rechazo, mamá.
Ella no dijo nada, solo permaneció en silencio mientras la
mano con la que me había abofeteado temblaba
severamente.
—Fui la mejor en mi clase, tengo una beca en la
academia, soy juiciosa, educada, tranquila y básicamente
cuidé de Cassie mientras tu trabajabas cuando estábamos
más pequeñas, cocino para ti y para ella y tengo que ver
como ambas hacen sus vidas mientras yo permanezco sola,
solo porque no creí ser digna de amor cuando mi propia
madre no podía amarme como amaba a su otra hija.
Las lágrimas que estaba conteniendo comenzaron a
deslizarse por mis mejillas y por un segundo creí que me
atragantaba con el nudo que se creó en mi garganta.
—¿Y sabes dónde estaba esa noche? Estuve en la cabaña
de los hermanos Hallen.
Un jadeo escapó de sus labios y llevó una de sus manos a
su boca mientras sus lágrimas se deslizaban por sus
mejillas.
—Al menos ahí sí he encontrado la atención que debiste
darme tú.
Y sin molestarme en escuchar nada más que tuviera que
decir, me di la vuelta y caminé hacia la puerta, la abrí,
tomando mis botas impermeables que había dejado en la
entrada antes de salir y cerrar la puerta detrás de mí.
Capítulo 27
Carrie
Mis pasos eran descoordinados mientras me movía por el
bosque rememorando las últimas palabras que me había
soltado mi madre.
Las lágrimas descendían por mis mejillas cual cascada
mojándolas y calentándolas en el camino. Había comenzado
a sollozar y no había forma de detenerme, ni mis sollozos ni
mis pasos, por ello continuaba caminando aun con la visión
borrosa y sin las suficientes fuerzas para caminar.
Amaba a mi mamá, la amaba hasta lo profundo de mí y
aunque sabía que ella me quería, se sentía forzado, como si
me quisiera porque compartíamos lazos y no por quien era
yo. Ella me miraba y solo veía problemas, cosas que
cambiar para que me pareciera más a su hija predilecta.
Todo siempre estuvo sobre mí, las mejores notas, las
responsabilidades en la casa, los regaños, las peleas, los
castigos. Mientras que sobre Cassie siempre estuvieron los
regalos, los consentimientos, los permisos, los indultos.
Y nunca me quejé, no solo porque mamá trabajaba
mucho para sacarnos a flote, sino porque amaba a Cassie y
aunque mamá me comparara con ella, no veía a Cassie
como al espejo en el que tenía que reflejarme, sino la otra
mitad que poseía lo que yo no tenía. Y aunque Cassie era
más completa, siempre fui su otra mitad también.
Lo que dolía era sentirme desplazada por mi propia
madre solo por parecerme en algunos aspectos al hombre
que me dio la vida. Y no era justo, no era justo que me
tratara de esa forma solo por existir.
Quería ser reconocida por lo que era, no por lo que podría
ser. Quería ser amada tal cual era. Con mis ceños fruncidos,
el amor por los colores oscuros, la obsesión con los pasteles
de oreo, mi capacidad para aprender cosas al instante.
Quería ser amada por amar al bosque, por saber
ubicarme en él, quería que me amaran por ser diferente y
no que intentaran cambiarme a cada paso que daba. Y eso
era lo que había intentado mi madre durante toda mi vida,
que fuera una copia de la sonriente y rosita Cassie.
Si tan solo ella supiera que la oscuridad que se percibía
desde fuera en mí, ella la tenía arraigada en su interior.
Éramos dos réplicas de una misma pieza, yo podía ser
dulce, lo era, pero era algo que mantenía en mi interior solo
visible para quien se lo merecía y Cassie podía ser tan
oscura y fría como lo era yo, solo que lo tenía guardado
para quien considerara indigno de su dulzura.
Mientras las lágrimas seguían recorriendo mis mejillas
me moví a través del bosque y aparentemente mi
subconsciente tenía una idea muy clara de cuál era su lugar
seguro, pues la dirección que estaba tomando era la que me
llevaba directamente hacia la casa de los Hallen, los
hombres que consideraba como míos, ya que estaba
dirigiéndome hacia el puente que me permitía cruzar el
arroyo.
Solo unos diez minutos después estaría en su casa, pero,
yo estaba muy mal, apenas veía entre la nubosidad que
opacaba mi visión, sin mencionar la falta de luz a causa de
las nubes negras y el anochecer que cada vez estaba más
cerca.
Además, hacía apenas unas horas había llovido sobre la
tierra ya mojada y el suelo estaba embarrado, por ello,
cuando comencé a descender la pendiente del barranco que
me llevaba hacia el puente, terminé resbalando. Sin nada
cerca que me permitiera sostenerme terminé rodando por la
pendiente.
Sentí como mi cuerpo giraba por el lodo mientras trataba
de frenarme con algo, mis ojos estaban muy abiertos y mis
manos se agarraban de cualquier cosa, pero no encontraba
nada lo suficientemente fuerte.
Agradecía que la pendiente no fuera tan larga, pero, aun
así, sentí mi cuerpo chocar con el tronco de un árbol, que,
aunque ralentizó mi descenso me dejó sin aire por varios
segundos, hasta que el sonido del agua corriendo se
escuchó mucho más cerca logrando llegar al final de mi
caída sin terminar de lleno en el arroyo.
Pero mi cabeza chocó demasiado fuerte con una de las
piedras del río y aunque sólo estaba parcialmente dentro,
me asustó el pensar que podría ahogarme. Antes de poder
hacer algún otro movimiento mi mente aturdida por el golpe
se tornó completamente oscura.
Theo
Eran las ocho con treinta de la noche cuando escuché el
motor de un vehículo.
Sin dudarlo mis hermanos y yo nos movimos hacia las
ventanas para ver si lo reconocíamos, pero ciertamente no
tenía idea de a quién podría pertenecer.
Cuando el auto estacionó y de él salió tanto la mamá de
Carrie, como su melliza suspiré algo incordiado.
—Les dije que su mamá no estaría feliz cuando se
enterara de que su bebé estaba saliendo con hombres
mucho mayores que ella.
—¿Crees que Carrie se lo confesó? —me encogí de
hombros ante la pregunta de Neil, mientras esperaba a que
las mujeres se acercaran a la puerta y tocaran.
—¿Vas tú? —cuestionó Greg mientras trataba de verlas
de pie en el porche.
—Si, iré yo.
Con pasos lentos me moví hacia la puerta y la abrí
después del segundo toque, solo para recibir una sonora
bofetada en cuanto aparecí en el campo de visión de la
mujer.
—Eres un degenerado —declaró de forma severa —Carrie
es una niña, no está apta para una relación ni contigo ni con
ninguno de tus hermanos, podrías ser su padre, por dios.
Cassie se removió inquieta a sus espaldas, pero
permaneció en silencio mientras su mamá despotricaba
cuantas cosas pasaran por su mente.
Pero ciertamente no me importaba, ya nada importaba,
solo Carrie y lamentablemente si esta mujer se atrevía a
separar a Carrie de mí, la tomaría y me la llevaría lejos, no
permitiría que empañara la felicidad que podría construir
junto a la pelinegra de ojos grandes.
—Será mejor que se calme —declaré de forma suave,
tratando de no empeorar la situación.
—Mamá, por favor, detente.
Al escuchar la voz de Cassie suspiró profundamente y sus
ojos me juzgaron largos segundos antes de volver a hablar.
—Entrégame a Carrie, dile que estoy aquí y me iré, pero
en cuanto me vaya ten en cuenta que si vuelves a verla tú o
cualquiera de tus hermanos, voy a joderte con todo el
pueblo hasta que tengas que largarte de aquí, no permitiré
que mi hija arruine su vida de esta forma ¿sabes lo inmoral
que es lo que han hecho con ella? ¿compartirla de esta
forma?
Su indignación fue la menor de mis preocupaciones, lo
que realmente me preocupó era el que haya preguntado por
Carrie cuando se suponía que ninguno de nosotros la
veíamos desde ayer.
Sabíamos que el joven Ben Carrington había
desaparecido, Greg había venido ayer al pueblo por unas
horas, pero habíamos regresado hoy lo suficientemente
cansados como para no poder salir en la búsqueda.
Y el que viniera a buscar a Carrie aquí, cuando
claramente no lo estaba , me colocó los nervios de punta.
—Carrie no está aquí —fue lo único que dije para detener
su palabrería de juicios morales y toda esa mierda.
—¿Qué? —la que contestó fue Cassie y se movió desde
detrás de su madre para enfrentarme directamente.
—No hemos visto a Carrie desde ayer en la mañana.
Los labios de Cassie se entreabrieron y las lágrimas
hicieron aparición. Rápidamente comenzó a buscar su
teléfono en el bolsillo de sus pantalones y marcó el número
de alguien que no pude ver, para luego llevárselo a su oído.
—¿Yanasy, Carrie está contigo?
Ni siquiera escuché lo que decían del otro lado, pero
claramente no era algo bueno. No pasó muchas palabras
más con quien hablaba del otro lado, ya que colgó el
teléfono mientras sus ojos se perdían en algún punto de mi
iluminado porche.
—Yanasy está con los chicos de la academia y no está
con ellos, aunque sé que nunca estaría con ellos sino estoy
yo ahí.
—¿No tienen idea de dónde está Carrie? —Neil se puso
junto a mí en la puerta y sentí a Greg a mis espaldas.
—Mamá y Carrie tuvieron una discusión, mamá le pegó,
Carrie se desbordó y luego ella simplemente salió de la casa
y corrió, dios, ni siquiera sé en qué dirección corrió, pero sé
que fue al bosque, Carrie siempre está en el maldito
bosque.
Al mirar a la madre de Carrie noté que se había puesto
más pálida de lo que ya era y se removía algo incómoda
ante la mención de su discusión con su hija.
—No se perdió —dictaminó Greg a mis espaldas —sabe
moverse bien por el bosque.
Y lo decía porque era cien por ciento seguro, ya que la
había seguido más de una vez sin que ella se diera cuenta.
—¿Algún lugar que sea peligroso después de haber
llovido? —cuestionó Neil a Greg y la resolución de lo que
pudo haber pasado hizo sollozar a Cassie.
—Ben desapareció hace apenas unos días, nadie sabe
dónde está ¿y si le ha pasado algo a Carrie?
—Iremos a buscarla —avisé.
Antes de volver dentro de la casa miré directamente a los
ojos a la madre de Carrie.
—La vamos a buscar y será mejor que la encuentre usted
primero, porque si lo hago yo créame que nunca la dejaré
regresar con usted, no me importa si crea una campaña anti
Hallen en todo el maldito pueblo, al menos yo tendré la
decencia mínima de salir detrás de ella si sale de casa
después de una discusión.
Capítulo 28
Neil
Theo ni siquiera se despidió de Cassie y su madre, él
simplemente cerró la puerta en sus caras y nos miró,
dándonos una orden silenciosa antes de moverse hacia la
cocina.
Ni siquiera me interesé en saber lo que estaba buscando,
solo me moví hacia las escaleras para llegar a mi habitación
y vestirme con ropas adecuadas. No estaba pensando, mi
cuerpo se movía en piloto automático colocándome unos
jeans, botas adecuadas y un abrigo para luego regresar al
primer piso en dónde Theo me tendió una linterna que me
ayudaría con nuestra búsqueda.
Pude escuchar el auto de la mamá de Carrie saliendo de
nuestra propiedad, por lo que me apresuré a moverme
hacia la puerta para abrirla y salir de la casa con mis
hermanos siguiéndome.
—Seguro tenía la intención de venir aquí —dije mientras
me movía hacia la entrada del bosque —¿Greg, conoces su
ruta?
—Lo hago.
Greg pasó junto a mí con su linterna y me adelantó para
comenzar a caminar algo deprisa hacia el interior más
profundo del bosque.
—Intenten ubicar sus pisadas, la tierra está mojada y se
marcan bien sus huellas.
Sin responder hice lo que él me dijo, iluminando el suelo
y enfocándome directamente en él mientras Greg nos
guiaba.
El bosque estaba ya totalmente oscuro gracias al
anochecer. Hacía mucho frío, lo único que se escuchaban
eran nuestros movimientos y el sonido blanco del bosque en
la oscuridad, pero manteníamos nuestros oídos atentos por
si escuchábamos algo más.
Si no llegábamos a encontrarla, seguiríamos sus huellas
partiendo desde su casa.
Ninguno dijo nada durante la siguiente media hora en la
que nos movimos un poco más lento ya que buscamos
minuciosamente. Unos diez minutos después comenzamos
a escuchar el agua chocando con las piedras, dejándonos
saber que el arroyo estaba muy cerca de nosotros.
Greg se movió un poco más rápido empujado y dominado
por la ansiedad de no encontrar a Carrie.
Pronto el puente apareció en nuestro campo de visión
gracias a que Greg iluminó el camino y estuvimos a punto
de cruzar directamente, pero Theo se detuvo en medio del
trayecto y movió la luz de su linterna hacia la orilla del
arroyo, yo me moví hacia el otro lado del puente e hice lo
mismo. Me quedé medio paralizado por unos instantes
hasta que pude reaccionar.
—Es ella —declaré.
Empujé a Greg para que se apartara de mi camino y
recorrí la distancia que me faltaba para bajar del puente,
corriendo por toda la orilla del arroyo hasta llegar a su
cuerpo, que permanecía lánguido en la orilla del río con solo
las piernas dentro del agua.
Al iluminar mejor toda el área noté una mancha de
sangre alrededor de la cabeza de Carrie y me dejé caer
junto a ella para llevar mi mano hacia su cuello, necesitando
sentir su pulso.
Estaba ahí, pero era débil.
Un poco aliviado al saber que aún vivía, me tomé el
tiempo de observarla mejor, notando su mejilla roja con
dedos marcados en ella, sus ojos estaban cerrados, sus
labios estaban morados y su piel condenadamente pálida
mientras parte de su cabello estaba dentro del río, con la
corriente débil del río intentando arrastrar sus hebras
consigo. La imagen me destrozó provocando que mi pecho
se apretara y el aire se me escapara.
Nunca me había sentido tan vulnerable ante la imagen
moribunda de alguien, pero con Carrie era diferente,
aparentemente estaba sintiendo algo por ella, algo que me
instaba a querer protegerla, mantenerla a salvo y segura.
—Necesitamos levantarla con cuidado, parece ser que
rodó por la pendiente y podría tener huesos rotos.
—A un lado —pidió Greg.
Yo me moví dándole espacio y lo vi mover el cuerpo de
Carrie con cuidado hasta que lo colocó recto. Contemplé
cómo revisaba sus brazos, metía sus manos dentro de la
sudadera y comprobaba sus costillas, luego examinó su
cuello, sus piernas y suspiró aliviado.
—No tiene nada roto, podría tener costillas magulladas,
pero no hay nada roto, podemos levantarla, pero lo haremos
con medidas de seguridad ¿de acuerdo?
Theo sin que Greg se lo pidiera se colocó junto a la
cabeza de Carrie y guardó su linterna.
—Neil, colócate a sus pies, la levantaremos entre los tres
para evitar herirla más y mantener su cuerpo recto
¿entendido?
Sin dudarlo me moví hasta donde me había pedido y
guardé mi linterna para sostener sus piernas como Greg me
lo había indicado, luego él se colocó en medio de ella y
juntos la levantamos fácilmente manteniendo su cuerpo
recto.
Esta vez nos movimos mucho más rápido, a pesar de no
tener luz, sabiendo en todo momento hacia dónde íbamos,
al ya tener lo que habíamos estado buscando.
La preocupación me envolvía mientras más nos
acercábamos. Agradecí que Greg fuera paramédico, ya que
me calmó brevemente ante el diagnóstico que había hecho,
si él decía que no tenía nada roto le creía.
Al llegar a casa me encargué de abrir la puerta como
pude y continuamos hacia la chimenea sin mediar palabra.
Una vez la bajamos Greg se encargó de retirar toda su
ropa mojada cortándola, mientras Theo buscaba mantas con
las que envolverla y cubrirla para que entrara en calor.
Mientras que yo me encargué de buscar el botiquín de
primeros auxilios para que Greg curara la herida en su
frente.
Su respiración era demasiado lenta y sabía que era por el
estado de su sangre al presentar signos leves de
congelación, por lo que ayudé a Theo a cubrirla luego de
que Greg limpiara el lodo en su piel, así como algunos
raspones que la caída le habría ocasionado y le colocara
pomada a los moretones que se estaban creando.
Lo vi limpiar, desinfectar y cocer la pequeña fisura en la
frente de Carrie mientras esperaba sentado a que ella
despertara. Agradecí enteramente el momento de ver cómo
sus labios perdían ese tono púrpura y comenzaban a
adquirir una tonalidad más rojiza.
—¿Estará bien? —le cuestioné a Greg y él asintió.
Pasó algodón con alcohol por su nariz varias veces
durante la siguiente media hora, Theo y yo solo pudimos
observar.
Pero ella ya estaba cubierta, entrando en calor y a salvo,
ella despertaría.
Carrie