‘’Reflexiones en torno a la Arqueología
de la Muerte y su interpretación’’
Autor: Jefry Jofré Paredes
Fecha: 28-10-2022
Docente: Rayén Fica González
Introducción
Con el paso del tiempo y con el desarrollo de nuevas corrientes en la Arqueología,
se enmarca el surgimiento de la Arqueología de la Muerte, esto con la aparición del
paradigma de ‘’La Nueva Arqueología’’, recién empezando en la década de 1980
(Chapman et al., 1981, citado en Rodríguez & Ferrer, 2018). Esta nueva ramificación
se avocaría en el estudio del ajuar y el entierro de individuos, especialmente en
sociedades ‘’prehistóricas’’, trayendo a flote nuevas discusiones y un re-
pensamiento e interpretación de los depósitos funerarios, como también una
reflexión sobre lo que significa la muerte, tanto para nosotros como para la otredad,
las implicaciones sociales, económicas, políticas e identidad del individuo para sí,
como también la imagen proyectada del individuo para los demás, cuestión
sumamente interesante para la comprensión del funcionamiento de las culturas y
sus sociedades, en síntesis, y de una manera generalizadora, se puede definir tal
como la disciplina arqueológica encargada de tratar e interpretar los restos
vinculados al mundo funerario (Chapa, 2006). Sin embargo, no todo es color de
rosas, habiendo ciertos problemas cuando se intenta interpretar el contexto
mortuorio como su ajuar, para ello se debe conocer ciertos aspectos de la cultura
del que proviene el entierro y entender si existe diferenciación entre estos, y si las
hay, las razones de su discrepancia, por ejemplo, el estatus socioeconómico, edad,
sexo, linaje y parentesco, entre otros, de lo contrario se podría presuponer que la
interpretación está dada por una supuesta teoría del comportamiento funerario,
formando un punto difuso entre arbitrariedad e intencionalidad (Vicent, 1995).
¿Interpretación objetiva o extensión de nuestros sesgos?
Tal como se mencionó, hay distinciones de todo tipo cuando se sepulta a seres
humanos, esto ocurre en nuestra sociedad y ocurrió en el pasado, pero, ¿por qué
creemos que hay distinciones?, básicamente porque intuitivamente se atribuye al
proceso mortuorio una extensión de la sociedad de los vivos, sin embargo, esta
aseveración suele asentarse bajo justificaciones inductivas (recursos etnográficos
en gran parte), dificultando la acreditación teórica (Vicent, 1995), producto de la
poca representación de algunos grupos de individuos, especialmente mujeres y
niños. Hay que ser cuidadoso cuando se intenta hacer una inferencia del pasado,
ya que no se puede leer un contexto funerario por sí mismo, puesto que hay
intervención de sujetos exteriores y probablemente con cierta vinculación al
fallecido, desvinculando al individuo de su propio fallecimiento en cuanto a identidad
propia, básicamente porque él no puede elegir que materiales usarán para
acompañar su cadáver, pasando a ser un símbolo funerario el muerto, en forma de
“persona social” (representación de su identidad), según el enfoque de Binford-
Saxe. Otra cosa importante que nos entrega este enfoque es la premisa de “la
composición y tamaño del grupo social que reconoce obligaciones de estatus con
el difunto” (Binford, 1971, en Vicent, 1995), en otras palabras, el ritual funerario es
el crisol de la participación corporativa del individuo dentro de una jerarquía, la cual
dota de forma y estructura tanto al rito como al sujeto, complejizando el
entendimiento de los contextos funerarios, cabe destacar que hay datos que se
pueden más o menos rescatar y ser fiables, pero para esto se suelen ocupar
herramientas que procesen datos cualitativos, transformándolos en cuantitativos (ej,
regresiones para modelos predictivos en estimación de estatura a partir de equis
hueso), eso sí, aportaciones desde la vereda de la antropología física.
Estas premisas del enfoque de la Nueva Arqueología de Binford-Saxe intentan
llegar a una hipótesis deductiva, sin embargo, hay un problema que a día de hoy
aún se arrastra: correlacionar riqueza/complejidad y dinámicas de la estructura
social, ¿mayor esfuerzo/tiempo invertido en la sepultura indica mayor status? ¿los
elementos depositados tienen la misma significación para nosotros? ¿pudo haber
intervención de grupos privilegiados para darle equis significado?, esta última
pregunta se desprende de la corriente marxista, donde incluye tópicos como
ideología, superestructura, grupos dominantes y orden simbólico, entendiendo que
el motor de la ‘’historia’’ son las luchas sociales (dominados vs dominantes), por
ende, hay desigualdad/es en la sociedad que afecta las relaciones entre individuos,
y más aún las de los “privilegiados”, quienes al tener el poder, también tienen el
control de las normas de la cultura, pudiendo manipularla y confundiendo al
observador entre la distinción de natural con cultural. Este postulado es bastante
interesante, sin embargo, asume una disposición vertical de la estratificación social,
cayendo en el de intentar reproducir desde nuestra sociedad a las demás, además
presupone cierto grado de coerción y control, limitando la capacidad de los
individuos a la expresión de sus sentimientos y deseos a la hora del depósito
funerario.
Medio y mensaje
Entendiendo que no todas las culturas tienen el mismo grado de “desarrollo
tecnológico”, cultural, ni político, es menester indicar que la significación de los
símbolos ligados al rito funeral es propio muchas veces, y está ligado con las
creencias y funcionalidad, ejemplo de esto es la hipótesis de James Fitzsimmons
(2002), en la que sugiere que los huesos de un antepasado (anciano gobernante)
fueron utilizados como reliquias reales, si se hubiera desconocido sus creencias,
probablemente la lectura e interpretación del sitio funerario hubiera sido incorrecta,
ya que habría huesos de otro individuo, pudiendo pensarse como una deposición
secundaria del material o sacrificios, pero como se conoce la creencia mágico-
religiosa, se pudo comprender la significación del entierro. A partir de este tipo de
información, en el caso de la población Maya, posteriormente se comprendió que
los entierros con máscaras y cerámicas eran una extensión refinada de lo anterior,
sustituyendo los huesos y cabeza, por una representación del rostro o elementos
característicos ligados al cuerpo, que en palabras de Pierre Bourdieu (1977): ‘’El
cuerpo se constituye, así como un mapa-llave de la experiencia social’’.
Otros casos de entierros muy interesantes es el de los conchales, los cuales son
lugares realmente complejos, comprendiendo un sinfín de funciones como elemento
mediador con el ambiente, como también con el o los individuos que hacían
ocupación de este espacio. Teniendo una lectura e interpretación tanto de medio
como mensaje, unificando su significado: el medio es el mensaje, demostrando
estrategias sociales activas, en el caso de los pueblos del norte de la costa arreica,
quienes practicaban la transhumancia, ocupando conchales como lugares
fundamentales en su modo de vida, apoyando su supervivencia y la pervivencia,
siendo ejes centrales de su desarrollo, desempeñando gran parte de las tareas
domésticas y de refugio, otorgando gran afecto a estos espacios que ayudaban a
soportar las inclemencias estacionales.
Conclusión
Es indispensable pensar los enterramientos de individuos del pasado no
contemporáneo desde una vereda que se despegue de los sesgos propios de
nuestra sociedad y dinámicas propias, pudiendo así repensar los espacios
ocupados, los objetos materiales encontrados en forma de ajuar (también los
materiales por deposiciones secundarias o entierros de tipo ‘’fosa común’’), las
reglas con las que se desempeñaban, tal como los motivos de prestigio social,
distinción social y las relaciones entre individuos simétricos a nivel de poder como
con asimetría, puesto que, pensar las sociedades como homogéneas se aleja de la
realidad y de las teorías de los sistemas propuestos por la antropología.
Para lograr una perspectiva realmente holística e integradora en cuanto
interpretación del contexto funerario, es necesario la inmersión de estos
conocimientos y corrientes en la disciplina antropológica para poder trabajar codo a
codo con nuestra área siamesa, la arqueología, fortaleciendo la
transdisciplinariedad con la que ambas se destacan y poder reconstruir los
diferentes escenarios históricos de una mejor manera, con metodología y un marco
teórico idóneo para cada sitio arqueológico de tipo mortuorio.
Referencias Bibliográficas
-Rodríguez, J & Ferrer, E. (2018).“Teoría e Interpretación en la Arqueología de la
Muerte”. Spal 27.2: 89-123. DOI: http://dx.doi.org/10.12795/spal.2018i27.17
-Vicent, J. (1995). “Problemas teóricos de la arqueología de la muerte: una
introducción”. Biblioteca Arqueológica de Lima. Pp. 13-31.
-Chapa, T. (2006). “Arqueología de la muerte: aspectos metodológicos”.
Universidad complutense de Madrid. Anales de Arqueología Cordobesa 17, Vol 1.
Pp. 25-46.
-Fitzsimmons,J. (2003). Reyes difuntos y costumbres funerarias: Epigrafía y
arqueología de la muerte en la sociedad Maya Clásica. En XVI Simposio de
Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2002 (editado por J.P. Laporte, B.
Arroyo, H. Escobedo y H. Mejía), pp.672-678. Museo Nacional de Arqueología y
Etnología, Guatemala.