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Marta y Maria Amigas y Discipulas de Jes

Este documento resume las interacciones de Jesús con las mujeres según los Evangelios. Jesús trató a las mujeres con respeto, acogida y ternura, contrariamente a las normas culturales de la época. Algunas mujeres como Marta, María y María Magdalena fueron amigas y discípulas de Jesús. Permanecieron junto a él en sus últimos momentos a pesar de que los apóstoles huyeron, y fueron las primeras en encontrar el sepulcro vacío después de su resurrección.

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Marta y Maria Amigas y Discipulas de Jes

Este documento resume las interacciones de Jesús con las mujeres según los Evangelios. Jesús trató a las mujeres con respeto, acogida y ternura, contrariamente a las normas culturales de la época. Algunas mujeres como Marta, María y María Magdalena fueron amigas y discípulas de Jesús. Permanecieron junto a él en sus últimos momentos a pesar de que los apóstoles huyeron, y fueron las primeras en encontrar el sepulcro vacío después de su resurrección.

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Amigas y discípulas de Jesús: las mujeres en el Evangelio

Ana Cristina Villa Betancourt


Adaptado de la conferencia pronunciada en la Asamblea General del Centenario de la
Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas, Jerusalén, 6 de octubre de 2010.
www.wucwo.org
Medellín, 2020.

I. Introducción: amigas y discípulas de Jesús


Ante la enorme tarea de presentar la relación de Jesús con las mujeres, según aparece en los
Evangelios, en un breve lapso de tiempo, nos vemos obligados a escoger. Pero ¿con qué
criterio hacerlo? Son tantos y tan hermosos los encuentros de Jesús con las mujeres. ¿Cuál
analizar y cual dejar de lado?
Esquema que seguiremos para la charla…
No es difícil encontrar en los evangelios testimonios de la novedosa actitud del Señor Jesús
hacia las mujeres.
No es difícil constatar lo que Juan Pablo II decía al respecto en
• Mulieris Dignitatem: (15 de agosto 1988 – introducir brevemente el documento)
• Carta a las mujeres (1995)
Documentos magisteriales enteramente dedicados a la reflexión sobre vocación y misión de
la mujer.
Jesús «superando las normas vigentes en la cultura de su tiempo, tuvo en relación con las
mujeres una actitud de apertura, de respeto, de acogida y de ternura. De este modo honraba
en la mujer la dignidad que tiene desde siempre, en el proyecto y en el amor de Dios.»1
No quería dejar de presentarles a este gran Papa que es el lugar por donde comenzar para
quien quiera profundizar en lo que el Magisterio reciente ha enseñado sobre la mujer – ante
cambios sociales los Papas se han pronunciado.
En este cuadrito podemos ver todos los encuentros/interacciones de Jesús en los Evangelios.
Paralelos cuando los hay. Algunos relatos son exclusivos de uno u otro Evangelio. ¿Qué
podemos destacar?
• Jesús hablaba públicamente con las mujeres, para sorpresa de sus discípulos (Jn 4,
27),
• Incluso hablaba con mujeres paganas como la siro-fenicia (Mc 7,24-30).
• Permitió que un grupo de mujeres, entre ellas María de Magdala, le siguieran y le
sirvieran durante su actividad apostólica (Lc 8,1-3).
• Aclarar que María de Magdala, según la Biblia, no es una prostituta. Es una
“tradición”, Escritura solo dice que Jesús sacó de ella siete demonios. Lc 8,2

1 JUAN PABLO II, Carta a las Mujeres, 3.


• Jesús, además, entablaba con las mujeres diálogos profundos sobre el reino de Dios,
contrario al uso habitual de los rabinos de su tiempo, que lo habrían considerado algo
inútil o inconveniente: «habla con las mujeres acerca de las cosas de Dios y ellas le
comprenden»2. Por ejemplo, la mujer samaritana es una de las pocas personas que
Jesús catequizó individualmente. Otro será Nicodemo. Pero la respuesta sincera y
activa de la mujer de Sicar (Jn 4,1-42). contrasta con la fe parcial e imperfecta de
Nicodemo (Jn 3,1-15).
• Relación del todo particular con Marta y María, hermanas residentes en Betania.
Amigas junto con su hermano Lázaro.
• Actos de compasión también dirigidos a mujeres (curaciones, resurrección, perdón de
pecados)
• Restaura dignidad pisoteada por una cultura que despreciaba a las mujeres (adúltera,
pecadora perdonada, discurso en Mt 19 sobre el matrimonio).
No consideré en el cuadrito mujeres de parábolas, sino reales. Prescindí de María – relación
totalmente particular. Aquí privilegio amigas y discípulas. Las que aparecen resaltadas son
estas amigas y discípulas.

Mateo Marcos Lucas Juan

Mt 8,14-15 suegra de Mc 1,29-31 suegra Lc 4,38-39 suegra de


Simón Pedro de Simón Pedro Simón

Jn 4, 5-30.42 La
mujer samaritana

Lc 7,13 viuda de
Naím

Lc 7, 37-47 Jn 8, 3-11 la mujer


pecadora perdonada adúltera

Lc 8, 1-3 lo asistían
con sus bienes

Mt 9,18-26 mujer Mc 5,21-43 mujer Lc 8, 40-56


hemorroísa e hija de hemorroísa e hija de hemorroísa e hija de
Jairo Jairo Jairo

Lc 10, 38-42 Marta Jn 11,1-45


y María Resurrección de
Lázaro

Mt 15,21-28 mujer Mc 7,24-30 mujer


cananea con hija sirofenicia con hija
enferma enferma

2 JUAN PABLO II, Mulieris Dignitatem, 15.


Lc 13, 11 mujer
encorvada curada en
sábado

Mc 12,41-44 óbolo Lc 21, 1-4 óbolo de


de la viuda la viuda

Mt 20,20-23 madre
de los hijos de
Zebedeo

Mt 26, 6-13 unción Mc 14, 3-9 unción Jn 12,1-8 unción en


en Betania en Betania Betania

Mt 27,19 mujer de Lc 23, 27 hijas de


Pilatos Jerusalén

Mt 27,55-56 Mc 15,40-41 Lc 23,49 mujeres Jn 19,25 mujeres


mujeres junto a la mujeres junto a la junto a la cruz junto a la cruz
cruz cruz

Mt 27,60 sepultura Mc 15,47 sepultura Lc 23,55 sepultura


de Jesús de Jesús de Jesús

Mt 28,1-10 testigos Mc 16, 1-13 testigos Lc 24,1-11 testigos Jn 20,1-18 María


de la resurrección de la resurrección de la resurrección Magdalena testigo
de la resurrección

Segunda parte del cuadro: mujeres junto a Jesús en sus horas decisivas.
Las mujeres no abandonaron a Jesús en las horas últimas y más trágicas de su vida mortal.
Presentes junto a la cruz, ayudan en la sepultura.
Citando nuevamente a Juan Pablo II:
«De los apóstoles sólo Juan permaneció fiel; las mujeres eran muchas. No sólo estaba
la Madre de Cristo y “la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María
Magdalena” (Jn 19, 25), sino que “había allí muchas mujeres mirando desde lejos,
aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle” (Mt 27, 55). Como
podemos ver, en ésta que fue la prueba más dura de la fe y de la fidelidad las mujeres
se mostraron más fuertes que los apóstoles; en los momentos de peligro aquellas que
“aman mucho” logran vencer el miedo.»3
Cuando Jesús resucitó de entre los muertos, las mujeres llegaron primero al sepulcro, antes
de que amaneciera el primer día después del sábado. Fueron las primeras que encontraron el
sepulcro vacío, las primeras que escucharon el anuncio: «no está aquí, ha resucitado» (Mt

3 MD, 15.
28, 6) Jesús «se apareció primero a las que habían sido testigos de su muerte y sepultura
para hacerlas testigos y "evangelistas" de su resurrección ante los apóstoles.»4
Pero vamos a considerar más detenidamente a dos de las amigas y discípulas de Jesús.

II. Marta y María


Las hermanas de Betania aparecen en distintos pasajes del Evangelio. Las analizaremos por
la amistad particular que tuvieron con Jesús [«Jesús amaba a Marta, a su hermana María y a
Lázaro» (Jn 11, 5)].
Aparecen en tres pasajes, en dos evangelios distintos; aparecen junto a su hermano Lázaro
en dos de ellos pero ellas destacan más que él; en efecto, ellas hablan y protagonizan, él no
habla, solamente es resucitado de entre los muertos por Jesús.
Los tres hermanos compartían su amor al Señor, su fe en él. Notamos además rasgos
peculiares de cada una de las hermanas, interacción de cada una con el Señor, distintas
personalidades, distintas reacciones; son interesantes porque nos dan más luces sobre las
relaciones de Jesús con las mujeres. Ambas, cada una a su modo, son testigos del Señor y su
fe arrastra a otros a la fe.

1. Jesús visita a Marta y María en su casa


Lucas 10, 38 Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer llamada Marta le
recibió en su casa. 39 Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del
Señor, escuchaba su palabra, 40 mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Al
fin, se paró y dijo: Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile,
pues, que me ayude. 41 Le respondió el Señor: Marta, Marta, te preocupas y te agitas por
muchas cosas; 42 y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor
parte, que no le será quitada.
Se nos dice que la casa era de Marta. ¿Sería la hermana mayor? Se menciona solamente
una casa donde Jesús era acogido, una mujer que activamente preside en esta acogida.
Algunos expertos han destacado el rol de la casa y de la mujer en el NT. Durante los
primeros siglos del cristianismo la Iglesia vivió reuniéndose en casas acogedoras, no pocas
veces casas de mujeres, que las ponían a disposición de la iglesia; eran casas que las
mujeres ayudaban a hacer acogedoras. Encontramos en este pasaje a Jesús mismo
disfrutando del don de una casa acogedora y en este contexto Jesús deja el mensaje central
de que la única cosa necesaria es el amor que se hace escucha, el amor que acoge, más que
la diakonía ansiosa5.
Marta practica la hospitalidad; María sentada a sus pies escuchaba las «palabras llenas
de gracia» que salían de la boca del Señor. Estar a los pies de un maestro es una actitud que
expresa discipulado. San Pablo por ejemplo dice que creció a los pies de Gamaliel.
Conocemos el sentimiento de Marta… nosotras atareadas trabajando mientras otros
disfrutan, el deseo de que nos ayuden para disfrutar nosotros también… cuánto podemos
entender la reacción de Marta. El evangelista la describe «atareada con muchos
quehaceres», o en otras traducciones «absorbida por el mucho servicio», «preocupada»… y

4 Cf. G. RAVASI, 2213.


5 CF. E. BOSSETTI, Donne nel popolo di Dio, Leumann 1998.
como no estarlo con tan ilustre huésped, al que la unían lazos de profundo amor. Ante su
frustración llama en causa al huésped mismo. María no replica, no se justifica, espera la
respuesta del Señor confiándole a él su causa6.
«Marta, Marta», repetición que indica a la vez afecto y llamada de atención7. También
le dijo a Pedro, «Pedro, Pedro» cuando lo estaba alertando contra los ataques de Satanás.
También a Marta la está alertando, ¿cuál es la tentación de la que quiere protegerla? Ojo que
Jesús no le reprocha a Marta la hospitalidad8 ni el servicio, sino la ansiedad, la excesiva
preocupación y el perder de vista lo esencial9.
«Te preocupas y te agitas por muchas cosas,» muchos servicios. María ha escogido la parte
buena, la parte mejor. La única verdaderamente necesaria.
El servicio es bueno, la acogida del huésped también, son expresiones de la caridad, son
muy importantes en la cultura del medio-oriente aún hoy. Pero Marta se agita y preocupa
por muchas cosas, que son temporales, que son buenas pero transitorias; una sola cosa es
necesaria, una sola es central, una sola es importante, una sola cosa quedará cuando pase
la escena de este mundo. Lo que María ha escogido no le será quitado, al contrario,
aumentará. Durará para la vida eterna.
Diferencia entre Marta y María; la segunda se olvida de todo, preocupada tan sólo de no
perder ni una sola palabra del maestro, huésped suyo. Y Jesús la presenta a ella, una
mujer, como el ideal del discípulo.
Para San Agustín10 Marta y María representan a la Iglesia. Marta recibe al Señor en su
casa; la Iglesia lo recibe en su corazón. María representa la Iglesia futura que cesando su
ministerio de caridad gozará de la visión cara a cara. Marta quejándose de su hermana
representa la Iglesia (y también a cada una de nosotras) cuando se turba e inquieta por
muchas cosas siendo que una sola es necesaria. María eligió la mejor parte porque el
servicio no es un fin en sí mismo, por el servicio se va a la comunión auténtica con Dios,
que no pasará jamás.
Este primer pasaje nos sirve para conocer a las dos hermanas, sus rasgos particulares, y es
además ocasión para que el Señor deje una enseñanza esencial: servir sin «agitarnos y

6 Cf. SAN AGUSTÍN, Sermón 103, 2.


7 Idem.
8 SAN AGUSTÍN, De verb. Dom. serm., 27. «¡Cómo! ¿Creemos que fue vituperada la conducta de Marta, que se ocupaba

en las faenas propias de la hospitalidad, cuando tan gozosa estaba por tener un huésped tan grande? Si esto es así, que
cesen los hombres de servir a los pobres, dedíquense a la palabra, ocúpense en la ciencia saludable y no se cuiden si hay
algún peregrino en el lugar, si alguno necesita de pan; abandonen las obras de misericordia, aplicándose sólo a la
ciencia.»
9 TEOFILACTO, «El Señor no vitupera la hospitalidad, sino el cuidado por muchas cosas, esto es, la absorción y el

tumulto. Y vean cómo el Señor nada dijo primero a Marta; mas cuando ella intentaba distraer a su hermana, entonces el
Señor, habida ocasión, la corrigió. La hospitalidad es honrada mientras que nos atrae a las cosas necesarias; mas cuando
empieza a estorbar a lo más útil, es manifiesto que la atención a las cosas divinas es más honorable.» (Catena aurea ES
10038.)
10 SAN AGUSTÍN, De quaest. Evang. 2, 30. «En sentido místico, Marta, recibiendo al Señor en su casa, representa la

Iglesia, que ahora lo recibe en su corazón. María, su hermana, que estaba sentada junto a los pies del Salvador y oía su
palabra, representa la misma Iglesia, pero en la vida futura, en la que, cesando de todo trabajo y ministerio de caridad,
sólo goza de la sabiduría. En cuanto a que Marta se queja de su hermana porque no le ayuda, se da ocasión a la
sentencia del Señor, con la que muestra que esta Iglesia se inquieta y turba por muchas cosas, cuando sola una cosa es
necesaria, a la cual llega por los méritos de este ministerio. Dice que María "eligió la mejor parte", porque por ésta se va
a aquélla que no se quita jamás.»
preocuparnos», sin olvidar que «una sola cosa es necesaria», sin olvidar «escoger» también
nosotros «la parte mejor.»

2. Resurrección de Lázaro
Juan 11, 1 Había un enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta.
2
María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su
hermano Lázaro era el enfermo. 3 Las hermanas enviaron a decir a Jesús: Señor, aquel a
quien tú quieres está enfermo. 4 Al oírlo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es de muerte, es
para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. 5 Jesús amaba a
Marta, a su hermana y a Lázaro. 6 Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció
dos días más en el lugar donde se encontraba. 7 Al cabo de ellos, dice a sus discípulos:
Volvamos de nuevo a Judea. 8 Le dicen los discípulos: Rabí, hace poco que los judíos
querían apedrearte, ¿y vuelves allí? 9 Jesús respondió: ¿No son doce las horas del día? Si
uno anda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo. 10 Pero si uno anda de noche,
tropieza, porque no está la luz en él. 11 Dijo esto, y añadió: Nuestro amigo Lázaro duerme;
pero voy a despertarle. 12 Le dijeron sus discípulos: Señor, si duerme, se curará. 13 Jesús lo
había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño. 14
Entonces Jesús, les dijo abiertamente: Lázaro ha muerto; 15 y me alegro por vosotros de no
haber estado allí, para que creáis; pero vayamos allá. 16 Entonces Tomás, llamado el
Mellizo, dijo los otros discípulos: Vayamos también nosotros a morir con Él.
17
Cuando llegó Jesús se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. 18
Betania estaba cerca de Jerusalén, como a unos quince estadios; 19 y muchos judíos habían
venido a casa de Marta y María, para consolarlas por su hermano. 20 Cuando Marta supo
que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. 21 Dijo
Marta a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. 22 Pero aun
ahora, yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá. 23 Le dice Jesús: Tu hermano
resucitará. 24 Le respondió Marta: Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día. 25
Jesús le respondió: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera,
vivirá, 26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto? 27 Le dice ella : Sí,
Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.
28
Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: El Maestro está ahí, y te
llama. 29 Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente y se fue hacia Él. 30 Jesús todavía
no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta le había encontrado. 31
Los judíos, que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba
rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí. 32 Cuando
María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies, y le dijo: Señor, si hubieras
estado aquí, mi hermano no habría muerto. 33 Viéndola llorar Jesús y que también lloraban
los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó 34 y dijo: ¿Dónde lo
habéis puesto? Le responden : Señor, ven y lo verás. 35 Jesús derramó lágrimas. 36 Los
judíos entonces decían: Mirad, cómo le quería. 37 Pero algunos de ellos dijeron: Éste que
abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera? 38 Entonces Jesús, se
conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima
una piedra.
39
Dice Jesús: Quitad la piedra. Le responde Marta, la hermana del muerto: Señor, ya
huele, es el cuarto día. 40 Le dice Jesús: ¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de
Dios? 41 Quitaron pues la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto, y dijo: Padre, te
doy gracias por haberme escuchado. 42 Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he
dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado. 43 Dicho esto, gritó
con fuerte voz: ¡Lázaro, sal afuera! 44 Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas,
y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dijo: Desatadlo, y dejadle andar.
Encontramos de nuevo a las hermanas de Betania en el Evangelio de San Juan,
protagonistas del último signo de Jesús antes de la Pasión, signo que revela a Jesús como
la resurrección y la vida, signo que revela la victoria sobre el último enemigo: la muerte.
San Juan hace mención al episodio de la Unción que tendrá lugar en el futuro (v.2),
ligándolo a este relato: ante la muerte de su amigo Lázaro, Jesús piensa en su propia
muerte que se acerca.
Las hermanas, ante la enfermedad de Lázaro, mandan un mensaje a Jesús, evidencia que son
sus discípulas. Notamos un paralelo entre el modo como solicitan la intervención de Jesús
y el modo como su madre María pidió su intervención en Caná, en el primer signo: de
modo implícito, limitándose a informar a Jesús de lo sucedido, confiando a Él la decisión
sobre qué hacer y cómo: «Señor, aquel a quien tú quieres está enfermo» (v.3)
El evangelista nos aclara que Jesús amaba a los tres hermanos; sin embargo no corre a
Betania, se detiene todavía dos días. Finalmente decide ir (vv. 5-6).
Encuentra primero a Marta, que sale a su encuentro (v.20), expresando así su confianza y su
fe, su ser más “volcada a la acción” que su hermana, que se queda sentada en casa como
convenía a una mujer en luto. Marta corre, encuentra al Señor y le dice «Señor, si hubieras
estado aquí mi hermano no habría muerto» (v.21). El diálogo que se instaura aquí entre
Jesús y Marta es uno de los más importantes del evangelio, un diálogo donde Jesús se
auto-revelará a Marta.11
Como decíamos, Marta sale a buscar a Jesús expresando su absoluta confianza en Él ante la
tristeza por la muerte de su hermano, seguramente alentada por el hecho de verlo, por estar
ahí con él «pero aún ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá» (v.22).
Jesús alude a la resurrección y ella proclama la fe judía en la resurrección.
Pero de ahí viene la revelación de Jesús: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en
mí, aunque muera, vivirá y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?»
(v.25) Marta ya tiene la fe judaica en la resurrección pero Jesús le muestra que desde ahora
el creyente es un viviente, tiene el germen de vida eterna en él. Jesús mismo es la Vida
verdadera para el creyente.
Como respuesta encontramos la profesión de fe de Marta: «Señor, yo creo que tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo» (v.27); una confesión de fe
propiamente cristiana, fe en la identidad de Jesús. Nótese además que Marta ha creído
antes del milagro, ha creído por la revelación de Jesús, acogiéndola y expresándola con
títulos que no se ha dado Jesús a sí mismo12. No dice nada más sobre la muerte de su
hermano, como si añadir algo más tras lo dicho fuera casi superfluo, más bien se va a llamar
a su hermana (v.28).
Marta encarna en Jn 11,21-27 el ideal del creyente. En efecto, Marta, ante la auto-
revelación de Jesús, pronuncia su profesión de fe, equivalente solamente a la de Pedro en

11Cf. Mulieris Dignitatem, 15.


12 Cf. NURIA CALDUCH-BENAGES, Marta, una vera discepola di Gesù, en www.laici.org – sección mujer. Ver
también: NURIA CALDUCH-BENAGES, Il profumo del Vangelo. Gesù incontra le donne, Milano 2007, 81-105.
Cesarea de Filipo: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios que tenía que
venir al mundo» (Jn 11,27)13.
El encuentro con María es simétrico. Con algunas particularidades; María sale a encontrar
al Señor tras ser advertida discretamente por Marta y es seguida por los judíos que piensan
que va a llorar a la tumba (v.31). Llegando ante Jesús cae a sus pies, gesto que Marta no
hizo, le dice misma frase que su hermana: «Señor, si hubieras estado aquí mi hermano no
habría muerto» y llora (v.32-33). María es una mujer más gestual, más ritual.
María expresa su tristeza, su tristeza se transmite también a los judíos y todos estos hechos
conmueven interiormente a Jesús, lo turban, lo hacen derramar lágrimas (v.33.35). Jesús se
conmueve ante la presencia trágica de la muerte y de la desolación que ésta trae a la vida
humana. Esta experiencia de María pone a Jesús ante la realidad de la muerte, no solo la de
Lázaro, sino la suya que se acerca14. Jesús llora y sus lágrimas son el amor del Padre que
llega a los discípulos, son las lágrimas de Dios ante la muerte que separa a los hombres, las
lágrimas de Aquel que debe aceptar la prueba. «Sí, Jesús habría podido evitar que Lázaro
muriese pero no puede escaparse de su muerte, no puede no entregar su propia vida, porque
este es el itinerario del Hijo del hombre, es la orden que Jesús ha recibido de su Padre.»15
Recordemos que el milagro está en el contexto de la determinación de Jesús de subir a Judea
ante la oposición de sus discípulos que ven el peligro y en el contexto de la sentencia del
Sumo Sacerdote «conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación.»
(Jn 11, 50)
[Llegado al sepulcro, ordena que se retire la piedra; Marta intenta detenerlo porque al cuarto
día ya hay mal olor (v.39). Es un contraste con su fe anterior; en el momento decisivo Jesús
está solo ante el poder de la muerte. Jesús le asegura «si crees verás la gloria de Dios» (v.
40)
Jesús hace una oración al Padre (v.41b-42) que no es un pedido sino ya una acción de
gracias, sabe que el Padre lo ha escuchado, también en anticipación a su Hora cuya
proximidad lo había turbado. Su oración expresa certeza de la presencia y salvación del
Padre.
De ahí grita con fuerte voz llamando a Lázaro por su nombre, ordenándole salir (v.43).
Lázaro sale todavía con las vendas, y esto contrasta con la resurrección de Jesús, que dejará
las vendas puestas en orden y el sudario doblado aparte (v.44). El evangelista no narra
encuentro de Lázaro con Jesús o con sus hermanas. El milagro nos es narrado en vistas a la
muerte de Jesús y por eso se nos habla más bien de sus consecuencias en los judíos que
buscaban ocasión para matarlo.]
Marta y María, con su fe, con su particular amor por Jesús, van asumiendo un rol
importante en este momento central de la vida de Jesús. Por ellas los judíos presentes en
el funeral de Lázaro vieron el signo cumplido por Jesús, muchos de ellos creyeron, otros
temieron y fueron a avisar a los fariseos. Se acercaba la Pascua, se acercaba la Hora, estas
dos amigas de Jesús están ahí, cumpliendo fielmente su papel. Y seguirán presentes, según
la narración de San Juan, también en el próximo episodio.

13 Cf. G. RAVASI ET AL. (ed.), Nuovo Dizionario di Teologia Biblica, 2213.


14 X. LEÓN-DUFOUR, 699.
15 Idem., 700.
3. La unción en Betania
Juan 12, 1 Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a
quien Jesús había resucitado de entre los muertos. 2 Le dieron allí una cena. Marta servía y
Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. 3 Entonces María, tomando una libra
de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y
la casa se llenó del olor del perfume. 4 Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo
había de entregar: 5 ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se
ha dado a los pobres? 6 Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque
era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. 7 Jesús dijo. Déjala,
que lo guarde para el día de mi sepultura. 8 Porque pobres siempre tendréis con vosotros;
pero a mí no siempre me tendréis.
Mateo añade: 26 13 En verdad os digo: Dondequiera que este evangelio se predique, en el
mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho, en memoria suya.
El contexto de este pasaje es la tensión de los sumos sacerdotes y de los fariseos que San
Juan nos presenta exasperados tras la resurrección de Lázaro, tomando decisiones sobre
arrestar a Jesús, dar muerte a Lázaro, etc. Es un contexto entonces de peligro, de muerte, de
amenaza…
Jesús está de nuevo en Betania, de nuevo en la intimidad de una casa acogedora que el
evangelista Juan no nos dice de quien es. Este relato tiene paralelos en los evangelios de san
Mateo y san Marcos; ellos dicen que es la casa de Simón el Leproso. Sólo Juan nos dice que
la mujer es María de Betania y sólo él presenta también a Marta y a Lázaro en la escena.
Juan nos presenta a Marta sirviendo, en consonancia con el rasgo de su personalidad que ya
hemos notado: mujer activa, de servicio. Y Lázaro también estaba a la mesa.
Entra María en la escena y cumple su gesto elocuente, significativo: «derramó sobre la
cabeza de Jesús» nos dicen Mateo y Marcos, «ungió los pies de Jesús y los secó con sus
cabellos», nos dice Juan, con «una libra de perfume de nardo puro, muy caro»
Los tres relatos coinciden en que el perfume es muy costoso, coinciden en que es
derramado abundantemente sobre Jesús. [Marcos y Juan nos dicen que es de nardo, Mateo y
Marcos describen el frasco de alabastro que lo contenía. Juan nos informa sobre la cantidad:
una libra – aproximadamente 330 gramos. Otro detalle, que parece añadirse al del costo: el
perfume de nardo es puro, auténtico: nardou pistikés, unguenti nardi pistici pretiosi, palabra
de incierto significado, sin paralelos en literatura griega, pero dado que pistis significa fe se
traduce como nardo genuino. Para los Padres este hecho habla del carácter misterioso,
simbólico, del pasaje. «Expresa magníficamente algo misterioso»16, alude a un misterio que
trasciende los hechos narrados, alude a la muerte y resurrección de Jesús, alude a la
adoración de Jesús por parte de sus discípulos, a la gratuidad del amor que Él inspira.]
María no habla con nadie, ni siquiera con Jesús. Simplemente irrumpe en la escena y
cumple su gesto; su gesto es la palabra más elocuente. María, una vez más a los pies de
Jesús, no parece interesarse de las reacciones, sigue adelante con su acción. El evangelista
no explica la acción, no la juzga, solamente la describe indicando que la casa se llenó de la

16 Cfr. SAN AGUSTÍN, In Ioh. Ev., L, 6. Cfr. CALDUCH-BENAGES, 89.


fragancia del perfume. Quizá es esta una delicada forma de aprobación de la acción de
María17.
[Mateo y Marcos dicen que ungió la cabeza de Jesús; Juan dice que ungió los pies y los secó
con sus cabellos. San Agustín dice que esto debemos entenderlo en el sentido de que ungió
la cabeza y los pies18. Es usual ungir la cabeza, inusual ungir los pies, más inusual aún
secarlos con los cabellos pues una mujer judía respetable no aparecía en público con sus
cabellos sueltos. El detalle de enjugar los pies de Jesús con los cabellos aparece en otro
relato del evangelio de San Lucas, donde una mujer pecadora lava los pies de Jesús con sus
lágrimas y los seca con sus cabellos (pero es preciso distinguir entre estos dos episodios).
¿Quizá María ungió los pies de Jesús con tanto perfume que tuvo que secarlos con sus
cabellos? ¿Quizá al romper el frasco ungió no solo la cabeza sino los pies y quiso quitar la
abundancia del perfume enjugándolo con sus cabellos? Lo cierto es que los cabellos de
María recogen el perfume de los pies de Jesús y ella se ve envuelta en su fragancia. A partir
de este momento el perfume de Jesús es también el perfume de María. Ahora María tiene en
su cabeza la fragancia no tanto del nardo, como de Cristo, fragancia del nardo impregnado
ahora de la calidad y virtud del cuerpo de Jesús19. Este nuevo perfume llena la casa como el
Evangelio llena el mundo20.
Este perfume que se expande representa la intensidad del amor que ha inspirado el gesto de
María; amor que se expandirá por el mundo. María hizo lo que también nosotras estamos
llamadas a hacer: encontrar a Jesús, amarlo y, con el testimonio de nuestra fe, darlo a
conocer.
El gesto de María no pasa inadvertido a los presentes; por el contrario, los coge por
sorpresa, suscita reacciones de incomprensión, críticas. Juan dice que Judas es el que critica,
Marcos los invitados, Mateo los discípulos. Coinciden en notar que el gesto suscita
incomprensión, parece un exceso, algo exagerado, desproporcionado.
Pero Jesús acoge el gesto interpretándolo como anticipación de su sepultura, la cena era
anticipación del banquete celeste de la resurrección, pero Jesús no olvida que esta nueva
vida requiere el paso por la Pascua. Jesús defiende el gesto de las críticas demasiado
pragmáticas.
La interpretación de Jesús nos permite afirmar que María de Betania es el único personaje
del evangelio de Juan que presiente el misterio de la Hora, que lo anticipa. María
guardaba un perfume precioso que no ha vendido para dar el dinero a los pobres pensando
en guardarlo para el día de la sepultura de Jesús y lo ha utilizado ahora, presintiendo la
proximidad de la Hora de Jesús. Esta interpretación casa también con al frase paralela de
Mc: «Dondequiera que el Evangelio se predique se hablará de lo que ésta ha hecho para
memoria suya»: como diciendo que el significado del gesto de María hará parte de la Buena
Noticia.

17 Cfr. N. CALDUCH-BENAGES, Il profumo del Vangelo, 86.


18 SAN AGUSTÍN, De cons. evang., 2,79.
19 Cf. ORÍGENES, Comentario al Cantar de los Cantares: «gracias a su cabellera, recibe y recupera para sí el perfume,

impregnado ahora de la calidad y virtud del cuerpo de Jesús; al atraer hacia ella, no tanto el olor del nardo, gracias al
perfume, como el olor del mismo Verbo de Dios, gracias a sus propios cabellos con los que le enjugaba los pies, puso
también sobre su cabeza la fragancia no tanto del nardo, como de Cristo, y podía decir: Mi nardo, derramado en el
cuerpo de Cristo, devuelve el olor de éste.».
20 CALDUCH-BENAGES, 90.
María, con su amor, ha participado por intuición en la Pascua de Jesús.21 El suyo es un acto
de fe comparable a la solemne profesión de fe de su hermana Marta, que ya hemos visto.
La fragancia del perfume de Betania es símbolo de la victoria de Cristo sobre la muerte, es
un gesto que manifiesta que Cristo nos da la vida verdadera con su muerte, que su cuerpo es
prenda de inmortalidad, que la fragancia de Cristo se difundirá en el mundo entero
comunicando vida y salvación22.
El gesto de María es «signo de una sobreabundancia de gratuidad» que es característica
del modo de amar de las mujeres. Ante ojos pragmáticos, ciertos gestos de amor pueden
parecer un despilfarro; pero «para la persona seducida en el secreto de su corazón por la
belleza y la bondad del Señor, es una respuesta obvia de amor, exultante de gratitud por
haber sido admitida de manera totalmente particular al conocimiento del Hijo y a la
participación en su misión divina en el mundo.»23
Marta y María, dos hermanas discípulas del Señor, cada una siguiéndolo, sirviéndolo y
dando testimonio de Él desde su propia individual vocación. Ambas modelo para nosotras,
ambas nos abren horizontes de fidelidad.
Por eso podemos afirmar que las dos hermanas son cada una a su modo testigos de la fe
en Jesús, el Hijo de Dios, el rey-Mesías de Israel24. Cada una a su modo porque María
parece preferir callar; Marta hablar. María es una mujer de gestos elocuentes. Marta de
servicio y de acción. María no parecía ocuparse del servicio concreto cuanto de la gloria del
Señor y se acercaba a él como a Dios,25 representa a todos los que aman a Jesús con corazón
sincero y agradecido.26 Ambas profesan su fe, María con gestos, Marta con una profesión
equivalente a la de Pedro: tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir.

CONCLUSIÓN
Los evangelios abundan hermosos testimonios del modo como las mujeres encontraron a
Jesús, se aprestaron a seguirlo y fueron sus testigos. Jesús da cumplimiento a aquellas
palabras del profeta Joel: «Yo derramaré mi espíritu en toda carne. Vuestros hijos y
vuestras hijas profetizarán» (Jl 3, 1).»27
Amigas y discípulas y testigos. También hoy la Iglesia se enriquece del testimonio y la fe de
las mujeres; podemos auspiciar que esto suceda cada vez más.
¿Cómo podemos hoy, amigas y discípulas, contribuir a la extensión de su Reino?
Papa Francisco:
Porque «el genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por
ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboraly en los
diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las
estructuras sociales.

21 LEÓN-DUFOUR, 720.
22 Cf. CALDUCH-BENAGES, 105.
23 JUAN PABLO II, Vita Consecrata, 104.
24 CALDUCH-BENAGES, 93.
25 SAN JUAN CRISÓSTOMO, In Ioannem hom., 64.
26 CALDUCH-BENAGES, 88.

27 Mulieris Dignitatem, 16.

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