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SACRAMENTO DEL MATRIMONIO
¿QUÉ ES EL MATRIMONIO?
● El matrimonio es la base de la sociedad. Todas las civilizaciones
han garantizado su permanencia y progreso gracias a la unión
fecunda de un varón y una mujer, por ello cada unión es
manifestada en una celebración1 que aunque diferente en cada
etnia, grupo o civilización, siempre es un acontecimiento especial.
● El matrimonio es la alianza irrevocable de un hombre y una
mujer, por la que se entregan y aceptan mutuamente para
constituir entre sí un consorcio de toda la vida ordenado
por su naturaleza al bien de los cónyuges y a la
procreación y educación de los hijos.
● El matrimonio es una institución natural creada por Dios: “por
eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer,
y se hacen una sola carne” (Gn 2, 24). La vocación al matrimonio
se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer,
según salieron de la mano del Creador.
● Cristo elevó el matrimonio a la dignidad de Sacramento: el
milagro de las Bodas de Caná es el signo de que Cristo está
presente con su gracia salvadora en el matrimonio.
¿QUÉ ES UN SACRAMENTO?
Los Sacramentos son los signos visibles y sensibles a
través de los cuales, Cristo quiere comunicarnos su misma vida
divina, a la que se llama Gracia.
Se puede decir también que el sacramento es un encuentro
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Se cambia ceremonia por celebración
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del hombre con Cristo, en el cual recibimos en forma gratuita las
gracias que Él nos regala.
Al recibir un Sacramento, los hombres no cambian su naturaleza
exterior, pero si la interior pues se ven fortalecidos con las gracias que
Cristo, por el poder del Espíritu Santo les comunica.
“Ya no vivo yo, sino es Cristo quien vive en mí” (Gal. 2, 20)
Cada Sacramento es pleno y completo por sí mismo, pero la gracia
conferida puede ser mejor o peor aprovechada según nuestra
disposición, preparación, apertura y fe. Por lo mismo, los frutos de los
Sacramentos dependen de las disposiciones de quien los recibe.
¿QUÉ ES LA “GRACIA”?
La gracia es el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su
llamado a la vida eterna y a los llamados específicos que nos hace a
cada quien.
¿POR QUÉ CRISTO ELEVA EL MATRIMONIO NATURAL A
SACRAMENTO?
Todo hombre, tanto en su entorno como en su propio corazón, vive
la experiencia del mal. Esta experiencia se hace sentir también en las
relaciones entre el hombre y la mujer.
En todo tiempo, la unión del hombre y la mujer vive amenazada por
la discordia, el espíritu de dominio, la infidelidad, los celos y conflictos
que pueden conducir hasta el odio y la ruptura.
En su predicación, Jesús enseñó sin ambigüedad el sentido original
de la unión del hombre y la mujer, tal como el Creador la quiso al
comienzo... la unión matrimonial del hombre y la mujer es indisoluble:
“Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre” (Mt 19, 6).
Esta insistencia de Jesús, pudo causar perplejidad y aparecer como
una exigencia irrealizable. Sin embargo Jesús no puso a los esposos
una carga imposible de llevar y demasiado pesada, sino que al
elevar el matrimonio a Sacramento, Él mismo nos da la fuerza y
la gracia para vivir el matrimonio en la dimensión nueva del
Reino de Dios.
Cristo confiere las gracias y dones del Sacramento del matrimonio
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para confirmar y perfeccionar los fines naturales del matrimonio: la
ayuda mutua y la procreación y educación de los hijos. Pero sobretodo
para que los cónyuges logren su fin último que es su salvación eterna.
El matrimonio cristiano, sin dejar de ser una realidad temporal, de
orden social, pasa a ser a la vez una realidad sobrenatural, de orden
salvífico, y a la naturaleza de simple alianza entre un hombre y una
mujer, se le añade la naturaleza de acción de Cristo y de la Iglesia.
¿CUÁLES SON LAS GRACIAS QUE CONCEDE EL SACRAMENTO DEL
MATRIMONIO?
Cristo, mediante el Sacramento del matrimonio, nos concede a los
esposos todas las gracias que necesitemos y que pidamos para cumplir
con el compromiso que hacemos al casarnos. Cada pareja, tras una
sincera reflexión, puede y debe pedir a Dios las gracias que requiera
según sus necesidades particulares, dependiendo de sus problemas y de
las circunstancias específicas que esté viviendo.
Algunas de las gracias que los esposos podemos pedir cuando las
necesitemos:
● Gracia para amarnos plenamente, venciendo el egoísmo y
buscando generosamente el bien del otro.
● Gracia para permanecer unidos en las buenas y en las malas
● Gracia para luchar contra todo aquello o todos aquellos que
atenten contra nuestra unidad.
● Gracia para sernos fieles en todos los aspectos.
● Gracia de la fortaleza, que nos dará fuerzas, sobre todo en los
momentos difíciles de nuestra vida.
● Gracia para aceptarnos mutuamente tal como somos,
ayudándonos a cambiar pero sin forzar y con respeto2
● Gracia para saber ceder cuando sea necesario y para aceptar el
sacrificio que muchas veces acompaña al amor.
● Gracia para ser pacientes, perseverantes, delicados, prudentes,
sinceros, leales, congruentes, cariñosos, detallistas, etc.
● Gracia para lograr una buena comunicación.
● Gracia para saber pedir perdón y para saber perdonar al otro.
● Gracia para estar abiertos a la fecundidad.
● Gracia para vivir una paternidad y maternidad responsables
con todo lo que ellas implican.
● Gracia para educar y formar cristianamente a nuestros hijos
● Gracia para presidir nuestra familia como la Iglesia Doméstica que
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Se agrega párrafo
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debe ser.
● Gracia para cumplir con nuestra vocación y santificarnos en su
cumplimiento.
● Etc, etc, etc.
Todas estas gracias y cualquiera otra que necesitemos y pidamos,
Cristo nos las concede para unirnos más estrechamente a Él y también
entre nosotros.
Estas gracias son tan completas que nos permiten a los esposos
cumplir nuestra misión, santificarnos y santificar a nuestros hijos. Para
ello es indispensable que los cónyuges tengamos conciencia de esta
fuerza santificadora del Sacramento, que estemos preparados y abiertos
para recibirla, y que no pongamos obstáculos a su eficacia como son: el
pecado, la indiferencia, la falta de fe, etc.
EL RITO DEL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO
PREGUNTAS IMPORTANTES QUE HACE EL SACERDOTE A LOS
NOVIOS ANTES DE CASARSE:
a) ¿Han venido aquí a contraer Matrimonio por su libre y plena
voluntad, sin que nada ni nadie los presione?
No debe haber nada, ni nadie que presione a una persona a contraer
matrimonio. La pareja deberá preguntarse si está ahí en el altar porque
libremente así lo decidió, o si por el contrario, existen presiones de sus
padres, de la sociedad, de tipo económico, o de cualquier otro tipo,
como podría ser el caso de un embarazo.
El consentimiento debe ser un acto de la voluntad de cada uno de los
cónyuges, libre de violencia o de temor grave externo. Ningún poder
humano puede reemplazar este consentimiento. Si esta libertad falta,
el matrimonio es inválido.
b) ¿Están dispuestos a amarse y respetarse mutuamente en su
Matrimonio durante toda la vida?
Los novios deben estar conscientes que se les está preguntando por
su disposición para amarse y respetarse durante “toda la vida”, no
para un ratito, no sólo mientras nos vaya bien; no hay límite de tiempo,
ni plazos preestablecidos.
c) ¿Están dispuestos a recibir de Dios responsable y
amorosamente los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y
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de su Iglesia?
Los novios deben conocer de antemano que la Paternidad
Responsable no se limita a definir el número de hijos que queremos y
procrearlos, sino que va más allá, exigiéndonos a los padres
proporcionar a nuestros hijos todo lo que necesitan para su desarrollo,
tanto en lo material como en lo humano, así como en lo espiritual3 (todo
esto se explicó en el tema de Paternidad Responsable).
¿CUÁL ES EL MOMENTO EN QUE SE EFECTÚA EL SACRAMENTO?
El momento central de la ceremonia es el consentimiento irrevocable
de los novios que a través de las siguientes palabras los une en alianza
matrimonial y efectúa el Sacramento del matrimonio:
“Yo ...... te acepto a ti ...... como mi esposo(a) y prometo
serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la
enfermedad y amarte y respetarte todos los días de mi vida”.
El Sacerdote recibe el consentimiento en nombre de la Iglesia y
bendice la unión:
“Que el Señor confirme este consentimiento que han manifestado ante
la Iglesia y cumpla en ustedes su bendición. Lo que Dios acaba de
unir, no lo separe el hombre”.
EL MATRIMONIO CATÓLICO TIENE DOS PARTES:
a) El matrimonio rato: Que es la aceptación mutua que se dan los
cónyuges durante la celebración4 del Sacramento del matrimonio.
b) El matrimonio consumado: El matrimonio queda consumado al
realizarse el primer acto conyugal después de la aceptación; esta
entrega íntima de los esposos confirma y completa el Sacramento
del matrimonio.
¿QUÉ HACER PARA QUE NO SE NOS OLVIDE TENER SIEMPRE A
CRISTO EN EL CENTRO DE NUESTRO MATRIMONIO?
Existen varios caminos que nos ayudan a permanecer unidos a
Cristo; aquí presentaremos cuatro que son muy importantes en la vida
matrimonial y que se consideran las fuentes de la espiritualidad
conyugal:
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Se agrega párrafo
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Se cambia palabra
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1) La Palabra de Dios
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6).
Muchas veces el trajín de la vida diaria, nos va llevando por caminos
que no hemos elegido conscientemente. Para evitar esto es
indispensable que diariamente reservemos un tiempo para leer la
Palabra de Dios, de manera que tengamos siempre presente el objetivo
final: la vida eterna, y nos vayamos empapando de todos los valores del
Evangelio, conozcamos lo que Cristo nos pide y así podamos
permanecer en el camino hacia la salvación, en lugar de dejarnos llevar
como veletas.
2) La Eucaristía
Dijo Jesús: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del
hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en
ustedes....Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre
verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre
permanece en Mí y yo en él” (Jn 6, 53.55-56).
Cada vez que los esposos participamos en la misa, recordamos la
alianza de Cristo con su Iglesia y renovamos nuestra alianza
matrimonial.
Al recibir a Jesús en la Eucaristía, nos hacemos uno con Él y también
nos hacemos uno con nuestra pareja y con los miembros de nuestra
comunidad familiar.
En Cristo Sacramentado encontramos la unidad que tanto
necesitamos. “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del
mundo” (Mt 28,20)
3) La Reconciliación
“Muéstrense buenos y compasivos unos con otros,
perdonándose mutuamente, como Dios los perdonó en Cristo”
(Ef 4,32).
Siendo realistas, en el matrimonio y en la familia, muchas veces se
lastima y se ofende con o sin intención. Estas ofensas provocan heridas
que es necesario sanar para reconstruir los lazos rotos en una relación.
Aquí es donde entra en acción un elemento fundamental para que el
amor crezca: el perdón.
Los esposos que se perdonan mutuamente, son esposos que buscan
acercarse al Sacramento de la reconciliación para ser perdonados por el
Señor, pues están acostumbrados a reconocer sus faltas y conocen que
a través de este Sacramento Dios los llena de gracias para superar sus
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debilidades.
4) La oración
La oración en el matrimonio es el alimento diario que sostiene y da
fuerza para seguir adelante.
Su eficacia está asegurada pues Cristo mismo afirmó: “si dos se
ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere lo
conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde
están dos o tres reunidos en mi nombre, ahí estoy yo en medio
de ellos” (Mt 18, 19-20).
Recordemos siempre que la familia que reza unida, permanece
unida.
Orar no es solo pedir lo que necesitamos, a través de la oración
debemos agradecerle al Señor todo lo que nos da, encomendarle
nuestras actividades, solicitar sus gracias, entregarle todas nuestras
penas y debilidades, bendecir todo lo que nos regala, etc, etc.
Y no debemos olvidar que cuando la familia ora en presencia de una
imagen de la Virgen, Ella se encarga de volcar en nosotros el amor de
su Hijo. En la oración, María es como una autopista, es decir, el camino
más rápido y seguro para llegar a Cristo.
TAREA:
Basándote en la dinámica que se hizo del Sacramento del Matrimonio,
analiza cada uno de sus párrafos y aplícalos a ti y a tu pareja.
Hazlo por escrito y de manera individual.