Hostias Rellenas, la Historia de un dulce sorprendente
Escuchar acerca de hostias rellenas puede dejarte perplejo al principio. Estamos
acostumbrados desde la infancia a asociar la hostia solamente con la Eucaristía. La hostia
que estamos acostumbrados a conocer es la pequeña oblea de pan ázimo que recibimos del
sacerdote en el momento de la comunión, o la más grande que vemos en sus manos durante
la bendición eucarística. Una oblea elaborada exclusivamente con harina de trigo, según
lo establecido primero en el Libro del Éxodo, y luego confirmado por la Congregación
para la Doctrina de la Fe, que estableció que el uso de diferentes harinas haría a la
hostia “materia inválida para la Eucaristía”. En Iglesia Católica, durante la celebración
eucarística la hostia que se consagra se convierte en el Cuerpo de Jesús, esto en virtud de
la transubstanciación, que convierte la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de
Cristo. Este milagro ocurre en recuerdo de la Última Cena, cuando Jesús se ofreció a sí
mismo a sus apóstoles y les dio la autoridad para repetir Su sacrificio en el tiempo por
venir: « También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo:
«Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí»» (Lucas 22-
19).
La hostia consagrada se convierte así en el Santísimo Sacramento, que se coloca en el
Tabernáculo al final de la misa, donde permanece objeto de adoración por los fieles.
Volviendo al uso de las hostias no consagradas fuera de la celebración eucarística,
su utilizo en repostería tiene orígenes antiguos. Basta pensar que la hostia es la base para
la preparación de dulces típicos de la tradición pastelera italiana, como el Panforte y
el Turrón.
Habrían sido las monjas de un convento de clarisas las primeras en inventar la receta de
las hostias rellenas. Cuenta la leyenda que una pasta de almendras caramelizadas
mezcladas con miel y azúcar cayó en un estante de la cocina, y que las hermanas intentaron
recolectarla usando hostias no consagradas, descubriendo que juntos los ingredientes tenían
un sabor delicioso. Esto tuvo lugar en las cocinas del monasterio de la Iglesia de la
Santísima Trinidad de Monte Sant’Angelo, en la provincia de Foggia, pero pronto este
inesperado postre se extendió por todos los monasterios del país y más allá.
Hostias rellenas
Hostias rellenas de Monte Sant’Angelo
Entre las recetas dulces para las que se utilizan las hostias ya hemos mencionado
las hostias rellenas de Monte Sant’Angelo, ‘descubiertas’ por las clarisas del monasterio
situado en el característico pueblo del Gargano.
“Los nativos de esa ciudad elaboran una cierta galleta dulce, compuesta de almendras y
manzanas (miel), colocada entre dos hostias, por eso se les llama hostias rellenas, y con
ese nombre la envían como regalo, y para la venta”.
Así escribió una cronista napolitana ya a finales del siglo XVIII, hablando de las hostias
rellenas de Monte Sant’Angelo. Almendras y miel, por tanto, para elaborar la exquisita y
muy enérgica crema que compone el relleno de estos irresistibles dulces. Las hostias que se
utilizan para hacerlas suelen ser de forma ovalada, de unos 10 cm de largo y 5 cm de ancho.
Aquí está la receta para rellenar 10 hostias:
300 gr de almendras tostadas
250 gr de miel
50 gr de azúcar
Poner una sartén al fuego y verter las almendras adentro, mezclando durante unos
segundos. Luego agregar la miel y finalmente el azúcar. Es importante seguir mezclando
con una cuchara de madera para ayudar a que los ingredientes se derritan y se mezclen sin
que se peguen al fondo de la sartén. Tardará unos 30 minutos en cocinarse a fuego lento.
El resultado será un caramelo muy espeso, que hay que retirar del fuego y dejar reposar
unos minutos.
Cuando se haya enfriado, hay que extenderlo en cinco hostias y usar otras cinco para cubrir
la mezcla. A continuación, colocar los dulces en capas así obtenidos debajo de una tabla de
madera con pesas y dejar enfriar.
Las hostias rellenas de Monte Sant’Angelo se guardan durante mucho tiempo en recipientes
herméticamente cerrados. Fuente: Holyart.