El Sacramento de La Penitencia y de La Unción Folleto 2022
El Sacramento de La Penitencia y de La Unción Folleto 2022
OCTUBRE 2022
LEMA 2022
JACULATORIA
1
“EL HA SIDO HERIDO POR
NUESTRAS REBELDIAS,
MOLIDO POR NUESTRAS
CULPAS. EL SOPORTÓ EL
CASTIGO QUE NOS TRAE LA
PAZ, Y POR SUS HERIDAS
FUIMOS CURADOS”
Is 53,5
2
PRESENTACIÓN.
Nuestra Iglesia diocesana, en este mes se reúne en torno a María, como ella lo hizo
con los discípulos en torno a Jesús. María fue testigo de que su hijo siempre estuvo al
pendiente de los enfermos a quienes curaba (Mc 1,32-34) y convivio con los pecadores
a quienes les manifestó su perdón y aceptación (Mt 9,11-13). Así las familias de nuestro
Diócesis han de reunirse, para la oración y para reflexionar en torno a nuestra realidad
de enfermedad y pecado que hay en nuestra persona, en nuestras familias y en nuestra
comunidad eclesial. Para que así reafirmemos nuestro ser discípulos misioneros.
El perdón tiene como fruto la reconciliación; pone paz allí donde había discordia; crea
amistad allí donde se había ofendido; renueva y hace germinar la vida allí donde había
vacío y aridez; y en especial, el perdón es fruto del verdadero amor, del Amor que es
más fuerte que el pecado. El perdón da fuerzas, pone alegría, da paz, impulsa el
caminar, renueva a quien lo recibe. El perdón es fruto del encuentro con Dios, que ama
y tiene un proyecto de salvación para los hombres. Por esto el perdón es lugar de
encuentro con Jesucristo. Este encuentro se vuelve necesario para todo discípulo, en
todo momento y circunstancia (Mt 9,2-7)
Invito a todos a que vivamos este tiempo de fe, teniendo en cuenta nuestra condición
de discípulos misioneros, a quien aqueja la enfermedad en el cuerpo y en el espíritu y
quienes con Pablo reconocen que son pecadores y necesitan de la gracia de Dios (1Tm
1,12-16) para superados todos nuestros miedos y temores, ante esta nueva realidad
que nos ha tocado vivir, hagamos vida, en nosotros, en nuestras familias y
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comunidades el Evangelio de Cristo. Es en la aplicación del Plan Diocesano de
Pastoral, donde nuestra Iglesia Particular de Atlacomulco, va renovando su
compromiso bautismal, comprometiéndose en hacer de cada una de nuestras
parroquias, el espacio donde a través de la conversión personal y comunitaria,
caminemos por las sendas del Evangelio, en la fe, la esperanza y manifestando al
mundo la alegría de haber sido perdonados de nuestros pecados y reconciliados por
nuestro Señor Jesucristo (Jn 3,16-17) para responder así a los retos actuales.
Que a ejemplo de María la mujer inmaculada, que se dejó fecundar por la acción del
Espíritu Santo, nuestra Iglesia diocesana, se renueve y en su vida diaria, vaya haciendo
realidad el proyecto del Reino, confirmando su ser de discípula misionera.
Que María la Madre de Cristo en quien hemos sido curados y perdonados nos siga
animando para que, seamos testigos de su perdón y de su amor. “Ten por cierto que
Cristo murió por los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Y si encontré
misericordia fue para que en mi primeramente manifestara Jesucristo toda su paciencia
y sirviera de ejemplo a los que habían de creer en él para obtener la vida eterna” (1Tm
1,15-16).
Obispo de Atlacomulco
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INTRODUCCIÓN
“¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba!
Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. Él ha sido herido por nuestras
rebeldías, molido por nuestras culpas. Él soporto el castigo que nos trae la paz, y por sus llagas
hemos sido curados.” (Is 53,4-5).
La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones (cf Mt 4,24) son un
signo maravilloso de que “Dios ha visitado a su pueblo” (Lc 7,16) y de que el Reino de Dios
está muy cerca. Jesús no tiene solamente poder para curar, sino también de perdonar los
pecados (cf Mc 2,5-12): vino a curar al hombre entero, alma y cuerpo; es el médico que los
enfermos necesitan (Mc 2,17). Su compasión hacia todos los que sufren llega hasta
identificarse con ellos: “Estuve enfermo y me visitaron” (Mt 25,36).
A menudo Jesús pide a los enfermos que crean (cf Mc 5,34.36; 9,23). Se sirve de signos para
curar: saliva e imposición de manos (cf Mc 7,32-36; 8, 22-25), barro y ablución (cf Jn 9,6s). Los
enfermos tratan de tocarlo (cf Mc 1,41; 3,10; 6,56) “pues salía de él una fuerza que los curaba
a todos” (Lc 6,19). Así, en los sacramentos, Cristo continúa “tocándonos” para sanarnos.
Ahora bien, la llamada de Cristo a la conversión sigue resonando en la vida de los cristianos.
Esta segunda conversión es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia que “recibe en su
propio seno a los pecadores” y que siendo “santa al mismo tiempo que necesitada de
purificación constante, busca sin cesar la penitencia y la renovación” (LG 8). Este esfuerzo de
conversión no es sólo una obra humana. Es el movimiento del “corazón contrito” (Sal 51,19),
atraído y movido por la gracia (cf Jn 6,44; 12,32) a responder al amor misericordioso de Dios
que nos ha amado primero (cf 1 Jn 4,10).
Hoy más que nunca la Iglesia está llamada a ser sacramento del amor de Dios ante el enfermo
y el pecador. Pues tanto el pecado como la enfermedad son dos realidades que aquejan al ser
humano y que lo hacen apartarse de Dios y sentirse solo y desamparado. Cuando Jesús nos
ha dado testimonio que es en estas dos realidades limite donde se manifiesta la gracia, el amor
y el perdón de Dios. “Pero donde abundo el pecado, sobreabundo la gracia; así, lo mismo que
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el pecado reino en la muerte, así también reinara la gracia en virtud de la justicia para vida
eterna en Jesucristo nuestro Señor.” (Rm 5,20-21).
Espero que este material ayude a toda nuestra Iglesia diocesana, para madurar en la
concepción cristiana de la enfermedad y de la muerte, sobre todo en este tiempo donde la
pandemia de covid 19, nos ha hecho tambalear en la fe y renegar contra Dios. Que este trabajo
de varios de los presbíteros de nuestra Diócesis nos renueve en la fe y la esperanza en este
Dios Padre misericordioso, que en Cristo Jesús nuestra salud no ha curado y en él, el
primogénito de los muertos nos ha abierto las puertas de la eternidad.
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LA PALABRA DE DIOS ES FUENTE DE TODA VIDA ECLESIAL.
(Entronización de la Biblia)
Guía: Al reunirnos hoy para escuchar y meditar la Palabra de Dios, hemos querido
en este encuentro dar gracias a Dios y reconocer en ella el instrumento privilegiado
para el encuentro con Dios, que nos renueva cada día. Gracias, Señor, por tu
Palabra: luz y sentido en nuestra existencia, posibilidad inagotable de encuentro
contigo. Gracias por habernos dado esta oportunidad de entrar en este hogar para
escucharte y alabarte juntos mediante el don de tu Palabra.
Guía: Rezamos juntos para que el Espíritu Santo nos guíe para encontrar en la
Biblia reflexiones que nos remitan a nuestra propia existencia, y nos permitan
encontrarnos con el Señor y ser sus verdaderos discípulos.
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Oración. (JUNTOS)
Les exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcan sus cuerpos
como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será su culto espiritual. Y no se
acomoden al mundo presente, antes bien transfórmense mediante la renovación de
su mente, de forma que puedan distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo
agradable, lo perfecto. Su caridad sea sin fingimiento; detestando el mal,
adhiriéndonos al bien; amándose cordialmente los unos a los otros; estimando en
más cada uno a los otros; con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso;
sirviendo al Señor; con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación;
perseverantes en la oración; compartiendo las necesidades de los santos;
practicando la hospitalidad. Bendigan a los que los persiguen, no maldigan.
Alégrense con los que se alegran; lloren con los que lloran. Tengan un mismo sentir
los unos para con los otros; sin complacerse en la altivez; atraídos más bien por lo
humilde; no se complazcan en su propia sabiduría. No te dejes vencer por el mal;
antes bien, vence al mal con el bien. Palabra de Dios.
Reflexión: Es interesante que Pablo no nos pida ponerle flores o velas al Señor,
para agradarle. ¡Nos pide que le entreguemos nuestra vida! Nuestro cuerpo, nuestra
persona, nuestras inquietudes, deseos, preocupaciones. ¡Todo lo que vivimos debe
ser entregado al Señor! Pero, ya que somos tan frágiles y con frecuencia nos
equivocamos, necesitamos una continua renovación interior, para distinguir lo malo
de aquello que le agrada al Señor.
El Señor Jesús nos ha dejado como “mandamiento” que nos amemos, que nos
queramos de corazón, como él lo ha hecho al dar su vida por nosotros. Para
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alimentarnos en el camino de la fe y del amor, nos regala su Palabra, como luz en
el camino y maestra en el viaje de la vida.
Guía: Ha sido bonito colocar la Biblia como reina en el trono de nuestro hogar. Ha
sido bonito comentar un pequeño pasaje de la carta a los Romanos. Pero no basta,
es preciso que nos comprometamos a alimentarnos de la Palabra del Señor con
frecuencia. Le pedimos:
• Para que la Palabra de Dios sea el “Pan de cada día” que nos alimenta en el
camino de la fe y del amor. Roguemos al Señor.
• Para que la Biblia no sea sólo adorno en esta casa, sino luz, maestra de vida,
a quien escuchamos con frecuencia. Roguemos al Señor.
• Para que el Señor bendiga nuestro hogar con el amor y el perdón de cada
día. Que en eso se note que somos una familia cristiana: discípulos de Jesús.
Roguemos al Señor.
• Por las familias que están perdiendo la fe, que están desunidas, que ya no
se quieren, para que el Señor los aliente y les ayude a encontrar los caminos
del diálogo y el amor. Roguemos al Señor.
• Pidamos en silencio unos por otros. Roguemos al Señor.
• Que María, madre de Jesús Eucaristía y madre nuestra, primera discípula y
misionera del Evangelio, nos eduque en la escucha de la Palabra de Dios.
Roguemos al Señor.
Guía: Como signo de que queremos que en esta familia reine el amor cristiano, nos
damos un abrazo/saludo de paz.
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GUÍA PARA EL REZO DEL SANTO ROSARIO.
Comenzamos diciendo:
Posteriormente se rezan cada uno de los misterios que tocan en ese día, bajo el
siguiente esquema:
- Se anuncia el misterio.
- Un Padre nuestro.
- Diez Ave María.
- Un Gloria al Padre.
GLORIA.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo. Como era en el principio, ahora
y siempre, y por los siglos de los
siglos. Amén.
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ROSARIO POR LOS DIFUNTOS
El Apóstol Pablo dice, además, que en el día del juicio la obra de cada hombre será
probada. Esta prueba ocurrirá después de la muerte: «El fuego probará la obra de
cada cual. Si su obra resiste al fuego, será premiado, pero si esta obra se convierte
en cenizas, él mismo tendrá que pagar. Él se salvará, pero como quien pasa por el
fuego» (1 Cor. 3, 15). La frase: «tendrá que pagar» no se puede referir a la condena
del Infierno, ya que de ahí nadie puede salir. Tampoco puede significar el Cielo, ya
que allá no hay ningún sufrimiento. Sólo la doctrina y la creencia en el Purgatorio
explican y aclaran este pasaje. Pero, además, en la Biblia se demuestra que ya en
el Antiguo Testamento, Israel oró por los difuntos. Así lo explica el Libro II de los
Macabeos (12, 42-46), donde se dice que Judas Macabeo, después del combate
oró por los combatientes muertos en la batalla para que fueran liberados de sus
pecados. Dice así: «Y rezaron al Señor para que perdonara totalmente de sus
pecados a los compañeros muertos». Y también en 2 Timoteo 1,1-18, San Pablo
dice refiriéndose a Onesíforo: «El Señor le conceda que alcance misericordia en
aquel día».
Resumiendo, entonces, digamos que con nuestras oraciones podemos ayudar a los
que están en el Purgatorio para que pronto puedan verse libres de sus sufrimientos
y ver a Dios.
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ROSARIO.
Guía: Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor Dios
nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
12
MISTERIOS MISTERIOS MISTERIOS MISTERIOS
GOZOSOS DOLOROSOS GLORIOSOS LUMINOSOS
(lunes y sábados) (martes y viernes) (miércoles y (jueves)
domingos)
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Guía: Oh Soberano Santuario, Sagrario del Verbo Eterno.
Todos: Libra, Virgen, del infierno a los que rezan tu Rosario.
Guía: Emperatriz poderosa de los mortales consuelo.
Todos: Ábrenos, Virgen, el cielo con una muerte dichosa.
Guía: Padre nuestro…
Todos: Danos hoy nuestro pan…
Guía: Alégrate, María Santísima, hija de Dios Padre, Virgen purísima y castísima
antes del parto, en tus manos encomiendo mi fe para que la alumbres, llena eres de
gracia…
Todos: Santa María…
Guía: Alégrate, María, Madre de Dios Hijo, Virgen purísima y castísima en el parto,
en tus manos encomiendo mi esperanza para que la alientes, llena eres de gracia…
Todos: Santa María…
Guía: Alégrate, María, esposa de Dios Espíritu Santo, Virgen purísima y castísima
después del parto, en tus manos encomiendo mi caridad para que la inflames, llena
eres de gracia…
Todos: Santa María…
Guía: Alégrate, María, templo, trono y sagrario de la Santísima Trinidad, Virgen
concebida sin culpa original, Dios te salve.
Todos: Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, …
LETANIAS.
14
Madre amable, Ruega por Ellos.
Madre admirable, Ruega por Ellos.
Madre del buen consejo, Ruega por Ellos.
Madre del Creador, Ruega por Ellos.
Madre del Salvador, Ruega por Ellos.
Madre de misericordia, Ruega por Ellos.
Virgen prudentísima, Ruega por Ellos.
Virgen digna de veneración, Ruega por Ellos.
Virgen digna de alabanza, Ruega por Ellos.
Virgen poderosa, Ruega por Ellos.
Virgen clemente, Ruega por Ellos.
Virgen fiel, Ruega por Ellos.
Espejo de justicia, Ruega por Ellos.
Trono de la sabiduría, Ruega por Ellos.
Causa de nuestra alegría, Ruega por Ellos.
Vaso espiritual, Ruega por Ellos.
Vaso digno de honor, Ruega por Ellos.
Vaso de insigne devoción, Ruega por Ellos.
Rosa mística, Ruega por Ellos.
Torre de David, Ruega por Ellos.
Torre de marfil, Ruega por Ellos.
Casa de oro, Ruega por Ellos.
Arca de la Alianza, Ruega por Ellos.
Puerta del cielo, Ruega por Ellos.
Estrella de la mañana, Ruega por Ellos.
Salud de los enfermos, Ruega por Ellos.
Refugio de los pecadores, Ruega por Ellos.
Consuelo de los migrantes, Ruega por Ellos.
Consoladora de los afligidos, Ruega por Ellos.
Auxilio de los cristianos, Ruega por Ellos.
Reina de los Ángeles, Ruega por Ellos.
Reina de los Patriarcas, Ruega por Ellos.
Reina de los Profetas, Ruega por Ellos.
Reina de los Apóstoles, Ruega por Ellos.
Reina de los Mártires, Ruega por Ellos.
Reina de los Confesores, Ruega por Ellos.
Reina de las Vírgenes, Ruega por Ellos.
Reina de todos los Santos, Ruega por Ellos.
Reina concebida sin pecado original, Ruega por Ellos.
Reina asunta a los Cielos, Ruega por Ellos.
Reina del Santísimo Rosario, Ruega por Ellos.
Reina de la familia, Ruega por Ellos.
Reina de la paz. Ruega por Ellos.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo. Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo. Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo. Ten piedad y misericordia de
nosotros.
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Guía: Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las
súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todos los
peligros, oh, Virgen gloriosa y bendita. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Todos: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de nuestro
Señor Jesucristo.
Guía: Señor, concede a tus hijos gozar siempre de completa salud de alma y
cuerpo; y por la intercesión de la gloriosa siempre Virgen María, líbranos de las
tristezas de esta vida y concédenos disfrutar de las alegrías eternas. Por Jesucristo
nuestro Señor. Amén
Todos: Amén.
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Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes; ven conmigo a todas partes y
solos nunca nos dejes. Ya que nos proteges tanto como verdadera madre, cúbrenos
con tu manto y haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.
CONCLUSIÓN:
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CATEQUESIS
SOBRE
EL SACRAMENTO
DE LA RECONCILIACIÓN
LA UNCIÓN
18
TEMA I. EL NOMBRE DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
INTRODUCCIÓN.
Oración de inicio:
Todos:
VER:
San Ambrosio emplea una expresión original que apunta a la misericordia de Dios
como sustancia de toda la obra creadora: “tras haber creado al hombre, Dios al fin
descansó teniendo a quien perdonar sus pecados”. Estas palabras nos ayudan a
entender que el hombre fue creado como un ser para el perdón. En Dios, el perdón
es como la corona de su amor. Este amor que perdona es el rasgo divino de la
economía salvífica, aquel donde influyen todos los demás.
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La Iglesia para ayudarnos a entender la misericordia de Dios, en el año de 1975
publicó el nuevo Ritual de la Penitencia que fue fruto de la renovación conciliar de
Vaticano II. Ya en aquel momento, unos lo acogieron con entusiasmo, otros con
escepticismo. Durante todo este tiempo un buen número de sacerdotes y fieles han
intentado poner en práctica el nuevo ritual. Sin duda han mejorado en muchos casos
algunos aspectos en la comprensión y en la práctica del sacramento, tales como su
carácter celebrativo, su dimensión comunitaria, su unión con la reconciliación de la
vida, la importancia dada a la Palabra.
Pero hay otros aspectos oscuros para los fieles tales como el sentido del pecado, la
obligatoriedad de una confesión íntegra, la necesidad de confesarse antes de
comulgar.
“Padre, necesito hablar con usted... Estoy muy angustiado” “He pecado mucho y
creo que Dios me está castigando” “Estoy perdiendo la fe y no sé qué hacer”
“Engañé a mi esposo y no sé si tengo que decírselo... ¿Podrá perdonarme?” “Para
mí la reconciliación ya no tiene sentido... Pero quisiera comulgar” “Estoy saliendo
con un muchacho y tengo relaciones con él, pero no lo siento como pecado” “No
queremos tener más hijos, pero no confiamos en los métodos de control que permite
la Iglesia” “¿Puedo comulgar si estoy divorciada y vuelta a casar?” “Hace cinco años
que no me confieso, pero no sé qué pecados puedo tener si no hago mal a nadie”
“Me siento cristiano, pero no acepto ciertos criterios de la Iglesia y la critico” “Amo a
mi esposa e hijos, pero mantengo relaciones con otra persona y no la pienso dejar”.
Ante tales dudas, conozcamos los nombres de este sacramento, para poder
acercarnos a experimentar el amor de Dios y no acercarnos solo por compromiso.
ANALIZAR:
Los nombres que damos a las diversas realidades expresan su identidad. Para
referirse al sacramento de la Penitencia, la Tradición ofrece, al menos, tres nombres
todos ellos relativos al Bautismo:
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“Penitencia segunda” “segunda tabla de salvación tras el naufragio” (Tertuliano), y
“baño de lágrimas” (Ambrosio). Estos nombres se dan porque Jesús habla de su
Pasión “como un bautismo” (cf. Mc 10, 38; 14, 16); de este modo significa que sus
sufrimientos habían de ser causa de una gran purificación para todo el mundo.
ACTUAR:
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Oración:
Señor, Jesús,
Tú que devolviste la vista a los ciegos,
sanaste a los enfermos,
perdonaste a la mujer pecadora,
y confirmaste a Pedro en tu amor
después de su caída,
recibe ahora mi súplica:
perdona todos mis pecados,
renuévame en tu amor,
concédeme vivir en fraterna unión con mis hermanos,
para que pueda anunciar tú salvación a todos los hombres.
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TEMA II. POR QUÉ UN SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN
DESPUÉS DEL BAUTISMO
Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a
tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos
signos eficaces del obrar del Padre. Pues somos carne, debilidad y vamos en
camino, por lo que siempre surge la tentación y en ocasiones se cae en el pecado,
es por eso por lo que el cristiano necesita de la misericordia de Dios que lo levanta
para seguir adelante.
ORACIÓN.
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Quiero sentir mi corazón lleno de Y mi proceder es tu designio,
gozo, En tus manos me entrego mi Señor,
Quiero sentir tu presencia santa, Rogándote una vez más,
Quiero cantar y cantar, Me concedas el perdón,
De alegría, De todo lo mal que yo he hecho,
Porque tú me has perdonado, Y que pueda alabarte y proclamar a
Porque mi fe crece, viva voz,
Porque no dudo en seguirte, Sabiendo que estoy en ti,
Porque puedo mirar a mi hermano Que me amas,
con compasión, Y que me arrullas. Amén.
Mis sentimientos son buenos,
VER:
Nuestra humanidad carga con muchas debilidades y tentaciones (cf. 2Cor 12,7-10),
sabemos que estamos en la casa del jabonero en donde el que no cae, resbala. En
fin, nadie está libre de pecado. Por lo cual somos conscientes que todos los días
vivimos una batalla con aquello que nos trata de seducir y hacernos caer
apartándonos del amor de Dios, del prójimo y de uno mismo (cf. Rm 8,5-8).
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• Descubrimos interpretaciones inadecuadas del pecado, incluso dentro de
algunos miembros de la misma Iglesia: que la idea de pecado es algo
superado o simplemente minimizado al dejarlo como algo muy normal en
nuestra humanidad; olvidando que el pecado daña la relación con Dios y con
nuestro prójimo.
• El poco valor que se le da a la Iglesia como mediadora para nuestra
reconciliación con Dios, acentuando una conciencia subjetivista e
individualista que conducen a un esoterismo con aquellas palabras que se
suelen escuchar: “yo me confieso con Dios directamente”, rechazando la
presentación formal e individual del pecado y sobredimensionando la
responsabilidad personal.
• Otro elemento que ha hecho difícil la mediación de la Iglesia, es que la figura
del sacerdote ha perdido importancia en el entorno social; y el ver algunos
sacerdotes ya muy mundanizados se suscitan tantas preguntas como: ¿para
qué confesarme con alguien que quizá es más pecador que yo? ¿los
sacerdotes son más pecadores que yo?
• Nuestra sociedad actual es mucho más permisiva, han aparecido nuevas
espiritualidades e idearios con motivos más psicológicos que espirituales,
dando origen a mesclas confusas o apertura al crecimiento del ateísmo e
indiferencia religiosa, secularización, cultura individualista y egoísta.
• Como católicos muchas veces no nos da tiempo para revisar nuestros actos,
nos equivocamos y decimos: ni modo me equivoqué, siempre caigo en el
mismo error, disculpa no soy perfecto; frases que decimos a diario de manera
mecánica abusando de la misericordia de Dios sin un deseo de conversión
serio o un examen consciente de lo que hemos realizado.
ANALIZAR:
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Esta lucha es la de la conversión con miras a la santidad y la vida eterna a la que el
Señor no cesa de llamarnos (LG 40).
Después del Bautismo no es posible obtener el perdón de los pecados mortales sin
la confesión, esto nos lo recuerda el apóstol Pablo cuando les dice a los corintios:
“En nombre de Cristo les rogamos: reconcíliense con Dios” (2Cor 5,20).
Así pues, la llamada a la conversión, no solo se dirige a los que aún no le conocen,
sino a todos los fieles cristianos que también deben convertirse y avivar su fe. Esta
segunda conversión es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia (CIC 1428). La
confesión de los pecados al igual que ofrecer el perdón de ellos se encuentra desde
los mismos tiempos de Jesús. En el dar o pedir perdón, prevalece el amor de Dios
que sabe poner su corazón en la miseria humana.
ACTUAR:
Recuperar las obras que nos permiten expresar nuestro deseo de conversión con
uno mismo, con Dios y con los demás que nos permiten rectificar el desorden del
pecado (cf. Mt 6,1-18; CIC 1434. 1438):
• Ayuno: No solo significa la renuncia a los alimentos, sino todo lo que supone
que exige el cuerpo y no darle gusto, con el fin de dedicarnos a lo que Dios
nos pide.
• Oración: Elevar nuestra mente a Dios, es volver a Dios para reforzar nuestra
fe y nuestra vida cristiana.
• Limosna: No solo es dar dinero u otras cosas materiales a los necesitados,
sino otro tipo de donación. Tal como tu tiempo, cuidar a los enfermos, corregir
a alguien, dar un consejo, perdonar a quien te ofendió, consolar…
DINAMICA:
Realización: una vez que termine el tema, cada participante tomará su listón y el
moderador indicará que todos por el bautismo estamos unidos a Cristo, el cual está
manifestado en la cruz y en nuestro listón que están unidos. Luego, quien modere
la reunión, con las tijeras cortará los listones y les indicará que cada vez que
pecamos rompemos la alianza con Dios; posteriormente cada uno volverá a unir el
listón con un nudo, el cual representa que cada vez que pecamos, pero buscamos
la reconciliación con Dios, volvemos a estar unidos a él; podemos cortar y unir las
veces que se considere necesario; al final, debemos descubrir que a pesar de las
veces que hemos roto la relación con Dios, con la reconciliación, el listón se hacía
más corto y esto nos ha de llevarnos a encontramos más cerca de Jesús si es que
esto no lo tomamos como un jugar con Dios, sino que volvemos a Él realmente
arrepentidos y con el propósito de no volver a ofenderlo porque al que mucho ama,
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mucho se le perdona (cf Lc 7,47). Podemos dejar que los participantes compartan
su experiencia de la dinámica en forma de oración.
ORACIÓN FINAL.
Padre,
envía tu Espíritu de amor y perdona mis pecados, purifícame, sáname,
restáurame, renuévame con la Sangre Redentora de tu Hijo; ayúdame a tener un
corazón como el Suyo, un corazón humilde y generoso capaz de perdonar,
arranca de mí el corazón de piedra y dame un corazón de carne. Amén.
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TEMA 3.- EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA Y DE LA
RECONCILIACIÓN
INTRODUCCIÓN.
No se puede negar que, en nuestra vida de fe, nos enfrentamos siempre con la
tentación, que nos invita a caer en el pecado. Por eso al hacernos carne Dios nos
hizo debilidad, y, por lo tanto, posibilidad, no necesidad de pecado. San Pablo
consciente de esa debilidad hacia ver que no podía uno gloriarse sino de sus propias
debilidades (1Cor 12,5). Ante la posibilidad de caer uno en el pecado, San Juan, en
su primera carta, nos invita a reconocer nuestro pecado y a acercarnos a la gracia
de nuestro Señor Jesucristo. “Pero si caminamos en la luz, como Él mismo está en
la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos
purifica de todo pecado. Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la
verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es Él
para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. Si decimos: «No
hemos pecado», le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros” (1Jn
1,710)
VER:
Pero también del lado del Sacerdote existen deficiencias ante el sacramento del
perdón divino. Sacerdotes que “no tienen tiempo” o que “sólo confiesan en el horario
establecido”. Hay Sacerdotes que piensan que el estar en el confesionario es la
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oportunidad para reprender a los feligreses de una manera personal; así lo refleja
la expresión de muchos de nosotros; “no me confieso porque el Padre me va a
regañar” o “con ese Padre no me confieso porque es bien regañón”. O sacerdotes
que confiesan de una manera “rapidita” sin realmente escuchar al penitente.
ANALIZAR:
Durante su vida pública, Jesús no sólo perdonó los pecados, también manifestó el
efecto de este perdón: a los pecadores que son perdonados los vuelve a integrar a
la comunidad del pueblo de Dios, de donde el pecado los había alejado. Un signo
manifiesto de ello es el hecho de que Jesús admite a los pecadores a su mesa, más
aún, él mismo se sienta a su mesa, gesto que expresa de manera conmovedora, a
la vez, el perdón de Dios y el retorno al seno del pueblo de Dios” (CEC 1443)
“El Papa emérito Benedicto XVI nos recuerda que: “el amor a la Eucaristía nos debe
llevar a apreciar, cada vez más, el sacramento de la Reconciliación”. Vivimos en
una cultura marcada por el relativismo (es decir que las personas hacen un juicio de
sus acciones a partir de principios morales propios y no a partir de las enseñanzas
de la iglesia) y una pérdida del sentido del pecado que nos lleva a olvidar la
necesidad del sacramento de la Reconciliación para acercarnos dignamente a
recibir la Eucaristía”. Apa 177 (Leer en la Biblia la siguiente cita: 1 Cor 11, 29).
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más fuerte que el pecado cometido, y nos devuelve la alegría y el entusiasmo de
anunciarlo a los demás con corazón abierto y generoso” (Apa 254.).
“Pero hay que añadir que tal reconciliación con Dios tiene como consecuencia, por
así decir, otras reconciliaciones que reparan las rupturas causadas por el pecado:
el penitente perdonado se reconcilia consigo mismo en el fondo más íntimo de su
propio ser; se reconcilia con los hermanos, agredidos y lesionados por él de algún
modo; se reconcilia con la Iglesia, se reconcilia con toda la creación” (Juan Pablo II.
Exhort. ap. Reconciliatio et paenitentia 31).
ACTUAR:
Sin duda que existen muchos documentos que la Iglesia nos brinda para que
podamos comprender y valorar el sacramento de la Reconciliación, pero lo más
importante es que nosotros nos acerquemos, buscando la reconciliación con Dios y
con los hermanos, de una manera digna a vivir este sacramento. Por lo tanto,
tengamos en cuenta los siguientes puntos:
1. Tener en cuenta los pasos necesarios para hacer una buena confesión, no
solo basta con saberlos, hay que vivirlos:
1. Hacer un buen examen de conciencia. (analizar tu vida a la luz de los
mandamientos de la ley de Dios y de la santa madre Iglesia). Es el
momento de ser sinceros con uno mismo y con Dios.
2. Sentir dolor por los pecados y hacer el propósito de no volver a pecar.
3. Confesar los pecados al Sacerdote de una manera clara sin omitir o callar
algún pecado por vergüenza.
4. Cumplir la penitencia que te ponga el Sacerdote.
2. La gracia que la confesión nos da no tiene una fecha de caducidad, pues en
ocasiones hay quien pregunta: “¿Cada cuánto me debo de confesar?”. Es
necesario confesarse antes de comulgar si se tiene conciencia de tener un
pecado grave (mortal). Lo importante es conservar la gracia evitando el
pecado.
3. Como una medida de salud, a causa de la pandemia, es necesario que
cuando vayas a confesarte hagas uso correcto del cubrebocas en todo
momento. El Sacerdote dispondrá espacios sanitizados y guardará la
distancia que se recomienda.
Demos gracias a nuestro Padre Misericordioso por el don de su amor que nos
manifiesta a través del Sacramento de la Confesión; meditemos el siguiente Salmo
y busquemos reconciliarnos con Él y con el prójimo:
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SALMO 50
Misericordia, Dios mío, por tu bondad; lávame: quedaré más blanco que la
por tu inmensa compasión borra mi nieve.
culpa;
lava del todo mi delito, Hazme oír el gozo y la alegría;
limpia mi pecado. que se alegren los huesos
quebrantados.
Pues yo reconozco mi culpa, Aparta de mi pecado tu vista,
tengo siempre presente mi pecado: borra en mí toda culpa.
contra t´, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces. ¡Oh Dios!, crea en mí un corazón
puro,
En la sentencia tendrás razón, renuévame por dentro con un espíritu
en el juicio brillará tu rectitud. firme;
Mira, que en la culpa nací, no me arrojes lejos de tu rostro,
pecador me concibió mi madre. no me quites tu santo espíritu.
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TEMA 4.- LOS ACTOS DEL PENITENTE Y EL MINISTRO DEL
SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN
INTRODUCCIÓN.
La gran mayoría de los hermanos que se confiesan es por compromiso, porque van
a recibir algún sacramento, porque algunos de sus hijos recibirán un sacramento o
porque van a ser padrinos y muy pocos lo hacen porque hay un verdadero
arrepentimiento y dolor de haber cometido pecado y entonces buscar la gracia del
perdón. De ahí la importancia fundamental del arrepentimiento y la contrición del
penitente.
VER:
En este mundo es raro encontrar alguna persona que no se preocupe por su salud
corporal, al contrario, estamos muy solícitos por la salud ya que si nos enfermamos
buscamos inmediatamente los remedios y medicinas para curarnos. Pero,
lamentablemente, no pensamos ni actuamos igual, cuando se trata de las
enfermedades del alma. A pesar de que el remedio de estas enfermedades es
mucho más fácil y seguro. Muchas veces pensamos que la violencia es la única
manera de vencer, que el poderoso es el que tiene todas las de ganar. Por eso, en
la vida ordinaria de la familia o de los vecinos, somos violentos y nos comportamos
con agresividad.
Los medios de comunicación nos convencen y nos hacen creer que siempre es así,
por ello tantos comportamientos agresivos y vengativos. Pero recordemos que hay
un poder mayor, el poder del perdón, derrota a los mayores enemigos, nos cuesta
creerlo y, por eso, lo buscamos muy poco. El rencor deja malestar, resentimiento,
enojo, amargura. El rencor nos quita la paz y nos ahoga en el odio, el rencor nos
lleva a la muerte. La reconciliación, por el contrario, deja alegría, paz y satisfacción
en el espíritu. La reconciliación deja el corazón en armonía y en paz, siempre lleva
a la vida.
35
errores y hacer maldades, somos humanos, pero sí de humanos es fallar, también
es de humanos reconocer el error y arrepentirse.
ANALIZAR:
Jesús entregó a sus Apóstoles el poder de perdonar; les transmitió el Espíritu Santo,
para que perdonaran a sus hermanos todos sus pecados. “A quienes les perdonen
los pecados, le quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen les quedarán
sin perdonar Juan 20,23”. Sus Apóstoles perdonan los pecados de sus hermanos
con el poder del Espíritu Santo, lo hace en su nombre, no lo hacen porque sean
hombres puros y perfectos, el poder de perdonar pecados no es asunto humano,
sino de Dios.
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El Dios que nos muestra Jesús es un Dios que siempre permite volver a comenzar.
No nos destruye por haber pecado, sino que vuelve a ponernos en pie. Aunque
nosotros nos condenemos, Dios no nos condena. “Si alguna vez nuestra conciencia
nos acusa, Dios está por encima de nuestra conciencia y lo sabe todo 1Jn. 3,20”.
Toda la virtud de la penitencia reside en que nos restituye a la gracia de Dios y nos
une con El con profunda amistad. Si recibimos el sacramento con humilde
arrepentimiento y disposición para aceptar la gracia y el perdón de Dios, entonces
experimentaremos una paz profunda del corazón, tranquilidad de conciencia y
consuelo espiritual. Produce una verdadera resurrección espiritual, una restitución
de la dignidad y de los bienes de la vida de los hijos de Dios, el más precioso de los
cuales es la amistad de Dios “Pero tenemos que alegrarnos y hacer fiesta, porque
este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido
encontrado Lc 15,32” (CEC 1468).
Cuando cometemos pecado, no sólo ofendemos a Dios sino a toda la Iglesia, por
ser parte del cuerpo, comunidad de bautizados. El pecado es, ante todo, ofensa a
Dios, ruptura de la comunión con Él. Al mismo tiempo, atenta contra la comunión
con la Iglesia. Por eso la conversión implica a la vez el perdón de Dios y la
reconciliación con la Iglesia, que es lo que expresa y realiza litúrgicamente el
sacramento de la Penitencia (CEC 1440).
La reconciliación y la paz que brota del sacramento tiene un efecto que se expande
en muchas direcciones, que reparan las rupturas causadas por el pecado. Por eso
la persona reconciliada puede establecer nuevas relaciones consigo mismo, con los
hermanos y con la creación entera. El penitente perdonado, se reconcilia consigo
mismo en el fondo más íntimo de su propio ser, donde recupera su propia verdad
interior; se reconcilia con los hermanos agredidos y lesionados por él de algún
modo; se reconcilia con la Iglesia, se reconcilia con toda la creación (CEC 1469).
37
ACTUAR:
▪ 51 (50)
▪ 32 (31)
CONCLUSION.
38
TEMA 5.- FUNDAMENTOS EN LA ECONOMÍA DE LA
SALVACIÓN (SACRAMENTO DE LA UNCIÓN)
INTRODUCCION.
VER:
Pregunta:
39
ANALIZAR:
1. Jesús no tiene solamente poder para curar, sino también de perdonar los
pecados (Mc 2, 5-12)
2. Vino a curar al hombre entero, alma y cuerpo: es el médico que los enfermos
necesitan. (Mc 2,17)
3. Su compasión hacia todos los que sufren llega hasta identificarse con ellos:
Estuve enfermo y me visitaste (Mt 25,36)
4. A menudo Jesús pide a los enfermos que crean (Mc 5,34.36; 9,23)
5. Se sirve de signos para curar: saliva e imposición de las manos (Mc 7, 32-
36; 8, 22-25), barro y ablución (Jn 9, 6s)
6. Los enfermos tratan de tocarlo pues salía de Él una fuerza que los curaba a
todos (Lc 6,19).
7. Así en los sacramentos, Cristo continúa “tocándonos” para sanarnos.
8. Cristo se conmueve por tantos sufrimientos. Cristo no solo se deja tocar por
los enfermos, sino que hace suyas sus miserias (Mt 8,17)
9. Sus curaciones eran signo de la venida del Reino de Dios. Anunciaban una
curación más radical; la victoria sobre el pecado y la muerte por su Pascua.
En la Cruz Cristo tomó sobre sí todo el peso del mal (Is 53,4-6) y quitó todo
el pecado del mundo (Jn 1,29)
10. Cristo dio un sentido nuevo al sufrimiento: desde entonces, éste nos
configura con El y nos une a su pasión redentora.
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f. Pero recordando siempre que nos basta su gracia (2 Cor 12,9) y que
como dice San Pablo “Que los sufrimientos que tengo que padecer
tienen como sentido lo siguiente: “completo en mi carne lo que falta a
las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo que es la Iglesia
(Col. 1,24)
g. ¡Sanad a los enfermos! (Mt 10,8) La Iglesia ha recibido esta tarea del
Señor e intenta realizarla tanto mediante los cuidados que proporciona
a los enfermos como por la oración de intercesión con la que los
acompaña.
h. La Iglesia cree en la presencia vivificante de Cristo médico de las
almas y de los cuerpos.
i. Esta presencia actúa a través de los sacramentos y de manera
especial en la Eucaristía habiendo una conexión con la salud corporal
como dice San Pablo (1 Cor 11,30).
j. Desde sus inicios la Iglesia Apostólica tuvo un rito propio en favor de
los enfermos atestiguado por Santiago: “Está enfermo alguno de
vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia que oren sobre él y le
unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al
enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido
pecados, le serán perdonados (St 5,14-15).
k. La Tradición ha reconocido en este rito uno de los siete sacramentos
de la Iglesia (DS 216; 1324-1325).
ACTUAR:
La Unción de los Enfermos es para los católicos que están enfermos o enfrentan
situaciones que amenazan la vida (como una cirugía mayor o una emergencia
médica grave), así como para aquellos que pueden estar enfrentando una muerte
inminente. Debido a la idea de que llamar al sacerdote para este sacramento puede
significar renunciar a un ser querido moribundo, muchos católicos esperan hasta
que sea demasiado tarde para llamar al sacerdote. Hacer esto corre el riesgo de
dejar a la persona moribunda sin las gracias importantes de este sacramento.
Por eso como buenos samaritanos estemos atentos en el cuidado de los enfermos,
pero principalmente que ellos reciban el Sacramento de la Unción de los Enfermos,
este es un acto de misericordia para con nuestros hermanos que sufren por la
enfermedad.
¿Cómo puedo yo ayudar a los enfermos a tener un encuentro con Cristo a través
del Sacramento de la Unción de los Enfermos? ¿Cuáles serían las acciones que
como laico(a) tendría que realizar para que un hermano(a) enfermo(a) pueda
acercarse al sacramento de la Unción de los enfermos?
CONCLUSION.
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TEMA 6.- QUIÉN RECIBE Y QUIÉN ADMINISTRA ESTE
SACRAMENTO (SACRAMENTO DE LA UNCIÓN)
INTRODUCCIÓN.
Hemos sido testigos de tantos hermanos que luchan todos los días contra estas
realidades, desgraciadamente, lo hacen solos, sin Dios, sin el auxilio de la gracia
Divina, o, por el contrario, han buscado puertas falsas que lo único que han
provocado es experimentar más debilidad en su vida.
VER:
Doña Mari es una viejecita de 75 años de edad, es una mujer muy fuerte, asiste a
misa todos los Domingos, se confiesa y comulga; un día en una conversación con
una catequista le ofreció asistir a la Misa para enfermos que el señor cura estaba
organizando con su vicario, la catequista le explicó que ella podía recibir la Unción
de los Enfermos.
Catequista: Doña Mari la invito a la Misa para enfermos que están organizando los
padres.
Doña Mari: No gracias, yo no estoy enferma, pero ¿qué harán en esa misa?
Catequista: Pues los padres van a confesar a los enfermos, y después van a
celebrar la misa y ponerles los santos óleos a todos.
Doña Mari: ¿Tú me quieres matar verdad?, los santos óleos se ponen cuando ya se
va a morir uno, yo no quiero gracias y no me insistas porque ya sé cómo eres. Nos
vemos mañana en la misa.
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Pasado el tiempo Doña Mari enfermó y le mandó un recado a la catequista que
decía:
Ahora si ya me siento muy mal, estoy muy enferma me gustaría que me pusieran
los santos óleos, dile a alguno de los padres que vengan o que te presten los óleos
para que tú me los pongas.
ANALIZAR:
“¿Está enfermo alguno entre ustedes? Que llame a los presbíteros de la Iglesia,
para que oren por él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor. La oración hecha
con fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante; y si hubiera cometido
pecados le serán perdonados”.
El ritual para el cuidado pastoral de los enfermos, enseña sobre quiénes pueden
recibir la Unción de los enfermos, a saber:
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razón al cumplir los siete años). Si hay duda si ha alcanzado el uso de razón,
se ha de conferir el sacramento.
f) Se administra a los enfermos que hayan perdido la conciencia o el uso de
razón, y que consientes seguramente lo habrían pedido.
g) No se administra a los difuntos ni a las personas que hayan perseverado
obstinadamente en pecado grave (Cf. Cuidado Pastoral de los enfermos nn.
8-15)
Pudimos leer en la cita bíblica tomada de la carta del apóstol Santiago que quienes
administran este sacramento son los presbíteros de la Iglesia. El catecismo de la
Iglesia Católica y el Ritual del cuidado pastoral de los enfermos nos dice que los
sacerdotes son los únicos que pueden administrar este sacramento, por lo tanto,
podemos decir que corresponde a los obispos y presbíteros este ministerio, los
diáconos no pueden adminístralo y tampoco un laico (Cf CaIC 1516 y Ritual del
cuidado pastoral de los enfermos nn. 16-19).
ACTUAR:
Ahora que tenemos la información anterior, vamos juntos a intentar digerir las
siguientes oraciones, vamos a decir si es falso o verdadero.
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• Una persona que acaba de fallecer y aún están “calientita” puede recibir la
unción. ___________________________
CONCLUSIÓN.
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TEMA 7.- EFECTOS DE LA CELEBRACIÓN DE ESTE
SACRAMENTO. (SACRAMENTO DE LA UNCIÓN)
INTRODUCCION.
En nuestra Iglesia es muy común, que muchos hermanos que no se han formado lo
suficiente en los temas de la fe. No confíen en la misericordia divina y en la ciencia
de la medicina, de manera que prefieran confiar en los brujos y otros charlatanes
que solo los engañan y les quitan su dinero.
No se puede olvidar que la gracia sacramental y la oración hecha con fe, hará que
el enfermo obtenga la salud, por eso es necesario que conozcamos cuales son los
efectos del Sacramento de la Unción de los enfermos y, sobre, todo su eficacia.
VER:
Él nos ha llamado a la vida, y desde esta vida a nuestra plenitud eterna en Él:
“Quiero que donde yo esté estén también Ustedes” (Jn 14, 13); y es consciente de
nuestra fragilidad, que muchas veces nos lleva por caminos que nos alejan de Él.
(Gen 9, 21); pero jamás ha dejado de amarnos, pues Él no es primero un sí y luego
un no (2Cor 1, 19)
A veces quisiéramos achacarle la culpa a Dios de todo lo malo que nos sucede en
la vida. Sin embargo, desde el principio se nos dice: “Si obraras bien llevarías bien
alta tu cabeza; pero si obras mal, el pecado acecha a tu puerta y te acosa, aunque
tú puedes dominarlo (Gen 4, 6b – 7). Y Santiago Apóstol nos dice: “Ninguno, al ser
tentado diga: ‘Es Dios quien me está tentando’ pues Dios no puede ser tentado por
el mal ni tampoco Él tienta a nadie. Cada uno es tentado a pecar por su propia
pasión que lo arrastra y lo seduce. Después la pasión concibe y da a luz al pecado,
y el pecado, una vez consumado, engendra la muerte” (Stgo 1, 13 -15)
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Muchos buscan la salud en chamanes; en brujas; en curanderos; en lectura de
cartas, de café, de la mano. O consultan espiritistas, o la Ouija; buscan exorcistas,
sin estar poseídos, sino solo angustiados por la enfermedad a la que no le
encuentran una verdadera solución
Cuántos, a causa de ese virus han quedado reducidos en sus capacidades físicas
y se sienten señalados y marginados, junto con sus familias, por los demás.
Sin embargo, las personas que buscan sanarse cuando escuchan que habrá Misa
de Sanación, corren a la Iglesia; y si hay unción de enfermos son los primeros en
acercarse a recibirla, aunque no cumplan con los requisitos que al respecto marca
la Iglesia y que se vieron en el tema anterior.
ANALIZAR:
No nos hace daño volver a escuchar al Apóstol Santiago, que nos habló en otro
tema y nos dice: “¿Está enfermo alguno de Ustedes? Que llame a los presbíteros
de la Iglesia para que oren sobre él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor. La
oración hecha con fe salvará al enfermo; el Señor lo restablecerá, y le serán
perdonados los pecados que hubiera cometido” (Stgo. 5, 14 – 15).
Con esto el Señor nos hace conciencia de que no hemos de buscar en primer lugar
nuestra curación sino nuestra salvación. Y esto nos debe llevar a pedir la curación
de nuestro interior mediante el perdón de nuestros pecados; y, si está en la voluntad
de Dios y tenemos fe firme en lograrlo, también alcanzaremos nuestro
restablecimiento corporal.
Estos deben ser los primeros efectos que busquemos y logremos al recibir este
Sacramento, que dejó de llamarse “Extremaunción” y que ahora se llama: “Unción
de los Enfermos”.
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El mismo Cristo nos lo advierte cuando, al curar a los enfermos primero les pide la
confesión de su fe; les perdona sus pecados y termina diciendo “Tu fe te ha
salvado”, no sólo curado; pues no vino como taumaturgo (= Curandero), sino como
Mesías Salvador.
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ACTUAR:
Hagámosle caso al Señor que nos dice: ¿Está enfermos alguno de Ustedes? Llame
a los Presbíteros de la Iglesia para que lo unjan.
Pero busca al Señor. Búscalo a Él primero y no sus cosas; y ámalo con todo tu
corazón con toda tu alma, con toda tu mente y con todo tu ser. Porque si buscas al
Señor y su Justicia todo lo demás vendrá a ti por añadidura.
CONCLUSION.
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