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Referecias PR

Este documento contiene varias secciones sobre temas religiosos como fortalecer la relación con Jehová, meditación, ejemplos de fe y el servicio de Samuel cuando era niño. Presenta citas bíblicas, reflexiones y consejos sobre cómo conocer mejor a Dios a través de la obediencia, la meditación y siguiendo el ejemplo de fieles como Samuel.

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Este documento contiene varias secciones sobre temas religiosos como fortalecer la relación con Jehová, meditación, ejemplos de fe y el servicio de Samuel cuando era niño. Presenta citas bíblicas, reflexiones y consejos sobre cómo conocer mejor a Dios a través de la obediencia, la meditación y siguiendo el ejemplo de fieles como Samuel.

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LUNES

LECCION 1(a)
EXPOSICION GENERAL DEL CURSO DE LA ESCUELA DEL SERVICIO DE
PRECURSOR

PAG. 4 REFERENCIA w 80 1/NOV PAG. 12 PARR. 5,6


5
Una regla que oímos repetida con frecuencia es que sacamos de una cosa determinada lo que
dedicamos a ella. Jesús indicó el beneficio que obtendríamos de prestar la atención merecida a lo
que él decía. Lo indicó por medio de añadir las siguientes palabras a su amonestación sobre la
atención: “Con la medida con que ustedes miden, se les medirá a ustedes, sí, aun se les añadirá.
Porque al que tiene se le dará más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.”—Mar.
4:24, 25.
6
Por consiguiente, si le medimos a Jesús poco interés y atención, no podemos esperar que
hayamos de recibir mucho de él, por lo menos de lo que está diciendo para nuestra guía, para
nuestro beneficio. Pero si mostramos que realmente le tenemos aprecio como Maestro nuestro y le
damos nuestra mayor medida de atención, entonces él responderá por medio de darnos una
cantidad comparable de información e iluminación. Sin embargo, a este respecto, a él no le
interesa simplemente igualar las cosas y equilibrar las cuentas. Más bien, por su generosidad, y en
conformidad con su capacidad, nos favorece con más de lo que esperamos. Así se nos enriquece
y estamos en mejor posición para compartir con otros nuestra abundancia, impartiéndoles el
entendimiento de las cosas.

LUNES
LECCION 1 (b)
FORTALECE TU RELACION CON JEHOVA

PAG. 6 REFERENCIA cf PAG. 132 PARR. 11


11
En cierto modo, el amor que anida en nuestro corazón podría compararse a un ser vivo. Como
en el caso de una hermosa planta de interior, hay que nutrir y cuidar ese amor para que crezca; de
lo contrario, languidece y muere. Jesús no dio por sentado su amor a Jehová, sino que lo mantuvo
vivo y fuerte durante su vida en la Tierra. Veamos cómo lo hizo.

PAG. 7 REFERENCIA it-2 PAGS. 353,354


MEDITACIÓN

Acción de aplicar con intensidad el pensamiento y la reflexión al conocimiento y consideración


de una cosa, bien experiencias del pasado, asuntos del presente o posibles acontecimientos
futuros.
A fin de meditar debidamente, es necesario estar libre de distracciones, estar a solas con los
pensamientos. Por ejemplo, al caer la tarde, Isaac salió a pasear solo con el fin de meditar,
posiblemente sobre su inminente matrimonio con Rebeca. (Gé 24:63.) Durante la soledad de las
vigilias nocturnas, el salmista meditó sobre la grandeza de su magnífico Creador. (Sl 63:6.) La
meditación del corazón debe dirigirse hacia cosas beneficiosas, como el esplendor y las obras de
Jehová y las cosas que le agradan a Él (Sl 19:14; 49:3; 77:12; 143:5; Flp 4:8), no hacia los ardides
de los inicuos. (Pr 24:1, 2.)
La meditación provechosa evita las respuestas necias. Supone pensar seriamente en los
asuntos de importancia para dar respuestas desde el corazón que no haya que lamentar más
tarde. (Pr 15:28.)
Cuando a Josué se le puso al frente de la nación de Israel, se le mandó que hiciese una copia
de la ley de Jehová, y se le dijo (como leen muchas traducciones de la Biblia) que meditara en ella
día y noche. (Jos 1:8; BJ, CI, DK, Val.) El término hebreo para “meditar” en este texto es ha·gháh.
Significa básicamente “emitir sonidos inarticulados”, y se traduce ‘aullar’, ‘gruñir’, ‘chirriar’ y ‘hablar
entre dientes’. (Isa 16:7; 31:4; 38:14; 59:3.) Ha·gháh también significa ‘proferir en voz baja’ y
‘meditar’. (Sl 35:28; Pr 15:28.) Por ello la Traducción del Nuevo Mundo traduce el término hebreo
ha·gháh de Josué 1:8 ‘leer en voz baja’. (Véase también Sl 1:2.) La lectura en voz baja grabaría en
la mente de manera más indeleble el objeto de la meditación. La obra Gesenius’s Hebrew and
Chaldee Lexicon (traducción al inglés de S. Tregelles, 1901, pág. 215) dice sobre ha·gháh:
“Estrictamente, hablar con uno mismo, susurrando en voz baja, como suelen hacer los que
meditan”. (Compárese con Sl 35:28; 37:30; 71:24; Isa 8:19; 33:18.)
El apóstol Pablo le dijo a Timoteo que debería reflexionar o meditar en su conducta, ministerio y
enseñanza. Como superintendente, debería asegurarse de que enseñaba la doctrina sana y de
que su modo de vivir era ejemplar. (1Ti 4:15.)
Meditación incorrecta. Después que el capitán del templo detuvo a los apóstoles Pedro y
Juan, y los gobernantes judíos los amenazaron y les ordenaron que no hablasen más sobre la
base del nombre de Jesús, los apóstoles regresaron a donde se hallaban los otros discípulos. Allí
oraron a Dios, aludiendo a las palabras proféticas de David: “‘¿Por qué se pusieron tumultuosas las
naciones, y los pueblos meditaron cosas vacías?’ [...] De veras, pues, tanto Herodes como Poncio
Pilato con hombres de naciones y con pueblos de Israel realmente fueron reunidos en esta ciudad
contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste, a fin de hacer cuantas cosas tu mano y consejo
habían predeterminado que sucedieran”. (Hch 4:1-3, 18, 21, 23-28.)
El contexto muestra que las “cosas vacías” de las que se habla en este pasaje no son las que
buscan las personas habitualmente en la vida, sino aquellas desprovistas de toda bondad, como
pensamientos, habla y acciones en contra de Jehová y de sus siervos, empeños completamente
vanos. (Hch 4:25.)
El rey David dijo de los que le odiaban e intentaban matarle: “Siguen hablando engaños entre
dientes [una forma de ha·gháh] todo el día”. (Sl 38:12.) Estas meditaciones no eran simples
pensamientos pasajeros. Estaban profundamente arraigadas en el corazón y orientadas hacia
iniciativas inicuas. El escritor de Proverbios dice en cuanto a tales hombres: “Despojo violento es lo
que su corazón sigue meditando, y gravoso afán es lo que sus propios labios siguen hablando”. (Pr
24:2.)
Jesús dijo a aquellos que le odiaban: “¿Por qué razonan estas cosas en sus corazones?”. (Mr
2:8.) De todos los que “suprimen la verdad de un modo injusto”, el apóstol Pablo dice: “Se hicieron
casquivanos en sus razonamientos, y se les oscureció su fatuo corazón”. (Ro 1:18, 21.)

PAG. 7 REFERENCIA w 13 15/OCT PAG. 27 PARR. 7


7
De acuerdo con algunos estudiosos del idioma griego, la expresión que se traduce “que estén
adquiriendo conocimiento” también se puede traducir “que sigan conociendo”. Estas dos ideas
tienen un significado parecido y son necesarias para llegar al fin deseado. En la Biblia con
referencias, la nota al pie de página para Juan 17:3 ofrece esta opción: “[que] te conozcan”. Por
tanto, la expresión “que estén adquiriendo conocimiento” se refiere a un proceso continuo que nos
lleva a conocer a Dios. Pero conocer al Ser más grandioso del universo implica mucho más que
entender su voluntad y sus cualidades. Implica tener una relación cercana con él y con nuestros
hermanos en la fe, una relación basada en el amor. Bien dice la Biblia: “El que no ama no ha
llegado a conocer a Dios” (1 Juan 4:8). Conocerlo también significa obedecerlo (lea 1 Juan 2:3-5).
¡Qué honor es estar entre quienes conocen a Jehová! Ahora bien, esa hermosa relación se puede
perder, como lo demuestra el caso de Judas Iscariote. Esforcémonos por conservarla. Así, cuando
llegue el momento, podremos recibir el don inmerecido de la vida eterna (Mat. 24:13).

PAG. 7 REFERENCIA w 10 1/OCT PAGS. 14-18


Ejemplos de fe
“Continuó creciendo con Jehová”

ERA el mes de mayo o junio —según el calendario moderno—, y los dorados campos de trigo
estaban listos para la siega. Había comenzado la temporada seca. Samuel, un hombre fiel que
llevaba décadas sirviendo como profeta y juez, había convocado a la nación de Israel en la ciudad
de Guilgal. Observando los rostros de la muchedumbre, que ya se había aquietado, se preguntaba
cómo lograría sensibilizar sus corazones.
El pueblo no se daba cuenta de la gravedad de su situación. Se empeñaban en tener un rey
humano. No entendían que esta petición suponía una descarada falta de respeto a su Dios,
Jehová, y al profeta que él les había enviado. Estaban rechazando a Jehová como su rey. ¿Podría
Samuel convencerlos de que se arrepintieran?
Al dirigirse a la multitud, el profeta dijo: “He envejecido y encanecido”. Su cabello blanco sin
duda infundía respeto y daba peso a sus palabras. A continuación añadió: “Yo he andado delante
de ustedes desde mi juventud hasta este día” (1 Samuel 11:14, 15; 12:2). Aunque habían pasado
muchos años, sus días de juventud estaban frescos en su memoria. Gracias a las decisiones que
tomó mientras todavía era un muchacho, llegó a ser un hombre de fe, un fiel siervo de Dios.
Samuel tuvo que fortalecer y proteger su fe constantemente, pues vivía rodeado de personas
impías y desleales. Puesto que nosotros vivimos en un mundo de gente infiel y corrupta, también
nos resulta difícil cultivar la fe. Veamos lo que podemos aprender del ejemplo de Samuel,
comenzando por su infancia.
“Ministrando delante de Jehová, como muchacho”
Samuel tuvo una infancia fuera de lo común. Poco después de ser destetado, como a los cuatro
años de edad, comenzó a servir en el tabernáculo de Jehová, en Siló, a más de 30 kilómetros
(20 millas) de Ramá, su ciudad natal. Los padres de Samuel, Ana y Elqaná, lo habían apartado
para un servicio especial a Jehová: sería nazareo de por vida. ¿Por qué lo hicieron? ¿Acaso no lo
querían?
En lo absoluto. Ellos sabían que su hijo estaría bien atendido en Siló. Elí, el sumo sacerdote, sin
duda supervisó su cuidado, pues Samuel trabajaba con él. Y en el tabernáculo contaban con la
colaboración de algunas mujeres que servían allí de forma organizada (Éxodo 38:8).
Lo que es más, Ana y Elqaná nunca se olvidaron de su querido hijo, el primero que les había
nacido. Él fue la respuesta a una oración en la que Ana le pidió a Dios un hijo varón y le prometió
entregárselo para el servicio sagrado. Todos los años, cuando lo visitaban, Ana le llevaba una
vestidura sin mangas que ella misma había confeccionado para que la usara en el tabernáculo.
De seguro el muchacho esperaba con anhelo las visitas de sus padres, quienes le daban consejos
y ánimo, a la vez que lo ayudaban a valorar el gran privilegio que tenía de servir a Jehová en aquel
lugar tan especial.
He aquí una lección para quienes tienen hijos. Muchos padres suelen preocuparse más por las
necesidades materiales de sus hijos que por su salud espiritual. No obstante, Ana y Elqaná dieron
prioridad a las necesidades espirituales de Samuel, lo cual determinó en buena medida la clase de
persona que llegó a ser (Proverbios 22:6).
Es muy probable que, mientras iba creciendo, el pequeño Samuel explorara las colinas
aledañas a Siló. Desde lo alto podía divisar el pueblo y el valle que más abajo se extendía, y sin
duda se llenaba de orgullo y satisfacción cada vez que fijaba la vista en el tabernáculo de Jehová.
Este sagrado lugar, que había sido construido unos cuatrocientos años antes bajo la dirección del
propio Moisés, era el único centro de adoración a Jehová en todo el mundo.
El joven Samuel llegó a amar su servicio en el tabernáculo. En el relato que escribió luego dice
que “estaba ministrando delante de Jehová, como muchacho, y tenía ceñido un efod de lino”
(1 Samuel 2:18). El hecho de que Samuel llevara un efod —una prenda de vestir simple y sin
mangas— indica que ayudaba a los sacerdotes. Aunque no pertenecía a la clase sacerdotal,
estaba a cargo de ciertas tareas, entre ellas, abrir las puertas del patio por las mañanas y asistir al
envejecido Elí. Samuel disfrutaba mucho de sus privilegios, pero algo malo que estaba pasando en
la casa de Jehová comenzó a perturbar el buen corazón de este muchacho.
Conserva la pureza en un ambiente inmoral
Desde muy joven, Samuel tuvo que presenciar terribles actos de maldad y corrupción. En el
libro de Samuel leemos que los dos hijos de Elí —Hofní y Finehás— “eran hombres que no servían
para nada; [que] no reconocían a Jehová” (1 Samuel 2:12). Estas dos ideas van de la mano. Hofní
y Finehás eran “hombres que no servían para nada” (literalmente, “hijos de la inutilidad”) porque
“no reconocían”, o respetaban, a Jehová. Su desprecio por las justas normas de Dios los llevó a
cometer graves pecados.
La Ley de Dios regulaba las tareas de los sacerdotes y la manera en que debían ofrecerse los
sacrificios. Y con razón: aquellos sacrificios representaban los medios que Dios dispuso para
perdonar los pecados de las personas a fin de que estuvieran limpias ante él y pudieran recibir su
guía y bendición. El mal ejemplo de Hofní y Finehás hizo que otros sacerdotes trataran con falta de
respeto las ofrendas del pueblo.
Imaginemos lo conmocionado que debió de sentirse el joven Samuel al ver que en el
tabernáculo ocurrían tales abusos sin que nadie hiciera nada. ¡A cuántas personas habrá visto salir
de allí desmoralizadas y humilladas! Entre ellas se contaba gente pobre, humilde y oprimida que
había ido en busca de alivio y fortaleza espiritual. Y para colmo, más tarde se enteró de que Hofní
y Finehás se burlaban de las leyes divinas sobre la moralidad sexual teniendo relaciones con las
mujeres que servían a la entrada del tabernáculo (1 Samuel 2:22). ¿Cómo cree que se sintió
entonces? Tal vez esperaba que Elí hiciera algo al respecto.
De hecho, Elí era la persona indicada para atender este problema, que iba de mal en peor.
Como sumo sacerdote, era responsable por lo que sucedía en el tabernáculo. Y como padre, tenía
la obligación de corregir a sus hijos. Después de todo, no solo se estaban perjudicando a sí
mismos, sino también a un sinnúmero de habitantes del país. Pero Elí fracasó como sumo
sacerdote y como padre, pues se limitó a darles una leve reprimenda a sus hijos (1 Samuel 2:23-
25). Ellos necesitaban una disciplina mucho más severa. Por sus pecados, se merecían la muerte.
Tanto se agravó la situación que Jehová envió a “un hombre de Dios”, un profeta cuyo nombre
no se menciona, para transmitir a Elí una fuerte condena. Primero, Jehová le dijo a Elí: “Sigues
honrando a tus hijos más que a mí”. Luego le informó que sus perversos hijos morirían en un
mismo día y que su familia sufriría intensamente y hasta perdería su privilegiada posición en la
clase sacerdotal. ¿Tuvo algún efecto este contundente aviso? El relato muestra que no (1 Samuel
2:27–3:1).
Y Samuel, ¿se dejaría corromper? De ninguna manera. En esta sombría historia nos
encontramos de vez en cuando con alegres destellos de luz: comentarios positivos sobre el
desarrollo de Samuel. Recordemos que, en medio de todo esto, él siguió “ministrando delante de
Jehová, como muchacho” (1 Samuel 2:18). Desde muy pequeño se concentró en su servicio a
Jehová. Más adelante, el relato nos dice algo todavía mejor: “El muchacho Samuel continuó
creciendo con Jehová” (1 Samuel 2:21). En efecto, el paso de los años no hizo más que estrechar
su relación con Dios. ¡Y qué mejor antídoto puede haber contra la corrupción moral que una
estrecha amistad con Jehová!
Para Samuel habría sido muy fácil pensar: “Si hasta el sumo sacerdote y sus hijos pecan contra
Jehová, yo puedo hacer lo que se me antoje”. Pero los errores ajenos, aun los de personas con
autoridad, no nos dan permiso para pecar. Actualmente, muchos jóvenes cristianos imitan a
Samuel y continúan “creciendo con Jehová” a pesar de que haya gente a su alrededor que les dé
un mal ejemplo.
¿Y qué recompensa obtuvo Samuel? La Biblia dice: “Mientras tanto, el muchacho Samuel iba
creciendo y haciéndose más agradable, tanto desde el punto de vista de Jehová como del de los
hombres” (1 Samuel 2:26). Así que este joven fiel se labró una buena reputación, al menos a los
ojos de quienes realmente importaba. De hecho, Jehová mismo llegó a tenerle cariño. Y Samuel
albergaba la esperanza de que Dios eliminaría la maldad de Siló. Ahora bien, tal vez se preguntaba
cuándo lo haría.
“Habla, porque tu siervo está escuchando”
Cierta noche se disiparon sus dudas. Era de madrugada y todavía estaba oscuro.
La temblorosa llama de la lámpara del tabernáculo aún seguía encendida. En el silencio, Samuel
escuchó una voz que lo llamaba y pensó que Elí, quien ya era muy viejo y se había quedado
prácticamente ciego, precisaba ayuda. Samuel se levantó y “fue corriendo” donde él. Imaginemos
al muchachito descalzo yendo a toda prisa hasta donde dormía su amo. ¡Qué escena tan bonita!
Samuel trataba a Elí con mucha consideración y respeto. Después de todo, Elí seguía siendo el
sumo sacerdote de Jehová (1 Samuel 3:2-5).
Samuel despertó a Elí con estas palabras: “Aquí estoy, pues me llamaste”. Elí le contestó que él
no lo había llamado y lo mandó a dormir. Esto sucedió dos veces más. Pero a la tercera, Elí se dio
cuenta de lo que estaba pasando. En aquel tiempo, Jehová no solía comunicarse con su pueblo
por visiones o mensajes proféticos, y las razones eran obvias. No obstante, Elí comprendió que
Jehová deseaba hacerse oír mediante este muchachito. Por tanto, le ordenó que regresara a su
cama y le indicó lo que debía responder. Pronto la voz se volvió a escuchar: “¡Samuel, Samuel!”.
Y él, siguiendo las instrucciones de Elí, respondió: “Habla, porque tu siervo está escuchando”
(1 Samuel 3:1, 5-10).
Por fin había alguien en Siló que le prestara atención a Dios. A partir de ese momento, Jehová
le hablaba a Samuel, y este siempre lo escuchaba. ¿Lo hacemos nosotros? Para escuchar a
Jehová, no hace falta que una voz sobrenatural nos hable durante la noche. Él siempre nos habla
mediante su Palabra escrita, la Biblia. Mientras más escuchemos a Dios y lo obedezcamos, mayor
será nuestra fe. Eso fue precisamente lo que le sucedió a Samuel.
Aquella noche le cambió la vida a Samuel. Desde entonces llegó a conocer a Jehová de una
manera especial, pues se convirtió en su profeta y vocero. Ahora le tocaba transmitir a Elí un aviso
final: el cumplimiento de la profecía contra su familia era inminente. Al principio, Samuel se retrajo,
pero luego se armó de valor. Cuando por fin habló, Elí se resignó humildemente a la voluntad
divina. Con el tiempo se cumplió todo lo que Jehová predijo. Los israelitas emprendieron una
guerra contra los filisteos, y en un mismo día cayeron Hofní y Finehás. El propio Elí murió tras
enterarse de que el arca de Jehová había sido tomada (1 Samuel 3:10-18; 4:1-18).
Mientras tanto, la fama de Samuel como profeta fiel fue consolidándose. La Biblia dice que
“Jehová mismo resultó estar con él” y nunca dejó que fallaran sus predicciones (1 Samuel 3:19).
“Samuel clamó a Jehová”
¿Quiere decir entonces que Israel siguió la dirección de Samuel y se convirtió en un pueblo fiel
y espiritual? Para nada. Llegó el momento en el que la nación no se conformó con que un simple
profeta los dirigiera. Querían un rey como las demás naciones. Samuel accedió a su solicitud por
mandato divino. Sin embargo, tenía que advertirles de la gravedad de aquel pecado. No estaban
rechazando a un simple hombre, sino a Jehová mismo. Así que convocó al pueblo en Guilgal.
Allí se respiraba un ambiente tenso. El envejecido Samuel repasó su historial de fe e integridad
con el pueblo. Entonces “clamó a Jehová” y le pidió que enviara una tormenta (1 Samuel
12:17, 18).
¿Una tormenta en la temporada seca? ¡Aquello era algo inconcebible! Pero cualquier indicio de
incredulidad o ánimo de burla pronto desaparecería. De repente, oscuras nubes cubrieron el cielo y
un fuerte viento doblegó el trigo de los campos. Retumbaron truenos ensordecedores y finalmente
comenzó a llover. ¿Cómo reaccionó el pueblo? “Tuvo gran temor de Jehová y de Samuel.” Por fin
se daban cuenta de la gravedad de su pecado (1 Samuel 12:18, 19).
Fue Jehová, no Samuel, quien logró sensibilizar el corazón de aquel pueblo rebelde. Desde la
infancia hasta la vejez, Samuel ejerció fe en su Dios y fue bendecido por ello. Jehová no ha
cambiado: podemos estar seguros de que si cultivamos una fe como la de Samuel, contaremos
con su apoyo.
[Notas]
El voto de nazareato incluía, entre otras cosas, no tomar ninguna bebida embriagante ni cortarse el
cabello. Por lo general, se hacía por un tiempo limitado, pero Samuel, al igual que Sansón y
Juan el Bautista, fue nazareo de por vida.
En esencia, el santuario era una amplia tienda rectangular con estructura de madera. Sin embargo,
estaba hecho con materiales de la más alta calidad: pieles de foca, hermosas telas bordadas y
maderas nobles laminadas con oro y plata. Se encontraba en un patio rectangular en el que
también había un precioso altar para los sacrificios. Todo parece indicar que con el tiempo se
erigieron cámaras para uso de los sacerdotes, seguramente a los lados del tabernáculo.
Es probable que Samuel durmiera en una de esas cámaras.
El relato nos proporciona dos ejemplos. Por un lado, la Ley dejaba claro cuáles eran las porciones
del sacrificio que le correspondían al sacerdote (Deuteronomio 18:3). Pero los sacerdotes
corruptos instituyeron una práctica muy diferente: hacían que sus servidores metieran un
tenedor grande en la olla hirviendo y tomaran cualquier porción de carne que saliera. Por otro
lado, cuando la gente llevaba sus ofrendas, los servidores —siguiendo las órdenes de los
sacerdotes— exigían que se les entregara la carne cruda, incluso antes de que la grasa se
ofreciera a Jehová sobre el altar (Levítico 3:3-5; 1 Samuel 2:13-17).
[Ilustración de la página 17]
Samuel se armó de valor para transmitir con fe el juicio divino contra Elí
[Ilustración de la página 18]
Samuel pidió con fe que Jehová enviara una tormenta, y su oración obtuvo respuesta

PAG. 8 REFERENCIA w 13 15/JUL PAGS. 15-19


Jesús alimenta a muchos por medio de unos pocos

“Después de partir los panes, [Jesús] los distribuyó a los discípulos, y los discípulos a
su vez a las muchedumbres.” (MAT. 14:19)

¿QUÉ RESPONDERÍA?
¿Qué patrón siguió Jesús al alimentar a las multitudes?
¿Cómo se valió Jesús de los apóstoles y los ancianos de Jerusalén?
¿Cuándo llegó el momento de que Cristo nombrara un conducto organizado para
proveer alimento espiritual?
IMAGINE la escena (lea Mateo 14:14-21). Justo antes de la Pascua del año 32, una
muchedumbre de unos cinco mil hombres, además de mujeres y niños, ha seguido a Jesús y sus
discípulos a un lugar solitario cerca de Betsaida, población situada en la orilla norte del mar de
Galilea.
2
Al ver a todas aquellas personas, Jesús se compadece de ellas, así que les enseña muchas
cosas sobre el Reino de Dios y cura a las que están enfermas. Cuando se hace tarde, los
discípulos le dicen que despida a la gente para que pueda ir a los pueblos vecinos y comprarse
algo de comida. Pero él les responde: “Ustedes denles de comer”. Seguramente, estas palabras
los confunden, pues las provisiones que tienen a mano son insignificantes: tan solo cinco panes y
dos pescados pequeños.
3
La compasión que Jesús siente lo impulsa a realizar un milagro, el único del que dejaron
constancia los cuatro evangelistas (Mar. 6:35-44; Luc. 9:10-17; Juan 6:1-13). Tras ordenar a los
discípulos que les pidan a todos que se recuesten en la hierba en grupos de 50 y 100, eleva una
oración a Dios y empieza a partir el pan y los peces en trozos. Luego, en vez de darles la comida él
mismo, se la distribuye “a los discípulos, y los discípulos a su vez a las muchedumbres”.
Milagrosamente, todos tienen más que suficiente para comer. Fíjese en este hecho: Jesús ha
alimentado a miles por medio de sus discípulos, que solo son unos pocos.
4
Pero lo que más le preocupaba a Jesús era proporcionar a sus seguidores alimento espiritual.
Sabía que alimentarse espiritualmente, es decir, con las verdades de la Palabra de Dios, lleva a la
vida eterna (Juan 6:26, 27; 17:3). Impulsado por la misma compasión que lo motivó a saciar a la
multitud con el pan y los peces, pasó muchas horas enseñándoles a sus discípulos (Mar. 6:34).
Ahora bien, él sabía que iba a estar poco tiempo en la Tierra y que tendría que regresar al cielo
(Mat. 16:21; Juan 14:12). Una vez allí, ¿cómo los mantendría bien nutridos espiritualmente?
Seguiría un patrón similar: alimentaría a muchos por medio de unos pocos. ¿Quiénes serían esos
pocos? Examinemos cómo empleó a unos pocos para alimentar a los numerosos cristianos
ungidos del siglo primero. Después, en el artículo siguiente, analizaremos una pregunta de vital
importancia para todos nosotros: ¿cómo podemos identificar a los pocos que Cristo utiliza para
alimentarnos hoy en día?
JESÚS SELECCIONA A LOS POCOS
5
Todo buen cabeza de familia se encarga de que los suyos no pasen necesidad si él fallece.
De igual modo, Jesús, quien llegaría a ser Cabeza de la congregación cristiana, se encargó de que
sus seguidores estuvieran bien alimentados espiritualmente cuando él ya no estuviera en la Tierra
(Efes. 1:22). Por ejemplo, unos dos años antes de morir, tomó una decisión importante. Seleccionó
a los primeros de aquellos pocos mediante los cuales alimentaría más tarde a los muchos. Veamos
lo que ocurrió.
6
Después de orar toda la noche, reunió a sus discípulos y eligió 12 apóstoles de entre ellos
(Luc. 6:12-16). Por los siguientes dos años se apegó de un modo especial a los apóstoles,
enseñándoles con sus palabras y su ejemplo. Sabía que tenían mucho que aprender; de hecho, se
les siguió llamando “discípulos” (Mat. 11:1; 20:17). Les dio valiosos consejos y una buena
preparación para el ministerio (Mat. 10:1-42; 20:20-23; Luc. 8:1; 9:52-55). Obviamente, los estaba
capacitando para desempeñar un papel clave cuando él muriera y regresara al cielo.
7
¿Qué papel cumplirían los apóstoles? A medida que se acercaba el Pentecostés del año 33,
se hizo evidente que ocuparían un “puesto de superintendencia” (Hech. 1:20). Sin embargo, ¿cuál
sería su principal interés? Jesús, ya resucitado, lo dio a entender en una conversación con el
apóstol Pedro (lea Juan 21:1, 2, 15-17). En presencia de otros apóstoles le dijo: “Apacienta mis
ovejitas”. Así indicó que sus apóstoles estarían entre los pocos mediante quienes él alimentaría
espiritualmente a los muchos. ¡Qué prueba tan conmovedora del cariño que siente Jesús por sus
“ovejitas”!
SE ALIMENTA A LOS MUCHOS DESDE EL PENTECOSTÉS EN ADELANTE
8
A partir del Pentecostés del año 33, Cristo resucitado utilizó a sus apóstoles como conducto
para alimentar al resto de sus discípulos ungidos (lea Hechos 2:41, 42). Los judíos y prosélitos
que ese día llegaron a ser cristianos ungidos por espíritu reconocieron ese conducto con total
claridad. Plenamente convencidos, “continuaron dedicándose a la enseñanza de los apóstoles”.
Según cierto erudito, el verbo griego que se traduce “continuaron dedicándose” denota “una
permanencia persistente y absoluta, una adhesión total de un grupo orientado hacia un fin común”.
Los nuevos creyentes tenían hambre de alimento espiritual y sabían exactamente dónde obtenerlo.
Con completa lealtad, escuchaban a los apóstoles mientras estos explicaban lo que Jesús había
dicho y hecho y esclarecían el significado de pasajes de las Escrituras relacionados con él (Hech.
2:22-36).
9
Los apóstoles tuvieron siempre muy presente su responsabilidad de alimentar a las ovejas de
Jesús. Observe, por ejemplo, cómo se encargaron de un incidente que podría haber causado
divisiones en la recién formada congregación. Curiosamente, el problema tenía que ver con
alimento, en este caso alimento físico. A diferencia de las viudas de habla hebrea, las de habla
griega no eran tenidas en cuenta al repartir diariamente la comida. ¿Cómo resolvieron los
apóstoles esta delicada cuestión? “Los doce” nombraron a siete hombres capacitados para
supervisar aquel “asunto necesario”, la distribución de la comida. Los apóstoles —la mayoría de los
cuales sin duda participaron en repartir la comida a las multitudes a las que Cristo alimentó—
vieron que era más importante concentrarse en alimentar a los hermanos espiritualmente. Por ese
motivo, se dedicaron “al ministerio de la palabra” (Hech. 6:1-6).
10
Ya para el año 49, otros ancianos capacitados se habían unido a los apóstoles que quedaban
(lea Hechos 15:1, 2). “Los apóstoles y ancianos en Jerusalén” formaban una junta directiva, o
cuerpo que gobernaba la congregación cristiana. Como Cabeza de la congregación, Cristo se valió
de este pequeño grupo de hombres para aclarar cuestiones doctrinales, así como para supervisar
y dirigir la tarea de predicar y enseñar las buenas nuevas del Reino (Hech. 15:6-29; 21:17-19; Col.
1:18).
11
¿Bendijo Jehová el sistema que su Hijo empleó para alimentar a las congregaciones del siglo
primero? No cabe la menor duda. El libro de Hechos informa: “A medida que [el apóstol Pablo y
sus acompañantes] iban viajando por las ciudades entregaban a los de allí, para que los
observaran, los decretos sobre los cuales habían tomado decisión los apóstoles y ancianos que
estaban en Jerusalén. Por lo tanto, en realidad, las congregaciones continuaron haciéndose firmes
en la fe y aumentando en número de día en día” (Hech. 16:4, 5). Note que aquellas
congregaciones florecieron por cooperar lealmente con el pequeño grupo de hombres que dirigía la
obra desde Jerusalén. ¿Acaso no prueba eso que Jehová bendijo el conducto mediante el que su
Hijo alimentaba a las congregaciones? Claro que sí, pues la prosperidad espiritual solo es posible
con la bendición divina (Prov. 10:22; 1 Cor. 3:6, 7).
12
Hasta ahora hemos visto que Jesús siguió un patrón al alimentar a sus seguidores: alimentó a
muchos por medio de unos pocos. El conducto que empleó para nutrir espiritualmente a sus
discípulos era fácil de reconocer. Al fin y al cabo, los apóstoles —que fueron los primeros
miembros de aquella junta directiva de Jerusalén— podían aportar pruebas visibles de que
contaban con el apoyo de Dios. Hechos 5:12 señala: “Mediante las manos de los apóstoles
continuaron efectuándose muchas señales y portentos presagiosos entre el pueblo”. Por
consiguiente, no había ninguna razón para que quienes se hicieran cristianos se preguntaran:
“¿A través de quiénes alimenta Cristo a sus ovejas?”. Pero a finales del siglo primero, la situación
cambió.
MUCHA MALA HIERBA Y POCO TRIGO
13
Jesús predijo que la congregación cristiana sería blanco de ataques. Recuerde que, en una
ilustración profética, advirtió que en un campo recién sembrado de trigo (los cristianos ungidos) se
sembraría después mala hierba (los cristianos falsos). Entonces indicó que se dejaría que ambos
grupos crecieran juntos hasta la siega, la cual vendría en “una conclusión de un sistema de cosas”
(Mat. 13:24-30, 36-43). No tuvo que pasar mucho tiempo para que sus palabras se cumplieran.
14
En el siglo primero hubo algunos brotes de apostasía, pero los fieles apóstoles de Jesús
actuaron de “restricción” y mantuvieron a raya la contaminación e influencia de las doctrinas falsas
(2 Tes. 2:3, 6, 7). Sin embargo, cuando murió el último de los apóstoles la apostasía echó raíces y
se propagó durante un período de crecimiento que abarcó muchos siglos. En ese tiempo, la mala
hierba se hizo mucha pero el trigo fue escaso. No existía ningún conducto organizado que
proporcionara alimento espiritual de manera constante. Llegaría el momento en que eso cambiaría.
Pero ¿cuándo?
¿QUIÉN ALIMENTARÍA A LAS OVEJAS DURANTE LA ÉPOCA DE LA SIEGA?
15
Según se acercaba el fin de la temporada de crecimiento, surgieron vigorosos brotes de
interés por la verdad bíblica. En la década de 1870, un pequeño grupo de personas que buscaban
la verdad formaron clases de estudio de la Biblia separadas de la mala hierba, esto es, de los
cristianos falsos afiliados a las iglesias y sectas de la cristiandad. Con un corazón humilde y una
mente abierta, los Estudiantes de la Biblia —como a sí mismos se llamaban— examinaron las
Escrituras con devoción y esmero (Mat. 11:25).
16
Su estudio concienzudo produjo mucho fruto. Aquellas personas sinceras pusieron al
descubierto doctrinas falsas y difundieron verdades espirituales editando y distribuyendo
ampliamente publicaciones bíblicas. Su labor iluminó el corazón y la mente de muchos que tenían
hambre y sed de la verdad. Por eso surge esta interesante pregunta: ¿fueron los leales
Estudiantes de la Biblia de aquellas décadas anteriores a 1914 el conducto nombrado por Cristo
para alimentar a sus ovejas? La respuesta es no. Todavía se hallaban en la temporada de
crecimiento, y el sistema que iba a utilizarse para proporcionar alimento espiritual aún estaba
cobrando forma. No había llegado el momento de que los cristianos falsos semejantes a mala
hierba fueran separados de los verdaderos, representados por el trigo.
17
Como aprendimos en el artículo anterior, la época de la cosecha empezó en 1914. Ese año
marcó el inicio de una serie de sucesos importantes. Jesús fue coronado Rey y comenzaron los
últimos días (Rev. 11:15). Desde 1914 hasta principios de 1919, Cristo acompañó a su Padre al
templo espiritual para realizar una obra muy necesaria de inspección y limpieza (Mal. 3:1-4).
A continuación, a partir de 1919, se empezaría a recoger el trigo. ¿Había llegado por fin el
momento de que Cristo nombrara un conducto organizado para proveer alimento espiritual? ¡Ahora
sí!
18
En su profecía sobre el tiempo del fin, Jesús predijo que nombraría un conducto para dar
“alimento al tiempo apropiado” (Mat. 24:45-47). ¿Qué conducto sería ese? Siguiendo el patrón que
él mismo estableció en el siglo primero, volvería a alimentar a muchos por medio de unos pocos.
Por eso, apenas comenzaron los últimos días, la pregunta clave era quiénes serían esos pocos.
En el siguiente artículo veremos la respuesta a esta y otras cuestiones relacionadas con la profecía
de Jesús.

NOTAS FINALES: (Deben leerse como notas a pie de página en los párrafos
correspondientes.)
[Notas]
Párrafo 3: En una ocasión posterior en la que Jesús alimentó milagrosamente a cuatro mil
hombres, además de mujeres y niños, también distribuyó la comida “a los discípulos, y los
discípulos a su vez a las muchedumbres” (Mat. 15:32-38).
Párrafo 7: Durante la vida de Pedro, todas las “ovejitas” que debían ser alimentadas abrigaban la
esperanza celestial.
Párrafo 8: El hecho de que los nuevos creyentes “continuaron dedicándose a la enseñanza de los
apóstoles” implica que los apóstoles les enseñaban con regularidad. Algunas de sus
enseñanzas quedaron registradas en los libros inspirados que ahora forman parte de las
Escrituras Griegas.
Párrafo 12: Aunque aparte de los apóstoles hubo otros discípulos que recibieron dones milagrosos
del espíritu, parece que en la mayoría de los casos tales dones se transmitían en presencia de
alguno de los apóstoles o directamente mediante ellos (Hech. 8:14-18; 10:44, 45).
Párrafo 13: Las palabras del apóstol Pablo que se hallan en Hechos 20:29, 30 muestran que la
congregación sería atacada desde dos ángulos. En primer lugar, cristianos falsos (“mala
hierba”) “entrar[ían]” entre los verdaderos. Y en segundo lugar, algunos “de entre” los cristianos
verdaderos se harían apóstatas y hablarían “cosas aviesas”, o torcidas.
Párrafo 17: Vea el artículo “Estoy con ustedes todos los días” en esta misma revista, página 11,
párrafo 6.
PAG. 8 REFERENCIA w 13 1/AGOS PAG. 11
ACÉRQUESE A DIOS
“Las cualidades invisibles de él se ven claramente”

¿Cree usted que Dios existe? Si así es, ¿podría demostrarlo? A nuestro alrededor hay infinidad
de pruebas de que existe un Creador sabio, poderoso y lleno de amor. ¿A qué pruebas nos
referimos? ¿Son confiables? Para encontrar la respuesta, analicemos lo que el apóstol Pablo
escribió a los cristianos de Roma.
Él dijo: “Las cualidades invisibles de [Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en
adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder [eterno] y Divinidad, de modo
que ellos son inexcusables” (Romanos 1:20). Tal como señala Pablo, la creación lleva la firma de
su Creador. Analicemos un poco más estas palabras.
Pablo escribió que las cualidades de Dios pueden verse “desde la creación del mundo”. En este
caso, la palabra griega que se traduce “mundo” se refiere a la humanidad, no al planeta Tierra.
Lo que Pablo estaba diciendo es que desde el momento en que fue creada, la humanidad ha
podido percibir las cualidades de Dios en la creación.
Las pruebas no están ocultas; “se ven claramente” a nuestro alrededor. Las creaciones —desde
la más grande hasta la más pequeña— revelan la existencia de un Creador que posee cualidades
maravillosas. Pensemos, por ejemplo, en el inteligente diseño de la naturaleza. ¿Acaso
no demuestra lo sabio que es Dios? ¿Y los cielos estrellados? ¿Y las fuertes olas del mar?
¿No dan prueba de su poder? ¿Qué hay de la variedad de sabores que deleitan nuestro paladar, o
de la belleza de los amaneceres y las puestas de sol? ¿Verdad que dejan ver el amor que Dios
siente por la humanidad? (Salmo 104:24; Isaías 40:26.)
Son tan claras las pruebas que quienes no las ven y se niegan a creer en Dios “son
inexcusables”. Un erudito lo explica de la siguiente manera. Imagine que un conductor ve una
señal de tránsito que dice: “Desvío. Gire a la izquierda”, pero no le hace caso. Cuando un policía lo
detiene para darle una multa, el conductor le dice que no vio la señal. La excusa no convence al
policía porque la señal está a plena vista y el conductor no tiene problemas de visión. Además,
este tiene la responsabilidad de fijarse en todas las señales y obedecerlas. Del mismo modo, las
pruebas de la existencia de Dios que hay en la naturaleza están a plena vista. Y nosotros, que
somos seres racionales, podemos verlas. No tenemos motivos para ignorarlas.
En efecto, la creación revela mucho acerca de nuestro Creador. Pero hay un libro que revela
aún más sobre él, la Biblia. En sus páginas se responde esta importante pregunta: ¿cuál es el
propósito de Dios para la Tierra y la humanidad? Saber la respuesta nos ayudará a tener una
buena relación con Dios, cuyas “cualidades invisibles [...] se ven claramente” en el mundo que nos
rodea.
[Nota]
La Biblia también dice que el “mundo” es culpable de pecado y que necesita un salvador, lo cual
demuestra que, en estos casos, el término se refiere a la humanidad y no a la Tierra (Juan 1:29;
4:42; 12:47).
[Comentario de la página 11]
La creación lleva la firma de su Creador

PAG. 9 REFERENCIA cf PAGS. 133,134 PARRS. 14,15


14
Otra forma en que Jesús mantuvo fuerte su amor a Jehová fue orando de continuo. Aunque
era un hombre amigable y disfrutaba de estar con otras personas, es interesante notar lo mucho
que valoraba la soledad. Por ejemplo, Lucas 5:16 dice que “continuaba en retiro en los desiertos
áridos [...] orando”. Asimismo, Mateo 14:23 relata: “Por fin, habiendo despedido a las
muchedumbres, subió solo a la montaña a orar. Aunque se hizo tarde, estaba allí solo”. Jesús
buscó la soledad en estas y en otras ocasiones, no porque fuera un ermitaño ni porque rehuyera la
compañía de los demás, sino porque deseaba estar a solas con su Padre y hablar libremente con
él mediante la oración.
15
En sus oraciones, Jesús empleó a veces la expresión “Abba, Padre” (Marcos 14:36).
En aquel entonces, Abba era una palabra cariñosa para “padre”, muy común en el uso familiar;
figuraba entre las primeras palabras que aprendían los niños. Al mismo tiempo, era un término
respetuoso. Si bien revelaba la intimidad del Hijo que habla a su Padre amado, también indicaba
profundo respeto por la autoridad paterna de Jehová. Tal combinación de intimidad y respeto se
percibe en todas las oraciones de Jesús registradas en la Biblia. Por ejemplo, en el capítulo 17 de
Juan, el apóstol puso por escrito la larga y sincera oración que Jesús hizo la última noche de su
vida humana. Cuando la estudiamos, nos sentimos profundamente conmovidos. Pero es
fundamental que hagamos algo más: que imitemos dicha oración. ¿Cómo podemos hacerlo?
No repitiéndola, por supuesto, sino buscando la forma de hablar desde el corazón con nuestro
Padre celestial cuantas veces sea posible. Al hacerlo, mantendremos vivo y fuerte nuestro amor
por él.

PAG. 9 REFERENCIA w 14 15/FEB PAG. 25 PARRS. 18-21

PAG. 9 REFERENCIA w 02 15/OCT PAG. 17 PARR. 16


16
¿Está usted convencido de que Jehová tiene poder para salvarnos? ¿Siente su protección
angélica? ¿Ha gustado y visto personalmente que Jehová es bueno? ¿Cuándo fue la última vez
que percibió que Jehová había sido bueno con usted? Haga memoria. ¿Fue en aquel último hogar
que visitó en el ministerio, justo cuando creía que no podía más? Quizá en ese momento tuvo una
magnífica conversación con el amo de casa. ¿Se acordó de darle gracias a Jehová por haberle
proporcionado las fuerzas que necesitaba y por bendecirlo de esa forma? (2 Corintios 4:7.) Por otra
parte, es posible que le resulte difícil recordar algún acto bondadoso que Jehová haya efectuado
por usted. Tal vez tenga que retroceder en el tiempo una semana, un mes, un año o incluso más.
En ese caso, ¿por qué no se esfuerza por acercarse más a Jehová y ver cómo él lo guía y dirige?
El apóstol Pedro aconsejó a los cristianos: “Humíllense [...] bajo la poderosa mano de Dios, [...] a la
vez que echan sobre él toda su inquietud, porque él se interesa por ustedes” (1 Pedro 5:6, 7). Le
asombrará ver cuánto se interesa él por usted (Salmo 73:28).

PAG. 10 REFERENCIA w 12 15/FEB PAG. 7 PARR. 16,17


16
Cuando Jesús afrontó situaciones difíciles, se negó rotundamente a confiar en su propio
entendimiento. ¡Imagínese! El hombre más sabio que ha pisado la Tierra no se fió de su propia
sabiduría. Por citar un caso, cuando Satanás lo tentó, usó varias veces la frase: “Está escrito” (Mat.
4:4, 7, 10). Más bien, se apoyó en la sabiduría de su Padre para resistir la tentación, mostrando así
la humildad que Satanás tanto desprecia y de la que carece totalmente. ¿Actuamos nosotros igual
que Jesús? El cabeza de familia que imita su actitud vigilante se guía por la Palabra de Dios, en
particular cuando pasa por dificultades. Y eso es precisamente lo que están haciendo miles de
cristianos por todo el mundo. Con fidelidad, buscan primero el Reino de Dios y la adoración pura,
anteponiendo estas cosas a los intereses materiales. De este modo, brindan el mejor cuidado a
sus familias. Jehová, por su parte, bendice los esfuerzos que realizan para sostener a los suyos, tal
como promete Su Palabra (Mat. 6:33).
17
No cabe duda: Jesús nos dio el mejor ejemplo posible de vigilancia, un ejemplo que es
provechoso y que puede hasta salvarnos la vida. Recordemos que Satanás quiere dormirnos
espiritualmente, pues en ese estado tendremos una fe débil, nuestro deseo de adorar a Jehová irá
languideciendo y nuestra lealtad a él se verá comprometida (1 Tes. 5:6). No le demos ese gusto.
Mantengámonos vigilantes como Jesús: vigilantes en la oración, en el ministerio y en la
adversidad. Así disfrutaremos de una vida rica, plena y feliz aun en las horas agonizantes de este
mundo. Tendremos asimismo la seguridad de que cuando el Amo venga a destruir este sistema de
cosas, nos encontrará alerta y activos, efectuando la voluntad de su Padre. ¡Qué contento se
pondrá Jehová cuando nos premie por nuestra fidelidad! (Rev. 16:15.)

cf (libro ven se mi seguidor) PARRS. 15,16


15
Aunque Jesús era el Hijo perfecto de Dios, no confió en sus propias fuerzas para aguantar,
sino que acudió a su Padre celestial por ayuda. El apóstol Pablo escribió: “Cristo ofreció ruegos y
también peticiones a Aquel que podía salvarlo de la muerte, con fuertes clamores y lágrimas”
(Hebreos 5:7). Observe que Jesús “ofreció” no solo peticiones, sino también ruegos. El término
ruego se refiere a una súplica especialmente sincera e intensa; significa implorar ayuda. La palabra
“ruegos”, en plural, indica que Jesús le imploró a Jehová en más de una ocasión. De hecho, en el
jardín de Getsemaní, él oró con fervor una y otra vez (Mateo 26:36-44).
16
Jesús tenía plena confianza en que Jehová escucharía sus ruegos, pues sabía que su Padre
es el “Oidor de la oración” (Salmo 65:2). Durante su existencia prehumana, el Hijo primogénito
había visto al Padre contestar las oraciones de sus siervos fieles. Él estaba en los cielos cuando
Jehová envió a un ángel para responder a la oración sincera del profeta Daniel, incluso antes de
que terminara de orar (Daniel 9:20, 21). ¿Cómo, entonces, no iba a contestar el Padre a su Hijo
unigénito cuando este le abriera su corazón “con fuertes clamores y lágrimas”? Jehová respondió a
las súplicas de su Hijo y mandó a un ángel para que lo fortaleciera y así pudiera resistir la prueba
(Lucas 22:43).

LUNES
LECCION 2(a)
LA TRADUCCION DEL NUEVO MUNDO (PARTE 1)

PAG. 11 jv PAG. 608 PARR. 1


¿Hacía falta realmente otra traducción? La Biblia entera ya estaba publicada en 190 lenguas, y por
lo menos había partes de ella traducidas a otros 928 idiomas y dialectos. En diferentes ocasiones
los testigos de Jehová han usado muchas de esas traducciones. No obstante, la realidad es que la
mayor parte de ellas son obra de clérigos y misioneros de las sectas de la cristiandad, y en mayor
o menor grado manifiestan la influencia de las filosofías paganas y tradiciones antibíblicas que sus
sistemas religiosos heredaron del pasado, así como del prejuicio de la alta crítica. Además,
estaban apareciendo manuscritos bíblicos más antiguos y fiables. Los hallazgos arqueológicos
contribuían a que se comprendiera mejor el griego del siglo I. También, los idiomas de las
versiones han sufrido cambios con el paso de los años.

PAG. 11 jv PAG. 607 PARR. 5; si PAG. 324 PARRS. 18,19


Se produce la Traducción del Nuevo Mundo
A principios de octubre de 1946 Nathan H. Knorr, entonces presidente de la Sociedad Watch
Tower, propuso por vez primera que la Sociedad produjera una nueva versión de las Escrituras
Griegas Cristianas. La traducción misma empezó el 2 de diciembre de 1947. El texto finalizado fue
sometido a cuidadosa revisión por todo el comité de traductores, formado íntegramente por
cristianos ungidos con espíritu. El 3 de septiembre de 1949 el hermano Knorr convocó una reunión
de las juntas directivas de las corporaciones de Nueva York y Pensilvania de la Sociedad. Les
anunció que el Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo había finalizado una versión en
idioma moderno de las Escrituras Griegas Cristianas y la había entregado a la Sociedad para que
esta la publicara. Era una versión totalmente nueva traducida del griego original.

si PAG. 324 PARRS. 18,19


18
El 3 de septiembre de 1949, en las oficinas centrales de la Sociedad en Brooklyn, el
presidente anunció a la Junta Directiva la existencia del Comité de Traducción de la Biblia del
Nuevo Mundo, y que aquel comité había completado una traducción moderna de las Escrituras
Griegas Cristianas. Se leyó el documento del comité, mediante el cual el comité asignaba a la
Sociedad la posesión, el control y la publicación del original de su traducción, en reconocimiento de
la obra no sectaria de la Sociedad de fomentar la educación bíblica por toda la Tierra. También se
leyeron porciones del original, como ejemplos de la naturaleza y calidad de la traducción. Los
directores aceptaron unánimemente el regalo de la traducción, y de inmediato se hicieron planes
para imprimirla. La composición empezó el 29 de septiembre de 1949, y a principios del verano de
1950 decenas de millares de ejemplares quedaron completos y encuadernados.
19
Presentación de la Traducción del Nuevo Mundo en partes. El miércoles 2 de agosto
de 1950, en el cuarto día de su asamblea internacional en el Estadio Yanqui, de Nueva York, un
auditorio totalmente sorprendido de 82.075 testigos de Jehová aceptó gustosamente la
presentación de la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas en inglés. El
Comité de traductores, estimulado por aquella acogida entusiástica inicial y por expresiones
posteriores de aprecio por los méritos de la traducción, enseguida emprendió la extensa obra de
traducir las Escrituras Hebreas. Estas se publicaron en otros cinco tomos, que se presentaron en
sucesión desde 1953 hasta 1960. El conjunto de seis tomos formó una biblioteca de la Biblia
entera en inglés moderno. Cada tomo contenía también ayudas valiosas para el estudio de la
Biblia. Así se le hizo accesible al estudiante de la Biblia de nuestros días un inmenso almacén de
información bíblica. Se habían hecho esfuerzos diligentes para usar toda fuente confiable de
información textual, de manera que la Traducción del Nuevo Mundo expresara clara y
acertadamente el vigoroso mensaje de las Escrituras inspiradas originales.

PAG. 11 jv PAG. 609 PARRS. 3,4


Tras esto, se tradujeron al inglés las Escrituras Hebreas y se publicaron paulatinamente, en
cinco tomos, a partir de 1953. Al igual que con las Escrituras Griegas Cristianas, se dio atención a
comunicar de la manera más literal posible lo que decía el idioma original. Se ejerció especial
cuidado para traducir con uniformidad, comunicar con exactitud la acción o el estado de los verbos
y utilizar lenguaje sencillo que fuera entendible para el lector moderno. Siempre que aparecía el
Tetragrámaton en el texto hebreo se traducía correctamente por el nombre personal de Dios, en
vez de reemplazarlo por otro término, costumbre que siguen muchas versiones. Los artículos de
los apéndices y las notas de estos tomos permitían al estudiante cuidadoso examinar la razón de
las traducciones empleadas.
El 13 de marzo de 1960 el Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo concluyó la
lectura final de la porción de la Biblia que se publicaría en el quinto tomo. Habían transcurrido doce
años, tres meses y once días desde el comienzo de la traducción de las Escrituras Griegas
Cristianas. Unos meses después se presentó el quinto tomo impreso de las Escrituras Hebreas
para su distribución.
PAG. 11 nwt-E PAG. 1718 ; w 08 1/MAY PAGS. 19-2
w 08 1/MAY PAGS. 19-21

Cómo escoger una buena traducción de la Biblia

PUESTO que la Biblia fue escrita originalmente en hebreo, arameo y griego, la mayoría de las
personas que desean leerla dependen de una traducción.
La Biblia es hoy por hoy el libro más traducido de la historia, pues puede leerse entera o en
parte en más de dos mil cuatrocientos idiomas. Y en algunos de estos no hay una sola traducción,
sino muchas. Si en su idioma usted tiene la posibilidad de elegir, sin lugar a dudas querrá emplear
la mejor traducción existente.
A fin de tomar una buena decisión, primero debe dar respuesta a las siguientes preguntas:
¿Qué tipos de traducciones existen? ¿Qué ventajas e inconvenientes presentan? Y ¿por qué
debemos tener cautela al leer algunas traducciones bíblicas?
De un extremo al otro
Aunque las traducciones de la Biblia abarcan una amplia variedad de estilos, todas pertenecen
a una de tres categorías básicas. En un extremo de la escala se hallan las versiones interlineales,
que contienen el texto en la lengua original junto con una traducción palabra por palabra a la
lengua de destino.
En el otro extremo están las paráfrasis. Los traductores de estas versiones frasean libremente
el mensaje bíblico tal como lo entienden, y lo presentan de un modo que, en su opinión, será más
atrayente a los lectores.
Por último, en la tercera categoría están las traducciones que se esfuerzan por hallar un
equilibrio entre estos dos extremos. Tales versiones bíblicas intentan transmitir el sabor y el
significado de las expresiones del idioma original, pero, al mismo tiempo, procuran que el texto sea
fácil de leer.
¿Son mejores las traducciones palabra por palabra?
Traducir estrictamente una palabra por otra no suele ser la mejor manera de expresar el
significado de un pasaje bíblico. ¿Por qué no? Aunque hay varias razones, analicemos dos de
ellas:
1. No hay dos idiomas que tengan exactamente la misma gramática, vocabulario y forma de
expresar las ideas. El profesor de hebreo S. R. Driver señala que las lenguas “no solo
difieren en su gramática y vocabulario, sino también [...] en la manera de construir las frases
para expresar las ideas”. Las personas que hablan un idioma no piensan igual que las que
hablan otro. “Por consiguiente —añade el profesor Driver—, las formas que adoptan las
frases no son las mismas.”
Puesto que ningún idioma refleja exactamente el vocabulario y la gramática del hebreo y el
griego bíblicos, una traducción palabra por palabra sería poco clara y hasta podría transmitir un
significado erróneo. Veámoslo en los siguientes ejemplos.
En su carta a los Efesios, el apóstol Pablo utilizó una expresión que literalmente se traduce “en
el juego de dados de los hombres” (Efesios 4:14, Jünemann, nota). Esta expresión alude a la
práctica de hacer trampas en los dados. Sin embargo, en la mayoría de los idiomas, una traducción
literal no tendría ningún sentido. Por lo tanto, una manera más clara de transmitir el significado de
esta expresión es traduciéndola “las tretas de los hombres”.
Al escribir a los romanos, Pablo empleó una expresión griega que significa literalmente “en el
espíritu, hirvientes” (Romanos 12:11, Bover-Cantera). ¿Le suena a usted natural esta expresión?
En realidad, la frase original transmite la idea de estar radiantes, o fulgurantes, con el espíritu.
Observe este otro ejemplo. En uno de sus más famosos discursos, Jesús empleó una expresión
que a menudo se traduce así: “Bienaventurados los pobres de espíritu” (Mateo 5:3). En numerosos
idiomas, una traducción literal como esta oscurecería el significado original. De hecho, en algunos
casos incluso implicaría que “los pobres de espíritu” son personas que sufren un desequilibrio
mental o que carecen de vitalidad y determinación. Sin embargo, Jesús usó esa expresión para
enseñar a la gente que su felicidad no dependía de satisfacer sus necesidades físicas, sino de
reconocer que necesitaban la guía divina (Lucas 6:20). De modo que traducciones como “los que
tienen conciencia de su necesidad espiritual” o “los que reconocen su necesidad espiritual”
comunican con mayor exactitud el verdadero significado (Mateo 5:3; Versión Popular, también
conocida como Dios habla hoy).
2. El significado de una palabra o expresión puede variar dependiendo del contexto en que
se use. Tomemos por caso la expresión hebrea que normalmente alude a la mano. Tal
expresión puede adoptar una amplia variedad de significados, dependiendo del contexto.
Puede, por ejemplo, traducirse por “control”, “a mano abierta” o “poder” (2 Samuel 8:3;
1 Reyes 10:13; Proverbios 18:21). De hecho, este término en particular se vierte de más de
cuarenta maneras distintas en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras en
inglés.
Puesto que el contexto puede influir en el significado de una palabra, la Traducción del Nuevo
Mundo en inglés emplea cerca de 16.000 expresiones para traducir unos 5.500 vocablos griegos,
así como más de 27.000 expresiones para traducir unas 8.500 palabras hebreas. ¿A qué se debe
esa variedad en la traducción de las palabras? El comité de traducción consideró que transmitir su
sentido más exacto de acuerdo con el contexto era más importante que producir una versión
estrictamente literal. Aun así, la Traducción del Nuevo Mundo en inglés emplea, siempre que es
posible, las mismas palabras al traducir los términos hebreos y griegos.
Pero está claro que no basta con traducir de la misma manera un término del idioma bíblico
original cada vez que aparezca. Por eso, los traductores deben seleccionar con buen criterio las
palabras que comuniquen las ideas con exactitud y claridad. Además, han de combinar las
palabras y frases según las reglas gramaticales del idioma al que traducen.
¿Qué hay de las traducciones libres?
Los traductores de las comúnmente llamadas paráfrasis de la Biblia se toman la libertad de
alterar en alguna medida lo que dicen los textos originales. ¿De qué manera? O bien insertando
expresiones que reflejan su opinión sobre el posible significado del texto original, o bien omitiendo
alguna información. Las paráfrasis pueden resultar atractivas porque son fáciles de leer. Sin
embargo, a veces, su estilo libre oscurece o cambia el significado del texto original.
Veamos, por ejemplo, la forma en que una traducción libre vierte la famosa oración modelo de
Jesús: “Padre nuestro que estás en el cielo: Que todos reconozcan que tú eres el verdadero Dios”
(Mateo 6:9, Traducción en lenguaje actual [TLA], también conocida como Biblia en Lenguaje
Sencillo). Pero una traducción más exacta sería esta: “Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre”. Observemos también de qué manera se vierte Juan 17:26 en algunas
Biblias. Según la traducción libre ya citada, Jesús dirigió estas palabras a su Padre la noche que
fue arrestado: “Les he dicho quién eres” (TLA). Sin embargo, una traducción más fiel es la
siguiente: “Les he dado a conocer tu nombre”. ¿Se da usted cuenta de cómo algunos traductores
en realidad ocultan el hecho de que Dios tiene un nombre que debemos usar y honrar?
¿Por qué hay que tener cautela?
Algunas traducciones libres oscurecen las normas morales expresadas en el texto original. Por
ejemplo, cierta versión dice en 1 Corintios 6:9, 10: “¿No comprenden que esa no es forma de vivir?
Los injustos que no se preocupan por Dios no tendrán parte en su reino. Quienes son culpables de
uso y abuso del prójimo, uso y abuso del sexo, uso y abuso de la tierra y de todo lo que hay en
ella, no pueden ser ciudadanos en el reino de Dios” (The Message: The Bible in Contemporary
Language).
Compare esas palabras con la versión más exacta que presenta la Traducción del Nuevo
Mundo: “¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen.
Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos
contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni personas dominadas por
la avidez, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios”.
Note que la traducción libre ni siquiera menciona las conductas específicas que Pablo nos dice que
debemos evitar.
Las convicciones doctrinales del traductor también pueden condicionar su labor. Por ejemplo,
según la Versión Nueva Vida, Jesús dijo a sus discípulos: “Entren por la puerta angosta, porque la
puerta y el camino que llevan al infierno son anchos y grandes; mucha gente pasa por esa puerta”
(Mateo 7:13). Los traductores insertaron el término “infierno” a pesar de que el relato de Mateo dice
claramente “destrucción”. ¿Por qué lo hicieron? Probablemente porque querían promover la idea
de que los malvados serán atormentados eternamente, no destruidos.
Cómo hallar la mejor traducción
La Biblia fue escrita en el lenguaje cotidiano de personas comunes y corrientes, como
agricultores, pastores y pescadores (Nehemías 8:8, 12; Hechos 4:13). Por lo tanto, una buena
traducción de la Biblia es la que pone su mensaje al alcance de personas sinceras de todo nivel
social. He aquí otros requisitos:
◗ Transmitir con exactitud el mensaje original que fue inspirado por Dios (2 Timoteo 3:16).
◗ Traducir literalmente el significado de las palabras siempre y cuando la redacción y la estructura
del texto original se puedan reproducir en la lengua a la que se traduce.
◗ Comunicar el sentido correcto de una palabra o frase cuando una traducción literal distorsionaría
u oscurecería el significado.
◗ Emplear un lenguaje sencillo que invite a la lectura.
¿Existe una traducción que cumpla con todos estos requisitos? Millones de lectores de esta
revista prefieren la Traducción del Nuevo Mundo. ¿Por qué? Porque comparten los puntos de vista
de su comité de traducción, expresados en el prólogo de la primera edición en inglés:
“No ofrecemos una paráfrasis de las Escrituras. Desde el principio hasta el fin nos hemos
esforzado por recurrir a la traducción más literal posible, siempre que lo permita el modismo
moderno inglés y que la traducción literal no oculte las ideas”.
La Traducción del Nuevo Mundo se ha impreso entera o en parte en más de 60 idiomas, con
una tirada total que supera los 145 millones. Si está disponible en su idioma, ¿por qué no les pide
un ejemplar a los testigos de Jehová y comprueba por sí mismo las ventajas de esta traducción
exacta?
Los estudiantes sinceros de la Biblia desean comprender el mensaje que Dios inspiró y obrar en
consecuencia con él. Si usted es una de tales personas, necesita una traducción de la Biblia que
sea exacta. En realidad, no debería conformarse con menos.
[Notas]
Este tipo de lecturas es habitual en las versiones interlineales, que presentan una traducción literal
de cada palabra junto con el texto en el idioma original.
Cabe mencionar que algunas traducciones bíblicas en inglés emplean una cantidad mucho mayor
de equivalentes que la Traducción del Nuevo Mundo, por lo que su uniformidad y coherencia es
menor.
La Biblia enseña que el alma muere y que, al morir, regresamos al polvo y dejamos de pensar y
sentir (Génesis 3:19; Eclesiastés 9:5, 6; Ezequiel 18:4). En ninguna parte se dice que las almas
de los malvados sufren un tormento eterno en el infierno.
[Comentario de la página 21]
Las paráfrasis pueden resultar atractivas porque son fáciles de leer. Sin embargo, a veces, su
estilo libre oscurece o cambia el significado del texto original
[Comentario de la página 22]
La Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras se ha impreso entera o en parte en más
de 60 idiomas, con una tirada total que supera los 145 millones
[Ilustración y recuadro de la página 20]
UNA ANTIGUA PARÁFRASIS
Las paráfrasis, o traducciones libres, de la Biblia no son nuevas. En la antigüedad, el pueblo judío
compiló lo que hoy se conoce como los tárgumes arameos, que son una paráfrasis de las
Escrituras. Aunque no constituyen traducciones exactas, sí revelan cómo entendían los judíos
algunos textos y ayudan a los traductores a determinar el significado de ciertos pasajes difíciles.
Por ejemplo, explican que la expresión “hijos de Dios” que se halla en Job 38:7 significa “catervas
[o grupos] de ángeles”. Los tárgumes también indican que la preposición hebrea con que se
describe a Nemrod en Génesis 10:9 conlleva el significado hostil de “contra” o “en oposición a”,
más bien que un simple y neutro “delante de”. Estas paráfrasis acompañan al texto bíblico, pero
nunca con la intención de sustituir a la propia Biblia.
[Ilustración]
SECCIÓN DE LA POLÍGLOTA DE LONDRES (CONCLUIDA EN 1657), JOB 38:1-15
Texto bíblico hebreo (con su traducción interlineal al latín)
Texto correspondiente del Tárgum arameo
[Ilustración de la página 19]
SECCIÓN DE THE KINGDOM INTERLINEAR TRANSLATION OF THE GREEK SCRIPTURES,
EFESIOS 4:14
Columna izquierda: traducción palabra por palabra; columna derecha: traducción basada en el
significado
[Reconocimiento de la página 18]
Fondo: Shrine of the Book, Museo de Israel (Jerusalén)

PAG. 12 nwt-E PAG. 1718-1720; w 08 1/MAY PAGS. 19,20


w 08 1/MAY PAGS. 19,20

¿Son mejores las traducciones palabra por palabra?


Traducir estrictamente una palabra por otra no suele ser la mejor manera de expresar el
significado de un pasaje bíblico. ¿Por qué no? Aunque hay varias razones, analicemos dos de
ellas:
1. No hay dos idiomas que tengan exactamente la misma gramática, vocabulario y forma de
expresar las ideas. El profesor de hebreo S. R. Driver señala que las lenguas “no solo
difieren en su gramática y vocabulario, sino también [...] en la manera de construir las frases
para expresar las ideas”. Las personas que hablan un idioma no piensan igual que las que
hablan otro. “Por consiguiente —añade el profesor Driver—, las formas que adoptan las
frases no son las mismas.”
Puesto que ningún idioma refleja exactamente el vocabulario y la gramática del hebreo y el
griego bíblicos, una traducción palabra por palabra sería poco clara y hasta podría transmitir un
significado erróneo. Veámoslo en los siguientes ejemplos.
En su carta a los Efesios, el apóstol Pablo utilizó una expresión que literalmente se traduce “en
el juego de dados de los hombres” (Efesios 4:14, Jünemann, nota). Esta expresión alude a la
práctica de hacer trampas en los dados. Sin embargo, en la mayoría de los idiomas, una traducción
literal no tendría ningún sentido. Por lo tanto, una manera más clara de transmitir el significado de
esta expresión es traduciéndola “las tretas de los hombres”.
Al escribir a los romanos, Pablo empleó una expresión griega que significa literalmente “en el
espíritu, hirvientes” (Romanos 12:11, Bover-Cantera). ¿Le suena a usted natural esta expresión?
En realidad, la frase original transmite la idea de estar radiantes, o fulgurantes, con el espíritu.
Observe este otro ejemplo. En uno de sus más famosos discursos, Jesús empleó una expresión
que a menudo se traduce así: “Bienaventurados los pobres de espíritu” (Mateo 5:3). En numerosos
idiomas, una traducción literal como esta oscurecería el significado original. De hecho, en algunos
casos incluso implicaría que “los pobres de espíritu” son personas que sufren un desequilibrio
mental o que carecen de vitalidad y determinación. Sin embargo, Jesús usó esa expresión para
enseñar a la gente que su felicidad no dependía de satisfacer sus necesidades físicas, sino de
reconocer que necesitaban la guía divina (Lucas 6:20). De modo que traducciones como “los que
tienen conciencia de su necesidad espiritual” o “los que reconocen su necesidad espiritual”
comunican con mayor exactitud el verdadero significado (Mateo 5:3; Versión Popular, también
conocida como Dios habla hoy).

PAG. 12 nwt-E PAG.1720; w 08 1/MAY PAGS. 22


w 08 1/MAY PAGS. 22

¿Por qué hay que tener cautela?


Algunas traducciones libres oscurecen las normas morales expresadas en el texto original. Por
ejemplo, cierta versión dice en 1 Corintios 6:9, 10: “¿No comprenden que esa no es forma de vivir?
Los injustos que no se preocupan por Dios no tendrán parte en su reino. Quienes son culpables de
uso y abuso del prójimo, uso y abuso del sexo, uso y abuso de la tierra y de todo lo que hay en
ella, no pueden ser ciudadanos en el reino de Dios” (The Message: The Bible in Contemporary
Language).
Compare esas palabras con la versión más exacta que presenta la Traducción del Nuevo
Mundo: “¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen.
Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos
contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni personas dominadas por
la avidez, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios”.
Note que la traducción libre ni siquiera menciona las conductas específicas que Pablo nos dice que
debemos evitar.
Las convicciones doctrinales del traductor también pueden condicionar su labor. Por ejemplo,
según la Versión Nueva Vida, Jesús dijo a sus discípulos: “Entren por la puerta angosta, porque la
puerta y el camino que llevan al infierno son anchos y grandes; mucha gente pasa por esa puerta”
(Mateo 7:13). Los traductores insertaron el término “infierno” a pesar de que el relato de Mateo dice
claramente “destrucción”. ¿Por qué lo hicieron? Probablemente porque querían promover la idea
de que los malvados serán atormentados eternamente, no destruidos.
Cómo hallar la mejor traducción
La Biblia fue escrita en el lenguaje cotidiano de personas comunes y corrientes, como
agricultores, pastores y pescadores (Nehemías 8:8, 12; Hechos 4:13). Por lo tanto, una buena
traducción de la Biblia es la que pone su mensaje al alcance de personas sinceras de todo nivel
social. He aquí otros requisitos:
◗ Transmitir con exactitud el mensaje original que fue inspirado por Dios (2 Timoteo 3:16).
◗ Traducir literalmente el significado de las palabras siempre y cuando la redacción y la estructura
del texto original se puedan reproducir en la lengua a la que se traduce.
◗ Comunicar el sentido correcto de una palabra o frase cuando una traducción literal distorsionaría
u oscurecería el significado.
◗ Emplear un lenguaje sencillo que invite a la lectura.
¿Existe una traducción que cumpla con todos estos requisitos? Millones de lectores de esta
revista prefieren la Traducción del Nuevo Mundo. ¿Por qué? Porque comparten los puntos de vista
de su comité de traducción, expresados en el prólogo de la primera edición en inglés:
“No ofrecemos una paráfrasis de las Escrituras. Desde el principio hasta el fin nos hemos
esforzado por recurrir a la traducción más literal posible, siempre que lo permita el modismo
moderno inglés y que la traducción literal no oculte las ideas”.
La Traducción del Nuevo Mundo se ha impreso entera o en parte en más de 60 idiomas, con
una tirada total que supera los 145 millones. Si está disponible en su idioma, ¿por qué no les pide
un ejemplar a los testigos de Jehová y comprueba por sí mismo las ventajas de esta traducción
exacta?
Los estudiantes sinceros de la Biblia desean comprender el mensaje que Dios inspiró y obrar en
consecuencia con él. Si usted es una de tales personas, necesita una traducción de la Biblia que
sea exacta. En realidad, no debería conformarse con menos.

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w 97 1/OCT PAG. 14
12
Otros intentos de cambiar las Escrituras supusieron más que modificar la redacción de
algunos versículos. Constituyeron un ataque a la identidad del Dios verdadero. La misma
naturaleza y extensión de estos cambios puso de manifiesto con claridad la influencia de una
fuente más poderosa que cualquier hombre individual u organización humana, sí, la del
archienemigo de Jehová, Satanás el Diablo. Cediendo a tal influencia, los traductores y copistas —
algunos con entusiasmo, otros a su pesar— empezaron a suprimir el propio nombre personal de
Dios, Jehová, de su Palabra inspirada en los miles de lugares donde aparecía. Desde fechas
tempranas, algunas traducciones del hebreo al griego, latín, alemán, inglés, italiano y holandés,
entre otros, omitieron el nombre divino completamente o lo conservaron solo en algunos lugares.
También se eliminó de las copias de las Escrituras Griegas Cristianas.
13
No obstante, ese glorioso nombre no se borró de la memoria humana. Algunas traducciones
de las Escrituras Hebreas al español, portugués, alemán, inglés, francés y muchos otros idiomas
incluyeron con honradez el nombre personal de Dios. Para el siglo XVI, el nombre personal de Dios
también empezó a aparecer de nuevo en varias traducciones hebreas de las Escrituras Griegas
Cristianas; para el siglo XVIII, en alemán; para el siglo XIX, en croata e inglés. Aunque la gente
intente arrinconar el nombre de Dios, cuando llegue el “día de Jehová”, según él mismo dice, ‘las
naciones tendrán que saber que yo soy Jehová’. Este propósito declarado de Dios no fallará.
(2 Pedro 3:10; Ezequiel 38:23; Isaías 11:9; 55:11.)
El mensaje llega a todo el globo terráqueo
14
A principios del siglo XX, la Biblia ya se imprimía en 94 idiomas europeos. Puso sobre aviso a
los estudiantes de la Biblia de esa parte de la Tierra que al fin de los Tiempos de los Gentiles,
en 1914, ocurrirían sucesos que sacudirían al mundo, como de hecho aconteció. (Lucas 21:24.)
Antes de terminar el año crucial de 1914, la Biblia se publicaba, entera o en parte, en 157 lenguas
africanas, además del inglés, francés y portugués, idiomas muy extendidos en aquel continente. De
este modo, se puso el fundamento para enseñar las verdades bíblicas espiritualmente liberadoras
a las personas humildes de las muchas tribus y grupos nacionales que allí habitan.
15
Cuando el mundo entró en los predichos últimos días, la Biblia estaba muy extendida en
América. Los inmigrantes europeos la habían llevado consigo en sus diferentes idiomas. Se estaba
llevando a cabo un extenso programa de educación bíblica, con discursos públicos y una
distribución intensiva de publicaciones bíblicas editadas por los Estudiantes Internacionales de la
Biblia, como se conocía entonces a los testigos de Jehová. Además, las sociedades bíblicas
imprimían la Biblia en otros 57 idiomas para satisfacer las necesidades de la población
multinacional del hemisferio occidental.
16
Cuando llegó el tiempo de efectuar una predicación mundial de las buenas nuevas antes de
que ‘viniera el fin’, la Biblia no era desconocida en Asia ni en las islas del Pacífico. (Mateo 24:14.)
Ya se publicaba en 232 idiomas de esa zona del mundo. Algunas eran Biblias completas; muchas
eran traducciones de las Escrituras Griegas Cristianas; en otros casos se trataba de un solo libro
de las Sagradas Escrituras.
17
Está claro que la Biblia no se había conservado como una simple pieza de museo. De todos
los libros existentes, era el más traducido y más distribuido. Para constatar esta prueba del favor
divino, su contenido se estaba cumpliendo. Sus enseñanzas y el espíritu que la respalda también
producían un efecto duradero en la vida de la gente en muchos países. (1 Pedro 1:24, 25.) Pero
había de venir más, mucho más.

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¿Por qué hay que tener cautela?
Algunas traducciones libres oscurecen las normas morales expresadas en el texto original. Por
ejemplo, cierta versión dice en 1 Corintios 6:9, 10: “¿No comprenden que esa no es forma de vivir?
Los injustos que no se preocupan por Dios no tendrán parte en su reino. Quienes son culpables de
uso y abuso del prójimo, uso y abuso del sexo, uso y abuso de la tierra y de todo lo que hay en
ella, no pueden ser ciudadanos en el reino de Dios” (The Message: The Bible in Contemporary
Language).
Compare esas palabras con la versión más exacta que presenta la Traducción del Nuevo
Mundo: “¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen.
Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos
contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni personas dominadas por
la avidez, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios”.
Note que la traducción libre ni siquiera menciona las conductas específicas que Pablo nos dice que
debemos evitar.
Las convicciones doctrinales del traductor también pueden condicionar su labor. Por ejemplo,
según la Versión Nueva Vida, Jesús dijo a sus discípulos: “Entren por la puerta angosta, porque la
puerta y el camino que llevan al infierno son anchos y grandes; mucha gente pasa por esa puerta”
(Mateo 7:13). Los traductores insertaron el término “infierno” a pesar de que el relato de Mateo dice
claramente “destrucción”. ¿Por qué lo hicieron? Probablemente porque querían promover la idea
de que los malvados serán atormentados eternamente, no destruidos.
Cómo hallar la mejor traducción
La Biblia fue escrita en el lenguaje cotidiano de personas comunes y corrientes, como
agricultores, pastores y pescadores (Nehemías 8:8, 12; Hechos 4:13). Por lo tanto, una buena
traducción de la Biblia es la que pone su mensaje al alcance de personas sinceras de todo nivel
social. He aquí otros requisitos:
◗ Transmitir con exactitud el mensaje original que fue inspirado por Dios (2 Timoteo 3:16).
◗ Traducir literalmente el significado de las palabras siempre y cuando la redacción y la estructura
del texto original se puedan reproducir en la lengua a la que se traduce.
◗ Comunicar el sentido correcto de una palabra o frase cuando una traducción literal distorsionaría
u oscurecería el significado.
◗ Emplear un lenguaje sencillo que invite a la lectura.
¿Existe una traducción que cumpla con todos estos requisitos? Millones de lectores de esta
revista prefieren la Traducción del Nuevo Mundo. ¿Por qué? Porque comparten los puntos de vista
de su comité de traducción, expresados en el prólogo de la primera edición en inglés:
“No ofrecemos una paráfrasis de las Escrituras. Desde el principio hasta el fin nos hemos
esforzado por recurrir a la traducción más literal posible, siempre que lo permita el modismo
moderno inglés y que la traducción literal no oculte las ideas”.
La Traducción del Nuevo Mundo se ha impreso entera o en parte en más de 60 idiomas, con
una tirada total que supera los 145 millones. Si está disponible en su idioma, ¿por qué no les pide
un ejemplar a los testigos de Jehová y comprueba por sí mismo las ventajas de esta traducción
exacta?
Los estudiantes sinceros de la Biblia desean comprender el mensaje que Dios inspiró y obrar en
consecuencia con él. Si usted es una de tales personas, necesita una traducción de la Biblia que
sea exacta. En realidad, no debería conformarse con menos.
[Notas]
Este tipo de lecturas es habitual en las versiones interlineales, que presentan una traducción literal
de cada palabra junto con el texto en el idioma original.
Cabe mencionar que algunas traducciones bíblicas en inglés emplean una cantidad mucho mayor
de equivalentes que la Traducción del Nuevo Mundo, por lo que su uniformidad y coherencia es
menor.
La Biblia enseña que el alma muere y que, al morir, regresamos al polvo y dejamos de pensar y
sentir (Génesis 3:19; Eclesiastés 9:5, 6; Ezequiel 18:4). En ninguna parte se dice que las almas
de los malvados sufren un tormento eterno en el infierno.
[Comentario de la página 21]
Las paráfrasis pueden resultar atractivas porque son fáciles de leer. Sin embargo, a veces, su
estilo libre oscurece o cambia el significado del texto original
[Comentario de la página 22]
La Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras se ha impreso entera o en parte en más
de 60 idiomas, con una tirada total que supera los 145 millones
[Ilustración y recuadro de la página 20]
UNA ANTIGUA PARÁFRASIS
Las paráfrasis, o traducciones libres, de la Biblia no son nuevas. En la antigüedad, el pueblo judío
compiló lo que hoy se conoce como los tárgumes arameos, que son una paráfrasis de las
Escrituras. Aunque no constituyen traducciones exactas, sí revelan cómo entendían los judíos
algunos textos y ayudan a los traductores a determinar el significado de ciertos pasajes difíciles.
Por ejemplo, explican que la expresión “hijos de Dios” que se halla en Job 38:7 significa “catervas
[o grupos] de ángeles”. Los tárgumes también indican que la preposición hebrea con que se
describe a Nemrod en Génesis 10:9 conlleva el significado hostil de “contra” o “en oposición a”,
más bien que un simple y neutro “delante de”. Estas paráfrasis acompañan al texto bíblico, pero
nunca con la intención de sustituir a la propia Biblia.

PAG. 12 nwt-E PAG.1721; w 08 1/MAY PAGS. 22


w 08 1/MAY PAGS. 22

¿Por qué hay que tener cautela?


Algunas traducciones libres oscurecen las normas morales expresadas en el texto original. Por
ejemplo, cierta versión dice en 1 Corintios 6:9, 10: “¿No comprenden que esa no es forma de vivir?
Los injustos que no se preocupan por Dios no tendrán parte en su reino. Quienes son culpables de
uso y abuso del prójimo, uso y abuso del sexo, uso y abuso de la tierra y de todo lo que hay en
ella, no pueden ser ciudadanos en el reino de Dios” (The Message: The Bible in Contemporary
Language).
Compare esas palabras con la versión más exacta que presenta la Traducción del Nuevo
Mundo: “¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen.
Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos
contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni personas dominadas por
la avidez, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios”.
Note que la traducción libre ni siquiera menciona las conductas específicas que Pablo nos dice que
debemos evitar.
Las convicciones doctrinales del traductor también pueden condicionar su labor. Por ejemplo,
según la Versión Nueva Vida, Jesús dijo a sus discípulos: “Entren por la puerta angosta, porque la
puerta y el camino que llevan al infierno son anchos y grandes; mucha gente pasa por esa puerta”
(Mateo 7:13). Los traductores insertaron el término “infierno” a pesar de que el relato de Mateo dice
claramente “destrucción”. ¿Por qué lo hicieron? Probablemente porque querían promover la idea
de que los malvados serán atormentados eternamente, no destruidos.
Cómo hallar la mejor traducción
La Biblia fue escrita en el lenguaje cotidiano de personas comunes y corrientes, como
agricultores, pastores y pescadores (Nehemías 8:8, 12; Hechos 4:13). Por lo tanto, una buena
traducción de la Biblia es la que pone su mensaje al alcance de personas sinceras de todo nivel
social. He aquí otros requisitos:
◗ Transmitir con exactitud el mensaje original que fue inspirado por Dios (2 Timoteo 3:16).
◗ Traducir literalmente el significado de las palabras siempre y cuando la redacción y la estructura
del texto original se puedan reproducir en la lengua a la que se traduce.
◗ Comunicar el sentido correcto de una palabra o frase cuando una traducción literal distorsionaría
u oscurecería el significado.
◗ Emplear un lenguaje sencillo que invite a la lectura.
¿Existe una traducción que cumpla con todos estos requisitos? Millones de lectores de esta
revista prefieren la Traducción del Nuevo Mundo. ¿Por qué? Porque comparten los puntos de vista
de su comité de traducción, expresados en el prólogo de la primera edición en inglés:
“No ofrecemos una paráfrasis de las Escrituras. Desde el principio hasta el fin nos hemos
esforzado por recurrir a la traducción más literal posible, siempre que lo permita el modismo
moderno inglés y que la traducción literal no oculte las ideas”.
La Traducción del Nuevo Mundo se ha impreso entera o en parte en más de 60 idiomas, con
una tirada total que supera los 145 millones. Si está disponible en su idioma, ¿por qué no les pide
un ejemplar a los testigos de Jehová y comprueba por sí mismo las ventajas de esta traducción
exacta?
Los estudiantes sinceros de la Biblia desean comprender el mensaje que Dios inspiró y obrar en
consecuencia con él. Si usted es una de tales personas, necesita una traducción de la Biblia que
sea exacta. En realidad, no debería conformarse con menos.
[Notas]
Este tipo de lecturas es habitual en las versiones interlineales, que presentan una traducción literal
de cada palabra junto con el texto en el idioma original.
Cabe mencionar que algunas traducciones bíblicas en inglés emplean una cantidad mucho mayor
de equivalentes que la Traducción del Nuevo Mundo, por lo que su uniformidad y coherencia es
menor.
La Biblia enseña que el alma muere y que, al morir, regresamos al polvo y dejamos de pensar y
sentir (Génesis 3:19; Eclesiastés 9:5, 6; Ezequiel 18:4). En ninguna parte se dice que las almas
de los malvados sufren un tormento eterno en el infierno.
[Comentario de la página 21]
Las paráfrasis pueden resultar atractivas porque son fáciles de leer. Sin embargo, a veces, su
estilo libre oscurece o cambia el significado del texto original
[Comentario de la página 22]
La Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras se ha impreso entera o en parte en más
de 60 idiomas, con una tirada total que supera los 145 millones
[Ilustración y recuadro de la página 20]
UNA ANTIGUA PARÁFRASIS
Las paráfrasis, o traducciones libres, de la Biblia no son nuevas. En la antigüedad, el pueblo judío
compiló lo que hoy se conoce como los tárgumes arameos, que son una paráfrasis de las
Escrituras. Aunque no constituyen traducciones exactas, sí revelan cómo entendían los judíos
algunos textos y ayudan a los traductores a determinar el significado de ciertos pasajes difíciles.
Por ejemplo, explican que la expresión “hijos de Dios” que se halla en Job 38:7 significa “catervas
[o grupos] de ángeles”. Los tárgumes también indican que la preposición hebrea con que se
describe a Nemrod en Génesis 10:9 conlleva el significado hostil de “contra” o “en oposición a”,
más bien que un simple y neutro “delante de”. Estas paráfrasis acompañan al texto bíblico, pero
nunca con la intención de sustituir a la propia Biblia.

PAG. 12 nwt-E PAG.1726 nota; w 98 1/ABRIL PAG. 11 PARR. 7


w 98 1/ABRIL PAG. 11 PARR. 7
7
Según parece, los escritores bíblicos escribieron sus palabras con tinta en papiros (que se
elaboraban con la planta egipcia del mismo nombre) y en pergaminos (que se preparaban con la
piel de animales) (Job 8:11). Tales materiales de escritura, sin embargo, tenían enemigos
naturales. El docto Oscar Paret explica: “Estos dos materiales de escritura están igualmente
amenazados por la humedad, el moho y varios tipos de gusanos. Conocemos por la experiencia
cotidiana la facilidad con que se deteriora el papel, e incluso el cuero resistente, cuando se coloca
a la intemperie o en una habitación húmeda”. Así que poco sorprende que no se conozca la
existencia de ninguno de los escritos originales; probablemente se desintegraron hace mucho
tiempo. Pero si los escritos originales sucumbieron a sus enemigos naturales, ¿cómo ha
sobrevivido la Biblia?

PAG. 12 nwt-E PAG.1726; w 90 1/JUL PAG. 28,29; ba PAG. 7 nota


w 90 1/JUL PAG. 28,29
Manuscritos enterrados
En 1896 cierto erudito que registraba una guenizá en El Cairo descubrió 90.000 manuscritos
antiguos que revolucionaron el estudio de la historia del Oriente Medio. ¿Qué es una guenizá? ¿Y
qué tiene que ver esto con los manuscritos originales de la Biblia?
Una guenizá es un cuarto donde los judíos de la antigüedad colocaban los manuscritos
gastados por el uso. El erudito Paul E. Kahle escribe: “Los judíos acostumbraban depositar toda
clase de material escrito e impreso en aquellos cuartos en sus sinagogas o cerca; esto no se hacía
para archivarlos; solo habían de permanecer allí sin ser tocados por algún tiempo. Los judíos
temían profanar por un uso indebido aquellos escritos que quizás contuvieran el nombre de Dios.
Por eso aquel material escrito —y en tiempos posteriores también el impreso— se llevaba de vez
en cuando a terreno consagrado y se enterraba; esto lo echaba a perder. Fue por simple
casualidad que se pasó por alto la guenizá de El Cairo, y a los manuscritos que había allí no les
sucedió lo mismo que a los de otras guenizás”. (The Cairo Geniza, página 4.)
¿Qué hay si un manuscrito bíblico original hubiera durado hasta el tiempo en que empezó a
desarrollarse aquella costumbre? Sin duda, el manuscrito se habría gastado por el uso y habría
sido enterrado.
Desenvolvimientos históricos
Al considerar lo que pudo haberles sucedido a los manuscritos bíblicos originales, un último
factor que debe recordarse es la agitada historia de las tierras bíblicas. Por ejemplo, considere lo
que les pasó a aquellos libros escritos por el envejecido Moisés. Se nos dice: “Aconteció que, tan
pronto como Moisés hubo acabado de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta dejarlas
completas, Moisés se puso a mandar a los levitas, los transportadores del arca del pacto de
Jehová, y dijo: ‘Tomando este libro de la ley, ustedes tienen que colocarlo al lado del arca del pacto
de Jehová su Dios’”. (Deuteronomio 31:24-26.)
El arca del pacto era un cofre sagrado que simbolizaba la presencia de Dios entre los israelitas.
Fue introducida en la Tierra Prometida (junto con los manuscritos de Moisés), donde estuvo en
diversos lugares. Por algún tiempo los filisteos se apoderaron de ella. Más tarde David, el rey de
Israel, llevó el Arca a Jerusalén, y con el tiempo fue colocada en el templo que el rey Salomón
edificó allí. Pero el rey Acaz construyó un altar pagano en el templo, y con el tiempo clausuró aquel
edificio. El rey Manasés lo llenó de adoración pagana.
Mientras tanto, ¿qué pasó con el arca del pacto y los escritos de Moisés? No sabemos, pero por
lo menos algunos de aquellos escritos se perdieron. Para los tiempos del rey Josías unos
artesanos del templo hallaron por casualidad “el mismísimo libro de la ley”, quizás el documento
original escrito por Moisés. (2 Reyes 22:8.) Gran parte de su contenido le había sido
desconocido al rey, y su lectura dio comienzo a un gran despertamiento espiritual. (2 Reyes 22:11–
23:3.)
Después de la muerte de Josías la gente de Judá se hizo infiel de nuevo, y con el tiempo el
pueblo fue deportado a Babilonia. El templo fue destruido, y todo objeto valioso en él fue llevado a
Babilonia. No hay registro de lo que le sucedió entonces al Arca ni del valioso documento que fue
descubierto en los tiempos de Josías. Con todo, años después, cuando a muchos judíos que
habían regresado a su tierra de origen se les animó a reedificar a Jerusalén y restablecer la
adoración limpia, el sacerdote Esdras y otros les leyeron públicamente del “libro de la ley de
Moisés”. (Nehemías 8:1-8.) Así que había copias de los escritos originales. ¿De dónde vinieron
estas?
El copiar la Palabra de Dios
Moisés predijo el tiempo en que la nación de Israel sería gobernada por un rey, y escribió este
mandato especial: “Cuando se siente sobre el trono de su reino, tiene que escribir para sí en un
libro una copia de esta ley, de aquella que está a cargo de los sacerdotes, los levitas”.
(Deuteronomio 17:18.) Como se ve, se habrían de hacer copias de las Escrituras.
Con el tiempo el copiar las Escrituras se convirtió en una profesión en Israel. De hecho, Salmo
45:1 dice: “Sea mi lengua el estilo de copista hábil”. A copistas como Safán y Sadoc se les
menciona por nombre. Pero el copista mejor conocido de los tiempos antiguos fue Esdras, quien
también contribuyó a los escritos originales de la Biblia. (Esdras 7:6; Nehemías 13:13; Jeremías
36:10.) Aun mientras se escribían porciones posteriores de la Biblia, los libros que ya se habían
completado se copiaban y distribuían.
Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra había copias de las Escrituras Hebreas (Génesis hasta
Malaquías) disponibles no solo en Jerusalén, sino también aparentemente en sinagogas de
Galilea. (Lucas 4:16, 17.) Pues, ¡hasta en la distante Berea de Macedonia judíos de disposición
noble podían ‘examinar las Escrituras diariamente’! (Hechos 17:11.) Hoy existen unas 1.700 copias
manuscritas de libros bíblicos que se escribieron antes del nacimiento de Jesús, así como unas
4.600 de los que compilaron sus discípulos (Mateo hasta Revelación).
¿Eran exactas aquellas copias? Sí; sumamente exactas. Los copistas profesionales de las
Escrituras Hebreas (llamados soferim) se preocupaban mucho por evitar equivocaciones. Para
revisar su trabajo contaban las palabras y hasta las letras de cada manuscrito que copiaban. Por
eso Jesús, el apóstol Pablo y otros que solían citar de los antiguos escritores bíblicos no dudaban
de la exactitud de las copias que utilizaban. (Lucas 4:16-21; Hechos 17:1-3.)
Es cierto que los copistas judíos y los copistas cristianos posteriores no eran infalibles.
Cometían errores, pero las muchas copias que todavía existen nos ayudan a encontrar esos
errores. ¿Cómo? Pues los diferentes copistas cometían errores diferentes. Por eso, por la
comparación de la obra de diversos copistas podemos determinar muchas de sus equivocaciones.
Por qué podemos estar seguros
En 1947 hubo un descubrimiento sorprendente de unos rollos antiguos en ciertas cavernas del
mar Muerto. Aquellos rollos mostraron precisamente cuán exactas eran las copias que se habían
hecho de las Escrituras. Entre los rollos había una copia del libro bíblico de Isaías cerca de mil
años más antigua que cualquier manuscrito previamente disponible. Sin embargo, una
comparación mostró que las únicas diferencias entre el manuscrito del mar Muerto y copias
posteriores eran de asuntos como el orden de las palabras y la gramática. ¡El significado del texto
no había cambiado tras mil años de copiar! Por eso el erudito William Henry Green pudo decir
respecto al texto de las Escrituras Hebreas: “Puede decirse con seguridad que ninguna otra obra
de la antigüedad se ha transmitido con tanta exactitud”. Se han hecho comentarios parecidos sobre
la exactitud con que se han transmitido las Escrituras Griegas Cristianas.
Por supuesto, sería emocionante hallar el documento original escrito por Moisés o por Isaías.
Pero en realidad no necesitamos los originales. Lo importante no es el documento, sino su
contenido. Y, milagrosamente, a pesar del transcurso de muchos siglos turbulentos y mucho copiar
y recopiar, podemos estar seguros de que la Biblia todavía contiene la información que había en
aquellos antiguos manuscritos originales. Como se ve, esta declaración bíblica ha resultado cierta:
“Toda carne es como hierba, y toda su gloria es como una flor de la hierba; la hierba se marchita, y
la flor se cae, pero el dicho de Jehová dura para siempre”. (1 Pedro 1:24, 25.)

ba (folleto un libro para todo el mundo) PAG. 7 nota


Los masoretas (término que significa “los maestros de la tradición”) fueron copistas de las
Escrituras Hebreas que vivieron entre los siglos VI y X E.C. Sus copias manuscritas se denominan
2
textos masoréticos.

PAG. 12 nwt-E PAG.1726; w 05 15/JUL PAGS. 12,13


w 05 15/JUL PAGS. 12,13

Tesoros bíblicos de Crimea


En la introducción de este artículo mencionamos a otro erudito que buscaba tesoros bíblicos.
¿Quién era? Unos años antes de que Tischendorf regresara a Rusia, se ofreció a la Biblioteca
Imperial una colección de textos tan increíble que despertó el interés del zar y atrajo a estudiosos
de toda Europa. Era difícil creer lo que tenían ante sus ojos: una enorme colección de manuscritos
y otros materiales. Constaba de 2.412 piezas, incluidos 975 manuscritos y rollos. Entre estos
figuraban 45 manuscritos de Biblias anteriores al siglo X. Por increíble que parezca, todo lo había
recopilado un solo hombre, Abraham Fírkovich, un estudioso caraíta que en aquel tiempo tenía
más de 70 años. Pero ¿quiénes eran los caraítas?
Esta pregunta fue de gran interés para el zar. Rusia había extendido sus fronteras hasta
abarcar territorios anteriormente ocupados por otros países, por lo que el imperio contaba con
nuevos grupos étnicos. La pintoresca región de Crimea, a orillas del mar Negro, estaba habitada
por un pueblo que parecía judío, pero que tenía costumbres turcas y hablaba un idioma
emparentado con el tártaro. Estos caraítas decían ser descendientes de los judíos exiliados a
Babilonia tras la destrucción de Jerusalén en 607 antes de nuestra era. Sin embargo, a diferencia
de los judíos rabínicos, rechazaban el Talmud y recalcaban la lectura de las Escrituras. Los
caraítas de Crimea estaban deseosos de probar ante el zar que eran diferentes de los judíos
rabínicos, lo que les daría un estatus distinto. Con la presentación de manuscritos antiguos que
eran propiedad de los caraítas, esperaban demostrar que descendían de los judíos que habían
emigrado a Crimea tras el destierro en Babilonia.
Cuando Fírkovich emprendió su búsqueda de documentos y manuscritos antiguos, empezó con
las viviendas en los acantilados de Chufut-Kale, en Crimea. Durante generaciones, estas pequeñas
edificaciones construidas con rocas excavadas de los acantilados habían sido la morada y el lugar
de adoración de los caraítas. Este pueblo nunca destruía las copias gastadas de las Escrituras
donde apareciera el nombre divino, Jehová, por considerarlo un sacrilegio. Los manuscritos se
guardaban cuidadosamente en un pequeño almacén llamado guenizá, que en hebreo significa
“escondite”. En vista del profundo respeto que los caraítas le tenían al nombre divino, tales
pergaminos rara vez se tocaban.
Sin desanimarse por el polvo acumulado durante siglos, Fírkovich examinó con cuidado las
guenizás. En una encontró un manuscrito del año 916 de nuestra era. Este famoso manuscrito,
llamado Códice de Petersburgo de los Últimos Profetas, es una de las copias más antiguas que
existen de las Escrituras Hebreas.
Fírkovich acumuló una gran cantidad de manuscritos, y en 1859 decidió ofrecer su inmensa
colección a la Biblioteca Imperial. En 1862, Alejandro II ayudó a comprar la colección para la
biblioteca por la entonces enorme suma de 125.000 rublos. En aquel tiempo, el presupuesto de
toda la biblioteca no ascendía a más de 10.000 rublos al año. La compra incluyó el famoso Códice
A
de Leningrado (B 19 ), que data del año 1008 y es la copia completa más antigua del mundo de las
Escrituras Hebreas. Un estudioso comentó que es “probablemente el manuscrito de la Biblia más
importante, pues estableció el texto de la mayoría de las ediciones críticas modernas de la Biblia
hebrea” (véase el recuadro). Aquel mismo año, 1862, se editó el Códice Sinaítico de Tischendorf,
elogiado mundialmente.
Iluminación espiritual hoy día
La biblioteca, que se conoce hoy como la Biblioteca Nacional de Rusia, alberga una de las
colecciones más grandes de manuscritos antiguos de todo el planeta. Reflejando la historia de
Rusia, el nombre de la biblioteca se ha cambiado siete veces en el transcurso de dos siglos. Un
nombre bien conocido es el de Biblioteca Estatal Pública Saltikov-Shedrin. Aunque la biblioteca
no salió indemne del caos del siglo XX, los manuscritos sobrevivieron a ambas guerras mundiales
y al sitio de Leningrado. ¿Cómo nos benefician dichos manuscritos?
Los manuscritos antiguos han sido la base confiable para muchas traducciones modernas de la
Biblia. Permiten que las personas sinceras que buscan la verdad puedan disponer de una versión
clara de las Santas Escrituras. Los códices Sinaítico y de Leningrado han contribuido
considerablemente a la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, editada por los
testigos de Jehová y presentada al público de forma completa en inglés en 1961. Por ejemplo, la
Biblia Hebraica Stuttgartensia y la Biblia Hebraica de Kittel, utilizadas por el Comité de la
Traducción del Nuevo Mundo, se basan en el Códice de Leningrado y utilizan el Tetragrámaton, o
nombre divino, 6.828 veces en el texto original.
Relativamente pocos lectores de la Biblia son conscientes de la deuda que tienen con la
apacible biblioteca de San Petersburgo y sus manuscritos, algunos de los cuales llevan el anterior
nombre de la ciudad, Leningrado. No obstante, nuestra mayor deuda es con el Autor de la Biblia,
Jehová, la fuente de luz espiritual. Por eso, el salmista le suplicó: “Envía tu luz y tu verdad. Que
estas mismas me guíen” (Salmo 43:3).
[Notas]
También trajo consigo un ejemplar completo de las Escrituras Griegas Cristianas que data del siglo
IV de nuestra era.
Para más información sobre los caraítas, véase el artículo “Los caraítas y su búsqueda de la
verdad”, de La Atalaya del 15 de julio de 1995.
La mayor parte del Códice Sinaítico se vendió al Museo Británico. Solo quedan fragmentos en la
Biblioteca Nacional de Rusia.
[Recuadro de la página 13]
El nombre divino: conocido y utilizado
En su sabiduría, Jehová se ha encargado de que su Palabra, la Biblia, se conserve hasta
nuestros tiempos. El trabajo diligente de los escribas a lo largo de los siglos ha contribuido a su
conservación. Entre los más meticulosos figuran los masoretas, escribas hebreos profesionales,
cuya labor se extiende desde el siglo VI hasta el siglo X de nuestra era. El hebreo antiguo se
escribía sin vocales. Con el paso del tiempo, esto aumentó el peligro de que se perdiera la
pronunciación correcta a medida que el arameo reemplazaba al hebreo. Los masoretas idearon un
sistema de puntos vocálicos que se añaden al texto para indicar la pronunciación correcta de las
palabras hebreas.
Cabe mencionar que los puntos vocálicos de los masoretas que se hallan en el Códice de
Leningrado nos permiten saber la pronunciación del Tetragrámaton —las cuatro consonantes
hebreas que constituyen el nombre divino— como Yehwáh, Yehwíh y Yeho·wáh. Actualmente,
“Jehová” es la pronunciación más conocida. El nombre divino era un término vivo y usual para los
escritores bíblicos y para otras personas de la antigüedad. Hoy, el nombre de Dios es conocido y
utilizado por millones de personas que reconocen que ‘solo Jehová es el Altísimo sobre toda la
tierra’ (Salmo 83:18).

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w 01 15/FEB PAG. 6

¿Por qué deben interesarnos los Rollos del mar Muerto?

Antes del descubrimiento de los Rollos del mar Muerto, los manuscritos más antiguos
de las Escrituras Hebreas databan de los siglos IX y X E.C. Dado que el texto de las
Escrituras Hebreas se había terminado más de mil años antes, ¿se podía confiar en
que esos manuscritos transmitieran fielmente la Palabra de Dios? El profesor Julio
Trebolle Barrera, del equipo internacional de editores de los Rollos del mar Muerto,
declaró: “El Rollo de Isaías [de Qumrán] ofrecía la prueba irrefutable de que la
transmisión del texto bíblico a lo largo de más de mil años a manos de los copistas
judíos había sido sumamente fiel y cuidada”.

EL ROLLO al que se refiere el profesor Barrera contiene el libro completo de Isaías. Hasta la
fecha, entre los más de doscientos manuscritos bíblicos hallados en Qumrán se han identificado
porciones de todos los libros de las Escrituras Hebreas a excepción de Ester. Pero salvo el rollo de
Isaías, la mayoría son solo fragmentos que contienen menos de una décima parte de cada libro.
Los escritos bíblicos más populares en Qumrán eran los Salmos (36 copias), Deuteronomio (29
copias) e Isaías (21 copias), que son también los citados con mayor frecuencia en las Escrituras
Griegas Cristianas.
Aunque los rollos demuestran que la Biblia no ha sufrido alteraciones sustanciales, también
revelan que, hasta cierto grado, los judíos de la época del segundo templo empleaban distintas
versiones de los textos hebreos de la Biblia, cada una con sus propias variaciones. No todos los
rollos son idénticos al texto masorético en redacción y ortografía, algunos se aproximan más a la
Septuaginta griega. Anteriormente, los eruditos pensaban que las diferencias de la Septuaginta tal
vez se debían a errores o hasta invenciones deliberadas del traductor. Ahora, los rollos revelan que
muchas de esas discrepancias en realidad fueron provocadas por modificaciones en el texto
hebreo, lo cual quizá explique algunos casos en los que los cristianos primitivos citaron textos de
las Escrituras Hebreas sin usar las mismas palabras del texto masorético (Éxodo 1:5; Hechos
7:14).
Por tanto, este tesoro escondido de rollos y fragmentos bíblicos suministra una excelente base
para estudiar la transmisión del texto hebreo de la Biblia. Los Rollos del mar Muerto han
confirmado el valor para la comparación textual tanto de la Septuaginta como del Pentateuco
samaritano. Proporcionan una fuente adicional para que los traductores de la Biblia estudien
posibles enmiendas del texto masorético. En muchos casos, confirman la decisión adoptada por el
Comité de Traducción del Nuevo Mundo de volver a poner el nombre Jehová en los lugares donde
había sido suprimido del texto masorético.
Los rollos que exponen las reglas y creencias de la secta de Qumrán dejan muy claro que
no había una única forma de judaísmo en el tiempo de Jesús. Dicha secta tenía tradiciones que
diferían de las de los fariseos y saduceos, unas discrepancias que con toda probabilidad resultaron
en que sus miembros se retiraran al desierto. Estos creían erróneamente que en ellos se cumplía
Isaías 40:3, que habla sobre una voz en el desierto que hacía recto el camino de Jehová. Unos
cuantos fragmentos de los rollos se refieren al Mesías, cuya venida los autores consideraban
inminente. Este hecho es de particular interés debido al comentario de Lucas de que ‘el pueblo
estaba en expectación’ de la aparición del Mesías (Lucas 3:15).
Los Rollos del mar Muerto nos ayudan hasta cierto grado a entender el contexto de la vida de
Jesús durante el tiempo en que predicó. Suministran información comparativa para el estudio del
hebreo antiguo y el texto de la Biblia. No obstante, el contenido de muchos de ellos todavía
requiere un análisis más profundo, por lo que tal vez se comprendan aún mucho mejor en el futuro.
En efecto, el mayor hallazgo arqueológico del siglo XX sigue entusiasmando tanto a eruditos como
a estudiantes de la Biblia al adentrarnos en el siglo XXI.

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ba (folleto un libro para todo el mundo) PAG. 9

Se corrigen los errores de los copistas


Supongamos que se pidiera a 100 personas que copiaran a mano un documento extenso. Sin
lugar a dudas, por lo menos algunos copistas cometerían errores, aunque no todos incurrirían en
los mismos. Si se compararan minuciosamente las 100 copias, podrían aislarse los errores y
determinar el texto exacto del original aun sin haberlo visto.
Así mismo, no todos los copistas de la Biblia cometieron las mismas equivocaciones. Con los
miles de manuscritos bíblicos que ahora pueden someterse a análisis comparativo, los críticos
textuales han logrado aislar los errores, determinar el texto original y anotar las correcciones
precisas. El fruto de su estudio cuidadoso son los textos maestros en los idiomas originales. Estas
ediciones depuradas de los textos hebreo y griego recogen las palabras que, a juicio de la mayoría
de los expertos, formaron parte del texto original, y suelen incluir al pie de la página todas las
variantes o lecturas alternativas que hay en los manuscritos. Los traductores de la Biblia utilizan las
ediciones depuradas de los críticos textuales para traducir la Biblia a los idiomas actuales.
De modo que cuando leemos una versión moderna de la Biblia, tenemos fundadas razones
para confiar en que los textos hebreo y griego que toma como base reflejan con notable fidelidad
las palabras de los escritores originales de la Biblia. La historia de la supervivencia de la Biblia tras
haberse copiado a mano durante milenios es realmente extraordinaria. Por esa razón, sir Frederic
Kenyon, quien fue por mucho tiempo conservador del Museo Británico, dijo: “Hay que hacer
especial hincapié en la seguridad sustancial del texto de la Biblia. [...] No es posible decir lo mismo
10
de ningún otro libro antiguo del mundo”.
g 11/07 PAG. 13

Traducción
El segundo factor decisivo para que la Biblia llegara a ser el libro más conocido de todos es su
existencia en innumerables idiomas. Esto concuerda con el propósito de Dios de que todas las
naciones y lenguas lo conozcan y lo adoren “con espíritu y con verdad” (Juan 4:23, 24; Miqueas
4:2).
La primera traducción conocida de la Biblia hebrea fue la versión griega de los Setenta, o
Septuaginta. Realizada por judíos de lengua griega que vivían fuera de Palestina, quedó terminada
unos dos siglos antes del ministerio terrenal de Jesús. La Biblia entera, en especial las Escrituras
Griegas Cristianas, se vertió a muchos idiomas pocos siglos después de completada. Pero luego
surgieron reyes y hasta sacerdotes que en lugar de hacer todo lo que estuviera en su poder para
ponerla al alcance de la gente —como era su deber—, hicieron justo lo contrario: procuraron
mantener a sus rebaños sumidos en la oscuridad espiritual impidiendo la traducción de la Palabra
de Dios a las lenguas vulgares.
Desafiando a la Iglesia y el Estado, hombres valientes arriesgaron su vida para traducir la Biblia
en la lengua del pueblo. Por ejemplo, William Tyndale, un inglés formado en Oxford, produjo
en 1530 una edición del Pentateuco (los cinco primeros libros de las Escrituras Hebreas). Pese a la
enconada oposición de sus adversarios, fue el primero en verter la Biblia del hebreo directamente
al inglés y el primer traductor inglés en usar el nombre de Jehová. Digno de mención es también el
erudito español Casiodoro de Reina, quien vivió constantemente amenazado de muerte por sus
perseguidores católicos mientras preparaba una de las primeras Biblias en castellano. Para llevar a
cabo su obra, tuvo que viajar a Inglaterra, Francia, Holanda y Suiza.
La Biblia sigue traduciéndose a cada vez más idiomas, y aún se imprimen millones de
ejemplares. El hecho de que haya sobrevivido hasta convertirse en el libro de mayor circulación en
el mundo demuestra lo ciertas que son estas palabras inspiradas del apóstol Pedro: “La hierba se
marchita, y la flor se cae, pero el dicho de Jehová dura para siempre” (1 Pedro 1:24, 25).
[Nota]
La versión de Reina vio la luz en 1569 y fue revisada por Cipriano de Valera en 1602.

w 09 1/NOV PAG. 14

La Biblia, una historia de supervivencia

LA Biblia es el libro más difundido de la historia. De hecho, se calcula que se han producido
unos 4.800 millones de ejemplares. Para hacer una comparación, en el 2007 se editaron
64.600.000 biblias en todo el mundo, mientras que la novela más vendida ese año en Estados
Unidos tuvo una tirada inicial de 12.000.000 de ejemplares.
Con todo, a lo largo de los siglos, la Biblia se ha visto amenazada en numerosas ocasiones.
Sus enemigos la convirtieron en un libro prohibido, quemaron sus páginas en la hoguera y
persiguieron a muerte a quienes se arriesgaron a traducirla. No obstante, una de sus mayores
amenazas no fueron las agresiones directas, sino el lento pero inexorable proceso de
descomposición. ¿A qué nos referimos? Veamos.
Las Sagradas Escrituras son, en realidad, una colección de 66 libros. Los más antiguos fueron
escritos y recopilados hace más de tres mil años por diversos miembros del pueblo de Israel. Tanto
los escritores originales como las personas que luego copiaron el mensaje divino utilizaron
materiales perecederos, como el papiro y la piel de animales. Hasta ahora no se ha encontrado
ningún manuscrito bíblico original. Sin embargo, sí existen miles de antiquísimos documentos que
reproducen secciones más o menos extensas de los libros de la Biblia. Uno de esos documentos,
que contiene un fragmento del Evangelio de Juan, fue realizado solo un par de décadas después
de que el propio apóstol redactara el original.
Ahora bien, ¿por qué es tan destacable que las copias de la Biblia hayan sobrevivido hasta
nuestros días? ¿Y cómo sabemos que las Biblias modernas mantienen intacto el mensaje de los
escritos originales? Analicemos estas cuestiones.
Qué les ocurrió a otros documentos antiguos
Cuando analizamos lo que les ha sucedido a los escritos de otras naciones de la misma época,
resulta aún más extraordinario que la Biblia haya sobrevivido al paso del tiempo. Tomemos por
caso a los fenicios, una nación de marineros y comerciantes que vivieron cerca de los israelitas en
el primer milenio antes de nuestra era. Este pueblo, conocido por difundir su alfabeto en la zona
mediterránea, mantuvo un importante y lucrativo comercio de papiro con Egipto y el mundo griego.
Con respecto a los escritos fenicios, la revista National Geographic en Español hizo el siguiente
comentario: “Su escritura, plasmada principalmente en frágil papiro, se desintegró, por lo que ahora
conocemos a los fenicios en gran medida gracias a los tendenciosos informes de sus enemigos.
Aunque se sabe que los fenicios tenían una literatura floreciente, ésta se perdió totalmente [con el]
paso de los siglos”.
¿Y qué hay del antiguo Egipto? Casi todo el mundo ha oído que los egipcios grababan o
pintaban sus jeroglíficos en los muros de los templos y en muchos otros lugares. Pero también se
destacaron por utilizar el papiro como material de escritura; de hecho, fueron los primeros en
emplearlo. Ahora bien, ¿qué ha sucedido con estos escritos? El egiptólogo K. A. Kitchen informa:
“Se calcula que se ha perdido el 99% de los papiros realizados desde cerca del año 3000 hasta la
época grecorromana”.
Hablemos ahora de los documentos escritos en papiro por los romanos. Según cierta obra,
parece ser que los soldados romanos recibían tres pagas al año, y estas quedaban registradas en
unos comprobantes hechos de papiro (Roman Military Records on Papyrus [Registros militares
romanos en papiro]). Pues bien, se calcula que en los trescientos años que transcurrieron desde el
ascenso del emperador Augusto (año 27 antes de nuestra era) hasta el fin del mandato de
Diocleciano (año 305 de nuestra era) se extendieron unos 225 millones de estos comprobantes de
pago. ¿Y cuántos se han encontrado que sean legibles? ¡Solo dos!
Pero ¿por qué han sobrevivido tan pocos documentos de estas antiguas civilizaciones? Porque
materiales como el papiro y el cuero son perecederos y soportan muy mal la humedad. Cierto
diccionario bíblico explica: “Debido al clima, para que un documento en papiro de este período [el
primer milenio antes de nuestra era] pudiera sobrevivir, tendría que encontrarse en un desierto,
dentro de una cueva o un refugio” (The Anchor Bible Dictionary).
Por qué sobrevivieron los manuscritos bíblicos
Los libros bíblicos originales fueron escritos en materiales tan frágiles como los que usaban los
fenicios, los egipcios y los romanos. Entonces, ¿cómo es posible que el mensaje divino haya
sobrevivido hasta nuestros días? Una de las razones es que los escritos originales fueron
reproducidos una y otra vez. Como indica el profesor James L. Kugel, “se copiaron muchísimas
veces, incluso durante el mismo período en que se escribió la Biblia”.
Ahora bien, ¿podemos confiar en que las traducciones modernas de la Biblia transmiten
fielmente el mensaje original? El profesor Julio Trebolle Barrera, miembro del equipo de expertos
que ha estudiado y publicado los Rollos del mar Muerto, señala: “La transmisión del texto de la
Biblia hebrea es de un rigor extraordinario, sin parangón en la literatura clásica grecorromana”. Por
su parte, el prestigioso biblista Frederick F. Bruce indica: “La evidencia existente de los escritos del
Nuevo Testamento es [...] mayor que la que existe de muchos autores clásicos, la autenticidad de
quienes nadie sueña en poner en tela de juicio”. Y añade: “Si el Nuevo Testamento fuera una
colección de escritos seculares, su autenticidad sería aceptada generalmente sin sombras de
dudas de ninguna especie”. Como hemos visto, la Biblia es un libro fuera de lo común. ¿Verdad
que vale la pena esforzarse por leerla todos los días? (1 Pedro 1:24, 25.)
PAG. 13 nwt-E PAG.1729; Rbi8 PAG. 6
Rbi8 PAG. 6

Introducción

LA Santa Biblia es una revelación escrita que el Señor Soberano Jehová ha provisto para toda
la gente de esta tierra. El interés en este libro inspirado es universal, por las buenas noticias que
contiene respecto a un Reino Mesiánico que es obra de Dios y que establecerá paz y justicia para
siempre en una tierra unida, en condiciones paradisíacas. Este libro muestra que Dios
amorosamente ha suministrado una provisión legal para redimir de la muerte al mundo de la
humanidad caída: el sacrificio de rescate de su Hijo Jesucristo. (Juan 3:16.)
Como es propio, a la Biblia completa se le ha llamado la Biblioteca Divina (lat.: Bibliotheca
Divina), pues la componen 66 libros oficialmente catalogados (canónicos) que se aceptan como la
guía inspirada que sirve para determinar la verdad. Aunque muchos dividen las dos secciones
principales de la Biblia en “El Antiguo Testamento” y “El Nuevo Testamento”, nosotros
denominamos las Escrituras Hebreas a los primeros 39 libros, y las Escrituras Griegas Cristianas a
los restantes 27, basando nuestra decisión en las lenguas originales más bien que en una
supuesta división en “Testamentos (Pactos)”. (Véase “Toda Escritura es inspirada de Dios y
provechosa” [si-S], páginas 298-303, y Ap. [Apéndice] 7E.)
Esta edición revisada de 1987 de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras
(traducida de la edición de 1984 en inglés) amplía abundantemente el conocimiento exacto de la
Biblia mediante varias características que la distinguen: las referencias (remisiones) marginales, un
extenso aparato de notas, una concordancia (Índice de palabras bíblicas) y un apéndice. La
computadorización moderna ha contribuido en gran manera a la preparación de estas
características.
LENGUAS DE LA BIBLIOTECA DIVINA
La Biblia fue escrita originalmente en hebreo, arameo (lengua afín al hebreo) y griego común
(koi·né). Puesto que hoy día relativamente pocas personas entienden esos idiomas, se ha hecho
necesario traducir la Santa Biblia a idiomas modernos para presentar su mensaje dador de vida a
la gente de todas las naciones.
TEXTO HEBREO: El texto hebreo masorético que se empleó para preparar el texto en inglés de la
porción de las Escrituras Hebreas de la Traducción del Nuevo Mundo fue el Códice de Leningrado
A
B 19 (de U.R.S.S.), según se presenta en la Biblia Hebraica de R. Kittel (BHK), ediciones séptima,
octava y novena (1951-1955). Se empleó una actualización de esta obra, conocida por el nombre
de Biblia Hebraica Stuttgartensia (BHS), edición de 1977, para preparar el aparato de notas de la
edición de 1984 en inglés. Las palabras en cursiva con la designación “heb.” se han transliterado
de BHS.
Ciertas porciones de la Biblia Hebrea realmente están en lengua aramea, pero escritas en
caracteres hebreos. Las transliteraciones de estas porciones están precedidas por el símbolo
“aram”. Se han indicado otras versiones arameas por sus respectivos símbolos.
TEXTO GRIEGO: El texto griego básico que se empleó en la preparación del texto en inglés de la
porción de las Escrituras Griegas Cristianas de la Traducción del Nuevo Mundo fue The New
Testament in the Original Greek, de Westcott y Hort (publicado originalmente en 1881). También se
tomaron en cuenta los textos griegos de Bover, Merk, UBS, Nestle-Aland y otros. Las
transliteraciones del griego que aparecen en la porción de las Escrituras Griegas Cristianas de la
Biblia, identificadas con la abreviatura “gr.”, se basan en el texto de Westcott y Hort, según se ha
reproducido en The Kingdom Interlinear Translation of the Greek Scriptures (1985). En las
Escrituras Hebreas “gr.” se refiere a transliteraciones de la Septuaginta griega (LXX), de A. Rahlfs,
Deutsche Bibelgesellschaft, Stuttgart, 1935. Otras fuentes griegas están indicadas por sus
respectivos símbolos.
TEXTO SIRÍACO: “Sir.” indica palabras transliteradas de la Peshitta siríaca (Sy), S. Lee, edición de
1826, reimpresa por United Bible Societies, 1979. Otras versiones siríacas se indican por sus
respectivos símbolos.
TEXTO LATINO: La edición de la Vulgata latina (Vg) que se ha usado es la Biblia Sacra, Iuxta
Vulgatam Versionem, Württembergische Bibelanstalt, Stuttgart, 1975. Con “lat.” se señalan las
palabras procedentes de ese texto. Se indican otras versiones latinas por sus respectivos
símbolos.

PAG. 13 nwt-E PAG.1729; Rbi8 PAG. 6


Rbi8 PAG. 6

Introducción

LA Santa Biblia es una revelación escrita que el Señor Soberano Jehová ha provisto para toda
la gente de esta tierra. El interés en este libro inspirado es universal, por las buenas noticias que
contiene respecto a un Reino Mesiánico que es obra de Dios y que establecerá paz y justicia para
siempre en una tierra unida, en condiciones paradisíacas. Este libro muestra que Dios
amorosamente ha suministrado una provisión legal para redimir de la muerte al mundo de la
humanidad caída: el sacrificio de rescate de su Hijo Jesucristo. (Juan 3:16.)
Como es propio, a la Biblia completa se le ha llamado la Biblioteca Divina (lat.: Bibliotheca
Divina), pues la componen 66 libros oficialmente catalogados (canónicos) que se aceptan como la
guía inspirada que sirve para determinar la verdad. Aunque muchos dividen las dos secciones
principales de la Biblia en “El Antiguo Testamento” y “El Nuevo Testamento”, nosotros
denominamos las Escrituras Hebreas a los primeros 39 libros, y las Escrituras Griegas Cristianas a
los restantes 27, basando nuestra decisión en las lenguas originales más bien que en una
supuesta división en “Testamentos (Pactos)”. (Véase “Toda Escritura es inspirada de Dios y
provechosa” [si-S], páginas 298-303, y Ap. [Apéndice] 7E.)
Esta edición revisada de 1987 de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras
(traducida de la edición de 1984 en inglés) amplía abundantemente el conocimiento exacto de la
Biblia mediante varias características que la distinguen: las referencias (remisiones) marginales, un
extenso aparato de notas, una concordancia (Índice de palabras bíblicas) y un apéndice. La
computadorización moderna ha contribuido en gran manera a la preparación de estas
características.
LENGUAS DE LA BIBLIOTECA DIVINA
La Biblia fue escrita originalmente en hebreo, arameo (lengua afín al hebreo) y griego común
(koi·né). Puesto que hoy día relativamente pocas personas entienden esos idiomas, se ha hecho
necesario traducir la Santa Biblia a idiomas modernos para presentar su mensaje dador de vida a
la gente de todas las naciones.
TEXTO HEBREO: El texto hebreo masorético que se empleó para preparar el texto en inglés de la
porción de las Escrituras Hebreas de la Traducción del Nuevo Mundo fue el Códice de Leningrado
A
B 19 (de U.R.S.S.), según se presenta en la Biblia Hebraica de R. Kittel (BHK), ediciones séptima,
octava y novena (1951-1955). Se empleó una actualización de esta obra, conocida por el nombre
de Biblia Hebraica Stuttgartensia (BHS), edición de 1977, para preparar el aparato de notas de la
edición de 1984 en inglés. Las palabras en cursiva con la designación “heb.” se han transliterado
de BHS.
Ciertas porciones de la Biblia Hebrea realmente están en lengua aramea, pero escritas en
caracteres hebreos. Las transliteraciones de estas porciones están precedidas por el símbolo
“aram”. Se han indicado otras versiones arameas por sus respectivos símbolos.
TEXTO GRIEGO: El texto griego básico que se empleó en la preparación del texto en inglés de la
porción de las Escrituras Griegas Cristianas de la Traducción del Nuevo Mundo fue The New
Testament in the Original Greek, de Westcott y Hort (publicado originalmente en 1881). También se
tomaron en cuenta los textos griegos de Bover, Merk, UBS, Nestle-Aland y otros. Las
transliteraciones del griego que aparecen en la porción de las Escrituras Griegas Cristianas de la
Biblia, identificadas con la abreviatura “gr.”, se basan en el texto de Westcott y Hort, según se ha
reproducido en The Kingdom Interlinear Translation of the Greek Scriptures (1985). En las
Escrituras Hebreas “gr.” se refiere a transliteraciones de la Septuaginta griega (LXX), de A. Rahlfs,
Deutsche Bibelgesellschaft, Stuttgart, 1935. Otras fuentes griegas están indicadas por sus
respectivos símbolos.
TEXTO SIRÍACO: “Sir.” indica palabras transliteradas de la Peshitta siríaca (Sy), S. Lee, edición de
1826, reimpresa por United Bible Societies, 1979. Otras versiones siríacas se indican por sus
respectivos símbolos.
TEXTO LATINO: La edición de la Vulgata latina (Vg) que se ha usado es la Biblia Sacra, Iuxta
Vulgatam Versionem, Württembergische Bibelanstalt, Stuttgart, 1975. Con “lat.” se señalan las
palabras procedentes de ese texto. Se indican otras versiones latinas por sus respectivos
símbolos.

EL NOMBRE DE DIOS EN LAS ESCRITURAS HEBREOARAMEAS

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El nombre de Dios en las Escrituras Hebreoarameas

En las Escrituras Hebreoarameas (también llamadas Antiguo Testamento), el nombre de Dios


aparece casi 7.000 veces representado conlos símbolos ‫ הוהי‬. Estos símbolos son cuatro
consonantes hebreas, y se conocen como el Tetragrámaton. En la Traducción del Nuevo
Mundo, estas cuatro letras se traducen “Jehová”. Este es, por mucho, el nombre que más veces
aparece en la Biblia. Es cierto que los escritores de la Biblia se refirieron a Dios usando muchos
títulos y calificativos, como Todopoderoso, Altísimo y Señor. Sin embargo, el único nombre propio
que usaron para Dios es el Tetragrámaton.

Fue Jehová mismo quien hizo que los escritores bíblicos usaran su nombre. Por ejemplo, hizo que
el profeta Joel escribiera: “Todo el que invoque el nombre de Jehová escapará salvo”, y que un
salmista dijera: “Que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre
toda la tierra” (Joel 2:32; Salmo 83:18). Es más, su nombre aparece unas 700 veces en los
Salmos, un libro con canciones y poemas que sus siervos cantaban o recitaban. Entonces, ¿por
qué muchas versiones de la Biblia no tienen este nombre? Y ¿por qué emplea la Traducción del
Nuevo Mundo la forma Jehová? ¿Qué significa dicho nombre?

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El nombre de Dios en las Escrituras Hebreoarameas
En las Escrituras Hebreoarameas (también llamadas Antiguo Testamento), el nombre de Dios
aparece casi 7.000 veces representado con
los símbolos ‫ הוהי‬. Estos símbolos son cuatro consonantes hebreas, y se conocen como el
Tetragrámaton. En la Traducción del Nuevo
Mundo, estas cuatro letras se traducen “Jehová”. Este es, por mucho, el nombre que más veces
aparece en la Biblia. Es cierto que los
escritores de la Biblia se refirieron a Dios usando muchos títulos y calificativos, como
Todopoderoso, Altísimo y Señor. Sin embargo, el
único nombre propio que usaron para Dios es el Tetragrámaton.

Fue Jehová mismo quien hizo que los escritores bíblicos usaran su nombre. Por ejemplo, hizo que
el profeta Joel escribiera: “Todo el que
invoque el nombre de Jehová escapará salvo”, y que un salmista dijera: “Que la gente sepa que tú,
cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el
Altísimo sobre toda la tierra” (Joel 2:32; Salmo 83:18). Es más, su nombre aparece unas 700 veces
en los Salmos, un libro con canciones y
poemas que sus siervos cantaban o recitaban. Entonces, ¿por qué muchas versiones de la Biblia
no tienen este nombre? Y ¿por qué
emplea la Traducción del Nuevo Mundo la forma Jehová? ¿Qué significa dicho nombre?

¿Por qué muchas versiones de la Biblia no tienen el nombre de Dios? Por varias razones. 1) Hay
quienes piensan que el
Todopoderoso no necesita un nombre exclusivo. 2) Otros por lo visto se han dejado influir por la
tradición judía de no usar el nombre de Dios,
quizás por miedo a profanarlo. 3) Y otros creen que como no tenemos manera de saber cómo se
pronunciaba exactamente, es mejor usar
solo títulos como Señor o Dios. Pero ninguna de estas razones es válida. Veamos por qué.

• Primero, quienes afirman que Dios no necesita un nombre exclusivo no toman en cuenta que se
han hallado manuscritos antiguos de las
Escrituras —algunos anteriores a Cristo— que contienen el nombre de Dios. Como indicamos
antes, fue Dios mismo quien hizo que su
nombre se incluyera unas 7.000 veces en su Palabra. Así que está claro que él quiere que
conozcamos su nombre y lo usemos.

• Segundo, los traductores de la Biblia que eliminan el nombre de Dios por influencia de la tradición
judía no toman en cuenta un factor clave.
Aunque algunos copistas judíos se negaban a pronunciar el nombre, sí lo incluían al hacer copias
de la Biblia. Cerca del mar Muerto, en
Qumrán, se han hallado rollos muy antiguos que contienen el nombre de Dios en muchos pasajes.
Algunos traductores que lo eliminaron lo
han sustituido por el título SEÑOR con mayúsculas para indicar en qué lugares aparecía en el texto
original. Pero si saben que el nombre de
Dios aparece miles de veces en la Biblia, ¿por qué lo cambian o eliminan? ¿Quién creen que les
ha dado autoridad para tomarse esa
libertad?

• Y tercero, los que afirman que no hay que usar el nombre de Dios porque se desconoce su
pronunciación exacta sí usan el nombre de
Jesús. Pero en realidad, hoy casi nadie pronuncia el nombre de Jesús como en el siglo primero.
Los cristianos de habla hebrea
probablemente decían “Yeshúa”. Y el título Cristo (o Mesías) era “Maschíaj”. Los cristianos de
habla griega lo llamaban “Iēsóus Kjristós”, y
los de habla latina, “Iesus Christus”. Por inspiración divina, los escritores de la Biblia usaron su
nombre traducido al griego. No intentaron
mantener la pronunciación original hebrea, sino que emplearon la forma del nombre que la gente
usaba comúnmente en su idioma. Algo
similar pasa con el nombre de Dios: el Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo ha visto
razonable usar la forma Jehová aunque
ese no sea exactamente el modo como se decía en hebreo antiguo.

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¿Por qué emplea la Traducción del Nuevo Mundo la forma Jehová? En español, las cuatro letras
del Tetragrámaton ( ‫ ) הוהי‬se
corresponden con las consonantes YHWH (también pueden ser YHVH o JHVH). ¿Y por qué no hay
vocales? Porque en hebreo antiguo solo
se escribían las consonantes. Entonces, ¿cómo sabía la gente qué vocales usar al leer las
palabras? Sabían cómo leerlas porque las
usaban en la vida diaria.

Unos mil años después de que se terminaron las Escrituras Hebreoarameas, los expertos judíos
crearon un sistema para ayudar a leer las palabras en hebreo. Este sistema consistía en añadir
unos puntos, o signos, para indicar qué vocales usar en cada palabra. Sin embargo, en esa época
muchos judíos se dejaban llevar por la creencia supersticiosa de que pronunciar el nombre de Dios
estaba mal, y por eso lo sustituían con otras expresiones. Al parecer, cuando copiaban el
Tetragrámaton, le ponían las vocales de esas otras expresiones a las cuatro consonantes del
nombre divino. Así que los manuscritos que contienen esos puntos no sirven para saber cómo se
pronunciaba originalmente el nombre de Dios en hebreo. Hay quienes opinan que se pronunciaba
“Yahweh” (o “Yahvé”), mientras que otros sugieren otras posibilidades. En los Rollos del mar
Muerto hay un fragmento de Levítico en griego en el que aparece el nombre de Dios transliterado
“Iao”. Otros escritores griegos de tiempos antiguos también proponen las pronunciaciones “Iaé”,
“Iabé” o “Iaoué”. En definitiva, no sabemos cómo se pronunciaba en tiempos bíblicos el nombre de
Dios en hebreo, así que no podemos ser tajantes (Génesis 13:4; Éxodo 3:15). Lo que sísabemos
es que Dios lo usó muchas veces al dirigirse a sus siervos y que ellos lo usaban al orarle y al
hablar con otras personas (Éxodo
6:2; 1 Reyes 8:23; Salmo 99:9).

Entonces, ¿por qué emplea la Traducción del Nuevo Mundo la forma Jehová? Como veremos a
continuación, porque esta forma lleva siglos usándose en español.

La primera traducción bíblica al español que contiene el nombre de Dios es la de los Salmos de
Juan de Valdés, de alrededor de 1537. Lo usa en la forma Iehova. A medida que el idioma fue
cambiando, también fue cambiando la forma de escribir el nombre de Dios. Porejemplo, la
traducción de los Salmos de Bernardino de Rebolledo, de 1661, usa la forma Jehova. La Biblia de
Scío de San Miguel, de 1791, usa la forma Iehováh en las notas. La versión Torres Amat de 1824
usa la forma Jehovah, y la Reina-Valera de 1862, la forma Jehová. En otros idiomas también se
han empleado durante siglos formas similares del nombre de Dios. Por ejemplo, la traducción del
Pentateuco de William Tyndale, de 1530, usa la forma Iehouah. Esta es la primera Biblia en inglés
que contiene una traducción del nombre de Dios.

En la obra en inglés Studies in the Psalms (Estudios de los Salmos), publicada en 1911, el
respetado biblista Joseph Bryant Rotherham empleó la forma inglesa Jehovah en lugar de Yahweh
porque la consideraba una “forma del nombre más familiar —y al mismo tiempo perfectamente
aceptable— para los lectores de la Biblia en general”. Además, en 1930, el experto en hebreo
Alexander Kirkpatrick dio una explicación parecida respecto al uso de la forma inglesa Jehovah:
“Muchos gramáticos de la actualidad sostienen que debería leerse ‘Yahveh’ o ‘Yahaveh’; pero
parece que JEHOVAH está firmemente arraigado en la lengua inglesa, y lo que realmente importa
no es la pronunciación exacta, sino reconocer que es un Nombre Propio, y no un simple título
apelativo, como Señor”. En español, el Diccionario Manual Bíblico da una idea similar al explicar
que “Jehová es la forma que ha quedado consagrada por el uso” en algunas de las Biblias más
reconocidas.

¿Qué significa el nombre Jehová? En hebreo, el nombre Jehová proviene de un verbo que significa
“llegar a ser”. Algunos expertos opinan
que en este caso el verbo está en forma causativa. Esto normalmente significa que el sujeto hace
que algo o alguien realice la acción del
verbo. Por eso, el Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo considera que el nombre de
Dios significa “Él Hace que Llegue a Ser”.
Los expertos sostienen distintas posturas, así que no podemos ser categóricos sobre este
significado. No obstante, esta definición encaja
con el hecho de que Jehová creó todas las cosas y de que cumple todo lo que se propone. ¿Por
qué? Porque él no solo hizo que el universo
y todos los seres inteligentes llegaran a existir, sino que pase lo que pase, siempre hace que su
voluntad y propósito llegue a ser una
realidad.

¿Y qué hay de la expresión que aparece en Éxodo 3:14? Ahí Dios se refiere a sí mismo de esta
manera: “Yo resultaré ser lo que resultaré
ser” (o, según la nota, “Yo Llegaré a Ser lo que yo quiera”). Dicha expresión emplea un verbo
hebreo relacionado con el verbo del que
proviene el nombre de Dios. Pero estas palabras no definen por completo el nombre de Dios. En
realidad revelan solo una parte de su
personalidad: que él llega a ser lo que haga falta en cada circunstancia para así lograr que se
cumpla lo que se propone. Ahora bien, el
nombre de Dios no solo significa que él mismo llega a ser lo que sea necesario para cumplir su
propósito. También significa que él hace que
su creación haga o llegue a ser lo que sea necesario para cumplirlo.

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¿Qué significa el nombre Jehová? En hebreo, el nombre Jehová proviene de un verbo que significa
“llegar a ser”. Algunos expertos opinan
que en este caso el verbo está en forma causativa. Esto normalmente significa que el sujeto hace
que algo o alguien realice la acción del
verbo. Por eso, el Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo considera que el nombre de
Dios significa “Él Hace que Llegue a Ser”.
Los expertos sostienen distintas posturas, así que no podemos ser categóricos sobre este
significado. No obstante, esta definición encaja
con el hecho de que Jehová creó todas las cosas y de que cumple todo lo que se propone. ¿Por
qué? Porque él no solo hizo que el universo
y todos los seres inteligentes llegaran a existir, sino que pase lo que pase, siempre hace que su
voluntad y propósito llegue a ser una
realidad.
¿Y qué hay de la expresión que aparece en Éxodo 3:14? Ahí Dios se refiere a sí mismo de esta
manera: “Yo resultaré ser lo que resultaré
ser” (o, según la nota, “Yo Llegaré a Ser lo que yo quiera”). Dicha expresión emplea un verbo
hebreo relacionado con el verbo del que
proviene el nombre de Dios. Pero estas palabras no definen por completo el nombre de Dios. En
realidad revelan solo una parte de su
personalidad: que él llega a ser lo que haga falta en cada circunstancia para así lograr que se
cumpla lo que se propone. Ahora bien, el
nombre de Dios no solo significa que él mismo llega a ser lo que sea necesario para cumplir su
propósito. También significa que él hace que
su creación haga o llegue a ser lo que sea necesario para cumplirlo.

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¿Qué significa el nombre Jehová? En hebreo, el nombre Jehová proviene de un verbo que significa
“llegar a ser”. Algunos expertos opinan que en este caso el verbo está en forma causativa. Esto
normalmente significa que el sujeto hace que algo o alguien realice la acción del verbo. Por eso, el
Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo considera que el nombre de Dios significa “Él
Hace que Llegue a Ser”. Los expertos sostienen distintas posturas, así que no podemos ser
categóricos sobre este significado. No obstante, esta definición encaja con el hecho de que Jehová
creó todas las cosas y de que cumple todo lo que se propone. ¿Por qué? Porque él no solo hizo
que el universo y todos los seres inteligentes llegaran a existir, sino que pase lo que pase, siempre
hace que su voluntad y propósito llegue a ser una realidad.

¿Y qué hay de la expresión que aparece en Éxodo 3:14? Ahí Dios se refiere a sí mismo de esta
manera: “Yo resultaré ser lo que resultaré ser” (o, según la nota, “Yo Llegaré a Ser lo que yo
quiera”). Dicha expresión emplea un verbo hebreo relacionado con el verbo del que
proviene el nombre de Dios. Pero estas palabras no definen por completo el nombre de Dios. En
realidad revelan solo una parte de su personalidad: que él llega a ser lo que haga falta en cada
circunstancia para así lograr que se cumpla lo que se propone. Ahora bien, el nombre de Dios no
solo significa que él mismo llega a ser lo que sea necesario para cumplir su propósito. También
significa que él hace que su creación haga o llegue a ser lo que sea necesario para cumplirlo.

EL NOMBRE DE DIOS EN LAS ESCRITURAS GRIEGAS CRISTIANAS

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El nombre de Dios en las Escrituras Griegas Cristianas

Los expertos reconocen que el nombre de Dios aparece casi 7.000 veces representado con las
cuatro letras del Tetragrámaton ( ‫ ) הוהי‬en eltexto original de las Escrituras Hebreoarameas
(también conocidas como Antiguo Testamento). Sin embargo, muchos dicen que no aparecía
en el texto original de las Escrituras Griegas Cristianas (llamadas también Nuevo Testamento). Por
eso, la mayoría de las versiones bíblicas actuales no incluyen el nombre Jehová en esa sección de
la Biblia. Incluso cuando el Nuevo Testamento contiene alguna cita del Antiguo Testamento en la
que está el Tetragrámaton, la mayoría de los traductores usan el título Señor en lugar del nombre
de Dios.

No obstante, la Traducción del Nuevo Mundo no hace eso. En total, emplea 237 veces el nombre
Jehová en las Escrituras Griegas Cristianas. ¿En qué se basaron los traductores? En estos dos
hechos: 1) Los manuscritos griegos con los que contamos hoy no son los originales. De las miles
de copias que existen, la mayoría se hicieron como mínimo doscientos años después que los
originales. 2) Para esa época, los copistas cambiaban el Tetragrámaton por el término Kýrios —
que en griego significa “Señor”— o hacían copias de manuscritos donde ya se había hecho ese
cambio.

El Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo consideró que había pruebas sólidas de
que el Tetragrámaton aparecía en los manuscritos griegos originales. A continuación se detallan
esas pruebas:

• En los días de Jesús y sus apóstoles, los manuscritos de las Escrituras Hebreoarameas
contenían el Tetragrámaton en todos los lugares donde aparecía originalmente. Este hecho, que ya
en el pasado casi nadie cuestionaba, quedó totalmente confirmado cuando en la región de Qumrán
se encontraron manuscritos de las Escrituras Hebreoarameas que datan del primer siglo.

• En los días de Jesús y sus apóstoles, las traducciones al griego de las Escrituras Hebreoarameas
también contenían el Tetragrámaton. Durante siglos, los expertos pensaron que el Tetragrámaton
no aparecía en los manuscritos de la Septuaginta, una traducción al griego del Antiguo
Testamento. Pero a mediados del siglo XX se descubrieron unos fragmentos muy antiguos de la
Septuaginta que existía en los días de Jesús. Dichos fragmentos contienen el nombre de Dios en
letras hebreas. Eso demostró que en la época de Jesús sí aparecía el nombre divino en las
traducciones al griego de las Escrituras. Ahora bien, los principales manuscritos de la Septuaginta
— como el Códice Vaticano o el Códice Sinaítico—, que son del siglo cuarto, no incluyen el
nombre de Dios en los libros bíblicos de Génesis a Malaquías (donde sí aparecía en manuscritos
anteriores). Por eso, no es de extrañar que en los manuscritos de esa época el nombre de
Dios tampoco aparezca en el Nuevo Testamento, es decir, la parte de la Biblia que se escribió
originalmente en griego.

• Las mismas Escrituras Griegas Cristianas revelan que a menudo Jesús hizo referencia al nombre
de Dios y que lo dio a conocer. Jesús dijo en una oración a su Padre: “He puesto tu nombre de
manifiesto a los hombres que me diste del mundo”. Y añadió: “Les he dado a conocer tu nombre, y
lo daré a conocer” (Juan 17:6, 11, 12, 26).

• En vista de que las Escrituras Griegas Cristianas son una continuación inspirada por Dios de las
Escrituras Hebreoarameas, no parece lógico que de pronto desaparezca su nombre del texto. A
mediados del primer siglo, el discípulo Santiago les dijo a los ancianos de Jerusalén: “Symeón ha
contado cabalmente cómo Dios por primera vez dirigió su atención a las naciones para sacar de
entre ellas un pueblo para su nombre” (Hechos 15:14). Si en el siglo primero nadie conocía o
usaba el nombre de Dios, ¿qué sentido habría tenido que Santiago hiciera esta afirmación?

• En las Escrituras Griegas Cristianas aparece la forma abreviada del nombre de Dios. El nombre
de Dios está presente en la palabra aleluya, que aparece en muchas Biblias en Revelación
(Apocalipsis) 19:1, 3, 4, 6. Esta palabra procede de una expresión hebrea que literalmente significa
“alaben a Jah”. Pues bien, “Jah” es la contracción del nombre Jehová. Además, muchos nombres
que aparecen en las Escrituras Griegas Cristianas se derivan del nombre de Dios. De hecho,
según explican diversas obras, el nombre de Jesús significa “Jehová Es Salvación”.
• Existen antiguas obras judías que muestran que los cristianos de origen judío usaban el nombre
de Dios en sus escritos. La Tosefta —una colección escrita de leyes orales realizada en torno al
año 300— les daba a los judíos las siguientes instrucciones sobre qué hacer con los escritos
cristianos si había un incendio en día de sábado: “[Los Evangelios] y los libros de los sectarios
[probablemente judeocristianos] no deben salvarse de las llamas; se dejan [para] que se quemen
en su sitio, ellos y el nombre de Dios que contengan”. Según la misma obra, el rabí Iosí el Galileo,
de principios del siglo segundo, explicó qué hacer con los escritos cristianos si ocurría un incendio
en cualquier otro día de la semana: “Se recortan los nombres de Dios que contengan y se
sepultan, quemándose el resto”.

• Algunos biblistas reconocen que es probable que el nombre de Dios apareciera en los pasajes de
las Escrituras Griegas Cristianas que contienen citas de las Escrituras Hebreoarameas. La obra
The Anchor Bible Dictionary, bajo el encabezamiento “El Tetragrámaton en el Nuevo Testamento”,
hace este interesante comentario: “Hay indicaciones de que el Nuevo Testamento incluía
originalmente el Tetragrámaton —el Nombre Divino, Yahweh— en algunas o en todas las citas que
hacía del Antiguo Testamento”. Y el erudito George Howard indica: “Puesto que el Tetragrámaton
todavía se escribía en las copias de la Biblia en griego [la Septuaginta], que constituía las
Escrituras de los cristianos en el siglo primero, es razonable creer que los escritores del Nuevo
Testamento, al citar de la Escritura, conservaran el Tetragrámaton en el texto bíblico”.

• Reconocidos traductores de la Biblia han usado el nombre de Dios en sus traducciones de las
Escrituras Griegas Cristianas. Veamos varios ejemplos de esos traductores, algunos de los cuales
publicaron sus obras mucho antes de que la Traducción del Nuevo Mundo existiera: en alemán,
Dominikus von Brentano (Die heilige Schrift des neuen Testaments, 1791); en francés, André
Chouraqui (Bible de Chouraqui, 1985); en inglés, Benjamin Wilson (The Emphatic Diaglott, 1864), y
en portugués, Manuel Fernandes de Santanna (O Evangelho Segundo S. Mattheus, 1909). En
español, Pablo Besson usó el nombre Jehová en Lucas 2:15 y en Judas 14 (El Nuevo
Testamento, 1919). También lo incluyó en unas cien notas para indicar dónde probablemente
aparecía en el texto original. Además, existen al menos seis versiones posteriores de las Escrituras
Griegas Cristianas que emplean el nombre de Dios en las formas Yahvé, Yahweh y
YHWH. Entre ellas están Evangelio: mensaje de felicidad (1969) y Los Hechos, las Cartas y el
Apocalipsis (1973), ambas de Hermenegildo Zanuso, y la Biblia Peshitta en Español (2006), del
Instituto Cultural Álef y Tau.

• Existen traducciones de la Biblia en más de 100 lenguas que contienen el nombre de Dios en las
Escrituras Griegas Cristianas. Muchos idiomas de África, América, Asia, Europa y las islas del
Pacífico emplean el nombre de Dios con frecuencia (vea la lista de las páginas 12 y 13). Quienes
tradujeron las Escrituras Griegas Cristianas a esos idiomas decidieron incluir el nombre de Dios por
razones similares a las explicadas anteriormente. ¿En qué idiomas se ha hecho esto? Por ejemplo,
en 1999 se publicó la Biblia en rotumano, que usa 51 veces la forma Jihova en 48 versículos. Y en
1989 se publicó en una lengua de Indonesia llamada batako toba una versión que emplea 110
veces la forma Jahowa.

Queda claro que existen razones de peso para restituir el nombre de Dios, Jehová, en las
Escrituras Griegas Cristianas. Y eso es justo lo que han hecho los traductores de la Traducción del
Nuevo Mundo. Todos ellos sienten un profundo respeto por el nombre de Dios y un sano
temor a eliminar cualquier cosa que estuviera presente en el texto original (Revelación 22:18, 19).
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El nombre de Dios en las Escrituras Griegas Cristianas

Los expertos reconocen que el nombre de Dios aparece casi 7.000 veces representado con las
cuatro letras del Tetragrámaton ( ‫ ) הוהי‬en eltexto original de las Escrituras Hebreoarameas
(también conocidas como Antiguo Testamento). Sin embargo, muchos dicen que no aparecía
en el texto original de las Escrituras Griegas Cristianas (llamadas también Nuevo Testamento). Por
eso, la mayoría de las versiones bíblicas actuales no incluyen el nombre Jehová en esa sección de
la Biblia. Incluso cuando el Nuevo Testamento contiene alguna cita del Antiguo Testamento en la
que está el Tetragrámaton, la mayoría de los traductores usan el título Señor en lugar del nombre
de Dios.

No obstante, la Traducción del Nuevo Mundo no hace eso. En total, emplea 237 veces el nombre
Jehová en las Escrituras Griegas Cristianas. ¿En qué se basaron los traductores? En estos dos
hechos: 1) Los manuscritos griegos con los que contamos hoy no son los originales. De las miles
de copias que existen, la mayoría se hicieron como mínimo doscientos años después que los
originales. 2) Para esa época, los copistas cambiaban el Tetragrámaton por el término Kýrios —
que en griego significa “Señor”— o hacían copias de manuscritos donde ya se había hecho ese
cambio.

El Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo consideró que había pruebas sólidas de
que el Tetragrámaton aparecía en los manuscritos griegos originales. A continuación se detallan
esas pruebas:

• En los días de Jesús y sus apóstoles, los manuscritos de las Escrituras Hebreoarameas
contenían el Tetragrámaton en todos los lugares donde aparecía originalmente. Este hecho, que ya
en el pasado casi nadie cuestionaba, quedó totalmente confirmado cuando en la región de Qumrán
se encontraron manuscritos de las Escrituras Hebreoarameas que datan del primer siglo.

• En los días de Jesús y sus apóstoles, las traducciones al griego de las Escrituras Hebreoarameas
también contenían el Tetragrámaton. Durante siglos, los expertos pensaron que el Tetragrámaton
no aparecía en los manuscritos de la Septuaginta, una traducción al griego del Antiguo
Testamento. Pero a mediados del siglo XX se descubrieron unos fragmentos muy antiguos de la
Septuaginta que existía en los días de Jesús. Dichos fragmentos contienen el nombre de Dios en
letras hebreas. Eso demostró que en la época de Jesús sí aparecía el nombre divino en las
traducciones al griego de las Escrituras. Ahora bien, los principales manuscritos de la Septuaginta
— como el Códice Vaticano o el Códice Sinaítico—, que son del siglo cuarto, no incluyen el
nombre de Dios en los libros bíblicos de Génesis a Malaquías (donde sí aparecía en manuscritos
anteriores). Por eso, no es de extrañar que en los manuscritos de esa época el nombre de
Dios tampoco aparezca en el Nuevo Testamento, es decir, la parte de la Biblia que se escribió
originalmente en griego.

• Las mismas Escrituras Griegas Cristianas revelan que a menudo Jesús hizo referencia al nombre
de Dios y que lo dio a conocer. Jesús dijo en una oración a su Padre: “He puesto tu nombre de
manifiesto a los hombres que me diste del mundo”. Y añadió: “Les he dado a conocer tu nombre, y
lo daré a conocer” (Juan 17:6, 11, 12, 26).

• En vista de que las Escrituras Griegas Cristianas son una continuación inspirada por Dios de las
Escrituras Hebreoarameas, no parece lógico que de pronto desaparezca su nombre del texto. A
mediados del primer siglo, el discípulo Santiago les dijo a los ancianos de Jerusalén: “Symeón ha
contado cabalmente cómo Dios por primera vez dirigió su atención a las naciones para sacar de
entre ellas un pueblo para su nombre” (Hechos 15:14). Si en el siglo primero nadie conocía o
usaba el nombre de Dios, ¿qué sentido habría tenido que Santiago hiciera esta afirmación?

• En las Escrituras Griegas Cristianas aparece la forma abreviada del nombre de Dios. El nombre
de Dios está presente en la palabra aleluya, que aparece en muchas Biblias en Revelación
(Apocalipsis) 19:1, 3, 4, 6. Esta palabra procede de una expresión hebrea que literalmente significa
“alaben a Jah”. Pues bien, “Jah” es la contracción del nombre Jehová. Además, muchos nombres
que aparecen en las Escrituras Griegas Cristianas se derivan del nombre de Dios. De hecho,
según explican diversas obras, el nombre de Jesús significa “Jehová Es Salvación”.

• Existen antiguas obras judías que muestran que los cristianos de origen judío usaban el nombre
de Dios en sus escritos. La Tosefta —una colección escrita de leyes orales realizada en torno al
año 300— les daba a los judíos las siguientes instrucciones sobre qué hacer con los escritos
cristianos si había un incendio en día de sábado: “[Los Evangelios] y los libros de los sectarios
[probablemente judeocristianos] no deben salvarse de las llamas; se dejan [para] que se quemen
en su sitio, ellos y el nombre de Dios que contengan”. Según la misma obra, el rabí Iosí el Galileo,
de principios del siglo segundo, explicó qué hacer con los escritos cristianos si ocurría un incendio
en cualquier otro día de la semana: “Se recortan los nombres de Dios que contengan y se
sepultan, quemándose el resto”.

• Algunos biblistas reconocen que es probable que el nombre de Dios apareciera en los pasajes de
las Escrituras Griegas Cristianas que contienen citas de las Escrituras Hebreoarameas. La obra
The Anchor Bible Dictionary, bajo el encabezamiento “El Tetragrámaton en el Nuevo Testamento”,
hace este interesante comentario: “Hay indicaciones de que el Nuevo Testamento incluía
originalmente el Tetragrámaton —el Nombre Divino, Yahweh— en algunas o en todas las citas que
hacía del Antiguo Testamento”. Y el erudito George Howard indica: “Puesto que el Tetragrámaton
todavía se escribía en las copias de la Biblia en griego [la Septuaginta], que constituía las
Escrituras de los cristianos en el siglo primero, es razonable creer que los escritores del Nuevo
Testamento, al citar de la Escritura, conservaran el Tetragrámaton en el texto bíblico”.

• Reconocidos traductores de la Biblia han usado el nombre de Dios en sus traducciones de las
Escrituras Griegas Cristianas. Veamos varios ejemplos de esos traductores, algunos de los cuales
publicaron sus obras mucho antes de que la Traducción del Nuevo Mundo existiera: en alemán,
Dominikus von Brentano (Die heilige Schrift des neuen Testaments, 1791); en francés, André
Chouraqui (Bible de Chouraqui, 1985); en inglés, Benjamin Wilson (The Emphatic Diaglott, 1864), y
en portugués, Manuel Fernandes de Santanna (O Evangelho Segundo S. Mattheus, 1909). En
español, Pablo Besson usó el nombre Jehová en Lucas 2:15 y en Judas 14 (El Nuevo
Testamento, 1919). También lo incluyó en unas cien notas para indicar dónde probablemente
aparecía en el texto original. Además, existen al menos seis versiones posteriores de las Escrituras
Griegas Cristianas que emplean el nombre de Dios en las formas Yahvé, Yahweh y
YHWH. Entre ellas están Evangelio: mensaje de felicidad (1969) y Los Hechos, las Cartas y el
Apocalipsis (1973), ambas de Hermenegildo Zanuso, y la Biblia Peshitta en Español (2006), del
Instituto Cultural Álef y Tau.

• Existen traducciones de la Biblia en más de 100 lenguas que contienen el nombre de Dios en las
Escrituras Griegas Cristianas. Muchos idiomas de África, América, Asia, Europa y las islas del
Pacífico emplean el nombre de Dios con frecuencia (vea la lista de las páginas 12 y 13). Quienes
tradujeron las Escrituras Griegas Cristianas a esos idiomas decidieron incluir el nombre de Dios por
razones similares a las explicadas anteriormente. ¿En qué idiomas se ha hecho esto? Por ejemplo,
en 1999 se publicó la Biblia en rotumano, que usa 51 veces la forma Jihova en 48 versículos. Y en
1989 se publicó en una lengua de Indonesia llamada batako toba una versión que emplea 110
veces la forma Jahowa.
Queda claro que existen razones de peso para restituir el nombre de Dios, Jehová, en las
Escrituras Griegas Cristianas. Y eso es justo lo que han hecho los traductores de la Traducción del
Nuevo Mundo. Todos ellos sienten un profundo respeto por el nombre de Dios y un sano
temor a eliminar cualquier cosa que estuviera presente en el texto original (Revelación 22:18, 19).

PAG. 14 nwt-E PAG. 1736; sgd PAG. 6


sgd PAG. 6

^***sgd págs. 6-11 2 El nombre de Dios en las Escrituras Griegas Cristianas***


2

El nombre de Dios en las Escrituras Griegas Cristianas

Los expertos reconocen que el nombre de Dios aparece casi 7.000 veces representado con las
cuatro letras del Tetragrámaton ( ‫ ) הוהי‬en eltexto original de las Escrituras Hebreoarameas
(también conocidas como Antiguo Testamento). Sin embargo, muchos dicen que no aparecía
en el texto original de las Escrituras Griegas Cristianas (llamadas también Nuevo Testamento). Por
eso, la mayoría de las versiones bíblicas actuales no incluyen el nombre Jehová en esa sección de
la Biblia. Incluso cuando el Nuevo Testamento contiene alguna cita del Antiguo Testamento en la
que está el Tetragrámaton, la mayoría de los traductores usan el título Señor en lugar del nombre
de Dios.

No obstante, la Traducción del Nuevo Mundo no hace eso. En total, emplea 237 veces el nombre
Jehová en las Escrituras Griegas Cristianas. ¿En qué se basaron los traductores? En estos dos
hechos: 1) Los manuscritos griegos con los que contamos hoy no son los originales. De las miles
de copias que existen, la mayoría se hicieron como mínimo doscientos años después que los
originales. 2) Para esa época, los copistas cambiaban el Tetragrámaton por el término Kýrios —
que en griego significa “Señor”— o hacían copias de manuscritos donde ya se había hecho ese
cambio.

El Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo consideró que había pruebas sólidas de
que el Tetragrámaton aparecía en los manuscritos griegos originales. A continuación se detallan
esas pruebas:

• En los días de Jesús y sus apóstoles, los manuscritos de las Escrituras Hebreoarameas
contenían el Tetragrámaton en todos los lugares donde aparecía originalmente. Este hecho, que ya
en el pasado casi nadie cuestionaba, quedó totalmente confirmado cuando en la región de Qumrán
se encontraron manuscritos de las Escrituras Hebreoarameas que datan del primer siglo.

• En los días de Jesús y sus apóstoles, las traducciones al griego de las Escrituras Hebreoarameas
también contenían el Tetragrámaton. Durante siglos, los expertos pensaron que el Tetragrámaton
no aparecía en los manuscritos de la Septuaginta, una traducción al griego del Antiguo
Testamento. Pero a mediados del siglo XX se descubrieron unos fragmentos muy antiguos de la
Septuaginta que existía en los días de Jesús. Dichos fragmentos contienen el nombre de Dios en
letras hebreas. Eso demostró que en la época de Jesús sí aparecía el nombre divino en las
traducciones al griego de las Escrituras. Ahora bien, los principales manuscritos de la Septuaginta
— como el Códice Vaticano o el Códice Sinaítico—, que son del siglo cuarto, no incluyen el
nombre de Dios en los libros bíblicos de Génesis a Malaquías (donde sí aparecía en manuscritos
anteriores). Por eso, no es de extrañar que en los manuscritos de esa época el nombre de
Dios tampoco aparezca en el Nuevo Testamento, es decir, la parte de la Biblia que se escribió
originalmente en griego.

• Las mismas Escrituras Griegas Cristianas revelan que a menudo Jesús hizo referencia al nombre
de Dios y que lo dio a conocer. Jesús dijo en una oración a su Padre: “He puesto tu nombre de
manifiesto a los hombres que me diste del mundo”. Y añadió: “Les he dado a conocer tu nombre, y
lo daré a conocer” (Juan 17:6, 11, 12, 26).

• En vista de que las Escrituras Griegas Cristianas son una continuación inspirada por Dios de las
Escrituras Hebreoarameas, no parece lógico que de pronto desaparezca su nombre del texto. A
mediados del primer siglo, el discípulo Santiago les dijo a los ancianos de Jerusalén: “Symeón ha
contado cabalmente cómo Dios por primera vez dirigió su atención a las naciones para sacar de
entre ellas un pueblo para su nombre” (Hechos 15:14). Si en el siglo primero nadie conocía o
usaba el nombre de Dios, ¿qué sentido habría tenido que Santiago hiciera esta afirmación?

• En las Escrituras Griegas Cristianas aparece la forma abreviada del nombre de Dios. El nombre
de Dios está presente en la palabra aleluya, que aparece en muchas Biblias en Revelación
(Apocalipsis) 19:1, 3, 4, 6. Esta palabra procede de una expresión hebrea que literalmente significa
“alaben a Jah”. Pues bien, “Jah” es la contracción del nombre Jehová. Además, muchos nombres
que aparecen en las Escrituras Griegas Cristianas se derivan del nombre de Dios. De hecho,
según explican diversas obras, el nombre de Jesús significa “Jehová Es Salvación”.

• Existen antiguas obras judías que muestran que los cristianos de origen judío usaban el nombre
de Dios en sus escritos. La Tosefta —una colección escrita de leyes orales realizada en torno al
año 300— les daba a los judíos las siguientes instrucciones sobre qué hacer con los escritos
cristianos si había un incendio en día de sábado: “[Los Evangelios] y los libros de los sectarios
[probablemente judeocristianos] no deben salvarse de las llamas; se dejan [para] que se quemen
en su sitio, ellos y el nombre de Dios que contengan”. Según la misma obra, el rabí Iosí el Galileo,
de principios del siglo segundo, explicó qué hacer con los escritos cristianos si ocurría un incendio
en cualquier otro día de la semana: “Se recortan los nombres de Dios que contengan y se
sepultan, quemándose el resto”.

• Algunos biblistas reconocen que es probable que el nombre de Dios apareciera en los pasajes de
las Escrituras Griegas Cristianas que contienen citas de las Escrituras Hebreoarameas. La obra
The Anchor Bible Dictionary, bajo el encabezamiento “El Tetragrámaton en el Nuevo Testamento”,
hace este interesante comentario: “Hay indicaciones de que el Nuevo Testamento incluía
originalmente el Tetragrámaton —el Nombre Divino, Yahweh— en algunas o en todas las citas que
hacía del Antiguo Testamento”. Y el erudito George Howard indica: “Puesto que el Tetragrámaton
todavía se escribía en las copias de la Biblia en griego [la Septuaginta], que constituía las
Escrituras de los cristianos en el siglo primero, es razonable creer que los escritores del Nuevo
Testamento, al citar de la Escritura, conservaran el Tetragrámaton en el texto bíblico”.

• Reconocidos traductores de la Biblia han usado el nombre de Dios en sus traducciones de las
Escrituras Griegas Cristianas. Veamos varios ejemplos de esos traductores, algunos de los cuales
publicaron sus obras mucho antes de que la Traducción del Nuevo Mundo existiera: en alemán,
Dominikus von Brentano (Die heilige Schrift des neuen Testaments, 1791); en francés, André
Chouraqui (Bible de Chouraqui, 1985); en inglés, Benjamin Wilson (The Emphatic Diaglott, 1864), y
en portugués, Manuel Fernandes de Santanna (O Evangelho Segundo S. Mattheus, 1909). En
español, Pablo Besson usó el nombre Jehová en Lucas 2:15 y en Judas 14 (El Nuevo
Testamento, 1919). También lo incluyó en unas cien notas para indicar dónde probablemente
aparecía en el texto original. Además, existen al menos seis versiones posteriores de las Escrituras
Griegas Cristianas que emplean el nombre de Dios en las formas Yahvé, Yahweh y
YHWH. Entre ellas están Evangelio: mensaje de felicidad (1969) y Los Hechos, las Cartas y el
Apocalipsis (1973), ambas de Hermenegildo Zanuso, y la Biblia Peshitta en Español (2006), del
Instituto Cultural Álef y Tau.
• Existen traducciones de la Biblia en más de 100 lenguas que contienen el nombre de Dios en las
Escrituras Griegas Cristianas. Muchos idiomas de África, América, Asia, Europa y las islas del
Pacífico emplean el nombre de Dios con frecuencia (vea la lista de las páginas 12 y 13). Quienes
tradujeron las Escrituras Griegas Cristianas a esos idiomas decidieron incluir el nombre de Dios por
razones similares a las explicadas anteriormente. ¿En qué idiomas se ha hecho esto? Por ejemplo,
en 1999 se publicó la Biblia en rotumano, que usa 51 veces la forma Jihova en 48 versículos. Y en
1989 se publicó en una lengua de Indonesia llamada batako toba una versión que emplea 110
veces la forma Jahowa.

Queda claro que existen razones de peso para restituir el nombre de Dios, Jehová, en las
Escrituras Griegas Cristianas. Y eso es justo lo que han hecho los traductores de la Traducción del
Nuevo Mundo. Todos ellos sienten un profundo respeto por el nombre de Dios y un sano
temor a eliminar cualquier cosa que estuviera presente en el texto original (Revelación 22:18, 19).

PAG. 14 nwt-E PAG. 1736-1743; sgd PAGS. 6-13


sgd PAGS. 6-13

^***sgd págs. 6-11 2 El nombre de Dios en las Escrituras Griegas Cristianas***


2

El nombre de Dios en las Escrituras Griegas Cristianas

Los expertos reconocen que el nombre de Dios aparece casi 7.000 veces representado con las
cuatro letras del Tetragrámaton ( ‫ ) הוהי‬en eltexto original de las Escrituras Hebreoarameas
(también conocidas como Antiguo Testamento). Sin embargo, muchos dicen que no aparecía
en el texto original de las Escrituras Griegas Cristianas (llamadas también Nuevo Testamento). Por
eso, la mayoría de las versiones bíblicas actuales no incluyen el nombre Jehová en esa sección de
la Biblia. Incluso cuando el Nuevo Testamento contiene alguna cita del Antiguo Testamento en la
que está el Tetragrámaton, la mayoría de los traductores usan el título Señor en lugar del nombre
de Dios.

No obstante, la Traducción del Nuevo Mundo no hace eso. En total, emplea 237 veces el nombre
Jehová en las Escrituras Griegas Cristianas. ¿En qué se basaron los traductores? En estos dos
hechos: 1) Los manuscritos griegos con los que contamos hoy no son los originales. De las miles
de copias que existen, la mayoría se hicieron como mínimo doscientos años después que los
originales. 2) Para esa época, los copistas cambiaban el Tetragrámaton por el término Kýrios —
que en griego significa “Señor”— o hacían copias de manuscritos donde ya se había hecho ese
cambio.

El Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo consideró que había pruebas sólidas de
que el Tetragrámaton aparecía en los manuscritos griegos originales. A continuación se detallan
esas pruebas:

• En los días de Jesús y sus apóstoles, los manuscritos de las Escrituras Hebreoarameas
contenían el Tetragrámaton en todos los lugares donde aparecía originalmente. Este hecho, que ya
en el pasado casi nadie cuestionaba, quedó totalmente confirmado cuando en la región de Qumrán
se encontraron manuscritos de las Escrituras Hebreoarameas que datan del primer siglo.

• En los días de Jesús y sus apóstoles, las traducciones al griego de las Escrituras Hebreoarameas
también contenían el Tetragrámaton. Durante siglos, los expertos pensaron que el Tetragrámaton
no aparecía en los manuscritos de la Septuaginta, una traducción al griego del Antiguo
Testamento. Pero a mediados del siglo XX se descubrieron unos fragmentos muy antiguos de la
Septuaginta que existía en los días de Jesús. Dichos fragmentos contienen el nombre de Dios en
letras hebreas. Eso demostró que en la época de Jesús sí aparecía el nombre divino en las
traducciones al griego de las Escrituras. Ahora bien, los principales manuscritos de la Septuaginta
— como el Códice Vaticano o el Códice Sinaítico—, que son del siglo cuarto, no incluyen el
nombre de Dios en los libros bíblicos de Génesis a Malaquías (donde sí aparecía en manuscritos
anteriores). Por eso, no es de extrañar que en los manuscritos de esa época el nombre de
Dios tampoco aparezca en el Nuevo Testamento, es decir, la parte de la Biblia que se escribió
originalmente en griego.

• Las mismas Escrituras Griegas Cristianas revelan que a menudo Jesús hizo referencia al nombre
de Dios y que lo dio a conocer. Jesús dijo en una oración a su Padre: “He puesto tu nombre de
manifiesto a los hombres que me diste del mundo”. Y añadió: “Les he dado a conocer tu nombre, y
lo daré a conocer” (Juan 17:6, 11, 12, 26).

• En vista de que las Escrituras Griegas Cristianas son una continuación inspirada por Dios de las
Escrituras Hebreoarameas, no parece lógico que de pronto desaparezca su nombre del texto. A
mediados del primer siglo, el discípulo Santiago les dijo a los ancianos de Jerusalén: “Symeón ha
contado cabalmente cómo Dios por primera vez dirigió su atención a las naciones para sacar de
entre ellas un pueblo para su nombre” (Hechos 15:14). Si en el siglo primero nadie conocía o
usaba el nombre de Dios, ¿qué sentido habría tenido que Santiago hiciera esta afirmación?

• En las Escrituras Griegas Cristianas aparece la forma abreviada del nombre de Dios. El nombre
de Dios está presente en la palabra aleluya, que aparece en muchas Biblias en Revelación
(Apocalipsis) 19:1, 3, 4, 6. Esta palabra procede de una expresión hebrea que literalmente significa
“alaben a Jah”. Pues bien, “Jah” es la contracción del nombre Jehová. Además, muchos nombres
que aparecen en las Escrituras Griegas Cristianas se derivan del nombre de Dios. De hecho,
según explican diversas obras, el nombre de Jesús significa “Jehová Es Salvación”.

• Existen antiguas obras judías que muestran que los cristianos de origen judío usaban el nombre
de Dios en sus escritos. La Tosefta —una colección escrita de leyes orales realizada en torno al
año 300— les daba a los judíos las siguientes instrucciones sobre qué hacer con los escritos
cristianos si había un incendio en día de sábado: “[Los Evangelios] y los libros de los sectarios
[probablemente judeocristianos] no deben salvarse de las llamas; se dejan [para] que se quemen
en su sitio, ellos y el nombre de Dios que contengan”. Según la misma obra, el rabí Iosí el Galileo,
de principios del siglo segundo, explicó qué hacer con los escritos cristianos si ocurría un incendio
en cualquier otro día de la semana: “Se recortan los nombres de Dios que contengan y se
sepultan, quemándose el resto”.

• Algunos biblistas reconocen que es probable que el nombre de Dios apareciera en los pasajes de
las Escrituras Griegas Cristianas que contienen citas de las Escrituras Hebreoarameas. La obra
The Anchor Bible Dictionary, bajo el encabezamiento “El Tetragrámaton en el Nuevo Testamento”,
hace este interesante comentario: “Hay indicaciones de que el Nuevo Testamento incluía
originalmente el Tetragrámaton —el Nombre Divino, Yahweh— en algunas o en todas las citas que
hacía del Antiguo Testamento”. Y el erudito George Howard indica: “Puesto que el Tetragrámaton
todavía se escribía en las copias de la Biblia en griego [la Septuaginta], que constituía las
Escrituras de los cristianos en el siglo primero, es razonable creer que los escritores del Nuevo
Testamento, al citar de la Escritura, conservaran el Tetragrámaton en el texto bíblico”.

• Reconocidos traductores de la Biblia han usado el nombre de Dios en sus traducciones de las
Escrituras Griegas Cristianas. Veamos varios ejemplos de esos traductores, algunos de los cuales
publicaron sus obras mucho antes de que la Traducción del Nuevo Mundo existiera: en alemán,
Dominikus von Brentano (Die heilige Schrift des neuen Testaments, 1791); en francés, André
Chouraqui (Bible de Chouraqui, 1985); en inglés, Benjamin Wilson (The Emphatic Diaglott, 1864), y
en portugués, Manuel Fernandes de Santanna (O Evangelho Segundo S. Mattheus, 1909). En
español, Pablo Besson usó el nombre Jehová en Lucas 2:15 y en Judas 14 (El Nuevo
Testamento, 1919). También lo incluyó en unas cien notas para indicar dónde probablemente
aparecía en el texto original. Además, existen al menos seis versiones posteriores de las Escrituras
Griegas Cristianas que emplean el nombre de Dios en las formas Yahvé, Yahweh y
YHWH. Entre ellas están Evangelio: mensaje de felicidad (1969) y Los Hechos, las Cartas y el
Apocalipsis (1973), ambas de Hermenegildo Zanuso, y la Biblia Peshitta en Español (2006), del
Instituto Cultural Álef y Tau.

• Existen traducciones de la Biblia en más de 100 lenguas que contienen el nombre de Dios en las
Escrituras Griegas Cristianas. Muchos idiomas de África, América, Asia, Europa y las islas del
Pacífico emplean el nombre de Dios con frecuencia (vea la lista de las páginas 12 y 13). Quienes
tradujeron las Escrituras Griegas Cristianas a esos idiomas decidieron incluir el nombre de Dios por
razones similares a las explicadas anteriormente. ¿En qué idiomas se ha hecho esto? Por ejemplo,
en 1999 se publicó la Biblia en rotumano, que usa 51 veces la forma Jihova en 48 versículos. Y en
1989 se publicó en una lengua de Indonesia llamada batako toba una versión que emplea 110
veces la forma Jahowa.

Queda claro que existen razones de peso para restituir el nombre de Dios, Jehová, en las
Escrituras Griegas Cristianas. Y eso es justo lo que han hecho los traductores de la Traducción del
Nuevo Mundo. Todos ellos sienten un profundo respeto por el nombre de Dios y un sano
temor a eliminar cualquier cosa que estuviera presente en el texto original (Revelación 22:18, 19).

LUNES
LECCION 2(b)
LA TRADUCCION DEL NUEVO MUNDO (PARTE 2)
PAG. 16 Rbi8 PAG. 8
^ ***Rbi8 pág. 8 Introducción***
REFERENCIAS MARGINALES: Hay más de 125.000 referencias (remisiones) marginales en esta
edición. Estas demuestran que hay por lo menos un segundo testimonio para casi todo asunto
bíblico. Una comparación cuidadosa de las referencias marginales y un examen de las notas
acompañantes revelarán la armonía interna que entrelaza a los 66 libros de la Biblia, lo cual
demuestra que componen un solo libro, inspirado por Dios.

La columna central contiene las referencias (remisiones) marginales a los libros de la Biblia,
representados por abreviaturas. Las letras voladas que se hallan en el texto dirigen al lector a las
referencias respectivas. Cuando en la columna de referencias no caben todas las citas, las
restantes se acomodan al pie de la columna derecha de la página. En la lista de referencias se
indica el cambio de capítulo.

Cuando una referencia va seguida del símbolo “LXX”, eso indica que se trata de una cita de la
Septuaginta (LXX), y se puede hallar más información en la nota sobre el versículo citado. Por
ejemplo, Romanos 9:17 remite a Éxodo 9:16, LXX.

Se dan las referencias con el propósito de indicar ideas, acontecimientos y relatos paralelos;
información biográfica; información geográfica; citas sobre profecías bíblicas cuyo cumplimiento ha
quedado registrado en la Biblia misma; citas directas de frases, expresiones y
versículos enteros de otras partes de la Biblia, y la relación que existe entre modelos del pacto de
la Ley y su cumplimiento según se relata en las Escrituras Griegas Cristianas. Todo esto confiere
un caudal de conocimiento bíblico.

NOTAS: Otra característica sobresaliente de esta publicación es la amplitud de información que


ofrece en sus más de 11.000 notas. Se ha procurado aportar información textual importante de una
manera sencilla. Las notas ayudan a ver que las tres lenguas originales de la Biblia
—hebreo, arameo y griego— armonizan en sus expresiones.
Además, cuando el texto en español varía de los textos en las lenguas originales las notas
muestran la base para la traducción que se ha hecho en español, indicando los manuscritos y las
versiones que apoyan tales variaciones. También hemos ofrecido otras maneras de traducir al
español porciones de los textos hebreo y griego, junto con las variantes que presentan otros
manuscritos y versiones.

Aunque el texto mismo es generalmente literal, muchas notas contienen otras traducciones literales
valiosas. Estas pueden presentar: 1) el significado lingüístico básico de ciertos términos, 2) la
etimología de algunas palabras o 3) definiciones lexicológicas aceptadas de la palabra o frase
original. En el caso de las Escrituras Griegas Cristianas se pueden comparar las traducciones
literales adicionales con la traducción interlineal que se halla en The Kingdom Interlinear
Translation of the Greek Scriptures. De esta manera, hemos dotado la traducción de un aparato
crítico más bien que de un comentario sobre las Escrituras. Sin embargo, también se presenta
información útil que no es de naturaleza técnica.

Se arroja luz sobre asuntos básicos de la Biblia tales como: “alma”, “Seol”, “rescate”,
“resurrección”, “expiación”, “Dios”, “Cristo”, “Reino” y “Milenio”. Se presentan variaciones entre las
lecturas hebrea, griega y latina, entre ellas diferencias en la numeración de los versículos,
variaciones lingüísticas, palabras tomadas de idiomas ajenos al hebreo y notas textuales
significativas que se han tomado de los márgenes de los manuscritos.

En las notas también se incluyen otras lecturas valiosas, información sobre el significado literal y
razones por las cuales se han preferido variantes al texto básico hebreo o griego. Se provee
información respecto al significado de los nombres de los libros de la Biblia y de personas y lugares
mencionados en ella, así como datos geográficos. El dinero, los pesos, las medidas y las fechas
del calendario se dan en su equivalente moderno. (Véanse Ap. 8A, 8B.)

Con el aparato de notas se respalda plenamente la restitución del nombre divino a los lugares
correspondientes. Los títulos y términos descriptivos que aplican a Jehová Dios reciben debida
atención. En las notas se aportan datos que apoyan la exactitud científica de la Biblia, y puntos que
aclaran supuestas contradicciones. Se puede hallar información útil sobre importantes datos de la
cronología bíblica. Otros datos ayudan a aclarar términos bíblicos relacionados con la conducta
moral, el servicio sagrado, la predicación y la organización. Las notas también contribuyen a
mantener clara la diferencia entre ‘el Señor Jehová’ y ‘el Señor Jesús’.

En las notas se ofrece información breve sobre estilo de composición, figuras retóricas, juego de
palabras, modismos, metáforas y eufemismos con el fin de transmitir el sabor de las lenguas
originales de la Biblia. Los datos gramaticales respecto a género, número, casos y formas verbales
se dan con referencia a las lenguas originales y no a la traducción en español.
Por lo general los paréntesis de las notas encierran palabras o expresiones que se ofrecen como
alternativa de la palabra o frase precedente. Generalmente las palabras o frases entre corchetes
tienen que ver con información suplementaria o explicativa.

Cada nota está indicada por uno de una serie de símbolos colocado después de la palabra o frase
anotada. La nota, que se halla a pie de columna de texto bíblico, va antecedida del número del
versículo en letra negrita y el mismo símbolo. Cuando hay varias notas sobre el mismo versículo,
estas se diferencian entre sí mediante los siguientes símbolos: *, #, *, *, *, *.

TRANSLITERACIONES: Las notas ofrecen también una abundante colección de esclarecedoras


transliteraciones de palabras hebreas, arameas, griegas y siríacas. Las transliteraciones son
palabras de otro idioma presentadas en español, con sus caracteres individuales sustituidos por
letras romanas. Resultan en una pronunciación que se aproxima a la real y por lo general están
divididas en sílabas y acentuadas. Puesto que las palabras latinas no necesitan transliteración,
simplemente están divididas en sílabas. Además, puesto que en los manuscritos de las lenguas
originales no se diferenciaba entre letras mayúsculas y minúsculas, el empleo de mayúsculas en
las transliteraciones obedece a lo que se considera más útil para el lector.

INDICE DE PALABRAS BIBLICAS

PAG. 17 Rbi8 PAGS. 1489-1551


^ ***Rbi8 págs. 1489-1551 Índice de palabras bíblicas***
ZACARÍAS 1., 1Cr 26:2, 14.
ZACARÍAS 2., 2Cr 24:20 Z. hijo de Jehoiadá
Lu 11:51 hasta la sangre de Z.
ZACARÍAS 3., Esd 5:1; Zac 1:1, 7.
ZACARÍAS 4., Isa 8:2 Z. el hijo de
ZACARÍAS 5., Lu 1:5, 12, 18, 40, 67.
ZAMBULLIRSE, 2Re 5:14 z. en el Jordán
ZAQUEO, Lu 19:2, 5, 8.
ZARANDEAR, Am 9:9 z. la casa de Israel
ZARCILLOS, Isa 18:5 tiene que quitar los z.
ZARZA, Mr 12:26; Hch 7:30, 35.
ZEBEDEO, Mt 4:21; Lu 5:10; Jn 21:2.
ZIGZAG, Sl 60:4 huyan en z.
ZIPORÁ, Éx 2:21 dio Z. su hija a Moisés
ZODÍACO, 2Re 23:5 constelaciones del z.
ZOFAR, Job 2:11; 11:1.
ZOROBABEL, Esd 3:8; Ag 2:4; Zac 4:6, 7.
ZUREAR, Isa 59:11 como palomas seguimos z.

PROFETAS Y REYES DE JUDÁ E ISRAEL

PAG. 17 nwt-E PAG. 1744-1747; sgd PAGS. 14-17


sgd PAGS. 14-17

^ ***sgd págs. 14-15 3-A Los profetas y los reyes de Judá e Israel (Parte 1)*** >>
3-A
Los profetas y los reyes de Judá e Israel (Parte 1)
Los reyes del reino de Judá, formado por las dos tribus del sur
997 a.e.c.
Rehoboam: 17 años
980
Abías (Abiyam): 3 años
978
Asá: 41 años
937
Jehosafat: 25 años
913
Jehoram: 8 años
c. 906
Ocozías: 1 año
c. 905
Reina Atalía: 6 años
898
Jehoás: 40 años
858
Amasías: 29 años
829
Uzías (Azarías): 52 años
Los reyes del reino de Israel, formado por las diez tribus del norte
997 a.e.c.
Jeroboán: 22 años
c. 976
Nadab: 2 años
c. 975
Baasá: 24 años
c. 952
Elah: 2 años
Zimrí: 7 días (c. 951)
c. 947
Omrí y Tibní: 4 años
Omrí (solo): 8 años
c. 940
Acab: 22 años
c. 920
Ocozías: 2 años
c. 917
Jehoram: 12 años
c. 905
Jehú: 28 años
876
Jehoacaz: 14 años
c. 862
Jehoacaz y Jehoás: 3 años
c. 859
Jehoás (solo): 16 años
c. 844
Jeroboán II: 41 años
Lista de profetas
Joel
Elías
Eliseo
Jonás
Amós

3-B
Los profetas y los reyes de Judá e Israel (Parte 2)
Reyes del reino del sur (Continuación)
777 a.e.c.
Jotán: 16 años
762
Acaz: 16 años
746
Ezequías: 29 años
716
Manasés: 55 años
661
Amón: 2 años
659
Josías: 31 años
628
Jehoacaz: 3 meses
Jehoiaquim: 11 años
618
Joaquín: 3 meses y 10 días
617
Sedequías: 11 años
607
El ejército de Babilonia, comandado por Nabucodonosor, destruye Jerusalén y su templo. Se quita
del trono a Sedequías, el último rey
terrestre descendiente de David
Reyes del reino del norte (Continuación)
c. 803 a.e.c.
Zacarías: 6 meses, oficialmente
Zacarías empieza a reinar en cierto sentido, pero parece que su reinado no se confirma por
completo sino hasta c. 792
c. 791
Salum: 1 mes
c. 780
Menahem: 10 años
Peqahías: 2 años
c. 778
Péqah: 20 años
c. 758
Hosea: 9 años desde c. 748
c. 748
Parece que alrededor del año 748 Hosea es reconocido plenamente como rey o quizá consigue el
apoyo del monarca asirio Tiglat-piléser III
740
Asiria conquista Samaria y somete a Israel; el reino del norte llega a su fin
Lista de profetas
Isaías
Miqueas
Sofonías
Jeremías
Nahúm
Habacuc
Daniel
Ezequiel
Abdías
Oseas

PAG. 17 nwt-E PAG. 1748-1763; sgd PAGS. 18-33


sgd PAGS. 18-33

^ ***sgd págs. 18-19 4-A La vida de Jesús en la Tierra: Sucesos anteriores al ministerio de
Jesús*** >>

4-A
La vida de Jesús en la Tierra: Sucesos anteriores al ministerio de Jesús
Los cuatro Evangelios en orden cronológico
Las siguientes tablas van acompañadas de mapas que muestran los viajes de predicación de
Jesús. Las flechas de los mapas no indican las rutas exactas que siguió, sino la dirección en la que
fue.
Sucesos anteriores al ministerio de Jesús
CUÁNDO
DÓNDE
SUCESO
MATEO
MARCOS
LUCAS
JUAN
Año 3 a.e.c.
Templo de Jerusalén
El ángel Gabriel predice a Zacarías el nacimiento de Juan el Bautista


1:5-25

c. 2 a.e.c.
Nazaret; Judea
El ángel Gabriel predice a María el nacimiento de Jesús; ella visita a Elisabet, pariente suya


1:26-56

2 a.e.c.
Región montañosa de Judea
Juan el Bautista nace y recibe su nombre; Zacarías profetiza; Juan en el desierto


1:57-80

c. 1 de oct. del 2 a.e.c.
Belén
Nace Jesús; “la Palabra vino a ser carne”
1:1-25

2:1-7
1:1-5, 9-14
Cerca de Belén; Belén
Un ángel anuncia buenas nuevas a unos pastores; ángeles alaban a Dios; los pastores visitan al
bebé


2:8-20

Belén; Jerusalén
Jesús es circuncidado al 8.o día; sus padres lo llevan al templo (40 días después de nacer)


2:21-38

1 a.e.c. o 1 e.c.
Jerusalén; Belén; Egipto; Nazaret
Visita de los astrólogos; la familia huye a Egipto; Herodes manda matar niños; la familia vuelve de
Egipto y se establece en Nazaret
2:1-23

2:39, 40

Pascua del 12 e.c.
Jerusalén
Jesús, de 12 años, hace preguntas a los maestros del templo


2:41-50


Nazaret
Jesús vuelve a Nazaret; continúa en sujeción a sus padres; aprende carpintería; María tiene otros
cuatro hijos, así como hijas (Mt 13:55, 56;
Mr 6:3)


2:51, 52

c. abril del 29
Desierto, río Jordán
Juan el Bautista comienza su ministerio
3:1-12
1:1-8
3:1-18
1:6-8, 15-28
[Mapa de la página 19]
Mapa 1
Lugares del mapa
Mte. Hermón
GALILEA
Mar de Galilea
Nazaret
DECÁPOLIS
Betania “al otro lado del Jordán” (?)
SAMARIA
Río Jordán
PEREA
JUDEA
Ramá
Jerusalén
Belén
Desierto de Judea
Mar Salado
Datos del mapa
Desde y hacia Egipto
Símbolos de los mapas
Punto de partida
Ubicación bastante segura
Ubicación menos segura
(?) Se desconoce la ubicación exacta

^ ***sgd págs. 20-21 4-B La vida de Jesús en la Tierra: El principio del ministerio de
Jesús*** << >>
4-B
La vida de Jesús en la Tierra: El principio del ministerio de Jesús
CUÁNDO
DÓNDE
SUCESO
MATEO
MARCOS
LUCAS
JUAN
c. octubre del 29
Río Jordán, quizá en Betania “al otro lado del Jordán”, o cerca
Bautismo y unción de Jesús; Jehová lo reconoce como su Hijo y le da su aprobación
3:13-17
1:9-11
3:21-38
1:32-34
Desierto de Judea
El Diablo tienta a Jesús
4:1-11
1:12, 13
4:1-13

Betania “al otro lado del Jordán”
Juan el Bautista dice que Jesús es el Cordero de Dios; primeros discípulos de Jesús



1:15, 29-51
Caná de Galilea; Capernaum
1.er milagro: en una boda, convierte agua en vino; va a Capernaum



2:1-12
Pascua del 30
Jerusalén
Jesús limpia el templo



2:13-25
Conversa con Nicodemo



3:1-21
Judea; Enón
Entra en “el país de Judea”, sus discípulos bautizan; Juan testifica por última vez sobre Jesús



3:22-36
Tiberíades; Judea
Juan es encarcelado; Jesús parte para Galilea
4:12; 14:3-5
6:17-20
3:19, 20
4:1-3
Sicar (Samaria)
De camino a Galilea, enseña a los samaritanos



4:4-43
[Ilustración de las páginas 20 y 21]
Desierto de Judea
[Mapa de la página 21]
Mapa 2
Lugares del mapa
Mte. Hermón
GALILEA
Capernaum
Betsaida
Caná
Mar de Galilea
Tiberíades
Nazaret
DECÁPOLIS
Betania “al otro lado del Jordán” (?)
Salim
Enón
Río Jordán
SAMARIA
Sicar
Fuente de Jacob
PEREA
JUDEA
Jerusalén
Desierto de Judea
Mar Salado

^ ***sgd págs. 22-23 4-C La vida de Jesús en la Tierra: El gran ministerio de Jesús en
Galilea (Parte 1)*** << >>
4-C
La vida de Jesús en la Tierra: El gran ministerio de Jesús en Galilea (Parte 1)
CUÁNDO
DÓNDE
SUCESO
MATEO
MARCOS
LUCAS
JUAN
Año 30
Galilea
Anuncia por primera vez que “el reino de los cielos se ha acercado”
4:17
1:14, 15
4:14, 15
4:44, 45
Caná; Nazaret; Capernaum
Cura al hijo de un servidor del rey; lee del rollo de Isaías; es rechazado; va a Capernaum
4:13-16

4:16-31
4:46-54
Mar de Galilea, cerca de Capernaum
Llama a cuatro discípulos: Simón, Andrés, Santiago y Juan
4:18-22
1:16-20
5:1-11

Capernaum
Cura a la suegra de Simón y a otras personas
8:14-17
1:21-34
4:31-41

Galilea
1.a gira por Galilea, con los cuatro
4:23-25
1:35-39
4:42, 43

Cura a un leproso; muchos lo siguen
8:1-4
1:40-45
5:12-16

Capernaum
Cura a un paralítico
9:1-8
2:1-12
5:17-26

Llama a Mateo; recaudadores comen con él; interrogado sobre el ayuno
9:9-17
2:13-22
5:27-39

Judea
Predica en las sinagogas


4:44

Pascua del 31
Jerusalén
Cura a un enfermo en Betzata; judíos quieren matar a Jesús



5:1-47
Al volver de Jerusalén (?)
Sus discípulos arrancan espigas en sábado; él se llama a sí mismo “Señor del sábado”
12:1-8
2:23-28
6:1-5

Galilea; mar de Galilea
Cura a un hombre en sábado; muchos lo siguen; más curaciones
12:9-21
3:1-12
6:6-11

Cerca de Capernaum
Elige a los 12 apóstoles en un monte

3:13-19
6:12-16

Cerca de Capernaum
Pronuncia el Sermón del Monte
5:1–7:29

6:17-49

Capernaum
Cura al siervo de un oficial
8:5-13

7:1-10

Naín
Resucita al hijo de una viuda


7:11-17

Tiberíades; Galilea (Naín, o cerca)
Juan, preso, envía a sus discípulos a Jesús; Jesús lo elogia
11:2-19

7:18-35

Galilea (Naín, o cerca)
Una pecadora le vierte aceite en los pies; parábola de los deudores


7:36-50

Galilea
2.a gira por Galilea, con los 12


8:1-3

Expulsa demonios; gran pecado
12:22-37
3:19-30


Da solo la señal de Jonás
12:38-45



Lo visitan su madre y sus hermanos; dice que sus discípulos son su familia
12:46-50
3:31-35
8:19-21

[Mapa de la página 23]
Mapa 3A
Lugares del mapa
Sidón
Sarepta
Mte. Hermón
Tiro
GALILEA
Capernaum
Caná
Mar de Galilea
Tiberíades
Nazaret
Naín
DECÁPOLIS
Río Jordán
SAMARIA
PEREA
JUDEA
Jerusalén
IDUMEA
Desierto de Judea
Mar Salado

^ ***sgd pags. 24-25 4-D La vida de Jesus en la Tierra: El gran ministerio de Jesus en
Galilea (Parte 2)*** << >>
4-D
La vida de Jesus en la Tierra: El gran ministerio de Jesus en Galilea (Parte 2)
CUANDO
DONDE
SUCESO
MATEO
MARCOS
LUCAS
JUAN
Ano 31 o 32
Capernaum
Jesus da parabolas del Reino
13:1-53
4:1-34
8:4-18

Mar de Galilea
Calma una tempestad desde la barca
8:18, 23-27
4:35-41
8:22-25

Region de Gadara
Manda demonios a grupo de cerdos
8:28-34
5:1-20
8:26-39

Probablemente Capernaum
Cura a una mujer con flujo de sangre; resucita a la hija de Jairo
9:18-26
5:21-43
8:40-56

Capernaum (?)
Cura a dos ciegos y a un mudo
9:27-34



Nazaret
Lo rechazan de nuevo en su ciudad
13:54-58
6:1-5


Galilea
3.a gira por Galilea; envia a los 12 para dar mayor difusion al mensaje
9:35–11:1
6:6-13
9:1-6

Tiberiades
Herodes decapita a Juan el Bautista; teme a causa de Jesus
14:1-12
6:14-29
9:7-9

Cerca de la Pascua del 32 (Jn 6:4)
Capernaum (?); mar de Galilea, lado NE
Vuelve de su gira de predicacion con los 12; alimenta a 5.000 hombres
14:13-21
6:30-44
9:10-17
6:1-13
Mar de Galilea, lado NE; Genesaret
La gente intenta hacerlo rey; el camina sobre el mar; cura a muchos
14:22-36
6:45-56

6:14-21
Capernaum
Dice que es “el pan de la vida”; muchos se ofenden y se van



6:22-71
Despues de la Pascua del 32
Probablemente Capernaum
Denuncia tradiciones humanas
15:1-20
7:1-23

7:1
Fenicia; Decapolis
Cura a la hija de una sirofenicia; alimenta a 4.000 hombres
15:21-38
7:24–8:9


Magadan
Da solo la senal de Jonas
15:39–16:4
8:10-12


[Mapa de las paginas 24 y 25]
Lugares del mapa
País de los gerasenos
GADARA
Betsaida
Capernaum
Corazin
Llanura de Genesaret
Magadan
Mar de Galilea
Tiberiades
Sucesos en torno al mar de Galilea
(llamado tambien lago de Genesaret y mar de Tiberiades)
1 Calma una tempestad desde una barca
2 Envia a unos demonios a entrar en unos cerdos
3 Alimenta a 5.000 hombres
4 Camina sobre el mar
5 Alimenta a 4.000 hombres
6 Pronuncia el Sermon del Monte
[Mapa de la pagina 25]
Mapa 3B
Lugares del mapa
Sidon
FENICIA
Mte. Hermón
Tiro
GALILEA
Capernaum
Betsaida
Magadan
Tiberiades
Nazaret
GADARA
Gadara
DECAPOLIS
Río Jordán
Hacia Jerusalen (para la Pascua)

^ ***sgd pags. 26-27 4-E La vida de Jesus en la Tierra: El gran ministerio de Jesus en
Galilea (Parte 3) y en Judea*** << >>
4-E
La vida de Jesus en la Tierra: El gran ministerio de Jesus en Galilea (Parte 3) y en Judea
CUANDO
DONDE
SUCESO
MATEO
MARCOS
LUCAS
JUAN
Despues de la Pascua del 32
Mar de Galilea; Betsaida
En barco a Betsaida, Jesus advierte contra la levadura de los fariseos; cura a un ciego
16:5-12
8:13-26


Por Cesarea de Filipo
Llaves del Reino; Jesus predice su muerte y resurreccion
16:13-28
8:27–9:1
9:18-27

Probablemente monte Hermon
Transfiguracion; Jehova habla
17:1-13
9:2-13
9:28-36

Por Cesarea de Filipo
Cura a un muchacho endemoniado
17:14-20
9:14-29
9:37-43

Galilea
Vuelve a predecir su muerte
17:22, 23
9:30-32
9:43-45

Capernaum
Usa moneda sacada de un pez
17:24-27



Mayor en el Reino; parabolas de la oveja perdida y del esclavo cruel
18:1-35
9:33-50
9:46-50

Galilea y Samaria
Yendo a Jerusalen, les dice a unos discipulos que dejen todo por el Reino
8:19-22

9:51-62
7:2-10
El ministerio posterior de Jesus en Judea
CUANDO
DONDE
SUCESO
MATEO
MARCOS
LUCAS
JUAN
Fiesta de los Tabernaculos del 32
Jerusalen
Ensena durante la fiesta; oficiales enviados a arrestarlo



7:11-52
Dice: “Soy la luz del mundo”; cura a un ciego de nacimiento



8:12–9:41
Probablemente Judea
Envia a los 70; regresan felices


10:1-24

Judea; Betania
Parabola del buen samaritano; va a casa de Marta y Maria


10:25-42

Probablemente Judea
Vuelve a ensenar la oracion modelo; parabola del amigo persistente


11:1-13

Expulsa demonios por el dedo de Dios; de nuevo da la senal de Jonas


11:14-36

Come con un fariseo; condena la hipocresia de los fariseos


11:37-54

Parabolas del rico irrazonable y del mayordomo fiel


12:1-59

Cura a una mujer invalida en sabado; parabolas del grano de mostaza y de la levadura


13:1-21

Fiesta de la Dedicacion del 32
Jerusalen
Su parabola del Pastor excelente y el redil; judios le tiran piedras; se va de Betania por el rio
Jordan



10:1-39
[Mapa de la pagina 27]
Mapa 4
Lugares del mapa
Sidon
Mte. Hermón
Tiro
Cesarea de Filipo
GALILEA
Corazin
Capernaum
Magadan
Betsaida
Mar de Galilea
DECAPOLIS
Betania “al otro lado del Jordan” (?)
Río Jordán
SAMARIA
PEREA
JUDEA
Jerico
Jerusalen
Betania
Mar Salado

^ ***sgd pags. 28-29 4-F La vida de Jesus en la Tierra: El ministerio posterior de Jesus al
este del Jordan*** << >>
4-F
La vida de Jesus en la Tierra: El ministerio posterior de Jesus al este del Jordan
CUANDO
DONDE
SUCESO
MATEO
MARCOS
LUCAS
JUAN
Despues de la fiesta de la Dedicacion del 32
Betania “al otro lado del Jordan”
Va al lugar donde Juan bautizaba; muchos empiezan a creer en Jesus



10:40-42
Perea
Ensena en ciudades y pueblos mientras viaja hacia Jerusalen


13:22

Anima a entrar por la puerta angosta; se lamenta por Jerusalen


13:23-35

Probablemente Perea
Ensena a ser humilde y a no buscar el lugar mas prominente; parabola de invitados que ponen
excusas


14:1-24

Calcular el costo de seguir a Jesus


14:25-35

Tres parabolas: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo prodigo


15:1-32

Parabolas del mayordomo injusto, y del hombre rico y Lazaro


16:1-31

Ensena a no hacer tropezar, a perdonar y a tener fe


17:1-10

Betania
Lazaro muere y Jesus lo resucita



11:1-46
Jerusalen; Efrain
Traman matar a Jesus; el se va



11:47-54
Samaria; Galilea
Cura a 10 leprosos; dice como vendra el Reino de Dios


17:11-37

Samaria o Galilea
Parabolas de la viuda persistente, y del fariseo y el recaudador


18:1-14

Perea
Habla del matrimonio y del divorcio
19:1-12
10:1-12


Bendice a los ninos
19:13-15
10:13-16
18:15-17

Pregunta del hombre rico; parabola de los obreros de la vina que reciben la misma paga
19:16–20:16
10:17-31
18:18-30

Probablemente Perea
Predice su muerte por 3.a vez
20:17-19
10:32-34
18:31-34

Santiago y Juan buscan un puesto importante en el Reino
20:20-28
10:35-45


Jerico
Al pasar por la ciudad, cura a dos ciegos; visita a Zaqueo; cuenta la parabola de las 10 minas
20:29-34
10:46-52
18:35–19:28

[Mapa de la pagina 29]
Mapa 5
Lugares del mapa
Mte. Hermón
GALILEA
Mar de Galilea
DECAPOLIS
Betania “al otro lado del Jordan” (?)
Río Jordán
SAMARIA
PEREA
Efrain
JUDEA
Jerusalen
Jerico
Betania
Desierto de Judea
Mar Salado

^ ***sgd pags. 30-31 4-G La vida de Jesus en la Tierra: El ministerio final de Jesus en
Jerusalen (Parte 1)*** << >>
4-G
La vida de Jesus en la Tierra: El ministerio final de Jesus en Jerusalen (Parte 1)
CUANDO
DONDE
SUCESO
MATEO
MARCOS
LUCAS
JUAN
8 de nisan del 33
Betania
Jesus llega seis dias antes de la Pascua



11:55–12:1
9 de nisan
Betania
Maria le vierte a Jesus aceite sobre la cabeza y los pies
26:6-13
14:3-9

12:2-11
Betania, Betfague y Jerusalen
Entra triunfalmente en Jerusalen montado en un asno
21:1-11, 14-17
11:1-11
19:29-44
12:12-19
10 de nisan
Betania y Jerusalen
Maldice una higuera; limpia otra vez el templo
21:18, 19; 21:12, 13
11:12-17
19:45, 46

Jerusalen
Los sacerdotes principales y los escribas traman matarlo

11:18, 19
19:47, 48

Jehova habla; Jesus predice su muerte; se cumple la profecia de Isaias sobre la falta de fe de los
judios



12:20-50
11 de nisan
Betania y Jerusalen
Leccion de la higuera marchita
21:19-22
11:20-25


Templo de Jerusalen
Se cuestiona la autoridad de Jesus; parabola de los dos hijos
21:23-32
11:27-33
20:1-8

Parabolas de los cultivadores asesinos y del banquete de bodas
21:33–22:14
12:1-12
20:9-19

Jesus responde preguntas sobre Dios y Cesar, sobre la resurreccion y sobre el mayor
mandamiento
22:15-40
12:13-34
20:20-40

Pregunta si Cristo es hijo de David
22:41-46
12:35-37
20:41-44

Denuncia a los escribas y fariseos
23:1-39
12:38-40
20:45-47

Se fija en la contribucion de la viuda

12:41-44
21:1-4

Monte de los Olivos
Da la senal de su futura presencia
24:1-51
13:1-37
21:5-38

Parabolas de las 10 virgenes, de los talentos, y de las ovejas y cabras
25:1-46



12 de nisan
Jerusalen
Lideres judios planean matar a Jesus
26:1-5
14:1, 2
22:1, 2

Judas prepara su traicion
26:14-16
14:10, 11
22:3-6

13 de nisan (jueves por la tarde)
Jerusalen y alrededores
Jesus manda hacer los preparativos para la ultima Pascua
26:17-19
14:12-16
22:7-13

14 de nisan
Jerusalen
Celebra la Pascua con los apostoles
26:20, 21
14:17, 18
22:14-18

Les lava los pies a los 12



13:1-20
[Mapa de la pagina 31]
Mapa 6
Lugares del mapa
Mte. Hermón
GALILEA
Mar de Galilea
Jerusalen
Monte de los Olivos
Betfague
Valle de Cedrón
Betania
JUDEA
Jerico
Emaus
Jerusalen
Betfague
Betania
Mar Salado

^ ***sgd pags. 32-33 4-H La vida de Jesus en la Tierra: El ministerio final de Jesus en
Jerusalen (Parte 2)*** <<
4-H
La vida de Jesus en la Tierra: El ministerio final de Jesus en Jerusalen (Parte 2)
CUANDO
DONDE
SUCESO
MATEO
MARCOS
LUCAS
JUAN
14 de nisan
Jerusalen
Jesus identifica a su traidor, Judas, y lo despide
26:21-25
14:18-21
22:21-23
13:21-30
Instituye la Cena del Senor (1Co 11:23-25)
26:26-29
14:22-25
22:19, 20, 24-30

Predice que Pedro negaria conocerlo y que los apostoles se dispersarian
26:31-35
14:27-31
22:31-38
13:31-38
Promete un ayudante; parabola de la vid verdadera; mandato de amar; la ultima oracion con sus
apostoles



14:1–17:26
Getsemani
Agonia en el jardin; Jesus es traicionado y arrestado
26:30, 36-56
14:26, 32-52
22:39-53
18:1-12
Jerusalen
Anas lo interroga; juicio de Caifas, Sanedrin; Pedro niega conocerlo
26:57–27:1
14:53–15:1
22:54-71
18:13-27
Despues de traicionar a Jesus, Judas se ahorca (Hch 1:18, 19)
27:3-10



Ante Pilato, luego ante Herodes, y de nuevo ante Pilato
27:2, 11-14
15:1-5
23:1-12
18:28-38
Pilato ofrece liberar a Jesus; los judios prefieren a Barrabas; Jesus es sentenciado a muerte en un
madero
27:15-30
15:6-19
23:13-25
18:39–19:16
Viernes (c. 3:00 de la tarde)
Golgota
Muere en un madero de tormento
27:31-56
15:20-41
23:26-49
19:16-30
Jerusalen
Quitan su cuerpo del madero y lo llevan a una tumba
27:57-61
15:42-47
23:50-56
19:31-42
15 de nisan
Jerusalen
Los sacerdotes y fariseos mandan vigilar la tumba y la sellan
27:62-66



16 de nisan
Jerusalen y alrededores; Emaus
Jesus es resucitado; se les aparece cinco veces a los discipulos
28:1-15
16:1-8
24:1-49
20:1-25
Despues del 16 de nisan
Jerusalen; Galilea
Se les aparece mas veces a los discipulos (1Co 15:5-7; Hch 1:3-8); les da instrucciones; les manda
hacer discipulos
28:16-20


20:26–21:25
25 de iyar
Monte de los Olivos, cerca de Betania
Jesus sube al cielo cuarenta dias despues de su resurreccion (Hch 1:9-12)


24:50-53

[Ilustracion de la pagina 33]

PAG. 17 nwt-E PAG. 1749; sgd PAG. 19


sgd PAG. 19

^ ***sgd pag. 19 4-A La vida de Jesus en la Tierra: Sucesos anteriores al ministerio de


Jesus***

[Mapa de la pagina 19]


Mapa 1
Lugares del mapa
Mte. Hermón
GALILEA
Mar de Galilea
Nazaret
DECAPOLIS
Betania “al otro lado del Jordan” (?)
SAMARIA
Río Jordán
PEREA
JUDEA
Rama
Jerusalen
Belen
Desierto de Judea
Mar Salado
Datos del mapa
Desde y hacia Egipto
Simbolos de los mapas
Punto de partida
Ubicacion bastante segura
Ubicacion menos segura
(?) Se desconoce la ubicacion exacta

PAG. 17 nwt-E PAG. 1765; sgd CONTRAPORTADA

PAG. 17 nwt-E PAG. 1766,1767; sgd PAGS. 34,35


sgd PAGS. 34,35

^ ***sgd pags. 34-35 5 El mensaje de la Biblia***


5
El mensaje de la Biblia

Jehova tiene el derecho de gobernar. Su forma de gobernar es la mejor. Tiene un proposito para la
Tierra y la humanidad, y lo cumplira sin falta.
Despues del año 4026 a.e.c.

La “serpiente” pone en duda el derecho que tiene Jehova de gobernar y su manera de hacerlo.
Jehova promete que una “descendencia”,
o “simiente”, llegaria a aplastar a la serpiente, Satanas (Genesis 3:1-5, 15; nota). Pero por un
tiempo permite que los seres humanos
se gobiernen a si mismos bajo la influencia de Satanas.

Año 1943 a.e.c.

Jehova le garantiza a Abrahan que uno de sus descendientes sera la “descendencia” prometida
(Genesis 22:18).

Despues del año 1070 a.e.c.

Jehova le asegura al rey David, y luego a su hijo Salomon, que la “descendencia” prometida saldra
de su familia (2 Samuel 7:12, 16; 1 Reyes
9:3-5; Isaias 9:6, 7).

Año 29 e.c.

Jehova revela que Jesus es la “descendencia” prometida y el heredero del trono de David (Galatas
3:16; Lucas 1:31-33; 3:21, 22).
Año 33 e.c.

Satanas, la “serpiente”, hace que asesinen a Jesus, y asi le causa una herida temporal a la
“descendencia” prometida. Jehova resucita a
Jesus, lo devuelve a los cielos y acepta el valor de su vida perfecta. Con esto ultimo sienta las
bases para perdonar los pecados y para que
los descendientes de Adan puedan vivir eternamente (Genesis 3:15; Hechos 2:32-36; 1 Corintios
15:21, 22).

Alrededor del año 1914 e.c.


Jesus arroja a la “serpiente” a la Tierra y la obliga a permanecer alli por un corto periodo de tiempo
(Revelacion 12:7-9, 12).

Futuro

Jesus encierra por mil años a Satanas y finalmente lo destruye. Asi es como le aplasta
simbolicamente la cabeza. Entonces se cumple el
proposito original de Jehova para la Tierra y la humanidad. El nombre de Dios por fin queda limpio
de toda acusacion, y tambien queda
demostrado que su forma de gobernar es la mejor (Revelacion 20:1-3, 10; 21:3, 4).

LUNES
LECCION 3(a)
MANTENTE AL DIA CON LA ILUMINACION ESPIRITUAL

PAG. 20 w 00 15/MAR PAG. 10 PARR. 1


‘Oh Dios, envía tu luz’

“Envía tu luz y tu verdad. Que estas mismas me guíen.” (SALMO 43:3.)

LA FORMA en que Jehová da a conocer sus propósitos a sus siervos demuestra gran
consideración. En vez de revelar toda la verdad de una vez, en un destello de luz cegador, nos
ilumina de manera progresiva. Nuestra andadura por el camino de la vida puede compararse con la
caminata de un excursionista por un largo sendero. Cuando este parte por la mañana temprano, ve
poco. Pero el Sol se eleva lentamente sobre el horizonte y el caminante empieza a distinguir
algunos perfiles. Lo demás son aún contornos nebulosos. Ahora bien, con la ascensión paulatina
del Sol, cada vez ve más lejos en la distancia. Así sucede con la luz espiritual que Dios provee. Él
nos permite entender las ideas una tras otra. El Hijo de Dios, Jesucristo, suministró el conocimiento
espiritual de manera similar. Veamos cómo Jehová iluminó a su pueblo en tiempos antiguos y
cómo lo hace hoy.

PAG. 21 w 14 15/ENE PAG. 13 PARR. 6; w 13 15/JUL PAG. 22 PARR. 10


w 13 15/JUL PAG. 22 PARR. 10
10
¿Quién, entonces, es el esclavo fiel y discreto? Según el patrón que Jesús fijó de alimentar a
muchos por medio de unos pocos, ese esclavo está compuesto por un pequeño grupo de
hermanos ungidos que participan directamente en preparar y proveer alimento espiritual durante la
presencia de Cristo. A lo largo de los últimos días, estos hermanos ungidos que constituyen el
esclavo fiel han estado sirviendo juntos en la sede mundial. Hoy, ese esclavo es el grupo de
cristianos ungidos que forman el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová. Ahora bien, note
que, aunque se trata de un esclavo compuesto por más de una persona, la palabra esclavo está en
singular. En armonía con este hecho, el Cuerpo Gobernante actúa como uno solo, es decir, toma
sus decisiones de manera conjunta.

PAG. 21 w 10 15/JUL PAG. 22 RECUADRO


[Recuadro de la página 22]
El espíritu revela el significado del templo espiritual
Una de “las cosas profundas de Dios” que se revelaron en el siglo primero fue el hecho de que el
antiguo tabernáculo y los templos que posteriormente hubo en Jerusalén simbolizaron una realidad
espiritual muy superior. A esta realidad, Pablo la llamó “la tienda verdadera, que Jehová levantó, y
no el hombre” (Heb. 8:2). Se trata de un gran templo espiritual, el cual representa el sistema que
Dios ha establecido para que podamos acercarnos a él gracias al sacrificio y el sacerdocio de
Jesucristo.
“La tienda verdadera” surgió en el año 29, cuando Jesús se bautizó y fue reconocido por Jehová
como aquel que llegaría a ser un sacrificio perfecto (Heb. 10:5-10). Una vez que murió y resucitó,
Cristo entró en el Santísimo del templo espiritual y presentó el valor de su sacrificio “delante de la
persona de Dios” (Heb. 9:11, 12, 24).
Pablo ya había dicho en otra de sus cartas que los cristianos ungidos estaban “creciendo para ser
un templo santo para Jehová” (Efe. 2:20-22). ¿Sería este templo lo mismo que “la tienda
verdadera” de la que el apóstol habló después en su carta a los Hebreos? Por décadas, los siervos
de Jehová creyeron que sí. Les parecía que los cristianos ungidos estaban siendo preparados en
la Tierra para llegar a ser “piedras” del templo celestial de Jehová (1 Ped. 2:5).
No obstante, alrededor del año 1971, los representantes de la clase del esclavo comenzaron a
entender que el templo mencionado en Efesios no podía ser el gran templo espiritual de Jehová.
Si “la tienda verdadera” hubiera estado formada por cristianos ungidos resucitados, no habría
podido existir sino hasta “la presencia del Señor”, pues durante ese período empezaron a resucitar
(1 Tes. 4:15-17). Sin embargo, Pablo indicó lo siguiente sobre el tabernáculo: “Esta misma tienda
es una ilustración para el tiempo señalado que está aquí ahora” (Heb. 9:9).
Al comparar detenidamente estos y otros pasajes, se comprendió que el templo espiritual no está
en proceso de construcción y que los cristianos ungidos no son “piedras” que estén siendo
preparadas en la Tierra para formar parte de dicho templo. Más bien, ellos están sirviendo en el
patio y en el Santo del templo espiritual y ofrecen a diario “sacrificio de alabanza” a Dios (Heb.
13:15).

PAG. 21 w 94 15/FEB PAGS. 19,20 PARRS. 14-18


¿Qué tribulación ocurrirá antes de los fenómenos celestes?
14
El cumplimiento de la profecía de Joel, en armonía con otras profecías que emplean
expresiones semejantes, nos ayuda a comprender el significado de Mateo 24:29. Evidentemente,
lo que Jesús dijo concerniente a ‘la oscuridad del sol y la luna y la caída de las estrellas’ no se
refiere a sucesos que ocurrirían durante las muchas décadas de la conclusión del presente
sistema, tales como lanzamientos espaciales, alunizajes, etc. No; él aludió a sucesos relacionados
con “el día de Jehová, grande e inspirador de temor”, es decir, la destrucción que ha de venir.
15
Esto nos permite entender mejor cómo es que los fenómenos celestes ocurrirían
“inmediatamente después de la tribulación”. Jesús no se estaba refiriendo a la tribulación que
culminó en 70 E.C. Más bien, aludía al comienzo de la gran tribulación que le sobrevendrá al
sistema mundial en el futuro, con la cual finalizará su prometida “presencia”. (Mateo 24:3.) Dicha
tribulación no ha llegado aún.
16
¿Qué puede decirse de las palabras de Marcos 13:24: “Pero en aquellos días, después de
aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su luz”? Las palabras “aquellos” y
“aquella” son formas del pronombre demostrativo griego e·keí·nos, que indica algo distante en el
tiempo. Puede usarse para señalar un suceso que pertenece al pasado distante (o mencionado
anteriormente), o algo que sucederá en el futuro lejano. (Mateo 3:1; 7:22; 10:19; 24:38; Marcos
13:11, 17, 32; 14:25; Lucas 10:12; 2 Tesalonicenses 1:10.) Así, cuando Marcos 13:24 habla de
“aquella tribulación”, no se refiere a la que trajeron los romanos, sino a la acción poderosa de
Jehová que marcará el fin del presente sistema.
17
Los capítulos 17 a 19 de Revelación armonizan con Mateo 24:29-31, Marcos 13:24-27 y
Lucas 21:25-28, y confirman la explicación actualizada de estos últimos. ¿De qué manera? Los
Evangelios muestran que esta tribulación no comenzará y terminará de una vez. Después del inicio
de la tribulación, todavía habrá humanos desobedientes vivos que verán “la señal del Hijo del
hombre”, se lamentarán y, como dice Lucas 21:26, ‘desmayarán por el temor y la expectación de
las cosas que vienen sobre la tierra habitada’. Se sobrecogerán de terror al ver “la señal” que
presagia su inminente destrucción.
18
Según la Revelación, el ataque de los “cuernos” militarizados de la “bestia salvaje”
internacional contra “la gran ramera”, Babilonia la Grande, marcará el comienzo de la venidera gran
tribulación. (Revelación 17:1, 10-16.) No obstante, quedarán con vida muchas personas, pues los
reyes, los comerciantes y los capitanes de barco, entre otros, lamentarán el fin de la religión falsa.
Sin duda, muchos se percatarán de que su juicio se ha acercado. (Revelación 18:9-19.)

PAG. 22 w 95 15/MAY PAGS. 21.22 PARRS. 4,5


Aclaración sobre “las potestades superiores”
4
Se recibió un brillante destello de luz en 1962 con respecto a Romanos 13:1, que dice:
“Sométase toda persona a las potestades superiores [“autoridades superiores”, Traducción del
Nuevo Mundo]”. (Versión Moderna.) Los primeros Estudiantes de la Biblia entendían que “las
potestades superiores” mencionadas aquí eran las autoridades mundanas. Pensaban que, en
conformidad con este versículo, si el cristiano era reclutado en tiempo de guerra, estaba obligado a
ponerse el uniforme, llevar un arma e ir al frente, a las trincheras. Se pensaba que, como el
cristiano no puede matar a su prójimo, en el peor de los casos tendría que disparar al aire.
5
Los números de La Atalaya del 15 de mayo y del 1 de junio de 1963 (en inglés, 15 de
noviembre y 1 de diciembre de 1962) arrojaron luz clara sobre este asunto al analizar las palabras
de Jesús recogidas en Mateo 22:21: “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas
de Dios”. Relacionado con esa postura está lo que los apóstoles dijeron en Hechos 5:29: “Tenemos
que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres”. Los cristianos estamos en
sujeción a César —“las potestades superiores”— siempre que no nos exija desobedecer la ley de
Dios. Se entendió que la sujeción a Cesar era relativa, no absoluta. Los cristianos pagamos a
César únicamente lo que no está en conflicto con los requisitos de Dios. Fue una gran satisfacción
entender con claridad ese asunto.

PAG. 22 w 95 15/MAY PAG. 25 PARR. 17


17
Durante mucho tiempo los Testigos hablaron de la vindicación del nombre de Jehová. Ahora
bien, ¿había puesto Satanás en tela de juicio el nombre de Jehová? ¿Lo había hecho alguno de
sus agentes, como si a Jehová no le correspondiera ese nombre? De ninguna manera. No fue el
nombre de Jehová lo que se desafió y lo que necesitaba ser vindicado. Por eso, las publicaciones
actuales de la Sociedad Watch Tower no mencionan la vindicación del nombre de Jehová, sino la
vindicación de la soberanía de Jehová y la santificación de su nombre. Tal proceder está en
conformidad con lo que Jesús nos dijo que pidiéramos en oración: “Santificado sea tu nombre”.
(Mateo 6:9.) Jehová dijo en muchas ocasiones que santificaría su nombre, el cual los israelitas
habían profanado, no desafiado. (Ezequiel 20:9, 14, 22; 36:23.)

PAG. 22 w 13 15/JUL PAGS. 20-25


¿Quién es “el esclavo fiel y discreto”?
“¿Quién es, verdaderamente, el esclavo fiel y discreto a quien su amo nombró sobre
sus domésticos [...]?” (MAT. 24:45)

BUSQUE LAS RESPUESTAS


¿Quién es el esclavo fiel y discreto?
¿Quiénes son los domésticos, y cuándo nombró Jesús al esclavo fiel sobre ellos?
¿Cuándo nombrará Cristo al esclavo fiel sobre todos sus bienes, y cuáles son estos?
“HERMANOS, he perdido la cuenta de las veces que han llegado a mis manos artículos que
decían justo lo que yo necesitaba cuando más lo necesitaba.” Así expresó una hermana su gratitud
en una carta dirigida a nuestra sede mundial. ¿Le ha pasado a usted lo mismo que a ella?
A muchos de nosotros sí. Y eso es algo que no debería sorprendernos.
2
El oportuno alimento espiritual que recibimos es prueba de que Jesús, Cabeza de la
congregación, está cumpliendo su promesa de alimentarnos. ¿Por medio de quién lo hace?
Cuando dio la señal de su presencia, dijo que usaría al “esclavo fiel y discreto” para darles
“alimento al tiempo apropiado” a sus domésticos (lea Mateo 24:45-47). Ese esclavo fiel es el
conducto mediante el cual Jesús alimenta a sus verdaderos discípulos en este tiempo del fin.
Es vital identificarlo: nuestra salud espiritual y nuestra amistad con Dios dependen de ese conducto
(Mat. 4:4; Juan 17:3).
3
Entonces, ¿cómo debemos entender la ilustración sobre el esclavo fiel y discreto? En el
pasado, nuestras publicaciones han explicado lo siguiente: Jesús nombró al esclavo fiel sobre sus
domésticos en el Pentecostés del año 33; el esclavo representa al conjunto de cristianos ungidos
que a partir de ese año han vivido en la Tierra en cualquier momento dado; los domésticos son
esos mismos ungidos, pero vistos como individuos, y en 1919 Jesús nombró al esclavo fiel “sobre
todos sus bienes”, es decir, sobre todos los intereses del Reino en la Tierra. Sin embargo, después
de volver a estudiar y meditar cuidadosamente este asunto con la ayuda de la oración, vemos
necesario modificar nuestra forma de entender las palabras de Jesús sobre el esclavo fiel y
discreto (Prov. 4:18). Examinemos dicha parábola y veamos qué tiene que ver con nosotros, sea
que abriguemos la esperanza celestial o la terrenal.
¿CUÁNDO SE CUMPLE LA ILUSTRACIÓN?
4
El contexto muestra que la ilustración del esclavo fiel y discreto no empezó a cumplirse en el
Pentecostés del año 33, sino en este tiempo del fin. Veamos cómo nos llevan las Escrituras a esa
conclusión.
5
Esta parábola forma parte de la profecía de Jesús sobre “la señal de [su] presencia y de la
conclusión del sistema de cosas” (Mat. 24:3). La primera sección de la profecía, registrada en
Mateo 24:4-22, tiene dos cumplimientos. El primero tuvo lugar en los años que transcurrieron
desde el 33 hasta el 70, y el segundo —mucho más abarcador— lo estamos viendo en nuestros
días. ¿Significa esto que la parábola de Jesús sobre el esclavo fiel también tendría dos
cumplimientos? En realidad, no.
6
A partir de las palabras que leemos en Mateo 24:29, Jesús se refirió principalmente a sucesos
que ocurrirían en nuestros días (lea Mateo 24:30, 42, 44). Hablando de la gran tribulación, dijo que
los habitantes de la Tierra “verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo”. Luego
exhortó a quienes vivieran en los últimos días a mantenerse alerta con estas palabras: “No saben
en qué día viene su Señor [...], porque a una hora que no piensan que es, viene el Hijo del
hombre”. En este contexto —al hablar de sucesos que ocurrirían en los últimos días—, Jesús relató
la parábola del esclavo fiel. Así pues, podemos concluir que sus palabras sobre ese esclavo fiel
solo empezaron a cumplirse después de 1914, cuando comenzaron los últimos días. ¿Por qué es
lógica esta conclusión?
7
Piense en la pregunta que planteó Jesús: “¿Quién es, verdaderamente, el esclavo fiel y
discreto[?]”. En el siglo primero no tenía sentido hacerla. Como vimos en el artículo anterior, los
apóstoles realizaban milagros y hasta transmitían dones milagrosos, así que estaba claro que eran
ellos los que tenían el apoyo divino (Hech. 5:12). Por eso, ¿por qué iba alguien a preguntar quién
había sido nombrado por Jesús para dirigir a sus ovejas? Sin embargo, en 1914 la situación era
muy distinta. La temporada de la cosecha había empezado ese año. Por fin era hora de separar la
mala hierba del trigo (Mat. 13:36-43). Pero al empezar la temporada de la cosecha, había muchos
cristianos falsos que afirmaban ser los verdaderos seguidores de Jesús. Así que surgió esta
cuestión fundamental: ¿cómo podría reconocerse el trigo, es decir, los cristianos ungidos?
La ilustración de Jesús dio una clave. Los cristianos ungidos serían aquellos que estuvieran bien
alimentados espiritualmente.
¿QUIÉN ES EL ESCLAVO FIEL Y DISCRETO?
8
El esclavo fiel debe estar compuesto por cristianos ungidos que vivan en la Tierra. A ellos se
les llama “un sacerdocio real”, y se les ha encomendado que “‘declaren en público las excelencias’
de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa” (1 Ped. 2:9). Por esta razón resulta
apropiado que miembros de ese “sacerdocio real” participen directamente en enseñar la verdad a
sus hermanos en la fe (Mal. 2:7; Rev. 12:17).
9
¿Componen el esclavo fiel todos los ungidos que viven en la Tierra? No, la realidad es que
no todos los ungidos participan en proveer alimento espiritual a sus compañeros de creencia de
todo el mundo. Es cierto que entre el trigo hay hermanos ungidos que son siervos ministeriales o
ancianos. Ellos enseñan de casa en casa y en sus congregaciones y apoyan con lealtad las
instrucciones que recibimos de la sede mundial, pero no participan en proveer alimento espiritual a
la hermandad. Además, entre los ungidos hay hermanas humildes que nunca intentarían asumir la
función de maestros de la congregación (1 Cor. 11:3; 14:34).
10
¿Quién, entonces, es el esclavo fiel y discreto? Según el patrón que Jesús fijó de alimentar a
muchos por medio de unos pocos, ese esclavo está compuesto por un pequeño grupo de
hermanos ungidos que participan directamente en preparar y proveer alimento espiritual durante la
presencia de Cristo. A lo largo de los últimos días, estos hermanos ungidos que constituyen el
esclavo fiel han estado sirviendo juntos en la sede mundial. Hoy, ese esclavo es el grupo de
cristianos ungidos que forman el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová. Ahora bien, note
que, aunque se trata de un esclavo compuesto por más de una persona, la palabra esclavo está en
singular. En armonía con este hecho, el Cuerpo Gobernante actúa como uno solo, es decir, toma
sus decisiones de manera conjunta.
¿QUIÉNES SON LOS DOMÉSTICOS?
11
Debe destacarse que, en la ilustración de Jesús, el esclavo fiel y discreto recibe dos
nombramientos distintos. En primer lugar, se le pone a cargo de los domésticos, y en segundo
lugar, de todos los bienes del amo. Puesto que la parábola se cumple exclusivamente en este
tiempo del fin, ambos nombramientos tendrían que producirse después de 1914, cuando comenzó
la presencia de Cristo como Rey.
12
¿Cuándo nombró Jesús al esclavo fiel sobre sus domésticos? Para averiguar la respuesta,
debemos retroceder al año 1914, al comienzo de la temporada de la cosecha. Como ya
aprendimos, en ese entonces había muchos grupos que afirmaban ser cristianos. ¿De entre cuál
de ellos seleccionaría y nombraría Jesús al esclavo fiel? La pregunta se respondió una vez que él y
su Padre vinieron a inspeccionar el templo —el sistema de adoración que Dios ha establecido—, lo
que tuvo lugar desde 1914 hasta principios de 1919 (Mal. 3:1). ¡Cuánto se alegraron al ver a un
pequeño grupo de leales Estudiantes de la Biblia que demostraban un profundo amor por Jehová y
su Palabra! Por supuesto, necesitaban pulirse en algunos aspectos, pero humildemente se dejaron
moldear durante un breve período de prueba y limpieza (Mal. 3:2-4). Aquellos fieles Estudiantes de
la Biblia eran auténtico trigo. En 1919, año en que experimentaron un resurgimiento espiritual,
Jesús seleccionó de entre ellos algunos hermanos ungidos capacitados para que compusieran el
esclavo fiel y discreto y los nombró sobre sus domésticos.
13
¿Quiénes, entonces, son los domésticos? Dicho sencillamente, los que son alimentados.
Al comienzo de los últimos días, todos los domésticos eran cristianos ungidos. Pero más tarde, el
grupo de los domésticos llegó a incluir a la gran muchedumbre de otras ovejas. Estas componen
ahora la inmensa mayoría del “solo rebaño” que sigue a Cristo (Juan 10:16). Tanto los ungidos
como las otras ovejas se benefician del mismo alimento espiritual que el esclavo fiel proporciona “al
tiempo apropiado”. ¿Y qué puede decirse de los miembros del Cuerpo Gobernante que hoy
componen ese esclavo fiel y discreto? Ellos también necesitan alimentarse espiritualmente, así que
con humildad reconocen que a nivel individual son domésticos como todos los demás cristianos
verdaderos.
14
Jesús puso una seria responsabilidad sobre los hombros del esclavo fiel y discreto.
En tiempos bíblicos, un esclavo de confianza, o mayordomo, tenía a su cargo a todos los siervos
de la casa de su amo (Luc. 12:42, nota). De igual modo, el esclavo fiel y discreto tiene a su cargo a
todos los siervos de Jehová. Entre sus deberes figura supervisar el uso de bienes materiales, la
obra de predicar, la preparación de asambleas y la producción de las publicaciones bíblicas que se
emplean en el ministerio, en el estudio personal y en las reuniones cristianas. Los domésticos
dependen de todos los recursos espirituales que proporciona este esclavo compuesto.
¿CUÁNDO SE LE NOMBRA SOBRE TODOS LOS BIENES DEL AMO?
15
¿Cuándo hace Jesús el segundo nombramiento, el que consiste en poner al esclavo a cargo
de “todos sus bienes”? Él dijo: “¡Feliz es aquel esclavo si su amo, al llegar [o, literalmente,
“habiendo venido”, según la nota], lo hallara haciéndolo así! En verdad les digo: Lo nombrará sobre
todos sus bienes” (Mat. 24:46, 47). Observe que Jesús efectúa el segundo nombramiento después
de llegar y ver que el esclavo ha estado “haciéndolo así”, es decir, que ha estado suministrando
fielmente alimento espiritual. Así que habría un intervalo entre los dos nombramientos. Entonces,
¿cómo y cuándo nombra Jesús al esclavo sobre todos sus bienes? Para contestar esta
pregunta, debemos saber dos cosas: cuándo llega él y cuáles son esos bienes.
16
¿Cuándo llega Jesús? El contexto lo aclara. Recuerde que cuando los versículos previos
dicen que Jesús “viene”, esa palabra se refiere al tiempo en que llega a dictar y ejecutar su
sentencia al final de este sistema (Mat. 24:30, 42, 44). Por lo tanto, la llegada, o venida, de Jesús
mencionada en la ilustración del esclavo fiel tiene lugar durante la gran tribulación.
17
¿Cuáles son “todos [los] bienes” de Jesús? Él no dijo que fueran únicamente sus bienes en la
Tierra. En realidad, Jesús tiene una inmensa autoridad en los cielos. “Toda autoridad me ha sido
dada en el cielo y sobre la tierra”, declaró (Mat. 28:18; Efes. 1:20-23). Ahora sus bienes incluyen el
Reino mesiánico, que le ha pertenecido desde 1914 y que compartirá con sus discípulos ungidos
(Rev. 11:15).
18
¿A qué conclusión nos llevan estos hechos? Cuando Jesús venga como Juez durante la gran
tribulación, verá que el esclavo fiel ha estado suministrando lealmente alimento espiritual a los
domésticos al tiempo apropiado. Entonces se complacerá en efectuar el segundo nombramiento: lo
nombrará sobre todos sus bienes. Quienes componen el esclavo fiel recibirán ese nombramiento
cuando obtengan su recompensa celestial y lleguen a ser reyes con Cristo.
19
¿Es la recompensa que el esclavo fiel recibe en los cielos mayor que la del resto de los
ungidos? La respuesta es no. Aunque una recompensa se le haya prometido a un grupo pequeño
en un momento determinado, también pueden acabar recibiéndola otras personas. Por ejemplo,
piense en lo que Jesús les dijo a sus 11 apóstoles fieles la noche antes de morir (lea Lucas 22:28-
30). Él le prometió a ese pequeño grupo de hombres una magnífica recompensa por su lealtad:
compartiría con ellos su autoridad de Rey. Sin embargo, años después indicó que todos los
ungidos, los 144.000 sin excepción, se sentarían en tronos y reinarían con él (Rev. 1:1; 3:21).
De modo parecido, según indica Mateo 24:47, Jesús le prometió a un pequeño grupo de hombres
—los hermanos ungidos que componen el esclavo fiel— que lo nombraría sobre todos sus bienes.
Pero, realmente, son los 144.000 en su totalidad los que compartirán la inmensa autoridad celestial
de Cristo (Rev. 20:4, 6).
20
Mediante el esclavo fiel y discreto, Jesús está siguiendo el mismo patrón que estableció en el
siglo primero: alimentar a muchos por medio de unos pocos. Nombró a ese esclavo para
asegurarse de que en estos últimos días sus verdaderos discípulos —sean de los ungidos o de las
otras ovejas— tuvieran un suministro constante de alimento espiritual “al tiempo apropiado”.
¡Cuánto lo agradecemos! Pues bien, demostremos nuestra gratitud apoyando lealmente a los
hermanos ungidos que componen ese esclavo fiel y discreto (Heb. 13:7, 17).
PAG. 22 jv PAGS. 172-175
Se nos conoce por nuestra conducta

VIVIMOS en una era en la que grandes sectores de la humanidad han descartado las normas
morales que habían sido respetadas por mucho tiempo. La mayoría de las religiones de la
cristiandad han hecho lo mismo, ya sea en nombre de la tolerancia o arguyendo que los tiempos
han cambiado y que ya no tienen vigencia los tabúes de generaciones pasadas. En cuanto al
resultado de esto, Samuel Miller, un deán del Colegio Teológico de la Universidad de Harvard, dijo:
‘Lo que pasa es que la Iglesia ya no lleva la delantera. Ha aceptado y absorbido la cultura de
nuestro tiempo’. El efecto de esto en la vida de los que buscaban guía en esas iglesias ha sido
devastador.
En cambio, con referencia a los testigos de Jehová L’Eglise de Montréal (La Iglesia de
Montreal), boletín semanal de la archidiócesis de Montreal (Canadá), dijo: “Tienen extraordinarios
valores morales”. Muchos maestros, patronos y funcionarios gubernamentales concuerdan en esto.
¿Qué da cuenta de esta reputación?
Ser testigo de Jehová implica mucho más que sencillamente adoptar cierto conjunto de
creencias doctrinales y testificar a otros acerca de ellas. El cristianismo primitivo era conocido
como el “Camino”, y los testigos de Jehová reconocen que hoy la religión verdadera debe ser un
modo de vivir. (Hech. 9:2.) Sin embargo, como sucedió con respecto a otras cuestiones, a los
Testigos modernos les tomó algún tiempo llegar a tener una comprensión equilibrada de lo que
esto implica.
“Carácter o pacto, ¿cuál?”
Aunque comenzaron con consejo bíblico bien fundado sobre la necesidad de imitar a Cristo, el
énfasis que pusieron algunos de los primeros Estudiantes de la Biblia en lo que llamaban
“desarrollo del carácter” tendió a minimizar ciertos aspectos del cristianismo verdadero. Parece que
algunos opinaban que el ser de disposición gentil —presentar siempre la apariencia de ser
amables y buenos, hablar con dulzura, evitar todo despliegue de ira, leer las Escrituras
diariamente— les garantizaría la entrada al cielo. Pero perdían de vista el hecho de que Cristo
había comisionado a sus discípulos para efectuar una obra.
Este problema se trató con seriedad en el artículo “Carácter o pacto, ¿cuál?” de la revista The
Watch Tower del 1 de mayo de 1926. El artículo mostraba que el intento de los Estudiantes de la
Biblia por alcanzar un “carácter perfecto” mientras estaban en la carne hacía que algunos se
desanimaran y se dieran por vencidos, pero a la misma vez llevaba a otros a una actitud
santurrona que resultaba en que perdieran de vista el mérito del sacrificio de Cristo. Después de
recalcar la importancia de tener fe en la sangre derramada de Cristo, el artículo destacó que era
fundamental ‘hacer cosas’ en el servicio divino como prueba de que se seguía un camino que
agradaba a Dios. (2 Ped. 1:5-10.) En aquel tiempo, cuando gran parte de la cristiandad aún
pretendía apegarse a las normas morales de la Biblia, lo que intensificó el contraste entre los
testigos de Jehová y la cristiandad fue el énfasis que estos dieron a la importancia de actuar. El
contraste se notó aún más a medida que todo el que decía ser cristiano tuvo que enfrentarse con
cuestiones de moralidad que iban haciéndose comunes.
‘Absténganse de la fornicación’
La norma cristiana relacionada con la moralidad sexual se expuso con claridad hace mucho
tiempo en la Biblia. “Esto es la voluntad de Dios: la santificación de ustedes, que se abstengan de
la fornicación [...]. Porque Dios nos llamó, no con permiso para inmundicia, sino con relación a
santificación. Así, pues, el hombre que muestra desatención, no está desatendiendo a hombre,
sino a Dios.” (1 Tes. 4:3-8.) “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea
sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros.” (Heb. 13:4.) “¿No
saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores, [...] ni
adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan
con hombres, [...] heredarán el reino de Dios.” (1 Cor. 6:9, 10.)
Ya para noviembre de 1879 la Watch Tower había señalado esta norma a los cristianos
verdaderos. Sin embargo, no se trató con frecuencia ni extensamente como si fuera un problema
grave entre los primeros Estudiantes de la Biblia. No obstante, a medida que la actitud del mundo
se hacía más permisiva, hubo que dar más atención a este requisito, especialmente para el tiempo
de la II Guerra Mundial. Esto se hizo necesario debido a que algunos testigos de Jehová estaban
empezando a creer que, con tal de ocuparse en dar testimonio, cualquier tipo de laxitud en
cuestiones relacionadas con la moralidad sexual era solo asunto personal. Es cierto que en agosto
de 1935 La Torre del Vigía había dicho con claridad que el participar en el ministerio del campo no
autorizaba la conducta inmoral. Pero no todos tomaron a pecho lo que se dijo. De modo que en el
número de septiembre de 1941 La Atalaya analizó de nuevo el asunto con bastante detenimiento
en el artículo “El día de Noé”. Este señaló que el libertinaje sexual de los días de Noé fue una de
las razones que llevaron a Dios a destruir al mundo de entonces, y mostró que lo que Dios hizo en
aquella ocasión fijó un patrón para lo que haría en nuestro tiempo. Con franqueza advirtió que un
siervo íntegro de Dios no podía dedicar parte de su día a hacer la voluntad del Señor y luego, el
resto del tiempo, entregarse a “las obras de la carne”. (Gál. 5:17-21.) A este siguió, en La Atalaya
de octubre de 1942, otro artículo que condenaba la conducta que no armonizara con las normas
morales que la Biblia da a personas solteras y casadas. Nadie debería pensar que su participación
en la predicación pública del mensaje del Reino como testigo de Jehová le daba permiso para
llevar un estilo de vida relajado. (1 Cor. 9:27.) Con el tiempo se tomarían medidas aún más
estrictas para proteger la limpieza moral de la organización.
Algunos de los que entonces expresaban el deseo de ser testigos de Jehová se habían criado
en lugares donde se permitía el matrimonio de prueba, se toleraban las relaciones sexuales entre
personas comprometidas, o se veía como algo normal una relación consensual entre gente que no
estaba casada legalmente. Algunos matrimonios procuraban abstenerse de las relaciones íntimas.
Otras personas, aunque no se habían divorciado, habían dado un paso imprudente al separarse de
sus cónyuges. Con el fin de proveer la dirección necesaria, durante los años cincuenta La Atalaya
trató todas estas situaciones, analizó las responsabilidades maritales, enfatizó la prohibición bíblica
de la fornicación y, para evitar malentendidos, explicó en qué consistía. (Hech. 15:19, 20; 1 Cor.
6:18.)
Este asunto recibió atención especial en lugares donde los que empezaban a asociarse con la
organización de Jehová no tomaban en serio las normas morales de la Biblia. Así, cuando
N. H. Knorr, tercer presidente de la Sociedad Watch Tower, visitó Costa Rica en 1945, dijo en un
discurso sobre la moralidad cristiana: “Voy a darles un consejo a todos los que están aquí esta
noche y viven con una mujer sin haber legalizado su matrimonio. Vayan a la Iglesia Católica e
inscríbanse en ella, porque allí pueden seguir con esa práctica. Pero esta es la organización de
Dios, y aquí eso no se permite”.
A partir de los años sesenta, cuando los homosexuales comenzaron a manifestar abiertamente
sus prácticas, muchas iglesias decidieron aceptarlos en su seno después de debatir el asunto. En
la actualidad, ciertas iglesias ordenan incluso clérigos que son homosexuales. Las publicaciones
de los testigos de Jehová también trataron estas cuestiones con el fin de ayudar a la gente sincera
que tenía preguntas al respecto. Pero los Testigos nunca tuvieron dudas en cuanto a cómo ver la
homosexualidad. ¿Por qué no? Porque para ellos los requisitos bíblicos no son simples opiniones
de hombres de otra época. (1 Tes. 2:13.) Con gusto dan lecciones bíblicas a homosexuales para
que aprendan los requisitos de Jehová; y esas personas pueden asistir a las reuniones de los
Testigos para escuchar; sin embargo, nadie que siga practicando la homosexualidad puede ser
testigo de Jehová. (1 Cor. 6:9-11; Judas 7.)
En los últimos años se ha hecho común en el mundo el que jóvenes no casados se entreguen a
la satisfacción de sus deseos sexuales. El mundo ejerció presión sobre los jóvenes de familias de
los testigos de Jehová para inducirles a seguir ese proceder, y algunos de ellos comenzaron a
adoptarlo. ¿Qué hizo la organización al respecto? En La Atalaya y ¡Despertad! se publicaron
artículos para ayudar a los padres y a sus hijos a tener el punto de vista bíblico. En las asambleas
se presentaron dramas de la vida real con el fin de ayudar a todos a darse cuenta de lo que sucede
cuando se rechazan las normas morales de la Biblia y de los beneficios que resultan al obedecer
los mandamientos de Dios. Uno de los primeros dramas, presentado en 1969, fue “Espinas y
trampas hay en el camino del independiente”. Se prepararon libros especiales que ayudaban a la
juventud a apreciar la sabiduría del consejo bíblico. Entre estos estuvieron Tu juventud...
aprovechándola de la mejor manera (publicado en 1976) y Lo que los jóvenes preguntan.—
Respuestas prácticas (publicado en 1989). Los ancianos locales dieron consejo espiritual a
individuos y familias. También se protegió a las congregaciones de los testigos de Jehová
expulsando de ellas a los pecadores que no se arrepentían.
El derrumbe moral del mundo no ha hecho que los testigos de Jehová adopten una actitud
permisiva. Antes bien, el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová ha recalcado aún más lo
imprescindible de evitar no solo los actos sexuales ilícitos, sino también las influencias y
situaciones que socavan los valores morales. Durante las tres últimas décadas ha provisto
instrucción para fortalecer contra “faltas secretas” como la masturbación, y ha advertido del peligro
de la pornografía, las telenovelas y la música que degrada. Así, aunque en el mundo la moralidad
ha ido en decadencia, entre los testigos de Jehová ha subido.

PAG. 22 w 95 15/MAY PAG. 13 PARR. 15; km 8/02 PAGS. 3,4


w 95 15/MAY PAG. 13 PARR. 15
15
Se toleraban casos flagrantes de inmoralidad sexual en la congregación cristiana de Corinto. Un
hombre había tomado a la esposa de su padre, practicando así ‘fornicación como ni siquiera la
había entre las naciones’. Pablo escribió claramente: “Remuevan al hombre inicuo de entre
ustedes”. (1 Corintios 5:1, 11-13.) La acción de expulsar era nueva para la congregación cristiana.
Otro proceder inapropiado sobre el que la congregación de Corinto también necesitaba
esclarecimiento era que algunos de sus miembros llevaban a sus hermanos espirituales ante los
tribunales mundanos para resolver sus diferencias. Pablo los reprendió enérgicamente por hacer
esto. (1 Corintios 6:5-8.)

km 8/02 PAGS. 3,4

Demostremos lealtad cristiana cuando se expulsa a un pariente


1
Los vínculos familiares pueden ser muy fuertes. Este hecho supone una prueba para el
cristiano cuando su cónyuge, un hijo, un padre u otro pariente cercano es expulsado o se
desasocia de la congregación (Mat. 10:37). ¿Cómo debe el cristiano leal tratar a ese pariente? ¿Es
diferente el trato que se le da si dicha persona vive en la casa del Testigo? Pues bien, repasemos
lo que dice la Biblia al respecto, y tengamos presente que sus principios son aplicables tanto a los
que han sido expulsados como a los que se han desasociado.
2
Cómo tratar a los expulsados. La Palabra de Dios manda a los cristianos que no se
relacionen con alguien que ha sido expulsado de la congregación al decir: “Cesen de mezclarse en
la compañía de cualquiera que, llamándose hermano, sea fornicador, o persona dominada por la
avidez, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, y ni siquiera coman con tal
hombre. [...] Remuevan al hombre inicuo de entre ustedes” (1 Cor. 5:11, 13). Las palabras de
Jesús anotadas en Mateo 18:17 también son aplicables: “[Que el expulsado] sea para ti
exactamente como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos”. Quienes oyeron a
Jesús sabían muy bien que sus contemporáneos judíos no confraternizaban de modo alguno con
los gentiles y evitaban a los recaudadores de impuestos como si fueran marginados. Con estas
palabras, Jesús ordenó a sus seguidores que no se relacionaran con los expulsados (véase
La Atalaya del 15 de noviembre de 1981, págs. 12-14).
3
Eso significa que los cristianos leales no tienen trato espiritual con nadie que ha sido
expulsado de la congregación. Pero hay más implicado. La Palabra de Dios dice que ‘ni siquiera
comamos con tal hombre’ (1 Cor. 5:11). De modo que también evitamos el trato social con tal
persona, lo que descartaría ir con ella a una comida campestre, a una fiesta, a un partido, al centro
comercial, al cine o sentarnos a comer con ella, sea en el hogar o en un restaurante.
4
¿Se puede hablar con un expulsado? Aunque la Biblia no menciona todas las situaciones que
pudieran surgir, 2 Juan 10 nos ayuda a comprender cómo ve Jehová el asunto: “Si alguno viene a
ustedes y no trae esta enseñanza, nunca lo reciban en casa ni le digan un saludo”. La Atalaya del
15 de noviembre de 1981, página 19, comenta: “Decir un sencillo ‘¡Hola!’ a alguien puede ser el
primer paso que lleve a una conversación y tal vez hasta a una amistad. ¿Quisiéramos dar ese
primer paso respecto a una persona expulsada?”.
5
El mismo número de La Atalaya, en la página 25, agrega: “La realidad es que cuando un
cristiano se entrega al pecado y se le tiene que expulsar, pierde mucho: la posición aprobada que
tenía delante de Dios; [...] el grato compañerismo de los hermanos, que incluye mucha de la
asociación que tenía con parientes cristianos”.
6
Cuando se vive en la misma casa familiar. ¿Significa esto que los cristianos que viven en la
misma casa con un familiar expulsado no pueden hablar ni comer ni relacionarse con él mientras
realizan sus actividades diarias? La nota al pie de la página 22 de La Atalaya del 15 de abril
de 1991 señala: “Si en un hogar cristiano hubiera un familiar expulsado, este todavía formaría parte
de los tratos y actividades normales y cotidianos de la casa”. Por lo tanto, les toca a los miembros
de la familia decidir hasta qué grado lo incluirán cuando coman o participen en otras actividades
domésticas. Sin embargo, no querrán dar a los hermanos con quienes se relacionan la impresión
de que todo marcha igual que antes de la expulsión.
7
Ahora bien, La Atalaya del 15 de noviembre de 1981, página 22, menciona lo siguiente en
cuanto al expulsado o desasociado: “Los vínculos espirituales anteriores han sido rotos por
completo. Esto es cierto aun respecto a los parientes del expulsado, entre ellos los de su círculo
familiar inmediato o cercano. [...] Eso significa cambios en el compañerismo espiritual que haya
existido en el hogar. Por ejemplo, si al esposo se le ha expulsado, su esposa e hijos no se sentirían
cómodos si él condu[jera] el estudio bíblico de la familia o toma[ra] la delantera en la lectura de la
Biblia y en orar. Si él quiere hacer una oración, como, por ejemplo, a la hora de comer, él tiene
derecho a hacerlo en su propio hogar. Pero los demás pueden hacer sus propias oraciones a Dios
en silencio. (Pro. 28:9; Sal. 119:145, 146) ¿Qué hay si algún expulsado que vive en el hogar quiere
estar presente cuando la familia lee la Biblia junta o tiene un estudio bíblico? Los otros pudieran
permitirle estar presente para escuchar con tal que no tratara de enseñarles o compartir con ellos
sus ideas religiosas”.
8
Si se expulsa de la congregación a un hijo menor que vive en el hogar, los padres cristianos
aún son responsables de su crianza. La Atalaya del 15 de noviembre de 1988, página 20, aclara:
“Tal como continuarán suministrándole alimento, ropa y abrigo, tienen que instruirle y disciplinarle
en conformidad con la Palabra de Dios. (Proverbios 6:20-22; 29:17.) Por eso, los padres amorosos
quizás adopten la medida de conducir un estudio bíblico en el hogar con él, aunque esté
expulsado. Puede que el estudio le sea del mayor beneficio como fuente de corrección si es un
estudio con él solo. O quizás los padres decidan que el joven implicado puede continuar
participando en el estudio de la familia” (véase también La Atalaya del 1 de octubre de 2001, págs.
16, 17).
9
Familiares que no viven en la misma casa. “La situación es diferente si el expulsado o
desasociado es un pariente que vive fuera del círculo familiar y el hogar inmediatos —señala
La Atalaya del 15 de abril de 1988, página 28—. Pudiera ser posible eliminar casi todo contacto
con tal pariente. Aun cuando hubiera ciertos asuntos de familia que exigieran comunicación,
ciertamente esto se mantendría al mínimo”, en armonía con el mandato divino de “ces[ar] de
mezclarse en la compañía de cualquiera” que sea un pecador impenitente (1 Cor. 5:11). Los
cristianos leales deben esforzarse por evitar todo trato innecesario con tal pariente, hasta el punto
de mantener al mínimo absoluto las relaciones comerciales (véase también La Atalaya del 15 de
noviembre de 1981, págs. 23, 24).
10
La Atalaya dirige nuestra atención a otra situación que pudiera surgir: “¿Qué hay si se
expulsa[ra] a algún pariente cercano de una familia, como a un hijo o a un padre que no viviera con
ellos en su hogar, y más tarde éste quisiera mudarse al hogar de la familia de nuevo? La familia
podría decidir qué hacer, según las circunstancias. Por ejemplo, puede que una madre o un padre
expulsado esté enfermo o ya no esté en condiciones económicas o físicas que le permitan cuidar
de sí [mismo]. Los hijos cristianos tienen una obligación bíblica y moral de prestar ayuda. (1 Tim.
5:8) [...] Lo que se haga puede depender de factores como las verdaderas necesidades del padre,
su actitud y la consideración que el cabeza de la familia le tenga al bienestar espiritual de los
miembros de su casa” (véase La Atalaya del 15 de noviembre de 1981, págs. 22, 23).
11
Respecto a un hijo, el mismo artículo pasa a decir: “A veces los padres cristianos han
permitido que un hijo expulsado que haya enfermado física o emocionalmente regrese al hogar por
un tiempo. Pero en cada caso los padres pueden pesar las circunstancias individuales. ¿Ha vivido
por su propia cuenta un hijo expulsado, y ya no puede hacerlo, o quiere volver al hogar
principalmente porque sería una vida más fácil? ¿Qué se puede decir acerca de su moralidad y de
su actitud? ¿Introducirá ‘levadura’ en el hogar?—Gál. 5:9”.
12
Los beneficios de ser leales a Jehová. Cooperar con la disposición bíblica de la expulsión y
evitar a los pecadores impenitentes nos reporta beneficios. Conserva la limpieza de la
congregación y nos caracteriza como apoyadores de las elevadas normas morales de la Biblia
(1 Ped. 1:14-16). Nos protege de las influencias corruptoras (Gál. 5:7-9). Además, da al pecador la
oportunidad de beneficiarse plenamente de la disciplina recibida, la cual puede ayudarle a producir
“fruto pacífico, a saber, justicia” (Heb. 12:11).
13
Tras escuchar un discurso en una asamblea de circuito, un cristiano y su hermana se dieron
cuenta de que tenían que hacer cambios en la manera de tratar a su madre, quien no vivía con
ellos y llevaba seis años expulsada. Tan pronto terminó la asamblea, él la llamó y, luego de
confirmarle su amor, le explicó que ya no le hablarían a menos que surgieran asuntos importantes
de familia que los obligaran a ponerse en contacto. Poco después, la madre empezó a asistir a las
reuniones y con el tiempo fue restablecida. Además, su esposo no creyente comenzó a estudiar la
Biblia y se bautizó.
14
Apoyar lealmente la disposición bíblica de la expulsión es una demostración de nuestro amor
a Jehová y suministra una respuesta para el que lo desafía con escarnio (Pro. 27:11). A cambio,
podemos contar con la bendición divina. El rey David escribió lo siguiente acerca de Jehová: “En
cuanto a sus estatutos, no me desviaré de ellos. Con alguien leal tú actuarás en lealtad” (2 Sam.
22:23, 26).

PAG. 22 w 12 15/MAR PAGS. 30,31; w 06 15/JUL 30,31; g 11/13 PAGS. 4,5


w 12 15/MAR PAGS. 30,31

Preguntas de los lectores

¿Puede un cristiano llegar tan bajo en el vicio de ver pornografía que termine siendo
expulsado de la congregación?
▪ La respuesta es sí. Esto subraya la importancia de rechazar de plano cualquier clase de
pornografía, ya sea en forma de texto o de imágenes en revistas, películas, videos o Internet.
La pornografía ha llegado hasta el último rincón de este mundo. Internet la ha puesto al alcance
de la gente como nunca antes, y personas de todas las edades se han visto infectadas por esta
terrible plaga. Hay quienes se han topado con páginas pornográficas sin pretenderlo. Otros, sin
embargo, han accedido a ellas a propósito, tal vez en el hogar o la oficina, donde les resulta más
fácil leer o ver pornografía en secreto. Este es un asunto que los cristianos debemos tomar muy en
serio. ¿Por qué?
Jesús indicó una de las principales razones cuando advirtió: “Todo el que sigue mirando a una
mujer a fin de tener una pasión por ella ya ha cometido adulterio con ella en su corazón” (Mat.
5:28). Por supuesto, las relaciones sexuales normales no tienen nada de malo cuando sirven como
fuente de placer dentro del matrimonio (Pro. 5:15-19; 1 Cor. 7:2-5). Pero la pornografía muestra
relaciones inmorales que estimulan los malos pensamientos condenados por Jesús. Dicho sin
rodeos, quien lee o ve pornografía viola este mandato divino: “Amortigüen [o “den muerte a”] [...]
los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito
sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría” (Col. 3:5; Traducción en lenguaje actual).
¿Qué hay si un cristiano ha mirado pornografía en una o dos ocasiones? En cierto sentido, se
encuentra en una situación tan peligrosa como la de Asaf, quien admitió: “En cuanto a mí, mis pies
casi se habían desviado, casi se había hecho que mis pasos resbalaran”. Si ha estado viendo
imágenes pornográficas de hombres o mujeres desnudos o de una pareja teniendo relaciones,
no puede tener la conciencia tranquila ni estar en paz con Dios. Más bien, se sentirá como Asaf:
“Llegué a ser plagado todo el día, y la corrección mía es cada mañana” (Sal. 73:2, 14).
Si un cristiano ha caído en este pecado, es vital que abra los ojos y comprenda que necesita
ayuda espiritual. La Biblia indica que puede conseguirla en la congregación: “Aunque un hombre
dé algún paso en falso antes que se dé cuenta de ello, ustedes los que tienen las debidas
cualidades espirituales traten de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad, vigilándote a ti
mismo” (Gál. 6:1). En efecto, uno o dos ancianos pueden prestarle asistencia, lo que incluye orar
con él teniendo fe en que Jehová “sanará” al enfermo espiritual y “le perdonará” (Sant. 5:13-15).
Quienes han buscado ayuda para romper con el vicio de la pornografía se sienten hoy como Asaf,
quien afirmó: “Acercarme a Dios es bueno para mí” (Sal. 73:28).
No obstante, el apóstol Pablo explicó que algunos no se arrepintieron “de su inmundicia y
fornicación y conducta relajada [o desvergonzada]” (2 Cor. 12:21). Según explica el lexicógrafo
Marvin R. Vincent, el término griego traducido “inmundicia” en este caso “se refiere a la impureza
en su sentido más sucio”. La triste realidad es que ciertos tipos de pornografía son mucho peores
que unos cuantos desnudos o escenas de un hombre y una mujer cometiendo fornicación.
En algunos casos se presentan actos tan sucios y repugnantes como relaciones homosexuales,
sexo en grupo, contacto sexual con animales, pornografía infantil, violaciones en grupo, maltrato de
mujeres y diversos tipos de sadomasoquismo. Según indicó Pablo, algunos que estaban
“mentalmente [...] en oscuridad” fueron “más allá de todo sentido moral, [y] se entregaron a la
conducta relajada para obrar toda clase de inmundicia con avidez” (Efe. 4:18, 19).
Pablo también mencionó la “inmundicia” en Gálatas 5:19. Un teólogo británico señala: “En este
caso, el término puede referirse más especialmente a todos los deseos antinaturales”. Sin duda,
ningún cristiano puede negar que los actos anteriormente citados son “deseos antinaturales”
sucios, repugnantes y depravados. En Gálatas 5:19-21, el apóstol dejó claro que “los que
practican” este tipo de inmundicia “no heredarán el reino de Dios”. Por lo tanto, ¿qué sucedería si
un cristiano llevara cierto tiempo —tal vez un período considerable— viendo pornografía
repugnante y sexualmente degradante? Si no se arrepintiera y dejara ese vicio, tendría que ser
expulsado para conservar la pureza y el buen espíritu de la congregación cristiana (1 Cor. 5:5, 11).
Es bueno saber que algunos que han estado viendo estos tipos repugnantes de pornografía
han pedido ayuda a los ancianos y han hecho cambios drásticos. Jesús advirtió a ciertos cristianos
de la antigua Sardis: “Fortalece las cosas restantes que estaban a punto de morir, [...] continúa
teniendo presente cómo has recibido y cómo oíste, y sigue guardándolo, y arrepiéntete.
Ciertamente, a menos que despiertes [...,] no sabrás de ningún modo a qué hora vendré sobre ti”
(Rev. 3:2, 3). No hay duda de que es posible arrepentirse y escapar del “fuego” de la pornografía
(Jud. 22, 23).
No obstante, será mucho mejor si cada uno de nosotros toma la firme resolución de no correr el
más mínimo riesgo en este campo. Por lo tanto, ¡mantengámonos lo más lejos posible de cualquier
tipo de pornografía!
[Nota]
Las diferencias entre inmundicia, fornicación y conducta relajada se explican en La Atalaya del 15
de julio de 2006, páginas 29 a 31.
[Comentario de la página 30]
Si un cristiano cae en un pecado, es vital que abra los ojos y comprenda que necesita ayuda
espiritual

w 06 15/JUL 30,31

Preguntas de los lectores

¿Puede alguien ser expulsado de la congregación cristiana por ser culpable de inmundicia,
tal como puede ocurrir si es culpable de fornicación o conducta relajada?
La respuesta es sí. La persona puede ser expulsada de la congregación si practica fornicación,
conducta relajada o algunas clases de inmundicia, y no se arrepiente. El apóstol Pablo menciona
estos tres pecados junto con otros males que pueden llevar a la expulsión, al escribir: “Las obras
de la carne son manifiestas, y son: fornicación, inmundicia, conducta relajada [...;] les aviso de
antemano [...] que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:19-21).
El término fornicación (en griego por·néi·a) abarca toda relación sexual ilícita fuera del
matrimonio, lo que incluye el adulterio, la prostitución y las relaciones sexuales entre personas
no casadas, así como el sexo oral y anal y la manipulación sexual de los órganos genitales de una
persona que no sea su cónyuge. Quienes practican fornicación y no se arrepienten no pueden
permanecer en la congregación cristiana.
La expresión conducta relajada (en griego a·sél·guei·a) denota “desenfreno [...], vida licenciosa,
depravación”. El Léxico Griego-Español del Nuevo Testamento, de Alfred E. Tuggy, la define así:
“descaro, grosería, desvergüenza, libertinaje, insolencia”. Otro léxico la define como una forma de
“conducta que traspasa todos los límites socialmente aceptables”.
Como indican estas definiciones, en la “conducta relajada” se dan dos elementos: 1) la
conducta en cuestión constituye una violación grave de las leyes de Dios, y 2) la actitud del
pecador es irrespetuosa e insolente.
Por lo tanto, la expresión “conducta relajada” no se refiere a mala conducta de poca
importancia, sino a actos que constituyen graves violaciones de las leyes de Dios y que reflejan
una actitud descarada o un atrevimiento irreverente, es decir, una actitud que revela falta de
respeto o hasta desprecio por las leyes, normas y autoridad. Pablo también relaciona la conducta
relajada con el coito ilícito (Romanos 13:13, 14). Puesto que en Gálatas 5:19-21 se incluye la
conducta relajada entre algunas de las prácticas pecaminosas que impedirían que se heredara el
Reino de Dios, esta es motivo suficiente para que una persona sea censurada y hasta expulsada
de la congregación cristiana.
La palabra inmundicia (en griego a·ka·thar·sí·a) es, de los tres términos que se traducen
“fornicación”, “inmundicia” y “conducta relajada”, el que tiene el sentido más amplio. Abarca
cualquier clase de impureza, sea en asuntos sexuales, en el habla, en la conducta o en las
relaciones espirituales. “Inmundicia” incluye una amplia variedad de pecados graves.
En 2 Corintios 12:21, Pablo alude a los que ‘pecaron antes, pero que no se han arrepentido de
la inmundicia y fornicación y conducta relajada que han practicado’. Puesto que la “inmundicia”
aparece junto con la “fornicación” y la “conducta relajada”, es evidente que algunas clases de
inmundicia son motivo para formar un comité judicial. Claro está, el término “inmundicia” es amplio
y abarca asuntos que no ameritan la formación de un comité judicial. Tal como una casa puede
estar un poco sucia o sumamente asquerosa, también hay diversos grados de inmundicia.
En Efesios 4:19, Pablo habla de algunas personas que habían “llegado a estar más allá de todo
sentido moral” y que “se entregaron a la conducta relajada para obrar toda clase de inmundicia con
avidez”. Así pues, Pablo sitúa la “inmundicia con avidez” en la misma categoría que la conducta
relajada. Si un cristiano bautizado practica “inmundicia con avidez” y no se arrepiente, puede ser
expulsado de la congregación por ser culpable de inmundicia grave.
Supongamos que una pareja de novios se acariciara apasionadamente en numerosas
ocasiones. Podría ser que los ancianos determinaran que, aunque la pareja no manifestó una
actitud de descaro —característica de la conducta relajada—, sí hubo cierta avidez en su conducta.
Por lo tanto, los ancianos formarían un comité judicial, pues se produjo inmundicia grave. Si
alguien mantuviera repetidas conversaciones telefónicas de índole sexual con otra persona,
también se podría tratar el caso sobre la base de la inmundicia grave, sobre todo si se le había
aconsejado anteriormente.
Los ancianos deben ser discernidores al atender casos como estos. Tienen que analizar con
cuidado lo que ha sucedido y el grado al que se llegó. No es cuestión de concluir que alguien es
culpable de conducta relajada porque no aceptó el consejo bíblico. Tampoco se trata de establecer
de manera sistemática el número de veces que puede cometerse un pecado antes de que se
forme un comité judicial. Los ancianos deben pedir la ayuda de Jehová y pesar cuidadosamente
cada situación; también han de averiguar lo que ocurrió, la frecuencia, la naturaleza y el grado del
mal comportamiento, así como las intenciones y los motivos del pecador.
La inmundicia grave no solo se manifiesta en pecados sexuales. Por ejemplo, imagínese a un
jovencito bautizado que se fuma unos cuantos cigarrillos en un corto espacio de tiempo.
Él confiesa el pecado a sus padres y está decidido a no volver a hacerlo. Se trata de un caso de
inmundicia en el que no ha llegado a haber “inmundicia con avidez”. Bastaría con que el joven
recibiera los consejos bíblicos de uno o dos ancianos y el apoyo de sus padres. Ahora bien, ¿y si el
joven fumara habitualmente? Esto constituiría una contaminación deliberada de la carne, y se
formaría un comité judicial para que atendiera el asunto sobre la base de inmundicia grave
(2 Corintios 7:1). Si el muchacho no se arrepintiera, habría que expulsarlo.
Algunos cristianos han comenzado a ver pornografía. Aunque esto ofende a Dios, y es normal
que los ancianos se sorprendan si se enteran de que un hermano en la fe ha estado viendo
pornografía, no siempre es necesario formar un comité judicial. Por ejemplo, supongamos que un
hermano ha visto pornografía “blanda” en varias ocasiones. Como se siente avergonzado, lo
confiesa a un anciano, resuelto a no repetir este pecado. El anciano bien podría llegar a la
conclusión de que su conducta no ha llegado al punto de ser “inmundicia con avidez”. El hermano
tampoco mostró una actitud descarada, y por lo tanto no constituiría conducta relajada. Aunque
no sea necesario emprender ninguna acción judicial, este tipo de inmundicia exigirá sólidos
consejos bíblicos y, quizás, la ayuda continuada de los ancianos.
Ahora bien, supongamos que, durante años, un cristiano ha visto en secreto pornografía
repugnante y sexualmente degradante, y ha hecho todo lo posible por ocultar este pecado. Dicho
material pornográfico pudiera abarcar violaciones en grupo, sadomasoquismo, tortura sádica,
maltrato de mujeres o hasta pornografía infantil. Cuando su conducta sale a la luz, se siente
profundamente avergonzado. Aunque no tenga una actitud descarada, los ancianos tal vez
determinen que ‘se ha entregado’ a un vicio repugnante y que ha practicado “inmundicia con
avidez”, es decir, inmundicia grave. En ese caso, se formaría un comité judicial porque su conducta
implica inmundicia grave. El pecador sería expulsado si no demostrara que está sinceramente
arrepentido y que ha tomado la determinación de nunca más volver a ver pornografía. Si hubiera
invitado a alguien a ver pornografía en su casa —lo que equivaldría a promoverla—, sería prueba
de que tal persona tenía una actitud descarada, característica de la conducta relajada.
El término bíblico “conducta relajada” siempre se refiere a un pecado grave, normalmente de
índole sexual. Para ver si se trata de conducta relajada, los ancianos deben analizar si hay
descaro, desenfreno, grosería y desvergüenza, y si se atentó contra la decencia pública. Por otro
lado, las transgresiones graves de la ley de Jehová que comete una persona que no manifiesta
una actitud de descaro pudieran implicar “avidez”. Tales casos tienen que ver con inmundicia
grave, y deben tratarse sobre esa base.
Es una seria responsabilidad tener que determinar si alguien ha llegado al punto de hacerse
culpable de inmundicia grave o de conducta relajada, pues hay vidas en juego. Por eso, quienes
tengan que juzgar estos casos deben pedir a Jehová espíritu santo, discernimiento y
entendimiento. Los ancianos han de mantener la pureza de la congregación, y sus decisiones
deben basarse en la Palabra de Dios y en las instrucciones del “esclavo fiel y discreto” (Mateo
18:18; 24:45). Más que nunca, en estos días malvados, los ancianos querrán tener presentes las
siguientes palabras: “Vean lo que hacen, porque no es para el hombre que ustedes juzgan, sino
que es para Jehová” (2 Crónicas 19:6).

g 11/13 PAGS. 4,5

AYUDA PARA LAS FAMILIAS | LA CRIANZA DE LOS HIJOS


Cómo advertirles sobre el sexteo

EL PROBLEMA
Puede que haya escuchado que el sexteo (o sexting) es muy común entre los jóvenes, y tal vez
se pregunte si su hijo o su hija sería capaz de hacer algo así.
¿Cómo puede abordar el asunto? Antes de responder la pregunta, veamos por qué sextean
algunos jóvenes y por qué debería preocuparle.
LAS CAUSAS
• Algunos adolescentes envían mensajes sexuales para coquetear con la persona que les gusta.
• Hay chicas que envían fotos de ellas desnudas debido a que se sienten presionadas por un
muchacho.
• Puede que un chico reenvíe una foto explícita de una chica para entretener a sus amigos o para
vengarse de ella por terminar con él.
En cualquier caso, un teléfono en manos de un adolescente es como un arma que podría meterlo
en muchos problemas. “Basta con oprimir un botón para arruinarle la vida a alguien”, comenta el
libro CyberSafe (Ciberseguros).
Pocos saben que cuando ponen una foto en línea no pueden controlar la manera en que otros la
usarán. En un informe, el FBI dijo que una joven de 18 años “se suicidó después de que una foto
en la que aparecía desnuda y que le había enviado a su novio terminó en manos de cientos de
compañeros de escuela. Al parecer, los estudiantes siguieron reenviando la foto y la estaban
acosando”.
El sexteo también tiene consecuencias legales. En algunos lugares, por ejemplo, los menores que
han enviado imágenes sexuales a otros menores han sido acusados de producir y transmitir
pornografía infantil y han sido registrados como delincuentes sexuales. Además, usted puede
verse en aprietos si el teléfono del cual se envía el mensaje está a su nombre o si no hace nada
para que su hijo deje de sextear.
LO QUE PUEDE HACER
Póngale reglas claras. Es cierto que no podrá controlar totalmente lo que su hijo o hija hace con
el teléfono, pero sí podrá ponerle reglas y explicarle las consecuencias de romperlas. Recuerde
también que como padre tiene derecho a supervisar el uso que le da a su teléfono. (Principio
bíblico: Efesios 6:1.)
Ayúdelo a entender la gravedad del problema. Puede decirle: “La gente dice muchas cosas
acerca del sexteo. ¿Para ti qué es eso?”. “¿Qué tipos de fotos dirías que son inapropiadas?” “En
algunos lugares, la ley castiga a los menores que envían fotos sexuales a otros menores. ¿Crees
que están exagerando?” “¿Crees que el sexteo es inmoral?” Escuche sus opiniones y ayúdelo a
pensar en las consecuencias. (Principio bíblico: Hebreos 5:14.)
Preséntele situaciones imaginarias. Si tiene una hija, podría decirle algo como: “Imagínate que
un chico está presionando a una chica para que le envíe una foto de ella desnuda. ¿Qué debería
hacer ella? ¿Hacerle caso para no perder su amistad? ¿No hacer lo que dice, pero seguir
coqueteando con él? ¿Terminar la relación? ¿Hablar con un adulto?”. Ayúdela a reflexionar en el
asunto. Si tiene un hijo, podría preguntarle algo parecido (Principio bíblico: Gálatas 6:7.)
Apele a su sentido del bien y del mal. Pregúntele: “¿Es importante tener una buena reputación?
¿Por cuáles cosas quieres ser conocido? ¿Cómo te sentirías si humillas a alguien enviando alguna
foto inapropiada de él? ¿Cómo te sentirías si haces lo correcto?”. Ayude a su hijo o hija a “ten[er]
una buena conciencia” (1 Pedro 3:16).
Ponga el ejemplo. La Biblia dice que la sabiduría de Dios es “casta, [...] sin ser hipócrita”
(Santiago 3:17). ¿Practica usted lo que enseña? El libro CyberSafe comenta: “[Los padres]
tenemos que poner el ejemplo y evitar las imágenes y los sitios de Internet inmorales o ilegales”.
[Nota]
El sexteo es la práctica de enviar mensajes, fotos o videos íntimos o de claro contenido sexual a
través del teléfono. Si desea más información, visite www.jw.org/es, haga clic en ENSEÑANZAS
BÍBLICAS > JÓVENES y lea el artículo “Los jóvenes preguntan: ¿Tiene algo de malo el
sexteo?”.
Ayúdelo a pensar en las consecuencias
[Recuadro de la página 5]
TEXTOS CLAVE
“Hijos, sean obedientes a sus padres.” (Efesios 6:1)
“[Las] personas maduras [...] tienen sus facultades perceptivas entrenadas para distinguir tanto lo
correcto como lo incorrecto.” (Hebreos 5:14)
“Cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará.” (Gálatas 6:7)
[Recuadro de la página 5]
SUGERENCIA
Si se le hace incómodo hablar con su hijo del sexteo, intente esto:
Pregúntele qué cosas hacen los muchachos en la escuela. Entonces diga: “He oído mucho
acerca del sexteo. ¿Está de moda?”.
Trate de averiguar su opinión al respecto. Podría preguntarle: “¿Crees que los muchachos se dan
cuenta de que sextear tiene consecuencias?”.
Pregúntele qué haría si le sextearan, y luego explíquele lo que debería hacer.
Un consejo: Utilizar una noticia le ayudará a iniciar la conversación. Por ejemplo, podría decir:
“Leí que las fotos que una chica se tomó desnuda terminaron en manos de todos sus compañeros
de clase. ¿Ha pasado eso en tu escuela?”.

PAG. 22 w 97 1/ENE PAGS. 26-29


Aborrezcamos lo que es inicuo

JEHOVÁ es un Dios santo. En tiempos antiguos él era el “Santo de Israel”, y como tal, exigía
que Israel fuera limpio, inmaculado. (Salmo 89:18.) Dijo a su pueblo escogido: “Tienen que resultar
santos, porque yo soy santo”. (Levítico 11:45.) Cualquiera que deseara “ascender a la montaña de
Jehová” debía ser “inocente de manos y limpio de corazón”. (Salmo 24:3, 4.) Estas palabras
implicaban más que evitar los pecados. Querían decir “odiar lo malo”. (Proverbios 8:13.)
En muestra de su amor, Jehová promulgó leyes detalladas para que la nación de Israel pudiera
reconocer y evitar la maldad. (Romanos 7:7, 12.) Estas leyes incluían directrices estrictas sobre
moralidad. El adulterio, las prácticas homosexuales, las relaciones incestuosas y la bestialidad se
señalaron como contaminantes inmundos de la espiritualidad. (Levítico 18:23; 20:10-17.) A las
personas culpables de esos actos degradados se las cortaba de la nación de Israel.
Cuando la congregación de cristianos ungidos llegó a ser “el Israel de Dios”, se promulgaron
para ellos estas mismas normas morales. (Gálatas 6:16.) Los cristianos también tenían que
‘aborrecer lo que es inicuo’. (Romanos 12:9.) Lo que Jehová le dijo a Israel les aplicaba asimismo a
ellos: “Tienen que ser santos, porque yo soy santo”. (1 Pedro 1:15, 16.) Las prácticas inmundas,
como la fornicación, el adulterio, la homosexualidad, la bestialidad y el incesto, no debían
corromper la congregación cristiana. Los que no quisieran abandonarlas serían excluidos del Reino
de Dios. (Romanos 1:26, 27; 2:22; 1 Corintios 6:9, 10; Hebreos 13:4.) Las “otras ovejas” deben
cumplir las mismas normas en estos “últimos días”. (2 Timoteo 3:1; Juan 10:16.) Por consiguiente,
los cristianos ungidos y las otras ovejas componen un pueblo limpio y sano, en condición de llevar
el nombre de su Dios como testigos de Jehová. (Isaías 43:10.)
Se mantiene limpia la congregación
En cambio, el mundo aprueba todo tipo de inmoralidad. Aunque los cristianos verdaderos son
distintos, no deben olvidar que muchos de los que ahora sirven a Jehová estuvieron alguna vez en
el mundo. Hay gran cantidad de personas que antes de conocer a nuestro santo Dios, no veían
ninguna razón para no satisfacer los deseos y las fantasías de su carne caída, y se revolcaban en
un “bajo sumidero de disolución”. (1 Pedro 4:4.) Después de hablar de las prácticas repugnantes
de la gente degradada de las naciones, el apóstol Pablo dijo: “Eso era lo que algunos de ustedes
eran”. No obstante, siguió diciendo: “Pero ustedes han sido lavados, pero ustedes han sido
santificados, pero ustedes han sido declarados justos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y
con el espíritu de nuestro Dios”. (1 Corintios 6:11.)
Palabras reconfortantes, sin duda. No importa lo que alguien haya hecho en el pasado, esa
persona cambia cuando las gloriosas buenas nuevas acerca del Cristo tocan su corazón. Entonces
ejerce fe y se dedica a Jehová Dios. De ese momento en adelante vive una vida pura moralmente,
limpia a los ojos de Dios. (Hebreos 9:14.) Los pecados que cometió anteriormente le son
perdonados, y puede ‘extenderse hacia adelante a las cosas más allá’. (Filipenses 3:13, 14;
Romanos 4:7, 8.)
Jehová perdonó a David, arrepentido, su asesinato y adulterio, y perdonó a Manasés, también
arrepentido, su idolatría inmoral y su mucho derramamiento de sangre. (2 Samuel 12:9, 13;
2 Crónicas 33:2-6, 10-13.) Podemos estar verdaderamente agradecidos de que él esté dispuesto a
perdonarnos a nosotros también si nos arrepentimos y nos acercamos a él con sinceridad y
humildad. Ahora bien, aunque Jehová perdonó a David y Manasés, estos dos hombres, y todo
Israel, tuvieron que sufrir las consecuencias de sus pecados. (2 Samuel 12:11, 12; Jeremías 15:3-
5.) Del mismo modo, aun cuando Jehová perdona a los pecadores que se arrepienten, tal vez haya
consecuencias de sus acciones que estos no puedan eludir.
Consecuencias inevitables
Por ejemplo, puede ocurrir que un hombre que lleva una vida desenfrenada moralmente y
contrae el sida, acepte la verdad y cambie hasta el punto de dedicarse y bautizarse. A partir de
entonces es un cristiano limpio espiritualmente que tiene una relación con Dios y una maravillosa
esperanza para el futuro; pero sigue estando enfermo de sida. Puede que con el tiempo muera de
esa enfermedad, una consecuencia triste, aunque ineludible, de su conducta pasada. En el caso
de algunos cristianos, los efectos de la grave inmoralidad de su vida pasada tal vez persistan de
otras maneras. Puede que años después de su bautismo, quizá durante el resto de su vida en este
sistema de cosas, tengan que seguir luchando contra los impulsos carnales por volver a su anterior
modo de vida inmoral. Muchos han logrado resistir gracias a la ayuda del espíritu de Jehová. Pero
tienen que pelear una batalla constante. (Gálatas 5:16, 17.)
Tales personas no pecan siempre y cuando controlen sus impulsos. Pero, si se trata de
varones, tal vez decidan sabiamente no ‘procurar’ una responsabilidad en la congregación mientras
tengan que luchar contra los fuertes impulsos carnales. (1 Timoteo 3:1.) ¿Por qué? Porque son
conscientes de la confianza que la congregación deposita en los ancianos. (Isaías 32:1, 2; Hebreos
13:17.) Se dan cuenta de que a estos se les consultan muchos asuntos íntimos y de que tienen
que tratar casos delicados. No sería ni amoroso ni sabio ni razonable que la persona que tiene una
lucha constante contra los deseos carnales inmundos, procure alcanzar tal posición de
responsabilidad. (Proverbios 14:16; Juan 15:12, 13; Romanos 12:1.)
En el caso de un hombre que haya sido corruptor de menores antes de bautizarse, tal vez haya
otra consecuencia. Cuando aprende la verdad, se arrepiente y se vuelve, de modo que
no introduce ese horrible pecado en la congregación. Quizá después progrese bien, venza
completamente sus malos impulsos y quiera ‘alcanzar’ un puesto de responsabilidad en la
congregación. ¿Qué ocurre, sin embargo, si la comunidad todavía no ha olvidado la mala
reputación que se ganó cuando abusó sexualmente de menores? ¿Sería “irreprensible”? ¿Tendría
un ‘excelente testimonio de los de afuera y estaría libre de acusación’? (1 Timoteo 3:1-7, 10; Tito
1:7.) No, en absoluto. Por lo tanto, no llenaría los requisitos para tener privilegios en la
congregación.
Cuando peca un cristiano dedicado
Jehová comprende que somos débiles y que podemos caer en el pecado incluso después del
bautismo. El apóstol Juan escribió a los cristianos de su día: “Les escribo estas cosas para que
no cometan un pecado. Y no obstante, si alguno comete un pecado, tenemos un ayudante para
con el Padre, a Jesucristo, uno que es justo. Y él es un sacrificio propiciatorio por nuestros
pecados, pero no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”. (1 Juan 2:1, 2.) En
efecto, sobre la base del sacrificio de Jesús, Jehová perdonará a los cristianos bautizados que
caigan en el pecado, siempre y cuando se arrepientan de verdad y abandonen su mal proceder.
Vemos un ejemplo de lo susodicho en lo ocurrido en la congregación de Corinto del siglo
primero. Cuando llegó a oídos del apóstol Pablo que había en la joven congregación un caso de
fornicación, dio instrucciones de que se expulsara al culpable. Tiempo después, el pecador se
arrepintió, y Pablo exhortó a la congregación a que lo restableciera. (1 Corintios 5:1, 13; 2 Corintios
2:5-9.) Así, gracias al poder sanador de la bondad amorosa de Jehová y al gran valor del sacrificio
de rescate de Jesús, se limpió a ese hombre de su pecado. Hoy pudiera ocurrir lo mismo. Por otra
parte, sin embargo, aunque la persona bautizada que ha cometido un pecado serio se haya
arrepentido y Jehová la haya perdonado, tal vez aún tenga que afrontar las consecuencias de su
pecado. (Proverbios 10:16, 17; Gálatas 6:7.)
Pongamos por caso el de una joven dedicada que ha cometido fornicación; quizá sienta
profundamente haberlo hecho y con el tiempo recobre la salud espiritual con la ayuda de la
congregación. Ahora bien, ¿qué pasa si está embarazada como consecuencia de su acto inmoral?
En ese caso, lo que hizo cambia inevitablemente toda su vida. Un hombre que haya cometido
adulterio pudiera arrepentirse y no ser expulsado, pero el cónyuge inocente tendría fundamento
para divorciarse de él, y tal vez decidiera hacerlo. (Mateo 19:9.) Si este fuera el caso, ese hombre,
aunque Jehová lo hubiera perdonado, viviría el resto de su vida con esta grave consecuencia de su
pecado. (1 Juan 1:9.)
¿Qué ocurre en el caso del hombre cuya falta de amor lo lleva a divorciarse de su esposa para
casarse con otra mujer? Quizá con el tiempo se arrepienta y sea restablecido a la congregación.
Puede que con el paso de los años, progrese y ‘pase adelante a la madurez’. (Hebreos 6:1.) Pero
mientras su primera esposa no se case de nuevo, él no llenará los requisitos para servir en una
posición de responsabilidad en la congregación. No es “esposo de una sola mujer” porque se
divorció de la primera sin base bíblica. (1 Timoteo 3:2, 12.)
¿No son estas razones poderosas para que un cristiano aborrezca lo que es inicuo?
¿Qué ocurre con los que abusan de menores?
¿Qué pasa si un cristiano adulto bautizado abusa sexualmente de un niño? ¿Es el pecador tan
malvado que Jehová no lo perdonará nunca? No necesariamente. Jesús dijo que ‘la blasfemia
contra el espíritu santo’ era imperdonable. Y Pablo dijo que no queda sacrificio por los pecados del
que practica voluntariosamente el pecado a pesar de conocer la verdad. (Lucas 12:10; Hebreos
10:26, 27.) Pero la Biblia no dice en ningún lugar que no pueda perdonarse a un cristiano adulto
que abuse sexualmente de un niño, se trate de incesto o no. En efecto, se pueden lavar sus
pecados si se arrepiente con sinceridad desde el corazón y cambia su conducta, si bien tal vez
tenga que seguir peleando contra los impulsos carnales impropios que fomentó. (Efesios 1:7.) Y
quizá haya consecuencias que no pueda evitar.
Dependiendo de la ley del país donde viva, es probable que lo encarcelen o que el Estado le
imponga otras sanciones. La congregación no lo protegerá de estas consecuencias. Además, ese
hombre ha demostrado una seria debilidad que en lo sucesivo tendrá que tomarse en cuenta. Si
parece estar arrepentido, se le animará a progresar espiritualmente, a salir al servicio del campo e
incluso a participar en la Escuela del Ministerio Teocrático y tener asignaciones que no impliquen
enseñanza en la Reunión de Servicio. Eso no quiere decir, sin embargo, que llenará los requisitos
para ocupar una posición de responsabilidad en la congregación. ¿Cuáles son las razones bíblicas
para ello?
Por una parte, los ancianos deben tener “autodominio”. (Tito 1:8.) Es cierto que nadie tiene un
autodominio perfecto. (Romanos 7:21-25.) Pero un cristiano adulto dedicado que cae en el pecado
de abusar sexualmente de un menor demuestra una debilidad carnal anormal. La experiencia
muestra que esos adultos probablemente abusen de otros niños. Es cierto que no todos los que
abusan de un menor vuelven a cometer ese pecado, pero muchos lo hacen. Y la congregación
no puede leer el corazón para decir quién probablemente abusará de un niño de nuevo y quién no.
(Jeremías 17:9.) Por lo tanto, el consejo de Pablo a Timoteo es aplicable con especial fuerza en el
caso de los adultos bautizados que hayan abusado de menores: “Nunca impongas las manos
apresuradamente a ningún hombre; ni seas partícipe de los pecados ajenos”. (1 Timoteo 5:22.)
Para la protección de nuestros hijos, un hombre que haya abusado de menores no llena los
requisitos para ocupar una posición de responsabilidad en la congregación. Además, no puede ser
precursor ni participar en ningún otro aspecto del servicio especial de tiempo completo.
(Compárese con el principio de Éxodo 21:28, 29.)
Puede que alguien pregunte: ‘¿No ha habido casos en que quienes cometieron otros tipos de
pecado y parecieron arrepentirse, volvieron a cometer el mismo pecado más tarde?’. Sí, eso ha
ocurrido, pero hay otros factores que analizar. Si, por ejemplo, un individuo se acerca a otro adulto
con intenciones inmorales, este puede oponer resistencia. A los niños es más fácil engañarlos,
confundirlos o aterrorizarlos. La Biblia habla de su falta de sabiduría. (Proverbios 22:15; 1 Corintios
13:11.) Jesús utilizó a los niños como un ejemplo de inocencia y humildad. (Mateo 18:4; Lucas
18:16, 17.) Su inocencia implica una total falta de experiencia. La mayoría de los niños son
abiertos, están deseosos de agradar, y por ello son más vulnerables a que abuse de ellos un
adulto malintencionado a quien conocen y en quien confían. Por lo tanto, la congregación tiene
ante Jehová la responsabilidad de proteger a los niños.
Los niños bien educados aprenden a obedecer y honrar a sus padres, a los ancianos y a otros
adultos. (Efesios 6:1, 2; 1 Timoteo 5:1, 2; Hebreos 13:7.) Sería una horrible perversión que una de
estas personas con autoridad se aprovechara de la confianza inocente de un niño para seducirle o
forzarle a someterse a actos sexuales. Los que han pasado por esta experiencia con frecuencia
luchan durante años para superar el consiguiente trauma emocional. Por tanto, quien abusa de un
niño tiene que afrontar disciplina severa de parte de la congregación y algunas restricciones. Lo
que debe importar no es su posición como persona con autoridad, sino la pureza sin tacha de la
congregación. (1 Corintios 5:6; 2 Pedro 3:14.)
Si una persona que ha abusado de un menor se arrepiente sinceramente, reconocerá la
sabiduría de aplicar los principios bíblicos. Si en verdad aprende a aborrecer lo que es inicuo,
rechazará el pecado cometido y luchará por no repetirlo. (Proverbios 8:13; Romanos 12:9.)
Además, seguramente agradecerá a Jehová la grandeza de Su amor, gracias al cual un pecador
arrepentido, como él, puede seguir adorando a nuestro Dios santo y tener la esperanza de ser uno
de “los rectos” que residirán en la Tierra para siempre. (Proverbios 2:21.)
[Nota]
Véase la sección “Preguntas de los lectores” de La Atalaya del 1 de mayo de 1996.
[Comentario de la página 28]
Aun cuando Jehová perdona a los pecadores que se arrepienten, tal vez haya consecuencias de
sus acciones que estos no puedan eludir
PAG. 22 w 06 15/2 PAGS. 26-28 PARRS. 1-12; w 95 15/5 PAG. 22 PARRS. 6-8
w 06 15/2 PAGS. 26-28 PARRS. 1-12

Caminemos en la senda de la iluminación progresiva

“La senda de los justos es como la luz brillante que va haciéndose más y más clara
hasta que el día queda firmemente establecido.” (PROVERBIOS 4:18.)

¿QUIÉN mejor que la propia Fuente de la luz, Jehová Dios, para describir el efecto que la salida
del Sol produce en la oscuridad de la noche? (Salmo 36:9.) Cuando el alba “se [ase] de las
extremidades de la tierra”, dice él, esta “se transforma como barro bajo un sello, y las cosas toman
su puesto como en la ropa” (Job 38:12-14). Según aumenta la luz del día, los objetos terrestres van
adquiriendo forma y se hacen reconocibles, tal como la blanda arcilla se transforma cuando se
estampa en su superficie el emblema de un sello.
2
Jehová es también la Fuente de la iluminación espiritual (Salmo 43:3). Mientras el mundo
permanece sumido en densas tinieblas, el Dios verdadero continúa arrojando luz sobre su pueblo.
¿Con qué resultados? La Biblia responde: “La senda de los justos es como la luz brillante que va
haciéndose más y más clara hasta que el día queda firmemente establecido” (Proverbios 4:18).
Mediante su luz cada vez más brillante, Jehová sigue iluminando la senda de su pueblo y
refinándolo en lo relativo a la organización, la doctrina y la moralidad.
Iluminación que lleva al refinamiento de la organización
3
Jehová anunció por medio del profeta Isaías: “En vez del cobre traeré oro, y en vez del hierro
traeré plata, y en vez de la madera, cobre, y en vez de las piedras, hierro” (Isaías 60:17). Tal como
reemplazar un material de calidad inferior por uno de mayor calidad supone una mejora, así los
testigos de Jehová han experimentado mejoras en su organización durante “la conclusión del
sistema de cosas”, o “los últimos días” (Mateo 24:3; 2 Timoteo 3:1).
4
Al comienzo de los últimos días se elegía democráticamente a los ancianos y los diáconos de
las congregaciones de los Estudiantes de la Biblia (como se conocía entonces a los testigos de
Jehová). Sin embargo, había ancianos que carecían del verdadero espíritu evangelizador; otros
no solo eran reacios a predicar, sino que intentaban disuadir a los demás de que lo hicieran. Por lo
tanto, en 1919 se creó una nueva función en las congregaciones: la de director de servicio. En vez
de ser elegido por la congregación, el director de servicio era nombrado de manera teocrática por
la sucursal de los siervos de Dios. Entre sus deberes figuraban organizar la predicación, asignar
territorios y fomentar la participación en el ministerio del campo. Dicho cambio dio a la obra de
evangelizar un extraordinario impulso en los años siguientes.
5
Los miembros de las congregaciones cobraron nuevos bríos en 1922, cuando, en la asamblea
de los Estudiantes de la Biblia celebrada en Cedar Point (Ohio, EE.UU.), se les exhortó: “Anuncien,
anuncien, anuncien al Rey y su reino”. Para 1927 se había organizado hasta tal punto el servicio
del campo, que se designó el domingo como el día más conveniente para predicar de casa en
casa. ¿Por qué el domingo? Porque para la mayor parte de la gente era su día de descanso. En la
actualidad, los testigos de Jehová demostramos el mismo espíritu al visitar a las personas en los
momentos en que es más probable que estén en casa, como los fines de semana y al anochecer.
6
La predicación del Reino recibió gran ímpetu la tarde del domingo 26 de julio de 1931 al
adoptarse una resolución, primero en una asamblea realizada en Columbus (Ohio, EE.UU.), y
luego en todo el mundo. La resolución decía en parte: “Somos siervos de Jehová Dios
comisionados a hacer una obra en su nombre, y, en obediencia a su mandamiento, a entregar el
testimonio de Jesucristo, y dar a conocer a la gente que Jehová es el verdadero y Omnipotente
Dios; por lo tanto gozosamente aceptamos el nombre que la boca de Jehová Dios ha pronunciado,
y deseamos ser conocidos como y llamados por el nombre de testigos de Jehová” (Isaías 43:10).
¡Con cuánta claridad definió el nuevo nombre cuál era la principal actividad de sus portadores! En
efecto, Jehová tenía mucho trabajo para todos sus siervos, y la respuesta general fue muy
entusiasta.
7
Aun cuando muchos ancianos se dedicaron humildemente a predicar, hubo algunos que
opusieron bastante resistencia a la idea de que todos los miembros de la congregación debían
participar en el ministerio público. Pero aún vendrían otras mejoras. Mediante la revista La Torre
del Vigía, las congregaciones recibieron en 1932 la directriz de que cesaran de elegir a los
ancianos y los diáconos, y que, en su lugar, eligieran un comité de servicio formado por hombres
espirituales que predicaran públicamente. De este modo, la superintendencia quedó a cargo de
quienes participaban activamente en el ministerio, y la obra siguió adelantando.
La luz más clara trae nuevas mejoras
8
La luz iba “haciéndose más y más clara”. En 1938 se eliminaron por completo las votaciones.
Todos los siervos de la congregación serían nombrados de manera teocrática bajo la supervisión
del “esclavo fiel y discreto” (Mateo 24:45-47). Prácticamente todas las congregaciones de los
testigos de Jehová aceptaron el cambio de buena gana, y la obra de dar testimonio continuó
produciendo fruto.
9
A partir del 1 de octubre de 1972 rigió un nuevo cambio en la supervisión de las
congregaciones de los testigos de Jehová por todo el mundo: se sustituyó al siervo, o
superintendente, de congregación por un cuerpo de ancianos. Dicho sistema se ha convertido en
un poderoso incentivo para que hermanos maduros reúnan las condiciones necesarias para dirigir
a la congregación (1 Timoteo 3:1-7). En consecuencia, cada vez más hermanos adquieren
experiencia en atender las obligaciones de la congregación. ¡Cuánto valoramos su contribución en
el pastoreo de la multitud de personas nuevas que han aceptado la verdad bíblica!
10
El Cuerpo Gobernante fue organizado en seis comités, los cuales asumieron desde el 1 de
enero de 1976 la supervisión de todas las actividades de la organización y de las congregaciones
del mundo. ¿Acaso no ha sido sumamente beneficioso contar con una “multitud de consejeros” que
dirija todo aspecto de la obra del Reino? (Proverbios 15:22; 24:6.)
11
El año 1992 fue testigo de otro refinamiento, uno comparable a lo que ocurrió después de que
los israelitas y otras personas regresaron del exilio en Babilonia. Como hacían falta levitas que
sirvieran en el templo en ese entonces, se asignaron más tareas a los netineos, que no eran
israelitas. De manera parecida, en 1992 se dieron mayores responsabilidades de servicio a
algunos miembros de las “otras ovejas” para que colaboraran con la clase del esclavo fiel y discreto
en el cuidado de los intereses terrestres, que van en aumento. Se les nombró ayudantes de los
comités del Cuerpo Gobernante (Juan 10:16).
12
¿Qué efecto ha producido todo lo anterior? “Nombraré la paz como tus superintendentes, y la
justicia como los que te asignan tus tareas”, dice Jehová (Isaías 60:17). Hoy día reina “la paz” entre
los siervos de Jehová, y el amor a “la justicia” ha llegado a ser ‘el que les asigna sus tareas’, es
decir, la fuerza que los impulsa a servir a Dios. Están muy bien organizados para realizar la obra de
predicar el Reino y hacer discípulos (Mateo 24:14; 28:19, 20).

w 95 15/5 PAG. 22 PARRS. 6-8

Destellos de luz sobre asuntos de organización


6
También surgió la cuestión de quiénes debían ser ancianos y diáconos de la congregación.
Para evitar la estructura jerárquica común en la cristiandad, se llegó a la conclusión de que los
miembros de cada congregación debían elegirlos democráticamente por votación. No obstante, la
nueva luz que apareció en The Watchtower del 1 de septiembre y 15 de octubre de 1932 (en
español se publicó una porción de dicha información en el número de enero de 1933) señaló que
no había base bíblica para elegir a los ancianos por votación. De modo que estos fueron
sustituidos por un comité de servicio, y la Sociedad nombró un director de servicio.
7
Los números de La Torre del Vigía de noviembre y diciembre de 1938 (en inglés, 1 y 15 de
junio) contenían destellos de luz que mostraban que los siervos de congregación no debían ser
elegidos, sino nombrados, es decir, nombrados teocráticamente. En 1971, otro destello de luz
mostró que la congregación no debía ser dirigida únicamente por un siervo de congregación, sino
por un cuerpo de ancianos, o superintendentes, a quienes nombraría el Cuerpo Gobernante de los
Testigos de Jehová. Por tanto, gracias a este aumento de luz producido durante un período de
unos cuarenta años, quedó claro que los ancianos y los diáconos, conocidos hoy como siervos
ministeriales, debían ser nombrados por “el esclavo fiel y discreto” a través de su Cuerpo
Gobernante. (Mateo 24:45-47.) Tal procedimiento estaba en armonía con lo que se hacía en
tiempos apostólicos. El cuerpo gobernante del siglo primero nombró superintendentes a hombres
como Timoteo y Tito. (1 Timoteo 3:1-7; 5:22; Tito 1:5-9.) Todo esto cumplió de manera notable las
palabras de Isaías 60:17: “En vez del cobre traeré oro, y en vez del hierro traeré plata, y en vez de
la madera, cobre, y en vez de las piedras, hierro; y ciertamente nombraré la paz como tus
superintendentes, y la justicia como los que te asignan tus tareas”.
8
Otra cuestión era el funcionamiento de la Sociedad Watch Tower. Durante muchos años se
identificaba al Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová con la junta de directores de la Watch
Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania, y muchos asuntos se dejaban en manos del
presidente. El Anuario de los testigos de Jehová para 1977 (páginas 258, 259) indica que en 1976
se formaron seis comités del Cuerpo Gobernante, cada uno de los cuales atiende ciertos aspectos
de la obra mundial. El Comité de Personal se encarga de todo lo relacionado con el personal, que
incluye los intereses de todos los miembros de la familia mundial de Betel. El Comité de
Publicación se ocupa de todos los asuntos seculares y legales, como los relacionados con
propiedades e imprentas. El Comité de Servicio se encarga de la obra de predicar y supervisa a los
superintendentes viajantes, los precursores y la actividad de los publicadores de congregación. El
Comité de Enseñanza es responsable de las reuniones de congregación, los días especiales de
asamblea, las asambleas de circuito, de distrito y las internacionales, así como de las diversas
escuelas para la educación espiritual del pueblo de Dios. El Comité de Redacción supervisa la
preparación y traducción de todas las publicaciones, y se asegura de que toda la información esté
en conformidad con las Escrituras. El Comité del Presidente atiende emergencias y otros asuntos
urgentes. Desde los años setenta, las sucursales de la Sociedad Watch Tower han estado bajo la
dirección de un comité y no de un superintendente.

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km 10/13 PAG. 2

El sitio jw.org: útil para educar a los hijos


1
Nuestro sitio de Internet, jw.org, está dirigido a personas de todas las edades. Por ejemplo, la
sección “Niños” (vaya a Enseñanzas bíblicas > Niños) contribuye a que hijos y padres se
mantengan unidos y estrechen su relación con Jehová (Deut. 6:6, 7). ¿Cómo puede usted valerse
de esta sección para educar a sus hijos?
2
Sea flexible. Cada niño es diferente (1 Cor. 13:11). Entonces, ¿cómo se puede determinar lo
que conviene estudiar con cada uno? Pues bien, se deben tener en cuenta su edad y sus gustos.
Además, hay que pensar en lo que es capaz de entender y en el tiempo que puede permanecer
atento. La serie de jw.org “Mis primeras lecciones de la Biblia” es ideal para niños de tres años o
menos. Y las historias bíblicas de la sección “De padres a hijos” son amenas y entretenidas.
Veamos a continuación otros recursos que tiene a su disposición.
3
Ideas para la adoración en familia. Esta sección contiene sugerencias prácticas para los
cabezas de familia. Haga clic en el botón “Descargar” y consulte la “Guía para los padres” a fin de
saber cómo aprovechar mejor las historias y actividades. Con los niños pequeños se recomienda
usar las actividades ilustradas, como las páginas para colorear. Y a los niños más grandes se les
puede ayudar a realizar los proyectos de investigación. Todas las actividades que se hallan en la
hoja “Guía para los padres” están relacionadas con la misma historia o lección bíblica. De este
modo, todos en la familia tienen la oportunidad de participar.
4
Hazte amigo de Jehová. Los videos, canciones y actividades de esta sección de jw.org
ayudan a los padres a inculcar la Palabra de Dios en sus pequeñines (Deut. 31:12). Los videos de
dibujos animados les enseñan a los niños valiosas lecciones, y los juegos de la página de
actividades se las recalcan. Como a la mayoría de ellos les gusta cantar —y las canciones son
herramientas muy útiles para recordar lo aprendido—, cada cierto tiempo se publican en esta
sección cánticos del Reino y canciones infantiles.
5
Padres, Jehová desea que tengan éxito y logren enseñar la verdad a sus hijos. Por eso,
no duden en pedirle su guía y dirección (Juec. 13:8). Así podrán ayudar a sus hijos a hacerse
“sabio[s] para la salvación mediante la fe relacionada con Cristo Jesús” (2 Tim. 3:15; Prov. 4:1-4).

km 12/12 PAGS. 3-6

Nuestro sitio oficial de Internet: útil para todo el mundo

Jesús nos encomendó la tarea de predicar las buenas nuevas del Reino “en toda la tierra
habitada para testimonio a todas las naciones” (Mat. 24:14). Y a fin de efectuar nuestro ministerio
más plenamente, se ha creado un nuevo sitio jw.org que reúne el contenido de watchtower.org, jw-
media.org y del antiguo jw.org (2 Tim. 4:5).
“Toda la tierra habitada.” Casi una tercera parte de la población mundial utiliza Internet. Para
muchos, sobretodo para los jóvenes, se ha convertido en la principal fuente de información.
Nuestro sitio le ofrece al público en general respuestas confiables a preguntas bíblicas. Mediante él
podrán conocer la organización de Jehová y solicitar fácilmente un curso bíblico gratuito. Esto
contribuirá a que las buenas nuevas lleguen a personas que viven en partes de la Tierra donde es
poco probable que escuchen el mensaje.
“Todas las naciones.” Para poder dar testimonio a gente de “todas las naciones”, los testigos
de Jehová tenemos que presentar la verdad bíblica en muchos idiomas. Por eso, en nuestro sitio
hemos puesto al alcance de todo el mundo información en unos cuatrocientos idiomas, como
ninguna otra página de Internet.
Sáquele provecho. El nuevo sitio jw.org no solo está diseñado para dar testimonio al público
en general. También se ha creado pensando en los testigos de Jehová. Si usted tiene acceso a
Internet, le invitamos a explorar cada rincón del sitio jw.org. A continuación se dan algunas
sugerencias para sacarle provecho a esta útil herramienta.
[Ilustración de la página 3]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Inténtelo
1 Escriba www.jw.org/es en el campo de dirección del buscador de Internet.
2 Explore la página haciendo clic en las distintas secciones, las opciones de los menús y los
vínculos.
3 Visite el sitio jw.org desde su dispositivo móvil. La configuración de la página cambiará para
ajustarse al tamaño de la pantalla, pero la información será la misma.

Nuestro sitio oficial de Internet: útil para el estudio personal y en familia

Lea las revistas más recientes en línea. En el sitio encontrará las revistas La Atalaya y
¡Despertad! varias semanas antes de que lleguen a su congregación. También hallará la grabación
en audio. (Vaya a “Publicaciones/Revistas”.)
Vea los artículos que solo están en Internet. Algunos artículos se publicarán únicamente en
nuestro sitio de Internet. Entre estos figuran “El rincón del joven”, “Mis primeras lecciones de la
Biblia”, “Actividades para la familia” y “Los jóvenes preguntan”. Analice algunos de estos artículos
en su estudio personal o en su adoración en familia. (Vaya a “Enseñanzas bíblicas/Niños” o a
“Enseñanzas bíblicas/Jóvenes”.)
Entérese de las últimas noticias. Benefíciese de alentadores informes y experiencias, y
disfrute de videoclips que muestran el progreso de la obra en distintas partes del mundo. Las
noticias sobre desastres naturales o casos de persecución contribuirán a que sus oraciones a favor
de la hermandad sean más específicas (Sant. 5:16). (Vaya a “Noticias”.)
Utilice la herramienta Biblioteca en línea. Si esta herramienta está disponible en su idioma,
utilícela para leer el texto diario o buscar información en publicaciones recientes desde su
computadora o dispositivo móvil. (Vaya a “Publicaciones/Biblioteca en línea” o escriba la dirección
www.wol.jw.org/es en su explorador.)
[Ilustración de la página 4]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Inténtelo
1 Al hacer clic en la lámina o en el vínculo, aparecerá el artículo en formato PDF. Imprímalo y haga
la actividad con sus hijos.
2 Haga clic en el símbolo de reproducir para ver un videoclip.

Nuestro sitio oficial de Internet: útil en el ministerio

Invite a otros a visitar el sitio. Puede que algunas personas no estén muy dispuestas a
conversar con nosotros o a quedarse con una publicación. Pero tal vez quieran buscar información
sobre los Testigos usando jw.org en la privacidad de su hogar. Así pues, siempre que sea
oportuno, invite a sus oyentes a visitar nuestra página.
Utilícelo para dar respuestas. Cuando alguien del territorio, una persona interesada o un
conocido le haga una pregunta acerca de los Testigos, enséñele de una vez la respuesta en su
computadora o dispositivo móvil. Claro, a menudo es mejor leer las referencias bíblicas
directamente de las Escrituras. Si en ese momento no tiene acceso a Internet, explíquele cómo
hallar la respuesta en jw.org. (Vaya a “Enseñanzas bíblicas/Preguntas sobre la Biblia” o a “Sobre
nosotros/Preguntas frecuentes”.)
Envíe un artículo o una publicación a algún conocido. En un correo electrónico, puede
adjuntar archivos PDF o EPUB que haya descargado del sitio. También puede descargar la versión
en audio de una publicación y grabarla en un CD. Las versiones electrónicas de libros, revistas o
folletos que se le hagan llegar a alguien no bautizado pueden contarse en el informe del servicio
del campo siempre y cuando se trate de publicaciones completas. Ahora bien, no debe hacer
envíos masivos ni anónimos de la información ni publicarla en otras páginas de Internet. (Vaya a
“Publicaciones”.)
Muestre las últimas noticias. Esto ayudará a sus estudiantes y revisitas a darse cuenta del
alcance mundial de nuestra obra y a valorar la unidad cristiana (Sal. 133:1). (Vaya a “Noticias”.)
[Ilustración de la página 5]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Inténtelo
1 En la sección “Publicaciones”, elija una y haga clic en uno de los botones para descargarla en el
formato de texto o de audio que prefiera.
2 Al hacer clic en el botón para MP3, aparecerá una lista de artículos. Para descargar uno, haga
clic en el título del artículo, o para escucharlo en línea, haga clic en el símbolo ► .
3 Si desea descargar una publicación en otro idioma, búsquelo en esta lista.
Nuestro sitio oficial de Internet: útil para ayudar a alguien que habla otra lengua

Muéstrele el sitio. Ayúdelo a elegir su idioma en la lista del campo “Idioma del sitio”. (Hay
idiomas en los que no todas las secciones están disponibles.)
Muéstrele una página del sitio en su idioma. Diversas publicaciones, como el libro Enseña o
el tratado Saber la verdad, pueden leerse en línea. Abra una y elija el idioma de la persona en la
lista “Leer en”.
Permita que escuche un artículo en su idioma. Encuentre una publicación en audio e invite a
la persona a escuchar una porción. Por otra parte, si usted está aprendiendo otro idioma, escuchar
las grabaciones siguiendo la lectura le ayudará a progresar. (Vaya a “Publicaciones/Libros y
folletos” o a “Publicaciones/Revistas”.)
Dé el mensaje a los sordos. Si encuentra a una persona sorda, enséñele el video de un
capítulo de la Biblia, un libro, un folleto o algún tratado en el lenguaje de señas que ella use. (Vaya
a “Publicaciones/Lenguaje de señas”.)
[Ilustración de la página 6]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Inténtelo
1 Haga clic en ► para escuchar la grabación en su idioma (si está disponible), o descargue la
publicación pulsando uno de los botones bajo “Opciones de descarga”.
2 Para ver la página en otro idioma, elija uno de la lista “Leer en”.
3 Haga clic en “Siguiente” o en uno de los títulos del “Índice” para leer otro artículo o capítulo.

PAG. 23 w 11 15/4 PAGS. 3-5


¿Reconocemos el medio que Dios usa para guiarnos?

NI LOS israelitas ni los egipcios habían visto nunca nada semejante. Cuando el pueblo de Dios
abandonó Egipto, comenzó a acompañarlos una columna de nube que por la noche se volvía de
fuego. ¡Qué impresionante! Pero ¿de dónde salió? ¿Qué finalidad tenía? Y hoy, tres mil quinientos
años más tarde, ¿qué aprendemos de la manera en que Israel veía “la columna de fuego y nube”?
(Éxo. 14:24.)
La Biblia revela el origen y el propósito de este milagro: “Jehová iba delante de ellos durante el
día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y durante la noche en una columna de
fuego para darles luz, para ir de día y de noche” (Éxo. 13:21, 22). Como vemos, desde que los
israelitas salieron de Egipto, la columna fue el medio que Dios usó para guiarlos por el desierto.
Siempre tenían que estar listos para seguirla tan pronto se movía. Jehová también la utilizó para
protegerlos colocándola entre ellos y el ejército del faraón cuando este se preparaba para atacarlos
(Éxo. 14:19, 20). Aunque la columna no les indicó el camino más corto, la única forma que tenían
de llegar a la Tierra Prometida era dejándose dirigir por ella.
La columna era una garantía de que Dios estaba con los israelitas. Representaba a Jehová,
quien a veces les hablaba desde ella (Núm. 14:14; Sal. 99:7). Además, fue el medio que identificó
a Moisés como el caudillo elegido por Jehová (Éxo. 33:9). De igual modo, sirvió para confirmar el
nombramiento de Josué como sucesor de Moisés, tal como indica el último pasaje donde se la
menciona (Deu. 31:14, 15). Ciertamente, el éxito de los israelitas durante el éxodo dependía de
que reconocieran el medio visible que Dios estaba usando para dirigirlos y siguieran su guía.
Perdieron de vista el propósito de la columna
Cuando los israelitas vieron por primera vez aquella señal milagrosa, debieron de quedar
maravillados. Lamentablemente, su presencia constante no bastó para infundirles confianza plena
en Jehová. De hecho, llegaron a cuestionar la guía divina en varias ocasiones. Por ejemplo,
cuando los egipcios salieron tras ellos, no creyeron que Dios pudiera salvarlos. Más bien, acusaron
a su representante, Moisés, de haberlos metido en una trampa mortal (Éxo. 14:10-12). Después de
atravesar el mar Rojo, lo criticaron a él, a Aarón y al propio Jehová porque pensaron que
no tendrían comida ni agua (Éxo. 15:22-24; 16:1-3; 17:1-3, 7). Y unas semanas más tarde,
presionaron a Aarón para que les fabricara un becerro de oro. Imagínese la situación. En un sector
del campamento se alcanzaba a ver la columna de fuego y nube, la majestuosa prueba de que
estaba con ellos su Libertador, Jehová. Pero al mismo tiempo, no lejos de allí, los israelitas
estaban adorando a un ídolo sin vida mientras decían: “Este es tu Dios, oh Israel, que te hizo subir
de la tierra de Egipto”. ¡Qué “actos de falta de respeto” tan horribles! (Éxo. 32:4; Neh. 9:18.)
Con su rebeldía, los israelitas estaban demostrando desprecio por la guía de Jehová. Tenían un
problema de visión, pero no era físico, sino espiritual. Contemplaban la columna, pero ya
no significaba nada para ellos. Sus acciones le “causaban dolor [...] al Santo de Israel”, pero aun
así, él fue misericordioso y continuó dirigiéndolos mediante la columna hasta que llegaron a la
Tierra Prometida (Sal. 78:40-42, 52-54; Neh. 9:19).
Reconozcamos el medio que Dios usa para guiarnos hoy
En la actualidad, Jehová sigue guiando a su pueblo. Tal como no esperaba que los israelitas
trazaran su propia ruta en el desierto, tampoco nos pide a nosotros que nos las arreglemos solos
para alcanzar el prometido nuevo mundo. Ha nombrado Cabeza de la congregación a Jesucristo
(Mat. 23:10; Efe. 5:23). Este ha delegado parte de su autoridad en el esclavo fiel, el grupo de
cristianos ungidos de nuestros días. Y ellos, a su vez, nombran superintendentes para cuidar de
las congregaciones (Mat. 24:45-47; Tito 1:5-9).
¿Cómo podemos estar seguros de que hemos logrado identificar al esclavo, o mayordomo, fiel?
Jesús mismo dio la clave al decir: “¿Quién es verdaderamente el mayordomo fiel, el discreto, a
quien su amo nombrará sobre su servidumbre para que siga dándoles su medida de víveres a su
debido tiempo? ¡Feliz es aquel esclavo, si al llegar su amo lo halla haciéndolo así!” (Luc.
12:42, 43).
Para empezar, el grupo de cristianos ungidos es fiel. Siempre ha sido leal a Jehová, a Jesús, al
pueblo de Dios y a la Biblia. También es discreto, como lo demuestra la prudencia y buen juicio con
que dirige la importantísima obra de predicar las “buenas nuevas del reino” y hacer “discípulos de
gente de todas las naciones” (Mat. 24:14; 28:19, 20). Además, distribuye obedientemente alimento
espiritual saludable y nutritivo “a su debido tiempo”. Está claro que cuenta con la bendición divina.
¿Cómo lo sabemos? Para empezar, porque Jehová está haciendo crecer a la congregación.
Además, porque brinda a su pueblo la sabiduría que necesita para tomar decisiones importantes y
una comprensión cada vez más clara de las verdades bíblicas. Y también porque impide que sus
enemigos lo destruyan y lo colma de paz y tranquilidad (Isa. 54:17; Fili. 4:7).
Agradezcamos la guía divina
¿Cómo podemos demostrar gratitud por la guía de Dios? El apóstol Pablo nos da la respuesta:
“Sean obedientes a los que llevan la delantera entre ustedes, y sean sumisos” (Heb. 13:17). Claro,
esto no siempre es fácil. Para ilustrarlo, imagínese que usted es un israelita de la época de Moisés.
Lleva días caminando por el desierto detrás de la columna. De repente, esta se detiene. “¿Por
cuánto tiempo se quedará aquí? —piensa—. ¿Un día? ¿Una semana? ¿Varios meses?” Entonces
se pregunta si valdrá la pena deshacer el equipaje. Por si acaso, saca solo lo imprescindible. Sin
embargo, pasan varios días y se harta de estar buscando entre los bultos, de modo que decide
sacar el resto. Pero cuando está acabando, la columna se levanta, ¡y usted tiene que volver a
guardarlo todo! ¡Qué fastidio! Sin embargo, no le queda otra opción que partir “inmediatamente
después”, igual que el resto del pueblo (Núm. 9:17-22).
¿Cómo reaccionamos hoy cuando Dios nos da su guía? ¿La seguimos “inmediatamente
después” de recibirla, o continuamos haciendo las cosas como siempre? ¿Estamos al día con las
últimas instrucciones, como por ejemplo, las relacionadas con los estudios bíblicos, la predicación
a extranjeros, la adoración en familia, la conducta durante las asambleas y la colaboración con los
Comités de Enlace con los Hospitales? Otra manera de agradecer la dirección divina es aceptando
los consejos que se nos den. Por eso, al tomar decisiones importantes, no confiamos en nuestro
propio criterio, sino que acudimos a Jehová y su organización. Y tal como un niño corre a sus
padres cuando azota una tormenta, buscamos la seguridad que ofrece la congregación cuando
azotan los problemas de este mundo.
Por supuesto, ninguno de los cristianos que están al frente de la parte terrestre de la
organización es perfecto. Moisés tampoco lo era, y, sin embargo, la columna de nube y fuego era
una indicación constante de que había sido nombrado por Jehová y contaba con su aprobación.
Además, cabe notar que los israelitas solo levantaban el campamento “por orden de Jehová,
mediante Moisés”; nadie decidía por su cuenta cuándo trasladarse (Núm. 9:23). Por lo visto,
Moisés, el intermediario entre Dios y la nación, era quien daba la voz de partida.
Hoy día, el mayordomo fiel nos da una señal clara cada vez que es necesario emprender la
marcha, por decirlo así. Se vale de La Atalaya y Nuestro Ministerio del Reino, así como de
publicaciones nuevas y discursos en las asambleas. También nos hace llegar instrucciones
mediante los superintendentes viajantes, o mediante cartas y cursos de capacitación para los
siervos nombrados.
¿Reconocemos el medio por el cual nos dirige Dios durante los últimos días? Él usa su
organización para guiarnos a través de este mundo, que es como un peligroso desierto. Gracias a
ello disfrutamos de protección, amor y unidad.
Cuando los israelitas ya estaban asentados en la Tierra Prometida, Josué afirmó: “Ustedes bien
saben con todo su corazón y con toda su alma que ni una sola palabra de todas las buenas
palabras que Jehová su Dios les ha hablado ha fallado. Todas se han realizado para ustedes” (Jos.
23:14). El pueblo de Dios de tiempos modernos también llegará sin falta al prometido nuevo
mundo. Pero la supervivencia de cada uno de nosotros dependerá en buena medida de que
aceptemos humildemente la dirección de Jehová. Esforcémonos, pues, por reconocer el medio que
él usa para guiarnos.
[Ilustraciones de la página 5]
Hoy nos guía la organización de Jehová
Nuevas publicaciones
Escuelas teocráticas
Capacitación en las reuniones para el servicio del campo

PAG. 23 w 13 15/4 PAGS. 23-25 PARRS. 5-8


LA PARTE CELESTIAL DE LA ORGANIZACIÓN DE JEHOVÁ EN ACCIÓN
5
Hay muchas cosas que Jehová decidió no incluir en la Biblia. Por ejemplo, aunque habría sido
fascinante que él explicara cómo funciona el cerebro o el universo, no lo hizo. Más bien, nos dio la
información que necesitamos para entender sus propósitos y vivir en armonía con ellos (2 Tim.
3:16, 17). ¡Y qué interesantes son los detalles que aporta la Biblia sobre la parte invisible de la
organización de Jehová! Es emocionante leer lo que Isaías, Ezequiel, Daniel y Juan escribieron
sobre la forma en que Dios ha organizado los asuntos en el cielo (Is. 6:1-4; Ezeq. 1:4-14, 22-24;
Dan. 7:9-14; Rev. 4:1-11). Es como si Jehová abriera una cortina y los cielos quedaran expuestos
ante nuestros ojos. ¿Por qué quiso él que esa información estuviera en las Escrituras?
6
Porque él quiere que siempre recordemos que formamos parte de una organización universal.
Para que los propósitos de Jehová se cumplan, están sucediendo muchas más cosas que las que
podemos ver. Por ejemplo, el profeta Ezequiel vio la parte invisible de la organización de Dios
representada por un enorme carruaje celestial. Este podía moverse a gran velocidad y cambiar de
dirección en un instante (Ezeq. 1:15-21). Con cada giro de sus ruedas se desplazaba a grandes
distancias. Ezequiel también observó algunos detalles del Conductor del carruaje: “Llegué a ver
algo como el fulgor del electro, como la apariencia del fuego todo alrededor [...]. Era la apariencia
de la semejanza de la gloria de Jehová” (Ezeq. 1:25-28). El profeta debió quedar boquiabierto y
admirado. Contempló a Dios controlando perfectamente su organización, dirigiendo cada
movimiento mediante su espíritu santo. ¡Qué impresionante visión de la parte celestial de la
organización de Jehová en acción!
7
Daniel también vio muchas cosas que nos llenan de confianza. Se le permitió contemplar en
visión a Jehová representado por un “Anciano de Días” sentado en un trono de llamas de fuego
con ruedas (Dan. 7:9). Jehová quería que Daniel viera que su organización está en movimiento,
cumpliendo su propósito. Este profeta también observó a “alguien como un hijo del hombre”, Jesús,
a quien se le encargaba la supervisión de la parte terrestre de la organización de Jehová.
El reinado perfecto de Jesús no dura unos pocos años, pues “su gobernación es una gobernación
de duración indefinida que no pasará, y su reino uno que no será reducido a ruinas” (Dan.
7:13, 14). ¿Verdad que esto nos anima a confiar en Jehová y a valorar lo que está logrando? Él dio
“gobernación y dignidad y reino” a su Hijo, quien fue probado y demostró su lealtad. Está claro que
Jehová confía en su Hijo. Y nosotros también podemos confiar en Jesús, que es nuestro líder.
8
¿Cómo debe afectarnos conocer mejor a la parte invisible de la organización de Jehová?
Al igual que Ezequiel, seguro que nos sentimos impresionados y más humildes al entender lo que
Jehová está haciendo (Ezeq. 1:28). Meditar en la organización de Jehová nos anima a actuar, así
como animó a Isaías. Cuando se le presentó la oportunidad de contar a la gente lo que Jehová
estaba haciendo, la aprovechó sin dudarlo (lea Isaías 6:5, 8). Estaba convencido de que con el
apoyo de Jehová podría superar cualquier obstáculo. ¡Cuánto nos alienta a nosotros también
contemplar a la parte celestial de la organización de Jehová, que nunca se detiene y que está
totalmente entregada a cumplir los propósitos de él!

PAG. 24 w 11 15/9 PAG. 14 PARRS. 14,15


14
En ocasiones se nos aclaran algunas de “las cosas profundas de Dios” (1 Cor. 2:10-13).
¿Cómo respondemos a la iluminación con la que Jehová nos ayuda a comprender cada vez mejor
su Palabra? Deberíamos actuar como el apóstol Pedro. En cierta ocasión, Jesús dijo a sus
oyentes: “A menos que coman la carne del Hijo del hombre y beban su sangre, no tienen vida en
ustedes”. Hubo quienes tomaron sus palabras al pie de la letra y dijeron: “Este discurso es
ofensivo; ¿quién puede escucharlo?”. Como resultado, “se fueron a las cosas de atrás”. En cambio,
notemos lo que le dijo Pedro a Jesús: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida
eterna” (Juan 6:53, 60, 66, 68).
15
A decir verdad, el apóstol no terminó de entender a qué se refería Jesús al hablar de comer
su carne y beber su sangre. Pero eso no lo inquietó, pues sabía que Dios le daría iluminación
espiritual. ¿Qué hay de nosotros? ¿Cómo reaccionamos cuando se publican aclaraciones
doctrinales? ¿Procuramos entender las razones bíblicas que han motivado los cambios? (Pro.
4:18.) Deberíamos parecernos a los habitantes de la ciudad de Berea del siglo primero, quienes
“recibieron la palabra con suma prontitud de ánimo, y examinaban con cuidado las Escrituras
diariamente” (Hech. 17:11). Si los imitamos, apreciaremos aún más el privilegio de servir a Dios y
tenerle como nuestra herencia.

PAG. 24 w 98 1/10 PAGS. 19-23


¿Son compatibles las culturas locales y los principios cristianos?

A STEPHEN, Testigo del norte de Europa, se le destinó de misionero a un país africano.


Mientras paseaba por una ciudad con un hermano nativo, se sobresaltó cuando este le agarró de
la mano.
A Stephen le escandalizaba la idea de caminar por una calle concurrida agarrado de la mano de
otro hombre, pues esa costumbre tiene connotaciones homosexuales en su cultura (Romanos
1:27). Para el hermano africano, en cambio, ir de la mano era sencillamente un gesto de amistad.
Rechazar la mano significaría rechazar la amistad.
¿Por qué deben interesarnos los choques culturales? En primer lugar, porque el pueblo de
Jehová desea cumplir la comisión divina de “[hacer] discípulos de gente de todas las naciones”
(Mateo 28:19). Con ese propósito, algunos cristianos han ido a servir de ministros a lugares más
necesitados. A fin de triunfar en su nuevo ambiente, deben comprender las distintas culturas que
se encuentren y adaptarse a ellas. Así trabajarán en armonía con sus hermanos y también serán
más eficientes en el ministerio público.
Además, en este mundo tan turbulento, muchas personas han huido de sus atribulados países
por razones políticas o económicas y se han establecido en otras naciones. De modo que es muy
probable que nos topemos con nuevas costumbres al predicar a estos nuevos vecinos (Mateo
22:39). Nuestro primer contacto con modos de actuar distintos puede causarnos cierta confusión
en cuanto a las costumbres diferentes.
Campos bien definidos
La cultura está entrelazada en la estructura de la sociedad humana. Sería inútil, por tanto,
hacerse “justo en demasía” y examinar hasta las costumbres más insignificantes para determinar si
son compatibles o no con los principios bíblicos (Eclesiastés 7:16).
Por otra parte, es necesario identificar las costumbres locales que vulneran claramente los
principios divinos. No suele ser difícil, pues la Palabra de Dios sirve “para rectificar las cosas”
(2 Timoteo 3:16). Por ejemplo, en algunos países es común tener muchas esposas, pero la norma
bíblica para los cristianos verdaderos es que el hombre tenga una sola esposa viva (Génesis 2:24;
1 Timoteo 3:2).
Del mismo modo, ciertos usos funerarios concebidos para mantener alejados a los malos
espíritus o basados en la creencia en el alma inmortal, son inaceptables para los cristianos
verdaderos. Algunas personas ofrecen incienso u oraciones a los difuntos a fin de ahuyentar a los
malos espíritus. Otras realizan velatorios e incluso un segundo entierro con objeto de ayudar a
quien ha fallecido a prepararse para la vida “en el otro mundo”. Pero la Biblia enseña que quien
muere ‘no tiene conciencia de nada en absoluto’ y no puede ni beneficiar ni perjudicar a nadie
(Eclesiastés 9:5; Salmo 146:4).
Por supuesto, hay muchas costumbres compatibles con la Palabra de Dios. Es muy
reconfortante entrar en contacto con culturas en las que todavía florece el espíritu de la
hospitalidad, en las que la costumbre exige que se dé una calurosa bienvenida incluso al extraño y
que, si es necesario, se le abran las puertas del hogar. Cuando somos objeto directo de ese trato,
¿no nos sentimos impulsados a copiar tal ejemplo? Si lo hacemos, no hay duda de que mejorará
nuestra personalidad cristiana (Hebreos 13:1, 2).
¿A quién le gusta que le hagan esperar? En algunos países ocurre raras veces, pues se da
importancia a la puntualidad. La Biblia nos dice que Jehová es un Dios de orden (1 Corintios
14:33), por lo que ha fijado ‘un día y una hora’ para acabar con la maldad y nos asegura que ese
acontecimiento “no llegará tarde” (Mateo 24:36; Habacuc 2:3). Las culturas que fomentan la
puntualidad, dentro de lo razonable, nos ayudan a ser ordenados y a mostrar el debido respeto a
otras personas y a su tiempo, lo cual está, sin duda, en conformidad con los principios cristianos
(1 Corintios 14:40; Filipenses 2:4).
¿Y las costumbres inofensivas?
De modo que hay costumbres a todas luces compatibles con el modo de vida cristiano y otras
que no lo son. Pero ¿y las que no pueden definirse ni como buenas ni como malas? Muchas son
inofensivas, y la actitud que tenemos respecto a ellas demuestra nuestro equilibrio espiritual.
Por ejemplo, hay muchas formas de saludar: dar la mano, hacer una reverencia, dar un beso o
hasta un abrazo. También hay una enorme variedad de costumbres que regulan los modales a la
mesa. En algunos países las personas comen de un mismo plato o una misma fuente. Hay lugares
donde eructar es una forma aceptable, e incluso deseable, de expresar agradecimiento, mientras
que en otros es inaceptable y se considera el colmo de la mala educación.
En lugar de determinar cuáles de estas costumbres inofensivas nos gustan o nos disgustan,
concentrémonos en adoptar la actitud adecuada con respecto a ellas. El consejo eterno de la Biblia
es que no hagamos “nada movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo, sino
[consideremos] con humildad mental que los demás son superiores a [nosotros]” (Filipenses 2:3).
En la misma línea, Eleanor Boykin dice en su libro This Way, Please—A Book of Manners (Hágalo
así, por favor. Un manual de buenos modales): “Lo primero que necesitamos es un buen corazón”.
Este enfoque humilde impedirá que menospreciemos las prácticas ajenas. Nos sentiremos
motivados a tomar la iniciativa y aprender cómo viven otros pueblos, seguir sus costumbres y
probar sus comidas, en vez de refrenarnos o sospechar de todo lo que parezca distinto. Teniendo
una mente abierta y la disposición a probar nuevas maneras de actuar, mostramos cortesía a
nuestro anfitrión o a los vecinos extranjeros. También nos beneficiamos nosotros, pues
‘ensanchamos’ nuestro corazón y ampliamos nuestros horizontes (2 Corintios 6:13).
Cuando las costumbres entorpecen el progreso espiritual
¿Qué debemos hacer en el caso de encontrarnos con costumbres que no son en sí antibíblicas,
pero que tampoco favorecen el progreso espiritual? Por ejemplo, es posible que en algunos países
las personas tiendan a dejar las cosas para más tarde. Tomarse la vida con calma puede reducir la
tensión, pero probablemente dificulte el que efectuemos nuestro ministerio “plenamente”
(2 Timoteo 4:5).
¿Cómo ayudaremos a otras personas a no posponer hasta “mañana” lo que es importante?
Recordemos que “lo primero que necesitamos es un buen corazón”. Motivados por el amor,
podemos dar el ejemplo y luego explicar con bondad los beneficios de no dejar para mañana lo
que debe hacerse hoy (Eclesiastés 11:4). Al mismo tiempo, hemos de tener cuidado de
no sacrificar la confianza mutua por causa de la productividad. Si no se aceptan de inmediato
nuestras sugerencias, no tratemos con prepotencia a los demás ni descarguemos nuestra
frustración sobre ellos. El amor siempre debe primar sobre la eficiencia (1 Pedro 4:8; 5:3).
Tengamos en cuenta las preferencias del lugar
Hemos de asegurarnos de que las sugerencias que hacemos son válidas, que no estamos
tratando de imponer nuestras preferencias personales. Por ejemplo, el modo de vestir varía
enormemente. En muchas regiones es adecuado que un hombre lleve corbata cuando predica las
buenas nuevas, mientras que en algunos países tropicales posiblemente se considere demasiado
formal. Una pauta útil suele ser tener en cuenta qué manera de vestir se considera propia en el
país para un profesional que trata con el público. El “buen juicio” es fundamental cuando tratamos
el delicado asunto de la ropa (1 Timoteo 2:9, 10).
¿Y si una costumbre no nos gusta? ¿Debemos rechazarla sin más? No necesariamente. La
costumbre de que los hombres vayan de la mano, mencionada al principio, es perfectamente
aceptable en esa comunidad africana en particular. Cuando el misionero observó que otros
hombres paseaban de la mano, se sintió más cómodo.
Durante sus largos viajes misionales, el apóstol Pablo visitó congregaciones cuyos miembros
tenían diversos antecedentes. Sin duda, había frecuentes choques de culturas. Por ello, Pablo se
adaptó a todas las costumbres que pudo sin dejar de observar los principios bíblicos. “Me he hecho
toda cosa a gente de toda clase —dijo—, para que de todos modos salve a algunos.” (1 Corintios
9:22, 23; Hechos 16:3.)
Plantearnos algunas preguntas pertinentes puede ayudarnos a decidir cómo reaccionar ante
costumbres nuevas. ¿Qué impresión daremos a quienes nos observan si adoptamos o rechazamos
cierta costumbre? ¿Se sentirán atraídos al mensaje del Reino al ver que intentamos integrarnos en
su cultura? Por otro lado, ¿‘se encontrará falta en nuestro ministerio’ si adoptamos una práctica del
lugar? (2 Corintios 6:3.)
Si deseamos hacernos “toda cosa a gente de toda clase”, tal vez debamos modificar algunos
conceptos profundamente arraigados con respecto a lo que es y no es apropiado. Muchas veces,
la manera “correcta” e “incorrecta” de hacer algo solo depende de dónde vivimos. Por ello, el que
dos hombres se agarren de la mano es una manifestación de amistad en un país, mientras que en
muchos otros seguramente restaría valor al mensaje del Reino.
Por otro lado, hay costumbres que son aceptables en diversos lugares y quizá hasta sean
apropiadas para los cristianos, pero con las que hay que tener cuidado.
Cuidado con rebasar el límite
Jesucristo dijo que aunque no era posible sacar del mundo a sus discípulos, estos no debían
‘ser parte del mundo’ (Juan 17:15, 16). No obstante, a veces no es fácil distinguir el límite entre lo
que forma parte integral del mundo de Satanás y lo que es sencillamente propio de la cultura. Por
ejemplo, la música y el baile están presentes en casi todas las culturas, si bien en algunos países
tienen mayor importancia.
Pudiéramos fácilmente emitir un juicio basándonos más en nuestros antecedentes que en
razones bíblicas sólidas. Un hermano alemán de nombre Alex recibió una asignación en España.
En su anterior entorno, el baile no era muy popular, mientras que en España forma parte de la
cultura. La primera vez que vio a un hermano y una hermana ejecutar un alegre baile español, se
sintió confundido. ¿Era incorrecto o mundano el baile? ¿Rebajaría sus normas si aceptaba esa
costumbre? Alex aprendió que aunque la música y el baile eran diferentes a los de su país,
no había razón para suponer que sus hermanos españoles estaban rebajando las normas
cristianas. Su confusión se debía a la diferencia cultural.
Sin embargo, Emilio, un hermano al que le gusta el baile español tradicional, reconoce que
existe un peligro. “Observo que en muchos bailes la pareja ha de tener un contacto muy cercano —
comenta—. Como estoy soltero, me doy cuenta de que eso puede tener efecto en los sentimientos
de al menos uno de los bailarines. A veces, el baile se utiliza como excusa para mostrar afecto a la
persona a la que te sientes atraído. Cerciorarse de que la música es sana y de que el contacto
físico se reduce lo más posible puede servir de protección. No obstante, debo admitir que cuando
un grupo de solteros y solteras se van juntos a bailar, es muy difícil mantener un ambiente
teocrático.”
Desde luego, no deberíamos poner de excusa nuestra cultura para permitir la conducta
mundana. El canto y el baile ocupaban un lugar en la cultura de los israelitas, y cuando fueron
librados de los egipcios en el mar Rojo, cantaron y bailaron como parte de la celebración (Éxodo
15:1, 20). Sin embargo, su música y su baile eran distintos de los del mundo pagano que los
rodeaba.
Lamentablemente, mientras esperaban que Moisés volviera del monte Sinaí, se impacientaron,
hicieron un becerro de oro y, después de comer y beber, “se levantaron para divertirse” (Éxodo
32:1-6). Cuando Moisés y Josué escucharon el sonido del canto, inmediatamente se perturbaron
(Éxodo 32:17, 18). Los israelitas habían rebasado el “límite”, y su forma de cantar y bailar reflejaba
entonces el mundo pagano que los rodeaba.
Del mismo modo, hoy día la música y el baile pueden ser aceptados en general en nuestro país
y no ofender la conciencia de los demás. Pero si el lugar está poco iluminado, se encienden luces
intermitentes o se pone música con un ritmo distinto, lo que antes era aceptable puede reflejar
ahora el espíritu del mundo. “Forma parte de nuestra cultura”, pudiéramos decir. Aarón recurrió a
una excusa similar cuando consintió formas de recreación y adoración paganas, a las que
denominó erróneamente “fiesta a Jehová”. Esta pobre excusa no tenía validez. La conducta de los
israelitas se vio incluso como una “ignominia entre sus opositores” (Éxodo 32:5, 25).
La cultura tiene su lugar
Es posible que las costumbres exóticas nos choquen al principio, pero no todas son
necesariamente inaceptables. Con las “facultades perceptivas entrenadas”, podemos determinar
cuáles son compatibles con los principios cristianos y cuáles no (Hebreos 5:14). Al mostrar un buen
corazón lleno de amor al semejante, reaccionaremos apropiadamente cuando nos encontremos
con costumbres inofensivas.
Cuando predicamos las buenas nuevas del Reino a las personas de nuestros alrededores o de
otras partes, tener el enfoque equilibrado de la diversidad cultural nos permitirá hacernos “toda
cosa a gente de toda clase”. Y muy probablemente veamos que el acoger con gusto la diversidad
cultural contribuye a que tengamos una vida rica, animada y fascinante.
[Ilustración de la página 20]
Los cristianos pueden saludarse correctamente de múltiples maneras
[Ilustración de la página 23]
Un enfoque equilibrado de la diversidad cultural puede resultar en una vida rica y animada

PAG. 25 w 08 15/5 PAG. 4 PARR. 12


“Resplandezca la luz de ustedes”
12
Como hemos visto, debemos tratar bien a nuestros semejantes. Pero lo mejor que podemos
hacer por ellos es ayudarles a recibir iluminación espiritual de parte de Dios (Sal. 43:3). Jesús les
dijo a sus discípulos que ellos eran “la luz del mundo” y les mandó que hicieran brillar su luz para
que así la gente pudiera ver “sus obras excelentes”, es decir, sus buenas acciones a favor del
prójimo. Su luz brillaría “delante de los hombres”, iluminando espiritualmente a la humanidad (léase
Mateo 5:14-16). Hoy en día, nuestra luz resplandece cuando ayudamos en lo que podemos a
nuestros vecinos y cuando colaboramos en la labor de evangelización que se lleva a cabo “en
todas las naciones”, sí, “en todo el mundo” (Mar. 13:10; Mat. 26:13). ¡Qué gran honor tenemos!

LUNES
LECCION 3(b)
REPASO DE LA ESCUELA DEL SERVICIO DE PRECURSOR
DIA 1

PAG. 27 nwt-E PAG. 1735; sgd PAG. 5

PAG. 38 be PAG. 38 PARR. 2


Evalúe los resultados
Una vez cosechado el trigo, hay que quitarle la cáscara al grano. Lo mismo sucede con el fruto
de nuestra investigación. Antes de utilizarlo, debe separarse lo que es valioso de lo que resulta
superfluo.

Si va a emplear la información en un discurso, pregúntese: “¿Realmente aporta algo este punto?


¿O, aunque es interesante, podría desviar la atención del tema?”. Si piensa incluir sucesos o datos
actuales de los cambiantes campos de la ciencia o la medicina, cerciórese de que estén al día.
Tenga presente, además, que algunos aspectos tratados en nuestras publicaciones menos
recientes quizá se hayan revisado, de modo que examine lo último que se haya publicado sobre el
asunto.
MARTES
LECCION 4(a)
DEFIENDE LA SOBERANIA DE JEHOVA

PAG. 30 it-2 PAGS. 1044,1045


SOBERANÍA

Dominio; dignidad del gobernante, rey, emperador u otra persona que ejerce o posee la
autoridad suprema del poder público; fundamento del poder de una persona o grupo en los que se
halla depositada la máxima autoridad de un Estado.
En las Escrituras Hebreas aparece con frecuencia la palabra ʼAdho·nái, y 285 veces la
expresión ʼAdho·nái Yehwíh. ʼAdho·nái es una forma plural de ʼa·dhóhn: “señor; amo”. Otra forma
plural, ʼadho·ním, puede aplicarse a hombres simplemente como pluralidad: “señores” o “amos”.
Pero el término ʼAdho·nái sin sufijo siempre se utiliza en las Escrituras con referencia a Dios,
indicando el plural excelencia o majestad. Los traductores lo suelen traducir por “Señor”. Cuando
acompaña al nombre de Dios (ʼAdho·nái Yehwíh), como, por ejemplo, en el Salmo 73:28, la
expresión se traduce “DIOS el Señor” (BAS), “Señor Dios” (DK, PIB), “Jehová el Señor” (Mod, Val),
“Señor Jehovah” (Val, 1989), “ʼǍdonay Yahveh” (CI), “Señor Yavé” (NC), “Yahweh Dios” (BR),
“Señor Soberano Jehová” (NM). Aunque la Versión Valera de 1960 utiliza la palabra “soberano” en
Job 31:28 y Ezequiel 38:2 y 39:1, no lo hace como traducción de ʼAdho·nái.
La palabra griega de·spó·tēs designa a la persona que posee la autoridad suprema o tiene la
posesión absoluta y el poder sin control alguno. (Véase el Diccionario Expositivo de Palabras del
Nuevo Testamento, de W. E. Vine, vol. 1, 1984, pág. 93; vol. 4, 1987, págs. 44, 73.) Se traduce
“señor”, “amo” y “dueño”. Cuando se utiliza para dirigirse directamente a Dios, se traduce “Señor”
(NC, CI y otras), “Soberano” (Besson), “Soberano Señor” (ENP, VHA) y “Señor Soberano” (NM) en
Lucas 2:29, Hechos 4:24 y Revelación 6:10. Otras versiones la traducen en este último texto
“Soberano” (Mod, NBE, SA, Sd, VP), “Soberano Señor” (HAR; NVI; Val, 1989), “Dominador” (RH),
“Dueño” (BJ, JT, NTI) y “(el) Amo” (AFEBE, CEBIHA, CJ).
Por tanto, aunque los textos hebreos y griegos no tienen una palabra específica para
“soberano”, las palabras ʼAdho·nái y de·spó·tēs comunican esta idea cuando las Escrituras hacen
referencia a Jehová Dios, indicando la excelencia de su señorío.
La soberanía de Jehová. Jehová Dios es el Soberano del universo (“Señor del universo”; Lu
2:29, Sd) debido a que es el Creador y a su Divinidad y supremacía como el Omnipotente. (Gé
17:1; Éx 6:3; Rev 16:14.) Es el Dueño de todas las cosas y la Fuente de toda autoridad y poder, el
Gobernante Supremo de todos los gobiernos (Sl 24:1; Isa 40:21-23; Rev 4:11; 11:15); de Él dijo el
salmista: “Jehová mismo ha establecido firmemente su trono en los cielos mismos; y sobre toda
cosa su propia gobernación real ha tenido la dominación”. (Sl 103:19; 145:13.) Los discípulos de
Jesús oraron dirigiéndose a Dios: “Señor Soberano, tú eres Aquel que hizo el cielo y la tierra”. (Hch
4:24, NM; véanse también CEBIHA; HAR; NTI; NVI; Val.) Para la nación de Israel, Dios mismo
constituía los tres poderes del gobierno: el judicial, el legislativo y el ejecutivo. El profeta Isaías dijo:
“Jehová es nuestro Juez, Jehová es nuestro Dador de Estatutos, Jehová es nuestro Rey; él mismo
nos salvará”. (Isa 33:22.) Moisés da una notable descripción de Dios como Soberano en
Deuteronomio 10:17.
Por ser Jehová el Soberano, tiene el derecho y la autoridad de delegar responsabilidades
gubernativas. Hizo a David rey de Israel, y aunque las Escrituras hablan del ‘reino de David’, este
rey reconoció a Jehová como el Gran Gobernante Soberano al decir: “Tuya, oh Jehová, es la
grandeza y el poderío y la hermosura y la excelencia y la dignidad; porque todo lo que hay en los
cielos y en la tierra es tuyo. Tuyo es el reino, oh Jehová, Aquel que también te alzas como cabeza
sobre todo”. (1Cr 29:11.)
Gobernantes terrestres. Los gobernantes de las naciones ejercen su limitada gobernación por
tolerancia o permiso del Señor Soberano Jehová. Los gobiernos políticos no reciben su autoridad
de Dios, es decir, no desempeñan su cargo debido a que Dios les haya concedido autoridad o
poder, como se muestra en Revelación 13:1, 2, donde se dice que la bestia salvaje de siete
cabezas y diez cuernos consigue “su poder y su trono y gran autoridad” del dragón, Satanás el
Diablo. (Rev 12:9; véase BESTIAS SIMBÓLICAS.)
De modo que aunque Dios ha permitido que se sucedan los gobiernos humanos, uno de sus
reyes poderosos tuvo que reconocer por experiencia propia: “Su gobernación es una gobernación
hasta tiempo indefinido, y su reino es para generación tras generación. Y a todos los habitantes de
la tierra se está considerando como meramente nada, y él está haciendo conforme a su propia
voluntad entre el ejército de los cielos y los habitantes de la tierra. Y no existe nadie que pueda
detener su mano o que pueda decirle: ‘¿Qué estás haciendo?’”. (Da 4:34, 35.)
Por ello, mientras Dios permita la existencia de los gobiernos humanos, aplicará la admonición
del apóstol Pablo a los cristianos: “Toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores,
porque no hay autoridad a no ser por Dios; las autoridades que existen están colocadas por Dios
en sus posiciones relativas”. Luego el apóstol explica que cuando estos gobiernos actúan para
castigar al que hace el mal, la ‘autoridad superior’ o gobernante (aunque no sea un fiel adorador de
Dios) actúa indirectamente como ministro de Dios en esta misión particular, al expresar ira sobre
los malhechores. (Ro 13:1-6.)
En cuanto a que estas autoridades están “colocadas por Dios en sus posiciones relativas”, las
Escrituras indican que esto no significa que Dios haya constituido estos gobiernos ni que los
apoye. Más bien, los ha utilizado para realizar su buen propósito en relación con su voluntad para
sus siervos terrestres. Moisés dijo: “Cuando el Altísimo dio a las naciones una herencia, cuando
separó a los hijos de Adán unos de otros, procedió a fijar el límite de los pueblos con consideración
para el número de los hijos de Israel”. (Dt 32:8.)
El hijo de Dios como Rey. Después de que se destronó al último rey que se sentó en el “trono
de Jehová” en Jerusalén (1Cr 29:23), el profeta Daniel recibió una visión en la que contempló el
nombramiento futuro del propio Hijo de Dios para ser Rey. La posición de Jehová sobresale
claramente cuando Él, el Anciano de Días, concede la gobernación a su Hijo. El relato dice: “Seguí
contemplando en las visiones de la noche, y, ¡pues vea!, con las nubes de los cielos sucedía que
venía alguien como un hijo del hombre; y al Anciano de Días obtuvo acceso, y lo presentaron
cerca, aun delante, de Aquel. Y a él fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los
pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él. Su gobernación es una
gobernación de duración indefinida que no pasará, y su reino uno que no será reducido a ruinas”.
(Da 7:13, 14.) Cuando se compara este texto con Mateo 26:63, 64, no queda ninguna duda de que
el “hijo del hombre” mencionado en la visión de Daniel es Jesucristo. Él obtiene acceso a la
presencia de Jehová y recibe autoridad para gobernar. (Compárese con Sl 2:8, 9; Mt 28:18.)
Se desafía la soberanía de Jehová. La iniquidad ha existido durante la práctica totalidad de la
existencia de la raza humana en la Tierra. La humanidad ha ido muriendo, y los pecados y las
transgresiones contra Dios se han multiplicado. (Ro 5:12, 15, 16.) Como la Biblia indica que Dios
dio al hombre un comienzo perfecto, han surgido las siguientes preguntas: ¿cómo empezaron el
pecado, la imperfección y la iniquidad?, y ¿por qué ha permitido el Dios Todopoderoso que estas
cosas continúen por siglos? Las respuestas tienen que ver con un desafío a la soberanía de Dios
que planteó una cuestión suprema relacionada con la humanidad.
Lo que Dios quiere de los que le sirven. Durante el transcurso de los siglos, Jehová Dios ha
probado mediante sus palabras y acciones que es un Dios de amor y bondad inmerecida, que
ejerce justicia y juicio perfectos, y que extiende misericordia a los que intentan servirle. (Éx 34:6, 7;
Sl 89:14; véanse JUSTICIA; MISERICORDIA.) Ha expresado su bondad hasta a los
desagradecidos e inicuos. (Mt 5:45; Lu 6:35; Ro 5:8.) Se deleita en el hecho de que su soberanía
se administra con amor. (Jer 9:24.)
Por ello desea que en su universo haya exclusivamente personas que le sirvan por amor a Él y
a sus excelentes cualidades, que le amen primero a Él y después a su prójimo (Mt 22:37-39); que
amen, deseen y antepongan Su soberanía a cualquier otra (Sl 84:10), y que, aunque puedan
independizarse, escojan Su soberanía porque saben que Su gobernación es mucho más sabia,
más justa y mejor que cualquier otra. (Isa 55:8-11; Jer 10:23; Ro 7:18.) Tales personas no sirven a
Dios simplemente por temor a su omnipotencia ni por razones egoístas, sino por amor a Su justicia,
derecho y sabiduría y debido a que conocen la grandeza y la bondad amorosa de Jehová. (Sl
97:10; 119:104, 128, 163.) Exclaman junto con el apóstol Pablo: “¡Oh la profundidad de las
riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios e
ininvestigables sus caminos! Porque ‘¿quién ha llegado a conocer la mente de Jehová, o quién se
ha hecho su consejero?’. O, ‘¿Quién le ha dado primero, para que tenga que pagársele?’. Porque
procedentes de él y por él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria para siempre. Amén”.
(Ro 11:33-36.)
Tales personas llegan a conocer a Dios, y en realidad conocerle implica amarle y apegarse a su
soberanía. El apóstol Juan escribe: “Todo el que permanece en unión con él no practica el pecado;
nadie que practica el pecado lo ha visto ni ha llegado a conocerlo”. Y: “El que no ama no ha llegado
a conocer a Dios, porque Dios es amor”. (1Jn 3:6; 4:8.) Jesús, quien conocía a su Padre mejor que
ningún otro, dijo: “Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre, y nadie conoce
plenamente al Hijo sino el Padre, ni conoce nadie plenamente al Padre sino el Hijo, y cualquiera a
quien el Hijo quiera revelarlo”. (Mt 11:27.)

PAG. 31 it-2 PAG. 1044


SOBERANÍA

Dominio; dignidad del gobernante, rey, emperador u otra persona que ejerce o posee la
autoridad suprema del poder público; fundamento del poder de una persona o grupo en los que se
halla depositada la máxima autoridad de un Estado.
En las Escrituras Hebreas aparece con frecuencia la palabra ʼAdho·nái, y 285 veces la
expresión ʼAdho·nái Yehwíh. ʼAdho·nái es una forma plural de ʼa·dhóhn: “señor; amo”. Otra forma
plural, ʼadho·ním, puede aplicarse a hombres simplemente como pluralidad: “señores” o “amos”.
Pero el término ʼAdho·nái sin sufijo siempre se utiliza en las Escrituras con referencia a Dios,
indicando el plural excelencia o majestad. Los traductores lo suelen traducir por “Señor”. Cuando
acompaña al nombre de Dios (ʼAdho·nái Yehwíh), como, por ejemplo, en el Salmo 73:28, la
expresión se traduce “DIOS el Señor” (BAS), “Señor Dios” (DK, PIB), “Jehová el Señor” (Mod, Val),
“Señor Jehovah” (Val, 1989), “ʼǍdonay Yahveh” (CI), “Señor Yavé” (NC), “Yahweh Dios” (BR),
“Señor Soberano Jehová” (NM). Aunque la Versión Valera de 1960 utiliza la palabra “soberano” en
Job 31:28 y Ezequiel 38:2 y 39:1, no lo hace como traducción de ʼAdho·nái.
La palabra griega de·spó·tēs designa a la persona que posee la autoridad suprema o tiene la
posesión absoluta y el poder sin control alguno. (Véase el Diccionario Expositivo de Palabras del
Nuevo Testamento, de W. E. Vine, vol. 1, 1984, pág. 93; vol. 4, 1987, págs. 44, 73.) Se traduce
“señor”, “amo” y “dueño”. Cuando se utiliza para dirigirse directamente a Dios, se traduce “Señor”
(NC, CI y otras), “Soberano” (Besson), “Soberano Señor” (ENP, VHA) y “Señor Soberano” (NM) en
Lucas 2:29, Hechos 4:24 y Revelación 6:10. Otras versiones la traducen en este último texto
“Soberano” (Mod, NBE, SA, Sd, VP), “Soberano Señor” (HAR; NVI; Val, 1989), “Dominador” (RH),
“Dueño” (BJ, JT, NTI) y “(el) Amo” (AFEBE, CEBIHA, CJ).
Por tanto, aunque los textos hebreos y griegos no tienen una palabra específica para
“soberano”, las palabras ʼAdho·nái y de·spó·tēs comunican esta idea cuando las Escrituras hacen
referencia a Jehová Dios, indicando la excelencia de su señorío.
PAG. 31 it-2 PAG. 1044
SOBERANÍA

Dominio; dignidad del gobernante, rey, emperador u otra persona que ejerce o posee la
autoridad suprema del poder público; fundamento del poder de una persona o grupo en los que se
halla depositada la máxima autoridad de un Estado.
En las Escrituras Hebreas aparece con frecuencia la palabra ʼAdho·nái, y 285 veces la
expresión ʼAdho·nái Yehwíh. ʼAdho·nái es una forma plural de ʼa·dhóhn: “señor; amo”. Otra forma
plural, ʼadho·ním, puede aplicarse a hombres simplemente como pluralidad: “señores” o “amos”.
Pero el término ʼAdho·nái sin sufijo siempre se utiliza en las Escrituras con referencia a Dios,
indicando el plural excelencia o majestad. Los traductores lo suelen traducir por “Señor”. Cuando
acompaña al nombre de Dios (ʼAdho·nái Yehwíh), como, por ejemplo, en el Salmo 73:28, la
expresión se traduce “DIOS el Señor” (BAS), “Señor Dios” (DK, PIB), “Jehová el Señor” (Mod, Val),
“Señor Jehovah” (Val, 1989), “ʼǍdonay Yahveh” (CI), “Señor Yavé” (NC), “Yahweh Dios” (BR),
“Señor Soberano Jehová” (NM). Aunque la Versión Valera de 1960 utiliza la palabra “soberano” en
Job 31:28 y Ezequiel 38:2 y 39:1, no lo hace como traducción de ʼAdho·nái.
La palabra griega de·spó·tēs designa a la persona que posee la autoridad suprema o tiene la
posesión absoluta y el poder sin control alguno. (Véase el Diccionario Expositivo de Palabras del
Nuevo Testamento, de W. E. Vine, vol. 1, 1984, pág. 93; vol. 4, 1987, págs. 44, 73.) Se traduce
“señor”, “amo” y “dueño”. Cuando se utiliza para dirigirse directamente a Dios, se traduce “Señor”
(NC, CI y otras), “Soberano” (Besson), “Soberano Señor” (ENP, VHA) y “Señor Soberano” (NM) en
Lucas 2:29, Hechos 4:24 y Revelación 6:10. Otras versiones la traducen en este último texto
“Soberano” (Mod, NBE, SA, Sd, VP), “Soberano Señor” (HAR; NVI; Val, 1989), “Dominador” (RH),
“Dueño” (BJ, JT, NTI) y “(el) Amo” (AFEBE, CEBIHA, CJ).
Por tanto, aunque los textos hebreos y griegos no tienen una palabra específica para
“soberano”, las palabras ʼAdho·nái y de·spó·tēs comunican esta idea cuando las Escrituras hacen
referencia a Jehová Dios, indicando la excelencia de su señorío.
La soberanía de Jehová. Jehová Dios es el Soberano del universo (“Señor del universo”; Lu
2:29, Sd) debido a que es el Creador y a su Divinidad y supremacía como el Omnipotente. (Gé
17:1; Éx 6:3; Rev 16:14.) Es el Dueño de todas las cosas y la Fuente de toda autoridad y poder, el
Gobernante Supremo de todos los gobiernos (Sl 24:1; Isa 40:21-23; Rev 4:11; 11:15); de Él dijo el
salmista: “Jehová mismo ha establecido firmemente su trono en los cielos mismos; y sobre toda
cosa su propia gobernación real ha tenido la dominación”. (Sl 103:19; 145:13.) Los discípulos de
Jesús oraron dirigiéndose a Dios: “Señor Soberano, tú eres Aquel que hizo el cielo y la tierra”. (Hch
4:24, NM; véanse también CEBIHA; HAR; NTI; NVI; Val.) Para la nación de Israel, Dios mismo
constituía los tres poderes del gobierno: el judicial, el legislativo y el ejecutivo. El profeta Isaías dijo:
“Jehová es nuestro Juez, Jehová es nuestro Dador de Estatutos, Jehová es nuestro Rey; él mismo
nos salvará”. (Isa 33:22.) Moisés da una notable descripción de Dios como Soberano en
Deuteronomio 10:17.
Por ser Jehová el Soberano, tiene el derecho y la autoridad de delegar responsabilidades
gubernativas. Hizo a David rey de Israel, y aunque las Escrituras hablan del ‘reino de David’, este
rey reconoció a Jehová como el Gran Gobernante Soberano al decir: “Tuya, oh Jehová, es la
grandeza y el poderío y la hermosura y la excelencia y la dignidad; porque todo lo que hay en los
cielos y en la tierra es tuyo. Tuyo es el reino, oh Jehová, Aquel que también te alzas como cabeza
sobre todo”. (1Cr 29:11.)

PAG. 31 it-2 PAG. 1047 PARRS. 2,3


Se acusa a los siervos de Dios de egoísmo. Una expresión posterior de esta cuestión se
halla en lo que Satanás dijo a Dios en cuanto a su siervo fiel Job. Estas fueron sus palabras: “¿Ha
temido Job a Dios por nada? ¿No has puesto tú mismo un seto protector alrededor de él y
alrededor de su casa y alrededor de todo lo que tiene en todo el derredor? La obra de sus manos
has bendecido, y su ganado mismo se ha extendido en la tierra. Pero, para variar, sírvete alargar la
mano, y toca todo lo que tiene, y ve si no te maldice en tu misma cara”. Después, Satanás de
nuevo presentó la siguiente acusación: “Piel en el interés de piel, y todo lo que el hombre tiene lo
dará en el interés de su alma”. (Job 1:9-11; 2:4.) De ese modo acusaba a Job de no estar en
armonía con Dios de corazón, que servía obedientemente a Dios solo por motivos egoístas, por
lucro. Satanás calumnió a Dios respecto al ejercicio de Su soberanía, y a los siervos de Dios, en
cuanto a su integridad a esa soberanía. Dijo a todos los efectos que no habría ningún hombre
sobre la Tierra que mantuviese integridad a la soberanía de Jehová si a él, Satanás, se le permitía
ponerle a prueba.
Jehová aceptó el desafío. No lo hizo debido a que dudara de la justicia de su soberanía. Él
no necesitaba que se le probase nada. Permitió tiempo para que se analizara esta cuestión debido
al amor que sentía por sus criaturas inteligentes. Dejó que Satanás pusiese al hombre a prueba
ante todo el universo. Dio a sus criaturas el privilegio de demostrar que el Diablo es un mentiroso y
de quitar la calumnia que manchaba, no solo el nombre de Dios, sino también el suyo propio.
Satanás, con su actitud egotista, fue ‘entregado a un estado mental desaprobado’. Su enfoque al
abordar a Eva fue totalmente contradictorio. (Ro 1:28.) Por una parte acusó a Dios de ejercer su
soberanía de manera injusta y parcial, pero por otra debía contar con Su imparcialidad: al parecer
pensó que Dios se consideraría obligado a dejarle vivir si podía probar su acusación con respecto
a la infidelidad de las criaturas de Dios.

PAG. 31 it-2 PAG. 195


LEALTAD

En las Escrituras Hebreas el adjetivo ja·sídh se utiliza con relación a alguien “leal” o “de bondad
amorosa”. (Sl 18:25, nota.) El sustantivo jé·sedh se refiere a la bondad, pero aunque comprende la
tierna consideración o bondad que se deriva del amor, va más allá. Es la bondad que se adhiere
amorosamente a un objeto hasta que su propósito con relación a ese objeto se ha realizado. Esta
es la clase de bondad que Dios muestra a sus siervos y que ellos le muestran a Él. Por lo tanto,
entra en el campo de la lealtad, una lealtad justa, devota y santa, por lo que se traduce “bondad
amorosa” y “amor leal”. (Gé 20:13; 21:23; véase BONDAD.)
En las Escrituras Griegas el sustantivo ho·si·ó·tēs y el adjetivo hó·si·os conllevan la idea de
santidad, justicia, reverencia, devoción o piedad, la observancia cuidadosa de todos los deberes
para con Dios. Supone una buena relación con Dios.
No parece que haya ninguna palabra española que exprese exacta y plenamente el significado
de los términos correspondientes en hebreo y en griego, pero como “lealtad” implica devoción y
fidelidad cuando se usa con relación a Dios y su servicio, sirve para transmitir una idea parecida.
La mejor manera de determinar el significado pleno de los términos bíblicos en cuestión es
examinar su uso en la Biblia.
La lealtad de Jehová. Como Jehová Dios, el Santísimo, es justo, muestra incesante bondad a
sus siervos e incluso trata con justicia y de modo coherente a sus enemigos, es confiable en grado
sumo. De Él se declara: “Grandes y maravillosas son tus obras, Jehová Dios, el Todopoderoso.
Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de la eternidad. ¿Quién no te temerá verdaderamente,
Jehová, y glorificará tu nombre, porque solo tú eres leal?”. (Rev 15:3, 4.) La lealtad de Dios a la
justicia y al derecho, así como el amor que le tiene a su pueblo, le mueven a dictar sentencia. Por
ello, un ángel se sintió impulsado a decir: “Tú, Aquel que eres y que eras, el Leal, eres justo porque
has dictado estas decisiones”. (Rev 16:5; compárese con Sl 145:17.)
Jehová es leal a sus pactos. (Dt 7:9.) Por causa del pacto con su amigo Abrahán, durante siglos
tuvo gran paciencia con la nación de Israel y le mostró misericordia. (2Re 13:23) Por ello, mediante
su profeta Jeremías hizo este llamamiento a Israel: “‘De veras vuélvete, oh renegada Israel’, es la
expresión de Jehová. ‘No haré caer mi rostro airadamente sobre ustedes, porque soy leal’”. (Jer
3:12.) Los que son leales a Jehová pueden confiar plenamente en Él. David pidió la ayuda de Dios
en oración y dijo: “Con alguien leal tú actuarás en lealtad; con el poderoso, exento de falta, tratarás
de un modo exento de falta”. (2Sa 22:26.) David hizo un llamamiento al pueblo y le pidió que se
volviera del mal a fin de practicar el bien, “porque Jehová es amador de la justicia, y no dejará a los
que le son leales. Hasta tiempo indefinido ciertamente serán guardados”. (Sl 37:27, 28.)
Los que son leales a Jehová pueden confiar en que Él está cerca y los ayudará hasta el mismo
final de su proceder fiel, y pueden tener la plena seguridad de que los recordará en cualquier
situación. Él guarda su camino (Pr 2:8) y sus vidas o almas. (Sl 97:10.)
Jesucristo. Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra, le fortaleció saber que Dios había predicho
de él, Su principal “leal”, que no dejaría su alma en el Seol. (Sl 16:10.) En el día del Pentecostés de
33 E.C. el apóstol Pedro aplicó esta profecía a Jesús, diciendo: “[David] vio de antemano y habló
respecto a la resurrección del Cristo, que ni fue abandonado en el Hades ni su carne vio
corrupción. A este Jesús lo resucitó Dios, del cual hecho todos nosotros somos testigos”. (Hch
2:25-28, 31, 32; compárese con Hch 13:32-37.) En un comentario sobre Hechos 2:27, The
Expositor’s Greek Testament dice que la palabra hebrea ja·sídh (usada en Sl 16:10) “no solo aplica
a alguien piadoso y devoto, sino también al que es objeto de la bondad de Jehová” (edición de
W. R. Nicoll, 1967, vol. 2).
Dios requiere lealtad. Jehová exige lealtad de sus siervos, que han de imitarle. (Ef 5:1.) El
apóstol Pablo dice a los cristianos que “deben vestirse de la nueva personalidad que fue creada
conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad”. (Ef 4:24.) Cuando Pablo
recomienda la oración a la congregación, dice: “Por lo tanto, deseo que en todo lugar los hombres
se ocupen en orar, alzando manos leales, libres de ira y debates”. (1Ti 2:8.) La lealtad es una
cualidad esencial que capacita a un varón para un puesto de superintendencia en la congregación
de Dios. (Tit 1:8.)

PAG. 31 it-2 PAG. 195


La lealtad de Jehová. Como Jehová Dios, el Santísimo, es justo, muestra incesante bondad a
sus siervos e incluso trata con justicia y de modo coherente a sus enemigos, es confiable en grado
sumo. De Él se declara: “Grandes y maravillosas son tus obras, Jehová Dios, el Todopoderoso.
Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de la eternidad. ¿Quién no te temerá verdaderamente,
Jehová, y glorificará tu nombre, porque solo tú eres leal?”. (Rev 15:3, 4.) La lealtad de Dios a la
justicia y al derecho, así como el amor que le tiene a su pueblo, le mueven a dictar sentencia. Por
ello, un ángel se sintió impulsado a decir: “Tú, Aquel que eres y que eras, el Leal, eres justo porque
has dictado estas decisiones”. (Rev 16:5; compárese con Sl 145:17.)
Jehová es leal a sus pactos. (Dt 7:9.) Por causa del pacto con su amigo Abrahán, durante siglos
tuvo gran paciencia con la nación de Israel y le mostró misericordia. (2Re 13:23) Por ello, mediante
su profeta Jeremías hizo este llamamiento a Israel: “‘De veras vuélvete, oh renegada Israel’, es la
expresión de Jehová. ‘No haré caer mi rostro airadamente sobre ustedes, porque soy leal’”. (Jer
3:12.) Los que son leales a Jehová pueden confiar plenamente en Él. David pidió la ayuda de Dios
en oración y dijo: “Con alguien leal tú actuarás en lealtad; con el poderoso, exento de falta, tratarás
de un modo exento de falta”. (2Sa 22:26.) David hizo un llamamiento al pueblo y le pidió que se
volviera del mal a fin de practicar el bien, “porque Jehová es amador de la justicia, y no dejará a los
que le son leales. Hasta tiempo indefinido ciertamente serán guardados”. (Sl 37:27, 28.)
Los que son leales a Jehová pueden confiar en que Él está cerca y los ayudará hasta el mismo
final de su proceder fiel, y pueden tener la plena seguridad de que los recordará en cualquier
situación. Él guarda su camino (Pr 2:8) y sus vidas o almas. (Sl 97:10.)
PAG. 32 w 13 15/6 PAGS. 17,18 PARRS. 4-6
4
¿Cómo demuestra Jehová su lealtad? Pues bien, nunca abandona a sus siervos fieles. Uno
de ellos, el rey David, así lo reconoció (lea 2 Samuel 22:26). Él comprobó que esa lealtad no se
queda en simples palabras, pues Dios lo dirigió, lo protegió y lo libró en sus pruebas (2 Sam. 22:1).
¿Por qué fue Jehová leal con él? Porque David mismo era “alguien leal”. Dios valora la lealtad de
sus siervos y los recompensa siendo leal con ellos (Prov. 2:6-8).
5
Reflexionar en los actos de lealtad de Jehová nos da fuerzas. Un fiel hermano de nombre
Reed señala: “Me anima mucho leer cómo Jehová ayudó a David en los momentos difíciles.
Siempre lo sostuvo, hasta cuando era un fugitivo que tenía que refugiarse en cuevas. ¡Eso me
fortalece tanto! Me recuerda que, sin importar lo sombría que parezca la situación, Jehová estará a
mi lado mientras yo siga fiel”. Sin duda, todos sentimos lo mismo (Rom. 8:38, 39).
6
¿De qué otros modos demuestra Jehová que es leal? Uno es manteniéndose fiel a sus
normas. Él nos asegura: “Aun hasta la vejez de uno yo soy el Mismo” (Is. 46:4). Sus decisiones
siempre se basan en sus invariables normas sobre lo bueno y lo malo (Mal. 3:6). Además,
permanece fiel a su palabra, es decir, cumple sus promesas (Is. 55:11). Su lealtad nos beneficia a
todos sus siervos fieles, pues cuando hacemos lo posible por obedecer sus normas, podemos
estar seguros de que cumplirá su promesa de bendecirnos (Is. 48:17, 18).

PAG. 32 w 93 15/10 PAGS. 12-16


Cómo hallar la clave del cariño fraternal

“Suministren a su [...] devoción piadosa, cariño fraternal.” (2 PEDRO 1:5-7.)

EN CIERTA ocasión, un médico que no era testigo de Jehová asistió a la graduación de su hija
de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watch Tower, donde había recibido preparación misional. Le
impresionó tanto la alegre multitud que pensó que debía haber muy pocos enfermos entre ellos.
¿Por qué estaban tan contentas aquellas personas? A propósito, ¿qué hace que todas las
reuniones del pueblo de Jehová, tanto en las congregaciones como en las asambleas de circuito y
de distrito, sean ocasiones felices? ¿No es el cariño fraternal que se muestran unos a otros?
No cabe duda de que el cariño fraternal es una de las razones de que se haya dicho que ningún
otro grupo religioso deriva más placer, felicidad y satisfacción de la religión que los testigos de
Jehová.
2
Sería lógico que esperáramos encontrar este cariño fraternal en vista de lo que dice el apóstol
Pedro en 1 Pedro 1:22: “Ahora que ustedes han purificado sus almas por su obediencia a la verdad
con el cariño fraternal sin hipocresía como resultado, ámense unos a otros intensamente desde el
corazón”. Uno de los elementos básicos de la palabra griega que se traduce “cariño fraternal” es
fi·lí·a (afecto). Su significado está relacionado estrechamente con a·gá·pe, que por lo general se
traduce “amor”. (1 Juan 4:8.) Aunque el cariño fraternal y el amor suelen utilizarse indistintamente,
cada uno tiene aspectos característicos. No debemos confundirlos, como hacen muchos
traductores de la Biblia. (En este artículo y en el siguiente examinaremos cada uno de estos
términos.)
3
Respecto a la diferencia entre estas dos palabras griegas, un helenista comentó que fi·lí·a
“fundamentalmente denotaba calidez, intimidad y afecto”. Por otra parte, a·gá·pe tiene que ver más
con la mente. Por eso, aunque se nos dice que amemos (a·gá·pe) a nuestros enemigos,
no sentimos cariño por ellos. ¿Por qué no? Porque “las malas compañías echan a perder los
hábitos útiles”. (1 Corintios 15:33.) Lo que Pedro pasa a decir también indica que hay una
diferencia entre estas palabras: “Suministren a su [...] cariño fraternal, amor”. (2 Pedro 1:5-7;
compárese con Juan 21:15-17.)
Ejemplos de cariño fraternal muy especial
4
La Palabra de Dios da algunos buenos ejemplos de cariño fraternal muy especial. Este cariño
especial no es el resultado de un capricho, sino que se basa en el aprecio que uno siente por las
cualidades sobresalientes de alguien. El ejemplo más notable es ciertamente el cariño que
Jesucristo tuvo al apóstol Juan. No cabe duda de que Jesús sintió cariño fraternal por todos sus
apóstoles fieles, y no le faltaban razones. (Lucas 22:28.) Una manera de demostrarlo fue
lavándoles los pies, y así les dio una lección de humildad. (Juan 13:3-16.) Pero Jesús sintió un
cariño especial por Juan, como este mencionó en varias ocasiones. (Juan 13:23; 19:26; 20:2.) Si
Jesús tenía razones para sentir cariño por sus discípulos y apóstoles, es muy probable que Juan le
hubiera dado motivos para que le tuviera cariño especial a él, pues Juan sintió un aprecio más
profundo por Jesús. Así se desprende de sus escritos, tanto de su Evangelio como de sus cartas
inspiradas. ¡Cuántas veces menciona el amor! El mayor aprecio que Juan sentía por las cualidades
espirituales de Jesús se observa en lo que escribió en los capítulos 1 y 13 al 17 de Juan, así como
en las referencias que hace en varias ocasiones a la existencia prehumana de Jesús. (Juan 1:1-3;
3:13; 6:38, 42, 58; 17:5; 18:37.)
5
Tampoco queremos pasar por alto el cariño fraternal muy especial que existió entre el apóstol
Pablo y su compañero cristiano Timoteo, un cariño que ciertamente se basaba en la estima que
cada uno tenía por las cualidades del otro. Los escritos de Pablo contienen excelentes comentarios
acerca de Timoteo, tales como: “No tengo a ningún otro de disposición como la de él, que
genuinamente cuide de las cosas que tienen que ver con ustedes. [...] Ustedes saben la prueba
que él dio de sí mismo, que, cual hijo con su padre, sirvió como esclavo conmigo en el adelanto de
las buenas nuevas”. (Filipenses 2:20-22.) En sus cartas a Timoteo, Pablo le habla muchas veces
de una manera que revela el mucho cariño que le tenía. Por ejemplo, 1 Timoteo 6:20 dice: “Oh
Timoteo, guarda lo que ha sido depositado a tu cuidado”. (Véase también 1 Timoteo 4:12-16; 5:23;
2 Timoteo 1:5; 3:14, 15.) El cariño especial que Pablo sentía por el joven Timoteo se destaca sobre
todo cuando comparamos las cartas que le escribió a él con la que escribió a Tito. Timoteo debe
haber sentido lo mismo con respecto a su amistad con Pablo, como se ve por las palabras de
Pablo en 2 Timoteo 1:3, 4: “Nunca ceso de acordarme de ti en mis ruegos [...], anhelo verte —pues
recuerdo tus lágrimas— para llenarme de gozo”.
6
En las Escrituras Hebreas también hallamos excelentes ejemplos, como el de David y
Jonatán. Leemos que después que David mató a Goliat, “la misma alma de Jonatán se ligó con el
alma de David, y Jonatán empezó a amarlo como a su propia alma”. (1 Samuel 18:1.) El aprecio
por el celo que David mostró por el nombre de Jehová y su intrepidez al salir al encuentro del
gigante Goliat, debió producir en Jonatán un cariño especial por David.
7
Jonatán sentía tanto cariño por David que arriesgó su propia vida para defenderlo del rey Saúl.
Nunca se resintió por el hecho de que Jehová hubiera escogido a David para que fuera el siguiente
rey de Israel. (1 Samuel 23:17.) David también sentía profundo cariño por Jonatán, como lo
muestra lo que dijo al lamentar su muerte: “Estoy angustiado por ti, hermano mío, Jonatán, muy
agradable me fuiste. Más maravilloso me fue tu amor que el amor procedente de mujeres”.
Ciertamente un verdadero aprecio mutuo caracterizó su relación. (2 Samuel 1:26.)
8
Otro buen ejemplo de cariño especial en las Escrituras Hebreas es el de dos mujeres: Noemí y
su nuera Rut, que había enviudado. Recuerde lo que Rut le dijo a Noemí: “No me instes con
ruegos a que te abandone, a que me vuelva de acompañarte; porque a donde tú vayas yo iré, y
donde tú pases la noche yo pasaré la noche. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”. (Rut
1:16.) ¿No debemos concluir que la conducta de Noemí y lo que decía de Jehová contribuyeron a
que Rut manifestara tal aprecio? (Compárese con Lucas 6:40.)
El ejemplo del apóstol Pablo
9
Como hemos visto, el cariño fraternal que el apóstol Pablo sentía por Timoteo era muy
especial. Pero Pablo también dio un ejemplo maravilloso al mostrar mucho cariño fraternal a sus
hermanos en general. Dijo a los ancianos de Éfeso que ‘por tres años, noche y día, no había
cesado de amonestar a cada uno con lágrimas’. ¿No era esto una muestra de cariño fraternal? Sin
lugar a dudas. Y ellos sentían lo mismo por Pablo. Al enterarse de que no lo verían más,
“prorrumpió gran llanto entre todos ellos, y se echaron sobre el cuello de Pablo y lo besaron
tiernamente”. (Hechos 20:31, 37.) ¿Cariño fraternal basado en el aprecio? Claro que sí. Pablo
también manifiesta su cariño fraternal al decir en 2 Corintios 6:11-13: “Nuestra boca se ha abierto
para ustedes, corintios, nuestro corazón se ha ensanchado. Ustedes no se hallan apretados y
escasos de lugar en nosotros, pero sí se hallan apretados y escasos de lugar en sus propios
tiernos cariños. Así es que, como recompensa, en cambio —hablo como a hijos—, ustedes,
también, ensánchense”.
10
Es obvio que muchos de los corintios no tenían suficiente cariño fraternal y estima por el
apóstol Pablo. Algunos se quejaron: “Sus cartas son de peso y enérgicas, pero su presencia en
persona es débil, y su habla desdeñable”. (2 Corintios 10:10.) Por tal razón, el apóstol Pablo hizo
referencia a sus “apóstoles superfinos” y se vio en la necesidad de relatar las pruebas que había
aguantado, como aparece en 2 Corintios 11:5, 22-33.
11
El cariño que Pablo sentía por aquellos a quienes ministraba queda muy claro por lo que dijo
en 1 Tesalonicenses 2:8: “Teniéndoles tierno cariño, nos fue de mucho agrado impartirles, no solo
las buenas nuevas de Dios, sino también nuestras propias almas, porque ustedes llegaron a
sernos amados”. De hecho, tanto cariño tenía a estos nuevos, que no pudo esperar más —tan
deseoso estaba de saber cómo les iba con la persecución— y les envió a Timoteo, quien luego dio
un buen informe que alentó mucho a Pablo. (1 Tesalonicenses 3:1, 2, 6, 7.) Bien lo dice la obra
Perspicacia para comprender las Escrituras: “Se forjó una estrecha relación de cariño fraternal
entre Pablo y aquellos a quienes ministraba”.
El aprecio: la clave del cariño fraternal
12
Sin duda, el aprecio es la clave del cariño fraternal. ¿No tienen todos los siervos dedicados
de Jehová cualidades que apreciamos, que hacen que sintamos mucho cariño por ellos? Todos
buscamos primero el Reino de Dios y su justicia. Todos luchamos con valor contra nuestros tres
enemigos comunes: Satanás y sus demonios, el mundo inicuo bajo el control de Satanás y las
tendencias egoístas de la carne pecaminosa que hemos heredado. ¿No deberíamos pensar
siempre que nuestros hermanos lo hacen lo mejor que pueden en vista de las circunstancias?
Toda persona está o de parte de Jehová o de parte de Satanás. Nuestros hermanos dedicados
están de parte de Jehová, sí, son de los nuestros, y, por lo tanto, merecen nuestro cariño fraternal.
13
¿Qué podemos decir del aprecio que tenemos a nuestros ancianos? ¿No deberían ocupar un
lugar especial en nuestro corazón por su ardua labor a favor de los intereses de la congregación?
Ellos, como nosotros, han de mantenerse a sí mismos y a su familia. También tienen las mismas
obligaciones que nosotros: estudiar personalmente, asistir a las reuniones de congregación y
participar en el ministerio del campo. Además, es su obligación preparar partes en el programa de
las reuniones, pronunciar discursos públicos y atender problemas que surjan en la congregación, lo
que a veces les supone pasar muchas horas en audiencias judiciales. Ciertamente queremos
“[seguir] teniendo aprecio a hombres de esa clase”. (Filipenses 2:29.)
Mostremos cariño fraternal
14
Para agradar a Jehová, tenemos que demostrar el afectuoso sentimiento de cariño fraternal a
nuestros compañeros de creencia, como lo hicieron Jesucristo y Pablo. Leemos: “En [cariño
fraternal] ténganse tierno cariño unos a otros”. (Romanos 12:10, Kingdom Interlinear.) “Respecto al
[cariño fraternal], ustedes no tienen necesidad de que les escribamos, porque ustedes mismos son
enseñados por Dios a amarse unos a otros.” (1 Tesalonicenses 4:9, Int.) “Que su [cariño fraternal]
continúe.” (Hebreos 13:1, Int.) No cabe duda de que a nuestro Padre celestial le agrada cuando
mostramos cariño fraternal a sus hijos terrestres.
15
En tiempos apostólicos, los cristianos acostumbraban saludarse con un “beso santo” o un
“beso de amor”. (Romanos 16:16; 1 Pedro 5:14.) Esta era una verdadera muestra de cariño
fraternal. Hoy día, en la mayoría de los lugares de la Tierra, una manera más apropiada de hacerlo
sería mediante una sonrisa amigable y un fuerte apretón de manos. En los países
latinoamericanos, como México, las personas suelen saludarse con un abrazo, que es una
verdadera muestra de cariño. Es posible que el cariño intenso de estos hermanos sea en parte la
razón del gran aumento de publicadores que se produce en esos países.
16
Cuando entramos en el Salón del Reino, ¿hacemos un esfuerzo especial por demostrar
cariño fraternal? Si así es, nos sentiremos impulsados a decir algo animador a nuestros hermanos,
sobre todo a los que parecen estar deprimidos. Se nos manda que “[hablemos] confortadoramente
a las almas abatidas”. (1 Tesalonicenses 5:14.) Esta es una buena manera de comunicar lo cálido
del cariño fraternal. Otra excelente manera de hacerlo es agradeciendo un buen discurso público,
una asignación bien presentada en el programa de la reunión, lo bien que se ha esforzado un
estudiante en la Escuela del Ministerio Teocrático y así por el estilo.
17
¿Pudiéramos invitar a algunos hermanos a nuestro hogar para disfrutar de una comida o tal
vez de un refresco después de una reunión, si no es muy tarde? ¿No deberíamos regirnos por el
consejo de Jesús anotado en Lucas 14:12-14? Un ex misionero fue nombrado superintendente
presidente de una congregación en la que todos los demás hermanos eran de otra raza. Percibió la
falta de cariño fraternal, de modo que se propuso remediar la situación. ¿Cómo? Todos los
domingos invitaba a una familia diferente a comer. Al cabo de un año, toda la congregación le tenía
mucho cariño fraternal.
18
Cuando un hermano está enfermo, sea en su casa o en el hospital, el cariño fraternal nos
impulsará a dejarle saber que nos interesamos por él. ¿Y qué se puede decir de los que viven en
un asilo de ancianos? ¿Por qué no visitarlos, telefonearles o enviarles una tarjeta que exprese
nuestro afecto?
19
Al dar muestras de cariño fraternal, preguntémonos: ‘¿Soy parcial? ¿Me dejo influir por el
color de la piel, la educación o las posesiones materiales de las personas? ¿Necesito ensanchar
mi cariño fraternal, como instó el apóstol Pablo a los cristianos de Corinto?’. El cariño fraternal hará
que veamos a nuestros hermanos de manera positiva y que los apreciemos por sus buenas
cualidades. También nos ayudará a alegrarnos por el progreso de nuestro hermano en vez de
envidiarlo.
20
El cariño fraternal también nos impulsará a estar al tanto de ayudar a nuestros hermanos en
el ministerio. Así obraremos en conformidad con lo que dice el cántico 92:
“Al que está débil hay que ayudar;
darle denuedo para el hablar.
A los niñitos no hay que olvidar,
sino librarlos de su vacilar”.
21
Por lo tanto, no olvidemos que, al mostrar cariño fraternal, es aplicable el principio que Jesús
enunció en su Sermón del Monte: “Practiquen el dar, y se les dará. Derramarán en sus regazos
una medida excelente, apretada, remecida y rebosante. Porque con la medida con que ustedes
miden, se les medirá en cambio”. (Lucas 6:38.) Nos beneficiamos personalmente cuando
mostramos cariño fraternal, estimando a aquellos que sirven a Jehová como nosotros. ¡En verdad,
felices son los que se deleitan en manifestar cariño fraternal!

PAG. 34 w 06 15/8 PAG. 21 PARR. 9


9
¿Cómo podemos hacer frente a estos problemas? Viéndolos como oportunidades para demostrar
que amamos a Jehová y nos sometemos a su soberanía pase lo que pase (Santiago 1:2-4). Si
comprendemos bien la importancia de ser leales a Dios, mantendremos el equilibrio espiritual sin
importar cuál sea la causa de nuestra angustia. El apóstol Pedro escribió a los cristianos: “Amados,
no estén perplejos a causa del incendio entre ustedes, que les está sucediendo para prueba, como
si algo extraño les sobreviniera” (1 Pedro 4:12). Y Pablo explicó por qué: “Todos los que desean
vivir con devoción piadosa en asociación con Cristo Jesús también serán perseguidos” (2 Timoteo
3:12). Tal como hizo con Job, Satanás sigue poniendo a prueba la integridad de los testigos de
Jehová. Es más, la Biblia indica que el Diablo ha incrementado sus ataques contra el pueblo de
Dios en estos últimos días (Revelación [Apocalipsis] 12:9, 17).

PAG. 34 it-2 PAG. 820 PARR. 7


El gobierno milenario de Jesús habrá cumplido completamente su propósito. La Tierra, en un
tiempo foco de rebelión, habrá sido restaurada a una posición plena, limpia e indiscutida en el
dominio del Soberano Universal. No quedará ningún reino subsidiario entre Jehová y la humanidad
obediente.

MARTES
LECCION 4(b)
INTERESATE SINCERAMENTE POR LOS DEMAS

PAG. 35 be PAG. 189 PARR. 3


Muestre interés sincero. El interés por los demás no es una técnica que deba dominarse, sino
una cualidad del corazón. El grado al que lo manifestamos se evidencia de muchas maneras: en
cómo los escuchamos, en qué les decimos, y en la bondad y consideración con que los tratamos.
Aun cuando no digamos ni hagamos nada, nuestra actitud y expresión facial les indicará que en
verdad nos preocupamos por ellos.

PAG. 36 km 9/00 PAG. 4


Utilice los sucesos de actualidad para despertar el interés
1
¿Le gustaría tener un caudal inagotable de buenas ideas que aportaran variedad a su
ministerio y despertaran el interés de las personas en el mensaje de la Biblia? Pues entonces,
inicie conversaciones utilizando las noticias mundiales y de su comunidad. Podría referirse a las
cuestiones de actualidad locales o nacionales y a las noticias internacionales, las cuales están en
constante cambio (1 Cor. 7:31). Fíjese en los siguientes ejemplos.
2
Los problemas económicos y el costo de la vida son motivo de verdadera preocupación
para la gente. Por tanto, podría decir:
▪ “¿Ha oído en las noticias que el precio de [mencione el artículo] va a volver a subir?” O si una
gran empresa ha despedido a muchos trabajadores, pudiera hablar del desempleo. Dependiendo
de cómo desee proseguir la conversación, puede decir: “¿Se ha preguntado alguna vez por qué
resulta tan difícil ganarse la vida?”, o: “¿Cree que siempre será tan complicado conseguir lo
suficiente para mantenernos?”.
3
Las noticias de actos violentos, como las tragedias familiares o entre compañeros de
escuela, proporcionan otro tema de conversación. Podría preguntar:
▪ “¿Ha leído en el periódico que [refiérase a una tragedia ocurrida en la comunidad]?” Luego
añada: “En su opinión, ¿a qué se debe que haya tanta violencia en el mundo?”, o: “¿Cree que
alguna vez llegará el día en que podamos sentirnos seguros?”.
4
Las noticias de catástrofes causadas por inundaciones, terremotos o agitaciones civiles
en diversas partes del mundo también constituyen un medio de estimular el interés. Por
ejemplo, podría preguntar:
▪ “¿Tiene Dios la culpa de [mencione el desastre natural]?” O pudiera aludir al último estallido de
agitación civil y preguntar: “Si todo el mundo desea la paz, ¿por qué es tan difícil conseguirla?”.
5
Esté al tanto de los sucesos de actualidad que pueda emplear en su introducción. Hallará
sugerencias útiles en las páginas 9 y 10 del libro Razonamiento, bajo el apartado “Actualidades”.
No obstante, evite tomar partido en cuestiones políticas o sociales. Más bien, dirija la atención a las
Escrituras y al Reino de Dios como la única solución permanente a los problemas de la humanidad.

PAG. 36 km 5/13 PAG. 2


¿A quién podría interesarle este tema?
1
Las revistas La Atalaya y ¡Despertad! se redactan para un público mundial. Por eso, contienen
una inmensa variedad de temas. Al leerlas, sería bueno que tratáramos de determinar a quién
podría interesarle cada artículo y nos pusiéramos la meta de presentárselo.
2
¿Se analiza en La Atalaya un asunto bíblico del que hayamos hablado con algún compañero
de trabajo? ¿Hemos visto un artículo sobre la familia que pudiera serle útil a algún pariente?
¿Sabemos de alguien que planee viajar a un lugar que se haya descrito en un artículo de
¡Despertad!? ¿Hay alguna revista en particular que pudiéramos ofrecer en ciertos negocios u
oficinas del gobierno dentro del territorio? Por ejemplo, en un asilo podríamos ofrecer una revista
que analice ciertos problemas de la edad avanzada. Y si una revista trata sobre la delincuencia,
no sería mala idea presentarla en lugares como los tribunales o las comisarías.
3
Resultados. Después de recibir la ¡Despertad! de octubre de 2011 titulada “Cómo criar hijos
responsables”, un matrimonio de Sudáfrica telefoneó a 25 escuelas del territorio de su
congregación. Como resultado, 22 centros aceptaron las revistas y las distribuyeron entre los
estudiantes. A otra pareja de ese país se le ocurrió lo mismo y logró dejar ejemplares en las
escuelas de su territorio. En una de estas, algunos maestros los utilizaron en su programa semanal
de orientación y lectura. Esta pareja le contó lo ocurrido al superintendente de circuito, quien a su
vez animó a las congregaciones a hacer lo mismo. Al final, en la sucursal se recibieron tantas
solicitudes de esa revista que tuvo que volverse a imprimir.
4
Nuestras revistas explican el verdadero significado de los acontecimientos mundiales y dirigen
la atención de los lectores a la Biblia y al Reino de Dios. Además, son las únicas revistas que
“publica[n] salvación” (Is. 52:7). Por lo tanto, queremos que la mayor cantidad de personas posible
las lea. Y una buena manera de lograrlo es preguntándonos: “¿A quién podría interesarle este
tema?”.

PAG. 37 km 5/11 PAG. 3


Cómo se usa el formulario Sírvase visitar (S-43)

Usamos este formulario siempre que encontremos a una persona interesada que no vive en el
territorio o que habla otro idioma. Aunque antes llenábamos un formulario cuando encontrábamos
a alguien que hablaba otro idioma sin importar si tenía interés o no, ahora solo lo usamos si la
persona demuestra interés. La única excepción es si la persona es sorda. En este caso, debemos
llenar un formulario S-43 siempre.
¿Qué hacemos con el formulario una vez completado? Entregárselo al secretario de la
congregación. Si él sabe a qué congregación corresponde, sencillamente lo envía a los ancianos
de esa congregación para que se atienda el interés. Cuando el secretario no encuentra cuál es la
congregación, lo envía a la sucursal.
Si la persona interesada habla otro idioma pero vive en nuestro territorio, podemos seguir
cultivando su interés hasta que la visite un publicador de la congregación de su idioma (véase
Nuestro Ministerio del Reino de noviembre de 2009, página 4).

PAG. 37 be PAGS. 236-239


Lección 44
Uso eficaz de las preguntas

¿Qué implica?
Utilizar las preguntas para obtener un resultado en particular. Quizá se espere una
contestación verbal o, más bien, que los oyentes respondan mentalmente. La eficacia
de las preguntas depende de su contenido y del modo como se formulan.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
Ayuda a los oyentes a interesarse en el asunto que se está tratando. Por otra parte, el
maestro puede obtener información valiosa sobre sus estudiantes si les plantea
preguntas bien pensadas.

COMO las preguntas exigen una respuesta —sea verbal o mental—, contribuyen a que los
oyentes centren la atención en lo que usted les dice. Puede valerse de ellas para entablar
conversaciones y disfrutar de un estimulante intercambio de ideas. Tanto en su función de orador
como de maestro, empléelas para despertar el interés, ayudar a razonar sobre un tema o hacer
hincapié en ciertos puntos. Si las utiliza bien, animará a otras personas a reflexionar en vez de
limitarse a escuchar. Póngase un objetivo y formule las preguntas de forma tal que lo alcance.
Para entablar conversaciones. Cuando participe en el ministerio del campo, procure invitar a
las personas a expresarse, si así lo desean.
Muchos Testigos comienzan diálogos interesantes con solo decir: “¿Se ha preguntado alguna
vez...?”. Si el asunto al que se refieren preocupa a mucha gente, está casi garantizado que
disfrutarán de su predicación. Aun en el caso de que la persona no haya pensado nunca en la
cuestión, tal vez se despierte su curiosidad. Con expresiones como “¿Qué piensa sobre...?”, “¿Qué
le parece...?” y “¿Cree usted que...?”, se puede plantear gran variedad de temas.
Cuando el evangelizador Felipe abordó a un funcionario etíope que leía en voz alta una profecía
de Isaías, se limitó a preguntarle: “¿Verdaderamente sabes [es decir, entiendes] lo que estás
leyendo?” (Hech. 8:30). El interrogante preparó el terreno para que Felipe le explicara las verdades
acerca de Jesucristo. Con preguntas similares, algunos Testigos de la actualidad han encontrado
personas ansiosas de entender con claridad la verdad bíblica.
Mucha gente está más dispuesta a escuchar si antes se le da la oportunidad de expresar su
parecer. Por tanto, cuando haga una pregunta, escuche atentamente la contestación de su
interlocutor. Responda a su comentario con amabilidad, y no con crítica. Siempre que sea posible,
encómielo de manera sincera. En cierta ocasión, un escriba “contest[ó] inteligentemente” a Jesús, y
este lo elogió con las palabras: “No estás lejos del reino de Dios” (Mar. 12:34). Aunque no esté de
acuerdo con la persona, puede darle las gracias por haber expresado su opinión. Quizá lo que le
ha dicho revele una actitud que usted deba tener en cuenta al hablarle de la verdad bíblica.
Para dar paso a ideas importantes. Cuando hable en público o converse con alguien, procure
servirse de las preguntas para dirigir la atención a puntos importantes. Asegúrese de que estas
aludan a asuntos de verdadero interés para sus oyentes. También puede emplear preguntas que
intriguen por no tener respuesta obvia. Si tras formularlas hace una pausa breve, su auditorio
probablemente escuchará lo que sigue con mayor interés.
En cierta ocasión, el profeta Miqueas planteó una serie de interrogantes. Para empezar, inquirió
qué pide Dios de quienes lo adoran y, a continuación, formuló cuatro preguntas más que sugieren
posibles contestaciones. Todas esas preguntas preparan al lector para la sabia respuesta con que
concluye el razonamiento (Miq. 6:6-8). ¿Por qué no prueba usted a hacer algo parecido cuando
enseñe?
Para razonar sobre un tema. También pueden emplearse preguntas para ayudar a los oyentes
a seguir la lógica de una argumentación. Jehová se valió de este recurso al dirigir una seria
declaración formal contra los israelitas, como muestra Malaquías 1:2-10. En primer lugar les dijo:
“Los he amado”. Puesto que ellos no reconocieron su amor, les preguntó: “¿No fue Esaú el
hermano de Jacob?”. Entonces Jehová señaló a la desolación de Edom como prueba de que, a
causa de la maldad de esta nación, él no la amó. A continuación utilizó varias ilustraciones
intercaladas con interrogantes que ponían de relieve que Israel no respondía debidamente a Su
amor. Algunas de tales preguntas se ponen en boca de los sacerdotes infieles, mientras que otras
se las plantea Jehová a ellos. El emocionante diálogo nos cautiva con su lógica irrefutable y su
impactante mensaje.
Algunos oradores usan con eficacia las preguntas de un modo parecido. Aunque no esperen
recibir una contestación verbal, logran que los oyentes respondan mentalmente a lo que les dice,
como si de un diálogo se tratara.
Cuando dirigimos estudios bíblicos, empleamos un método que requiere la participación oral del
estudiante. Si este se limita a repetir la respuesta impresa, es obvio que no se beneficiará
plenamente. Así pues, con un tono afable, hágale preguntas auxiliares que le ayuden a razonar.
En las ideas clave anímelo a basar su respuesta en la Biblia. También pudiera preguntarle: “¿Qué
relación hay entre este punto y [otra cuestión que ya hayan estudiado]? ¿Por qué es importante?
¿Qué efecto debería tener en nuestra vida?”. Con este método obtendrá mejores resultados que
expresando sus propias convicciones o dando explicaciones detalladas, pues ayudará al
estudiante a utilizar su “facultad de raciocinio” para adorar a Dios (Rom. 12:1).
Si el estudiante no capta una idea, sea paciente. Quizás esté comparando lo que usted le dice
con lo que él ha creído por muchos años. Trate de enfocar el asunto desde un ángulo diferente.
A veces, sin embargo, hay que recurrir a razonamientos muy elementales. Utilice las Escrituras con
frecuencia. Emplee ilustraciones acompañadas de preguntas sencillas que induzcan a razonar
sobre la base de las pruebas.
Para que la persona exprese lo que realmente opina. Las respuestas de la gente a las
preguntas no siempre revelan su verdadera opinión. Tal vez nuestro interlocutor dé la contestación
que piensa que esperamos oír. Por tanto, debemos tener discernimiento (Pro. 20:5). Pudiéramos
imitar a Jesús y preguntarle: “¿Crees tú esto?” (Juan 11:26).
Cuando muchos discípulos de Jesús se ofendieron por lo que les dijo y lo abandonaron, él invitó
a sus apóstoles a expresar su parecer. Les preguntó: “Ustedes no quieren irse también, ¿verdad?”.
Pedro reveló el sentir de todos ellos al responder: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos
de vida eterna; y nosotros hemos creído y llegado a conocer que tú eres el Santo de Dios” (Juan
6:67-69). En otra ocasión, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el
Hijo del hombre?”. Entonces les formuló otra pregunta para que expresaran su opinión sincera:
“Pero ustedes, ¿quién dicen que soy?”. Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”
(Mat. 16:13-16).
En los estudios bíblicos posiblemente obtenga buenos resultados empleando un enfoque
parecido en ciertos temas. Pudiera preguntar: “¿Qué piensan tus compañeros de clase (o de
trabajo) de este asunto?”. Entonces añada: “¿Y qué piensas tú?”. Al saber lo que de verdad cree
su estudiante, estará en situación de ofrecerle la mejor ayuda.
Para dar énfasis. También puede utilizar preguntas para dar énfasis a ciertas ideas. Así lo hizo
el apóstol Pablo, como muestra Romanos 8:31, 32: “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará
contra nosotros? El que ni aun a su propio Hijo perdonó, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿por qué no nos dará bondadosamente también con él todas las demás cosas?”. Note que las dos
preguntas de estos versículos amplían la idea expresada en la frase que las antecede.
Tras dejar constancia escrita de la sentencia divina contra el rey de Babilonia, el profeta Isaías
añadió con total convicción: “Jehová de los ejércitos mismo ha aconsejado, y ¿quién puede
desbaratarlo? Y su mano es la que está extendida, y ¿quién puede volverla atrás?” (Isa. 14:27).
Tales preguntas llevan implícito que nadie puede hacerlo. No necesitan respuesta.
Para poner de manifiesto ideas incorrectas. Las preguntas bien pensadas son también muy
útiles para sacar a la luz ideas incorrectas. Antes de sanar a cierto hombre, Jesús preguntó a los
fariseos y a algunos entendidos en la Ley: “¿Es lícito curar en sábado, o no?”. Tras curar al
enfermo, agregó: “¿Quién de ustedes, si su hijo o su toro cae en un pozo, no lo saca
inmediatamente en día de sábado?” (Luc. 14:1-6). No hubo respuesta, aunque tampoco Jesús la
esperaba. Las preguntas pusieron de manifiesto la forma de pensar errónea de aquellos hombres.
A veces, hasta los cristianos verdaderos tienen ideas equivocadas. Algunos corintios del siglo
primero llevaron a sus hermanos a los tribunales para resolver problemas que deberían haber
zanjado entre ellos. ¿Cómo trató el apóstol Pablo la cuestión? Planteó una serie de preguntas
directas destinadas a corregir su manera de pensar (1 Cor. 6:1-8).
Con la práctica aprenderá a usar eficazmente las preguntas. No obstante, esfuércese por ser
respetuoso, sobre todo al dirigirse a gente mayor, a personas con las que no tenga confianza y a
quienes ocupen puestos de autoridad. Utilice preguntas para exponer la verdad bíblica de forma
atractiva.

CÓMO LOGRARLO
Para entablar conversaciones, utilice preguntas que aludan a asuntos de verdadero
interés para su interlocutor.
Antes de mencionar una idea importante, pruebe a plantear un interrogante que
despierte expectación.
Emplee preguntas para mostrar la base de sus afirmaciones, la lógica de las verdades
que expone y los buenos efectos que estas pueden tener en la vida de sus oyentes.
Válgase de preguntas para que el estudiante, en vez de repetir datos, exprese
su opinión sobre lo que ha aprendido.
EJERCICIOS: 1) Teniendo presente la zona en la que predica, prepare varias preguntas que
pueda utilizar para entablar conversaciones significativas. 2) Lea el capítulo 3 de Romanos y
fíjese en el uso que Pablo hace de las preguntas para razonar sobre la posición que judíos y
gentiles tienen ante Dios.

PAG. 37 w 05 1/6 PAG. 32


¿Conversa usted con sus seres queridos?

“NUESTRA capacidad para comunicarnos con los seres queridos está menguando de manera
alarmante”, informa el diario polaco Polityka. En Estados Unidos se calcula que los cónyuges solo
dedican seis minutos al día a conversar de forma constructiva. Algunos entendidos creen que la
mitad de las separaciones y los divorcios son el resultado de esta tendencia.
¿Y las conversaciones entre padres e hijos? En la mayoría de los casos “parecen más un
interrogatorio que una conversación: ‘¿Cómo te fue en la escuela? ¿Qué tal los amigos?’”, señala
el informe arriba mencionado, y después pregunta: “¿Cómo van a aprender así los hijos a
establecer vínculos emocionales?”.
Puesto que las dotes comunicativas no surgen de la nada, ¿hay algún modo de mejorar nuestra
habilidad para conversar? El discípulo cristiano Santiago nos dio un valioso consejo: “Todo hombre
tiene que ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar, lento en cuanto a ira” (Santiago
1:19). En efecto, si queremos mantener una conversación constructiva, tenemos que prestar
cuidadosa atención y no interrumpir con impaciencia ni precipitarnos a sacar conclusiones.
Tampoco debemos caer en la crítica, pues puede asfixiar fácilmente la conversación. Es cierto que
Jesús hizo preguntas, pero con mucho tacto y no con el objetivo de interrogar, sino para sacar lo
que había en el corazón de quienes lo escuchaban y fortalecer su relación con ellos (Proverbios
20:5; Mateo 16:13-17; 17:24-27).
Por tanto, tome la iniciativa de conversar y comunicarse con sus seres queridos y ponga en
práctica los útiles principios que se hallan en la Biblia. Es posible que esto derive en una relación
estrecha y preciada que dure muchos años, tal vez toda la vida.

PAG. 38 be PAG. 187


Escuche atentamente. Aunque Jehová es omnisapiente, escucha a los demás. El profeta
Micaya recibió una visión en la que se veía a Jehová invitando a los ángeles a expresar sus ideas
sobre cómo efectuar cierta tarea. Luego, Dios permitió que uno de ellos llevara a cabo lo que había
sugerido (1 Rey. 22:19-22). Cuando Abrahán expresó su preocupación por la sentencia que iba a
ejecutarse contra Sodoma, Jehová tuvo la deferencia de escucharle (Gén. 18:23-33). ¿Cómo
podemos imitar Su ejemplo en nuestro ministerio?
Anime a su interlocutor a expresarse; plantéele una pregunta oportuna y haga una pausa a fin
de darle tiempo para responder. Escuche atentamente. Su atención considerada lo animará a
hablar sin trabas. Si la respuesta revela algo de lo que le interesa, formule otras preguntas con
tacto. Intente conocer mejor a la persona, sin convertir la conversación en un interrogatorio.
Siempre que le sea posible, encómiela con sinceridad por lo que piensa. Aunque no concuerde con
su punto de vista, acepte con amabilidad sus comentarios (Col. 4:6).
Debemos tener cuidado para no cruzar la línea de lo que es propio en nuestro interés por los
demás. Preocuparnos por ellos no nos da licencia para inmiscuirnos en su vida privada (1 Ped.
4:15). Si hablamos con alguien del otro sexo, debemos proceder con cautela para que
no malinterprete nuestra amabilidad. Es preciso ser juiciosos, pues lo que se considera propio a
este respecto varía de un país a otro, e incluso de una persona a otra (Luc. 6:31).
La preparación contribuye a que seamos buenos oyentes, pues si tenemos una idea clara de lo
que deseamos comunicar al amo de casa, estaremos relajados y le prestaremos atención de
manera natural. Así, él se sentirá cómodo y más inclinado a conversar con nosotros.
Cuando escuchamos a los demás, les mostramos honra (Rom. 12:10). De ese modo
evidenciamos que valoramos sus ideas y sentimientos, y hasta puede motivarlos a prestar más
atención a nuestro mensaje. Por ello, con buena razón, la Palabra de Dios nos aconseja que
seamos ‘prestos en cuanto a oír, lentos en cuanto a hablar’ (Sant. 1:19).

PAG. 38 be PAGS. 124,125


Lección 13
Contacto visual

¿Qué implica?
Mirar por unos instantes a los ojos de quienes le están escuchando, si lo permiten las
costumbres de la comunidad. Ver personas, no simplemente un grupo.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
En muchas culturas se considera el contacto visual una señal de interés en
el interlocutor, así como una prueba de que se está convencido de lo que se dice.
LOS ojos comunican actitudes y sentimientos. Pueden indicar sorpresa o temor, transmitir
compasión o amor y, a veces, revelar incertidumbre o dolor. Un señor mayor dijo respecto a la
gente de su nacionalidad, que había sufrido mucho: “Hablamos con los ojos”.
Los demás pueden sacar conclusiones sobre nosotros y lo que decimos basándose en dónde
fijamos la vista. En muchas culturas se tiende a confiar en quienes miran a los ojos con expresión
amistosa, pero se duda de la sinceridad o competencia de quienes miran al suelo o algún objeto en
vez de a su interlocutor. En otras culturas, la mirada fija y sostenida revela una actitud descarada,
agresiva o desafiante, sobre todo ante alguien del otro sexo, un jefe u otra persona de rango
superior. Y en algunas zonas se considera una falta de respeto que un joven mire directamente a
los ojos de un adulto al dirigirle la palabra.
No obstante, en los lugares donde no es ofensivo, el que se mire a los ojos cuando se hace una
afirmación importante subraya lo que se dice y se interpreta como señal de convicción. Note la
respuesta de Jesús cuando sus discípulos, muy sorprendidos, le preguntaron: “¿Quién, realmente,
puede ser salvo?”. La Biblia indica: “Mirándolos al rostro, Jesús les dijo: ‘Para los hombres esto es
imposible, pero para Dios todas las cosas son posibles’” (Mat. 19:25, 26). Las Escrituras también
muestran que el apóstol Pablo observaba con atención las reacciones de la gente. En una ocasión
se encontraba entre su auditorio un hombre cojo de nacimiento. Hechos 14:9, 10 relata: “Este
estaba escuchando hablar a Pablo, el cual, mirándolo fijamente, y viendo que tenía fe para recibir
la salud, dijo con voz fuerte: ‘Levántate erguido sobre tus pies’”.
Sugerencias para el ministerio del campo. Cuando se dirija a la gente en el servicio del
campo, sea amigable y afectuoso. Si es oportuno, haga preguntas que inviten a la reflexión para
iniciar un diálogo sobre un tema que pueda ser de interés mutuo. Procure establecer contacto
visual desde el principio, o al menos mire a su interlocutor a la cara de forma respetuosa y cordial.
Una sonrisa cálida, acompañada de una mirada que irradia gozo, resulta muy atractiva. Tal
expresión facial le dice mucho al amo de casa sobre el tipo de persona que es usted y contribuye a
que se relaje mientras le escucha.
Donde sea apropiado, observe la expresión de los ojos de la persona, pues pudiera indicarle
cómo tratar la situación. Posiblemente capte si el amo de casa está enojado, no tiene interés o
no le comprende. También notará si se está impacientando o, por el contrario, si sigue sus
palabras con vivo interés. De la expresión de sus ojos puede deducir que debe hablar más
despacio o más deprisa, tratar de que intervenga en la conversación, concluir esta o proseguir con
una demostración de cómo estudiar la Biblia.
Sea que esté dando testimonio público o dirigiendo un estudio bíblico, esfuércese por mantener
contacto visual con su interlocutor de manera respetuosa. No clave la vista en él, pues hará que se
sienta incómodo (2 Rey. 8:11). Más bien, mírele a menudo a la cara con naturalidad y simpatía, lo
cual en muchos países denota interés sincero. Por supuesto, si está leyendo la Biblia u otra
publicación, tendrá la vista fija en la página impresa, pero cuando desee hacer hincapié en una
idea, puede mirar a la persona, aunque brevemente. Al levantar la vista alguna que otra vez,
también le será posible observar su reacción a lo que le está leyendo.
Si al principio por su timidez le resulta difícil mirar a los ojos, no se rinda. Con la práctica logrará
hacerlo de forma natural, lo cual le ayudará a comunicarse con mayor eficacia.

PAG. 39 km 6/13 PAG. 1 PARR. 3


3
Nuestras presentaciones. ¿Qué le preocupa ahora a la gente del territorio? ¿La economía? ¿La
familia? ¿Las guerras? Estar al tanto de lo que sucede y de las circunstancias más comunes de la
gente nos ayudará a preparar presentaciones más eficaces (1 Cor. 9:20-23). Cuando las personas
se expresen, en vez de dar una respuesta automática y seguir con nuestra presentación, es mucho
mejor adaptarnos a lo que les preocupa y hablar de eso.
PAG. 39 km 9/09 PAG. 1 PARR. 4
4
¿Contestar a toda costa? Si no sabe la respuesta a alguna pregunta, diga sinceramente:
“No sé, pero puedo investigar el asunto y volver para contestarle”. Por su modestia e interés,
quizás logre que la persona acepte una nueva visita. Pero si está claro que la persona es un
opositor y solo busca provocar una discusión, haga lo que hizo Jesús: no prolongue la
conversación (Luc. 20:1-8). Asimismo, si alguien no tiene verdadero interés en la verdad y lo que
quiere es crear debate, abandone amablemente la conversación y aproveche su tiempo para
buscar a la gente sincera (Mat. 7:6).

PAG. 40 km 2/14 PAG. 1

MARTES
LECCION 5(a)
LA PREDICACION DE CASA EN CASA: EL METODO DE EVAGELIZACION MAS
IMPORTANTE

PAG. 41 bt (libro testimonio cabal) PAG. 41 PARR. 16


16
Sin perder tiempo, los apóstoles pusieron manos a la obra. Lejos de amilanarse, se dejaban ver
“todos los días en el templo, y de casa en casa [...] declarando las buenas nuevas acerca del
Cristo” (Hech. 5:42). Estos celosos evangelizadores estaban decididos a dar testimonio cabal, sí,
un testimonio completo y exhaustivo. Observemos que, tal como les había enseñado Jesús,
llevaban el mensaje a un hogar tras otro (Mat. 10:7, 11-14). Seguramente fue así como llenaron
Jerusalén con su enseñanza. Hoy, los testigos de Jehová somos famosos por seguir este método
apostólico. Al visitar todas las viviendas del territorio, dejamos muy claro que queremos dar un
testimonio concienzudo y ofrecer a cada vecino la oportunidad de escuchar las alegres noticias del
Reino. ¿Ha bendecido Jehová esta faceta del ministerio? Sin duda. En este tiempo del fin, millones
de personas han abrazado el mensaje, y muchas de ellas lo oyeron por primera vez cuando un
Testigo llamó a su puerta.

PAG. 41 cf PAGS. 76-81


Sección 2
‘Enseñar y predicar las buenas nuevas’

El carpintero. El que hacía milagros. El que sanaba a la gente. Jesús fue todo eso y mucho
más; sin embargo, la gente no lo conocía por tales obras. Más bien, lo llamaban Maestro.
En efecto, la obra primordial en su vida era ‘enseñar y predicar las buenas nuevas’ (Mateo 4:23).
Los discípulos de Jesús tenemos que realizar esa misma obra. En esta sección estudiaremos su
ejemplo, que nos muestra cómo llevarla a cabo.
Capítulo 8
“Para esto fui enviado”

JESÚS y los apóstoles llevan horas caminando. Van de Judea a Galilea, en dirección norte.
El camino más corto —que se puede recorrer en unos tres días— atraviesa Samaria. Cerca del
mediodía llegan a un pueblo llamado Sicar, donde hacen un alto para reponer fuerzas.
2
Mientras los apóstoles van a comprar alimentos, Jesús se queda descansando junto a un pozo
en las afueras del pueblo. En eso ve que se acerca una mujer a sacar agua. Puesto que está
“cansado del viaje”, podría decidir no prestarle atención (Juan 4:6). Sería comprensible que
sencillamente cerrara los ojos, sin fijarse en lo que ella hace. Según lo que vimos en el capítulo 4,
es muy probable que la samaritana crea que Jesús, como cualquier otro judío, la va a tratar de
manera desdeñosa. Sin embargo, Jesús entabla conversación con ella.
3
Inicia el diálogo valiéndose de una comparación extraída de las tareas diarias de la mujer, o
mejor dicho, de la tarea que está a punto de realizar. Ella ha venido a buscar agua, y Jesús le
habla de un agua que da vida y que apagará su sed espiritual. A lo largo de la conversación, la
mujer hace varias declaraciones polémicas. Sin embargo, Jesús evita con delicadeza entrar en
discusiones y, sin desviarse del tema, se centra en los asuntos espirituales, a saber, la adoración
pura y Jehová Dios. Sus palabras tienen gran repercusión, pues cuando la samaritana les cuenta a
los hombres del pueblo lo que él le ha dicho, ellos también quieren oír a Jesús (Juan 4:3-42).
4
¿Cómo reaccionan los apóstoles cuando llegan y ven el asombroso testimonio que Jesús está
dando? No muestran el menor entusiasmo. Les sorprende encontrar a Jesús hablando con aquella
mujer, y al parecer no cruzan ni una palabra con ella. Una vez que esta se marcha, le ruegan a
Jesús que coma de lo que han traído. “Yo tengo alimento para comer del cual ustedes no saben”,
responde él. Extrañados, al principio toman sus palabras al pie de la letra, pero él les explica: “Mi
alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra” (Juan 4:32, 34). De este modo,
Jesús les enseña que la obra que debe realizar en su vida es mucho más importante que el
alimento físico, y quiere contagiarles ese sentimiento. Ahora bien, ¿cuál es esta obra?
5
En cierta ocasión, Jesús dijo: “Tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios,
porque para esto fui enviado” (Lucas 4:43). Así es, Jesús fue enviado a predicar y enseñar las
buenas nuevas del Reino de Dios. Hoy sus discípulos hemos recibido el mismo encargo. Por eso
es tan importante que examinemos las razones por las que él predicó, el mensaje que declaró y la
actitud con que cumplió su comisión.
¿Por qué predicó Jesús?
6
Empezaremos por examinar lo que Jesús sentía por las verdades que enseñaba, para pasar
luego a la actitud que mostraba hacia la gente a quien instruía. Mediante un gráfico ejemplo, Jesús
reveló cuánto valoraba la oportunidad de dar a conocer las verdades que había aprendido de su
Padre. Dijo: “Todo instructor público, cuando ha sido enseñado respecto al reino de los cielos, es
semejante a un hombre, un amo de casa, que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas” (Mateo
13:52). ¿Por qué saca cosas de su tesoro este dueño de casa?
7
No es simplemente para presumir de sus posesiones, como hizo el antiguo rey Ezequías, una
acción que a la larga le salió muy cara (2 Reyes 20:13-20). Entonces, ¿cuál es el motivo? Pues
bien, pongamos un ejemplo. Suponga que usted va a visitar a un profesor suyo a quien aprecia
mucho, y este le muestra dos cartas que guarda en su escritorio. Una está amarillenta por el paso
de los años, y la otra es más reciente. Son cartas de su padre. La primera la recibió hace décadas,
cuando no era más que un niño, mientras que la segunda le llegó hace poco. Los ojos le brillan de
felicidad al hablar del gran cariño que les tiene, de cómo sus consejos le han cambiado la vida y de
cómo pueden serle útiles a usted también. Está claro que estas cartas significan mucho para su
profesor y ocupan un lugar especial en su corazón (Lucas 6:45). Si se las ha mostrado, no es por
vanidad ni para obtener algún provecho económico, sino para que usted se beneficie de ellas y
pueda comprender el valor que tienen.
8
El Gran Maestro, Jesús, enseñaba a la gente las verdades de Dios por motivos semejantes.
Estas eran para él un tesoro inestimable: las amaba, ansiaba mostrarlas a otros y quería que todo
discípulo suyo —“todo instructor público”— sintiera lo mismo que él. ¿Es eso lo que usted siente?
Hay buenas razones para amar todas y cada una de las verdades que aprendemos de la Palabra
de Dios. Para nosotros, las gemas de la verdad son inmensamente valiosas, ya sean enseñanzas
que aprendimos hace mucho tiempo o algunas explicaciones más recientes. Como Jesús,
transmitiremos ese amor si hablamos con entusiasmo de las cosas que Jehová nos ha enseñado y
si no perdemos el aprecio que sentimos por ellas.
9
Jesús también amaba a aquellos a quienes instruía, como veremos con más detalle en la
sección 3. Las Escrituras habían predicho que el Mesías “le [tendría] lástima al de condición
humilde y al pobre” (Salmo 72:13). Jesús se interesaba de verdad por la gente. Se preocupó por
conocer las ideas y las actitudes que los movían a actuar, y por entender las cargas que los
oprimían y los obstáculos que les impedían captar la verdad (Mateo 11:28; 16:13; 23:13, 15).
Recordemos el caso de la samaritana. Sin duda, a ella debió de causarle una impresión muy
honda el interés que él le mostró. Al ver la capacidad que Jesús tenía para comprender aspectos
de su vida personal, no pudo menos que reconocerlo como profeta, y se puso a hablar a otros
acerca de él (Juan 4:16-19, 39). Nosotros, por supuesto, somos incapaces de leer el corazón de
aquellos a quienes predicamos; pero, como Jesús, sí podemos interesarnos por ellos, demostrarles
que nos importan y adaptar lo que decimos a sus intereses, problemas y necesidades.

PAG. 42 cf PAGS. 84-86


¿Qué actitud tuvo hacia su ministerio?
16
Jesús consideraba su ministerio un preciado tesoro. Le daba un inmenso placer enseñar a la
gente a ver a su Padre celestial tal como es en realidad, sin el velo de confusas doctrinas y
tradiciones humanas. Se complacía en ayudarles a tener una buena relación con Jehová y a
aferrarse a la esperanza de la vida eterna. Disfrutaba llevándoles el consuelo y el gozo de las
buenas nuevas. ¿Cómo manifestó él esos sentimientos? Veamos tres maneras.
17
En primer lugar, Jesús hizo del ministerio el centro de su vida. Hablar del Reino era su
verdadera vocación, la obra de su vida, su mayor interés. Por eso, como se explicó en el capítulo
5, decidió con sabiduría llevar una vida sencilla. Aplicando él mismo lo que enseñaba, mantuvo la
vista fija en lo más importante y no se distrajo acumulando bienes que tendría que pagar y luego
mantener, reparar o reemplazar. Vivió con sencillez para que nada lo apartara innecesariamente
de su ministerio (Mateo 6:22; 8:20).
18
En segundo lugar, Jesús dio lo mejor de sí en su ministerio. Dedicó a él todas sus energías y
recorrió a pie literalmente centenares de kilómetros por toda Palestina buscando a todo el que
escuchara las buenas nuevas. Les hablaba a las personas en sus hogares, en las plazas públicas,
en los mercados y al aire libre. Les hablaba aunque estuviera cansado, con hambre o con sed, o
aunque necesitara un momento de tranquilidad en compañía de sus amigos íntimos. Ni siquiera en
los últimos instantes de su vida dejó de hablar de las buenas nuevas del Reino de Dios (Lucas
23:39-43).
19
En tercer lugar, Jesús estaba siempre consciente de la urgencia de efectuar su ministerio.
Recordemos la conversación que sostuvo con la samaritana en el pozo cerca de Sicar. Es obvio
que los apóstoles no vieron que en aquella situación fuera urgente predicar las buenas nuevas.
“¿No dicen ustedes que todavía hay cuatro meses antes que venga la siega? —les preguntó
Jesús—. ¡Miren! Les digo: Alcen los ojos y miren los campos, que están blancos para la siega.”
(Juan 4:35.)
20
Jesús tomó esta imagen de la época del año en que estaban. Era, por lo visto, el mes de
kislev (noviembre-diciembre), y todavía faltaban cuatro meses para la siega de la cebada, que
tiene lugar alrededor de la Pascua (celebrada el 14 de nisán). No había razón para que los
agricultores se apresuraran, pues aún quedaba mucho tiempo. Pero ¿podía decirse lo mismo de la
“siega” de discípulos? ¡Claro que no! Había muchas personas que estaban listas para escuchar,
para aprender, para seguir a Cristo y obtener la maravillosa esperanza que Jehová les ofrecía. Era
como si Jesús pudiera alzar la mirada sobre aquellos campos simbólicos y ver que estaban
blancos de mies madura que se mecía suavemente con la brisa, lo que señalaba que estaba lista
para ser cosechada. Había llegado la hora, y era urgente realizar el trabajo. Por eso, cuando los
habitantes de una ciudad trataron de retenerlo, él les contestó: “También a otras ciudades tengo
que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado” (Lucas 4:43).
21
Es posible imitar a Jesús de las tres formas antes mencionadas. Primero, haciendo del
ministerio cristiano el centro de nuestra vida. Aun si tenemos familia, un trabajo y otras
obligaciones, podemos demostrar que damos prioridad al ministerio participando en él con
entusiasmo y regularidad, como lo hizo Jesús (Mateo 6:33; 1 Timoteo 5:8). Segundo, dando lo
mejor de nosotros en el ministerio y empleando generosamente nuestro tiempo, energías y
recursos para apoyarlo (Lucas 13:24). Y tercero, recordando siempre la urgencia de nuestra obra
(2 Timoteo 4:2). Aprovechemos, pues, toda oportunidad que se nos presente para predicar.
22
Jesús también mostró que entendía la importancia de la obra al asegurarse de que esta
continuara tras su muerte; por eso mandó a sus discípulos que siguieran predicando y enseñando.
De esta comisión tratará el capítulo siguiente.

PAG. 42 w 13 15/5 PAG. 9 PARR. 4


4
Piense también en Jesús y en su ejemplo perfecto de celo y perseverancia en el ministerio. Pese
a la cruel oposición, su celo se mantuvo intacto hasta el doloroso final de su vida en la Tierra (Juan
18:36, 37). De hecho, al acercarse ese momento, redobló sus esfuerzos por ayudar a la gente a
conocer a Jehová.

PAG. 42 cf PAGS. 94-96


Una misión en la que todos debemos participar
14
Con las palabras “Vayan [...] y hagan discípulos”, el resucitado Jesucristo dejó en manos de
sus seguidores una gran responsabilidad. Él no estaba pensando solamente en los discípulos que
se habían congregado en la montaña de Galilea aquel día primaveral. Su encargo fue predicar a
“gente de todas las naciones”, y esta obra seguiría efectuándose “hasta la conclusión del sistema
de cosas”, por lo que evidentemente todos sus seguidores, incluidos nosotros, debemos participar
en ella. Analicemos con más detalle el mandato que Cristo dio en Mateo 28:18-20.
15
Antes de encomendar la misión de hacer discípulos, Jesús dijo: “Toda autoridad me ha sido
dada en el cielo y sobre la tierra” (versículo 18). ¿Tiene Jesús realmente tanta autoridad? ¡Claro
que sí! Él es el arcángel, y capitanea miríadas y miríadas de ángeles (1 Tesalonicenses 4:16;
Revelación 12:7). Como “cabeza de la congregación”, tiene autoridad sobre sus discípulos en la
Tierra (Efesios 5:23). Además, gobierna desde 1914 como Rey Mesiánico en el cielo (Revelación
11:15). Incluso posee autoridad sobre la sepultura, pues tiene el poder de resucitar a los muertos
(Juan 5:26-28). Al referirse primero a su gran autoridad, Jesús indica que lo que va a decir a
continuación no es una sugerencia, sino un mandato; y puesto que la fuente de tal autoridad no es
él, sino Dios mismo, lo más sabio es obedecerle (1 Corintios 15:27).
16
Ahora Jesús pasa a explicar la misión en sí, la cual comienza con una sola palabra: “Vayan”
(versículo 19). Como vemos, él quiere que seamos nosotros quienes vayamos y llevemos a otros el
mensaje del Reino. Para cumplir con esta encomienda podemos usar diversos métodos. Por
ejemplo, predicamos de casa en casa, lo cual es una de las formas más eficaces de tener contacto
personal con la gente (Hechos 20:20). También creamos oportunidades para dar testimonio
informalmente, pues estamos deseosos de entablar conversaciones sobre las buenas nuevas en
cualquier momento oportuno del día. Y aunque los métodos en sí varían según las necesidades y
circunstancias locales, hay una cosa que no cambia: todos ‘vamos’ y buscamos hasta descubrir
quién es merecedor (Mateo 10:11).
17
Entonces, Jesús pasa a explicar cuál es el objetivo de nuestra misión: “[Hacer] discípulos de
gente de todas las naciones” (versículo 19). ¿Cómo lo logramos? Pues bien, un discípulo es un
aprendiz, alguien a quien se enseña. Pero hay algo más implicado en hacer discípulos. Cuando
ayudamos a alguien a estudiar la Biblia, no queremos que simplemente llene su mente de
conocimiento. Queremos que se convierta en un seguidor de Cristo. Por eso, siempre que
podemos, resaltamos el ejemplo de Jesús, para que el estudiante aprenda a verlo como su
Maestro y Modelo, imite su modo de vida y haga la misma obra que él hizo (Juan 13:15).
18
Un elemento fundamental de la misión se expresa con la frase: “Bautizándolos en el nombre
del Padre y del Hijo y del espíritu santo” (versículo 19). El bautismo es el paso más importante que
da un discípulo en su vida, pues es una demostración clara de que se ha dedicado a Dios sin
reservas; de ahí que sea un paso esencial para la salvación (1 Pedro 3:21). Al discípulo bautizado
que sigue haciendo todo cuanto puede en el servicio a Jehová le esperan infinitas bendiciones en
el venidero nuevo mundo. ¿Ha ayudado usted a alguien a hacerse discípulo bautizado de Cristo?
Si así es, habrá comprobado que no hay otra cosa que cause más gozo en el ministerio cristiano
(3 Juan 4).
19
Jesús explica la siguiente parte de la misión al decir: “Enseñándoles a observar todas las
cosas que yo les he mandado” (versículo 20). Los cristianos enseñamos a los nuevos a obedecer
los mandatos de Jesús, entre ellos amar a Dios y al prójimo y hacer discípulos (Mateo 22:37-39).
Les enseñamos gradualmente a explicar las verdades bíblicas y a defender su fe, que va
aumentando de día en día. Cuando reúnen los requisitos para participar en la predicación pública,
los acompañamos y les mostramos con nuestras palabras y ejemplo cómo hacerlo de manera
efectiva. Ahora bien, la instrucción que damos a los nuevos discípulos quizá continúe después de
su bautismo, pues es probable que necesiten ayuda para hacer frente a las dificultades que se
presentan al seguir a Cristo (Lucas 9:23, 24).

PAG. 42 w 07 15/11 PAGS. 15-17


¿Somos una fuente de alivio?

EN EL extremo sur de la cordillera del Antilíbano se alza el monte Hermón. Su majestuosa


cumbre, que alcanza los 2.814 metros (9.232 pies) sobre el nivel del mar, está nevada durante la
mayor parte del año. Cuando los vapores nocturnos pasan sobre ella, se condensan formando
rocío, que desciende por las laderas, humedeciendo abetos y frutales, hasta llegar a las viñas.
En el antiguo Israel, era un alivio contar con este rocío, la principal fuente de humedad para las
plantas durante la larga temporada seca.
Un canto inspirado dice que la unidad entre los siervos de Jehová es tan reconfortante como “el
rocío de Hermón que viene descendiendo sobre las montañas de Sión” (Salmo 133:1, 3). Al igual
que el Hermón es fuente de rocío para las plantas, nosotros podemos ser fuente de alivio para los
demás. ¿En qué sentido?
El ejemplo de Jesús
Jesucristo era un hombre que dejaba huella. Hasta un breve encuentro con él era una
experiencia tan agradable como el frescor del rocío. Por ejemplo, el Evangelio de Marcos indica
que Jesús “tomó a los niños en los brazos y empezó a bendecirlos, poniendo las manos sobre
ellos” (Marcos 10:16). ¡Qué bien tienen que haberse sentido aquellos pequeños!
La última noche que vivió como hombre en la Tierra, Jesús lavó los pies a sus apóstoles,
demostrando así una humildad que tuvo que llegarles al corazón. Acto seguido, Jesús les dijo: “Yo
les he puesto el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes también deben hacerlo” (Juan
13:1-17). En efecto, ellos también debían ser humildes. Aunque no captaron de inmediato la idea y
esa misma noche discutieron sobre quién tenía más importancia, Jesús no se enojó, sino que
razonó pacientemente con ellos (Lucas 22:24-27). Hasta “cuando [sus enemigos] lo estaban
injuriando, no se puso a injuriar en cambio”. De hecho, “cuando estaba sufriendo, no se puso a
amenazar, sino que siguió encomendándose al que juzga con justicia”. Sin duda, la actitud de
Jesús es reconfortante, y hacemos bien en imitarla (1 Pedro 2:21, 23).
Jesús dijo a sus oyentes: “Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio
apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas” (Mateo 11:29). ¡Qué maravilla
poder aprender directamente de Jesús! Enseñaba tan bien que, cuando tomó la palabra en la
sinagoga de su pueblo, la gente se quedó atónita y dijo: “¿Dónde consiguió este hombre esta
sabiduría y estas obras poderosas?” (Mateo 13:54). Hoy en día, cuando leemos los relatos sobre la
vida y ministerio de Jesús, también aprendemos muchas cosas de él, entre ellas a ser una fuente
de refrigerio, o alivio. Fijémonos, por lo tanto, en el extraordinario ejemplo que dio al hacer
comentarios constructivos y ayudar al prójimo.
Seamos constructivos al hablar
Con las relaciones humanas ocurre lo mismo que con las casas: es mucho más fácil destruir
que construir. Es muy fácil atacar las faltas ajenas, pues todo el mundo es imperfecto y comete
errores. Como bien dijo el rey Salomón, “no hay en la tierra hombre justo que siga haciendo el bien
y no peque” (Eclesiastés 7:20). Así que no es nada difícil descubrir los defectos del prójimo y
derrumbarlo haciendo comentarios hirientes (Salmo 64:2-4). Pero ser constructivos cuando
hablamos es todo un arte.
Con sus palabras edificantes, Jesús animaba a las personas. Les brindaba alivio espiritual
anunciándoles las buenas nuevas del Reino (Lucas 8:1). También animaba a sus discípulos al
ayudarles a conocer íntimamente a su Padre celestial (Mateo 11:25-27). No es extraño que la
gente se sintiera atraída a Jesús.
Pero los escribas y fariseos no eran como él. No tenían en cuenta las necesidades ajenas.
De ellos dijo Jesús: “Les gusta el lugar más prominente en las cenas y los asientos delanteros en
las sinagogas” (Mateo 23:6). Lo cierto es que menospreciaban a la gente común, llegando a decir:
“Esta muchedumbre que no conoce la Ley son unos malditos” (Juan 7:49). ¡Qué actitud tan poco
edificante!
Nuestras palabras suelen revelar tanto lo que somos por dentro como lo que pensamos de los
demás. Así lo reconoció Jesús cuando señaló: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón
produce lo bueno; pero el hombre inicuo produce lo que es inicuo de su tesoro inicuo; porque de la
abundancia del corazón habla su boca” (Lucas 6:45). Entonces, si queremos que nuestras
palabras sean una fuente de alivio, ¿qué podemos hacer?
En primer lugar, antes de hablar hay que pensar. Como indica Proverbios 15:28, “el corazón del
justo medita para responder”. Y eso no tiene por qué tomarnos mucho tiempo. Basta con
reflexionar un poco para ver cuál será la reacción más probable a nuestros comentarios.
Deberíamos preguntarnos: “¿Es una muestra de amor lo que voy a decir? ¿Se basa en hechos
comprobados, o en habladurías? ¿Es ‘una palabra a su tiempo’? ¿Va a animar y fortalecer a
quienes me escuchen?” (Proverbios 15:23). Si determinamos que es un comentario negativo o
inoportuno, lo mejor es olvidarnos de él. O, mejor aún, sustituirlo por otro más positivo y pertinente.
Las palabras que se dicen sin pensar son como “las estocadas de una espada”, mientras que los
comentarios positivos son una auténtica “curación” (Proverbios 12:18).
Otra cosa que nos ayudará a edificar a los hermanos es tener presente por qué son tan valiosos
a los ojos de Dios. Jesús dijo: “Nadie puede venir a mí a menos que el Padre, que me envió, lo
atraiga” (Juan 6:44). Es obvio que Jehová ve las buenas cualidades de todos sus siervos, incluidos
los que, en nuestra opinión, tienen una personalidad difícil. Si nos esforzamos, nosotros también
lograremos ver sus virtudes, lo que nos permitirá decir algo bueno de cada uno de ellos.
Ayudemos al prójimo
Jesús conocía muy bien las terribles condiciones en que vivían los oprimidos. Así, leemos que
“al ver las muchedumbres, se compadeció de ellas, porque estaban desolladas y desparramadas
como ovejas sin pastor” (Mateo 9:36). Pero él no se limitó a observar la situación en que se
hallaban, sino que hizo algo para aliviarla. Les dirigió esta invitación: “Vengan a mí, todos los que
se afanan y están cargados, y yo los refrescaré”. Y agregó estas tranquilizadoras palabras: “Mi
yugo es suave y mi carga es ligera” (Mateo 11:28, 30).
Hoy atravesamos “tiempos críticos, difíciles de manejar” (2 Timoteo 3:1). Muchas personas
viven abrumadas por “la inquietud de este sistema de cosas” (Mateo 13:22). Y otras están
agobiadas por sus circunstancias personales (1 Tesalonicenses 5:14). ¿Cómo podemos ser una
fuente de alivio para ellas? Aligerándoles la carga, tal como hizo Cristo.
Hay quienes se quitan un peso de encima hablando de sus problemas. Si alguien quiere
desahogarse con nosotros, ¿escuchamos con atención? Para ser oyentes compasivos tenemos
que ser disciplinados. No debemos perder la concentración en lo que dice la persona, tal vez
pensando en la respuesta que vamos a darle o en la solución que podemos ofrecerle. Al escuchar
con atención, mirar a los ojos y sonreír cuando es oportuno, demostramos verdadero interés.
En la congregación cristiana tenemos muchas oportunidades de animar a los hermanos. Por
ejemplo, en el Salón del Reino podemos hablar con quienes tienen problemas de salud. A veces,
no hace falta más que dedicarles unos minutos antes o después de las reuniones y decirles algo
que los fortalezca. También podemos fijarnos en quiénes han faltado al estudio de libro, y luego
telefonearles para ver si están bien y brindarles nuestra ayuda (Filipenses 2:4).
Los superintendentes de la congregación llevan sobre sus hombros una gran responsabilidad.
Les haremos mucho más llevadera la carga cooperando con ellos y realizando humildemente las
asignaciones que nos den. La Palabra de Dios dirige esta exhortación a los cristianos: “Sean
obedientes a los que llevan la delantera entre ustedes, y sean sumisos, porque ellos están velando
por las almas de ustedes como los que han de rendir cuenta; para que ellos lo hagan con gozo y
no con suspiros, por cuanto esto les sería gravemente dañoso a ustedes” (Hebreos 13:17). Si
estamos dispuestos a colaborar, seremos una fuente de alivio para quienes “presiden
excelentemente” (1 Timoteo 5:17).
No escatimemos comentarios constructivos ni buenas obras
El rocío que alivia la sequía es el conjunto de miles de gotitas que descienden con suavidad, sin
que uno sepa de dónde salen. De igual manera, el alivio que ofrecemos a los demás no consiste
en una sola acción noble, sino en el conjunto de obras cristianas que realizamos a favor del
prójimo día a día.
El apóstol Pablo escribió: “En amor fraternal ténganse tierno cariño unos a otros. En cuanto a
mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera” (Romanos 12:10). Si ponemos en práctica este
consejo, lograremos ser, de palabra y obra, una auténtica fuente de alivio.

PAG. 42 bt (libro testimonio cabal) PAGS. 32-35 PARRS. 13-17


“Levantaron la voz de común acuerdo a Dios” (Hechos 4:23-31)
13
Tan pronto como fueron liberados, Pedro y Juan se reunieron con el resto de la congregación
y, todos juntos, “levantaron la voz de común acuerdo a Dios” pidiéndole que les diera entereza
para seguir predicando (Hech. 4:24). Pedro sabía por experiencia lo absurdo que es tratar de hacer
la voluntad de Jehová apoyándose únicamente en las propias fuerzas. Semanas antes había
pecado de confiado al decirle a Jesús: “Aunque a todos los demás se les haga tropezar respecto a
ti, ¡a mí nunca se me hará tropezar!”. Pero tal como el propio Cristo profetizó, el apóstol no tardó en
dejarse dominar por el temor y negar a su amigo y maestro. No obstante, aprendió la lección (Mat.
26:33, 34, 69-75).
14
Así que no basta con adoptar la firme decisión de ser fieles testigos de Cristo. Si el enemigo
intenta minar nuestra fe o impedir que prediquemos, imitemos a Pedro y a Juan. Ciertamente,
debemos pedirle a Jehová que nos dé fortaleza, apoyarnos en la congregación y contarles a los
ancianos y a otros hermanos maduros las dificultades que afrontamos. No olvidemos que sus
oraciones a favor nuestro pueden ser muy eficaces (Efe. 6:18; Sant. 5:16).
15
En el caso de que alguna vez hayamos cedido a las presiones y descontinuado
temporalmente la predicación, no nos desmoralicemos. Hasta los apóstoles cesaron de predicar
tras la muerte de Jesús, pero enseguida volvieron a la carga (Mat. 26:56; 28:10, 16-20). En vez de
permitir que los errores del pasado nos agobien, ¿no sería mejor extraer lecciones de ellos?
De hecho, podríamos utilizarlas para fortalecer a los demás.
16
¿Qué debemos pedirle a Dios si las autoridades nos oprimen? Bueno, los apóstoles no le
suplicaron que los librara de las pruebas. Aquellos fieles discípulos sabían muy bien que Jesús
había dicho: “Si ellos me han perseguido a mí, a ustedes también los perseguirán” (Juan 15:20).
Por eso, se limitaron a rogar a Jehová que prestara “atención a [las] amenazas” de sus enemigos
(Hech. 4:29). Tenían muy claro el cuadro general, y entendían que el acoso que estaban sufriendo
cumplía profecías bíblicas. Eran conscientes de que, como indicaba la oración de Jesús, la
voluntad de Dios tendría que hacerse en la Tierra, dijeran lo que dijeran los políticos (Mat. 6:9, 10).
17
Como querían obrar en armonía con la voluntad divina, los discípulos imploraron al Altísimo:
“Concede a tus esclavos que sigan hablando tu palabra con todo denuedo”. Aquella petición de
valor recibió una respuesta inmediata: “El lugar donde estaban reunidos fue sacudido; y todos sin
excepción quedaron llenos del espíritu santo, y hablaban la palabra de Dios con denuedo” (Hech.
4:29-31). Como vemos, nada puede impedir que se cumpla la voluntad de Jehová (Isa. 55:11). Da
igual que el obstáculo o el enemigo parezcan insuperables: si elevamos nuestras plegarias al
Creador, él nos dará las energías necesarias para continuar anunciando su mensaje con audacia.
“No [...] a los hombres, sino a Dios” (Hechos 4:32–5:11)
18
La joven congregación de Jerusalén no tardó en contar con más de cinco mil miembros.
Procedían de lugares muy diversos, pero tenían “un solo corazón y alma”. Efectivamente, estaban
unidos en un mismo pensar y sentir (Hech. 4:32; 1 Cor. 1:10). No se contentaban con pedir la
bendición de Jehová; más bien, se daban unos a otros apoyo espiritual y, si era necesario, material
(1 Juan 3:16-18). Eso fue lo que hizo el discípulo José, quien recibió de los apóstoles el
sobrenombre de Bernabé. Con el fin de ayudar a los hermanos de tierras lejanas que habían
extendido su estadía en Jerusalén para profundizar en la fe, donó íntegramente el importe de la
venta de un terreno que poseía.
19
Muy diferente es el caso de Ananías y Safira, quienes también vendieron una finca y
realizaron una donación. Aquel matrimonio afirmó que estaba entregando la totalidad del dinero
recibido, pero “retuvo secretamente parte del precio” (Hech. 5:2). Jehová los hirió de muerte. Y no
porque la cantidad fuera insuficiente, sino por sus malos motivos y sus falsedades. No habían
“tratado con engaño a los hombres, sino a Dios” (Hech. 5:4). Como los hipócritas que Jesús
condenaba, estaban más interesados en las alabanzas de la gente que en la aprobación divina
(Mat. 6:1-3).
20
Hoy, millones de Testigos respaldamos la predicación mundial con la misma generosidad que
los discípulos de Jerusalén del siglo I. El tiempo o el dinero que dedicamos a la obra lo cedemos
de forma totalmente voluntaria, pues Jehová no quiere que nadie le sirva por obligación o a
regañadientes (2 Cor. 9:7). Tampoco le importan las cantidades, sino los motivos (Mar. 12:41-44).
Por eso, no caigamos en el mismo error que Ananías y Safira al permitir que el interés o el afán de
protagonismo se conviertan en los motores de nuestro ministerio. Más bien, como Pedro, Juan y
Bernabé, hagamos todo por amor a Dios y al prójimo (Mat. 22:37-40).

PAG. 43 w 08 15/7 PAG. 8 PARRS. 4,5


Cobremos valor
4
De seguro todos reconocemos que el éxito de la obra mundial de predicación no se debe a la
sabiduría o al poder de los hombres, sino al espíritu de Dios (Zac. 4:6). Pues bien, lo mismo se
puede decir del ministerio de cada uno de nosotros (2 Cor. 4:7). Pensemos en el caso del apóstol
Pablo. Él escribió lo siguiente sobre una ocasión en la que él y otro misionero fueron maltratados
por opositores: “Después de primero haber sufrido y de haber sido tratados insolentemente [...] en
Filipos, cobramos denuedo por medio de nuestro Dios para hablarles las buenas nuevas de Dios
con mucho luchar” (1 Tes. 2:2; Hech. 16:22-24). Parece increíble que hubiera ocasiones en que a
un evangelizador tan celoso como Pablo le costara trabajo hablar de las buenas nuevas, pero es
cierto. Al igual que nosotros, Pablo necesitaba el apoyo de Jehová para predicar con valor (léase
Efesios 6:18-20). ¿Cómo podemos imitar su ejemplo?
5
Algo que nos ayudará a cobrar valor es la oración. Una precursora dijo al respecto: “Oro para
poder hablar con confianza, oro para poder llegar al corazón de la gente, oro para poder disfrutar
de mi servicio. Después de todo, esta es la obra de Jehová, no la nuestra. De modo que
no podemos hacer nada sin su apoyo” (1 Tes. 5:17). Todos necesitamos pedirle continuamente a
Dios que su espíritu nos ayude a predicar con valor (Luc. 11:9-13).

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La predicación de casa en casa
1
“Quien tenga experiencia en los distintos métodos de difundir la Verdad concordará en que la
predicación de casa en casa con La Aurora del Milenio es, por mucho, la forma más eficaz de
predicar la Verdad ahora.” Así resaltó la revista Zion’s Watch Tower (hoy La Atalaya) del 1 de julio
de 1893 el valor del ministerio de casa en casa. Hoy, por todo el mundo, la gente ve este método
de predicación como la marca distintiva de los testigos de Jehová. Pero puesto que en varios
países resulta cada vez más difícil hallar a la gente en su hogar, ¿seguirá siendo práctico?
2
Es bíblico y es importante. La predicación de casa en casa tiene base bíblica. Jesús mandó
a sus 70 discípulos de dos en dos a las casas de la gente (Luc. 10:5-7). La Biblia dice que “todos
los días en el templo, y de casa en casa, [los discípulos] continuaban sin cesar enseñando y
declarando las buenas nuevas” poco después de la muerte de su Maestro (Hech. 5:42). También el
apóstol Pablo enseñó con fervor de casa en casa (Hech. 20:20).
3
La predicación de casa en casa sigue siendo un importante medio para difundir las buenas
nuevas hoy. Nos permite ‘buscar’ a los merecedores de forma sistemática y ordenada (Mat. 10:11).
La gente por lo común está más tranquila en casa. Cuando hablamos con una persona cara a cara
—oyendo su voz, viendo sus expresiones faciales y observando sus alrededores—, podemos
percibir su interés y sus preocupaciones. Además, suele ser la mejor forma de entablar una
conversación prolongada.
4
Haga cambios personales. El apóstol Pablo estuvo dispuesto a hacer cambios personales
“por causa de las buenas nuevas” (1 Cor. 9:23). Nosotros podríamos tal vez acomodar nuestro
horario para predicar cuando sea más posible encontrar a la gente en su hogar, por ejemplo en las
tardes, los fines de semana o los días festivos. Anote siempre los no en casa y procure volver en
otro día de la semana o a una hora distinta.
5
Incluso quienes tengan salud limitada pueden ir de casa en casa. ¿Por qué no hacemos
planes para ir con alguien que tenga limitaciones a casas accesibles y dejamos que vaya a un
paso cómodo? El problema respiratorio de una hermana solo le permitía hablar en una casa cada
media hora, pero ¡qué contenta y satisfecha se sintió de que la incluyeran en el grupo!
6
Seguimos encontrando a muchas personas mansas en la obra de puerta en puerta. A un
publicador le dijeron en un hogar: “Pase, ya sé quién es. Le estaba pidiendo a Dios que me
mandara a alguien para que me ayudara, y entonces tocaron a la puerta. Él me oyó y lo mandó a
usted”. Los resultados demuestran que Jehová está bendiciendo este método de predicación (Mat.
11:19). Por tanto, determínese a hacer de la predicación de casa en casa un rasgo permanente de
su ministerio.

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De casa en casa sin cesar
1
En el antiguo Israel se ofrecían sacrificios diariamente. (Éxo. 29:38-42.) El fuego del altar se
mantenía ardiendo y el humo que ascendía era “un olor conducente a descanso” agradable a
Jehová. (Éxo. 29:18.) En la actualidad, se nos anima a ‘ofrecer a Dios sacrificio de alabanza, es
decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre’. (Heb. 13:15.) En vez de
ofrecer los sacrificios prescritos por la Ley, adoramos a Jehová relatando sus alabanzas sin cesar.
(Isa. 43:21; Hech. 5:42.)
2
Jesucristo, el mayor Testigo que jamás ha vivido en la Tierra, nos enseñó a ofrecer en nuestra
adoración sacrificios de alabanza. Ayudó a sus discípulos a comprender la urgencia del mensaje
que predicaban. Sabía que la mejor manera de llevar las buenas nuevas a las personas era
hablándoles personalmente en sus hogares. (Mat. 10:7, 12.) Por consiguiente, podemos ver que
los apóstoles siguieron su dirección inspirada por Dios en la predicación de casa en casa. (Hech.
20:20.)
3
Lo mismo sucede hoy en día. Como discípulos de Jesús, los verdaderos cristianos seguimos
su ejemplo al predicar las buenas nuevas de casa en casa. Aunque pudiéramos ser criticados o
perseguidos por ello, millones de personas han aprendido la verdad y centenares de miles de
nuevos discípulos se añaden a la gran muchedumbre todos los años, demostrando que este es el
modo en que Jehová efectúa su voluntad. Por tal motivo, perseveramos en nuestro ministerio.
4
Beneficios de la predicación de casa en casa: “Dios no es parcial, [...] el que le teme y obra
justicia le es acepto”. (Hech. 10:34, 35.) El hecho de que visitemos todos los hogares de nuestro
territorio es una prueba clara de imparcialidad y permite que todos tengan la oportunidad de
escuchar el mensaje del Reino con regularidad. Por otra parte, los que manifiestan interés reciben
ayuda personal según sus necesidades particulares.
5
Casi todos los publicadores —incluso los jovencitos, los mayores y los más nuevos— pueden
participar en la obra de casa en casa. Así pueden presentar “declaración pública para salvación”.
(Rom. 10:10.) Participar en el ministerio de casa en casa con los demás fortalece nuestros lazos de
amor y unidad. A la vez, se nos hace más fácil aguantar la indiferencia y la oposición. Esta
demostración pública de fe nos presenta como “un espectáculo teatral” que permite a las personas
sinceras saber que contamos con un sistema organizado de enseñanza bíblica del que pueden
beneficiarse. (1 Cor. 4:9.) Todo ello muestra claramente que Jehová está bendiciendo la obra de
casa en casa y utilizándola para reunir a la gran muchedumbre en su “casa” de adoración pura.
(Isa. 2:2-4.)
6
Hoy, más que en cualquier otro tiempo de la historia, la gente necesita oír el mensaje del
Reino. Sigamos predicando de casa en casa sin cesar hasta que Jehová diga que es suficiente.
(Isa. 6:11.) De este modo, tendremos como galardón el gozo de participar en esta importante y
beneficiosa faceta del servicio en el tiempo del fin. (1 Cor. 15:58.)

MARTES
LECCION 5(b)
TALLER 1
LA PREDICACION DE CASA EN CASA: EL METODO DE EVANGELIZACION MAS
IMPORTANTE

PAG. 46 km 2/09 PAG. 2


Hagamos “todas las cosas por causa de las buenas nuevas”
1
Por el interés en el bien eterno de su semejante, Pablo consideraba una obligación moral
declararle las buenas nuevas (1 Cor. 9:16, 19, 23). Ese mismo interés es lo que nos impulsa a
siempre hacer mayores esfuerzos por llevarle las buenas nuevas a la gente.
2
El mejor horario y el mejor lugar. Un buen pescador no arroja el hilo o la red en el sitio que
le resulta más cómodo, sino donde piensa que hay más posibilidades de encontrar peces. Así
nosotros, como “pescadores de hombres” que somos, tal vez tengamos que hacer cambios
personales para encontrar a las personas del territorio y aumentar nuestras oportunidades de
recoger “peces de todo género” (Mat. 4:19; 13:47). Por ejemplo, ¿podríamos aprovechar las
últimas horas de la tarde o las primeras horas de la mañana para predicar en las calles? Pablo nos
puso el ejemplo de aprovechar toda oportunidad apropiada, pues su objetivo era “dar testimonio
cabal de las buenas nuevas” (Hech. 17:17; 20:20, 24).
3
Adaptar la presentación a las necesidades de la gente. Los pescadores a menudo adaptan
sus métodos de pesca dependiendo del tipo de peces que busquen. Y nosotros, ¿cómo
pudiéramos hacer atractiva nuestra presentación a la gente del territorio a quien tenemos el
privilegio de predicar? Primero, introduciendo con prudencia un tema de interés general, y luego,
escuchando con atención los comentarios que hagan (Sant. 1:19). Para lograr que la persona se
exprese, se le puede hacer una pregunta de punto de vista (Pro. 20:5). Entonces podremos
adaptar nuestra presentación a algo que le interese específicamente a la persona. Pablo se hizo
“toda cosa a gente de toda clase” (1 Cor. 9:22). Es decir, fue adaptable, una cualidad esencial para
llegar al corazón de la gente.
4
¡Qué alegría da proclamar “buenas nuevas de algo mejor”! (Isa. 52:7.) Y puesto que queremos
llegar a la mayor cantidad de personas posible, hagamos “todas las cosas por causa de las buenas
nuevas” (1 Cor. 9:23).

MARTES
LECCION 6(a)
MUJERES QUE ALEGRAN A JEHOVA

PAG. 47 w 03 1/11 PAGS. 8-13


Mujeres que regocijaron el corazón de Jehová

“Que Jehová recompense tu manera de obrar, y que llegue a haber para ti un salario
perfecto procedente de Jehová.” (RUT 2:12.)

EL TEMOR a Dios impulsó a dos mujeres a desobedecer a un faraón. La fe hizo que una
prostituta arriesgara su vida para proteger a dos espías israelitas. La sensatez y la humildad de
una mujer en una situación crítica salvaron muchas vidas e impidieron que el ungido de Jehová
incurriera en culpa de sangre. La fe en Jehová Dios, aunada a la hospitalidad, motivó a una madre
viuda a dar al profeta de Dios la última comida que le quedaba. Estos son solo algunos de los
numerosos ejemplos bíblicos de mujeres que regocijaron el corazón de Jehová.
2
La forma en que Jehová consideró a estas mujeres y las bendiciones que les otorgó
demuestran que lo que más le agrada de una persona, sin importar si es hombre o mujer, son sus
cualidades espirituales. En el mundo de hoy, obsesionado con lo material, dar prioridad a la
espiritualidad no es nada fácil. Pero tampoco es algo imposible, como demuestran millones de
mujeres temerosas de Dios que constituyen gran parte del pueblo de Dios en la actualidad. Dichas
cristianas imitan la fe, discreción, hospitalidad y demás virtudes que caracterizaron a las mujeres
temerosas de Dios mencionadas en la Biblia. Por supuesto, los varones cristianos también deben
imitar las cualidades de aquellas mujeres ejemplares de tiempos antiguos. Para ver cómo hacerlo
más plenamente, examinemos con detalle los relatos bíblicos de las mujeres a las que se aludió al
comienzo (Romanos 15:4; Santiago 4:8).
Desobedecieron al Faraón
3
En los juicios de Nuremberg que tuvieron lugar en Alemania al término de la segunda guerra
mundial, muchos acusados de genocidio trataron de excusar sus crímenes aduciendo que
simplemente habían obedecido órdenes. Pues bien, comparemos a estas personas con dos
parteras israelitas, Sifrá y Puá, que vivieron en el antiguo Egipto durante el reinado de un faraón
tiránico a quien no se identifica. Temiendo que la población hebrea creciera, el Faraón ordenó a las
parteras que dieran muerte a todo varón hebreo recién nacido. ¿Qué hicieron ellas ante una orden
tan horrible? “No hacían como les había hablado el rey de Egipto, sino que conservaban vivos a los
varoncitos.” ¿Por qué no sucumbieron estas mujeres al temor al hombre? Porque “temían al Dios
verdadero” (Éxodo 1:15, 17; Génesis 9:6).
4
Así es, aquellas parteras se refugiaron en Jehová, y él fue un “escudo” para ellas,
protegiéndolas de la ira del Faraón (2 Samuel 22:31; Éxodo 1:18-20). Pero Jehová no solo las
bendijo de esta forma. También recompensó a Sifrá y Puá concediéndoles tener su propia familia,
e incluso las honró haciendo que sus nombres y hechos quedaran recogidos en su Palabra
inspirada para generaciones futuras, mientras que el nombre de aquel Faraón se ha perdido en las
arenas del tiempo (Éxodo 1:21; 1 Samuel 2:30b; Proverbios 10:7).
5
¿Hay en la actualidad mujeres como Sifrá y Puá? Desde luego que sí. Año tras año, miles de
mujeres predican sin temor el mensaje bíblico de salvación en países donde lo prohíbe “la orden
del rey”, arriesgando así su libertad e incluso su misma vida (Hebreos 11:23; Hechos 5:28, 29).
Motivadas por el amor a Dios y al prójimo, estas valientes mujeres no permiten que nadie les
impida llevar las buenas nuevas del Reino de Dios, por lo que muchas de ellas afrontan oposición y
persecución (Marcos 12:30, 31; 13:9-13). Al igual que en el caso de Sifrá y Puá, Jehová está muy
al tanto de los hechos de estas intrépidas y excelentes mujeres, y les demostrará su amor
conservando sus nombres en “el libro de la vida” si aguantan fielmente hasta el fin (Filipenses 4:3;
Mateo 24:13).
Una ex prostituta alegra el corazón de Jehová
6
En el año 1473 a.E.C. vivía en la ciudad cananea de Jericó una prostituta llamada Rahab. Por
lo visto, era una mujer bien informada. Cuando dos espías israelitas fueron a ocultarse en su casa,
ella les relató detalles específicos del éxodo milagroso de Israel de Egipto, aunque había tenido
lugar cuarenta años antes. También estaba al tanto de las recientes victorias de Israel sobre los
reyes amorreos Sehón y Og. Llama la atención el efecto que tuvo en ella conocer aquellos
sucesos. Dijo a los espías: “Yo de veras sé que Jehová ciertamente les dará el país, [...] porque
Jehová su Dios es Dios en los cielos arriba y en la tierra abajo” (Josué 2:1, 9-11). Así es, lo que
Rahab aprendió de Jehová y de sus hechos por Israel hizo que su corazón respondiera
favorablemente y que pusiera fe en él (Romanos 10:10).
7
La fe de Rahab la impulsó a actuar. Recibió “de manera pacífica” a los espías israelitas y
obedeció sus instrucciones para salvarse cuando Israel atacó Jericó (Hebreos 11:31; Josué 2:18-
21). No hay duda de que las obras de fe de Rahab alegraron el corazón de Jehová, pues Él inspiró
al discípulo cristiano Santiago a poner su nombre junto al de Abrahán, el amigo de Dios, como
ejemplo para los cristianos. Santiago escribió: “De la misma manera, también, Rahab la ramera,
¿no fue declarada justa por obras, después que hubo recibido hospitalariamente a los mensajeros
y los hubo enviado por otro camino?” (Santiago 2:25).
8
Jehová recompensó a Rahab de varias maneras. Por un lado, les salvó milagrosamente la
vida tanto a ella como a los que se refugiaron en su casa, a saber, “la casa de su padre y [...] todos
los que le pertenecían”. Después permitió que moraran “en medio de Israel”, donde se les trató
como naturales del país (Josué 2:13; 6:22-25; Levítico 19:33, 34). Pero eso no es todo. Jehová
también concedió a Rahab el honor de ser antepasada de Jesucristo. ¡Qué impresionante
demostración de bondad amorosa a una mujer de origen cananeo que había dado culto a ídolos!
(Salmo 130:3, 4.)
9
Desde el siglo primero hasta nuestros días ha habido cristianas que, al igual que Rahab, han
dejado una vida inmoral a fin de agradar a Dios (1 Corintios 6:9-11). Algunas se han criado en
ambientes comparables al de la antigua tierra de Canaán, donde predominaba la inmoralidad y
hasta se consideraba normal. Sin embargo, cambiaron de vida impulsadas por una fe basada en el
conocimiento exacto de las Escrituras (Romanos 10:17). Por lo tanto, de tales mujeres pudiera
decirse también que “Dios no se avergüenza de ell[a]s, de ser invocado como su Dios” (Hebreos
11:16). ¡Qué gran honor!
Bendecida por su sensatez
10
Muchas mujeres fieles de la antigüedad fueron ejemplos excepcionales de sensatez, lo que
les confirió un gran valor ante el pueblo de Jehová. Un caso es el de Abigail, la esposa de un
acaudalado terrateniente israelita llamado Nabal. La sensatez de esta mujer salvó muchas vidas y
evitó que David, el futuro rey de Israel, se hiciera culpable de derramamiento de sangre. Podemos
leer acerca de Abigail en el capítulo 25 de 1 Samuel.
11
El relato comienza con David y sus hombres acampados cerca de los rebaños de Nabal, a los
que protegen día y noche en un acto de bondad para con su hermano israelita, sin cobrarle nada.
Pero las provisiones comienzan a escasear, de modo que David envía a diez jóvenes para que
pidan alimento a Nabal, lo que le ofrece a este la oportunidad de demostrar su agradecimiento a
David y de honrarlo como el ungido de Jehová. Pero Nabal hace lo contrario. En un arrebato de
furia, insulta a David y despide a los jóvenes con las manos vacías. Cuando este suceso llega a
oídos de David, reúne a 400 hombres armados y sale a buscar venganza. Abigail se entera de la
áspera reacción de su esposo y actúa con rapidez y prudencia para apaciguar a David enviándole
un generoso cargamento de provisiones. Luego sale personalmente a su encuentro (versículos 2-
20).
12
Cuando Abigail se encuentra con David, su humilde súplica por misericordia revela el
profundo respeto que siente por el ungido de Jehová. Dice: “Jehová sin falta le hará a mi señor una
casa duradera, porque las guerras de Jehová son lo que mi señor está peleando”, y expresa su
convicción de que Jehová comisionará a David para que sea caudillo de Israel (versículos 28-30).
Al mismo tiempo, Abigail hace acopio de mucho valor al decirle a David que si no controla su sed
de venganza, terminará haciéndose culpable de sangre (versículos 26, 31). La humildad, el
profundo respeto y la lucidez de Abigail hacen que David recobre el juicio y responda: “¡Bendito
sea Jehová el Dios de Israel, que te ha enviado este día a mi encuentro! Y bendita sea tu sensatez,
y bendita seas tú que me has restringido este día de entrar en culpa de sangre” (versículos 32, 33).
13
Al regresar a casa, Abigail decide con valentía notificar a su esposo del regalo que le ha
hecho a David. No obstante, lo encuentra “borracho a más no poder”, así que espera a que esté
sobrio para contárselo. ¿Cómo reacciona Nabal? Se queda completamente anonadado y le
sobreviene lo que pudiera ser una forma de parálisis. Diez días después Dios le da muerte.
Cuando David se entera, le propone matrimonio a Abigail, a quien sin duda admira y respeta
profundamente, y ella acepta (versículos 34-42).
¿Podemos ser como Abigail?
14
¿Observamos virtudes en Abigail que, seamos hombres o mujeres, desearíamos cultivar a
mayor grado? Tal vez queramos actuar con más prudencia y sensatez ante los problemas, o hablar
de manera calmada y razonable cuando se exaltan las emociones de quienes nos rodean. Si así
es, expongámoslo a Jehová en oración. Él promete dar sabiduría, discernimiento y capacidad de
pensar a todos los que siguen “pidiendo con fe” (Santiago 1:5, 6; Proverbios 2:1-6, 10, 11).
15
Estas magníficas cualidades son especialmente importantes en el caso de las mujeres cuyos
esposos no creyentes prestan poca o ninguna atención a los principios bíblicos. Quizás algunos
beban demasiado. Pero puede ser que cambien, como ha sucedido en muchos casos, al ver la
apacibilidad, el profundo respeto y la conducta casta de sus esposas (1 Pedro 3:1, 2, 4).
16
Sin importar los problemas que una cristiana tenga que soportar en su hogar, conviene
recordar que Jehová siempre está dispuesto a prestarle ayuda (1 Pedro 3:12). Por esa razón, es
imperioso fortalecerse espiritualmente, orar pidiendo sabiduría y un corazón calmado. Es necesario
acercarse a Jehová mediante el estudio regular de la Biblia, la oración, la meditación y la compañía
de los hermanos en la fe. El amor de Abigail a Dios y el modo de ver a su siervo ungido no se
vieron afectados por la óptica carnal de su esposo; ella se guió por los principios justos. Aun en un
hogar donde el esposo es un siervo de Dios ejemplar, la cristiana debe esforzarse por fortalecer y
conservar su propia espiritualidad. Es cierto que las Escrituras imponen al esposo la obligación de
cuidar de su esposa espiritual y físicamente, pero en definitiva es ella quien debe obrar “su propia
salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12; 1 Timoteo 5:8).
Recibió “galardón de profeta”
17
La forma en que Jehová cuidó de una viuda pobre en tiempos del profeta Elías evidencia que
él aprecia profundamente a quienes dan de sí mismos y de sus recursos para apoyar la adoración
verdadera. A consecuencia de una larga sequía en tiempos de Elías, el hambre comenzó a afectar
a muchas personas, entre las que se contaban una viuda y su joven hijo que vivían en Sarepta.
Justo cuando solo les quedaba alimento para una comida más, les llegó un visitante: el profeta
Elías. Este hizo una petición algo extraña. Aunque era consciente de la situación de la mujer, le
pidió “una pequeña torta redonda”, para lo cual ella tendría que usar todo el aceite y la harina que
le quedaban. Pero el profeta añadió: “Porque esto es lo que ha dicho Jehová el Dios de Israel: ‘El
jarro grande de harina mismo no se agotará, y el jarro pequeño de aceite mismo no fallará hasta el
día en que Jehová dé un aguacero sobre la superficie del suelo’” (1 Reyes 17:8-14).
18
¿Cómo habríamos respondido a aquella extraordinaria petición? La viuda de Sarepta,
reconociendo por lo visto que Elías era el profeta de Jehová, “hizo conforme a la palabra de Elías”.
¿De qué manera respondió Jehová a su hospitalaria acción? Proporcionando milagrosamente
alimento para ella, su hijo y Elías durante la sequía (1 Reyes 17:15, 16). Así es, Jehová otorgó a
aquella mujer un “galardón de profeta”, aunque no era israelita (Mateo 10:41). El Hijo de Dios
también honró a esta viuda cuando la puso como ejemplo para la gente sin fe de Nazaret, la ciudad
donde él se crió (Lucas 4:24-26).
19
Hoy día, infinidad de cristianas manifiestan el mismo espíritu que la viuda de Sarepta. Por
ejemplo, todas las semanas, mujeres altruistas, muchas de las cuales son pobres y tienen familias
que atender, reciben con hospitalidad a los superintendentes viajantes y a sus esposas. Otras
invitan a comer a los ministros de tiempo completo de su localidad, ayudan a los necesitados o dan
de sí mismas o de lo que tienen en otros ámbitos a fin de apoyar la obra del Reino (Lucas 21:4).
¿Se fija Jehová en tales sacrificios? Por supuesto que sí. “Dios no es injusto para olvidar la obra de
ustedes y el amor que mostraron para con su nombre, por el hecho de que han servido a los
santos y continúan sirviendo.” (Hebreos 6:10.)
20
En el siglo primero, un buen número de mujeres temerosas de Dios tuvieron el privilegio de
servir a Jesús y a los apóstoles. El próximo artículo explica cómo regocijaron el corazón de Jehová
y analiza el ejemplo de mujeres del presente que sirven a Jehová de todo corazón, incluso en
circunstancias difíciles.
[Nota]
La genealogía de Jesús que presenta Mateo menciona por nombre a cuatro mujeres: Tamar,
Rahab, Rut y María. A todas ellas se les tiene en alta estima en la Palabra de Dios (Mateo 1:3,
5, 16).

PAG. 48 w 95 15/7 PAGS. 10,11 PARRS. 4-6


“Una ayudante” y un “complemento”
4
Después de haber vivido Adán sin compañía en el jardín de Edén durante algún tiempo,
Jehová observó: “No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como
complemento de él”. (Génesis 2:18.) Aunque Adán era un hombre perfecto, faltaba algo para que
se cumpliera el propósito del Creador. A fin de satisfacer esa necesidad, Jehová creó a la mujer y
unió al primer matrimonio. (Génesis 2:21-24.)
5
¿Acaso indican las palabras “ayudante” y “complemento” que el papel que Dios asignó a la
mujer era degradante? Todo lo contrario. Los escritores de la Biblia muchas veces aplican a Dios el
sustantivo hebreo ʽé·zer, que se traduce “ayudante”. Por ejemplo, Jehová es “nuestro ayudador y
nuestro escudo”. (Salmo 33:20; Éxodo 18:4; Deuteronomio 33:7.) En Oseas 13:9, Jehová incluso
se refiere a sí mismo como el “ayudante” de Israel. En cuanto a la palabra hebrea né·ghedh, que
se traduce “complemento”, un especialista en textos bíblicos explica: “La ayuda referida no se limita
a secundar al hombre en su trabajo diario o en la procreación de hijos [...], sino que es el apoyo
mutuo que proporciona el compañerismo”.
6
De modo que Jehová no degrada en absoluto a la mujer al llamarla “una ayudante” y un
“complemento”. La mujer tenía su propia constitución mental, emocional y física. Era un
complemento correspondiente y satisfactorio para el hombre. Cada uno era diferente; sin embargo,
ambos eran necesarios para ‘llenar la Tierra’ en armonía con el propósito del Creador. Debió ser
después de la creación del hombre y la mujer cuando “vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!,
era muy bueno”. (Génesis 1:28, 31.)

PAG. 48 it-2 PAG. 432 PARR. 3


Privilegios en la congregación cristiana. En sentido espiritual, no hay distinción entre hombre y
mujer para aquellos a quienes Dios llama a la herencia celestial (Heb 3:1) a fin de ser coherederos
con Jesucristo. El apóstol escribe: “Todos ustedes, de hecho, son hijos de Dios mediante su fe en
Cristo Jesús [...], no hay ni varón ni hembra; porque todos ustedes son una persona en unión con
Cristo Jesús”. (Gál 3:26-28.) Todos ellos tienen que recibir un cambio de naturaleza en su
resurrección al ser hechos copartícipes de la “naturaleza divina”, y en esta condición nadie será
mujer, pues entre las criaturas celestiales no existe el sexo femenino, porque el sexo es el medio
otorgado por Dios para la reproducción de las criaturas terrestres. (2Pe 1:4.)

PAG. 48 w 12 1/9 PAGS. 8-11


Dios respeta y valora a la mujer

MIENTRAS Jesús estuvo en la Tierra, reflejó a la perfección la personalidad y la forma de


actuar de su Padre celestial. “No hago nada por mi propia iniciativa; sino que hablo estas cosas así
como el Padre me ha enseñado”, explicó. Y añadió: “Yo siempre hago las cosas que le agradan”
(Juan 8:28, 29; Colosenses 1:15). Así pues, si queremos hacernos una idea de lo que Dios piensa
de las mujeres y de cómo desea que las traten, nada mejor que analizar el ejemplo de Jesús.
Diversos estudiosos de los Evangelios han concluido que la actitud de Jesús hacia la mujer es,
como mínimo, innovadora. ¿En qué sentido? Y más importante aún, ¿es posible que sus
enseñanzas tengan algún efecto liberador en las mujeres de la actualidad?
Cómo trató Jesús a las mujeres
▪ Jesús no las consideraba objetos sexuales. Para muchos líderes religiosos judíos, las mujeres
eran una peligrosa fuente de tentaciones y cualquier contacto con ellas podía llevar a la lujuria.
De ahí que les prohibieran hablar con hombres en público o salir sin cubrirse la cabeza. Sin
embargo, Jesús nunca insinuó que había que excluirlas de la vida social. Más bien, enseñó que los
hombres tenían que controlar sus deseos carnales y tratarlas con respeto (Mateo 5:28).
En otra ocasión dijo: “Cualquiera que se divorcie de su esposa y se case con otra comete
adulterio contra ella” (Marcos 10:11, 12). Obviamente, Jesús no concordaba con la idea rabínica
tan común entonces de que los hombres podían divorciarse “por toda suerte de motivo” (Mateo
19:3, 9). La mayoría de los judíos tenían un concepto equivocado del adulterio. No creían que un
hombre fuera adúltero por acostarse con una mujer que no fuera su esposa. Según los rabinos,
solo las mujeres eran infieles, nunca los hombres. Como explica cierto comentario bíblico, “Jesús,
al poner al esposo bajo las mismas obligaciones morales que su esposa, elevó el nivel y la
dignidad de la mujer”.
Beneficio para las mujeres actuales: En las congregaciones de los testigos de Jehová, las
mujeres se relacionan con los varones seguras de que no las mirarán de forma inapropiada ni las
tratarán con excesiva familiaridad. Los hombres cristianos se esmeran por tratar “a las mujeres de
más edad como a madres, a las de menos edad como a hermanas, con toda castidad” (1 Timoteo
5:2).
▪ Jesús dedicó tiempo a instruirlas. Los rabinos de aquel entonces abogaban por mantener a las
mujeres en la ignorancia. En contraste, Jesús dedicó tiempo a enseñarles la verdad y las animó a
expresar lo que pensaban. Además, no creía que hubiera que relegarlas a trabajar en la cocina.
Lo demostró cuando en cierta ocasión no le negó a María la oportunidad de aprender (Lucas
10:38-42). Y las respuestas bien pensadas que Marta —la hermana de María— dio a Jesús tras la
muerte de Lázaro revelan que ella también sacó provecho de las enseñanzas cristianas (Juan
11:21-27).
Jesús se preocupaba de educar a las mujeres. La mayoría de las judías de su tiempo daban
mucho valor a tener un hijo que se convirtiera en alguien importante, sobre todo un profeta. Por
eso, cuando una mujer le dijo “feliz es la matriz que te llevó”, él aprovechó para enseñarle que es
más valioso ser obedientes a Dios (Lucas 11:27, 28). Así demostró que las mujeres tenían tareas
más importantes que las que les imponía la tradición (Juan 8:32).
Beneficio para las mujeres actuales: En la congregación cristiana, los comentarios de las
mujeres durante las reuniones son muy bien recibidos. Los maestros respetan a las mujeres con
madurez cristiana que, en público y en privado, son ejemplares, “maestras de lo que es bueno”
(Tito 2:3). También cuentan con ellas para anunciar las buenas noticias sobre el Reino de Dios
(Salmo 68:11; véase el recuadro “¿Prohibió el apóstol Pablo que hablaran las mujeres?”, en la
página 9).
▪ Jesús valoraba a las mujeres. En tiempos bíblicos se valoraba más a los hijos varones.
El propio Talmud decía: “Dichoso del que tiene hijos varones, y desdichado del que tiene mujeres”.
Una hija era una pesada carga para algunos padres: tenían que encontrarle cónyuge y pagar la
dote, y no podían contar con que los cuidara en su vejez.
En cambio, Jesús valoraba tanto la vida de una niña como la de un niño. Tal como resucitó al
hijo de la viuda de Naín, resucitó a la hija de Jairo (Marcos 5:35, 41, 42; Lucas 7:11-15). En otra
ocasión curó a una mujer que sufría debido a “un espíritu de debilidad desde hacía dieciocho
años”. Hasta la llamó “hija de Abrahán”, una expresión casi desconocida en los escritos judaicos
(Lucas 13:10-16). Con este apelativo digno y cariñoso demostró que, además de reconocer a las
mujeres como miembros plenos de la sociedad, respetaba su profunda fe (Lucas 19:9; Gálatas
3:7).
Beneficio para las mujeres actuales: Según cierto dicho asiático, criar una hija es como regar el
jardín del vecino. Sin embargo, el padre cristiano amoroso no se deja llevar por esa forma de
pensar. Al contrario, cuida bien de todos sus hijos, sean niños o niñas, y se asegura de que reciban
la educación y la atención médica debida.
▪ Jesús confiaba en las mujeres. En los tribunales judíos, el testimonio de una mujer valía tan
poco como el de un esclavo. De hecho, el historiador del siglo I Josefo decía: “No valdrá el
testimonio de mujeres por la frivolidad y temeridad propias de su sexo”.
¡Qué diferente fue Jesús! Él eligió a mujeres para que anunciaran su resurrección (Mateo 28:1,
8-10). Es interesante que, aunque estas fieles mujeres habían presenciado la ejecución y el
entierro de su Señor, hasta a los apóstoles les costaba creer lo que ellas decían (Mateo 27:55,
56, 61; Lucas 24:10, 11). Sin embargo, al escoger como primeros testigos de su resurrección a
unas mujeres, Jesús probó que las consideraba tan dignas de ser sus testigos como a cualquier
otro discípulo (Hechos 1:8, 14).
Beneficio para las mujeres actuales: Los varones que tienen responsabilidades en la
congregación cristiana muestran su consideración a las mujeres tomando en cuenta lo que tengan
que decir. Los esposos, por su parte, honran a sus esposas escuchándolas con atención (1 Pedro
3:7; Génesis 21:12).
Los principios bíblicos hacen más feliz a la mujer
Quienes imitan a Cristo dan a la mujer la libertad y el respeto que Dios se había propuesto para
ella cuando la creó (Génesis 1:27, 28). Los esposos cristianos no promueven actitudes machistas.
Más bien, se guían por principios bíblicos que hacen más felices a sus esposas (Efesios 5:28, 29).
Cuando Yelena empezó a estudiar la Biblia, sufría en silencio el trato duro e insensible de su
esposo. Él se había criado en un entorno violento, donde eran comunes el rapto de la novia y el
maltrato físico de la mujer. “La Biblia me dio fuerzas —explica ella—. Aprendí que había un Dios
que me amaba de verdad, me valoraba y se preocupaba por mí. Me di cuenta de que mi esposo
podía cambiar si él también estudiaba la Biblia.” Este sueño suyo por fin se hizo realidad cuando,
con el tiempo, su esposo se bautizó y se convirtió en testigo de Jehová. “Pasó a ser un ejemplo de
autodominio —dice Yelena—. Y ambos aprendimos a perdonar.” Ella reconoce lo siguiente: “Los
principios bíblicos han contribuido a que me sienta más querida y protegida en mi matrimonio”
(Colosenses 3:13, 18, 19).
El caso de Yelena no es una excepción. Hay millones de cristianas como ella que son felices
porque, junto con sus esposos, se esfuerzan por aplicar los principios bíblicos en su relación de
pareja. Además, reciben consuelo y se sienten respetadas y libres entre sus hermanos en la fe
(Juan 13:34, 35).
Todos los cristianos —tanto hombres como mujeres— reconocen que son imperfectos y
pecadores y que son parte de la creación “sometida al fracaso”. Sin embargo, están convencidos
de que, acercándose a su amoroso Dios y Padre, Jehová, serán liberados “de la esclavitud de la
corrupción” y disfrutarán de “la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. ¡Qué maravillosa perspectiva
para los hombres y mujeres que están bajo el cariñoso cuidado de Dios! (Romanos 8:20, 21,
La Biblia de Nuestro Pueblo.)
[Recuadro de la página 9]
¿Prohibió el apóstol Pablo que hablaran las mujeres?
El apóstol Pablo recomendó que “las mujeres guard[aran] silencio en las congregaciones”
(1 Corintios 14:34). ¿Qué quiso decir? ¿Consideraba él que no tenían la inteligencia necesaria
para enseñar? No pudo ser eso, pues a menudo alabó su labor de evangelización (2 Timoteo 1:5;
Tito 2:3-5). En una de sus cartas a los corintios, Pablo aconsejó —no solo a las mujeres, sino
también a quienes tenían el don de lenguas y de profetizar— que guardaran silencio cuando otro
cristiano estuviera hablando (1 Corintios 14:26-30, 33). Puede que algunas cristianas,
entusiasmadas con lo que estaban aprendiendo, interrumpieran al orador para hacer preguntas,
como se acostumbraba hacer en esa parte del mundo. Por eso, a fin de mantener el orden, Pablo
las animó a “interrog[ar] a sus propios esposos en casa” (1 Corintios 14:35).

PAG. 48 g 94 8/10 PAGS. 19-21


El punto de vista bíblico
¿Es un insulto para la mujer llamarla el “vaso más débil”?

“¿POR QUÉ SE JUZGA A LAS MUJERES POR SU SEXO Y NO POR SU


EXPERIENCIA, CAPACIDAD E INTELIGENCIA?”—BETTY A.
“SE EDUCA A LAS MUJERES PARA QUE PIENSEN QUE SON SERES
INFERIORES.”—LYNN H.

¿DENIGRA a la mujer la expresión bíblica “vaso más débil”? Estas palabras aparecen en
1 Pedro 3:7, que dice: “Ustedes, esposos, continúen morando con ellas de igual manera, de
acuerdo con conocimiento, asignándoles honra como a un vaso más débil, el femenino, puesto que
ustedes también son herederos con ellas del favor inmerecido de la vida, a fin de que sus
oraciones no sean estorbadas”.
Cuando Pedro escribió a sus compañeros cristianos, las mujeres tenían muy pocos derechos
tanto en el mundo pagano como en la comunidad judía apóstata. ¿Suscribían Pedro y los
cristianos primitivos la opinión de la mayoría con respecto a la mujer?
¿Vasos inferiores?
¿Cómo entenderían los lectores del siglo primero la expresión “vaso más débil”? El vocablo
griego traducido vaso (skéu·os) se utiliza varias veces en las Escrituras Griegas para designar
diversos recipientes, herramientas y utensilios. Al llamar a la mujer un “vaso más débil”, Pedro
no la estaba rebajando, pues sus palabras implican que el esposo también es un vaso débil o
frágil. Otros pasajes bíblicos aluden a ambos sexos con metáforas parecidas, como “vasos de
barro” (2 Corintios 4:7) y “vasos de misericordia” (Romanos 9:23). Es cierto que el apóstol se
refiere al sexo femenino como el “más débil”, pero Romanos 5:6 aplica el término ‘débil’ a todos los
seres humanos, hombres y mujeres por igual. Así pues, los primeros cristianos no considerarían
peyorativa la expresión “vaso más débil”.
Entenderían, más bien, que dichas palabras elevaban la condición social de la mujer. En los
días de Pedro apenas se respetaba a las mujeres. Tal como había predicho Dios mucho tiempo
antes, los esposos por lo general dominaban a sus esposas y abusaban de ellas física, sexual y
emocionalmente. (Génesis 3:16.) De manera que el consejo de Pedro a los maridos cristianos en
realidad daba a entender que no abusaran del poder que la sociedad mundana había otorgado a
los hombres.
Examinemos con más detalle la expresión “más débil”. Pedro no se refería en este versículo en
particular a las características emocionales, sino a la constitución física. Los hombres son vasos
débiles, y las mujeres son, en comparación, vasos más débiles. ¿En qué sentido? Por su
estructura ósea y muscular, el hombre normalmente está dotado de más fuerza física que la mujer.
Sin embargo, no hay ninguna indicación de que Pedro estuviera comparando la fuerza moral,
espiritual o mental de ambos. En lo tocante a las reacciones emocionales, lo más acertado es decir
que la mujer es diferente del hombre, no necesariamente más débil ni más fuerte. La Biblia habla
de la fortaleza de carácter, el aguante y la perspicacia de mujeres que siguieron los caminos de
Dios, como Sara, Débora, Rut y Ester, entre otras. A los hombres humildes no les supone ninguna
dificultad reconocer que las mujeres pueden ser más inteligentes que ellos.
Pese a todo, algunos creen que el comparativo “más débil” implica que las mujeres son seres
de rango inferior. Pero imagínese, por ejemplo, que una persona tiene dos recipientes útiles, uno
de los cuales es más fuerte que el otro. ¿Valorará menos el segundo por no ser tan resistente
como el primero? La realidad es que normalmente se trata con más cuidado y delicadeza el más
frágil. Por lo tanto, ¿es menos valiosa la mujer por no poseer la misma fuerza física que el hombre?
Es obvio que no. Con la expresión “vaso más débil”, Pedro no pretende que se menosprecie a la
mujer, sino que se la respete.
“De igual manera [...] de acuerdo con conocimiento”
El apóstol exhortó a los esposos a ‘continuar morando con sus esposas de igual manera, de
acuerdo con conocimiento’. ¿“De igual manera” que quién? En versículos anteriores habla del
cariño con que Cristo cuida de sus discípulos, y manda a los esposos tratar a sus esposas “de
igual manera”. (1 Pedro 2:21-25; 3:7.) Cristo siempre antepuso los intereses de sus discípulos a
sus deseos personales. Se preocupó por su bienestar espiritual y físico, y tuvo en cuenta sus
limitaciones. Los esposos deben imitar el ejemplo de amor de Cristo comportándose con sus
esposas “de igual manera”.
Un matrimonio no funciona bien por simple casualidad. Ambos cónyuges han de saber cómo
contribuir al éxito de su unión. Por eso Pedro aconseja a los esposos que continúen morando con
sus esposas “de acuerdo con conocimiento”. Deben aprender cómo trataron a las mujeres Jehová
y su Hijo, Jesucristo. Tienen que saber cómo quiere Dios que ellos se porten con sus esposas.
Los esposos también han de conocer bien los sentimientos, las fuerzas, las limitaciones y los
gustos de sus esposas. Necesitan saber cómo respetar su inteligencia, experiencia y dignidad. La
Biblia dice: “Esposos, continúen amando a sus esposas, tal como el Cristo también amó a la
congregación y se entregó por ella. [...] De esta manera los esposos deben estar amando a sus
esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama, porque nadie
jamás ha odiado a su propia carne; antes bien, la alimenta y la acaricia”. (Efesios 5:25, 28, 29.)
Asignarles honra
Cuando Pedro llamó a las mujeres el “vaso más débil”, también indicó que los esposos deben
‘asignarles honra’. Este último término traduce el sustantivo griego ti·mé, que transmite la idea de
honra, estima, valía, preciosidad. Dicho de otro modo, al asignarles honra, no se les está haciendo
un favor, sino que se les otorga el reconocimiento que merecen. Pablo dio a todos los cristianos,
hombres y mujeres, las siguientes instrucciones: “En amor fraternal ténganse tierno cariño unos a
otros. En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera”. (Romanos 12:10.)
Jehová Dios no considera a las mujeres meros objetos de valor. La legislación que Dios dio a
Israel se aplicaba por igual a los hombres y a las mujeres culpables de adulterio, incesto,
bestialidad y otros delitos. (Levítico 18:6-17, 23, 29; 20:10-12.) Las mujeres podían beneficiarse de
los sábados, las normas que regían el nazareato, las fiestas y muchas otras provisiones de la Ley.
(Éxodo 20:10; Números 6:2; Deuteronomio 12:18; 16:11, 14.) Los hijos tenían el deber de honrar y
de obedecer a la madre lo mismo que al padre. (Levítico 19:3; 20:9; Deuteronomio 5:16; 27:16;
Proverbios 1:8.)
Los versículos 10 a 31 del capítulo 31 de Proverbios honran a la “esposa capaz” por atender
sus numerosas obligaciones con fidelidad, laboriosidad y buen juicio. Se le da el debido
reconocimiento por su administración de los bienes familiares y su participación en otros asuntos
económicos. ¡Qué diferente de la actitud de algunos hombres, que ven a las mujeres como simples
objetos decorativos! Posteriormente, en la congregación cristiana primitiva, se facultó a las mujeres
mediante espíritu santo para ser testigos de Cristo. (Hechos 1:14, 15; 2:3, 4; compárese con Joel
2:28, 29.) En consecuencia, algunas mujeres están llamadas a ser jueces celestiales de hombres,
mujeres e incluso ángeles. (1 Corintios 6:2, 3.) Si bien es verdad que las cristianas no podían
enseñar en las reuniones de congregación, había situaciones en las que podían orar o profetizar.
Se las designaba maestras de las jóvenes, los niños y las personas ajenas a la congregación.
(Mateo 24:14; 1 Corintios 11:3-6; Tito 2:3-5; compárese con Salmo 68:11.)
Otro buen indicativo de lo que Pedro quiso decir al ordenar que se asignara honra a la mujer se
encuentra en 2 Pedro 1:17. Allí leemos que Jehová honró a Jesús al aprobarlo ante otros en estos
términos: “Este es mi hijo, mi amado”. De igual modo, el esposo debe mostrar que asigna honra a
su esposa mediante sus hechos, tanto en público como en privado.
Herederas de la vida
A lo largo de la historia, los hombres generalmente han tributado poca honra y respeto a la
mujer; la han considerado una esclava o un instrumento para su gratificación personal. El concepto
cristiano de asignar honra a la mujer la sitúa en un nivel más elevado de respetabilidad. El libro
Barnes’ Notes on the New Testament señala que el consejo de Pedro “contiene una verdad
fundamental referente al sexo femenino. En todo sistema religioso, exceptuando el cristiano, se ha
juzgado a la mujer inferior al hombre en todos los sentidos. El cristianismo enseña que [...] ella
tiene derecho a la totalidad de las esperanzas y promesas que ofrece la religión. [...] Esta verdad
por sí sola sacaría al sexo femenino de la condición denigrada en que se halla a nivel mundial y
acabaría de inmediato con la mitad de los males sociales de la humanidad”.
En vista de que Cristo es el dueño tanto de los hombres como de las mujeres, los esposos
deben cuidar a sus esposas recordando que ellas son propiedad de Cristo. Inmediatamente
después de referirse a la mujer como el “vaso más débil”, Pedro añadió: “Puesto que ustedes
también son herederos con ellas del favor inmerecido de la vida, a fin de que sus oraciones
no sean estorbadas”. (1 Pedro 3:7b.) El apóstol indicó que el hombre que maltratara a su esposa
dañaría su relación con Dios, pues dejaría sin efecto sus oraciones.
La expresión “vaso más débil” no pretende en modo alguno insultar a las mujeres. Aunque
Jehová determinó que el esposo sería el cabeza de la casa, no autoriza a este a maltratar a la
mujer. Por el contrario, le manda que, conociéndola, la cuide y le dé honra.
La Biblia exige a los hombres, casados o solteros, que asignen honra a las mujeres y no las
traten como a seres inferiores. Los hombres y las mujeres que adoran a Dios con sinceridad y se
tratan con dignidad recibirán abundantes bendiciones de la mano de Dios. (Compárese con
1 Corintios 7:16.)

PAG. 49 w 12 1/9 PAG. 9 RECUADRO; g 7/10 PAG. 29 PARRS. 2-4


[Recuadro de la página 9]
¿Prohibió el apóstol Pablo que hablaran las mujeres?
El apóstol Pablo recomendó que “las mujeres guard[aran] silencio en las congregaciones”
(1 Corintios 14:34). ¿Qué quiso decir? ¿Consideraba él que no tenían la inteligencia necesaria
para enseñar? No pudo ser eso, pues a menudo alabó su labor de evangelización (2 Timoteo 1:5;
Tito 2:3-5). En una de sus cartas a los corintios, Pablo aconsejó —no solo a las mujeres, sino
también a quienes tenían el don de lenguas y de profetizar— que guardaran silencio cuando otro
cristiano estuviera hablando (1 Corintios 14:26-30, 33). Puede que algunas cristianas,
entusiasmadas con lo que estaban aprendiendo, interrumpieran al orador para hacer preguntas,
como se acostumbraba hacer en esa parte del mundo. Por eso, a fin de mantener el orden, Pablo
las animó a “interrog[ar] a sus propios esposos en casa” (1 Corintios 14:35).

g 7/10 PAG. 29 PARRS. 2-4

La enseñanza en la congregación
No obstante, en la Biblia no hallaremos ninguna indicación de que las mujeres puedan enseñar
frente a la congregación. Es más, el apóstol Pablo dio la siguiente instrucción: “No se debe permitir
que las mujeres hablen en las reuniones”. ¿Por qué razón? Entre otras cosas, para que todo se
hiciera “de manera correcta y ordenada” (1 Corintios 14:34, 40, Nuevo Testamento en Lenguaje
Sencillo, 2000). A fin de que los asuntos de la congregación fluyan sin complicaciones, Dios ha
encargado a un grupo compuesto por varones la tarea de enseñar. Ahora bien, para formar parte
de ese grupo no basta con ser hombre, hay que estar capacitado para presidir y llenar ciertos
requisitos (1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9).
Está claro que el papel que Dios ha dado a la mujer no es degradante. Como hemos visto,
Jehová les ha confiado una encomienda muy especial: dar testimonio acerca de él (Salmo 68:11).
Los testigos de Jehová, hombres y mujeres, son ministros que han ayudado a millones de
personas a alcanzar el arrepentimiento y tener la oportunidad de ser salvos (Hechos 2:21; 2 Pedro
3:9). ¿No le parece esto un logro extraordinario?
El orden que Dios ha establecido en la congregación confiere honra tanto al hombre como a la
mujer y promueve la paz. Así pues, tal como los ojos y los oídos se complementan en sus
funciones para que un peatón cruce una calle transitada, los hombres y las mujeres cristianos
cumplen con la voluntad divina según las funciones que les corresponden. Dios, en consecuencia,
bendice con paz a la congregación (1 Corintios 14:33; Filipenses 4:9).
[Notas]
Cabe señalar que la autoridad en la congregación tiene límites. Quienes ocupan puestos de
responsabilidad deben mantenerse sujetos a Cristo y obrar en conformidad con los principios
bíblicos (1 Corintios 11:3). Además, es imprescindible que “estén en sujeción los unos a los
otros”, sean humildes y estén dispuestos a cooperar (Efesios 5:21).
Además, cuando las cristianas respetan el papel que Dios ha otorgado a los hombres en la
congregación, les dan un buen ejemplo a los ángeles (1 Corintios 11:10).
PAG. 50 w 02 15/7 PAG. 26 PARR. 2; lv PAG. 209 PARR. 3
Quizás haya situaciones en la vida del matrimonio que requieran que la cristiana se cubra. Por
ejemplo, cuando la familia se junta para estudiar la Biblia o para comer, es el esposo quien
habitualmente dirige la enseñanza y representa a todos al orar a Dios. Ahora bien, si el marido
no fuera creyente, esta responsabilidad podría recaer en la esposa. Por consiguiente, cuando ore
en voz alta en nombre de ella y de otras personas, o cuando dirija un curso bíblico con sus hijos en
presencia de su cónyuge, la hermana ha de cubrirse. Sin embargo, no es necesario que lo haga si
este no está presente, pues Dios la autoriza a enseñar a sus hijos (Proverbios 1:8; 6:20).

lv (libro manténganse en el amor de dios) PAG. 209 PARR. 3

Los ámbitos. El apóstol alude a dos ámbitos: la familia y la congregación. Él escribe: “La cabeza de
la mujer es el varón; [...] toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta avergüenza su
cabeza” (versículos 3, 5). En la familia, Jehová ha nombrado al esposo cabeza de la mujer. Por
eso, ¿qué sucede si ella asume funciones que Jehová reserva para el cabeza? Que, a menos que
demuestre el debido reconocimiento a la autoridad de su esposo, lo avergonzará. Veamos varios
ejemplos. Una cristiana está con su esposo presente y tiene que dar lecciones bíblicas a alguien.
Por respeto a la autoridad del marido, debe cubrirse. Y da igual que él esté o no bautizado, pues es
cabeza de la familia. ¿Y si una cristiana tiene que orar o enseñar en presencia de un hijo menor
bautizado? Aunque él no es cabeza de la familia, la madre también se cubrirá. ¿Por qué? Porque
respeta la autoridad que han recibido los varones bautizados de la congregación.

PAG. 50 w 02 15/7 PAG. 26 PARR. 3; lv PAG. 209 PARR. 3


Pero ¿qué sucede si un hijo joven de la familia es siervo dedicado y bautizado de Jehová Dios? Ya
que se trata de un miembro de la congregación cristiana, debería recibir instrucción de los varones
que la integran (1 Timoteo 2:12). Tendría que enseñarle su padre si este es creyente. No obstante,
si el cabeza de familia se encuentra ausente, la madre deberá cubrirse siempre que dirija un curso
bíblico con el hijo bautizado y los demás hijos. Queda a discreción de ella pedirle al joven
bautizado que ore durante tal estudio o en las comidas. Quizás opine que él aún no tiene la
capacidad necesaria y opte por ofrecer la oración ella misma. Si decidiera hacerlo en tal ocasión,
debería cubrirse.

lv PAG. 209 PARR. 3

Los ámbitos. El apóstol alude a dos ámbitos: la familia y la congregación. Él escribe: “La cabeza de
la mujer es el varón; [...] toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta avergüenza su
cabeza” (versículos 3, 5). En la familia, Jehová ha nombrado al esposo cabeza de la mujer. Por
eso, ¿qué sucede si ella asume funciones que Jehová reserva para el cabeza? Que, a menos que
demuestre el debido reconocimiento a la autoridad de su esposo, lo avergonzará. Veamos varios
ejemplos. Una cristiana está con su esposo presente y tiene que dar lecciones bíblicas a alguien.
Por respeto a la autoridad del marido, debe cubrirse. Y da igual que él esté o no bautizado, pues es
cabeza de la familia. ¿Y si una cristiana tiene que orar o enseñar en presencia de un hijo menor
bautizado? Aunque él no es cabeza de la familia, la madre también se cubrirá. ¿Por qué? Porque
respeta la autoridad que han recibido los varones bautizados de la congregación.
PAG. 50 w 02 15/7 PAG. 27 PARR. 1; lv PAG. 210 PARR. 1
Puede que las cristianas tengan que cubrirse cuando realizan algunas actividades en la
congregación. Por ejemplo, a mediados de semana tal vez se celebre una reunión para el servicio
del campo donde no haya varones bautizados, sino solo hermanas. Es posible que también surjan
otras situaciones en las que no esté presente ningún varón bautizado en alguna reunión de la
congregación. Las hermanas deberán cubrirse siempre que tengan que encargarse de funciones
que normalmente desempeñaría un hermano, tanto en una reunión de la congregación como en
una reunión para el servicio del campo.

lv PAG. 210 PARR. 1

Pablo se refiere al segundo ámbito, la congregación, al escribir: “Si algún hombre parece disputar
en pro de otra costumbre, nosotros no tenemos otra, ni tampoco las congregaciones de Dios”
(versículo 16). Al frente de la congregación, Jehová ha puesto a hombres bautizados (1 Timoteo
2:11-14; Hebreos 13:17). Así, solo permite que se nombre a varones para que cuiden Su rebaño
como ancianos y siervos ministeriales (Hechos 20:28). Pero a veces es preciso que una cristiana
atienda tareas que normalmente corresponden a un varón bautizado y competente. Por ejemplo,
quizás tenga que dirigir una reunión para el servicio del campo porque no haya ningún hermano
capaz. Esta reunión es en realidad una extensión del programa de enseñanza de la congregación,
y debería dirigirla un hermano. Y lo mismo sucede si una cristiana tiene que dirigir, en presencia de
un varón bautizado, un estudio bíblico establecido. Por eso, ella deberá cubrirse en reconocimiento
de que realiza una función propia de un hombre.

PAG. 51 w 02 15/7 PAG. 27 PARR. 2


¿Deben cubrirse las cristianas que interpretan discursos bíblicos a otro idioma, como el lenguaje de
señas, o que leen en voz alta alguna publicación bíblica durante una reunión de la congregación?
No. Las hermanas que realizan tales labores no presiden ni enseñan. De igual modo, no es preciso
que se cubran al realizar demostraciones, relatar experiencias o participar en asignaciones
estudiantiles de la Escuela del Ministerio Teocrático.

PAG. 51 w 09 15/11 PAG. 12,13


Preguntas de los lectores

¿Es necesario que se cubran la cabeza las hermanas que interpretan en lenguaje de señas
discursos bíblicos durante las reuniones o asambleas cristianas?
En general, toda cristiana debe cubrirse la cabeza cuando atiende responsabilidades que
normalmente le corresponderían a su esposo o a algún hermano de la congregación. Dicha norma
está en armonía con el siguiente principio expuesto por el apóstol Pablo: “Toda mujer que ora o
profetiza con la cabeza descubierta avergüenza su cabeza”. ¿Por qué? Porque “la cabeza de la
mujer es el varón” (1 Cor. 11:3-10). En efecto, la mujer que lleva una prenda modesta y adecuada
sobre la cabeza en esas situaciones muestra que se somete a la autoridad teocrática establecida
en la congregación cristiana (1 Tim. 2:11, 12).
¿Es aplicable este principio a los casos en los que una hermana interpreta un discurso que está
pronunciando un hermano en otro idioma? Pues bien, como la hermana solo transmite lo que dice
el orador, no es ella la que está enseñando. Esto resulta obvio en el caso de los idiomas hablados,
pues el auditorio puede concentrarse en el orador y a la vez escuchar a la intérprete. Por ello, las
hermanas que interpretan no se convierten en el centro de atención. De hecho, a veces tienen la
opción de situarse mirando al conferenciante en vez de al auditorio o incluso de permanecer
sentadas. En vista de todo lo anterior, no sería necesario que se cubrieran la cabeza. Ahora bien,
la interpretación en lenguaje de señas es muy distinta.
En el caso del lenguaje de señas, los avances tecnológicos han hecho que el intérprete se
convierta a menudo en el centro de atención, pues su imagen suele aparecer en una pantalla
grande, mientras que al orador tal vez ni siquiera se le vea. Por lo tanto, parece necesario que las
hermanas que interpretan en lenguaje de señas se cubran la cabeza, indicando así que reconocen
el papel secundario que desempeñan.
¿Qué efecto debe tener este ajuste en la interpretación en lenguaje de señas de asignaciones
de la Escuela del Ministerio Teocrático, de demostraciones y de comentarios ofrecidos durante el
Estudio Bíblico de la Congregación, la Reunión de Servicio o el Estudio de La Atalaya? ¿También
debería cubrirse una cristiana que sirve de intérprete en tales ocasiones? Hay algunas
circunstancias en las que no sería necesario, pues todos los presentes podrán darse cuenta de
que ella no está dirigiendo la reunión. Ese sería el caso, por ejemplo, cuando interpretara
comentarios del auditorio, asignaciones de hermanas o demostraciones. No obstante, sí deberá
cubrirse cuando sirva de intérprete a hermanos que pronuncien discursos en esas reuniones o
dirijan el Estudio de La Atalaya o el Estudio Bíblico de la Congregación, o cuando interprete
cánticos. Es posible que en el transcurso de la reunión tenga que servir de intérprete a hermanos,
hermanas, niños y superintendentes. En vista de este hecho, tal vez le resulte práctico llevar la
cabeza cubierta durante toda la reunión.
[Nota]
Para un examen detallado de este tema, véanse las páginas 209 a 212 del libro “Manténganse en
el amor de Dios”.

PAG. 51 w 09 15/11 PAG. 13


En el caso del lenguaje de señas, los avances tecnológicos han hecho que el intérprete se
convierta a menudo en el centro de atención, pues su imagen suele aparecer en una pantalla
grande, mientras que al orador tal vez ni siquiera se le vea. Por lo tanto, parece necesario que las
hermanas que interpretan en lenguaje de señas se cubran la cabeza, indicando así que reconocen
el papel secundario que desempeñan.
¿Qué efecto debe tener este ajuste en la interpretación en lenguaje de señas de asignaciones
de la Escuela del Ministerio Teocrático, de demostraciones y de comentarios ofrecidos durante el
Estudio Bíblico de la Congregación, la Reunión de Servicio o el Estudio de La Atalaya? ¿También
debería cubrirse una cristiana que sirve de intérprete en tales ocasiones? Hay algunas
circunstancias en las que no sería necesario, pues todos los presentes podrán darse cuenta de
que ella no está dirigiendo la reunión. Ese sería el caso, por ejemplo, cuando interpretara
comentarios del auditorio, asignaciones de hermanas o demostraciones. No obstante, sí deberá
cubrirse cuando sirva de intérprete a hermanos que pronuncien discursos en esas reuniones o
dirijan el Estudio de La Atalaya o el Estudio Bíblico de la Congregación, o cuando interprete
cánticos. Es posible que en el transcurso de la reunión tenga que servir de intérprete a hermanos,
hermanas, niños y superintendentes. En vista de este hecho, tal vez le resulte práctico llevar la
cabeza cubierta durante toda la reunión.

PAG. 51 w 02 15/7 PAG. 27 PARR. 3; lv PAG. 210 PARR. 2


Aunque la enseñanza dentro de la congregación deben realizarla exclusivamente varones
bautizados, hombres y mujeres tienen el deber de predicar y enseñar fuera de la congregación
(Mateo 24:14; 28:19, 20). Así pues, cuando la cristiana hable con no creyentes en presencia de un
testigo de Jehová varón, no tiene por qué cubrirse.
lv PAG. 210 PARR. 2

No obstante, la cristiana no tiene que llevar cubierta la cabeza para otras muchas facetas de la
adoración. Por ejemplo, para comentar en las reuniones, predicar de casa en casa (aunque vaya
con su esposo u otro varón bautizado) y orar o estudiar con sus hijos no bautizados. Ahora bien,
¿qué puede hacer si le surgen dudas en un caso específico? En primer lugar, analizar el asunto
con más detenimiento. Pero si la duda persiste, y se lo dicta la conciencia, no hay nada de malo en
que se cubra.

PAG. 51 w 02 15/7 PAG. 27 PARR. 4; lv PAG. 210 PARR. 1


No obstante, la situación cambia cuando se dirige un curso bíblico en un hogar y está presente un
varón dedicado y bautizado. En este caso, como se trata de una sesión programada de
enseñanza, la persona que imparte el curso de hecho lo preside, de modo que, en tales
circunstancias, este se convierte en una extensión de la congregación. Si una Testigo bautizada
dirigiera un estudio en presencia de un Testigo varón bautizado, debería cubrirse. No obstante, el
hermano dedicado tendría que ofrecer la oración. Una hermana no oraría delante de un varón
dedicado a menos que hubiera algún motivo excepcional, como que él hubiera perdido la facultad
del habla.

lv PAG. 210 PARR. 1

Los ámbitos. El apóstol alude a dos ámbitos: la familia y la congregación. Él escribe: “La cabeza de
la mujer es el varón; [...] toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta avergüenza su
cabeza” (versículos 3, 5). En la familia, Jehová ha nombrado al esposo cabeza de la mujer. Por
eso, ¿qué sucede si ella asume funciones que Jehová reserva para el cabeza? Que, a menos que
demuestre el debido reconocimiento a la autoridad de su esposo, lo avergonzará. Veamos varios
ejemplos. Una cristiana está con su esposo presente y tiene que dar lecciones bíblicas a alguien.
Por respeto a la autoridad del marido, debe cubrirse. Y da igual que él esté o no bautizado, pues es
cabeza de la familia. ¿Y si una cristiana tiene que orar o enseñar en presencia de un hijo menor
bautizado? Aunque él no es cabeza de la familia, la madre también se cubrirá. ¿Por qué? Porque
respeta la autoridad que han recibido los varones bautizados de la congregación.

PAG. 52 w 77 15/7 PAG. 446


¿POR QUÉ CUBIERTA O DESCUBIERTA?
Tocante a comprender lo que el apóstol Pablo escribió acerca de cubrirse la cabeza y orar,
considere el versículo anterior: “Quiero que sepan que la cabeza de todo varón es el Cristo; a su
vez la cabeza de la mujer es el varón; a su vez la cabeza del Cristo es Dios.” (1 Cor. 11:3) Sí,
Pablo estaba considerando el principio divino de jefatura o dirección por un cabeza, y en particular
su aplicación en la adoración pública.
Como explicó el apóstol, el Creador le asignó al hombre, a quien creó primero, posición de
cabeza y autoridad sobre su esposa, quien fue hecha de la costilla del hombre. Tocante a la
posición de cabeza, el hombre era “imagen y gloria de Dios” pues a él no se le asignó otra cabeza
en la Tierra. Sin embargo, su esposa e hijos sí tienen un cabeza terrestre a quien están en sujeción
relativa.—1 Cor. 11:7-10; Efe. 5:22-24; 6:1.
El principio de la jefatura también aplica en las actividades de congregación. Pablo escribió que
las mujeres deben respetar y esforzarse por cooperar con los hombres que tienen que efectuar la
enseñanza y el orar. (1 Cor. 14:33-35; compare con 1 Timoteo 2:11, 12.) Por lo tanto, en la
mayoría de los casos, una mujer allá en el primer siglo E.C. no predicaba ni oraba en la
congregación.
¿Por qué, entonces, consideró Pablo el cubrirse la cabeza? ¿Cuándo era apropiado y cuándo
inapropiado eso? ¿Y cómo aplica eso hoy día?
Pablo escribió que la mujer al orar debería cubrirse la cabeza —fuera con un sombrero, bufanda
o velo para la cabeza— como “señal de autoridad.” (1 Cor. 11:10) Aquello sería evidencia de que
ella reconocía el principio de jefatura. Pero ¿cuándo tendría que cubrirse la cabeza? Considere
estas tres situaciones:
En el día de Pablo el espíritu santo de Jehová dio dones milagrosos a algunos cristianos, como
la aptitud para profetizar o hablar en lenguas. Por ejemplo, en una reunión del primer siglo pudiera
ser que el espíritu impeliera a una cristiana a profetizar. (1 Cor. 12:4-11; Hech. 21:8, 9) O, pudiera
haberse dado el caso de que solo mujeres asistieran a una reunión de congregación. Puesto que
no habría ningún varón bautizado que llevara la delantera en orar o en enseñar, una cristiana
tendría que hacerlo. Por otra parte, pudiera haber la posibilidad de que una esposa cristiana
tuviese un esposo incrédulo y en ciertas ocasiones se esperara que orara o enseñara la Biblia en
presencia de él. En cualquiera de estas situaciones la mujer tendría cubierta la cabeza, como
“señal de autoridad,” manifestando así que reconocía el principio de jefatura.

PAG. 52 ia PAG. 80 PARR. 16


^ ***ia pag. 80 Una mujer sensata***

16 .Indica esto que Abigail no respetaba la autoridad de su esposo como cabeza de familia? De
ninguna manera. Recordemos que la vida de muchos hombres inocentes esta en juego porque
Nabal trato con falta de respeto al hombre que Dios habia elegido para ser rey. Si ella se quedara
de brazos cruzados, .no estaria compartiendo hasta cierto grado la culpa de Nabal? Abigail
reconoce que, ahora mas que nunca, le debe obediencia y lealtad a Dios antes que a su esposo.

PAG. 52 g 7/10 PAGS. 28,29


El punto de vista bíblico
¿Está bien que haya ministras religiosas?

“ME INDIGNA que en la Iglesia nada haya cambiado para nosotras; es increíble que una mujer
todavía no pueda ser sacerdote”, escribió una católica al diario USA Today. Como ella, muchas
personas piensan que no hay nada malo en ordenar ministras. De hecho, en algunas religiones ya
hay mujeres sacerdotes, así como obispas, pastoras y rabinas.
Las religiones que están a ambos lados de la controversia —las que no creen que las mujeres
deban ser ministras y las que les permiten predicar desde el púlpito— afirman basarse en las
Escrituras. Sin embargo, la Biblia no apoya ninguna de estas posturas. Entonces, ¿qué es lo que
enseña? Para saber la respuesta, primero hay que entender el uso bíblico de la palabra ministro.
Ministras del primer siglo
¿En qué piensa cuando escucha la palabra ministro? A muchos les viene a la mente la imagen
de un líder religioso —hombre o mujer— que encabeza el culto en una iglesia. Pero la Biblia utiliza
dicho término (en griego diákonos) en un sentido más amplio. Veamos el caso de Febe, a quien el
apóstol Pablo describió como “nuestra hermana, que es ministra [o diaconisa] de la congregación
que está en Cencreas” (Romanos 16:1).
¿Dirigiría Febe los servicios religiosos de la congregación de Cencreas? ¿En qué consistía
realmente su ministerio? En la carta a los Filipenses, Pablo dice lo siguiente de ciertas cristianas:
“Trabajaron mucho a mi lado para dar a conocer a otros la Buena Noticia”, es decir, el mensaje del
Reino (cursivas nuestras; Filipenses 4:2, 3, Nueva Traducción Viviente).
La principal manera en que los primeros cristianos daban a conocer las buenas nuevas era
predicando “públicamente y de casa en casa” (Hechos 20:20). Cualquiera que participara en esta
obra era, en efecto, un ministro, incluso si se trataba de una mujer. Pongamos por caso a Priscila.
La Biblia dice que ella y su esposo “expusieron con mayor exactitud el camino de Dios” a un
hombre devoto que aún no se había bautizado como cristiano (Hechos 18:25, 26). Sin duda, Febe
y Priscila, así como muchas otras mujeres, eran ministras eficaces de las buenas nuevas.
Una tarea digna
¿Era el ministerio público y de casa en casa algo de poca importancia? ¿Sería una tarea
secundaria que se les dejaba a las mujeres, mientras que a los hombres se les concedía el
privilegio de dirigir la congregación? Para nada. En primer lugar, la Biblia señala que todos los
cristianos predicaban las buenas nuevas, incluso los hombres con responsabilidades de peso
(Lucas 9:1, 2). Y en segundo lugar, el ministerio público era —al igual que hoy— el principal medio
por el que hombres y mujeres cumplían el siguiente mandato de Jesús: “Hagan discípulos de gente
de todas las naciones, [...] enseñándoles” (Mateo 28:19, 20).
Además, hay cristianas a quienes se les ha encomendado otra importante labor. Pablo escribió:
“Que las mujeres de edad sean [...] maestras de lo que es bueno; para que hagan recobrar el juicio
a las mujeres jóvenes para que estas amen a sus esposos, amen a sus hijos” (Tito 2:3, 4). Así que
las mujeres con mayor experiencia en la congregación tienen el privilegio de ayudar a las más
jóvenes a adquirir madurez. Esta también es una tarea digna y muy valiosa.
La enseñanza en la congregación
No obstante, en la Biblia no hallaremos ninguna indicación de que las mujeres puedan enseñar
frente a la congregación. Es más, el apóstol Pablo dio la siguiente instrucción: “No se debe permitir
que las mujeres hablen en las reuniones”. ¿Por qué razón? Entre otras cosas, para que todo se
hiciera “de manera correcta y ordenada” (1 Corintios 14:34, 40, Nuevo Testamento en Lenguaje
Sencillo, 2000). A fin de que los asuntos de la congregación fluyan sin complicaciones, Dios ha
encargado a un grupo compuesto por varones la tarea de enseñar. Ahora bien, para formar parte
de ese grupo no basta con ser hombre, hay que estar capacitado para presidir y llenar ciertos
requisitos (1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9).
Está claro que el papel que Dios ha dado a la mujer no es degradante. Como hemos visto,
Jehová les ha confiado una encomienda muy especial: dar testimonio acerca de él (Salmo 68:11).
Los testigos de Jehová, hombres y mujeres, son ministros que han ayudado a millones de
personas a alcanzar el arrepentimiento y tener la oportunidad de ser salvos (Hechos 2:21; 2 Pedro
3:9). ¿No le parece esto un logro extraordinario?
El orden que Dios ha establecido en la congregación confiere honra tanto al hombre como a la
mujer y promueve la paz. Así pues, tal como los ojos y los oídos se complementan en sus
funciones para que un peatón cruce una calle transitada, los hombres y las mujeres cristianos
cumplen con la voluntad divina según las funciones que les corresponden. Dios, en consecuencia,
bendice con paz a la congregación (1 Corintios 14:33; Filipenses 4:9).
[Notas]
Cabe señalar que la autoridad en la congregación tiene límites. Quienes ocupan puestos de
responsabilidad deben mantenerse sujetos a Cristo y obrar en conformidad con los principios
bíblicos (1 Corintios 11:3). Además, es imprescindible que “estén en sujeción los unos a los
otros”, sean humildes y estén dispuestos a cooperar (Efesios 5:21).
Además, cuando las cristianas respetan el papel que Dios ha otorgado a los hombres en la
congregación, les dan un buen ejemplo a los ángeles (1 Corintios 11:10).
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Sección de preguntas

▪ ¿Qué información debe tratarse en las reuniones para el servicio del campo?
El propósito de tales reuniones es ayudarnos a centrarnos en la actividad que realizaremos a
continuación: el ministerio. Por lo tanto, el conductor tiene que prepararse bien e impartir
información animadora, específica y práctica. Se puede leer y analizar de manera breve el texto del
día si trata directamente de la predicación. Sin embargo, debería hacerse más hincapié en la obra
que se está por llevar a cabo y así ayudar a los hermanos a ir mejor preparados al ministerio
(2 Tim. 4:5).
También es adecuado examinar algunos puntos pertinentes de Nuestro Ministerio del Reino a
fin de que todos sepan cuál es la publicación que se ofrecerá y cómo hacerlo. Si es un día de
revistas, se puede demostrar una presentación tomada de “Cómo presentar las revistas”. Si se está
ofreciendo otra publicación, se pueden señalar una o dos introducciones del libro Razonamiento
que sean apropiadas para el territorio local. Se podría analizar o demostrar algún aspecto del
ministerio; por ejemplo, cómo utilizar la Biblia en la predicación, contestar una objeción, ofrecer un
estudio bíblico o cultivar el interés.
La reunión ha de durar de diez a quince minutos como máximo, lo que incluye la organización
de los grupos, la asignación del territorio y la oración. Antes de irse, todos tienen que saber adónde
van y con quién predicarán, y luego se dirigirán al territorio sin demora. Como la reunión es breve,
hay que llegar a tiempo. Debe ser más breve aún si tiene lugar después de una reunión de
congregación, como el Estudio de La Atalaya, en cuyo caso no hay necesidad de leer y comentar
el texto diario, puesto que ya se ha analizado un tema bíblico.
Se designará con antelación a los hermanos bautizados cualificados que dirigirán cada reunión
para el servicio del campo. Si hay un día específico en que a ninguno le es posible hacerlo, los
ancianos nombrarán a las hermanas bautizadas que se encargarán de ello cuando surja la
necesidad. Sentada y con la cabeza cubierta, la hermana analizará con comentarios breves el
texto diario u otros puntos relativos a la predicación.
Las reuniones para el servicio del campo son excelentes ocasiones de animarnos y equiparnos
para el ministerio. Cuanto mejor se prepare el conductor, más se beneficiarán todos.

MARTES
LECCION 6(b)
REPASO DE LA ESCUELA DEL SERVICIO DE PRECURSOR
DIA 2

MIERCOLES
LECCION 7(a)
COMO SACAR PROVECHO DE LAS DIRECTRICES Y LOS CONSEJOS

PAG. 56 w 99 1/6 PAGS. 9-14


“Dádivas en hombres” que cuidan de las ovejas de Jehová
“Cuando ascendió a lo alto se llevó cautivos; dio dádivas en hombres.” (EFESIOS
4:8.)

“GRACIAS por preocuparse tanto por nosotros. Sus sonrisas, su afecto y su interés son
auténticos. Siempre están allí para escucharnos con atención y compartir con nosotros palabras de
la Biblia que nos elevan el ánimo. Pido a Dios que yo nunca dé por sentada su ayuda.” Estas
fueron las palabras que escribió una hermana cristiana a los ancianos de su congregación. Es
evidente que el amor de estos pastores cristianos la había conmovido (1 Pedro 5:2, 3).
2
Los ancianos son una provisión de Jehová para cuidar de Sus ovejas (Lucas 12:32; Juan
10:16). Jehová ama a sus ovejas, las ama tanto que las compró con la sangre preciosa de Jesús.
No es de extrañar, entonces, que a Jehová le complazca que los ancianos traten con ternura a Su
rebaño (Hechos 20:28, 29). Veamos cómo se describe proféticamente a estos ancianos o
“príncipes”: “Cada uno tiene que resultar ser como escondite contra el viento y escondrijo contra la
tempestad de lluvia, como corrientes de agua en país árido, como la sombra de un peñasco
pesado en una tierra agotada” (Isaías 32:1, 2). Sí, tienen que proteger, refrescar y consolar a Sus
ovejas. Los ancianos que pastorean el rebaño con compasión procuran hacer lo que Dios espera
de ellos.
3
La Biblia se refiere a estos ancianos como “dádivas en hombres” (Efesios 4:8). Cuando
pensamos en una dádiva, pensamos en algo que se da para satisfacer una necesidad o para hacer
feliz a quien la recibe. Se puede considerar que el anciano es una dádiva cuando emplea sus
aptitudes para ayudar al rebaño y contribuir a su felicidad. ¿Cómo puede lograrlo? La respuesta,
recogida en las palabras de Pablo de Efesios 4:7-16, magnifica el interés amoroso de Jehová por
sus ovejas.
¿De dónde proceden las “dádivas en hombres”?
4
Cuando Pablo utilizó la expresión “dádivas en hombres”, citaba del rey David, que había dicho
de Jehová: “Has ascendido a lo alto; te has llevado cautivos; has tomado dones en la forma de
hombres” (Salmo 68:18). Cuando los israelitas llevaban ya años en la Tierra Prometida, Jehová
‘ascendió’ de manera figurativa al monte Sión e hizo de Jerusalén la capital del reino de Israel, y de
David, su rey. Pero ¿quiénes eran los “dones en la forma de hombres”? Fueron los hombres
tomados cautivos durante la conquista de la tierra. Algunos de estos se pusieron más tarde a
disposición de los levitas para ayudarles en los trabajos del tabernáculo (Esdras 8:20).
5
En su carta a los Efesios, Pablo indica que las palabras del salmista tienen un cumplimiento
mayor en la congregación cristiana. Pablo parafrasea Salmo 68:18 y escribe: “A cada uno de
nosotros se le dio bondad inmerecida según la manera como el Cristo dio por medida la dádiva
gratuita. Por lo cual él dice: ‘Cuando ascendió a lo alto se llevó cautivos; dio dádivas en hombres’”
(Efesios 4:7, 8). En este pasaje Pablo aplica el salmo a Jesús como representante de Dios. Jesús
‘venció al mundo’ con su fiel proceder (Juan 16:33). También triunfó sobre la muerte y sobre
Satanás cuando fue resucitado por Dios de entre los muertos (Hechos 2:24; Hebreos 2:14). En el
año 33, Jesús resucitó y luego ascendió “muy por encima de todos los cielos”, es decir, por encima
de toda otra criatura celestial (Efesios 4:9, 10; Filipenses 2:9-11). Como vencedor, Jesús tomó
“cautivos” de las fuerzas enemigas. ¿De qué manera?
6
Cuando estuvo en la Tierra, Jesús demostró su poder sobre Satanás al liberar a los que
estaban esclavizados a los demonios. Fue como si invadiera la casa de este, lo atara y le
arrebatara sus bienes (Mateo 12:22-29). ¡Imagínese cuánto podía saquear Jesús ahora que había
sido resucitado y había recibido ‘toda autoridad en el cielo y en la Tierra’! (Mateo 28:18.) A partir
del Pentecostés del año 33, Jesús ya ascendido al cielo, estuvo en condición de despojar la casa
de Satanás como representante de Dios, ‘llevándose cautivos’ a hombres que habían estado por
mucho tiempo esclavizados al pecado y a la muerte, y bajo el control de Satanás. Estos “cautivos”
se convirtieron por voluntad propia en “esclavos de Cristo, haciendo de toda alma la voluntad de
Dios” (Efesios 6:6). Es como si Jesús los hubiera liberado del control de Satanás y, en nombre de
Jehová, los hubiese entregado a la congregación como “dádivas en hombres”. Es fácil imaginar la
ira y el sentimiento de impotencia de Satanás al ver cómo le eran arrebatados en sus propias
narices.
7
¿Encontramos en la congregación actual tales “dádivas en hombres”? Por supuesto. Los
hallamos sirviendo de ancianos, laborando arduamente como ‘evangelizadores, pastores y
maestros’ en las más de ochenta y siete mil congregaciones del pueblo de Dios por toda la Tierra
(Efesios 4:11). A Satanás le encantaría que estos maltrataran al rebaño. Pero Dios no los ha dado
mediante Cristo con este propósito, sino para el bienestar de la congregación, y tienen que rendirle
cuentas por las ovejas que les ha confiado (Hebreos 13:17). Si somos ancianos, Jehová nos ha
dado la maravillosa oportunidad de demostrar que somos dádivas o bendiciones para nuestros
hermanos. Lo seremos si cumplimos cuatro importantes responsabilidades.
Cuando hay necesidad de ‘reajustar’
8
En primer lugar, a las “dádivas en hombres” se las ha provisto “con miras al reajuste de los
santos”, dice Pablo (Efesios 4:12). El sustantivo griego que se traduce por “reajuste” se refiere a la
acción de “poner en debida alineación”. Como seres humanos imperfectos, todos necesitamos que
se nos reajuste de vez en cuando, es decir, que se ponga nuestro modo de pensar, nuestras
actitudes o nuestra conducta “en debida alineación” con el modo de pensar y la voluntad de Dios.
Jehová ha provisto amorosamente las “dádivas en hombres” para ayudarnos a efectuar los
cambios necesarios. ¿Cómo lo hacen?
9
A veces se pide a un anciano que ayude a una oveja que se ha desviado, que quizá ha ‘dado
un paso en falso antes de darse cuenta de ello’. ¿Cómo puede ayudar el anciano? “[Tratando] de
reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad”, dice Gálatas 6:1. Por lo tanto, el anciano
no regaña ni utiliza palabras severas cuando aconseja al que ha errado. El consejo debe animar,
no ‘aterrorizar’, al que lo recibe (2 Corintios 10:9; compárese con Job 33:7). Es posible que la
persona ya se sienta avergonzada, de modo que el pastor amoroso procura no aplastar su espíritu.
Cuando es evidente que el consejo, e incluso la censura firme, están motivados por el amor y se
dan con amor, probablemente reajusten el modo de pensar o la conducta del que ha errado, y
logren restaurarlo (2 Timoteo 4:2).
10
Jehová ha provisto las “dádivas en hombres” que nos reajustan con el propósito de que sean
refrescantes espiritualmente y dignas de que Su pueblo las imite (1 Corintios 16:17, 18; Filipenses
3:17). Reajustar a los hermanos no solo implica corregir a los que adoptan un mal proceder, sino
también ayudar a los fieles a seguir en el buen camino. Con tantos problemas que causan
desánimo, muchos necesitan estímulo para seguir adelante. Es posible que algunos requieran
ayuda tierna para alinear su modo de pensar con el de Dios. Por ejemplo, algunos cristianos fieles
luchan con sentimientos de ineptitud o inutilidad. Estas “almas abatidas” quizá piensen que Jehová
nunca podrá amarlas, ni siquiera aceptar sus mejores esfuerzos por servirle (1 Tesalonicenses
5:14). Pero este modo de pensar no está de acuerdo con lo que Dios verdaderamente siente por
sus adoradores.
11
Ancianos, ¿qué pueden hacer para ayudar a estos hermanos? Compartan bondadosamente
con ellos textos bíblicos que prueban que Jehová se interesa por cada uno de sus siervos, y
recuérdenles que estos textos les son aplicables personalmente (Lucas 12:6, 7, 24). Ayúdenles a
ver que Jehová los ‘ha atraído’ para que le sirvan, de modo que tiene que considerarlos de valor
(Juan 6:44). Háganles ver que no son los únicos que se sienten así, que muchos siervos fieles de
Jehová tuvieron sentimientos similares. En una ocasión el profeta Elías se sintió tan
profundamente deprimido que quería morir (1 Reyes 19:1-4). Algunos cristianos ungidos del siglo
primero pensaban que su corazón ‘los condenaba’ (1 Juan 3:20). Consuela saber que los siervos
fieles de Dios de tiempos bíblicos tuvieron “sentimientos semejantes a los nuestros” (Santiago
5:17). También pueden repasar artículos animadores de La Atalaya y ¡Despertad! con los que
están descorazonados. Su ayuda amorosa para que estos hermanos recuperen la confianza
no pasará inadvertida al Dios que los ha dado como “dádivas en hombres” (Hebreos 6:10).
La “edificación” del rebaño
12
En segundo lugar, se ha suministrado a las “dádivas en hombres” con miras a “la edificación
del cuerpo del Cristo” (Efesios 4:12). Pablo utiliza en este pasaje una figura retórica. El término
“edificación” nos recuerda una construcción, y el ‘cuerpo de Cristo’ se refiere a personas, a los
miembros de la congregación cristiana ungida (1 Corintios 12:27; Efesios 5:23, 29, 30). Los
ancianos tienen que ayudar a sus hermanos a hacerse fuertes en sentido espiritual. Su objetivo es
‘edificar’ al rebaño, no ‘demolerlo’ (2 Corintios 10:8). La clave para edificar al rebaño es el amor,
dado que “el amor edifica” (1 Corintios 8:1).
13
Una faceta del amor que ayuda a los ancianos a edificar al rebaño es la empatía. Tener
empatía significa ponerse en el lugar de los demás, identificarse con sus pensamientos y
sentimientos, y tener en cuenta sus limitaciones (1 Pedro 3:8). ¿Por qué es importante que los
ancianos tengan empatía? Sobre todo porque Jehová, el que ha provisto las “dádivas en hombres”,
es un Dios de empatía. Cuando sus siervos sufren, se pone en su lugar (Éxodo 3:7; Isaías 63:9).
Tiene en cuenta sus limitaciones (Salmo 103:14). ¿Cómo, entonces, pueden demostrar empatía los
ancianos?
14
Cuando alguien desanimado acude a ellos, lo escuchan y toman en cuenta sus sentimientos.
Procuran comprender los antecedentes, la personalidad y las circunstancias de los hermanos. De
ese modo, cuando los ancianos dan ayuda bíblica edificante, a las ovejas se les hace fácil
aceptarla porque procede de pastores que verdaderamente las entienden y se interesan por ellas
(Proverbios 16:23). La empatía también motiva a los ancianos a tener presentes las limitaciones
ajenas y los sentimientos que estas pueden ocasionar. Por ejemplo, tal vez algunos cristianos
concienzudos se sientan culpables porque no pueden hacer más en el servicio de Dios debido a la
vejez o la mala salud. Por otra parte, es posible que otros necesiten que se les anime a mejorar su
ministerio (Hebreos 5:12; 6:1). La empatía hace que los ancianos hallen “palabras deleitables” y
edificantes (Eclesiastés 12:10). Cuando se edifica y motiva a las ovejas de Jehová, su amor a Dios
las impulsa a hacer todo lo que pueden en Su servicio.
Hombres que promueven la unidad
15
En tercer lugar, se ha proporcionado a las “dádivas en hombres” para que “todos logremos
alcanzar la unidad en la fe y en el conocimiento exacto del Hijo de Dios” (Efesios 4:13). La
expresión “unidad en la fe” no solo significa unidad de creencias, sino también de creyentes. Esta
es otra razón por la que Dios nos ha dado las “dádivas en hombres”: para promover la unidad en
Su pueblo. ¿Cómo lo logran?
16
Para empezar, deben mantener la unidad entre ellos. Si los pastores están divididos, es
posible que descuiden a las ovejas. Quizá dediquen innecesariamente tiempo valioso, que podrían
emplear en pastorear al rebaño, a largas reuniones y debates sobre asuntos de importancia
secundaria (1 Timoteo 2:8). Los ancianos tal vez no concuerden automáticamente en todos los
asuntos que tratan, pues pueden ser hombres con personalidades muy diferentes. La unidad
no significa que no puedan tener opiniones distintas o incluso expresarlas de manera equilibrada
durante una conversación imparcial. Estos mantienen la unidad escuchándose con respeto unos a
otros sin prejuicios. Y mientras no se viole ningún principio bíblico, todos deben ser flexibles y
apoyar la decisión final del cuerpo de ancianos. Su flexibilidad demuestra que están dirigidos por la
“sabiduría de arriba”, que es “pacífica, razonable” (Santiago 3:17, 18).
17
Los ancianos también se esfuerzan por promover la unidad en la congregación. Cuando las
influencias divisivas, como el chisme, la tendencia a imputar malos motivos o las actitudes
contenciosas amenazan la paz, ofrecen con presteza consejo útil (Filipenses 2:2, 3). Por ejemplo,
tal vez los ancianos vean que algunos hermanos son demasiado críticos o entremetidos en los
asuntos ajenos (1 Timoteo 5:13; 1 Pedro 4:15). Los ancianos intentan ayudar a estos a reconocer
que su proceder es contrario a lo que Dios nos ha enseñado y que cada uno debe “[llevar] su
propia carga” (Gálatas 6:5, 7; 1 Tesalonicenses 4:9-12). Les explican con las Escrituras que
Jehová deja muchas cosas a la conciencia individual, y nadie debe juzgar a otros por estos
asuntos (Mateo 7:1, 2; Santiago 4:10-12). Para servir juntos en unidad debe existir un ambiente de
confianza y respeto en la congregación. Estas “dádivas en hombres” nos ayudan a mantener la paz
y la unidad ofreciendo consejo bíblico cuando es necesario (Romanos 14:19).
Protección del rebaño
18
En cuarto lugar, Jehová suministra a las “dádivas en hombres” para protegernos contra la
influencia de “todo viento de enseñanza por medio de las tretas de los hombres, por medio de
astucia en tramar el error” (Efesios 4:14). La palabra original que se traduce por “tretas” significa
“juego engañoso de dados” o “habilidad para manipular los dados”. ¿No nos recuerda eso la
astucia con la que actúan los apóstatas? Mediante hábiles argumentos manipulan las Escrituras
para desviar de la fe a los verdaderos cristianos. Los ancianos deben tener cuidado con esos
“lobos opresivos” (Hechos 20:29, 30).
19
Las ovejas de Jehová necesitan además protección de otros peligros. En tiempos antiguos, el
pastor David también protegió de los depredadores a los rebaños de su padre (1 Samuel 17:34-
36). Hoy pueden surgir, asimismo, ocasiones en las que los pastores cristianos necesiten valor
para proteger al rebaño de todo aquel que pueda maltratar u oprimir a las ovejas de Jehová,
particularmente a las más vulnerables. Los ancianos deben echar con prontitud de la congregación
a los pecadores voluntarios que deliberadamente se valgan de tretas, engaño e intrigas para
perpetrar la maldad (1 Corintios 5:9-13; compárese con Salmo 101:7).
20
¡Cuánto agradecemos estas “dádivas en hombres”! Podemos sentirnos seguros gracias a su
cuidado amoroso, pues nos reajustan con ternura, nos edifican con amor, mantienen la unidad de
buena gana y nos protegen con valor. Pero ¿cómo deben ver su papel en la congregación estas
“dádivas en hombres”? Y ¿cómo podemos demostrar que las valoramos? Estas preguntas se
contestarán en el próximo artículo.
[Notas]
Este mismo verbo que se traduce por “reajustar” se utilizó en la Septuaginta griega en Salmo
17[16]:5, donde el fiel David pidió en oración que sus pasos se asieran de los senderos de
Jehová.
Por ejemplo, véase “Preguntas de los lectores” de La Atalaya del 15 de febrero de 1980,
págs. 29, 30, y “Aborrezcamos lo que es inicuo”, del número del 1 de enero de 1997, págs. 26-
29.

PAG. 56 w 13 15/7 PAG. 16 PARRS. 7,8


7
¿Qué papel cumplirían los apóstoles? A medida que se acercaba el Pentecostés del año 33,
se hizo evidente que ocuparían un “puesto de superintendencia” (Hech. 1:20). Sin embargo, ¿cuál
sería su principal interés? Jesús, ya resucitado, lo dio a entender en una conversación con el
apóstol Pedro (lea Juan 21:1, 2, 15-17). En presencia de otros apóstoles le dijo: “Apacienta mis
ovejitas”. Así indicó que sus apóstoles estarían entre los pocos mediante quienes él alimentaría
espiritualmente a los muchos. ¡Qué prueba tan conmovedora del cariño que siente Jesús por sus
“ovejitas”!
SE ALIMENTA A LOS MUCHOS DESDE EL PENTECOSTÉS EN ADELANTE
8
A partir del Pentecostés del año 33, Cristo resucitado utilizó a sus apóstoles como conducto
para alimentar al resto de sus discípulos ungidos (lea Hechos 2:41, 42). Los judíos y prosélitos
que ese día llegaron a ser cristianos ungidos por espíritu reconocieron ese conducto con total
claridad. Plenamente convencidos, “continuaron dedicándose a la enseñanza de los apóstoles”.
Según cierto erudito, el verbo griego que se traduce “continuaron dedicándose” denota “una
permanencia persistente y absoluta, una adhesión total de un grupo orientado hacia un fin común”.
Los nuevos creyentes tenían hambre de alimento espiritual y sabían exactamente dónde obtenerlo.
Con completa lealtad, escuchaban a los apóstoles mientras estos explicaban lo que Jesús había
dicho y hecho y esclarecían el significado de pasajes de las Escrituras relacionados con él (Hech.
2:22-36).
PAG. 57 W 13 15/7 PAGS. 18,19 PARRS. 13,14 Y NOTA FINAL
MUCHA MALA HIERBA Y POCO TRIGO
13
Jesús predijo que la congregación cristiana sería blanco de ataques. Recuerde que, en una
ilustración profética, advirtió que en un campo recién sembrado de trigo (los cristianos ungidos) se
sembraría después mala hierba (los cristianos falsos). Entonces indicó que se dejaría que ambos
grupos crecieran juntos hasta la siega, la cual vendría en “una conclusión de un sistema de cosas”
(Mat. 13:24-30, 36-43). No tuvo que pasar mucho tiempo para que sus palabras se cumplieran.
14
En el siglo primero hubo algunos brotes de apostasía, pero los fieles apóstoles de Jesús
actuaron de “restricción” y mantuvieron a raya la contaminación e influencia de las doctrinas falsas
(2 Tes. 2:3, 6, 7). Sin embargo, cuando murió el último de los apóstoles la apostasía echó raíces y
se propagó durante un período de crecimiento que abarcó muchos siglos. En ese tiempo, la mala
hierba se hizo mucha pero el trigo fue escaso. No existía ningún conducto organizado que
proporcionara alimento espiritual de manera constante. Llegaría el momento en que eso cambiaría.
Pero ¿cuándo?
NOTA FINAL. Párrafo 13: Las palabras del apóstol Pablo que se hallan en Hechos 20:29, 30
muestran que la congregación sería atacada desde dos ángulos. En primer lugar, cristianos falsos
(“mala hierba”) “entrar[ían]” entre los verdaderos. Y en segundo lugar, algunos “de entre” los
cristianos verdaderos se harían apóstatas y hablarían “cosas aviesas”, o torcidas.

PAG. 57 W 13 15/7 PAGS. 21-23


¿CUÁNDO SE CUMPLE LA ILUSTRACIÓN?
4
El contexto muestra que la ilustración del esclavo fiel y discreto no empezó a cumplirse en el
Pentecostés del año 33, sino en este tiempo del fin. Veamos cómo nos llevan las Escrituras a esa
conclusión.
5
Esta parábola forma parte de la profecía de Jesús sobre “la señal de [su] presencia y de la
conclusión del sistema de cosas” (Mat. 24:3). La primera sección de la profecía, registrada en
Mateo 24:4-22, tiene dos cumplimientos. El primero tuvo lugar en los años que transcurrieron
desde el 33 hasta el 70, y el segundo —mucho más abarcador— lo estamos viendo en nuestros
días. ¿Significa esto que la parábola de Jesús sobre el esclavo fiel también tendría dos
cumplimientos? En realidad, no.
6
A partir de las palabras que leemos en Mateo 24:29, Jesús se refirió principalmente a sucesos
que ocurrirían en nuestros días (lea Mateo 24:30, 42, 44). Hablando de la gran tribulación, dijo que
los habitantes de la Tierra “verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo”. Luego
exhortó a quienes vivieran en los últimos días a mantenerse alerta con estas palabras: “No saben
en qué día viene su Señor [...], porque a una hora que no piensan que es, viene el Hijo del
hombre”. En este contexto —al hablar de sucesos que ocurrirían en los últimos días—, Jesús relató
la parábola del esclavo fiel. Así pues, podemos concluir que sus palabras sobre ese esclavo fiel
solo empezaron a cumplirse después de 1914, cuando comenzaron los últimos días. ¿Por qué es
lógica esta conclusión?
7
Piense en la pregunta que planteó Jesús: “¿Quién es, verdaderamente, el esclavo fiel y
discreto[?]”. En el siglo primero no tenía sentido hacerla. Como vimos en el artículo anterior, los
apóstoles realizaban milagros y hasta transmitían dones milagrosos, así que estaba claro que eran
ellos los que tenían el apoyo divino (Hech. 5:12). Por eso, ¿por qué iba alguien a preguntar quién
había sido nombrado por Jesús para dirigir a sus ovejas? Sin embargo, en 1914 la situación era
muy distinta. La temporada de la cosecha había empezado ese año. Por fin era hora de separar la
mala hierba del trigo (Mat. 13:36-43). Pero al empezar la temporada de la cosecha, había muchos
cristianos falsos que afirmaban ser los verdaderos seguidores de Jesús. Así que surgió esta
cuestión fundamental: ¿cómo podría reconocerse el trigo, es decir, los cristianos ungidos?
La ilustración de Jesús dio una clave. Los cristianos ungidos serían aquellos que estuvieran bien
alimentados espiritualmente.
¿QUIÉN ES EL ESCLAVO FIEL Y DISCRETO?
8
El esclavo fiel debe estar compuesto por cristianos ungidos que vivan en la Tierra. A ellos se
les llama “un sacerdocio real”, y se les ha encomendado que “‘declaren en público las excelencias’
de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa” (1 Ped. 2:9). Por esta razón resulta
apropiado que miembros de ese “sacerdocio real” participen directamente en enseñar la verdad a
sus hermanos en la fe (Mal. 2:7; Rev. 12:17).
9
¿Componen el esclavo fiel todos los ungidos que viven en la Tierra? No, la realidad es que
no todos los ungidos participan en proveer alimento espiritual a sus compañeros de creencia de
todo el mundo. Es cierto que entre el trigo hay hermanos ungidos que son siervos ministeriales o
ancianos. Ellos enseñan de casa en casa y en sus congregaciones y apoyan con lealtad las
instrucciones que recibimos de la sede mundial, pero no participan en proveer alimento espiritual a
la hermandad. Además, entre los ungidos hay hermanas humildes que nunca intentarían asumir la
función de maestros de la congregación (1 Cor. 11:3; 14:34).
10
¿Quién, entonces, es el esclavo fiel y discreto? Según el patrón que Jesús fijó de alimentar a
muchos por medio de unos pocos, ese esclavo está compuesto por un pequeño grupo de
hermanos ungidos que participan directamente en preparar y proveer alimento espiritual durante la
presencia de Cristo. A lo largo de los últimos días, estos hermanos ungidos que constituyen el
esclavo fiel han estado sirviendo juntos en la sede mundial. Hoy, ese esclavo es el grupo de
cristianos ungidos que forman el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová. Ahora bien, note
que, aunque se trata de un esclavo compuesto por más de una persona, la palabra esclavo está en
singular. En armonía con este hecho, el Cuerpo Gobernante actúa como uno solo, es decir, toma
sus decisiones de manera conjunta.
¿QUIÉNES SON LOS DOMÉSTICOS?
11
Debe destacarse que, en la ilustración de Jesús, el esclavo fiel y discreto recibe dos
nombramientos distintos. En primer lugar, se le pone a cargo de los domésticos, y en segundo
lugar, de todos los bienes del amo. Puesto que la parábola se cumple exclusivamente en este
tiempo del fin, ambos nombramientos tendrían que producirse después de 1914, cuando comenzó
la presencia de Cristo como Rey.
12
¿Cuándo nombró Jesús al esclavo fiel sobre sus domésticos? Para averiguar la respuesta,
debemos retroceder al año 1914, al comienzo de la temporada de la cosecha. Como ya
aprendimos, en ese entonces había muchos grupos que afirmaban ser cristianos. ¿De entre cuál
de ellos seleccionaría y nombraría Jesús al esclavo fiel? La pregunta se respondió una vez que él y
su Padre vinieron a inspeccionar el templo —el sistema de adoración que Dios ha establecido—, lo
que tuvo lugar desde 1914 hasta principios de 1919 (Mal. 3:1). ¡Cuánto se alegraron al ver a un
pequeño grupo de leales Estudiantes de la Biblia que demostraban un profundo amor por Jehová y
su Palabra! Por supuesto, necesitaban pulirse en algunos aspectos, pero humildemente se dejaron
moldear durante un breve período de prueba y limpieza (Mal. 3:2-4). Aquellos fieles Estudiantes de
la Biblia eran auténtico trigo. En 1919, año en que experimentaron un resurgimiento espiritual,
Jesús seleccionó de entre ellos algunos hermanos ungidos capacitados para que compusieran el
esclavo fiel y discreto y los nombró sobre sus domésticos.
13
¿Quiénes, entonces, son los domésticos? Dicho sencillamente, los que son alimentados.
Al comienzo de los últimos días, todos los domésticos eran cristianos ungidos. Pero más tarde, el
grupo de los domésticos llegó a incluir a la gran muchedumbre de otras ovejas. Estas componen
ahora la inmensa mayoría del “solo rebaño” que sigue a Cristo (Juan 10:16). Tanto los ungidos
como las otras ovejas se benefician del mismo alimento espiritual que el esclavo fiel proporciona “al
tiempo apropiado”. ¿Y qué puede decirse de los miembros del Cuerpo Gobernante que hoy
componen ese esclavo fiel y discreto? Ellos también necesitan alimentarse espiritualmente, así que
con humildad reconocen que a nivel individual son domésticos como todos los demás cristianos
verdaderos.
14
Jesús puso una seria responsabilidad sobre los hombros del esclavo fiel y discreto.
En tiempos bíblicos, un esclavo de confianza, o mayordomo, tenía a su cargo a todos los siervos
de la casa de su amo (Luc. 12:42, nota). De igual modo, el esclavo fiel y discreto tiene a su cargo a
todos los siervos de Jehová. Entre sus deberes figura supervisar el uso de bienes materiales, la
obra de predicar, la preparación de asambleas y la producción de las publicaciones bíblicas que se
emplean en el ministerio, en el estudio personal y en las reuniones cristianas. Los domésticos
dependen de todos los recursos espirituales que proporciona este esclavo compuesto.

PAG. 57 W 07 1/4 PAGS. 28,29 PARRS. 10-14


Cuatro razones para cooperar de buena gana
10
En Hebreos 13:7, 17, que ya hemos citado, el apóstol Pablo da cuatro razones para obedecer
sumisamente a los superintendentes cristianos. La primera es que nos “han hablado la palabra de
Dios”. Recordemos que Jesús entrega “hombres” como “dádivas” a la congregación teniendo en
mira el “reajuste de los santos” (Efesios 4:11, 12). Él reajustó, o corrigió, la manera de pensar y
comportarse de los cristianos del siglo primero valiéndose de pastores fieles, algunos de los cuales
escribieron cartas inspiradas a las congregaciones. Mediante estos superintendentes nombrados
por espíritu, guió y edificó a los primeros cristianos (1 Corintios 16:15-18; 2 Timoteo 2:2; Tito 1:5).
11
En la actualidad, Jesús nos dirige a través del “esclavo fiel y discreto”, representado por su
Cuerpo Gobernante y los ancianos de la congregación (Mateo 24:45). Por consideración al “pastor
principal”, Jesucristo, seguimos este consejo de Pablo: “Respeten a los que trabajan duro entre
ustedes y los presiden en el Señor y los amonestan” (1 Pedro 5:4; 1 Tesalonicenses 5:12;
1 Timoteo 5:17).
12
La segunda razón para cooperar con los superintendentes cristianos es que ellos “están
velando por [nuestras] almas”. Si perciben en nosotros alguna actitud o comportamiento que ponga
en peligro nuestra espiritualidad, enseguida nos darán el consejo necesario para reajustarnos
(Gálatas 6:1). El verbo griego traducido “están velando” significa literalmente “se abstienen de
dormir”. Según un comentario bíblico, “implica la vigilancia continua del pastor”. En muchos casos,
dicha vigilancia lleva a los ancianos incluso a desvelarse literalmente, preocupados por
nuestro bienestar espiritual. En vista de que estos amorosos pastores hacen todo lo posible por
imitar el tierno cuidado de Jesucristo, el “gran pastor de las ovejas”, ¿no deberíamos colaborar de
buena gana con ellos? (Hebreos 13:20.)
13
La tercera razón para cooperar de buena gana con los superintendentes es que velan por
nosotros “como los que han de rendir cuenta”. Estos pastores recuerdan que están al servicio de
los Pastores celestiales, Jehová Dios y Jesucristo (Ezequiel 34:22-24). Jehová es el Dueño de las
ovejas, a las que “compró con la sangre del Hijo suyo”, y pedirá cuentas a los superintendentes,
quienes deben tratar a Su rebaño “con ternura” (Hechos 20:28, 29). En realidad, todos deberemos
dar cuenta a Jehová por la manera en que respondemos a la dirección divina (Romanos 14:10-12).
Al obedecer a los ancianos, también daremos prueba de que nos sometemos a Cristo, Cabeza de
la congregación (Colosenses 2:19).
14
Pablo aportó una cuarta razón para ser humildes y someternos a los superintendentes
cristianos: “Para que ellos lo hagan con gozo y no con suspiros, por cuanto esto les sería
gravemente dañoso a ustedes” (Hebreos 13:17). Dado que tienen los serios deberes de enseñar,
pastorear, encabezar la predicación, criar a sus familias y atender los problemas que surgen en la
congregación, los ancianos llevan una gran carga (2 Corintios 11:28, 29). Si nos resistiéramos a
seguir su dirección, les haríamos esa carga aún más pesada, lo que los llevaría a suspirar
abrumados. Nuestra actitud poco colaboradora desagradaría a Jehová y tal vez nos perjudicaría.
Por otro lado, cuando demostramos respeto y un espíritu de cooperación, los ancianos pueden
desempeñar sus funciones con gozo. Como consecuencia, todos estamos más unidos y
participamos con más alegría en la predicación del Reino (Romanos 15:5, 6).
PAG. 58 W 07 1/4 PAGS. 28 PARR. 12
12
La segunda razón para cooperar con los superintendentes cristianos es que ellos “están velando
por [nuestras] almas”. Si perciben en nosotros alguna actitud o comportamiento que ponga en
peligro nuestra espiritualidad, enseguida nos darán el consejo necesario para reajustarnos
(Gálatas 6:1). El verbo griego traducido “están velando” significa literalmente “se abstienen de
dormir”. Según un comentario bíblico, “implica la vigilancia continua del pastor”. En muchos casos,
dicha vigilancia lleva a los ancianos incluso a desvelarse literalmente, preocupados por
nuestro bienestar espiritual. En vista de que estos amorosos pastores hacen todo lo posible por
imitar el tierno cuidado de Jesucristo, el “gran pastor de las ovejas”, ¿no deberíamos colaborar de
buena gana con ellos? (Hebreos 13:20.)

PAG. 60 (folleto la voluntad de jehova) jl LECCION 17


Lección 14
¿Qué es el servicio misionero?

¿Estaría usted dispuesto a dejar su familia y su país para llevar las buenas nuevas al extranjero?
Miles de testigos de Jehová lo han hecho diciendo, en efecto: “¡Aquí estoy yo! Envíame a mí”
(Isaías 6:8). Así han imitado al mayor misionero que haya habido jamás: Jesucristo (Juan 7:29).
Es una manera de seguir los pasos de Jesús. Jesús fue enviado por Dios desde el cielo a la
Tierra, donde vivió entre seres humanos pecaminosos. Aunque era consciente de las injusticias
que se cometían, no pretendió reformar a la sociedad; más bien, se concentró en su misión de
“declarar las buenas nuevas del reino de Dios”, la única solución a los problemas del hombre
(Lucas 4:43). Los verdaderos misioneros cristianos siguen su ejemplo.
Es una vida de total entrega. El misionero debe ser capaz de adaptarse a un nivel de vida, una
cultura, un clima y una dieta totalmente diferentes a aquellos a los que ha estado acostumbrado.
A menudo le toca aprender un nuevo idioma para comunicarse con la población local. Quizás
tenga que utilizar medios de transporte primitivos para llegar a zonas remotas. Solo podrá hacer
tales sacrificios si ama de verdad a las personas a quienes sirve.
Exige una buena preparación. Muchos Testigos que entran en el servicio misionero toman un
curso de cinco meses en la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. El plan de estudios
refuerza su confianza en Jehová, su Palabra y su organización (Proverbios 3:5, 6). Les ayuda a
desarrollar cualidades espirituales necesarias para la vida misional y los capacita para ser mejores
maestros de la Biblia. Así están más preparados para predicar “hasta la parte más distante de la
tierra” (Hechos 1:8).
▪ ¿Qué se requiere de un misionero?
▪ ¿Qué preparación especial reciben nuestros misioneros?
[Recuadro de la página 17]
LA ESCUELA DE GALAAD HA DEJADO HUELLA
Galaad quiere decir en hebreo “montículo de piedras que sirve de testimonio”. Desde 1943, más de
ocho mil misioneros preparados en Galaad han sido enviados a levantar, por decirlo así, un
montículo de testimonio en unos doscientos países y territorios, y su labor ha sido coronada por el
éxito. Basten dos ejemplos. Cuando los primeros misioneros llegaron a Perú, no había ni una
congregación; ahora hay 1.255. Cuando llegaron a Japón, había menos de diez Testigos; hoy la
cifra sobrepasa los doscientos mil.
PAG. 60 km 8/86 PAG. 1 PARR. 4
ACTITUD MENTAL Y PREPARACIÓN APROPIADAS
4
Primero, deberíamos ‘fortificar la mente para actividad’. (1 Ped. 1:13.) Para hacer eso, es
necesario tener el punto de vista correcto tocante a la visita y hacer planes específicos a fin de
tener una participación más amplia en el ministerio. ¿Puede usted ser precursor auxiliar durante el
mes de la visita del superintendente de circuito? ¿Podría ajustar su rutina diaria para trabajar en el
servicio del campo durante la semana? ¿Podría hacer arreglos para hacer revisitas o conducir un
estudio bíblico por la tarde un día de la semana? El superintendente de circuito gustosamente le
acompañaría y hasta conduciría el estudio, si usted así lo desea.

PAG. 60 km 6/89 PAG. 3


Apoye la visita del superintendente de circuito
1
Desde el 15 de octubre de 1946, las congregaciones han estado organizadas en circuitos que
gozan de las visitas de superintendentes viajantes de tiempo completo. Ya por casi 43 años esta
provisión teocrática ha beneficiado tanto a individuos como a congregaciones. (Isa. 1:26.) Nuestro
apoyo continuo a este arreglo redundará en muchas bendiciones adicionales. (Efe. 4:7, 8, 11.)
PREPÁRESE PARA LA VISITA
2
Una vez que se anuncie la visita del superintendente de circuito, podemos comenzar a
prepararnos para esta y hacer ajustes en nuestro horario a fin de dar apoyo pleno a la actividad
especial durante esa semana. Algunos publicadores hacen planes para servir de precursores
auxiliares y así dedicar más tiempo al ministerio del campo. Otros quizás tomen uno o dos días de
vacaciones para participar en la predicación. Muchos publicadores hacen arreglos específicos para
trabajar con el superintendente viajante en algún rasgo del servicio. Nuestro apoyo de corazón al
ministerio del campo durante esa semana resultará en muchos galardones.
3
Los informes de los superintendentes viajantes indican que hay lugar para mejorar con
relación al apoyo que damos a la obra de hacer revisitas y conducir estudios bíblicos por las
tardes. ¿Podría usted programar revisitas o un estudio bíblico por la tarde durante la visita? El
superintendente de circuito gustosamente lo acompañará, y será para él un placer conducir el
estudio si usted lo desea.
AYUDA PERSONAL
4
Una de las metas principales del superintendente de circuito es proveer instrucción adicional a
cualquiera que esté procurando alcanzar mayores privilegios de servicio. (1 Tim. 3:1.) ¿Tiene
preguntas sobre sus asignaciones o responsabilidades específicas? ¿Le gustaría mejorar sus
aptitudes y su organización personal? ¿Le interesa el servicio de Betel, Galaad o la Escuela de
Entrenamiento Ministerial? ¿Le gustaría servir donde hay mayor necesidad de ayuda, sea en su
circuito o en cualquier otro lugar de los Estados Unidos? Sin importar cuáles sean sus metas
espirituales, el superintendente de circuito con gusto las considerará con usted.
5
Si el superintendente de circuito es casado, su esposa también es una sierva devota de
Jehová, y es muy probable que sea precursora y pueda apoyar plenamente los arreglos para el
servicio del campo. Gracias a su experiencia y participación regular en el ministerio en diversos
territorios, ella está capacitada en la obra de predicar, y está dispuesta a trabajar particularmente
con otras hermanas en el servicio de casa en casa y a acompañarlas a hacer revisitas y conducir
estudios bíblicos en los hogares. Esta hermana merece el mismo encomio amoroso que Pablo dio
respecto a Febe. (Rom. 16:1, 2.)
6
No queremos pasar por alto el privilegio que tenemos de mostrar hospitalidad al
superintendente viajante y a su esposa, si es casado. Muchos hermanos atesoran los recuerdos,
así como el ánimo que recibieron cuando invitaron a su hogar a estos ministros viajantes o
compartieron una comida con ellos y disfrutaron de su agradable compañerismo espiritual. (3 Juan
5-8.)
7
El pueblo de Jehová sigue beneficiándose de las visitas regulares de superintendentes
viajantes maduros. Los beneficios que recibamos personalmente de este arreglo dependerán de lo
bien que nos preparemos para la visita y del apoyo que demos a esta. Sigamos resueltos a apoyar
de lleno la próxima visita de nuestro superintendente de circuito.

MIERCOLES
LECCION 7(b)
RECHAZA EL ESPIRITU DEL MUNDO

PAG. 62 (libro manténganse en el amor de dios) lv PAG. 54 PARR. 8


8
¿Qué es el “aire”, o espíritu, del mundo? Es la fuerza invisible que influye para mal en las
personas. ¿Cómo? Incitándolas a desobedecer a Dios y promoviendo “el deseo de la carne y el
deseo de los ojos” (1 Juan 2:16; 1 Timoteo 6:9, 10). ¿Por qué tiene este espíritu “autoridad”, o
poder, sobre la humanidad? Porque apela a sus tendencias pecaminosas, es casi imperceptible,
actúa incesantemente y, como el aire, está por todas partes. ¿Y de qué manera “opera” en la
gente? Favoreciendo el desarrollo gradual de cualidades anticristianas, como el egoísmo, el
orgullo, la ambición, la actitud de independencia moral y la rebeldía. En resumen, logra que, poco a
poco, las cualidades del Diablo crezcan en el corazón del hombre (Juan 8:44; Hechos 13:10;
1 Juan 3:8, 10).

PAG. 63 lv PAG. 54 PARR. 8


8
¿Qué es el “aire”, o espíritu, del mundo? Es la fuerza invisible que influye para mal en las
personas. ¿Cómo? Incitándolas a desobedecer a Dios y promoviendo “el deseo de la carne y el
deseo de los ojos” (1 Juan 2:16; 1 Timoteo 6:9, 10). ¿Por qué tiene este espíritu “autoridad”, o
poder, sobre la humanidad? Porque apela a sus tendencias pecaminosas, es casi imperceptible,
actúa incesantemente y, como el aire, está por todas partes. ¿Y de qué manera “opera” en la
gente? Favoreciendo el desarrollo gradual de cualidades anticristianas, como el egoísmo, el
orgullo, la ambición, la actitud de independencia moral y la rebeldía. En resumen, logra que, poco a
poco, las cualidades del Diablo crezcan en el corazón del hombre (Juan 8:44; Hechos 13:10;
1 Juan 3:8, 10).

PAG. 63 W 13 15/1 PAGS. 14,15 PARRS. 11-15


LAS DIVERSIONES
11
La Biblia no nos condena al aburrimiento ni dice que divertirse sea una pérdida de tiempo.
El apóstol Pablo le escribió a Timoteo que “el entrenamiento corporal es provechoso” (1 Tim. 4:8).
Además, la Biblia afirma que hay “tiempo de reír” y “tiempo de dar saltos”, y recomienda descansar
lo suficiente (Ecl. 3:4; 4:6). Pero si no tenemos cuidado, las diversiones podrían alejarnos de
Jehová. Para que eso no nos ocurra, hay dos aspectos que debemos tener en cuenta: el tipo de
diversiones que elegimos y el tiempo que les dedicamos.
12
Comencemos analizando el tipo de diversiones. Seguro que podemos encontrar actividades
sanas. Sin embargo, hay que admitir que gran parte del entretenimiento disponible en la actualidad
promueve cosas que Dios odia, como la violencia, el ocultismo o las relaciones sexuales inmorales.
Por lo tanto, evaluemos con detenimiento el tipo de diversiones que preferimos. Preguntémonos:
“¿Cómo influyen en mí? ¿Me contagian un espíritu violento, competitivo o nacionalista?” (Prov.
3:31). “¿Me hacen gastar demasiado dinero? ¿Podrían ofender la conciencia de los demás?”
(Rom. 14:21.) “¿Con qué clase de personas me llevan a relacionarme?” (Prov. 13:20.) “¿Crean en
mí el deseo de hacer algo malo?” (Sant. 1:14, 15.)
13
Y ahora hablemos del segundo factor: el tiempo. ¿Dedicamos tanto tiempo a entretenernos
que nos queda poco para participar en las actividades espirituales, como la predicación o las
reuniones? Si es así, nuestros ratos de ocio no serán tan agradables como podrían ser. La realidad
es que quienes mantienen a raya las diversiones las disfrutan más. ¿Por qué? Porque saben que
ya han hecho “las cosas más importantes”, de modo que no se sienten culpables cuando
descansan (lea Filipenses 1:10, 11).
14
Es verdad que pasar mucho tiempo divirtiéndonos puede ser tentador, pero quizás ese
camino nos distancie de Jehová. Una hermana de 20 años llamada Kim lo aprendió por
experiencia. “Me pasaba todos los fines de semana de fiesta en fiesta: viernes, sábados y
domingos —cuenta ella—. Pero ahora sé que hay muchas cosas más importantes que hacer. Por
ejemplo, como soy precursora me levanto a las seis de la mañana para predicar, así que no puedo
estar divirtiéndome hasta la una o las dos de la madrugada. Está claro que no todas las fiestas son
malas, pero pueden ser una enorme distracción. Como en todo, en este asunto también hay que
ser equilibrados”.
15
Los padres deben atender sus necesidades y las de sus hijos en sentido material, espiritual y
emocional. Eso incluye organizar actividades recreativas. Así que si usted es padre, no sea
aguafiestas; aunque debe estar atento a las influencias que pudieran hacerles daño a los suyos,
no piense que todas las diversiones son malas (1 Cor. 5:6). Si hace buenos planes, encontrará
pasatiempos saludables para su familia. De esa manera, usted y sus hijos andarán por un camino
que los acercará más a Jehová.

PAG. 65 Rbi8 PAG. 1575


^ ***Rbi8 pag. 1575 5A “ Fornicacion.” —Toda clase de relaciones sexuales ilegitimas*** <<
5A “ Fornicacion.” —Toda clase de relaciones sexuales ilegitimas

Mt 5:32.—Gr.: πορνεία (por·néi·a); lat.: for·ni·cá·ti·o

La palabra griega por·néi·a tiene un significado amplio. Bajo la palabra por·néi·a, Bauer, p. 693,
dice que significa “prostitución, falta de castidad, fornicación, de toda clase de relaciones sexuales
ilegitimas”.

Al comentar acerca de las palabras de Jesus en Mt 5:32 y Mt 19:9, TDNT, tomo VI, p. 592, dice
que “πορνεία [por·néi·a] se refiere a relaciones sexuales extramaritales”. Por lo tanto, las Escrituras
usan el termino por·néi·a con relacion a personas casadas. El mismo diccionario, en la p. 594, con
relacion a Ef 5:3, 5, dice que Pablo “se da cuenta de que no toda persona tiene el don de la
continencia, 1 Cor. 7:7. Como proteccion contra el mal de la fornicacion, el hombre [soltero] que no
tiene [continencia] debe tomar el camino prescrito divinamente del matrimonio legitimo, 1 Cor. 7:2”.
Por consiguiente, las Escrituras usan el termino por·néi·a tambien con relacion a personas
no casadas que participan en relaciones y practicas sexuales ilegitimas. (Vease 1Co 6:9.)

B. F. Westcott, coparticipe en la preparacion del texto griego de Westcott y Hort, en su obra Saint
Paul’s Epistle to the Ephesians, Londres y Nueva York, 1906, p. 76, comenta sobre los varios
significados de por·néi·a en las Escrituras en una nota sobre Ef 5:3, y dice: “Este es un
termino general para toda relacion sexual ilegitima, I) adulterio: Os. ii. 2, 4 (LXX.); Mat. V. 32; XiX.
9; 2) matrimonio ilegitimo, I Cor. V. I 1Co 5:1; 3) fornicacion, el sentido corriente, como aqui [Ef
5:3]”. Por “el sentido corriente” obviamente se hace referencia al sentido moderno, limitado, que
tiene que ver solo con personas no casadas.

Ademas de este significado literal, en ciertos lugares de las Escrituras Griegas Cristianas por·néi·a
tiene un significado simbolico. Acerca de este significado, ZorellGr, col. 1106, dice bajo por·néi·a:
“apostasía de la fe verdadera, cometida o enteramente o en parte, desertar del único
Dios verdadero Jahvé a dioses extranjeros [4Re 2Re 9:22; Jer 3:2, 9; Os 6:10, etc.; porque la union
de Dios con su pueblo se consideraba como cierta clase de matrimonio espiritual]: Rev 14:8; 17:2,
4; 18:3; 19:2”. (Los corchetes y letras cursivas son de el; 4Re en LXX corresponde con 2Re en M.)

En el texto griego, por·néi·a aparece en los siguientes 25 lugares: Mt 5:32; 15:19; 19:9; Mr 7:21; Jn
8:41; Hch 15:20, 29; 21:25; 1Co 5:1, 1; 6:13, 18; 7:2; 2Co 12:21; Gal 5:19; Ef 5:3; Col 3:5; 1Te 4:3;
Rev 2:21; 9:21; 14:8; 17:2, 4; 18:3; 19:2.

El verbo relacionado por·néu·o, vertido en NM “practicar fornicacion” o “cometer fornicacion”,


aparece en los siguientes ocho lugares: 1Co 6:18; 10:8, 8; Rev 2:14, 20; 17:2; 18:3, 9.

El verbo relacionado ek·por·néu·o, vertido en NM “cometer fornicacion con exceso”, aparece una
sola vez, en Judas 7. (Comparese con Jue 2:17, n.)

El sustantivo relacionado pór·ne, vertido en NM “ramera”, aparece en los siguientes 12 lugares: Mt


21:31, 32; Lu 15:30; 1Co 6:15, 16; Heb 11:31; Snt 2:25; Rev 17:1, 5, 15, 16; 19:2.

El sustantivo relacionado pór・nos, vertido en NM “fornicador”, aparece en los siguientes diez


lugares: 1Co 5:9, 10, 11; 6:9; Ef 5:5; 1Ti 1:10; Heb 12:16; 13:4; Rev 21:8; 22:15. LSJ, p. 1450, da a
esta palabra el significado de “bardaje, sodomita, fornicador, idolatra”.

PAG. 65 it-2 PAG. 368 PARR. 4


Jehová Dios no puede mentir (Nú 23:19; Heb 6:13-18) y odia una “lengua falsa”. (Pr 6:16-19.) La
ley que dio a los israelitas exigía que se hiciera compensación por los daños que resultaban del
engaño o de la mentira maliciosa. (Le 6:2-7; 19:11, 12.) Además, si una persona daba falso
testimonio, tenía que recibir el mismo castigo que deseaba infligir a otro por medio de sus mentiras.
(Dt 19:15-21.) El punto de vista de Dios en cuanto a la mentira maliciosa que se reflejaba en la Ley
no ha cambiado. Los que desean conseguir su aprobación no pueden practicar la mentira. (Sl 5:6;
Pr 20:19; Col 3:9, 10; 1Ti 3:11; Rev 21:8, 27; 22:15.) Tampoco pueden vivir una mentira, como en
el caso de los que alegan amar a Dios mientras que al mismo tiempo odian a su hermano. (1Jn
4:20, 21.) Ananías y su esposa perdieron la vida por mentir y tratar de burlar al espíritu santo. (Hch
5:1-11.)

PAG. 65 lv PAGS. 137-139 PARRS. 11-14


11
Chismes y calumnias. Los comentarios sobre las vidas ajenas pueden ser inofensivos si giran
en torno a asuntos positivos o útiles, como quién se acaba de bautizar o quién necesita ánimo. Los
cristianos del siglo I también se interesaban mucho por sus hermanos y hablaban de ellos sin
ninguna malicia (Efesios 6:21, 22; Colosenses 4:8, 9). Lo que no está bien es hacer comentarios
que distorsionen la realidad o revelen detalles de la vida privada. Esa costumbre pudiera llevarnos
incluso a algo más grave: la calumnia, que se define como “acusación falsa hecha maliciosamente
en contra de alguien con el fin de dañarlo o desprestigiarlo” (Diccionario del español usual en
México). Como ejemplo de claras calumnias, tenemos las mentiras que lanzaron los fariseos contra
Jesús con la intención de desacreditarlo (Mateo 9:32-34; 12:22-24). Un hecho innegable es que las
calumnias generan muchas discordias (Proverbios 26:20.)
12
¿Cómo ve Jehová a quienes se dedican a difamar o sembrar discordias? No los ve con
buenos ojos. Lo que es más, odia a quienes provocan “contiendas entre hermanos” (Proverbios
6:16-19). Recordemos que el término griego para “calumniador” es diábolos, el mismo que se usa
para presentar a Satanás como el “Diablo”, es decir, como el Calumniador que difama a Dios
(Revelación 12:9, 10). Desde luego, ninguno de nosotros querría convertirse en un “diablo” (o sea,
en un calumniador). Ciertamente, en la congregación no hay lugar para la calumnia ni para las
obras de la carne que esta fomenta, entre ellas las “altercaciones [o riñas]” y las “divisiones”
(Gálatas 5:19-21). Así pues, antes de contar cualquier cosa sobre el prójimo, debemos
preguntarnos: “¿Estoy seguro de que es cierto? ¿Sería una muestra de amor revelarlo? ¿Es
necesario o conveniente que otros se enteren?” (1 Tesalonicenses 4:11).
13
Maltrato verbal. Como ya vimos, las palabras pueden hacer mucho daño. Y es cierto que la
imperfección nos lleva a todos a decir cosas que luego lamentamos. Pero la Biblia nos advierte que
hay una forma de hablar que no es admisible ni en la congregación ni en la familia. Pablo exhortó a
los cristianos: “Que se quiten toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa”
(Efesios 4:31). Otras traducciones bíblicas vierten “habla injuriosa” como “insultos”, “ofensas” y
“lenguaje insultante”. Esta forma de hablar —que incluye las palabras humillantes, los comentarios
ásperos y las críticas despiadadas— atenta contra la dignidad y la autoestima de las personas.
Y los niños, al ser más inocentes y tiernos, son especialmente vulnerables (Colosenses 3:21).
14
La Biblia condena tajantemente a los injuriadores y muestra que se encuentran en una
situación muy peligrosa. ¿Qué futuro le espera a quien tenga la costumbre de emplear expresiones
insultantes, despectivas o humillantes? Primero recibirá varias oportunidades de corregirse. Pero si
no las aprovecha, terminará expulsado de la congregación. Y peor aún, hasta pudiera perder la
vida eterna bajo el Reino de Dios (1 Corintios 5:11-13; 6:9, 10). Queda claro, que mantenerse en el
amor de Jehová es incompatible con las groserías, con las mentiras, con los insultos y, en
definitiva, con todas las palabras que derrumban al prójimo.

PAG. 65 W 12 15/3 PAGS. 30,31


Preguntas de los lectores

¿Puede un cristiano llegar tan bajo en el vicio de ver pornografía que termine siendo
expulsado de la congregación?
▪ La respuesta es sí. Esto subraya la importancia de rechazar de plano cualquier clase de
pornografía, ya sea en forma de texto o de imágenes en revistas, películas, videos o Internet.
La pornografía ha llegado hasta el último rincón de este mundo. Internet la ha puesto al alcance
de la gente como nunca antes, y personas de todas las edades se han visto infectadas por esta
terrible plaga. Hay quienes se han topado con páginas pornográficas sin pretenderlo. Otros, sin
embargo, han accedido a ellas a propósito, tal vez en el hogar o la oficina, donde les resulta más
fácil leer o ver pornografía en secreto. Este es un asunto que los cristianos debemos tomar muy en
serio. ¿Por qué?
Jesús indicó una de las principales razones cuando advirtió: “Todo el que sigue mirando a una
mujer a fin de tener una pasión por ella ya ha cometido adulterio con ella en su corazón” (Mat.
5:28). Por supuesto, las relaciones sexuales normales no tienen nada de malo cuando sirven como
fuente de placer dentro del matrimonio (Pro. 5:15-19; 1 Cor. 7:2-5). Pero la pornografía muestra
relaciones inmorales que estimulan los malos pensamientos condenados por Jesús. Dicho sin
rodeos, quien lee o ve pornografía viola este mandato divino: “Amortigüen [o “den muerte a”] [...]
los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito
sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría” (Col. 3:5; Traducción en lenguaje actual).
¿Qué hay si un cristiano ha mirado pornografía en una o dos ocasiones? En cierto sentido, se
encuentra en una situación tan peligrosa como la de Asaf, quien admitió: “En cuanto a mí, mis pies
casi se habían desviado, casi se había hecho que mis pasos resbalaran”. Si ha estado viendo
imágenes pornográficas de hombres o mujeres desnudos o de una pareja teniendo relaciones,
no puede tener la conciencia tranquila ni estar en paz con Dios. Más bien, se sentirá como Asaf:
“Llegué a ser plagado todo el día, y la corrección mía es cada mañana” (Sal. 73:2, 14).
Si un cristiano ha caído en este pecado, es vital que abra los ojos y comprenda que necesita
ayuda espiritual. La Biblia indica que puede conseguirla en la congregación: “Aunque un hombre
dé algún paso en falso antes que se dé cuenta de ello, ustedes los que tienen las debidas
cualidades espirituales traten de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad, vigilándote a ti
mismo” (Gál. 6:1). En efecto, uno o dos ancianos pueden prestarle asistencia, lo que incluye orar
con él teniendo fe en que Jehová “sanará” al enfermo espiritual y “le perdonará” (Sant. 5:13-15).
Quienes han buscado ayuda para romper con el vicio de la pornografía se sienten hoy como Asaf,
quien afirmó: “Acercarme a Dios es bueno para mí” (Sal. 73:28).
No obstante, el apóstol Pablo explicó que algunos no se arrepintieron “de su inmundicia y
fornicación y conducta relajada [o desvergonzada]” (2 Cor. 12:21). Según explica el lexicógrafo
Marvin R. Vincent, el término griego traducido “inmundicia” en este caso “se refiere a la impureza
en su sentido más sucio”. La triste realidad es que ciertos tipos de pornografía son mucho peores
que unos cuantos desnudos o escenas de un hombre y una mujer cometiendo fornicación.
En algunos casos se presentan actos tan sucios y repugnantes como relaciones homosexuales,
sexo en grupo, contacto sexual con animales, pornografía infantil, violaciones en grupo, maltrato de
mujeres y diversos tipos de sadomasoquismo. Según indicó Pablo, algunos que estaban
“mentalmente [...] en oscuridad” fueron “más allá de todo sentido moral, [y] se entregaron a la
conducta relajada para obrar toda clase de inmundicia con avidez” (Efe. 4:18, 19).
Pablo también mencionó la “inmundicia” en Gálatas 5:19. Un teólogo británico señala: “En este
caso, el término puede referirse más especialmente a todos los deseos antinaturales”. Sin duda,
ningún cristiano puede negar que los actos anteriormente citados son “deseos antinaturales”
sucios, repugnantes y depravados. En Gálatas 5:19-21, el apóstol dejó claro que “los que
practican” este tipo de inmundicia “no heredarán el reino de Dios”. Por lo tanto, ¿qué sucedería si
un cristiano llevara cierto tiempo —tal vez un período considerable— viendo pornografía
repugnante y sexualmente degradante? Si no se arrepintiera y dejara ese vicio, tendría que ser
expulsado para conservar la pureza y el buen espíritu de la congregación cristiana (1 Cor. 5:5, 11).
Es bueno saber que algunos que han estado viendo estos tipos repugnantes de pornografía
han pedido ayuda a los ancianos y han hecho cambios drásticos. Jesús advirtió a ciertos cristianos
de la antigua Sardis: “Fortalece las cosas restantes que estaban a punto de morir, [...] continúa
teniendo presente cómo has recibido y cómo oíste, y sigue guardándolo, y arrepiéntete.
Ciertamente, a menos que despiertes [...,] no sabrás de ningún modo a qué hora vendré sobre ti”
(Rev. 3:2, 3). No hay duda de que es posible arrepentirse y escapar del “fuego” de la pornografía
(Jud. 22, 23).
No obstante, será mucho mejor si cada uno de nosotros toma la firme resolución de no correr el
más mínimo riesgo en este campo. Por lo tanto, ¡mantengámonos lo más lejos posible de cualquier
tipo de pornografía!
[Nota]
Las diferencias entre inmundicia, fornicación y conducta relajada se explican en La Atalaya del 15
de julio de 2006, páginas 29 a 31.
[Comentario de la página 30]
Si un cristiano cae en un pecado, es vital que abra los ojos y comprenda que necesita ayuda
espiritual
MIERCOLES
LECCION 8(a)
SIGUE LA SENDA DE LA INTEGRIDAD

PAG. 67 w 04 1/12 PAG. 13 PARR. 4


“He andado en mi propia integridad”
4
El término integridad comunica la idea de ser recto, irreprochable, justo e intachable. Ser
íntegro no solo implica hacer lo que es justo, sino manifestar rectitud moral o devoción a Dios con
corazón completo. Satanás cuestionó los motivos de Job cuando le dijo a Jehová: “Para variar,
sírvete alargar la mano, y toca hasta su hueso y su carne, y ve si no te maldice en tu misma cara”
(Job 2:5). En efecto, además de actuar debidamente, hay que tener una motivación adecuada.

PAG. 68 (libro amor de dios) lv PAG. 51 PARRS. 3,4; PAG. 52 RECUADRO


PERMANECER LEALES AL REINO Y NEUTRALES
3
En vez de involucrarse en las actividades políticas de su época, Jesús se dedicó a predicar el
Reino de Dios, el futuro gobierno celestial en el que ocuparía la posición de Rey (Daniel 7:13, 14;
Lucas 4:43; 17:20, 21). Por este motivo, pudo afirmar ante el gobernador romano Poncio Pilato: “Mi
reino no es parte de este mundo” (Juan 18:36). Sus discípulos fieles siempre hemos seguido su
ejemplo. ¿Cómo? Siendo leales al Reino y a su rey Jesucristo, y anunciando este gobierno por
todo el planeta (Mateo 24:14). Así, el apóstol Pablo escribió: “Somos, por lo tanto, embajadores en
sustitución de Cristo [...]. Como sustitutos [de] Cristo rogamos: ‘Reconcíliense con Dios’”
(2 Corintios 5:20).
4
Los embajadores representan en el extranjero a un soberano o a un estado. Por ese motivo,
asumen una actitud de neutralidad y no intervienen en los asuntos internos del país donde realizan
sus funciones. Sin embargo, velan por los intereses del gobierno al que representan. Los cristianos
ungidos, cuya “ciudadanía existe en los cielos”, adoptan la misma postura (Filipenses 3:20). Estos
celosos embajadores han estado predicando el Reino y, como resultado, han ayudado a
reconciliarse con Dios a millones de las “otras ovejas” de Cristo (Juan 10:16; Mateo 25:31-40). Bajo
la dirección de los hermanos ungidos de Jesús, los cristianos de las “otras ovejas” actúan como
enviados de Cristo. Ambos grupos forman un solo rebaño unido que promueve la causa del Reino
mesiánico y mantiene una postura de estricta neutralidad ante las cuestiones políticas de este
mundo (Isaías 2:2-4).
[Recuadro de la página 52]
LOS PRIMEROS CRISTIANOS ERAN NEUTRALES
Los primeros cristianos se mantuvieron neutrales en la política y se negaron a participar en las
guerras. Así lo reconocen muchos libros de historia. Uno de ellos dice que “los fundadores del
cristianismo se resistieron tenazmente a albergar el más mínimo deseo de intervenir de forma
directa en el orden político de su tiempo” (The Beginnings of Christianity, George P. Fisher). Otra
obra reconoce igualmente que “se negaban a tomar parte activa en la administración civil”, que
“era imposible que los cristianos fueran soldados, magistrados o príncipes sin renunciar a un deber
más sagrado” y que su actitud “los expuso al desprecio y a los reproches de los paganos” (Historia
de la decadencia y caída del Imperio romano, Edward Gibbon).
Con referencia a la postura de los primeros cristianos ante el servicio militar también encontramos
comentarios pertinentes. Por ejemplo, un teólogo alemán escribió que “los cristianos condenaron y
se resistieron a dicho servicio militar” (Historia de la Iglesia primitiva, Norbert Brox). Y un ensayo
religioso afirma que tras la muerte de Cristo, y durante un período considerable, sus discípulos “se
negaron a ir a [la guerra] sin importarles las consecuencias, sea que fuera la vergüenza, la cárcel o
la muerte. Se trata de hechos innegables” (An Inquiry Into the Accordancy of War With the
Principles of Christianity, Jonathan Dymond). Otro escritor señala que comenzaron a aparecer
soldados cristianos únicamente cuando “ya se había corrompido el cristianismo”.

PAG. 68 it-1 PAG. 783 PARR. 8- PAG. 784 PARR. 1


Los llamados cristianos primitivos. Los primeros cristianos rehusaron servir en el ejército
romano, ya fuera en las legiones o en las auxilia, por considerar que ese servicio era totalmente
incompatible con las enseñanzas del cristianismo. En su Diálogo con Trifón (CX), Justino Mártir, del
siglo II E.C., dice: “Nosotros, los que estábamos antes llenos de guerra y de muertes mutuas y de
toda maldad, hemos renunciado en toda la tierra a los instrumentos guerreros y hemos cambiado
las espadas en arados y las lanzas en útiles de cultivo de la tierra y cultivamos la piedad, la justicia,
la caridad, la fe, la esperanza”. Cuando Tertuliano (c. 200 E.C.) consideró “si la guerra les es
apropiada de manera alguna a los cristianos” en su tratado De Corona (cap. XI), razonó
bíblicamente sobre “la ilegalidad aun de la vida militar en sí misma”, y concluyó: “Erradico de
nosotros la vida militar”. (The Ante-Nicene Fathers, 1957, vol. 3, págs. 99, 100.)

“Hasta la década 170-80 después de Jesucristo no hay prueba alguna de cristianos dentro del
ejército. [...] Parece más probable que la Iglesia impidiera a sus miembros hacer el servicio militar
que el permitirles servir sin reproche o penalidad algunos.” (Actitudes cristianas ante la guerra y la
paz, de Ronald H. Bainton, Madrid, 1963, pág. 64.) “Es evidente que la posibilidad de que haya
habido un solo soldado cristiano entre los años 60 y alrededor de 165 d. de J.C. es muy
escasa; [...] al menos hasta el reinado de Marco Aurelio, ningún cristiano se hizo soldado después
de su bautismo.” (The Early Church and the World, de C. J. Cadoux, 1955, págs. 275, 276.) “Hasta
finales del siglo II [...] los cristianos condenaron y se resistieron a dicho servicio militar.” (Historia de
la Iglesia primitiva, de Norbert Brox, Barcelona, 1986, pág. 58.) El comportamiento de los cristianos
era muy diferente del de los romanos [...]. Puesto que Cristo había predicado la paz, ellos
rehusaban hacerse soldados.” (Our World Through the Ages, de N. Platt y M. J. Drummond, 1961,
pág. 125.) “Los primeros cristianos creían que era incorrecto pelear, y se negaban a servir en el
ejército aun cuando el Imperio necesitaba soldados.” (The New World’s Foundations in the Old, de
R. y W. M. West, 1929, pág. 131.) “Los cristianos [...] rechazaban los puestos públicos y el servicio
militar.” (“Persecution of the Christians in Gaul, A.D. 177”, de F. P. G. Guizot, de The Great Events
by Famous Historians, edición de Rossiter Johnson, 1905, vol. 3, pág. 246.) “Al paso que [los
cristianos] estaban vertiendo máximas de rendida obediencia, se desentendían de terciar en la
administración y en la defensa militar del imperio [...]; mas no cabía que los cristianos, sin
quebrantar otra obligación más sagrada, viniesen a revestirse del carácter de militares,
magistrados o príncipes.” (Historia de la decadencia y ruina del imperio romano, de Edward
Gibbon, vol. 2, cap. XV, pág. 75 [ortografía actualizada].)

PAG. 68 lv PAG. 213 PARR. 3


Votaciones políticas. El cristiano verdadero respeta el derecho de los demás ciudadanos a
votar. No hace campaña contra las elecciones ni tampoco se niega a colaborar con las autoridades
que resultan elegidas. Ahora bien, toma la firme decisión de mantenerse neutral en cuestiones
políticas (Mateo 22:21; 1 Pedro 3:16). Pero ¿y si en su país es obligatorio votar o se respira un
clima hostil hacia quienes no acuden a las urnas? Si su conciencia se lo permite, podría ir a las
cabinas electorales. Así, actuaría como Sadrac, Mesac y Abednego, quienes, en circunstancias
parecidas, hicieron acto de presencia en la llanura de Dura. Eso sí, para no violar su neutralidad, el
cristiano debe tener muy presentes estos seis principios:
1. Los discípulos de Jesús “no [somos] parte del mundo” (Juan 15:19).
2. Los cristianos somos representantes de Cristo y su Reino (Juan 18:36; 2 Corintios 5:20).
3. A todos los miembros de la congregación nos unen las mismas creencias y el mismo amor
(1 Corintios 1:10; Colosenses 3:14).
4. Quién vota por un dirigente es responsable, hasta cierto grado, de lo que este haga (véanse los
principios subyacentes en 1 Samuel 8:5, 10-18 y 1 Timoteo 5:22).
5. Cuando los israelitas pidieron un gobernante visible, Jehová consideró que esa petición
constituía un claro rechazo a Su soberanía (1 Samuel 8:7).
6. Los cristianos queremos hablar del Reino de Dios con total libertad a personas de cualquier
ideología política (Mateo 24:14; 28:19, 20; Hebreos 10:35).

PAG. 68 lv PAG. 212 PARRS. 1- PAG. 213 PARR. 2


Saludo a la bandera. Los testigos de Jehová creemos que honrar la bandera con saludos y
reverencias, a menudo mientras se entona un himno, es un acto de culto que atribuye la salvación
a la patria y a sus líderes, en vez de a Dios (Isaías 43:11; 1 Corintios 10:14; 1 Juan 5:21). Entre los
reyes que recibieron una veneración así figura Nabucodonosor de Babilonia. Decidido a demostrar
ante sus súbditos su majestad y religiosidad, el poderoso monarca erigió una colosal estatua y
ordenó que todos se inclinaran ante ella mientras se interpretaba una especie de himno. Pero tres
hebreos —Sadrac, Mesac y Abednego— se negaron a honrar la imagen, a riesgo de sufrir la pena
de muerte (Daniel, capítulo 3).
¿Qué puede decirse de hoy? En su obra El nacionalismo: una religión, el historiador Carlton
Hayes habla del “ritual del nacionalismo moderno” y dice: “La bandera nacional es el símbolo
principal y objeto central de culto. [...] Los hombres se descubren a su paso; los poetas dedican
odas en su honor; los niños le cantan himnos”. Además, señala que el nacionalismo también tiene
sus “días santos” —como el 4 de julio, Día de la Independencia de Estados Unidos—, así como
sus “santos y héroes” y sus “templos”, o lugares venerados. De igual modo, el Diario Oficial de la
Federación, de México, indica que “el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, son los Símbolos
Patrios” y exhorta a rendir “culto a los símbolos nacionales”. Y ya hace años, una obra de consulta
mencionó que “la bandera, como la cruz, es sagrada” (The Encyclopedia Americana).
En fecha más reciente, esa misma obra explicó que los himnos nacionales son “expresiones del
sentir patriótico que suelen incluir invocaciones para que Dios guíe y proteja a su pueblo o a sus
dirigentes”. Así pues, los testigos de Jehová no somos extremistas al opinar que las ceremonias
patrióticas donde se saluda la bandera o se toca el himno son actos religiosos. En su libro Genio y
figura del norteamericano, el profesor D. W. Brogan habló de varios juicios que implicaron a
alumnos Testigos que se negaron a rendir homenaje a la bandera estadounidense y recitar el
juramento de lealtad, subrayando el siguiente hecho: “La Suprema Corte ha afirmado al fin [en
varias sentencias] que estos ritos cotidianos son de tipo religioso”.
Los Testigos tenemos claro que aunque nosotros no participamos en tales actos, pues los
consideramos contrarios a los principios bíblicos, las demás personas están en su perfecto derecho
de hacerlo. Asimismo, respetamos a las banderas como emblemas nacionales y nos sometemos a
los gobiernos legítimos, pues son las “autoridades superiores” que actúan colectivamente como el
“ministro de Dios” (Romanos 13:1-4). También obedecemos el consejo de orar “respecto a [los]
reyes y a todos los que están en alto puesto”. Sin embargo, lo hacemos con la intención de que
nos permitan seguir “llevando una vida tranquila y quieta con plena devoción piadosa y seriedad”
(1 Timoteo 2:2).
PAG. 68 lv PAG. 55 RECUADRO
[Ilustración y recuadro de la página 55]
¿ME MANTENGO NEUTRAL?
Principio: “Mi reino no es parte de este mundo” (Juan 18:36).
Preguntas para meditar
▪ .Como explicaria yo que el saludo a la bandera es un tipo de idolatria? (Exodo 20:4, 5; 1 Juan
5:21.)
▪ Cuando me toque explicar por que no participo en determinadas ceremonias nacionales, .como
demostrare que respeto a quienes no comparten mis creencias? (1 Pedro 3:15.)
▪ .Cuales son las razones por las que yo no respaldo a ningun partido politico ni realizo ningun tipo
de servicio militar? (Juan 13:34; 1 Juan 3:10-12.)

PAG. 68 yb 04 PAGS. 219,220 RECUADRO


[Ilustración y recuadro de las páginas 219 y 220]
Entrevista con Godfrey Bint
Año de nacimiento: 1945
Año de bautismo: 1956
Otros datos: Graduado de la clase 47 de Galaad. Sirvió en el Congo diecisiete años.
Actualmente es miembro del Comité de Sucursal de Ruanda. Habla inglés, francés, lingala,
swahili y tshiluba.
Cierto día de 1973 salí al servicio del campo en Kananga con un hermano congoleño. Mientras
conducíamos un estudio bíblico en una casa, llegaron las autoridades y nos arrestaron. Pasamos
las siguientes dos semanas en prisión. Durante todo ese tiempo, mi compañero misionero, Mike
Gates, nos traía comida, pues en la cárcel no nos daban nada. Por fin nos pusieron en libertad.
Al cabo de tres meses, Mike y yo íbamos a tomar un avión para asistir a una asamblea
internacional en Inglaterra, pero ese mismo día nos enteramos de que habían detenido a todos los
hermanos de una congregación cercana. Así que decidimos ir a llevarles algo de comer. Para
sorpresa nuestra, cuando solicitamos verlos, un magistrado ordenó que nos arrestaran.
¡Imagínense nuestra tristeza al oír despegar el avión mientras esperábamos el autobús que nos
llevaría a la prisión!
Al llegar a la cárcel, vi a muchos internos que había conocido allí tres meses atrás. Como mi
compañero —que antes me había llevado alimentos— también estaba preso, me preguntaron:
“¿Quién les traerá comida ahora?”.
Les respondimos que lo harían nuestros hermanos, pero por el gesto que hicieron con la cabeza,
nos dimos cuenta de que no se lo creyeron. Sabían que no había Testigos europeos cerca. Al día
siguiente quedaron sorprendidos al ver a los hermanos congoleños llegar con tanta comida que la
pudimos compartir con ellos. Aquella experiencia resultó en un maravilloso testimonio de nuestra
hermandad internacional y el amor que nos une. Nuestros queridos hermanos nos llevaron
alimento pese al riesgo que corrían de acabar entre rejas. Cinco días más tarde fuimos liberados y
tomamos un avión que nos llevó a Inglaterra justo a tiempo para la asamblea.

PAG. 69 km 2/94 PAG. 4 PARRS. 11,12


11
Jamás debemos olvidar que el mensaje que proclamamos no procede de nosotros, sino de
Jehová. (Jer. 1:9.) Debemos prestar cuidadosa atención al mandato: “Invoquen su nombre. Den a
conocer entre los pueblos sus tratos [...] en toda la tierra”. (Isa. 12:4, 5.) Él ha tolerado el trato
injusto de sus siervos por una razón específica, a saber, “para que [su] nombre sea declarado en
toda la tierra”. (Éxo. 9:16.) Estamos efectuando la obra que Jehová ha ordenado y es él quien nos
da valor para hablar con denuedo. (Hech. 4:29-31.) Esta es la obra más importante, benéfica y
urgente que ha de llevarse a cabo en los últimos días del viejo sistema.
12
Comprender estas cosas nos da el valor que necesitamos para adoptar una actitud firme en
contra de Satanás y de este mundo. (1 Ped. 5:8, 9.) Saber que Jehová está de nuestro lado nos
hace ser “animosos y fuertes”, y disipa todo temor hacia quienes nos persiguen. (Deu. 31:6; Heb.
13:6.) Aunque siempre seremos discretos, razonables y prudentes en nuestro trato con los
opositores, mostraremos con claridad que estamos resueltos a “obedecer a Dios como gobernante
más bien que a los hombres”. (Hech. 5:29.) Cuando consideremos prudente hablar en nuestra
defensa, lo haremos. (1 Ped. 3:15.) Sin embargo, no perderemos el tiempo disputando con
opositores testarudos que solo procuran desacreditarnos. En lugar de sulfurarnos o tratar de
desquitarnos por sus calumnias o acusaciones falsas, simplemente ‘los dejaremos’. (Mat. 15:14.)

PAG. 69 w 11 15/1 PAG. 29 PARR. 15


15
A causa de su fe, Pablo tuvo que enfrentarse a muchas situaciones que pusieron en peligro su
vida (2 Cor. 11:23-28). ¿Qué le ayudó a no perder el equilibrio ni la estabilidad emocional?
La oración y la confianza en Jehová. Durante un período de grandes pruebas, que probablemente
culminó en su martirio, escribió: “El Señor estuvo cerca de mí y me infundió poder, para que por
medio de mí la predicación se efectuara plenamente y todas las naciones la oyeran; y fui librado de
la boca del león” (2 Tim. 4:17). De modo que el apóstol sabía muy bien lo que decía cuando
exhortó a sus hermanos: “No se inquieten por cosa alguna” (léase Filipenses 4:6, 7, 13).

PAG. 69 w 10 15/11 PAG. 32 PARR. 20


Podemos mantenernos íntegros
20
Job se mantuvo fiel porque quería mucho a Jehová, y este le correspondió demostrándole su
cariño y socorriéndolo. Por eso, el patriarca le dijo: “Vida y bondad amorosa [o, según la nota,
“amor leal”] has obrado conmigo; y tu propio cuidado ha guardado mi espíritu” (Job 10:12). Pero
Job también trató con amor leal a quienes lo rodeaban, pues comprendía que si no lo hacía,
terminaría perdiendo el temor de Dios (Job 6:14). Así es, las personas íntegras aman a Jehová y al
prójimo (Mat. 22:37-40).

PAG. 69 w 03 1/10 PAG. 13 PARR. 18


18
Por último, las pruebas y tribulaciones nos benefician personalmente. ¿De qué manera? Pues
bien, el discípulo Santiago recordó a otros cristianos: “Considérenlo todo gozo, mis hermanos,
cuando se encuentren en diversas pruebas, puesto que ustedes saben que esta cualidad probada
de su fe obra aguante”. Así es, la persecución puede refinar nuestra fe y fortalecernos para
aguantar. Por tanto, no la tememos ni recurrimos a medios contrarios a las Escrituras para evitarla
o hacer que cese. Más bien, obedecemos esta exhortación de Santiago: “Que el aguante tenga
completa su obra, para que sean completos y sanos en todo respecto, sin tener deficiencia en
nada” (Santiago 1:2-4).

PAG. 69 w 85 15/11 PAGS. 12-15 PARRS. 6-26


Prepare la mente y el corazón
6
Es difícil prepararse físicamente para la persecución debido a que uno no sabe exactamente
cuál será la situación. Hasta que ocurra en realidad, uno no sabe si se pondrá en vigor una
proscripción estricta o una sin trabas, o incluso qué se proscribirá. Quizás lo único que se prohíba
sea la obra de predicar de casa en casa, o tal vez las reuniones religiosas. A veces se disuelve la
organización legal de los testigos de Jehová o se encarcela inmediatamente a ciertos individuos.
Podemos tener presentes varios lugares donde se pudiera ocultar literatura si fuera necesario
hacerlo. Pero aparte de eso, hay pocas cosas que podemos hacer para prepararnos en sentido
físico.
7
Sin embargo, usted puede preparar la mente y el corazón, y esto es mucho más importante.
Fije el pensamiento en la razón por la que se permite la persecución y por qué tal vez se le lleve
ante gobernantes. “Para un testimonio”, dijo Jesús. (Mateo 10:16-19.) Si el corazón suyo está
completamente preparado para mantenerse fiel prescindiendo de lo que suceda, Jehová puede
darle a conocer la manera sabia de actuar cuando sea necesario. Por eso, ¿cómo podemos
prepararnos en sentido espiritual para la persecución?
¿Cómo trata usted con la gente?
8
El apóstol Pablo dijo: “Me complazco en debilidades, en insultos, en necesidades, en
persecuciones y dificultades, por Cristo”. (2 Corintios 12:10.) ¿Disfrutaba Pablo de ser objeto de
insultos? ¡Claro que no! Pero a menudo la persecución implica el recibir insultos, y si esto era lo
que se requería para alabar el nombre de Dios, entonces Pablo se alegraba de soportarlos.
9
Nosotros, también, podemos estar seguros de que en alguna ocasión tendremos que aguantar
“insultos [...] por Cristo”. Tal vez se nos maltrate de manera verbal o hasta física. ¿Soportaremos
tal maltrato? Bueno, ¿qué punto de vista tenemos ahora de nosotros mismos? ¿Nos tomamos
demasiado en serio y reaccionamos rápidamente ante insultos verdaderos o imaginados? Si así
es, entonces, ¿por qué no nos esforzamos por cultivar “gran paciencia, [...] apacibilidad, gobierno
de uno mismo”? (Gálatas 5:22, 23.) Esto será un entrenamiento excelente para la vida cristiana
ahora, y podría salvarnos la vida en tiempos de persecución.
¿Qué punto de vista tiene usted del servicio del campo?
10
A menudo, la primera cosa que se restringe bajo una proscripción es la predicación pública
de las “buenas nuevas”. Sin embargo, la obra de predicar y hacer discípulos es vital en estos
últimos días. ¿De qué otro modo aprenderá la gente acerca del Reino de Dios? Por eso, la
reacción apropiada a una proscripción de ese tipo es la que expresaron los apóstoles cuando los
líderes religiosos judíos trataron de proscribir su actividad de predicar. (Hechos 5:28, 29.) Debido a
una proscripción, tal vez se obstaculicen algunos medios utilizados para predicar. Pero hay que
llevar a cabo la obra de alguna manera. ¿Tendría usted las fuerzas para continuar predicando bajo
la presión de la persecución?
11
Bueno, ¿qué punto de vista tiene usted ahora de la obra de predicar? ¿Permite que
obstáculos insignificantes le estorben y le hagan irregular en el servicio del campo? Si así es, ¿qué
haría bajo una proscripción? ¿Teme usted a los hombres ahora? ¿Está dispuesto a predicar de
casa en casa en la calle donde usted vive? ¿Teme predicar a solas? En algunos países, el que dos
personas trabajen juntas en la predicación frecuentemente llama mucho la atención. Por eso,
donde no sea peligroso hacerlo, ¿por qué no predica a solas de vez en cuando ahora? Será buen
entrenamiento.
12
¿Participa usted en la obra con las revistas en las calles? ¿Tiene el valor y la iniciativa de
crear oportunidades para dar un testimonio informal? ¿Trabaja los territorios de negocios? ¿Tiene
miedo de abordar a personas acaudaladas o influyentes? Si solamente participa en ciertos rasgos
de la predicación, ¿qué haría si, bajo proscripción, ya no se pudiera predicar así?
13
¿Reconoce usted que tiene cierta debilidad en algún aspecto? Ahora es el tiempo de trabajar
en ello. Aprenda a confiar en Jehová y llegue a ser un ministro más capacitado. Entonces estará
mejor equipado para predicar ahora y mejor preparado para perseverar en tiempos de persecución.
¿Es usted confiable?
14
A través de las Escrituras Griegas Cristianas se hace mención de personas que eran firmes
columnas de la congregación. Por ejemplo, Onesíforo ayudó valerosamente a Pablo cuando este
estaba encarcelado en Roma. (2 Timoteo 1:16.) Febe fue recomendada debido a su duro trabajo
en la congregación de Cencrea. (Romanos 16:1, 2.) Tales hombres y mujeres tienen que haber
sido una influencia estabilizadora cuando se desató la persecución. ‘Se mantuvieron despiertos,
estuvieron firmes en la fe, se portaron como hombres y se hicieron poderosos.’ (1 Corintios 16:13.)
15
Todos los cristianos, especialmente los ancianos, deben tratar de progresar y llegar a ser
como los cristianos primitivos, que eran firmes. (1 Timoteo 4:15.) Aprenda a mantener en secreto
los asuntos confidenciales y a tomar decisiones basadas en principios bíblicos. Aprenda a discernir
cualidades cristianas en otras personas, a fin de que sepa quién podrá ser confiable bajo presión.
Esfuércese, con la fortaleza que Jehová imparte, por llegar a ser una columna de la congregación
donde está, alguien que ayude a otros en lugar de alguien que siempre necesite la ayuda de otros.
(Gálatas 6:5.)
¿Se lleva usted bien con la gente?
16
El apóstol Pablo nos anima: “Vístanse de los tiernos cariños de compasión, bondad, humildad
de mente, apacibilidad y gran paciencia. Continúen soportándose los unos a los otros y
perdonándose sin reserva los unos a los otros”. (Colosenses 3:12, 13.) ¿Es esto fácil para usted?
¿O se irrita indebidamente por las imperfecciones de otras personas? ¿Se ofende o se desanima
fácilmente? Si así es, he aquí otro campo donde uno se puede preparar.
17
En los países donde las reuniones están proscritas, los cristianos se reúnen con regularidad
en grupos pequeños. En tales circunstancias, los defectos se hacen aun más evidentes. Por eso,
¿por qué no se prepara ahora para soportar las debilidades de otros, así como ellos
indudablemente están soportando las suyas? No critique a otras personas, pues esto las desanima
muchísimo. Además, adiéstrese y adiestre a sus hijos a respetar la propiedad de otras personas
cuando asistan a los estudios de libro de congregación. Bajo persecución, dicho respeto fomentará
relaciones pacíficas.
¿Tiende usted a inquirir por curiosidad?
18
Por naturaleza, algunos de nosotros tendemos a inquirir mucho por curiosidad. No podemos
resistir no “estar enterados”. ¿Tiene usted tal tendencia? Si así es, considere lo siguiente: A veces,
cuando se ha proscrito la obra de los testigos de Jehová, las autoridades tratan de averiguar los
arreglos de organización de los Testigos y los nombres de los superintendentes responsables. Si
usted estuviera enterado de estos datos, se le podría someter a maltrato físico en un esfuerzo por
obligarlo a divulgarlos. Y si de veras los divulgara, la obra de sus hermanos podría afectarse
gravemente. Por eso a veces es más seguro saber sólo lo que uno tiene que saber, y nada más.
19
¿Puede usted adiestrarse en eso ahora? ¡Claro que sí! Por ejemplo, si un comité judicial de la
congregación estuviera atendiendo un caso, las personas deberían quedar satisfechas con lo que
los ancianos consideren que sea apropiado decir y no curiosear para enterarse de algunos
detalles. Ni las esposas ni los hijos de los ancianos deberían tratar de ejercer presión sobre estos
para que revelen asuntos confidenciales. En todos los aspectos, debemos aprender a no
‘entremeternos en lo que no nos atañe’. (2 Tesalonicenses 3:11.)
¿Es usted un estudiante de la Biblia?
20
La Biblia es la base de la fortaleza espiritual del cristiano. Le da respuestas a sus preguntas
más importantes y concede acceso a la sabiduría de Dios mismo. (2 Timoteo 3:14-16.) Todos los
cristianos reconocen esto en principio, pero ¿qué papel desempeña realmente la Biblia en su vida?
¿La estudia con regularidad y permite que lo guíe en todo lo que usted hace? (Salmo 119:105.)
21
A menudo se restringe severamente el acceso a nuestra literatura bíblica cuando la obra está
proscrita. A veces hasta las Biblias son difíciles de conseguir. En tales circunstancias, el espíritu
santo le hará recordar cosas que usted haya aprendido en el pasado. ¡Pero no le hará recordar
cosas que no haya aprendido! Por lo tanto, mientras más estudie ahora, más información
almacenará en la mente y el corazón, la cual el espíritu santo sacará a relucir en momentos de
apuro. (Marcos 13:11.)
¿Ora usted?
22
Esta es una pregunta importante cuando pensamos en la persecución. La Biblia aconseja:
“Persistan en la oración”. (Romanos 12:12.) La oración es comunicación directa con Jehová Dios.
Mediante ella podemos pedir la fortaleza para aguantar dificultades y tomar decisiones correctas,
así como desarrollar una relación personal con Jehová Dios. Aunque los opositores nos quitaran la
literatura, las Biblias y la asociación de otros cristianos, nunca podrán quitarnos el privilegio de la
oración. En la cárcel más fortificada, el cristiano puede comunicarse con Dios. De modo que el
aprovecharse plenamente del privilegio de la oración es una manera excelente de prepararse para
lo que el futuro encierre.
¿Confía usted en la autoridad?
23
El cultivar esta confianza es importante también. Los ancianos de la congregación son parte
de la provisión de Dios para protegernos. Los ancianos tienen que obrar de manera digna de
confianza, y el resto de la congregación tiene que aprender a confiar en ellos. (Isaías 32:1, 2;
Hebreos 13:7, 17.) Más importante aún, debemos aprender a confiar en “el esclavo fiel y discreto”.
(Mateo 24:45-47.)
24
Los enemigos pudieran esparcir mentiras acerca de la organización de Dios. (1 Timoteo
4:1, 2.) En cierto país, algunos cristianos fueron engañados para creer que el Cuerpo Gobernante
de los testigos de Jehová había abandonado el cristianismo, mientras que ellos mismos todavía se
mantenían fieles a este. Una buena manera de prepararse para resistir ataques como este es
cultivando un fuerte amor a sus hermanos y aprendiendo a confiar en el arreglo de cosas de
Jehová. (1 Juan 3:11.)
Usted puede obtener la victoria
25
Después de haber sufrido persecución, el envejecido apóstol Juan nos dice: “Todo lo que ha
nacido de Dios vence al mundo. Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. (1 Juan
5:4.) Usted no puede vencer por sus propias fuerzas. Satanás y su mundo son más fuertes que
usted. Pero no son más fuertes que Jehová Dios. Por consiguiente, si obedecemos los mandatos
de Dios, pedimos en oración que Su espíritu nos sostenga y confiamos completamente en él para
que nos dé la fortaleza para perseverar, entonces podremos salir victoriosos. (Habacuc 3:13, 18;
Revelación 15:2; 1 Corintios 15:57.)
26
En todos los países hay cristianos que sufren persecución, ya sea por cónyuges opositores o
de alguna otra manera. En algunos países, todos los siervos de Dios están sufriendo debido a
acciones oficiales por parte del gobierno de la localidad. Pero aunque usted ahora mismo no esté
sufriendo personalmente oposición o alguna dificultad extraordinaria, recuerde que eso podría
ocurrir en cualquier momento. Jesús dijo que la persecución de los cristianos sería parte de la
señal del tiempo del fin; por lo tanto, siempre deberíamos estar a la expectativa de ella. (Mateo
24:9.) Por eso, ¿por qué no se prepara para ella ahora? Resuélvase a que, prescindiendo de lo
que haya por delante, su conducta siempre traiga alabanza a su Padre celestial, Jehová Dios.
(Proverbios 27:11.)

PAG. 69 w 00 1/4 PAG. 22-15 PARR. 17


17
Nuestros enemigos luchan contra nosotros sin causa, pero no nos acobardamos (Salmo 109:1-
3). Nunca permitiremos que los que odian el mensaje bíblico nos intimiden ni nos hagan transigir.
Aunque esperamos que nuestra lucha espiritual se intensifique, sabemos cuál será el resultado. Al
igual que Jeremías, experimentaremos el cumplimiento de las siguientes palabras proféticas: “De
seguro pelearán contra ti, pero no prevalecerán contra ti, porque: ‘Yo estoy contigo —es la
expresión de Jehová— para librarte’” (Jeremías 1:19). En efecto, sabemos que los que pelean
contra Dios no prevalecerán.
PAG. 69 w 96 1/5 PAG. 10 PARR. 3
3
De igual manera, el Estado ejerce su autoridad solamente porque Dios, como Gobernante
Soberano, se lo permite. (Juan 19:11.) En este sentido puede decirse que “las autoridades que
existen están colocadas por Dios en sus posiciones relativas”. Comparada con la autoridad
soberana y suprema de Jehová, la del Estado es mucho menor. Sin embargo, las autoridades
civiles son ‘ministros de Dios’, “siervos públicos de Dios”, por cuanto prestan servicios necesarios,
velan por el mantenimiento de la ley y el orden y castigan a los que obran mal. (Romanos
13:1, 4, 6.) Los cristianos, pues, deben entender que por el hecho de que Satanás sea el
gobernante invisible de este mundo, o sistema, no están sometiéndose a él cuando reconocen que
deben sujeción relativa al Estado; más bien, están obedeciendo a Dios. Todavía en este año
de 1996 el Estado político forma parte del “arreglo de Dios”, un orden temporal cuya existencia
Dios permite y el cual sus siervos terrenales han de aceptar como tal. (Romanos 13:2.)

PAG. 70 w 96 1/5 PAG. 12 PARR. 9


9
Poco antes de su muerte, Jesús dijo al representante especial del emperador romano en Judea:
“Mi reino no es parte de este mundo. Si mi reino fuera parte de este mundo, mis servidores habrían
peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero, como es el caso, mi reino no es de esta
fuente”. (Juan 18:36.) Hasta que su Reino acabe con la dominación de los gobiernos políticos, los
discípulos de Cristo imitan su ejemplo: obedecen a las autoridades establecidas, pero no interfieren
en sus empresas políticas. (Daniel 2:44; Mateo 4:8-10.) Jesús formuló una pauta para sus
discípulos cuando dijo: “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios”.
(Mateo 22:21.) Anteriormente, en el Sermón de la Montaña, había dicho: “Si alguien bajo autoridad
te obliga a una milla de servicio, ve con él dos millas”. (Mateo 5:41.) El contexto indica que Jesús
estaba ilustrando el principio de sumisión espontánea a las exigencias legítimas, ya en las
relaciones humanas, ya en los requerimientos gubernamentales que se conformen a la ley divina.
(Lucas 6:27-31; Juan 17:14, 15.)

PAG. 70 w 96 1/5 PAG. 12 PARR. 9


9
Poco antes de su muerte, Jesús dijo al representante especial del emperador romano en Judea:
“Mi reino no es parte de este mundo. Si mi reino fuera parte de este mundo, mis servidores habrían
peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero, como es el caso, mi reino no es de esta
fuente”. (Juan 18:36.) Hasta que su Reino acabe con la dominación de los gobiernos políticos, los
discípulos de Cristo imitan su ejemplo: obedecen a las autoridades establecidas, pero no interfieren
en sus empresas políticas. (Daniel 2:44; Mateo 4:8-10.) Jesús formuló una pauta para sus
discípulos cuando dijo: “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios”.
(Mateo 22:21.) Anteriormente, en el Sermón de la Montaña, había dicho: “Si alguien bajo autoridad
te obliga a una milla de servicio, ve con él dos millas”. (Mateo 5:41.) El contexto indica que Jesús
estaba ilustrando el principio de sumisión espontánea a las exigencias legítimas, ya en las
relaciones humanas, ya en los requerimientos gubernamentales que se conformen a la ley divina.
(Lucas 6:27-31; Juan 17:14, 15.)

PAG. 70 w 96 1/5 PAG. 12 PARR. 11


11
En consonancia con este principio, el apóstol Pablo exhortó a los cristianos de Roma poco más
de veinte años después de la muerte de Cristo: “Toda alma esté en sujeción a las autoridades
superiores”. (Romanos 13:1.) Y aproximadamente diez años más tarde, poco antes de su segundo
encarcelamiento y martirio en Roma, escribió a Tito: “Continúa recordándoles [a los cristianos
cretenses] que estén en sujeción y sean obedientes a los gobiernos y a las autoridades como
gobernantes, que estén listos para toda buena obra, que no hablen perjudicialmente de nadie, que
no sean belicosos, que sean razonables, y desplieguen toda apacibilidad para con todos los
hombres”. (Tito 3:1, 2.)

PAG. 70 w 96 1/5 PAG. 15 PARR. 2


2
Por supuesto, la principal preocupación de los siervos de Jehová es pagar a Dios las cosas de
Dios. (Salmo 116:12-14.) Pero no por ello se olvidan de que Jesús dijo que debían dar ciertas
cosas al César. Su conciencia enseñada por la Biblia requiere que analicen bajo oración hasta
dónde pueden llegar al dar al César lo que este pide. (Romanos 13:7.) Muchos juristas de tiempos
modernos reconocen que la potestad del Estado tiene límites y que los pueblos y gobiernos de
todas partes están sometidos a la ley natural.

PAG. 70 w 96 1/5 PAG. 16 PARR. 6


6
El apóstol Pablo también escribió: “Glorifico mi ministerio”. (Romanos 11:13.) No cabe duda de
que debemos copiar su ejemplo. Tanto si somos ministros de tiempo completo como si no,
tengamos en cuenta que es Jehová mismo quien nos ha asignado nuestro ministerio. (2 Corintios
2:17.) Siendo que algunas personas pueden cuestionar nuestra postura, es preciso que todo
cristiano dedicado y bautizado esté pronto a suministrar prueba contundente y positiva de que es
en verdad ministro de las buenas nuevas. (1 Pedro 3:15.) Además, su conducta da prueba de su
ministerio. Como ministro de Dios ha de abogar por la sana moral y practicarla, defender la unidad
familiar, ser honrado y observar la ley y el orden. (Romanos 12:17, 18; 1 Tesalonicenses 5:15.) Las
cosas más importantes en la vida del cristiano son su relación con Dios y el ministerio que él le ha
asignado. No puede renunciar a ellas a instancias del César, pues es obvio que se cuentan entre
las “cosas de Dios”.

PAG. 70 w 96 1/5 PAG. 19 PARR. 15


15
Ahora bien, ¿qué hará el cristiano que vive en un país donde no se exime a los ministros
religiosos? Entonces deberá tomar una decisión personal siguiendo los dictados de su conciencia
educada por la Biblia. (Gálatas 6:5.) Tomará en cuenta la autoridad del César sin dejar de sopesar
cuidadosamente lo que debe a Jehová. (Salmo 36:9; 116:12-14; Hechos 17:28.) Recordará que la
marca del cristiano genuino es el amor que le tiene a todos sus hermanos en la fe, incluidos
aquellos que viven en otros países o son de otra tribu. (Juan 13:34, 35; 1 Pedro 2:17.) Tampoco
olvidará los principios bíblicos contenidos en pasajes como Isaías 2:2-4; Mateo 26:52; Romanos
12:18; 14:19; 2 Corintios 10:4, y Hebreos 12:14.

PAG. 70 w 96 1/5 PAG. 20 PARR. 20


20
Al efectuar su investigación, el cristiano debe tomar en cuenta varios principios bíblicos. Pablo
dijo que debemos ‘ser obedientes a los gobiernos y a las autoridades como gobernantes, estar
listos para toda buena obra, ser razonables y desplegar toda apacibilidad para con todos los
hombres’. (Tito 3:1, 2.) Conviene asimismo que el cristiano examine el trabajo civil propuesto. De
aceptarlo, ¿podrá mantener la neutralidad cristiana? (Miqueas 4:3, 5; Juan 17:16.) ¿Lo involucrará
con la religión falsa? (Revelación 18:4, 20, 21.) ¿Le impedirá cumplir con sus deberes cristianos, o
le impondrá límites excesivos al respecto? (Mateo 24:14; Hebreos 10:24, 25.) Por otra parte, ¿le
será posible seguir adelantando en sentido espiritual, quizás hasta participando en el ministerio de
tiempo completo, mientras presta el servicio exigido? (Hebreos 6:11, 12.)

PAG. 70 w 96 1/5 PAGS. 16,17 PARRS. 7,8


“Las cosas de César”
7
Los testigos de Jehová saben que deben “sujeción a las autoridades superiores”, esto es, los
dirigentes gubernamentales. (Romanos 13:1.) Por consiguiente, su conciencia educada por la
Biblia les permite satisfacer las exigencias legítimas del César, o el Estado. Los verdaderos
cristianos, por ejemplo, figuran entre los contribuyentes más ejemplares de la Tierra. El periódico
alemán Münchner Merkur informó lo siguiente de los testigos de Jehová: “Son las personas más
honradas y puntuales en el pago de impuestos de la República Federal”. En Italia, el periódico La
Stampa comentó: “No hay ciudadanos más leales: no tratan de evitar el pago de los impuestos
ni procuran lucrarse evadiendo leyes inconvenientes”. Los siervos de Jehová lo hacen “por causa
de su conciencia”. (Romanos 13:5, 6.)
8
¿Se circunscriben las “cosas de César” solo al pago de impuestos? No. Pablo incluyó otras,
como el temor y la honra. En su Critical and Exegetical Hand-Book to the Gospel of Matthew
(Manual crítico y exegético del Evangelio de Mateo), el erudito alemán Heinrich Meyer escribió:
“Por [las cosas del César] [...] no hemos de entender meramente el impuesto civil, sino todo aquello
a lo que el César tenía derecho en virtud de su legítimo regir”. El historiador E. W. Barnes, en su
obra The Rise of Christianity (La aparición del cristianismo), comentó que el cristiano pagaría los
impuestos que debiera y “aceptaría asimismo toda otra obligación impuesta por el Estado, siempre
y cuando no se le exigiera dar al César las cosas que fueran de Dios”.

PAG. 70 w 96 1/5 PAG. 20 PARR. 22


22
Como cristianos que somos, no dejaremos de rendir “al que pide honra, dicha honra”. (Romanos
13:7.) Respetaremos el orden y procuraremos ser ciudadanos pacíficos y observantes de la ley.
(Salmo 34:14.) Incluso podremos orar “respecto a reyes y a todos los que están en alto puesto”
cuando estos funcionarios deban tomar decisiones que afecten nuestra vida y labor cristianas.
Como resultado de pagar al César las cosas del César, esperamos seguir “llevando una vida
tranquila y quieta con plena devoción piadosa y seriedad”. (1 Timoteo 2:1, 2.) Ante todo,
seguiremos predicando las buenas nuevas del Reino como la única esperanza para la humanidad,
pagando escrupulosamente a Dios las cosas de Dios.

MIERCOLES
LECCION 8(b)
PARTICIPA EN LAS DIVERSAS MODALIDADES DEL MINISTERIO

PAG. 73 km 8/10 PAGS. 3,4


¿Predicar informalmente? ¡Claro que usted puede!
1
¿Cuántos de su congregación conocieron la verdad gracias a la predicación informal? Le
sorprendería la respuesta. ¿Qué es la predicación informal? Es hablarle de las buenas nuevas a la
gente que nos encontramos en el diario vivir: en la escuela, en el trabajo, al ir de compras, al visitar
a familiares o vecinos, al viajar, etc. En cierto grupo de más de doscientos Testigos bautizados, el
40% conoció la verdad informalmente, lo que demuestra que es un método sumamente eficaz.
2
Los evangelizadores del primer siglo a menudo predicaron de manera informal. Por ejemplo,
cuando atravesaba Samaria, Jesús le predicó a una mujer que sacaba agua de la fuente de Jacob
(Juan 4:6-26). Con cierto funcionario de la corte etíope que iba leyendo del libro de Isaías, Felipe
inició la conversación preguntándole: “¿Verdaderamente sabes lo que estás leyendo?” (Hech.
8:26-38). Mientras estuvo prisionero en Filipos, Pablo le predicó a un carcelero (Hech. 16:23-34).
Y más tarde, el mismo Pablo “recibía amablemente a todos los que venían a él” durante su arresto
domiciliario, “predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al Señor Jesucristo”
(Hech. 28:30, 31). Si ellos lo hicieron, usted también puede, aunque sea tímido. ¿Cómo?
3
Para empezar. A muchos se nos hace difícil comenzar una conversación con un extraño. Aun
tratándose de un conocido, pudiéramos sentirnos un tanto incómodos y no atrevernos a hablar de
la verdad. Pero si meditamos en lo bueno que es Jehová, en los tesoros espirituales que nos ha
dado y en la lamentable situación en que se halla la gente del mundo, nos brotará el deseo de
expresarnos (Jon. 4:11; Sal. 40:5; Mat. 13:52). Además, podemos pedirle a Jehová que nos dé
valor (1 Tes. 2:2). Como dijo cierto estudiante de Galaad: “A menudo he hallado que la oración me
ayuda cuando se me dificulta hablar con la gente”. Si se siente inseguro, haga en silencio una corta
oración (Neh. 2:4).
4
Tal como su nombre lo indica, para predicar informalmente no hace falta una introducción
formal o empezar leyendo un texto bíblico. La meta incluso puede ser sencillamente entablar
conversación, sin sentir la obligación de dar testimonio de inmediato. Muchos hermanos dicen que,
después que logran dar este paso, se sienten más cómodos para mencionar las buenas nuevas.
Ahora bien, si la persona no desea conversar, no fuerce la situación. Despídase cortésmente y siga
adelante.
5
Una hermana tímida tiene su propio método: mientras anda de compras, mira a alguien a los
ojos y le sonríe. Si le devuelven la sonrisa, ella hace un comentario pasajero. Cuando la persona
reacciona bien, eso le da confianza y prosigue la conversación. Escucha con atención y trata de
discernir qué aspecto de las buenas nuevas pudiera interesarle. De este modo ha dejado muchas
publicaciones en manos de la gente y hasta pudo comenzar un estudio.
6
Para romper el hielo. ¿Qué podemos decir para empezar? Recuerde: con la mujer en el
pozo, Jesús comenzó simplemente pidiendo un poco de agua (Juan 4:7). Así que tal vez un saludo
o una pregunta amable sirvan para romper el hielo. Conforme vayan hablando, quizás usted vea
oportuno introducir un pensamiento bíblico que pudiera sembrar la semilla de la verdad (Ecl. 11:6).
A algunos les ha dado buenos resultados mencionar algo interesante, que despierte la curiosidad
de la persona y dé pie a una pregunta. Por ejemplo, mientras espera su cita médica, podría decir:
“¡Qué contento me pondré cuando se acaben las enfermedades!”.
7
También ayuda ser observador. Por ejemplo, si notamos que los niños de alguien se portan
bien, podríamos elogiar a la persona y preguntarle: “¿Cómo logra educarlos tan bien?”. Una
hermana pone atención a los temas sobre los que hablan sus compañeros de trabajo y luego les
entrega información específica de acuerdo con lo que les interese. Por ejemplo, una vez se enteró
de que una compañera pensaba casarse, así que le llevó una revista ¡Despertad! que daba ideas
para planear una boda. El resultado fue una conversación sobre temas bíblicos.
8
Otra forma de comenzar conversaciones es leyendo nuestras publicaciones donde otros nos
vean. Un hermano abre La Atalaya o ¡Despertad! en un artículo que llame la atención y comienza a
leerlo en silencio. Si nota que alguien por ahí está mirando la revista, le hace una pregunta o un
comentario sobre el artículo. A menudo, su método conduce a una conversación y él puede dar
testimonio. Incluso algo tan simple como dejar una publicación donde otros la vean puede hacer
que compañeros de trabajo o de escuela sientan suficiente curiosidad como para hacer preguntas.
9
Hay que crear las oportunidades. En vista de la atención urgente que merece nuestra obra,
es fundamental no ver la predicación informal como algo que puede dejarse a la casualidad. Más
bien, hay que buscar cómo crear oportunidades que nos permitan predicar durante nuestras
actividades cotidianas. Piense de antemano en las personas con quienes probablemente se
encuentre y en lo que puede decirles para entablar una conversación agradable. Tenga siempre a
la mano una Biblia, además de algunas publicaciones para entregarle a quien muestre interés
(1 Ped. 3:15).
10
Muchos publicadores han encontrado formas ingeniosas de dar testimonio informal. Por citar
un caso, una hermana que vive en un edificio de alta seguridad se pone a armar rompecabezas de
paisajes naturales en el área de recreación de las instalaciones. Cuando la gente se detiene y
alaba el hermoso paisaje, ella aprovecha y les cuenta de la promesa bíblica de “un nuevo cielo y
una nueva tierra” (Rev. 21:1-4). ¿De qué otras maneras se le ocurre que pueda crear
oportunidades para predicar informalmente?
11
Atienda el interés. Si encuentra un buen oído, procure atender el interés. Para ello, si lo ve
conveniente, podría decir: “Fue un placer hablar con usted. ¿Dónde puedo localizarlo para seguir la
conversación?”. Algunos hermanos simplemente le entregan su dirección y número telefónico a la
persona y le dicen: “Me gustó esta conversación con usted. Si desea saber más de lo que
hablamos, aquí me puede localizar”. Si considera que no podrá atender a la persona, entregue sin
demora el formulario Sírvase visitar (S-43) al secretario de su congregación para que la
congregación correspondiente se encargue de darle seguimiento.
12
Ahora bien, se debe informar el tiempo de la predicación informal. Asegúrese de ir
anotándolo, aunque solo sean unos cuantos minutos en el día. Si cada publicador predicara
informalmente cinco minutos por día, ¡en total serían más de diecisiete millones de horas al mes!
13
Predicamos informalmente por las más nobles razones: el amor a Dios y al prójimo (Mat.
22:37-39). El profundo aprecio que sentimos por las cualidades y los propósitos de Jehová nos
impulsa a proclamar “la gloria del esplendor de su gobernación real” (Sal. 145:7, 10-12). Por el
genuino interés que tenemos por el prójimo, aprovechamos toda oportunidad apropiada para
difundir las buenas nuevas mientras todavía hay tiempo (Rom. 10:13, 14). Con un poco de
previsión y preparación, todos podemos predicar informalmente... y quién sabe, hasta podríamos
tener la alegría de contribuir a que alguien de buen corazón conozca la verdad.

PAG. 74 km 1/06 PAG. 1; km 2/01 PAG. 1; km 6/96 PAG. 7


Mostremos interés personal haciendo preguntas y escuchando
1
A la mayoría de las personas les gusta exponer sus puntos de vista, pero les desagrada que
alguien las sermonee o las interrogue. Por eso, los ministros cristianos debemos aprender el arte
de usar las preguntas para que nuestros oyentes se expresen (Pro. 20:5).
2
Nuestras preguntas no deben intimidar a la persona, sino invitarla a expresarse. Al ir de casa
en casa, cierto hermano pregunta: “¿Le parece que llegará el día en que todos nos tratemos con
dignidad y respeto?”. Dependiendo de la respuesta, prosigue diciendo: “¿Qué cree usted que haría
falta para lograrlo?”, o “¿Por qué cree usted eso?”. Otro hermano, cuando da testimonio
informalmente o en lugares públicos, pregunta a quienes tienen hijos: “¿Qué es lo que más le
gusta de ser padre?”. Entonces pasa a decir: “¿Y qué es lo que más le preocupa?”. Observe que
estas preguntas permiten que los oyentes expresen sus opiniones sin sentirse presionados. Puesto
que las circunstancias varían, es importante hacer que el tema y el tono de las preguntas se
adapten a aquellos a quienes predicamos en nuestro territorio.
3
Cómo lograr que se expresen. Si las personas están dispuestas a expresarse, escuche con
paciencia sin interrumpirlas innecesariamente (Sant. 1:19). Agradézcales sus comentarios (Col.
4:6). Quizá baste con decir: “Esa es una opinión muy interesante”. Encómielas con sinceridad
siempre que pueda. De manera bondadosa, hágales otras preguntas para averiguar lo que piensan
y por qué opinan así. Busque un terreno común. Para dirigirlas a un texto bíblico, podría decir:
“¿Ha pensado alguna vez en esta posibilidad?”. No sea dogmático ni discuta (2 Tim. 2:24, 25).
4
La forma en que los oyentes respondan a nuestras preguntas bien puede depender de cómo
escuchemos nosotros. Las personas perciben si de verdad les estamos prestando atención. Un
superintendente viajante señaló: “Demostrar que uno está dispuesto a escuchar con paciencia
ejerce una asombrosa atracción y es una magnífica manera de expresar afecto e interés personal”.
El que escuchemos a los demás los dignifica, y es probable que los impulse a prestar atención a
las buenas nuevas que procuramos transmitirles (Rom. 12:10).

km 2/01 PAG. 1

Cómo persuadir a otras personas


1
El apóstol Pablo se ganó la fama de ser un ministro persuasivo (Hech. 19:26). Incluso el rey
Agripa le dijo: “En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano” (Hech. 26:28). ¿Qué hizo que
el ministerio de Pablo resultara tan convincente? Razonaba con sus oyentes de manera lógica
basándose en las Escrituras y adaptando sus argumentos al auditorio (Hech. 28:23).
2
En imitación de Pablo, nosotros también debemos ser persuasivos en nuestro ministerio.
¿Cómo? Hablando y escuchando con perspicacia (Pro. 16:23). Seguir estos tres pasos nos
ayudará a lograrlo.
3
Escuchemos con atención. Mientras habla la otra persona, debemos buscar un terreno
común sobre el cual elaborar nuestro razonamiento. Si presenta una objeción, intentemos percibir
la causa. Sería útil saber exactamente en qué cree, qué la convenció y por qué (Pro. 18:13).
Tratemos de obtener dicha información con tacto.
4
Hagamos preguntas. Si alguien nos dice que cree en la Trinidad, pudiéramos preguntarle:
“¿Ha pensado siempre así?”. Y añadir: “¿Ha estudiado alguna vez detenidamente lo que la Biblia
dice al respecto?”. También pudiéramos plantearle el siguiente razonamiento: “Si Dios fuera una
Trinidad, ¿no esperaríamos que la Biblia lo indicase con claridad?”. Sus respuestas nos ayudarán
a razonar con él sobre lo que enseñan las Escrituras.
5
Empleemos razonamientos sólidos. Un Testigo le preguntó a una mujer que creía que
Jesús era Dios: “Si usted quisiera ilustrar que dos personas son iguales, ¿qué parentesco
emplearía?”. Ella contestó: “Podría referirme a dos hermanos”. Entonces él añadió: “Puede que
hasta a gemelos idénticos. Pero al enseñarnos a ver a Dios como el Padre y a él mismo como el
Hijo, ¿qué dio a entender Jesús?”. La mujer captó la idea de que Dios es mayor y tiene más
autoridad (Mat. 20:23; Juan 14:28; 20:17). El hermano pudo razonar con ella y llegarle al corazón
gracias al arte de la persuasión.
6
Por supuesto, sin importar lo lógica y exacta que sea nuestra presentación, no todo el mundo
recibe la verdad con agrado. Aun así, busquemos diligentemente, al igual que Pablo, a las
personas sinceras de nuestro territorio y persuadámoslas a aceptar el mensaje del Reino (Hech.
19:8).

km 6/96 PAG. 7

Las conversaciones amigables pueden llegar al corazón


1
La conversación pudiera definirse como un “intercambio oral de impresiones”. Entablar
conversaciones amigables sobre temas que interesan a los oyentes puede captar la atención de
estos y ayudarnos a llegar a su corazón con el mensaje del Reino. La experiencia ha demostrado
que es mucho más eficaz hablar amigable y tranquilamente con la gente que presentarle un
sermón.
2
Cómo empezar una conversación amigable: Conversar con la gente no significa que
tengamos que presentar una impresionante serie de ideas y textos bíblicos. Implica sencillamente
lograr que la otra persona hable con nosotros. Por ejemplo, cuando mantenemos una conversación
amena con el vecino, no estamos rígidos, sino tranquilos. No estamos pensando en lo que vamos
a decir después, sino que respondemos naturalmente a las ideas que exprese nuestro interlocutor.
Mostrar interés sincero en lo que la persona dice tal vez la anime a seguir conversando con
nosotros. Lo mismo sucede cuando damos testimonio.
3
Para entablar conversaciones amigables podemos valernos de temas como el delito, los
problemas de los jóvenes, las noticias locales, las condiciones mundiales o incluso el tiempo. Los
asuntos que afectan directamente la vida de la gente suelen despertar su interés. Una vez que se
haya empezado la conversación, podemos dirigir poco a poco la atención al mensaje del Reino.
4
Conversar tranquilamente no significa que no tengamos que prepararnos de antemano. Dicha
preparación es necesaria. Sin embargo, no tenemos que formular un bosquejo riguroso
ni memorizar un sermón, pues eso resultaría en una conversación inflexible, y no se adaptaría a
las circunstancias que se presentaran. (Compárese con 1 Corintios 9:20-23.) Una excelente
manera de prepararnos consiste en seleccionar uno o dos temas bíblicos con el objetivo de
conversar sobre estos. Repasar los que contiene el libro Razonamiento puede resultarnos útil.
5
Cualidades esenciales para mantener una conversación amigable: Cuando hablemos con
otras personas debemos ser afectuosos y sinceros. Una sonrisa y un aspecto alegre ayudan a
reflejar dichas cualidades. Tenemos el mejor mensaje del mundo, y es muy atrayente para las
personas de corazón honrado. Si perciben que nuestro interés en ellas está motivado por un deseo
sincero de comunicarles buenas noticias, tal vez se sientan impulsadas a escuchar. (2 Cor. 2:17.)
6
Conversar con otros debe ser una experiencia placentera. Por eso, debemos ser bondadosos
y prudentes cuando presentemos el mensaje del Reino. (Gál. 5:22; Col. 4:6.) Procuremos dejar una
buena impresión en el amo de casa. Así, aunque no le hayamos llegado al corazón durante la
primera visita, quizás esté más dispuesto a escuchar a un Testigo la próxima vez.
7
Entablar una conversación amigable no es el resultado de dominar un sermón complicado.
Simplemente es cuestión de despertar el interés del amo de casa en un tema que le atañe. Una
vez que nos hayamos preparado de antemano estaremos listos para conversar de manera
amigable con la gente. Procuremos llegar al corazón de las personas con quienes hablamos al
comunicarles las mejores noticias que existen, las de las bendiciones eternas del Reino. (2 Ped.
3:13.)

PAG. 75 km 8/10 PAGS. 3-6; km 12/95 PAGS. 3,4


¿Predicar informalmente? ¡Claro que usted puede!
1
¿Cuántos de su congregación conocieron la verdad gracias a la predicación informal? Le
sorprendería la respuesta. ¿Qué es la predicación informal? Es hablarle de las buenas nuevas a la
gente que nos encontramos en el diario vivir: en la escuela, en el trabajo, al ir de compras, al visitar
a familiares o vecinos, al viajar, etc. En cierto grupo de más de doscientos Testigos bautizados, el
40% conoció la verdad informalmente, lo que demuestra que es un método sumamente eficaz.
2
Los evangelizadores del primer siglo a menudo predicaron de manera informal. Por ejemplo,
cuando atravesaba Samaria, Jesús le predicó a una mujer que sacaba agua de la fuente de Jacob
(Juan 4:6-26). Con cierto funcionario de la corte etíope que iba leyendo del libro de Isaías, Felipe
inició la conversación preguntándole: “¿Verdaderamente sabes lo que estás leyendo?” (Hech.
8:26-38). Mientras estuvo prisionero en Filipos, Pablo le predicó a un carcelero (Hech. 16:23-34).
Y más tarde, el mismo Pablo “recibía amablemente a todos los que venían a él” durante su arresto
domiciliario, “predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al Señor Jesucristo”
(Hech. 28:30, 31). Si ellos lo hicieron, usted también puede, aunque sea tímido. ¿Cómo?
3
Para empezar. A muchos se nos hace difícil comenzar una conversación con un extraño. Aun
tratándose de un conocido, pudiéramos sentirnos un tanto incómodos y no atrevernos a hablar de
la verdad. Pero si meditamos en lo bueno que es Jehová, en los tesoros espirituales que nos ha
dado y en la lamentable situación en que se halla la gente del mundo, nos brotará el deseo de
expresarnos (Jon. 4:11; Sal. 40:5; Mat. 13:52). Además, podemos pedirle a Jehová que nos dé
valor (1 Tes. 2:2). Como dijo cierto estudiante de Galaad: “A menudo he hallado que la oración me
ayuda cuando se me dificulta hablar con la gente”. Si se siente inseguro, haga en silencio una corta
oración (Neh. 2:4).
4
Tal como su nombre lo indica, para predicar informalmente no hace falta una introducción
formal o empezar leyendo un texto bíblico. La meta incluso puede ser sencillamente entablar
conversación, sin sentir la obligación de dar testimonio de inmediato. Muchos hermanos dicen que,
después que logran dar este paso, se sienten más cómodos para mencionar las buenas nuevas.
Ahora bien, si la persona no desea conversar, no fuerce la situación. Despídase cortésmente y siga
adelante.
5
Una hermana tímida tiene su propio método: mientras anda de compras, mira a alguien a los
ojos y le sonríe. Si le devuelven la sonrisa, ella hace un comentario pasajero. Cuando la persona
reacciona bien, eso le da confianza y prosigue la conversación. Escucha con atención y trata de
discernir qué aspecto de las buenas nuevas pudiera interesarle. De este modo ha dejado muchas
publicaciones en manos de la gente y hasta pudo comenzar un estudio.
6
Para romper el hielo. ¿Qué podemos decir para empezar? Recuerde: con la mujer en el
pozo, Jesús comenzó simplemente pidiendo un poco de agua (Juan 4:7). Así que tal vez un saludo
o una pregunta amable sirvan para romper el hielo. Conforme vayan hablando, quizás usted vea
oportuno introducir un pensamiento bíblico que pudiera sembrar la semilla de la verdad (Ecl. 11:6).
A algunos les ha dado buenos resultados mencionar algo interesante, que despierte la curiosidad
de la persona y dé pie a una pregunta. Por ejemplo, mientras espera su cita médica, podría decir:
“¡Qué contento me pondré cuando se acaben las enfermedades!”.
7
También ayuda ser observador. Por ejemplo, si notamos que los niños de alguien se portan
bien, podríamos elogiar a la persona y preguntarle: “¿Cómo logra educarlos tan bien?”. Una
hermana pone atención a los temas sobre los que hablan sus compañeros de trabajo y luego les
entrega información específica de acuerdo con lo que les interese. Por ejemplo, una vez se enteró
de que una compañera pensaba casarse, así que le llevó una revista ¡Despertad! que daba ideas
para planear una boda. El resultado fue una conversación sobre temas bíblicos.
8
Otra forma de comenzar conversaciones es leyendo nuestras publicaciones donde otros nos
vean. Un hermano abre La Atalaya o ¡Despertad! en un artículo que llame la atención y comienza a
leerlo en silencio. Si nota que alguien por ahí está mirando la revista, le hace una pregunta o un
comentario sobre el artículo. A menudo, su método conduce a una conversación y él puede dar
testimonio. Incluso algo tan simple como dejar una publicación donde otros la vean puede hacer
que compañeros de trabajo o de escuela sientan suficiente curiosidad como para hacer preguntas.
9
Hay que crear las oportunidades. En vista de la atención urgente que merece nuestra obra,
es fundamental no ver la predicación informal como algo que puede dejarse a la casualidad. Más
bien, hay que buscar cómo crear oportunidades que nos permitan predicar durante nuestras
actividades cotidianas. Piense de antemano en las personas con quienes probablemente se
encuentre y en lo que puede decirles para entablar una conversación agradable. Tenga siempre a
la mano una Biblia, además de algunas publicaciones para entregarle a quien muestre interés
(1 Ped. 3:15).
10
Muchos publicadores han encontrado formas ingeniosas de dar testimonio informal. Por citar
un caso, una hermana que vive en un edificio de alta seguridad se pone a armar rompecabezas de
paisajes naturales en el área de recreación de las instalaciones. Cuando la gente se detiene y
alaba el hermoso paisaje, ella aprovecha y les cuenta de la promesa bíblica de “un nuevo cielo y
una nueva tierra” (Rev. 21:1-4). ¿De qué otras maneras se le ocurre que pueda crear
oportunidades para predicar informalmente?
11
Atienda el interés. Si encuentra un buen oído, procure atender el interés. Para ello, si lo ve
conveniente, podría decir: “Fue un placer hablar con usted. ¿Dónde puedo localizarlo para seguir la
conversación?”. Algunos hermanos simplemente le entregan su dirección y número telefónico a la
persona y le dicen: “Me gustó esta conversación con usted. Si desea saber más de lo que
hablamos, aquí me puede localizar”. Si considera que no podrá atender a la persona, entregue sin
demora el formulario Sírvase visitar (S-43) al secretario de su congregación para que la
congregación correspondiente se encargue de darle seguimiento.
12
Ahora bien, se debe informar el tiempo de la predicación informal. Asegúrese de ir
anotándolo, aunque solo sean unos cuantos minutos en el día. Si cada publicador predicara
informalmente cinco minutos por día, ¡en total serían más de diecisiete millones de horas al mes!
13
Predicamos informalmente por las más nobles razones: el amor a Dios y al prójimo (Mat.
22:37-39). El profundo aprecio que sentimos por las cualidades y los propósitos de Jehová nos
impulsa a proclamar “la gloria del esplendor de su gobernación real” (Sal. 145:7, 10-12). Por el
genuino interés que tenemos por el prójimo, aprovechamos toda oportunidad apropiada para
difundir las buenas nuevas mientras todavía hay tiempo (Rom. 10:13, 14). Con un poco de
previsión y preparación, todos podemos predicar informalmente... y quién sabe, hasta podríamos
tener la alegría de contribuir a que alguien de buen corazón conozca la verdad.

km 12/95 PAGS. 3,4

Que nuestra luz resplandezca continuamente


1
¿Qué es la luz? Un diccionario la define como una “forma de energía que ilumina las cosas y
las hace visibles”. Pero en realidad, pese a los avances técnicos, el hombre no ha logrado aclarar
plenamente la cuestión que Jehová planteó en Job 38:24. ¿Podemos vivir sin luz? Sin ella
no podríamos existir. La luz es esencial para la visión física, y la Biblia nos dice que en sentido
espiritual “Dios es luz”. (1 Juan 1:5.) Dependemos totalmente de Aquel que “nos da luz”. (Sal.
118:27.)
2
Si esto es cierto en sentido físico, lo es más en sentido espiritual. La religión falsa ha
extraviado a muchísimas personas y las tiene en la oscuridad, “palpando el muro justamente como
ciegos”. (Isa. 59:9, 10.) Motivado por su amor y su compasión incomparables, Jehová ‘envía su luz
y su verdad’. (Sal. 43:3.) Literalmente millones de personas han respondido, saliendo “de la
oscuridad a su luz maravillosa”. (1 Ped. 2:9.)
3
Jesucristo desempeña un papel fundamental en llevar esta luz al mundo. Él dijo: “Yo he venido
como luz al mundo, para que todo el que pone fe en mí no permanezca en la oscuridad”. (Juan
12:46.) Encauzó todo su tiempo, toda su energía y todos sus recursos a dar a conocer la luz de la
verdad. Viajó a lo largo y ancho de su país, predicando y enseñando en prácticamente toda ciudad
y aldea. Soportó persecución desde todo ángulo, y se mantuvo incólume en su comisión de difundir
la luz de la verdad.
4
Jesús se concentró en seleccionar, preparar y organizar a los discípulos, con un objetivo
específico. En Mateo 5:14-16 leemos las instrucciones que les dio: “Ustedes son la luz del
mundo. [...] Resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus obras
excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos”. Tal como Jesús, ellos debían
ser “iluminadores en el mundo”, y difundir por doquier la luz de la verdad. (Fili. 2:15.) Aceptaron con
gusto esa responsabilidad, que consideraron su principal objetivo en la vida. Poco después, Pablo
pudo afirmar que las buenas nuevas “se [habían] predicado en toda la creación que está bajo el
cielo”. (Col. 1:23.) Toda la congregación cristiana realizaba unidamente esta gran obra.
5
Hoy debemos estar agradecidos de que podamos contarnos con los que se han ‘quitado las
obras que pertenecen a la oscuridad’. (Rom. 13:12, 13.) Podemos mostrar nuestra gratitud
imitando el ejemplo de Jesús y los cristianos fieles del pasado. La necesidad de que otros
escuchen la verdad es hoy más urgente que en cualquier otro tiempo de la historia humana.
Ninguna otra actividad puede compararse con esta obra en lo que a urgencia y beneficios
duraderos se refiere.
6
¿Cómo podemos resplandecer como iluminadores? La principal forma de dejar que
nuestra luz resplandezca es participando en la obra de predicar el Reino. Toda congregación tiene
un horario regular y organizado para predicar en su territorio asignado. Pueden conseguirse una
gran variedad de publicaciones en diversos idiomas. La educación que recibimos en las reuniones
es muy amplia, y los que tienen experiencia se ofrecen a ayudarnos personalmente. La
oportunidad de participar en ellas está al alcance de hombres, mujeres, personas mayores y hasta
niños. A todos los miembros de la congregación se les invita a participar al grado que sus
habilidades y circunstancias personales se lo permitan. Todas las actividades de la congregación
giran en torno de la predicación, y hay provisiones para ayudar a todos los miembros de esta a
participar de algún modo. Tener compañerismo estrecho y regular con la congregación es la forma
más segura de hacer que nuestra luz siga resplandeciendo.
7
Podemos resplandecer sin dar el testimonio verbalmente. Captamos la atención de quienes
nos observan simplemente con nuestra conducta. El apóstol Pedro tenía presente eso cuando
exhortó: “Mantengan excelente su conducta entre las naciones, para que [...] ellos, como resultado
de las obras excelentes de ustedes, de las cuales son testigos oculares, glorifiquen a Dios”. (1 Ped.
2:12.) Muchas personas juzgan una obra o una organización por la conducta de sus miembros.
Cuando los observadores se dan cuenta de que dichas personas son moralmente limpias,
honradas, pacíficas y observantes de la ley, las consideran diferentes y concluyen que rigen su
vida por normas mucho más altas que las de la mayoría. Así pues, un esposo deja que su luz
resplandezca cuando honra y respeta a su esposa con amor; la esposa hace lo propio respetando
la jefatura de su marido. Los hijos se destacan como personas diferentes cuando obedecen a sus
padres y evitan la inmoralidad sexual y el consumo de drogas. Al empleado que trabaja
concienzudamente y es honrado y considerado con los demás, se le tiene en alta estima. Al
mostrar estas cualidades cristianas, dejamos que nuestra luz resplandezca y recomendamos
nuestra forma de vivir a los demás.
8
Predicar es hablar a los demás de lo que hemos aprendido de la Palabra de Dios. Lo hacemos
desde la plataforma o al tocar a las puertas, pero de ningún modo se reduce a tales ocasiones.
Nuestras actividades cotidianas nos ponen en contacto con decenas de personas. ¿Cuántas veces
al día habla con sus vecinos? ¿Con cuánta frecuencia toca alguien a su puerta? ¿Con cuántas
personas se encuentra cuando va de compras, viaja en autobús o efectúa su trabajo? Si eres un
joven escolar, ¿puedes contar con cuántas personas hablas durante el día? Las oportunidades de
hablar a otros prácticamente son ilimitadas. Todo lo que necesitamos es memorizar algunos textos,
tener a mano la Biblia y algunos tratados, y tomar la iniciativa para hablarles cuando se presente la
oportunidad.
9
Aunque dar el testimonio de manera informal es sencillo, algunos titubean al respecto. Quizá
vacilen por timidez o porque se pongan nerviosos al hablar con extraños. Tal vez teman llamar la
atención a sí mismos o recibir una respuesta áspera. Los que tienen experiencia en dar el
testimonio informal afirman que al hacerlo rara vez se han visto en aprietos. La gente es como
nosotros; tiene las mismas necesidades, las mismas preocupaciones y desean las mismas cosas
para sí mismos y sus familiares. La mayoría responde bien a una amable sonrisa o un saludo
amigable. Para comenzar quizá deba ‘cobrar denuedo’. (1 Tes. 2:2.) Pero cuando lo haga, le
sorprenderán los resultados.
10
Cuando nuestra luz resplandece, recibimos bendiciones: He aquí algunas experiencias
que han sido el resultado de la predicación informal: Cuando cierta mujer de 55 años intentaba
cruzar la calle, una hermana la asió de la mano para evitar que un automóvil la atropellara, y le
dijo: “Por favor, tenga cuidado. Vivimos en constante peligro”. Después le explicó la razón de la
peligrosidad de estos tiempos. La señora le preguntó: “¿Es usted testigo de Jehová?”. Su hermana
le había prestado uno de nuestros libros y ella quería hablar con los testigos de Jehová. Esta
conversación le presentó la oportunidad.
11
Una hermana empezó a conversar con una señora en la sala de espera de un consultorio
médico. Esta la escuchó con atención, y luego dijo: “En varias ocasiones los testigos de Jehová
han intentado hablar conmigo; pero si en alguna ocasión me hago testigo de Jehová, será por lo
que usted acaba de decirme. Oírla ha sido como ver la luz en la oscuridad”.
12
Una acción bondadosa puede presentarnos la oportunidad de ayudar a otros a conocer la
verdad. Dos hermanas que se dirigían al servicio del campo observaron descender del autobús a
una señora que parecía estar enferma. Se detuvieron y le preguntaron si necesitaba ayuda. La
señora se sorprendió tanto de que dos desconocidas se interesaran en ella, que quiso saber qué
las motivaba a ser tan amables. Esta acción les permitió dar el mensaje. La señora les dio con
agrado su dirección y las invitó a que la visitaran. Se comenzó un estudio. Pronto empezó a asistir
a las reuniones, y ahora lleva la verdad a otras personas.
13
Una hermana mayor da el testimonio temprano por la mañana en una playa cercana. Habla
con sirvientas, niñeras, empleados bancarios y otras personas que hacen su caminata matutina por
el paseo entarimado de la playa. Tiene algunos estudios, y los hace en los bancos de la playa.
Varias personas han conocido la verdad por medio de ella y ahora son testigos de Jehová.
14
En su empleo, una hermana escuchó a una compañera que hablaba sobre un partido político
que, según ella, resolvería los problemas mundiales. La hermana le habló sobre las promesas que
el Reino de Dios hará realidad. La conversación que tuvieron las llevó a un estudio regular de la
Biblia en el hogar de la señora, y con el tiempo ella y su esposo se hicieron Testigos.
15
Nunca olvide que es Testigo: Cuando Jesús habló de sus discípulos como “la luz del
mundo”, entendía que ellos ayudarían a otras personas a beneficiarse de la iluminación espiritual
de la Palabra de Dios. Si seguimos su consejo, ¿cómo debemos ver nuestro ministerio?
16
Cuando buscan un empleo, algunas personas escogen un trabajo de media jornada. Limitan
el tiempo y el esfuerzo que dedican a trabajar porque prefieren utilizar la mayor parte de estos en
otras actividades que consideran más provechosas. ¿Adoptamos un punto de vista similar sobre
nuestro ministerio? Prescindiendo de que nos sintamos obligados o deseosos de dedicar tiempo al
ministerio, ¿deberían ser otros nuestros intereses primordiales?
17
Puesto que comprendimos que no podíamos ser cristianos de media jornada, hicimos nuestra
dedicación ‘repudiándonos a nosotros mismos’ y aceptando seguir a Jesús “de continuo”. (Mat.
16:24.) Queremos seguir sirviendo “de toda alma”, aprovechando toda oportunidad de hacer que
nuestra luz resplandezca para dar el mensaje a la gente en cualquier lugar. (Col. 3:23, 24.)
Tenemos que combatir las actitudes mundanas, mantener nuestro celo original y asegurarnos de
que nuestra luz siga resplandeciendo con fulgor. Algunos han permitido que su celo se apague y
su luz se reduzca a un pálido resplandor, apenas perceptible a corta distancia. Debemos ayudarlos
a recuperar el fervor en el ministerio.
18
Es probable que algunos tiendan a retraerse porque nuestro mensaje es impopular para
muchos. Pablo dijo que el mensaje acerca de Cristo era “necedad para los que están pereciendo”.
(1 Cor. 1:18.) Pero, dejando a un lado esas opiniones, dijo: “No me avergüenzo de las buenas
nuevas”. (Rom. 1:16.) La persona que se avergüenza siente cortedad o desconfianza. ¿Cómo
podríamos sentir vergüenza de hablar del Soberano Supremo del universo y de sus maravillosas
provisiones para la felicidad eterna? Es inconcebible que podamos tener cortedad o desconfianza
cuando hablamos de estas verdades con otras personas. En vez de eso, deberíamos sentirnos
impulsados a hacer cuanto podamos para manifestar con convicción que ‘no tenemos de qué
avergonzarnos’. (2 Tim. 2:15.)
19
La luz de la verdad resplandece actualmente en países de toda la Tierra brindando la
esperanza de vida eterna en un nuevo mundo paradisíaco. Demostremos que aceptamos de
corazón la exhortación de dejar que nuestra luz resplandezca continuamente. Si lo hacemos,
tendremos motivos para regocijarnos, como los discípulos que todos los días “continuaban sin
cesar enseñando y declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús.” (Hech. 5:42.)

PAG. 76 km 6/96 PAG. 7 PARR. 6


6
Conversar con otros debe ser una experiencia placentera. Por eso, debemos ser bondadosos y
prudentes cuando presentemos el mensaje del Reino. (Gál. 5:22; Col. 4:6.) Procuremos dejar una
buena impresión en el amo de casa. Así, aunque no le hayamos llegado al corazón durante la
primera visita, quizás esté más dispuesto a escuchar a un Testigo la próxima vez.
PAG. 76 km 6/03 PAGS. 3,4
Seamos diligentes “dando testimonio cabal”
1
Al igual que Jesús y muchos otros siervos fieles del pasado, el apóstol Pablo era un
predicador celoso de las buenas nuevas que “[daba] testimonio cabal” en cualquier circunstancia.
Incluso cuando estaba bajo arresto domiciliario, “recibía amablemente a todos los que venían a él,
predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al Señor Jesucristo con la mayor
franqueza de expresión” (Hech. 28:16-31).
2
Nosotros también podemos ser diligentes “dando testimonio cabal” en todo momento. Por
ejemplo, podemos hacerlo en el viaje de ida y vuelta a la Asamblea de Distrito “Demos gloria a
Dios” y mientras estemos en la ciudad anfitriona (Hech. 28:23; Sal. 145:10-13).
3
¿Testimonio incidental o informal? ¿Hay alguna diferencia? Sí. Algo que es incidental
ocurre de forma inesperada, como si no se hubiera planeado o fuera de poca importancia. Esta
descripción no encaja con nuestro ministerio. Como en el caso de Pablo, dar gloria a Dios
mediante nuestro testimonio es importante para nosotros, y debe ser nuestra intención predicar
dondequiera que sea apropiado mientras viajamos este verano. Ahora bien, la manera como
abordamos a la gente pudiera ser informal, es decir, más relajada, amigable y no oficial. Dicho
método puede producir buenos resultados.
4
Preparémonos para dar testimonio. Pablo tuvo que buscar oportunidades para predicar
mientras se hallaba bajo arresto domiciliario en Roma. Tomó la iniciativa en invitar a su casa a los
dirigentes judíos de la localidad (Hech. 28:17). Aunque había una congregación cristiana en Roma,
el apóstol se dio cuenta de que la comunidad judía de esa ciudad contaba con poca información de
primera mano sobre la fe cristiana (Hech. 28:22; Rom. 1:7). No se retrajo de “[dar] testimonio cabal”
acerca de Jesucristo y el Reino de Dios.
5
Piense en todas las personas con las que usted pudiera encontrarse mientras viaja y que
saben muy poco de los testigos de Jehová. Tal vez ni siquiera sepan que ofrecemos estudios
bíblicos gratuitos a domicilio. Aproveche la oportunidad de predicar a quienes halle mientras viaja,
cuando se detiene en un área de descanso en la carretera o en las gasolineras, en las tiendas, en
los hoteles, en los restaurantes, cuando usa el transporte público, etc. Determine de antemano lo
que puede decir para entablar una conversación y dar un breve testimonio. Quizás en los próximos
días le sea posible ensayar predicando informalmente a sus vecinos, parientes, compañeros de
trabajo y otros conocidos.
6
Necesitará publicaciones cuando predique informalmente. ¿Cuáles? Pudiera usar el tratado
¿Le gustaría saber más de la Biblia? Destaque los primeros cinco párrafos, en los que se
presentan varias razones para leer la Palabra de Dios. Muestre el cupón de la última página, el
cual se puede utilizar para solicitar un estudio bíblico gratuito. Cuando encuentre a una persona
interesada, ofrézcale el folleto Exige. Dado que pudiera toparse con gente que hable otro idioma,
lleve consigo el folleto Buenas nuevas para todas las naciones. En la página 2 se explica cómo
usarlo para dar testimonio. Si viaja en automóvil, quizás pueda llevar otras publicaciones básicas
para quienes muestren interés sincero en el mensaje del Reino.
7
Preste atención a su apariencia y conducta. Debemos asegurarnos de que nuestra
conducta, vestimenta y arreglo personal no den una impresión errónea y hagan que la gente
“[hable] en contra de” la organización de Jehová (Hech. 28:22). Esto es aplicable, no solo cuando
estamos en la asamblea de distrito, sino también en el viaje de ida y vuelta a esta, así como
después que ha terminado el programa del día. La Atalaya del 1 de agosto de 2002, página 18,
párrafo 14, advirtió: “Nuestra apariencia no debe ser llamativa, extravagante, provocativa,
reveladora o condicionada a la última moda. Por otra parte, el atuendo que llevamos tiene que
reflejar que ‘reverenciamos a Dios’. ¿No es cierto que esto nos da en qué pensar? No se trata de
vestir apropiadamente en las reuniones de la congregación [o en las sesiones de la asamblea de
distrito] y entonces echar a un lado toda moderación en otras ocasiones. Nuestro aspecto debe
evidenciar una actitud reverente y honorable en todo momento, pues somos cristianos y ministros
las veinticuatro horas del día” (1 Tim. 2:9, 10).
8
Debemos vestir con modestia y dignidad. Si nuestra apariencia y conducta siempre reflejan
nuestra creencia en Dios, nunca nos retraeremos de dar testimonio informal porque nuestra
vestimenta no sea digna de un ministro (1 Ped. 3:15).
9
El testimonio informal es productivo. Durante los dos años en que Pablo estuvo bajo
arresto domiciliario en Roma vio el buen fruto de su testimonio. Lucas dice que “algunos creían las
cosas que se decían” (Hech. 28:24). Pablo mismo se refirió a lo provechoso que había sido su
“testimonio cabal”, cuando escribió: “Mis asuntos han resultado para el adelantamiento de las
buenas nuevas más bien que de lo contrario, de modo que mis cadenas se han hecho públicas en
asociación con Cristo entre toda la guardia pretoriana y entre todos los demás; y la mayoría de los
hermanos en el Señor, sintiendo confianza a causa de mis cadenas de prisión, están mostrando
tanto más ánimo para hablar sin temor la palabra de Dios” (Fili. 1:12-14).
10
El verano pasado, después de pasar un día en la asamblea de distrito, un matrimonio tuvo
una buena experiencia al dar testimonio informal a una camarera que les preguntó acerca de su
tarjeta de solapa. Le hablaron de la asamblea y de la esperanza que ofrece la Biblia respecto al
futuro de la humanidad. Le entregaron el tratado ¿Le gustaría saber más de la Biblia? y le
explicaron el sistema de estudios bíblicos gratuitos. La señora expresó su deseo de que alguien la
visitara, de modo que escribió su nombre y dirección en la última página del tratado y pidió al
matrimonio que se encargara del asunto. ¿Qué buenos resultados tendrá usted este año al ser
diligente en “[dar] testimonio cabal”?
11
Esforcémonos por dar adelanto a las buenas nuevas. Imagínese el gozo que sintió Pablo
cuando oyó que sus compañeros cristianos estaban imitando su ejemplo de celo. Hagamos cuanto
podamos por dar adelanto a las buenas nuevas testificando informalmente acerca de nuestras
creencias bíblicas mientras también nos beneficiamos de la asamblea de distrito este verano.

PAG. 76 km 10/12 PAG. 3 PARR. 7


7
Al dar testimonio informal. Es muy fácil predicar informalmente usando los tratados.
Un hermano se asegura de llevar unos cuantos en su bolsillo antes de salir de su casa. Entonces
cuando habla con alguien, tal vez con el empleado de una tienda, le ofrece algo para leer y le da
un tratado. Una pareja que fue de paseo a la ciudad de Nueva York llevó consigo el folleto
Naciones y varios tratados en distintos idiomas, sabiendo que allí verían a personas de muchos
países. A todos los que escuchaban hablar en otra lengua —sea que estuvieran vendiendo
artículos en la calle, descansando en el parque o comiendo en un restaurante— le ofrecían un
tratado en su propio idioma.

PAG. 76 km 12/11 PAG. 1 PARR. 3


3
¿Una forma “alternativa” de predicar? A veces se ha dicho que la predicación en las calles y
estacionamientos, los parques y los negocios es una forma “alternativa” de difundir las buenas
nuevas. Ahora bien, esto pudiera dar a entender que se trata de una manera opcional de predicar,
algo que se aparta de la forma tradicional de dar testimonio. Pero ¿es así? El propio apóstol Pablo
dijo que, además de ir de casa en casa, él predicaba “públicamente” (Hech. 20:20). Por
consiguiente, en vez de hablar de una forma de predicación “alternativa”, sería mejor llamarle
predicación pública. Es cierto que la manera principal, y la más efectiva, de proclamar el mensaje
del Reino siempre ha sido ir de casa en casa. Sin embargo, ¿cuál era el principal interés de los
primeros evangelizadores? Hablar con las personas, no sencillamente llamar en los hogares. Por
tanto, aprovechaban toda oportunidad de participar en la predicación pública, dar testimonio
informal e ir de casa en casa. Y para efectuar nuestro ministerio a plenitud, tenemos que hacer lo
mismo (2 Tim. 4:5).

PAG. 77 km 7/13 PAGS. 4-6


Nuevos programas de predicación pública
1
En el siglo primero, los cristianos predicaban de casa en casa, pero también solían hacerlo en
lugares públicos (Hech. 20:20). Por ejemplo, iban al templo, donde sabían que hallarían a muchas
personas (Hech. 5:42). En Atenas, el apóstol Pablo predicaba todos los días en la plaza del
mercado (Hech. 17:17). Actualmente, nuestro método principal de difundir las buenas nuevas sigue
siendo el ministerio de casa en casa. Pero también predicamos en estacionamientos, negocios,
parques y calles muy transitadas, es decir, dondequiera que haya gente. Aunque se nos ha
animado a todos a predicar públicamente donde sea posible, muchos tendremos ahora la
oportunidad de participar en dos nuevos y emocionantes programas de predicación pública.
Veamos cuáles son.
2
Programa especial de predicación pública en áreas metropolitanas. Como se explica en
las páginas 16 y 17 del Anuario 2013, en noviembre de 2011 se puso en marcha un programa
piloto de predicación pública en Nueva York (Estados Unidos). En puntos estratégicos de la ciudad
con gran circulación peatonal se colocaron mesas y exhibidores portátiles con llamativos carteles y
con publicaciones en diversos idiomas. Miles de personas los vieron a diario, incluyendo a quienes
viven en edificios de apartamentos con acceso restringido y a quienes casi nunca están en casa.
Los resultados fueron espectaculares. En tan solo un mes se distribuyeron 3.797 revistas y
7.986 libros. Además, muchos transeúntes solicitaron un curso de la Biblia. Y como el objetivo era
precisamente iniciar estudios bíblicos, se enviaron los datos de las personas interesadas a las
congregaciones correspondientes a fin de que un publicador las visitara.
3
En vista de los excelentes resultados, se ha decidido implementar dicho programa en zonas
urbanas densamente pobladas de todo el mundo. Cada sucursal primero determinará en qué
ciudades podría ser práctico. Por lo general, serán ciudades con mucha circulación peatonal, tal
vez porque haya centros de transporte o una gran cantidad de edificios de oficinas o apartamentos.
Entonces, la sucursal enviará instrucciones a las congregaciones que participarán. Aunque para
este programa se suela elegir a precursores regulares y especiales, en algunos casos también
podrán colaborar precursores auxiliares.
4
Cómo se lleva a cabo la predicación. Los precursores que participan en este programa
especial por lo general esperan a que alguien se acerque a la mesa o al exhibidor portátil, y
entonces lo invitan a llevarse cualquier publicación que desee. Además, le responden sus
preguntas con las Escrituras. Si la persona decide quedarse con alguna publicación, no le
mencionan el sistema de donaciones. Pero si pregunta cómo se sostiene nuestra obra, le explican
que se pueden enviar donativos a la dirección correspondiente que aparece en la publicación.
Siempre que es posible, le preguntan: “¿Le gustaría que alguien lo visite?” o “¿Le interesaría
anotarse para recibir un curso bíblico gratuito?”.
5
Participar en este programa es muy gratificante. Un matrimonio escribió: “De pie, junto al
exhibidor, viendo pasar a miles de personas, te das cuenta del gran esfuerzo que se está haciendo
por llegar a gente de todo el mundo. Pensar en el interés de Jehová por cada una de esas
personas nos ha convencido aún más de que la predicación debe ocupar el primer lugar en nuestra
vida. Cuando la gente pasa frente al exhibidor, nos imaginamos cómo Jehová debe estar
escudriñando los corazones, determinando si son merecedores del mensaje. Pocas veces hemos
visto tan de cerca el apoyo de los ángeles”.
6
Programa de predicación pública organizado por la congregación. Además del programa
ya descrito, en muchas congregaciones los cuerpos de ancianos han estado organizando un
programa de predicación pública. En este, los publicadores locales colocan dentro del territorio de
la congregación una mesa o un exhibidor portátil en un lugar muy transitado. Y esto es algo que lo
distingue del programa especial, en el que los participantes pertenecen a distintas congregaciones
y comparten la misma zona de la ciudad elegida por la sucursal (vea el recuadro “Se requiere
cooperación”).
7
Los ancianos deben determinar si el territorio de la congregación cuenta con áreas por donde
pasan muchos peatones y si sería práctico organizar un programa local de predicación pública. Tal
vez puedan colocarse mesas o exhibidores portátiles en centros de transporte, plazas, parques,
calles concurridas, centros comerciales, universidades, aeropuertos y lugares donde se celebran
eventos anuales. Por lo general, es mejor que el exhibidor esté los mismos días, en el mismo lugar
y en el mismo horario. La experiencia demuestra que es más productivo poner mesas dentro de los
centros comerciales que frente a una tienda grande donde la gente se limita a entrar, hacer sus
compras y marcharse. En algunos lugares —como en aceras muy transitadas— es más
aconsejable utilizar un pequeño exhibidor portátil que una mesa. Existen unos archivos que se han
preparado especialmente para la elaboración de carteles para este tipo de predicación. Estos
carteles anuncian las revistas La Atalaya y ¡Despertad! y el libro Enseña, y los ancianos pueden
bajar los archivos de nuestro sitio de Internet. Quienes participen en este tipo de predicación harán
prácticamente lo mismo que quienes participen en el programa especial de áreas metropolitanas,
siguiendo al pie de la letra las instrucciones del superintendente de servicio. Cuando obtengan la
dirección de una persona interesada que viva fuera del territorio de la congregación, llenarán de
inmediato el formulario Sírvase visitar (S-43) y se lo entregarán al secretario.
8
Cómo puede incluir la predicación pública en su ministerio. ¿Y si su congregación
no cuenta con zonas lo suficientemente transitadas como para poner una mesa o exhibidor
portátil? Aun así, quizá usted pueda incluir la predicación pública en su ministerio personal. ¿Hay
en el territorio alguna zona con muchos negocios, un centro comercial pequeño o una tienda muy
concurrida? ¿Suele reunirse la gente en un parque, una plaza u otro lugar público? ¿Se realiza
cada cierto tiempo un evento multitudinario? En ese caso, tal vez tenga la oportunidad de disfrutar
de la predicación pública.
9
La voluntad de Jehová es que “hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento
exacto de la verdad” (1 Tim. 2:4). Por ello, estamos tratando de llevar el mensaje del Reino a la
mayor cantidad de personas posible antes de que llegue el fin (Mat. 24:14). Muchas veces no es
fácil hallar a las personas en casa, pero quizá podamos hablar con ellas en algún lugar público.
En realidad, puede que solo así tengan la oportunidad de oír las buenas nuevas. Por tanto,
prediquémosle a la gente dondequiera que esté y efectuemos nuestro ministerio plenamente
(2 Tim. 4:5).

PAG. 77 km 7/97 PAG. 1; km 9/96 PAG. 4 PARRS. 14,15

Demos testimonio dondequiera que haya gente


1
Reconociendo el papel que el espíritu de Dios había desempeñado en su ministerio, el apóstol
Pablo dijo: “Dios siguió haciéndolo crecer”. Asimismo admitió: “Somos colaboradores de Dios”.
(1 Cor. 3:5-9.) Este es un privilegio maravilloso. ¿Cómo demostramos públicamente que
estimamos el ser colaboradores de Dios? Declarando las buenas nuevas a cuantos hallamos en la
obra de casa en casa y en cualquier otro lugar.
2
Se nos ordena hacer “discípulos de gente”. (Mat. 28:19.) Si solo nos ponemos en contacto con
unas cuantas personas en el ministerio, podemos cansarnos rápidamente y pensar que hemos
logrado poco; en cambio, disfrutamos más del ministerio cuando encontramos muchas personas y
conversamos con ellas. Conseguirlo puede ser un poco difícil, pues requiere que tomemos la
iniciativa de ir dondequiera que haya gente para comunicarnos con ella.
3
Ejemplos prácticos: Podemos predicar en los mercados, los parques, las áreas de descanso
y las terminales de transporte público. Cuando utilizamos el transporte público, ¿vamos preparados
para dar testimonio durante el viaje? Dos Testigos que se dirigían a la reunión para el servicio del
campo en un autobús atestado, conversaban sobre la lámina del Paraíso que se encuentra en el
libro Conocimiento y sobre las promesas de Dios para el futuro. Tal como esperaban que
sucediera, un joven que estaba de pie cerca de ellos quedó impresionado por lo que oyó. Antes de
bajarse del autobús, aceptó un libro y pidió que alguien lo visitara en su hogar.
4
A muchos publicadores les encanta dar testimonio informalmente. Cierta hermana fue al
centro comercial de su barrio una tarde y abordó a las personas que ya habían hecho sus
compras, pero que parecían no tener prisa. Distribuyó todas las publicaciones que llevaba en el
bolso. Un hombre que esperaba en su auto se alegró de recibir las revistas. Había asistido antes a
las reuniones, y la conversación con la hermana reavivó su interés.
5
Es un privilegio exaltar el nombre de Jehová. Al manifestar celo por la predicación, mostramos
que no hemos pasado por alto el propósito de la bondad inmerecida que Dios nos ha mostrado.
Puesto que “ahora es el tiempo especialmente acepto” para ayudar a otros, vayamos adondequiera
que haya gente y démosle testimonio del “día de salvación” de Jehová. (2 Cor. 6:1, 2.)

km 9/96 PAG. 4 PARRS. 14,15


14
Demos testimonio en el transporte público: Una mañana varios precursores decidieron dar
testimonio a la gente que esperaba el autobús cerca de una universidad. Aunque tuvieron algunas
conversaciones agradables, había un problema: cuando estaban en plena conversación llegaba el
autobús, y el diálogo terminaba abruptamente. Para resolver el problema los precursores se
subieron al autobús y continuaron hablando con pasajeros mientras viajaban al otro lado de la
ciudad. Al llegar al final, regresaron en otro autobús dando testimonio. Después de varios viajes
distribuyeron, en conjunto, más de doscientas revistas y empezaron seis estudios bíblicos. Algunos
pasajeros con gusto les dieron su dirección y número telefónico para que los visitaran en casa. La
semana siguiente los precursores volvieron a la parada de autobuses e hicieron lo mismo.
Distribuyeron 164 revistas y empezaron otro estudio bíblico. En una de las paradas se subió un
pasajero y se sentó al lado de un precursor. Miró al hermano y dijo con una sonrisa: “Ya sé, tiene
una Atalaya para mí”.
15
Muchos publicadores dan un testimonio eficaz mientras viajan en autobús, tren u avión.
¿Cómo puede iniciar una conversación con el pasajero que viaja a su lado? Un publicador de
12 años de edad sencillamente se puso a leer un ejemplar de ¡Despertad! en el autobús con la
esperanza de que suscitara la curiosidad de una adolescente que estaba sentada a su lado. Surtió
efecto. Ella le preguntó qué leía, y el joven respondió que estaba leyendo acerca de la solución a
los problemas que afrontan los jóvenes. Agregó que le había beneficiado mucho el artículo y que le
ayudaría a ella también. La adolescente aceptó las revistas con gusto. Otros dos jóvenes oyeron la
conversación y también pidieron ejemplares de las revistas. Entonces, el conductor se estacionó al
lado de la carretera y preguntó por qué estaban tan interesados en esas revistas. Cuando le
explicaron la razón, también aceptó unos ejemplares. Desde luego, esto no habría sido posible si el
joven publicador no hubiera llevado una buena cantidad de revistas para entregarlas a todos los
que mostraran interés.

PAG. 77 km 7/13 PAGS. 4-6; km 9/96 PAGS. 4,5 PARRS. 16,17

Nuevos programas de predicación pública


1
En el siglo primero, los cristianos predicaban de casa en casa, pero también solían hacerlo en
lugares públicos (Hech. 20:20). Por ejemplo, iban al templo, donde sabían que hallarían a muchas
personas (Hech. 5:42). En Atenas, el apóstol Pablo predicaba todos los días en la plaza del
mercado (Hech. 17:17). Actualmente, nuestro método principal de difundir las buenas nuevas sigue
siendo el ministerio de casa en casa. Pero también predicamos en estacionamientos, negocios,
parques y calles muy transitadas, es decir, dondequiera que haya gente. Aunque se nos ha
animado a todos a predicar públicamente donde sea posible, muchos tendremos ahora la
oportunidad de participar en dos nuevos y emocionantes programas de predicación pública.
Veamos cuáles son.
2
Programa especial de predicación pública en áreas metropolitanas. Como se explica en
las páginas 16 y 17 del Anuario 2013, en noviembre de 2011 se puso en marcha un programa
piloto de predicación pública en Nueva York (Estados Unidos). En puntos estratégicos de la ciudad
con gran circulación peatonal se colocaron mesas y exhibidores portátiles con llamativos carteles y
con publicaciones en diversos idiomas. Miles de personas los vieron a diario, incluyendo a quienes
viven en edificios de apartamentos con acceso restringido y a quienes casi nunca están en casa.
Los resultados fueron espectaculares. En tan solo un mes se distribuyeron 3.797 revistas y
7.986 libros. Además, muchos transeúntes solicitaron un curso de la Biblia. Y como el objetivo era
precisamente iniciar estudios bíblicos, se enviaron los datos de las personas interesadas a las
congregaciones correspondientes a fin de que un publicador las visitara.
3
En vista de los excelentes resultados, se ha decidido implementar dicho programa en zonas
urbanas densamente pobladas de todo el mundo. Cada sucursal primero determinará en qué
ciudades podría ser práctico. Por lo general, serán ciudades con mucha circulación peatonal, tal
vez porque haya centros de transporte o una gran cantidad de edificios de oficinas o apartamentos.
Entonces, la sucursal enviará instrucciones a las congregaciones que participarán. Aunque para
este programa se suela elegir a precursores regulares y especiales, en algunos casos también
podrán colaborar precursores auxiliares.
4
Cómo se lleva a cabo la predicación. Los precursores que participan en este programa
especial por lo general esperan a que alguien se acerque a la mesa o al exhibidor portátil, y
entonces lo invitan a llevarse cualquier publicación que desee. Además, le responden sus
preguntas con las Escrituras. Si la persona decide quedarse con alguna publicación, no le
mencionan el sistema de donaciones. Pero si pregunta cómo se sostiene nuestra obra, le explican
que se pueden enviar donativos a la dirección correspondiente que aparece en la publicación.
Siempre que es posible, le preguntan: “¿Le gustaría que alguien lo visite?” o “¿Le interesaría
anotarse para recibir un curso bíblico gratuito?”.
5
Participar en este programa es muy gratificante. Un matrimonio escribió: “De pie, junto al
exhibidor, viendo pasar a miles de personas, te das cuenta del gran esfuerzo que se está haciendo
por llegar a gente de todo el mundo. Pensar en el interés de Jehová por cada una de esas
personas nos ha convencido aún más de que la predicación debe ocupar el primer lugar en nuestra
vida. Cuando la gente pasa frente al exhibidor, nos imaginamos cómo Jehová debe estar
escudriñando los corazones, determinando si son merecedores del mensaje. Pocas veces hemos
visto tan de cerca el apoyo de los ángeles”.
6
Programa de predicación pública organizado por la congregación. Además del programa
ya descrito, en muchas congregaciones los cuerpos de ancianos han estado organizando un
programa de predicación pública. En este, los publicadores locales colocan dentro del territorio de
la congregación una mesa o un exhibidor portátil en un lugar muy transitado. Y esto es algo que lo
distingue del programa especial, en el que los participantes pertenecen a distintas congregaciones
y comparten la misma zona de la ciudad elegida por la sucursal (vea el recuadro “Se requiere
cooperación”).
7
Los ancianos deben determinar si el territorio de la congregación cuenta con áreas por donde
pasan muchos peatones y si sería práctico organizar un programa local de predicación pública. Tal
vez puedan colocarse mesas o exhibidores portátiles en centros de transporte, plazas, parques,
calles concurridas, centros comerciales, universidades, aeropuertos y lugares donde se celebran
eventos anuales. Por lo general, es mejor que el exhibidor esté los mismos días, en el mismo lugar
y en el mismo horario. La experiencia demuestra que es más productivo poner mesas dentro de los
centros comerciales que frente a una tienda grande donde la gente se limita a entrar, hacer sus
compras y marcharse. En algunos lugares —como en aceras muy transitadas— es más
aconsejable utilizar un pequeño exhibidor portátil que una mesa. Existen unos archivos que se han
preparado especialmente para la elaboración de carteles para este tipo de predicación. Estos
carteles anuncian las revistas La Atalaya y ¡Despertad! y el libro Enseña, y los ancianos pueden
bajar los archivos de nuestro sitio de Internet. Quienes participen en este tipo de predicación harán
prácticamente lo mismo que quienes participen en el programa especial de áreas metropolitanas,
siguiendo al pie de la letra las instrucciones del superintendente de servicio. Cuando obtengan la
dirección de una persona interesada que viva fuera del territorio de la congregación, llenarán de
inmediato el formulario Sírvase visitar (S-43) y se lo entregarán al secretario.
8
Cómo puede incluir la predicación pública en su ministerio. ¿Y si su congregación
no cuenta con zonas lo suficientemente transitadas como para poner una mesa o exhibidor
portátil? Aun así, quizá usted pueda incluir la predicación pública en su ministerio personal. ¿Hay
en el territorio alguna zona con muchos negocios, un centro comercial pequeño o una tienda muy
concurrida? ¿Suele reunirse la gente en un parque, una plaza u otro lugar público? ¿Se realiza
cada cierto tiempo un evento multitudinario? En ese caso, tal vez tenga la oportunidad de disfrutar
de la predicación pública.
9
La voluntad de Jehová es que “hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento
exacto de la verdad” (1 Tim. 2:4). Por ello, estamos tratando de llevar el mensaje del Reino a la
mayor cantidad de personas posible antes de que llegue el fin (Mat. 24:14). Muchas veces no es
fácil hallar a las personas en casa, pero quizá podamos hablar con ellas en algún lugar público.
En realidad, puede que solo así tengan la oportunidad de oír las buenas nuevas. Por tanto,
prediquémosle a la gente dondequiera que esté y efectuemos nuestro ministerio plenamente
(2 Tim. 4:5).

km 9/96 PAGS. 4,5 PARRS. 16,17


16
Demos testimonio en los parques y estacionamientos: Dar testimonio en los parques y
estacionamientos es una excelente manera de hablar con la gente. ¿Ha intentado dar testimonio
en el estacionamiento de un centro comercial? Siempre mire a su alrededor un rato y busque a
alguien que no tenga prisa o que esté esperando en un automóvil estacionado y trate de entablar
una conversación amigable. Si lo logra, hable del mensaje del Reino. Trate de predicar solo, pero
que un compañero publicador esté en las cercanías. No lleve un maletín grande ni nada que llame
la atención a su obra. Sea discreto. Tal vez sea prudente predicar un rato en un estacionamiento y
luego ir a otro. Si alguien no quiere conversar con usted, despídase cortésmente y aborde a otra
persona. Un hermano que se valió de estos métodos de predicar distribuyó 90 revistas en un mes.
17
Algunas personas van al parque a descansar; otros van a jugar o a pasar tiempo con sus
hijos. Busquemos la oportunidad de darles testimonio sin interferir demasiado en sus actividades.
Un hermano empezó una conversación con el cuidador de un parque, quien expresó su
preocupación por el consumo de drogas y el futuro de sus hijos. Se inició un estudio bíblico y se
condujo regularmente en el parque.

PAG. 77 km 6/11 PAG. 2; km 2/91 PAG. 8


Predicación eficaz en las calles
1
Durante su ministerio terrestre, Jesús no dudó en hablar con las personas que encontraba por
el camino y en otros lugares públicos (Luc. 9:57-61; Juan 4:7). Estaba deseoso de llevar su
importante mensaje a tantos como pudiera. Actualmente, la predicación en las calles es una
singular forma de ayudar a la gente a adquirir la sabiduría divina (Pro. 1:20). Nuestro éxito será aún
mayor si tomamos la iniciativa y obramos con buen juicio.
2
Tomemos la iniciativa. Por lo general, conviene abordar a los transeúntes en lugar de
quedarnos de pie o sentados en un solo lugar esperando a que ellos vengan a nosotros. Sonría,
establezca contacto visual y hable de forma serena y amigable. Si lo acompañan otros
publicadores, recuerde que lo mejor es abordar por separado a las personas. También hace falta
iniciativa para cultivar el interés hallado. Al final de la conversación, y si le parece oportuno,
pregúntele a la persona cómo puede comunicarse con ella. Hay publicadores que trabajan
regularmente en la misma calle, lo que les permite hablar con la misma gente en repetidas
ocasiones y así avivar su interés.
3
Obremos con buen juicio. Sea prudente al elegir dónde trabajar y a quién abordar. No es
preciso predicar a todo el que pasa. Sea observador. Por ejemplo, si alguien va deprisa, es mejor
no detenerlo. Si está predicando frente a un negocio, hágalo de forma discreta para no incomodar
al gerente. Por lo general, es mucho mejor hablar con las personas cuando salen del
establecimiento que cuando entran. Acérquese de manera que no asuste ni sobresalte a nadie.
También es importante saber discernir a la hora de ofrecer las publicaciones. Si alguien muestra
poco interés, puede darle un tratado en vez de las revistas.
4
La predicación en las calles nos permite esparcir muchas semillas de la verdad en poco
tiempo (Ecl. 11:6). Es probable que algunas de las personas con que nos topemos sean las
mismas que no hallamos en casa cuando vamos de puerta en puerta. ¿Por qué no hace planes
para participar en esta modalidad del servicio del campo, tan agradable y eficaz?

km 2/91 PAG. 8

Presentando las buenas nuevas... mediante testificar en las calles


1
Proverbios 1:20 dice: “La sabiduría verdadera misma sigue clamando a gritos en la calle
misma. En las plazas públicas sigue dando su voz”. Estas palabras resultan veraces especialmente
hoy, a medida que los siervos de Jehová predican con celo las buenas nuevas del Reino
dondequiera que hallen personas. Al igual que Jesús y los profetas de la antigüedad, el amor
genuino que le tenemos a la gente nos impulsa a hablar de la verdad a todos, en todas partes.
(Jer. 11:6; Mar. 6:56; Luc. 13:22, 26.)
2
Aunque por lo general el hogar de la persona es el mejor sitio para hablar con ella sobre la
verdad, no hallamos a muchas personas cuando predicamos de casa en casa. Si encontramos a
alguien en su hogar, por lo general es la misma persona con quien hablamos la vez anterior, y no
hablemos con otros miembros de la familia. Por lo tanto, el testificar en las calles debe tener un
lugar definido en nuestro ministerio. Puede que descubra que el testificar en las calles es como
cierto precursor lo expresó: “un territorio interesante, nuevo, donde sí hay personas”.
SEA AFECTUOSO Y POSITIVO
3
¿Por qué no trata de testificar con regularidad en las calles de la misma zona? Cierta hermana
que hace esto dice que se ha familiarizado con la mayoría de los comerciantes y con otras
personas que frecuentan “su” calle. Eso ha resultado en una buena relación con ellos, abriendo el
camino para muchas consideraciones bíblicas productivas. Un precursor auxiliar que disfruta
plenamente de testificar en las calles dijo que aborda a los que miran los escaparates, los que
están sentados en sus automóviles, los que esperan el autobús y hasta a los que en otras
ocasiones han dicho que no. Se requiere valor y buen juicio para ser denodados y persuasivos,
pero no demasiado persistentes.
4
La clave para testificar eficazmente en las calles consiste en abordar a las personas de
manera afectuosa, alegre y sincera. Sonría. Si puede, trate de captar la atención de la persona; si
no, abórdela de manera amigable. Observe las circunstancias y válgase de estas. Cierta hermana
observa a las señoras que llevan bolsas de víveres y les dice: “Veo que ha estado comprando
comestibles. El costo de estos realmente ha subido. ¿Le puedo dejar alimento estimulador para la
mente y el corazón? He disfrutado de este artículo...”. A alguien con hijos le dice: “Veo que tiene
dos niños muy hermosos. ¿Sabía usted que la Biblia dice que los hijos son una bendición de Dios?
Permítame mostrarle...”. Al abordar a alguien que está pensativo le dice: “Veo que está pensando
en algo. Hoy el mundo está tan lleno de problemas, ¿no es cierto? ¿Cree usted que llegará el día
en que...?”.
5
Si la persona tiene prisa, pudiera sencillamente entregarle un tratado y decir: “Aquí tiene
algunas buenas nuevas para que las lea cuando tenga la oportunidad”. Si la gente no parece tener
prisa, ofrézcale las revistas y mencione el arreglo de donaciones. Siempre que sea posible es
bueno dejar literatura en manos de las personas.
6
Muchos publicadores que temían testificar en las calles ahora consideran esta actividad como
su forma favorita de predicar. Por supuesto, hay que ejercer buen juicio al trabajar en zonas
peligrosas o a horas que no sean apropiadas. Aun en pueblos pequeños, por lo general hay zonas
donde hay mucho movimiento de personas, como por ejemplo, los centros de transportación
pública o los estacionamientos públicos, donde uno puede abordar a la gente con las buenas
nuevas. Aproveche las oportunidades que se presenten, y con sabiduría proclame las buenas
nuevas en las calles y en las plazas públicas, para bendición de los que escuchen y para la honra
de Jehová. (Pro. 1:20.)

PAG. 77 w 08 15/9 PAGS. 25,26; km 9/96 PAG. 5 PARRS. 18-20


Predicación en la plaza del mercado

CUANDO estuvo en Atenas, el apóstol Pablo iba a diario a la plaza del mercado para predicar
las buenas nuevas sobre Jesús (Hech. 17:17). Escogió ese lugar porque siempre estaba lleno de
gente.
Casi dos mil años después, el pueblo de Jehová sigue difundiendo el mensaje del Reino de
Dios en lugares donde puede hallarse a muchas personas. Por ejemplo, algunos Testigos van a los
mercados o a los centros comerciales. Tras obtener el permiso de la administración, instalan un
mostrador o un pequeño puesto para exponer allí sus publicaciones bíblicas.
Por ejemplo, en un centro comercial de Nueva Jersey (Estados Unidos) se preparó una
atractiva exposición de publicaciones sobre el tema “Cómo preservar los valores familiares”.
¿Cuáles fueron los resultados? En un solo día se distribuyeron 153 libros en seis idiomas.
Una mujer que se acercó al puesto de publicaciones escuchó atentamente la explicación que
dio una de las hermanas. La mujer reconoció que es importante tomar en cuenta a Dios tanto en la
vida personal como en la vida familiar, y obtuvo las siguientes publicaciones: Aprendamos del Gran
Maestro, El secreto de la felicidad familiar y Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas.
A primera hora de la tarde, un señor que se dirigía a la tienda que estaba junto al puesto de
publicaciones se quedó mirando el libro Los jóvenes preguntan. La hermana que estaba en el
puesto notó su curiosidad y le preguntó: “¿Le interesa alguno de estos libros?”. Él dijo que sí y
señaló el libro Los jóvenes preguntan. Ella le entregó un ejemplar. El hombre dijo que tenía tres
hijos —dos de ellos adolescentes— y mencionó que una vez a la semana se sentaba a conversar
con ellos. Mientras hojeaba el libro, dijo que le podría servir de guía durante algunas de estas
conversaciones familiares. La publicadora también dirigió su atención a El secreto de la felicidad
familiar, asegurándole que él y su esposa encontrarían en esta publicación consejos muy útiles
sobre cómo tomar decisiones familiares. El hombre agradeció la sugerencia, hizo una donación y
aceptó que alguien lo visitara en su hogar.
¿Cómo se sintieron los Testigos tras su día de predicación en el centro comercial? “Disfruté
mucho de esta forma de predicar —mencionó una hermana—. ¡Fue una experiencia muy bonita!”
Otra hermana señaló: “Jehová promete que las buenas nuevas se predicarán hasta la parte más
distante de la Tierra. Hoy, en Paramus (Nueva Jersey), estas buenas nuevas han tocado el
corazón de personas que hablan diferentes idiomas. Fue maravilloso predicar de esta manera.
Todo el que participó se sintió feliz. Nadie quería irse al acabar el día”.
Nuestro método principal de predicación es ir de casa en casa (Hech. 20:20). Sin embargo, hay
otras formas de dar a conocer las buenas nuevas. ¿Le gustaría intentar alguna de ellas? Quizá
usted también pueda predicar en la plaza del mercado o en el centro comercial.
km 9/96 PAG. 5 PARRS. 18-20
18
Demos testimonio informal en los centros comerciales: Aunque en algunos lugares no se
puede predicar formalmente de tienda en tienda en los centros comerciales por ciertas
restricciones locales a dichas actividades, algunos publicadores han creado oportunidades para
dar testimonio informal. Se sientan en un banco y entablan conversaciones amigables con las
personas que se detienen para descansar. Cuando perciben interés, ofrecen discretamente un
tratado o una revista y procuran hacer planes para volver a hablar con la persona. Después de dar
testimonio durante unos minutos en cierta sección del centro comercial, pasan a otra y empiezan a
dialogar con otra persona. Claro está, deben procurar no atraer demasiada atención mientras dan
testimonio de esta forma.
19
Cuando saludemos a la persona, empecemos la conversación con un tono amable. Si
responde, hagámosle una pregunta y escuchemos atentamente su respuesta. Interesémonos en lo
que dice. Mostremos que valoramos su opinión. Concordemos con ella cuando sea posible.
20
Una hermana inició una conversación muy agradable con una anciana sobre lo alto que está
el costo de la vida. La anciana concordó enseguida, y resultó en una conversación animada. La
hermana logró obtener el nombre y la dirección de la señora y fue a visitarla esa misma semana.

PAG. 77 km 3/12 PAG. 2; km 7/04 PAG. 4; km 9/96 PAG. 5 PARRS. 21-26


Prediquemos sin temor en los negocios
1
¿Le resulta intimidante predicar en los negocios? Si así es, no se preocupe; usted no es el
único. Hasta el apóstol Pablo, quien fue un intrépido predicador, tuvo que armarse de valor para
llevar a cabo su comisión (1 Tes. 2:2). A continuación hallará tres preguntas frecuentes sobre la
predicación en los negocios y algunas sugerencias prácticas.
2
¿Sentirán los empleados que los estoy interrumpiendo? En muchos negocios, los
empleados tienen el deber de dejar lo que están haciendo a fin de atender al público. Además, por
lo general serán corteses con usted, pues lo verán como un posible cliente. Si se viste de manera
digna y es amable, será más probable que lo traten con respeto.
3
¿Tendré que predicar frente a muchos clientes? Sería conveniente escoger un horario en
el que no haya tantos clientes, como cuando se abre el negocio. Espere a que el gerente o el
empleado esté solo y procure ser breve.
4
¿Qué podría decir? Si en el negocio hay varios empleados, hable con la persona encargada.
Podría decirle algo así: “Rara vez encontramos a las personas de negocios en sus hogares, por
eso las visitamos en el trabajo. Como sé que está ocupado, seré breve”. A fin de que no lo
confundan con un vendedor, tal vez sería mejor no pedir donaciones a menos que alguien quiera
saber cómo se financia nuestra obra. Dependiendo del tipo de negocio, podría preguntarle al
encargado si puede hablar brevemente con el resto de los empleados. Utilice la misma
presentación. Si alguno de los empleados está muy ocupado, acorte la presentación y déjele un
tratado. Si no le es posible hablar con nadie más, pregunte si puede dejar publicaciones en el área
de receso o en algún otro lugar.
5
Jesús y Pablo predicaron con valor en los lugares de trabajo de las personas, y usted también
puede hacerlo (Mat. 4:18-21; 9:9; Hech. 17:17). Pídale a Jehová que le infunda tranquilidad y
denuedo (Hech. 4:29). Predicar en los negocios es muy productivo, pues casi siempre hallará
personas. ¿Por qué no lo intenta?
km 7/04 PAG. 4

La predicación en territorio de negocios


1
¿Le gustaría predicar en un territorio donde por lo general las visitas son bien recibidas y casi
siempre hay gente? Tal vez pueda hacerlo en el propio territorio de su congregación. ¿Cómo?
Visitando los negocios. Los publicadores que predican en los comercios a menudo obtienen
buenos resultados.
2
Los territorios asignados a algunas congregaciones comprenden zonas comerciales.
El hermano encargado puede preparar tarjetas de territorio especiales para estas áreas donde se
concentran los negocios. En las tarjetas de territorio de viviendas que incluyan esas mismas áreas
habrá que indicar claramente que los comercios no deben visitarse. En otros casos, el territorio
abarcará los negocios y las viviendas. Si nunca antes ha predicado en negocios, comience en unos
cuantos establecimientos pequeños.
3
Emplee una introducción sencilla. Para predicar en los negocios, vístase como si fuera a
una reunión en el Salón del Reino. También será conveniente escoger una hora en la que el
comercio no tenga mucho trabajo. Si es posible, entre cuando no haya clientes esperando a que
los atiendan. Pida hablar con el gerente o la persona encargada y sea breve. ¿Qué podría decirle?
4
Al hablar con el propietario o el gerente, puede decir algo así: “Los comerciantes tienen
horarios tan ocupados que rara vez los encontramos en sus hogares, por eso lo visitamos en su
lugar de trabajo. Nuestras revistas ofrecen una perspectiva global de los sucesos actuales”.
A continuación destaque brevemente un punto de la revista.
5
He aquí otra opción sencilla: “A muchas personas les gustaría aprender más de la Biblia, pero
disponen de poco tiempo. Este tratado describe un programa de estudio gratuito que le permitirá
encontrar las respuestas a sus preguntas sobre la Biblia”. Luego muéstrele las páginas 4 y 5 del
tratado ¿Le gustaría saber más de la Biblia?
6
Si la persona que está al cargo parece estar ocupada, puede ofrecerle sin más el tratado y
decir: “Pasaré en otra ocasión que no esté tan ocupado. Me gustaría saber qué opina acerca de
este tratado”.
7
Cultive el interés. En los territorios de negocios también se pueden dirigir estudios bíblicos.
Un precursor especial le dejaba las revistas regularmente a un comerciante. Cuando este
manifestó interés por lo que leía, el precursor le demostró con el folleto Exige en qué consistía el
estudio bíblico. El estudio se estableció en el mismo lugar de trabajo, y, teniendo en cuenta las
circunstancias de la persona, el precursor limitaba cada sesión a 10 ó 15 minutos. Imitemos su
ejemplo y sigamos buscando a los merecedores mediante la predicación en territorios de negocios.

km 9/96 PAG. 5 PARRS. 21-26


21
Prediquemos de tienda en tienda: A algunas congregaciones se les han asignado territorios
que incluyen zonas comerciales. El hermano encargado de los territorios puede preparar tarjetas
de mapas especiales de estas secciones donde hay muchos negocios. Las tarjetas de mapa de los
territorios de viviendas que incluyan negocios deben indicar claramente que estos no se abarcarán
como parte del territorio. En otros territorios, los lugares de negocio pueden trabajarse junto con las
viviendas. Los ancianos pudieran pedir a publicadores capacitados que prediquen en los territorios
comerciales regularmente para que no se descuide la predicación de tienda en tienda.
22
Si a usted se le pide que participe en esta obra por primera vez, recuerde que una buena
manera de ‘cobrar denuedo’ es predicar primero en las tiendas pequeñas; después, cuando se
sienta más confiado, predique en las más grandes. (1 Tes. 2:2.) Cuando predique en las tiendas,
vístase como si fuera a asistir a una reunión en el Salón de Reino. Si es posible, entre en la tienda
cuando no haya clientes esperando que se les atienda. Pregunte por el gerente o la persona
encargada. Sea afectuoso, y sobre todo, breve. No es necesario pedir disculpas. Muchos negocios
están concebidos para atender las necesidades de los clientes y los que trabajan allí están
acostumbrados a que las personas los aborden.
23
Después de saludar al comerciante, pudiera decir: “Los comerciantes tienen horarios tan
ocupados que casi nunca los encontramos en casa, de modo que venimos a visitarlo en su lugar
de empleo para dejarle un artículo que invita a la reflexión”. Entonces haga uno o dos comentarios
acerca de la revista que esté ofreciendo.
24
O pudiera intentar esta presentación al abordar a un gerente: “Hemos observado que los
comerciantes procuran estar bien informados. El número más reciente de La Atalaya (o
¡Despertad!) presenta un artículo que nos atañe a todos”. Explique de qué trata y concluya
diciendo: “Estamos seguros de que disfrutará de leerlo”.
25
Si hay empleados, y lo ve apropiado, pudiera añadir: “¿Me permite hacer la misma
presentación breve a sus empleados?”. Si le dan permiso, no olvide que prometió ser breve, y el
gerente esperará que usted cumpla su palabra. Si algún empleado desea entablar una larga
conversación, sería mejor visitarlo en su hogar.
26
Hace poco, unos publicadores de un pueblo pequeño acompañaron al superintendente de
circuito en la obra de tienda en tienda. Al principio algunos de los publicadores sentían temor, dado
que nunca lo habían hecho; pero pronto se tranquilizaron y empezaron a disfrutar de ello. En
menos de una hora hablaron con 37 personas y distribuyeron veinticuatro revistas y cuatro folletos.
Un hermano dijo que normalmente no hubieran podido hablar con tantas personas en un mes en la
obra de casa en casa como lo hicieron de tienda en tienda en ese corto período.

PAG. 77 km 1/10 PAGS. 4-6; km 8/93 PAGS. 3,4; yb 06 PAG. 52 PARR. 1- PAG. 53 PARR. 4
Ayuda para predicar por teléfono

Aunque correctamente le damos prioridad al método de casa en casa para predicar,


reconocemos que la predicación telefónica también es un medio eficaz para esparcir las buenas
nuevas en el territorio de la congregación, sobre todo si hay muchos hogares a los que no tenemos
acceso (Luc. 10:5-7; Hech. 5:42; 20:20).
Este aspecto del ministerio es fuente de ánimo para cualquier hermano o hermana que tenga
movilidad limitada y que pase mucho tiempo en casa. Y los publicadores que se organicen y
prediquen por teléfono con estos hermanos fieles recibirán mucho estímulo como recompensa
(Rom. 1:11, 12). Por otra parte, cuando hay tiempo inclemente, la predicación telefónica es una
excelente opción para todos. En términos generales, es mejor que los grupos de predicación sean
pequeños, para que todos aprovechen bien su tiempo.
En las páginas 5 y 6 aparece una práctica guía para la predicación telefónica. Verá que hay
espacio para escribir otras presentaciones que le hayan dado buenos resultados en el territorio o
que le gusten más. Siéntase en libertad de sacar una copia de la guía si prefiere no escribir en el
original. Le recomendamos sentarse a una mesa y tener la guía a la vista.
¿Qué más necesita para predicar por teléfono? Repase esta lista durante su preparación.
▪ Ejemplar personal de la Biblia
▪ Razonamiento a partir de las Escrituras
▪ Buenas nuevas para gente de todas las naciones
▪ ¿Qué enseña realmente la Biblia?
▪ Números actuales de las revistas y Nuestro Ministerio del Reino
▪ Variedad de tratados y folletos
▪ Hojas sueltas
▪ Registros de casa en casa y lápiz o pluma
NO LO PIERDA
GUÍA PARA LA PREDICACIÓN TELEFÓNICA
RECUERDE ESTOS PUNTOS:
▪ Tranquilícese. Sea usted mismo. Sea cortés, paciente y amigable.
▪ Hable despacio, con claridad y suficiente volumen.
▪ Sonría y haga ademanes como si tuviera a la persona de frente.
▪ Evite pausas innecesarias.
▪ Permita que la persona intervenga en la conversación y agradézcale sus comentarios.
▪ Si le hacen una pregunta, repítala en voz alta para que su compañero pueda ayudarle a encontrar
la respuesta en la Biblia, el libro Razonamiento o alguna otra publicación (por lo general, es
mejor no usar el altavoz del teléfono).
▪ No mencione las donaciones, pues la persona podría pensar que se trata de una campaña
telefónica para recaudar fondos. Después, cuando haya conversado con la persona cara a cara,
en un momento oportuno puede mencionarle que nuestra obra se sostiene completamente
mediante donaciones voluntarias.
INTRODUCCIONES
▪ “Hola, me llamo... Estoy llamando porque no puedo visitarlo en su hogar. Soy vecino de esta
comunidad [puede decir el nombre de la calle o del vecindario], y me gustaría saber su opinión
sobre...”
▪ “Hola, me llamo... Participo en un servicio a la comunidad ayudando a las personas a responder
sus preguntas de la Biblia. ¿Alguna vez se ha preguntado...?”
▪ “Hola, me llamo... Esta no es una venta por teléfono; soy vecino suyo, y vivo en la calle...
A muchos de nuestros vecinos les preocupa...” [Mencione alguna noticia reciente de interés
local.]
▪ [Escriba su propia introducción.]
[Luego siga con su presentación. Puede leer una de las sugerencias del libro Razonamiento
o de Nuestro Ministerio del Reino o algo que usted mismo haya preparado.]
▪ [Escriba su propia presentación.]
Para ofrecer un estudio de la Biblia en la primera llamada:
▪ “Hola, me llamo... Soy vecino suyo, y vivo en la calle... Lo llamo porque doy clases de la Biblia
gratis y tengo algunos espacios en mi horario. Estos son algunos temas que se tratarán con la
Biblia que usted tenga [lea dos o tres títulos de los capítulos del libro Enseña]. ¿Cuál le parece
más interesante? [Permita que responda.] Lo que le leí son los títulos de algunos capítulos de
un libro titulado ¿Qué enseña realmente la Biblia? Me encantaría pasar por su casa y dejarle un
ejemplar. No tiene que pagar nada.”
Si nota vacilación en la persona, podría decir:
▪ “Entonces tal vez podría llamarlo de nuevo para hablar un poco de lo que enseña la Biblia sobre
el tema que le interesa. ¿Por lo general está en casa a esta hora?”
▪ [Escriba su propia presentación.]
Si la persona dice...
“¿PARA QUIÉN TRABAJA?”
▪ “Soy testigo de Jehová”, y prosiga con su presentación.
“¿CÓMO CONSIGUIÓ MI NÚMERO?”
▪ “En el directorio telefónico”, y prosiga con su presentación.
“ESTOY EN LA LISTA ‘NO LLAME’.”
▪ “Como no estoy vendiendo nada, no tengo esa lista”, y prosiga con su presentación.
Si la persona pide que los testigos de Jehová no vuelvan a llamarla...
▪ “Tomaré nota y haremos cuanto esté a nuestro alcance por acatar su deseo”, y detenga su
presentación [entonces coloque en el sobre del territorio una nota fechada con el nombre de la
persona].
Si le responde una contestadora automática...
▪ “Lamento no encontrarlo en casa. Mi nombre es... Lo llamé para invitarlo a un discurso bíblico con
el tema ..... .
[Día y hora:] .
[Dirección:] .
No se hace ningún tipo de colecta.”
▪ “Mi nombre es... y llamo como parte de un servicio a la comunidad para ayudar a la gente a
encontrar respuesta a sus preguntas bíblicas. Volveré a llamar en otra ocasión.”
▪ [Escriba su propia presentación.]
CONCLUSIONES
▪ “Tengo conmigo una publicación con más información sobre el tema, y me gustaría que la viera.
Con gusto puedo pasar por su hogar para dejársela. No tiene que pagar nada.”
▪ “Fue un gusto hablar con usted. ¿Sería posible visitarlo (con mi esposo/esposa) en su hogar para
hablar más de este tema? Tal vez podríamos analizar la respuesta a la siguiente pregunta: .....
.”
▪ “Disfruté nuestra conversación. La próxima vez que lo llame, me gustaría tratar sobre la respuesta
que da la Biblia a la siguiente pregunta: ..... . ¿Es esta una buena hora para llamarlo?”
▪ [Escriba su propia conclusión.]
Si a la persona no le gusta le idea de que la visite en su casa, podría decir:
▪ “Si lo prefiere, puedo enviarle la publicación por correo.”
▪ “Entonces quizás podría volver a llamarlo para continuar con nuestra conversación. ¿Por lo
general está en casa a esta hora?”
▪ “Me encantó la conversación. De hecho, quiero invitarlo a un discurso bíblico con el tema ..... .
[Día y hora:] .
[Dirección:] .
No se hace ningún tipo de colecta.”
▪ [Escriba su propia conclusión.]

km 8/93 PAGS. 3,4


La predicación telefónica: una manera de llegar a muchas personas
1
La prueba de que vivimos en “los últimos días” es abundante. (2 Tim. 3:1.) Sin duda queda
poco tiempo para predicar el Reino y hacer discípulos. Por consiguiente, todos debemos sentir la
necesidad apremiante de ayudar al prójimo a adorar a Jehová Dios y recibir su aprobación.
2
El apóstol Pablo sintió la responsabilidad de hacer declaración pública de su fe. (Rom. 10:10.)
Sabía que la “voluntad [de Dios] es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un
conocimiento exacto de la verdad”. (1 Tim. 2:4.) Debido a que tenía conocimiento de la verdad,
Pablo se sentía endeudado con todos. Este sentimiento estimuló su deseo de predicar las buenas
nuevas. Dijo: “Por mi parte tengo vivo interés en declararles las buenas nuevas [...]. Porque no me
avergüenzo de las buenas nuevas; son, en realidad, el poder de Dios para salvación a todo el que
tiene fe”. (Rom. 1:14-17.)
3
¿Sentimos personalmente esa misma clase de endeudamiento y mostramos un vivo interés
como ese de comunicarnos con todas las personas de nuestro territorio? Aunque preferimos
compartir las buenas nuevas con los demás cara a cara, como al predicar de casa en casa y en las
calles, ¿por qué limitar nuestra actividad a estos rasgos del servicio? Es posible que muchas
personas del territorio de la congregación nunca hayan hablado con un testigo de Jehová. ¿A qué
pudiera deberse?
4
Territorio que no se trabaja: ¿Hay en su territorio edificios de apartamentos vigilados por
porteros? Quizás hay complejos residenciales de alta seguridad en los que no puede efectuarse la
obra de casa en casa. ¿Se ha negado a los publicadores la entrada a una base militar o a una
zona residencial del territorio para predicar las buenas nuevas? Es muy probable que algunos que
viven en esos sitios nunca hayan oído sobre las bendiciones del Reino de Dios. ¿Hay personas
que nunca se encuentran en casa?
5
No debemos desistir de buscar a esas personas aunque sea difícil hallarlas. ¿Cómo ve
Jehová la situación en que se encuentran? El apóstol Pedro escribió: “Jehová [...] no desea que
ninguno sea destruido; más bien, desea que todos alcancen el arrepentimiento. Además,
consideren la paciencia de nuestro Señor como salvación”. (2 Ped. 3:9, 15.) Hay vidas de por
medio, y a Jehová le importan todas ellas. (Mat. 18:14.) ¿Cómo podemos reflejar la compasión y
misericordia que Jehová manifiesta hacia estas personas? Asegurándonos de que toda persona
del territorio reciba el mensaje. (Hech. 20:20, 21; Rev. 14:6, 7.)
6
Organizados para hacer un trabajo concienzudo: En el pasado, la Sociedad ha animado a
los que por razones de salud o minusvalía se hallan recluidos en casa a usar de modo práctico el
teléfono. Los que se encuentran en tal situación deben seguir haciendo esa buena obra. Además,
se han recibido informes de que algunos hermanos, entre ellos precursores regulares y auxiliares,
se han valido del teléfono para predicar de un modo que complemente su ministerio usual de casa
en casa.
7
En algunas congregaciones se ha hecho un esfuerzo conjunto para predicar por teléfono.
Cuando los ancianos llevan la delantera en organizar los territorios y brindar apoyo, ya sea
personalmente o valiéndose de otros publicadores, se han informado mejores logros. El
superintendente de servicio es el responsable de supervisar esa actividad. Sin embargo, el cuerpo
de ancianos puede escoger a un anciano capacitado o siervo ministerial responsable para que
trabaje en colaboración con el superintendente de servicio en lo referente a organizar esta obra.
8
Los publicadores que han superado el recelo inicial y han adquirido experiencia en la
predicación telefónica se han dado cuenta de que es un campo productivo. Al principio, quizás solo
unos cuantos publicadores hagan estas llamadas. Después de acostumbrarse y resultarles
agradable esta forma de predicar, puede que su entusiasmo y sus experiencias animadoras
motiven a otros a aprender a participar en esta interesante faceta de la obra de predicar.
9
Por dónde empezar: Pueden conseguirse los nombres de los que residen en los
apartamentos de un edificio en la recepción del mismo. Después pueden buscarse los números de
teléfono en el directorio telefónico. Puede que un directorio de la ciudad que se consigue en una
biblioteca presente los nombres de los ocupantes de cada hogar y apartamento de la comunidad.
En algunas zonas hay disponibles directorios especiales que alistan los números telefónicos por
calles. Fotocopias de las últimas ediciones pueden servir de territorios. Estos territorios deben ser
razonablemente pequeños.
10
En todas las facetas de la obra de predicar deben mantenerse registros exactos. Lo mismo
aplica a la predicación telefónica. Anote cuidadosamente la información que sea útil en una hoja de
registro de casa en casa, como el tema que trataron, las cosas que le interesaron al amo de casa y
el tema que tratarán la próxima vez. Indique si se hará otra llamada en una fecha posterior o si se
hará una visita personal.
11
Se necesita un horario personal: Hacer de ello una rutina cotidiana aumentará su confianza
y atenuará el recelo. Es más conveniente llamar a las personas cuando hay más probabilidad de
hallarlas en casa, como en las primeras horas de la noche y los fines de semana. Programe un
tiempo cada semana para hacer estas llamadas. Algunos han notado que la hora que precede al
Estudio de Libro es muy productiva. Piense en lo que sea más conveniente en su territorio.
12
Cómo prepararse: Hable con los que disfrutan de esta faceta del servicio y pídales algunas
ideas. Siempre sea positivo. Confíe en Jehová como fuente de fortaleza y poder, y busque su
dirección mediante la oración. (Sal. 27:14; Fili. 4:13.) Ponga todo su corazón en esta faceta del
servicio, tal como en los demás rasgos de la predicación. (Compárese con Marcos 12:33.)
13
La experiencia ha demostrado que el sentarse frente a un escritorio o una mesa puede ser
útil. Sentarse en una silla con respaldo vertical ayuda a pensar con claridad y a concentrarse.
Tenga a la mano todo lo que pudiera usar en la predicación: los tratados, las publicaciones que se
estén ofreciendo, las últimas revistas o algunos números interesantes menos recientes, la Biblia, el
libro Razonamiento, una invitación a las reuniones con el horario de estas y la dirección del Salón
del Reino, una pluma o un lápiz y hojas de registro de casa en casa. Mantenga las publicaciones a
su alcance, quizás abiertas en un artículo interesante. Ensaye cuidadosamente la presentación.
Tenga presente que el propósito de su llamada es dar el mensaje y hacer planes para visitar a la
persona tan pronto como sea posible.
14
Haga la llamada: Tranquilícese; compórtese con naturalidad. Para predicar por teléfono se
necesita un tono de voz afectuoso y agradable. Su sonrisa se reflejará en el tono de su voz. Hable
despacio, con claridad y con buen volumen. Sea cortés, paciente y amigable. No tema al rechazo.
Acepte la posibilidad de que la persona no se interese en el mensaje. Siéntase como si estuviera
haciendo la obra normal de casa en casa.
15
En la introducción diga su nombre completo. Es mejor no decir que está llamando a todas las
personas de cierto edificio o complejo en particular, pues eso pudiera crear una barrera.
16
Muchas introducciones del libro Razonamiento pueden leerse de manera conversacional. Por
ejemplo, pudiera presentarse de esta manera: “Hola, mi nombre es ________. Le llamo porque
no puedo visitarlo personalmente”. Entonces, sin pausar, diga: “Me interesa saber si usted opina
que la calidad de la vida mejorará algún día. A la mayoría nos alegra estar vivos, pero muchos se
preguntan si realmente es posible disfrutar de una vida feliz. ¿Qué cree usted al respecto? [Permita
que la persona conteste.] ¿Cuál diría usted que es en la actualidad uno de los mayores obstáculos
para la felicidad?”. O después de presentarse como se sugiere arriba, podría decir: “Participo como
voluntario en una obra internacional y me gustaría saber qué opina sobre el significado de la vida.
Con el paso de los años nos damos cuenta de que la vida es muy corta. ¿Es esto todo lo que se
puede conseguir de la vida? ¿Qué opina usted? (Véase el subtema “Vida/Felicidad” de la
página 14 del libro Razonamiento.) Un repaso de las sugerencias que se presentaron en la
página 4 de Nuestro Ministerio del Reino de julio de 1990, con relación al uso de introducciones y
cómo vencer objeciones al predicar por teléfono, le dará más información valiosa.
17
Use la Biblia lo antes posible. En algún punto de su conversación, cuando le parezca más
conveniente, mencione que es testigo de Jehová. Permita que el amo de casa participe en el
diálogo. No se preocupe si la persona desea comunicarle sus ideas. Agradézcale sus expresiones
y observaciones. Aproveche toda oportunidad para animarlo. Sin embargo, si la persona empieza a
querer imponer su opinión o a discutir, con buen tacto ponga fin a la conversación. Deje que el
espíritu de Dios dirija sus esfuerzos y le ayude a encontrar a los que con un corazón recto lo
buscan.
18
Es mejor que usted termine la conversación que dejar que lo haga el amo de casa. Puede
concluir sencillamente invitando a la persona al discurso público en el Salón del Reino y dándole la
dirección y el horario de las reuniones. También pudiera preguntarle si es posible visitarlo en su
hogar para conversar más sobre el tema que trataron. Hasta pudiera ofrecer eficazmente
publicaciones por teléfono. Pudiera ofrecer las revistas con la meta de iniciar una ruta de revistas.
19
Disfrute de la predicación telefónica: ¿Conseguirá estudios bíblicos con todos sus
interlocutores? No, pero sí con algunos de ellos. Por ejemplo, una hermana hizo más de
trescientas llamadas en un mes. Después de presentarse explicaba por qué llamaba a las
personas en vez de visitarlas. Enseguida hacía una presentación breve. Aquello resultó en doce
conversaciones amenas. Aún mantiene comunicación telefónica con tres personas y otras cuatro
aceptaron que las visitara en su hogar. Una persona aceptó el libro Vivir para siempre, y se le está
visitando con regularidad.
20
Jesucristo mandó a sus discípulos que se esforzaran por predicar “hasta la parte más distante
de la tierra”. (Hech. 1:8.) En algunos lugares se necesita predicar por teléfono para cumplir con
este mandato. Después de haber repasado la información anterior, pregúntese: ‘¿Puedo hacer
más para predicar en mi territorio las buenas nuevas a “hombres de toda clase”, entre ellos a los
que viven en lugares a los que nunca se ha llegado?’. Los hermanos que han seguido estas pautas
han tenido resultados muy animadores. Se han dado cuenta de que la predicación telefónica es
una manera excepcional de ‘glorificar el ministerio’. (Rom. 11:13.) Que usted también pueda
experimentar el gozo que produce la predicación telefónica.

(ANUARIO) yb 06 PAG. 52 PARR. 1- PAG. 53 PARR. 4

▪ América
Países: 56
Habitantes: 879.073.403
Publicadores: 3.199.841
Estudios bíblicos: 3.022.264
Venezuela. A una familia de Testigos le instalaron recientemente una línea telefónica y le
dieron un nuevo número de teléfono. Debido a un problema técnico comenzaron a recibir llamadas
de gente que quería contactar con un canal local de televisión para hablar con una astróloga.
La familia decidió sacar partido a la situación. Valiéndose del libro Razonamiento, prepararon
algunos temas y unos cuantos textos bíblicos para hablar con quienes llamaran. Graciela, la
madre, se volvió una experta. Cierto día, alguien llamó y dijo: “Hola. ¿Es usted la diosa de los
astros?”.
—Hola. Me llamo Graciela —contestó la hermana— ¿y usted?
—Carmen.
—Y dígame, Carmen, ¿por qué desea hablar con la diosa de los astros? ¿Necesita algún tipo
de ayuda o consejo?
Carmen pasó a contarle a nuestra hermana un problema personal. Con amabilidad, Graciela le
explicó dónde podemos obtener los mejores consejos y le leyó varios textos de la Biblia. Luego le
preguntó: “¿No cree que, si queremos tener guía confiable ahora y en el futuro, deberíamos acudir
a nuestro Creador?”. Carmen reconoció haber estudiado la Biblia con los testigos de Jehová en el
pasado, así que se tomaron medidas para que se reanudara el estudio. Con el tiempo, la familia de
Graciela ha podido dar un buen testimonio a otras personas que llamaban buscando ayuda,
animarlas a escuchar a los Testigos cuando vayan a su puerta e invitarlas al Salón del Reino local.
Colombia. En marzo de 2005 le robaron el automóvil a una hermana de Cali. A los pocos días
lo encontraron, así que ella y su esposo incrédulo esperaron junto al vehículo a que llegara la
policía, pero como esta se retrasaba, decidieron llevárselo. No obstante, el auto había sido
utilizado para cometer un delito, por lo que la policía los paró, los arrestó y los mandó a prisión.
Apenas ingresó en la cárcel, la hermana empezó a predicar, y al poco tiempo ya tenía varios
estudios bíblicos. Cuando pusieron en libertad a una de sus estudiantes, esta no solo pidió seguir
estudiando con la hermana tan pronto la liberaran, sino que también le dijo al hombre con el que
vivía que debían casarse para agradar a Dios.
Aunque poco antes la hermana había pedido en oración poder dedicar más tiempo a la
predicación, nunca se imaginó que sería en la cárcel. Le dieron la oportunidad de salir antes en
libertad, pero como se sentía protegida por Jehová y disfrutaba predicando, rechazó la oferta. Tras
cuarenta y cinco días encarcelados, los liberaron a ella y a su esposo. La hermana reconoció que
la experiencia había fortalecido su fe. Además, durante el encarcelamiento, los hermanos habían
visitado y ayudado a su esposo, quien después de dos décadas de apatía espiritual, comenzó a
asistir a las reuniones y quiso estudiar la Biblia. Ahora la hermana acude con regularidad a la
prisión para visitar a cuatro presas que estudian con ella. Agradece mucho que Jehová haya
respondido sus oraciones y que la haya bendecido tanto.
Brasil. Hasta hace dos años era común ver a un ciego llamado Renildo mendigando en los
mercados de su ciudad y otras localidades cercanas. Aunque lo hacía para complementar su
pensión de invalidez, la mendicidad se convirtió en una rentable fuente de ingresos que le permitía
disponer de un automóvil propio y una casa bien amueblada. Además, podía comprar una cantidad
de comida poco habitual en un área tan pobre. Gracias a su estudio de la Biblia con los testigos de
Jehová fue adquiriendo una perspectiva espiritual de las cosas que lo impulsó a tomar una valiente
decisión. Tras analizar con su esposa y sus tres hijos qué cambios podían hacer para vivir con
menos medios, Renildo dejó de mendigar. Él y su familia progresaron en sentido espiritual y, al
poco tiempo, se bautizaron en una asamblea de distrito. A Renildo no se le conoce ahora por
mendigar, sino por ser un celoso proclamador de las buenas nuevas que pasa un promedio de
cuarenta horas mensuales en el servicio del campo.
El Ecuador. Un precursor solía dejar las revistas en chino al dueño de un restaurante.
El propietario de otro restaurante que era amigo suyo vio las revistas durante una visita, y las leyó.
Tanto le gustaron que escribió a la sucursal de Hong Kong para solicitar más revistas, una Biblia y
el libro Acerquémonos a Jehová. También pidió un estudio bíblico. Esta sucursal se puso en
contacto con la del Ecuador y, al poco tiempo, una pareja de precursores le llevó a casa las
publicaciones que había solicitado. A los cuatro días regresaron. ¿Las habría leído? El señor les
dijo: “Comencé a leer desde Génesis y voy por Ezequiel, pero tengo algunas preguntas. ¿Por qué
es Jehová tan bueno con nosotros los seres humanos? Todo le pertenece, así que, ¿por qué se
toma tantas molestias para ayudar a la humanidad? ¿Qué saca él?”. Se inició un estudio de la
Biblia, y el hombre empezó a ir a las reuniones de inmediato. Dejó de fumar y de frecuentar los
casinos. Incluso cierra el restaurante para asistir a las reuniones. En la actualidad está a punto de
ser publicador no bautizado y enseña chino a los hermanos locales que quieren predicar a otros
compatriotas suyos que residen en el país.
Honduras. En Guatemala un día de enero de 2005, una hermana llamada Flor predicó
informalmente a Sebastián, un chico de 15 años que trabaja de payaso en un circo. Aunque él
demostró cierto interés, estaba siempre muy ocupado. Cierto día se cayó de la parte superior de la
carpa, lo escayolaron y le mandaron guardar reposo. Ahora tenía mucho tiempo para meditar sobre
cuestiones espirituales, así que Flor lo visitaba a diario y respondía sus numerosas preguntas.
Pronto su madre, una equilibrista de nombre Doris, también manifestó interés y empezó a estudiar
la Biblia con Flor. Luego se les unieron Dalila —una trapecista—, Sofía —una bailarina que ya
había estudiado con los Testigos— y sus respectivas hijas; un total de siete personas. Durante dos
meses, Flor se reunía de cinco a siete veces por semana con este grupo para estudiar la Biblia.
Cuando el circo se iba a marchar a Honduras, Flor los animó a buscar a los Testigos en las
ciudades que visitaran para seguir estudiando y asistir a las reuniones. Después que llegaron a la
población de Copán, el grupo reanudó sus clases con un matrimonio de precursores especiales.
Luego se trasladaron a la localidad de Gracias, donde estudiaron con otro precursor especial.
Y cuando les tocó mudarse a Santa Rosa de Copán, una pareja de misioneros recibió una llamada
en la que les pedían que dirigieran el estudio durante las siguientes tres semanas.
Se trata de un estudio muy particular, pues se reúnen de siete a diez personas bajo la carpa del
circo. Ellos celebran el estudio dos veces a la semana y se preparan bien, incluido el miembro más
joven del grupo: una niña trapecista de nueve años llamada Julietta. Cuando van a las reuniones, a
menudo tienen que marcharse corriendo en cuanto estas acaban para vestirse y estar listos para el
espectáculo. Pero hacen el esfuerzo con gusto.
MIERCOLES
LECCION 9(a)
TALLER 2
PARTICIPA EN LAS DIVERSAS MODALIDADES DEL MINISTERIO

MIERCOLES
LECCION 9(b)

JUEVES
LECCION 10(a)
VALORA EL PAPEL DE JESÚS

PAG. 84 it-2 PAG. 80 PARR. 4


En qué sentido es “Hijo unigénito”. El que a Jesús se le llame “Hijo unigénito” (Jn 1:14; 3:16, 18;
1Jn 4:9) no significa que las otras criaturas celestiales creadas no sean hijos de Dios, puesto que
también se las llama hijos. (Gé 6:2, 4; Job 1:6; 2:1; 38:4-7.) Sin embargo, por ser la única creación
directa de su Padre, el Hijo primogénito fue único, diferente de todos los demás hijos de Dios, a los
que Jehová creó o engendró mediante ese Hijo primogénito. De modo que “la Palabra” era el “Hijo
unigénito” de Jehová en un sentido especial, igual que Isaac también lo fue de Abrahán en un
sentido particular (su padre ya había tenido otro hijo, pero no de su esposa Sara). (Heb 11:17; Gé
16:15.)

PAG. 84 it-2 PAG. 79,80


JESUCRISTO

Nombre y título del Hijo de Dios desde que fue ungido en la Tierra.
El nombre Jesús (gr. I·ē·sóus) corresponde al nombre hebreo Jesúa (o Jehosúa, su forma
completa), que significa “Jehová Es Salvación”. Era un nombre bastante común en aquel tiempo.
Por eso, con frecuencia se precisaba especificar diciendo “Jesús el Nazareno”. (Mr 10:47; Hch
2:22.) El título Cristo viene del griego Kjri·stós, cuyo equivalente en hebreo es Ma·schí·aj (Mesías),
que significa “Ungido”. Aunque el término “ungido” se aplicó apropiadamente a otros hombres
anteriores a Jesús, como Moisés, Aarón y David (Heb 11:24-26; Le 4:3; 8:12; 2Sa 22:51), el
puesto, cargo o servicio para el que se les ungió solo prefiguró o tipificó el puesto, cargo y servicio
superiores de Cristo Jesús. Por consiguiente, Jesús es por excelencia y de modo singular “el
Cristo, el Hijo del Dios vivo”. (Mt 16:16; véanse CRISTO; MESÍAS.)
Existencia prehumana. La persona que llegó a ser conocida como Jesucristo no empezó su
vida aquí en la Tierra. Él mismo habló de su existencia celestial prehumana. (Jn 3:13; 6:38, 62;
8:23, 42, 58.) En Juan 1:1, 2 se da el nombre celestial del que llegó a ser Jesús, al decir: “En el
principio la Palabra [gr. Ló·gos] era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios [“era
divina”, Sd; compárese con An American Translation, Moffat (ambas en inglés); o: “de esencia
divina”, Böhmer; Stage (ambas en alemán)]. Este estaba en el principio con Dios”. Dado que
Jehová es eterno y no tuvo principio (Sl 90:2; Rev 15:3), el que la Palabra estuviera con Dios
desde el “principio” debe referirse al principio de las obras creativas de Jehová. Esta conclusión la
confirman otros textos que identifican a Jesús como “el primogénito de toda la creación”, “el
principio de la creación por Dios”. (Col 1:15; Rev 1:1; 3:14.) De modo que las Escrituras identifican
a la Palabra (Jesús en su existencia prehumana) como la primera creación de Dios, su Hijo
primogénito.
Las mismas declaraciones de Jesús prueban que Jehová era verdaderamente el Padre o Aquel
que dio vida a este Hijo primogénito, de modo que este Hijo era en realidad una creación de Dios.
Él señaló a Dios como la Fuente de su vida, cuando dijo: “Yo vivo a causa del Padre”. Según el
contexto, eso significaba que su vida procedía de su Padre o había sido causada por Él, de la
misma manera que los hombres encaminados a la muerte podrían conseguir vida si ejercían fe en
el sacrificio de rescate de Jesús. (Jn 6:56, 57.)
Si los cálculos de los científicos modernos sobre la edad del universo material se aproximan a la
realidad, la existencia de Jesús como criatura celestial empezó miles de millones de años antes de
la creación del primer ser humano. (Compárese con Miq 5:2.) El Padre se valió de su Hijo
primogénito celestial para crear todas las demás cosas (Jn 1:3; Col 1:16, 17), entre ellas los
millones de otros hijos de la familia celestial de Jehová Dios (Da 7:9, 10; Rev 5:11), así como el
universo material y las criaturas que al principio se colocaron en él. Lógicamente, Jehová se dirigía
a este Hijo primogénito cuando dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra
semejanza”. (Gé 1:26.) Todas estas otras cosas no solo fueron creadas “mediante él”, sino también
“para él”, como el Primogénito de Dios y el “heredero de todas las cosas”. (Col 1:16; Heb 1:2.)
No fue un cocreador. No obstante, la participación del Hijo en las obras creativas no lo hicieron
un cocreador de su Padre. El poder para la creación procedía de Dios mediante su espíritu santo o
fuerza activa. (Gé 1:2; Sl 33:6.) Y como Jehová es la Fuente de toda la vida, toda la creación
animada, visible e invisible, le debe la vida a Él. (Sl 36:9.) Más que un cocreador, fue el agente o
instrumento por medio del que Jehová, el Creador, realizó sus obras. Jesús mismo atribuyó la
creación a Dios, como lo hacen todas las Escrituras. (Mt 19:4-6; véase CREACIÓN.)

PAG. 85 it-2 PAG. 80


Sabiduría personificada. Lo que las Escrituras dicen sobre la Palabra encaja de modo
sobresaliente con la descripción de Proverbios 8:22-31. En este pasaje se personifica a la
sabiduría, se la representa como si pudiera hablar y actuar. (Pr 8:1.) Muchos escritores cristianos
de los primeros siglos de la era común entendieron que este pasaje se refería simbólicamente al
Hijo de Dios en su estado prehumano. En vista de los textos ya analizados, no puede negarse que
Jehová ‘produjera’ al Hijo “como el principio de su camino, el más temprano de sus logros de
mucho tiempo atrás”, ni que el Hijo estuviera al “lado [de Jehová] como un obrero maestro” durante
la creación de la Tierra, como dicen estos versículos de Proverbios. Es verdad que en hebreo,
cuyos sustantivos tienen género (como en español), la palabra para “sabiduría” está siempre en
femenino. El que se personifique a la sabiduría no cambia su género, pero tampoco impide que se
use figuradamente para representar al Hijo primogénito de Dios. La palabra griega para “amor” en
la frase “Dios es amor” (1Jn 4:8) también está en femenino, aunque el término Dios es masculino.
Salomón, el escritor principal de Proverbios (Pr 1:1), se aplicó el título qo·hé·leth (congregador) (Ec
1:1), aunque el género de esta palabra también es femenino.

PAG. 85 w 08 15/12 PAGS. 12,13 PARRS. 6,7; w 98 15/6 PAG. 23 PARRS. 1-4
“La Palabra”
6
(Léase Juan 1:14.) ¿Por qué se le da a Jesús el título de “la Palabra” o el Logos? Por la
función que ha desempeñado desde que fueron creados los demás seres inteligentes. Jehová usó
a su Hijo para dar información e instrucciones a los demás hijos espirituales, así como para
transmitir su mensaje a los seres humanos. El hecho de que Jesús es la Palabra, o Vocero de
Dios, queda claro en lo que les dijo a un grupo de judíos: “Lo que yo enseño no es mío, sino que
pertenece al que me ha enviado. Si alguien desea hacer la voluntad de Él, conocerá respecto a la
enseñanza si es de Dios o si hablo por mí mismo” (Juan 7:16, 17). Jesús siguió llevando el título de
“La Palabra de Dios” aun después de haber regresado a la gloria celestial (Rev. 19:11, 13, 16).
7
Pensemos por un momento en lo que implica ese título. Aunque Jesús es la criatura más
sabia que existe, no confía en su propia sabiduría y por eso solo transmite lo que su Padre le
comunica. Tampoco dirige la atención a sí mismo, sino a su Padre (Juan 12:50). ¡Qué magnífico
ejemplo! A nosotros también se nos ha encomendado el maravilloso privilegio de declarar “buenas
nuevas de cosas buenas” (Rom. 10:15). El ejemplo de humildad de Jesús debería impulsarnos a
tener cuidado con lo que decimos. Cuando se trata de comunicar el mensaje salvador de las
Escrituras, no vamos “más allá de las cosas que están escritas” (1 Cor. 4:6).

w 98 15/6 PAG. 23 PARRS. 1-4


El vocero de Jehová
Las palabras de Juan señalan otro privilegio de que disfrutó el Hijo de Dios, a saber, ser el
vocero de su Padre. Desde el principio fue la Palabra. De modo que cuando Jehová habló con
Adán y más tarde con Adán y Eva, probablemente lo hizo a través de la Palabra. ¿Y quién mejor
para transmitir las instrucciones de Dios para el bienestar de la humanidad que aquel que estaba
encariñado con ella? (Juan 1:1, 2.)
¡Cuánto debió doler a la Palabra ver a Eva y luego a Adán desobedecer al Creador! ¡Y cuánto
debió haber anhelado remediar los males que la desobediencia trajo a sus descendientes!
(Génesis 2:15-17; 3:6, 8; Romanos 5:12.) Jehová se dirigió a Satanás, quien había instigado a Eva
a rebelarse, y le dijo: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la
descendencia de ella” (Génesis 3:15). La Palabra, que fue testigo de lo ocurrido en Edén, se dio
cuenta de que, siendo la parte principal de la “descendencia” de la mujer, se convertiría en el
objeto de un odio despiadado. Sabía que Satanás era un homicida (Juan 8:44).
Cuando, tiempo después, Satanás cuestionó la integridad del fiel Job, a la Palabra debieron
indignarle las acusaciones calumniosas levantadas contra su Padre (Job 1:6-10; 2:1-4). De hecho,
en su papel de arcángel, a la Palabra se la conoce por Miguel, nombre que significa “¿Quién Es
Como Dios?” e indica que lucha a favor de Jehová contra todo el que aspira a usurpar Su
soberanía (Daniel 12:1; Revelación 12:7-10).
Durante la historia de Israel, la Palabra observó los esfuerzos de Satanás por apartar a los
seres humanos de la adoración pura. Después del Éxodo de Egipto, Dios dijo a Israel mediante
Moisés: “Voy a enviar un ángel delante de ti para mantenerte en el camino y para introducirte en el
lugar que he preparado. Cuídate a causa de él y obedece su voz. No te portes rebeldemente
contra él, porque no perdonará la transgresión de ustedes; porque mi nombre está dentro de él”
(Éxodo 23:20, 21). ¿Quién fue ese ángel? Probablemente, Jesús en su existencia prehumana.

PAG. 85 it-2 PAGS. 796-799


RECONCILIACIÓN

Acción de volver a la concordia, de atraer y acordar los ánimos desunidos. Las palabras griegas
relacionadas con el término reconciliación se derivan del verbo al·lás·sō, que significa básicamente
“cambiar; alterar”. (Hch 6:14; Gál 4:20, Int.)
Por lo tanto, aunque la forma compuesta ka·tal·lás·sō significa esencialmente “cambiar” o
“canjear”, adquirió el significado de “reconciliar”. (Ro 5:10.) Pablo empleó este verbo al hablar de la
mujer separada que debía ‘reconciliarse’ con su esposo. (1Co 7:11.) En las instrucciones de Jesús
registradas en Mateo 5:24 en cuanto a que se deberían ‘hacer primero las paces’ con el hermano
antes de presentar una ofrenda sobre el altar, aparece un término de la misma familia:
di·al·lás·so·mai.
Reconciliación con Dios. Pablo utiliza los términos ka·tal·lás·sō y a·po·ka·tal·lás·sō (una
forma intensificada) en la carta a los Romanos y en otras varias, al tratar el tema de la
reconciliación del hombre con Dios por medio del sacrificio de Cristo Jesús.
La reconciliación con Dios es necesaria porque ha existido un alejamiento, una separación, una
falta de armonía y de relaciones amistosas, más que eso, enemistad. Esta mala relación se produjo
como consecuencia del pecado del primer hombre, Adán, y la consiguiente pecaminosidad e
imperfección que heredaron todos sus descendientes. (Ro 5:12; compárese con Isa 43:27.) Por
esa razón el apóstol podía decir que “el tener la mente puesta en la carne significa enemistad con
Dios, porque esta no está sujeta a la ley de Dios, ni, de hecho, lo puede estar [debido a la
naturaleza imperfecta y pecaminosa que ha heredado]. Por eso los que están en armonía con la
carne no pueden agradar a Dios”. (Ro 8:7, 8.) Existe enemistad porque las normas perfectas de
Dios no permiten que Él apruebe o tolere el mal. (Sl 5:4; 89:14.) En cuanto a su Hijo, quien reflejó
las cualidades perfectas de su Padre, está escrito: “Amaste la justicia, y odiaste el desafuero”. (Heb
1:9.) Por consiguiente, aunque “Dios es amor” y “tanto amó [...] al mundo [de la humanidad] que dio
a su Hijo unigénito” a favor de él, el hecho es que toda la humanidad ha estado enemistada con
Dios, y Él ha manifestado al mundo de los hombres el amor que se tiene a los enemigos, el amor
que está fundado sobre los principios (gr. a·gá·pē) más bien que sobre el afecto o la amistad (gr.
fi·lí·a). (1Jn 4:16; Jn 3:16; compárese con Snt 4:4.)
Como la norma de justicia de Dios es perfecta, no puede tolerar ni aprobar el pecado, pues este
consiste en la violación de su voluntad expresa. Él es “benévolo y misericordioso”, y “rico en
misericordia” (Sl 145:8, 9; Ef 2:4); pero no antepone la misericordia a la justicia. Como se observa
correctamente en la Cyclopædia, de M’Clintock y Strong (1894, vol. 8, pág. 958), la relación entre
Dios y el hombre pecaminoso es por ello una relación “legal, como la de un soberano en calidad de
juez y un delincuente que ha infringido sus leyes y se ha alzado contra su autoridad, y al que por
tanto se trata como enemigo”. Esta era la situación en la que quedó la humanidad como
consecuencia del pecado heredado de su primer padre, Adán.
La base para la reconciliación. Únicamente puede haber una reconciliación completa con
Dios por medio del sacrificio de rescate de Cristo Jesús; él es “el camino” y nadie va al Padre sino
por él. (Jn 14:6.) Su muerte sirvió de “sacrificio propiciatorio [gr. hi·la·smón] por nuestros pecados”.
(1Jn 2:2; 4:10.) La palabra hi·la·smós significa “medio de apaciguamiento; expiación”. Está claro
que el sacrificio de Jesucristo no era un “medio de apaciguamiento” en el sentido de que calmara
los sentimientos heridos que Dios pudiera tener o le aplacara, pues es patente que la muerte de su
amado Hijo no produciría tal efecto. Más bien, ese sacrificio apaciguó o satisfizo las exigencias de
la justicia perfecta de Dios al sentar la base recta y justa para el perdón del pecado, a fin de que
Dios “sea justo hasta al declarar justo al hombre [pecaminoso por herencia] que tiene fe en Jesús”.
(Ro 3:24-26.) Al suministrar el medio para la expiación o compensación completa de los pecados y
acciones ilícitas humanas, el sacrificio de Cristo creó una situación propicia para que a partir de
ese momento el hombre procurara y consiguiera restablecer una buena relación con el Dios
Soberano. (Ef 1:7; Heb 2:17; véase RESCATE.)
Así que, por medio de Cristo, Dios ha abierto el camino que le permite “reconciliar de nuevo
consigo mismo todas las otras cosas, haciendo la paz mediante la sangre que [Jesús] derramó en
el madero de tormento”. Como resultado, los que en un tiempo estaban “alejados y eran enemigos”
debido a que tenían la mente fija en la maldad podían beneficiarse de la reconciliación, que se
logra “por medio del cuerpo carnal de [Jesús] mediante su muerte”, lo que permite que se les
presente “santos y sin tacha y no expuestos a ninguna acusación delante de él”. (Col 1:19-22.) A
partir de ese momento, Jehová Dios podía ‘declarar justos’ a los que seleccionase para ser sus
hijos espirituales, quienes no estarían bajo ninguna acusación, pues ya estaban completamente
reconciliados con Dios y en paz con Él. (Compárese con Hch 13:38, 39; Ro 5:9, 10; 8:33.)
¿Qué podemos decir entonces de hombres que sirvieron a Dios antes de la muerte de Cristo?
Por ejemplo: Abel, de quien se dijo que “se le dio testimonio de que era justo, pues Dios dio
testimonio respecto a sus dádivas”; Enoc, quien “tuvo el testimonio de haber sido del buen agrado
de Dios”; Abrahán, quien “vino a ser llamado ‘amigo de Jehová’”; Moisés, Josué, Samuel, David,
Daniel, Juan el Bautista y los discípulos de Cristo, a quienes Jesús dijo antes de su muerte: “El
Padre mismo les tiene cariño”. (Heb 11:4, 5; Snt 2:23; Da 9:23; Jn 16:27.) Jehová mantuvo una
relación con todos ellos y los bendijo. Por tanto, ¿cómo es que tales personas necesitarían una
reconciliación por medio de la muerte de Cristo?
Estas personas obviamente se reconciliaron hasta cierto grado con Dios. No obstante, al igual
que el resto del mundo de la humanidad, todavía eran pecadores por herencia, como de hecho lo
reconocían al ofrecer los sacrificios de animales. (Ro 3:9, 22, 23; Heb 10:1, 2.) Es verdad que
algunos hombres han pecado de manera más abierta o grave que otros, y hasta se han vuelto
manifiestamente rebeldes; pero el pecado sigue siendo pecado, sin importar su grado o alcance.
Por lo tanto, como todos son pecadores, todos los descendientes de Adán, sin excepción,
necesitan la reconciliación con Dios que el sacrificio de su Hijo ha hecho posible.
La relativa amistad de Dios con hombres como los mencionados antes se basaba en la fe que
ellos mostraron, fe que abarcaba la creencia de que Dios proveería al debido tiempo el medio para
librarlos por completo de su condición pecaminosa. (Compárese con Heb 11:1, 2, 39, 40; Jn 1:29;
8:56; Hch 2:29-31.) Por consiguiente, la relativa reconciliación de la que disfrutaron estaba
supeditada al rescate que Dios proveería en el futuro. Como se muestra en el artículo DECLARAR
JUSTO, Dios ‘contó’, ‘imputó’ o abonó en cuenta su fe como justicia, y, sobre esa base, teniendo
en mira la absoluta certeza de que proveería un rescate, podía considerarlos provisionalmente sus
amigos sin violar sus normas de justicia perfecta. (Ro 4:3, 9, 10; NM, Besson; compárese también
con 3:25, 26; 4:17.) Sin embargo, las exigencias propias de su justicia con el tiempo tendrían que
satisfacerse, de manera que se saldarían con el pago real del precio de rescate requerido. Todo
esto exalta la importancia del papel de Cristo en el propósito de Dios, y demuestra que, aparte de
Cristo Jesús, no hay ningún hombre que pueda alcanzar una posición de justo ante Dios por
méritos propios. (Compárese con Isa 64:6; Ro 7:18, 21-25; 1Co 1:30, 31; 1Jn 1:8-10.)
Pasos necesarios para conseguir la reconciliación. Dado que Dios es el ofendido y es su ley
la que se ha infringido vez tras vez, el hombre es quien debe reconciliarse con Dios y no Dios con
el hombre. (Sl 51:1-4.) El hombre no está en un plano de igualdad con Dios, y la norma de la
justicia divina no está sujeta a cambios, enmiendas o modificaciones. (Isa 55:6-11; Mal 3:6;
compárese con Snt 1:17.) Por lo tanto, sus condiciones para la reconciliación no son negociables,
no están sujetas a juicio o componenda. (Compárese con Job 40:1, 2, 6-8; Isa 40:13, 14.) Aunque
muchas versiones traducen Isaías 1:18: “El Señor dice: Vengan, vamos a discutir este asunto”
(VP), o emplean expresiones parecidas (BJ, SA, Str), una traducción más adecuada y coherente
es: “Vengan, pues, y enderecemos los asuntos entre nosotros [“Vengan, para que arreglemos
cuentas”, RH; véanse también CB, CI, EMN] —dice Jehová—”. La culpa de esta falta de armonía
con Dios la tiene exclusivamente el hombre, no Dios. (Compárese con Eze 18:25, 29-32.)
Este hecho no impide que Dios demuestre su misericordia tomando la iniciativa de abrir el
camino para la reconciliación por medio de su Hijo. El apóstol escribe: “Porque, de hecho, Cristo,
mientras todavía éramos débiles, murió por impíos al tiempo señalado. Porque apenas muere
alguien por un hombre justo; en realidad, por el hombre bueno, quizás, alguien hasta se atreva a
morir. Pero Dios recomienda su propio amor [a·gá·pēn] a nosotros en que, mientras todavía
éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Mucho más, pues, dado que hemos sido declarados
justos ahora por su sangre, seremos salvados mediante él de la ira. Porque si, cuando éramos
enemigos, fuimos reconciliados con Dios mediante la muerte de su Hijo, mucho más, ahora que
estamos reconciliados, seremos salvados por su vida. Y no solo eso, sino que también nos
alborozamos en Dios mediante nuestro Señor Jesucristo, mediante quien ahora hemos recibido la
reconciliación”. (Ro 5:6-11.) Jesús, quien “no conoció pecado”, fue hecho “pecado por nosotros” y
murió como ofrenda humana a fin de librar a las personas de la acusación y la pena del pecado.
Librados de tal acusación, tienen la oportunidad de parecer justos a los ojos de Dios, y, por lo
tanto, de “[llegar] a ser justicia de Dios por medio de él [Jesús]”. (2Co 5:18, 21.)
Además, Dios demuestra su misericordia y amor enviando embajadores a la humanidad
pecaminosa. En la antigüedad se enviaban embajadores principalmente en tiempos de hostilidad
(compárese con Lu 19:14), no de paz, y su misión solía consistir en ver si podía evitarse la guerra o
en fijar las condiciones que propiciaran la paz cuando existía un estado de guerra. (Isa 33:7; Lu
14:31, 32; véase EMBAJADOR.) Dios envía a sus embajadores cristianos a los hombres para que
puedan aprender sus condiciones de reconciliación y para que se valgan de ellas. El apóstol
escribe: “Somos, por lo tanto, embajadores en sustitución de Cristo, como si Dios estuviera
suplicando mediante nosotros. Como sustitutos por Cristo rogamos: ‘Reconcíliense con Dios’”.
(2Co 5:20.) Esta súplica no significa que se debilite la posición de Dios o su oposición al mal; es
una invitación misericordiosa a los ofensores para que busquen la paz y escapen de las inevitables
consecuencias de la justa ira divina, que sobrevendrá a los que persistan en oponerse a Su santa
voluntad y que supondrá su segura destrucción. (Compárese con Eze 33:11.) Incluso los cristianos
tienen que cuidarse de ‘no aceptar la bondad inmerecida de Dios y dejar de cumplir su propósito’,
es decir, no buscar continuamente el favor y la buena voluntad de Dios durante el “tiempo acepto”
y el “día de salvación” que Él provee misericordiosamente, como muestran las siguientes palabras
de Pablo. (2Co 6:1, 2.)
Al reconocer la necesidad de reconciliarse y aceptar la provisión de Dios para ello, a saber, el
sacrificio de su Hijo, la persona debe arrepentirse de su proceder de pecado y convertirse o
volverse de seguir el camino del mundo pecaminoso de la humanidad. Apelando a Dios sobre la
base del rescate de Cristo, puede obtener perdón de pecados y reconciliación, y como resultado,
“tiempos de refrigerio [...] de la persona de Jehová” (Hch 3:18, 19), así como paz mental y de
corazón. (Flp 4:6, 7.) Como ha dejado de ser un enemigo con quien Dios está encolerizado, puede
decirse que en realidad ha “pasado de la muerte a la vida”. (Jn 3:16; 5:24.) Después, a fin de
mantener la buena voluntad de Dios, ha de ‘invocarle en apego a la verdad’, ‘continuar en la fe y
no dejarse mover de la esperanza de las buenas nuevas’. (Sl 145:18; Flp 4:9; Col 1:22, 23.)

¿En qué sentido ha reconciliado Dios consigo mismo a un mundo?


El apóstol Pablo dice que “mediante Cristo [Dios] estaba reconciliando consigo mismo a un
mundo, no imputándoles sus ofensas”. (2Co 5:19.) Estas palabras no deberían interpretarse mal y
concluir que todas las personas se reconcilian automáticamente con Dios en virtud del sacrificio de
Jesús, pues seguidamente el apóstol continúa hablando de la obra de embajadores, que consiste
en suplicar a los hombres: “Reconcíliense con Dios”. (2Co 5:20.) Lo que en realidad se proveyó es
el medio para que puedan reconciliarse todos los del mundo de la humanidad que deseen
responder. Por consiguiente, Jesús vino “para dar su alma en rescate en cambio por muchos”, y “el
que ejerce fe en el Hijo tiene vida eterna; el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira
de Dios permanece sobre él”. (Mt 20:28; Jn 3:36; compárese con Ro 5:18, 19; 2Te 1:7, 8.)
No obstante, Jehová Dios se propuso “reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas
en los cielos y las cosas en la tierra”. (Ef 1:10.) Aunque es necesaria la destrucción de los que se
niegan a ‘enderezar los asuntos’ (Isa 1:18) con Jehová Dios, el resultado será un universo en
completa armonía con Dios, en el que la humanidad volverá a disfrutar de Su amistad y de
bendiciones continuas, como ocurría al principio en Edén. (Rev 21:1-4.)
Jehová Dios puso fin a la relación que mantenía con la nación de Israel en virtud de Su pacto,
debido a que fueron infieles y rechazaron a su Hijo. (Mt 21:42, 43; Heb 8:7-13.) El apóstol debe
referirse a este hecho cuando dice que el ‘desecharlos significó reconciliación para el mundo’ (Ro
11:15), pues, como muestra el contexto, de este modo se abrió el camino para el mundo ajeno a la
comunidad o congregación judía. En otras palabras, las naciones no judías tenían la oportunidad
de unirse a un resto fiel judío, con el que se había hecho el nuevo pacto, y formar la nueva nación
de Dios, el Israel espiritual. (Compárese con Ro 11:5, 7, 11, 12, 15, 25.)
Como pueblo de Dios, su “propiedad especial” (Éx 19:5, 6; 1Re 8:53; Sl 135:4), el pueblo judío
había disfrutado de una relativa reconciliación con Dios, aunque aún tenía la necesidad de una
reconciliación plena por medio del predicho Redentor, el Mesías. (Isa 53:5-7, 11, 12; Da 9:24-26.)
Las naciones no judías, por otra parte, estaban ‘alejadas del estado de Israel, eran extrañas a los
pactos de la promesa, no tenían esperanza y estaban sin Dios en el mundo’, pues no tenían una
posición reconocida ante Él. (Ef 2:11, 12.) No obstante, de acuerdo con el secreto sagrado
relacionado con la Descendencia, Dios se propuso bendecir a personas de “todas las naciones de
la tierra”. (Gé 22:15-18.) El medio para hacerlo, el sacrificio de Cristo Jesús, abrió por tanto el
camino para que personas de las naciones no judías alejadas de Dios ‘estuvieran cerca por la
sangre del Cristo’. (Ef 2:13.) No solo esto, sino que aquel sacrificio también eliminó la división entre
el judío y el que no lo era, pues cumplió el pacto de la Ley y lo quitó del camino, lo que permitió a
Cristo “reconciliar plenamente con Dios a ambos pueblos en un solo cuerpo mediante el madero de
tormento, porque había matado la enemistad [la división producida por el pacto de la Ley] por
medio de sí mismo”. A partir de entonces, tanto el judío como el que no lo era podía acercarse a
Dios mediante Cristo Jesús, y con el tiempo se introdujo en el nuevo pacto como herederos del
Reino con Cristo a los que no eran judíos. (Ef 2:14-22; Ro 8:16, 17; Heb 9:15.)

PAG. 86 it-2 PAG. 87 PARR. 4; PAG. 93 PARRS. 2-6; PAG. 723 PARR. 1
Su posición fundamental en el propósito de Dios. Jehová Dios tuvo a bien hacer que su Hijo
primogénito fuese la figura central o clave en el cumplimiento de todos sus propósitos (Jn 1:14-18;
Col 1:18-20; 2:8, 9), la persona en la que convergería la luz de todas las profecías y desde la que
se irradiaría esta luz (1Pe 1:10-12; Rev 19:10; Jn 1:3-9), la solución a todos los problemas que
había ocasionado la rebelión de Satanás (Heb 2:5-9, 14, 15; 1Jn 3:8) y el fundamento sobre el que
Dios edificaría todos sus preparativos futuros para el bien eterno de su familia universal en el cielo
y en la Tierra. (Ef 1:8-10; 2:20; 1Pe 2:4-8.) Debido a la función vital que desempeña en el propósito
de Dios, Jesús pudo decir apropiadamente y sin exageración: “Yo soy el camino y la verdad y la
vida. Nadie viene al Padre sino por mí”. (Jn 14:6.)

PAG. 93 PARRS. 2-6

‘Dar testimonio acerca de la verdad.’ A la pregunta de Pilato: “Bueno, pues, ¿eres tú rey?”,
Jesús contestó: “Tú mismo dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al
mundo, para dar testimonio acerca de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha
mi voz”. (Jn 18:37; véase CAUSA JUDICIAL [El juicio de Jesús].) Como muestran las Escrituras, la
verdad acerca de la que dio testimonio no era solo la verdad en general, sino que se trataba de la
verdad de máxima importancia en cuanto a lo que eran y lo que son los propósitos de Dios. Esta
verdad estaba basada en el hecho fundamental de la voluntad soberana de Dios y su aptitud para
cumplir dicha voluntad. Jesús reveló mediante su ministerio que esa verdad, contenida en el
“secreto sagrado”, era el reino de Dios con él mismo, el “Hijo de David”, sentado como Rey
Sacerdote en el trono. Este fue también, en esencia, el mensaje que proclamaron los ángeles
antes de su nacimiento y una vez que este se produjo en Belén de Judea, la ciudad de David. (Lu
1:32, 33; 2:10-14; 3:31.)
Para que Jesús cumpliera en su ministerio con la comisión de dar testimonio acerca de la
verdad, era necesario que no se limitase a hablar, predicar y enseñar. Además de abandonar su
gloria celestial para nacer como humano, tuvo que cumplir todo lo que estaba profetizado acerca
de él, entre lo que se contaban las sombras o modelos contenidos en el pacto de la Ley. (Col
2:16, 17; Heb 10:1.) A fin de sostener la verdad de la palabra y las promesas proféticas de su
Padre, Jesús tuvo que vivir de tal modo que esa verdad se hiciera realidad, cumplirla de hecho y
de palabra, tanto por su modelo de vida como por su muerte. Tenía que ser la verdad, de hecho, la
personificación de la verdad, como él mismo dijo que era. (Jn 14:6.)
Por esta razón, el apóstol Juan pudo escribir que Jesús “estaba lleno de bondad inmerecida y
verdad”, y que aunque “la Ley fue dada por medio de Moisés, la bondad inmerecida y la verdad
vinieron a ser por medio de Jesucristo”. (Jn 1:14, 17.) La verdad de Dios ‘vino a ser’, es decir, llegó
a su realización, por medio de estos hechos históricos: el nacimiento humano de Jesús, la
presentación de sí mismo a Dios mediante bautismo en agua, sus tres años y medio de servicio
público a favor del reino de Dios, su muerte en fidelidad y su resurrección al cielo. (Compárese con
Jn 1:18; Col 2:17.) Por lo tanto, toda la vida terrestre de Jesucristo consistió en “dar testimonio
acerca de la verdad”, acerca de lo que Dios había jurado. De modo que Jesús no fue la sombra de
un Mesías o Cristo, sino el verdadero Mesías que se había prometido. No fue la sombra de un rey
sacerdote, sino, en esencia y de hecho, el verdadero Rey Sacerdote que se había prefigurado. (Ro
15:8-12; compárese con Sl 18:49; 117:1; Dt 32:43; Isa 11:10.)
Esta verdad sería la que ‘libraría a los hombres’ que demostrasen que estaban “de parte de la
verdad” al aceptar el papel de Jesús en el propósito de Dios. (Jn 8:32-36; 18:37.) Quien no haga
caso del propósito de Dios concerniente a su Hijo, edifique esperanzas sobre cualquier otro
fundamento y oriente su vida a partir de cualquier otra base, se engañará a sí mismo, creerá una
mentira y seguirá la dirección del padre de la mentira, el adversario de Dios (Mt 7:24-27; Jn 8:42-
47), lo que significará que ‘morirá en sus pecados’. (Jn 8:23, 24.) Por eso Jesucristo no se retuvo
de declarar su lugar en el propósito de Dios.
Es verdad que dio orden rigurosa a sus discípulos de que no declararan a nadie su condición de
Mesías (Mt 16:20; Mr 8:29, 30) y que en muy pocas ocasiones se refirió a sí mismo directamente
como el Cristo, excepto cuando estaba en privado con ellos. (Mr 9:33, 38, 41; Lu 9:20, 21; Jn 17:3.)
Pero con denuedo y regularidad hizo notar que tanto las profecías como sus obras probaban que
era el Cristo. (Mt 22:41-46; Jn 5:31-39, 45-47; 7:25-31.) Cuando Jesús, “cansado del viaje”, habló
con una mujer samaritana al lado de un pozo, se identificó como el Cristo, quizás a fin de despertar
la curiosidad de los ciudadanos y hacer que salieran de la ciudad para verle, como por fin sucedió.
(Jn 4:6, 25-30.) El mero hecho de que alegara ser el Mesías no significaría nada si no lo
respaldaba con pruebas. De todos modos, se requería fe de los que lo vieran y oyeran para
aceptar la conclusión a la que esas pruebas señalaban inequívocamente. (Lu 22:66-71; Jn 4:39-42;
10:24-27; 12:34-36.)

PAG. 723 PARR. 1


Como todas estas profecías se realizan en Jesucristo, lo que ratifica que son verdaderas, se
entiende cómo fue que “la verdad [vino] a ser por medio de Jesucristo”. “Porque no importa
cuántas sean las promesas de Dios, han llegado a ser Sí mediante él.” (Jn 1:17; 2Co 1:20;
compárese con Lu 18:31; 24:25, 26, 44-46.) Pedro pudo decir con razón que “de [Jesús] dan
testimonio todos los profetas”. (Hch 3:20-24; 10:43; compárese con 28:23.)

PAG. 86 it-2 PAG. 87


El “secreto sagrado”. El propósito de Dios según se reveló en Jesucristo permaneció como un
“secreto sagrado [o misterio] [...] guardado en silencio por tiempos de larga duración”. (Ro 16:25-
27.) Durante más de cuatro mil años, desde la rebelión en Edén, hubo hombres de fe que
aguardaban el cumplimiento de la promesa de Dios de que habría una “descendencia” que
magullaría la cabeza del adversario semejante a una serpiente, y con ello traería alivio a la
humanidad. (Gé 3:15.) Por casi dos mil años ellos habían basado su esperanza en el pacto que
Jehová hizo con Abrahán, según el cual, una “descendencia” ‘tomaría posesión de la puerta de sus
enemigos’ y por medio de ella se bendecirían todas las naciones de la Tierra. (Gé 22:15-18.)
Cuando por fin “llegó el límite cabal del tiempo, Dios envió a su Hijo”, y a través de él reveló el
significado del “secreto sagrado”, dio la respuesta definitiva a la cuestión que había hecho surgir el
adversario de Dios (véase JEHOVÁ [La cuestión suprema es de naturaleza moral]) y suministró los
medios para redimir a la humanidad obediente del pecado y la muerte gracias al sacrificio de
rescate de su Hijo. (Gál 4:4; 1Ti 3:16; Jn 14:30; 16:33; Mt 20:28.) De este modo Jehová Dios
eliminó cualquier incertidumbre o ambigüedad que pudiera haber en la mente de sus siervos con
respecto a su propósito. Por eso el apóstol dice que “no importa cuántas sean las promesas de
Dios, han llegado a ser Sí mediante [Cristo Jesús]”. (2Co 1:19-22.)
El “secreto sagrado” no consistía tan solo en identificar a Jesús como el Hijo de Dios, sino en
definir el papel que se le asignó en el propósito predeterminado de Dios y la revelación y
realización de ese propósito a través de Jesucristo. Tal propósito, que por tanto tiempo había sido
un secreto, era “para una administración al límite cabal de los tiempos señalados, a saber: reunir
todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas [que están] en los cielos y las cosas [que están]
en la tierra”. (Ef 1:9, 10.)
Uno de los aspectos del “secreto sagrado” cristalizado en Cristo Jesús es que él encabeza un
nuevo gobierno celestial, cuyos miembros serán personas (judías y no judías) tomadas de la
población de la Tierra, y cuyo dominio abarcará tanto el cielo como la Tierra. En la visión registrada
en Daniel 7:13, 14 aparece alguien “como un hijo del hombre” (título que más tarde se aplicó con
frecuencia a Cristo: Mt 12:40; 24:30; Lu 17:26; compárese con Rev 14:14) en la corte celestial de
Jehová, y se le da “gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y
lenguajes todos le sirvieran aun a él”. La misma visión, sin embargo, muestra que los “santos del
Supremo” también van a compartir con este “hijo del hombre” su reino, gobernación y grandeza.
(Da 7:27.) Mientras Jesús estuvo en la Tierra, seleccionó de entre sus discípulos a los primeros de
los futuros miembros de ese gobierno del Reino. Después que ‘continuaron con él en sus pruebas’,
hizo un pacto con ellos para un reino, orando a su Padre para que los santificase (o los hiciera
“santos”) y pidiéndole que ‘donde él estuviera, ellos también estuvieran con él, para que
contemplaran su gloria que le había dado’. (Lu 22:28, 29; Jn 17:5, 17, 24.) Por estar así en unión
con Cristo, la congregación cristiana también desempeña su papel en el “secreto sagrado”, como
más tarde expresa el apóstol inspirado. (Ef 3:1-11; 5:32; Col 1:26, 27; véase SECRETO
SAGRADO.)

PAG. 86 it-2 PAG. 722 PARR. 3


En que sentido ‘el dar testimonio de Jesús inspira el profetizar’?
En la visión del apóstol Juan, un ángel le dijo que “el dar testimonio de Jesús es lo que inspira
[literalmente, “es el espíritu de”] el profetizar”. (Rev 19:10.) El apóstol Pablo llama a Cristo el
“secreto sagrado de Dios”, y dice que “cuidadosamente ocultados en él están todos los tesoros de
la sabiduría y del conocimiento”. (Col 2:2, 3.) Esto se debe a que Jehová Dios ha asignado a su
Hijo el papel clave en la realización de su magnífico propósito, que consiste en la santificación de
Su nombre y en que se vuelva a poner a la Tierra y sus habitantes en el lugar que Dios había
previsto para ellos; esto se logra mediante “una administración al límite cabal de los tiempos
señalados, a saber: reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas en los cielos y las cosas
en la tierra”. (Ef 1:9, 10; compárese con 1Co 15:24, 25.) Como el cumplimiento del magnífico
propósito de Dios está muy relacionado con Jesús (compárese con Col 1:19, 20), toda profecía, es
decir, todos los mensajes inspirados de Dios y proclamados por sus siervos, señalaban hacia su
Hijo. Así que, como dice Revelación 19:10, todo el “espíritu” (toda la inclinación, intención y
propósito) de la profecía era dar testimonio de Jesús, aquel a quien Jehová convertiría en “el
camino y la verdad y la vida”. (Jn 14:6.) Esto no solo es cierto de las profecías anteriores al
ministerio público de Jesús, sino de todas las profecías posteriores. (Hch 2:16-36.)

PAG. 87 it-2 PAG. 88 PARRS. 1-3


“Agente Principal de la vida.” Por bondad inmerecida de su Padre, Cristo Jesús entregó su
vida humana perfecta en sacrificio, lo que hizo posible que sus seguidores escogidos pudiesen
estar en unión con él reinando en el cielo y que hubiera súbditos terrestres de dicho Reino. (Mt
6:10; Jn 3:16; Ef 1:7; Heb 2:5; véase RESCATE.) De este modo llegó a ser el “Agente Principal
[“Príncipe”, ENP; Ga; NC, 1981; Besson; “Caudillo”, BC] de la vida” para toda la humanidad. (Hch
3:15.) El término griego que se usa en este pasaje significa básicamente “caudillo principal”, y es
una palabra emparentada con la que se aplicó a Moisés (Hch 7:27, 35) en su papel de
“gobernante” de Israel.
Por tanto, en su función de “caudillo principal” o “pionero de la Vida” (Moffat [en inglés]), Jesús
introdujo un elemento nuevo y esencial para conseguir la vida eterna: su papel de intermediario o
mediador, que también lo desempeña en sentido administrativo. Es el Sumo Sacerdote de Dios
que puede limpiar por completo del pecado y liberar de los efectos mortíferos de este (Heb 3:1, 2;
4:14; 7:23-25; 8:1-3); es el Juez nombrado en cuyas manos se encomienda todo juicio, de modo
que administra con prudencia los beneficios de su rescate a las personas de la humanidad que
merezcan vivir bajo su gobernación (Jn 5:22-27; Hch 10:42, 43); mediante él también se consigue
la resurrección de los muertos. (Jn 5:28, 29; 6:39, 40.) Debido a que Jehová Dios quiso utilizar así
a su Hijo, “no hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se
haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos”. (Hch 4:12; compárese
con 1Jn 5:11-13.)
Como su “nombre” también abarca este aspecto de la autoridad de Jesús, mediante él sus
discípulos, en calidad de representantes del Agente Principal de la vida, podían curar a personas
de sus enfermedades ocasionadas por el pecado heredado e incluso podían levantar a los
muertos. (Hch 3:6, 15, 16; 4:7-11; 9:36-41; 20:7-12.)

JUEVES
LECCION 10(b)
DEJATE GUIAR POR LOS PRINCIPIOS BIBLICOS

PAG. 88 w 02 15/4 PAGS. 18-23; w 02 15/2 PAGS. 4-7


Dirijamos nuestros pasos siguiendo los principios divinos

“[Jehová] te enseña para que te beneficies a ti mismo.” (ISAÍAS 48:17.)

A LOS científicos que tratan de desentrañar los secretos del universo les asombra la tremenda
cantidad de energía que hay en el cosmos. El Sol, una estrella de tamaño mediano, produce tanta
energía como la que liberarían “100.000 millones de bombas de hidrógeno que explotaran cada
segundo”. El Creador controla y dirige esos enormes cuerpos celestes mediante su ilimitado poder
(Job 38:32; Isaías 40:26). ¿Qué podemos decir de los seres humanos, dotados de libre albedrío,
facultad moral, raciocinio y capacidad para la espiritualidad? ¿De qué formas ha visto oportuno
dirigirnos nuestro Hacedor? Nos guía con amor mediante sus leyes perfectas y sus elevados
principios, en combinación con nuestra conciencia bien educada (2 Samuel 22:31; Romanos
2:14, 15).
2
A Dios le complace que las criaturas inteligentes decidan obedecerlo (Proverbios 27:11).
En vez de programarnos para que nos sometamos ciegamente, como si fuéramos robots sin
voluntad, Jehová nos dotó de libre albedrío a fin de que decidamos con conocimiento de causa y
hagamos lo bueno (Hebreos 5:14).
3
Jesús, que reflejó a la perfección a su Padre, dijo a sus discípulos: “Ustedes son mis amigos si
hacen lo que les mando. Ya no los llamo esclavos” (Juan 15:14, 15). En tiempos antiguos, a los
esclavos no les quedaba más remedio que obedecer a su amo. Por otro lado, las amistades se
forjan manifestando cualidades que llegan al corazón. Nosotros podemos ser amigos de Jehová
(Santiago 2:23). El amor mutuo fortalece dicha amistad. Jesús enlazó la obediencia a Dios con el
amor cuando dijo: “Si alguien me ama, observará mi palabra, y mi Padre lo amará” (Juan 14:23).
Con ese fin, y también para guiarnos bien, Jehová nos invita a vivir según sus principios.
Principios piadosos
4
¿Qué son los principios? Se define principio como “regla de conducta. Verdad o idea que sirve
de fundamento a otras o a un razonamiento” (Diccionario de uso del español, de María Moliner).
Un estudio detenido de la Biblia revela que nuestro Padre celestial suministra directrices esenciales
que abarcan diversas situaciones y aspectos de la vida, y lo hace teniendo presente nuestro
beneficio eterno. Esto armoniza con lo que escribió el sabio rey Salomón: “Oye, hijo mío, y acepta
mis dichos. Entonces para ti los años de vida llegarán a ser muchos. Yo ciertamente te instruiré
aun en el camino de la sabiduría; ciertamente haré que pises en los senderos trillados de la
rectitud” (Proverbios 4:10, 11). Los principios fundamentales que suministra Jehová influyen en
nuestra relación con él y con nuestros semejantes, en nuestra adoración y en nuestra vida diaria
(Salmo 1:1). Analicemos algunos de dichos principios esenciales.
5
Jesús dijo respecto a nuestra relación con Jehová: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con
todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente” (Mateo 22:37). Además, Dios da principios
que tienen que ver con el modo de tratar al semejante, como la Regla Áurea: “Todas las cosas que
quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a
ellos” (Mateo 7:12; Gálatas 6:10; Tito 3:2). Se nos da este consejo tocante a la adoración que
rendimos: “Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes, sin
abandonar el reunirnos” (Hebreos 10:24, 25). En lo que se refiere a los aspectos de la vida
cotidiana, el apóstol Pablo dice: “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra
cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). En la Palabra de Dios hay
una innumerable cantidad de otros principios.
6
Los principios son verdades vigentes y esenciales, y los cristianos sabios aprenden a amarlos.
Jehová inspiró a Salomón a escribir lo siguiente: “De veras presta atención a mis palabras. A mis
dichos inclina tu oído. No se escapen de tus ojos. Guárdalos en medio de tu corazón. Porque son
vida a los que los hallan y salud a toda su carne” (Proverbios 4:20-22). ¿En qué difieren los
principios de las leyes? Los principios constituyen el fundamento de las leyes. Las reglas, que
suelen ser específicas, tal vez sean pertinentes para cierto tiempo o situación, mientras que los
principios son eternos (Salmo 119:111). Los principios divinos no se vuelven anticuados ni pierden
vigencia. Las palabras inspiradas del profeta Isaías resultan veraces: “La hierba verde se ha
secado, la flor se ha marchitado; pero en cuanto a la palabra de nuestro Dios, durará hasta tiempo
indefinido” (Isaías 40:8).
Basemos nuestros pensamientos y acciones en los principios
7
“La palabra de nuestro Dios” nos anima una y otra vez a basar nuestros pensamientos y
acciones en los principios. Cuando se pidió a Jesús que resumiera la Ley, hizo dos declaraciones
concisas: una de ellas recalcaba el amor a Jehová, y la otra, el amor al prójimo (Mateo 22:37-40).
De esta manera, citó parte de un breve resumen de los principios básicos de la Ley mosaica
anotado en Deuteronomio 6:4, 5: “Jehová nuestro Dios es un solo Jehová. Y tienes que amar a
Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza vital”. Al parecer, Jesús
también tenía presente la directriz divina que se encuentra en Levítico 19:18. En la clara, sucinta e
impactante conclusión del libro de Eclesiastés, el rey Salomón resume una gran cantidad de leyes
divinas: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus
mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre. Porque el Dios verdadero mismo traerá
toda clase de obra a juicio con relación a toda cosa escondida, en cuanto a si es buena o es mala”
(Eclesiastés 12:13, 14; Miqueas 6:8).
8
Tener una comprensión cabal de esos principios fundamentales nos ayuda a entender y
aplicar pautas más específicas. Además, si no comprendemos perfectamente ni obedecemos tales
principios básicos, no podremos tomar decisiones prudentes, y nuestra fe se debilitará (Efesios
4:14). Por el contrario, si grabamos esas pautas en la mente y el corazón, estaremos preparados
para usarlas al tomar decisiones. Cuando las ponemos en práctica con entendimiento, obtenemos
buenos resultados (Josué 1:8; Proverbios 4:1-9).
9
Entender y aplicar los principios bíblicos no es tan sencillo como seguir un código legal. Los
seres humanos imperfectos tal vez rehuyamos el esfuerzo que exige razonar partiendo de
principios, y prefiramos la comodidad de seguir una regla al tomar decisiones o vernos ante una
disyuntiva. Es posible que en ocasiones busquemos la dirección de un cristiano maduro —por
ejemplo, un anciano de congregación— con la esperanza de que nos dé una regla específica
pertinente para el caso. Sin embargo, puede ser que ni la Biblia ni las publicaciones que en ella se
basan suministren una regla categórica, y aun si se nos proporciona una, no nos servirá en todo
momento ni en toda circunstancia. Quizá recordemos que cierto hombre hizo esta petición a Jesús:
“Maestro, di a mi hermano que divida conmigo la herencia”. En lugar de apresurarse a dictar una
norma para resolver las disputas entre hermanos carnales, Jesús enunció un principio más
general: “Mantengan abiertos los ojos y guárdense de toda suerte de codicia”. De ese modo
suministró una pauta que fue útil entonces y sigue siéndolo hoy día (Lucas 12:13-15).
10
Es probable que hayamos conocido a personas que tienden a obedecer las leyes a
regañadientes, por temor al castigo. Pues bien, el respeto a los principios impide que tengamos
esa actitud. La misma naturaleza de los principios mueve a quienes están gobernados por ellos a
responder desde el corazón. De hecho, la mayoría de los principios no llevan consigo un castigo
inmediato para quienes no se sujetan a ellos, lo cual nos da la oportunidad de revelar por qué
obedecemos a Jehová, cuáles son los motivos de nuestro corazón. Encontramos un ejemplo en
José, que rechazó las proposiciones inmorales de la esposa de Potifar. Aunque Jehová no había
dado todavía una ley escrita que condenara el adulterio y no había prescrito un castigo por tener
relaciones con la esposa de otro hombre, José estaba al tanto de cuáles eran los principios divinos
sobre la fidelidad marital (Génesis 2:24; 12:18-20). Su respuesta pone de relieve que tales pautas
le influyeron sobremanera: “¿Cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra
Dios?” (Génesis 39:9).
11
Los cristianos de la actualidad se dejan guiar por los principios de Jehová en sus asuntos
personales, como son la elección de las compañías, las diversiones, la música y la lectura
(1 Corintios 15:33; Filipenses 4:8). Al aumentar el conocimiento, entendimiento y aprecio de
Jehová y sus normas, nuestra conciencia, es decir, nuestro sentido moral, nos ayudará a poner en
práctica los principios divinos en cualquier circunstancia, incluso en cuestiones muy personales.
Puesto que nos guiamos por los principios bíblicos, no buscamos lagunas en las leyes de Dios
ni imitamos a los que tratan de ver hasta dónde pueden llegar sin quebrantar una determinada
regla. Comprendemos que tal modo de pensar es contraproducente y perjudicial (Santiago 1:22-
25).
12
Los cristianos maduros reconocen que para seguir los principios divinos, es esencial que
deseemos saber lo que piensa Jehová sobre los asuntos. “Oh amadores de Jehová —es la
exhortación del salmista—, odien lo que es malo.” (Salmo 97:10.) En Proverbios 6:16-19 se
enumeran algunas cosas que Dios considera malas: “Hay seis cosas que Jehová de veras odia; sí,
siete son cosas detestables a su alma: ojos altaneros, una lengua falsa, y manos que derraman
sangre inocente, un corazón que fabrica proyectos perjudiciales, pies que se apresuran a correr a
la maldad, un testigo falso que lanza mentiras, y cualquiera que envía contiendas entre hermanos”.
Cuando el deseo de reflejar el sentir de Jehová sobre tales cuestiones fundamentales rige nuestra
existencia, vivir en conformidad con los principios se convierte en algo habitual para nosotros
(Jeremías 22:16).
Hace falta un buen motivo
13
Conocer y aplicar los principios también nos protege de la trampa de adorar a Dios de una
manera formal, vacía. No es lo mismo regirse por principios que obedecer reglas de manera
estricta. Jesús indicó claramente este punto en el Sermón del Monte (Mateo 5:17-48). Conviene
recordar que su auditorio estaba compuesto de judíos, cuya conducta debía estar regulada por la
Ley mosaica. La realidad era, sin embargo, que tenían una idea deformada de la Ley. Hacían
hincapié en la letra, en vez de hacerlo en el espíritu. Y daban mucha importancia a sus tradiciones,
las cuales anteponían a las enseñanzas de Dios (Mateo 12:9-12; 15:1-9). Como consecuencia, a la
generalidad de las personas no se les enseñaba a pensar en función de los principios.
14
En cambio, en el Sermón del Monte, Jesús incluyó principios en cinco campos de la
moralidad: la cólera; el matrimonio y el divorcio; las promesas; la venganza, y el amor y el odio.
En cada caso señaló el beneficio de seguir un principio. De ese modo elevó la norma moral de sus
seguidores. Veamos un ejemplo: tocante al adulterio enunció un principio que no solo protege
nuestras acciones, sino también nuestros pensamientos y deseos: “Todo el que sigue mirando a
una mujer a fin de tener una pasión por ella ya ha cometido adulterio con ella en su corazón”
(Mateo 5:28).
15
Este ejemplo ilustra que jamás debemos perder de vista el propósito y el espíritu de los
principios de Jehová. Desde luego, no debemos tratar de ganar el favor de Dios mediante el
formalismo moral. Jesús puso al descubierto lo engañosa que es tal actitud destacando la
misericordia y el amor de Dios (Mateo 12:7; Lucas 6:1-11). Si seguimos los principios bíblicos,
no intentaremos regir nuestra vida por un conjunto inflexible de normas que van más allá de lo que
enseña la Biblia, ni lo exigiremos de los demás. Estaremos más interesados en los principios de
amor y obediencia a Dios que en la apariencia externa de nuestra adoración (Lucas 11:42).
Resultados felices
16
Al esforzarnos por obedecer a Jehová, es importante que tengamos presente que sus leyes
se basan en principios fundamentales. Por ejemplo, los cristianos han de huir de la idolatría, la
inmoralidad sexual y el uso impropio de la sangre (Hechos 15:28, 29). ¿Qué hay detrás de la
posición cristiana respecto a estos asuntos? Que Dios merece devoción exclusiva, que debemos
ser fieles a nuestro cónyuge y que Jehová es el Dador de la vida (Génesis 2:24; Éxodo 20:5;
Salmo 36:9). Comprender estos principios subyacentes facilita el que obedezcamos las leyes
relacionadas.
17
Al percibir los principios subyacentes y ponerlos en práctica, nos damos cuenta de que son
para nuestro bien. Las bendiciones espirituales de que disfruta el pueblo de Dios suelen ir
acompañadas de beneficios tangibles. Así, quienes no fuman, llevan una vida moral intachable y
respetan la santidad de la sangre no sufren determinadas enfermedades. Del mismo modo, vivir en
conformidad con la verdad divina puede favorecernos en sentido económico, en las relaciones
sociales y en la vida familiar. Todos esos beneficios concretos demuestran el valor de las normas
de Jehová, que son realmente prácticas. Ahora bien, obtener ese provecho no es en sí el motivo
principal por el que aplicamos los principios divinos. Los cristianos verdaderos obedecen a Jehová
porque lo aman, porque él merece que lo adoren y porque eso es lo que debe hacerse (Revelación
4:11).
18
Dejar que los principios bíblicos nos rijan resulta en tener un modo de vida superior, que
puede atraer a otras personas al camino de Dios. Lo más importante es que nuestra vida honra a
Jehová. Nos damos cuenta de que es en realidad un Dios amoroso que desea lo mejor para
nosotros. Cuando tomamos decisiones que están en conformidad con los principios bíblicos y
observamos que Jehová nos bendice, nos sentimos aún más cerca de él. En efecto, forjamos una
relación más estrecha con nuestro Padre celestial.

w 02 15/2 PAGS. 4-7

Los principios divinos nos benefician

TODOS sabemos que los animales siguen su instinto, y que hay máquinas programadas para
ejecutar determinadas funciones. Pero el ser humano fue creado para que se guiara por principios.
¿Cómo podemos estar seguros de ello? Pues bien, Jehová, quien ha dado origen a todo principio
correcto, dijo lo siguiente cuando hizo a los primeros seres humanos: “Hagamos al hombre a
nuestra imagen, según nuestra semejanza”. El Creador es un espíritu; no posee un cuerpo físico
como nosotros. Por tanto, estamos hechos a su “imagen” en el sentido de que podemos reflejar su
personalidad, manifestando a cierto grado sus buenas cualidades. Tenemos la facultad de regirnos
por principios, es decir, obrar conforme a lo que creemos que es un código de buena conducta.
Jehová se encargó de que se pusieran por escrito muchos de ellos en su Palabra (Génesis 1:26;
Juan 4:24; 17:17).
“Pero la Biblia contiene cientos de principios —tal vez diga alguien—. Me es imposible
aprenderlos todos.” Y es verdad. Sin embargo, pensemos en esto: aunque todos los principios
divinos son buenos, algunos tienen mayor importancia. Sirva de botón de muestra Mateo 22:37-39,
donde Jesús indicó que entre los mandamientos y principios correspondientes de la Ley de Moisés,
unos eran de más peso que otros.
¿Cuáles son estos? Los principios bíblicos clave son los que ejercen una influencia directa en
nuestra relación con Jehová. Si los obedecemos, el Creador resulta ser la fuerza dominante de
nuestra brújula moral. Además, existen principios que influyen en las relaciones con los demás. Si
los ponemos en práctica, nos ayudarán a resistir el yoísmo, o como sea que lo llamemos.
Analicemos una de las verdades bíblicas esenciales. ¿Cuál es y cómo nos concierne?
“El Altísimo sobre toda la tierra”
Las Santas Escrituras dejan claro que Jehová es nuestro Magnífico Creador, el Dios
todopoderoso. Nadie puede igualarlo o suplantarlo. Esta verdad bíblica es clave (Génesis 17:1;
Eclesiastés 12:1).
Uno de los escritores del libro de Salmos dijo de Jehová: “Tú solo eres el Altísimo sobre toda la
tierra”. El rey David de la antigüedad afirmó: “Tuyo es el reino, oh Jehová, Aquel que también te
alzas como cabeza sobre todo”. Y el renombrado profeta Jeremías se sintió impelido a consignar:
“De ninguna manera hay alguien semejante a ti, oh Jehová. Tú eres grande, y tu nombre es grande
en poderío” (Salmo 83:18; 1 Crónicas 29:11; Jeremías 10:6).
¿Cómo debemos aplicar tales verdades acerca de Dios en nuestra vida cotidiana?
Es obvio que el Creador y Dador de vida debe ocupar un lugar preeminente en nuestra
existencia. ¿No sería apropiado, pues, resistir toda tendencia a llamar la atención a nosotros
mismos, tendencia que puede ser mayor en unos que en otros? Un sabio principio rector es
“ha[cer] todas las cosas para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). El profeta Daniel fue un buen
ejemplo de ello.
La Biblia nos cuenta que un sueño perturbó al rey Nabucodonosor de Babilonia, y que él pidió
que se le explicara su significado . A pesar del desconcierto general, Daniel informó con exactitud
al rey lo que deseaba saber. ¿Se atribuyó por ello el mérito? No, sino que glorificó al “Dios en los
cielos que es un Revelador de secretos”. Y añadió: “No por ninguna sabiduría que exista en mí
más que en cualesquiera otros que estén vivos me es revelado este secreto”. Daniel era un
hombre de principios. No sorprende que en el libro que lleva su nombre, se le califique de “muy
deseable” a la vista de Dios (Daniel 2:28, 30; 9:23; 10:11, 19).
Imitar a Daniel nos beneficiará. Para seguir su modelo, el factor clave es la motivación. ¿Quién
debe recibir la honra por lo que hacemos? Sin importar nuestra situación, tenemos la capacidad
para actuar en armonía con este principio bíblico de vital importancia: Jehová es el Señor
Soberano. Si así lo hacemos, seremos “muy deseable[s]” a sus ojos.
Analicemos ahora dos principios básicos que nos sirven de guía en el campo de las relaciones
humanas, ámbito de la vida especialmente difícil ante el énfasis generalizado en el yo.
“Con humildad mental”
Los egoístas rara vez se sienten satisfechos. La mayoría anhela una vida cada vez mejor y la
quiere en el acto. La modestia, para ellos, es señal de debilidad. Creen que solo los demás deben
tener paciencia y que, con tal de triunfar, todo vale. ¿Hemos de comportarnos como ellos, o
contamos con alguna otra opción?
Los siervos de Dios se enfrentan a esa actitud a diario, pero no debería influir en ellos. Los
cristianos maduros aceptan el principio de que “no el que a sí mismo se recomienda es aprobado,
sino el hombre a quien Jehová recomienda” (2 Corintios 10:18).
Aplicar la norma de Filipenses 2:3, 4 nos ayudará, pues ese texto nos anima a no hacer “nada
movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo, sino [a considerar] con humildad mental que
los demás son superiores a [nosotros]”. Así no estaremos “vigilando con interés personal solo
[nuestros] propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás”.
Un hombre que mantuvo una actitud equilibrada de sí mismo y de su valía fue Gedeón, juez de
los antiguos hebreos. Él no trató de ser caudillo de Israel, y aun cuando se le designó para el
cargo, dijo que no se lo merecía. “El millar mío es el más pequeño de Manasés, y yo soy el más
chico de la casa de mi padre”, argumentó (Jueces 6:12-16).
Por otra parte, tras la victoria que Jehová le dio, los hombres de Efraín trataron de pelear con él.
¿Cómo reaccionó Gedeón? ¿Se había engreído por el triunfo? No. Evitó un desastre con una
respuesta suave, a saber: “¿Pues qué he hecho yo en comparación con ustedes?”. Gedeón tenía
humildad mental (Jueces 8:1-3).
Claro está, aquellos incidentes ocurrieron mucho tiempo atrás, pero, aun así, es útil analizar el
relato. Se observa que la actitud de Gedeón era muy diferente de la que predomina hoy en día, y
que le reportó beneficios regirse por ella.
La actitud actual, centrada en el yo, puede distorsionar el concepto que tenemos de nosotros
mismos. Los principios bíblicos corrigen tal distorsión y nos enseñan cuál es nuestra auténtica valía
con respecto al Creador y al prójimo.
Cuando nos regimos por ellos, vencemos el yoísmo. Ya no nos dominan los sentimientos o
nuestras inclinaciones personales. Cuanto más aprendemos de los principios justos, mejor
conocemos a Aquel que les dio origen. En efecto, vale la pena prestar especial atención a los
principios divinos siempre que leamos la Biblia (véase el recuadro).
Jehová hizo al hombre superior a los animales, los cuales siguen principalmente su instinto.
Hacer la voluntad de Dios supone vivir según sus principios. Así, mantendremos en óptimas
condiciones nuestra brújula moral para que nos guíe hasta el nuevo mundo de Dios. La Biblia nos
da razón para esperar el cercano establecimiento de un nuevo sistema de cosas en el que “la
justicia habrá de morar” por toda la Tierra (2 Pedro 3:13).
[Ilustración y recuadro de la página 6]
Principios bíblicos útiles
En el círculo familiar.
“Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona.” (1 Corintios 10:24.)
“El amor [...] no busca sus propios intereses.” (1 Corintios 13:4, 5.)
“Que cada uno de ustedes individualmente ame a su esposa tal como se ama a sí mismo.” (Efesios
5:33.)
“Esposas, estén en sujeción a sus esposos.” (Colosenses 3:18.)
“Escucha a tu padre, que causó tu nacimiento, y no desprecies a tu madre simplemente porque ha
envejecido.” (Proverbios 23:22.)
En la escuela, el empleo o los negocios.
“Una balanza defraudadora es cosa detestable [...]. El inicuo obtiene salario falso.” (Proverbios
11:1, 18.)
“El que hurta, ya no hurte más, sino, más bien, que haga trabajo duro.” (Efesios 4:28.)
“Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma.” (2 Tesalonicenses 3:10.)
“Cualquier cosa que estén haciendo, trabajen en ello de toda alma como para Jehová.”
(Colosenses 3:23.)
“Deseamos comportarnos honradamente en todas las cosas.” (Hebreos 13:18.)
En la actitud hacia el dinero.
“El que se apresura a ganar riquezas no permanecerá inocente.” (Proverbios 28:20.)
“Un simple amador de la plata no estará satisfecho con plata.” (Eclesiastés 5:10.)
Al determinar nuestra valía personal.
“El que la gente ande buscando su propia gloria, ¿es eso gloria?” (Proverbios 25:27.)
“Alábete un extraño, y no tu propia boca.” (Proverbios 27:2.)
“Digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que sea
necesario pensar.” (Romanos 12:3.)
“Si alguien piensa que es algo, no siendo nada, está engañando su propia mente.” (Gálatas 6:3.)

PAG. 88 w 09 1/6 PAG. 7; w 02 15/4 PAG. 19 PARRS. 4-6


Consejos útiles para la gente de hoy
La Biblia nos proporciona principios sencillos y prácticos para la vida actual. Veamos varios
ejemplos:
• Para llevarse bien con los demás
“Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera
tienen que hacérselas a ellos.” (Mateo 7:12.)
“El que se porta como uno de los menores entre todos ustedes es el que es grande.” (Lucas
9:48.)
“Sigan la senda de la hospitalidad.” (Romanos 12:13.)
• Para dejar los vicios y mejorar la personalidad
“El que está andando con personas sabias se hará sabio, pero al que está teniendo tratos con los
estúpidos le irá mal.” (Proverbios 13:20.)
“No llegues a estar entre los que beben vino en exceso.” (Proverbios 23:20.)
“No tengas compañerismo con nadie dado a la cólera.” (Proverbios 22:24.)
• Para dar estabilidad al matrimonio
“Que cada uno de ustedes [...] ame a su esposa tal como se ama a sí mismo; por otra parte, la
esposa debe tenerle profundo respeto a su esposo.” (Efesios 5:33.)
“Vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y
la gran paciencia. Continúen soportándose [...] y perdonándose liberalmente unos a otros.”
(Colosenses 3:12, 13.)
• Para educar a los hijos
“Entrena al muchacho conforme al camino para él; aun cuando se haga viejo no se desviará de
él.” (Proverbios 22:6.)
“No estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de
Jehová.” (Efesios 6:4.)
• Para evitar las discusiones
“La respuesta, cuando es apacible, aparta la furia, pero la palabra que causa dolor hace subir la
cólera.” (Proverbios 15:1.)
“En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera.” (Romanos 12:10.)
En asuntos económicos, se evitan problemas cuando los acuerdos, aunque sean entre amigos,
se ponen por escrito. Así lo hizo el profeta Jeremías, quien dijo: “Escribí en una escritura y le puse
el sello y tomé testigos al ponerme a pesar el dinero en la balanza” (Jeremías 32:10).
• Para tener una actitud positiva
“Cuantas cosas sean verdaderas, [...] amables, [...] de buena reputación, cualquier virtud que
haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza, continúen considerando estas cosas.”
(Filipenses 4:8.)
La Biblia recomienda no centrarse en las ideas negativas y censura a quienes siempre andan
quejándose de “su suerte en la vida”. Más bien, aconseja: “Regocíjense en la esperanza” (Judas
4, 16; Romanos 12:12).
Si ponemos en práctica estos principios, viviremos más felices y tranquilos, y nuestra forma de
vida agradará a Dios. Además, recibiremos grandes bendiciones, pues la Biblia promete: “Los
justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella” (Salmo 37:29).

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Principios piadosos
4
¿Qué son los principios? Se define principio como “regla de conducta. Verdad o idea que sirve
de fundamento a otras o a un razonamiento” (Diccionario de uso del español, de María Moliner).
Un estudio detenido de la Biblia revela que nuestro Padre celestial suministra directrices esenciales
que abarcan diversas situaciones y aspectos de la vida, y lo hace teniendo presente nuestro
beneficio eterno. Esto armoniza con lo que escribió el sabio rey Salomón: “Oye, hijo mío, y acepta
mis dichos. Entonces para ti los años de vida llegarán a ser muchos. Yo ciertamente te instruiré
aun en el camino de la sabiduría; ciertamente haré que pises en los senderos trillados de la
rectitud” (Proverbios 4:10, 11). Los principios fundamentales que suministra Jehová influyen en
nuestra relación con él y con nuestros semejantes, en nuestra adoración y en nuestra vida diaria
(Salmo 1:1). Analicemos algunos de dichos principios esenciales.
5
Jesús dijo respecto a nuestra relación con Jehová: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con
todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente” (Mateo 22:37). Además, Dios da principios
que tienen que ver con el modo de tratar al semejante, como la Regla Áurea: “Todas las cosas que
quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a
ellos” (Mateo 7:12; Gálatas 6:10; Tito 3:2). Se nos da este consejo tocante a la adoración que
rendimos: “Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes, sin
abandonar el reunirnos” (Hebreos 10:24, 25). En lo que se refiere a los aspectos de la vida
cotidiana, el apóstol Pablo dice: “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra
cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). En la Palabra de Dios hay
una innumerable cantidad de otros principios.
6
Los principios son verdades vigentes y esenciales, y los cristianos sabios aprenden a amarlos.
Jehová inspiró a Salomón a escribir lo siguiente: “De veras presta atención a mis palabras. A mis
dichos inclina tu oído. No se escapen de tus ojos. Guárdalos en medio de tu corazón. Porque son
vida a los que los hallan y salud a toda su carne” (Proverbios 4:20-22). ¿En qué difieren los
principios de las leyes? Los principios constituyen el fundamento de las leyes. Las reglas, que
suelen ser específicas, tal vez sean pertinentes para cierto tiempo o situación, mientras que los
principios son eternos (Salmo 119:111). Los principios divinos no se vuelven anticuados ni pierden
vigencia. Las palabras inspiradas del profeta Isaías resultan veraces: “La hierba verde se ha
secado, la flor se ha marchitado; pero en cuanto a la palabra de nuestro Dios, durará hasta tiempo
indefinido” (Isaías 40:8).

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Entender y aplicar los principios bíblicos no es tan sencillo como seguir un código legal. Los seres
humanos imperfectos tal vez rehuyamos el esfuerzo que exige razonar partiendo de principios, y
prefiramos la comodidad de seguir una regla al tomar decisiones o vernos ante una disyuntiva.
Es posible que en ocasiones busquemos la dirección de un cristiano maduro —por ejemplo, un
anciano de congregación— con la esperanza de que nos dé una regla específica pertinente para el
caso. Sin embargo, puede ser que ni la Biblia ni las publicaciones que en ella se basan suministren
una regla categórica, y aun si se nos proporciona una, no nos servirá en todo momento ni en toda
circunstancia. Quizá recordemos que cierto hombre hizo esta petición a Jesús: “Maestro, di a mi
hermano que divida conmigo la herencia”. En lugar de apresurarse a dictar una norma para
resolver las disputas entre hermanos carnales, Jesús enunció un principio más general:
“Mantengan abiertos los ojos y guárdense de toda suerte de codicia”. De ese modo suministró una
pauta que fue útil entonces y sigue siéndolo hoy día (Lucas 12:13-15).

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5
Veamos cómo pueden fortalecernos tres aspectos de la Ley de Moisés: la ley del sábado, la
ley de la rebusca y el mandamiento contra la codicia. En todos los casos notaremos que es
importantísimo comprender los principios que hay tras estas leyes, pues así podremos hacer frente
a las dificultades de nuestros tiempos.
Cómo satisfacer nuestra necesidad espiritual
6
El ser humano fue creado con varias necesidades. Por ejemplo: para gozar de salud física es
imprescindible tener alimento, bebida y cobijo. Sin embargo, también hay que saciar la “necesidad
espiritual”, ya que de lo contrario no se alcanza la verdadera felicidad (Mateo 5:3). Jehová dio tanta
importancia a satisfacer esta necesidad innata que mandó a su pueblo que interrumpiera sus
actividades normales un día a la semana para dedicarlo por completo a los asuntos espirituales.
7
La ley del sábado subrayaba el valor de cultivar la espiritualidad. La primera vez que aparece
la palabra sábado en la Biblia es con relación a la dádiva del maná provista en el desierto.
Se mandó a los israelitas recoger aquel pan milagroso durante seis días. En la última jornada
tenían que acumular “el pan de dos días”, pues no habría maná el séptimo día. Este sería “un
sábado santo a Jehová”, durante el cual cada uno habría de quedarse ‘sentado en su lugar’ (Éxodo
16:13-30). Uno de los Diez Mandamientos establecía, bajo pena de muerte, que no se realizara
ningún tipo de trabajo el sábado, pues era un día sagrado (Éxodo 20:8-11; Números 15:32-36).
8
La ley del sábado reflejaba el interés de Jehová por el bienestar físico y espiritual de su
pueblo. “El sábado vino a existir por causa del hombre”, dijo Jesús (Marcos 2:27). Esta disposición
no solo permitía descansar a los israelitas, sino que también les daba la oportunidad de acercarse
a su Creador y demostrarle que lo amaban (Deuteronomio 5:12). Era un día dedicado
exclusivamente a los asuntos espirituales, en el que la familia podía adorar a Dios, orarle y meditar
sobre su Ley. El sábado sirvió para evitar que los israelitas emplearan todo su tiempo y energías
en ir tras intereses materiales, pues les recordaba que su relación con Jehová era lo más
importante en la vida. Jesús reiteró este principio inmutable al decir: “Está escrito: ‘No de pan
solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová’” (Mateo
4:4).
9
El pueblo de Dios ya no tiene que guardar un descanso sabático literal de veinticuatro horas;
con todo, tal disposición no es simplemente una curiosidad histórica (Colosenses 2:16). ¿No es
verdad que también nos recuerda a nosotros que debemos dar prioridad a las actividades
espirituales? No podemos permitir que los intereses espirituales queden eclipsados por las
preocupaciones económicas o por las diversiones (Hebreos 4:9, 10). De modo que cabría
preguntarse: “¿Qué ocupa el primer lugar en mi vida? ¿Doy prioridad a estudiar, orar, asistir a las
reuniones cristianas y predicar las buenas nuevas del Reino? ¿O los dejo de lado por otros
intereses?”. Si ponemos los asuntos espirituales en primer lugar en nuestra vida, Jehová nos
asegura que tendremos cubiertas las necesidades básicas (Mateo 6:24-33).
10
Algo que nos ayudará a acercarnos a Jehová es dedicar tiempo a estudiar la Biblia y las
publicaciones basadas en ella, y reflexionar sobre su mensaje (Santiago 4:8). Susan, quien
empezó a estudiar regularmente la Biblia hace unos cuarenta años, reconoce que al principio
no disfrutaba, sino que se aburría. Sin embargo, le fue gustando cada vez más a medida que leía.
Ahora echa de menos su estudio personal si por alguna razón tiene que suspenderlo. “El estudio
me ha ayudado a conocer a Jehová y a verlo como un Padre —dice—. Puedo confiar en él,
apoyarme en él y orarle con toda libertad. Es impresionante ver lo mucho que Jehová ama a sus
siervos, cómo me cuida personalmente y lo que ha hecho por mí.” ¿Verdad que nos sentimos
felices cuando satisfacemos nuestra necesidad espiritual?
La ley divina de la rebusca
11
Un segundo aspecto de la Ley mosaica que reflejaba el interés de Dios por el bienestar de su
pueblo fue la rebusca. Jehová mandó a los agricultores israelitas que permitieran a los pobres
recolectar el producto de los campos que se quedara atrás. Los agricultores no debían segar
completamente las orillas de los sembrados, ni repasar las viñas o los olivos, ni tampoco recoger
las gavillas olvidadas. La rebusca era una medida amorosa en favor de los pobres, los inmigrantes,
los huérfanos y las viudas. Claro está, exigía trabajo arduo de parte de estos, pero gracias a ella,
no tenían que mendigar (Levítico 19:9, 10; Deuteronomio 24:19-22; Salmo 37:25).
12
La ley de la rebusca no estipulaba cuánto había de dejarse para los menos favorecidos: los
márgenes sin segar podían ser anchos o estrechos; se trataba de una decisión personal. Así, esta
ley enseñaba generosidad. Además, ofrecía a los agricultores la oportunidad de demostrar su
agradecimiento al Proveedor de la cosecha, ya que “el que muestra favor al pobre [...] glorifica [a
su Hacedor]” (Proverbios 14:31). Boaz fue un ejemplo al respecto, pues se aseguró
bondadosamente de que Rut, una viuda que espigaba en sus campos, recogiera una buena
cantidad de grano. Jehová recompensó con creces su generosidad (Rut 2:15, 16; 4:21, 22;
Proverbios 19:17).
13
El principio en que se basa la ley de la rebusca aún permanece: Jehová espera que sus
siervos sean generosos, en particular con los necesitados. Cuanto más generosos seamos,
mayores serán nuestras bendiciones. De hecho, Jesús afirmó: “Practiquen el dar, y se les dará.
Derramarán en sus regazos una medida excelente, apretada, remecida y rebosante. Porque con la
medida con que ustedes miden, se les medirá en cambio” (Lucas 6:38).
14
El apóstol Pablo exhortó: “Obremos lo que es bueno para con todos, pero especialmente para
con los que están relacionados con nosotros en la fe” (Gálatas 6:10). Por ello, tenemos que
preocuparnos de que nuestros hermanos reciban apoyo espiritual siempre que se enfrenten a
pruebas de fe. Pero ¿necesitan quizás ayuda práctica, por ejemplo para acudir al Salón del Reino
o para hacer compras? ¿Hay algún hermano de edad o alguien que esté enfermo o recluido en su
casa que agradecería una visita animadora o que se le ayudara en algo? Si nos esforzamos por
estar pendientes de tales necesidades, Jehová podrá utilizarnos para responder las oraciones de
los necesitados. Aunque cuidar de nuestros hermanos es un deber cristiano, la persona que da la
ayuda también sale beneficiada. Demostrar amor verdadero nos reportará gran gozo y profunda
satisfacción, además de granjearnos la sonrisa de aprobación de Jehová (Proverbios 15:29).
15
Otra importante forma de manifestar una actitud generosa es usando nuestro tiempo y
energías para hablar del propósito de Dios (Mateo 28:19, 20). Todo el que haya tenido la dicha de
contribuir a que otra persona llegue a dedicar su vida a Jehová sabe lo ciertas que son estas
palabras de Jesús: “Hay más felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20:35).

w 02 15/4 PAG. 22 PARRS. 16


16
Al esforzarnos por obedecer a Jehová, es importante que tengamos presente que sus leyes se
basan en principios fundamentales. Por ejemplo, los cristianos han de huir de la idolatría, la
inmoralidad sexual y el uso impropio de la sangre (Hechos 15:28, 29). ¿Qué hay detrás de la
posición cristiana respecto a estos asuntos? Que Dios merece devoción exclusiva, que debemos
ser fieles a nuestro cónyuge y que Jehová es el Dador de la vida (Génesis 2:24; Éxodo 20:5;
Salmo 36:9). Comprender estos principios subyacentes facilita el que obedezcamos las leyes
relacionadas.

it-2 PAG. 930

SANGRE

Fluido maravilloso que circula por el sistema vascular de los seres humanos y de la mayoría de
los animales pluricelulares; en hebreo es dam, y en griego, hái·ma. La sangre suministra nutrientes
y oxígeno a todas las partes del cuerpo, se lleva los desechos y desempeña un papel fundamental
en proteger al cuerpo de las infecciones. Su composición química es tan sumamente compleja que
los científicos aún desconocen mucho sobre la sangre.
La sangre está tan enlazada con los procesos de la vida que en la Biblia se dice que el alma
está en la sangre: “Porque el alma de la carne está en la sangre, y yo mismo la he puesto sobre el
altar para ustedes para hacer expiación por sus almas, porque la sangre es lo que hace expiación
en virtud del alma en ella”. (Le 17:11.) La Biblia relaciona aún de modo más directo la vida con la
sangre al decir: “El alma de toda clase de carne es su sangre”. (Le 17:14.) Está claro que la
Palabra de Dios trata la vida y la sangre como algo sagrado.
Quitar la vida. Jehová es la fuente de la vida. (Sl 36:9.) El hombre no puede devolver una vida
que haya quitado. “Todas las almas... a mí me pertenecen”, dice Jehová. (Eze 18:4.) Por lo tanto,
quitar una vida es quitar la propiedad de Jehová. Todo ser vivo tiene un propósito y un lugar en la
creación de Dios. Ningún hombre tiene el derecho de quitar una vida excepto cuando Dios lo
permite y según la manera como Él dice.
Después del Diluvio, se ordenó a Noé y sus hijos, los progenitores de toda la raza humana, que
respetaran la vida, la sangre, de sus semejantes. (Gé 9:1, 5, 6.) Por otra parte, Dios tuvo la bondad
de permitirles añadir la carne animal a su dieta. Sin embargo, tenían que reconocer que la vida de
todo animal que mataran para comer pertenecía a Dios, y debían demostrarlo derramando la
sangre en el suelo como agua. Este era un modo de devolverla a Dios y no utilizarla para
propósitos personales. (Dt 12:15, 16.)
El hombre tenía el derecho de disfrutar de la vida que Dios le había concedido, y cualquiera que
le privara de esa vida sería responsable ante Dios. Esto se mostró cuando Dios dijo al asesino
Caín: “La sangre de tu hermano está clamando a mí desde el suelo”. (Gé 4:10.) Incluso si alguien
odiaba a su hermano hasta el grado de desear verlo muerto, o lo calumniaba o daba un falso
testimonio contra él con el objeto de poner en peligro su vida, se hacía culpable de la sangre de su
prójimo. (Le 19:16; Dt 19:18-21; 1Jn 3:15.)
Debido al punto de vista de Dios sobre el valor de la sangre, se decía que la sangre de una
persona asesinada contaminaba la tierra, una contaminación que solo podía expiarse si se
derramaba la sangre del homicida. Tomando esto como base, la Biblia autorizaba la pena capital
para el asesino, la cual se ejecutaba mediante la autoridad debidamente constituida. (Nú 35:33; Gé
9:5, 6.) En el Israel antiguo no estaba permitido aceptar ningún rescate para librar de la pena de
muerte a un asesino deliberado. (Nú 35:19-21, 31.)
En los casos en que no se podía descubrir al homicida a pesar de las investigaciones, se
consideraba culpable de derramamiento de sangre a la ciudad más cercana al lugar donde se
había encontrado el cadáver. Para eliminar dicha culpabilidad, los ancianos de esa ciudad tenían
que efectuar el procedimiento requerido por Dios, negar rotundamente cualquier culpa o
conocimiento del asesinato y orar a Dios por su misericordia. (Dt 21:1-9.) Si un homicida
involuntario no estaba seriamente preocupado por haber quitado una vida y no seguía el
procedimiento fijado por Dios para protegerse huyendo a la ciudad de refugio y permaneciendo allí,
el pariente más cercano del muerto, como vengador autorizado, estaba obligado a matarle para
eliminar del país la culpa de sangre. (Nú 35:26, 27; véase VENGADOR DE LA SANGRE.)

PAG. 89 w 12 15/1 PAGS. 16-20; w 97 15/10 PAGS. 29,30


Lecciones que aprendemos de “la armazón [...] de la verdad”

“Tienes en la Ley la armazón del conocimiento y de la verdad.” (ROM. 2:20)

BUSQUEMOS LA RESPUESTA A ESTAS PREGUNTAS:


¿Qué representaron los sacrificios estipulados en la Ley mosaica?
¿En qué sentidos son parecidos los sacrificios de los israelitas fieles y los que
ofrecemos los cristianos?
¿Qué factores llevan a que Jehová acepte o rechace un sacrificio?
GRACIAS a los libros que escribió Pablo por inspiración, captamos el significado de muchos
aspectos de la Ley mosaica que, de otro modo, serían difíciles de entender. Tomemos como
ejemplo la carta a los Hebreos. Allí, el apóstol nos habla de Jesús en su función de “sumo
sacerdote misericordioso y fiel”, y nos aclara cómo pudo ofrecer de una vez para siempre un
“sacrificio propiciatorio” que resultará en la “liberación eterna” de todos los que muestren fe en él
(Heb. 2:17; 9:11, 12). Igualmente, señala que el tabernáculo fue tan solo una “sombra de las cosas
celestiales” y que Cristo fue Mediador de “un pacto mejor” que el que introdujo Moisés (Heb. 7:22;
8:1-5). En tiempos de Pablo, estas explicaciones acerca de la Ley fueron muy útiles para los
cristianos. Y hoy lo siguen siendo, pues nos ayudan a comprender mejor lo valiosas que son todas
las medidas que Dios ha tomado para ayudarnos.
2
En su carta a los Romanos, Pablo dirigió algunos de sus comentarios a miembros de la
congregación que eran de origen judío y habían sido educados en la Ley mosaica. Él admitió que
conocían muy bien aquel código divino y que, por eso, tenían la ventaja de poseer “la armazón del
conocimiento y de la verdad” acerca de Dios y sus justos principios. Aquellos cristianos venidos del
judaísmo comprendían y respetaban sinceramente esa armazón, o estructura general, de la
verdad. Por ello, al igual que los israelitas fieles que les habían precedido, podían guiar, enseñar e
iluminar a las personas de otros pueblos, las cuales no estaban familiarizadas con la Ley que
Jehová había dado a Israel (léase Romanos 2:17-20).

SOMBRAS DEL SACRIFICIO DE JESÚS


3
La armazón de la verdad que mencionó Pablo sigue siendo muy necesaria para entender los
propósitos de Dios. En efecto, los principios en que se basa la Ley que recibió Israel no han
perdido valor ni vigencia. Teniendo esto presente, concentrémonos en un aspecto concreto de
dicha Ley: las instrucciones sobre cómo debían hacerse los sacrificios y ofrendas. Observaremos
cómo contribuyeron a que los judíos humildes aceptaran a Cristo y entendieran lo que Jehová
esperaba de ellos. Y también veremos de qué forma nos ayudan dichas normas a analizar la
calidad de nuestro servicio sagrado, dado que los requisitos básicos que Jehová fija para sus
siervos nunca cambian (Mal. 3:6).
4
En la Ley, los judíos de la antigüedad encontraban a cada paso indicaciones de que eran
pecadores. Sirva como muestra la regla de purificarse después de tocar un muerto. Al tercer y al
séptimo día de haber estado en contacto con él, la persona impura tenía que ser rociada con “agua
de limpieza” ceremonial, la cual se elaboraba degollando una vaca roja sana, quemándola y
disolviendo sus cenizas (Núm. 19:1-13). Otra norma semejante exigía que las parturientas
guardaran un período de impureza y luego ofrecieran un sacrificio de expiación. Así se recordaba
que los seres humanos transmiten en la reproducción el pecado y la muerte (Lev. 12:1-8).
5
En la vida diaria había muchas otras situaciones que requerían que los siervos de Jehová
sacrificaran animales para expiar los pecados. Sea que se dieran cuenta o no, tales ofrendas —
que con el tiempo llegaron a realizarse en el templo— eran una “sombra”, o modelo, que
prefiguraba el sacrificio perfecto de Jesús (Heb. 10:1-10).
EL ESPÍRITU CON QUE DEBÍAN HACERSE LOS SACRIFICIOS
6
Cuando los israelitas sacrificaban a Jehová un animal, era imprescindible que este se
encontrara totalmente sano: sin deformidades, ceguera, heridas ni enfermedades (Lev. 22:20-22).
Igualmente, cuando le presentaban frutos o granos, debían ser las “primicias”, o primeros frutos, y
“lo óptimo”, sí, lo mejor de la cosecha (Núm. 18:12, 29). Él no iba a aceptarles ofrendas de
segunda categoría. ¿A qué señalaba el requisito de entregarle únicamente animales sin defectos?
Al hecho de que el sacrificio de Jesús sería perfecto, sin tacha alguna, y que al proporcionar este
medio para redimir a la humanidad, Jehová estaría dando lo mejor y lo que más quería (1 Ped.
1:18, 19).
7
Sin duda, el adorador que agradecía de corazón la bondad divina seleccionaba para Jehová lo
mejor que tenía a su alcance. Cierto, cada uno decidía si la dádiva sería de mayor o menor calidad.
Pero nadie debía olvidar que si presentaba algo defectuoso daba a entender que veía la ofrenda
como un mero trámite e incluso una carga, por lo cual no complacería a Dios (léase Malaquías
1:6-8, 13). Teniendo en cuenta este hecho, hacemos bien en preguntarnos: “¿Con qué espíritu le
sirvo a Jehová? ¿Me convendría evaluar la calidad de mi adoración y mis motivos al realizarla?”.
8
A veces, los israelitas ofrecían sacrificios voluntarios. ¿Por qué razón? Podía ser porque
estaban agradecidos a Jehová o, como sucedía con las ofrendas quemadas, porque deseaban su
aprobación. En cualquiera de estos casos, no debía resultarles difícil seleccionar para él los
animales adecuados. ¡Con gusto le daban lo mejor! Hoy, los cristianos no le entregamos ninguna
de las ofrendas que estipulaba la Ley mosaica. Sin embargo, seguimos haciéndole sacrificios, ya
que dedicamos a su servicio una buena parte de nuestro tiempo, energías y recursos. El apóstol
Pablo señaló que al efectuar la “declaración pública” de nuestra esperanza, al “hacer [el] bien” y al
“compartir cosas con otros”, estamos presentándole sacrificios que le complacen (Heb. 13:15, 16).
El espíritu con el que llevamos a cabo estas actividades revela hasta qué punto le agradecemos
todo lo que ha hecho por nosotros y todo lo que nos ha dado. Como vemos, nuestros motivos y
actitudes al participar en el servicio cristiano deben ser los correctos, igual que sucedía con los
fieles que hacían sacrificios voluntarios en la antigüedad.
9
Cuando los israelitas cometían determinados errores, la Ley mosaica les exigía presentar
ofrendas tanto por el pecado como por la culpa. Al tratarse de sacrificios obligatorios, ¿los harían
con una disposición o actitud diferente, quizás hasta de mala gana? (Lev. 4:27, 28.) Si de verdad
deseaban mantener una buena relación con Jehová, jamás actuarían así.
10
Hoy se producen situaciones similares. Tal vez nos demos cuenta de que sin querer hemos
ofendido a un hermano al actuar de forma desconsiderada o descuidada. O puede que hayamos
cometido una falta y nos remuerda la conciencia. Si tomamos en serio nuestro servicio a Jehová,
haremos todo lo posible por arreglar las cosas. Quizás tengamos que disculparnos sinceramente o,
si se trata de pecados graves, pedir la amorosa ayuda de los superintendentes cristianos (Mat.
5:23, 24; Sant. 5:14, 15). Como vemos, para corregir las faltas cometidas contra el prójimo o contra
Dios hay que hacer “sacrificios”. Pero al pagar este precio, restablecemos la buena relación con
Jehová y con el hermano, y aliviamos nuestra conciencia. A su vez, esto nos confirma que actuar
como pide Jehová es siempre lo mejor.
11
La Ley mosaica también estipulaba que los fieles hicieran sacrificios de comunión como
muestra de que estaban en paz con Jehová. Tanto ellos como sus familias comían la carne de los
animales, a menudo en los comedores del templo. También recibían porciones el sacerdote que
oficiaba y los demás que se hallaban de servicio (Lev. 3:1, nota; 7:31-33). Lo único que se
pretendía con estos sacrificios era gozar de una buena relación con Dios. Era como si el adorador,
su familia, los sacerdotes y Jehová celebraran un banquete juntos y en paz.
12
¿Podía haber un mayor privilegio que, por decirlo así, invitar a Jehová a una comida y que él
aceptara? Como es lógico, quienes fueran los anfitriones querrían ofrecerle lo mejor a tan ilustre
huésped. Los sacrificios de comunión, como parte de la armazón de la verdad que hallamos en la
Ley, apuntaban a una realidad mayor: gracias al sacrificio de Jesús, todos los seres humanos
tienen la oportunidad de entrar en una relación pacífica con su Creador. En la actualidad, quienes
le sacrifican a Dios de buena gana sus energías y recursos disfrutan de una estrecha amistad con
él.
ADVERTENCIAS SOBRE LOS SACRIFICIOS
13
Como hemos visto, la Biblia indica que Jehová aprobaba las ofrendas prescritas por la Ley
únicamente si se hacían con el espíritu y la actitud que él pedía. De hecho, contiene ejemplos de
sacrificios que Dios rechazó. Repasemos dos de ellos y notemos por qué no fueron aceptados.
14
El profeta Samuel le señaló al rey Saúl que había llegado el momento de ejecutar la
sentencia divina contra los amalequitas: tenía que exterminarlos tanto a ellos como a sus rebaños.
Sin embargo, una vez que los derrotó, permitió que sus soldados conservaran con vida a Agag, el
rey de Amaleq. Y lo mismo hizo con los mejores animales del rebaño, argumentando que podía
sacrificárselos a Jehová (1 Sam. 15:2, 3, 21). Pero ¿cómo se sintió Dios? Le indignó tanto la
desobediencia de Saúl que lo destituyó de su cargo (léase 1 Samuel 15:22, 23). De este pasaje
extraemos la siguiente lección: si no obedecemos a Jehová, él no aceptará nuestros sacrificios.
15
Encontramos un ejemplo parecido en el libro de Isaías. En tiempos del profeta, muchos
israelitas cumplían con sus sacrificios pero vivían entregados al pecado. Su mala conducta
demostraba que sus sacrificios eran puramente mecánicos; así que carecían de valor. Por eso,
Jehová les dijo: “¿De qué provecho me es la multitud de sus sacrificios? [...] Suficiente he tenido ya
de holocaustos de carneros y de la grasa de animales bien alimentados; y en la sangre de toros
jóvenes y corderos y machos cabríos no me he deleitado. [...] Cesen de traer más ofrendas de
grano que nada valen. El incienso... me es algo detestable”. Además, Dios les dejó muy claro cuál
era el problema al señalarles: “Aunque hagan muchas oraciones, no escucho; sus mismas manos
se han llenado de derramamiento de sangre. Lávense; límpiense; quiten la maldad de sus tratos de
enfrente de mis ojos; cesen de hacer lo malo” (Isa. 1:11-16).
16
Jehová detestaba los sacrificios de quienes violaban sus normas sin mostrar ningún
arrepentimiento. Pero aceptaba con gusto las oraciones y ofrendas de quienes se esforzaban de
corazón por cumplir sus mandatos. Gracias a la armazón de la Ley, aquellos fieles comprendían
que eran pecadores y necesitaban conseguir el perdón de Dios (Gál. 3:19). Les dolía haberlo
ofendido con su conducta. Nosotros también debemos reconocer hoy que necesitamos el sacrificio
de Cristo, el cual puede expiar por completo nuestros pecados. Si apreciamos este hecho, Jehová
aceptará con deleite todo lo que le ofrezcamos en su servicio (léase Salmo 51:17, 19).

DEMOSTREMOS FE EN EL SACRIFICIO DE JESÚS


17
A diferencia de los cristianos, los israelitas tenían que contentarse con ver una simple
“sombra” de los propósitos divinos (Heb. 10:1). Aun así, las leyes sobre sacrificios los animaron a
cultivar las actitudes necesarias para ser amigos de Dios. Los ayudaron a manifestarle
agradecimiento sincero, sentir el deseo de darle lo mejor y tener claro que necesitaban ser
redimidos. Nosotros contamos con mucho más: las explicaciones de las Escrituras Griegas.
Gracias a ellas conocemos los beneficios del rescate. En el futuro, el sacrificio de Jesús hará
posible que Jehová elimine para siempre los efectos del pecado, pero ya en la actualidad nos
permite disfrutar de una conciencia limpia a sus ojos. ¡Qué regalo tan maravilloso es el rescate!
(Gál. 3:13; Heb. 9:9, 14.)
18
Ahora bien, no basta con entender el rescate para beneficiarse de él. Recordemos las
palabras de Pablo: “La Ley ha llegado a ser nuestro tutor que nos conduce a Cristo, para que se
nos declarara justos debido a fe” (Gál. 3:24). Así es, debemos demostrar fe, pero una fe que se
traduzca en obras (Sant. 2:26). En el siglo primero había muchos cristianos que conocían los
principios básicos de la Ley —la armazón del conocimiento—, y el apóstol los exhortó a ponerlos
en práctica en su vida. Al hacerlo, su conducta estaría en armonía con los principios que
enseñaban (léase Romanos 2:21-23).
19
Aunque los cristianos ya no tenemos que guardar la Ley mosaica, aún tenemos que ofrecerle
a Jehová sacrificios gratos a sus ojos. En el próximo artículo veremos cómo podemos hacerlo.

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Hombres de principios piadosos


Entre los hombres imperfectos, podría llamarse a Abel el primer hombre de principios piadosos.
Posiblemente pensó mucho en la promesa sobre la “descendencia” y se dio cuenta de que la
redención del pecado implicaría un sacrificio cruento. (Génesis 3:15.) Por ello ofreció a Dios
“algunos primogénitos de su rebaño”. La frase “aun sus trozos grasos” muestra que Abel dio a
Jehová lo mejor que tenía. Sin embargo, no fue hasta más de dos mil años después de la muerte
de Abel que Dios explicó con detalle sus requisitos sobre los sacrificios. A diferencia de Abel,
hombre de principios y temeroso de Dios, su hermano Caín presentó una ofrenda de sacrificio por
pura formalidad. Pero su actitud dejaba mucho que desear; algo en su ofrenda indicaba que tenía
un corazón falto de principios. (Génesis 4:3-5.)
Noé también fue un hombre de principios piadosos. Aunque el relato bíblico dice que Dios le
mandó específicamente construir un arca, no leemos que le mandara predicar a sus coetáneos. De
todos modos, a Noé se le llama “predicador de justicia”. (2 Pedro 2:5.) Aunque es probable que
Dios le indicara a Noé que debía predicar, sin duda su sentido de los principios y su amor al
prójimo lo indujeron a hacerlo. Puesto que vivimos en tiempos parecidos a los de Noé, imitemos su
excelente actitud y ejemplo.
A diferencia de los líderes religiosos de su día, Jesús enseñó a la gente a pensar en función de
principios. Su Sermón del Monte es un ejemplo de ello. Todo él apela a los principios. (Mateo,
capítulos 5-7.) Jesús enseñó de este modo porque conocía bien a Dios, como también lo
conocieron Abel y Noé antes que él. Aun de muchacho, respetó la verdad fundamental: “No solo de
pan [...], sino que de toda expresión de la boca de Jehová vive el hombre”. (Deuteronomio 8:3;
Lucas 2:41-47.) Sí, la clave para ser una persona de principios piadosos es conocer
verdaderamente a Jehová: sus gustos, sus aversiones y sus propósitos. Cuando estas ideas
fundamentales en cuanto a Dios dirigen nuestra vida, se convierten, de hecho, en principios vivos.
(Jeremías 22:16; Hebreos 4:12.)
Los principios y el corazón
Es posible obedecer una ley a regañadientes, quizá debido al miedo del castigo que conlleva
desobedecerla. Sin embargo, actuar en consecuencia con un principio excluye tal actitud, pues, por
la misma naturaleza de este, el corazón de la persona es lo que la motiva a observarlo. Piense en
el caso de José, quien, como Abel y Noé, vivió antes del establecimiento del pacto de la Ley
mosaica. Cuando la esposa de Potifar intentó seducirlo, este respondió: “¿Cómo podría yo cometer
esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?”. En efecto, José conocía el principio de que el
esposo y la esposa son “una sola carne”. (Génesis 2:24; 39:9.)
Hoy el mundo está falto de principios justos. Se alimenta con glotonería de violencia e
inmoralidad. El cristiano corre el peligro de querer mordisquear, quizá en secreto, el mismo
alimento basura: películas, vídeos o libros. Qué loable es, pues, que, como José, rechacemos el
mal por principio, recordando que Dios conservará con vida a través de la venidera “gran
tribulación” solo a aquellos que son leales. (Mateo 24:21.) Sí, es fundamentalmente lo que
hacemos en privado, no en público, lo que revela lo que en verdad somos en nuestro interior.
(Salmo 11:4; Proverbios 15:3.)
En consecuencia, si nos guiamos por los principios bíblicos, no buscaremos supuestas lagunas
en las leyes de Dios ni intentaremos ver cuánto podemos apartarnos de ellas sin violarlas. Este
modo de pensar es contraproducente; a la larga nos perjudica.
Mire más allá de la ley
Por supuesto, las leyes desempeñan un papel esencial en la vida cristiana. Son como
centinelas que nos ayudan a protegernos, y encierran muchos principios importantes. Si
no percibimos estos principios, el amor que le tenemos a una determinada ley puede enfriarse. La
antigua nación de Israel demostró este hecho.
Dios dio a Israel los Diez Mandamientos, el primero de los cuales prohibía la adoración a
cualquier otro dios que no fuera Jehová. Una verdad fundamental tras esta ley es que Jehová creó
todas las cosas. (Éxodo 20:3-5.) Pero ¿vivió la nación en armonía con este principio? Jehová
mismo contesta: “‘Tú eres mi padre [decían los israelitas]’, y a una piedra [clamaban]: ‘Tú me has
dado la vida’. Ellos me dan la espalda, no la cara”. (Jeremías 2:27, Biblia de América.) ¡Qué
estupidez más insensible y falta de principios! ¡Y cómo hirió el corazón de Jehová! (Salmo
78:40, 41; Isaías 63:9, 10.)
Dios también ha dado leyes a los cristianos. Por ejemplo, deben evitar la idolatría, la
inmoralidad sexual y el uso indebido de la sangre. (Hechos 15:28, 29.) Pensando en ello, podemos
ver principios subyacentes, como: Dios merece nuestra devoción exclusiva; debemos ser fieles a
nuestro cónyuge; y Jehová es quien nos ha dado la vida. (Génesis 2:24; Éxodo 20:5; Salmo 36:9.)
Al percibir y apreciar profundamente los principios tras estas directrices, nos damos cuenta de que
son para nuestro propio bien. (Isaías 48:17.) Para nosotros, los “mandamientos [de Dios] no son
gravosos”. (1 Juan 5:3.)
Aunque los israelitas habían pasado por alto los mandamientos de Dios, para el tiempo de
Jesús los “escribas, o doctores de la ley”, se habían ido al otro extremo. Habían formulado una
gran cantidad de reglas y tradiciones que obstaculizaban la adoración verdadera y ocultaban los
principios piadosos. (Mateo 23:2, Torres Amat.) La gente se había resignado al fracaso, a la
desesperanza o a la hipocresía. (Mateo 15:3-9.) Y muchas de estas reglas de los hombres eran
inhumanas. Cuando iba a curar a un hombre que tenía la mano seca, Jesús preguntó a los fariseos
que había presentes: “¿Es lícito en sábado hacer un hecho bueno?”. Su silencio equivalía a un
sonoro no, lo cual dejó a Jesús “cabalmente contristado por la insensibilidad de sus corazones”.
(Marcos 3:1-6.) Los fariseos podían ayudar en sábado a un animal doméstico que se había caído o
estaba herido (pues era una inversión económica), pero nunca a un hombre o una mujer, a menos
que fuera cuestión de vida o muerte. De hecho, estaban tan obsesionados con las reglas y los
tecnicismos humanos que, como hormigas que corretean sobre una pintura, no eran capaces de
ver todo el cuadro, es decir, los principios divinos. (Mateo 23:23, 24.)
Hasta los jóvenes, cuando tienen un corazón sincero, pueden honrar a Jehová por su aprecio a
los principios bíblicos. El profesor de Rebecca, una joven de 13 años de edad, preguntó a la clase
quiénes estarían dispuestos a jugar por dinero. La mayoría dijo que no. Pero cuando se
mencionaron varias situaciones, todos, excepto Rebecca, admitieron que jugarían de una manera
u otra. El profesor le preguntó a Rebecca si compraría un boleto de 20 centavos para una rifa en
favor de una causa noble. Rebecca dijo que no, y presentó las razones bíblicas de por qué eso
sería una forma de juego. El profesor dijo entonces a toda la clase: “En mi opinión, Rebecca es la
única aquí que tiene lo que yo llamo ‘principios’ en el verdadero sentido de la palabra”. Sí, Rebecca
podría haber contestado sencillamente: “Mi religión me lo prohíbe”, pero su razonamiento fue más
profundo; pudo explicar por qué el juego es impropio y por qué no quería participar en él.
Ejemplos como el de Abel, Noé, José y Jesús nos muestran cómo podemos beneficiarnos de
nuestra “capacidad de pensar” y “facultad de raciocinio” al adorar a Dios. (Proverbios 2:11;
Romanos 12:1.) Los ancianos cristianos hacen bien en imitar a Jesús al pastorear “el rebaño de
Dios bajo su custodia”. (1 Pedro 5:2.) Como bien ejemplarizó Jesús, los que aman los principios
piadosos son los que prosperan bajo la soberanía de Jehová. (Isaías 65:14.)

PAG. 90 w 02 15/2 PAG. 5; w 97 15/10 PAGS. 28,29


“El Altísimo sobre toda la tierra”
Las Santas Escrituras dejan claro que Jehová es nuestro Magnífico Creador, el Dios
todopoderoso. Nadie puede igualarlo o suplantarlo. Esta verdad bíblica es clave (Génesis 17:1;
Eclesiastés 12:1).
Uno de los escritores del libro de Salmos dijo de Jehová: “Tú solo eres el Altísimo sobre toda la
tierra”. El rey David de la antigüedad afirmó: “Tuyo es el reino, oh Jehová, Aquel que también te
alzas como cabeza sobre todo”. Y el renombrado profeta Jeremías se sintió impelido a consignar:
“De ninguna manera hay alguien semejante a ti, oh Jehová. Tú eres grande, y tu nombre es grande
en poderío” (Salmo 83:18; 1 Crónicas 29:11; Jeremías 10:6).
¿Cómo debemos aplicar tales verdades acerca de Dios en nuestra vida cotidiana?
Es obvio que el Creador y Dador de vida debe ocupar un lugar preeminente en nuestra
existencia. ¿No sería apropiado, pues, resistir toda tendencia a llamar la atención a nosotros
mismos, tendencia que puede ser mayor en unos que en otros? Un sabio principio rector es
“ha[cer] todas las cosas para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). El profeta Daniel fue un buen
ejemplo de ello.
La Biblia nos cuenta que un sueño perturbó al rey Nabucodonosor de Babilonia, y que él pidió
que se le explicara su significado . A pesar del desconcierto general, Daniel informó con exactitud
al rey lo que deseaba saber. ¿Se atribuyó por ello el mérito? No, sino que glorificó al “Dios en los
cielos que es un Revelador de secretos”. Y añadió: “No por ninguna sabiduría que exista en mí
más que en cualesquiera otros que estén vivos me es revelado este secreto”. Daniel era un
hombre de principios. No sorprende que en el libro que lleva su nombre, se le califique de “muy
deseable” a la vista de Dios (Daniel 2:28, 30; 9:23; 10:11, 19).
Imitar a Daniel nos beneficiará. Para seguir su modelo, el factor clave es la motivación. ¿Quién
debe recibir la honra por lo que hacemos? Sin importar nuestra situación, tenemos la capacidad
para actuar en armonía con este principio bíblico de vital importancia: Jehová es el Señor
Soberano. Si así lo hacemos, seremos “muy deseable[s]” a sus ojos.
Analicemos ahora dos principios básicos que nos sirven de guía en el campo de las relaciones
humanas, ámbito de la vida especialmente difícil ante el énfasis generalizado en el yo.

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Percibir los principios refleja madurez

LAS malas compañías echan a perder los hábitos útiles. Se siega lo que se siembra.
(1 Corintios 15:33; Gálatas 6:7.) Cada una de estas declaraciones, en sentido físico o espiritual, es
un ejemplo de una verdad fundamental —un principio—, y de cada una de ellas pueden derivarse
leyes. El carácter de las leyes suele ser temporal y específico. Los principios, por el contrario, son
amplios y pueden durar para siempre. Así, la Palabra de Dios nos anima a pensar, de ser posible,
en función de principios.
El Diccionario de uso del español define “principio” como “verdad o idea que sirve de
fundamento a otras o a un razonamiento”. Y el Diccionario Esencial Santillana de la lengua
española incluye la siguiente acepción: “Causa primitiva o primera de una cosa o aquello de lo que
procede algo”. Por ejemplo, a un niño se le puede dar la ley “no toques la cocina”. Pero para un
adulto la advertencia “la cocina está caliente” sería suficiente. Observe que la última es una
declaración más amplia. Puesto que va a influir en la actuación —como cocinar, hornear o apagar
el fuego— en cierto sentido se convierte en un principio.
Los principios más importantes de la vida son, por supuesto, de naturaleza espiritual; rigen la
adoración que damos a Dios y nuestra felicidad. Algunas personas, sin embargo, prefieren evitar el
esfuerzo que requiere razonar basándose en principios. Prefieren la comodidad de una regla
cuando tienen que tomar una decisión. Este no es el proceder de la sabiduría, y contrasta con el
ejemplo que dieron los hombres fieles de tiempos bíblicos. (Romanos 15:4.)
Hombres de principios piadosos
Entre los hombres imperfectos, podría llamarse a Abel el primer hombre de principios piadosos.
Posiblemente pensó mucho en la promesa sobre la “descendencia” y se dio cuenta de que la
redención del pecado implicaría un sacrificio cruento. (Génesis 3:15.) Por ello ofreció a Dios
“algunos primogénitos de su rebaño”. La frase “aun sus trozos grasos” muestra que Abel dio a
Jehová lo mejor que tenía. Sin embargo, no fue hasta más de dos mil años después de la muerte
de Abel que Dios explicó con detalle sus requisitos sobre los sacrificios. A diferencia de Abel,
hombre de principios y temeroso de Dios, su hermano Caín presentó una ofrenda de sacrificio por
pura formalidad. Pero su actitud dejaba mucho que desear; algo en su ofrenda indicaba que tenía
un corazón falto de principios. (Génesis 4:3-5.)
Noé también fue un hombre de principios piadosos. Aunque el relato bíblico dice que Dios le
mandó específicamente construir un arca, no leemos que le mandara predicar a sus coetáneos. De
todos modos, a Noé se le llama “predicador de justicia”. (2 Pedro 2:5.) Aunque es probable que
Dios le indicara a Noé que debía predicar, sin duda su sentido de los principios y su amor al
prójimo lo indujeron a hacerlo. Puesto que vivimos en tiempos parecidos a los de Noé, imitemos su
excelente actitud y ejemplo.
A diferencia de los líderes religiosos de su día, Jesús enseñó a la gente a pensar en función de
principios. Su Sermón del Monte es un ejemplo de ello. Todo él apela a los principios. (Mateo,
capítulos 5-7.) Jesús enseñó de este modo porque conocía bien a Dios, como también lo
conocieron Abel y Noé antes que él. Aun de muchacho, respetó la verdad fundamental: “No solo de
pan [...], sino que de toda expresión de la boca de Jehová vive el hombre”. (Deuteronomio 8:3;
Lucas 2:41-47.) Sí, la clave para ser una persona de principios piadosos es conocer
verdaderamente a Jehová: sus gustos, sus aversiones y sus propósitos. Cuando estas ideas
fundamentales en cuanto a Dios dirigen nuestra vida, se convierten, de hecho, en principios vivos.
(Jeremías 22:16; Hebreos 4:12.)
Los principios y el corazón
Es posible obedecer una ley a regañadientes, quizá debido al miedo del castigo que conlleva
desobedecerla. Sin embargo, actuar en consecuencia con un principio excluye tal actitud, pues, por
la misma naturaleza de este, el corazón de la persona es lo que la motiva a observarlo. Piense en
el caso de José, quien, como Abel y Noé, vivió antes del establecimiento del pacto de la Ley
mosaica. Cuando la esposa de Potifar intentó seducirlo, este respondió: “¿Cómo podría yo cometer
esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?”. En efecto, José conocía el principio de que el
esposo y la esposa son “una sola carne”. (Génesis 2:24; 39:9.)
Hoy el mundo está falto de principios justos. Se alimenta con glotonería de violencia e
inmoralidad. El cristiano corre el peligro de querer mordisquear, quizá en secreto, el mismo
alimento basura: películas, vídeos o libros. Qué loable es, pues, que, como José, rechacemos el
mal por principio, recordando que Dios conservará con vida a través de la venidera “gran
tribulación” solo a aquellos que son leales. (Mateo 24:21.) Sí, es fundamentalmente lo que
hacemos en privado, no en público, lo que revela lo que en verdad somos en nuestro interior.
(Salmo 11:4; Proverbios 15:3.)
En consecuencia, si nos guiamos por los principios bíblicos, no buscaremos supuestas lagunas
en las leyes de Dios ni intentaremos ver cuánto podemos apartarnos de ellas sin violarlas. Este
modo de pensar es contraproducente; a la larga nos perjudica.
Mire más allá de la ley
Por supuesto, las leyes desempeñan un papel esencial en la vida cristiana. Son como
centinelas que nos ayudan a protegernos, y encierran muchos principios importantes. Si
no percibimos estos principios, el amor que le tenemos a una determinada ley puede enfriarse. La
antigua nación de Israel demostró este hecho.
Dios dio a Israel los Diez Mandamientos, el primero de los cuales prohibía la adoración a
cualquier otro dios que no fuera Jehová. Una verdad fundamental tras esta ley es que Jehová creó
todas las cosas. (Éxodo 20:3-5.) Pero ¿vivió la nación en armonía con este principio? Jehová
mismo contesta: “‘Tú eres mi padre [decían los israelitas]’, y a una piedra [clamaban]: ‘Tú me has
dado la vida’. Ellos me dan la espalda, no la cara”. (Jeremías 2:27, Biblia de América.) ¡Qué
estupidez más insensible y falta de principios! ¡Y cómo hirió el corazón de Jehová! (Salmo
78:40, 41; Isaías 63:9, 10.)

JUEVES
LECCION 11(a)
EVALÚA TU PROGRESO ESPIRITUAL
PAG. 93 w 07 1/8 PAGS. 4,5
La verdadera espiritualidad: ¿cómo cultivarla?

EL APÓSTOL Pablo escribió: “La mente carnal es muerte, mas la espiritual, vida y paz”
(Romanos 8:6, Versión Hispano-Americana). Con estas palabras, el apóstol dio a entender que ser
una persona de inclinación espiritual no es simplemente una cuestión de sentimiento o elección
propia. En realidad, es un asunto de vida o muerte. ¿Por qué puede decirse que la persona
espiritual recibe “vida y paz”? Porque, según la Biblia, en el presente disfruta de paz consigo
misma y con Dios, y en el futuro será bendecida con vida eterna (Romanos 6:23; Filipenses 4:7).
Con razón Jesús afirmó: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo
5:3).
El hecho de que usted se encuentre leyendo esta revista demuestra que se interesa por la
espiritualidad, y eso es digno de elogio. Sin embargo, las opiniones sobre este asunto son tan
diversas que tal vez se pregunte: “¿Qué es la espiritualidad realmente, y cómo se cultiva?”.
“La mente de Cristo”
Además de señalar la importancia y los beneficios de tener inclinaciones espirituales, el apóstol
Pablo habló extensamente sobre lo que es la verdadera espiritualidad. Él explicó a los cristianos de
la antigua ciudad de Corinto la diferencia entre el hombre físico —que se deja llevar por los
impulsos carnales— y el hombre espiritual —que valora las cosas espirituales—. Pablo afirmó: “El
hombre físico no recibe las cosas del espíritu de Dios, porque para él son necedad”. Por otra parte,
aclaró que las personas de inclinación espiritual se caracterizan por tener “la mente de Cristo”
(1 Corintios 2:14-16).
Básicamente, tener “la mente de Cristo” significa manifestar “la misma actitud mental que tuvo
Cristo Jesús” (Romanos 15:5; Filipenses 2:5). En otras palabras, un hombre espiritual es aquel que
piensa como Jesús y sigue sus pasos (1 Pedro 2:21; 4:1). Cuanto más se parece la mente de
alguien a la de Cristo, más profunda es su espiritualidad y más cerca está de obtener “vida y paz”
(Romanos 13:14).
Cómo conocer “la mente de Cristo”
Sin embargo, para tener la mente de Cristo, primero hay que conocerla. De modo que el primer
paso para cultivar espiritualidad es familiarizarse con la forma de pensar de Jesucristo. Pero
¿cómo es posible conocer la mente de alguien que vivió en la Tierra hace dos mil años?
Pongamos un ejemplo: ¿cómo aprendió usted las hazañas de los personajes históricos de su país?
Probablemente, leyendo sobre ellos. De igual modo, una de las claves para conocer la mente de
Cristo es leer la historia de su vida (Juan 17:3).
Existen cuatro relatos históricos muy gráficos sobre la vida de Jesús: los Evangelios, que fueron
escritos por Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Si los lee con atención, percibirá la manera de pensar
de Jesús, la profundidad de sus sentimientos y los motivos que impulsaron sus actos. Al reflexionar
en lo que lea sobre él, se hará una clara imagen mental de la clase de persona que era. Incluso si
considera que ya está siguiendo a Cristo, leer estos relatos y meditar en ellos le ayudará a ‘seguir
creciendo en la bondad inmerecida y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo’
(2 Pedro 3:18).
Con esto presente, analicemos algunos pasajes de los Evangelios para ver por qué era Jesús
una persona tan espiritual. Luego veamos cómo podemos imitar su ejemplo (Juan 13:15).
La espiritualidad y “el fruto del espíritu”
El Evangelio de Lucas indica que Jesús recibió el espíritu santo de Dios cuando fue bautizado y
que era un hombre “lleno de espíritu santo” (Lucas 3:21, 22; 4:1). Jesús, a su vez, inculcó en sus
seguidores la importancia de dejarse guiar por el espíritu santo, o “fuerza activa”, de Dios (Génesis
1:2; Lucas 11:9-13). ¿Por qué es eso tan importante? Porque el espíritu de Dios tiene el poder de
transformar la mente de las personas para que se vaya asemejando a la de Cristo (Romanos
12:1, 2). El espíritu santo produce cualidades como “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad,
bondad, fe, apacibilidad, autodominio”. Estas virtudes, que la Biblia llama “el fruto del espíritu”,
permiten identificar a los hombres y mujeres que son verdaderamente espirituales (Gálatas
5:22, 23). Dicho de otra manera, la persona de inclinación espiritual es la que se deja guiar por el
espíritu de Dios.
Jesús manifestó el fruto del espíritu a lo largo de su ministerio. Por ejemplo, al tratar con los
miembros de las clases más bajas de la sociedad, demostró cualidades como el amor y la bondad
(Mateo 9:36). Esto lo notamos en un suceso que registró el apóstol Juan: “Al ir pasando, [Jesús]
vio a un hombre ciego de nacimiento”. Sus discípulos también se fijaron en él, pero lo vieron como
un pecador. Así que preguntaron: “¿Quién pecó: este hombre, o sus padres[?]”. Por otra parte,
para sus vecinos, aquel hombre no era más que un mendigo, pues dijeron: “Este es el hombre que
estaba sentado y mendigaba, ¿no es así?”. Sin embargo, lo que Jesús vio en este ciego fue a una
persona que necesitaba ayuda. Por eso, habló con él y lo curó (Juan 9:1-8).
¿Qué nos enseña este relato sobre la manera de pensar de Cristo? En primer lugar, que él
no pasaba por alto a los más humildes, sino que los trataba con ternura y compasión. En segundo
lugar, que tomaba la iniciativa para ayudar al prójimo. ¿Qué hay de nosotros? ¿Seguimos el
modelo que puso Jesús? ¿Vemos a las personas como él las veía? ¿Las ayudamos a mejorar su
vida actual y les brindamos la esperanza de un futuro maravilloso? ¿O más bien tendemos a
favorecer a los que son prominentes, pasando por alto a los demás? Si usted siente por la gente lo
mismo que Jesús sintió, entonces puede afirmarse que está siguiendo su ejemplo (Salmo 72:12-
14).

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El hombre espiritual. El apóstol contrasta al hombre espiritual con el hombre físico: “Pero el
hombre físico [literalmente, “animal (de índole de alma)”] no recibe las cosas del espíritu de Dios,
porque para él son necedad”. (1Co 2:14.) Este “hombre físico” no alude meramente a alguien que
vive en la Tierra, alguien con un cuerpo carnal, puesto que, obviamente, los cristianos en la Tierra
tienen cuerpos carnales. El hombre físico del que se habla aquí se refiere a alguien que carece de
inclinación espiritual en su vida. Es “animal (de índole de alma)” porque sigue los deseos del alma
humana y excluye las cosas espirituales.
Pablo continúa diciendo que el “hombre físico” no puede llegar a conocer las cosas del espíritu
de Dios “porque se examinan espiritualmente”. Luego agrega: “Sin embargo, el hombre espiritual
examina de hecho todas las cosas, pero él mismo no es examinado por ningún hombre”. El
hombre espiritual tiene entendimiento de lo que Dios revela; también ve la posición y el derrotero
incorrectos del hombre físico. No obstante, el hombre físico no es capaz de entender la posición,
las acciones y el derrotero de vida del hombre espiritual; tampoco puede ningún hombre juzgar al
hombre espiritual, puesto que solo Dios es su Juez. (Ro 14:4, 10, 11; 1Co 4:3-5.) Como ilustración
y argumento, el apóstol añade: “Porque ‘¿quién ha llegado a conocer la mente de Jehová, para
que le instruya?’”. Nadie, por supuesto. “Pero —dice Pablo de los cristianos— nosotros sí tenemos
la mente de Cristo.” Los cristianos llegan a ser hombres espirituales al conseguir la mente de
Cristo, que les permite conocer a Jehová y sus propósitos. (1Co 2:14-16.)

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Jesús, nuestro modelo de humildad

“Yo les he puesto el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes también
deben hacerlo.” (JUAN 13:15)

¿QUÉ RESPONDERÍA?
¿Cómo demostró el Hijo de Dios que ya era humilde antes de venir a la Tierra?
¿Cómo manifestó Jesús humildad durante su vida humana?
¿Cuáles han sido los beneficios de la humildad de Jesús?
JESÚS está pasando la última noche de su vida en la Tierra con sus apóstoles en el piso
superior de una casa en Jerusalén. Durante la cena, Jesús se levanta, pone a un lado sus prendas
de vestir exteriores y se ata una toalla a la cintura. Entonces vierte agua en un recipiente y
empieza a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla. Finalmente, se pone sus
prendas exteriores. ¿Por qué realizó esta acción tan humilde? (Juan 13:3-5.)
2
Él mismo explicó: “¿Saben lo que les he hecho? [...] Por eso, si yo, aunque soy Señor y
Maestro, les he lavado los pies a ustedes, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.
Porque yo les he puesto el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes también deben
hacerlo” (Juan 13:12-15). Al estar dispuesto a llevar a cabo un trabajo tan servil, les dio a sus
apóstoles una lección magistral que nunca olvidarían y que los impulsaría a ser humildes por el
resto de sus vidas.
3
Aquella no fue la primera vez que Jesús les enseñó a sus apóstoles la importancia de ser
humildes. Anteriormente, cuando vio que algunos de ellos manifestaban un espíritu competitivo,
puso a un niño a su lado y les dijo: “Cualquiera que reciba a este niñito sobre la base de mi
nombre, a mí me recibe también, y cualquiera que me recibe a mí, recibe también al que me envió.
Porque el que se porta como uno de los menores entre todos ustedes es el que es grande” (Luc.
9:46-48). Consciente de las ansias de grandeza de los fariseos, dijo tiempo después: “Todo el que
se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado” (Luc. 14:11). Sin duda, Jesús desea
que todos sus seguidores cultivemos humildad, es decir, una actitud opuesta al orgullo, la vanidad
y la arrogancia. A fin de imitarle, examinemos su ejemplo de humildad y veamos cómo beneficia
esta cualidad tanto a quien la muestra como a otras personas.
“NO ME VOLVÍ EN LA DIRECCIÓN OPUESTA”
4
El Hijo unigénito de Dios ya demostró que era humilde durante los millones de años que pasó
en el cielo con su Padre antes de venir a la Tierra. Hablando sobre la estrecha relación que tenía
con él, el libro bíblico de Isaías explica: “El Señor Soberano Jehová mismo me ha dado la lengua
de los enseñados, para que sepa responder al cansado con una palabra. Él despierta mañana a
mañana; me despierta el oído para que oiga como los enseñados. El Señor Soberano Jehová
mismo me ha abierto el oído, y yo, por mi parte, no fui rebelde. No me volví en la dirección
opuesta” (Is. 50:4, 5). Ansioso de aprender, Jesús escuchó con humildad lo que el Dios verdadero
le enseñaba. Y, sin duda, prestó mucha atención al ejemplo de humildad que Jehová dio al
mostrarle misericordia a la humanidad pecadora.
5
Pero no todos los seres celestiales tuvieron esa misma humildad. Hubo un ángel que, en lugar
de dejarse enseñar, permitió que lo dominaran el orgullo y la vanidad. Tanto es así que se rebeló
contra Jehová y se convirtió en Satanás, el Diablo. Jesús, en cambio, nunca se sintió insatisfecho
con su posición en los cielos ni tentado a abusar de su poder. “Cuando Miguel el arcángel [es
decir, Jesús] tuvo una diferencia con el Diablo y disputaba acerca del cuerpo de Moisés”, no se
excedió en su autoridad, sino que fue humilde y modesto. Con gusto esperó a que Jehová, el Juez
Supremo del universo, se encargara del asunto a su debido tiempo y manera (léase Judas 9).
6
Sin duda, entre las cosas que Jesús aprendió en el cielo estuvieron las profecías sobre su vida
humana. Por lo tanto, es muy probable que antes de venir a la Tierra a vivir y morir como el Mesías
prometido ya supiera las desagradables experiencias que le aguardaban. Aun así, el Hijo unigénito
de Dios aceptó la misión. ¿Por qué? Porque era humilde. El apóstol Pablo destacó este hecho
cuando escribió: “Aunque existía en la forma de Dios, no dio consideración a una usurpación, a
saber, que debiera ser igual a Dios. No; antes bien, se despojó a sí mismo y tomó la forma de un
esclavo y llegó a estar en la semejanza de los hombres” (Filip. 2:6, 7).
“SE HUMILLÓ” DURANTE SU VIDA HUMANA
7
Pablo señaló que, durante su vida humana, Jesús “se humilló y se hizo obediente hasta la
muerte, sí, muerte en un madero de tormento” (Filip. 2:8). Ya desde niño fue un modelo de
humildad. Aunque lo criaron José y María, que eran imperfectos, “continuó sujeto a ellos” (Luc.
2:51). Los jóvenes pueden aprender mucho de él. Si imitan su buen ejemplo y son obedientes a
sus padres, tendrán la bendición de Jehová.
8
De adulto, Jesús demostró su humildad anteponiendo la voluntad de Jehová a la suya (Juan
4:34). Durante su ministerio empleó el nombre divino y ayudó a las personas de buen corazón a
conocer con exactitud las cualidades de Jehová y su propósito para la humanidad. Además, vivió
de acuerdo con lo que enseñaba sobre Dios. Por ejemplo, comenzó la oración modelo diciendo:
“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mat. 6:9). De ese modo
subrayó que lo principal es la santificación del nombre de Jehová. Y él mismo predicó con el
ejemplo. Por eso, hacia el final de su ministerio pudo decirle a su Padre celestial: “Yo les he dado a
conocer tu nombre [a los apóstoles], y lo daré a conocer” (Juan 17:26). Además, siempre le dio a
Jehová el mérito por todo lo que logró en la Tierra (Juan 5:19).
9
Zacarías profetizó sobre el Mesías: “Ponte muy gozosa, oh hija de Sión. Grita en triunfo, oh
hija de Jerusalén. ¡Mira! Tu rey mismo viene a ti. Es justo, sí, salvado; humilde, y cabalga sobre un
asno, aun sobre un animal plenamente desarrollado, hijo de un asna” (Zac. 9:9). Estas palabras se
cumplieron en el año 33, cuando Jesús entró en Jerusalén antes de la fiesta de la Pascua.
La muchedumbre lo recibió tendiendo sobre el camino prendas de vestir exteriores y ramas de
palmera, y la ciudad entera se alborotó por su llegada. Pero Jesús no perdió la humildad ni siquiera
cuando fue aclamado como Rey (Mat. 21:4-11).
10
Con su muerte en el madero, Jesús culminó su trayectoria de humildad y obediencia en
la Tierra. Así demostró más allá de toda duda que los seres humanos pueden ser leales a Jehová
aunque sean probados hasta el límite. Además, desmintió la afirmación de Satanás de que los
seres humanos solo sirven a Dios por interés (Job 1:9-11; 2:4). Su perfecto historial de integridad
sirvió para defender la legitimidad y la justicia de la soberanía universal de Jehová, quien
ciertamente se regocijó por la lealtad inquebrantable de su humilde Hijo (léase Proverbios 27:11).
11
La muerte de Jesús también sirvió para pagar el rescate de la humanidad (Mat. 20:28).
De este modo, Jehová puede perdonar a los seres humanos pecadores sin pasar por alto las
normas divinas de justicia y darles la oportunidad de vivir para siempre. Pablo escribió: “Mediante
un solo acto de justificación el resultado a toda clase de hombres es el declararlos justos para vida”
(Rom. 5:18). El sacrificio de Cristo les dio a los cristianos ungidos por espíritu la esperanza de ir al
cielo y recibir la inmortalidad, y a las “otras ovejas”, la esperanza de disfrutar de vida eterna en la
Tierra (Juan 10:16; Rom. 8:16, 17).
“HUMILDE DE CORAZÓN”
12
Jesús invitó a “todos los que se afanan y están cargados” a acudir a él. “Tomen sobre sí mi
yugo y aprendan de mí —dijo—, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán
refrigerio para sus almas.” (Mat. 11:28, 29.) Como era humilde y apacible, trató a los seres
humanos imperfectos con bondad e imparcialidad. No les pidió a sus discípulos más de lo que
podían dar, sino que los elogió y animó. No los hizo sentir inútiles ni indignos. Y, desde luego,
no fue duro ni opresivo con ellos. Al contrario, les garantizó que si se acercaban a él y seguían sus
enseñanzas, se sentirían reconfortados, pues su yugo era suave y su carga, ligera. Las personas
se sentían cómodas a su lado sin importar su edad o sexo (Mat. 11:30).
13
Jesús se compadeció al ver la triste situación de la gente común de Israel y atendió con amor
sus necesidades. Cerca de Jericó se encontró con dos mendigos ciegos, uno de ellos llamado
Bartimeo, quienes le pidieron ayuda con insistencia. Pero la multitud los regañó y los mandó callar.
Para Jesús habría sido muy fácil ignorar las súplicas de aquellos ciegos. Sin embargo, pidió que se
los trajeran y, llevado por la compasión, les devolvió la vista. Como vemos, Jesús imitó a su Padre,
Jehová, siendo humilde y compasivo con los más desfavorecidos (Mat. 20:29-34; Mar. 10:46-52).
“EL QUE SE HUMILLE SERÁ ENSALZADO”
14
La humildad que Jesucristo ha manifestado durante toda su vida es una fuente de gozo y de
grandes beneficios. Jehová se regocijó al ver a su amado Hijo someterse de buena gana a su
voluntad. Los apóstoles y discípulos se sintieron revitalizados por la personalidad llana y apacible
de Jesús. Su ejemplo, sus enseñanzas y sus afectuosos elogios los impulsaron a progresar
espiritualmente. La gente común se beneficiaba de su humildad porque él les prestaba ayuda, les
enseñaba y los animaba. Y todos los seres humanos obedientes recibirán bendiciones eternas
gracias a su sacrificio redentor.
15
¿Y Jesús? ¿Se benefició de su propia humildad? Desde luego que sí. Él les dijo a sus
discípulos: “El que se humille será ensalzado” (Mat. 23:12). Sus palabras se cumplieron en él
mismo, pues Pablo señaló: “Dios lo ensalzó a un puesto superior y bondadosamente le dio el
nombre que está por encima de todo otro nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda
rodilla de los que están en el cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo del
suelo, y reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el
Padre”. Debido a que fue fiel y humilde durante su vida humana, Jehová lo ensalzó —es decir, lo
elevó a un puesto superior— al concederle autoridad sobre todas sus criaturas celestiales y
terrenales (Filip. 2:9-11).
JESÚS CABALGARÁ “EN LA CAUSA DE LA VERDAD Y LA HUMILDAD”
16
En el futuro, el Hijo de Dios seguirá siendo humilde. El salmista predijo cómo actuará Jesús
contra sus enemigos desde su elevado puesto en los cielos: “En tu esplendor sigue adelante al
éxito; cabalga en la causa de la verdad y la humildad y la justicia” (Sal. 45:4). En Armagedón,
Jesucristo cabalgará en defensa de la verdad y de la justicia, pero también de la humildad. ¿Y qué
sucederá al final del Reinado de Mil Años cuando el Rey Mesiánico “haya reducido a nada todo
gobierno y toda autoridad y poder”? Con su característica humildad, le entregará “el reino a su Dios
y Padre” (léase 1 Corintios 15:24-28).
17
¿Qué hay de nosotros? ¿Seguiremos el ejemplo de humildad de nuestro Modelo? ¿Cómo
nos irá cuando el Rey Jesucristo venga a ejecutar la sentencia divina en Armagedón? La causa por
la que cabalga exige que solo se salven quienes sean justos y demuestren humildad. Por lo tanto,
esta cualidad es esencial para sobrevivir. Además, tal y como la humildad de Jesucristo le
benefició a él y a otras personas, la nuestra puede producir diversos beneficios.
18
¿Qué puede ayudarnos a imitar el modelo de humildad de Jesús? ¿Cómo podemos
esforzarnos por ser humildes a pesar de los obstáculos? Estas preguntas se responderán en el
siguiente artículo.

PAG. 94 be PAG. 76
En vez de pensar en cuántos aspectos de la oratoria ha abarcado o qué tipo de intervenciones
se le han asignado, reflexione en cómo han mejorado sus sacrificios de alabanza a causa de la
formación recibida. Puesto que la escuela nos capacita para que seamos más eficaces en el
ministerio, pregúntese: “¿Preparo lo que voy a decir en el servicio del campo? ¿He aprendido a
mostrar interés en las personas a las que predico? ¿Siento la base para visitas posteriores dejando
pendiente una pregunta? ¿Procuro mejorar mi aptitud docente de modo que llegue al corazón de
quienes estudian la Biblia conmigo?”.
No evalúe sus logros tan solo por los privilegios de servicio que se le conceden. El progreso
no depende del tipo de asignación que recibe, sino de cómo la desempeña. Tras una intervención
que le haya exigido enseñar, pregúntese: “¿Realmente he sido un buen maestro? ¿He presentado
la información de tal modo que influya de manera significativa en los oyentes?”.
La exhortación a utilizar sus dones implica que tome la iniciativa. ¿Invita a otros hermanos a
trabajar con usted en el ministerio del campo? ¿Piensa en la manera de ayudar a los nuevos, los
jóvenes o los enfermos de la congregación? ¿Se ofrece para limpiar el Salón del Reino o colaborar
de diversas formas en las asambleas? ¿Podría ser precursor auxiliar periódicamente? ¿Le sería
posible emprender el precursorado regular o quizá servir en una congregación más necesitada de
ayuda? Si es usted un hermano, ¿procura reunir los requisitos bíblicos para ser siervo ministerial o
anciano? Su disposición para ofrecerse y aceptar responsabilidades es otro indicador de su
progreso (Sal. 110:3).

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El espíritu del mundo nos puede descarriar
13
La tercera razón por la que necesitamos la guía del espíritu santo es que evita que nos
extravíe el sucio espíritu que opera en la mayoría de la gente. A las personas del mundo las
impulsa una fuerza muy poderosa, una fuerza que las arrastra a comportarse de un modo
diametralmente opuesto al que fomenta el espíritu de Dios. En vez de conducirlas a adoptar la
mentalidad de Cristo, las lleva a pensar y actuar como Satanás, el gobernante del mundo (léanse
Efesios 2:1-3 y Tito 3:3). Todo el que ceda a ese espíritu y practique las obras de la carne sufrirá
graves consecuencias. No heredará el Reino de Dios (Gál. 5:19-21).
14
Jehová nos proporciona todo lo necesario para combatir el espíritu del mundo. De ahí que el
apóstol Pablo aconseje: “Sigan adquiriendo poder en el Señor y en la potencia de su fuerza [...]
para que puedan resistir en el día inicuo” (Efe. 6:10, 13). A través de su espíritu, Jehová nos
fortalece para que aguantemos los ataques de Satanás (Rev. 12:9). Es cierto que el espíritu del
mundo es muy fuerte y no podemos evitarlo por completo, pero no tiene por qué corrompernos,
pues el espíritu santo es más poderoso y nos ayuda.
15
Refiriéndose a quienes habían repudiado el cristianismo en el siglo primero, el apóstol Pedro
dijo: “Abandonando la senda recta, han sido extraviados” (2 Ped. 2:15). ¡Qué agradecidos
debemos estar de no haber recibido “el espíritu del mundo, sino el espíritu que proviene de Dios”!
(1 Cor. 2:12.) Si dejamos que esta fuerza influya en nosotros y aprovechamos todos los medios
que nos brinda Jehová, nos mantendremos en el buen camino y lograremos oponernos al espíritu
satánico de este mundo malo (Gál. 5:16).

PAG. 95 w 01 1/8 PAGS. 15,16


Manifestemos “el fruto del espíritu”
12
Tan esencial como “alcanzar la unidad en la fe y en el conocimiento exacto” es manifestar el
fruto del espíritu de Dios en todo aspecto de la vida. ¿Por qué? Porque, como hemos visto, la
madurez no es algo interno o escondido, sino que se caracteriza por cualidades claramente
perceptibles que benefician y fortalecen a otras personas. Huelga decir que procurar el progreso
espiritual es más que esforzarse por tener modales refinados. Al crecer en sentido espiritual y
seguir la guía del espíritu de Dios, nuestras actitudes y acciones experimentarán una extraordinaria
transformación. “Sigan andando por espíritu y no llevarán a cabo ningún deseo carnal”, dijo el
apóstol Pablo (Gálatas 5:16).
13
El apóstol pasó a hacer una lista de “las obras de la carne”, que son numerosas y
“manifiestas”. Las costumbres del mundo moldean la vida de las personas antes de que lleguen a
valorar los requisitos divinos, y es posible que en ella sean evidentes algunas de las cosas que
mencionó Pablo: “fornicación, inmundicia, conducta relajada, idolatría, práctica de espiritismo,
enemistades, contiendas, celos, arrebatos de cólera, altercaciones, divisiones, sectas, envidias,
borracheras, diversiones estrepitosas, y cosas semejantes a estas” (Gálatas 5:19-21). Ahora bien,
quien progresa en sentido espiritual va dominando poco a poco estas indeseables “obras de la
carne” y dando cabida al “fruto del espíritu”. Este cambio visible es un claro indicio de que está
adelantando hacia la madurez cristiana (Gálatas 5:22).
14
Fijémonos en dos expresiones: “las obras de la carne” y “el fruto del espíritu”. Las “obras” son
el producto de nuestras acciones. En otras palabras: cada una de las obras de la carne que Pablo
menciona es el resultado o bien de un esfuerzo consciente, o bien de la influencia de la carne
caída (Romanos 1:24, 28; 7:21-25). Por otro lado, la expresión “el fruto del espíritu” implica
que estas cualidades no son consecuencia de un intento por desarrollar el carácter o mejorar la
personalidad, sino de la actuación del espíritu de Dios en la gente. Tal como los árboles dan fruto
cuando están bien atendidos, manifestaremos el fruto del espíritu cuando el espíritu santo fluya
libremente en nuestra vida (Salmo 1:1-3).
15
Analicemos también el hecho de que Pablo utilice la palabra “fruto” para englobar todas las
cualidades deseables que menciona. El espíritu no produce diversos frutos para que escojamos el
que más nos guste. Todas las cualidades citadas —amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad,
bondad, fe, apacibilidad y autodominio— son igual de importantes, y juntas hacen posible la nueva
personalidad cristiana (Efesios 4:24; Colosenses 3:10). Por consiguiente, aunque tal vez nos
demos cuenta de que algunas de las cualidades son más evidentes en nuestra vida debido a
nuestra personalidad e inclinaciones, es fundamental que demos atención a todas ellas. Así
reflejaremos más plenamente la personalidad cristiana en nuestra vida (1 Pedro 2:12, 21).
16
La lección valiosa que nos enseña este análisis de Pablo es que nuestro objetivo al tratar de
lograr la madurez cristiana no es adquirir grandes saberes ni cultivar una personalidad refinada,
sino conseguir que el espíritu de Dios fluya con libertad en nuestra vida. En la medida en que
nuestros pensamientos y acciones respondan a la dirección del espíritu santo, seremos maduros
en sentido espiritual. ¿Cómo logramos este objetivo? Tenemos que abrir la mente y el corazón a la
influencia del espíritu de Dios, lo cual implica asistir fielmente a las reuniones cristianas y participar
en ellas. También deberíamos estudiar con asiduidad la Palabra de Dios y meditar sobre ella, así
como dejar que sus principios guíen nuestra relación con el semejante y las decisiones que
tomamos. No hay duda de que en tal caso se verá con claridad nuestro adelantamiento.
Adelantemos para la gloria de Dios
17
El que pongamos de manifiesto nuestro adelantamiento resultará a la larga, no en nuestra
gloria y alabanza, sino en la de nuestro Padre celestial, Jehová, quien hace posible que
alcancemos la madurez espiritual. La noche antes de que lo mataran, Jesús dijo a sus discípulos:
“Mi Padre es glorificado en esto, que ustedes sigan llevando mucho fruto y demuestren ser mis
discípulos” (Juan 15:8). Sus seguidores dieron gloria a Jehová tanto mediante el fruto del espíritu
como mediante el fruto del Reino de su ministerio (Hechos 11:4, 18; 13:48).
18
Hoy día, Jehová bendice a su pueblo, que lleva a cabo una siega espiritual a nivel mundial.
Llevamos varios años viendo que cada doce meses se bautizan en símbolo de dedicación a
Jehová unos trescientos mil nuevos discípulos, lo cual nos alegra y, sin duda, regocija el corazón
del Creador (Proverbios 27:11). Ahora bien, a fin de que eso sea una fuente constante de gozo y
alabanza para Jehová, todos esos nuevos discípulos han de “[seguir] andando en unión con
[Cristo], arraigados y siendo edificados en él y siendo estabilizados en la fe” (Colosenses 2:6, 7).
Como consecuencia, el pueblo de Dios tiene ante sí un reto. Por un lado están los recién
bautizados: ¿asumirán la difícil tarea de luchar para que ‘su adelantamiento sea manifiesto a
todos’? Por el otro se encuentran los que llevan algún tiempo en la verdad: ¿asumirán la
responsabilidad de cuidar del bienestar espiritual de los nuevos? En cualquier caso, queda clara la
necesidad de pasar adelante a la madurez (Filipenses 3:16; Hebreos 6:1).
19
A los que se esfuerzan por poner de manifiesto su adelantamiento les aguardan bendiciones
maravillosas. Recordemos las animadoras palabras que Pablo escribió a Timoteo tras instarle a
progresar: “Presta constante atención a ti mismo y a tu enseñanza. Persiste en estas cosas, pues
haciendo esto te salvarás a ti mismo y también a los que te escuchan” (1 Timoteo 4:16). Si somos
diligentes en poner de manifiesto nuestro adelantamiento, también nosotros disfrutaremos del
privilegio de glorificar el nombre de Dios y gozaremos de sus bendiciones.

PAG. 97 be PAGS. 131-133


Lección 15
Buena apariencia

¿Qué implica?
Vestir con pulcritud y modestia. Ir bien peinado. Adoptar una postura que refleje
interés.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
Nuestro aspecto puede influir en la opinión que otras personas se formen de nuestras
creencias cristianas y del modo de vida que recomendamos.

SU APARIENCIA dice mucho de usted. Mientras que Jehová ve lo que hay en el corazón, los
seres humanos normalmente basan sus juicios en “lo que aparece a los ojos” (1 Sam. 16:7). Si su
apariencia es pulcra, los demás quizá concluyan que es una persona con amor propio y se
muestren más dispuestos a escucharlo. La indumentaria apropiada también habla bien de la
organización a la que representa, y repercute de manera positiva en la opinión que tengan sus
oyentes del Dios al que adora.
Pautas que seguir. Las Escrituras no dictan muchas normas en cuanto a la apariencia, pero
contienen principios equilibrados que nos ayudan a tomar buenas decisiones. Para ello, es
fundamental que “[hagamos] todas las cosas para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31). ¿Qué principios
son aplicables a este respecto?
En primer lugar, la Biblia nos anima a que tanto nuestro cuerpo como nuestra ropa estén
limpios. En la Ley que Jehová dio al antiguo Israel, se estipulaban ciertas pautas de higiene. Por
ejemplo, los sacerdotes que estaban de servicio debían bañarse y lavar sus prendas de vestir en
determinadas ocasiones (Lev. 16:4, 24, 26, 28). Los cristianos no estamos bajo la Ley mosaica,
pero los principios que de ella se desprenden siguen vigentes (Juan 13:10; Rev. 19:8). De modo
que debemos tener el cuerpo y la ropa limpios y evitar el mal aliento, sobre todo cuando vamos a
las reuniones o participamos en el ministerio del campo, a fin de que nuestra presencia no resulte
desagradable. Quienes pronuncian discursos o presentan demostraciones ante la congregación
han de ser ejemplares en este aspecto. Cuidar la apariencia es una muestra de respeto a Jehová y
su organización.
En segundo lugar, la Biblia nos exhorta a cultivar la modestia y el buen juicio. El apóstol Pablo
instó a las cristianas a adornarse “con modestia y buen juicio, no con estilos de cabellos trenzados
y oro o perlas o traje muy costoso, sino como es propio de mujeres que profesan reverenciar a
Dios” (1 Tim. 2:9, 10). Los hombres también deben reflejar modestia y buen juicio al vestirse y
arreglarse.
La persona modesta no desea ofender innecesariamente a nadie ni llamar demasiado la
atención. El buen juicio nos hace discretos y sensatos. Si cultivamos estas cualidades y
obedecemos las normas divinas, seremos equilibrados. Esto no significa que tengamos que
vestirnos de forma poco atractiva; más bien, subraya la necesidad de elegir nuestro atuendo con
prudencia y evitar las modas extravagantes (1 Juan 2:16). Debemos poner en práctica estos
principios, sea que estemos en las reuniones, participando en el ministerio del campo o realizando
cualquier otra actividad. La modestia y el buen juicio son importantes incluso cuando llevamos ropa
informal. En la escuela y en el trabajo surgirán oportunidades de predicar; por tanto, aunque
no vayamos vestidos como cuando asistimos a las reuniones y asambleas, nuestra indumentaria
debe ser modesta y estar limpia y cuidada.
Claro, ni todos vestimos igual ni se espera que lo hagamos, pues es natural que los gustos
difieran. Sin embargo, siempre hemos de obedecer las pautas bíblicas.
El apóstol Pedro indicó que aún más importante que el peinado o la ropa es “la persona secreta
del corazón” (1 Ped. 3:3, 4). Cuando nuestro corazón rebosa de amor, gozo, paz, bondad y una fe
bien fundada, estas cualidades constituyen una vestimenta espiritual que verdaderamente honra a
Dios.
En tercer lugar, la Biblia nos insta a ir bien arreglados. En 1 Timoteo 2:9 se hace mención del
“vestido bien arreglado”. Aunque el apóstol Pablo se refería al atuendo femenino, este principio es
aplicable al de los hombres, quienes también han de vestir con pulcritud. Sin importar cuánto
poseamos en sentido económico, podemos tener una buena apariencia.
Uno de los rasgos físicos que primero llaman la atención es el cabello, por lo que debe llevarse
limpio y bien peinado. Tanto las costumbres locales como los factores hereditarios guardan
estrecha relación con nuestro estilo de peinado, aspectos que Pablo tuvo presentes al dar el
consejo recogido en 1 Corintios 11:14, 15. Sin embargo, un peinado que cause la impresión de que
quien lo luce intenta parecerse al sexo opuesto está en conflicto con los principios bíblicos (Deu.
22:5).
En el caso de los hombres, la buena apariencia incluye que vayan afeitados y con el bigote bien
recortado, en las regiones donde llevarlo esté bien visto.
En cuarto lugar, nuestra apariencia no ha de reflejar amor a este mundo y sus caminos.
El apóstol Juan advirtió: “No estén amando ni al mundo ni las cosas que están en el mundo”
(1 Juan 2:15-17). El sistema actual se caracteriza por un sinnúmero de deseos pecaminosos. Entre
ellos Juan menciona el deseo de la carne y la exhibición ostentosa de las posesiones. Las
Escrituras también hacen referencia al espíritu de rebelión y de desobediencia a la autoridad (Pro.
17:11; Efe. 2:2). Dichos deseos y actitudes a menudo se evidencian en la forma de vestir y
arreglarse de algunas personas, cuya apariencia es inmodesta, sensual, de mal gusto o
desaliñada. Puesto que somos siervos de Jehová, evitaremos las modas que no reflejen la
personalidad cristiana.
En vez de imitar al mundo, sigamos el buen ejemplo de los hombres y mujeres maduros en
sentido espiritual de la congregación. Los jóvenes que en un futuro deseen pronunciar discursos
públicos hacen bien en observar cómo visten quienes ya desempeñan esa responsabilidad. Todos
podemos aprender de los que llevan muchos años participando lealmente en el ministerio público
(1 Tim. 4:12; 1 Ped. 5:2, 3).
En quinto lugar, al decidir qué es apropiado, hemos de tener en cuenta que “hasta el Cristo
no se agradó a sí mismo” (Rom. 15:3). El interés principal de Jesús era cumplir la voluntad de Dios.
También antepuso la ayuda a los demás a su conveniencia personal. ¿Qué haremos si
determinado tipo de atuendo o arreglo personal supone una barrera entre nosotros y la gente del
lugar donde ahora servimos? Tomaremos una decisión sabia si imitamos la humildad de Jesús.
El apóstol Pablo hizo constar el siguiente principio: “De ninguna manera estamos dando causa
alguna para tropiezo” (2 Cor. 6:3). Por esa razón no luciremos un peinado o una vestimenta que
despierte el prejuicio de las personas a quienes deseamos predicar.

PAG. 97 be PAG. 134 PARRS. 1-4


Equipo en buen estado. No basta con ir limpios y bien arreglados, sino que también las
publicaciones y demás objetos que empleamos en la predicación han de encontrarse en buenas
condiciones.
Pensemos en nuestra Biblia. No todos podremos obtener una Biblia nueva cuando se deteriore
la que tengamos. Sin embargo, prescindiendo del tiempo que la hayamos utilizado, debe resultar
obvio que ha recibido un buen trato.
Aunque hay, desde luego, muchas formas de preparar el maletín de la predicación, siempre ha
de estar limpio y ordenado. ¿Ha visto alguna vez papeles cayéndose de la Biblia cuando un
publicador trataba de leer un pasaje al amo de casa o mientras un hermano pronunciaba un
discurso ante la congregación? Le distrajo, ¿verdad? Si los papeles que se guardan en la Biblia
son una fuente de distracción, ponerlos en otro lugar contribuirá a que su equipo luzca presentable.
Tenga asimismo en cuenta que dejar en el suelo la Biblia u otras publicaciones religiosas se
considera una grave falta de respeto en algunas culturas.
La buena apariencia debe ser importante para nosotros, pues influye en cómo nos ven los
demás. No obstante, la razón principal estriba en que deseamos adornar “en todas las cosas [...] la
enseñanza de nuestro Salvador, Dios” (Tito 2:10).

PAG. 99 ia PAG. 191 PARR. 13


13.- De nuevo, Pedro no lo pensó ni un segundo antes de contestar. Su respuesta
expreso lo que sentían muchos de los presentes: “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”.
¿Nos imaginamos a Jesús felicitando a Pedro por su respuesta, mientras lo miraba
complacido, sonriéndole con cariño? Luego le explico que es Jehová – y no el hombre-
quien revela esa importante verdad a sus siervos fieles. En efecto, Jehová le había
permitido a Pedro comprender una de las enseñanzas divinas mas importantes que se
hayan revelado jamás: la identidad del Cristo, el Mesías prometido (lea Mateo 16:16,17).

PAG. 99 ia PAGS. 188-194


JUEVES
LECCION 11(b)
SÉ HÁBIL AL HACER REVISITAS

PAG. 100 w 0315/11 PAGS. 13-18


Ayudemos al prójimo a aceptar el mensaje del Reino

“Agripa dijo a Pablo: ‘En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano’.”


(HECHOS 26:28.)

EN EL año 58 E.C., el gobernador romano Porcio Festo recibió en Cesarea a sus invitados el
rey Herodes Agripa II y Berenice, la hermana de este, quienes llegaron “con mucha pompa, y
entraron en la audiencia junto con comandantes militares así como varones de eminencia de la
ciudad”. Cuando Festo dio la orden, trajeron ante ellos al apóstol cristiano Pablo. ¿Cómo es que
este seguidor de Jesucristo llegó a estar de pie ante el gobernador Festo para ser juzgado?
(Hechos 25:13-23.)
2
Hallamos la respuesta en lo que Festo dijo a sus visitantes: “Rey Agripa, y todos ustedes los
varones que están presentes con nosotros, ustedes contemplan a este hombre respecto de quien
toda la multitud de los judíos junta ha recurrido a mí, tanto en Jerusalén como aquí, diciendo a
voces que no debe seguir viviendo. Pero yo percibí que él no había cometido nada que mereciera
la muerte. Por eso, cuando este hombre mismo apeló al Augusto, decidí enviarlo. Mas respecto a
él no tengo ninguna cosa segura que escribir a mi Señor. Por eso lo traje ante ustedes, y
especialmente ante ti, rey Agripa, a fin de que, habiéndose efectuado el examen judicial, consiga
yo algo que escribir. Porque me parece irrazonable enviar a un preso y no significar también los
cargos contra él” (Hechos 25:24-27).
3
De las palabras de Festo se desprende que sobre Pablo pesaban cargos de sedición, delito
castigado con la muerte (Hechos 25:11). Pero Pablo era inocente. Aquellas acusaciones se debían
a los celos de los guías religiosos de Jerusalén, quienes se oponían a la obra de proclamar el
Reino que Pablo efectuaba y le habían cobrado profundo rencor por ayudar a otras personas a
hacerse discípulos de Jesucristo. Fuertemente custodiado, el apóstol fue trasladado de Jerusalén a
la ciudad portuaria de Cesarea, donde apeló a César. Desde allí fue conducido a Roma.
4
Imagine a Pablo en el palacio del gobernador ante un grupo en el que figura una persona que
tiene a su mando una importante sección del Imperio romano. El rey Agripa se dirige a Pablo y le
dice: “Se te permite hablar”. Cuando el apóstol lo hace, algo extraordinario ocurre. Sus palabras
comienzan a hacer mella en el rey, hasta el punto de que este le dice: “En poco tiempo me
persuadirías a hacerme cristiano” (Hechos 26:1-28).
5
¡Figúrese! Con su hábil defensa, Pablo logró que el penetrante poder de la Palabra de Dios
influyera en un gobernante (Hebreos 4:12). ¿Por qué fue tan eficaz su exposición? ¿Y qué
podemos aprender del apóstol que nos ayude en nuestra labor de hacer discípulos? Cuando
analizamos sus palabras, dos elementos sobresalen claramente: 1) fue persuasivo y 2) empleó con
habilidad su conocimiento de la Palabra de Dios, como el artesano que maneja con destreza una
herramienta.
Cultivemos el arte de la persuasión
6
En el libro de Hechos repetidamente se emplean en conexión con Pablo las palabras griegas
que transmiten la idea de persuasión. ¿Qué relación tiene esto con nuestra labor de hacer
discípulos?
7
En el idioma original de las Escrituras Griegas Cristianas, “persuadir” significa “prevalecer
sobre o ganarse a”, inducir “un cambio de manera de pensar mediante la influencia de la razón o
de consideraciones morales”, explica el Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento,
de Vine. Aún más esclarecedor es un examen de su significado básico, el cual transmite la idea de
confianza. Por consiguiente, si persuadimos a alguien de que acepte una enseñanza bíblica, nos
hemos ganado su confianza, de modo que pone fe en la veracidad de esa enseñanza.
Obviamente, para que crea y actúe en consecuencia no basta con decirle lo que la Biblia enseña.
La persona debe convencerse de que nuestras palabras son ciertas, ya se trate de un niño, un
vecino, un pariente o un compañero de trabajo o de estudios (2 Timoteo 3:14, 15).
8
¿Cómo puede usted convencer a alguien de que lo que proclama de la Palabra de Dios es la
verdad? Pablo se esforzó por inducir un cambio en la manera de pensar de las personas a las que
hablaba, y para ello se valió de razonamientos lógicos, argumentos sólidos y súplicas sinceras. Por
tanto, en vez de limitarse a afirmar que algo es cierto, usted debe aportar pruebas convincentes de
ello. ¿Cómo puede hacerlo? Pues bien, asegúrese de que sus palabras se basen por completo en
la Palabra de Dios, no en opiniones personales. A continuación, aporte las pruebas que respalden
sus declaraciones sinceras y basadas en la Biblia (Proverbios 16:23). Por ejemplo, si señala el
hecho de que la humanidad obediente disfrutará de la vida en un paraíso terrestre, apoye tal
enseñanza con un texto bíblico como Lucas 23:43 o Isaías 65:21-25. ¿Cómo puede presentar
pruebas que confirmen dicha verdad bíblica? Quizá recurriendo a ejemplos que le resulten
familiares al oyente. Podría recordarle el placer sencillo y sin costo que nos produce la belleza de
una puesta de sol, la fragancia de una flor, el delicioso sabor de una fruta o la contemplación de un
ave que alimenta a sus polluelos. Ayúdele a ver que tales placeres son prueba de que el Creador
desea que disfrutemos de la vida en la Tierra (Eclesiastés 3:11, 12).
9
Al tratar de persuadir de cierta enseñanza bíblica a una persona, tenga cuidado de que su
entusiasmo no lo haga parecer irrazonable o dogmático, pues eso cerraría la mente y el corazón
del oyente. El libro Benefíciese da esta advertencia: “Aunque recitemos una larga lista de textos
bíblicos, no es fácil que alguien reciba con agrado una declaración directa de la verdad en la que
expongamos la falsedad de una creencia que le sea muy preciada. Por ejemplo, si nos limitamos a
condenar las celebraciones populares por su origen pagano, es probable que no cambiemos el
sentir de nuestros oyentes. Un enfoque que apele a la razón suele ser más provechoso”. ¿Por qué
debemos hacer un esfuerzo consciente por razonar con la persona? El mismo libro responde: “Un
planteamiento que apela a la razón, además de ser muy persuasivo, estimula el análisis imparcial,
promueve la posterior reflexión de quien escucha y abre la puerta a futuras conversaciones”
(Colosenses 4:6).
La persuasión que motiva el corazón
10
Veamos ahora con más detenimiento la defensa de Pablo recogida en el capítulo 26 de
Hechos. Fíjese en cómo inició su discurso. A pesar de que el rey Agripa mantenía una relación
escandalosa con su hermana Berenice, Pablo encontró una base justificada para encomiarlo y la
usó como introducción: “Acerca de todas las cosas de que soy acusado por judíos, rey Agripa, me
considero feliz de que sea ante ti ante quien haya de presentar mi defensa este día, especialmente
por cuanto eres perito en todas las costumbres así como también en las controversias entre los
judíos. Por eso te ruego que me oigas con paciencia” (Hechos 26:2, 3).
11
¿Ha observado que Pablo usó el título de rey para dirigirse a Agripa, reconociendo el puesto
encumbrado de aquel personaje? Así le demostró respeto y, con su acertada selección de
palabras, le otorgó la honra debida (1 Pedro 2:17). El apóstol lo reconoció como un experto en las
complejas costumbres y leyes de sus súbditos judíos, y dijo que se consideraba feliz de presentar
su defensa ante un mandatario tan bien informado. El que Pablo fuera cristiano no hizo que se
comportara como si se sintiera superior a Agripa (Filipenses 2:3). Más bien, rogó al rey que lo
escuchara con paciencia, creando de ese modo un clima propicio para que tanto Agripa como los
demás oyentes aceptaran lo que iba a decirles. De este modo colocó un fundamento, un terreno
común sobre el cual levantar sus argumentos.
12
Al presentar el mensaje del Reino, trate de motivar el corazón de la persona desde el
principio, como hizo Pablo ante Agripa. Lo logrará si le muestra respeto sincero y se interesa por
sus circunstancias particulares y modo de pensar (1 Corintios 9:20-23).
Usemos hábilmente la Palabra de Dios
13
Pablo deseaba motivar a sus oyentes a actuar en armonía con las buenas nuevas
(1 Tesalonicenses 1:5-7). Para ello trató de llegar a su corazón figurado, el asiento de los motivos.
Volvamos a su defensa ante Agripa y observe cómo ‘manejó la palabra de Dios correctamente’ al
citar a Moisés y los profetas (2 Timoteo 2:15).
14
Pablo sabía que, aunque fuera de nombre, Agripa era judío. Apelando a los conocimientos
que el monarca tenía del judaísmo, explicó que con su predicación realmente no estaba “diciendo
ninguna cosa salvo las que los Profetas así como Moisés declararon que habían de efectuarse” en
cuanto a la muerte y resurrección del Mesías (Hechos 26:22, 23). Entonces le preguntó
directamente: “¿Crees tú, rey Agripa, a los Profetas?”. Agripa se enfrentaba a un dilema. Si decía
que rechazaba a los profetas, su reputación de judío creyente se derrumbaría. Pero si concordaba
con el razonamiento del apóstol, se pondría en una posición de público acuerdo con él y se
arriesgaría a que lo llamaran cristiano. Pablo respondió con habilidad a su propia pregunta
diciéndole: “Yo sé que crees”. ¿Qué respuesta salió del corazón de Agripa? “En poco tiempo me
persuadirías a hacerme cristiano.” (Hechos 26:27, 28.) Aunque aquel rey no se convirtió al
cristianismo, parece que el mensaje de Pablo hizo alguna mella en su corazón (Hebreos 4:12).
15
¿Se ha dado cuenta de que Pablo no solo proclamó las buenas nuevas, sino que también
recurrió a la persuasión? Debido a que de esa forma ‘manejaba la palabra de Dios correctamente’,
algunos de sus oyentes dejaron de ser simples espectadores y se hicieron creyentes. Así sucedió
en la sinagoga de Tesalónica, donde el apóstol buscó a judíos y gentiles temerosos de Dios.
Hechos 17:2-4 relata: “Según tenía por costumbre Pablo, pasó adentro a donde ellos, y por tres
sábados razonó con ellos a partir de las Escrituras, explicando y probando por referencias que era
necesario que el Cristo sufriera y se levantara de entre los muertos [...]. Como resultado, algunos
de ellos se hicieron creyentes”. Pablo era persuasivo. Hacía razonar, explicaba y probaba con las
Escrituras que Jesús era el Mesías que tanto habían esperado. Gracias a ello, se estableció una
congregación de creyentes.
16
¿Puede usted hacerse más diestro en el arte de la persuasión cuando explica la Palabra de
Dios? En tal caso, hallará más disfrute y satisfacción personal en la obra de predicar el Reino de
Dios y enseñar las verdades relacionadas con él. Esa ha sido la experiencia de los publicadores de
las buenas nuevas que han puesto en práctica las sugerencias ofrecidas para utilizar más la Biblia
en la predicación.
17
Por ejemplo, un superintendente viajante de los testigos de Jehová escribió: “Bastantes
hermanos llevan ahora la Biblia en la mano cuando van de puerta en puerta, lo que les ha
permitido leer un texto bíblico a muchas de las personas que han encontrado. Esto ha ayudado
tanto al amo de casa como al publicador a asociar la Biblia, y no solo revistas y libros, con nuestro
ministerio”. Claro está, el hecho de que llevemos la Biblia en un lugar visible cuando predicamos
dependerá de diversos factores, como las costumbres locales. Sin embargo, deseamos adquirir la
reputación de usar hábilmente la Palabra de Dios para persuadir a nuestro prójimo de modo que
acepte el mensaje del Reino.
Veamos el ministerio como Dios lo ve
18
Otra forma de llegar al corazón de quienes nos escuchan consiste en ver el ministerio desde
el punto de vista de Dios y ser pacientes. La voluntad divina es que hombres de toda clase “lleguen
a un conocimiento exacto de la verdad” (1 Timoteo 2:3, 4). ¿Acaso no deseamos nosotros lo
mismo? Además, Jehová es paciente, y esta cualidad les da a muchos la oportunidad de alcanzar
el arrepentimiento (2 Pedro 3:9). Por consiguiente, cuando encontramos a alguien que está
dispuesto a prestar atención al mensaje del Reino, quizá sea necesario visitarlo una y otra vez para
cultivar su interés. Ver crecer las semillas de la verdad exige tiempo y paciencia (1 Corintios 3:6).
El recuadro titulado “Cómo obtener buenos resultados al hacer revisitas” ofrece sugerencias al
respecto. Hay que recordar que las vidas de las personas —sus problemas y circunstancias—
cambian continuamente. Tal vez las encontremos en casa solo después de muchos intentos, pero
el esfuerzo vale la pena, pues queremos darles la oportunidad de oír el mensaje divino de
salvación. Por tanto, pidamos a Jehová Dios la sabiduría necesaria para desarrollar las aptitudes
de persuasión al ayudar al prójimo a aceptar el mensaje del Reino.
19
Una vez que hallamos a alguien que desea adquirir mayor conocimiento sobre el mensaje del
Reino, ¿qué más podemos hacer como trabajadores cristianos? Veremos la respuesta en el
siguiente artículo.

PAG. 101 km 7/08 PAG. 4; km 4/98 PAGS. 3,4 PARRS. 6-8; km 3/97 PAG. 3 PARRS.
1-9

La preparación: esencial para hacer revisitas eficaces


1
Jesús se encargó de preparar bien a sus seguidores como predicadores de “las buenas
nuevas del reino” (Mat. 4:23; 9:35). Aunque su predicación se limitó a la zona de Palestina, antes
de ascender al cielo Jesús les señaló que el ministerio cristiano se extendería a tal grado que se
harían “discípulos de gente de todas las naciones” (Mat. 28:19, 20).
2
Cumplir con aquella comisión implicaría volver a visitar a las personas que manifestaran
interés en las buenas nuevas del Reino de Dios para enseñarles a observar todas las cosas que
Cristo había mandado. Por eso nosotros tenemos que estar bien preparados: para hacer revisitas
eficaces.
3
Trace un plan. Algunos publicadores procuran plantear una pregunta al final de la visita inicial
y prometen volver con la respuesta. Al regresar, hacen referencia directa a la información del libro
Enseña y así logran comenzar el estudio.
4
Ahora bien, el que las revistas salgan una vez al mes no significa que tengamos que esperar
un mes para volver. Más bien, podemos estimular el interés de la persona analizando un tema de
alguna revista que ya tenga.
5
Póngase un objetivo. Antes de volver a visitar a la persona, tome unos minutos para revisar
sus registros y determinar qué es lo que quiere lograr; por ejemplo, repasar algún punto de la
publicación que le dejó o entregarle alguna otra publicación relacionada con un tema que hayan
tratado. Si usted planteó una pregunta la última vez, es seguro que querrá contestarla. Cuando
mencione algún texto que apoye su argumento, procure leerlo directamente de la Biblia.
6
Nuestro objetivo. Desde luego que nuestro objetivo es comenzar un estudio de la Biblia. Un
señor rechazó el estudio que le ofreció un hermano en la revisita. El hermano volvió después con
las revistas más recientes y le dijo: “Aprovechando que estamos por aquí, estamos contestando
una pregunta bíblica a la gente”. Entonces dejó que el señor se expresara, y luego le leyó un texto
de la Biblia y un párrafo de una publicación que utilizamos para dar clases bíblicas. El resultado fue
un estudio.
7
Vale la pena invertir tiempo en prepararnos para hacer revisitas: disfrutaremos más en nuestra
obra y puede que tengamos el privilegio de ayudar a alguien que ‘esté correctamente dispuesto’ a
emprender el camino a la vida (Hech. 13:48).

km 4/98 PAGS. 3,4 PARRS. 6-8

Se buscan más estudios bíblicos


1
Jehová Dios está bendiciendo a su organización terrestre con crecimiento constante. El
pasado año de servicio se bautizaron en todo el mundo 375.923 discípulos, un promedio de más
de mil al día, o, aproximadamente, cuarenta y tres cada hora. Pese a las dificultades que durante
decenios han soportado nuestros hermanos en diversas partes del planeta, la obra del Reino
progresa y se registran aumentos extraordinarios. Resulta emocionante leer sobre el adelanto que
se ha logrado en la difusión de las buenas nuevas.
2
La sucursal de Estados Unidos también observó el pasado año de servicio un incremento en
el promedio de publicadores y precursores auxiliares, el número de horas dedicadas a la
predicación y la cantidad de folletos y revistas distribuidos. Se produjo un aumento en el número de
bautizados y un máximo sin precedentes en la asistencia a la Conmemoración. ¿Qué decir de las
revisitas y los estudios bíblicos? El total de las revisitas disminuyó y el número de estudios bíblicos
se redujo en un 14%. Sin embargo, estos dos aspectos son esenciales para hacer discípulos.
¿Qué puede hacer cada uno de nosotros para invertir esta tendencia?
3
Intensifique el deseo de dirigir un estudio: Nosotros mismos tenemos que concentrar la
atención en mantenernos espiritualmente fuertes y activos. Los verdaderos seguidores de Cristo
son “celoso[s] de obras excelentes” (Tito 2:14). ¿Revela un examen de nuestro ministerio que
deseamos con ansia volver a visitar a todo aquel que haya aceptado una publicación? ¿Somos
entusiastas al ofrecer estudios bíblicos a cuantos muestran interés? (Rom. 12:11.) ¿O tenemos que
desarrollar un mayor deseo de hacer revisitas y comenzar estudios bíblicos?
4
Por la lectura personal de la Biblia, la asistencia constante a las reuniones y el estudio de las
publicaciones nos mantendremos vivos espiritualmente y recibiremos el poder del espíritu de Dios
(Efe. 3:16-19). Esto robustecerá nuestra fe y confianza en Jehová y nuestro amor al prójimo; nos
motivará a enseñar la verdad a más personas, haciendo de ese modo que nuestro ministerio sea
interesante, estimulante y que tenga éxito. En efecto, debemos querer más estudios bíblicos.
5
Estudie con su familia primero: Los padres cristianos con hijos en el hogar han de
preocuparse por tener con su familia un programa regular de estudio bíblico (Deu. 31:12; Sal.
148:12, 13; Pro. 22:6). Sería muy provechoso que estudiaran con sus hijos primero el folleto Exige
y después el libro Conocimiento, a fin de prepararlos para que sean publicadores no bautizados y
para su posterior dedicación y bautismo. Por supuesto, pueden analizar otros asuntos según la
necesidad y la edad del hijo. Los padres que den estudios a sus hijos no bautizados contarán el
estudio, el tiempo y las revisitas como lo indica “La caja de preguntas” de Nuestro Ministerio del
Reino de abril de 1987.
6
Organícese mejor: Dado el número de revistas, folletos y libros distribuidos, no cabe duda de
que se está diseminando una gran cantidad de semillas. Estas semillas de la verdad que hemos
sembrado poseen un enorme potencial para producir nuevos discípulos. Ahora bien, ¿sentiría un
agricultor o un jardinero verdadera satisfacción si continuamente plantara y, después de todos sus
esfuerzos, nunca sacara tiempo para cosechar? ¡Claro que no! Así mismo, es menester que
dediquemos una parte de nuestro ministerio a cultivar el interés de la gente.
7
¿Aparta usted regularmente tiempo para hacer revisitas? No tarde en volver a visitar a todo
aquel que muestre interés y propóngase empezar un estudio bíblico. ¿Lleva un registro ordenado y
actualizado de sus revisitas? Además del nombre y la dirección del amo de casa, escriba la fecha
de la primera visita, la publicación que dejó, una breve descripción del tema que trataron y un
punto que pueda desarrollar la siguiente vez. Deje espacio en su registro para añadir información
después de cada visita.
8
Analice cómo hacer una revisita: ¿Cuáles son algunos puntos que han de tenerse en
cuenta al volver a visitar a alguien interesado? 1) Sea afable, entusiasta y actúe con sencillez.
2) Hable de temas que le interesen al amo de casa. 3) Mantenga la conversación sencilla y
centrada en la Biblia. 4) En cada visita procure enseñar algo que él considere que le será de valor
personal. 5) Cree expectación por el asunto del que hablarán la siguiente vez. 6) No se quede
demasiado tiempo. 7) No le haga preguntas que lo avergüencen o lo pongan en apuros. 8) Sea
perspicaz y no condene sus ideas equivocadas o malos hábitos antes de que haya cultivado
aprecio por las cosas espirituales (véase el suplemento de Nuestro Ministerio del Reino de marzo
de 1997, donde hallará más información útil sobre cómo triunfar en las revisitas y empezar estudios
bíblicos).
9
Examine todas las posibilidades: En una congregación fue posible obtener los nombres y el
número del apartamento de todos los ocupantes de un complejo de viviendas de alta seguridad. A
cada uno se le envió una carta, acompañada de dos tratados, que al final ofrecía un estudio bíblico
a domicilio e incluía un número de teléfono adonde el destinatario pudiera llamar. A los pocos días
llamó un joven pidiendo un estudio. Se le visitó al día siguiente y se inició el estudio con el libro
Conocimiento. Aquella misma noche, el joven fue al Estudio de Libro de Congregación, y continuó
asistiendo a todas las reuniones. Casi de inmediato empezó a leer diariamente la Biblia. Siguió
haciendo progresos hasta que se bautizó.
10
Un grupo de publicadores que iban en un automóvil decidieron hacer juntos algunas revisitas.
Cuando le tocó el turno a una hermana, no encontró a la persona a quien buscaba, pero en su
lugar salió una joven que dijo: “Los estaba esperando”. Un conocido le había dado el libro
Conocimiento, y cuando las hermanas tocaron a su puerta, ya lo había leído dos veces y había
quedado muy impresionada por su contenido. Dijo que no le sorprendía la visita de los Testigos
ese día porque había estado orando para que fueran a enseñarle la Biblia. Se dio comienzo a un
estudio, ella empezó a ir a las reuniones de la congregación y adelantó rápidamente.
11
Una hermana que lleva casi veinticinco años bautizada le regaló hace poco el libro
Conocimiento a su madre. Esta, que es miembro de una iglesia, comenzó a leerlo. Al terminar el
segundo capítulo, llamó a su hija y, para sorpresa de esta, le dijo que quería hacerse testigo de
Jehová. Empezó a estudiar y ya se ha bautizado.
12
Trate de seguir estas sugerencias: ¿Ha utilizado alguna vez el método de ofrecer
directamente un estudio? Solo tiene que decir: “Si desea estudiar la Biblia gratis en su hogar,
puedo demostrarle en unos pocos minutos cómo hacerlo. Si le gusta, podemos continuar”. Muchos
aceptan sin vacilar tal ofrecimiento y observan de buena gana la demostración del estudio bíblico.
13
Muestre al estudiante desde el principio cómo prepararse de antemano leyendo los textos
bíblicos citados y subrayando las palabras clave que responden a las preguntas impresas.
Concéntrese solamente en las ideas principales. Aunque quizás debamos ser flexibles en las
primeras sesiones, es importante que el estudio bíblico se conduzca con regularidad. Piense en
cómo introducir la oración como parte esencial del estudio y en cómo preparar al estudiante con la
Biblia para que resista la oposición. Haga todo lo posible para que el estudio sea animado.
14
Es obvio que no todos los estudiantes progresan a la misma velocidad. Algunos no tienen
tanta inclinación a lo espiritual como otros, ni son tan rápidos para absorber lo que se les enseña.
Hay quienes llevan vidas muy ocupadas y tal vez no pueden dedicar el tiempo necesario para
abarcar un capítulo entero todas las semanas. Por consiguiente, habrá ocasiones en que se
necesitará más de una sesión para terminar ciertos capítulos y algunos meses más para acabar el
libro. En algunos casos podemos estudiar el folleto Exige primero y luego pasar al libro
Conocimiento. Esto, complementado con la asistencia a las reuniones de la congregación, les
ayudará a adquirir un fundamento sólido en la verdad.
15
Ante todo, ore pidiendo un estudio bíblico (1 Juan 3:22). Una de las experiencias más
remuneradoras que pueda tener un cristiano es que Jehová lo utilice para ayudar a alguien a
hacerse discípulo de Jesucristo (Hech. 20:35; 1 Cor. 3:6-9; 1 Tes. 2:8). Ahora es el momento de
manifestar gran celo por la obra de los estudios bíblicos, totalmente confiados en que los esfuerzos
que hagamos para comenzar más estudios contarán con la abundante bendición de Jehová.
[Comentario de la página 3]
¿Pide usted a Dios en oración que le ayude a comenzar un nuevo estudio bíblico?

km 3/97 PAG. 3 PARRS. 1-9

Cobre denuedo para hacer revisitas


1
¿Le gusta hacer revisitas? A muchos publicadores les encanta. Puede que usted haya sentido
temor al principio, especialmente al volver a visitar a los amos de casa que solo mostraron un poco
de interés. Pero a medida que ‘cobra denuedo por medio de nuestro Dios para declarar las buenas
nuevas’ haciendo revisitas, quizás le sorprenda descubrir lo fácil y remuneradora que puede ser
esta obra. (1 Tes. 2:2.) ¿En qué sentido?
2
En realidad, hay una gran diferencia entre una revisita y la visita inicial. La revisita se hace a
alguien a quien ya conocemos, no a un extraño, y por lo general es más fácil conversar con un
conocido que con un extraño. Una de las muchas recompensas de participar en esta obra es que
puede resultar en que empecemos estudios bíblicos productivos.
3
Cuando predicamos de casa en casa, visitamos vez tras vez a las personas que no han
mostrado interés. ¿Por qué seguimos visitándolas? Porque sabemos que las circunstancias
cambian, y que tal vez aquella persona con quien hablamos antes y que pareció indiferente o
incluso opuesta, se interese la próxima vez que la visitemos. Teniendo esto presente, nos
preparamos bien y pedimos la bendición de Jehová para decir algo en esta ocasión que provoque
la reacción favorable de la persona.
4
Si estamos dispuestos a predicar de casa en casa a personas que no han mostrado ningún
interés, ¿no deberíamos estar más dispuestos a visitar a las que sí han mostrado algún interés en
el mensaje del Reino? (Hech. 10:34, 35.)
5
Muchos estamos en la verdad gracias a que un publicador pacientemente nos visitó varias
veces. Si ese fue su caso, pregúntese: ‘¿Cuál fue la primera impresión que le causé al publicador?
¿Abracé el mensaje del Reino en cuanto lo oí por primera vez? ¿Di la impresión de ser
indiferente?’. Debemos alegrarnos de que aquel publicador que volvió nos haya considerado
dignos de una revisita y haya ‘cobrado denuedo por medio de Dios’ para visitarnos y enseñarnos la
verdad. ¿Qué debemos hacer cuando las personas muestran algún interés al principio, pero
después parece que tratan de evitarnos? Es esencial que tengamos una actitud positiva, como lo
ilustra la siguiente experiencia.
6
Mientras daban testimonio en la calle temprano por la mañana, dos publicadoras hablaron con
una joven que llevaba a un niño en un cochecito. Ella aceptó una revista y las invitó a su hogar el
domingo siguiente. Las hermanas llegaron a la hora acordada, pero la joven les dijo que no tenía
tiempo para hablar. Sin embargo, prometió atenderlas la siguiente semana. Las hermanas
dudaban de que cumpliera con la cita, pero la joven estaba esperándolas cuando volvieron. Se
empezó un estudio, y su progreso fue asombroso. En poco tiempo empezó a asistir regularmente a
las reuniones y a participar en el servicio del campo. Ahora está bautizada.
7
Coloque el fundamento en la visita inicial: El fundamento para una buena revisita suele
colocarse en la visita inicial. Escuche cuidadosamente los comentarios del amo de casa. ¿Qué le
comunican? ¿Le atrae la religión? ¿Le preocupan los temas sociales? ¿Le interesa la ciencia?, ¿la
historia?, ¿el medio ambiente? Al concluir la visita, plantee una pregunta que invite a la reflexión y
prometa volver para examinar la respuesta bíblica.
8
Por ejemplo, si al amo de casa le llamó la atención la promesa bíblica de una Tierra
paradisíaca, sería apropiado volver y conversar sobre ese tema más a fondo. Antes de despedirse,
pudiera preguntar: “¿Cómo podemos estar seguros de que Dios cumplirá esta promesa?”.
Entonces agregue: “Tal vez pueda volver cuando toda la familia esté en casa para mostrarles la
respuesta bíblica a esa pregunta”.
9
Si el amo de casa no muestra interés en ningún tema en particular, puede utilizar una de las
preguntas que aparecen en las presentaciones de la última página de Nuestro Ministerio del Reino
como base para la siguiente conversación.

PAG. 101 w 12 15/10 PAG. 31 PARR. 15


15
Cumplir con nuestro voto de dedicación implica que también debemos ser fieles en otros asuntos
importantes. Veamos algunos ejemplos. ¿Está usted casado? Entonces debe seguir honrando su
sagrado voto de amar y cuidar con ternura a su cónyuge. ¿Ha firmado un contrato comercial o una
solicitud para participar en algún privilegio teocrático? En tal caso, cumpla los compromisos que ha
adquirido. ¿Ha aceptado una invitación para comer en casa de alguien de escasos recursos? Si así
es, no cambie de idea si surge lo que le parece una mejor oferta. ¿O ha prometido a alguien que
encontró en el ministerio de casa en casa que regresaría para darle más ayuda espiritual?
Entonces procure por todos los medios que su sí signifique sí, y Jehová bendecirá su servicio
(léase Lucas 16:10).

PAG. 101 be PAG. 159 PARR. 1


Ayude a entender el valor práctico. Cuando damos testimonio, debemos destacar el valor
práctico de las buenas nuevas. Para ello es necesario saber lo que piensan quienes viven en
nuestro territorio. ¿Cómo puede determinarlo? Escuchando las noticias o leyendo los titulares de
los periódicos. También es importante lograr que las personas participen en la conversación y
prestar atención a lo que digan. Quizá se dé cuenta de que afrontan problemas graves, como la
pérdida del empleo, el pago del alquiler, una enfermedad, la muerte de un familiar, actos delictivos,
las injusticias cometidas por quienes ocupan puestos de autoridad, la ruptura de su matrimonio o el
control de los hijos menores. ¿Puede ayudarles la Biblia? Por supuesto que sí.

PAG. 102 km 4/00 PAG. 8 PARRS. 2-4


2
Anótelo todo. Saque un momento para anotar todos los datos pertinentes sobre la visita
mientras todavía conserva fresca en la memoria la conversación con la persona interesada. Apunte
su nombre y cómo la reconocerá. Escriba la dirección; pero no la invente, sino compruebe que
pone los datos correctos. Anote el tema del que hablaron, los textos que leyó y las publicaciones
que dejó.
3
Si planteó una pregunta al amo de casa y quedó en contestársela en la siguiente visita,
anótela. ¿Se enteró de algún detalle sobre él, su familia o su religión? En ese caso, escríbalo. El
que lo mencione en la siguiente ocasión que hable con la persona pondrá de manifiesto su interés
en ella. Finalmente, incluya el día y la hora de su primera visita y cuándo quedó en volver. Si toma
buenas notas, contará con recordatorios claros y serán menores las probabilidades de que olvide
su promesa de regresar (1 Tim. 1:12).
4
Una vez que lo haya anotado todo, ponga la hoja con el resto de los artículos para el servicio
del campo —el maletín o bolso, la Biblia, el libro Razonamiento y las publicaciones—, pues así
siempre la tendrá a mano. Es mejor que las notas de las casas donde no había nadie estén
separadas de las de las revisitas. Por supuesto, independientemente de lo mucho que nos
esforcemos por anotar bien las revisitas, lo importante es no dejar de volver.

PAG. 102 be PAGS. 33-38


La investigación eficaz

EL REY SALOMÓN “meditó e hizo un escudriñamiento cabal, a fin de arreglar muchos


proverbios ordenadamente”. ¿Por qué? Porque se interesó en escribir “palabras correctas de
verdad” (Ecl. 12:9, 10). Por su parte, Lucas indagó “todas las cosas desde el comienzo con
exactitud”, a fin de narrar en orden lógico los sucesos de la vida de Cristo (Luc. 1:3). Ambos siervos
de Dios llevaron a cabo una investigación.
¿Qué es investigar? Es buscar con detenimiento información sobre un asunto concreto. Para
ello es preciso leer, aplicar los métodos y técnicas de estudio, y quizá preguntar a otras personas.
¿En qué situaciones se requiere investigar? He aquí algunos ejemplos: en su estudio o lectura
personal de la Biblia le surgen incógnitas que considera importantes; alguien a quien predica le
formula una pregunta que usted desearía contestar aportando datos exactos, o se le ha
encomendado pronunciar un discurso.
Centrémonos en este último caso. La información que debe abarcar tal vez dé la impresión de
ser muy general. ¿Cómo podría aplicarla a las circunstancias locales? Enriquézcala investigando.
Un aspecto en apariencia obvio resulta informativo y hasta motivador cuando lo apoya algún dato
estadístico o un ejemplo adecuado con el que se identifiquen los oyentes. Es posible que la
información con la que trabaja se haya publicado pensando en lectores de todo el mundo, pero
usted debe ampliarla, ilustrarla y adaptarla a una congregación o persona en particular. ¿Cómo lo
logrará?
Antes de iniciar la investigación, piense en su auditorio. ¿Qué es lo que ya sabe? ¿Qué
necesita saber? Luego determine su objetivo. ¿Es explicar, convencer, refutar, o motivar? Explicar
significa ampliar la información a fin de esclarecer un asunto; aunque los hechos fundamentales se
entiendan, quizá tenga que indicar el cuándo o el cómo. Convencer requiere dar razones que
muestren el porqué, e incluye la exposición de los hechos correspondientes. Refutar exige un
conocimiento exacto de los dos lados de una cuestión, además de un análisis detenido de las
pruebas. Claro está, no solo procuramos emplear argumentos de peso, sino también exponerlos
con tacto. Motivar supone tocar el corazón de los oyentes, incentivarlos, infundirles el deseo de
actuar en consonancia con lo que se dice. Para ello son muy útiles los ejemplos de personas que
hayan obrado así pese a afrontar diversas dificultades.
¿Ya está listo para empezar? No del todo. Piense en la cantidad de información que necesita.
El tiempo suele ser un factor importante. Si va a hablar en público, ¿de cuánto dispondrá? ¿De
cinco minutos? ¿De cuarenta y cinco? ¿Está la duración ya fijada, como en las reuniones de la
congregación, o es más flexible, como en un estudio bíblico o una visita de pastoreo?
Por último, ¿qué fuentes de información están a su alcance? Aparte de las que tiene en casa,
¿hay más en la biblioteca del Salón del Reino? ¿Le permitirían los hermanos que llevan muchos
años sirviendo a Jehová examinar las que poseen? ¿Existe alguna biblioteca pública cercana con
obras de consulta que podría utilizar?
Las Escrituras, nuestra principal fuente de información
Si desea investigar el significado de un pasaje bíblico, empiece por la propia Biblia.
Examine el contexto. Pregúntese: “¿A quién se dirige el texto? De acuerdo con los versículos
que lo enmarcan, ¿qué circunstancias provocaron lo que se declara? ¿Cuál fue la actitud de los
implicados?”. Estos detalles suelen ayudarnos a entender el pasaje y añaden interés a los
discursos.
Tomemos como ejemplo Hebreos 4:12, citado a menudo para referirse al poder de la Palabra
de Dios, que llega al corazón de la gente e influye en su vida. Pues bien, el contexto nos permite
entender mejor esta verdad, ya que habla de las experiencias de los israelitas en sus cuarenta
años en el desierto, antes de entrar en la tierra que Jehová había prometido a Abrahán (Heb. 3:7–
4:13). Lejos de estar muerta, “la palabra de Dios” —la promesa de conducirlos a un lugar de
descanso en virtud de Su pacto con aquel patriarca— estaba muy viva y se encaminaba a su
cumplimiento. Los israelitas tenían sobradas razones para cifrar su fe en ella. Sin embargo, una y
otra vez demostraron falta de fe cuando Jehová los condujo desde Egipto al monte Sinaí y luego a
la Tierra Prometida. Sus reacciones ante la forma en que Dios cumplió Su palabra revelaron lo que
había en su corazón. Hoy, de igual modo, las promesas de la palabra de Dios ponen de manifiesto
lo que hay en el corazón de los hombres.
Busque las remisiones. Algunas Biblias cuentan con referencias marginales. ¿Las tiene la que
usted posee? Si es así, pueden serle útiles. Observe un ejemplo tomado de la Traducción del
Nuevo Mundo de las Santas Escrituras. En 1 Pedro 3:6 se pone a Sara como modelo para las
esposas cristianas. Refuerza la idea una remisión a Génesis 18:12, donde se indica que ella
llamaba señor a Abrahán “dentro de sí”, señal de que su sumisión era sincera. Las referencias
marginales, además de arrojar luz sobre el texto bíblico, lo dirigirán a versículos que muestran el
cumplimiento de una profecía bíblica o un patrón del pacto de la Ley. No obstante, tenga en cuenta
que no todas las remisiones pretenden dar esta clase de explicaciones, ya que quizá se limiten a
conducirlo a pensamientos paralelos o a datos biográficos o geográficos.
Utilice las concordancias bíblicas. Estas listas alfabéticas de palabras que aparecen en la
Biblia lo dirigirán a versículos que aportan información útil sobre el tema de su investigación, y en
los que encontrará ejemplos del “modelo” de la verdad expuesto en la Palabra de Dios (2 Tim.
1:13). La Traducción del Nuevo Mundo contiene un “Índice de palabras bíblicas” básico. La Gran
Concordancia, editada en varios idiomas, es mucho más completa, pues indica todos los versículos
en que figuran los términos principales de la Biblia.
Aprenda a buscar en otras fuentes
En el recuadro de la página 33 se enumeran otras obras de consulta facilitadas por “el esclavo
fiel y discreto” (Mat. 24:45-47). Muchas de ellas cuentan con un índice, y con frecuencia poseen en
sus últimas páginas una lista de palabras que le ayudará a encontrar la información deseada.
Además, en las revistas La Atalaya y ¡Despertad! aparece al final de cada año un índice con los
artículos de los últimos doce meses.
Si conoce el tipo de información que aporta cada una de estas publicaciones, el proceso de
investigación le tomará menos tiempo. Digamos, por ejemplo, que desea analizar aspectos
referentes a las profecías, las doctrinas, la conducta cristiana o la aplicación de principios bíblicos.
En ese caso, es probable que encuentre en La Atalaya lo que busca. ¡Despertad! trata de los
sucesos actuales, los problemas de nuestro tiempo, la religión, la ciencia y los pueblos de diversas
partes del mundo. En El hombre más grande de todos los tiempos se comentan en orden
cronológico todos los relatos evangélicos. Publicaciones como Apocalipsis... ¡se acerca su
magnífica culminación!, Prestemos atención a las profecías de Daniel y los dos volúmenes de Las
profecías de Isaías, una luz para toda la humanidad analizan versículo por versículo libros de la
Biblia completos. En el manual Razonamiento a partir de las Escrituras se da cumplida respuesta a
centenares de preguntas bíblicas que suelen surgir en el servicio del campo. Si desea entender
mejor otras religiones, sus enseñanzas, origen y desarrollo, consulte El hombre en busca de Dios.
El libro Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios refiere en detalle la historia
moderna de los testigos de Jehová. En el último Anuario de los testigos de Jehová hallará un
informe reciente sobre la marcha de la predicación mundial de las buenas nuevas. La obra
Perspicacia para comprender las Escrituras es una enciclopedia y un atlas de la Biblia, una fuente
magnífica si necesita datos adicionales sobre la gente, los lugares, los objetos, los idiomas o los
sucesos históricos relacionados con las Escrituras.
Índice de las publicaciones Watch Tower. Esta obra, editada en más de veinte idiomas, lo
dirigirá a la información contenida en una amplia variedad de publicaciones cristianas. Se divide en
un índice de materias y otro de textos bíblicos. Para utilizar el primero, busque en él una palabra
que resuma el tema que quiere investigar. En cuanto al segundo, localice en la lista el texto que
desea comprender mejor. Si se ha publicado algo en su idioma respecto a dicho tema o texto
bíblico en los años abarcados en el Índice, hallará una relación de referencias que puede consultar.
En sus primeras páginas se indica a qué publicaciones corresponden las abreviaturas utilizadas
(de este modo averiguará, por ejemplo, que w99 1/3 15 significa La Atalaya de 1999, número del 1
de marzo, pág. 15). Las entradas principales como “Biografías de testigos de Jehová” y “Ministerio
del campo” pueden serle útiles en la preparación de discursos que motiven a la congregación.
Puesto que la investigación es una actividad muy absorbente, tenga cuidado de no desviarse de
su objetivo; para ello, céntrese en él y busque únicamente lo que necesita. Si el Índice lo conduce
a cierta fuente, diríjase a las páginas citadas y válgase de los subtítulos y las frases iniciales de los
párrafos para encontrar la información que precise. Si indaga el significado de un versículo bíblico,
empiece por localizar la cita en la página indicada y luego examine los comentarios que la
preceden y la siguen.
Watchtower Library en CD-ROM. Si dispone de computadora, podrá utilizar este disco
compacto que contiene una gran cantidad de nuestras publicaciones. El programa de búsqueda le
permite localizar con facilidad palabras, combinaciones de palabras o citas bíblicas en las obras
incluidas en la Watchtower Library. En el caso de que no exista este programa en su lengua
materna, tal vez conozca algún idioma con difusión internacional en el que pueda consultarlo.
Otras bibliotecas teocráticas
En su segunda carta inspirada al joven Timoteo, Pablo le pidió que le llevara a Roma “los rollos,
especialmente los pergaminos” (2 Tim. 4:13). El apóstol valoraba ciertos escritos y los guardaba, y
usted puede hacer lo mismo. ¿Conserva sus ejemplares de La Atalaya, ¡Despertad! y Nuestro
Ministerio del Reino, incluso después de estudiarlos en las reuniones de la congregación? Si así
es, podrá utilizarlos como fuentes de información junto con las demás publicaciones cristianas que
haya adquirido. La mayoría de las congregaciones disponen de una biblioteca teocrática en el
Salón del Reino, accesible a todos los miembros de la congregación cuando asisten a las
reuniones que allí se celebran.
Lleve un archivo personal
Esté atento a los datos de interés que podría usar cuando hable en público o enseñe. Si en un
periódico o revista encuentra una noticia, estadística o ejemplo que crea útil para el ministerio,
recorte o copie la información. Consigne la fecha, el nombre de la publicación, y quizá el del autor
o editor. En las reuniones de la congregación anote puntos e ilustraciones que podría utilizar para
explicar la verdad al prójimo. ¿Ha pensado alguna vez en una buena ilustración, pero no ha tenido
ocasión de emplearla enseguida? Escríbala y guárdela en un archivo. Cuando lleve algún tiempo
en la Escuela del Ministerio Teocrático, ya habrá preparado varias asignaciones. Conserve las
notas de tales discursos, pues la investigación que ha realizado tal vez le sirva más adelante.
Hable con la gente
Las personas constituyen una valiosa fuente de información. Cuando Lucas recopiló su
Evangelio, al parecer obtuvo muchos datos hablando con testigos presenciales (Luc. 1:1-4). Es
posible que un compañero cristiano lo ilumine sobre algún asunto que usted haya tratado de
indagar. Según Efesios 4:8, 11-16, Cristo emplea “dádivas en hombres” para que crezcamos “en el
conocimiento exacto del Hijo de Dios”. Los siervos de Jehová con experiencia tal vez le den ideas
útiles. En la conversación con los demás también puede aflorar lo que piensan, y ello le permitirá
preparar intervenciones realmente prácticas.
Evalúe los resultados
Una vez cosechado el trigo, hay que quitarle la cáscara al grano. Lo mismo sucede con el fruto
de nuestra investigación. Antes de utilizarlo, debe separarse lo que es valioso de lo que resulta
superfluo.
Si va a emplear la información en un discurso, pregúntese: “¿Realmente aporta algo este
punto? ¿O, aunque es interesante, podría desviar la atención del tema?”. Si piensa incluir sucesos
o datos actuales de los cambiantes campos de la ciencia o la medicina, cerciórese de que estén al
día. Tenga presente, además, que algunos aspectos tratados en nuestras publicaciones menos
recientes quizá se hayan revisado, de modo que examine lo último que se haya publicado sobre el
asunto.
En particular, sea cauteloso si recopila datos de fuentes seglares. No olvide que la Palabra de
Dios es la verdad (Juan 17:17). Dado el papel clave de Jesús en el propósito divino, Colosenses
2:3 declara: “Cuidadosamente ocultados en él están todos los tesoros de la sabiduría y del
conocimiento”. Evalúe los frutos de su investigación desde esta perspectiva. Respecto a la
información que encuentre en obras seglares, pregúntese: “¿Es exagerada, especulativa o
estrecha de miras? ¿Está escrita con fines egoístas o comerciales? ¿La apoyan otras fuentes
autorizadas? Y, sobre todo, ¿armoniza con la verdad bíblica?”.
Proverbios 2:1-5 anima a buscar el conocimiento, el entendimiento y el discernimiento “como a
la plata, y como a tesoros escondidos”. Ello supone trabajo, pero también muchas recompensas.
Aunque requiere esfuerzo, la investigación le permitirá averiguar lo que Jehová piensa sobre los
asuntos, corregir las ideas erróneas y afianzar su comprensión de la verdad. Además, dará
sustancia y vida a sus discursos, de modo que serán una fuente de placer tanto para usted como
para su auditorio.
[Recuadro de la página 33]
¿TIENE TODAS ESTAS FUENTES DE INFORMACIÓN?
• Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras
• Gran Concordancia
• La Atalaya y ¡Despertad!
• Razonamiento a partir de las Escrituras
• Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
• Perspicacia para comprender las Escrituras
• Índice de las publicaciones Watch Tower
• Watchtower Library en CD-ROM

PAG. 103 km 12/06 PAG. 1 PARR. 2


2
Perciba el interés. Incluso si la persona no acepta ninguna publicación, lo que dice, el tono en
que lo dice y su expresión facial pueden dar muestras de que valora el mensaje del Reino.
Basándonos en ello, es posible hacer una revisita. Un hermano volvió a visitar a un señor durante
cinco semanas seguidas sin dejarle ninguna publicación. En la sexta visita, el señor aceptó una
publicación, y con el tiempo se comenzó un estudio de la Biblia.

PAG. 103 km 11/11 PAG. 1 PARR. 4


4
Persevere. Satanás hará todo lo posible por “llev[arse] la palabra” que ha sido plantada en el
corazón de la gente (Mar. 4:14, 15). Por eso, si no vuelve a encontrar en casa a las personas
interesadas, no se rinda. ¿Podría dejarles una notita o enviarles una carta? Cierta precursora
empezó un estudio bíblico con una señora en la puerta de su casa, pero no volvió a encontrarla;
así que le envió una carta. Cuando por fin la halló, la mujer le dijo que su amable gesto la había
conmovido profundamente. Regar las semillas de la verdad nos permitirá sentir la dicha de verlas
germinar, crecer y dar “fruto de a treinta y a sesenta y a ciento por uno” (Mar. 4:20).

PAG. 104 km 12/13 PAG. 1; km 1/92 PAG. 8 PARRS. 1-5


Preparemos introducciones que despierten interés
1
Cuando vamos a una comida, por lo general quien nos invita prepara algo para abrirnos el
apetito. De modo parecido, para despertar en la gente el interés por el mensaje bíblico, debemos
dedicar tiempo y esfuerzo a preparar buenas introducciones (Prov. 15:28). La duración o el
contenido de una introducción no es lo único que determina su eficacia. Entonces, ¿qué debemos
tener en cuenta a la hora de preparar una introducción?
2
Lo que le interesa a la gente. Si nuestra introducción no despierta interés, es posible que la
persona ponga fin a la conversación. Así que pensemos en qué temas le interesan a la gente de
nuestro territorio. ¿Anhelan un mejor gobierno? ¿Desean tener una familia feliz? ¿Quieren ver el fin
de la guerra? Como a muchas personas les gusta dar su opinión, convendría hacerles una
pregunta que las mueva a expresarse. Tal vez podamos adaptar una de las presentaciones que
aparecen en Nuestro Ministerio del Reino. ¿Qué tal si practicamos algunas introducciones en la
Noche de Adoración en Familia?
3
La cultura y las creencias de las personas. En algunos lugares se espera que expliquemos
enseguida el motivo de nuestra visita. Sin embargo, en otros hay que cumplir primero con ciertas
formalidades, como preguntarle a la persona qué tal está y conversar un poco. En zonas donde la
gente respeta la Biblia, quizá podamos referirnos a ella desde un principio (Hech. 2:14-17). Pero
donde no haya muchos cristianos o donde las personas no sean creyentes, tal vez sea preferible
mencionar la Biblia en una visita posterior (Hech. 17:22-31).
4
Las frases iniciales. Debemos elegir con cuidado las primeras palabras que pronunciemos.
Lo mejor suele ser usar frases breves y sencillas. Pero no solo hay que fijarse en lo que decimos
sino también en cómo lo decimos. Seamos entusiastas y positivos. Recordemos que una sonrisa
cálida y sincera inspira confianza. Seguir estas sugerencias nos permitirá preparar introducciones
que abran el apetito por lo que hay en “la mesa de Jehová” (1 Cor. 10:21).

km 1/92 PAG. 8 PARRS. 1-5

Introducciones para captar la atención de los amos de casa


1
¿Cuál es la parte más importante de su presentación de casa en casa? La mayoría de
nosotros concordaría en que es la introducción. Si uno no puede despertar el interés del amo de
casa durante los primeros 30 segundos, es probable que este ponga fin a la conversación.
2
¿Qué factores debe considerar al preparar una introducción eficaz? Analice las costumbres y
necesidades de las personas del territorio. ¿Se acostumbra intercambiar saludos al principio de la
conversación, o se espera que usted vaya al grano inmediatamente? ¿Hay muchos matrimonios
jóvenes en su territorio? ¿Qué les interesa o preocupa a ellos? ¿Están las personas del vecindario
al corriente de los problemas a los que se encara la humanidad?
Puede que capte su atención al decirles algo como esto:
▪ “Buenos días. Me llamo ______. Me preocupa cuando leo acerca de personas que mueren de
hambre o debido a guerras. ¿Cuál es su opinión al respecto?”. Otras preguntas útiles para
comenzar una conversación son: “¿Cuál es la solución a los problemas del mundo?”, “¿cree usted
que hay alguien que pueda eliminar de la Tierra los problemas de hoy?”, “¿qué hay si hubiera un
gobernante con las capacidades que se mencionan en Isaías 9:6, 7? [lea y comente sobre este
texto] ”.
3
En algunos territorios las personas se preocupan más por su propia familia que por los
asuntos del mundo, como la paz mundial.
Pudiera despertar el interés de ellas al preguntarles:
▪ “¿Cómo cree que será la vida de usted y de su familia en diez años? Lo que la Biblia dice en
cuanto al futuro es muy animador porque predice la venida de un gobernante que reinará de
acuerdo con normas perfectas. Note lo que dice acerca de él Isaías 9:6, 7”.
4
¿Vive usted en una zona donde la gente está muy preocupada por el delito y la seguridad?
Algunos quizás escuchen el mensaje si usted emplea la primera introducción bajo
“Delito/Seguridad” en la página 11 del libro Razonamiento.
Usted podría decir:
▪ “¡Hola! Estamos considerando con la gente el asunto de la seguridad personal. Se cometen
muchos delitos por todas partes, y eso afecta nuestra vida”. Luego, una pregunta como: “¿Qué
solución hay?” o “¿cree usted que hay alguien que pueda eliminar de la Tierra estos problemas?” o
“¿qué hay si hubiera un gobernante con la capacidad de hacer eso?” podría ayudar a entablar una
conversación. Entonces pudiera leer Isaías 9:6, 7.
5
Todos —incluso los jóvenes de edad escolar— podemos hacer estas presentaciones sencillas
en las que se usa un texto bíblico. De hecho, tal vez quiera usar una de estas al ofrecer las
revistas. Recuerde, nuestra meta es determinar el grado de interés del amo de casa antes de
ofrecerle literatura. ¿No cree usted que esta presentación bíblica es una excelente manera de
discernir si la persona manifiesta interés genuino en el mensaje o no? Estamos seguros de que
muchos disfrutarán de usar estas presentaciones en enero, tanto al ofrecer las revistas como al
presentar la oferta del mes.
6
Si emplea eficazmente los primeros 30 segundos de su visita, tanto por su porte como por su
introducción, es probable que logre la meta importante de captar la atención del amo de casa.
PAG. 104 km 1/92 PAG. 8 PARR. 6
6
Introducciones negativas que se deben evitar: Por lo general, las preguntas que puedan
resultar en respuestas negativas o que incomoden al amo de casa no producen buenos resultados.
Por ejemplo: “¿Leyó la información que le dejé?”, “¿tiene alguna pregunta?”, “¿se acuerda de mí?”,
“regresé para ver si usted todavía está interesado en hablar sobre el propósito de Dios para la
Tierra”.

PAG. 105 km 9/96 PAG. 1


Seamos ejemplos en el hablar y en conducta
1
El apóstol Pablo exhortó a Timoteo a hacerse ejemplo en habla y conducta. (1 Tim. 4:12.)
Nuestra habla y nuestra conducta también deben ser ejemplares, especialmente cuando
participamos en el ministerio, pues eso puede ser el factor determinante para llegar al corazón de
los oyentes.
2
Debemos manifestar todos los aspectos de los buenos modales, entre ellos la cortesía, la
consideración, la bondad, la amabilidad y el tacto. Al reflejar estas cualidades demostramos que
somos conscientes de que nuestras acciones repercuten en los sentimientos de otras personas.
Los buenos modales en el ministerio pudieran compararse a los condimentos que se utilizan para
realzar el sabor de la comida. Sin estos, aun los alimentos saludables son insípidos y poco
apetitosos. Habría un efecto parecido si no mostramos buenos modales al tratar con los demás.
(Col. 4:6.)
3
Seamos ejemplos en el hablar: Una sonrisa amigable y un saludo afectuoso son elementos
esenciales de nuestra presentación de las buenas nuevas. Cuando sazonamos nuestra
introducción con afecto y sinceridad, el amo de casa percibe que nos interesamos verdaderamente
en él. Cuando hable, escuchémosle con cuidado y respetemos su opinión. Cuando nosotros
hablemos, hagámoslo con prudencia y gracia. (Compárese con Hechos 6:8.)
4
De vez en cuando encontramos a personas que son poco amistosas, o incluso belicosas.
¿Cómo debemos reaccionar? Pedro nos exhortó a hablar “con genio apacible y profundo respeto”.
(1 Ped. 3:15; Rom. 12:17, 18.) Jesús dijo que si un amo de casa rechaza groseramente el mensaje
del Reino, sencillamente debemos ‘sacudirnos el polvo de los pies’. (Mat. 10:14.) Desplegar
modales ejemplares en dichas circunstancias pudiera, con el tiempo, ablandar el corazón del
opositor.
5
Seamos ejemplares en conducta: Predicar las buenas nuevas en calles en que circule
mucha gente y en lugares públicos exige que seamos considerados, que no hablemos en voz muy
alta ni seamos insistentes y que no estorbemos el paso de los transeúntes. Cuando visitamos a las
personas interesadas en sus hogares debemos comportarnos con decoro y cortesía, y mostrar
agradecimiento por su hospitalidad. Si llevamos niños, ellos deben respetar al amo de casa y su
propiedad, y portarse bien y estar atentos cuando conversamos. Los niños que son revoltosos
causan impresiones poco favorables. (Pro. 29:15.)
6
Por nuestra apariencia personal, debe resultar obvio a los demás que somos ministros de la
Palabra de Dios. Nuestra forma de vestirnos y arreglarnos no debe ser descuidada y desaliñada
ni tampoco llamativa y extravagante. Nuestra apariencia siempre debe ser digna de las buenas
nuevas. (Compárese con Filipenses 1:27.) Al prestar atención cuidadosa a nuestra apariencia y
equipo no daremos a otras personas causa para tropiezo o para que encuentren alguna falta en
nuestro ministerio. (2 Cor. 6:3, 4.) Nuestra habla y conducta ejemplares añaden una cualidad
atractiva al mensaje del Reino, lo que trae honra a Jehová. (1 Ped. 2:12.)
PAG. 105 (libro dios nos habla mediante jeremias) jr PAG. 38 PARRS. 13,14
13
En ocasiones, Jehová ordenó a Jeremías que anunciara mensajes proféticos desde las
puertas del templo o las de Jerusalén (Jer. 7:2; 17:19, 20). Así podría comunicar la palabra divina a
más personas y, puesto que muchos —como los hombres prominentes de la ciudad y los
mercaderes— acostumbraban a entrar y salir por la misma puerta, podría hablar con algunos
repetidas veces para ayudarlos a comprender lo que habían oído antes. ¿No nos enseñan estos
pasajes que debemos volver a visitar a las personas interesadas?
14
Jeremías era consciente de que muchas vidas dependían de su labor como profeta de Dios.
Cierta vez no pudo cumplir la orden divina de hablar al pueblo; entonces mandó en su lugar a su
amigo Baruc (léase Jeremías 36:5-8). ¿Cómo podemos copiar este modelo? Cuando prometemos
volver a visitar a alguien, ¿cumplimos nuestra palabra? Si no nos es posible acudir a una cita con
una persona interesada o con un estudiante de la Biblia, ¿enviamos a alguien en nuestro lugar?
Jesús dijo: “Signifique su palabra Sí, Sí” (Mat. 5:37). Cumplir nuestros compromisos es de suma
importancia, pues representamos al Dios de la verdad y el orden (1 Cor. 14:33, 40).

PAG. 106 (libro testimonio cabal) bt PAG. 90 PARR. 13


13
Nosotros también queremos ganarnos el interés de las personas a quienes predicamos. ¿Cómo
podemos seleccionar temas que les atraigan? Entre otras cosas, teniendo presente su formación
religiosa. Por ejemplo, si conocen las Escrituras, podemos citarles pasajes que les resulten
familiares, e incluso pedirles que los lean de su propia Biblia. En todo caso, busquemos siempre la
forma de tocar el corazón de la gente.

PAG. 106 w 03 15/11 PAG. 14 PARR. 9


9
Al tratar de persuadir de cierta enseñanza bíblica a una persona, tenga cuidado de que su
entusiasmo no lo haga parecer irrazonable o dogmático, pues eso cerraría la mente y el corazón
del oyente. El libro Benefíciese da esta advertencia: “Aunque recitemos una larga lista de textos
bíblicos, no es fácil que alguien reciba con agrado una declaración directa de la verdad en la que
expongamos la falsedad de una creencia que le sea muy preciada. Por ejemplo, si nos limitamos a
condenar las celebraciones populares por su origen pagano, es probable que no cambiemos el
sentir de nuestros oyentes. Un enfoque que apele a la razón suele ser más provechoso”. ¿Por qué
debemos hacer un esfuerzo consciente por razonar con la persona? El mismo libro responde: “Un
planteamiento que apela a la razón, además de ser muy persuasivo, estimula el análisis imparcial,
promueve la posterior reflexión de quien escucha y abre la puerta a futuras conversaciones”
(Colosenses 4:6).

PAG. 107 be PAG. 222 PARR. 2


Es posible obtener buenos resultados incluso cuando la brusquedad o hasta la grosería del amo de
casa interrumpen la visita. Tenga presentes los consejos de Mateo 10:12, 13 y Romanos 12:17, 18.
Su respuesta apacible tal vez consiga que él cambie de opinión respecto a los testigos de Jehová,
lo que, ya de por sí, sería un magnífico resultado.
JUEVES
LECCION 12(a)
TALLER 3
SÉ HÁBIL AL HACER REVISITAS

JUEVES
LECCION 12(b)
REPASO DE LA ESCUELA DEL SERVICIO DE PRECURSOR
DIA 4
VIERNES
LECCION 13(a)
APRENDE DEL AMO
PAG. 112 it-2 PAG. 1001, PARR. 5
Además de sus discípulos, otras personas llamaron “Señor” a Jesús cuando estuvo en la Tierra.
(Mt 8:2; Jn 4:11.) En estos casos la denominación era principalmente un título de respeto o
cortesía. Sin embargo, él mostró a sus apóstoles que el llamarle “Señor” envolvía más. Dijo:
“Ustedes me llaman: ‘Maestro’, y, ‘Señor’, y hablan correctamente, porque lo soy”. (Jn 13:13.)
Como discípulos, estos apóstoles eran sus aprendices o alumnos. Por lo tanto, él era su Señor o
Maestro.

PAG. 113 (libro se mi seguidor) cf PAGS. 163-171


Atendió sus necesidades
7
El amor se demuestra con actos generosos (1 Juan 3:17, 18). “No busca sus propios
intereses.” (1 Corintios 13:5.) El amor impulsó a Jesús a atender las necesidades físicas de sus
discípulos, y muchas veces lo hizo incluso antes de que ellos se lo pidieran. Cuando vio que
estaban cansados, los invitó a ir “a un lugar solitario [para que descansaran] un poco” (Marcos
6:31). Cuando notó que tenían hambre, tomó la iniciativa para alimentarlos a ellos y a millares de
personas que habían ido a escuchar sus enseñanzas (Mateo 14:19, 20; 15:35-37).
8
Jesús también reconoció las necesidades espirituales de sus discípulos y las satisfizo (Mateo
4:4; 5:3). A menudo dirigió sus enseñanzas a estos en particular. Así, pronunció el Sermón del
Monte sobre todo para el provecho de ellos (Mateo 5:1, 2, 13-16). Cuando enseñaba con
ilustraciones y ejemplos, “privadamente explicaba a sus discípulos todas las cosas” (Marcos 4:34).
A fin de que estuvieran bien nutridos espiritualmente durante los últimos días, predijo que
nombraría a un “esclavo fiel y discreto”. Este esclavo fiel, constituido por un pequeño grupo de
hermanos de Jesús ungidos por espíritu que viven en la Tierra, ha estado repartiendo “alimento
[espiritual] al tiempo apropiado” desde el año 1919 (Mateo 24:45).
9
El día de su muerte, Jesús demostró de manera conmovedora su interés por el bienestar
espiritual de sus seres queridos. Imagínese la escena. Jesús está clavado en el madero sufriendo
un dolor sumamente intenso. Es muy posible que para tomar aire tenga que empujarse hacia arriba
con los pies, lo que sin duda le provoca un dolor terrible, pues el peso del cuerpo le desgarra las
heridas de los clavos en los pies y la madera le roza la espalda destrozada por los azotes. El acto
de hablar, que le exige controlar la respiración, debe de resultarle muy difícil y penoso. Pese a ello,
justo antes de morir pronuncia unas palabras que demuestran el gran amor que siente por su
madre, María. Al verla a ella y a su lado al apóstol Juan, dice con voz suficientemente fuerte como
para que los presentes lo oigan: “Mujer, ¡ahí está tu hijo!”. Luego dice a Juan: “¡Ahí está tu madre!”
(Juan 19:26, 27). Jesús sabía que el fiel apóstol cuidaría no solo del bienestar físico de María, sino
también de su bienestar espiritual.
10
Reflexionar sobre el ejemplo de Jesús es muy provechoso para los padres. El padre que de
verdad ama a su familia le proporciona lo necesario en sentido material (1 Timoteo 5:8). Además,
de vez en cuando, los cabezas de familia equilibrados y bondadosos dedican tiempo al descanso y
el esparcimiento familiar. Pero lo más importante de todo es que satisfacen las necesidades
espirituales de sus hijos. ¿De qué manera? Estudiando la Biblia regularmente con ellos y haciendo
que las sesiones de estudio sean animadoras y agradables (Deuteronomio 6:6, 7). Con su palabra
y ejemplo les enseñan que el ministerio es una labor muy importante, y que prepararse para las
reuniones y asistir a ellas es una parte esencial de las actividades espirituales (Hebreos 10:24, 25).
Estuvo dispuesto a perdonar
11
El perdón es una faceta del amor (Colosenses 3:13, 14). El amor “no lleva cuenta del daño”,
dice 1 Corintios 13:5. En repetidas ocasiones, Jesús enseñó a sus discípulos la importancia del
perdón. Los exhortó a perdonar diciéndoles: “No te digo: Hasta siete veces, sino: Hasta setenta y
siete veces”, o sea, sin límite (Mateo 18:21, 22). Les enseñó que hay que perdonar al pecador que,
tras una reprensión, muestra que está arrepentido (Lucas 17:3, 4). Pero Jesús no era como los
fariseos hipócritas, que enseñaban solo de palabra; él también enseñaba con el ejemplo (Mateo
23:2-4). Veamos cómo mostró su disposición a perdonar incluso cuando un amigo de confianza le
falló.
12
Jesús tenía una relación muy estrecha con el apóstol Pedro, un hombre de carácter
afectuoso, aunque a veces algo impulsivo. Conociendo sus virtudes, Jesús le concedió privilegios
especiales. Por ejemplo, junto con Santiago y Juan, Pedro fue testigo presencial de algunos
milagros que el resto de los doce apóstoles no vieron (Mateo 17:1, 2; Lucas 8:49-55). Y como
mencionamos antes, estuvo entre los que se adentraron con el Maestro en el jardín de Getsemaní
la noche que lo apresaron. Sin embargo, esa misma noche, cuando Jesús fue traicionado y
arrestado, Pedro y los otros apóstoles lo abandonaron y huyeron. Más tarde, Pedro tuvo la valentía
de ir al lugar donde Jesús estaba siendo sometido a un juicio ilegal, y se quedó fuera. Pero el
temor lo empujó a cometer un grave error: ¡mintió tres veces cuando afirmó que ni siquiera lo
conocía! (Mateo 26:69-75.) ¿Cómo reaccionó Jesús? ¿Qué habría hecho usted si un amigo íntimo
le hubiera fallado de esa forma?
13
Jesús estuvo dispuesto a perdonar a Pedro. Sabía que este se sentía profundamente abatido
por el peso de su pecado; de hecho, tan desconsolado estaba el arrepentido apóstol que “rompió a
llorar” (Marcos 14:72). El día de su resurrección, el Maestro se le apareció, sin duda para
consolarlo y tranquilizarlo (Lucas 24:34; 1 Corintios 15:5). Y menos de dos meses después lo
honró permitiendo que fuera él quien saliera a dar un testimonio a la multitud congregada en
Jerusalén el día de Pentecostés (Hechos 2:14-40). Recordemos, asimismo, que Jesús no guardó
resentimiento contra los apóstoles por haberlo abandonado. Al contrario: después que hubo
resucitado, siguió llamándolos “mis hermanos” (Mateo 28:10). ¿No es obvio, pues, que Jesús hizo
más que solo enseñar de palabra a perdonar?
14
Como discípulos de Cristo, necesitamos aprender a perdonar. ¿Por qué? Porque a diferencia
de Jesús, somos imperfectos, así como también lo son quienes pecan contra nosotros. Todos
tropezamos de vez en cuando, sea con palabras o con acciones (Romanos 3:23; Santiago 3:2). Si
perdonamos con misericordia cuando hay justificación para ello, abrimos el camino para que Dios
nos perdone a nosotros (Marcos 11:25). ¿Cómo, entonces, demostramos que estamos dispuestos
a perdonar a los demás? En muchos casos, el amor nos impulsará a simplemente pasar por alto
sus pequeñas faltas (1 Pedro 4:8). Cuando alguien nos ofende pero se arrepiente con sinceridad,
como lo hizo Pedro, hacemos bien en imitar la disposición de Jesús a perdonar. En lugar de
guardar rencor, es mejor librarse del resentimiento (Efesios 4:32). Así contribuimos a la paz de la
congregación y a nuestra propia tranquilidad mental (1 Pedro 3:11).
Confió en ellos
15
El amor y la confianza van de la mano. El amor “todas [las cosas] las cree” (1 Corintios 13:7).
El amor motivó a Jesús a confiar en sus discípulos pese a que eran imperfectos. Así lo hizo porque
sabía que en el fondo amaban profundamente a Jehová y querían hacer la voluntad divina. Y aun
cuando cometieron errores, no les atribuyó malos motivos. Por ejemplo, cuando Santiago y Juan
persuadieron a su madre para que le pidiera a Jesús que los dejara sentar a su lado en su Reino,
él no cuestionó la lealtad de ellos ni les retiró su nombramiento como apóstoles (Mateo 20:20-28).
16
Como prueba de su confianza, Jesús delegó en sus discípulos varias responsabilidades. Así,
las dos veces que multiplicó milagrosamente los panes y los peces para alimentar a la
muchedumbre, les asignó la tarea de distribuirlos (Mateo 14:19; 15:36). Cuando preparaba su
última Pascua, envió a Pedro y a Juan a Jerusalén para que lo dejaran todo listo. Ellos se
encargaron, entre otras cosas, del cordero, el vino, el pan sin levadura y las hierbas amargas. Este
no era un trabajo servil, pues celebrar la Pascua debidamente era un requisito de la Ley mosaica, y
Jesús estaba obligado a obedecerla. Además, esa noche Jesús utilizó el vino y el pan sin levadura
como símbolos al instituir la Conmemoración de su muerte (Mateo 26:17-19; Lucas 22:8, 13).
17
Jesús consideró apropiado encomendar a sus discípulos responsabilidades aún mayores.
Como ya hemos indicado, delegó en un pequeño grupo de sus seguidores ungidos en la Tierra la
gran tarea de suministrar alimento espiritual (Lucas 12:42-44). Recordemos también que dejó en
manos de sus discípulos la importantísima comisión de predicar y enseñar (Mateo 28:18-20). Aun
ahora, pese a ser invisible y gobernar desde el cielo, encarga el cuidado de la congregación a
hombres espiritualmente capacitados que constituyen verdaderas “dádivas” (Efesios 4:8, 11, 12).
18
¿De qué manera podemos seguir el ejemplo de Jesús al relacionarnos con los demás? Tener
confianza en nuestros hermanos espirituales es una expresión de nuestro amor. No olvidemos que
el amor se centra en lo positivo, y no en lo negativo. Cuando otros nos decepcionen —lo que de
seguro pasará alguna que otra vez—, el amor evitará que nos apresuremos a atribuirles malas
intenciones (Mateo 7:1, 2). Si vemos a nuestros hermanos de manera positiva, los trataremos de
una forma que edifique y no que derribe (1 Tesalonicenses 5:11).
19
¿Cómo podemos imitar la disposición de Jesús a delegar? Es bueno que quienes dirigen la
congregación deleguen en otros hermanos tareas adecuadas y útiles, confiando en que estos
pondrán todo su empeño en realizarlas. Así, los ancianos con experiencia pueden dar la
capacitación que es tan necesaria y valiosa a los jóvenes que están “procurando” ayudar en la
congregación (1 Timoteo 3:1; 2 Timoteo 2:2). Dicha capacitación es esencial, pues a medida que
Jehová siga acelerando el crecimiento de la obra del Reino, será necesario preparar a más
hermanos (Isaías 60:22).
20
Jesús nos dejó un maravilloso ejemplo de cómo demostrar amor a otras personas. Aunque
hay muchas formas en que podemos seguirlo, la más importante es imitando su amor. En el
siguiente capítulo hablaremos de su mayor expresión de amor por nosotros: su disposición a
entregar su propia vida.

PAG. 113 w 09 15/9 PAGS. 9-20


Jesús trató con bondad a la gente
10
Otro aspecto del fruto del espíritu es la bondad. Jesús siempre trató a la gente con bondad.
Él “recibió amablemente” a todos aquellos que querían acercarse a él (léase Lucas 9:11). ¡Cuánto
podemos aprender de su ejemplo! La persona bondadosa es amable, compasiva, generosa y
amigable. Y así era Jesús. Él sentía compasión por las personas “porque estaban desolladas y
desparramadas como ovejas sin pastor” (Mat. 9:35, 36).
11
Pero Jesús no solo sintió compasión por las personas; también hizo mucho por ayudarlas.
Veamos el ejemplo de una mujer que llevaba doce largos años sufriendo hemorragias. Ella sabía
que, de acuerdo con la Ley mosaica, su enfermedad la hacía ceremonialmente inmunda a ella, así
como a cualquiera que la tocara (Lev. 15:25-27). No obstante, lo que había escuchado sobre Jesús
y sobre su manera de tratar a los demás de seguro la convenció de que él la curaría. Pensó: “Si
toco nada más que sus prendas de vestir exteriores, recobraré la salud”. Armándose de valor, se
acercó a él, lo tocó y de inmediato sintió que había sido curada.
12
Jesús se dio cuenta de que alguien lo había tocado y miró a su alrededor para ver quién
había sido. La mujer, temiendo quizás que él se hubiera enojado con ella por haber violado la Ley,
cayó temblando a sus pies y le dijo toda la verdad. ¿La reprendió Jesús? Todo lo contrario; la
tranquilizó diciéndole: “Hija, tu fe te ha devuelto la salud. Ve en paz” (Mar. 5:25-34). ¡Qué aliviada
debió de sentirse esta pobre mujer al oír esas afectuosas palabras!
13
A diferencia de los insensibles fariseos, Jesús nunca usó su autoridad para imponer cargas a
los demás (Mat. 23:4). En vez de eso, les enseñó con cariño y paciencia las normas de Jehová.
Sus discípulos veían en él a un compañero afectuoso, a un verdadero amigo (Pro. 17:17; Juan
15:11-15). Hasta los niños se sentían a gusto con Jesús, y él con ellos. Nunca estuvo demasiado
ocupado como para dedicarles tiempo. En una ocasión, los discípulos, actuando con los aires de
superioridad tan comunes entre los líderes religiosos, trataron de impedir que los padres le trajeran
sus hijos a Jesús para que él los bendijera. Pero a él no le gustó nada lo que hicieron, así que les
dijo: “Dejen que los niñitos vengan a mí; no traten de detenerlos, porque el reino de Dios pertenece
a los que son así”. Entonces, se valió de los niños para enseñarles una lección a sus discípulos:
“En verdad les digo: El que no reciba el reino de Dios como un niñito, de ninguna manera entrará
en él” (Mar. 10:13-15).
14
Imagínese lo que algunos de esos niños sintieron años después, ya de adultos, al recordar
que Jesús los había tomado en sus brazos y los había bendecido (Mar. 10:16). Hoy día, los niños
del pueblo de Dios reciben los cuidados y el interés sincero de los ancianos y de otros miembros
de la congregación, y cuando crezcan también recordarán con cariño toda esa atención. Lo que es
más importante: estos niños aprenden desde pequeños que el espíritu santo de Jehová está con
su pueblo.
Seamos amables en un mundo cruel
15
En la actualidad, mucha gente cree que está demasiado ocupada para ser amable con los
demás, lo cual promueve las actitudes egoístas a las que nos vemos expuestos todos los días en
la escuela, el trabajo, la calle y el ministerio. Aunque esas actitudes seguramente nos hacen sentir
mal, no deberían sorprendernos. Después de todo, Pablo advirtió por inspiración divina que en
estos “últimos días” los cristianos verdaderos tendrían que vivir entre quienes serían “amadores de
sí mismos” y no tendrían “cariño natural” (2 Tim. 3:1-3).
16
¡Qué diferente es el ambiente que reina en la congregación cristiana! Todos los que imitamos
a Jesús contribuimos a preservar dicho ambiente. ¿De qué manera? Para empezar, damos ayuda
y ánimo a los muchos hermanos que tienen que lidiar con enfermedades y otras circunstancias
difíciles. Aunque los problemas se están agravando en estos “últimos días”, en realidad no son
nuevos. Ya en la antigüedad, los cristianos tenían que enfrentarse a situaciones parecidas. Por eso
era muy necesario que se ayudaran con bondad. Pablo dio esta exhortación a sus hermanos:
“Hablen confortadoramente a las almas abatidas, den su apoyo a los débiles, tengan gran
paciencia para con todos” (1 Tes. 5:14). Hoy día se espera que actuemos de la misma manera:
que demostremos con obras nuestra bondad.
17
Así como Jesús “recibió amablemente” a quienes lo seguían, nosotros tenemos la obligación
de hacer lo mismo con nuestros hermanos. Hemos de tratarlos como él lo hubiera hecho. Debemos
interesarnos sinceramente por todos: por los que conocemos desde hace tiempo y por los que
acabamos de conocer (3 Juan 5-8). Jesús tomó la iniciativa y ayudó con compasión a la gente.
Imitemos su ejemplo y seamos una fuente de ánimo para los que nos rodean (Isa. 32:2; Mat.
11:28-30).
18
Una manera de actuar con bondad es haciendo cosas por el bien de los demás. Pero esto
no se puede dejar a la casualidad: hay que tomar la iniciativa. Pablo dijo: “En amor fraternal
ténganse tierno cariño unos a otros. En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera”
(Rom. 12:10). ¿Cómo podemos hacerlo? Siguiendo el ejemplo de Cristo, tratando a los demás con
cariño y afecto, y amándolos con un “amor libre de hipocresía” (2 Cor. 6:6). El apóstol describió así
esa clase de amor: “El amor es sufrido y bondadoso. El amor no es celoso, no se vanagloria, no se
hincha” (1 Cor. 13:4). En vez de guardarles rencor a nuestros hermanos, sigamos este consejo:
“Háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y perdónense liberalmente unos a
otros, así como Dios también por Cristo liberalmente los perdonó a ustedes” (Efe. 4:32).
19
Si actuamos con bondad y amabilidad en toda circunstancia, recibiremos grandes
recompensas. El espíritu santo podrá operar sin estorbos en la congregación, produciendo así su
fruto. Si seguimos el ejemplo de Jesús y ayudamos a nuestros hermanos a hacer lo mismo, la
congregación estará más unida y feliz, y nuestro servicio alegrará a Jehová. Así pues, no dejemos
nunca de imitar la apacibilidad y la bondad de Jesucristo al tratar a los demás.

Imitemos la obediencia y la valentía de Jesús

“¡Cobren ánimo!, yo he vencido al mundo.” (JUAN 16:33)

JESÚS siempre hizo la voluntad de su Padre celestial. La idea de desobedecer a Dios era
absolutamente inconcebible para él (Juan 4:34; Heb. 7:26). Pero debido a las circunstancias que
enfrentó en la Tierra, no le fue fácil ser obediente. Desde el principio de su ministerio, sus
enemigos, entre quienes se contaba Satanás mismo, intentaron convencerlo, presionarlo y
entramparlo para que fuera desleal (Mat. 4:1-11; Luc. 20:20-25). Todos ellos le causaron mucho
dolor, tanto físico como emocional, y finalmente lo mataron clavándolo a un madero de tormento
(Mat. 26:37, 38; Luc. 22:44; Juan 19:1, 17, 18). Sin embargo, a pesar del terrible sufrimiento que
experimentó, Jesús fue “obediente hasta la muerte” (léase Filipenses 2:8).
2
Las experiencias que Jesús vivió en la Tierra le enseñaron cosas nuevas acerca de la
obediencia a Dios (Heb. 5:8). Pero ¿qué más podía aprender sobre este tema que no supiera ya?
Después de todo, había pasado millones de años al lado de su Padre y había colaborado
estrechamente con él como su “obrero maestro” durante la creación (Pro. 8:30). Sin embargo, el
sufrimiento que padeció como ser humano lo puso a prueba, y al resistir fielmente demostró que su
obediencia y su integridad eran absolutas. Todo esto ayudó al Hijo de Dios a crecer aún más en
sentido espiritual. ¿Qué nos enseña su ejemplo?
3
Aunque Jesús era perfecto, sabía que no lograría obedecer a la perfección por sus propias
fuerzas. Por eso le pidió ayuda a Jehová (léase Hebreos 5:7). Nosotros también necesitamos ser
humildes y pedir siempre la ayuda de Dios para no desobedecer. El apóstol Pablo exhortó así a los
cristianos: “Mantengan en ustedes esta actitud mental que también hubo en Cristo Jesús, quien [...]
se humilló y se hizo obediente hasta la muerte” (Fili. 2:5-8). El ejemplo de Jesús demostró que es
posible ser obediente a pesar de vivir en un mundo malvado. Pero ¿cómo podemos nosotros ser
obedientes si, a diferencia de Jesús, somos imperfectos?
Obedientes a pesar de la imperfección
4
Adán y Eva eran criaturas inteligentes dotadas de libre albedrío. También sus descendientes
poseemos esa capacidad. ¿Qué implica esto? Que tenemos la libertad de elegir entre lo bueno y lo
malo, entre obedecer a Dios y desobedecerle. Pero esa libertad que él nos da conlleva
responsabilidades y trae consecuencias. Así es, las decisiones que tomamos pueden afectar a
quienes nos rodean e incluso podrían significar vida o muerte para nosotros mismos.
5
Los seres humanos imperfectos no somos obedientes por naturaleza, por lo que a menudo
nos resulta difícil seguir las normas de Dios. El propio apóstol Pablo tuvo una lucha interna, como
él mismo reconoció: “Contemplo en mis miembros otra ley que guerrea contra la ley de mi mente y
que me conduce cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros” (Rom. 7:23). Por supuesto,
es relativamente fácil obedecer cuando no hay que hacer sacrificios ni soportar inconvenientes.
Pero ¿qué hacemos cuando “el deseo de la carne y el deseo de los ojos” crean un conflicto en
nuestro interior? Esos deseos, que surgen debido a nuestra imperfección y al “espíritu del mundo”,
son muy intensos (1 Juan 2:16; 1 Cor. 2:12). De modo que para vencerlos tenemos que preparar el
corazón, es decir: antes de que surja una prueba o tentación debemos resolvernos a obedecer a
Jehová pase lo que pase (Sal. 78:8). La Biblia contiene muchos ejemplos de siervos de Dios que
fueron fieles porque hicieron precisamente eso (Esd. 7:10; Dan. 1:8).
6
Una manera de preparar el corazón es estudiando con diligencia la Biblia y las publicaciones
cristianas. Imagínese en la siguiente situación. Usted está llevando a cabo su estudio personal en
la noche que ha fijado para ello. Le ha pedido a Jehová que le dé su espíritu y que le ayude a
poner en práctica lo que aprenda en su Palabra. Suponga que al día siguiente van a pasar en la
televisión una película que quiere ver. Pero aunque las críticas son muy buenas, se ha enterado de
que tiene algunas escenas violentas e inmorales.
7
Entonces reflexiona en el consejo del apóstol Pablo que se halla en Efesios 5:3: “Que la
fornicación y la inmundicia de toda clase, o la avidez, ni siquiera se mencionen entre ustedes, tal
como es propio de personas santas”. También recuerda la exhortación que dio el apóstol en
Filipenses 4:8 (léase). Y se pregunta: “Si expusiera mi mente y mi corazón a películas como la que
planeo ver mañana, ¿estaría siguiendo el ejemplo de obediencia absoluta de Jesús?”. ¿Qué haría
usted si se encontrara en esta situación? ¿Vería la película a pesar de todo?
8
Sería un error rebajar nuestras normas morales y espirituales pensando que somos lo
suficientemente fuertes como para resistir los efectos de las malas compañías, aunque esas
compañías sean los personajes de películas y programas violentos e inmorales. Tenemos que
protegernos a nosotros y a nuestros hijos de las dañinas influencias satánicas. Mucha gente hace
todo lo posible por que su computadora no se infecte con virus informáticos que pueden destruir
información, provocar fallos en el sistema o incluso adueñarse de este para atacar otras
computadoras. ¿Deberíamos hacer menos por protegernos de “las artimañas del Diablo”? (Efe.
6:11, nota.)
9
Todos los días tenemos que decidir de una forma u otra si haremos las cosas a la manera de
Jehová. Si queremos obtener la salvación, debemos obedecerle y respetar sus justos principios.
Para demostrar que nuestra fe es real, hemos de seguir el ejemplo de Jesús y ser obedientes
“hasta la muerte”, si es necesario. Jehová recompensará nuestra fidelidad. Jesús prometió: “El que
haya aguantado hasta el fin es el que será salvo” (Mat. 24:13). Claro, la obediencia exige valor,
valor como el de Jesús (Sal. 31:24).
Jesús, el ejemplo de valor por excelencia
10
En vista de que estamos rodeados por un mundo corrupto, debemos ser valientes para
no contaminarnos con sus actitudes y conductas. Enfrentamos muchas presiones sociales,
morales, económicas y religiosas que podrían alejarnos de Jehová. Numerosos cristianos sufren la
oposición de sus familiares. En muchos países, las instituciones educativas promueven con gran
insistencia la teoría de la evolución, y el ateísmo gana cada día más adeptos. Si queremos
protegernos y resistir la presión, no podemos quedarnos con los brazos cruzados: debemos actuar.
El ejemplo de Jesús nos enseña cómo podemos vencer.
11
Jesús les dijo a sus discípulos: “En el mundo están experimentando tribulación, pero ¡cobren
ánimo!, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Él nunca se dejó influir por el sistema de cosas.
Nunca permitió que este le impidiera cumplir su comisión de predicar o lo hiciera rebajar sus
normas morales y espirituales. Tampoco nosotros podemos permitirlo. Al orar a Dios, Jesús dijo de
sus discípulos: “Ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo” (Juan 17:16).
Si estudiamos el ejemplo de Jesús y meditamos en él, tendremos el valor necesario para
mantenernos separados de este mundo.
Imitemos la valentía de Jesús
12
A lo largo de su ministerio, Jesús demostró que era un hombre muy valiente. Con la autoridad
que le daba el hecho de ser el Hijo de Dios, “entró en el templo y echó fuera a todos los que
vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y los bancos de los que
vendían palomas” (Mat. 21:12). La noche antes de morir, cuando un grupo de soldados vino a
arrestarlo, se interpuso entre ellos y sus discípulos y dijo: “Si es a mí a quien buscan, dejen ir a
estos” (Juan 18:8). Y momentos después, cuando Pedro sacó su espada, le dijo que la guardara,
demostrando así que no confiaba en el poder de las armas, sino en el de Jehová (Juan 18:11).
13
Jesús denunció sin temor la maldad y las mentiras de los maestros religiosos. Les dijo: “¡Ay
de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cierran el reino de los cielos delante de los
hombres”. Y agregó: “Han desatendido los asuntos de más peso de la Ley, a saber: la justicia y la
misericordia y la fidelidad [...;] limpian el exterior de la copa y del plato, pero por dentro están llenos
de saqueo e inmoderación” (Mat. 23:13, 23, 25). Los discípulos de Jesús necesitarían tener ese
mismo valor, pues en el futuro los líderes religiosos los perseguirían e incluso matarían a algunos
de ellos (Mat. 23:34; 24:9).
14
Ni siquiera los demonios hicieron que Jesús se acobardara. En cierta ocasión vino a su
encuentro un hombre endemoniado tan fuerte que nadie podía mantenerlo atado, ni siquiera con
cadenas. Sin embargo, Jesús no se dejó intimidar y expulsó a los muchos demonios que tenían
dominado al hombre (Mar. 5:1-13). Hoy día, Dios no nos ha dado el poder de realizar ese tipo de
milagros. No obstante, al predicar y enseñar a la gente, estamos librando una lucha espiritual
contra Satanás, quien “ha cegado las mentes de los incrédulos” (2 Cor. 4:4). Tal como en el caso
de Jesús, nuestras armas “no son carnales, sino poderosas por Dios para derrumbar cosas
fuertemente atrincheradas”, es decir, creencias falsas muy arraigadas (2 Cor. 10:4). ¿Cómo
podemos usar esas armas espirituales? Veamos cómo lo hizo Jesús.
15
La valentía de Jesús era real, no simple bravuconería. Nacía de su fe en Dios. Y así debe ser
también en nuestro caso (Mar. 4:40). ¿Cómo podemos tener verdadera fe? De nuevo, Jesús fija el
modelo a seguir. Él conocía a fondo los escritos sagrados y tenía plena confianza en su contenido.
Su arma no era una espada literal, sino la espada del espíritu, la Palabra de Dios. Vez tras vez
hacía referencia a ella para apoyar sus enseñanzas. De hecho, a menudo iniciaba sus
declaraciones con la expresión “está escrito” y pasaba a citar de las Escrituras.
16
Para que nuestra fe pueda resistir las pruebas que inevitablemente le sobrevienen a todo
cristiano, tenemos que leer y estudiar la Palabra de Dios todos los días y asistir a las reuniones.
Así se nos quedarán grabadas en la mente las verdades que sustentan nuestra fe (Rom. 10:17).
Además, debemos reflexionar profundamente a fin de que esas verdades echen raíces en el
corazón. Solo una fe viva nos dará el valor que necesitamos para actuar (Sant. 2:17). Finalmente,
debemos pedirle a Dios su espíritu santo, pues la fe es parte del fruto de ese espíritu (Gál. 5:22).
17
Una joven cristiana llamada Kitty sabe por experiencia propia que la fe verdadera da valor.
Desde pequeña, ella sabía que no debía “aver[gonzarse] de las buenas nuevas” en la escuela;
además, realmente quería predicarles a sus compañeros (Rom. 1:16). Año tras año intentaba
hablarles de la verdad, pero le faltaba el valor para hacerlo. Ya siendo adolescente, tuvo que irse a
estudiar a otro lugar y pensó: “Esta vez voy a recuperar todo el tiempo que he perdido”. Kitty le
pidió a Jehová que le diera valor y prudencia, y que se le presentara una buena oportunidad.
18
Llegó el primer día de clase, y los estudiantes tuvieron que presentarse ante sus compañeros.
Algunos dijeron que tenían una religión, pero aclararon que en realidad no la practicaban. Entonces
Kitty se dio cuenta de que esa era la oportunidad que había estado esperando. Cuando le llegó su
turno, dijo con toda claridad: “Soy testigo de Jehová y siempre trato de actuar tal como manda la
Biblia”. A medida que siguió hablando, algunos de sus compañeros empezaron a poner cara de
fastidio, pero hubo otros que prestaron atención y más tarde le hicieron preguntas. El profesor puso
a Kitty de ejemplo por defender sus creencias, y ella se sintió muy contenta de haber imitado el
valor de Jesús.
Sigamos el ejemplo de fe y valor que dio Jesús
19
Los apóstoles se dieron cuenta de que para ser valientes necesitaban fe; por eso le rogaron a
Jesús: “Danos más fe” (léase Lucas 17:5, 6). La fe verdadera implica más que creer que Dios
existe. Implica confiar plenamente en él, cultivar una relación con él como la que tiene un niñito con
su querido padre. Salomón escribió por inspiración: “Hijo mío, si tu corazón se ha hecho sabio, se
regocijará mi corazón, sí, el mío. Y mis riñones se alborozarán cuando tus labios hablen rectitud”
(Pro. 23:15, 16). De igual modo, Jehová se alegra cuando defendemos con valentía sus justos
principios, y saber esto nos da más valor aún. Imitemos, pues, el ejemplo de Jesús y defendamos
con valor la justicia.
El amor de Cristo nos impulsa a amar

“Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.”
(JUAN 13:1)

JESÚS es el ejemplo perfecto de amor. Por todo lo que hizo, dijo y enseñó, así como por el
sacrificio que realizó al morir por nosotros, demostró la profundidad de su amor. Hasta el fin de su
vida en la Tierra trató con cariño a todos, y en especial a sus discípulos.
2
Los cristianos tenemos en Jesús un magnífico modelo que seguir, un modelo que nos impulsa
a tratar con amor a nuestros hermanos y a toda otra persona. En este artículo veremos cómo
pueden los superintendentes imitar a Jesús y tratar con bondad a los hermanos que han cometido
una falta, sea grave o no. También veremos cómo nos impulsa el amor de Jesús a ayudar a los
hermanos que se enfrentan a dificultades, enfermedades e incluso desastres naturales.
3
La noche antes de que Jesús muriera, Pedro, su propio apóstol, lo negó en tres ocasiones
(Mar. 14:66-72). Pero Jesús había predicho que Pedro se arrepentiría. Y cuando el apóstol así lo
hizo, lo perdonó, y más tarde le confió serias responsabilidades (Luc. 22:32; Hech. 2:14; 8:14-17;
10:44, 45). ¿Qué nos enseña esto? ¿Qué aprendemos al observar la manera en que Jesús
reaccionaba cuando alguien cometía una falta grave?
Tengamos la misma actitud que Jesús hacia quienes cometen un pecado
4
Hay muchas situaciones en las que es necesario tener la misma actitud que Jesús, pero una
de las más difíciles y dolorosas es cuando alguien de nuestra familia o de la congregación comete
un pecado grave. Lamentablemente, cuanto más nos acercamos al fin de este sistema satánico,
más daño causa el espíritu del mundo. Los cristianos, sean jóvenes o mayores, pueden
contagiarse de la indiferencia y rebeldía de la gente hacia las normas morales, y eso podría
debilitar su determinación de seguir en el camino estrecho que lleva a la vida. En el siglo primero,
algunos cristianos tuvieron que ser expulsados de la congregación, y otros fueron censurados.
Lo mismo sucede hoy (1 Cor. 5:11-13; 1 Tim. 5:20). Pero si los ancianos tratan con amor al
hermano que ha pecado, pueden llegar a su corazón.
5
Al igual que Jesús, los ancianos deben defender las justas normas divinas en todo momento.
Pero al hacerlo, deben reflejar la apacibilidad, bondad y amor de Jehová. Cuando los cristianos
que pecan se sienten “quebrantados de corazón” y “aplastados en espíritu”, es decir, están
sinceramente arrepentidos, a los ancianos no les resulta muy difícil “reajustar[los] [...] con espíritu
de apacibilidad” (Sal. 34:18; Gál. 6:1). Pero ¿qué ocurre si el pecador tiene una actitud rebelde o
muestra poco o ningún arrepentimiento?
6
Cuando un pecador rechaza los consejos bíblicos o trata de echarles a los demás la culpa, los
ancianos y otros miembros de la congregación tal vez se sientan indignados. Como saben el daño
que dicha persona ha causado y ven su actitud, quizá se sientan tentados a expresar su
indignación. Sin embargo, enojarse no hace ningún bien ni refleja “la mente de Cristo” (1 Cor. 2:16;
léase Santiago 1:19, 20). Hubo ocasiones en las que Jesús reprendió enérgicamente a algunas
personas, pero nunca dijo nada movido por el odio ni con la intención de herir a nadie (1 Ped.
2:23). Al contrario, siempre dejó claro que los pecadores pueden arrepentirse y recobrar el favor de
Jehová. De hecho, una de las razones por las que Jesús vino a la Tierra fue para “salvar a
pecadores” (1 Tim. 1:15).
7
¿Cómo debería influir el ejemplo de Jesús en nuestra manera de ver a quienes reciben
disciplina en la congregación? Para empezar, debe ayudarnos a recordar que las medidas
disciplinarias tienen el propósito de proteger al rebaño y motivar al pecador a arrepentirse (2 Cor.
2:6-8). Aunque es muy triste ver que algunos son expulsados por su falta de arrepentimiento, es
reconfortante saber que muchos de ellos terminan regresando a Jehová. Si los ancianos se han
esforzado por tener la actitud de Cristo al tratar con el pecador, con el tiempo este quizá recapacite
y decida volver a la congregación. Tal vez no recuerde todos los consejos bíblicos que le dieron,
pero lo que seguramente no olvidará es el amor y la dignidad con que lo trataron.
8
Incluso en las circunstancias más difíciles, los ancianos deben manifestar “el fruto del espíritu”,
sobre todo el amor (Gál. 5:22, 23). Jamás deben apresurarse a expulsar a quien ha cometido un
pecado. Más bien, deben mostrar que su deseo sincero es ayudarlo. Así, cuando el pecador se
arrepienta —como sucede en muchos casos—, de seguro se sentirá profundamente agradecido a
Jehová y a los ancianos, las “dádivas en [forma de] hombres” que le hicieron más fácil recuperarse
(Efe. 4:8, 11, 12).
El amor cristiano en el tiempo del fin
9
En el Evangelio de Lucas vemos una de las muchas muestras de amor de Jesús. Él sabía que
en el futuro el ejército romano sitiaría Jerusalén, una ciudad condenada por Dios, y que sus
habitantes no podrían huir. De modo que dio esta advertencia a sus discípulos: “Cuando vean a
Jerusalén cercada de ejércitos acampados, entonces sepan que la desolación de ella se ha
acercado”. ¿Qué debían hacer cuando llegara ese momento? Las instrucciones de Jesús fueron
muy claras: “Los que estén en Judea echen a huir a las montañas, y los que estén en medio de
Jerusalén retírense, y los que estén en los lugares rurales no entren en ella; porque estos son días
para hacer justicia, para que se cumplan todas las cosas que están escritas” (Luc. 21:20-22).
El ejército romano sitió Jerusalén en el año 66, pero levantó el sitio, y los discípulos fieles siguieron
las instrucciones de su Maestro.
10
Mientras huían de Jerusalén, los cristianos tuvieron que mostrarse amor unos a otros, tal
como había hecho Cristo con ellos, y compartir las provisiones que tenían. Ahora bien, la profecía
de Jesús tendría un cumplimiento mucho mayor en el futuro. Él predijo: “Habrá gran tribulación
como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a
suceder” (Mat. 24:17, 18, 21). Antes de la “gran tribulación” y durante esta, es posible que nosotros
también pasemos por graves dificultades y privaciones. Adoptar la actitud mental de Cristo nos
ayudará en esos momentos tan críticos.
11
Cuando eso ocurra, tendremos que seguir el ejemplo de Jesús y velar con amor por el bien
de los demás. Pablo dio este consejo: “Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es
bueno para la edificación de este. Porque hasta el Cristo no se agradó a sí mismo [...]. Ahora, que
el Dios que suministra aguante y consuelo les conceda tener entre sí la misma actitud mental que
tuvo Cristo Jesús” (Rom. 15:2, 3, 5).
12
Pedro, que fue objeto del amor de Jesús, también exhortó a sus hermanos a actuar con
“obediencia a la verdad” y a tenerse “cariño fraternal sin hipocresía”. Así es, tenían que amarse los
“unos a [los] otros intensamente desde el corazón” (1 Ped. 1:22). Hoy más que nunca necesitamos
desarrollar esas cualidades cristianas, pues las presiones que sufre el pueblo de Dios ya están
aumentando. No podemos confiar en ningún elemento de este sistema moribundo, como bien lo
demuestra la grave crisis financiera que está viviendo el mundo (léase 1 Juan 2:15-17). Puesto que
el fin está tan cerca, debemos acercarnos aún más a Jehová. Y también debemos acercarnos a
nuestros hermanos y estrechar nuestros lazos de amistad con ellos. Pablo dijo: “En amor fraternal
ténganse tierno cariño unos a otros. En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera”
(Rom. 12:10). Pedro, por su parte, enfatizó este punto con las siguientes palabras: “Ante todo,
tengan amor intenso unos para con otros, porque el amor cubre una multitud de pecados” (1 Ped.
4:8).
13
En todo el mundo se conoce a los testigos de Jehová por demostrar su amor con obras. Por
ejemplo, en 2005, muchos de ellos participaron en las tareas de socorro que se llevaron a cabo
después de los terribles huracanes que devastaron amplias zonas del sur de Estados Unidos.
Inspirados en el ejemplo de Jesús, más de veinte mil Testigos se ofrecieron como voluntarios.
Muchos incluso dejaron sus hogares y empleos para ayudar a sus hermanos necesitados.
14
En cierto lugar de la costa, un huracán provocó olas de 10 metros (30 pies) de altura, y las
inundaciones llegaron 80 kilómetros (50 millas) tierra adentro. Un tercio de las construcciones que
estaban en la ruta del huracán quedaron totalmente destruidas. Vinieron voluntarios de diversos
países con herramientas y material de construcción para ayudar en lo que hiciera falta. Dos
hermanas carnales que son viudas hicieron las maletas y recorrieron 3.000 kilómetros
(2.000 millas) en camioneta hasta la zona del desastre. Una de ellas se quedó a vivir allí, donde
sirve de precursora regular y sigue colaborando con el comité de socorro.
15
Ya se han reconstruido o reparado más de cinco mil seiscientas viviendas de hermanos y de
otras personas de la zona. ¿Cómo se sienten los hermanos por toda la ayuda que han recibido?
Una cristiana que perdió su vivienda tuvo que irse a una pequeña casa remolque que tenía goteras
y una cocina (estufa) que no funcionaba. Cuando los hermanos le entregaron la modesta pero
acogedora casa que habían levantado, ella no pudo contener las lágrimas. ¡Qué agradecida se
sentía a Jehová y a sus hermanos por su nuevo hogar! En muchos casos, los Testigos
desplazados permanecieron en alojamientos temporales pese a que sus casas llevaban más de un
año reconstruidas. ¿Por qué no se mudaron? Para que los voluntarios tuvieran un sitio donde
quedarse hasta que terminaran las labores de socorro. No cabe duda de que estos hermanos han
demostrado la actitud mental de Cristo.
Tengamos la misma actitud que Jesús hacia los enfermos
16
Aunque relativamente pocos de nosotros hemos sufrido los efectos de un desastre natural,
casi todos tenemos problemas de salud o familiares enfermos. La actitud que Jesús tuvo hacia los
enfermos también puede servirnos de ejemplo. Cuando le trajeron a quienes sufrían
padecimientos, su amor lo hizo compadecerse de ellos y curar “a todos los que se sentían mal”
(Mat. 8:16; 14:14).
17
Hoy día no podemos curar a los enfermos de manera milagrosa, como hizo Jesús, pero sí
podemos tratarlos con la misma compasión que él. Por ejemplo, los ancianos imitan la actitud de
Jesús al organizar y supervisar programas de ayuda para los hermanos enfermos de la
congregación, siguiendo el principio que se expone en Mateo 25:39, 40 (léase).
18
Claro, no hace falta ser anciano para hacer el bien a los demás. Veamos el caso de Charlene,
una hermana de 44 años que padecía cáncer y a la que los médicos le dieron tan solo diez días de
vida. Viendo lo agotador que era para su esposo cuidar de ella, Sharon y Nicolette, dos hermanas
de la congregación, se ofrecieron para atenderla día y noche durante sus últimos días. Sin
embargo, esos diez días se convirtieron en seis semanas. Aun así, las dos mostraron su amor
hasta el final. “Fue muy duro saber que Charlene no se iba a recuperar —comenta Sharon—, pero
Jehová nos ayudó a ser fuertes. Lo que vivimos nos acercó más a él y estrechó los lazos entre
nosotras.” El esposo de Charlene dice: “Nunca olvidaré la bondad y el apoyo de estas dos fieles
hermanas. Sus esfuerzos sinceros y su actitud positiva le hicieron más llevaderos sus últimos días
a mi querida Charlene y me dieron el alivio físico y emocional que tanto necesitaba. Les estaré
siempre agradecido. Su abnegación fortaleció mi fe en Jehová y mi amor por toda la hermandad”.
19
En esta serie de tres artículos hemos analizado cinco cualidades de Jesús, así como diversas
maneras de imitar su forma de pensar y de actuar. Como él, seamos “de genio apacible y
humilde[s] de corazón” (Mat. 11:29). Esforcémonos también por tratar a todos con bondad, a pesar
de sus imperfecciones. Y obedezcamos con valor las normas de Jehová aun ante las dificultades.
20
Además, amemos a nuestros hermanos como los amó Cristo: “hasta el fin”. Eso es lo que nos
identifica a los verdaderos cristianos (Juan 13:1, 34, 35). Por lo tanto, hagamos “que [nuestro] amor
fraternal continúe” y actuemos con decisión: usemos nuestra vida para alabar a Dios y para ayudar
a los demás (Heb. 13:1). Jehová bendecirá todos nuestros esfuerzos.

PAG. 114 it-2 PAG. 95, PARR. 6

Jesús fue para sus discípulos un ejemplo de hombre trabajador. Se levantaba temprano y
trabajaba hasta bien entrada la noche. (Lu 21:37, 38; Mr 11:20; 1:32-34; Jn 3:2; 5:17.) Más de una
vez pasó la noche orando, como la noche anterior a que pronunciara su Sermón del Monte. (Mt
14:23-25; Lu 6:12–7:10.) En una ocasión, después de haber ayudado a otros hasta entrada la
noche, se levantó mientras todavía estaba oscuro y se fue a un lugar solitario para orar. (Mr
1:32, 35.) Aunque las muchedumbres a menudo interrumpían su intimidad, ‘los recibía con
amabilidad y les hablaba del reino de Dios’. (Lu 9:10, 11; Mr 6:31-34; 7:24-30.) Experimentó
cansancio, sed y hambre, y a veces hasta se privaba de comer debido al trabajo que tenía que
hacer. (Mt 21:18; Jn 4:6, 7, 31-34; compárese con Mt 4:2-4;

PAG. 115 it-2 PAG. 96, PARR. 1

Punto de vista equilibrado de las cosas materiales. Sin embargo, no era un asceta que
practicaba la austeridad a un grado extremo, sino que más bien obraba en consonancia con cada
situación. (Lu 7:33, 34.) Aceptó muchas invitaciones a comidas, e incluso a banquetes, y visitó las
casas de personas de cierto nivel económico. (Lu 5:29; 7:36; 14:1; 19:1-6.) Contribuyó al disfrute
de una boda al convertir agua en buen vino. (Jn 2:1-10.) También apreció las cosas buenas que se
hacían por él. Cuando Judas se indignó porque María, la hermana de Lázaro, usó una libra de
aceite perfumado (cuyo valor era de más de 220 dólares [E.U.A.], aproximadamente el salario de
un año de un trabajador) para ungir los pies de Jesús, y fingió preocupación por los pobres que
podían haberse beneficiado de la venta de ese aceite, Jesús dijo: “Déjala, para que guarde esta
observancia en vista del día de mi entierro. Porque a los pobres siempre los tienen con ustedes,
pero a mí no me tendrán siempre”. (Jn 12:2-8; Mr 14:6-9.) La prenda interior de vestir que llevaba
cuando lo detuvieron, “tejida desde arriba toda ella”, debió ser una prenda de calidad. (Jn
19:23, 24.) No obstante, siempre puso en primer lugar lo espiritual; nunca se preocupó en demasía
por lo material, como aconsejó a otros que hicieran. (Mt 6:24-34; 8:20; Lu 10:38-42; compárese con
Flp 4:10-12.)

PAG. 115 w 05 1/1 PAGS. 10,11 PARRS. 16-19


Bajo persecución
16
Jesús señaló otro aspecto en que sus discípulos habrían de imitarlo, diciendo: “Este es mi
mandamiento: que ustedes se amen unos a otros así como yo los he amado a ustedes” (Juan
15:12, 13, 17). Los cristianos tenemos muchas razones para amar a nuestros hermanos. Pues
bien, en esta ocasión en particular, Jesús estaba pensando en otra más: el odio de que serían
objeto. “Si el mundo los odia —aseguró—, saben que me ha odiado a mí antes que los odiara a
ustedes. [...] El esclavo no es mayor que su amo. Si ellos me han perseguido a mí, a ustedes
también los perseguirán.” (Juan 15:18, 20.) Así es, los cristianos nos asemejamos al Maestro hasta
en el hecho de ser perseguidos. Por tanto, forjemos entre nosotros un fuerte vínculo de amor a fin
de contrarrestar ese odio.
17
¿Por qué odiaría el mundo a los cristianos? Porque, al igual que Jesús, “no son parte del
mundo” (Juan 17:14, 16). Se mantienen neutrales en cuestiones militares y políticas, y obedecen
los principios bíblicos al respetar la santidad de la vida y al seguir elevados principios morales
(Hechos 15:28, 29; 1 Corintios 6:9-11). Sus prioridades son espirituales, no materiales, y aunque
viven en el mundo, “no lo usan a plenitud”, como escribió Pablo (1 Corintios 7:31). Es cierto que
hay quienes han expresado su admiración por los elevados principios de los testigos de Jehová.
Pero debido a que estos no transigen a fin de ganar la aceptación o el aplauso de nadie, la
mayoría de la gente no los comprende, y muchos los odian.
18
Los apóstoles no solo comprobaron el intenso odio del mundo cuando Jesús fue arrestado y
ejecutado, sino que también vieron cómo reaccionó él ante tal odio. Cuando sus opositores
religiosos fueron a apresarlo al jardín de Getsemaní, Pedro trató de protegerlo con su espada, pero
Jesús le ordenó: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada perecerán
por la espada” (Mateo 26:52; Lucas 22:50, 51). Tiempo atrás, los israelitas habían combatido
contra sus enemigos espada en mano, pero ahora las cosas habían cambiado. El Reino de Dios
no era “parte de este mundo”, y no había fronteras nacionales que defender (Juan 18:36).
En breve, Pedro iba a formar parte de una nación espiritual, cuyos miembros tendrían ciudadanía
celestial (Gálatas 6:16; Filipenses 3:20, 21). A partir de entonces, por lo tanto, los seguidores de
Jesús se enfrentaron al odio y la persecución tal como lo hizo Jesús: con valor, pero de forma
pacífica. Dejaron los asuntos en manos de Jehová y confiaron en que él les daría la fortaleza
necesaria para aguantar (Lucas 22:42).
19
Varios años después, Pedro escribió: “Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para que
sigan sus pasos con sumo cuidado y atención. [...] Cuando lo estaban injuriando, no se puso a
injuriar en cambio. Cuando estaba sufriendo, no se puso a amenazar, sino que siguió
encomendándose al que juzga con justicia” (1 Pedro 2:21-23). Tal como advirtió Jesús, los
cristianos han sufrido una persecución feroz a lo largo de los años. Tanto en el siglo primero como
en la actualidad han seguido el ejemplo de Jesús y se han labrado un magnífico historial de fiel
aguante, manteniéndose íntegros pacíficamente (Revelación [Apocalipsis] 2:9, 10). Que cada uno
de nosotros haga lo mismo cuando lo exijan las circunstancias (2 Timoteo 3:12).

VIERNES
LECCION 13(b)
DIRIGE ESTUDIOS BIBLICOS QUE PROGRESEN
(PARTE 1)

PAG. 116 it-2 PAG. 273


MAESTRO, ENSEÑANZA

Persona que transmite información o enseña un trabajo de palabra o por el ejemplo. Un buen
maestro fundamenta lo que dice con explicaciones, pruebas o por el empleo de otros métodos, a
fin de ayudar al que le escucha a aceptar y recordar lo que oye.
Jehová Dios, el Creador, es el Magnífico Instructor o Maestro de sus siervos. (1Re 8:36; Sl
27:11; 86:11; 119:102; Isa 30:20; 54:13.) Las mismas obras creativas enseñan que existe un Dios
Omnisapiente y son en sí mismas un campo para investigación y aprendizaje que solo se ha
aprovechado de manera parcial. (Job 12:7-9.) Además, Jehová Dios ha enseñado a los humanos
su nombre, sus propósitos y sus leyes por medio de revelaciones. (Compárese con Éx 4:12, 15;
24:12; 34:5-7.) Tales revelaciones se hallan en la Palabra de Dios, la Biblia, y sirven de base para
enseñar a otros cuál es Su voluntad. (Ro 15:4; 2Ti 3:14-17.) El espíritu de Dios también ejerce la
función de maestro. (Jn 14:26.)
La enseñanza entre los israelitas. Dios dio a los padres israelitas la responsabilidad de
enseñar a sus hijos. (Dt 4:9; 6:7, 20, 21; 11:19-21; Sl 78:1-4.) No obstante, los profetas, los levitas,
en especial los sacerdotes, y otros sabios, servían de maestros de la entera nación. (Compárese
con 2Cr 35:3; Jer 18:18; véase EDUCACIÓN.)
Profetas. Los profetas enseñaban al pueblo los atributos y propósitos de Jehová, denunciaban
la mala conducta de los israelitas y señalaban el camino correcto que debían seguir. Su enseñanza
solía ponerse por escrito. (Compárese con 1Sa 12:23-25; Isa 7:3, 4; 22:15, 16; Jer 2:2.) Entre sus
métodos de enseñanza estaban: las preguntas (Jer 18:13, 14; Am 3:3-8; Ag 2:11-14), las
ilustraciones (2Sa 12:1-7; Isa 10:15; Jer 18:3-10), los enigmas (Eze 17:2) y las representaciones
simbólicas. (1Re 11:30-32; Jer 13:4-11; 19:1-12; 27:2; 28:10-14; Eze 4:1–5:4.)
Sacerdotes y levitas. Los sacerdotes y los levitas tenían la responsabilidad de enseñar la ley
de Dios a la nación de Israel (Le 10:11; 14:57; 2Cr 15:3; 35:3), una tarea que desempeñaban de
diversas maneras. Todos los años sabáticos, se leía toda la Ley al pueblo entero: hombres,
mujeres, niños y residentes forasteros, durante la fiesta de las cabañas. (Dt 31:9-13.) A veces los
levitas se valían de las respuestas audibles del pueblo para inculcar las leyes divinas en los
oyentes. (Compárese con Dt 27:14-26.) Aparte de leer la Ley al pueblo, los sacerdotes y los levitas
también explicaban su significado. (Compárese con Ne 8:8.) Sus decisiones judiciales enseñaban
al pueblo los principios de la justicia divina. (Dt 17:8-13; 1Cr 26:29; 2Cr 19:8-11.)
Escribas. En los días de Jesús, los escribas eran maestros prominentes de la Ley. Pero no se
preocuparon nunca por los verdaderos problemas y necesidades del pueblo. Al igual que los
fariseos, los escribas daban más importancia a las reglas y tradiciones que a la misericordia, la
justicia y la fidelidad. Convirtieron la Ley en una carga para el pueblo. (Mt 23:2-4, 23, 24; Lu
11:45, 46.) Debido a su actitud de superioridad hacia las personas comunes, no fueron un ejemplo
digno de imitar, por lo que su enseñanza no tuvo el efecto que pudo haber tenido. (Compárese con
Mt 23:3, 6, 7; Jn 7:48, 49; véase ESCRIBA, ESCRIBANO.)
¿Qué hizo que la enseñanza de Jesús fuera tan eficaz?
Aunque los líderes religiosos del judaísmo no eran sinceros cuando se dirigían a Jesucristo
como “Maestro [gr. Di·dá·ska·los]”, él tuvo el reconocimiento tanto de los creyentes como de los
no creyentes. (Mt 8:19; 9:11; 12:38; 19:16; 22:16, 24, 36; Jn 3:2.) Los oficiales que fueron a
detenerle quedaron tan impresionados por su enseñanza que regresaron con las manos vacías y
dijeron: “Jamás ha hablado otro hombre así”. (Jn 7:46.) Jesús enseñó “como persona que tiene
autoridad, y no como [los] escribas”. (Mt 7:29.) Dios era la Fuente de su enseñanza (Jn 7:16; 8:28),
y Jesús la transmitió con sencillez, lógica irrefutable, preguntas penetrantes, metáforas llamativas e
ilustraciones significativas basadas en cosas conocidas. (Mt 6:25-30; 7:3-5; 24-27; véase
ILUSTRACIONES.) También empleó lecciones prácticas: lavó los pies a sus discípulos con el fin
de enseñarles que deberían servirse los unos a los otros. (Jn 13:2-16.)

PAG. 117 be PAG. 57 PARRS. 1,2


Honre a Jehová
Ser un maestro a semejanza de Cristo entraña más que pronunciar discursos interesantes. Es
cierto que Jesús maravilló a la gente con “palabras llenas de gracia” (Luc. 4:22). Sin embargo,
¿con qué propósito hablaba así? No con el de convertirse en el centro de atención, sino para
honrar a Jehová (Juan 7:16-18). Además, dio esta exhortación a sus discípulos: “Resplandezca la
luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus obras excelentes y den gloria al
Padre de ustedes que está en los cielos” (Mat. 5:16). Este consejo ha de influir en nuestra
enseñanza, así que debemos evitar cuanto nos desvíe de tal objetivo. Por consiguiente, al pensar
en qué decir y cómo decirlo, conviene que nos preguntemos: “¿Infundirá aprecio por Jehová, o
centrará la atención en mi persona?”.
Por ejemplo, las ilustraciones y las experiencias de la vida real pueden ser eficaces en la
enseñanza, pero si incluimos demasiados detalles, quizá eclipsemos la idea que pretendemos
destacar. De igual modo, las historias que no hacen más que entretener nos distraen del propósito
de nuestro ministerio. En tal caso, el maestro se haría el centro de atención y dejaría de cumplir el
verdadero objetivo de la educación teocrática.

PAG. 118 km 8/04 PAG. 1 PARRS. 2-4


a
Dirijamos estudios bíblicos progresivos (2. parte)
Preparación para el estudio
1
Enseñar eficazmente durante un estudio de la Biblia conlleva más que analizar la información
y buscar los textos bíblicos que no están copiados. Debemos presentar los datos de modo que
toquen el corazón del estudiante. Para ello, hay que prepararse muy bien de acuerdo con las
necesidades de este (Pro. 15:28).
2
Cómo prepararse. Comience orando a Jehová por la persona y sus necesidades. Pídale
ayuda para llegar al corazón del estudiante (Col. 1:9, 10). A fin de captar el tema con claridad,
dedique unos minutos a examinar el título del capítulo o lección, los subtítulos y las ilustraciones.
Pregúntese: “¿Cuál es la idea central de la información?”. Si así lo hace, cuando dirija el estudio,
se centrará en los puntos principales.
3
Repase detenidamente el contenido de cada párrafo. Localice las respuestas a las preguntas
impresas y subraye solo las palabras y frases clave. Busque la relación entre los textos bíblicos
citados y la idea principal del párrafo, y escoja los que va a leer en el estudio. Tal vez le resulte útil
hacer breves anotaciones en el margen de la página. El estudiante debe ver claro que lo que
aprende procede de la Palabra de Dios (1 Tes. 2:13).
4
Particularice la lección. A continuación, prepárese la lección pensando en el estudiante en
particular. Intente prever sus preguntas y las ideas que le costará entender o aceptar. Pregúntese:
“¿Qué debe comprender o en qué debe mejorar para progresar en sentido espiritual? ¿Cómo
puedo llegarle al corazón?”. Adapte la lección en función de las respuestas a estas cuestiones.
Habrá ocasiones en las que tenga que preparar un ejemplo, una explicación o una serie de
preguntas que ayuden al estudiante a captar el significado de algún punto o texto bíblico (Neh.
8:8). Sin embargo, evite añadir datos adicionales que no aporten mucho al tema central. Un breve
repaso final permitirá al estudiante recordar las ideas principales.
5
¡Cuánto nos alegra que los nuevos produzcan fruto justo para la alabanza de Jehová! (Fili.
1:11.) Si queremos ayudarlos a lograr esa meta, preparémonos bien cada vez que vayamos a
dirigir un estudio de la Biblia.

VIERNES
LECCION 14(a)
DIRIGE ESTUDIOS BIBLICOS QUE PROGRESEN
(PARTE 2)
PAG. 122 be PAG. 259 PARRS. 1,2

Con preguntas bien pensadas, le será posible averiguar lo que hay en el corazón de quien le
escucha. Podría preguntarle: “¿Cómo se siente respecto a...? ¿Qué le convenció de que...? ¿Qué
haría si...?”. Sin embargo, tenga cuidado para que no se sienta acosado. Discretamente podría
comenzar diciendo: “¿Podría hacerle una pregunta?”. Descubrir lo que se alberga en el corazón es
una tarea laboriosa que no se logra de la noche a la mañana. Antes de que la persona esté
dispuesta a revelar sus sentimientos más íntimos, casi siempre será preciso que se gane su
confianza, y eso requiere tiempo. Incluso entonces tendrá usted que ser prudente, para que el
estudiante no piense que está invadiendo su intimidad (1 Ped. 4:15).
También hace falta discernimiento para controlar sus reacciones ante lo que oye. Recuerde que
su objetivo es comprender a las personas a fin de determinar qué información bíblica posiblemente
las conmueva. Reprima de inmediato todo impulso de refutar sus puntos de vista equivocados.
Más bien, esté atento a los sentimientos que se esconden tras las palabras. Así sabrá qué
responder, y será más probable que el estudiante, sintiéndose comprendido, piense con seriedad
en lo que usted le diga (Pro. 16:23).

PAG. 123 be PAG. 242 PARR. 4

Tras llamar a sus discípulos “la luz del mundo”, Jesús agregó unos comentarios sobre la utilidad de
una lámpara y la responsabilidad que tal uso suponía en el caso de ellos (Mat. 5:15, 16). Así
mismo, concluyó la ilustración de la oveja perdida mencionando el gozo que se produce en el cielo
cuando un pecador se arrepiente (Luc. 15:7). Y después de contar a un hombre la parábola del
buen samaritano, le hizo una pregunta pertinente seguida de un consejo directo (Luc. 10:36, 37).
En contraste, las ilustraciones sobre los distintos tipos de terreno y sobre la mala hierba del campo
solo se las explicó a quienes fueron lo suficientemente humildes como para preguntarle su
significado, y no a las muchedumbres (Mat. 13:1-30, 36-43). Tres días antes de morir, Jesús relató
una historia sobre unos viñadores homicidas, y no añadió explicación alguna, pues no era
necesario hacerlo. “Los sacerdotes principales y los fariseos [...] se dieron cuenta de que hablaba
de ellos.” (Mat. 21:33-45.) De modo que la actitud de los oyentes, la naturaleza de la ilustración y el
objetivo al presentarla determinan si es preciso explicarla y, en caso afirmativo, hasta qué punto.

PAG. 123 it-1 PAGS. 1200,1201


ILUSTRACIONES

La voz griega pa·ra·bo·lḗ (literalmente, “colocación al lado; yuxtaposición”) tiene un significado


más amplio que las palabras españolas “proverbio” y “parábola”. El término “ilustración”, sin
embargo, tiene un significado amplio, que puede englobar la “parábola” y, en muchos casos, el
“proverbio”. Un “proverbio” encierra una verdad en lenguaje expresivo, a menudo de manera
metafórica, y una “parábola” es una comparación o símil, una narración corta, generalmente ficticia,
de la que se puede obtener una verdad moral o espiritual.
Las Escrituras emplean pa·ra·bo·lḗ en un sentido más amplio que la palabra española
“parábola”, como lo muestra Mateo 13:34, 35, donde Mateo señala que se había predicho que
Jesucristo hablaría en “ilustraciones” (NM), “parábolas” (BJ, CI). El Salmo 78:2, citado por Mateo,
se refiere a un “dicho proverbial” (heb. ma·schál), y para esta expresión el evangelista empleó la
palabra griega pa·ra·bo·lḗ. Tal como indica el sentido literal de la voz griega, la pa·ra·bo·lḗ era un
medio de enseñar o comunicar una idea, un método para explicar una cosa ‘colocando al lado’ algo
semejante. (Compárese con Mr 4:30.) Muchas versiones se limitan a traducir el término griego por
la forma españolizada “parábola”. Sin embargo, esta traducción no siempre transmite el significado
pleno.
Por ejemplo, en Hebreos 9:9 y 11:19 muchas versiones ven necesario recurrir a términos
diferentes a “parábola”. En el primero de estos textos el apóstol Pablo llama al tabernáculo o tienda
que usaba Israel en el desierto “una ilustración [pa·ra·bo·lḗ; “símil”, ENP; “imagen”, EMN; “figura”,
NC; “símbolo”, Val] para el tiempo señalado”. En el segundo texto el apóstol dice que Abrahán
recibió a Isaac de entre los muertos “a manera de ilustración” (NM) (pa·ra·bo·lḗi; “en sentido
figurado”, BAS; Val). Al dicho: “Médico, cúrate a ti mismo”, también se le llama pa·ra·bo·lḗ. (Lu
4:23.) En vista de esto, un término más general, como “ilustración” (NM), sirve para traducir
pa·ra·bo·lḗ de manera consecuente en todos los casos.
Otra palabra relacionada es “alegoría” (gr. al·lē·go·rí·a), que consiste en varias metáforas
consecutivas en las que una serie de acciones simbolizan otras, mientras que los personajes a
menudo son tipos o personificaciones. Pablo emplea el verbo griego al·lē·go·ré·ō (alegorizar) en
Gálatas 4:24 con respecto a Abrahán, Sara y Agar, un verbo que se traduce por ‘ser una alegoría’
(Str), ‘estar dicho en forma alegórica’ (CI) y ‘quedar como un drama simbólico’ (NM).
El apóstol Juan usó otra palabra (pa·roi·mí·a) para “comparación” (Jn 10:6; 16:25, 29); se ha
traducido: “símil”, “parábola”, “proverbio”, “alegoría”, “semejanza”, “símbolo”, “enigma”, “ejemplo”,
“figura”, “lenguaje figurado” y “comparación” (TA, NC, CI, FS, SA, BI, NM). Pedro empleó la misma
palabra con respecto al “proverbio” del perro que vuelve a su vómito y la cerda que se revuelca en
el fango. (2Pe 2:22.)
Eficacia. Las ilustraciones o parábolas constituyen un método de enseñanza de gran eficacia
debido a, por lo menos, cinco razones: 1) Captan y retienen la atención; pocas cosas atraen tanto
el interés como una experiencia o un relato. ¿Quién no conoce las ilustraciones del hijo pródigo y
de la oveja perdida? 2) Avivan la facultad de pensar; uno de los mejores ejercicios mentales es
buscar el significado de una comparación y captar las verdades abstractas que se presentan.
3) Afectan las emociones y, debido a que por lo general el oyente ve la aplicación práctica de las
verdades, llegan a la conciencia y al corazón. 4) Ayudan a recordar; posteriormente se puede
reconstruir el relato y aplicarlo. 5) Conservan la verdad, puesto que siempre son aplicables y
comprensibles, en cualquier momento y época. Mientras que las palabras pueden cambiar de
significado, las ilustraciones tratan de la vida y de la naturaleza. Esta es una de las razones por las
que las verdades bíblicas conservan hoy la claridad que tuvieron cuando se pronunciaron o
escribieron.

PAG. 123 be PAG. 240 PARR. 1

LAS ilustraciones son poderosos recursos didácticos, pues captan la atención con gran eficacia y
estimulan el pensamiento. También despiertan sentimientos, con lo cual tocan la conciencia y el
corazón. A veces sirven para vencer prejuicios, y son muy útiles para grabar las ideas en la
memoria. ¿Las emplea cuando enseña?

PAG. 123 be PAG. 260 PARR. 1-PAG. 261 PARR. 1

Al destacar la benignidad de Jehová, así como su amor, su bondad inmerecida y la justicia de


sus caminos, usted ayuda a aquellos a quienes enseña a fortalecer su amor a Dios. Cuando dedica
algún tiempo a mostrarles las buenas cualidades que Dios observa en ellos, les da razones para
creer que es posible entablar una relación personal con él. Un medio para lograrlo es invitarlos a
reflexionar en pasajes como Salmo 139:1-3, Lucas 21:1-4 y Juan 6:44, así como señalarles la
profundidad del cariño que el Creador siente por sus siervos leales (Rom. 8:38, 39). Explíqueles
que, más allá de los errores que cometemos, Jehová ve todo el curso de nuestra vida, nuestro celo
por la adoración pura y el amor que sentimos por su nombre (2 Cró. 19:2, 3; Heb. 6:10).
Él recuerda hasta el más mínimo detalle de nuestro ser y, de una manera extraordinaria, resucitará
a “todos los que están en las tumbas conmemorativas” (Juan 5:28, 29; Luc. 12:6, 7). Puesto que
Dios creó a los seres humanos a su imagen y semejanza, es fácil que una conversación sobre las
cualidades divinas toque una fibra sensible en el interior de su interlocutor (Gén. 1:27).
El corazón también puede conmoverse cuando la persona comienza a ver a los demás como
Jehová los ve. Es lógico que si Dios nos trata con ternura a cada uno de nosotros, también
muestre la misma consideración por otras personas, sin discriminación de orígenes, nacionalidad o
raza (Hech. 10:34, 35). Una vez el estudiante entienda esto, contará con una base bíblica firme
para desarraigar de su corazón el odio y el prejuicio, lo cual le permitirá disfrutar de relaciones
interpersonales pacíficas mientras sigue aprendiendo a acatar la voluntad divina.
Otro sentimiento que debemos tratar de infundir en los demás es el temor piadoso (Sal. 111:10;
Rev. 14:6, 7). Esta reverencia profunda, este temor de Dios, los mueve a lograr lo que con sus
propias fuerzas tal vez no podrían. Hablarles de los imponentes actos de Jehová y de su
extraordinaria bondad amorosa los impulsará a cultivar un temor sano a desagradarle (Sal. 66:5;
Jer. 32:40).
Asegúrese de que sus oyentes comprendan que a Jehová le importa la conducta de ellos. Él
tiene sentimientos, y nuestra reacción a sus mandatos puede entristecerlo o regocijarlo (Sal. 78:40-
42). Muestre que nuestro comportamiento desempeña un papel importante en la respuesta al
desafío que Satanás lanzó a Dios (Pro. 27:11).
Ayude a quienes lo escuchen a ver que cumplir con los requisitos divinos los beneficia (Isa.
48:17). Un modo de hacerlo es señalando las consecuencias físicas y emocionales de rechazar,
aun de forma momentánea, la sabiduría de Dios. Explíqueles que el pecado nos aleja de Jehová y
priva a los demás de la oportunidad de aprender la verdad de nuestros labios, además de lesionar
los derechos ajenos (1 Tes. 4:6). Anímelos a valorar las bendiciones de las que ya disfrutan a
causa de su obediencia a las leyes de Dios, así como a profundizar su gratitud por el hecho de que
andar en Sus justas sendas nos libre de tantas adversidades. Quien cifre su fe en la sabiduría de
los caminos divinos sentirá repulsión por cualquier proceder contrario a ellos (Sal. 119:104). En vez
de ver la obediencia como una carga, la considerará un modo de expresar su amor y devoción por
Jehová.
PAG. 123 be PAGS. 240-246
Lección 45
Ilustraciones instructivas

¿Qué implica?
Utilizar figuras retóricas o ejemplos, sean ficticios o reales, de tal forma que le
permitan alcanzar sus objetivos al enseñar.
¿POR QUÉ SON IMPORTANTES?
Bien utilizadas, las ilustraciones enriquecen la exposición, influyen en la vida de los
oyentes y graban las enseñanzas en su mente. Pero mal empleadas, desvían la
atención de los aspectos importantes.

LAS ilustraciones son poderosos recursos didácticos, pues captan la atención con gran eficacia
y estimulan el pensamiento. También despiertan sentimientos, con lo cual tocan la conciencia y el
corazón. A veces sirven para vencer prejuicios, y son muy útiles para grabar las ideas en la
memoria. ¿Las emplea cuando enseña?
Uno de los medios de ilustrar enseñanzas son las figuras retóricas, que, aunque normalmente
constan de solo unas cuantas palabras, pueden crear vívidas imágenes mentales. Cuando están
bien pensadas, su significado es, en su mayor parte, obvio. No obstante, añadiéndoles una breve
explicación se refuerza su valor. La Biblia contiene muchos ejemplos de figuras retóricas de los
que podemos aprender.
Empiece con comparaciones y metáforas. Las comparaciones, o símiles, son las figuras
retóricas más sencillas. Si quiere aprender a usar ilustraciones, tal vez le convenga concentrarse
primero en estas. Por lo general, comienzan con un “como”, un “igual que” o una expresión
parecida. Las comparaciones destacan un aspecto que tienen en común dos cosas muy diferentes.
La Biblia las utiliza en muchas ocasiones, recurriendo para ello a las creaciones divinas —plantas,
animales y cuerpos celestes— y a la experiencia humana. En Salmo 1:3 leemos que la persona
que lee asiduamente la Palabra de Dios es “como un árbol plantado al lado de corrientes de agua”,
el cual produce fruto y no se marchita. Del inicuo se dice que es “como un león” al acecho (Sal.
10:9). Jehová le prometió a Abrahán que su descendencia llegaría a ser tan numerosa “como las
estrellas de los cielos y como los granos de arena que hay en la orilla del mar” (Gén. 22:17).
Y tocante a la relación estrecha que forjó con la nación de Israel, Dios dijo: “Tal como un cinto se
adhiere a las caderas de un hombre, así hice que [...] Israel y [...] Judá se adhirieran aun a mí” (Jer.
13:11).
La metáfora también pone de manifiesto cierta semejanza entre dos elementos muy distintos,
pero con más fuerza que la comparación. Consiste en hablar de una cosa como si realmente fuera
otra, atribuyendo así una característica de la segunda a la primera. Por ejemplo, Jesús indicó a sus
seguidores: “Ustedes son la luz del mundo” (Mat. 5:14). Con relación al daño que puede causar el
habla irreflexiva, el discípulo Santiago escribió: “La lengua es un fuego” (Sant. 3:6). Y David cantó
a Jehová: “Tú eres mi peñasco y mi fortaleza” (Sal. 31:3). Por regla general, la metáfora bien
escogida necesita poca o ninguna explicación; su brevedad la hace aún más eficaz. Posiblemente
su auditorio recuerde mejor un punto con una metáfora que con la simple exposición de un hecho.
La hipérbole es una exageración, por lo que debe usarse con discreción para que no se
malinterprete. Jesús recurrió a esta figura retórica cuando, a fin de crear una imborrable imagen
mental, preguntó: “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano, pero no tomas en
cuenta la viga que hay en tu propio ojo?” (Mat. 7:3). Sin embargo, antes de emplear este recurso
estilístico u otros, aprenda a hacer buen uso de las comparaciones y las metáforas.
Utilice ejemplos. En vez de figuras retóricas, tal vez prefiera utilizar en su enseñanza ejemplos,
sean historias ficticias o experiencias de la vida real. Ahora bien, puesto que es fácil excederse en
su elaboración y frecuencia de uso, se requiere prudencia. Solo deben emplearse para apoyar
puntos de verdadera importancia, y han de presentarse de manera que el auditorio recuerde la
enseñanza, no simplemente el relato.
Aunque no todos los ejemplos tienen que ser casos verídicos, deben reflejar actitudes y
situaciones de la vida real. Así, cuando Jesús quiso enseñar cómo hay que considerar a los
pecadores arrepentidos, lo ilustró con una narración sobre un hombre que se regocijó al encontrar
a su oveja perdida (Luc. 15:1-7). En respuesta a un judío que no captaba el verdadero alcance del
mandato de la Ley relativo a amar al prójimo, Jesús contó la parábola de un samaritano que auxilió
a un herido después de que un sacerdote y un levita se negaran a hacerlo (Luc. 10:30-37).
Si aprende a observar con atención las actitudes y acciones de la gente, podrá utilizar con eficacia
este recurso didáctico.
Cuando el profeta Natán le contó una historia imaginaria al rey David con el fin de censurarlo,
obtuvo buenos resultados porque evitó provocar una situación que pudiera haber llevado al rey a
justificarse. Los personajes del relato eran un hombre rico que tenía muchas ovejas y otro pobre
que solo poseía una cordera, a la cual criaba con ternura. Por haber sido pastor, David entendía
los sentimientos de este último, de modo que reaccionó con justa indignación contra el hombre rico
que le había arrebatado al de escasos recursos su preciada cordera. Entonces Natán le dijo a
David sin rodeos: “¡Tú mismo eres el hombre!”. El mensaje le tocó el corazón, y se arrepintió
sinceramente (2 Sam. 12:1-14). Con la práctica, usted también aprenderá a tratar de forma
atrayente cuestiones delicadas.
De los sucesos recogidos en la Biblia pueden tomarse muchos ejemplos útiles en la enseñanza.
Así lo hizo Jesús cuando dijo de manera concisa: “Acuérdense de la esposa de Lot” (Luc. 17:32).
De igual modo, al describir la señal de su presencia, se refirió a “los días de Noé” (Mat. 24:37-39).
Y en el capítulo 11 de Hebreos, el apóstol Pablo mencionó por nombre a dieciséis hombres y
mujeres, señalándolos como ejemplos de fe. A medida que usted vaya conociendo mejor la Biblia,
irá aumentando su capacidad de extraer ejemplos impactantes de las personas y los sucesos
citados en sus páginas (Rom. 15:4; 1 Cor. 10:11).
A veces le parecerá oportuno reforzar cierta enseñanza con una experiencia de nuestros días.
No obstante, tenga cuidado de escoger únicamente experiencias confirmadas y evitar las que
incomodarían innecesariamente a alguno de los presentes o desviarían la atención hacia un tema
polémico ajeno a lo que está tratando. Recuerde, además, que las experiencias deben relatarse
con un propósito. No incluya detalles superfluos, pues por lo general distraen del objetivo de la
exposición.
¿Se entenderá? Sin importar la figura retórica o el ejemplo que utilice, debería lograr con ellos
un objetivo definido. ¿Lo conseguirá si no explica su relación con el tema del que está hablando?
Tras llamar a sus discípulos “la luz del mundo”, Jesús agregó unos comentarios sobre la utilidad
de una lámpara y la responsabilidad que tal uso suponía en el caso de ellos (Mat. 5:15, 16). Así
mismo, concluyó la ilustración de la oveja perdida mencionando el gozo que se produce en el cielo
cuando un pecador se arrepiente (Luc. 15:7). Y después de contar a un hombre la parábola del
buen samaritano, le hizo una pregunta pertinente seguida de un consejo directo (Luc. 10:36, 37).
En contraste, las ilustraciones sobre los distintos tipos de terreno y sobre la mala hierba del campo
solo se las explicó a quienes fueron lo suficientemente humildes como para preguntarle su
significado, y no a las muchedumbres (Mat. 13:1-30, 36-43). Tres días antes de morir, Jesús relató
una historia sobre unos viñadores homicidas, y no añadió explicación alguna, pues no era
necesario hacerlo. “Los sacerdotes principales y los fariseos [...] se dieron cuenta de que hablaba
de ellos.” (Mat. 21:33-45.) De modo que la actitud de los oyentes, la naturaleza de la ilustración y el
objetivo al presentarla determinan si es preciso explicarla y, en caso afirmativo, hasta qué punto.
Aunque toma tiempo desarrollar la habilidad de emplear ejemplos y otras ilustraciones con
eficacia, merece la pena. Las ilustraciones bien pensadas combinan el atractivo intelectual con el
impacto emocional. El resultado es que se transmite el mensaje con una fuerza que pocas veces
se alcanza con la simple exposición de los hechos.
CÓMO OBTENER ILUSTRACIONES ADECUADAS
Lea la Biblia con regularidad; fíjese en las ilustraciones que contiene; medite en el
valor de sus ejemplos.
Observe lo que sucede a su alrededor y asocie las actitudes y acciones ajenas con
los temas sobre los que vaya a hablar.
Anote ejemplos y figuras retóricas instructivos que extraiga de publicaciones, de
discursos o de sus propias observaciones. Guárdelos para cuando los necesite.
EJERCICIO: Analice las ilustraciones que aparecen en los siguientes textos bíblicos: Isaías 44:9-
20; Mateo 13:44; Mateo 18:21-35. ¿Qué aprende de cada una de ellas? ¿Por qué son eficaces?

Lección 46
Ilustraciones basadas en situaciones conocidas

¿Qué implica?
Emplear ilustraciones que remitan a actividades que el auditorio realice o a asuntos
con los que esté familiarizado.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
Las ilustraciones basadas en situaciones conocidas llegarán al corazón de
los oyentes.

NO HAY duda de que es fundamental que las ilustraciones se adapten al tema que se está
tratando. Sin embargo, para que sean más eficaces, es igualmente importante que sean
adecuadas al auditorio.
¿Qué efecto debe tener en sus ilustraciones el tipo de público al que se dirija? ¿Qué hizo
Jesucristo? Tanto si enseñaba a las muchedumbres como a sus discípulos, no habló de culturas
diferentes a la israelita, pues ello les habría resultado extraño a sus oyentes. Por ejemplo, no se
refirió a la vida en la corte de Egipto o a las prácticas religiosas de la India. Más bien, basó sus
ilustraciones en actividades comunes a todos los pueblos, tales como remendar ropa, hacer
negocios, perder un objeto valioso y asistir a banquetes de boda. Sabía cómo reaccionaban las
personas en distintas circunstancias y aplicó ese conocimiento (Mar. 2:21; Luc. 14:7-11; 15:8, 9;
19:15-23). Puesto que su predicación pública se dirigía en particular al pueblo de Israel,
generalmente aludía a artículos y tareas que eran parte de la vida diaria de la gente. Se refirió, por
tanto, a las labores del campo, a la respuesta de las ovejas al pastor y a los odres de cuero en que
se guardaba el vino (Mar. 2:22; 4:2-9; Juan 10:1-5). También recurrió a episodios históricos
conocidos, como el de la creación de la primera pareja humana, el Diluvio de los días de Noé, la
destrucción de Sodoma y Gomorra, y la muerte de la esposa de Lot, entre otros (Mat. 10:15; 19:4-
6; 24:37-39; Luc. 17:32). Al seleccionar las ilustraciones, ¿tiene usted presentes, de la misma
manera, las actividades con las que sus oyentes están familiarizados, así como sus antecedentes
culturales?
Ahora bien, ¿qué hacer si no se dirige a un público numeroso, sino a un grupo reducido, o
incluso a una sola persona? Ponga todo su empeño en encontrar una ilustración que sea
adecuada para tales oyentes. Jesús, al predicarle a una samaritana junto a un pozo cercano a
Sicar, le habló de “agua viva”, de que ‘no le daría sed jamás’ y de la ‘fuente de agua que brotaría
para impartir vida eterna’, utilizando así figuras retóricas estrechamente relacionadas con las tareas
de aquella mujer (Juan 4:7-15). Cuando conversó con unos pescadores que habían estado lavando
las redes, eligió una ilustración vinculada a ese oficio (Luc. 5:2-11). En ambas circunstancias,
podría haber hecho referencia a las labores del campo, ya que vivían en una zona agrícola y
ganadera; sin embargo, al aludir a las tareas que les eran propias, la imagen mental que evocó en
sus oyentes adquirió mayor realismo y eficacia. ¿Se esfuerza usted por imitarlo?
A diferencia de Jesús, que centró su atención en “las ovejas perdidas de la casa de Israel”, el
apóstol Pablo recibió la comisión de ir, no solo a Israel, sino también a las naciones de origen gentil
(Mat. 15:24; Hech. 9:15). ¿Significó esto un cambio en la manera en que Pablo predicó? Claro que
sí. Al escribir a los cristianos de Corinto, mencionó las carreras pedestres, la costumbre de comer
en los templos de los ídolos y las procesiones triunfales, actividades con las que aquellos gentiles
estaban familiarizados (1 Cor. 8:1-10; 9:24, 25; 2 Cor. 2:14-16).
¿Elige usted con el mismo esmero que Jesús y Pablo los ejemplos y demás ilustraciones que
utiliza? ¿Tiene en cuenta los antecedentes y los quehaceres cotidianos de sus oyentes? De más
está decir que el mundo ha cambiado desde el siglo primero. Innumerables personas se informan
de las noticias mundiales por la televisión y a menudo están enteradas de acontecimientos de
tierras lejanas. Si es así donde usted vive, está claro que no hay ningún inconveniente en extraer
de tales noticias las ilustraciones. No obstante, lo que más suele atraer a la gente es aquello que
atañe a su vida misma: su hogar, su familia, su trabajo, los alimentos que come o el clima del lugar.
Si una ilustración le exige dar demasiadas explicaciones, probablemente usted se esté
refiriendo a algo que no les resulta conocido a sus oyentes, lo cual puede eclipsar con facilidad lo
que pretende enseñar. Como resultado, el auditorio tal vez recuerde la ilustración, pero no la
verdad bíblica que deseaba transmitirle.
En lugar de intrincadas comparaciones, Jesús planteaba asuntos simples, cotidianos. Se valía
de las cosas pequeñas para explicar las grandes, y de lo sencillo para esclarecer lo complicado.
Conectaba las verdades espirituales que enseñaba con sucesos del diario vivir, haciéndolas así
más fáciles de captar y recordar. Sin duda, nos dejó un magnífico ejemplo.

CÓMO ADQUIRIR MAYOR DESTREZA


Habitúese a pensar en sus oyentes, y no solo en lo que desea decir.
Observe los detalles de lo que ocurre a su alrededor.
Póngase la meta de utilizar todas las semanas por lo menos una buena ilustración
que no haya empleado antes.
EJERCICIO: Analice la ilustración que aparece en Mateo 12:10-12. ¿Por qué fue eficaz?

PAG. 124 be PAG. 163 PARR. 1

Emplear los términos adecuados también le permite comunicar las ideas sin ser verboso. Mientras
que la verbosidad oscurece las ideas, la sencillez facilita la comprensión y retención de los hechos
importantes. Ayuda a transmitir conocimiento exacto. La enseñanza de Jesucristo sobresalió por su
lenguaje sencillo; aprenda de él (véanse los ejemplos de Mateo 5:3-12 y Marcos 10:17-21).
Practique para expresarse con concisión valiéndose de un vocabulario preciso.

PAG. 124 km 2/05 PAG. 6 PARRS. 1-4


a
Dirijamos estudios bíblicos progresivos (6. parte)
Cuando el estudiante plantea una pregunta
1
Una vez establecido el estudio, por lo general conviene analizar las enseñanzas bíblicas de
forma sistemática, en vez de saltar de un tema a otro. De este modo se coloca un fundamento
basado en conocimiento exacto, y el estudiante puede progresar espiritualmente (Col. 1:9, 10).
Ahora bien, habrá ocasiones en las que el estudiante plantee preguntas durante el estudio. ¿Cómo
debemos contestarlas?
2
Sea discernidor. Las preguntas relacionadas con la información que se esté analizando
pueden aclararse en ese mismo momento, a no ser que la propia publicación de estudio lo haga
más adelante, en cuyo caso bastará con indicarlo. Sin embargo, si la cuestión no tuviera que ver
con lo que se está estudiando o exigiera más investigación para contestarla adecuadamente,
convendría aplazar la respuesta hasta después del estudio u otro momento. A algunos
publicadores les gusta escribir la pregunta porque así demuestran al estudiante que no se pasa por
alto su duda y, al mismo tiempo, evitan desviarse del tema del estudio.
3
En nuestras publicaciones de estudio básicas se analizan gran número de enseñanzas
bíblicas de forma concisa. ¿Qué hay si a un estudiante le cuesta aceptar cierta enseñanza o se
aferra a una creencia falsa? En ese caso sería conveniente examinar información adicional que
analice más a fondo el punto de vista bíblico al respecto. Si aun así el estudiante no queda
convencido, deje la explicación del tema para más adelante y prosiga con el estudio regular (Juan
16:12). A medida que el estudiante adquiera conocimiento de la Biblia y progrese espiritualmente,
es posible que comprenda dicha enseñanza.
4
Sea modesto. Si no está seguro de la respuesta, no caiga en el error de aventurar una
opinión (2 Tim. 2:15; 1 Ped. 4:11). Prométale investigar el tema y volver con una explicación.
Incluso podría aprovechar tales ocasiones para enseñarle a buscar información por su cuenta y a
utilizar gradualmente las diversas herramientas que provee la organización de Jehová con ese
propósito. Con el tiempo será capaz él mismo de responder sus propias preguntas (Hech. 17:11).

PAG. 124 km 1/05 PAG. 1 PARRS. 1-6


a
Dirijamos estudios bíblicos progresivos (5. parte)
Cuánta información estudiar
1
Al enseñar a sus discípulos, Jesús tomó en consideración sus limitaciones, hablándoles “hasta
el grado que podían escuchar” (Mar. 4:33; Juan 16:12). De manera similar, los maestros de la
Palabra de Dios tienen que determinar a qué ritmo dirigirán el estudio bíblico. La cantidad de
información que se analice dependerá de la capacidad y las circunstancias, tanto del maestro
como del estudiante.
2
Pongamos un fundamento sólido a su fe. Algunos estudiantes necesitan dos o tres
sesiones de estudio para captar lo que otros asimilan en solo una. No queremos que, por ir muy
rápido, se dificulte la comprensión del estudiante, quien precisa un fundamento sólido para su
recién adquirida fe en la Palabra de Dios (Pro. 4:7; Rom. 12:2).
3
Dediquemos el tiempo que haga falta cada semana para ayudar al estudiante a entender y
hacer suyo lo que aprende de la Palabra de Dios. Evitemos ir a un ritmo tan acelerado que le
impida aprovecharse al máximo de las valiosas verdades que le estamos enseñando.
Permitámonos el tiempo suficiente para destacar las ideas principales y analizar los textos clave en
los que se basan dichas enseñanzas (2 Tim. 3:16, 17).
4
Ciñámonos al tema. Además de evitar ir demasiado deprisa al enseñar, también es
conveniente no desviarse del tema. Si el estudiante tiende a explayarse contándonos asuntos
personales, tal vez podamos indicarle que hablaremos de ello al concluir el estudio (Ecl. 3:1).
5
Por otro lado, el entusiasmo por la verdad pudiera llevarnos a nosotros a hablar demasiado
(Sal. 145:6, 7). Es cierto que el estudio puede enriquecerse con algunas experiencias o ideas
adicionales, pero no conviene que sean tantas, o tan largas, que le impidan a la persona obtener
conocimiento exacto de las enseñanzas bíblicas elementales.
6
Analizar una cantidad razonable de información en cada sesión de estudio contribuirá a que
los estudiantes de la Biblia ‘anden a la luz de Jehová’ (Isa. 2:5).
PAG. 125 km 3/13 PAG. 3
Cómo usar el nuevo folleto ¿Quiénes hacen la voluntad de Jehová en nuestros días?
Preparado para dirigir a los estudiantes de la Biblia a la organización
1
No hace mucho recibimos el folleto ¿Quiénes hacen la voluntad de Jehová en nuestros días?
¿Lo hemos utilizado ya? Esta publicación se ha preparado para ayudar a los estudiantes de la
Biblia a: 1) familiarizarse con el pueblo de Dios, 2) conocer mejor nuestras actividades y 3) ver la
organización en acción. Las lecciones del folleto La voluntad de Jehová son de una sola página y
pueden analizarse en cinco o diez minutos al final de cada sesión de estudio.
2
Diseño del folleto. Se compone de tres secciones que explican distintos aspectos de la
organización de Jehová y corresponden con los tres puntos antes mencionados. Los títulos de las
28 lecciones están en forma de pregunta, y los subtítulos en negrita dan las respuestas. Por toda la
publicación aparecen fotografías de más de cincuenta países y se indica el lugar donde fueron
tomadas, lo cual recalca el alcance internacional de la obra. Muchas lecciones incluyen un
recuadro titulado “Para saber más”, el cual da útiles sugerencias a los estudiantes.
3
Cómo utilizarlo. Comience cada lección planteando la pregunta del título. Luego, mientras se
vayan leyendo los párrafos, destaque los subtítulos. Por último, haga las preguntas de repaso que
están al final de la página. Pueden leer la lección entera o, si prefieren, pueden ir deteniéndose
para comentarla. Seleccione bien los textos que se leerán y no olvide incluir las láminas y los
recuadros “Para saber más”. Por lo general, lo mejor será analizar las lecciones en el orden en que
aparecen. Pero a veces será conveniente adelantarse para analizar algún tema que requiera
atención. Por ejemplo, si se aproxima una asamblea, podría estudiarse la lección 11.
4
Al dirigir estudios bíblicos, ayudamos a las personas a conocer a nuestro Padre celestial. Sin
embargo, también deberíamos ayudarlas a familiarizarse con la organización de Jehová
(Prov. 6:20). ¡Cuánto nos alegra contar con esta nueva herramienta preparada especialmente con
ese propósito!

PAG. 125 w 01 1/8 PAGS. 19-22


Dejemos que la fuerza de la costumbre obre en favor de nosotros

DURANTE doce años siempre siguió la misma ruta desde el trabajo a su casa, situada en un
barrio periférico de Atenas, hasta que se mudó al otro extremo de la ciudad. Un día se dirigió a su
hogar tras la jornada laboral, pero fue al verse en medio de su antiguo vecindario cuando se
percató de que había tomado la dirección equivocada. La fuerza de la costumbre lo había llevado a
su anterior domicilio.
Con razón, pues, un refrán dice que la costumbre es una segunda naturaleza, una poderosa
influencia en la vida. En este sentido, las costumbres, o hábitos, pueden asemejarse al fuego. Este
calienta la comida y nos da luz y calor, pero también puede convertirse en un feroz enemigo que
destruye vidas y posesiones. Lo mismo es cierto de las costumbres: bien cultivadas son de gran
beneficio, de lo contrario, pueden ser destructivas.
En el caso del señor mencionado al principio del artículo, la fuerza de la costumbre tan solo le
hizo perder algo de tiempo en el tránsito. En asuntos de mayor importancia, las costumbres
pueden reportarnos éxito o llevarnos a la ruina. Veamos en la Biblia algunos ejemplos de historias
reales que revelan cómo los hábitos facilitan o dificultan nuestra relación con Dios y el servicio que
le rendimos.
Ejemplos bíblicos de buenas y malas costumbres
A Noé, Job y Daniel se les favoreció con una relación personal con Dios. La Biblia los ensalza
“por su justicia” (Ezequiel 14:14). Es significativo que la trayectoria de los tres puso de manifiesto
sus buenos hábitos.
A Noé se le ordenó construir un arca, una embarcación más larga que un campo de fútbol y
más alta que un edificio de cinco pisos. Aquella formidable obra de ingeniería hubiera abrumado a
cualquier constructor naval de la antigüedad. Noé, junto con los siete miembros de su familia,
construyó el arca sin herramientas modernas y, además, predicó sin cesar a sus contemporáneos.
Y no dudamos de que también atendió el bienestar físico y espiritual de su familia (2 Pedro 2:5).
A fin de cumplir con todas estas tareas, precisó buenos hábitos de trabajo. El relato bíblico dice
sobre él: “Andaba con el Dios verdadero. [...] Noé procedió a hacer conforme a todo lo que le había
mandado Jehová” (Génesis 6:9, 22; 7:5). Puesto que, según las Escrituras, fue “exento de falta”,
con toda seguridad siguió andando con Dios tras el Diluvio y durante la rebelión contra Jehová que
estalló en Babel, hasta su muerte, a los 950 años de edad (Génesis 9:29).
Los buenos hábitos de Job lo hicieron un hombre “sin culpa y recto” (Job 1:1, 8; 2:3). Solía
oficiar de sacerdote para su familia y ofrecer sacrificios a favor de sus hijos después de los
banquetes de estos, por si habían “‘pecado y [...] maldecido a Dios en su corazón’. Así hacía Job
siempre” (Job 1:5). Sin lugar a dudas, las costumbres centradas en la adoración de Jehová
ocupaban en aquella familia un lugar importante.
Daniel sirvió a Jehová “con constancia” durante toda su dilatada vida (Daniel 6:16, 20). ¿Qué
buenos hábitos espirituales tenía? Por un lado, oraba con asiduidad. Pese al decreto real que
prohibió tal práctica, “tres veces al día se hincaba de rodillas y oraba y ofrecía alabanza delante de
su Dios, como había estado haciendo regularmente” (Daniel 6:10). No podía renunciar a la
costumbre de hablar con Dios, aunque supusiera una amenaza para su vida. Sin duda, la oración
lo fortaleció durante su excepcional trayectoria de integridad a Dios. Parece ser que este profeta
también tenía el buen hábito de estudiar las emocionantes promesas de Dios y meditar
profundamente sobre ellas (Jeremías 25:11, 12; Daniel 9:2). Sus buenas costumbres contribuyeron
en gran manera a que permaneciera fiel hasta el mismo final de su carrera.
El caso contrario es el de Dina. Un mal hábito le costó caro: “Solía salir [...] para ver a las hijas
del país”, quienes no servían a Jehová (Génesis 34:1). Aunque era algo aparentemente inofensivo,
la llevó al desastre. Primero, la violó Siquem, a quien se consideraba “el más honorable de toda la
casa de su padre”. Luego, la reacción vengativa de dos hermanos suyos culminó con el asesinato
de todos los varones de una ciudad. ¡Qué horrible resultado! (Génesis 34:19, 25-29.)
¿Cómo asegurarnos de que nuestros hábitos no nos perjudiquen, sino que nos beneficien?
Pongamos las costumbres a nuestro servicio
“Los hábitos son el destino”, escribió un filósofo. Pero no tienen por qué serlo, pues la Biblia
indica con total claridad que podemos optar por dejar los malos hábitos y adoptar los que sean
buenos.
Las buenas costumbres hacen más fácil mantener el ritmo que impone el estilo de vida
cristiano, que además se hace más productivo. “El hábito de ceñirme a un horario a fin de cumplir
diversas tareas me ahorra un tiempo valioso”, observa un cristiano griego llamado Alex. Teófilo, un
anciano de congregación, comenta que la planificación le permite ser eficaz. “Estoy absolutamente
convencido —dice— de que no lograría encargarme de mis deberes cristianos si no tuviera la
costumbre de planificarlo todo con cuidado.”
A los seguidores de Cristo se nos exhorta a que “sigamos andando ordenadamente en esta
misma rutina” (Filipenses 3:16). Este texto transmite la idea de una acción habitual que sigue un
procedimiento establecido. Los buenos hábitos son ventajosos porque no tenemos que pausar y
meditar para decidir cada paso, pues ya hemos fijado un proceder que seguimos por costumbre.
Los hábitos arraigados se convierten casi en un acto reflejo. Tal como los buenos hábitos de un
conductor prudente lo llevan a tomar decisiones en décimas de segundo para eludir los peligros de
la carretera y proteger su vida, las buenas costumbres nos permiten tomar con prontitud decisiones
adecuadas en nuestra carrera cristiana.
El escritor inglés Jeremy Taylor lo expresó así: “Las costumbres son las hijas de la acción”. Si
poseemos buenos hábitos, no nos costará mucho realizar buenas obras. Por ejemplo, para quien
suele predicar regularmente es más fácil y placentero salir al servicio del campo. Leemos que los
apóstoles, “todos los días en el templo, y de casa en casa, continuaban sin cesar enseñando y
declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús” (Hechos 5:42; 17:2). En cambio, aquel
cuya presencia en el ministerio es solo ocasional tal vez se ponga nervioso y necesite más tiempo
hasta adquirir confianza en esta vital obra cristiana.
Lo mismo puede decirse de otras actividades cristianas. Los buenos hábitos nos ayudarán a ser
constantes en ‘leer la Palabra de Dios día y noche’ (Josué 1:8; Salmo 1:2). Cierto cristiano tiene la
costumbre de leer las Escrituras durante veinte o treinta minutos antes de acostarse. Incluso
cuando está muy cansado, no puede dormirse sin hacerlo. Ha de levantarse y satisfacer esa
necesidad espiritual, una buena costumbre gracias a la cual lleva varios años leyendo toda la Biblia
una vez cada doce meses.
Nuestro Modelo, Jesucristo, solía asistir a reuniones en las que se analizaba la Biblia. “Según
su costumbre en día de sábado, entró en la sinagoga, y se puso de pie para leer.” (Lucas 4:16.) A
Joe, un anciano con una familia numerosa y una extensa jornada laboral, la fuerza de la costumbre
le hace necesitar y desear las reuniones regularmente. “Este buen hábito me incita a asistir —
afirma—, lo que me da la fortaleza espiritual que tanto necesito para superar desafíos y
problemas.” (Hebreos 10:24, 25.)
Tales hábitos son indispensables en la carrera cristiana por la vida. Un informe de un país
donde se ha perseguido al pueblo de Jehová reseñó: “Quienes poseen buenos hábitos espirituales
y un profundo aprecio por la verdad no tienen dificultad en permanecer firmes cuando llegan las
pruebas. En cambio, los que ‘en tiempo favorable’ faltan a las reuniones, son irregulares en el
servicio del campo y transigen en asuntos pequeños no soportan las pruebas ‘ardientes’”
(2 Timoteo 4:2).
Huyamos de las malas costumbres, vayamos tras las buenas
Se ha dicho que ‘un hombre debe adquirir solo los hábitos que desea que rijan su vida’. Los
malos hábitos son, en realidad, un amo opresivo. Con todo, se pueden vencer.
Durante un tiempo, Estela fue teleadicta. “Detrás de cada mal hábito al que he sucumbido —
admite—, con frecuencia se esconde una razón ‘inocente’.” Eso es precisamente lo que ocurrió con
su vicio de ver televisión en exceso. Se decía a sí misma que solo quería “relajarse un poco” o
“romper el ritmo”, pero se le fue de las manos, y acababa pegada al televisor durante horas. “Como
mínimo, esta mala costumbre demoró mi progreso espiritual”, afirma. Con resolución, finalmente
redujo el tiempo que dedicaba a ver televisión y se hizo más selectiva. “Siempre procuro recordar
por qué quise abandonar ese vicio —dice Estela—, y confío en Jehová para apegarme a mi
decisión.”
Un cristiano llamado Caralampio revela un mal hábito que entorpecía su progreso espiritual:
dejar las cosas para más tarde. “Una vez que me di cuenta de que la costumbre de aplazar las
tareas era perjudicial —explica—, procuré dar un giro a mi vida. Al fijarme metas, planeaba
específicamente cuándo y cómo iba a materializarlas. El antídoto fue ser constante en poner en
práctica las decisiones y los planes, una buena costumbre que mantengo hasta la fecha.” De
hecho, las buenas costumbres son el mejor sustitutivo de las malas.
Las amistades también pueden pegarnos buenos o malos hábitos, pues unos y otros son
contagiosos. Tal como “las malas compañías echan a perder los hábitos útiles”, las buenas nos
ponen el ejemplo de sanas costumbres que imitar (1 Corintios 15:33). Lo más importante es que
los hábitos pueden fortalecer o debilitar nuestra relación con Dios. Estela dice: “Las buenas
costumbres facilitan nuestro servicio a Jehová. Las que no lo son lo entorpecen”.
Adquiramos buenas costumbres y dejemos que nos guíen; serán una fuerza poderosa y
beneficiosa en la vida.
[Ilustración de la página 19]
Como el fuego, los hábitos pueden ser beneficiosos o destructivos
[Ilustración de la página 21]
Jesús solía acudir a la sinagoga en día de sábado para leer la Palabra de Dios
[Ilustraciones de la página 22]
Los buenos hábitos espirituales fortalecen nuestra relación con Dios

VIERNES
LECCION 14(b)
TALLER 4
DIRIGE ESTUDIOS BIBLICOS QUE PROGRESEN

PAG. 126 be PAG. 278 PARRS. 1-4

Ponga a Cristo como fundamento. La Biblia asemeja la formación de discípulos a la


construcción de un edificio que tiene a Jesús por fundamento (1 Cor. 3:10-15). Por tanto, hemos de
ayudarles a conocerlo tal y como lo describen las Escrituras. Evite que se consideren seguidores
suyos y dirija la atención a Cristo (1 Cor. 3:4-7).
Si el fundamento está bien colocado, los estudiantes comprenderán que Cristo dejó un modelo
para que “sigan sus pasos con sumo cuidado y atención” (1 Ped. 2:21). A fin de continuar la
edificación, anímelos a leer los Evangelios viéndolos no solo como relatos verídicos, sino como
una guía para la vida. Ayúdelos a tener muy presentes las actitudes y cualidades que
caracterizaron a Jesús, así como a analizar lo que sentía hacia su Padre, su modo de afrontar las
pruebas y tentaciones, su sumisión a Dios y su manera de tratar a las personas en diversas
circunstancias. Destaquemos la actividad que llenó la vida de Cristo. De este modo, cuando los
estudiantes se enfrenten a decisiones y pruebas, se preguntarán: “¿Cómo habría actuado él en
esta situación? ¿Demostraré que agradezco lo que ha hecho por mí?”.
Al dirigirse a la congregación, no debe razonar que, como sus hermanos ya tienen fe en Cristo,
no es preciso centrar la atención en él. Las palabras que pronuncie serán más significativas si
logran fortalecerles la fe. Cuando hable de las reuniones, relaciónelas con el papel de Cabeza de
la congregación que desempeña Jesús. Si diserta sobre la evangelización, destaque el espíritu con
que Cristo la llevó a cabo, y preséntela a la luz de lo que él está haciendo ahora, en su puesto de
Rey, para reunir a las personas que entrarán vivas en el nuevo mundo.
Como es obvio, no basta con aprender algunos hechos básicos acerca de Jesús. Para ser un
verdadero cristiano, hay que ejercer fe en él y amarlo de corazón. Dicho amor se traduce en
obediencia leal (Juan 14:15, 21). Además, motiva a las personas a mantenerse firmes en la fe a
pesar de las adversidades, a seguir los pasos de Cristo toda la vida y a demostrar la madurez
cristiana propia de quienes están firmemente “arraigados y establecidos sobre el fundamento” (Efe.
3:17). Tal derrotero glorifica a Jehová, el Dios y Padre de Jesucristo.

VIERNES
LECCION 15(a)
AYÚDALOS A ALCANZAR LA MADUREZ

PAG. 128 (libro Que enseña) bh PAG. 177 PARR. 9


9
Para empezar, pudiera explicar con tacto algunas verdades bíblicas a sus familiares, amigos,
vecinos y compañeros de trabajo. Con el tiempo, es muy probable que quiera participar en la
predicación que realizan organizadamente los testigos de Jehová. Cuando llegue ese momento,
hable con toda confianza con el Testigo que le está enseñando la Biblia. Si él cree que usted reúne
los requisitos para predicar públicamente, se harán los planes oportunos para que ustedes dos se
reúnan con dos ancianos de la congregación.

PAG. 129 bh PAG. 154 PARR. 2; PAG. 177 PARRS. 10,11


2
Algo parecido sucede con la religión falsa. La Biblia enseña que está contaminada con
enseñanzas y prácticas inmundas, o sucias (2 Corintios 6:17). Por eso es vital salirse de “Babilonia
la Grande”, el imperio mundial de la religión falsa (Revelación [Apocalipsis] 18:2, 4). ¿Lo ha hecho
usted ya? Si así es, lo felicitamos. Pero no es suficiente con que abandone una religión falsa o
presente su renuncia a ella. También debe preguntarse: “¿Quedan restos de la adoración falsa en
mi vida?”. Veamos algunos ejemplos.
10
Así conocerá mejor a algunos ancianos cristianos, los pastores del rebaño de Dios (Hechos
20:28; 1 Pedro 5:2, 3). Ellos se fijarán en si usted comprende las enseñanzas básicas de la Biblia y
cree en ellas, si está viviendo de acuerdo con los principios divinos y si desea sinceramente ser
testigo de Jehová. Si así es, le harán saber que reúne los requisitos para ser publicador
no bautizado de las buenas nuevas, lo que le permitirá predicar públicamente.
11
Por otra parte, a veces los ancianos observan que la persona debe hacer ciertos cambios en
su vida para poder predicar públicamente. Por ejemplo, tal vez tenga que dejar alguna práctica que
haya mantenido en secreto. Por eso, antes de pedir que se le nombre publicador no bautizado, es
necesario que usted lleve una vida libre de pecados graves, como la inmoralidad sexual, la
borrachera y el consumo de drogas (1 Corintios 6:9, 10; Gálatas 5:19-21).

PAG. 129 be PAG. 282 PARR. 6

Matriculación de estudiantes. Anime a todos los publicadores a matricularse en la escuela. Otras


personas que asistan con asiduidad a las reuniones también pueden hacerlo, siempre que acepten
las enseñanzas bíblicas y vivan en conformidad con los principios cristianos. Cuando alguien
exprese su deseo de inscribirse, encómielo de manera afectuosa. Si la persona aún no es
publicadora, usted, como superintendente de la escuela, analizará con ella los requisitos que debe
reunir para matricularse, preferiblemente en presencia de quien le dirija el estudio bíblico (o de su
padre o madre creyente). Tales requisitos son los mismos que se exigen a los publicadores
no bautizados, y se encuentran en las páginas 97 a 99 del libro Organizados para efectuar nuestro
ministerio. Mantenga una lista actualizada de todos los matriculados en la escuela.

PAG. 129 w 96 15/1 PAG. 16; km 2/02 PAG. 5


Cuando los nuevos desean predicar
6
Tras haber adquirido conocimiento y haber asistido a las reuniones por un tiempo, es posible
que el estudiante de la Biblia quiera ser publicador del Reino, esto es, un predicador de las buenas
nuevas. (Marcos 13:10.) En tal caso, el Testigo que le dirige el estudio debe hablar con el
superintendente presidente, quien designará a dos ancianos, uno de los cuales ha de ser
integrante del Comité de Servicio de la congregación, para que se reúnan con el estudiante y su
maestro y analicen las páginas 98 y 99 del libro Organizados para efectuar nuestro ministerio. Si
dichos ancianos ven que el estudiante cree en las doctrinas fundamentales de la Biblia y se rige
por los principios divinos, le harán saber que llena los requisitos necesarios para participar en el
ministerio público. Cuando entregue su informe del servicio del campo, este se apuntará en una
tarjeta de Registro de Publicador de Congregación abierta a su nombre. Ahora ya puede informar
su actividad de predicación junto con los millones de personas que alegremente ‘publican la
palabra de Dios’. (Hechos 13:5.) Se hará un anuncio para comunicar a la congregación que el
estudiante es un nuevo publicador no bautizado.
7
El publicador no bautizado precisa de la asistencia de los ancianos y de otros cristianos
maduros. Por ejemplo, el conductor del Estudio de Libro de Congregación al cual acude se
interesará por su progreso espiritual. Al nuevo publicador quizás le cueste trabajo hablar
convincentemente en la obra de casa en casa. (Hechos 20:20.) Por lo tanto, agradecerá la ayuda
que otros le brinden, en especial quien le ha dirigido el estudio bíblico con el libro Conocimiento.
Esta ayuda práctica es apropiada, pues Jesucristo también preparó a sus discípulos para el
ministerio. (Marcos 6:7-13; Lucas 10:1-22.)
8
Si se quiere ser eficiente en el ministerio, es indispensable prepararse bien y con antelación.
Por ello, los dos publicadores pueden reunirse primero para ensayar las presentaciones que se
sugieren en los números mensuales de Nuestro Ministerio del Reino. Al comenzar el ministerio del
campo, el más veterano podría hablar en una puerta o dos. Tras presentarse amigablemente,
ambos pueden participar en dar el testimonio. Después de trabajar juntos en el ministerio algunas
semanas, a lo mejor consiguen buenas revisitas y hasta quizás un estudio bíblico con el libro
Conocimiento. El publicador más experimentado puede dirigir el estudio un tiempo y luego cederlo
al nuevo proclamador del Reino. ¡Qué felices se sentirán los dos si el estudiante manifiesta aprecio
por el conocimiento divino!
9
Cuando un publicador no bautizado progresa espiritualmente, puede que se dedique a Dios en
oración y exprese el deseo de bautizarse. (Compárese con Marcos 1:9-11.) Cuando eso ocurra,
debe ponerlo en conocimiento del superintendente presidente de la congregación, quien se
encargará de que los ancianos repasen con él las preguntas de las páginas 175 a 218 del libro
Organizados para efectuar nuestro ministerio. De ser posible, las cuatro partes en que están
divididas las abarcarán distintos ancianos en tres sesiones. Si estos están de acuerdo en que el
publicador no bautizado posee un entendimiento razonable de las doctrinas bíblicas y llena otros
requisitos, le informarán que puede bautizarse. Así, en virtud de su dedicación y bautismo, recibirá
la “marca” de la salvación. (Ezequiel 9:4-6.)

km 2/02 PAG. 5
16
¿Hay otros que puedan predicar? Jehová sigue bendiciendo a su pueblo al incorporar a él
“las cosas deseables de todas las naciones” (Ageo 2:7). Todos los años, miles de personas llegan
a ser publicadores no bautizados. ¿Quiénes son estos? Tanto hijos de testigos de Jehová como
estudiantes de la Biblia que están progresando bien. ¿Cómo saber si ya pueden ser publicadores
de las buenas nuevas?
17
Hijos de testigos de Jehová. Hay muchos niños que llevan varios años acompañando a sus
padres en el ministerio de casa en casa, pero todavía no son publicadores no bautizados. Marzo
sería un buen mes para que lo fueran. ¿Cuándo reúne un niño los requisitos? En la página 99 del
libro Organizados para efectuar nuestro ministerio se indica que los llena cuando “es ejemplar en
su conducta y puede dar expresión personal de su fe al hablar a otras personas acerca de las
buenas nuevas, porque se siente impulsado desde el corazón a hacer eso”. Si creemos que
nuestro hijo cumple tales condiciones, hablemos con uno de los ancianos que componen el Comité
de Servicio de Congregación.
18
Estudiantes de la Biblia. Una vez que los estudiantes de la Biblia adquieren conocimiento y
asisten durante algún tiempo a las reuniones, es posible que deseen ser publicadores del Reino. Si
estudiamos la Biblia con alguien así, preguntémonos: “¿Está progresando bien para su edad y
aptitudes? ¿Ha comenzado a hablar de su fe informalmente? ¿Se está vistiendo de ‘la nueva
personalidad’? (Col. 3:10.) ¿Satisface los requisitos para los publicadores no bautizados, tal como
se exponen en las páginas 97 a 99 del libro Nuestro Ministerio?”. En tal caso, se informará de ello
al Comité de Servicio de Congregación para que dos ancianos se reúnan con quien imparte el
curso bíblico y con el estudiante. Si este cumple los requisitos, los dos ancianos le comunicarán
que ya puede participar en el ministerio público.

PAG. 129 (libro amor de dios) lv PAG. 57 PARR. 14; km 6/96 PAG. 5 PARR. 19
14
Cuando participamos en el ministerio o asistimos a las reuniones cristianas, es aún más
necesario que vayamos limpios y bien arreglados. Por eso, deberíamos preguntarnos: “¿Llamo la
atención por mi apariencia o mi falta de higiene? ¿Se avergüenzan los demás de mí? ¿A qué le
doy más importancia: al derecho a arreglarme como yo quiera, o a reunir los requisitos para recibir
algún privilegio de servicio en la congregación?” (Salmo 68:6; Filipenses 4:5; 1 Pedro 5:6)

km 6/96 PAG. 5 PARR. 19


19
En la página 16 de La Atalaya del 15 de enero de 1996, párrafo 6, se especifica el procedimiento
que debe seguirse para determinar si alguien llena los requisitos para participar en el ministerio
público. Cuando el estudiante reúna los requisitos, sería útil llevar a cabo una sesión de práctica a
fin de prepararlo para su primer día en el servicio del campo. Comente de modo positivo las
reacciones de la gente y las objeciones comunes en el territorio. Si es posible, llévelo primero a la
obra de casa en casa y prepárelo paulatinamente para otros rasgos del ministerio. Procure hacer
una presentación breve y sencilla, para que el estudiante pueda imitarla fácilmente. Sea edificante
y animador, irradie gozo en la obra para que el estudiante lo note y lo refleje a su vez. (Hech.
18:25.) El objetivo es que el nuevo discípulo llegue a ser un publicador constante y celoso de las
buenas nuevas. Usted podría ayudarle a preparar un horario práctico para el servicio. A fin de que
progrese en su habilidad de dar el testimonio, sugiérale que lea los números de La Atalaya del
15 de agosto de 1984, páginas 15 a 25; 15 de julio de 1988, páginas 9 a 20; 15 de enero de 1991,
páginas 15 a 20; y 1 de enero de 1994, páginas 20 a 25.

PAG. 129 w 96 15/1 PAG. 16 PARR. 8; km 6/05 PAG. 1; km 7/05 PAG. 1; km 8/05
PAG. 1
8
Si se quiere ser eficiente en el ministerio, es indispensable prepararse bien y con antelación. Por
ello, los dos publicadores pueden reunirse primero para ensayar las presentaciones que se
sugieren en los números mensuales de Nuestro Ministerio del Reino. Al comenzar el ministerio del
campo, el más veterano podría hablar en una puerta o dos. Tras presentarse amigablemente,
ambos pueden participar en dar el testimonio. Después de trabajar juntos en el ministerio algunas
semanas, a lo mejor consiguen buenas revisitas y hasta quizás un estudio bíblico con el libro
Conocimiento. El publicador más experimentado puede dirigir el estudio un tiempo y luego cederlo
al nuevo proclamador del Reino. ¡Qué felices se sentirán los dos si el estudiante manifiesta aprecio
por el conocimiento divino!

km 6/05 PAG. 1
a
Dirijamos estudios bíblicos progresivos (10. parte)
Cómo preparar al estudiante para la predicación de casa en casa
1
Cuando los ancianos determinan que un estudiante de la Biblia reúne los requisitos para ser
publicador no bautizado, este puede participar con la congregación en la predicación pública
(véase Organizados para hacer la voluntad de Jehová, págs. 79-81). ¿Cómo podemos ayudarlo a
afrontar el reto de predicar de casa en casa?
2
Prepárense juntos. No hay nada que sustituya la buena preparación. Muestre al estudiante
dónde puede hallar presentaciones en Nuestro Ministerio del Reino y en el libro Razonamiento, y
ayúdelo a seleccionar una que sea sencilla y práctica para el territorio. Anímelo desde el principio a
emplear la Biblia en el ministerio (2 Tim. 4:2).
3
Las sesiones de práctica son muy provechosas para el nuevo publicador. A medida que el
estudiante ensaye la presentación, enséñele cómo responder con tacto a las objeciones que sean
frecuentes en el territorio (Col. 4:6). Tranquilícelo diciéndole que los ministros cristianos no tienen
por qué saber la respuesta a todas las preguntas que alguien pueda plantear. A menudo, lo más
conveniente es ofrecerse a investigar el tema y a regresar para seguir hablando de él (Pro. 15:28).
4
Prediquen juntos. La primera vez que el estudiante participe en el ministerio de casa en
casa, comience predicando usted para que él observe cómo utilizar la presentación que han
preparado juntos, y luego deje que lo haga él. En algunos casos pudiera ser mejor que el
estudiante empezara interviniendo brevemente en la presentación, tal vez leyendo y comentando
un texto bíblico. Tome en consideración su personalidad y aptitudes (Fili. 4:5). Encómielo con
frecuencia mientras lo prepara en las distintas facetas de la predicación.
5
Es importante ayudar al nuevo publicador a fijarse un horario regular de predicación, a fin de
que participe en el ministerio todas las semanas si es posible (Fili. 3:16). Haga planes concretos
para salir con él al servicio del campo, y anímelo a predicar también con otros publicadores
celosos. El ejemplo y la compañía de estos hermanos contribuirán a que adquiera más destreza y
a que disfrute de la predicación de casa en casa.

km 7/05 PAG. 1
a
Dirijamos estudios bíblicos progresivos (11. parte)
Cómo enseñar al estudiante a hacer revisitas
1
Cuando el estudiante de la Biblia empiece a predicar, sin duda encontrará personas
interesadas en las buenas nuevas. ¿Cómo podemos ayudar al nuevo publicador a hacer revisitas
eficaces y a cultivar el interés demostrado?
2
La preparación para la revisita comienza en la visita inicial. Anime al estudiante a mostrar
interés sincero por aquellos con quienes hable (Fili. 2:4). Enséñele poco a poco a dejar que las
personas se expresen, a escuchar lo que dicen y a percibir lo que les preocupa. Cuando alguien
parezca interesado, haga que el nuevo publicador tome nota de los datos pertinentes y empléelos
luego para ayudarle a preparar conversaciones futuras.
3
Preparación de la revisita. Tras repasar las notas sobre la primera visita, enseñe al
estudiante a escoger un aspecto del mensaje del Reino que pueda atraer a la persona (1 Cor.
9:19-23). Preparen juntos una breve presentación que incluya la lectura de un texto bíblico y de un
párrafo de la publicación con la que quieran empezar el estudio. Busquen también una pregunta
que se pueda plantear al final de la conversación y que siente las bases para la siguiente visita.
Muestre al nuevo publicador cómo aportar en cada visita algo que aumente el conocimiento que la
persona ya tiene de la Palabra de Dios.
4
Asimismo conviene enseñar al estudiante una introducción sencilla. Por ejemplo, después de
saludar a la persona, podría decirle: “Disfruté mucho de nuestra conversación anterior y he vuelto
para mostrarle más información bíblica acerca de [mencione el tema escogido]”. Explíquele
también qué hacer si sale alguien diferente a la puerta.
5
Enséñele a ser diligente. Anime al estudiante a ser ejemplar volviendo a visitar cuanto antes
a todos los que se hayan mostrado interesados. Tal vez tenga que ser muy persistente para
encontrarlos de nuevo en sus hogares. Enséñele cómo acordar con la persona interesada un día y
una hora para volver, y ayúdele a comprender la importancia de cumplir con la cita (Mat. 5:37).
Prepare al nuevo publicador para que sea amable, considerado y respetuoso mientras busca a los
de condición de oveja y cultiva su interés (Tito 3:2).

km 8/05 PAG. 1
a
Dirijamos estudios bíblicos progresivos (12. parte)
Cómo ayudar al estudiante a comenzar y dirigir estudios de la Biblia
1
Es posible que cuando nuestros estudiantes empiecen a predicar les asuste la idea de
comenzar y dirigir sus propios estudios de la Biblia. ¿Cómo podemos ayudarlos a ganar confianza
en este aspecto fundamental de nuestro ministerio? (Mat. 24:14; 28:19, 20.)
2
El estudiante que cumple los requisitos para ser publicador no bautizado probablemente ya
lleva algún tiempo matriculado en la Escuela del Ministerio Teocrático. La instrucción que en ella
recibe para preparar y presentar asignaciones estudiantiles le permitirá desarrollar las habilidades
docentes necesarias para ser un “trabajador que no tiene de qué avergonzarse, que maneja la
palabra de la verdad correctamente” (2 Tim. 2:15).
3
Enséñele con el ejemplo. Jesús preparó a sus discípulos dándoles instrucciones claras y
poniéndoles un buen ejemplo. “Todo el que esté perfectamente instruido será como su maestro”,
dijo (Luc. 6:40). En nuestro caso también es vital que imitemos a Jesús y seamos ejemplares en la
predicación. El estudiante deberá comprender, al observarnos en el ministerio, que el objetivo de
hacer revisitas es comenzar estudios de la Biblia.
4
Explíquele que, al ofrecer un estudio, por lo general no es necesario entrar en muchos detalles
sobre las clases bíblicas. Con frecuencia basta con demostrar cómo se realizan utilizando uno o
dos párrafos de la publicación con la que se quiere estudiar. Encontrará buenas sugerencias al
respecto en la página 8 de este número y en la página 6 de Nuestro Ministerio del Reino de enero
de 2002.
5
Cuando sea apropiado, anime al estudiante a que lo acompañe a usted o a otro publicador
experimentado a un estudio bíblico y a que participe comentando un párrafo o un texto clave.
Observándonos, el estudiante aprenderá mucho sobre cómo dirigir estudios progresivos (Pro.
27:17; 2 Tim. 2:2). Encómielo y dígale cómo puede mejorar.
6
Enseñar a los publicadores nuevos a ser maestros de la Palabra de Dios los preparará para la
“buena obra” de iniciar y dirigir sus propios estudios (2 Tim. 3:17). En verdad produce mucha
satisfacción proclamar junto a ellos la siguiente invitación amorosa: “Cualquiera que desee, tome
gratis el agua de la vida” (Rev. 22:17).

PAG. 130 km 8/94 PAGS. 3,4


Sigamos progresando en una rutina ordenada
1
El apóstol Pablo sentía un cariño especial por la congregación de Filipos, pues había
contribuido a su formación. Agradeció sus bondadosas provisiones materiales y dijo que eran un
buen ejemplo. (2 Cor. 8:1-6.)
2
Lo que impulsó a Pablo a escribir su carta a los filipenses fue el amor profundo que sentía por
ellos. La obra Perspicacia, volumen 1, página 940, dice: “A lo largo de toda la carta, animó a la
congregación de Filipos a continuar en su buen proceder, a que procurasen más discernimiento,
una mayor dependencia de la palabra de vida y una fe y esperanza más fuertes en el premio
venidero”. Ellos respondieron con cariño, y el vínculo que los unía al apóstol se hizo más fuerte.
Hoy día, las palabras de Pablo cobran un significado especial para nosotros, y nos dan buenas
razones para reflexionar en su exhortación, sobre todo en lo que dice Filipenses 3:15-17.
3
Es importante tener una actitud madura: En Filipenses 3:15, Pablo escribió como un
hombre con años de experiencia. Reconoció el progreso espiritual de los filipenses y les habló
como a cristianos maduros de buena disposición. En tanto su actitud reflejara la humildad y el
aprecio que había manifestado Jesús, resultarían “sin culpa e inocentes, hijos de Dios sin
tacha [...], teniendo la palabra de vida asida con fuerza”. (Fili. 2:15, 16.) Al leer estas palabras de
Pablo debemos sentir que se dirige a nosotros. Por ello deseamos sinceramente tener la misma
actitud mental que tuvo Jesús y mostrar con humildad que apreciamos nuestros privilegios.
Pedimos continuamente a Jehová en oración que nos ayude en este y en otros asuntos. (Fili.
4:6, 7.)
4
Como se indica en Filipenses 3:16, todos debemos esforzarnos por progresar. La palabra
“progreso” significa “acción de ir hacia adelante, avance, adelanto, perfeccionamiento”. Las
personas progresistas se interesan en ideas avanzadas, descubrimientos y oportunidades. Pablo
deseaba que los filipenses comprendieran que el cristianismo nunca se estanca y que quienes lo
profesan deben continuar adelantando. Su espíritu progresista se vería con claridad en la
disposición a autoevaluarse, reconocer sus debilidades y buscar oportunidades de aumentar la
cantidad y calidad de lo que hacían. Hoy, la organización terrestre de Jehová sigue avanzando
progresivamente, ampliando su gama de actividades y su entendimiento de la Palabra de Dios.
Todos debemos ir a su paso, aprovechando todas sus provisiones y participando de lleno en el
trabajo que efectúa.
5
El progreso entraña una rutina ordenada: A continuación, Pablo animó a sus hermanos a
seguir “andando ordenadamente en esta misma rutina”. (Fili. 3:16.) Para andar ordenadamente,
debemos ver a las personas y las cosas en su justa perspectiva y tener un buen comportamiento.
Los cristianos de Filipos se mantuvieron en su debido lugar, cerca de la organización de Jehová y
unos de otros. Regían su vida por la ley del amor. (Juan 15:17; Fili. 2:1, 2.) Pablo los exhortó a
‘portarse de una manera digna de las buenas nuevas’. (Fili. 1:27.) La necesidad de ser ordenado y
tener buena conducta es tan importante hoy como lo fue entonces.
6
Rutina es la costumbre de hacer algo de forma habitual. Se refiere a la manera en que suelen
hacerse las cosas. Hacerse una rutina puede ser ventajoso por cuanto no tenemos que pausar y
meditar para decidir cada paso consecutivo, pues ya hemos fijado un proceder que seguiremos por
costumbre.
7
Una rutina teocrática ordenada consiste en hábitos y costumbres sanos, beneficiosos y
piadosos, que tienen por objeto edificarnos en sentido espiritual, que ayudemos a los demás y, de
ser posible, que hagamos más en el servicio a Jehová. Para alcanzar con éxito tales objetivos es
necesario programar y seguir una rutina que incluya estudio personal, asistencia regular a las
reuniones y participación en la predicación.
8
Elementos esenciales de una rutina ordenada: Es fundamental adquirir “conocimiento
exacto y pleno discernimiento”. (Fili. 1:9.) El estudio personal robustece nuestra fe, intensifica
nuestro aprecio por la verdad y nos motiva a ir en pos de obras excelentes. Con todo, a algunos se
les ha hecho difícil formarse un hábito de estudio personal. El motivo que con más frecuencia se
aduce es la falta de tiempo.
9
No se puede recalcar lo suficiente los beneficios de la lectura diaria de la Biblia. Su instrucción
es “provechosa” en todo sentido. (2 Tim. 3:16, 17.) ¿Cómo podemos incluir el estudio de la Biblia
en nuestra rutina diaria? Algunos se levantan unos minutos más temprano todos los días, cuando
tienen la mente despejada. Otros prefieren leerla algunos minutos antes de acostarse. Las esposas
que pasan el día en casa pueden dedicarle un tiempo por la tarde, antes de que los demás lleguen
del trabajo o la escuela. Algunos, además de la Biblia, han incluido la lectura del libro
Proclamadores en su rutina semanal de estudio.
10
Cuando nos hacemos nuevos hábitos, es posible que estos pugnen con los que teníamos
anteriormente. Quizás solíamos perder el tiempo en actividades irrelevantes. Romper ese hábito
no es fácil. Nadie va a imponernos la costumbre de estudiar ni a exigirnos cuentas por lo que
dejemos de hacer en cuanto a ello. La persistencia en nuestros hábitos de estudio dependerá
principalmente del aprecio que sintamos por “las cosas más importantes” y de nuestra disposición
a comprar “el tiempo oportuno” para beneficiarnos de ellas. (Fili. 1:10; Efe. 5:16.)
11
Las reuniones cristianas desempeñan un papel muy importante en nuestro progreso
espiritual, pues nos proporcionan la instrucción y el ánimo que necesitamos. Por eso, la asistencia
a las reuniones es otra parte esencial de nuestra rutina ordenada. Pablo recalcó la importancia de
estas. No es una cuestión de gusto. (Heb. 10:24, 25.)
12
¿Cómo podemos mostrar disciplina al organizar nuestras actividades semanales? Algunos
programan el tiempo que dedicarán a sus intereses personales e intentan meter apretadamente las
reuniones en ese horario, cuando debería ser al revés. Tenemos que dar prioridad a nuestras
reuniones semanales y planear las demás actividades en torno a ellas.
13
Para asistir con regularidad a las reuniones, hay que tener buenos planes y cooperación de la
familia. Entre semana, la mayoría de nosotros tiene tantas cosas que hacer, que con frecuencia
nos queda poco tiempo. Entonces, si es posible, se debe programar la comida a una hora que le
permita a la familia comer, arreglarse y llegar a las reuniones antes de que empiecen. Para
lograrlo, todos tienen que cooperar de diversas maneras.
14
Participar en el servicio del campo con regularidad es indispensable para seguir progresando
en una rutina ordenada. Todos reconocemos claramente la seria responsabilidad de predicar el
mensaje del Reino. Eso es lo que nos hace testigos de Jehová. (Isa. 43:10.) Dado que es la obra
más urgente y beneficiosa que se realiza en la actualidad, sería impropio considerarla una parte
secundaria de nuestra rutina. Pablo exhortó: “Ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza, es
decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre”. (Heb. 13:15.)
15
Cuando planeamos nuestras actividades de la semana, debemos apartar períodos
específicos para el servicio del campo. Tal vez la congregación tiene reuniones para el servicio
varios días de la semana y únicamente es cuestión de decidir cuáles apoyaremos. Es bueno
participar en las diferentes facetas del servicio, como la obra de casa en casa con las revistas y
otras publicaciones, hacer revisitas y dirigir estudios bíblicos. Hasta podemos estar preparados
para dar testimonio informal, llevando con nosotros algunas publicaciones y aprovechando las
oportunidades de entablar conversaciones. Ya que por lo general salimos con alguien, podemos
preguntarle sobre su horario para hacer planes que convengan a ambos.
16
Debemos seguir nuestra rutina de predicación aunque encontremos indiferencia en el
territorio. Sabemos de antemano que solo unos cuantos responderán favorablemente. (Mat. 13:15;
24:9.) Ezequiel recibió la comisión de predicar a personas ‘rebeldes, insolentes y de duro corazón’.
Jehová le prometió ayudarlo haciendo su ‘frente exactamente tan dura como las frentes de ellos’, a
saber, “como un diamante, más dura que el pedernal”. (Eze. 2:3, 4; 3:7-9.) Así pues, una rutina
regular de servicio exige perseverancia.
17
Imitemos los buenos ejemplos: La mayoría de nosotros predica mejor cuando alguien toma
la delantera. Pablo y sus compañeros dieron un buen ejemplo, y él invitó a otros a imitarlo. (Fili.
3:17.) Su rutina incluía todos los elementos necesarios para mantenerlo fuerte en sentido espiritual.
18
En la actualidad también se nos ha bendecido con buenos ejemplos. En Hebreos 13:7, Pablo
nos aconseja: “Acuérdense de los que llevan la delantera entre ustedes, [...] y al contemplar
detenidamente en lo que resulta la conducta de ellos, imiten su fe”. Por supuesto, Cristo es nuestro
Modelo, pero podemos imitar la fe de los que llevan la delantera. Como Pablo, los ancianos deben
comprender que tienen que dar un buen ejemplo a los demás. Aunque difieren en circunstancias,
debe verse con claridad que todos siguen ordenadamente una rutina en la que los intereses del
Reino tienen prioridad. Pese a sus obligaciones seglares y familiares, los ancianos deben tener
hábitos fijos de estudio personal, asistencia a las reuniones y servicio del campo en vanguardia. Al
ser evidente que los ancianos ‘presiden sus propias casas excelentemente’, toda la congregación
se sentirá motivada a seguir andando en una rutina ordenada. (1 Tim. 3:4, 5.)
19
Metas para el nuevo año de servicio: Cuando comienza un nuevo año de servicio es
apropiado reflexionar sobre nuestra rutina personal. ¿Qué revela un examen de nuestra actividad
del año que ha terminado? ¿Pudimos sostener, o incluso mejorar, nuestra actividad? Tal vez nos
hicimos más concienzudos en el estudio personal. Quizás asistimos a las reuniones con más
asiduidad o aumentamos nuestro servicio del campo sirviendo de precursores auxiliares. Es
posible que recordemos actos bondadosos que hicimos a favor de miembros de la congregación o
de nuestra familia. En tal caso, podemos regocijarnos de haber andado de una manera que le
agrada a Dios, y tenemos buenas razones para seguir “haciéndolo más plenamente”. (1 Tes. 4:1.)
20
Si por el contrario nuestra rutina fue un tanto inconsecuente o esporádica, ¿cómo nos afectó
espiritualmente? ¿Hubo algo que estorbara nuestro progreso? La superación comienza pidiendo la
ayuda de Jehová. (Fili. 4:6, 13.) Hable de sus necesidades con el resto de la familia y solicite su
cooperación en los campos en que su rutina deba mejorar. Si tiene problemas, pida ayuda a los
ancianos. Si nos esforzamos sinceramente y seguimos la guía de Jehová, de seguro evitaremos
hacernos “inactivos o infructíferos”. (2 Ped. 1:5-8.)
21
Seguir una rutina ordenada trae bendiciones que hacen que los esfuerzos valgan la pena.
Resuélvase a seguir progresando en una rutina ordenada y ‘no descuide sus quehaceres. Fulgure
con el espíritu. Sirva a Jehová como esclavo’. (Rom. 12:11.) (Si desea información más detallada
sobre este tema, vea La Atalaya del 1 de mayo de 1985, páginas 13-17.)
PAG. 131 (folleto la voluntad de Jehová) jl LECCIONES 1,2,5,6; km 9/05 PAG. 3
Lección 1
¿Qué clase de personas somos los testigos de Jehová?

¿Cuántos testigos de Jehová conoce? Tal vez algunos de nosotros seamos vecinos suyos, o
compañeros de trabajo o de escuela; quizás hayamos conversado con usted sobre la Biblia.
¿Quiénes somos realmente, y por qué hablamos con la gente acerca de nuestras creencias?
Somos personas comunes y corrientes. Entre nosotros hay hombres y mujeres de todos los
orígenes y estratos sociales. Algunos teníamos una religión, otros no creíamos en Dios; sin
embargo, antes de llegar a ser testigos de Jehová, todos nos tomamos el tiempo para analizar
detenidamente las doctrinas bíblicas (Hechos 17:11). Aceptamos lo que aprendimos y luego
tomamos una decisión personal: adorar a Jehová Dios.
Le sacamos provecho al estudio de la Biblia. Como todo el mundo, tenemos problemas y
debilidades; pero gracias a que nos esforzamos por poner en práctica los principios bíblicos en el
diario vivir, nuestra calidad de vida ha mejorado muchísimo (Salmo 128:1, 2). Esa es una de las
razones por las cuales hablamos a la gente de las cosas buenas que hemos aprendido en la Biblia.
Nos regimos por valores divinos. Estos valores, que se enseñan en la Biblia, producen en
nosotros una sensación de bienestar. Además, nos motivan a respetar al prójimo y a ser honrados
y bondadosos. Nos ayudan a ser miembros sanos y productivos de la sociedad, y promueven la
unidad familiar y la moralidad. Estamos convencidos de que “Dios no es parcial”. Por eso, nuestra
hermandad es verdaderamente internacional, libre de barreras raciales y políticas. Aunque somos
personas comunes, formamos un pueblo único en su género (Hechos 4:13; 10:34, 35).

Lección 2
¿Por qué adoptamos el nombre de testigos de Jehová?

Muchas personas creen que los testigos de Jehová somos una religión nueva. Sin embargo, hace
más de dos mil setecientos años, a los siervos del único Dios verdadero se los llamó “testigos”
suyos (Isaías 43:10-12). Antes de 1931 se nos conocía como Estudiantes de la Biblia. ¿Por qué
decidimos entonces adoptar el nombre de testigos de Jehová?
Porque da a saber quién es nuestro Dios. El nombre de Dios, Jehová, aparece miles de veces
en la Biblia, como lo demuestran diversos manuscritos antiguos. En muchas traducciones, este
nombre ha sido sustituido por títulos como Señor o Dios. Pero el Dios verdadero se presentó a sí
mismo ante Moisés como Jehová y le dijo: “Este es mi nombre hasta tiempo indefinido” (Éxodo
3:15). Así se distinguió de los dioses falsos. A nosotros nos enorgullece portar el santo nombre de
Dios.
Porque subraya nuestra misión. Comenzando con el justo Abel, una larga sucesión de personas
dieron testimonio de su fe en Jehová. A lo largo de los siglos, otros, como Noé, Abrahán, Sara,
Moisés y David, se sumaron a esta gran “nube de testigos” (Hebreos 11:4–12:1). Tal como un
individuo atestigua a favor de una persona inocente en un tribunal, así nosotros estamos decididos
a dar a conocer la verdad acerca de nuestro Dios.
Porque imitamos a Jesús. La Biblia llama a Jesús “el testigo fiel y verdadero” (Revelación
[Apocalipsis] 3:14). Él mismo dijo que había dado a conocer el nombre de su Padre y que había
venido a dar “testimonio acerca de la verdad” sobre Dios (Juan 17:26; 18:37). Por eso,
sus verdaderos discípulos deben portar el nombre de Jehová y proclamarlo. Eso es lo que los
testigos de Jehová nos esforzamos por hacer.
Lección 5
¿Qué experimentará en nuestras reuniones cristianas?

Muchas personas han dejado de asistir a sus servicios religiosos porque no les brindan guía
espiritual ni consuelo. Entonces, ¿por qué debería usted asistir a las reuniones de los testigos de
Jehová? ¿Qué tienen que ofrecerle?
El placer de estar en compañía de personas afectuosas y bondadosas. En el siglo primero, los
cristianos estaban organizados en congregaciones y se juntaban para adorar a Dios, estudiar las
Escrituras y animarse mutuamente (Hebreos 10:24, 25). Reunidos con sus hermanos espirituales
en un clima de amor, se sentían entre amigos verdaderos (2 Tesalonicenses 1:3; 3 Juan 14).
Nosotros seguimos el mismo modelo y experimentamos la misma alegría.
El beneficio de aprender a aplicar los principios de la Biblia. Siguiendo la costumbre de
tiempos bíblicos, hombres, mujeres y niños nos reunimos para escuchar a maestros capacitados
que nos ayudan a entender cómo aplicar los principios de la Biblia en el diario vivir (Deuteronomio
31:12; Nehemías 8:8). Todos los asistentes pueden intervenir en las sesiones de preguntas y
respuestas y cantar los cánticos, lo que permite que cada cual exprese su esperanza cristiana
(Hebreos 10:23).
La bendita oportunidad de fortalecer la fe en Dios. El apóstol Pablo escribió a una de las
congregaciones de su día: “Anhelo verlos [...] para que haya un intercambio de estímulo entre
ustedes, por cada uno mediante la fe del otro, tanto la de ustedes como la mía” (Romanos
1:11, 12). El contacto con los hermanos en las reuniones fortalece nuestra fe y nuestra
determinación de vivir una vida cristiana.
¿Por qué no asiste a la próxima reunión y lo comprueba usted mismo? Le daremos una cálida
bienvenida. Las reuniones son gratuitas y no se hacen colectas.

Lección 6
¿Cómo nos beneficia relacionarnos con nuestros hermanos cristianos?

Aun si tenemos que caminar por una espesa jungla o hacerle frente al mal tiempo, los testigos de
Jehová no dejamos de asistir a nuestras reuniones. ¿Por qué ponemos tanto empeño en reunirnos
con nuestros hermanos a pesar de las dificultades de la vida y el cansancio de un día de trabajo?
Contribuye a nuestro bienestar. Hablando de la necesidad de asistir a las reuniones, el apóstol
Pablo dijo: “Considerémonos unos a otros” (Hebreos 10:24). Considerar quiere decir “examinar con
atención una cosa”. En otras palabras, el apóstol nos anima a conocernos mutuamente, a
preocuparnos por los demás. Cuando conocemos a otros miembros de la congregación,
descubrimos que algunos han superado dificultades parecidas a las nuestras y que
pueden ayudarnos a salir también adelante.
Fomenta amistades duraderas. En las reuniones estamos rodeados, no de simples conocidos,
sino de amigos íntimos. Además, hay otras ocasiones en que nos juntamos para participar en
actividades recreativas sanas. ¿Qué influencia ejerce en nosotros esta convivencia? Nos enseña a
valorarnos más, lo cual afianza el vínculo de amor que nos une. Y cuando nuestros compañeros se
enfrentan a problemas, acudimos de inmediato en su ayuda porque hemos cimentado una amistad
sólida (Proverbios 17:17). Al relacionarnos con todos en la congregación, demostramos que nos
preocupamos “los unos [por] los otros” (1 Corintios 12:25, 26).
Lo animamos a elegir como amigos a personas que estén haciendo la voluntad de Dios.
Encontrará ese tipo de amigos entre los testigos de Jehová. No permita que nada le impida
reunirse con nosotros.
km 9/05 PAG. 3

Para guardar
Dirijamos estudios bíblicos progresivos

Este suplemento recopila las ideas clave de la serie de artículos sobre cómo dirigir
estudios bíblicos progresivos que han aparecido en Nuestro Ministerio del Reino.
Se nos invita a guardarlo y consultarlo cuando dirijamos estudios bíblicos. También
puede utilizarse para repasar algunas de las sugerencias en las reuniones para el
servicio del campo, y a los superintendentes de servicio podría servirles de base para
los discursos que dan cuando visitan los grupos de estudio de libro.

Parte 1: ¿Qué es un estudio bíblico?


Si mantiene conversaciones bíblicas de forma regular y sistemática, aunque sean breves,
usando solo la Biblia o la Biblia junto con alguna de las publicaciones recomendadas, usted está
dirigiendo un estudio bíblico. El estudio puede informarse cuando se haya dirigido dos veces
después de haberle mostrado a la persona cómo se realiza y haya motivos para creer que
continuará (km-S 7/04 pág. 1).
Publicaciones recomendadas
▪ ¿Qué exige Dios de nosotros?
▪ El conocimiento que lleva a vida eterna
▪ Adoremos al único Dios verdadero
▪ Podemos ser amigos de Dios. Puede utilizarse con quienes tienen poca educación escolar o
no saben leer bien.
Parte 2: Preparación para el estudio
Debemos presentar la información de modo que toque el corazón del estudiante. Para ello, hay
que prepararse muy bien de acuerdo con las necesidades de este (km-S 8/04 pág. 1).
Cómo prepararse
▪ Examine el título, los subtítulos y las ilustraciones del capítulo o la lección.
▪ Localice las respuestas a las preguntas impresas y subraye solo las palabras y frases clave.
▪ Escoja los textos que no están copiados que va a leer en el estudio. Haga breves anotaciones en
los márgenes de la publicación.
▪ Prepare un breve repaso final de las ideas principales.
Personalice la lección
▪ Haga una oración teniendo presente al estudiante y sus necesidades.
▪ Intente prever las ideas que le costará entender o aceptar.
▪ Pregúntese: “¿Qué debe comprender o en qué debe mejorar para progresar en sentido espiritual?
¿Cómo puedo llegarle al corazón?”.
▪ De ser necesario, prepare un ejemplo, una explicación o una serie de preguntas que ayuden al
estudiante a captar el significado de algún punto o texto bíblico.
Parte 3: Uso eficaz de las Escrituras
El propósito de dirigir estudios bíblicos es “ha[cer] discípulos”, algo que logramos cuando
ayudamos a la gente a entender y aceptar las enseñanzas de la Palabra de Dios y a ponerlas en
práctica (Mat. 28:19, 20; 1 Tes. 2:13). Por eso, el estudio debe enfocarse en las Escrituras (km-S
11/04 pág. 4).
PAG. 131 w 05 1/2 PAGS. 28-31
¿Produce fruto la verdad en las personas a quienes usted enseña?

CUANDO el joven Eric anunció que ya no quería ser testigo de Jehová, sus padres quedaron
destrozados. La noticia los tomó por sorpresa. Desde niño, Eric había participado en el estudio
bíblico de familia, había asistido a las reuniones cristianas y había predicado con la congregación.
Parecía que, por decirlo así, estaba en la verdad. Pero ahora que se había ido de casa, los padres
se dieron cuenta de que no había hecho suyas las verdades bíblicas. Este descubrimiento no solo
fue una sorpresa, sino también una decepción para ellos.
Otros han experimentado sentimientos de pérdida parecidos cuando un estudiante de la Biblia
inesperadamente deja de estudiar. En estas ocasiones suelen preguntarse: “¿Por qué no percibí
que esto iba a ocurrir?”. Ahora bien, ¿es posible determinar si la verdad está dando fruto en
aquellos a quienes enseñamos y de este modo evitar un desastre espiritual? En realidad, ¿cómo
podemos asegurarnos de que la verdad está influyendo en nosotros, así como en nuestros
estudiantes? En su conocida parábola del sembrador, Jesús dio una clave que nos ayuda a
contestar estas preguntas.
La verdad tiene que llegar al corazón
“La semilla es la palabra de Dios —dijo Jesús—. En cuanto a lo que está [sembrado] en la tierra
excelente, estos son los que, después de oír la palabra con un corazón excelente y bueno, la
retienen y llevan fruto con aguante.” (Lucas 8:11, 15.) Por tanto, antes de que la verdad del Reino
pueda producir resultados en nuestros estudiantes, tiene que echar raíces en su corazón figurado.
Jesús nos asegura que tal como sucede con la buena semilla en la tierra excelente, cuando la
verdad divina llega a un buen corazón, inmediatamente surte efecto y da fruto. ¿Qué debemos
buscar?
Hay que observar las cualidades del corazón, no solo las apariencias. El hecho de que una
persona mantenga una rutina de actividades espirituales no siempre revela lo que realmente hay
en su corazón (Jeremías 17:9, 10; Mateo 15:7-9). Por eso, tenemos que mirar más allá de la pura
apariencia. Debe haber cambios concretos en sus deseos, motivos y prioridades. La persona debe
estar cultivando la nueva personalidad que se conforma a la voluntad de Dios (Efesios 4:20-24).
Ilustrémoslo. Cuando los tesalonicenses oyeron las buenas nuevas, Pablo dijo que las aceptaron
enseguida como la palabra de Dios. Pero fue el aguante, la fidelidad y el amor que luego
demostraron lo que le confirmó a él que la verdad “también est[aba] obrando en [ellos]”
(1 Tesalonicenses 2:13, 14; 3:6).
Claro está, lo que el estudiante tenga en el corazón se revelará tarde o temprano en su
comportamiento, como lo ilustra el ejemplo de Eric (Marcos 7:21, 22; Santiago 1:14, 15).
Lamentablemente, para cuando se manifiesten ciertos rasgos dañinos, pudiera ser demasiado
tarde. Por eso, el desafío es tratar de identificar las debilidades específicas antes de que se
conviertan en escollos espirituales: necesitamos saber cómo ver el corazón figurado. ¿Cómo
podemos lograrlo?
Aprendamos de Jesús
Jesús, claro está, era capaz de leer los corazones sin equivocarse (Mateo 12:25). Ninguno de
nosotros puede hacer eso. Sin embargo, él mostró que nosotros también podemos percibir los
deseos, motivos y prioridades de otra persona. Tal como un buen médico utiliza diversas técnicas
de diagnóstico para identificar cualquier problema que tenga el corazón físico de un paciente,
Jesús utilizó la Palabra de Dios para ‘sacar’ y exponer los “pensamientos e intenciones del
corazón”, incluso cuando aún yacían ocultos a la vista de los demás (Proverbios 20:5; Hebreos
4:12).
Por ejemplo, en cierta ocasión Jesús ayudó a Pedro a ser consciente de una debilidad que más
tarde se convirtió en piedra de tropiezo. Jesús sabía que Pedro lo amaba. De hecho, le acababa de
encomendar al apóstol “las llaves del reino” (Mateo 16:13-19). Sin embargo, Jesús también sabía
que los apóstoles eran un blanco especial de Satanás y que pronto se les presionaría
intensamente para que transigieran. Debió de percibir que algunos de sus discípulos tenían
debilidades en la fe que exigían atención, por lo que no tuvo reparos en señalárselas. Veamos
cómo lo hizo.
Mateo 16:21 dice: “Desde ese tiempo en adelante Jesucristo comenzó a mostrar a sus
discípulos que él tenía que [...] sufrir [...] y ser muerto”. Observe que Jesús les mostró, y no solo les
dijo, lo que le ocurriría a él. Es muy probable que utilizara pasajes bíblicos como Salmo 22:14-18 o
Isaías 53:10-12, que indican que el Mesías tendría que sufrir y morir. En cualquier caso, al leer o
citar directamente de las Escrituras, Jesús les dio a Pedro y a los demás la oportunidad de
expresar lo que había en su corazón. ¿Cómo reaccionarían ante la perspectiva de tal persecución?
Aunque Pedro había demostrado ser intrépido y celoso, su impulsiva forma de reaccionar en
esta ocasión reveló una falta grave en su modo de pensar. “Sé bondadoso contigo mismo, Señor
—dijo él—; tú absolutamente no tendrás este destino.” Pedro tenía un punto de vista erróneo, pues
como Jesús le señaló, no pensaba “los pensamientos de Dios, sino los de los hombres”. Tal óptica
constituía un error grave que podría tener tristes consecuencias. ¿Qué hizo Jesús? Tras reprender
a Pedro, les dijo a él y a los demás discípulos: “Si alguien quiere venir en pos de mí, repúdiese a sí
mismo y tome su madero de tormento y sígame de continuo”. Valiéndose de pasajes como Salmo
49:8 y 62:12, les recordó bondadosamente que sus perspectivas de vivir para siempre dependían,
no de los hombres, que no pueden dar la salvación, sino de Dios (Mateo 16:22-28).
Aunque más tarde Pedro sucumbió temporalmente al temor y negó tres veces a Jesús, esta y
otras conversaciones con el Maestro sin duda lo prepararon para recuperarse con rapidez en
sentido espiritual (Juan 21:15-19). Tan solo cincuenta días después, Pedro se puso de pie
denodadamente ante las muchedumbres reunidas en Jerusalén para dar testimonio de la
resurrección de Jesús. En las semanas, meses y años siguientes hizo frente con valor a continuos
arrestos y palizas y al encarcelamiento, poniendo así un sobresaliente ejemplo de valerosa
integridad (Hechos 2:14-36; 4:18-21; 5:29-32, 40-42; 12:3-5).
¿Qué aprendemos de esto? ¿Notó lo que Jesús hizo para sacar y exponer lo que había en el
corazón de Pedro? Primero seleccionó pasajes bíblicos apropiados para que Pedro enfocara la
atención en un asunto específico. Luego le dio la oportunidad de responder de corazón.
Finalmente, le brindó más consejo de las Escrituras para ayudarlo a modificar su modo de pensar y
sus sentimientos. Quizás le parezca que esta forma de enseñar está más allá de sus habilidades,
pero analicemos dos experiencias que ilustran cómo la preparación y la confianza en Jehová
pueden ayudarnos a todos a seguir el ejemplo de Jesús.
Saquemos lo que hay en el corazón
Cuando un padre cristiano supo que sus dos hijos de seis y siete años tomaron dulces del
escritorio de su maestra, se sentó y razonó con ellos. Él comenta lo que hizo en vez de pasar por
alto el incidente como una simple travesura infantil inofensiva: “Traté de averiguar qué había en su
corazón que los había motivado a cometer ese mal acto”.
El padre les pidió que recordaran lo que le había ocurrido a Acán, según se relata en el capítulo
7 de Josué. Los niños enseguida captaron el punto y admitieron su error. Ya les había estado
molestando la conciencia. De modo que el padre los hizo leer Efesios 4:28, que dice: “El que hurta,
ya no hurte más, sino, más bien, que haga trabajo duro [...] para que tenga algo que distribuir a
alguien que tenga necesidad”. Él reafirmó el consejo bíblico al hacer que los niños pagaran su falta
comprando dulces y llevándoselos a la maestra.
“Razonando con ellos —dice el padre—, tratábamos de desarraigar los motivos impropios que
percibíamos y reemplazarlos con motivos buenos y puros.” Con el tiempo, estos padres tuvieron
buenos resultados porque imitaron a Jesús al enseñar a sus hijos. Posteriormente, ambos hijos
fueron invitados a servir en Betel, en las oficinas centrales de Brooklyn, y veinticinco años después,
uno de ellos aún sirve allí.
Observe cómo otra cristiana ayudó a su estudiante de la Biblia. La estudiante asistía a las
reuniones, participaba en el ministerio y ya había expresado el deseo de bautizarse. Sin embargo,
parecía que confiaba demasiado en ella misma y no tanto en Jehová. “Como soltera, se había
hecho más independiente de lo que se imaginaba —recuerda la Testigo—. Me temía que fuera a
sufrir una crisis nerviosa o una caída espiritual.”
De modo que la Testigo tomó la iniciativa en razonar con ella sobre lo que dice Mateo 6:33,
animándola a ajustar sus prioridades, poner el Reino en primer lugar y confiar en que Jehová se
encargará de los asuntos para nuestro bien. Le preguntó sin rodeos: “¿Será que vivir sola te
dificulta a veces confiar en los demás, incluso en Jehová?”. La estudiante admitió que casi había
dejado de orar. La publicadora entonces la animó a seguir el consejo de Salmo 55:22 y a arrojar su
carga sobre Jehová porque, como nos asegura 1 Pedro 5:7, “él se interesa” por sus siervos. Esas
palabras la conmovieron. La Testigo cuenta: “Fue una de las pocas veces que la he visto llorar”.
Que la verdad siga obrando en usted
Nos da mucho gozo ver a nuestros estudiantes responder a las verdades bíblicas. No obstante,
para lograr estos buenos resultados, nosotros mismos tenemos que poner un buen ejemplo
(Judas 22, 23). Todos debemos “[seguir] obrando [nuestra] propia salvación con temor y temblor”
(Filipenses 2:12). Eso incluye dejar que la luz de las Escrituras alumbre nuestro corazón
regularmente a fin de buscar actitudes, deseos y sentimientos que tal vez tengamos que corregir
(2 Pedro 1:19).
Por ejemplo, ¿ha disminuido últimamente su celo por las actividades cristianas? Si así es, ¿por
qué? Tal vez usted está confiando demasiado en sí mismo. ¿Cómo puede saberlo? Lea Ageo 1:2-
11 y reflexione con sinceridad sobre la línea de razonamiento que empleó Jehová con los judíos
repatriados. Luego pregúntese: “¿Estoy demasiado preocupado por mi seguridad económica y mis
comodidades materiales? ¿Confío de verdad en que Jehová cuidará de mi familia si doy prioridad a
los asuntos espirituales? ¿O pienso que tengo que cuidar de mí mismo primero?”. Si debe realizar
cambios en sus pensamientos y sentimientos, no vacile en hacerlo. Los consejos bíblicos, como los
que se encuentran en Mateo 6:25-33, Lucas 12:13-21 y 1 Timoteo 6:6-12, suministran la base para
tener el punto de vista equilibrado sobre las necesidades y los bienes materiales, lo que garantiza
la bendición continua de Jehová (Malaquías 3:10).
Esta clase de autoexamen sincero puede darnos en qué pensar. Admitir las debilidades
específicas que tenemos cuando alguien nos las señala puede afectarnos emocionalmente. Sin
embargo, cuando usted toma la iniciativa para brindar corrección amorosa a su hijo, a su
estudiante de la Biblia o incluso a sí mismo —prescindiendo de lo personal o delicado que sea un
asunto—, bien pudiera estar dando el primer paso hacia la salvación de ellos o de usted mismo
(Gálatas 6:1).
Ahora bien, ¿qué hacer si sus esfuerzos no parecen surtir efecto? No se dé por vencido
enseguida. Cambiar un corazón imperfecto puede ser una tarea delicada que consume tiempo y a
veces es frustrante. Pero también puede ser una tarea muy satisfactoria.
El joven Eric, mencionado al principio, con el tiempo recobró el juicio y volvió a “anda[r] en la
verdad” (2 Juan 4). “Regresé a Jehová cuando me di cuenta de lo que había perdido”, dice él. Con
la ayuda de sus padres, Eric ahora sirve fielmente a Dios. Aunque antes le molestaba que sus
padres lo instaran repetidas veces a examinar su corazón, ahora agradece mucho lo que hicieron
por él. “Mis padres son muy especiales —dice—. Nunca dejaron de amarme.”
Iluminar con la luz de la Palabra de Dios el corazón de aquellos a quienes enseñamos es una
expresión de bondad amorosa (Salmo 141:5). Siga examinando el corazón de sus hijos y de sus
estudiantes de la Biblia para asegurarse de que la nueva personalidad cristiana realmente está
echando raíces en ellos. Procure que la verdad siga influyendo en otros y en usted al “maneja[r] la
palabra de la verdad correctamente” (2 Timoteo 2:15).
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¿Por qué hay que dedicarse a Jehová?

“Esta noche estuvo de pie cerca de mí un ángel del Dios a quien yo pertenezco.”
(HECH. 27:23)

“EN VIRTUD del sacrificio de Jesucristo, ¿se ha arrepentido de sus pecados y se ha dedicado a
Jehová para hacer Su voluntad?” Esta es una de las dos preguntas que se formulan al final del
discurso dirigido a los candidatos al bautismo. Ahora bien, ¿por qué deben dedicarse a Jehová los
cristianos? ¿Qué beneficios obtienen al hacerlo? ¿Por qué es imprescindible que den este paso a
fin de que Dios acepte su servicio? Para encontrar la respuesta a estas preguntas, primero
debemos comprender qué es la dedicación.
2
¿En qué consiste la dedicación? Algo que nos ayudará a encontrar la respuesta es un
comentario que hizo Pablo a bordo de un barco que estaba a punto de naufragar. El apóstol llamó
a Jehová “[el] Dios a quien yo pertenezco”, con lo cual mostró que se consideraba posesión suya
(léase Hechos 27:22-24). En efecto, mientras que el mundo está “en el poder del inicuo”, los
cristianos hemos llegado a pertenecer a Jehová (1 Juan 5:19). ¿Cómo lo hemos logrado?
Haciendo una dedicación válida a Jehová —es decir, realizando un voto, o promesa solemne, en
una oración— y luego, bautizándonos.
3
Jesús fijó el modelo el día de su bautismo, cuando hizo pública su decisión de efectuar la
voluntad de su Padre. Claro, como él había nacido en Israel, una nación que ya estaba dedicada a
Dios, no tenía por qué volver a dedicarse. Tampoco estaba satisfaciendo alguna exigencia de la
Ley. Estaba haciendo algo más. Según indica la Biblia, le dijo a Jehová: “¡Mira! He venido [...] para
hacer tu voluntad” (Heb. 10:7; Luc. 3:21). Así es, con su bautismo, se estaba presentando ante su
Padre para cumplir sus deseos. Hoy, los cristianos seguimos su modelo al bautizarnos, aunque en
nuestro caso sí estamos declarando públicamente que nos hemos dedicado en oración a Dios.
Los beneficios de la dedicación
4
La dedicación cristiana no es una promesa cualquiera. Es un asunto muy serio. Ahora bien,
¿qué beneficios ofrece? Algo que nos ayudará a entenderlo es examinar lo provechoso que es el
sentido de compromiso en las relaciones humanas. Comencemos por la amistad. Para tener
amigos, hay que ser amigo primero. Es necesario que haya un sentido de compromiso, que se
asuma la responsabilidad moral de cuidar de la otra persona. Una de las amistades más hermosas
de tiempos bíblicos fue la de David y Jonatán, quienes estaban tan unidos que hicieron un pacto
entre ellos (léanse 1 Samuel 17:57 y 18:1, 3). Hoy día no hay muchas relaciones tan leales como
aquella. Pero, al igual que ayer, las buenas amistades tienen en común el sentido de fidelidad y
compromiso mutuo (Pro. 17:17; 18:24).
5
En Israel había otra relación que requería un sentido de compromiso: el convenio permanente
que podía establecer un esclavo con su amo. La Ley decía: “Si el esclavo dice insistentemente:
‘Realmente amo a mi señor, a mi esposa y a mis hijos; no quiero salir como persona puesta en
libertad’, entonces su amo tiene que acercarlo al Dios verdadero y tiene que ponerlo contra la
puerta o la jamba de la puerta; y su amo tiene que agujerearle la oreja con un punzón, y él tiene
que ser esclavo suyo hasta tiempo indefinido” (Éxo. 21:5, 6). Como vemos, el esclavo podía seguir
disfrutando de la seguridad de pertenecer a un amo compasivo si hacía con él un pacto en el que
renunciaba a su libertad.
6
Otra relación donde debe existir un elevado sentido de compromiso es el matrimonio. Claro, el
compromiso es con una persona, y no meramente con un contrato. Dos personas que viven juntas
sin casarse jamás podrán ofrecer a su pareja y a sus hijos el mismo grado de seguridad que
proporciona el matrimonio cristiano honorable. Tampoco tendrán el mismo aliciente para aceptar
sus responsabilidades y esforzarse por resolver con amor las dificultades (Mat. 19:5, 6; 1 Cor.
13:7, 8; Heb. 13:4).
7
Veamos por último las relaciones laborales. Desde tiempos bíblicos, los contratos han
resultado muy útiles (Mat. 20:1, 2, 8). Así, al iniciar un negocio o al comenzar a trabajar para
alguien, firmar un contrato protege a las partes involucradas. Como hemos visto, las relaciones
humanas —trátese de amistades, matrimonios o acuerdos de negocios— se fortalecen con el
sentido de compromiso. Pero en el caso de nuestra relación con Jehová contamos con un vínculo
muy superior: la dedicación, por la cual le entregamos incondicionalmente nuestra vida.
A continuación hablaremos de los beneficios que reportaba en tiempos bíblicos la dedicación, y
veremos por qué era mucho más que un compromiso.
La dedicación benefició a Israel
8
Los israelitas en su conjunto se dedicaron a Jehová al hacerle un voto. Él los había reunido
frente al monte Sinaí y les había dicho: “Si ustedes obedecen estrictamente mi voz y
verdaderamente guardan mi pacto, entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de
entre todos los demás pueblos”. Ante esto, el pueblo juró unánimemente: “Todo lo que Jehová ha
hablado estamos dispuestos a hacerlo” (Éxo. 19:4-8). Aquella dedicación era mucho más que un
compromiso. Era la señal de que le pertenecían a Jehová, quien a su vez les aseguró que los
trataría como su “propiedad especial”.
9
Pertenecer a Jehová les trajo muchos beneficios a los israelitas. Él fue leal y tierno con ellos y
los trató como a hijos. De hecho, les dijo: “¿Puede una esposa olvidarse de su niño de pecho, de
modo que no tenga piedad al hijo de su vientre? Hasta estas mujeres pueden olvidar; no obstante,
yo mismo no me olvidaré de ti” (Isa. 49:15). Dios guió a su pueblo mediante la Ley, lo fortaleció
enviándole profetas y lo protegió con sus ángeles. El salmista reconoció: “[Jehová] está
anunciando su palabra a Jacob, sus disposiciones reglamentarias y sus decisiones judiciales a
Israel. No ha hecho así a ninguna otra nación” (Sal. 147:19, 20; léanse Salmo 34:7, 19 y 48:14).
Al igual que cuidó de Israel, la nación que le pertenecía, hoy cuida de todos los cristianos que
están dedicados a él.
¿Por qué debemos dedicarnos a Dios?
10
Hay quienes piensan: “¿Por qué tengo que dedicarme y bautizarme para poder servir a
Jehová?”. Entenderemos la razón si recordamos en qué situación nos encontramos ante él. Debido
al pecado de Adán, todos hemos nacido fuera de la familia universal de Dios (Rom. 3:23; 5:12).
Y la única manera de ser aceptados en ella es dedicándonos. Veamos por qué.
11
Ninguno de nosotros ha tenido un padre capaz de transmitirnos vida en el pleno sentido de la
palabra: vida perfecta (1 Tim. 6:19). Como la primera pareja pecó, nacimos alejados de nuestro
bondadoso Padre y Creador, y no podíamos ser considerados hijos suyos (compárese con
Deuteronomio 32:5). Desde aquel momento, la humanidad ha vivido fuera de la familia universal de
Jehová y apartada de él.
12
Aun así, cada uno de nosotros puede pedirle a Jehová que lo acepte en la familia de siervos
suyos. Pero ¿cómo podemos gozar de su favor si somos pecadores? Porque, como indicó Pablo,
“cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios mediante la muerte de su Hijo” (Rom.
5:10). Ahora bien, para que él nos reciba, tenemos que solicitarle una buena conciencia, y la forma
de hacerlo es bautizándonos (1 Ped. 3:21). No obstante, hay otros pasos que debemos dar antes.
Primero debemos conocer bien a Jehová y aprender a confiar en él; luego hemos de arrepentirnos
y cambiar el curso de nuestra vida (Juan 17:3; Hech. 3:19; Heb. 11:6). ¿Qué debemos hacer
después?
13
Para ser parte de la familia de adoradores de Dios, hay que hacer una promesa solemne.
¿Por qué? Ilustrémoslo. Un padre de familia muy respetado por la comunidad conoce a un
muchacho huérfano, se encariña con él y decide adoptarlo. Pero le pone una condición: “Quiero
que me prometas que me verás como tu padre y que me amarás y respetarás siempre”. A menos
que el joven le haga esa promesa solemne, no lo aceptará como hijo. Sin duda, no es una
exigencia irrazonable. En el caso de Jehová ocurre igual: solo aceptará en su familia a quienes
estén dispuestos a hacer un voto de dedicación. Así lo indica la Biblia al decir: “Entreguen todo su
ser como sacrificio vivo a Dios. Esa ofrenda que es su vida debe estar dedicada solamente a Dios
para poder agradarle” (Rom. 12:1, La Palabra de Dios para Todos, 2008).
Un acto de amor y fe
14
La dedicación es una prueba de nuestro amor por Dios. En cierto sentido es similar al voto
matrimonial. El día de la boda, el cristiano demuestra que ama a su novia prometiéndole
solemnemente que estará a su lado en las buenas y en las malas. No solo está comprometiéndose
a formar una unión matrimonial; está jurándole lealtad a una persona. Además, sabe que
no podrán emprender una vida juntos a menos que haga ese voto. Del mismo modo, no es posible
disfrutar de todos los beneficios de ser parte de la familia de Jehová sin hacer el voto de
dedicación. Como vemos, la razón por la que nos dedicamos a Dios es porque deseamos
pertenecerle y porque, dentro de nuestra imperfección, queremos serle leales pase lo que pase
(Mat. 22:37).
15
La dedicación también es un acto de fe. Así es: nos dedicamos porque creemos en Jehová y
confiamos en que su amistad es lo mejor para nosotros (Sal. 73:28). Sabemos que no siempre será
fácil servirle, pues vivimos “en medio de una generación torcida”. Sin embargo, estamos seguros
de que Dios cumplirá su promesa de bendecir nuestros esfuerzos (Fili. 2:15; 4:13). No nos cabe la
menor duda de que él será misericordioso cuando, por culpa de la imperfección, cometamos
errores (léanse Salmo 103:13, 14 y Romanos 7:21-25). Y tenemos la certeza de que recompensará
nuestra lucha por ser íntegros (Job 27:5).
La dedicación a Dios es el camino a la felicidad
16
La dedicación es causa de felicidad, pues implica entregarle a Jehová nuestra vida, y como
dijo Jesús: “Hay más felicidad en dar que en recibir” (Hech. 20:35). Durante su ministerio en la
Tierra, el Hijo de Dios vivió de acuerdo con ese principio fundamental y experimentó la alegría de
ser generoso. Cuando hacía falta, sacrificaba el descanso, la comida y su comodidad personal
para enseñar a la gente el camino a la vida (Juan 4:34). Y nada le producía tanta satisfacción como
complacer a su Padre. Por eso dijo: “Yo siempre hago las cosas que le agradan” (Juan 8:29; Pro.
27:11).
17
Jesús les mostró a sus discípulos la forma de vivir que da más alegrías: “Si alguien quiere
venir en pos de mí, repúdiese a sí mismo” (Mat. 16:24). Cuando nos repudiamos —es decir,
cuando renunciamos al control sobre nuestra vida—, nos acercamos al Dios de amor. ¿Podríamos
estar en mejores manos?
18
Quienes se dedican a Jehová y viven conforme a su voluntad son más felices que quienes
consagran su vida al servicio de algún ser humano o al logro de un objetivo, como el de hacerse
ricos. A diferencia de ellos, los cristianos viven realmente satisfechos (Mat. 6:24). Es cierto que su
felicidad se debe en parte a que tienen el honor de ser “colaboradores de Dios” en su obra, pero
no olvidan que su voto de dedicación no lo hicieron a una obra, sino a un Dios que los tiene en alta
estima (1 Cor. 3:9). Nadie podría valorar más que él su lealtad y sus sacrificios. Incluso les
devolverá la juventud para que vivan bajo su cuidado por siempre (Job 33:25; léase Hebreos 6:10).
19
La Biblia contiene esta invitación: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes” (Sant. 4:8;
Sal. 25:14). En efecto, quienes se dediquen a Jehová gozarán de una relación estrecha con él.
En el siguiente artículo, veremos por qué podemos tomar con confianza la decisión de dedicarnos
a Jehová para llegar a ser posesión suya.

PAG. 131 km 3/09 PAG. 2; km 6/00 PAG. 4 PARRS. 7,8


Cómo usar el libro “Amor de Dios” para dirigir estudios bíblicos
1
¡Qué emocionante fue recibir el libro “Manténganse en el amor de Dios” en la Asamblea de
Distrito “Guiados por el espíritu de Dios”! Tal como se anunció, esta publicación fue concebida para
ayudarnos a conocer y amar las normas de conducta de Jehová, y no para enseñar las doctrinas
básicas de la Biblia. No se ofrecerá en la predicación.
2
Este libro será el segundo que se analizará con los estudiantes de la Biblia, después del libro
Enseña. Recuerde que cada persona crece espiritualmente a un paso distinto, por lo que cada
estudio se debe conducir al ritmo que sea cómodo para el estudiante. Pero eso sí, asegúrese de
que la información que se abarque se entienda claramente. En la mayoría de los casos,
no ofreceremos un estudio con este libro a alguien que quizás ya haya estudiado varios libros pero
que no esté asistiendo a las reuniones de la congregación y que demuestre a todas luces que
no tiene la intención de amoldar su vida a las verdades bíblicas que ha aprendido.
3
Si al tiempo presente usted está dirigiendo un estudio con el libro Adoremos y ya está en los
últimos capítulos, tal vez sea mejor terminar esa publicación y animar al estudiante a leer el libro
“Amor de Dios” por cuenta propia. Si no es así, sería mejor pasar al nuevo libro y comenzar desde
el principio. Como es el caso con el libro Enseña, es opcional analizar los temas del apéndice.
4
Si un estudiante se bautiza antes de completar las dos publicaciones, se debe continuar con el
estudio hasta que termine el libro “Amor de Dios”. Y aun si se bautiza antes de terminar el segundo
libro, se pueden seguir contando el tiempo, la revisita y el estudio. El publicador que vaya como
acompañante también puede contar el tiempo.
5
Cuando un miembro del Comité de Servicio de la Congregación le pida que dirija un estudio
bíblico con alguien que se haya hecho inactivo, quizás le indique que analice solo determinados
capítulos del libro “Amor de Dios”. En tal caso, el estudio no tiene que prolongarse por mucho
tiempo. ¡Qué excelente provisión! Este nuevo libro ha sido preparado con el fin de que nos
mantengamos “en el amor de Dios” (Judas 21).

km 6/00 PAG. 4 PARRS. 7,8


7
Es una señal de amor cristiano prestar mucha atención personal a las personas interesadas a
las que impartimos cursos bíblicos. Nuestro objetivo es ayudar al estudiante a conseguir una mayor
comprensión de la verdad de la Palabra de Dios. Entonces, podrá ponerse firmemente y con
conocimiento de causa de parte de la verdad, así como dedicar su vida a Jehová y simbolizar la
dedicación mediante el bautismo en agua (Sal. 40:8; Efe. 3:17-19).
8
¿Recordamos qué ocurrió cuando el eunuco etíope fue bautizado? “Siguió su camino
regocijándose” como nuevo discípulo de Jesucristo (Hech. 8:39, 40). Que tanto nosotros como las
personas a las que logremos guiar en el camino de la verdad disfrutemos de servir a Jehová Dios
ahora y para siempre.

PAG. 132 km 4/11 PAG. 2


Sección de preguntas

▪ ¿Por cuánto tiempo se espera que le demos clases a alguien que progresa?
Cuando una persona progresa, es mejor seguir dirigiendo el estudio hasta terminar dos
publicaciones: ¿Qué enseña realmente la Biblia? y “Manténganse en el amor de Dios”. Hay que
hacerlo aunque el estudiante se bautice antes de terminar cualquiera de los dos libros. Claro, se
puede seguir contando el tiempo, las revisitas y el estudio aun después de su bautismo. Y si otro
publicador nos acompaña y participa en el estudio, también él puede contar el tiempo (véase
Nuestro Ministerio del Reino de marzo de 2009, página 2).
Es importante que los nuevos tengan buenos cimientos en la verdad antes de dejarlos caminar
solos. Tienen que estar “arraigados” en Cristo y “estabilizados en la fe” para ser capaces de
soportar las dificultades que de seguro afrontarán (Col. 2:6, 7; 2 Tim. 3:12; 1 Ped. 5:8, 9). Además,
deben contar con “un conocimiento exacto de la verdad” a fin de poder enseñar bien a otros (1 Tim.
2:4). Al completar dos libros con los estudiantes, los estamos ayudando a andar con paso seguro
en “el camino que conduce a la vida” (Mat. 7:14).
Antes de aprobar el bautismo de una persona, los ancianos deben comprobar que entienda con
claridad las enseñanzas básicas de la Biblia y que esté viviendo de acuerdo con ellas. Deben ser
especialmente cuidadosos con un estudiante que todavía no haya terminado el primer libro.
Si alguien no está listo para el bautismo, los ancianos verán que reciba la ayuda personal
necesaria para que llene los requisitos en el futuro (véase Organizados para hacer la voluntad de
Jehová, páginas 216 a 218).

VIERNES
LECCION 15(b)
REPASO DE LA ESCUELA DEL SERVICIO DE PRECURSOR
DIA 5

SABADO
LECCION 16(a)
EL GOZO DE JEHOVÁ ES TU PLAZA FUERTE

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GOZO

Sentimiento de alegría o placer que se experimenta al poseer o esperar algún bien; felicidad;
júbilo. Las palabras hebreas y griegas que se usan en la Biblia para referirse a gozo, júbilo,
regocijo y alegría, expresan diversos matices y grados de gozo. Los verbos empleados denotan
tanto los sentimientos internos como la manifestación externa de gozo, y pueden tener gran
variedad de significados, como “estar gozoso; regocijarse; gritar de alegría; saltar de alegría”, entre
otros.

PAG. 137 w 95 15/1 PAG. 11 PARRS. 4-6


“Nada sino gozoso”
4
Una razón sobresaliente para tener gozo es la provisión que Jehová ha hecho para reunirnos.
Las asambleas de circuito y distrito producen gozo a los testigos de Jehová hoy día, tal como las
fiestas anuales regocijaban el corazón de los israelitas. Al pueblo de Israel se le dijo: “Siete días
celebrarás la fiesta [de las cabañas] a Jehová tu Dios en el lugar que Jehová escoja, porque
Jehová tu Dios te bendecirá en todo tu producto y en todo hecho de tu mano, y nada sino gozoso
tendrás que llegar a estar”. (Deuteronomio 16:13-15.) Sí, Dios quería que ‘llegaran a estar
gozosos’. Lo mismo puede decirse de los cristianos, pues el apóstol Pablo exhortó a sus
compañeros de creencia: “Siempre regocíjense en el Señor. Una vez más diré: ¡Regocíjense!”.
(Filipenses 4:4.)
5
Ya que Jehová quiere que estemos gozosos, nos da el gozo como uno de los frutos de su
espíritu santo. (Gálatas 5:22, 23.) ¿Qué es gozo? Es el sentimiento de alegría que se experimenta
al esperar o poseer algún bien. Es el estado de verdadera felicidad, incluso júbilo. Este fruto del
espíritu santo de Dios nos sostiene cuando afrontamos pruebas. “Por el gozo que fue puesto
delante de [Jesús,] aguantó un madero de tormento, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a
la diestra del trono de Dios.” (Hebreos 12:2.) El discípulo Santiago escribió: “Considérenlo todo
gozo, mis hermanos, cuando se encuentren en diversas pruebas, puesto que ustedes saben que
esta cualidad probada de su fe obra aguante”. Ahora bien, ¿qué debemos hacer si no sabemos
cómo afrontar cierta prueba? Con confianza podemos pedir sabiduría en oración. Si obramos en
conformidad con la sabiduría celestial, podremos resolver los problemas o enfrentarnos a pruebas
persistentes sin perder el gozo de Jehová. (Santiago 1:2-8.)
6
El gozo que da Jehová nos fortalece para promover la adoración verdadera. Esto fue lo que
sucedió en los días de Nehemías y Esdras. Los judíos de aquellos tiempos que habían hecho del
gozo de Jehová su plaza fuerte fueron fortalecidos para dar empuje a los intereses de la adoración
verdadera. Y su gozo aumentó al promover la adoración de Jehová. Lo mismo sucede hoy. Como
adoradores de Jehová, tenemos motivo para sentir gran regocijo. Analicemos a continuación otras
de las muchas razones para estar gozosos.

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Jehová Dios y Jesucristo. A Jehová se le llama el “Dios feliz”. (1Ti 1:11.) Su creación y Su
trabajo le producen gozo a Él y a sus criaturas. Jehová se regocija en sus obras. (Sl 104:31.) De
igual manera, desea que sus criaturas disfruten de las obras que Él hace para provecho de ellas y
que disfruten de su propio trabajo. (Ec 5:19.) Ya que es la Fuente de todas las cosas buenas (Snt
1:17), el llegar a conocerle es lo que más regocija a todas las criaturas inteligentes, tanto humanos
como ángeles. (Jer 9:23, 24.) Por eso el rey David dijo: “Sea placentera mi meditación acerca de él.
Yo, por mi parte, me regocijaré en Jehová”. (Sl 104:34.) También se expresó en canción: “Y el justo
se regocijará en Jehová y verdaderamente se refugiará en él; y todos los rectos de corazón se
jactarán”. (Sl 64:10.) Y el apóstol Pablo animó a los cristianos a derivar gozo en todo momento de
su conocimiento de Jehová y de Sus tratos con ellos cuando escribió: “Siempre regocíjense en el
Señor [Jehová, en varias versiones]. Una vez más diré: ¡Regocíjense!”. (Flp 4:4.)
Jesucristo, el más cercano a Jehová, es quien lo conoce mejor (Mt 11:27), y puede darlo a
conocer a sus seguidores. (Jn 1:18.) Por lo tanto, está gozoso, y se le llama “el feliz y único
Potentado”. (1Ti 6:14, 15.) Debido al amor que tiene a su Padre, está ansioso de hacer siempre las
cosas que le agradan. (Jn 8:29.) Por consiguiente, cuando se le presentó la misión de venir a la
Tierra, sufrir y morir con el fin de vindicar el nombre de Jehová, “por el gozo que fue puesto delante
de él aguantó un madero de tormento, despreciando la vergüenza”. (Heb 12:2.) También sentía un
gran amor por la humanidad y se deleitaba en ella. Por eso, las Escrituras, que lo personifican en
su existencia prehumana como la sabiduría, ponen en su boca las palabras: “Entonces llegué a
estar [al] lado [de Jehová] como un obrero maestro, y llegué a ser aquella con quien él estuvo
especialmente encariñado día a día, y estuve alegre delante de él todo el tiempo, pues estuve
alegre por el terreno productivo de su tierra, y las cosas que fueron el objeto de mi cariño
estuvieron con los hijos de los hombres”. (Pr 8:30, 31.)
Jesús deseaba que sus seguidores disfrutaran del mismo gozo. Por eso, les dijo: “Estas cosas
les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes y su gozo se haga pleno”. Los ángeles también
se regocijaron cuando se creó la Tierra. (Jn 15:11; 17:13; Job 38:4-7.) Asimismo, ven el derrotero
del pueblo de Dios y se alegran de su proceder fiel. Especialmente se regocijan cuando una
persona se vuelve de sus caminos pecaminosos y se adhiere a la adoración pura y al servicio a
Dios. (Lu 15:7, 10.)

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Jehová Dios y Jesucristo. A Jehová se le llama el “Dios feliz”. (1Ti 1:11.) Su creación y Su
trabajo le producen gozo a Él y a sus criaturas. Jehová se regocija en sus obras. (Sl 104:31.) De
igual manera, desea que sus criaturas disfruten de las obras que Él hace para provecho de ellas y
que disfruten de su propio trabajo. (Ec 5:19.) Ya que es la Fuente de todas las cosas buenas (Snt
1:17), el llegar a conocerle es lo que más regocija a todas las criaturas inteligentes, tanto humanos
como ángeles. (Jer 9:23, 24.) Por eso el rey David dijo: “Sea placentera mi meditación acerca de él.
Yo, por mi parte, me regocijaré en Jehová”. (Sl 104:34.) También se expresó en canción: “Y el justo
se regocijará en Jehová y verdaderamente se refugiará en él; y todos los rectos de corazón se
jactarán”. (Sl 64:10.) Y el apóstol Pablo animó a los cristianos a derivar gozo en todo momento de
su conocimiento de Jehová y de Sus tratos con ellos cuando escribió: “Siempre regocíjense en el
Señor [Jehová, en varias versiones]. Una vez más diré: ¡Regocíjense!”. (Flp 4:4.)
Jesucristo, el más cercano a Jehová, es quien lo conoce mejor (Mt 11:27), y puede darlo a
conocer a sus seguidores. (Jn 1:18.) Por lo tanto, está gozoso, y se le llama “el feliz y único
Potentado”. (1Ti 6:14, 15.) Debido al amor que tiene a su Padre, está ansioso de hacer siempre las
cosas que le agradan. (Jn 8:29.) Por consiguiente, cuando se le presentó la misión de venir a la
Tierra, sufrir y morir con el fin de vindicar el nombre de Jehová, “por el gozo que fue puesto delante
de él aguantó un madero de tormento, despreciando la vergüenza”. (Heb 12:2.) También sentía un
gran amor por la humanidad y se deleitaba en ella. Por eso, las Escrituras, que lo personifican en
su existencia prehumana como la sabiduría, ponen en su boca las palabras: “Entonces llegué a
estar [al] lado [de Jehová] como un obrero maestro, y llegué a ser aquella con quien él estuvo
especialmente encariñado día a día, y estuve alegre delante de él todo el tiempo, pues estuve
alegre por el terreno productivo de su tierra, y las cosas que fueron el objeto de mi cariño
estuvieron con los hijos de los hombres”. (Pr 8:30, 31.)
Jesús deseaba que sus seguidores disfrutaran del mismo gozo. Por eso, les dijo: “Estas cosas
les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes y su gozo se haga pleno”. Los ángeles también
se regocijaron cuando se creó la Tierra. (Jn 15:11; 17:13; Job 38:4-7.) Asimismo, ven el derrotero
del pueblo de Dios y se alegran de su proceder fiel. Especialmente se regocijan cuando una
persona se vuelve de sus caminos pecaminosos y se adhiere a la adoración pura y al servicio a
Dios. (Lu 15:7, 10.)

SABADO
LECCION 16(b)
JEHOVÁ BENDICE A LOS QUE CONFÍAN EN ÉL

PAG. 141 w 04 15/4 PAG. 14 PARRS. 10,11


10
Asimismo, la bondad está vinculada al amor. Jesús dijo a sus seguidores: “En esto todos
conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí” (Juan 13:35). Y al describir este
amor, Pablo afirmó: “El amor es sufrido y bondadoso” (1 Corintios 13:4). La bondad también se une
al amor en la expresión “bondad amorosa”, que aparece con frecuencia en las Escrituras y que se
refiere a una bondad que surge del amor leal. El sustantivo hebreo que se vierte “bondad amorosa”
significa más que tierno cariño. Es una bondad que se adhiere amorosamente a un objeto hasta
que su propósito con relación a él se ha realizado. La bondad amorosa, o amor leal, de Jehová se
refleja de diversas formas. Por ejemplo, se observa en sus actos de liberación y protección (Salmo
6:4; 40:11; 143:12).
11
La bondad amorosa de Jehová atrae a las personas hacia él (Jeremías 31:3). Cuando los
siervos fieles de Dios necesitan liberación o ayuda, saben que Su bondad amorosa realmente es
leal, amor leal. No les fallará. Por tanto, pueden orar con fe, como el salmista que cantó: “En
cuanto a mí, en tu bondad amorosa he confiado; esté gozoso mi corazón en tu salvación” (Salmo
13:5). Puesto que el amor de Dios es leal, Sus siervos pueden cifrar completa confianza en Él.
Tienen esta garantía: “Jehová no desamparará a su pueblo, ni dejará a su propia herencia” (Salmo
94:14).
PAG. 143 w 13 15/8 PAG. 25 PARRS. 8-10
8
Satanás empleó la misma táctica para tentar a Jesús en el desierto. Como este llevaba
cuarenta días y cuarenta noches sin comer, el Diablo trató de apelar a su deseo de alimentarse. “Si
eres hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan”, le dijo (Luc. 4:1-3). Jesús tenía dos
opciones: podía realizar un milagro para satisfacer su hambre, o podía no hacerlo. Él sabía que
no debía emplear su poder sobrenatural para complacerse a sí mismo. Aunque estaba hambriento,
su relación con Jehová le importaba mucho más. Por eso contestó: “Está escrito: ‘No de pan
solamente debe vivir el hombre sino de todo lo que procede de la boca de Jehová’” (Luc. 4:4, nota).
“EL DESEO DE LOS OJOS”
9
Juan mencionó otro señuelo: “el deseo de los ojos”. Esta expresión sugiere que es posible
empezar a desear algo con tan solo mirarlo. En el caso de Eva, Satanás apeló a este deseo y dijo:
“Tendrán que abrírseles los ojos”. Cuanto más miraba ella el fruto, más lo deseaba. Sí, “a los ojos
[el árbol] era algo que anhelar”.
10
¿Y cómo utilizó Satanás “el deseo de los ojos” para tentar a Jesús? “Le mostró todos los
reinos de la tierra habitada en un instante de tiempo; y [...] le dijo: ‘Te daré toda esta autoridad y la
gloria de ellos’.” (Luc. 4:5, 6.) Obviamente, Jesús no vio todos aquellos reinos con sus ojos físicos.
Satanás se los mostró en una visión, pensando que se sentiría tentado al ver su gloria. Entonces
tuvo el atrevimiento de decirle: “Si tú haces un acto de adoración delante de mí, todo será tuyo”
(Luc. 4:7). Jesús, sin embargo, no quería en absoluto ser la clase de persona que Satanás
deseaba que fuera. Por eso contestó: “Está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar,
y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado’” (Luc. 4:8).

SABADO
LECCION 17(a)
PERSEVERA EN LA ORACIÓN

PAG. 147 w 13 15/11 PAG. 4 PARRS. 6,7


6
Las súplicas son oraciones cargadas de sentimientos muy intensos. ¿En qué circunstancias
podemos suplicarle a Jehová? Sin duda, cuando sufrimos persecución o enfermedades muy
graves. En esos casos, es natural que nuestras oraciones se conviertan en súplicas. Pero ¿son
estos los únicos asuntos sobre los que podemos suplicarle a Jehová?
7
Fijémonos en la oración que Jesús nos dejó como modelo y observemos lo que dijo sobre el
nombre, el Reino y la voluntad de Dios (lea Mateo 6:9, 10). Este mundo está hundido en la
maldad, y los gobiernos humanos no pueden cubrir ni siquiera las necesidades básicas de la
gente. Obviamente, debemos suplicarle a nuestro Padre celestial que su nombre sea santificado y
que su Reino acabe con el dominio de Satanás. También es oportuno suplicarle que su voluntad se
haga en la Tierra como se hace en el cielo. En conclusión, tenemos que permanecer alerta y usar
todos los tipos de oración.
PAG. 148 w 95 15/3 PAG. 4
¿Cómo puede enriquecer sus oraciones?

LA ORACIÓN es un privilegio singular que se cuenta entre las provisiones amorosas de Jehová
Dios. Los opositores pueden confiscarle la Biblia o impedirle que se reúna con sus compañeros
cristianos, pero nadie puede privarle de la oración. Es imposible exagerar el valor de esta. Por ello,
es muy importante que cada uno de nosotros valore este privilegio y se aproveche plenamente de
él. ¿Qué puede ayudarle a enriquecer sus oraciones?
La Biblia no es un devocionario. Sin embargo, puede decirse que es el mejor libro de texto
sobre la oración que posee el hombre. Tan solo las Escrituras Hebreas contienen más de ciento
cincuenta oraciones. Algunas son cortas; otras, largas. Las pronunciaron reyes y cautivos, en
privado y en público, en triunfo y en tribulación. Como cantó David en Salmo 65:2, “gente de toda
carne” acude a Jehová, el “Oidor de la oración”. ¿Por qué inspiró Dios a los escritores de la Biblia a
transmitir tantas diferentes oraciones?
Para contestar esta pregunta, leamos 2 Timoteo 3:16. Dice: “Toda Escritura es inspirada de
Dios y provechosa”. Por lo tanto, las oraciones bíblicas se escribieron para guiarnos, como la
profecía, la historia y los principios bíblicos. ¿De qué manera pueden beneficiarnos estas
oraciones?
Si examinamos con detenimiento las oraciones bíblicas, encontraremos aquellas que se
pronunciaron en situaciones similares a las nuestras. Aprenderemos cómo varían las oraciones en
lo que respecta a su propósito y sus circunstancias. Por otra parte, descubriremos nuevas
expresiones de alabanza y acción de gracias y hallaremos palabras distintas para nuestras
peticiones y súplicas. En resumen, las oraciones bíblicas pueden ayudarnos a enriquecer las
nuestras.
María, la madre de Jesús, fue una persona que al parecer se benefició de las expresiones
utilizadas en una oración escrita en la Biblia. Cuando visitó a su parienta Elisabet después de
concebir ambas un hijo con la ayuda divina, María alabó a Dios y le dio gracias. Algunas de las
palabras que utilizó en esta ocasión son notablemente similares a las que se hallan en una oración
de las Escrituras Hebreas. Es probable que María conociera la oración que pronunció Ana, la
madre del profeta Samuel. Ana también había concebido un hijo con la ayuda de Dios, más de mil
años antes. ¿Meditaría María en esa oración debido a que reflejaba sus propios sentimientos?
(1 Samuel 2:1-10; Lucas 1:46-55.)
¿Qué se puede decir de usted? ¿Recuerda alguna oración bíblica que se pronunciara en
circunstancias similares a las suyas? Si halla estas oraciones, las lee y las medita, enriquecerá su
propia comunicación con Dios. En el próximo artículo le invitamos a examinar tres oraciones de las
Santas Escrituras. Se pronunciaron en circunstancias diferentes que pueden coincidir con las
suyas.

Vale la pena examinar las oraciones de la Biblia

UNA mujer ansiosa, un rey y el propio Hijo de Dios pronunciaron las oraciones que
examinaremos a continuación. Cada una de las oraciones fue motivada por un diferente conjunto
de circunstancias. Estas circunstancias pueden ser similares a las nuestras hoy en día. ¿Qué
podemos aprender de estos ejemplos?
“Si miras sin falta la aflicción de tu esclava”
¿Está usted luchando para vencer un problema persistente? ¿Le abruma la ansiedad? En tal
caso tiene mucho en común con Ana antes de que diera a luz a su primer hijo, Samuel. Ana
no tenía hijos y otra mujer se mofaba de ella. De hecho, su situación la preocupaba e irritaba tanto
que ni siquiera comía. (1 Samuel 1:2-8, 15, 16.) Esta mujer dirigió la siguiente súplica a Jehová:
“Oh Jehová de los ejércitos, si miras sin falta la aflicción de tu esclava y realmente te acuerdas
de mí, y no te olvidas de tu esclava y realmente das a tu esclava prole varón, yo ciertamente lo
daré a Jehová todos los días de su vida, y no vendrá navaja sobre su cabeza.” (1 Samuel 1:11.)
Observe que Ana no habló generalidades. Se dirigió a Jehová con una petición específica (un
hijo varón) y con una resolución definida (ponerlo a disposición de Dios). ¿Qué nos enseña esta
oración?
Cuando se enfrente a la adversidad, sea específico en la oración. Sin importar cuál sea su
problema —situación doméstica, soledad, mala salud— mencióneselo a Jehová en oración.
Explíquele la naturaleza exacta de su dificultad y cómo se siente. “Todas las noches le comunico a
Jehová mis problemas —dice una viuda llamada Louise—. A veces son bastantes, pero le
menciono claramente cada uno de ellos.”
Hablar a Jehová en términos exactos es beneficioso, pues nos ayuda a definir nuestro problema
y posiblemente a verlo en sus debidas proporciones. Las oraciones específicas nos ayudan a
aliviar la ansiedad. Aun antes de que se contestara su oración, Ana se sintió confortada y “su rostro
no volvió a mostrar preocupación”. (1 Samuel 1:18.) Además, orar por cosas específicas nos
ayudará a identificar la respuesta a nuestra oración. “Cuanto más específicas son mis oraciones —
dice Bernhard, un cristiano alemán— más claras son las respuestas.”

PAG. 149 w 11 15/2 PAG. 19


Cuando un joven Testigo llamado Paul se puso a reflexionar sobre su forma de orar, se dio
cuenta de que tenía que mejorar. Explicó: “Había caído en la costumbre de repetir siempre las
mismas expresiones”. Decidió buscar información en el Índice de las publicaciones Watch Tower y
descubrió que en las Santas Escrituras aparecen unas ciento ochenta oraciones. En ellas, los
siervos de Dios del pasado manifestaron sus sentimientos más profundos. “Al meditar en estos
ejemplos —señaló Paul—, aprendí a ser más específico, lo que me ha ayudado a hablarle a
Jehová desde el corazón. Ahora me encanta acercarme a él a través de la oración.”

PAG. 150 w 87 15/7 PAG. 19 PARR. 14


14
El principio de que las oraciones requieren obras aplica también a estas palabras del discípulo
Santiago, medio hermano de Jesús: “Si alguno de ustedes tiene deficiencia en cuanto a sabiduría,
que siga pidiéndole a Dios, porque él da generosamente a todos, y sin echar en cara; y le será
dada”. (Santiago 1:5; Mateo 13:55.) Pero ¿nos imparte Dios esta sabiduría por algún milagro? No.
En primer lugar, tenemos que tener la actitud correcta, como leemos: “Enseñará a los mansos Su
camino”. (Salmo 25:9.) ¿Y cómo enseña Dios “a los mansos”? Mediante su Palabra. De nuevo,
tenemos que esforzarnos por entenderla y ponerla en práctica, como se indica en Proverbios 2:1-6:
“Hijo mío, si recibes mis dichos y atesoras contigo mis propios mandamientos, de modo que con tu
oído prestes atención a la sabiduría, para que inclines tu corazón al discernimiento; si, además,
clamas por el entendimiento mismo y das tu voz por el discernimiento mismo, si sigues buscando
esto como a la plata, [...] en tal caso entenderás el temor de Jehová, y hallarás el mismísimo
conocimiento de Dios. Porque Jehová mismo da la sabiduría”.
SABADO
LECCION 17(b)
EL AGUANTE RESULTA EN APROBACIÓN

PAG. 155 w 73 PAG. 45


23
De todas partes del mundo llegan ejemplos del día moderno que prueban que los cristianos
verdaderos nunca están solos. En Alemania, durante la II Guerra Mundial, miles de Testigos fueron
puestos en campos de concentración de Hitler, por lo general despojados de sus Biblias. Uno de
estos Testigos, después de ser puesto en libertad, escribió: “Cuando fui arrestado me sentí
agradecido de no haber desatendido el estudio bíblico personal, ya que éste me ayudó a tener fe
para aguantar. Con frecuencia pensaba en el aguante que mencionó el escritor bíblico Santiago,
que dijo: ‘¡Miren! Pronunciamos felices a los que han aguantado.’—Sant. 5:11.
24
“Aunque los oficiales de la prisión me quitaron la Biblia, permitían que otros presos [que
no eran Testigos] la tuvieran. Pensaban que mi fe se debilitaría si no tenía la Biblia, y que
renunciaría a mi fe firmando una declaración en ese sentido, preparada por los nazis.
No comprendían que yo había grabado la verdad de la Palabra de Dios con gran profundidad en mi
mente por medio del estudio bíblico personal y en grupo mucho antes de haber sido encarcelado.
No pudieron quitar de mi mente aquellas verdades fortalecedoras de la fe.”
25
Testigos en la República Árabe Unida que fueron puestos en un campo de concentración
también conocieron por experiencia el poder fortalecedor de la fe de la Palabra de Dios y ellos
también nunca se sintieron solos. Observó un Testigo que había sido representante viajero de la
Sociedad Watch Tower antes de su encarcelación: “Sin importar la cantidad de insultos y golpizas
que recibíamos, pasaban unos cuantos segundos y no sentíamos nada más, aunque continuaban
las golpizas. Estábamos sintiendo que Jehová Dios siempre estaba con nosotros.”
26
¿Y cómo se las arreglaron esos Testigos para adquirir alimento espiritual dador de fortaleza?
Uno de ellos contestó: “Cada mañana considerábamos un texto bíblico apropiado, escogiendo uno
que fuera animador para nuestros hermanos cristianos. También escogíamos dos capítulos de la
Biblia sobre los cuales hablar. Entonces cada uno de nosotros sacaba de su memoria la
información que podíamos recordar de estos capítulos. Cada noche, también, nos reuníamos para
un discurso bíblico. Estas discusiones y discursos bíblicos diarios de veras resultaron
fortalecedores para nosotros.”
27
Realmente son muchos los ejemplos del día moderno que prueban que los cristianos
verdaderos nunca están solos; Jehová está con ellos si se encomiendan a él y confían
enteramente en él.

PAG. 155 w 97 15/11 PAGS. 8,9


Manténgase firme en la fe a pesar de las pruebas

“Considérenlo todo gozo, mis hermanos, cuando se encuentren en diversas pruebas.”


(SANTIAGO 1:2.)

LOS siervos de Jehová son sus Testigos, que le sirven con fe y “gozo de corazón”.
(Deuteronomio 28:47; Isaías 43:10.) Lo hacen aunque los asedien las pruebas. Pese a las
dificultades, los consuela la siguiente exhortación: “Considérenlo todo gozo, mis hermanos, cuando
se encuentren en diversas pruebas, puesto que ustedes saben que esta cualidad probada de su fe
obra aguante”. (Santiago 1:2, 3.)
2
Estas palabras las escribió el discípulo Santiago, medio hermano de Jesucristo, cerca del
año 62. (Marcos 6:3.) Santiago era un anciano de la congregación de Jerusalén. De hecho, él,
Cefas (Pedro) y Juan parecían “ser columnas”, es decir, sólidos pilares de la congregación.
(Gálatas 2:9.) Cuando la cuestión de la circuncisión llegó a “los apóstoles y los ancianos”,
alrededor del año 49, Santiago presentó una propuesta basada en las Escrituras, que el cuerpo
gobernante del siglo primero aceptó. (Hechos 15:6-29.)
3
Santiago, pastor espiritual concienzudo, ‘conocía la apariencia del rebaño’. (Proverbios 27:23.)
Sabía que los cristianos de su día afrontaban pruebas severas. Algunos de ellos tenían que
modificar su modo de pensar, pues favorecían a los pudientes. Para muchos la adoración era un
puro formulismo. Otros hacían daño con su lengua ingobernable. Se dejaba sentir el espíritu
perjudicial del mundo, y muchos no tenían paciencia ni se ocupaban en la oración. Es más, ciertos
cristianos estaban espiritualmente enfermos. La carta de Santiago trata estas cuestiones de
manera constructiva, y su consejo es tan práctico hoy como lo fue en el siglo primero. Nos será de
mucho beneficio analizar esta carta como si se hubiera escrito para nosotros personalmente.
Cuando afrontamos pruebas
4
Santiago nos indica cómo debemos considerar las pruebas. (Santiago 1:1-4.) Sin aludir a su
parentesco con el Hijo de Dios, humildemente se llama “esclavo de Dios y del Señor Jesucristo”.
Santiago escribe a “las doce tribus” del Israel espiritual, “esparcidas” en un principio debido a la
persecución. (Hechos 8:1; 11:19; Gálatas 6:16; 1 Pedro 1:1.) A nosotros también se nos persigue
como cristianos y nos ‘encontramos en diversas pruebas’. Pero si recordamos que nuestra fe se
fortalece al aguantar las pruebas, lo ‘consideraremos todo gozo’ cuando estas nos sobrevengan.
La lealtad a Dios durante las pruebas redundará en felicidad perdurable.
5
Algunas pruebas tienen que ver con adversidades comunes a la humanidad. Por ejemplo, es
posible que tengamos mala salud. Dios no realiza en este tiempo curas milagrosas, pero contesta
las oraciones en las que le pedimos la sabiduría y la fortaleza necesarias para sobrellevar la
enfermedad. (Salmo 41:1-3.) Asimismo, sufrimos por causa de la justicia cuando se nos persigue
por el hecho de ser testigos de Jehová. (2 Timoteo 3:12; 1 Pedro 3:14.) Aguantar estas
tribulaciones prueba nuestra fe, y le confiere por tanto una “cualidad probada”. Y luego, el triunfo
de la fe “obra aguante”. Por otra parte, la fe, fortalecida por las tribulaciones, nos ayudará a superar
futuras pruebas.
6
“Pero —dice Santiago— que el aguante tenga completa su obra.” Si permitimos que la prueba
siga su curso y no intentamos ponerle fin prematuramente por medios contrarios a las Escrituras, el
aguante efectuará la “obra” de convertirnos en cristianos completos, no carentes de fe. Por
supuesto, si la prueba pone de manifiesto alguna debilidad, debemos buscar la ayuda de Jehová
para superarla. ¿Y si la prueba es una tentación para que cometamos un acto inmoral? Oremos
acerca de este problema y luego actuemos en armonía con nuestras peticiones. Es posible que
tengamos que cambiar de empleo o tomar otras medidas para mantenernos leales a Dios.
(Génesis 39:7-9; 1 Corintios 10:13.)
La búsqueda de la sabiduría
7
Santiago nos indica qué debemos hacer si no sabemos cómo afrontar cierta prueba. (Santiago
1:5-8.) Jehová no nos va a reprochar el hecho de que nos falte sabiduría y se la pidamos en
oración con fe. Él nos ayudará a ver la prueba en su justa perspectiva y a aguantarla. Es posible
que se nos llame la atención a algún texto bíblico mediante los compañeros de creencia o el
estudio personal de la Biblia. La providencia divina puede maniobrar los acontecimientos de modo
que percibamos lo que debemos hacer, y el espíritu de Dios puede guiarnos. (Lucas 11:13.) Por
supuesto, para disfrutar de esos beneficios tenemos que mantenernos cerca de Dios y de su
pueblo. (Proverbios 18:1.)
8
Jehová nos da la sabiduría para enfrentarnos a las pruebas si seguimos “pidiendo con fe, sin
dudar nada”. El que duda “es semejante a una ola del mar impelida por el viento y aventada de una
parte a otra” de forma impredecible. Si somos así de inestables en sentido espiritual, no debemos
‘figurarnos que vamos a recibir cosa alguna de Jehová’. No seamos ‘indecisos’ ni ‘inconstantes’ en
la oración ni de otras maneras. Por el contrario, tengamos fe en Jehová, la Fuente de la sabiduría.
(Proverbios 3:5, 6.)
SABADO
LECCION 18
COMENTARIOS DE LOS ESTUDIANTES Y DISCURSOS DE
CONCLUSIÓN

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