I Peirce - El Icono El Indice y El Simbolo
I Peirce - El Icono El Indice y El Simbolo
exclusivamente didácticos.
EL ICONO, EL ÍNDICE Y EL SÍMBOLO
Charles S. Peirce (c. 1893-1903)
1. ICONOS E HIPOICONOS
2.274 Un signo o representamen es un Primero que está en una relación triádica genuina
tal con un Segundo, llamado su Objeto, que es capaz de hacer que un Tercero, llamado
su Interpretante, asuma la misma relación triádica con su Objeto que aquella en la que
está él mismo respecto al mismo Objeto. La relación triádica es genuina, esto es, sus
tres miembros están vinculados por ella de una forma que no consiste en ningún
complejo de relaciones diádicas. Esa es la razón por la que el Interpretante, o Tercero,
no puede estar en una mera relación diádica con el Objeto, sino que debe estar con él en
la misma relación que aquella en la que está el Representamen mismo. La relación
triádica en la que está el Tercero tampoco puede ser meramente similar a aquella en la
que está el Primero, pues esto convertiría la relación del Tercero con el Primero en una
mera Segundidad degenerada. El Tercero debe en efecto estar en una relación tal, y de
este modo debe ser capaz de determinar un Tercero propio; pero, además de eso, debe
tener una segunda relación triádica en la que el Representamen, o más bien la relación
de éste con su Objeto, será su propio Objeto (del Tercero), y debe ser capaz de
determinar a un Tercero respecto a esa relación. Todo esto debe ser igualmente
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verdadero respecto a los Terceros de los Terceros, y así indefinidamente; y esto, y más,
está implicado en la idea común de Signo; y tal y como se usa aquí el término
Representamen, no está implicado nada más. Un Signo es un Representamen con un
Interpretante mental. Posiblemente puede haber Representamenes que no sean Signos.
De este modo si un girasol, al girar hacia el sol, llega a ser por ese mismo acto
completamente capaz, sin ninguna otra condición, de reproducir un girasol que gira
hacia el sol de una forma exactamente correspondiente, y de hacerlo con el mismo
poder reproductivo, el girasol llegaría a ser un Representamen del sol. Pero el
pensamiento es el modo de representación principal, si no el único.
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como una pintura, es ampliamente convencional en su modo de representación, pero en
sí misma, sin ninguna leyenda o rótulo, puede denominarse un hipoicono.
2.278 El único modo de comunicar directamente una idea es por medio de un icono, y
cada método indirecto de comunicar una idea debe depender, para ser establecido, del
uso de un icono. Por tanto, toda afirmación debe contener un icono o conjunto de
iconos, o bien debe contener signos cuyo significado sea explicable sólo mediante
iconos. La idea que el conjunto de iconos (o el equivalente a un conjunto de iconos)
contenido en una afirmación significa puede denominarse predicado de la afirmación.
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inesperada es precisamente aquello en lo que consiste la utilidad de las fórmulas
algebraicas, de modo que el carácter icónico es el que prevalece.
2.280 Que los iconos de clase algebraica, aunque normalmente muy simples, existen en
todas las proposiciones gramaticales ordinarias es una de las verdades filosóficas que la
lógica booleana saca a la luz. En toda escritura primitiva, como los jeroglíficos egipcios,
hay iconos de clase no-lógica, los ideogramas. En la forma de habla más temprana,
había probablemente un gran elemento de imitación. Pero en todas las lenguas
conocidas, tales representaciones han sido reemplazadas por signos auditivos
convencionales. Estos, sin embargo, son tales que solo pueden explicarse mediante
iconos. Pero en la sintaxis de cada lengua hay iconos lógicos de los que son ayudados
por reglas convencionales.
2.281 Las fotografías, especialmente las fotografías instantáneas, son muy instructivas,
porque sabemos que en ciertos aspectos son exactamente como los objetos que
representan. Pero este parecido es debido a que las fotografías han sido producidas bajo
circunstancias tales que estaban físicamente forzadas a corresponder punto por punto
con la naturaleza. En ese aspecto entonces pertenecen a la segunda clase de signos,
aquellos por conexión física. El caso es diferente si supongo que las cebras son
probablemente obstinadas, o animales desagradables de otra manera, porque parecen
tener una semejanza general con los burros, y los burros son tercos. Aquí el burro sirve
precisamente como una semejanza probable de la cebra. Es verdad que suponemos que
la semejanza tiene una causa física en la herencia; pero, entonces, esa afinidad
hereditaria sólo es en sí misma una inferencia a partir del parecido entre los dos
animales, y no tenemos (como en el caso de la fotografía) ningún conocimiento
independiente acerca de las circunstancias de la producción de las dos especies. Otro
ejemplo del uso de un parecido es el diseño que hace un artista de una estatua,
composición pictórica, construcción arquitectónica o pieza decorativa, mediante cuya
contemplación puede averiguar si lo que se propone será bello y satisfactorio. La
cuestión planteada se responde de este modo casi con certeza, porque tiene que ver con
cómo será afectado el artista mismo. Se encontrará que el razonamiento de los
matemáticos gira principalmente sobre el uso de los parecidos, que son las bisagras
mismas de las puertas de su ciencia. La utilidad de los parecidos para los matemáticos
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consiste en que sugieren de una forma muy precisa nuevos aspectos de supuestos
estados de cosas.
Signos:
• Iconos
• Índices
• Símbolos
Esto es un icono. Pero el único aspecto en el que se parece a su objeto es en que la llave
muestra que las clases de iconos, índices y símbolos han de estar relacionadas unas con
otras y con la clase general de signos, como realmente lo están, de una forma general.
Cuando en álgebra escribimos ecuaciones una debajo de otra en un orden regular,
especialmente cuando ponemos letras parecidas para coeficientes correspondientes, ese
orden es un icono. Éste es un ejemplo:
Este es un icono en tanto que hace que parezcan semejantes las cantidades que están en
relaciones análogas con el problema. De hecho, toda ecuación algebraica es un icono en
tanto que exhibe por medio de los signos algebraicos (que en sí mismos no son iconos),
las relaciones de las cantidades implicadas.
Puede cuestionarse si todos los iconos son semejanzas o no. Por ejemplo, si se exhibe
un hombre bebido para mostrar, por contraste, la excelencia de la templaza, eso es
ciertamente un icono, pero puede dudarse si es o no una semejanza. La cuestión parece
algo trivial.
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2.283 Un Índice o Sema es un Representamen cuyo carácter Representativo consiste en
que es un segundo individual. Si la Segundidad es una relación existencial, el Índice es
genuino. Si la Segundidad es una referencia, el Índice es degenerado. Un Índice genuino
y su Objeto deben ser individuos existentes (ya sean cosas o hechos), y su Interpretante
inmediato debe ser del mismo carácter. Pero, ya que todo individuo debe tener
caracteres, se sigue que un Índice genuino puede contener una Primeridad, y de este
modo un Icono, como una parte constituyente de él. Todo individuo es un Índice
degenerado de sus propios caracteres.
2.284 Los subíndices o hiposemas son signos que se convierten en tales principalmente
por su conexión real con los objetos. De este modo, un nombre propio, demostrativo
personal o pronombre relativo, o la letra asignada a un diagrama, denotan lo que
denotan debido a una conexión real con su objeto, pero ninguno de ellos es un Índice,
ya que no son individuos.
2.286 Un barómetro bajo con un aire húmedo es un índice de lluvia. Esto es, suponemos
que las fuerzas de la naturaleza establecen una conexión probable entre el barómetro
bajo con aire húmedo y la lluvia que viene. Una veleta es un índice de la dirección del
viento porque en primer lugar toma realmente la misma dirección que el viento, de
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modo que hay una conexión real entre ellos y, en segundo lugar, estamos constituidos
de tal modo que, cuando vemos una veleta señalando en una cierta dirección, nuestra
atención se centra en esa dirección y, cuando vemos la veleta girando con el viento,
somos forzados por la ley de la mente a pensar que esa dirección está conectada con el
viento. La estrella polar es un índice, o un dedo que señala, que nos muestra cuál es el
norte. Un nivel de aire o una fluctuación del plomo es un índice de la dirección vertical.
Una vara para medir una yarda podría parecer a primera vista un icono de una yarda, y
así sería si simplemente se pretendiera mostrar una yarda tanto como puede verse y
estimarse que es una yarda. Pero el propósito mismo de una vara de una yarda es
mostrar una yarda más allá de lo que puede estimarse por su apariencia. Eso lo hace
como consecuencia de una comparación mecánica exacta hecha con la barra que está en
Londres y que se denomina la yarda. De este modo, es una conexión real la que da a la
barra de una yarda su valor como representamen, y por lo tanto es un índice y no un
mero icono.
2.287 Cuando un cochero exclama “¡Eh!” para atraer la atención de un peatón y hacer
que se salve, en tanto que esa es una palabra significativa, es, como se verá más abajo,
algo más que un índice; pero en tanto que su finalidad es simplemente actuar sobre el
sistema nervioso del que escucha y hacer que salga del camino, es un índice, porque
sirve para ponerle en conexión real con el objeto, que es su situación relativa respecto al
caballo que se aproxima. Supongamos que dos hombres se encuentran en un camino y
uno de ellos le dice al otro, “la chimenea de esa casa está encendida”. El otro mira a su
alrededor y descubre una casa con persianas verdes y una galería que tiene una
chimenea humeando. Camina unas pocas millas y encuentra a un segundo viajero.
Como un Simón el Simple le dice, “la chimenea de esa casa está encendida”. “ ¿Qué
casa?”, le pregunta el otro. “¡Oh!, una casa con persianas verdes y una galería”, replica
el simple. “ ¿Dónde está la casa?”, pregunta el extraño. Desea algún índice que conecte
su comprensión con la casa significada. Las palabras solas no pueden hacer eso. Los
pronombres demostrativos “esto” y “eso” son índices, pues invitan al oyente a usar sus
poderes de observación y a establecer así una conexión real entre su mente y el objeto; y
si el pronombre demostrativo hace eso —sin lo cual no se comprende su significado—
va a establecer tal conexión y por lo tanto es un índice. Los pronombres relativos,
“quien” y “que”, demandan actividad de observación de una manera muy parecida, sólo
que con ellos la observación ha de dirigirse a las palabras que van antes. Los abogados
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usan A, B y C prácticamente como pronombres relativos muy efectivos. Para mostrar lo
efectivos que son podemos señalar que los Sres. Allen y Greenough en su
admirable Gramática latina (aunque demasiado breve en la edición de 1977), declaran
que ninguna sintaxis concebible podría hacer desaparecer del todo la ambigüedad de la
siguiente frase, “A respondió a B que él pensó que C (su hermano) era más injusto con
él que con su propio amigo”. Ahora bien, cualquier abogado afirmaría eso con perfecta
claridad, usando A, B y C como relativos de la siguiente manera:
(A)
(de A) (A)
(su hermano (de B)) era más injusto consigo mismo, (B) que con su
(de A)
(de C)
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modificación que sintácticamente dirige la atención a la palabra que denota la cosa
poseída.
2.288 Algunos índices son instrucciones más o menos detalladas de lo que el oyente ha
de hacer para ponerse en conexión experiencial directa o en otra conexión con la cosa
significada. Así por ejemplo, el Servicio de Guardacostas edita “Avisos a los
marineros”, dando la latitud y longitud, cuatro o cinco puntos de referencia de objetos
prominentes etc. y diciendo que hay una roca, banco de arena, boya o baliza. Aunque
habrá otros elementos en tales instrucciones, sin embargo son principalmente índices.
2.289 Junto con tales instrucciones indéxicas de qué hacer para encontrar el objeto
significado, deberían clasificarse esos pronombres que se denominarían pronombres
selectivos [o cuantificadores] porque informan al oyente de cómo ha de elegir uno de
los objetos propuestos, pero que los gramáticos denominan con la tan indefinida
designación de pronombres indefinidos. Dos variedades de estos son particularmente
importantes en lógica, los selectivos universales tales como quivis, quilibet,
quisquam, ullus, nullus, nemo, quisque, uterque, y en castellano “algún”, “cada”,
“todo”, “no”, “ningún”, “cualquier cosa”, “cualquiera”, “todo”, “alguien”, “nadie”.
Estos significan que el oyente tiene libertad para elegir cualquier caso que quiera dentro
de los límites expresados o comprendidos, y la afirmación ha de aplicarse a ese caso. La
otra variedad lógicamente importante consiste en los selectivos particulares, quis,
quispiam, nescio, quis, aliquis, quidam y en castellano “algo”, “alguno”, “alguien”,
“un”, “cierto”, “uno u otro”, “adecuado”, “uno”. Junto con los pronombres anteriores
están expresiones tales como “todos menos uno”, “uno o dos”, “unos pocos”, “casi
todos”, “todos los demás”, etc. Junto con los pronombres han de clasificarse los
adverbios de lugar y tiempo, etc. No muy diferentes a estos son “el primero”, “el
último”, “el séptimo”, “dos tercios de”, “miles de”, etc.
2.290 Otras palabras indéxicas son las preposiciones y frases preposicionales, tales
como “a la derecha (o a la izquierda) de”. Derecha e izquierda no pueden distinguirse
mediante ninguna descripción general. Otras preposiciones significan relaciones que,
quizá, pueden describirse, pero cuando se refieren, como hacen con más frecuencia de
lo que se supondría, a una situación relativa al lugar y actitud del hablante (observados o
que se supone que son conocidos experimentalmente) respecto a los del oyente,
entonces el elemento indéxico es el elemento dominante.
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2.291 Los iconos y los índices no afirman nada. Si un icono pudiera interpretarse
mediante una frase, esa frase debería estar en un “modo potencial”, esto es, meramente
diría, “supón que una figura tiene tres lados”, etc. Si un índice se interpretara así, el
modo debería ser imperativo o exclamativo, como “¡mira ahí!” o “¡cuidado!”. Pero la
clase de signos que vamos a considerar ahora están, por naturaleza, en el modo
“indicativo” o, como debería llamarse, declarativo. Por supuesto, pueden servir para la
expresión de algún otro modo, ya que podemos declarar que las afirmaciones son
dudosas, o meras interrogaciones, o requeridas imperativamente.
2.293 Un Símbolo es una ley o regularidad del futuro indefinido. Su Interpretante debe
ser de la misma descripción, y así debe ser también el Objeto inmediato completo, o
significado. Pero una ley gobierna necesariamente, o “es encarnada en”, individuos, y
prescribe algunas de sus cualidades. En consecuencia, un constituyente de un Símbolo
puede ser un Índice, y un constituyente puede ser un Icono. Un hombre que camina con
un niño levanta su brazo en el aire y dice, “allí hay un globo”. El brazo que señala es
una parte esencial del símbolo, sin la cual éste no transmitiría ninguna información.
Pero si el niño pregunta, “¿qué es un globo?”, y el hombre responde, “es algo parecido a
una gran pompa de jabón”, convierte a la imagen en una parte del símbolo. De este
modo, mientras que el objeto completo de un símbolo, es decir, su significado, es de la
naturaleza de una ley, debe denotar algo individual y debe significar un carácter. Un
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símbolo genuino es un símbolo que tiene un significado general. Hay dos clases de
símbolos degenerados, el Símbolo Singular cuyo objeto es un individual existente, y
que significa sólo esos caracteres que como individual puede realizar, y el Símbolo
Abstracto, cuyo único Objeto es un carácter.
2.294 Aunque el Interpretante inmediato de un Índice debe ser un Índice, sin embargo,
ya que su Objeto puede ser el Objeto de un Símbolo Individual [Singular], el Índice
puede tener un Símbolo tal como su Interpretante indirecto. Incluso un Símbolo genuino
puede ser un Interpretante imperfecto de él. De modo que un icono puede tener un
Índice degenerado, o un Símbolo Abstracto, como Interpretante indirecto, y un Índice
genuino o Símbolo como Interpretante imperfecto.
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universal, “es un hombre” es un símbolo, “ama” es un símbolo, “algo que” es un índice
selectivo particular, y “es una mujer” es un símbolo.
2.297 La palabra Símbolo tiene tantos significados que sería un perjuicio para el
lenguaje añadir uno nuevo. No creo que la significación que le otorgo, la de un signo
convencional, o una que depende del hábito (adquirido o innato), sea tanto un nuevo
significado como una vuelta al significado original. Etimológicamente debería significar
una cosa unida, así como émbolo (embolum) es una cosa que entra en algo, un pasador,
y parábola (parabolum) es una cosa arrojada, seguridad colateral, e hipóbolo
(hypobolum) es una cosa arrojada debajo, un regalo prenupcial. Se dice usualmente que
en la palabra símbolo el unirse debe entenderse en el sentido de “conjeturar”; pero si ese
fuera el caso encontraríamos que, por lo menos a veces, significa una conjetura, un
significado que puede buscarse en vano en toda la literatura. Pero los griegos usaron
“unir” (symballein) muy frecuentemente para significar el hacer un contrato o convenio.
Ahora bien, con frecuencia y desde antiguo encontramos símbolo (symbolon) usado
para significar un contrato o convenio. Aristóteles llama al nombre un “símbolo”, esto
es, un signo convencional. En griego, la fogata que se enciende para avisar es un
“símbolo”, esto es, una señal sobre la que se está de acuerdo; una bandera o estandarte
es un “símbolo”; un santo y seña es un “símbolo”; un distintivo es un “símbolo”; el
credo de una iglesia se llama “símbolo” porque sirve como distintivo o dogma; una
entrada de teatro se llama “símbolo”; cualquier vale o cheque que le autoriza a uno a
recibir algo es un “símbolo”. Más aún, cualquier expresión de sentimiento se llama un
“símbolo”. Esos eran los principales significados de la palabra en el lenguaje original.
El lector juzgará si son suficientes para sostener mi afirmación de que no estoy
distorsionando seriamente la palabra al emplearla como me propongo hacer.
2.299 En los tres órdenes de signos, Icono, Índice, Símbolo, puede señalarse una
progresión regular de uno, dos, tres. El icono no tiene conexión dinámica con el objeto
que representa; simplemente sucede que sus cualidades se parecen a las de ese objeto, y
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provocan sensaciones análogas en la mente para la que es una semejanza. Pero
realmente permanece sin conexión con ellas. El índice está conectado físicamente con
su objeto; hacen un par orgánico, pero la mente que lo interpreta no tiene nada que ver
con esa conexión, excepto señalarla una vez establecida. El símbolo se conecta con su
objeto en virtud de la idea de la mente que usa símbolos, sin la que no existiría ninguna
conexión.
2.300 Toda fuerza física reacciona entre un par de partículas, cada una de las cuales
puede servir como índice de la otra. Por otra parte, encontraremos que cada operación
intelectual implica una tríada de símbolos.
2.301 Un símbolo, como hemos visto, no puede indicar ninguna cosa particular, denota
una clase de cosas. No sólo eso, sino que es en sí mismo una clase y no una cosa
singular. Puedes escribir la palabra “estrella”, pero eso no te convierte en creador de la
palabra, ni tampoco si la borras has destruido la palabra. La palabra vive en las mentes
de aquellos que la usan. Incluso si están todos dormidos, existe en su memoria. De
modo que podemos admitir, si existe razón para hacerlo, que los generales son meras
palabras, sin decir en absoluto, como Ockham suponía, que son realmente individuos.
2.302 Los símbolos crecen. Llegan a ser por desarrollo a partir de otros signos,
particularmente de los iconos, o de signos mixtos que participan de la naturaleza de los
iconos y de los símbolos. Pensamos sólo en signos. Esos signos mentales son de
naturaleza mixta. Sus partes simbólicas se llaman conceptos. Si un hombre hace un
nuevo símbolo, es a través de pensamientos que envuelven conceptos. De modo que un
nuevo símbolo puede crecer sólo a partir de símbolos. Omne symbolum de symbolo. Un
símbolo, una vez que es, se extiende entre las gentes. En el uso y en la experiencia, su
significado crece. Palabras tales como fuerza, ley, riqueza, matrimonio, tienen para
nosotros significados muy diferentes de aquellos que tenían para nuestros bárbaros
antepasados. El símbolo puede decirle al hombre, como la esfinge de Emerson:
4. SIGNO
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2.303 Algo que hace que alguna otra cosa (su interpretante) se refiera a un objeto al que
él mismo se refiere (su objeto) de la misma manera, el interpretante llegando a ser a su
vez un signo, y así hasta el infinito.
Sin duda, la consciencia inteligente debe entrar en la serie. Si la serie de interpretantes
sucesivos llega a un final, el signo es por eso considerado al menos como imperfecto. Si
una idea interpretante, habiendo sido determinada en una consciencia individual, no
determina ningún signo exterior, sino que esa consciencia llega a ser aniquilada o pierde
de otra manera toda memoria o cualquier otro efecto significante del signo, llegará a ser
absolutamente imposible descubrir que alguna vez hubo tal idea en esa consciencia; y
en ese caso es difícil ver cómo podría tener algún significado decir que esa consciencia
tuvo alguna vez la idea, puesto que el decirlo sería un interpretante de esa idea.
5. ÍNDICE
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lo que no proporcionaría ninguna información, pues a menos que fuera ya conocida, la
palabra “fuego” sería ininteligible. Si A señala con su dedo el fuego, su dedo está
conectado dinámicamente con el fuego, tanto como si una alarma de incendios
automática lo hubiera vuelto directamente en esa dirección, mientras que también fuerza
a los ojos de B a volverse en esa dirección, a que ponga su atención en eso y a que su
entendimiento reconozca que su pregunta ha sido respondida. Si la respuesta de A es “a
mil yardas de aquí”, la palabra “aquí” es un índice, pues tiene exactamente la misma
fuerza que si hubiera señalado enérgicamente al suelo entre B y él. Más aún, la palabra
“yarda”, aunque está por un objeto de clase general, es indirectamente indéxica, ya que
los mismos palos para medir una yarda son signos del modelo parlamentario, y eso no
porque tengan cualidades similares, pues todas las propiedades pertinentes de una barra
pequeña son, hasta donde podemos percibir, las mismas de una grande, sino porque
cada una de ellas ha sido real o virtualmente llevada hasta el prototipo y sujeta a ciertas
operaciones dinámicas, mientras que la fuerza asociativa trae a nuestras mentes, cuando
vemos una de ellas, varias experiencias, y nos lleva a considerarlas como relacionadas
con una longitud fija, aunque puede que no hayamos reflexionado acerca de que ese
modelo es una barra material. Las consideraciones anteriores pueden llevar al lector a
suponer que los índices hacen referencia exclusiva a objetos de experiencia, y que no
habría uso para ellos en la matemática pura, tratando, como hacen, con creaciones
ideales, sin considerar si se realizan en algún lugar o no. Pero las construcciones
imaginarias del matemático, e incluso los sueños, se aproximan tanto a la realidad como
para tener un cierto grado de fijeza, y como consecuencia de él pueden ser reconocidos
e identificados como individuos. En resumen, hay una forma degenerada de observación
que se dirige a las creaciones de nuestras propias mentes, usando la palabra observación
en su sentido pleno, es decir, implicando algún grado de fijeza y quasi-realidad en el
objeto al que tratan de conformarse. En consecuencia, encontramos que los índices son
absolutamente indispensables en matemáticas, y hasta que se comprendió esta verdad
todos los esfuerzos para reducir a reglas la lógica de las relaciones triádicas y mayores
falló, mientras que, tan pronto como fue comprendida, el problema se solucionó. Las
letras ordinarias del álgebra que no presentan ninguna peculiaridad son índices.
También lo son las letras A, B, C, etc. asociadas a figuras geométricas. Los abogados y
otras personas que tienen que explicar un asunto complicado con precisión recurren a
las letras para distinguir a los individuos. Las letras usadas así son meros pronombres
relativos mejorados. De este modo, mientras que los pronombres demostrativos y
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personales son, tal y como se usan ordinariamente, “índices genuinos”, los pronombres
relativos son “índices degenerados”, pues aunque pueden referirse accidental e
indirectamente a cosas existentes, se refieren directamente, y sólo necesitan referirse, a
las imágenes en la mente que las palabras previas han creado.
2.306 Los índices pueden distinguirse de otros signos o representaciones por tres
señales características: primera, que no tienen ninguna semejanza significante con sus
objetos; segunda, que se refieren a individuos, a unidades singulares, a colecciones de
unidades singulares, o a continuos singulares; tercera, que dirigen la atención a sus
objetos por fuerza ciega. Pero sería difícil, si no imposible, tomar un caso de un índice
absolutamente puro, o encontrar algún signo absolutamente privado de cualidad
indéxica. Psicológicamente la acción de los índices depende de la asociación por
contigüidad, y no de la asociación por semejanza o de operaciones intelectuales.
6. SÍMBOLO
2.307 Un signo que se constituye como signo mera o principalmente por el hecho de
que es usado y comprendido como tal, ya sea el hábito natural o convencional, y sin
considerar los motivos que originalmente gobernaron su selección.
Aristóteles usa Symbolon en este sentido muchas veces en el Peri hermeneias, en
el Sophistici Elenchi y en otros lugares.
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como representativo de su objeto sin que tenga lugar necesariamente ninguna acción
que pudiera establecer una conexión fáctica entre signo y objeto. Si éste era el
significado de Burgersdicio, su thema es lo mismo que el “símbolo” del presente
escritor.
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