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San Andrés de Creta Canon Penitencial

Este documento presenta el texto del Gran Canon de San Andrés de Creta, una oración penitencial ortodoxa que se canta durante la Cuaresma. Consiste en 250 estrofas divididas en 9 secciones o "odas", en las que se reflexiona sobre temas como la caída de Adán y Eva, la naturaleza pecaminosa del hombre, y la necesidad de arrepentimiento y conversión. El documento provee el texto completo del canon en griego y español para su uso en servicios litúrgicos y fines didácticos.

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San Andrés de Creta Canon Penitencial

Este documento presenta el texto del Gran Canon de San Andrés de Creta, una oración penitencial ortodoxa que se canta durante la Cuaresma. Consiste en 250 estrofas divididas en 9 secciones o "odas", en las que se reflexiona sobre temas como la caída de Adán y Eva, la naturaleza pecaminosa del hombre, y la necesidad de arrepentimiento y conversión. El documento provee el texto completo del canon en griego y español para su uso en servicios litúrgicos y fines didácticos.

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Ediciones del Exarcado de

México de la
Iglesia Ortodoxa en América
(O.C.A.)
©2011
Se permite el uso de este material con fines
litúrgicos y didácticos.
Queda prohibida la reproducción de este
documento con fines de lucro.

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 0


El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 1
El lunes de la Primera Semana de la Cuaresma, en el oficio de
Completas Mayores, después del Salmo 69, se canta el Canon. Los
hirmos se cantan dos veces, al principio de cada oda y al final. Antes de
cada tropario nos signamos y hacemos tres reverencias.

Hirmo: Él es mi socorro y refugio y se ha hecho mi salvación. Es mi


Dios y le glorificaré, Dios de mis padres, y le ensalzaré, porque
gloriosamente se ha glorificado.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
¿Dónde comenzaré a lamentar los hechos de mi miserable vida? ¿Qué
primicia ofreceré, Cristo, de esta lamentación? Mas, como eres compasivo,
concédeme perdón de mis pecados.
Ven, alma miserable, con tu cuerpo, y confiesa al Creador de todo. En
adelante deja tu antigua bestialidad y ofrece a Dios lágrimas de penitencia.
A Adán que fue creado primero, le he rivalizado con mis
transgresiones. Sé que estoy desnudado de Dios y del reino eterno y de la
felicidad a causa de mis pecados. (Génesis 3)
¡Ay de ti, miserable alma! ¿Por qué te pareces a la primera Eva? Pues
has mirado inicuamente y has sido amargamente herida. Tocaste el árbol
y probaste audazmente la fruta prohibida.

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 2


La Eva de mi espíritu ha tomado el lugar de la Eva física bajo la forma
de pensamientos apasionados y carnales, que me prometen dulzura, mas
me hacen gustar amargura.
Fue justamente desterrado Adán del Edén por no haber guardado un
mandamiento, Salvador. Mas ¿qué he de sufrir yo, que siempre desecho
tus palabras vivificantes? (Hebreos 12: 25; Génesis 3:23)
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Trinidad superesencial, adorada en unidad, quítame el
pesado yugo del pecado y en tu compasión concédeme lágrimas de
compunción.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Madre de Dios, esperanza e intercesora de los que te alaban,
quítame el pesado yugo del pecado, y como eres nuestra Señora purísima,
recíbeme a mí arrepentido.

Hirmo: Escuchad, cielos, y hablaré y cantaré de Cristo, que vino en la


carne a habitar entre nosotros, la cual tomó de la Virgen.
Responso: Ten piedad de mí, Oh Dios, ten piedad de mí.
Escuchad, cielos, y hablaré; tierra, inclina tu oído a la voz del que se
arrepiente a Dios y que le canta alabanzas.
Mírame, Dios Salvador mío, con tu ojo misericordioso, y recibe mi
ferviente confesión. (Proverbios 15: 3; Salmo 33: 15)
Más que todos he pecado. Yo sólo he pecado contra ti. Mas, siendo
Dios, ten compasión. Salvador, de tu criatura. (I Timoteo 1: 15)
He labrado la fealdad de mis pasiones por mis deseos carnales. He
deformado la hermosura de mi espíritu.
Una tempestad de pasiones me acecha, Señor compasivo. Extiéndeme
tus manos a mí también como a Pedro. (Mateo 14:31)

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 3


He manchado el manto de mi carne y he ensuciado tu imagen y
semejanza, Salvador.
He oscurecido la hermosura de mi alma con los placeres carnales, y he
cambiado mi espíritu haciéndolo lodo.
He rasgado mi primera vestidura que me tejió el Creador en el principio
y por eso estoy postrado y desnudo. (Génesis 3: 21)
Heme puesto una túnica desgarrada, que me tejió la serpiente por
astucia y estoy avergonzado. (Génesis 3: 4-5)
Las lágrimas de la ramera, Señor misericordioso, te las ofrezco yo
también. Se misericordioso, Salvador, en tu compasión. (Lucas 7: 38; 18: 13)
Vi la hermosura del árbol y mi espíritu fue seducido; estoy ahora
postrado y desnudo y avergonzado. (Génesis 3; 7)
Todos los demonios principales de las pasiones me han hecho surcos en
mis espaldas y mucho ha durado su tiranía sobre mí. (Salmo 128: 3)
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Te alabo a Ti, que eres uno en tres Personas, Dios de
todo, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Inmaculada Madre de Dios, Virgen alabadísima, ora
fervientemente que seamos salvos.

Hirmo: Establece tu Iglesia sobre la inmóvil roca de tus mandamientos,


Oh Cristo.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
El Señor llovió fuego del Señor, alma mía, y consumió la antigua tierra
de Sodoma. (Génesis 19:24)
Escápate al monte, como lo hizo Lot, alma mía, y busca refugio a tiempo
en Zoar. (Génesis 19:22)

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 4


¡Huye del fuego, alma mía! ¡Huye del calor de Sodoma! Corre de la
destrucción de la llama divina. (Deuteronomio 4:24; Hebreos 12: 29)
Yo sólo he pecado contra Ti, he pecado más que todos. Cristo Salvador
mío, no me rechaces.
Tú eres el buen Pastor; búscame a mí, que me he desviado. (Juan 10: 11-
14)
Tú eres mi dulce Jesús, Tú eres mi Creador; en Ti, Salvador, seré
justificado.
Te confieso, Salvador, he pecado, contra Ti he pecado, mas
absuélveme y perdóname en tu compasión.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Trinidad, Unidad, Dios, sálvame del engaño y de la
tentación y de lo que me aflige.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amen.
Teotoquio: ¡Salve, seno portador de Dios! ¡Salve, trono del Señor! ¡Salve,
Madre de nuestra vida!.

Hirmo: El Profeta oyó de tu venida, oh Señor, y de que habías de nacer


de la Virgen y aparecer a los hombres. Tuvo miedo y clamó. He oído tus
nuevas y tengo miedo. Gloria a tu potencia, Señor. (Habacuc 3: 2)
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
No desprecies Tus obras y no abandones tu creación, justo Juez y
Amante de los hombres, aunque yo sólo he pecado como hombre más que
cualquiera. Mas siendo Señor de todo, tienes potestad de perdonar los
pecados. (Marcos 2:10)
Se acerca el fin, alma mía, se acerca. Mas tú descuidas y no te preparas.
Se abrevia el tiempo. Levántate. Se acerca el Juez a las puertas. Como
sueño, como una flor, se pasa el tiempo de esta vida. ¿Por qué nos
agitamos en vano? (Mateo 24:33; Salmo 38:7)
El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 5
Vuelve en ti, alma mía. Considera tus hechos, y repásalos delante de tus
ojos, y vierte las gotas de tus lágrimas. Cuenta con confianza tus
pensamientos y hechos a Cristo, y sé libertado.
No hay pecado ni hecho ni vicio de la vida que yo no haya cometido,
Salvador. He pecado por pensamiento, palabra, intención, propósito,
voluntad y acción, como ningún otro haya hecho.
Por eso estoy bajo condenación, yo que soy miserable, sentenciado por
mi conciencia, de la que no hay nada más severo, Juez y Redentor mío, que
conoces mi corazón, sálvame, líbrame y rescátame a mí, tu siervo.
La escala de antaño, la que vio el gran Patriarca, alma mía, es modelo
de subimiento por acción y de ascendimiento por sabiduría. Pues, si
quieres vivir en actividad, sabiduría y Contemplación, renuévate. (Génesis
28: 12; Romanos 12:2; Tito 3: 5)
Por su apremiante necesidad el Patriarca sufrió el ardiente calor del día
y aguantó el frío de la noche, día por día avanzando, pastoreando,
luchando y trabajando para ganar a dos esposas. (Génesis 29: 16-30; 31: 40)
Por las dos esposas se entienden acción y sabiduría de contemplación:
acción por Lea, pues tuvo muchos hijos; por Raquel sabiduría, pues trabajó
mucho; porque sin trabajo, alma mía, ni la acción ni la contemplación
logrará éxito.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Te confieso como indivisible en esencia, inconfundible en
Personas, Divinidad Triuna, co-entronizada, y co-reinante, te canto el
himno cantado tres veces en lo alto.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Das a luz y vives virginalmente, y en las dos cosas
permaneces virgen de naturaleza. El que de ti nace renueva las leyes de la
naturaleza, y su seno da a luz sin dolor. Cuando Dios desea, es vencido el
orden natural, pues Él hace lo que desea.

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Hirmo: De noche me levanto temprano buscándote; ilumíname, te
suplico, Amante de los hombres, y guíame por tus mandamientos, y
enséñame, Salvador, a hacer tu voluntad.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
He pasado mi vida siempre en la noche, y la noche del pecado me ha
sido una neblina espesa y oscuridad; Salvador, hazme a mí hijo del día.
(Efesios 5:8)
Como Rubén, miserable de mí, he pensado un acto pérfido y
desobediente contra Dios Altísimo, manchando mi lecho como aquel
mancho el de su padre. (Génesis 35: 22; 49: 3-4)
Te confieso, Cristo Rey mío, he pecado, he pecado como los hermanos
de José antiguamente, los que vendieron el fruto de la pureza y la castidad.
(Génesis 37: 26-27)
El justo José fue entregado por sus hermanos, esa dulce alma fue
vendida a la esclavitud, como tipo del Señor; y tú, alma mía, te has vendido
enteramente a tus vicios. (Génesis 37:28)
Imita, alma miserable y sin valor, al justo José y a su espíritu puro, y
no seas desenfrenado en tus deseos irracionales, siempre transgrediendo.
(Génesis 39: 7-23)
José, antiguamente habitando un hoyo, Señor Soberano, fue un tipo
de Tu Entierro y Resurrección. Mas ¿puedo yo ofrecerte alguna cosa
semejante? (Génesis 37)
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: A ti te glorificamos, Trinidad, un solo Dios, Santo, Santo,
Santo eres, Padre, Hijo y Espíritu, Ser sencillo, Unidad siempre adorada.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: De ti, purísima Doncella, Madre y Virgen, Dios que creó los
mundos y los siglos se revistió de mi barro y se unió a sí mismo la
naturaleza humana.

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Hirmo: Clamé con todo el corazón a Dios misericordioso, y El me oyó
desde el abismo y levanto mi vida de la corrupción.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
Sinceramente te ofrezco con intención pura, Salvador, las lágrimas de
mis ojos y los gemidos del fondo de mi corazón, clamando: Dios, he pecado
contra Ti, ten piedad de mí. (Lucas 18:13)

Tú, alma mía, te has rebelado contra el Señor como Datán y Abiram.
Mas, con todo tu corazón, clama: Salva, a fin de que una sima abierta de la
tierra no te trague. (Números 16: 27-33)

Como becerra cerril aguijoneada a la locura, alma mía, te has semejado


a Efrén. Al vuelo para la acción, decisión y contemplación, salva tu vida
como una gacela del lazo. (Oseas 4: 16)

Que nos asegure la mano de Moisés, alma mía, puesto que Dios
emblanquece y limpia una vida leprosa. Así que no te desesperes si te
encuentras leprosa. (Éxodo 4: 6-8)

Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:


A la Trinidad: Yo soy Trinidad, simple e indivisible, en Personas
dividida. Yo soy Unidad, unida por naturaleza, dice el Padre, el Hijo y el
Espíritu Divino.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Tu seno engendró a Dios por nosotros, al que tomó nuestra
forma. Suplícale al Creador de todo, oh Madre de Dios, que por tu
intercesión seamos justificados.

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¡Alma mía, alma mía, levántate! ¿Por qué duermes? El fin está cercano,
y serás confundida. Despiértate, pues, y sé vigilante, a fin de que te salve
Cristo Dios nuestro, que está en todas partes y todo lo llena.

Hirmo: Hemos pecado, hemos transgredido y hecho mal ante Ti, no


hemos vigilado ni hemos hecho lo que Tú nos mandaste. Mas no nos
abandones finalmente, Dios de nuestros padres.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
He pecado, he ofendido y he rechazado Tu mandamiento, porque
continuando en mis pecados, a mis llagas he agregado heridas. Mas, por tu
compasión ten piedad de mí, Dios de nuestros padres.
Te he confesado, Juez mío, los secretos de mi corazón. Ve mi
humillación y mi aflicción y atiende a mi juicio. Y por tu compasión, ten
piedad de mí, Dios de nuestros padres.
Cuando Saúl de antaño perdió las asnas de su padre, encontró de paso
la proclamación de su reino. Vigila, alma mía, y no olvides, a no ser que
prefieras tus deseos bestiales al Reino de Cristo. (I Samuel [I Reyes] 10: 2)
Si David, padre de nuestro Divino Señor, pecó dos veces de antaño,
alma mía, al ser traspasado por la flecha del adulterio y herido por la lanza
del remordimiento por haber matado, tú tienes enfermedad de voluntad y
de tus apetitos más grave que esos hechos. (II Samuel [11 Reyes] 11; 12: 1-23)
David una vez juntó pecado con pecado, mezclando su adulterio con
asesinato, mas inmediatamente ofreció doble arrepentimiento. Mas, tú,
alma mía, has hecho cosas más inicuas sin arrepentirte ante Dios.

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 9


David compuso de antaño un himno, pintando un cuadro del mal que
había hecho, clamando. Ten piedad de mí, porque contra Ti sólo he
pecado, que eres Dios de todo. ¡Límpiame! (Salmo 50 [51])
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Trinidad simple e indivisible, de una esencia y de una
naturaleza. Luces y Luz, tres Santos y uno Santo, Dios Trinidad es alabado.
Canta, alma mía, y glorifica a la Vida y a las Vidas, Dios de todo.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Te alabamos, te bendecimos, te veneramos, oh Madre de
Dios, porque diste a luz a uno de la inseparable Trinidad, al único Hijo y
Dios, y a, nosotros los terrestres nos has abierto los reinos celestiales.

Hirmo: A Aquél que es glorificado por las huestes celestiales y ante


quien tiemblan los querubines y los serafines, que le alaben y bendigan y
ensalcen todo lo que tiene aliento y toda la creación por todos los siglos.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
¡He pecado, Salvador, ten piedad! Despierta mi espíritu a que se
convierta; acéptame a mí que me arrepiento; ten compasión de mí cuando
clamo: Contra Ti sólo he pecado y he hecho transgresiones. ¡Ten piedad de
mí!
Elías, el carrocero, subió en la carroza de virtudes a los cielos y fue
transportado sobre las cosas mundanales. Contempla, alma mía, su
ascenso. (IV Reyes [II Reyes] 2: 11)
Eliseo recibió doble gracia al alzar el manto de Elías. Mas tú, alma mía,
no has participado de esta gracia a causa de tu incontinencia. (IV Reyes [II
Reyes] 2: 9)
Las aguas del Jordán fueron apartadas a uno y a otro lado de antaño
por Elíseo por medio del manto de Elías. Mas tú, alma mía, no has

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 10


participado de esta gracia a causa de tu incontinencia. (IV Reyes [II Reyes] 2:
14)
La sunamita de antaño de buena voluntad recibió al justo Elíseo. Mas
tú, alma mía, no has recibido en tu casa ni a forastero ni a viajero. Por
eso, serás echada lamentando de la cámara nupcial. (IV Reyes [II Reyes] 4: 8)
Siempre has imitado la inicua mente de Giezi, alma miserable.
Límpiate de su amor a la plata, al menos en tu vejez. Escápate del fuego
del infierno dejando tus malas costumbres.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Padre eterno, Hijo coeterno, Consolador bondadoso,
Espíritu de verdad; Padre del Verbo Divino, Verbo del Padre eterno,
Espíritu vivo y creador, Trinidad Unidad, ten piedad de nosotros.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Como de seda escarlata, Virgen inmaculada, dentro de tu
seno fue tejida la púrpura real, la carne de Emanuel. Te honramos, pues,
como verdaderamente Madre de Dios.

Hirmo: Inefable fue el alumbramiento de la concepción sin simiente


y sin corrupción de la Madre Virgen, pues la natividad de Dios renueva la
naturaleza. Y en todas las generaciones te magnificamos como ortodoxos,
Madre y Esposa de Dios.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
La mente está herida, el cuerpo debilitado, y el espíritu enfermo, la
palabra ha perdido su potencia, la vida está decayendo, el fin está cercano.
¿Qué harás, alma miserable, cuando venga el Juez a examinarte?
He repasado la relación mosaica de la creación del mundo, y toda la
Escritura que nárrala historia de los justos e injustos. Mas tú, alma mía,
has imitado a éstos y no a aquellos, y has pecado contra Dios.

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 11


La Ley se ha debilitado, no se practica el Evangelio, toda la Escritura es
ignorada por ti; los profetas y todas las palabras de los justos han perdido
su potencia en ti. Tus heridas, alma mía, se han multiplicado, y no hay
médico que te sane.
Traigo ante ti los ejemplos de la Nueva Escritura, alma mía, para guiarte
a la compunción. Imita, pues, a los justos y déjate de seguir a los
pecadores, y vuelve a ganar la gracia de Cristo, por medio de súplicas,
ayunos, pureza y devoción.
Cristo se hizo hombre, y llamo al arrepentimiento a los ladrones y a las
rameras. Arrepiéntete, alma mía. La puerta del reino ya está abierta y la
están ganando ante ti los convertidos fariseos, publícanos y adúlteros.
(Mateo 21: 31; 11: 12)
Cristo se hizo hombre, tratando conmigo en la carne, y
voluntariamente participando de cuanto pertenece a nuestra naturaleza
menos del pecado. Y te dio a ti, alma mía, ejemplo e imagen de su propia
condescendencia. (Mateo 1: 25)
Cristo salvo a los magos, convocó a los pastores, e hizo mártires a una
multitud de niños, glorificó a un anciano y a una viuda envejecida, cuyos
hechos y vida, alma mía, no has imitado. ¡Ay de ti, cuando seas juzgada!
(Mateo 2: 12; Lucas 2: 9-12; Mateo 2: 16; Lucas 2: 25-38)
Cuando el Señor por cuarenta días ayuna en el desierto, finalmente tuvo
hambre, revelando su naturaleza humana. No te congojes, alma mía, si te
ataca el enemigo, mas ahuyéntale por oración y ayuno. (Mateo 4: 1-11; 17: 21;
Marcos 9: 29)
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Glorifiquemos al Padre, exaltemos al Hijo y fielmente
adoremos al Espíritu Divino, Trinidad inseparable. Unidad en esencia,
como la Luz y las Luces, la Vida y las Vidas, dando vida y luz a los confines
de la tierra.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Socorre a tu ciudad, inmaculada Madre de Dios, pues
por ti reina fielmente, y en ti tiene su fortaleza, y por ti vence y derrota
El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 12
toda tentación y prueba, cautivando al enemigo y rigiendo sobre sus
súbditos.
Responso: Venerable Padre Andrés, ruega a Dios por nosotros.
A Andrés: Venerable Andrés, Padre tres veces bendito, Pastor de Creta,
no ceses de orar a Dios por los que te alaban, que Él libre de la ira,
opresión y corrupción y de nuestros innumerables pecados a los que
fielmente honramos tu memoria.
Y otra vez el hirmo: Inefable fue el alumbramiento de la concepción
sin simiente y sin corrupción de la Madre Virgen, pues la navidad de Dios
renueva la naturaleza. Y en todas las generaciones te magnificamos como
ortodoxos, Madre y Esposa de Dios.

Y el resto de Completas Mayores

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 13


El martes de la Primera Semana de la Cuaresma, en el oficio de
Completas Mayores, después del Salmo 69, se canta el Canon. Los
hirmos se cantan dos veces, al principio de cada oda y al final. Antes de
cada tropario nos signamos y hacemos tres reverencias.

Hirmo: Él es mi socorro y refugio y se ha hecho mi salvación. Es mi


Dios y le glorificare, Dios de mis padres, y le ensalzaré, porque
gloriosamente se ha glorificado.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
He sobrepasado voluntariamente el asesinato de Caín, porque avivando
la carne, soy el asesino de la conciencia de mi alma, haciéndole guerra
por mis hechos inicuos. (Génesis 4: 8)
No he imitado a Abel en justicia, Jesús; no te he ofrecido dones
aceptables, ni acciones piadosas, ni sacrificio puro, ni vida sin mancha.
(Génesis 4: 4)
Como Caín, nosotros también, alma miserable, hemos ofrecido al
Creador de todo hechos inmundos, sacrificio reprensible y vida inútil; por
tanto estamos condenados. (Génesis 4: 5; Hebreos 11: 4)
Formándome del barro, dándome vida, Alfarero, me conferiste carne y
huesos, aliento y vida, mas, Creador mío y Redentor y Juez mío, recíbeme
arrepentido. (Génesis 2: 7; Jeremías 18: 1-10; Romanos

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 13


9: 21)
Te confieso, Salvador, los pecados que he cometido, y las heridas de mi
alma y cuerpo, los que me han infligido mis pensamientos asesinos. (Lucas
10: 30)
Aunque he pecado, yo sé que Tú amas a los hombres; castigas con
misericordia y tienes ardiente piedad. Me ves llorar y te apresuras hacia
mí como el Padre llamando al pródigo. (Lucas 15: 20)
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santos
A la Trinidad: Trinidad superesencial, adorada en unidad, quítame el
pesado yugo del pecado y en tu compasión concédeme lágrimas de
compunción.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Madre de Dios, esperanza e intercesora de los que te alaban,
quítame el pesado yugo del pecado, y como eres nuestra Señora purísima,
recíbeme a mí arrepentido.
Hirmo: Él es mi socorro y refugio y se ha hecho mi salvación. Es mi
Dios y le glorificare, Dios de mis padres, y le ensalzaré, porque
gloriosamente se ha glorificado.

Hirmo: Escuchad, cielos, y hablaré y cantaré de Cristo, que vino en la


carne a habitar entre nosotros, la cual tomó de la Virgen.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
El pecado me ha despojado de mi primer vestido tejido por Dios y me
ha cosido una túnica de pieles. (Génesis 3: 21)
Estoy envuelto en un vestido de vergüenza como de hojas de higuera,
como reproche por mis voluntarias pasiones. (Génesis 3: 7)
Heme vestido de una túnica ensuciada manchada de sangre, el curso de
mi vida de pasión y de lujuria.

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 14


Bajo el peso de las pasiones y de la corrupción material he caído, y desde
entonces me persigue el Enemigo.
Prefiriendo una vida avara y codiciosa a la pobreza de espíritu. Salvador,
estoy abrumado de un yugo pesado. (Mateo 5:3)
Al ídolo de mi carne lo he adornado de un manto multicolor,
pensamientos vergonzosos, y estoy condenado. (I Juan 5: 21)
Heme preocupado del adorno exterior, y he descuidado el templo
interior hecho a la imagen de Dios. (I Pedro 3: 3-4)
La hermosura de la primera imagen la he cubierto de pasiones, Salvador,
mas busca con diligencia hasta hallarla, como la moneda perdida. (Lucas 15:8)
Como la ramera te clamo: He pecado, yo solo he pecado contra Ti.
Acepta mis lágrimas también, Salvador, como mirra. (Lucas 7: 37-50)
Como el publicano, te clamo: Ten piedad, Salvador, ten piedad de mí,
pues ningún hijo de Adán ha pecado contra Ti como yo. (Lucas 18: 13)
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Te alabo a Ti, que eres uno en tres Personas, Dios de
todo, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Inmaculada Madre de Dios, Virgen alabadísima, ora
fervientemente que seamos salvos.
Hirmo: Escuchad, cielos, y hablaré y cantaré de Cristo, que vino en la
carne a habitar entre nosotros, la cual tomó de la Virgen.

Hirmo: Establece tu Iglesia sobre la inmóvil roca de tus mandamientos,


oh Cristo.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 15


En Ti, Vencedor de la muerte, he encontrado la Fuente de la vida, y
antes del fin te clamo de mi corazón: He pecado, ten piedad de mí y
sálvame.
He pecado. Señor, he pecado contra Ti. Ten piedad de mí, pues no
hay pecador entre los hombres que yo no haya sobrepasado en pecados.
He imitado a los inicuos de los días de Noé, y me he ganado una parte
de su condenación de ahogar en el diluvio. (Génesis 6)
Has seguido a Cham, que ultrajó a su padre, alma mía, y no has
cubierto, andando hacia atrás, la desgracia de tu prójimo. (Génesis 9: 20-27)
Huye, alma mía, como Lot, del fuego del pecado; huye de Sodoma y
Gomorra, huye de la llama de todo deseo excesivo. (Génesis 19)
Ten piedad, Señor, ten piedad de mí, te imploro, cuando vengas con tus
ángeles a recompensarnos según nuestros hechos.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Sencilla Unidad, no creada. Naturaleza sin origen,
alabada en Trinidad de Personas, sálvanos que con fe adoramos Tu
potestad.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Madre de Dios, no desposada, que diste a luz en el tiempo
al Hijo sempiterno del Padre. ¡Maravilla y milagro, amamantándole,
permaneces Virgen!
Hirmo: Establece tu Iglesia sobre la inmóvil roca de tus mandamientos,
oh Cristo.

Hirmo: El Profeta oyó de tu venida, Señor, y que habías de nacer de la


Virgen y aparecer a los hombres. Tuvo miedo y clamó: He oído tus nuevas
y tengo miedo. Gloria a tu potencia. Señor. (Habacuc 3: 2)
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 16


Vigila, alma mía, anímate como los grandes patriarcas, para lograr
entendimiento activo, para ganarte un espíritu veedor de Dios y para
penetrar la recóndita oscuridad, y así ser gran mercader. (Génesis 32: 28; Lucas
19: 13-15)
El gran Patriarca, que engendró a los doce patriarcas, te ha mostrado
místicamente, alma mía, la escalera de ascenso para tus acciones,
sabiamente dando a sus hijos como peldaños y sus propios pasos como vía
ascendente.
Has emulado al odiado Esaú, alma mía, vendiendo tu primogenitura de
belleza prístina a tu suplantador, y has perdido la bendición de tu Padre, y
te has engañado dos veces en obra y pensamiento. Por eso, miserable,
arrepiéntete ahora. (Génesis 25: 31; 27: 37)
Esaú fue llamado Edom, por su excesiva pasión de las mujeres.
Encendido de incontinencia y manchado de placeres, fue llamado su
nombre Edom, que significa calor rojo, del alma que ama el pecado. (Génesis
25: 30)
¿De Job no has oído, alma mía, del que se justificó en un estercolero?
Mas no has imitado su fortaleza, ni has tenido firmeza de voluntad en lo
que has aprendido y sabido o sido tentado; no has tenido constancia. (Job 1)
Aquel que estaba en un trono ahora está desnudo sobre un estercolero y
cubierto de sarna. El que tenía muchos hijos y era estimado, de súbito
queda sin hijos y sin amparo. Mas el estercolero lo tenía por palacio y
sus heridas por perlas. (Job 2: 7-8)
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Te confieso como indivisible en esencia, inconfundible en
Personas, Divinidad Triuna, co-entronizada y co-reinante, te canto el
himno cantado tres veces en lo alto.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Das a luz y vives virginalmente, y en las dos cosas
permaneces virgen de naturaleza. El que de ti nace renueva las leyes de la

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 17


naturaleza, y su seno da a luz sin dolor. Cuando Dios desea, es vencido el
orden natural, pues El hace lo que desea.
Hirmo: El Profeta oyó de tu venida. Señor, y que habías de nacer de la
Virgen y aparecer a los hombres. Tuvo miedo y clamó: He oído tus nuevas
y tengo miedo. Gloria a tu potencia, Señor. (Habacuc 3: 2)

Hirmo: De noche me levanto temprano buscándote; ilumíname, te


suplico. Amante de los hombres, y guíame por tus mandamientos, y
enséñame, Salvador, a hacer tu voluntad.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
Alma mía, has oído como de antaño Moisés fue llevado en una arquilla
de juncos sobre las aguas y las ondas del río como en una cámara, huyendo
la penosa consecuencia del decreto de Faraón. (Éxodo 1: 22-2: 3)
Si has oído, alma miserable, de las parteras que de antaño tuvieron que
matar a todos los niños varones recién nacidos, frutos del connubio casto,
entonces, como el gran Moisés, amamanta sabiduría. (Éxodo 1: 16; 2: 9; Hechos
7: 22)
Tú, alma miserable, no has herido ni matado tu mentalidad egipcíaca,
como el gran Moisés, ¿cómo puedes habitar, arrepentido, en el desierto de
pasiones? (Éxodo 2: 12)
El gran Moisés habitó en el desierto, alma mía; ve tú y emula su vida
para alcanzar por contemplación la visión de Dios en la zarza. (Éxodo 3: 1-
2)
Imagínate, alma mía, la vara de Moisés, que dividió el mar y secó el
abismo, prefigurando la cruz divina, por la que tú también puedes realizar
cosas grandes. (Éxodo 14: 16)
Aarón ofreció a Dios el holocausto puro y sin reproche, mas Ofni y
Fineas, como tú, alma mía, ofrecieron a Dios su vida pervertida y corrupta.
(Levítico 9; 21-24; I Reyes [Samuel] 2: 12-34)

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Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: A Ti te glorificamos, Trinidad, un solo Dios, Santo,
Santo, Santo eres, Padre, Hijo y Espíritu, Ser sencillo, Unidad siempre
adorada.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: De ti, purísima Doncella, Madre y Virgen, Dios que creó los
mundos y los siglos se revistió de mi barro y se unió a sí mismo la
naturaleza humana.
Hirmo: De noche me levanto temprano buscándote; ilumíname, te
suplico. Amante de los hombres, y guíame por tus mandamientos, y
enséñame, Salvador, a hacer tu voluntad.

Hirmo: Clame con todo el corazón a Dios misericordioso, y Él me oyó


desde el abismo y levanté mi vida de la corrupción.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
Las olas de mis pecados, Salvador, como en el Mar Rojo, volvieron de
repente y me cubrieron, como a los egipcios de antaño y su caballería.
(Éxodo 14: 7-31)
Como Israel de antaño, alma mía, has escogido mal. Porque necia, has
preferido la glotonería lasciva de tus pasiones al maná divino. (Números 21:
5; I Corintios 10: 9)
Los pozos de engaño de Canaán, los has estimado, alma mía, sobre las
aguas de la peña herida de que salen ríos de sabiduría, como de un cáliz la
ciencia divina. (Génesis 21: 25; Éxodo 17: 6)
Carne de puerco, ollas de las carnes y el alimento de Egipto, los has
preferido al maná celestial, como de antaño el pueblo insensato en el
desierto. (Éxodo 16: 3; Números 11: 4-7)

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 19


Cuando tu siervo Moisés hirió la peña con su vara, místicamente
prefiguró Tu vivificador costado, Salvador, del que todos tomamos el agua
de la vida. (Números 20: 11; I Corintios 10: 4)
Explora y espía la tierra de la Promesa, como Josué, el hijo de Nun,
alma mía, y viendo como es, mora en ella guardando los mandamientos.
(Josué 2)
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Yo soy Trinidad, simple e indivisa, en Personas dividida.
Y soy Unidad, unida por naturaleza, dice el Padre, el Hijo y el Espíritu
Divino.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Tu seno engendró a Dios por nosotros, al que tomo
nuestra forma. Suplícale al Creador de todo, Madre de Dios, que por tu
intercesión seamos justificados.
Hirmo: Clame con todo el corazón a Dios misericordioso, y Él me oyó
desde el abismo y levanté mi vida de la corrupción.

¡Alma mía, alma mía, levántate! ¿Por qué duermes? El fin está cercano,
y serás confundida. Despiértate, pues, y sé vigilante, a fin de que te salve
Cristo Dios nuestro, que está en todas partes y todo lo llena.

Hirmo: Hemos pecado, hemos transgredido y hecho mal ante Ti, no


hemos vigilado ni hemos hecho lo que Tú nos mandaste. Mas no nos
abandones finalmente, Dios de nuestros padres.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.

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Cuando el arca fue llevada sobre un carro, y los bueyes dieron
sacudidas, Uzza sólo la toco y experimenta el furor de Dios. Evita, alma
mía, su temeridad y ten en reverencia lo divino. (II Reyes [II Samuel] 6: 6)
Has oído de Absalón, como se rebeló contra la naturaleza; sabes de sus
hechos inicuos, como manchó el lecho de su padre, David. Mas tú le has
seguido en sus deseos apasionados y lascivos. (II Reyes [Samuel] 15; 16: 21)
Has esclavizado tu libre dignidad a tu cuerpo, alma mía, y has
encontrado en otro Ahitofel un enemigo, y te has hecho cómplice de sus
consejos, mas Cristo los ha dispersado para que finalmente te salves. (II
Reyes [II Samuel] 16: 20)
Salomón, el magnífico, lleno de la gracia de la sabiduría, una vez hizo
maldad delante de Dios y se apartó de Él; tú, alma mía, le has semejado por
tu vida miserable. (III Reyes [1 Reyes] 4: 29;11: 3-4)
Cautivo de sus pasiones carnales, se corrompió ¡Ay! el amador de la
sabiduría (Salomón) se hace amante de concubinas y se aparta de Dios. Y
tú, alma mía, le has imitado en espíritu por tus vergonzosas pasiones. (III
Reyes [I Reyes] 3: 12; 11:4-12)
Has rivalizado, alma mía, a Roboam, que no quiso oír a los consejeros de
su padre, y al vicioso esclavo Jeroboam, el renegado de antaño. Mas evita,
tal emulación y clama a Dios: He pecado, ten piedad de mí. (III Reyes [1 Reyes;
12: 13-20)
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Trinidad simple e indivisible, de una esencia y de una
naturaleza. Luces y Luz, tres Santos y uno Santo, Dios Trinidad es alabado.
Canta, alma mía, y glorifica a la Vida y a las Vidas, Dios de todo.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Te alabamos, te bendecimos, te veneramos, Madre de Dios,
porque diste a luz a uno de la inseparable Trinidad, al único Hijo y Dios, y
a nosotros los terrestres nos has abierto los reinos celestiales.

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Hirmo: A Aquel que es glorificado por las huestes celestiales y ante
quien tiemblan los querubines y los serafines, que le alaben y bendigan y
ensalcen todo lo que tiene aliente y toda la creación por todos los siglos.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
Habiendo emulado a Uzías, alma mía, tienes tú lepra dos veces; piensas
cosas vanas y cometes transgresiones. Deja, pues, lo que posees y entra en
penitencia. (IV Reyes [II Reyes] 15:- 5; II Crónicas 26: 19)
¿Has oído, alma mía, de los ninivitas que se arrepintieron ante Dios
vestidos de saco y cenizas? No los has imitado, sino que te revelas más
obstinada que cuantos han pecado antes y después de la ley. (Jonás 3:5)
Has oído, alma mía, como Jeremías en la mazmorra de cieno,
lamentándose clamo a causa de la ciudad de Sion; pide lágrimas, imita su
vida de lamentaciones y serás salvada. (Jeremías 38: 6)
Jonás huyó a Tarsis, previendo la conversión de los ninivitas, pues,
como Profeta, sabía de la compasión de Dios y era celoso que su profecía
no fuera falsa. (Jonás 1: 3)
Has oído, alma mía, de Daniel en el foso de los leones, como cerró la
boca de los leones. Sabes cómo los tres infantes, con Azarías, por la fe,
apagaron las llamas del horno de fuego. (Daniel 6: 16-22; 3: 23)
He traído ante ti a todas las gentes del Antiguo Testamento para
ejemplos. Imita los hechos agradables a Dios de los justos, y huye de los
hechos de los inicuos.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Padre eterno, Hijo coeterno, Consolador bondadoso,
Espíritu de verdad; Padre del Verbo Divino, Verbo del Padre eterno,
Espíritu vivo y creador. Trinidad Unidad, ten piedad de nosotros.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 22


Teotoquio: Como de seda escarlata, Virgen inmaculada, dentro de tu
seno fue tejida la púrpura real, la carne de Emanuel. Te honramos, pues,
como verdadera Madre de Dios.
Hirmo: A Aquel que es glorificado por las huestes celestiales y ante
quien tiemblan los querubines y los serafines, que le alaben y bendigan y
ensalcen todo lo que tiene aliente y toda la creación por todos los siglos.

Hirmo: Inefable fue el alumbramiento de la concepción sin simiente y


sin corrupción de la Madre Virgen, pues la natividad de Dios renueva la
naturaleza. Y en todas las generaciones te magnificamos como ortodoxos,
Madre y Esposa de Dios.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
Cristo fue tentado; el diablo le tentó, mostrándole piedras, que las
hiciera pan; le llevó a un monte muy alto para que viera en un instante
todos los reinos del mundo. Teme, alma mía, aquella escena, vela y ora a
cada hora a Dios. (Mateo 4: 3-9; 26: 41)
El que amaba el desierto, la lámpara de Cristo, la voz clamando en el
desierto sonó, pregonando la penitencia, mientras Herodes pecaba con
Herodías. Ve, alma mía, que te enredas en las redes del pecado, mas abraza
el arrepentimiento. (Mateo 14: 3; Marcos 1: 3)
El Precursor de la gracia habitó en el desierto y toda Judea y Samaria
salía a oírle, confesando sus pecados y recibiendo fervientemente el
bautismo. Mas tú, alma mía, no los has imitado. (Mateo 3: 5-6)
El matrimonio es honroso y el lecho sin mancilla, porque Cristo bendijo
antes las dos cosas; encarnado comió en las bodas de Cana, y cambiando el
agua en vino, revelo su primer milagro, a fin de que tú, alma mía, fueras
transformada. (Hebreos 13: 4; Juan 2: 1-11)

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 23


Cristo dio fuerzas al paralítico y este tomo su cama; El levanta al joven
muerto, el hijo de la viuda, y al mozo del centurión, y revelándose a la
samaritana, te describió, alma mía, como habías de adorar en espíritu.
(Mateo 9: 2-7; Lucas 7: 14; Mateo 8: 6-13; Juan 4: 24, 26)
El Señor sano a la mujer enferma de flujo de sangre, cuando ella toco
la franja de su vestido; limpió leprosos, dio vista a los ciegos, curó los cojos;
los sordos y mudos y la mujer agobiada, los sanó con su palabra, para que
tú, alma miserable, pudieras ser salvada. (Mateo 9: 20-22; 10: 8; 11:5; Lucas 13: 11-
13)
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Glorifiquemos al Padre, exaltemos al Hijo y fielmente
adoremos al Espíritu Divino, Trinidad inseparable. Unidad en esencia,
como la Luz y las Luces, la Vida y las Vidas, dando vida y luz a los confines
de la tierra.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Socorre a tu ciudad, inmaculada Madre de Dios, pues por
ti reina fielmente, y en ti tiene su fortaleza, y por ti vence y derrota toda
tentación y prueba, cautivando al Enemigo y rigiendo sobre sus súbditos.
Responso: Venerable Padre Andrés, ruega a Dios por nosotros.
A Andrés: Venerable Andrés, Padre tres veces bendito. Pastor de Creta,
no ceses de orar a Dios por los que te alaban, que El libre de la ira,
opresión y corrupción y de nuestros innumerables pecados a los que
fielmente honramos tu memoria.
Hirmo: Inefable fue el alumbramiento de la concepción sin simiente
y sin corrupción de la Madre Virgen, pues la navidad de Dios renueva la
naturaleza. Y en todas las generaciones te magnificamos como ortodoxos,
Madre y Esposa de Dios.

Y el resto de Completas Mayores

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 24


El miércoles de la Primera Semana de la Cuaresma, en el oficio de
Completas Mayores, después del Salmo 69, se canta el Canon. Los
hirmos se cantan dos veces, al principio de cada oda y al final. Antes de
cada tropario nos signamos y hacemos tres reverencias.

Hirmo: Él es mi socorro y refugio y se ha hecho mi salvación. Es mi


Dios y le glorificaré, Dios de mis padres, y le ensalzaré, porque
gloriosamente se ha glorificado.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
Desde mi juventud, Cristo, he rechazado tus mandamientos. He
pasado toda mi vida sin cuidado y sin pensar, como esclavo de mis
pasiones. Por eso. Salvador, te clamo, antes del fin siquiera, sálvame.
En mi vejez aun, Salvador, no me envíes vacío al hades, mientras me
postro ante tus puertas. Mas, antes del fin, en tu amor a los hombres,
concédeme remisión de mis caídas.
He desperdiciado mis bienes en libertinaje, Salvador, y estoy
desnudado de virtudes y de piedad; mas hambriento te clamo; Padre de
misericordias, prevén y ten compasión de mí. (Lucas 15: 13,17)

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 25


Soy el que por mis pensamientos caí en manos de ladrones, y ahora
estoy todo herido por ellos, lleno de llagas. Empero, quédate a mi lado,
Cristo Salvador, y sáname. (Lucas 10: 30)
El sacerdote me vio primero y pasó de largo. Luego el levita miró mis
sufrimientos y desdeñó mi desnudez. Mas quédate Tu a mi lado. Jesús,
que amaneciste de María, y ten compasión de mí. (Lucas 10; 31-33)
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios por nosotros.
A María: Concédeme la gracia iluminadora de lo alto, que recibiste de
la Divina Providencia, a fin de que me escape de la oscuridad de las
pasiones y pueda alabar las conmovedoras hazañas de tu vida.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Trinidad superesencial, adorada en unidad, quítame el
pesado yugo del pecado y en tu compasión concédeme lágrimas de
compunción.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Madre de Dios, esperanza e intercesora de los que te alaban,
quítame el pesado yugo del pecado, y como eres nuestra Señora purísima,
recíbeme a mí arrepentido.
Hirmo: Él es mi socorro y refugio y se ha hecho mi salvación. Es mi
Dios y le glorificaré, Dios de mis padres, y le ensalzaré, porque
gloriosamente se ha glorificado.

Hirmo: Escuchad, cielos, y hablaré y cantaré de Cristo, que vino en la


carne a habitar entre nosotros, la cual tomo de la Virgen.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
He tropezado y caído como David, careciendo de disciplina, y estoy
cubierto de inmundicia; mas láveme, Salvador, con mis lágrimas. (II Reyes
[II Samuel] 11: 1-4)

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 26


No tengo lágrimas, ni penitencia ni compunción. Mas, siendo Dios,
Salvador, concédeme tú éstos.
He perdido mi belleza y donaire prístinos; ahora yazgo desnudo y estoy
avergonzado. No me cierres tu puerta, entonces, Señor, Señor, mas
ábremela a mí que me arrepiento ante Ti. (Mateo 25: 11)
Presta oído a los suspiros y gemidos de mi alma, y acepta las lágrimas
de mis ojos, Salvador, y sálvame.
Amador de los hombres, que quieres que todos seamos salvos, en tu
bondad hazme volver y recíbeme a mí que me arrepiento. (I Timoteo 2: 4)
Responso: Santísima Madre de Dios, sálvanos.
Teotoquio: Inmaculada Madre de Dios, única Virgen alabadísima, ruega
con fervor que seamos salvos.
Otro hirmo: Ved, ved, que soy Dios, que hice que lloviera maná, y que
rebosara agua de la peña de antaño para mi pueblo en el desierto,
únicamente por mi diestra y por mi potencia.
Ve, ve que soy Dios; presta oído, alma mía, al Señor que te llama y
despréndete de tu antiguo pecado, y témele como al Vengador y como a tu
Juez y Dios. (Deuteronomio 32: 35; Hebreos 10: 30)
¿A quién te pareces, alma pecaminosa? De cierto al primer Caín y al
inicuo Lamec. Pues has apedreado tu cuerpo de hechos malos, y has
asesinado tu espíritu con deseos irracionales. (Génesis 4;4: 23)
Repasando a todos los que vivieron antes de la ley, alma mía, no has
sido como Set, ni has imitado a Enós, ni a Enoc para ser trasladado como
él, ni a Noé. Has sido visto despojado de la vida de los justos. (Génesis 5)
Tú solo has abierto los diluvios de la ira de Dios, alma mía, y has
inundado toda tu carne, tus acciones y tu vida a semejanza de la tierra de
antaño, y has quedado fuera del arca de salvación. (Génesis 6-8)
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios por nosotros.
A María: Con todo anhelo y amor acudiste a Cristo, abandonando tu
antiguo camino de pecado. Siendo alimentada en el desierto intransitado,
has guardado castamente sus divinos mandamientos.

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 27


Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
A la Trinidad: Trinidad sin origen, increada, Unidad indivisible,
recíbeme arrepentido, sálvame pecaminoso. Soy tu creación, no me
desprecies, mas redímeme y libérame del fuego de condenación.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Señora inmaculada, Madre de Dios, esperanza de los que se
refugian en ti, puerto de los afligidos, consígueme gracia del
Misericordioso, tu Hijo y Creador, por tus súplicas.
Hirmo: Escuchad, cielos, y hablaré y cantaré de Cristo, que vino en la
carne a habitar entre nosotros, la cual tomo de la Virgen.

Hirmo: Establece tu Iglesia sobre la inmóvil roca de tus mandamientos,


Oh Cristo.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
No has heredado la bendición de Sem, alma miserable, ni has recibido
los grandes bienes como Jafet en la tierra de remisión. (Génesis 9: 26-27)
Salte, alma mía, del pecado, de la tierra de Harán. Entra en la tierra
de la vida eterna que fluye incorrupción, la que heredó Abraham. (Génesis 12:
4)
Has oído, alma mía, como Abraham de antaño salió de la tierra de sus
padres y se hizo nómada. Imita su resolución. (Génesis 12: 1)
En el encinar de Mambré el Patriarca recibió a los Ángeles y heredó en
su vejez los residuos de la promesa. (Génesis 18: 1)
Sabiendo, alma miserable, como Isaac fue ofrecido al Señor como
nuevo sacrificio y holocausto, imita su resolución. (Génesis 22: 2)
Has oído de Ismael (vigila, alma mía) quien fue echado fuera como hijo
de una sierva. Guárdate de no sufrir algo semejante por tu lujuria. (Génesis
21: 10)
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios por nosotros.
El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 28
A María: Estoy abrumado por las olas y la resaca de mis pecados,
Madre. Mas, guíame ahora con seguridad, y condúceme al puerto de
arrepentimiento divino.
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios por nosotros.
Santa María, ofrece tu ferviente súplica a la compasiva Madre de Dios, y
por tus intercesiones ábreme la puerta que lleva a Dios.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Sencilla Unidad, no creada. Naturaleza sin origen,
alabada en Trinidad de Personas, sálvanos que con fe adoramos Tu
potestad.

Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.


Teotoquio: Madre de Dios, no desposada, que diste a luz en el tiempo
al Hijo sempiterno del Padre. ¡Maravilla y milagro, amamantándole,
permaneces Virgen!
Hirmo: Establece tu Iglesia sobre la inmóvil roca de tus mandamientos,
Oh Cristo.

Hirmo: El Profeta oyó de tu venida, Señor, y de que habías de nacer de


la Virgen y aparecer a los hombres. Tuvo miedo y clamó: He oído tus
nuevas y tengo miedo. Gloria a tu potencia, Señor. (Habacuc 3: 2)
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
Mi cuerpo está manchado, mi espíritu agobiado, y estoy cubierto de
llagas. Mas, como Médico, Cristo, sana, lava y limpia mi cuerpo y mi
espíritu con penitencia, y hazme, Salvador, más puro que la nieve.
Pusiste tu cuerpo y sangre por todos, Verbo crucificado: tu cuerpo
para renovarme, tu sangre para lavarme, y encomendaste tu espíritu.
Cristo, para llevarme al Padre.

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 29


Has obrado salvación en medio de la tierra, Creador misericordioso,
para que seamos salvos. Fuiste crucificado de tu propia voluntad en el
madero; el Edén cerrado está abierto; todo lo que está en lo alto y abajo,
la creación y todos los pueblos están salvados y te adoran. (Salmo 73[74]12)

Que la sangre y el agua que brotaron de tu costado sean para mí una


fuente y bebida de perdón, para que sea limpiado, ungido y refrescado
por las dos como por bebida y unción de tus palabras vivientes, oh Verbo.
(Juan 19: 34; Hechos 7: 38)
La Iglesia ha adquirido tu vivificante costado por cáliz, del cual brota
para nosotros el doble torrente de perdón y conocimiento como tipo de los
dos testamentos, Salvador nuestro.
Estoy privado de la cámara nupcial, estoy privado de las bodas y de la
cena. Mi lámpara se ha extinguido por falta de aceite, se cerró la puerta
mientras yo dormía; la cena está consumida, y yo atado de manos y pies,
estoy echado fuera. (Mateo 25; Lucas 14: 7-35; Mateo 22: 1-14)

Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:


A la Trinidad: Te confieso como indivisible en esencia, inconfundible en
Personas, Divinidad Triuna, co-entronizada, y co-reinante, te canto el
himno cantado tres veces en lo alto.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amen.
Teotoquio: Das a luz y vives virginalmente, y en las dos cosas
permaneces virgen de naturaleza. Él que de ti nace renueva las leyes de la
naturaleza, y tu seno da a luz sin dolor. Cuando Dios desea, es vencido el
orden natural, pues Él hace lo que desea.
Hirmo: El Profeta oyó de tu venida, Señor, y de que habías de nacer de
la Virgen y aparecer a los hombres. Tuvo miedo y clamó: He oído tus
nuevas y tengo miedo. Gloria a tu potencia, Señor. (Habacuc 3: 2)

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 30


Hirmo: De noche me levanto temprano buscándote; ilumíname, te
suplico. Amante de los hombres, y guíame por tus mandamientos, y
enséñame. Salvador, a hacer tu voluntad.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
¡Que angustiado en carácter me he vuelto, en alma y cuerpo, como
Janes y Jambres en amargo servicio del Faraón, y mi mente está hundida;
mas ayúdame, Señor! (Éxodo 7: 11; II Timoteo 3: 8)
Yo que soy miserable, he sumergido mi espíritu en el fango; límpiame,
Señor, te ruego, con el baño de mis lágrimas, y haz más blanca que la
nieve la vestidura de mi carne. (Salmo 50[51]: 7)
Al repasar mis hechos, Salvador, veo que he sobrepasado a todos en
pecados; porque a sabiendas he pecado, entendiendo y no ignorando.
Conserva, conserva, Señor, tus obras. He pecado; perdóname, pues Tú
solo eres puro de naturaleza y aparte de Ti no hay ninguno sin corrupción.
(Job 15: 15; I Pedro 3: 21)
Por mi causa. Dios, tomaste mi forma e hiciste milagros, curando
leprosos, fortaleciste paralíticos y detuviste el flujo de sangre de la mujer,
cuando tocó el borde de tu manto. (Filipenses 2: 6; Mateo 4: 24; Lucas 8: 43-48)
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios por nosotros.
A María: Habiendo cruzado las corrientes del Jordán, hallaste reposo
evitando los mortales placeres de la carne, de estos libéranos también,
por tus súplicas, santa Madre.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: A Ti te glorificamos, Trinidad, un solo Dios, Santo,
Santo, Santo eres, Padre, Hijo y Espíritu, Ser sencillo. Unidad siempre
adorada.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amen.

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 31


Teotoquio: De ti, purísima Doncella, Madre y Virgen, Dios que creó los
mundos y los siglos se revistió de mi barro y se unió a sí mismo la
naturaleza humana.
Hirmo: De noche me levanto temprano buscándote; ilumíname, te
suplico. Amante de los hombres, y guíame por tus mandamientos, y
enséñame. Salvador, a hacer tu voluntad.

Hirmo: Clame con todo el corazón a Dios misericordioso, y Él me oyó


desde el abismo y levantó mi vida de la corrupción.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
Levántate y sal a pelear contra las pasiones de la carne, como lo hizo
Josué contra Amalee, y vence a los gabaonitas, que son pensamientos
engañosos. (Éxodo 17: 8; Josué 8: 21)
Atraviesa la naturaleza fluyente del tiempo, como de antaño el arca de
la alianza, y posee la tierra de la promesa, alma mía. Es el mandamiento
de Dios. (Josué 3: 15-17; Deuteronomio 1:8)
Así como salvaste a Pedro cuando clamo, ‘Sálvame,’ prevén y sálvame
de la fiera, extiende tu mano, y condúceme del abismo del pecado. (Mateo
14: 30-31; I Corintios 15: 32)
Te conozco como puerto tranquilo, Señor, Cristo Señor; mas prevén y
libérame de los insondables abismos del pecado y de la desesperación.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
A la Trinidad: Yo soy Trinidad, simple e indivisible, en Personas
dividida. Yo soy Unidad, unida por naturaleza, dice el Padre, el Hijo y el
Espíritu Divino.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

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Teotoquio: Tu seno engendra a Dios por nosotros, al que tomó nuestra
forma. Suplícale al Creador de todo, madre de Dios, que por tu intercesión
seamos justificados.
Hirmo: De noche me levanto temprano buscándote; ilumíname, te
suplico. Amante de los hombres, y guíame por tus mandamientos, y
enséñame, Salvador, a hacer tu voluntad.

¡Alma mía, alma mía, levántate! ¿Por qué duermes? El fin está cercano,
y serás confundida. Despiértate, pues, y sé vigilante, a fin de que te salve
Cristo Dios nuestro, que está en todas partes y todo lo llena.

Hirmo: Hemos pecado, hemos transgredido y hecho mal ante Ti, no


hemos vigilado ni hemos hecho lo que tú nos mandaste. Mas no nos
abandones finalmente, Dios de nuestros padres.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
Has acrecentado los pecados de Manases con premeditación, alma mía,
poniendo tus pasiones como ídolos y multiplicando abominaciones. Mas
ahora imita su arrepentimiento y adquiere compunción. (IV Reyes /'II Reyes;
21: 2; II Crónicas 33)
¡Ay! alma mía, has rivalizado a Acab en iniquidades; te has hecho
alojamiento de polución carnal y vergonzosa vasija de pasiones. Mas gime
desde tus entrañas y confiesa tus pecados a Dios. (III Reyes [1 Reyes] 16: 30)
El cielo está cerrado para ti, alma mía, y te ha llegado el hambre de
Dios, porque como Acab de antaño has sido desobediente a las palabras

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 33


de Elías tesbita. Mas sé como la mujer de Sarepta y da de comer al alma
del Profeta. (III Reyes[1 Reyes] 17)
Elías una vez hizo consumir de fuego a cincuenta y a otros cincuenta de
los lacayos de Jezebel, e hizo degollar a sus profetas vergonzosos, para
reproche de Acab. Mas evita la imitación de ambos, alma mía, y fortalécete.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Trinidad simple e indivisible, de una esencia y de una
naturaleza. Luces y Luz, tres Santos y uno Santo, Dios Trinidad es alabado.
Canta, alma mía, y glorifica a la Vida y a las Vidas, Dios de todo.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Te alabamos, te bendecimos, te veneramos, Madre de Dios,
porque diste a luz a uno de la inseparable Trinidad, al único Hijo y Dios,
ya nosotros los terrestres nos has abierto los reinos celestiales.
Hirmo: Hemos pecado, hemos transgredido y hecho mal ante Ti, no
hemos vigilado ni hemos hecho lo que tú nos mandaste. Mas no nos
abandones finalmente, Dios de nuestros padres.

Hirmo: A Aquél que es glorificado por las huestes celestiales y ante


quien tiemblan los querubines y los serafines, que le alaben y bendigan y
ensalcen todo lo que tiene aliento y toda la creación por todos los siglos.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
Justo Juez y Salvador, ten piedad de mí, líbrame del fuego, de la
amenaza y del juicio venidero, que yo debo sufrir justamente. Perdóname
antes del fin, por virtud y penitencia.
Como el ladrón, clamo, ‘Acuérdate de mí.’ Como Pedro lloro
amargamente; libérame. Salvador. Gimo como el publicano. Lamento
como la ramera. Acepta mis lágrimas como las de la mujer cananea. (Mateo
5: 22; Lucas 23: 42; 22: 62; 18: 13; 7: 37-38)

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 34


Sana, Salvador, la corrupción de mi alma humillada, Tú que eres el
único Sanador. Aplícame la venda y aceite y vino - frutos de
arrepentimiento, compunción y lágrimas. (Lucas 10: 34; Mateo 3: 8)
Imitando a la mujer cananea, yo también clamo, Ten piedad de mí. Hijo
de David. Toco el borde de tu manto como la mujer con flujo de sangre.
Lloro como Marta y María por Lázaro. (Mateo 15:22; 9: 20; Juan 11: 19, 31)
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Padre eterno, Hijo coeterno, Consolador bondadoso,
Espíritu de verdad; Padre del Verbo Divino, Verbo del Padre eterno.
Espíritu vivo y creador, Trinidad Unidad, ten piedad de nosotros.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Como de seda escarlata, Virgen inmaculada, dentro de tu
seno fue tejida la púrpura real, la carne de Emanuel. Te honramos, pues,
como verdaderamente Madre de Dios.
Hirmo: A Aquél que es glorificado por las huestes celestiales y ante
quien tiemblan los querubines y los serafines, que le alaben y bendigan y
ensalcen todo lo que tiene aliento y toda la creación por todos los siglos.

Hirmo: Inefable fue el alumbramiento de la concepción sin simiente


y sin corrupción de la Madre Virgen, pues la natividad de Dios renueva la
naturaleza. Y en todas las generaciones te magnificamos como ortodoxos,
Madre y Esposa de Dios.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
Cristo Verbo sano enfermedades, predicó el evangelio a los pobres, curó
a los cojos, comió con publícanos, converso con pecadores, y por un toque
de la mano, le devolvió la vida, ya partida, a la hija de Jairo. (Lucas 4: 17-19;
5: 27-30; Marcos 5: 22-24; 35-43)

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El publicano fue salvado, la ramera fue purificada, mas el fariseo, por
vanagloria, fue condenado. El primero dijo, ‘Sé misericordioso,’ el
segundo, ‘Ten piedad de mí,’ y el último jactándose, clamo, ‘Dios, te doy
gracias,’ y luego palabras necias. (Lucas 7: 36-50; 18; 9-14)
Zaqueo era publicano, mas fue perdonado; Simón el fariseo se vio
contrariado, mas la ramera recibió perdón librante de Aquél que tiene
poder de perdonar pecados. Alma mía, consigue tú perdón de Él. (Lucas 19:
1-10; 7: 36-50)
Tú, alma miserable, no has emulado a la ramera, que trajo un frasco de
alabastro con perfume y ungió los pies del Salvador con sus lágrimas y
los enjugo con sus cabellos. Él anuló el acta del decreto que había contra
ella. (Lucas 7: 37-38; Colosenses 2: 14)
Tú sabes cómo los pueblos, a los que Cristo dio el evangelio, fueron
malditos. Teme este ejemplo, alma mía, y no seas como ellos, pues el
Señor los comparé con los sodomitas y los condeno al infierno. (Lucas 10: 13-
15)
No te hagas peor por desesperación que la mujer cananea, alma mía,
porque has oído de su fe, por la que fue sanada su hija por Dios Verbo.
Clama a Cristo como ella de lo profundo de tu corazón, ‘Hijo de David,
sálvame. (Mateo 15: 22)
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Glorifiquemos al Padre, exaltemos al Hijo y fielmente
adoremos al Espíritu Divino, Trinidad inseparable. Unidad en esencia,
como la Luz y las Luces, la Vida y las Vidas, dando vida y luz a los confines
de la tierra.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Socorre a tu ciudad, inmaculada Madre de Dios, pues por
ti reina fielmente, y en ti tiene su fortaleza, y por ti vence y derrota toda
tentación y prueba, cautivando al enemigo y rigiendo sobre sus súbditos.
Responso: Venerable Padre Andrés, ruega a Dios por nosotros.

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A Andrés: Venerable Andrés, Padre, tres veces bendito. Pastor de Creta,
no ceses de orar a Dios por los que te alaban, que Él libre de la ira,
opresión y corrupción y de nuestras innumerables pecados a los que
fielmente honramos tu memoria.
Hirmo: Inefable fue el alumbramiento de la concepción sin simiente
y sin corrupción de la Madre Virgen, pues la natividad de Dios renueva la
naturaleza. Y en todas las generaciones te magnificamos como ortodoxos.
Madre y Esposa de Dios.

Y el resto de Completas Mayores

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El jueves de la Primera Semana de la Cuaresma, en el oficio de
Completas Mayores, después del Salmo 69, se canta el Canon. Los
hirmos se cantan dos veces, al principio de cada oda y al final. Antes de
cada tropario nos signamos y hacemos tres reverencias.

Hirmo: Él es mi socorro y refugio y se ha hecho mi salvación. Es mi


Dios, y le glorificaré, Dios de mis padres, y le ensalzaré, porque
gloriosamente se ha glorificado.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
Cordero de Dios, que quitas los pecados de todos, quítame el pesado
yugo del pecado y en tu compasión, concédeme lágrimas de compunción.
(Juan 1: 29)
Me postro delante de Ti, Jesús. He pecado contra ti; sé misericordioso
conmigo. Quítame el pesado yugo del pecado, y en tu compasión
concédeme lágrimas de compunción.
No entres en juicio conmigo, acordándote de mis hechos, exigiendo
cuenta de mis palabras, examinando mis motivos y deseos. Mas en tu
compasión, no consideres mi inicuo pasado y sálvame. Dios todopoderoso.

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Es hora de arrepentirme. Me acerco a Ti, Creador mío, quítame el
pesado yugo del pecado, y en tu compasión concédeme lágrimas de
compunción.
He desperdiciado locamente la sustancia de mi alma y estoy desnudado
de virtud y de piedad; mas hambriento, clamo: Padre de misericordias,
prevén, y ten compasión de mí. (Lucas 15: 13, 17)
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios por nosotros.
A María: Sometiéndote a las divinas leyes de Cristo, te le acercaste,
abandonando el anhelo desabrido del placer, y con toda discreción
adquiriste todas las virtudes como una.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Trinidad superesencial, adorada en unidad, quítame el
pesado yugo del pecado y en tu compasión concédeme lágrimas de
compunción.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén,
Teotoquio: Madre de Dios, esperanza e intercesora de los que te alaban,
quítame el pesado yugo del pecado, y como eres nuestra Señora purísima,
recíbeme a mí arrepentido.
Hirmo: Él es mi socorro y refugio y se ha hecho mi salvación. Es mi
Dios, y le glorificaré, Dios de mis padres, y le ensalzaré, porque
gloriosamente se ha glorificado.

Hirmo: Ve, ve que soy Dios, que lloví maná e hice que brotara agua de
la peña de antaño para mi pueblo en el desierto, sólo por mi diestra y por
mi fuerza.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 39


Maté a un varón por una herida, y a un joven por un golpe, dijo Lamec,
lamentando; no tiemblas, alma mía, habiendo ensuciado la carne y
corrompido el espíritu. (Génesis 4: 23)
Habrías tramado edificar una torre, alma mía, y una fortaleza construir
para tus deseos, si el Creador no hubiera confundido tus planes y echado a
la tierra tus artificios. (Génesis 11: 3-4)
¡Ay! cómo he imitado al asesino de antaño Lamec, por mis deseos
lascivos he matado mi alma como al varón y mi espíritu como al joven y
mi cuerpo como a mi hermano, como lo hizo Caín, el asesino. (Génesis 4: 23)
El Señor hizo llover fuego de parte del Señor, sobre la desenfrenada
iniquidad de Sodoma. Mas tú, alma mía, has encendido el fuego del
infierno, en el que serás quemado amargamente. (Génesis 19: 24; Mateo 5: 22; 18:
9)
Estoy golpeado y herido, ve las saetas del Enemigo que han traspasado
mi alma y cuerpo; ve los azotes, las llagas y las heridas que te claman y
revelan los golpes de las pasiones de mi propia voluntad. (Job 6: 4, 20-25;
Isaías 1: 6; Lucas 10: 31)
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios por nosotros.
A María: Extendiste tus manos al misericordioso Dios, María, hundida
en los profundos del vicio y como a Pedro, el Amante de los hombres te
extendió la mano de auxilio, queriendo de todos modos convertirte.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Trinidad sin origen, increada, Unidad indivisible,
recíbeme arrepentido, sálvame, pecaminoso. Soy tu creación, no me
desprecies, mas redímeme y libérame del fuego de condenación.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Señora inmaculada, Madre de Dios, esperanza de los que se
refugian en ti, puerto de los afligidos, consígueme gracia del
Misericordioso, tu Hijo y Creador, por tus súplicas.

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Hirmo: Ve, ve que soy Dios, que lloví maná e hice que brotara agua de
la peña de antaño para mi pueblo en el desierto, sólo por mi diestra y por
mi fuerza.

Hirmo: Establece tu Iglesia sobre la inmóvil roca de tus mandamientos,


oh Cristo.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
Tú, alma mía, has sido como Agar la egipcíaca de antaño, y te has
esclavizado con premeditación y has engendrado un nuevo Ismael, tu
obstinación. (Génesis 16: 15)
Sabes, alma mía, de la escala revelada a Jacob, que de la tierra tocaba en
el cielo. ¿Por qué no te has adherido a la piedad, como peldaño de
seguridad? (Génesis 28: 12)
Imita al sacerdote de Dios, al Rey solitario, imagen de la vida de Cristo
en el mundo entre los hombres. (Melquisedec) (Hebreos 7; 1-4; Génesis 14-18)
Conviértete y gime, alma miserable, antes que se termine el drama de
la vida, antes que cierre el Señor la puerta de la cámara nupcial.
No seas estatua de sal, alma mía, mirando atrás, mas permite que te
amedrente el ejemplo de los sodomitas y refúgiate en Zoar. (Génesis 19: 26)
No rechaces la súplica de los que te alaban, Señor, y ten compasión de
nosotros. Amante de los hombres, y a los que lo piden, concede perdón.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Sencilla Unidad, no creada. Naturaleza sin origen,
alabada en Trinidad de Personas, sálvanos que con fe adoramos tu
potestad.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amen.

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Teotoquio: Madre de Dios, no desposada, que diste a luz en el tiempo
al Hijo sempiterno del Padre. ¡Maravilla y milagro, amamantándole,
permaneces Virgen!
Hirmo: Establece tu Iglesia sobre la inmóvil roca de tus mandamientos,
oh Cristo.

Hirmo: Él Profeta oyó de tu venida, Señor, y que habías de nacer de la


Virgen y aparecer a los hombres. Tuvo miedo y clamó: He oído tus nuevas
y tengo miedo. Gloria a tu potencia, Señor. (Habacuc 3: 2)
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
Breves son los días de mi vida, llenos de pena y de iniquidad, mas
recíbeme en arrepentimiento y llámame al conocimiento de Ti. No sea yo
posesión ni alimento del enemigo, Salvador, ten compasión de mí. (Génesis
47: 9)
De dignidad real, llevando corona y vestido de púrpura, el hombre rico
y justo, de pronto fue desnudado de sus riquezas, su gloria y su reino, y se
hizo mendigo. (Job 1: 1-2; 13-19)
Si el que era justo e inculpable sobre todos no pudo escaparse de las
trampas y redes del engañador ¿qué harás tú, alma mía, que amas el
pecado, y que eres miserable, si te sucede lo inesperado?
Jactancioso y duro de corazón, todo vanidoso y sin rumbo soy yo. No
me condenes con el fariseo; más bien concédeme la humildad del
publicano, misericordioso y justo Juez, y cuéntame con él. (Lucas 18: 10-14)
He pecado, yo sé, Señor misericordioso, y he ultrajado la vasija de mi
carne, mas acéptame en penitencia y llámame al conocimiento de Ti. No
sea posesión ni alimento del Enemigo, Salvador, ten compasión de mí.
Mi propio ídolo me he hecho, y he lastimado mi alma, por mis pasiones,
Señor misericordioso, mas acéptame en penitencia y llámame al

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 42


conocimiento de Ti. No sea yo posesión ni alimento del Enemigo, Salvador,
ten compasión de mí.
No he escuchado tu voz, he desobedecido tus Escrituras, Dador de la
luz, mas acéptame en penitencia y llámame al conocimiento de Ti. No sea
yo posesión ni alimento del Enemigo, Salvador, ten compasión de mí.
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios por nosotros.
A María: Aunque arrastrada hasta el golfo de grandes vicios, no fuiste
cautivada allá. Mas te levantaste por sublimes pensamientos y volviste
por tus hechos a llegar a la virtud, María, asombrando la naturaleza
angélica.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Te confieso como indivisible en esencia, inconfundible en
Personas, Divinidad Triuna, co-entronizada y co-reinante, te canto el
himno cantado tres veces en lo alto.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Das a luz y vives virginalmente, y en las dos cosas
permaneces Virgen de naturaleza. El que de ti nace renueva las leyes de la
naturaleza, y tu seno da a luz sin dolor. Cuando Dios desea, es vencido el
orden natural, pues Él hace lo que desea.
Hirmo: Él Profeta oyó de tu venida, Señor, y que habías de nacer de la
Virgen y aparecer a los hombres. Tuvo miedo y clamó: He oído tus
nuevas y tengo miedo. Gloria a tu potencia. Señor. (Habacuc 3: 2)

Hirmo: De noche me levanto temprano buscándote; ilumíname, te


suplico. Amante de los hombres, y guíame por tus mandamientos, y
enséñame, Salvador, a hacer tu voluntad.
Responso: Ten piedad de mí, Dios, ten piedad de mí.

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Imita, alma mía, a la mujer encorvada, ven y póstrate a los pies de
Jesús, para que te enderece para caminar rectamente en los pasos del
Señor, (Lucas 13: 11)
Siendo Tú un pozo profundo. Señor, brota para mí corrientes de tu
purísimo costado, a fin de que como la samaritana yo pueda beber y no
tenga sed jamás, porque de ti brotan corrientes de vida.
Sean mis lágrimas un Siloé para mí. Señor soberano, para que lave los
ojos de mi alma y te vea espiritualmente, a ti que eres la luz de todos los
siglos. (Juan 9: 7; Génesis 1: 2-19)
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios por nosotros.
A María: Tú, bienaventurada, con amor incomparable anhelaste adorar
al Árbol de la vida, y fue concedido tu deseo; haznos dignos de llegar a la
gloria de lo alto.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: A Ti te glorificamos, Trinidad, un solo Dios, Santo,
Santo, Santo eres, Padre, Hijo y Espíritu, Ser sencillo, Unidad siempre
adorada.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: De ti, purísima Doncella, Madre y Virgen, Dios que creo los
mundos y los siglos se revistió de mi barro y se unió a sí mismo la
naturaleza humana.
Hirmo: De noche me levanto temprano buscándote; ilumíname, te
suplico. Amante de los hombres, y guíame por tus mandamientos, y
enséñame, Salvador, a hacer tu voluntad.

Hirmo: Clamé con todo el corazón a Dios misericordioso, y Él me oyó


desde el abismo y levanto mi vida de la corrupción.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.

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Soy la moneda que lleva la imagen real, que se perdió de antaño, Mas
enciende la lámpara, tu precursor, Verbo, y busca y encuentra a tu imagen.
(Lucas 15; 8; Juan S: 35)
Levántate y sal a pelear contra las pasiones de la carne, como lo hizo
Josué contra Amalee, y vence a los gabaonitas, que son los pensamientos
engañosos. (Éxodo 17: 8: Josué 8; 21)
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios por nosotros.
A María: Para extinguir la llama de las pasiones, María, siempre
derramabas ríos de lágrimas, y encendiste tu alma de amor divino.
Concede también a tus siervos el don de lágrimas.
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios por nosotros.
A María; Adquiriste celestial libertad de pasiones por tu vida sublime
en la tierra. Madre. Por eso, ruega que los que te alaban seamos librados de
las garzas de la pasión.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al. Espíritu Santo:
A la Trinidad: Yo soy Trinidad, simple e indivisa, en Personas dividida.
Y soy Unidad, unida por naturaleza, dice el Padre, el Hijo y el Espíritu
Divino.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén
Teotoquio: Tu seno engendro a Dios por nosotros, al que tomó nuestra
forma. Suplícale al Creador de todo, Madre de Dios, que por tu
intercesión seamos justificados.
Hirmo: Clamé con todo el corazón a Dios misericordioso, y Él me oyó
desde el abismo y levanto mi vida de la corrupción.

¡Alma mía, alma mía, levántate! ¿Por qué duermes? El fin está cercano,
y serás confundida. Despiértate, pues, y sé vigilante, a fin de que te salve
Cristo Dios nuestro, que está en todas partes y todo lo llena.

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Hirmo: Hemos pecado, hemos transgredido y hecho mal ante Ti, no
hemos vigilado ni hemos hecho lo que tú nos mandaste. Mas no nos
abandones finalmente Dios de nuestros padres.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
Mis días se desvanecen como sueño del que despierta; por eso lamento
sobre mi lecho, como Ezequías, que se añadan años a mi vida. Mas ¿qué
Isaías, alma mía, estará a tu lado, sino el Dios de todos? (IV Reyes [II Reyes7
20: 3; Isaías 38; 2)
Me postro ante Ti y por lágrimas te traigo mis palabras. He pecado
como la ramera y transgredido como ningún otro en la tierra. Mas ten
compasión, Señor, de tu criatura y vuelve a llamarme.
He enterrado tu imagen y quebrantado tu mandamiento. Toda mi
hermosura está oscurecida y mi lámpara está extinguida por mis pasiones.
Salvador. Mas ten compasión y restáurame la alegría, como canta David.
(Salmo 50 [51] : 2; Lamentaciones 4:1)
Vuelve, arrepiéntete, descubre lo que está escondido. Di a Dios, quien
lo sabe todo: Tú conoces mis secretos, único Salvador, mas ten piedad de
mí, como canta David, de acuerdo con tu piedad.
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios por nosotros.
A María: Habiendo clamado a la inmaculada Madre de Dios,
ahuyentaste el furor de pasiones que antes te atormentaba, y avergonzaste
al Enemigo tentador. Mas ahora concede a tu siervo auxilio en aflicciones.
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios por nosotros.
A María: Aquel a quien amabas, a quien deseabas, a quien buscabas, te
encontró y te dio arrepentimiento, porque es Dios, el único compasivo.
Implórale sin cesar que nos libre de pasión y de adversidad.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:

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A la Trinidad: Trinidad simple e indivisible, de una esencia y de una
naturaleza. Luces y Luz, tres Santos y uno Santo, Dios Trinidad es alabado.
Canta, alma mía, y glorifica a la Vida y a las Vidas, Dios de todo.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Te alabamos, te bendecimos, te veneramos, Madre de Dios,
porque diste a luz a uno de la inseparable Trinidad, al único Hijo y Dios, y
a nosotros los terrestres nos has abierto los reinos celestiales.
Hirmo: Hemos pecado, hemos transgredido y hecho mal ante Ti, no
hemos vigilado ni hemos hecho lo que Tú nos mandaste. Mas no nos
abandones finalmente Dios de nuestros padres.

Hirmo: A Aquel que es glorificado por las huestes celestiales y ante


quien tiemblan los querubines y los serafines, que le alaben y bendigan y
ensalcen todo lo que tiene aliento y toda la creación por todos los siglos.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.
El frasco de alabastro de mis lágrimas derramo, Salvador, como
perfume sobre tu cabeza, y como la ramera te clamo buscando tu
misericordia. Ofrezco súplicas y ruego recibir perdón. (Mateo 26: 7; Lucas 7:
37-38)
Aunque ninguno ha pecado contra Ti como yo, aún así, recíbeme,
compasivo Salvador, arrepintiéndome con temor y clamando con amor:
Contra Ti sólo he pecado, he hecho mal, ten piedad de mí. (I Timoteo 1: 15;
Salmo 50[51]: 4)
Conserva, Salvador, a tu propia criatura, y como Pastor busca tu oveja
perdida; arrebata al descarriado del lobo y hazme oveja amada de tu
redil. (Mateo 18; 12; Juan 10; 12-16)

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Cuando te sientes como Juez y en tu compasión revelas tu temible
gloria. Cristo, ¡que temor habrá entonces! Cuando el horno arda con
fuego y todos retrocedan ante tu inexorable tribunal. (Mateo 25: 31-46)
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios por nosotros.
A María: La Madre de la Luz que no tiene ocaso te iluminó y te libero de
la oscuridad de la pasión. Tú que estás poseída de la gracia del Espíritu,
ilumina, María, a los que fielmente te alaban.
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios por nosotros.
A María: Viendo en ti una nueva maravilla, Madre, el divino Zósimo se
asombró. Pues vio a un ángel en el cuerpo, y, lleno de asombro, alaba
siempre a Cristo.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Padre eterno, Hijo coeterno, Consolador bondadoso,
Espíritu de verdad; Padre del Verbo Divino, Verbo del Padre eterno.
Espíritu vivo y creador, Trinidad Unidad, ten piedad de nosotros.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amen.
Teotoquio: Como de seda escarlata. Virgen inmaculada, dentro de tu
seno fue tejida la púrpura real, la carne de Emanuel. Te honramos, pues,
como verdadera Madre de Dios.
Hirmo: A Aquel que es glorificado por las huestes celestiales y ante
quien tiemblan los querubines y los serafines, que le alaben y bendigan y
ensalcen todo lo que tiene aliento y toda la creación por todos los siglos.

Hirmo: Inefable fue el alumbramiento de la concepción sin simiente y


sin corrupción de la Madre Virgen, pues la natividad de Dios renueva la
naturaleza. Y en todas las generaciones te magnificamos como ortodoxos.
Madre y Esposa de Dios.
Responso: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí.

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Ten compasión y sálvame. Hijo de David, ten piedad de mí. Tu que por
una palabra sanaste al endemoniado; que me hable la voz de tu tierna
compasión como al ladrón, ‘De cierto te digo que hoy estarás conmigo en
el Paraíso. (Lucas 9: 38 42; 23: 43)
Un ladrón te acusó, y un ladrón te confeso como a Dios, pues los dos
estaban pendientes de una cruz contigo. Mas ábreme aun a mí. Salvador
tan compasivo, la puerta de tu reino glorioso, así como al fiel ladrón que te
confesa como a Dios. (Lucas 23: 39-43)
La creación estaba angustiada, viéndote crucificado; los montes y las
rocas se partieron por temor, la tierra tembló, se vació el Hades, y la luz se
oscureció en pleno día, viéndote. Jesús, clavado en la cruz en tu carne.
(Mateo 27: 51-53; Lucas 23: 44-45)
No me exijas frutos dignos de arrepentimiento, porque en mí se han
agotado las fuerzas. Concédeme un corazón contrito y pobreza de
espíritu, a fin de que te ofrezca estos dones como sacrificio aceptable, único
Salvador. (Mateo 3: 8; 5: 3; Salmo 50 [51]: 17)
Juez mío y Luz mía, que solo me conoces y que has de venir otra vez
con tus ángeles a juzgar al mundo entero, considérame con tu
misericordioso ojo y consérvame, Jesús. Y ten compasión de mí, que he
pecado más que toda la humanidad. (Mateo 24: 31-32)
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios por nosotros.
A María: Deslumbraste a todos por tu vida extraña, las huestes
angélicas y los consejos de los hombres, viviendo inmaterialmente y
sobrepasando la naturaleza, porque pisando firmemente las ondas como
ser inmaterial, María, atravesaste el Jordán.
Responso: Venerable Madre María, ruega a Dios Por nosotros.
A María: Intercede ante el Creador por los que te alaban. Madre santa,
que seamos liberados de los sufrimientos y aflicciones que nos acechan en
derredor, que siendo librados de la tentación. Sin cesar magnifiquemos al
Señor quien te glorificó.
Responso: Venerable Padre Andrés, ruega a Dios por nosotros.

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 49


A Andrés: Venerable Andrés, Padre tres veces Bendito, Pastor de Creta,
no ceses de orar a Dios por los que te alaban, que nos libre de ira, opresión,
corrupción y nuestros innumerables pecados, a todos los que fielmente
honramos tu memoria.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo:
A la Trinidad: Glorifiquemos al Padre, exaltemos al Hijo y fielmente
adoremos al Espíritu Divino, Trinidad inseparable. Unidad en esencia,
como la Luz y las Luces, la Vida y las Vidas, dando vida y luz a los confines
de la tierra.
Coro: Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Teotoquio: Socorre a tu ciudad inmaculada Madre de Dios, pues por
ti reina fielmente, y en ti tiene su fortaleza, y por ti vence y derrota toda
tentación y prueba, cautivando al Enemigo y rigiendo sobre sus súbditos.
Hirmo: Inefable fue el alumbramiento de la concepción sin simiente y
sin corrupción de la Madre Virgen, pues la natividad de Dios renueva la
naturaleza. Y en todas las generaciones te magnificamos como ortodoxos,
Madre y Esposa de Dios.

Y el resto de Completas Mayores

El Gran Canon de San Andrés de Creta Página 50


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Iglesia Ortodoxa en América
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