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CAUSAS Y ORIGENES DE LA VIOLENCIA EN LAS PANDILLAS en Honduras.

El documento analiza las causas y orígenes de la violencia en las pandillas en Honduras. Entre las principales causas se encuentran la desintegración familiar y el abandono moral, lo que hace que los jóvenes se unan a pandillas en busca de apoyo y pertenencia. También señala el desempleo y la falta de oportunidades como factores que contribuyen al fenómeno de las pandillas. El documento proporciona antecedentes históricos sobre el origen de las maras a raíz de las guerras civiles en Centroam
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El documento analiza las causas y orígenes de la violencia en las pandillas en Honduras. Entre las principales causas se encuentran la desintegración familiar y el abandono moral, lo que hace que los jóvenes se unan a pandillas en busca de apoyo y pertenencia. También señala el desempleo y la falta de oportunidades como factores que contribuyen al fenómeno de las pandillas. El documento proporciona antecedentes históricos sobre el origen de las maras a raíz de las guerras civiles en Centroam
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Universidad polictenica de honduras

CAUSAS Y ORIGENES DE LA
VIOLENCIA EN LAS PANDILLAS
en honduras

Alumno: Yoni Joel Vasquez Enríquez


catedrático: Nery Ordoñez
MATERIA: Criminología

Fecha: 18/05/2023

Introducción
En América Latina el tema de la niñez y la juventud esta adquiriendo una importancia
cada vez mayor. Una de las razones son los cambios demográficos ocasionados por un
crecimiento poblacional que se ha mantenido en un nivel comparativamente elevado
durante cinco décadas a partir de 1940 y solo recientemente ha entrado en una fase más
moderada (Wohlcke 2000: 30; Sangmeister 2003). Por un lado, el crecimiento
poblacional pone en entredicho el desarrollo socioeconómico de la región porque resulta
difícil lograr un crecimiento económico que supere considerablemente el crecimiento de
la población.
Por otro lado, el aumento de la población en décadas pasadas ha provocado un fuerte
efecto en la pirámide poblacional de edad. Actualmente casi un tercio (31,5%) de los
habitantes de américa Latina tiene menos de 15 años, mientras que en los países
industrializados (OECD) esta cifra ronda el 20%. En Honduras, El Salvador y
Guatemala los datos son aún más extremos con 41,2%, 35,4% y 43,3% respectivamente
(CEPAL 2002a). Si bien el porcentaje de la población joven ha disminuido levemente
en las ˙últimas dos décadas, el número de jóvenes ha aumentado en cifras absolutas.
Este desarrollo poblacional obviamente tiene consecuencias graves para el sistema
social y educacional de estos países. El aumento de la población joven (en cifras
absolutas) produce una demanda creciente de los recursos económicos a destinarse a
estas políticas. Pero desde finales de los años ochenta, la tendencia de los gobiernos ha
sido más bien la de estabilizar o bien reducir los gastos sociales como parte de los
ajustes estructurales realizados en el marco del modelo de desarrollo neoliberal.
Y el prometido auge económico, si es que lo hubo, no bastó para que una mayor oferta
de trabajo para padres y jóvenes redujera significantemente la necesidad de desempeño
social y educativo del Estado. Los niveles educativos y las condiciones de vida de la
mayoría de los niños y jóvenes no mejoraron. En cuanto al capital humanos, la brecha
entre el mundo industrializado y las sociedades latinoamericanas (y en especial las de
Centroamérica, con excepción de Costa Rica) se profundiza, ensombreciendo las
perspectivas profesionales y socioeconómicas de los jóvenes en América Latina.
Como era de esperar, la precaria situación socioeconómica de la generación joven ha
tenido fuertes implicaciones en el comportamiento social de sus integrantes, lo cual a su
vez cambia el panorama sociocultural de la organización social de los países. Miles de
jóvenes desintegrados socio y económicamente en toda América Latina encontraron su
propia salida a la excusión y marginalización social: la delincuencia juvenil.

Causas, orígenes e historia de las maras Las guerras civiles desatadas en Centroamérica
en los años ochenta y principios de los noventa son el punto de partida para explorar los
orígenes las maras. El fenómeno se puede considerar con cierta razón como una
consecuencia tardía de esos conflictos armados. Durante los enfrentamientos
sangrientos entre la guerrilla y el Estado en El Salvador, Guatemala y Nicaragua miles
de centroamericanos emigraron a los Estados Unidos para huir de la violencia política y
la decadencia económica y social en sus países.
En metrópolis como Los Ángeles y Nueva York la gran mayoría de ellos tuvo que
asentarse en los barrios o guetos latinos en donde los inmigrantes hispanos por largas
generaciones habían intentado realizar el sueño americano.
Cuando se agudizó el desempleo y se recortaron los programas sociales destinados a los
sectores desfavorecidos de la sociedad durante el gobierno de Ronald Reagan, muchos
centroamericanos y sus hijos, al igual que los integrantes de otras comunidades
inmigrantes, se vieron despojados de sus perspectivas de un futuro
mejor. Entonces, para un gran número de jóvenes y adolescentes, la violencia de las
street gangs, el comercio y el consumo de drogas y la delincuencia en general sirvieron
como válvula de escape de su difícil situación social. Los centroamericanos y sus
descendientes no se limitaron a incorporarse a las pandillas dominadas por blancos y
afroamericanos, sino que comenzaron a formar estructuras propias.
La denominación que adoptaron estas pandillas integradas y lideradas mayoritariamente
por centroamericanos (y entre ellos especialmente por salvadoreño) fue “mara”. Con
esta expresión, las pandillas hacen referencia implícita a otros tipos de asociación
juvenil preexistentes a ellas, especialmente a las maras estudiantiles. Desde los años
cincuenta en los países centroamericanos se formaron grupos de estudiantes (sobre todo
colegiales) con la finalidad de contribuir al honor y al prestigio de su institución escolar
o universitaria apoyándola, por ejemplo, en eventos deportivos de una manera que
recuerda al hooliganism europeo.
Honra, territorio, drogas y violencia: a la vida loca
de los mareros Con la expresión vida loca los jóvenes pandilleros se refieren a lo
extraordinario de su vida en la mara. La honra, el territorio, las drogas y la violencia
juegan un papel central en el vivir cotidiano de un marero, y en la mayoría de los casos
definen el porqué, el cómo y el cuándo de su muerte.
En las maras existe un código de honor muy propio y rígido. Cumplir con Él es un
imperativo absoluto, el incumplimiento puede ser motivo de duras sanciones, incluida la
muerte por parte de los demás miembros del grupo. La norma máxima es la solidaridad
con la mara, por consiguiente, la traición es el delito más severamente castigado. El
nombre y el prestigio del grupo tienen que estar siempre por encima de intereses o
necesidades personales. Quien pierde la vida luchando por la pandilla es recordado por
los compañeros sobrevivientes como una especie de mártir. El sistema de valores de las
maras tiene rasgos totalitarios y fascistoides: lo colectivo es idolatrado de
manera casi religiosa, el individuo no tiene importancia (a no ser como parte de lo
colectivo) y debe matar y morir incondicionalmente
por el bien del grupo. En este aspecto se puede constatar cierto paralelismo entre las
maras centroamericanas y las mafias italianas e Italoamericanas. La combinación de
conceptos de honra y moral provenientes de una cultura romano-católica con formas
ilícitas de reproducción económica en los dos casos produce un sistema Ético de grupo
que al observador puede parecerle contradictorio: la solidaridad (de grupo) absoluta que
exige al individuo poner en peligro su vida por el bien de lo colectivo contrasta con la
inmoralidad que, para nosotros, es inherente a los actos de delincuencia, violencia y
crueldad cometidos por pandillas juveniles y mafias. Pero en la lógica de estas
organizaciones no existe tal contradicción, sino más bien una conexión causal recíproca
entre el código moral interno y la negación de normas regulativas para con el mundo
exterior: para mantener y proteger el orden interno hay que luchar sin piedad contra los
enemigos externos, y la solidaridad incondicional hacia adentro es imprescindible para
minimizar los riesgos que produce la violencia hacia afuera. En el contexto de honra y
prestigio de la mara, el territorio es una categoría de suma importancia.
CAUSAS Y ORIGENES DE LA VIOLENCIA EN LAS PANDILLAS
La desintegración familiar y el abandono moral:
Es la principal causa para que los adolescentes y jóvenes se integren a las pandillas. La
familia como institución básica de la sociedad esta en crisis; hay un alto porcentaje de
separaciones y abandono familiar. Por otro lado, la ausencia de los padres, empujados
por la crisis a dedicar más tiempo a la obtención del ingreso familiar, genera un vacío
que la sustitución de la crianza de los hijos por otros familiares o conocidos no pueden
llenar.
Las presiones económicas obligan a ampliar los horarios de trabajo y a eliminar los
momentos dedicados a la integración familiar, la afectividad y la recreación entre padres
e hijos, elementos importantes en su formación. Este este estado de abandono familiar y
moral en diferentes grados y formas, algunos de ellos violentos y traumáticos,
contribuyen a que los jóvenes padres y adolescentes que proceden de estos hogares sean
fácilmente captados por las pandillas, en las que encuentran el apoyo, la afectividad,
identificación y referencia grupal que no encuentran en su propio entorno familiar.
Una encuesta realizada a escolares de secundaria (INEI) es ilustrativa y coincidente con
esta opinión.
Prácticamente todas las respuestas ubican al hogar como el espacio clave para la
formación de los hijos. Los adolescentes consideran primordial el aspecto formativo que
se da dentro del hogar, que exista un entorno cálido, de comprensión entre los
miembros; cuando esto no existe el adolescente comienza a sentirse marginado, no
siente la seguridad que es básica a su edad. Por ello, se refugia en grupos que, aunque
destructivas, lo hace sentirse miembro de algo, como un paliativo a su soledad.
La referencia a malas amistades seria consecuencia de una formación familiar que no
tiene los valores apropiados que le permitan diferenciar lo bueno de lo malo, lo correcto
de lo incorrecto, es decir, cuando la formación del hogar es inapropiada, el joven se
vuelve vulnerable a agentes externos que no lo benefician en nada.
La desocupación y el desempleo: En el Perú la población desempleada comprendida
entre los 14 a 24 años de edad de 13,1 % mientras que la subempleada llega al 49.9%
(INEI, proyección 1999). Es decir 63% de nuestros jóvenes están desempleados o
subempleados.
Si para el común de los jóvenes es difícil conseguir un empleo, para quienes están
involucrados en pandillas, esas resultan mucho mas complicado, pues están en
desventaja frente a los demás, debido a su menor nivel educativo y menores capacidades
y habilidades; esto sin considerar la carencia de recomendaciones «imagen personal» y
los prejuicios y desconfianza que generan en sus potenciales empleadores. Por otro lado,
debido a su aislamiento social, no tienen acceso a participar en programas de empleo
juvenil, como «PROJOVEN». Esta situación es percibida por los jóvenes integrantes de
pandillas cuya demanda principal es la necesidad de un empleo. Cuando se les pregunta
a ellos, a sus familiares o a la gente de su barrio por que realizan actos violentos, la
respuesta mas común atribuye a la «ociosidad» como la motivación principal.
Es evidente, entonces, que un tratamiento integral al pandillaje tiene que contemplar
alternativas orientadas a promover el empleo y la formación técnico laboral de estos
jóvenes para incorporarlos adecuadamente a la sociedad.
La violencia Social y Familiar: Después de mas de diez años de violencia social en
nuestro país, las nuevas generaciones han crecido en una sociedad que ha convivido con
la muerte y destrucción, y principalmente, con la pérdida del respeto a la vida; el
desprecio a la autoridad y las leyes; al derecho de los demás, ideas y actitudes que
promovieron tanto los grupos subversivos como la guerra sucia desde el estado.
Golpeada y desarticulada la subversión, los métodos utilizados por Sendero Luminosos
y el MRTA han sido copiados por otros fenómenos violentos de las zonas urbanas, como
las bandas de delincuentes que provenidos de armas de guerra, han asimilado los niveles
de organización, seguimiento y operativos paramilitares de los grupos subversivos. En
los barrios. las pandillas y los delincuentes mas avezados han copiado, también, estos
métodos violentos. Así, muchos ven a estos elementos como ejemplos a seguir y creen
que la única autoridad y respeto debe ser impuesto por la fuerza y la violencia.
Desde el Estado, no existen referentes positivos visibles para los jóvenes. El estilo de
gobierno, que ha caracterizado los diez años del régimen fujimontesinista, respalda
opiniones como las que expresaron lideres de pandilla que admiraban a Fujimori
«porque era pendejo y se tumbaba a los que rebelaban». Es decir, una justificación e
imitación a un estilo de relaciona basada en la violencia, en el abuso del poder, en el
desprecio del derecho de los demás. Todo esto, en medio de una corrupción sin
precedentes en nuestra historia.
En las familias, la violencia contra la mujer y los hijos, se han incrementado
dramáticamente. El maltrato y abuso sexual infantil y adolescente tiene como sus
principales abusadores a los propios miembros de la familia.
Las DEMUNAS tienen entre sus principales casos de atención, la demanda de alimentos
y el maltrato física y psicológico. Estas situaciones marcan la vida de nuestros niños y
adolescentes, predisponiéndoles para soportar o descargar violentamente los traumas
que llevan dentro en quienes consideran mas débiles o vulnerables.
La pobreza, Marginación y Exclusión Social:
i bien la pobreza no es justificación para la existencia de las pandillas, esta situación si
contribuye con ello.
El 60% de las pandillas registradas por la policía proceden de hogares que carecen de
condiciones mínimas de vivienda y en un alto porcentaje han abandonado sus estudios
por la falta de recursos económicos o la desintegración familiar.
Esta población pertenece a los grupos socio-económicos C, D y E. Además, los padres
de familia, en un buen porcentaje tienen un bajísimo nivel educativo y la taza de
crecimiento supera el 3.0 %.
Conclusiones
La identificación del pandillero con su mara es absoluta e incluye
matar y morir por ella. En los párrafos sobre la dimensión estético-simbólica del
pandillismo centroamericano hemos analizado los signos culturales más importantes
que facilitan esa identificación. Pero el hecho de que un pandillero arriesgue
continuamente su propia vida por su grupo indica que tiene que haber una razón más
profunda que explique lo atractivo de las maras para los jóvenes. Esa atracción reside en
las funciones que tiene la pandilla en la vida del marero. Las maras llenan el vacío que
dejaron las familias, la sociedad y el Estado en cuanto a solidaridad, integración social y
oportunidades de autorrealización.
Una mara es una red social transnacional que funciona bien, cuyos miembros forman
una comunidad jerárquica de apoyo mutuo y en la que la solidaridad de grupo es
incondicional. En lugares y situaciones fuera del alcance de la propia clika los “homies”
de otros barrios, ciudades o países brindan su ayuda. El muchacho marginalizado y
desamparado ante la pobreza y la falta de perspectivas se convierte en parte de una
organización poderosa. Equipado con armas y drogas puede llegar a sentirse casi
omnipotente.

Bibliografías
https://wilmer0705.wordpress.com/causas-que-originan-las-pandillas/
https://publications.iai.spk-berlin.de/servlets/MCRFileNodeServlet/
Document_derivate_00001310/BIA_103_333_372.pdf

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