Castoriadis Resumen
Castoriadis Resumen
- Castoriadis:
1. Lógica, imaginación y reflexión.
El inconsciente como condición, positiva o negativa de la ciencia. Como una ciencia en general
es posible si el ser humano se define esencialmente por la existencia del inconsciente, si sus
actos y sus pensamientos están determinados por motivos que el ignora, y como, en esas
condiciones, es posible una ciencia del inconsciente o un saber del inconsciente, como es
posible el propio psa?
La conciencia como tal, no conduce a la ciencia. Lo propio del hombre no es la lógica, sino la
imaginación, disfuncionalizada. Era imaginación, como imaginación radical de la psique
singular y como imaginario social instituye te proporciona las condiciones para que el
pensamiento reflexivo pueda existir, por lo tanto, también, par que puedan existir una ciencia
y hasta un psa.
-Freud y la imaginación
Cuando Freud se enfrente con el problema de las fantasias originarias que carecen de fuente
real actual, les buscara una mitica fuente real en la filogénesis. Eso es la vieja concepción de la
imaginación en la psicología, como pura combinatoria de elementos ya provistos a la psique
desde otra parte, es decir, por el aparato perceptivo o, como dice Freud en el Proyecto de
Psicologia, por el sistema de neuronas. Lo que llamamos imaginación resulta privado de hecho
de estatuto psíquico, reducido a una actividad derivada y secundaria.
Freud se niega a tematizar este elemento de la psique. Tomar en cuenta la imaginación parece
a Freud incompatible con el proyecto de una psicología científica o de un psa científico. Si el
psa concede y debe conceder su lugar al hecho fundamental de la conciencia, esta lejos de
poder explicarlo. Tampoco será capaz de elucidarlo, mientras ignore el hecho de que la
conciencia implica la imaginación.
Asi, surge la aporía evidente: ¿por que solo para el ser humano se plantea esta cuestion de la
delegación de la pulsión por representación? ¿Por qué no hay en los seres humanos un
representante canonico que traduzca siempre de la misma manera la pulsión en términos
psíquicos? ¿Por qué esta representación canonica experimenta todas las peripecias de modo
que la indefinitud de representaciones pueden ser el lugarteniente, el que hace las veces de la
pulsión para la psique: desde el cuerpo femenino como tal hasta el zapato del fetichista?
Freud se ve trabajadora por la cuestion de la imaginación a todo lo largo de su obra, aun asi no
la nombra. Por ejemplo, todo lo que supone la idea de la omnipotencia mágica del
pensamiento, y mas en general, el conjunto de los procesos descritos en “Los dos principios
del acaecer psíquico”. Tambien lo implícito en la desmentida donde, la oposición a lo que
ocurre en la represión o en otros mecanismos de defensa, es la misma instancia psíquica la
que pone algo (objeto o atributo) como existente y no existente, lo cual, rebasa las fronteras
de toda función representativa de una realidad.
2. Lógica e imaginación.
El trinomio realidad/placer/lógica son los elementos indubitables del Proyecto de 1896. El
modelo en ese proyecto funciona con una realidad externa e interna (red de neuronas), unas
cualidades de placer/displacer, y un principio de evitación del displacer interno por descarga
que presupone para su funcionamiento un si/no, por lo tanto, el nucleo de la lógica, la
discriminación de dos términos excluyentes, la afirmación del uno, la negación del otro. Esta
lógica seguira operante para Freud en los procesos psíquicos. Esto es evidente en los procesos
conscientes pero también existe una cierta lógica de los procesos inconscientes, a condición
de no entender por ella la lógica diurna.
Lógica entiendo por lógica corriente, lógica conjuntistas identitaria, ensidica, por afán de
brevedad, porque es la que, una vez purificada, preside la constitución de la teoría de los
conjuntos, al menos de la teoría llamada ingenua de los conjuntos que esta en la base de las
matemáticas.
Tercera tesis: esta lógica domina a ese constituyente esencial del primer estrato natural que es
el ser vivo en general, y por lo tanto, al ser humana en tanto simple ser vivo. El ser vivo es un
propio ser, y sobre todo un para si. Como tal, debe poseer, sin lo cual no existiría las tres
determinaciones esenciales de la intención, del afecto y de la representación. Intención
minima la de la conservación/reproducción con las consecuencias que estas traen. El afecto es
minimamente, el placer/displacer. Pero lo que importa es la representación. Representación
para el ser vivo no quiere decir y no puede querer decir, fotografía de un mundo exterior. Se
trata de presentación por y para el ser vivo, mediante el ccrea su propio mundo a partir de lo
que para el son simples choques.
El ser vivo crea su información para el. Nada es información salvo para el propio ser capaz de
transformar o de no transformar en tal la X del choque exterior. Las ondas de radio no ofrecen
ningúna información a los seres vivos terrestres.
Las condiciones bajo las cuales un enunciado constituye una información para alguien
dependen en lo esencial de lo que ese alguien sea ya. Toda información en el sentido habitual
presupone una fuerte estructuración subjetiva y depende de esta en cuanto a su ser-
información. Pero, esta estructura subjetiva debe primero dar forma o informar la X del
choque y volverla presente para ella misma. Esta X es el termino de Kant para designar el
objeto transcendental, y son también esas masas y esos movimientos de los que habla Freud
en el proyecto de 1895.
El propio ser debe entonces poner esta X como forma, hacerla ser como forma, es decir,
convertirla en una imagen en el sentido mas amplio del termino. Ahora bien, nunca hay
imagen sin puesta en relacion. No existe imagen atómica.
Kant dice que la sensibilidad pertenece a la imaginación, como poder hacer ser imágenes para
el sujeto. Ahora bien, esta sensibilidad no puede operar sin organizar, es decir, sin una lógica
elemental: una categorialidad. La imaginacion primera, originaria, radical, poder de
presentación es poder de organización.
El trabajo del sueño imagina, figura, presentifica, bajo los constreñimientos conocidos y con
los medios de que dispone. El trabajo del sueño es, como dije antes a propósito de la
representación que figura una pulsión, indeterminable, pero no transforma cualquier cosa en
cualquier otra. Tenemos entonces en el trabajo del sueño la puesta en imágenes, dimensión
central del sueño, es decir, el trabajo creador de la imaginación, la presentación y la
presentificacion como visible y audible, de lo que en si mismo no es visible ni audible.
El ser vivo posee una imaginación elemental que contiene una lógica elemental. Por
intermedio de esta imaginación y de esta lógica, crea su mundo y a propiedad característica de
este mundo es que existe, cada vez en la clausura. Nada puede entrar en el, si no es según las
formas y las leyes de la estructura subjetiva del propio ser considerad en cada caso. Pero en el
simple ser vivo, esta imaginación y esta lógica son, por un lado fijas y por el otro, están sujetas
a la funcionalidad. He aquí la línea de separación.
3. La imaginación humana.
Con la aparición del ser humano, sobreviene una ruptura en la evolución psíquica del mundo
animal. Los fundamentos biológicos de esta ruptura se relacionan con el super desarrollo del
sistema nervioso central, pero sobre todo con una organización diferente de este sistema. Lo
esencial es que el mundo psíquico humano mediante un desarrollo mounstroso de la
imaginación (esa neoformacion psiquica) se vuelve a-funcional. Hegel decia que el hombre es
un animal enfermo. Hay que decir que el hombre es un animal loco y radicalmente inepto para
la vida.
Todo ella significa, que a través de esta fabricación social del individuo, la institución somete a
si la imaginación singular del sujeto, solo la deja manifestarse en el sueño y a través de este,
de la fantasía, de la transgresión, la enfermedad. Todo ocurre como si la institución
consiguiera cortar la comunicación entre la imaginación radical del sujeto y su pensamiento.
No importa lo que pueda imaginar, el sujeto solo pensara y hara lo que es socialmente
obligatorio pensar y hacer. Este es el lado social histórico del proceso de la represión.
El pensamiento en el sentido del simple funcionamiento consciente (para Freud, una función
del yo) se efectúa primero y ante todo en la clausura que traduce una necesidad de la
existencia del propio ser. El pensamiento se desenvuelve bajo el signo de la repetición. Que en
general no se considera patológica, es una repetición social que se detalla y se especifica como
repetición individual. Pero esta carece de significación psicoanalítica.
Clausura significa que lo pensado no puede ser cuestionado en lo esencial. A partir del
momento en que existe lenguaje, en toda sociedad humana, existe la posibilidad de
cuestionar. Lo que caracteriza a la mayoría de la sociedad es que estos cuestionamientos
permanecen siempre limitados. No puede alcanzar lo que constituye para la sociedad, los
axiomas de la institución social, sus reglas de inferencia y sus criterios deductivos. El
pensamiento es funcional en otro nivel, en el nivel del equilibrio logrado, en términos
freudianos, éntre la realidad, que es realidad social y las pulsiones del individuo. con relación a
este equilibrio siempre es posible la transgresión. Pero esta se encuentra codificada.
Existe una imaginacion creadora que pone figuras/modelos que no están fijados de una vez
para siempre y que no se podrían considerar inferidos empíricamente, sino que son
condiciones de la organización de la empiria, o del objeto de pensamiento (matemática).
Donde quiera que haya pensamiento habrá posición de tales figuras, figuraciones de una idea
o modelos intuibles de una teoría en vías de ser explicitada como tal. Asi la imaginación suscita
creadoramente lo nuevo pensable.
Los ferroviarios,no sequedaron atrás, con las coordinaciones locales, las diversas delegaciones.
Para mí, tanto en el caso de los estudiantes como en el de los ferroviarios, el contenido era lisa
y llanamente sectorial, por no decir corporativis-ta. El discurso era: "no se tocan las
condiciones de ingreso a la universidad";
— Pregunta sobre la incapacidad del movimiento para crear significaciones; sobre el papel de
los medios; sobre la capacidad de autoinstitución.
Este vacío de significaciones es, creo, la unión de dos fenómenos muy importantes: por un
lado, el peso muy grande de diez o quince años de apatía política generalizada, su influjo en las
conciencias, y por lo tanto la casi desaparición de toda preocupación por un interés general. Lo
colectivo no es más que la suma de los intereses corporativistas. Y los estudiantes desean
realizar sus estudios sin más obstáculos, ni siquiera marginales, en la indiferencia ante los
problemas inmensos que plantea la educación en una sociedad democrática. Por otra parte,
los medios son, como se dice en inglés, opinionsmakers, fabricantes de opiniones, de
pseudosignificaciones pegadas sobre los acontecimientos, tanto por su presentación de los
hechos, que nunca es, evidentemente, inocente o neutra, como por los "análisis" con los que
adornan, embellecen o disfrazan los acontecimientos. Liberation no inventó los movimientos
de fines de 1986, pero les puso la etiqueta de "combate moral". Abuso de lenguaje, claro, pero
funcionó... un poco.
- ¿Por qué comparar ambos movimientos? No tienen nada que ver... son diferentes; pero en
principio siempre se puede comparar, aunque sea para concluir que la comparación no tiene
ningún sentido. Y además, con todo, ambos movimientos se desarrollaron en París, a unos
veinte años de distancia, tienen que ver con los estudiantes...
De todos modos, es cierto que a través de todo esto, los participantes tuvieron una
experiencia de algo. Y sin duda es éste el aspecto que debemos conservar sobre todo —Uno
puede ser muy crítico, efectivamente, sobre el contenido de lo que expresó el movimiento
estudiantil, pero, con todo, lo que me pareció claro es esa especie de felicidad de estar juntos
que surgía de pronto, que engendraba formas de organización, de popularización de la lucha,
para gente que no tenía ninguna experiencia de eso. Pues una huelga de estudiantes, en el
fondo, no molesta a nadie. No ocurrió lo mismo con los ferroviarios, sin que hubiese sin
embargo un verdadero contrafuego de los usuarios. (fue Liberation el proveedor de ideas de
este movimiento: un diario de antiguos militantes del 68 leído por los jóvenes.) entre
capitalistas y obreros. Que esta diferencia ya no tiene verdadera pertinencia política, creo que
lo mostró ampliamente Mayo de 1968: aquellos que tuvieron un papel muy importante, que
expusieron ideas, etc., no fueron las capas más explotadas sino las capas medias.
- Por el hecho del poder extraordinario de los medios, ¿no fue el sentido mismo lo que se volvió
una apuesta revolucionaria? Las apuestas que antes eran políticas, ¿no se convirtieron en
apuestas de sentido? con las tres grandes revoluciones: inglesa y sobre todo francesa y
norteamericana. Pero en estas revoluciones había mucho más que apuestas políticas: se
cuestionaba la totalidad de las significaciones y se decía: "si se cambia tal artículo de fe de la
sociedad, si se modifica de tal manera la Constitución, la sociedad va a moverse, estará
salvada". Mientras que actualmente ya no se ve ningún punto focal, arquimédico, de donde
levantar la palanca. al diablo la sociedad en su conjunto, lo único que quieren los jóvenes
estudiantes es no pagar derecho de ingreso a la universidad y los ferroviarios quieren la
compensación íntegra de las noches fuera del hogar con días de descanso... La sociedad actual
aparece así como una masa imposible de sacudir en función de la complejidad y del gran
número de relaciones instituidas, pero sobre todo padece eso que uno de ustedes llamó con
razón la sobresaturación de las significaciones, que al mismo tiempo son vacías de adentro,
por no estar investidas por la gente. La otra cara de la moneda: no hay ningún movimiento,
como ningún individuo, además, que sea capaz de plantear y de realizar, aunque sea
embrionariamente, y en oposición al orden existente, significaciones nuevas
y radicalmente opuestas a las que existen. Es éste el único sentido de la expresión "crisis de las
sociedades occidentales"
Queda entonces que hubo en Francia estas dos pequeñas explosiones, y que en otros países
igualmente desarrollados, en los Estados Unidos, en Gran Bretaña o en Alemania, desde hace
casi diez años, no hay nada. Con esto quiero decir que la dominación en la fase actual de los
aparatos de poder, de los aparatos burocráticos y de los aparatos empresariales, el
predominio de la cultura mediática, la crisis de las significaciones, etcétera, están en todas
partes. Incluso en los países subdesarrollados: Brasil, que es sin duda el campeón del mundo
del embrutecimiento televisivo,Este movimiento, pues, habrá permitido al menos estropear
un poco el vidrio liso de la televisión. Hay una suerte de rotura, y se descubrió que la gente
puede no aceptar dócilmente los planes de "lucha" contra la inflación, el desempleo, los
proyectos de "reforma" del gobierno y otras malas jugadas de las burocracias dirigentes.
¿En dónde está la dimensión subjetiva aquí? Primero, todo esto se dirige a sujetos para los
cuales hace falta que haya sentido. Pero también: estamos obligados a hablar de la institución
de la sociedad como de una entidad o de un "sistema" que tienen una finalidad. De manera
que expresiones como: "actuando así, la sociedad oculta el hecho de que..." son y no son
metafóricas. "Oculta" es una forma activa, que presupone un sujeto.
La sociedad con una dimensión de finalidad, más aún, con una dimensión de subjetividad o de
para sí. La sociedad, la institución, no sólo apunta a protegerse contra la contestación interna
(y la agresión externa), también traza una frontera con respecto a todo lo que es exterior,
establece una clausura alrededor de sí misma, ya se trate de la parte del mundo inanimado
que no puede incluir o de otras sociedades; pone un límite y da siempre una significación a
este límite.
Categorías de entes para los cuales la noción de para-sí es pertinente: lo viviente, lo psíquico, el
individuo social, la sociedad:
Primero, lo viviente como tal, y ya al menos a nivel de la célula.Luego, lo psíquico, la psique
como tal, tanto en su integralidad como en su pluralidad, o sea, a través de las diversas
instancias o "personas psíquicas": por ejemplo, en una tópica freudiana, un consciente o un
inconsciente, o un ello, un yo y un superyó, son cada uno para sí. En tercer lugar, es para sí el
individuo social concreto, el individuo socialmente construido o fabricado, o sea, el producto
de la transformación de lo psíquico por su socialización; transformación que, a partir de cada
psique/soma singular, hace ser una entidad socialmente definida, orientada en sus roles
sexuales, profesionales..., su estado, sus pertenencias, sus motivaciones, etcétera. En cuarto
lugar, es para sí la sociedad dada como tal.cada sociedad constituye una entidad que se
autocrea, que se establece a sí misma, y no puede hacerlo más que poseyendo los atributos
esenciales del para sí, es decir, la finalidad de autoconservación, el autocentramiento y la
construcción de un mundo propio.
También lo es para otros dos niveles que pertenecen al orden del deber ser: el sujeto humano
propiamente dicho, la sociedad en el proyecto de autonomía.
En estas cuatro regiones -viviente, psíquico, individuo social, sociedad-, nos las habernos con lo
simplemente real: hay viviente, psiques, individuos, sociedades. Su elucidación es una
empresa infinita, pero estas entidades están ahí. No obstante, hace falta introducir dos niveles
más que debemos referir a la categoría del para sí, que no están simplemente ahí sino que
pertenecen al orden del proyecto y del deber ser. Es, por un lado, el sujeto humano
propiamente dicho, como subjetividad de pleno derecho, y, por otro lado, la sociedad vista en
el proyecto de la autonomía. El sujeto: entiendo como tal otra cosa que lo simple psíquico. Lo
psíquico es simplemente lo que pasa en nosotros; por ejemplo, ahí no se plantea —o
solamente en el modo instrumental— la cuestión de la verdad ni tampoco la cuestión del
hacer bien o mal. La única cuestión que se plantea ahí es la del placer, o de la conveniencia
(adecuación de los medios en la búsqueda del placer, por ejemplo). Lo que la psique vive como
su verdad debe ser preservado con respecto a, y en contra de, todo y todos; por eso no puede
hablarse de una exigencia de verdad ni de hacer bien o mal.3 Pero estas cuestiones se nos
plantean, sin ello toda discusión sería fútil y vacía. Hay, pues, un sujeto para quien se plantean
las cuestiones de la verdad y del hacer bien o mal.Pero constatamos aquí la introducción de
estas otras dimensiones enigmáticas suplementarias, la de lo verdadero, la del hacer bien o
mal (y también la de lo Bello), que escapan a todo análisis confinable al plano de lo psíquico.
Por lo tanto, este sujeto no es dado; es un proyecto, es para hacer, para hacer advenir, es una
posibilidad de todo ser humano, pero no una fatalidad. a partir del momento en que surge en
la historia efectiva el proyecto de autonomía como autonomía a la vez individual y colectiva,
debemos considerar la idea —y no es simplemente una idea— de una sociedad que no sería
sólo un sistema con una finalidad, un para sí más allá de los individuos que ella fabrica y que la
componen, sino que sería capaz de reflexionarse, de explícitamente y de decidir con
conocimiento de causa y tras deliberación, o sea, una sociedad que puede y debe llamarse
autónoma. la emergencia de sociedades que inician la reflexión sobre sus propias leyes -
¿nuestras leyes son justas?—, sobre sus significaciones imaginarias sociales -¿nuestros dioses
son verdaderos?- y las cuestionan, y como consecuencia de esta reflexión, de esta actividad de
deliberación colectiva, modifican estas leyes y estas significaciones. Caracterizamos este nivel,
entonces, por la emergencia en la historia de sociedades en donde surgió el proyecto de
autonomía.
Existencia de un mundo propio para la entidad de la que se trata:Existencia, por cierto, pero de
hecho creación. En la medida en que hay para sí otra cosa que "sí" (tautología que hace
reflexionar, pues contiene toda la cuestión), esta otra cosa debe ser presentificada o
presentada al sí, debe ser puesta en relación con el sí "desde el punto de vista" de sí.Esta
presentación o presencia, esta representación, es fundamental como modo -y único modo-
bajo el cual hay para el para sí otra cosa que sí.En segundo lugar, lo que es presentado debe
ser valuado por el para sí, con un valor neutro, en última instancia, pero la mayoría de las
veces positivo o negativo. Y en tercer lugar, esto debe poder ser objeto de una intención, que
conduce eventualmente a una acción (aquí todavía nula si el valor que afecta a la cosa
presentada es a su vez nulo). Podemos comprender, y mostrar, que la dimensión de la
autofinalidad implica estrictamente la creación de un mundo propio, y recíprocamente, que la
existencia de un mundo propio implica la autofinalidad. He aquí los grandes rasgos de una
argumentación al respecto. Primer punto: si una entidad es fin de sí, y no está sola en el
mundo —no agota lo que es (dios de Aristóteles y Dios hebreo/cristiano)—, debe tender
(siendo fin de sí) al menos a conservarse numéricamente (como espécimen particular, este
perro, esta célula), y también a través de ello, específicamente (como especie). Segundo
punto, que es la consecuencia del primero: lo que es numéricamente nunca es singularidad
absoluta. Para conservarse como espécimen singular, debe poder actuar y reaccionar frente a
lo que no es él. Debe valuar positivamente lo que favorece su conservación y negativamente lo
que la desfavorece. (Esto supone que está en un mundo y que está en interacción con este
mundo, pues el mundo puede ejercer, con respecto a la finalidadautofinalidad de esta entidad,
efectos "positivos", "negativos", o "neutros".) Teniendo en cuenta la finitud de la entidad
considerada, habrá preferencia, darwinianamente, por la "sensibilidad" con respecto a los
efectos positivos / negativos, y, en principio, insensibilidad con respecto a "efectos neutros",
esto es, no-efectos o efectos indiferentes.
Esta selectividad debe habérselas a la vez con el ser-así específico de la entidad que
selecciona, y, evidentemente, con una cierta consistencia de lo que es, del mundo. Señalemos
al pasar cuan correlativa es la división interior/exterior con la idea de una autofinalidad. En
donde no hay autofinalidad no puede hablarse de división interior/exterior, más que de
manera simplemente convencional: los muros de esta pieza, los "límites" del sistema solar o
de la Vía Láctea, los cinturones de Van Alien, etcétera. En donde no es convencional, en donde
verdaderamente hay frontera interior/exterior, por lo tanto también clausura del para sí, es,
precisamente, porque hay autofinalidad.
La selectividad resulta de las miras de este para sí específico cada vez, que depende de manera
decisiva y central de lo que ya es.hace falta que el para sí sea algo y no cualquier cosa; para
que sea algo hace falta que sea también un dispositivo representativo; este dispositivo está al
servicio o al menos debe tener cierta relación con las miras de este para sí; y éstas dependen
de lo que este para sí ya es. Lo que es seleccionado es cada vez correlativo con esta mira, la
cual es correlativa con eso que cada vez ese para sí es. Asimismo, la representación del objeto
para el psiquismo humano depende del deseo, del anhelo, de las miras de la instancia psíquica
de la que se trata.
No hay nunca información más que para un para sí. Esto significa que el para sí constituye no
sólo con qué recibir algo y hacerlo ser para él, sino también los criterios de discriminación
entre lo que no es nada y lo que es algo.
Ajfiziertsein, del ser afectado, y lo que ella misma admite como relatividad fenoménica de los
productos sensoriales. Pues si el sujeto es puramentepasivo en lo que respecta a la
sensorialidad. no debería encontrarse nada en los contenidos sensoriales que no esté
estrictamente determinado por el ser-así de eso que lo determina. Pero entonces la cuestión
de la cosa en sí o de la X kantiana desaparecería.
La conveniencia o encuentro entre las formas de organización del mundo que se crea para sí lo
viviente y este mundo mismo.
En cuanto al problema de las categorías como tales para el sujeto humano. La adecuación
(conveniencia) entre las formas de organización del mundo que se crea para sí lo viviente y
este mundo mismo, no puede ser pensada como un efecto, ni como una armonía
preestablecida, es un encuentro, en el sentido fuerte del término. Y la relación no es una
relación de reflejo, ni de fabricación íntegra del mundo por el sujeto (en este caso, ya no sería
cuestión de relación), es una relación de conveniencia.
En cuanto a la raíz psíquica: al principio, durante el tiempo de la monada psíquica, lo que existe
es el amor arcaico, originario, el amor de sí mismo: la clausura representacional, afectiva y
deseante sobre sí mismo. Es un estado unitario en el cual sujeto y objeto son. A partir del
momento en el cual este estado original de tranquilidad psíquica se rompe, la energía inicial de
este amor de sí mismo se escinde en tres partes:
- una parte se mantiene con autoinvestidura del núcleo psíquico, y da cuenta del
egocentrismo imposible deerradicar que domina actos y pensamientos.
- otra parte se transfiere, bajo la forma de sí mismo, al pecho (soy el pecho), que después va
a fundar la ambivalencia siempre presente en las relaciones del sujeto (al mezclarse con el odio).
- la última se transforma en odio del mundo exterior (todo lo que es exterior a la mónada
psíquica y que, en consecuencia, incluye los avatares del yo real psíquico y somático en el curso
del desarrollo).
A esta ruptura de la monada sigue el proceso de socialización progresivo, que tiene como
resultado la formación del individuo social que es, en sí mismo, un objeto extraño desde el punto
de vista de la mónada de la psique. Por lo tanto, se convierte simultáneamente en el soporte de
una transferencia del amor de sí mismo (porque es parte del sujeto) y al mismo tiempo objeto de
odio de las instancias psíquicas (odio que alcanza a todo lo que es exterior al núcleo psíquico). Así
entonces, el Yo real no puede evitar ser también el blanco de una ambivalencia donde
generalmente el amor se impone sobre el odio. Pero el odio del yo sigue viviendo
silenciosamente en las profundidades.
De modo que existen dos vectores del odio: El primero, odio del otro real, el revés de la
investidura positiva de sí mismo, presente en las formas colectivas del odio o del desprecio (Soy
(el) bien. El bien soy yo. Él no es yo. Por lo tanto, él no es el bien. Fundamento del desprecio de
otras sociedades). El segundo vector es el odio a sí mismo. Porque el yo es uno de los primeros
extranjeros que se le presenta a la psique. El yo, fabricación esencialmente social, no es más yo
que cualquier vecino. Este odio de sí mismo es universal y solo puede sobrevivir (el sujeto que lo
experimenta) si es fuertemente domado y/o desplazado hacia objetos verdaderamente
exteriores. De esta manera el sujeto puede conservar el sentimiento de odio cambiando de
objeto.
Ambas expresiones psíquicas del odio (el odio del otro y el odio de sí mismo) tienen una raíz
común, la resistencia de la mónada psíquica a aceptar lo que para ella es igualmente extranjero:
el individuo socializado cuya forma tuvo que adoptar y los individuos sociales cuya coexistencia
tuvo que aceptar. Durante el proceso de socialización, las dos dimensiones del odio están
bastante domadas. Una parte logra ser domada mediante una desviación permanente de la
tendencia destructiva hacia fines sociales más o menos constructivos (explotación de la
naturaleza, competencia interindividual, etc.). Esto canaliza una parte del odio y de la energía
destructiva disponible, pero nunca su totalidad. Esa parte restante espera siempre lista para ser
transformada en actividades destructivas formalizadas e institucionalizadas en contra de otras
colectividades (la guerra).
En cuanto a la raíz social: El lazo entre la raíz psíquica y la raíz social del odio es el proceso de
socialización impuesto a la psique, mediante el cual está forzada a aceptar la sociedad y la
realidad, mientras que la sociedad, a cambio, satisface su necesidad de sentido. Durante el
proceso de socialización, y mediante este, los individuos deben efectuar el pasaje de un sentido
inicial coextensivo a su propia esfera psíquica privada (el sentido que rige en la mónada) a un
sentido social, participativo. El mundo de los sentidos del sujeto que se convierte en individuo se
ensancha progresivamente, y este proceso se lleva a cabo con una identificación más o menos
fuerte extendida a esas unidades más amplias. Es decir, que las identificaciones del individuo
corresponden al mundo instituido de las significaciones sociales que se refieren a las distintas
entidades colectivas instituidas. La ruptura de la monada solo es posible si se suministran a la
psique sustituciones de sí y sustituciones de sentidos. En esto consiste el proceso de identificación
que transfiere sobre distintas formas de colectividades instituidas y las significaciones que las
animan, un quantum de investidura recogido en la investidura inicial de sí mismo. Esta
identificación con colectividades brinda un sustituto a la omnipotencia perdida de la mónada
psíquica.
Esa identificación con las formas instituidas es lo que hace que, al encontrarse con otra sociedad,
se las considere inferiores y se las excluya (yo soy el bien, ellas no son yo, ellas no son el bien, el
bien soy yo). Esta exclusión del exterior es lo que luego se transforma en discriminación,
desprecio y, finalmente, odio. La comprensión de esto requiere que seamos capaces de reconocer
la extraordinaria cantidad de odio contenido en el reservorio psíquico que la institución social no
pudo o no quiso canalizar hacia otros objetos. Y esta heteronomía y el odio al otro tienen una raíz
común: la necesidad de la clausura del sentido, que lleva a identificaciones extremadamente
fuertes, a cuerpos de creencias estancas compartidas y sostenidas por colectividades reales.
Hablamos hasta aquí del para-sí a partir de dos casos fundamentales: lo viviente y lo psíquico.
Sus caracteres esenciales: autofinalidad, creación de un mundo propio, o sea, un mundo de
representaciones, de afectos y de intenciones. Representación: hacer ser algo para-sí. Afecto:
modalización de esta representación que, repercutiendo en el parasí enteramente, lo hace
vibrar enteramente. Intención: aquello que recorre el para sí por el hecho de que no es neutro
frente al mundo que lo rodea, que apunta a algo y para comenzar, a su propio ser, a su
permanencia en el ser, estos rasgos se encuentran esencialmente en todo viviente. Y también
en el individuo social y en la sociedad misma.
Tenemos, pues, cuatro niveles de para-sí de hecho: lo viviente, lo psíquico, el individuo social
y la sociedad. Y dos niveles de para sí del orden del proyecto: la subjetividad humana y la
sociedad en tanto contiene un vector importante de autonomía. El individuo social y la
sociedad están íntimamente ligados puesto que el individuo social es una fabricación de la
sociedad, que no existe concretamente, materialmente, más que en y por los individuos
sociales.
Procederemos de otra manera y comenzaremos por eso que ahora se llama desdeñosamente
la psicología. Hubo corrupción en el uso de este término que, de hecho, es el discurso que se
refiere al alma. Psicología quiere decir aquí, esencialmente, psicoanálisis, o sea, Freud. La
inspiración fundamental en este campo para nosotros sigue siendo Freud. Comencemos por
las instancias de las dos tópicas freudianas. Diremos de manera vaga y jugando a ser ingenuos,
que eso que podría desempe- ñar el papel del sujeto sería una de estas instancias, por
ejemplo, el consciente o el yo consciente de la segunda tópica. En ambos casos, para la visión
freudiana, estas instancias son el coproducto de dos factores irreductibles entre sí e
indisociables, que Freud no ve claramente. El primer factor es, por cierto, la psique misma:
emergencia de instancias psíquicas, estratificación. El segundo es un problema para Freud,
pero no lo aborda de frente. Se trata de lo social, que actúa constantemente sobre la psique, y
especialmente en la formación del consciente, por intermedio de la madre, como instancia
social, delegada de la historia humana en general y de la sociedad en la que vive. Ella le
transmiteespecificaciones la lengua de su sociedad, que es, en un sentido, la institución de la
sociedad.
Freud, en Totem, el Porvenir, el Malestar, Moises… intenta deducir las instituciones a partir de
pulsiones psíquicas, hacer de ellas el resultado de una transposición del mundo psíquico. El
consciente freudiano: ¿podemos hacer de él el sujeto, o el punto de partida para el sujeto que
nos interesa? En parte, sin duda: el consciente dice "Yo". Pero no totalmente. Cuando vemos
cómo funciona el consciente en Freud -en las partes fuertes, carnosas de la teoría-
constatamos que está ahí esencialmente para operar las adaptaciones a la realidad y para
tener las riendas de los caballos psíquicos que tiran en direcciones opuestas. Para hacer esto,
el consciente calcula o razona, trata de establecer constantemente compromisos entre
realidades y pulsiones. Mirando más de cerca, habría, ciertamente, aspectos más complejos;
pero en las grandes líneas, el consciente freudiano se caracteriza primero por este
razonamiento o este cálculo. Cosa que no nos satisface enteramente, porque queremos hacer
entrar en la idea de subjetividad humana la idea de la reflexión o de la reflexividad. Pero el
razonamiento lógico o el cálculo no nos alcanza para ello. Pero, pues calcular supone
operaciones ensídicas. Freud mismo debe utilizar el término "pensar" incluso para el
inconsciente: habla continuamente de representaciones inconscientes, de pensamientos
inconscientes, etcétera. El inconsciente de Freud es hegeliano: realiza todo lo que quiere, sabe
lo que quiere y puede realizarlo. Pero cuando habla del consciente no introduce un factor
diferente. Observamos aquí la repugnancia de Freud a examinar un campo que llamaremos —
para ir rápido— el de las actividades superiores del espíritu. Probablemente, esta repugnancia
es la responsable del enorme agujero que Freud ha dejado en el sitio de la sublimación. Pero al
mismo tiempo podemos verificar otra vez aquí la verdad y la profundidad de su mirada, puesto
que, en efecto, esta actividad razonante y calculante se encuentra en todas partes en donde
hay para sí (ensídico).
Para comprender bien la diferencia entre la reflexividad como tasgo decisivo de la subjetividad
humana y una simple conciencia, notemos que en ésta hace falta y alcanza con que haya un
acompañamiento; la autorreferencia es un simple acompañamiento. Los indicadores
luminosos son verdes, está bien. Pero cuando hablamos de la subjetividad como origen de la
reflexión, tenemos mucho más: la posibilidad de la escisión (Hegel) y de la oposición interna.
Por lo tanto, la posibilidad de la puesta en cuestión de sí mismo; recordemos a Platón: el
diálogo del alma consigo misma. Aquí, precisamente, el objeto es no objetivo, materialmente
o numéricamente es "el mismo" que el sujeto, pero en verdad no es lo mismo. Si retomamos
el paralelismo con los pensamientos inconscientes en Freud, la diferencia aparece
inmediatamente: el pensamiento inconsciente no conoce la interrogación; no se hace
objeciones a sí mismo. Conoce cuanto mucho obstáculos; obstáculos que vienen del hecho de
que hay pluralidad de instancias psíquicas.
Para los sistemas reflexivos no puede ser así. Una jerarquía infinita de metalenguajes no
responde a la cuestión de la reflexividad. La condición es aquí: para que haya sistemas
reflexivos, hace falta que estos sistemas posean un lenguaje que pueda volverse su propio
metalenguaje. Ahora bien, resulta que el lenguaje humano, bien o mal, puede cumplir esta
función. En el lenguaje humano, puede hablarse del lenguaje humano. Pero esto toma otro
cariz a partir del momento en que hemos atravesado las exigencias de la formalización o que
fuimos confrontados con estas exigencias. Por lo tanto, tal sistema implica la reflexividad
potenciada del lenguaje humano. Sólo a partir del momento en que comienza la reflexión
filosófica, el lenguaje se vuelve su propio metalenguaje. La historia muestra que esta
reflexividad del sujeto humano, esta posibilidad de hacerse objeto no objetivo o esta escisión
interna, siempre estuvo ahí como potencialidad, pero se realiza muy raramente. en las dos
instituciones de la sociedad que rompieron con la heteronomía, que también pudieron
entonces crear individuos en los cuales la reflexividad se realiza efectivamente, es decir, que
se cuestionan a sí mismos. Y puede decirse lo mismo del lenguaje en tanto metalenguaje,
puesto que la posibilidad para el lenguaje de volverse este metalenguaje no se realiza más que
a través de la interrogación filosófica o de una interrogación de tipo filosófica, y no hubo
filosofía por todas partes y siempre. Ahora bien, sabemos que una vez nacida, la filosofía,
incluso como tradición, no puede continuar y sobrevivir más que en ciertos tipos de sociedad
en donde el cuestíonamiento se ha vuelto posible.
Hay, sin embargo, una condición absoluta de la reflexividad, una condición sine qua non: la
imaginación sin trabas, no regulada, no sometida a la funcionalidad ni a la repetición, opuesta
a la imaginación animal. Porque el ser humano es imaginación no funcional puede poner como
entidad algo que no es una "entidad", es decir, su propio proceso de pensamiento. Sin esta
imaginación desregulada, no podría reflexionar. Me represento no como animal bípedo, sino
como actividad representativa, como proceso en y por el cual surgen las representaciones
pero también las preguntas, relativas a estas representaciones y a su encadenamiento.
Hay que hacer una restricción a esto, y es que hay que restablecer el equilibrio entre, por un
lado, la espontaneidad del flujo representativo, que siempre está ahí en la actividad de
pensamiento, dicho de otro modo, el hecho de que el pensamiento es siempre -en cierto
modo y sobre todo cuando es importante y fecundo- una actividad esencialmente no dirigida
conscientemente; y por otro lado —otra antinomia aparente y real- el hecho de que no puede
haber pensamiento, reflexión verdadera (diferente del ensueño pensante, eventualmente
fecundo, pero no estamos hablando de eso) más que en la medida en que está sostenido
constantemente por un vector de voluntad, de "deliberación", que, a través de todos los
meandros y todas las encrucijadas del laberinto, no le deja perder de vista su o sus objetos
La relación de aquel que piensa con su pensamiento es un poco la relación de un jinete con su
caballo: dirige, se deja llevar, es dos pero hace un solo cuerpo, es dirigido. Lo que llamamos en
general pensamiento, en el sentido del pensamiento teórico, es un mixto en donde las partes
de actividad deliberada y espontánea, consciente y no consciente, son absolutamente
indisociables. Pero precisamente: indisociables, lo que quiere decir que no se puede eliminar
el componente de actividad deliberada.
Resumamos. Para el sujeto individual, y para la subjetividad humana. ¿cómo podemos pensar
juntos estos dos elementos: el sujeto efectivo siempre está preso en una red de
determinaciones y es capaz, sin embargo, de una mira de verdad? ¿Y cómo, tratándose de la
sociedad, podemos pensar juntos el hecho de que toda colectividad está presa a su vez en una
red de determinaciones relativas y el hecho de que debería ser capaz al mismo tiempo de
determinarse de otra manera que a partir de estas determinaciones, por ejemplo, apuntar a
una libertad, a una justicia como tales (quedando claro que el contenido de estos términos es
un abismo, pero esto es otro asunto)?Se trata de vincular estas dos consideraciones.
Hablamos de sujeto efectivo porque la objeción que aparece siempre cuando uno cierra la
Crítica de la razón práctica, o Husserl, es esta evidencia: lo que nos importa no es el saber del
ego trascendental, sino mi saber y el de ustedes. Y además, lo que ustedes dicen, es su saber,
en caso de que haya uno. Pues lo que leí es un libro, y este libro está firmado por Emmanuel
Kant, por Edmund Husserl. Lo que ustedes invocan es la ciencia efectiva humana; invocan la
experiencia como experiencia efectiva humana, la física newtoniana, la geometría euclidiana.
Lo que nos importa es el conocimiento de los sujetos humanos efectivos; es la posibilidad de
tales sujetos de ser responsables y actuar de manera deliberada, y no un "postulado de
libertad". Y esto es lo que deberíamos garantizar o por lo menos vislumbrar en esta posibilidad
efectiva. Sobre esto, la filosofía heredada sigue siendo frustrante.
Quedarme con la antinomia: ¿cómo un sujeto puede llegar a la reflexividad o ser capaz de
actividad deliberada si está íntegramente preso en esta esfera determinista?
Ellos son: - en primer lugar, la capacidad de sublimar de la psique humana; —en segundo
lugar, la existencia de un quantum de energía psíquica libre, o bien de importantes
capacidades de mutación de energía ante la instancia consciente; - en tercer lugar, la labilidad
o fluidez de las investiduras psíquicas sublimadas; —en cuarto lugar, la capacidad de
cuestionar los objetos investidos hasta ahora, en función de un proceso de reflexión.
Capacidad de sublimar: capacidad de la psique para investir los objetos establecidos histórico-
socialmente, por lo tanto instituidos o pudiendo serlo, por lo tanto valorizados o pudiendo
serlo histórico-socialmente, y no confiriéndole ningún placer de órgano. Hablar es una
actividad sublimada: no procura ningún placer de órgano. Y esta actividad no puede existir
como actividad más que siendo instrumentada en y por una creación extrapsíquica, que
supera las capacidades de la psique singular: la institución del lenguaje en tanto institución
social. Finalmente, hablar implica siempre que uno se dirige a interlocutores reales que
pertenecen a la sociedad. Tomo el lenguaje pues se trata de un caso ejemplar: es una
capacidad investida por el sujeto —si no lo fuese, el sujeto no lograría hablar, cosa que sucede,
además—, que no procura ningún placer de órgano, investida como creación extrapsíquica,
dirigiéndose siempre, efectiva o potencialmente, a los otros, a otros reales. Se trata entonces
de una actividad sublimada, la sustitución del placer del órgano por el de representación. En
este placer, vemos la capacidad de la psique para satisfacerse con algo que ya no es el estado
de un órgano o la disminución de una tensión. El ser humano es un ser capaz de encontrar su
placer en un estado de la representación. Y no en el órgano. Esta conversión, sustitución, hace
que la sublimación sea posible.
Para retomar los términos freudianos, se diría que esta sustitución equivale a un cambio de la
meta de la pulsión: no apunta a una satisfacción orgánica, en este caso, al orgasmo, sino a una
satisfacción que tiene su lugar en la representación. La caracterización dada aquí -pasaje del
placer de órgano al placer de representación- es mucho más general, pues engloba tanto la
actividad fantaseadora como la sublimación, y nos dedicaremos a la distinción entre estas dos
nociones inmediatamente. Señalemos antes un segundo punto. La sublimación exige la
mutación de una cantidad de energía psíquica, la transformación de un quantum de energía
inicialmente dirigido hacia la carga motora, hacia el acto que procuraría el placer orgánico, ya
se trate del coito, de la alimentación, etcétera, en una energía que se concentra en la
representación misma o en el flujo representativo mismo. Rasgo inicial de la actividad
fantaseadora, decimos otro tanto de la imaginación radical, compartido con la sublimación, lo
que es comprensible, puesto que la sublimación es un retoño de la actividad fantaseadora.
Energía psíquica: una energía que ocupa una representación, ustedes invisten/invierten. Si
quieren cambiar de investidura hay que desinvestir otra cosa. Si bien no se puede cuantificar,
hay cosas que nos gustan mas que otras, esto refiere a las intensidades, con cantidades de
energía, diferentes, y hay además representaciones investidas negativamente o
contrainvestidas.Hay, pues, según los individuos, repartos muy diferentes de las cantidades de
energía investidas, y esto es lo que supone designar la expresión: "energía psíquica".
El objeto de la sublimación lo es, pues, en virtud de su institución social, casi siempre efectiva,
eventualmente virtual. La psique en sus actividades sublimadas puede investir objetos ya
instituidos plenamente, y permanece aquí en el dominio de lo ya instituido.
Por otra parte, constatar todo esto no provee de ningún modo argumentos para un libre al-
bedrío en el sentido tradicional del término. Al revés, incluso. Puesto que lo que postulamos
aquí, precisamente, es que las representaciones son eslabones o relevos en procesos de
causación, y que estas representaciones pueden estar rigurosamente determinadas por
cualquier mezcla de causas y de motivos. Paréntesis: de hecho, la naturaleza de las
representaciones y del flujo representativo hace que las representaciones como tales no están
y no pueden estar rigurosamente determinadas.