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Psicoanálisis y Fenómenos Sociales

Este documento discute cómo el psicoanálisis se relaciona con lo social y lo político según las enseñanzas de Freud y Lacan. Señala que no hay una oposición entre psicología individual y social, y que lo social es constitutivo de la subjetividad. También analiza cómo el discurso capitalista produce nuevas subjetividades y síntomas sociales como la soledad común y la pérdida del lazo social. Finalmente, plantea preguntas sobre el lugar del psicoanálisis frente a estos desafíos actuales.

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Psicoanálisis y Fenómenos Sociales

Este documento discute cómo el psicoanálisis se relaciona con lo social y lo político según las enseñanzas de Freud y Lacan. Señala que no hay una oposición entre psicología individual y social, y que lo social es constitutivo de la subjetividad. También analiza cómo el discurso capitalista produce nuevas subjetividades y síntomas sociales como la soledad común y la pérdida del lazo social. Finalmente, plantea preguntas sobre el lugar del psicoanálisis frente a estos desafíos actuales.

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Psicoanálisis: Síntoma social.

Efectos de discurso

Seminario de Doctorado: Psicoanálisis, Retórica Y Política. Posmarxismo E


Izquierda Lacaniana.

Alumna: Gabriela López

Docentes: Gloria Perelló, Paula Bigliere, Jorge Alemán

Psicología social vs Psicología individual

Sabemos que Freud, en la primera página de “Psicología de las masas y


análisis del yo”1, disuelve la oposición entre psicología social y psicología
individual: “…en la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con total
regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por
eso desde el comienzo mismo la psicología individual es simultáneamente
psicología social es este sentido más lato, pero enteramente legítimo”.

En este comienzo, Freud nos advierte, de que no hay tal oposición, si


entendemos que desde un comienzo el otro es constitutivo del aparato
psíquico. Se trata entonces de una relación que entrelaza ambas dimensiones
en donde lo social forma y toca la constitución de la subjetividad.

1
Freud, S, (1921), “Psicología de las masas y análisis del yo”, en Obras completas, t. XVIII, Buenos Aires,
Amorrortu, 1998, pp. 63-136.

1
A menudo circula en algunos ámbitos, que si el psicoanálisis sale de su
práctica clínica, pierde lo propio de su praxis. Freud muestra en el “Malestar en
la Cultura” 2, que no se trata de eso, justamente en la finura y sutilezas en que
nos describe diferentes acontecimientos sociales tales como: el campesino en
la Guerra de los Treinta años, las víctimas de la Santa inquisición, el judío que
esperaba el pogrom o bien cuando hace referencia a la Revolución
Bolchevique, vemos que no formula nada diferente a la orientación clínica. En
todo caso lo social lo interroga y se deja interrogar por lo social y lo clínico, al
punto que se pregunta: “Uno no puede menos que preguntarse, con
preocupación, qué harán los soviets después que hayan liquidado a sus
burgueses”.3

Freud con estos ejemplos de lo social o colectivo, no olvida lo singular


cuando subraya en su escrito, como la inclinación agresiva del individuo
escapa a las restricciones que impone la Cultura. El prójimo no es un posible
auxiliar u objeto sexual, sino que también es una tentación para satisfacer en él
la agresión, explotar sus fuerzas de trabajo, humillarlo, desposeerlo de su
patrimonio hasta hacerlo desaparecer. Este argumento de 1921 lo podemos
extrapolar a la realidad de las políticas neoliberales apoyadas por individuos
pertenecientes a capas sociales media baja y proletaria, produciendo la
ruptura de lazo social.

Entonces ¿Cuál será la posición del analista, cuando el discurso


analítico no es el revés del discurso del amo?, ¿Qué lugar para el sujeto?,
¿Con el imperio del discurso capitalista, que nuevas subjetividades se
construyen?

Lacan nos recuerda en la Conferencia de Milán (1972) que el discurso


capitalista es un contra discurso en tanto no produce de lazo social y su efecto,
es un conjunto de individualidades. Señala que el discurso capitalista es
astuto, “…locamente astuto, pero destinado a estallar”.4 ¿Frente a esto, el
psicoanálisis debe interrogarse así mismo?, ¿Qué porvenir nos espera, frente a

2
Frued, S, (1930-1929=, “El malestar en la cultura”, en Obras completas, t. XXI, Buenos Aires,
Amorrortu, 1992.
3
Ibid, pp. 111.
4
Lacan, J. (1972) “Du discour psychanalytique”. Conferencia en la Universidad de Milán el 12 de Mayo
de 1972, versión de Ecole Lacannienne de Psychanalyse por Olga Mabel Máter.

2
la seducción del mercado, la ciencia y las tecnologías?, ya que en dicha
conferencia nos anticipa que el psicoanálisis finalmente se consagrará en un
discurso “verdaderamente apestoso”, es la expresión que utiliza, “totalmente
consagrado al servicio del discurso capitalista”5, inquieta el pensamiento de
Lacan, hecho hace más de treinta años, bien puede aplicarse a nuestro
presente. Nos cabe, en consecuencia, preguntárnoslo.

Lacan atribuye a Marx, haber nombrado al síntoma, antes que Freud y


como Freud, como aquello que no funciona, como algo real. Es en “La tercera”
donde se refiere “…síntoma social”, dice, y “cada individuo es realmente un
proletario, no tiene ningún discurso con qué hacer lazo social”6. Desde esta
perspectiva queda enlazada la pérdida de goce inherente al plus de gozar. En
igual sentido, en “Radiofonía”7, Lacan destaca “la necesidad del plus de gozar
para que la máquina trabaje”. Nos sorprende en el seminario sobre los cuatro
discursos cuando nos dice que “el psicoanálisis…está en la vía inaugurada por
el marxismo, a saber, que el discurso está vinculado con los intereses del
sujeto”, subrayando que “en la sociedad capitalista esos intereses son
enteramente mercantiles”.8

Por otra parte Lacan afirmará también que sólo es factible entrometerse
en lo político si se reconoce que no hay discurso, y no sólo analítico, que no
sea del semblante.

Ahora bien, no hay duda de que a diario nos confrontamos con el


síntoma singular de cada quién, pero hay uno sólo para Lacan que es social y
que acontece en cada cual. Es un acontecimiento nuevo, un acontecimiento en
el cuerpo de cada cual, pero que se despliega como una peste global. Marx lo
denominó proletarización para indicar que lo nuevo era que la condición laboral
de todos y de cualquiera iba a significar desposesión, y que sólo quedarían al
trabajador los hijos, para reproducir la siguiente fuerza de trabajo aún más
desposeída. Todo esto fue cuestionado por considerar que la desposesión de
los trabajadores era desposesión de bienes. Para Lacan el síntoma está ahí,

5
Lacan, J. (1969) El Seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires, Ed, Paidós, 1992.
6
Lacan, J. (1974) “La tercera”, en Intervenciones y Textos, 2. Buenos Aires, Ed. Manantial, 1988.
7
Lacan, J. (1970) “Radiofonía”, en Psicoanálisis. Radiofonía y Televisión, Barcelona, Ed. Anagrama, 1977.
8
Lacan, J, Seminario, Libro 17, “el reverso del psicoanálisis” Buenos Aires, Ed. Paidós, 1992, pp.96.

3
exactamente donde Marx lo situó, pero no se debe leer esa desposesión como
la de los pobres frente a los ricos, sino como la desposesión para todos del
vínculo social, como el empuje al fuera de discurso que es la transformación
del trabajo en mercancía, como lo que es para cada cual ya no tener de qué
agarrarse. A diario lo vemos cuando recibimos consultas donde no se puede
ubicar a un sujeto alojado en un discurso y eso no habla de una psicosis, como
puede ser el caso de sujetos que migraron a otros países en busca de trabajo y
una política orientada a una redistribución que apunte a una mayor equidad. O
bien la precarización laboral donde en ocasiones los sujetos pierden la vida.

El discurso capitalista provee al sujeto del complemento de ser que le


falta. Transformando la falta en ser del sujeto en la falta de tener. De esta
manera “tener”, es considerado la cura para la falta en ser del sujeto en el

discurso capitalista. De ahí la denominación que da Lacan al sujeto del


discurso capitalista, como sujeto que encarna la falta en ser: El proletario.

En efecto, el neoliberalismo hace un uso sofisticado con respecto al


superyó del sujeto, que lo conduce a un callejón sin salida y en ocasiones al
exterminio del sujeto, creando una subjetividad que responde a un orden
simbólico que no es la del discurso del amo antiguo. El discurso capitalista
como estructura dominante de las relaciones sociales, provee las condiciones
de una subjetivación oscura que depende de la conversión de un plus-valor, es
decir, cualquier producto lanzado al mercado, en el lugar de la causa del sujeto
del deseo.

En la “Proposición del 9 de octubre 1967”9, Lacan pronosticó la extensión de


la segregación en la civilización, en la que el Edipo, el padre y el ideal caerán.
De este modo nos anticipó la crisis, la desintegración de la familia tradicional,
así como el ascenso al omnividente tecno-mercado de las modalidades de
goce.

Soledad común y vacío

9
Lacan, J (1967) “Proposición del 9 de Octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”, en Otros
escritos, Paidós, Bs. As, 1 edición, 2012.

4
Lacan en el Seminario 2010, hace referencia a la soledad del sujeto en
su constitución vacía. “El sujeto del verbo (Je) no es un ser, es un supuesto a
lo que habla. Lo que habla, sólo tiene que ver con la soledad…Ella, la soledad,
en ruptura del saber, no sólo puede escribirse, sino que además es lo que se
escribe por excelencia, pues es lo que de una ruptura del ser deja huella”.
Establece allí la imposibilidad lógica de la relación sexual y expresa que lo
único que se escribe es la soledad. Entendida como soledad diferente a la
soledad sociológica. Esta soledad lacaniana, alude a la constitución vacía del
sujeto, constituido por un vació sin sustancia, que podemos denominar Común,
sin posibilidad de ser representado en su totalidad.

¿Se tratará entonces de que se emplace a los sujetos y vínculos


sociales, para evitar un autismo e individualismo generalizado, sin por ello caer
en una totalidad homogeneizante y que a su vez permita una transformación?
Cómo operar con las demandas actuales en la clínica, productos de una
subjetividad alienada al discurso capitalista que sustrae al sujeto a la
capacidad de pensamiento crítico y de transformación de sus vidas.

Al decir de Jorge Alemán en su libro “Soledad: Común”11, el término


“Soledad” procede de la enseñanza de Lacan “El sujeto Lacaniano surge como
un vació sin sustancia y sin posibilidad de ser representado en su totalidad por
los significantes que lo instituyen”. Es decir que se trata de un sujeto marcado
de entrada por el lenguaje, habitado por una opacidad y que no es idéntico a sí
mismo.

Este lugar vacío será colmado o no con significantes que lo representan


o lo identifican, quedando fijado a ideales o mandatos, según distintas
operaciones. Por otra parte este sujeto vacío en su esencia, es invitado a
colmar o completar la hiancia a través de diversas estrategias fanstasmáticas.
Es por eso que es impensable concebir al Sujeto lacaniano sin una relación al
Otro. En efecto, en la enseñanza de Lacan, el Otro, el orden simbólico, precede
al sujeto. El sujeto adviene al mundo bañando por el lenguaje, nace en el lugar
del Otro.

10
Lacan, J (1972) El Seminario, Libro 20, “Aún”, Barcelona, Ed, Paidós, 1981, pp. 145.
11
Alemán, Jorge: “Soledad: Común. Políticas en Lacan”, 1ᵃ ed. Buenos Aires, Capital intelectual, 2016.

5
Por otra parte, a la altura del Seminario 20 12 conceptualiza a lalengua
como huellas que marcan al cuerpo, marcas de goce. Nos habla del sujeto en
su radical soledad del sinthome. El sinthome entendido como respuesta lógica
del ser hablante a la imposibilidad lógica de escribir la relación sexual , allí
donde no hay inscripción de la relación sexual, queda como solución el re-
inventarse otra manera de leer e interpretar el “para todos” que sostiene a la
civilización actual. Entonces si el punto de partida no es el “para todos” que
marcha hacia un punto ideal, sin fracturas ni antagonismos ¿Dónde ubicamos
la diferencia? En el Común, dirá Jorge Alemán “…el Común como el
verdadero término donde la Diferencia Absoluta puede jugar su partida.”

El término Común desde este sesgo, surge del “no hay”: No hay relación
sexual, no hay Metalenguaje, no hay Otro del Otro. Estos tres “no hay” que
hacen obstáculo a que el Común sea idéntico a un “todo” son el “imposible”. Se
trata de un Común sinthomático y abierto a la contingencia que intentan realizar
alguna respuesta. Por otra parte, estos tres “no hay” señalan que una
determinada civilización, la capitalista, se sostiene no solo por una opresión
violenta y exterior sino por la complicidad del sujeto en su respuesta
fantasmática e ideológica a esos “no hay”. La vida social está determinada por
la respuesta fantasmática a estos tres “no hay”.

Se trata entonces desde la orientación de Lacan de entender el Común


sin fundamentos identitarios, diferente a las propiedades universales del
capitalismo. Es el Común de aquello que se puede hacer con el vacío de lo que
“no hay”

En efecto. Cómo incidir en las intervenciones, para no hacer un elogio en


los análisis de la equivocidad cuando hacemos uso de la interpretación. Es
decir qué lugar darle en cada análisis a situaciones que nos confronta en tanto
analistas propias de las políticas neoliberales, tales como: la segregación,
desocupación, migración, precarización laboral, etc. Cómo responsabilizar a
cada sujeto de la alienación que lo lleva a quedar embrollado en políticas que
anulan la posibilidad de la pregunta ética, que autoriza a una vacilación del
sujeto., quedando de este modo atropellado en una hiperconectividad, que pide

12
Lacan, J, Seminario, Libro 20 “Aún”. Barcelona, Ed. Paidós, 1981, pp 145.

6
cada vez más. En donde el sujeto se transforma en consumidor-consumido,
comandado por el algoritmo, que funciona de forma automática, a alta
velocidad. Por otro lado como operar para permitir que emerja un sujeto que se
interrogue por su padecer y qué no encuentra en las diversas ofertas de
consumo una solución efímera, porque lo que sí es cierto, es que el
neoliberalismo la ofrece.

En el discurso del amo, había imposibilidad para que el sujeto recupere


goce, es decir existía la posibilidad de la articulación y diferencias, operaba
como punto de anclaje. Hoy ese discurso esta socavado

En cambio en una estructura hiper-conectada, no hay relación de


alienación-separación. Predomina un problema de aceleración-conectividad, en
donde no interviene la castración.

Es decir que la sociedad posmoderna invita al sujeto a gozar, de todos


los modos posibles, concierne a este mandato un nuevo ideal, propone un
sujeto obligado a responder a una demanda, diferente al ideal del nombre del
padre.

Ahora bien. Podemos inferir que una cosa es la Soledad estructural que
encuentra su antecedente en la obra de Lacan, como lo cite anteriormente y
otra muy diferente es la soledad en su vertiente de indignidad para el sujeto; el
goce autoerótico, el delirio yoico, la obscenidad de la autoestima, etc. Esta
soledad alcanza su cénit social cuando queda tomada en el discurso
capitalista, permitiendo diferenciar el concepto de Soledad del sujeto de las
soledades sociológicas.

Vinculo social: concepto de Líder en Freud y Laclau

En “Psicología de las masas y análisis del yo”13 pondrá el acento en el


afecto como preponderante en la constitución de la masa y su conductor. Allí
dirá que una masa es “una multitud de individuos que han puesto un objeto,
13
Freud, S, Ibídem, (1921).

7
uno y el mismo, en el lugar de su ideal del yo, a consecuencia de lo cual se han
identificado entre sí en su yo”. Es decir que en la masa se establecen lazos
afectivos: entre los yoes por identificación y entre los ideales del yo por
enamoramiento al conductor.

En efecto, a partir de este desarrollo, cómo se concibe la figura de


pueblo. Los desarrollos de Freud y Lacan, nos permiten pensar un concepto de
sujeto acéfalo, a contrapelo del sujeto-histórico. El sujeto acéfalo
conceptualizado como aquello que irrumpe, como lo nuevo. En la teoría de
Laclau podemos ubicar el concepto de populismo, como algo del orden de la
contingencia. En su libro “La Razón Populista”14 va a definir al pueblo como
“una estructura con más allá”. Esto quiere decir que la trascendencia no está
ubicada en el lugar del líder, está ubicada en un más allá. El autor le da a la
dimensión del pueblo el concepto de sujeto acéfalo, sostiene que el pueblo se
ancla en una trascendencia que es vacía, a la que denomina heterogeneidad
social.

Los desarrollos del psicoanálisis específicamente en el artículo citado


“Psicología de las masas y análisis del yo”, permiten concebir otra posición
respecto del desarrollo teórico de Laclau sobre populismo que se centran es las
características “psicológicas” del líder, catalogándolo de demagogo o
manipulador. Los líderes operarían mediante la sugestión sobre la masa, y los
individuos perderían sus atributos. Esta figura de líder se corresponde a la
figura de carácter despótico y feroz en la que se ubica, ya no del lado del líder,
que ocupa el lugar de ideal de yo para el sujeto, haciendo que los individuos se
identifiquen entre sí por el mismo ideal. El ideal en este punto les permite hacer
lazo social. En cambio la posición del líder despótico se alinea al “padre de la
horda”, alejándose del ideal. Estos tipos de líderes ocupan el lugar de superyó
como lo podemos ver representado en las formas totalitarias de Franco o Hitler.
Son modalidades de nacionalismo que a menudo se las mal llama populismos
de derecha.

Sirviéndonos de la enseñanza de Jacques Lacan podemos ubicar otra


forma posible de liderazgo: una modalidad en la que el líder no se posiciona, ni

14
Laclau, Ernesto, “La razón populista”, FCE, Bs. As, 2005.

8
como ideal, ni como superyó, ni como nombre, sino como objeto causa de
deseo. Objeto causa de deseo que impulsa a expresar activamente la posición
de los ciudadanos a participar en la vida cívica, a una posición decidida
respecto de la condición ciudadana, que se ve amenazada por las nuevas
subjetividades que crea el neoliberalismo y el modelo ideal de sujeto que
propone: sin historia y memoria.

La acción del analista en la época actual

Es en el texto de “Función y Campo de la palabra y del lenguaje en


psicoanálisis” 15 en donde Lacan nos recuerda: “mejor que renuncie quien no
pueda reunir a su horizonte la subjetividad de su época. Pues ¿Cómo podría
hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese nada de la
dialéctica que lo lanza en esas vidas en un movimiento simbólico? Que
conozca bien la espiral a la que su época lo arrastra en la obra de la
continuada de babel, y que sepa su función de intérprete en la discordia de los
lenguajes”.

Esta referencia nos convoca a pensar: La acción del analista. En esta


época ¿Cómo sostener la práctica psicoanalítica? El psicoanalista se ve
llamado a poner en juego su capacidad inventiva y creativa, en el marco de una
sociedad y una época que cambia abruptamente, donde las tecnologías y el
mercado con sus ofertas seductoras se constituyen en nuevos amos, tomando
el comando del discurso, quedando reducido el espacio de subjetividad,
amenazando al discurso psicoanalítico.

Las nuevas formas de síntoma, la multiplicidad de ofertas terapéuticas,


con las exigencias de medición y de evaluación de los resultados de
tratamiento. El imperativo de lo breve como condición de la época requiere de
respuestas inmediatas. ¿Qué política de psicoanálisis implementar, para no
quedar fuera del discurso contemporáneo y a su vez no perder los principios
éticos del discurso analítico?

15
Lacan, J (1953), “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, en Escritos, Tomo I,
Siglo XXI, Bs. As., 1985.

9
La lógica del sistema capitalista impone una voracidad, una producción
sin límites y un empuje a gozar ilimitado. En la actualidad lo que viene al lugar
del ando en este discurso son los objetos. Se nos presenta un sujeto
consumidor-consumido. Este discurso funciona en una circularidad bajo el
paradigma “todo es posible”.

En el discurso capitalista se elimina la imposibilidad, se forcluye la no


relación sexual. De ahí que este discurso envié el sujeto a la soledad con los
diversos objetos de consumo.

Este nuevo sujeto que emerge, es un sujeto sin reparos, sin lazo al Otro,
no está identificado y tampoco es un sujeto histérico dirigido a Otro. Cómo
hacer para que un sujeto sin brújula se instale en un S1. Ya que las
manifestaciones clínicas del poder del objeto frente al declinar de lo simbólico
son diversas:

1) Nos encontramos con la adicción como síntoma de la época. Es decir


la fijación a un goce estandarizado por el mercado en sus diversas
modalidades. Esto va más allá de la clínica clásica., se trata de un
goce sin límites en relación a un objeto preciso que puede ser
cualquiera (sustancias, pornografía, viajes, redes sociales, etc)
En este sentido observamos como en el discurso capitalista cualquier
producto lanzado al mercado va al lugar de la causa del sujeto del
deseo.

En el artículo “Síntoma y Cometa”16J. A. Miller ilustra de un modo radical


como el deseo por lo nuevo que promueve la hipermodernidad se articula con
el Superyó en su fase más cruel, en tanto ley insensata, que ordena al sujeto a
gozar y que se convierte en la nueva forma sintomática del malestar en la
cultura. El sujeto se vuelve absoleto y descartable.

2) La angustia y los ataques de pánico: nos confrontan con la clínica del


pasaje al acto en la que el sujeto saltea el tiempo de comprender,
hay un rechazo al saber.

16
J. A. Miller en la nota “Síntoma y Cometa”. En Biblioteca EOL.

10
3) La depresión y los denominados síntomas del cuerpo por parte de la
medicina, como son los llamados trastornos de la alimentación
(anorexia y bulimia) o el dolor generalizado en el cuerpo como la
fibromialgía, modalidades de padecimiento que no incluyen un
interrogante subjetivo, sino una demanda en la que el sujeto no se
implica.

4) El campo de la clínica de la psicosis ordinaria, que requiere de una


clínica con su finura y detalle.

5) La clínica de la precariedad social y subjetiva: representada en la


desocupación, violencia social, crímenes. Como modalidad de
satisfacción pulsional que carece de tramitación en lo simbólico. En
“Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”17 Lacan enuncia: “El
Edipo (…) no podría conservar indefinidamente el estrellato en unas
formas de sociedad donde se pierda cada vez más el sentido a la
tragedia”.

Recapitulando: ¿Qué lleva a los sujetos a elegir propuestas neoliberales,


que lo dejan embrollado del lado de la pulsión de muerte, perdiendo todo
tipo de amarras? En algunos casos la propia vida, cuando vemos que
algunos inmigrantes cruzan los océanos en busca de trabajo y libertad.
¿Qué lleva a los sujetos a esta elección? La frescura de Lacan en
diferentes pasajes de su obra nos alerta de lo trágico allí donde no
gobierna la soberanía del padre sin una clara referencia al entramado
edípico.

Ahora bien. Cómo hacer entonces cuando las condiciones de la


práctica requieren de intervenciones breves. ¿Dejamos que de eso se
ocupen las TCC?

Desde Freud en adelante, los analistas han planteado la dificultad


para fijar por anticipado la duración del tratamiento. En “Iniciación del

17
Lacan, J: “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”, en Escritos I, Siglo XXI, México 1976, pp. 332.

11
tratamiento”18 refiere: “Una vez iniciado, sigue su propio camino, y no
admite que se le prescriban ni su dirección ni la secuencia de los puntos
que acometerá” Y que la pregunta por la duración del tratamiento “es de
respuesta casi imposible “porque hace falta” “conocer el paso.”

Lacan insistió en que “la fijación anticipada de un término, primera


forma de intervención activa… dejará siempre al sujeto en la
enajenación de su verdad…”19

Las psicoterapias breves surgieron hace varios años intentando


resolver este problema, por la vía de diferenciar el psicoanálisis de las
psicoterapias psicoanalíticas de objetivos limitados. Esta distinción
implicó un desvió del psicoanálisis reforzando el Yo, sin manejo de la
transferencia ¿Entonces, si el tiempo es breve, no puede hablarse de
psicoanálisis?

En una cultura afectada por los avances del neoliberalismo, el


lazo social es consecuencia de ello. Una de las respuestas posibles
puede ser reinventar el psicoanálisis más allá de las políticas de Escuela
que lo atraviesen, sin que por ello pierda su horizonte. Sabemos por
nuestro quehacer y en tanto analizantes que el encuentro con un
analista hace bien si el objeto psicoanalista es versátil y sabe tomar
para cualquier sujeto el lugar desde el cual poder actuar. Es una práctica
de lo singular, que debería dar lugar a la contingencia para que si es
posible emerja el síntoma.

Consideraciones finales

Quiero concluir con el siguiente interrogante: ¿Por qué los sujetos eligen
una de las formas más obscenas del superyó, quedando expuestos a una
servidumbre voluntaria?¿Qué lleva a los sujetos a alienarse en dicha posición

18
Freud, S ( 1913), en “Sobre la iniciación del tratamiento (nuevos conceptos sobre la técnica del
psicoanálisis I), en Obras completas, vol. XXII, Amorrortu, Bs. As., 1989, pp. 145.
19
Lacan, J: Ibídem, “Función y campo de la palabra…”.

12
en lugar de elegir una posición alineada a la libertad del deseo que les permita
la emancipación del embrollo que le propone la pulsión de muerte?

Al decir de Laclau y Mouffe20 “Lo social es articulación en la medida en


que lo social no tiene esencia –es decir, en la medida en que la “sociedad” es
imposible”. Vale decir no es posible que un orden se constituya de manera
plena como una totalidad coherente unificada. No existe la posibilidad de un
orden cerrado, sino la de un orden hegemónicamente instituido. Toda relación
hegemónica articula diferencias a partir de que un elemento o significante vació
que se impone como representación de la totalidad y otorga cierta
configuración que toma la modalidad de sutura. En tanto el concepto de Sutura
supone la producción del sujeto sobre la base de la cadena de sus discursos;
es decir, de la no correspondencia entre el sujeto y lo simbólico, que impide el
cierre de este último como presencia plena.

Sabemos que no hay sujeto sin pasar por el Otro. La constitución de los
discursos supone la conexión entre un S1 y S2, de este modo se estructura el
inconsciente. Los discursos son un modo de invención de lazo social, en tanto
imposible.

Ahora bien, en esta conexión con el Otro entra a jugar la pulsión. Es


pasando por el Otro que se reencuentran los objetos que la satisfacen.
Entonces esta época marcada por la prisa hace que los sujetos salteen esta
operación lógica de alienación-separación, quedando del lado de la pulsión de
muerte como vemos por ejemplo con algunas elecciones presidenciales en
Latinoamérica: donde el pobre, el segregado, el excluido elige aquello que va
contra su dignidad, desconociendo sus propios límites y a su vez coloca en el
objeto externo, y en sus pares el odio.

Freud en “El Malestar en la Cultura” considera que el hombre anhela


para sí el poder, el éxito y la riqueza. Lo quiere para sí, y lo admiran en otros.

¿Será que esta insistencia pulsional lleva a los sujetos a ser artífices de
su propia barbarie? Vemos como en Argentina, Brasil, las capas bajas y

20
Laclau, Ernesto y Mouffe, Chantal, (1985), “Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una
radicalización de la democracia”, FCE, Bs. As., 2006.

13
medias bajas eligen gobiernos de corte neoliberal. Será que se identifican a
ellos ilusionados en un rápido ascenso social como nos adelanto Freud.

Se hace imprescindible, como lo señala Jorge Alemán en su libro


“Soledad: Común” volver a instituir los “significantes amos”, que si bien se
conservan, se alejan cada vez más del orden simbólico e histórico, y son
promovidos del lado de la Técnica y el Capital.

La época del Otro que no existe, merece ser matizada. Necesita para
ello ser restablecida la figura del padre, la autoridad, el orden simbólico.
Leemos sus efectos en las nuevas formas de vínculos sociales que han
ingresado en un proceso de licuefacción, perdiendo las reglas sociales su
brújula y su consistencia. Esta descripción puede incluir muchos aspectos, la
marcada presencia del goce autoerótico del objeto técnico, el declive del aura
de las instituciones y las diferentes prácticas de goce como nuevas marcas de
identidad y agrupamiento, en suma, este declive ya nos fue anticipado por
Marx en su Manifiesto cuando nos dice: “todo lo sólido se desvanece en el aire
y lo sagrado es profanado.”

Referencias bibliográficas

Alemán Jorge: “Soledad:Común”. Políticas en Lacan”, intelectual, 1ᵃ ed,


Buenos Aires, Capital Intelectual, 2016.

Biglieri Paula y Gloria Perelló: “Los usos del psicoanálisis en la teoría de la


hegemonía de Ernesto Laclau”, -1ᵃ ed- Buenos Aires: Grama ediciones, 2012.

Freud, S, (1921), “Psicología de las masas y análisis del yo”, en Obras


completas, Vol XVIII, Amorrortu, Bs. As, 1998.

Freud, S, (1927-1931), “El malestar en la cultura”, en Obras completas, Vol


XXI, Vol XXI, Amorrortu, Bs, As, 1998.

14
Freud, S (1913), “Sobre la iniciación al tratamiento”, en Obras completas, Vol
XXI, Amorrortu, Bs, As, 1989.

Lacan, J. “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”


Escritos I, Siglo XXI, ed, México, 1976.

Lacan, J. “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”, en Escritos I, Siglo XXI,
editorial, México.1976.

Lacan, J. (1972) “Du discour psychanalytique”, Conferencia en la Universidad


de Milán el 12 de Mayo de 1972, versión de Ecole Lacannienne de
Psychanalyse traducida por Olga Mabel Máter.

Lacan, J. (1972) El Seminario, Libro 20, “Aún”. Barcelona, Ed. Paidós, 1981.

Lacan, J. (1974) “La tercera”, en Intervenciones y Textos, 2. Buenos Aires, Ed.


Manantial, 1988.

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