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Unidad XII DEFECTOS DE LOS ACTOS JURIDICOS

Este documento describe los diferentes vicios de los actos jurídicos, incluyendo error, dolo y violencia. Explica que estos vicios pueden invalidar un acto jurídico si afectan la intención o libertad de quien presta el consentimiento. Describe las diferentes clasificaciones y requisitos legales para cada vicio.

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Unidad XII DEFECTOS DE LOS ACTOS JURIDICOS

Este documento describe los diferentes vicios de los actos jurídicos, incluyendo error, dolo y violencia. Explica que estos vicios pueden invalidar un acto jurídico si afectan la intención o libertad de quien presta el consentimiento. Describe las diferentes clasificaciones y requisitos legales para cada vicio.

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Unidad XII

Defectos de los Actos Jurídicos


Vicios de los actos jurídicos
Se denominan vicios de los actos jurídicos a ciertos defectos
congénitos de ellos, susceptibles de producir la invalidez de los
actos que los padecen.
Estos vicios pueden ser substanciales o formales. Habrá un vicio
substancial cuando los autores del acto no los hubieren celebrado
con discernimiento intención o libertad, se conocen también como
vicios de la voluntad. Mientras que, habrá un vicio formal cuando
los celebrantes del acto no hubieren observado las formalidades
establecidas por la ley para realizarlo. A estos se los conoce
como “vicios de los actos jurídicos”.
Vicios de la Voluntad
El consentimiento se presume válido en tanto el que lo prestó no
demuestre que ha estado viciado por error, dolo o violencia. Pero
si concurre alguno de estos vicios, el acto es anulable, porque
ellos suponen la falta de un elemento esencial de la voluntad: en
los dos primeros falta la intención; en el último la libertad.
Error.
El error es el falso conocimiento o la falsa representación que se
tiene de la realidad de las cosas. Puede recaer sobre algún
elemento de hecho, contenido o presupuesto del acto o bien sobre
el alcance, la existencia o la vigencia de las normas jurídicas.
Clasificación
El error puede ser de hecho o de derecho: Sí se trata de un error
sobre un elemento de hecho, contenido o presupuesto del acto, será
un error de hecho. En cambio, si el error versa sobre el alcance,
la existencia y la vigencia de las normas jurídicas será de un
error de derecho.
Además, el error de hecho, puede ser esencial o accidental. El
primero es el que se refiere al elemento del acto que se ha tenido
en mira al tiempo de su celebración. Si, en cambio recae en
circunstancias accesorias o intrascendentes es inhábil para
producir la invalidez del negocio (error accidental).
Es decir, que el error, para que produzca la nulidad debe ser
esencial.
Error esencial
El art. 267 establece que los casos de error esencial son:
a) El que recae sobre la naturaleza del acto. (ej. Yo me
propongo venderte una casa y tú entiendes recibirla en
donación o alquiler)
b) El que recae sobre un bien diverso que el que se pretendió
designar. (ej. Yo entiendo venderte la casa de Buenos Aires y
tu aceptas comprar la casa de Córdoba)
c) El que recae sobre la especie del acto.
d) El que recae sobre las cualidades sustanciales de la cosa.
(Para juzgar si la cualidad ha sido o no sustancial, el juez
no debe aplicar un criterio subjetivo, poniéndose en el lugar
de la persona misma que contrató, sino que debe apreciar su
importancia de acuerdo con las circunstancias y la práctica
de los negocios.
e) El que recae sobre la persona del contratante. (ej. Si
encargo un retrato, la persona del pintor tiene una
importancia fundamental).
El error se reconoce cuando el destinatario de la declaración lo
pudo conocer según la naturaleza del acto, las circunstancias de
persona, tiempo y lugar. Es decir, el error es reconocible cuando
en relación a la naturaleza y circunstancias del negocio jurídico,
el destinatario, usando la normal diligencia, hubiera podido darse
cuenta de él, aunque, de hecho, no se haya percatado; y tanto más
si se hubiera demostrado que de hecho conocía efectivamente el
error del declarante. El ordenamiento no hace referencia a la
situación concreta del destinatario, sino a la diligencia en
abstracto que se debería haber adoptado según un criterio de
normalidad. El reconocimiento del error no se presume y corre a
cargo de quien invoca la nulidad del negocio la prueba del mismo.
(art. 266)
Error de Derecho
Art. 8 “La ignorancia de las leyes no sirve de excusa para su
cumplimiento, si la excepción no está autorizada por el
ordenamiento jurídico”.
El error de derecho no es un vicio de los actos jurídicos; nadie
puede ampararse en él para eludir las responsabilidades legales o
convencionales emergentes de sus actos.

 Las leyes, una vez aplicadas, se reputan conocidas; por lo


tanto, nadie puede pretender que las ignora.
 La seguridad jurídica está interesada en que las leyes no
puedan ser burladas so pretexto de ignorancia o error de
derecho
 Si una persona, por ignorancia o error de derecho, se
encuentra en conflicto con otras que nada tienen que
reprocharse y que han procedido en sus negocios con el debido
cuidado, es justo inclinarse por éstas y no por aquélla.
Dolo
Art. 271 “acción dolosa es toda aserción de lo falso o
disimulación de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o
maquinación que se emplee para la celebración del acto. La omisión
dolosa causa los mismos efectos que la acción dolosa, cuando el
acto no se habría realizado sin la reticencia u ocultación”.
Acepciones de la palabra

 Designa la intención de cometer un daño; es el elemento


característico del delito civil y permite distinguirlo del
cuasi delito. Es el hecho dañoso con intencionalidad
 Designa los actos del deudor por los cuales éste trata de
hacer imposible el cumplimiento de una obligación
anteriormente contraída. (art. 838 y 1743 2° parte)
 Es un vicio de los actos jurídicos. Es una maniobra engañosa
con la cual se saca provecho en el acto jurídico.
El dolo como vicio de la voluntad
El dolo supone siempre un engaño: inducir deliberadamente en error
a una persona con el propósito de hacerla celebrar un acto
jurídico. También hay dolo cuando la omisión causa los mismos
efectos que la acción dolosa, cuando el acto no se habría
celebrado sin la reticencia u ocultación de la realidad.
Por lo general, el dolo consiste en un acto positivo. Pero también
vicia la voluntad, cuando se calla la verdad, cuando se sabe que
la otra parte está equivocada respecto de un elemento esencial del
contrato, que es determinante de su consentimiento. (art. 271 2°
parte. Dolo por omisión)
Requisitos
Para dar lugar a la anulación del acto jurídico, el dolo debe ser:

 Grave. El ardid, astucia o maquinación deben ser idóneos para


provocar el daño, porque éste es de la esencia del dolo. No
hay dolo cuando el artificio o engaño no supera el nivel de
astucia o picardía que son usuales en una sociedad y en la
práctica común del tráfico.
 Determinante de la voluntad. Debe estar encaminado a lograr
que otro realice un determinado acto jurídico. EL ardid debe
afectar el proceso deliberativo interno de la persona y
viciar la intención, porque de no haber sido por la maniobra
que le presentó un estado de las cosas, falso o irreal, no lo
hubiera llevado a cabo
 Debe ocasionar un daño importante. El daño debe ser
patrimonial o moral. En ambos casos, la importancia del
perjuicio debe ser ponderada tomando en consideración la
trascendencia o entidad del negocio afectado, con
prescindencia del monto económico comprendido
 Que no haya sido “recíproco”. En palabras de Borda, “quien
juega sucio, no tiene derecho a exigir un juego limpio”. Si
las partes se han engañado mutuamente la ley se desinteresa
de ellas.
Clasificación (Especies)
Dolo principal o incidental: La diferencia entre ambos radica en
que el primero es el engaño que constituye la causa determinante
del acto, en tanto que el dolo incidental, es el engaño que si
bien ha logrado que la víctima lleve a cabo el acto jurídico en
condiciones desventajosas, no ha sido la causa determinante o
fundamental para realizar el negocio jurídico.
Dolo bueno y dolo malo: El primero, es el engaño moralmente no
censurable: afirmaciones inexactas, astucia comercial, exagerar el
valor o las cualidades de una mercadería. En el sistema del Código
la astucia comercial es legítima en tanto no viole la buena fe,
que es un estándar de sociabilidad del ejercicio de sus derechos;
con excepción de las relaciones de consumo, donde la astucia no es
admisible y se invierte la carga, se debe informar siempre.
Dolo directo o indirecto: El dolo directo es el cometido por
alguna de las partes del acto o por un representante suyo. El
indirecto proviene de un tercero, cómplice de alguna de las
partes.
Dolo positivo y negativo: El primero se presenta cuando el sujeto
emplea una acción como maniobra engañosa y el segundo cuando la
maniobra consiste en una omisión.
Dolo incidental
Es aquel que no fue determinante del consentimiento prestado por
la víctima. No afecta la validez del acto, ni da derecho, por
consiguiente, a reclamar su anulación; pero el que lo ha cometido
debe indemnizar por daños y perjuicios derivados de él. (art. 273)
Dolo de un tercero
El dolo proveniente de un tercero da lugar a la anulación del
acto, lo mismo que si emanara de las partes. (art. 274).
Fuerza e intimidación (Violencia)
Es cuando el consentimiento ha sido arrancado bajo presión de
violencias físicas o morales. Se denomina violencia a la coerción
grave, irresistible e injusta ejercida sobre una persona para
determinarla contra su voluntad, a la realización de un acto
jurídico.
Asume dos formas: la violencia física o moral. La primera, también
llamada “fuerza”, tiene lugar cuando la voluntad se manifiesta
bajo el imperio de una presión física irresistible. La segunda,
“intimidación”, consiste en la amenaza de un sufrimiento futuro,
aunque inminente.
Aun así, se debe aclarar, que no toda presión o violencia hecha
por uno de los contratantes sobre el otro, autoriza a pedir la
anulación del acto.
Requisitos
En cuanto a la fuerza física
 Para que constituya un vicio de la voluntad, tiene que ser
irresistible. Esto es que la víctima se encuentre
coaccionada, compelida a realizar el acto del cual resulta
imposible sustraerse.
 El sometimiento debe haber impedido al damnificado acudir al
auxilio de la autoridad pública.
 Es necesario que la fuerza sea la causa determinante del
acto, es decir, que el negocio no se hubiera realizado de no
haber existido dicha acción.
En cuanto a la intimidación
 Tienen que ser injustas amenazas. Esto es, se debe tratar de
una acción psicológica sobre una de las partes del acto
jurídico, inspirándole temor de infligirle o de sufrir un mal
inminente y grave si realiza o no realiza (según el caso), un
acto determinado.
Las amenazas deben haberse exteriorizado en forma expresa o
tácita. Siempre que del comportamiento del sujeto activo
puedan inferirse con certidumbre. Además, las amenazas deben
ser concretas y de posible cumplimiento. Si fueran
irrealizables carecerían de entidad para afectar la libertad
del sujeto.
No hay intimidación cuando se realizan advertencias a la otra
parte en las que se lo pone en conocimiento de que se llevarán
a cabo acciones legales para restablecer los derechos de quien
las profiere.
 La amenaza debe importar el temor de sufrir un mal inminente y
grave. Que sea inminente significa que la ocurrencia del daño
tendrá lugar en un lapso breve, sin necesidad de que sea
inmediato, sino que basta con que sea más o menos próximo de
manera que no pueda evitarse ni se pueda lograr en ese tiempo
el auxilio de la autoridad pública.
La gravedad se relaciona con la idoneidad de la amenaza para
infundir racionalmente temor fundado y sufrir un mal. Es
decir, la magnitud del mal debe juzgarse en función de las
circunstancias personales del agente.
Las amenazas pueden recaer sobre la persona de la parte
contratante o sobre sus bienes. También causan la nulidad del acto
aquellas que recaen sobre la persona o los bienes de terceros,
siempre que hayan influido de tal forma en la voluntad de la
persona que la hubieren determinado a actuar coaccionada al
momento de celebrar el acto.
Es decir, ya sea contra la persona de la víctima o dirigida a un
tercero, tiene que ser grave y poseer suficiente entidad para
viciar la libertad del sujeto pasivo; de modo que el acto que
realice, en consecuencia, deba reputarse involuntario.
Violencia ejercida por un tercero
La violencia ejercida por un tercero da lugar a la anulación del
acto, lo mismo que si emanara de la parte (art. 277). Si la
violencia ejercida por el tercero fuera conocida por la parte a
quien favorece, ambos son solidariamente responsables por los
daños y perjuicios sufridos por la víctima. (art. 942).
Estado de necesidad
Para anular los actos jurídicos, la contraparte, en conocimiento
del estado de necesidad, lo explota inmoralmente, extrayendo de él
beneficios excesivos, el derecho interviene en favor de la
víctima. Esta cuestión se vincula estrechamente con la idea de
lesión.
Lesión
Conforme con el Artículo 332 del C.C.C.N. la Lesión queda
configurada cuando una de las partes, explotando la necesidad,
debilidad psíquica o inexperiencia de la otra, obtuviere por medio
de un acto jurídico una ventaja patrimonial evidentemente
desproporcionada y sin justificación.
Una de las partes, valiéndose de su mayor experiencia o capacidad
intelectual o aprovechando las necesidades de la otra, logra
hacerle suscribir un contrato en el cual sus obligaciones son
considerablemente menos gravosas.
Antecedentes históricos.
El problema de la lesión comenzó a tratarse, en los últimos
tiempos del Imperio Romano, bajo la influencia de la Iglesia
Católica, la cual no podía tolerar la validez de los pactos que
chocaban con la idea de justicia y con el sentimiento de caridad y
moral cristianas. La “usura” fue condenada severamente en diversos
Codex Iuris Canonice y se sentó el principio de que las
convenciones, para ser lícitas, debían basarse en la equidad.
Con el surgimiento del liberalismo, este principio se vio afectado
ya que se instauró el respeto por el libre juego de las voluntades
individuales. “Lo que es libremente querido, es justo”. Con ello
se generaron diversas teorías respecto de que la lesión no debía
ser una causa de nulidad o rescisión de los contratos, ya que el
respeto de las convenciones era uno de los principios
fundamentales del orden jurídico.
En nuestro orden jurídico, Velez Sarfield, expresó su repudio a
esta institución en la nota del artículo 943 del Código derogado,
aunque no obligaba su aplicación por tratarse de una nota
solamente.
En el año 1953 la Cámara Civil de la Capital empezó a admitir
explícitamente la posibilidad de anular un acto o reducir las
prestaciones excesivas por causa de lesión, dando lugar a la
modificación del artículo 954 del Código Civil, con la Ley 17.711.
Lesión Objetiva
“que se haya obtenido del contrato una ventaja patrimonial
evidentemente desproporcionada y sin justificación”. Es tarea del
Juez la apreciación de esta condición, aunque los cálculos deberán
hacerse según los valores del tiempo del acto y la desproporción
deberá subsistir en el momento de la demanda (art. 332)
Lesión Subjetiva
“que medie un aprovechamiento de la necesidad, debilidad psíquica
o inexperiencia de la otra parte”. Lo sustancial es el
aprovechamiento de la situación de inferioridad en que se
encuentra la otra parte.
La lesión solamente puede aplicarse a los contratos onerosos. Solo
el lesionado y sus herederos tienen la acción, pero el perjudicado
con la lesión no podría invocarla para pretender la nulidad de un
acto que el tiempo y las circunstancias han convertido en
perjudicial para sus intereses.
La víctima de la lesión tiene dos acciones a su elección: la de
nulidad y la de reajuste del contrato para restablecer la equidad
de las contraprestaciones. Más aún, el demandado por nulidad puede
convertir el juicio en uno de reajuste, si lo ofreciera al
contestar la demanda (art. 332)
El plazo de prescripción de la acción es de dos años que se
cuentan “desde la fecha en que la obligación a cargo del lesionado
debía ser cumplida” (art. 2562 y 2563 inc. e)
Simulación
Se utiliza como procedimiento para ocultar ciertas actividades o
bien para evadir impuestos, para escapar al cumplimiento de
obligaciones legales. La simulación tiene lugar cuando se encubre
el carácter jurídico de un acto bajo la apariencia de otro, o
cuando el acto contiene cláusulas que no son sinceras, o fechas
que no son verdaderas, o cuando por él se constituyen o transmiten
derechos a personas interpuestas, que no son aquellas para quienes
en realidad se constituyen o transmiten (art. 333).
Caracteres

 Todo acto simulado supone una declaración de voluntad


ostensible y otra oculta, destinada a mantenerse reservada
entre las partes: es esta última la que expresa la verdadera
voluntad de ellas.
 El acto simulado tiene por objeto provocar un engaño
 Por lo general, la simulación se concierta de común acuerdo
entre las partes con el propósito de engañar a terceros
Clasificación
Simulación absoluta
Cuando se celebra un acto que no tiene nada de real; se trata de
una simple y completa ficción (art. 333)
Simulación relativa
Cuando el acto aparente esconde otro real distinto de aquél; el
acto aparente no es sino la máscara que oculta la realidad. La
simulación relativa puede recaer: 1) sobre la naturaleza del
contrato (una persona que desea favorecer a uno de los hijos); 2)
sobre el contenido del contrato (se simula el precio menor del que
en realidad se ha pagado o se simula la fecha, antedatando o post
datando el documento; 3) Sobre la persona de los contratantes (es
el caso del testaferro).
Simulación lícita
No es reprochada por la ley cuando a nadie perjudica ni tiene un
fin ilícito (tal es el caso en que el móvil de la ficción ha sido
una razón de discreción o inclusive de modestia o los negocios
fiduciarios).
Actos fiduciarios: es la transmisión de un derecho para un fin
económico que no exige tal transmisión. (en vez de dar un mandato
para el cobro de un cheque, se lo endosa, lo cual supone
transferir su propiedad
Simulación Ilícita
Es cuando perjudica a terceros o sí, por otros motivos, es
contraria a la ley, lo que ocurre con frecuencia (art. 334)
Acción simulada
Si la simulación es lícita, la acción entre las partes tendiente a
que se declare simulado el acto es procedente. En este punto, la
solución es clara. Algo más complejo es el problema cuando la
simulación es ilícita. Los que hubieren simulado un acto con el
fin de violar las leyes o perjudicar a un tercero, no pueden
ejercer acción alguna el uno contra otros, sobre la simulación.
Contradocumento
El contradocumento es la declaración de la voluntad formulada por
escrito por las partes, de carácter generalmente secreto, y
destinada a probar que el acto ha sido simulado. Por lo general,
se otorga al mismo tiempo que el acto aparente, aunque, en algunas
situaciones, puede haberse otorgado antes o después del acto. Lo
que importa es que el contradocumento exprese la verdadera
voluntad de las partes.
En principio la simulación entre las partes sólo puede probarse
por contradocumento, pero la exigencia no es inflexible. En
realidad, la existencia de ese requisito obedece más que nada a la
desconfianza de la prueba testimonial y la necesidad de que los
actos no puedan ser impugnados sobre bases más o menos endebles.
Art. 335 “Puede prescindirse de él, cuando la parte justifica las
razones por las cuales no existe o no puede ser presentado y
median circunstancias que hacen inequívoca la simulación”.
Casos en que no es exigido
a) Cuando existe principio de prueba por escrito. Este concepto
es muy amplio: debe entenderse por tal manifestación que
resulte de un testamento, una carta, un apunte un correo
electrónico (art. 318 y 319) aunque no esté firmado por la
parte; las manifestaciones hechas en expedientes judiciales;
la carta de quien actuó como agente o intermediario de la
operación, etc.
b) Cuando haya confesión judicial del demandado.
c) Si existe imposibilidad de procurarse el contradocumento
(caso típico de los analfabetos).
d) Si aquél se ha extraviado por caso fortuito o fuerza mayor,
como podría ser un incendio o un naufragio.
e) Si una de las partes ha cumplido con la prestación a que se
obligó según el acto real y la otra se niega a cumplir la
prestación recíproca.
f) Cuando la simulación ha sido en fraude a la ley
Acción de terceros
El art. 336 dispone que los terceros afectados en sus derechos o
intereses legítimos por el acto simulado pueden demandar su
nulidad. Para ello pueden demostrar la simulación por cualquier
medio de prueba.
Las presunciones generalmente admitidas como prueba de la
simulación, son:
 Debe existir, ante todo, una causa simulandi, es decir, una
razón o motivo que la explique.
 El vínculo de parentesco muy estrecho o la amistad íntima
entre las partes suele ser un indicio importante
 La imposibilidad económica del comprador para adquirir os
bienes que aparecen vendidos.
 También debe repararse en la naturaleza y cuantía de los
bienes que aparecen enajenados.
 La falta de ejecución material del contrato.
 Las circunstancias y el momento en que se realizó el acto.
 Los antecedentes de las partes.
 En la simulación por interposición de personas es muy
ilustrativo el modo de comportarse del prestanombre, que no
se conduce como verdadero adquiriente de los bienes.
Prescripción de la acción
EL plazo establecido en el art. 2563 es de dos años. En la acción
ejercida entre partes el plazo se cuenda desde que, requerida una
de ellas, se negó a dejar sin efecto el acto simulado; y, en la
simulación ejercida por terceros, desde que se conoció o pudo
conocer el vicio del acto jurídico.
Fraude.
Los acreedores -y particularmente los comunes o quirografarios-
tienen ligada su suerte al estado de fortuna del deudor. Cuando el
acto está encaminado a defraudarlos, la ley acude en su defensa.
La ley les reconoce la acción revocatoria o pauliana (así llamada
en homenaje al pretor Paulus, que la introdujo por primera vez),
la cual permite a los acreedores ejecutar el bien cuya propiedad
se había transferido.
El art. 338 establece que todo acreedor puede demandar la
declaración de inoponibilidad de los actos celebrados por su
deudor en fraude de sus derechos y de las renuncias al ejercicio
de derechos o facultades con los que hubiese podido mejorar o
evitado empeorar su estado de fortuna.
Acción Pauliana
En el art. 339 se establecen las condiciones generales para la
procedencia de la acción pauliana:
a) Es necesario que el crédito sea de causa anterior al acto
impugnado, salvo cuando el deudor actúa con la finalidad de
defraudar a futuros acreedores.
b) Que el deudor se encuentre en estado de insolvencia ya sea
porque el acto la causó o bien, porque la agravó. De lo
contrario, el actor no podrá alegar perjuicio, pues los
bienes de aquél alcanzarían para satisfacer el pago de sus
obligaciones.
c) Que aquél que contrató con el deudor a título oneroso haya
conocido o debido conocer que el acto causaba o agravaba la
insolvencia.
El conocimiento por parte del tercero del estado de insolvencia
del deudor hace presumir su complicidad (art. 340). Dicha
presunción, admite prueba en contrario.
Efectos de la acción pauliana
Inoponibilidad del acto
El acto realizado en fraude de acreedores debe dejarse sin efecto
en la medida del perjuicio que se les ha ocasionado. La revocación
no importa, en rigor una nulidad, simplemente, el acto impugnado
es inoponible a los acreedores.
La norma, al igual que lo dispuesto en materia de efectos de la
simulación con relación a terceros (art. 337) trae cuatro
supuestos:
1. Acreedor de buena fe. Ejecuta los bienes comprendidos en el
acto, el fraude no le es oponible.
2. Subadquirente a título gratuito o cómplice. En el supuesto
que el o los bienes fueran a su vez transferidos, la acción
de fraude contra el Subadquirente es procedente si adquirió a
título gratuito o si es cómplice en el fraude, cuestión que
es materia de hecho y prueba
3. Deber de indemnizar. Si existiera otra transferencia del o
los bienes, de la que resulta que el adquirente es de buena
fe y a título oneroso, todos los que participaron en el
fraude deben responder, en forma solidaria, por los daños y
perjuicios ocasionados al acreedor que no podrá ejecutar el
bien pues el fraude no le es oponible al último adquirente
por resultar inocente y ajeno al acto.
4. Subadquirente de buena fe y a título gratuito. En este caso,
el tercero no responde por los daños y perjuicios ocasionados
al acreedor. Su buena fe lo exime y sólo responde en la
medida de su enriquecimiento.

Diferencia entre Acción Pauliana y Simulación


1. La simulación se propone dejar al descubierto el acto
realmente querido y convenido por las partes y anular el
aparente; en cambio, la acción pauliana tiene por objeto
revocar un acto real.
2. Las transmisiones de bienes hechas por acto simulado quedan
sin efecto y aquéllos se reintegran al patrimonio del
enajenante. La acción pauliana se limita a remover los
obstáculos para el acreedor pueda cobrar su crédito haciendo
ejecución de esos bienes.
3. La acción de simulación favorece a todos los acreedores,
mientras que la pauliana sólo al que la entabla.
4. La acción de simulación puede ser intentada por las partes o
por los acreedores; la pauliana solo por estos últimos.
5. El que intenta la acción de simulación no tiene necesidad de
probar la insolvencia del deudor; tampoco se requiere que su
crédito sea de fecha anterior al acto impugnado; en la acción
pauliana ambos son requisitos.
6. Si el que ha recibido un bien o un derecho en virtud de un
título simulado lo transmite gratuitamente a un tercero de
buena fe, esta enajenación es válida y no es afectada por la
acción de nulidad; en cambio, la acción revocatoria es
procedente contra el Subadquirente de buena fe a título
gratuito.
Ambas acciones tienen un plazo de prescripción de dos años
(simulación y fraude)

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