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Universidad Nacional del Sur, Departamento de Humanidades, Historia de la Filosofía Antigua
Apunte de cátedra, fragmentos del libro:
Bermejo Barrera, José C., “Mito y filosofía”, en: Historia de la Filosofía Antigua.
Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía. 14, Carlos García Gual (compilador), Madrid,
Editorial Trotta, 1997, 21-43.
Todo buen manual de Historia de la Filosofía contiene un tópico en el que se describe una antigua
batalla, que como las de la Guerra de Troya, habría tenido lugar en Jonia, en la que se enfrentaron el mito
y la razón. El resultado de la misma, al igual que el de las Guerras Médicas, que también habrían
comenzado en Jonia, sería la liberación del yugo de la mitología, similar a la emancipación del despotismo
oriental que, por otra parte, habrían supuesto estas últimas guerras.
Esta batalla no sangrienta, aunque sí cruenta, supondría un primer paso en el proceso del
descubrimiento del hombre o de la razón… Y sería precisamente de este éxito del que derivaría la mayor
gloria y el triunfo de la Hélade, lugar privilegiado en el que habría tenido lugar el nacimiento de los mejores
logros de lo que luego vendrá a ser la civilización europea.
Pero quizás la Guerra de Troya no haya existido tal y como nos la ha narrado Homero, quizás las
Guerras Médicas no supusiesen un acontecimiento tan crucial, tal y como gustó imaginarlas Herodóto, y
quizás la civilización europea, además de poseer zonas de gran esplendor, también posea sus sombras, por
lo que será conveniente revisar estos planteamientos y dar una visión de la relación entre el mito y la
filosofía sin dejarnos cegar por el resplandor del milagro griego, y teniendo en cuenta que ni el mito ni la
filosofía han sido nunca patrimonio exclusivo de los griegos de la Antigüedad.
Podríamos comenzar por afirmar que el mito y la filosofía son ante todo dos formas de hablar…
Alguien definió la lengua como un hecho social por excelencia. Será precisamente esta dimensión social la
que nos interese destacar en el proceso comunicativo en el que se van a desarrollar tanto el mito como la
filosofía, ya que en ambos casos se trata de la posibilidad de producir un tipo específico de discurso, que
será socialmente aceptado y compartido por los miembros de unas determinadas comunidades… de lo que
se trata es de observar cómo los discursos se van configurando paulatinamente a lo largo del tiempo. Será
en esta perspectiva en la que nos situaremos, tratando de observar cómo la filosofía se ha ido dibujando a
partir del mito. Y ello deberemos observarlo en una doble dimensión, viendo por una parte cómo la figura
del filósofo se define a partir de la figura del poeta, y analizando qué cambios de contenido se van
perfilando desde el mito hacia la filosofía.
En ambos casos, nuestro centro de atención lo constituirá la Grecia Antigua, pero trataremos de
estudiar los hechos no desde una perspectiva helenocéntrica, sino teniendo en cuenta que los griegos son
un pueblo entre los demás pueblos de la Antigüedad y de la humanidad en general. La diferencia helénica
no radica en la propia naturaleza de los antiguos helenos, sino precisamente en el larguísimo proceso de
idealización del que han sido objeto ya en la propia Antigüedad, que continuó a lo largo de la historia de
Europa, y se acentuó de modo agudo a partir del siglo XVIII…
Aristóteles fue, entre otras muchas cosas, el primer historiador de la filosofía y, como es sabido,
también fue el primero en deformar la historiografía filosófica en germen, al hacer que todas las filosofías
anteriores a la de él apareciesen como una prefiguración de la suya propia. Esta peligrosa tendencia a
estudiar el pensamiento del otro tomando como única referencia el pensamiento propio ha venido a
instaurarse posteriormente como un modo de reflexión natural dentro del ámbito de la filosofía europea.
Partiendo de ella es de donde han derivado numerosas incomprensiones del pensamiento mítico…
Podríamos afirmar que toda la reflexión filosófica acerca del mito posee una característica en
común. El mito es concebido por una parte como el pensamiento ajeno, como el pensamiento del otro,
con el cual no nos es posible identificarnos, y no sólo eso sino como aquel pensamiento del que es preciso
liberarnos. El mito es la opresión, la filosofía es la libertad y el paso del primero a la segunda es una gran
hazaña, similar a los combates librados contra los persas en la llanura de Maratón.
Por esta razón, la reflexión occidental acerca del mito, que se extiende desde Platón hasta finales
del siglo XX, ha sido un constante esfuerzo de domesticación del mismo, de reducción del mito a algo
distinto de su naturaleza…
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La combinación del conocimiento de los pueblos de la Antigüedad, tal y como aparecen en las
obras de los autores clásicos ,con los conocimientos que iban proporcionando los pueblos indígenas de
América y África, comenzó a dar sus frutos cuando una serie de autores, como eI padre Laffitau o el
presidente Des Brosses, intentó mediante esta comparación alcanzar la comprensión de las primeras
etapas de la historia de la humanidad, abriendo paso así a todos los desarrollos evolucionistas que serán
característicos del siglo XIX.
Todos los pueblos de la tierra siguen más o menos el mismo camino en la historia, y por ello
podremos reconstruir el pasado de un determinado pueblo, por ejemplo, el griego, mediante el estudio
de otros pueblos primitivos que se hallen en el momento presente en el mismo estadio cultural que los
griegos de una determinada época.
El estudio de la historia —mítica y ritual básicamente— así concebido nos enseñará que la
humanidad ha pasado por tres fases, magia, religión y ciencia, que se han sucedido en el tiempo, pero
cada una de ellas deja survivals, supervivencias, en las épocas posteriores, que perviven como huellas
fósiles del pasado y que nos proporcionan una vía de acceso a él.
Georges Dumézil y Claude Lévi-Strauss, sus interpretaciones del mito, ¡unto con la de Freud, van
a definir el estudio de la mitología a lo largo del siglo XX… El mito, pues, aparece dotado de una lógica que
le es propia y que es diferente de la nuestra, que no es la única lógica posible. El mito es una especie
de filosofía indígena, y son las circunstancias históricas, y no sus virtudes internas, las que hacen que
predomine en un determinado momento.
Desde esta perspectiva, ¿qué significa el paso del mito a la filosofía? Por supuesto, no una
liberación, ya que el mito sigue estando presente en todos y cada uno de nosotros; tampoco
necesariamente un avance irreversible, puesto que la historia de Europa ha conocido numerosas fases
en las que la filosofía — que no siempre es una empresa de liberación— ha estado ausente o sometida
a las representaciones teológicas, de carácter más o menos mítico. Ese paso significa básicamente, una
opción social. La filosofía es un tipo de discurso, una forma de hablar, al igual que lo es el mito, que puede
gozar según los casos de una mayor o menor aceptación social… ambas formas de pensar no son
totalmente incompatibles, puesto que tratan de contestar básicamente a las mismas preguntas acerca
de la organización de la vida social, de la vida individual y del cosmos, sino a una coyuntura histórica muy
concreta.
Lo que ocurrió es que esa coyuntura histórica pasó posteriormente a estar consagrada como el mito
de fundación de una cultura que gusta definirse por su acceso privilegiado al saber racional, que es la
cultura occidental. La lucha de la filosofía contra el mito, y la luz contra las tinieblas, pasaría a ser así la
historia de la fundación de nuestra aldea y el timbre de gloria que estaría destinado a garantizar para
siempre nuestra superioridad. Así, curiosamente, el mito parece tomarse la revancha de su primitiva
derrota, ya que adquiriendo la forma del relato de la derrota del enemigo primigenio, serviría para fundar
un saber que pretende haberlo hecho desaparecer para siempre.