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Resúmenes Bloque II Cultura Grecolatina

Este documento describe la evolución de la imagen de Roma a través de la historia, desde la Antigüedad hasta la época moderna. Explica cómo la comprensión de Roma ha estado condicionada por los métodos y criterios de interpretación de la información disponible sobre la cultura romana a lo largo del tiempo. También resume los hitos principales en la transmisión de la cultura latina desde la Antigüedad Tardía hasta el Renacimiento.

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Resúmenes Bloque II Cultura Grecolatina

Este documento describe la evolución de la imagen de Roma a través de la historia, desde la Antigüedad hasta la época moderna. Explica cómo la comprensión de Roma ha estado condicionada por los métodos y criterios de interpretación de la información disponible sobre la cultura romana a lo largo del tiempo. También resume los hitos principales en la transmisión de la cultura latina desde la Antigüedad Tardía hasta el Renacimiento.

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BLOQUE II: CULTURA GRECOLATINA

Claudia Calandra Jiménez

Curso 2018/2019

TEMA 8.- ROMA: LAS BASES DE LA CIVILIZACIÓN


LATINA
NUESTRA IMAGEN DE ROMA: MÉTODOS Y CRITERIOS DE ACERCAMIENTO AL MUNDO
CLÁSICO LATINO

Nuestra comprensión del Mundo Antiguo está condicionada por circunstancias que han
influido históricamente en la imagen que se ha ido forjando de la Roma Clásica. Esta imagen
depende de la información que se ha conservado del legado clásico, pero también de los
métodos y criterios de interpretación y valoración de la información conservada. Esta manera
de mirar a Roma ha experimentado cambios a lo largo de la historia.

Respecto a los testimonios de la Antigüedad, hasta nosotros solo ha llegado una parte, a través
de restos arqueológicos e históricos y testimonios textuales, aunque siguen aflorando nuevos
testimonios.

Cuando volvemos nuestra atención hacia el Mundo Antiguo, por un lado, se impone el
reconocimiento de que Roma es pasado, pero de otro lado no es fácil sustraerse a la impresión
de que parte de los rasgos que caracterizan nuestra civilización son fruto de la existencia de
una tradición que se gestó en Roma.

LA TRANSMISIÓN DE LA CULTURA LATINA HASTA EL RENACIMIENTO

Algunos de los hitos principales de la imagen de Roma hasta el Renacimiento son:

 En el Mundo Antiguo se empezó a crear una imagen y una conciencia de su propia


identidad, que influyó en la evolución de aquella misma cultura, provocó la pérdida de
una parte de sus manifestaciones y condicionó la imagen transmitida.
 En la Antigüedad Tardía (desde fines del siglo II d.C. hasta fines del VI d.C.), las bases
de la civilización clásica seguían vigentes, si bien la transmisión de la cultura clásica se
vio mermada, por varias razones:
o La pérdida de fuentes textuales y arqueológicas, bien sea por razones externas
como la destrucción del patrimonio a raíz de la caída del imperio romano de
occidente, o por razones internas, como el cambio del soporte escriturario.
o La falta de una conciencia histórica del pasado. Paralelamente, el pueblo fue
perdiendo las costumbres antiguas.
o El cambio de mentalidad que supuso la implantación del cristianismo, que a
partir del siglo III d.C. conformó un nuevo modelo cultural basado en los textos
bíblicos y la doctrina de los padres de la iglesia, que fue integrando elementos
de la cultura clásica.
 Durante la Edad Media, la actividad intelectual se concentra en los centros monásticos.
Entre los siglos VI y VIII apenas se conservan textos clásicos.
Desde la Antigüedad Tardía se desarrolló una tendencia a la organización del saber en forma
de compendios, sobre la base del legado clásico. En época medieval se establece un programa
educativo ahornado por griegos y latinos, mediante la agrupación de las disciplinas en dos
bloques: el Trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el Quadrivium (la geometría, la
aritmética, la astronomía y la música). El acercamiento al Mundo Clásico en esta época se
aprecia en varias corrientes intelectuales:

a) La cultura de raigambre latina emergente en Irlanda e Inglaterra en los siglos VII y VIII,
donde se aprecia interés por los textos clásicos latinos, propagándose al continente
este nuevo impulso.
b) El renacimiento carolingio, que arranca entre finales del siglo VIII y comienzos del IX en
la corte de Carlo Magno. Perdura hasta el siglo X como un proyecto educativo. Entre
sus logros se encuentran la constitución de bibliotecas, la creación literaria y erudición,
la copia de clásicos y la adopción de la escritura minúscula carolina.
c) En el siglo XII se produjo el desplazamiento de la actividad intelectual de los
monasterios a las escuelas seculares y a las catedrales, favoreciéndose el acceso a la
lectura de un público más amplio e introduciendo en la educación a autores clásicos.
d) Durante los siglos XII y XIII alcanza su mayor desarrollo la escolástica, que promovió
una estrecha relación entre filosofía y teología, relegando a un papel secundario la
tradición clásica pagana.
LA COMPRENSIÓN DE ROMA DEL RENACIMIENTO AL MUNDO MODERNO

En el Renacimiento se produce un cambio de actitud en relación con el mundo clásico, gracias


al movimiento humanístico, que se desarrolla desde el siglo XIV hasta el siglo XVI, y que tiene
entre sus propósitos la recuperación de la tradición antigua. Se concibe la cultura grecolatina
como ideal clásico que impulsa la evolución cultural.

Así, se desencadena un proceso de búsqueda de autores y códices de obras antiguas y se


intenta imitar el latín de los clásicos. En Aristóteles y otros autores científicos se encuentran
fundamentos para el desarrollo de un empirismo epistemológico que va a impulsar la ciencia.
Este acercamiento al Mundo Clásico ha aportado elementos esenciales para el conocimiento
de Grecia y Roma que han seguido vigentes hasta nuestros días, como el afán de rescatar las
bases documentales e históricas de la Antigüedad.

Sin embargo, hubo dos concepciones de la historia de la cultura:

a) La visión involutiva, que adopta el modelo clásico como canon de referencia y que
atiende exclusivamente a la recuperación del patrimonio antiguo.
b) La visión evolutiva, que entiende la historia como un proceso de cambio en el cual es
posible una progresión cultural, pero que arranca del mundo clásico.
En los siglos XVII y XVIII, la concepción del Mundo Clásico como un paradigma de referencia
dejó paso a una actitud diferente, en la cual prevalecía el estudio positivo e historicista del
Mundo Antiguo.
El Romanticismo volvió a conceder a la historia un interés prioritario. Contribuyó a desarrollar
el sentido histórico e impulsó el rastreo de fuentes. Para la visión romántica, la cultura latina
estaría influida por la griega, hasta el punto de carecer de originalidad. Estas ideas tuvieron
una influencia muy considerable en toda una línea de estudios posteriores.

El siglo XIX contribuyó a asentar la conciencia del sentido histórico, que supone admitir la
distancia respecto al objeto de estudio. De esta forma se gesta una visión más científica de la
Antigüedad, que intenta establecer pautas más objetivas y críticas y tiene como principal
consecuencia el desarrollo de disciplinas como la filología. Estas disciplinas han permitido en el
siglo XX un avance de aspectos de la Roma Clásica:

1. El conocimiento más depurado de Roma nos ha permitido descubrir la riqueza y


diversidad de sus manifestaciones, que distan mucho de poder ser reducidas a un ideal
homogéneo de clasicidad y a una imagen de prototipo de perfección.
2. La imagen de Roma como réplica del mundo griego se ha visto revisada. La
helenización es un ingrediente esencial para el entendimiento de la cultura romana,
pero lo que se produce en Roma es la asimilación de modelos griegos dentro de un
nuevo contexto, donde prima la adaptación sobre la copia y la emulación como
voluntad de superar a sus modelos.
EL PUEBLO ROMANO Y SU LENGUA

La lengua es uno de los elementos definitorios del pueblo romano.

LA ENTIDAD HISTÓRICA DEL LATÍN

Los principales rasgos que caracterizan la lengua latina son:

 Se trata de una lengua flexiva, cuyo origen es un dialecto de la lengua indoeuropea


que se introdujo en la península itálica hacia el II milenio a.C., donde evolucionó hasta
configurar una lengua independiente, como fruto de su propia evolución y del
contacto con las lenguas del entorno.
 Se mantuvo como lengua viva durante más de un milenio: tras una etapa inicial de
oralidad, se documenta con testimonios escritos desde los siglos V-IV a.C. hasta fines
de la Antigüedad Tardía. Durante la Edad Media y hasta el siglo XVIII se mantuvo como
lengua de cultura. Durante este período de vida sufrió una intensa evolución. Tras una
etapa basada en los testimonio epigráficos, que denominamos latín preliterario (siglos
V-III a.C.), se desenvuelven varias fases dentro del latín literario:
o Latín arcaico (principios del siglo III-primer cuarto del siglo I a.C.).
o Latín clásico (segundo cuarto del siglo I a.C. hasta el 14 d.C.).
o Latín postclásico (desde el 14 d.C. hasta finales del siglo II d.C.).
o Latín tardío (comienzos del siglo III d.C. hasta finales del siglo VI d.C.).
o Latín medieval (siglo VII-siglos XIII-XIV).
o Latín renacentista (siglos XV y XVI).
 Hubo diversas variedades del latín, que se identifican bien por el lugar donde se
hablaba (variaciones diatópicas), bien por el estrato sociocultural de los hablantes
(variaciones diastráticas). Se distingue una lengua rural (sermo rusticus) y una lengua
de la urbe (sermo urbanus), el latín vulgar (lengua de las clases populares), el latín
coloquial, el latín culto y literario o las lenguas de grupo, como la jerga militar.
 Las relaciones entre el latín hablado y el latín escrito son muy difíciles de esclarecer,
pero hay influencias mutuas entre ambos.
LA LENGUA COMO FACTOR DE IDENTIDAD CULTURAL DE LOS ROMANOS

Desde el punto de vista lingüístico, la implantación de la latinidad comporta tres componentes:


la conciencia entre los romanos del valor de su propia lengua, la potencialidad del latín como
lengua de comunicación y su formación como lengua de cultura.

CONCIENCIA DE LA PROPIA LENGUA

Los romanos sintieron el latín como un elemento identificador de su cultura y tuvieron


conciencia de su tradición escrita. El uso del latín como signo de su identidad cultural y
nacional se va reforzando a través de la contraposición del latín con su entorno lingüístico:

a) Frente a las otras lenguas itálicas, sobre las que terminará imponiéndose.
b) Frente al griego, hablado desde fecha muy antigua en la Magna Grecia y en Roma.
c) Frente a las lenguas de los bárbaros. El latín es una herramienta de aculturación en los
territorios conquistados, ya que aunque las lenguas indígenas no se persiguen, el latín
se implantaba en la administración y en la educación y terminaba por imponerse.
POTENCIACIÓN DE LA LENGUA COMO VEHÍCULO DE COMUNICACIÓN

Los romanos fueron capaces de potenciar su lengua como vehículo de comunicación:

1. Fue capaz de mantener sus estructuras gramaticales vigentes durante más de un


milenio. Esta persistencia en el tiempo no se debe únicamente al mantenimiento
del orden político-administrativo romano, sino a la voluntad de conceder al latín
un peso básico en la educación. También colaboró la estabilidad del sistema
gráfico de escritura latina, por su carácter fonemático.
2. El latín mostró una profunda capacidad de penetración en un territorio muy
extenso sin perder su cohesión, como factor de aculturación y elemento de
romanización. La lengua penetra mediante la lengua de los conquistadores y
mediante la introducción de la cultura literaria latina como procedimiento de
aculturación.
LA FORMACIÓN DEL LATÍN COMO LENGUA DE CULTURA

El latín nace como una lengua rural, como un medio de comunicación pragmático y con
recursos precarios para la expresión del pensamiento complejo. A lo largo de los tres últimos
siglos de la República y durante la época clásica y la postclásica, la evolución del latín estuvo
impulsada por la exigencia de moldear una lengua que fuera capaz de responder a las
necesidades de una cultura en plena tensión creativa. Este proceso tuvo lugar gracias a
contribuciones anónimas, colectivas e individuales de escritores o personalidades.

Algunos de los factores que propiciaron su afianzamiento como lengua de cultura son:

a) El desarrollo de la sintaxis oracional con el uso de las partículas subordinantes.


b) El peso de las disciplinas jurídicas, que exigen formulaciones claras y precisas.
c) La libertad política bajo la República dio lugar a que la palabra adquiriera un peso
determinante en la toma de decisiones, por lo cual la oratoria y la retórica fomentaron
el desarrollo expresivo de una lengua con fines persuasivos.
d) La creación de un lenguaje abstracto, gracias a los adaptadores de la filosofía griega:
Lucrecio, Cicerón y Séneca. La creación de este vocabulario se hace mediante calcos o
préstamos del griego.
e) El desarrollo de una literatura latina que conforma su propia tradición, de manera que
los autores moldean su escritura teniendo presente su voluntad de imitar los modelos
griegos, pero atendiendo a la tradición latina anterior.
DEL MUNDO AGRARIO A LA URBE

LA TRANSICIÓN HACIA UNA CULTURA URBANA

El mundo latino arranca de un origen rural, que evolucionará hacia la creación de un espacio
urbano, que desembocará en Roma como marco de referencia de la cultura latina.

El proceso de transición hacia una civilización urbana trajo consigo transformaciones en la


organización social y política. Sin embargo, las formas de vida y la mentalidad de la ciudad de
Roma van a estar impregnadas del acervo cultural del mundo agrario. Esto llegará hasta el
punto de que el ideal de vida campesina conformará un modelo ideológico y político presente
en una parcela importante de la literatura y de la sociedad de fines de la República.

La ciudad de Roma experimentó un crecimiento de la población extraordinario, tanto por su


incremento interno como por una afluencia constante de extranjeros, llevados como esclavos
o atraídos por el dinamismo comercial y la riqueza de Roma. La integración de estos grupos de
personas, de estratos culturales y socioeconómicos muy diversos, fue muy desigual, pero
permitió que la cultura latina se fuera consolidando al tiempo que asimilaba múltiples
elementos importados.

La cultura latina es el resultado de la tensión entre dos elementos que confluyen en la ciudad:

 El reforzamiento de unas señas de identidad y una imagen propias.


 La asimilación de influencias.
LA GÉNESIS DE ROMA COMO LA CIUITAS ROMANA

Los asentamientos primitivos consistían en poblados de cabañas. La ciudad parece empezar a


configurarse hacia el siglo VIII a.C. La presencia etrusca provoca la maduración de los
elementos protourbanos y la cristalización de la urbs, en la cual se gesta la ciuitas como un
ámbito de la vida social y política y como organismo socioeconómico, toda vez que concentra a
los ciudadanos, la producción artesanal y el intercambio comercial.

Otro factor que promovió el auge de la ciudad fue la conciencia defensiva frente a cualquier
ataque exterior. Gracias a ello Roma fue capaz de asegurar su supremacía.

La ciudad se convierte en el núcleo de la vida romana por un proceso de identificación de la


organización política y administrativa con la ciudad, entendida como instancia que aglutina a
los habitantes, otorgándoles la condición de ciudadanos libres depositarios de una serie de
derechos y a los que se procura inculcar una implicación moral y política con la ciudad.
Las primeras construcciones de envergadura se sitúan en el siglo VI a.C.: fortificaciones,
canalizaciones... Desde esta época en la ciudad hay que distinguir dos planos:

a) Todo lo que estaba englobado dentro de la muralla, creando un espacio defensivo


(oppidum) donde se fue instalando la población. A comienzos del siglo I d.C. el espacio
resultaba ya pequeño y empezaron a esparcirse viviendas fuera de él.
b) Un perímetro sagrado, denominado pomerium, donde tendió a concentrarse el poder
político, judicial y religioso.
El centro neurálgico de la ciudad, donde se ejercía la autoridad, albergaba:

 La Curia, sede del Senado romano.


 El Comitium o lugar de celebración de las asambleas del pueblo en época republicana.
Fue utilizado también para actividades comerciales y recintos religiosos.
 El espacio sagrado, susceptible de albergar áreas consagradas a un dios donde se
podían enclavar los templos arcaicos, que siguen el modelo etrusco: contaban con una
cámara donde se encontraba la estatua del dios, un altar y un frente de columnas.
El Foro, que en su origen era un terreno pantanoso que sirvió de defensa de la ciudad
primitiva, fue drenado en el siglo VI a.C. y se convirtió en una plaza pública donde se
encontraba el mercado y con el tiempo fue concentrando la actividad política y religiosa. En
sus inmediaciones se levantaban tiendas y basílicas. Allí se celebraban fiestas asociadas a las
divinidades, juegos fúnebres y los combates de gladiadores. En el siglo II se trasladaron al foro
las asambleas del pueblo.

El Campo de Marte fue el centro del entrenamiento militar y atlético, y lugar de celebración de
los comicios centuriados. Con el tiempo llegó a albergar diversos edificios públicos.

LA PROYECCIÓN DE LA CIUDAD EN EL IMPERIO

La ciudad llega a ser la herramienta más eficaz para afianzar el asentamiento sobre nuevos
territorios, promoviendo la urbanización de las zonas conquistadas y un sistema de
organización de la comunidad inspirado en el de Roma. En este proceso, parecen producirse
dos fuerzas:

1. Por un lado, una especie de fuerza centrífuga, que lleva a proyectar los esquemas de
Roma a los territorios conquistados. Paralelamente a este proceso de urbanización se
da el de la colonización del territorio conquistado.
2. De otra parte, un movimiento centrípeto, de reforzamiento de la propia Roma como
núcleo sobre el que convergen las energías del Imperio y como núcleo de población
donde afluyen extranjeros y se condensa la creación cultural.
La expansión de Roma culmina con la concesión de la ciudadanía romana a todos los
ciudadanos libres del Imperio en el 212 d.C. Esta ampliación parece un intento de reforzar la
cohesión del Imperio, en el que convivían las tradiciones locales con la cultura romana.

La expansión que alcanzó el Imperio romano mantuvo su referente en Roma hasta el siglo III
d.C. Con la conversión al cristianismo y la división del Imperio se fue produciendo un declive
progresivo de Roma.

LA MENTALIDAD ROMANA EN ÉPOCA ARCAICA


La mentalidad romana arcaica está moldeada sobre un patrón de vida heredado del mundo
rural, muy tradicional, cristalizado en una serie de comportamientos que configuran un
esquema de valores que impregnará la cultura latina durante la República y el Imperio.

El romano de los primeros tiempos se caracterizaría por el sentido pragmático del


comportamiento, la voluntad de servicio a la comunidad, el conservadurismo, la rudeza, la
austeridad, la perseverancia, el componente religioso y la conciencia de la frontera. Era una
sociedad consagrada al cuidado del campo y a la guerra. Prima el saber práctico.

El paso de la vida rural a la vida urbana, el desarrollo de la escritura y el contacto con otros
pueblos van a conducir a la creación de vida intelectual. Algunos de los pueblos itálicos que
causaron influjo en Roma fueron:

 Los etruscos: contribuyen a dotar a la Roma arcaica de aspectos de la organización


social y política, de la regulación de los aspectos públicos y privados de la vida, una
forma del alfabeto etrusco, los augurios, avances en el desarrollo de las artes, la
arquitectura y la ingeniería y las primeras influencias griegas.
 Los sabinos: dejaron su huella en narraciones tradicionales de instituciones religiosas.
El desarrollo de la escritura, entre los siglos V y III a.C., va a dotar a la cultura latina de una
herramienta esencial para su expansión intelectual, no solo al permitir fijar lo que la
mentalidad arcaica había transmitido de forma oral, sino al facilitar la progresiva
transformación de la lengua campesina en una lengua de cultura. Los textos escritos más
antiguos cumplen funciones pragmáticas, sobre todo mágico-religiosas y jurídicas.

Se documentan, en torno al siglo III a.C., los orígenes de la literatura latina, es decir, de una
escritura en la que se empieza a hacer patente una función estética y reflexiva del lenguaje, si
bien en la mayoría de los casos ligada a una utilización pragmática del discurso. Estos orígenes
son itálicos, pero parece haber incidido la influencia griega.

LA RECEPCIÓN DE LA CULTURA GRIEGA EN ROMA

El contacto entre el mundo griego y el latino se establece a partir de un doble proceso:

 La presencia de la civilización griega en la península itálica, particularmente en la


Magna Grecia, un grupo de colonias griegas en el sur de Italia. También hubo un influjo
directo de la cultura griega sobre los etruscos y sobre la región de Campania, de gran
peso en la conformación de la civilización latina.
 La expansión romana por los territorios de cultura helenística.
La influencia griega va a ser fundamental para la cultura latina. En los siglos III al I a.C. se
produce la helenización de Roma. La cultura griega que entra en contacto con los romanos es
la de época helenística. Los rasgos de esta civilización son:

 Su área de influencia rebasa el marco de la península helénica y abarca un territorio


donde se desarrollaron monarquías en constante litigio.
 Se habla un griego común denominado helenístico.
 Se trata de un período de gran actividad intelectual, preocupado por la recopilación y
el estudio del legado griego antiguo.
 El mecenazgo de los reyes, gracias a los cuales se fundan centros culturales.
 Se realizan avances en disciplinas como la medicina.
 La educación tiene inclinación por el cultivo de las artes del lenguaje y la enseñanza de
las doctrinas filosóficas postaristotélicas.
La presencia del mundo helenístico durante el siglo III tendió a proyectarse sobre todas las
facetas de la cultura latina y dio lugar a dos tendencias:

a) Por una parte, hubo una reacción conservadora, tradicionalista y de exaltación romana
frente a la cultura griega. Su ideal era un regreso a la sencillez primitiva del campesino
y la recuperación de la historia de Roma para reafirmar su identidad.
b) De otra parte, una corriente abierta a la apertura cultural a Grecia.
Desde mediados del siglo II a.C. la penetración de la cultura griega va imponiéndose y el griego
se hace una lengua accesible.

La influencia griega no se trata de una reproducción o importación servil de los modelos


griegos, sino de una asimilación que busca la conciliación con los elementos autóctonos,
potenciando en muchos casos sus propios recursos. Hay dos mecanismos habituales entre los
latinos: la imitación entendida como mecanismo de asimilación; y la aemulatio, que tiene por
fin la superación de los modelos griegos.

A finales de la República y durante el siglo I a.C. la cultura latina alcanza uno de sus momentos
más relevantes. En este proceso influye la asimilación plena de la influencia griega.

LA INFLUENCIA DE LA RETÓRICA GRIEGA

El desarrollo de la prosa latina se manifiesta después de la poesía, sobre todo a partir del siglo
II a.C. gracias a Catón, que pone de manifiesto unas pautas retóricas derivadas de la práctica
oratoria y de la finalidad persuasiva del discurso. Este pensamiento retórico parece no tener
influencia griega y se articula sobre el principio de que la elaboración formal del lenguaje se
supedita al contenido del discurso.

Sin embargo, la forma del discurso había sido objeto en los siglos V y IV a.C. de codificación por
parte de la Retórica griega. Esta doctrina retórica griega empezó a divulgarse en Roma en el
siglo II a.C. como una herramienta para la creación de discursos persuasivos. Sobre los
manuales helenísticos se elaboran los primeros tratados latinos.

Cicerón intenta recoger la base de la retórica griega, no solo para aplicarlas en sus discursos, ni
para difundir entre los romanos las técnicas más adecuadas para la oratoria, sino para basar la
formación del buen ciudadano y del gobernante ideal en la formación retórica. Para ello no se
limitó a reproducir la doctrina helenística, sino que se propuso superarla integrando los
elementos formales con el contenido de lo que se dice.

Con el Imperio y la desaparición de las libertades, la retórica y la oratoria perdieron su función


política y judicial, convirtiéndose en una doctrina escolar sobre la corrección de los usos del
lenguaje. La elocuencia imperial fomenta la ampulosidad y el recargamiento efectista con el fin
de provocar la adhesión emocional del auditorio antes que llegar a convencer a través de la
argumentación racional y el equilibrio del discurso.

LA ASIMILACIÓN DE LA FILOSOFÍA GRIEGA POR EL PENSAMIENTO ROMANO


La penetración de las corrientes filosóficas griegas empieza a producirse en Roma en el siglo III
a.C., gracias al interés que apunta en algunos sectores de la sociedad romana y a la circulación
que alcanzaron las manifestaciones vulgarizadas de las doctrinas filosóficas. Este contacto se
produce inicialmente en griego.

La filosofía griega no es objeto de un mero trasplante de las doctrinas al mundo romano, sino
que su penetración en Roma está supeditada a los intereses que afloran en el horizonte
intelectual romano. Así, el carácter teórico, especulativo y metafísico de la filosofía griega se
desplaza hacia una reflexión sobre la acción, la moral y la filosofía política.

LA RECEPCIÓN DEL EPICUREÍSMO

La implantación del epicureísmo culmina en el siglo I a.C. con el esfuerzo de Lucrecio por
trasladar el conjunto de la doctrina en un poema didáctico en lengua latina. Sin embargo, el
epicúreo fue contestado por enfrentarse a la moral tradicional romana, exaltando el placer y
negando la existencia de los dioses.

LA RECEPCIÓN DEL ESTOICISMO

La moral tradicional se mostrará muy receptiva al estoicismo, que coincidía con algunos de sus
postulados, como que el fundamento de la moral es la conformidad con la naturaleza del
hombre, del mundo material y divino y de la ciudadanía. La tarea que debe encarar el hombre
es entender ese orden y conformarse con él.

El estoicismo griego insistió en las virtudes de la contemplación y del conocimiento teórico. Sin
embargo, el estoicismo medio le dio un giro doctrinal. Este giro fue propugnado por Panecio
(siglo II d.C.) y supone la subordinación de la razón teórica a la práctica. Desplazó la atención
del ideal antiguo de la capacidad del hombre sabio de no verse afectado por el entorno, hacia
el papel que desempeñan los bienes externos para alcanzar la felicidad si se usan rectamente.
La idea dominante de Panecio es que el hombre debe vivir conforme a su naturaleza. Esa
naturaleza es la posibilidad que el hombre tiene de convertir los instintos en actividades
superiores, racionales y universales. Admite la introducción de una duda moderada en todo.
Estos planteamientos ejercieron una gran influencia en las doctrinas morales de los romanos.

En época imperial la conformidad del hombre con la naturaleza se limita a la esfera privada y
no a la social, cuya armonía ya no procedería de los ciudadanos, sino de la imposición imperial.
La doctrina estoica no se restringió al ámbito intelectual, sino que llegó a convertirse en la
expresión de la vida moral romana. Fue incorporada al ideal de Octavio Augusto de
restauración de la tradición nacional en los comienzos del Imperio.

LA RECEPCIÓN DE LA ACADEMIA

La atención a la filosofía práctica se prestaba a restar peso a la rigidez de los postulados


teóricos, lo que se materializa en las doctrinas probabilistas de la Academia platónica, que
ejercerán su mayor influencia en la teoría del conocimiento, si bien su incidencia en la filosofía
moral y política será mucho más escasa en Roma.

LA IMAGEN DE ROMA ENTRE LOS ROMANOS: ENTRE LA TRADICIÓN Y EL CAMBIO


La vida urbana fomentó entre los romanos la atención a la ciudad como manifestación máxima
de su cultura. Así, la urbe es el tema de muchas expresiones artísticas de la época. Este
tratamiento de la ciudad como objeto preeminente de la cultura latina es fruto del peso que la
tradición adquiere en la conformación de la mentalidad de los romanos. La necesidad de
cobrar conciencia del pasado y reforzar las señas de identidad del pueblo romano conduce a la
exaltación de la ciudad como núcleo de su memoria viva.

LA CONCEPCIÓN ANTIGUA DEL PROGRESO Y LA DECADENCIA DE ROMA

La imagen de Roma, lejos de reducirse a una visión tópica, se asienta sobre una concepción
evolutiva de la historia, que se debate entre la creencia en una visión progresiva de Roma, que
conduce a la supremacía de la Urbe sobre el mundo, y una imagen de retroceso, que parece
atenazar la supervivencia de Roma. Esta progresión tiene formulaciones diferentes.

EL PROGRESO DE LA HUMANIDAD: LAS EDADES DEL HOMBRE

Como herencia de doctrinas griegas, la tradición latina cultiva una concepción evolutiva de la
historia que arrancaría de la Edad de Oro, donde la naturaleza ofrecía al hombre una plácida
existencia sin esfuerzo, hacia etapas cada vez más degeneradas. Varrón dice que tras la etapa
originaria habría venido una segunda etapa, la vida pastoril, y una tercera, la de cultivo del
campo. Algunas profecías anunciaban un retorno a la Edad de Oro.

EL PROGRESO DE LA HISTORIA EN LA FILOSOFÍA HELENÍSTICA

La noción de progreso de la historia se basa en una concepción evolutiva de la civilización que


es desarrollada dentro de algunas doctrinas filosóficas, como el epicureísmo, que intenta
explicar cómo a partir de los átomos primigenios se ha ido creando la realidad.

CONCEPCIÓN ORGANICISTA DE LA HISTORIA DE ROMA

Durante el Imperio, se va imponiendo una concepción de la historia centrada en Roma, cuya


evolución se interpreta orgánicamente, marca la pauta de la historia universal y se asimila a las
edades del hombre. Esta es la línea del historiador Lucio Floro: desde la niñez, representada
por la monarquía, hasta la madurez, representada por la época de Augusto, a la que habrían
seguido doscientos años de Imperio que correspondería a la vejez, fruto de la degeneración
del poder romano, que en época de Trajano experimentaría un nuevo resurgimiento.

La solución propuesta por Octavio Augusto va a marcar la pauta de la ideología imperial: el


progreso de Roma se funda en la recuperación de rasgos esenciales de su pasado. Se va a
exaltar el pasado de Roma, como entraña del presente grandioso.

La idealización de la grandeza de Roma no ha impedido que nos hayan llegado testimonios de


otros puntos de vista. Entre ellos destacan los testimonios literarios que intentan acercarse a la
realidad humana que se gestó en la ciudad.

LA EVOLUCIÓN IDEOLÓGICA DE FINALES DE LA REPÚBLICA AL IMPERIO

En la segunda mitad del siglo I a.C., entre finales de la República y comienzos de la época
augústea, la convulsión político-social lleva a muchos intelectuales a reflexionar sobre las
causas de la decadencia que a su juicio sufre Roma. Domina la idea de que hubo un pasado
esplendoroso, basado en la moral tradicional, en la entrega a la comunidad, en la vida rural y
en la capacidad militar, cualidades que se degradaron con el bienestar y la pujanza económica.

Esta conciencia de la decadencia es utilizada por Octavio Augusto para llevar a cabo su
programa de regeneración nacional sobre la base de la recuperación de la moral tradicional.
Muchos escritores se involucran en el ideal augústeo. Otros se verán obligados a secundar las
posiciones de los emperadores para no ser víctimas de la censura o bien son objeto de
censura, obligados al exilio o asesinados.

Los planteamientos ideológicos de los emperadores romanos hasta el Bajo Imperio estuvieron
basados en una concepción autocrática y piramidal de la autoridad, con la consiguiente
tendencia a la concentración del poder legislativo y administrativo del estado.

El reforzamiento de los mecanismos de control provocó el crecimiento de la burocracia


imperial, así como el intento de reforzar la cohesión ideológica de los ciudadanos a través de
su integración en el sistema de derechos y valores que identifican a la ciudad romana, gracias a
la extensión progresiva de elementos como el culto imperial o el derecho de ciudadanía.

LA CIUDAD COMO ESPACIO MONUMENTAL

La concentración del poder político, judicial y religioso dentro de una zona delimitada de la
ciudad influyó en la fisonomía de Roma.

El desarrollo urbano se vio impulsado durante la época republicana. La población se expande


por los valles y la actividad pública se concentra en el Campo de Marte y el Foro, donde se
congregan las instituciones cívicas. Se hicieron acueductos y casas de pisos. Roma es una
ciudad sin un diseño urbanístico homogéneo, en la que conviven las viviendas de la población
con construcciones públicas.

La expansión de la vida pública llevó a Julio César a proyectar la creación de un nuevo Foro: un
recinto rectangular, rodeado de pórticos por tres lados, mientras el cuarto estaba ocupado por
un templo elevado a Venus. De esta forma se preparaban las condiciones para la legitimación
de la familia Julia al frente del poder en Roma. Augusto se propuso construir otro foro que
respaldara su proyecto de refundación nacional y honrara su propia gloria. Además, hizo
construir un palacio sobre el Palatino, tres acueductos y dividió la ciudad en cuatro regiones.
En época imperial hubo otros proyectos destinados a crear nuevos Foros.

El incendio del 64 d.C. ofreció la posibilidad de cambiar el aspecto de la ciudad. Nerón pudo
poner límite a la altura de las casas particulares y proscribir el uso de materiales combustibles.
A lo largo del siglo I d.C., los emperadores consiguieron ocupar todo el Palatino con la
residencia imperial.

Las construcciones dedicadas al esparcimiento de los romanos centraron también la atención


del poder romano: cabe destacar el Circo Máximo y el anfiteatro Flavio o Coliseo.
La magnificencia de las construcciones públicas fue recogida en la literatura imperial, tanto por
su monumentalidad como por sus cualidades estéticas, y como una expresión de la grandeza a
la que había llegado Roma.

TEMA 9.- ROMA: ORÍGENES Y EVOLUCIÓN


HISTÓRICA
INTRODUCCIÓN: LAS FUENTES PARA EL ESTUDIO DE LA HISTORIA DE ROMA. LOS
TEXTOS CLÁSICOS Y LA CIENCIA HISTÓRICA MODERNA

Nuestro conocimiento de la historia del pueblo romano se debe a dos fuentes. Por una parte,
los textos historiográficos de autores romanos y griegos y, por otra, los estudios científicos, de
arqueología y de historia, que la ciencia moderna ha dedicado a este campo.

La historiografía antigua era considerada un género literario. No seguía un método científico.


Además, se conjugan mito, leyenda y realidad. No obstante, los propios textos pueden servir
para ilustrar el recorrido de este pueblo. Los testimonios históricos que conservamos se
remontan al siglo III a.C., momento en el que el pueblo romano comienza a ser consciente de
su entidad como potencia, cuya trayectoria histórica es digna de ser escrita, y también cuando
los griegos dirigen su mirada hacia este pueblo.

La historiografía griega en ese momento estaba ya asentada en una tradición literaria de siglos.
Sin embargo, la romana era incipiente. De hecho, los primeros en escribir historia, que lo
hicieron en una forma literaria rígida que narraba los acontecimientos año a año y a los que se
llamó analistas, redactaron sus obras en lengua griega.

El primero en escribir su obra histórica en latín, Los orígenes, fue Catón (234-149 a.C.). Su
prosa parece traslucir cierta preocupación por el estilo, aunque sin abandonar todavía la
simplicidad expresiva de la tradición analística. Fue el primero en ocuparse de la historia de
otros pueblos latinos y en presentar la conquista romana como una gesta colectiva.

A partir del siglo I a.C., otros autores importantes son Salustio, que escribió dos monografías, y
Tito Livio, que escribe una historia de Roma desde su fundación. Otros autores, como Plutarco
o Tácito, son piezas claves para la transmisión de datos como el carácter de los personajes, los
motivos de sus actos, la inclinación política de los propios autores... Sus textos nos permiten
indagar en la forma de pensar y ser de una sociedad según uno de sus miembros. Además,
toda la literatura es reflejo de la época en que se escribió y de las circunstancias sociales e
históricas que envolvieron a sus autores.

Respecto a la historia de Roma han existido dos posturas: la escuela tradicional y la escuela
crítica. Hasta el siglo XVIII la tendencia era la de depender de las fuentes literarias antiguas.
Pero a partir de esta fecha, con la escuela crítica empieza a plantearse el problema de la
historicidad de los textos clásicos. La arqueología comienza a ser un elemento fundamental
para la corroboración de los datos; se emplea el método comparativo para estudiar la Roma
primitiva observando a otros pueblos; y se utilizan otras ciencias, como la geografía.
LOS ORÍGENES: EL ESTABLECIMIENTO DE ROMA

INSERTAR AQUÍ: HISTORIA DE RÓMULO Y REMO SOBRE EL ORIGEN DE ROMA (TEMA 7). Esta
narración pertenece al mundo de la leyenda, pero deja traslucir uno de los factores que influyó
en la formación de Roma: la mezcla de pueblos para ser fuertes frente a enemigos comunes.

La ciencia histórica moderna demuestra que las raíces de Roma se remontan a dos culturas
que convivieron en el Lacio desde el siglo IX a.C.: la villanoviana, del norte y dedicada a la
actividad agraria, que practicaba la incineración y los enterramientos en urnas; y la apenínica,
del sur, con una economía basada en el pastoreo y que enterraba a sus muertos.

El lugar en el que fue fundada Roma es una de las claves de su éxito. Los primitivos
asentamientos se forman en las colinas que rodean un valle situado a poca distancia del mar y
al pie del río Tíber. El lugar es estratégicamente defensivo. Desde el neolítico los valles del
Lacio estaban habitados y ya en el siglo VIII a.C. existían aldeas en las colinas de Roma.

En esta época primitiva, no era una zona salubre. El valle se inundaba con las lluvias,
convirtiéndose en un pantano, y tenían dificultades para conseguir agua potable. Hasta el siglo
III a.C. no comenzaron a excavar pozos para obtener agua potable. La desecación del valle se
realizó sobre el año 600 a.C. A partir de entonces, la actividad urbana se trasladó al valle.

LA MONARQUÍA PRIMITIVA

Durante la época de establecimiento de la ciudad, el régimen político es una forma de


monarquía que se basa en una democracia militar con senado, una asamblea popular y un rey
elegido. La época de la monarquía puede dividirse en dos etapas: una primera de reyes de
origen latino y sabino y la segunda marcada por la influencia del pueblo etrusco.

Rómulo reinó junto al sabino Tito Tacio gracias al pacto que unió a las dos tribus después del
rapto de las mujeres sabinas (insertar aquí dicha historia: tema 7). Tras Rómulo, fue elegido
rey Numa Pompilio (717-673 a.C.), que construyó el templo de Jano, creó distintas
instituciones religiosas y estableció una figura supervisora de la vida religiosa. Después
reinaron Tulio Hostilio y Anco Marcio. El primero llevó a Roma a una incipiente expansión y al
segundo se le atribuye un período de paz en el que se fomentaron los valores económicos y de
infraestructura de la ciudad.

LA MONARQUÍA ETRUSCA

A mediados del siglo VI a.C. llega al Lacio la influencia del pueblo etrusco. El pueblo etrusco se
asentó en Italia, en la actual Toscana, durante el VIII a.C. Su economía y su estado de
desarrollo estaban muy avanzados. Sus técnicas de explotación de la tierra, el descubrimiento
de minas de hierro y cobre en la costa y su relación con Grecia lo convirtieron en uno de los
pueblos dominantes de Italia.

Tarquinio Prisco es elegido rey del Lacio tras Anco Marcio. Comienza aquí la segunda etapa de
la monarquía romana. Más que el dominio de un pueblo sobre otro fue, por parte de los
romanos, la asimilación de elementos de otra cultura que se funden con la propia.
La economía y la forma de vida pasan de una base agraria y ganadera autosuficiente a una
economía urbana que potencia la artesanía y el comercio. Esta transformación hace crecer sus
relaciones con otros pueblos y fomenta la riqueza y el desarrollo urbanístico de la ciudad.
También la sociedad y el ejército sufrieron reformas. El ejército se vio fortalecido al duplicarse
el número de reclutas y el senado también aumentó en número. Se reorganizó la sociedad
ciudadana según distritos territoriales y se sustituyó el combate individual por el
enfrentamiento de grandes unidades divididas por armamento.

El último rey de Roma fue Tarquinio el Soberbio. Con él se abrió paso la crisis que finalizó con
el establecimiento de la República.

LA ÉPOCA REPUBLICANA

El sistema monárquico fue sustituido por dos magistraturas que se renovaban anualmente. La
transición de la monarquía a la república se caracteriza por el declive del predominio del
pueblo etrusco y la concentración del poder en la clase aristocrática.

El auge económico que se había producido durante la época de la monarquía etrusca debido a
la introducción del comercio fue declinando. El descenso de las relaciones comerciales de
Roma dio lugar a una crisis económica. La economía vuelve a centrarse en el cultivo de la tierra
y en la ganadería. La posesión de tierras se convierte en el objetivo primordial de la
aristocracia y por este motivo instaura una política de conquista y expansión. La dedicación a la
vida rural se potencia.

Los plebeyos que se habían dedicado a la industria y el comercio se ven obligados a trabajar en
los campos de la aristocracia, muchas veces en condiciones laborales ínfimas. El desequilibrio
social que produjo esta situación dio lugar al enfrentamiento entre patricios y plebeyos.

LA CONQUISTA DE ITALIA

Entre los siglos V y IV a.C., como consecuencia de la política expansionista promovida por el
patriciado, se suceden enfrentamientos con los pueblos vecinos. Roma se enfrentó a los
pueblos latinos colindantes que se habían unido en una liga, la Liga Latina, hasta que en el 493
a.C. firman una alianza según la cual la Liga se comprometía a prestar ayuda militar a Roma y
las ciudades de la Liga se verían favorecidas por la protección de Roma. El paso siguiente fue la
guerra contra el pueblo etrusco (479-396 a.C.), en la que Roma triunfó.

A finales del siglo V a.C., las tribus célticas comenzaron a abrirse paso hacia Roma y saquearon
la ciudad. Unos ciudadanos lograron refugiarse en el Capitolio y llegar a un acuerdo.
Restablecida la organización y sofocados algunos conflictos internos, Roma se ve avocada a
socorrer a la región de Campania, amenazada por los pueblos sabélicos. Se obtuvo como
resultado la ampliación de la conquista a toda la costa latina.

Entre 343 y 295 a.C. tuvieron lugar las guerras contra el estado de Samnium, que se
encontraba al sur y que era paso obligado para la expansión hacia la zona meridional de Italia.
Los samnitas aceptaron en el 304 convertirse en aliados de Roma. Roma continúa su expansión
hacia el sur enfrentándose a las ciudades griegas allí establecidas.
ROMA Y CARTAGO: EL DOMINIO DEL MEDITERRÁNEO

Hacia el 260 a.C. la totalidad de Italia formaba una federación bajo la dirección de Roma. Roma
se encuentra entonces con un rival en la zona mediterránea: Cartago. Una serie de motivos
políticos y económicos dieron lugar a las tres guerras entre estas dos potencias, las Guerras
Púnicas (264-241; 218-201; 151-148). Hasta el 250 a.C. el balance fue favorable a los
cartagineses, pero en 242 y 241 Roma consigue dos importantes victorias.

Asdrúbal fundó Carthago Noua (Cartagena) en la costa de Levante. Los romanos firmaron con
los cartagineses un pacto según el cual los cartagineses no podían atravesar el río Ebro,
dividiéndose las áreas de influencia. En el año 219 a.C., el cartaginés Aníbal viola el tratado y
los cartagineses comienzan a avanzar hacia Italia a través de los Pirineos y los Alpes. Es el inicio
de la segunda guerra púnica, en la que hubo dos escenarios: por un lado, Aníbal invadía Italia,
y por otro los romanos luchaban al sur de la península Ibérica. La historiografía moderna
atribuye la victoria romana a dos causas. Por un lado, a la enorme distancia que había entre las
tropas de Aníbal en Italia y sus bases en la península, y, por otro, a que los romanos luchaban
en su propia tierra y por defenderla. Cincuenta años después, Cartago intentó sublevarse ante
el poder de Roma (tercera guerra púnica), pero fue sometida en poco tiempo.

A partir de entonces, Roma se convierte en primera potencia del Mediterráneo. No obstante,


el conflicto dará lugar a una crisis económica y social. También se resiente la organización
social debido a la pérdida de hombres y al movimiento demográfico hacia las ciudades, y la
nobleza ha aprovechado los tiempos de guerra para acaparar el poder dentro del Senado.

La última fase de la expansión romana en la época de la República se centró en el


Mediterráneo oriental. Ante el temor de una posible invasión por el rey de Macedonia, Roma
le declaró la guerra y obtuvo la victoria, liberando a las ciudades griegas. También la
posibilidad de que la monarquía de los seleúcidas en Asia creciera llevó a Roma a declararle la
guerra a su rey, cuyas tropas fueron vencidas.

La política que seguía Roma respecto a las ciudades o naciones sometidas no era la de
sometimiento absoluto. La razón era asegurar a las naciones que el pueblo romano no les
llevaba la esclavitud, sino la libertad, que estaría asegurada bajo la tutela del pueblo romano.
Evidentemente, también intervenían factores políticos y económicos.

En cuando a la monarquía en Egipto, las relaciones con Roma fueron buenas hasta que
Cleopatra VII decidió enfrentarse a Roma en el año 31 a.C.

Las causas del movimiento expansionista de Roma durante la época republicana son
económicas, políticas y sociales. La disputa de la hegemonía en el ámbito mediterráneo tendría
que ver con la supervivencia de la ciudad y su crecimiento económico. El control y la
explotación de los territorios conquistados traerían beneficios ante la situación que la propia
política expansionista causaba. La necesidad de hombres para nutrir el ejército fue uno de los
motivos de la deficiencia de mano de obra para cultivar las tierras, que se salvó en muchos
casos con los prisioneros de guerra. También cada nuevo territorio significaba una nueva
fuente de ingresos a través de los impuestos que se debían satisfacer a Roma.
Una de las claves del éxito de la expansión fue la de la integración de los territorios
conquistados a las formas de vida romana por distintos medios: la fundación de colonias, la
concesión de la ciudadanía o la conversión de los territorios anexionados en provincias.

LA CRISIS DE LA REPÚBLICA: LAS REFORMAS DE LOS GRACOS Y LAS GUERRAS CIVILES

El último siglo de la República se caracteriza por las consecuencias de la política exterior de


Roma y por una crisis social interna. Se pueden distinguir tres grupos sociales: la nobleza, que
acapara el poder del Senado y las explotaciones agrarias; los caballeros, que controlan la
actividad industrial y comercial; y la plebe, que estaba formada por el proletariado urbano y
rural.

Hay que añadir la crisis agraria. La importación de cereales de las provincias hace que
descienda el cultivo del trigo en Italia, produciéndose una inmigración a las ciudades, en las
que la industria y el comercio crecen. La llegada de extranjeros propició también la
especulación con la venta y compra de monedas. La economía de Roma se basa en la riqueza
del capital mobiliario, proveniente de la explotación de los territorios conquistados.

Las tensiones sociales que produjo este estado de cosas, que concentraba la riqueza en la elite
nobiliaria, dio lugar a la reforma de los Gracos. Tiberio Graco, que accedió al tribunado de la
plebe en el 133 a.C., limitó la cantidad de terreno de las propiedades públicas y todo lo que
excediera de esa medida sería expropiado y cedido a título hereditario a cambio de un
impuesto. Esta reforma nunca se llevó a cabo. Cayo Graco aprobó nuevas leyes que
favorecieron a los populares. La ley frumentaria (123 a.C.) decretaba que el estado romano
podía vender el trigo a los precios más bajos. Las reformas de los Gracos no obtuvieron el éxito
deseado, pero contribuyeron a fomentar la propiedad privada, el comercio y la circulación de
dinero, y consolidaron la formación de un partido popular.

Tras la época de los Gracos las tensiones políticas y sociales se recrudecen. Todo el final de la
República está marcado por revueltas sociales y guerras civiles. El Senado intentaría desviar la
atención promoviendo campañas militares en la Galia y en África que proporcionaran nuevos
territorios. Pero la crisis social era profunda. Los italianos se sublevan en el 91 a.C., y Roma se
vio obligada a conceder a los itálicos la ciudadanía romana. La ciudad-estado comienza a
convertirse en nación.

A partir de entonces se abre un período de guerras civiles que constituye una evolución hacia
los regímenes políticos de poder unipersonal. La primera guerra civil fue la que enfrentó a
Mario, representante del partido popular, y a Sila, que tenía el apoyo de la clase senatorial. Sila
salió vencedor y dio el primer paso hacia la concentración de poder en un dirigente,
estableciendo una dictadura. Pero cuando abdicó, afloraron de nuevo las tensiones sociales.

Mientras tanto, un senador joven estaba obteniendo grandes victorias en la Galia: C. Julio
César. En el año 60, César, junto con Pompeyo y Craso, forma el Primer Triunvirato y en el 59
obtiene el consulado.

Las campañas de César en la Galia, aunque aumentan su prestigio y le confirman el apoyo del
ejército, lo mantienen alejado de Roma, oportunidad que aprovecharía Pompeyo para ganar
poder. En el 49 a.C., César ocupa Roma y consigue que el pueblo le conceda la dictadura.
Durante su dictadura, César aplicó diversas reformas de carácter populista. Por otra parte,
amplió el derecho de ciudadanía a varias provincias. Aunque consiguió estabilizar la crisis
interna de Roma y fue un paso más hacia la concentración de poder en una única persona, no
consiguió consolidar su sistema de gobierno. El pueblo de Roma fue siempre muy reacio a la
monarquía y sus valores se cimentaban en la libertad. Este fue el motivo de su asesinato.

LA TRANSICIÓN AL IMPERIO: LA FIGURA DE AUGUSTO (27 a.C.-14 d.C.)

Tras la muerte de César, el cónsul Antonio intentó continuar la política cesariana. Tal vez
hubiera resultado un éxito de no ser por la aparición de Octavio, el sobrino de César, que se
opuso a su autoridad única. Los dos, junto con Lépido, iniciaron un segundo Triunvirato,
aunque en realidad se trató de una lucha por el poder, que acabaría ganando Octavio.

Los triunviros se enfrentaron a los republicanos, que fueron vencidos, y se dividieron el mundo
conquistado. A Octavio le correspondió todo el Occidente, y desde allí comenzó a fomentar
hostilidades contra Antonio, haciéndose ver como el protector de Roma. El enfrentamiento
culminó en el 31 a.C., siendo derrotado Antonio.

Octavio había aprendido que el pueblo romano nunca aceptaría una monarquía y su estrategia
política y su éxito consistieron en mantener la estructura y las formas republicanas. Aceptó dos
poderes que podían enmarcarse dentro del sistema republicano: el poder tribunicio y el
imperium. El poder tribunicio le da derecho a convocar comicios y proponer leyes. El imperium
es el poder sobre Italia y las provincias. También admitió los poderes de los censores y el cargo
de jefe de aprovisionamiento de Roma. Augusto ponía estos cargos periódicamente a
disposición del Senado, que siempre lo reinvestía. Las instituciones republicanas seguían
funcionando, pero dependían de Augusto.

Durante la época de Augusto el orden y la paz quedan restablecidos.

Un problema dejó sin resolver Augusto: el de la sucesión. El que se hubiera convertido en un


emperador, aunque en apariencia todos sus poderes le fueran concedidos por el Senado,
estaba en contradicción con el hecho de la sucesión.

EL ALTO IMPERIO

El Alto Imperio abarca desde la muerte de Augusto (14 d.c.) hasta la muerte de Alejandro
Severo (235 d.C.). Durante este período fueron cuatro las dinastías que ostentaron el poder en
Roma: la julio-claudia (14-68), la flavia (69-96), los Antoninos (96-192) y los Severos (192-235).

El problema de la sucesión subsistió siempre. La dinastía julio-claudia mantuvo el criterio


hereditario. Los flavios adoptaron el sistema de herencia en línea directa asociando al poder al
sucesor en vida del emperador. Esta tendencia se confirma con los Antoninos, cuyo régimen
sucesorio consiste en la adopción y entrega del Imperio a la persona designada por el
emperador. Los Severos continuaron con el criterio hereditario compaginándolo con el
indispensable apoyo del ejército. El Imperio se convierte en una monarquía militar en la que
desaparece la necesidad de una proclamación del Senado.
Tres factores caracterizan esta época altoimperial. Por una parte, el aumento de la
concentración de poder en la figura del emperador. Por otro, la creación de nuevas
instituciones burocráticas que van restando las competencias a las instituciones republicanas.
Y por último, el proceso de integración y romanización de las provincias.

Durante el período julio-claudio hubo revueltas en los territorios poco romanizados, que
fueron sofocadas. Gracias al florecimiento del comercio y de las relaciones con las provincias
orientales se da en esta época un renacer de sus culturas que se refleja en su influencia en la
vida romana. El final de la dinastía se produjo en el 68 debido a una revolución protagonizada
por el ejército. Vespasiano hizo concluir el año de revueltas y marcó el inicio de otra dinastía,
la de los Flavios.

Vespasiano (69-79) tuvo la habilidad de ganarse a la burguesía. Introdujo cambios en la


administración y en el Senado, dando entrada a miembros de todo el Imperio. Transmitió el
poder a sus hijos. Primero a Tito y después a Domiciano. El papel de este emperador se ha
visto como el de un tirano y asesino. Pero fue también un buen administrador a favor de una
mayor integración de las provincias en el sistema económico imperial y renovó el Senado.

Tras la muerte de Domiciano (96), la línea sucesoria quedó rota y fue el Senado el que
proclamó al nuevo emperador. Nerva (96-98) era un senador respetado, bajo cuyo mandato el
Senado quiso creer que recuperaría el poder. Pero Nerva se concentró en el problema de la
sucesión. Su pretensión era la de adoptar a un hombre capaz de llevar las riendas del Imperio y
que estuviera respaldado por todos los sectores del poder. Este hombre fue Trajano. Con él
comenzó en el 96 la dinastía de los Antoninos. Durante este período, el Imperio alcanzó el
máximo desarrollo de la vida urbana y la cultura romana, el comercio y la industria se
difundieron por toda el área mediterránea.

Trajano (98-117) mantuvo las apariencias formales frente al Senado. Por otra parte, enfrentó
con habilidad la crisis financiera y desarrolló una política exterior de conquista en el Bajo
Danubio y la frontera oriental. Adoptó a Adriano, que tras su muerte tomó el poder. Adriano
(117-138) destacó como renovador de la organización administrativa y judicial del Imperio y se
esforzó en mantener la paz en las fronteras. Fue un hombre dedicado a la literatura y la
filosofía, por lo que bajo su mandato se produjo un auge del helenismo.

Adriano asoció en el poder a Arrio Antonino (138-161), que a su vez adoptó a Marco Aurelio
(161-180). El gobierno de estos dos emperadores estuvo marcado por el bienestar y la paz. En
los últimos decenios del siglo II se abrió paso una época de crisis. Cómodo, hijo de Marco
Aurelio, desarrolló un gobierno presidido por las conjuras, las intrigas y las influencias
cortesanas. La crisis estalló en el siglo III con la dinastía de los Severos.

La muerte de Cómodo desencadenó en Roma cuatro años de guerra civil a la que puso fin
Severo, que fue reconocido como emperador. Bajo los Severos (193-235) el papel del ejército
fue fundamental para mantener a la dinastía en el poder y para sofocar las guerras fronterizas
y las invasiones.

EL BAJO IMPERIO
Tras la muerte del último de los Severos, el Imperio romano se vio sumido en una crisis. En el
interior del Imperio el ejército sigue ejerciendo el control e imponiendo emperadores,
mientras la crisis socioeconómica se agudiza. En el exterior se suceden guerras fronterizas. Es
el período conocido como “Anarquía militar”. Solo a partir de 275, con el ascenso al poder de
los emperadores ilirios, comienza una fase de recuperación que inicia el Bajo Imperio.

Diocleciano en el 284 es nombrado emperador. Inicia el camino que llevaría a la división del
Imperio implantando la Tetrarquía. Concibió un sistema según el cual existirían dos Augustos
acompañados cada uno de ellos por un César. Cada uno de ellos estaba asignado a la defensa y
administración de una región. El ejército se dividió en dos tipos diferentes, el de los que
defendían las fronteras y un ejército de maniobras. También llegó la reforma a la
administración de las provincias, que se multiplicaron el dividirse en diócesis.

Tras la muerte de Diocleciano y su sucesor Constancio, se abrió un período de revueltas. Fue


Constantino, hijo de Constancio, el que obtuvo la victoria en el 323 y el que abre un nuevo
período de la historia de Roma al que se ha denominado el Imperio cristiano, debido a que
algunos de sus emperadores adoptaron la religión cristiana y a que se concedió la libertad de
culto y se ordenó restituir a los cristianos los bienes que les habían sido arrebatados. El sistema
de sucesión adoptado por Constantino fue el de asociar al poder al heredero en vida del
emperador.

En el siglo IV, Roma pierde su importancia dentro del Imperio. Los emperadores ya no viven allí
debido a que está alejada de los territorios conflictivos y en el 324 Constantino funda
Constantinopla y la convierte en segunda capital. En cuanto al ejército, su constitución se
transformó debido a la admisión para el reclutamiento de voluntarios, de poblaciones
bárbaras o mediante el pago de un impuesto.

Durante el siglo IV, el Imperio va adaptando su organización conforme a las necesidades de un


territorio extenso. Esto culminó con la decisión de Teodosio en 395 de repartir el Imperio entre
sus hijos. Dos imperios, el de Oriente y el de Occidente, que acabarían enfrentándose.

El siglo V fue una sucesión de desastres que terminó con la desintegración del Imperio de
occidente. Son muchas las teorías acerca de este declive: la barbarización del ejército, el
conflicto social… Sin embargo, la romanización de los territorios conquistados había calado,
aunque con profundidad diferente, en poblaciones de índole muy distinta.

TEMA 10.- ROMA: ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y


SOCIAL
LA CREACIÓN DE LA ESTRUCTURA SOCIAL: FUNDAMENTO DE LA ORGANIZACIÓN
POLÍTICA ROMANA. LA PRIMERA MONARQUÍA

La leyenda atribuye a Rómulo el establecimiento de las primeras formas de organización de la


sociedad. En esta época primitiva, la estructura social es tribal y familiar y se asienta en una
unión religiosa. La célula social básica es la familia, que está regida por un sistema patriarcal.
La gens es una unidad social en torno a la cual se agrupa un número de familias y que se
caracteriza porque todos sus miembros tienen un nombre gentilicio común. Las gentes, a su
vez, se agrupaban en curias y las curias en tribus. Pero no todos los habitantes de Roma
pertenecían a una gens. Existía un grupo social, los clientes, que mantenía un vínculo basado
en la lealtad con la gens y la familia. El cliente trabajaba para la familia y a cambio recibía
protección y manutención.

El conjunto de las curias constituía la asamblea del pueblo (senado). Las funciones de esta
asamblea eran religiosas. También tenían otras atribuciones como la de investir al rey.

El populus estaba constituido por todos los habitantes que pertenecían a una gens y que
participaban con derechos y deberes en la ciudad. El resto de los ciudadanos conformaban la
plebe. Este grupo social no podía participar ni en el ejército ni en la política.

En su origen, las gentes tuvieron los mismos derechos y obligaciones. Sin embargo, la
diferenciación de clases según su status económico produjo distancias entre ricos y pobres.
Esta tendencia acabó viendo nacer a una aristocracia que cada vez se atribuía más privilegios,
frente a otra clase, que perdía sus prerrogativas políticas y sociales. Así se originó la distinción
entre patricios (la clase más alta) y plebeyos (los que no pertenecían a la aristocracia). En
principio, solo los primeros podían ser nombrados senadores.

Así, la organización política de los primeros tiempos sería la siguiente:

a) El rey: era el jefe elegido por el pueblo. Asumió también funciones religiosas y, con el
paso del tiempo, se estableció un vínculo entre él y la divinidad.
b) El senado: sus funciones consistían en asesorar al rey y dirimir problemas de seguridad
y de culto. Su función religiosa era importante. El Senado investía a cada nuevo rey.
c) Las curias, junto al papel militar, desempeñaban un papel político. La asamblea de sus
miembros proclamaba la investidura del rey y confirmaba la elección de magistrados
que este había hecho.
LA MONARQUÍA ETRUSCA: CAMBIOS SOCIALES Y EVOLUCIÓN DEL SISTEMA POLÍTICO

El período de influencia del pueblo etrusco trajo a Roma cambios en la sociedad y la política
debido al aumento de las relaciones comerciales con los pueblos del entorno. Todo ello
comportó una pérdida de la importancia del sistema familiar y una tendencia a centrar la
atención en el individuo. El hecho de que la economía, basada en el comercio, aumentara trajo
consigo la aparición de nuevas clases de comerciantes y artesanos cuya riqueza no consistía en
la posesión de tierras.

También fue una época de expansión territorial en la que el ejército se convierte en un


elemento esencial del poder. Esto contribuyó a que la figura del rey perdiera en parte su
carácter sacral y a que apoyara la fuerza de su poder en el ejército. Fue en esta época también
cuando entraron en el senado personajes que no pertenecían al patriciado tradicional.

La primera gran reforma que sufre la organización social romana se atribuye a Servio Tulio.
Dividió a los ciudadanos romanos en cinco clases, basándose en criterios económicos. Cada
una de estas cinco clases se componía de centurias. Cada centuria se especializaba en un
sector del ejército. Solo la última clase estaba exenta de las obligaciones militares.
Esta división dio lugar a un nuevo tipo de asamblea popular: los comicios de las centurias, que
elegían a los magistrados superiores y votaban algunas leyes. Cada centuria contaba con un
voto, de manera que las últimas clases, compuestas por un número mayor de ciudadanos,
tenían menos representación. Además, las votaciones comenzaban por la primera clase y
cuando se llegaba a la mayoría se detenían, con lo cual los de la última clase casi nunca tenían
posibilidad de votar.

Servio reorganizó la zona urbana dividiéndola en cuatro distritos territoriales, a los que llamó
tribus, y cada ciudadano fue adscrito a uno de ellos. A las tribus urbanas se sumaron las
rústicas, resultantes de la división también en distritos de la zona que rodeaba a la ciudad.

El esquema de clases sociales se vio afectado por esta serie de cambios. Por una parte estaban
los propietarios de tierras, entre los que se distinguían dos clases, una superior y otra inferior,
y, por otra, los proletarii, que eran los ciudadanos que no poseían ningún bien inmueble.

La distribución en clases vino determinada también por un sistema basado en la fortuna


personal. A la clase más alta y más rica pertenecían los caballeros. A estos les seguían los
propietarios, entre los que se distinguían dos clases (classis e infra classem) y en la base de la
pirámide encontramos a los proletarios. A esta estructura social correspondía la creación de la
nueva asamblea política de las centurias, en la que participaban solo los ciudadanos que
contribuían a la formación del ejército: los caballeros y las classis.

EL NACIMIENTO DE LA REPÚBLICA

EL CONFLICTO PATRICIO-PLEBEYO

Con la caída de la monarquía, el Senado decidió crear dos magistraturas que se renovarían
anualmente y que serían la máxima autoridad de la República: el consulado. El acceso a estas
magistraturas solo le estaba permitido a los patricios.

La instauración de un sistema como este reforzó la posición de la nobleza patricia, que


recuperó el terreno perdido con la monarquía, cuando la plebe había conseguido avanzar
algún puesto dentro de la sociedad. Al descender el comercio, los plebeyos que se dedicaban a
él se empobrecieron, mientras que los propietarios de las tierras, la mayoría pertenecientes a
la clase gentilicia, se beneficiaron del retorno obligado a la ganadería y a la agricultura.

Dentro de ambos grupos había también un conflicto interno. Los patricios ya no eran solo los
descendientes de los antiguos patres, sino que se habían sumado gentes de origen plebeyo.
También en el grupo plebeyo se había creado una distinción entre los que disponían de
recursos y los que carecían de ellos. Las reivindicaciones de los primeros eran políticas, las de
los segundos económicas.

La desigualdad afectaba también al terreno jurídico, ya que solo los patricios disfrutaban del
derecho a interpretar la voluntad de los dioses. Dado que esta ceremonia religiosa antecedía a
la mayoría de actos, los plebeyos estaban excluidos de estas funciones.

Influyó también la división entre clases rurales y urbanas. Se podría hablar de un conflicto
entre propietarios y no propietarios. Estos últimos, pertenecientes a la clase plebeya rural,
exigían el reparto del terreno público. Este terreno estaba en manos de los patricios. La crisis
agraria, además, había forzado a los plebeyos más pobres a recurrir a la petición de préstamos
a los ricos. El impago de estas deudas suponía que el acreedor podía exigir al deudor que se
convirtiera en su esclavo.

A la crisis interna se sumaba la de la política exterior. La aristocracia necesitaba mantener al


ejército y esto era imposible si no tenía el respaldo de los plebeyos que contaba con recursos
económicos para sostener parte del ejército. Los plebeyos aprovecharían la ocasión para
ejercer una presión mayor. La revolución adoptó la forma de la secesión. Los plebeyos se
retiraron al monte Aventino e intentaron crear un estado paralelo, condicionando su regreso a
la concesión de sus reivindicaciones. Hubo cinco secesiones. Tras cada una de ellas los
plebeyos fueron consiguiendo objetivos y la aristocracia patricia perdiendo posiciones.

El patriciado reconoció en el 471 a la plebe como comunidad, cuyos representantes serían los
tribunos de la plebe, elegidos por una asamblea plebeya. Los tribunos llegaron a tener dos
funciones esenciales: el auxilium y la intercessio. La primera consistía en defender a los
plebeyos en las causas jurídicas y la segunda el derecho a vetar las decisiones de la
magistratura patricia.

En el 451, se confió a una comisión de diez patricios la misión de establecer por escrito una ley
que fijara todo el derecho consuetudinario: la ley de las doce tablas. Supuso un avance en el
reconocimiento de los derechos de la plebe, ya que confirmaba la inviolabilidad de los tribunos
y elevaba a categoría de leyes los plebiscitos, acuerdos del consejo de la plebe. Aún así, la
máxima autoridad, el consulado, seguía siendo privilegio de los patricios. En el 445, se aprobó
conceder a los jefes del ejército, que podían ser elegidos entre la plebe o el patriciado, poderes
consulares. Además, se abolió la prohibición de los matrimonios entre patricios y plebeyos.

Las reivindicaciones económicas seguían pendientes. Había tres objetivos. Un reparto más
igualitario de las tierras del Estado, la solución al problema de las deudas y su impago y el
acceso de los plebeyos al consulado. Estas reivindicaciones se vieron materializadas en las
leyes Licinianas.

Se considera punto final de este conflicto el año 287, en el que se aprobó la Ley Hortensia. Esta
ley suponía la equiparación jurídica entre patricios y plebeyos.

LAS INSTITUCIONES POLÍTICAS

Con el nacimiento del estado patricio-plebeyo en Roma, la distinción entre patricios y plebeyos
desaparece y da paso a una estratificación que continúa fomentando el poder oligárquico de
una nueva clase mixta que denominaron nobleza.

El poder republicano se caracteriza por estar agrupado en tres instituciones que se reparten
las competencias: las magistraturas, el Senado y las asambleas populares.

Las magistraturas tenían carácter de gratuidad, es decir, no se trataba de cargos retribuidos. El


acceso, por tanto, a estos cargos era solo posible a las personas con altos recursos
económicos. Las otras características comunes a las distintas magistraturas eran la electividad,
la temporalidad y la colegialidad. Dentro de las magistraturas había distintos grados:
 La cuestura: los cuestores debían administrar el tesoro público y proteger el archivo
del Estado. Más tarde pasaron a convertirse en miembros de los colegios judiciales.

 La edilidad: su función era la de mantener el orden dentro de la ciudad, controlar su


abastecimiento de víveres y la organización de los juegos públicos.

 El tribunado de la plebe.

Hasta aquí las magistraturas inferiores. En cuanto a las magistraturas superiores, eran:

 La pretura: los pretores se encargaban de la administración de la justicia y de la


promulgación de edictos.

 El consulado: sus funciones eran las de la dirección del Estado y del ejército. Eran dos
cónsules, con derecho de veto el uno sobre el otro, y compartían el poder en igualdad
de funciones.

 La censura: su origen se encuentra en la confección del censo de los ciudadanos en el


443 a.C. El censo se renovaba cada cinco años. Los censores pasaron también entre el
318 y el 312 a controlar la lista de senadores.

Además de todas estas magistraturas anteriores, llamadas ordinarias, existía otra de la que
solo se disponía en ocasiones de grave peligro para el Estado: la dictadura. Al dictador lo
nombraban los cónsules y el período de su mandato no podía exceder de seis meses, pues al
concentrar los poderes en una única persona podía hacer peligrar el sistema republicano.

En cuanto al Senado, era una institución consultiva, sin cuyo consejo ninguna magistratura
desarrollaba su ejercicio del poder ejecutivo. La ratificación del Senado era necesaria para
llevar a cabo cualquier tipo de medida. El proceso de formación del Senado creó jerarquías
entre sus miembros. Lo que fuera originariamente asamblea de los jefes con más edad de las
familias y con mejor juicio, fue adaptándose a los cambios sociales. Tras el conflicto patricio-
plebeyo, la aristocracia senatorial la constituyó el grupo perteneciente a la nobleza. A él se
unieron después los exmagistrados, que recibieron la denominación de senadores nuevos.

La participación de los ciudadanos romanos en la organización política del Estado se articulaba


en la constitución de distintas asambleas:

 Los comicios curiados: proceden de la división del pueblo en curias y, aunque en época
republicana pasaron a ser simbólicos, seguía teniendo la función de conceder el
imperium a los magistrados.

 Los comicios centuriados: nacieron de la división del pueblo por centurias, que
organizaba a los ciudadanos en función de sus aportaciones a la constitución del
ejército. En los comicios centuriados estaba representada la totalidad del pueblo,
aunque no en condiciones de igualdad. A esta asamblea correspondía la elección de
los que ocuparían las magistraturas superiores. También juzgaban las causas penales
en las que intervenía la pérdida de derechos civiles y declaraban la guerra y la paz.
 Los comicios tributos: surgieron de la adscripción de los ciudadanos a diferentes tribus
dependiendo de su distribución dentro de Roma y en el territorio exterior a la ciudad.
Entre sus funciones se encontraba la de elegir a los ediles patricios y a los cuestores. A
partir del siglo III, al unirse en una sola asamblea esta y el consejo de la plebe, se creó
una nueva que fue la responsable de elegir a los restantes magistrados.

 El consejo de la plebe: era la asamblea de las clases inferiores. Hasta unirse a los
comicios tributos elegía las magistraturas plebeyas y emitía los plebiscitos.

LAS CLASES SOCIALES

El vértice de la pirámide social fue ocupado por la clase que surgía de la unión de los patricios y
los plebeyos ricos, la nobleza. Además del control político y asambleario, era la depositaria de
un código moral que la hacía heredera de las virtudes y costumbres de los primeros
ciudadanos romanos. Su poder económico radicaba en la posesión y explotación de tierras.

Los caballeros constituían el siguiente nivel dentro de la sociedad. Gracias a sus recursos
económicos procedentes de la actividad mercantil, formaron el cuerpo de jinetes del ejército y
su influencia en las decisiones políticas fue creciendo. En el 81 a.C. la reforma del Senado
realizada por Sila supuso la incorporación de esta clase a la máxima institución política.
También al grupo de los caballeros pertenecían los que se llegaron a convertir en una clase
social intermedia gracias a su labor de recaudar impuestos.

Dedicados también a actividades comerciales y situados entre los grupos intermedios de la


sociedad estaban los negotiatores y mercatores. Obtenían sus recursos económicos del
abastecimiento de esclavos y de los intereses procedentes de los préstamos de dinero.

La base de la pirámide social estaba compuesta por la plebe, los clientes y los esclavos.

En la plebe la situación era diferente entre los que habitaban en Roma, el proletariado urbano,
y los que se dedicaban a las labores del campo, la plebe rústica. A partir del reparto del terreno
público en el 287 y de los logros de la plebe en el conflicto con los patricios, muchos de los
pertenecientes al proletariado sin recursos pasaron a convertirse en pequeños propietarios.
No obstante, la poca productividad y el hecho de que los grandes propietarios prefirieran la
utilización de los esclavos para el cultivo de las tierras, provocó la ruina de los pequeños
propietarios, lo que llevó a buena cantidad de ellos a emigrar a las ciudades.

La clientela evoluciona hacia una filiación de intereses en la que el intercambio de prestaciones


y fidelidades entre clientes y patrono sirve a intereses más complejos.

Los esclavos eran considerados cosas. Su número en la sociedad fue aumentando debido a las
conquistas de Roma y a la venta de los prisioneros de estas como esclavos. Las escasas
condiciones de vida y de trabajo de los esclavos, y su elevado número, condujeron a revueltas
que acabaron en guerras serviles. A causa de los préstamos impagados existía un tipo de
esclavo que había sido libre de nacimiento y también había personas libres que habían sido
esclavos y más tarde liberados, los manumitidos. También estaban los libertos, personas libres
que eran hijos de esclava.
LA EXPANSIÓN DE ROMA: CONSECUENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES

EL INCREMENTO DEMOGRÁFICO Y LA CIUDADANÍA ROMANA

La dinámica expansionista benefició a la clase dirigente, que vio en esta empresa un elemento
para afianzar su poder y desviar la atención del pueblo de los conflictos internos. Sin embargo,
el pequeño y mediano campesinado, que constituía el grueso del ejército, obtuvo perjuicios.

El aumento de comunidades conquistadas exigió la adopción de medidas jurídicas que


regularan sus relaciones con Roma. Uno de los problemas jurídicos de la expansión fue el de la
concesión de la ciudadanía romana. Los ciudadanos de Roma disfrutaban de una serie de
derechos. La expansión de Roma sobre territorio itálico forzó una renovación del concepto de
ciudadano. Se empezó a distinguir entre ciudadanos con plenitud de derechos y ciudadanos
con derechos restringidos. Los segundos eran los pertenecientes a la Liga Latina. Más tarde se
amplió a otras ciudades de Italia y a las provincias.

La política romana no fue la de conceder la ciudadanía automáticamente a las ciudades, sino la


de fundación de colonias de ciudadanos romanos para controlar los movimientos de los
pueblos dominados. Una solución intermedia fue la concesión del municipium a comunidades
que, aunque conservaban sus propias instituciones, gozaban de la ciudadanía romana.

Cuando Roma ocupó Sicilia, la convirtió en la primera provincia romana y los habitantes de la
isla recibieron un nuevo tipo de ciudadanía que denominaron ciuitas libera. En cuanto a las
ciudades griegas, Roma asumió el papel de liberadora de las ciudades griegas, que
mantuvieron su independencia hasta el 146 a.C.

TRANSFORMACIONES POLÍTICAS Y SOCIALES

En época de expansión los cambios políticos y sociales estuvieron determinados por la


inadecuación de las instituciones republicanas al gobierno de un imperio y por la inadaptación
del orden social a los cambios económicos producidos por la cantidad de riquezas que la
explotación de los territorios conquistados supuso.

En cuanto a las instituciones, el período de expansión se caracteriza por un aumento del poder
del Senado. Los nuevos territorios hacían crecer sus posesiones y la explotación agraria se
convirtió en monopolio de la clase senatorial. Dentro de la clase senatorial, se establecieron
diferencias entre un grupo de familias que controlaba el poder y el resto de los senadores. El
monopolio del poder en un grupo cerrado provocó la tendencia a crear líneas de actuación
política guiadas por intereses personales y familiares.

Las asambleas vieron disminuir sus poderes, convirtiéndose en instrumento de la voluntad


política del grupo senatorial dominante.

La meta política más ambicionada era la del gobierno de las provincias. Abría la posibilidad de
ejercer un control ilimitado sobre poblaciones enteras sin tener que someterse a la autoridad
ejercida por la aristocracia senatorial de Roma. Además, la explotación de las provincias era
una fuente de enriquecimiento personal. Las provincias eran administradas por un pretor y por
un cuestor. Algunas provincias tenían carácter de aliadas, otras disfrutaban de algunos
privilegios y otras eran consideradas stipendiariae, lo cual significaba que debían satisfacer un
impuesto a Roma.

Los súbditos de las provincias no tenían capacidad para defenderse de las injusticias de los
gobernadores. Por otra parte, el control de Roma sobre su gobernación se hacía ineficaz
debido a las distancias. En el año 149 se creó un tribunal para resolver estas cuestiones, pero
su actuación fue apenas válida.

Dentro de Roma se sintieron también las consecuencias de la expansión. El aumento de


extensiones para el cultivo propiedad de la nobleza produjo una crisis del pequeño propietario.
Los campesinos tuvieron que vender sus tierras y emigrar a Roma. También el proletariado
campesino sufrió las consecuencias de la expansión. Los prisioneros de guerra fueron mano de
obra muy barata y el proletariado rural tuvo que marchar a Roma en busca de trabajo. Roma
fue incapaz de cubrir una demanda excesiva.

LA TRANSICIÓN DEL SISTEMA REPUBLICANO AL IMPERIO. EL NUEVO CONCEPTO DE


PODER: CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA SOCIOPOLÍTICA

Durante el último siglo de la República se hizo patente la necesidad de adecuación de las


instituciones públicas a la nueva realidad de la sociedad romana. La administración de los
territorios conquistados carecía de un sistema de control eficaz y la organización del ejército
era insuficiente para mantener la paz. Todo el proceso político es una lucha por alcanzar el
control en el poder. El nuevo concepto de poder fija su atención en individuos concretos.

El conflicto social se agrava por el aumento de diferencias entre clases. A las secuelas sociales
del problema agrario sufridas por los campesinos se suma el crecimiento del grupo de los
esclavos.

Uno de los fenómenos característicos de este último siglo fue la apertura de las clases altas a la
cultura y la política helenística. En el aspecto cultural, se abrió a la doctrina filosófica del
estoicismo, que potenciaba una atención especial al individuo, y en el aspecto político, se
acusa la influencia del modelo monárquico griego, lo que contribuyó a conformar un nuevo
concepto de poder basado en la excelencia del individuo concreto. Ahora los protagonistas de
la lucha por el poder eran individuos que basaban su escalada política en el apoyo de otras
clases sociales. El papel del ejército fue decisivo porque apoyaba a sus generales, que
pertenecían a las clases altas y eran los que luchaban por el acceso al poder.

La tendencia a la política personalizada comenzó a cobrar forma cuando empezaron a violarse


la colegialidad y la temporalidad de las magistraturas. La recta final de este proceso se
concreta en la admisión del triunvirato.

El conflicto entre la aristocracia y los que defendían los intereses del pueblo fue un elemento
de tensión. El acceso al poder de líderes de los dos signos dio lugar a reformas. La reforma de
Mario se dirigió al ejército, consiguiendo que se aprobase una ley que admitía en el ejército a
los proletarios, muy necesitados de ocupación laboral. El avance de los populares fue frenado
por la llegada de la dictadura de Sila (82 a.C.), que intentó restablecer el antiguo orden
republicano y para ello fortaleció el poder del Senado y debilitó el de los tribunos.
César realizó grandes reformas de signo populista. Aumentó el número de senadores dando
entrada a una representación más amplia de algunos sectores de la sociedad. En cuanto al
aspecto social, hay que destacar dos medidas dirigidas a paliar la crisis agraria: realizó un
reparto del terreno público y concedió distribuciones gratuitas de trigo a los habitantes pobres
de Roma.

El proceso fue largo y obtuvo críticas, pero el cambio del esquema político era ya imparable.

EL IMPERIO: ORGANIZACIÓN Y EVOLUCIÓN

AUGUSTO: LA ORGANIZACIÓN SOCIOPOLÍTICA DEL ESTADO

El cambio del sistema republicano a uno imperial había que hacerlo sin que el equilibrio
constitucional se rompiera. Esta era la situación a la que se enfrentaba Augusto. La encrucijada
política era cómo conjugar un poder personalista con las instituciones democráticas y con el
respeto a la nobleza.

Así, en el año 27 a.C., Augusto devolvió al Senado y al pueblo los poderes extraordinarios y
restituyó la República. El Senado, a su vez, le renovó sus poderes militares extraordinarios para
la defensa de las provincias. En el año 23 a.C., le concedió las competencias de los tribunos de
la plebe y un imperium que suponía el control sobre las provincias y el ejército.

El ámbito de actuación del Senado quedó reducido a las cuestiones ciudadanas. Entre sus
competencias figuraban la de juzgar los delitos de alta traición y de corrupción pública;
también gestionaba el tesoro del Estado.

Aunque la dedicación principal de los caballeros fue siempre la actividad económica, Augusto
consideró importante asimilarlos a la tarea política. Además de su participación en el ejército,
pasaron a administrar los bienes públicos. El orden de los caballeros fue aumentando en
poderes a la par que Augusto descargaba de autoridad a las magistraturas a favor de un
sistema administrativo.

El peso mayor dentro de esta estructura de poder residía en la administración de todos los
territorios, que eran la fuente de recursos y de problemas de Roma. Esto conllevó la creación
de todo un aparato administrativo. Esta administración se dividió en una central, que regía
Roma, y otra provincial. La administración de Roma pasó a ser terreno de los funcionarios que
el propio emperador designaba.

Además, Augusto creó un cuerpo militar de élite como guardia personal del emperador. Otra
serie de cargos completaban las funciones de administración como el cuerpo de uigiles (policía
ciudadana) o la prefectura de la annona (encargada del aprovisionamiento de trigo).

Las provincias fueron divididas entre aquellas pacificadas, de las que se ocupaba el Senado, y
las que encerraban todavía peligros de invasión o rebeliones, que quedaron a cargo del
emperador. Algunas provincias se confiaron a los procuradores del orden ecuestre, como las
de reciente conquista o aquellas que a Augusto le interesaba gestionar directamente. Todo
este aparato necesitaba una gran cantidad de recursos que, en parte, suministraban los
impuestos con que se gravaba a las provincias.
En cuanto al ejército, su dimensión había crecido y se inauguró la propaganda política de la paz
en todo el Imperio, para la que se necesitaba a los ejércitos como defensa.

En cuanto a la política social, el descenso de la natalidad provocó la promulgación de distintas


leyes, que fomentaban con privilegios a los matrimonios con muchos hijos. Igualmente se
castigaron el divorcio y el estupro. En cuanto a la esclavitud, se realizaron manumisiones
masivas de esclavos. La aparición desmedida de libertos creaba el problema de su introducción
en la sociedad, por lo que hubo que fijar normas de manumisión.

Los repartos de trigo fueron otra de las reformas de la época. Aumentaron en cantidad, pero
disminuyeron en frecuencia con el fin de que la plebe no se estancara en la comodidad.
Además, la plebe recibió ayudas económicas y se intentó desviar la atención a sus problemas
con juegos financiados por el emperador.

La nobleza conservó su estatus, pero su poder disminuyó.

EL ALTO IMPERIO

A lo largo del Alto Imperio los cambios existieron y acabaron determinando la crisis en la que
se vio sumido el Imperio durante el siglo III. Durante este período, la sociedad estaba dividida
en dos estratos: los honestiores o clases altas y los humiliores o clases bajas. Los estratos altos
estaban compuestos por ordines, unidades sociales cerradas y corporativas. Los más bajos se
jerarquizaban según su dedicación laboral, su condición jurídica y su grado de ciudadanía.

La pertenencia a los estratos honestiores dependía de la condición económica y del prestigio y


el poder que ello conllevaba. Existían tres ordines:

 El orden senatorial: era el más alto estamento. A lo largo del Imperio habían entrado a
formar parte de él miembros de las clases altas itálicas y de las provincias, aunque
seguían existiendo diferencias con los miembros pertenecientes a la antigua nobleza.

 El orden ecuestre: sus miembros procedían de diferentes condiciones sociales. Les


unía la dedicación a la actividad financiera y comercial. En tiempos de Augusto
comenzaron a participar de la política y los emperadores buscaron en ellos apoyo para
contrarrestar la influencia de la aristocracia senatorial. Los miembros del orden
ecuestre podían formar parte del Senado mediante designación del emperador. A
partir del siglo II, ocuparon también cargos de la cancillería imperial.

 Los decuriones: a este orden pertenecían los miembros de la curia de las ciudades. Se
exigía también una determinada renta. La pertenencia a la curia era hereditaria y el
acceso a sus magistraturas suponía grandes gastos.

En cuanto a los estratos humiliores son:

 Los Augustales: es un grupo intermedio entre los dos grandes estratos. Se trataba de
libertos que habían amasado pequeñas fortunas y que aspiraban a ser reconocidos
socialmente. No podían acceder a las magistraturas locales, pero se asociaron en
colegios con los que ganaban prestigio social y a cambio contribuían con impuestos.
 La plebe: el emperador se erigía en defensor y representante de la plebe, pero como
los cargos eran designados por él, los comicios de la plebe habían quedado sin poderes
reales. Alguna vez algún emperador se apoyó en la plebe para enfrentarse al Senado.

 Los libertos: esclavos manumitidos, habitualmente se dedicaban a la misma actividad


que desempeñaban en su anterior condición. Normalmente continuaban el grado de
dependencia con sus patronos. En algunos casos llegaron a posiciones relevantes en la
sociedad debido a la confianza que depositaban en ellos sus patronos.

 Los esclavos: eran considerados como una propiedad. En ellos se consideraba tan solo
el factor productivo. Una situación diferente era la de los que habían adquirido esta
condición por el impago de deudas. Su trato era distinto y en el momento en que la
deuda era satisfecha, recuperaban su condición de ciudadanos libres.

A comienzos del siglo II, se originó una crisis que abarcaría todo el siglo III. Las guerras
mermaban la economía y la crisis demográfica dejaba a los campos y al ejército sin hombres.
La utilización de bárbaros para repoblar las fronteras creó un elemento peligroso. La recesión
económica afectó a las ciudades y el Estado tiene graves problemas con la inflación monetaria.

Toda esta situación y la intervención del ejército para controlarla, estableciendo monarquías
absolutas, tuvo consecuencias en el orden social, en el que se acentuó el contraste entre ricos
y pobres. A los fracasos en política exterior siguió la falta de esclavos, ante lo cual los
propietarios recurrieron a los colonos. Los colonos se establecían en las propiedades de los
latifundistas y trabajaban a cambio de parte de la cosecha. El endurecimiento de las
condiciones de trabajo provocó el abandono de las tierras por parte de los colonos.

En la ciudad, las clases medias se vieron empobrecidas y se desplazaron al campo.

La clase privilegiada concentra en sus manos la riqueza y constituye una nueva aristocracia
latifundista. Los senadores se desentienden cada vez más de sus quehaceres políticos y el
poder político de la administración recae en manos del orden ecuestre.

EL BAJO IMPERIO

Cuando Diocleciano llegó al poder, la situación del Imperio era crítica. Él y Constantino
emprendieron una reforma que comenzó por la implantación de la tetrarquía. Este nuevo
sistema se asentó en una base administrativa del Imperio.

La reforma de Diocleciano supuso un mayor control del Estado sobre las ciudades, pues
procuraba, mediante la descentralización de las funciones, mantener la unidad política del
Imperio. También se introdujeron medidas económicas, monetarias y fiscales, que paliaron la
crisis financiera, y una reforma del ejército, que estabilizó la situación de la política exterior.

Tras la muerte de Diocleciano, se sucedieron unos años de revueltas hasta que comenzó el
reinado de Constantino. Este emperador, continuando la política de su antepasado, consiguió
estabilizar el Imperio y en 324 dio un paso que llevaría a la división del Imperio: la fundación de
Constantinopla. Por otra parte, con su conversión al cristianismo, se consolida el poder de la
Iglesia. Las diferencias sociales se fueron acentuando cada vez más entre ricos y pobres.
La clase más alta continuaba siendo la senatorial. Aunque ya quedaban pocos miembros de la
vieja aristocracia y sus poderes políticos efectivos habían sido reducidos, las grandes fortunas
que poseían y el prestigio social que los seguía haciendo depositarios de la tradición romana,
los mantenía en la cumbre del poder. Cuando Constantino fundó Constantinopla, convirtió la
curia de aquella ciudad en un segundo Senado.

Los decuriones sufrieron una gran pérdida de poder. Los curiales debían seguir manteniendo
las prestaciones que realizaban hasta entonces y estaban obligados a satisfacer al Estado un
impuesto y a recaudar los que correspondían a la comunidad. Muchos intentaron dejar sus
puestos, pero se les prohibió hacerlo.

En el 368, surgió la figura del defensor de la plebe, cuya misión era defender a la plebe y
controlar la administración de la ciudad.

En cuanto a la situación rural, el régimen del colonato fue la fórmula de más éxito. El colono
pasó de ser un arrendatario independiente a un campesino dependiente de la tierra, cuya
condición era hereditaria y que acabó en algunos casos convirtiéndose en propietario de su
parcela. No obstante, sus duras condiciones de trabajo llevaron a los campesinos a abandonar
sus tierras.

Finalmente, hay que tener en cuenta un componente social que penetró en los últimos años
del Imperio a través del ejército y de la administración civil: los bárbaros. La presencia bárbara
agudizó las tensiones políticas entre la clase dirigente y las aristocracias provinciales con
pretensiones autonomistas. Se propiciaron también las usurpaciones de los jefes militares y la
masa se organizaba para defender sus intereses en contra del Estado.

Todo esto condujo a la desintegración del Imperio de occidente.

TEMA 11.- ROMA: LA VIDA COTIDIANA


LA FAMILIA

CONCEPTOS GENERALES

En los tiempos de la Monarquía, la organización familiar giraba en torno a la gens, agrupación


civil que congregaba un número de ciudadanos vinculados por una comunidad de origen, de
culto, de nombres y de intereses políticos. Cada gens se dividía en familias, cada una de las
cuales estaba sometida a la autoridad de un paterfamilias. El término familia designaba a todo
el conjunto de personas que habitaban en una misma casa.

En la República, cuando la importancia de la gens como grupo político había desaparecido, fue
la familia la que asumió la función integradora dentro de la sociedad romana.

Los miembros de la familia se distribuyen en dos categorías: los sui iuris, es decir, las personas
libres de una autoridad ajena, y los alieni iuris, las personas sometidas a la autoridad de otro.

Las relaciones de parentesco podían ser de carácter civil o de carácter natural. El parentesco
civil estaba formado por los agnados, es decir, los descendientes por vía masculina de un
mismo antepasado. El parentesco natural lo constituían los cognados, las personas
descendientes unas de otras sin distinción de sexo.

EL PATERFAMILIAS

Era el jefe único, que concentraba todos los poderes de la familia. Le correspondía ofrecer los
sacrificios, las ofrendas y preces cotidianas ante el altar de los dioses Lares, así como mantener
el culto de los Manes y Penates. También tenía la facultad de juzgar a los miembros de la
familia con derecho de vida o muerte, y estaba facultado para disponer de la hacienda familiar.

En virtud de la patria potestad, en sus manos quedaba aceptar o rechazar al hijo recién nacido.
Sin embargo, estaba obligado a criar a los varones y a la primera hija. La patria potestad cesa
por la muerte del cabeza de familia, si este pierde los derechos de ciudadanía o si era cogido
prisionero. Esta autoridad no se ejerce cuando sus hijos eran sacerdotes y sus hijas vestales.

En el siglo II la autoridad absoluta del padre había desaparecido.

LA MATERFAMILIAS

La madre gozaba de respeto. La matrona romana, que observaba las costumbres tradicionales,
era austera en su porte exterior y comedida en sus palabras. Era la compañera del marido,
quien la consultaba en sus decisiones. Hilaba y tejía, pero no trabajaba en las faenas duras de
la casa. Gobernaba el hogar, cuidaba de la educación de los hijos y recibía las visitas. Aunque
pasaba su vida en el recinto de la casa, gozaba de cierta libertad que le permitía salir a los
baños y diversiones públicas.

En los primeros tiempos, la mujer, al casarse, pasaba del poder del cabeza de familia al del
esposo. Sin embargo, en los últimos tiempos de la República, la mujer continuaba
dependiendo de la autoridad paterna, hecho que la permitió ser dueña de sus decisiones y
conseguir una situación de igualdad en su matrimonio.

ETAPAS DE LA VIDA

Para los romanos, las etapas de la vida se pueden distribuir así: infantia, hasta los siete años;
pueritia, hasta los diecisiete; adulescentia, hasta los treinta años; iuuentus, hasta los cuarenta
y cinco años; senectus, hasta sus últimos días.

NACIMIENTO E INFANCIA

Los romanos atendían a los niños y procuraban darles una educación esmerada para formarlos
como buenos ciudadanos, amantes de las tradiciones y respetuosos con los dioses y con la
familia.

Los primeros años de su vida los pasaba el niño junto a su madre y su nodriza. Cuando no tenía
hermanos se le buscaba un compañero de juegos entre los esclavos. La enseñanza en esta
primera época se centraba en el aprendizaje de la lengua, la lectura, la escritura, el dibujo, la
pintura y el modelado. Esta educación inicial dependía de la madre, pero cuando las
costumbres helénicas comenzaron a introducirse en la vida romana, los hijos se fueron
entregando a nodrizas griegas.
En el inicio de la vida del niño adquieren relevancia dos días: el dies natalis y el dies lustricus.

El primero celebraba el día del nacimiento. Era un día de fiesta familiar. Los amigos solían
obsequiar a los festejados con regalos. A fin de que el parto llegara a buen fin, durante el
embarazo se invocaba a Juno. El niño, apenas nacido, era depositado en el suelo y el padre lo
recogía y lo levantaba, reconociéndolo como suyo. Así, el niño quedaba admitido en la familia.

El segundo era el día de la purificación. Con ello el niño quedaba incorporado a la familia como
sociedad religiosa. A los ocho o nueve días del nacimiento, según fuese niña o niño, se
verificaba la ceremonia sagrada de su purificación e imposición del nombre, consistente en un
sacrificio a los dioses, después del cual se ofrecía un banquete. El día en el que se le impone el
nombre es también el momento en que recibe la bulla, el colgante característico de los niños
romanos y que se llevaba hasta la adolescencia.

NIÑEZ

El paso de la infancia a la niñez se significaba mediante la imposición de la toga praetexta. La


llevaban los niños hasta la adolescencia. Aunque en la escuela pública no existía discriminación
en la enseñanza de niñas y niños, en la casa la educación de la niña era la adecuada a su sexo y
corría a cargo de las madres. Jugaban con muñecas y los ajuares propios de la casa, y sus
labores eran hilar y tejer. Aprendían a ser dignas esposas y madres ejemplares.

ADOLESCENCIA Y JUVENTUD

El paso de la niñez a la adolescencia está marcado por una ceremonia. Ante el dios del hogar,
el muchacho se desprende de las insignias anteriores y se viste con la toga viril, lo que tiene un
valor simbólico: el muchacho ya no necesita la protección de los suyos. Llegado a esta edad, se
dedica a la administración de los bienes familiares hasta que le llega la obligación del servicio
militar o prosigue sus estudios.

Antes del matrimonio solían celebrarse los esponsales, es decir, la promesa recíproca de futuro
matrimonio que solían concertar los padres de los prometidos, generalmente con fines de
conveniencia. El acto se sellaba mediante las arras, a la vez que se señalaba la dote. Después
se celebraba una comida familiar y la prometida recogía los regalos que le habían enviado.

El objetivo principal del matrimonio era la procreación. Por esta razón, la sociedad limitaba los
derechos de los célibes. La unión estaba consagrada por la religión del Estado y tenía un
carácter indisoluble. Para que existiera matrimonio legítimo tenían que darse en los
contrayentes dos requisitos: capacidad natural y capacidad jurídica. Además se requería el
consentimiento del cabeza de familia y en época imperial el consentimiento de los esposos. La
capacidad jurídica requería que ambos contrayentes fueran libres y ciudadanos.

El derecho romano fijó una serie de impedimentos que hacían imposible el matrimonio cuando
existía entre los contrayentes relación de parentesco, la existencia de otro vínculo y el voto de
castidad. Hasta el 445 a.C. estaba prohibido el matrimonio entre patricios y plebeyos.

La ceremonia de bodas en que la mujer pasaba a estar bajo la autoridad del marido (in manu)
podía verificarse de tres maneras:
1) Per confarreationem: cuando los novios pertenecían a la clase patricia. Consistía en
sacrificar a Júpiter un carnero y ofrecerle una torta.

2) Per coemptionem: era una compra simbólica de la mujer.

3) Per usum: consitía en hacer válido el matrimonio cuando se presumía que los cónyuges
habían vivido juntos durante un año.

Con respecto al tipo de matrimonio tras el cual la mujer seguía bajo la autoridad del padre
(sine manu), fue el recurso al que se acogía el paterfamilias con objeto de procurarse
descendencia legítima sin necesidad de establecer un vínculo civil entre su familia y su esposa.
El matrimonio sine manu fue el único vigente a partir del siglo I d.C.

El ceremonial de la boda romana era muy rico, aunque en esencia consistía en la conformidad
de los contrayentes simbolizada en la entrega de la novia a la casa del esposo.

El divorcio fue muy raro al principio de la República. Pero con la relajación de las costumbres
tradicionales, el escepticismo religioso y la disminución de los derechos del esposo sobre la
esposa, esta práctica fue creciendo. Aunque en los matrimonios efectuados in manu era el
varón el único que tenía el derecho de anular la unión, cuando se fueron generalizando los
matrimonios sine manu la mujer gozó de la misma prerrogativa.

VEJEZ

El paso a las etapas posteriores de la vida no se señala con ningún ritual. Quizá la única manera
de reconocer una frontera entre la juventud y la vejez la podríamos encontrar en los usos del
ejército, que distingue a las personas de la vejez, solo movilizadas en caso de extremo peligro.

Sin embargo, no hay límite de edad para el ejercicio de las magistraturas, porque en Roma se
considera que la sabiduría tiene su fuente principal en la experiencia y porque los hombres
más mayores no poseen ya la ambición excesiva que podía resultar perjudicial en el manejo de
la cosa pública. Así pues, los mayores son tratados con respeto.

Para mantenerse en las mejores condiciones, a los hombres de edad se les aconsejaba un
ejercicio físico moderado y abundante ejercicio intelectual. Cuando ya están demasiado
cansados, su ocupación consiste en atender a la vida familiar y a los nietos.

MUERTE Y FUNERALES

No observar los ritos de los funerales en Roma significaba condenar a las almas a vagar por el
mundo de los vivos y a atormentar a los que les sobrevivieron. Hay distintos ritos funerarios:

a) Animan afflare: creían los romanos que al morir salía el alma por la boca. Por esto el
pariente más próximo recogía el último aliento con un beso.

b) Conclamatio funebris: eran las lamentaciones y gritos en que prorrumpían los


parientes del difunto, como para llamarle y asegurarse de que estaba muerto.

c) Vnctura: el cadáver era lavado y perfumado para retardar su descomposición. Si había


ocupado cargos, se le revestía con el traje del más elevado, su rostro era cubierto y en
la boca se le ponía una moneda para pagar a Caronte. Sobre un lecho era expuesto. En
señal de luto se apagaba el fuego del hogar y las mujeres de la familia se arrancaban
los cabellos y se rasgaban sus vestiduras mientras repetían sus lamentos.

La exposición del cadáver duraba más o menos según la condición del fallecido. Después, se
celebraba el funeral. Los funerales podían ser de dos clases:

 Funus translaticium o funeral ordinario: eran invitados los amigos del finado.

 Funus indictiuum o funeral solemne: se anunciaba por medio de un pregonero público.


Se celebraba con gran pompa y estaba reservado a los personajes de la alta nobleza. Si
el fallecido había sido un hombre importante en la vida pública, se pronunciaba la
laudatio o contio funebris, un elogio fúnebre.

En la inhumación, los restos mortales eran llevados dentro de un ataúd. Los cadáveres de los
hombres ricos eran encerrados en sarcófagos y los pobres eran enterrados en una fosa común.
En la incineración, el cuerpo del difunto junto con sus objetos más queridos era colocado sobre
una pira a la que se prendía fuego. Una vez consumido, los parientes del muerto se acercaban
a recoger las cenizas con una urna que se depositaría en un sepulcro. Después se hacía una
ceremonia de purificación.

Las tumbas solían situarse a ambos lados de las vías que salían de la ciudad. Estaban a veces
adornadas con pinturas o relieves y tenían cavidades subterráneas para colocar los sarcófagos
y urnas cinerarias. Las clases humildes para disponer de una sepultura digna se reunían en
asociaciones funerarias, que construían tumbas comunes con nichos.

En los aniversarios, los romanos llevaban a las tumbas flores, comida y bebida, y además cada
año se consagraba una semana a los parientes difuntos.

INDUMENTARIA

Los romanos vestían de manera sencilla. Los tejidos más corrientes eran la lana, el lino y el
algodón. La gente modesta usaba lanas de color pardo y las personas pudientes preferían el
color crudo o colores vivos. En época imperial se puso de moda un tejido ligero hecho con el
capullo de un gusano de seda.

EL VESTIDO DE LOS HOMBRES

En los primeros tiempos, el varón usaba en Roma como ropa interior un calzón y una camisa
de lino, encima de los cuales se ponía la túnica.

La túnica era una prenda para la casa o para el campo. Se componía de dos piezas de lana
cosidas, que dejaban un paso para la cabeza y para los brazos y se ceñían con un cinturón. Los
hombres solían llevarlas sobre las rodillas y las mujeres por debajo, mientras que las de los
militares eran las más cortas. Su forma y su materia solía variar según sexo y clase social. A
veces se llevaban más túnicas. La túnica podía ser de dos clases, la recta, blanca y sin adornos,
que es la de uso común; y la clauata, con unas franjas de púrpura, de caballeros y senadores.
La toga era el vestido nacional y simbolizaba la dignidad del ciudadano. De ordinario era de
lana blanca, pero en caso de luto o no poder pagar el blanqueo, era de color oscuro. Tomó
forma semicircular. Con el tiempo se reservó para los actos solemnes, la corte, la tribuna, el
circo o el teatro. De ordinario no llevaba ornamentos. Existían distintos tipos de togas:

 Praetexta: en su borde llevaba una franja púrpura y era usada por sacerdotes,
magistrados, senadores, jóvenes distinguidos y muchachas solteras.

 La trábea: la usaban los censores en los funerales y los cónsules en las solemnidades,
así como los augures y los emperadores.

La synthesis: se colocaba sobre la túnica para estar en casa, en los banquetes y en las fiestas de
las Saturnales. El sagum fue una prenda militar, abrochada con una hebilla, de lana gruesa,
aunque podía ser de un tejido más fino en las épocas templadas. Lo utilizaban también los
labradores y los pobres.

La población rural utilizó en sus ocupaciones diarias prendas de otro tipo:

 El pallium: se ponía sobre la túnica, de manera más sencilla y corta que la toga.

 La paenula: capa hasta las rodillas y que se ponía sobre la toga. Llevaba un capuchón.

 La caracalla: manto hasta los pies con capuchón.

De ordinario los romanos llevaban la cabeza descubierta y cuando era necesario cubrirla lo
hacían con una parte de la toga. No obstante, se emplearon varios géneros de sombrero, como
el petasus, un sombrero de alas anchas para protegerse de sol y lluvia durante los viajes.

En cuanto al calzado, no hubo diferencia entre los utilizados por hombres y mujeres, si bien los
modelos femeninos solían ser más refinados y elegantes. El calceus era el calzado nacional del
ciudadano romano, que cubría por completo el pie. Su forma y color variaron según la
condición de las personas y las distintas épocas. Los perones era un calzado alto de cuero y
forma similar a la de los calcei, empleado especialmente por los aldeanos para el lodo. Las
soleae o sandalias eran un calzado ligero que se utilizaba en el interior de la casa.

No se usaban las medias ni los calcetines, pero sí cintas con que se vendaban las piernas y que
recibían los nombres de fasciae crurales o fasciae tibiales para las pantorrillas y feminalia o
femoralia desde la cadera hasta las rodillas.

EL VESTIDO DE LAS MUJERES

La túnica interior o camisa interior era la prenda que llevaba la mujer sobre la piel. Debajo o
por encima podían llevar una banda para sostener el pecho.

Denominaban estola a la vestidura característica de la matrona romana. Llegaba a los pies y


caía hasta el suelo. Se ceñía al cuerpo con un cinturón. La toga quedó restringida a las mujeres
de vida fácil. Su parte inferior solía estar orlada de una franja ancha bordada.
Durante la República, para protegerse del frío, la mujer utilizaba un manto que le cubría la
espalda y la cabeza. En época imperial se impuso un manto más ancho y elegante, con pliegues
y colores. Para defenderse del sol y del calor usaban la sombrilla y el abanico.

Los aderezos de las mujeres eran muy variados: brazaletes, anillos… Las matronas gustaban del
oro y de las piedras preciosas. En cuanto a los tocados, las jóvenes solían llevar el pelo
recogido con un nudo o con trenzas. Las matronas lucían peinados más complicados. También
era frecuente el uso de perfumes.

LOS ROMANOS Y EL TIEMPO

Para el romano el día estaba dividido en la mañana, que es el tiempo de la actividad, y la tarde,
que es el tiempo del descanso.

DISTRIBUCIÓN DEL DÍA EN ROMA

El saludo era el primer acto de la mañana. Los padres recibían el saludo de sus hijos y los
clientes saludaban al patrón, le enteraban de los asuntos, le pedían consejo y le presentaban el
cestillo, que se llenaba con alimentos y provisiones. Más tarde esta ayuda fue reemplazada por
una suma de dinero. El saludo duraba unas dos horas y después se tomaba el desayuno, que
solía consistir en pan mojado con vino, miel, dátiles y aceitunas.

Las horas de trabajo eran las horas destinadas a los negocios y visitas. Se llevaban a cabo hasta
el mediodía, cuando se tomaba una comida que consistía en legumbres y fruta.

Ya por la tarde, era la siesta. Después de la siesta, se iban al Campo de Marte y a las termas o
baños. En el Campo de Marte se jugaba a la pelota o se practicaban ejercicios diversos.

La cena era la comida principal del día. Al principio solo consistía en legumbres, pero fueron
introduciéndose otros manjares y en tiempo del Imperio la cena llegó a durar hasta cuatro
horas. Tanto el servicio como la distribución de los comensales en torno a la mesa se
establecían de forma ceremonial. El menú solía tener tres partes: entremeses, primero,
segundo y tercer plato, y postres. Se bebía vino mezclado con agua. Entre el último plato y los
postres se colocaban sobre la mesa las estatuas de los Lares y se hacían libaciones
pronunciando palabras de buen augurio.

Los romanos de época imperial añadieron después otra comida, la sobremesa, a veces con
caracteres de orgía, que podía prolongarse hasta el día siguiente. En ella, los comensales se
ponían guirnaldas y perfumes, conversaban y brindaban conforme a un protocolo que dictaba
la persona que presidía el banquete.

LA MEDIDA DEL TIEMPO

Los romanos no sintieron la necesidad de medir el tiempo. Si acaso, en la vida militar,


distribuían el tiempo de la noche en cuatro guardias. Lo único que se necesitaba saber era
cuándo llegaba el mediodía, ya que cualquier acción debía comenzar antes de ese momento.

La división del día en horas no se introdujo en Roma hasta el comienzo del siglo III a.C., época
en la que se colocaron los primeros cuadrantes solares. Las doce horas del día se repartían
entre el amanecer y el crepúsculo y las doce horas de la noche se contaban desde el
crepúsculo al amanecer. En consecuencia, la duración de la hora romana varió según los días
del año y la hora diurna nunca tuvo la misma duración que la nocturna salvo en los
equinoccios.

Como instrumentos para medir el tiempo, usaban dos clases de relojes: el de sol y el de agua.

EL CALENDARIO. LOS JUEGOS

En Roma, el calendario organizaba la actividad indicando la índole religiosa y política de cada


día. Se señalaban el día del cuarto creciente de la luna y los días de mercados, y el carácter
fasto, nefasto o comicial de los días. Los días fastos eran aquellos en que los romanos podían
actuar con toda libertad e iniciar todo tipo de actividades, pues contaban con el apoyo de los
dioses; los días comiciales permitían la reunión de las asambleas; y los días nefastos eran
aquellos en que los dioses no apoyaban a los humanos. También se señalaban los días de
fiesta, en general para honra de un dios, y los laborables.

EL CALENDARIO

El primer calendario romano lo creó Numa Pompilio, basándose en el período de tiempo que
transcurre entre dos fases de luna nueva consecutivas. Cada período comprendía 29 días y
medio, cifra que, multiplicada por los doce meses establecidos, daba un total de 354 días al
año. Se producía cada año un retraso de once días, diferencia que Numa intentó salvar
añadiendo cada dos años un mes de 22 días. El año de Numa comenzaba con el mes dedicado
a Marte, que por ello recibió el nombre de marzo.

En el año 46 a.C. Julio César estableció el calendario juliano, que mantenía la división en doce
meses, pero añadía en cada uno un número de días a fin de que el total coincidiera con los 365
días del año solar.

En cuanto a la distribución del mes, lo fraccionaban en tres partes. El primer día del mes era el
de las Kalendae, el día de la luna nueva, consagrado a Juno. Además, se celebraba en él la
reunión de los sacerdotes para determinar los días fastos y nefastos, y se proclamaban las
Nonae, así llamadas porque recaían siempre en el día noveno antes de las Idus, fecha que
coincidía con la luna llena y estaba dedicada a Júpiter. Para calcular las fechas, se tomaba
como referencia los días de las Kalendas, Idus y Nonas próximas, con un cómputo inclusivo con
relación a los días anteriores.

LOS JUEGOS PÚBLICOS

La institución de los juegos se remonta a los orígenes de Roma. Consistían en carreras de


carros, combates de gladiadores, naumaquias, caza y representaciones teatrales. En un
principio, su organización estuvo a cargo de los pontífices. Posteriormente, su cuidado pasó a
depender de los magistrados, salvo en el caso de los ludi apollinares. El gasto ocasionado por
los juegos se costeaba a expensas del Erario público y si no bastaba se recurría a la
generosidad de los magistrados.
Los juegos eran, pues, ceremonias del culto divino en honor de los dioses. Cada clase de juego
tenía ceremonial propio. Con el tiempo, fue decayendo el espíritu religioso y en la época del
Imperio la festividad religiosa no era más que un pretexto para la celebración de los juegos.

Había distintas clases de juegos:

a) Ludi uotiui: si se celebraban una sola vez con motivo de una calamidad pública o algún
acontecimiento nacional.

b) Ludi stati: fijos en el calendario oficial para honrar a los dioses o para rememorar
hechos importantes del pasado.

c) Ludi saeculares: se celebraban una sola vez en el siglo.

d) Circenses, gladiatorri y scaenici, según tuvieran lugar en el circo, en el anfiteatro o en


el teatro, respectivamente.

Los juegos circenses comprendían carreras de carros y caballos. La carrera de carros consistía
en dar siete vueltas alrededor de una pista. La victoria era del que pasaba el primero una línea
marcada en tierra. Las carreras pedestres eran menos importantes.

Roma tenía para estas carreras dos circos, el Circus Maximus y el Flaminius. El circo o
hipódromo romano era un rectángulo. En los lados más largos estaban las graderías. Las
cuadras o cocheras eran unos espacios techados de donde salían los carros para la carrera. La
espina era un muro situado en medio de la arena del circo, dividiéndolo en dos mitades. Los
coches daban vueltas en torno de la espina.

El director de los juegos solía ser un magistrado, si tenían un carácter oficial. En otro caso
asumía esta función el empresario que organizaba los juegos.

El auriga era el conductor del vehículo. Solían ser los esclavos o plebeyos, pero los protegían
los grandes personajes y gozaban del favor del pueblo. Los vencedores eran muy festejados y
obtenían grandes beneficios. Los aurigas profesionales se entrenaban. Los hijos de padres
nobles y libres tenían por cosa indigna exhibirse en los circos, pero se ejercitaban en juegos de
carácter militar.

Gran importancia social alcanzaron los partidos, que eran asociaciones que procuraban a los
organizadores de los juegos carros, caballos y aurigas. Se distinguían unos de otros por el color
de la túnica que vestían los conductores.

En el anfiteatro se llevaban a cabo luchas de gladiadores. Aparecieron en Roma en el siglo III


a.C. Era uno de los espectáculos más crueles, pues solía terminar con la muerte del
contendiente vencido. Consistía en simular un combate con armas inofensivas, al cual seguía la
lucha verdadera. La lucha podía desarrollarse entre un grupo de los gladiadores.

Las naumaquias o combates navales también se celebraban en los anfiteatros romanos. Para
ello, se convertía la arena en una piscina. Eran batallas reales que procuraban que compitieran
con las históricas. Los dos bandos vestían y peleaban conforme a las costumbres de los
pueblos que representaban.
Las cazas fueron diversión favorita del pueblo romano en la época del Imperio. Se hacían venir
de los países lejanos animales exóticos, que se enfrentaban a los hombres o entre ellos.

El anfiteatro y el circo se emplearon también para las ejecuciones de los criminales y para las
representaciones que terminaban con el suplicio y muerte del protagonista. En los mismos
lugares, fueron martirizados los cristianos.

El anfiteatro era de forma oval y alcanzaba varios pisos. El público se disponía en las gradas. En
la parte superior se sostenía un toldo que protegía de las inclemencias del tiempo. El más
importante fue el anfiteatro Flavio o Coliseo. La arena era la plaza del anfiteatro donde se
celebraban los juegos. Por debajo de ella había construcciones subterráneas destinadas a
jaulas para fieras y a salas de máquinas.

Los gladiadores solían ser criminales o prisioneros de guerra. La mayoría luchaban por parejas,
conforme a la manera peculiar de sus países y con su traje nacional. Eran entrenados en
escuelas especiales, sujetos a una disciplina muy severa y a ejercicios físicos duros. Las armas
de los gladiadores eran un casco o yelmo y un escudo. Había distintos tipos de gladiadores:

 Los reciarios: peleaban con un tridente y una red.

 Los perseguidores: armados de casco, espada y escudo, perseguían a los reciarios.

 Los myrmilones: combatían contra los reciarios con escudo, una hoz o armas pesadas.

 Los essedarii: combatían sobre un carro.

 Los venatores: manejaban la lanza y la jabalina o el arco y luchaban contra fieras.

 Los bestiarios: vestían muy ligeramente, sin más armas que la lanza o la espada, y
combatían contra fieras.

Las representaciones teatrales fueron las diversiones más nobles de los romanos, si bien las
menos favoritas del pueblo bajo. Esta clase de juegos se iniciaron en Roma en el año 364 a.C.,
con ocasión de una epidemia, para remediar la cual se hicieron venir actores etruscos que
cantaban al sol de la flauta. Estas representaciones eran pantomimas sencillas y de pobre
argumento. Livio Andrónico, en el 240 a.C., introdujo los argumentos de los autores
dramáticos griegos y vistió a los personajes con el manto griego, dando origen a las comedias y
tragedias palliatae. Nervio introdujo la toga romana, estableciendo así las comedias y tragedias
togatae o de carácter romano. El genio cómico de los romanos se evidenció a través de otras
representaciones menores:

 Atellanae: farsas atelanas. Eran comedias chistosas que parodiaban la vida de campo y
de la ciudad. Sus personajes encarnaban papeles de repertorio: el anciano ridículo, el
jorobado…

 Mimi: mimos. Eran representaciones cómicas. Uno de sus fines era el de ridiculizar a
los personajes romanos.

Los actores se agrupaban en compañías dirigidas por alguien, que hacía de empresario. El que
representaba el personaje principal recibía el nombre de pantomimo: llevaba el peso de la
obra y era el encargado de entonar las canciones. Habitualmente, unía a sus interpretaciones
una exagerada gesticulación. Por lo general, solo los varones subían a un escenario e
interpretaban los papeles femeninos. Lucían máscaras y una indumentaria que facilitaban su
identificación. El calzado era otro elemento de caracterización de los personajes.

Las primeras representaciones se celebraron al aire libre, sobre un tablado, en torno al cual se
agrupaban los espectadores. Pronto estos escenarios se convirtieron en teatros desmontables
y se fueron enriqueciendo. En el 55 a.C. se construyó el primer teatro fijo de piedra.

El teatro romano representa una evolución tardía del griego y se dividía en scaena, orchestra y
cauea. Llamaban scaena al escenario o plataforma rectangular donde se celebraba la
representación. Tenía en el fondo un decorado que variaba en función de la obra
representada. El proscenio era un estrado bajo entre el escenario y el público, desde donde
hablaban los actores. El pulpitum era la tribuna que se levantaba a un lado del proscenio,
destinada a los actores que tenían que recitar. La cauea era el conjunto de graderías
destinadas al público. Estaba dividida en tres semicírculos: la cauea ima, u orchestra, destinada
a los senadores, la cauea media, destinada a los caballeros y nobles, y la cauea summa,
ocupada por la plebe. Los romanos dispusieron encima de la cauea un techado para
protegerse de los rayos del sol, y en las proximidades se construyeron edificios cubiertos
donde los espectadores pudieran cobijarse de la lluvia.

LA CASA ROMANA

Se podían distinguir tres clases de viviendas: la domus o casa individual, ocupada por
miembros de las clases elevadas; la insula, un bloque de viviendas ocupadas por los estratos
menos adinerados; y la uilla, que podía ser rústica o urbana. La rústica estaba concebida para
la explotación de las posesiones agrícolas del dueño. La urbana era una mansión de lujo.

Sin embargo, los primeros habitantes de Roma construían cabañas ovaladas. Después, por
influencia de los etruscos, la casa adoptó una planta cuadrangular y se organizó alrededor de
una sola pieza, el atrium. A partir de este modelo se desarrolló la domus.

LA DOMUS

Es la típica casa romana, la que refleja la vida familiar característica de aquel pueblo y que
estaba adecuada a las necesidades del paterfamilias. A partir del siglo II a.C., por influjo de la
cultura griega, se amplió con el peristylium.

La casa romana se componía de dos partes principales: el atrium y el peristylium. El aire y la luz
entraban en las habitaciones por el atrium, abierto en su parte central, y por el jardín. Las
ventanas exteriores son raras, pequeñas, abiertas irregularmente, sin encuadramiento
exterior. La casa romana era normalmente de un solo piso. Las habitaciones delanteras sirven
para recibir a los extraños, por lo que exhiben mayor lujo. Las habitaciones en torno al peristilo
están reservadas a la intimidad y son pequeñas y poco decoradas.

Se entraba en la domus por la puerta principal. Existía además la puerta de servicio o de


escape. Un recinto significativo era el vestíbulo, por el que desde la calle se pasaba al atrio.
Estaba decorado con estatuas, pórticos y columnas.
El atrio era el patio rectangular que constituía la parte central del cuerpo anterior de la casa.
En el techo había una abertura y en correspondencia con el mismo se abría en el pavimento
una pila que recibía el agua de lluvia. El atrio fue en un tiempo el centro de la vida de la familia,
pues en él ardía el fuego sagrado del hogar y estaba el altar con la imagen del dios protector
de la familia. En el atrio se celebraban los sacrificios, se recibían las visitas, se comía, se reunían
los amos y criados y trabajaban las mujeres. Pero poco a poco se fue retirando la vida familiar
hacia el interior. Los corredores situados a ambos lados del atrio solían estar adornados con las
imágenes de los antepasados.

Gran importancia revestía el tablinum. Era una habitación destinada al paterfamilias para
recibir visitas y trabajar en sus asuntos. Estaba situado entre el atrio y el peristilo. En él se
guardaban los códices o pergaminos de la familia y el dinero. En torno del atrio había otras
habitaciones. Algunas, con acceso a la calle, se habilitaban como tiendas. Otras se dedicaban a
alcobas, habitaciones de servicio y comedores sencillos.

Existía también un corredor que ponía en comunicación el atrio y el peristylum. A veces, eran
dos, uno a cada lado del tablinum.

El peristilo era la parte más interior de la casa y consistía en un jardín rodeado de un pórtico.
Tenía en medio una piscina o estanque rodeado de plantas. Además, se veían estatuas, obras
de arte, columnas... Alrededor se construyeron habitaciones, por lo general destinadas a
dormitorios. A veces tenían una antecámara en la que dormía un esclavo de confianza.

En esta parte más interior de la casa se hallaban otras habitaciones, como un salón de
recepción. A su lado podía situarse el comedor o comedores. La cocina no tuvo un lugar fijo en
la casa romana. Las cellae eran cuartos destinados a dormitorios de esclavos o despensas. En
las casas de familias acomodadas, había cuartos destinados al baño.

LA INSULA

Estas manzanas de casas se construían en los centros populosos y se ocupaban mediante


alquiler. Solían tener varios pisos con balcones y ventanas al exterior. Eran viviendas reducidas,
incómodas y peligrosas por estar construidas con la mayor economía de espacio y
construcción. Los edificios tenían escaleras exteriores e interiores.

La planta baja albergaba las tiendas que surtían a los ciudadanos. Los propietarios solían vivir
en el piso de arriba. Los comercios se señalaban con un rótulo ilustrado con grabados alusivos
a su actividad. En algunas ocasiones, la planta baja estaba alquilada a un único propietario,
quien la ocupaba en compañía de su familia.

El agua corriente y la calefacción no llegaron nunca a este tipo de edificios. Las ventanas se
cubrían con telas o pieles. El peligro que acechaba a estas edificaciones era el fuego.

LA UILLA

Hasta los últimos años de la República, los romanos acostumbran a vivir en la ciudad, pero más
tarde se instaurará la moda de las casas de campo. Estas pueden ser de dos tipos según sus
funciones: las uillae urbanae o fincas de recreo y las uillae rusticae o granjas.
Los grandes propietarios, aunque hacían su vida en la ciudad, se retiraban ocasionalmente a
sus fincas del campo con la familia. Además, enviaban allí a sus hijos para que se educaran
lejos de los vicios de la ciudad y para acostumbrarlos a las tareas agrícolas. Ellos mismos,
cuando llegaban a la vejez, con frecuencia buscaban en ellas gozar de tranquilidad.

La villa urbana era la residencia de los dueños cuando acudían al campo. Estaba pensada para
la comodidad y para que reflejara los gustos y fortuna del propietario. Las estancias solían ser
lujosas y estar decoradas. Las habitaciones se agrupaban en bloques comunicados por medio
de un corredor. Además de las habitaciones para dormir, también las había para leer o para
reposar durante el día. No faltaban tampoco ni la biblioteca ni la pinacoteca. También había
dependencias dedicadas a los baños, una piscina exterior y un espacio para hacer gimnasia.

La villa estaba rodeada de un terreno habilitado en parte como huerto y en parte como jardín,
en el que se colocaban bosquecillos ornamentales, estatuas, fuentes... Había paseos para
recorrer a pie, a caballo o en litera. Algunas uillae contaban con un hipódromo.

La villa rústica debía estar situada en una parcela que tuviera buen clima, buena tierra y fácil
acceso. Era el lugar donde vivían los criados dedicados a los trabajos del campo bajo la
supervisión del capataz. Los sirvientes tenían sus propias habitaciones, alguna destinada a los
enfermos e incluso un calabozo. Su centro era una cocina que servía como lugar de reunión y
de trabajo. Había varios corrales con pilas, alrededor de los cuales se estructuraban las
distintas dependencias. La villa rústica tenía construcciones adyacentes que se utilizaban como
almacenes. Además, existían cobertizos para las herramientas.

Si la villa estaba alejada de la ciudad, contaba con todo lo necesario para fabricar o reparar las
herramientas, los elementos de construcción y hacer el mantenimiento diario.

En caso de que los propietarios solo contasen con una uilla rusticae, dentro del edificio
destinado para vivienda se hacían reservar las mejores habitaciones.

ASPECTOS URBANÍSTICOS DE LA CIUDAD DE ROMA

ANTECEDENTES Y TEORÍAS SOBRE EL URBANISMO EN ROMA

Roma fue un pueblo pragmático, de ahí que hasta muy tarde no tuviera en cuenta las
cuestiones teóricas sobre el urbanismo, concretamente hasta que Vitrubio escribió De
Architectura. El influjo del mundo etrusco se percibe en el rito de la fundación de las ciudades,
operación que dirigían los augures con tres actos: inauguratio, orientatio y consecratio; y en la
adopción de sus técnicas de construcción, como el uso del arco y la bóveda.

La inauguratio es el rito según el cual, tras la consulta de los augurios, se procedía a señalar el
sitio en que la ciudad había de ser levantada. La orientatio consistía en delimitar las partes
internas de la ciudad. Por último se procedía a la consecratio, la consagración a las divinidades
protectoras del lugar.

El influjo del mundo griego se manifiesta en la atención que se presta al emplazamiento de la


ciudad y de los edificios públicos, en su preocupación por los problemas relativos a la higiene y
en su gusto por la ornamentación. También de origen helénico es la planta hipodámica, la
regular y reticulada, que se utilizó en las fundaciones latinas y en los campamentos estables.

En la obra de Vitrubio se ofrece la fusión de las técnicas helenísticas y de las tradiciones


italianistas. Además, señala los elementos de lo que para él es un urbanismo bien entendido:
solidez, utilidad y belleza. Además de señalar los lazos existentes entre urbanismo y filosofía,
puso el acento en una serie de recomendaciones prácticas, como que el plano de la ciudad
debe estar elegido en función de la orientación de los vientos.

CONDICIONES PARTICULARES DE LA CIUDAD DE ROMA

Los romanos supieron utilizar los recursos artísticos buscando más impresionar por la majestad
y el poder que por la emoción estética. En Roma se diseñaron los enclaves monumentales con
un trazado geométrico: se constituyeron en primer lugar los foros, que fueron aumentando en
dimensiones y en ostentación. Además, los palacios, los templos, las termas, los anfiteatros y
los circos constituyeron verdaderas composiciones urbanísticas.

El auge que la ciudad de Roma experimentó atrajo hasta ella forasteros, lo que dio origen a la
escasez de vivienda. Las casas se levantaron al azar y las irregularidades del suelo obligaron a
calles serpenteantes, estrechas y anárquicas. Las casas de los barrios populares eran de
materiales débiles, lo que provocaba derrumbamientos e incendios.

Con todo, Roma tenía edificios públicos admirables y obras de saneamiento, suministro y
comunicaciones: puentes, acueductos, una red de cloacas... Estas construcciones
contribuyeron a mejorar las condiciones sanitarias de la ciudad. Es de señalar también la
importancia de la estatua como elemento de decoración.

Augusto continuó con los planes de saneamiento y engrandecimiento de la ciudad,


dividiéndola en demarcaciones. Además, reguló la altura de los edificios de la ciudad.

El acontecimiento que influyó decisivamente en el urbanismo de Roma fue el incendio que


tuvo lugar en el 64 d.C. Con esta ocasión, Nerón decidió rehacer la ciudad de acuerdo a los
dictados de la urbanística hipodámica y obligó a construir los edificios sin vigas de madera y
consolidados con piedra. Además estableció que entre los edificios había de dejarse siempre
un espacio de doce pies. Estas normas no fueron puestas en práctica con rigor. Por otra parte,
la introducción del ladrillo cocido hizo que los edificios ganaran en solidez. Además, por la
escasez y la carestía del suelo, se acentuó la tendencia a construir edificios muy elevados.

Hasta el final del siglo IV a.C., Roma se abastecía del agua de pozos y manantiales, así como la
de lluvia, pero en el 312 a.C., se construyó el primer acueducto. Sin embargo, esta abundancia
de líquido no llegaba al romano de condición humilde. La mayoría de estos miles de litros iba a
parar a las termas y fuentes públicas y a las clases favorecidas.

En cuanto a los sistemas evacuatorios, existían letrinas privadas que descargaban en las
alcantarillas o en puntos negros, y públicas, situadas en las termas y que se descargaban con el
agua de los baños. El sistema de alcantarillado recogía el agua de lluvia, la que se vertía desde
las termas y la residual de casas y vías. Discurría bajo las calles, pero carecía de sifones para
evitar el escape de gases, los malos olores o las explosiones.
El ciudadano romano necesitaba lugares de esparcimiento: los edificios destinados a los
grandes espectáculos, los baños públicos, los paseos y los pórticos.

Los baños eran lugares para dar paseos, celebrar reuniones o establecer citas. En ellos el
ciudadano romano encontraba distracciones de orden físico e intelectual, como masajes,
juegos deportivos, bibliotecas… Se encontraban allí también personas ociosas sin otras miras
que curiosear y pasar el tiempo, y rateros. Acudían igualmente a las termas mujeres de dudosa
reputación, aunque estaba en orden la separación de sexos.

Los lugares más propicios para deambular eran los jardines, el Foro, las grandes vías y los
pórticos. El Foro seguía siendo el centro de Roma. Allí estaba situado el comercio de lujo y por
la tarde era lugar de paseo. Aunque el centro de la ciudad resultaba pobre en jardines, esta se
hallaba bordeada por parques. Estos lugares que en un principio fueron públicos pasaron a ser
propiedad del emperador, quedando solamente algunos para uso público.

Los pórticos eran pasajes cubiertos que bordeaban la vía pública y estaban destinados al
tránsito de los peatones, aunque también se adosaron lugares para pasear a caballo. Estaban
adornados con estatuas e incluso se enriquecían a veces con templos, bibliotecas y salas de
reuniones.

TEMA 12.- ROMA: LA EDUCACIÓN EN ROMA Y LA


FORMACIÓN DEL CIUDADANO
EL PAPEL DE DE LA FAMILIA Y LA EDUCACIÓN TRADICIONAL

Entre el siglo IV a.C. y finales del siglo III a.C., podemos reconstruir los rasgos de una tradición
pedagógica en la época arcaica, una tradición que será evocada como ideal a fines de la
República y en época augústea. Se trata de una rememoración idealizada del primitivo romano
sobre el cual se asentaría la grandeza de Roma. Cuatro rasgos de la tradición educativa de la
época arcaica son: carácter doméstico y familiar, sentido pragmático, inculcación de las
costumbres de los antepasados (mos maiorum) y proyección en la vida pública.

CARÁCTER DOMÉSTICO Y FAMILIAR DE LA EDUCACIÓN

La familia es la instancia donde se desenvuelve la educación de los hijos.

En la primera infancia, la formación de los hijos basculaba sobre la figura de la madre, asistida
por alguna mujer madura de la familia cuando no podía desempeñar esta función. Esta
primera etapa podía prolongarse hasta los siete años, edad en la que el niño pasaba a
depender del padre, al que se asigna el papel de verdadero educador, considerándose a los
maestros como una prolongación de la autoridad paterna.

La suerte de los hijos es distinta según su género. A las hijas se les asignan tareas domésticas o
actividades como el hilado de la lana. Los hijos se inician en todos los aspectos de la vida
acompañando al padre, aprendiendo de la experiencia cotidiana, bien a través del ejemplo de
su conducta, bien a través de sus principios de comportamiento.
Del paterfamilias se espera que ejerza su función comportándose con autoridad e integridad y
con un fuerte componente moral, pero también con respeto por los hijos. El celo paterno por
la educación de los hijos podía recibir una cierta supervisión por parte del tío paterno.

SENTIDO PRAGMÁTICO DE LA EDUCACIÓN

La educación tradicional se orienta hacia un saber práctico, destinado a la preparación del


individuo para las actividades propias de la vida rural y el adiestramiento militar.

A fines del siglo IV a.C., la cultura romana se encuentra vinculada a las formas de vida del
mundo agrario. La preparación de los jóvenes incide en los hábitos y prácticas derivados de las
actividades agrarias, así como en el ejercicio de los valores y conocimientos de esta clase de
trabajo: la laboriosidad, la frugalidad y la austeridad, de manera que la formación moral no
está desvinculada del aprendizaje de la vida real, de la explotación de la tierra o el
adiestramiento en la dirección de una explotación y la supervisión del trabajo de los esclavos.

El tránsito a la vida urbana trajo el abandono del aprendizaje de las prácticas agrarias, pero
siguió manteniendo el cultivo de las virtudes de aquella clase de vida.

La expansión de Roma y la conciencia defensiva que caracteriza su mentalidad son las causas
de la atención a la preparación física y militar.

En la época más antigua no existe en Roma el deporte como competición. Los ludi de la Roma
arcaica están más cerca del juego y del adiestramiento.

INCULCACIÓN DE LOS HÁBITOS Y COSTUMBRES DE LOS ANTEPASADOS (MOS


MAIORUM)

La memoria de la propia tradición se convierte en el referente moral de la educación romana


primitiva, una actitud que se acentúa durante la República y los primeros siglos del Imperio, de
manera que la formación del joven se asienta en el respeto a las costumbres y tradiciones de
sus antecesores.

Así, la educación descansa sobre el respeto a un código de conducta conformado por la


costumbre ancestral, mos maiorum, que se constituye en pauta de comportamiento y de
pensamiento y cuyas principales cualidades son la austeridad, el sacrificio, el cultivo de la
piedad dentro de una religiosidad muy tradicional y la lealtad y entrega personal a la
comunidad. A la vez, se fomenta el honor de la pertenencia a una familia, a la cual también se
asocia un modelo de conducta.

PROYECCIÓN EN LA VIDA PÚBLICA Y PREPARACIÓN PARA EL CURSUS HONORUM

Las clases nobles orientaban la educación de sus hijos para la vida pública. Esta proyección en
la vida pública se desarrollaba sobre todo al culminar la educación en el seno familiar. Sin
embargo, la educación del joven procedente de familia noble no se había completado: se solía
dedicar un año al aprendizaje de la vida pública de la mano de algún político experimentado.
Terminado ese año, el joven se iniciaba en la vida militar como soldado raso, siempre tutelado,
para pasar luego a ejercer como oficial. Con este servicio al ejército se iniciaba su carrera,
cursus honorum, que podía progresar desempeñando una secuencia de magistraturas.

LA EVOCACIÓN LITERARA DE LAS CUALIDADES DE LOS GRANDES HOMBRES DEL


PASADO

En la literatura latina clásica va a ser frecuente la evocación de los grandes hombres de la


tradición antigua con el fin de instruir a los lectores en lo que su conducta pudiera tener de
modélica, al tiempo que se apuntan las carencias del prototipo de vida arcaica. De esta forma
cristaliza un estereotipo de varón romano sobre el que se asienta la grandeza de Roma y que
se basa en un código moral tradicional inspirado en la laboriosidad, el esfuerzo y la austeridad.

LA INFLUENCIA DE LA EDUCACIÓN GRIEGA

EL ACERCAMIENTO A LA EDUCACIÓN GRIEGA

La transformación que supuso para Roma el contacto con el mundo griego se dejó sentir en el
ámbito de la cultura y en la educación, gracias al reconocimiento de las posibilidades que
brindaban el acervo de conocimientos de la cultura griega y las materias que podían tener una
proyección sobre la vida pública y la mentalidad romanas, como la retórica. La razón de ese
fenómeno es que en la Roma republicana el régimen de libertad de la democracia otorgaba a
la palabra un papel fundamental a la hora de influir en la toma de decisiones.

Tras la Segunda Guerra Púnica y a lo largo del siglo II a.C., se desarrolla un filohelenismo entre
las clases aristocráticas que choca con una reacción conservadora que propugna la defensa de
la cultura tradicional romana. No obstante, a mediados del siglo II a.C. la impregnación del
helenismo era ya evidente. Se empieza a introducir de manera generalizada la enseñanza de la
cultura griega y el aprendizaje de la lengua griega en cualquier romano culto.

LAS FORMAS DE ACCESO A LA EDUCACIÓN GRIEGA

Las vías de acceso a la formación griega en los siglos II-I a.C. son tres:

1) La enseñanza privada, a través de profesores particulares procedentes de los esclavos


reclutados como prisioneros de guerra.

2) La realización de viajes de estudios a Grecia o a otros enclaves del entorno helenístico.

3) La enseñanza del griego en escuelas públicas, impartida por libertos o esclavos cuyas
aptitudes pedagógicas eran explotadas por sus dueños, así como por maestros griegos
que emigraron a Roma.

Las mujeres también tenían acceso a la cultura griega.

RASGOS DE LA EDUCACIÓN HELENÍSTICA

La educación griega fue objeto de una adaptación al contexto romano, y entre sus rasgos más
característicos se encuentran los siguientes:
 La enseñanza se hace en griego, configurando un medio bilingüe de un sector de nivel
sociocultural elevado, que viene a sumarse a estratos de griegos emigrantes o
esclavos.

 La cultura griega a la que tienen acceso los romanos es la de la época helenística.

 Tiene una inclinación clara por el cultivo de las artes del lenguaje y de las distintas
doctrinas filosóficas postaristotélicas.

Hay dos ámbitos de la educación griega que no terminaron de integrarse en la educación


romana:

 Las artes musicales se desplazaron al ámbito del recreo y del entretenimiento.

 El atletismo entendido como deporte competitivo. Aunque las competiciones atléticas


fueron incorporadas a los Juegos en Roma desde el 186 a.C., se conciben más como
espectáculos realizados por profesionales. El desarrollo de la gimnasia en Roma está
más vinculado con la higiene que con el deporte, ya que se difunde como un elemento
complementario de la técnica de los baños.

Esta falta de integración de las artes y del deporte se debe a la mentalidad romana, poco dada
a las actividades sin un fin práctico o que no tuvieran un propósito moralmente justificable en
aras del estado o de la formación del ciudadano.

LA ENSEÑANZA EN LAS ESCUELAS ROMANAS Y LA FORMACIÓN DEL CIUDADANO

El modo de enseñanza a la griega fue seguido por una parte de las clases cultivadas romanas,
compaginándose con un sistema de enseñanza en lengua latina que en la época clásica se basa
en un ciclo de estudios influido por el modelo de las escuelas helenísticas. Durante la
República, el estado romano no desarrolló una política escolar en sentido estricto.

La labor de algunos intelectuales de los siglos II y I a.C. contribuyó a delimitar el conjunto de


saberes susceptibles de aprendizaje y denominados Artes Liberales, sobre las que se asentaría
el modelo del triuium y el quadriuium medievales: gramática, dialéctica, retórica (triuium),
geometría, aritmética, astronomía, música (quadriuium), medicina y arquitectura.

Desde la época republicana se fue gestando una organización de la enseñanza pública latina,
cuyo ordenamiento sistemático no se consagra hasta la época imperial. Se configuran tres
grados de enseñanza: escuela elemental, escuela secundaria y enseñanza superior.

LA ESCUELA ELEMENTAL

La formación básica surgió en época muy antigua bajo la etapa etrusca de la monarquía
romana. La institución dedicada a la enseñanza primaria colectiva está destinada a los niños y
niñas entre los 7 y 12 años. El maestro de escuela impartía sus clases sentado sobre un
estrado, mientras que los alumnos se sentaban en escabeles sin respaldo y escribían sobre las
rodillas, normalmente en pórticos o estancias a la intemperie.
El objetivo de esta etapa de la educación era el aprendizaje de la lectura y de la escritura, con
unos métodos de trabajo que se basaban en una pedagogía analítica que partía de la
identificación de letras y pasaba luego a las sílabas, palabras y frases. Otras actividades son la
recitación de textos breves, que el niño aprende de memoria, y la iniciación al cálculo. El
método de aprendizaje es pasivo, a través de la memoria, de la imitación y de la emulación,
con un componente coercitivo que se fue relajando durante la época imperial.

Era habitual la figura del esclavo acompañante, que cuidaba al muchacho en los
desplazamientos a la escuela y ejercía el papel de formador, sobre todo moral, del niño.

Al lado de esta enseñanza colectiva, se mantuvo una enseñanza privada entre la aristocracia.
También en el ámbito familiar se desenvuelve el aprendizaje de los esclavos, a fin de
adiestrase en las necesidades del servicio y aprender buen comportamiento, si bien se iniciaba
a los más dotados en una formación más intelectual que les permitiera ejercer de secretarios o
lectores.

LA ESCUELA SECUNDARIA

Se inicia en torno a mediados del siglo III a.C. Destinada a la formación entre los 12 y 16 años,
se desenvuelve en la escuela del gramático, quien se dedica a cultivar una instrucción
filológica, concretada en el aprendizaje teórico de la gramática y de la lengua correcta, y la
explicación de los poetas clásicos.

El método de aprendizaje de la gramática se centra en el análisis de los elementos del


lenguaje, que evoluciona en época imperial hacia el entendimiento del uso de la lengua, si bien
la gramática nunca dejó de enseñarse sobre un inventario de textos de los grandes escritores
clásicos sobre el cual se establece el modelo de corrección lingüística.

La lectura de un texto se hacía sobre rollos de papiro, mientras que los ejercicios se escribían
en madera con una pluma y tinta. En el siglo I a.C. se empezó a utilizar el pergamino en forma
de códice. El método de lectura comenzaba con el maestro leyendo un pasaje y comentándolo.
Seguidamente, cada alumno lo lee y memoriza. A continuación se procedía a la explicación,
cuyo fin era establecer un juicio sobre aspectos formales y de contenido del pasaje.

Dentro de las enseñanzas del gramático se encontraban también los ejercicios de estilo,
prácticas preparatorias para el manejo de la elocuencia.

LA ENSEÑANZA SUPERIOR: LA FORMACIÓN RETÓRICA

Su origen en Roma está vinculado a la integración de la retórica en la cultura latina, fenómeno


que no se consolida hasta mediados del siglo I a.C. La enseñanza del arte oratorio constituye la
cima de la formación del romano de Época Clásica. Corría a cargo de un maestro especializado.
Aunque normalmente sus clases estaban en los pórticos del foro, el estado facilitaba salas
abiertas al fondo de estos pórticos con graderíos.

La primera escuela de retóricos en lengua latina se abrió en el 93 a.C., pero fue clausurada en
aras de la defensa de las costumbres tradicionales y con la finalidad de que las artes de la
palabra no fueran accesibles a capas amplias de la población.
La enseñanza de la retórica consistía en la adquisición de un sistema de pautas formales para
la elaboración de discursos, según los modelos de las retóricas griegas, basadas en una
tradición que arranca de la sofística. Este estudio se realizaba en griego hasta el siglo I a.C.

Cicerón trató de dar un giro a esta concepción formalista y utilitaria de la retórica para intentar
hacer de ella el instrumento básico en la formación de los ciudadanos. Aporta una visión
integradora de la técnica formal de la oratoria con el contenido del discurso y la filosofía, la
historia y el derecho. De esta forma, el aprendizaje de la oratoria cobra otra finalidad: la
formación de buenos ciudadanos capaces de practicar la elocuencia y cuya capacidad de
convicción no radicaba en la manipulación emocional del auditorio, sino en la adecuación
entre el fondo argumental y la elaboración literaria.

LA EDUCACIÓN EN EL PRINCIPADO DE AUGUSTO Y EN EL IMPERIO

La ideología imperial intentó promover una concepción integradora de la comunidad a través


de la formación de los ciudadanos en los valores potenciados por el régimen, sobre un marco
de estabilidad basado en la concordia entre los ciudadanos, el orden de la justicia y la paz de
los dioses, con el objeto de procurar encontrar el encaje del individuo con la sociedad y el
mundo. La educación fue un instrumento imprescindible para llevar a cabo esta integración.

LA EVOLUCIÓN DE LA EDUCACIÓN EN EL PRINCIPADO Y EN EL IMPERIO

Uno de los rasgos culturales relevantes de la transición de la República al Imperio consiste en


la reorientación del sentido de la educación: la enseñanza deja de ir dirigida a la preparación
del ciudadano para la vida política y adopta un carácter más escolar, literario y libresco. La
educación tiene un papel menos decisivo en la vida pública.

Los tres grados educativos implantados durante la República siguieron vigentes durante el
Imperio, aunque la formación gramatical y la retórica sufrieron modificaciones.

En cuanto a la explicación de los poetas, durante el siglo II a.C. se recurría a Livio Andrónico,
Ennio y los poetas cómicos. En torno al 25 a.C. se introdujo a Virgilio. Durante el siglo I d.C. se
añadieron los poetas más reconocidos de su época: Ovidio y Estacio. Sin embargo, el
movimiento arcaizante de finales del siglo I d.C. retorna a figuras de la literatura arcaica. Así se
configura con el tiempo la relación de autores objeto de estudio en época imperial: Virgilio,
Terencio, Horacio, Salustio y Cicerón. A fines del siglo IV, la nómina de autores sobre los que se
funda la formación son Virgilio, Terencio, Cicerón y Salustio. Por tanto, la formación básica del
individuo bajo el Imperio sigue siendo literaria y clásica.

La época imperial trajo consigo la pérdida de la libertad política y jurídica. El papel de las
escuelas retóricas dejó de estar vinculado a la formación política para desarrollarse como
disciplina escolar de ejercitación de las dotes persuasivas en la composición de discursos y para
la preparación profesional del abogado. El gusto por una práctica oratoria recargada, ampulosa
y efectista cobra un nuevo auge. La oratoria se orienta a mejorar la capacidad de expresión y
comprensión del ciudadano, uniendo moral y retórica.

Esta evolución de la función de la oratoria trajo consigo el hecho de que la enseñanza práctica
de la retórica se centrara en las declamaciones, ejercicios consistentes en la preparación de
discursos sobre temas ingeniosos, imaginarios o inverosímiles, e intrascendentes. Eran
aprendidas de memoria y recitadas por los alumnos. Podían ser de dos modalidades:

 La controversia, un discurso de carácter jurídico en el cual se argumentaba a favor o en


contra de una causa en función de un texto legal.

 La suasoria, un discurso de carácter deliberativo sobre temas históricos o sobre


cualquier argumento.

Un aspecto novedoso de la cultura latina es el desarrollo de un corpus jurídico sobre el que se


vertebra la regulación legal de los principales aspectos de la vida. La enseñanza del derecho,
que hasta mediados del siglo I a.C. se concebía como una parcela más de la formación práctica,
alcanza un desarrollo más sistemático. En el siglo II d.C., están plenamente establecidas
escuelas públicas de derecho, que son a la vez despachos de consultas jurídicas. En esta misma
época, el corpus jurídico romano alcanza su formalización pedagógica más depurada gracias al
tratado sistemático y la preparación de recopilaciones y manuales.

La enseñanza de otras disciplinas, como la medicina, tuvo una orientación práctica.

LA INTERVENCIÓN DEL PODER POLÍTICO EN LA EDUCACIÓN

La atención por parte de los poderes públicos a la consideración social del profesor se fue
modificando a fines de la República y durante el gobierno de Julio César, quien concedió la
ciudadanía a todos los maestros. En la época imperial se llega a una organización del sistema
educativo propiciada por dos razones:

 La voluntad de Augusto de fomentar entre los jóvenes los ideales de la Roma imperial.

 El desarrollo de una política educativa activa que propicia la intervención y el


patronazgo de las escuelas.

Durante el principado de Octavio Augusto, se desarrollan organizaciones juveniles en las que


se inculcan, entre los muchachos de la clase senatorial y ecuestre, los valores inspirados en la
exaltación de virtudes tradicionales que se consideraban perdidas por la degradación del
régimen republicano. La actividad de estas asociaciones tiene distintas vertientes:

 Fomento de la afición por el adiestramiento militar y por los ejercicios físicos.

 La iniciación a la vida social.

 El impulso de la práctica religiosa.

A pesar de su fuerte componente nacionalista, estas organizaciones no se sustraen a la


influencia helenística.

En cuanto a la política educativa, Vespasiano puso en marcha una serie de medidas destinadas
a consolidar la educación pública:

 Se crean cátedras oficiales de retórica, con remuneración a cargo de la hacienda


imperial.
 La exención de tasas municipales para los profesores de enseñanza secundaria y los de
enseñanza superior. Estos beneficios se extendieron más tarde a los estudiantes.

EL DESARROLLO DE LAS ESCUELAS PÚBLICAS

Aunque el Estado romano no llegó a disponer de una magistratura encargada de la inspección


o fiscalidad de la enseñanza, el sistema educativo consagrado en Roma se expande por todo el
Imperio. Así, el conjunto del territorio romano llegó a estar cubierto por una red de
instituciones académicas que, a pesar de las diferencias según los territorios, permite disponer
de gramáticos y retóricos en gran número de centros urbanos.

Las escuelas públicas de época imperial son municipales, corriendo a cargo de los consistorios
la financiación de los profesores y de las dependencias. Estos centros son los verdaderos
núcleos de formación de la población nativa y de irradiación de la cultura latina.

La intervención imperial fue en aumento, hasta que en el siglo IV d.C. se establece que el
ejercicio de la docencia exige la previa aprobación mediante un decreto del consejo municipal
ratificado por la autoridad del emperador.

Las escuelas municipales siguieron vigentes durante la Antigüedad Tardía, si bien la caída del
Imperio de occidente y la implantación de la cultura cristiana fueron mermando su peso en la
educación de las regiones del ámbito románico, hasta que los centros monásticos terminaron
asumiendo las tareas educativas durante la Edad Media.

TEMA 13.- ROMA: LA MENTALIDAD ROMANA:


VALORES, CREENCIAS Y PRÁCTICAS RELIGIOSAS
IMAGEN DEL HOMBRE Y DE LA SOCIEDAD A TRAVÉS DE LAS CREENCIAS Y VALORES
VIGENTES EN EL MUNDO ROMANO

RASGOS CARACTERÍSTICOS DE LA MENTALIDAD ROMANA

El conjunto de creencias y valores de los romanos conforma una mentalidad que se arraiga
profundamente gracias a su capacidad de establecer unos vínculos estrechos y armónicos
entre el hombre y su naturaleza y entre el ciudadano, la sociedad y el estado, vínculos en los
cuales reside la conciencia de la libertad romana y de su identidad como civilización. Esta
mentalidad se nutre de tres componentes: el modelo del hombre tradicional, la subordinación
del individuo a la comunidad y el dominio de sí mismo.

El ideal de vida inspirado en las cualidades del hombre tradicional se utiliza como el principal
referente de la virtud romana. El modelo del hombre tradicional, inspirado en la actividad
militar y campesina, proporciona un código de conducta que se sustancia en una serie de
cualidades: la lealtad, la laboriosidad, la perseverancia, la frugalidad, el mantenimiento del
orden establecido y la estabilidad de la propiedad.

La decadencia que ante muchos sufre la Roma de los siglos II y I a.C. tiene su raíz en la
degradación de las costumbres y valores tradicionales. En consonancia con esto, se idealiza la
vida del campesino y se exalta la Edad de Oro de la humanidad, un estadio primigenio donde la
naturaleza surtiría al hombre de todo lo necesario para una vida feliz y sin esfuerzo.

Los lazos que las antiguas costumbres establecían entre los individuos se vieron reforzados por
un corpus jurídico apoyado en ellas y que contribuía a fomentar el sentido de pertenencia y
servicio al pueblo romano. Ligado a este planteamiento están la lealtad y el compromiso que
ha de asumir el individuo con la familia, con su grupo social, con los dioses, con los ciudadanos
y con la patria y el estado. De esta forma cada romano contrae deberes sobre los que debe
girar su conducta, merced a los cuales se cobra conciencia de una jerarquía que subordina el
individuo a la comunidad.

La relación que el hombre guarda consigo mismo se convierte en motivo de atención en el


sistema de valores romanos. Se insiste en el reconocimiento como valor ideal de la capacidad
de autocontrol del hombre para el mejor cumplimiento de sus obligaciones. Esta noción del
autocontrol tiene vinculación con la idea de la necesidad de que el hombre encuentre su
verdadera condición en una vida acorde con la naturaleza, sin dejarse arrastrar por impulsos ni
ambiciones desmedidas.

LA NOCIÓN DE UIRTUS

Virtus es etimológicamente un derivado de uir, `varón´, y designa originalmente las cualidades


del hombre: la energía, el valor y la fortaleza. La uirtus es una cualidad ligada con la acción, que
en época histórica también se aplica a la mujer.

Cuando un romano habla de uirtus, se refiere a un acto voluntario que incide en un


comportamiento íntegro de acuerdo con las cualidades características de las distintas virtudes.
Así pues, el ideal de la uirtus encarna la excelencia moral y corresponde al terreno de lo
honesto, correcto y apropiado, y entraña un conjunto de valores que se proyectan sobre todos
los aspectos de la vida y que establecen un vínculo entre el ciudadano y la comunidad.

El sistema de valores que comportan las virtudes romanas tiene varios planos. De una parte, se
valoran las cualidades que conciernen a aspectos éticos, es decir, inciden en la conducta, pero
en ocasiones tienen implicaciones intelectuales, en la medida en que el saber se vincula al
comportamiento. De otra parte, los valores implican al individuo particular, pero tienen
proyección en la comunidad. Y, por último, adquirieron una significación dentro del contexto
político, ya que sirvieron como elementos integradores del ciudadano dentro del estereotipo
ideológico de cada régimen.

La uirtus estriba en la práctica de las cualidades y no en su conocimiento, una práctica que se


concibe orientada al bien comunitario.

LAS VIRTUDES ROMANAS

La primera virtud es la pietas. Consiste en la observancia de las relaciones con los demás y de
los ritos para cumplir con los deberes contraídos. La pietas se requiere en todos los niveles,
pero principalmente en las relaciones con los miembros de la familia, en el ámbito del estado,
a través del cumplimiento de las obligaciones contraídas con Roma, y en la ejecución de todos
los rituales hacia los dioses.
La fides consiste en el respeto y el cumplimiento de los compromisos contraídos por el
individuo.

La grauitas se identifica con la solvencia y la integridad personal ante los demás, ya sea en la
faceta física (seriedad), intelectual (discernimiento de juicio) y moral (austeridad). Es una
virtud vinculada habitualmente a las figuras de referencia de la sociedad. Esta virtud implica la
congruencia entre palabras y hechos y está en la base de la capacidad de dominio personal.

La temperantia o continentia alude a la moderación que el individuo es capaz de imprimir a su


conducta gracias a su razón y a su integridad moral, y se concibe como un inhibidor de la
pasión, la ambición, el derroche o la acumulación de riquezas.

La constantia consiste en la perseverancia y fidelidad a las propias convicciones.

La exigencia de las obligaciones contraídas se plasma en el concepto del officium, el deber,


cuyo cumplimiento es uno de los resortes fundamentales de la conducta del hombre.

La atención a las cualidades intelectuales se concibe como una forma de discernimiento de


cómo conviene actuar. Las virtudes de esta esfera son:

a) La prudentia: es el conocimiento de lo bueno, lo malo y lo que no es ni lo uno ni lo


otro.

b) El consilium: es la disposición para decidir y actuar como resultado de una reflexión.

c) La sapientia: la capacidad de regular la conducta y las costumbres.

La iustitia será otra cualidad, soporte de un ordenamiento legal equitativo y característico de


un buen gobernante. La noción dominante en la iustitia latina es la de distribución equitativa,
otorgar a cada uno lo que le corresponde en virtud de su merecimiento. En la esfera personal
forma parte de los valores exigibles a un buen romano en su comportamiento.

En el ámbito de los valores sociales, la moral romana concede importancia al reconocimiento


de que el individuo es objeto. Este reconocimiento, designado por términos como fama o
gloria, tiene dos instancias principales:

 El reconocimiento por parte de los demás ciudadanos, que exige un comportamiento


acorde con el código de conducta socialmente admitido.

 Se otorga un valor preeminente a las diversas formas de reconocimiento después de la


muerte.

La imagen tradicional del hombre romano se vio enriquecida con elementos griegos. Fruto de
esta integración es el desarrollo de la noción de Humanitas. Alude a la cualidad o condición de
ser humano, cuyo significado se despliega entre los romanos en dos direcciones:

1. La calidad humana del individuo hacia otros hombres: clemencia, misericordia…

2. La cualidad que distingue al hombre civilizado del bárbaro, en virtud de su educación y


del cultivo de sus cualidades morales e intelectuales.
Así, la humanitas latina conforma una actitud en la manera de entender al ser humano, que
impulsa el cultivo de su formación para extraer lo mejor que hay en él. Se aproxima a lo que el
mundo moderno entiende por civilización, pues hace posible la modificación interna del
individuo y a la vez el control humano del mundo exterior. Nos invita a reflexionar sobre el
grado de etnocentrismo cultural del Mundo Clásico: los romanos son conscientes de que la
cultura y la formación permiten la evolución del hombre y la sociedad, y si bien esta capacidad
no se concibe como algo universalizable en el Mundo Antiguo, esto no significa que los
romanos no fueran capaces de apreciar el desarrollo de algunos pueblos de su entorno.

EL ÁMBITO DE LA RELIGIÓN EN ROMA

LA NOCIÓN DE `RELIGIÓN´EN EL MUNDO ROMANO

A finales de la época republicana, la religión del pueblo romano consta de dos elementos: los
ritos sagrados, centrados en ofrendas y sacrificios a las divinidades, y los auspicios, es decir, las
interpretaciones de las señales que la divinidad envía.

En un estado inicial, la religión se refiere a la existencia de poderes presentes en la naturaleza.


El hombre entabla una relación con estas fuerzas que le exige llevar a cabo rituales para
asegurar su protección.

Por otro lado, la superstitio era el conjunto de prácticas y creencias supersticiosas, y fue
combatida por la religión oficial. La magia era la práctica de ritos que tenían por objeto
controlar el curso de los acontecimientos. Entre las prácticas mágicas más conocidas entre los
romanos se encuentran:

 La deuotio: maldición para provocar la muerte o la enfermedad a alguien.

 La defixio: maldición para provocar el efecto deseado en la víctima.

 La nigromancia o invocación de los espíritus de los muertos.

Los encantamientos nocivos estaban sancionados por la ley, si bien en época imperial la magia
volvió a gozar de un gran impulso, mezclada con los cultos mistéricos orientales y gracias a
especulaciones como la de los neoplatónicos, en el sentido de procurar la reconciliación con
los espíritus que poblaban el mundo.

El conjunto de cualidades y valores de los romanos está vinculado con las formas que adoptan
sus creencias religiosas, pero su concepción moral no tiene una relación con la religión: los
dioses no dan pautas para actuar, sino que exigen el cumplimiento de los ritos tradicionales, a
cambio de lo cual proporcionarán su acción benefactora.

APROXIMACIÓN A LA RELIGIÓN ROMANA PRIMITIVA

Los rasgos de la religión romana en su estadio primitivo son:

 Una concepción de la divinidad como un conjunto de potencias impersonales que


impregnan el entorno del hombre, para ayudarlos o para atormentarlos.
 Se trata de una religión arraigada en la esfera del individuo y de la familia, de manera
que su práctica se desenvuelve en el entorno doméstico y en el medio rural.

 Carece de un corpus doctrinal fijado en forma de texto sagrado, así como de un código
moral que establezca pautas de conducta.

 Las deidades que recibían un culto regular son protectoras del hogar y del campo:

o Los Penates cuidaban las provisiones.

o Los Lares representan divinidades de las tierras de cultivo y del hogar,


integradas en la casa en forma de Lares familiares. En época clásica se
identificaron con espíritus protectores de la vida doméstica, del hogar y de la
hacienda.

o El Genio es una divinidad que aseguraba al individuo la continuidad de las


generaciones. Se trata de un espíritu protector del hombre.

o Jano es el protector de la casa, el dios de las puertas, las entradas y de todo lo


que empieza.

o Vesta es la diosa del hogar.

o El entorno familiar estaba lleno de otros seres sobrenaturales a los que se


prestaba menor atención: dioses de árboles, del manantial…

 Las creencias en la vida después de la muerte se materializaron en el culto a los


Manes, los espíritus colectivos de los muertos que habían recibido sepultura de
acuerdo con los rituales establecidos. Los romanos procuraban mantener propicia la
voluntad de los Manes mediante diversas prácticas que culminaron en las
celebraciones públicas de las Parentalia, fiestas en honor de los muertos. La poesía
clásica aplicó el nombre de Manes al reino de los muertos. La tradición latina
incorporó a los lémures, los espíritus de los muertos que habían sido criminales en vida
o no habían sido enterrados convenientemente.

Esta religiosidad más primitiva experimentó una transformación gracias al desarrollo de las
formas de vida en comunidad, la creación del espacio urbano y la introducción de influencias
de otros pueblos itálicos y del mundo griego. La ciudad pasó a ser el ámbito de la religiosidad,
en la que los hombres establecen relaciones con dioses radicados en ella.

CULTOS, RELIGIÓN Y PRÁCTICAS RELIGIOSAS EN ÉPOCA REPUBLICANA

PRINCIPALES RASGOS DE EVOLUCIÓN DE LA RELIGIOSIDAD PRIMITIVA EN ÉPOCA


REPUBLICANA

Durante la República, la condición de fuerza de la naturaleza sufre una progresiva


antropomorfización, que permite la identificación y visualización de imágenes de las deidades
y la atribución de un rasgo personal que perfila su comportamiento. Este proceso se acentúa
con el influjo de la religión y la mitología griega y los dioses reciben atributos y funciones, se
agrupan y están asociados a diversas actividades por las que velan.

El carácter doméstico de la religiosidad primitiva se trasladó a la esfera pública y alcanzó una


dimensión política en el ámbito de la ciudad, de manera que hubo hasta un magistrado
supremo en cuestiones religiosas. Este carácter público de la religiosidad se materializó en el
desarrollo en Roma de un espacio sagrado, dentro de cuya frontera podía situarse el área
dedicada a cada dios. Las divinidades domésticas se proyectaron al culto público:

 Los Penates tuvieron su réplica en los Penates del estado, protectores de Roma.

 Los Lares recibieron su réplica en los Lares praestites, los Lares guardianes de Roma.

 El genio se extendió a lugares y corporaciones, e incluso se rindió un culto a un genio


del pueblo romano, a un genio de la ciudad de Roma y al genio del emperador.

 A Jano y a Vesta se les elevaron templos en su honor. En el de la segunda se mantenía


encendido el fuego sagrado del estado, del cual velaban las vestales.

Las celebraciones y rituales religiosos evolucionaron hacia una estatalización mayor. Las
relaciones con los dioses se establecían mediante ceremoniales, que podían ser de tres tipos:

1. A través de la ofrenda o el sacrificio, para inducir al dios a conceder una petición.

2. Mediante la plegaria o la oración, para presentar una petición al dios.

3. Por medio de los auspicios, que permitían interpretar los signos que expresaban la
voluntad de un dios en torno a un acontecimiento futuro.

Otro rasgo es la naturaleza contractual de la religión romana, en virtud de la cual se concibe la


relación con el dios como si fuera un pacto, que exige el cumplimiento de los compromisos de
ambas partes. Fruto de esta actitud es la práctica de los votos. Los votos manifestaban las
garantías de ofrendar un templo, un botín o sacrificios a los dioses a cambio de obtener el
favor de un dios.

La estructuración de los actos rituales era rigurosa, con un vocabulario preciso, con la
especificación de lo que se da y se espera. La exigencia de establecer rituales a los dioses se
fue extendiendo hasta llegar a las celebraciones periódicas: los juegos públicos y las
festividades en honor a un dios, feriae, que eran celebraciones religiosas que se
conmemoraban mediante un día vacacional, en el cual se visitaban los templos y se ejecutaban
rituales o sacrificios.

El carácter público y la dimensión política que adquirió la religión romana potenció la


importancia de los mediadores con la divinidad: los sacerdotes (pontifices y flamines).

Los pontífices fueron los responsables de la administración de la religión pública. Tenían


ciertos privilegios, como la exención del servicio militar. Entre sus ocupaciones se encontraba
la de celebrar los rituales establecidos en las fechas fijadas y llevar el registro de los principales
acontecimientos del año. El poder sacerdotal estuvo, hasta el año 300 a.C. en manos de los
patricios, y hasta finales del siglo II a.C. la renovación de los pontífices no estaba sujeta a
ningún control popular o senatorial.

Al frente del Colegio de pontífices se encontraba el Pontífice Máximo, quien estaba encargado
de hacer públicas las decisiones del colegio, supervisar el cumplimiento de las funciones de los
pontífices y nombrar a las vestales.

Los flamines eran los encargados del culto a un dios concreto. Los flamines maiores eran
elegidos entre los patricios y los flamines minores eran plebeyos elegidos por el pueblo. A
partir de la divinización de los emperadores, los flamines tenían competencias en Roma y en
las provincias, así como en la supervisión del culto.

Una de las preocupaciones de la religiosidad romana era contar con el beneplácito de los
dioses a la hora de emprender cualquier acción, para que tuviera un resultado favorable. Fruto
de este propósito es el desarrollo de rituales que permitieran conocer la voluntad de los dioses
y averiguar cómo granjearse su favor, a partir de una creencia en que la deidad deja huellas de
su criterio. De esta forma se generalizaron medios de adivinación.

Dentro de lo que se denomina adivinación natural, las formas más comunes eran dos: los
sueños, que el individuo desvelaba por sí mismo o con ayuda de un intérprete; y las profecías,
que se materializaban en el discurso de una fuerza divina que actúa a través de un intérprete.
La adivinación artificial consistía en la observación externa de animales, plantas...

Los auspicios constituyen una modalidad adivinatoria basada en la interpretación de la


conducta de las aves y de su vuelo. Se consultaban, a instancias de los magistrados, antes de
acontecimientos públicos o militares, si bien el magistrado podía desestimar el consejo de los
augures. La finalidad no era desvelar el porvenir, sino averiguar si un hecho contaba con la
aquiescencia de las divinidades. Los signos objetos de interpretación debían producirse de
manera natural, si bien a veces se provocaban.

La haruspicina tiene su origen en los adivinos etruscos que actuaban como intérpretes de la
voluntad de los dioses a través del examen de las vísceras de los animales sacrificados.
También interpretaban los que se consideraban advertencias de los dioses: prodigios,
relámpagos…

En cuanto a los oráculos, fueron objeto de consulta en relación con los acontecimientos del
futuro y para aplacar a los dioses en época de desastres.

A pesar de que el politeísmo primitivo romano no entrañaba una red de dioses relacionados
entre sí, se fueron imponiendo agrupaciones entre ellos. En la época de la monarquía cobra
preponderancia la tríada capitolina, compuesta por tres dioses: Júpiter, Marte y Quirino,
divinidad ligada a los cultos agrarios. Por influencia de los etruscos, se instituye otra tríada:
Júpiter, Juno (divinidad itálica, relacionada con la fertilidad y las mujeres) y Minerva. A
comienzos de la República, se establece una nueva tríada relacionada con la fecundidad:
Ceres, Líber y Líbera. Estos dos últimos velaban por las funciones seminales.

LA HELENIZACIÓN DE LOS DIOSES DE ROMA


La influencia griega promovió la identificación entre muchas de las deidades itálicas y griegas:

 Júpiter-Zeus: divinidad suprema, dios del cielo, que se transformó en el dios de la


justicia y del estado romano

 Juno-Hera: esposa de Júpiter.

 Marte-Ares: divinidad agraria y de la guerra.

 Vulcano-Hefesto: dios del fuego.

 Venus-Afrodita: antigua diosa de la fertilidad, diosa del amor.

 Neptuno-Poseidón: deidad itálica del agua, dios del mar.

 Saturno-Crono: divinidad asociada a la Edad de Oro.

 Mercurio-Hermes: antiguo dios del comercio.

 Diana-Ártemis: diosa de la naturaleza y de los bosques.

 Ceres-Deméter: divinidad itálica de la fecundidad de la naturaleza.

 Minerva-Atenea: divinidad de las artes, los gremios comerciales y la guerra.

 Baco-Dioniso: divinidad del vino y del éxtasis.

Estos dioses contaban con templos en su honor, con sacerdotes encargados de su culto y con
festividades a lo largo del año consagradas a ellas. Sin embargo, la identificación entre los
dioses latinos y los griegos no fue absoluta:

a) En algunos casos, la tradición latina no tuvo equivalencia griega, como ocurre con
Quirino, probablemente de ascendencia sabina. A fines de la República se le identificó
con Rómulo. Así mismo, muchas divinidades secundarias escaparon al helenismo.

b) En otros, la tradición latina de un dios apenas se vio influida por la correspondiente


deidad griega.

c) En muchos casos, la identificación entre dioses griegos y latinos ejerció un peso


decisivo en la adopción de determinados cultos y prácticas religiosas. El acervo mítico
de los dioses griegos se entreveró con la leyenda de los latinos, que adoptan tributos y
rasgos de aquellos.

d) Algunos dioses griegos se trasladaron y crearon su culto en Roma.

e) En otros casos, se conocen antiguas divinidades itálicas que los propios romanos
creyeron que eran de ascendencia griega.

CULTOS, RELIGIÓN Y PRÁCTICAS RELIGIOSAS EN ÉPOCA IMPERIAL


Desde fines de la República se pone de manifiesto la quiebra en la religión tradicional y su falta
de arraigo en las creencias profundas de la población. La religión parece reducirse al
cumplimiento formal de un pacto entre los dioses y los hombres y a la puesta en práctica de
los rituales. En esa época se producen dos acontecimientos que marcan la religiosidad romana
durante los primeros siglos del Imperio: la política religiosa de Augusto y la proliferación de
cultos orientales.

LA POLÍTICA RELIGIOSA DE AUGUSTO Y SU EVOLUCIÓN A LO LARGO DEL IMPERIO

El proceso de creación de un poder unipersonal había fomentado la convergencia entre la


autoridad política y la religiosa, y, por lo tanto, había sentado las bases para establecer un
control del culto público que se verá reforzado durante el Principado de Augusto y a lo largo de
la época imperial. Augusto llevó a cabo un programa de reformas religiosas.

La revisión de algunos postulados de la religión romana estuvo orientada a la restauración de


un modelo basado en la tradición y en la conciencia nacional, vinculando la antigua religiosidad
con una ética del ciudadano basada en el respeto a las costumbres ancestrales y en las virtudes
sobre las que se había fundado la grandeza de Roma, e incorporando el helenismo clasicista.
Esta revitalización responde a la voluntad de buscar una nueva forma de cohesión ideológica
basada en la paz romana.

Entre las iniciativas de Augusto, podemos mencionar: revalorizar los sacerdocios, la


reconstrucción de templos abandonados, impulsar los colegios…

El proyecto de Augusto trajo consigo cierta tensión con los cultos orientales.

La voluntad de Augusto era vincular la religión romana con la figura del gobernante, a través
de una valoración sagrada del soberano. Este culto no se encarnaba en la persona del
emperador, sino en su genius, ese espíritu tutelar del hombre que expresa su condición
sobrenatural. El Genius Caesaris era objeto de cultos y rituales públicos. Esto culminó con la
concesión al emperador de Padre de la Patria, que le ascendía a la condición de fundador,
preparando el camino para su divinización, posterior a su muerte.

La concepción religiosa de Augusto se apoyaba en el culto a cuatro divinidades: Venus Genetrix


(Madre), Diuus Iulius (César divinizado), Marte Ultor (vengador) y Apolo Palatino. Los tres
primeros desarrollaban la leyenda que convertía en antepasados del emperador a Marte y a
Venus.

La divinización del emperador entrañaba un cambio en la relación política del soberano y sus
súbditos, que a partir de ahora mostrarían su reconocimiento a la autoridad del emperador y
manifestarían su lealtad a Roma asumiendo el culto público al emperador. Además, imponía
una distancia en la relación entre el emperador y sus súbditos.

La multiplicación de los dioses debida a la divinización de los emperadores trajo dos


consecuencias: la tendencia a agruparlos en un santuario colectivo y bajo una invocación
común; y que la condición divina del emperador tendió a trasladarse del soberano muerto al
soberano en vida. A los ciudadanos del Imperio se les concedía libertad para adorar a cualquier
divinidad, pero en cambio tenían la obligación de practicar el culto al emperador, como prueba
de lealtad a Roma.

Hay un indicio que muestra el fin de la deificación de los emperadores: la consagración de las
monedas, que atestigua la intervención del Senado en el rito de la consagración, termina en la
época constantiniana.

EL DESARROLLO DE LOS CULTOS Y PRÁCTICAS RELIGIOSAS ORIENTALES

Durante los últimos siglos de la República y durante el Imperio, se produjo la entrada de


corrientes religiosas procedentes de oriente, entre cuyos rasgos se pueden destacar dos: su
carácter mistérico, es decir, que su doctrina no está abierta a toda la población, sino a un
grupo de iniciados que buscan su propia salvación; y su carácter exótico, introduciendo
prácticas y cultos ajenos a la tradición romana.

Algunas de estas divinidades se admitieron dentro del culto romano, como el culto a Cibeles,
que procede de Frigia. Este culto tenía en ocasiones un carácter orgiástico, reflejándose el
contraste entre el humanismo helenístico y el fanatismo oriental.

El auge de prácticas mágicas supersticiosas, del misticismo, y, a la vez, de la descreencia, y la


penetración de cultos orientales está propiciado por varios motivos:

1) La insatisfacción que en la sensibilidad popular parecía provocar el carácter


contractual, frío y ritualista de la religión estatal, que no acababa de crear un vínculo
emocional que implicara al individuo con la divinidad.

2) La incertidumbre de la época hizo emerger inquietudes por la salvación individual y


por asegurar una supervivencia feliz en otro mundo.

Fruto de ello es la proliferación de grupos religiosos en los cuales era fundamental un proceso
de iniciación que reforzaba el carácter sectario y mistérico de estos grupos, que ofrecían una
respuesta emocional al desconcierto. La mayoría de estos cultos procedían de Egipto, Siria y
Asia Menor.

Isis, de ascendencia egipcia, fue introducida en época de Sila. Los iniciados debían llevar a cabo
un conjunto de rituales y prácticas de vida ascéticas.

Mitra, de origen persa, comenzó a recibir culto hacia el siglo I d.C. Se le concibe como el Dios-
Rey, el Sol invencible. Su culto se practicaba frecuentemente en estancias subterráneas y
contemplaba ritos sangrientos. Sus fieles tenían una organización muy jerárquica, con un
componente militar. Su moral estaba basada en un ideal de pureza, de fraternidad y de lealtad.
La religión de Mitra contribuyó a extender una forma de monoteísmo y a popularizar una
demonología oriental que opone el principio del Bien al del mal.

Otras creencias son de procedencia siria, como el culto a Adonis, divinidad de la fertilidad.

LA INTRODUCCIÓN DEL CRISTIANISMO EN EL IMPERIO


Entre la proliferación de grupos religiosos procedentes de la cuenca oriental del Mediterráneo
se encontraban los judíos, seguidores de una religión basada en un texto sagrado, recogido en
el Antiguo Testamento de la Biblia, que propugnaba un monoteísmo trascendente. Su culto se
toleró durante los primeros tiempos de la dominación romana, hasta que en el 6 d.C. Judea se
incorporó como provincia romana, fecha que da inicio a persecuciones por parte de los
emperadores romanos. Se señala el riesgo que suponen para la estabilidad de la mentalidad
romana, por haber abandonado las costumbres tradicionales y haber aprendido el abandono
de los dioses y del afecto a la patria.

Un grupo de judíos asumió la doctrina del Nuevo Testamento y la creencia en Jesús,


desvinculándose del judaísmo primitivo. Estos, denominados cristianos, fueron perseguidos
por los romanos a partir del 64 d.C. La tensión entre cristianos y paganos no fue solamente
doctrinal, sino que afectaba al modo de vida y a las prácticas y rituales de la religión del
estado, que exigía la participación en las ceremonias religiosas paganas. La negativa de los
cristianos a secundar estos rituales era vista como un acto de deslealtad a Roma.

El último intento de terminar con el cristianismo corrió a cargo de Diocleciano en el 303. La


persecución de los cristianos concluyó en occidente con la abdicación de este, en el 305,
mientras que en oriente continuó hasta el 311.

La penetración del cristianismo en el Imperio culmina con el gobierno de Constantino, el cual


llevó a cabo algunas acciones que revelaban su voluntad de instaurar la libertad de cultos. En
el 325, se decidió que el cristianismo pasara a ser la religión oficial del Imperio.

A lo largo del siglo IV, el respaldo a la religión cristiana supuso el progresivo reemplazo de las
prácticas públicas paganas por las cristianas, y la aplicación a las iglesias de los fondos públicos.
De esta forma los cultos paganos quedaron circunscritos a la esfera privada y a una pequeña
élite dirigente. Finalmente, en el 391, el emperador Teodosio I estableció una proscripción
total del culto pagano.

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