FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGIA
MAGISTER EN CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD
Produciendo toxicidades aceptables: El caso del benceno en el proceso
de remediación ambiental de Las Salinas, Viña del Mar.
Tesis para Optar al grado de Magister en Ciencia, Tecnología y Sociedad
Autor: Felipe Valenzuela Astudillo
Profesor (a) Guía: Sebastián Ureta
Profesor(a) Lector (a) 1: Tomás Undurraga
Profesor(a) Lector (a) 2: Nelson Arellano
Santiago de Chile, Marzo 2021
AGRADECIMIENTOS
Agradezco por apoyar y contribuir a la realización de esta tesis a mi profesor
guía, Sebastián Ureta, ya que su orientación y sus recomendaciones fueron
fundamentales para llevar a cabo mi trabajo como tesista. También
agradezco al equipo y comunidad del Magíster en Ciencia, Tecnología y
Sociedad de la Universidad Alberto Hurtado, por haberme ayudado a instalar
las primeras bases de la tesis.
ii
Tabla de Contenidos
1. INTRODUCCION ................................................................................................... 1
2. PRESENTACION DEL CASO DE INVESTIGACIÓN ................................................. 9
2.1. Contexto de la institucionalidad ambiental chilena para la regulación de
sustancias tóxicas. ............................................................................................... 15
2.2. El Estudio de Impacto Ambiental y su evaluación. ............................................ 17
3. PRESENTACIÓN DEL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN. ..................................... 23
3.1. Objetivos ....................................................................................................... 27
3.1.1. Objetivo General ...................................................................................... 27
3.1.2. Objetivos Específicos ............................................................................... 28
3.2. Hipótesis ....................................................................................................... 28
4. MARCO TEÓRICO .............................................................................................. 30
4.1. La aceptabilidad social de la presencia no tóxica de los compuestos químicos. ... 30
4.2. Valores umbral .............................................................................................. 36
4.3. Ciencia de la fuente (source science en Little & Pennell, 2016) .......................... 40
5. METODOLOGÍA .................................................................................................. 44
5.1. Selección de documentos y análisis ................................................................ 46
5.2. Problemas metodológicos y dilemas éticos ...................................................... 47
6. RESULTADOS DE INVESTIGACIÓN .................................................................... 50
6.1. La fijación de un valor de referencia holandés. ................................................. 50
6.2. Distancia y aislamiento respecto a la fuente. .................................................... 59
7. CONCLUSIONES ................................................................................................ 71
8. BIBLIOGRAFÍA.................................................................................................... 79
iii
Índice de tablas
Tabla 1: Comparación de Máximos medidos en subsuelo con estándar DIV/RIVM 52
Tabla 2: Valores objetivo de aguas subterráneas y valores de intervención en suelos
y aguas subterráneas (destacado en amarillo valor de intervención en suelo para el
benceno) ........................................................................................................ 54
Tabla 3: Listado de profesionales de la consultora Arcadis Geotécnica que
participaron en la elaboración del EIA presentado en 2002. ................................. 66
Índice de figuras
Figura 1: Gráfico de variación de concentración de benceno en función de distancia
al sitio de remoción. ......................................................................................... 60
iv
GLOSARIO
COV: Compuestos Orgánicos Volátiles
CONAMA: Comisión Nacional del Medio Ambiente
COREMA: Comisión Regional del Medio Ambiente
CTS: Estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad
D.S.: Decreto Supremo
DIA: Declaración de Impacto Ambiental
DIV/RIVM: significa “Dutch Intervention Values”/“Rijksinstituut voor
Volksgezondheid en Milieu”, que en español significa Valores de intervención
holandés/ Instituto Nacional para la Salud Pública y el Ambiente de Países
Bajos
EIA: Estudio de Impacto Ambiental
LBGMA: Ley 19.300 de Bases Generales del Medio Ambiente
MINSAL: Ministerio de Salud de Chile
MMA: Ministerio del Medio Ambiente
ONUAA: Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura
RCA: Resolución de Calificación Ambiental
RSEIA: Reglamento del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental
SEIA: Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental
SEA: Servicio de Evaluación Ambiental
USEPA: United States Environmental Protection Agency/Agencia de
Protección Ambiental de Estados Unidos
v
RESUMEN
A raíz de las Evaluaciones de Impacto Ambiental presentadas por los
proyectos de remediación de suelos para el terreno Las Salinas de Viña del
Mar, Chile, y considerando a los Estudios en Ciencia, Tecnología y
Sociedad(CTS) que han expuesto que los procesos de remediación de
contaminación solo la administran e intentan producir la convivencia de los
seres humanos con ella, se describen y analizan críticamente los dispositivos
científicos utilizados para producir la aceptabilidad socio-técnica de la
presencia no tóxica de una sustancia como el benceno, la cual está presente
en Las Salinas. Para realizar lo anterior, se ha llevado a cabo un análisis de
contenido de una selección de los documentos de las Evaluaciones de
Impacto Ambiental referidas. Los resultados muestran que en el uso de los
dispositivos científicos para dar cuenta de la presencia del benceno existe
una ciencia de intereses especiales, rasgos de irreflexividad en la
importación de normas ambientales, y la producción de ignorancia,
elementos que muestran que la actividad científica se ve afectada por
factores sociales. Teniendo lo anterior, se sugiere la inclusión de otras
formas de conocimiento en el proceso de regulación de sustancias
contaminantes por medio de la adopción de un enfoque transdisciplinario.
vi
1. INTRODUCCION
“La Comisión de Evaluación Ambiental de Valparaíso aprobó por
unanimidad el proyecto inmobiliario Las Salinas en Viña del Mar. La
iniciativa ha sido fuertemente repudiada por vecinos y organizaciones
sociales del sector, quienes acusan que esto generaría un importante
daño ambiental”. (biobiochile.cl, 22 de agosto de 2020)
(González & Inostroza, 2020)
“A mediados del mes de agosto (…) la CEA aprobó el inicio del plan de
saneamiento, no sin antes escuchar la opinión de 43 personas de la
sociedad civil de Viña del Mar, que no estaban a favor del proyecto tal
cual lo plantea Copec”. (diarioUchile, 6 de septiembre de 2020)
(Andrade, 2020)
Las citas anteriores extraídas de medios de prensa electrónicos dan
cuenta de la aprobación que recibió de parte del Sistema de Evaluación de
Impacto Ambiental chileno el proyecto de limpieza de suelos contaminados
propuesto por Inmobiliaria Las Salinas para ser llevado a cabo en un terreno
de cerca de 16 hectáreas que se encuentra frente al borde costero de la
comuna de Viña del Mar, terreno que se conoce como Las Salinas. El
proyecto pretende realizar la limpieza a través del método de la
biorremediación, debido a que los suelos del terreno cuentan con
concentraciones de compuestos como hidrocarburos que pueden revestir un
peligro para la salud de quienes trabajen en el lugar y/o lo habiten a futuro,
puesto que la inmobiliaria pretende edificar en la zona. Precisamente, esta
tesis revisa el proceso de evaluación de impacto ambiental del proyecto de
remediación de suelos, proyecto que expresa la preocupación ante la
contaminación del ambiente, y más específicamente la contaminación de los
suelos por la presencia de sustancias dañinas o potencialmente dañinas para
la vida en general. Al respecto la Organización de las Naciones Unidas para
la Alimentación y la Agricultura(ONUAA) a través de un trabajo de los autores
Rodríguez-Eugenio, McLaughlin y Pennock (2018) reporta que según The
Status of the World's Soil Resources Report (SWSR) la contaminación del
suelo debido a sustancias químicas es una de las principales amenazas que
afectan a los suelos del mundo y a los servicios ecosistémicos que estos
1
entregan a diferentes especies como brindar espacios de refugio y producir
alimentos. En vista de que la contaminación de los suelos pondría en riesgo
las cadenas de producción alimenticia y la salud de los organismos vivos en
general es que se ha instado desde diversas organizaciones internacionales
a que los países tomen medidas para regular la contaminación de los suelos
y limitar la acumulación de sustancias químicas a niveles que estén más allá
de los establecidos para asegurar la salud a nivel general. Al respecto una
cifra alarmante que entregó la ONUAA a través del informe “El estado de los
recursos de suelos en el mundo” del año 2015 es que el 33% de los suelos
del mundo se encuentran en un estado de degradación moderado a alto
debido a causas como la acidificación, salinización, compactación y
contaminación química de los suelos (FAO, 2015).
Chile también experimenta la problemática, y cuenta con suelos que han
sido identificados en las estadísticas del Ministerio del Medio
Ambiente(MMA) como “suelos con potencial presencia de contaminantes”
(SPPC) los que se encuentran en tal estado debido a su uso en actividades
antropogénicas que han originado la filtración y difusión de sustancias en el
suelo tales como “(…)químicos usados o producidos como derivados de
actividades industriales, desechos domésticos y municipales, incluyendo las
aguas residuales, los agroquímicos y los productos derivados del petróleo”
(MMA, 2020, p.33). Del total de los SPPC chilenos un 30,9%(1039 sitios) fue
utilizado para la minería, un 21,38%(719 sitios) se utilizó para la industria y
manufactura, un 24,2%(814 sitios) para la disposición de residuos, un
8,74%(294 sitios) para el sector silvoagropecuario, y un 14,78%(497 sitios)
en otra clase de actividad económica. Por otra parte, de modo general en
Chile para el año 2010 se reportaban 36,5 millones de hectáreas con algún
grado de erosión lo que representa un 48,7% del territorio del país, y de tales
hectáreas 18,1 millones de ellas se reportaban con grados de erosión severa
y muy severa (Cartes, 2013, p.1). A raíz de la situación que experimenta el
país, expertos en el tema de los suelos contaminados como Miriam Llona,
Presidenta de la ONG “Suelo Sustentable”, destacaba hace un par de años
que Chile no cuenta con una normativa o legislación específica que
establezca las concentraciones máximas de contaminantes que se permiten
en el suelo en Chile para que no exista un riesgo o peligro para la salud
ambiental y humana, y que trate temas como la protección del suelo, uso,
producción, recuperación y remediación (País Circular, 2019), y hoy el país
solo cuenta con un instrumento conocido como “Guía Metodológica para la
Gestión de Suelos con Potencial Presencia de Contaminantes” aprobada el
2
año 2013 por el MMA a través de una resolución exenta que sugiere y
orienta en la identificación, priorización, jerarquización, evaluación y gestión
de un plan de acción para los SPPC(MMA, 2020, p. 33). Además de dicha
guía también se cuenta con otros instrumentos que se pueden considerar
sectoriales como un Programa de Recuperación de Suelos que está a cargo
del Ministerio de Agricultura que se estableció a partir de la promulgación de
la Ley N°20.412 de 2010 y que tiene por objetivo “(…) recuperar el potencial
productivo de los suelos agropecuarios y conjuntamente, mantener de los
niveles de mejoramiento alcanzados” (ODEPA, 2020). A grandes rasgos el
programa consiste en la entrega de un fomento a productores agrícolas
mediante concurso público para llevar a cabo un plan de manejo que permita
la recuperación productiva del suelo.
Un punto que se deriva de lo anterior es que para la regulación y manejo
de los suelos contaminados se ha planteado como necesaria la producción
cada vez mayor de conocimiento científico con el cual conocer el estado de
tal contaminación, proyectarla, y tomar decisiones para su manejo apropiado.
A modo general ese conocimiento se puede incluir dentro de lo que se ha
estudiado y definido como “ciencia de los impactos” (impact science), que
corresponde a aquella ciencia que permite el entendimiento y la comprensión
de los impactos en la salud humana y del ambiente derivados de procesos
de producción, productos y externalidades (Gould, 2015, p.45). Esta clase de
conocimiento ha permitido la elaboración de líneas de base sobre el estado
de la contaminación de los suelos a partir de las cuales se han propuesto
planes de mitigación, compensación y prevención de los efectos dañinos en
la salud y el ambiente por la presencia de sustancias químicas tóxicas o
potencialmente tóxicas en los suelos. Al respecto Ureta (2020) explica que
una disciplina científica que se pensó para caracterizar aquellas sustancias
químicas que están generando o podrían generar un daño en la salud y el
ambiente es la toxicología, y el mismo autor expone que el conocimiento
científico es crucial para comprender y entender aquellos paisajes y
componentes del ambiente que se encuentran contaminados o dañados.
En tanto la regulación y el manejo de los suelos contaminados se ha
abordado con los resultados de la actividad científica es que es posible
analizar el caso de Las Salinas desde la perspectiva de los estudios de
Ciencia, Tecnología y Sociedad(CTS), ya que de acuerdo a Ureta y
Sanhueza (2018) estos han desarrollado una visión de la ciencia y sus
actividades como fuente de problematizaciones de diversa índole, y como
3
una actividad y tipo de conocimiento en que están interviniendo elementos
como el contexto de producción, los imaginarios, los valores, los
sentimientos, la moral, el sistema político imperante, etc., elementos que por
lo general no se sospecha que tienen alguna incidencia o relevancia en la
ciencia respecto a la cual se ha construido una imagen heroica y de progreso
constante a partir de una sucesión de hitos exitosos. También los estudios
CTS han cuestionado aquellos principios sobre los que se cimentaría la labor
científica tales como la autonomía, la credibilidad, la independencia de otras
influencias y la neutralidad, ya que los estudios CTS se han dedicado a
mostrar que la actividad científica es parecida a otras actividades de la
sociedad en general, donde hay conflictos de intereses, ambiciones, sesgos
y preferencias que en su mayoría son ocultados o intentan ser ocultados en
pos de mantener una visión pulcra y de algún modo sacralizada de la ciencia.
En general, como expresan Ureta y Sanhueza, se intenta mostrar a la ciencia
como una actividad mundana.
Considerando el espacio teórico de los estudios CTS es que autoras
como Soraya Boudia y Nathalie Jas, por ejemplo, han expuesto las
problemáticas y críticas con la intervención de la toxicología en el manejo y la
regulación de sustancias químicas dañinas y potencialmente dañinas para el
ambiente. Una de las principales críticas desarrolladas por las autoras es
que, si bien la toxicología ha servido para conocer mejor dichas sustancias y
para establecer rangos de concentración y exposición seguros para ellas,
estas acciones no han servido para proteger verdaderamente a la población
y el ambiente de los daños por la presencia de sustancias consideradas
contaminantes, ya que la toxicología siempre ha tenido muy en cuenta las
necesidades de la producción económica a la hora de sugerir regulaciones y
medidas de manejo. Por su parte Sarah A. Vogel (2008) expone los
principios bajo los cuales opera e interviene la toxicología y la regulación de
las sustancias químicas que se ha propuesto a partir de dicha disciplina, y
presenta los problemas o variables que el principio toxicológico de “la dosis
hace al veneno” no considera cómo el tiempo de exposición acumulativo ante
una sustancia y los efectos dañinos de ciertas sustancias en la salud humana
por exposición a dosis muy bajas. “La dosis hace al veneno” quiere decir que
las sustancias se consideran peligrosas solo cuando alcanzan cierta
concentración en el ambiente, por lo que se asume que en términos prácticos
existe una convivencia de los humanos y otros componentes del ambiente
con las sustancias químicas tóxicas o que podrían serlo. Precisamente la
regulación de las concentraciones de dichas sustancias apoyada por el
4
conocimiento científico y la institucionalidad del Estado ha sido en su
mayoría para administrar y regular la presencia de las sustancias químicas
tóxicas y su convivencia con humanos, y no para eliminar o aislar por
completo a esos compuestos de la población. Además de lo expuesto,
Liboiron et al. (2018) explican que la contaminación del ambiente y de los
sistemas vivos tiene actualmente una condición de ubicua y que, dadas las
grandes dimensiones de esta situación, líneas de acción contra los
contaminantes como la eliminación, la limpieza, el aislamiento se consideran
anacrónicos ya que aspiran a lograr una pureza total que ya no es posible ni
viable de lograr en los ambientes. Por lo anterior es que se dirá que con la
regulación se busca e intenta producir (por defecto o no) la aceptación social
de estos compuestos tóxicos, y en la presente tesis, se pondrá atención
específica en los intentos de producir la aceptación social del benceno,
compuesto potencialmente tóxico que está presente en el suelo de Las
Salinas debido a que se infiltró por el uso del terreno para instalaciones de
almacenaje de combustibles fósiles formados por hidrocarburos, tipo de
compuesto orgánico al cual también pertenece el benceno. Se ha decidido
centrar la atención en el benceno debido a que es un compuesto que ha sido
presentado a lo largo de los cuatro procesos de evaluación de impacto
ambiental, cuenta con la particularidad de ser un compuesto volátil por lo
cual recibe un tratamiento especial en los documentos, y por otro lado, la
regulación del benceno ha recibido una atención especial en el mundo, en
especial en Estados Unidos como muestra Craig Biegel(2016) en su trabajo,
y debido a que existen estudios que han demostrado que el benceno es
generador de leucemia en los humanos, y que dicho efecto tóxico junto con
otros se daría a muy bajas dosis, por lo cual no estaría en duda la existencia
de una concentración y nivel de exposición ante el benceno que no sea
dañino para la salud. Respecto a la regulación de la presencia del benceno
en Chile, esta es poco específica y escasa, ya que habría solo tres Decretos
Supremos Ministeriales que regularían su presencia, uno de ellos es el
D.S.144/1961 del MINSAL que de manera general establece normas para
evitar para evitar emanaciones o contaminantes atmosféricos de cualquier
naturaleza, pero este decreto no apunta a sustancias contaminantes en
específico y aplicaría solo para el benceno en su forma volatilizada que
contaminaría la atmósfera. En segundo, lugar se encuentra el D.S. 594/1999
del MINSAL que consta de un reglamento sobre las condiciones sanitarias y
ambientales básicas en los lugares de trabajo. Según el primer artículo de
este decreto, el objetivo, además de establecer las condiciones básicas
dichas, es fijar “(…) los límites permisibles de exposición ambiental a agentes
5
químicos y agentes físicos, y aquellos límites de tolerancia biológica para
trabajadores expuestos a riesgo ocupacional.” (D.S. 594/1999, 1999, art. 1°).
Por último, se encuentra el D.S. 148/2003 del MINSAL que corresponde a un
reglamento sanitario sobre manejo de residuos peligrosos. Según el primer
artículo del decreto “Este reglamento establece las condiciones sanitarias y
de seguridad mínimas a que deberá someterse la generación, tenencia,
almacenamiento, transporte, tratamiento, reuso, reciclaje, disposición final y
otras formas de eliminación de los residuos peligrosos” (D.S. 148/2003,
2004, art. 1°). A pesar de la existencia de los decretos anteriores, ninguno
regula en específico la presencia del benceno en el suelo.
Considerando lo explicado, esta tesis pretende indagar en la producción
de la aceptación socio-técnica de la presencia no tóxica de un compuesto
químico como el benceno, aceptación que intenta ser producida por una
ciencia regulatoria en procesos de evaluación de impacto ambiental al que se
han sometido proyectos de remediación de suelos propuestos para el terreno
Las Salinas, ubicado en Viña del Mar, Chile. El objetivo de la indagación es
poder describir y analizar de forma crítica los modelos o dispositivos
científicos con los cuales se intenta producir la aceptación de la presencia no
tóxica del benceno en el ambiente en el contexto de la regulación ambiental
chilena.
La tesis que sostiene y se va construyendo en esta investigación es que
los dispositivos y/o modelos que entrega la ciencia regulatoria para dar
cuenta de la presencia no tóxica del benceno, e impulsar su aceptación no
deberían ser el único tipo de conocimiento que se toma en cuenta para la
toma de decisiones dentro del proceso de Evaluación de Impacto Ambiental,
teniendo en cuenta que las pretensiones de objetividad, certeza, y
autonomía de la ciencia quedan en cuestionamiento al describir y analizar
críticamente los modelos científicos utilizados en los EIAs, ya que quedan en
evidencia problemáticas como la presencia de prácticas científicas no
naturalizadas ni idealizadas como la ciencia con intereses especiales y la
ciencia de la ruina/ruination science (Ureta, 2020), la irreflexividad en la
importación de estándares ambientales y la producción de ignorancia.
Con respecto a las secciones que conforman esta tesis, en primer lugar,
se expone la “Presentación del caso”, donde se entregan los pormenores de
los cuatro procesos de Evaluación de Impacto Ambiental a los que estuvieron
sometidos los proyectos de remediación propuestos para el terreno Las
6
Salinas de Viña del Mar, Chile. Adicionalmente, se entregan antecedentes
sobre el funcionamiento de la institucionalidad ambiental chilena que son
indispensables para entender el funcionamiento del SEIA y la regulación de
las sustancias tóxicas en el país.
En la siguiente sección, se presenta el problema de investigación, donde
se incluye también la pregunta de investigación, los objetivos de
investigación y las hipótesis. El problema de investigación, a grandes rasgos,
trata acerca de cómo el conocimiento científico regulatorio da cuenta acerca
de la presencia de un compuesto potencialmente tóxico como el benceno, e
impulsa la aceptabilidad socio-técnica de dicho compuesto.
Respecto al “Marco teórico”, aquí se presentan los trabajos de los
Estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad que tratan acerca de cómo la
ciencia regulatoria ha intentado producir la aceptabilidad socio-técnica de
compuestos tóxicos o potencialmente tóxicos en un contexto de regulación y
administración de dichas sustancias. En esta sección teórica se tratan dos
modelos a través de los cuales la ciencia específicamente ha dado cuenta de
la presencia de tales compuestos e impulsado su aceptación.
En la siguiente sección “Metodología” se explica que, para cumplir el
objetivo general, se aplicará una metodología cualitativa que consta de una
selección y análisis del contenido de documentos, específicamente una
selección de los Estudios de Impacto Ambiental que se han presentado ante
el SEIA para someter a evaluación proyectos de remediación que pretenden
ejecutarse en el terreno Las Salinas de Viña del Mar.
Consecuentemente, en la sección “Resultados de Investigación” se
presenta la selección de documentos que ejemplifican una aplicación de los
dos modelos o dispositivos científicos expuestos en el marco teórico con los
cuales se da cuenta de la presencia del benceno. El análisis muestra que al
analizar el origen de los modelos y el contexto regulatorio chileno en el cual
se presentan, se hacen cuestionables decisiones y datos que se elaboran
con fundamento científico ya que en ellas están presentes características
como irreflexividad, la arbitrariedad, la incertidumbre, el desconocimiento y la
influencia del contexto social en que se producen esos datos, características
que no se espera que estén presentes en la producción del conocimiento
científico que está participando de un proceso de regulación de impactos
ambientales.
7
En virtud del análisis de los documentos, hacia las conclusiones se
destacan tres elementos críticos encontrados en los modelos científicos para
dar cuenta de la presencia del benceno en los documentos de los EIA,
elementos críticos como la presencia de ciencia con intereses especiales, la
irreflexividad en la importación de conocimiento científico y la producción de
ignorancia. A raíz de tales elementos críticos se plantea la necesidad de
incluir otras formas de conocimiento distinto al de la ciencia regulatoria y de
intereses especiales, e incluir actores distintos a los tipos de científicos
considerados tradicionalmente para describir y evaluar la presencia de un
compuesto como el benceno, para lo cual se recomienda impulsar un
enfoque transdisciplinario para tratar la regulación de la presencia de
compuestos tóxicos o potencialmente tóxicos en el ambiente, enfoque que se
recomienda materializar a través de cambios a la legislación y normativa
ambiental.
8
2. PRESENTACION DEL CASO DE INVESTIGACIÓN
Desde la década de 1910 hasta el año 2002 el terreno de Las Salinas en
Viña del Mar albergó instalaciones en las cuáles se almacenó combustibles y
petroquímicos. Del terreno en cuestión se puede decir que cuenta con casi
16 hectáreas, ubicadas en la zona norponiente de la comuna de Viña del
Mar, a pocos metros de la playa. El terreno en su gran mayoría es una
planicie, y hacia el oriente existe una ladera que marca el fin de la planicie y
el inicio de una meseta.
La información que se tiene sobre la ocupación histórica del terreno data
desde inicios del siglo XX y está asociado a las actividades económicas
productivas, lo que concuerda con el desarrollo que había tenido Viña del
Mar como ciudad con importante actividad económica productiva, una parte
importante de ella fabril e industrial desde fines del siglo XIX hasta las
primeras décadas del siglo XX Cronológicamente hablando, el primer
antecedente es que en 1912 el terreno contaba con acumulaciones de agua
con alta concentración de sales, por lo cual hubo construcciones para
cosechar las salmueras, lo cual le habría dado el nombre de “Las Salinas” al
terreno, y luego entre 1912 y 1929 la Compañía Pearson & Son Co. se
dedicó a extraer rocas destinadas a la construcción del Molo de Abrigo del
Puerto de Valparaíso, extracción que generó una gran cantera que dio origen
a lo que hoy es la ladera del terreno (Inmobiliaria Las Salinas, s.f.). Durante
ese período también habría funcionado una fábrica de ladrillos, y faenas de
construcción de ferrocarril (Arcadis Geotécnica & COPEC, 2002d).
En 1915 específicamente habrían iniciado las operaciones de dos
empresas petroleras en el terreno, Shell y Esso, que posicionaron en el suelo
de Las Salinas sus estanques de almacenamiento de combustible
(Inmobiliaria Las Salinas, s.f.). Paralelamente, En 1920 el fisco habría
entregado una parte del terreno, la zona norte de él, a la Universidad de
Chile (Ilustre Municipalidad de Viña del Mar, 2007). Desde 1930 incluyen
estaciones de venta de combustible al detalle, y se instala la petrolera
COPEC con sus estanques de almacenamiento (Arcadis Geotécnica &
COPEC, 2002d). En el año 1952, la Universidad de Chile cede sus terrenos a
SHELL y COPEC, cesión realizada por el Ministerio de Obras Públicas y Vías
9
de Comunicación (Ilustre Municipalidad de Viña del Mar, 2007). Para el año
1957 la empresa Mobil encarga a COPEC su representación en Chile, lo cual
lleva a esta última a construir una planta de elaboración de lubricantes de
automóvil en la zona del terreno (Inmobiliaria Las Salinas, s.f.). En 1960 se
sumó a operar también la empresa petrolera SONACOL, con el fin también
de construir instalaciones para almacenar su combustible (Arcadis
Geotécnica & COPEC, 2002d).
En la década de 1960 se empiezan a desmantelar las actividades
productivas y fabriles desarrolladas en Viña del Mar, y se empezó a
reorientar progresivamente a la ciudad hacia el uso residencial del suelo, y el
impulso al turismo como actividad económica, desmantelamiento que habría
durado hasta el cierre en 1981 de la Compañía de Refinería de Azúcar de
Viña del Mar (CRAV) (Inmobiliaria Las Salinas, s.f.).
Se puede concluir que el uso más duradero que ha tenido el suelo es
como espacio de almacenamiento de combustible, ya que este uso duró
aproximadamente desde el año 1915 hasta el año 2002, año para el cual las
empresas petroleras hicieron un compromiso en el año 1994 con la
Municipalidad de Viña del Mar, a cesar en el uso de las instalaciones de
almacenaje de combustible.
Con el avance de los años durante el siglo XX, las instalaciones y el uso
dado al terreno quedó desactualizado con respecto a la consolidación de
Viña del Mar como ciudad y comuna donde predomina el uso de suelo
residencial y de equipamiento urbano, en especial en el sector en que se
emplaza Las Salinas, que se encuentra cercano tanto del centro cívico de la
ciudad como de la playa. Lo último también ha determinado que el terreno
tenga un alto costo por metro cuadrado, tanto así que en una investigación
de CIPER Chile (Minay & Ramírez, 2008) se le ha llamado al terreno como
“el último filete inmobiliario en el borde costero viñamarino” o “el último
paraíso inmobiliario de Viña del Mar”.
COPEC, una de las empresas petroleras dueñas del terreno, y desde el
2011 dueña única, se percató del contexto ventajoso del terreno en cuanto al
alto valor que ha adquirido a través de los años como terreno de uso
residencial, y por ello desde el año 2002 ha sometido a Evaluación de
Impacto Ambiental cuatro proyectos (2002, 2014, 2017 y 2018) para
remediar los impactos asociados a la infiltración de los hidrocarburos que se
10
almacenaron en las instalaciones del terreno, impactos que existen hasta hoy
y que no permiten la construcción de edificios residenciales, ya que las
concentraciones de hidrocarburos en el terreno constituyen una amenaza
para la salud tanto de quienes trabajen como para quienes vivan en el lugar.
Es destacable que COPEC el año 2002, y luego a través de su filial
Inmobiliaria Las Salinas ha presentado con reiteración estos proyectos
referidos que pretenden sanear el terreno y dejarlo apto para la edificación
en altura. Esta insistencia se debería a la motivación de COPEC por generar
ganancias a partir de la inversión en la construcción de edificios de uso
residencial los cuales podrían ser puestos a la venta en un alto valor debido
a su vez al alto valor del metro cuadrado del terreno que se asocia a lo que
se considera un buen lugar para vivir, debido a las características ya dichas
de su ubicación. Al respecto, en una nota de prensa (Pizarro, 2017) se citó
un estudio sobre el impacto económico que generaría la construcción de
edificios en el terreno, el cual proyectaba un aumento en el valor del metro
cuadrado, así como importantes ganancias generadas en cuanto a salarios e
impuestos en la región. Por otro lado, es posible percatarse de que los
terrenos como Las Salinas que se encuentran frente a la playa y a la Av.
Jorge Montt se han ido utilizando para la inversión inmobiliaria y uso
residencial, de hecho, frente al límite sur del terreno comienza una franja de
terrenos con edificaciones residenciales en altura.
La prensa ha seguido con atención todo este gran proceso de
presentación de proyectos ante el Servicio de Evaluación Ambiental(SEA),
destacando diferentes elementos y protagonistas según el proyecto que se
encuentra en revisión en el servicio, así por ejemplo el año 2017 la prensa
cubría la alerta que generó en la región la propuesta de trasladar los suelos
contaminados excavados en Las Salinas hacia vertederos de la zona y la
resolución de término anticipado que el SEA emitió el mismo año (Figueroa,
2017; Pizarro, 2017), en cambio en el año 2018 se destacaba que el
empresario Roberto Angelini, dueño de COPEC y por ende de la Inmobiliaria
Las Salinas mantenía sus pretensiones de inversión inmobiliaria para el
terreno a pesar del término anticipado del proceso en 2017, para lo cual se
destacaba que se propondría en un nuevo EIA la aplicación de una
biorremediación de alto desarrollo científico y tecnológico para sanear el
terreno (Cabello, 2018; Cárdenas, 2018). Durante 2019 y parte de 2020 fue
importante para la prensa escrita la cobertura de la participación ciudadana,
donde se destacó que diferentes organizaciones sociales de Viña del Mar
11
proponían que solo se construyera un parque en el terreno (Diario UChile,
2019), pues desconfiaban de que la biorremediación propuesta por la
inmobiliaria en el EIA de fines de 2018 pudiera sanear la contaminación del
terreno, y veían que era posible que las bacterias utilizadas en grandes
cantidades para la biorremediación, y la remoción de suelos en el terreno
pudiese tener efectos más dañinos en el ambiente que los pronosticados.
Este interés ciudadano en el proyecto de Las Salinas se expresó en que este
recibió alrededor de 500 observaciones ciudadanas en el Sistema de
Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) (Soto, 2019).
Hay que especificar que a través de la Evaluación de Impacto Ambiental
se someten a evaluación y observaciones los proyectos de saneamiento
asociados al terreno referido, sometimiento que debe realizarse ya que la
remediación se enmarca en uno de los tipos de proyectos que se describen
en el artículo n°10 de la Ley sobre Bases Generales del Medio Ambiente (en
adelante LBGMA). Para iniciar el proceso el titular del proyecto debe
presentar un Estudio de Impacto Ambiental (EIA), documento que detalla
todas las dimensiones ambientales que el proyecto afecta de algún modo y la
forma en que prevé hacerse cargo de esa afectación y mitigarla en caso que
sea negativa. El EIA por lo general se encarga a una Consultora Ambiental,
un tipo de empresa especializada en la redacción y construcción de EIAs
para empresas ya que cuenta con todos los expertos que son necesarios
para escribir el estudio y que no los tiene reunidos el titular (la empresa que
busca llevar a cabo el proyecto).
De los cuatro proyectos sometidos a Evaluación de Impacto Ambiental,
solo el presentado el año 2002 logró ser aprobado y ejecutado (Golder &
Inmobiliaria Las Salinas, 2018a, p.3) , y a raíz de ello el terreno se encuentra
remediado para tener un uso como “parques y jardines”, sin embargo esta
remediación solo se realizó hasta el primer metro de profundidad, la cual se
ejecutó entre 2009 y 2013, sin embargo, el nivel de remediación alcanzado
aún y hasta la actualidad no se considera suficiente para asegurar que las
concentraciones de hidrocarburos y sus derivados no constituyen una
amenaza para la salud humana de quienes habiten o trabajen en la zona.
Esto se ha concluido a partir del último EIA presentado en 2018, que
contiene los detalles e impactos del último proyecto de remediación
propuesto por la inmobiliaria se afirma que:
12
El Proyecto que se presenta a evaluación contempla las actividades de
remediación que se requieren para que el terreno denominado “Las Salinas”
(…) no represente riesgos para la salud de las personas que ocupen o
transiten por el Sitio, en base a los usos permitidos por los Instrumentos de
Planificación Territorial respectivos y que se encuentren vigentes. (Golder &
Inmobiliaria Las Salinas, 2018a, p. 1)
Respecto al proyecto presentado el año 2014, este quedó en estado de
“desistido” en el SEIA debido a que el titular, la Inmobiliaria Las Salinas,
solicitó que el proyecto se retirara del proceso a través de una “carta de
desistimiento”1. Si bien la inmobiliaria no entregó argumentos para su
solicitud ante la opinión pública, al revisar las observaciones hechas por cada
SEREMI regional se puede apreciar que el proyecto recibió fuertes
cuestionamientos que, tal vez, podrían haber sido la causa de que la
inmobiliaria quisiera dar un pie atrás. Esos cuestionamientos apuntaban a la
propuesta de tratamiento de los suelos y su preparación para edificación,
pues consideraba monitoreos de contaminantes solo hasta el primer metro
de profundidad del suelo, habiéndose consignado en el mismo EIA
proporcionado por la empresa que en profundidades mayores a un metro
existían concentraciones de contaminantes consideradas dañinas para la
salud, y que la excavación para las fundaciones requerían más de un metro
de profundidad. Por otro lado, se consideró insuficiente la definición y
descripción por parte de la inmobiliaria y su consultora acerca de qué tipo de
edificio se pensaba construir en el terreno, por lo tanto, no era posible
evaluar y predecir adecuadamente los impactos. Estos cuestionamientos
provinieron principalmente de la SEREMI de Salud de la V Región2, la
SEREMI de Medio ambiente de la V Región3 y de la Ilustre Municipalidad de
Viña del Mar4.
1
Carta disponible en: https://seia.sea.gob.cl/documentos/documento.php?idDocumento=21
29737281
2
Pronunciamiento de la SEREMI de Salud de la Región de Valparaíso sobre el proyecto del
año 2014:
https://infofirma.sea.gob.cl/DocumentosSEA/MostrarDocumento?docId=cf/e6/2a9d53890da9
79fdf9a4e022de8032e6df8d
3
Pronunciamiento de la SEREMI de Medio Ambiente de la Región de Valparaíso sobre el
proyecto del año 2014:
https://infofirma.sea.gob.cl/DocumentosSEA/MostrarDocumento?docId=56/11/29f2288f625b
8282a9b746e3bb67d8d44f39
4
Pronunciamiento de la Ilustre Municipalidad de Viña del Mar sobre el proyecto del año
2014: https://seia.sea.gob.cl/archivos/Ord._N_565_Muni_Vina_Del_Mar_11-08-2014.pdf
13
Con respecto al EIA presentado el año 2017 al SEA de la V Región, esta
última entidad consideró que en el estudio no se identificaron
adecuadamente impactos sobre la población, así como en flora y fauna por
las actividades relacionadas con el proyecto. Se afirmó que la información
entregada en el EIA era insuficiente, ya que según el SEA no se expuso
información esencial y relevante para evaluar los impactos, así como las
medidas de mitigación y compensación por la ejecución del proyecto, toda
información que por su importancia se determinó que no podía ser ampliada,
rectificada o aclarada. Por lo tanto, a través de una Resolución de Término
Anticipado se invocó el artículo 15 bis de la Ley 19.300 y el art. 36 del
Reglamento del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (RSEIA) para
resolver el término anticipado del proceso. Una de las propuestas más
cuestionadas de este proyecto fue la de trasladar grandes cantidades de
suelo excavado en el terreno hacia tres rellenos sanitarios de la Región de
Valparaíso: La Hormiga en la comuna de San Felipe, San Pedro en la
comuna de Quillota y El Molle en la comuna de Valparaíso, con el objetivo de
que ese suelo fuese utilizado en las operaciones de los rellenos. Respecto a
esta medida de traslado hubo dos observaciones muy importantes, la
primera es que la inmobiliaria no entregó detalles y definiciones sobre el
impacto que este traslado de suelos contaminados tenía debido al aumento
del flujo de camiones en las calles y carreteras, y en cuanto a emisiones
acústicas y de contaminantes atmosféricos, es decir, no planteó normas
detalladas para el transporte y tampoco amplió el área de influencia del
proyecto, dado que esta actividad a todas luces la extendía más allá de Las
Salinas. Por último, es relevante el pronunciamiento de la SEREMI de Salud
de la V Región, que indicó que los suelos que se pensaban trasladar para
uso de operaciones en los rellenos sanitarios no eran aptos para ello debido
a las características físicas del suelo de Las Salinas, que según se afirma es
de tipo arenoso y no compactable, contrario al tipo de suelo compactable que
requiere un relleno sanitario.5
El proyecto más reciente, presentado el 5 de diciembre de 2018 por la
inmobiliaria ha sido aprobado por unanimidad por la Comisión de Evaluación
Ambiental de Valparaíso, el día 21 de agosto de 2020 (La Tercera, 2020). La
aprobación del proyecto, de acuerdo a lo que informa el medio de prensa El
5
Información de este párrafo extraída de la Resolución Exenta N°141 del Servicio de
Evaluación Ambiental de la Región de Valparaíso:
https://infofirma.sea.gob.cl/DocumentosSEA/MostrarDocumento?docId=10/03/8b111c3af787
24b664b435b4b28d9e756b81
14
Mostrador (Cossio, 2020), tuvo un fuerte impulso a raíz del interés que
mostró el gobierno central por medio de la Oficina de Gestión de Proyectos
Sustentables del Ministerio de Economía que señaló al proyecto de
remediación de suelos de Viña del Mar como un proyecto y una inversión
privada importante en la Región de Valparaíso para fortalecer la reactivación
económica que se planificaba para el año 2021, ya que cumplía con los
requisitos de necesitar una gran cantidad de mano de obra y tener una
frontera de ejecución que no pasaba del 2021.
En específico, el proyecto se planteó como objetivo:
(…) el saneamiento del terreno Las Salinas mediante un proceso de
biorremediación de suelos y aguas subterráneas, de modo que las
concentraciones remanentes de los compuestos de interés no representen
riesgo para la salud de las personas considerando el cumplimiento de las
condiciones especiales y usos permitidos en el PRC de Viña del Mar
(residencial, comercial, y de equipamiento). (Golder & Inmobiliaria Las
Salinas, 2018a, p. 6)
Como se da cuenta en el párrafo anterior, el último EIA se hizo cargo de
uno de los aspectos más cuestionados en el EIA del proyecto del año 2017
ya que “(…) elimina la opción de transportar la tierra contaminada en
camiones, cambiándola por un proceso de saneamiento que se realizaría en
el mismo terreno.” (Radio Bío Bío, 2018). A pesar de lo anterior, según lo
reportado por El Mostrador (Cossio, 2020), vecinos cercanos a la zona de
ejecución del proyecto y actores relevantes de la ciudadanía y comunidad
han manifestado sus dudas e inseguridades ante el proceso de
biorremediación que pretende llevar a cabo Inmobiliaria Las Salinas.
2.1. Contexto de la institucionalidad ambiental chilena para la
regulación de sustancias tóxicas.
Un elemento que tiene alta relevancia por condicionar los procesos de
Evaluación de Impacto Ambiental de proyectos para remediar suelos
contaminados es la institucionalidad ambiental del país, ya que determina
que acciones, tipos de conocimiento y de actores participan en el proceso, y
el cómo lo hacen con el fin de regular las sustancias tóxicas.
En primer lugar, respecto a la historia de la institucionalidad ambiental de
Chile, Javiera Barandiaran (2016) reconoce dos períodos de su desarrollo. El
15
primero va desde 1990 hasta 2010, que se caracteriza por la creación de la
Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA) a raíz de un decreto ley
del presidente Patricio Aylwin, Presidente del primer gobierno considerado
democrático luego de terminada la dictadura de Augusto Pinochet. CONAMA
era para ese entonces la primera institución en el país encargada de
promover e impulsar el cuidado del medio ambiente desde el aparataje
estatal.
Luego, en 1992 el presidente Aylwin envió al Congreso Nacional el
proyecto de ley que dio origen en 1994 a la Ley 19.300 de Bases Generales
del Medio Ambiente (LBGMA), que establecía con mayor detalle las
competencias de CONAMA, entre ellas que administraría el Sistema de
Evaluación de Impacto Ambiental(en adelante SEIA), encargado de calificar
todo Estudio de Impacto Ambiental(en adelante EIA) que según la nombrada
ley debía presentar todo proyecto de inversión que pudiera generar
alteraciones en el ambiente. Dicho estudio, según la Ley 19.300 debía
describir todos los pormenores del proyecto, antecedentes para la
interpretación, identificación y predicción de sus impactos, y las formas en
que se pretende impedirlos o minimizarlos en el caso que sean adversos.
El segundo periodo comienza en 2009 durante el primer gobierno de
Michelle Bachelet, con la discusión que desarrolló el poder ejecutivo y
legislativo del país para reformar CONAMA, lo que significó que el 2010 se
aplicara una reforma para cambiar la comisión por un Ministerio del Medio
Ambiente (en adelante MMA), y que el SEIA pasara a estar a cargo de una
agencia con cierta independencia del MMA que fue nombrada Servicio de
Evaluación Ambiental (en adelante SEA) que tendría oficinas regionales a lo
largo del país.
La autora expone que la institucionalidad ambiental en Chile,
independiente del período, se ha planteado actuar y parecer antipolítica, pero
a pesar de ello, paradójicamente, es muy política, y el motivo de ello es que
la institucionalidad está altamente centralizada, pues las decisiones más
importantes dependen en última instancia de las autoridades de más alto
rango como el presidente y sus ministros. En el caso de CONAMA, se
expresaba en que esta agencia estaba alojada en el Ministerio del Interior,
por ende contaba con una supervisión directa del ministro de dicha cartera y
del Presidente de la República, y en el caso de la etapa del MMA esto se
apreciaba en que la reforma estableció que habría un concejo de ministros
16
de otras áreas encargado de revisar las decisiones del MMA, así como otro
concejo que podía revisar las apelaciones hechas contra las decisiones
tomadas en el proceso de Evaluación de Impacto Ambiental. Lo antipolítico
se ha entendido como una forma de evitar conflictos, lo cual se ha logrado
con un fuerte respeto a los criterios normativos y legales, lo que se ha
traducido en un respeto a leyes que perpetúan algunas de las bases del
sistema neoliberal en Chile como el estricto respeto por la propiedad privada
y la estricta no intromisión del Estado en asuntos del mercado o relaciones
entre privados.
2.2. El Estudio de Impacto Ambiental y su evaluación.
La presentación de EIA para iniciar un proceso de Evaluación de impacto
Ambiental fue adaptada desde Estados Unidos como estrategia para la
administración y gobernanza del medio ambiente. Según la autora Macarena
Muñoz Valenzuela (2017) el origen de la Evaluación de Impacto Ambiental se
puede encontrar en Estados Unidos, a partir del año 1969, cuando la figura
de dicho documento se introduce en la National Environmental Policy Act
(NEPA). Años después, en 1979 (…) se aprueba el “Regulations for
implementing the Procedural Previsions of N.E.P.A.”, un reglamento que
vuelve obligatorio el EIA para todos los proyectos públicos, o que estén
financiados por fondos públicos.” (Muñoz Valenzuela, 2017, p.73).
El EIA en Chile se adapta plenamente con la promulgación de la LBGMA en
1994, y este estudio se concibe como “(…) un análisis técnico e
interdisciplinario para identificar y valorar futuros impactos ambientales”
(Muñoz Valenzuela, 2017, p.47). Según la LBGMA, un EIA es considerado
como la base para que el Sistema de Evaluación de impacto Ambiental
(SEIA) decida si los impactos asociados a un proyecto se ajustan o no a las
normativas vigentes.
El SEIA actualmente es administrado por el SEA, que “(…) realiza la
evaluación ambiental de los proyectos, cuyas características le exigen a su
titular tramitar la licencia ambiental, así como el estudio de impacto
ambiental.” (Arellano Escudero, 2014, p. 179). Efectivamente, es el titular
(empresa responsable del proyecto) quien debe presentar el EIA, sin
embargo, el titular por lo general no es quien se encarga de redactar el EIA,
sino que encarga la realización del estudio a un tipo de empresa privada que
17
se le conoce como “consultora ambiental”, la cual reúne a expertos y
científicos de varias disciplinas para ofrecer el servicio de realización de EIA.
Respecto a la situación de las consultoras ambientales, un científico
entrevistado por Barandiaran opina que estas están “(…) en un círculo
vicioso, porque la empresa te paga para que hagas un estudio que evalúe los
impactos ambientales del proyecto de la empresa. La empresa es juez y
jurado en su propia causa” (Barandiaran, 2015, p.270).
Con respecto a los actores que son reconocidos por la LBGMA para
intervenir en el proceso de revisión y evaluación de un EIA, estos son cuatro:
la Autoridad Ambiental, el Comité Técnico de Evaluación, el Titular del
Proyecto y la Ciudadanía y Comunidad. Estos son descritos con detalle a
continuación:
1. La Autoridad Ambiental representa al poder ejecutivo y “se trata de un
grupo de seis representantes de ministerios del gobierno (…) (Arellano
Escudero, 2014, p. 179) y un representante del Presidente de la República
en la región que corresponda. Son quienes tienen el poder para decidir si se
aprueba o rechaza la licencia ambiental para un proyecto.
2. El Comité Técnico de Evaluación está “integrado por los servicios públicos
con competencias ambientales, según las funciones jurídicas que establezca
la normativa legal respectiva. Este comité es directamente dependiente de la
autoridad ambiental.” (Arellano Escudero, 2014, p. 179). El comité consta
específicamente de funcionarios públicos de cada uno de los servicios con
competencia ambiental, que en este proceso deben revisar con mucha
cautela todos los documentos involucrados en la evaluación para presentar
sus consultas y observaciones.
3. El Titular del Proyecto es quien desea que idealmente sea aprobada la
licencia ambiental y “legalmente, debe sostener una relación con el Comité
Técnico, lo que en la práctica se da a través del Servicio de Evaluación
Ambiental —SEA— que es el organismo encargado de coordinar al comité.
“(Arellano Escudero, 2014, p. 179)
4. La Ciudadanía y Comunidad, se le considera el actor “(…) con mayor
número de desventajas, obstáculos o brechas, a la hora de integrarse al
proceso de evaluación ambiental, considerando, entre otros aspectos, las
18
limitaciones que imponen los lenguajes jurídico y científico que predominan
en el proceso de evaluación.” (Arellano Escudero, 2014, p. 179)
En la descripción de los actores se puede apreciar, por ejemplo, el
centralismo existente en el proceso de evaluación ambiental destacado por
Javiera Barandiaran, y se da en el hecho de que es la Autoridad Ambiental la
que finalmente decide si el proyecto consigue la licencia ambiental aprobada.
Respecto a la relación del Titular del proyecto con el Comité técnico ahí se
puede vislumbrar otra observación de la autora referida que tiene que ver
con que la evaluación de impacto ambiental “(…) impone una estricta
conversación de ida y vuelta entre la empresa y el personal del gobierno que
no deja espacio para las negociaciones típicas del trabajo de fronteras
(Jasanoff, 1990)” (Barandiaran, 2015, p. 263), trabajo de fronteras que
implica definir la autoridad y el papel de cada actor.
Considerando lo recientemente expuesto, el papel que han tenido los
científicos en la institucionalidad ambiental y en los EIA ha sido menos
relevante de lo que cabría esperar. Por ejemplo, según Barandiaran (2016)
durante su existencia CONAMA se dedicó en su mayoría a revisar EIA (855
en total desde 1992 hasta 2010) y declaraciones menores (15.552), trabajo
que se sugiere ha sido hecho en su mayoría por abogados e ingenieros,
preocupados sobre todo de que los documentos presentados fueran
respetuosos, claros y objetivos respecto a las reglas y normas ya existentes,
para evitar conflictos y confrontaciones políticas. Pero por otro lado se
avanzó muy poco en un trabajo que requería más intervención científica
como establecer nuevos estándares de calidad y emisión ambiental, al
respecto hay que decir que entre 1994 y 2011 la entidad solo logró la
aprobación de 31 estándares, de los cuales 20 eran para regular la calidad
del aire. La aprobación es lenta según Barandiaran, debido a que “los
estándares propuestos normalmente pasaban años circulando por CONAMA,
revisores externos y un consejo asesor hasta que el presidente los
aprobaba.” (Barandiaran, 2016, p. 1023). En el caso de la era el MMA, la
poca importancia a la ciencia se vio reflejada en el poco presupuesto que se
asignó para la investigación científica ambiental, por ejemplo, los legisladores
le asignaron 35 millones de dólares al MMA, 8 millones de dólares para el
SEA, pero solo 200.000 dólares por región para estudios científicos, fondos
que se consideraron insuficientes para solventar información ambiental
basada en la investigación.
19
En otro trabajo (Barandiaran, 2015) la autora también analiza el papel de
los científicos en la institucionalidad y en la producción y revisión de EIA en
el contexto de dos proyectos de alto impacto ambiental que llegaron a
configurar conflictos sociales y ambiental. Dichos proyectos fueron Pascua
Lama e HidroAysén. La autora describe que en ambos conflictos los
científicos no lograron posicionarse como actores con una autoridad para
emitir una opinión decisiva y de alta consideración por el resto de los
participantes en estos conflictos. En ambos casos los científicos hicieron más
estrecho y privado su ámbito de acción, para mantener más puro el
conocimiento desarrollado, y poder seguir participando en las instituciones
ambientales del Estado, en las compañías y la consultoría ambiental. En el
caso de Pascua Lama esto se observa en que en ninguna de las dos
decisiones altamente relevantes que tomó CONAMA sobre dicho proyecto se
tomó en consideración la opinión científica, en la primera decisión nunca se
pidió, y en la segunda oportunidad se desestimó creando un sistema de
monitoreo de glaciares que debía reportar la compañía Barrick, sistema para
el cual CONAMA consideró solo algunas variables, lo cual fue cuestionado
en su momento. Este sistema de monitoreo relegó a los científicos a las
tareas de ese mismo sistema, que consistían en realizar un inventario de los
glaciares y revisión caso a caso de los impactos industriales, lo cual se llevó
a cabo en su mayor parte a través de la consultoría que Barrick contratase.
En el caso de HidroAysén, se aprecia en que los científicos decían que su
participación en la creación de EIA se limitaba a generar líneas de base, y no
a hacer un EIA por completo, pues ello era un trabajo de consultoras
ambientales. Al hacer dicha distinción, protegían un espacio desde el cual
proclamaban a la ciencia como objetiva e independiente, además de un
espacio que aparentaba ser más puro y neutral, ya que generar líneas de
base solo implica entregar una descripción técnica de cómo son ciertos
fenómenos o como deberían ser de acuerdo a las herramientas que les han
entregado a los científicos su formación para investigarlos. En cambio,
involucrarse en la redacción y preparación del EIA implicaba trabajar en algo
que se veía, según los expertos entrevistados por la autora, como algo
desordenado, complicado, político y sujeto a cuestiones valorativas. De este
modo, al resguardar su espacio como generadores de líneas de base,
aunque tenían menos impacto en las decisiones finales, si podían seguir
teniendo credibilidad y relevancia suficiente para seguir trabajando y
obteniendo recursos tanto de la institucionalidad ambiental del Estado como
de las empresas y compañías. Al respecto, algo destacable que afirma
20
Barandiaran es que los científicos en el caso de HidroAysén “Al limitar la
ciencia, se eximieron de responsabilidades posteriores sobre cómo se
utilizaría su investigación” (Barandiaran, 2015, p. 269).
Además de la ciencia, otro aspecto como la participación ciudadana
también ha tenido una posición débil en la revisión de los Estudios de
Impacto ambiental, ya que justamente la apelación a las reglas es una forma
de limitar que se incluyan otras visiones sobre los proyectos provenientes
desde las comunidades en el proceso de toma de decisiones, en favor de
evitar el conflicto y la polarización en el proceso. Respecto a la participación
ciudadana en el proceso de Evaluación de Impacto Ambiental, Macarena
Muñoz Valenzuela (2017) explica que dicha participación no es vinculante, y
solo otorga tres derechos:
i) De acceso a la información ambiental, concretado en el acceso al
expediente de evaluación, que hoy día es un expediente
fundamentalmente electrónico y en línea,
ii) A formular observaciones al proyecto, el que se otorga de manera
general según el artículo 29 de la LBGMA a "cualquier persona, natural o
jurídica" en el contexto del EIA, y como un derecho que debe ser
solicitado, en el contexto de la DIA.
iii) A obtener respuesta fundada de las observaciones formuladas, de
acuerdo a los artículos 29 inc. III y IV 96 y 30 bis de la LBGMA, a que
debería constar en la resolución de calificación ambiental. (Muñoz
Valenzuela, 2017, p.58)
Respecto a tales derechos de la ciudadanía, se puede concluir que,
aunque son importantes no les permiten a los ciudadanos tener una
incidencia real en el proceso de evaluación ambiental de un proyecto.
De esta forma la posición débil tanto de la ciencia, como de la ciudadanía
configura una crisis de representatividad, ya que “en la política ambiental
chilena no hay actores legítimos que puedan hablar por los ambientes
naturales y sociales locales en una institución pública” (Barandiaran, 2016,
p.17). Esta crisis de representatividad no es de extrañar, considerando que
Arellano Escudero (2014) destaca que los actores que intervienen en la
evaluación ambiental referidos previamente, solo la Autoridad Ambiental,
vale decir los representantes del gobierno central son quienes tienen una
gestión vinculante, y no los demás actores como el Comité Técnico, el Titular
del Proyecto y la Ciudadanía y Comunidad.
21
22
3. PRESENTACIÓN DEL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN.
Hay que destacar que en cada EIA con el cual se ha sometido a
evaluación cada proyecto de remediación para Las Salinas se han planteado
metas o niveles de remediación a alcanzar, que se les llama valores de
referencia, y corresponden a la concentración máxima que puede haber de
un compuesto para que este no sea considerado peligroso para la salud
humana. La fijación de esas metas sigue los pasos que plantea la “Guía
metodológica para la gestión de suelos con potencial presencia de
contaminantes” (MMA & Fundación Chile, 2012) que explica que las
concentraciones de los compuestos potencialmente peligrosos y tóxicos de
las muestras tomadas del suelo o el medio que corresponda deben
compararse con el valor de referencia definido para el compuesto. En
resumen, el método es comparar entre la situación del terreno, representada
en la muestra, respecto a un valor de referencia que funciona como valor
umbral o valor límite respecto al cual se define la toxicidad o no toxicidad del
compuesto. Con respecto a los valores de referencia, la guía referida
expresa lo siguiente:
Los valores de referencia se consideran como niveles de alerta para la
protección de la salud de las personas, pudiendo emplearse valores
nacionales (si existiesen) o internacionales. Para el caso del suelo, debido
a que no existe en Chile una normativa específica, ni de rango legal ni
reglamentaria, que regule expresamente la calidad de los suelos, es
necesario recurrir a valores de internacionales. Para el caso del agua y el
aire pueden emplearse valores nacionales de calidad ambiental. (MMA,
CORFO & Fundación Chile, 2012, p. 73)
Como paréntesis, cabe señalar que de acuerdo a lo expuesto por Ureta
(2018) se puede decir que los valores de referencia son líneas de base.
Estas últimas se suelen entender como un “estado histórico documentado o
reconstruido de un aspecto particular de la naturaleza – un ecosistema, un
lugar, una cuenca” (Craig, 2014, p. 87, como se citó en Ureta, 2018, p. 343),
de este modo, la construcción de una línea de base es un intento de
representar un estado natural de una entidad que se compara con su estado
actual o contaminado. Si bien los valores de referencia intentan representar
un estado de salubridad o de no toxicidad para los humanos antes que un
estado natural, de todos modos, su lógica comparativa es la misma que la de
23
una línea de base, ya que estos valores de referencia aparecen como un
dispositivo que en el marco de la regulación ambiental permite saber los
cambios ocurridos en una entidad (como el suelo) al compararla con un
estado ideal (el salubre) y plantear metas para esa entidad. También estos
valores de referencia pueden funcionar como la línea de base respecto a la
cual definir un daño ambiental, ya que para definirlo en el contexto de la
legislación ambiental se precisa de “(…) una comparación con alguna
condición de referencia normativamente superior” (Aagaard, 2011, p. 1507,
como se citó en Ureta, 2018, p. 343).
Volviendo a la guía, esta fue aprobada el año 2013 a través de la
Resolución Exenta N°406 del Ministerio del Medio Ambiente (en adelante
MMA), y entrega los pasos a seguir para gestionar suelos contaminados con
un enfoque basado en los riesgos a la salud humana, lo cual implica que las
indicaciones están orientadas a identificar tres eslabones relevantes para
que se produzca el riesgo sanitario: fuente, ruta y receptor. De acuerdo a lo
revisado hasta aquí, la guía entrega el método para evaluar el riesgo de un
contaminante en el suelo, sin embargo, no entrega los valores o parámetros
respecto a los cuales realizar esa evaluación, y estos tampoco han sido
fijados en Chile. La situación anterior se intenta subsanar a través del articulo
N°11 del Reglamento del Sistema de Evaluación de Impacto
Ambiental(RSEIA) que establece que en caso de que un proyecto sometido a
Evaluación de Impacto Ambiental presenta un riesgo para la salud de la
población y efectos adversos notables en calidad y cantidad de recursos
naturales por calidad de efluentes, emisiones o residuos, se deben utilizar
para su evaluación como referencia las normas de calidad ambiental y de
emisión que rigen en los siguientes países: Alemania, Italia, Argentina,
México, España, Brasil, Australia, Japón, Suecia, Suiza, Nueva Zelanda,
Países Bajos y Estados Unidos.6 Hay que añadir que en el caso del proyecto
sometido a evaluación ambiental el año 2018, la Inmobiliaria Las Salinas y la
consultora Golder eligieron la norma italiana para extraer los valores de
referencia y fijar las metas de saneamiento del terreno. La elección de la
norma italiana se fundamentó en el artículo 11 del RSEIA, y se afirmó que
Chile aún no cuenta con normas de calidad ambiental para los suelos que se
puedan usar como referencia en evaluaciones ambientales (Golder &
6
La instrucción de utilizar normas internacionales para evaluar los riesgos para la salud a la
población y los efectos adversos en los recursos naturales por emisiones, residuos o
efluentes se encuentra en el art. N°11 del Reglamento del Sistema de Evaluación de
Impacto Ambiental, correspondiente al D.S. N° 40/2012 del Ministerio del Medio Ambiente.
24
Inmobiliaria Las Salinas, 2018a, p.34), por lo que todo indica que hasta 2018
la situación sigue igual para el país en lo que respecta a la fijación de
estándares de calidad para suelos contaminados.
Considerando lo expuesto hasta aquí sobre los valores de referencia, se
ha decidido enfocar la atención sobre uno de los compuestos para los cuales
se fijan valores de referencia en los EIAs presentados por proyectos de
remediación para Las Salinas, dicho compuesto es el benceno. El benceno
es uno de los compuestos que se encuentran en el suelo, aire y agua
subterránea del terreno Las Salinas, presencia derivada de las filtraciones de
petróleo ocurridas por el uso del terreno para almacenar combustible. Según
Nerea Pérez Juarez (2012), el benceno pertenece al grupo de compuestos
de los hidrocarburos, y se lo reconoce como Compuesto Orgánico
Volátil(COV), este último a su vez según U.S. EPA y la OMS sería cualquier
contaminante atmosférico con 15 o menos átomos de carbono en su
estructura. Además, según la autora el benceno pertenece al grupo BTEX,
acrónimo que significa Benceno, Tolueno, Etilbenceno y Xileno, todos
hidrocarburos que fueron agrupados ya que comparten la característica de
ser COVs y de encontrarse en estado gaseoso a temperatura ambiente. Lo
anterior implica que al estar presente en el suelo de Las Salinas puede
emanar desde capas de suelo muy profundas hacia las capas más
superficiales, hasta difundirse por el aire.
La investigación científica ha generado evidencia que sostiene que el
benceno es un compuesto cancerígeno para los humanos. Se ha logrado
asociar la exposición al benceno con mutaciones en la médula ósea que
afectan la producción de las células de la sangre lo cual genera la
enfermedad letal y catalogada como cáncer que se conocida como leucemia,
es por ello que se le considera un compuesto leucemógeno o leucemogénico
(Smith, 2010; Huff, 2007; Biegel, 2016).
Un elemento que hace interesante al benceno es que desde hace un siglo
que la presencia de este compuesto es materia de regulación a través de
valores límite umbral o líneas de base que han permitido establecer niveles
de exposición seguros ante el benceno. Según Smith (2010), las propiedades
tóxicas del benceno para los humanos se conocen desde fines del siglo XIX,
sin embargo, solo a través del siglo XX se comenzó a regular la exposición
de los humanos ante el compuesto muy especialmente en espacios
laborales, ya que muchas fábricas o empresas involucraban en algún
25
eslabón de su cadena de producción que los trabajadores se expusieran al
benceno (ya sea como producto, residuo, etc.). Biegel (2016) por su parte
expone las distintas regulaciones que se impusieron a la presencia del
benceno a lo largo del siglo XX en Estados Unidos, y las “batallas” judiciales
y administrativas que se desencadenaron entre quienes abogaban por
reducir las concentraciones máximas permitidas de benceno para proteger
más la salud de los trabajadores y quienes no querían tal reducción por, en el
fondo, representar una amenaza a la productividad y crecimiento económico.
Un segundo elemento es la incertidumbre que rodea cualquier posible
regulación en torno al compuesto, ya que por ejemplo Smith (2010) afirma
que “estudios realizados hasta la fecha han identificado una serie de
polimorfismos en genes candidatos que confieren susceptibilidad a la
hematotoxicidad por benceno.” (p. 133), lo que significa que habría genes
humanos con mayor susceptibilidad de desarrollar efectos negativos en la
sangre por exposición ante el benceno, por ende, estaría en duda la fijación
de una concentración máxima permitida del benceno que permitiría proteger
la salud de todos por la particularidad de los genes. A la consideración
genética, se suma también la siguiente afirmación del autor:
El benceno afecta el sistema de formación de sangre a bajos niveles de
exposición ocupacional, y no hay evidencia de un umbral. Probablemente
no exista un nivel seguro de exposición al benceno, y todas las
exposiciones constituyen cierto riesgo de manera lineal, si no supra-lineal,
y aditiva. (Smith, 2010, p. 133)
Lo anterior implica que se debe prestar atención constante al compuesto,
pues ninguna medida se puede considerar como estricta o suficiente en
teoría, pues el solo hecho de que el benceno esté presente en alguna
concentración podría producir efectos negativos en la salud de las personas,
lo cual pone en duda que exista un nivel seguro de exposición al benceno
definido por instituciones estatales que por lo general regulan la presencia
del compuesto.
Reflexionando respecto a los valores de referencia presentados en los
EIA para el benceno, la fijación de estos tiene por objetivo de regular la
presencia del compuesto para que su presencia ante los seres humanos no
represente un peligro para la salud humana, lo cual se logra cautelando que
las concentraciones de ese compuesto no sobrepasen el valor de referencia
26
establecido para él, lo que implica que esos valores representan un límite
entre toxicidad y no toxicidad.
Un punto es que, si la concentración que existe de un compuesto es
menor que la de su valor de referencia, entonces la presencia de ese
compuesto no se considera un peligro para la salud humana, y tampoco
tóxica, por lo cual hay una intención de producir una aceptabilidad o
admisibilidad de la presencia no tóxica del compuesto. Esta forma de dar
cuenta de la presencia de un compuesto tóxico o potencialmente tóxico, y
producir su aceptación se conoce como fijación de valores límite umbral.
Esto último ha sido motivo de investigación para los Estudios de Ciencia,
Tecnología y Sociedad, tratando el cómo la ciencia entrega argumentos y
modelos para explicar la presencia de compuestos tóxicos en el ambiente,
cómo deberían regularse, y producir una admisibilidad de ellos. Al respecto
son destacables los trabajos en conjunto de las autoras Soraya Boudia y
Natalie Jas (2013, 2014) en los cuales se trata acerca de cómo el
conocimiento científico ha cumplido un rol relevante en la identificación de la
presencia de compuestos tóxicos, pero que ello no ha servido para detener
expansión de dichos compuestos en el mundo. A las autoras se suman
también los trabajos de David Demortain (2013, 2017), en los cuales se
explica cómo se constituye el conocimiento científico y como se posiciona
frente a otras formas de conocimiento para lograr cierta autoridad en la
definición y regulación de la contaminación por compuestos tóxicos.
Los trabajos de los Estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad referidos
en los párrafos anteriores son atingentes al caso del terreno Las Salinas, ya
que su condición actual contempla una alteración o daño en el ambiente,
alteración que intenta ser regulada a través de un EIA basándose en un
modelo científico, como lo es la fijación de valores umbral, regulación con la
que se pretende establecer el punto hasta el cual la alteración o daño es
tolerable o aceptable. En consideración de lo anterior se plantea como
pregunta de investigación: ¿De qué forma se constituyó socio-técnicamente
la aceptabilidad social al benceno en los Estudios de Impacto Ambiental de
los proyectos de remediación del terreno Las Salinas de Viña del Mar?
3.1. Objetivos
3.1.1. Objetivo General
27
Comprender la forma en que se constituye socio-técnicamente la
aceptabilidad socio-técnica al benceno en los Estudios de Impacto Ambiental
de proyectos de remediación para el terreno Las Salinas de Viña del Mar.
3.1.2. Objetivos Específicos
- Describir los dispositivos científicos involucrados en la representación y
medición de la presencia de benceno en el terreno Las Salinas.
- Analizar críticamente desde los estudios CTS los dispositivos y estrategias
discursivas científicas involucradas en la producción de una aceptabilidad
socio-técnica de la presencia de benceno en el terreno Las Salinas.
- Extraer lecciones y hacer recomendaciones para la reformulación de estos
procesos en vista de una mejora en los mecanismos de evaluación ambiental
existentes.
3.2. Hipótesis
Respecto a las hipótesis que guían esta tesis, estas se plantean como
supuestos de investigación, y uno de ellos es que existe una ciencia
regulatoria que está fundamentando la existencia de procesos de regulación,
gobernanza y administración de la presencia de compuestos tóxicos o
potencialmente tóxicos en el ambiente, precisamente uno de esos procesos
es la Evaluación de Impacto Ambiental(EIA), a través de la cual se encauzan
las problemáticas o conflictos ambientales, como los asociados a la
contaminación originada por la presencia de los compuestos dichos.
Con respecto a la Evaluación de Impacto Ambiental, Ureta (2018) destaca
que la aplicación de ésta alrededor del mundo se ha visto opacada por
controversias y disconformidades debido a ciertas características
consideradas problemáticas en esta forma de evaluación asociadas a su falta
de consideración(o profundización) de problemas sociales como las
desigualdades económicas, y a su carácter altamente tecnocrático donde se
privilegia en exceso el tratamiento tecno-científico y técnico-legal de los
problemas ambientales. A raíz de esos problemas es que el autor destaca
que la Evaluación de Impacto Ambiental ha sido objeto de una amplia
agenda investigativa dedicada a buscar las debilidades de este tipo de
evaluación, plantearle correcciones y modelos alternativos para gestionar los
conflictos ambientales. Se suma también lo expuesto por Barandiaran sobre
28
el proceso del EIA, quien destaca que si bien se espera que esta herramienta
combine el conocimiento científico junto con los aportes de la opinión pública
para conducir a mejores decisiones sobre proyectos que involucran una
intervención e impacto en el ambiente, existen diversas críticas que apuntan
a que las EIAs “(...) a menudo son superficiales, no toman en serio los
comentarios públicos, tergiversan los impactos ambientales, y refuerzan las
asimetrías de poder, entre otras deficiencias”.(Barandiaran, 2019, p.2)
En este sentido es que esta tesis también tiene como supuesto de
investigación que a raíz del análisis de documentos del SEIA de Chile se
descubrirán problemas, inconsistencias y desigualdades que llevarán a
sugerir modificaciones a las normas que rigen el funcionamiento del mismo
SEIA. Se espera encontrar el mismo tipo de problemáticas con respecto a la
ciencia regulatoria que con la entrega de su conocimiento fundamenta la
creación de las líneas de base y reportes del estado del ambiente en base a
los cuales se toman decisiones en los procesos de evaluación de impacto
ambiental.
Considerando lo expuesto en esta sección, también se plantean a modo
de hipótesis preguntas orientadoras como: ¿Qué tipo de problemáticas y
controversias se revelan al analizar los orígenes y las aplicaciones de los
dispositivos de la ciencia regulatoria que buscan dar cuenta de la presencia
del benceno y que están presentes en los EIAs asociados a la remediación
del suelo del terreno Las Salinas? ¿Qué particularidades y rasgos del
contexto social están influyendo en el conocimiento de la ciencia regulatoria
que da cuenta de la presencia del benceno y que está expuesto en los EIAs
asociados a la remediación del suelo del terreno Las Salinas?
29
4. MARCO TEÓRICO
4.1. La aceptabilidad social de la presencia no tóxica de los compuestos
químicos.
Para comprender la aceptabilidad social de la presencia no tóxica de los
compuestos químicos, es necesario comprender que la ciencia es una
actividad que ha sido protagonista en la generación de modelos y
argumentos con los cuales convencer a la población y generar una
aceptabilidad social acerca de cómo debe ser regulada la toxicidad de las
sustancias. Al respecto, las autoras Soraya Boudia y Natalie Jas,
pertenecientes al campo de la historia de la ciencia, a través de un trabajo
conjunto (Boudia & Jas, 2014) muestran el rol histórico que ha tenido el
conocimiento científico en visibilizar la presencia de sustancias químicas
consideradas tóxicas y/o peligrosas para la salud humana, y en la
constitución de sistemas regulatorios que buscan administrar tales
sustancias. Desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días ese rol de la
ciencia ha sido fortalecido constantemente, y a pesar de ello las autoras
concluyen que ese refuerzo no ha tenido como resultado una disminución o
mayor control de los problemas asociados a la presencia de contaminación.
De hecho, Richter, Cordner y Brown (2020) destacan que se vive un contexto
de cientifización en el cual la ciencia está siendo cada vez más utilizada
como recurso dentro de procesos regulatorios para resolver asuntos de
índole política, económica, legal, social, etc.
Unido a lo anterior, también afirman que la importancia de la ciencia en la
regulación es contradictorio ya que si bien este tipo de conocimiento ha
contribuido en la identificación y manejo de aquellas sustancias tóxicas que
son potenciales fuentes de peligro para la vida del planeta en general, dicha
contribución ha sido realizada sin comprometer de forma sustancial el
desarrollo económico y productivo lo que en la práctica ha implicado validar
la circulación en el mercado y el ambiente de ciertas sustancias o
compuestos químicos a pesar de que no exista evidencia de los niveles en
que son inocuos(as) para los humanos. Boudia y Jas ejemplifican lo anterior
exponiendo que muchas veces se ha permitido la circulación de sustancias
de las cuales se conoce poco de sus efectos en la salud por la falta de
30
capacidades regulatorias (ya sea falta de conocimiento, normativa, personal
y equipamiento) que puedan seguir el ritmo con el que proliferan tales
sustancias. La contradicción descrita sugiere para las autoras que la ciencia
por sí sola no ha sido capaz de dar respuestas que otorguen un sentido a
todos los involucrados en situaciones de contaminación que involucran la
presencia de compuestos potencialmente tóxicos, en especial a las
comunidades más cercanas, y por ende la ciencia no debería ser el único
tipo de conocimiento o principio que rija la regulación de la presencia de tales
sustancias, sino que también deberían ser incluidos otros tipos de
conocimiento, principios o experticias.
A lo explicado se suma que con el paso de los años, al avanzar el siglo
XX, se fueron haciendo cada vez más visibles problemas asociados a la
circulación de compuestos químicos tóxicos en el ambiente gracias a
científicos que se convirtieron en activistas e hicieron de su trabajo un
espacio para demostrar la existencia de la contaminación tanto en
ambientes, seres humanos y otras especies por el uso desregulado o
indiscriminado de dichos compuestos, y también gracias a distintos
movimientos o grupos ya sea de pacientes, habitantes o consumidores que
experimentaron los efectos de los tóxicos. Estos últimos al exponer los
problemas asociados a la circulación de compuestos tóxicos comenzaron a
discutir con el conocimiento científico oficial del sistema regulatorio y
constituyeron espacios alternativos de producción de conocimiento para la
regulación.
Al respecto, un autor que complementa a las autoras es David Demortain
(2017), quien profundiza en como la ciencia se constituye y fortalece como la
actividad social encargada de entregar modelos que explican cómo se debe
afrontar la convivencia con las sustancias tóxicas, y por ende como deben
ser reguladas y aceptadas. A raíz de lo anterior, se entiende que la ciencia
entrega un conocimiento regulatorio sobre esas sustancias, el cual sirve para
restringirlas y definirlas en distintos espacios de la sociedad (ya sea el
mercado, la industria, o el ambiente).
De acuerdo a lo expuesto por el autor, la ciencia y su conocimiento
regulatorio respecto a las sustancias tóxicas reclama autoridad y credibilidad
a través de dos lógicas o modos. Uno de ellos es interno, y tiene que ver con
que el conocimiento regulatorio por lo general es fiel a los acuerdos de
alcance nacional y/o internacional acerca de normas y métodos (Demortain,
31
2013), lo cual contribuye a la estandarización de la ciencia y, por ende, a que
exista una mayor confianza en ella, pues sus fundamentos serían la tradición
y los consensos, y al ser estándar sus resultados no serían tan
impredecibles.
En lo externo, este conocimiento regulatorio trata incesantemente de
validarse frente a diferentes esferas como la academia universitaria, la
industria, la burocracia estatal, etc., siendo considerado un conocimiento que
se encuentra siempre en los límites y fronteras. Por lo anterior, y que este
conocimiento debe lidiar con esas diferentes esferas y las incertidumbres que
pueden plantear es que se lo inscribe dentro de la ciencia reguladora, la cual
se define como una ciencia que se ejerce con una “negociación constante de
criterios de facticidad y verdad” (Demortain, 2017, p. 147) y donde se lleva a
cabo un trabajo de límites constante para aislar lo científico de otras áreas
como la política, la economía para que siga pudiendo ser percibida como
objetiva.
Lo descrito se ve reflejado en la toxicología, ésta como ciencia y
conocimiento regulatorio cuenta con un grupo de actores o cuerpo de
expertos desde sus orígenes a la vez que ha negociado sus límites con otros
sectores como la producción industrial y la burocracia estatal, también ha
negociado la circulación de sustancias tóxicas, en favor de mantener el
crecimiento y desarrollo económico. Demortain expone esta situación
limítrofe de la toxicología y a su interdependencia al referir a sus orígenes:
La toxicología históricamente respondió a la necesidad de verificar la
toxicidad de las sustancias y establecer las condiciones de uso
expresadas por las industrias manufactureras (para regular la exposición
de los trabajadores a los productos químicos y preservar su fuerza de
trabajo; cf. Nash 2008) y por el ejército (Davis 2008 ) A partir de la década
de 1970, la toxicología se convirtió en una de las herramientas para llevar
a cabo la evaluación de riesgos como un método de toma de decisiones
basado en la ciencia promovido por la industria y los reguladores (Doull
2003; Vogel 2008). Por lo tanto, la toxicología se ha relacionado con las
necesidades pragmáticas de los poderes constituidos para regular (pero
no eliminar) el uso de productos químicos (Boudia y Jas 2013).
(Demortain, 2013, p.4)
Es decir, tal como establecen Soraya Boudia y Natalie Jas, la ciencia vista
como ciencia regulatoria es la que cumple el rol de regular y administrar la
convivencia de los humanos con las sustancias tóxicas o potencialmente
32
tóxicas. De lo anterior, es un elemento de interés para esta tesis que la
ciencia entrega los modelos y los argumentos de “facticidad y verdad” (como
se afirmó en párrafos anteriores) acerca de cómo se desarrolla la toxicidad.
Otra forma en que se hace referencia a la participación de la ciencia en el
estudio de los impactos y emergencias ambientales, y en específico en su
forma regulatoria, es a través del concepto de “ciencia con intereses
especiales” referido por la autora Javiera Barandiaran (2018), que es un
término con el cual se hace referencia a la actividad científica que realiza
procesos de diagnóstico y evaluación de impactos ambientales, o que realiza
la descripción del medio ambiente, y además a dicha actividad científica se
le pueden señalar conflictos de interés debido al financiamiento que reciben
los científicos ejecutores de dichos procesos, lo cual podría orientar o inclinar
los resultados de acuerdo a los intereses de quien financia el diagnóstico del
impacto ambiental. A grandes rasgos, quienes financian estos diagnósticos o
evaluaciones del estado del medio ambiente son empresas o entidades
privadas, o por otro lado pueden ser agencias e instituciones del Estado
dedicadas a la regulación ambiental. A juicio de la autora, el conflicto de
interés debido al financiamiento de las actividades científicas muestra la
fragilidad de la autonomía y credibilidad de la ciencia respecto a otras
instituciones, debido a que estas últimas pueden contratar científicos para
obtener conocimiento científico que respalde sus propios proyectos, o para
provocar que se desestime aquellos resultados científicos que no respaldan
sus propósitos.
Con respecto a la convivencia con las sustancias tóxicas(o en potencial
de serlo) y su aceptación, Boudia y Jas (2013) han acuñado el concepto de
“mundo tóxico” para describir que las sustancias químicas tóxicas son
ubicuas, esto debido a que la extensión y acumulación de la contaminación
que la especie humana ha producido debido al uso y fabricación de esas
sustancias es de tal magnitud que hoy se vive en un mundo tóxico en el cual
es casi imposible lograr la eliminación de los tóxicos del ambiente. Por lo
anterior es que se habla de la implementación de prácticas y acciones para
vivir con tales sustancias tóxicas, o en otras palabras se habla de la
administración, manejo o gobierno de los tóxicos, una lógica que se
denomina “vivir con” (en inglés “living with”). La lógica del “vivir con” confirma
que ya no importa tanto eliminar la presencia de sustancias tóxicas y sus
efectos, sino que lo que importa es administrar y gobernar la contaminación
en sí para reducir los impactos y convivir con ellos sin eliminarlos por
33
completo. También es la confirmación de la falla a largo plazo en el
despliegue de los sistemas y regímenes regulatorios oficiales para controlar
efectivamente a las sustancias tóxicas. Una explicación similar entrega la
autora Michelle Murphy (2008), la cual comenta que en las últimas décadas
se vive bajo un “régimen químico de la vida” que se ha basado cada vez más
en la “molecularización de la vida” en todo ámbito, lo que ha significado
generar cambios en las estructuras moleculares de genes, atmósfera, agua,
productos básicos, cuerpos humanos, entre otros, cambios que pueden
derivar en relaciones moleculares tóxicas. Por otro lado, se han desarrollado
conceptos que buscan condensar la experiencia social de lo que significa
convivir con compuestos tóxicos, como es el caso de “sufrimiento
ambiental”(Auyero & Swistún, 2008a), concepto que hace visible que los
efectos vivir en ambientes con compuestos tóxicos van más allá de lo
biológico y que ellos se experimentan desigualmente, y también el concepto
de “violencia lenta”, desarrollado por Rob Nixon(2011), a través del cual se
expresa que la violencia no se experimenta solo de una forma explosiva e
inmediata en forma de un gran evento o desastre, sino que también de forma
gradual, acumulativa, imperceptible para todos, justamente esta última forma
corresponde a la violencia lenta, y es a la que apunta el autor para captar la
experiencia de convivir en un ambiente con compuestos tóxicos donde los
efectos dañinos de esa convivencia se hacen notorios de forma gradual, a
largo plazo, o en futuras generaciones debido a una acumulación progresiva
y silenciosa de los compuestos tóxicos en ambientes y cuerpos.
A pesar de lo anterior, quien ha referido de forma más cercana al
concepto de “aceptabilidad social de las sustancias tóxicas” es la autora
Soraya Boudia en al menos dos de sus trabajos acerca del desarrollo de
sistemas regulatorios que fundados en una ciencia regulatoria han servido
para aumentar la aceptabilidad social para el caso de la energía nuclear. En
uno de esos trabajos (Boudia, 2009) expone como entre 1950 y 1960 los
científicos valiéndose de diversas redes que involucraban a la política y la
economía mostraron la gran utilidad de la energía nuclear en un campo como
la biomedicina, específicamente en el uso de los radioisótopos tanto en
diagnósticos como tratamientos médicos. El objetivo era revertir la poca
legitimidad social que tenía la energía nuclear por su uso en el armamento
bélico y las sospechas de los efectos negativos de la radiación nuclear en el
ambiente en general. También se pretendía desmilitarizar la imagen de este
tipo de energía, entregando como argumento sus beneficios en actividades
34
importantes para todos y que nada tenían que ver con la guerra. Al respecto,
la autora afirma que:
la biomedicina jugó un papel en la instalación de tecnologías nucleares.
Esta instalación fue una realidad irreversible por la amplitud de la inversión
y las redes de colaboración, así como por la construcción de su
aceptabilidad social, lo que hizo posible que la energía atómica no solo
sea "una novedad científica sino una realidad económica mundial (Boudia,
2009, pp. 258-259).
En un segundo trabajo Boudia (2007) alude a la formación de una
estructura internacional para la regulación de los riesgos de la energía y
radiación nuclear gracias a la política exterior estadounidense. La autora
muestra que la labor de los científicos dentro de esa estructura regulatoria
era aumentar la confianza de la ciudadanía en el desarrollo de la energía
nuclear dando respuestas a aquellos que criticaban este desarrollo científico,
antes que poner límites y restricciones a las actividades nucleares para
proteger al ambiente y a las personas. Algunos científicos y expertos que
participaron de esa estructura regulatoria internacional pensaban que iban a
jugar un papel más decisivo y fuerte ante las decisiones de otras áreas como
la política y la economía, sin embargo, lo que sucedía es que los científicos
eran quienes debían adaptar los límites ante los requerimientos de la política
y la economía. Esto se demuestra en que la regulación siempre puso el foco
en los riesgos y peligros de la radiación, más que en las actividades que la
podían originar como el funcionamiento de reactores o nucleares, o las
pruebas de armamento.
La autora concluye que la regulación es una forma de dar un marco para
que una actividad se desarrolle, manteniendo el equilibrio entre las diversas
dimensiones sociales como la movilización social, la opinión pública, la
economía, etc. a través de una gestión de los conflictos y los
cuestionamientos a la actividad regulada de modo que esta no se detenga.
Entonces se dirá que “El sistema regulatorio ha servido así como un
mecanismo para aumentar la aceptabilidad social de tecnologías
controvertidas”. (Boudia, 2007, p. 402)
Un ejemplo en donde se ha descrito esta aceptabilidad social de las
sustancias tóxicas es por medio del concepto de “pax toxicológica” de
Christopher Sellers (2013), el cual expresa como dentro de diferentes
contextos nacionales existen representaciones que son ampliamente
35
aceptadas acerca de cómo los cuerpos de las personas interactúan con el
ambiente, y por ende los compuestos tóxicos. Estas representaciones serían
entregadas por un grupo de expertos que han alcanzado un espacio de
autoridad para explicar cómo funciona la toxicidad, lo cual se respeta por el
resto de actores involucrados en la circulación de la circulación de las
sustancias tóxicas como los trabajadores de una fábrica, los dueños de
fábricas, y los funcionarios del Estado encargados de vigilar la toxicidad en
espacios laborales.
Con todo lo dicho, se entenderá a la aceptabilidad social de la presencia
no tóxica de los compuestos químicos como la aceptación de la convivencia
de los humanos con compuestos tóxicos o potencialmente tóxicos, en
especial la aceptación de esa convivencia que se produce a través de los
modelos de la ciencia regulatoria, y en particular cuando estos últimos
permiten la identificación y regulación del tóxico, pero no su eliminación o
control eficaz.
4.2. Valores umbral
Un modelo científico relevante que ha sido utilizado para explicar cómo
funciona la toxicidad de las sustancias, y que produce la aceptación de estas
es el establecimiento de valores o límites umbral. Estos valores representan
la concentración máxima que puede existir de una sustancia química en el
ambiente para que esta no represente un riesgo para la salud humana. De
alguna manera, las sustancias químicas adquirirían la categoría de
aceptables o seguras si se comprueba que no superan el valor umbral. Esto
último se basa en el principio desarrollado por Paracelso que explica la
autora Sarah Vogel:
Este principio fundador se atribuye con mayor frecuencia a Paracelso,
médico y alquimista del siglo XVIII. Paracelso describió el estudio de los
químicos como un proceso para establecer distinciones entre sus
propiedades terapéuticas y tóxicas a través de la experimentación.
Sostuvo que la diferencia entre estas dos propiedades es a menudo, pero
no siempre "indistinguible, excepto por la dosis". Determinar el nivel de
exposición donde comienza y termina la respuesta tóxica representa el
dominio de la toxicología reguladora. (Vogel, 2008, p. 670)
Hay que destacar que, según Soraya Boudia y Natalie Jas (2013) esta
lógica de establecer una concentración umbral o límite basada en el principio
36
de Paracelso se concretizó en su uso regulatorio en Estados Unidos desde
inicios de la década de 1940. Estos valores como herramientas de regulación
han tomado distintos nombres en dicho país, por ejemplo, en la década
referida existieron los Valores de Concentración Máximos Permitidos
(conocidos como MACs en inglés) creados por la Conferencia Americana de
Higienistas Industriales Gubernamentales, para la regulación de las
sustancias presentes en ambientes laborales. Entre las décadas 1950 y 1960
se adaptaron a la industria de los alimentos bajo el nombre de Ingesta Diaria
Aceptable (conocidos como ADI en inglés) para regular y normar las
cantidades presentes de ciertos aditivos en alimentos, asegurando que no
fuesen dañinas para la salud. En el aspecto medioambiental tomaron el
nombre de Límites Máximos de Concentración (MCLs en inglés) y Valores de
Referencia Toxicológicos (TRVs en inglés)
Respecto a estos valores, han surgido trabajos que critican esta
herramienta, por ejemplo, el trabajo de Lanphear (2017) expone que hay
químicos que son tratados y presentados como si tuvieran una concentración
límite a partir de la cual generan efectos tóxicos para la salud de las
personas, a pesar de la existencia de diversas investigaciones que apuntan a
que esos químicos no provocan efectos sólo a partir de una concentración
específica, sino que lo hacen desde la dosis más mínima. Explicando lo
anterior de otra forma, se presentan a las sustancias como si la respuesta a
la exposición a ellas funcionase de acuerdo a la lógica de Paracelso de que
es la dosis la que hace al veneno, pero para dichas sustancias no importaría
la dosis, no hay un punto a partir del cual empiece a ser insegura la
exposición a ellas, sino que la más mínima cantidad puede significar efectos
tóxicos y nocivos para la salud.
Siguiendo la línea de Lanphear está el trabajo Sarah A. Vogel (2008),
quien revisa como los riesgos asociados a químicos han sido
conceptualizados en las leyes regulatorias y se articulan dentro de la
disciplina de la toxicología. La autora se centra especialmente en estudios
que desde la década de 1990 vienen demostrando que hay efectos en los
cuerpos de las personas asociados a la exposición a dosis extremadamente
bajas a ciertos químicos, desafiando la idea en que se basa la definición
toxicológica de umbrales de exposición, donde se contempla que es posible
estar expuesto a algunas sustancias hasta cierto nivel sin que se
experimenten efectos en los cuerpos de las personas, ya que prevalecía el
principio de Paracelso. La autora examina la Ley Federal de Alimentos,
37
Medicamentos y Cosméticos de 1958 en Estados Unidos, la cual
consideraba que existían niveles seguros de exposición a ciertas sustancias,
niveles a los cuales se suponía que no había efectos en la salud, niveles que
era necesario definir porque según la industria no se podía evitar la
exposición a dichas sustancias ya que eliminarlas implicaba un costo
económico que no podía asumirse. Además de considerar que había niveles
de exposición seguros, la exposición debía ser medible y cuantificable. Pero
estos niveles seguros establecidos a través de los valores umbral han sido
cuestionados con experimentos que han demostrado la disrupción endocrina
que puede generar la exposición a dosis mínimas y muy bajas de ciertas
sustancias presentes en alimentos y medicamentos. Además de la
consideración de las dosis mínimas, Vogel también expone que se está
empezando a contemplar cada vez más el tiempo de exposición a una
sustancia como una variable que podría incidir en la presencia de efectos
negativos en la salud humana.
Los cuestionamientos presentados muestran la urgencia con que se
necesita pensar en un nuevo marco para regular el uso y la presencia de
compuestos tóxicos, puesto que se está haciendo cada vez más difícil
aceptar los niveles seguros de exposición a ellos, con los cuales era posible
pensar en la compatibilidad entre la presencia de esas sustancias con el
desarrollo económico de ciertos sectores, ya que la sola presencia de esas
sustancias(independiente de su cantidad y concentración) podría tener
efectos peores que los esperados, respecto a lo anterior una reflexión de la
autora es:
Si pequeñas cantidades de productos químicos (niveles presentes en el
cuerpo y el medio ambiente) pueden alterar la expresión génica y alterar la
organización de los tejidos, lo que lleva a aumentar la susceptibilidad a la
enfermedad más adelante en la vida, ¿cómo comenzamos a replantear el
significado de riesgo y seguridad químicos? (Vogel, 2008, p.672)
A lo expuesto por Vogel, Frederick Rowe Davis (2008) añade una nueva
variable a considerar en la regulación de los químicos tóxicos que cuestiona
la idea de los umbrales de exposición segura, dicha variable es la acción
sinérgica que puede ocurrir cuando un químico tóxico interactúa con otro en
el ambiente o el cuerpo humano potenciando o debilitando ciertos efectos.
En casos de acción sinérgica, la toxicidad de los químicos no puede
estudiarse individualmente, sino que depende de la toxicidad conjunta de los
químicos cuando llegan a interactuar en diferentes proporciones. La acción
38
sinérgica fue reportada por Rachel Carson y descrita en su libro “Primavera
Silenciosa” de 1962 en el cual describía la potenciación de enfermedades por
la exposición combinada a diferentes tipos de insecticidas y pesticidas.
Boudia (2014) al igual que Lanphear(2017) también critica el cálculo y
promulgación de los llamados valores umbral desde el punto de vista de la
evaluación ambiental de riesgos, ya que tales valores se han calculado para
saber la concentración que los cuerpos humanos pueden soportar de una
sustancia sin sufrir efectos en la salud y además poder contabilizar y
compensar de forma monetaria el riesgo de que las personas estén
expuestas a una sustancia, sin embargo la autora explica que la
compensación en términos económicos no tiene mucho sentido ya que al
pensar en las escalas y dimensiones en que se experimenta y ocurren los
efectos por la circulación de sustancias tóxicas es tan grande que puede
traspasar barreras geográficas, entre especies y generacionales por lo que
valerse solo de la compensación monetaria y de la identificación científica de
las sustancias en circulación y del valor umbral para cada una es insuficiente.
Boudia explica, considerando a Mary Douglas(1985) que es necesario
pensar en el concepto de aceptabilidad del riesgo que es un proceso en que
una comunidad debe decidir si se expone a los niveles de riesgo que
implican ciertas actividades, entendiendo que todas las actividades humanas
inherentemente conllevan un nivel de riesgo, por lo que no es únicamente
relevante preguntarse si algo es peligroso o no, sino que también la decisión
política respecto a aceptar el riesgo o no que es algo distinto del problema
científico que implica identificar a la sustancia y definir sus niveles umbral.
Dichas consideraciones por una evaluación de los riesgos para la salud y
el ambiente se reflejan en la producción del llamado "libro rojo de la
evaluación de riesgo ambiental" que buscaba uniformar y formalizar la
evaluación de riesgos en Estados Unidos. Tal libro surgió de un estudio que
fue aprobado y encargado por el senado estadounidense que se proponía:
(…) evaluar los méritos de una separación institucional de las funciones
científicas, políticas y sociales, considerar la viabilidad de unificar los
diferentes aspectos del análisis de riesgos y analizar las posibilidades de
desarrollar una metodología coherente para el análisis de riesgos que
deben adoptar todas las agencias reguladoras (Boudia, 2014, p. 104)
39
La creación del libro rojo deja de manifiesto que la regulación de
sustancias tóxicas y la evaluación del riesgo debido a su circulación no
puede depender solamente de la ciencia y la experticia que lleva asociada,
sino que también es necesario reconocer y considerar otros tipos de
conocimientos y experiencias en el momento de tomar decisiones sobre el
manejo de las sustancias tóxicas. Al respecto, Christopher Sellers(2013),
respecto a la fijación de límites de exposición tóxica para trabajadores
durante las primeras décadas del siglo XX afirma que las decisiones acerca
de cuál es nivel de exposición tóxica deberían permitirse no eran
competencia solo de los hallazgos y conocimientos científicos, sino que
“También fueron decisiones políticas y cargadas de valores, arbitrando
implícitamente entre la certeza y la incertidumbre, la salud del trabajador y
las demandas de la producción”.(Sellers, 2013, p.32)
4.3. Ciencia de la fuente (source science en Little & Pennell, 2016)
Otro modelo utilizado desde la ciencia para explicar la toxicidad de los
compuestos químicos, y en especial de los compuestos orgánicos volátiles
es el de la Ciencia de la Fuente, modelo tratado por el autor Peter C. Little. El
autor presenta el modelo a partir del estudio de las evaluaciones ambientales
asociadas a las emanaciones de COV que ascienden desde del subsuelo
hasta la atmósfera, y expone que dicha emanación en forma de vapores, y
su intrusión en edificaciones es complejo de estudiar, puesto que existen
muchos factores físicos que influyen en la emanación como su reacción ante
la presencia de otros compuestos gaseosos que ya están presentes en el
aire. Por ejemplo, un experto entrevistado en uno de sus trabajos reconoce la
alta variabilidad y poca estabilidad del fenómeno:
Lo que hemos visto con la intrusión de vapor es que la distribución de los
COV en el subsuelo y debajo de las casas de las personas y luego incluso
los COV que ingresan a sus casas es mucho más variable. Existe mucha
variabilidad espacial en la distribución y variabilidad temporal en términos
de cambios a través del tiempo. Son mucho más grandes que una
columna de agua subterránea clásica. Eso presenta algunos de los
desafíos técnicos de la intrusión de vapor en términos de control y
comprensión de la naturaleza de la contaminación por vapor. (Little, 2016,
p. 287)
Por otro lado, existe como fenómeno asociado la percepción que tienen
las comunidades sobre esta forma de contaminación y respecto a lo que la
40
ciencia y sus expertos les comunican sobre ella, en especial quienes
conviven día a día con la emanación de vapores, las cuales experimentan
altos niveles de incertidumbre y vacíos de conocimiento frente a la
convivencia cotidiana y directa con la forma de contaminación referida.
Debido a esas incertidumbres es que Little (2013, 2016) aboga por que se
incluyan más formas de conocimiento y experticias en los procesos de
evaluación o diagnóstico ambiental además de la propiamente científica que
por lo general se dedica a buscar la fuente de la emanación y sus vías, y
para realizar dicha inclusión de otras formas de conocimiento se debería
practicar lo que el autor llama “empatía epistémica”. Entre esas formas de
conocimiento debería incluirse a las producidas por las comunidades
nombradas.
Respecto a la dedicación de la ciencia en la búsqueda de la fuente de
emanación, Peter C. Little y Kelly G. Pennell (Little & Pennell, 2016) explican
cómo la evaluación ambiental por la contaminación del aire con un COV
como el tricloroetileno en los suelos de la zona residencial de Endicott, New
York, Estados Unidos, se lleva a cabo principalmente a través de la
identificación de la fuente de emanación en las profundidades del suelo,
desde las que se traza la emanación, y además se mide de forma aislada de
otros compuestos volátiles o gaseosos que se encuentren en el aire para
poder asignar la responsabilidad adecuada a quien generó la contaminación
según la medición de las concentraciones exactas Esas últimas actividades
conforman a lo que se alude como “la ciencia de la fuente”, actividades que
son realizadas por expertos y científicos que han estudiado como realizar
esas mediciones, y que además generalmente son parte de empresas o
consultoras a través de las cuales ofrecen su servicio.
Lo que los autores observan es que hay una preferencia por aplicar la
ciencia de la fuente como principal modelo para la evaluación ambiental de la
contaminación por emanación de compuestos orgánicos volátiles,
preferencia que tiene consecuencias como “(…)ignorar la complejidad y
ambigüedad en la evaluación de la intrusión de vapor en el campo, oscurecer
los efectos en la salud pública y los contornos legales de la intrusión de
vapor, y aumentar los costos para los propietarios.(Little & Pennell, 2016,
p.1). Justamente los autores destacan que, por ejemplo, los habitantes de
Endicott habían desarrollado su propio conocimiento acerca de la
contaminación que tenía que ver con cómo el deterioro de la salud de sus
familiares y vecinos, y preocupaciones sobre el desarrollo del cáncer.
41
Ante la prevalencia del modelo de la ciencia de la fuente, existen métodos
o modelos recomendados para la medición de la exposición de humanos
ante COVs que podrían complementar dicho modelo, al respecto, por
ejemplo, se encuentran las recomendaciones de Lance A. Wallace (2001)
autor que expone cuatro principios sobre la medición de la exposición
humana. El primero es que es necesario medir en los lugares en que está la
gente ya que (…) la exposición no está necesariamente relacionada con las
emisiones (Wallace, 2001, p. 272). El segundo principio es que se utilicen
muestras probabilísticas basadas en la población cada vez que se pueda, en
el caso que las mediciones se quieran aplicar a la población en general. El
tercer principio trata sobre involucrar directamente a la población la cual se
ve afectada por la contaminación o para la cual se quiere medir la exposición
pidiendo que registre sus actividades en un cuestionario administrado por
quienes investigan o en un diario, lo cual contribuye a reconocer otras
fuentes de exposición a contaminantes que los investigadores no son
capaces de identificar por sí mismos. El cuarto principio es que se utilicen
medidas de las cargas corporales de tóxicos siempre que sea posible, es
decir, medir las concentraciones de tóxicos en los cuerpos humanos a través
del estudio de esas concentraciones en el aire exhalado o en la sangre de
las personas. Estas mediciones serían importantes ya que “Por ejemplo, si el
nivel en el cuerpo es mayor de lo esperado en base a las mediciones de
exposición, puede ser que una ruta de exposición insospechada sea la
responsable” (Wallace, 2001, p. 273).
También, considerando el posible oscurecimiento a los efectos en la salud
pública por un enfoque como la ciencia de la fuente, sería relevante
complementar con la propuesta de Karl T. Kelsey (2009) que recomienda
aplicar observación clínica para la regulación de las emanaciones del
benceno y sus efectos en la salud de las personas: “(…) la observación
clínica astuta es crucial para el descubrimiento de tóxicos ocupacionales. De
hecho, también son necesarios informes independientes de eventos
adversos similares para incitar a los médicos y reguladores a actuar sobre
esta inferencia” (p. 75). Si bien la recomendación se entrega para el
benceno, y en un contexto ocupacional, al ser el benceno un COV
igualmente podría considerarse extensible la propuesta a casos de
contaminación con otros COV que no sean el benceno.
42
Estas últimas propuestas que surgen como complementos o alternativas
para la aplicación del modelo de la ciencia de la fuente deberían conducir a
definir que la evaluación ambiental y la medición de la contaminación por
emanación de compuestos volátiles orgánicos debe ser tratada siempre de
forma transdisciplinaria.
43
5. METODOLOGÍA
Refiriendo a la metodología de esta investigación, esta es de tipo
cualitativa, y más específicamente se enfoca en el uso y análisis de
documentos para fines de la investigación social.
El análisis de documentos se entenderá de acuerdo al autor Agudo
Sanchíz (2015), quien aplica una sociología del documento o del texto donde
no se concibe que la verdad sea algo absoluto, objetivo y externo que se
documenta en un texto, (…) sino, más bien, una historia a ser escrita por
aquellos que intentan dar sentido a realidades complejas quienes no pueden
separarse del contexto en que tienen lugar la argumentación, el debate y la
mutua persuasión. (Agudo Sanchíz, 2015, p. 144). El autor Yew-Jin Lee
complementa esta visión de los textos como estabilizadores de la verdad y la
realidad y expone que “al participar en redes de significancia geertzianas, los
documentos tienen la capacidad de realizar traducciones haciendo que un
fenómeno como una enfermedad sea visible y por lo tanto explicable” (Lee,
2004, p.4) y que “(…) Los documentos pueden ordenar sutilmente el
conocimiento, las agrupaciones sociales, las jerarquías y el poder político”
(Lee, 2003, p.4).
Como consecuencia de lo anterior, el contenido de los documentos, en
especial de aquellos que son parte de las políticas públicas, se analiza como
modelos para persuadir acerca de una verdad, acerca de cómo es un
fenómeno, lo cual implica convencer sobre como este debe ser percibido,
medido, que aspectos de él importan por sobre otros, etc., por lo cual
interesa exponer los discursos y argumentos que se usan para sostener
dicho modelo, exponer los argumentos que quedarían fuera del modelo, y las
negociaciones y relaciones sociales involucradas en su construcción. En
resumidas cuentas, el foco está puesto en cómo se ha construido
socialmente el modelo de persuasión que contiene el documento, lo que
implica que “los textos han de ser interpretados “hacia atrás” para descubrir
las relaciones sociales que los produjeron y las futuras disputas sobre
significados que anticipan” (Agudo Sanchiz, 2015, p. 124).
44
Los modelos contenidos en un documento buscan normar y limitar las
formas de aproximarse a un fenómeno, pero en la realidad social este es
más complejo e intrincado, lleno de voces que están disputando y
discutiendo por definirlo, voces que son sustraídas del modelo final que se
presenta en el papel.
Es relevante que esos modelos de persuasión de los documentos, sobre
todo cuando son parte de la política pública, son modelos que contienen
principios de causalidad, aunque simple, lo cual concuerda con el hecho de
que son persuasivos y que predeterminan la selección de información
respecto a un fenómeno, ya que este último se intenta explicar en términos
de causas y efectos. Al respecto el autor explica que en los modelos de
persuasión:
la causación y determinación complejas y la aleatoriedad de la naturaleza
social son sustituidas por relaciones sistemáticas entre los componentes
del mundo objetivo, lo cual permite predecir qué ocurre cuando alguno de
ellos es modificado. Este principio de causalidad simple, clave del poder
persuasivo de las narrativas de la política, puede emplearse para lidiar con
la polifonía y la negociación inter subjetiva del conocimiento. (Agudo
Sanchiz, 2015, p. 138)
Esta perspectiva que considera que los documentos presentan un modelo
que intenta explicar un fenómeno con ciertas variables seleccionadas por
sobre otras para estabilizar la percepción de un fenómeno es desarrollada
por Shankar et al. (2017) al referirse al estudio de reportes laborales. Al
respecto se explica que el reporte negocia que aspectos va a presentar de
un fenómeno como una actividad laboral ya que “ningún reporte puede
especificar todo el desenfreno y la complejidad del trabajo que intenta
representar; hay que hacer elecciones” (Shankar et al., 2017, p.69), de este
modo “reportar a través de documentación implica la selección de
indicadores, ya sean artefactos terminados, cambios de asuntos o nuevas
relaciones. Los documentos identifican qué trabajo se hace visible e invisible”
(Shankar et al., 2017, p.69). De esta manera, podríamos considerar que un
reporte laboral también entrega un modelo que define e intenta convencer
sobre lo que es más importante en una actividad laboral.
Otra característica de los documentos es que estos tendrían reflexividad,
que implica que el documento es capaz de entregar pistas o explicaciones
sobre su propia formación (Shankar et al., 2017), lo cual se relaciona con lo
45
destacado por Alejandro Agudo Sanchiz sobre el hecho de que a partir de los
documentos se pueden descubrir las relaciones sociales de las cuales
surgieron. Al respecto, se afirma de los documentos que ellos “Iluminan
cómo las ciencias construyen hechos, incluida la forma en que los
documentos científicos hacen visibles algunas partes del trabajo de los
investigadores y dejan invisibles otras partes (Star y Strauss 1999)” (Shankar
et al., 2017, p.69).
Considerando lo expuesto hasta aquí, se van a describir los modelos
científicos presentes en los EIAs de los proyectos de remediación para Las
Salinas con los cuales se persuade sobre cómo es la toxicidad de un
compuesto como el benceno, y por ende como se intenta generar la
aceptabilidad social del benceno. Siguiendo con los planteamientos de
párrafos anteriores, se mostrarán los argumentos que sostienen tal modelo
de persuasión sobre la toxicidad del benceno, así como algunos de los que
se están excluyendo más notoriamente, y las relaciones sociales y
negociaciones que estarían tras la confección de estos modelos.
5.1. Selección de documentos y análisis
Para realizar lo anterior, se ha llevado a cabo una búsqueda y selección
en cada uno de los cuatro EIA de todos aquellos párrafos, gráficos y tablas
en los cuales se hace referencia al benceno. A partir de esa selección se ha
aplicado algo similar a un muestreo teórico o conceptual, el cual se aplica
“cuando el investigador necesita entender un concepto o teoría, puede
muestrear casos que le ayuden a tal comprensión. Es decir, se eligen las
unidades porque poseen uno o varios atributos que contribuyen a desarrollar
la teoría” (Hernández et al., 2010, p. 399). Esto es así ya que se han
buscado aquellos párrafos, gráficos o tablas que aplican los modelos
presentados en la revisión teórica que se utilizan para impulsar la
aceptabilidad social de un compuesto tóxico (o en potencial de serlo) como el
benceno.
La selección de documentos ha sido analizada de acuerdo al
entendimiento del análisis del contenido de documentos que presenta el
autor José Ignacio Ruiz (2012) para el cual ello se hace principalmente a
través de la lectura del texto o documento, sin embargo, dicha lectura no es
libre, sino que se realiza científicamente, lo que implica que es “sistemática,
objetiva, replicable, válida” (Ruiz, p.193). Esta lectura científica puede
46
implicar que al texto se le haga una entrevista, lo que no implica hablar
directamente con el texto, pero si es posible interpretarlo, de hecho, el autor
explica que:
“(…) una idea central del Análisis de Contenido sea el que el texto original
debe ser entendido y tratado como un «escenario de observación» o como
el «interlocutor de una entrevista» del que se extrae información para
someterla a un ulterior análisis e interpretación, es decir, que el texto es
como un campo del que se extrae información a través de la lectura. (Ruiz,
2012, p. 197)
Además, el autor destaca que todo texto tiene un sentido doble, uno de
ellos sería el “texto manifiesto”, que sería la representación y expresión del
sentido que el autor pretende comunicar de forma directa, y por otro lado
habría un “texto latente” que estaría oculto pero que se valdría del texto
manifiesto para expresar un sentido oculto que el autor también pretende
comunicar.
Por el hecho de que al analizar un texto le estamos haciendo de cierta
forma una entrevista, con miras a descubrir lo latente en los textos, es que se
han formulado una serie de preguntas destinadas a orientar la interpretación
y el análisis de los documentos seleccionados, las cuales permitirán lograr
los objetivos ya planteados, los cuales son(resumidamente): 1) descubrir los
dispositivos científicos involucrados en la representación y medición de la
presencia de benceno, y 2) analizar críticamente desde los estudios CTS los
dispositivos y estrategias discursivas científicas involucradas en la
producción de aceptabilidad de la presencia de benceno. Las preguntas son:
1. ¿Qué modelo o dispositivo científico se utiliza para explicar y representar
la presencia del benceno?
2. ¿Cuál es el origen del modelo o dispositivo científico? ¿Quiénes lo
proponen para explicar y representar la presencia del benceno?
3. ¿Qué tipo de conocimiento y de actores privilegia el modelo o dispositivo
científico presentado?
4. ¿Qué relación tiene el modelo o dispositivo científico propuesto para
explicar la presencia de benceno con el contexto más amplio o general?
5.2. Problemas metodológicos y dilemas éticos
47
Respecto a un problema metodológico que enfrenta esta tesis, es que al
aplicar una metodología cualitativa el conocimiento se construye a partir de la
interpretación, siendo en el caso de esta tesis una interpretación de un
espacio de conocimiento que es muy técnico y que se asocia con alta
especialización donde se encuentran disciplinas como la química ambiental y
la toxicología. Considerando esto, si bien el autor de esta tesis se ha
interiorizado en estos espacios de conocimiento, de todas maneras, no
puede presumir de una interiorización que pueda tener un profesional que ha
tenido una formación completa en las disciplinas dichas, en este sentido es
que no se descarta que la tesis podría contener errores de interpretación que
pueden ser destacables o corregibles desde esos dominios disciplinarios
desde los cuales surgieron los documentos.
Refiriendo ahora a dilemas éticos que enfrenta la tesis, uno guarda
relación con que los productores de los documentos técnicos muy
probablemente no saben que su trabajo está siendo utilizado para ser
analizados e interpretados en una investigación de ciencias sociales, debido
a que los documentos son de acceso público a través de la página web del
SEA. También es muy probable que quienes estuvieron involucrados en la
producción de tales documentos se hayan formado en espacios o áreas del
conocimiento lejanas o poco afines a las ciencias sociales. Considerando lo
anterior es que el autor de esta tesis considera que puede haber
cuestionamientos o dudas respecto a su trabajo de parte de lectores que
hayan estado involucrados en la producción de los documentos técnicos y/o
que se han formado en esas áreas lejanas o poco afines a las ciencias
sociales, por lo cual el autor se reserva el derecho a que se le pueda hacer
una solicitud para aclarar mejor su trabajo en caso de existir cualquier duda u
observación. La idea es tener en consideración que los documentos fueron
producidos por otras personas que tenían sus propias expectativas e
intenciones que de algún modo se expresaron en los documentos, lo cual no
puede ser negado o borrado, por lo cual se plantea una disposición a la
conversación antes que a la clausura de ella.
Otro aspecto ético relevante es que los documentos se relacionan con un
proceso que es de interés público, como lo es un proceso de Evaluación de
Impacto Ambiental, lo que implica que de una forma u otra puede llegar a ser
de incumbencia de un gran número de personas, por ende las
interpretaciones y análisis de los documentos podrían interesar a este grupo
diverso, por lo cual el autor de la tesis debe tener en consideración que debe
48
prepararse para explicar y exponer su trabajo ante tal diversidad de posibles
interlocutores.
En este sentido, a través de los dilemas éticos planteados se reconoce
que existen personas y voces detrás de esos documentos, las cuales de
algún modo están participando de la presente tesis, aunque sea mediante un
documento de acceso público, y en cuanto a esto es relevante lo que
destaca Esther Wiesenfeld(2000) sobre la construcción de resultados en la
investigación de tipo cualitativa, la cual sería sobre todo a partir del diálogo,
interpretaciones de otras interpretaciones de actores involucrados que son
negociadas con estos, donde se aspira a una horizontalidad del
conocimiento, puesto que ni el conocimiento y discurso del investigador, ni
de los actores involucrados tendrían un privilegio en cuanto a su participación
en el debate sobre un problema. A raíz de las intenciones de co-construcción
del conocimiento que estarían presentes en la investigación cualitativa, es
que deben existir consideraciones éticas con aquellas personas que están
tras la producción de los documentos analizados.
49
6. RESULTADOS DE INVESTIGACIÓN
Como ya se describió en secciones anteriores, desde el desarrollo de la
primera institucionalidad ambiental al regreso de la democracia en 1990, la
ciencia regulatoria se ha encargado de señalar y explicar casos de
contaminación generados por la presencia de compuestos tóxicos, lo cual
puede entregar a través de modelos a la institucionalidad ambiental. Esta
última se vale de esos modelos para generar las condiciones para que se
acepte socialmente a los compuestos tóxicos. A continuación, se revisarán
aquellos modelos científicos que han sido entregados a la institucionalidad
ambiental chilena a través de documentos como los EIAs para explicar cómo
funciona la toxicidad del benceno en Las Salinas, y por ende el impulso a la
aceptabilidad social de dicho compuesto. Se describirán también parte de las
relaciones sociales que sostienen estos modelos científicos, a partir de la
información que los mismos documentos entregan, y de la información que
se tiene del contexto más amplio que rige la presentación de los EIAs, que
está relacionada con la institucionalidad ambiental chilena y su SEIA.
6.1. La fijación de un valor de referencia holandés.
Un modelo que se utiliza de forma constante en los EIA para explicar la
toxicidad del benceno es a través de la fijación de valores umbral, que tal
como se revisó argumenta que la no toxicidad del benceno depende de que
su concentración no sobrepase el valor límite fijado, establecimiento de
límites que es heredero de la tradición del principio de Paracelso, y también
del uso de esta estrategia a nivel masivo en Estados Unidos para la
regulación de la presencia de compuestos tóxicos.
En el caso que revisa esta tesis, la Inmobiliaria Las Salinas y su
consultora responsable, Andalué, deciden secundar tales tradiciones para la
regulación de la presencia de compuestos tóxicos en los suelos y aguas
50
subterráneas, y establecieron esos valores umbral en el EIA de 2014
tomando como referencia los de la norma holandesa para la contaminación
de suelos.
Una aplicación de los valores umbral se da en la Figura 1 en la que se
presenta una tabla que tiene como objeto establecer una comparación entre
la concentración máxima encontrada alguna vez en el terreno de algún
compuesto con respecto a la concentración máxima que establece la norma
holandesa (que se representa en la sigla DIV/RIVM7) para determinar si la
concentración de cada compuesto se considera peligrosa o no. El valor de
intervención holandés(DIV/RIVM), representa la concentración hasta la cual
se considera inocuo el compuesto químico (Andalué Ambiental S.A. &
Inmobiliaria Las Salinas, 2014, p. 48).
En la Tabla 1 se tiene al benceno como uno de los compuestos a
considerar, y su concentración máxima encontrada en el subsuelo del terreno
es <2 mg/kg, lo cual es mayor que el valor de referencia que define el valor
de intervención holandés (DIV/RIVM) para el benceno, que es 1,1 mg/kg, por
lo tanto, la materia excavada en el subsuelo no podría ser de libre
disposición, a no ser que se mida nuevamente el benceno y se compruebe
que su concentración es menor al valor de intervención holandés DIV/RIVM.
Por lo anterior se marca de color amarillo en la columna de la extrema
derecha lo que significa: “Sobrepasa al DIV. No cumple condición para libre
disposición. Debe medirse” (Andalué Ambiental S.A. & Inmobiliaria Las
Salinas, 2014, p.50).
Una información que puede deducirse de la Tabla 1 es que si la
concentración máxima histórica de un compuesto, o la encontrada en la
nueva medición es menor a la establecida por el DIV/RIVM entonces el suelo
excavado sería apto respecto a ese compuesto para una libre disposición,
por ende, solo basta con que la concentración sea menor, no que sea igual a
0, por lo cual el suelo de libre disposición contará con alguna concentración
del compuesto, y por lo tanto así se está estimulando aceptación de la
presencia no tóxica del benceno en el suelo.
7
DIV/RIVM significa “Dutch Intervention Values” / “Rijksinstituut voor Volksgezondheid en
Milieu”, lo que en español significa Valores de intervención holandés/ Instituto Nacional para
la Salud Pública y el Ambiente de Países Bajos.
51
Tabla 1: Comparación de Máximos medidos en subsuelo con
estándar DIV/RIVM
Nota: Tabla tomada de Capítulo 1: Descripción de la actividad. Estudio de
impacto ambiental protocolo de excavaciones y condiciones para edificar en
Terreno Las Salinas (p. 49), por Andalué Ambiental S.A & Inmobiliaria Las
Salinas, 2014, Andalué Ambiental S.A.
Los valores de referencia de la norma holandesa (RIV/DIVM) en este caso
fueron extraídos de la Circular de Remediación de suelos del año 2009 de
Países Bajos, la cual fue creada para proveer claridad en la implementación
de las secciones 37 y 38 de la Ley de Protección del Suelo (Soil Protection
52
Act) que rige en Países Bajos. En el caso de la sección 37, en su primer
inciso establece que:
En una decisión en el sentido del artículo 29, inciso primero, en la que el
Ejecutivo Provincial sostenga que existe una contaminación grave, el
Ejecutivo Provincial también determinará si el uso actual o propuesto del
suelo o la posible propagación de la contaminación supondrá tales riesgos
para las personas, plantas o animales que requieran una
descontaminación urgente. (Ministry of Infraestructure and Water
Management, 2013, p.15)
Ahora bien, la circular referida entrega precisamente los valores umbral
que sirven para determinar ese “nivel de contaminación grave” referido en la
sección 37, valores umbral que se señalan como “valores de intervención de
remediación de suelo”, los cuales se definen a continuación:
Los valores de intervención de remediación del suelo indican cuándo las
propiedades funcionales del suelo para humanos, plantas y animales se
ven seriamente afectadas o amenazadas. Son representativos del nivel de
contaminación por encima del cual se considera que existe un caso grave
de contaminación del suelo. (Ministry of Housing, Spatial Planning and the
Environment (Netherlands), 2009, p.15)
Lo que se vislumbra entonces es una discordancia en la utilización de los
valores de intervención de la circular holandesa, ya que en el caso del EIA de
2014 de Las Salinas se proponen para ser usados para decidir si suelo
excavado puede considerarse de libre disposición(si puede ser trasladado a
cualquier lugar ), en cambio estos valores de intervención en el contexto
original en que fueron puestos, en la Circular de Remediación de Suelos de
Países Bajos, forman parte de un proceso para decidir si el suelo debe ser
remediado, ya que apoyan la determinación de la contaminación grave y la
consecuente urgencia de descontaminación. En este sentido es que los
valores de intervención holandeses estarían siendo usados para un fin para
el que no fueron creados y calculados.
En segundo lugar, los valores de intervención holandeses fueron
propuestos para evaluar un tipo de suelo específico. Como se ve en la Tabla
2 extraída de la propia circular, este suelo se le reconoce como “estándar”, y
estaría formado por un 10% de materia orgánica y 25% de arcilla. Sin
embargo, en el EIA de Las Salinas no se hace alusión a que el valor de
intervención holandés (DIV/RIVM) es para un “suelo estándar” que tiene la
53
composición referida. Tampoco se dice o asegura en el documento que el
suelo de Las Salinas coincida con las características de este suelo estándar
por lo que ya no sería adecuado evaluar dicho suelo con respecto a un valor
que fue creado para evaluar suelos con otro tipo de composición como el
“suelo estándar” que definieron en Países Bajos. Eso sí, la circular provee de
fórmulas para convertir los valores de intervención para casos en que las
composiciones de suelo que se quieren evaluar no coincidan con el suelo
estándar, lo cual aparece en la sección “Soil type correction” (Ministry of
Housing, Spatial Planning and the Environment (Netherlands), 2009, pp. 26-
27), sin embargo, en el EIA de 2014 de Las Salinas no se manifiesta haber
realizado alguna conversión con las fórmulas considerando la composición
del suelo de Las Salinas.
Tabla 2: Valores objetivo de aguas subterráneas y valores de
intervención en suelos y aguas subterráneas (destacado en amarillo
valor de intervención en suelo para el benceno)
Nota: Tabla tomada de Soil Remediation Circular 2009 (p. 16), por Ministry of
Housing, Spatial Planning and the Environment (Netherlands), 2009, Ministry
of Housing, Spatial Planning and the Environment (Netherlands)
De hecho, el Terreno Las Salinas se encuentra en la macroforma de
relieve geográfica de Chile conocida como Cordillera de la Costa (Golder &
Inmobiliaria Las Salinas, 2018b, p.120), y en tal macroforma en la Quinta
Región a nivel general o estándar el porcentaje de materia orgánica no
54
supera el 1,9%8 a ninguna profundidad del suelo (Norcontrol Chile S.A &
Ilustre Municipalidad de Viña del Mar, 2009, p.61; Luzio, 2010, pp. 163-166)
Por cierto, cabe destacar que dentro de los estudios CTS existe una serie
de investigaciones y trabajos que se han enfocado en analizar la
construcción y el uso de estándares surgidos de las prácticas científicas. En
el caso del trabajo de Abraham y Reed (2002) estudia el establecimiento de
estándares a nivel internacional en el caso de la industria farmacéutica en la
década de 1990 que involucra a las industrias de fármacos y agencias
reguladoras en una organización conocida como International Conference on
Harmonisation of Techinical Requirements for Registration of
Pharmaceuticals for Human Use(ICH), y tal como se muestra en el caso de
esta tesis involucra el establecimiento de estándares científicos entre
diferentes países, e intenta exponer que en ese proceso hay motivos que no
son estrictamente científicos y que tienen que ver con lo social basándose en
otros trabajos de los estudios CTS en los que al analizar el uso e imposición
estándares en la industria farmacéutica se evidencian “(…) los roles de los
valores, intereses, la construcción de conocimiento y la cultura política en la
ciencia regulatoria”(Abraham & Reed, 2002, p.340). Siguiendo la línea de lo
anterior, otro trabajo, el de Jenifer Alexander (2008) muestra que existieron
arbitrariedades en los estándares para medir la eficiencia de máquinas y
trabajadores en revistas de ingeniería de Estados Unidos de inicios de fines
del siglo XIX e inicios del siglo XX, y que el establecimiento de estándares
variaba entre una decisión de tipo técnica de los expertos y una de tipo
personal, asociada a las características personales y sociales de quienes
generaban los estándares. En el área de la genética médica Halverson
(2019) se enfocó en la estandarización de la nomenclatura de los genes
humanos a nivel universal, donde una de las afirmaciones del autor es que
“Una serie de cuestiones pragmáticas relacionadas han limitado los repetidos
esfuerzos para crear estándares generales para nombrar genes y variación
genética” (Halverson 2019, p.448).
También hay publicaciones que se han enfocado en el establecimiento de
estándares en el ámbito ambiental, como la de Murphy et al. (2006) en la que
se analizan las diferencias entre Estados Unidos y la Unión Europea
respecto a la aplicación de estándares regulatorios a un cultivo
8
Se llegó a este dato por medio del trabajo de Luzio (2010) y el documento presentado por
Norcontrol Chile y la Ilustre Municipalidad de Viña del Mar en 2009 para la modificación al
PRC de Viña del Mar en la zona del Fundo Naval Las Salinas.
55
genéticamente modificado, aludiendo a que la diferencia se debía a los
cambios de contexto y contenido de la ciencia regulatoria los cuales se dan
forma y modelan mutuamente. Por parte de David Winickoff y Matthieu
Mondou(2017) su investigación se enfoca en el establecimiento y aplicación
de estándares de sustentabilidad para el uso de biocombustibles en la Unión
Europea, teniendo como perspectiva teórica los estudios CTS que destacan
que los estándares antes que un simple dato representan un modo de
gobernanza que es el resultado de un trabajo colectivo y comunitario de
actores que trabajaron por la producción de dicho estándar, el cual permite
observar al mundo desde un lente que lo uniformiza, normaliza y regula. Un
punto relevante según los autores es que la implementación de estándares
en biocombustibles “(…) depende de un conjunto de análisis altamente
técnicos, así como de la incorporación de valores, y en esta medida debe
considerarse el producto de la ciencia regulatoria” (Winnickoff & Mondou,
2016, p.10), así como también puede depender de negociaciones políticas y
contextos materiales locales que varían entre territorios. Todos los estudios
referidos sobre estándares tienen en común mostrar que estos lejos de
crearse y aplicarse de un modo sencillo han implicado conflictos, un trabajo
colectivo, y la influencia de distintos elementos sociales que no son de tipo
científico o racional.
Pero al buscar una referencia sobre estándares en Chile en que se ve
involucrada una decisión irreflexiva, se puede decir que la forma en que se
trasladaron los valores de intervención desde los documentos que regulan la
calidad del suelo en Países Bajos al EIA del 2014 de Las Salinas en Chile es
similar a lo que expone Sebastián Ureta (2017) en lo que respecta al traslado
del diseño de los asientos de buses desde una normativa de la Unión
Europea hasta el sistema de transporte chileno “Transantiago”. El diseño de
los asientos, como describe el autor, fue extraído de una normativa de la
Unión Europea, específicamente la Directiva 2001/85/CE del Parlamento
Europeo, diseño que fue replicado sin modificaciones a los estándares
establecidos para Transantiago. Como expone Ureta, el diseño de los
asientos ya materializado en los buses de “Transantiago” demostró ser poco
apto a las condiciones físicas de los chilenos en cuanto a sus dimensiones,
sobre todo en lo que respecta a la altura de las personas. Esto se debía a
que los asientos habían sido diseñados para ser usados por personas
europeas, que en promedio eran más altas que las chilenas. Esta
discordancia es la que ocurre también con el caso del valor de intervención
holandés, ya que originalmente fue diseñado para ser usado dentro de un
56
proceso de remediación de suelos holandeses, y para evaluar un suelo
estándar con cierta composición, sin embargo se usa en el EIA del 2014 de
Las Salinas para decidir la disposición final de cierto suelo excavado y para
evaluar un suelo como el de Las Salinas que no se tiene certeza si tiene la
composición del suelo estándar definido por la circular de remediación de
suelos de Países Bajos.
Según Ureta, en el caso de los asientos, la discordancia se explica debido
a que toda tecnología, normativa o dispositivo, que puede ser un asiento de
bus, está anclado(a) en más de un aspecto a su contexto de producción
original, es por ello que su viaje entre tiempos y espacios es complejo.
Cuando se moviliza una tecnología o una normativa entre contextos
diferentes, ello no es sencillo, ya que esa tecnología se puede considerar la
misma mientras se encuentre en su contexto de producción, por lo tanto, al
moverla de su lugar de origen esta cambia y no puede cumplir el mismo
objetivo para el cual se concibió originalmente. Las tecnologías, normativas o
conocimientos “solo pueden considerarse ‘la misma cosa’ mientras
permanezcan en el mismo ‘lugar’, es decir, mientras se encuentren en el
lugar donde fueron producidos” (de Laet, 2000, p. 163, como se citó en
Ureta, 2017, p.143)
Un concepto que es útil para analizar cómo es posible el viaje o traslado
de los valores de intervención holandeses es el de “móviles inmutables” de
Bruno Latour (1998) con el cual hace referencia a aquellas inscripciones que
constan de escritura y/o elementos visuales que representan un hecho
científico. Tales inscripciones logran convencer de la existencia del hecho
científico a otras personas, las cuales a su vez transmiten el hecho como les
fue presentado, y reconocen autoridad y originalidad al creador de la primera
inscripción. De este modo la inscripción es “móvil” porque a través de la
escritura y la visualidad se mueve el hecho desde su contexto original ante la
percepción de diferentes personas, las que a su vez convencidas del hecho
lo siguen movilizando hacia otros, y por otro lado es “inmutable” porque la
inscripción que logró convencer a más personas y por más tiempo es la que
se considera original, y es la que representa siempre el mismo hecho
científico. En la tabla del EIA del año 2014 de Las Salinas se puede ver que
para el benceno el valor de intervención holandés es 1,1 mg/kg, valor que fue
trasladado desde la Circular de Remediación de Suelos de Países Bajos, tal
valor ejemplifica un móvil inmutable, ya que la cifra de concentración puede
ser trasladada desde su documento de origen para, inmutablemente, seguir
57
representando lo mismo: que existe un valor umbral, una concentración de
benceno en el suelo que de ser superada representaría contaminación grave
del suelo y un riesgo para la salud humana ya que tal concentración altera
las propiedades funcionales del suelo para humanos, animales y plantas. Sin
embargo, ese significado de la cifra no es lo único inmutable de la
inscripción, sino también, como se dijo anteriormente, los elementos
contextuales con los que se construyó la cifra inscrita, elementos como el
suelo estándar y el proceso de remediación más amplio de la legislación
holandesa sobre suelos, y la observación que se hace es que el EIA del 2014
no explicó ni detalló esos elementos de contexto al que aún está relacionado
el valor de intervención.
Al respecto es relevante la investigación de Peter G. Almklov (2008), ya
que entrega una reflexión sobre cómo debería fluir y movilizarse el
conocimiento entre un estándar y la situación a la cual se lo intenta aplicar. El
autor parte de un trabajo de campo antropológico con geólogos e ingenieros
de una compañía petrolera de Noruega con lo cual da cuenta acerca de que
los estándares para su creación requieren de un proceso de
descontextualización, es decir que un dato se libera de su contexto para
hacerlo abstracto y aplicable en cualquier lugar hasta conformar lo que se
conoce como un móvil inmutable(Latour, 1998), sin embargo Almklov expone
que cuando estos estándares son usados en terreno y de forma directa por
profesionales, y cuando estos estándares deben tener sentido y significado
para las personas en el espacio de sus prácticas cotidianas estos sufren un
proceso de recontextualización, que según Almklov implica combinar
creativamente distintas informaciones que se pueden captar del contexto y
que derivan en significados locales singulares. Respecto a ambos procesos
el autor explica que “Si la descontextualización es un proceso de remoción
del conocimiento de su entorno contextual, haciéndolo independiente de su
origen socio-técnico, la recontextualización es una cuestión de reintroducir
elementos sociales, humanos y otros elementos contextuales”. (Almklov,
2008, p.885). El proceso de recontextualización se hace necesario al aplican
un estándar ya que “(…) las situaciones a las que aplican estos datos, y
cómo lo hacen, rara vez son estándar, y los datos rara vez son suficientes
por sí mismos. Los datos deben recibir significado en nuevos contextos”.
(Almklov, 2008, p.876)
Las normativas chilenas para la regulación del impacto ambiental
consideran válida la adaptación de valores de referencia de otros países en
58
casos que no existen valores de referencia nacionales para evaluar si la
concentración de un compuesto en el suelo representa o no un peligro a la
salud humana. La adaptación, como se revisó antes, se recomienda en el
artículo 11 del RSEIA y en la Guía Metodológica para la Gestión de Suelos
con Potencial Presencia de Contaminantes. El viaje o traslado de la norma
holandesa fue llevado a cabo por los profesionales de la Consultora
Ambiental Andalué (desde el 2019 “Orbe Consultores”), consultora que
desde 1992 se ha dedicado a gestionar proyectos en el SEIA para diferentes
empresas, y la cual fue contratada por Inmobiliaria Las Salinas para la
confección del EIA. Es muy probable que la consultora contara con algún
experto (o grupo de ellos) que supiera acerca de las normativas chilenas, y
de otros países sobre la remediación y estándares de calidad de suelos,
expertos que se deben haber encargado de investigar y fijar los valores de
intervención para remediación de suelos de la norma holandesa como la
línea de base para decidir si suelo excavado en Las Salinas era apto para
ser de libre disposición. Justamente Ureta(2018) comenta que la línea de
base es una construcción de un estado natural, que aquí podemos
considerar como estado ideal o estado de salubridad considerando a los
valores de intervención de remediación de suelo holandeses como líneas de
base, y por otro lado de acuerdo a Barandiaran se tenía que en el contexto
del SEIA en Chile, los científicos se habían refugiado en la tarea del
establecimiento de líneas de base, como forma de defender un espacio
sobre el que tiene autoridad y a partir del cual pueden reclamar recursos, a
cambio de mostrar y afirmar una posición neutral en los conflictos que consta
de expresar que su trabajo es solo presentar el estado ideal o natural del
ambiente. En el caso analizado, en el traslado del valor de intervención
holandés como valores de referencia y línea de base de puede ver que existe
esta esta tarea importante de la ciencia dentro del EIA y del SEIA de
establecer líneas de base, aunque como se vio no fue tomado en cuenta el
proceso de baselining o de construcción original de la línea de base en
Países Bajos.
6.2. Distancia y aislamiento respecto a la fuente.
Dentro de los EIA también se desarrolla el modelo de la ciencia de la
fuente. Como se explicaba en la sección teórica de acuerdo a Peter C. Little
y Kelly G. Pennell (2016), este modelo se basa en buscar y señalar la fuente
desde la cual emana un COV, y trazar el recorrido de esa emanación desde
la fuente hasta donde se haya difundido. Según los autores aludidos, este
59
modelo también implica monitorear aisladamente el compuesto volátil
respecto a otros contaminantes que estén presentes en el aire, lo cual se
realiza para asignar responsabilidades precisas por esta forma de
contaminación. La identificación de la fuente de emanación, su trazado y
aislamiento es realizado por aquellos expertos que cuentan con el
conocimiento que se considera adecuado para ello y que se apoyan de
tecnología creada para apoyar las mediciones. De acuerdo a los autores
referidos, en el caso de Estados Unidos, por lo general tanto expertos como
tecnologías pertenecen a empresas o compañías que se han dedicado a la
consultoría ambiental, es decir, a reunir capital para realizar la ciencia de la
fuente, para prestar el servicio de rastrear la emanación del compuesto volátil
hasta su origen y proporcionar sus reportes de medición a la otra empresa
que contrató este servicio y a la institucionalidad encargada de la evaluación
de impacto ambiental, que aquí sería USEPA.
Como ejemplo de aplicación de la ciencia de la fuente en los EIA
considerados, se tiene la Figura 1 que expone un gráfico que aparece en el
EIA presentado el año 2002, en el capítulo 6 titulado “Predicción y evaluación
de impactos ambientales”. El gráfico muestra el impacto que se proyecta que
generarán los trabajos de remoción de suelos en la calidad del aire a raíz de
la posible liberación de benceno volatilizado al remover o excavar suelos en
Las Salinas.
Figura 1: Gráfico de variación de concentración de benceno en función
de distancia al sitio de remoción.
Nota: Tomado de Capítulo 6: Predicción y evaluación de impactos
60
ambientales. Estudio de impacto ambiental Proyecto Recuperación Terreno
Las Salinas (p.6), por Arcadis Geotécnica & COPEC, 2002f, Arcadis
Geotécnica.
El gráfico de la Figura 1 muestra que durante trabajos de remoción de
suelos en el terreno, a los cuales se pronosticó una duración de 3 años y 6
meses9, se va a cumplir con no sobrepasar la concentración máxima de
benceno a la que puede estar expuesta una persona sin que haya efectos
negativos en su salud, concentración que corresponde a 1,3 mg/m 3 y que fue
definida por el D.S. N°594 del Ministerio de Salud de Chile. Detallando un
poco más, el gráfico entrega estimaciones de la “concentración del benceno
en el aire” con respecto a la “distancia al sitio de remoción”, por lo que
muestra los cambios en la concentración del benceno en el aire según la
distancia a la que cualquier persona se encuentra del “sitio de remoción”. Al
observar el gráfico una conclusión es que independiente de la distancia a la
que una persona se encuentre de la fuente, no se supera la concentración
máxima referida en el párrafo anterior. En el gráfico se aplica la ciencia de la
fuente ya que se señala una fuente de emanación (el sitio de remoción) de
un compuesto químico único, en este caso el benceno, respecto al cual se
registra la variación de las concentraciones de sus emanaciones según la
distancia a la que alguien esté de la fuente.
Según se expone en el anexo del EIA referido (Arcadis Geotécnica &
COPEC, 2002a), el gráfico se construyó haciendo cálculos que consideraban
la concentración máxima de benceno volatilizado que puede existir en el aire
según el MINSAL para que no existan daños a la salud de las personas,
considerando también las condiciones meteorológicas que afectan la
dispersión del benceno volatilizado en el aire, y un modelo de dispersión de
gases y vapores contaminantes llamado SCREEN, y que es utilizado por
USEPA. La consultora Arcadis Geotécnica y COPEC consideran que
SCREEN “(…) constituye una herramienta que permite pronosticar los
impactos potenciales de emisiones sobre la calidad del aire. Este modelo es
utilizado ampliamente en los Estados Unidos y es reconocido como
herramienta de pronóstico conservador por la EPA” (Arcadis Geotécnica &
COPEC, 2002a, p.1).
9
Este plazo es considerando las fases principales del proyecto del EIA del año 2002 en que
se pueden desarrollar remociones de suelo, que son las fases de extracción y saneamiento.
La fase de extracción demoraría como mínimo 6 meses, y la fase de saneamiento 3 años,
todo esto según la Resolución de Calificación Ambiental del Proyecto “Recuperación Terreno
Las Salinas”, Resolución Exenta N° 203/2004 emitida por COREMA Región de Valparaíso
61
Algo que queda indeterminado con el gráfico por sí solo son los impactos
que podría haber en la calidad del aire cuando el benceno volatilizado se
pone en contacto con otras sustancias del aire, lo cual tampoco se refiere en
la sección donde se describe el gráfico. Esta indeterminación se podría
analizar en términos de la producción de ignorancia que se origina dentro de
los marcos de regulación ambiental, y de la presencia de sustancias tóxicas y
potencialmente tóxicas, esto último es un tema en que se han especializado
los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad, que es demostrado, por
ejemplo, en el trabajo de Richter, Cordner y Brown (2020) quienes
precisamente analizan la producción de ignorancia en el marco de la
regulación generada por USEPA y la Toxic Substances Control Act(TSCA)
en Estados Unidos. Los autores definen la ignorancia como “ausencia de
conocimiento basada en el dominio” (Frickel & Edwards, 2014, p. 215).
Richter, Cordner y Brown (2020) identifican tres formas de producción de
ignorancia en el marco regulatorio estadounidense referido, los cuales son: la
discreción sobre la producción y difusión del conocimiento, la ignorancia
selectiva, y nescience (este último término significaría completa falta de
conocimiento). En el caso del gráfico, y con los antecedentes descritos, un
tipo de ignorancia que se puede atribuir es la ignorancia selectiva, ya que
esta última es una ausencia de información que se produce porque se hubo
una decisión de no recopilar cierta información sobre un tema, lo cual puede
“(…) crear formas de conocimiento sobre lo desconocido que se considera
“prohibido” (Kempler, Merz y Bosk, 2011)” ( Richter, Cordner y Brown, 2020,
p.3) y dicho conocimiento prohibido puede ir deviniendo en una norma que
pone un límite al conocimiento que se puede tener sobre algo, o que tipo de
conocimientos deberían buscarse sobre algo y cuales no (esto último según
Kempler et al., 2011, p.478). La ignorancia selectiva se presenta en la
producción del gráfico ya que para describir y predecir el impacto del
benceno volatilizado en la calidad del aire se hace tomando en cuenta solo la
concentración del benceno en el aire y la distancia respecto a la fuente de
emanación, pero no se toman en cuenta ni se investigan las posibles
interacciones del benceno con otros compuestos del aire, y los posibles
efectos de esas interacciones en un aspecto relevante como la salud de las
personas.
Otro concepto con el cual se puede analizar la falta de conocimiento
sobre los efectos el benceno volatilizado en presencia de otros compuestos
es el de desconocimiento (nonknowledge), concepto que desarrollan Gross y
62
Bleicher (2012). El desconocimiento estaría presente cuando está definido
aquello que aún no es conocido ni investigado. Dicho de otra forma, el
desconocimiento se puede apreciar cuando se conocen cuáles son las
barreras del conocimiento sin haber explorado estas, o también se aprecia
cuando se sabe cuáles son los temas o elementos desconocidos a grandes
rasgos, pero que aun así se consideran desconocidos y necesitan ser
investigados. Gross y Bleicher (2012) afirman que habría un
desconocimiento de tipo positivo y otro negativo, y el positivo se presenta
cuando los límites del conocimiento son tomados en cuenta para tomar
decisiones y hacer proyecciones, y el negativo es cuando dichos límites del
conocimiento no se toman en cuenta en las planificaciones. En el caso del
gráfico, y considerando la indeterminación descrita se está ante un
desconocimiento de tipo negativo ya que si bien se pueden indicar las
barreras que el gráfico, como el hecho de que no presenta los impactos del
benceno asociada a su interacción con otros componentes del aire, esta
barrera no se considera en la descripción de los impactos o no se lo
considera como un impacto que pueda ser relevante en algún momento. De
algún modo, esto lleva a reflexionar si es posible predecir y evaluar los
impactos del benceno en el aire solamente con el gráfico y sus variables,
evidentemente no, hay muchas variables que inevitablemente quedan fuera y
se debería reflexionar sobre ellas.
También se puede apreciar la ciencia de la fuente en una medida de
cumplimiento para el mismo decreto supremo referido (D.S. N°594), ya que
la propuesta se basa en detectar la fuente de emanación del benceno, y
luego en tratar de aislar a las personas respecto a ella. La detección se
realizaría con instrumentos especializados para ello, y el aislamiento se
propone realizarlo con elementos de protección personal. A continuación, se
presenta la propuesta:
En caso de detectarse concentraciones superiores a las establecidas en
esta norma, el empleador proporcionará los elementos de protección
personal adecuados al riesgo a cubrir, y el adiestramiento necesario para
su correcto empleo. Para ello, el ambiente del área de faena será
monitoreado en forma permanente (detectores de fotoionización). (Arcadis
Geotécnica & COPEC, 2002e, p. 22).
Así como en el caso del gráfico donde se puede apreciar que toxicidad
por la emanación del benceno dependía solo de dos variables: la
concentración de benceno en el aire y la distancia respecto al sitio de
63
remoción (la fuente), en el caso de la medida de cumplimiento del decreto
son solo dos variables, que además se contemplan en un orden: primero, la
detección de concentración, y segundo, el aislamiento respecto a la fuente
de emanación, de modo que se nos presentan como modelos que fijan la
atención sobre ciertos aspectos y descartan otros para impulsar la
aceptabilidad del benceno.
Respecto a la aplicación de este modelo de la ciencia de la fuente, Little y
Pennell (2016) exponen que, en el afán por encontrar la fuente de
emanación, y aislar su medición respecto a otros compuestos los científicos
prestan atención a otros compuestos presentes en términos de cómo afectan
a la estabilidad de la medición de su compuesto principal, y no por ejemplo a
que implicaciones puede tener la presencia de todos los compuestos juntos
en la salud de la población. Esto es algo que se presenta en Allen et al.
(2017), donde se describe que en general los científicos involucrados en el
proceso de evaluación de impacto ambiental, y en la regulación tienden a
centrarse en generar listas de contaminantes individualizados, y a la
identificación de las fuentes de emanación de estos, y se deja de lado el
estudio de los impactos en la salud de la población de esos contaminantes y
sus efectos acumulativos o de sinergia.
Otro foco de incertidumbre se genera cuando los datos que se dan por
muy ciertos y comprobados en el ámbito de lo científico deben ser utilizados
por otros expertos, o en otros ámbitos de la vida social, lo cual demuestra
que es necesaria una mayor integración entre diferentes formas de
conocimiento y experticia:
En relación con este punto, la promesa de un enfoque de ciencia de la
fuente directa no se sostiene en los tribunales. Las ambigüedades que
enfrentan las comunidades que enfrentan el riesgo de intrusión de vapor
también están condicionadas por el ambiente volátil de litigios que se
encuentran en muchas comunidades de exposición contenciosa a tóxicos.
(Little 2014, 2013) (Little & Pennell, 2016, p. 5)
También los autores expresan que la aplicación de este modelo de
ciencia que se centra en la búsqueda de la fuente es la expresión de un
sistema de regulación ambiental en el cual el privilegio dado a la ciencia
regulatoria para buscar las fuentes de emanación es posible en un contexto
en que la ciencia es parte de un mercado en el cual está exclusivamente
encargada, a través de la consultoría, de realizar esta tarea, y de la
64
institucionalidad ambiental, que para el caso estadounidense analizado por
los autores, le interesa determinar más bien las responsabilidades exclusivas
por la contaminación a través de su medición exacta, más que revisar los
efectos generales que esta ha producido en la población. A este respecto, se
destaca que las redes de expertos encargados de la tarea de trazar las
emanaciones de compuestos volátiles orgánicos han adquirido la
responsabilidad de guiar la política respecto a la emanación de compuestos
a nivel estatal, una forma de experticia que es posible en un contexto
“(…)impulsado y definido principalmente por actores de la industria,
científicos de la intrusión de vapores y reguladores federales”(Little &
Pennell, 2016, p.5), sin embargo también esta experticia científica se
encuentra concentrada en consultoras que “(…)promocionan su experiencia
técnica e innovación como una forma de capturar el mercado.(Little &
Pennell, 2016, p.4), teniendo entonces un interés económico de por medio
que se expresa en que “(…)centran en gran medida su atención en el
"cliente" (por ejemplo, la parte responsable o el propietario), mientras que los
reguladores estatales y federales se centran en los "estándares". (Little &
Pennell, 2016, p.8)
Lo descrito en el párrafo anterior se ve encarnado en que el gráfico
presentado en esta sección fue elaborado por los trabajadores de la
consultora Arcadis Geotécnica, la cual fue contratada por COPEC para
elaborar un EIA, y presentarlo el año 2002 ante la entonces existente
COREMA de la Región de Valparaíso. Respecto a la consultora, esta se
presenta a sí misma en un segundo anexo10 del estudio de impacto
ambiental del año 2002 donde se establece que Arcadis Geotécnica
corresponde a una compañía multinacional, con sus oficinas centrales en
Europa, en Países Bajos que en Chile inicia sus actividades en 1981. Arcadis
Geotécnica presta servicios ambientales a otras empresas involucradas con
proyectos que implican alteraciones de gran envergadura en el ambiente,
servicio que implica la elaboración de diferentes productos asociados a la
caracterización y gestión ambiental, entre ellos el Estudio de Impacto
Ambiental, respecto al cual la consultora expresa hacerse cargo no solo de
su elaboración, sino que también apoyar las presentaciones del proyecto y el
proceso de tramitación del EIA. Para prestar sus servicios Arcadis
Geotécnica afirmaba contar con un equipo de profesionales donde un grupo
10
Hay un Anexo C en el documento de los anexos del Estudio de Impacto Ambiental del año
2002, que parte en la primera página del documento de Anexos. Hay otro Anexo C que parte
en la página 598 del documento de Anexos.
65
mayoritario de estos se definen como “especialistas ambientales”, los que
corresponden a geógrafos, ingenieros y varios profesionales formados en
ciencias naturales, especialmente en ciencias biológicas. En el caso del EIA
del año 2002, los profesionales que participaron se presentan en la Tabla 3.
Tabla 3: Listado de profesionales de la consultora Arcadis Geotécnica
que participaron en la elaboración del EIA presentado en 2002.
Profesión Función
Ingeniero Civil Director de Proyecto
Geógrafo Jefe de Proyecto
Geógrafo Coordinador
Abogado Especialista Legislación
Ambiental
Hidrogeólogo Especialista Medidas de
Limpieza
Ingeniero Civil Especialista residuos y
Sanitario efluentes
Ingeniero Civil Especialista Emisiones
Arqueólogo Especialista Patrimonio
Cultural
Ingeniero Agrónomo Especialista Medio
Biótico
Ingeniero Marítimo Descripción de Proyecto
Portuario
Químico Ambiental Medidas de Manejo
Ambiental
Cartógrafo Cartografía
Técnico Programador Edición.
en Computación
66
Nota: Elaboración Propia a partir de Anexo I de
Estudio de Impacto Ambiental Proyecto
Recuperación Terreno Las Salinas (Arcadis
Geotécnica & COPEC, 2002b).
También se sabe que los profesionales anteriores (o parte de ellos)
elaboraron el gráfico a partir del modelo SCREEN (Arcadis Geotécnica &
COPEC, 2002f, p.6). SCREEN corresponde a un programa de ordenador o
computador creado para “obtener estimaciones de concentración de
contaminantes” (U.S. Environmental Protection Agency, 2000, p.1),
específicamente los volátiles. Este programa o software computariza los
procedimientos, fórmulas y medidas que recomienda la Agencia de
Protección Ambiental de Estados Unidos para estimar el impacto en la
calidad del aire de fuentes estacionarias (U.S. Environmental Protection
Agency, 1992), lo cual significa la estimación de la emisiones de
contaminantes gaseosos que provienen de fuentes estacionarias, de este
modo para llevar a cabo la estimación de la concentración de un
contaminante gaseoso con este modelo se identifica una fuente desde donde
emana dicho contaminante, por ende es una aplicación del modelo de la
“socurce science”, y se podría decir que sucede algo muy similar a lo descrito
por Little y Pennell(2016) con respecto a la consultoría, ya que se observa
como una consultora como Arcadis Geotécnica reúne a una cantidad de
expertos para vender a COPEC el servicio de evaluar las emanaciones de un
hidrocarburo como el benceno y su variación respecto a un “sitio de
remoción”, lo cual presentan un gráfico que como se expuso fue realizado
gracias a un software (modelo SCREEN)que contiene las recomendaciones
de USEPA para la medición de compuestos gaseosos que provienen desde
una fuente fija.
Las estimaciones de la concentración del benceno entregadas por la
ciencia regulatoria, a través de la consultora en el EIA tienen un peso
importante dentro de la Evaluación de Impacto Ambiental, ya que es la base
sobre la cual comienza la discusión sobre el impacto del benceno en la
calidad del aire, esto considerando las atribuciones de los otros actores que
intervienen en la evaluación. En resumen, es la ciencia regulatoria
(representada en el trabajo de los profesionales de la consultora y la ciencia
de la fuente) quien tiene el privilegio para proponer la evaluación del impacto
del benceno, aplicando el modelo de la ciencia de la fuente con el cual
67
impulsan la aceptación de la presencia no tóxica del benceno al mostrar que
su concentración nunca sobre pasaría el valor umbral, definido en el gráfico a
partir del D.S. N°594 del MINSAL.
La situación ejemplifica lo expuesto por Barandiaran (2015) respecto a
cómo la actividad científica dentro del Sistema de Evaluación de Impacto
Ambiental se ha visto reducida en su espacio de participación y autoridad.
Con respecto a su participación, la entrada principal de la ciencia al sistema
es a través del mercado, por medio de la compra y venta de su conocimiento
gestionada por las consultoras, y por el lado de la autoridad la ciencia se ha
limitado mayormente a establecer líneas de base o a la descripción de
variables ambientales de forma tecno-científica sin adquirir mayores
compromisos o responsabilidades, ya que de esta forma la ciencia se
proclama como neutral en el conflicto. La misma autora en un trabajo
posterior (Barandiaran, 2018) explica que en los casos en que el
involucramiento de la actividad científica en los procesos de evaluación
ambiental es principalmente a través del mercado, se apuntan conflictos de
interés y falta de autonomía de la actividad ante el financiamiento que
reciben las consultoras que reúnen a los científicos que generan el
conocimiento, financiamiento que viene de parte de las empresas o
instituciones que requieren del conocimiento de la ciencia para explicar los
impactos ambientales de sus proyectos. Estas últimas entidades que
contratan a las consultoras se cree que podrían inclinar u orientar el
conocimiento que entrega la actividad científica sobre el ambiente, al ser
quienes financian a la ciencia. Por lo recientemente explicado es que la
autora designa a tal actividad científica como “ciencia de intereses
especiales” (Barandiaran, 2018, p.95).
Además de la “ciencia de intereses especiales”, cabe destacar que el
gráfico también es una materialización de lo que ha sido analizado como
“ciencia de la ruina”/ruination science por Ureta(2020), ya que como se
describió el gráfico presenta al benceno aislado del resto de sustancias y
componentes del ambiente, y en ese sentido se está ante una fragmentación
y rompimiento de los lazos que mantienen los componentes del ambiente
para presentar un comportamiento ideal de un componente que está
presente en el ambiente como el benceno, para presentar un
comportamiento individualizado y parcial de dicha sustancia, pero que en la
práctica y en la experiencia en terreno tal vez no se cumpla debido a las
complejidades que implica la convivencia con otras sustancias y elementos
68
del ambiente. De algún modo a través de las técnicas para predecir el
comportamiento del benceno volatilizado y la elaboración del gráfico que
presenta dicho comportamiento se hizo una construcción del benceno que
está en el ambiente, pero nunca se describe exactamente al mismo benceno
que está en el ambiente, esto porque los componentes del ambiente
analizados y/o descritos científicamente nunca son los mismos del ambiente
ya que…
Dichos compuestos se refieren a "sustancias que se han aislado de
mezclas naturales y tienen características físicas y respuestas químicas
definidas" (Klein 1994, 168). Estos compuestos no se encuentran en la
naturaleza sino que deben ser “fabricados” (Knorr Cetina 1981) mediante
“las arduas y repetitivas tareas de laboratorio de separación y purificación.
. .permitir que la química elabore su propia lógica de 'elementos' y
'compuestos'” (Bensaude-Vincent y Simon 2008, 72) (Ureta, 2020, p.10)
La información que se puede ver en un documento como un EIA acerca
del comportamiento de un elemento del ambiente, como una sustancia, es
una construcción que hace socialmente de tal elemento ya que es el
resultado de una serie de transformaciones que han ocurrido por medio de
técnicas científicas, llevadas a cabo por las personas encargadas de
espacios de cómo laboratorios y talleres, y de algún modo la información
científica sobre el estado o comportamiento de un elemento en un EIA es
algo así como un reflejo no exacto de aquel elemento en su estado cotidiano
o que podríamos considerar natural, y entonces el conocimiento que deriva
de técnicas de laboratorio o científicas no se puede considerar como
naturales ya que…
(…) la gran mayoría de los materiales “naturales” con los cuales se trabaja
en los laboratorios han sido preparados para tal uso, purificándolos y
transformándolos hasta tal grado que usualmente guardan poca
semejanza con las entidades externas de las cuales aparecen como
“muestras”. (Ureta & Sanhueza, 2018, p.38).
De este modo es importante recordar que la ciencia produce una imagen
del estado del ambiente, pero esa imagen no es un reflejo exacto de ese
ambiente, y por ende no es posible considerar a la información científica
como una verdad que es absoluta, aunque esta información sea uno de los
mejores medios que se tiene para representar los estados del ambiente.
Teniendo en consideración los aspectos de la ciencia que se dejan entrever
69
a raíz de la identificación de la ciencia de la ruina/ruination science es que se
debería dar pie a la inclusión de otras formas de conocimiento para la
evaluación y regulación del estado del ambiente, lo cual será tratado en las
conclusiones de esta tesis.
70
7. CONCLUSIONES
A partir de la revisión de dos modelos o dispositivos científicos
involucrados en la representación y medición de la presencia de benceno en
el terreno Las Salinas con los cuales se busca producir la aceptabilidad
socio-técnica de la presencia no tóxica del benceno, es posible presentar
algunas observaciones con respecto a la búsqueda de dicha aceptabilidad.
En primer lugar, ha sido posible apreciar la existencia de una ciencia
regulatoria que toma la forma o que puede ser definida como “ciencia con
intereses especiales”, que es tratada por la autora Javiera Barandiaran
(2018) para referir a que el conocimiento científico sobre un impacto
ambiental tiene conflictos de interés por haber sido financiado por la empresa
o entidad que produce tal impacto. Generalmente, como se afirmó a través
del análisis, el conocimiento es vendido por empresas que se conocen como
consultoras, las cuales reúnen un equipo diverso de profesionales, entre
ellos científicos, para entregar un diagnóstico y proyección sobre un impacto
ambiental que va a producir una entidad, la cual financia tal diagnóstico para
que sea presentado ante el SEIA. Sin embargo, la situación arroja dudas
sobre la credibilidad, autonomía y neutralidad que tienen los científicos y el
conocimiento que generan sobre un proceso de regulación ambiental, ya que
como expresa Barandiaran (2015) se hace patente un conflicto de intereses
ya que una misma empresa paga para que evalúen los impactos ambientales
de los proyectos de la misma empresa. Esto se pudo apreciar
específicamente en que los EIA eran producidos para COPEC y luego
Inmobiliaria Las Salinas por consultoras contratadas para producirlos, y en el
caso de las secciones de documentos analizados fueron producidos por la
consultora Andalué Ambiental S.A (en el caso de la primera sección) y
Arcadis Geotécnica (en el caso de la segunda sección). Esta situación
determina que la entrada del conocimiento científico y regulatorio en el
proceso de regulación y administración del ambiente, y de compuestos
potencialmente tóxicos como el benceno es a través del mercado, y depende
de que los involucrados en un impacto o conflicto ambiental puedan pagar el
precio de tal conocimiento, lo cual puede generar desventajas para actores
que no tengan los recursos para financiar aquel conocimiento que respalde
su posición respecto al impacto ambiental. Por otro lado, como explican
71
Ottinger, Barandiarán y Kimura (2017) este trabajo de los científicos
dedicados a generar líneas de base sobre impactos ambientales a través de
consultorías “(…) tiende a resultar en normas y prácticas regulatorias que
promueven los ideales del mercado y son utilizadas por los reguladores
ambientales para justificar decisiones gubernamentales controvertidas.
(Barandiarán 2015a; Carey 2010; Lave, Doyle, and Robertson 2010; Li 2015;
Tironi and Barandiarán 2014)”. (p. 1045), de este modo la ciencia de
intereses especiales podría fundamentar un estilo de gobernanza de las
sustancias químicas tóxicas, y lo que se nombró en secciones previas como
“régimen químico de la vida”. También se ha podido analizar y detectar la
presencia de una “ciencia de la ruina” o “ruination science” (Ureta, 2020)
cuando se observa que el conocimiento científico regulatorio presenta una
imagen de los elementos del ambiente o naturaleza que es construida a
partir del rompimiento de los lazos de esos elementos con el resto del
ambiente y con los que coexiste en la práctica y en la experiencia diaria. En
ese sentido, la identificación de estas diferentes ciencias (regulatoria, de
intereses especiales, de la ruina) busca contribuir a que no se naturalice o
vuelva invisible la labor científica bajo un relato en que esta actividad social
es la que entrega un conocimiento objetivo, exacto y racional respecto al cual
no se pueden generar cuestionamientos o problematizaciones, y también
muestra que la actividad científica puede verse afectada por problemas
mundanos y cotidianos que podría pensarse que no la afectan, y en resumen
la ciencia se presenta en el caso analizado como una actividad social que
está atravesada por conflictos y problematizaciones de diversa índole.
Como se revisó, la ciencia de intereses especiales y regulatoria llevó a
cabo una importación irreflexiva de estándares extranjeros, en este caso
estándares ambientales, que es lo que se pudo apreciar en la primera
sección de análisis con respecto a la aplicación del estándar DIV/RIVM de
Países Bajos que se propuso en el EIA del año 2014 para decidir si el suelo
excavado del terreno Las Salinas podía destinarse para libre disposición,
luego de la comparación de las concentraciones de compuestos como el
benceno con la concentración límite para diferentes compuestos que
proponía el estándar DIV/RIVM. De acuerdo a lo investigado el estándar
holandés servía para un tipo de suelo en específico que no se encuentra en
Las Salinas, sin embargo aun así en el EIA se propone tal estándar para
evaluar los suelos chilenos, lo cual muestra la existencia de una importación
y aplicación irreflexiva de estándares extranjeros, que en parte es permitida
por el artículo N°11 del RSEIA, que como ya se revisó en la sección de la
72
Presentación del problema de investigación, dicho artículo permite la
adaptación de normas y estándares ambientales extranjeros en caso que no
existan en Chile para un determinado medio. Dicha importación irreflexiva es
la misma que se observa en el trabajo de Ureta (2017) con respecto a las
normativas utilizadas para los asientos del sistema de transporte
Transantiago, y de algún modo denota falta de preocupación en que el objeto
a regular localmente tenga coincidencia con el objeto para el cual fue
pensado el estándar regulatorio creado en otro país. La importación también
es una muestra de la importancia que se le da al cumplimiento de las
reglas(en este caso al artículo N°11 del RSEIA) y las normas existentes
antes que a cualquier otro compromiso, algo expuesto por Barandiaran(2018)
con respecto al funcionamiento de las instituciones estatales en Chile
encargadas de la regulación ambiental en el contexto de profundización del
neoliberalismo en que se privilegia el libre funcionamiento del mercado,
donde el estado cumple principalmente una función de arbitraje que implica
verificar que se cumplan las reglas impuestas, antes que el Estado imponga
más regulaciones al mercado y que impere sobre él. Por otro lado, la
importación irreflexiva del estándar deja como interrogante si es posible
trasladar (aunque sea permitido por las normas) estándares ambientales
entre países, si los objetos que se pretenden regular en el estándar original
nunca podrían tener una coincidencia con el objeto a regular en el país de la
importación del estándar. Con esto no se quiere decir que no deba existir o
que se deba prohibir la importación de estándares, pero sí que exista una
revisión más exhaustiva entre el objeto que pretende regular el estándar
original e internacional, y el objeto que efectivamente se regulará localmente.
En tercer lugar, la participación de la ciencia regulatoria y/o ciencia de
intereses especiales en procesos de regulación ambiental produce no solo
conocimiento, sino que también produce ignorancia. Esto se pudo apreciar
en el modelo de la ciencia de la fuente, que como se revisó solo considera
ciertas variables como la fuente de emanación de un compuesto volátil, y la
ruta de emanación de dicho compuesto aislado de otros, variables que por sí
solas dejan interrogantes con respecto al comportamiento de los compuestos
en su conjunto y a los potenciales efectos sinérgicos que pueden existir al
estar en contacto entre sí, lo cual quedaba como interrogante en el gráfico
analizado en la segunda sección de análisis, donde quedaban
indeterminados los efectos en la calidad del aire asociados a la reacción del
benceno con otros compuestos que se encuentren en el aire,
indeterminación que fue señalada como una producción de ignorancia y que
73
se clasificaba como ignorancia selectiva (Richter, Cordner & Brown, 2020) y
desconocimiento de tipo negativo (Gross & Bleicher, 2012). Sin embargo,
que se señale esta producción de ignorancia no debería causar exaltación,
ya que como explican Gross y Bleicher (2012) la ignorancia se puede
considerar inevitable porque el conocimiento siempre está limitado por la
ignorancia, y los científicos por lo general parten investigando un tema a
partir de un estado de ignorancia ya reconocido. También es posible que la
producción de ignorancia sea conceptualizada como ciencia no-hecha
(undone science), esta última según Hess(2015) implica que la ausencia del
conocimiento está asociada a una distribución desigual del poder y los
recursos para la producción del conocimiento, ya que existe un tema u objeto
respecto al cual se quiere investigar debido a que el conocimiento que se
producirá va a respaldar la postura de una persona o un grupo de ellas, sin
embargo esa persona o grupo no tiene recursos y poder para impulsar su
agenda de investigación. Considerando lo anterior, parece relevante generar
instancias que permitan recoger las principales dudas con respecto a un
conflicto socioambiental y los datos científicos que se tiene sobre él, para
que entonces el desconocimiento no sea de tipo negativo, sino que pueda
ser de tipo positivo, que implica que lo que se desconoce sea considerado
dentro de la gestión el conflicto y evaluación de impacto ambiental, esto
último según el caso de Gross y Bleicher (2012). Las formas y caminos por
los cuales la regulación y la ciencia regulatoria produce la ignorancia podrían
pertenecer algo que Richter, Cordner y Brown (2020) tratan como “captura
regulatoria” lo que consiste en que las industrias y sectores económicos
buscan ejercer control sobre las agencias creadas y designadas para
regularlos, y al respecto se hace alusión a la existencia de una “puerta
giratoria” a través de la cual el personal de la industria puede ser contratado
para un cargo en la agencia estatal de regulación y viceversa lo cual puede
contribuir a mantener estados de desconocimiento o de ciencia no-hecha ya
que los profesionales que rotan entre las instituciones podrían tener
conexiones y conocimientos que les permitirían eludir la regulación, y que los
conocimientos sobre el ambiente requeridos por la regulación se mantengan
estáticos y sin mayores exigencias y problematizaciones que podrían ser
propuestos por otra clase de actores de la sociedad civil.
Ante las observaciones expuestas sobre la ciencia regulatoria y la de
intereses especiales, y sobre aquel conocimiento de tipo toxicológico y su rol
en la búsqueda de la aceptabilidad sociotécnica de la presencia del benceno
en Las Salinas, existen trabajos en los que se muestran otras fuentes y
74
formas de conocimiento que pueden ser relevantes para evaluar los impactos
ambientales de la presencia de sustancias tóxicas, dentro de lo cual cabe
destacar un trabajo del autor Nicholas Shapiro (2015) que expone dos casos
de mujeres que a través de su sentido del olfato y otros síntomas corporales
eran capaces de entregar pistas significativas y diagnósticos relevantes
acerca del nivel de contaminación de un compuesto gaseoso tóxico conocido
como formaldehido. A través del trabajo se expone como las reacciones y
afecciones corporales pueden dar cuenta e indicar modificaciones del
ambiente y la presencia de distintos componentes no humanos y no vivos.
Precisamente, Shapiro afirma que dichas reacciones del cuerpo “(…) son los
medios principales para discernir encuentros prolongados y de bajo nivel con
productos químicos domésticos.” (2015, p.369). Estas reacciones y
capacidad de discernimiento son posible gracias a que los compuestos
tóxicos son capaces de generar vulneración y sufrimiento de distinta manera
y en distintos espacios del cuerpo humano, lo cual otorga a estos un “poder
revelador” (Shapiro, 2015, p. 370), por lo tanto, se muestra una forma
alternativa de diagnosticar y explicar la contaminación respecto a las
disciplinas más tradicionales consideradas en dicha tarea como la química
ambiental. También se tiene el trabajo de Allen et al.(2017), en el cual se
expone como en una región industrial de Francia cercana a la ciudad de
Marsella las inquietudes y reflexiones de los habitantes de la región acerca
de los efectos en la salud y el ambiente relacionados con las actividades
industriales no encuentran una respuesta en las investigaciones que han
realizado científicos y expertos Los autores explican que en las
investigaciones sobre salud ambiental en la región se percataron de que los
expertos desarrollaron preguntas y metodologías muy aisladamente,
intentando en su mayor parte cumplir con los estándares de sus propias
disciplinas para hacer ciencia, pero perdieron de vista las preguntas surgidas
de las comunidades y ciudadanos, así como el contexto público del
conocimiento producido Sin embargo en Allen et al.(2017) abogan para que
el conocimiento de las comunidades que viven cerca de la contaminación
sea incluido, en tanto expresan y entienden de forma diferente a los expertos
el fenómeno que les afecta directamente. Los ejemplos referidos muestran la
necesidad de considerar lo que Auyero y Swistun (2008b) llaman el “stock de
conocimiento” que tienen las personas que viven en zonas contaminadas con
respecto a los ambientes que habitan, como resultado de las historias de los
lugares, sucesos, interacciones y rutinas protagonizadas por los habitantes.
En general esta falta de respuesta a las inquietudes de la comunidad
produce lo que se conoce como ciencia-no-hecha (undone science en
75
inglés), que precisamente es la producción de ignorancia por prestar
atención selectiva o inatención a ciertas preguntas. La ciencia-no-hecha en
este caso se debe, entre otros factores, a la falta de consideración y de
inclusión de las preocupaciones de la comunidad por parte de los expertos,
debido a que estos se ciñen con fuerza a los estándares y reglas de sus
propias disciplinas.
En los ejemplos expuestos se ha utilizado otro tipo o forma de
conocimiento para dar cuenta de la presencia y convivencia de las
sustancias tóxicas (o en vías de serlo) con humanos, lo cual sumado a las
observaciones hechas a la ciencia regulatoria y de intereses especiales
encarnada en la toxicología hacen patente la necesidad de realizar una
revisión de las formas y prácticas de producción de conocimiento con las
cuales se guía la regulación de una sustancia tóxica como el benceno, tal
como recomiendan Soraya Boudia y Nathalie Jas(2014):“(…)reforzar la
experticia y la regulación, sin requerir una revisión profunda de todos los
fundamentos de la experticia, está necesariamente condenado al
fracaso”(p.22), y precisamente para que dicha revisión ocurra recomiendan
que “(…)debe prestarse especial atención a un examen cuidadoso y
multidisciplinario de los instrumentos y modos de producción de
conocimientos y reglas”. (p.21), y esto va en la línea de la consideración por
otras formas de conocimiento que puedan involucrarse en la regulación
ambiental.
En vista de lo expuesto en los dos párrafos previos, es que para dar
cuenta de casos de contaminación de suelos y evaluar sus impactos ello se
haga con un enfoque transdisciplinario que pueda contribuir a disminuir la
prevalencia que tiene la ciencia de intereses especiales en la regulación
ambiental chilena, ciencia dedicada principalmente al establecimiento de
líneas base, donde participan en su mayoría expertos formados en ciencias
naturales e ingeniería. No se propone eliminar o suprimir a la ciencia
regulatoria y de intereses especiales, pero si ampliar los criterios disponibles
con los cuales el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental toma una
decisión respecto al otorgamiento del permiso o calificación ambiental.
Respecto al enfoque transdisciplinario, debería fundarse en tres principios,
que se toman de la propuesta de transdisciplina que presentan Little y
Pennell (2016), estos son: 1) involucrar a diferentes tipos de expertos en la
descripción y evaluación de la situación ambiental de contaminación, con
especial atención a quienes provienen de las ciencias sociales, 2) incluir
76
como participantes activos a miembros de la comunidad y ciudadanía
afectada de algún modo por la contaminación, y 3) fundarse en la empatía
epistémica. Esto último es muy relevante, pues de acuerdo a lo expuesto por
los autores referidos, se puede interpretar que la empatía epistémica implica
una actitud y ética en el trabajo de evaluar y dar cuenta de la situación de
contaminación, que implica reconocer que existe una amplia gama de
expertos, pero que ninguno puede reclamar el entendimiento absoluto y
exacto de un fenómeno, o querer ser la única voz autorizada para dar un
diagnóstico sobre él, en tanto las situaciones de contaminación de suelo con
hidrocarburos volátiles, como el caso analizado en esta tesis, tiene muchas
complejidades y matices por lo cual se debe pensar en diferentes
comunidades de expertos de diferentes disciplinas que se comprometen a
dialogar para hacer la mejor evaluación posible de una situación compleja. El
avance en el enfoque referido sería relevante al contemplar la forma en que
funciona la regulación ambiental en Chile que tiende a ignorar las
preocupaciones e incertidumbres que pueden tener diferentes actores
involucrados, como por ejemplo la comunidad organizada que convive
diariamente con la contaminación, que es lo que explica Barandiaran (2016)
respecto al SEIA chileno que toma sus decisiones basándose mayormente
en criterios técnicos o técnico-legales, y en respetar sobre todo las leyes y
normas existentes, de este modo se dificulta la interferencia política u otro
tipo de preocupaciones con respecto a los proyectos de inversión privada
que tienen un alto impacto ambiental
Teniendo como objetivo avanzar en la materialización de este enfoque
transdisciplinario, quizás sería necesario proyectar modificaciones a la Ley
19.300 de Bases Generales del Medio Ambiente LBGMA y del RSEIA para
poder hacer más extensiva e inclusiva la participación de diferentes actores
involucrados en un conflicto socio-ambiental, y en la revisión y observación
de un EIA. Sin embargo, un espacio donde se deberían relevar las
recomendaciones expuestas en estas conclusiones es en la discusión de la
Ley Marco de Suelos que ya se comenzó a discutir durante el año 2020 con
integrantes del poder legislativo y diferentes organizaciones y actores de la
sociedad civil que se han dedicado a trabajar y estudiar en la temática del
suelo en Chile, discusión que está derivando en la redacción de un
anteproyecto de Ley Marco de suelos (Suelo Sustentable, 2020). Otro
espacio desde la cual se podría impulsar la inclusión de las preocupaciones y
conocimientos de actores diversos en un conflicto ambiental es a través de la
ratificación y cumplimiento del Acuerdo de Escazú, ya que este acuerdo de
77
alcance continental para los países de América Latina y el Caribe en su
artículo 7 “Participación pública en los procesos de toma de decisiones
ambientales” da a conocer disposiciones para que los Estados firmantes del
acuerdo “garanticen el derecho a la participación pública y todos los
mecanismos necesarios para su realización”(FIMA & Fundación Friedrich
Ebert Stiftung, 2020, p.6 ). Precisamente la ONG FIMA y la Fundación
Friedrich Ebert Stiftung al analizar cómo cumple la legislación ambiental
chilena con la propuesta del artículo 7 del Acuerdo de Escazú afirma que el
cumplimiento es escaso o parcial (FIMA & Fundación Friedrich Ebert Stiftung,
2020). De este modo, la ratificación del Acuerdo de Escazú podría ser un
primer paso para que la legislación y normativa ambiental de Chile
comenzara a considerar de forma seria a aquellos conocimientos y
experticias que no provienen de la ciencia regulatoria o aquella que
tradicionalmente se toma en consideración para regular la presencia de una
sustancia como el benceno en el suelo y ambiente.
Para finalizar, cabe destacar que por medio de esta tesis se ha podido
establecer una revisión de la ciencia regulatoria y de intereses especiales,
que a través de sus dispositivos está intentando producir la aceptabilidad
social de la presencia de una sustancia como el benceno en los EIAs
asociados a los proyectos de remediación de suelos propuestos para el
terreno Las Salinas. La revisión se ha enfocado en hacer notar que la ciencia
y la regulación no son susceptibles de estar afectadas por aspectos sociales
como la estructura y organización de una sociedad, situación que ya se ha
constatado en otros casos y trabajos que fueron citados a lo largo de esta
tesis y que pertenecen al área de los estudios CTS. Los elementos que se
han hecho notar han dado pie a las recomendaciones sobre la inclusión de
nuevos conocimientos y de un enfoque transdisciplinario que ya ha sido
explicado previamente, recomendaciones que sería ideal que tuviesen eco
en la normativa ambiental chilena.
78
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