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El Tratamiento Psicoanalítico Del Paciente Borderline. Eduardo Braier

Un importante aporte en la clínica de los pacientes borderline

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Mentalización.

Revista de psicoanálisis y psicoterapia, 17; mayo 2023 1

El Tratamiento Psicoanalítico Del Paciente Borderline


Eduardo Braier

conceptualizaciones allí desarrolladas4. Iremos,


123 pues, recorriendo algunas de ellas, aunque solo
Introducción
pueda describirlas de manera sucinta, remi-
En esta ocasión me propongo trasmitir algu- tiendo al lector interesado al artículo mencio-
nas de mis reflexiones y experiencias acerca del nado.
tratamiento psicoanalítico del paciente border- Sabemos que el tratamiento psicoanalítico
line. tradicional fue concebido desde Freud en ade-
La importancia de un estudio pormenori- lante para los sujetos neuróticos (las neurosis de
zado del tratamiento del paciente borderline es transferencia) y las anormalidades del carácter
indudable, dado que: 1) el psicoanálisis tiene que de naturaleza neurótica (Freud, 1937). Su esce-
dar respuestas terapéuticas adecuadas a estos en- nario habitual había venido siendo el demarcado
fermos, en lo que han insistido autores como por el circuito edípico y representacional de la
Kernberg y Green, que se cuentan entre los que represión-retorno de lo reprimido. Ahora bien,
más se ocuparon de esta patología. Este último en lo que atañe al paciente borderline o fronte-
señaló: “Las estructuras borderline son mucho rizo nos encontramos con una patología de défi-
más complejas que las neurosis y necesitamos, cit más que con una patología de conflicto, esta
ante todo, comprenderlas mejor para poder tra- última propia de los neuróticos. Yo diría que el
tarlas mejor”. (Green, 2007); 2) los trastornos no psicoanálisis, al tener que abordar una patología,
neuróticos o trastornos narcisistas no psicóticos, por otra parte, de una naturaleza eminentemente
como tiendo a llamarles, de los que la estructura narcisista, se tuvo poco más o menos que rein-
limítrofe es el prototipo, se presentan con llama- ventar, tanto en su comprensión profunda de la
tiva frecuencia en nuestras consultas. misma como en el abordaje terapéutico (si bien
Hace poco más de diez años expuse un mo- Freud y también Ferenczi ya habían anticipado
delo teórico personal de la estructura limítrofe, algunas hipótesis y propuestas de gran valor, que
la que, a mi juicio, configuraría una cuarta es- luego habremos de revisitar). Es este uno de los
tructura, unida a la neurótica, la perversa y la psi- grandes desafíos que ha tenido que afrontar el
cótica, clásicamente reconocidas desde Freud en movimiento psicoanalítico en las últimas déca-
adelante y retomadas por Lacan. Se trata de un das.
modelo que intenta dar cuenta tanto de la psico- Hemos de convenir que el análisis de los ni-
génesis de este trastorno como de las alteraciones veles narcisistas que perduran en todo sujeto, in-
en su funcionamiento psíquico. (Braier, 2012). cluidos los psiconeuróticos, ha adquirido en la
Como cabe suponer, al referirme al tratamiento práctica actual un papel muy importante, lo que
de estos enfermos he de basarme en las de por sí supone una transformación y

1 3
El presente trabajo está basado en la conferencia on- Esto es así, aunque cabe aclarar que Freud nunca ha-
line de igual título, dictada por el autor el 23 de octu- bló propiamente de estructuras. En mi opinión cabría
bre de 2021 y auspiciada por E.PSI. Córdoba (Argen- añadir el amplio campo de las caracteropatías, una en-
tina). tidad nosológica aún en busca de identidad en el
2
Dirección: Salvador Espriu, 69/71, 6º 2ª. 08005 Bar- mundo psicoanalítico (Baudry,1984).
celona. 4 El presente trabajo representa por ende la continua-
[email protected] ción natural del publicado en 2012.

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ampliación sustanciales en el desarrollo de todo encuadre y una técnica con recursos peculiares,
tratamiento psicoanalítico. algo así como “un traje a medida”, comenzando
Estamos asimismo ante la patología de lo por el encuadre. Es que en especial hemos de
irrepresentable, por lo que algunos analistas ven añadir el miramiento por las variantes témporo -
en ello los límites de la aplicación del análisis, los espaciales del encuadre en cada caso. Ello está
límites de la analizabilidad. vinculado, entre otras cosas como veremos más
Ante tales circunstancias, en lugar de su- adelante, con la intención de evitar una retrau-
perar las barreras de la represión, hay tanto o más matización en el enfermo. Desde luego, hay cues-
que ayudar a construir un aparato psíquico, de tiones de orden técnico que podremos conside-
por sí precario, lábil e inestable; ayudar a la cons- rar comunes a los diferentes casos de trastornos
trucción, fortalecimiento y crecimiento del yo fronterizos y de las que será factible hablar en
del paciente (y hasta del superyó), así como pro- términos generales.
pender a una elaboración psíquica que implique En lo que respecta a otro aspecto importan-
una ligazón de situaciones traumáticas tempra- tísimo de la técnica en estas terapias como lo es
nas, produciendo “tejido psíquico” capaz de con- el de la neutralidad técnica, defiendo la idea de
ferir figurabilidad a lo no representado, allí que el terapeuta asuma un apartamiento de la
donde solo había energía que se traducía en des- misma, ejerciendo un rol de aliado del paciente.
carga a través del cuerpo, el pasaje al acto o la También nos apartaremos de una posición neu-
alucinación. A la vez, ello implica básicamente el tral si tenemos que poner límites útiles a un yo a
análisis de un inconsciente escindido antes que menudo descompaginado y descontrolado, tal
del inconsciente reprimido (este último también como lo propuso repetidas veces O. Kernberg
presente en cierta medida en el borderline, claro (1978; 1983; 2013).
está). Las memorias arcaicas, que de ello se trata, A todo esto quiero también aclarar que en
no pertenecen al inconsciente reprimido y diná- estas circunstancias y según mi opinión, dado
mico, sino a un inconsciente no reprimido, que que estas terapias se apartan de las pautas de la
ya había enunciado Freud en «Lo inconsciente» cura clásica, tanto cabe calificar al procedimiento
en 1915, aunque sin profundizar en la cuestión. como psicoterapia psicoanalítica como de psi-
También Ferenczi se había planteado rever coanálisis modificado, como le llamó hace déca-
el concepto de inconsciente. Los gérmenes teóri- das Kernberg (1978; 1983); o, si así lo prefiriése-
cos de esta noción los encontraremos en su Dia- mos, incluso hoy podríamos también hablar di-
rio Clínico. (Ferenczi, 1932). rectamente de tratamiento psicoanalítico del
Hasta donde yo sé, será Norberto Marucco trastorno límite. Sucede que se trata, al fin y al
(1978) el encargado de proponer la denomina- cabo, de la técnica de fundamentos psicoanalíti-
ción de inconsciente escindido.5 cos de nuestro tiempo para este tipo de
Cabe añadir que para todo paciente diagnos-
ticado como borderline, dada su singularidad y
lo proteiforme de las manifestaciones clínicas de
estos cuadros, habrá que confeccionar un

5
A todas estas metas teóricas, que son conocidas y go- tratamiento del paciente borderline”), desde un enfo-
zan de cierto consenso, personalmente agregaría una que más personal e incluyendo algunas ideas origina-
acción desidentificatoria del psicoanálisis (en lo que les, habré de ocuparme de estos temas, aplicables tam-
atañe a las identificaciones patógenas) y una reestruc- bién a lo que acontece en los tratamientos de otras pa-
turación identificatoria en el analizando, por medio de tologías no neuróticas. Por ende, será este un desarrollo
la activación de identificaciones hasta entonces sumer- independiente (aunque complementario de lo que ex-
gidas y/o el eventual advenimiento de nuevas identifi- pongo en el presente artículo), acerca de cuestiones que
caciones. En un próximo artículo, a ser publicado en han sido muy poco frecuentadas por la literatura psi-
esta misma revista (“Nuevas aportaciones acerca del coanalítica.

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perturbaciones, suficientemente experimentada


y madurada6.
En este estudio me centraré en la exposición
II. El trauma precoz. La fijación al trauma.
de los aspectos más clásicos, aquellos que suelen
La compulsión de repetición “más allá del
corrientemente formar parte de todo estudio de
la teoría de la técnica: intervenciones verbales del principio de placer”
analista (en especial construcciones e interpreta- Decía yo años atrás (Braier, 2012): «En el co-
ciones), transferencia y contratransferencia, en- mienzo fue el trauma». En efecto, me incluyo en-
cuadre, comunicación verbal, etcétera.). tre los autores, como Green (2003) por ejemplo,
Para entrar en materia partiré de dos ejes para los que la existencia de fijaciones a traumas
teóricos que, desde mi visión, poseen un lugar precoces en los pacientes fronterizos es un hecho
preponderante en la comprensión de la proble- de frecuente observación y de enorme trascen-
mática del paciente borderline (Braier, 2012). dencia en la génesis de su débil e inestable orga-
Son estos: nización psíquica, así como en las consiguientes
a) El trauma precoz y acumulativo y la fija- manifestaciones psicopatológicas. Todo esto nos
ción al mismo, que supone el establecimiento de permite hablar de una psicopatología y una clí-
la compulsión de repetición «más allá del princi- nica del trauma.
pio de placer» (Freud, 1920). Me refiero muy en especial, aunque no ex-
b) El empleo del modelo de la llamada ter- clusivamente, al trauma básico del desvalimiento
cera tópica para comprender el funcionamiento o desamparo (la hilflosigkeit originaria), del que
de la estructura limítrofe. nos habla Freud (1926 [1925]) y por el cual pasa-
Daremos por sentado que nos encontramos mos todos, pero lo que da lugar a su fijación y lo
ante un paciente fronterizo, cuya mayor o menor convierte en patológico, siguiendo lo aportado
gravedad dependerá de hasta dónde es capaz de por M. Khan (1963), es su reiteración y por con-
virar en su funcionamiento mental desde el pre- secuencia su efecto acumulativo. Esto responde
dominio de un yo ideal y de la desmentida (co- generalmente a las fallas de las funciones paren-
rrespondientes a su subestructura narcisista) tales, sobre todo la materna.
hasta el del ideal del yo que pudiera eventual- En nuestra práctica clínica solemos asistir a
mente tomar el comando psíquico, con prevalen- una compulsión repetitiva de dicho trauma, la
cia de la represión (patrimonio de la subestruc- que, como bien sabemos, se halla «más allá del
tura edípica)7. principio de placer» (Freud, 1920). Este tipo de

6 7
En el caso de una terapia que solo contara, por ejem- Aquí me estoy basando ya en el modelo de la tercera
plo, de una sesión semanal única, claro está, ya no me tópica, de la que hablaré más adelante y que he adop-
atrevería a hablar de psicoanálisis del enfermo border- tado hace tiempo en mi esquema referencial, en cuya
line, sino más bien de una psicoterapia psicoanalítica; concepción la escisión del yo es una herramienta con-
pero con dos o más sesiones tal vez sí. (En tanto, desde ceptual de decisiva importancia. La escisión divide al
luego, que se den otras esenciales condiciones para aparato psíquico en dos subestructuras: la edípica o
ello, puesto que un tipo de tratamiento no puede ser ca- neurótica y la narcisista.
lificado de psicoanalítico meramente por la frecuencia
de las sesiones). Pero, en definitiva, entiendo que la
cuestión de la denominación no es a estas alturas lo
más importante a considerar.

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trauma está destinado a ser reactivado y por primitiva, mientras para otros como Marucco
tanto repetido, aunque no recordado, debido a (1985; 1999, capítulos 2, 3 y 15) configura lo in-
que ha acontecido antes de la adquisición del len- consciente desmentido-escindido; en estas cir-
guaje, tal como lo señala Freud (1937 a). Implica, cunstancias las experiencias traumáticas habrían
pues, la repetición de situaciones displacenteras. logrado inscribirse en el psiquismo, formando
Sin embargo, en esta reproducción el sujeto no parte de las primeras huellas perceptivas (Botella
necesariamente experimentará vivencias des- y Botella, 1997), aunque sin llegar a detentar el
agradables, dado que la repetición es tripartita estatus de representaciones de cosa y no pu-
(del ello, el yo y el superyó), por lo que las defen- diendo por ello ser ulteriormente articuladas con
sas yoicas pre-represivas operantes pueden a ve- representaciones de palabra (Freud, 1920). Estas
ces neutralizar las ansiedades que habrían de des- últimas habrán de ser aportadas por el analista
pertarse, aunque a costa de actuaciones del sujeto mediante las citadas construcciones, auxiliando
que suelen producir en éste y/o los demás efectos de esta manera al analizando a que logre conferir
francamente nocivos. significado a sus conductas repetitivas y posibili-
tando que tales situaciones traumáticas sean in-
corporadas a la red representacional. Así el pa-
III. Las construcciones
ciente lograría acceder al gobierno de esos trau-
Como corolario de lo que venimos descri- mas, en el intento de impedir que, en su demo-
biendo, comprendemos que el ya mencionado níaca repetición, continúen signando su destino.
análisis de lo irrepresentable constituye una Porque todo esto, antes de las intervenciones del
parte fundamental del abordaje terapéutico de analista durante la terapia, se reproduce sin tener
estos pacientes, en el que ha de apelarse a las figurabilidad psíquica. En síntesis: pertenece al
construcciones del analista, así como al análisis análisis de lo que no ha entrado en el circuito
de la transferencia -escenario privilegiado de la asociativo del paciente, por lo que no podrá ser
compulsión de repetición-, para con ello intentar evocado pero sí repetido, todo lo cual le confiere
lograr la ligazón psíquica de aquellas situaciones una potencialidad patógena.
traumáticas tempranas. (Freud, 1920; 1937 a; Bo-
tella, C. y S., 1995; 1997; Marucco, 1999; Braier,
IV. El campo tránsfero –
2009a; 2009 b).
Hay en la obra freudiana diversas referencias contratransferencial. Las interpretaciones
a las construcciones, a las que acaso Freud aca- transferenciales
baría de conceptualizar y diferenciar de las inter- Frente a ello, sabemos que estas situaciones
pretaciones cerca del final de su vida, en el ar- traumáticas, que suelen remitir al trauma básico
tículo que les dedicó expresamente, “Construc- o trauma puro (hilflosigkeit), destacado por M. y
ciones en el análisis” (Freud, 1937 a). Antes de W. Baranger y Jorge Mom en un recordado ar-
dicho artículo Ferenczi, en el Diario Clínico tículo de 1987, adquieren sin embargo, en el
(1932) había puesto énfasis en la necesidad del campo de la transferencia-contratransferencia,
empleo de las construcciones, a las que Freud ha- lo que yo llamaría una representabilidad dramá-
bría de referirse cinco años más tarde, para darles tica, que Freud ya había anticipado en su gran ar-
el lugar que les corresponde en el proceso psicoa- tículo de 1920. Ello nos permite inferir lo suce-
nalítico. dido en estas tempranas etapas del desarrollo.
Tenemos pues por delante la tarea de cons- Aquí cabe entonces apelar a las interpreta-
truir una historia sin palabras, referida a los trau- ciones transferenciales, al tiempo que estas reve-
mas arcaicos, a lo no representado que se repite. laciones nos ayudan a pergeñar las
Aludo a la recuperación de una historia perdida
que no podrá ser recordada y que corresponde a
la prehistoria infantil. De este modo intentamos
dar cuenta de lo que según algunos autores ha-
bría caído bajo la represión originaria o

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construcciones8. En efecto, la incidencia del interesan precisamente y sobre todo las transfe-
trauma psíquico temprano que se repite puede rencias narcisistas, a menudo fuertemente idea-
ser inferida en diversas manifestaciones del ana- lizadas y en relación además con la regresión
lizando, pero también de modo especial en el transferencial que pueden experimentar. Incluso
agieren del campo transferencial. Por ejemplo, llegan a producirse transferencias de las llamadas
en las situaciones en las que el enfermo se siente adictivas; y también nos encontramos con las in-
abandonado por nosotros, tendiendo a reprodu- tensamente erotizadas, que suelen sobrevenir
cir automática e inconscientemente, como su- prontamente y que, tal como lo señala Etchego-
mido en un destino fatídico y demoníaco que lo yen (1986, p 188-9), responden más bien a com-
gobierna, el rechazo que otrora experimentó, in- ponentes de naturaleza psicótica o al menos cer-
clusive -siempre inconscientemente- llegando a cana a esta.
provocarlo (Freud, 1920); o aun nos abandona, O. Kernberg y otros (Kernberg, 2016) han
anticipándose, en una suerte de transformación creado un procedimiento terapéutico específica-
en lo contrario y pasaje de pasivo a activo, ante el mente para enfermos fronterizos y otras patolo-
temor -inconsciente por lo general- de ser aban- gías narcisistas, focalizado en la interpretación
donado por nosotros, lo que suele constituir un de la transferencia con el terapeuta. Más allá de
motivo de deserciones en el tratamiento. (Braier, la indiscutible utilidad, necesidad y pertinencia
2009). Nos dice Freud en su decisivo trabajo de del empleo de la interpretación transferencial,
1920: tanto en el tratamiento analítico clásico como en
los psicoanálisis modificados (como alguna vez,
«Se repiten injurias narcisistas […] los enfermos reitero, les llamó el propio Kernberg) o en las psi-
repiten en la transferencia todas estas ocasiones coterapias psicoanalíticas, tengo mis reservas
indeseadas y estas situaciones afectivas doloro- acerca de una técnica de estas características, que
sas, reanimándolas con gran habilidad. Se afa-
podría llegar a ahogar al paciente, en una situa-
nan por interrumpir la cura incompleta, saben
procurarse de nuevo la impresión del desaire,
ción de encierro, al quedar este prácticamente li-
fuerzan al médico a dirigirle palabras duras mitado a la revisión insistente de sus manifesta-
[…]» ciones transferenciales con el terapeuta. Es que
las interpretaciones no referidas al analista, por
En definitiva, la transferencia (escenario si hiciera falta refrendarlo todavía a estas alturas
tanto de la expresión de la subestructura edípica del desarrollo de la teoría y la práctica psicoana-
como de la narcisista) permitirá, a través de la re- líticas, son válidas, igualmente necesarias y -so-
petición, que el analizando reviva en algún mo- bre todo- eficaces. De modo que lo que viene a
mento el desvalimiento de aquellos primeros es- continuación atañe también a tales interpretacio-
tadios infantiles; esto es, de su prehistoria edípica nes.
(neurosis de destino). Cabe, pues, precisar algo más sobre el parti-
Y ya que estamos ocupándonos del análisis cular: qué interpretamos, partiendo además, en
de la transferencia: como solía decir Green, los tales repeticiones, de los trastornos debidos al
enfermos limítrofes durante la cura no suelen pasaje al soma o al acto, así como de eventuales
desarrollar una neurosis de transferencia, la que fenómenos alucinatorios y de las ya mencionadas
continúa siendo un referente importante y un re- conductas dañinas del paciente, aun de caracte-
sorte de la cura esencial para muchos en el análi- rísticas maníacas o psicopáticas, que devienen de
sis clásico. Tampoco encontramos en ellos indi- la activación del trauma temprano del desam-
cios de una neurosis infantil. En estos pacientes paro (Braier, 2012). Esta activación es a su vez

8
A mi juicio no se trata de una -falsa- disyuntiva cons-
trucción versus interpretación, sino de la participación
complementaria de ambas herramientas terapéuticas.

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provocada por diversas situaciones de la vida co- habrá de ser interpretado, para que el paciente
tidiana, capaces de despertar, por ejemplo, viven- pueda evitar volver a repetir estas actuaciones, a
cias de desvalimiento y/o de exclusión. Desde punto de partida de la necesidad inconsciente del
luego, estas situaciones, que revelan el talón de yo de impedir que afloren las citadas ansiedades.
Aquiles en la sensibilidad de cada sujeto, también Continuemos un poco más refiriéndonos a
pueden ocasionar sueños y pesadillas de clara na- la transferencia del paciente fronterizo. Además
turaleza traumática, siguiendo en este punto las de tratarse a menudo de una transferencia pre-
postulaciones de Ángel Garma acerca de la géne- dominantemente narcisista, idealizada, profun-
sis traumática de los sueños (Garma, 1940). Asi- damente regresivo-dependiente, corresponde
mismo es importante interpretar las conductas mucho más a una transferencia materna antes
adictivas del enfermo en relación con objetos fá- que paterna. La propia naturaleza de la estruc-
cilmente intercambiables (como es el caso de las tura limítrofe explica que sea la que prevalece en
drogas, el tabaco, el alcohol, los video juegos, las estos enfermos.
prácticas sexuales compulsivas y promiscuas, etc. Freud llegó a explicitar sus notorias dificul-
etc.), y su conexión con los desesperados intentos tades personales para detectar la transferencia
por contrarrestar las angustias y llenar el vacío materna en sus analizados. Esto se debía, según
que suelen experimentar, en su búsqueda de un él mismo lo confesara, a que le costaba situarse
objeto que mitigue la falta del objeto primario o en el lugar de la madre, vale decir, jugar un rol
del amor de este. femenino en la transferencia. Confiaba, por lo
Analizaremos, pues, concomitantemente, la tanto, en que las mujeres analistas estarían más
eventual emergencia de los distintos tipos de an- capacitadas para captar dicha transferencia. Fe-
siedades que caben apreciar en un fronterizo: de renczi, en este sentido quizás “más femenino”
desvalimiento o aun de aniquilamiento (esta úl- que su analista y maestro, supo percatarse de la
tima ante la cercanía de una descompensación incidencia de la transferencia materna (Ferenczi,
psicótica, generalmente transitoria en los sujetos 1932) en los llamados “casos difíciles” a los que
límites), de separación, vacío o intrusión, según asistía y que en buena medida hoy cabría vincu-
los casos. Y ello, ya sea que se presenten en la lar con la patología fronteriza; y pudo con la di-
transferencia con el analista o en otros contextos. cha transferencia, adentrándose así en la revivis-
Pero también nos consta que a menudo, como cencia de las tempranas situaciones traumáticas
antes dijimos, estas ansiedades no emergen, en de sus analizandos.
función de la activación de las ya citadas defen- Esta cualidad del analista requiere especial-
sas, sobre todo pre-represivas, que han de ser ob- mente, como podrán comprender, que este haya
jeto de nuestras interpretaciones, entre las que pasado por un intensivo, profundo y prolongado
destaca la desmentida, pero también otras como análisis personal, lo que tanto defendió el maes-
las ya mencionadas transformación en lo contra- tro húngaro, cuando denunciaba que los análisis
rio o el pasar el sujeto de pasivo a activo; asi- de los propios analistas eran por entonces dema-
mismo en mi experiencia como analista y tam- siado breves y por ende insuficientes, propug-
bién desde la supervisión, he detectado con fre- nando que un analista debería siempre estar tan
cuencia la presencia en estos casos de la identifi- bien o aun mejor analizado que sus pacientes9).
cación con el agresor en el sentido annafreudiano Ello habría de permitirle a un analista varón asu-
(A. Freud, 1936) de esta denominación, así como mir el rol materno, como así también capacitarlo
la identificación proyectiva cuando el sujeto para poder controlar, comprender y sacar par-
busca un depositario de sus aspectos yoicos más tido de las intensas vivencias contratransferen-
desvalidos y frágiles (Braier, 2012). Todo esto ciales que se suelen experimentar en estos casos.

9
Ferenczi tuvo el especial mérito de insistir en que el que por ello debía ser considerado “la segunda regla
análisis didáctico del analista era de tal importancia fundamental” del psicoanálisis. (Ferenczi, 1928).

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Siempre basándose en los trabajos fundantes formal, especialmente en los sueños de los pa-
de Freud, Ferenczi ahondó en la repetición del cientes10.
trauma en el proceso analítico. No solo consideró Freud prácticamente no habló de la regre-
los traumas infantiles por abuso sexual (Ferenczi, sión en el contexto de la cura analítica y sí en
1933), sino que se refirió también a los traumas otros campos, como el de los sueños y el de la
tempranos del desamparo o desvalimiento. (Fe- psicopatología. Sin embargo, he encontrado una
renczi, 1932). excepción en su obra, que me parece muy signi-
Los objetivos terapéuticos del análisis desde ficativa y por lo que he de reproducirla:
esta perspectiva parcial son, pues, como venimos
viendo, tanto por medio de las construcciones «[…] en la vida anímica no puede sepultarse
como de las interpretaciones transferenciales y nada de lo que una vez se formó, que todo se
las no referidas al analista, los de establecer nexos conserva de algún modo y puede ser traído a la
luz de nuevo en circunstancias apropiadas, por
asociativos, creando una red representacional;
ejemplo en virtud de una regresión de suficiente
«historizar» (Lacan), evitando asimismo la re- alcance.» (Freud, 1930 [1929]. Las cursivas son
presión y -sobre todo- la desmentida de las situa- mías).
ciones traumáticas.
Pero el psicoanálisis ha contado con grandes
V. La regresión terapéutica expertos en el tema. Creo que el primero de ellos
Un aspecto de suma importancia en la tera- ha sido Ferenczi, conocido como “el analista de
pia es si, más allá de una regresión cronológica los casos difíciles.” (A varios de sus pacientes
d'emblée del paciente que pudiera producirse, muy probablemente hoy los consideraríamos
debida a su propia condición patológica, habre- fronterizos). El húngaro acompañó las profundas
mos de propiciar o no la instauración y el man- regresiones de sus enfermos, las cuales implica-
tenimiento de un proceso regresivo en el pa- ban reviviscencias de antiguos traumas infanti-
ciente. Esto es, si pretendemos que el tratamiento les, presentificados por la atemporalidad del in-
curse o no con una regresión terapéutica, aquella consciente y en el seno de una transferencia pre-
que el psicoanálisis norteamericano denominó dominantemente positiva.
en su momento regresión útil o al servicio del yo. ¿Cómo entendía Ferenczi la regresión tera-
Va de suyo que esta regresión se halla en estrecha péutica?
relación con el proceso transferencial, de allí que En «Principio de relajación y neocatarsis»
se hable de regresión transferencial o de transfe- (Ferenczi, 1930), cuando define la reproducción
rencia regresiva. en el tratamiento, dice que esta es: «[…] la revi-
Me parece esencial rescatar que tal regresión viscencia en análisis de las situaciones traumáti-
en todo tratamiento psicoanalítico es básica- cas escindidas, en profunda regresión si es nece-
mente un recurso para propender a la produc- sario y con un profundo acompañamiento empá-
ción de un insight genuino y confiable en el ana- tico por parte del analista.» (Las cursivas son
lizando, dado que el insight es una experiencia mías).
cognitivo-afectiva que suele verse facilitada y fa- A Ferenczi le siguieron otros, entre los que
vorecida por una regresión vivencial. cabe destacar a Balint, que fue paciente y discí-
Desde luego, me estoy refiriendo en particu- pulo suyo)11, así como a Winnicott (1954; 1964).
lar a la regresión cronológica o temporal, si bien De acuerdo con sus diferentes objetivos terapéu-
también apreciaremos las perspectivas tópica y ticos, acordes con sus marcos teóricos

10
Como sabemos, Freud solía aclarar que se trata de distintos puntos de vista. No obstante, la distinción re-
una sola y misma regresión, considerada desde sulta útil en circunstancias como esta.
11
No en vano su conocido libro, La falta básica, lleva
por subtítulo “Aspectos terapéuticos de la regresión”.

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personales, objetivos a los que no podré refe- regresión, tanto por parte del encuadre como del
rirme en esta comunicación, ambos analistas analista (de lo que en seguida hablaremos), cabe
consideraban de especial importancia las regre- pensar en la conveniencia o no de propiciar y
siones profundas de sus analizandos. sostener un proceso regresivo en estos pacientes,
En la lista de autores que han investigado el eventualmente favorecedor de la cura, pero a sa-
tema querría también citar a César y Sara Botella, biendas de que también entraña riesgos de re-
quienes han propuesto que el propio analista se traumatización y descompensación que quién
entregue a una escucha y un pensar regredientes, sabe si podremos yugular oportunamente y de
acompañando al analizando en su regresión. Los evitar un empeoramiento, así como de sacar par-
Botella tienen una particular intención: la de en- tido del trabajo terapéutico bajo la influencia de
contrar eslabones asociativos faltantes en el pa- estos angustiosos trances regresivos. No es lo
ciente y verbalizárselos a este, en busca de la li- mismo un sujeto borderline grave, con una muy
gazón psíquica. Dicho de otro modo: en esta ini- precaria organización psíquica, una casi conti-
ciativa, ha de haber de parte del analista una dis- nua prevalencia en su funcionamiento de su lábil
posición a experimentar regresiones formales subestructura narcisista, con un escaso desarro-
que acompañen a la regresión del analizando en llo de la subestructura edípica, por lo tanto al-
la búsqueda de eslabones representacionales (C. guien con riesgos de descompensación de difícil
Botella, 1999; C. y S. Botella, 1997; C. y S. Botella, control si se ve expuesto a una profunda regre-
2001). En otro lugar (Braier, 2009 b) he comen- sión temporal, que otro menos grave, que cuente
tado más detenidamente esta actividad, a mi jui- con una subestructura edípica más consistente,
cio nada fácil de llevar a cabo por un analista y tal que por momentos pueda esta gravitar en ma-
que si bien responde a una teorización coherente yor o menor medida en su funcionamiento men-
y de raíces freudianas, no nos permite apostar tal. Está claro que este último caso se presenta
porque de este modo se logren resultados tera- como más apropiado para que el sujeto experi-
péuticos apreciables. mente una regresión terapéutica, esto es, que se-
Pero al mismo tiempo es necesario tener ría más apto para tolerarla mejor y cosechar be-
presente que la regresión terapéutica en el en- neficios terapéuticos derivados de dicha regre-
fermo borderline no siempre será posible y/o sión, pudiendo aspirar a un insight y a una ela-
deseable en todas las circunstancias. Considero boración satisfactorios. Contará entonces con un
que ello depende de las condiciones propias de: yo observador que contempla a su yo vivencial,
a) el paciente, b) el analista y c), el encuadre del protagonista de la regresión.
que se disponga. Respecto del analista: ha de estar capacitado
En cuanto al paciente: en principio, habrá teórica y emocionalmente para un tal emprendi-
que observar si de por sí presenta una tendencia miento, esto es, tener claro los propósitos que lo
a la regresión espontánea, propia de su patología conducen a favorecer la regresión del paciente,
y de las particularidades e intensidad de la rela- así como si se siente capaz de conducir adecua-
ción transferencial que se estuviera instalando; damente este proceso, dadas las vicisitudes afec-
esto es, si presenta una cierta disposición para tivas que ello supone en paciente y analista.
emprender, metafóricamente hablando, un viaje Debe, para ello y en lo posible, a) tener suficien-
hacia su pasado infantil (paradojas del proceso tes conocimientos teóricos y experiencia profe-
psicoanalítico: hay que regresionar para después sional en estas situaciones tan delicadas de ma-
poder progresar en el pleno y amplio sentido del nejar, tales que les permitan desempeñarse con la
término). Sabemos incluso que no son pocos los necesaria empatía y destreza; b) Su análisis per-
pacientes que se resisten a experimentar una re- sonal habrá de ser suficientemente profundo,
gresión en el tratamiento. (M. Baranger, 1969). continuado y prolongado. De más está decir que
Asimismo, la gravedad del cuadro clínico nos estas situaciones ponen seriamente a prueba al
alertará en cuanto a que la regresión pueda re- analista y es por eso que aquél adquiere una im-
presentar un arma de doble filo: más allá de la portancia crucial. El autoanálisis de la contra-
existencia de condiciones favorables para la transferencia juega un papel fundamental en

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estos casos, dado que suele caracterizarse por los (equipamiento interno equivalente en esta ana-
intensos sentimientos que pueden despertarse en logía a lo que hoy llamamos el encuadre interno
el analista, entre los que se cuentan: angustia, del analista), este precisará además ya en el qui-
desazón, una intensa conmoción, fuertes deseos rófano de una buena iluminación, ayudantes e
de proteger al paciente, en ocasiones malestar, instrumental adecuados para realizar una inter-
hasta llegar a la ira, etc. etc., todo esto ya sea vención quirúrgica que se vea coronada por el
como expresión de la identificación concordante éxito. Pues eso es el encuadre, en su versión más
como de una identificación complementaria en favorable, claro está, adecuada a las circunstan-
el sentido que les da Racker (1959), emociones cias. No es lo mismo si tenemos que lidiar con las
todas que demandan ser comprendidas y elabo- vicisitudes de un enfermo grave asistiéndolo solo
radas para devolver un mensaje al paciente en el una vez por semana o cada quince días, cuando
que reine Eros y que resulte terapéuticamente estaría necesitando por lo menos dos sesiones se-
acertado y eficaz. Pronto volveré a ocuparme de manales para que podamos aspirar a realizar una
la contratransferencia. labor más efectiva. Verdad de Perogrullo, cierto
es, pero quería comenzar por lo más obvio, por
Acerca de las condiciones del encuadre: lo que representa una gruesa evidencia. Es que
una cosa es que se pueda contar con el estableci-
Toca mencionar las condiciones deseables
miento de un encuadre favorecedor del proceso
que en sus aspectos temporales y espaciales ha-
terapéutico que se pretende tenga lugar, que al
bría de tener el encuadre en relación con el desa-
revés, sean las condiciones adversas del encuadre
rrollo de una regresión terapéutica en lo que a
las que condicionen y definan el tipo de proceso
este tipo de patología se refiere.
y la forma de proceder del terapeuta que habrán
Las variantes del encuadre tienen, desde ya,
de darse. Cuando menciono la palabra encuadre
otras implicaciones, las cuales trascienden la
estoy, como vemos, aludiendo al concepto clá-
cuestión de la regresión, pero comenzaremos
sico de este, el cual se refiere básicamente a los
analizando lo concerniente a esta.
aspectos “externos” del mismo, concertados en-
Ante todo, debo aclarar que soy de los que
tre terapeuta y paciente; entre ellos los concer-
piensan que hay una estrecha relación entre pro-
nientes a las condiciones espacio-temporales. Y
ceso terapéutico y encuadre. Esto significa que el
aquí, qué quieren que les diga, no me es sufi-
encuadre constituye un conjunto de condiciones,
ciente con acudir al tan concurrido expediente de
previamente convenidas con el paciente, de las
la posesión del así llamado “encuadre interno”
que mientras sea posible hemos de disponer para
del analista para salir del paso en cuanto a los in-
que se lleve a cabo exitosamente el tratamiento.
convenientes con que nos encontramos en la
En el mejor de los casos, estas condiciones del
práctica ante encuadres desfavorables, con fre-
encuadre resultarán facilitadoras y favorecedoras
cuencia desmantelados (sobre todo con relación
del desarrollo del proceso terapéutico que pre-
al número de sesiones semanales), para desarro-
tendemos emprender. Y aunque la metáfora del
llar nuestra labor terapéutica.12
cirujano tiene últimamente mala fama en el
Ahora bien: yendo específicamente a la cues-
mundo psicoanalítico, permítanme recurrir a
tión de la regresión del analizando, entiendo que
ella por esta vez: se trata, en la medida de lo po-
la mayor parte de los autores aceptan que existe
sible, de contar con los componentes necesarios
una relación entre regresión y encuadre. Me he
para que una determinada intervención quirúr-
ocupado de ello en un texto anterior, por lo que
gica tenga éxito. Más allá de la destreza y expe-
no me extenderé en esta cuestión (Braier, 1990).
riencia que pueda poseer el cirujano

12
Recientemente me he referido al origen, significado
y utilización del concepto de encuadre interno (Braier,
2021).

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Braier, E. El tratamiento psicoanalítico del paciente borderline 10

He encontrado escasas excepciones a este aserto. para el bordeline, esta vez por otros conductos.
Hay una en particular, digna de ser tenida tener Porque, ¿qué es lo que a menudo le ha sucedido
en cuenta, puesto que proviene de un colega que a este? Que de pequeño le faltó precisamente,
fuera uno de los mayores conocedores de las teo- como diría Winnicott, la mirada de la madre. Por
rías de la técnica psicoanalítica. Me refiero a Ho- ello puede ser de sumo interés que cuente perma-
racio Etchegoyen, entrañable maestro argentino, nentemente durante las sesiones con la mirada
que además me honró con su amistad en sus úl- atenta del analista. El hecho de no poder verlo
timos años. Etchegoyen sostenía que la regresión que supone estar recostado en el diván, con el
del paciente es un fenómeno que depende exclu- analista sentado detrás (a menos que se sitúe a un
sivamente de este y que en nada intervienen el costado y el paciente pueda en alguna medida
analista ni el encuadre (Etchegoyen, 1979; 1986); verlo, percibir su mirada) le hace revivir la au-
nunca he estado de acuerdo con ello. Considero sencia del objeto materno, y esto para los más
que en lo que al número de sesiones respecta, es graves puede resultar insoportable. Es frecuente
necesario contar con una cierta frecuencia sema- que sea el propio paciente quien decida acerca de
nal (yo diría por lo menos dos o más sesiones), esta cuestión, ya sea porque antes probó recos-
tal que las mismas contribuyan con su continui- tarse en el diván y ello reactivó en él ansiedades
dad y estabilidad al establecimiento y manteni- de desamparo, vacío o separación que les resul-
miento de la regresión transferencial, cuando nos taban difíciles de tolerar, y/o a priori se siente
hemos decidido por promoverla estratégica- más cómodo, prefiere y hasta necesita la posición
mente en el proceso terapéutico. Pero además es- cara a cara, que lo tranquiliza y reconforta.
timo que tampoco es indiferente ni mucho me- Una vez más nos encontramos con las intui-
nos, en lo que a lo espacial se refiere, que emplee- ciones de Ferenczi, nacidas de su compromiso
mos el diván o la posición cara a cara. Y aquí con sus pacientes, de sus esfuerzos para com-
comprobaremos que parte de lo del “traje a me- prenderlos y ayudarlos: «La fidelidad al principio
dida” del que les hablé al comienzo de este tra- según el cual el paciente debe estar tumbado fue
bajo, concierne al encuadre a establecer, siempre traicionada ocasionalmente por el impulso indo-
y cuando dispongamos de la posibilidad de dise- mable de los enfermos a levantarse de golpe, a
ñar, junto al paciente, el que más se ajuste a sus deambular por la sala o a hablar conmigo mirán-
necesidades y características. (Aunque a menudo donos a los ojos» (Ferenczi, 1930, p 97. Cursivas
tengamos que conformarnos con el encuadre po- del autor).
sible). Estoy persuadido de que el empleo del di- «Mirándonos a los ojos…», desliza Ferenczi.
ván, en tanto supone una deliberada deprivación Llegados a este punto, recuerdo también lo
sensorial para el analizando, no solo promueve el que Arnaldo Rascovsky decía acerca de la impor-
desarrollo del proceso transferencial sino que, en tancia de la comida familiar, esto es, de los hijos
íntima relación con este, es facilitador de la re- junto a sus padres, tan descuidada en la sociedad
gresión; la induce. De este modo, el uso del di- moderna (en la que, por otra parte, hay cada vez
ván, aunado a una frecuencia suficiente del nú- más enfermos limítrofes…). Junto a la comida,
mero de sesiones, brindará las condiciones apro- los hijos introyectaban la imagen y las palabras
piadas a la hora de decidirnos por procurar una de sus padres. Podemos decir que en esos mo-
regresión útil en el paciente. mentos también se «comían con los ojos» a sus
Pero ya hemos mencionado que en el bor- padres. Rascovsky le otorgaba un papel de espe-
derline la regresión terapéutica no siempre estará cial importancia, junto al oral, al factor visual en
indicada, ya que no se halla exenta de riesgos, so- los procesos de introyección e identificación del
bre todo en los casos más graves. En tales cir- niño (Rascovsky, 1973), lo que es decir en la
cunstancias, por el contrario, el analista podrá constitución del psiquismo, tanto del yo como
optar por una estrategia opuesta: renunciando, del superyó. La introyección visual de la repre-
transitoria o definitivamente a promover dicha sentación del objeto ya se inicia con el pecho ma-
regresión, recurrirá a la posición cara a cara, que terno y continúa con la de la madre y el padre. El
entraña la posibilidad de beneficios terapéuticos analista argentino enfatizaba que las

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identificaciones se basan en la presencia real del de establecer y sostener una relación basada en la
objeto. Estas consideraciones adquieren un espe- empatía, a la que tanto se refirió Ferenczi, es fac-
cial interés a la hora de plantearnos qué puede tible que podamos percibir parte de las angustias
hacer el psicoanalista para ayudar a construir un que nos trasmite el paciente y discernir de cuáles
yo en el paciente limítrofe. Pero este tema escapa de ellas se trata. Sabemos que las angustias pri-
a los límites de este trabajo y quedará pendiente mitivas del borderline suelen ser bastante dife-
de tratar en una próxima ocasión. De todos mo- rentes de las de un sujeto neurótico. A veces, si-
dos ya tenemos algunos sustentos teóricos sufi- guiendo a Bergeret (1974), esto resulta útil para
cientes para preferir el “cara a cara” cuando se hacer el diagnóstico de paciente límite, porque se
trata de fronterizos más graves, con un aparato tiene una peculiar, acaso inefable sensación, aun-
psíquico muy deficitario y lábil. que mitigada en nosotros, de una angustia espe-
Retomaré lo atinente al número de sesiones cialmente desgarradora, que suele, por ejemplo,
semanales para trasmitir someramente algunas remitir a la falta del objeto interno que es el sos-
ideas en relación con las ansiedades preponde- tén del ser. Y no es solo una cuestión de mera in-
rantes en cada caso. Si se trata de las de vacío, se- tensidad.
paración o desamparo, lo óptimo será que la fre- Por lo demás, hemos de ser capaces de auto-
cuencia de las sesiones sea la suficiente para evi- analizar nuestra contratransferencia para poder
tar el incremento de tales ansiedades. Si en cam- utilizarla como una auténtica herramienta téc-
bio las que prevalecen son angustias de intrusión nica. Así, por ejemplo, percibir lo que sería una
o invasión, quizás convenga disminuir el número identificación complementaria dentro de la con-
de sesiones y/o espaciarlas más. (Concomitante- tratransferencia (Racker, 1959). Siguiendo ahora
mente las intervenciones verbales del terapeuta a León Grinberg (1956) es cuando, debido a una
podrán ser más cortas y/o más aisladas para evi- contraidentificación proyectiva, como él le lla-
tar el surgimiento de tales angustias). maba, comprobamos que estamos siendo deposi-
tarios de una intensa identificación proyectiva de
nuestro paciente, ya sea de aspectos desvalidos y
VI. La contratransferencia
desvalorizados de sí mismo como de un objeto
Freud apenas había hecho alusión a la con- interno perseguidor, con el cual circunstancial-
tratransferencia (Freud, 1910; 1915). Ferenczi en mente nos identificamos en el trascurso del tra-
cambio escribirá en 1919 directamente acerca de tamiento.
su empleo, en «Dominio de la contratransferen- Por otra parte no debemos dejar de tener en
cia». cuenta que las distintas características y la inten-
En lo concerniente a este punto de la técnica sidad de los fenómenos transferenciales en el
psicoanalítica el húngaro fue, evidentemente, un analizando están fuertemente influidas por la
pionero. Tendrán que pasar, después de su Dia- contratransferencia del analista. Y yo agregaría
rio Clínico de 1932, en el que encontramos diver- entonces: esto último es debido a las consecuen-
sas referencias al tema, más de quince años para cias que derivan de su manejo, adecuado o no,
que empiecen a surgir los, eso sí, notables desa- por parte del analista y que se reflejan no sólo en
rrollos por parte de H. Racker (Racker, 1959) y sus intervenciones verbales, en cuanto a su con-
de P. Heimann (Heimann, 1959; 1959 a). tenido, inflexiones de la voz, etc, sino también en
Cada vez trabajamos más atendiendo a lo sus manifestaciones preverbales, todo lo cual
que sucede en la mente y emociones del analista puede ser captado por el analizando. Vale decir,
en lo que a la contratransferencia se refiere. Ni que la transferencia analítica no es, en rigor, el
que decir tiene la utilidad que posee el autoaná- resultado de una mera y espontánea proyección
lisis de la misma para una mejor comprensión y del analizando per se, sino que su producción y
tratamiento del paciente limítrofe. Desde la ne- desarrollo están en buena medida condicionados
cesaria identificación concordante (Racker, por la conducta del analista, en una interrelación
1959) que debe experimentar el analista, esto es, muy íntima e indisoluble entre transferencia y
de su yo con el yo del paciente, en la necesidad contratransferencia. ¡Es que en el tratamiento

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Braier, E. El tratamiento psicoanalítico del paciente borderline 12

psicoanalítico el objeto de la transferencia no es favorecía el ser inteligente, ocurrente y capaz de


precisamente un objeto inanimado...!, y por ende agudas reflexiones.
la transferencia analítica no se explica simple- El tratamiento fue muy duro y difícil. Diana
mente como un producto exclusivo de las pro- no acababa de confiar suficientemente en mí, al
yecciones del paciente. Si, por ejemplo, tenemos igual que lo que le sucedía con los hombres que
una posición distante y/o excesivamente silen- conocía y que incluso conseguía que se enamora-
ciosa, tal que el sujeto limítrofe la perciba afecti- ran o al menos se interesaran por ella.
vamente como fría, estaremos propiciando una En los primeros tiempos de su análisis man-
proyección de sus objetos persecutorios o aban- tenía una práctica sexual compulsiva y promis-
donantes sobre nosotros y, por ende, una trans- cua. Asimismo, lo habitual era que realizara ma-
ferencia negativa. las elecciones de pareja, vinculándose con sujetos
Aquí quiero además recordar lo que a estas con rasgos psicopáticos (subrogados de la figura
alturas se viene repitiendo con énfasis en la lite- de su padre) que indefectiblemente terminaban
ratura psicoanalítica contemporánea: la utilidad dañándola e incrementando en ella su descon-
de recurrir a los sentimientos contratransferen- fianza y odio a los hombres, nacidos de su trau-
ciales para incluirlos en el contexto de la relación mática relación con su progenitor. (Compulsión
con el paciente, poder comprenderlo mejor y de repetición más allá del principio de placer).
operar terapéuticamente. Me limitaré a un senci- Si hubo un claro indicio de la existencia de
llo ejemplo a través de una breve viñeta en torno ciertos progresos de Diana en su tratamiento, ese
a una paciente limítrofe, cuyo tratamiento fue fue el significativo cambio que experimentó
para mí asaz dificultoso y accidentado. acerca de esta cuestión. En efecto, empezó a rela-
Tratábase de una joven que analicé en Bar- cionarse con hombres que se mostraban genui-
celona hace mucho tiempo, a la que llamaremos namente interesados por ella y que aspiraban a
Diana. Era hija única. Sus progenitores eran dos establecer una unión estable. Sin embargo, la
seres psíquicamente muy enfermos. Diana aún compulsión de repetición volvía a exteriorizarse
vivía con ellos, mientras trabajaba y cursaba es- en este terreno: Diana los terminaba rechazando,
tudios universitarios. provocando tal tipo de conflictos, desavenencias
Su padre, con evidentes rasgos perversos y y riñas, aun con aquellos muy valorados o in-
sádicos, había al parecer intentado abusar sexual- cluso amados por ella, que las relaciones apenas
mente de ella cuando niña. Representaba una fi- le duraban unos pocos meses. Ellos no alcanza-
gura sombría que la aterrorizó siempre y del cual ban a comprender los porqués de las reacciones
no guardaba prácticamente ningún buen re- iracundas de Diana.
cuerdo; su madre en cambio era según Diana En el fondo de todo esto perduraba sin em-
bondadosa, pero se hallaba aquejada de una pro- bargo un trauma precoz, el del desamparo, rela-
funda y permanente depresión, de características cionado con una madre deprimida que no habría
melancólicas. podido investir suficientemente a la pequeña
Entre sus alteraciones, Diana registraba una Diana, lo que en cierto grado recuerda «el sín-
cierta adicción a drogas como la marihuana y la drome de la madre muerta» que describe Green
cocaína; experimentaba cierta ansiedad y desaso- (1980).
siego casi permanentes, así como frecuentes e in- A todo esto, Diana se mostraba a menudo
controlables ataques de ira, que solían culminar abiertamente hostil en su relación conmigo. A
en gritos y escandalosos altercados. veces me gritaba, montando escenas en la que es-
Si bien contaba con algunos amigos, se sen- tallaba de ira ante la más mínima cosa. Costaba
tía sola y luchaba denodadamente por elevar su mucho que se calmara. Sin embargo, no dejaba
alicaída autoestima. de asistir puntualmente a las sesiones y el trata-
Pese a todo, Diana tenía cierto éxito en su miento seguía su curso. No tardé en comprender
relación con los hombres. Sin ser especialmente que, como lo habría hecho Ferenczi con algunas
bonita, su persona resultaba atractiva. La de sus “pacientes difíciles”, debía yo soportar es-
toicamente estas reacciones de la paciente,

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permitiéndole tales descargas de rabia, en tanto revivir situaciones traumáticas y exteriorizar sus
no acababa de fiarse de mí, todo esto por obra y afectos en el campo de la transferencia analítica.
gracia de una transferencia paterna negativa, que A sus ataques de ira, además de interpretar su
con frecuencia viraba hacia otras de característi- transferencia paterna o la materna (en relación
cas maternas, en busca de contención y protec- con una madre que no acababa de investirla de-
ción. En sus estallidos de furia y llanto en plena bido a su depresión melancólica), lograba yo res-
sesión llegó a pasar por verdaderos estados con- ponderle con calma y afectuosidad, en una suerte
fusionales. He de decir que no recuerdo haber te- de experiencia emocional correctiva que podría
nido que soportar, controlar y analizar nunca an- recordar en alguna medida las propuestas de Ale-
tes ni después por tanto tiempo, sentimientos xander (1946), aunque ello no fuera estricta-
contratransferenciales de tal magnitud, tanto de mente mi propósito.
frustración e impotencia como -sobre todo- de En un momento dado sucedió que una vez
malestar, enfado y rechazo, como me sucedió en más había dado calabazas a un mozo que según
aquella ocasión, procesándolos yo de tal modo de su descripción la amaba de verdad y era una bella
lograr finalmente controlar la situación. Diana persona, además de ser especialmente querido
ponía a prueba una y otra vez mi tolerancia. Fi- por ella. Paulatinamente por entonces, ante mi
nalmente creo que yo lograba trasmitirle mi experiencia clínica, me iba convenciendo de que
aceptación y capacidad de contención. Fue un una buena alternativa para un paciente border-
ejercicio colosal para mí, una verdadera prueba line es obtener el genuino amor de un objeto real
de fuego en cuanto al control de mis sentimien- externo significativo (al que he propuesto lla-
tos contratransferenciales, habiendo salido -rela- marle ORES), proveedor de los indispensables
tivamente, como pronto veremos- airoso de ello. suministros afectivos para conseguir un equili-
Representarme a la paciente como la niña asus- brio y una compensación ante las tantas injurias
tada y desamparada, al tiempo que furiosa, que y heridas narcisistas padecidas. (Braier, 2012).
persistía y latía en la Diana adulta, me ayudó a Me refiero a lograr establecer un vínculo afectivo
mantener una contratransferencia positiva13. y poder sostenerlo en el tiempo. Comprendí que
Su búsqueda del objeto salvador, inevitable- ello podía ser un factor decisivo para que Diana
mente idealizado, era tan insistente como infruc- alcanzara una mejoría o incluso un cierto bienes-
tuosa. La fatídica compulsión tanática de repeti- tar. Creo que fue en ese preciso momento cuando
ción, con sus arranques de cólera, la llevaba al cristalizó en mí un pensamiento que viví como
fracaso de todos aquellos vínculos amorosos que un aserto, definitorio de esta problemática que
impresionaban a priori como prometedores. Y presentaba la paciente. Pensé, primero para mis
esto a pesar de mis interpretaciones. Claro, ella adentros: “Esta chica no logra confiar en nadie y
tampoco creía en la bondad de estas; no creía en no puede creer que alguien la pueda querer”. Era
mi bondad, en que yo pudiera ser alguien –una esta conclusión no sólo la consecuencia de haber
madre o un padre analista- capaz de quererla y asistido a sus frustradas relaciones con varios
cuidarla. hombres, sino también un producto de la com-
Todo esto se ponía al rojo vivo a raíz de la probación de lo que acontecía en el campo
regresión que experimentaba en el marco de un mismo de la transferencia-contratransferencia,
encuadre apropiado (de dos sesiones semanales y dado que Diana, como antes dije, no terminaba
con empleo del diván) para que ella pudiera de confiar en mí. La joven se había ganado, pese

13
Mucho tiempo después leí a Ferenczi: «El paciente de ella se deriva, siendo precisos muchos esfuerzos,
se instala entonces en la situación de frustración que mucha comprensión y mucho tacto para conseguir la
tan bien conocemos y que reproduce en principio, a reconciliación en tales condiciones, de modo contrario
partir del pasado, la rabia impotente y la parálisis que a la alienación que persistía durante la infancia» (Fe-
renczi, 1931. Las cursivas son mías).

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Braier, E. El tratamiento psicoanalítico del paciente borderline 14

a todo, mi simpatía y aun mi cariño, pues era gran medida de mis propias sensaciones contra-
buena persona, sufrida, luchadora e inteligente, transferenciales.
digna de consideración y que había despertado Diana mantuvo a lo largo de los años su co-
en mí firmes deseos de ayudarla (y, maternal- municación conmigo. Me enviaba correos elec-
mente, de protegerla); como vengo comentando, trónicos de vez en cuando, que incluían fotogra-
había hecho yo hasta el momento un esfuerzo fías en las que aparecía en compañía de su ma-
descomunal para soportar sus frecuentes berrin- rido y sus hijos. Al parecer se sentía muy bien y
ches; pero chocaba casi siempre con su descon- se consideraba razonablemente feliz.
fianza y hostilidad. Tanto es así que, luego de uno No volvió a analizarse.
de los ruidosos desplantes a los que me tenía
acostumbrado, enfadada y desesperanzada, inte-
VII. La presencia del analista como aliado
rrumpió bruscamente el tratamiento, no sin an-
del paciente
tes decirme que no le había servido de nada.
Pasaron varios años. De pronto, Diana me Al hilo de lo que acabo de describir en la vi-
buscó para volver a comunicarse conmigo; y para ñeta clínica, en la que destaco el papel de la con-
manifestarme -por fin- su gratitud. Me contó que tratransferencia, querría continuar todavía un
hizo otros intentos de análisis, repetidamente fa- poco más comentando la posición del analista
llidos, en los que solía terminar peleándose con ante el enfermo borderline.
sus analistas (algunos de los cuales al parecer Me interesa remarcar la necesidad de estos
tampoco pudieron disimular su enfado). Pero pacientes de contar con la presencia estable de un
ahora Diana se hallaba muy contenta. Por fin ha- analista, confiable y contenedor. Ello demanda
bía encontrado a un hombre que la quería, en una serie de actitudes por parte de este, encami-
quien creía y a quien amaba. Se había casado con nadas a brindarle al paciente una experiencia co-
él y formado una familia. Ya tenía dos hijos, a los rrectiva, dada por la constancia del objeto y la
que quería profundamente, por todo lo cual se posibilidad de una estabilidad del vínculo con
sentía «muy feliz y mejor que nunca». Me recor- este; todo lo contrario de aquello que el enfermo
daba como alguien bueno, cálido y que había te- suele haber padecido en sus relaciones con los
nido una gran paciencia para con ella; pero por objetos que tuvieron a su cargo las funciones pa-
esos años, me dijo, no había podido aprovechar rentales.
debidamente aquella experiencia analítica con- Debemos estar dispuestos, como ocurre con
migo. Sin embargo una frase, que yo solía repe- los psicóticos, a responder a llamadas telefónicas
tirle a modo de interpretación tantas veces como aun en horarios intempestivos, a mails y
ella repetía sus conductas autodestructivas en sus whatsapps, al pedido de sesiones adicionales,
relaciones de pareja y en la relación conmigo, etc.14; ejercitando nuestra paciencia, compren-
permaneció en su recuerdo y, según me aseguró, sión y tolerancia, hasta donde ello sea humana-
la había ayudado a lo largo del tiempo a confiar mente posible y recomendable, dado que tam-
en quien ahora era su marido y, en definitiva, a bién habrá pacientes que se exceden en sus de-
cuidar y preservar su vínculo con él. Podría re- mandas y a los que habrá que ponerles un límite.
construirse más o menos de la siguiente manera: En fin, esto nos interpela específicamente en
«Usted nunca termina de creer que pueda haber cuanto al candente tema de la neutralidad téc-
alguien en el mundo que realmente la quiera». nica. Aquí diré que soy partidario de un aparta-
Recordemos que esta intervención mía, que a la miento de la misma con estos pacientes severa-
larga parecía haber surtido efecto, provenía en mente perturbados, para asumir definidamente
una actitud que llamo de aliado del paciente y,

14
Green (2010) ha sido uno de los autores relevantes
que apoyó decididamente estas actitudes del analista.

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entre otras cosas, contribuir con ello a la conso- de esta, asumida inicialmente de manera más
lidación de una alianza terapéutica. No olvide- bien intuitiva, diría, y sin mayores fundamentos.
mos que nos hallamos ante enfermos que, ha- Ahora bien, desde hace algunos años, esta
biendo sufrido grandes carencias y maltratos, posición de aliado del paciente se ha visto en mí
evidencian a menudo una escasa tolerancia a la reafirmada, tanto en el nivel teórico como en la
frustración, así como una gran desconfianza y práctica misma, por el conocimiento de los tex-
hasta desesperanza en cuanto a lo que puedan es- tos y de las experiencias clínicas de Ferenczi,
perar de los demás. Mantener una distancia afec- quien destacaba además la importancia de la au-
tiva similar a la que se acostumbra con los neu- tenticidad y la reciprocidad del analista (Martín
róticos puede llevar al fracaso del tratamiento, Cabré y otros, 2017) y cuyas propuestas tuvieron
cuando no directamente a su interrupción. una continuidad en las descripciones de autores
El título de aquel valioso libro de Sacha Na- como Balint, así como con Nacht y muchos otros
cht, La presencia del psicoanalista, es sumamente que le siguieron, más cercanos en el tiempo.
sugerente a este respecto, si bien, desde un sen- Sucede que no en vano ha sido este hombre,
tido más estricto, requiere aclarar que mi postura Ferenczi, más allá de sus errores (que reconocía,
se asemeja y coincide en algunos puntos particu- lo que lo llevaba a rectificar sus técnicas), el pri-
larmente con una de las acepciones de lo que su mero en atreverse a cuestionar la actitud analí-
autor llamó la presencia del psicoanalista, las que tica tradicional y rígida, sosteniendo, entre otras
son diferentes de las de Lacan (Nacht, 1966). Se cosas, que el analista debía tener «una actitud
trata de la que Nacht precisa en el caso de pacien- amistosa y benévola». (Ferenczi, 1930). Así dirá:
tes que han sufrido traumas reales a lo largo de
su vida, en los que la actitud de estricta neutrali- «[…] no puede negarse que la fría objetividad
dad técnica puede representar un serio inconve- del médico puede adoptar formas que enfrenten
niente para lograr el éxito terapéutico, necesi- al paciente con dificultades inútiles e inevitables;
deben existir medios para hacer perceptible al
tando, por el contrario, de una “entrega repara-
paciente nuestra actitud amistosamente bené-
dora” por parte del analista, que para Nacht se vola durante el análisis, sin abandonar por ello
traduciría en intervenciones más frecuentes y el análisis del material transferencial ni caer en
menos breves, prolongación del tiempo de las se- el error de quienes tratan al neurótico con una
siones y otras medidas. Yo lo he ampliado con severidad o un amor fingidos, y no del modo
actitudes como las antes citadas, en una oferta al analítico, es decir con una sinceridad total.» (Fe-
paciente ante el que me presente, en términos del renczi, 1930. Las cursivas son mías).
propio Nacht, como un objeto “bueno” que con-
trarreste la acción de los objetos “malos” que ha- En una oportunidad manifesté:
bitan su mente.
Transcurridos más de veinte años de haber «Sándor Ferenczi es conocido, entre otros apela-
tivos, como “el analista de la ternura”; y uno se
analizado con resultados exitosos a otra paciente
contagia un poco al leerlo […]. Según una opi-
borderline, con graves alteraciones y luego del nión autorizada, nada menos que la de André
tratamiento muy mejorada, aún recibo sus agra- Green, Ferenczi es el fundador del psicoanálisis
decidos saludos en ocasión de las fechas tradicio- moderno. Por ello es recomendable conocer su
nales. La más reciente correspondencia que me legado, revisarlo y analizarlo» (Braier, 2018).
envió tiene el siguiente, significativo encabeza-
miento: «A mi analista del alma y de alma». (Las En los que serían los últimos años de su vida,
cursivas son mías). Yo lo traduzco más o menos muchas de las cosas que Ferenczi valientemente
así: «A mi analista de la mente, de todo corazón». se atrevió a proponer en relación con la técnica
Es que en estos casos hace falta dar algo más, psicoanalítica, encajan notablemente con las mo-
dentro de la especial relación terapéutica que dificaciones que se han venido sucediendo en la
cabe establecer con los enfermos limítrofes. En práctica con los pacientes fronterizos de nuestro
mi caso la actitud que asumo en mi práctica clí- tiempo. En «Principio de relajación y
nica viene de muy lejos, casi desde los comienzos

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Braier, E. El tratamiento psicoanalítico del paciente borderline 16

neocatarsis”, de 1930, nos encontramos con co- dado proviene de su subestructura narcisista o de
mentarios como los siguientes: la neurótica. ¿Cuál de las dos posee el comando
psíquico en ese momento? ¿Desde dónde nos está
«El efecto de choque de la intervención brutal de hablando el paciente? Esto mientras ello se pueda
la sesión del análisis me obligó en más de una percibir y discernir, lo cual no siempre será fac-
ocasión a prolongar la sesión hasta el final de la tible. ¿Es Narciso ahora mismo, o es Edipo? En
reacción emotiva, incluso a consagrar al en-
todo esto nuestra contratransferencia, más preci-
fermo dos sesiones al día o más».
samente en este caso la identificación concor-
Y poco más adelante escribe: dante y empática de nuestro yo con el yo del pa-
ciente, cumple un papel decisivo. Intentamos po-
«Yo tenía grandes escrúpulos de conciencia de- nemos “en su piel” para dilucidar esto, lo que ha
bido a estos fallos en la regla fundamental, y mu- de suceder de manera espontánea, claro está. Ello
chos otros que no puedo enumerar aquí, hasta puede condicionar el que interpretemos, inten-
que recibí las palabras consoladoras de personas tando de este modo hacer consciente lo incons-
con autoridad: los consejos de Freud15 no eran ciente, o bien que no lo hagamos, dado que nues-
de hecho más que recomendaciones para princi- tra interpretación (también en el caso que se trate
piantes, que debían protegerles de los errores y de una construcción) caería en saco roto. Es que
los fracasos más aparentes; casi no contenían in-
de ambas subestructuras es aquella en la que im-
dicaciones de naturaleza positiva, y en conse-
cuencia se permitía gran libertad a la valoración
pera el ideal del yo, la más evolucionada y capaz
personal del analista en la medida en que podía de recepcionar adecuadamente nuestras inter-
explicarse las consecuencias metapsicológicas16 venciones, así como de trabajar de manera fruc-
de su conducta». tífera con ella, aunque al paciente le hablemos en
ese momento… de sus trastornos narcisistas.
Eventualmente, las reservas yoicas de su subes-
VIII. La comunicación verbal
tructura neurótica pueden alcanzar para resca-
De los enfermos borderline diría que por lo tarlo de quedar sumido en una regresión invali-
general no deberíamos esperar que en sus comu- dante de su pensamiento, permitiéndole el ejer-
nicaciones asocien libremente. Aceptemos en cicio de la autoobservación, tal como si se diera,
cambio que comuniquen lo que puedan y como como antes mencioné, un desdoblamiento de su
puedan. Si de hecho asociar libremente es algo yo en un yo infantil y deficitario y un yo más evo-
sumamente difícil, considero poco atinado pre- lucionado que se observa a sí mismo y que está
tender que ellos lo hagan, cuando suelen cargar en mejores condiciones de procesar una inter-
con diversos problemas del pensamiento, que no pretación o una construcción. En suma, se trata
entraré a describir, dado que ya lo hicieron y también de cómo, cuándo y qué interpretar o
continúan haciéndolo destacados investigadores bien emitir una construcción. No es que nunca
que se han ocupado expresamente del tema17. podamos interpretar en el caso de que predo-
En lo que atañe a la escucha del analista, per- mine su yo ideal, pero en tales circunstancias de-
sonalmente considero que es importante detectar bemos tener el cuidado y la cautela que la situa-
si lo que verbaliza el paciente en un momento ción requiere para poder ser entendidos. Otras

15
Alude al artículo de Freud Consejos al médico sobre modificaciones de la técnica clásica que ya no son ob-
el tratamiento psicoanalítico (Freud, 1912). jetadas.
16 17
Las cursivas son mías, para poner de relieve que pre- En un magnífico artículo, Gustavo Lanza Castelli
cisamente de esto se trata: que los cambios que llegue- (2018) enuncia diversos trastornos del pensamiento en
mos a introducir en relación con la práctica y el encua- los enfermos no neuróticos, con numerosas referencias
dre tradicionales y sus efectos, tengan sólidos funda- bibliográficas de diversos autores franceses que han
mentos teóricos. Felizmente ha pasado ya mucha agua realizado importantes contribuciones a esta problemá-
bajo el puente y en estas terapias hoy en día hay tica. Recomiendo su lectura a los lectores interesados.

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veces conviene simplemente callar; callar y con- narcisista, en tanto que la subestructura neuró-
tener al paciente. Balint quizás pensaría que el tica carece de la necesaria consistencia y organi-
paciente en tales circunstancias es incapaz de re- zación para gobernar de manera más o menos es-
cepcionar adecuadamente nuestro mensaje ver- table el psiquismo desde el ideal del yo.
bal y trabajar con este. (Balint, 1979)18. Una figura destacada del psicoanálisis y ade-
más experto en el tratamiento de estos pacientes,
como lo fuera André Green, nos decía en varios
IX. El modelo de la tercera tópica
de sus textos, sobre todo en De locuras privadas,
En el modelo teórico de la estructura limí- que el enfermo borderline no mejora, esto es, que
trofe que he propuesto, y al que vengo recu- no cambia, que en todo caso se mantiene; resis-
rriendo con asiduidad en el presente trabajo, tiendo como puede, diríamos. Yo sería algo más
ocupa un lugar de fundamental importancia la optimista. Por lo pronto, hay analistas que con-
concepción de una tercera tópica, de raigambre sideran que cuando un borderline ha podido
inequívocamente freudiana, tal como ha sido eventualmente obtener un cierto predominio de
preconizada por Norberto Marucco (1978) pri- los mecanismos neuróticos de funcionamiento,
mero y ampliada después por Rubén Zukerfeld y es cuando se ha llegado al final del tratamiento.
Raquel Zonis de Zukerfeld (1992; 1999). Y esto no es poca cosa, desde luego, aunque al
Solo recordaré aquí, como de algún modo lo mismo tiempo no es menos cierto que la expe-
he venido citando en este trabajo, que el modelo riencia clínica nos demuestra que el acceso a la
de la tercera tópica propone la existencia en todo triangularidad edípica, con la asunción del co-
aparato psíquico de una escisión constitutiva, la mando psíquico por parte del ideal del yo por so-
que lo divide en dos subestructuras: una neuró- bre el yo ideal, puede en algunos casos demandar
tica o edípica, regida por el ideal del yo y la re- años de labor o no llegar a producirse jamás.
presión, y otra narcisista, en la que reinan el yo
ideal y la desmentida. Todo esto es susceptible de
Elaboración (Verarbeitung) y
una representación gráfica, como lo requiere
toda tópica. reelaboración (Durcharbeitung)
En lo que atañe al comando del funciona- He desarrollado este tema recientemente
miento psíquico en los enfermos límites, nos en- (Braier, 2018), por lo que en esta oportunidad me
contramos con el predominio de la subestructura

18
En diálogo con Gustavo Lanza Castelli (2023) me ha Mi colega rubrica su valioso comentario trasmitién-
comentado que esto último entronca exactamente dome lo siguiente: «Lo que en este caso podemos ha-
con lo que viene trabajando desde hace tiempo: cer entonces es un tipo de trabajo específico, que
«¿qué hacer en esos casos en los que no cabe inter- tiene como objetivo lograr una promoción de esas ca-
pretar porque hay una “regresión invalidante del pen- pacidades estructurales, a los efectos de superar la
samiento”»? “regresión invalidante”. Ese es el objetivo de la psico-
«Retomando los planteos de Fonagy y de psicoanalis- terapia orientada a la estructura y a la mentalización,
tas alemanes (Rudolf, etc.) - continúa diciéndome la cual incluye: 1) una caracterización de estas capaci-
Lanza Castelli - es que esa “regresión invalidante del dades; 2) un tipo de entrevista que ayude a ponerlas
pensamiento” se puede caracterizar y conceptualizar de manifiesto desde el comienzo mismo del trata-
de modo pormenorizado si identificamos una serie de miento; 3) una serie de recursos técnicos y de modos
capacidades estructurales que en estos casos están en de trabajar con el paciente que tienen como objetivo
falla (como la capacidad de aprehender los propios es- la promoción de dichas capacidades o, dicho en la ter-
tados mentales y diferenciarlos de los hechos mismos, minología por mí empleada, la reversión de la regre-
de tener un pensamiento con capacidad metafórica y sión invalidante, a los efectos de fortalecer la capaci-
simbólica, con riqueza fantasmática, etcétera)». dad de autoobservación y procesamiento de la parte
neurótica».

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Braier, E. El tratamiento psicoanalítico del paciente borderline 18

limitaré a resumir de manera concisa los princi- por el trauma- con una representación. En la
pales conceptos. cura procuramos esto especialmente a través de
La reelaboración o per-elaboración (Dur- las construcciones, aspirando de este modo a la
charbeiten) puede ser entendida como la supera- creación de “tejido psíquico”, lo que implica pro-
ción de las distintas formas de resistencia del ducir una trama representacional y asociativa.
analizando. Tomando parcialmente las que cons- En la versión castellana del Diccionario de
tituyen las principales resistencias del paciente a Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis el término
la labor analítica y al cambio psíquico, podemos alemán Verarbeitung se traduce como elabora-
basarnos en aquellas que Freud describe en Inhi- ción psíquica (p. 104).
bición, síntoma y angustia, tres de ellas prove- A continuación, y a modo de síntesis de este
nientes del yo, una atribuible a la acción del su- punto, me permitiré citarme a mí mismo:
peryó y otra al ello, en este último caso represen- «La Verarbeitung constituiría uno de los as-
tada por la compulsión de repetición. Desde la pectos más específicos de la elaboración en este
subestructura neurótica, que en mayor o menor tipo de patología, proceso que cabría discernir
grado hubiera podido organizar un sujeto fron- del resto del trabajo elaborativo (elaboración de
terizo, las resistencias son las mismas que Freud las resistencias), dada su condición de elabora-
describe en el citado artículo y que aquí no voy a ción asociativa». (Braier, 2018).
reproducir. Pero es que, como venimos seña- La secuencia, aplicable a las neurosis, repe-
lando, lo que caracteriza el funcionamiento psí- tir-recordar-elaborar, se convierte por ende en
quico del fronterizo es el predominio de una los pacientes fronterizos, al menos en parte, en
subestructura narcisista mal estructurada. De allí repetir-construir-elaborar, en la que, ante la im-
que las resistencias provenientes de los mecanis- posibilidad de recordar-hacer consciente lo no
mos de defensa del yo se caractericen por el pre- representado, la construcción ofrecida por el
dominio de defensas pre-represivas. Por su parte, analista (construir) sustituye al recuerdo en la
las resistencias de transferencia corresponden a fórmula (recordar), aportando representaciones
formas primitivas de esta, mientras que las del que hacen posible la elaboración psíquica (Ve-
superyó devienen de la acción de una instancia rarbeitung).
crítica primitiva y sumamente sádica sobre un yo De allí que pueda decirse que en estos trata-
marcadamente masoquista. Por último, las resis- mientos el analista posee un papel más activo que
tencias del ello corresponden a la compulsión de en el psicoanálisis clásico, puesto que tiene a su
repetición “más allá del principio de placer”. cargo un trabajo imaginativo de figuración.
Dado que nos encontramos ante el análisis Para concluir, cabe señalar que en el trata-
del trauma precoz e irrepresentable, resulta ne- miento psicoanalítico con personas que padecen
cesario y oportuno añadir la noción de Verar- un trastorno límite se daría una particular con-
beitung en tanto ligazón (Bindung), vale decir la fluencia de verarbeitung y durcharbeiten.
tentativa de ligar la cantidad de energía -liberada

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