A
ROBERT SALA RAMOS (EpiToR)
EUDALD CARBONELL | JOSE MARIA BERMUDEZ DE CASTRO | JUAN LUIS ARSUAGA
(COORDINADORES)
LOS CAZADORES RECOLECTORES
DEL PLEISTOCENO Y DEL HOLOCENO
EN IBERIA Y EL ESTRECHO DE GIBRALTAR:
> E }
~ BUNIVERSIDAD)
f DESBURGOS)
ws 1. iaCarmen de las Heras",
José Antonio Lasheras*
La cueva de Altamira se localiza en Santillana del
Mar, Cantabria, en el norte de Espafia. Por su situa-
cign elevada entre el mar y la montaiia el nombre,
Altamira, es apropiado por el amplio territorio que
se divisa desde su emplazamiento. Desde ella se ac-
cede con facilidad a la costa, al cauce y al estuario
del rio Saja y a las sierras litorales. Esta variedad de
ecosistemas proporcionaba a las comunidades paleo-
liticas recursos suficientes para sus necesidades y su
alimentacio
mo La Clotilde, El Linar,
Las Aguas, Cualventi, La Meaza, Cudén, El Castillo,
La Pasiega, Las Chimeneas, Las Monedas, Homos de
la Pefia, Morin, El Pendo, Santian, El Juyo, Camargo,
El Ruso, etc, que estuvieron ocupadas en todos o en
alguno de los mismos periodos culturales.
La cueva de Altamira se encuentra en la parte alta
dl karst de Santillana del Mar, formado por estra-
tos horizontales de calcarenitas de hasta un metro de
espesor separados por delgadas capas de arcilla. Los
procesos de colapso han dado forma a la caverna de-
bido a la caida de porciones de los estratos del techo
en forma de grandes bloques ortogonales. Un gran
colapso sucedié hace 13.000 afios cuando los prime-
10s metros del vestibulo se derrumbaron bloqueando
la entrada y clausurindola hasta el descubrimiento
en el siglo XIX.
La entrada a la cueva se abre en una suave lade-
ra cerca de la parte alta del monte y esta orientada
al Norte. Altamira mide 270 metros de longitud y
cera pendiente descendente (Fig. 1)
En este espacio lineal y uni-
ario se construyeron en el siglo XX potentes muros
para evitar desprendimientos del techo en las zonas
de mayor debilidad estructural. El mas importante
se levanté entre el yacimiento de la entrada y el te-
cho de Policromos, que qued6 aislado del vestibulo
del que formaba parte. Estas obras han hecho que la
ccueva sea en la actualidad muy diferente a como era
[email protected]
ARTE PALEOLITICO EN EL NORTE DE ESPANA | 615
La cueva de Altamira
en el pasado.
© erwoda aes
Anadidos ain
columns naturales
column articles
PLANO OFL SUELO
estas
Figura 1. Planta de la cueva de Altamira. © IGN / Museo
de Altamira,
Museo Nacional y Centro de Investigacion de Altamira (39330, Santillana del Mar, Cantabria, Espana),
(CUEVA DE ALTANARA |616
LOS CAZADORES RECOLECTORES DEL PLEISTOCENO Y DEL HOLOCENO EN IBERIA Y El, ESTRECHO DE GIBRALTAR:
ESTADO ACTUAL DEL CONOCIMIENTO DEL REGISTRO ARQUEOLOGICO
1, Descubrimiento y arqueologia en Altamira entre
1875 y 2003
En el vestibulo se conservan los restos de lo que
fue un gran yacimiento (Fig. 2). Actualmente su in-
terpretacién es complicada debido a los procesos na-
turales de colapso, alas recogidas y rebuscas iniciales
de objetos y a las antiguas excavaciones. De todo esto
solo queda la informacién publicada ya que no exis-
ten diarios de campo, inventarios, dibujos o fotogra-
fias que documenten las excavaciones.
En 1880 Marcelino Sanz de Sautuola edit6 un li-
brito con el descubrimiento.de Altamira, Describio
que el suelo estaba cubierto por una gran masa de
restos de animales, huesos trabajados, piedras y con-
cchas que ocupaba todo el vestibulo y Hegaba hasta la
Sala dle los Policromos, Public una limina con los
dibujos de un colgante en piedra, varias azagayas y
alguna patella, pero su interés por los objetos se limi-
16 a considerarlos un medio para establecer la crono-
logia de las espectaculares pinturas que acababa de
descubrir. Al analizar estas figuras identificé en ellas,
al extinto bisonte, relacioné los pigmentos minerales
que hallé en el suelo con los colores de las figuras, y
a estas con las figuras grabadas sobre huesos hallados
fen cuevas de Francia y, ademas, reconocié al conjunto
y a sus autores un gran mérito artistico. Para Sautuola
no habia duda: todo aquello, objetos y pinturas, per
tenecia al Paleolitico, a los primeros tiempos de a
humanidad, y era Arte (Sautuola, 1880: 14)
Lo que Sautuola dedujo acertadamente fue impo-
sible de aceptar para casi todos los prehistoriadores
de la época. En 1881, Edouard Harlé fue enviado a
Altamira para informar a sus colegas franceses sobre
las pinturas. Describio las “zanjas” dispersas por toda
la cueva y aprovech esta circunstancia para proveer-
se de gran cantidad de materiales: 140 dientes, 1200
huesos, 600 patellas, 130 littorinas y diversos dtiles
de silex, entre ellos dos puntas solutrenses, que fue-
ron enviados a diversos especialistas. Harlé situs las
‘ocupaciones de Altamira en el Magdaleniense y en el
Solutrense por la tipologia de los abjetos pero, al no
valorar adecuadamente toda la informacién arqueo-
Logica, se equivocé negando la cronologia paleolitica
de las pinturas, a pesar del impecable anilisis de Sau-
tuola,
Desde 1881 Altamira cayé en el ostracismo hasta
su reconocimiento cientifico (Cartailhac, 1902). En
este momento entra en escena Hermilio Alcalde del
Rio, Director de la Escuela de Artes y Oficios de To-
rrelavega, ciudad cercana a Santillana del Mar, que
entre 1903 y 1905 excavé en profundidad el depé-
Figura 2. Yacimiento arqueol6gico del vestibulo de la cueva de Altamira. © Pedro Saura / Museo de Altamirasito arqueologico del vestibulo, Aprecié cambios de
color y textura, una mayor o menor presencia de can-
tos de caliza, huesos y conchas marinas con lo que
pudo diferenciar dos niveles, uno Solutrense y otro
Magdaleniense (Alcalde del Rio, 1906)
H. Obermaier retomé las excavaciones en 1924 y
1925 de forma contigua a la trinchera de Alcalde del
Rio. los niveles conocidos afiadi6 uno nuevo que de-
nomino bajo el Solutrense, del que solo publicé una es-
cueta lista con fauna que inclufa Cervus elaphus, Equus
caballus y Patella vulgata (Breuil y Obermaier, 1935)
En 1929 mencion6 el hallazgo de dos puntas de Font-
Robert que nunca publicé ni se conservan con el resto
de la colecci6n; estas piezas que se asociaban entonces
al Aurifiaciense superior ~y ahora al Gravetiense— hu-
bieran sido de gran interés para la cronologia de las
cocupaciones y el arte de la cueva. La existencia de un
nivel Gravetiense se constaté en nuestra revision ar-
queolégica de 2006 (Lasheras et al,, 2012),
No hubo mis excavaciones en Altamira hasta la
creacién por parte del Ministerio de Cultura del Mu-
seo Nacional y Centro de Investigacion de Altamira
en 1979, al que se adscribié la cueva. En las navid:
des de 1980/81, J. Gonzalez Echegaray, primer di
rector del museo, y L.G. Freeman iniciaron una cam-
pafia que duré solo unos dias: su intervencién fue
interrumpida por la tensi6n politica planteada por el
Ayuntamiento de Santillana del Mar, molesto por el
cierre de la cueva a la visita piblica. Solo pudieron
excavar la parte superior de cuatro metros cuadrados
sobre el frente estratigrifico dejado por Obermaier.
El primer nivel con restos de ocupacién se encuentra
justo por debajo del caos de bloques caidos que cerr6
la cueva y de la costra estalagmitica que lo recubre,
y corresponde al Magdaleniense inferior; por deba-
jo se iniciaba el nivel Solutrense, al que no llegaron.
Distinguieron varias subcapas por su color, textura
© composicién de la matriz. arqueolégica que indi-
caban un depésito arqueol6gico mas complejo de lo
conocido entonces (Freeman y Gonzalez Echegaray,
1996, 2000).
En el nivel magdaleniense encontraron gran can-
tidad de ocre de diferentes colores y tamafios, miles
de conchas de lapa, abundantes restos de fauna, con
amplio predominio del ciervo, y mandibulas y' vér-
tebras de salmén, Confirmaron la escasa proporcién
de laminillas de dorso observada por Obermiaer, y
Jos 106 aitiles magdalenienses que recogieron les per-
mitio clasificarlos y compararlos con los niveles 8 y
9 de El Juyo y con el 4 de El Rascaiio, cuyos indices
diagndsticos resultaron ser muy similares (Freeman y
Gonzilez Echegaray, 2000: 126 y ss.)
Durante los afios siguientes no hubo investigac
arqueolégica en la cueva de Altamira, pero Ia inves-
tigacién sobre su conservacién fue impulsada por el
ARTE PALEOLITICO EN BL NORTE DE ESPANA
museo y por el Ministerio de Cultura, que financié
tun convenio con el Consejo Superior de Investigacio-
nes Cientificas (CSIC), bajo la direccién de Manuel
Hoyos. En éste marco se daté la costra estalagmitica
que recubrié el colapso que cerré la cueva, Los au-
tores del estudio (Labonne et al,, 2002) utilizaron
las series del Uranio y el C14 ofreciendo resultados
coherentes con los datos arqueolégicos preexistentes:
a costra comenzé a formarse hace 12.900 afios sobre
las rocas que cubrieron el nivel del Magdaleniense
medio, periodo acorde también con las fechas de uno
de los bisontes monocromos negros del techo de los
Policromos (Tabla 1); el depésito de calcita acabé
hace 10.700 afios segin la fecha obtenida en la parte
superior de la costra
2. Redescubriendo Altamira. La investigacién desde
2003 hasta 2014"
Ciento veinte afios despues de su descubrimiento
el conocimiento arqueoligico de Altamira resultaba
insatisfactorio. Era indispensable actualizar los da-
tos y hacerlo sin impacto para la conservacién de la
cueva que, de nuevo, fue cerrada a | ublica
en el aft 2, a
fomenta
y coordina la aportacién de especialistas de diversas
universidades y centros de investigacién nacionales y
extranjeros, Se presentan a continuacién algunos de
los resultados
jue abordamos
por distintos museos de Espaia, Europa y Améri-
ca. Esta Altamira dispersa es consecuencia de tas
recogidas de objetos tras los primeros afios de su
descubrimiento, del envio de objetos como refe-
rencia a distintos centros o colegas. La revision de
rafos, que
habian pasado desapercibidos al estar catalogados
\ Queremos agradecer la colaboracién prestada en estos
twabajos a cuantas personas e instituciones han apoyado
su realizacin a lo largo de estos afos. Actualmente hay
investgaciones en curso de las que no se informa en este
texto.
Fsta informacion coincide en parte con la referencia: Las-
heras etal, (2008 / 2006).
617ESTADO ACTUAL DEL CONOCIMIENTO DEL REGISTRO ARQUEOLOGICO
1g | 10S CAZADORES RECOLECTORES DEL PLEISTOCENO ¥ DEL HOLOCENO EN IBERIA Y El. ESTRECHO DE GIBRALTAR:
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Sess | — Ae ST NT TS] ae OT
SOFT | eevet-Fizet | Aza finer sama oRG| —— meaty ae ws
ame | SE | atone =e >on FH =eFigura 3. Aerografos paleoliticos de la cueva de Altamira, ©
Pedro Saura / Museo de Altamira
como colgantes por Hermilio Alcalde del Rio. Se tra-
ta de 3 segmentos de diafisis de hueso de pata o ala
de un ave de gran talla (tuna rapaz.o una zancuda) en
los que se observan marcas de descarnado y de corte
mediante ranuras transversales; dos de ellos encajan
pues son parte del mismo hueso y los tres miden
entre de'5 y 6 cm). Conservan restos de colorante
fuera y en toda la pared interior de los tubos por
lo que se ha 0 ececteaine
i: ‘en dn-
gulo recto, soplando aire por uno de ello, provocan-
do en el otro la absorcidn de pintura y su proyeccién
en forma de pequefias gotas (Fig. 3) Alcalde del Rio
los encontré entre unos bloques de la galeria, sin
context estratigrifico y sin que, por tanto, tengan
una atribucién cronolégica precisa
2 sep
La estratigrafia conservada tiene 4 metros de lon-
gitud y 1 metro de espesor. Esti limitada en la parte
inferior por un lecho uniforme de roca y por el des-
plome del techo y la costra estalagmitica en la supe-
rior. El anilisis sedimentolégico confirmé la existen-
cia de ocho niveles estructuralmente independientes,
heterogéneos en su composicién y caracteres fisico-
quimicos, y la columna de dataciones por “C — AMS
también results coherente, sin inversién cronol6gica,
La ausencia de alteraciones severas en la deposicién
Esta informacién coincide en parte con la referencia: Las-
heras etal, (2012),
ARTE PALEOLITICO EN EL NORTE DE ESPANA
del registro arqueol6gico permite definir la siguiente
secuencia cronocultural:
1, El Magdaleniense Inferior abarca los niveles
1 a 5, entre 14.070 + 70 BP (GrA-27777) y
15.580 + 90 BP (GrA-30326).
2. El nivel 6 es una capa de huesos aplastados
que presenta contacto erosivo con el nivel 5,
su datacion, 17.200 + 70 BP (GrA-32760), co-
mresponde al Solutrense Superior
3. El nivel 7 es el mas espeso y de él se obtuvie-
ron 3 dataciones coherentes, 18.750 + 100 BP
(GrA-30324) 19.060 + 90 BP (GrA-30325),
19.630 + 80 BP (GrA-32761), que lo sittian
en el Solutrense,
4. El nivel 8 tiene dos dataciones de 21.930 +
100 BP (GrA-32765) y 21.910 + 90 BP (GrA-
27739), de los momentos finales del Grave-
tiense.*
El contacto entre los niveles 6, 7 y 8 correspon-
de a procesos erosivos pero, en definitiva, ha podido
establecerse una cronologia que alcanza al menos los
22,000 aos de antigiiedad. El descubrimiento de un
nivel gravetiense permite encajar perfectamente las
caracteristicas técnicas y estilisticas de una serie de
figuras rojas que hasta ahora, careciendo de datacién
absoluta, se atribuian al Solutrense porque era este el
periodo mas antiguo conocido en la estratigrafia, Re-
cientemente, una datacién obtenida por las series del
Uranio confirms su vinculacién con el Aurifiaciense
(Pike et al., 2102 y 2013; Garcia Diez et al., 2013),
periodo que no ha sido descubierto en el yacimiento
(Fig, 4).
©) Excavaciones en el exterior de la cueva
En 2008-09 se excavé cerca de la entrada actual
para comprobar si una parte el yacimiento arqueol6-
gico se encontraba en lo que ahora es el exterior de
la cueva, bajo el derrumbe que la cerr6, Se localizé el
extremo de un nivel arqueolégico en el limite exterior
de la caida de bloques, de 20 em de espesot, preserva-
do de los procesos erosivos que acabaron con el nivel
en la zona contigua (Fig. 5). Proporcioné abundantes
conchas, fauna, industria litica y dsea asi como una
escapula de ciervo con el grabado de una cabeza de
cierva, del mismo tipo que las recuperadas por Alcal-
de del Rio entre 1903 y 1905. Las tres dataciones de
este nivel, bajo desplome, lo situaron entre 15.370 + 60
(GrA-44927) y 15.610 + 80 BP (Beta-257006), co-
* Para mayor informacién sobre el nivel gravetiense y el arte
mas antiguo de Altamira puede consultarse Heras, Montes
y Lasheras (2013)
619620 | +08 CAZADORES RECOLECTORES DEL PLEISTOCENO ¥ DEL HOLOCENO EN IBERIA Y EL ESTRECHO DE GIBRALTAR:
| ESTADO ACTUAL DEL CONOCIMIENTO DEI REGISTRO ARQUEOLOGICO
(ostra superior)
Desprendimiento de bloquet y formacin de a costa
(Costa infvion
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: ‘Cw ali
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Figura 5. Yacimiento exterior de la cueva de Altamira, sepultado por el desplome de la parte externa de la cueva en los
inicios del Magdaleniense superior. © Pedro Saura / Musco de AltamiraARTE PALEOLITICO EN EL NORTEDEESPANA | 621
Figura 6, Escapula grabada encontrada en el nivel bajo desplome, en el exterior de la cueva. Contiene dos cabezas de cierva
superpuestas y finamente grabadas. © Museo de Altamira / R, Montes / Museo de Altamira,
incidiendo con las de los niveles 2 a 4 del yacimiento
interior, del Magdaleniense inferior (Tabla 1).
mifa y, por extensién, de la regién cantabrica (Fig. 6).
Alcalde del Rio habia encontrado siete escapulas
sgrabadas con lineas finas y enmarafiadas que repre-
sentaban siluetas y cabezas de ciervas; precisé que
las habia hallado en la capa superior [en el Magda-
leniense], aunque en contacto directa con puntas solu
trenses tipicas (Alcalde del Rio, en Cartailhac y Breuil
1906, p. 267). Tenian los mismos convencionalismos
que las ciervas grabadas que habia visto en las gale-
rias y en el techo de la Sala de Policromos, lo que
le permitié asegurar que ambos conjuntos, parietal
y mobiliar, pertenecian a la misma época, Sin em-
bargo, persistian las dudas sobre su exacta posicién
estratigrifica. Después, en las excavaciones de 1924,
Obermaier encontr6 escépulas grabadas en el nivel
Magdaleniense inferior y en la zona de transito Mag-
daleniense-Solutrense (Breuil y Obermaier, 1935:
94) pero no las publicé y una nota de Freeman y
Gonzalez Echegaray (2001: 142) las sitda en el Field
Museum de Chicago. Otras piezas de este tipo se han
encontrado en niveles del Magdaleniense inferior (en
Jas cuevas del Castillo, Juyo, Cierro, 0 el Miron) 0 en
las paredes de las cuevas (Castillo, Las Aguas, etc.)
Esta informacién coincide en parte com la referencia Heras
etal, (2012)
Las tres fechas directas para estos grabados tan
caracteristicos de la regién cantabrica (Cantabria y
Asturias), tanto parietales como sobre omoplatos, se
han obtenido en Altamira, El primer omoplato gra-
ado que se dat6 fue uno los hallados por Alcalde
del Rio, y proporcioné una fecha de 14.480 + 250.
BP (GifA-90057) (Valladas et al., 1992). La segunda
datacién se obtuvo de una linea negea sobre la que se
sgrab6 una de estas caracteristicas ciervas por lo que
Figura 7. Cierva grabada en la galeria III/IV con el carac-
teristico trazo miiltiple de estas figuras. © Pedro Saura /
Museo de Altamira622
LOS CAZADORES RECOLECTORES DEL PLEISTOCENO Y DEL. HOLOCENO EN IBERIA Y EL ESTRECHO DE GIBRALTAR:
ESTADO ACTUAL DEL CONOCIMIENTO DEL REGISTRO ARQUEOLOGICO
la datacién, 14.650 + 140 BP (GifA-96059) (Moure
et al,, 1996) es el término post quem del grabado y
resulta muy cercana a las de las oméplatos decora-
dos (Fig. 7). La tercera fecha, 14.830 + 60 BP (GrA-
44928), es del oméplato recuperado en 2009 en el
nivel bajo desplome (Heras et al., 2012). Estas data-
iones tienen un marco cronolégico muy concreto, y
tienen para Altamira un especial interés puesto que
hacen coeténeos a los bisontes policromos con los
grabados de ciervas con estriado interior que jalonan
las galerias de la cueva y el Techo de los Policromos,
sin que sea posible establecer actualmente el orden
de realizacién de unos y otros (Tabla 1),
3. Altamira y su arte rupestre®
El primer Arte de la humanidad, el llamado Arte de
las cavernas fue descubierto, identificado y publicado
con rigor cientifico en Altamira por Marcelino Sanz
de Sautuola, persona notable que tenia una casona
© Esta informacion coincide en parte con la referencia Las-
heras, A. (2010)
igura 8. Vista del Techo de los Policromos. © Pedro Saura / Museo de Altamira,
en el pueblo mas proximo. Era licenciado en derecho
pero su curiosidad por la ciencia le Ilevé a la Arqueo-
logia, la Historia y la Botanica. En 1878 conocié en la
Exposicién Universal de Paris las colecciones de ob-
jetos prehistoricos descubiertos en Francia y decidié
buscar eso mismo en su regién; visite varias cuevas y,
cen 1879, volvié a Altamira recorriéndola con detalle
Fue su hija de siete afios, Maria la primera en ver las,
figuras: jPap4, bueyes! fueron sus palabras.
Es en el llamado Techo de los Policromos don-
de Altamira alcanza su mayor espectacularidad
(Fig. 8). Extenso lienzo en el que los artistas plasma-
ron sus inquietudes trascendentes en el Paleolitice
superior, Para H. Breuil (1935), el arte de Altami-
ra.era el resultado de una tradicién gréfica iniciada
en el Aurifiaciense/Perigordiense y finalizada en el
Magdaleniense superior, periodo al que atribuyo las
figuras policromas.
Leroi-Gourhan (1965) propuso un marco crono-
logico acortado al incluir la totalidad de las represen-
taciones en los estilos III y IV, a partir del Solutrense
y durante el Magdaleniense inferior.
En los afios noventa del siglo XX se obtuvieron
las primeras dataciones absolutas por C14-AMS dealgunos bisontes policromos (Figs. 14 y 15) y de otras
figuras pintadas en negro (Figs. 7 y 12, entre otras),
(Tabla 1); todas las fechas resultantes eran magda-
enienses, entre 13.130 + 120 BP (GifA-96067)
y 16.480 + 210 BP (GifA-96061) (Valladas et al.,
1992; Moure et al., 1996). Las propuestas posteriores
coincidieron con la de Leroi-Gourhan al relacionar
los conjuntos artisticos con los periodos de ocupa-
in representados en la estratigrafia del yacimiento
(Bernaldo de Quirds, 1994; Moure y Ortega, 1994;
Lasheras, 2002).
La localizacién del nivel gravetiense en las re-
cientes investigaciones hizo que las caraeteristicas
t€cnicas y estilisticas de un gran nimero de figuras
pintadas en rojo o grabadas, sin posibil
tacion absoluta entonces, resultaran mas
con esta ampliacion del contexto arqueol
después pudo sumarse la aplicacién de las series del
Uranio a figuras que hasta entonces no podian datar-
se (Fig. 9), ampliando el marco cronolégico hasta el
Aurifiaciense (Tabla 1).
a) El primer Arte de Altamira
La etapa mas antigua en la realizacién del Gran
Techo esta representada por animales pintados en
rojo, signos grabados, manos y series de puntos.
Enlla zona derecha se encuentra un gran signo com-
plejo, pintado en rojo y formado por sucesivas lineas
curvas yuxtapuestas. Ha sido clasificado como “signo
claviforme”, pero sus caracteristicas permiten diferen-
ciarlo de los més tipicos signos claviformes existentes
en Altamira y en otras cuevas cantébricas o pirenaicas.
Alrededor se distinguen manchas rojas indeterminadas
y los restos difusos y parciales de dos grandes caballos
rojos de cronologia pre-magdaleniense. Breuil (1935,
lam. VD), situé en esta zona una mano en negativo de
color violeta y un pie en positive también de este co-
lor que hoy dia no son visibles. Este signo (Fig. 9) fue
datado mediante la series del Uranio y se obtuvo una
fecha mas antigua de lo esperado, de 36.164 + 0.605
afios (BIG-Uth-O-50), Aurifiaciense (Pike et al., 2012
y 2013; Garcia Diez et al,, 2013). Hasta el momento
solo este signo, y unos grandes puntos y una mano de
Ja cueva de El Castillo tienen dataciones absolutas que
les atribuyen una cronologia tan antigua.
Once grandes figuras rojas, aballos en su mayoria
(Gimilares a n° 1, 2, 3, 4, 5 del plano de la figura 10)
‘ocuparon en principio buena parte del techo, disper
sos por él. Miden entre 150 y 180 cm de longitud;
algunos estin parcialmente cubiertos por la realiza-
cién, posterior y superpuesta, de las figuras policro-
mas y, en general, han llegado a nuestros dias con un
color poco intenso debido a procesos de degradacion
anteriores a su descubrimiento. Anotamos que nin-
ARTE PALEOLITICO EN EL NORTE DE ESPANA
Figura 9. Signo pintado en rojo y datado en el periodo
Aurifiaciense © Pedro Saura / Museo de Altamira
guna de estas figuras rojas incorpora en su realizacién
relieves u otras caracteristicas naturales del techo.
El mas grande de estos caballos proyecta sus pa-
tas delanteras perpendiculares al pecho, el cuello est
contraido y la cabeza levantada, la curva dorsal tam-
bien se contrae mientras el vientre se estira y las pa-
tas traseras se abren como un compas: es un caballo
rampante, levantado sobre sus patas traseras mientras
la cola cuelga despegada de la grupa. Mide 182 cms
de longitud, esta pintado en rojo con trazo continuo
en su contorno y en la linea ventral; la cabeza se re-
ena en tinta plana roja sin ningun detalle. La costra
de calcita formada sobre su linea ventral se daté en
22.108 + 0.132 afios BP (BIG-Uth-O-53), término
‘ante quem para la realizacién del caballo, que permi-
te situarlo al menos al inicio del Solutrense 0, como
creemos mas probable, en el Gravetiense (n° 3 del
plano) (Fig. 11).
Un elemento muy significativo a considerar es la
existencia de dos manos en negativo superpuestas a
Jas patas delanteras de uno de estos caballos (n° 5 del
plano). Dado que la mayoria de las manos datadas en
otras cuevas tienen una cronologia gravetiense, podria
extrapolarse la misma datacién a estas manos y, por la
623624 | 108 CAZADORES RECOLECTORES DEL PLEISTOCENO Y DEL HOLOCENO EN IBERIA Y EL ESTRECHO DE GIBRALTAR
|| ESTADO ACTUAL DEL CONOCIMIENTO DEL REGISTRO ARQUEOLOGICO
Figura 10. Plano con la localizacién de los motivos pintados y grabados del Gran Techo de los Policromos © Antonio Gé-
‘mez Laguna / Museo de Altami
Figura LL. Caballo pintado en rojo © Pedro Saura / Museo
de Altamira
superposicién, extenderse al resto del conjunto de figu-
135 rojas del techo, atribuyendo todo al Gravetiense.
Como parte de las grafias mas antiguas podemos
considerar también varias series de puntos realizados
con la yema de los dedos, formando lineas rectas,
quebradas o curvas, y una mano roja en positivo cer
cana a los caballos rojos enfrentados.
Hacia el interior de la cueva, a 65 m de la boca,
se localiza una pequefia galeria ciega de poco mas de
tun metro de anchura y cinco de longitud, cuajada de
signos rojos. Tiene en Io alto un signo compuesto por
cuatro 6valos irregulares compartimentados interior-
mente. A un metro de altura, en la cara inferior de
un saliente de la pared, se pint6 un gran signo rojo
que alcanza los tres metros de longitud y hasta 50 cm
de anchura; esta formado por largas bandas de lineas
paralelas cruzadas por pequefios trazos transversales.
Para poder verlo integramente es preciso agacharse,
incluso tumbarse en el suelo. La angostura del espacio
dificulta la contemplacién de estos y de otros signos
que hay en una de las paredes, y no permite la presen-
Gia simultinea de mas de dos personas, lo que debe
hacer reflexionar sobre su funcién o uso original.
Sobre una colada estalagmitica de la galeria III se
grabaron mediante un surco ancho y profundo tres
figuras alineadas de gran tamafio. Solo se identifica
la central, que tiene mas de 150 cm de longitud y
representa un caballo parado.
b) El Gran Techo de los bisontes policromos
, lo que ha permitido obtener algunas
dataciones mediante 14C AMS (Tabla 1). La crono-
logia resultante, Magdaleniense inferior, junto con
cierta uniformidad estilistica y técnica -el carbon
como pigmento y el dibujo a linea hacen que se las
considere pertenecientes a un mismo conjunto, perosu uniformidad es relativa y se realizaron en diferen-
tes momentos y en un lapso de tiempo amplio,
Un conjunto de caballos pintados en negro en la
Sala de Policromos y en la galeria III no han podido
datarse por 14C AMS, pero sus proporciones, cons-
truccién de la crinera y forma del hocico son clara-
mente similares a las figuras atribuidas al Solutrense
en otros yacimientos peninsulares.
Durante el Magdaleniense los temas parecen més
variados. Ademés de caballos, apareceran uros, bison-
tes, cabras montesas, ciervos (machos y hembras),
rostros semihumanos y signos.
Sélo hay cuatro uros en toda la cueva, Cada uno
de ellos presenta caracteristicas singulares técnicas 0
formales. En el gran techo hay un toro enorme de
270 cm de longitud, parcialmente oculto bajo un bi-
sonte policromo, Se aprecia bien la cabeza, cuya tes-
‘uz incorpora una grieta natural repasada con trazo
negro; la linea dorsal es una ancha banda de grabado
miltiple, casi un esgrafiado; la linea ventral se hizo
coincidir con una grieta natural y se refuerza con di-
bujo negro, que también marcar el sexo.
El techo de la galeria II ha sido grabado con trazos
hechos con los dedos indice, corazén y anular jun-
tos sobre la arcilla blanda. Se distingue claramente
la cabeza de un toro cuya testuz mide casi un metro.
Proximo a este, en el frente de un estrato, encajado
entre irregularidades, se dibuja en negro un toro de
50 cm. Un iiltimo toro, grabado con bastante detalle
al comienzo de la galeria V, Ileva la cabeza alta exhi-
biendo un musculoso cuello.
Los bisontes empiezan ahora 2 poblar la cueva.
En el techo hay una cabeza enorme dibujada por una
linea negra a la que sigue el perfil de la joroba sin
que se vea el resto del animal (n° 24 del piano). Para
hacer el cuerno se remarcé en negro un cordén es-
talagmitico preexistente, haciendo otro trazo negro
paralelo para representar el otro cuerno: todo el bi-
sonte se concibié a partir de este microrelieve. Los
demis bisontes negros del techo (n° 2, 15, 16, 17 y
25 del plano) no pueden asociarse a esta serie y, por
sus caracteristicas técnicas y estilisticas, se tratarén
mis adelante en relacién con los policromos.
Un conjunto de signos negros cuadrangulares de la
galeria final fueron datados por C14 AMS en el Mag-
daleniense inferior (15.440 + 200 BP GifA-91185)
(Fig. 12). Algunos relieves naturales de la roca proxi-
mos a estos signos, casi en lo més profundo de la cue-
va, se trasformaron en caras que parecen humanas:
son las llamadas “méscaras", que corresponden a este
momento magdaleniense, Bastaron solo unos trazos
negros para sugerir los ojos, las cejas 0 el hocico; sélo
la luz para descubrir su forma en los relieves natu-
rales y unos toques negros bastan para que surjan y
ARTE PALEOLITICO EN EL NORTE DE ESPANA
Figura 12. Signos cuadrangulares © Pedro Saura / Museo
de Altamira,
Figura 13. “Mascaras”. Pintura y lienzo se integran para
‘rear imagenes sugerentes ytinicas.© Pedro Saura / Museo
de Altamira
628626 |
sean visibles unos rostros inciertos donde antes no
habia nadie (Fig. 13),
¢) La cueva grabada
Existen figuras grabadas en todas las galerias o tra~
ra deln itv E leno esnips mss reprsen=
Destaca un importante conjunto
de grabados que presentan un notable aire de familia.
Muchos tienen el interior del cuerpo, la cabeza y el
cuello relleno con estrias, sombreado,
cuya datacién ha sido abordada ya en este mismo
texto (Fige7). En el techo destaca un gran macho de
70 cm de longitud berreando frente a la cabeza de
una cierva de idéntica factura
otras en la pare, sma sala recie
mente descubierta
[Vy Vy casi otras tantas en la galer de las que
seis se agrupan y amontonan en un pequefio panel
que constituye la mis profunda intervencién artistica
de la cueva, en un lugar tan estrecho y tan bajo que
solo puede llegar una persona reptando.
4) Bl gran techo de los bisontespoieromos
El interés y principal atractivo de Altamira se cen
tra en el abigarrado conjunto de figuras pintadas en
este techo.
trazaron directamente grabando y dibujande a linea
negra el contorno, las patas delanteras, y pelo del pe~
cho 0 de la joroba. El grabado es ancho, de trazns
paralelos miiltiples para dibujar el contorno; también
se grabaron, pero con trazo lineal mas profundo, de-
talles como los ojos, los cuernos o el pelo del cuello,
La mayoria de las figuras fueron rellenadas con pin-
tura roja, excepto los bisontes n® 42 y 48 que se pin-
taron con ocre amarillo o pardo; en algunos se pinté
también un cambio de coloracién en su vientre con
pintura negra, desde el maslo hasta el codo, represen-
tando con fidelidad naturalista el color mas oscuro de
la piel hameda o manchada de barro de un animal
que ha estado echado en el suelo, rumiando (n™ 33,
34, 43, 48). Ciertas lineas hechas con reserva de color
sirvieron para separar las patas del pecho, las ancas
del vientre o una pata de otra
Los bultos/natuirales'del techo, de hasta 30 cm de
desnivel respecto a las partes planas del mismo, se
LOS CAZADORES RECOLECTORES DEL PLEISTOCENO Y DEL HOLOCENO EN IBERIA Y EL ESTRECHO DE GIBRALTAR:
ESTADO ACTUAL DEL CONOCIMIENTO DEL REGISTRO ARQUEOLOGICO
sucede en los bisontes que parecen estar echados (n°
35, 36 y 39). Fl vientre de la gran cierva (n° 50) se
superpone también a un suave relieve quiz aprove-
chado para sugerir su preiiez. También las grietas sir.
vieron para dibujar el contorno (n° 34). La incorpo-
raciGn del relieve y de otros accidentes naturales del
soporte de forma reiterada y constante no es casual ni
busca s6lo el efecto de volumen, obedece sin duda a
otras motivaciones simbélicas, quiza trascendentes,
r0j0 0 pardo de acre como relleno. La impresién de po-
licromia viene dada por la incorporacién del color de
Ja roca, por las transparencias y veladuras de la roca a
través de la pintura; esta trasparencia no es una técnica
del artista paleolitico sino fruto del tiempo, de la sutil
alteracion producida durante milenios por la filtracién
0 condensacién de agua en el techo, que arrastra el pig-
mento y lo redeposita 0 lo ha hecho caer al suelo: el
interior de estas figuras “policromas” fue cubierto con
tinta plana roja tal como se conserva, por ejemplo, en el
pecho y cuello det bisonte que se revuelca en el suelo y
vuelve la cabeza hacia atras sin que se apreciara através
suyo nada del color de la roca (Fig. 14).
La grieta que recorre y divide el techo longitudi-
nalmente condicioné el trabajo de los pintores paleo-
liticos. Nos parece probable que los cuatro bisontes
similares a los demas policromos que se encuentran
en la zona derecha fueran los primeros en ser realiza-
dos y que el “descubrimiento” inmediatamente pos-
terior de los volimenes naturales desplazara el marco
de la creacién simbélica hacia la otra parte del techo.
Ni sus formas, ni la técnica de ejecucién, ni detalle
alguno los hace distintos al resto de la manada (n° 27
30 del plano),
oe 46), identificada como tal por Freeman
y Echegaray (2001).
13.130+ 120 BP
GifA96067) (Fig. 15). Destaca la técnica de difuminar
el carbén, con una aplicacién directa y firme en algunas
lineas y suavizada para lograr tonos grises o usando la
mano para extenderlo y degradarlo, logrando matices
coneretos para crear volumen como en un moderno
dibujo al carboncillo, Ciertas caracteristicas los empa-
rentan con los policromos y los insertan en “su” techoFigura 14. Bisonte “policromo” de Altamira. © Pedro Sau-
1a/ Museo de Altamira,
pero otras los asemejan a tipos posteriores mas propios
del Magdaleniense medio, El derrumbe ocurrido poco
después y la imposiilidad de volver a entrar en la cueva
hizo de estos bisontes el epilogo de una obra maestra
3. Conclusiones
La investigacién en el yacimiento arqueoldgico y
las nuevas dataciones del arte mobiliar y rupestre han
aportado datos relevantes para el conocimiento de las
ocupaciones humanas de la cueva de Altamira, que
sintetizamos a continuacion:
* El yacimiento arqueol6gico tiene una notable
amplitid cronologica, desde el 13,000 BP, has-
ta el 22.000 BP; su extensién superficial duran-
te el Paleolitico superior abarcaba todo el area
vestibular original, incluso la zona oculta por
Jos desplomes de la entrada y una amplia zona
que actualmente esti en el exterior. En total, se
calcula su extension en més de 300 m?.
* La secuencia estratigrifica es coherente des-
de el punto de vista geol6gico, cronolégico y
cultural. No se descartan procesos post-depo-
sicionales que habrian actuado en un eventual
transporte del registro arqueolégico, de baja
intensidad y corta distancia, desde una zona
original (actualmente bajo el desplome que
clausuré la cueva) hasta su posicién actual.
* Eno que se refiere al conjunto grifico,al arte,
responde a una ejecucién dilatada durante
ARTE PALEOLITICO EN EL NORTE DE ESPANA
Figura 15, Bisonte pintado en negro en el Gran Techo de
Jos Policromos. © Pedro Saura / Museo de Altamira
20.000 aiios, entre 35.559 y 15.204 aiios cal.
BP, implicando la reutilizacion del espacio y,
a veces, el respeto de motivos existentes 0 stt
incorporacién 0 aprovechamiento en nuevas
figuras hasta constituir_un_palimpsesto, Esta
acumulacién de cultura y simbolismo recuer-
daa la de un santuario 0, mejor atin, algunos
enclaves de simbologia discontinua, resignifi-
cados en diversos momentos.
+ Ena cueva de Alkaiira s@ pinto 6 grab desde
el Aurifaciense, en los primeros momentos del
Arte del Paleolitico superior en Europa
Pintores, grabadores... :Artistas?. Sin duda la res-
puesta es si. Alguien creé todas esas figuras de la nada,
con elementos plisticos como la pintura y las lineas
y lo hizo con gran capacidad y destreza. No todo
son obras maestras pero cuesta encontrar un rastro
de torpeza o de impericia. No hay errores y apenas
correcciones; quiénpintaba © grababa en una cueva
tenia una notable seguridad, fruto de la prictica y de
la formacién. No debe cuestionarse la capacidad de
quienes con aquellos elementos, en esas circunstan-
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