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Resumen Fallos

Este documento resume tres fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina relacionados con decretos de necesidad y urgencia dictados por el Poder Ejecutivo. En el primer fallo, la Corte declara la inconstitucionalidad de decretos que eliminaban asignaciones familiares. En el segundo, confirma que corresponde a los jueces controlar la existencia de una situación de necesidad y urgencia para la emisión de decretos. Y en el tercero, declara la inconstitucionalidad de un decreto que modificaba la le

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Resumen Fallos

Este documento resume tres fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina relacionados con decretos de necesidad y urgencia dictados por el Poder Ejecutivo. En el primer fallo, la Corte declara la inconstitucionalidad de decretos que eliminaban asignaciones familiares. En el segundo, confirma que corresponde a los jueces controlar la existencia de una situación de necesidad y urgencia para la emisión de decretos. Y en el tercero, declara la inconstitucionalidad de un decreto que modificaba la le

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UNIDAD 1

CSJN, “Fernández Arias c. Poggio”, del 19 de septiembre de 1960

El Congreso sancionó las leyes 13.246, 13.897 y 14.451, que ordenaban al Poder Ejecutivo a organizar en el Ministerio de
Agricultura las Cámaras Regionales Paritarias de Conciliación y Arbitraje obligatorio, y una Cámara Central.

Estas cámaras estaban integradas por representantes de los propietarios de terrenos rurales y de los arrendatarios y
aparceros.

Creados los organismos, se organizaron de la siguiente manera, las Cámaras Regionales tenían competencia exclusiva en
la decisión de todas las cuestiones suscitadas entre arrendadores y arrendatarios o aparceros, con motivo de los
respectivos contratos de arrendamiento o aparcerías rurales, las decisiones de esta Cámara debían apelarse ante la
Cámara Central cuyas decisiones eran susceptibles del recurso extraordinario ante la Corte Suprema.

El caso se origina por un conflicto entre Fernández Arias y Poggio en el cual la Cámara Regional de Trenque Lauquen,
condenó a Poggio a entregar el predio en cuestión; contra dicho pronunciamiento, el condenado dedujo recurso
extraordinario, que al ser denegado motivó una queja ante la Corte Suprema, donde impugnó la constitucionalidad de
las leyes 13.246, 13.897 y 14.451, ya que por éstas se crearon órganos administrativos dotados de facultades
jurisdiccionales lo que contraria al Artículo 95 de la Constitución Nacional, que impide al Poder Ejecutivo el ejercicio de
funciones judiciales, resulta violatorio el Art. 67 inc. 11 de la Constitución toda vez que se faculta a las Cámaras Paritarias
para resolver sobre materias propias de autoridades judiciales de las provincias, e incumple el Artículo 18 de la
Constitución Nacional, en cuanto se reconoce a toda persona el derecho de defensa en juicio ante el Poder Judicial. Las
leyes cuestionadas extraen de la esfera judicial ciertos conflictos para que sean resueltos exclusivamente por tribunales
administrativos.

Se revoca la sentencia apelada y la corte declara la inconstitucionalidad de las normas impugnadas. Dejando sentando
que, resulta compatible con la Constitución Nacional la creación de órganos administrativos con facultades
jurisdiccionales, teniendo en cuenta que se han ampliado las funciones de la administración, como medida necesaria
para la ágil tutela de los intereses públicos. Si bien nuestra Constitución recepta la doctrina de separación de poderes,
por lo que la función de juzgar le correspondería sólo al Poder Judicial, este precepto debe interpretarse dinámicamente
según las cambiantes necesidades sociales.

Las decisiones de los órganos en discusión deben quedar sujetas a revisión judicial, de lo contrario se violaría el Art. 18
de la Constitución Nacional, que reconoce a todos los habitantes del país el derecho a acudir a un órgano judicial. Hay
que diferenciar la adecuación del principio de división de poderes en la vida contemporánea, y la violación de su esencia,
lo que sucedería si se privara totalmente al Poder Judicial de sus atribuciones.

La instancia judicial obligatoria no se satisface con la posibilidad de interponer recurso extraordinario ante la Corte
Suprema, ya que no es un proceso de amplio conocimiento, por lo tanto no es suficiente para garantizar el derecho a
una instancia jurisdiccional profunda y completa.
CSJN, “Ángel Estrada”, del 5 de abril de 2005, Fallos, 328: 651.

A fines de 1993 y comienzos de 1994, la empresa EDESUR interrumpió el servicio eléctrico durante un mes y medio. El
ENRE (organismo de contralor de las empresas que prestan el servicio público de electricidad) sancionó a EDESUR por
este incumplimiento y le impuso una multa de casi 4 millones de pesos.La sociedad comercial “Estrada y Cia, S.A”
demandó a EDESUR ya que el incumplimiento del servicio durante ese tiempo había impedido que funcionara su planta
industrial. Por ello exigió que le indemnizara los dañados causados por un total de $ 163.770 pesos.

El caso llegó a la Corte Suprema para que determinara si a EDESUR se le podía exigir que pagara esta indemnización o,
bien, si la ley y el contrato de servicio público limitaba la responsabilidad de esta empresa al pago de la multa. La
segunda cuestión que debía resolver la Corte era si el reclamo por esta indemnización podía ser resuelto por el ENRE o si
sólo podía ser decidido por la justicia.

La Corte Suprema resolvió que EDESUR podía ser demandada por los daños y perjuicios causados por no haber prestado
el servicio de provisión de energía eléctrica en las condiciones previstas en el contrato (Voto de los jueces Petracchi,
Boggiano, Maqueda, Highton de Nolasco, Belluscio, Zaffaroni y Lorenzetti. Fayt votó en disidencia, rechazando el recurso
por cuestiones formales. Argibay consideró innecesario resolver esta cuestión).Los jueces basaron su decisión en que el
contrato de servicio público con EDESUR expresamente establecía esta obligación. Además, señalaron que la limitación a
la responsabilidad civil sólo podría surgir de una ley dictada por el Congreso que justificara, debidamente, la razón de ser
de esa medida.

En segundo lugar, la Corte resolvió que este reclamo no podía ser resuelto por el ENRE sino que correspondía que fuera
analizado y decidido por la justicia (Voto de los jueces Petracchi, Boggiano, Maqueda, Highton de Nolasco, Lorenzetti,
Belluscio y Argibay).
UNIDAD 4
CSJN, “Verrocchi”, del 19 de agosto de 1999, Fallos, 322: 1726

El Poder Ejecutivo dictó los decretos de necesidad y urgencia Nº. 770/96 y 771/96 mediante los cuáles suprimió las
asignaciones familiares a los trabajadores cuyas remuneraciones superaran los $1.000. Afectado por la medida Verrochi
presentó una acción de amparo aduciendo de inconstitucionalidad los mencionados decretos por resultar violatorios de
la garantía de protección integral de la familia, reconocida en el Art. 14 bis de la Constitución Nacional.
El actor alegó además que el decreto no estaba fundado en una situación de necesidad y urgencia. El amparo resultó
procedente tanto en primera como en segunda instancia, por lo que el fisco interpuso recurso extraordinario federal.

La Corte Suprema confirmó la inconstitucionalidad de los decretos impugnados, disponiendo que el Poder Ejecutivo no
estaba facultado para dictar disposiciones de carácter legislativo. Agregó que para que fuera procedente la emisión de
los decretos de necesidad y urgencia debían concurrir algunas de las circunstancias excepcionales a saber: que el
Congreso no pudiera reunirse por razones de fuerza mayor o que la situación que requiriera solución legislativa fuera de
tal urgencia que no permitiera aguardar el dictado de una ley por el Congreso, causales que no se encontraban en el
presente caso.

Además alegó que el Poder Judicial estaba facultado para controlar que en el caso concreto existieran las circunstancias
excepcionales alegadas por el Poder Ejecutivo.

CSJN, “Consumidores Argentinos”, del 19 de mayo de 2010, Fallos, 333: 633.

La actora, “Consumidores Argentinos, Asociación para la Defensa, Educación e Información del Consumidor”, promovió
acción de amparo contra el Poder Ejecutivo Nacional, con el objeto de que se declarase la inconstitucionalidad del
decreto de necesidad y urgencia 558/02, que modificó la ley 20.091 de entidades de seguros.

El art. 1° del decreto 558/02 incorporó la posibilidad de que las aseguradoras, ante una situación de iliquidez transitoria,
realicen y constituyan deuda subordinada a los privilegios generales y especiales derivados de los contratos de seguro. El
art. 2º estableció cesiones de cartera sin la exigencia de la publicidad, y otras medidas. La Asociación señala que esas
modificaciones privan a los consumidores de ejercer el derecho de oposición fundada en un caso de transferencia de
cartera y, en consecuencia, atentan contra el art. 42 de la Constitución Nacional; permiten la exclusión de activos de la
aseguradora sin dar ninguna noticia a los asegurados, en violación al derecho de propiedad (art. 17 CN), restringen el
ejercicio del derecho a ejecutar al deudor en sus activos por deudas impagas con afectación del derecho de propiedad
(art. 17 CN), limitan la traba de medidas cautelares sobre los bienes del deudor e imponen a los jueces la obligación de
ordenar el levantamiento de las medidas trabadas sobre los bienes excluidos por voluntad de las empresas
aseguradoras, en violación a los derechos de propiedad y de igualdad, al debido proceso y al principio de división de
poderes (arts. 17, 18 y 109 CN), eliminan la autorización judicial para solicitar la anulación de actos ineficaces y permitir
la exclusión de los activos aun cuando exista un estado de insolvencia, atenta contra los derechos de propiedad y de
igualdad, del debido proceso y del principio de división de poderes (arts. 17, 18 y 109 CN), limitan el derecho de los
acreedores de la aseguradora respecto de los bienes excluidos de su patrimonio lo cual es violatorio de los derechos de
propiedad, de igualdad y de la garantía del debido proceso.

La Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, al confirmar la sentencia del
juez de primera instancia, hizo lugar a la demanda.

El Estado Nacional dedujo recurso extraordinario.El caso es anterior a la ley 26122 que regula los DNU, y por lo tanto esa
ley no ha sido cuestionada.
La facultades para dictar un DNU son admitidas en condiciones de rigurosa excepcionalidad para limitar y no para
ampliar el sistema presidencialista (considerandos 1 a 10). (Lorenzetti, Highton, Fayt, Maqueda, Zaffaroni y Argibay)

2) Los jueces pueden controlar la existencia del estado de necesidad y urgencia, la que no es igual a la mera
conveniencia politica (considerandos 11,12,13 ).

3) No hay necesidad ni urgencia que justifiquen el dictado del decreto impugnado

CSJN, “CPACF c. EN-PEN”, del 4 de noviembre de 2008, Fallos, 331: 2406.

Al confirmar la inconstitucionalidad de dos artículos del Decreto 1204/01 que eximían a los abogados del Estado de
matricularse en colegios públicos y pagar tasas por dicha matriculación, la Corte estableció, luego de realizar una
Audiencia Pública, expresas limitaciones al Poder Ejecutivo para el ejercicio de funciones legislativas delegadas por el
Congreso en el marco de la Ley 25.414.

La causa fue iniciada como consecuencia de la demanda interpuesta por el Colegio Público de Abogados de la Capital
Federal, que veía afectada la percepción del “derecho fijo” y la potestad de controlar la matrícula de los abogados que
litigan en esta Ciudad, tal como había sido establecido en el año 1985 por la ley 23.187. En la referida Audiencia Publica,
el Colegio Público de Abogados insistió en que la emergencia económica ha terminado y que la delegación legislativa
tiene limitaciones.

La Corte señaló que las normas citadas fueron dictadas por el Presidente de la Nación en el marco de la delegación
legislativa contemplada en el art. 1º, inciso “f”, de la ley 25.414.
No obstante -remarcó el Tribunal- el Congreso no delegó en el Poder Ejecutivo una potestad genérica de derogar
cualquier ley con el fin de lograr una reducción del gasto público -como alegó el Estado Nacional, demandado en este
pleito- puesto que ello no sólo no surgía del texto de la ley sino que, además, tal criterio sería tan indeterminado que
violaría el art. 76 de la Constitución Nacional.

El citado art. 1º, inc. “f”, permite al Ejecutivo derogar total o parcialmente leyes que “afecten o regulen el
funcionamiento operativo de organismos o entes de la administración”, lo que debe entenderse en referencia a leyes
cuya derogación, por su especificidad, no altera o modifica de manera grave otros fines o políticas legislativas que las
dirigidas explícitamente al funcionamiento de la administración pública.

El decreto 1204/2001, destacó la Corte, excede los términos de esta delegación, porque no afecta ni regula de manera
específica a la administración o sus entes descentralizados, sino que lo hace respecto de quienes ejercen la abogacía. En
este sentido, dijo que no es relevante que la administración pueda verse “indirectamente” beneficiada al no tener que
afrontar los gravámenes que deben pagar sus abogados y no se advierte, ni se ha alegado, qué beneficio sobre algún
organismo público se derivaría de la exención de la matriculación en el Colegio Público de Abogados.

Se desechó también el argumento del Estado Nacional, según el cual mediante el decreto aludido se ejercían
atribuciones que eran de competencia exclusiva del Presidente de la Nación. Se dijo en la sentencia que desde la
presidencia de Urquiza hasta la ley 23.187, existieron al menos siete leyes que regularon esta materia.

La Corte recordó que el artículo 76 de la Constitución Nacional prohíbe que el Congreso delegue facultades en el Poder
Ejecutivo, pero también estableció excepciones específicas que se inspiran en criterios jurisprudenciales imperantes en
los Estados Unidos de Norteamérica. La idea fundamental de esta prohibición radica en que el Congreso no puede
delegar el poder de hacer las leyes.

Por ello, la delegación que de modo excepcional se admite debe reunir ciertos recaudos, entre los que cabe subrayar:
1º) que la delegación sin bases o criterios inteligibles para su ejercicio está prohibida; 2º) cuando las bases estén
formuladas en un lenguaje demasiado genérico e indeterminado, la actividad delegada será convalidada por los
tribunales si el interesado supera la carga de demostrar que la disposición dictada por el Presidente es una concreción
de la específica política legislativa que tuvo en miras el Congreso.

De tales premisas, la Corte deduce que cuanto más amplia e imprecisa sea la delegación, menor será el alcance de las
atribuciones que podrá ejercer el Poder Ejecutivo. Y a la inversa, cuanto más claras sean las directivas de la ley
delegatoria, mayores probabilidades de éxito tendrá quien defienda la validez de las normas dictadas en su
cumplimiento porque con mayor facilidad podrá demostrar su adecuación a la ley.

En el presente caso, el Tribunal objetó los argumentos del Estado Nacional, quien se apoyó en una lectura sumamente
amplia e indeterminada de la ley 25.414 y no demostró que, pese a ello, el decreto formaba parte de una política que
efectivamente adoptó el Congreso. Por el contrario, se limitó a solicitar una aplicación mecánica del texto legal, en la
versión vaga e inexpresiva por él mismo propuesta.

CSJN, “Camaronera Patagónica”, del 15 de abril de 2014, Fallos, 337: 388.

Todos los jueces coinciden en que sólo el Congreso tiene facultades para fijar tributos, declarando la
inconstitucionalidad de las resoluciones 11/02 y 150/02 del Ministerio de Economía. Los jueces Lorenzetti, Fayt,
Maqueda, Zaffaroni, declaran que la invalidez de tal resolución -que estableció derechos de exportación, conocidos
como “retenciones”- estaba limitada al lapso comprendido entre marzo y agosto de 2002, porque hubo una ley del
Congreso que ratificó expresamente la legislación delegada. Los jueces Petracchi y Argibay, en cambio, no limitan los
alcances de la inconstitucionalidad y no dan efectos alas leyes ratificatorias.

En la causa “Camaronera Patagónica S.A. c/ Ministerio de Economía”, la Corte Suprema declaró la inconstitucionalidad
de una resolución del Ministerio de Economía e Infraestructura por la cual se fijaron derechos de exportación
(retenciones) a las mercaderías procesadas por una firma dedicada a la actividad pesquera.

El voto de los doctores Lorenzetti, Fayt y Maqueda señaló que las retenciones son tributos y que, de acuerdo a los
artículos 4°, 17 y 52 de la Constitución Nacional, sólo el Congreso de la Nación puede crearlos.

Destacaron los ministros que esa limitación es propia del régimen representativo y republicano de gobierno y que
ninguna carga tributaria puede exigirse a las personas si no ha sido creada por el Poder Legislativo, único poder del
Estado investido de tal atribución.

Agregaron que la Constitución Nacional confió al Congreso Nacional el poder de crear los recursos y votar los gastos
públicos y sólo asignó al Poder Ejecutivo la facultad de recaudar los recursos para emplearlos en los gastos designados.

Remarcaron, con cita de Juan Bautista Alberdi, que esta manera de distribuir el poder tributario fue adoptada con el
objeto de evitar que en la formación del tesoro sea “saqueado el país”, desconocida la propiedad privada y abatida la
seguridad personal así como que, en la elección y cantidad de los gastos, se dilapide la riqueza pública.

Sostuvieran los ministros que suscribieron el voto que las leyes que el Estado Nacional invocaba para justificar la
resolución dictada por el Ministerio de Economía no habían delegado al Poder Ejecutivo Nacional el poder de establecer
retenciones como las que pretendía aplicar.

También señalaron que si bien es cierto que en materia de comercio internacional es necesario que el Poder Ejecutivo
cuente con herramientas que le permitan en forma ágil implementar políticas económicas para proteger la producción
local, los precios del mercado interno o la competitividad, ellas deben provenir de una ley sancionada por el Congreso
que establezca de manera cierta e indudable pautas claras para su ejercicio, lo que no ocurría en el caso.
En este sentido, manifestaron que el Código Aduanero no cumple tal exigencia pues no sólo no prevé una alícuota para
las retenciones que se pretendía aplicar a Camaronera Patagónica, sino que ni siquiera fija topes máximos que limiten la
actuación del Poder Ejecutivo.

Por estas razones los ministros Lorenzetti, Fayt y Maqueda sostuvieron que la resolución 11/02 del Ministerio de
Economía e Infraestructura es inconstitucional pues avanza sobre una materia que la Constitución Nacional reservó en
forma exclusiva al Congreso Nacional.

Sin perjuicio de ello, pusieron de relieve que los constituyentes de 1994, además de incorporar el actual artículo 76,
agregaron la Cláusula Transitoria Octava, referente a la legislación delegada preexistente, y facultaron al Congreso de la
Nación a ratificarla expresamente mediante una ley. Señalaron que en el marco de dicha disposición constitucional
fueron dictadas las leyes 25.418, 25.645, 25.918, 26.135 y 26.519.

Recordó que la ley es la única fuente de las obligaciones tributarias pues la competencia del Congreso es exclusiva en la
materia y no puede ser ejercida por ninguno de los otros dos poderes del Estado, ni siquiera en situaciones de
emergencia.

UNIDAD 5
CSJN, “Consejo de Presidencia de la Delegación Bahía Blanca” (APDH), del 23 de junio de 1992,
Fallos, 315: 1361.

El tribunal adujo que"mientras en algunos supuestos el ordenamiento jurídico regula la


actividad
administrativa en todos sus aspectos —reemplazando así el criterio del órgano
estatal para predeterminar qué es lo más conveniente para el interés público y
reducir su actividad a la constatación del presupuesto fáctico definido por la
norma en forma completa y la aplicación de la solución que la ley
agotadoramente ha establecido (poderes reglados o de aplicación legal
automática)—, en otras ocasiones el Legislador autoriza a quien debe aplicar la
norma en el caso concreto para que realice una estimación subjetiva que
completará el cuadro legal...": Asimismo, la Corte dijo —respecto del alcance
del control de los jueces sobre las competencias regladas y discrecionales del
Poder Ejecutivo— que "frente al reconocimiento de que no existen actos
reglados ni discrecionales cualitativamente diferenciables, sino únicamente
actos en los que la discrecionalidad se encuentra cuantitativamente más
acentuada que la regulación y a la inversa (Tribunal Supremo español,
sentencia del 24 de octubre de 1962) al no poder hablarse hoy en día de dos
categorías contradictorias y absolutas como si se tratara de dos sectores
autónomos y opuestos sino más bien de una cuestión de grados, no cabe duda
de que el control judicial de los actos denominados tradicionalmente
discrecionales o de pura administración encuentra su ámbito de actuación en
los elementos reglados de la decisión, entre los que cabe encuadrar,
esencialmente, a la competencia, la forma, la causa y la finalidad del acto. La
revisión judicial de aquellos aspectos normativamente reglados se traduce así
en un típico control de legitimidad... ajeno a los motivos de oportunidad, mérito o
conveniencia tenidos en mira a fin de dictar el acto".
CSJN, “Almirón”, del 27 de septiembre de 1983, Fallos, 305: 1489.

El caso "Almirón" (1983), en el cual el Estado prohibió el ingreso de un postulante con visión
reducida al profesorado de geografía. Aquí, la Corte sostuvo que el Estado debió expresar, por un
lado, cuáles fueron las razones que tuvo en cuenta para fijar las condiciones de aptitud psicofísica
y, por el otro, la relación de proporcionalidad entre la exigencia de visión en los dos ojos y el
estudio del profesorado. Dijo también el tribunal que "...la exigencia de la visión en los dos ojos no
guarda relación de proporción con el objetivo de estudiar el profesorado de geografía, por el
contrario, significa un atentado, en el caso, al pleno ejercicio de los derechos de aprender y
enseñar consagrados en el art. 14 de la Constitución Nacional". La Corte remarcó que las
facultades discrecionales deben ser ejercidas de modo razonable y que "...la circunstancia de que
la Administración obrase en ejercicio de facultades discrecionales en manera alguna puede
constituir un justificativo de su conducta arbitraria, pues es precisamente la razonabilidad con que
se ejercen tales facultades el principio que otorga validez a los actos de los órganos del Estado y
que permite a los jueces, ante planteos concretos de la parte interesada, verificar el cumplimiento
de dicho presupuesto".

CSJN, “Arenzón”, del 15 de mayo de 1984, Fallos, 306: 400.


Los hechos fueron tan sencillos como flagrantemente arbitrarios, Gabriel Arenzón se inscribió para cursar la especialidad de
Matemáticas y Astronomía en el Instituto Superior de Profesorado doctor Joaquín V. González. Allí y al momento de realizarse los
estudios médicos con el fin de obtener el certificado de aptitud psicofísica, el mismo le es negado por no cumplir con lo establecido
en la Resolución 957/81 que establecía una altura mínima.

Sencillamente se le había negado la posibilidad de cursar los estudios en Matemática y Astronomía por no alcanzar la altura de 1,60
m. Gabriel Arenzón medía un metro con cuarenta y ocho centímetros y ello era la causal de que no le extendieran el certificado
necesario para comentar con los cursos preparatorios.

Antes de mencionar lo dicho por la Corte Suprema resulta importante señalar los fundamentos expuestos por el Estado al plantear
el recurso extraordinario contra lo dispuesto por la Cámara Nacional que, en consonancia con lo dicho por el Juzgado de grado
inferior, entendió irrazonable la reglamentación impugnada.

Éstos se centraron en entender que la vía del Amparo era inadecuada por la existencia de remedios administrativos idóneos junto
con la necesidad de un mayor debate probatorio sobre la norma impugnada (prueba que no plantearon en ninguna de las instancias
judiciales) y que lo impugnado judicialmente era una ingerencia indebida en un campo propio de la Administración como lo es la
reglamentación.

Sobre el último punto mencionado, la Corte fue contundente al decir que a pesar de que la Administración “ obrase en ejercicio de
facultades discrecionales en manera alguna puede constituir un justificativo a su conducta arbitraria, pues es precisamente la
razonabilidad con que se ejercen tales facultades el principio que otorga validez a los actos de los órganos del Estado…”.

Lo dicho es la justa interpretación del juego armónico que debe hacerse del inicio del Artículo 14 de nuestra Constitución, debido a
que ningún derecho es absoluto, junto con lo dispuesto por el Artículo 28 del mismo cuerpo normativo. Además marca claramente la
distinción entre discrecionalidad administrativa con arbitrariedad, cuando la actividad estatal pierde razonabilidad es cuando nos
encontramos frente a una decisión arbitraria.
CSJN, “Schnaiderman”, del 8 de abril de 2008, Fallos, 331: 735

Sobre la validez del acto de despido de los agentes públicos durante el


período de prueba, es decir, antes de adquirir la estabilidad en el empleo
público. Así, sostuvo que "es dable reparar que la resolución impugnada omite invocar fundamento
alguno que, además, torne razonable la revocación del nombramiento efectuado. Por ello, el acto
atacado carece de otro de sus requisitos esenciales, en este caso, el de motivación... Tal omisión torna
ilegítimo el acto, sin que quepa dispensar dicha ausencia por haberse ejercido potestades
discrecionales, las que —por el contrario— imponen una observancia más estricta de la debida
motivación...". Y agregó que "no puede sostenerse válidamente que el ejercicio de las facultades
discrecionales, por parte del órgano administrativo, para cancelar la designación de un agente durante el
período de prueba (según le autoriza el art. 25 del CCT), lo eximan
de verificar los recaudos que para todo acto administrativo exige la ley 19.549".

"el control judicial de los actos denominados tradicionalmente discrecionales o de pura administración
encuentra su ámbito de actuación, por un lado, en los elementos reglados de la decisión —entre los que
debe encuadrar, esencialmente, a la competencia, a la forma, a la causa y a la finalidad del acto— y, por
el otro, en el examen de su
razonabilidad...".

UNIDAD 7
CSJN, “Hooft”, del 16 de noviembre de 2004, Fallos, 327: 5118
Un juez de primera instancia de la Provincia de Buenos Aires promovió demanda contra dicho estado local a fin de obtener que se declare
la inconstitucionalidad o inaplicabilidad del art. 177 de la Ley Fundamental de dicha Provincia, por ser contraria a la Constitución
Nacional, en cuanto le cercena su derecho a ser juez de Cámara -o eventualmente de casación- al requerir, para acceder a tal cargo,
“haber nacido en territorio argentino o ser hijo de ciudadano nativo si hubiese nacido en país extranjero”. Relató que nació en Utrecht,
Holanda, el 25 abril de 1942, ingresó al país en 1948 y obtuvo la nacionalidad argentina en 1965.

Sostiene que la norma es inconstitucional, lo mismo que la interpretación que impone la nacionalidad argentina de origen para ser juez de
una Cámara de Apelaciones en el territorio de la Provincia de Buenos Aires, toda vez que, por los principios de “igualdad ante la ley”
(art. 16 de la Constitución Nacional) y de no discriminación, se trasvasan al argentino naturalizado, como ciudadano, los atributos,
derechos y calidades de los nacionales.

CSJN, “Gottschau”, del 8 de agosto de 2006, Fallos, 329: 2986.

Resulta: 1. Mediante Acta 24/99 la Secretaría de Coordinación Técnica del Consejo de la Magistratura resolvió no dar
curso a diversas solicitudes de inscripción a los concursos 2/99, 3/99 y 4/99, "en virtud de no cumplir con los recaudos
reglamentarios" (fs. 7/8, autos principales). Una de las afectadas, la abogada Evelyn Patrizia Gottschau, de nacionalidad
alemana, excluida del concurso 3/99, presentó una impugnación ante el Consejo de la Magistratura (fs. 9/10, autos
principales). El Consejo de la Magistratura desestimó el recurso pues "se ha establecido como condición ineludible para
participar en el concurso, ser de nacionalidad argentina" (Resolución nº 214/99, fs. 12/13, autos principales).

La Corte Suprema hizo lugar al recurso de queja, declaró procedente el recurso extraordinario, dejó sin efecto la
sentencia apelada y ordenó devolver las actuaciones al Tribunal para que dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo a
lo decidido por ella, en cuanto declaró "la inconstitucionalidad, en el caso, de la norma local que impone el requisito de
nacionalidad argentina para concursar el cargo de secretario de Primera Instancia en los Juzgados de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires" (fs. 366/374 vuelta).
CSJN, “Madorrán”, del 3 de mayo de 2007, Fallos, 330: 1989
En el precedente "Madorrán" (2007), la Corte declaró la nulidad
e inconstitucionalidad del art. 7º del Convenio Colectivo 56/1992 "E" —según el texto ordenado por el laudo 16/92
del Ministerio de Trabajo y Seguridad—, invocado por la demandada (empleador) para despedir a la trabajadora sin
expresión de causa.

El tribunal ordenó la reincorporación en razón de que "la estabilidad del


empleado público preceptuada por el art. 14 bis de la Constitución Nacional significa, a juicio de esta Corte y dentro
del contexto en cuestión, que la actora no pudo válidamente ser segregada de su empleo sin invocación de una
causa justificada y razonable, de manera que su reclamo de reinstalación resulta procedente". A su vez, consideró
—tras un exhaustivo análisis histórico y jurídico de la génesis y naturaleza de la cláusula constitucional que
establece la estabilidad del empleado público— que el art. 14 bis impide al Estado excluir a sus agentes sin invocar
causas justificadas y razonables.
En el mismo sendero, el tribunal recordó que "si se produjera alguna duda en el llamado a interpretar el art. 14 bis,
sería entonces aconsejable recordar... el siguiente principio de hermenéutica jurídica: in dubio pro justitia sociales.
Las leyes, pues, deben ser interpretadas a favor de quienes al serles aplicadas con este sentido consiguen o tienden
a alcanzar el bienestar, esto es, las condiciones de vida mediante las cuales es posible a la persona humana
desarrollarse conforme a su excelsa dignidad"

CSJN, “Sánchez”, del 6 de abril de 2010, Fallos, 333: 335.

Luego, en el caso "Sánchez" (2010), los hechos fueron los siguientes. El actor fue contratado
por la Auditoría General de la Nación por el término de ocho años por medio de sucesivos contratos
hasta su cese. En tal contexto, reclamó su reincorporación. Por su parte, la AGN sostuvo que contrató al
actor en los términos de la ley 24.447 y su decreto reglamentario 92/1995, normas que hizo suyas
mediante resoluciones internas. También invocó el art. 118, incs. b) y c), de la ley 24.156. La Cámara
Nacional del Trabajo condenó a la AGN a indemnizar al actor por los perjuicios derivados de la ruptura
del vínculo de empleo. Finalmente, la Corte revocó la decisión de la Cámara porque según su criterio no
se tuvo en consideración que la ley de la AGN autoriza expresamente la celebración de contratos como
los suscriptos entre las partes, toda vez que la actividad de este organismo exige contar con un cuerpo
de auditores externos ( ley 24.156 , art. 118, inc. b) . Consideró que el hecho de que el actor realizara
tareas típicas de la actividad de la demandada no era suficiente —por sí solo— para demostrar la
existencia de una desviación de poder tendiente a encubrir (mediante la renovación de sucesivos
contratos) el vínculo de empleo permanente. Añadió que la normativa específica que rige a la AGN
impide considerar el tipo de tareas realizadas por los contratados como un indicador relevante con el
propósito de determinar la existencia de una relación de empleo estable y permanente.

CSJN, “Ramos”, del 6 de abril de 2010, Fallos, 333: 311.

Aquí, el actor fue contratado por la Armada Argentina por el término de veintiún años mediante
sucesivos contratos. El vínculo contractual se rigió por el decreto 4381/1973 que permite el ingreso de
agentes mediante contrato de locación de servicios, con una duración máxima de cinco años y sin
estabilidad. La Cámara Federal de Apelaciones sostuvo que el hecho de que las contrataciones excediesen el
límite máximo de cinco años no tenía como consecuencia el nacimiento de un derecho a favor del actor a
ser indemnizado. Más todavía, señaló que el mero transcurso del tiempo no podía trastocar la situación de
revista de quien había ingresado como personal no permanente y no había sido transferido a otra categoría
por acto expreso de la Administración. Con tal fundamento, concluyó que el actor no tenía derecho a ser
indemnizado por la rescisión del contrato y, menos claro, a ser incorporado en la planta de personal
permanente. Por su parte, la Corte sostuvo que el vínculo laboral que el actor mantuvo con el Estado
nacional por el término de 21 años no puede ser válidamente encuadrado en el régimen de contrataciones
del decreto 4831/1973. Dicha norma autoriza a contratar personal para proyectos de investigación científica
y desarrollo tecnológico, sin que esto genere derecho a indemnización por rescisión, pero limita la
posibilidad de renovación de estos contratos por el término máximo de cinco años. Sin embargo, la
demandada contrató al actor (en el marco de la norma citada) durante 21 años, en abierta violación al plazo
máximo previsto. A su vez, surge del legajo del actor que: a) sus tareas carecían de transitoriedad; b) este
era evaluado y calificado anualmente; y, además, c) el Estado le reconocía la antigüedad y gozaba de los
servicios sociales. Las circunstancias descriptas —más la violación de la norma que limita la renovación del
contrato a un máximo de cinco años— llevaron al tribunal a concluir que "la demandada utilizó figuras
jurídicas autorizadas legalmente para casos excepcionales, con una evidente desviación de poder que tuvo
como objetivo encubrir una designación permanente bajo la apariencia de un contrato por tiempo
determinado". A ello, debe agregarse que las conductas del Estado pudieron generar en el actor una
legítima expectativa de permanencia laboral que merece la protección que el art. 14 bis de la CN otorga al
trabajador contra el "despido arbitrario".

CSJN, “Cerigliano”, del 19 de abril de 2011, Fallos, 334: 398.

El actor durante siete años suscribió diversos contratos de locación de servicio con el Gobierno de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires conviniendo la prestación de tareas como operario.

Cabe añadir a lo expuesto una cuestión subyacente en el precedente citado (ramos): la


concerniente a que quienes no se encuentren sometidos a la Ley de Contrato de Trabajo, en tanto
desempeñen tareas materialmente subordinadas y permanentes a favor de la Administración
Pública nacional o local, gozan de la protección conferida por el art. 14 bis de la Constitución
Nacional. La ratio decidendi de "Ramos" alcanza a todos los trabajadores que se encuentran
ligados por un vínculo como el considerado en ese precedente, ya sea con la Administración
Pública nacional, provincial, municipal o, como en el presente caso, la específica de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.

UNIDAD 10

CSJN, “Empresa Plaza de Toros”, del 13 de abril de 1869, Fallos, 7: 150.

El caso es que la empresa Plaza de Toros (representada por un tal Señor Bonorino) inició una causa ante un
juez de la provincia de Buenos Aires impugnando una ley local que prohibía instalar Plazas de Toros en su
territorio, se fundaba en el libre ejercicio de industria. El artículo 14 que permite toda industria licita no es
absoluto pues se encuentra sometido a las leyes que reglamentan su ejercicio. Las cuestiones que tengan que
ver con la salud y moralidad de los vecinos están reservados a las provincias.
es un hecho y también un principio de derecho constitucional, que la policía de las Provincias está a cargo de
sus gobiernos locales, entendiéndose incluido en los poderes que se han
reservado, el de proveer lo conveniente á la seguridad, salubridad y moralidad de sus vecinos; y que, por
consiguiente, pueden lícitamente dictar leyes y reglamentos con estos fines, no habiéndose garantido por el
artículo catorce de la Constitución Nacional á los habitantes de la República el derecho absoluto de ejercer su
industria o profesión, sino con sujeción á las leyes que reglamentan su ejercicio: que siendo esto así, la
Justicia Nacional seria incompetente para obligar á una Provincia, que ha prohibido las corridas de toros, a
soportar la construcción de una plaza para dar al pueblo ese espectáculo, aun cuando pudiera ella calificarse
de establecimiento industrial, como se
pretende, y el ejercicio de esa industria, no ofendiera al decoro, la cultura y la moralidad de las costumbres
públicas; por estos fundamentos, se confirma, con costas, el auto apelado de foja doce; y satisfechas aquellas
y repuestos los sellos, devuélvanse.
CSJN, “Saladeristas”, del 14 de mayo de 1887, Fallos, 31: 273.

La sentencia del máximo tribunal absuelve a la provincia de Buenos Aires de la demanda de los propietarios de los
establecimientos, que reclamaron la indemnización de daños y perjuicios causados por la sanción de una ley que prohibía la
faena de los saladeros ubicados en la localidad de Barracas. Entre los antecedentes encontramos que en el mes de marzo
de 1867 el Consejo de Higiene recomienda cesar las actividades de dichos establecimientos sobre el Riachuelo por razones
de salubridad, y que en caso de no obtener resultados favorables podría llegarse a la prohibición de las faenas.

Luego de ello, en base a los informes elaborados respecto del estado de los saladeros, se dictaron autorizaciones
permitiendo la faena condicionada al cumplimiento de una serie de requisitos que en definitiva no fueron cumplidos por los
establecimientos[iii].

Así las cosas, en el año 1871 la legislatura provincial dicta una la ley que prohíbe las faenas de los saladeros ubicados en la
ciudad y sobre el Riachuelo de Barracas y sus inmediaciones[iv].

La Corte rechaza la demanda de los saladeristas sosteniendo el criterio plasmado en el fallo “Plaza de Toros”, sumando
algunos conceptos a los planteos de los propietarios que alegaban que sobre el ejercicio de la actividad tenían derechos
adquiridos.

Dijo allí la Corte: “los saladeristas de Barracas no pueden por consiguiente invocar ese permiso para alegar derechos
adquiridos, no sólo porque él se les concedió bajo la condición implícita de no ser nocivos a los intereses generales de la
comunidad, sino porque ninguno puede tener un derecho adquirido de comprometer la salud pública”

CSJN, “Ercolano c. Lanteri de Renshaw”, del 28 de abril de 1922, Fallos, 136: 161.

A raíz de una crisis habitacional por la creciente inmigración, aumenta el precio de los alquileres.Se
dicta una ley que congela el precio de los alquileres por dos años.

Agustín Ercolano, inquilino de Lanteri, no tenía un contrato, sino un convenio de palabra.

Se inicia demanda por parte de Lanteri, tachando de inconstitucional la ley 11.157 que prohibe cobrar durante dos años
a partir de su promulgación un precio de locación mayor al que se pagaba por el alquiler de casas, piezas y
departamentos el 1 de enero de 1920, por ser incompatible con los artículos. 14 (derecho de usar y disponer de la
propiedad), 17 (inviolabilidad de la propiedad) y 28 (razonabilidad) de la Constitución Nacional.

Rechazada en las instancias ordinarias, se interpuso recurso extraordinario federal

La Corte Suprema de la Nación confirmó, por mayoría, la sentencia apelada, sosteniendo que:

El derecho de usar y disponer de la propiedad ni ningún otro derecho reconocido por la Constitución tiene carácter
absoluto. cabe presumir que el límite fijado satisface -en el caso- las condiciones necesarias de razonabilidad y que, por
consiguiente, no ha sido vulnerada la garantía del artículo 17 de la Constitución Nacional.

CSJN, “Avico c. de la Pesa”, del 7 de diciembre de 1934, Fallos, 172: 21.

La Corte resolvió puntualmente que la prórroga del cumplimiento de las obligaciones con garantía
hipotecaria y los intereses pactados —por tres años y seis meses—, así como la reducción del máximo
de la tasa de interés al 6% anual, es constitucional. En efecto, "un largo y meditado estudio de los fallos
dictados por esta Corte... nos decide a mantener la jurisprudencia establecida en el caso 'Ercolano'
porque la existencia del contrato escrito no cambia la situación del propietario... Por un lado, los
derechos constitucionales no son absolutos y, por el otro, el art. 5º del Cód. Civil dispone que ninguna
persona puede tener derechos irrevocablemente adquiridos contra una ley de orden público".
CSJN, “Cine Callao”, del 22 de junio de 1960, Fallos, 247: 121.

Dijo el tribunal aquí que "esta Corte, luego de haber abandonado la circunscripta concepción del poder de
policía expuesta en antiguos pronunciamientos... para acoger la tesis amplia y plena... declaró que dentro de
los objetos propios de aquel poder ha de estimarse comprendida... la defensa y promoción de los intereses
económicos de la colectividad con apoyo en el inc. 16 del art. 67 de la Constitución Nacional" (actual art. 75,
inc. 18, CN)". En este caso, el tribunal debatió la constitucionalidad de la ley 14.226 que estableció la
obligatoriedad de los empresarios de incluir espectáculos de variedades (llamados números vivos) en los
programas de las salas cinematográficas del país con el objeto de asegurar adecuados niveles de ocupación
a las personas dedicadas a este tipo de actividades artísticas.

"Se trata de una situación extraordinaria que gravita sobre el orden económico-social, con su carga de
perturbación acumulada, en variables de escasez, pobreza, penuria o indigencia, que origina un estado de
necesidad al que hay que ponerle fin". Este caso es, según nuestro criterio, sumamente importante porque si
bien el tribunal, por un lado, ratificó las potestades estatales de regulación en situaciones de emergencia, por
el otro, reconoció por primera vez el ejercicio de esas potestades por el Poder Ejecutivo mediante el dictado
de los decretos de necesidad —y no necesariamente por ley del Congreso—. La tesis central de los jueces
fue que "la emergencia no crea potestades
ajenas a la Constitución, pero sí permite ejercer con mayor hondura y vigor las que esta contempla,
llevándolas más allá de los límites que son propios de los tiempos de tranquilidad y sosiego".

CSJN, “Peralta”, del 27 de diciembre de 1990, Fallos, 313: 1513.

El PE dicto un decreto de necesidad y urgencia para enfrentar una crisis económica, el cual ordenaba que la devolución
de depósitos de mas de $1000 se haría en bonos. Peralta vio afectado su derecho de propiedad con la sanción del
decreto. Interpone acción de amparo contra el Estado Nacional y el banco central, pidiendo la inconstitucionalidad del
decreto y el pago de su plazo fijo. En primera instancia se lo rechaza, en Camara se hace lugar al amparo, y por recurso
extraordinario federal la corte manifiesta que los decretos son validos siempre que se sigan ciertas pautas

No hay violación al art. 17 CN sino una restricción al uso que puede hacerse de la propiedad, ello para atenuar la crisis o
superarla. Los derechos no son absolutos, y están subordinados a las leyes que reglamenten su ejercicio. El fundamento
de las leyes de emergencia es poner fin o remediar las situaciones de gravedad que obligan a intervenir en el orden
patrimonial.

Requisitos para que una ley de emergencia sea valida y su sanción este justificada:

- Que exista situación de emergencia que imponga al estado el deber de amparar los intereses vitales de la
comunidad.

- Que la ley tenga como finalidad legitima, la de proteger los intereses generales de la sociedad y no a
determinados individuos.

- Que la moratoria sea razonable, acordando un alivio justificado por las circunstancias.

- Que su duración sea temporal y limitada al plazo indispensable para que desaparezcan las causas que hicieron
necesaria la moratoria.

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