Tema 1. Introducción A La Sociología
Tema 1. Introducción A La Sociología
Grado en Turismo
de La Rioja
ASIGNATURA SOCIEDAD Y ESTRUCTURA SOCIAL
TEMA
1. INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA
Objetivos
Método de trabajo
• Primero, leer el módulo para tener una toma de contacto con el contenido.
• Realizar una segunda lectura comprensiva para afianzar los conocimientos sobre
la materia.
• Buscar los términos que se desconozcan en diccionarios especializados que se
recomiendan en la bibliografía.
• Tras el estudio del módulo, realizar un resumen del módulo, incluyendo
anotaciones prácticas (ejemplos, ampliaciones…).
• Consultar la bibliografía recomendada para ampliar los conocimientos.
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1. PENSAR SOCIOLÓGICAMENTE
Preguntas previas.
Porque se han alcanzado las condiciones adecuadas que pueden conducir a su desarrollo
como disciplina científica: gran sensibilidad y atención a lo social como consecuencia de los
intensos procesos de cambio, unas condiciones intelectuales adecuadas para la liberación
de los dogmas y las trabas en el desenvolvimiento de la reflexión intelectual, y la búsqueda
de visiones "desencantadas" de la realidad, más allá de explicaciones mágicas y
sacralizadas tradicionales.
A corto plazo para enfrentarse de manera "científica" con la problemática social que
predominaba en la época, con factores como la incertidumbre ante los cambios producidos
por la industrialización, las migraciones masivas del campo a la ciudad, la secularización de
la sociedad, etc.
En el medio y largo plazo, para construir una ciencia específica para explicar y describir la
sociedad y su evolución.
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1.1. El proceso de formación de la sociología
1.1.1 Antecedentes
Desde los albores de la especulación social en Occidente se puede percibir una actitud
científica en el estudio del hombre y de la sociedad humana. Esta actitud se refleja en la
presencia de un elemento claramente sociocientífico en los pensadores de la tradición
racionalista europea, desde Aristóteles a Maquiavelo o Montesquieu (Giner, 1967: 581).
Pero, si bien el origen histórico de la reflexión sobre los problemas sociales puede ubicarse
muchos siglos atrás, es un hecho que la sociología, como campo definido del conocimiento,
aparece a mediados del siglo XIX.
El precursor de las ciencias sociales será Nicolás Maquiavelo (1469-1527) cuya obra
marcará la independencia en la reflexión sobre la política, de sus condicionantes teológicos
y filosóficos. Lo que podríamos denominar ciencia política, esto es, teoría del gobierno y de
las relaciones entre el gobierno y la sociedad, es el primer campo secularizado del saber de
las ciencias sociales.
Tanto la ciencia política como la economía política no son compartimentos cerrados sino
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fragmentos de una única ciencia de la sociedad. Hechos políticos y hechos económicos son
interpretados como fenómenos que se cruzan y se condicionan mutuamente.
Hasta el XVIII las comunidades eran estáticas, pero, a partir de este período, se
iniciarán cambios de calado tan profundo que transformarán el mundo conocido hasta
entonces. Los avances iniciados con el Renacimiento prosiguen a lo largo de la Ilustración
(o Siglo de las Luces) que cubre todo el siglo XVIII con un crecimiento espectacular de los
descubrimientos en todos los ámbitos, conducentes a una visión cumulativa y expansiva del
conocimiento humano. Surgen nuevas ideas políticas y métodos científicos.
Los cambios culminarán con una revolución económica, en la que capital y salario
transforman el orden social, y la cuestión social se transforma en el principal foco de interés.
La sociología nació entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, un período de
cambios dramáticos en las sociedades occidentales y de todo el mundo. El mundo social
que los europeos habían conocido durante siglos estaba desapareciendo y la “edad
moderna” había comenzado.
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3. El redescubrimiento de las “diferencias culturales”. Los viajes a los “rincones
lejanos” de la tierra, el crecimiento del comercio a larga distancia, y el establecimiento
de imperios coloniales forzaron a los europeos a enfrentarse a la enorme variedad de
culturas, cada una con su lenguaje, costumbres, creencias, sistemas de gobierno, y
formas de vida particulares. El creciente contacto entre europeos y no europeos, a
través del colonialismo y del esclavismo, cambió la vida de ambas partes. Entre los
efectos, destacan los de tipo material –como la creciente riqueza marinera y
comerciante de Gran Bretaña- pero también la reflexión sobre la naturaleza humana
4. Las nuevas formas con que la gente empezaba a reflexionar sobre sí misma y el
mundo. Las revoluciones políticas, el Renacimiento, la Reforma Protestante, la
revolución científica y la Ilustración pusieron en entredicho las creencias largamente
establecidas sobre la naturaleza, la religión y la vida humana. Estos movimientos
culturales no solo produjeron una nueva diversidad dentro de Europa, sino que
también provocaron un gran crecimiento del conocimiento y de la discusión cultural.
Asimismo, los contactos con otros pueblos empezaron a poner en duda las ideas
dominantes sobre la naturaleza humana. La mayoría de los europeos creían que su propia
cultura era superior pero los científicos estaban perplejos ante la diversidad humana. ¿De
dónde venía la cultura europea y hacia dónde se encaminaba? Buscando una respuesta,
empezaron a mirar hacia otros países y épocas, no solo para aprender sobre aquellas
gentes y lugares, sino también para sacar conclusiones acerca de la sociedad occidental
moderna y para aprender sobre sí mismos (Calhoun, 1995).
La sociología se define como la “ciencia de la crisis”. Pero no hay que confundir esta
expresión con su contenido transformador o revolucionario, como lo interpretaba el
pensamiento más tradicionalista al ver en la sociología significados destructivos del orden
social. Nada más lejano al nacimiento de la sociología, la tercera disciplina de las relaciones
entre los hombres, que surgirá después del Renacimiento.
La sociología es un producto del siglo XIX y, en este sentido, puede decirse que
aparece vinculada a una situación de crisis. Pero la respuesta que propone, más que
revolucionaria, es conservadora o, como mucho, propulsora de algunas reformas para
garantizar el mejor funcionamiento del orden constituido.
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La transición de la sociedad estamental a la capitalista representa una de las más
profundas quiebras sociales. Los rápidos procesos de cambio social dejan a los hombres
en un vacío social que requiere nuevas interpretaciones de este nuevo orden social. De esta
forma, se crea un clima propicio para la difusión de nuevas mentalidades e ideologías.
El capitalismo disolvía los vínculos forjados por la tradición del orden estamental.
La sociología arrancará de este dato para intentar reconstruir las bases del orden social
perdido, el cambio de la armonía de un orden integrado al caos de la lucha de clases. En
este sentido, nace fuertemente ligada a los objetivos de estabilidad social de las clases
dominantes. Su función es dar respuestas conservadoras a la crisis planteada en el siglo
XIX. Es una ideología del orden, del equilibrio, aun cuando sea, al mismo tiempo, testimonio
del avance del saber, al sistematizar, por primera vez, la posibilidad de constituir a la
sociedad como objeto del conocimiento.
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1.1.4 Los fundadores de la sociología:
Auguste Comte (1789-1857): fue uno de los muchos autores que participaron en los orígenes del
pensamiento sociológico. Comte acuñó el término “sociología”.
Se le considera el fundador del positivismo dado que proponía fundar las CCSS sobre el
método de las CCNN.
Pensaba que existe un orden natural de las cosas que puede ser descubierto mediante el
método científico. De esta manera, las regularidades que se observan en la astronomía
pueden servir para descubrir las regularidades que existen en la física, y así
sucesivamente, hasta encontrarse con las regularidades o leyes que cabe descubrir en el
ámbito de lo social (sociología).
Comte entendía la Sociología como una rama del conocimiento en la que estaba implícita,
una clara vocación de transformación del orden social, o, como él mismo prefería decir, de
"reorganización de la sociedad". No sólo participaba de la fe en el progreso típica de su
época, sino que veía este proceso inserto en una lógica de cambio según la cual, el
desarrollo de la humanidad se produjo conforme a una lógica que conceptualizó como la
"ley de los tres estadios": teológico, metafísico y científico o positivo, caracterizados por
tres formas distintas de interpretar los fenómenos. En el primero, se explicaban de manera
mágico-religiosa; en el segundo, de forma filosófico-especulativa; y en el tercero, de
acuerdo con procedimientos científico-positivos.
De acuerdo con Comte la sociología debe aplicar estrictamente el método científico para
descubrir las regularidades que acontecen en el ámbito de las sociedades. Así, esta debe
contribuir al bienestar de la humanidad, utilizando la ciencia para comprender, predecir y
controlar el comportamiento humano.
La etapa positiva marcaría, según Comte, la llegada al estado definitivo de la inteligencia
humana y crearía una nueva categorización jerárquica de las ciencias, con la sociología en
la cima (más tarde, añadió la moral). Para Comte, la sociología o física social, es "la
ciencia que tiene por objeto el estudio de los fenómenos sociales considerados con el
mismo espíritu que los astronómicos, los físicos, los químicos o los fisiológicos, es decir,
sujetos a leyes naturales invariables, cuyo descubrimiento es el objeto especial de
investigación" (Comte, 1842). La Sociología no sólo apareció en Comte como "ciencia de
las ciencias" y culminación de todo el edificio científico, sino que también fue planteada -al
igual que en otros padres fundadores-, de manera más o menos latente o explícita, como
una especie de fuente inspiradora de soluciones científicas a los problemas sociales.
Preocupación por las desigualdades producidas por la industrialización, que amenazaban
la cohesión social. Para Comte la solución a largo plazo pasaba por la creación de un
consenso moral mediante una nueva ''religión de la humanidad” que mantuviera unida a la
sociedad a pesar de las nuevas pautas de desigualdad.
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Emile Durkheim (1858-1917):
Émile Durkheim (1858-1917) se sitúa en la línea del positivismo francés, bajo la influencia
de Comte. Durkheim pensaba que los métodos científicos debían aplicarse al estudio de la
sociedad, y creía que los grupos sociales presentaban características que iban más allá o
eran diferentes a la suma de las características o conductas de los individuos. El postulado
fundamental de Las reglas del método sociológico (1895) es que “los hechos sociales
deben ser tratados como cosas”. Hechos sociales son, según Durkheim, “maneras de obrar,
pensar y sentir que presentan la importante propiedad de existir con independencia de las
conciencias individuales”, es decir, que son exteriores al individuo, además de estar dotadas “de
una fuerza imperativa y coercitiva, por la cual se imponen” (Durkheim, 1895). Por tanto, su
realidad es totalmente objetiva ya que proviene siempre del grupo y se explica por él. Así, analizó
el fenómeno del suicidio como resultado de una falta de integración del individuo en la sociedad.
Durkheim intentó replantear la cuestión de la evolución social por el aumento del grado de
división del trabajo, es decir, por la especialización de las tareas en su obra La división del
trabajo social (1893). Ahora bien, para Durkheim esta especialización se halla basada sobre un
sistema de valores morales o normativos que constituyen la base de la estabilidad social: “si la
división del trabajo produce la solidaridad… es porque crea entre los hombres todo un sistema de
derechos y deberes que los liga unos a otros de una manera durable”, de esta forma “la división
del trabajo no coloca frente a frente a los individuos, sino a las funciones sociales” (Durkheim,
1893). En su opinión, estos valores (que conforman la conciencia colectiva) son los vínculos de
cohesión que mantienen el orden y la integración sociales. La desaparición de estos valores
conduce a una pérdida de estabilidad social o anomia (del griego anomia, 'sin norma') y a
sentimientos de ansiedad e insatisfacción en los individuos.
Durkheim concebía la sociedad como un “todo”. Una clave para comprender su obra es la
analogía orgánica. Desde esta perspectiva, la sociedad se asemeja a un organismo biológico.
Esta visión induce al teórico social a centrarse en el sistema social en su conjunto y en la
interrelación de sus partes más que en las divisiones y los intereses opuestos entre los grupos de
esa sociedad. Su perspectiva funcionalista deriva en una valoración beneficiosa de las normas y
valores dominantes de una sociedad, para los intereses de todos los que la formaban. Para él, el
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conflicto de clases no era natural ya que derivaba de los intereses egoístas de los individuos y/o
de que los grupos ocupacionales no cumplían la función de proporcionar orden moral.
- Por relaciones de producción, Marx se refería a las relaciones humanas que se dan
bajo determinados medios de producción. En el capitalismo estas relaciones incluyen:
1) las relaciones entre los trabajadores; 2) las relaciones de dominación-sumisión entre los
trabajadores y los capitalistas; y 3) la propiedad y distribución de los bienes valorados por
la sociedad.
Las relaciones de producción son así una parte de la infraestructura que puede influir en la
superestructura.
Sin embargo, para la teoría marxiana es tal vez más importante el modo en que las pautas de
propiedad pueden moldear la superestructura. Cuando un grupo puede poseer y/o controlar los
medios de producción más importantes, el poder que da a esa clase le permite moldear aspectos
de la superestructura: “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época”
(Marx y Engels, 1932).
Marx quería decir que este grupo poderoso moldea y mantiene el sistema normativo o ideología
dominante de una sociedad porque favorece sus intereses.
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La superestructura no está totalmente determinada, sino sólo influida o moldeada por la
infraestructura. Ésta también puede ser influida por aquélla. Pero Marx consideraba primordial la
influencia a largo plazo de la infraestructura en la superestructura.
El progreso histórico de las sociedades humanas ocupa un lugar destacado en la visión marxiana
del mundo. Se considera que las sociedades humanas, espoleadas por el conflicto de clases y las
“contradicciones internas” de las sociedades basadas en la explotación de una clase sobre otra,
evolucionan por una serie de etapas hasta llegar a la etapa comunista.
Para ilustrar su teoría, Marx describió varios tipos de sociedad (comunismo primitivo, sociedad
antigua, feudalismo, capitalismo, comunismo), cada una de los cuales posee una infraestructura o
modo de producción peculiar. Desde la perspectiva de la teoría marxiana el cambio en la
infraestructura conduce a un cambio social revolucionario.
Así, por ejemplo, la caída de la sociedad feudal se puede atribuir básicamente a la aparición de
unos nuevos medios de producción – de la producción basada en la tierra a la producción basada
en la industria- y de unas relaciones de producción basadas en las nuevas fuerzas de mercado y
a que la fuerza del trabajo se convierte en mercancía. De este cambio progresivo surgió el
conflicto entre dos clases con intereses diferentes en dos modos rivales de producción.
El resultado fue, en el caso inglés, una adaptación paulatina y poco violenta de la superestructura
a la nueva infraestructura; y en el caso francés, un cambio violento con la Revolución de 1789.
Sin embargo, Marx creía que el triunfo del capitalismo no resolvería los conflictos entre la
superestructura y la infraestructura. Pensaba que, a largo plazo, se producirían otros cambios en
el modo de producción que conducirían finalmente al surgimiento del comunismo. En esta nueva
transición, los cambios en las relaciones de producción serían los protagonistas.
Las compañías industriales aumentan de tamaño (capitalismo monopolista), al mismo tiempo que
muchos de los antiguos propietarios son “arrojados” al rango de trabajadores y aumenta la
cantidad de trabajadores en estas grandes fábricas.
Marx creía que, con el tiempo, los trabajadores, cada vez más poderosos en número,
reconocerían que sus intereses se oponen a los de la propiedad privada de los medios de
producción y a la distribución desigual de las recompensas. La revolución es inevitable y
resolverá la contradicción entre la propiedad privada de los medios de producción y la producción
colectiva dando paso a la propiedad colectiva.
Muchas de las predicciones de Marx sobre el futuro del capitalismo han resultado ser incorrectas,
como se refleja en los gobiernos que llegaron al poder en nombre de sus ideas y se convirtieron
en sociedades muy diferentes de lo que él mismo había previsto. Tampoco vio la posibilidad de
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que, en las sociedades capitalistas, pudiera desarrollarse un Estado del Bienestar que hiciera
frente a muchos de los conflictos y contradicciones internas que él había creído que conducirían a
la muerte del capitalismo.
Pero Marx anticipó mejor que otros pensadores de su tiempo la expansión del “capitalismo
monopolista”, y ofreció una imagen de la sociedad (paradigma crítico del conflicto) de gran
importancia para el desarrollo de la teoría sociológica.
En ese clima cultural, fuertemente marcado por el historicismo y por el rechazo al cientificismo
positivista y al marxismo, desarrolla sus teorías Ferdinand Tönnies (1855-1936) cuya importancia
-más allá de sus aportaciones propias - estriba en haber abierto el camino para una obra como la
de Max Weber.
Esta tipología reaparecerá en Max Weber (1864-1920) que utiliza las definiciones de
Tönnies sobre comunidad y sociedad como "tipos-ideales": esto es, como modelos que
nunca se encuentran en la realidad en estado perfecto, pero, como extremos de una
polaridad de relaciones sociales, sirven para comprender la sociedad y para el análisis de
las formas sociales concretas. Son meros instrumentos metodológicos para la ciencia
social. Así, el “capitalismo” o “la competencia perfecta” son tipos ideales para los
economistas.
Weber comprende que los fenómenos sociales no pueden ser objeto de una explicación
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idéntica a la que requieren los fenómenos naturales. Los hombres poseen conciencia, y
actúan de acuerdo con una intencionalidad subjetiva que no puede ignorarse al explicar un
fenómeno social. Estima que la explicación de la conciencia por la realidad material es
conveniente pero que no podemos caer en un monocausalidad económica. Los fenómenos
sociales deben ser explicados por una combinación de factores, incluyendo también otros
elementos como los valores.
Su perspectiva de la sociología comprensiva parte de su definición de la sociología como
“una ciencia que pretende comprender interpretativamente el actuar social, y de esta
manera explicarlo por sus causas en su transcurrir y en sus efectos”. El objeto de la
sociología es la acción social (no sólo los hechos sociales como en el positivismo), que se
caracteriza porque, a tenor del sentido que le adscribe el actuante, está “orientada” por el
comportamiento de otros. Comprender significa entender el sentido de la acción para el actor,
mediante la interpretación, poniéndonos en el lugar de sus actores y protagonistas para poderla
entender y explicar.
La realidad social se interpreta a través de la comprensión del sentido que los agentes o
actores sociales dan a sus acciones. Para Weber, la acción social tiene el sentido que le da el
agente, siempre en relación a los otros. No sólo es expresión de la propia voluntad del individuo,
sino que también se relaciona con creencias, valoraciones, perspectivas y sentimientos. Para
llegar a comprender la acción social, Weber la divide según cuatro tipos:
Weber defendió, no obstante, la sociología como una ciencia libre de valores. Comprender
el sentido de la acción social y ponerse en el lugar del otro no significa que el sociólogo no pueda
guardar una distancia de su objeto de estudio. Su método queda perfectamente ilustrado en su
libro La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1903) en el que relaciona las mutuas
conexiones causales entre el tipo ideal de capitalismo moderno – basado en el sistema de
producción y en la reinversión de los beneficios- y la ética protestante–la actitud moral del
calvinista ante el trabajo, los beneficios monetarios y el triunfo mundano en la vida-
Otras aportaciones que han influido en la teoría sociológica son su interpretación del capitalismo
como un proceso de racionalización en todas las esferas de la vida, que incluye la burocracia
como nuevo modelo de organización; su conceptualización del poder legítimo como autoridad, y
su clasificación multidimensional de la clase social.
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1.1.5 Principales teorías contemporáneas
A partir del final de la segunda guerra mundial, la sociología tuvo un gran desarrollo. Dada la
dispersión y heterogeneidad de autores y corrientes, nos limitaremos a citar algunas de las
tendencias principales en que se dividió la sociología durante el siglo XX. Se trata, sobre todo, de
tendencias -y no de escuelas- puesto que, a su vez, se subdividen en un buen número de
corrientes y escuelas propiamente dichas. Sólo con fines de claridad y para mejorar la
comprensión, se distinguen tres grandes corrientes en la sociología contemporánea, a saber, la
estructuralista, la interaccionista y la conflictivista.
Por eso, este enfoque se denomina «interaccionismo simbólico»: los signos, señales, símbolos y
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lenguaje son tan importantes en esta teoría como la conducta social misma. Los orígenes de este
enfoque se hallan en la sociología interpretativa de Weber y en la obra de G.H. Mead (1863-
1931), cuyos estudios sobre subjetividad consiguieron poner coto, en gran medida, al excesivo
positivismo sociológico que imbuía la ciencia social de su tiempo. Para los interaccionistas, la
sociedad, o las diversas situaciones sociales, son fruto de una negociación y procesos de
acuerdo y desacuerdo perennes entre conjuntos que poseen ciertas visiones morales, afectivas y
de interés personal o grupal.
La clasificación anterior puede sólo servir para dar una orientación de grandes tendencias.
En la realidad concreta del pensamiento social, sin embargo, abundan autores, escuelas y
corrientes que escapan a tales clasificaciones. Así, nos encontramos corrientes teóricas como la
Escuela de Frankfurt, con representantes como Marcuse, Adorno, Horkheimer y Fromm; la Teoría
de la sociedad del riesgo, con autores como Giddens, Beck y Luhmann; la sociología
fenomenológica de Berger y Luckmann; la etnometodología de Garfinkel; la sociología
dramatúrgica de Goffman; la sociología de los movimientos sociales de Touraine; la sociología
interpretativa de Bordieu, la sociología histórica y un largo etcétera que amplían notablemente el
esquema anterior.
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las instituciones y de las relaciones e ideas que configuran la vida social. Están formadas por
la antropología, la arqueología, la sociología, las ciencias políticas, la economía, la geografía
humana y social, la historia, el derecho, la psicología, la criminología y la psicología social.
En este objeto de estudio, hay que destacar el análisis del hombre en su dimensión
social. El ser humano, al igual que el resto de seres vivos, solo puede existir en sociedad.
La sociología estudia el animal político, la innata sociabilidad del ser humano.
Las demás ciencias estudian tan solo aspectos parciales de la sociedad. Así, si un
economista investiga el capitalismo en una sociedad dada, concentra su atención en ciertos
procesos de producción -como la formación de capital, el reparto de los beneficios, la
fluctuación de salarios, etc.- Si es el sociólogo el que se acerca al mismo tema observará
también cuáles son los sectores sociales que ponen en marcha este sistema económico,
cómo se distribuye el trabajo entre los participantes del proceso, qué conflictos laborales
surgen, qué factores culturales entran en juego, y así sucesivamente.
La Sociología tendría “… frente a las demás ciencias sociales, sólo una diferencia en el
grado de generalidad, así como de punto de vista” (4) ya que los resultados obtenidos por
cada una de las ciencias sociales son complementarios y se necesitan unos a otros.
Podemos concluir que la sociología abarca una zona más amplia de la realidad que las
estudiadas por otras ciencias sociales. Pero esta afirmación presenta una excepción
importante que conviene destacar. Es el caso de la antropología.
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su método de enfoque –la “imaginación sociológica”- pero desde una visión holista, tanto a
nivel histórico (estudio de los pueblos primitivos y de antiguas sociedades) como en las
dimensiones de estudio presentes en su temática. Cabe señalar que comparte con la
sociología la aplicación del método etnográfico –basado en la observación participante-, que
representa, de esta forma, un préstamo de la antropología.
La sociología es una ciencia, es decir una rama del conocimiento humano que
tiende hacia la comprensión racional y objetiva de una zona de la realidad, ya que
puede desarrollar teorías verificables científicamente.
En este sentido, la sociología cumple los requisitos de toda ciencia, pese a no aplicar
métodos que caracterizan a otras ciencias, como la física.
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La sociología es una ciencia bidimensional ya que utiliza tanto métodos de
cuantificación y experimentación (con el uso de técnicas como la encuesta y el
experimento) como métodos interpretativos (con el uso de técnicas como la entrevista en
profundidad, la observación participante y el grupo de discusión). La peculiaridad de la
realidad sociológica exige que ambas vertientes de la actividad cognoscitiva se empleen en
el estudio de una realidad social multidimensional, desde esta doble naturaleza cuantificable
y discursiva.
Podemos concluir que la sociología es una ciencia porque cumple con el sentido básico
de lo que el vocablo latino scientia expresa: aumenta el saber objetivo y racional de la
realidad; y reúne las condiciones mínimas del empirismo, teoría, apertura, neutralidad ética y
critica que toda ciencia exige.
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Lo crucial es que el esfuerzo hacia la verdad sea lo que predomine en su actividad con lo
que, inevitable y automáticamente, la indagación sociológica se convierte en crítica de la
sociedad. La realidad de la pobreza o del poder ilegítimo basado en datos objetivos y
rigurosos es una crítica directa al funcionamiento de nuestra sociedad –aunque el sociólogo
desempeñe un rol neutro como mero recopilador de información-.
El hecho de que el hombre sea a su vez objeto y sujeto dificulta la objetividad en las
ciencias sociales, debido a la influencia de los valores y a la observación de su propia
realidad.
Los que practican la sociología deben atenerse a las normas científicas más estrictas para
aportar contribuciones realmente válidas. Y deben preguntarse constantemente sobre sus
valores como también sobre los valores de su medio social, para realizar su trabajo desde la
neutralidad ética. Los autores clásicos se dieron cuenta del peligro de la distorsión valorativa,
por eso Durkheim recomendó que se trataran los hechos sociales "como cosas" y Max
Weber formuló con claridad la aspiración a la neutralidad ética o liberación de los juicios de
valor.
La sociología está inconscientemente marcada por la percepción que una sociedad tiene
de sí misma. La imagen que los hombres se forjan de su época, de su civilización, aflora en
la teoría que los sociólogos elaboran y en las investigaciones que efectúan. Hasta puede
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afirmarse que el sociólogo no escapa a las imágenes propias de su medio inmediato:
nación, clase social, región, familia, etc. La sociología no puede ser absolutamente
independiente de la moral del sociólogo y de su sociedad, ya que hereda esa moral y se
nutre de ella.
Debemos concluir que, más allá de estas dificultades, la sociología es una ciencia ya que
su principal objetivo es comprender y explicar científicamente la realidad social.
En sociología, se utiliza el concepto del cambio social para denominar a los procesos de
alteración de los mecanismos que componen la estructura social de una nación o una
comunidad. Es decir, sus cambios significativos y apreciables en sus símbolos culturales,
su organización social, reglas de conducta o sistemas de valores: todo aquello que
dictamina cómo se concibe a sí misma una sociedad.
La teoría de Comte, como tantas otras en el siglo XIX, debía mucho a la idea de la Teoría de la
evolución de Charles Darwin, es decir, pensaba que las sociedades, así como las formas de vida,
siguen un curso de transformaciones determinado en gran medida por su adaptación al medio
ambiente.
Escuelas teóricas posteriores, como la del marxismo, prefirieron ver en el cambio social no la
expresión de un proceso pasivo y natural, sino de factores históricos determinantes, surgidos de
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las contradicciones propias de la sociedad y de la lucha entre sus clases sociales por dominar la
economía.
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y decapitando a los reyes para instaurar la República y proclamar por primera vez los
derechos universales del ser humano.
Los factores del cambio social son los elementos o condiciones que pueden propiciarlo, y que en
gran medida determinan el tipo de cambio que ocurra. Dichos factores se pueden clasificar de
acuerdo con su naturaleza en:
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A su vez, estos factores se pueden clasificar en tres tipos, dependiendo de su rol dentro
del cambio de paradigma:
Se llaman agentes del cambio social a las personas o instituciones que tienen el poder de
incidir en la manera en que la sociedad está estructurada, ya sea porque poseen mucha
relevancia dentro de ella, mucho poder económico, capacidad de convocatoria política, o
porque forman parte de un movimiento que reúne dichas potencialidades.
Los agentes de un cambio social son quienes juegan un rol activo en lograr el cambio de
paradigmas, aunque en muchos casos puedan no ser conscientes de ello. Las generaciones
jóvenes, por ejemplo, suelen jugar un rol vital en la incorporación del cambio a la sociedad,
muchas veces sin siquiera notarlo, a través de sus hábitos de consumo.
Movimientos sociales
Los movimientos sociales son agentes sociales organizados que comparten intereses.
Los movimientos sociales son las agrupaciones formales de individuos que persiguen un objetivo
social común, generalmente de tipo reivindicativo o vinculado a la justicia social. No se trata de
partidos políticos, ni organizaciones no gubernamentales (ONG), ni empresas de ningún tipo, sino
de agentes sociales organizados que comparten una identidad de clase y por lo tanto un conjunto
de intereses.
Los movimientos sociales son importantes agentes del cambio social, capaces de llevar adelante
acciones para empujar a la sociedad en una dirección determinada, como huelgas,
manifestaciones, asambleas populares e incluso propuestas políticas determinadas en cabildos
abiertos y otras formas de participación ciudadana.
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En 1959 el sociólogo norteamericano Charles Wright Mills publicó un libro con ese título:
“La imaginación sociológica”. En él, describe una estructura mental, al hacer una sociología
capaz de conectar experiencias individuales y relaciones sociales.
Hacía referencia a que los hombres se dan cuenta que en sus mundos cotidianos no
pueden vencer sus dificultades: esto se debe a que lo que tratan de hacer está limitado por
su mundo íntimo o privado, ya que sus visiones o facultades se limitan al habitual
escenario del trabajo, de la familia o de la vecindad. Básicamente, los hombres se
encuentran atrapados en su entorno inmediato. Según Mills, debajo de esta sensación
de estar “atrapados” se encuentran cambios de la estructura de la sociedad, ya que los
hechos de la historia contemporánea son también hechos que están relacionados al triunfo
y al fracaso de los hombres y mujeres individuales. Ni la vida de un individuo ni la historia
de una sociedad pueden entenderse sin entender ambas cosas. Habitualmente, los
hombres no poseen la capacidad para percibir la relación entre el hombre y la
sociedad, de la biografía y de la historia, del yo y del mundo.
La información domina la atención y rebasan de capacidad para asimilarla, pero lo que los
hombres necesitan es una cualidad mental que les ayude a usar la información para que así
puedan desarrollar la razón para conseguir comprender lo que ocurre en el mundo y de lo que
quizá está ocurriendo con ellos.
La imaginación sociológica permite al que la posee comprender el escenario histórico más amplio
en cuanto a su significado para su vida interior y para la trayectoria exterior de la
diversidad de los individuos. Esto le permite tener en cuenta cómo los individuos, en lo que es la
experiencia cotidiana, son falsamente conscientes de sus posiciones sociales.
Mills plantea esta nueva forma de pensar, en la cual el individuo sólo puede comprender su propia
experiencia y evaluar su destino localizándose a sí mismo en su época, además puede conocer
sus posibilidades si conoce la de la gente que lo rodea. Todo individuo vive, de una generación a
otra, en una sociedad, que vive en una biografía, y que la vive dentro de una sucesión histórica.
Por el solo hecho de vivir contribuye, aunque sea en pequeña medida, a dar forma a esa
sociedad y al curso de su historia, aun cuando él está formando por la sociedad y por su impulso
histórico. La imaginación sociológica nos permite captar la historia y la biografía y la relación
entre ambas dentro de la sociedad, esa es su tarea y su promesa.
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Con respecto a la sociedad: estructura, relación entre ellos mismos, significado de su
cambio y qué tiene de diferente con respecto a otros tipos de organización social.
Con respecto a la historia: el lugar que ocupa la sociedad en la historia humana, el
mecanismo por el que cambia, lugar de desenvolvimiento de la humanidad y su
significancia, cuáles son los modos de hacer historia, etcétera.
Qué variedades de hombres y mujeres prevalecen en la sociedad y periodo actual, qué
variedades aparecen, de qué manera están empezando a prevalecer, de qué manera son
seleccionados y formados, liberados y reprimidos, sensibilizados y embotados.
A través de la imaginación sociológica, el hombre es capaz de comprender lo que ocurre en el
mundo y lo que le está pasando a ellos mismos dentro de la historia de la sociedad. Es la forma
más fértil de la conciencia en sí mismo.
Cuando la gente no advierte ninguna amenaza contra ellos, experimenta bienestar. Cuando
algunos de sus valores están amenazados, experimentan crisis (ya sea tanto como una inquietud
como un problema público). Y si ello afecta a todos sus valores, experimenta la amenaza total del
pánico. Cuando no siente la estimación por ningún valor ni perciba ninguna amenaza, está en un
estado de indiferencia, y si esta afecta a todos los valores, se convierte en apatía. Si no siente
estimación por los valores, pero percibe una amenaza, sufre malestar y si este es total, sufre una
indisposición mortal no específica.
El “principal peligro” para el hombre reside hoy en las fuerzas ingobernables de la sociedad
contemporánea misma. La primera tarea política e intelectual del científico social consiste hoy en
poner en claro los elementos del malestar y la indiferencia contemporáneos.
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comprensión de nuestras realidades íntimas en relación con las realidades sociales.
El objetivo del autor es definir el significado de las ciencias sociales para las tareas culturales.
Demostrar las implicancias que tiene la imaginación sociológica en la vida política y cultural, lo
que se necesita para poseerla. Busca aclarar la naturaleza y los usos de las ciencias sociales en
la actualidad.
La sociología estudia los fenómenos sociales “desde arriba” –a vista de pájaro- reuniendo y
analizando datos sociales de diferente índole. Para ello, el observador-sociólogo hace uso de
un método de enfoque interrelacional denominado imaginación sociológica. Este enfoque
consiste en interrelacionar fenómenos que pertenecen a varios niveles de la vida social. Así,
la sociología intenta establecer las conexiones pertinentes entre los fenómenos políticos y los
religiosos, los económicos y los bélicos, los artísticos y los éticos. Por ejemplo, cuando el
sociólogo estudia el proceso de envejecimiento, podrá estudiar sus causas (demográficas,
económicas, históricas...) o sus consecuencias. Si se centra en éstas últimas, podrá observar
que pueden ser económicas como el sostenimiento del sistema público de la seguridad social;
sanitarias como el aumento de la esperanza y de la calidad de vida; históricas como la
evolución de las estructuras familiares y el cambio de valores; familiares como el refuerzo de
las redes de apoyo familiar y el aumento de los cuidadores, y así sucesivamente.
Esta perspectiva de análisis consiste en una actitud que nos permite subrayar la unidad y
la diversidad que existe en la vida social. De esta forma, el observador tiene que analizar
todos los factores actuantes en la realidad social y perderse en la diversidad, por ejemplo, al
estudiar los cambios sociales de la familia, habría que analizar factores sociales como la
incorporación de la mujer al empleo productivo, factores demográficos como el gradual
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envejecimiento de la población española en particular (y de la occidental en general),
factores económicos como la subida del nivel de vida, factores educativos como la extensión
del proceso de socialización y del nivel de estudios, etc.
De la diversidad, el sociólogo busca extraer la unidad, esto es, la relación entre los
diferentes aspectos analizados, cómo el proceso de envejecimiento influye en las redes de
solidaridad familiar y representa un apoyo en la conciliación de la vida familiar y laboral de la
mujer, cómo la incorporación de la mujer al empleo ha sido el detonante del cambio en las
estructuras familiares tradicionales, etc.
Que exista esa básica interdependencia no quiere decir, sin embargo, que la
sociología deba aceptar el supuesto de que cada nivel de la realidad social posea igual peso
en la causación de los fenómenos observados. Al contrario, se trata de establecer qué
factores son los predominantes en cada situación, teniendo en cuenta tanto la autonomía de
las distintas causas como su interrelación con el resto.
Charles W. Mills destaca cómo no es solo información lo que los hombres necesitan ya
que, en la sociedad de la información, ésta sobrepasa los límites de la capacidad para
asimilarla: Lo que necesitan es una cualidad mental que les ayude a usar la información y a
desarrollar la razón para conseguir reflexiones lúcidas de lo que ocurre en el mundo y de lo
que quizás está ocurriendo dentro de sí mismos (7).
La distinción esencial con que opera la imaginación sociológica es quizás la que hace
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entre "las inquietudes personales del medio" y "los problemas públicos de la estructura
social". Se presentan inquietudes en el carácter de un individuo y en el ámbito de sus
relaciones inmediatas con otros; tienen relación con su yo y con las áreas limitadas de vida
social que conoce directa y personalmente. Los problemas públicos se relacionan con
materias que trascienden el ambiente local del individuo y el ámbito de su vida interior.
Tienen que ver con la organización de muchos ambientes dentro de las instituciones de una
sociedad histórica en su conjunto, con las maneras en que diferentes medios se implican e
interrelacionan para formar la estructura más amplia de la vida social e histórica. Por
ejemplo, una persona divorciada con unas inquietudes personales del medio (generalización
de los males a todos los hombres/ mujeres, necesidad de conocer a otras personas en su
situación, etc.) no podrá extrapolar su situación personal en un estudio sobre el divorcio, sino
que tendrá que interpretar y analizar los discursos y datos existentes sobre el fenómeno, que
no tienen por qué coincidir con su experiencia personal sobre el mismo.
Notas al módulo
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(4) GINER, S. (1976) Íbidem. Pp. 10.
(6) GURVITCH, G. (1963) La vocation actuelle de la sociologie. Paris: PUF.Vol. I. Pp. 11-14.
MILLS, Ch. W. (1968) “Las fuentes del poder en la sociedad” en Etzioni, A. y Etzioni, E.
(7)
Los cambios sociales. México: FCE 1968. Pp. 119-125.
Bibliografía
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