LIDEREAR CON RESULTADOS
¡Bienvenido!
Al finalizar este programa serás capaz de identificar los elementos clave del liderazgo que te
permitirán desarrollar habilidades para la gestión de tu equipo de trabajo.
1. CONOCERME PARA GESTIONARME MEJOR
OBJETIVOS
Al finalizar este módulo serás capaz de:
* Emplear herramientas y técnicas de desarrollo intrapersonal.
* Aumentar la confianza y la relación interpersonal.
* Facilitar las relaciones con colaboradores mediante la inteligencia emocional.
VIDEO: SEIS CONSEJOS PARA CUIDAR LA SALUD DE TU CEREBRO
Cómo desarrollar y cuidar el cerebro con actividades sociales, de aprendizaje y hábitos.
ARTÍCULO: ¿TE ANIMAS A HACER UNA AUTOEVALUACIÓN PERSONAL?
Ejercicio personal de autoconocimiento y autocrítica para el crecimiento individual.
Mirar hacia dentro de nosotros, es decir, hacer una autoevaluación personal es algo que nos viene
bien de vez en cuando. Esto es todavía más necesario cuando se trata de referentes o líderes en
determinados escenarios, pues su ejemplo es importante para transformar conductas o generar
cambios.
Pero ojo, no se trata de hacer una autoevaluación en función de otros. La idea es que te puedas
mirar a ti mismo, tal como eres, y que a partir de ese examen puedas extraer conclusiones valiosas
y útiles para tu desempeño diario.
La autoevaluación personal es propia de aquellos líderes que son verdaderamente conscientes de
su papel. Aceptan sus errores, se muestran como un miembro más de sus equipos de trabajo y se
expresan a través de la humildad y la autocrítica. Se trata de individuos comprometidos con la
mejora continua, que entienden que esta ha de empezar por ellos mismos, desde su interior.
¿En qué consiste un proceso de autoevaluación personal?
La pregunta que muchos líderes de empresas, proyectos o grupos se hacen con relativa frecuencia
es cómo se realizar una autoevaluación personal.
Aunque vale la pena dejar claro que no existe una única manera de hacerlo, pues cada caso es
particular y admite todo tipo de aportes y elementos, sí podemos mencionar un proceso genérico
para ello, se basa en el análisis DAFO de gestión personal (en este artículo descubrirás en qué
consiste y cómo llevarlo a la práctica). A grandes rasgos, el proceso consta de etapas como las que
mencionamos ahora:
Elaborar un autoconcepto de sí mismo:
Lo primero es determinar los conceptos con los que mejor te definas a ti mismo en función de
categorías como: aspecto físico, relación con los otros, imagen que crees que transmites en tus
semejantes, personalidad, rendimiento en tu labor diaria, manejo de emociones y funcionamiento
mental. Se trata, en últimas, de un primer acercamiento al concepto que tienes de ti mismo.
Lista de debilidades:
Retoma los conceptos del apartado anterior y escribe aquellos que constituyan una debilidad; es
decir, obstáculos, defectos, excesos o carencias. Luego ponlas en un folio en blanco y haz dos
columnas: en una escribe cada debilidad y en la otra, más amplia, descríbela en términos
objetivos.
Lista de cualidades:
Ahora haz lo mismo, pero con las cualidades. Descríbelas lo más neutral que puedas y piensa en la
incidencia de cada una de ellas en tu carácter y desempeño diario. También puedes pensar en
personas que admires y subrayar aquellas cualidades que admires en ellas. ¿Cuántas de esas las
tienes tú también? Con seguridad son varias, lo cual te ayudará a reforzarlas.
Nueva autoevaluación:
Teniendo en cuenta las dos descripciones anteriores, tanto la de las debilidades como la de las
cualidades, el reto ahora es elaborar una nueva autoevaluación personal. No puede ser la misma
que la del inicio; el objetivo de esta fase es que sea una descripción más precisa, objetiva y
realista, y que tras ella tu imagen sea más completa. Muchas personas, incluso, descubren
cualidades que ignoraban que tenían o redescubren otras que hacía rato habían perdido de vista.
Esa será la nueva imagen con la que salgas al mundo.
El resultado de una autoevaluación personal señala tu nivel de autoestima: si es bajo, medio o
elevado. En cualquier caso, recuerda que el objetivo último del proceso es redescubrir quién eres,
adónde te diriges y qué aspiraciones tienes.
En otras palabras, te sirve para averiguar cómo compatibilizar tu misión y visión personal y tu
proyecto de vida con tu trabajo. Si te interesa profundizar en este tema. Te recomendamos la
lectura de este artículo, donde encontrarás toda la información que buscas.
Recuerda que el proceso de autoevaluación personal puede hacerse a cualquier edad y en
cualquier momento de la vida. Se trata de un viaje introspectivo que ayuda a resolver muchas
dudas y permite tomar decisiones partiendo de la claridad de ideas. Ante la elección de qué
estudiar, al elegir entre dos carreras o programas máster, antes de firmar un contrato con la
empresa que te ha seleccionado o incluso de forma previa a lanzarte a buscar el primer empleo y,
por supuesto, si te planteas un cambio de trabajo a los 40 o a cualquier edad pueden ser
momentos especialmente indicados para hacer un análisis DAFO personal.
*ARTÍCULO: ¿CÓMO MEJORAR TU CONFIANZA?
Planteamientos para el desarrollo de la autoconfianza, ser más positivo y resiliente.
Cómo tener más confianza en ti mismo
La autoconfianza se parece un poco al agua que corre por las tuberías de tu casa. Quizá no
conozcas todos los detalles de cómo funciona o de dónde viene, pero es penosamente obvio
cuando no hay. Al igual que cuando te cortan el agua, la falta de confianza en ti mismo tiene un
enorme impacto negativo en tu salud y estilo de vida. Afortunadamente, hay cosas que puedes
hacer para aumentarla.
¿Qué es la confianza?
En la jerga coloquial, la autoconfianza suele confundirse con la autoestima, y se traslapa con el
término menos conocido de “autoeficacia”. Sin embargo, la psicología da a cada una de estas
palabras una definición específica. Es útil saber distinguirlas:
• Autoeficacia: este término, según lo define Albert Bandura, un psicólogo canadiense-
estadounidense, se refiere a la creencia en tu capacidad de poder lograr ciertas tareas específicas.
Si crees que eres capaz de cocinar la cena o terminar un proyecto, entonces tienes una
autoeficacia alta. La gente con poca autoeficacia generalmente se esfuerza menos en una tarea si
no cree que podrá cumplirla, lo cual aumenta la probabilidad de fracaso.
• Autoconfianza: en contraste, de acuerdo con Bandura, la autoconfianza, o confianza en uno
mismo, es más bien una visión general de cuán probable es que cumplas una meta, sobre todo con
base en tu experiencia pasada. Cuando pasas tiempo practicando en el piano, aumenta tu
confianza en tu habilidad para tocar. Esto también es aplicable a cuán probable crees que sea que
te acepten en un grupo social. Si se han burlado de ti debido a tu diplomado en técnicas de
cestería prehispánica submarina, quizá la próxima vez te sientas intimidado al compartir ese dato
con más personas. Tanto la autoconfianza como la autoeficacia están basadas en la experiencia,
pero la autoconfianza refleja una visión más amplia de ti mismo, más que solo tu confianza al
realizar tareas específicas.
• Autoestima: el término que más suele confundirse con la autoconfianza es probablemente el
más distinto. La autoestima se refiere a cómo percibes tu valía en general. Afirmaciones
generalizadoras como “Soy una buena persona” entran en esta categoría. La autoestima es uno de
los niveles de la jerarquía de necesidades de Maslow, y las mejorías en la autoconfianza
contribuyen a reforzar tu autoestima, un concepto más amplio.
Estos conceptos se traslapan, y los psicólogos no concuerdan sobre dónde trazar la línea divisoria
entre cada uno. Puedes tener suficiente confianza para creer que eres capaz de aprender un juego
nuevo, por ejemplo, y a la vez te puede faltar autoeficacia para creer que serás bueno desde el
principio. Del mismo modo, a lo mejor no tienes absolutamente nada de confianza en tu habilidad
para cocinar, pero sí crees que eres una buena persona que merece ser amada.
Una confianza alta lleva a más oportunidades para mejorar
La autoconfianza es tu convicción de cuán bueno eres para algo, pero no es una medición de tu
verdadera habilidad. ¿Entonces por qué importa que creas en ti mismo? De acuerdo con Charlie
Houpert, autor de Charisma on Command y fundador de un canal de YouTube con 2,7 millones de
suscriptores que lleva el mismo nombre, la confianza no solo te ayuda a sentirte mejor, sino que
también te ayuda a tomar riesgos para hacer mejoras tangibles en tu vida.
“Internamente, la verdadera autoconfianza producirá mayor positividad, felicidad y resiliencia”,
dijo Houpert. “De manera externa, una autoconfianza alta te hará tomar mayores riesgos, lo cual
se correlaciona directamente con obtener más recompensas”.
El Oxford Handbook of Positive Psychology lo expresa de otra manera: “Si la persona carece de
confianza, no habrá acción. Por eso a veces se hace referencia a la falta de confianza como una
‘duda paralizadora’. En ocasiones la duda merma el esfuerzo antes de que una acción comience o
mientras se está realizando”.
Si crees que puedes obtener tu empleo soñado, y lo solicitas, entonces existe la posibilidad,
aunque sea muy remota, de que así sea. Si no crees que lo conseguirás, y no lo solicitas, está
garantizado que no lo obtendrás. La autoconfianza no te vuelve bueno en lo que haces por arte de
magia, pero sí te prepara para tomar los riesgos necesarios a fin de cumplir tus metas.
Cómo mejorar tu autoconfianza
Si construir tu autoconfianza es cuestión de cambiar tus creencias sobre ti mismo, entonces se
requerirá de esfuerzo. Puedes decirte frente al espejo todos los días: “Soy lo suficientemente
bueno, lo suficientemente listo y ¡vaya que le agrado a la gente!”, y no te hará mal, pero hay otras
maneras más prácticas y eficaces de adquirir mayor confianza en ti mismo.
Sé ‘hiperhonesto’ contigo mismo
Houpert sugiere ser “hiperhonesto” contigo mismo como una forma sencilla y cotidiana de
ejercitar tu autoconfianza.
“Por ejemplo, supongamos que alguien te pregunta qué haces para divertirte y a qué te dedicas. Si
te das cuenta de que te contienes o escondes algo, evalúa eso. Es una indicación de que debes
dejar de hacer esa actividad o, más probablemente, de que debes aceptar esa parte de ti mismo y
mostrarte orgulloso”, mencionó.
Esto no quiere decir que tienes que compartir cada parte de tu personalidad con todas las
personas que conozcas. Puedes compartir tus pasatiempos ñoños con tus amigos ñoños y en el
trabajo hablar solo de temas laborales. Sin embargo, puedes encontrar a alguien con quien
compartir más sobre ti. “Cuando dejas de esconder partes de ti mismo de los demás, te das cuenta
de que te sientes más seguro al ser quién eres”, dijo Houpert.
Mucha gente comienza a hacer ejercicio para perder peso o ganar músculo, pero el ejercicio
también puede impulsar mucho tu autoconfianza. La Asociación Americana de Psicología ha
notado que el ejercicio mejora el estado de ánimo y, junto con terapia y tratamientos constantes,
ayuda a combatir la depresión y la ansiedad. También puede ayudar a mejorar tu confianza si lo
sigues haciendo durante un tiempo. Hacer ejercicio de manera constante requiere de un cierto
compromiso, y mantener dicho compromiso es un logro. No desistir de un hábito nuevo y
saludable no solo te hace adquirir mayor confianza, sino que además te permite ver mejoras
físicas en tu cuerpo y salud a la larga.
Intenta hacer cosas que te incomoden
Salir de tu zona de confort es incómodo, como es de esperarse. Houpert afirma que ese es el
punto.
“A fin de cuentas, la confianza se trata de sentirse cómodo en diversas situaciones en las que la
mayoría de la gente se sentiría incómoda”, dijo. “Por lo que, si a diario expandes los límites de tu
zona de confort, al poco tiempo esta se volverá más grande y estarás cómodo incluso fuera de
ella”.
Esto puede incluir cambios muy desafiantes, como aceptar un nuevo empleo o enfrentarte a
alguien que sueles evitar. Pero también puede significar hacer cambios más pequeños, como
entablar una conversación con un desconocido, si eres una persona tímida, o probar un platillo
nuevo. De acuerdo con Houpert, es más importante que amplíes tu zona de confort un poco con
regularidad, en lugar de que te lances a lo profundo de manera ocasional.
Prueba una nueva imagen
La manera en que te vistes afecta cómo te perciben los demás, pero también puede alterar cómo
te ves a ti mismo. Usar ropa diferente puede influir para que te comportes o pienses de otra
manera. Este efecto no se limita a sentirte bien contigo mismo. Adam D. Galinsky, profesor de la
Escuela de Administración Kellogg en la Universidad Northwestern, encontró que los participantes
en un estudio que usaban una bata blanca de laboratorio demostraron mayor concentración. En
otras palabras, cuando la gente se vestía como médico, se comportaba más como tal, o al menos
como pensaba que un doctor debía comportarse. Si quieres tener mayor confianza, vístete como
lo haría tu otro yo, ese que es más seguro de sí mismo.
Desafía tu síndrome del impostor
El síndrome del impostor es un cruel error de la mente que te convence de que tus logros no
cuentan realmente y que la gente se dará cuenta de que eres un fraude. Esta duda se arraiga
porque es más fácil recordar los errores que los éxitos. Acostúmbrate a siempre escribir o
reflexionar sobre las veces en que has hecho algo bien. Es más fácil sentirte seguro de tus
habilidades si las recuerdas.
Cambia tu postura
Al igual que sucede con la manera en que te vistes, tu postura puede afectar cómo te sientes
contigo mismo. Si bien al inicio quizá te parezca un poco tonto (acuérdate de ese consejo de salir
de tu zona de confort), probar posturas que te empoderen contribuye a ajustar tu estado mental.
Una investigación de la Universidad Estatal de Ohio indica que algo tan simple como sentarte
derecho a veces te da mayor confianza en lo que estás haciendo.
Evita la trampa de la arrogancia
Conforme empiezas a expresarte de manera más segura, es natural preocuparte de que te puedas
volver una persona arrogante en el proceso. Sin embargo, de acuerdo con Houpert, la arrogancia
no es confianza fuera de control.
“La arrogancia es más bien resultado de la inseguridad y no de una autoconfianza excesiva. La
confianza se satisface por sí sola, mientras que la arrogancia requiere de validación externa para
que la persona se sienta bien. Por eso hay gente que presume para obtener el reconocimiento de
los demás. Alguien con una auténtica autoconfianza es capaz de ser asertivo y defenderse, pero es
poco probable que adopte un tono que a los demás les parezca arrogante. Curiosamente, la mejor
defensa ante la arrogancia es desarrollar una verdadera autoconfianza”, comentó.
Si empiezas a dudar de ti mismo, te tomará tiempo sentir que estás en el lugar correcto. Mientras
tanto, tu propia duda arraigada tal vez intente decirte que el sentirte bien contigo mismo o ser
firme en realidad es arrogancia. Reconocer que esto es un síntoma de inseguridad (y que estar
consciente del síntoma es una manera de vacunarte contra él) podría ayudarte a superar el
momento.
VIDEO: OCHO CLAVES PARA VIVIR MEJOR
Claves y hábitos para llevar una vida más sana, recomendaciones de un cardiólogo.
Las ocho claves para vivir mejor
Llega el tiempo de descansar, de desconectar un poco para cargar las pilas de cara al próximo
curso.
El verano suele ser también un momento para reflexionar. Nos apartamos del día a día, tomamos
algo de tiempo para nosotros y nos solemos hacer preguntas sobre nuestro presente y futuro.
¿Estoy contento con lo que hago? ¿Qué cosas estoy haciendo bien? ¿cómo puedo solucionar este
o aquel problema? ¿qué necesito para mejorar?
Cómo resultado de apartarnos del día a día y de nuestras reflexiones, volvemos con una serie de
propósitos. Es como el primero de año, pero a lo bestia. Y sucede todos los años.
Mi propuesta (voy a tratar de aplicarme el cuento yo también), es que parte de esas reflexiones
salgan de las ocho claves para vivir mejor que nos plantea Valentín Fuster
¿Quién es Valentín Fuster?
Las ocho claves para vivir mejor según Valentín Fuster
Las cuatro T para madurar personalmente
T1: Tiempo de reflexión.
T2: Talento
T3: Transmitir positividad
T4: Tutoría
Las cuatro A que transmiten como nos presentamos al mundo
A1: Actitud positiva
A2: Aceptar quién eres
A3: Autenticidad
A4: Altruismo
Vídeo Valentín Fuster
Por si no lo conocías de dejo un brevísimo resumen de su perfil:
¿Quién es Valentín Fuster?
Valentín Fusterlibros… su currículum es impresionante.
Las ocho claves para vivir mejor según Valentín Fuster
Como cardiólogo imagino que se ha enfrentado infinidad de veces a situaciones límite, salvado
innumerables vidas y afrontado la muerte de muchos pacientes. Entiendo que estas experiencias
durante tan extensa carrera, le han ayudado a reflexionar sobre las cosas realmente importantes
en la vida.
El Valentín Fuster divide estas claves en dos grupos:
4 T: cómo maduramos personalmente.
4 A: cómo nos presentamos al mundo.
Yo os doy mi propia interpretación de cada tema, al final del artículo tienes el vídeo con el
resumen de su conferencia.
Las cuatro T para madurar personalmente
T1: Tiempo de reflexión.
Con el tiempo te vas dando cuenta de que el ritmo de vida y el estrés diario, a veces nos llevan a
situaciones límite. La cabeza nos pide un descanso. Necesitamos claridad para enfocar bien
nuestro día a día.
El problema es que no podemos tener vacaciones cada semana para tener estos momentos de
reflexión, por eso es bueno que adquiramos el hábito de meditar cada día durante unos minutos.
Valentín Fuster dice hacerlo durante 15 minutos cada día. En cada artículo que he leído sobre
consejos de productividad de grandes personajes públicos, este es un consejo que se repite
constantemente.
Creo que es de los hábitos más importantes, y de los más fáciles de incorporar. En mi caso
aprovecho mis paseos matutinos con el perro para planificar el día y por las tardes busco 10
minutos para aplicar técnicas de relajación. Esto combinado con algo de deporte te cambia el día.
T2: Talento
En ocasiones nos obsesionamos con imitar los talentos de los demás. Vemos que alguien tiene
éxito en un área y tratamos de imitar su camino, o estamos buscando de trabajo, y tratamos de
convertirnos en un experto en un área donde hay trabajo de la noche a la mañana.
Cuando oímos la frase tópica de “persigue tus sueños”, yo me trato de traducirla a talento.
Durante muchos años he tenido esta conversación innumerables veces con mis alumnos. Es
especialmente común en aquellos que se están tratando de reciclarse (del off al on) o en aquellos
que están buscando trabajo.
Mi consejo a este respecto, suele ser siempre el mismo.
“No trates de construirte una carrera nueva, complementa tus conocimientos y experiencia
actuales con lo que necesites para mejorar”.
Es decir, no empieces desde cero. Pasado un tiempo de carrera profesional, no tiene sentido (no
digo que no se pueda conseguir), tirar todo por la borda y hacerte especialista en algo
desconocido para ti.
En la época de la crisis económica era tremendo ver a profesionales con una dilatada carrera,
preguntar si deberían hacerse community managers (con todos mis respetos). Hablaban de eso,
porque era el perfil demandado en ese momento, podría haber sido cualquier otra cosa.
Yo siempre trataba de hacerles ver, que ponerse a competir con la gente que está preparada
desde el primer minuto para ese puesto, partiendo de cero era una locura y una fuente de
frustración.
En mi opinión, el camino a seguir es preguntarse ¿qué hago bien? ¿qué me apasiona? (solo
recomiendo el cambio de carrera profesional, si tu trabajo no coincide con tu pasión), ¿qué haría
que me levantase cada mañana deseando ir a trabajar? Y partiendo de estas respuestas, buscar un
camino para conseguirlo.
T3: Transmitir positividad
Soy un convencido de esto. “Lo positivo atrae a lo positivo”.
Cuando afrontamos cada día desde lo positivo, cuando somos positivos o conseguimos cambiar
nuestro estado de ánimo para serlo y somos capaces de transmitirlo, suceden cosas buenas a
nuestro alrededor.
Para empezar tu día cambia. Las relaciones con los que tienes alrededor mejoran. Las cosas te
salen mejor… y todo esto provoca una ola de consecuencias positivas. Tanto a nivel personal,
como profesional. Eres una persona con la que da gusto estar, y que además, cada día intenta
hacer mejor las cosas. Es una combinación que no puede fallar.
Piensa en el caso contrario, piensa en una persona negativa. ¿te apetece estar con ella? ¿te parece
que es una persona que da el 120% en su trabajo? ¿es una persona que se relaciona bien con los
demás?
Por supuesto habrá casos y casos, pero en la mayoría de ellos, lo que funciona mejor es lo positivo.
T4: Tutoría
Para evolucionar en tu carrera profesional, es muy importante que tengas una referencia, una
persona que te guíe por el camino que estás siguiendo.
Un tutor o mentor, va a hacernos un diagnóstico de nuestra situación y a recomendarnos los pasos
a seguir para avanzar más rápido en la dirección adecuada. Además nos dirá como reforzar
nuestros puntos débiles y evitar los principales errores.
Es un atajo hacia nuestro futuro. No tiene recetas mágicas, pero su experiencia combinada con
nuestro esfuerzo nos va a ayudar de una manera increíble.
Las cuatro A que transmiten como nos presentamos al mundo
A1: Actitud positiva
Directamente relacionada con la tercera T. La positividad nos ayuda a transformarnos
internamente y al proyectarla hacia los demás, transforma nuestro entorno.
Como decía, lo positivo atrae a lo positivo. Una buena actitud genera una ola de buenas cosas a tu
alrededor.
A2: Aceptar quien eres
Para ser positivo, y en definitiva, para ser felices, lo primero es aceptarnos a nosotros mismos. Con
nuestras virtudes y nuestros defectos. Aceptar nuestra situación actual con serenidad. No quiero
decir que tengamos que contentarnos con lo nuestra situación actual, pero si aceptarla y
plantearla como punto de partida.
Al final nos damos cuenta de que tal y como somos, estamos llenos de capacidades y el mundo nos
presenta infinitas posibilidades.
Para arreglar algo tenemos que saber cómo funciona, ¿no? Pues para solucionar nuestros
problemas y mejorar nuestro futuro, tenemos que empezar por conocernos a nosotros mismos.
A3: Autenticidad
Algo tan escaso en general, pero especialmente en los entornos digitales. Es increíble ver como a
través de las redes sociales, nos venden felicidad, éxito… un modo de vida 10 y como mucha gente
lo compra. Y esto alimenta el ego de unos y la imaginación/envidia de los otros.
La realidad es que todos somos iguales. Detrás de esas fotos están los mismos problemas y
necesidades que las nuestras. Es verdad que en algunos casos hablamos de personas con mucho
dinero y poder, pero aun así tienen los mismos problemas personales y necesidades que tu.
Recuerda que a este mundo llegamos sin nada y nos iremos sin nada. Lo importante es lo que
llevas dentro y el bien que haces a tu alrededor.
Ser una persona auténtica, implica ser la misma persona en cualquier situación. En lo profesional,
en lo personal, en las redes sociales, etc. Pretender tener una vida que no tienes, no te lleva a
ningún sitio positivo.
A4: Altruismo
Este último consejo me gustó mucho. No es fácil de aplicar de forma continua, pero es
completamente cierto.
Las personas más felices son las que más dan. No hablo de dinero, hablo de la vocación de servicio
a los demás, de ayudar al prójimo y al próximo
A veces pensamos somos altruistas por hacer una donación para ayudar a las personas más
necesitadas o durante una catástrofe natural. Por supuesto que es algo fantástico, pero es una
forma de cumplir el expediente.
Ayudamos a alguien que está lejos. Sabemos que hacemos algo bueno, pero no nos implicamos. Es
más fácil ayudar al que está lejos, que al que está cerca y te resulta difícil tratar o te supone
dedicar tu tiempo.
En mi opinión, el altruismo real empieza por el “próximo”. Ayudar a esa persona cercana que tiene
un problema real, a un familiar o amigo cercano que necesita tu ayuda…. es el tipo de servicio que
más cerca tenemos, pero el que más nos cuesta.
Creo que si rompemos esa barrera de la cercanía y descubrimos la felicidad que genera a nuestro
alrededor, encontraremos la manera de aplicarlo a nuestro negocio
No hay mejor receta para el éxito que la voluntad de ayudar a los demás con tu trabajo o tus
productos.
Inteligencia emocional en el trabajo: poténciala
inteligencia emocional en el trabajo
Ya no queda ninguna duda: la inteligencia emocional en el trabajo es un elemento esencial para la
buena marcha de las empresas, sobre todo si tenemos en cuenta el papel cada vez más visible de
los equipos en los procesos internos y la importancia del capital humano para la creación de valor
y el rendimiento.
No obstante, no es algo que se consiga por sí solo. Debe ser una estrategia impulsada por las
esferas directivas e implementada en los distintos niveles de la organización.
Inteligencia emocional y gestión empresarial
Antes de ello, sin embargo, conviene echar un vistazo a la definición de inteligencia emocional y a
su relación con los ambientes laborales, en concreto con las personas que asumen la labor de
gestión empresarial.
TEXT - TOFU - Inteligencia Emocional
El teórico Daniel Goleman, uno de las figuras más visibles en esta materia, señala que los
individuos con una alta inteligencia emocional son aquellas que logran reconocer, gestionar y
ajustar sus emociones a las necesidades de un contexto o una situación específica; es decir, saben
interpretar emocionalmente cada circunstancia.
Sin embargo, esta habilidad no sólo tiene que ver con el reconocimiento de nuestras propias
emociones, sino también exige la identificación de las emociones de terceros: básicamente de las
personas con las que interactuamos en el día a día y de cuya relación depende en buena medida el
éxito de nuestra labor.
De hecho, no siempre nos desenvolvemos en climas laborales plácidos y distendidos. Por el
contrario, lo habitual suele ser lo otro: ambientes tensos, marcados por aspectos como el estrés y
la presión, o incluso por circunstancias de rivalidad o competitividad.
De ahí que la inteligencia emocional en el trabajo sea mucho más que una forma de contención;
es, sobre todo, una manera de encausar las emociones propias y ajenas hacia objetivos o
propósitos concretos.
He ahí la importancia del rol de los responsables de la gestión empresarial: identificar las distintas
emociones que predominan en un clima laboral y contar con la capacidad suficiente como para
revertirlas o reconvertirlas.
Consejos para una alta inteligencia emocional en el trabajo
La alta inteligencia emocional en el trabajo es resultado de la experiencia. Pero ojo, eso no quiere
decir que sea una facultad exclusiva de directivos o gerentes con muchos años de desempeño al
frente de un cargo de estas características. También se puede entrenar o cultivar con consejos
prácticos como:
Nunca dejes de conocer tu entorno:
Cuando hace un momento señalábamos la importancia de que un directivo conozca el entorno en
el que se desenvuelve, esto incluía su capacidad para reconocer los cambios que día a día se
producen en él. Un buen gerente saber identificar esos pequeños giros que tienen lugar en el
ambiente laboral y es capaz de transmitir la emoción más adecuada con cada uno de ellos:
intensidad, seriedad, cordialidad, amabilidad, apertura y participación, entre otros.
Fíjate en el lenguaje corporal de tus interlocutores:
Muchos directores de empresas se olvidan de que el lenguaje corporal (también llamado lenguaje
no verbal) también es una expresión directa del estado emocional de una persona. Por tanto, a la
hora de entablar relaciones con sus colaboradores, socios o terceras personas, será fundamental
que sepa interpretar las posturas, los gestos, las miradas, las actitudes y demás elementos
corporales. Al mismo tiempo, esto exige que controle los suyos y que tenga la capacidad de
emplearlos según la situación o los objetivos que persiga en cada caso.
Desarrolla la escucha activa:
Si tu objetivo es conseguir una alta inteligencia emocional en el trabajo, no basta con abrir
espacios de diálogo e interlocución. Además de ello, es imprescindible que desarrolles la escucha
activa, que no es otra cosa que aquella capacidad para seguir atentamente el discurso de otros y
extraer las ideas principales y los motivos que lo justifican. Escuchando a terceros también se
entienden las emociones de los demás y, por ende, manejamos mejor las nuevas durante una
conversación o un diálogo.
Motivación y automotivación:
La motivación puede ser fuente directa de emociones. De hecho, es un recurso al que apelan
muchos directores de empresa en determinadas circunstancias, como por ejemplo situaciones de
crisis, reestructuraciones, fusiones o cambios en todos los sentidos. Sin embargo, para hacerlo es
necesario que antes conozcas el clima en el que te encuentras inmerso y las emociones y
sentimientos que predominan en él. Del mismo modo, este proceso debe ir acompañado de
prácticas de automotivación de quien ejerce la labor de dirección y liderazgo, pues recordemos
que en casi todos los casos actúan como referentes de sus colaboradores.
Cercanía y empatía:
La inteligencia emocional es sinónimo de empatía. ¿De qué otra manera, si no es a través de una
relación cercana y próxima, se pueden entender las emociones de otra persona de nuestro
entorno? Esto es especialmente útil para los directivos, quienes deben enfrentarse todos los días a
los retos propios de la dirección de equipos y a la necesidad de entender por qué sus
colaboradores actúan como actúan y piensan como piensan. Cuanta más cercana su relación con
ellos, más eficaz y productiva.
Importancia de la inteligencia emocional en el trabajo
Además del manejo de equipos y la gestión del talento, la inteligencia emocional en el trabajo es
fundamental para que los cargos directivos puedan tomar decisiones acertadas en determinadas
circunstancias y tengan una capacidad de respuesta ágil, inmediata y acorde a las exigencias del
momento.
Del mismo modo, es una herramienta esencial para el diseño y la puesta en marcha de estrategias
orientadas a fomentar el talento de sus colaboradores, la promoción interna, el reconocimiento de
resultados y, sobre todo, el desarrollo profesional e individual.
En un nivel más complejo, la inteligencia emocional puede servir para analizar, conocer e
interpretar la emocionalidad de un mercado o segmento de negocios. Esto puede ser un gran
aporte de cara a la planificación de estrategias de marketing que se ajusten a esas emociones y a
las necesidades de los consumidores. No es lo mismo, por ejemplo, competir en un mercado con
clientes satisfechos que en otro con clientes inconformes.
Gestionar las emociones de los colaboradores para conseguir su bienestar laboral
Suele decirse que “cada persona es un mundo”, y es totalmente cierto. Si algo podemos deducir
de las muchas y diferentes relaciones personales que uno establece a lo largo de su vida es que
cada persona es única. Somos distintos desde que nacemos y, con el paso de los años, las
experiencias que vivimos, las decisiones que tomamos y el entorno en el que vamos creciendo van
configurando nuestro carácter y nuestra forma de ser. Ya como adultos, comienzan a aparecer
nuestros objetivos laborales, la idea de familia, nuestros sueños, que suman su granito de arena
en el desarrollo de nuestras fortalezas y debilidades.
En la vida, especialmente en la laboral, podemos encontrarnos con periodos de mucho estrés,
experiencias intensas que llegan a saturarnos emocionalmente, hasta el punto de mermar
nuestras capacidades y reducir nuestra productividad. En estas ocasiones canalizar los
sentimientos y mantenerlos en equilibrio se convierte en una tarea ardua pero muy necesaria.
Lograrlo no tiene tanto que ver con ser fuerte o débil, sino más bien con conocerse a uno mismo y
disponer de las herramientas necesarias. Además, aunque en el momento los retos o dificultades a
los que un trabajador se enfrenta puedan concebirse como algo negativo, a largo plazo, y una vez
superado, somos capaces de descubrir sus beneficios.
Según numerosos estudios realizados en los últimos años, la gestión emocional y el desempeño
laboral están más relacionados de lo que pensábamos. Las empresas, conscientes de esta realidad,
han incluido en sus planes de formación objetivos más allá de los meramente profesionales,
destinados a la gestión y fortalecimiento de las emociones frente a situaciones conflictivas en la
empresa. Esto incluye, desde sesiones de formación que abordan la identificación y la canalización
de las emociones, hasta talleres de relajación, pasando por acciones de team building que
favorecen las relaciones personales y el trabajo en equipo.
Nuestro estado emocional a menudo está condicionado por la lectura que hacemos de la realidad
que nos rodea. En el trabajo, al igual que en la vida, es imposible controlarlo todo, hay demasiadas
cosas que escapan a nuestro alcance y poder de decisión. Lo único que podemos controlar es el
modo en que dejamos que eso nos afecte. Pero, ¿podemos realmente tener ese control? Alison
Ledgerwood, del departamento de psicología de la Universidad Davis habla de la tendencia natural
que tiene la persona de hacer una lectura desfavorable del entorno, despertando, en primer lugar,
la alerta y el miedo, pero asegura que, poniendo en juego nuestra voluntad, podemos modificar
esta inclinación hacia una percepción positiva que permita, más que intuir peligros, detectar
oportunidades. ¿Cómo comportarnos emocionalmente de manera constructiva en el trabajo,
templar emociones que se desencadenan aceleradamente o evitar actuaciones exageradas que,
seguramente empeoren las cosas? Lo primero es seguir estos tres pasos:
-Pararse e identificar: ¿Cómo me siento? ¿Cuál es la emoción que me domina? ¿Tristeza, enfado,
frustración, nerviosismo, inquietud, ansiedad, ira…?
-Detectar el detonante: ¿qué ha provocado que me sienta así? ¿Qué acontecimiento, persona o
situación ha provocado que se desencadene en mí este estado emocional?
-Sacar partido a la emoción: Una vez identificado lo que uno siente y qué lo ha provocado, puede
racionalizarlo. Entender lo que nos pasa es vital para encajarlo y colocarlo en el lugar donde debe
estar. La emoción no desaparecerá de golpe, pero nuestra libertad de decisión y de autocontrol se
pondrá, poco a poco, por delante del sentimiento y podremos de nuevo tomar el control.
Enfrentarse a los cambios es difícil de gestionar, pero si disponemos de las técnicas y enfoques
adecuados, como las que ha desarrollado la consultora internacional especializada en habilidades
de comportamiento Liggy Webb, será más sencillo. Es considerada líder de pensamiento en
materia de resiliencia, un concepto que está ganando adeptos en empresas y corporaciones. La
resiliencia es la capacidad que tenemos los seres humanos para adaptarnos de manera positiva
situaciones cambiantes y adversas.
Cuanto mejor conozcamos nuestras emociones y seamos capaces de identificarlas, aprenderemos
a dominarlas y aumentaremos nuestro registro de conceptos emocionales. Esto nos hará mucho
más capaces de empatizar con los demás, de sacar lo mejor de las personas con las que
trabajamos y ejercer así un liderazgo real.
La transformación de las organizaciones pasa por realizar cambios en la cultura de las empresas
que humanicen cada vez más sus estrategias y modos de hacer. El interés en la salud y educación
emocional de los empleados es un nuevo reto que encamina a las compañías a poner el foco de la
actividad siempre en primer lugar en las personas.
Bernardo Toro
Opinión / La solidaridad como un acto ético y de imaginación
FOTO: Archivo particularPor Bernardo Toro, responsable para Colombia en Fundación Avina.
RELACIONADOS: SOLIDARIDAD
BA
BARNARDO TORO / FUNDACIÓN AVINA
19 de abril 2020, 12:46 A. M.
Seguir
Especiales
Regístrate o inicia sesión para seguir tus temas favoritos.
Comentar
Guardar
Reportar
Portada
“La solidaridad, ya lo sabemos, es una virtud más bien aburrida. No tiene buena prensa, no tiene
morbo ni glamur. Pero es una virtud que requiere una inmensa dosis de imaginación. Y sin
imaginación, sin la capacidad de ponernos en el lugar del otro, es imposible formar parte cabal de
una sociedad”. Marianne Ponsford.
La solidaridad es la capacidad de una persona, o de un grupo, de construir y producir bienes,
servicios, sentimientos, transacciones y valores que contribuyen a la vida digna de otros y al
cuidado del planeta.
En su grado más alto, la solidaridad es la compasión, entendida como la capacidad de trabajar por
evitar y disminuir el dolor en los otros. Ambas, la solidaridad y la compasión, requieren una
inmensa dosis de imaginación, tener la capacidad de ponerse en lugar del otro para construir
juntos la dignidad de todos y cuidar el planeta.
Formar una personalidad solidaria requiere formar en el autoconocimiento, la autorregulación y la
autoestima, es decir, formar para la autonomía. En la medida que una persona se conoce más a sí
misma, en sus miedos, capacidades y sueños, tiene mejores condiciones para ponerse en el lugar
del otro, en reconocer al otro como él espera ser reconocido, merecedor de respeto, de cuidado y
compasión.
La autorregulación es la base de la libertad y la democracia. Ser libre es la capacidad de darse
orden a sí mismo para contribuir productivamente a la vida digna de los otros y el cuidado del
planeta.
El autoconocimiento, la autorregulación y la libertad construida desde el interior de la persona
producen autoestima para sí mismo y respeto hacia los otros. Y ese respeto al otro nos lleva a
entender y a ponernos en el lugar del otro, a ser solidarios y compasivos.
Si la solidaridad y la compasión son comportamientos diarios y normales en una sociedad, y no
comportamientos excepcionales, esa sociedad tiene cultura solidaria. La solidaridad es en sí misma
un acto ético; entendiendo la ética como la capacidad de una persona o un grupo de tomar
decisiones en favor de hacer posible la dignidad humana y el cuidado del planeta.
No importa qué tipo de trabajo, profesión u ocupación tenga una persona; si lo que hace está
orientado a favorecer la dignidad humana de los otros y el cuidado del planeta es un acto ético, es
un acto solidario, es un acto compasivo.
Una sociedad es solidaria y compasiva si aprende y sabe hacer transacciones ganar-ganar. Como lo
podemos ver en estos momentos de cuarentena, son las transacciones, los intercambios
económicos, políticos, sociales, culturales, emocionales y espirituales los que construyen la
realidad. Si no hay transacciones, no hay realidad. Una ciudad es sus transacciones.
Las transacciones pueden ser:
Económicas: cuando intercambiamos bienes y servicios.
Políticas: cuando intercambiamos, negociamos o hacemos converger intereses en una dirección
determinada. La política no es la ciencia del poder, es el arte de
articular intereses.
Emocionales: cuando intercambiamos sentimientos y sentires.
Sociales: cuando intercambiamos reconocimientos, roles y cargos.
Culturales: cuando intercambiamos y reconocemos las distintas formas de ver y construir el
mundo.
Espirituales: cuando trabajamos por evitar o disminuir el dolor en los otros.
La vida es hacer transacciones. La solidaridad, la compasión y la creación de riqueza de una
sociedad dependen de la cantidad de transacciones ganar-ganar que hace la sociedad. La
exclusión, la pobreza y la inequidad son el resultado de las transacciones ganar-perder que
ocurren en una sociedad. John Nash, premio Nobel de economía, lo dice de una manera más
directa: las transacciones ganar-ganar producen riqueza y equidad para todos; las transacciones
ganar-perder producen riqueza para unos pocos e inequidad para la mayoría.
Por eso, la forma práctica de construir la solidaridad y la prosperidad de una sociedad es aprender
a hacer siempre transacciones ganar-ganar. Es nuestro desafío para todos en estos tiempos de
coronavirus y de crisis climática.
Aprendemos a cuidarnos a nosotros y a los otros haciendo transacciones ganar-ganar o no somos
viables sobre el planeta Tierra.BERNARDO TORO
Responsable para Colombia en Fundación Avina