0% encontró este documento útil (0 votos)
62 vistas3 páginas

Gigli, Adelaida - Lo Mismo de Siempre

Cargado por

Alex Romero
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
62 vistas3 páginas

Gigli, Adelaida - Lo Mismo de Siempre

Cargado por

Alex Romero
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 3
L0 MISMO DE SIEMPRE Avevama Grew ++-“Espectaculo desolador en el orden de la inteligencia: la primacia de las nociones, el entronizamiento de la puerilidad mental, el desarrollo de la indigencia substancial en ampulosos ramajes, la subordinacién del espiritu de fineza al manipuleo de Ja elocuencia verbal, al asesinato de lo auténtico por Jo fieticio, el vil culto del énfasis, la reverencia a lo pseudo académico y procer, el auge de un arte descriptivo, documental y anecdético, el horror a la sinceridad, al problema como problema, al rigor légico y a todo, en fin, lo que sea austero y profundo, por cuanto esto no esta hecho par2 los cémodos; en el orden de la cultura fariseos ungidos; cx cl orden de la literatura: especies de Urias Heeps oficiando de eriticos;... Por la purificacién de este clima, nos toca a todos nosotros antes que ganar premios, antes de aplau- dirnos mutuamente, antes de sentirnos eficaces, luchar. Trabajar, primero, por librar a nuestra literatura de la su- premacia de la letra, vicio «us le ahoga, trabajar, nego, por realizar, en los hombres a nuestro aixededor dormidos, la cura por el latigo de Ia inteligencia, el Hamado al orden, Ia moviliza cién de las conciencias. Basta de engafios: el hombre de nuestra tierra... no es un gaucho indolente y sentimental sino un ser que leva un grito ereador en el alma, un protagonista oscuramente épico, que ape- nas tiene idea de si mismo. Para revelar a este hombre lo que verdaderamente es, parece preciso luchar contra él, movilizarlo contra su complacencia pasiva: instruirlo y exagerarlo.” Epuarpo MAtiea (La responsabilidad de los argentinos (carta) - Nosotros. 2? época, aio II, ntimero 2, Bs. As., 1936). Estas palabras de Mallea escritas en 1936, es decir hace quin- ce largos afios, puntualizan la erisis que atin hoy conmueve a nuestra literatura. Crisis que ni el mismo Mallea pudo superar, transformandola en orientacién definitiva, Ain estamos frente al hombre, frente a nosotros mismos en desesperacién, en des- confianza. No nos podemos apoyar en el pasado y no sabemos construir nuestro futuro, O, si lo intuimos, no encontramos al CENTRO — 15 hombre que lo realice. Ni el mismo Mallea, que reaccioné contra el curso de los acontecimientos, lo hizo. Vislumbré el abismo que se abria entre él y la generacién que le precedia, hasta de sus contempordneos, y lo evidencié. Aborrecié las antiguas ma- neras; nego los canones regentes y se did a la tarea, ardua y he- roica, de la creacién. Fué una especie de fanatismo: desconocié al gaucho litera- rio, que ya no abastecia sus necesidades espirituales, pero ered otro mito, el argentino literario, mas complejo e intelectual, que se proyecté en toda su obra. Quizé su misién, su ineludible vocacién, su martirio, tenia otras alternativas. Quizi debié ahondarse y transformarse en fil6- sofo; es decir, permanecer aislado de la crisis que reconocia y crear, no una letania ag6nica, sino una nueva religién. Pero al permanecer en novelista-ensayista, desvirtué el alcance de una y otra actitud: al hacer ensayo destruyé la novela y sus posibi- lidades, y como permanecié en la categoria de la obra de ficcién, que todo lo permite, cludié la severidad de sus afirmaciones, la profundidad de sus ereencias. Porque —en cierta medida— se abastecié con el deseubri- miento de una actitud critica. Tanto es asi, que se identifies con ella y la exageré, dejandose invadir, fomentindola. robustecién- dola hasta transformar en axiomas los diversos aspectos que ex- trajo de ella, en afirmaciones irrecusables, en principios aparen- temente ineluctables. Solidificé un descubrimiento hasta transformarlo en conji ro, y ya la Argentina invisible y su habitante no es mds una tesis, sino una. realidad literaria, inmutable, anquilosada, De la satisfaccién, nacié la permanencia en un pais propio, donde una critica parcial se transformé en método, al que se aferré sin evadirlo. Porque ya esa primera insatisfaccién, es sa- tisfaccién. Una nueva ceguera, una nueva actitud legitimada, arraigada, que posce el poder de vetar a los que no son sus par- tidarios, de desterrar del mundo de los inteligentes al que no participa de ella. Es decir, que cerré las posibilidades que le ofrecia la conciencia critica, amparéndose en una modalidad que, de desarraigo, se convirtié en comodidad, en brillantez, en categoria. Ya no le son extrafias las cosas dei mundo y sus contornos. Su queja es pura ficcién, férmula, costumbre, manera. Es firme concepcién del mundo. Es confianza, es afirmacién. Pero esta afirmacién es sdlo valida para su mundo indivi- dual; porque para nosotros no presenta una superacién sino un reclamo, una rebeldia. Para nosotros no supera la crisis en que vivimos, sino que solamente la afirma, la evidencia. 16 — CENTRO Nosotros avin estamos dispuestos a hundirnos, a perecer, No hemos podido construir una realidad que nos dé arraigo, creen- cias, fuerza, claridad; que nos libere de la crisis. Porque esta crisis tan prolongada se est4 transformando en estado normal y efectivo; al no superarla nos enraizamos en ella, y es ella, ya desvirtuada de sus primeras caracteristicas, nuestra realidad. Y permanecemos desnudos, avidos, aténitos. Estamos sin pasado, no podemos asir el futuro, Estamos como hace quince afios, como siempre, pero somos una generacién denuncialista. Las palabras que usé Mallea son las nuestras. Las identificamos plenamente. Las renovamos. Atin buscamos la autenticidad. Es un clamor que parece trasnochado por haberlo: reiterado tantas veces, ya se llega —incluso— a no creer en él, a considerarlo una invencién, estéril formula para conjurar una nacionalidad, una esencia, que estamos aferrados en afirmar. Por eso, muchos son los que no lo mencionan mas, y otros, los que lo niegan. Y el resto, los demas, estan simplemente aburridos. Pero para los que el pro- blema de la cultura nacional, americana, no se soluciona con el recibo mensual de publicaciones francesas, éste es el tnico cla- mor. Vivo, muy vivo, y no nos podemos desprender de él.

También podría gustarte