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Autolesiones 08-06-2022 Online

Este documento presenta una guía para madres, padres y otras figuras que acompañan a niños, adolescentes y jóvenes con problemas de salud mental o que se autolesionan. La guía busca dar sentido a las autolesiones, proveer orientación para navegar mejor estas situaciones, y fomentar el cuidado propio de quienes acompañan a estos individuos.

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Andrea Arizaga
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Autolesiones 08-06-2022 Online

Este documento presenta una guía para madres, padres y otras figuras que acompañan a niños, adolescentes y jóvenes con problemas de salud mental o que se autolesionan. La guía busca dar sentido a las autolesiones, proveer orientación para navegar mejor estas situaciones, y fomentar el cuidado propio de quienes acompañan a estos individuos.

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Autolesiones en niños,

niñas, adolescentes
y jóvenes
Guía de navegación para madres, padres y otras
figuras que acompañan a niños, niñas, adolescentes
y jóvenes con una problemática de salud mental

Un proyecto de: Con la colaboración de:


Las visiones expresadas en esta guía son fruto del análisis realizado por
los autores y las autoras y no necesariamente representan a la Federació
Salut Mental Catalunya, a sus equipos técnicos o a las personas que han
colaborado en los distintos talleres participativos.

Coordinación del proyecto:

Bàrbara Mitats (Federació Salut Mental Catalunya - www.salutmental.org)


Ma Jesús San Pío (Federació Salut Mental Catalunya - www.salutmental.org)
Aleix Caussa Bofill (Spora Sinergies - www.spora.ws)

Autoría:

Angèlica Ñañez (Spora Sinergies)


Aleix Caussa Bofill (Spora Sinergies)
Mariona Estrada Canal (Spora Sinergies)

Traducción:

Laura Ibañez García

Financiación:

La Fundación Probitas financia la producción de este material de acuerdo


con sus objetivos de ofrecer igualdad de oportunidades a personas en
situación de vulnerabilidad física, psíquica o emocional.

Diseño:

Odile Carabantes Martínez - dileodile.com

Fecha de publicación:

Octubre 2020
Personas colaboradoras del grupo de trabajo
para la elaboración de esta guía:

Joan Naharro, educador social en un CRAE (Centro Residencial de Acción


Educativa), Actua SCCL - Cooperativa d’iniciativa social

Anna Salvador, psicóloga en CSMIJ (Centro de Salud Mental Infantil y


Juvenil), Parc de Salut Marr

Sergi de Diego, psicólogo cínico, director de servicios de salud mental


infantil y juvenil en Santa Coloma de Gramenet y Badalona, Fundació Vidal i
Barraquer

Anna Síntes, psicóloga y psiquiatra en el Servicio de hospitalización


infantojuvenil (Agudos) / UTPI (Unidad Especializada en Trastornos
Psicóticos de inicio Infantojuvenil), Hospital maternoinfantil Sant Joan de
Déu

Àlex Dencàs, psicólogo, coordinador clínico de ITA Trastornos de Conducta,


ITA Salud Mental

Sònia Merino, familiar del proyecto Activa’t per la salut mental

Jessica Palau, terapeuta ocupacional en hospital de día para adolescentes,


Sant Pere Claver-Fundació Sanitària

Anna Villanueva, psicóloga y psicoterapeuta en hospital de día para


adolescentes, Sant Pere Claver-Fundació Sanitària

Brenda Tarragona, psicóloga, jefa de servicio de CSMJ (Centro de Salud


Mental Infantojuvenil), Fundació Orienta
Reconocimiento - No comercial - Sin Obra Derivada (by-nc-nd)
Los contenidos de esta publicación están sujetos a una licencia de
Reconocimiento - No comercial - Sin obra derivada (by-nc-nd) con finalidad
no comercial y sin obra derivada. Se permite copiar y redistribuir el material
en cualquier medio y formato, siempre que no tenga finalidad comercial y no
se distribuya ninguna obra derivada. La licencia completa se puede consultar
en http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/deed.ca
Índice

Introducción 8

Orientación de la guía 10

Autolesiones.
¿De qué estamos hablando? 14

¿Cómo entender las autolesiones? 16

Sentidos de las autolesiones 20

¿Qué puede influir


en las autolesiones? 26

¿Qué efectos tienen las autolesiones? 28


Efectos en la familia 29
Efectos en la escuela 32
Efectos en el entorno 33

Emociones y sentimientos 36

Orientaciones 48

¿Cómo podemos cuidarnos? 54

Bibliografía 56
Autolesiones en niños,
niñas, adolescentes
y jóvenes
Guía de navegación para madres, padres y otras
figuras que acompañan a niños, niñas, adolescentes
y jóvenes con una problemática de salud mental
8

Introducción

Esta guía está destinada a las personas que acompañan a niños,


niñas, adolescentes y jóvenes que tienen una problemática de
salud mental, especialmente a las madres y a los padres pero
también a todas aquellas figuras que se relacionan o trabajan
con esta población.

Tener una problemática de salud mental es algo común y


habitual si tenemos en cuenta las estadísticas de la Organización
Mundial de la Salud (OMS): una de cada cuatro personas tendrá
un problema de salud mental a lo largo de su vida. Por tanto,
es muy probable que una persona de nuestro entorno cercano
presente una problemática de salud mental o que incluso sea
nuestro caso.

En este sentido, es especialmente relevante el contraste entre


el predominio que tienen las problemáticas de salud mental y
lo poco que se sabe de ellas. A diferencia de otras situaciones
comunes de pérdida de salud, cuando hay que enfrentarse por
primera vez a un problema de salud mental apenas se tienen
conocimientos o recursos.

Este desconocimiento no es casual. Por una parte, la salud


mental es un tema tabú del que no se habla abiertamente.
Por otra, es un tema atravesado por muchos estereotipos y
prejuicios negativos que ofrecen una visión completamente
sesgada de las problemáticas de salud mental. Ambos
elementos, el tabú y los estereotipos, se retroalimentan,
creando un círculo de desinformación y confusión sobre una
circunstancia que es habitual: tener un problema de salud
mental.

Los contenidos de esta guía están diseñados para transmitir


unas pautas de navegación y acompañamiento para saber estar
y afrontar mejor las situaciones de autolesiones en niños, niñas,
adolescentes y jóvenes con una problemática de salud mental.
9

El verbo «navegar» explica la orientación de esta guía, porque


permite entender las situaciones de salud mental como algo
variable cuyas circunstancias son cambiantes. Este hecho
comporta que sea necesario ir añadiendo correcciones para
mantener el rumbo de la relación con niños, niñas, adolescentes
y jóvenes que tienen un problema de salud mental. Tener pautas
para navegar significa disponer de conocimientos para tomar
decisiones que permitan fijar un rumbo y corregirlo tantas veces
como sea necesario al hacer frente a las situaciones que se viven
con los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que tienen una
problemática de salud mental.

Los contenidos de la guía se centran en proporcionar


orientación a las familias y a otras figuras que acompañan a
niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Siguiendo con la idea de
navegar, a través de las situaciones de salud mental, la guía se
centra en subrayar los elementos que son significativos para dar
sentido a la situación de niños, niñas, adolescentes y jóvenes,
así como los elementos que son necesarios para poder trazar un
rumbo desde el que relacionarse con ellos y ellas.

OBJETIVOS DE LA GUÍA

Esta guía está elaborada para ser una herramienta de


orientación para madres y padres, así como para otras figuras
que acompañan a niños, niñas, adolescentes y jóvenes que
tienen una problemática de salud mental. Los objetivos de esta
guía son:

•  ar sentido a las autolesiones en niños, niñas,


D
adolescentes y jóvenes.
•  roporcionar orientación para navegar mejor por
P
las situaciones en las que niños, niñas o jóvenes se
autolesionan.
•  omentar el cuidado y el autocuidado en las madres,
F
padres y otras figuras que acompañan a niños, niñas,
adolescentes y jóvenes que tienen un problema de
autolesiones.
10

Orientación de la guía

Aporta conocimientos para Proporciona orientación para


orientar a las familias y otras poder crear un lugar desde
figuras. Convivir con los niños, el que actuar. Da pautas y
niñas, adolescentes y jóvenes orientación para construir
que tienen una problemática rumbos y rutas desde los que
de salud mental puede poder afrontar las situaciones
suponer una experiencia de salud mental que viven
intensa y desorientadora. Esta niños, niñas, adolescentes y
guía se centra en dar pautas jóvenes, además de la propia
para que las familias y otras vivencia de quienes los
figuras puedan construir acompañan.
sentidos saludables para
relacionarse con niños, niñas,
adolescentes y jóvenes. Ayuda a situar el malestar.
Aporta conocimientos para
que las familias y otras figuras
puedan elaborar estrategias
de relación con niños, niñas,
adolescentes y jóvenes que
permitan abrirse camino
por el malestar, el conflicto
y el sufrimiento con una
perspectiva de cuidado y de
apoyo mutuo.
11

No es una guía terapéutica ni No resuelve el malestar. No


tiene intención alguna de serlo. da unos conocimientos que
La función terapéutica es una permitan evitar el malestar,
tarea que está en manos de la los conflictos y el sufrimiento
red de salud mental y de las que pueden generar las
personas profesionales. No situaciones con niños, niñas,
da pautas para intervenir con adolescentes y jóvenes con
niños, niñas, adolescentes y una problemática de salud
jóvenes, pero sí pautas para mental.
relacionarse con ellos y ellas.

No transmite fórmulas
universales. No aporta
conocimientos exactos que
puedan aplicarse en cualquier
situación. Esta guía no aporta
soluciones que sirvan para
que desaparezcan los efectos
negativos y los problemas
derivados de las problemáticas
de salud mental.
12

Visibiliza las necesidades de Se centra en redescubrir


la familia o de otras figuras. al niño, niña y joven. Invita
Pone de relieve la necesidad a centrar los esfuerzos en
que tienen las familias y descubrir las necesidades de
otras figuras del entorno de niños, niñas, adolescentes
entender y acompañar a los y jóvenes; en mostrar una
niños, niñas, adolescentes y actitud orientada a entender
jóvenes con una problemática al niño, niña, y joven; en
de salud mental. Atender esclarecer el enigma en que se
estas necesidades y darles ha convertido la situación de
respuesta supone una mejora salud mental.
del bienestar personal. Un
hecho que puede revertir
positivamente en la mejora del Se centra en ofrecer
niño, niña o joven. conocimientos prácticos.
Tiene por meta dar
orientaciones operativas
que sirvan para poder tomar
decisiones de acuerdo con
el funcionamiento de la red
de salud mental. En ningún
caso puede ser un elemento
sustitutivo a las consultas,
tratamientos e intervenciones
que lleven a cabo las personas
profesionales de la red de
salud mental.
13

No prioriza las necesidades No pretende juzgar la red


de la familia o de las personas de salud mental actual.
profesionales sobre las de No pretende valorar si el
los niños, niñas, adolescentes sistema de salud actual está
y jóvenes. No pretende diseñado adecuadamente para
poner las necesidades de las atender las necesidades de
familias o de otras figuras niños, niñas, adolescentes y
por delante de las de niños, jóvenes y su entorno, aunque
niñas, adolescentes y jóvenes hace hincapié en algunas
que tienen o han tenido el dificultades con las que
problema de salud mental. Es pueden toparse familias, niños,
fundamental entender que la niñas, adolescentes y jóvenes
guía debe complementarse en la práctica.
con el diálogo y la escucha de
niños, niñas, adolescentes y
jóvenes con una problemática
de salud mental.

No se centra en una edad


concreta. No está estructurada
según la edad porque
pretende dar orientaciones
genéricas. La edad sí es
un elemento determinante
cuando hay una intervención
con niños, niñas o jóvenes.
14

Autolesiones.
¿De qué estamos hablando?

Las autolesiones son conductas deliberadas dirigidas a


provocar un daño contra la propia persona. Las autolesiones
más frecuentes son hacerse pequeños cortes, rascadas o
perforaciones con objetos afilados. Sin embargo, también puede
consistir en provocarse quemaduras, darse golpes (puñetazos o
golpes en la cabeza, por ejemplo) o ponerse objetos bajo la piel.

De acuerdo con los estudios sobre autolesiones, se trata de una


conducta frecuente durante la adolescencia: se considera que
uno o una de cada cuatro adolescentes lo hace. También se ha
observado que tienden a hacerlo más las chicas que los chicos,
y que las autolesiones de carácter leve son las más frecuentes.
A pesar de estas tendencias que se han observado, hay que
tener en cuenta que las autolesiones son comportamientos
que pueden presentarse de maneras muy distintas y con
independencia de edad y género.

La mayoría de las personas que se autolesionan no tienen un


diagnóstico de trastorno mental, aunque esta guía se centra
en los efectos que tienen estas conductas en la familia y el
entorno de niños, niñas, adolescentes y jóvenes que sí tienen
un problema de salud mental y se autolesionan. Hay que tener
en cuenta que, pese a que la conducta en sí misma no se
considera necesariamente patológica, puede estar presente en
distintos trastornos psicológicos. Diríamos entonces que hay
un continuum que abarca desde las manifestaciones que no
expresan gravedad hasta las manifestaciones más significativas
de dolor intenso propias de los trastornos mentales graves.

Como se ha comentado, se trata de conductas intencionadas


que pretenden tener un impacto inmediato sobre el propio
cuerpo, habitualmente con el objetivo de acallar un sentimiento
de angustia o autocastigarse. A menudo también se relacionan
con el desarrollo de la identidad y la adaptación a las normas
sociales, algo que durante la adolescencia suele ser un motivo
de malestar bastante común.
15

Autolesionarse suele ser una conducta muy solitaria y


habitualmente nocturna, ya que la angustia se acumula durante
el día y la descarga se da al final de la jornada, aunque no
siempre suceda en estas circunstancias. Los lugares clave
para las autolesiones son sobre todo el cuarto de baño y la
habitación. Ahora bien, aunque sigue predominando esta forma
de autolesionarse, también vemos autolesiones que se dan en
un contexto grupal y, sobre todo, por influencia de las redes
sociales o destinadas a ser compartidas a través de ellas.

RELACIÓN ENTRE AUTOLESIONES Y SUICIDIO

El daño autodirigido que se da con las autolesiones no tiene una


relación directa con la intención suicida porque no pretende
causar la muerte, ni a corto ni a largo plazo. Sin embargo, es un
miedo muy extendido y comprensible entre madres y padres
que tienen hijos o hijas que se autolesionan.

Las motivaciones que hay detrás de las autolesiones, por una


parte, y de las tentativas de suicidio, por otra, son distintas:
las conductas autolesivas suelen desarrollarse para regular
emociones, ya sea para sentirlas con menor o mayor intensidad,
para aliviar una angustia o para sentirse «más vivo», entre otras
razones. En cambio, en las conductas con intención suicida el
objetivo es ponerle fin a la propia vida.

Aun así, detrás de la autolesión suele haber un sufrimiento


emocional intenso, especialmente cuando hay un diagnóstico
de trastorno mental, y este dolor emocional sí que puede
comportar un intento de suicidio. Según varios estudios,
los comportamientos autolesivos son uno de los principales
factores de riesgo para intentar una tentativa de suicidio, por lo
que resulta muy importante detectarlos y tratarlos a tiempo.

Las autolesiones también comportan el peligro físico de que


el chico o la chica se haga más daño de lo que pretendía en
realidad. Eso puede provocar lesiones graves o la aparición de
infecciones y otras complicaciones médicas.
16

¿Cómo entender las autolesiones?

Las autolesiones pueden encerrar varios significados y motiva-


ciones. A qué se debe esta conducta es la pregunta que más se
hacen las personas del entorno de alguien que se autolesiona.
Saber cuáles son estas motivaciones no hará que desaparezcan
las autolesiones ni el malestar del niño, niña o joven ni de la
familia, pero es importante conocerlas y reflexionar sobre ellas
porque nos ayuda a darle un sentido a lo que está pasando,
además de darnos pistas para gestionar mejor la situación y
nuestras emociones.

Conocer el sentido o la función que tiene la autolesión para el


niño, niña o joven ayuda también a identificar los factores que
refuerzan y mantienen la conducta. Es posible que no tenga que
ver directamente con los comportamientos y las actitudes de las
personas del entorno porque lo habitual es que en esta situación
interactúen varias circunstancias. Por lo tanto, no se trata de
buscar culpables ni una interpretación única de lo que está
pasando. Se trata más bien de detectar qué factores son los que
favorecen los comportamientos autolesivos, qué se puede hacer
y qué se puede cambiar para no reforzar la conducta.

Algunas actitudes básicas que pueden ser acertadas para darle


sentido a lo que está pasando son:

•  o juzgar las intenciones o vivencias del niño, niña


N
o joven. Empatizar con este. Intentar ver la situación
desde su punto de vista, desarrollar una actitud abierta
a escuchar, pero no partiendo de ideas preconcebidas
sobre lo que debe sentir, sino dando primero el espacio
necesario para que el o la joven se explique.
•  o considerar el comportamiento como un hecho aislado.
N
La necesidad de autolesionarse forma parte de un
proceso, no es algo que surja de repente.
17

•  o banalizar lo que pasa. Es una situación que genera


N
malestar en muchos niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
•  o interpretar el comportamiento como algo que el niño,
N
niña o joven usa en contra de alguien o como castigo
hacia alguien de su entorno.
•  o repetirle al chico o chica una y otra vez que no
N
debería hacerlo. Eso puede provocar que se sienta
juzgado o juzgada continuamente. La persona que
se autolesiona tiene una actitud muy reactiva ante el
estrés. Por esta razón, las autolesiones suelen fluctuar en
intensidad y aparecer por temporadas. La persona dejará
de autolesionarse cuando no lo necesite para gestionar su
propio estrés.

Para entender las autolesiones e intentar minimizar los factores


que pueden reforzar el problema también es muy importante
tener en cuenta dos cosas: la edad del niño, niña o joven y su
género

Factor edad: No todas las personas que se autolesionan son


niños, niñas o adolescentes. También hay personas adultas
que tienen conductas autolesivas aunque, según los estudios
llevados a cabo, es más frecuente entre jóvenes y adolescentes
que entre personas adultas. Entre jóvenes y adolescentes que
han tenido conductas de autolesiones puede pasar que, en la
etapa adulta, estas se vuelvan todavía más peligrosas como, por
ejemplo, prácticas sexuales de alto riesgo.

Además, es muy importante tener en cuenta el papel que


desempeña el cuerpo en la adolescencia y cómo este es
precisamente el terreno donde tienen lugar las autolesiones.
Durante la adolescencia hay que pasar por distintos cambios
que les hacen tomar conciencia del propio cuerpo, y esta no
siempre está exenta de conflictos.
18

Factor género: Tampoco son iguales las conductas de


autolesiones en chicos que en chicas. Según los datos de
que disponemos, las autolesiones son más frecuentes en las
chicas. Además, se ha observado una diferencia en los modos
de autolesionarse: en las chicas es más frecuente cortarse
y, en los chicos, pincharse y provocarse lesiones golpeando
objetos duros. Aparte de estas características, también hay
que tener en cuenta que, debido a los mandatos de género
(normas que dictan cuáles son los roles, sentimientos, actitudes,
pensamientos y demás atribuidos a mujeres y a hombres) es
habitual que las niñas o las chicas tengan que cumplir con un
mandato estético de belleza que las encapsule en un modelo
concreto de lo que significa ser guapa o atractiva que genera
mucha presión y malestar. El rechazo al propio cuerpo y el
castigo a su transformación por medio de autolesiones suelen
aparecer como reacción a este «ideal» de belleza que afecta
mucho más a niñas y a chicas.
20

Sentidos de las autolesiones

A continuación se describen los sentidos más comunes y


frecuentes que pueden tener las autolesiones. No obstante, hay
que tener en cuenta que las explicaciones de las autolesiones
son complejas y variadas y que las motivaciones no son
excluyentes, sino que algunas de ellas pueden darse a la vez.
También es importante tener en cuenta que el niño, niña o joven
no siempre podrá verbalizar claramente qué sentido tiene la
autolesión para él o ella.

Autolesiones como búsqueda de identidad

La pubertad y la adolescencia son etapas en las que el grupo


de iguales desempeña un papel muy importante y, al mismo
tiempo, es una época de conflicto con las madres, los padres
y las normas. De la misma manera, es una época de confusión
y muchas dudas hacia una identidad que todavía se está
formando. Pertenecer a un grupo y averiguar quiénes son
pueden ser retos estresantes para las personas jóvenes. Las
autolesiones pueden aparecer entonces como expresiones
de esta búsqueda de identidad. En estos casos, las conductas
de autolesiones pueden ir acompañadas de la necesidad de
mostrarlas, con un punto exhibicionista, haciendo ostentación
de ellas entre el grupo de iguales o a través de las redes sociales
digitales. Debido a este mismo sentido identitario, a esta
necesidad de pertenencia y de identidad grupal, pueden darse
procesos de imitación de estos comportamientos autolesivos
entre el grupo de iguales.
21

Autolesiones como regulación emocional

La autorregulación emocional tiene que ver con un bajo control


de la impulsividad, con una necesidad de descarga inmediata
y de reducción de una emoción desbordante. Por ejemplo,
descargando la ira para conseguir una sensación de equilibrio.
La autolesión sirve para disminuir temporalmente la vivencia de
la emoción negativa, enmascarando así el sufrimiento emocional
con el físico y funcionando como estrategia para regular esta
emoción.

Autolesiones como salida a emociones no expresadas

La autolesión puede ser un modo de dar salida a emociones


que causan un profundo malestar interno pero que no se
pueden expresar con palabras, ya sea por falta de herramientas
de comunicación o porque las emociones no están autorizadas
por el entorno o las normas sociales. Por ejemplo, la ira en las
chicas o la tristeza en los chicos.

Otro ejemplo son las autolesiones en los jóvenes que han sufrido
abuso sexual infantil, incluyendo el abuso sexual intrafamiliar.
Son situaciones que generan una sobrecarga de estrés y
sufrimiento permanente sobre el joven que a menudo no se
puede expresar ni gestionar.

Autolesiones como grito de ayuda

Las autolesiones también pueden ser una manera de pedir


ayuda o de obtener atención y reconocimiento. Puede parecer
extraño pero, en algunos casos, puede que lo que niños, niñas o
jóvenes busquen sea recibir atención, aunque sea negativa. La
atención negativa es a veces más intensa, exclusiva y duradera
que la atención positiva. En todo caso, los niños, niñas o jóvenes
que quieren llamar la atención sirviéndose de las autolesiones
están pidiendo ayuda por un malestar que no saben gestionar.
22

A menudo, este aspecto tiende a malinterpretarse como una


manipulación del chico o chica, con las consecuencias en forma
de cronificación que esto genera.

Autolesiones como expresión de pérdida

Las autolesiones también pueden ser la expresión de la


vivencia de pérdida de un vínculo afectivo. Una vivencia de
pérdida de una persona querida o significativa puede resultar
insoportable e imposible de gestionar porque no se encuentra
el modo de hacerlo. Sin embargo, una pérdida no significa
necesariamente una muerte o una desaparición, sino una
vivencia de pérdida de afecto. Los sentimientos intensos de
pérdida son frecuentes durante la adolescencia, una etapa
en la que cobran mucha importancia las relaciones, pero
precisamente también en la que se vuelven más frecuentes
los problemas de relación con madres, padres, compañeros
y compañeras de la escuela, el entorno, etc. Esta confluencia
puede ser la «tormenta emocional perfecta» que haga aflorar las
autolesiones.

Autolesiones como búsqueda de una sensación de control

Las autolesiones también pueden ser una manera de recuperar


la sensación de control ante una vivencia que desborda. La
autolesión, al ser una conducta que la persona puede regular
por sí misma, tiene un efecto de sensación de control y de
eficacia. El dolor autoinfligido permite regular el malestar
incontrolable que siente el joven y, por este motivo, puede crear
en este una sensación de seguridad que le permita restablecer
temporalmente el control sobre las emociones.
23

Autolesiones como modo de rebajar las expectativas

Otro sentido posible de las autolesiones es el de rebajar


las expectativas de la familia. Es el caso de niños, niñas,
adolescentes y jóvenes que sufren el estrés constante de sentir
que no llegan a las expectativas de sus padres o madres. En
este caso, la autolesión se convierte en un mensaje que dice:
«No esperéis demasiado de mí», y en un intento de liberar la
presión que supone el tener que llegar a un listón que se percibe
como demasiado alto.

Autolesiones como modo de obtener un beneficio

Los comportamientos autolesivos también pueden ser una


manera de poner en marcha recursos para obtener algún
provecho secundario, para evitar determinados hechos,
situaciones o responsabilidades o, incluso, como estrategia
o intento de no perder algo. Sería el caso, por ejemplo, de
las autolesiones para evitar ir a la escuela, para obtener más
atención de padres o madres o como estrategia para no perder
una relación afectiva. Los casos que responden a este tipo de
motivaciones acostumbran a generar rechazo, por considerarlos
intentos de manipulación. Sin embargo, son situaciones a las que
hay que prestar especial atención por el sufrimiento y la falta de
recursos personales que encierran.
24

Las autolesiones como autocastigo

Las autolesiones también pueden ser una manera de


autocastigo o autosacrificio, en el caso de jóvenes y
adolescentes con una autoestima baja que sienten que no
merecen nada. Los adolescentes son mucho más susceptibles a
experiencias sociales negativas como, por ejemplo, la exclusión
social o el no alcanzar las expectativas del grupo de iguales.
Así, las autolesiones pueden ser una manera de castigarse
por conductas socialmente rechazadas o por no encajar en el
grupo, como pasa con algunos adolescentes con obesidad o con
jóvenes homosexuales que sufren situaciones de discriminación.

Las autolesiones como compensación de una sensación de


vacío

Como ya se ha comentado, la pubertad y la adolescencia son


etapas en las que el grupo de iguales desempeña un papel muy
importante y, al mismo tiempo, es una época de conflicto con
las madres, los padres y las normas sociales. De igual modo, es
una época de confusión con una identidad todavía en formación
y de muchas dudas. Todo esto puede comportar una sensación
de soledad, de incomprensión, y los comportamientos
autolesivos pueden aparecer para compensar la intensa
sensación de vacío. Autolesionarse puede servir para, por lo
menos, sentir algo (físicamente) cuando no se siente nada
(emocionalmente).

Las autolesiones como válvula de escape

Las autolesiones también pueden ser una válvula de escape


de la presión que está sufriendo todo el grupo familiar por
un problema que no se aborda y del que no se habla, y mucho
menos con el joven que padece las autolesiones. Es una
situación frecuente en entornos familiares de evitación de los
conflictos y el sufrimiento en el caso de divorcios conflictivos,
cáncer de un familiar, abuso sexual intrafamiliar o extrafamiliar,
etc.
25
26

¿Qué puede influir


en las autolesiones?

Hay distintos contextos y factores sociales que influyen en


la aparición y el mantenimiento de las autolesiones, pero en
este apartado nos centraremos en los que tienen que ver con
el entorno familiar, que es el ámbito que se ha explorado con
más profundidad en el proceso de elaboración de esta guía.
Aunque estas circunstancias pueden darse en todas las familias,
cobran especial importancia cuando se convierten en patrones
de relación habituales que acaban instalándose en la dinámica
familiar.

Un estilo familiar educativo Entornos familiares con estilo


de sobreprotección y de educativo de muy baja comu-
bienestar constante. Este nicación entre sus miembros,
estilo educativo se expresa en en los que no se abordan los
personas adultas que intentan problemas ni se habla de las
proteger constantemente a dificultades. Eso favorece que
los niños, niñas, adolescentes los chicos y chicas que crecen
y jóvenes de la frustración y con esta dinámica familiar
del fracaso propios de afrontar dispongan de un vocabulario
la vida. Eso puede traducirse emocional limitado, que no
en niños, niñas, adolescentes tengan recursos para verba-
y jóvenes con grandes lizar lo que sienten o les cueste
dificultades para tolerar y darle sentido.
gestionar las emociones
negativas. Ambos estilos educativos,
la sobreprotección y la no
comunicación, propician
en jóvenes, niños y niñas
sensaciones de falta de control
sobre los propios estados
emocionales o la propia
conducta.
Estilo educativo negligente. Abuso sexual infantil. Otro
Familias donde padres, madres factor que puede favorecer la
u otras personas a cargo no aparición de comportamientos
se responsabilizan de sus autolesivos es haber sufrido
funciones como adultos y abuso sexual infantil o vivir
adultas. Por lo tanto, niños, en entornos familiares con
niñas, adolescentes y jóvenes presencia de abuso sexual.
experimentan vivencias de Son situaciones de estrés
abandono en la medida en que crónico que generan vivencias
no tienen una persona adulta de sobrecarga emocional
de referencia para hacer frente permanente en niños, niñas y
a sus dificultades. jóvenes.

Familias hiperexigentes con


expectativas demasiado
elevadas sobre sus hijos
e hijas, que tienden a
sobrecargarlos con tareas
y responsabilidades que
exceden sus posibilidades
y deberes. Son niños, niñas,
adolescentes y jóvenes
sometidos al estrés constante
de no cumplir con las
expectativas de sus padres o
madres.
28

¿Qué efectos tienen las


autolesiones?

Los comportamientos autolesivos son conductas que rompen


con las normas sociales, con aquello que se considera
«normal» o «sano» en niños, niñas, adolescentes y jóvenes. El
hecho de que una persona se provoque daño y dolor físico a sí
misma resulta «antinatural». Por lo tanto, es un comportamiento
que va en contra de lo esperable y contribuye a alimentar la
idea de que las autolesiones son señales que indican que aquella
persona no está bien. Así, una de las principales consecuencias
que pueden tener las autolesiones es convertirse en una víctima
de los prejuicios sociales que generan los comportamientos
considerados propios de los trastornos mentales (estigma).

La aparición de conductas autolesivas tiene un efecto global y


un impacto emocional en todos los ámbitos de desarrollo de
la vida de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, así como en la
vida diaria de los adultos significativos. La rutina de la casa,
la relación del joven con la escuela y el grupo de iguales, con
sus madres y padres, e incluso con las personas profesionales
de la salud mental, se verá afectada por el impacto de estos
comportamientos.

Conocer los efectos sociales y emocionales más comunes de las


autolesiones nos puede ayudar a afrontar mejor las vivencias
asociadas a estos comportamientos.
29

EFECTOS EN LA FAMILIA

Las autolesiones lo ocupan todo

Un efecto bastante habitual es que los comportamientos


autolesivos del niño, niña o joven acaben ocupando un espacio
enorme dentro de casa. Es decir, que las autolesiones se
convierten en el centro y en la parte más importante de la
vida familiar. Este hecho puede provocar un abandono de
actividades, momentos de ocio u otros espacios de relación
por parte de las madres y los padres, propios de la vida adulta,
para estar en casa solo como persona cuidadora. Incluso puede
pasar que madres o padres (generalmente las primeras) dejen
de trabajar para poder dedicar todo su tiempo a gestionar
las consecuencias sociales y emocionales que comportan las
autolesiones.

Desacuerdos y conflictos entre padres y madres

Otra consecuencia en casa son las diferencias, ambivalencias,


desacuerdos y conflictos entre los padres y madres sobre
cómo actuar ante la situación. Las autolesiones incrementan
e intensifican las divergencias ya existentes y las necesidades
de pactos entre los miembros de la pareja en el momento de
enfrentarse al cuidado de sus hijos o hijas.

La carga de las decisiones y las posibles desavenencias


que pueden generarse entre los padres y madres pueden
desembocar en graves problemas de pareja.
30

Presión sobre las madres

La educación de los hijos e hijas sigue recayendo mucho


más sobre las mujeres, y son ellas las que notan la presión
y asumen la responsabilidad cuando algo no va bien. Por lo
tanto, si alguna persona tiene que dejar de trabajar para hacerse
cargo de los hijos o hijas, casi siempre será la madre. De la
misma manera, será la que recibirá más críticas y comentarios
del entorno por su modo de gestionar la situación, hecho que
provoca unos mayores niveles de estrés y ansiedad.

Si la madre intenta buscar otros espacios donde desarrollar


actividades o intereses y poder alejarse temporalmente del
problema de casa, puede ser que también sea juzgada por
el entorno por desatender las responsabilidades que se le
atribuyen por el mero hecho de ser mujer.

Hermanos y hermanas

Los otros hijos o hijas de la familia pueden vivir muy mal el


hecho de que un hermano o hermana se autolesione. Así pues,
será necesario estar pendiente y buscar el modo de atender sus
necesidades, aunque la situación en casa sea compleja. Algunos
efectos sobre hermanos y hermanas son:

•  ueden sentirse desatendidos y experimentar


P
resentimiento o celos cuando las madres y los padres
le dediquen toda su atención al hijo o hija que se
autolesiona y sus problemas o necesidades se vuelven
invisibles o secundarios.
•  ueden desarrollar conductas imitativas de autolesión
P
para que también les hagan caso.
31

•  ueden asumir posiciones de hiperresponsabilidad y


P
acabar en situación de parentificación (haciendo de
madres o padres) para intentar ayudar a sus padres o
madres o para no crear más problemas. Además, pueden
acabar asumiendo la carga de las tareas de atención o
vigilancia del hijo o hija que se autolesiona.
•  ueden sufrir miedo y angustia ante la posibilidad de que
P
pase algo más grave y que el hermano o hermana pueda
morir a causa de las autolesiones.
•  ueden tender a aislarse, mostrando conductas de
P
retirada, para huir de la situación familiar o porque sienten
que madres y padres ya tienen suficientes problemas con
la hermana o el hermano que tiene problemas de salud
mental y se autolesiona.
•  ueden tener episodios de rabia e ira por la sensación
P
de estar relegados, porque el espacio principal y centro
de atención de la familia está ocupado por el hermano o
hermana que se autolesiona.

Obsesión por controlar los riesgos de las autolesiones

Las madres y padres pueden sentir la necesidad de controlar


obsesivamente todos los objetos de la casa que puedan
servirle a la chica o al chico para infligirse autolesiones o
intentar prever y controlar todas las situaciones que a su juicio
pueden ser un desencadenante. Esta situación tiene un efecto
de agotamiento y de sobrecarga que puede desembocar en
ansiedad y estrés.
32

EFECTOS EN LA ESCUELA

Falta de información y acusaciones

Es habitual que la escuela, como pasa en la sociedad en general,


no disponga de información precisa sobre la salud mental, y
que los y las profesionales no tengan formación para saber, de
entrada, cómo actuar y tratar al alumnado con problemas de
salud mental o conductas que se desvían de la «norma».

Puede ser que maestras y profesoras también estén


desbordadas por la situación y no hallen la manera adecuada
de gestionarla. Este hecho puede desembocar en acciones que
agraven todavía más el problema. Por ejemplo, ante un chico
o una chica que se autolesiona, la escuela puede reaccionar
exageradamente por miedo a las consecuencias en el grupo y el
entorno escolar.

En el peor de los casos pueden aparecer acusaciones cruzadas


entre la escuela y la familia: la escuela acusa a los padres y
madres de no hacer nada ante la situación y las familias pueden
culpar a la escuela de los problemas de conducta y emocionales
de su hijo o hija; todavía más si se da el caso de que sufre acoso
escolar o conductas discriminatorias.

Puede suceder que la escuela tenga que hacer frente a


problemas con otros padres y madres que expresen rechazo por
el hecho de que sus hijos o hijas se relacionen con una persona
que se autolesiona. Estos padres o madres pueden condicionar
las actuaciones de la escuela en relación con el chico o chica
con comportamientos autolesivos.

Aun así, es importante tener en cuenta que, después del entorno


familiar, la escuela es el ámbito de socialización más importante
para niños, niñas, adolescentes y jóvenes, y que es una parte tan
relevante de su vida que no se puede ignorar ni dejar al margen.
Lo más recomendable para los padres y madres es intentar no
entrar en conflicto con la escuela y buscar la manera de que sea
33

una aliada en el tratamiento de los problemas de salud mental,


emocionales y conductuales del hijo o hija.

EFECTOS EN EL ENTORNO

Grupo de amigas y amigos

Las autolesiones pueden generar rechazo en el entorno de


amigos e iguales. Algunos grupos pueden percibir al o la
joven que se autolesiona como una persona manipuladora
o «inadaptada». Aun así, las autolesiones pueden despertar
simpatía en otros grupos e iniciar una dinámica que se
retroalimenta, relacionada con la búsqueda de identidad en
la que están inmersos los y las adolescentes. A veces pueden
darse las dos circunstancias y pasarse de una identificación a un
rechazo por parte del grupo de iguales cuando las autolesiones
rompen la norma grupal.

También puede crearse una estigmatización hacia el chico o


chica que se autolesiona, por la creencia ya comentada de que
las personas que se autolesionan siempre tienen un trastorno
mental. Igualmente, puede darse un «efecto fisgón», de
curiosidad del entorno hacia el chico o chica que se autolesiona.

Redes sociales digitales

Un aspecto muy importante del entorno de las personas jóvenes


son las redes sociales digitales (RSD), que tienen un papel
fundamental en la expansión del fenómeno de las autolesiones,
así como de otros trastornos que afectan especialmente a los
y las adolescentes (anorexia, bulimia, conductas sexuales de
riesgo, etc.). Junto con los medios de comunicación, a veces
incluso sirven de altavoz de fenómenos que ni siquiera hubieran
tenido repercusión sin su intervención.
34

A la vez, sin embargo, las RSD forman parte de la vida cotidiana


actual, especialmente de la vida social de los y las jóvenes, y
también son una fuente de valiosos recursos de apoyo. Los
padres y madres pueden hallarse frente al dilema importante
de verse en la necesidad de controlar el uso que los chicos y
chicas con autolesiones hacen de las RSD sin que ello suponga
dejarlos aislados. Prohibir completamente el uso de las RSD
puede complicar el estado emocional de la persona joven y sus
relaciones con el entorno social. Un hecho que podría propiciar
la aparición de las autolesiones.

La red de salud y la red de salud mental

La principal puerta de entrada para recibir ayuda al abordar las


autolesiones está en la red sanitaria. Aun así, algunas familias
informan de que algunos o algunas profesionales pueden
actuar ante las autolesiones con ciertos prejuicios, juzgándolas
como llamadas de atención o conductas de manipulación, sin
darles la importancia que tienen como expresión de malestar y
sufrimiento por parte del joven.

Estos prejuicios podrían provocar, por ejemplo, que una


joven sea atendida en el centro de atención primaria por las
consecuencias de las autolesiones sin que la persona profesional
que la atiende la derive a la red de salud mental.
36

Emociones y sentimientos

Otra consecuencia importante de las autolesiones en el entorno


familiar son los efectos emocionales. Es habitual y esperable
que las familias de niños, niñas, adolescentes y jóvenes con
problemas de salud mental experimenten un amplio abanico de
emociones ante la aparición de comportamientos autolesivos.
La presencia de emociones y sentimientos diversos, intensos e,
incluso, contradictorios, será una constante durante el proceso
de hacer frente a las autolesiones.

Es muy recomendable, en primer lugar, tomar conciencia de


la presencia de estas emociones, reconocer lo que se está
sintiendo y ponerle un nombre. Por este motivo, es necesario
hacer un parón, salir de la dinámica de hacer y actuar sin
parar, en la que muchas veces puede caer la familia, e intentar
conectar con lo que se siente.

En segundo lugar, es recomendable aceptar las emociones


y sentimientos como parte del proceso de enfrentarse a las
autolesiones, aunque sean emociones que, de entrada, resulten
socialmente inaceptables como, por ejemplo, la rabia hacia los
hijos o hijas, la decepción o la culpa.

En tercer lugar, buscar maneras saludables de expresar y


canalizar estas emociones y sentimientos es también una
buena recomendación. Las emociones no expresadas suelen
desencadenar síntomas físicos propios del estrés. Las emociones
mal canalizadas, por ejemplo, a través de conductas violentas o
del consumo de alcohol, drogas o medicamentos sin supervisión,
no harán más que contribuir a complicar todavía más el
problema.

A continuación se presenta una recopilación de las emociones


y sentimientos más comunes en los familiares que deben hacer
frente a las autolesiones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
No pretende ser una recopilación exhaustiva, pero puede
resultar útil para empezar a poner orden y nombre a la tormenta
emocional.
37

Ni la familia, ni los niños, niñas o jóvenes son responsables de


sentir lo que sienten mutuamente. Ni la familia, ni los niños,
niñas o jóvenes tampoco son responsables de lo que sienten
en su interior; más bien son responsables de lo que deciden
hacer con lo que sienten en una determinada situación y con
los recursos disponibles.

Miedo y angustia

El miedo y la angustia tienen que ver con la incertidumbre de


que pueda pasar algo grave. Ante las autolesiones, las madres y
los padres pueden sentir miedo por la idea de que se vuelvan a
repetir o de que al hijo o hija «se le vayan de las manos» y pueda
llegar a morir. Este miedo puede desencadenar conductas
exageradas, restrictivas y de control (como, por ejemplo,
quitarle el móvil, aislar al chico o chica de los amigos o amigas,
no dejar la vigilancia, etc.) que son contraproducentes y que
pueden reforzar la tendencia a la autolesión.

Ante el miedo y la angustia, una primera recomendación es


identificar a alguien de confianza en el entorno cercano con
quien compartir este miedo, que sepa lo que está pasando
y sea una persona a la que se pueda recurrir en caso de
necesitar ayuda.
Otra recomendación es buscar información técnicamente
fiable y bien cualificada sobre la autolesión que ayude a
entender mejor el fenómeno. Contactar con grupos de
familiares afectados también puede ser de gran ayuda. Por
ejemplo, ayudará saber (como ya se ha comentado) que no
hay intención suicida en las autolesiones.
Si se nota que la angustia está afectando al desarrollo
habitual de las actividades diarias porque no se puede parar
de llorar, se deja de comer o se dejan de atender las propias
obligaciones o no se puede dormir, cuesta mucho levantarse
del sofá o de la cama y predominan los pensamientos
pesimistas sobre el futuro, es muy recomendable buscar la
ayuda de un o una profesional de la salud mental.
38

Culpa

Un sentimiento habitual entre madres y padres es la culpa ante


los problemas de sus hijos o hijas. En el caso de madres y padres
de niños, niñas, adolescentes y jóvenes con problemas de salud
mental, se trata de un sentimiento muy frecuente que se expresa
en torno a una pregunta habitual: «¿Qué he hecho yo mal para
que a mi hijo o hija le pase esto?»

La culpa es un sentimiento que ordena y da sentido a lo que


está pasando: «Yo he hecho algo que ha provocado esto».
Por lo tanto, la culpa tiene una función emocional: atenúa la
incertidumbre y da una falsa sensación de control en la medida
en que nos hace sentir que todo lo que pasa está en nuestras
manos. Es verdaderamente desolador pensar que no se puede
hacer nada ante una situación crítica y que no se tiene el control.
Por lo tanto, se tiende a ir al extremo opuesto (en las tormentas
emocionales, el pensamiento se polariza, se vuelve «blanco o
negro»), y se puede caer en la creencia de que madres o padres
son responsables de todo lo que les pasa a sus hijos o hijas.

Si la culpa perdura en el tiempo, puede tener un efecto


paralizador que no permita actuar con claridad. Además,
puede tener un efecto reduccionista, que haga pensar que las
soluciones y problemas pasan solo por una misma, como si una
única figura pudiera dar respuesta a una situación compleja.
La creación de soluciones a las problemáticas de salud mental
pasa por todas las personas implicadas y por considerar los
fenómenos que tienen lugar como algo multicausal. Por lo
tanto, una sola persona no puede tener en sus manos toda la
responsabilidad ni todas las soluciones.

Otro efecto negativo es la activación del círculo de culpa entre


madres y padres, por una parte, e hijos e hijas, por la otra. De
esta manera, los padres y madres se sienten culpables y, a su
vez, hacen sentir culpable de su sufrimiento al hijo o hija que se
autolesiona.
39

Ante la culpa, una primera recomendación para romper sus


efectos negativos es reconocerla y expresarla en palabras,
aunque sea para uno o una misma, pero mejor si es con
alguien de confianza con quien se pueda compartir la
tormenta emocional.
Después de expresarla en palabras, es conveniente cambiar la
pregunta «¿Qué he hecho mal?», que no lleva a ninguna parte
y que centra la atención en el pasado, por la pregunta «¿Qué
puedo hacer a partir de ahora para ayudar a mi hijo o hija y
cambiar la situación?». Esta interrogación centra la atención
en el presente y en el futuro, y da un rumbo y una dirección
hacia la que navegar. Afrontar la situación desde el «qué
puedo hacer para ayudar» (¿Qué le va bien a mi hijo o hija?)
predispone a emprender nuevas acciones y, por lo tanto, da
una sensación de control sobre lo que queremos hacer.
También nos ayudará verbalizarles con palabras a los hijos o
hijas que nadie tiene la culpa de lo que está pasando y que
lo que se hará a partir de ese momento será pensar en qué
se puede hacer para ayudarle y mejorar la situación. Eso
contribuirá a romper el riesgo de retroalimentar el círculo de
culpa entre los miembros de la familia.
40

Tristeza

La tristeza es uno de los sentimientos más básicos ante el


sufrimiento de una persona querida. También se da por la
pérdida de la sensación de bienestar y por la constatación
de que las cosas no son como se esperaban y de que, por lo
tanto, las expectativas no se cumplen o no se cumplirán. Todo
esto puede estar detrás de la tristeza, que suele aparecer
en las familias de niños, niñas y jóvenes que se autolesionan.
La pregunta de «¿Por qué a mí?» y la sensación de injusticia
pueden estar presentes en todo momento.

No obstante, la tristeza como emoción tiene un aspecto positivo


y saludable: quiere decir que se está procesando la pérdida, que
se está más cerca de la aceptación de que se ha perdido algo y
que se está en situación de valorar si es necesario cambiar algo
para mejorar la situación y el propio bienestar.
41

Una primera recomendación es permitirse llorar. Es habitual oír


a la gente decir que hace tiempo que no llora. Es especialmente
común en hombres, ya que el acto de llorar socialmente les
está vedado, pero también es habitual en mujeres que, por la
sobrecarga de responsabilidades familiares, sienten que no
pueden «perder el tiempo lamentándose». Pese a ello, permitirse
llorar en soledad o en compañía ayuda a disminuir la carga
emocional de la tristeza y reconforta.

También es recomendable hablar sobre la propia tristeza con


una persona cercana, de confianza, que escuche sin juzgar y que
no presione para que cese el llanto ni evitar la tristeza.

En esta navegación por la tristeza es recomendable no


abandonar las actividades que gustan y aportan bienestar,
porque la aflicción puede enquistarse en la apatía y en el «nada
tiene sentido». Actividades sencillas como andar, contactar
con la naturaleza, ir al cine, disfrutar de vídeos o programas,
leer (es mejor dejar para otro momento los programas y libros
con temas emocionalmente intensos que pueden acentuar la
tristeza) o quedar para tomar un café ayudarán a hacer frente a
la tristeza, aunque hacerlas suponga un esfuerzo.

Si se nota que la tristeza está afectando al desarrollo habitual


de las actividades diarias porque no se puede parar de llorar, se
deja de comer, se dejan de atender las propias obligaciones o no
se puede dormir, cuesta mucho levantarse del sofá o de la cama
y predominan los pensamientos pesimistas sobre el futuro, es
muy recomendable buscar la ayuda de un o una profesional de
la salud mental.
42

Rabia

La rabia es otra de las emociones más habituales. Los familiares


de niños, niñas, adolescentes y jóvenes con conductas de
autolesiones pueden experimentar sentimientos de rabia y enojo
en muchas direcciones. Puede sentirse rabia contra el hijo o
hija por tener este comportamiento, contra la escuela porque
se considera que parte del problema es culpa del entorno
escolar, contra la pareja por la sensación de que no se ocupa
lo suficiente del problema, contra el entorno laboral porque
no entiende lo que pasa… incluso contra la vida «por haberme
puesto en esta situación».

La rabia tiene un punto activador de la acción, es una emoción


que a menudo da el empuje necesario para romper con una
situación no deseada. No apunta a nadie, no es selectiva, afecta
a todo lo que la rodea. La rabia es una emoción básica para salir
de una situación que no gusta o que no hace bien, pero es una
emoción que se agota por sí misma y que puede convertirse en
puerta de entrada a la tristeza.

Sin embargo, la rabia tiene el peligro de acabar convirtiéndose


en ira y centrar el malestar y la voluntad de romper propia de la
rabia contra una persona u objeto concretos. La ira es selectiva,
y apunta hacia aquella cosa o aquella persona a la que se
responsabiliza del malestar o sufrimiento que se está viviendo.
La ira es el brazo ejecutor de las sentencias derivadas de los
sentimientos de culpabilidad. La presencia constante de la ira
provoca un aumento del conflicto y aleja a los y las jóvenes de
los adultos a los que precisamente más necesitan: sus madres,
padres u otras figuras relevantes.
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Una primera recomendación para gestionar la rabia es buscar


la manera de expresarla. La expresión de esta emoción está
muy mal vista, pero es una de las que más daño hace a la
propia persona y a su entorno cuando no se canaliza de
manera saludable. La expresión de la rabia y del enojo está
socialmente mucho más penalizada en el caso de las mujeres.
Darse unos minutos de soledad para expresar la propia rabia
(puede ser por escrito o en voz alta, incluso en forma de
«palabrotas»), ayudará a dejarla salir y disminuir su carga.
Otro ejercicio muy útil es romper cosas que sean inofensivas
(como, por ejemplo, revistas viejas, listines telefónicos,
papeles que no tengan importancia) mientras se expresa la
rabia. Si después de este ejercicio se despiertan las ganas
de llorar, hay que dejar que salgan. Después de permitirse
expresar la rabia, va bien salir a andar o hacer alguna
actividad física.
Es importante evitar la expresión de la rabia mediante el
insulto, la descalificación o cualquier otra conducta agresiva
en casa y con los hijos e hijas. A veces, las palabras pueden
doler tanto como la violencia física, especialmente en jóvenes
que están en una situación emocional complicada. También
hay que evitar hacer frente a la rabia por medio del consumo
de sustancias.
44

Impotencia

Ante las autolesiones, las personas familiares de niños,


niñas, adolescentes y jóvenes pueden sentir que no tienen
la capacidad de hacer nada para cambiar la situación. La
autolesión puede tener motivaciones complejas, múltiples y
difíciles de entender algunas veces. Las madres y padres pueden
sentirse impotentes e incapaces de actuar para cambiar la
situación. Mientras que la culpa y la ira pueden llevar a la falsa
creencia de que todo está en las propias manos; en el caso de
la impotencia, el sentimiento es que no se puede hacer nada al
respecto.

Para reconducir esta sensación, es útil buscar información


técnicamente fiable y bien cualificada sobre la autolesión, a
qué se debe (qué sentidos tiene) y qué puede hacerse frente a
este comportamiento. También es útil contactar con grupos de
familiares afectados por el problema y pedir información a los
profesionales de salud mental de los hijos e hijas.

Ante la sensación de impotencia, esto ayudará a poner en


perspectiva y a recordar todo lo que hasta el momento se
ha sido capaz de afrontar con el hijo o hija, y cómo, con
las acciones del pasado, se han superado otras situaciones
vitales complejas, intensas y dolorosas.
45

Confusión y desorientación

De entrada, los comportamientos autolesivos son muy difíciles


de entender porque la tendencia habitual es pensar que nadie
quiere infligirse daño a sí mismo o a sí misma. Por lo tanto, la
aparición de las autolesiones puede sumir a muchos padres
y madres en un estado de confusión y desorientación, en la
medida que supone una ruptura con los esquemas propios y
sociales de entender cómo debe vivirse la vida. Además, la
confusión puede desencadenarse por la sorpresa de descubrir
que el o la joven se autolesiona cuando, como padres y madres,
ni tan siquiera existía la sospecha de que el hijo o hija estuviera
pasando por alguna dificultad emocional. La sensación de ser las
últimas personas en enterarse del problema del hijo o de la hija
genera un gran malestar.

La búsqueda de información sobre las autolesiones y,


sobre todo, de grupos de familiares que puedan transmitir
su experiencia ayudará a comprender mejor el problema
y a empezar a ordenar las ideas. No todos los grupos de
familiares pueden resultarles de utilidad a las familias; es
importante que estos grupos no se queden anclados en
el victimismo y la queja, algo que no ayudará a la familia
a orientarse frente a las autolesiones del hijo o hija. Los
grupos de apoyo son útiles en la medida en que permiten
desahogarse y compartir soluciones.
46

Traición, frustración, decepción

Ante la aparición de las autolesiones, las madres y padres


pueden sentirse traicionados porque el hijo o hija no ha acudido
en busca de ayuda antes de autolesionarse. La autolesión es un
episodio que puede alterar profundamente la confianza mutua
en la familia. Madres y padres pueden llegar a vivir la autolesión
como un ataque contra ellas o ellos.

Por otra parte, las madres y padres pueden sentir frustración y


decepción porque el hijo o hija no es como estaban dispuestos
a aceptar. En este caso, se verán obligados a replantearse sus
expectativas sobre sus hijos e hijas y la posible sensación de que
«les han fallado». Es útil recordar que la misión de hijos e hijas
no es satisfacer las expectativas de sus madres y padres, aunque
aceptarlo sea duro. Los y las jóvenes tienen una vida propia, y
la relación que se tenga con ellos como personas adultas debe
basarse en el cariño y el afecto y no en la obligación de dar y
recibir por igual.

Es muy recomendable prestar atención a cómo se expresan


estos sentimientos de decepción y traición delante de
jóvenes que se autolesionan porque puede agravar su
tendencia a hacerlo. También será útil revisar las expectativas
sobre el hijo o hija. A la vez, es conveniente centrarse
en sus cualidades y recursos, al margen de que tenga
comportamientos autolesivos. Los hijos o hijas son más que
una persona que se autolesiona.
47

Vergüenza

La vergüenza también es una emoción vinculada a las


expectativas pero, en este caso, es la sensación de que no se
alcanzan las expectativas de las personas significativas del
entorno y quizá tampoco las expectativas que establecen
las normas sociales. Las madres y padres de jóvenes que se
autolesionan pueden sentir vergüenza ante la idea de que el
entorno social los juzgue como incompetentes. Además, como
ya se ha comentado anteriormente, las autolesiones están
relacionadas con los trastornos mentales, y los padres pueden
sentir vergüenza al ver a su hijo o hija como una persona
inadaptada que hace algo extraño como autolesionarse a causa
del estigma y el autoestigma.

Es recomendable darse cuenta de si la vergüenza está


afectando al estado emocional y tomar medidas. Ser motivo
de vergüenza para sus padres y madres es algo que a los
niños, niñas y jóvenes puede resultarles difícil gestionar.
Buscar información (comprobando que se extrae de fuentes
fiables) sobre las autolesiones con grupos de familiares y
con profesionales puede ayudar a compartir inquietudes y a
rebajar la carga emocional.
También es importante recordar que tanto madres y padres,
como hijos e hijas tienen derecho a la intimidad y, por lo
tanto, a decidir con quién comparten este problema.
48

Orientaciones

Es importante que en las familias se hable de la frustración,


de los problemas, del dolor o del conflicto como parte de
la vida y de la necesidad de aceptarlos. En este sentido, es
muy importante ampliar el vocabulario emocional y encontrar
palabras o referentes para facilitar que cada persona de la
familia pueda comunicar y entender lo que está sintiendo,
con sus propias palabras y recursos.

Hay que abordar las emociones que puedan aparecer


ante las autolesiones lo antes posible. La tristeza o la
ira, por ejemplo, son estados más difíciles de abordar
emocionalmente cuando ya existe una situación de
sobrecarga o de agobio.

Las autolesiones no pueden convertirse en un tema


tabú. Hay que perder el miedo a hablar sobre ellas. Es
recomendable hablar del tema con el hijo o hija, pero
teniendo en cuenta que la persona adulta es la responsable
de modular las emociones en esta situación si el hijo o hija,
en ese momento, no es capaz de hacerlo. Por lo tanto, es
importante hablar sin asediar, con serenidad, modulando las
emociones y las palabras; buscando el mejor momento para
comunicarse y hacerlo de forma clara y serena:
•  i en algún momento no se siente el mensaje que
S
pretende comunicarse, es mejor esperar. Si no se cree de
verdad en lo que se quiere decir o no se siente lo que se
quiere decir, es mejor esperar a tener las cosas claras con
uno o una misma.
•  s recomendable evitar hablar en profundidad en
E
momentos en que la situación es de gran emocionalidad o
desbordamiento. Es recomendable abordar los temas más
importantes y trascendentes en los momentos de mayor
tranquilidad.
49

Aunque pueda costar asumirlo, el objetivo no es que el o la


joven deje de autolesionarse, sino que deje de necesitarlo.
Por lo tanto, es recomendable evitar, si se puede, la restric-
ción constante e intentar que el hijo o hija componga un
relato de lo que está sintiendo y pasando en ese momento.
Así se le apoyará para que encuentre recursos que le resulten
de ayuda cuando deba afrontar el malestar subyacente.

Si el hijo o la hija no da pie a madres o padres para que sean


figuras interlocutoras, es recomendable entonces, pese al
malestar y sufrimiento que suponga, buscar a otra persona
del entorno en la que confíe. Se puede estar presente más
adelante, cuando se dé el momento adecuado para conectar.
Madres y padres tendrán que ir generando pequeñas situa-
ciones de confianza para ir conectando con el o la joven.
Ante esta situación en la cual la familia es rechazada como
interlocutora (el o la joven no permite que entre en el trata-
miento de las autolesiones) se puede sentir mucha frustra-
ción e impotencia. Es conveniente darse permiso para enfa-
darse y asumir que no hay nadie que sea imprescindible en
todos los momentos. De todos modos, es conveniente no
proyectar este enojo o malestar hacia el o la joven.

No es recomendable delegar en los niños, niñas o jóvenes


responsabilidades que no les corresponden, pero sí es muy
recomendable tener en cuenta en todo momento su opinión
cuando deban tomarse decisiones importantes. Puede ser
de ayuda fomentar que el o la joven sea responsable tanto de
las consecuencias negativas de sus conductas, por una parte,
como de otros aspectos de su tratamiento terapéutico, por la
otra. Son maneras de aprender y de hacerle ver que él o ella
son agentes activos de su propia vida.
50

Es recomendable buscar maneras de reducir el daño que


provocan las autolesiones tanto como sea posible. Por
ejemplo, disminuyendo el número de cortes, su profundidad
o el tamaño del cuchillo. También se puede intentar
encontrar alternativas; por ejemplo, que el chico o la chica
se marque la piel con un rotulador rojo en vez de hacerse
cortes, cogiendo el rotulador igual que si utilizara un cuchillo.
También puede funcionar meter las manos en agua y hielo,
ya que el frío intenso provoca una fuerte sensación física sin
ocasionar los daños de las autolesiones.

Si madres o padres se topan con el momento preciso en que


el hijo o la hija tiene la intención de autolesionarse, puede
ir bien hablar con él o ella y preguntarle: «¿Qué te está
pasando ahora mismo?» «¿Qué estás sintiendo?». En estos
momentos, también se puede intentar proponer la realización
de otra actividad, como por ejemplo salir a caminar, tomar
una infusión o usar medicación de rescate.

Puede ir bien para intentar identificar el detonante, lo que


provoca que necesite autolesionarse en ese mismo momento;
aunque detectar el detonante no necesariamente implicará
que se evite la conducta autolesiva.
Es recomendable mantener la coherencia en todo momento
en el abordaje entre los adultos responsables. Una respuesta
consensuada entre padres y madres le resultará más clara
al niño, niña o joven. Se convertirá en una referencia estable
con la que el niño, niña o joven pueda orientarse.
Que sea consensuada entre madres y padres no implica que
sea la respuesta correcta o la que le convenga al niño, niña o
joven. La coherencia tiene una función de pauta, aunque sea
criticada por el o la joven.
51

El proceso de afrontar y superar las autolesiones no es


lineal y tiene altibajos. Recaer no es sinónimo de empeorar.
Hay que ser conscientes de que no hay soluciones mágicas ni
perpetuas. Puede pasar que algo que ha funcionado en algún
momento deje de hacerlo más adelante o viceversa.
Es importante contar con la familia extensa, las figuras de
apoyo en el entorno familiar y las amistades para explorar
e ir viendo qué personas son las que mejor acompañan.
«¿Qué personas pueden ser buenas acompañantes o figuras
de apoyo?» Aquellas personas que no juzgan, que escuchan,
que tienen en cuenta la intimidad, que tienen disponibilidad,
inspiran confianza, etc.

Es muy importante cuidar de los hermanos y hermanas.


Se debe poder hablar con ellos y ellas de las autolesiones, y
también darles información adecuada para su edad. Además,
hay que escucharles para saber qué piensan y sienten sobre
la situación, de modo que perciban que disponen de un
espacio emocional en el que puedan expresarse sin tabús.
Hay que evitar, por tanto, dar por sentado que es demasiado
pequeño o pequeña y que no se da cuenta, que no es
necesario explicárselo, o que si no pregunta es porque no
quiere saber lo que pasa.
Es importante visibilizar y tener en cuenta la perspectiva
de los niños y niñas, adolescentes y jóvenes. En el entorno
sociocultural actual prevalece una visión adultocéntrica
según la cual las personas adultas son el modelo de
referencia. La mirada de los adultos condiciona, por ejemplo,
la identificación de necesidades y el abordaje de la salud
mental de niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
En el caso de las figuras profesionales que acompañan, es
necesario tener en cuenta las singularidades del colectivo
de niños, niñas, adolescentes y jóvenes en el diseño de
programas, servicios o intervenciones, por ejemplo; así como
favorecer su participación en la construcción de soluciones
en todos los niveles, incluyendo el entorno cercano.
52

Es crucial tener siempre presente que todas las personas


implicadas (madres, padres, hermanos y el hijo o hija que se
aísla) tienen derecho a la intimidad. Es muy recomendable
compartir la situación y las emociones con las personas
de confianza o en los espacios que se presten a ello, pero
también hay que recordar que todo el mundo tiene derecho a
explicar hasta donde considere oportuno.

Del mismo modo, es muy importante respetar la


confidencialidad del hijo o hija respecto de su situación.
Es recomendable no hablar de las autolesiones con otras
personas sin el consentimiento del o la joven, sobre todo si se
trata de una situación en público. Es conveniente pactar con
el o la joven cómo y a quién se le comunica la situación que
se está viviendo.

Las autolesiones son la parte visible de un problema que


suele ser desconocido. Por lo tanto, aunque las autolesiones
incomoden o provoquen sufrimiento, no tienen por qué ser
necesariamente el problema. Las autolesiones pueden ser la
solución con la que ha dado el chico o chica ante un bloqueo
o problema que está viviendo.

Como familia es importante entender y dar sentido a la


situación del hijo o hija, pero es muy recomendable orientar
esta búsqueda de sentido desde una actitud de curiosidad,
de investigación amable que quiere descubrir qué hay detrás
de las autolesiones, ya que solo por medio de una relación
de proximidad y confianza con el hijo o hija se puede llegar a
conocer el problema y a entender lo que pasa.
54

¿Cómo podemos cuidarnos?

Cuando se tiene un hijo con una problemática de salud mental


es muy probable que este hecho se convierta en el centro de la
vida de los padres y madres. Es algo habitual y comprensible.
Aun así, las personas son más que las madres o padres de un
hijo o una hija con un problema de salud mental. Los adultos
responsables de niños, niñas, adolescentes y jóvenes tienen que
cuidarse y tener una buena condición emocional para poder
hacer frente a la situación. Aunque parezca contradictorio,
dedicar tiempo a cuidar la propia salud emocional servirá para
ayudar mejor al hijo o a la hija.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que, en el caso de las


madres, hacerlo cuesta más. Las normas sociales y el entorno
dictan constantemente que ser una «buena madre» implica
estar pendiente siempre de los hijos e hijas, que tienen que ser
el centro de la vida por encima de todo lo demás. Por lo tanto,
puede darse el caso de que el entorno no cuestione el hecho
de que una madre deje el trabajo para poder estar más tiempo
con el hijo o hija, pero que sí cuestione el que decida dedicarle
tiempo a una actividad de disfrute personal.

Es muy importante buscar la corresponsabilidad de los


cuidados entre hombres y mujeres dentro de la familia; es decir,
que madres y padres se impliquen de igual manera en el cuidado
de los hijos o hijas que tienen un problema de salud mental.
Solo de esta manera las dos personas podrán tener espacios y
momentos para cuidar de sí mismas, estar emocionalmente más
fuertes y afrontar mejor la situación.
55

Pedir ayuda no es una debilidad, es una fortaleza. Un recurso


muy valioso son las entidades de familiares, así como los Grupos
de Ayuda Mutua (GAM) y entre iguales (personas en situaciones
difíciles parecidas). Estos grupos pueden ayudar a poner en
contacto a la familia con otras que están en la misma situación.
Así se ve que no es algo excepcional y que hay gente con la
que se puede compartir el malestar sin sentirse juzgada ni
cuestionada. Además, se pueden compartir recursos y posibles
soluciones. Si este tipo de ayuda no basta para reducir el
malestar, es muy recomendable buscar ayuda profesional como,
por ejemplo, terapia psicológica.
56

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http://www.infocop.es/pdf/saldremos-de-esta.pdf

How you can help - A guide for friends & family


https://www.rethink.org/media/2465/how-you-can-help-guide-
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How do I help someone who self-harms? (SANE Australia)


https://www.sane.org/information-stories/facts-and-guides/
self-harm?highlight=WyJzZWxmLWhhcm0iXQ==
www.salutmental.org
Un proyecto de: Con la colaboración de:

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