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Ratzel - El Territorio, La Sociedad y El Estado

El documento discute la relación entre el territorio, la sociedad y el estado. Argumenta que la sociedad y el estado dependen del territorio y están vinculados a la tierra. Incluso los grupos sociales más simples como la tribu o la familia solo son posibles sobre un territorio determinado. El desarrollo de la sociedad y el estado solo puede comprenderse en relación con el territorio que ocupan.
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Ratzel - El Territorio, La Sociedad y El Estado

El documento discute la relación entre el territorio, la sociedad y el estado. Argumenta que la sociedad y el estado dependen del territorio y están vinculados a la tierra. Incluso los grupos sociales más simples como la tribu o la familia solo son posibles sobre un territorio determinado. El desarrollo de la sociedad y el estado solo puede comprenderse en relación con el territorio que ocupan.
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1 Antología de textos Friedrich Ratzel *

aumento local de peso da lugar a un efecto de deslizamiento en la base EL TERRITORIO, LA SOCIEDAD


del hielo se produce una fragmentación del basamento rocoso. Sin embar- Y EL ESTADO **
go, al volverse a solidificar, también se congela éste, provocando una ge-
Hfracción en derrubios de menor calibre. Pero esta meteorización sub-
glaciar no significa casi nada en comparación con la acción mecánica direc-

I. El territorio y la sociedad

Como no es concebible el Estado sin territorio y sin fronteras, se ha


constituido bastante deprisa una geografía política, y, aunque en las cien-
cias políticas en general se ha perdido a menudo de vista la importancia
del factor espacial, de la situación, etc., queda, sin embargo, descartado
que el Estado pueda perscindir del territorio. Hacer abstracción de él en
una teoría del Estado es una tentativa vana que nunca ha podido tener
más éxito que pasajero. Por el contrario, ha habido muchas teorías de la
sociedad que han permanecido completamente extrañas a cualquier tipo de
consideración geográfica; éstas ocupan incluso tan poco lugar en la socio-
logía moderna que es absolutamente excepcional encontrar una obra en
la que desempeñen algún papel. La mayoría de los sociólogos estudian
al hombre como si se hubiera formado en el aire, sin vínculos con la
tierra. E l error de esta concepción, bien es verdad, salta a la vista para
todo lo que concierne a las formas inferiores de la sociedad, dado que

* Friedrich Ratzel (1844-1904). Además del artículo traducido en este libro, entre
sus trabajos principales se encuentran:
Ratzel, F. (1882-1891): Anthropogeographie. I : Grundzüge der Anwendung der
Erdkunde auf die Geschichte, I I : Die Geographische Verbreitung des Menschen,
Stuttgart, J. Engelhorn, 2 vols.
Ratzel, F. (1896): «The Laws of the Spatial Growth of States». Translated by R. Bo-,
lin, en Kasperson, R. E., y Minghi, J . V., Eds. (1969): The Structure o f Political
Geography, Londres, University of London Press, 1970, pp. 17-28.
Ratzel, F. (1897): Politische Geographie. Durchgesehen und Erganzt von E . Oberhum-
mer, Munich y Berlín, R. Oldenbourg, 3 * ed., 1923.
* * Ratzel, F. (1898-1899): «Le sol, la société et l’Etat», UAnnée Sociologique, I I I ,
pp. 1-14. Traducción de Josefina Gómez Mendoza.
193
RATZEL, Friedrich. 1898.-1899. “El territorio, la sociedad y el estado”. Traducido de “Le sol,
la société et l´Etat”, L´Année Sociologique, III, pp. 1-14. En: Gómez Mendoza J, Muñoz Jiménez J
y Ortega Cantero N. 1988. El pensamiento geográfico. Estudio interpretativo y antología /de
(
textos (De Humboldt a las tendencias radicales). (
Madrid, Alianza Editorial.
194 Antología de textos Friedrich Ratzel 195

su extrema simplicidad las asemeja a las formas más elementales del Estado. relación, entre el hombre y la tierra, que ha permanecido casi invariable
Y , en efecto, si los tipos más simples del Estado no son representables sin en el tiempo. Las viviendas modernas son, en su mayoría, menos efímeras
un territorio que les pertenezca, lo mismo tiene que ocurrir con los tipos que las de los pueblos primitivos; pero el habitante de las grandes ciuda-
más simples de la sociedad; la conclusión se impone. En ambos casos, la de- des se construye con piedras talladas un refugio artificial que no siempre
pendencia respecto del terreno es un efecto de las causas de todo tipo que es tan espacioso como las cavernas de la edad de piedra; de la misma
unen al hombre con la Tierra. Sin duda, el papel del suelo aparece con manera, muchas aldeas negras y polinesias se componen de chozas más
más evidencia en la historia de los Estados que en la historia de las socie- confortables que las de un pueblo europeo. En nuestras capitales, los
dades, aunque sólo sea por la mayor amplitud de espacio que él Estado representantes de la más alta civilización que haya jamás existido, dispo-
requiere. Las leyes de la evolución geográfica son menos fáciles de percibir nen, para su alojamiento, de menos espacio que los miserables habitantes
en el desarrollo de la familia y de la sociedad que en el desarrollo del de un kraal hotentote. Las viviendas entre las que existe mayor diferencia
Estado; pero es precisamente porque están más profundamente arraigadas son, por una parte, las de los pastores nómadas, con su extrema movili-
en el suelo y cambian de él con menos facilidad. Constituye incluso uno dad exigida por las continuas migraciones de la vida pastoril, y, por otra,
de los hechos más considerables de la historia la fuerza con la que la so- los alojamientos amontonados en las monstruosas casas de nuestras grandes
ciedad permanece sujeta a la tierra, aun cuando el Estado se haya des- ciudades. Y , sin embargo, hasta los mismos nómadas están unidos a la
arraigado. A la muerte del Estado romano, el pueblo romano le sobrevive tierra, aunque los vínculos que les unan sean más laxos que los de la
bajo la forma de grupos sociales de todo tipo, y es precisamente por sociedad sedentaria. Tienen necesidad de más espacio para moverse, pero
medio de estos grupos como se transmitieron a la posteridad multitud vuelven periódicamente a ocupar los mismos emplazamientos. No existe,
de propiedades que el pueblo había adquirido en el Estado y por el pues, razón fundada para contraponer a los nómadas al conjunto de los
Estado. pueblos sedentarios, por el simple motivo de que después de una estancia
De esta forma, se considere al hombre aisladamente o en grupo (fami- de algunos meses en un lugar, el nómada levante su tienda y la traslade,
lia, tribu o Estado), por doquier donde se le observe se encuentra algún a lomo de camello, hacia otro lugar de pastos. Esta diferencia no tiene
pedazo de tierra relacionado tanto con su persona como en el grupo del nada de fundamental; ni siquiera tiene la importancia de aquella que se
que forma parte. En lo que se refiere al Estado, la geografía política está deriva de su gran movilidad, de su necesidad de espacio, consecuencia
desde hace tiempo habituada a tener en cuenta, junto al tamaño de la de la vida pastoril.
población, el tamaño del territorio. Incluso los grupos, c o h m la tribu, la Se ha descrito igualmente a los nómadas como completamente despro-
familia, la comuna, que no constituyen unidades políticas autónomas, sólo vistos de toda organización política en el sentido de la antigua máxima
son posibles sobre su territorio, y su desarrollo no puede ser comprendi- Sacae nómades sunt, civitatem non habent. Hasta se ha llegado a cuestio-
do más que con relación a ese territorio; al igual que los progresos del nar si están interesados por el territorio que ocupan y, en consecuencia, si
Estado son ininteligibles si no se les relaciona con los progresos del lo delimitan. Pero, en la actualidad, el hecho no ofrece dudas: el territorio
espacio político. En todos estos casos, estamos en presencia de organis- de Mongolia está tan delimitado y dividido como el de Arabia. Montañas,
mos que entran en relación más o menos duradera con la tierra, .relación riquezas, cursos de agua e incluso montones de piedras artificialmente
en el curso de la cual se intercambian entre ellos y la tierra todo tipo de edificadas representan las fronteras de las tribus, y hasta las más pequeñas
acciones y de reacciones. ¡Y esto, en el supuesto de que, en un pueblo en divisiones están delimitadas. En cuanto a la aptitud de estos mismos
crecimiento, la' importancia del suelo no sea tan evidente como la que se pueblos para crear Estados, se puede medir hasta qué punto es grande a
observa en el momento de la decadencia o de la disolución! En este caso, través de la historia de las sociedades sedentarias que se encuentran rodea-
no se puede entender lo que ocurre si no se considera el territorio. Un das de tribus nómadas; cuando los Estados de las primeras caen en ruinas,
pueblo retrocede mientras pierde terreno. Puede tener menos ciudadanos, son precisamente los nómadas vecinos los que les incorporan una vida
y mantener sin embargo sólidamente el territorio en el que están sus re- nueva de la que resultan nuevos Estados.
cursos de vida. Pero cuando su territorio disminuye es, en general, el Por lo demás, no son los pastores nómadas los que mantienen una
principio del fin. relación mínima con el territorio; porque vuelven siempre a los mismos
pastos. Es mucho más débil entre los agricultores del Africa tropical o de
II. Vivienda y alimentación América que, cada dos años aproximadamente, abandonan sus campos de
mijo o de mandioca para no volver nunca más. Y aún es menor entre los
Bajo diversas variaciones, la relación de la sociedad con la tierra per- que, por temor a pueblos que amenazan su existencia, no se atreven a
manece siempre condicionada por una doble necesidad: vivienda y alimen- vincularse con demasiada fuerza a la tierra. Y , no obstante, una clasifica-
tos. La necesidad de vivienda es tan simple que ha dado lugar a una ción superficial no incluye semejantes sociedades entre las nómadas. Si se

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clasifica a los pueblos de acuerdo con la fuerza con la que se adhieren a es también el resorte del más considerable desarrollo que presenta la
la tierra, hay que situar en lo más bajo de la escala a los pequeños pueblos historia de las relaciones del Estado con el suelo; me refiero al crecimiento
cazadores del Africa central y del Asia del suroeste, así como a esos territorial del Estado. E l comercio pacífico puede preparar esta expansión
grupos que encontramos errantes en todo tipo de sociedades, sin que les porque tiende en definitiva a fortalecer al Estado y a hacer retroceder
pertenezca un territorio determinado (por ejemplo, los bohemios de Euro- a los Estados vednos. Y a se considere una gran o una pequeña sodedad,
pa o los fettahs del Japón). Los australianos, los habitantes de la Tierra busca ante todo mantener íntegramente el suelo sobre el que vive y donde
de Fuego, los esquimales'“que, por sus cacerías, sus cosechas de raíces, vive. En cuanto asuma específicamente esta tarea, se transforma automá-
buscan siempre ciertas localidades, y delimitan sus territorios de caza, se ticamente en Estado.
encuentran a un nivel más alto; después, los pueblos pastores que, en Es necesario observar las formas más simples de sociedades para en-
diferentes regiones de Asia, se mantienen desde hace siglos sobre el mismo tender debidamente esta relación. Si se examina más de cerca la reladón
suelo. Y sólo entonces vienen los agricultores sedentarios, establecidos en de la sociedad con el suelo y esta necesidad de proteger el suelo que
aldeas fijas, y los pueblos civilizados, igualmente sedentarios, cuyo símbolo es la razón de ser del Estado, se observa que, de todas las formas sodaies
es la ciudad. de agruparse, la que presenta mayor cohesión es la casa cuyos miembros
La alimentación es la necesidad más urgente, tanto para los particu- habitan juntos, comprimidos en el más exiguo espacio, unidos en el mismo
lares como para la colectividad; por ello las necesidades que impone . rincón de la tierra. Los habitantes del pueblo, de la dudad, todavía están,
tanto a individuos como a grupos prevalecen sobre todas las demás. por la misma razón, fuertemente vinculados unos a otros. Incluso cuando
Ya obtenga el hombre su alimento de la caza, de la pesca, o de los frutos estos últimos tipos de sociedades adquieren formas políticas, conservan
de la tierra, depende siempre de la naturaleza para su alimento, del aún dertos rasgos familiares en la manera en que se constituyen y todavía
lugar donde vive y de la extensión del terreno que produce los alimentos. no vemos aparecer al Estado porque se confunde con la familia. El carác-
La duración de los asentamientos en un mismo lugar varía también ter doméstico de la asodación encubre d carácter político. Sólo cuando
según que las fuentes alimenticias circulen de forma duradera o se vayan la familia se fragmenta, los arreglos sodaies, necesarios para la defensa,
agotando con el tiempo. La caza emplea preferentemente hombres, mien- se separan de los otros; y vemos entonces aparecer al Estado desde el
tras que la cosecha de frutos es sobre todo tarea de mujeres y de niños. momento en que fuerzas procedentes de esos diversos grupos familiares
Cuanto más productivas son caza y pesca, más mujeres y niños hay dis- se aúnan para la defensa del territorio. La idea de que la tierra tiene algo
ponibles para el trabajo doméstico; más sólidamente puede ser, en con- de sagrado porque los antepasados están enterrados en ella, contribuye
secuencia, construida la casa y convenientemente organizada. Por último, a obtener ese resultado; porque el apego a la tierra que entraña crea entre
cuanto más capaz es la agricultura de cubrir de forma satisfactoria las las sociedades, distintas y separadas, una comunidad de interés que cons-
necesidades alimenticias, más posibilidad existe de asentarse sobre un tituye un camino para la formadón del Estado.
hábitat limitado. Hay, pues, una multitud de fenómenos sociales que
encuentran su causa en la necesidad, primitiva y apremiante, de la ali-
mentación. Y para explicar este hecho, no es necesario recurrir a la teoría III. El territorio y la familia
de la «urgencia» de la que habla Lacombe, de acuerdo con la cual las
instituciones más primitivas y más fundamentales serían las que res- Tanto desde el punto de vista económico como desde el punto de vista
ponden a las necesidades más urgentes. político, la relación más simple que una sodedad pueda sostener con el suelo
Cuando sólo se explota el terreno de forma pasajera, la sujeción tam- es la que se observa en el caso de la familia monogámica; entiendo por ello
bién es pasajera. Cuanto más estrechamente unen las necesidades de vi- el grupo formado por una pareja y sus descendientes que, a partir de una
vienda y alimentación la sociedad a la tierra, más apremiante es la exi- choza común, se extienden sobre un espacio limitado que explotan para
gencia de mantenerse en ella. De esta exigencia extrae el Estado sus me- la caza o la pesca, a fin de extraer su alimentadón. Si la familia aumenta
jores fuerzas. La tarea del Estado, en lo que concierne al suelo, es siempre por multiplicación natural, aumenta entonces también el territorio que
la misma, en principio: el Estado protege al territorio contra los ataques necesita para poder vivir. En el caso más sencillo, este aumento se hace
exteriores que tratan de disminuirlo. Al más alto nivel de evolución po- sin solución de continuidad, es decir, el dominio explotado se extiende
lítica, no es únicamente la defensa de las fronteras la que persigue alrededor de la casa familiar. Al aumentar, la familia monogámica puede
este objetivo: el comercio, el desarrollo de todos los recursos que contiene convertirse en familia compuesta o en dan que, como en América del Norte
el territorio, en una palabra, todo lo que puede acrecentar el poder del y en Oceanía, continúa habitando en su integridad bajo un mismo techo,
Estado, contribuye a ello. La defensa del país es el fin último que se en la «casa del dan». Como es natural, esto sólo puede ocurrir allí donde
persigue a través de todos estos medios. Esta misma necesidad de defensa el suelo es particularmente productivo, como ocurre cerca de los ríos

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ricos en pesca de América del Norte, o también en las regiones donde la Aunque la tendencia a la expansión territorial sea como innata en
agricultura ha alcanzado un alto nivel de desarrollo. Este tipo de familia la naturaleza misma de los Estados, los hay que, situados en condiciones
o de clan desempeña entonces el papel del Estado. Pero cuando el grupo especiales, deben, para poderse mantener, renunciar a extenderse. Pero
familiar se divide a fin de asegurar a los recién llegados una parte deter- cuando el Estado se asigna así límites a su tamaño, el crecimiento natural
minada del territorio, entonces aparecen nuevos habitantes y cada uno de la población la hace necesariamente muy densa, si no intervienen fuer-
de ellos es la sede de una nueva sociedad doméstica. Es entonces cuando zas políticas y sociales para obstaculizar esta condensación. Si no se pro-
comienzan a advertirse los* efectos del desigual valor de las tierras; están duce esta intervención, la relación de hombres con el territorio se habrá
más o menos alejadas, no tienen todas la misma situación, la rdisma fe- modificado por doquier en el mismo sentido; serán cada vez más nume-
cundidad, y todas estas diferencias influyen en el desarrollo de las familias. rosos, mientras que la porción de espacio, ocupada por cada uno, será
Los parientes no pueden formar grupos económicamente cerrados unos cada vez menor. El Estado, firmemente unido a su territorio y que no
a otros; pero el vínculo que los une en virtud de su comunidad de origen quiere salir del aislamiento, garantía de su seguridad, se ve pues obligado
se mantiene y aproxima entre sí varios establecimientos, varias aldeas, a emprender una lucha contra la sociedad. Le impide su crecimiento na-
varias casas de clanes. De esta forma nace un Estado. Y en este caso tural, imponiendo migraciones. En todo caso, mientras que la humanidad
es un hecho la separación de las unidades políticas y de las unidades no ha sobrepasado el estadio de la barbarie, son los medios más simples
económicas. Pero, a este nivel de desarrollo, el Estado coincide todavía y los más rápidamente eficaces los empleados preferentemente. Todas las
con el clan. Ahora bien, por esencia,, tiene que hacerse con un territorio prácticas que tienen por efecto disminuir artificialmente el número de
que sobrepase el que ocupa el grupo familiar. Este último es y sigue vidas humanas y que la sociedad se ve obligada a aceptar, desde la ex-
siendo un organismo monocelular; el Estado, por el contrario, atrae dentro posición de los recién nacidos a la antropofagia, la vendetta, la guerra,
de su radio de acción un número cada vez más considerable de estos or- contribuyen a producir este resultado. La necesidad de esta disminución
ganismos elementales y los desborda a todos. Existe así, entre estos dos es particularmente evidente siempre que los pueblos ocupan un dominio
tipos de agrupamientos, una diferencia de magnitud que es profunda y netamente circunscrito por la naturaleza, como los oasis y las islas; es
esencial. lo que ya había señalado Malthus. No es tan evidente en los pequeños
Estados de los pueblos primitivos, ya que la naturaleza no los separa tan
radicalmente del resto del mundo; pero la voluntad de los hombres está
IV. El territorio y el Estado tanto más alerta para mantenerlos aislados. Uno de los más apremiantes
desiderata de la sociología es que los métodos por los que se ha impedido
Por encima del nivel del clan, toda expansión de la sociedad es, en el crecimiento de la población, métodos cuya práctica es unas veces cons-
realidad, una expansión del Estado. Si varios clanes contraen una alianza ciente y otras inconsciente, sean por fin expuestos de forma sistemática.
ofensiva o defensiva, la confederación que forman a través de su unión La forma en que las sociedades languidecen y mueren cuando entran en
no constituye todavía un Estado. El Estado se va desligando, pues, suce- contacto con pueblos de civilización superior ha sido descrita en nume-
sivamente, del grupo económico, y más tarde del grupo familiar, para rosas monografías, y, sin embargo, este fenómeno está lejos de haber
dominarlos y contenerlos. Hemos llegado así a la fase en la que el Estado desempeñado en la historia de la humanidad una función tan importante
es el único grupo que puede recibir una extensión territorial continua. como la tendencia de los grupos sociales a concentrarse en espacios res-
De esta forma se ha ido incrementando progresivamente hasta formar im- tringidos y a aislarse unos de otros, tendencia a la que miles y miles de
perios que casi ocupaban continentes, y el límite extremo de este desarro- pueblos, pequeños o grandes, han sacrificado las fuerzas que les hubieran
llo no se ha alcanzado aún. permitido crecer.
Por tanto, al igual que los grupos económicos, compuestos por una El progreso de la humanidad, que sólo es posible gracias al contacto
vivienda con los territorios de caza, de pesca o de cultivo que de ellos de los pueblos y a su competencia, tenía necesariamente que ser obstacu-
dependen, representan formas primitivas del Estado, son ellos también lizado al máximo por prácticas de este tipo. En el exiguo y siempre
los primeros en perder todo carácter de este tipo. Pero se desarrollan homogéneo círculo del Estado familiar, ninguna personalidad original podía
activamente en otros sentidos y, si el Estado al que pertenecen se disol- constituirse y eran imposibles las innovaciones. Suponen, en efecto, que
viera, estarían dispuestos a retomar su antigua función en cuanto fuera se ha producido una primera diferenciación en el seno de la sociedad
necesario. Y esto porque comprenden, al igual que el Estado, un territorio y que, además, se han establecido relaciones entre diferentes sociedades
y unos hombres. En cambio el grupo de parentesco no comprende más de forma que pueda existir entre ellas una cierta excitación mutua hacia
que hombres, no tiene raíces en la tierra, por lo que se le ve desaparecer el progreso. Y es necesario que el hecho no se produzca una sola y única
entre la aldea y el Estado, en cuanto el Estado sobrepasa al dan. vez, sino que se repita. Es la misma idea que expresaba Comte cuando

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decía que, fuera del medio, había otra fuerza, capaz sea de acelerar o sea En los distritos industriales más poblados, una buena parte de los traba-
de retardar el progreso: la densidad creciente de la población, la necesidad jadores habitan lejos del lugar donde trabajan; es una población flotante
creciente de alimentos a que da lugar, la división de trabajo y la coope- que va de un sitio a otro según las ofertas de trabajo que reciba. Pero los
ración que resultan de ello. Si Comte se hubiera elevado a una concepción que no viven de la tierra que ocupan tienen naturalmente necesidad de
propiamente geográfica, si hubiera comprendido que tanto esa fuerza como entrar en relación con otras tierras. Para eso sirve el comercio. Tan sólo
ese medio tienen el territorio por fundamento y no pueden ser separados el cuidado de situar esas relaciones al amparo de posibles problemas es
porque el espacio les es 'igualmente indispensable, habría a la vez pro- una relación que incumba al Estado; de esta forma, éste último extiende
fundizado y simplificado todo el concepto que se hizo del medio.-’ su campo de acción por medio de colonias, de confederaciones aduaneras,
La sociedad es el intermediario a través del cual el Estado se une al de contratos de comercio, movimiento de extensión que ha tenido siempre,
territorio. De ahí que las relaciones de la sociedad con el territorio afecten por lo menos en algún grado, un carácter político. Encontramos, pues,
a la naturaleza del Estado, sea cual sea la fase del desarrollo en la que incluso en los estadios más elevados de la evolución social, la misma
se le considere. Cuando la actividad económica se ha desarrollado poco, división de trabajo entre la sociedad que utiliza el territorio para habitarlo
al mismo tiempo que el territorio es extenso y, en consecuencia, fácil- y vivir de él, y el Estado que lo protege con las fuerzas concentradas en
mente enajenable, se produce una falta de consistencia y de estabilidad sus manos.
en la constitución del Estado. Una población poco densa, que tiene nece- Se nos puede objetar que esta concepción menosprecia el valor del
sidad de mucho espacio, incluso cuando está encerrada dentro de fronteras pueblo y sobre todo del hombre y de sus facultades intelectuales, porque
muy claramente definidas, produce el Estado de los nómadas, cuyo rasgo exige que se tenga en cuenta el territorio sin el que un pueblo no puede
característico es una fuerte organización militar, imprescindible por la existir. Pero la verdad no puede dejar de ser la verdad. No se puede
exigencia de defender amplias extensiones de tierra con un pequeño nú- conocer exactamente el papel desempeñado por el elemento humano en
mero de habitantes. Si, a través de la práctica de la agricultura, la sociedad la política si se ignoran las condiciones £ las que la acción política del
se une más estrechamente al terreno, entonces imprime al Estado todo hombre está sometida. «La organización Ue una sociedad depende estric-
un conjunto de caracteres que dependen de la manera en que las tierras tamente de la naturaleza de su suelo, de su situación; el conocimiento
estén distribuidas entre las familias. En primer lugar, el Estado está más de la naturaleza física del país, de sus ventajas e inconvenientes, perte-
sólidamente establecido sobre un territorio muy poblado, por lo que nece, pues, a la historia política.» La historia nos muestra, de una manera
puede disponer de más fuerzas humanas para su defensa y una mayor mucho más penetrante que el historiador, hasta qué punto el suelo es
variedad de recursos de todo tipo que si la población fuera escasa. Motivo la base real de la política. Una política verdaderamente práctica tiene siem-
por el que no se debe medir la fuerza de un Estado tan sólo por la ex- pre un punto de partida en la geografía. Tanto en política como en historia,
tensión de su territorio; se mide mejor en la relación que la sociedad toda teoría que prescinda del territorio está tomando los síntomas por
mantiene con su territorio. Pero hay más; esta misma relación actúa tam- las causas. ¿Cómo no comprender lo estéril que es una lucha en la que
bién sobre la constitución interior del Estado. Cuando el suelo está dis- sólo el poder político está en juego y/en la que la victoria, recaiga sobre
tribuido igualitariamente, la sociedad es homogénea y se inclina hacia la quien recaiga, dejaría no obstante las cosas aproximadamente en el mismo
democracia; por el contrario, una distribución desigual constituye un obs- estado en que se encontraban al principio? Tratados que no tengan por
táculo a toda organización social que quisiera conceder preponderancia efecto distribuir este poder de acuerdo con la situación respectiva de los
política a los no propietarios y que fuera, por consiguiente, contraria a todo Estados, no son más que expedientes diplomáticos abocados a no durar.
tipo de oligocracia. Esta alcanza su máximo de desarrollo en las sociedades Por el contrario, la adquisición de un territorio nuevo, al obligar a los
que se fundan sobre una población de esclavos sin propiedad y casi sin pueblos a emprender nuevos trabajos, al extender su horizonte moral,
derechos. ejerce sobre ellos una acción verdaderamente liberadora. Es eso lo que
De donde procede una gran diferencia entre dos tipos de Estado: en determina el renacimiento de pueblos que, tras una guerra feliz, se enri-
uno, la sociedad vive exclusivamente del territorio que habita (indiferen- quecen con nuevos países, premios de su victoria. De ahí viene también
temente que sea a través de la agricultura o de la ganadería) y el dominio ese efecto de renovación y de rejuvenecimiento que profundos historia-
de cada tribu, de cada comuna, de cada familia tiende a formar un Estado dores como Mommsen atribuyen a toda expansión política. Rusia ha
en el Estado; en los otros, los hombres se ven obligados a recorrer tierras desarrollado su poder en el curso de las mismas luchas que Europa occi-
diferentes y a veces muy alejadas de aquellas en las que están estable- dental ha sostenido durante las cruzadas. Pero estalla, aquí, la gran dife-
cidos. Allí donde la densidad es más elevada, sólo una pequeña parte rencia entre la historia que se muere sobre su tierra natal y la que se
de la población vive únicamente de la tierra; la mayoría van a buscar la ali- disipa en expediciones lejanas hacia países extranjeros. Es en Rusia donde
mentación y la vestimenta necesarios para vivir a un territorio extranjero se ha fundado ese gran imperio cristiano del Este que las cruzadas trataron

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en vano de crear en otro lugar, pero prescindiendo de toda base territorial. la historia. Montesquieu y Herder no se proponían resolver problemas so-
Allí se ve crecer sin interrupción un Estado que saca sus fuerzas de un ciológicos o geográficos cuando se preocuparon de estudiar las relaciones
suelo recién adquirido; aquí se asiste a un rápido malogro debido a que de los pueblos y de los Estados con sus respectivos territorios; pero, para
se estaba lejos de las fuentes mismas de la vida nacional. La guerra de comprender el papel del hombre y su destino, sentían la necesidad de repre-
Crimea, el tratado de París de 1856 y su ruptura en 1871 son otros tantos sentárselo sobre ese suelo que sirve de teatro a su actividad y que, de
ejemplos de un mismo fenómeno: las condiciones geográficas han desem- acuerdo con Herder y Ritter, ha sido creado para él, a fin de permitirle
peñado el mismo papel. » desarrollarse en él en conformidad con los planes del Creador.
En esta poderosa acción de la tierra, que se manifiesta a través de las Lo que sorprende es que, en las consideraciones relativas al progreso
fases de la historia al igual que en todas las esferas de la vida actual, hay histórico, se haya tenido tan poco en cuenta al territorio. ¡Cuán oscuras son
algo misterioso que no puede dejar de producir pierta angustia espiritual; esas teorías en las que se nos presenta el desarrollo humano bajo la forma
porque la aparente libertad del hombre parece aniquilada. Vemos, en efec- de una ascensión en línea recta, o de una especie de flujo y de reflujo, o
to, en la tierra el origen de toda servidumbre. El territorio, siempre el de un movimiento en espiral, etc.! Apartemos estas fantasías y atengámonos
mismo y siempre situado en el mismo lugat del espacio, sirve de soporte a la realidad, obligándonos a sentir siempre bajo nuestros pies el sólido
rígido a los humores, a las volubles aspiraciones de los hombres, y cuando suelo. Vemos, entonces, la evolución social y política reproducirse bajo
se les ocurre olvidar este sustrato les hace sentir sii autoridad y les recuer- nuestros ojos, en el seno de espacios cada vez más extensos. Es evidente
da, mediante serias advertencias, que toda la vida del Estado tiene sus que, por lo mismo, la evolución, ella también, se eleva siempre más alto.
raíces en la tierra. Regula los destinos de los pueblos con ciega brutalidad. Á medida que el territorio de los Estados se hace mayor, no es sólo el nú-
Un pueblo tiene que vivir sobre el territorio que le ha tocado en suerte, mero de kilómetros cuadrados lo que crece, sino también su fuerza colecti-
tiene que morir en él, tiene que soportar su ley. Por último, el egoísmo va, su riqueza, su poder y, finalmente, su duración. Al igual que el espíritu
político que hace del suelo el objetivo principal de la vida pública tiene humano se enriquece cada vez más a medida que los caminos recorridos por
que alimentarse del suelo; egoísmo que consiste, en efecto, en conservar la evolución humana sobre esta tierra se alargan, el progreso puede ser
siempre y a pesar de todo el territorio nacional, en hacer todo lo posible representado, con aproximación suficiente, por una espiral ascendente cuyo
para permanecer como su único beneficiario, incluso cuando los vínculos radio va aumentando más y más. Pero la imagen está tan lejos de la reali-
de sangre, las afinidades étnicas inclinan a los corazones hacia gentes y dad que carece de utilidad. Por ello, baste mostrar, en la extensión pro-
cosas situadas más allá de las fronteras. gresiva del territorio de los Estados, un carácter esencial y, al mismo tiempo,
un poderoso motor de progreso histórico.

V. El territorio y el progreso

Es natural que la filosofía de la historia haya mostrado siempre


una especie de predilección por buscar la base geográfica de los acon-
tecimientos históricos. En efecto, en su calidad de ciencia más elevada,
que se distingue únicamente de las demás disciplinas históricas por su ten-
dencia a desentrañar preferentemente las causas generales y permanentes,
encontraba en el territorio, que siempre es idéntico a sí mismo, un funda-
mento inmutable de los acontecimientos cambiantes de la historia. De la
misma forma, la biología que, en definitiva, es la historia de los seres vivos
sobre la tierra, tiene que volver siempre a la consideración del territorio
sobre el que esos seres han nacido, se mueven y luchan. La filosofía de la
historia es superior a la sociología, en tanto en cuanto ha procedido por
comparaciones históricas y que, por este motivo, ha sido abocada por sí
misma a comprender la importancia del suelo. El territorio, por el hecho
mismo de que ofrece un punto de referencia fijo en medio de los incesantes
cambios de las manifestaciones vitales, tiene ya, en sí y por sí, algo de
general. Este es el motivo por el cual los filósofos han reconocido antes,
mejor que los historiadores propiamente dichos, la función del territorio en

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