José Gregorio Hernández Ciencia y Bondad
José Gregorio Hernández Ciencia y Bondad
CIENCIA Y BONDAD
2023
JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ
CIENCIA Y BONDAD
Edición propia
José Gregorio Hernández: Ciencia y Bondad
Francisco González Cruz
Email: morochofrancisco@)gmail.com
Depósito Legal: TR2023000003
ISBN
NUEVE DÍAS, NUEVE VIRTUDES DE JGH DEL DR. JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ
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BIOGRAFÍA BREVE
BEATIFICACIÓN Y TRANSFORMACIÓN
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mecanismo para la concertación y los acuerdos. “De la abundancia del corazón
habla la boca” dice la Biblia. Son las relaciones de confianza las que hacen a
una sociedad exitosa, sus compromisos cívicos, sus redes de cooperación, el
respeto a sus normas y en general su ética social, sus virtudes ciudadanas.
Experiencias existen de comunidades que han partido de situaciones muy
graves, se han puesto de acuerdo en estos procesos, se ponen en marcha y ahora
muestran orgullosas sus resultados. Japón luego de la guerra, Singapur luego de
su independencia, Corea del Sur como modelo frente a Corea del Norte,
Noruega que puso la riqueza petrolera al servicio de construir una sociedad
decente, Vietnam luego de los graves desastres de la guerra, Costa Rica al
terminar con su modelo militarista y otros. Ciudades y comunidades intermedias
como Medellín que era la capital mundial de la droga y ahora lo es del
emprendimiento sostenible, es un ejemplo en una larga lista de ciudades
exitosas.
Son experiencias de sociedades que han mejorado sustantivamente a partir de
una situación extraordinaria o un imponente acontecimiento. Hay pueblos en
crisis que luego de un evento, malo o bueno, sacan lo mejor de sí, superan su
situación o la aprovechan y se lanzan optimistas a la conquista de sus sueños.
Una guerra, una catástrofe natural, un evento cultural o una actividad
programada, hacen que una colectividad tome fuerza y desencadene todo su
potencial. Son factores que lanzan a una comunidad al logro de objetivos
audaces, que permiten el vencimiento de grandes dificultades.
José Gregorio puede representar la fuerza trasformadora que nos une en la
diversidad, el que a todos nos convoca con la energía motivadora de sus
virtudes. No es poco para el pueblo venezolano tener un santo como este, en
medio de estas realidades. Un prócer civil, santo y sabio, conocido y querido
sin punto alguno de comparación en la historia y la geografía nacional. Un país
acostumbrado a héroes militares, de mandar y obedecer, nos llega la
beatificación de esta persona modesta que sabía escuchar con atención,
conversaba pausadamente y que respetaba al otro. Es el modelo que
necesitamos para la transformación espiritual y cultural de Venezuela. Es el
camino que nos conduce a la creación del “capital social” que necesitamos para
desencadenar las fuerzas que nos lleven a lograr el sueño de un país de bienestar.
El Cardenal Pietro Parolin, quien conoce muy bien a Venezuela y es
actualmente el Secretario de Estado del Vaticano, afirmó: “José Gregorio
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Hernández tiene mucho que decir a la Venezuela de hoy, no es solamente una
memoria, el recuerdo de alguien que ha hecho cosas maravillosas en el pasado
pero que se queda en el pasado, es un santo de gran actualidad”, para luego
añadir en clave profética1 que José Gregorio Hernández “es un Santo de
actualidad que puede ayudar mucho a los venezolanos a salir de la crisis que
viven”.
José Gregorio Hernández escribió: “El hombre movido por la pasión es capaz
de emprender y llevar a cabo las grandes obras”. Esa energía del Beato y Sabio
representa en toda su extensión y profundidad el desafío de transformación que
necesitamos realizar los venezolanos. Se adelantó así a Pierre Teilhard de
Chardin quien afirmó: “No hay fuerza en el universo que sea capaz de resistir
la acción coherente y coordinada de un grupo de personas cuyas mentes
funcionan convergentemente hacia un objetivo determinado”.
“La fuerza transformadora de este médico trujillano”, tal como escribió el
padre Luis Ugalde s.j. nos debe servir a todos para que su beatificación no quede
como un evento, grandioso sin lugar a dudas, sino como un excelente punto de
partida para construir, paso a paso, con sabiduría y modestia, la Venezuela
posible que es capaz de emerger si nos lo proponemos.
El liderazgo civil y cívico aquí tiene un rol fundamental que debe ser cumplido
con pasión venezolanista, entre ellos, los laicos que tenemos en José Gregorio
Hernández su guía indiscutible. Todos los venezolanos tenemos aquí el prócer
civil para la gesta que debemos emprender de construir una sociedad libre,
trabajadora, honesta y bondadosa. La Asociación Nacional de Laicos está
llamada a ejercer un liderazgo de vanguardia, audaz y creativo, así como la
iglesia católica venezolana toda, sus obispos y sacerdotes, religiosos y
religiosas, tienen allí un ejemplo surgido de un hogar y una comunidad sencilla,
como la mayoría de los hogares y comunidades de nuestra nación. También a
sumar a este proceso de construcción de capital social a todos los credos, a los
movimientos sociales y empresariales, a las instituciones educativas y todos sin
distinciones de ninguna naturaleza.
Los venezolanos no debemos perder la oportunidad de la beatificación de José
Gregorio Hernández para que nos sirva de fuerza unificadora y motivadora, con
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Recomiendo leer el artículo de Frank Bracho en el Diario de Los Andes del 13/05/2021 “José Gregorio
Hernández en clave profética”.
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el objeto de promover un profunda y extenso proceso de trasformación hacia la
Venezuela posible.
Los venezolanos habíamos rezado durante muchos años para que llegara la
beatificación del Dr. José Gregorio Hernández. Era un acto de justicia para la
persona más conocida y querida de Venezuela en todos los tiempos. Era un
reconocimiento al hombre que representa lo mejor del ser nacional, como ya lo
había dicho el escritor Rómulo Gallegos en 1919: “No era un muerto a quien se
llevaban a enterrar; era un ideal humano que pasaba en triunfo,
electrizándonos los corazones. Puede asegurarse que en el pos del féretro del
Dr. José Gregorio Hernández todos experimentamos el deseo de ser buenos”.
Esos sentimientos que inspiraba el Dr. Hernández crecieron con los años, en la
medida que se conocía su vida y su obra. Se convirtió así en el modelo que
puede inspirar lo mejor del venezolano. Y ahora, luego de esta fecha, crecerá
más y más y logrará el mejor de sus milagros: una Venezuela amorosa, solidaria,
trabajadora y honesta.
La profunda y extendida crisis que vivimos, agravada por la pandemia, no
impidió que el pasado sábado 30 de abril se produjera la más grande expresión
de fervor en todos los lugares de Venezuela y del exterior donde vive un
venezolano. Lo que pudo haber sido la más grande muchedumbre que hubiera
visto Caracas, se convirtió en la más extendida manifestación de fe vivida en
toda la historia a lo largo y a lo ancho del país y en los lugares del mundo a
donde haya ido a parar un venezolano, en el cual no hubo donde no se mostrara
en la calle, por la puerta o la ventana, la imagen del Beato con sus flores, y la
familia reunida para seguir por diferentes medios de comunicación la solemne
celebración que tuvo lugar en la pequeña iglesia San Juan Bautista del Colegio
La Salle de la Colina, cercana a los lugares habituales del Beato.
El acceso para las 150 personas que asistimos a la ceremonia debió cubrir un
largo camino. La lista de los asistentes incluía a los obispos de las diferentes
diócesis, una representación de religiosos y religiosas de algunas órdenes,
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personas vinculadas al proceso de beatificación, la niña Yaxury Solórzano
Ortega, su mamá y el médico responsable del equipo que la operó y contribuyó
a la documentación del milagro, la representación del ejecutivo nacional y
algunos otros entre los cuales estábamos algunos trujillanos, como invitados o
porque hay varios obispos trujillanos. No quisiera estar en el lugar de las
personas que tuvieron la responsabilidad de confeccionar la lista de invitados a
este acto en el cual casi los 30 millones de venezolanos queríamos entrar.
Llegar a Caracas no fue fácil por la escasez de gasolina en el estado Trujillo y
en el trayecto, las numerosas alcabalas y la tensión nerviosa que generaba el
ansia de llegar seguro, para este acto tan esperado. Las estampitas de José
Gregorio que llevábamos abrían camino. A la media noche entramos a la
capital. A las 10 de la mañana, en la sede de la Conferencia Episcopal, nos
realizaron la prueba Covid 19, y fue el primer grato encuentro con obispos,
sacerdotes y religiosas que iban llegando. A las 4 de la tarde me avisan que hay
que estar esa misma tarde, a las 3, en el estacionamiento del teleférico del Ávila
para acreditar el vehículo, así entiendo que el nerviosismo no era sólo el mío.
Allí nos chequean unos amables voluntarios, nos colocan una pulsera de
identificación de color dorado, y nos dan una cartulina con la identificación del
vehículo para entrar al estacionamiento, al cual es necesario llegar antes de las
7:30 de la mañana.
A las 5:30 toca levantarse sin casi poder dormir, pensando en el gran
acontecimiento. El café de Biscucuy recién colado anima el cuerpo y luego del
desayuno salimos hacia la estación del teleférico. La autopista Cota Mil está
cerrada, mostramos el pase y nuestras identificaciones para poder continuar.
Luego de estacionar el vehículo entramos para un nuevo chequeo y nos colocan
otra pulsera, esta vez de color azul celeste. Ya están en el lugar los músicos y
coralistas que acompañarán la ceremonia, los invitados y muchos funcionarios
de seguridad. Un autobús nos acerca al colegio La Salle y entramos al recinto,
donde todo está ya en orden. Unos jóvenes nos llevan a la banca dónde está mi
nombre, a razón de tres personas por banca. A mi lado está previsto que se siente
Albe Pérez, la incansable coordinadora de la Comisión Nacional para la
Beatificación, quien anda para aquí y para allá culminando detalles. A mi
izquierda, en una silla, el Presidente de la Academia Nacional de Medicina,
cuyo uno de los fundadores fue el Dr. Hernández Cisneros.
El período entre esa hora y el momento de la ceremonia fue de llamadas de
atención de dos jóvenes soldados, una chica de apellido Hernández y un joven
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de apellido Canelones, más otro funcionario civil, por mis constantes
movimientos a saludar a los amigos asistentes, o atender llamadas desde los
medios de comunicación de Trujillo. Ellos son corteses, pero debo explicarles
amablemente que este no es un acto del gobierno ni un evento castrense, de
disciplina autoritaria, sino un evento cívico y religioso, muy emocionante, en el
cual debemos atender las recomendaciones, sin extremos. Se acerca a
saludarnos el Cardenal Porras y establecemos una grata charla sobre los detalles
del evento y su transcendencia. Luego viene el padre Luis Ugalde, el Cardenal
Urosa y, radiante, Albe Pérez y así llega el momento.
Minutos antes de iniciar la ceremonia, cuando apenas falta la entrada de los
Cardenales y el Nuncio Apostólico, el padre de La Salle que coordina el acto
litúrgico pronuncia mi nombre desde el pódium: ¿Francisco González Cruz está
en este lugar? y casi se me sale el corazón. ¿Qué pasará?, me pregunto, y
levanto la mano, “Por favor venga hasta el altar mayor”. Dos sacerdotes se me
acercan y me conducen. Allí el maestro de la ceremonia me informa que voy a
leer parte de la oración de los fieles, y me pide que ensaye unos párrafos, lo
hago y luego regreso a la banca acompañado de los dos sacerdotes, uno de ellos
me indica que antes de la lectura vendrá a buscarme. Se me empieza a secar la
boca.
Albe Pérez informa a los asistentes sobre algunas normas a seguir, y viene a
sentarse a mi lado. Suena la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho y
vocaliza La Schola Cantorum de Venezuela, con algunos cantantes invitados,
el merengue “La Luz del Siervo de Dios” del compositor Francisco Pacheco, y
se alegran todos los corazones. El coro dice:
“Nació en las tierras andinas
La luz del Siervo de Dios
La que en el pueblo ilumina
El alma y el corazón”
Entra la solemne procesión con los portadores de los sirios a cada lado del
Crucifijo, seguido del diácono portando los Evangelios, los obispos
concelebrantes, los Cardenales Porras y Urosa y el Nuncio Apostólico de Su
Santidad.
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Luego de la monición de entrada y la antífona vuelve la música a retumbar en
el sagrado recinto, con una danza zuliana del compositor Luis E. Galán “Es
nuestro Dios”. A continuación, se hace el acto penitencial y al terminar con la
absolución del Cardenal, suena en ritmo de polo margariteño del compositor
Albert Hernández el “Señor ten piedad”. Se inicia de inmediato el rito de la
beatificación, con la solicitud por parte del Cardenal Porras y del vice
postulador de la Causa Monseñor Tulio Ramírez Padilla a quien preside la
celebración el Nuncio Apostólico Mons. Aldo Giordano, para que proceda a la
beatificación del Siervo de Dios José Gregorio Hernández. A continuación
Mons. Ramírez lee un breve relato de la vida del venerable para de inmediato
el Nuncio pronunciar las letras apostólicas que contienen la fórmula de
beatificación:
“Acogiendo el deseo de nuestro hermano Baltazar Enrique Cardenal de la
Santa Iglesia Romana Porras Cardozo, Arzobispo Metropolitano de Mérida
Venezuela, Administrador Apostólico de Caracas, así como de muchos otros
hermanos en el episcopado y de muchos fieles, después de haber recibido el
parecer de la Congregación para la Causa de los Santos, con nuestra
autorización apostólica concedemos que el venerable Siervo de Dios José
Gregorio Hernández Cisneros, fiel laico, experto en la ciencia y excelente en
la fe, que reconociendo en los enfermos el rostro sufriente del Señor como el
Buen Samaritano, los socorrió con caridad evangélica curando sus heridas del
cuerpo y del espíritu, de ahora en adelante sea declarado beato y que sea
celebrado cada año, en los lugares y según las reglas establecidas, el 26 de
octubre.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.”
Suena la gaita zuliana de Renato Aguirre “José Gregorio”, cuyo coro-estribillo
dice:
“Beato venerable,
tu excelso nombre recita.
Tu pueblo que necesita
tu amor inconmensurable
sabio varón memorable
danos de tu luz bendita.
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Entre tanto se descubre la imagen del nuevo beato con la aureola. Es “El
mosaico de Isnotú”, obra del muralista barquisimetano Luis Enrique Mogollón,
cuyo original cuenta con más de 3.000 piezas de cristal y está en el Santuario
de Isnotú, como una promesa del artista por diversos favores recibidos. De
inmediato se realiza la procesión de la reliquia del Beato, se coloca en el altar
hermosa y discretamente decorado, y el Nuncio lo inciensa. La concurrencia
estalla en aplausos y vivas a José Gregorio.
Vino la oración de los fieles y sor Lucía, de las Hermanas de los Pobres, ora por
la iglesia y sus ministros; por Venezuela, para que encuentre el progreso por los
caminos de libertad, justicia, diálogo y paz; para que la investigación y la
atención médica se haga para todos y guiada por el bien común; y por los más
necesitados y excluidos. Me corresponde leer la oración por el mundo
universitario y por la Universidad Central de Venezuela donde se formó el
Beato José Gregorio, para que se formen profesionales de alta factura
académica y moral; para que superemos la pandemia y sea oportunidad para la
unión, y para que el ejemplo de virtudes de José Gregorio sea una guía para la
formación de nuestros niños y jóvenes.
La Liturgia Eucarística se inició con el vals “Este pan y este vino” de Albert
Hernández. Luego de la Consagración y las Ofrendas, se procede al Prefacio de
los Santos y se canta una tonada - fulía compuesta por Pedro A. Silva. Se inicia
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el rito de la comunión y se entona el Padre Nuestro en ritmo de gaita zuliana,
compuesta por Alberto Grau. El canto de La Paz fue un calypso compuesto por
Luis E. Galián y el Cordero de Dios en “onda nueva” compuesto por Luis E.
Galián. En la Antífona de la Comunión se cantan los versos de Lope de Vega
“Temblando estaba de frío” en ritmo de bambuco compuesto por Miguel Astor.
Seguidamente se entona el vals “Canción que cura” de Carlos Poletto y
orquestada por Pedro Mauricio González.
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EL ENCUENTRO DEL BEATO JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ CON
ISNOTÚ
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El día sábado la lluvia amenaza, pero no se atreve a caer y a las 11 de la mañana
se inició la Solemne Eucaristía Diocesana de Acción de Gracias por la
beatificación del Dr. José Gregorio Hernández Cisneros, presidida por el
Cardenal Baltazar Porras, concelebrada por el Nuncio Apostólico de Su
Santidad Aldo Giordano, los obispos Tulio Ramírez de Guarenas y vice
postulador de la Causa de José Gregorio Hernández, Raúl Biord de La Guaira,
Juan de Dios Peña de El Vigía, Luis Enrique Rojas obispo auxiliar de Mérida.
También concelebraron el Administrador de la Diócesis presbítero Rubén
Delgado, el Rector del Santuario y Párroco de Isnotú, el ex postulador
Monseñor Jorge Villasmil nativo de este lugar y otros 50 sacerdotes
provenientes de Trujillo y de las diócesis vecinas.
Entre los presentes estaban religiosas de diversas órdenes, las autoridades
civiles y militares, entre los cuales se cuentan el gobernador del Estado Trujillo,
la ministra del Interior y Justicia, autoridades militares, la Sra. Albe Pérez
presidente de la Comisión Nacional para la Beatificación de José Gregorio
Hernández, representantes de diversos sectores de la sociedad civil del Estado
Trujillo, la Comisión Diocesana y numerosos fieles de Isnotú.
La música de la Celebración Eucarística estuvo bajo la responsabilidad de la
Coral Parroquial Nuestra Señora del Rosario dirigida por el maestro Adri
Palomares, con el acompañamiento al piano de Oscar Viloria y al violín el
artista invitado Rafael Sarmiento. La ceremonia fue transmitida en vivo por
Radio Paz y diversas emisoras, así como grabada para ser transmitida por
televisión y otros medios audiovisuales.
Dio la bienvenida el Administrador de la Diócesis Padre Rubén Delgado: “Hoy
todos somos testigos de la grandeza de Dios que se hace presente en medio del
pueblo venezolano, este momento histórico lo vivimos como un regalo, la
Beatificación de José Gregorio Hernández Cisneros llegó para reafirmar el
amor que tiene Trujillo y Venezuela a este hijo de Isnotú”. Hizo un justiciero
reconocimiento al Cardenal Baltazar Porras por el esfuerzo y la dedicación
puesta para lograr esta beatificación tan esperada por el pueblo venezolano: “En
usted, señor Cardenal, el pueblo venezolano ha reconocido el Simeón y Ana, el
Juan El Bautista, el profeta y precursor, el tutor y promotor de la causa de
beatificación en esta etapa final. Usted ha asumido la responsabilidad de llevar
a cumplimiento una tarea emprendida por la Iglesia de Caracas en 1949 y que
ha contado con la participación solícita de muchos pastores y fieles laicos, y
ha canalizado los esfuerzos para encontrar la ocasión propicia y madurar la
expectación eclesial en este momento en que se ha hecho posible la realización
del sueño de todos los venezolanos: ver en los altares al médico de los pobres”.
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Seguidamente agregó: “Sus lágrimas en la ceremonia de beatificación,
Eminencia, vistas y apreciadas por todos los presentes y televidentes son las
lágrimas de un hombre noble y de un pastor a carta cabal, consciente de la
magnitud e importancia de lo que en ese momento estaba sucediendo. No
podemos imaginar lo que pasó por su mente y lo que sintió su corazón en ese
preciso instante, pero estamos seguros de que son las lágrimas de todo el
pueblo venezolano, en especial de los más pobres y de los que sufren. Son
lágrimas que han de regar el terreno donde la semilla de la esperanza de una
nación de hermanos reconciliada y unida se trace metas de conversión y
santidad como las que se fijó el Beato de todos los venezolanos. Gracias,
Eminencia”.
El ritual siguió el de la celebración de la Solemnidad de la Beatificación. En la
homilía que fue muy aplaudida por los asistentes, entre otras cosas el Cardenal
Porras dijo: “…desde un pueblo tan pequeño, olvidado, pudo germinar este
gran amor a Dios a través de un hombre ejemplar que puso sus conocimiento
y ciencia al servicio de los demás”. Luego expresó cómo el Beato enfrentó la
pandemia que le tocó sin discriminaciones de ningún tipo, exhortando a las
autoridades que las vacunas contra el Covid 19 no pueden ser objeto de
discriminaciones de ninguna naturaleza ni manipulaciones políticas.
Indicó el Cardenal que el trabajo del Beato junto al del Dr. Luis Razetti, pese a
las diferencias, es una enseñanza en este momento para encontrarnos con los
que son diferentes a nosotros porque eso conduce a una sociedad más justa.
Igualmente se refirió al sabio betijoqueño Rafael Rangel, destacado discípulo
del Dr. Hernández. El Cardenal expresó que “la beatificación de JGH
trasciende las fronteras de Venezuela y se hace planetario”. Continuó luego:
“José Gregorio Hernández no es alguien del pasado, es del presente y futuro”
… “ya que ese futuro que queremos para Venezuela no es para quedarnos de
brazos cruzados, sino que tenemos que construirlo activamente de forma
pacífica”.
Antes de culminar la celebración el Nuncio Apostólico de Su Santidad Mons.
Aldo Giordano, aprovechó para despedirse de Venezuela, ante su designación
como Nuncio Apostólico del Papa Francisco en la Unión Europea anunciado
ayer. “Es duro para mi dejar el país” afirmó, “Venezuela me ha robado el
corazón en estos siete años, no podía imaginar una despedida tan especial
desde Isnotú. Estoy seguro que el Beato me acompañará y los va a acompañar
a cada uno de ustedes”.
Antes de la Bendición impartida por el Cardenal Baltazar Porras, se escuchó el
“Himno de Isnotú a José Gregorio Hernández” en la voz del maestro Adri Pérez,
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acompañado de piano y violín. Es esta una canción compuesta por el padre
Prudencio Baños que es muy sentida por toda la comunidad lugareña. Para darle
mayor emotividad al evento un grupo de siete personas del pueblo representaron
algunas escenas de José Gregorio niño y adulto, sus padres, su relación con la
Iglesia y con los enfermos.
Por su parte el padre Magdaleno Álvarez, Rector del Santuario, agradeció la
presencia de todos los presentes y la labor de todas las personas que han
colaborado para que las actividades se pudieran realizar satisfactoriamente. El
Cardenal Porras y el Nuncio recibieron como obsequio del Santuario una
reliquia cada uno, consistente en una talla en madera de vero perteneciente a la
casa natal del Beato. Luego, más tarde, recibieron como obsequio tres obras del
artista plástico trujillano Richard Villegas, también profesor universitario.
A las 4:30 de la tarde se celebró una eucaristía con la comunidad parroquial de
Isnotú y luego se realizó un recorrido con la imagen de José Gregorio
Hernández y sus reliquias por las calles del pueblo, en una emotiva
manifestación de fe de la comunidad, pero guardando las recomendaciones por
la pandemia. En cada cuadra los vecinos llevaban en andas la imagen del Beato
y sus reliquias la llevaban los sacerdotes. Todo acompañado de los monaguillos
portando el Crucifijo, los candelabros y el incensario, la banda musical y
numerosos fieles que se sumaban. Las religiosas coordinaban el cortejo
procesional.
Muchas familias habían organizado sus altares frente a la casa, en las ventanas,
en las aceras o en las esquinas. Imágenes recientes o antiguas del ahora Beato,
de la Virgen del Rosario, del Padre Baños, la bandera nacional, flores
multicolores y en varias oportunidades unos niños representando escenas con
José Gregorio, sus padres, la Virgen. Esas calles que recorrió cuando niño y
adulto, ahora las recorre en forma de reliquia y en su imagen en compañía de su
pueblo. La naturaleza en su caprichoso firmamento dibujó para sorpresa de
muchos la silueta del Beato.
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Fotografía tomada por Maira Gil, vecina de Isnotú, la tarde del 8 de mayo
2021
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Se inicia así una nueva historia en esta comunidad, llamada a un proceso de
profunda transformación espiritual en la convivencia, siguiendo los valores de
su hijo el Beato José Gregorio Hernández.
En estos pueblos y caseríos transcurría una vida modesta, donde los pobladores
eran conocidos, y muchos de ellos reconocidos por su nobleza, y la importancia
en la comunidad se medía más por sus virtudes que por sus haberes. Nunca
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alguien en estos pueblos moría de mengua, pues siempre hubo la mano generosa
y oportuna. No es que eran unos lugares idílicos, pues había mucha pobreza,
enfermedades infecciosas, y severas limitaciones de diverso tipo que tenían que
ser superadas con solidaridad y con trabajo. La vida en común y las necesidades
compartidas inclinaban a ser una comunidad fraterna.
Isnotú recibió una bendición del Altísimo: ser la tierra natal de José Gregorio
Hernández. Allí nació el 26 de octubre de 1864, y allí se crio, y a él retornó por
un tiempo cuando se graduó de médico. En esta geografía donde atemperan las
altas serranías andinas para dejar ver el pie de monte, el espejo del Lago de
Maracaibo y el relampaguear del Catatumbo, de suave clima y grato verdor,
conformó su carácter. Del amor y la dedicación de su madre Josefa Antonia, de
Benigno su padre, de sus tías paternas María Luisa Hernández y Sor Ana Josefa
del Sagrado Corazón de Jesús, del maestro don Pedro Celestino Sánchez, de su
padrino el presbítero Francisco de Paula Moreno y de los vecinos, recibió su
educación inicial. Era una comunidad amorosa, religiosa y culta en medio del
ambiente tranquilo, pero con el movimiento que daban los arrieros y viajeros
que subían o bajaban gracias al tráfico del puerto de La Ceiba.
El nombre de este centro poblado se debe a que allí residían los isnotuyes, grupo
indígena de la familia de los escuqueyes de la nación Cuica. De clima fresco,
está a una altitud de 726 metros sobre el nivel del mar. Es un lugar de pie de
monte que sintetiza en su clima, flora y fauna elementos de las tierras altas y de
las zonas bajas, dando una enorme diversidad, donde predominan las selvas
siempre verdes de tupidos sotobosques y variada fauna. El trabajo humano
sembró cafetales, cañamelares, cacaotales y diversos frutales, y maíz y caraotas.
Crio ganado y aves de corral. Y construyó trilladoras y trapiches, talleres
artesanales, comercios y posadas. Y trazó calles y plazas, edificó un templo y
fundó escuelas.
Políticamente Isnotú era capital del Municipio Libertad del Distrito Betijoque,
hoy es capital de la Parroquia José Gregorio Hernández del Municipio
Betijoque, que le habían cambiado el nombre por Rafael Rangel y ahora tiene
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otra vez el antiguo nombre. El primer censo nacional de 1873 registra en Isnotú
(parroquia Libertad) 756 habitantes, actualmente unos 6.000. En esos tiempos
Isnotú era uno de los pocos pueblos trujillanos que tenía dos escuelas, una era
la de del maestro Pedro Celestino Sánchez, un marino de profesión nativo de
Maracaibo. Tiene una Iglesia dedicada a su patrona la Virgen del Rosario.
Allí, por el año 1862, se instalaron los boconeses Benigno Hernández
Manzaneda, su hermana María Luisa y su prometida nativa de Pedraza de
Barinas Josefa Antonia Cisneros Mancilla, para conformar su hogar. Y
encontraron la paz y el sosiego que buscaron, luego de su partida las tierras
llaneras azotadas por la cruel Guerra Federal. Aunque en estas tierras trujillanas
también había sus montoneras.
Benigno, que era un buen emprendedor, ve allí la oportunidad de instalar los
negocios que le permitieran ganarse honestamente su vida y la de los suyos.
Establece una pulpería que rápidamente prospera, la amplía con un expendio de
medicinas y luego una posada. Luego adquiere otras propiedades en los
alrededores y una pequeña finca en Cheregüé, en la Zona Baja, para la cría de
ganado. Los Hernández Cisneros ven crecer la familia con los 6 hijos: 3 varones
y 3 mujeres. También crece su red de relaciones. Josefa Antonia se gana el
cariño de todos por sus obras de caridad, su educación, amabilidad y
religiosidad, al igual que María Luisa. Benigno es un próspero comerciante
reconocido por su honorabilidad, el buen trato a la gente y su generosidad.
La comunidad isnotuense aprecia mucho a esa familia, como lo demuestra la
conmoción y el duelo que sufrió cuanto a la muerte de Josefa Antonia el 28 de
agosto de 1872. Dos días después, el 30 de agosto, un numeroso grupo de
personas asiste al sepelio y circula un escrito que dice: “Por doquier de oyen
los gemidos de un pueblo afligido que rodea su cadáver pagando un tributo de
gratitud: el uno lamenta la pérdida de su consoladora; la otra llora sin
consuelo a su medianera; el huérfano expresa su dolor ante la pérdida de su
protectora; la viuda el auxilio a su necesidad; el pobre a la que socorría su
miseria”. Igualmente, cuando el 8 de marzo de 1890 muere Benigno, su entierro
fue otra manifestación de aprecio de esa comunidad, de Betijoque, Escuque,
Sabana de Mendoza y sus alrededores, pues era un excelente ciudadano,
trabajador y cristiano ejemplar. José Gregorio se entera en París.
El 16 de noviembre Benigno Hernández se casa en Boconó con María Hercilia
Escalona Hidalgo, quien se integra al hogar en la casa de Isnotú, fue cariñosa
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con los hijos del anterior matrimonio. Igualmente lo hace crecer con 6 hijos
más, 4 mujeres y 2 varones.
Todas las teorías sobre la personalidad coinciden en la importancia de los
primeros años en la conformación de lo que luego desplegará una persona
humana. De la calidad de la gestación, los primeros meses y luego la pubertad,
son los tiempos definitivos, que luego irá puliendo la vida adulta. Esos días los
pasó el niño José Gregorio en ese pueblo de Isnotú.
Le educación inicial se la debe este niño a su madre Josefa Antonia que era una
verdadera santa, muy buena gente y preparada, a su tía María Luisa también una
mujer ejemplar, y a su padre Benigno que era un hombre cabal, trabajador y
emprendedor. Todos constituían una familia armoniosa, espiritual, religiosa y
muy comprometida con la comunidad local. También a su padrino el presbítero
Francisco de Paula Moreno.
Sus estudios elementales formales los recibe en la escuela del maestro Pedro
Celestino Sánchez, un marino de profesión nativo de Maracaibo, que habiendo
sufrido un naufragio se retiró a Isnotú y recibió autorización para fundar ese
plantel. Es de imaginarse allí un ambiente lleno de anécdotas y relatos de tierras
lejanas, con un maestro de mucha experiencia y con una creativa metodología
de enseñanza.
En medio de ese pueblo y ese hogar nació y creció el niño José Gregorio. De
este pueblo se fue el 6 de febrero 1878, a los 14 años, y a este pueblo regresó el
12 de septiembre 1888, a los 24 años, graduado de médico. Se instala en su casa
natal, donde los espera Benigno, su nueva esposa María Hercilia Escalona
Hidalgo, sus hermanos, la tía María Luisa y encuentra el calor familiar de la
infancia. Y una comunidad que lo recibe con expectativas. Allí organiza el
consultorio, aunque su costumbre ya era visitar a sus enfermos, en una especie
de vocación de médico familiar. Se impone una rutina de visitarlos diariamente,
luego de sus oraciones, desde las 7 de la mañana en Isnotú, sale a caballo a
atender a los de Betijoque, regresa a almorzar en Isnotú, lee hasta las 3 y nueva
visita a los enfermos de los dos centros poblados y alrededores, a las 6 en casa
a la tertulia familiar y a la lectura. Produce una intensa correspondencia con su
amigo y colega Santos Aníbal Dominici y otras amistades, y por este medio
solicita y recibe libros y revistas de medicina, comenta sus casos y requiere
opiniones, expone los asuntos cotidianos y se pone al día con los temas
universitarios y de la medicina en Caracas.
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José Gregorio Hernández es un activo ciudadano tanto en Betijoque que es la
capital municipal y en su pueblo de Isnotú. El Concejo Municipal lo designa
“Médico del Pueblo” y tomas diversas iniciativas para la mejora de los
pobladores, entre otra la construcción del acueducto.
El 18 de septiembre escribe: “Mis enfermos se han puesto buenos, aunque es
tan difícil curar a la gente de aquí, porque hay que luchar contra las
preocupaciones y ridiculeces que tienen arraigadas: creen en el daño, en las
gallinas y las vacas negras, en los remedios que hacen diciendo palabras
misteriosas: en suma, yo no sabía que estábamos tan atrasados en estos países”.
El 5 de noviembre escribe: “Ya he comenzado a gustar de las bellezas que tiene
la profesión por estos lugares…”.
Visita a Valera, Boconó, Niquitao y otros lugares. Luego de pasar la Navidad
con su familia emprende viaje a Mérida en compañía de su cuñado y un
ayudante. Visita a Valera donde se detienen y sus amigos lo desmontan y lo
comprometen a un baile que organizan para esa noche. Ya había tomado gusto
de bailar con las valeranas y lo hace hasta altas horas de la noche, en la
madrugada montan las mulas para llegar a Timotes y al otro día parten a Mérida,
llegan a la ciudad serrana y se hospedan en la hacienda “La Isla” del escuqueño
José Ignacio Lares al lado del río Albarregas y se quedan por 5 días hasta el
Año Nuevo, en gratos encuentros con amigos y colegas, bailando y conociendo
la ciudad. El 2 de enero salen hacia Ejido, pasan por San Juan de Lagunillas,
Lagunillas y pernoctan en Estanques. Al otro día suben hacia Santa Cruz de
Mora, Tovar y Bailadores, pasan el páramo de La Negra y llegan a La Grita para
hospedarse allí en el prestigioso Colegio Sagrado Corazón de Jesús fundado y
dirigido por Mons. Jesús Manuel Jáuregui Moreno. Va a Colón y Michelena.
El día 29 de enero ya se encuentra en Isnotú, reintegrado a sus múltiples
actividades. José Gregorio lee mucho y descubre en unos baúles viejos libros
de teatro y cultura francesa, escribe y pinta dos cuadros al óleo, uno del Sagrado
Corazón de Jesús y otro de Nuestra Sra. del Sagrado Corazón. Se mantiene al
día con revistas médicas, con los asuntos de la Universidad y con algunos planes
de modernización de la medicina en Caracas. Alimenta desde estudiante la idea
de realizar estudios de especialización en Francia, capital mundial de la
medicina experimental en esos días, con la Universidad de París y el Instituto
Pasteur a la cabeza.
31
Su obra clínica la desarrolla en este ambiente rural, cuya población sufre de
enfermedades que son consecuencia de un ambiente de pobreza e insalubridad:
desnutrición, fiebre tifoidea, diarreas, tuberculosis, paludismo, venéreas e
infecciones diversas. Atiende heridas y fracturas, envenenamientos, partos y
toda clase de emergencias. Aún a media noche, en medio de tempestades, a
lomo de mula, va a casa de sus pacientes o les presta atención a cualquier hora
a quienes acuden a su casa; a niños y ancianos, mujeres y hombres.
Su papá Benigno y su mamá Josefa Antonia se vinieron del llano a estas
montañas trujillanas, huyendo de la guerra federal y buscando la paz que aquí
se respiraba, pero ahora eran tiempos de caudillos y de pleitos sin fin entre
godos y lagartijos, es decir conservadores y liberales que en el fondo eran lo
mismo: gente buscando el poder para servirse de él. Esos hombres a caballo con
su peonada a pie, se mataban unos con otros, mientras la mayoría se entregaba
al trabajo creador cultivando café y caña de azúcar, cacao y maíz, criando algún
ganado y temiendo a la recluta. Y las familias trujillanas entregadas a la crianza
de los muchachos al albur de estas irracionales divisiones.
El 18 de febrero le escribe a su amigo Santos Aníbal Dominici: “Por fin como
que va a suceder lo que tanto habíamos temido: me dijo un amigo que en el
Gobierno de aquí se me ha marcado como godo y que se está discutiendo mi
expulsión del Estado, o más bien si me enviarían preso a Caracas; yo pensaba
escribirle a tu papá para que me aconsejara en qué lugar de Oriente podré
situarme, porque es indudable que lo que quieren conmigo es que me vaya de
aquí…” (Este párrafo lo escribe en idioma alemán, por prudencia). El
Gobernador de la Sección Trujillo era el General Rafael Linares, “liberal de
vieja sepa” como lo calificó el historiador Arturo Cardozo.
El mismo 18 de febrero le escribe a su profesor el Doctor Calixto González
donde le exponía todo lo acontecido a nivel personal, profesional y político,
dejando claro que se iría a Caracas a resolver con coraje esas oscuras amenazas.
El 3 de abril de 1889 parte a Caracas siguiendo el trayecto acostumbrado, que
incluía mula hasta Sabana de Mendoza, tren hacia el puerto de La Ceiba, viaje
en piragua por el Lago hasta Maracaibo, luego en barco hasta la isla de Curazao,
Puerto Cabello y La Guaira para llegar finalmente en tren a la estación Caño
Amarillo de la Capital. “Aquí estamos para recibir al godo de Los Andes” le
dijo Santos Aníbal Dominici al recibirlo.
32
El 8 de octubre de 1899 Isnotú es el teatro de operaciones de la batalla más
sangrienta de toda la historia del Estado Trujillo, entre las fuerzas del doctor y
general Leopoldo Batista y el doctor y general Rafael González Pacheco. En
sus calles quedan 300 muertos y 700 heridos. Ese año, el 14 de agosto, el Dr.
José Gregorio Hernández designó Preparador de la Cátedra de Fisiología al Br.
Rafael Rangel, en cuyo cargo permanece hasta el 1 de abril de 1903, cuando
renuncia para ocupar la jefatura del Laboratorio del Hospital Vargas. José
Gregorio no volvió más a Isnotú y poco a poco se llevó a su familia.
Son varias las tendencias mundiales sobre las cuales coinciden la mayoría de
los expertos e intelectuales. Una de las más claras es el crecimiento de la
importancia del hogar, el lugar y de las comunidades locales. Otras son el
reforzamiento de las conexiones globales y la digitalización de casi todas las
actividades humanas. Así mismo, las consecuencias de la crisis climática, y las
preocupaciones por las desigualdades en materia de desarrollo humano. Hay
algunas reflexiones muy preocupantes sobre los temas del poder político, los
fanatismos religiosos y nacionalistas, y algunos efectos nocivos de la
globalización con el uso perverso de las redes sociales, que no serán objeto de
este pequeño artículo.
La primera de las tendencias señaladas indica que todo lo que tiene que ver con
la vida local y comunitaria, adquiere singular interés, y temas como la economía
de cercanías, las cadenas de valor kilómetro 0, la comunidad 15 minutos y
demás frases que muestran la necesidad de que la gente, las familias y las
organizaciones, bajen drásticamente su dependencia de proveedores lejanos, y
que pasen a ser más autosuficientes, generando desde su propia energía hasta
los alimentos, medicinas, muebles y demás insumos para la vida cotidiana.
Allí toma importancia la iniciativa local y su liderazgo, la adecuación
institucional tanto de la comunidad cívica como de los gobiernos municipales,
las empresas y, sobre todo, de los ciudadanos, que deben esperar cada vez
menos de los poderes distantes, generalmente desconocedores de sus
necesidades reales y sentidas. Ya existen muchas iniciativas que se han montado
33
en esta ola de cambios, han reforzado su identidad, y desde allí han partido para
sacarle ventaja al tiempo.
Su liderazgo se ha dado cuenta de las oportunidades que ofrece esta tendencia
de lo local, o de la “lugarización”, que en el fondo es poner en sintonía la
identidad del lugar con las posibilidades de la sociedad de la información, con
la lucha por el ambiente y el desarrollo sostenible. Es conectar con sabiduría la
lucha por el desarrollo del lugar, con los grandes desafíos globales, y con las
oportunidades que ofrece internet y las conexiones globales.
El motivador o gatillador que dispara el despliegue de una inusitada energía
creadora y transformadora puede ser, como en la mayoría de estas experiencias,
la calidad del liderazgo local, su decisión y audacia al darse cuenta de las
oportunidades que emergen. Puede existir una circunstancia o un
acontecimiento que ejerza una motivación especial para este quiebre, como por
ejemplo el aniversario de la localidad, una obra de arte inspiradora, un evento
deportivo o cultural de transcendencia, el reencuentro con un pasado que sea
motivo de orgullo, incluso una tragedia y el desafío que significa la
reconstrucción, son ejemplos de estos incentivos para el cambio.
En Venezuela, sumida en una larga y profunda crisis agravada por la pandemia,
la beatificación del Dr. José Gregorio Hernández, el personaje más conocido y
querido de todos los tiempos, es un suceso de tal magnitud que puede ser esa
oportunidad tan esperada. Darnos cuenta que esa cualidad tan particular de
nuestro beato, conocido y querido por la inmensa mayoría de los venezolanos,
lleno de virtudes imitables, puede ser aprovechada para motorizar un proceso
de transformación cualitativa de nuestra sociedad.
Es una oportunidad para Venezuela pues es un venezolano ejemplar, capaz de
inspirar un proceso de trasformación para elevar el capital social de los
venezolanos, verdadera base para mejorar su bienestar. Para Caracas, pues allí
se formó como profesional y ejerció su apostolado como médico y científico, y
en especial para el estado Trujillo y para la comunidad de Isnotú, que lo vio
nacer y conformar su personalidad.
A Isnotú en particular se le presenta el mayor y más claro desafío de su historia.
La Providencia quiso que allí naciera este portento de virtudes y toca a esta
comunidad modesta ponerse a la altura de su hijo predilecto. Todas las
actividades culturales, económicas, sociales y espirituales pueden fácilmente
articularse en una estrategia integral de desarrollo sostenible, en el marco de
34
estas tendencias que se anotaron al principio de este artículo, y con las bases
axiológicas de su Beato. Isnotú puede convertirse en el modelo a seguir por
muchas comunidades locales, si responde con audacia y pasión, con sabiduría
y amor, a la realidad que significa ser la tierra natal del primer beato venezolano.
Un beato humilde y sencillo, sabio y santo, querido y admirado.
2
Rafael Ramón Castellanos. “El Milagroso Médico de Los Pobre en Isnotú”
3
S. Chejfec. “Baroni: un viaje” Pg. 125
37
mis libros. Si me apura la cosa me iré a Caracas y allí decidiremos el
remedio…" En abril tomó la misma vía que lo llevó a Caracas la primera vez,
no volvió más y diez años después se llevó a su familia. Tenía 25 años.
¿Por qué se fue de Isnotú y de Trujillo el Dr. José Gregorio Hernández? Hay
diversas razones, una que tienen que ver con una realidad regional que no le era
propicia. Amaba a su tierra, pero aquí se le estrechaban sus horizontes. Y la
amenaza de la guerra que había expulsado a sus padres desde Barinas era ya una
lamentable realidad aquí en Trujillo. Baste recordar que unos años después, el
8 de octubre de 1899, en Isnotú se da el combate más sangriento de toda la
historia del Estado Trujillo, entre las fuerzas del doctor y general Leopoldo
Batista y el doctor y general Rafael González Pacheco. En sus calles quedan
300 muertos y 700 heridos. José Gregorio apresura la salida del resto de su
familia hacia Caracas.
Otra realidad es la posibilidad que se le abría en la capital, en los proyectos de
modernización de la medicina que se adelantaban, en los cuales varios de sus
profesores y compañeros de estudio estaban participando, entre otros el Dr.
Calixto González. Su bien ganado prestigio se incrementaba y gracias a estos
méritos es seleccionado para sus estudios en Europa y para luego iniciar la
transformación de los estudios médicos de Venezuela.
Ahora que vuelve a Trujillo, a su lugar de nacimiento, en la sagrada reliquia de
sus restos, valdría la pena preguntarse, tal como preguntaba yo en un discurso
pronunciado el 26 de octubre de 2015 en la plaza bolívar de Isnotú: ¿Cuál sería
su impresión de Isnotú y de Trujillo? ¿Qué diría de la política trujillana?
¿Tratarían de ponerlo preso por sus supuestas ideas políticas? ¿Qué pensará
sobre la situación de la salud en Venezuela? ¿Qué pensaría del manejo de la
pandemia, a él que lo tocó bregar con la que se presentó en Venezuela en 1918?
Recordemos que Venezuela sufría una de sus acostumbradas dictaduras, esta
vez la del general Juan Vicente Gómez, y los doctores José Gregorio Hernández
y Luis Razetti declaran públicamente que lo que estaba matando a tanta gente
no era la gripe propiamente dicha, sino el estado de absoluta pobreza y miseria
en que viven la mayoría de los venezolanos, mal alimentados y con escasa o
ningunas condiciones de higiene, muchos con padecimientos crónicos de
paludismo y tuberculosis.
Recordaría que sus padres vinieron a Isnotú a encontrar la paz que no existía en
otras partes en donde había guerras y pleitos continuos. ¿Qué sentiría sobre la
38
situación de inseguridad que sufren todos los venezolanos, como si la guerra
federal se hubiera extendido a todos los rincones de la patria?
Siento que le gustaría ver cómo ha avanzado su pueblito. Le gustaría el
santuario al Niño Jesús. Quedaría gratamente impresionado por esa estatua de
mármol en el lugar donde nació. Y - como era conocedor de pintura - quedarían
encantado con los cuadros de Iván Belsky colgados en el museo. Le gustaría el
vitral del altar mayor.
Seguramente apreciará el trabajo de la Hermanas en el Colegio, y el trabajo de
la pastoral, pero no creo que mire bien la división entre sus paisanos. O cómo
se usa su imagen con meros fines mercantiles y no para imitarlo en su ciencia y
en su espiritualidad. O como se usa su imagen con fines político - partidistas.
Estaría muy preocupado por la escasez de agua, el retroceso de los bosques y la
destrucción de las cuencas altas.
¿Qué habría que hacer para que el mejor de los hijos de Isnotú, de Trujillo y de
Venezuela, se sintiera bien en su tierra?
Lo primero a mi juicio sería que la gente respirara la espiritualidad como la
entendía el propio José Gregorio Hernández, que no es otra que tomar
conciencia de sí, de sus debilidades y también de sus virtudes, para avanzar en
la búsqueda de la realización como persona. Eso exige unas actitudes como el
amor a los demás, la humildad, la solidaridad y todo lo que significa aceptar al
otro como un auténtico otro. José Gregorio Hernández no andaba por allí
regañando a nadie, acusando a nadie y diciéndole cómo tenía que ser o hacer.
Él era el ejemplo. En silencio y con modestia hacía lo que tenía que hacer.
Su amigo y colega Luis Razetti publicó en El Universal el 1 de julio de 1919 un
sentido artículo del que vale la pena reproducir algunos fragmentos: “El candor
y la fe fueron las dos grandes fuerzas que le conquistaron la más amplia
independencia espiritual, el más extenso dominio de sí mismo y la poderosa
energía moral de su gran carácter. Por eso logró lo que muy raros hombres
han logrado: sobreponerse a las exigencias del medio, dominarlo a su antojo y
amoldarlo a su voluntad. Alimentó su alma en las más puras fuentes del ingenio
humano, y fue sabio y fue artista”.
Y el joven Rómulo Gallegos escribió el 15 de julio de 1919 a propósito de
entierro de José Gregorio Hernández: “No era un muerto a quien se llevaban a
enterrar; era un ideal humano que pasaba en triunfo, electrizándonos los
39
corazones. Puede asegurarse que en el pos del féretro del Dr. José Gregorio
Hernández todos experimentamos el deseo de ser buenos”.
Esta es una invitación a reflexionar sobre la responsabilidad histórica que
representa ser la tierra natal de José Gregorio Hernández.
4
Blas Pascal (1623 – 1662) Físico, matemático y teólogo francés.
40
El tema religioso es importante y es de destacar el lugar que ocupa – o debería
ocupar – el Beato José Gregorio Hernández en la iglesia católica. En la, a Dios
gracias, gran lista de santos y beatos, son menos los laicos 5, mucho menos los
laicos profesionales, científicos, académicos y médicos. Pero mucho menos los
que no son europeos, creo que sólo el nuestro. Pero además que ese beato sea
el hombre popular y querido de un país, como lo es el Dr. José Gregorio
Hernández, lo hace un personaje único y particular en todo el santoral de la
Iglesia Católica. Y agreguemos a todo esto en medio de una pandemia y justo
que este científico y médico se dedicó a estudiar bacteriología y a curar
enfermedades endémicas.
Nuestro personaje nació en Isnotú que era una aldea rural de Los Andes
trujillanos, de una familia que había emigrado de Barinas huyendo la guerra, su
mamá de Pedraza y su papá de Boconó, de modestos recursos, pero con una
gran voluntad de trabajo, emprendedores y ejemplo de virtudes. Esa comunidad
local era igualmente ejemplar, sin que escapara a los embates de los caudillos.
Y se educó bien con su madre Josefa Antonia, su tía María Luisa, el padre
Benigno, su nana Juana Viloria y el creativo maestro Pedro Celestino Sánchez.
Va a Caracas a la escuela más innovadora de la capital, la de Guillermo Tell
Villegas. Va a la Universidad Central de Venezuela donde destaca como su
estudiante más brillante. Regresa a Isnotú a ejercer y luego viaja, gracias a una
beca oficial, a realizar sus estudios de especialidad en bacteriología en la
Universidad de París y en el Instituto Pasteur, donde recibe clases de los mejores
profesores del mundo, y donde destaca por su sobresaliente desempeño.
Regresa a Caracas a promover la modernización de los estudios de medicina,
crear la medicina experimental y a ejercer con un apostolado ejemplar su
profesión de médico.
En toda su vida se destacó por su bondad, gentileza, honestidad, solidaridad,
espiritualidad y religiosidad, igualmente por su vocación al trabajo y al estudio,
por su cultura, por su alegría de vivir que la manifestaba en su gusto por la
música, el baile, la pintura, la literatura, la contemplación de la naturaleza y las
obras de la creación. La personalidad de este hombre solo es posible entenderla
si se estudian las razones profundas que mueven su admirable voluntad. José
5
No tanto porque no haya existido - y existan – seglares dignos de esa distinción eclesiástica, sino porque no
han tenido la organización que se dedique a los complejos procedimientos que establece la Sagrada
Congregación para la Causa de los Santos, y que sí han contado los beatos y santos consagrados con sus diócesis,
órdenes religiosas y otras instituciones
41
Gregorio Hernández adquirió desde temprano unas bases éticas, una cultura
espiritual, una motivación axiológica que fue aquilatando a lo largo de su vida,
y que luego escribió en sus “Elementos de Filosofía”, como el compendio de la
guía que orientó su intachable tránsito vital.
“Ningún hombre puede vivir sin una filosofía. La filosofía es indispensable
para el hombre, bien se trate de la vida sensitiva, de la vida moral y
particularmente de la vida intelectual”.
“…publico hoy mi filosofía, la mía, la que yo he vivido; pensando que, por ser
yo tan venezolano en todo, puede ser que ella sea de utilidad para mis
compatriotas, como ha sido a mí, constituyendo la guía de mi inteligencia.
También la publico por gratitud”.
“Esta filosofía me ha hecho posible la vida. Las circunstancias que me han
rodeado en casi todo el transcurso de mi existencia han sido de tal naturaleza
que muchas veces, sin ella, la vida me habría sido imposible. Confortado por
ella he vivido y seguiré viviendo apaciblemente.
Más si alguno opina que esta serenidad, que esta paz interior de que disfruto a
pesar de todo, antes que a la filosofía, la debo a la Religión santa que recibí de
mis padres, en la cual he vivido y en la que tengo la dulce y firme esperanza de
morir:
Le responderé que todo es uno”. (Hernández, 1912)
Para la nación venezolana el Dr. José Gregorio Hernández representa un tesoro
que aún está por ser plenamente descubierto y debidamente aprovechado. Y en
esta hora de profunda y extensa crisis total, todos debemos ir al encuentro de
este hombre, cuyas virtudes pueden servir de base y guía para la Venezuela
posible que es capaz de existir, si la diseñamos y la construimos como un gran
proyecto nacional.
Se plantea retomar el proyecto establecido en la Constitución que establece las
bases de la nación en los “valores de libertad, igualdad, justicia y la paz”. Que
proclama que “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de
Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores la vida, la
igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general,
la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”. Y
que establece que el Estado tiene como fines esenciales “la defensa y el
42
desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de
la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz,
la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo”. Y añade “la educación
y el trabajo son los procesos fundamentales para alcanzar dichos fines”.
(Constituyente, 1999)
Para asumir la cristalización del proyecto allí enunciado se requiere, como lo
dice expresamente, gente educada y trabajadora. Personas de talento y probidad,
preparadas y honestas, de pensamiento y acción. Venezuela los tiene, sin lugar
a dudas. Gente competente y honesta que están aquí o en el exterior que aportan
y seguirán aportando lo mejor de sí en esta tarea de enormes dimensiones. Y
también están las referencias del pasado, personas que, desde los remotos
tiempos coloniales, los días de los sueños fundacionales de la república y en los
azarosos años vividos y sufridos en los avances y retrocesos de la historia
reciente, nos dieron lecciones de grandeza. Venezuela ha dado grandes valores
humanos, pero entre ellos existe este personaje que reúne lo más alto del
prestigio como persona de talento, y del cariño de la gente por su carácter
bondadoso: El Dr. José Gregorio Hernández. ¡Qué mejor personaje para tenerlo
como referencia de esa Venezuela soñada por las grandes mayorías!
Sus virtudes
Las virtudes del José Gregorio Hernández son muchas, y depende de quién
estudie al personaje, hará énfasis en unas u otras, o encontrará muchas más de
las que aquí se reseñan. Se intenta en este ensayo algunas que puedan servir de
referencia a un proyecto de país.
Ciencia y bondad
José Gregorio Hernández era un eminente científico, un excelente médico y un
profesor insigne. Y a la par un hombre humilde que atendía a cualquiera que le
solicitara sus servicios para la sencilla o compleja curación de una dolencia.
Podía dejar admirados a los colegas que lo escuchaban en la Academia, a su
equipo en el laboratorio o a sus alumnos en la cátedra, e irse a atender un
paciente que lo requería. Y luego pasar por el templo a dar gracias a Dios.
Cuando el muere la ciudad se estremece, son sus colegas y discípulos los que
rodean el cadáver, pero la multitud crece y cuando al otro día en la tarde sale el
féretro sobre los hombros de éstos, el pueblo reclama “también es nuestro” y lo
llevan lentamente al cementerio.
43
Se explica porque la sabiduría de Hernández, sus conocimientos y su talento,
estaba al servicio de la humanidad. Cerebro y corazón. Ciencia y bondad.
Pensamiento científico y acción solidaria. Técnica y ciencia al servicio de la
persona humana. Trabajo por y con los pobres sin empirismo ni voluntarismos,
sino capacidad bien consolidada para atender con eficacia.
La sola bondad es ya una gran virtud, también lo es el cultivo del talento, pero
la espléndida combinación de ambas que se da las convierte en una virtud
heroica. La sinergia entre ciencia y bondad es la síntesis superior de la
identidad del Dr. José Gregorio Hernández.
Para lograr el desarrollo humano integral y sostenible de Venezuela
necesitamos gente preparada, pero también gente bondadosa, solidaria, que
entienda que el Estado está al servicio del bien común, que la economía está al
servicio de la persona humana, como lo están la política, el derecho y todas las
demás actividades humanas. Al servicio de la “ecología integral” como llama a
este nuevo paradigma el papa Francisco en su carta encíclica “Laudato Si’ del
Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común. (Francisco, 2015)
Respeto positivo
“Respeto positivo y no respeto negativo de silencio o de temor ante la expresión
de las ideas, ese clima universitario debe ser una gloria para Venezuela y debe
reivindicarse hoy” 6 afirmaba el Dr. Rafael Caldera al referirse a la famosa
polémica entre el Dr. Luis Razetti y el Dr. José Gregorio Hernández en el seno
de la Academia Nacional de Medicina, de la cual ambos eran fundadores.
Ambos científicos eran calificados y reconocidos, profesores innovadores en el
campo de la salud, pero Razetti era ateo y Hernández católico practicante. El
primero sostenía la teoría evolucionista de Charles Darwin y propuso que la
Academia acogiera como principio dicha tesis (Caldera, 1944). El segundo era
creacionista y sostuvo que una academia científica no podía adoptar ninguna
tesis como valedera, porque era contraria al espíritu de la ciencia, cuya misión
es la búsqueda del conocimiento. Escribe Hernández el 23 de abril de 1905:
“Hay dos opiniones usadas para explicar la aparición de los seres vivos en el
6
Rafael Caldera. ESPÍRITU UNIVERSITARIO: RAZETTI Y HERNÁNDEZ. Palabras en el Congreso Nacional Homenaje los
25 años de la muerte de José Gregorio Hernández 19 de junio 1944
44
Universo: el Creacionismo y el Evolucionismo. Yo soy creacionista, pero opino
además que la Academia no debe adoptar como principio de doctrina ninguna
hipótesis, porque enseña la Historia que, al adoptar las Academias Científicas
tal o cual hipótesis como principio de doctrina, lejos de favorecer, dificultan
notablemente el adelantamiento de la Ciencia”. (Yaber, 2009)
La academia sabiamente acogió la tesis de Hernández, aun cuando en la época
“El Origen de las Especies” era una especia de “biblia”. La controversia había
sido muy fuerte, pero en un marco de altura y cortesía. Hernández tenía un alto
aprecio por Razetti y para sentir lo que pensaba Razetti de José Gregorio
Hernández basta recordar sus palabras en las exequias: “31 años consagrados
a la práctica del bien bajo las dos más hermosas formas de la caridad:
derramar luz desde la cátedra de la enseñanza, y llevar al lecho del enfermo,
junto con el lenitivo del dolor, el consuelo de la esperanza...”. “Cuando
Hernández muere no deja tras de sí ni una sola mancha, ni siquiera una
sombra, en el armiño eucarístico de su obra, que fue excelsa, fecunda,
honorable y patriótica, toda llena del más puro candor y de la inquebrantable
fe” (Suárez & Bethencourt, 2000).
Pero el respeto positivo lo necesitamos hoy todos los venezolanos, con mucho
más apremio que en aquellos tiempos en que el Dr. Caldera lo exigía. La
situación en estos tiempos recios ha conducido a la extensión extrema de la
violencia física y verbal, personal e institucional. El lenguaje de muchos de los
llamados a dar buenos ejemplos es tóxico, grosero y agresivo en extremo, se
descalifica con hostilidad al que piensa distinto, y se le persigue, encarcela y
mata.
La construcción de un país distinto tiene que reconstruir el tejido social
nacional, construir un nuevo, denso y solidario capital social que restaure la
concordia, la confianza y el respeto. Pero el respeto positivo, el que tolera la
disidencia, las ideas ajenas y que construya sobre la base de un país diverso y
plural. El respeto si inicia con escuchar al otro como un auténtico otro, y dar
luego dar a conocer nuestra palabra con cordialidad. Hay testimonios escritos
sobre el valor de la escucha del Dr. Hernández en sus consultas, y a esa atención
al escuchar atento se debe esa figura común que lo presenta inclinado frente al
enfermo, con las manos atrás. Esa escucha al paciente, a los familiares y a otros
colegas les debía Hernández, en buena parte, sus certezas clínicas que lo
hicieron famoso.
45
Ese respeto positivo, el que se refiere al valor de la escucha, la tolerancia
de las opiniones diversas y a la legítima defensa de las propias, es otra de
las grandes virtudes del Dr. José Gregorio Hernández.
Local y global
José Gregorio Hernández nació en Isnotú el 26 de octubre de 1864, se crio en
ese pequeño pueblo hasta los 13 años, y a él retornó cuando se graduó de
Médico. Allí, en esta geografía donde atemperan las altas serranías andinas para
dejar ver el pie de monte, el espejo del lago de Maracaibo y el relampaguear del
Catatumbo, de suave clima y grato verdor, recibió su educación inicial y
conformó su carácter, del amor y la dedicación de su madre Josefa Antonia,
Benigno su padre, sus tías paternas María Luisa Hernández y Sor Ana Josefa
del Sagrado Corazón de Jesús, la nana Juana, del maestro don Pedro Celestino
Sánchez, su padrino el presbítero Francisco de Paula Moreno y de los vecinos.
Benigno había donado el terreno para el templo y contribuyó a su construcción,
Josefa Antonia tejió parte de sus ornamentos. Era una comunidad amorosa,
religiosa y culta en medio del ambiente tranquilo, pero con el movimiento que
daba el negocio y la posada familiar, con arrieros y viajeros que subían o
bajaban gracias al tráfico del puerto de La Ceiba.
El 6 de febrero de 1878, a ocho meses de cumplir 14 años, sale hacia Caracas a
estudiar medicina. La noche anterior había dormido en la posada paterna el
Padre Jesús Manuel Jáuregui Moreno. Diez años después el 12 de septiembre
de 1888, regresa a su lugar de origen. El 29 de julio se había graduado de médico
con honores y ya contaba con justificado prestigio como estudiante excepcional
y persona de bien, que bien pudo haberlo tentado a quedarse en la capital. En
Isnotú se entrega con pasión al ejercicio de su profesión, se involucra en
diversas actividades de desarrollo comunitario tanto de su pueblo como de
Betijoque, trabaja por el acueducto, por la creación de una Junta de
Beneficencia, es parte de la Comisión Municipal de Asuntos Médicos, asiste al
Concejo Municipal con regularidad y lo nombran Médico de Betijoque, visita
diariamente a sus enfermos en ambas localidades y en los campos, visita a
Valera, Boconó, Mérida y San Cristóbal.
Estudia inglés, francés y alemán, recibe revistas y noticias científicas por
suscripción o por el envío de su amigo Santos Aníbal Dominici y otros, debate
temas médicos con sus colegas en Caracas, está pendiente de su Universidad y
46
al tanto de sus cambios, y pinta, lee, escribe, baila, ora y trabaja, hace planes
para continuar su formación en Europa. En aquel pueblo tan modesto José
Gregorio no pierde el tiempo. Es un ciudadano activo tanto en su comunidad
local, como en los pueblos y ciudades que visita, como en Caracas mediante
una abundante correspondencia.
Su viaje por el páramo merideño es fundamental en la vida de Hernández y se
piensa que el tránsito por aquellos altos parajes, la inmensidad de aquellos
relieves, lo riguroso del clima, la vegetación adaptada a aquellos extremos, la
profundidad de los valles, todo en la compañía de su cuñado José Temístocles
Carvallo, lo conmueve, profundiza su conciencia de sí, consolida en su vocación
espiritual, su compromiso hacia la ciencia y su vocación de servicio a la
colectividad.
Desde esta localidad va a luego a Caracas y continúa a Paris donde estudia sus
especialidades, para regresar a fundar la medicina experimental en Venezuela.
Va a Berlín, Roma, Madrid, Nueva York, Washington y otros lugares, en viaje
de estudios, dictando conferencias o por razón de su vocación religiosa
Las virtudes del Dr. José Gregorio Hernández se explican en gran parte
por esa formación lugareña de hogar y comunidad íntima, que luego de su
tránsito por la capital y por Europa, se traducen en ese hombre admirable
y excepcional, con temprana aura de santidad, que es y se percibe como
una persona de carne y hueso.
La honestidad
El Dr. José Gregorio Hernández fue un hombre honesto. En la “Declaración de
virtudes heroicas” dado en Roma el 16 de enero de 1986, el Santísimo Padre
declaró solemnemente que “no se dejaba deslumbrar jamás por las riquezas, los
honores, las alabanzas, el confort”. No por eso nunca dejó de andar bien
vestido, incluso a la moda, pues fue un hombre de mundo, bien relacionado
socialmente, que tuvo cargos importantes en la administración de sus
asuntos médicos y académicos. Recibió recursos importantes para adquirir
en Europa los equipos para fundar en la Universidad de Caracas las cátedras
de Histología práctica y Patología, de Fisiología experimental y de
Bacteriología (la primera que se fundó en América).
47
En el mundo de hoy en general, y en Venezuela en particular, la corrupción
ha sido la principal culpable de mucha pobreza. La codicia es uno de los
males más generalizados, y la responsable de la implantación de sistemas
financieros, de producción, intercambio y consumo, que no alientan la
equidad, ni el desarrollo humano integral y sostenible. Antes, por el
contrario, impulsan la concentración de la riqueza, la explotación de las
personas, la violación de la dignidad de la persona humana, el desprecio al
bien común y el deterioro del planeta.
José Gregorio Hernández fue un hombre honesto a carta cabal y su
ejemplo debe iluminar el comportamiento de las personas en la gestión
pública y privada.
La responsabilidad
La responsabilidad fue una de las virtudes centrales del Dr. José Gregorio
Hernández. Respondía a sus actos, a sus compromisos y era un hombre de
palabra. Quería estudiar derecho, pero su padre lo convenció para que se
formara como médico, y llego a ser el mejor médico del país. Le prometió a
su madre regresar a su tierra natal, una vez preparado, y al poco tiempo de
su graduación estaba atendiendo a los paisanos de Isnotú, Betijoque y sus
alrededores. Se comprometió al aceptar la beca para estudiar en París, y fue
el mejor estudiante de ese instituto. Recibió un dinero del Estado para
adquirir en Europa los equipos necesarios para fundar diversos laboratorios
en Venezuela, adquirió los mejores, se preparó para su adecuada instalación
y rindió cuentas claras. Cuando asumió sus cátedras en la Universidad asistió
puntualmente a todas sus clases. Respondió al llamado del país cuando fue
amenazado por potencias extranjeras y fue el primero en alistarse como
voluntario.
Fue una persona responsable al formarse al más alto nivel para poder cumplir
con eficacia su vocación social. Y se formó en filosofía y teología para
practicar mejor su fe cristiana. Fue una persona culta para ejercer con
plenitud su condición de ciudadano y de persona humana. Quien hablaba con
él sabía que estaba hablando con una persona seria, confiable, honorable,
puntual, correcta e incapaz de mentir o faltar a la palabra empeñada.
48
Estos valores son esenciales en la construcción de un nuevo país. Hemos
visto que es casi tradición “la traición de los mejores” como diría Mario
Briceño Iragorry, para señalar el mal ejemplo que dan los que están más
visibles en la sociedad. Como se premia al ignorante, al “vivo” o al pícaro.
Como se designan personas que no reúnen las competencias para una
responsabilidad por mera amistad, partidismo o adulancia. La palabra nada
vale, en particular la de los que están llamados a honrarla, por sus
responsabilidades colectivas.
La nueva institucionalidad venezolana debe ser construida sobre la base
de la confianza, la veracidad, la honestidad y la responsabilidad. La
rendición de cuentas y la transparencia, virtudes todas que eran
sustantivas a la personalidad de José Gregorio Hernández.
49
BIBLIOGRAFÍA CITADA
Caldera, R. (1944). ESPÍRITU UNIVERSITARIO: RAZETTI Y HERNÁNDEZ.
Palabras en el Congreso Nacional Homenaje los 25 años de la muerte
de José Gregorio Hernández 19 de junio 1944. Caracas: Imprenta
Nacional.
Constituyente, A. N. (1999). Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela. Caracas: Gaceta Oficial.
Francisco, P. (2015). Carta Encíclica Laudato Si'. Roma: Editorial Vaticana.
Hernández, J. G. (1912). Elementos de Filosofía. Caracas: El Cojo.
Suárez , M., & Bethencourt, C. (2000). José Gregorio Hernández. Del lado de
la luz. Caracas: Fundación Biggot.
Yáber, M. (2009). José Gregorio Hernández. Caracas, Venezuela: Trípode.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Castellanos, Rafael Ramón. (1994). El milagroso médico de los pobres en
Isnotú. Italgráfica. Caracas,
Diócesis de Barinas. Gobierno Superior Eclesiástico. (2017) Carta pastoral
conmemorativa del centésimo quincuagésimo tercer aniversario del nacimiento
del venerable Dr. José Gregorio Hernández Cisneros. José Luis Azuaje Ayala.
Obispo de Barinas. Barinas, 26 de octubre de 2017.
González Cruz, Francisco. (2020). José Gregorio Hernández, Camino de
Santidad. Valera.
Hernández Briceño. Ernesto. (1958). Nuestro Tío José Gregorio. Sucesores de
Rivadeneyra. Madrid.
Yáber Miguel. (2010). José Gregorio Hernández. Hombre de Dios y Siervo de
los enfermos. Caracas.
FGC/2021
50
EL DR. JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ COMO FUENTE DE
CAPITAL SOCIAL I
51
Alegría o la A. C. Sinergia, estas dos en Venezuela. El Diario de Los Andes en
esta edición aniversario publicó varios casos de organizaciones andinas que son
ejemplo de capital social.
Existen mujeres y hombres que con su accionar son fecundos constructores de
capital social, como Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, Martin Luther King y
la Madre Teresa de Calcuta, y en Venezuela Arnoldo Gabaldón, María Teresa
Castillo, Andrés Eloy Blanco y el Dr. José Gregorio Hernández, por citar
algunos.
La mejor muestra de cómo el Dr. José Gregorio Hernández fue fecunda fuente
de capital social fue el impacto causado por su inesperada muerte. El que nació
un 26 de octubre de 1864 en el seno de una familia ejemplar en el modesto
pueblo de Isnotú, Estado Trujillo, murió en Caracas una tarde del domingo 29
de junio de 1919 atropellado por un automóvil. La noticia corrió veloz y la
ciudad se estremeció, cerraron comercios, se suspendió la retreta dominguera y
la noche triste llegó en medio del llanto, rezos y responsos.
El lunes 30 los periódicos no tienen otro tema para las primeras páginas. Ya los
teléfonos y telégrafos habían llevado la infausta noticia a toda Venezuela. La
clausurada Universidad Central de Venezuela abre sus puertas para que en su
paraninfo fuese el velatorio su mejor profesor, y más de diez mil personas
quieren despedirlo.
En la ciudad conmocionada todos querían dar testimonio del aprecio a este
hombre, muchas entidades públicas y privadas cierran sus puertas para que la
gente pueda acompañarlo, los colegios organizan sus desfiles, los estudiantes
hacen sus guardias de honor junto a profesores y académicos. Más de mil
coronas de flores se acumulan ante el féretro y ese día el diario El Universal
informa “se habían agotado las flores en los jardines de las casas y en las
faldas del Ávila, porque todas fueron recogidas para ofrecerlas al doctor José
Gregorio Hernández como un tributo público de afecto y agradecimiento”.
Dice el Dr. Miguel Yáber que cuando el féretro iba a ser colocado en la carroza
fúnebre el pueblo, la gente humilde de Caracas, se adelantó exclamando: “¡El
doctor Hernández es nuestro! ¡El doctor Hernández no va en carro al
cementerio!’’. Y se lo echó al hombro. Cerrando el desfile de la multitud tocaba
la Banda Marcial, bajo la dirección del maestro Pedro Elías Gutiérrez, una
elegía que éste había compuesto en memoria del difunto.
52
Algunos testimonios bastan para tomar la dimensión del hombre: Dr. David
Lobo, Presidente de la Academia Nacional de Medicina: “¿Dónde hubo dolor
que no aliviara? ¿Dónde penas que no socorriera? ¿Dónde flaquezas que no
perdonara? En su pecho generoso, no germinaron nunca el odio ni el rencor…”
El Dr. Luis Razetti, su colega no creyente, expresó ante la tumba: “Cuando
Hernández muere no deja tras de sí ni una sola mancha, ni siquiera una
sombra, en el armiño eucarístico de su obra, que fue excelsa, fecunda,
honorable y patriótica, toda llena del más puro candor y de la inquebrantable
fe”.
Rómulo Gallegos lo sintetizó admirablemente cuando escribió el 15 de julio de
1919: “Lágrimas de amor y gratitud, angustioso temblor de corazones
quebrantados por el golpe absurdo y brutal que tronchara una preciosa
existencia, dolor, estupor, todo esto formó en torno al féretro del Dr. Hernández
el más hermoso homenaje que un pueblo puede hacer a sus grandes hombres”
… “No era un muerto a quien se llevaban a enterrar; era un ideal humano que
pasaba en triunfo, electrizándonos los corazones. Puede asegurarse que en el
pos del féretro del Dr. José Gregorio Hernández todos experimentamos el
deseo de ser buenos”.
Capital humano
54
Como profesor fundó una escuela donde la teoría se combina con la práctica en
el laboratorio y sus discípulos desarrollaron sustantivos avances de la medicina
en Venezuela, como Leopoldo Aguerreverre, Diego Carbonell, Ricardo
Cifuentes Labastida, Franz Conde Jahn, Pedro del Corral, Domingo Luciani,
Pedro Gutiérrez Alfaro, Rafael Pino Pou, Jesús Rafael Risquez, Martín Vegas,
Inocente y Temístocles Carvallo, Pedro González Rincones y José Izquierdo
entre otros. Uno de sus más brillantes discípulos fue Rafael Rangel quien se
retiró de sus estudios de medicina para dedicarse a la investigación como
Director del Laboratorio del Hospital Vargas.
Basten dos testimonios de dos de sus colegas, citados por el Dr. Miguel Yáber:
“El sabio Dr. Francisco A. Risquez se preguntaba: ¿Qué luces de rarísimos
fulgores brotaban de aquel cerebro, en este campo intelectual, de suyo
brillante, para que yo mismo, apenas apareció en el terreno científico, le
apellidase sin hipérbole: “el sabio casi niño”?
Del Dr. Luis Razetti: “No obstante que el Dr. Hernández y yo pertenecemos a
dos escuelas filosóficas diametralmente opuestas, una sincera amistad nos ha
unido siempre, y yo me he complacido en toda época en proclamar los
indiscutibles méritos que posee como profesor, como hombre de ciencia y como
ciudadano de conducta inmaculada”.
El pueblo venezolano estableció desde antes de su muerte una relación de
confianza con el Dr. José Gregorio Hernández, un trato cercano que su
condición de hombre preparado, culto y bien vestido no hacía más que
acrecentar. Y a medida que se conoce más su vida y obra, más crece la
admiración y simpatía por él.
Capital relacional
El Dr. José Gregorio Hernández fue fuente de capital social por la óptima
calidad de sus relaciones. Una familia unida, una comunidad solidaria o una
organización donde la cordialidad es elevada serán mucho más valiosas que
otras donde priven la desunión y la rivalidad. Y allí la actitud de cada persona
cuenta, cada quien suma o resta en este proceso. Hay personas que despiertan
emociones positivas, bienestar, agrado, buenos deseos, ganas de trabajar.
Ya lo escribió el escritor más importante de Venezuela, Don Rómulo Gallegos
cuando afirmó que frente al Dr. José Gregorio Hernández todos experimentaban
55
el deseo de ser buenos. En una temprana biografía aparecida en El Cojo
Ilustrado en julio de 1893, en su Galería de Médicos Venezolanos el famoso
escritor Francisco de Sales Pérez afirma sobre el Dr. José Gregorio Hernández:
“Sabe todo lo que puede saber un hombre que ha empleado sus 26 años en
aprender. Pero sabe, además, una ciencia que no se aprende en ninguna
academia: Sabe hacerse amar”. Y profetiza: “Como médico, llegará a ser una
celebridad – su reputación está formada: le falta el agente tiempo para
extenderse”.
Es notoria en la vida de José Gregorio Hernández la extensa red de relaciones
establecida y el espíritu de equipo con el que trabajaba. Como estudiante fue
solidario incluso cuando debió sumarse a la protesta contra un profesor que
consideraban deficiente, siendo este mismo profesor, el Dr. Vicente G.
Guánchez, el que alborozado y siendo Secretario General de la UCV grita!
“¡Aprobado!” “¡sobresaliente por unanimidad!” apenas termina su examen
doctoral.
Otro testimonio de este talante suyo es la famosa polémica con el Dr. Luis
Razetti. Ambos científicos eran integrantes fundadores de la Academia
Nacional de Medicina. Razetti era ateo y Hernández católico practicante. El
primero sostenía la teoría evolucionista de Charles Darwin y propuso que la
Academia acogiera como principio dicha tesis, posición que defendió con
especial tenacidad, incluso ironía. Escribe Hernández el 23 de abril de 1905:
“Hay dos opiniones usadas para explicar la aparición de los seres vivos en el
Universo: el Creacionismo y el Evolucionismo. Yo soy creacionista, pero opino
además que la Academia no debe adoptar como principio de doctrina ninguna
hipótesis, porque enseña la Historia que, al adoptar las Academias Científicas
tal o cual hipótesis como principio de doctrina, lejos de favorecer, dificultan
notablemente el adelantamiento de la Ciencia”. La academia sabiamente
acogió la tesis de Hernández, aun cuando en la época “El Origen de las
Especies” era una especia de dogma. Hernández tenía un alto aprecio por
Razetti y para sentir lo que pensaba Razetti de José Gregorio basta recordar sus
palabras en las exequias: “31 años consagrados a la práctica del bien bajo las
dos más hermosas formas de la caridad: derramar luz desde la cátedra de la
enseñanza, y llevar al lecho del enfermo, junto con el lenitivo del dolor, el
consuelo de la esperanza...”.
En la cátedra deja Escuela, es decir discípulos excelentes que luego continuaron
la obra transformadora de la medicina y en la formación de médicos. Su pasantía
56
por París es gratamente recordada por profesores y estudiantes de la
Universidad y otros amigos como el pintor Cristóbal Rojas y el pianista
Redescal Uzcátegui. Igualmente hay testimonios de su huella a su paso por la
Cartuja de Farnetta, al punto que regresa años más tarde a dar su saludo a los
monjes. En el Colegio Pío Latino hace grupos de grata tertulia con sus
profesores jesuitas y existen testimonios escritos de su paisano trujillano el
padre Enrique María Dubuc de la admiración que despertaba. Sus pacientes
forman su más importante legión de relaciones, desde las personas más
importantes hasta las más humildes recibían su trato amable, considerado y
respetuoso.
Apenas graduado cuando viene a Isnotú se relaciona con todos y forma equipo
con los integrantes del Concejo Municipal para contribuir a resolver problemas
de la comunidad. Cuando visita a Valera, a Boconó y otras poblaciones
despertaba la emoción de sus conocidos y ampliaba la su red de relaciones. Así
pasa en Mérida, en La Grita, en Maracaibo, Puerto Cabello, Curazao, Madrid,
Nueva York, Roma y otros lugares. Cultivaba mediante sus cartas esas
relaciones. Y con su familia sostuvo una relación de hijo, hermano, cuñado y
tío amoroso y solidario. Al tomar su decisión de irse a la Cartuja regaló todos
sus bienes a su familia.
Capital ambiental
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en horas tempranas. Luego si iba para su casa a desayunar y salía a la callea
visitar sus enfermos, a la cátedra, al laboratorio, a la academia, a sus encuentros
sociales. Pero si en el camino encontraba un templo no perdía la oportunidad
para entrar.
Capital direccional
58
Le responderé que todo es uno”.
Todos los esfuerzos del Dr. José Gregorio Hernández por su preparación
científica, cultural y espiritual estuvieron sostenidos por una enorme energía
que provenía de su decidida vocación de servicio.
El Dr. José Gregorio Hernández Cisneros es fuente de capital social,
porque su vida y obra sumó valor al país, a la comunidad, a la academia, a
la ciencia, a la iglesia católica y a los venezolanos que ven en él a una
persona preparada y humilde, síntesis de ciencia y bondad. La persona más
conocida y más querida de Venezuela.
FGC/agosto/2020
1. Fe en Dios
7
Actas de la Congregación para la Causa de los Santos, el 16 de enero de 1986.
59
1.3. Su religiosidad estaba fundamentada en su espiritualidad y su misticismo.
“Mas si alguno opina que esta serenidad, que esta paz interior de que disfruto
a pesar de todo, antes que a la filosofía, la debo a la Religión santa que recibí
de mis padres, en la cual he vivido y en la que tengo la dulce y firme esperanza
de morir: Le responderé que todo es uno”.8
1.4. Puso su existencia al servicio de la vida, por eso era médico y por eso
sanaba vidas. Creía y obraba en la plenitud de la existencia humana y su
asistencia a la misa, la comunión frecuente, las oraciones y, en fin, lo religioso
fortalecía en él esa plenitud y esa trascendencia. De allí que su espiritualidad
estaba armoniosamente articulada a su actividad como científico, profesor y
profesional de la medicina.
1.5. Su mística se manifiesta de muchas maneras, no solo en su capacidad de
conmoverse profundamente frente a la creación, en particular la persona
humana, que era la razón de ser de su servicio, sino sentir la obra divina en la
perfección, la totalidad, en la música, la pintura, la literatura, los oficios, todo
lo que el hombre y la naturaleza hacen, incluyendo por supuesto el estudio de
las ciencias médicas y el ejercicio cotidiano de su profesión.
1.6. El Dr. José Gregorio Hernández en un ejemplo de armonía y coherencia
entre religiosidad, espiritualidad y misticismo, junto a la praxis cotidiana de su
existencia como persona. Admiraba a los grandes místicos de la Iglesia como
Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Santa Catalina de Siena, Santa
Gertrudis, San Henrique Suso (discípulo del Maestro Eckhart) o la Madre María
de Ágreda, tal como la expresa en su libro “Elementos de Filosofía”. José
Gregorio Hernández entró en contacto con diversas formas de vivir su
espiritualidad, y con la lectura de la vida de los santos y los clásicos libros de la
mística católica, entre otros las “Confesiones” de San Agustín, “Las Florecillas”
de San Francisco, el “Itinerario de la Mente hacia Dios” de S. Buenaventura y
“Noche Oscura del Alma” de San Juan de la Cruz, pasando por las Moradas de
Sta. Teresa hasta llegar a los teólogos más modernos que van configurar la
espiritualidad de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
8
Prólogo de su libro Elementos de Filosofía.
60
2. Amor
3. El bien común
3.1. La fama bien ganada del Dr. José Gregorio Hernández pudo haber sido
aprovechada para propio beneficio personal. Siendo ya muy conocido al
graduarse, podría haber aceptado las atractivas ofertas que se le hicieron en
61
Caracas, sin embargo, fue a ponerse al servicio de sus paisanos en Isnotú,
Betijoque y comarcas circunvecinas.
3.2. En su tierra se involucró en diversas actividades para el progreso de la
comunidad, lo que le deparó no pocas dificultades, hasta la posibilidad de ir
preso por orden del gobernador de entonces.
3.3. Llega la oportunidad de ir a París a sus ansiados estudios en el prestigioso
Instituto Pasteur, adquiere los equipos para fundar laboratorios y cátedras de
medicina experimental en Caracas, regresa y los conocimientos y los equipos
adquiridos con recursos nacionales los pone al servicio del bien común.
Despliega entonces su gran labor en la investigación científica, en la docencia
y en la atención médica, con particular acento en atender las enfermedades
endémicas del país, por la salud de los venezolanos, por su opción por los
pobres.
3.4. La Venezuela posible debe imitar esa virtud tan importante del Dr. José
Gregorio Hernández, de poner el énfasis en el beneficio de la comunidad, en
particular los más pobres. Todo al servicio del bien común.
4. Ciencia y bondad
62
empirismo ni voluntarismos, sino con capacidad bien consolidada para atender
con eficacia.
4.4. La sola bondad es ya una gran virtud, también lo es el cultivo del talento,
pero la espléndida combinación de ambas que se da las convierte en una virtud
heroica. Para lograr el desarrollo humano integral de Venezuela necesitamos
gente preparada, pero también gente bondadosa. Ese es el ejemplo de José
Gregorio Hernández.
5. La honestidad
6. La responsabilidad
6.1. La responsabilidad fue una de las virtudes centrales del Dr. José
Gregorio Hernández. Respondía por sus actos, cumplía sus compromisos y
era un hombre de palabra. Quería estudiar derecho, pero su padre lo
convenció para que se formara como médico, y llegó a ser el mejor médico
del país. Le prometió a su madre regresar a su tierra natal, una vez preparado,
y al poco tiempo de su graduación estaba atendiendo a sus paisanos de
Isnotú, Betijoque y sus alrededores. Se comprometió al aceptar la beca para
estudiar en París, y fue el mejor estudiante del prestigioso Instituto Pasteur.
63
6.2. Recibió dinero del Estado para adquirir en Europa los equipos para
fundar diversos laboratorios en Venezuela, adquirió los mejores, se preparó
para su adecuada instalación y rindió cuentas claras. Cuando asumió sus
cátedras en la Universidad asistió puntualmente a todas sus clases.
Respondió al llamado del país cuando fue amenazado por potencias
extranjeras y fue el primero en alistarse como voluntario.
6.2. Fue una persona responsable al formarse al más alto nivel para poder
cumplir con eficacia su vocación social. Y se formó en filosofía y teología
para practicar mejor su fe cristiana. Fue una persona culta para ejercer con
plenitud su condición de ciudadano y de persona humana. Quien hablaba con
él sabía que estaba hablando con una persona seria, confiable, honorable,
puntual, correcta e incapaz de mentir o faltar a la palabra empeñada.
6.3. La nueva institucionalidad venezolana debe ser construida sobre la base
de la confianza, la veracidad, la honestidad y la responsabilidad. La
rendición de cuentas y la transparencia, virtudes todas que eran sustantivas
a la personalidad de José Gregorio Hernández.
7.1. Desde pequeño trabajó para generar ingresos que le permitieran vivir
modestamente, sin mayores apremios. Cuando estudiaba se desempeñó
como ayudante de la escuela, trabajó en algunos oficios y en la universidad
como preparador de cátedras. Luego ejerció la medicina, fue investigador y
profesor universitario.
7.2. El Dr. José Gregorio Hernández se preocupó por mantener una
economía familiar sana, procurando la generación de recursos para atender
a los suyos, para asegurarles de no pasar atribulaciones futuras y para hacer
obras de caridad, pero no acumuló fortunas ni bienes.
7.3. Era un hombre moderno y actualizado, y su vida social activa, sobre
todo en el círculo intelectual relacionado con las ciencias médicas y la
práctica de sus compromisos religiosos.
7.4. La constancia, la perseverancia y la dedicación fueron virtudes del Dr. José
Gregorio Hernández.
64
8. Humildad, sencillez, austeridad
8.1. José Gregorio Hernández combinaba con mesura una elegancia austera.
Vestía a la moda sin ostentación, con su característico traje negro, camisa blanca
y corbata negra siempre impecable. Igualmente, su vida privada era ejemplo de
sobriedad, pero con las comodidades para una vida confortable y sin lujos.
8.2. Su trato era amable con todos, con sus familiares y amigos; con sus
profesores, condiscípulos y con sus alumnos, colegas, académicos y con los
demás.
8.3. Humilde y sencillo. Nunca arrogante. Hacía el bien sin mirar a quien, y así
como fue caritativo lo fue de manera prudente, sin jamás alardear de sus
conocimientos ni de su generosidad.
9.1. Todos eran iguales frente a José Gregorio Hernández y a todos los
atendía con esmero, educación y cortesía, aunque tenía fama de ser severo
con sus estudiantes, pero también la tenía de justo.
9.2. La vida de cada ser humano era un valor superior y son muchos los
testimonios de su abatimiento cuando no lograba salvar a algunos de sus
pacientes.
9.3. La Venezuela posible debe estar basada en el respeto a la dignidad de la
persona humana, tal como la practicaba de manera cotidiana José Gregorio
Hernández.
EPÍLOGO
65
“- ¡Cómo no voy a estar contento! - Respondió Hernández - “¡Se ha firmado el
Tratado de Paz! ¡El mundo en paz! ¿Tiene usted idea de lo que esto significa
para mí? Entonces el médico acercándose le dijo en voz baja: “- Voy a
confesarle algo: Yo ofrecí mi vida en holocausto por la paz del mundo… Ésta
ya se dio, así que ahora solo falta…”. Esa tarde murió en el accidente.
Su serenidad, reconocida por todos quienes lo trataron, inspiraba un
ambiente de paz en donde estuviera.
José Gregorio Hernández fue una combinación de sabiduría, bondad y
espiritualidad. Ya en vida era sujeto de admiración y cariño, pero al morir se
extendió su prestigio y afecto en toda la geografía venezolana y en todos los
sectores sociales, en un verdadero fenómeno de veneración. Su culto emergió
del pueblo y su nombre e imagen llegó a los corazones y lugares. Hoy la Iglesia
Católica lo reconoce como Beato e inicia el camino de su santificación.
Prócer civil
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2. En la larga lista de próceres civiles que tiene Venezuela sobresale la figura
del Dr. José Gregorio Hernández por su popularidad. Todos los venezolanos
saben más o menos quien fue “El Médico de los Pobres”, a pesar de no
haberlo estudiado en los libros de historia de Venezuela. Su figura está en
todas partes. Él se ganó ese puesto en el corazón de la gente debido a que se
preparó conscientemente para servir con eficacia a los demás.
Ciencia y bondad
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Religiosidad, espiritualidad y misticismo
68
La honestidad
La responsabilidad
15. La responsabilidad fue una de las virtudes centrales del Dr. José
Gregorio Hernández. Respondía por sus actos, cumplía sus compromisos y
era un hombre de palabra. Quería estudiar derecho, pero su padre lo
convenció para que se formara como médico, y llego a ser el mejor médico
del país. Le prometió a su madre regresar a su tierra natal, una vez preparado,
y al poco tiempo de su graduación estaba atendiendo a los paisanos de
Isnotú, Betijoque y sus alrededores. Se comprometió al aceptar la beca para
estudiar en París, y fue el mejor estudiante del prestigioso Instituto Pasteur.
Recibió un dinero del Estado para adquirir en Europa los equipos para fundar
diversos laboratorios en Venezuela, adquirió los mejores, se preparó para su
adecuada instalación y rindió cuentas claras. Cuando asumió sus cátedras en
la Universidad asistió puntualmente a todas sus clases. Respondió al llamado
del país cuando fue amenazado por potencias extranjeras y fue el primero en
alistarse como voluntario.
16. Fue una persona responsable al formarse al más alto nivel para poder
cumplir con eficacia su vocación social. Y se formó en filosofía y teología
para practicar mejor su fe cristiana. Fue una persona culta para ejercer con
plenitud su condición de ciudadano y de persona humana. Quien hablaba con
69
él sabía que estaba hablando con una persona seria, confiable, honorable,
puntual, correcta e incapaz de mentir o faltar a la palabra empeñada.
17. La nueva institucionalidad venezolana debe ser construida sobre la base
de la confianza, la veracidad, la honestidad y la responsabilidad. La
rendición de cuentas y la transparencia, virtudes todas que eran sustantivas
a la personalidad de José Gregorio Hernández.
18. Todos eran iguales frente a José Gregorio Hernández y a todos los
atendía con esmero, educación y cortesía, aunque tenía fama de ser severo
con sus estudiantes, pero también la tenía de justo. La vida de cada ser
humano era un valor superior y son muchos los testimonios de su
abatimiento cuando no lograba salvar a algunos de sus pacientes.
19. La Venezuela posible debe estar basada en el respeto a la dignidad de la
persona humana, tal como la practicaba de manera cotidiana José Gregorio
Hernández.
El Bien Común.
20. La fama bien ganada del Dr. José Gregorio Hernández pudo haber sido
aprovechada para propio beneficio personal. Siendo ya famoso al graduarse
podría haber aceptado las atractivas ofertas que se le hicieron en Caracas,
sin embargo, se fue a ponerse al servicio de sus paisanos en Isnotú, Betijoque
y comarcas circunvecinas.
21. Es conocido que en su tierra se involucró en diversas actividades para el
progreso de la comunidad, lo que le deparó no pocas dificultades, hasta la
posibilidad de ir preso por orden del gobernador de entonces.
22. Llega la oportunidad de ir a París a sus ansiados estudios en el prestigioso
Instituto Pasteur, adquiere los equipos para fundar laboratorios y cátedras de
medicina experimental en Caracas, regresa y los conocimientos y los equipos
adquiridos con recursos nacionales los pone al servicio del bien común.
Despliega entonces su gran labor en la investigación científica, en la docencia
y en la atención médica, con particular acento en atender las enfermedades
70
endémicas del país, por la salud de los venezolanos, por su opción por los
pobres.
23. La Venezuela posible debe imitar esa virtud tan importante del Dr. José
Gregorio Hernández, de poner el énfasis en el beneficio de la comunidad, en
particular los más pobres. Todo al servicio del bien común.
Respeto
Local y global
71
la posada familiar, con arrieros y viajeros que subían o bajaban gracias al tráfico
del puerto de La Ceiba.
27. El 6 de febrero de 1878 sale hacia Caracas a estudiar medicina. Al graduarse
diez años después, regresa a su lugar de origen. En Isnotú se entrega con pasión
al ejercicio de su profesión, se involucra en diversas actividades de desarrollo
comunitario tanto de su pueblo como de Betijoque, trabaja por el acueducto, por
la creación de una Junta de Beneficencia, es parte de la Comisión Municipal de
Asuntos Médicos, asiste al Concejo Municipal con regularidad y lo nombran
Médico de Betijoque, visita diariamente a sus enfermos en ambas localidades y
en los campos.
28. Estudia inglés, francés y alemán, recibe revistas y noticias científicas por
suscripción o por el envío de su amigo Santos Aníbal Dominici y otros, debate
temas médicos con sus colegas en Caracas, está pendiente de su Universidad y
al tanto de sus cambios, y pinta, lee, escribe, baila, ora y trabaja, hace planes
para continuar su formación en Europa. En aquel pueblo tan modesto José
Gregorio no pierde el tiempo. Es un ciudadano activo tanto en su comunidad
local, como en los pueblos y ciudades.
29. Viaja a París, Berlín, Roma, Madrid, Nueva York, México y otros lugares
estudiando y dando conferencias. Destaca en sus estudios de especialización en
medicina experimental en el Instituto Pasteur de la Universidad de París.
30. Las virtudes del Dr. José Gregorio Hernández se explican en gran parte por
esa formación lugareña de hogar y comunidad íntima, que luego de su tránsito
por la capital y por Europa, se traducen en ese hombre admirable y excepcional,
con temprana aura de santidad, que es y se percibe como una persona de carne
y hueso.
31. El desarrollo local, con base al principio de subsidiariedad, es otra de las
lecciones que debemos aprender de la vida de este hijo de la provincia
venezolana.
32. Desde pequeño trabajó para generar ingresos que le permitieran vivir
modestamente, sin mayores apremios. Cuando estudiaba se desempeñó
como ayudante de la escuela, trabajó en algunos oficios y en la universidad
72
como preparador de cátedras. Luego ejerció la medicina, fue investigador y
profesor universitario.
33. El Dr. José Gregorio Hernández se preocupó por mantener una economía
familiar sana, procurando la generación de recursos para atender a los suyos,
para asegurarles de no pasar atribulaciones futuras y para hacer obras de
caridad, pero no acumuló fortunas ni bienes. Era un hombre moderno y
actualizado, y su vida social activa, sobre todo en el círculo intelectual
relacionado con las ciencias médicas y la práctica de sus compromisos
religiosos.
La Paz
34. El domingo 29 de junio de 1919 el Dr. José Gregorio Hernández estaba feliz
porque que el día anterior se había firmado el Tratado de Versalles que puso fin
a la Primera Guerra Mundial. En el reposo luego del almuerzo un amigo fue a
saludarlo por el aniversario de su graduación y al verlo tan contento le preguntó
las razones.
“- ¡Cómo no voy a estar contento! - Respondió Hernández - “¡Se ha firmado el
Tratado de Paz! ¡El mundo en paz! ¿Tiene usted idea de lo que esto significa
para mí? Entonces el médico acercándose le dijo en voz baja: “- Voy a
confesarle algo: Yo ofrecí mi vida en holocausto por la paz del mundo… Ésta
ya se dio, así que ahora solo falta…”. Esa tarde murió en el accidente.
CONCLUSIONES
73
37. La personalidad de este hombre solo es posible entenderla si se estudian las
razones profundas que mueven su admirable voluntad. José Gregorio
Hernández adquirió desde temprano unas bases éticas, una cultura espiritual,
unas motivaciones axiológicas que fue aquilatando a lo largo de su vida, y que
luego escribió en sus “Elementos de Filosofía”, como el compendio de la guía
que orientó su inmaculado tránsito vital.
38. “Ningún hombre puede vivir sin una filosofía. La filosofía es indispensable
para el hombre, bien se trate de la vida sensitiva, de la vida moral y
particularmente de la vida intelectual”.
“…publico hoy mi filosofía, la mía, la que yo he vivido; pensando que, por ser
yo tan venezolano en todo, puede ser que ella sea de utilidad para mis
compatriotas, como ha sido a mí, constituyendo la guía de mi inteligencia.
También la publico por gratitud.
“Esta filosofía me ha hecho posible la vida. Las circunstancias que me han
rodeado en casi todo el transcurso de mi existencia han sido de tal naturaleza
que muchas veces, sin ella, la vida me habría sido imposible. Confortado por
ella he vivido y seguiré viviendo apaciblemente.
Más si alguno opina que esta serenidad, que esta paz interior de que disfruto a
pesar de todo, antes que, a la filosofía, la debo a la Religión santa que recibí
de mis padres, en la cual he vivido y en la que tengo la dulce y firme esperanza
de morir:
Le responderé que todo es uno”.
Así comienza su libro Elementos de Filosofía. (Hernández, 1912)
39. Para la nación venezolana el Dr. José Gregorio Hernández representa un
tesoro que aún está por ser conocido y plenamente aprovechado. Y en esta hora
de profunda y extensa crisis total todos debemos ir al encuentro de este hombre,
cuyas virtudes pueden servir de base y guía para la Venezuela posible que es
capaz de existir, si la diseñamos y la construimos como un gran proyecto
nacional.
40. Venezuela ha dado grandes valores humanos, pero entre ellos existe uno que
es muy conocido y querido por casi la totalidad de los venezolanos. Un
personaje popular que reúne lo más alto del prestigio como persona de talento,
y del cariño de la gente por su talante bondadoso: El Dr. José Gregorio
74
Hernández. ¡Qué mejor personaje para tenerlo como referencia de esa
Venezuela soñada por las grandes mayorías!
75
“Yo no pude nunca penetrar en aquella psicología, ni alcancé jamás a
descubrir los secretos de aquella ecuanimidad imperturbable. Yo le veía
recorrer, con incansable actividad, el intrincado laberinto del mundo, sin
comprender qué fuerza le guiaba o sostenía; pero sabiendo, sí, que sus caminos
eran los de la virtud y su norte la Eterna Bienaventuranza.
Yo le acaté científico, le admiré carácter, le aprecié compañero, le respeté justo
y bueno, como arrastrado a amarle y venerarle por su inclinación inconsciente,
y hoy incapaz de trazar unos rasgos que le representen y le expliquen, suelto la
pluma impotente, en espera de que un día, disipado el torbellino del desastre y
asentadas las ideas que atropellan, psicólogo más hábil o pluma más discreta
delinee la personalidad culminante y enigmática del Doctor José Gregorio
Hernández.”
Esa tarea está pendiente aún, sin embargo, el médico y académico Dr. Miguel
F, Yáber Pérez ha escribo una excelente biografía que apunta certeramente
hacia el logro de este propósito (Yáber, 2009). Lo analiza como estudiante
desde el seno familiar hasta su postgrado en París. Destaca “sus modales
delicados, su aplicación en los estudios, su gentileza y constante ayuda con los
menos avanzados, su sobrio pero ajustado arreglo de su persona, su
moderación y sencillez, su caballerosidad y su cultura, su respeto por los
profesores y su extraordinaria disciplina…”. Todos los prestigiosos profesores
que tuvo en París, Berlín, Roma, Nueva York o Madrid resaltaron sus
cualidades de excelente estudiante, e incluso recibió una Medalla como el mejor
médico alumno en la cátedra del afamado Dr. Isidore Strauss.
Pensamiento filosófico
José Gregorio Hernández no era un filósofo, era una persona que vivía conforme
a una filosofía.
Publicó su libro “Elementos de Filosofía" bajo con el permiso de la autoridad
eclesiástica. Veamos lo que escribió " El Cojo Ilustrado" cuando salió a la luz:
" En el mundo intelectual venezolano es bien conocida y reputada la
personalidad del señor Dr. José Gregorio Hernández, médico eminente, de
aplaudidos aciertos clínicos, bacteriólogo de autoridad acatada, cuya acción
ha sido fecunda en bienes por lo que respecta al progreso de los estudios que
se relacionan con la medicina práctica. Poseyendo esas cualidades y dedicado
a esos estudios, cualquiera imaginaria que la mente del Dr. Hernández se
apartaba, ya que no por repugnancia, por forzosa carencia de tiempo y
espacios precisos para cultivarlas con fruto, de las ciencias metafísicas. Mas
la inteligencia del autor de este libro, inquieta ante los misterios de la vida y
del mundo, fue buscando por donde quiera que anduvo la cifra del misterio de
78
la existencia, y, cuando creyó haberla encontrado, quiso formularla y
exponerla a los ojos de todos con tranquila e ingenua confianza".
Su mejor amigo Santos Aníbal Dominici escribió: "La obra maestra de José
Gregorio Hernández, la que por años meditó, en la que vertió la abundancia
de sus conocimientos enciclopédicos es, sin duda, Elementos de Filosofía …En
ella desbordan su pensamiento y las sensaciones de su alma, que la constante
meditación en sí mismo concentraba y retenía; toda la obra es la revelación de
su personalidad en ninguna otra forma ni ocasión manifestada" (Hernández
Briceño)
Al leer esta obra destaco en primer lugar su carácter pedagógico. Se trata de un
tratado didáctico bien organizado, con una estructura clara, con contenidos
conceptuales claros y presentados de manera directa, entre los cuales el autor
intercala sus interpretaciones y las ilustra con casos prácticos o situaciones
aclaratorias.
Luego del prólogo inicia con unos “Preliminares” en los cuales expone los
primeros conceptos sobre filosofía, ciencia, la división de las ciencias y ubica
las distintas ramas de la filosofía. El Libro Primero abarca las Ciencia
Psicológicas y contiene cuatro Tratados; el primero es sobre Psicología
Experimental, el segundo sobre la Lógica, el tercero es sobre la Estética, el
cuarto sobre la Moral. El Libro Segundo es sobre Metafísica y contiene tres
Tratados, el primero sobre la Ontología, el segundo sobre la Teología Práctica
o Teodicea; el tercero es sobre Psicología racional (sobre la naturaleza del
alma), el cuarto es sobre la Cosmología racional. El Libro Tercero trata de la
Historia de la Filosofía.
En este último capítulo no está dividido en tratados sino en capítulos y en ellos
hace un enfoque de la historia de la filosofía desde el método deductivo hasta
el inductivo y la actualidad (1912). Presenta su visión desde los presocráticos,
Sócrates, Platón, Aristóteles y otros clásicos griegos, los neoplatónicos, la
escolástica de San Anselmo de Canterbury, Alberto el Grande, Santo Tomás de
Aquino, Alejandro de Halés, San Buenaventura, Rogerio Bacon, Duns Scott.
Luego continúa con Lord Bacon, Descartes, Spinoza, Leibniz, Hobbes, John
Locke, Hume y otros empíricos ingleses; presenta a Adam Smith, Kant,
Augusto Comte, Darwin y otros. Son presentaciones cortas en las cuales hace
una apretada síntesis de sus planteamientos fundamentales.
79
Transcribiré algunos textos de estos Elementos para brindar algunas ideas
centrales del Dr. Hernández:
Los deberes personales reposan en la dignidad de la persona humana y
en su perfectibilidad. El hombre, porque es un ser racional tiene una
gran dignidad, es superior a todos los otros seres del mundo; por ello
está obligado a respetarse en todos sus actos, y a desarrollar sus
facultades, acercándose mientras vive, en lo posible, al ideal de
perfección moral.
Ningún hombre puede vivir sin tener una filosofía. La filosofía es
indispensable para el hombre, bien se trate de la vida sensitiva, bien de
la vida moral, y en particular de la vida intelectual.
Las inclinaciones superiores o ideales son las aspiraciones del alma
hacia lo perfecto. Son el amor de lo verdadero, de lo bello, del bien: el
sentimiento religioso; ellas son las que levantan la dignidad humana y
ennoblecen al hombre, de quien son la propiedad exclusiva.
El bien es lo que conviene a la naturaleza racional del hombre, y la
perfecciona. El mal es lo contrario a la naturaleza racional del hombre.
El bien es por su naturaleza conforme a la ley moral; es el ideal moral.
Dios es la causa primera, la causa eficiente de todo cuanto existe, y todo
lo que existe, por él fue creado de la nada.
Las propiedades que constituyen la esencia del alma son la de ser una
sustancia simple, espiritual, libre e inmortal.
Para conocer de una manera práctica la claridad y belleza de las
operaciones del método deductivo, y lo absoluto de las verdades por él
demostradas, propongámonos hacer la demostración deductiva de esta
verdad: Dios existe.
Dios existe. Hay un orden admirable en el universo entero. Este orden
perfecto se encuentra en los sistemas estelares o solares y planetarios,
como también en todos los fenómenos del mundo terrestre y
principalmente en la constitución del hombre, del microcosmos.
En todo el universo no encontramos fuera del hombre, único ser
inteligente que podemos ver, sino fuerzas y materia.
La materia y las fuerzas, estando privadas de dirección, enseña la
experiencia que siempre obran desordenadamente.
Luego es indispensable una inteligencia ordenadora, bastante poderosa
para haber podido crear ese orden maravilloso y el mismo universo que
80
contemplamos. Este ser inteligente no es el hombre, ser finito y débil,
incapaz de producir semejante orden.
Luego hay un ser infinitamente poderoso y sabio, creador del universo
admirablemente ordenado que conocemos. Este ser lo llamamos Dios.
Luego Dios existe.
Esta filosofía me ha hecho posible la vida. Las circunstancias, que me
han rodeado en casi todo el transcurso de mi existencia, han sido de tal
naturaleza, que muchas veces, sin la filosofía, la vida me habría sido
imposible. Confortado por ello, he vivido y seguiré viviendo
apaciblemente. Mas, si alguno opina que esta serenidad, que esta paz
interior de que disfruto a pesar de todo, antes que a la filosofía, la debo
a la Religión santa que recibí de mis padres, en la cual he vivido, y en la
que tengo la dulce y firme esperanza de morir, le responderé que todo es
uno.
Es cierto que existe el mal, y esta existencia del mal, a primera vista,
parece oponerse a la Providencia divina; pero el mal es un producto de
la libertad humana dependiente de la limitación del hombre, que es un
ser finito; más Dios, que ha creado al hombre libre y responsable, le
tolera sus malas acciones, mientras suena la hora de la justicia. Además,
Dios sabe sacar del mal el bien, y la historia nos da a conocer la vida de
muchos hombres, que, arrepentidos de sus malas obras, cambiaron su
forma de vivir y llegaron después a la cumbre de la perfección moral.
Los actos voluntarios libres son aquellos que se ejecutan con
conocimiento de la causa y eligiendo entre varios actos posibles y aun
contrarios.
Los actos voluntarios libres necesitan, pues, de dos fundamentos que son
el conocimiento y la libertad.
La libertad, llamada también libertad de albedrío o libertad moral, es el
poder de elegir entre muchos actos posibles, son coacción interior no
exterior.
La conciencia es un testigo perfecto de la existencia de la libertad
humana.
81
BIBLIOGRAFÍA
José Gregorio Hernández era una persona culta, en el sentido común que se
le asigna al concepto, es decir una persona cultivada, que desarrolló su juicio,
multiplicó sus talentos, refinó sus costumbres, obtuvo conocimientos
generales, tenía consciencia de su tiempo y de su espacio, adquirió una
filosofía de vida y demás atributos de un hombre sabio.
Era una persona de trato amable, de buenos modales, siempre bien vestido y
aseado, modesto y sereno. Sabía escuchar al otro, no entraba en polémicas
inútiles ni perdía tiempo en banalidades, ni en supersticiones. Era un hombre
cordial y simpático, que disfrutaba de las cosas hermosas de la vida y sabía
apreciar a la naturaleza y a la belleza de las obras humanas. Las principales
virtudes de este médico trujillano reflejan la extensión y profundidad de su
cultura: amor a Dios y a los demás, honesto, respetuoso, solidario,
responsable, estudioso, trabajador, humilde, austero. Lo que comúnmente se
llama una persona educada, un hombre de bien.
De los rasgos culturales de José Gregorio Hernández destacan su religiosidad,
su espiritualidad y su misticismo, virtudes que lo llevan, junto a otras, a los
altares de la Iglesia Católica. De la religiosidad del Dr. José Gregorio
Hernández da suficiente fe el Santísimo Padre Juan Pablo II cuando declaró
82
solemnemente: “Que consta de las virtudes teologales Fe, Esperanza y Caridad
para con Dios y el prójimo, y de las virtudes cardinales Prudencia, Justicia,
Templanza, Fortaleza y sus anexas, del Siervo de Dios José Gregorio
Hernández en grado heroico, en el caso y para los efectos de que se trata”. Y
mandó que se editase y se registrase en las Actas de la Congregación para la
Causa de los Santos, el 16 de enero de 1986.
Ahora bien, su religiosidad estaba fundamentada en su espiritualidad y su
misticismo. Puso su existencia al servicio de la vida, por eso era médico y por
eso sanaba vidas. Creía y obraba en la plenitud de la existencia humana y su
asistencia a la misa, la comunión frecuente, las oraciones y, en fin, lo religioso,
fortalecía en él esa plenitud y esa trascendencia. De allí que su espiritualidad
estaba armoniosamente articulada a su actividad como científico, profesor y
profesional de la medicina.
Su mística se manifiesta de muchas maneras, no solo en su capacidad de
conmoverse profundamente frente a la creación, en particular la persona
humana, es decir la razón de ser de su servicio, sino sentir la obra divina, la
perfección, la belleza, en la música, la pintura, la literatura, los oficios, todo lo
que el hombre y la naturaleza hacen, incluyendo por supuesto el estudio de las
ciencias médicas y el ejercicio cotidiano de su profesión.
José Gregorio dominaba el latín, inglés, francés, alemán y el italiano y, sobre
todo, hablaba y escribía correctamente el castellano. Escribió hermosos textos
literarios, pintaba, tocaba el piano y bailaba muy bien. También sabía algo de
griego y hebreo. Tenía conocimientos de sastrería y carpintería. Viajó por
diversos lugares del país y del exterior. Vivió en Paris y en Berlín, visitó Estados
Unidos, México, Puerto Rico, Cuba, España, Italia, Curazao. Estaba pendiente
de los problemas de país y fue un venezolano integral.
Lo más importante es que tenía una filosofía, de vida, como bien lo escribe en
su libro “Elementos de Filosofía”: “Publico hoy mi filosofía, la mía, la que yo
he vivido”. (Hernández, 1912) y agrega: “Ningún hombre puede vivir sin tener
una filosofía. La filosofía es indispensable para el hombre, bien se trate de la
vida sensitiva, bien de la vida moral, y en particular de la vida intelectual”.
“Las inclinaciones superiores o ideales son las aspiraciones del alma hacia lo
perfecto. Son el amor de lo verdadero, de lo bello, del bien: el sentimiento
83
religioso; ellas son las que levantan la dignidad humana y ennoblecen al
hombre, de quien son la propiedad exclusiva”.
Más adelante el médico beato define lo que entiende por estética: “Se llama
estética la ciencia que estudia la belleza. La estética se divide en dos partes: la
primera trata de la naturaleza de la belleza y de sus efectos; la segunda estudia
el Arte, que es la realización sensible de la belleza”; “Lo verdadero no es lo
bello, porque a lo verdadero le falta el esplendor propio de la belleza”; “Lo
feo es lo contrario de lo bello. La fealdad es una carencia, es la falta de la
armonía y del orden”; “La belleza puede ser natural, artística o moral. La
belleza natural es la belleza de los seres del universo. Una bella noche de
verano. El bellísimo lago de Maracaibo”; “La belleza moral es la producida
por los actos correspondientes a la voluntad libre. El perdón de las injurias,
las obras de caridad son de una gran belleza moral”.
Entre 1893y 1912 la revista “El Cojo Ilustrado” publica de los cuatro textos que
integran el libro de José Gregorio Hernández “Visión del arte”. Allí, en un
impecable lenguaje modernista el autor cuenta una ensoñación que tiene, en la
que se le aparece un ser indefinido vestido de una resplandeciente túnica blanca
que lo transporta a la mansión de las artes. Allí contempla en visión magnífica
a las personificaciones de todas las artes sentadas en sendos tronos, hasta que
se levanta la más augusta y gloriosa y comienza a recitar, “con voz no terrenal”,
los primeros versos de la Ilíada. El protagonista la reconoce de inmediato:
“¡Poesía! ¡Eres de todas las bellas artes la más excelsa! ¡Eres el arte divino!”.
BIBLIOGRAFÍA
84
González Cruz, Francisco. (2020). José Gregorio Hernández, Camino de
Santidad. Valera.
Real Academia Española: Diccionario de la lengua española, 23. ª ed., [versión
23.4 en línea]. <https://dle.rae.es> [Fecha de la consulta].
Yáber Miguel. (2010). José Gregorio Hernández. Hombre de Dios y Siervo de
los enfermos. Caracas.
https://psicologiaymente.com/inteligencia/caracteristicas-personas-realmente-
cultas-anton-chejov
85
Su amistad nacida en la UCV se consolidó en Paris, junto a la de sus compañeros
de estudio Santos Aníbal Dominici y Pablo Acosta Ortiz. Todos ellos reciben
la influencia de la escuela francesa, que daba importancia fundamental a la
combinación de teoría y práctica, y a la investigación. Igualmente estaba en
boga el positivismo y la teoría evolucionista de Charles Darwin.
En esos días parisinos que tenían frescas las celebraciones de la Exposición
Universal, donde se inaugura la famosa Torre Eiffel y habían concurrido con
sus exposiciones casi todos los países del mundo, la Ciudad Luz se prepara para
los grandes festejos de su fiesta nacional el 14 de julio. Luis Razetti y otros
amigos paisanos de José Gregorio organizan una fiesta a la que invitan algunas
chicas entre ellas la célebre cabaretera “La Chattón”. Se la presentaron a José
Gregorio con la intención de jugarle una broma, conocedores ellos de la rígida
moral de su compañero. Ellos se apartan con sus parejas y dejan al trujillano
en la mesa, esperando que la experta mujer lo conquistara. Cuando regresan a
la mesa la damisela les dice a los amigos: ¡Bandidos! ¡Por burla me han dejado
con un verdadero santo!”
En Caracas ambos, como ya se dijo, fueron impulsores fundamentales de la
modernización de la salud pública, de la práctica de la medicina y de la docencia
universitaria y de la investigación científica en estos campos. Publicaron
artículos científicos y fueron fundadores, junto con otros colegas, de la
Academia Nacional de Medicina.
Es famosa una polémica ocurrida en el seno de la Academia. Razetti que era
Secretario Vitalicio y de enorme influencia en esa corporación, por haber sido
el principal impulsor de su fundación, sostenía que la teoría evolucionista de
Charles Darwin era una verdad científica establecida. El 1º de septiembre de
1904 propuso y se empeñó en imponer, que la Academia acogiera como
principio dicha tesis. Razetti afirmó ante sus colegas: “La doctrina científica
que explica el origen y desarrollo de los seres organizados por descendencia
no interrumpida, desde la más simple combinación de la materia en sustancia
viva, hasta las formas más complicadas de la animalidad, está hoy
universalmente aceptada por todas las escuelas y la proclaman los más famosos
sabios desde las más altas cátedras del saber humano”.
Esta propuesta tuvo tanta repercusión que trascendió los espacios académicos y
universitarios, se publicaron en los periódicos diversas opiniones, era tema de
conversación en los corrillos y hasta las autoridades eclesiásticas terciaron en el
86
asunto. El 15 de abril de 1905 envía una terminante circular a los académicos:
“La Academia... debe declarar cuál es la doctrina que acepta para explicar el
origen, desarrollo y descendencia de la materia viva en la tierra... La decisión
de la Academia estará de acuerdo con el criterio la mayoría de los que tomen
parte en la discusión, quedando los demás en libertad de salvar su voto si no se
consideran con fuerzas suficientes para tomar parte en la lucha. Suplico a usted
como colega y amigo se sirva releer mis conclusiones... y tenga la bondad de
decirme por escrito en un corto resumen y con toda ingenuidad, si usted cree
que, de acuerdo con el estado actual de los conocimientos biológicos, estas
conclusiones son o no son legítimamente científicas. Esta exigencia amistosa
no obsta para que, si así conviene a sus intereses, se abstenga usted de emitir
una opinión categórica y prefiera más bien eximirse”.
El Dr. José Gregorio Hernández, fiel a su carácter sosegado, poco intervino en
la polémica, pero al recibir esta interpelación tan terminante, respondió por
escrito el 23 de abril de 1905: “Hay dos opiniones usadas para explicar la
aparición de los seres vivos en el Universo: el Creacionismo y el
Evolucionismo. Yo soy creacionista, pero opino además que la Academia no
debe adoptar como principio de doctrina ninguna hipótesis, porque enseña la
Historia que, al adoptar las Academias Científicas tal o cual hipótesis como
principio de doctrina, lejos de favorecer, dificultan notablemente el
adelantamiento de la Ciencia”. Aun cuando 25 miembros se pronuncian a
favor, 4 en contra y 6 se abstienen, la academia sabiamente acogió la tesis de
Hernández y se pronunció de esta manera:
“Las decisiones que adopte una Corporación como ésta, deben de ser dictadas
por un espíritu de imparcialidad y de prudente reflexión, que ni permite aceptar
como legítimo lo que carezca del sello de la sanción universal... ni rechazar
tampoco por injustificados prejuicios las valiosas opiniones que la ciencia con
el carácter de verdades haya adquirido... que aunque bien pueden caber en la
órbita de lo verosímil, no por esto se hallan investidas de toda la severa
autoridad que les otorgaría una certeza absoluta. Los pasos de avance en los
senderos científicos han sido frecuentemente marcados con juiciosas
rectificaciones, que a menudo han obligado a abandonar por erróneo, lo que
anteriormente se tenía por hechos comprobados. Penetrada la Academia del
deber en que está de pronunciar su decisión de acuerdo con el alcance de los
conocimientos adquiridos hasta el presente declara: Que los fundamentos que
sirven de base a las mencionadas conclusiones son una consecuencia legítima
87
de lo que la ciencia actual enseña; sin que se entienda que la Academia les
presta con su autoridad el carácter de una verdad indiscutible”.
Esta polémica, ciertamente agria, para nada afectó la sólida amistad de estos
dos personajes. Cada quien tenía sus ideas y se las respetaban mutuamente.
Incluso se llegaban a ciertas ligerezas, como por ejemplo cuando la esposa de
Razetti encontraba algunas pequeñas imágenes del Corazón de Jesús o de la
Virgen María, que José Gregorio deslizaba subrepticiamente en los bolsillos de
su chaqueta.
En octubre de 1918 llega a Venezuela la pandemia de gripe española que causó
en el mundo la muerte de más de cuarenta millones de personas y en Venezuela
se estima que unas ochenta mil, de las cuales más de 1.500 en Caracas. Una
Junta de Socorro Nacional queda encargada de coordinar toda la lucha contra la
epidemia. La conformaron el arzobispo Mons. Felipe Rincón González y los
señores Vicente Lecuna, Santiago Vegas, Dr. Francisco Antonio Risquez, Dr.
Rafael Requena y la coordina el Dr. Luis Razetti. El Dr. Hernández se incorpora
como uno de los más activos luchadores. Sustituye su costumbre de visitar a pie
a los pacientes y para dar mayor alcance a su trabajo utiliza durante veintidós
días un automóvil con chofer facilitado por su amigo el ex rector Dominici.
Los doctores José Gregorio Hernández y Luis Razetti declaran públicamente
que lo que estaba matando a tanta gente no era la gripe propiamente dicha, sino
el estado de absoluta pobreza y miseria en que viven la mayoría de los
venezolanos, mal alimentados y con escasa o ningunas condiciones de higiene,
muchos con padecimientos crónicos de paludismo y tuberculosis.
Cuando muere José Gregorio el 29 de junio de 1919 uno de los primeros
médicos que llega al hospital Vargas es Razetti, y es quien le hace los exámenes:
“Traumatismo de cráneo en región parietal izquierda con fatal irradiación
hacia la base” dice el parte del Dr. Luis Razetti. La monja Candelaria de San
José, hoy Beata, estaba hospitalizada en el Hospital Vargas y al enterarse del
accidente ora ante su cadáver. El presbítero García Pompa, capellán de esta
institución le impuso los santos oleos.
Para apreciar lo que pensaba Razetti de José Gregorio Hernández basta recordar
sus palabras en las exequias: “31 años consagrados a la práctica del bien bajo
las dos más hermosas formas de la caridad: derramar luz desde la cátedra de
la enseñanza, y llevar al lecho del enfermo, junto con el lenitivo del dolor, el
consuelo de la esperanza...”.
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“Cuando Hernández muere no deja tras de sí ni una sola mancha, ni siquiera
una sombra, en el armiño eucarístico de su obra, que fue excelsa, fecunda,
honorable y patriótica, toda llena del más puro candor y de la inquebrantable
fe”.
89
Rafael Rangel ingresó a la Universidad Centra de Venezuela para estudiar el
primer año de medicina el 3 de agosto de 1896 y sus profesores fueron Luis
Razetti de Anatomía, de Histología Normal y Bacteriología José Gregorio
Hernández y de Química y Física Adolfo Frydensberg. A finales del segundo
año Rangel debe abandonar sus estudios de medicina por haberse enfermado de
tuberculosis pulmonar, posiblemente contagiado en las propias salas del
hospital Vargas, y su amigo Santos Aníbal Dominici lo envía a temperar a La
Mesa de Esnujaque.
Hernández fundó la cátedra de bacteriología de la Universidad Central y se
considera el pionero de la medicina moderna en Venezuela. Al regresar Rangel
ingresa como asistente al laboratorio del Dr. Hernández, y a partir del 16 de
agosto de 1899 ejerce de Preparador de la Cátedra, hasta el 1 de abril de 1903
cuando es designado como el primer director del laboratorio del Hospital
Vargas, lugar donde despliega un trabajo excepcional, razón por la cual es
considerado el padre de la Parasitología en Venezuela. Ambos realizan
investigaciones de mucha importancia en el campo de la salud pública, publican
autorizados artículos científicos, dirigen tesis de grado y postgrado y cada quien
en su campo brillan en el ambiente científico.
El Dr. José Gregorio Hernández enseñó al Br. Rafael Rangel las técnicas
histológicas y las de bacteriología, además fue quien le sugirió como línea de
investigación el estudio de la estructura del sistema nervioso, siguiendo el
método de su maestro Duval en París. Hernández alaba los trabajos de su
discípulo y le comenta a su colega Dominici: “…pídele a Rangel que te muestre
sus preparaciones de cerebro y médula… no las superaban las el propio Ramón
y Cajal, nos mostró a Guevara Rojas y a mí en el Laboratorio de Malassez en
el Colegio de Francia”. Por su parte Rangel siempre reconoció a Hernández
como su maestro, tal como escribió en su trabajo elaborado junto con A. Miguel
Letteron sobre el carbunclo bacteridiano: “…después de haber consultado con
nuestro maestro doctor José Gregorio Hernández”.9
El médico distribuye su tiempo entre la consulta a sus enfermos, la cátedra, la
investigación y su vocación religiosa. Rangel se entrega por entero al
laboratorio y a sus estudiantes. Existen testimonios de la austera vida personal
de ambos, los dos impecables, correctos, de excelente porte, educados,
99
Yáber, Miguel. 2004. “José Gregorio Hernández”. Ediciones OPSU. Págs. 101 y 102
90
estudiosos, cultos y admirados por quienes los conocían. Ambos son un tanto
tímidos.
Rangel decide acabar con su vida y en relación a la causa vaya su propio
testimonio: “desde que la política vil y rastrera de mi país se introdujo en el
laboratorio, me encuentro asfixiado, aislado y todo es hostil a mis grandes
planes científicos”. Hernández también tuvo problemas con la política “vil y
rastrera”, aquí está su testimonio por qué se fue de Trujillo en 1889: “Por fin
como que va a suceder lo que tanto habíamos temido: me dijo un amigo que en
el Gobierno de aquí se me ha marcado como godo y que se estaba discutiendo
mi expulsión del Estado, o más bien si me enviarían preso a Caracas”.
Existen, por supuesto, notables diferencias en la vida de ambos personajes, pero
un asunto sustantivo que los aproximan es que pusieron sus talentos y
entregaron sus vidas, generosamente, al servicio de la salud, es decir la ciencia
al servicio de los demás.
Les confieso que varias veces me han preguntado sobre los amores de José
Gregorio Hernández, si tuvo novia, alguna conquista o admiradora. Como
estamos frente a su beatificación, no puedo eludir el tema escribiendo que sus
amores fueron Dios y la Virgen María, San José, su mamá Josefa Antonia, su
papá Benigno y sus tías, hermanos, sobrinos, amigos y amigas, la iglesia, sus
confesores y el pueblo venezolano, como efectivamente lo fueron.
Pero es imposible realmente que una persona como José Gregorio, no haya
tenido algunas pretendientes, como efectivamente las tuvo, pues que era
apuesto, simpático, culto, elegante y médico famoso, escritor, políglota, dotado
de gracia para tocar piano y hábil bailarín, que vivió en Paris, Madrid y Roma
y que visitó Berlín, Nueva York, Washington, México, Puerto Rico y
Willemstad, entre otras ciudades,
Dr. Miguel F, Yáber Pérez escribió una excelente biografía donde describe una
semblanza de Hernández: “Era un joven bien parecido, de ojos grandes, pero
de serena mirada; amable, bondadoso, de modales delicados; vestía siempre
modestamente. Pero muy bien arreglado. En la adultez, se dice que era de
91
simpático y distinguido talante: era un hombre de mediana estatura, aspecto
saludable y contextura normal. La estatura de Hernández era de un metro
sesenta centímetros, vestía de color oscuro o negro, a la usanza de la época.
Como tuvo una vista perfecta no usaba anteojos para leer ni escribir. Llevaba
el cabello y los bigotes bien arreglados y teñidos. Esto era lo usual. Creemos
que Hernández en su aspecto exterior y en su conducta diaria, salvo su
invariable fe a su práctica de la religión, quiso estar acorde con las cambiantes
modas de la época”.10
No hay muchas referencias sobre los amores de José Gregorio, aunque se sabe
de buena fuente – Yáber y otros biógrafos – que, siendo estudiante de
bachillerato en el Colegio Villegas, frecuentaba la casa de Ramón Azpúrua,
tanto por la cordialidad de su anfitrión como por los hermosos jardines de la
casa, y porque acudía a ella María Gutiérrez Azpúrua, una hermosa chica que
le atraía. A pesar de sus cortejos, el galán no fue correspondido. Tiempo después
la dama se casó y su hijo fue un aventajado alumno de José Gregorio.
Con Inés Dominici sucedió lo contrario. Ella era hija del Dr. Aníbal Dominici,
rector de la Universidad Central de Venezuela y hermana de Santos Aníbal
Dominici uno de los mejores amigos de Hernández. Éste asistía con frecuencia
a su casa, almorzaba allí los domingos, luego tocaba piano a cuatro manos con
la chica y bailaba con ella. Inés se enamoró de José Gregorio, pero pronto se
dio cuenta que este joven estaba orientado a otros destinos.
Es conocida su afición por el baile, y son frecuentes las referencias que hace en
sus cartas lo bien que lo pasaba cuando encontraba una pareja diestra en esas
diversiones. En una carta a su amigo Santos Aníbal le informa del baile que le
montaron sus amigos de Valera, cuando marchaba camino a Mérida un
diciembre de 1888. Lo bajan de la cabalgadura y lo comprometen a un baile
que organizan para esa noche. Ya había tomado gusto de bailar con las valeranas
y en esa oportunidad lo hace hasta altas horas de la noche, en especial con una
excelente bailarina de apellido Salinas. No existe fuente alguna que hable de
algún amorío resultante de esas fiestas.
Ya en Mérida, recibe una invitación de parte del gobernador Dr. Carlos Rangel
Garviras para el baile de gala de año nuevo, a la que asiste José Gregorio y
aprovecha para bailar con las preciosas merideñas. En el mismo viaje visita a la
10
Miguel F. Yáber Pérez “José Gregorio Hernández” Ediciones Trípode 2009
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hermosa y culta cuidad de La Grita, se hospeda en el prestigioso Colegio
Sagrado Corazón, fundado y dirigido por su paisano de Niquitao Monseñor
Jesús Manuel Jáuregui Moreno. Allí visita la cercana casa de Don Carlos
Olivares y Doña Josefa Melani de Olivares, conocida como la poetisa Isaura.
Allí tocó piano y departió con esa familia y sus amistades, bailó muchas veces
en amenas tertulias culturales.
En su estadía en París, en tiempos que aún estaban frescas las fiestas de la
Exposición Universal, no es de extrañar que estuvo en varias fiestas, haya
compartido con diversas damas en la compañía de sus fieles amigos Luis
Razetti, Santos Aníbal Dominici, Pablo Acosta Ortiz, el pintor Cristóbal Rojas
y el pianista Redescal Uzcátegui. Allí tiene lugar su encuentro con la célebre
cabaretera “La Chattón”, en la fiesta organizada por sus paisanos a la cual
invitan a José Gregorio y le juegan una broma. Invitan a varias chicas y le dejan
la más diestra al trujillano, conocedores ellos de la rígida moral de su
compañero, lo dejan solo con ella y al regresar a la mesa, esta les reclama que
la habían dejado con un santo.
Hay otras referencias a su cortesía con las damas, como en 1917 cuando está
estudiando en Nueva York, seguramente en la Universidad de Columbia, en
carta a Dominici le escribe: “…no lo creerás, pero estar ahora de cocinero
haciendo caldo y gelatina y agar para los tiernos microbios, en los puestos de
adelante, a los lados y por detrás me quedan encantadoras estudiantas, mis
condiscípulas del momento y que practican tan prosaico oficio, en fin, de lo
malo lo menos”.
Luego de su regreso de Nueva York concentra toda su atención a sus verdaderos
amores: Dios, su familia, sus amigos, enfermos y estudiantes, hasta el 29 de
junio de 1919, cuando muere.
93
porque no existan muchos seglares que hayan sido modelos de santidad,
incluyendo prestigiosos científicos y profesionales, sino porque no han tenido
una organización que apoye el riguroso proceso que exige la iglesia para elevar
a los altares a los creyentes que han demostrado en grado heroico sus virtudes
cristianas. Las órdenes religiosas son las más dedicadas a seguir estas largas y
laboriosas tareas que exige la Causa de los Santos. Ellas no esperan que les
elaboren los expedientes y aparezcan o lleguen los milagros, sino que los hacen
con especial cuidado, buscan por todas partes el milagro, lo documentan
debidamente y adelantan con esmero los procedimientos.
En el seno de las órdenes religiosas y en las iglesias diocesanas han existido
importantes científicos y profesionales de toda índole, personas incluso de
prestigio internacional que han marcado hitos en el avance de la ciencia
experimental y en la profundidad del pensamiento filosófico o en las ciencias
sociales, pero no ha sido escasa la incomprensión de las jerarquías, o su
comprensión tardía. De allí los escases de laicos y científicos en el santoral.
En la búsqueda por Internet encontré un pequeño pero brillante listado de santos
y beatos de la medicina11. Por orden cronológico, son: Beato Ladislao
Batthyány-Strattmann (1870-1931); Santo Giuseppe Moscati (1880-1927);
Santa María Bertila Boscardín (1888-1922); y Santa Gianna Bereta Mola (1922-
1962). Ahora el Dr. José Gregorio Hernández Cisneros (1864-1919).
11
Revista médica de Chile. Rev. méd. Chile vol.144 no.9 Santiago set. 2016. http://dx.doi.org/10.4067/S0034-
98872016000900016
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Universidad de Nápoles. Famoso como científico, profesor y médico generoso
con los enfermos. Fue canonizado por el Papa Juan Pablo II, el 16 de octubre
de 1987. Falleció el 12 de abril de 1927. Fue canonizado por el Papa Juan Pablo
II, el 16 de octubre de 1987, quien declaró: “(…) Por naturaleza y vocación,
Moscati fue ante todo y sobre todo médico, responder a las necesidades de los
hombres y a sus sufrimientos fue para él una necesidad imperiosa e
imprescindible”.
Santa María Bertila Boscardín nació el 6 de octubre de 1888 en Vicenza, Italia
(Figura 3). Monja de las Maestras de Santa Dorotea y se graduó de Enfermera.
Fue beatificada en 1952 por Pío XII, que declaró: “Nada de éxtasis, nada de
milagros en vida, sino una unión con Dios cada vez más profunda en el silencio,
en el trabajo, en la oración, en la obediencia. De esa unión venía la exquisita
caridad que ella demostraba a los pobres, a los enfermos, a los médicos, a los
superiores, a todos”. Fue canonizada por Juan XXIII el 11 de mayo de 1961.
Gianna Beretta Molla nació en Magenta, Italia, el 4 de octubre de 1922 y murió
en Moza 28 de abril de 1962. Fue médica especializada en pediatría en la
Universidad de Milán. En la práctica de la medicina, prestó una atención
particular a las madres, a los niños, a los ancianos y a los pobres. Casada con el
ingeniero Pietro Molla del cual tuvo un hijo y tres hijas. Fue canonizada por
Juan Pablo II el 16 de mayo de 2004, quien dijo: “Esta santa madre de familia
se mantuvo heroicamente fiel al compromiso asumido el día de su matrimonio.
El sacrificio extremo que coronó su vida testimonia que sólo se realiza a sí
mismo quien tiene la valentía de entregarse totalmente a Dios y a los hermanos”.
En este listado faltarán algunos, pero no es poca cosa el aporte que hace el Dr.
José Gregorio Hernández al santoral católico de médicos y científicos.
Agreguemos su calidad como profesor universitario, además su amplia cultura,
el dominio de diversos idiomas, su origen humilde y provinciano en un país
latinoamericano. Así mismo su enorme popularidad en todos los ámbitos.
Esta beatificación es un estímulo para los creyentes, muy especialmente para
los laicos que en todo el mundo se entregan al prójimo con amor y con
conocimiento cuya labor debe ser reconocida, como la de los religiosos y los
sacerdotes, y contar con un mecanismo que sea eficiente en los procesos para
alcanzar la santidad.
La beatificación del Dr. José Gregorio Hernández es un gran acontecimiento
para todos los venezolanos, y lo debe ser para toda la iglesia universal, dada su
95
trascendencia en las múltiples facetas de un hombre integral. Esta beatificación
se produce en medio de la pandemia más global desde la peste en la Edad Media,
y tiene una significación particular como reconocimiento a quienes le dedican
su vida al estudio, la investigación y la docencia para ponerla al servicio de la
vida y de la salud corporal y espiritual.
FGC/ julio 2020
Con la beatificación del Dr. José Gregorio Hernández han abundado propuestas
de diverso orden para la utilización de su imagen con fines religiosos, cívicos,
educativos, turísticos, económicos, estéticos y de otros órdenes. En todos estos
ámbitos su figura ha sido más que manejada y existen desde obras de arte hasta
una enorme proliferación de objetos populares; de brebajes, cremas y pócimas;
abundan sus recuerdos en llaveros, chapas, franelas, gorras y otros objetos. La
colección de figuras, estampas, medallas, rosarios, escapularios y demás es tan
grande como la devoción de la gente. Hay altares, nichos y retablos llenos de
flores y de velas. Su retrato adorna desde busetas hasta elegantes cuellos de
señoras. Su nombre identifica desde pulperías y farmacias, centros médicos
hasta instituciones educativas. Todo sin ser aun beato, imaginémonos ahora
cuando solo falta el evento solemne de la beatificación que será en los primeros
meses del próximo año.
En un foro realizado el 30 de octubre de 2013 en la sede del Seminario de
Trujillo, con la asistencia de Monseñor Fernando Castro en ese entonces vice
postulador del proceso de beatificación , el Dr. Manuel Guzmán médico
especialista en estos procedimientos, el obispo de Trujillo Monseñor Oswaldo
Azuaje, el presidente de la Asociación de Trujillanos residentes en Caracas Ing.
Rafael Ángel Espinoza, el Dr. José Ignacio Moreno León ex rector de la
Universidad Metropolitana (nativo de Isnotú) y quien suscribe, me atreví a
plantear el delicado y sensible tema del uso de la imagen del Dr. José Gregorio
Hernández tanto para solicitar sus favores como para promover el turismo
religioso. Un tema que sería bueno debatir, tanto en el seno de la Iglesia como
en el de la comunidad en general. Porque no veo contradictorio combinar con
sabiduría la personalidad del Dr. Hernández con su culto y con el buen uso de
su imagen para promover el desarrollo humano integral.
96
Pero, ¿aceptaría la alta sensibilidad y emocionalidad que despierta JGH un
debate de altura a este respecto? La realidad es que nuestro beato está en manos
de la gente, como bien lo proclamaron los asistentes desde el mismo momento
de sus honras fúnebres, “también es nuestro” gritaban cuando salía en hombros
de los universitarios. Todo eso que ya es su figura se irá ajustando a medida que
se conozca mejor su vida y su obra. Por lo menos se sabrá que era enemigo de
la superstición y de las supercherías y que su lugar está bien lejos del fetichismo,
los amuletos y la ignorancia.
Pero frente a ciertas propuestas que están proliferando ahora que son más
recientes y menos populares, ¿no cabría hacerle la pregunta al propio Dr. José
Gregorio Hernández? Por ejemplo:
¿Preferiría él una estatua gigantesca suya en Isnotú o que su lugar de
nacimiento sea un hermoso y acogedor punto de encuentro para la salud
corporal y espiritual?
¿Que Isnotú sea un pueblo ordenado, con gente educada, bien informada
del significado de su paisano y dispuesta a aprovechar ese valor para su
desarrollo integral?
¿Qué además de lugar de peregrinación cuente con un centro de atención
de la salud y excelentes centros de enseñanza?
¿Que los Trujillanos desarrollemos la religiosidad que llevamos en
nuestras tradiciones, costumbres y valores y que se traduzca en calidad
de vida y bienestar, o que sigamos siendo uno de los estados más pobres
del país?
¿Que en nuestras escuelas se venere sin más su estampita o que se utilice
su ejemplo como buen hijo, buen hermano, buen ciudadano, buen
estudiante, buen profesional, excelente científico y ejemplar católico?
Preguntas que formulo como trujillano, pero que pueden hacérselas los
venezolanos desde cualquier lugar del país. La opción por el José Gregorio
espectáculo es en el fondo una evasión de la responsabilidad de abordar al José
Gregorio disciplinado, estudioso, bondadoso y santo que debemos poner como
ejemplo. Habrá quien prefiera una imagencita del santurrón ingenuo que la
figura que refleja una vida disciplinada dedicada a la ciencia para ponerla al
servicio de la sociedad, por amor a Jesús.
97
Preguntémosle al Dr. José Gregorio Hernández que le gustaría que hiciéramos
con su figura. Seguro que él con su vida ya nos contestó.
FGC/julio/2020
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debemos imitar su amor por lo demás, ahora cuanto el temor al contagio pone
en evidencia ciertas carencias éticas fundamentales. Hoy más que nunca el
mundo necesita de estos ejemplos de heroísmo provechoso, modelos de caridad
calificada, de nobleza altruista y competente, de personas que se prepararon con
perseverancia para entregar sus talentos al servicio de la humanidad. Bienvenida
será la elevación del Dr. José Gregorio Hernández a los altares de la iglesia
católica, en esta hora en que la ciencia y la bondad deben darse la mano para
superar no solo esta pandemia del Covid-19, sino todo lo que significa una
civilización basada en el materialismo consumista, en el egoísmo y la
globalización de la codicia. José Gregorio Hernández representa la civilización
de la armonía, la del amor al prójimo.
99
José Gregorio Hernández es la persona más popular de Venezuela, sin ser de la
farándula, ni deportista, prócer militar, ni porque sea estudiado en los libros de
historia. Tampoco porque haya sido fruto de una campaña mediática
publicitaria, que vino como consecuencia del reconocimiento de su popularidad
y aprecio. Incluso su proceso de beatificación en más el resultado de la
extendida fe de sus virtudes, que de un propósito de la iglesia católica o de
alguna de sus congregaciones o comunidades eclesiales.
100
Sustituye su costumbre de visitar a pie a los pacientes y utiliza durante veintidós
días un automóvil con chofer para dar mayor alcance a su trabajo.
Los miembros de la Academia Nacional de Medicina, ante la proliferación de
notician falsas y remedios inútiles, publican una declaración oficial explicando
en qué consistía la enfermedad y cuáles eran los tratamientos más convenientes.
Los doctores José Gregorio Hernández y Luis Razetti declaran públicamente
que lo que estaba matando a tanta gente no era la gripe propiamente dicha, sino
el estado de absoluta pobreza y miseria en que viven la mayoría de los
venezolanos, mal alimentados y con escasa o ningunas condiciones de higiene,
muchos con padecimientos crónicos de paludismo y tuberculosis.
El diciembre la gripe, luego de sus estragos, se fue como había llegado.
BIBLIOGRAFÍA
Existe diversa información en Internet sobre esta pandemia que afectó a toda
Venezuela en 1818. Alguna de esa información la pueden consultar en los
enlaces citados:
La historia de la gripe española en Venezuela.
https://www.venelogia.com/archivos/6562/
https://venezuelainmortal.com/cuando-la-gripe-espanola-azoto-a-venezuela/
https://prodavinci.com/la-pandemia-de-gripe-espanola-de-1918/
http://www.senderosdeapure.net/2016/10/cronica-la-gripe-espanola-de-1918-
en.html
Era domingo aquel 29 de junio de 1919 día de San Pedro y San Pablo. José
Gregorio Hernández se levantó temprano y contento, se fue a misa, comulgó,
visitó algunos enfermos y a las siete y treinta ya estaba en su casa desayunando
pan con mantequilla, queso y guarapo de panela servido por su hermana María
101
Isolina del Carmen. Estaba feliz porque se acababa de enterar de la firma del
Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial, así mismo
cumplía 31 años de haberse graduado como médico, el día antes – sábado –
había dado clase en la Universidad. En su consultorio atendió algunos enfermos,
visitó el Asilo de Huérfanos de la Divina Providencia y a los enfermos del
hospital Vargas. A las doce del mediodía, al toque del Ángelus, rezó “El Ángel
del Señor anuncio a María…” y regresó para almorzar sopa, frijoles, arroz y
carne.
En el reposo un amigo fue a saludarlo por el aniversario de su graduación y al
verlo tan contento le preguntó las razones.
“- ¡Cómo no voy a estar contento! - Respondió Hernández - “¡Se ha firmado el
Tratado de Paz! ¡El mundo en paz! ¿Tiene usted idea de lo que esto significa
para mí? Entonces el médico acercándose le dijo en voz baja: “- Voy a
confesarle algo: Yo ofrecí mi vida en holocausto por la paz del mundo… Ésta
ya se dio, así que ahora solo falta…”
A las dos de la tarde solicitan su atención para una vecina de escasos recursos.
Toma su sombrero, sale raudo a la botica cercana a que le preparan las
medicinas que sabe requiere la anciana y al salir lo golpea un carro que lo lanza
al borde de la acera. “- Ni él pudo ver el carro, ni yo lo pude ver a él - relataría
30 años después Fernando Bustamante al entonces joven reportero Oscar
Yanes”. “Traumatismo de cráneo en región parietal izquierda con fatal
irradiación hacia la base” dice el parte del Dr. Luis Razetti.
Una conmoción inmediata sacude a la ciudad y luego al país entero. Lo velan
en el paraninfo de la Universidad Central y una multitud le rinde su admiración
y cariño. Leamos algunos testimonios:
Dr. David Lobo, Presidente de la Academia Nacional de Medicina: ¿Dónde
hubo dolor que no aliviara? ¿Dónde penas que no socorriera? ¿Dónde
flaquezas que no perdonara? En su pecho generoso, no germinaron nunca el
odio ni el rencor…”
El Dr. Luis Razetti, su colega, pero no creyente, expresó ante la tumba:
“Cuando Hernández muere no deja tras de sí ni una sola mancha, ni siquiera
una sombra, en el armiño eucarístico de su obra, que fue excelsa, fecunda,
honorable y patriótica, toda llena del más puro candor y de la inquebrantable
fe”. “...31 años consagrados a la práctica del bien bajo las dos más hermosas
102
formas de la caridad: derramar luz desde la cátedra de la enseñanza, y llevar
al lecho del enfermo, junto con el lenitivo del dolor, el consuelo de la
esperanza...”
El Dr. Rómulo Gallegos: Lágrimas de amor y gratitud, angustioso temblor de
corazones quebrantados por el golpe absurdo y brutal que tronchara una
preciosa existencia, dolor estupor, todo esto formó en torno al féretro del Dr.
Hernández el más hermoso homenaje que un pueblo puede hacer a sus grandes
hombres”… “No era un muerto a quien se llevaban a enterrar; era un ideal
humano que pasaba en triunfo, electrizándonos los corazones. Puede
asegurarse que en el pos del féretro del Dr. José Gregorio Hernández todos
experimentamos el deseo de ser buenos”.
Había nacido 54 años antes en el seno de una familia modesta, en el pueblo de
Isnotú, estado Trujillo. Hoy debe servirnos de ejemplo luminoso para la
Venezuela posible.
Nos reúne aquí un hijo de este pueblo: José Gregorio Hernández. Nada más.
Nos convoca la memoria del hijo más ilustre de esta comarca, para celebrar los
151 años de su nacimiento ocurrida el 26 de octubre de 1864, y reflexionar sobre
lo que eso significa. Agradezco a Dios y al ilustre ayuntamiento angelina por
concederme el honor de compartir con ustedes unas ideas sobre este importante
asunto. Y pido al Espíritu Santo me ilumine para conducir con sabiduría estas
palabras.
Todos aquí compartimos la admiración y la veneración por nuestro santo
trujillano y venezolano. Admiración por su ejemplar vida como persona que
combinaba muchas bondades: estudioso, elegante y sencillo; caritativo,
trabajador abnegado; médico, científico y profesor; escritor de excelente pluma,
hábil para tocar piano, bueno como pintor, sastre y carpintero por necesidad,
experto bailarín. José Gregorio Hernández además era conocedor del buen
castellano y con buen dominio del inglés, francés, portugués, alemán e italiano.
Además, un excelente ciudadano; un hombre cortés y decente. ¿Cómo no
admirarlo con todas esas cualidades?
103
Pero además lo veneramos por sus virtudes cristianas de Prudencia, Justicia,
Templanza, Fortaleza, Fe, Esperanza y Caridad practicadas en grado de
heroísmo tal como lo reconoció solemnemente en 1986 Su Santidad el Papa
Juan Pablo II.
¿Qué factores incidieron en el enorme despliegue de atributos de este hombre
que hoy nos convoca?
Los especialistas en estos temas coinciden en la importancia del entorno
familiar y social que tenga el niño para la conformación de la personalidad que
irá desplegando en su crecimiento. La calidad del lugar explica en gran parte la
calidad de la persona. Esas virtudes tan espléndidas de José Gregorio tuvieron
sus bases fundamentales en su entorno íntimo, familiar y social. Una familia
honorable y cristiana, trabajadora, unida. Y una comunidad modesta y decente,
de buenos vecinos. Eso tiene que haber sido el Isnotú de aquellos años. Un
centro poblado conformado por familias de agricultores y comerciantes, que
recibía a los viajeros que transitaban entre la cordillera andina y los puertos del
Lago de Maracaibo. Trujillo se estrenaba como Estado gracias a la Constitución
de los Estado Unidos de Venezuela de 1864 e Isnotú como Municipio Libertad.
Venezuela salía de la sangrienta Guerra Federal, un verdadero infierno que tuvo
como consigna: “Muerte a los ricos, los blancos y los que sepan leer y escribir”
y que provocó más de 150.000 muertos. En los llanos occidentales fue
particularmente sangrienta lo que determinó que los dos enamorados, Benigno
Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros Mansilla, abandonaran sus
tierras allá en Pedraza de Barinas y vinieran a estas comarcas tranquilas, a
casarse en Betijoque, formar hogar en Isnotú y montar un negocio de víveres y
farmacia que prosperó gracias a que Benigno era “muy organizado, creativo y
empeñoso”12
Ese niño encontró en su madre la primera fuente de amor y sabiduría, en su
padre la disciplina y el espíritu emprendedor, en su entorno la vida sencilla de
una comunidad ocupada en el trabajo y la sana convivencia.
Había buenos maestros, no profesores con grandes títulos ni edificaciones
escolares; simplemente buenos maestros que amaban el conocimiento y uno de
ellos era Pedro Celestino Sánchez, que encontró en la disciplina y aplicación de
aquel niño los estímulos para enseñarle todo lo que sabía. Luego vino a vivir a
12
Raúl Díaz Castañeda en el Diario de los Andes y la Universidad Valle del Momboy.
104
su casa sor Ana Josefa del Sagrado Corazón de Jesús, que había sido expulsada
por el Gobierno de Guzmán Blanco cuando cerró los conventos. Ella con su
ejemplo y educación complementa la formación de aquel niño que a los 12 años
ya guarda el escrito de su puño y letra “Modo breve y fácil de oír misa con
devoción” que pertenece a José Gregorio Hernández fechado en Libertad, 28 de
julio de 1876.
Un año más en su pueblo y partiría a Caracas a continuar su formación. Cuando
se gradúa de médico el 29 de junio de 1888 era un hombre hecho y derecho,
culto y de amplias y valiosas relaciones.
El doctor Santos Dominici (rector de la UCV) ofreció ayudarlo
económicamente para montar un consultorio en Caracas, noble gesto que José
Gregorio agradeció con estas palabras: “– ¡Cómo le agradezco su gesto, Dr.
Dominici! Pero debe decirle que mi puesto no está aquí. Debo marcharme a mi
pueblo. En Isnotú no hay médicos y mi puesto está allí, allí donde un día mi
propia madre me pidió que volviera para que aliviara los dolores de las gentes
humildes de nuestra tierra. Ahora que soy médico, me doy cuenta que mi puesto
está allí entre los míos…”
Regresó por la misma vía que se fue y se instaló en su casa donde ya la madre
no estaba. Viene ilusionado, viene soñando su realización personal en estos
lugares de la infancia. El doctor José Gregorio Hernández vive un año en su
tierra, desde agosto de 1888 hasta el 30 de julio de 1889. Son frecuentes sus
cartas dando cuenta de su experiencia lugareña. Le confiesa a su amigo Santos
Dominici desde Betijoque en carta del 18 de septiembre de 1888: “Mis
enfermos todos se me han puesto buenos, aunque es tan difícil curar a la gente
de aquí, porque hay que luchar con las preocupaciones y ridiculeces que tienen
arraigadas: creen en el daño, en las gallinas y vacas negras, en los remedios
que se hacen diciendo palabras misteriosas, en suma, yo nunca me imaginaba
que estuviéramos tan atrasados por estos países”.
El 5 de noviembre de 1888 le cuenta a su amigo Dominici: “…ya he comenzado
a gustar de las bellezas que tiene la profesión por estos lugares…”. La gente lo
empieza a conocer y a tratar, hace amistad con los integrantes del Concejo
Municipal, quienes lo nombran “Médico del Pueblo” 13
13
Suarez, María Matilde y Carmen Bethencourt. “José Gregorio Hernández, del lado de la luz” Fundación
Bigott. Caracas, 2000.
105
Uno de los esfuerzos de José Gregorio Hernández es la construcción del
acueducto municipal, proyecto que llama la atención de los ediles y que cuenta
con uno de los personajes más influyentes de la sociedad trujillana como lo fue
Diego Bustillos14. Sin embargo en Isnotú aunque muchos lo apreciaban y
admiraban también “fueron muchos los que lo odiaban o al menos lo
despreciaban” 15
Desde Boconó el 24 de noviembre de 1888 escribe: “…dos médicos, que hay
aquí, pueden hacerme la guerra porque ese ha sido su comportamiento con
todo el que ha tratado de situarse aquí…son los jefes del partido dominante…
eso es sumamente peligroso por estos lugares en que la política tiene una
preponderancia absoluta…”
El 18 de febrero de 1889 escribe a su amigo Santos Dominici una nueva carta
donde le dice: "en el gobierno de aquí se me ha marcado como godo y se está
discutiendo mi expulsión del Estado, o más bien si me envían preso a
Caracas…Si me echan de aquí, ¿A dónde voy? Esta es mi duda; como tú
comprenderás sin que yo haya dado lugar a nada porque sólo me preocupan
mis libros. Si me apura la cosa me iré a Caracas y allí decidiremos el
remedio…" En abril tomó la misma vía que lo llevó a Caracas la primera vez y
se fue para no volver. Tenía 25 años.
José Gregorio Hernández no era político, pero sus ideas filosóficas están muy
claras en su libro “Elementos de Filosofía” que según él mismo en su prólogo
dice “Publico hoy mi filosofía, la mía, la que yo he vivido”. En una carta escrita
en Nueva York - cuando se juramenta el presidente demócrata Woodrow
Wilson – dice: Estoy encantado con el discurso de Wilson…sobre todo aquel
párrafo “El mundo debe ser un lugar seguro para la democracia”
Quisiera invitarlos a realizar un ejercicio. Si el Dr. José Gregorio Hernández
volviese hoy a su tierra natal ¿Cuál sería su impresión de Isnotú y de Trujillo?
¿Qué diría de la política trujillana? ¿Tratarían de ponerlo preso o lo ofenderían
por supuestamente ser de derecha? ¿Qué pensará sobre la situación de la salud
en Venezuela?
Una persona como él que se había criado en una tienda bien abastecida de
víveres y otras mercancías, ¿qué pensaría de esta escasez de bienes de primera
14
Rafael Ramón Castellanos. “El Milagroso Médico de Los Pobre en Isnotú”
15
S. Chejfec. “Baroni: un viaje” Pg. 125
106
necesidad y de medicinas? ¿Qué pensaría de la salud en Venezuela, cuando han
regresado enfermedades que él ayudó a erradicar?
Recordaría que sus padres vinieron a Isnotú a encontrar la paz que no existía en
otras partes en donde había guerras y pleitos continuos. ¿Qué sentiría sobre la
situación de inseguridad que sufren todos los venezolanos, como si la guerra
federal se hubiera extendido a todos los rincones de la patria?
¿Cuál creen ustedes que sería su opinión del mercado en que se ha convertido
su figura? ¿Le gustarían las imágenes que circulan por allí vestido con una bata
que parece una falda y con las manos en los bolsillos? A él, que era un científico,
¿le gustaría que se vendieran pócimas y brebajes con su nombre? El que era un
hombre elegante, que muchas veces confeccionó sus propios trajes ¿le gustaría
verse de blanco de pies a cabeza, sabiendo que esa versión se usa para fines de
superstición?
Siento que le gustaría ver cómo ha avanzado su pueblito, con su bulevar. Le
gustaría el santuario al Niño Jesús. Quedaría gratamente impresionado por esa
estatua de mármol en el lugar donde nació. Y - como era conocedor de pintura
- quedarían encantado con los cuadros de Iván Belsky colgados en el museo. Le
gustaría el vitral del altar mayor.
Seguramente apreciará el trabajo de la Hermanas en el Colegio, y el trabajo de
la pastoral, pero no creo que mire bien la división entre sus paisanos. O cómo
se usa su imagen con fines mercantiles y no para imitarlo en su ciencia y en su
espiritualidad. O como se usa su imagen con fines político - partidistas.
Estaría muy preocupado por la escasez de agua, el retroceso de los bosques y la
destrucción de las cuencas altas.
Sergio Chejfec, un escritor argentino residente en Nueva York visitó este lugar
en un octubre hace unos 10 años cuando elaboraba su libro “Baroni: un viaje”.
Vino dos días después del aniversario del nacimiento del sabio y escribió estas
impresiones: “Todavía eran visibles los signos del fin de la fiesta; pese a lo
cual los pobladores parecían instantáneamente adaptados a la normalidad de
pueblo chico, recibiendo en los días laborables visitantes ocasionales como
nosotros, como si la costumbre de las celebraciones fuera eso: una
concentración de devotos cada tanto, los fines de semana, o durante dos o tres
días a lo largo del año, y luego el regreso a la vida normal de santuario
disponible”.
107
“En Isnotú puede verse concentrado el esfuerzo de la Iglesia y del comercio
por regular un culto bastante irregular. La espiritualidad se desvanece y cede
espacio a la creación y satisfacción de necesidades religiosas” (pg. 119) Y
agrega: “A diferencia de otros cultos populares, hasta donde conozco el del
santo médico no es usado para transmitir experiencia” (pg. 120)
Y sobre el lugar dice: “Y estaba en especial el ambiente, que trasmitía un clima
no de chatura constante sino de abandono práctico, una especie de vida sin
vida propia, no sé, como esas terminales de pueblo que fuera del movimiento y
sucesos previstos permanecen hundidos en la sombra y el desinterés”.
¿Qué habría que hacer para que el mejor de los hijos de Isnotú y de Venezuela
regresara su tierra y se sintiera bien en ella?
Lo primero a mi juicio sería que la gente al llegar a Isnotú respirara la
espiritualidad como la entendía el propio José Gregorio Hernández, que no es
otra que tomar conciencia de sí, de sus debilidades y también de sus virtudes,
para avanzar en la búsqueda de la realización como persona. Eso exige unas
actitudes como la humildad, la solidaridad y el amor a los demás, que significa
aceptar al otro como un auténtico otro, no como yo quiero que sea.
José Gregorio Hernández no andaba por allí regañando a nadie, acusando a
nadie y diciéndole cómo tenía que ser o hacer. Él era el ejemplo. En silencio y
con modestia hacía lo que tenía que hacer.
Su amigo y colega Luis Razetti publicó en El Universal el 1 de julio de 1919 un
sentido artículo del que vale la pena reproducir algunos fragmentos: “El candor
y la fe fueron las dos grandes fuerzas que le conquistaron la más amplia
independencia espiritual, el más extenso dominio de sí mismo y la poderosa
energía moral de su gran carácter. Por eso logró lo que muy raros hombres
han logrado: sobreponerse a las exigencias del medio, dominarlo a su antojo y
amoldarlo a su voluntad. Alimentó su alma en las más puras fuentes del ingenio
humano, y fue sabio y fue artista”.
Y el joven Rómulo Gallegos escribió el 15 de julio de 1919 a propósito de
entierro de José Gregorio Hernández: “No era un muerto a quien se llevaban a
enterrar; era un ideal humano que pasaba en triunfo, electrizándonos los
corazones. Puede asegurarse que en el pos del féretro del Dr. José Gregorio
Hernández todos experimentamos el deseo de ser buenos”.
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Isnotú será un paraíso espiritual cuando los intereses personales, políticos y
económicos estén supeditados a la ética, a la caridad y a los valores espirituales.
Cuando imitemos las virtudes de José Gregorio Hernández y nos unamos en
torno a su figura como modelo y no a su imagen en reproducciones solo para
producir dinero.
Esta es una invitación a reflexionar sobre la responsabilidad histórica que
representa ser el pueblo natal de José Gregorio Hernández. Reflexionemos a la
luz del evangelio. A la luz - por ejemplo - de la parábola de los talentos. Isnotú
recibió de la Divina Providencia unos talentos enormes que los ve todo el país
y más allá del país. La pregunta es ¿qué puede hacer Isnotú con esos dones que
Dios le dio al ponerlo como lugar de nacimiento de este ser tan especial como
José Gregorio Hernández?
Por la memoria de nuestro venerable es necesario que la comunidad de Isnotú
se de una tregua creativa y abra espacios para el diálogo y la reflexión. Para
mirar a la luz del ejemplo de su hijo más querido y del Evangelio en que él creía,
la situación que está viviendo, para reflexionar en sana paz y armonía, con el
fin de actuar en el camino correcto hacia la construcción de ese paraíso
espiritual que tanto hablan.
Qué bueno sería poder decir un día: ¡Qué feliz se siente José Gregorio en su
pueblo! Ya no hay superstición, ni brujos, ni gente que cree en gallinas negras.
Ni se venden pomadas y jarabes en su nombre. Sus imágenes son dignas y
artísticas, aunque modestas representaciones él que era tan elegante y bien
vestido. Que feliz en su pueblo tan espiritual. Que ganas tendrá ahora José
Gregorio de venir a descansar la eternidad cerca de su madre Josefa Antonia,
que duerme su sueño en algún lugar de por aquí, pues su tumba y la de Don
Benigno desaparecieron. Qué bueno sería que un día su hijo regresara como
San José Gregorio de Isnotú.
109
JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ: UN MILAGRO HISTÓRICO.
PRESENTACIÓN EN LA TERTULIA DE LOS MARTES. MÉRIDA
Ante todo, doy gracias a la gente de la Tertulia de los Martes por la cortesía y
el honor que nos hace en servirnos de marco para la presentación en Mérida de
este Libro, escrito por un gran médico larense, pero “trujillano metido” como
dirían en Barquisimeto, y profesor titular de pre y postgrado de la Facultad de
Medicina de nuestra Universidad de los Andes.
Cortesía que le hace honor a la caballerosidad de esta ciudad alumbrada desde
la mitra y desde la cátedra. Y honor por que tiene tono de prestigio esta tertulia
que es cátedra de alto vuelo en una ciudad que conversa de asuntos importantes.
El Fondo Editorial de la Universidad Valle del Momboy tiene el honor de
presentar esta historia novelada del Dr. José Gregorio Hernández escrita por
Raúl Díaz Castañeda. Su interés además de la brillante prosa de su autor está en
la detallada recreación del Venerable en su espacio y en su tiempo. Destaca la
documentada visión de su relación con el otro gran sabio trujillano: Rafael
Rangel.
Es esta una sustantiva contribución de nuestra Universidad, organización civil
no lucrativa y de inspiración humanista cristiana, cuya Visión es “Ser una
comunidad universitaria al servicio del desarrollo humanos sustentable”, al
conocimiento de uno de los más importantes héroes civiles venezolanos.
A propósito de la lectura de la novela, la profesora de arte Gabriela R. Lopesca
escribió una crítica titulada “Lectura al propio encuentro: desde las tinieblas
hasta la luz”. Allí afirma:
“Al abrir el libro José Gregorio Hernández-Un milagro histórico, escrito por
el Dr. Raúl Díaz Castañeda, se abren sorprendentemente las puertas hacia un
mundo misterioso y conocido a la vez, donde cada quien encuentra su propio
lugar y no puede dejar de pensar “Yo también estuve allí”, para que, de
inmediato, reconozca estremecido “Y sigo aquí”.
Tal es la dimensión hermenéutica de una novela que se sobrepasa a sí
misma, transformándose en investigación social, ensayo psicológico,
disertación filosófica y espiritual, en un discreto marco “sherlockholmesco”,
pues cada página es imprevisible, sorprendente y cautivante. Su complejidad
necesariamente exige una rigurosa estructuración, la cual, en este caso, resulta
110
polifónica, debido a la convergencia y superposición de temas, personajes y
hechos, organizados en un riguroso discurso lógico, el cual conduce a un claro
mensaje que el mismo lector está encargado a descubrir, como producto de su
conciencia y basado en la comprensión de su propia vida”.
Alí Medina Machado, uno de los intelectuales más completos de Trujillo,
profesor igualmente de la Universidad de los Andes, Núcleo Trujillo escribió:
UNA NOVELA DESDE EL CONOCIMIENTO EXHAUSTIVO
“¿Por dónde comenzar a mirar esta novela? ¿Qué hacer para introducirse en
los espacios múltiples de una novela cuantitativa?, sí; pero, especialmente
cualitativa, un portento, una revelación, una fulguración. Novela escrita desde
un conocimiento exhaustivo como me atrevo a titular el trabajo de
presentación; novela que es una palabra total, extensamente concatenada por
un discurso de excepcionales contenidos, con un ritmo lingüístico admirable
que lleva, tal asienta Álvarez Muro que , “el ritmo forma parte intrínseca del
texto (…), pues toda idea es buena si se sabe decir de forma acabada; esto es,
forma parte de la actuación, de la perfomancia, pero además contribuye a la
comprensión del discurso”.
Y luego continúa Medina Machado:
“Da para tanto este discurso novelístico, este orden artístico como un valor
inicial, la formulación gráfica de una secuencia que nos va adentrando al
conocimiento de lo que la obra total plantea, el compromiso del escritor por
bien presentar su acto de creación, el diseño estructural que va desde una
dedicatoria originalmente subjetiva, luego el epígrafe resaltante, de impacto
por la controversia, y que desarma una de las antítesis aparecidas en la
biografía del doctor José Gregorio Hernández, la fuerza contundente de un
juicio que valora la personalidad moral del personaje. “José Gregorio
Hernández es un maravilloso milagro de fe, bondad y pureza, y por eso es el
más respetable de los hombres que he conocido” dijo Razetti. No en balde
Razetti opinó y calificó. La suya fue en aquel tiempo una palabra trascendente.
Luego, el paralelismo tan valioso en la literatura, en la teoría literaria,
en la armazón de la estructura literaria. Una sola página de tanto contenido:
De una noticia: De otra noticia: para el encuentro y la coincidencia histórica
y no para el desencuentro entre Rafael Rangel y José Gregorio Hernández. El
paralelismo cronológico de la vida y la muerte de los dos personajes, en un
lapso de diez años casi juntos. La alteridad de lo binario de dos sucesos como
111
una extraña paradoja que no contraría sino une, y es una fortificación
milagrosa que bien pudiera aceptarse como signo de armonía de la vida y de
la muerte de estos dos hombres ejemplares de la venezolanidad
contemporánea”.
¿Qué puedo decir yo? Solo les cuento que esa novela maduraba como los
buenos vinos en la casa y en la mente de Raúl. Estoy metido en esto de conocer
más y mejor a ese portento de la Venezuela civil que es José Gregorio
Hernández. Me contó de su existencia y le pedí que me la diera a ver como
hacíamos para editarla. Sé que tenía más de quince años investigando tanto a
Rangel como a Hernández, y también sé que luego de nuestro encuentro no
hubo más madrugadas de sueño para el Dr. Díaz Castañeda, apurando la
depuración de lo que sabía era un desafío mayor, incluso para él que es una
persona cultísima y ya galardonada en el mundo de las letras.
Gracias al patrocinio del Fondo Editorial y de Francisco Fernández Galán, del
cuidadoso esmero de mi hermano Fortunato y de esa buena tradición de editar
libros que tienen en Mérida, pueden tener este libro en sus manos.
Disfrutemos la belleza del lenguaje y aprovechemos la lección de este milagro
histórico: José Gregorio Hernández.
Isnotú recibió una bendición del Altísimo: ser la tierra natal del Dr. José
Gregorio Hernández. Ese hecho representa un momento estelar para esta
comunidad, para el estado Trujillo y para Venezuela. La oportunidad de diseñar
una sociedad basada en los valores de nuestro beato, uno de los más singulares
112
del santoral cristiano universal: laico, médico, científico, académico, profesor
universitario, latinoamericano venezolano y de provincia. Una persona bien
formada desde el seno familiar y su humilde comunidad local, con su escuelita
primaria, hasta la Universidad Central de Venezuela y las más prestigiosas
instituciones de París, Berlín, Nueva York y Madrid. Con una religiosidad
católica disciplinada que se traducía en su asistencia diaria a la iglesia y en su
accionar cotidiano en la calle, laboratorio, aula y academia. Pero
fundamentalmente un personaje muy popular, conocido y querido por
muchísima gente: pobres y ricos, instruidos e iletrados, creyentes o no.
Conocido porque su fama ya era grande en vida, y creció día a día luego de su
trágica muerte en una calle de Caracas. Querido porque su sabiduría la puso al
servicio de los demás, con elegancia y modestia. Era un personaje que generaba
admiración y confianza, respeto y cariño.
Cuando algunas personas se me acercan a solicitarme opinión sobre alguna idea
o propuesta en torno a José Gregorio Hernández, antes de responder me
pregunto ¿qué opinaría él? Incluso ante tantas propuestas, la mayoría
formuladas de muy buena fe, escribí un artículo titulado “Preguntémosle a José
Gregorio Hernández”, que fue publicado en El Diario de los Andes, El Nacional
y en Reporte Laico Católico. Pensando así van libremente algunas ideas sobre
Isnotú y su Santuario. Creo que lo mismo es aplicable a otros lugares o
situaciones.
ISNOTÚ
113
Los valores de este santo tan singular los adquirió desde que nació el 26 de
octubre de 1864, en su crianza materna, en el seno familiar, en esa comunidad
del pueblo de Isnotú, en su pequeño templo que no tenía sacerdote fijo, en su
escuela con un buen maestro y en las interacciones cotidianas en la pulpería y
posada familiar, en sus calles y alrededores. Ya conformada los rasgos
fundamentales de su personalidad, viajó a Caracas el 6 de febrero de 1878. En
la capital estudió en el mejor colegio y allí fue su mejor alumno. Pasó a la
Universidad Central de Venezuela y allí se graduó de médico con honores. Hizo
relaciones, aprendió idiomas, se hizo de una amplia cultura y profundizó su fe.
Regresó a Isnotú el 12 de septiembre de 1888, a los 10 años de su partida, ya
graduado de médico, con una inicial fama y una clientela asegurada, a
enfrentarse a las vicisitudes propias de una zona pobre y rural, de montoneras,
pero de familias honorables y gente trabajadora. En estos lugares puso a prueba
sus conocimientos atendiendo toda clase de padecimientos. Se vinculó a la
comunidad y al gobierno local, participó en obras de beneficio colectivo y viajó
a los alrededores, a Valera, Boconó, Mérida, La Grita y Colón en el estado
Táchira. Aquí en medio de tantas carencias consolidó amistades, aguzó sus
destrezas clínicas, continuó su preparación sin descuidar sus relaciones en la
capital. En estas tierras afirmó su fe cristiana en la inspiración telúrica de las
moles andinas, de sus ventisqueros y hondonadas, en la inmensidad recia de los
páramos. Y regresó a Caracas el 3 de abril de 1889, cuando se sintió amenazado
por la politiquería doméstica, pues los trujillanos estaban muy divididos entre
los “lagartijos” liberales y los “godos” conservadores. Además, se le abrían
oportunidades para sus estudios en Europa.
De manera que en Isnotú vivió José Gregorio la etapa fundamental de su
infancia y primera adolescencia, y, luego, el inicio de su madurez profesional.
El 8 de octubre de 1899 Isnotú es el teatro de operaciones de la batalla más
sangrienta de toda la historia del estado Trujillo, entre las fuerzas del doctor y
general Leopoldo Batista y el doctor y general Rafael González Pacheco, en sus
calles quedaron más 300 muertos y más de 700 heridos. José Gregorio
Hernández decidió llevarse a la familia que le quedaba en estos lares para
Caracas y no regresar.
Lo fundamental es que José Gregorio Hernández llegó a la vida en Isnotú, en
medio de una familia honorable y modesta, como tantas otras de estos lugares,
conviviendo en una comunidad trabajadora y sencilla, conformó los rasgos
fundamentales de su personalidad. Y en este medio probó sus destrezas iniciales
114
como médico, su vocación de servicio a la comunidad, así como reforzó su amor
a Dios y a los demás. Ahora, cuando este hijo llega a los altares de la Iglesia
Católica, toca a los pobladores de Isnotú, a sus familias y a todos los trujillanos,
ponernos a la altura de la responsabilidad que eso significa, y aprovechar el
momento estelar que abre oportunidades al desarrollo humano integral. Y aquí
sí está el desafío.
Isnotú es un escenario muy apropiado para un proyecto de desarrollo local que
encarne los valores de su hijo más famoso y querido. La naturaleza que rodea
esta población es espléndida y debe estar integrada a estos propósitos. Los
paisajes que se ven desde cualquier punto son panorámicos, desde las altas
montañas andinas al sur y al este, hasta las dilatadas planicies de Monay y el
Sur del Lago al norte y al oeste. El entorno es de una vegetación exuberante,
siempre verde, con árboles gigantescos cubiertos de lianas y epífitas, y con
arbustos de llamativas flores. El clima es de eterna primavera, con lluvias en
abril-mayo y octubre-noviembre. Noches frescas y algunos días calurosos que
la brisa mitiga. Estos valores naturales deben ser fundamentales en un proyecto
de desarrollo integral de Isnotú, y en el diseño de su Santuario.
La idea general es que Isnotú sea un modelo en convivencia ciudadana, que se
viva la espiritualidad en un diseño urbano acogedor, con la presencia viva de su
rica biodiversidad, abierta a los paisajes, a la luminosidad y al viento. Que cada
casa, voluntariamente, pueda ser un santuario familiar, una posada, un comedor,
un puesto de artesanía y de recuerdos, de tal manera que en todas partes esté la
presencia del Beato.
El pueblo es de trazo sencillo y está dividido en dos partes, la que está al norte
es el pueblo propiamente dicho, y la expansión hacia el sur, dividido por la
carretera de Valera a Betijoque. La cuadrícula tradicional trató de ser seguida,
pero la ausencia de un plan de ordenamiento local dejó que creciera
espontáneamente, sin que se noten problemas que no sean solucionables. Es
perfectamente posible consolidar un casco central dedicado al Santuario José
Gregorio Hernández suficientemente amplio, y los servicios urbanos que
requiere la población y los peregrinos, con un mobiliario urbano adecuado, pero
sin tráfico de vehículos, solo uso peatonal, y las vías de acceso a este lugar
central muy cercanas que no representen dificultades para llegar a pie, en
cochecitos o sillas de ruedas, con las previsiones a los vehículos de servicio.
115
La vialidad está determinada por la existente y por el territorio: la carretera
principal debe ser diseñada como avenida, con dos vías de servicio local a cada
lado, con unos seis puntos de acceso al núcleo del norte, y otros tantos al del sur
que si requiere de mayor planificación. Luego las vías longitudinales de esta a
oeste, la principal que va desde la entrada este hasta el casco central, y luego se
continúa hacia la salida a Betijoque. Paralelas a esta vía pueden consolidarse
dos o tres más, con sus trasversales, respetando el área peatonal central. La zona
sur está por diseñar casi completamente, respetando lo construido.
Todas las variables urbanas deben ser establecidas entre los habitantes del
poblado y los especialistas en diseño urbano, pero siempre respetando el
paisajismo y la biodiversidad natural. Incluso las recomendaciones para el
diseño de las construcciones privadas deben ser cuidadosamente previstas.
116
Actualmente existe un conjunto de edificios y espacios abiertos
integrados en lo que fuera la casa natal de José Gregorio Hernández y
sus alrededores. En general son la plaza y cuatro edificaciones todas
situadas hacia el norte, sin una arquitectura que haya sido pensada
como conjunto armonioso. Es necesario agregar un edificio para
posada de peregrinos detrás de la casa parroquial y el edificio del
colegio adyacente.
La plaza separada por una reja de la calle principal de Isnotú da acceso
a todas las edificaciones; al este de esta explanada está un altar
techado, para celebraciones numerosas; luego el santuario
propiamente dicho que es una capilla dedicada al Santo Niño, de un
diseño que contrata con el resto, pues es un largo techo a dos aguas de
fuerte pendiente, cubierto con tejas asfálticas. Por los cuatro costados
tiene hermosos vitrales. La fachada muy sencilla coronada con una
imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Al frente tiene el campanario
con un aviso que dice “Santuario del Niño Jesús”.
Detrás de esta iglesia y en un nivel inferior está el edificio del Museo
José Gregorio Hernández, con valiosos objetos que le pertenecieron.
Al oeste está la casa parroquial que tiene oficinas, habitaciones,
amplia cocina, dos comedores, sala de reunión y un auditórium, así
como un lugar para la venta de recuerdos e imágenes religiosas. Detrás
esta una posada para peregrinos. Al frente del conjunto está la capilla
en el lugar donde estaba la habitación de José Gregorio Hernández; es
una modesta construcción cuadrada con techo de tejas, y donde existen
cuatro horcones que pertenecieron a la casa natal. Allí se encuentra
una escultura tallada en mármol de Carrara en tamaño natural del Dr.
Hernández, colocada sobre un pedestal de mármol de un metro de
altura.
La beatificación del Dr. José Gregorio Hernández obliga a repensar
todo este conjunto. Para ello se debe establecer qué es un santuario,
pensar cómo sería un santuario dedicado a la devoción de un ser tan
particular como nuestro Beato, cómo debe responder a las
características del lugar y así mismo considerar el aprovechamiento de
lo allí construido.
117
En el Código de Derecho Canónico de 1983 de la Iglesia Católica, los
cánones 1230 y 1231 establecen que “el término santuario significa
una iglesia u otro lugar sagrado que, con la aprobación del ordinario
local, se debe a una devoción especial frecuentada por los fieles como
los peregrinos”. Subrayo que no tiene porqué ser una iglesia, es decir
que puede ser un lugar sagrado distinto, apropiado para la devoción
especial a José Gregorio Hernández.
Entonces debe pensarse en un santuario que se parezca a este beato,
una persona religiosa y espiritual, pero que se la pasaba en la calle
curando a sus enfermos, en el aula enseñando a sus alumnos, en el
laboratorio investigando bacteriología, en la Academia compartiendo
con los científicos, con los amigos en tertulia o tocando piano.
También que rezaba diariamente y en silencio en una iglesia, en su
casa y en cualquier sitio apropiado. Debe ser un santuario que valore
las características del lugar, su paisaje, su clima, su biodiversidad, su
cultura y su gente. Que valore al peregrino en su particular devoción
a José Gregorio, que “es nuestro” como gritaba la gente en su sepelio.
Todo Isnotú debe ser como un santuario, que en cada lugar se respire
espiritualidad. Pero el centro donde está actualmente el santuario
propiamente dicho debe diseñarse cuidadosamente, quizás con un
concurso, o con un equipo de expertos con base a unos criterios
consensuados.
Yo sueño con espacio amplio y generoso sin paredes y un monumental techo
que acoja a la gente, y la envuelva en el ambiente espiritual, cultural y ambiental
que vivió José Gregorio Hernández, y que él soñaría vivir en estos tiempos. Una
edificación elegante y sencilla, que reciba la luz y la brisa del entorno, y deje la
mirada abierta al paisaje. Que integre la vegetación del lugar, pero que la proteja
del sol y de la lluvia. Que tenga sitios para la íntima conversación con Dios,
como pequeños altares devocionales laterales. Que pueda exhibir los exvotos
de arte popular y de piedad, tal como lo establecen las normas
canónicas. Y los sitios para encender las luces de la devoción.
Los accesos desde los cuatro puntos cardinales deben ser anchos,
atractivos y que permitan algunos kioscos para la venta de artesanías
y recuerdos religiosos, agua y demás artículos, así como para prestar
servicios de comida ligera y bebidas refrescantes.
118
Todo Isnotú y su Santuario a José Gregorio Hernández debe estar en
armonía con el entorno y con el Beato. Sus valores fundamentales:
elegancia y modestia, que despierte admiración y confianza, respeto y
cariño.
119
De allí que para tratar de entender el pensamiento del Dr. José Gregorio
Hernández es necesario intentar primero conocer al personaje, pues representa
una coherencia total entre pensamiento y acción. José Gregorio Hernández fue
un monumento a la coherencia, pero la popularidad de su imagen, de una
recatada elegancia, puede confundir y llevar a una idea lejana a su extensa y
dilatada cultura, a su rigurosidad como científico, vocación como docente,
compostura ciudadana, profunda formación teológica y a su inquebrantable fe
como católico practicante.
SEMBLANZA
PENSAMIENTO FILOSÓFICO
José Gregorio Hernández no era un filósofo, era una persona que vivía conforme
a una filosofía.
122
Publicó su libro “Elementos de Filosofía" bajo con el permiso de la autoridad
eclesiástica. Veamos lo que escribió " El Cojo Ilustrado" cuando salió a la luz:
" En el mundo intelectual venezolano es bien conocida y reputada la
personalidad del señor Dr. José Gregorio Hernández, médico eminente, de
aplaudidos aciertos clínicos, bacteriólogo de autoridad acatada, cuya acción ha
sido fecunda en bienes por lo que respecta al progreso de los estudios que se
relacionan con la medicina práctica. Poseyendo esas cualidades y dedicado a
esos estudios, cualquiera imaginaria que la mente del Dr. Hernández se
apartaba, ya que no por repugnancia, por forzosa carencia de tiempo y espacios
precisos para cultivarlas con fruto, de las ciencias metafísicas. Mas la
inteligencia del autor de este libro, inquieta ante los misterios de la vida y del
mundo, fue buscando por donde quiera que anduvo la cifra del misterio de la
existencia, y, cuando creyó haberla encontrado, quiso formularla y exponerla a
los ojos de todos con tranquila e ingenua confianza".
Su mejor amigo, Santos Aníbal Dominici escribió: "La obra maestra de José
Gregorio Hernández, la que por años meditó, en la que vertió la abundancia de
sus conocimientos enciclopédicos es, sin duda, Elementos de Filosofía…En ella
desbordan su pensamiento y las sensaciones de su alma, que la constante
meditación en sí mismo concentraba y retenía; toda la obra es la revelación de
su personalidad en ninguna otra forma ni ocasión manifestada" (Hernández
Briceño)
123
alma), el cuarto es sobre la Cosmología racional. El Libro Tercero trata de la
Historia de la Filosofía.
En este último capítulo no está dividido en tratados sino en capítulos y en ellos
hace un enfoque de la historia de la filosofía desde el método deductivo hasta
el inductivo y la actualidad (año 1912). Presenta su visión desde los
presocráticos, Sócrates, Platón, Aristóteles y otros clásicos griegos, los
neoplatónicos, la escolástica de San Anselmo de Canterbury, Alberto el Grande,
Santo Tomás de Aquino, Alejandro de Hales, San Buenaventura, Rogerio
Bacon, Duns Scott. Luego continúa con Lord Bacon, Descartes, Spinoza,
Leibniz, Hobbes, John Locke, Hume y otros empíricos ingleses; presenta a
Adam Smith, Kant, Augusto Comte, Darwin y otros. Son presentaciones cortas
en las cuales hace una apretada síntesis de sus planteamientos fundamentales.
Transcribiré algunos textos de estos Elementos para brindar algunas ideas
centrales del Dr. Hernández:
• Los deberes personales reposan en la dignidad de la persona humana y en
su perfectibilidad. El hombre, porque es un ser racional tiene una gran dignidad,
es superior a todos los otros seres del mundo; por ello está obligado a respetarse
en todos sus actos, y a desarrollar sus facultades, acercándose mientras vive, en
lo posible, al ideal de perfección moral.
• Ningún hombre puede vivir sin tener una filosofía. La filosofía es
indispensable para el hombre, bien se trate de la vida sensitiva, bien de la vida
moral, y en particular de la vida intelectual.
• Las inclinaciones superiores o ideales son las aspiraciones del alma hacia
lo perfecto. Son el amor de lo verdadero, de lo bello, del bien: el sentimiento
religioso; ellas son las que levantan la dignidad humana y ennoblecen al
hombre, de quien son la propiedad exclusiva.
• El bien es lo que conviene a la naturaleza racional del hombre, y la
perfecciona. El mal es lo contrario a la naturaleza racional del hombre. El bien
es por su naturaleza conforme a la ley moral; es el ideal moral.
• Dios es la causa primera, la causa eficiente de todo cuanto existe, y todo
lo que existe, por él fue creado de la nada.
• Las propiedades que constituyen la esencia del alma son la de ser una
sustancia simple, espiritual, libre e inmortal.
124
• Para conocer de una manera práctica la claridad y belleza de las
operaciones del método deductivo, y lo absoluto de las verdades por él
demostradas, propongámonos hacer la demostración deductiva de esta verdad:
Dios existe.
Dios existe. Hay un orden admirable en el universo entero. Este orden perfecto
se encuentra en los sistemas estelares o solares y planetarios, como también en
todos los fenómenos del mundo terrestre y principalmente en la constitución del
hombre, del microcosmos.
En todo el universo no encontramos fuera del hombre, único ser inteligente que
podemos ver, sino fuerzas y materia.
La materia y las fuerzas, estando privadas de dirección, enseña la experiencia
que siempre obran desordenadamente.
Luego es indispensable una inteligencia ordenadora, bastante poderosa para
haber podido crear ese orden maravilloso y el mismo universo que
contemplamos. Este ser inteligente no es el hombre, ser finito y débil, incapaz
de producir semejante orden.
Luego hay un ser infinitamente poderoso y sabio, creador del universo
admirablemente ordenado que conocemos. Este ser lo llamamos Dios.
Luego Dios existe.
• Esta filosofía me ha hecho posible la vida. Las circunstancias, que me
han rodeado en casi todo el transcurso de mi existencia, han sido de tal
naturaleza, que muchas veces, sin la filosofía, la vida me habría sido imposible.
Confortado por ello, he vivido y seguiré viviendo apaciblemente. Mas, si alguno
opina que esta serenidad, que esta paz interior de que disfruto a pesar de todo,
antes que, a la filosofía, la debo a la Religión santa que recibí de mis padres, en
la cual he vivido, y en la que tengo la dulce y firme esperanza de morir, le
responderé que todo es uno.
• Es cierto que existe el mal, y esta existencia del mal, a primera vista,
parece oponerse a la Providencia divina; pero el mal es un producto de la
libertad humana dependiente de la limitación del hombre, que es un ser finito;
más Dios, que ha creado al hombre libre y responsable, le tolera sus malas
acciones, mientras suena la hora de la justicia. Además, Dios sabe sacar del mal
el bien, y la historia nos da a conocer la vida de muchos hombres, que
125
arrepentidos de sus malas obras, cambiaron su forma de vivir y llegaron después
a la cumbre de la perfección moral.
• Los actos voluntarios libres son aquellos que se ejecutan con
conocimiento de la causa y eligiendo entre varios actos posibles y aun
contrarios.
• Los actos voluntarios libres necesitan, pues, de dos fundamentos que son
el conocimiento y la libertad.
• La libertad, llamada también libertad de albedrío o libertad moral, es el
poder de elegir entre muchos actos posibles, son coacción interior no exterior.
• La conciencia es un testigo perfecto de la existencia de la libertad
humana.
Leopoldo Briceño-Iragorry:
“Su compleja personalidad estaba integrada dentro de un monolítico bloque de
imposible desintegración, tanto así de que casi a cien años de su muerte, resulta
aventurado pronunciarse sobre si era mejor médico, que catedrático; o si por el
contrario se distinguió más como filósofo, que como filántropo o religioso; pues
José Gregorio Hernández lo poseía todo y lo reunía a la vez dentro de una
armoniosa y bien estructurada unidad espiritual”.
Luis Razetti:
“Cuando Hernández muere no deja tras de sí ni una sola mancha, ni siquiera
una sombra, en el armiño eucarístico de su obra, que fue excelsa, fecunda,
honorable y patriótica, toda llena del más puro candor y de la inquebrantable
fe”. “...31 años consagrados a la práctica del bien bajo las dos más hermosas
formas de la caridad: derramar luz desde la cátedra de la enseñanza, y llevar al
lecho del enfermo, junto con el lenitivo del dolor, el consuelo de la
esperanza...”.
Dr. Francisco Antonio Rísquez:
“¿Qué luces de rarísimos fulgores brotaban de aquel cerebro, en este campo
intelectual de suyo tan brillante, para que yo mismo, apenas apareció en el
126
terreno científico le apellidase sin hipérbole “el sabio casi niño”? ¿Qué chispa
ultra terrena encendió en aquel cuerpo a un mismo tiempo, el cirio de la Fe
Suprema, y la antorcha de la Ciencia Soberana, hasta ofrecer a la admiración de
todos unos arquetipos de filósofo creyente?”
El Universal, dirigido por Andrés Mara, en su edición del lunes 30 de junio de
1919, día siguiente del fatal accidente, encabeza su primera página “Duelo de
la Patria y de la Ciencia”.
“...eminente médico venezolano, querido y respetado generalmente tanto por su
profunda sabiduría como por las nobles y generosas virtudes, que eran ornato
de su espíritu”.
127
lumbre interior, ardiendo ante un ideal noble, nos ennobleció la vida (…) Sin
duda fue éste el más precioso don de cuantos otorgó próvidamente el doctor
Hernández (…) El bien que se hace brotar espontáneamente en cada alma,
porque éste nos devuelve la fe en nosotros mismos y nos hace conocer el santo
orgullo de sentirnos buenos”.
Reflexiones finales
Bibliografía
128
Gómez Bolívar, Alfredo. “¿Cómo era José Gregorio Hernández?” 2014.
Consultado en: http://todo-sobre-el-dr-jose-
gregorio.webnode.es/novedades/biografia. Consultado el 24-01-2015.
Hernández Briceño, Ernesto. “Nuestro Tío José Gregorio”. Primera Edición,
Tomo II. Caracas, 1958.
Yáber Pérez, Miguel. “José Gregorio Hernández”. Ediciones Trípode. 5ª
Edición. Caracas, 2009. Reproducido en Hernández Briceño, 1958.
Yáber Miguel. José Gregorio Hernández. Hombre de Dios y S
En esta hora crucial de Venezuela la figura del Dr. José Gregorio Hernández es
fundamental, no sólo por la elevada dimensión individual que representa, sino
por las enormes posibilidades que ofrece a una sociedad que clama claros y
conocidos modelos a seguir.
En el año en que nació el Venerable - 1864 - finalizaba la Guerra Federal y
gobernaba Juan Crisóstomo Falcón, mientras su ministro de finanzas y luego
autócrata Antonio Guzmán Blanco negociaba el “vergonzoso empréstito” con
Inglaterra en condiciones terribles para Venezuela, muy parecido a lo que ahora
sucede. Luego se sucedieron varios títeres del liberalismo amarillo hasta el
dominio del “Guzmancismo” y luego de la autocracia de Joaquín Crespo y otros
residuos llega la dictadura de Cipriano Castro, para continuar con la de Juan
Vicente Gómez. Antes de estos dictadores dominaron Páez y los Monagas o sus
títeres. De manera que no es nueva esta tragedia que se sufre nuestro país, con
apenas 40 años de experiencia democrática.
Todos esos dictadores acudían a la manipulación de la figura de Bolívar para
justificar sus desmanes y llamaban “malos hijos de la patria” a quienes luchaban
por la libertad, los sepultaban en las cárceles, los expulsaban del país o
simplemente los asesinaban. Mientras los patriotas eran la corte de aduladores,
negociantes de la corrupción, gestores de los empréstitos, leguleyos que
justificaban sus desmanes.
En 1949 - hace 67 años - escribió Mariano Picón Salas: “En 150 años de vida
independiente no hemos podido aprender todavía el buen juego de la política
como se puede practicar en Inglaterra o en los países escandinavos… Hay que
129
enfriar a los fanáticos que aprendieron una sola consigna, se cristalizaron en
un solo “slogan” y no se afanarán en comprender y discutir lo distinto para
que no se les quebrante su único y desesperado esquema. Hay que sacar a
muchas gentes de las pobres fórmulas abstractas que mascullan con odio y sin
análisis, para que por un proceso fenomenológico (tan característico del
pensamiento contemporáneo) definan el hecho y la circunstancia concreta. Hay
que acercar nuestra Cultura no sólo al siglo XX –que ya está bastante canoso–
sino al siglo próximo que emerge en la inmediata lejanía, con sus promontorios
y cordilleras de problemas”.
“Cordilleras de problemas” esta que tenemos hoy en día. Quizás si resaltáramos
a los héroes civiles como José Gregorio Hernández seriamos otra cosa.
Valoraríamos la educación, el trabajo, la honestidad, la solidaridad, el bien, el
amor a Dios y al prójimo, la excelencia y la calidad. En una carta fechada en
1913 desde Nueva York – ante el discurso del presidente demócrata Woodrow
Wilson – JGH escribe: Estoy encantado con el discurso de Wilson…sobre todo
aquel párrafo “El mundo debe ser un lugar seguro para la democracia”.
Cuando muere el ilustre trujillano - 1919 – el presidente era Victorino Márquez
Bustillos (muy vinculado a Trujillo) pero el que mandaba era Juan Vicente
Gómez. De manera que el Dr. José Gregorio Hernández no vivió la democracia
en su tierra natal. Parafraseando, “parece que Venezuela no es un lugar seguro
para la democracia”. Pareciera en los aciagos días que hoy vivimos que
regresáramos a los años previos a 1935.
Hoy se impone que nos levantemos frente al atavismo militarista y autoritario
que arrastramos desde los tiempos fundacionales y acercarnos a los modelos de
la civilidad, como Roscio, Cristóbal Mendoza, Vargas, Briceño Iragorry,
Cecilio Acosta, Picón Salas, Teresa Carreño, Arnoldo Gabaldón, Fermín Toro,
Uslar Pietri, entre tantos otros. Y al más querido de todos los venezolanos: José
Gregorio Hernández.
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