La Escuela Cusqueña
La Escuela Cusqueña
La pintura de los siglos XVII y XVIII en el Cusco, adquieren la categoría de Escuela, por las múltiples
características formales e iconográficas, por su amplia difusión territorial, y, por una continuidad en
materia técnica y estética de los talleres cusqueños, tanto de personalidades identificadas como de
autores anónimos. En ella, se desarrollaron los más reelevantes resultados de la convergencia de
tradiciones occidentales y locales indígenas. Los estudios en esta materia por connotados investigadores
peruanos y extranjeros, han dado luz a aspectos muy reveladores de esta importantísima parcela del arte peruano
colonial.
Se denomina así a un estilo artístico propio del período de las colonias americanas, que tuvo su más característica
producción en la ciudad peruana de Cuzco, entre los siglos XVII y XVIII.
La escuela cuzqueña, que integraba una enorme cantidad de artesanos reunidos en diversos talleres, se reconoce por el
estilo barroco de sus pinturas y esculturas; el motivo principal de éstas era recrear pasajes bíblicos, escenas religiosas
ocurridas en territorio americano (milagros de aparición, principalmente) y a santos y mártires asociados al proceso
de evangelización de las colonias.
Obra de la Escuela Cuzqueña
Las obras de la escuela cuzqueña se reconocen por seguir un patrón común de representación, por integrar
visualmente elementos iconográficos católicos occidentales con motivos del imaginario indígena, y por el uso de
tonos ocres para la pintura y de madera policromada para las esculturas.
Antecedentes
La pintura cusqueña de los siglos XVII y XVIII tiene antecedentes en las obras de Bernardo Bitti, cuyo sello pictórico
se mantendrá tanto en pintores de renombre como en los anónimos. El manierismo del pintor jesuita queda expresado
en una obra de la Catedral del Cusco, "La virgen del pajarito". Otro pintor, discípulo del manierismo de Angelino
Medoro, es Luis de Riaño. Éste, al igual que su maestro ofrecen los primeros rasgos naturalistas que llevaran más
adelante al estilo propio de la escuela cusqueña, el barroco.
CARACTERÍSTICAS DE LA ESCUELA CUSQUEÑA
Se denomina así a un estilo artístico propio del período de las colonias americanas, que tuvo su más
característica producción en la ciudad peruana de Cuzco, entre los siglos XVII y XVIII.
La escuela cuzqueña, que integraba una enorme cantidad de artesanos reunidos en diversos talleres, se
reconoce por el estilo barroco de sus pinturas y esculturas; el motivo principal de éstas era recrear pasajes
bíblicos, escenas religiosas ocurridas en territorio americano (milagros de aparición, principalmente) y a
santos y mártires asociados al proceso de evangelización de las colonias.
Las obras de la escuela cuzqueña se reconocen por seguir un patrón común de representación, por integrar
visualmente elementos iconográficos católicos occidentales con motivos del imaginario indígena, y por el uso
de tonos ocres para la pintura y de madera policromada para las esculturas.
ORÍGENES Y CARACTERÍSTICAS
Aunque existe una antigua tradición pictórica regional, que podría remontarse hasta los queros incaicos o a los
murales prehispánicos que recordaba el Inca Garcilaso, la pintura de caballete sólo fue implantada en el Cusco a partir
de la conquista. Los artistas coloniales emplearon una mezcla de procedimientos técnicos que incorporaba el antiguo
temple al huevo, de apariencia opaca, y la brillante transparencia característica del óleo renacentista. Si bien al
principio se pintó con alguna frecuencia sobre paneles de madera, el soporte más utilizado fue el lienzo. En cuanto a
la pintura mural, ésta conoció momentos de auge tanto al comienzo como al final del virreinato.
PRIMEROS MAESTROS CUSQUEÑOS
Los maestros italianos fueron continuados por una primera generación de seguidores locales, entre la cual figuraban
artistas de la talla de Gregorio Gamarra, Francisco Padilla y el limeño Luis de Riaño. Todos ellos debieron
asumir la adaptación, lenta y progresiva, de las formas europeas a la nueva realidad americana.
PINTURA CUSQUEÑA DEL SIGLO XVII
El terremoto de 1650 motivó en el Cusco una serie de reconstrucciones que abrieron las puertas al barroco. El
personaje que participó activamente en estos cambios que se operaron y que a la postre iniciaría el surgimiento de la
escuela cusqueña fue el obispo Manuel de Mollinedo y Angulo. Su mecenazgo artístico y cultural ha sido llamado
también como la “era Mollinedo”, relacionado con el esplendor artístico en los Andes (Wuffarden, 2004)
El comienzo de la escuela cusqueña tiene a dos personalidades indígenas. Diego Quispe Tito y Basilio de Santa
Cruz Pumacallao. Diego Quispe Tito (1611-1681) se inicia como pintor antes del terremoto de 1650. Una de sus
primeras obras es la "Visión de la Cruz" (1631) (Fig. 1). Una composición en que lo celestial y lo terrenal se
incorporan a una misma realidad, sin que esto implique el racionalismo propio de la perspectiva espacial unitaria de
origen occidental. Posee, además, cuatro grandes series: "La infancia y pasión de Cristo", "La vida de San Juan
Bautista", "El Martirio de San Sebastián" y "Los Doctores de la Iglesia". Una de sus pinturas más significativas es el
"Retorno de Egipto" (1680) en el Museo Nacional de Historia del Cusco (Fig. 2), basado en un grabado con la
composición de Pedro Pablo Rubens (Fig. 3). La reinterpretación del mismo tema que realiza nuestro autor, con una
atmósfera idílica y la incorporación de un espíritu de cotidianidad, implican el fervoroso ambiente popular y religioso
de la sociedad cusqueña. Finalmente, tenemos como ejemplo final de este autor, El signo Acuario, con la escena de la
"Huida a Egipto" en la "Serie del Zodiaco" para la catedral cusqueña, más intelectual y refinada propia de las clases
cultas y eclesiásticas (Fig. 4).
Fig. 5 Fig. 6
Fig. 7 Fig. 8
La otra personalidad artística es Basilio de Santa Cruz Pumacallao. Tiene varias obras, entre ellas una serie sobre la
"Vida de San Francisco Asís". Posee obras en la Catedral de claro espíritu barroco y siguiendo las ideas
contrarreformistas (Wuffarden, 2004) con "La imposición de la casulla a san Idelfonso" y "El éxtasis de San Felipe
Nieri". Otras obras son "La Virgen de Belén" y "La Virgen de la Almudena". "La Virgen de Belén" (Fig. 5), es una
composición de diferentes pasajes de la trayectoria de la imagen desde su llegada al virreinato hasta su arribo al
Cusco. La virgen posee una composición triangular, que es el eje de una división tripartita, a su lado, como orante y
donante, el Obispo Molliendo. Nuevamente somos testigos, de una exaltación popular, una ambientación idílica,
aunque, en este caso los referentes son más concretos, indicativo de una toma de conciencia de la población cusqueña
y sus dirigentes, del surgimiento de un fenómeno cultural y artístico novedoso y original.
El conflicto gremial de 1688, entre los españoles frente a los indígenas por el derecho de cargar el arco
efímero, constituyó el inicio más creativo de la escuela cusqueña. La importancia de los artistas nativos será
cada vez mayor. Tenemos ejemplos como Antonio Sinchi Roca, con la serie de evangelistas y profetas sobre
los pilares de la Catedral (Wuffarden, 2004). Otro maestro indígena, de estas tendencias cada vez más
autóctonas, fue Francisco Chihuantito con una obra firmada: "La Virgen de Monserrat" (Fig. 6).
Uno de los fenómenos más interesantes en el ambiente cusqueño es el denominado Renacimiento Inca (Stastny,
1982), consecuencia, entre otros factores, de la lectura de la obra "Los comentarios reales de los Incas" de Garcilazo
de la Vega y un espíritu nacionalista de reincorporación de elementos incaicos (Rowe). Otros, prefieren ver en esto,
las consecuencias de una casta indígena colonial por el retorno a sus antiguos privilegios sociales ( O'Phelan, 2005).
En cualquier caso, estamos ante un mecanismo ideológico de gran importancia artística a fines del siglo XVII y para
casi todo el siglo XVIII. Una de las obras más significativas en este contexto es "La serie del Corpus Christi", obra
probablemente de uno de los seguidores de Basilio Santa Cruz que fue realizada para la parroquia de Santa Ana cerca
de 1680 (Fig. 7). "Es una imagen ideal de la sociedad de su tiempo, un ambicioso programa iconográfico que abarca
retratos corporativos, panorámicas urbanas, alegorías religiosas y argumentaciones políticas" (Wuffarden, 2004).
Puede ser interpretado como la sociedad cusqueña plenamente incorporada a la cristiandad y como triunfo del
proyecto religioso de la corona española (Dean) o como la resistencia cultural de los indígenas descendientes del
Incanato (Stastny).
El aporte iconográfico de los jesuitas nos ha llegado con los cuadros del "Matrimonio de Martin García de Loyola con
la ñusta Beatriz" (Fig. 8). Las relaciones entre la orden religiosa y los curacas incas coloniales quedan manifestadas
en esta pintura. "La violenta historia de la conquista se ve transformaba en una ceremonia nupcial entre vencedores y
vencidos" (Wuffarden, 2004). El mestizaje cultural, como idea socializadora, queda formulada en una estética
pictórica, que modelará el pensamiento visual de nuestro pasado hasta nuestros dias.
Fig. 9
Fig. 14
El primer artista cuya personalidad se conoce en el siglo XVIII, es Basilio Pacheco. Este autor realizó los lienzos de
la vida de San Agustín en el claustro del Convento de San Agustín en Lima. La importancia de la escuela cusqueña
queda reflejada con este encargo desde la capital del Virreinato. Además se hace un autorretrato y coloca la ciudad y
la catedral del Cusco como paraje principal en una de las series, que es una declaración de su muevo status adquirido.
Como ejemplo de este autor tenemos "La Circunsición" (fig. 12) con el uso de una perspectiva de filiación
renacentista.
De este mismo contexto de producción artística destaca la figura de Marcos Zapata. Son características de su estilo el
uso de los colores rojo y azul, una belleza de rostros gráciles y la presencia de querubines, como lo hace en sus
representaciones de la virgen. El cuadro de "La Visitación" (Fig. 13), es un destacado ejemplo de este autor, la
claridad ecenográfica, la variedad tipológica de la escena, el movimiento de los personajes, la ligereza de las túnicas y
mantos, con una ambientación ya conocida y repetida desde del siglo XVII. Algunos seguidores de autor son Cipriano
Gutiérrez, Antonio Vilca e Ignacio Chacón.
Algunas otras iconografías que destacan en el siglo XVIII, en la vertiente anónima pero de programas iconográficos
clericales e intelectuales son "La genealogía de los Incas" (Fig. 14) y principalmente, las destacadas pinturas de
carácter universitario, como "El jardín de San Antonio" (Fig. 15) que el historiador del arte Francisco Stasnty ha
denominado como una "guerra iconográfica" en la cual los diferentes estratos sociales del Cusco (españoles, criollos,
mestizos e indígenas) pugnan con una sutileza ideológica y de claridad de pensamiento sus aspiraciones sociales.
Conflictos que el arte cusqueño refleja en casi todas sus pinturas y que tendrá como epilogo la revolución de Tupac
Amaru II, que desencadenará la drástica pero no completa desaparición de la escuela cusqueña.
LA ESCUELA CUSQUEÑA
La pintura de los siglos XVII y XVIII en el Cusco, adquieren la categoría de Escuela, por las múltiples características formales e
iconográficas, por su amplia difusión territorial, y, por una continuidad en materia técnica y estética de los talleres cusqueños,
tanto de personalidades identificadas como de autores anónimos. En ella, se desarrollaron los más reelevantes resultados de la
convergencia de tradiciones occidentales y locales indígenas. Los estudios en esta materia por connotados investigadores
peruanos y extranjeros, han dado luz a aspectos muy reveladores de esta importantísima parcela del arte peruano colonial.
Antecedentes
La pintura cusqueña de los siglos XVII y XVIII tiene antecedentes en las obras de Bernardo Bitti, cuyo sello pictórico se
mantendrá tanto en pintores de renombre como en los anónimos. El manierismo del pintor jesuita queda expresado en una obra de
la Catedral del Cusco, "La virgen del pajarito". Otro pintor, discípulo del manierismo de Angelino Medoro, es Luis de Riaño.
Éste, al igual que su maestro ofrecen los primeros rasgos naturalistas que llevaran más adelante al estilo propio de la escuela
cusqueña, el barroco.
Pintura cusqueña del siglo XVII
El terremoto de 1650 motivó en el Cusco una serie de reconstrucciones que abrieron las puertas al barroco. El personaje que
participó activamente en estos cambios que se operaron y que a la postre iniciaría el surgimiento de la escuela cusqueña fue el
obispo Manuel de Mollinedo y Angulo. Su mecenazgo artístico y cutural ha sido llamado también como la “era Mollinedo”,
relacionado con el esplendor artístico en los Andes (Wuffarden, 2004)
El comienzo de la escuela cusqueña tiene a dos personalidades indígenas. Diego Quispe Tito y Basilio de Santa Cruz Pumacallao.
Diego Quispe Tito (1611-1681) se inicia como pintor antes del terremoto de 1650. Una de sus primeras obras es la "Visión de la
Cruz" (1631) (Fig. 1). Una composición en que lo celestial y lo terrenal se incorporan a una misma realidad, sin que esto implique
el racionalismo propio de la perspectiva espacial unitaria de origen occidental. Posee, además, cuatro grandes series: "La infancia
y pasión de Cristo", "La vida de San Juan Bautista", "El Martirio de San Sebastián" y "Los Doctores de la Iglesia". Una de sus
pinturas más significativas es el "Retorno de Egipto" (1680) en el Museo Nacional de Historia del Cusco (Fig. 2), basado en un
grabado con la composición de Pedro Pablo Rubens (Fig. 3). La reinterpretación del mismo tema que realiza nuestro autor, con
una atmósfera idílica y la incorporación de un espíritu de cotidianidad, implican el fervoroso ambiente popular y religioso de la
sociedad cusqueña. Finalmente, tenemos como ejemplo final de este autor, El signo Acuario, con la escena de la "Huida a Egipto"
en la "Serie del Zodiaco" para la catedral cusqueña, más intelectual y refinada propia de las clases cultas y eclesiásticas (Fig. 4).
La otra personalidad artística es Basilio de Santa Cruz Pumacallao. Tiene varias obras, entre ellas una serie sobre la
"Vida de San Francisco Asís". Posee obras en la Catedral de claro espíritu barroco y siguiendo las ideas
contrarreformistas (Wuffarden, 2004) con "La imposición de la casulla a san Idelfonso" y "El éxtasis de San Felipe
Nieri". Otras obras son "La Virgen de Belén" y "La Virgen de la Almudena". "La Virgen de Belén" (Fig. 5), es una
composición de diferentes pasajes de la trayectoria de la imagen desde su llegada al virreinato hasta su arribo al
Cusco. La virgen posee una composición triangular, que es el eje de una división tripartita, a su lado, como orante y
donante, el Obispo Molliendo. Nuevamente somos testigos, de una exaltación popular, una ambientación idílica,
aunque, en este caso los referentes son más concretos, indicativo de una toma de conciencia de la población cusqueña
y sus dirigentes, del surgimiento de un fenómeno cultural y artístico novedoso y original.
Fig. 5
El conflicto gremial de 1688, entre los españoles frente a los indígenas por el derecho de cargar el arco efímero, constituyó el
inicio más creativo de la escuela cusqueña. La importancia de los artistas nativos será cada vez mayor. Tenemos ejemplos como
Antonio Sinchi Roca, con la serie de evangelistas y profetas sobre los pilares de la Catedral (Wuffarden, 2004). Otro maestro
indígena, de estas tendencias cada vez más autóctonas, fue Francisco Chihuantito con una obra firmada: "La Virgen de
Monserrat" (Fig. 6).
Fig. 6
Uno de los fenómenos más interesantes en el ambiente cusqueño es el denominado Renacimiento Inca (Stastny, 1982),
consecuencia, entre otros factores, de la lectura de la obra "Los comentarios reales de los Incas" de Garcilazo de la Vega y un
espíritu nacionalista de reincorporación de elementos incaicos (Rowe). Otros, prefieren ver en esto, las consecuencias de una
casta indígena colonial por el retorno a sus antiguos privilegios sociales ( O'Phelan, 2005). En cualquier caso, estamos ante un
mecanismo ideológico de gran importancia artística a fines del siglo XVII y para casi todo el siglo XVIII. Una de las obras más
significativas en este contexto es "La serie del Corpus Christi", obra probablemente de uno de los seguidores de Basilio Santa
Cruz que fue realizada para la parroquia de Santa Ana cerca de 1680 (Fig. 7). "Es una imagen ideal de la sociedad de su tiempo,
un ambicioso programa iconográfico que abarca retratos corporativos, panorámicas urbanas, alegorías religiosas y
argumentaciones políticas" (Wuffarden, 2004). Puede ser interpretado como la sociedad cusqueña plenamente incorporada a la
cristiandad y como triunfo del proyecto religioso de la corona española (Dean) o como la resistencia cultural de los indígenas
descendientes del Incanato (Stastny).
Fig. 7
El aporte iconográfico de los jesuitas nos ha llegado con los cuadros del "Matrimonio de Martin García de Loyola con la ñusta
Beatriz" (Fig. 8). Las relaciones entre la orden religiosa y los curacas incas coloniales quedan manifestadas en esta pintura. "La
violenta historia de la conquista se ve transformaba en una ceremonia nupcial entre vencedores y vencidos" (Wuffarden, 2004).
El mestizaje cultural, como idea socializadora, queda formulada en una estética pictórica, que modelará el pensamiento visual de
nuestro pasado hasta nuestros dias.
Fig. 8
Otras manifestaciones artísticas a fines del siglo XVII
Al mismo tiempo que la pintura, se desarrollan otros géneros artísticos más relacionados con el pasado prehispánico y cuyas
técnicas y temáticas se proponen un ideario más localista generada por el Renacimiento Inca, como ejemplo tenemos: queros,
tapices y piedras de huamanga).
Por otro lado, la escultura, con imágenes de vírgenes y santos y la elaboración de púlpitos y retablos, adquieren una coherencia
barroca, que los programas eclésiasticos y la habilidad de los indígenas supieron congeniar. En este sentido destaca la figura,
algunas veces tradicional de Juan Tomas Tayri Tupac, a quién se le atribuyen "La Virgen de la Almudena " y la joya del tallado
barroco cusqueño "El púlpito de la Iglesia de San Blas" (Fig. 9).
Fig. 9
Pintura cusqueña del siglo XVIII
El siglo XVIII, de una riqueza artística pocas veces alcanzado en América colonial, lleva las consecuencias del siglo anterior a
una proliferación de grandes talleres alcanzando su punto más alto de difusión territorial, llegando a invadir las ciudades más
importantes de América del Sur.Dos iconografías aparecidas en el siglo anterior se difundirán durante el siglo XVIII: "Los
Arcángeles arcabuceros" y "La defensa de la eucaristía" (Figs. 10 y 11). Demostrando por un lado, la seguridad formal de sus
innovaciones iconográficas, y por otro, la calidad técnica de su pintura cusqueña.
Fig. 10
Fig. 11
El primer artista cuya personalidad se conoce en el siglo XVIII, es Basilio Pacheco. Este autor realizó los lienzos de la vida de
San Agustín en el claustro del Convento de San Agustín en Lima. La importancia de la escuela cusqueña queda reflejada con este
encargo desde la capital del Virreinato. Además se hace un autorretrato y coloca la ciudad y la catedral del Cusco como paraje
principal en una de las series, que es una declaración de su muevo status adquirido. Como ejemplo de este autor tenemos "La
Circunsición" (fig. 12) con el uso de una perspectiva de filiación renacentista.
Fig. 12
De este mismo contexto de producción artística destaca la figura de Marcos Zapata. Son características de su estilo el
uso de los colores rojo y azul, una belleza de rostros gráciles y la presencia de querubines, como lo hace en sus
representaciones de la virgen. El cuadro de "La Visitación" (Fig. 13), es un destacado ejemplo de este autor, la
claridad ecenográfica, la variedad tipológica de la escena, el movimiento de las personajes, la ligereza de las túnicas y
mantos, con una ambientación ya conocida y repetida desde del siglo XVII. Algunos seguidores de autor son Cipriano
Gutiérrez, Antonio Vilca e Ignacio Chacón.
Fig. 13
Algunas otras iconografías que destacan en el siglo XVIII, en la vertiente anónima pero de programas iconográficos
clericales e intelectuales son "La genealogía de los Incas" (Fig. 14) y principalmente, las destacadas pinturas de
carácter universitario, como "El jardín de San Antonio" (Fig. 15) que el historiador del arte Francisco Stasnty ha
denominado como una "guerra iconográfica" en la cual los diferentes estratos sociales del Cusco (españoles, criollos,
mestizos e indígenas) pugnan con una sutileza ideológica y de claridad de pensamiento sus aspiraciones sociales.
Conflictos que el arte cusqueño refleja en casi todas sus pinturas y que tendrá como epilogo la revolución de Tupac
Amaru II, que desencadenará la drástica pero no completa desaparición de la escuela cusqueña.
Fig. 14 Fig. 15
"Retablo mayor de la iglesia de San Agustín , "Nazareno con cruz a cuestas. Relieve
Trujillo. Obra atribuida a Fernando Collado, policromado que desborda un
posiblemente de 1725. De estilo estrictamente expresionismo extremo al hacerse uso de
barroco, este retablo es característico del XVIII. Guarda elementos extraños a la talla como los ojos
semejanza con el retablo mayor de la iglesia Jesús María y de vidrio y los dientes. Obra anónima de finales del s.
José de Lima. Madera tallada y dorada, 12 x 9,60 m. / XVII e inicios del s. XVIII. 0,55 x 0,40 m. / Catedral del
Foto: Escultura en el Perú. Colección Arte y Tesoros del Cuzco. Foto: Escultura en el Perú. Colección Arte y
Perú del Banco de Crédito del Perú (cortesía)" Tesoros del Perú del Banco de Crédito del Perú
"San Sebastián. Talla en madera de 1,56 m. "Salomé con la cabeza del Bautista. Relieve en
Por la expresión y el estilo, se trata de una madera policromada que representa el momento
escultura típicamente manierista. Tiene ojos en que Salomé recibe de una esclava la cabeza
de vidrio y constituye uno de los más de San Juan Bautista. Obra de Juan Martínez Montañés,
espléndidos desnudos escultóricos del arte colonial. Obra 0,73 x 0,70 m. Primera mitad del s. XVII. / Retablo de
del maestro Diego Rodríguez del último tercio del siglo San Juan Bautista. Catedral de Lima. Foto: Escultura en
XVI. / Iglesia de la Compañía de Arequipa. Foto: el Perú. Colección Arte y Tesoros del Perú del Banco de
Escultura en el Perú Crédito del Perú (cortesía)"
"Niño Jesús. Este tipo de imágenes fueron
muy difundidas durante el virreinato y "San Agustín. Obra atribuida al escultor
buscaban plasmar tanto la dulzura como el Melchor Guaman Maita de gran realismo y
supremo poder de Cristo cuando niño. Obra dramatismo. Obra escultórica en maguey y
en maguey, pasta y tela encolada de 1,02 m. madera tallada de 1,76 m. S. XVII. / Iglesia
Presenta un acabado semejante a las tallas de de La Merced del Cuzco. Foto: Escultura en el Perú.
madera. Anónimo, siglo XVII. / Iglesia de Callalli, valle Colección Arte y Tesoros del Perú del Banco de Crédito
del Colca, Arequipa. Foto: Escultura en el Perú. Colección del Perú
Arte y Tesoros del Perú del Banco de Crédito del Perú
"Virgen María. Imagen de "candelero" de
"La Rectora, de Juan Bautista Vázquez Obra autor anónimo. En este tipo de esculturas la
del siglo XVI, de estilo manierista. 1,40 m. talla se limitaba a la cabeza y las manos, y
Muestra a la Virgen sentada cargando al niño el resto del cuerpo era cubierto con tela
Jesús, de pie y desnudo en pose manierista. / encolada. La brillante policromía que
Instituto Riva-Agüero. Pontificia Universidad Católica del expresa esta obra es típica del siglo XVIII.
Perú Convento del Carmen, Trujillo. / Archivo Banco de
Crédito del Perú.
"Cristo de la contrición. Obra de la escuela
"Virgen de la evangelización. Talla esculpida de Martín de Oviedo, que presenta a Cristo
por el flamenco Roque de Balduque en el siglo en la cruz sostenido por cuatro clavos. El
XVI. Estilo renacentista tardío. 1,70 m. / fuerte modelado y el desnudo de destacada
Catedral de Lima. musculatura hacen de esta una obra
representativa de la transición del manierismo al
realismo. Talla del s. XVII de 1,70 m. Iglesia de San
Pedro de Lima. / Archivo Banco de Crédito del Perú.
"Sillería de coro del convento de La
"Tránsito de Santa Rosa. Hermosa escultura en Merced. Obra iniciada en 1628 cuyo
mármol de Carrara, que representa a Santa Rosa autor se reconoce como del círculo de
yacente, con su hábito trabajado en ritmos que parecen Pedro de Noguera. Se distingue por su
pétalos de rosas. Obra del barroco italiano realizada por el policromía, el uso de pilastras en lugar de columnillas y
escultor maltés Melchor Caffa, 1669. 0,82 x 1,47 m. por sus esculturas que muestran una transición hacia el
Iglesia de Santo Domingo de Lima. / Archivo Banco de realismo típicamente barroco. / Archivo Banco de
Crédito del Perú. Foto: Daniel Giannoni Crédito del Perú.
"La muerte. Impresionante imagen de madera Cristo de marfil del siglo XVII que se
de aspecto macabro, esculpida para un paso de conserva en la iglesia de las Nazarenas de
la semana santa. La talla se encuentra dentro de Lima. Esculturas de este tipo tenían que
los cánones realistas y persuasivos del barroco. Exhibe un adecuarse al tamaño y la forma del colmillo
esqueleto completo que representa a la muerte en actitud del elefante. Por ello los brazos eran tallas adicionales
de tensar el arco para disparar la flecha que indica el fin que luego eran añadidas al cuerpo. / Archivo Banco de
de la vida. Obra del siglo XVIII de 1,95 m. Su autor es Crédito del Perú
Baltazar Gavilán. Convento de San Agustín de Lima. /
Archivo Banco de Crédito del Perú. Foto: Daniel
Giannoni.
PINTURA
La pintura Colonial tuvo tres grandes influencias: la española, la italiana y la flamenca. Traído desde España al Nuevo
Mundo se forman talleres en las principales ciudades americanas, donde enseñan a criollos, indios y mestizos. La
pintura que realizaron los indígenas fue un Arte religioso bajo la influencia de la catequización.
Dio inicio a la transculturización. Sus temas son religiosos y didácticos para la evangelización. Los pintores de Lima
y el Cuzco trabajaban en talleres. Predominó la técnica de la pintura al óleo sobre lienzo. Se mantienen las técnicas y
los modelos europeos.
Prescinden del modelo natural, reflejándola realidad inmediata y cotidiana. Copias estampas por lo general flamencas.
Influencia de pintores españoles e italianos tanto en Lima como en Cuzco. s. XVII y XVIII Alcanzan enorme difusión
(s. XVII y XVIII) los llamados “primitivos” en cuanto a la técnica.
A fines del siglo XVI vienen tres grandes pintores italianos: Bernardo Bitti, Angelino Medoro y Mateo Pérez de
Alessio Constituyéndose en los iniciadores de la pintura colonial en el Perú.
El jesuita Bernardo Bitti Nació en Camerino, Italia en 1548 y murió en Lima en 1616. Arribó al Callao, en 1575.
Inició la decoración de la primitiva iglesia jesuita de Lima, hoy San Pedro. Fue el encargado de pintar para varias
iglesias del Cuzco y del Alto Perú. La Coronación de la Virgen
Santa Rosa, pintura de Angelino Medoro que
La Peregrina, Pintura de la escuela retrata a Santa Rosa de Lima recien
cuzcuqueña. cuyo autor se desconoce. Fallecida.Obra de estilo manierista de 1617.
Coronacion de la virgen, obre del siglo Santa Rosa, Pintura del S.XVII su autor
XVII que constituye un clasico de la Carlos Matta
pintura marienista en el Perú; Bernardo
de Bitti, Iglesia de SAn Pedro de Lima.
Virgen inmaculada Anonimo, en la parte Virgen con el niño bello, cuadro colonial,
superior se aprecia a la santisima Trinidad, cuyo autor se desconoce
cuyos integrantes comparten en el mismo
rostro.
San francisco joven a Caballo, pintura de Virgen del Resario Pintura Ayacuchana
diego de aguilera que forma parte de la finales del siglo XVIII cuyo autor se
serie vida de san Francisco(Convento de desconoce
San Francisco el Grande - Lima)
Santa Cecilia Obra de la escuela Limeña del "Retorno deEgipto" de Diego Quispe
Siglo XVII que representa a la patrona de la Tito, Obra de la Escuela Cuzqueña
musica tocando un organo, Autor Bermejo.
(Convento de la Merced de Lima)
San Miguel Arcangel, Escuela Limeña, Desposorios ded la virgen Maria y san
Siglo XVII. José, escuela cuzqueña Siglo XVIII
ORFEBRERÍA
La platería es uno de los temas histórico artísticos más interesantes del arte peruano, lamentablemente poco
apreciado. Su inclusión dentro de la categoría impropia de “arte menor”, junto a su poca divulgación y generalmente
restringido al ámbito productivo de la Colonia, no ha permitido reconocer su innegable importancia artística y estética
en el arte colonial.
Algunos autores, sin embargo, han estudiado con notable perspicacia, algunas de sus significaciones culturales desde
la perspectiva de la Historia del Arte. Francisco Stastny ha manifestado que la platería tuvo un valor simbólico en la
colonia de múltiples significados: económicos, sociales, religiosos y estéticos. Estos aspectos múltiples son
comprensibles debidos a los factores humanos autóctonos e hispanos involucrados.
Los orfebres, muchos de ellos indígenas, tuvieron una predisposición a la elaboración de estos productos. Las técnicas
de larga data en el antiguo Perú, permitieron la canalización de novedosas destrezas proporcionados por los hispanos.
Además, objejos de orfebrería indígenas pervivieron en la Colonia, como los tupus, que a pesar de sus cambios
formales siguieron manteniendo sus funciones ancestrales (Fig. 1). Por otro lado, siguiendo modelos y expresando su
espíritu consiguieron originales obras, algunas de ellas “joyas artísticas” en el arte de la platería, que traspasando la
esfera colonial ha llegado hasta nuestros días.
Bello prendedor de plata que representa al Bello cofre de madera que adorno
Sol y la Luna(Museo de San Pedro de una habitación Colonial (Museo de arte
Osma) de Lima)
Pequeña fuente cerámica Colonial Pequeño retablo con la virgen rodeada por
varios santos.
Estribo de plata Siglo XVIII Custodia, autor Luis de Lezama 1680 plata
sobredorada
ARQUITECTURA
En la arquitectura colonial, como en la pintura y la escultura, predominaron las construcciones religiosas sobre las
laicas.
La arquitectura no siguió de forma inmediata las modas europeas, y la aparición de un nuevo estilo no significó la
desaparición del anterior. Así, durante el siglo XVI, en todo el Virreinato del Perú se alternaron construcciones de
estilo renacentista con otras del gótico tardío, y era frecuente hallar en edificaciones de ambos estilos techos de tipo
mudéjar.
A partir del siglo XVII el estilo barroco surgió en la arquitectura colonial.
Los alarifes
Los arquitectos y maestros de obras en la Colonia recibían el nombre de alarifes. En el siglo XVI, la mayoría de los
que trabajaban en el Perú eran de origen español. Entre ellos sobresalió Francisco Becerra, gran impulsor del
Renacimiento y uno de los responsables de la construcción de la catedral de Lima. Ya en el siglo XVII aparecieron
alarifes nacidos en el Perú, como Manuel de Escobar, responsable de la edificación del templo de San Francisco.
}
Casa Mayorazgo - Trujillo.
Casa Chacon - Ayacucho
Capilla de San Sebastián de Coporaque. Esta capilla cuya portada es de piedra tallada pertenece al siglo
XVI. Fue construida por los primeros misioneros que llegaron al valle del Colca en Arequipa. Por su
antigüedad se constituye en la más antigua arquitectura de este tipo en el Perú
Claustro del convento de La Merced del Cuzco. "Parte superior de la fachada de la iglesia
de la Compañía, Arequipa. Obra de 1698 de
estilo barroco.
CARACTERÍSTICAS
Como fruto del sincretismo cultural y del mestizaje las obras de la Escuela Quiteña se caracterizan por la
combinación y adaptación de rasgos europeos e indigenistas y en sus etapas refleja todos los estilos imperantes en
cada época en España y así tiene elementos renacentistas y manieristas; durante su apogeo es eminentemente barroca
concluyendo con una corta etapa rococo que desemboca en un incipiente neoclasicismo hacia la fase de transición a la
etapa republicana.
A más de los aportes españoles, recibe múltiples influencias flamencas, italianas y moriscas, las cuales íntimamente
enraizadas en la tradición indo-americana, le dan una particularidad especial, diversa de sus fuentes, pues su resultado
es mestizo.
Una de sus características comunes de la Escuela es su técnica de encarnado (como se llama en pintura y escultura a
la simulación del color de la carne del cuerpo humano) que da una apariencia más natural a la piel del rostro de las
esculturas. una vez que la pieza estaba tallada y perfectamente lijada, el oficial del taller procedía a recubrir la madera
con varias capas de yeso con cola; luego de cada capa, se pulia perfectamente hasta conseguir un acabado
perfectamente liso; luego de lo cual se daba el color en varias capas sumamente fluidas que se transparentaban
permitiendo la mezcla óptica de los colores superpuestos; se iniciaba con los colores de sombras (azules, verdes,
ocres); luego se daban los colores claros (blanco, rosa, amarillo); para terminar con los colores de resalte (naranja y
rojo para las mejillas sonrosadas, las rodillas y codos de los niños; azul oscuro, verde, violeta, para las heridas y
moretones de los cristos o para las sombras de la barba incipiente de personajes imberbes.
Otra característica es la representación serpenteante del movimiento de los cuerpos, en las esculturas principalmente.
Otra característica propia es la aplicación primero de pan de oro o de plata y luego a una pintura aguada que permite
que el brillo metálico dé una apariencia especial.
Las características que denotan su raigambre indígena son:
Se da una "quiteñización" de los personajes, muchos tienen rasgos mestizos y atuendos locales;
Aparecen con frecuencia costumbres ancestrales aborígenes;
Las escenas se ubican en un ambiente propio del paisaje andino, de sus ciudades, de su arquitectura;
Existe la presencia de fauna local (llamas en lugar de camellos y caballos; cuy en sustitución del Cordero
Pascual; monos, zarigüeyas, tapires, felinos, junto con los clásicos borregos de los pastores, etc.), y la flora
nativa se descubre en guirnaldas, bordados, incrustaciones, platería, tallas, etc.) al igual que la adopción de
plantas vernáculas sustituyendo las de la iconografía tradicional europea; • en escultura y pintura hay
presencia de personajes y costumbres propios del medio; • el ejecutor de la obra de arte es el artesano local,
de milenaria tradición artística propia; se da una adopción por "naturalización" de los santos europeos, por
ejemplo, San Jacinto de Polonia se conoce como San Jacinto de Yaguachi5
PRINCIPALES EXPONENTES
En pintura: Fray Pedro Gosseal , Fray Pedro Bedón, Nicolás Javier Goríbar, Hernando de la Cruz, Miguel de
Santiago, Manuel de Samaniego
ESCUELA CUZQUEÑA DE PINTURA
La célebre escuela de pintura cuzqueña o pintura colonial cusqueña, se caracteriza por su originalidad y su gran valor
artístico, los que pueden ser vistos como resultado de la confluencia de dos corrientes poderosas: la tradición artística
occidental, por un lado, y el afán de los pintores indios y mestizos de expresar su realidad y su visión del mundo, por
el otro.
El aporte español y, en general europeo, a la Escuela cuzqueña de pintura, se da desde época muy temprana, cuando
se inicia la construcción de la gran catedral de Cusco. Es la llegada del pintor italiano Bernardo Bitti en 1583, sin
embargo, la que marca un primer momento del desarrollo del arte cusqueño. Este jesuita introduce en el Cusco una de
las corrientes en boga en Europa de entonces, el manierismo, cuyas principales características eran el tratamiento de
las figuras de manera un tanto alargada, con la luz focalizada en ellas y un acento en los primeros planos en desmedro
del paisaje y, en general, los detalles}
CARACTERÍSTICAS
o Se caracteriza, en lo temático, por el interés por asuntos costumbristas como, por ejemplo, la procesión del
Corpus Christi, y por la presencia, por vez primera, de la flora y la fauna andinas.
o Aparecen, asimismo, una serie de retratos de caciques indios y de cuadros genealógicos y heráldicos
o cuanto al tratamiento técnico, ocurre un desentendimiento de la pespectiva sumado a una fragmentación del
espacio en varios espacios concurrentes o en escenas compartimentadas. Nuevas soluciones cromáticas, con la
predilección por los colores intensos, son otro rasgo típico del naciente estilo pictórico.
o El barroco en la pintura cuzqueña es sobre todo el resultado de la influencia de la corriente tenebrista a través de
la obra de Francisco de Zurbarán y del uso como fuente de inspiración de los grabados con arte flamenco
provenientes de Amberes.
o esta pintura es "cuzqueña", por lo demás, no solo porque sale de manos de artistas locales, sino sobre todo porque
se aleja de la influencia de las corrientes predominantes en el arte europeo y sigue su propio camino.
o Luego de una ruptura entre pintores españoles e indios de esta escuela los artistas indios y mestizos se guían por
su propia sensibilidad y trasladan al lienzo su mentalidad y su manera de concebir el mundo.
o libertad en el manejo de la perspectiva, un protagonismo antes desconocido del paisaje y la abundancia de aves en
los frondosos árboles que forman parte del mismo. El motivo de las aves, sobre todo del papagayo selvático, es
interpretado por algunos investigadores como un signo secreto que representa la resistencia andina o, en todo
caso, alude a la nobleza incaica
REPRESENTANTES
Bernardo Bitti
Luis de Riaño
Diego Cusihuamán
Diego Quispe Tito
Basilio Santa Cruz Puma Callao
Marcos Zapata