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GÓMEZ PÉREZ, Rafael, Deontología Jurídica (Cap. 1)

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RAFAEL GOMEZ PEREZ

DEONTOLOGIA
JURIDICA
Tercera edición

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los


titulares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las
leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier
medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamien-
to informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante
alquiler o préstamo públicos.

.,f íi .t'l e ! -$

-f.t¡iJ:t*-t-
Primera édición: Enero 1982
Segunda edición: Noviembre 1988
Tercera edición: Mayo 1991

@ Copyright 1982. Rafael Gómez P&ez


MEXICO SUR
Ediciones Universidad de Navarra, S. A. (EUNSA)
Plaza de los Sauces, I y 2. Barañáin-Pamplona (España)
UNIVERSIDAD ANÁI{T,IAC
ISBN: 84-313-0737-4
Depósito legal: NA 546-199L
Imprime: LINE GRAFIC, S. A. Hnos. Noáin, s/n. Ansoáin
EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, S. A.
Printed in Spain - Impreso en España
PAMPLONA
1. Esencia de la moralidad

¿Qué queremos significar cuando decimos «esto es in-


moral"? Que se aleja, se separa de una actuación distinta,
la moral. Es inmoral que el médico utilice, en determinadas
circunstancias, la vida del paciente para «comprobar, una
hipótesis; es inmoral que un juez acepte dinero para fallar
a favor de una persona determinada; es inmoral que un
polltico se aproveche de su cargo para enriquecerse perso-
nalmente. Estas cosas, si son descubiertas y denunciadas,
"escándalos». Escandaliza la falta de mo.
se convierten en
ralidad, porque se esperaba la moralidad. lncluso un autor
que defienda la inmoralidad en un libro de éxito, acusará de
inmoral a otro que lo haya plagiado o al editor, en el caso
de que éste se quede con los derechos de autor.
Estas son comprobaciones sencillas, pero la sencillez ha
sido siempre, y lo sigue siendo, un modo de acercarse a la
verdad de las cosas. Todos entendemos por moralidad la
regulación de los actos humanos de acuerdo co4 algunos
criterios, normas o leyes. De cualquier acto humano de-
-es y
cir, de los actos que el hombre realiza con conocimiento
con libertad- se espera que se ajuste a algún criterio. La
moralidad se refiere siempre a los actos libres del hombre
(ya que la libertad implica un previo conocimiento). No con-
sideramos inmoral que una persona privada de sus faculta-
des mentales robe; le falta conocimiento y libertad.
Los actos libres del hombre se hallan, pr'ecisamente por
eso, vinculados por una obligación (ob-ligados). Y esta obli-
gación es un vínculo, se presenta como un deber, como algo

17
RAFAEL GOMEZ PEREZ

e,ug debe hacerse, aunque físicamente pueda no hacerse.


La
obligación está dirigidá ara rolrrtuá-' «Tienes que
porque debes hacerlo, aunque puedas (fi.icáÁJrtái;;;"- hacerro,
cerlor.
La moralidad es, inmediatamente, algo subjetivo
jor, personal. La norma próxima, inmeJiata, o, me_
d"
es la conciencia personally no háy oiru, u"o.rciencia
Áá.áiiáu¿
colec_
tiva» es una expresión meiafórica). La conciencia juzga
este acto que- se piensa realizar o que
si
se ha realizuáo'* ?:"r_
ta a lo que debe ser, es decir, a li norma de
moralidaa oU_
jetiva, a la ley moral en su sentido
áás amplio. ..iu-roz a" 2. La ley
la conciencia, ¡s es una expresión sin senti?o. Eliici;
de
conciencia es siempre un El término ley tiene distintos significados y, de hecho, se
¡uicio de la intelig"rr"á,".-p*ti, emplea en todos los ámbitos humanos: leyes físicas, leyes
primeros principios *orul"r, y u.o-puna
*: l:r rued.e
Jrore.
a todo acto
ser verdadero o erróneo, peró ." da siempre. económicas, leyes jurídicas, ley moral, ley divina, etc. Pero
Nunca tendremos una conciencia absollut;il;," el sentido más amplio de ley es el de ordenación La ley fí-
;;;;.'"' sico-natural es la patentización de un orden de hechos. To-
,dad,En-la exposición de las cuestiones básicas de la morali_
el-orden es, hasta cierto punto, indiferenie. S"g,f" das las leyes referidas al hombre son también una ordena-
U ción, pero no de carácter necesario, sino libre. La ley refe-
que_empezar por tur'"á"diciones de Ia
l9§i",u,,h?bría
l«rao de los actos humanos; genéticamente, mora- rida al hombre significa w deber ser, pero no como algo
ciar el análisis con un estudiJ de ra conciencia. mejor ini_
sería distinto del ser, entendido metafísicamente, ya que el debér
preferido comenzar por lo *e. Rquilemls ser implícito en la ley moral no es una simple posición de
d"rd" ,.r=ñ;;;" Ia volutand, sino una exigencia de la misma naturaleza de
vista «exteriorr: por la ley. pero "rid".rt"
hay que tener en cuenta
que ra rey, sr es_ justa, es la condición de la las cosas.
libertad. y
rey que realrza la justicia se encuentra inmediatamente la Es clásica la definición de ley propuesta por Santo To-
en más: "Ordenación de la razón, dirigida al bien común, pro-
sintonía con la rectitud de conciencia.
mulgada por aquel que tiene el cuidado de la comunidad, t.
En esta definición no se descuida el elemento volunarista y,
de hecho, la ley es siempre preceptiva, pero se subraya que
su causa principal es la inteligencia, única capaz de ordenar
(y el término ordenar, en sus dos sentidos de clarificar y
mandar, muestra cómo en la ley estiín presentes las dos fa-
cultades principales, la inteligencia y la voluntad).
La ordenación aI bien común es un requisito general de
cualquier ley, con tal de que se entienda bien comúfl en su
sentido más profundo y escalonado: el bien común del uni-

l. S. Th, l-II,9.90, a. 4.
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19
RAFAEL GOMEZ PEREZ DEONTOLOGIA JURIDICA

verso,(y, por tanto, de los hombres) es Dios 2; el bien co- b) ley natural o participación de la ley eterna en la
mún de Ia sociedad política es la realización dei bien propio criatura racional;
de todos los hombres que la componen. Bien comrin, en el
caso de la sociedad política, puede entenderse tambiéí como c) ley divino-Positiva, u ordenación promulgada en la
«situación de concordia», como Revelación sobrenatural.
comúnr. No es éste
el s_entido más profundo, pero "utilidad
tampoco es falso. La ley humana Puede ser:
La ley es dada por .,aquel que tiene a su cuidado la co- a) ley civil, elaborada y promulgada por la autoridad
munidadr. Ese es Dios para la totalidad del universo; y es politica;
la autoridad polÍtica en la sociedad civil. claramente'rá
señala aquÍ un matiz «monárquicor; considerando al pueblo "" b) ley eclesiástica, elabotada y promulgada por la au-
como depositario de la autori dad (depositario porq.rl tod. toridad eclesiástica.
autoridad viene de Dios), la organización jurídica que se de
el pueblo es órganorl- lo que está al cuidado de la
-en sus
comunidad. Quiere decirse con esto que la definición de ley 2.2. tustificación de este planteamiento
no está reñida ni siquiera con Ias formas puras de democra_
cia directa. En cuanto al simple criterio de facticidad, no hay difi'
Finalmente r parya. que exista ley ha de estar «suficiente- cultad alguna para entender la existencia de las leyes huma-
mente promulgada».La ley eterna de Dios es promulgada a nas: están ahí, se dan en cualquier comunidad humana' En
través de- su participación en la criatura iacional (ley" natu- cambio, ¿por qué una ley natural? Podemos razonar del si-
ral moral). La_ ley divino-positiva ha sido promutguaá guiente rná¿ot la ley humana ha de ser justa, es decir, ha de
U
Revelación sobrenatural. La ley humanopositiva a través "n irpo.,"t una ordenación que dé a cada uno lo suyo, que es
de distintas formas de publicación. el acto de la virtud de la iusticia. En este supuesto, ¿por
qué el hombre ha de dar a cada uno lo suyo? O, más inci-
s-ivamente: ¿qué es lo suyo? Los derechos humanos, según
2.1. Clases de leyes acuerdo ge.réial, son naturales, eI hombre nace con ellos'
No son olorgados por la sociedad y mucho menos por el Es-
La división clásica atiende al criterio del autor: Dios y tado: sociedad y Estado deben reconoceilos, como se reco'
el hombre. noce lo que está Ya ahí.
La ley divina se divide a su vez en: Si eI hombre nace con esos derechos, ¿de dónde proce-
den éstos? ¿Cómo los ha conseguido? Sólo caben dos res-
a) ley eterna, que es la ordenación de todas las criatu- puestas, yu {.r" el hombre no puede darse a sí mismo los de-
ras por Dios hacia su bien último o común, que es el mismo rechos .rát,riul"t (si fucra así, cualquier hombre podria na'
Dios; turalmente suprimirlos). No cabe más que esta solución: los
ha recibido. Ysi los ha recibido sólo puede ser de una extra-
ña causa ciega, de la materia en evolución o del autor de la
2. «ultimo fin exclusivo del homb¡e en la vida presente y en la vida naturaleza, de Dios. La hipótesis de la evolución de la ma-
eterna» (PÍo XI, Dioini Redempioris, 27; AAS 29 llg37l, ZA),
de-la
teria sin Dios (lo que equivale a postular la existencia de
historia humana y de la historia de la salvación» (c.-vaticáno ii, "Se¡or
¿;;r;.¿r- una materia eternJ) no tiene consistencia filosófica. Por
d.ium et spes, 4L, AAS 58 tt9ó61, tO6O). otra parte, cualquiera, en nombre de esa evolución, podría
20 2l
RAFAEL GOMEZ PEREZ DEONTOLOGTA JURIDICA

establecer como «natural» la supresión de esos derechos. violentamente con aigo que todo hombre conoce: el orden
La respuesta clara. es que el hombre nace con derechos na- de lo natural y la exigéncia de una Suprema Intelige,cia que
turales, sr.lyos, porque como suyos los ha recibido de Dios. y lo haya ordenado.
los conoce en sí mismo, en su naturaleza racional y libre. Existen muchos testimonios de un cierto acercamiento
Ese es el fundamento de la ley natural.
a esta verdad. Incluso quienes afirman sólo una genérica
_Para la ley eterna cabe la siguiente argumentación: la *religión cósmicao incluyen un elemento de racionalidad
ordenación *a través de la ley natural- de lo humano se
Comá ejemplo, puede verse este texto de Albert Einstein:
extiende también a las demás criaturas, a todo el universo
,.Su religio.idud-(lu del investigador) se apoya en el asom-
creado. Y eso es la ley eterna.
La ley divino-positiva sólo se entiende a partir de la fe bro antá la armonía de las leyes que rigen la Naturaleza,
- en la que se manifesta una racionalidad tal que en contra-
sobrenatural, es decir, del asentimiento del hombre a Ias con ella toda estructura del pensamiento humano
posición
verdades reveladas por Dios. ^se s'
convierte en insignificante destello'
Las definiciones clásicas de ley eterna son mucho más
2.3. La ley etenta precisas: «Lex aeterna est ratio divina vel voluntas Dei or-
áirr"* naturalem conservari jubens, perturbari vetans», de
La noción de ley eterna (con ésta o con una expresión §an Agustín6: la razón y voluntad divinas que mandal cgn'
equivalente) ha sido presentada en las más diversu, .rrltrru. ,"rr*] respetar el ordén natural y prohíben perturbarlo.
por todos los que han reconocido la existencia de Dios, crea- Santo'Tomás de Aquino lo enfoca desde otro ángulo, sus-
dor del mundo y providente. En ese sentido, es común a mu_ iancialmente idéntico; «Lex aeterna est ratio divinae sa-
chas formas religiosas. Es conocida la frase de Cicerón: pientiae, secumdum quod,est directiva omnium actuum et
.,Veo que ésta fue la enseñanza de los más sabios: que la ley motionum,T, es decir, el plan de la sabiduría divina que es
no ha sido_ excogitada por el ingenio humano, ni es algo ia directriz de todas las aiciones y movimientos que se dan
pronunciado por los pueblos, sino algo eterno, que rige a en lo creado.
todo el mundo con la sabidurÍa del mandar y del piohibír, r. La ley eterna se realiza de modo necesario en las criatu-
Esta-sabiduría que gobierna el mundo, mandanáo y prolii_ ras no dotadas de razón; en las criaturas racionales se ha
biendo, no es algo originariamente humano. Está aÉí,^antes á" crmpllt de forma consciente y libre' En ese sentido' la
de los hombres. ley eterna es la primera y gran ley moral'
La misma idea late, en una forma imper.fecta, incluso en
algunos textos deístas. Por ejemplo, en éste de Rousseau:
«La conciencia es la voz del alma, a. Aunque el deísmo fue 2.4. La leY natural motal
históricamente un camino hacia el ateísmo, no se puede
desconocer que, en ese proceso, fue necesario ,o .6-p". santo Tomás, recogiendo una tradición filosófica ante-
rior al cristianismo, define la ley natural como «participa-
3. <<Hanc igitur video sapientissimo¡um fuisse sententiam, legenr neque
hominum ingenio excogitat4m neque scitum aliquod .rr. popuiá.u-, i.¿
aeternum quidquam, quod universum mundum regeret imperánái prohitendi- ,. A. ErNsrnrr't, Mi uisión del mundo, Barcelona 7980' p' 24'
que sapientia» (De Legibus 2, 4, 8). 6. S. AcusrÍN, Contra Faustum 22, 27 (MIGNE 42' 4I8)'
4. Roussueu, Emile, Librc IY. 7. S. Tor,rÁs, S. Th., t'2,9), 1.

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,RAFAEL
GOMEZ PEREZ DEONTOLOGIA JURIDICA

tio legis aeternae in creatura rationali» 8. Con esto, la ex- en lo que considera obueno, y «malo», pero está de acuer-
presión ley natural adquiere un sentido moral, porque sólo do en que el bien ha de ser hecho y el mal evitado, que es
los seres racionales y libres son capaces de esa párticipación. el primer principio de la ley natural, en modo alguno tau-
La ley natural lo es porque comprende precepto. lr" tológico.
tán en la misma naturaleza del hombre y, ademár, plrq.." "r- Además, es fácil comprender cómo el recurso a la ley
puede ser conocida con la sola luz de la'razón. En la prac- natural ha sido en todas las épocas y sigue siéndolo, la me-
tica moral, la ley natural es un continuo criterio de iefe- jor defensa contra la tiranía política o social. El llamado
rencia. Por su importancia merece una detenida clarifi- uderecho de resistencia" contra una ley humana injusta tie-
cación. ne como base la existencia de una ley anterior a la sociedad
polltica, porque el hombre nace con ella: y no otra cosa es
la ley natural. En un planteamiento muy sencillo puede de-
2.4.1. Existencia de la ley natural cirse que las genéricas pero, por otro lado, muy concretas
La existencia de la ley natural no se entiende sin aclarar protestas del estilo del no hay derecho (referidas tanto a
los fundamentos metafísicios del orden moral. por ejemplo, una actuación personal como a Llna situación o a una ley)
si se niega la posibilidad de alcanzar la verdad ae foima están tomando como referencia la ley natural no escrita e.
objetiva (relativismo histórico), es imposible dar con la na-
turaleza del hombre y, por tanto, con el deber ser moral 2.4.2. Contenido de la ley natural
implícito en su ser. Tampoco se entiende la ley natural si
por natural se considera simplemente lo que se'da (pragma- La dignidad de la persona humana, que se funda en el
tismo) o lo más frecuente o usual (ulo normal,), óomá es hecho de que ha sido creada a imagen y semejanza de Dios,
corriente
-en algunas formas de sociología. La ley natural es inseparable de la ley natural. Su espiritualidad (inteli-
no deja de serlo, porque sus preceptos sean incumplidos gencia y voluntad libre) hace que el individuo humano sea
(aunque, por lo demás, nunca lo ,on totalmente ni por la persona: dueño de sus propios actos, sujeto de derechos y
totalidad de los hombres); la ley natural es una ley inoral deberes. Es un ser racional y libre, ordenado a alcanzar su
y, por tanto, ofrecida a la libertad; el incumplimilnto de fin último, Dios, que coincide con su felicidad. Por eso, el
la ley natural es una afirmación de esa misma iey, de modo conocimiento acabado del contenido de la ley natural exige
semejante a como
"la hipocresía es un homenajé que el vi_
cio rinde a la virtud".
una profundización metafísica en la naturaleza del hombre.
Asl se explica que, salvo en sus primeros principios, el con-
Cualquier hombre es consciente de que determinadas ac_
ciones (mentir, maltratar a los padres, matar a un inocen-
te, etc,) son naturalmente malas, por encima de las vicisitu- 9. En la práctica,ley nalu'al y dereclto nalural se equivalen, aunque la
des de las épocas y de las culiuras. Las deformaciones segunda expresión hace referencia a la alteridad, catacterlstica del goncepto de
de la conciencia en el respeto a la ley natural suponen Ia derecho y de justicia. La doctrina de la Igiesia sobre la ley natural es abun-
exactitud de la conciencia en el respefo a esa ley. Un hom- por elemplo, los documentos más significativos: Lr.óN XIII,
dantísima. Cfr.,
7 (AL 8, 220); Pío XI, enc. Summi Pontificatu, 20 (AAS 31,
enc. Libertas,
bre, un grupo o incluso todo un pueblo puede équivocarse l%9, p.42)), Mit brennender Sorge, )8 (AAS 29, l9)7, p. 160); PÍo XII,
discurso In questo giorno, 7 (AAS 32, 1940, p. 8), Alocución 18'lv'1"9t2 (AAS
44, 1952, p.417\; Jum.r XXIII, enc. Pacem ht terris, 160 (AAS ,5, 1963,
p. 258, 100, etc.); CoNcrrro Vrtrc¡No II, Cons. Gaudiun et spcs, 79 (AAS,
8. S. TouÁs, S. Tb., l-2, 91, 2. 58, 1966, p. 1102).

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RAFAEL GOMEZ PEREZ DEONTOLOGIA JURIDICA

tenido de la ley natural pueda ser desconocido, culpable o 2.4.3. Propiedades de la ley natural
inculpablemente, por muchos hombres.
El contenido de la ley moral natural es el conjunto de 2.4.3.1. Universalidad
derechos y deberes que derivan de la naturaleza humana y La ley natural se extiende a todos los hombres, en cual-
son, por tanto, comunes a todos los hombres. En este con- quier época y cultura. La promulgación de la ley natural
tenido se suelen distinguir unos primeros principios, que está hecha en cada persona humana por el hecho de serlo.
todos conocen con evidencia y que pueden reducirse al pri No se quiere decir con esto que cualquier persona conozca
mario y fundamental "debe hacerse el bien y evitarse el de hecho todo lo que es de ley natural, sino que puede co-
malr. Este principio, a veces criticado como tautológico, nocerlo si consigue superar algunos inconvenientes. Estos
es, en cambio, de una profundidad inagotable. euiere decir obstáculos (que inciden, sobre todo, sobre las antes llama-
que nadie busca el mal en cuanto mal, aunque, por defor- das conclusiones remotas) son a veces muy graves: piénse-
mación o por ignorancia, pueda considerarse bueno lo que se, por ejemplo, en la influencia de una civilización materia-
es objetivamente malo. Quiere decir, cn forma positiva, lista, en la presión de una eclucación que desconoce los
que existe en el hombre una inclinación natural hacia el más elementales fundamentos metafísicos, etc.
I bien, aunque, por otro lado, las pasiones dificulten el libre Con mayor dificultad se puede reconocer la ignorancia
] ejercicio de la voluntad y obstaculicen la práctica del bien. acerca de las conclusiones inmediatas: no matar, no men-
Se llaman conclusiones inmediatas (o, también, princi- tir, no robar, etc. Basta un sencillo razonamiento para dar-
pios secundarios) las que se deducen de modo fácil y di- se cuenta, por ejemplo, de que eI que miente no quiere ser, a
recto de los primeros principios; entre esas conclusiones su vez, engaña.do. Cuando se actúa en contra de estos pre'
inmediatas se encuentran los preceptos del Decálogo. ceptos puede ser que, alguna vez, tto se advierta la radical
Finalmente cabe hablar de conclusiones remotas, qlue inmoralidad de esa conducta. Pero basta situarse en el ám-
son las que se obtienen, por medio de un raciocinio diligen- bito de la persona ofendida, agraviada, etc. para darse cuen-
te, aplicando a cuestiones particulares los primeros princi- ta de su negatividad ética.
pios y las conclusiones inmediatas.
La división anterior está hecha teniendo en cuenta la 2.4.3.2. Inmutabilidad
mayor o menor evidencia de los diversos preceptos para la En sí, la ley natural cuanto dimensión ética de la
razón humana. Desde otra perspectiva, el primer y más im- -en
naturaleza humana- es inmutable, como lo es, metafísica-
portante precepto de la ley moral natural es amar a Dios mente, esa naturaleza. En cualquier época y cultura el hom-
sobre todas las cosas, que en la división citada es una de las bre es racional y libre y su inteligencia se dirige hacia la
conclusiones inmediatas, ya que racionalmente se deriva verdad y su voluntad hacia el bien. La inmutabilidad alcan-
de aplicar el primer principio y amar el bien- al za tanto a los primeros principios como a las conclusiones
Sumo Bien, que es Dios. En el-hacer
orden del conocimiento es inmediatas y a las conclusiones remotas.
antes «hacer el bien, que «amar a Diosr, pero en el orden Cabe hablar, sin embargo, de una mutabilidad por adi
real el precepto del amor a Dios es anterior, ya que la mis- ción o por perfeccionamiento, en cuanto que los preceptos
ma noción del bien depende de Dios: es, en efecto, moral- inmutables de la ley natural pueden ser mejor conocidos.
mente bueno aquello que conduce al fin último. En otras Así, en la actualidad se considera la esclavitud contraria a
palabras, algo es bueno en la medida en que es, al menos la ley natural; así lo ha sido siempre, a pesar de que en de-
implícitamente, manifestación del amor a Dios. terminadas épocas no toclos los hombres hayan reconocido

26 27
RAFAEL GOMDZ PEREZ DEONTOLOGIA JURIDICA

esa verdad en toda su radicaridad. por er contrario,


no cabe ignorancia sobre algunos de esos preceptos en circunstan-
una mutabilidad por sustracción: Io que es de t"y
.rut.r.ul cias concretas: «a veces ocurre que la conciencia yerra por
dé serlo; nunca ,"*,, Iíciros el homicidio, ignorancia invencible, sin que por eso pierda su dignidad.
:i_li:d",dejar
cl robo, el aborto, Ia mentira, etc.
Se ha hablado a-veces de que los preceptos
Esto no puede decirse, en cambio, cuando el hombre se
secundarios preocupa bien poco de buscar la verdad y el bien, y la
de Ia ley natural admiten o
"*""p"ior"s dispensas. Dispen_ conciencia se va casi cegando por la costumbre de pecar, 13.
sa propiamente hablando sólo puede darla el ur-t* JJ'.ru Resulta claro que el principio fundamental de la ley mo-
ley: el mismo Dios. En cuantá a las excepciones no son ral natural no puede ser ignorado por ninguna persona
propiamente tales, ya que no se refieren
a Ia ley adulta que esté en uso normal de la inteligencia. Como ya
"" ,i"o
a su formulación. .í,
"Estás formulaciones efectuaá";;;;;"" se ha visto, el principie "hay que hacer el bien y evitar el
autoridad humana. no son siempre perfectamerurl¿-"."uá".
a la realidad regulada por la lÉy .,rir.al; mal, es conocido y reconocido en todas las circunstancias.
mulación positiva, por su caráCter sociai, "., "f""io, l;l.r_ ¿Puede haber ignorancia sobre las conclusiones que se
todos Ios casos perionales, y "o t";á; p.*". derivan inmediatamente de ese principio fundamental? Se
^ -".rüo que permitirían
todas las condiciones circunstanciales
no expresa tampoco trata de los mandatos del Decálogo: no matar, no robar,
una.definición perfectamente adecuada á" fá dar no mentir, etc. La mayoría de los autores la afirman que
i"v pueden ignorarse sin culpa al menos por un tiempo, pero
No hay excepción, sino un mejor o p.á. conocimiento ""i"r"f,,r. no durante toda la vida. Parece, en efecto, difícil de admitir
la.correspondiente formulaciin_- d; i" q;"-;;;l;; -con
ral. nl-a naturaleza humana no cambia en el curso ;"- que no se pueda llegar a considerar ilícito lo que se consi-
dera ilícito en los demás, cuando uno es la víctima. Sobre
historia; lo q-ue cambia ., tu ,"iu.iJn del hombre de su Ios preceptos del Decálogo no suele haber una ignorancia
medio geográfico, económico y ,""iui, así con su
como iu invencible, sino una deformación de conciencia y una igno-
dad para conocer mejor .". píopi* exigencias "áp""i-
y el mundo rancia afectada. Es útil repetirlo: al que roba no le parece
en que está inmerso» il.
bien que alguien le robe, el que miente no quiere ser enga-
Esta inmutab,idad de ra rey no está reñida ñado, etc. Prueba suficiente de que considera el robo, la
con
toricidad, en este sentido p.".iro, «en cuanto que su his- mentira, etc., como un mal: algo que no debe hacerse.
cada constantemente a la iealidad humana
es apli-
para regularlar12. La historicidad imphca
d; ;Jr-¿p;'.", En cambio, cabe la ignorancia inculpable sobre las lla-
un mayor y mejor madas conclusiones remotas de la ley natural. Esta igno-
conocimiento de Ias inmutables exigencias
de Ésa í"). - rancia inculpable puede tener su origen en una deformación
educativa, en la incapacidad personal de resistir a numero-
2.4.3.3. Cognoscibilidad sas y frecuentes expresiones de propaganda, etc.

El hombre puede conocer todo el contenido


tural; sin embargo, en razón de Ia mayor o menor de la ley na- 2.4.4. Ley natural y doctrina cristiana
cia de los diversos preceptos de la ley natural, puedeeviden- El Magisterio de la Iglesia enseña que «Dios, principio
e*istir
y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza por
10. Aunrnr, Ley de Dios, leyes de los hombrcs, Barcelona 1969,
AuaEnr, Ley de Dios..., p. 118. p. llg.
11
12. Aunrnr, Ley de Dios..., i. f ff. l). C. Verrc¡no Il, Const. Gaudian et spes, n.16.
14. Cfr. Pnu¡'l¡'ten, Tbeologia morulis, I, n. 158.
28 to
RAFAEL GOMEZ PEREZ
DÉONTOLOGIA JURIDICA

la luz natural de Ia. razón humana partiendo


cle las cosas 2.5. La ley divino'Positiva
creadas' 15. El conocimiento de Dios'uur"
ra el conocimiento uri-"i;;;";p"-
-de_
los prim"ro, pri*ip;;^" p.""Jpa, La ley divino-positiva ha sido promulgada por Dios, no
fundamenrales de Ia ley
"d;;i.-;Jta
gisterio se basa en un fu.rroro del Ma- en el oráen natuial de la creación (como la ley eterna y la
p"ru¡" d""nreñanza
il E;;;.h;^i", ley natural) sino a través de la Revelación. Esta ley recoge
Romanos, referido a--los gentil;;--;i;
es manifiesto entre ellos,
cognoscible de Dios y, en determinados puntos, aclata y perfecciona desde den'
fues
-r"Dios se fo ,iu"ii"rto. párq,r", natural. Según Santo Tomás de Aquino, la ley-di'
irola ley"moralmente
desde ta creación a"t *",iJ",
poder y divinidad. son conocidos
i"r*ul" ;;;i;r:";"' ;;";" vina es necesaria, es decir, no con necesidad
mediante las criaturas, ró. estricta, por dos razones principales: a) para que el hom'
EI mismo Masisterio de Ia Iglesia es intérprete bre puedá conocer sin ningún género de duda lo que tiene
de Ia Iey naturall es misión ,ry"u n"*poner auténtico
y enseñar autén- qr" iu"", y lo que tiene que ev-itar; -b) porque el hombre
ticamente Ia Verdad, que €s cíirr",
i ul *ir_o iiÁñ;"- lia sido ordenado por Dios a un fin sobrenatural y era nece-
clarar y confirmar los pri""ipl"lie'ord"r,
moral que flu_ saria una norma que le dirigiera adecuadamente hacia ese
yen de la naturalera humanar',i.-é"
t-ruta de que, como afir_ finm.
ma el Concilio Vati_cano II, ola f"y airi"u La ley divino-positiva está contenida en el Antiguo y en
Ia ciudad terrena» ,r..porlso,-J'";;", qrrá"'g.uúuáu "r, el Nuevo Testamento (a la luz de este último, ha de ser in-
moral natural los cristiano, ,r. iÁpá""" y defender la ley terpretado el primero). En la práctica esta ley se re§trme
propias creencias rerigiosas, ri"o a los demás sus
lá-*"rrican er camino rear en la doctrinf moral del Evangelio y de los demás libros
que todos Ios hombrei tienen
el debe. ¿" del Nuevo Testamento. «Pero la moral cristiana no para
hombres. La doctrina cristiana ,"f.r"rru ""*..".,-;;-r",
desde dentrá l" i"V en ser esto sea ya tanto- la perfecta exp-resión y
natural moral válida para todos-i"r-tor.rUr"s. -aunque
salvaguardia áe la moral natural: al contenido de la moral
enseñanza explícita, muchas_veces Esto es una
«Es incontrovertible... que repetid" po, iá-l;ñ;, cristiána pertenecen como propias el conjunto de -las exi'
Jesucristá, al comunicar a pe_ gencias ¿ét fin sobrenaturaf aI que el hombre está llamado
dro y a Ios Apóstoles su autoridad es imposible conocer sin la
diíina, y al enviarlos a
enseñar a todas las gentes sus mandamientos, [or Ia gracia. Exigencias quegracia (...).Es patente, pues,
en custodios e intérpretes auténticos de t.a,lo,-ley-
i"; y ttiros aún vivir sin la
"orrtii,ri.
*l*1, que la moral cristiana comporta preceptos nttevos' que ya
también de la natural,- expresió" ;;1. ,io exigibles a todo hombre, sino sólo al cristiano: en
voluntad de Dios,
cuyo cumplimiento fiel es igualmente
necesario para sal_ "ot
primer lugár, todos los deberes que-se refieren aI ejercicio
le.
Varser,
ie las viriudes teologales; el deber de hacer actos de fe, es-
peranza y caridad y de evitar los a-ctos que les sear contra-
iios. toáos los deberes que se refieren aI culto de Dios y
a la recepción, con todas las condiciones, de los sacramen'
15. Concilio Vaticano I, Cfr. Denz.-Sch. 3004. 2r'
16. Romanos, l, Ig-20. tos. En fin, el fundamentalismo deber del apostolado'
17. Concilio Vaticano II,._Decl. Dignitatis humttnae, Esta ley divino-positiva es, antes que nada, una ley inte-
son abundantlsimos. Cfr. también Grrd;;;;';;" n. 14. Los tpxtos
,;es, n. 89. En los textos del
Vaticano II se encuentan también las'referencias
:.:ffi]a al Magisterio an_
18. Gaadiam et spes, n. 43, 20. S. Touf.s, S. Tá., I'II, q' 91, a' 4'
19. P,r¡¡,o VI, Encíclica Hamanae airae, n. 21. R. Gencí¡ oB É¡no,' I. CeLlvl', La noral *istiana, Iúadrid 1975'
4. pp. 126-127.
30
31
RAFAEL GOMEZ PEREZ DEONTOLOGIA JURIDICA

rior: la gracia del Espíritu Santo, comunicada por Cristo. Amor a Dios y amor al prójimo son dos aspec',as de una
«I a nueva ley divina no es otra cosa que el dinamismo di- misma realidad y u la iez,lo que constituye la raíz de
vino que hace al hombre capaz de alcánzar el fin sobrena- "t,
todos los compórtamientos morales del cristiano. La cari-
tural:.la participación de la naturaleza divina y la filiación dad perfecciona desde dentro la justicia, la templanza,-la
adoptiva de Dios" 2.- Es una ley de libertad, ya que se basa
prudencia, la fotaleza y todas las demás virtudes morales.
en la aceptación voluntaria de la fe, en el áovimiento del 'En
cierto modo, la ley divina, resumida en la caridad, cons-
-en virtud deestaley
hombre la gracia- de corresponder a Dios. tituye un principio para la invención de modalidades mora-
Sólo secundariamente es externa, ya que así lo exi_ les iiquísimrt, il"tát de matices, lejanas de cualquier tipo
ge Ia naturaleza del hombre. uEl hombre,"en'efecto, no es
de legalismo. El idcal es nada menos que tratar a los demás
puro espíritu, es cuerpo y alma y, en su situación presente,
de uñ modo lo más semejante posible a como Dios trata y
su vida espiritual no puede nunóa ser puramente ül; lleva
ama a los hombres. Es en virtud de esta invención por lo
siempre consigo cierta participación Lorporal y sensible,
que, en un determinado sentido, la caridad es un manda'
ora .como punto de partida para conocer y amar (nihit in
intellectu nisi prius in sensi), ora como manifestación in- ,i¡"oto nuevo (Juan 13,34-35). Nuevo es el clima -el de la
fe y la gracia-, nuevo es el ejemplo vida de Cristo-;
evitable de Ia vida interior» 23.
poi esJel cristiano cuenta con todas-lalas garantías para no
No se puede olvidar, por tanto, que Ia ley divinoposi_
tiva es antes que nada una ley interior, una rey de ribeitad. considerar nunca el comportamiento ético como q¡¿ «ITlo-
Por eso hay que conocer el upeligro de dar a ia ley externa
ral de conveniencia, o un osimple respeto ¿ lq u5u¿l»' La
la primacía sobre la ley interior y de tender a red"ucir toda ley divina le incita a una fidelidad a la fe que es siempre
la moral cristiana a un código dá leyes precisas, olvidando creativa y creadora.
que debe estar al servicio dJ una ley en el fondo de los co,
24.
fSZOneS»
El contenido de la nueva ley se advierte claramente en 2.6. La ley civil
su principal precepto, que los resume todos: el de la cari-
dad. "Así pues, la cariáad es el contenido fundamental y (Las anotaciones que siguen tienen como objeto clarifi
de suyo único de la ley evangélica: amar a Dios por sí mis- car las implicaciones deontológicas de esta materia. En este
mo y por encima de cualquier otro ser, sin pone, límites a contexto no es necesario descender a un pormenorizado tra-
una progresión en este sentido>i 2s. Este es el sentido de las tamiento teórico ni a una casuística. De esto último se tra-
definitivas enseñanzas de las Escrituras: nToda ley se cifra tará con detalle en la segunda parte).
en un solo mandamiento: Amarás a tu prójimo ómo a ti
mismo» (Gal. 5, l4). plenitud de la-ley es la caridad, 2.6.1. Naturaleza
(Rom. 13, 10). «El que"l_,a
no ama a su hermano, a quien ve,
¿cómo puede amar a Dios, a quien no ve?» (I Jua-n 4,20). La ley civil, en su sentido más amplio (que abarca desde
la Consiitución hasta un reglamento) es una declaración
de voluntad hecha por el legislador para que sirva como
??: l.M.Aunrnr, Ley de Dios, leyes de los honbres,
p. 165.
Barcelona 1969, ordenación de la sociedad. Esta declaración es, a la vez, des-
23. Aunrnr, Ley de Dios..., p. 170. cripción, conocimiento y mandato imperativo' La ley va
21 Auarnr, Ley de Dios..., pp. 172_17). acompañada también de una sanción iurídica externa, co-
25. Auaunr, Ley de Dios..., p. tll.
mo garantí¿r de la efic¿rcia de su cumplimiento'
32 J.)
RAFAEL GOMEZ PEREZ
DEONTOLOGIA JURIDICA

La ley elnana del Estado a través clcl poder legislativo.


2.6.4. La ley como ley moral
Aparentemente el poder vincurador de ra iey deriía de su
sanción, d9 su legitimación como expresión de la voluntad Una ley humana justa obliga moralmente en conciencia.
general y de la necesidad pragmáticá de ordenar el tr;¡ico La entidad de esta obligación deriva de la gravedad de la
social. Más profundamente, como se verá luego, la obliga_ materia y de la voluntad del legislador. Por eso, en princi-
toriedad de la ley deriva de su conexión con li ley naturir. pio, despreciar formalmente una ley civil es ilícito.
Por otra parte, cabe hacer la siguiente distinción; el
2.6.2. Características deber general de sometimiento al ordenamiento jurídico
no incluye que se dé a todas sus leyes el mismo valor, entre
La ley civil reúne, entre otras, las siguientes caracte- otras razones porque, también según el legislador, existe una
rÍsticas: a) generalidad; la ley difícilmente-puede descender jerarquía de normas. Naturalmente, aun tratándose de leyes
a los casos concretos, sino que establ""" ,.ru justas, la obligación en conciencia de observarlas se atiene
cable en- principio a todos loi ciudadanos: ola ley-"Ji"-ápfi- a esa jerarquía.
es igual
para todosr; b) permanencia: la ley surge para iolucio=nar Existe un deber moral de conocer las le¡rcs (y de modo
o regular una situación general y permanecl vigente hasta especial los preceptos de carácter general, así como las que
que no- sea expresamente derogada. Esto, en función de afectan a la propia profesión) y de poner los medios ordi-
Ia
seguridad jurídica ya que ,.ru l"y imperfecta es, con fre_ narios para cumplirlas. Los medi<,ls extraordinarios son mo-
cuencia, mejor que la ausencia de ley. pr¡r otro lado, la ley ralmente obligatori«-rs atendiendo, sobre todo, a la materia y
sólo rige desde Ia promulgación y áe ahí pri".ípiá al hecho de que puedan estar en juego legitimos intereses
irretroactividad. La permanencia áe Ia Iey se "t prolorrg., aá de terceros. Es un principi<-r moral que las leyes no obligan
el.caso de que sea dLrogada, con el respeio a ios deáchos "., en caso de extrema necesidad (imposibilidad moral de cum-
adquiridos; c) coactividád: Ia ley civil presenta ,i"Ápr" tu plirlas) o en casos cle imposibilidad física o material. Si la
posibilidad de un¿r sanción externa. imposibilidad es física, la cuestión es evidente; la iustifi-
cación del caso de extrema necesidad reside en el hecho de
que nadie está obligado moralmente a lo imposible. Para
2.6.3. Conexión de la ley civil con la ley natural valorar mejor el caso de extrerna necesidad hay que verlo
como conflicto entre el bien que se pretende con la ley el
La finalidad de la ley civil es Ia realización de la justicia
mal particular que puede acarrear su cumplimiento. Por
Y el p.rincipal punto de su conexión con la Ie natu- ejemplo, es lícito no pa,qar una deuda si esto supone em-
3s1es
ral. En muchos casos, la ley civil explicita contenidts gue plear el único dinero de quc se dispone para cl sttstento de
son de Iey natural; por ejémplo, en la regulaci¿" ¿" io, la familia.
contratos, en la regulación del matrimonio cuando protege
sus propiedades esenciales, en Ia regulación de la herencü,
en asuntos penales, etc. En otros casos, el contenido de la 2.6.5. La lay in jtrsltt
ley natural puede ser alcanzado de diferentes formas, per-
fectibles y contingentes; en este sentido, Ia ley I-a obligatoriedad rnoral de la ley civil deriva de su co-
,rr"'rtl.r- nexión cc¡n la ley rnoral natural. Por eso, una ley injusta
ción concreta, quc trata de encontrar el mejtr",medio téc_
nico-jurídico. decir, una ley contraria al derecho natural- no sólo
-es
no obliga moralmente, sino que moralmente hay obligación
34
35
RAFAEL GOMEZ PEREZ DEONTOLOGIA JURIDICA

de resistir, de oponerse a ella con medios lícitos. por ejem- moral: ayudas a prensa y a cinematografia inmorales, pro-
plo, una ley legalizadora del aborto no sólo no obliga en gramas de anticoncepción, clínicas que facilitan el aborto,
conciencia, sino que existe la obligación de incumplir- etcétera. Una forma de defensa o de resistencia ante esas
la, de criticarla, de trabajar por su derogación. puede su- realidades sería la consideración de esas leyes como mera-
ceder que el bien común y la necesidad de Ia concordia mente penales.
civil haga conveniente sólo una resistencia pasiva. Sin em- Los que niegan la existencia de leyes meramente penales
bargo, hay que tener siempre en cuenta que, desde el punto argumentan que, en principio, toda ley está encaminada a
de vista profundo de la moral, una ley injusta no es ley, la consecución del bien común. Además, la deseducación
porque no es una ordenación racional dirigida al bien que significaría distinguir leyes meramente penales puede
común. fá.il-é.rte trasladarse al resto del ordenamiento jurÍdico.
En general, puede afirmarse que, contra Ia ley injusta, Por otro lado, algunas de las leyes consideradas meramente
no sólo es lícita sino además obligatoria la resistencia. Esta penales acarrean, en caso de incumplimiento, consecuencias
resistencia puede adoptar diversas formas, siendo la rebe- importantes en la vida personal y social; piénsese, por ejem-
lión el caso extremo. Su licitud depende de que se hayan plo, en las leyes de tráfico. En principio, parece que no se
agotado los demás recursos y de que de la rebelión no sur- viola nada cuando sc marcha a 120 $m/h. en una carretera
ja un mal mayor que el que se trata de evitar. con indicación de un límite de 100 Km/h'; pero del incum-
plimiento de esta norma pueden originarse accidentes mor-
tales.
2.6.6. Leycs nteratnente penales Se trata de una cuestión aún muy discutida, aunque es
preciso reconocer que, después de una creciente importan-
Leyes penales son Ias que infligen una pena por la vio-
cia en el siglo xrx y a principios de éste, hoy día existen
lación de otras leyes. A estas leyes es aplicable todo lo di- menos partidarios de las leyes meramente penales. Una opi-
cho anteriormente sobre Ias leyes civiles. Se llaman, en cam-
nión intermedia ha sido reflejada así por autores recientes:
bio, leyes meramente penales algunos- las que no oComo parece lo normal que una ley imponga la obligación
obligan en conciencia en cuanto -según
al contenido de la misma inmediata de cumplirla, las leyes puramente penales pue-
ley, pero sí en cuanto al cumplimiento de la pena aneja a su
den considerarse relativamente excepcionales. Por esta ra-
infracción. Suelen incluirse en este supuesto las leyes fis- zón, su existencia sólo debe admitirse cuando lo abonen
cales, Ieyes sobrc exportación de divisas, leyes sobre el trá-
razones suficientes y fundadas. Entre éstas pueden contar-
fico rodado, etc.
se: a) la forma expresamente disyuntiva de la ley; b) el
La cuestión cs importante porque, si se admite Ia no carácter superficial y ligero de la prescripción, en la cual
obligatoriedad moral de las leyes meramente penales, no no es posible descubrir la existencia de una obligación mo-
habría culpa moral alguna en transgredirlas. Quienes defien- ral, sino la de una sanción para lograr una determinada con-
den la existencia de leycs meramente penales se basan, mo- ducta; c) según muchos teólogos, también la intención ma-
dernamcnte, en la realidad del creciente intervencionismo nifiesta de la ley se revela al castigar con multas conside-
cst¿rtal. Si cualquier normatividad es obligatoria en concien- rables pequeñas lesiones de los intereses del Estado'
26.

cia, el ciudadano está continuamente expuesto a un com-


portamicnto antiótico. Además, en el caso de las leyes fis-
2(t. I. MAUss,{clt, G. Enr'rncxt-, Teologío moral católica, I, Pamplona
calcs, se obicta quc el producto de la rccaudación fiscal es- 1971, p.211. Si se desca una mayor clarificación clel tema, ptteden consultarsc
tá dcstinado, con I'recnencia, a fines contrarios a la ley <los obras clásicas pero, cn muchos aspectos, 1,a anticuaclas: v. D. Ru.¡ano.
L¿

36 37
RAFADL GOMEZ PEREZ DEONTOLOGIA JURIDICA

Probablemente, en la práctica puede funcionarse


sin re- que acudir a los lugares paralelos, si existen, y, después, al
currir a la existencia de las leyes meramente penales, gra- fin próximo de la liy, a las circunstancias y a la voluntad
cias a Ia aplicación de los siguientes principioi: del legislador;
a) la'olbri-
gación en conciencia de toda iey humana
;uita; b) ia grada-
esta obligatoriedad según la importarr"íu qí" iu. c) Las consecuencias odiosas han de ser restringidas;
:l:: 9"
otstlntas teyes tienen en- el conjunto del ordenamiento ju_ las favorables, ampliadas;
ridico; c) la obligación de resisüncia contra la ley frrrrrru'.,u d) La ley dudosa no obliga; si los términos cle la ley
injusta. son oscuros, hay que exigir el mínirno posible;
e) La ley especial posterior deroga a la ley general an-
2.6.7. Interpretación de la ley terior, siempre que las dos tengan el mismo rango' La ley
general posterior no deroga la ley especial anterior, a no ser
Interpretación de la ley es la explicación de su obieto
y de la voluntad del legislador. Se^ llama t;i;.p.";;:á [t'r" ." hugu .orr.tar asi expresamente. En los ordenamien-
auténtica a la dada por el mismo legislador; ii"ú,-á'1t" ás jurídiJos civiles hay que atender, en este punto,, a- la
que procede de la costumbre; doctriná\, a la'realiziáu uolu"rrtad expresa del legislador y a la jurisprudencia de los
pá. tribunales, i".o, genéral, Ia regla se basa en que una Iey
los peritos en la materia. La interpretación puede "r,
ser tám_ especial puede acercarse mucho trrás a los hechos y, por
bién:. a) simplemente declarativa; b) extensiva o
ampliaáá- turto, regularlos de ttna forma más adecuada'
ra; c) restrictiva.
. - \" interpr.etación auténtica, en cualquiera de sus formas
(declarativa, extensiva, etc./,
\svvr.r4Lrv4, §^Ltrrrsrva, etc.), oDlrga
obliga como la misma 2.6.8. La ePiquel'a o equidad
mi ley. La
interpretación usual y la doctri.,ál ," pueden seguir
práctica, mientras el legislador no diga otr.a
.esri. en l,
ár, la La epiqueya o equidad es la interpretación benigna de
cosa.
El tema de la interpretación cle la-ley ."U* la ley, alendiendo a la mente del legislador y con el deseo
portancia en la práctica, ya que toda ley es interpretada.
"rp"cial y
im_
de hacer justicia en un caso singular. La epiqueya no sus-
Ia práctica ha dado origen también a una serie de pende la óbligatoriedad de la le5'; simplemente la adapta a
criterios un caso concreto cuando su cumplimiento puede resultar
que valen ya como normas de interpretación.
Estos son los
principales; demasiado oneroso, difícil y, sobre todo, injusto'
Al tratarse de una interpretación de la presumible mente
- u)
pio
Hay que entender las leyes según el significaclo pro- del legislador, la epiqueya tiene su lugar más- propicl en la
de las palabras, en el texto y en ál contexto. Se
deduce tarea áe los jueces y otros administradores de la justicia.
de esto que las palabras claras de Ia ley no admiten Es fácil que una aplicación privada de la epiqueya se con-
inter_
q1e]1cion.es ni ,conjeturas; que los término, g"r".ut"r,-frá, vierta en una excusa para dejar de cumplir la ley' Sin em-
oe ser entendrdos generalmente; que donde li ley
no distin_ bargo, en algunos casos, la epiqueya puede ser la forma de
gue no se debe distinguir;
solücionar un conflicto de conciencia ante una ley positiva
l-,) Si las palabras de la Iey son dudc.¡sas u oscuras, injusta (No es lícita, en cambio, la epiqueya en el caso de
hav la ley natural).
Lá epiqueya está siemprc refericla a casos concretos y
tbéorie. d_es le.ges mere poenales, paús 1929;
V. V,lNcrrnl_u wp., De singularlsi lor que no es posible el recurso al superior.
poenali, Lovaina 19J8. leg,e rttere
Por-eso no ".r
se puede dar, crónicamente y durante largo tiem-
38 39
RAFAEL GOMEZ PD,REZ DEONTOLOGIA JURIDICA

po, una situación de epiqueya. Finalmente, hay que obser- Numerosas leyes son incumplidas también en las gran-
var que la epiqueya tiene su campo propio de áctuación en des catástrofes, que son estados de necesidad generalizados.
leyes muy generales y que, por su própia naturaleza, no En estos supuestos, las circunstancias del bien común han
pueden abariar todos los casos. poi eso mismo, a sensu cambiado y ante esto ceden la mayoría de las leyes positi-
c-ontrario_, no se aplica Ia epiqueya a las leyes irritantes, es vas, aunque, naturalmente, no la ley moral'
decir,- a Ias que sancionan cláramente Ios requisitos ináis-
pensables para Ia validez de un negocio jurídico.
2.6.9.2. La disPensa

2.6.9. La cesación de la ley Se llama dispensa a la relajación o suavización de la ley


o cle su obligación, en casos particulares, hecha por la auto-
La Iey puede cesar como tal ley: a) por derogación; b) ridad compátente por una causa especial y suficiente' La
por cesación del fin que se pretendía conseguir; ó¡ po. ,rro dispensa ráquiere .1"*pte esa causa suficiente; de ahí que
costumbre contraria. solicitar a übienda. ,ru dispensa sin causa sea inmoral;
La ley puede cesar, en lo que tiene de obligación para y lo mismo su otorgamiento. Es también ilícito continuar
yl9-o -varios sujetos, por las siguientes razones: a) imiosi- án la situación de clispensa cuando ha desaparecido Ia cau'
bilidad de_ cumplirla; b) dispensa del legislado.; privile_ sa que la justificó
gio concedido a una persona o a un grupo o clase.")

2.6.9.3. La ret,ocación de la ley y la cesación de su fin


2.6.9.1. La iruposibilidad de cutnplir la le1,
En la práctica, la revocación de la ley es sinónimo.de
-_
La obligatoriedad de la rey cesa cuando resurta imposi- abrogación o derogación. Los problemas morales suelen
ble, absoluta y físicamente, cumplirla. por ejemplo, ;iñ;;" presJntarse en los et los que de la derogación de una
que ha sido victima de un robo, en er que pierde todo"s
sus
"aso.
i"y pu."." seguirse la derogación implícita de otras normas
bienes, está absolutamente imposibilituáo pi.u *n íntimamente conectadas con la primera. En estos casos, no
las leyes fiscales. La imposibilidad puede -ser tambiérr
""*pti. rro: es raro que esas normas «conectadas» estén en trance de
ral: en el mismo caso que el ejemplo anterior se encontra- ser también derogadas y de esto suele derivarse un cierto
ría menos transitoriamente- el que tuviera que asistir incumplimiento. En rigor, toda ley no derogada sigue obli-
a la-almuerte de un pariente próximo, coincidienáo con el gundo^moralmente, peio si se observa, por p-arte de la auto-
momento del cumplimiento de una ley. íidud, una positiva no insistencia, puede afirmarse que la
- Es imposible cumplir la ley, en definitiva, en los llama- obligación moral se hace mucho más tenue. En realidad,
dos estados de necesidad. Todas las legislaciones han excu- está sucediendo que el fin para el que fue promulgada- la
sado, por ejemplo, el llamado «hurto famélicor: Ia apro_ t", ,u se ha cumplido, resulta inoperante o ha sido modifi
piación de algún bien comestible ajeno cuando es impres_ .uaó po. nuevas circunstancias. También pueden quedar
cindible. En estos casos no se desea realmente incuÁplir derogádas tácitamente normas que se apoyan o justifican en
las leyes que ordenan respetar la propiedad ajena; simple- las expresamente derogadas. En virtud de esta derogación
mente se hace un uso urgente y moderado dé algo qrá ," aquellas normas, aunque no hayan sido derogadas, pierden
necesita perentoriamente. todo su sentido.
40 41
RAFAEL GOMEZ PEREZ DEON 1'OI,OGI A'I U RIDICA

2.6.9.4. La cesación de la ley por la costr.tntbre lles, puede ser un vicio: el juridicismo' Por otro lado' la ley
civii se ha desprestigiado a veces por una legislación u9-""-
«lantísima, extreuraliente cambiante y de discutible efica-
Costumbre, en este sentido, es cierta normatividad in-
troducida por el uso social y mantenida en el tiempo, con
el consentimiento al menos tácito del legislador. uia'dura- .iu- fi.rut*ente, cabe l-rablar de un desprestigio moral' en el
caso de leyes que sancionan actuaciones éticamente ilícitas.
ción necesaria para que algo sea considerado costumbre Frente a toclo esto hay que resaltar que la obediencia a
varía en las diversas legislaciones, pero el tiempo forma
parte de la costumbre y de su racionaliclad. l"r l;t;; es Lrna obligación moral general y una garantía de
la libértad personal. Si aumentasen las actuaciones contra-
La costumbre puede ser: a) iuxta legent, que aclara o rias a la ley se estaría deformando la conciencia' Por otro
perfila la ley; b) praeter legent, es decir, qrr" más allá de iuát, ," coáp.erde bien la responsabilidad cle los legislado-
la ley; c) contra legem, contra lo dispuestó en"ula ley. A efec- res ó.rand<r, por medio de leyes técnicamente mal pensadas
tos prácticos, la costumbre se presenta con frecuentia com«¡ á po. medio'de leyes injustas, están, en la práctica, fav-ore-
usos admitidos praeter legem, sobre los que no recae nin_ ciéndo la mentalidad de desprecio al ordenamiento
jurídico.
guna disposición explícita del legislador. Estos usos pue_ Modernamente se ha extendido la idea de que la ley no
den estar generalmente extendidos o sólo en el ámtlto es más que un mal menor, con lo que estaría siempre éti-
de una determinada clase de personas (por ejemplo, camente permiticlo sustraerse a ella, siempre que sea posi-
algunas profesiones). para que estos usos aámitidós pr"_ ble sin giave riesgo. Contra esto hay que insistir en ia idea
dan ser moralmente seguidos, su contenido ha de ,". ti_ elemenüI, pero muy importante, de que la ley es,la ley por
cito, es decir, no deben atentar ni a la ley natural ni a las encima cle'los defeót<-,s personales de los legisladores y de
leyes civiles que existan sobre muteiia. por ejemplo, los condicionamientos icleológicos. Si por algún rnotivo, Ia
no es lícita la costumbre de hacer "raregalos al juez,.á*o ,"- ley parece ineficaz. o injusta, lo ético es acudir a los recur-
conocimiento de una sentencia favorable. No es lícita tam- sos existentes en el mismo ordenamiento jurídico. Estos
poco la costumbre de la recomendación que llega al resul- recursos ser también leves- tienden a establecer de
tado efectivo de la promoción de alguien incompetente, en -al
modoclaroelimperiodelaleyalserviciodelajusticia.
detrimento de personas más aptas, pero no recomendadas. Entre estos recursos cabe destacar la objeción de concien-
cia o las cláusulas de conciencia, que cada día recogen
27'
una
2.7. Reflexión sobre las leyes cit¡iles adhesión mayor por parte de numerosas personas

La obediencia a las leyes civiles puede plantear algunos


problemas graves; de ahí Ia tentación de pensar quel refi_
riéndose a esas leyes, no quepa hablar ni de morálidad ni
de inmoralidad; serían simplemente «¡sgl¿5 del juegor. Es-
ta mentalidad se apoya, en primer lugar, en el hetho*de que
algunas leyes resultan molestas de cumplir, en cuanto sui«¡-
nen una cierta limitación de la Iibertad de movimiento; ^",
segundo lugar, en el hecho de que se considera más humano
escapar de las leyes siempre que sea posible. Se dice, en ese
sentido, quc una aicnción a Io legal, en sus menores cleta_ 2T.sclbreeltcnraclclacl.itlsLlllttlcctltlcicnci¿Sctl.iltlcxtensámenteell
el EPilogo dc cstc lit¡r'o.
42
3. La conciencia

A esta realidad moral fundamental que es la conciencia


llegar a través de expresiolgs muy ge¡11¡¡s5:
«8c-
se puede
tuar en concienciar, .defensa de la libertad de las concien'
ciasr. Existe ad"má, una extensa literatura sobre la con-
ciencia, en autores precristianos, cristianos y no cristia.nos'
Se trata, por tanto, de una realidad humana insuprtmrote'
éurr Ág*iin escribá: «Entra dentro de tu conciencia e in-
terrógála. No prestes atención a Io que florece fuera' sino
r. fa-
a la íaiz que eitá en la tierra' Y DJnte, en unos versos
mosos: «O dignitosa coscienza e netta / come t'é picciol
fallo amaro morso»; conciencia digna y net-a' para ti una
2'
p"q""nu falta es un amargo remordimiento
Siempre ha sido considerada la conciencia lo que téc-
nicamenie se llama «norma próxima de moralidad'' Su
pe-
gra' peso es el testimonio que
so se advierte siemprs; "de
iu .orr"i"r"ia se foria del vúio y de la virtud; si 1o supri-
3.
mís, nada permanece»
También autores agnósticos han reconocido esta reali-
lo
dad. Víctor Hugo ilaá a la concie's¡¿ «la brújula-de
o; h'ousseau habla ds ula voz del alman s'
clesconocide,

1. S. Acus'r'í¡r, Scrno )55.


2. D¡xtz, Diaina comedia, Putgatorio III, 8

). Crcr,nóN, De natara deorum, lfi, )5'


-t. V. Iluco, Los miserablcs.
5. Roussreu, Ea;ilio.

45
RAFAEL GOMEZ PEREZ DEONTOLOGIA JURIDICA

Toda la moral cristiana está basada cle nc¡ contradicción: nada puede ser y no ser a Ia vez, en
profundo y delicado de la conci";;;;. en un tratamiento EI primer principicl
Entre otros muchos el mismo sujeto y en el rnismo aspecto.
textos que podrían citarse, véase éste práctico es evidente: lray que
de pío Xii,-.i;;;"- del entendimienio también
ciencia es como el núcleo i"tir"o y secreto del hom- hacer el bien y evitar el mal.
bre. Dentro de e,a se refugia-e.
;;.;;iJ"t;;á;;";.;t,l,,ril",
en absoluta soledad: ,olo lor.ig-o
,"ir_o o, mejor, solo con El acto de esta capacidad de dar c<¡n los primeros prin-
Dios.-de- cuya voz la concienc;;;; cipios morales (sindéresis) es la conciencia moral' P<-rr tan-
eco_ y consigo mis_ to, lu conciencia es un iuicio, un rtcto, no ur-Ia potencia o
mo. Allí dentro se determinu po.-"l1i".,
dentro €scoge entre el
o por el mal; alli
"ri",.ria un hábito. Y, como juicio, es algo qtle corresponde al en-
rrota. Aunque alsuna vez"urniro'á" l" o el de Ia de_ tendimiento, que lo presenta a su vez a la voluntad movién-
quisiese,
^"., jamás lograría fro*
bre quitárseladJ encima; "f dose ésta a la acción o a la omisión.
,r'cLpañía,
ora desapruebe, recorrerá toclo el camino ora apruebe, La conciencia juzga de acuerdo con Llnos criterios ante-
siempre con ella, como testigo veraz de su vida, y riores a ella y qué .llu ,o crea, sino desctLbre: la ley natu-
e insobor¡"bl;, ;;;"
sentará al iuicio de Dios,6. ral, la ley humána en cuanto apiicación o explicitación de
Antes de entrar en un análisis de Ia
conciencia, hace fal_
la ley naiural, la ley divino-positiva. En otras palabras, la
ta aclarar que Ia concrencia ,ror*-á. conciencia no es urrtóro*u si por atttonomía se entiende
nolm? única y sin referente. ;";;iiá;á,;;;,
", El referente crear su propia ley; si, en cambio, por autonomía se entien'
es Ia ley moral, es decir,. l"
de la conciencia de libertád, ia conciencia es autónoma, en el sentido de que
l.V Ia ley natural, la ley
divino-positiva y Ia Iey h;il1;;."t"r"", no es lícito nunca coaccionar la conciencia' «Este es el su-
premo grado de dignidad en los hombres: que no,por otros,7'
iiro po-. ellc,s miáos lleguen a la realización del bien'
3.1. Naturalez.a Estos conceptos, que son fundamentales al referirse a la
realidad de ia conciencia, se explicitarán más aclelante'
I:^:-entiende aqui conciencia en el sentido de concien_
:'::,:l:,*i?::(:"::;¡enc¡a),,i¡-;;ñ".;;;#,#"Jü-
'd" Dit'erencia con cotrceptos alines
H1.,1::?,!13-u' conciencia ; #_
"i;;t: s;*i,""i""""'"":¿::_
1*";:,:::11",,"-o.uL-c;ñ;ái,":,1;'l';;,f Con la sindéresis. La sindéresis es el hábito de los pri-
Ia malicia de un u.to fr"át o ;;;.;;;r. meros principios morales. La conciencia es un acto que, en
forma de iuicio, clictamina sobre la bondad o maldad de
1:S"::11dar aquí.que iu i"tárig""cia humana posee un caso particular.
l* *:::l':o1,, :"u '*,iá
en primeros
y
",;;"ü;.;:
prinJipi;;;i;;; §;:':ti:,5,"'"',:
Con lq ciencia ntoral. La ciencia moral deduce conclu-
lrl ,o::_r_r:s
e.indemostrables, porque son li
il ¿, ffii":r-"
cualquie. ¿;;;;;;-
raíz de sioncs objetivas de los principios m«¡rales. La conciencia es
ción. El primer principio a.t ."t""Jirniento teórico t:s el algo subjótivc¡, en cl sentido de personal (no de subjetivis-
taf; su ili.turrr"r-, puede estar dc acuerdo o en desacuerdo
6. PÍo XII, Radiomensajc-del 2i nzarzo 19i2, en l)octrira pontilicia.
Do.
iu,idicot, Madrid 1e60, p. 331. Ctr, Ápéndice, r"v
,,,.rii"í á". 1. S. 'I'oruÁs, Strpcr l:pitttrl,tttt S. Pali iu Rott¿., Malictti, 'Iurin lL)iJ,
ii:::::.r' pp. )8-19.

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RAFAEL GOMEZ PEREZ DEONTOLOGIA JURIDICA

con esas conclusiones objetivas. Alguien puede estar


dotado Conciencia recta,llamada también verdadera, es la que
de una gran ciencia mo.ál y, sin á"t"á, lr-orA- juzga rectamente, la que da con la verdad de los principios
""-burgo,de ciencia
mente. Y al revés, personas que careceñ moral verdaderos, aplicados al caso concreto. Por ejemplo, se ac-
pueden actuar moralmente bián.
túa con conciencia recta o verdadera cuando se dictamina
Corl la prudenc-ia. La prudencia es una virtud que inclu- que el homicidio es ilícito; en efecto, está prohibido por la
ye el hábito de obrar biin, mientras que la conciencia ley natural y por la ley civil.
es
un acto. El juicio de la prudencia coincide con la propia Conciencia errónea, llamada también -falsa, es la que, de
conciencia. Por eso, los actos de la conciencia recta
se ia- acuerdo con principios falsos (que, sin embargo, se estima
cilitan con Ia virtud de la prudencia. que son verdaderos) juzga sobre la licitud o ilicitud de algo.
Estas diferencias no significan que la conciencia
Esta terminología clásica ha de ser bien entendida. Con-
go separado de la sindéresis, de Iá ciencia moral ysea al-
prudencia. Al contrario, el ejercicio de fu
de la ciencia recta es la que conoce rectamente, es decir, dando
con la verdad. Sin embargo, a veces se piensa que actuar
cación de la sindéresis- lléva a adquirir""""i"".i;'_apfi-
el hábito ae U «rectamente» es actua¡ buena ferr-, aunque se esté
prudencia, lo que, a su vez, perfecciona la conciencia. -adg
Jun- equivocado. Ese modo de hablar no clarifica nada. Para re-
to a esto se da, en Ia medida de Ias posibilidades persona_ ferirse a esas situaciones, la terminología clásica habla de
Ies, un aumento de Ia ciencia moral. Se verá más
adelan- conciencia invenciblemente errónea (bay un error que no
te cómo Ia necesaria formación de la conciencia trae
consi_ puede superarse y el error es debido a la ignorancia, a la
go el perfeccionamiento en la virtud d" la pi"á;;;i.-;;"
Ia ciencia moral.
falta de formación, etc.) y de conciencia t¡enciblemente
errónea.

3.3. Estados en que puede encontrarse la conciencia La conciencia errónea puede presentarse también en
otras situaciones, que han sugerido la siguiente termino-
logía:
. S_e trata aquí de Ios diferentes tipos o clases de concien_
cia. Las divisiones de la conciencia se han hecho,
;;;;i"_ conciencia escrupulosa: la que estima mala una ac-
nalmente, atendiendo a varios criterios. Se señalan
,qri to, - basándose
ción, en razones que no lo son y, a menudo, en
principales. detalles que carecen de importancia;
ssn¿l¿n¿ia perpleja.' la que por todas partes ve mal,
3.3.1. En razón del acto - si se decide por un extremo como si se decide por el
tanto
otro;
Conciencia antecedente y conciencia consecuente. La conciencia laxa: la que no concede importancia a lo
an-
tecedente juzga sobre un acto que se va a hacer; lu gue,- en sí, es objetivamente grave y moralmente negativo;
cuente, sobre un acto ya realiiado. "orr"- si esta laxitud se hace crónica, hasta el punto de no plan-
tearse problema moral alguno, se habla de conciencia cau'
3.3.2. En razón de la conformidad. con la ley moral terizada (se ha hecho un callo en la conciencia);
¿en¿isnsia larisaica o hipócrita: la que concede gran
conciencia recta y conciencia errónea. Esta es la distin- -
importancia a asuntos que no la tienen y, simultáneamente,
ción fundamental, básica en cualquier consideración ética. pasa por alto actuaciones gravemente inmorales.
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RAFAEL GOMEZ PEREZ DEONTOLOGIA JURIDICA

3.3.3. En razón del asentimiento dera (recla), lo que supone el conocimiento de la ley moral
Concicncia cierta, conciencia probable
(ley natural, ley divino-positiva, ley humana)' La razón es
y conciencia du- clara: siendo lá conciencia norma próxima y subjetiva de
dosa.
moralidad, si falla la conciencia falla el conjunto de la ac-
La conciencia cierta es la que juzga con seguridad que tuación moral.
una acción es buena o mala. Sá est,á séguro y ,ró h"y miedo
a equivocarse. Por la misma razón es preciso dejar claro otro princi-
La conciencia probable es la que dictamina que un acto
pio: ha de seguirse la conciencia invenciblemente errónea'
es bueno o malo, pero con temor a equivocarsei b,n efecto, la conciencia invenciblemente errónea es cierta,
es decir, se cree que es verdadera subjetivamente' La ley
La conciencia dudosa es que pronuncia un juicio po_ moral se hace presénte en el hombre a través de la concien-
con prudente temor de -la
¡itivo equivocarse, o pronuncia un cia, que, por esta razón, se denomina «norma próxima de
juicio negativo declarando q,r" ,o sabe si el acto como se ha visto, es un juicio
o no.
es lícito -orriidudr. La conciencia,
del entendimiento práctico, en el que va incluida la liber-
Una vez más es preciso clarificar la terminología de al_ tad. El acto de una conciencia invenciblemente errónea es,
gunas ambigüedades usuales. IJna conciencia cielta por tanto, un acto humano libre, una decisión a favor de
no es
necesariamente una c_onciencia recta (sinónimo, como yra ia ley moral (aunque se equivoque). Como esta equivoca-
se
vio, de verdadera). se actúa con conciencia cierta cuandr¡ ción no es conocida, no seguir esa conciencia sería ir contra
no se tiene duda alguna sobre Ia bondad o malicia de Ia la ley moral (formalmetie, arnqre no materialmente) y
i::r1",por sin
.embargo, ese
juicio puede estar equivocado y contia la propia libertad: sería, en definitiva, elegir el mal
91se, tanto, una conciencia cierta y, a Iá vez, falsa en lugar á"1 bi".r. Santo Tomás escribe concisamente: "el
(sinónimo de errónea).
q.r" oiru con conciencia errónea, creyendo que es recta (en
, Ordinariamente, toda conciencia recta (sinónimo: ver_
dadera) es conciencia cierta, porq,r" la verdad comunica
átro .uro no obraría con conciencia invenciblemente erró-
la nea, sino contra conciencia, que no es lo mismo) no hace
certeza; pero también es muy frecuente que una conciencia
sino adherirse a esa conciencia errónea por causa de la
cierta («segura de sí misma,) esté objetivamente equivoca-
da (sea una conciencia errónea, con un error vencible o rectitud que supone haber en ella, es decir, se adhiere sus-
invencible). tancialmente a una conciencia recta y sólo accidentalmente
a la errónea, en tanto la conciencia que iuzga recta resulta
- Aun a costa de repetir conceptos y con independencia
de un tratamiento pormenorizado en las páginas que
no serlo. Por lo tanto, propiamente hablando, está ligado
siguen,
se puede resumir lo que se lleva estudiado" ufi.-u"ao-["",
por una conciencia recta y sólo accidentalmente por una
para Ia buena actuación moral, es preciso obrar conciencia errónear 8.
ion- Ante los casos de conciencia venciblemente errónea lo
ciencia recta (sinónimo: verdadera) y cierta. "on
ético es superar ese error (cosa posible) y, por tanto' no
actuar ni según la conciencia venciblemente errónea ni en
3.4. Conciencia uerdadera y conciencia errónea. contra de el--la. Es decir, como la conciencia invencible-

.
La obligación central cn materia moral se puedc resumir
asi: hay que julgar siempre con conciencia cierta y yerda_
8. De Veritate, q. 17, a. 4.

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RAFAEL GOMEZ PEREZ DEONTOLOGIA JURIDICA

mente errónea no puede corregirse normalmente, no


se 3.5. Conciencia cierta y conciencia dudosa
le puede imputar la malicia del ácto. Sin embargá,'estamos
obligados a corregir Ia conciencia vencibr"-"ítá Con conciencia cierta, la voluntad se decide por algo sin
puesto que serían moralmente imputabres ros actos ";;¿;"u miedo a errar. La certez.a es la adhesión firme del entendi-
reali-
zados en esa condición, sobre todo cuando están
;";;;;"_ miento a lo que conoce. Puede ser intrínseca (basada en la
tidos legítimos intereses y expectativas de terceros;
ñ; ;;;- *i.*u naturáleza de las cosas: ahora es de día) o otra extrínse-
per-
t-9, muy frecuentemente en la actuación profesiánal. ca (que se apoya en el testimonio autorizado cle
ór-
dinariamente siempre es posible salir del u t.ur¿, a" sona).
---
"iro, revisando
una investigación más atenta, pidiendo consejo, óiari"u*ente, la certeza también se divide en física (el
precedentes, etc. Nunca es líúto, por tanto, sol-satl.drá mañana), metafísica (hay que hacer el bien, lo
mantenerse
conscientcmente en una conciencia-venciblemente qi'ue ho sido no puede haber no sido) y moral (mi meior ami'
para poder actuar ".rór,". ii rro m" "ngoio).La certeza puede set estricta, que es la que
cociencia "más libremente>». Esto equivaldría a una Excluye cuafiuier duda razonable, y lata, basada en motivos
laxa.
En el exrremo
Dtt eL fundádos, peio sin excluir algún género de duda. Finalmen-
extremo contrario se sitúa
losa
rv§q que,
qug, uuruo
como se na
ha vrsto,
si la conciencia escrupu-
qr" por te,la cerltéza puede ser directa, que es la que nace de prin'
visto, es Ia
la que ,o. mgtivos
motivos inexisten_ cipios claros y manifiestos o indirecta, que se basa de ordi-
tes o de poca consistencia juzga lti"ito
ilícito lo que en realidad
no lo es. La concien-cia nário en preslnciones (por ejemplo, estoy en la certeza de
no ha t" ,á *g"ia. n* o ,o ", culpable dL parricidio porque toda su vida y
nunca. Sin embargo,.hay "r"rr.rp",-rlo.a
que áotar aquí que, en el leniuaje
corriente, por «concienciJ escrupulosa, sJ entiende u 1""". c'ánducta upoyur, la presunción de una actuación claramen-
propiedad- la esmerada, iegítima y obligatoria invls- te filial).
-sin
tigación de todos Ios detalles. ñaiurul*ente, en ese S" óo*p."nde que la certeza total, plena- y sin el más
impropio la llamada conciencia escrupulosu';;
sentido mínimo género de duda sea poco corriente, salvo en algunas
Ia rectitud de conciencia. -á, q"" cuestionés fundamentales. De ahí los principios éticos en
esta materia:
A mitad de camino entre la conciencia laxa y la escru_ sólo la conciencia cierta (directa o indirecta) es regla
pulosa está la conciencia perpleja, -
e, d"cir, É ;-L, suficiente para actuar, pero de ordinario basta con una cer-
d,ot más supuestos que se ven como posiblesá";
9 encuentra teza lata. És decir, p,r"á" ser conciencia cierta la que llega
el mismo peso y valor. ^En
"rt" "u.á, t,o éiico
perplejidad mediante los mismos
es superar esa a la certeza a traiés de presunciones fttndadas, aunque
-"dio, válidos para salir quede algún tiPo de inquietud.
de Ia conciencia venciblemente errónea: mejor investiga_
ción, consulta, etc. Si,-por cualquier motivo,
Eng-eneral-,sepresuponequeexisteconcienciacierta
,ro cuando se actúa con diligencia, cuando no se abandonan
sible, lo ético es decidirse, sin escrúpulos, por ", fro-
""rtolu .olrrcfur,
iá, profesionales, cuando existe un interés positivo
que mejor salvaguarde los principios moralás. Hay que al día, cuando se repasan con cierta frecuencia
"studios
ner el cuenta que esta perplejidad acompaña con frLcuen_
te_ pt.
".,u.
ios principios fundamentales, cuando los asuntos son re-
cia a la actu-ación profeslonll, sobre todo en ros inicios del
desempeño de una ocupación. En cierto modo, l"
,""fi", dÁpués de seria y madura reflexión, cuando mejor existe
el hábito de aconsejarse con personas que conocen
cia.profesional equivale a salir progresivamente ".*p"t""- de la per- el tema.
plejidad. Lo contrario de la conciencia cierta es la conciencia
duclosa. Se trala dc un estado en el que sc da un asentimien-

52 53
RAT¡AEL GOMEZ PEREZ DEONTOLOGIA JURIDICA

t9 9in certeza, con_ algún miedo al error. Los motivos


de juez está obligado a sentenciar según la opinión más pro'
duda no impiden el asentimiento, pero hacen q""
l.ü."u t-able. Este pñncipio se completa con los tres que siguen:
inseguro y frágil.
b) In dubio standum est pro eo, pro quo stat prae'
Existen varios tipos de duda: ,u*prio. En la duda, hay que estar a favor de aquel -que
,i;"É ; su favor la presúnción. Por ejemplo, en la dudaA
- duda de derecho (o falta de certeza sobre la existencia sobre si A ha insultádo a B, hay que decidir qge s-i
,d" ","1
norma) y dldl de hecho (falta de certeza ,oUr"
,i ," no ha incurrido nunca en ese tipo de acciones y ha dado
ha dado o no un hecho concreto); muestras suficientes de honradez. lJna variante de este prin-
positiva (o ra que se funda en graves .1pio .,r"ru ¿si; «En la duda, la cosa hecha se presume bien
- duda
si hay razones,
motivos serios para dudar de ra ,""titra-á.1;;"" "no ^huy si
hechur. Por ejemplo, se litiga sobre la validez de un
iestamento, y ciertos que prueben su
se va a hacer) y duda negativa (cuando Ir,
,urorr., ,;;j;., ^tg,r*entos
invalidez, se-ha de áctuar como si ese acto testamentario
o colaterales a la sustancia del asunto). fuera válido.
El principio fundamental en esta materia es el
no es lícito actuar con_ conciencia prácticamente
siguiente: c) In dubio melior est condicio possidentis' En la du-
dec-ir, si hay duda sobre si esto, en concreto,
aráárá-(." da, á, mejor decidirse a favor del que ya posee la cosa'
malo) cuando la duda es positiva (fundada
es bueno o ó1i"" ha ioseído hasta ahora, pacíficamente y sin contien-
da, está fávorecido no sólo por esa situación anterior' sino
nes). Por ejemplo,.no es lícito que el ""'g*""r-ráo
¡uez queirau á"-fu iu*Ui¿" por la necesidad dé un mínimo de seguridad juri
comisión de un delito (con una áuda fündad;
dica. Naturalmente, esto es válido sólo si existe duda seria
zones) dé sentencia condenatoria. Las dos "o;;i-.u-
únicas ;-r;;;., v i""ará" sobre la razón del oponente' Ende la duda de si'
éticas son: resolver la duda, si es posible, o no el verdadero autor un libro pu-
presunto reo, ya que toda persona es inocente,
absolr".-"f Lo*o afirma B, A es
mientras no blicado hace cinco , diez, etc., años, «melior est condicio
se demuestre lo contrario. possidentis".
. La duda puede resolverse apelando a principios directos
(una vez más, los ya citados: mayor y d) In dubio favendum est reo o in dubio pro reo' En
consulta, etc.) o a principios indirectás.
mejor investigación, la dúda, hay que estar a favor del reo' Y esto por la tazón
elemental d" qr" el delito ha de ser siempre -probarlo' La
. La práctica jurídica conoce desde antiguo algunos afo_ misma idea laie en un aforismo similar: in dubio favores
rismos que son, en realidad, principios ináirecto"s
;;;.-;. sint ampliandi et odiosa restringenda; en la duda, hay que
solver la duda. pero esos *ir-or^ principios
son^ válidts estar a favor de las consecuencias que benefician y en- con-
en la casi totalidad de las actuaciones piofesionul"", tra de las consecuencias perjudicialés' Se trata, en definiti-
tal de que se tenga en cuenta que es preciso usarlos con "o, ,r, ¿" que las leyes se haien-para favorecer la libertad y los
cautela en el plano moral, que exige más matic", derechos.
q,-,"
plano jurídico-procesal en el qr" sentencias se origi-"t Insistimos, finalmente, en que estos principios han de
naron. Veamos los principales: "íu, ser aplicados con extremp cuidádo en el plano moral donde
a) Lex dubia non obligat. La ley dudosa no obliga. ;i;;;;, ;; la duda, hal que decidirse por lo más seguro'
éticos
la práctica, sin embargo, si se trata de una causa civil,En po. io que mejor deje a salvo los principios esen-
el ciales.
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RAFAEL GOMEZ PEREZ DEONTOLOGIA JURIDICA

3.6. La formación y educación de la conciencia para eI cristiano, además, el conocimiento de r0' la ley divina
'positiva y de los mandamientos de la Iglesia"
Actuar en conciencia y a conciencia es el idear
morar en '--iár oi.o lado, Ia formación de la conciencia no pueder
un planteamiento étrco personal y, por tanto, en Ia
ción profesional. Se ha ,isto yu *-o, en resumen, ocupa_ limitarse a la simple adquisición de una ciencia moral'
traduce en actuar con concie n esto se ;i"o q"" es, en sí misma, una tarea moral, de adquisición
¡u, dáii;; i;;.*i';"iiJr, o,
es decir, en actlrar con certeza sobre á" En efecto, la prudencia, que lleva aI juicio ha-
", er
deü)-iir'"ár.i"ro, "iti"a"t.
bitualmente recto y verdadlro de la conciencia, no es posible
que estará señalado por el dictamen de
la conci"""iu-q,r"
conoce la auténtica y verdadera Iey moral (l"y sin el esfuerzo pór adquirir las demás virtudes morales'
ral, ley civil justa).
;;;;i La formación y educación de la educación no puede
"u,.r_
imponerse coactivámente, porque no hay ética sin libertad'
Este ideal no e: una utopía. Los defensores
vismo moral han sirenciado crónicamente ros
del relati- Peio cualquier person, p.rád" datte cuenta de que lo ético
innurneruü1". ,. imporre po. ii solo, ii^ntrínsecamente, con la fuerza de la
casos de acruaciones éticas basadas en ras hav que tener
les de la existencia -rrumana. Esos u"Jo, no
Á;.u,üJriá.u- ;;"i;;rliJ"á y d" la libertad. Por otro lado,
obedecen a una tambi¿n el esfuerzo que supone la solidaridad
simple «espontaneidad ética,, sino que son "l "*"t"
resultado de Ia á""-a"U"."os a los demás hombres. Una actuación antiética
H*::iI
eoucaclón lli,l:iput
responsabiridad'morat: la fonmación y
cle Ia conciencia. oEs la responsabilidad por
;;-.; nunca un fenómeno exclusivamente individual; sus
al- consecuencias trascienden siempre'
canzar una recta conciencia: rar.oz de Ia norma
rega a través
de la conciencia que descubre h márahdud
personal y señala el orden objetivo a
á" i;;it".Iio"
nuestra conducta sub_ Libertatl de la conciencia y libertod de conciencia
jetiva. No hay otro.camino pá.u que
se presente
la.n9rm1 moral (...). Nadie puede slstituirnos en"Ufie.nio
nuestros Es preciso clarificar esas dos expresiones, que no son en
juicios de conciencia, no es posible a"f"gur"fi'^r'"^;;;:"-
bilidad moral hasta tal punto: Ia concieñciu ^.1ffiu., modo ulgtrto sinónimas. Libertad de la conciencia quiere
propia, intransferible, e. ¡;;i; q-,.,E .udu conciencia, al ser personal e intransferible,
", hu de decidir por sí misma. Cualquier coacción de la con-
. Los principales medios naturales para la formación de ciencia es antimoral.
la concien,:a pueden reducirse ; á;r: en prirner-i"sá;,
h El juicio que prefiere la conciencia, en su libertad' ple-
sinceridad de vida, es decir, la claridad a"l
hombre;;;;g. a" pero hasta tal punto se trata de algo
mismo, el examen atento-de sus propias i";il;;;;ñ"- que, si el erior no es conocido en cuanto tal (de
""tá. "q"iuo"udo;
juiciamiento de ra rectitud de sus actuaciones. "á..á"ut
il;;; i"r;róiul"), sería inmoral actuar en contra de ese
es incompatible con el escrúpulo-_que tiene
r. ,irréJ¿á¿
sieÁp;;l;" dictamen.
de morboso-, pero también con la ñipo"."riu.
En segundo ó;;. muy distinta es lo que se entiende de ordinario por
Iugar, lapaulatina adquisiciOn deJa áencia
ética. <.La cien_ libertad de conciencia: la conversión de la conciencia en
cia moral debida ,a.ala rectitud de Ia conci.r"iu iegisladora en materia moral. En este supuesto, sería verda-
de, para todo hombre, el ;.;;;"ño co_pr".r-
¿" Ia ley natural; ¿-J- fá que la conciencia decidiese, incluso cuando actuase a

9. R, GencÍr or Heno, La conciencia ntoral, Madúd


p. llrno, La conciencia tnoral, p' 169'
197g, 167. R. G¡ncÍ¡ oE
56 57
RAFAEL GOMEZ PDREZ

sabiendas en contra de la ley moral. Esta libertad de con_


ciencia equivale en la práctica a la negación de la moral, por-
que, en el límite, cada hombre sería el creador de su própia
moral, y lo haría de manera contingente, efímera, cambiin-
te. Matar a otro sería bueno hoy y malo mañana, según la
situación de nmi, conciencia. Naturalmente, en estos casos
no se comprende la necesidad de formar la conciencia, ya
que la formación es la asimilación e interiorización de cri_
terios morales objetivos, válidos para todos y en todos los
tiempos.
Tampoco es éticamente aceptable una especie de situación 4. Deferminación de la moralidad de un acto
intermedia: entender la libertad de conciencia como corres-
pondencia de la conciencia con el estado contingente de los visto en los apartados anteriores, en primer lugar,
Se ha
comportamientos morales dominantes o más frecuentes. las normas objetivas de moralidad (la ley en su sentido más
Aparte de que, en ese caso, hoy habría auténtica interioriza- amplio); en segundo lugar, la conciencia, en cuanto norma
ción y espontaneidad de la conciencia, lo dominante o lo próiima o subjetiva de moralidad, la que dictamina la mo-
más frecuente no ha sido ni puede ser criterio de moralidad. ialidad de un ácto. Nos preguntamos ahora a qué criterios
La mentira, por ejemplo, no puede nunca convertirse en un hay que atender para déterminar que un acto es bueno o
bien, aunque esté muy extendida. por otro lado, la adapta- malo.
ción al comportamiento moral (inmoral) dominante signiti- Estos criterios son: 1) el contenido o resultado que trae
caría, por lo menos, un atentado a aquellas personal qr" consigo la acción u omisión; el obieto de ese acto, ya que los
se comportasen éticamente rr. actosle especifican siempre por sus objetos; 2) las circuns-
tancias quá rodean al acio; 3) el fin subjetivo que pretende
el que rZaliza el acto. Estos criterios de determinación de
la áoralidad de un acto se denominan también principios o
fuentes de la moralidad.

4.1. El obieto o finalidad obietiva de la acción


Aquello a lo que tiende cualquier acción humana es la fi-
nalidád intrínseca de esa acción, su objeto y, en algún senti-
do, su objetivo, el resultado. El objeto, en cuanto criterio de
moralidaá, no es la simple realidad física, sino su califica-
ción moral: el objeto de un robo no es la cosa en sí roba-
da, sino adueñarsé de la cosa en cuanto que es ajena, sin el
permiso de su dueño. El objeto de soborno no es entregar
ll. Por todo esto no se puede seguir la llamada «moral dc situación». iirr".o u otra clase de bien a alguien, sino entregarl<¡ a
Sobre este tema, cfr.., al final, Apéndice. Magisterio de la lglesia. cambio de una acción injusta.
58 59
'-ro,

RAFAEL GOMEZ PERDZ DEONTOLOGIA JURIDICA

- El
La
o-bjeto es el primero y principar criterio de moraridad.
cualidad de obieto se coioce aiendiendo a ta tey iiral. Con qué medios (quibus auxiliis); el apropiarse
robo'
con en-
guná á" io a¡eno con violencia es
Hay que mirar a la ley (eterna, natural, divino-posiiiu., fru- ", "itufu; pretende
mana)-para saber qué actos son moralmente buenos, malos Por qué (cur) expresa el fin extrínseco que se
con
o indiferentes. uáto. L" realidad, esta circunstancia se confunde
Para saber si un acto es bueno o malo hay que contestar "o" "i del agente.
el fin
antes que nada a esta pregunta elemental: (no instrumental)
lqué ha hecho
N.? Es decir, hay que preguntarse por el objeá, el fin intrín_ Cómo (quomodo) indica el modo moral
por juego' etc'
seco de su acción. Su acto .e co.ro"erá pár su objeto: ha con el qr" t" realiza el acto: con pasión,
es lo
quitado injustamente la vida a arguien (hámicidio);"ha teni- Cuándo (quando) es la especificación temporal' No
do relaciones sexuales con una pérron. casada (aáulterio); mismo ,rr"rrii. duránte una charla informal con el propio
ha dicho a sabiendas que es asÍ lo que no es asÍ (mentira), abogado que en el desarrollo de un proceso'
etc. Las circunstancias tienen importancia polqte -nueden
-odifi"u. e incluso cambiar totalmente la calidad del acto'
p" casos disminuyen la culpabilidad; en otros
la agra-
4.2. Las circt¿nstancias """r
va. Son las circunstancias eximentes, atenuantes o agravan-
tes, dicho con la terminología jurídica'
- - Circunstancia, en este sentido, es una condición que mo-
difica más o menos gravemente la sustancia del acto mo.al.
No se aplica a las circunstancias que no afectan pu.u ,r"áu u 4.3. La finalidad del agente
la actuación moral; por ejemplo, un robo ,o *rr;;"_
nos grave porque el ladrón tenga los ojos negros que persigue
"r^ o azules. Se entiende con esto la finalidad subjetiva
así' EI
Las circunstancias que afectan al acto moral han sido el agente, o, me¡or, tot *áti"os -gYe le llévan a obrar
ejemplo'
clasificadas tradicionalmente con una mnemotécnica rela- fin del agente *oiiii*-1" moralidad del acto' Por algo
ción de términos latinqs: quis, quid, ubi, quibui--iu*ili¡r, un acto indiferente (put"ut) puede convertirse en bue-
cur' quonxodo, quando. una muestra de la utilidad de esta ;; ;i; pretende con ello acámpañar a alguien que lo nece-
relación es su trasvase a la teoría de ra infor-u"iJ", ,ii"; "t malo si ,th."" con objlto de encontrar una ocasión
""Á"
condicioncs de una noticia completa (who, .;that, *ii,-.ii.¡. de robar. Un acto bueno (por ejemplo' ayudar económica'
mente a otro) puede haceÁe menos bueno
si se pretende
Quién (quis) se refiere a Ia calidad del agente. No es lo pretende sentar.las
mismo la mentira de un amigo a otro que la mentira de un nresumir de ello;-á-i,t"tt"o malo, si se
t;r;;; posterior.. Finalmente, el fin preten-
testigo en un proceso. (ro'
""-"iíu"tuje
dido con rru u""ürr;;I" puede disminuir su gravedad
Qué (quid) designa Ia caridad o la cantidad del objeto. No dinero)' pero,nunca con-
es lo mismo robar cinco pesetas que un millón. ño es lo
ü;;-p"* ayudar a uno q,ue necesita ya que el robo sigue- siendo
vertirla en una acción trr"t u,
mismo falsificar el propio documento de identidaá q"" del asente' El fin nun'
billete de banco.
;;il;p;;"t á" ru '¿""na' iniéncién
"n ca justifica los medios'
DónQe (ubi) es Ia especificación del lugar: el robo en
- una
ielgtl? de un objeto sagrado es, además je robo..i;;; ;l^
religión y sacrilegio.

60 61
5. Condiciones y condicionamientos de los actos humanos

Hasta ahora se ha hablado de los actos humanos' utili-


zando el sentido habitual de la expresión' En este apartado
vez conocidas la ley, la conciencia y las fuentes de mo-
-una
ralidad- se delimitan más de cerca estos actos'
Acto humano es el que procede de la deliberada-volun-
tad del hombre. La expiesién acto httmano es sinónima de
las siguientes: acto libre, acto voluntario, acto moral' acto
impuiable. La ética se refiere sólo a esos actos humanos'
libres, mor¿rles. voluntarios e imputables, excluyendo. por
tanto los actos meramente naturalés (como la digestión),-los
físicamente coaccionados (que llegan a anular por completo
la voluntad), los no impuiábles (por ejemplo, los de. enfer'
mos mentai", grur"r, t iñot pequeños, los realizados en
sueños, etc.).

Condiciones para que se dé un acto moral

El hombre, a diferencia de los animales, está dotado de


inteligencia y de voluntad, de libre voluntad' Por eso, Para
q"" tZ puedá hablar de acto moral han de darse esas dos
condiciánes o requisitos: el conocimiento o advertencia y
Ia voluntad libre.

5.1-1. El conocimiento o adttertencio,


El acto moral requiere, para serlo, que se sepa lo que
se hace o lo que se está haciendo, que haya conocimiento,
RAFAEL GOMEZ PEREZ DEONTOLOGIA JURIDICA

Según el tiempo: ignorancia antecedente cs la


advertencia. Este conocimiento o advertencia reviste una que
c) parte inv«rluntaria;
gama- compleja, que va desde la plena consciencia a la dis- pr"""¿" u'tá voluntacl y, po; tanto, es en
tracción. Para que el acto humJno sea moral ," ."qril." Ln realidad, en muchot se identifica con la ignorancia
"uttls a la
que haya conocimiento de Ia relación del acto invencible; ignorancia concomitanle, cuando acompaña
"o"
moral; ese conocimiento ha de ser anterior a ra "iá.d"r, ;;;il;, p".o"ro la origina y el acto se hubiera originado
rearización
del acto. ;;;;'no
-iiiiir" lrrrbie.. tta'Uiao" ignorancia; ignorancia .consi-
que-
es la que sigue al acto y supone una negligencia
5.1.1.1. Impedimentos a la ad,¿ertencia iiá" prt la váluntid, con lo que, de alguna forma' se ase-
meja a la ignorancia vencible'
En la práctica, como puede apreciarse en las divisiones
. El principal im_pedimento a la advertencia es la ignoran- más influyentes son la
cia o carencia de la ciencia debida, de aquel -iivencible- los tipos de iig"orancia
anteriores,
que se.debe y se puede tener. fgnorancia nb es "o"á"i--i".rto y \a v'encible, én su combinación con la antece'
nesciencia (o en estos temas es
carencia de conocimiento no débido), ni inadvertencia (que dente y la ionsigttiente. El concepto clave
la de estas rrocio-
es falta de atención), ni olvido (qué'es ausencia de un
co- f. áiiiÉ"""i, deüida, y de ahí importancia
nocimiento que se tenía). ,r", la actuación Profesional'
En los ordenamientos jurídicos se prescribe que la ig- "ri
Sentadas estas bases, pueden dcducirsc las siguientes
norancia de.las leyes no eicusa de su cumplimienio. En el conclusiones:
orden moral, en cambio-, Ia ignorancia ejerce un influjo in-
dudable en la culpabilidad. la ignorancia invencible, en cualquier estado que se
-
prescnte, no trae cousigo responsabilidad moral' aunque sí
Se distinguen diversos tipos de ignorancia: La,tazón es clara: la pro-
;;;;üi;;";fonsabilidaí¡uridica'
a) Según el objeto: ignorancia de derecho (se ignora piu .o.,ciencia es testigo de la realidad de lu igl:*::':l*
vencible; sin embargo, jurídicamente se presume
Ia.ley que manda o prohíbe algo) e igrroár"iu srempre
gy",
"*irtu.(se ignora que
ae necho_ de tá tey, ya que, dc otro modo' cualquier
un hecho esté comprendiáo en de-
terminada ley); "i.á"o.i-ient<¡
norma podría ser burlaáa apelando a la ignorancia;
b) Según el sujeto: ignorancia invencible (ignorancia la ignorancia vencible trae siempre consigo resp.onsa-
que no.sabe que lo es y, por tanto, no puede
sLi evitada,
- mc¡ral: más leve en cl cas«¡ de la ignorancia simple
bilidad
la malicia
uencida) e ignorancia ienZ¡ble (la que puede
ser vencida,
superada, con una razonable diligencia). La ignoran"i;;;"_
;;;; iu ".át^, lu ig.,t"a'"ia afectada aumenta
moral del acto;
cible juega un papel importante;" É actuación
la ignorancia antececlente excus¿l de culpa moral sique
es
,l mtsmo Ia ignorancia vencible simple (que morar.
implica Ia
No
- Hay que añadir.
":
simple ausencia de una acción que podria ;p;;iJ;; invencible; no excusa si es vencible'
ignorancia crasa (que indica qr" ,b se ha ir""ho ;ü;ru-
i, ,,, ," p,r.á" éticamente admitir una ignoranciat-l¿rnteccclente
en aquell<ls temas c¡ asttntos que, por oficit¡
profesión'
mente por vencer Ia ignórancia). Mayor g.ur"dád ."_
visten -nada
los actos realizados cón ignorancia vencitle af,e,ct:aáa, han de conocerse bien;
e_s decir, conscientemente falsa: lar ignorancia c<-¡ucornitantc rcvel¿t t¿rmbién
ull¿t [¿rlt¿r
no se quiere poner los me_
dios para vencer la ignorancia, para poá", u"t.ru, .lc -clir¡r,rJicitin habitural para corloccr l¿r r,,ralidacl y' por
tranquilidad de conciencia,;
;.; ";a.
este m<.¡tivt-r, puede ser culpable;
64 05
RAFAEL GOIfiEZ PEREZ
DEONTOLOGIA .IURIDICA

- la _ignorancia
pa moral.
consiguientc de ordinario implica
Por ejemplo, un profesional es responsable cul- habitual cs imputable moralmente, de modo especial e1 l.os
consecuencias oue se siguen de sus actos de las asuntos ordinarios y en los actos de la ocupación profesio-
cuando con una nal. La atención se presume siempre.
diligencia ruro,ubl" podiían.uiturr".isí,
en el caso de una
intervención quirúrgica en una p;;;;""
gravemente afecta-
da de una dolencia cardíaca d;;¿;"td,
ñ"r" J *iár.., ,* 5.1.2.1. Consideración especial del voluntario indirecto
ro_que podrÍa haberse conocido y
deberíi haber .id;-;;;"_
cida. Como se ha visto, se llama voluntario inditecto al acto
que no se pretende por sí mismo, pero que es co-nsecuen'
cia de otrolue sí se desea en sí mismo' Se explica fácilmeru
5.1.2. La ¡oluntariedad. i" q"" ,n u.io voluntario indirecto pueda tener de ordinario
Acto voluntario es dos'efectos: el querido directamente y eI que sucede indi'
-qy9
seco, con conocimiento"l del
procede de un principio intr.ín- rectamente. pn ál caso de que esos dos efectos sean buenos
No son actos voluntarios,
fin. Ese principio lu ,o huy problema moral ufg.rrro. Los problemas'. muysefre'
prT;r";;J;lir estos",requisitos,
naturales (la circulación áe lo ,"";;;);-to,
""t.rrriua.
Ios cuentós,'se plantean cuandó, al realizar una acción' si'
--o- -" irrtir,ür"r,lál'if- g""" efecto bueno y otro mal9. Por ejemplg' farma-
sicamente coaccionados. "" vende un fármaco y el cliente lo utiliza"para sui'
Eé,rtico
_El acto voluntario quc sc realiza cc¡n plena advertencia cidarse.
se llama perfecto; lmperfecio,
,ilJr"
algún aspecto la Para que sea lícito realizar un acto del que se sigue un
advertencia. "" efecto indirecto malo se requieren todas estas condiciones:
El act<¡ voluntarit-¡ qLle se guiere por sÍ
misrllo, intentán_
dol«¡ direcramente, se lfama
dir"; ;;; .l'n"";;"
"
a) que la acción sea buena en si, o indiferente; esto es
"JI"";;ri;
p e ro es per- i t i.to u i- i"il"r'rr"L ffi .ñ obvio;
se :"
.^,^
desea, seTj_.-.
S T:: llama voluntario i"d¡;;"¡;.^-;;, árrrr,*ül
:;
esencial, y trae consigo importante ES b) que el efecto primero e inmediato sea el bueno' es
actuación moral.
cc¡nsecuencias en Ia decir, que el bien qué se pretende no debe ser consecuen-
cia del efecto malo. f,, t".iidud, aquí tiene más importancia
vol¡ntarios tambié¡ se modifican según la la condición de inme diatez, del primero intentado (véase
l^::.-r"^T_r
.:n Ia
lj.llf]ól .que son reatiz ad,os: actr¿al (atenciói _"r- punto siguiente), ya que a veces los dos efectos pueden pro-
; il
:,:,.11^1u.",]tareatizac.ió"1,r¡iiiit'("i.;"iff il"";;;;l,H; ducirse simultáneamente;

!:.:::::
rearizaci
Í^TT:: _,,qu,e se traón ói; f ffi
'
ü;,
i¡,"i#ii,i"fr
tenido org,;u ;;;^; ," presume que si-
" c) que el fin del que actúa sea honesto, es decir' Qle in-
gue existiend<¡ mientras que
;" h"y;;¿r;;;;;;;;i tentá primera y únicimente el efecto bueno, no queriendo
El 11 práctica, estas distinciones tienen, como coltse- ;;;;;;;";te el efecto malo; a lo más, se limita a permitir
cuencia, Ios siguientes principios: malo y. qr" es inseparable del bueno' Así' el
"l't"r,rltudo
*¿di"o que intervilneluirúrgicame¡te a una mujer-emba-
- cl voluntario imperfecto clisminuye la resp«rnsabili- ;;;d;v uq""ju¿u de un tumór (de lo cual se sigue el abor'
dad..moral, fdin á" uá""rr"""i" o por falta de con-
bien por to) quiére ia óuracion (efecto bueno), y- sólo permite 9l po-
siúle aborto (efecto malo). Caso muy distinto, y por-tanto
sentimiento;
el vr¡lunt¿rric¡ ;"; t"p"esio ilícito, es el de matar a un niño en el seno
- rcarizacrr-¡ con ¿rtención actual, virtuar y que se in-
cle la madre para salvar la vida de ésta; aquí 1o
66
67
RAFAEL GOIITEZ PEREZ DEONTOLOGTA JURIDICA

teata primer:a y dircctamente es un acto el amor


ilícito mcntir para ayucl.ar a otra p"rrorru.malo. Tampoco es cuando es aPrehendido .
que insistir en el. principio ,ruruf de que
IJna vez*a, try cuando algo se oPone a ese bien "' el odio
un fin bueno no
iustifica nunca el empráo de un acio intrínsecamente cuando se trata de un bien futuro el deseo
ma_ cuando se trata de un mal futuro la aversión, la fuga
Io;
cuando se trata de un bien Pre-
d) que exista una causa proporcionada a Ia gravedad sente... el gozo
del efecto malo oue se produce. Én el ejemplo cuando se trata de un mal Pre-
Ia extirpación de un tumor existe esa ,"i"¡L, a" sente la tristeza
causa proporcionada.
se da también una justa causa en lá actuación
gado defensor oue, con el fin _intrínsecamente de un abo_ Respectoalbiendifícildeconseguirresultanlassiguien-
defender a su cliente, ha de a".""Uri, bueno_ de
situaciones que su- tes pasiones:
ponen, para otras pe.sonas, Ia rcvelación
de hecho, i"L t", cuando ese bien es considerado
perjudican pero hasta entonces desconocidos.
posible esperanza
es considerado imPosible desesperación
","ruirdo
cuando se trata de un mal todavía
5.1.3. Irnpedintentos a la t,oluntarieducl
no presente Pero suPerable "' audacia
Afectan a Ia voluntariedad del acto: Ias pasiones, cuando se trata de un mal aún no
Iencia o coacción, Ios hábitos o la vio_ presente Pero insuPereable "' temor, miedo
"oriu-U."r. ..rut,do se trata de un mal Pre-
sente ... ira
5.1.3.1. Las pasiones
Por otro lado, estas pasiones pueden ser antecedentes
al acto o directamente queridas. En- general,acto' las pasiones
del pero drs-
(apetito sensitivo. en Ia termin"togi, antecedentes aumentan la voluntariedad
otra cosa son las pasiones directamen-
de Ia aprehensión del bien ; á"i;;i "la.i"u)
q";-;';;i;", ;tÑ;:;liu".tua.
sensible, Io cual pro- i"- á"".idus para reforzar el acto; en este caso aumentan
duce cierta conmoción
nes todo lo que, en ", "l
o.gurirrno. Abarcan ú;;..;"- i" t-".p""..tiriáu¿ moral' Por ejemplo' eliraque es «atacado»
injuria a otro'
lenguaje" ordinario, se entiende por repentinamente por una pasión como la e
_el
emociones, estados intensós á" ,"r,riUiliil. -"^-¡¡sv v! ;';;ár""t te .ulpubte; pero lo es más aún si alimenta esa
La clasificación clásica, y siempre útil, de ilñ;;; obrar con más fuerza y contundencia'
las pasiones, "- resulta-
nace de Ia distinción entre-er ,p"tito o
tendencia ar bie, il;Giones fuertes no diráctamente queridas,. difícil y no
que.agrada (apetito concupiscibie) y do q"irá del temperamento o de una situación
up"iito' q""-ii""A" El que' pensando que
hacia el bien arduo difícit á" "l(up.tiio lrár"lUi"i.' ür."uau, disminuyen la libertad' -en
Resultan de esta distincjón "o".ágii, ha áatado a alguien, cae en la desesperación
once pasiones, seis del ape- ""-á""iá""te pero esas pasiones son
tito concupiscible y cinco d"t np"tiio'irascible. v-"" l" i.i. teza, y huye, es culpable;
iambién atenuantes de su conducta"
-----Entrelaspasioneshayquesituarelmiedo,oestadoan.
Respecto al bien agraclable, erl quc tiende
sulta:
el apetito, re_ -o"i"
,io* un mal pr","',t"-o ftttttro' Lo que se realiza con
6B 69
RAFAEL GOMEZ PEREZ DEONTOLOGTA JURIDICA

miedo o por miedo es plenamente voluntario;


pueden darse casos de miedo antecedent;
sin embargo, darse cuel¡¡.a. El habituado a recibir injustamente dinero
g;; il; Jñrr"u
la razón y, por tanto, disminuye ü ,".por.ubilidad u otros bie¡r.rs a cambio cle un favor que lesiona la ju-sticia
llegando a veces a suprimirla áel todo. p";; q";;
moral, distributiva es responsable por diversás razones: por haber
pueda ser atenuante o excusante ha de *i"¿" ;e;;itiá. ese hábito, pot ,o desarraigarlo, por cada acto
tratarse de un miedo de injusticia.
injusto, Io que equivale a una forma de violencia.

5.1.3.2. La t¡iolencia Condicionantientos cle los actos humanos

Violencia es la fuerza física o moral ejercida


contra al_ Ordinariamente se justifica la inmoralidad de algun-os
guien, coaccionándole para que haga l. q;;-;;;;;;'; actos recu*iendo a expiesiones tales como «presión socialo,
haga lo que quiere- No puede habJr nunca
violencia contra "" «condicionamientos eiternosr, «ambiente en que se vive',
el acto inrerno de la.voluntad que obedece .¿i;;; etc. otras veces esas justificaciones hacen referencia al tern-
Iibertad. La voluntad puede asi resistir incluso o..ir. plru*""," (introveriido, extrovertido, estable, inestable)'
; i; ;;;".
violencia física o morál; pero no se puede
decir l,o ;-ir;" a Ia edad, al sexo, a la herencia, etc' Hay que decir.que' en
del hombre entero. Las amenara. d" un Aano-fisi*
ff. á"" los casos'normales, estos factores constituyen' a lo P3t'
por falta
ya es, antes de cumplirse, una violencia moral)
p,r"a"1-irr- circunstancias atenuantes de la moralidad del acto'
fluir tan decisivamente en ra conducta que de ese modo cle advertencia y, más raramente, por falta de voluntariedad'
se más difícil
realicen actos no queridos. Estos actos no son, por
tanto, si;á";"; los éondicionamientos pueden hacerpero no con'
morales, y su autor no es responsable de ellos. el conocimiento de la ley moral o su práctica'
n¿áá-"",", de la moralidad' Si así
si no existe consentimiento interno en aquell"
u il;;;-;; vierten los actos en algó desligado
coactivamente llevado a hacer, no hay tampoco ", fuera, cualquier .o*poitu*ienio inmoral se justificaría por
culpa. Se por
trata de actos involuntarios y, por tanto, no morales. ri-pt" áu.."' ,., ,.r."to estaría condicionado su
"i
.ondiciOn de tal, por el hábito adquirido, por el ambiente
5.1.3.3. Los hábitos en que se mueve; un explotador del trabajo ajelo- tendría
fácil excusa en una situación más o menos extendida de ex-
Algtrnas actuaciones morales están enraizad,as plotación. En el límite, Lrn comportamiento ético en un am-
_ en hábitos
adquiridos. Puede darse que, por Ia fuerza de
un hábito in- ti;"; de falta de ética tendría que ser considerado inmo-
por escapar de-esos condicionamientos'
Tora_I, la persona realice inconscient"*"rrt" o con una -'É.precisamente
ral,
en los estados patológicos' en
ción habitual actos que conscientemente reprobaría. aten_ distinta la perspectiva
En es-
tos casos los actos son voluntarios, pero están disminui_ de diversa gravedad-' Es suficiente-
los trastornos mentalés
dos en su libertad, con tal de que Li.iu Ia voluntáJ;;;- ;;;; ";"ocido que algunos de estos estados patoló-gicos
rregir ese hábito. Sin embargo, cuando los habitás;;;á. ;ri;;" completamente áe responsabilidad moral' al afectar
son rechazados, sino reforzados, Ios actos procedentes ;i;; á.t "o.r.li.iorr"s esenciales de los actos humanos: la ad'
de
él son más voluntarios, tanto si se trata de un u.to Áo*l vertencia Y la voluntariedad'
como si es un acto inmoral. por ejemplo, quien t,
do el hábito de mentir es culpabl" "jq"i.i
-o.ui.r,"nte caállez
que miente, ¿unque tenga la impresión de quc lo hu;; ;i"
70 71
6. La cooperación al ntal
prác-
Sc trata aquí de este tema por su importancia en la
tica profesional. Cualquier actividad--y de modo, muy es-
peciál las de caráctei médico, jurídico, periodístico' .mer-
cantil, etc.- supone siempre reiación con los demás hom-
que pa'
bres, con sus opiniones y sus acciones' Es frecuente
rezca que no hay a veces más remedio que cooperar con
quienei realizan acciones éticamente negativas,- aunque üno
mismo nunca se comportaría de ese modo' Algu-nos- ejem-
;i;; "1"-t: la enfermera que asiste en un caso de aborto;
Ll farmacéutico que vende fármacos con los que se perpetra
un suicidio; el que alquila un piso a personas de mala fa-
ma, etc.
Es preciso, en este tema, tener en cuenta que la coopera-
ción ai mal de otro es un caso anómalo y límite -aunque
resulte frecuente- en un contexto mucho más amplio
y po-
sitivo: la cooPeración al bien'
En efecto, la naturaleza social del hombre trae consigo
que mani'
una variadísima red de relaciones interpersonales,
iütul "r hecho de que cada persona necesita Ia ayuda de
t, la mayoría de las
;;;;; p".r.""ionamienio' Además,
asociadas' Esta
humanas son empresas comunes'
"Ápt"tut
.üíla"J-i*plica la verdad d" q'" cada persona sea moral'
*""t" respónsable, no sólo de sus propios- actos' sinoperso- tam-
Uiá" a" lá influencia que puede tener en las.demá-s
nas. El principio primário de la-ley moral natural'
hacer el
üi* I "i,i u. ál -ul, ha de considerarse en toda su amplitud'
obrar individualmente el bien; es preciso coope-
ñá Uo.tu
73
RATIAEL COMEZ PEREZ DEON"TOLOGIA JURIDICA

rar en el bien ajeno. Los principios morales han cle ser


con_ ción al mal la acción propia con la que se hace posible o se
tinuamente difundidos, ampliaáos, dados u
trata sólo de tener ,rna perional actuación honrada,
ño ," facilita la realización de un mal por parte de otra persona'
"o.ro."r.,i.,o a" ri" q"" se influya directamente en su voluntad'
contribuir eficazmente a Ia extensión d" Iu h;;;;¿r.-^''
., Todo-esto es particularmente urgente en los cristianos.
Al cumplir el deber de difundir lu ueidad y de procurar
que 6.2. Tipos de cooPeración al ntal
las leyes civiles sean conformes a la ley natural,
han de estar
preparados para sufrir incomprensiones. De Cooperaciónformal: cuando de forma positiva o negativa
ordinario, se
entiende que basta. el comportamiento moral i"alrlJ"ui-i"._ (por oáisión) se coopera en el mal perpetrado por otro' que-
que cada uno ha de atendir a lo suyo. Esta riérrdolo alavez, consintiendo en él'
actitu¿, i_iro_
pia del hombre, es por eso mismo iápropia de
un cr.istian<_¡. Cooperación material: cuando se coope-ra en el ma] rea-
Con este enfoque, resulta claro que los casos de
cooperación al mal no son excepcioie.s al deber g"*.ui
lícita lizado io. ot.o sélo en cuanto a la acción física, sin querer-
hacer el bien, sino circunstancias extraordina.iu,
a" lo y sin consentir en é1.
E, tá, qr"
alg-unos aprovechan , para hacer el mal, I" l;g;til; Cooperación directa o inmediata: cuando se concurre a
rada actividad de otros. La cuestió, d" .orJi"r.iu'r.r.g", i"rrl,,- la accién misma del que hace el mal'
por tanto, cuando, al desarroilar acciones morarmente
nas, se advierte_que sin quererlo se puecle
úue- Cooperación indirecta o mediata: cuando se proporciona
a que otros realicen el mal. "rtu..oof".o"ao ,rr, ,r"r"dio que otro utilizará para el mal, pero que en sí no
tiene una relación necesaria con el pecado'
Estamos ante una cuestión grave, delicada, que hay que
Se habla también de cooperación próxima o renlota' se'
resolver caso por caso, con atención a todas lur'"i.."írürr-
cias, con conciencia verdadera y cierta y sin admitir
gúnlamayoromenosproximidadfísicaomoralentrelaac.
des escrupulosas que conderruiíu, a lá inacti"iáua.
actitu- óion ptopia y .quella con la que se coopera' Co-*o es.evi-
ocurre siempre en los planteamientos éticos, huy q,r.
¿;;" dente, toda áooperación inmeáiata es próxima' Sin embar-
hri. go, una cooperación mediata puede ser próxima o- remota'
simultáneamente de la ofalta de escrúpuros,-(en"er';;",id.
usual de esta expresión) y de ros escrúrpulos *o.uo.tr. - --' el q,r" tiene una cuenta corriente en una entidad bancaria
coopera de,for-
{""="v"¿u a financiar una empresa inmoral,
*u *"¿luta y remota con esa empresa; los dirigentes ban-
mediata y
6.1. Noción de cooperación al mal q"" con.eden el crédito cooperan de forma
"^ri.t
próxima.
En general, se entiende por cooperación al mal cualquier
ayuda qu.e se presta a la aóción *LIu d" orro. f";;;"
tido amp-lio.coopera al mal tanto el mandante .o-o ó.3. Cualificación ética
cluctor, el cómplice, el encubridor, el intermediario, "ii.r-
etc. En Comoyasevio,lacooperaciónqueinfluyedirectamente
estos supuestos existe una orden o una incitación
recimiento voluntario de ra acción mara de otro. po,
o'""}u" - en la volúntad del otro -clel que actÍta mal- es siempre
se trata de algo ilícito.
iuii", ilícita. En este caso está el mandante, el inductor, el cóm-
En un sentido más restringido, se entiende por coopera-
pii.", etc. También es ilícita la cooperación formal (sea in-
il"aíutu o mediata, remota o próxima), pues equivale a con-
74 75
RAI¡AEL GOME7, PERDZ . DEONTOLOGTA JÜRIDICA

sentir en el mal realiz.ado por otra persona. El que t:u


aunque sólo sea consintiendo,
cGopera, 6.3.3.4. Quc cl cfecto bueno que se prctentlc "?l1a oe
,r-., co-autor del mal. ^ consccuencia clel efecto mal«¡; cs decir, el efecto
bttcuo
".
La cuestión resulta aparentemente más compieia en Ia
cooperación materiar. Los principios fundam""tui.J ser inmcdiat«¡ a la acción del c<loperante'
materia son los siguientes:
.rt"
"" 6.3.4. En la práctica la cooperación material es uneste te'
En
6'3'l'
Genéricamente considerada, Ia cooperación rna de justa y ética valoración dL la causa suficiente'
rial mate-
ilícita, porque, como se ha visto, existe la oblieación
es
punto iruy qt" tencr en cuenta lo siguiente:
personal no sólo de hacer el bien, sino de
J;;i;""
""it* válido
realizan otros. por tanto, no es un criterio ético
6.3.4.l.Queelmotivoolacausaquejustifiqueuna
tran- cn«rperación material al mal debe ser tanto más importante
quilizar Ia conciencia con er pensamiento
de q"" ."-tr^ü a" más grave sea el mal ajeno que se comete;
una símple cooperación matérial. "rrurrto
6.3.4.2. Que la callsa ha de ser tanto más grave cuanto
6.3.2. Existencircunstancias particulares cn las que -ersep.áUub-ie resulte que, sin esa cooperación' el mal ajeno
puede resultar física o moralmente imposible no daría;
,o pr"r"ru.t,r,
concurso materiar ar mar ajeno. Estal circunstanci;;1ur-
ticulares se suelen dar en dos supuesios, a) 6.3.4.3. Que el motivo ha cle ser tanto más serio cttan-
lruv áiio Lo.
do lícito de obtener un bien b) ; ""h"y;,I" á"a. to más próxima a la acción del que coopera sea la acción
"""rrurio,
lícito de evitar un grave daño a *i.*o ("f ó"--á;;;r" del que hace el mal;
materialmente). "i
6.3.4.4. Quc Ia causa ha dc scr tantt¡ t-nás gravc -cuatl'
6.3.3. En las circunstancias anteriores es preciso do menor derech«r tenga el cooperante en la acción en la clue
Ia doctrina del voruntario indirecto o acción aplicar coopera;
to. Para esto, como se sabe, se requiere, con dobre efec-
la, siguieri;;;;"- 6.3.4.5. Que no es iusta causa suficientc cl hecho de
diciones:
que, si uno no cooPera, otro 1o haría;

6.3.4.6. Que no es justzr caLlsa suficiente cl hecho


6.3.3.1. Oue la acción del que coopera sea, de
ma, buena o indiferente. Como Ls lOgico, si
en sí mis-
cle todos tnodos' con
esa acción es ma_ que se prevca que el nial se efectuaría
Ia se está, en Ia práctica, en ,rr, cooperación formal
al mal; "u"3-á" o sin cooperación.

6.3.3.2. eue Ia intención del que coopera ha ó.3.5. Si, teniend«¡ en cuenta todo lo antcrior' se coope-
de ser que
buena; no basta no querer la acción mala resul*u*", ra con el mal es preciso evitar en lo posible el escánclal<l
tención resulta ilícita si se desea otro resurtuao
luirr- sc podria dar ¿r los demás.
Áut,o, .ár,-
comitante al del que realiza el mal;

6.3.3.3. Que exista una justa causa, es decir,


cuada proporción entre el Lie, que ,á'¿..*
una ade-
se quiere evitar) y el mal que se produce
io _"f qlr.
"f
cooperando;
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