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Juego de Palabras - Graciela Brodsky

El documento analiza el método de Freud para interpretar sueños a través del uso de palabras equívocas. Freud pide asociaciones libres a sus pacientes sobre palabras ambiguas en sus sueños para encontrar conexiones ocultas entre representaciones. A través de cadenas asociativas que parten de estas palabras, Freud busca revelar el "sentido velado" del sueño, usualmente relacionado con la significación fálica. Mientras que para Freud el equívoco disfraza pero no vacía el sentido, Lacan sostiene que puede usarse para evitar producir más
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El documento analiza el método de Freud para interpretar sueños a través del uso de palabras equívocas. Freud pide asociaciones libres a sus pacientes sobre palabras ambiguas en sus sueños para encontrar conexiones ocultas entre representaciones. A través de cadenas asociativas que parten de estas palabras, Freud busca revelar el "sentido velado" del sueño, usualmente relacionado con la significación fálica. Mientras que para Freud el equívoco disfraza pero no vacía el sentido, Lacan sostiene que puede usarse para evitar producir más
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Juego de palabras

Por Graciela Brodsky

El problema que me planteo es el siguiente: ¿cómo concebir una interpretación


significante que no produzca sentido -más sentido, nuevo sentido, otro sentido-
siendo que el significante se distingue por su relación con el sentido, ya sea que lo
produzca en la metáfo-ra o que lo disimule en la metonimia?

Si tomamos en serio la indicación de que el sentido alimenta al síntoma, y puesto


que el sentido no es intrínseco a la cosa sino efec-to del significante, tendremos
que concluir que no basta con desa-consejar que la interpretación otorgue sentido
para borrar al sentido del mapa, sino que hay que preguntarse en qué medida las
últimas formulaciones de Lacan, al oponer interpretación y sentido, ponen en
cuestión de un modo insospechado la referencia al significante para considerar la
interpretación. Insospechado si se recuerda que su enseñanza comenzó rescatando
precisamente la estructura signi-ficante de la interpretación freudiana.

Lacan ha dado varias formulaciones sobre el modo de decir la interpretación. Por


ejemplo, no es lo mismo una interpretación que produzca la "abolición del
sentido"[1] que una interpretación enigmá-tica. Una interpretación enigmática
produce una doble intriga: ¿qué quiere decir eso? y ¿por qué me lo dice? Ambas
obligan a una res-puesta. La primera poniendo en juego la metonimia de la cadena,
porque "eso" siempre quiere decir otra cosa; la segunda, poniendo en juego la
inercia del fantasma, ya que el ¿por qué? refiere a la causa y abre la dimensión del
¿qué me quiere? Sin embargo ambas respuestas suponen el sentido, variable en un
caso, fijo en el otro.

Cuando Lacan busca que el decir de la interpretación vaya contra el sentido


recurre al juego de palabras o equívoco. "La interpretación no es interpretación de
sentido, sino juego sobre el equívo-co" leemos en La Tercera. Podemos
preguntarnos entonces de qué clase de significantes se vale el equívoco para no
producir sentido. Retomaremos esto más adelante, pero antes debemos recordar
que previamente a Lacan, Freud ya había echado mano al equívoco para
interpretar -es lo que encontramos, por ejemplo, en el análisis del primer sueño de
Dora, del que hoy nos ocuparemos-. Sin embargo, si vamos a seguir su método en
detalle, es con la intención de poner de manifiesto que el equívoco, cuando es
utilizado por Freud difiere de su empleo por Lacan.

El método de Freud
No voy a detenerme especialmente en el sentido que Freud le da al sueño. Me
interesa más detenerme en el método que usa para su interpretación. Recordemos
el primer sueño tal como Dora lo relata: "En una casa hay un incendio (en
Ballesteros dice "hay fuego"), mi padre está frente a mi cama y me despierta. Me
visto con rapidez. Mamá pretende todavía salvar su alhajero, pero papá dice:"No
quiero que yo y mis dos hijos nos quememos a causa de tu alhajero". Descendemos
de prisa por las escaleras, y una vez abajo me despierto"[2].

Freud pide asociaciones. A pesar de que parezca obvio, no está de más preguntarse
por qué. Recordemos entonces que su doctrina del sueño -y de las formaciones del
inconsciente en general- no es ajena a las preocupaciones del asociacionismo por
demostrar que hay un principio de conexión entre los diferentes pensamientos o
ideas, de modo tal que cuando se presentan, unas se suceden a otras con cierto
método y regularidad sin intervención de la voluntad, siendo los principios de
conexión más aceptados: la semejanza, la contigüidad y el contraste.

Para Freud también se trata de buscar qué principio de conexión hay en la


secuencia caprichosa y sin sentido que entrega el conteni-do manifiesto del sueño
o la asociación libre, pero para él, la aso-ciación tal como la entienden los
asociacionistas es "superficial". Gracias a ella las representaciones emergen unidas
por lazos tales como consonancia, ambigüedad de las palabras o coincidencia en el
tiempo. Sin embargo, su hipótesis fuerte es que cada vez que un ele-mento psíquico
se enlaza con otro por una asociación superficial, existe también entre ambas un
enlace correcto, más profundo, pero sometido a la censura. Si Freud entonces pide
asociaciones, es para encontrar tras las asociaciones superficiales el enlace
correcto [3]. Debemos retener este punto.

La primera asociación de Dora parte de "fuego"(...) por la noche podía pasar algo
que lo obligase a uno a salir (...)por ejemplo un incendio. Freud le pide que
recuerde lo que acaba de decir, y nos da sus razones: " Destaco estas palabras
porque me resultan extrañas. Me suenan ambiguas. " (En Ballesteros: "Me parece
constituir un equívoco"). "¿ No se alude con estas mismas palabras a ciertas
necesidades corporales?. Ahora bien, las palabras ambiguas son como cambios de
vía (Wechsel) para el circuito de la asociación. Si la aguja se pone en otra posición
que la que aparece en el sueño, se llega a los rieles por los cuales se mueven los
pensamientos buscados, todavía ocultos tras el sueño."[4]

La aguja es esa parte móvil de las vías de ferrocarril que permite cambiar la
dirección de los rieles. Muchos de ustedes, que han conocido los tranvías, quizás
recuerdan esa barra con la que el con-ductor movía la aguja para darle otra
dirección al vehículo. La idea de Freud es que las palabras ambiguas o equívocas
cumplen esta función de cambiar el rumbo de las asociaciones. Las llama también
palabras-puente, en tanto permiten pasar de un circuito de represen-taciones a
otro.

Freud busca en el texto manifiesto del sueño estas palabras--puente. "Qué hay
sobre el alhajero?", interroga. Alhajero en ale-mán es una palabra compuesta:
Schmuckkastchen, que condensa Schmuck (alhaja) y kastschen (caja). Las
asociaciones de Dora toman por el camino de la alhaja y la conducen a unos
pendientes de los llamados "gotas" que su madre deseaba y que el padre no le dio;
le regaló en cambio una pulsera que rechazó. Dejemos de lado la interpretación
edípica que hace Freud en el sentido de que Dora hubiera aceptado gustosa el
regalo del padre (recordemos breve-mente que Lacan corrige esta interpretación
en el Seminario 17), y dediquémonos únicamente al procedimiento de Freud, no al
sentido de sus intervenciones. "Alhajero", en tanto palabra puente, abre una
primera cadena que parte de alhaja y llega a gotas. "Gotas" es una nueva palabra
puente que permite un cambio de vía que conduce a la "mojadura" que produce la
excitación sexual, pero también a la que es consecuencia del catarro vaginal. De
este último se pasa a la tos y a la afonía por el cambio de vía que permite "catarro".
Por otro lado, "gotas" lleva a mojarse en la cama, uniéndose aquí con una cadena
asociativa que partió de otro elemento del sueño: el fuego, con el que Dora asoció
que por la noche podía pasar algo que lo obligase a uno a salir, y que Freud
interpreta en el sentido de la enuresis. Podríamos tomar otras cadenas, porque
fuego también se asocia con humo, humo con el beso dado por un fumador y así
llegamos al mismo Freud; y está también la cadena que hace Freud entre caja y
genital femenino, pero detengámonos aquí.

Dora cuenta su sueño. Freud pide asociaciones e interroga espe-cialmente sobre


las palabras equívocas, en este caso "fuego", "alha-jero" y sobre la asociación de
Dora "por la noche puede pasar algo que lo obligue a uno a salir". Si Freud les pide
a sus pacientes que asocien es porque para él la palabra, por estar predestinada a
la mul-tivocidad, es un nudo de significaciones que tanto la neurosis como el sueño
aprovechan para la desfiguración y el disfraz de los pensa-mientos reprimidos [5].
Tenemos aquí una doctrina freudiana de la palabra que está en el origen de la
famosa "vuelta a Freud" que Lacan propició en los años '50. La hipótesis que guía
su método es que el trabajo del inconsciente se sirve de dicha multivocidad para
burlar la censura al mismo tiempo que mantiene la represión. Las palabras
equívocas permiten una falsa conexión, el falso enlace que facilita la sustitución de
una representación insoportable por otra, anodina (en lo que recuerda a la
metáfora) con la consecuencia de que el afecto asociado a la representación
original se desplaza a la sustituta (cumpliendo así un efecto metonímico).

El equívoco es, para Freud, la cicatriz que deja en el discurso manifiesto el trabajo
del inconsciente. Si a partir de estas palabras se asocia libremente, se recorrerá el
camino inverso a dicho trabajo hasta restablecer el enlace correcto. El edificio de la
interpretación freudiana no podría sostenerse si elimináramos la idea de un enlace
correcto -pero inconsciente- que la interpretación descubre por medio de los
cambios de vía que permiten las palabras equívocas.

Freud llega de este modo a proponernos el texto latente del sueño de Dora: "La
tentación es muy fuerte. ¡Querido papá! Protégeme como cuando era niña para que
no moje mi cama". Se trata para Freud de un llamado al padre ante el deseo de
mostrarse complaciente con un hombre.

No puede decirse que el trabajo a partir de los equívocos haya producido un


vaciamiento del sentido; sí un cambio de sentido: del sentido velado del sueño, al
sentido sexual. De un modo general, podríamos proponer que para Freud, lo que el
equívoco disfraza -y lo que descubre- es siempre un sentido producido por la
significa-ción fálica. Ésta sería entonces el S2, que daría sentido a "casi" todo S1; no
a todos porque si queremos pensar el ombligo del sueño, debemos suponer S 1,
desenlazados; de ahí que sean ininterpretables.

¿Cómo ubicar desde esta perspectiva la asociación libre? Tomémosla como la


invitación a recorter el camino que va del falso enlace a la conexión correcta.
Escribámosla con la cadena mínima S1 - S2. Su aspecto caprichoso es la
consecuencia de que un S2 sustituto ha tomado el lugar de otro censurado. El
efecto es un opa-camiento del sentido de ese S1, que ahora es enigmático. El
método de Freud -nos hemos limitado al primer sueño de Dora, pero es el mismo
con el "Hombre de las ratas" a partir del Spielratten, con la "Joven homosexual" a
partir del niederkommen, etc.- se basa en restituir a la cadena el S2, apropiado, en
permitir la conexión del S1 con el S2 , que le corresponde.

La perspectiva lacaniana
Ahora bien, si seguimos a Lacan quizás tengamos que invertir nuestra perspectiva.,
y poner en duda la existencia de un enlace correcto. Quizás al enlace falso
tengamos que oponerle no uno ver-dadero sino un enlace real, o sea imposible. No
es casual que cuan-do Lacan se ocupa del equívoco homofónico, el ejemplo que
toma es justamente el que en francés se produce entre deux y d'eux ("dos" y "de
ellos") para demostrar así que el equívoco revela lo que no cesa de no escribirse:
que "ellos" sean dos, condenados como están a ser cada uno un uno que no alcanza
al Otro. Léase: no hay enlace correcto o lo que es lo mismo, no hay relación sexual.
En este sentido, el equívoco lacaniano es irreductible, no descubre ningún sentido.

Para Freud, el equívoco es la marca del falso enlace que disimu-la el sentido sexual.
Para Lacan es el sedimento (en el lenguaje) de lo real de que no hay relación
sexual. Uno supone el enlace correc-to; el otro, el enlace imposible. Uno corrige el
sentido; el otro lo impide. Al primero, lo escribimos en la retroacción de la cadena:

S1------S2
Al segundo, en el piso inferior del discurso analítico:
S2 // S1

o sea como una objeción a la cadena significante, que es también un impedimento a


la asociación libre.

Esto plantea la cuestión de cuáles son las relaciones entre la aso-ciación libre y la
interpretación. 0 bien la interpretación permite que la asociación libre prosiga en
otra dirección que la intencionali-dad del discurso, o bien la interpretación va
contra la asociación y el goce que de ella se obtiene. Estas opciones, presentadas
como contrarias, quizás debieran matizarse tomando en cuenta los tiem-pos en los
que se despliega una cura. Las próximas Jornadas, sobre "El tiempo de interpretar",
nos invitan a ello.

Notas
1- Lacan. J. "La tercera". Intervenciones y textos 2. Bs. As. Manantial. 1988. pag. -
104.
2- Freud, S. "Fragmentos de análisis de un caso de histeria". Obras Completas. Bs.
As. Amorrortu editores, 1985. Tomo VII, pag 57.
3- Freud, S. "La interpretación de los sueños". Obras Completas. Bs. As. Amorrortu
editores. 1979. Tomo V. pags. 523-524.
4- Freud S. "Fragmentos de análisis de un caso de histeria" Obras Completas.
Bs.As. Amorrortu editores. 1985. Tomo VII. pag 58 (nota).
5- Freud. S. "La interpretación de los sueños". Obras Completas. Bs. As. Amorrortu
editores. 1979. Tomo V. pags. 346-347.
6- Lacan J. "El atolondradicho". Escansión 1. Bs. As. Paidós. 1984. pag. 63.

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