INDICACIONES: De manera individual, el alumno leerá, reflexionará y hará
comentarios sobre la lectura en el salón de clases.
En génesis 3, notamos que el hombre al obedecer a Satanás perdió la relación con
Dios y por lo tanto su autoridad. Al perder su autoridad, perdió también la capacidad
de gobernar y de ejercer el mandato cultural de manera correcta. A pesar de la caía
Dios no pierde el derecho de propiedad, Él sigue siendo dueño y Señor de la tierra.
En otras palabras en la caída se pierde la frase que implica solidaridad. Hoy es difícil
cumplir para quienes no conocen a Dios.
También encontramos como el hombre se enseñorea del mismo hombre. Con la
caída los diferentes grupos sociales se dividen y dan origen a las castas, la idolatría
fomenta división de extracto social, no así el monoteísmo que unifica.
La tragedia del pecado destruyo el buen orden de la creación y a su vez trabajo:
homicidio, poligamia etc. pero ante todo la degradación y la maldición (Gen. 4-11)
¿Cómo involucra a la gente en la conservación de la creación?
Si tenemos una correcta teología de la creación, será posible tener una teología
correcta de la redención. Una buena teología de la iglesia y una buena teología de
la misión, son clave.
Providencia
Es el ejercicio divino por medio del cual el creador preserva a todas sus criaturas,
pero en todo lo que tiene que suceder en el mundo y dirige todas las cosas a un
determinado fin.
Preservación
Dentro de la preservación Dios mantiene el orden físico Hebreos 1:3, Job 37. Dios
sostiene la vida del hombre Sal.104, Mt. 5:45, Hechos 14:11-17, Col. 1:17, provee
para las necesidades de su pueblo, Salmo. 105, Mat. 6:34, 2 Cor. 8:11.
Respeto por la tierra (Dt.1:25). “Y tomaron en sus manos del fruto del país, y
nos lo trajeron, y nos dieron cuenta, y dijeron: Es buena la tierra que Jehová
nuestro Dios nos da”
Las prácticas productivas y las celebraciones de respeto hacia la naturaleza son
parte de la identidad de los pueblos originarios y además regulan el uso, acceso y
manejo de los recursos naturales manteniéndole dentro de los límites sostenibles.
Algunas de las prácticas de manejo ambiental apropiado que aún pueden
observarse en los pueblos originarios son por ejemplo:
1. La elaboración de terraza de cultivo para evitar la erosión de los suelos, los
métodos selectivos para la caza y la pesca, el descanso de los suelos
agrícolas, la rotación y diversidad de los cultivos.
2. La crisis ambiental nos obliga a repensar cual es el futuro de sociedad que la
humanidad desea.
Tierra bíblica (Génesis 2:5). “y toda planta del campo antes que fuese en
la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová
Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que
labrase la tierra”. El concepto de herencia es un concepto clave para
comprender la tradición en los relatos bíblicos. La tierra no era propiedad
privada, sino el bien que posibilita la vida, la identidad personal y comunitaria
y que expresa en forma material la promesa o pacto que Dios había hecho
con los hebreos.
La tierra es la sustancia del génesis del humano (Gé. 2:5).
El campo de cultivo es la herencia de Dios para las familias.
La tierra es un regalo de Dios (1Re.21).
La tierra es más que suelo, es medio de vida y bien patrimonial, que
conecta el presente con el pasado y que abre el futuro.
La tierra hay que cuidarla como una herencia (Proverbios 22:28;
23:10).
Hay que respetar los linderos para que todos, aún los huérfanos,
tengan acceso a ella y por consiguiente, a la vida y a la identidad.
En la biblia la tierra prometida está ligada al éxodo y a la liberación
(Éx.6:6-8; Dt.26:5-9).
El termino herencia destaca la dimensión social de la tierra y es el
punto de partida del derecho agrario del pueblo judío. La comunidad
podía imponer ciertos límites al uso de la tenencia de la tierra.
La legislación del sábado (Dt15:1-19; Lv.25).
Las espigas, primicia y diezmo (Dt.24:19-22; 26:1-19).
¿Por qué Dios permitió que los animales entraran al Arca?
En la narrativa de Génesis 7, podemos ver el interés de Dios en la preservación de
la vida de todo ser viviente, incluyendo todas las especies de seres vivo, incluso al
hombre mismo. Un diluvio era definitivo sobre toda la creación a causa del pecado.
Sin embargo si Dios iba preservar la vida del hombre, también era necesaria la vida
de todas las especies de animales en el planeta. ¿Cómo podría vivir el hombre sin
los demás seres vivos? La respuesta es obvia, el hombre había sido creado para
vivir en comunión con toda la creación. Sin esa relación, la convivencia humana con
la creación no sería posible.
Dios no solo está interesado en salvar al hombre, también su creación como lo
expresa Romanos (8:20-23) está esperando la redención.
2.1. LA IGLESIA Y SU LABOR ECOLÓGICA.
La iglesia y su responsabilidad ecológica.
El interés y la preocupación por los temas ecológicos, no sólo no es ajeno al interés
cristiano, sino que está dentro de lo más genuino de la fe. El cuidado de esta "oikos"
casa grande, que es la creación, compete y es obligación del creyente, que debe
trabajar además para que todo se reconcilie con Dios en Cristo. Todo ello está
dentro de la buena nueva “sobre la dignidad del hombre, sobre la vida, sobre la
familia, sobre la ciencia y la tecnología, sobre el trabajo humano, sobre el destino
universal de los bienes de la tierra y sobre la ecología: dimensiones en las que se
articula nuestra justicia, se vive la fe y se da respuesta a los desafíos del tiempo”.
Todo ello pertenece a la misión de la Iglesia, pues ha de sentirse llamada a esa
reconciliación de todo lo creado "en Cristo y para Cristo" (Cfr. Col 1, 16; Jn1:2,3;
Ef.1:10).
Ecología humana y social
"La Iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación y la debe hacer valer
en público. Y, al hacerlo, no sólo debe defender la tierra, el agua y el aire como
dones de la creación que pertenecen a todos. Debe proteger sobre todo al hombre
contra la destrucción de sí mismo. Es necesario que exista una especie de ecología
del hombre bien entendida. En efecto, la degradación de la naturaleza está
estrechamente unida a la cultura que modela la convivencia humana: cuando se
respeta la *ecología humana en la sociedad, también la ecología ambiental se
beneficia. Así como las virtudes humanas están interrelacionadas, de modo que el
debilitamiento de una pone en peligro también a las otras, así también el sistema
ecológico se apoya en un proyecto que abarca tanto la sana convivencia social
como la buena relación con la naturaleza"
Ecología y justicia
Entre las injusticias que destruyen a los pueblos, figuran “la falta del debido respeto
a la naturaleza, la explotación desordenada de sus recursos y el deterioro
progresivo de la calidad de la vida. Los efectos negativos de estas injusticias son
evidentes: devastaciones causadas en la naturaleza, disminución gradual de la
capa de ozono y el consecuente *efecto invernadero, los gases producidos por la
combustión de carburantes fósiles, la deforestación incontrolada, los cambios
meteorológicos y atmosféricos cuyos efectos van desde los daños a la salud hasta
el posible sumergimiento futuro de las tierras bajas, la explotación desordenada de
los recursos (Lv.19:19; 23-25).
Ecología y moral
“Pero el signo más profundo y grave de las implicaciones morales, inherentes a la
cuestión ecológica, es la falta de respeto a la vida, como se ve en muchos
comportamientos contaminantes” No pocos valores éticos tienen una relación
directa con la cuestión ambiental. La crisis ecológica es un problema moral y
demuestra cuán profunda es la crisis moral del hombre, pues “la indiferencia o el
rechazo de las normas éticas fundamentales lleven al hombre al borde mismo de la
autodestrucción”.
Solamente conjugando el desarrollo científico con la dimensión ética, el hombre
“será capaz de promover el ambiente como casa y como recurso, en favor del
hombre y de todos los hombres” (Lv.19:29; 20:22-26).
Ecología y solidaridad
Cuando se habla de globalizar la solidaridad no hay que olvidar todo lo que afecta
a la justa distribución y utilización de los recursos de la tierra. Esta solidaridad se ha
de manifestar especialmente en las relaciones entre países en vías de desarrollo y
países altamente industrializados, en mejorar la eficacia energética y al mismo
tiempo progresar en la búsqueda de energías alternativas, en la justa redistribución
planetaria de los recursos(Lv.19:9;23:22).
La interdependencia y el apoyo recíproco son categoría moral de solidaridad que
exige una verdadera educación de la responsabilidad en la manera de pensar y en
el comportamiento. En ello están implicados tanto la Iglesia y las Instituciones
religiosas, como los organismos gubernamentales y todos los miembros de la
sociedad. Pero no cabe duda que la primera educadora sea la familia.
La más completa, admirable y misteriosa “solidaridad” es la que se ha realizado
entre el Verbo y la Creación entera. “En la muerte y resurrección de Cristo se ha
realizado la obra de reconciliación de la humanidad con el Padre, a quien plugo
(placer) *reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando, mediante la sangre
de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos (Col 1, 20). Así la creación ha sido
renovada (Ap. 21:5), y sobre ella, sometida antes a la *servidumbre de la muerte y
de la corrupción (Rom. 8:21), se ha derramado una nueva vida, mientras nosotros
*esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia (2 Pe. 3:13).
De este modo el Padre nos ha dado a *conocer el misterio de su voluntad, según el
benévolo designio que en él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud
de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza (Ef. 1:9-10).
Ecología y vida
Existe un nexo muy estrecho entre el respeto a la persona y la salvaguardia de la
creación. "Los deberes respecto al medio ambiente se derivan de los deberes para
con la persona, considerada en sí misma y en su relación con los demás. Si el
hombre se degrada, se degrada el entorno en el que vive; si la cultura tiende a un
nihilismo (inexistencia de algo-negar), si no teórico, al menos práctico, la naturaleza
no podrá menos de pagar las consecuencias. De hecho, se puede constatar un
influjo recíproco entre el rostro del hombre y el "rostro" del medio ambiente: cuando
se respeta la ecología humana en la sociedad, también la ecología ambiental se
beneficia" (Lv.25: 1-19).
Ecología espiritual
La naturaleza, la Creación entera, es como una maravillosa escuela donde se
enseña y aprende ese increíble “proyecto de amor y de verdad que nos habla del
Creador y de su amor a la humanidad, y que encontrará su plenitud en Cristo” “Lo
que el aire es para la vida biológica, lo es el Espíritu Santo para la vida espiritual; y,
como existe una contaminación atmosférica que envenena el ambiente y a los seres
vivos, también existe una contaminación del corazón y del espíritu, que daña y
envenena la existencia espiritual. Así como no conviene acostumbrarse a los
venenos del aire y por eso el compromiso ecológico constituye hoy una prioridad,
se debería actuar del mismo modo con respecto a lo que corrompe el espíritu. En
cambio, parece que nos estamos acostumbrando sin dificultad a muchos productos
que circulan en nuestras sociedades contaminando la mente y el corazón, por
ejemplo imágenes que enfatizan el placer, la violencia o el desprecio del hombre y
de la mujer. También esto es libertad, se dice, sin reconocer que todo eso
contamina, intoxica el alma, sobre todo de las nuevas generaciones, y acaba por
condicionar su libertad misma. En cambio, la metáfora del viento impetuoso de
Pentecostés hace pensar en la necesidad de respirar aire limpio, tanto con los
pulmones, el aire físico, como con el corazón, el aire espiritual, el aire saludable del
espíritu, que es el amor”.
MINISTROS Y SERVIDORES DE LA CREACIÓN
Es incumbencia, responsabilidad e ineludible ejercicio de la caridad pastoral, el
tener en cuenta la “cuestión ecológica”. Pues, “No sólo está en juego una ecología
física, es decir, preocupada por la tutela del hábitat de los diversos seres vivientes,
sino también una ecología humana, que proteja el bien radical de la vida en todas
sus manifestaciones y prepare a las generaciones futuras un entorno que se
acerque lo más posible al proyecto del Creador. Se necesita, pues, una conversión
ecológica, a la cual los pastores darán su propia contribución enseñando la relación
correcta del hombre con la naturaleza. Esta relación, a la luz de la doctrina sobre
Dios Padre, creador del cielo y de la tierra, es de tipo "ministerial". En efecto, el
hombre ha sido puesto en el centro de la creación como ministro del Creador”
Guardar la norma fundamental del respeto a la vida. Defendiendo la dignidad de la
persona como inspiradora de un sano progreso económico, industrial y científico.
“Tomar conciencia de la importancia de la cuestión ecológica” Ante el extendido
deterioro ambiental, no se puede seguir usando los bienes de la tierra como en el
pasado, sino que hay que favorecer nuevos programas y e iniciativas a favor de un
mejor cuidado de la tierra.
Educar el sentido de responsabilidad ecológica. Con nosotros mismos. Con los
demás. Con el ambiente. Invertir en educación para formar una amplia y profunda
"responsabilidad ecológica", basada en el respeto al hombre y a sus derechos y
deberes fundamentales.
La primera educadora es la familia. Allí se aprende a respetar al prójimo y amar la
naturaleza.
Revisión del estilo de vida. “La sociedad actual no hallará una solución al problema
ecológico si no revisa seriamente su estilo de vida. En muchas partes del mundo
esta misma sociedad se inclina al hedonismo (doctrina ética que propone la
consecución del placer como fin supremo al identificarlo con bien) y al consumismo,
pero permanece indiferente a los daños que éstos causan” (...) La austeridad, la
templanza, la autodisciplina y el espíritu de sacrificio deben conformar la vida de
cada día a fin de que la mayoría no tenga que sufrir las consecuencias negativas de
la negligencia de unos pocos”.
Principio de interdependencia. Las dimensiones de los problemas ambientales
sobrepasan en muchos casos las fronteras de cada Estado. Su solución, pues, no
puede hallarse sólo a nivel nacional.
Necesidad de soluciones coordinadas. Ante los muchos desafíos, que el mundo
actual debe afrontar, que tengan como base una coherente visión moral.
Urgencia moral de una nueva solidaridad. Especialmente en las relaciones entre los
Países en vías de desarrollo y los Países altamente industrializados.
Incluir la cuestión ecológica en el más amplio contexto de la causa de la paz. Si la
humanidad tiene verdadero interés por la paz, “debe tener siempre presente la
interrelación entre la ecología natural, es decir el respeto por la naturaleza, y la
ecología humana. La experiencia demuestra que toda actitud irrespetuosa con el
medio ambiente conlleva daños a la convivencia humana, y viceversa”
Derecho a gozar de un ambiente. Que se debería incluir en la Carta de derechos
del hombre. Cada Estado deba garantizar este derecho en al ámbito de su propio
territorio.
Obligación moral de contribuir al saneamiento del ambiente. Tanto por razones
religiosas, como de responsabilidad ante el bien común, nadie puede eximirse de
esta obligación moral.
Atender particularmente a los sectores más vulnerables de la sociedad. Creando en
el interior de cada Estado un adecuado orden socio-económico.
Afrontar las formas estructurales de pobreza existentes en el mundo. De lo contrario
no se logrará el justo equilibrio ecológico.
Tener en cuenta el valor estético de la creación. “El contacto con la naturaleza es
de por sí profundamente regenerador, así como la contemplación de su esplendor
da paz y serenidad. La Biblia habla a menudo de la bondad y de la belleza de la
creación, llamada a dar gloria a Dios. No debe descuidarse la relación que hay entre
una adecuada educación estética y la preservación de un ambiente sano”
Cristianos mayordomos de la creación (Gen2:5).
Reproducimos a continuación un artículo que circuló la Comunidad Internacional de
Estudiantes Evangélicos con motivo de la celebración del Día de la Tierra el 22 de
abril próximo pasado. El artículo recoge una serie de reflexiones escritas por Brittany
Ederer, quien trabaja con una organización cristiana que fomenta el cuidado de la
creación desde una perspectiva cristiana. Sus reflexiones bosquejan su respuesta
(con leves cambios editoriales), sobre una base bíblica, a la pregunta respecto a la
responsabilidad ecológica que tenemos como cristianos que reconocemos nuestra
vocación de mayordomos de la creación de Dios.
Las Escrituras nos revelan una relación especial entre Dios y su creación,
incluyendo los seres humanos:
1. Estamos hechos para cuidar del planeta.
Dios ordenó a toda su creación que diera fruto y se multiplicara dondequiera que
esté. A su creación especial, a quienes reflejan la imagen de Dios, les dio la
responsabilidad de gobernar sobre todo lo que Él había creado. (Génesis 1:20-28,
2:15; Salmo 8:5-8)
2. El planeta debería glorificar a Dios.
Dios lo hizo todo para su gloria: las estrellas, la luna, las montañas, los árboles, los
pájaros, los animales y los humanos. La creación es testigo de la existencia y la
bondad de Dios. (Salmo 8:3-4, 96:11-13; 1 Crónicas 29:11; Levítico 25:23-24; Job
12:7-10; Romanos 1:20)
3. El planeta está caído.
La caída de la humanidad en el jardín del Edén conllevó una maldición no solo para
los humanos sino también para la tierra en sí; una maldición que afecta a la creación
entera. El sufrimiento y la muerte no son experiencias exclusivamente humanas: la
creación sufre por la maldad de la humanidad. (Génesis 3:17-24; Jeremías 12:4;
Oseas 4:1-3; Romanos 8:22).
4. Estamos llamados a participar en la restauración.
A través de la vida, muerte y resurrección de Jesús se abrió el camino para la
redención, reconciliación y restauración de todo lo que Él ha hecho. La humanidad
puede ahora tener para siempre una relación correcta con Dios. Como coherederos
con Cristo somos agentes de redención, reconciliación y restauración. (Mateo 6:26,
28:18-20; Colosenses 1:15-20; Romanos 8:19-21; 2 Corintios 5:14-19; Apocalipsis
22:1, 2)
¿Qué hemos hecho con este encargo? Es innegable que no hemos sabido hacerlo
bien. El deterioro del medio ambiente, las catástrofes en todas las regiones del
planeta, el cambio climático y la devastación de recursos agotables dan muestras
contundentes del descuido que, como humanos, hemos traído y seguimos teniendo
con el huerto que nuestro Dios nos legó en el principio.
¿Qué podemos hacer como cristianos?
¿Pueden los cristianos marcar la diferencia? ¡Algunos ya lo están haciendo! Hace
algunos años, algunos estudiantes de postgrado que eran parte de
InterVarsity/E.E.U.U. se plantearon descubrir la tecnología necesaria para usar la
fibra de coco para ganar dinero, aumentar los ingresos de los agricultores y ser
buenos mayordomos de nuestro planeta. Juntos formaron Whole Tree,
Inc. una empresa que sigue funcionando hoy en día.
En Uruguay, estudiantes cristianos construyeron un puente hacia el Evangelio
recogiendo basuras. Fueron el centro de atención cuando la gente pasaba a su
lado. Gavin, uno de los cristianos del grupo dijo: "Nadie había visto esto antes... en
dos horas, más de 30 personas se detuvieron para preguntarnos qué estábamos
haciendo. Les dijimos que somos estudiantes cristianos que nos preocupamos por
nuestra ciudad. Cada una de esas personas se marchó sonriendo y un poco
confundida. Espero que se hayan sentido animados a no ensuciar. También espero
que les sorprendiera relacionar la palabra 'cristiano' con esta acción en beneficio de
la comunidad."
Estudiantes de la Asociación de Grupos Evangélicos del Perú observaron los
problemas que las minas ilegales habían creado en Puerto Maldonado: prostitución
infantil, degradación medioambiental y reacciones violentas a las restricciones
gubernamentales contra la minería ilegal. El año pasado 21 pastores y líderes
estudiantiles se reunieron para buscar maneras de participar en la búsqueda de
soluciones.
Los cristianos también pueden servir como voluntarios en iniciativas a corto plazo
dirigidas por otros como Farming God's Way (Camino de Agricultura de Dios) en el
este de África. La deforestación, el suministro errático de agua y técnicas que
resultan de una agricultura excesiva y en el deterioro del terreno son problemas que
se resuelven mediante proyectos de plantación de árboles, técnicas de cultivo
acuático y transformación de las prácticas de cultivo. Muchas otras organizaciones
cristianas estarían en cantados de contar con la iniciativa y la participación de
voluntarios cristianos.
¿Qué tal si reconsideramos nuestra forma de vida consumista? Cada vez
estamos más desconectados de las fuentes de los productos que usamos. La
electricidad, la electrónica, los muebles, los materiales de construcción, el
combustible, los vehículos, la ropa y la comida: todo vino de la creación de Dios en
un momento determinado. Los cristianos pueden reconocer que su identidad no es
el ser consumidores, sino hijos e hijas de Dios, a quienes, como tales, les importa
lo que compran y qué decisiones toman a la hora de comprar.
El catalizador de una gran parte de la pobre mayordomía medioambiental es el
apetito del Norte Global por los bienes de consumo. ¿Y si los cristianos de regiones
tales como América Latina o el Sur de Asia produjeran vídeos para enviar a los
cristianos de Norteamérica, el este asiático y Europa para mostrarles cómo nos
obligan a convivir con el daño medioambiental? ¿Y si nos uniésemos en oración y,
además de hacer cambios y sacrificios en nuestro estilo de vida, nos involucráramos
en nuestras comunidades? La iglesia es, al fin y al cabo, un cuerpo unido y vivo
que respira y que está compuesto por muchas partes. ¡Todas las partes están
diseñadas para trabajar juntas!
Carlos Amigo Vallejo. La crisis ecológica un desafío para la Iglesia.
ERES CREADO PARA SER COCREADOR
Tú eres un ser creado para crear, para dar vida, para hacer que fructifique cuanto
hay creado por Dios en el mundo y en ti mismo. Estás dotado de dones, valores,
cualidades, que te permiten hacer crecer y desarrollar cuánto hay de germinar en tu
vida y en todo lo creado.
Para ello, es necesario trabajar. El trabajo no es un castigo, es un medio para
llegar a conseguir la realización personal y hacer que el mundo se desarrolle según
el plan de Dios.
Para poder comprender el significado del trabajo, hemos de partir de la
Palabra de Dios, que nos señala la visión concreta del plan de Dios sobre el mundo,
aunque hemos de tener en cuenta el choque que esta visión ha ido teniendo con los
cambios que se han ido produciendo en nuestro mundo, especialmente con la
civilización industrial.
La Palabra de Dios.
En la visión del trabajo que nos ofrece la Palabra de Dios cobra una importancia
especial el primer capítulo del Génesis.
El Antiguo Testamento destaca, ante todo, que el trabajo es digno del hombre,
porque Dios mismo trabaja (Gé.1:31; 2:3). Se valora positivamente el trabajo hasta
el punto de presentar a Dios como activo, trabajando tanto en la historia de la
salvación (Éx. 15; Sal 111; Is. 43, 1-7) como en la creación. Se dice que Dios crea
los cielos y la tierra, hizo el firmamento, separó las aguas, modeló la figura humana,
plantó el jardín (cf. Gen 1-2,8).
Dios coloca al hombre en medio del jardín del paraíso para que lo labrase y cuidase
(Gé. 2:15). Dios desea que el hombre llene la tierra, que la someta y domine sobre
todos los demás vivientes (cf. Ge. 1,28), porque el hombre está hecho a imagen y
semejanza de Dios (Gé. 1,26).
Es tarea del hombre completar la obra iniciada por Dios, porque es Dios mismo
quien pone la creación en las manos del hombre asociándolo así a su obra creadora.
Pero esto no puede realizarse sin sufrimiento ni dolor, debido a la desarmonía que
ha introducido el pecado en la creación. Es decir, desaparecida la primitiva armonía
a causa del pecado, el trabajo, que podía haber sido una actividad espontánea y
gozosa, es en realidad duro y doloroso; adquiere incluso el carácter de castigo. Pero
el hombre tiene el deber de trabajar, incluso antes del pecado (Gen 1,28).
El Nuevo Testamento no cambia sustancialmente las enseñanzas del Antiguo
Testamento. En los evangelios se nos habla de la inserción de Jesús en el mundo
del trabajo. Procede de la clase trabajadora y toma parte en el trabajo cotidiano (cf.
Mc 6,3; Mt 13,55). Sus discípulos son también trabajadores y son llamados por
Jesús mientras trabajaban (Mc 10,28). A través de las parábolas, Jesús expresa
simpatía y atención a los trabajos cotidianos, pidiendo laboriosidad y fidelidad en el
trabajo (Cf. Mt 20,1-16; 24,45-51; 25,14-30).
Ahora bien, el mensaje de Jesús asume frente al tema del trabajo un
significado que se podría llamar revolucionario. Jesús se presenta como liberador
del hombre; liberador de todos los condicionamientos históricos, económicos,
sociales, anunciando la llegada del Reino de Dios, cuyo eje central es el amor.
La nueva ley del amor compromete radicalmente al hombre y orienta el
significado de su presencia en el mundo. Y en este horizonte del amor, el trabajo se
sitúa en una perspectiva totalmente nueva, y las estructuras económicas y sociales
en las que se presenta tienen que interrogarse y transformarse, porque la
conversión evangélica no mira solo a la conciencia individual sino también a las
estructuras.
2.- Reflexión actual.-
El trabajo hay que comprenderlo en relación con la creación y con Dios
creador. Dios no ha creado un universo enteramente acabado para entregar
después la dirección al hombre. Más bien Dios ha llamado al hombre a ser su
colaborador en la organización progresiva del universo y lo ha asociado a su obra.
Esta es la vocación humana fundamental: dominar el universo, participar de la
creatividad divina. Y en la creación, el hombre es señor del universo. Luego todo lo
creado está en función del hombre, la primacía de lo creado se encuentra en la
persona humana. Juan Pablo II, dirá que “el trabajo está en función del hombre, y
no el trabajo en función del capital” (LE 23)
Visto así el trabajo ha de superar la inmediata finalidad económica, y ha de
enriquecer y permitir la realización más plena de la persona. Y en esta perspectiva,
el trabajo se convierte en un derecho-deber que transciende la dimensión
puramente utilitaria. Significa la colaboración positiva al crecimiento del mundo y del
hombre. Y, por esto mismo, el trabajo supone también un deber irrenunciable.
Este es el fundamento del derecho-deber del individuo de hacer del propio
trabajo un elemento de humanización y, al mismo tiempo, el deber de la sociedad
de desarrollar las posibilidades de humanización propias del trabajo. Desde esta
perspectiva, la atención pasa del trabajo al trabajador y a sus relaciones con la
sociedad. Lo que está en juego es la persona del trabajador y su capacidad de
crecer como persona. El cristiano no puede, pues, aceptar una concepción del
trabajo en la que el hombre se convierta en objeto de otra persona o quede reducido
a mero instrumento de los fines productivos de otros. El trabajo está al servicio del
hombre y no al revés.
El trabajo ha de ser fuente de liberación, no de esclavitud, de satisfacción
personal, no de angustia continua, de gratitud a Dios, no de queja permanente ante
la obligación de tener que llevar una carga insoportable.