URBANA
EN MEXICO
NESTOR GARCIA CANCLINI
COORDINADORLA ANTROPOLOGIA
URBANA EN MEXICO
Néstor Garcia CaNcLINI
(coordinador)
CA AM
CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA
Y LAS ARTES
UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA
FONDO DE CULTURA ECONOMICAPrimera edicién, 2005
Garcia Canclini, Néstor (coord)
La antropologia urbana en México / coord. de Néstor
Garcia
381 p. 321 x 14 cm — (Colee Biblioteca Mexicana)
ISBN 968-16-7243
1. Antropologia — México I. Ser It
Lc oN395 Dewey 301 G532a
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Tel. (55)5227-4672 Fax (85)5227 4698
Disefo de portada: Teresa Guzman
Fotografia: Paolo Gasparini, Archivo: Programa de Estudios sobre Cultura
Urbana, vaw, Unidad Irtapalspa
D.R.© 2005, Consnso Nactowat pana ta CULTURA ¥ Las ARTES
Av. Revolucidn, 1887; 01000 México, DP
D.R. © 2005, Uriversinay Aurosons Merroroustase,
Prolongacion Canal de Miramontes 3855, 14387 México, D,F
DR, © 2005, Foxno we Coruna Econsytca
Carretera Picacho-Ajuscn, 227: 14200 Mexien, DF
Se prohibe la reproduccién total o parcial de esta obra
—incluide el diseno tiposratico y de portada~,
Sea cual fuere el medio, electr6nico 9 mecsnic,
sin el consentimiento por escrito del editor
ISBN 968-16-7243-7
Impreso en México Printed in Mesico
{NDICE.
La antropologia en México y la cuestion urbana, Néstor
Garefa Canelini
Nuevas diversidades
Redefinir las ciudades
Megalépolis: desvanecimiento y reconstruccién de lo
Objeto y método: equé diferencia a los antrop6logos?
Bibliografia ....
De la fragmentacion urbana al estudio de la diversidad
en las grandes ciudades, Maria Ana Portal y Patricia
Safa Barraza
Introduccién
Del campo a la ciudad: una aventura antropolégica
La preocupacién por la pobreza y marginalidad urbana
Las desigualdades urbanas y la vulnerabilidad de las
grandes metr6polis.
El retorno al barrio y al vecindario: cultura, identidad
e imaginarios urbanos
La apropiacién de lo local y la aparicién de la socie-
dad civil y el ciudadano
‘A manera de conclusién: Mirar lo metropolitano des-
de lo vecinal
Bibliografia
Jas dlisputas por el patrimonio. Transformaciones analitic
cas y contextuales de la problemdtica patrimonial en
México, Ana Rosas Mantecén
1. Los cambios en la conceptualizacién del patrimonio
2. Las disputas por el patrimonio
3. Retos que plantea al patrimor
del contexto global
jo la transformacién
"1
13
16
19
21
26
30
30.
30
33
37
40
60
62
69
16inpice
4. Investigacién, legislacién y politicas de conservacion
del patrimonio ..... " 82
Epilogo.....eeeesess ae 87
Bibliografia...... 8
La ciudad industrial y la cultura obrera, Ratil Nieto Ca-
Heja . 96.
1, Espacio y trabajo. + 96
2. La cultura obrera: un constructo antropologico 101
3. Los espacios del trabajo sae 110
4. Los lugares del trabajo....... i + 120
Bibliogratia 126
Hacia una antropologia de las periferias urbanas, Eduar-
do Nivon Bokin L40
1. Las periferias en Ia investigacién urbana mexicana» 140
2. La antropologia ante el estudio de las periferias 145
3. Lo que se ha propuesto acerca de suburbios y peri-
ferias. 149
4. Contradicciones de la expansién suburbana. Hacia
una antropologia de las periferias urbanas. 134
5. Conclusiones 163
Bibliografia ..
Politicas culturales y consumo cultural urbano, Néstor
Garefa Canclini y Ana Rosas Mantecén ..... - 168,
Politicas culturales para las mayorfas que viven en
ciudades .. 170
Los estudios sobre consumo cultural urbano. + 178
Los ambitos de generacién de investigaciones. 179
La conceptualizacién del consumo cultural ~ 182
Desafios metodolégicos " 134
Comentarios finales. 186
Bibliografia oe 190
Ciudad y medios de comunicacién: un recorrido desde la
antropologéa, Miguel Angel Aguilar y Rosalia Winocur 196
1. El acercamiento a la antropologia desde la perspec-
tiva de la comunicacisn. 196
INDICE
2. El acereamiento desde Ia antropologfa a la comuni-
3. Para coneluir
Bibliografia
La carpa sobre et asfalto. La antropologta urbana en la(s)
frontera(s) mexicana(s), José Manuel Valenzuela Arce
Introduccién
La frontera norte...
La otra frontera
Desafios en los estudios socioantropol6gicos
Bibliografia
De jovenes, miisicas y las dificultades de integrarse, Marit-
va Urteaga Castro-Pozo y Carles Feixa Pampols
1. Introduceién
2. Tiempos hibridos
3. Espacios heridos
4. Géneros confusos
5. Cémo le vamos a hacer
Bibliografia
Ciudad, riesgos y malestares. Hacia una antropologia del
acontecimiento, Rossana Reguillo
Vertientes del malestar
Hacia una antropologia del ac
que se revela. -
Ejes, categorias y preguntas: un territorio problemdtico
Estados alterados: etnografias en fuga...
Bibliografia
conteimienta la ciudad
Las fiestas en el dmbito urbano, Amparo Sevilla y Mau
Ana Portal
1, Introducei6n
Hacia una teorfa de la fiesta ..
La fiesta en las sociedades contemporaneas...
tas religiosas urbanas
fiestas cfvicas
s fiestas familiares.
2
3
4.
5
6
266
271
278
286
295
298
307
309
313,
321
333
336
34
34L
343
347
355,
367
369to INDICE
7. Las nuevas expresiones festivas
8. A manera de conclisién .
Bibliografia
Notas sobre los autores .
La antropologta en México y la cuestién urbana
Nestor Garcia Cancunt
Ey Los pesares de las tiltimas décadas sobre qué es la antropo-
logia y c6mo practicarla, las cuestiones urbanas han pasado a
ocupar un lugar central, No se trata s6lo de aiadir las ciuda-
cles a los temas clasicos de los antropélogos: sociedades exé-
licas, indigenas, campesinos, parentesco. Todos esos objetos
«le estudio tradicionales estan presentes en la vida urbana.
Pero la incorporacién de las ciudades, y aun las megalépolis, a
la antropologfa, iniciada en el siglo x1x y consagrada a co-
mienzos del siglo xx con Ia escuela de Chicago, desencadena
cn los Gltimos aitos preguntas inquietantes por la reubicacién
dle los objetos y métodos clasicos de la disciplina. Los contex-
os urbanos pasan a ser decisivos en tanto en el mundo actual
la mitad de la poblaci6n vive en ciudades, y en América Latina
nas de 70 por ciento.
Los estudios urbanos se convirtieron en un campo plena-
mente legitimo de investigacién para la antropologia, con los
requisites que esto supone, o sea, especialistas de primer ni-
vel, reconocimiento cabal en planes de estudio, financiamien-
\o para llevar a cabo trabajo de campo, reuniones cientificas y
vevistas especializadas. En estas condiciones, preparar un
libro sobre antropologia urbana se vuelve algo mas complica-
do que establecer balances de un campo nuevo de trabajo;
implica examinar la situaci6n actual de la disc
pectivas de desarrollo y las estrategias metodol6g
\oricamente marcan su diferencia respecto de otras cienci
sociales. Hay que revisar eriticamente, como intentan los au-
lores de este volumen, las contribuciones de la antropologia
urbana hecha en México y su ubicaciGn en la antropologia in-
u12. LAANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA,
ternacional, asf como identificar sus c é
seracional if campos estratégicos y las
Varios trabajos solicitados para e:
jtados para este volumen refieren los re-
vacin eno, entrevitas euaitaivas 9 regio de po-
css deme ag dren en nidades urbana esis
o means: barrios, centros histreos, fests y hablos ove:
bles. La aniopolga mexiana ha realizado conibucones
sulcatus en palabras de Maria Ana Portal y Parl Saf
re Io que se observa al "mirar lo metropolitano desde lo
Sin Hew alunos afore cosa Cae eal
tno, valorar lo que la antropologia puede conocer de las perfe-
; ede conocer de las perif
rias gigantescas de una megal6polis como I ‘
res gigantea -zalopolis como la capital mexicana,
los medio de comunicaia, as politias clues yee _
Por tanto, a antropologia ofrece ah i
ia ofrece ahora, mediante etnografias
prolongndasy densas ports cualiaos as
ciones interéinieas e interculturales en las ciudades, que
aproximacion de los antropélogos inhibieron durante much
compe Ik colgteten 2. GapideerorolotMltada 3
lad Se praticado menos “una antropologa de ocd
que una antropologia en la ciudad” f..]“La ciudad es, por lo
tanto, mas el lugar de investigacién gue su objeto” (Duh
1996, p. 13), aunque debemos alarar que éta es una cuestion
sie de reser tambien para ars pings cao es ine
ible abarcar con un solo concepto —el de cultura urbana la
ae ae nan a arieaear Wan eaeea eae
realmente un fenfmenounicadoy distin del ecto
ano, incluso en aglomeraciones tan complejas y heterogé
neas como Sto Paulo acd de México 0 serfa preferible
hablar de vaviostpos de cltura dentro de ocd? Ena
so, as dslimitaciones deben hacersesiguiendo criterios de
se Social, de onanizacién del espacio tt otros?
LAAN TROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URDANA
[NUuvaS PIVERSIDADES
sraunsenestiones, que han ido reconfigurando el programa 4c
si tnte de la antropologia, vienen mostrando, ai mist
eennseets Tecundidad de sus instrumentos conceptusles Y 1°
ve cos para encarar aspectos claves de las ciudades co”
i conjunto de las ciencias sociales.
‘etnporaneas gue interesan al
ee eenarime a tres: la heterogeneidad multicultural, la Se
vy acidn intercultural y social, ¥ la desurbanizaciOn
+ i Merogeneidiad o diversidad sociocultural, desde siempre
aoa aeeeie a antropologia, aparece hoy como uno de os
eo cris “desestructuradores” de la modernizacion clésica,
* rodernidad’ (Beck), segtin se formulé en las teorfas
viicultad para definir qué se entiende por ciudad
nrhunas, Tarte, de la variedad histGrica de ciudades (nds
Mer eas on fministrativas, capitales politicas y ciudades de se1-
les» fades puerto ¥ turisticas), pero tal complejidad se
siya on grandes urbes que ni siquiera pueden reducirse &
"primera
whanas. La
jauuiMaracterizaciones monofuncionales, Varios autores So
von que justamente la creacion de muchas funciones ¥ acti
tne aes digo distintivo de la estructura urbana actual (Cas,
vi oe, Signorelli, 1996). Mas asin: esa Mexibilidad en
vee pono de varias funciones se radicaliza en Ja medics
‘jaw la deslocalizacion de la produceién diluye la cory esponden-
site Soriea entre clertas ciudades y ciertos tipos de produc:
cia bi Tanchester no es ya sinénimo mundial de la industria
vio Me ionterrey o Pittsburgh de siderurgia. Las manus
tex re eguipos clectronicos més avanzados pueden prod:
ee nto en las ciudades globales del primer mundo com?
ce an easil, México y el sudeste astatico (Castells, Hall;
Sassen).
ScD) idad contenida en una ciudad suele ser el resultado
dcaistintas etapas de su desarrollo. En 1a capital mesicaney
a ast muchas urbes europeas, coexisten por lo mens (et
connec fos siguientes periodos: a) monumentos que Les dn
mois de ciudades historicas con interés artistico y (ust
ara n desarvollo industrial que reorganiz6 —de distin"
Co: Hy en cada caso su uso del territotio; ve) tna reciente14 LAANTROPOLOGIA EN MEXICO ¥ LA CUESTION URBANA
arquitectura transnacional, posindustrial (de empresas finan-
cieras e informiiticas) que ha reordenado la apropiacin del
espacio, los desplazamientos y habitos urbanos, asf como la
insercion de dichas ciudades en redes supranacionales, La con,
Nivencia de estos diversos periodos en la actualidad genera una
heterogeneidad multitemporal en la que ocurren procesos de
hibridacién, conflictos y transacciones interculturales deneas,
Estas heterogeneidad e hibridacién provocadas por la conti.
Bilidad de construcciones y modos de organizar el espacio.
Correspondientes a distintas etapas hist6ricas se multiplicas
con la coexistencia de migrantes de zonas diversas del snisme
ais y de otras sociedades. Los habitantes de otras regiones
incorporan a las grandes ciudades lenguas, comportamientos
¥ estructuras espaciales surgidos en culturas diferentes. Se
observa este proceso con rasgos semejantes en las metropolis
y en los paises periféricos, anulando hasta cierto punte las
diferencias que el evolucionismo marcaba en otro tiempo
entre ciudades de areas desarrolladas y subdesarrolladas
La vecindad de los nativos con muchos otros hace reformu:
lar las idiosinerasias urbanas tradicionales tanto en Onraca
como en la ciudad de México, en Buenos Aires como en Ber.
{in. Si bien la planificacién macrosocial, la estandarizacién
inmobiliaria y vial, y en general el desarrollo unificado del
mercado tienden a hacer de las ciudades dispositivos de ho-
mogeneizaci6n, esos tres factores no impiden que la fuerza de
la diversidad emerja o se expanda. Pero la “explosion” diferen,
Cialista no sdlo es un proceso real; también se presenta como
ideologia urbanistica. Desde los aiios setenta, las corrientes
posmodernas que impactaron a la antropologia y el urbanisme
Propician la diferencia, la multiplicidad y la descentralizacion
como condiciones de una urbanidad democratica. Sin embar,
£0, esta tendencia debe valorarse de maneras distintas en las
metrépolis y en los paises periféricos, Como sehalé en un libs
anterior (Garefa Canclini, 1995), debemos hacer esta distin,
ci6n, ante todo, por razones politico-econémicas. No es lo
mismo el crecimiento de la autogestin y la pluralidad huego de
un periodo de planificacién, durante el cual se regulo la ox.
Pansién urbana y se satisficieron necesidades bésicas —-como
en casi todas las ciudades europeas— que el crecimiento
LAANTROPOLOGIA EN MEXICOY LACUESTION URBANA 15
i escase7, la ex:
‘ico de intentos de supervivencia basados en la escase7,
Tai sce ect Yad ss aopecaaor cele talaga lace
Inubituales en Asia, Africa y América Latina. .
: 6n tie con la escala, En pai-
na segunda distincién tiene que ver
os oe cotearene ate spec as lara nataldad, con
Ciuudades planficadas y gobiernos democréticos, las digresio-
vata tn deevacton'y Ix perdida de poder de los drdenes total
lores pueden ser parte de una légica descentralizadora. En
Cambio, en cludades como Caracas, Lima ola ciudad de Méx
col diseminacion —generada por el estallido demogratico, la
Snvasién popular 0 espectlativa del suelo, con formas poco
clemocraticas de representacién y administracién de espacio
uwhano— aparece mas como desorden que como descentrali-
yacion. En vez de propiciar una integracién més abiert, segre-
ey ee ee renee eraser Senate Gec ad
onto de jas puede ser tun avance
mniento de las estructuras planificadas pued ce
ikraliador en ns ciudad de pales peificos ls politica
descenralizadorss logan, # menudo, reproduett confi
ingobernables, que por eso a veces “fomentan” la perpetu:
cion de adinistraciones aortas y centaizadas,retcen-
tes.a que los ciudadanos elijan y decidan. Algunos estudios
sobre movimientos sociales suelen considerar eta destruc:
track de as ciudades com estimulo para la organizacion
de grupos populares, juveniles o ecologists, es deci para cons
imi temnatvas ai (esorden hegeménico, Pero también
pede generar dapersin y enfrentaents entre margin
> excluidos,o servis de oeasion para que la especlacion
‘mobiliaria se apropie de espacios pablicos y discrimine a los
desposefdos. pa
de acd de Mxico resstraros un proceso de desurbon-
saci, mlentras que es limos as dsinuye el uso e-
creativo de los espacios piiblicos. Esto se debe en parte ala
seguridad, y tambien al tendenca a refer a informacion y
Tos entreteniientos llevados hasta los hogares pot la radio, la
ileision el wideo en ve de a asistencia a ene, teats y
especticulos deportivos que requieren atravesar largas dista
Cias y lugares peligrosos de la urbe16 _LAANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA
Varios textos de este volumen muestran que estos desafios
de las ciudades grandes y medianas pueden apreciarse tam-
bién como oportunidades para revitalizar la participacion y la
organizacién ciudadanas (Aguilar-Winocur, Nivén, Safa, Va-
Jenzuela). Cuando los Estados-nacién pierden capacidad de
convocatoria y administracion de lo piiblico, las ciudades re-
surgen como escenarios estratégicos para el avance de nuevas
formas de ciudadanfa con referentes més “concretos” y mane.
jables que los de las abstracciones nacionales. Los ambitos
urbanos ofrecen posibilidades de especificar la participacion
en los flujos transnacionales de bienes, ideas, imagenes y per.
sonas. Lo que se escapa del ejercicio ciudadano en las decisio.
nes supranacionales pareciera recuperarse, en cierta medida,
en las arenas locales vinculadas a los lugares de residencia
trabajo y consumo (Dagnino, Ortiz). Quienes ahora se sienten
mis que ciudadanos de una nacién, “espectadores que votan”
Teencuentran en las nuevas formas de reconocimiento de las
diferencias, “compactacin y retervitorializacién’” de las de
‘mandas, que hacen posible las ciudades, modos de reubicar el
imaginario nacional en movimientos de “conmensurables ciu-
dadanos desintegrados” (Holston-Appadurai, pp. 192-195).
Reperinir Las ciupapes
Estos cambios de la multiculturalidad y la segregacién, de lo
local y lo global, que se manifiestan con particular fuerza en
las grandes urbes, exigen redefinir qué entendemos por ciudad
y por tanto las maneras de estudiarla. $i bien aqui nos concen-
tramos en la tarea antropoldgica, es dificil aislar lo que com-
petirfa a esta disciplina de las condiciones actuales del trabajo
inter o transdisciplinario, Se advertiré esta apertura del enfo-
que antropolégico en la mayoria de los anzlisis que sigue
tanto en Jos planteamientos como en la necesidad de citar cor
juntamente a antropélogos y a socidlogos (Manuel Castells,
Anthony Giddens, John Keane), comunicélogos (Jestis Martin
Barbero, David Morley, Guillermo Orozco) y especialistas en
estudios culturales (Stuart Hall, Beatriz Sarlo, Raymond
Williams).
LA ANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA 17
Usa multiplicidad de perspectivas es indispensable para
captar los cambios ocurridos en ciudades que “responder
inal a las prescripeiones del urbanismo modernizador. Desde
cesta normatividad, veriamos a muchas ciudades mexicanas y
latinoamericanas como intentos fallidos o insatisfactorion
Mais que soluciones o respuestas estabilizadas, hallamos una
Sicesion de improvisciones y plnificaci, con seriasdificul
{ades para prever las transformaciones y adaptarse a elas.
Tal atipicidad de la urbanizacion en América Latina requiere
situarse de modo particular en los movimientos teéricos que
huscan redefinir qué son las ciudades. Sabemos que una p!
tera linea consistié en oponerlas a lo rural, 0 sea, concibién-
dolas como lo que no es el campo. Este enfoque, ampliamente
tutilizado durante la primera mitad del siglo, llevé a enfrentar
en forma demasiado tajante el campo como lugar de las rela-
ciones comunitarias, primarias, a la ciudad, que seria el espacio
Uc las relaciones asociadas de tipo secundario, donde habria
mayor segmentacién de los roles y una multiplicidad de perte-
nencias. En varios pafses en proceso de industrializacion esta
tendencia fue utilizada hasta los aitos sesenta y setenta, Te6ri
cos destacados, como Gino Germani, desarrollaron este enfo-
en estudios sobre América Latina, especialmente sobre
intina. Segiin este autor, la ciudad era el nticleo de Ia mo-
demidad, donde fue posible desprenderse dels relaciones de
>ertenencia obligadas, primarias, de los contactos intensos
tle tipo familiar y barval propios de los pequetios pueblos. y
pasar al anonimato de las relaciones electivas y la diversifica-
cién de roles.
Entre las muchas eriticas que se han hecho a esta oposicién
lajante entre lo rural y lo urbano cabe recordar que se detiene
en Ja dilerenciacion descrip, sin expiea ns coincidencias
recuentes entre lo que ocurre en el campo, o en pequenas
poblaciones, lo que sucede en las ciudades, Por ejemplo, c6-
10 lo rural esta dividido por conflictos internos a causa de la
interaccién con las ciudades. O, a la inversa, en las ciudades
mexicanas y latinoamericanas suele decirse que som citdar
es “invadidas” por el campo. Se ve a campesinos circulando
fn encaros con caballos, aor “rurale” dels cals, como
si nunca fuera a pasar un coche, es decir, intersecciones entre18 LAANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA
Jo rural y lo urbano que no pueden comprenderse en términos
de simple oposicion.
Un sepundl tipo de definicion que tiene una larga trayecto-
ria, desde la Escuela de Chi
grifico-espaciales. Wirth definia la ciudad como la localiza-
cin permanente relativamente extensa y densa de individuos
socialmente heterogéneos. Una de las principales criticas a
esta caracterizacion geografico-espacial es que no da cuenta
de los procesos histéricos y sociales que engendraron las es-
tructuras consideradas urbanas, como son la dimension, la
densidad y la heterogeneidad (Castells, 1973).
En tercer lugar ha habido criterios especificamente econ6-
micos para definir a las ciudades. Se las entiende como resul-
tado del desarrollo industrial y de la concentracién capitalista
(Harvey, 1985). En efecto, la organizacion urbana ha propicia-
do una mayor racionalizacién de la vida social al estructurar y
distribuir del modo mas eficaz, hasta cierta época, la repro-
duccién de la fuerza de trabajo concentrando la produccién y
el consumo masivos. Pero este enfoque econémico suele des-
arrollarse dejando fuera los aspectos culturales, la experiencia
cotidiana del habitar y las representaciones que los habitantes
nos hacemos de las ciudades. Al achicarse el lugar de las in-
dustrias y crecer los servicios, entre ellos los culturales, turisti-
cos y otros de sentido simbélico, vamos viendo de otra manera
Ja vida urbana.
De una ciudad chura —escribe Raiil Nieto— construida por razones y
priicticas materiales, econsimicas y sociodemograticas, entamente el
paradigma se ha ido desplazando hacia una semiologia del espacio,
cl cual cada vez es mas visto como un tejido de representaciones, de
cexperiencias que producen sentido. Yano basta la biisqueda de expli
caciones, ahora se hace necesario transitar a las interpretaciones,
La antropologta considera ahora alas ciudades no s6lo como
un fenémeno fisico, un modo de ocupar el espacio, sino tam-
bign como lugares donde ocurren fendmenos expresivos que
entran en tensién con la racionalizacién o con las pretensiones
de racionalizar la vida social. La industrializacién de la cultura
a través de comunicaciones electrénicas ha vuelto més evidente
el papel de esta dimension de las experiencias urbanas.
LA ANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA 19
Podemos decir que, en cierto modo, todas estas teorfas —si
estamos pidiendo una definicién de lo urbano— resultan falli-
das. No dan una respuesta satisfactoria, sino maltiples aproxi-
maciones que hoy coexisten como partes de lo verosimil, de lo
que nos parece que puede proporcionar cierto sentido de la vi-
«la urbana, Pero la suma de todas estas definiciones no se ar
ticula facilmente, no permite acceder a una definici6n unitaria,
mas 0 menos operacional, para seguir investigando las ciuda-
des, Esta incertidumbre acerca de la definicién de lo urbano
se vuelve atin mas preocupante cuando abordamos a las
megaciudades
MEGALOPOLIS: DESVANECIMIENTO Y RECONSTRUCCION DE LO URBANO
Hace sélo medio siglo las megalépolis eran excepciones. En
1950 s6lo dos ciudades en el mundo, Nueva York y Londres,
superaban los ocho millones de habitantes. En 1970 ya habia
11 de tales urbes, cinco de ellas en cl llamado tercer mundo:
tres en América Latina y dos en Asia. Para el afio 2015, segiin
las proyecciones de las Naciones Unidas, habré 33 megaciuda-
des, 21 de las cuales se hallaran en Asia. Estas megalopolis
impresionan tanto por su desaforado crecimiento como por su
compleja multiculturalidad, que desdibujan su sentido histori-
co y contribuyen a poner en crisis las definiciones con que se
pretende abarcarlas.
Qué es uma megaciudad? Los estudios realizados en los til
timos afios en ciudades como las de México y Sao Paulo con-
ducen a reformnlar la nocién habitual en la bibliografia espe-
cializada, que usa ese término para referirse a la etapa en que
tuna gran concentraci6n urbana integra otras ciudades préxi-
mas y conforma una red de asentamientos interconectados.
Sin duda, esta caracterizaci6n espacial es aplicable a la capi-
tal mexicana (Messmacher, Ward), que en 1940 tenia 1644921
habitantes y actualmente supera los 17 millones. Sabemos que
entre los principales procesos que generaron esta expansién se
hallan las migraciones multitudinarias de otras zonas del p
y la incorporacién a la zona metropolitana de 29 mu
aledaitos.20 LAANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA,
Pero en estos mismos 50 aftos en que la mancha urbana se ex-
tendi6 hasta ocupar 1 500 kilémetros cuadrados, volviendo im-
practicable la interaccién entre sus partes y evaporando la
imagen fisica de conjunto, los medios de comunicacién se ex-
pandieron masivamente, establecen y distribuyen imagenes que
reconectan las partes diseminadas. En varios estudios de este
volumen (Aguilar-Winocur; Garcfa Canclini-Rosas Mantecér
Niv6n) se observa que la misma politica econémica de moder
nizacién industrial que desbord6 la urbe promovi6 paralela-
mente nuevas redes audiovisuales que reorganizan las practicas
de informacion y entretenimiento, y recomponen el sentido de
Ia metrépoli, Es posible extraer una conclusién teérica del
hecho de que mientras la expansién demografica y territorial
desalienta a muchos habitantes ubicados en la periferia para
asistir a los cines, teatros y salones de baile concentrados en el
centro, la radio y la televisi6n llevan la cultura a 95% de los
hogares. Esta reorganizaci6n de las pricticas urbanas sugiere
que la caracterizaci6n socioespacial de la megalpolis debe ser
completada con una redefinici6n sociocomunicacional que dé
cuenta del papel reestructurador de los medios en el desarro-
To de la ciudad
La hipétesis central de esta redefinicién es que la megal6polis
integra grandes contingentes poblacionales no s6lo conurban-
dolos fisica y geogrificamente, sino conectindolos con las ex-
periencias macrourbanas a través de las redes de comunicaci6n
masiva, Por supuesto, la conexién medisitica de ciudades me-
dianas y pequefias, el hecho de que la oferta televisiva e infor-
matica puede recibirse con amplitud también en conjuntos de
10000 habitantes, evidencia que ésta no es una caracteristica
exclusiva de las megaciudades. Lo que distingue a una mega-
J6polis como la capital mexicana, o, en otra escala, Tijuana, es
la densidad de interconexiones globales que ofrece junto a
‘empresas transnacionales y organismos de gestién o servicios
que las eligen como sede, la mezcla multicultural de pobladores
nacionales y extranjeros, asf como el contar con servicios ins-
talados en esas localidades (hoteles, restaurantes, entreteni-
nientos diverisficados) que atraen a actores globalizados.
Si la antropologia urbana hecha en México acumula mas
conocimientos sobre los grandes centros urbanos es porque
LA ANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA 21
(ambien las institueiones académicas con mayor desarrollo se
concentran en la capital y en unas pocas grandes ciudades, co-
‘no Guadalajara y Monterrey. Sin embargo, hemos tratado de
compensar en alguna medida este desequilibrio. Ana Rosas
Mantecén muestra en st trabajo cémo se viene encarando des
le miltiples perspectivas un tema clisico de Ia antropologia
mexicana —el patrimonio historico— al situarlo como parte
lel desarrollo urbano, con diferentes enfoques en niicleos
habitacionales de origen indigena, ciudades coloniales restau-
‘las 0 centros historicos de diversas zonas del pais. Ratil Nie-
to vecorre las contribuciones de los estudios antropolégicos en
lus ciudades industriales con fabricas tradicionales, fabricas
roconvertidas y centros de produccién cuyo tejido urbano es
relormulado debido a la interaccién de industrias, servicios
linancieros y mediaticos: asf reaparece, en nuevos contextos,
lu pregunta por la comunidad de la antropologia clisica, 0 sea,
mo se forman comunidades laborales en estos diversos es-
cenarios de trénsito de lo tradicional a lo moderno, de lo local
«lo global
La peculiaridad de las ciudades formadas 0 reformadas por
las maquiladoras es considerada en el texto de Nieto y en el
halance de la antropologia urbana en la frontera elaborado
por José Manuel Valenzuela, quien ademés se detiene en la
reconfiguracién gestada por las migraciones, las empresas
iransnacionales y los conglomerados urbanos binacionales,
como Tijuana-San Diego o Ciudad Juarez-EI Paso.
Onsro ¥ MEvOD0: cQUE DIFERENCIA A LOS ANTROPOLOGOS?
Cabe preguntar, por tiltimo, qué distingue lo que dice la antro-
pologia de las ciudades de lo que pueden conocer otras dlisci-
plinas como la sociologia, el urbanismo y la semistica, Algu-
nos autores (Herzfeld, 2001, capftulos 2 y 6) sostienen que la
produccién antropolégica del saber sigue teniendo su especifi-
cidad en la obtencién de datos mediante contacto directo con
grupos pequefios de personas. Reconocen que el desarrollo de
ios estudios en ciudades ha modificado la duracién del trabajo
de campo, la convivencia constante y cercana con los grupos22, LAANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA
observados y entrevistados, y que los nuevos recursos tecnolé-
gicos (desde las grabadoras y las cémaras portatiles hasta las
encuestas computarizadas) pueden ayudar a conseguir infor-
macién en escalas mas apropiadas para la vida urbana. Pero
afirman que la observacion de campo y la entrevista etno-
gréfica siguen siendo los recursos especificos de la investiga-
ci6n antropologica. A diferencia de la sociologia, que constru-
ye a partir de cuadros y estadisticas grandes mapas de las
estructuras y Jos comportamientos urbanos, el trabajo antro-
poldgico cualitativo y prolongado facilitaria lecturas de las
interacciones sociales,
Varios antropélogos sefialan que, al disminuir la conviven
cia del investigador con la poblacién que estudia y no compa
tir plenamente sus condiciones de existencia (pobreza, violen-
cia, dificultades para sobrevivir), existe el riesgo de buscar “en
la interacci6n simbélica la identificacién con los valores y
aspiraciones de la poblacién que estudia” (Durham). Esto ex-
plicarfa la sobrestimacién de los aspectos culturales en la vida
urbana y del andilisis del discurso o de los procesos simbélicos
en muchas investigaciones. Sin duda, tanto en los paises cen-
trales como en los periféricos la dedicacién de los antropélo-
gos a estudiar las ciudades fue decisiva para que se preste
atencién a los aspectos culturales que habian sido —y son
atin— descuidados en los trabajos de demografos, economis-
tas y socidlogos que nos precedieron en la investigacién urba-
na, Pero ni la tradici6n de la antropologia como disciplina ni
el cardcter, indisolublemente econémico y simbélico, de los
procesos urbanos justifica que se limite la exploracién antro-
polégica a la dimensién cultural
El crecimiento de las ciudades y el reordenamiento (o el
desorden) de la vida urbana estén vinculados a cambios econé-
micos, tecnolégicos y simbilicos cuyo entrelazamiento obliga
a sostener el estilo Clasico antropolégico que considera con-
juntamente esas diversas dimensiones de los procesos sociales,
Asf se hace en los aftos ochenta y noventa del siglo xx en inves-
tigaciones sobre el significado econémico y cultural de los
movimientos sociales urbanos y de la condicién obrera, de Ia
desindustrializaciOn neoliberal, de los mercados informales y
las estrategias de sobrevivencia (Arias, Dagnino, Adler Lomnitz,
LA ANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA 23,
Nieto, Nivén, Sevilla-Portal, Sillva Tellez, Valenzuela). Cito
solo a autores de Brasil y México en parte para limitar a unos
ejemplos la vasta bibliograffa sobre el tema, y también porque
ch estos dos paises latinoamericanos se concentra el mayor
nuimero de estudios antropologicos sobre cémo se combinan
uspectos econdmicos, politicos y culturales. Se aprecia esta
vision multidimensional, sobre todo, en las investigaciones del
sivnifieado de las formas de residencia en relaci6n con los
‘omportamientos laborales, la vida familiar y la condicién de
ypsnero en Ia participacién sindical y ciudadana. Desde luego,
sist posicion puede hallarse también en antropologos de las
mictr6polis, como algunos de los ya citados.
No obstante, salvo algunas excepciones, dichos estudios son
unis de antropologfa en la ciudad que de antropologfa de la
iad. En el conjunto de la disciplina, son atin escasas las in-
vestigaciones que interrelacionan lo micro y lo macrosocial,, lo
uualitativo y lo cuantitativo en una teorizaci6n integral de las
iudades. Es principalmente en algunos centros metropoli-
anos (Chicago, Nueva York, Paris, Londres, Estocolmo) don-
le se ha vuelto comin comprender las experiencias de co-
munidades, “tribus” y barrios como parte de las estructuras y
redes que organizan el conjunto de cada ciudad (Appadurai,
Hanner2).
Una posicion distinta sittia Ja diferencia antropolégica no
Lanto en el objeto como en el método. Mientras el socidlogo
habla de la ciudad, el antrop6logo deja hablar a la ciudad: sus
observaciones minuciosas y entrevistas a profundidad, su
modo de estar con Ia gente, buscan escuchar lo que la ciudad
liene que decir, Es logico que esta vertiente se manifieste mas
con las etnografias locales y acotadas: de barrios, vecindades y
liestas, como lo registran los textos incluidos aqui de Maria
Ana Portal, Patricia Safa y Maritza Urteaga. Por supuesto,
estas mismas autoras recogen con mayor amplitud las voces
le Jos actores en sus investigaciones mas extensas que en los
balances conceptuales y panoramicos presentados en este vo-
lumen,
Estas tres maneras de recuperar las tradiciones del estudio
ntropolégico —la reivindicacion de la etnograffa, la integra-
cidn de lo socioeconémico y lo simbélico, y el “método” de24 LAANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA,
dejar expresarse a las “teorfas nativas”— pueden enriquecer la
investigacisn urbana. Pero este estilo de trabajo necesita tras
cender las comunidades locales para participar en la redefini
ci6n de las ciudades y de su lugar en redes transnacionales. No
tenemos por qué apartarnos como antropélogos de la autono-
mifa de los barrios, 0 de las “comunidades”, y callar lo que nues-
tra disciplina puede decir sobre la ciudad en conjunto. Por
qué no reinventar nuestra profesin en las megaciudades, en
vez de repetir en ellas una concepcién aldeana de la estructura
y de los procesos sociales? ¢No es necesario, para estudiar
apropiadamente lo urbano, ocuparse de las nuevas formas de
identidad que se organizan en las redes comunicacionales
masivas, en los ritos multitudinarios y en el acceso a los bie
nes urbanos que nos hacen participar en “comunidades” inter
nacionales de consumidores? Los textos que siguen tratan de
demostrar que la antropologfa puede iluminar las nuevas
modalidades de multiculturalidad e interculturalidad que se
generan en los intercambios migratorios (José Manuel Valen:
zuela, como antes lo hicieron Roger Rouse y Renato Rosaldo}
de comunicacién y consumo desterritorializados (Garefa Can:
clini-Rosas Mantecén, Nivén). Dentro de las tendencias homo.
geneizadoras resaltadas por las investigaciones econémicas ¥
sociolégicas, tratamos de discernir cémo los grupos constru
yen perfiles peculiares en los distintos escenarios urbanos, en
el centro y en las periferias,
De acuerdo con esta perspectiva, lo que mejor distinguir’ a
los antropélogos es la antigua preocupacién de esta disciplina
por lo otro y por los otros. Pero lo otro ya no es tinicamente lo
tervitorialmente lejano y ajeno, sino la multiculturalidad cons-
titutiva de la ciudad en que habitamos. Lo otro lo lleva el propio
antropélogo dentro de sf en tanto participa de varias culturas
locales y se descentra en las “comunidades” transnacionales
(Auge)
Los problemas actuales dle una antropologia urbana no se
reducen a entender cémo concilia la gente la velocidad de la
urbe globalizada con el ritmo lento del territorio propio. Nue
tra tarea es también explicar cémo la aparente mayor comut
caci6n y racionalidad de la globalizacion suscita formas nui
vas de racismo y exclusidn. Las confrontaciones que hoy se
LA ANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA
osusperan en tantas ciudades, sean Los Angeles 0 México,
\Multid o Tijuana, hacen pensar que los antropélogos no pode:
thw conttentarnos con ser apologistas de la diferencia. Se trata
{v imainar cémo el uso de la informacién internacional y la
innultinea necesidad de pertenencia y arraigo local pueden
esisti; sin jerarquias discriminatorias, en una multicultura-
lial democratica.
‘nis textos de este yolumen hablan de Tos desastres urbo-
hos (particularmente el articulo de Rossana Reguillo) y de quie-
ties tienen dificultades para integrarse (en especial la contribu-
iin dle Maritza Urteaga y Carles Feixa); pero estos autores
ivtian sus andlisis en una perspectiva critica y tedrica. Evitan,
i, la tendencia de nuestra profesién a ocuparse preferente-
mente de lo que se va extinguiendo o de los marginados. La
‘niaci6n se potencia cuando en algunas megal6polis se multi-
plican los textos literarios, periodisticos y cientificos que
hrablan del “fin de la ciudad” (Davis, Lynch, Sennet). Las alar-
ins desatadas por el desbordamiento demografico, los embo-
tellamientos automovilisticos, la contaminacién del aire y del
ita, excitan el lado melancélico de la antropologia, su dispo-
.icién a estudiar el presente anorando las pequefas comuni
ladles premodernas. .
Se trata mas bien de discernir entre lo que efectivamente
woniza en ciudades medias y grandes por el reordenamiento
‘econémico, teenolégico y sociocultural —no sélo urbano, sino
mundial— y las nuevas formas de urbanidad. Hemos tratado de
cxplorar la antropologia urbana, en este punto, como una de las
partes de la disciplina con mayores posibilidades de demos-
lrar que, mas que complacernos en lo efimero, debemos des-
centrafiar las promesas y dar elementos para tomar decisiones
cen los dilemas del cambio macrosocial.
En bucna medida, este libro intenta mostrar caminos ya
avanzados para reformular lo que la sociedad espera de los
antropélogos. Esta disciplina, tan significativa en México en el
proceso de construccién de la modernidad y de integraci6i
multiéinica de la nacién, puede aportar también perspectivas
sobre los modos en que la sociedad se organiza ahora en los
espacios urbanos. Sigue habiendo sociedad, aunque las for-
mas tradicionales, indigenas y campesinas no tengan ya el26 LAANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA,
peso que conocicron hasta mediados del siglo xx. Sigue ha:
biendo ciudades, aunque el orden consagrado en el urbanismo
de la primera modernidad sea modificado por otros modos de
organizar los territorios, interacciones entre centros y peril
rias, espacios desintegrados y medios que los reconecian, nue
vos mods de trabajar, festejar y viajar
Al hablar de los fenémenos urbanos, escribié una de las fun:
dadoras de la antropologfa urbana en México, Larissa Lomnitz
“estamos refiriéndonos a estructuras culturales nacionales,
como por ejemplo el parentesco y las culturas politicas” (...)
“Podria decirse, asf, que los estudios urbanos nos Hevan, cada
vez més, a una antropologfa de la nacién” (Lomnitz, 2001
190). Estos modos crecientemente abiertos de practicat la an
tropologia remiten a lo que ocurre en esta forma prevaleciente
de lo local que es la ciudad a la nacién, las fronteras, las mi:
sraciones, los mercados transnacionales y aun la globalizacién,
La antropologia es, entonces, esta manera de captar la densidad
de lo inmediato, lo cual la sitia en el devenie intercultural del
mundo.
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de la diversidad en las grandes ciudades
Mania Ana PortaL y Parricia Sara BARRAZa
Iwrropuccion
El presente trabajo busca explorar cémo han sido abordados
espacios urbanos especificos —pueblos, barrios y vecindades—
desde la perspectiva antropolégica en México, qué influencias
te6ricas han tenido estos diversos abordajes y qué fenémenos
de la realidad social mexicana se aleanzan a explicar desde
ellos. Nos centraremos basicamente en los estudios sobre el
Distrito Federal, aunque mencionaremos algunos de los trabajos,
que se realizaron en el pais para ejemplificar las tenden
zgenerales del andlisis. Asimismo, aunque el periodo que nes
interesa presentar es el de las dos tiltimas décadas —los ochenta
y noventa—, consideramos necesario contextualizar los estu-
ios en algunas décadas anteriores con trabajos pioneres
sobre la cuestién, e identificar las nuevas tendencias de inves-
tigacién que comienzan a perfilarse sobre este tema,
DEL CAMPO A LA CIUDAD! UNA AVENTURA ANTROPOLOGICA
¢Se puede hablar de una manera especifica en que la antropo-
logia se ha aproximado a la ciudad? Si bien este objeto ce
estudio, la ciudad, es compartido por distintas disciplin
mo a sociologia, la ciencia politica, la arquitectura, las cien-
cias de la comunicacién 0 la psicologia social, la antropolog/
se ha distinguido, desde hace algunas décadas, por trabajar en
espacios urbanos locales, acotados geogréfica y/o simbdli
x0
DE LA FRAGMENTACION URBANA 31
como son los barrios, los pueblos, las colonias y las
voindlades, Esta manera de mirar a la ciudad nos introduce
ovesaviamente al problema —atin no resuelto— de la delimi-
lucion del concepto de comunidad.’ El concepto de comu-
hivhal fue utilizado como referente basico en la antropologia
Js y, aungue muy cuestionado en estos contextos, reviste
‘nuayores problemas al aplicarlo al caso de las ciudades: ¢Es un
}uutio, un pueblo o una colonia urbana Ta unidad de andlisis
iuloal para ser trabajada desde la perspectiva de la antropolo-
\u hana? ¢Es posible acotar el vecindario solamente por las
Iclimitaciones histéricas y geopoliticas que buscan diferen-
inv un hugar de la ciudad de otro? Este tipo de recortes
outticren ser pensados desde la metropoli? ¢Se puede pensar
|i metrépoli a partir de estos espacios fragmentados de la cit
ul? ¢C6mo articular los procesos vecinales con los metropo-
litanos?
[in la década de los cincuenta se inicié en México el interés
por analizar la ciudad desde la perspectiva especifica de
Inutios, colonias y vecindades. El precursor de este enfoque
ue Oscar Lewis, quien propuso una metodologfa y una apro-
imacién teérica particulares, con miras a analizar los micro-
pvovesos de habitar la ciudad de México. En ese marco, for-
vuul6 un concepto de alcance a largo plazo: el concepto de
‘cultura de la pobreza” (Lewis, 1965)
La inteneién principal de Lewis al proponer este término era mos-
tvar Ia légica interna de una “adaptacién cultural” que no podfa ser
Ulefinida exclusivamente en términos negativos. La cultura de la
pobreza atiende, pues, no tanto a las causas como a las consecten-
"Bl estudio de comunidades es uno de los temas clisicos de la antropologta
1» México, Las investigaciones de Redfield (1941) y Lewis (1957) se conside
‘hin antecedentes importantes de un conjunto de estudios aue se propusieron
‘Splicara manera en que la modernizacion afectaba a las comunidades rua
Icey urbanas, Redfield nos hereda un modelo de diferenciacion entre la vida
‘sual, caracterizada por les relaciones primarias intensasy Ta estabilidad, y Ia
‘ida urbana, que, en oposicion, se define por las relaciones secundarias, dis
{antes y andaitnas. Loe estudios de Oscar Lewis se propusieron cuestionar Ia
‘alidez del modelo rediliano y buscar relaciones sociales intensas en la ci
{lady confictos en las comunidades locales, Estas des perspectivas, aparente
‘mente opuestas, sivieron, sin embargo, para abrir un nuevo campo de est
tlio: la chudad y fos problemas de cambio social32 DE LA FRAGMENTACION URBANA,
cias de la pobreza, que se taducen en una serie de pautas cultura.
les que “tienden a perpetuarse de una generacién a otra en vittud
de los efectos que ejercen sobre los nis" (Feixa, 1993, p. 61).
Con esta mirada se fundaba una importante tradicién de la
antropologia urbana en México que partié del andlisis y des-
cripcién de los procesos de urbanizacién. En un principio el
interés central que guié a Lewis fue el de analizar las conss-
cuencias culturales de las migraciones del campo a la ciudad,
Y ciertamente esta preocupacién daba cuenta del tipo de
urbanizacion de la ciudad de México y de otras ciudad:
medias del pais. Es importante destacar que entre 1950 y 1970
alrededor de cinco millones de mexicanos migraron del cam
po a la ciudad (Unikel, 1978). Es también el momento de la
més clara expansién territorial de la capital, En 1950 el Distri
to Federal ocupaba un drea de 14650 hectareas, lo cual repre-
sentaba 47.5% mas que lo que ocupaba en 1941 (Espinosa,
1991). Esta expansién territorial no resolvié la angustiosa
demanda de vivienda ni la falta de servicios.
En este contexto, la preocupacién de las ciencias sociales y ea
Particular de Ja antropologfa por entender las formas de habi-
Ja ciudad y la influencia cultural de las areas rurales en
dicho proceso, resultaba relevante. El trabajo de Lewis ha sido
ampliamente criticado y a pesar de los limites de su enfoque
hay cuestiones que indudablemente han dejado huella en los
trabajos posteriores de antropologia urbana. Una de las air
maciones de Lewis que mas ha contribuido al desarrollo de
los estudios de comunidades en las grandes ciudades es aque
Mla en la que afirma que “hay muchas formas de vida que pue
den coexistir dentro de una misma ciudad” (1988, p. 236). Esta
reocupacién sobre la manera en que la experiencia urbana es
diversa la encontramos, por ejemplo, en aquellos estudios que
se interesaron en autalizar las causas y los efectos de la migre
cion campo-ciudad. Sin embargo, la influencia de Lewis en
estos estudios pioneros de comunidades urbanas fue limitada
por lo controvertido de su concepto de “cultura de la pobre
2 Basta recordar Ia historia polémica que desats con Redlild (Lewis, 1988)
Se pueden citar los estudios, ahora clasicos, de antropologta urbana: Ree
bert Kemper (1976), Lourdes Arizpe (1980) y Margarita Nolasco (1980),
DE LA FRAGMENTACION URBANA 33
1"! Donde realmente la influencia de Lewis se hizo sentir fue
en cl plano metodolégico, en el que se destaca el uso de técni:
95 como los estudios de caso o familias, historias de vida, de
11s condiciones de vida y rutinas diarias, temas que orienta-
on Investigaciones posteriores sobre la pobreza y la margina-
lidad en las grandes ciudades. Sin embargo, las preguntas en
torno a la representatividad de estos micromundos, en una
ivudad tan compleja y diversa como la ciudad de México, que-
slaron sin respuesta, En este sentido, a la pregunta original de
Lewis sobre la manera en que los campesinos “campesinizan”
lus ciudades se hace necesario agregar otras que dan cuenta
ilcl nuevo momento que vive lo urbano en México: ¢son las
ciudades las que devoran al campo y lo urbanizan?¢De qué
anera se genera este nuevo proceso y qué consecuencias cul-
turales implica? ¢Qué sucede con las poblaciones incorpora-
«las? ¢C6mo se definen como parte de la ciudad?
LA PREOCUPACION POR LA PORREZA Y MARGINALIDAD URBANA,
Listas preguntas y las nuevas condiciones sociales generaron.
otros lipos de Investigacion con diversos alcances teGricos y
metodolégicos que buscaron conocer las nuevas formas de
vida de la ciudad. El afio de 1968 fue un parteaguas social y
(eorico, El movimiento estudiantil y la crisis econémica lleva:
ron a replanteamientos profundos de Ia antropologia mexica-
nia, de su papel frente al Estado-nacién y frente a los nuevos
sujetos sociales que entraban en escenarios cada vez mas com-
plejos. Es cuando se empieza a cuestionar el indigenismo para
ener en consideracién a otros sujetos sociales: obreros, colo-
nos, campesinos, burguesfa, estudiantes. Entre los pioneros
tle esta mova eacenarte socal dela antrepclogin so cneontra
ba Angel Palerm, quien desde la Universidad Iberoamericana
* Para Lewis (1957), la pobreza viene ser un Factor que afecta Ia participa
cidn de las eapas mas pobres de una sociedad en la eultura nacional, creando
una “subeultura" en sf misma que tiene “sus propias modalidades y conse-
Cuencias distintivas sociales y Psicoldgicas para sus miembros’, Desde
rerspectiva, esta eultara“rebasa los limites de To regional, de To rural yurba-
hho y aun de lo nacional” (1988),DE LA FRAGMENTACION URBANA
primero y luego desde el cisinant promovié proyectos de investi
gacién de lo urbano. i bi a
En el marco de esta propuesta de Palerm, en 1969 Larissa
Lomnitz inicia una investigacién en una vecindad —la Cerra
dda del Céndor— ubicada en una colonia popular del Distrito
Federal, que darfa como resultado el ya clasico libro Cémo
viven los marginados (1975). Si bien su enfoque dista mucho
del propuesto por Lewis, metodolégicamente sigue algunos de
sus pasos y analiza un universo similar al anterior. Sin embar-
0, la distancia frente a Lewis y al culturalismo norteamerica:
no se hace evidente en el contexto de la investigacién nacio-
nal, pues a México Tlegan nuevas influencias que marcaror
este tipo de estudios de manera profunda. Son los aftos de las
dictaduras latinoamericanas, de las propuestas de la cerat, de
Ja Revolucién cubana, del exilio de importantes pensadores
chilenos, argentinos y brasilefios. Asimismo, y tal vez. come
parte de un esquema ideolégico antinorteamericano, se acepla
Ja influencia europea, particularmente la britdnica. Estos
acontecimientos influiran de manera decisiva en la mirada
sobre lo urbano a través de la teorfa de la dependencia y las
ideas sobre la marginalidad y la relacién desigual no slo
entre paises sino al interior de los mismos. Paralelamente a
ello, la idea de redes sociales, propuesta por algunos britani-
cos, serd una herramienta fructifera para la investigacién,
Lu-1el punto de vista culturalista de la pobreza propuesto pot
Lewis es sustituido por un modelo inspirado en la teorfa de siste-
mas y en las teorfas sobre la marginalidad y la dependencia elabo-
radas por autores latinoamericanos (vid supra). Mientras la pobre-
za implica una situacién de escasos ingresos, la marginalidad se
define estructuralmente por la ausencia de un rol econémico articu-
lado con el sistema de produccién industrial, Pero ello no quiere
decir que loz manginales se encuentra al snargen del sistema: su
insercién en la economia urbana se da a través de los servicios que
prestan a las clases medias (que en parte explica el nivel de vida
que éstas disfrutan en Latinoamérica) yen su participaeién en la
economia informal (Feixa, 1993, p. 91)
El estudio de los vecindarios facilité la llegada de los antro-
pélogos a las ciudades. Los vecindarios, las barriadas y las
DE LA FRAGMENTACION URBANA, 35
Jnias populares fueron considerados como enclaves de gente
ie se conoce, de parientes y amigos, como en las comunidades
suvtles acostumbradas.® Sin embargo, a pesar de los reconoci
vances que se logran en el trabajo de Lomnitz, al centrarse
11 las relaciones horizontales —en las redes sociales de super-
ivencia— olvida las relaciones verticales de dominacién, de
manera que, la Stavenhagen, “su estudio podfa ha-
horse ubicado en cualquier area marginal de Latinoamérica:
lis referencias a la sociedad mayor eran mfnimas” (Feixa,
1993, p. 92).
En la siguiente década, el perfil urbano de la ciudad de Mé-
sico sulritfa importantes transformaciones, de tal suerte que,
‘inales de los sesenta, los margenes urbanos se desbordaban
\u no sélo por el intenso proceso de migracién campo/ciudad,
ino también por la paulatina incorporaci6n real —ya no s6lo
juridica— de pueblos y barrios que antafo formaban parte de
‘yiros conglomerados cercanos a la ciudad. Este proceso se
consolidé con Ia ampliacién de las redes viales, particular-
niente aquellas construidas para el uso de las instalaciones
‘olimpicas en 1968, que abrieron paso a la urbanizacién sobre
twdo del sur —aunque no de manera exclusiva—, el cual se
‘onsideraba como la parte “rural” del Distrito Federal, Parale-
lamente a este proceso, se modific6 el uso que se le daba al
centro de la ciudad, el cual se convirtié en un espacio co.
iereial y de instituciones gubernamentales, mas que de vi-
vienda. Asi, mientras que en 1950 las cuatro delegaciones cen
tvales® contenfan 73% del total de poblacién del Distrito
Federal, para 1990 s6lo 23% habitaba allt
En este proceso de crecimiento y de consolidacién indus-
‘vial, el perfil de la poblaci6n se modificé y la llamada “perife-
via” urbana comenz6 a tener una presencia singular, pues no
* En tos balances sobre el desarrollo de la ancropologia urbana se seftala
‘camo los antropologos legaron a las ciudades Nevando consigo las herra
rientas conocidas (el trabajo de campo prolongado y detallado, las zencalo
js las entrevistas profundas, ete.) ¥ con supuesios que durante décadas por=
tnitieron reconocer la especificad disciplinaria Ia preecupacion por una
perspectiva holistica, el estudio de las relaciones sociales en la comunidad yla
Vida eotidiana (vase Fox, 1977; Fanny Quintal, 1983; Hannerz, 1986; Durham,
1988, y Sariego, 1988).
Benito Juarez, Cuaubtémoe, Miguel Hidalgo y Venustiano Carranza,6 DE LA FRAGMENTACION URBANA
sélo se integraban campesinos migrantes al contexto urbano,
sino que la propia ciudad incorporporaba pueblos y barrios
que estaban relativamente aislados y que en tiempos pasados
no estaban incluidos en la traza urbana (véase Jorge Durand,
1983).” En las dos altimas décadas estos antiguos pueblos y
barrios se habfan convertido en un lugar atractivo para los sec
tores de la clase media y alta que buscaban tales espacios “cor:
olor a provincia” un lugar mas amable para vivir (Sala, 1998)
Por otro lado, la aparicién de suburbios para las clases media
yalta se vio acompanado por la aparicién de las llamadas cit.
dades perdidas que se articularon al paisaje urbano a gran
velocidad, hasta saturar el territorio. Bajo la influencia de la
sociologia urbana, sobre todo la francesa, se comenz6 a re
plantear el tipo de problemas que originalmente habia llevado
a Ia antropologia a interesarse en las ciudades. La década de
Jos setenta, considera Alicia Ziccardi (1989), fue “un momento
de ruptura, de distanciamiento con los marcos tradicionales de
andlisis de la sociologia [antropologia] urbana para dar paso a
la utilizacién de los conceptos y categorias marxistas en la
interpretacion y andlisis de los fenémenos urbanos" (p. 293).
El marxismo, al igual que las teorias de Ia dependencia, Io-
gra establecer canales de comunicacién entre la sociologia y la
antropologia. A partir de este momento se intensiica el cariic-
ter multidisciplinario de los estudios sobre las ciudades mexi-
canas, Se comparte el interés por el mismo tipo de problemas
y algunos supuestos te6ricos; sin embargo, se mantienen, en
algunos casos, diferencias metodolégicas importantes,
> Este fendmeno es similaren otras grandes ciudades de México, como Gua
dalajata, Monterrey y Puebla, nla ciudad de Guadalajara estos barrios se
‘riginaron en los viejos poblados peifércos indigenas del siglo x,y ros en
1a prosimidad de parroqulas, islesias o conventos durante los siglos 1 2x
Apartir de la década de los selena v gracias al crecimiento de la mancha
urbana, estas viejos pueblos y barrot fueron incorporados a fo etuded yal
mercado inmobilario, Acttalmente el 4rea metropotiana de Monterrey esta
{onfarmada por fo que antes fueron antiguos pueblos, como Santa Catarina,
‘San Pedro Garza Garcia, San Nieolds de los Garza, Guadalupe, General Esco
bedo, Apodaca, Garcia) Juarez, donde se han constraido colonias para fos
sectores populares pero iambign para las clases media y alta, La zona me
ttopolitana de fa ciudad de Puebla incluye # San Pedro Cholula, Tepeaca,
‘Amoroc, San Andrés Cholula, San Miguel Xoxtla, Coronango, Cuautianeingo,
Cuautinchén, Juan C. Bonilla, Qcoyuesn, Huelotzingo, San Martin Texel
can y Adixco.
DE LA FRAGMENTACION URBANA 7
Li aproximacién sociolégica de la ciudad puso en un pri-
er plano la relacién tervitorio-poder. Desde la perspectiva
rnavista, los problemas urbanos eran en realidad problemas
Inbales y problemas de gestién politica, enmarcados en con-
textos histéricos espectficos. Para Castells, por ejemplo (1974),
|v urbano es una forma hist6rica espacial creada por el capita-
lismo, Se trata, en este sentido, de
lescubrir cémo los elementos del sistema econémico, del sistema
ppoltico-institucional y del ideolégico, sus combinaciones y consi
nvientes précticas sociales dan forma y expresion especifica al
‘spucio, que no es sélo espacio fisico, sino también espacio social
(Hettin, 1982, p. 149),
La antropologfa, en cambio, se interesé en el estudio de movi-
nicntos urbanos que permitieron la formacién de las colonias
populares y que, por lo mismo, fue posible seguir considerando-
las como comunidades con limites y fronteras definidas, como
Wo hicieron las primeras investigaciones en las ciudades, La
»ivocupacién por estudiar las condiciones de pobreza y la orga-
Nivacign seta para sobrevivir en las grandes cudades fe una
tlc las herencias de los primeros estudios desde la antropologia
turban, aunque el tipo de problemas a los que se quiso respon
«lev habfan cambiado: de una teoria del cambio social se pasé al
»voblema del poder y las desigualdades sociales y urbanas. Una
{icles consecuncias mds importantes de este deslizamiento de
perspectivas fue la pérdida de interés en temas clasicamente
sntropoldgicos, como el de Ia relacién entre cambio social y
cultural, centrales en los estudios de Redfield y Lewis. Asimis
mo el estudio de barrios y colonias populares como objeto de
estudio en sf mismo se diluye y éstos se convierten en el esce-
nario de procesos mas amplios de lucha por la tierra como un
rsunto de poder (véase Cornelius, 1980; y Jorge Alonso, 1980).
LAS DESIGUALDADES URBANAS ¥ LA VULNERABILIDAD
DE LAS GRANDES METROPOLIS.
En los afios ochenta el interés por los estudios de pueblos,
barrios y colonias vuelve a tener un lugar importante en laDE LA FRAGMENTACION URBANA
antropologfa urbana mexicana. Los factores que influyeron en
este movimiento intelectual son muy diversos; de ellos desta-
caremos el acelerado crecimiento urbano de las metr6polis y
de las ciudades medias y fronterizas del pais, el deterioro en
las condiciones de vida de los sectores populares, los procesos
de masificacién, los desastres naturales y los movimientos
sociales vinculados a ellos,
Segtin Héctor Rosales (1996) se pueden detectar tres cruces
en la exposicién sobre el tema que se configuraron en “el en-
cuentro entre la cultura universitaria, la cultura popular y una
nueva nocién de ciudadania”. De este cruce se da una linea de
exposicién dentro del género testimonial y otra de corte aca-
démico. Dentro del primer género encontramos los testimo-
nios directos de los pobladores, o textos en donde los investi-
gadores buscaron darle la palabra a los habitantes. De ellos
destacan varios trabajos como Sabado... Distrito Federal (varies
autores, 1989), que Rosales (1996) define de la siguiente
manera: “Este tipo de testimonio se caracteriza por su lenguaje
directo, vivencial, emotivo y nostalgico; la intencién de sus
autores es compartir y difundir partes de sus recuerdos, de allt
que su intencién no sea la produccién de conceptos tedricos,
nila reflexi6n distanciada” (p. 92).
Otros textos dentro de este mismo género son los escritos
por militantes de organizaciones sociales que buscan sistema
tizar y difundir sus experiencias: trabajos como los de Max
Mendizbal sobre Tlatelolco (1984) 0 el de Ramén Tirado
sobre la Asamblea de Barrios (1990). Algunos de estos testimo-
hios se insertan en los procesos de reconstruccién de la ciudad
de México tras los sismos de 1985, como los trabajos de Da.
min Molina, que escribe el libro Tlatelolco mi anor en 1986,
© el de Mayo Murrieta y Marfa Eugenia Graf, de 1988: En
donde quedaron mis recuerdos? La vecindad de Tepito. Asimis-
‘mo, organismos como Renovacién Habitacional Popular, crea
do para supervisar y realizar el proceso de reconstruccién,
publicaron un libro testimonial en 1988 llamado Los actores
de la reconstruccién (véase Rosales, 1996).
La mayoria de estos trabajos tuvo una clara distribucion
geografica dentro del mapa de la ciudad y se concentré en las
delegaciones del centro y del norte de la misma, Particular
DE LA FRAGMENTACION URBANA 9
vale hubo una cuantiosa produccién tanto testimonial como
\vvulcmica en torno a las zonas mas afectadas por los sismos:
Haiclolco, el Centro, la colonia Roma y el barrio de Tepito, en
\ouule se distinguen diversas miradas, las cuales incluyeron
Iiushajos antropologicos, sociolégicos y de arquitectura.* En
|i «lelimitacién geogréfica quedarsin fuera del foco de interés
Jos barrios, pueblos y colonias del sur y del poniente de la ciu-
sn qe as para ese momento, quedaban claramente incor
jrovsulos al desarrollo de la megalopolis.
hudablemente en lo aris ochentsel prablema de los de-
sires naturales y sus consecuencias sociales y politicas ocu-
pvr un lugar preponderant, Dealt se consol la Hamada
spologia del desastre, En el Primer Cologuio Paul Kirchholl
in el Instituto de Investigaciones Antropologicas de la uxam,
tnt de las mesas de discusion trat6 justamente esta temética,
onencias como las de Eckart Boege, Marfa del Carmen Fuentes
Iwan Brisenio y Ludka de Gortari se publicaron posteriormente
1 el libro La etnologta: temas y tendencias en 1988." En ellas
« recogen testimonios en diversas colonias del centro como la
Guerrero, la Damian Carmona o la Morelos. En estos casos,
smo en general los referidos a los desastres, la descripeién y
Ihicacién de los lugares de estudio representan el marco para
Comprender las condiciones de vida previas al desastre, y los
problemas y transformaciones surgidos a partir de él. Resulta
jarticularmente interesante el trabajo de Eckart Boege, “Algu-
has ideas para la reordenacién de Ia ciudad de México”, en
londe se tocan cuatro aspectos importantes para la reflexi6r:
1) se abre la pregunta desi con los métedos y torias aperta
los por la antropologia pueden enfrentarse los retos que la
viciedad moderna presenta; 2) se analiza el desesire como
tina posibilidad de utopfa, es decir, como ese momento en
+n exe marc cincluen 1s taboos ealrados pra Fala de Ara
scatman ates de Tale de Autogobietno el basa de Tepito,
tiv cm end an Se Moun ev eel emt
ee itectonicos 9 urbanisicos para compronder Te problematic del
int oan ep)
"amin fron plas por el ns ox elas de iwstialones
areatpavont fal dass de 1988! Rojas Haba 987 Drscbo
Rae ota Ke BET y Rene a Pano a, 3840 DE LA FRAGMENTACION URBANA
donde el imaginario colectivo puede crear nuevos escenarios
posibles para una mejor calidad de vida urbana, y articulado
a ello se plantea el problema de la democracia; 3) se analiza a
las victimas de los desastres (‘erremoto y San Juanico) como
productos de las desigualdades sociales imperantes en esta
forma de produccién; y 4) se plantea el deterioro del medio
ambiente como elemento que incide en las catéstrofes, sienclo
Ja propia construccién de una megalopolis como la eiudad de
México un riesgo en si mismo, Posteriormente, las explosiones
del 22 de abril de 1992 en Guadalajara también dieron lugar a
que académicos de distintas disciplinas se abocaran al estudio
de los desastres y, en este caso particular, sus efecios en la res.
tructuracin de las relaciones vecinales en los antiguos barrios
de la ciudad y su capacidad de negociacién con las autoridades
locales (véanse Padilla y Reguillo, 1993; y Reguillo, 1996),
EL. RETORNO AL BARRIO Y AL. VECINDARIO: CULTURA, IDENTIDAD
La fragilidad de las urbes y la movilizacién social que avivaron
los desastres “naturales o accidenales mover ie soley
conciencia social, sino también renovaron el interés de inves-
tgacion de mucho cletioos silo uc maban eae
gencia de nuevas formas de organizacién urbana y la consoli
dacién de nuevos procesos identitarios locales. La poblacién
comenz6 a preguntarse por la calidad de vida en las grandes
metropolis y el primer referente para este cuestionamiento fue
su espacio inmediato, Esta tragedia evidencié la incompeten.
cia de las autoridades para enfrentar una situacién de emer-
gencia. Después de los sismos y las explosiones la poblacién
ho dud en organizarse para ayudar a los damnificados, pero
CARRE pi Suestlonarse sobre sus condiciones props a
Hacia finales de los ochenta y durante la década de los no:
venta encontramos un creciente interés por conocer la histo
ria del barrio y sus problemas coneretow,y por decceibic hg
formas de vida locales articuladas a la problematic de la grat
Ciudad. Por ejemplo, en Guadalajara, se puede citar el trabaj
DE LA FRAGMENTACION URBANA a
walizaclo por Guillermo de la Peiia y Renée de la Torre (1994)
\ liversos barrios y colonias populares de la ciudad, en el cual
‘skin la importancia que jug6 la Tglesia para la consolida-
1 cle estos lugares. En Zamora, Michoacan, en 1990 apare-
ol libro de Victor Manuel Ortiz, El barrio Bravo de Madrigal,
{vue conjunta tuna mirada hist6ri¢a y social del barrio, combi-
‘uaudlo la etnografia con una interesante reflexin te6rica, Uno
«le los trabajos mas significativos y que han tenido un impacto
wel estudio de los antiguos pueblos v barrios de la ciudad de
Meaico es el escrito por Teresa Mora y Ella Fanny Quintal,
VVieslas tradicionales del pueblo de La Candelaria, Coyoacan,
1). °. Las autoras proponen el estudio del patrimonio cultural
‘omo expresién de la capacidad creadora y la sensibilidad de todos
pueblos en las diversas etapas de su desarrollo histérico, [que]
esti conformado por las lenguas, usos, costumbres, tradiciones,
historias orales y las diferentes manifestaciones urbano-arquitect6
nicas, por medio de las cuales se construye, mantiene y reproduce
la identidad de sus habitantes (Mora/Quintal, 1989, p. 9)
\ partir de la historia oral también encontramos el trabajo
alizado por Jorge Aceves (1988 y 1999) en el mismo pueblo de
1 Candelaria, Coyoacén. Estas obras muestran la importancia
ule la fiesta del pueblo para la organizacién vecinal, la cual se
\listingue por una identidad que se arraiga en la historia,
Todavia en este momento se consideraba que podfa definir-
se a un barrio por una cierta cultura que le es propia (Nivén,
1989). Sin embargo, a finales de esta década ya comienza a
‘cuestionarse la pertinencia de seguir pensando en el barrio, en
cc pueblo, en el vecindario como una forma de abordar el estu-
lio de los espacios tan diversos y heterogéneos de la ciudad,
Como sefiala Nivén, “debido a que la identidad no es una cosa,
sino una relacién, este concepto nos permite sobrepasar el
centorno fisico del barrio, y acceder a la dindmica sociopolitica
de dichas unidades urbanas en el marco de la ciudad en su
conjunto” (1989, p. 33).
A partir de este momento y ante cl cuestionamiento de las
perspectivas anteriores se comienzan a proponer nuevos plan-
teamientos y retos para su estudio. Por ejemplo, en el prélogo
del libro escrito por Reyes Dominguez y Rosas Mantecén2 DE LA FRAGMENTACION URBANA
(1993), Eduardo Nivon describe que el proyecto que cording
en el barrio de Tepito se orienté todavia con estos criterios
antropolégicos de buscar “comunidades” en la ciudad; es de-
cir, que “pueden considerarse para el barrio limites fisicos mais
‘© menos precisos, a semejanza de las comunidades rurales,
que sitven para demarear, aunque sea de una manera burda,
tun objeto de estudio" (p. 14). Como el mismo Niven recono
este experimento Hlev6 a las autoras del libro a confirmar ‘la
importancia de la cultura para entender la dinémica social de
la ciudad” (p. 15). Si bien Rosas y Reyes reconocen el apego al
territorio como base de la construccién de la identidad ba-
rial, también se preguntan sobre el contenido polisémico de
este tipo de identidades que son
decise dena Ita de ciferncia orastoscultrtes emp,
mente observables, pues pra sr constitucon slo cuenta agee-
los elementos yaistnciones que los actores consideran signin:
trate de diferencias objetvamente inexistentes (200).
Se entabla asf una dliscusién que por un lado confirma pe-o
al mismo tiempo cuestiona si se puede seguir hablando del
barrio, la colonia 0 el pueblo como una unidad de andlisis
apropiada para investigar los referentes de identidad indivi-
dual 0 colectiva.
LA APROPIACION DE LO LOCAL Y LA APARICION DE 1A SOCIEDAD CIVIL
Uno de los fenémenos que provocaron los desastres de la dé
cada de los ochenta fue la creciente participacién de la pobla-
cidn que comenzo por preguntarse por la calidad de vida en
las ciudades y el primer referente para este cuestionamiento
fue su espacio inmediato, Durante los siguientes aitos se pw:
dieron observar la proliferacién y consolidacién de organiza-
ciones sociales que desde distintos escenatios se preocupan
por la obtencién y el mejoramiento de los servicios, por Ia con-
n del patrimonio hist6rico y la memoria local, por la
DE LA FRAGMENTACION URBANA, 8
pyservacion de las tradiciones y su difusi6n, etc. En la actua~
Juul, ks poblacién le preocupa opinar, decidir e intervenir
1: lus decisiones sobre su entorno local y, en este sentido, los
udiurios y sus organizaciones se han convertido en esp:
jos de participacién social (véase Ziecardi, 1998). Los alcan-
politicos de estos grupos y sus demandas son inciertas ya
wos itinerantes; sin embargo, es un fenémeno que forma
jyrie del conjunto de manifestaciones de descontento social y
lv la vevitalizacién de una sociedad civil que busca reconoci
hnicnto y participacién en la toma de decisiones. Su importan-
\ sc inctementa, ademds, ante un Estado en crisis que busca
\ ly privatizacién y en la autogestiOn una salida a los proble-
1s de la ciudad y de la sociedad en general,
\ la antropologia le result6 facil escuchar estas voces y le per
sitio reactivar su interés por el estudio de los barrios y vecin:
vvios; sin embargo, su mirada se habia transformado. De
‘os lugares de la ciudad tan diversos, le interes6 su historia,
intender cémo se construye el sentido de pertenencia al lugar,
Lradiciones y fiestas locales pero, sobre todo, analizarlos
io lugares de la politica que se arraigan en lo cotidiano.
Como se sefialé en los apartados anteriores, son dos los
uininos que se han recorrido para estudiar los espacios acota-
Juss on las grandes ciudades. Por un lado, aquellos estudios
«jue se han preocupado por vincular los procesos sociales al
uvitorio local inmediato. Desde esta perspectiva, el barrio y
| vecindario se definen como territorios que se reconocen por
us caracteristicas fisicas y por los procesos particulares so:
iales y culturales que se viven en estos espacios acotados fisi-
mente. E] barrio y los vecindarios, asi considerados, se
tenderian como un lugar con limites y fronteras claras, con
«in nombre y como una comunidad de intereses. Se piensa al
vecindario como ese lugar de resguardo, de lo propio; de las
relaciones intensas y cercanas que se oponen al anonimato
caracterfstico de la vida urbana, Este tipo de estudios se orien:
tsa buscar las convergencias, 1o compartido, lo homogéneo, y
no la diferenciacién y la diversidad. Cuando se habla de “loca-
lismos” se critica el acento que muchos de estos estudios le
dan a la base territorial para la construccién cle identidades, y
al privilegio de las relaciones intensas que fundamentan la“4 DE LA FRAGMENTACION URBANA
vida comunitaria. Desde aqu{ se elaboran los cuestionamientes
que han llevado a declarar la desaparicién de las identidades
locales, como las vecinales, de los escenarios contemporineos,
ya pensar lo local como una idea romantica pero trasnochada
Por otro lado, encontramos estudios que cuestionan el enfo-
que anterior y que se preguntan: gcomo pensar lo local y Io
vecinal, no como una anoranza de un pasado “mejor” sino
como espacio de negociacién en un contexto de fuertes des-
igualdades y diferenciaciones sociales que caracteriza a las so-
Ciedades contempordneas? Una primera reflexién que se co-
menz6 a desarrollar desde esta perspectiva fue la necesidad de
pensar lo local y Io vecinal, lo barrial, no sdlo desde adentro
sino como parte de los procesos sociales mas amplios. Cierta-
‘mente, lo vecinal remite al problema de la territorializacion de
los procesos sociales y culturales; sin embargo, habria que
asumir el territorio no como algo dado, estatico, sin histor
ino como una configuracién espacial compleja donde se
lan los distintos niveles de la realidad y donde interactiian
diferentes actores implicados en la delimiiacién y apropiacion
del territorio con intereses e intenciones no sdlo distintos sino
también, en algunos casos, contradictorios 0 en tension.
Otra reflexion importante que fue emergiendo en esta discu:
ines la relacin entre diversidad sociocultural, movilidad y
territorio. Hoy en dia, las sociedades complejas se caracteri.
zan por las relaciones fugaces y las conexiones entre gente que
conoce poco de las circunstancias de los demas. Una realidad
de fronteras diluidas y de movimientos continuos de cosas y
personas, distinta de las sociedades en pequeita escala donde
“las interacciones son muchas pero sélo entre ellos” (Hannerz,
1992). Ciertamente, la movilidad hace a la gente depender
menos de las relaciones cara a cara y atentia la relacién entre
sociedad, cultura y tervitorio.
En este contexto de la diversidad y la movilidad se aborda
hoy el estuclio de las comunidades de tipo territorial como los
barrios, los pueblos y las vecindades. Estos espacios de la ciu-
dad ya no son pensados como territorios con fronteras claras
y definidas. Tampoco como comunidades homogéneas en su
interior (véase Rivlin, 1985).
Asi, la lucha vecinal por preservar o transformar los lugares
DB LA FRAGMENTACION URBANA 45
idlencia se comenz6 a estudiar no como un asunto del
Ii sino como expresién politica que se propone defender
\inbilidad social y la autodeterminacién.
\vnhias perspectivas se mantienen hoy en un dilogo no exen-
embargo, estos contrapuntos han pe
| desarrollo de un interés muy arraigado en la tradicién
rol6gica, como es el estudio de fo local, pero que busca
«iar la mirada para explicar este tipo de fenémenos como
{1s de estudio contempordneos."® Un buen ejemplo de este
Ichite es la revista Alteridades (afio 8, tim. 15), de 1998, don-
presenta el tema “Formas plurales de habitar y construir
inudad”. En este niimero escriben antropélogos, historiado-
comunicélogos. Se habla de lugares y gente que habita
stintas ciudades de México y otros paises. Se abordan
\iwcrsos temas que se caracterizan por su complejidad porque
wv presentan grupos sociales heterogéneos. Desde la mirada
lol historiador se describe el surgimiento y transformacién de
svuijguos barrios y pueblos para analizar el significado polisé-
ive que hoy en dfa denotan como simbolos de la ciudad gra-
sit los reacomodos que han sufrido como parte de la historia
urbana de las grandes ciudades (véase Castillo y Castellanos),
Oivos autores abordan el tema de los barrios para estudiar
‘inno se construyen y reconstruyen las identidades sociales
Aceves, Pensado, Portal y Salles), En otros articulos se pr
lovia el estudio de los mapas mentales —y no sélo las delimita-
‘ones territoriales— que los habitantes de las grandes ciuda-
les usan para representar, trasladarse, dividir y habitar la
ciudad (véase De la Torre y Nieto). Los nifios de la calle, los
Hupos musicales, los indigenas, son habitantes de la ciudad
iw se apropian y Construyen sus propios territorios, no necesa-
lament soclalmente recanocidos por otros (Vargas, Camus,
" Conviene destacar que dese la historia oral se ha publicado una serie de
tvabajos que Duscan describ la historia de los antiguos pueblos y barrios
‘ino una forma de dara conocer —pero tambien preservar— la identidad wr-
inona de estos lugares con arraigo historic. Entre muchos trabajos que se han
jpublicado recientemente se cta el de Hans Lenz sobre el pueblo de San Angel
[1536 ef de Baltazar Gomez sobre Santa Ursula Coapa (1994), el de Patricia
Vensado y Leonor Corres sobre el barrio de Mixcoae (1996) yellbro sobre el
Prontedn de Mezquitan en la ciudad de Guadalajara coordinado por Susana
Fricheco (2000).46 DE LA FRAGMENTACION URBANA,
Ponce). Por otro lado, y como afirma Rossana Reguillo en el
articulo que escribe en este mimero de Alteridades, “la ciudad
no es la suma de sus barrios, pero los barrios sirven para orga-
nizar a los actores sociales que lo habitan’. Desde esta pe
pectiva, la ciudad se analiza como arena social en donde los
intereses y conflictos de los diferentes grupos y actores socia
les se resuielven (De la Pera y Safa)
Otro ejemplo importante es el trabajo reflexivo presentado,
en el nimero 27 de la revista Ciudades: “Culturas del espacio
turbano” (1995), donde, bajo la coordinacién de Miguel Angel
Aguilar Diaz y desde una perspectiva interdisciplinaria, se
procura mirar los lugares urbanos no s6lo como comunidad
autocontenidas y se busca presentar apectos mas complejos
sobre los fendmenos sociales y culturales de los multiples y
diversos espacios de la ciudad. En este niimero se habla de la
“cultura urbana como descubrimiento del lugar” (Aguilar
Diaz). También se abordan temas como la invasién del ambu-
lantaje (Rosas Mantecén), la construccién de las imagenes
urbanas (Bazan y Estrada, Giglia y Safa), el uso de los espa-
cios por los jévenes y los nuevos espacios de la ciudad, como
los centros comereiales (Castro-Pozo y Comejo, y Ramirez
Kuri), los tianguis (Nateras Dominguez), los salones
(Sevilla) y las representaciones del barrio en la m
lar (Vergara Figueroa), entre otros.
En este didlogo se enriquece la manera de abordar el estu-
dio de los lugares de la ciudad y se mantiene el interés por
analizar el barrio, el pueblo, el lugar de residencia en sf mi
mos. Sin embargo, encontramos que cambiaron los supu
tos, los puntos de partida, las perspectivas y las metodologtes,
con respecto a miradas previas, Aqui se buseé distanciarse de
aquellas perspectivas “nostalgicas” cuyo interés en los barrios,
y vecindades era privilegiar el estudio de lo que queda del
pasado, Pero, también, se distingui6 de otras posiciones que
buscan descalificar este interés antropolégico por lo local
cuando se pronostica el fin de las comunidades primordiales y
se vea la ciudad como el lugar de la masificacién, el anonima-
toy la superficialidad de las relaciones entre los habitantes de
las grandes ciudades (Anderson, 1975; y Keller, 1975).
Pensar en los urbanitas como seres desraizados y solitarios,
DE LA FRAGMENTACION URBANA a
yuntiniclores mas que ciudadanos, es un planteamiento que a
| untropologfa le ha costado mucho aceptar. Ciertamente, las
Jorsonas hoy en dia pertenecen y se identifican con diferentes
10s por la multiplicacién de posiciones sociales, redes aso-
ists y grupos de referencia (Melucci, 1989). En las grandes
wsbules, los encuentros son fugaces v con mucha gente. No
onoce a todos y se esta expuesto a mtiltiples mensajes y
Joris de comunicacién en el tiempo y en el espacio (Han-
wiz, 1986). A pesar de esto, las identidades de tipo vecinal no
Jk se revitalizan, sino que se han convertido en ocasién de
icha politica para defender una vida de calidad. Esta nueva
vin de mirar lo barrial y lo vecinal supuso importantes rup-
is Gon tradiciones anteriores para explicar los nuevos retos
‘ie kis grandes ciudades presentan.
‘Una de estas conversiones consistié en trasladar la mirada
ule kis delimitaciones geopol al estudio de lo vecinal
‘mo un proceso de construccién social y cultural. Es decir; lo
inal comenz6 a estudiarse més como *invenciones” que
no delimitaciones territoriales en donde no interesa nece-
sviamente la correspondencia con los elementos objetivos 0
| veracidad de Ia historia para su legitimacién 0 eficacia
‘ollors, 1989, p. 10). Las personas se vinculan a los lugares
iia @ procesos simbélicos y afectivos que permiten la
unstruceién de lazos y sentimientos de pertenencia (L6pez
Moreno e Ibarra Ibarra, 1996). Este proceso no es estable sino
onstruido y constructor de la realidad fisico-geograica y, a
twas de ello, de la sociedad de la que forma parte. Desde esta
perspeetiva, lo vecinal no se asume como glorificacién roma:
lic del pasado al asociarse con provincialismos o tradiciona-
lismos, ya que se aborda como un asunto politico (Nadel-
Kivin, 1991), Las identidades de tipo vecinal, en este sentido,
vn el arma que los actores sociales esgrimen para defender
«liversos intereses la mayor parte en tensién— sobre la apro-
piaci6n y uso del suelo. Por esto, la lucha por la identidadl y el
lorritorio dej6 de ser un asunto del pasado y se convirtié en
‘ovasion para analizar la calidad de vida de los habitantes de
las grandes urbes, asf como la variabilidad social y la demo-
Lo vecinal comenzé a entenderse como una representaci6n