EI jucgo de : Tcmas cternos nUeva,
aproxim:lc;ones / de M.lr'J Uriarte-
cdici6n - Mexico: I.Il<AM, 201().
35 2 p. :;1.
lSU" 978-6°7-02-759 (-3
I. Indios de Mexico - /ucgos. 2. Pelota - Juego indigcna.
r. Uriarte, Teres.", ed;ror d" I" compilaci6n.
F12!9'3J8 193 201 5
Los crtdi[os y perm;sos de rcproducci6n cle 13 obra aparcccn en bs paginn' 347-35 0 .
Pllbjlc,cloncs
Edllorial
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O.l <. Aut6noma de Mexico
Ciud.,d OdcgJci6n Coyoadn ,
045'0, Mexico, 0.)'.
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cdic;6n y sus carJcrcri:.t;cns son l'fopicdad de b
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UNlvr.RSlO"o NACIONAL AUlO"'OM'A !.IF. Ml,xrco
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lmprcso y hceho CIl Mexico.
JUEGO DE
MESOAMERICA 0
Temas eternos
nuevas aproxlmaclOnes
Maria Te resa Uriarte / / Editora
Mexico, 20 I 5
l)"J"I;lls "",n NACION AL AUT6NOMA DE MEXICO
fndice
7 INTROl)UCCION
M:lrLt U ri .u [e
I') I. EL DE PELOTA M CSOAM I.·. I\ICANO:
VN "ARAJ E SAGRAOO Dr. COKJUNC IO'" CELESTE
Jesus Galindo Trejo
37 2. ApUESTA, GUliRRA RITUAL), lDr:NTlI)AJ)
EN EL JUkGO DE PELOT" DE
Williom L. y [3Jrbaro W. Fash
3. LAS OrRENl)AS HN EL MAN /Hi Y SlJ POSI)JLE J\$O(;IACJON
CON EL JULeo IH. PClOTA: UN v(Jeo .\ nESTIEi\.1PO
Ponci.:mo Oniz, Ma. del Carll1en Rodrigucz,
Alfredo Dclg3do y Uri.1[Cc
95 4. EL JUf.GO VIl'.]O: LA TRADI C IOl'l l'EM{'I\ANA DEL JU("O DE PELOTA l)El GOLFO
Allllid< Danecb
1J7 5· AVANCES DE L;\ jeXPLORACION UF).. TUN!'L CAJO leL TEMPLO
OE LA 5r·. I\PI£N1'E EMI'LUMAIlA EK TI'OTlI-IUAC.(N.
ESCEN I IUTUA Y POLl'J'lCAS I, N L.\ CI UDAll!;'LA
Sergio Gomez Ch:ivez y Julie Gazzob
I (IT 6. El JUEGO Dl0 PEl-OTA PREH ISP/\NICO :
HI STORI CAS MAYA S EN '-A PINl'UllA TEOTIHUA CANA
Morfa Teresa Uriarte
J!')S 7· EL ]UEGO DE Pt:LOTA ENTRI;. LO $ MEXICAS
Eduardo Moc[e:wlnJ
2<),) 8. EL TUI::CO DE PELOTA EN l:.L AI<TE DE LA CUL1'UgA OE LAS DE TIRO:
UNA INFIIAMUNI)ANA EN El OCClDEKTE MESOAMEI<ICANO
Veronic.1 DLn
9· £L J v I·.CO DE PE.I_OTA EJ'. TI\E LOS M"Y ,\ S OCL I'EItIOOO (250-9°0 o.C.).
ALGUNAS RErU_XIONES
Eri k Vcl;lsquez Carci:!
.P7 J<I. EL JUl:.GO nJ; PELUTA lit ALTIPLANO lVLIYA CLNTI\AL
B:\rbar:J Arroyo y Lorcn., Paiz ArJg6n
•
El juego de pelota
entre los mayas del
periodo Clasico (250-900 d.C.).
Algunas reflexiones
Erik Velasquez Garda·
InstitulO de 11IvcHigacionc, ESl':lic"" UNA'"
Proyccto Pi\PIIT IN402:2'3
Figura 1
25.3
TEHMINOLOGiA DEL fUEGO
EI juego de pelota entre los mayas del periodo Clasico fue una ac-
tividad de gran importancia cultural que conocemos gracias a los
vestigios arqueologicos, a las escenas grabadas 0 pintadas, a las figu-
rillas de terracota y a los documentos jerog\(ficos y alfabc[icos. Los
avances de la epigrafla mayista nos han permitido saber que eI nom-
bre del juego era pitz (figura 1), vocablo tambieo preseme en el tzel-
tal colonia! (Ara, 1986 [ante quem 1560J: 364) y en el tzmzil
(Laughlin y Baviland, 1988: 284), donde se aclara que es un "juego
de pelota jugado con las nalgas". Este sustamivo parece estar muy
alejado del que era usado en quiche para designar el juego mismo:
chaj (Craveri, 2013: 54, nota lUI), 0 a su cognada cakchiquel <chaa-
hinic>, "o]tro modo de juego, q[ue] es rec;:iuiendo can las nalgas la
pelota q[ueJ tiran" (Coto, 1983 [r656J: 283).
En la primera parce, libro 6, capItulo II, de su Historia genera!),
natural de Las Indias, Gonzalo Fernandez de Oviedo y Valdes (1945
[1535], vol. I: 296-300) describi6 eI juego de pelota que practicaban
los indios de las Antillas, aL que llamaban batey. Anos mas tarde
fray Bartolome de las Casas (r967 [ca. £555-1559], t. I: 244; t. IT:
350) aclar6 que en las Islas del Caribe esc vocablo se refeda al juego,
a la pelota y a las plazas 0 lugares donde era practicado. Segun
Emilie A. Carreon Blaine (2006: 34, 48-49) 53, 57, 187, nota 10)
batey 0 balel fue el termino tafno arawako que regularmente usaron
los cronisc2s espanoles para referirse a los juegos de pelota mesoa-
Olericanos, pero su sentido original -segun elJa- era s6lo el de
'cancha', y con el tiempo lIeg6 a significar el juego, la pelota y eI
hule mismo.
254
Resulta tentador asociar esa palabra taina con el concepto cholano
de baahte',4 8 'palo primero' o 'bastón principal', un título de los go-
bernantes y nobles encumbrados entre los mayas clásicos. Pero como
argumenta Hugo García Capistrán (201 1: 419-421), los contextos
escriturarios y/o iconográficos donde aparece siempre lo asocian con
el ámbito castrense, aunque reconoce que puede existir una cone-
xión tenue o menor con el juego de pelota, pues en el nombre del
mandatario B'ajlal Chan K'awiil (ca. 648-692 d.C.) de Dos Pilas,
dicho título se asocia con el de pitziil, 'jugador de pelota' (figura 2).49
La evidencia actual sugiere que es muy remoto que exista una co-
nexión entre el cholano clásico b'aahte' y el taíno arawako batey,so y
más lógico resulta el parentesco del primero con el término maya
yucateco b'a' te'el <ba teel>, "pelear o guerrear" (Ciudad Real,
2001: 8o)Y
Del mismo modo podría sugerirse
una relación entre el taíno arawako
batey y el quiché b'ate' <bate>, que a
principios del siglo xvm fue traducido
por fray Francisco Ximénez (1985: 93)
como "argolla para la garganta y un ins-
trumento para jugar a la pelota, o al juego
que llaman batey". En este caso, la posi-
bilidad de que los términos antillano y el Figura 2
8
• El naufragio de Juan de Valdivia frente a Jamaica en rsr r, quien navegaba del Golfo de
Urabá a la isla Española, y cuyos sobrevivientes llegaron a la península de Yucatán arrastrados
por la corriente (vid. Angleria, r964 [r52o], t. 1: 417-4r8), hace creíble que desde tiempos inme-
moriales algunos habitantes de las islas caribeñas hayan llegado accidentalmente al área maya y
intercambiando elementos culturales. Además de la coincidencia entre b'aahte' y batey,
otra que se ha mencionado es la taína huracan, que recuerda al dios quiché de las tormentas Ju-
raqan, 'Uno su Pie, su Pierna' (Craveri, 2013: ro, nota r84) (Alfonso Lacadena García-Gallo, co-
municación personal, r r de diciembre de 2013).
49 En la década de 1990 se consideraba que efectivamente había una conexión entre el título
b'aahte' y el juego de pelota (vid. Schele y Grube, 1994: r r8).
so Fray Bartolomé de las Casas (r967 [ca. I555-I559], vol.II: 350) dice que "la letra e" debatey
es "luenga", y da como resultadobateey, lo cual disminuye aún más las posibilidades de que tenga
alguna conexión con el cholano clásico b'aahte'.
5 ' Alfonso Lacadena García-Gallo, comunicación personal, r r de diciembre de 20 r 3·
255
mayance puedan estar conectados mejora sensiblemente, pues al
menos son contemporáneos y se acotan claramente al contexto
del juego de pelota. No obstante, la evidencia está lejos de ser
concluyente.
VERBOS ASOCIADOS CON EL JUEGO
Hemos visto cómo en las inscripciones mayas pitz es un sustantivo
que equivale a 'juego de pelota'. Cuando adquiere un sufijo verba-
lizador liijl (vid. Lacadena García-Gallo, 2003) se convierte en el
verbo intransitivo pitziij, que significa justamente 'jugar a la pelota'
(figura 3). Dicha expresión, como vimos, deriva del sustantivo pitz.
De acuerdo con Marc U. Zender (2oo4a: 4-5),pitziil podría significar
también el 'acto de jugar a la pelota' (figura 4), aunque dicha frase
podría tener otra interpretación, como después veremos.
Mucho l)lenos común que pitziij es la forma pitzlaj (figura 5),
que, hasta donde sé, sólo aparece atestiguada en el Panel del Juego
de Pelota 3 de una colección privada, presumiblemente proveniente de
La Corona. El problema con este ejemplo inusual es que puede re-
cibir dos interpretaciones gramaticales alternativas, pero ambas
aportarían datos interesantes sobre la manera en que los mayas an-
tiguos concebían al juego de pelota. Por una parte podría tratarse
Figura 4 Figura 5
Figura 3
256
de un verbo posicional (vid. MacLeod, 1984), el cual señala acciones
que describen la postura y forma de alguna persona u objeto, en cuyo
caso pitzlaj podría traducirse como 'él estuvo en posición de juego
de pelota' Y Pero también podría tratarse de un verbo afectivo o de
reiteración (vid. Zender, 2010), característico de aquellos predicados
que se refieren a una acción o sonido repetitivo, en cuyo caso podría
referirse 'a la acción repetida que implica [ ... ] golpear y rebotar la
pelota', si bien su traducción al castellano sería incierta.s3
Estos verbos sin duda están relacionados con el de pitz, que en tzel-
tal colonial significa "fregar como cuando corre la mano apretando"
(Ara, 1986 [antequem 156o]: 364), mientras que en tzotzilpitz'in (sic)
quiere decir "jugar a la pelota con las nalgas" (Laughlin y Haviland,
1988: 284). En maya yucateco colonial el verbo para jugar a la pelota
es <pokol pok> o <pokol pok[.l.] pokyah>, que sin duda se relaciona
con el sustantivo <pok>, "pelota" (Beltrán de Santa Rosa Maria, 2002
[1746]: 314), con pook', "golpe sordo que producen algunos cuerpos
al caer" (Martínez Huchim, 2oo8: 216), y con el verbo intransitivo
póok', "ampollarse, inflamarse; saltar, brincar" (Bricker, Po'ot Yah y
Dzul de Po'ot, 1998: 219), alusiones muy ilustrativas y sensoriales
que sin duda están relacionadas con el juego. No obstante, en el siglo
xvm Pedro Beltrán de Santa Rosa María (2002 [1746]: 197), encontró
que en maya yucateco también existía el verbo pitz, con el significado
de "jugar a la pelota", dato que sería refrendado en el XIX por Juan
Pío Pérez Bermón (1877: 281). 54 En cakchiquel colonial <ti ka chaa-
hih> significa "jugar así" (Coto, 1983 [1656]: 283).
Otro verbo usado en contextos de juego de pelota en las inscripcio-
nes may¡1s, es el transitivojatz' ojaatz', 'azotar' o 'pegar' (Zender, 2004a:
s-8), que puede estar escrito silábicamente ja-tz'a (figura 6a) o me-
diante un logograma que consiste en una mano sujetando una piedra,
JATZ' (figura 6b). Zender (loe. cit.) lo ha encontrado asociado también
5'Loe. cit.
53 Loe. cit.
54 Agradezco a mi amiga Florencia Scandar por haberme ayudado a localizar el diccionario
de Juan Pío Pérez Bermón.
257
con escenas de pugilismo y sugiere que tanto en el juego de pelota
como en los combates a puñetazos el acto de golpear obedecía a una
lógica de magia simpática o simpatética para atraer la lluvia. Tanto los
jugadores como los peleadores pueden aparecer en el arte maya usando
una manopla de piedra (figura 7), lo que puede explicar la motivación
figurativa dellogograma. Volveremos a este verbo más adelante.
Un verbo más asociado con el juego de pelota es yal, 'arrojar,
tirar', que se encuentra atestiguado en el interesante Panel 2 de La
Amelia (figura 8), donde el gober-
nante local, vestido como jugador,
danza luego de haber participado en
un partido y haber sacrificado a un
cautivo de guerra llamado 'el guar-
dián de B' ahlamnal'. Como veremos
después, un acto ritual resaltado en los
monumentos mayas del Clásico es el
arrojamiento de prisioneros desde lo
alto de las gradas de un edificio asociado
-'ri,'> • , •• ,
!_• ..... '
·' .
..
Figura 6b
•
B o
Figura 8
258
con la cancha (Schele y Miller, 1986: 247-248), cuyas evoluciones
corporales se asemejaban metafóricamente al deslizamiento de la
pelota (Benavides Castillo et al., 2009: 79, 81 ). Dicha información es
justo la que se encuentra en la inscripción del Panel2 de La Amelia,
la cual afirma que 'el guardián de B'ahlamnal fue arrojado', y luego
lo homologa con la pelota (Zender, 2004a: 4); más adelante volveré
también a este pasaje. De igual forma, el verbo yal se usa en varias
escenas de las vasijas estilo códice; en éstas se representa un mito de
occisión ritual donde el dios de la muerte arroja al dios Unen B'ah-
lam sobre una montaña (vid. Robicsek y Hales, 1981: 22-24; García
Barrios, 2008: 252-267; García Barrios y Valencia Rivera, 201 1), el
cual rueda como si fuera pelota (figura 9).
TERMINOLOGÍA DE LOS JUGADORES
En las inscripciones mayas, el nombre común de los jugadores gene-
ralmente era pitziil (figura 4), que obviamente se relaciona con la raíz
lexémica pitz que hemos visto. No obstante, en vasos como los K635,
K7750 y K8622la segunda 1-i-1 se puede acortar, haciendo que lapa-
labra sea simplemente pitzil (figura 10). Dicho fenómeno podría estar
relacionado con la pérdida de la longitud vocálica que comenzó a no-
tarse a partir del 731 d.C. en las regiones de Belice, Pasión y Petén
oriental (vid. Lacadena García-Gallo y Wichmann, 2004: 115-116).
Algunas veces el nombre de los jugadores de pelota puede contener
el prefijo agentivo /aj-1, como ocurre por ejemplo en el Monumento
178 de Toniná: ajpitziil (figura 11), 'el jugador de pelota'.
En inscripciones famosas de Palenque, como los tableros del
Templo del Sol1 del Palacio y de los 96 Glifos, los mandatarios lo-
cales portan el título ajpitziil o 'hl o ajpitziil o 'hlal (figura 12a), 'el del
corazón de jugador de pelota' o 'el de ánimo de jugador de pelota'.
Algunas veces esta expresión incluye un signo silábico -wa que
quizá produciría la lectura de ajpitziil o'hlaw (figura 12b). El matiz
que debe tomar la traducción en estos casos es desconocido.ss
'' Erik Boot (2009: r8, nota r r) sugiere que ese sufijo 1--aw/ quizá alude o insinúa la pelota,
pero no proporciona argumentos para fundamentar su hipótesis.
259
Figura 9
Figura 10
Figura 12a
Figura 11
Figura 12b
:260
Otra frase relacionada con el tema y usada como título de nobles
y/o gobernantes mayas es itz'aat pitzil (figura 13a) o itz'at pitzil
(figura 13b), 'jugador de pelota sabio', lo que sugiere que al menos
en esos casos la actividad física del juego estaba relacionada con un
tipo de conocimiento místico y/o intelectual.
En lenguas mayances más recientes se han documentado algunos
vocablos para "jugador de pelota" que conservan la raíz pitz, entre
ellas pitz'on (sic), "persona que juega a la pelota con las nalgas", ha-
llada en el tzotzil por Robert M. Laughlin y John B. Haviland (1988:
284), que contiene el sufijo agentivo 1-om/.
TERMINOLOGÍA DE LA CANCHA
La variante más típica del logograma para "juego de pelota"
(figura 14) todavía se resiste al desciframiento, aunque sabemos que
su lectura terminaba con la consonante -n. Se trata del corte trans-
versal de una cancha, junto con unas gradas laterales que no evocan los
taludes de la misma, sino un edificio diferente, provisto de escalo-
nes, donde eran arrojados cautivos de guerra. Es decir, en la ima-
ginería del jeroglífico se combinan de manera conceptual dos
momentos o aspectos diferentes del mismo complejo ritual: el juego
y el sacrificio por rodamiento (Stone, 1995: 198).
Otros términos del periodo Clásico relacionados con el juego de
pelota proceden del norte de Yucatán. Por ejemplo, en el Dintel 1 de
Yulá se encuentra la expresión alaw, 'juego de pelota' (figura 15),
mientras que en el cercano Chichén ltzá parece haber una forma
jalaab', 'juego de pelota' (figura 16), cuyo logograma incluye el es-
férico y un marcador; Erik Boot (2009: 82) identificó su pro-
bable cognada, jalaw (figura 17), en el Escalón Jeroglífico 1 de
Uxmal. Es posible que las palabras encontradas en Chichén Itzá y
Yulá sean formas orientales asociadas con la lengua que siglos más
tarde se convertiría en itzá y mopán, mientas que en el caso de
Uxmal estemos ante un fenómeno occidental, vinculado con el ori-
gen del maya yucateco y ellacandón moderno. En cualquier caso,
conviene decir que en varias lenguas mayances de las Tierras Bajas,
261
Figura 13a
Figura 15
.. ..... .. . ..........
(r·. /.:{ .
•: r :.4:
...="... ... . .........:-;1
:·:· ..·
•
••
:
1
..... \ •
\ ......,.,....,,.·-...___________..........
,
Figura 17
Figura 16
262
la raíz lexémica ala o alas significa 'juguete, jugar' y 'juego', y en
chontal yocothan el vocablo á"liis incluso quiere decir "pelota" o
"jugar pelota" (Keller y Luciano Gerónimo, 1997: 364).
En idioma quiché el nombre de la cancha era jom <hom > (Xi-
ménez, 1985: 283), vocablo que significa "cementerio, patio donde
jugaban al batey", coincidencia que ha sido señalada por otros au-
tores (Freidel, Schele y Parker, 1993: 351; Schele y Mathews, 1998:
207-209), evocando seguramente la idea de que la cancha era un
abismo, hendedura o espacio liminar (vid. Gutiérrez, 1993). De
hecho, el mencionado corte transversal de la cancha y las gradas del
edificio asociado con ella, fueron habitualmente reproducidas en la
frente del Yahxhaal Witznal, 'Lugar de la Primer Montaña Verda-
dera', (figura 18) sitio donde renació el dios del maíz en la mitología
maya luego de haber sido decapitado en el Ik' Waynal, 'Lugar del
Abismo Subterráneo Negro'. Un lugar común es asociar la cancha
del juego con el diseño cuatrifoliado que sirve para representar las
cuevas en el arte maya (figura 19) (Schele y Miller, 1986: 257). An-
drea J. Stone (1995: 152-153) ha señalado que a ello se debe la pre-
sencia de cuatro escenas de juego de pelota en el interior de la cueva
de Naj Tunich. En la mitología maya clásica el juego se asocia con
el ya mencionado Ik' Waynal (vid. Stuart, 2003a: 26-28), mientras
que en el conocido mito colonial quiché del Popal Vuh (Craveri,
2013: 53-131) existe una clara e insistente asociación entre el juego
y el inframundo.
Figura r8
263
Stephen D. Houston (2014a) ha plan-
teado que de hecho en algunas ciudades
mayas como Ceibal, Copán, Chichén
1tzá, Dos Pilas, Tikal y posiblemente
Piedras Negras, los mayas configuraron
dos estructuras arquitectónicas al uní-
sono: el juego de pelota y una tumba aso-
ciada con el fundamento de sus linajes.
Dicho entierro se encontraba a su vez
dentro o debajo de una plataforma pira-
midal, lo que confirma la sospecha de
Mary Ellen Guitérrez (1993) en el sen-
tido de que algunas canchas estaban
orientadas hacia montañas naturales
hendidas o artificiales, como son las pirá-
mides. Ello explica para Houston (2014a)
por qué la expresión jeroglífica maya
para 'entierro, sepulcro' o 'tumba', MUK-
NAL-la (figura 20), mantiene la forma
básica de los grafemas escalonados para
"cancha" o "juego de pelota", salvo por
la presencia de un cráneo infijo con un
fondo achurado u oscuro.
Una posible cognada del vocablo qui-
chéjom, 'cementerio' o 'cancha', esjoom,
Figura 20 que en cholano del periodo Clásico pa-
rece significar 'barranca, hoyo, hundi-
miento, sima' o 'zanja' (figuras 21).
Aparece representada en la fórmula de-
dicatoria del vaso estilo códice K2o68,
aparentemente como parte del nombre
del poseedor o patrocinador de la vasija:
Jatz'o'm Joom, 'Azotador' o 'Golpeador
Figura 21 de la Sima'. En la escena pintada sobre
264
el vaso, se muestra al dios de la lluvia Chaahk luego de haber rajado
con su hacha (rayo) el techo de piedra de una casa. En otra vasija
con tema semejante, Karl A. Taube (1992: 78) interpretó la serpiente
de las visiones que aparece en ambas escenas como una representa-
ción del relámpago que abre la tierra. En la imagen del vaso K2o68
también observamos un cautivo atado y al propio dios del maíz, lo
que sugiere que estamos ante un aspecto pobremente comprendido
del mito de nacimiento de la planta, la cual surgió de esa rajadura.
Jatz'o'm Joom pudo llevar ese nombre a causa de que él se asociaba
de algún modo con ese aspecto de Chaahk.
TERMINOLOGÍA DE LA PLAZA
Por su parte, los textos del Altar 2 de Naranjo y de la Escalera Je-
roglífica 1 de Sabana Piletas contienen menciones sobre un lugar
pavimentado, bruñido o encalado, llamado b'i-
tuun o b'ih tuun, 'camino de piedra' (figura 22),
un término relacionado con <hitun>, que en
choltí del siglo xv11 quería decir "patio"
(Morán, ca. 1633-1657, apud Robertson, Law
y Haertel, 2010: 337). En las inscripciones
del Clásico parece referirse a las canchas para
el juego (Grube, 2004a: 2o8; Grube y Martin,
2004:20,38, 70), o a un camino relacionado con
la cancha o con el edificio escalonado donde
eran arroJa · d os 1os cautivos
· (B enav1·d es C ast1·11 o, et a¡ ., 2009: 79 ). Figura 22
Esta última aplicación justo se encuentra mencionada en los blo-
ques 14 y 15 la fila B de la ya mencionada Escalera Jeroglífica
1 de Sabana Piletas: b'ihil tuun ehb', 'camino de piedra de la esca-
lera' (loe. cit.).
Las superficies pavimentadas de estos patios (canchas) o caminos
de piedra eran activadas ritualmente mediante el verbo;atz' o;aatz',
'azotar, pegar', un hecho que se encuentra atestiguado en el mismo
Altar 2 de Naranjo (Grube, 2004a: 2o8; Grube y Martin, 2004: 20,
38, 70). Un pasaje del mismo dice: ju'n imox b'alunlaju'n suutz'
265
ja[h]tz'a{j] ub'i[h] tuun K'ahk' Tak[laj] Chan Chaaht K'uh[ul}
Sa'[aal] Ajaw, '[en el día] 1 imix 19sootz' el patio [cancha] de K'ahk'
Taklaj Chan Chaahk, Señor Divino de Naranjo, fue golpeado'
(figura 23). Si bien jahtz'aj o jaatz'naj, formas pasivas del verbo jatz'
o jaatz' (figuras 6a-b), pueden funcionar como expresiones de dedi-
cación o consagración, podrían haber derivado del primer rebote
de la pelota sobre alguno de los marcadores circulares de piedra, los
cuales estaban empotrados a lo largo del callejón que se ubica en
medio de los taludes de la cancha; además "azotar" o pegarle a la
pelota era una acción continua a lo largo del desarrollo de cada par-
tido (vid. Zender, 2oo4a: 5-8).
TERMIKOLOGÍA DE LOS ANILLOS
Los anillos para el juego de pelota eran espacios por los que en raras
ocasiones debió atravesar el esférico; no eran comunes en las canchas
usadas en las Tierras Bajas Cen-
trales,s6 sino que se tornan fre-
cuentes en sitios del Clásico
Tardío y Terminal de la porción
septentrional de la península de
Yucatán (Stuart y Stuart, 1993:
152) y aparentemente continua-
ron en el Posclásico (Taladoire,
2005: 100). A este respecto, el
anillo del juego de pelota de Ox-
kintok nos proporciona el nom-
bre maya para esas esculturas
empotradas en los costados: chi-
kin tuun, literalmente 'oreja de
6
5 Linda Schele y Mary E. Miller (1986: 247)
afirman que existen anillos en un juego de pe-
lota de Naranjo.
Figura 23
266
piedra' (figura 24), término que evoca un cierto grado de antropo-
morfismo que subyace en los nombres de los elementos arquitectó-
nicos (vid. Velásquez García, 2009c: 269,passim). La inscripción de
esa misma escultura contiene el verbo de consagración o activación
del anillo: petjal, 'se hizo redondo' (figura 25), forma que procede
del adjetivo pet, 'redondo', más el sufijo incoativo pre-proto-yuca-
tecano -ja/,57 que lo transforma en verbo. De este modo, la cara an-
terior de ese anillo dice: waxak iik' uhxlaju'n? [. .. }5 8 petjal yuxul
uchik[in] tuun Kal{o'm]te' ]u'n [. .. ] Yopaat: '[en el día] 8 iik' 13? [ ...
] el grabado del anillo del Kalo'mte' Ju'n [ ... ] Yopaat se hizo re-
dondo' (figura 26), una curiosa asimilación sincrónica entre manu-
factura, activación y consagración.
57 Vid. Lacadena García-Gallo y Wichmann (2002: 284-286).
58 Para la fecha de consagración de este anillo (entre noviembre de 713 y octubre de 714 d. C.) y
el desciframiento de su nombre genérico (chikfin] tuun), vid. Lacadena García-Gallo (1992: 179-183).
Figura 25
267
Otra expresión usada para consagrar anillos es mediante la forma
pasiva del verbo transitivo uxul, 'esculpir, grabar' o 'raspar', como
ocurre por ejemplo en los anillos del juego de pelota de Uxmal, que
muestran la frase uxulnaj tuun (figura 27), 'la piedra fue esculpida'
(vid. Schele y Grube, 1995: 205).
TERMINOLOGÍA DE LAS ESCALINATAS
Como ha sido mencionado, la iconografía del juego de pelota entre
los mayas clásicos sugiere que al menos algunos partidos con sig-
nificado político importante pudieron haber acabado en el sacrificio
de cautivos. Un tipo habitual de occisión en tales ocasiones era el
arrojamiento de sus cuerpos desde lo alto de un edificio escalonado.
Si bien en un principio existía cierta incertidumbre sobre si tales
gradas evocaban un segundo tipo de juego de pelota (Schele y Mi-
ller, 1986: 247-248), Stone (1995: 198) ha observado que se trata de
un rito posterior al juego mismo, pues los espacios destinados para
el rebote de la pelota generalmente carecen de escalones y sólo con-
tienen taludes. De este modo, las estructuras escalonadas cuyos pe-
raltes están ornamentados con escenas e inscripciones relacionadas
con el tema del juego pudieron ser los sitios destinados al arroja-
miento de cautivos. Ejemplos famosos incluyen la plataforma esca-
lonada que se ubica al norte del Juego de Pelota de Copán (vid.
Figura 27
268
Proskouriakoff, 1946: 39), las escaleras del Templo I de Tikal, ad-
yacentes al juego de pelota (Schele y Miller, 1986: 247-248), así como
las escaleras jeroglíficas 2 de La Corona (vid. Stuart, 2012a), 2 de
Yaxchilán (Mathews, 1997: 208-220), 1 de Sabana Piletas (Benavides
Castillo et al., 2009) y IV de Dos Pilas. No obstante, aunque en la
inscripción de esta última escalera existen claras alusiones al juego
de pelota, el monumento no parece asociarse de forma obvia con
algún espacio físico adyacente o cercano destinado para el juego.59
En las inscripciones existen vocablos para 'escalón' o 'escalera' di-
rectamente relacionados con el juego. El más frecuente es ehb' o
ehb'ul (figura 28), pero una atípica mención se encuentra en el esca-
lón 2 de la Escalera Jeroglífica IV de Dos Pilas: k'ahn tuun, 'escalera
de piedra' (figura 29), de la cual ha aparecido otro ejemplo en la fila
A de la Escalara Jeroglífica 1 de Sabana Piletas (vid. Benavides Cas-
tillo et al., 2009: 8o). Existe entre los mayas una estrecha relación
entre el concepto de escalera y el de juego de pelota. Ello se nota en
el mismo logograma de EB', 'escalera' (figura 30), que con frecuen-
cia ilustra la bajada de una pelota a través de las gradas, pero no de
la cancha. Esta amalgama conceptual de dos momentos (juego y sa-
crificio por rodamiento) en la iconicidad de los jeroglíficos para la
cancha (figuras 14-17) y para las escaleras (figura 30) ha sido seña-
lada por Stone (1995: 198), y lo más probable es que las pelotas de
59Por otra parte, en la región Petexbatún sólo existen canchas en Dos Pilas y Punta de Chi-
mino, lo que sugiere que la práctica del juego, al menos a alto nivel ritual, fue un monopolio de
la dinastía Mutu'l asentada en esa región (María Elena Vega Villalobos, comunicación personal,
13 de mayo de 2014).
Figura 28 Figura 29 Figura 30
269
hule inmensas que se encuentran representadas en algunas escenas
mayas (figura 3 1) nunca hayan existido realmente, sino que el
cuerpo de los cautivos arrojados era equiparado metafóricamente
con la bajada de una pelota. Es decir, era propio del lenguaje visual
y convenciones figurativas mayas relacionadas con el tema.
Figura 31
Como he mencionado, el despeñamiento de cautivos atados desde
lo alto de una estructura arquitectónica con escalones se encuentra
mencionado en los textos jeroglíficos mayas mediante el verbo tran-
sitivo yal, 'arrojar, tirar', tal como aparece en el Panel2 de La Ame-
lia (figura 8) en un contexto directamente asociado con el juego, así
como en el famoso mito del lanzamiento del Bebé Jaguar sobre una
montaña (figura 9). En ambos casos, la víctima de este sacrificio re-
aliza las evoluciones o giros propios de cualquier pelota que ruede
cuesta abajo. David S. Stuart (2oo3a: 26) ha observado que los mayas
yucatecos del siglo xvn aún conservaban un vocablo que evoca una
variante de este tipo de sacrificio, mismo que se encuentra incluido
en el Bocabulario de maya than (Codex Vindobonensis N.S. 3833),
compuesto hacia 1670 o 1677 y resguardado en la Biblioteca de la
Corte Austriaca: kukul éeb', <cucul eb>, 'rodando, echar por esca-
lera' (Acuña Sandoval, 1993: 574), que se compone del verbo kukul,
'retroceder', más el sustantivo éeb', 'escalera'.
Varias estructuras para el juego recibían en Copán, Naranjo, El
Perú y Yaxchilán el nombre de uhx ahaal ehb', 'escalera de los tres
270
despertares', apelativo que, como veremos, alude a los actos míticos de
creación o reordenación del cosmos (Stuart, 2003a: 27). El célebre
escalón vn de la Escalera Jeroglífica 2 de Yaxchilán dice, por ejem-
plo: jaatz'naj uhx ahaal ehb', 'la escalera de los tres despertares fue
golpeada' (figura 32), lo que enriquece los usos del ya citado verbo
jatz' o jaatz', 'azotar, golpear': para jugar a la pelota, para boxear,
para consagrar patios o caminos de piedra y para activar ritualmente
las escaleras destinadas al sacrificio de prisioneros.
En la fila B de la Escalera Jeroglífica 1 de Sabana Piletas aparece
otro verbo de activación ritual: petaj, 'hacerse redondo' (figura 33).
La cláusula dedicatoria de ese monumento (vid. Benavides Castillo
et al., 2009: 79) dice: petjiiy yuxuluul uwo'j[i]l ub'ih[i]l tuun, ehb'u[l]
uhx [. .. ], b'alun tz'akb'u ajaw, 'la inscripción de los jeroglíficos del
camino de piedra de la escalera de los tres juegos de pelota de los
ancestros del linaje, ya se había hecho redonda'. El escriba evade
decir directamente que la escalera fue dedicada y utiliza un eufe-
mismo o figura retórica: 'hacerse redondo', evocando la manufac-
tura de la pelota o la postura corporal que adoptan los torturados
cuerpos humanos que serían arrojados por las gradas.
Figura 32
Figura 33
271
U na frase de consagración casi idéntica se utiliza en la fila A de
la misma escalera, sólo que el verbo usado no es petaj, sino k'al, 'atar'
o 'amarrar' (figura 34), expresión asociada frecuentemente con ritos
de dedicación a causa de la práctica de envolver objetos con tela,
sogas o papel, misma que tenía el propósito aparente de contener el
tiempo y la esencia divina en el interior de esos continentes (Stuart,
1996: IS6-157). Otra diferencia es que el objeto de esta dedicación
no es la inscripción del camino de piedra (b'ih tuun) de la escalera
(ehb') de los tres juegos de pelota, sino el texto jeroglífico de 'la es-
calera de piedra [k'ahn tuun ], escalera [ehb'] de los tres juegos de pe-
lota' (vid. Benavides Castillo, et al., 2009: So).
TERMINOLOGÍA DE LA PELOTA
Zender (2oo4a: 4) fue uno de los primeros autores que reconoció en
las inscripciones el jeroglífico que designa la pelota de hule (figura 35).
Se trata de un espiral cerrado, casi un círculo; tiene el interior achu-
rado, lo cual refiere a un objeto de color negro o cuando menos os-
curo. Años después fue descifrado de forma independiente por Boot
y Lacadena García-Gallo (apud Benavides Castillo, et al., 2009: 81),
Figura 35
Figura 34
272
gracias a la presencia del complemento fonético wo- antes del signo
de espiral en los textos jeroglíficos de Sabana Piletas, así como de -li
luego del espiral en el caso de Ek Balam. 60 De este modo, dicho signo
debió haber tenido la lectura logográfica de WOL, woohl, 'pelota'.
En protomaya y protocholano *wol era un adjetivo que signifi-
caba 'boludo, esférico' (Kaufman y Norman, 1984: 136). En chol co-
lonial wojl significaba 'bola' (Fuentes Albores, 1789, apud Hopkins,
Cruz Guzmán y Josserand, 2oo8: 110), mientras que en chol mo-
derno wolol equivale al adjetivo 'esférico' (Aulie y Aulie, 1978; 131),
mismo sentido que tiene woxol (López K'ana et al., 2005: 561). En
chontal colonial de Acalan <vol> era un clasificador numérico para
contar pelotas de maíz cocido molido (Smailus, 1975: 176), mientras
que en chontal yocothán o de Tabasco el adjetivo wolo' significa 're-
dondo' y el sustantivo wolo' buc'a (sic) significa 'pelota de pozol' (Ke-
ller y Luciano Gerónimo, 1997: 283). Por su parte, en tzotzil
<volvol> es también el adjetivo 'esférico' (López K'ana et al.: loe.
cit.), mientras que <volel> es el verbo 'envolver' (Delgaty, 1964: 56).
En tojolabal, wolan equivale asimismo a 'esférico' (López K'ana et
al.: loe. cit.). Finalmente, en maya yucateco wóol, quiere decir tanto
'círculo' o 'pelota' (Bricker, Po'ot Yah y Dzul de Po'ot, 1998: 307),
como 'esférico, redondo', y es un clasificador numérico para contar
objetos redondos (Martínez Huchim, 2oo8: 245).
Franz Blom (apud Carreón Blaine, 2oo6: 101) argumentaba que
los mercaderes mayas llamaban <uollic> al hule manufacturado en
forma redonda, 61 y que cuando llevaron ese material al centro de
México adoptaron la palabra náhuatl <olóltic>, de la cual derivó el
sustantivo <olli>, 'hule'. Aunque Carreón Blaine (ibídem: 102) se
manifiesta escéptica sobre esto, reconoce que existe semejanza entre
los vocablos nahuas <olli >, 'hule', y <ollin >, 'movimiento', y señala
que "[p]osiblemente se debe a la elasticidad del material, caracte-
Alfonso Lacadena García-Gallo, comunicación personal, 9 de febrero de 2014.
6o
6
El diccionario de maya yucateco de Juan Pío Pérez Bermón (187¡: 97) dice textualmente:
'
"UOLLIC: redondo. La redondez ó embollamiento de algo".
273
rística que le da su rebote y lo liga al movimiento del sol y de la luna,
el cósmico y el de la tierra".
Lo cierto es que parece existir alguna conexión desconocida entre
el sustantivo maya clásico para 'pelota', woohl (o sus cognadas ma-
yances más tardías), y el náhuatl olotik, 'bola', así como el verbo me-
xicano ololoaa, 'hacer algo redondo' (vid. Karttunen, 1983: 178).
Como hemos visto, en la palabra tzotzil <volel> (wolel), 'envolver'
(Delgaty, 1964: s6), parece existir una relación entre la pelota y la
envoltura, lo que explica la motivación icónica dellogograma WOL
(figura 35), que tiene forma de espiral. Conviene en este punto hacer
notar que en la lengua de las inscripciones woohl es 'pelota', pero
o'hl es la raíz morfémica de 'corazón' o 'ánimo', semejanza que ha
sido señalada por otros autores en el caso del idioma maya yucateco:
wóol es 'pelota' y también 'mi corazón' (Bricker, Po'ot Yah y Dzul
de Po'ot, 1998: 307). Dicha relación entre el corazón y la pelota po-
dría estar implicada en el título ajptziil o'hlal (figuras 12a-b) que,
como dije, significa 'el de corazón' o 'ánimo de jugador de pelota'.
Al respecto, es preciso recordar que, de acuerdo con Alfredo
López Austin (1989: II8-121, 127; 2009: 10), una de las ideas básicas
en el sistema de creencias anímicas mesoamericanas es el de la piel,
cáscara, cobertura o envoltura, lo que puede explicar por qué las pe-
lotas,' hechas con tiras de hule envueltas, no sólo servían para jugar
en la cancha, sino que eran quemadas en braseros (vid. Carreón
Blaine, 2006: ss-s6, s8, IS8). Aunque la propuesta de López Austin
reside en considerar al corazón como la sustancia ligera y sagrada
que se encuentra envuelta o alojada dentro de un continente cor-
poral de .rpateria pesada, lábil y perecedera, 62 sospecho que en el
caso de la pelota de hule enrollada los mesoamericanos elaboraron
una tautología ritual, pues las tiras de látex envueltas pudieron
haber simbolizado al mismo tiempo un miocardio mortal que
guardaba en su interior una entidad anímica corazón, de natura-
leza inmortal. Como veremos abajo, existen buenas razones para
6
' Alfredo López Austin, comunicación personal, 27 de agosto de 2014.
274
sospechar que los mayas consideraban sus pelotas corno individuos
vivos y conscientes.
La idea de que esos espirales de hule eran al mismo tiempo pelo-
tas y corazones podría encontrarse en la imaginería del Monumento
21 de Bilbao (ca. 6so-gso d. C.), donde uno de esos balones enrollados
(figura 36) se ubica en el "mundo florido" de los dioses y ancestros,
lugar en el que las entidades anímicas de los muertos también se re-
presentan como aves de plumas preciosas (Chinchilla Mazariegos,
2012: 83, 86). 63
Imágenes de pelotas-espirales pueden encontrarse en represen-
taciones de canchas que se encuentran en los códices, como el de la
página 41a del Dresde, donde la pelota incluso parece incluir una
versión del complemento fonético wo- con trazo fluido, libre y muy
suelto (figura 37). Por lo que respecta a las ya mencionadas pelotas
quemadas en braseros, en el Códice de Dresde son distintas a las que
se usaban en el juego de pelota, pero conservan el diseño caracterís-
tico de espirales que rodean un núcleo de color negro (figura 38).
Desde luego, estas analogías entre los corazones y las pelotas de re-
6
3Agradezco al Dr. López Austin por haber llamado mi atención sobre este ejemplo (comu-
nicación personal, 29 de agosto de 2014).
Figura 36 Figura 37 Figura 38
275
sina, que estaban hechas para ser incineradas ritualmente, nos re-
cuerda el conocido pasaje colonial del Popo! Vuh (Craveri, 2013: 73-
74) donde los dioses del inframundo quemaron lo que pensaban era
el corazón de la doncella Ixk'ik'. Ello no es prueba de que los mitos
quichés estaban presentes ya entre los mayas clásicos; simplemente
atestigua lo que pudiera ser la continuidad de un rasgo o motivo
cultural mesoamericano.
Un último elemento que podría estar detrás de estos vocablos se-
mejantes -mayas y nahuas- es la idea del movimiento de la pelota,
pero también de los astros y de la vida misma. Como centro de origen,
de dispersión y de llegada de la sangre,64 el músculo cardiaco constituía
el núcleo del microcosmos anatómico, analogía que se extendió al te-
rreno espiritual, ya que los mayas lo consideraron como la sede del
movimiento y de las motivaciones humanas, aquella que encerraba
funciones cognitivas, racionales y emotivas, así como también las fuer-
zas esenciales para mantener la vida (vtd. López Austin, 1989: 124; N á-
jera Coronado, 2003: 144-146). Al respecto, conviene recordar que la
etimología del término náhuatl yoollootl, 'alma corazón', parece haber
sido 'su movimiento' o 'la razón de su movimiento' (McKeever Furst,
1995: 17,469, nota 9; vid. Velásquez García, 2009b: 469). Por ello, quizá
en náhuatl yoolli es 'corazón', mientras que yoollootl es 'su corazón, su
alma, su ánima' (Karttunen, 1983: 342), semejante al maya clásico yo'hl
o al maya yucateco yóol, 'su corazón, su alma, su ánima', así como al
maya clásico woohl o al yucateco wóol, 'pelota' (vid. supra).
Estos vocablos son distintos a otros que también se registran en
los idiomas mayances para designar la pelota de hule. Por ejemplo,
en maya yuc,ateco colonial <pok> era 'pelota' (Acuña Sandoval,
1993: 513; Beltrán de Santa Rosa María, 2002 [1746]: 314), vocablo
que seguramente se relaciona con el verbo intransitivo yucateco mo-
derno póok', 'ampollarse, inflamarse; saltar' o 'brincar' (Bricker,
Po'ot Yah y Dzul de Po'ot, 1998: 219), así como al sustantivo pook',
6
4Los tzotziles de San Pedro Chenalhó consideran que el corazón es "fuego y 'madre de la
sangre"' (Guiteras Holmes, 1965: 246).
276
'golpe sordo que producen algunos cuerpos al caer' (Martínez Hu-
chim, 2oo8: 216). En maya yucateco, entonces, el nombre de la pe-
lota evoca el salto y el trauma que produce el golpe.
En tzeltal colonial se usaba el término <chich >, 'pelota de las que
ellos usan' (Ara, 1986 [ante quem 156o]: 23r), que posiblemente sea
cognada del quiché <quic>, k'ik', 'sangre, resina' o 'pelota' (Craveri,
2013: 92, nota 1838), semejante al cakchiquel <pa3ibal quiq>,pa-
q'ib'al k'ik', 'q[ue] es vna bola de vle' (Coto, 1983 [1656]: 283). Como
puede apreciarse, en este grupo de idiomas el concepto de "pelota"
se homologa con el de los corazones hechos de resina o de sangre,
tema que ya he explicado líneas arriba.
La prueba final de que las pelotas mayas del periodo clásico se fa-
bricaban mediante el proceso de envolver, se encuentra en la ima-
ginería de los balones mismos, que contienen la palabra nahb',
'cuarta' o 'palmo' (figura 39), que es la distancia que existe entre la
punta de los dedos pulgar y corazón teniendo la mano extendida
(aproximadamente 21.6 centímetros). 65 Su logograma consta de una
mano extendida (NAB') con el pulgar abierto y opuesto al resto de
los dedos. Markus Eberl y Victoria R. Bricker (2004: 36-43) 66 pro-
6
5 John F. Chuchiak (2ooo: 327, nota 25); Markus Eberl y Victoria R Bricker (2004: 34); Marc
U. (2004a: 3).
Figura 39 Figura 40
277
ponen que el cartucho para nahb', el cual
suele aparecer en el interior de las pelotas de
hule representadas en el arte maya, acompa-
ñado por un numeral (figura 40), alude a la
longitud de la tira de goma utilizada para
construir el balón. Ésta tira se elaboraba con
látex líquido que se extraía de los árboles de
caucho o de hule; se ponía a calentar o cocer
y de este modo se hacía "como unos nervios"
(Durán, 1967 [1570], vol. I: 2o8). Acto se-
guido, la tira se enrollaba y se amasaba con
algún molde o directamente con la mano, dán-
dole forma esférica (Colas y Voss, 2001: 188).
Este conjunto de técnicas, que acaban con el
enrollado de las tiras, ya existían hacia 16oo
a.C. entre los olmecas, quienes parecen haber
incursionado en la vulcanización del hule agre-
gándole la sabia de la planta Ipomea alba. 67
Un último punto a mencionar es que los
mayas del Clásico probablemente considera-
ban que la pelota consagrada tenía personali-
dad, voluntad o conciencia propia. El dato f
más directo que tenemos sobre ello probable-
mente es el que se encuentra en la inscripción
del Panel2 de La Amelía (figura 41): ya{h}laj
Uchan B'ahlamnal; uk'aab'a' b'alun nahb',
yetk'aab'aaluwool [. .. }', 'Uchan B'ahlamnal
66
En ese mismo año Marc U. Zender (2004a: 1-5) argumentó
que el jeroglífico de nahb' servía para designar la circunferencia
del esférico, lo que sugería la existencia de balones gigantescos que
oscilarían entre 61.9 y 96.2 centímetros de diámetro. En respuesta,
Eberl y Bricker ofrecieron una serie de datos arqueológicos, etno-
históricos y etnográficos, que muestran la inexistencia antigua y
moderna de pelotas con esas dimensiones.
6
7 Ponciano Ortiz Ceballos et al., en este mismo volumen.
Figura 41
278
fue arrojada; es el nombre de nueve palmos, es el apodo de la pelota
y la cuerda" (vid. Zender, 2004a: 4). Es de notar que, además de la
pelota, en este pasaje se menciona la existencia de una cuerda.
Entre los datos indirectos que tenemos sobre este asunto, quizá
pueda mencionarse lo que dice fray Diego Durán (1967 [1570], vol.
I: 209) en relación con las palabras persuasivas y mágicas que los ju-
gadores nahuas de su época le decían a la pelota, así como a los pro-
tectores y guantes de cuero, a fin de incidir en la voluntad de los
mismos para que les ayudaran a ganar el juego. La creencia en la
vitalidad de los instrumentos creados por el hombre ha sido postu-
lada entre los mayas clásicos (Velásquez García, 2oogb: 437; Hous-
ton, 2oqb; Martínez de Velasco Cortina, 2014: 39-53), y en muchas
inscripciones esas criaturas son los sujetos principales que semen-
cionan en los textos jeroglíficos (Stuart, 1995: 151-184). Además,
constituye el meollo de un conocido mito del Popol Vuh (Craveri,
2013: 26-29), donde los objetos se rebelan contra el hombre. Si bien
para los hombres mesoamericanos todos los seres mundanos tenían
alma, incluso los creados por el hombre, parece que los instrumentos
usados en el juego, y en especial las pelotas, podían entablar una co-
municación más viva y directa con los seres humanos. 68
0ESCRIPCI,ÓN DE LAS CANCHAS
En términos arqueológicos y arquitectónicos, el juego de pelota se
define como una calle, callejón, cancha, patio o pista rectangular,
con piso de tierra liso y/o encalado (vid. Durán, 1967 [1570], vol. I:
296) o pavimento de piedra, delimitado por dos estructuras paralelas
más o menos con los muros en talud por donde bajaba
la pelota (Taladoire, 2005: 100; Gendrop, 1997= 42). En las regiones
de las Antillas, Mesoamérica y Oasisamérica hubo diversas varian-
tes de estos conjuntos arquitectónicos, que Éric Taladoire (1981) ha
clasificado en 12 tipos. La evidencia más antigua del juego de pelota
en Mesoamérica aparentemente procede de la región del Istmo de
68
Alfredo López Austin, comunicación personal, 1 de septiembre de 2014.
279
Tehuantepec y data de ca. 16oo a.C., ya con la presencia de esféricos
de hule,ti9 canchas abiertas y posiblemente yugos (Ortiz Ceballos, Ro-
dríguez Martínez y Delgado Calderón, 1992; Dannels, 201ob: 133).70
Entre los mayas de las Tierras Bajas predominan las llamadas can-
chas abiertas; éstas constan tan sólo de dos estructuras paralelas que
delimitan la cancha. También son comunes las canchas cerradas
por un lado: uno de sus extremos conduce a un espacio rectangular
y terminal, delimitado por un muro o estructura de orientación
transversal respecto a la pista. En ocasiones este tipo de canchas
desemboca por el otro lado en una plaza abierta, como ocurre en
Copán. Mucho menos comunes y restringidas en el tiempo y en la
geografía son las canchas con forma de 11/ y patios terminales, como
las de Calzada Mopán (Roldán Figueroa, 1995: 9, 11) y Chichén
ltzá. Las calles o patios para juego de pelota pueden tener, entre los
mayas, piedras circulares o discos tallados dispuestos a intervalos sobre
el piso, a lo largo de la cancha y regularmente en número de tres
(Schele y Miller, 1986: 247); dichos elementos se denominan marca-
dores. En las Tierras Altas de Guatemala las canchas eran parcial-
mente abiertas y con un altar asociado (Barrois, 2011: 196).
Desde el punto de vista transversal, la cancha puede estar hun-
dida o al nivel del piso, mientras que las estructuras laterales pueden
contener un talud por donde se desliza la pelota, provisto de un
muro o paramento vertical en la parte superior. A veces el talud se
erige sobre una banqueta o zócalo que se proyecta hacia la pista de
juego. Los muros o paramentos verticales, ubicados sobre los talu-
des, podían contener esculturas relacionas con el nombre propio de
la cancha o del juego, como es el caso de las guacamayas (mo') em-
potradas en los paramentos verticales del Edificio 10L-1o o juego
de pelota de Copán, que fue concebido como una réplica mundana
de uno arquetípico, ubicado dentro de la montaña Mo' Witz (Colas
69 Según las reconstrucciones históricas de Albert Davletshin (apud Davletshin y Velásquez
García, slf), en idioma protomixe la palabra para 'hule' era •'oome, mientras que en protozoque
era •na'h. Davletshin estima que estas lenguas fueron habladas'entre 1700 y 300 a.C.
7" Ortiz Ceballos et al., en este mismo volumen.
280
y Voss, 2001: 190-191). De hecho, una parte de la ideología del juego
de pelota en Mesoamérica lo relaciona con la cueva, barranca o sima
ubicada en el lomo de una montaña (Gutiérrez, 1993; Schele, 1997:
121) o bien con la proyección urbana de un elemento que existe en
la montaña sagrada de los ancestros (vid. López Austin y López
Luján, 2009). Según Durán (1967 [1579], vol. I: 206) las canchas de
los nahuas posclásicos estaban ornamentadas con "muchas pinturas
de efigies de ídolos y demonios, a quienes aquel juego era dedicado,
y a quienes los jugadores tenían por abogados en aquel ejercicio".
No sabemos si éste era el caso de las canchas de los mayas clásicos,
pues, hasta donde he podido indagar, no existen reportes de restos
de pintura mural en esas estructuras.
El uso de anillos ubicados en los paramentos verticales laterales,
por donde plausiblemente atravesaba la pelota de forma muy excep-
cional (Schele y Miller, 1986: 273; Colas y Voss, 2001: 205), se limita
a las Tierras Bajas septentrionales del Clásico Tardío o Terminal, en
sitos como Chichén Itzá, Oxkintok o Uxmal. Se ha especulado que
también pudieron haber existido anillos de material perecedero
(Schele y Miller, 1986: 253). Durán (1967 [1570], vol. I: 207) describe
la existencia de una línea transversal que dividía la cancha por mi-
tades iguales, de anillo a anillo, y estaba pintada de negro o verde
por medio de "cierta yerba"; los jugadores debían hacer pasar la pe-
lota al otro lado de esa línea. De nueva cuenta, no parecen quedar
vestigios de dicha raya en las canchas arqueológicas de los mayas.
Diversos autores han señalado que las canchas se ubicaban en el
corazón cívico, político y religioso de las ciudades, lo que demuestra
la importancia que tuvo el rito del juego de pelota para los antiguos
señoríos mayas. Incluso se habla de que estaban construidas en lu-
gares públicos y visibles, lo que facilitaba la observación del juego
por grandes audiencias (Durán, 1967 [156o], vol. I: 273); una parte
de ellas quizá se apostaba en espacios que, a manera de tribunas,
pudieron haber estado sobre los muros de las estructuras paralelas que
flanqueaban la cancha, a donde la gente ascendía por escaleras exte-
riores (Durán, 1967 [1570], vol. I: 2o6; Garcés Contreras, 1975: 45).
281
CARÁCTER RITUAL DEL JUEGO
De acuerdo con Annick Daneels (2o1oa: 140), el juego de pelota pre-
hispánico pudo haber comenzado como una actividad lúdica y depor-
tiva de gran popularidad, que al principio constaba de canchas abiertas,
desprovista de aros. Con el tiempo, su densidad llegó a ser tanta que
nadie en la Costa del Golfo -región que ella estudia- vivía a más
de una hora de camino a pie de una cancha. Sólo con posterioridad las
élites estatales se apoderaron del juego y quizá lo monopolizaron, in-
trodujeron complejas prácticas rituales, como el sacrificio por decapi-
tación, y lo usaron como parte de su discurso de legitimación.
No obstante, conviene decir que la existencia de esta posible fase
histórica del juego, donde sólo tenía un carácter lúdico, es por lo
pronto una conjetura hipotética, dado que los vestigios arqueológi-
cos más tempranos que existen sobre pelotas de hule, estructuras
arquitectónicas paralelas semejantes a canchas e incluso yugos lisos de
piedra verde, se encuentran asociados con bastones ceremoniales
de madera con forma de serpiente, cráneos de individuos decapita-
dos y niños inmolados (vid. Ortiz Ceballos, Rodríguez Martínez y
Delgado Calderón, 1992),71 lo que indica que ya entre los olmecas
de ca. 16oo-1500 a.C. tenía un carácter ritual.
ATUENDO DE LOS JUGADORES
Basados en el análisis de las escenas pintadas o grabadas en diversas
obras artísticas mayas, y en esculturas tridimensionales de piedra o
arcilla, así como también en la ponderación de algunos testimonios
arqueológicos asociados con el juego, diversos autores han tratado
de describir el traje de un jugador de pelota maya clásico.
El elemento principal fue sin duda un yugo o cinturón acolchado,
de paño, mimbre, cuero, algodón trenzado u otras fibras de caña dura,
en cuya confección quizá pudo incluirse madera, que servía para
desviar el esférico y proteger los huesos de la cadera y las costillas
7' Ortiz Ceballos et al., en este mismo volumen. Agradezco a María Teresa U riarte Castañeda
sus valiosos comentarios sobre este punto (comunicación personal, 5 de agosto de 2014).
282
-de la ingle hasta el pecho- de los impactos de las pelotas de hule
macizo y pesado. De la crónica ya aludida de Durán (1967 [1570],
vol. 1: 208) podría deducirse otra función de los yugos, pues aunque
el dominico no menciona la existencia de esos implementos entre
los nahuas del siglo xv1, cuenta que algunos jugadores morían de-
bido a los fuertes impactos de la pelota sobre la boca del estómago,
"dejándolos sin huelgo".
El yugo tenía forma de herradura, contaba con tres acanaladu-
ras a la altura del diafragma (vid. Kowalski, 1989: 13) y, a juzgar
por las escenas antiguas, su parte abierta se orientaba hacia uno
de los costados del cuerpo, zona donde, se cree, fue atado por ele-
mentos de tela. Un delantal, faldón o faldellín de tela gruesa y
otros materiales de fibra eran usados bajo el yugo (Schele y Miller,
1986: 248). Adicionalmente, hay autores que enfatizan la presencia
de un elemento protector de piel de felino o de venado -falda o
delantal-, ubicado entre el faldellín de tela y el yugo (Kowalski,
1989: 13; Stone, 1995: 151), que, se ha pensado, los protegía de ras-
pones y quemaduras (Schele, 1997: 121). En el Popol Vuh este ele-
mento del atuendo parece llamarse simplemente tz'um, 'cuero'
(Craveri, 2013: 57).
Desconocemos el nombre que tuvieron los yugos entre los
mayas del periodo Clásico. Aunque Linda Schele (199]: 121)
afirma que se llamaban b'ate', es claro que sólo repite lo que dicen
algunos traductores del Popol Vuh (v.g. Tedlock, s/f (¡985]: 54),
cuya lengua -el quiché- estaba lejos del idioma de las inscrip-
ciones. Como he señalado, Ximénez (1985: 93) tradujo <bate>
como 'argolla para la garganta y un instrumento para jugar a la
pelota', razón por la que otros intérpretes del Popo/ Vuh traducen
ese vocablo como 'anillo' (Recinos Ávila, 2012 [1947]: 203) o 'ar-
golla' (Burgess y Xec Cuc, 1955: 64). Enrique Sam Colop (2oo8:
65) no usa el término 'yugo', sino 'cinturón', que es una forma
menos comprometedora de decir lo mismo, mientras que Allen J.
Christenson (2012 [2003]: 162, 166, nota 244) y Michela E. Craveri
(2013: 57, nota 1189) vuelven al sustantivo 'yugo'. En mi opinión,
283
debe tratarse de un elemento de la parafernalia quiché, pero ajeno
a los jugadores mayas del periodo Clásico, ya que Ximénez señala
que se usaba en la garganta, mientras que Durán (1967 [Is7o], vol.
I: 208) jamás describe la existencia de yugos entre los nahuas con-
temporáneos de los quichés.
Los yugos de piedra algunas veces encontrados en las tumbas de
posibles jugadores de pelota, como en el caso del entierro 195 de
Tikal/2 eran tan pesados que seguro nunca se usaban durante el
juego. Por eso han recibido otras interpretaciones: ser réplicas, es-
culturas votivas o moldes empleados para dar forma a uno más li-
gero, acolchado de paño o de cuero (Colas y Voss, 2001: 187).
Descrito de arriba hacia abajo, el atuendo de los contendientes
incluía -al menos desde un punto de vista idealizado- grandes
tocados de plumas y cabezas de animales que servían para que los
jugadores personificaran a entidades numinosas. En el Popo/ Vuh
dichos elementos parecen llamarse yachwach, 'penacho', wachsot,
'máscara protectora', y kawub'al, 'atavíos' u 'objetos de adorno' (Cra-
veri, 2013: 57). En las escenas del periodo Clásico algunos jugadores
usan gorros; de estos se prolongan orejeras flexibles y alargadas (Pon-
cerrada de Malina y Cardós de Méndez, 1988: 72).
En las escenas iconográficas mayas, varios autores han notado
que sobre el yugo se podían ensamblar o insertar unos elementos
prominentes, compactos o alargados, que han sido apodados res-
pectivamente hachas y palmas (Schele y Miller, 1986: 248). Dichos
implementos estaban decorados con rostros de animales, hombres
o dioses (Schele, 1997: 121), al grado que algunos autores (Miller y
Taube, 1993: 90-91) sugieren que tuvieron su origen o son versiones
pétreas de cabezas trofeo asociadas con el juego de pelota. La fun-
ción de tales elementos es desconocida, pero se ha especulado que
en algunas variedades de juego pudieron haber servido como mar-
cadores portátiles (Schele y Miller, 1986: 253) o bien para golpear la
72
La tumba del gobernante K'ihnich Waaw(?)te' o Calavera de Aninal (ca, 593-628 d. C.), vid.
Martin y Grube (2oo8: 41).
284
pelota con determinado efecto. Cierto tipo de palmas eran tan grandes
que resguardaban tanto el pecho como la cara, tenían una forma
pronunciada de cuchara y pudieron haber servido para protegerse
de las pelotas elevadas, aunque la presencia de este tipo de palmas
es más propia de Chichén Itzá, la Costa del Golfo y las Tierras Altas
de Guatemala (Colas y Voss, 2001: 191).
Al igual que en el caso de los yugos, se ha especulado que las ha-
chas y palmas estaban hechas de materiales relativamente ligeros,
como madera o mimbre, mientras que los ejemplos que conocemos
de piedra, hallados en ajuares funerarios, pudieron ser trofeos ga-
nados por jugadores talentosos (Barrois, 2011: 198).
Los antebrazos de los jugadores estaban protegidos por una
serie de pulseras superpuestas (Foncerrada de Malina y Cardós de
Méndez, 1988: 72) que probablemente estaban hechas de tela acol-
chada (Schele, 1997: 121). Dichos elementos recibían en quiche el
nombre de pachq'ab', 'protecciones para los brazos y las manos'
(Craveri, 2013: 57), pero desconocemos cómo se llamaban en maya
clásico. Durán (1967 [1570], vol. I: 207) menciona que los nahuas
del siglo xv1 usaban guantes de cuero para evitar lastimarse mien-
tras se apoyaban sobre las manos a ras del piso. En las escenas del
periodo Clásico aparecen con frecuencia una serie de manoplas
con mango que personifican cabezas de animales o seres porten-
tosos. Dichos elementos son de utilidad desconocida, aunque se
ha especulado que pudieron haber servido para golpear la pelota
en saques y, de esa forma, poner el balón en movimiento (Schele
y Miller, 1986: 256).
En las piernas destaca la presencia de rodilleras, a veces tan sólo
en una extremidad y en ocasiones en ambas, ya que, a juzgar por
las escenas y figurillas de terracota, solían apoyarse en una rodilla
para contestar el servicio (Foncerrada de Malina y Cardós de Mén-
dez, 1988: 72), de tal manera que esa área del cuerpo estaba ex-
puesta a contacto frecuente y sufría gran desgaste. Finalmente,
hay que decir que ocasionalmente llevaban calzado (Colas y Voss,
2001: 187).
285
Aunque en algunas escenas los jugadores de un mismo bando
pudieran tener ciertos elementos en común, especialmente en los
tocados, me parece que en efecto no usaban uniformes en sentido
estricto (vid. Schele y Miller, 1986: 253, nota 8).
Un elemento a destacar es el uso de pintura corporal negra en di-
versas escenas de las vasijas (figura 42). Se trata de un detalle im-
portantísimo, pues el uso de pigmentos corporales negros era un
recurso para conferir valor, sacralidad, protección, jerarquía polí-
tica, oficio sacerdotal, liderazgo militar y poder en general (Nava
Román, 2009: 49-109). Rosario Nava Román (2009: 69) plantea que
la pintura corporal negra era parte de las estrategias visuales de per-
sonificación, en la medida en "que separaba inmediatamente a los
simples mortales de los hombres con capacidades de servir como re-
ceptáculos divinos", pues los convertía en substitutos o iixiiptla de
ciertos dioses negros. Como he planteado en trabajos anteriores
(Velásquez García, 2009b: 405-458; 201ob), una parte del intrincado
fenómeno ritual del iixiiptla náhuatl se encontraba ya entre los
mayas clásicos, quienes lo conocían con el nombre de b'aahil a'n.
Por otra parte, es probable que en este proceso de concurrencia entre
286
el ecúmeno (hombres) y el anecúmeno (dioses) incidieran73 las fa-
cultades creadoras o regeneradoras del cosmos que supuestamente
tenían los gobernantes mayas, quienes poseían un componente o fa-
cultad anímico llamado ch'ahbis-ahk'ab'is, 'ayuno-noche' (vid. Stuart,
2007: 45; Knowlton, 2010: 23-27; Velásquez García, s/f).
Al respecto, Nava Román (2009: 86-88) piensa que la pintura
negra alude al cielo, que en su interior se creía tan oscuro como la
tierra, espacio donde penetraban algunos hombres privilegiados para
entrar en contacto con lo divino, fundar señoríos, hacer penitencia o
recibir instrucciones. A partir de la crónica de Durán (1967 [1570],
vol. 1: 51-52), Nava Román sugiere que cuando el fenómeno de ii-
xiiptla estaba dirigido a desempeñar funciones políticas, el pigmento
corporal negro se fabricaba con tizne de pino u ocote (taj, en maya
clásico) o humo de tea, mientras que cuando servía para encarnar a
las potencias sagradas en los ritos,74 se elaboraba mediante un un-
güento hecho con tabaco y ceniza de artrópodos, insectos, salaman-
quesas y serpientes quemados, así como esos mismos animales frescos
y machacados, a los cuales se agregaban semillas alucinógenas de
<ololiuhqui>7s y gusanos negros peludos o quemadores.
En preciso advertir que en varias escenas mayas de jugadores de
pelota los contendientes portan tocados que posiblemente indican
que dioses, idea que, como veremos, se confirma en
los textos jeroglíficos. Por el momento sólo deseo señalar que en ese
tipo de escenas suele aparecer, en la parte superior del tocado y en
73 Coincido con Alfredo L6pez Austin y Leonardo L6pez Luján (2009: r64-r65) en lo equívoco
e inapropiado que es hablar de "sobrenaturaleza" en el caso de las religiones mesoamericanas,
pues los dioses, muertos y demás fuerzas del anecúmeno están hechos de materia (sutil, pero re-
sistente), además que dichos seres están tan imbricados y fusionados con las sustancias del ecúmeno
(ámbito de las criaturas), que apenas se puede aceptar que se encuentran por encima de la natu-
raleza. Por el contrario, forman parte de la naturaleza, misma que tiene un carácter mixto (con
sustancias del ecúmeno y del anecúmeno).
74 Durán (r967 [r57o], vol. 1:5 1-52) llama a este segundo tipo de pigmento negro <teotlacualli>,
'comida divina'.
75 Llamado en maya yucateco <Xtabentun> (vid. Garza Camino, 2012: 294-296, 309).
287
eje con la fontanela anterior, una versión foliada del jeroglífico T533
(figura 43),'6 que según Stuart (apud Tsukamoto y Esparza Olguín,
s/f) podría leerse como sak saak(?), 'pepita' o 'semilla de calabaza
blanca'. Yo mismo he propuesto que dicho elemento se refiere a un
hálito, aliento o fuerza anímica que era externada del cuerpo vo-
luntaria o involuntariamente cuando los personajes de las escenas
se encontraban suspendidos en umbrales o espacios liminares,
donde confluían lo humano y lo sagrado (Velásquez García, 2009b:
487-510; 2011: 240-241).
LASREGLASDELJUEGO
Desconocemos los pormenores y reglas de las variantes del juego
practicadas entre los mayas clásicos. No obstante, algunas hipótesis
e ideas podrían aventurarse con base en el contenido de los textos
jeroglíficos y, en mayor medida, de las escenas que lo representan,
tomando como fuentes indirectas o secundarias las crónicas del
siglo xv1.
Ya Schele (1997: 125) obser-
vaba que la imaginería de los
peraltes de la Escalera Jeroglí-
fica 2 del Templo 33 de Yaxchi-
lán contiene evidencia de que
el juego comenzaba con ritos
conducidos por mujeres encum-
bradas, quienes inducían visio-
nes de serpiente (vid. Valencia
Rivera y García Barrios, 2010:
248). En el escalón II (vid. Ma-
thews, 1997: 209) tenemos a la
6
7 Es la clave de ese grafema en el catálogo
de J. Eric S. Thompson (1962: 145-148), que
en el más reciente catálogo de Martha J.
Macri Matthew G. Looper (2003: 65-66), es el
AMr.
Figura 43
238
señora Pakal (figura 44), esposa del gobernante Yaxuun B'ahlam
III y abuela del constructor del Templo 33, Yaxuun B'ahlam IV (ibí-
dem: 206). Se trata de una escena retrospectiva, donde la señora
Pakal parece invocar a la serpiente ninfea de las aguas dulces Yahx
Chiit Ju'n Witz' Naah Chan, diosa del número 13 (vid. Thompson,
196o: 135-1 36; Robertson, 201 1). Por su parte, en el escalón III (vid.
Mathews, 1997: 210) se retrata una mujer desconocida, pues su nom-
bre jeroglífico está perdido debido a la erosión (figura 45). La deidad
que ella conjura es K'awiil, dios de la riqueza vegetal. Ambas esce-
nas se encuentran acompañadas o flanqueadas por las fauces del
oficio-ciempiés Sak B'aak Naah Chapaht, que simbolizan una ca-
vidad subterránea y la entrada al inframundo (Taube, 2003: 406-418);
esto sugiere que tales ritos se ubicaban en un tiempo-espacio liminar
semejante a la cancha misma.
Ritos como éstos, y de diversa índole, debieron tener lugar antes
de cada partido a lo largo de la historia y geografía mesoamericanas,
y como muestra de ello sólo basta recordar los que según Durán
(1967 [157o]: vol. I, 209) practicaba cada jugador delante de su pro-
Figura 44
289
pía pelota, cueros y guantes, a fin de granjearse la voluntad de los
mismos e inclinar el juego a su favor. A este respecto, conviene men-
cionar lo que algunos autores han planteado al analizar los docu-
mentos escritos, en el sentido de que cada jugador poseía su propia
pelota (Colas y Voss, 2001: 188).
Una singular vasija trípode del Clásico Temprano con forma de
yugo, que fue publicada por Schele y Mary E. Miller (1986: 255,259,
lámina 97), contiene una escena donde la pelota está envuelta o
atada como si fuera un bulto. Es posible que se trate de una manera
de consagrar el balón, pues como se recordará la práctica de envol-
ver objetos con tela, papel o cuerdas era común en ritos de activación
ritual y ha sido interpretada como un intento por contener la esencia
divina en el interior de los objetos amarrados (Stuart, 1996: 156-
157). Ya hemos visto incluso el verbo de activación ceremonial k'al,
'amarrar' o 'atar', en una de las filas de la escalera jeroglífica de Sa-
bana Piletas (figura 34).
En las escenas labradas en los marcadores norte y sur del Juego de
Pelota II-B de Copán podemos apreciar que en algún momento
A B e D E F G H
Figura 45
290
del juego la pelota se encontraba atada por una cuerda y colgaba
suspendida desde una viga o travesaño horizontal. Schele y Miller
(1986: 251-252) no perdieron la oportunidad de asociar esas imáge-
nes del Clásico Tardío con el famoso pasaje quiché colonial del Popo/
Vuh, donde los hermanos Junajpu' y Xb'alanke' encontraron los im-
plementos del juego de pelota colgados sobre la casa de su abuela
(Craveri, 2013: 92). Como he mencionado, en el Panel2 de La Ame-
lia (figura 41), Zender (2oo4a: 4) encontró una mención a la cuerda
que iba junto con la pelota, si bien la inscripción es tan lacónica que
resulta imposible saber con precisión qué clase de relación había
entre ambos objetos rituales, los cuales parecen haber compartido
el mismo etk'ab'a' o apodo.
Luego de estos ritos o ceremonias, probablemente comenzaba el
juego. Pero nuestros conocimientos sobre las reglas del mismo entre
los mayas clásicos son poco más que conjeturales. A juzgar por la
diversidad en las dimensiones de las canchas y el tamaño variado
de las pelotas, quizá se trataba de distintas modalidades de juego y
no existía un número fijo de jugadores por equipo, si bien hay au-
tores que se han aventurado a proponer un número (v.g., Schele y
Miller, 1986: 242; Colas y Voss, 2001: 186; Barrois, 20II: 205).
En el escalón I y posiblemente también en el XI de la Escalera
Jeroglífica' 2 de Yaxchilán antes aludida, un par de mujeres cuyos
nombres jeroglíficos están erosionados, aparecen representadas en
el acto de jugar a la pelota (vid. Marthews, 1997: 208, 218). Como es
sabido, ninguna tradición en las artes visuales, por figurativa que
sea, reproduce la "realidad", sino que se trata de desvíos retóricos o
construcciones culturales y convencionales (vid. Panofsky, 1983
[1927]; Gombrich, 1979 [196o]; Carrere González y Saborit Viguer,
2ooo: 95 y ss.), de manera que no podemos concluir tan sólo a partir
de estas escenas aisladas de Yaxchilán que las damas mayas del Clá-
sico también participaban en los partidos. No obstante, conviene
advertir que siete siglos más tarde Fernández de Oviedo y Valdés
(1945 [1535], vol. 1: 299) afirmaba que las féminas también practi-
caban el juego del batey, integrando equipos de mujeres contra
291
hombres, mujeres contra mujeres, casadas contra doncellas y aún
damas mezcladas con varones. Veinte años después Las Casas (1967
[ca. 1555-1559], tom. II: 350) volvía sobre el mismo asunto y agre-
gaba que las mujeres no golpeaban la pelota con los hombros o glú-
teos, sino con las rodillas y con los puños cerrados.
Por otra parte, Durán (1967 [156o], vol. 1: 206) señalaba que en el
juego nadie usaba los pies, y que si se tocaba el esférico con otra
parte que no fueran las asentaderas y las rodillas se consideraba
falta. A juzgar por las escenas y figurillas mayas del periodo Clásico
parece que los jugadores podían interceptar o controlar el balón con
las piernas, brazos, pecho o muslos, impactando la pelota de frente
y con fuerza, apoyando las manos o una rodilla sobre el piso; mien-
tras tanto, la otra pierna podía estar ligeramente flexionada, uno de
los brazos doblado sobre la cintura y el otro totalmente extendido
(vid. Foncerrada de Molina y Cardós de Méndez, 1988: 64). Hemos
visto cómo las manoplas con mango pudieron haber servido para
golpear el esférico en saques y ponerlo en movimiento (Schele y Mi-
ller, 1986: 256). También se ha propuesto que el balón era puesto en
marcha con la mano (Colas y Voss, 2001: 187), aunque luego de lan-
zarlo por primera vez ya no se podía tocarlo con esa parte del cuerpo.
Sobre el sistema de marcación también se ha especulado mucho.
U no de los puntos de vista más sugerentes es el de Ramzy R. Barrois
(201 1: 204-205), quien en parte fundamenta su interpretación en la
multicitada obra de Durán (1967 [156o], vol. 1: 206-210). Según Ba-
rrois, el principio general de las diversas variantes del juego meso-
americano residía en que la pelota jamás debía detenerse y, además,
en que los puntos no se contabilizaban de acuerdo con los aciertos
de cada equipo, sino mediante los errores del rival. Si la pelota no
era respondida o se detenía en las zonas terminales de la cancha sig-
nificaba un punto a favor para un equipo y uno menos para el otro,
y así hasta que un bando sumaba diez tantos. Al cabo de cinco pun-
tos, los equipos cambiaban de lado dentro de la cancha, y si uno de
ellos marcaba cinco tantos consecutivos el rival los perdía todos. La
inclinación de los muros laterales servía para que el balón adquiriera
292
aceleración cuando rebotaba y resbalaba sobre ellos. No existía nin-
guna duración prefijada para los partidos e inclusive algunos podían
extenderse durante días. Era menester hacer pasar la pelota al otro
lado de la línea divisoria transversal: en el caso de los mayas clásicos
solía estar señalada mediante discos o marcadores cuadrados de pie-
dra ubicados sobre el piso (figura 46); en las tierras altas de Guate-
mala a través de esculturas con espigas; en Yucatán por medio de
anillos (figura 26) o, según vimos, con una simple línea verde o
negra pintada por medio de "cierta yerba" (Durán, 1967 [157o], vol.
1: 207). Barrois opina que los anillos no eran una zona de marcación,
aunque si por casualidad alguna pelota pasaba a través de ellos el
juego se terminaba.
293
Otro tema que ha estimulado la imaginación de los estudiosos es
la antigua existencia de galardones para algunos jugadores exitosos.
Algunos cronistas del siglo xvr hablan de su presencia en tiempos tar-
díos (plumas, mantas, bragueros, joyas o la ropa de los mismos es-
pectadores), especialmente para aquellos afortunados que metían
la pelota por el aro (Durán, 1967 [1570], vol. I: 207; Garcés Con-
treras, 1975: 45), pero no existen pruebas contundentes sobre la exis-
tencia de trofeos entre los mayas clásicos, si bien se ha especulado
que pudieron consistir en vasijas elegantes llenas de bebidas em-
briagantes (Schele y Miller, 1986: 248, 255),77 hachas y palmas de
piedra (Barrois, 2011: 198).
Finalmente, hemos visto cómo desde los tiempos olmecas muchas
lides de pelota terminaban en occisión ritual (Ortiz Ceballos, Ro-
dríguez Martínez y Delgado Calderón, 1992).?8 El tipo de sacrificio
más representado en el arte maya clásico consiste en hacer rodar el
cuerpo de un cautivo por las gradas de un edificio escalonado dis-
tinto al campo de juego (figuras 31 y 47), aunque asociado con él
(Schele y Miller, 1986: 247-248; Stone, 1995: 198). Dicho giro cor-
poral (figuras 9 y 48) pudo emular la caída de los astros hasta des-
aparecer de la vista, o la de las semillas al ser arrojadas sobre el
agujero de la milpa. Y desde luego, también se practicaba la deca-
pitación ceremonial, como puede notarse en las conocidas escenas
del gran Juego de Pelota de Chichén Itzá, en las vasijas Tiquisate
(figura 49) y en los paneles de Aparicio y El Tajín, tormento aso-
ciado con la fertilidad (vid. Piña Chan, 2013 [198o]: 6o). En mi opi-
nión ese tipo de sacrificio humano reproducía, o tenía como modelo
arquetípico, unmito atestiguado en el escalón VII de la Escalera Je-
roglífica 2 de Yaxchilán (figuras 47 y so). No es que se tratara de un
mito local o exclusivo de Yaxchilán, sino tan sólo que sus pormenores
77 La idea de que algunas vasijas pudieron haber servido como trofeo para ciertos jugadores
talentosos parece estar inspirada en las ánforas panatenaicas llenas de aceite, que eran premios ob-
tenidos por los vencedores en algunas justas deportivas griegas, como las que se celebraban durante
la fiesta ática de las Panateneas.
8
7 Vid. supra, nota 72.
294
se han preservado mejor en ese peldaño jeroglífico. Sin menoscabo
de otros mitos antiguos vinculados con el juego de pelota,79 el del
escalón VII pudo haber sido el fundamento cosmogónico principal
de este deporte sagrado entre los mayas clásicos.
79Resulta obvio que durante el periodo Clásico hubo más de un mito maya asociado con el
juego de pelota, y que algunos motivos de ciertos de ellos pudieron haber sobrevivido y fueron re-
tomados siglos después en el Popo! Vuh de los quichés coloniales. Pero contrario a la opinión de
mucha gente, pienso que los tipos (conglomerados recurrentes de motivos) de ese documento tardío
aún no existían durante el periodo Clásico, tal como argumentamos Michela E. Craveri y yo en
un ensayo que estamos escribiendo.
Figura 48
295
Figura so ,
Figura 51
F G A 8 C D E
Figura 52
296
Finalmente debo decir que las historias populares acerca del sa-
crificio de los equipos o jugadores victoriosos son poco menos que
cuentos románticos, pues incluso de los monumentos de Calakmul
(figura 51) o Toniná (figura 52) puede obtenerse la conclusión de que
los perdedores tampoco recibían ese trato. Dicho papel ritual parece
haber sido desempeñado por cautivos de guerra o acaso por niños. Es
cierto que en el Popal Vuh (Craveri, 2013: 66, 119) los jugadores fueron
inmolados, pero se trata de un mito colonial de las Tierras Altas, des-
fasado de las Tierras Bajas del Clásico al menos por seiscientos años.
EL GRAN MITO ASOCIADO CON EL JUEGO
De acuerdo con la inscripción jeroglífica del escalón VII (figura so)
del Templo 33 de Yaxchilán, tres dioses distintos fueron decapitados
en distintas fechas del pasado profundo o mitológico. La segunda
decapitación ocurrió 42857 días después de la primera (1 17.33 años),
mientras que la tercera acaeció 493 491 días después de la segunda
(1 351.10 años):
Uhxlaju'n chilj] k'in(?) ho'paax ch'akb'aah ... Nal, unahtal ahaal.
Huklaju'n [he'w}, mi[h} winik[iz]y, b'alunlaju'n haab'[ii]y, ho' wini-
khaab'[ii}y i u{h}ti
b'alun o'hl[is] k'in(?), lahcha' chi'ikin ch'akb'aa/0 ]u'n ... , ucha'tal
ahaal.
B'uluch [he'w}, chanlaju'n winik.fiiy, laju'n haab'[ii]y, waxak wini-
khaab'[ii]y, uhx pik[haab'ii}y i u{h}ti
ju'n ajaw k'in(?) uhxlaju'n chi'ikin ch'akb'aah Chak M o['} Xib' ... Nal
Ixiim(?) Ajaw(?), {uy}uhx{tal} ahaal ehb'alj].
Ochb'ij.
U[h]tiiy Ik' Wahynal, Wak Haab'nal.
Utz'akaú}.
80
Mi interpretación es que se trata de un sustantivo compuesto del verbo ch'ak, "cortar de
tajo", más el sustantivo b'aah o b'aaj, "frente" o "cabeza", dando lugar a ch'akb'aah o ch'akb'aaj,
"decapitación", pues esta inscripción pertenece a una época donde ya había colapsado la distinción
entre aspiradas glotales 1-h/ y aspiradas velares 1-j/, vid. Grube (2oo4b: 79).
297
[En el] día(?) 13 Manik' 5 Paax es la decapitación de[ ... ] N al, es el
primer despertar.
17 [días después], o veintenas después, 19 años después, 5 k'atuunes
después y entonces pasó [que en el] día(?) 9 K'an 12 Xuul es la de-
capitación de Ju'n [ ... ],es el segundo despertar.
11 [días después], 14 veintenas después, 10 años después, 8 k'atuunes
después, 3 b'aak'tuunes después y entonces sucedió [que en el] día(?)
1 Ajaw 13 Xuul es la decapitación de Chak Mo['] Xib', [ ... ]Nal,
Ixiim(?) Ajaw(?), es el tercer despertar del de la escalera.
Es la entrada al camino.
Había ya ocurrido [en] Ik' Waynal, [en] Wak Haab'nal.
Es la cuenta.
Como observa Stuart (2003a: 27), los tres sacrificios por decapitación
mencionados aquí equivalen a tres "despertares" o creaciones, en
consonancia con la idea mesoamericana de que el mundo fue des-
truido y reordenado varias veces. La creencia de que al principio de
cada era cosmológica un dios progenitor despertó de su letargo,
puede encontrarse también en el Chilam Balam de Chumayel, tal
como lo mostró María Montolíu Villar (1989: 22; vid. Velásquez
García, 2009a: 56) al argumentar que según ese libro maya colonial,
luego' del diluvio que derrumbó los cielos, Dios se encontraba dor-
mido y sumido en su inconsciencia, lo que equivale al tiempo in-
trascendente del mito. De hecho, ya en el siglo XIX Daniel G.
Brinton (1882: 34) había notado que el verbo 'despertar',ahal, se en-
contraba en la raíz de la expresiónahal kaab', 'amanecer' (vid. Bric-
ker, Po'otYah y Dzul de Po'ot, 1998: 2).
El propio texto jeroglífico del escalón VII de Yaxchilán que aca-
bamos de ver, afirma que la tercera decapitación equivale al 'des-
pertar del de la escalera', una posible alusión a la activación de
acciones o actividades del dios patrono del sacrifico por rodamiento,
asociado a su vez con el juego de pelota. También agrega que el día de
la tercera decapitación es la 'entrada al camino', expresión que desde
hace muchos años los epigrafistas saben que equivale a la muerte (vid.
298
Freidel, Schele y Parker, 1993; Eberl, 2005: 47-49). Esta muerte o
'entrada al camino' tuvo lugar en un sitio del ámbito del anecúmeno
llamado Ik' Waynal, 'Lugar de la Cavidad Subterránea Negra', o
Wak Haab'nal, 'Lugar de los Seis Tiempos' o 'de los Seis Años' que,
como Stuart (2003a: 28) ha mostrado, es el emplazamiento sagrado
donde los mandatarios mayas reactualizaban la creación del cosmos
decapitando importantes cautivos de guerra.
La mención de este mito en el escalón VII se encuentra acompa-
ñada por otro texto escrito que ubica la consagración de esta escalinata
en el marco del tiempo profundo y cósmico de la Gran Cuenta
Larga (vid. Stuart, 2012b: 229-251), al mencionar nueve posiciones
arriba de los winikhaab' o k'atuunes, cada una acompañada por el
coeficiente 13, salvo la de los pikhaab' o b'aak'tuunes, que lleva un 9,
lo que produce la combinación numerológica de dos importantes
cifras sagradas (9 y 13): 13.13.13.13.13.13.13.13·9·15.13.6.9, 3 Muluk
17 Máak <3 Muluc 17 Mac>, 17 de octubre de 744 d.C. (vid. figura
47.) El texto jeroglífico asienta que 'la escalera de los tres despertares
fue golpeada' -es decir, activada ritualmente- y que se trata de
la escalinata del gobernante Yaxuun B'ahlam IV, quien es la encar-
nación, personificación o representante (vid. Velásquez García,
201ob) del dios ninfea de las aguas dulces, ub'aahil a'n Yahx Chiit
Ju'n Witz' Nah Kan, en cuya forma aparece en la escena iconográfica
justo antes o después de golpear un balón simbólico hecho con el
cuerpo de un señor de Lakamtuun (Martín y Grube, 2oo8: 130). La
naturaleza liminar de esta escena, que participa por igual del ám-
bito de los creadores (anecúmeno) y de las criaturas (ecúmeno), y
que se desenvuelve en una escala y dimensión del tiempo que excede
la experiencia humana, queda de manifiesto por los dos acompa-
ñantes enanos con símbolos de estrella o Venus bajo el brazo, seres
dotados de capacidades mágicas (vid. Prager, 2001; 2002), mientras
que el lucero es símbolo del umbral de los crepúsculos (Lacadena
García-Gallo, 2010: 387; Velásquez García, 201oa: 123).
Es preciso mencionar que los conceptos vertidos en el mito men-
cionado en el escalón VII forman la parte medular de la ideología
299
del juego de pelota, tal como se menciona en las inscripciones del
Clásico a lo largo y ancho del territorio maya. Además se trata de
la narrativa escrita más estructurada que ha sobrevivido de esa
época con relación al juego. De modo que coincido con Simon Mar-
tin y Nikolai Grube (2oo8: 130) en que se trata del mito central que,
por excelencia, está relacionado con ese deporte ritual, si bien es
obvio que no se trataba de la única narrativa mitológica existente
en esa época, como puede advertirse si recordamos las escenas donde
el dios S, Ju'n Ajaw o Ju'n Pu'w, 81 aparece jugando a la pelota en
los marcadores del Juego de Pelota 11-B de Copán (Schele y Miller,
1986: 251-252; Coe, 1989: 173), asociado con una pelota-conejo en
la botella de cerámica de Leiden (Schele y Miller, 1986: 252, lámina
103) o pintado como jugador en el dibujo 21 de la cueva de Naj
Tunich (Coe, 1989: 171; Stone, 1995: 150) (figura 53), como tam-
bién, de forma más dudosa, en el
marcador de juego de pelota de La
Esperanza (Kowalski, 1989; Stone,
1995: 151). No obstante, me resisto a
pensar que dichas escenas aisladas
son prueba de que los mitos quichés
coloniales, narrados en el Popo! Vuh,
ya se encontraban entre los mayas
del Clásico, pues a lo mucho se
puede afirmar que durante el Clá-
sico Tardío ya existían algunos de
sus motivos. 82 Prefiero atenerme a la
evidencia escrita e iconográfica pro-
Figura 53
8
' 'Uno Cerbatana'. Así llama este dios en los vasos K793 y K7727, lo que recuerda el nombre
del dios quiché Jun Ajpu', 'Uno Cerbatanero'. No obstante, prefiero una postura más cauta y no
identificar a ambos dioses como el mismo, pues además del tiempo y la distancia geográfica donde
eran adorados, su continuidad no residiría tanto en la estructura o semejanza de los teónimos,
sino en sus asociaciones simbólicas con tipos determinados (estructuras estables de motivos dentro
de los mitos) y no con motivos aislados (unidades menores orales o icónicas) (vid. Chinchilla Ma-
zariegos, 2011: 101; Craveri y Velásquez García, s/f).
8
' Vid. supra, nota 8o.
300
pia de la época que estoy estudiando, y hacer poco caso de los textos
que son válidos para estudiar otros periodos más recientes de la his-
toria maya.
Otra narrativa mitológica que probablemente estaba presente du-
rante el Clásico tiene que ver con el nacimiento del dios del maíz,
tema que ha sido estudiado por Boot (2003) en los llamados platos
del Danzante de Tikal; el autor ha mostrado que existe una cone-
xión entre su danza, los implementos para el juego de pelota y su
renacimiento del lomo de una montaña que se raja, cuya fractura
resulta ser el abismo mismo de la cancha, como puede admirarse
en la escena culminante de la vasija K5226 (figura 54), donde el
numen del cereal emerge del campo de pelota al tiempo que invoca
a los Dioses Remeros, símbolo de los estados liminares (vid. Velás-
quez García, 201oa), quienes surgen de las mandíbulas de una ser-
piente bicéfela.
Diversos dioses y animales están asociados de una manera u otra
con el fenómeno del juego de pelota entre los mayas del periodo
Clásico, ya sea que estén presentes en los tocados de los jugadores,
como es el caso de Wak Mitun Ajaw; del Jaguar del lnframundo
(Ik'ij); de Chaahk; de aves, jaguares (figura 51) o venados que apa-
recen en los paneles de La Corona, o de máscaras representadas de
perfil en formato de "rayos X", como ocurre en el escalón X de la
Escalera Jeroglífica 2 del Templo 33 de Yaxchilán (figura ss), donde
Figura 54
301
un saja! de primer rango, vestido como jugador, se encuentra per-
sonificando al dios del viento Iik' K'uh (vid. Zender; 2004a: 2 Nájera
Coronado, 2015). En otros escalones de la misma estructura arqui-
tectónica aparecen jugadores con máscaras y tocados que represen-
tan las fuerzas de la fertilidad (vid. Mathews, 1997: 21 1-220). En
dichas imágenes, los participantes en el juego encarnan fuerzas nu-
minosas del anecúmeno y por ello se trata de profundos rituales de
concurrencia o personificación b'aahil a'n (vid. Velásquez García,
201ob). Puesto que el fundamento de todo rito es un mito, obvia-
mente puede inferirse que durante el Clásico hubo otros mitos re-
lacionados con el juego de pelota.
U na relación entre danza y juego de pelota, semejante a la que Boot
(2003) encontró en el caso del dios del maíz, podría también conjetu-
rarse a partir de la mención del dios solar Huk Chapaht Tz'ikin K'i-
nich en la escalera jeroglífica de Sabana Piletas que (vid. Benavides
Castillo, 2009: 82), como vimos, se relaciona íntimamente con el rito
del juego. Como ya era conocido tiempo atrás, el traje de Huk Cha-
paht Tz'ikin K'inich se usaba en danzas de personificación con más-
caras de "rayos X", especialmente en vasos de la región del lago Petén
ltzá (vid. Velásquez García, 2007: 8-9), que tal vez representen una
forma de nagualismo público (Velásquez García, 2013: 575-578).
Figura 55
302
7 AJAW: DIOS PATRONO DEL JUEGO DE PELOTA
Como vimos, existe una estrecha relación entre la danza, el juego
de pelota y las máscaras de personificación con perspectiva de "rayos
X". Dicha relación se encuentra claramente representada en el vaso
de alabastro K3296 (figura s6). 83 La inscripción labrada en esta vasija
tiene una fecha escrita que corresponde al 18 de noviembre de 767
d.C. 84 El vaso menciona al gobernante de Copán Yahx Pasaj Chan
Yopaat (76y810 d.C.) quien, de acuerdo con el texto jeroglífico, se
encuentra danzando en el juego de pelota Xu' y es la personificación
de un dios de nombre Hukte' Ajaw (Zender, 2004a: 4-5), cuya más-
cara de "rayos X" porta. Según Alexander Tokovinine (2002: 4), este
dios era uno de los patronos principales del juego de pelota y de la
cacería, así como la probable versión clásica de la deidad Huk Si'ip
8
3 Nikolai Grube (1992: 203, fig. 4d) fue el primer investigador que se interesó por este vaso,
aunque sólo lo abordó de forma pasajera y tangencial.
84 La inscripción grabada en el vaso dice que la fecha es 11 Imox 15 Muwaan < 11 Imox 15
Muan>, pero como la combinación aritmética de Imox con 15 es imposible en el calendario maya,
la fecha corregida debe ser 11 Imox 14 Muwaan < 11 Imix 14 Muan> y, dado que el texto menciona
al gobernante de Copán Yahx Pasaj Chan Yopaat (763-810 d.C.), su posición en Cuenta Larga
debe ser 9.16.16.14.1.
303
que aparece en los códices mayas. 85 Sus características iconográfi-
cas, que podemos notar tanto en su cartucho nominal (7-TE'-
AJAW -wa) como en la máscara usada por el rey de Copán, apuntan
a que se trataba de un anciano barbado y con perfil simiesco, el cual
ostenta obturadores nasales que quizá representan su aliento. 86 El
atuendo de Yahx Pasaj incluye, además de la máscara, un pectoral
elaborado con dos barras horizontales, entre las cuales podemos en-
contrar las anteojeras de Tlaalok <Tlaloc>, así como una sonaja de
calabaza empleada también en algunos vasos de la tradición Iik'
donde se representan danzas y "máscaras de rayos X". 87 Cabe men-
cionar que los aros y bigotera de Tlaalok <Tlaloc> se encuentran
también en las taloneras de los dos ejecutantes grabados en este vaso.
El artista quiso destacar la jerarquía social de Yahx Pasaj al proyec-
tarlo frontalmente, mientras que el otro danzante, que utiliza una
máscara de caimán o cocodrilo (ahiin) y no está mencionado en el
texto, es presentado de perfil para indicar su carácter subsidiario
(vid. Benson, 1974: 110).
CoNCLUSIONES
Numerosas interpretaciones académicas, formuladas desde el siglo
XIX, han planteado que el juego llegó a convertirse en un rito que
simbolizaba la guerra, la cacería, el movimiento de los astros (espe-
cialmente de Venus y del Sol, aunque también de las estrellas), la
lucha del día contra la noche, de la vida contra la muerte, de las po-
tencias masculinas, calientes y celestes del cosmos contra las femeninas,
85 La versión colonial de Huk Si'ip, tal como aparece en los libros de Chilam Balam, era un
dios conocido como Wuk Yóol Si'ip, 'Siete Corazón de Pecar' u 'Ofender'. En los códices mayas
es el dios Y (vid. Sotelo Santos, 2002: r89-194).
86
De acuerdo con Karl A. Taube (2ooo: 282), algunos ejemplos de la Serpiente de la Guerra
emiten sobre el hocico esos mismos elementos largos (¿obturadores?), pero borlados. Él los inter-
preta como las antenas de un lepidóptero. Si en lugar de obturadores el dios Hukte' Ajaw tuviera
las antenas de ese insecto, ello lo asociaría también con la Serpiente de la Guerra y con la entidad
Mariposa Jaguar, al tiempo que podría ayudar a explicar por qué Yahx Pasaj está utilizando una
máscara de "rayos X" en este vaso.
87
Particularmente K3o54 o LC-cb2-462 (fig. 4.2), K46o6 o MSr442 (fig. s.ro) y K6888.
304
frías y telúricas, arena donde se jugaba el devenir de las estaciones
(lluvias y secas, verano e invierno), propiciando el movimiento y la
fertilidad agrícola a través de magia simpatética (Garza Camino e
Izquierdo y de la Cueva, 1992: 337, 347; Carreón Blaine, 2oo6: 99-),
mientras que la cancha era un portal entre el mundo y supramundo
(Stuart y Stuart, 1993: 134), entre el ecúmeno y el anecúmeno (vid.
supra, nota 26), sitio liminar de muerte y de nacimiento, cueva de
salida y de entrada. En suma, todo aquello que constituye la esencia
misma del movimiento, del devenir, de la transformación periódica
y del ciclo de la vida, como hemos visto al analizar las analogías
entre los vocablos para "pelota, hule, movimiento" y "corazón". La
oposición eterna de fuerzas cósmicas contrarias, pero a la vez com-
plementarias (vid. Garza Camino e Izquierdo y de la Cueva, 1992;
Uriarte Castañeda, 1992; Stuart, 2003b).
Sobre las posibles funciones sociales del juego de pelota se han
producido una pléyade de estudios, aunque me parece que se pue-
den resumir en seis o siete ideas básicas:
a) el juego probablemente nunca dejó de ser una práctica deportiva y de
entretenimiento, tal como probablemente lo fue en tiempos tempranos
(Daneels, 201oa: 140), aunque no es seguro que así haya comenzado
(vid. Ortiz Ceballos, Rodríguez Martínez y Delgado Calderón, 1992);
en las etapas más recientes de la historia náhuatl aún servía de "recre-
ación y alivio de sus continuas guerras y trabajos" e incluso llegó a con-
vertirse en un vicio donde la gente lo perdía todo en apuestas (Durán,
1967 [1570]: vol. 1, 206, 210; Garcés Contreras, 1975: 45; Garza Camino
e Izquierdo y de la Cueva, 1992: 335); 88 a lo largo de buena parte de la
88
Fray Diego Durán (r967 [r57o]: vol. 1, 2o8-2ro) menciona que la gente humilde apostaba
"preseas de poco valor y estima", aunque luego de perderlo todo el vicio los conducía a ofrecer
sus casas, sementeras, trojes de maíz, magueyes, e inclusive a sus hijos y así mismos, tornándose
en en esclavos que, si no se rescataban, terminaban en el sacrificio. La gente con recursos apostaba
"joyas, esclavos, piedras ricas, mantas galanas, aderezos de guerra y ropas y aderezos de mujeres".
Mientras que los gobernantes "jugaban las mancebas".
305
historia mesoamericana esta función netamente lúdica y festiva del
juego seguro coexistió con sus usos estatales, oficiales o rituales (vid.
Zender, 20o4b: 10).
b) Las élites gobernantes aparentemente usaron el juego como un recurso
para resolver conflictos políticos internos y externos entre las élites y
los pueblos, incluyendo la negociación de alianzas, el fortalecimiento
de lealtades y la demarcación de áreas de influencia (Schele, 1997= 121;
Carreón Blaine, 2oo6: 99); de hecho, algunos paneles de La Corona (v.g.
Zender, 2004b: II-I2; Stuart, 2012a), Toniná (Stuart, 2013) y de otros
sitios (Tunesi, 2007) enfatizan esta función del juego, relacionada con
la diplomacia o la política exterior.
e) En el ámbito estrictamente religioso, el juego era un ritual que repro-
ducía ciertos mitos cosmogónicos, elevando la conducta mundana de
los jugadores a un acto sagrado, cuyas consecuencias se insertan en el
tiempo profundo y trascendente de la Gran Cuenta Larga (vid. Schele
y Miller, 1986: 249; Stuart, 2012b: 229-251).
d) La política y la religión se entremezclaban en el juego, pues los cautivos
de alto rango, procedentes de entidades políticas enemigas, pudieron
haber personificado a ciertos personajes o fuerzas activas de los mitos,
antes de convertirse en el objeto de una occisión ritual por decapitación,
por arrojamiento sobre las gradas o por cualquier otro método.
·e) Otra forma en la que la política y la religión podrían entremezclarse
en el juego fue sugerida por Kristaan D. Villela y Rex Koontz (1993) en
el caso del complejo programa escultórico y pictórico que ornamenta
los recintos del Gran Juego de Pelota de Chichén ltzá, donde las cere-
monias de ascensión o investidura de los gobernantes se insertan en el
marco cósmico de los mitos de creación.
fJ Es posible que el juego haya tenido otros usos rituales, como por ejem-
plo algunos de iniciación o de adivinación, al servir como medio para
viajar al anecúmeno y consultar a los seres numinosos (vid. Schele,
1997= 121).
g) finalmente, y en consonanCia con su aspecto mágico simpatético
(Garza Camino e Izquierdo y de la Cueva, 1992: 337), el gobernante
maya que ponía en movimiento la pelota debió haber sido considerado
306
un agente determinante para propiciar el movimiento y establecer el
curso o trayectoria de los astros (Schele y Miller, 1986: 246), usando
posiblemente sus poderes divinos de ch'ahb' -ahk'ab' o de creación (vid.
Stuart, 2007: 45).
No obstante, es posible que la relativamente elevada edad atribuida
a muchos gobernantes mayas haya sido un claro impedimento para
que ellos se involucraran realmente en una actividad física tan pe-
sada y, tal como piensa Emilie A. Carreón Blaine, 89 el insistente dis-
curso escriturario y visual del mandatario asociado con el juego
pudiera haber tenido una motivación hasta cierto punto demagógica
o propagandística. Este punto de vista suena creíble en virtud de la
cantidad de ornamentos como tocados, penachos, máscaras y otros
elementos con los cuales aparecen ataviados los gobernantes en las
escenas de las vasijas y relieves, y cuyo uso durante los partidos re-
sulta inverosímil. Barrois (201 1: 198) sugiere que dichos ornamentos
y plumajes tan sólo tenían la función iconográfica de ayudar a que
el espectador de la escena que no podía leer jeroglíficos pudiera
identificar los equipos.
El juego de pelota tiene muchos niveles de significado y cada uno
de ellos puede llevar a la elaboración de capítulos completos, por
ejemplo la vitalidad del esférico y los instrumentos del juego, las
múltiples asociaciones que tiene la pelota con lo más precioso, el co-
razón, la sangre, el concepto de estar envuelto y la medida de las
tiras de hule que la integraban. El cuerpo humano como referencia
l
de todo lo que nos rodea y de lo construido por el hombre, las esca-
leras cercanas a la cancha, el camino blanco, las orejas de piedra.
Los sacrificados que rodaban por los escalones, el gobernante ju-
gador de pelota y sabio, la vinculación de la cancha y del juego con
el inframundo. Todo esto nos lleva a concluir que desde épocas tan
tempranas como el 16oo a.C. esta fue una práctica llena de profundo
simbolismo. Me parece que con la contribución de los autores que
So Comunicación personal, 28 de abril de 2014.
307
escribimos en este libro habrá en el futuro una mejor comprensión
de estos significados y los diversos niveles para su comprensión.
AGRADECIMIENTOS
Me encuentro en gratitud con la Dra. María Teresa U riarte Casta-
ñeda no sólo por invitarme a escribir en este libro, sino por su in-
finita paciencia para esperar mi ensayo. Del mismo modo quisiera
agradecer los comentarios tan útiles que sobre diversos aspectos
abordados aquí me externaron Emilie Ana Carreón Blaine, Alfonso
Lacadena García-Gallo, Alfredo López Austin, Florencia Scandar
y María Elena Vega Villalobos.
Pies de figuras, transliteración, transcripción y traducción
Figura 1 Figura 3· Verbo pitziij, 'jugar a la pelota';
pi-tzi Escalón VII de la Escalera Jeroglífica 1
pitz de Naranjo: Ü2 (dibujo de Ian Graham;
'juego de pelota' tomado de Graham, 1978: 109).
Figura 1. Sustantivo pitz, 'juego de pe-
lota'; Monumento 172 de Toniná: C3 Figura 4
(dibujo de Ian Graham, et al., 2oo6). pi-tzi-la
pitziil
Figura 2 'el acto de jugar a la pelota'
' pi-tzi-la Figura 4· Expresión pitziil, que proba-
'
pitziil blemente designa 'el acto de jugar a la
]
'jugador de pelota' pelota' o simplemente el sustantivo 'ju-
i
1 Figura 2. Sustantivo pitziil, 'jugador de gador de pelota'; vaso K3296 (The
pelota'; vaso de alabastro K7749: C (Los Princeton Art Museum: F3; tomado
Angeles County Museum of Art; to- del archivo fotográfico de Justin Kerr:
mado del archivo fotográfico de Justin h ttp:/1research .m a ya v ase .com/k er r-
Kerr: http://research.mayavase.com/ maya_hires. ph p? vase =3296).
kerrmaya_hires. ph p? va se= 7749 ).
Figura 5
Figura 3 pi-tzi-la-ja
pi-tzi-ja pitzlaj
pitziij traducción problemática
'jugar a la pelota' Figura 5· Verbo pitzlaj, que probable-
308
mente significa 'él estuvo en posición Figura 9· Reconstrucción de la caída y
de juego de pelota' o designa la acción giro corporal de Unen B'ahlam o Bebé
repetitiva de golpear y rebotar el Jaguar a partir de las vasijas estilo có-
balón; panel del Museum of the Ame- dice; dicha acción fue expresada en los
rican Indian, probablemente proce- jeroglíficos mayas mediante el verbo
dente de La Corona: C2 (tomado de ya!, usado también para arrojar la pe-
Schele y Miller, r986: 258). lota (tomada de Robicsek y Hales,
r98r: r r8).
Figura 6a
ja-tz'a Figura ro
jatz' pi-tzi-li
'azotar' o 'pegar' pitzil
Figura 6a. Verbo transitivo jatz' o jaatz', 'jugador de pelota'
'azotar' o 'pegar'; Altar 2 de Naranjo: Figura ro. Sustantivo pitzil, 'jugador
C4 (dibujo de Nikolai Grube, tomado de pelota'; vaso K775o, también cono-
de Grube y Martin, 2004: II-70). cido como Caja de los Once Dioses
(Los Angeles County Museum of Art;
Figura 6b tomado del archivo fotográfico de Jus-
JATZ' tin Kerr: http://www.mayavase.com/
jatz' o jaatz' eleven.html).
'azotar' o 'pegar'
Figura 6b. Verbo transitivo jatz' o Figurar r
jaatz', 'azotar' o 'pegar'; bloque de la a-pi-tzi-la
Escalera Jeroglífica de El Perú (dibujo a[j}pitziil
de Marc U. Zender; tomado de Zen- 'el jugador de pelota'
der, 2004a: 8). Figura r r. Títuloajpitziil, 'el jugador de
pelota'; Monumento r78 de Toniná: AS
Figura 7· Jugador o pugilista usando (dibujo de Simon Martin; tomado de
una manopla de piedra; vaso K79r Grube, Martin y Zender, 2002: II-34).
(tomado del archivo fotográfico de
Justin Kerr: http: //research.mayavase. Figura r2a
comlkerrmaya_hires. ph p? va se= 79 r ). a-pi-tzi-la-OL-la
a[j]pitziil o'hl{a]l
Figura 8 'el de ánimo de jugador de pelota'
ya-la Figura r2a. Títuloajpitziil o'hlal, 'el de
ya! ánimo de jugador de pelota'; Tablero
'arrojar' o 'tirar de los 96 Glifos de Palenque: J2 (di-
Figura 8. Verbo ya!, 'arrojar' o 'tirar'; bujo de Simon Martin, tomado de Mi-
Panel2 de La Amelia: A3a (dibujo de ller y Martin, 2004: r24).
Stephen D. Houston; tomado de
Houston, r993: fig. 3-2r).
309
Figura 12b 'juego de pelota'
pi-tzi-la OL-la-wa Figura 15. Probable sustantivo alaw,
pitziil o'hlaw 'juego de pelota'; Dintel 1 de Yulá: D3
'él de ánimo de jugador de pelota' (tomado de Boot, 2005: 314).
Figura 12b. Título ajpitziil o'hlaw, 'el
de ánimo de jugador de pelota'; Ta- Figura 16
blero del Palacio de Palenque: ÜII- JALAB'[b'i]
P1 1 (tomado de Robertson, 1985: lám. jalaab'
258). 'juego de pelota'
Figura 16. Sustantivojalaab', 'juego de
Figura 13a pelota'; Dintel 1 del Templo de los
i-tz'a-ti pi-tzi-li Cuatro Dinteles de Chichén ltzá: C8
itz'aat pitzil (tomado de Krochock, 1989: 10).
'jugador de pelota sabio'
Figura 13a. Títuloitz'aatpitzil, 'jugador Figura 17
de pelota sabio'; vaso K8622: F (tomado ja-JALAW?-wa?
del archivo fotográfico de Justin Kerr: jalaw(?)
http://research.mayavase.com/kerr- 'juego de pelota'
maya_hires.php?vase=8622). Figura 17. Sustantivo jalaw, 'juego de
pelota'; Escalón Jeroglífico 1 de
Figura 13b Uxmal: h (tomado de Graham, 1992:
i-tz'a-ta pi-tzi-li 117).
itz'at pitzil
'jugador de pelota sabio' Figura 18. La montaña Yahxhaal
Figura 13b. Titulo itz'at pitzil, 'jugador Witznal, donde nació el dios del maíz.
de pelota sabio'; vaso K635 (tomado del Su frente hendida reproduce el corte
archivo fotográfico de Justin Kerr: transversal de una cancha para el
http://research.mayavase.com/kerr- juego de pelota; Estela 1 de Bonampak
maya_hires.php?vase=635). (dibujo de Peter L. Mathews, tomado
de Miller, 1986: fig. 19).
Figura 14
?-na
... n Figura 19. Cartucho cuatrifoliado que
juego de pelota representa la entrada a una cueva; pro-
Figura 14. Probable sustantivo para cede del llamado Panel de la Creación
juego de pelota, ... n; Monumento 141 de Palenque (dibujo de Linda Schele;
de Toniná: C4b (tomado de Graham y tomado del archivo fotográfico de
Mathews, 1999: 173). Linda Schele: http://research.famsi.org
/schele_list. php? rowstart = 120&se-
Figura 15 arch=Palenque&num_pages=27&title
ALAW-la =Schele%2oDra wing%2oCollection&t
alaw ab=schele
310
Figura 20 Figura 24
MUK-NAL-la chi-ki-TUN-ni
muknal chiki[n] tuun
'sepulcro' 'oreja de piedra'
Figura 20. Sustantivo muknal, 'lugar de (anillo de juego de pelota)
entiero' o 'tumba' (Tableta 5 de Ceibal: Figura 24. Sustantivo chiki[n] tuun,
DD1a; tomado de Graham, 1996: 59). 'oreja de piedra' o anillo de juego de
pelota; cara anterior del Anillo Jeroglí-
Figura 21 fico del Juego de Pelota de Oxkintok:
jo-mi K (dibujo de José Miguel García Cam-
;oom pillo, tomado de Lacadena García-
'barranco, hoyo, hundimiento' o 'sima' Gallo, 1992: 179).
Figura 2r. Sustantivojoom, 'barranca,
hoyo, hundimiento' o 'sima'; vaso es- Figura 25
tilo códice K2o68: 1 (tomado del ar- PET-ta-ja-la
chivo fotográfico de Justin Kerr: petjal
http://research.mayavase.com/kerr- 'se hizo redondo'
maya_hires.php?vase=2o68). Figura 25. Verbo incoativo petjal, 'ha-
cerse redondo'; cara anterior del Ani-
Figura 22 llo Jeroglífico del Juego de Pelota de
[b'i]TUN-ni Oxkintok: 1 (dibujo de José Miguel
b'ituun García Campillo, tomado de Lacadena
'superficie pavimentada, bruñida' o 'en- García-Gallo, 1992: 179).
calada'
Figura 22. Sustantivo b'ituun, 'cancha' o Figura 26
'patio pa':'imentado' (Altar 2 de Naranjo: 8-IK' 13?-?-Tro46var PET-ta-ja-la
D4; tomado de Grube, 2004a: 208). yu-xu-ja? u-chi-ki-TUN-ni KAL-TE'
r-? YOPAT
Figura 23 waxak iik' 'u{h]xlaju'n? . . . petjal
1-IMOX 19-SUTZ'ja-tz'a 'u-b'i-TUN- yuxul(?) uchikfin] tuun Kal[o'm}te'
ni K'AK'-TAK CHAN-na-CHAK ]u'n ... Yopaat
K'UH-SA' -AJAW '[en el día] 8 lk' 13? ... el grabado del
ju'n imox b'alunlaju'n suutz' ja[h]tz'a{j} anillo del Kalo'mte' Ju'n ... Yopaat se
ub'i[h] tuun K'ahk' Tak[laj] Chan hizo redondo'
K'uh[ulj Sa'[aal] Ajaw Figura 26. Cara anterior del Anillo Je-
'[en el día] 1 imix 19 zodz el patio [can- roglífico del Juego de Pelota de Ox-
cha] de K'ahk' Taklaj Chan Chaahk, kintok: G-N (dibujo de José Miguel
Señor Divino de Naranjo, fue golpe- García Campillo, tomado de Lacadena
ado' García-Gallo, 1992: 179).
Figura 23. Altar 2 de Naranjo: F2-F5
(dibujo de Nikolai Grube; tomado de
Grube, 2004a: 208).
311
Figura 27 gradas, con el cuerpo de un cautivo en
u-xu-lu na-ja [*TUN-*ni] su interior; Escalón VIII de la Escalera
uxulnaj tuun Jeroglífica 2 del Templo 33 de Yaxchi-
'la piedra fue esculpida' lán (dibujo de Ian Graham; tomado de
Figura 27. Frase que se refiere a la ela- Graham, 1982: 162).
boración de un anillo para juego de
pelota: uxulnaj tuun, 'la piedra fue es- Figura 32
culpida'; Escultura 2 del Juego de Pe- JATZ'-na-ja 3-a-ha-li EB'
lota de Uxmal, lado norte: F-H jaatz'naj uhx ahaal ehb'
(dibujo de lan Graham; tomado de 'la escalera de los tres despertares fue
Graham, 1992: 120). golpeada'
Figura 32. Escalón VII de la Escalera
Figura 28 Jeroglífica 2 del Templo 33 de Yaxchi-
EB' lán: Q1-Q2 (dibujo de Ian Graham;
ehb' tomado de Graham, 1982: 16o).
'escalera'
Figura 28. Sustantivo ehb', 'escalera'; Figura 33
Escalón II de la Escalera Jeroglífica 4 PET-ji-ya
de Dos Pilas: J2 (tomado de Houston, petjiiy
1993: 109). 'ya se había hecho redondo'
Figura 33· Verbo de consagración
Figura 29 petaj, 'hacerse redondo'; Escalera Jero-
K'AN-na-TUN-ni glífica 1 de Sabana Piletas, fila B: 9 (fo-
k'ahn tuun tografía de Carlos Pallán Gayol;
'escalera de piedra' tomada de Merk, 2011: lámina 3).
Figura 29. Sustantivo k'ahn tuun, 'es- Figura 34
calera de piedra'; Escalón II de la Es- K'AL-la-ji-ya
calera Jeroglífica 4 de Dos Pilas: 12 k'ahljiiy
(tomado de Houston, 1993: 109). 'ya había sido atada'
Figura 34· Verbo de consagración k'al,
Figura 30 'atar' o 'amarrar'; Escalera Jeroglífica
EB' 1 de Sabana Piletas, fila A: 9 (fotogra-
ehb' fía de Carlos Pallán Gayol; tomada de
'escalera' Merk, 2011: lámina 1).
Figura 30. Sustantivo ehb', 'escalera';
Escalón VII de la Escalera Jeroglífica Figura 35
2 del Templo 33 de Yaxchilán: Q2 (to- WOL
mado de Graham, 1982: 16o). woohl
'pelota'
Figura 31. Escena de una pelota de ta- Figura 35· Jeroglífico que designa a la
maño descomunal rodando por las pelota de hule: woohl; Panel 2 de La
312
Amelía: B7 (dibujo de Stephen D. ya[h}laj Uchan B'ahlamnal, uk'aab'a'
Houston; tomado de Zender, 2004a: 4). balun na[h]b', yetk'aabaal uwoohl
'Uchan B'ahlamnal fue arrojada, es el
Figura 36. Jeroglífico que designa una nombre de nueve palmos, es el apodo
pelota de hule; Monumento 21 de Bil- de la pelota'
bao (tomado de Chinchilla Mazarie- Figura 41. Inscripción que alude a los
gos, 2012: 86). nombres y apodos de una pelota de
hule; Panel 2 de La Amelía: A3-B7
Figura 37· Escena del dios de la lluvia (dibujo de Stephen D. Houston; to-
Cháak sentado sobre una cancha que mado de Zender, 2004a: 4).
en su interior contiene la pelota de
hule; Códice de Dresde, p. 41a (tomado Figura 42. Los jugadores de pelota po-
de Grube, 2012: 209). dían usar pintura corporal negra; vaso
K2803 (tomado del archivo fotográfico
Figura 38. Pelota quemándose sobre de J ustin Kerr: http://research.maya-
un brasero; Códice de Dresde, p. 35a vase.com/kerrmaya_hires.php?vase=2
(tomado de Grube, 2012: 197). 8o3).
Figura 39 Figura 43· Signo T533 provisto de hojas
NAB'-b'a de maíz, en la cima del tocado de un ju-
nahb' gador de pelota, justo en eje con su
'cuarta' o 'palmo' fontanela; panel del Museum of the
Figura 39· Sustantivo nahb', 'cuarta, American Indian, que presumible-
palmo' o 'medida'; Escalón X de la Es- mente procede de La Corona (tomado
calera Jeroglífica 2 del Templo 33 de de Schele y Miller, 1986: 258).
Yaxchilán (tomado de Zender, 2004a: 1).
Figura 40 Figura 44· La señora Pakal invoca a la
12-na-b'a serpiente de las aguas dulces; Escalón II
lahchan na[h]b' de la Escalera Jeroglífica 2 del Templo
'doce palmos' 33 de Yaxchilán (dibujo de lan Gra-
Figura 40. Pelota rodando por las gra- ham; tomado de Graham, 1982: 156).
das, que lleva en su interior la medida Figura 45· Mujer que invoca al dios
lahchan nahb', 'doce palmos'; Escalón K'awiil; Escalón 111 de la Escalera Je-
XII de la Escalera Jeroglífica 2 del roglífica 2 del Templo 33 de Yaxchilán
Templo 33 de Yaxchilán (dibujo de (dibujo de lan Graham; tomado de
lan Graham; tomado de Graham, Graham, 1982: 157).
1982: 164).
Figura 46. Marcadores de piedra ubi-
Figura 41 cados sobre el piso de una cancha;
ya-laja u-CHAN-na B'ALAM-NAL u- Juego de Pelota de Copan (fotografía
K'AB'A'-a 9-na-b'a, ye-te k'a-b'a-li u de Linda Schele; tomada de Schele y
WOL Miller, 1986: 247).
313
Figura 47· Escalón VII de la Escalera lota; Monumento 171 de Toniná (di-
Jeroglífica 2 del Templo 33 de Yaxchi- bujo de David S. Stuart; tomado del
lán (dibujo de Ian Graham; tomado de bloh Maya Descipherment: https://deci-
Graham, 1982: 16o). pherment.files. wordpress.comho 13/o
6/tna-m-171-renumbered.jpg).
Figura 48. El dios de las primeras llu-
vias y el dios de la muerte arrojan al Figura 53· Dios S, Ju'n Ajaw o Ju'n
Bebé Jaguar sobre una montaña; el Pu'w jugando a la pelota; dibujo 21 de
verbo que utilizan para mencionar la Cueva de Naj Tunich (tomado de
este evento es el mismo que se usa para Stone, 1995: 15o).
tirar la pelota: yal (vid. supra, figura 8),
vaso estilo códice K521 (Metropolitan Figura 54· Dios E o Ju'n Ixiim na-
Museum of Art; tomado del aerchivo ciendo de la cima de una montaña,
fotográfico de J ustin Kerr: http://rese- que a su vez constituye la sima de la
arch.mayavase.com/kerrmaya_hires. p cancha de un juego de pelota; está ata-
hp?vase=521). viado como jugador de pelota e invoca
a dos dioses ancianos, quienes surgen
Figura 49· Vaso de Tiquisate con es- de las mandíbulas de serpientes; vaso
cena de decapitación, ca. 400-700 d.C. K5226; Los Angeles County Museum
(tomado de Nicholas Hellmuth, apud of Art (tomado del archivo fotográfico
Miller, 2003: 389). de Justin Kerr: http://research.maya-
vase.com/kerrmaya_hires.php? va se= 5
Figura 50. Principal mito maya clásico 226).
relacionado con el juego de pelota; Es-
calón VII de la Escalera Jeroglífica 2 Figura 55· Jugador de pelota personifi-
del Templo 33 de Yaxchilán (dibujo de cando a Iik' K'uh, el dios del viento;
Ian Graham; tomado de Graham, Escalón X de la Escalera Jeroglífica 2
1982: 16o). del Templo 33 de Yaxchilán (dibujo de
Ian Graham; tomado de Graham,
Figura 51. Janaab' Ti' 0', señor del 1982: 163).
reino de Hiix Witz (El Pajarai!La Jo-
yanca!Zapote Boba!), visita a su señor Figura 56. Yahx Pasaj Chan Yopaat,
Wamaaw K'awiil del reino de Kanu'l señor de Copán, se encuentra dan-
(Calakmul), para jugar a la pelota; se zando en el juego de pelota X u' y es la
trata de un rito político de orden di- personificación de un dios de nombre
plomático; panel de una colección pri- Hukte' Ajaw, cuya máscara porta;
vada (dibujo de Raphael Tunesi; vaso de alabastro K3296 (The Prince-
tomado de Tunesi, 2ooT 15). ton Art Museum (tomado del archivo
fotográfico de J ustin Kerr: http://rese-
Figura 52. Los gobernantes de las ciu- arch.mayavase.com/kerrmaya_hires.p
dades aliadas Calakmul (K'ihnich hp?vase= 3296).
Yihch'aak Chapaht) y Toniná (K'ih-
nich B'aaknal Chaahk) juegan a la pe-
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