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Llewellen - Introducción A La Antropología Política

Este documento presenta una lista de títulos de libros relacionados con la antropología política publicados por una editorial. Incluye libros sobre introducción a la antropología política, tipos de sistemas políticos preindustriales, evolución del estado, religión en la política, sucesión política, estructura y proceso político, el individuo en la arena política y la política en la sociedad industrial. La mayoría de los libros contienen entre 150 y 470 páginas e incluyen ilustraciones.

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Llewellen - Introducción A La Antropología Política

Este documento presenta una lista de títulos de libros relacionados con la antropología política publicados por una editorial. Incluye libros sobre introducción a la antropología política, tipos de sistemas políticos preindustriales, evolución del estado, religión en la política, sucesión política, estructura y proceso político, el individuo en la arena política y la política en la sociedad industrial. La mayoría de los libros contienen entre 150 y 470 páginas e incluyen ilustraciones.

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TED C. LEWELLEN
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ED. BELLATERRA
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DAVID E. HUNTER y PHILLIP WHITTEN
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DAVID L. CLARKE
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DAVID RINDOS
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R. THOMAS. A. HAUMONT y J. L. LEVET
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ANALISIS DEL DEPORTE


B. JEU
192 págs. Rústica
INTRODUCCIÓN A LA
ANTROPOLOGÍA
POLÍTICA

TED C. L E W E L L E N

Una patrulla de artilleros en el México revolucionario. En América Latina han


sido escasas las verdaderas revoluciones.

edicions bellaterra
índice

Prólogo 7
Introducción 9

Capítulo 1. El desarrollo de la antropología política 17


Los evolucionistas del siglo xix 18
La reacción 21
Los funcionalistas británicos 23
Título de la obra original La transición 26
Political Anthropology —An Introduction Los Neoevolucionistas 28
a
Traducción: M. José Aubet Semmler
Proceso y toma de decisiones 30
Lecturas recomendadas 31
© Bergin & Garvey Publishers, Inc., 1983
670 Amherst Road Capítulo 2. Tipos de sistemas políticos preindustriales 33
South Madley, Massachussetts 01075
Sistemas no centralizados 37
© edicions bellaterra 2000, s.l., 1994 Sistemas centralizados 51
Espronceda, 304 Lecturas recomendadas 62
08027 Barcelona

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro pueden reprodu-
Capítulo 3. Evolución del estado 65
cirse ni retransmitirse utilizando medios mecánicos o electrónicos, grabación u otro Teorías del conflicto interno 70
sistema sin permiso escrito del editor. Teorías del conflicto externo 72
Impreso en España - Printed in Spain
La «civilización hidráulica» 75
Presión demográfica 76
Depósito legal: B. 28.402-1994 Institucionalización del liderazgo 80
ISBN: 84-7290-043-8 Teorías de sistemas 82
El estado primitivo: la evidencia intercultural 87
Impreso en Indugraf, s.c.c.l. Barcelona Lecturas recomendadas 89
6 | ANTROPOLOGIA POLITICA

Capítulo 4. La religión en la política


La legitimidad sagrada
91
92
Prólogo
Manipulación de los símbolos religiosos 94
Valor adaptativo de la religión «desviada» 95
Lecturas recomendadas 97

Capítulo 5. La sucesión política 99


El liderazgo indefinido 100
La sucesión hereditaria 101
El modelo latinoamericano 105
Lecturas recomendadas 110

Capítulo 6. Estructura y proceso 111 En este breve y lúcido estudio del crecimiento irregular, esporádi-
El estructural-funcionalismo 111 co de la antropología política durante las últimas cuatro décadas, Ted
Enfoque procesual . 115 Lewellen reconstruye el desarrollo de la estructura teórica de esta cien-
Lecturas recomendadas 127 cia y las contribuciones personales de sus principales exponentes. Hace
accesible a la amplia audiencia de lectores iniciados los resultados,
Capítulo 7. El individuo en la arena política 129 problemas, perplejidades y logros de los antropólogos políticos en sus
El psicodrama social 130 esfuerzos por dilucidar las múltiples formas en que las sociedades,
Teoría del juego 133 a distintos estratos de complejidad y desarrollo, han manejado el or-
Facciones 138 den y el conflicto, tanto interno como externo. El autor señala la fuerza
Simbolismo político 140 y constata las debilidades de las sucesivas aproximaciones antropoló-
Lecturas recomendadas 125 gicas al estudio de las estructuras y procesos políticos, considerados
tanto intercultural como monográficamente. El resultado es una guía
Capítulo 8. La política en la sociedad industrial 147 muy adecuada acerca de las diversas fuentes de esta cada vez más im-
Procesos de modernización 148 portante disciplina, una guía que, en mi opinión, es única en su géne-
Instituciones políticas formales en la sociedad moderna ... 156 ro; sus críticas son agudas, su estilo genial, y su juicio justo. Como
Conclusiones 165 estudiante que fui de la primera generación de antropólogos políticos
Lecturas recomendadas 167 británicos de la escuela estructural-funcionalista, y como profesor de
la generación intermedia de antropólogos políticos americanos, pue-
Glosario 169 do certificar la precisión y el equilibrio de las conclusiones del profe-
sor Lewellen y aplaudir la agudeza de sus críticas, incluso cuando ataca
Bibliografía 175 posiciones defendidas por personas próximas a mis propias convic-
ciones teóricas.
índice alfabético 185 El profesor Lewellen afirma francamente que no se trata de un ma-
nual. Evidentemente la mayoría de manuales son más voluminosos y
están sobrecargados de material muy dispar, en gran parte descripti-
32 | ANTROPOLOGÍA POLÍTICA

británico. No conozco libro alguno que presente más claramente una visión
general de esta escuela y de sus críticos. También incorpora fascinantes bio-
grafías y retratos personales de eminencias tales como E. E. Evans-Pritchard,
E. R. Leach y Max Gluckman. Tipos de sistemas políticos
Primitive Government (Bloomington: Indiana University) Press,
MAIR, LUCY.
1962). preindustriales
Este libro, dedicado exclusivamente a África, es uno de los pocos trabajos
que intentan trazar una visión panorámica general de la política en las socie-
dades preindustriales desde el punto de vista del estructuralismo británico.
Sin embargo, las generalizaciones de la autora se pierden a veces en millares
de pequeños ejemplos que se suceden a otros con una rapidez que más que
aclarar, confunden.
Ningún antropólogo está más expuesto a la amenaza del «bongo-
bongoísmo» que el se atreve a clasificar. (Como se recordará, cual-
quier generalización que se haga en el campo de la antropología, se
expone a que algún investigador proteste diciendo: «¡Ah! pero es que
en la tribu Bongo-Bongo lo hacen diferente!») Resulta más seguro de-
cir que cuando se trata de crear tipologías de sistemas sociales, esta
clase de tribus «heterodoxas abundan. En cierta ocasión un conoci-
do antropólogo británico Edmund Leach, llegó a c o m p a r a r práctica-
mente todos los intentos de clasificación antropológica con la prosai-
ca afición a «coleccioinar mariposas, dado que las tipologías resultantes
no tenían mayor sentido que, digamos, a g r u p a r conjuntamente todas
las mariposas de color azul» (Leach 1961).
Aunque sólo unos pocos antropólogos estén indiscutiblemente de
acuerdo, puede decirse que la clasificación ha sido un objeto central
de la investigación de ese momento en que lo político quedó consti-
tuido en instancia aparte, como un subsistema susceptible de aten-
ción específica. Los resultados de cuarenta años de un progresivo per-
feccionamiento de 1a tipología política no pueden satisfacer por
completo a todo el mundo pero no cabe esperar más cuando algo tan
fluido e imperceptible como la sociedad se ve encasillado en una se-
rie de compartimentos estancos. Aun así, sorprendentemente, se ha
llegado a un relativo acuerdo acerca de un sistema general de clasifi-
cación (Fig. 2) aparentemente avalado por la contrastación cuantitati-
va intercultural. La clasificación sintética de la figura 2 se basa en los
medios de integración política, en el acceso a puestos de liderazgo y
ANTROPOLOGÍA POLÍTICA TIPOS DE SISTEMAS POLÍTICOS PREINDUSTRIALES | 35

en el método de la toma de decisiones por parte del grupo. Con estos


criterios, los sistemas centralizados parecen relativamente uniformes,
pero si se utilizan otras variables, pueden surgir muchos otros subti-
pos (la tabla 3 ofrece una clasificación de los estados «primitivos» ba-
sada en el grado de complejidad).
Una clasificación así resulta posible porque una sociedad no es sim-
plemente de seres humanos individuales, como tampoco una casa es
solo un conglomerado de maderos, ladrillos y clavos. Dos casas cons-
truidas con diferentes materiales pero con planos similares serán evi-
dentemente m u c h o más parecidas que otras dos casas hechas con el
mismo material pero con planos distintos (digamos una casa u r b a n a
Una casa de campo). De igual modo no podríamos encontrar la mis-
ma arquitectura en el ártico que en el trópico, en los pueblos pastores
nuer de África que en la moderna Suecia industrial. Resumiendo, una
casa viene definida en términos de su distribución interior y no de
mis componentes, y ésa estará influida por su entorno físico y por el
nivel de tecnología del pueblo que la haya diseñado.
La comparación puede resultar forzada, pero nos ayuda a recor-
dar algo similar cuando manejamos clasificaciones antropológicas. Si
situamos a los bosquimanos del desierto de Kalahari en la misma ca-
tegoria política (la de «bandas») que los indios shoshone de Utah del
siglo xix, tendríamos que hacerlo sobre la suposición de que la adap-
tacion de los cazadores-recolectores a un medio árido da origen a unas
características sociales concretas, tales como los grupos igualitarios
sin líder formal y con un sistema de intercambio económico basado
en la reciprocidad. Las relaciones serían evidentemente causales, pero
d e t e r m i n a r exactamente cómo u n elemento d e u n sistema e s «causa»
de otro resulta más difícil de lo que pudiera parecer. Un habitat árido
y, por consiguiente, una relativa escasez de agua y alimentos, ¿puede
ser causa de bajas densidades de población y, por tanto, causa de un
flexible de organización social en pequeños grupos? Puede ser.
Pero nosotros solemos considerar una causa como algo activo, mien-
|tras que el «habitat» sería algo que, de alguna manera, está siempre
ahí. Además, las relaciones entre la sociedad y el medio son las de un
constante leedback; los pueblos no sólo se adaptan a su entorno, sino
ademas cambian su mundo físico y social de acuerdo con sus pro-
pias necesidades. Dicho de otro modo, al clasificar sistemas sociales
36 | ANTROPOLOGÍA POLÍTICA TIPOS DE SISTEMAS POLÍTICOS PREINDUSTRIALES I 37

resulta muchas veces más productivo pensar en términos derelacio- tribuyen como puntos a lo largo de un continuum. Quinto, no vaya a
nes estructurales, en el sentido de que un elemento implica lógicamente creerse tampoco que un nivel de complejidad cultural m á s alto deje
al otro. Una tipología útil sería, pues, aquella que determina sistemas, atrás todas las características de los niveles inferiores (la reciproci-
es decir, unidades con sus partes estructuralmente interrelaconadas dad, por ejemplo, es un medio significativo de intercambio en todas
de tal forma que, a partir de la especificación de un elementó se pue- las sociedades), ni que la complejidad cultural sea simplemente acu-
dan predecir otros elementos. mulativa (los sistemas bilaterales de parentsco aparecen tanto en los
Sin embargo, no nos cansaremos de repetir que las interrelaciones niveles más simples como en los niveles intermedios). Por último, debe
entre rasgos sociales (p. ej., entre las jefaturas y el parentesco unili- hacerse especial mención del caso de la religión; aquí encontramos
neal) representan tan sólo probabilidades estadísticas. Para vol ver a una estrecha relación entre complejidad cultural y organización reli-
nuestra analogía con la casa, quizá las casas de campo podrían clasifi- giosa, pero poca o ninguna relación con respecto al sistema de creen-
carse todas juntas con toda legitimidad, pero también cabría esperar, cias (es por ello que no se mencionan en la tabla la magia, el animismo,
dentro del estilo general, una enorme gama de variaciones dedetalle. el politeísmo, el monoteísmo, etc.). Si estas precauciones se mantienen
presentes, la tabla puede proporcionar un útil s u m a r i o de las caracte-
A diferencia de las teorías de la cultura estrictamente materialis-
rísticas de los sistemas políticos preindustriales.
tas, el medio y la tecnología no parecen determinar la estructura so-
cial y la ideología, sino más bien limitar la gama de posibilidades.
La tabla 1 apunta algunas de las características sociales y econó-
SISTEMAS NO CENTRALIZADOS
micas que podríamos razonablemente asociar con cada uno de los ti-
pos políticos fundamentales. Pero, como toda tabla de esta índole, debe
Muchos de los grupos estudiados por los antropólogos apenas tie-
mirarse con ciertas reservas. Primero, no es de esperar que ninguna
nen lo que podría llamarse «gobierno», al menos no en el sentido de
sociedad «encaje» con todas las características propias de su:ipo, del
una élite política permanente. En la mayoría de estos sistemas tradi-
mismo modo que nadie espera encontrarse con el perfecto americano cionales, el poder es temporal y fragmentario, y está repartido entre
medio que mida 1,78 m, pese 80 kgs, sea protestante, gane 15000 $ al familias, bandas, linajes y varias asociaciones. Temporalmente pue-
año y tenga 1,44 hijos. Segundo, lo que la tabla muestra en realidad den formarse grupos políticos más amplios para h a c e r frente a algu-
es el grado de «complejidad cultural»; no se infiera, pues, que la tipo- na amenaza, por ejemplo, vecinos belicosos, pero estos g r u p o s se dis-
logía política es la base determinante sólo porque los principales epí- gregan una vez superado el problema. Así pues, la m e j o r forma de
grafes sean los de «banda», «tribu», «jefatura» y «estado». $ este li- considerar estos sistemas sociales no en tanto que sociedades perma-
bro versase sobre el parentesco y no sobre la política, los títulos nentemente organizadas, sino como grupos fluidos que, durante pe-
podrían muy bien ser «bilateral», «patrilineal», «matrilineal».etc. Ter- ríodos cortos o largos, a veces por temporadas, otras c a s i por azar,
cero, no debe olvidarse que ciertas características son mejores indi- se unen para formar unidades «tribales» más extensas, p a r a luego de-
cadores que otras. Por extraño que parezca, el nivel de subsistencia sintegrarse en unidades más pequeñas, que a su vez p u e d e n ser divisi-
es un indicador muy malo de la organización social. Estadisticamen- bles. Si bien lo político es algo constante en estas sociedades, presen-
te el mejor y más sólido detector de los tipos políticos, del parentesco, te tanto en la b ú s q u e d a individual de apoyo para a l c a n z a r puestos de
de la religión y similares, es la densidad de población (que no se inclu- liderazgo, como en la toma de decisiones públicas y en la defensa del
ye en la tabla, porque se presupone un aumento de densidad demo- territorio, nunca se manifiesta a través del monopolio de la fuerza coer-
gráfica desde la banda hasta el estado). Cuarto, una tabla de esta cla- citiva ni a través de ninguna forma de sistema económico centralizado
se, por su misma naturaleza, implica que cada uno de estos tipos sea basado en impuestos o tributos. Pueden existir grandes diferencias en
completamente distinto del otro, cuando en realidad estos tipos se dis- cuanto al status individual, pero muy pocas que indiquen una estratifi-
38 | ANTROPOLOGÍA POLÍTICA TIPOS DE SISTEMAS POLÍTICOS PREINDUSTRIALES | 39

cación de clases, por lo que estos sistemas, aunque sean igualitarios m y madre). Los linajes, entendidos como grupos corporativos de descen-
sentido real sólo en los niveles inferiores —el de los cazadores-recolec- dencia con derechos territoriales, no serían suficientemente flexibles
tores—, sí parecen más «democráticos», en aspectos como la toma de para posibilitar las constantes fluctuaciones de las sociedades caza-
decisiones y el acceso al liderazgo, que grupos más centralizados. doras-recolectoras.
Morton Fried (1967) considera a estos grupos «igualitarios» en tér-
LAS BANDAS minos de economía, organización social y estructura política. La dis-
tribución de alimentos y otros bienes indispensables se da en base a
Una de las conclusiones básicas de la Conferencia de 1965 acerca un sistema muy rudimentario —el más bajo de la escala— de recipro-
de la organización de las bandas fue que el término banda, aunque cidad; se establecen vínculos dentro de la banda y entre bandas dis-
todavía de utilidad, se venía aplicando indistintamente a grupos tan tintas en base a relaciones sucesivas de reciprocidad. La organización
diversos como los de un t a m a ñ o medio de 25 miembros, o a los de 300 política es también igualitaria hasta el extremo de que la toma de de-
o 400, convirtiéndolo así en un término prácticamente sin sentido. Tam- cisiones incumbe, por lo general, a todo el grupo, y el acceso a posi-
bién se dijo que los elementos que siempre habían caracterizado defi- ciones de liderazgo está igualmente abierta a todos los varones de un
nitivamente a las bandas —movilidad según las estaciones, falta de determinado grupo de edad. El liderazgo, temporal, y que cambia se-
estructuras centralizadas de autoridad y economía cazadora-recolte- gún la situación, se basa en las cualidades personales del individuo
tora— no sean suficientemente restrictivos para hacer automáticamen- y carece de todo poder coactivo. Un cabecilla o líder no puede, de he-
te comparables a estas unidades (Damas 1968). Cabe pensar, sin em- cho, decirle a nadie lo que tiene que hacer, sino que debe a c t u a r como
bargo, que en esas pocas sociedades que no tienen agricultura, ai arbitro del grupo, y en situaciones concretas quizá también como ex-
animales domésticos de consumo, ni posibilidad de pesca durante todo perto asesor. Esta estructura social, la menos compleja de todas las
el año, existen tan sólo pocas y limitadas opciones culturales disponi- existentes, todavía puede subdividirse en bandas «patriarcales», «com-
bles. Semejanzas entre las estructuras social y política en grupos tan puestas» y «anómalas». El tipo «patriarcal» se basa en la exogamia
abismalmente distantes como los esquimales canadienses y los abo- de la banda y en unas reglas matrimoniales que obligan a la mujer
rígenes australianos hacen suponer que la dependencia respecto de a vivir con el grupo del marido. Este tipo está tan extendido que El-
los frutos silvestres y animales salvajes, el consiguiente nomadismo man Service (1962) lo consideró como «un tipo casi inevitable de or-
y las redistribuciones periódicas (según las estaciones) de población ganización». Es cierto que tiene la ventaja de la estabilidad para la
fijan las posibilidades adaptativas dentro de unos límites relativameite banda, puesto que cada grupo se ve enriquecido periódicamente con
estrechos. Por ello la banda fue probablemente la forma corriente de nuevos miembros de fuera de la banda; pero al mismo tiempo puede
organización social en el Paleolítico. formar alianzas muy amplias por medio del matrimonio y dispone
Las bandas suelen ser reducidas numéricamente, quizá de 25 a 1>0 de una considerable flexibilidad. Las bandas compuestas fueron con-
individuos, agrupados en familias nucleares. Aunque se dé la división sideradas por Service como el resultado del colapso de las estructu-
del trabajo según edad y sexo, no existe prácticamente especialización ras patriarcales originales rápidamente diezmadas por la enfermedad
del conocimiento práctico, resultando así que la unidad del grupo am- y la guerra tras su contacto con la civilización. Se trata de un grupo
pliado es, en términos de Emile Durkheim, «mecánica», esto es, basa- endogámico, sin leyes de residencia matrimonial, más parecido a «una
da en la costumbre, en la tradición y en los valores y símbolos conu- aglomeración de convivencia que a una sociedad estructurada». En
nes, m á s que en una interdependencia de papeles especializados. Uia la categoría de «anómalos» encontramos a los shoshone de la Gran
estricta exogamia obliga a alianzas matrimoniales entre diferentes ban- Cuenca y a los esquimales, ambos con estructuras sociales tan frag-
das, y este grupo más amplio está también unido típicamente por me- mentadas que han sido identificados como el «nivel familiar» por ex
dio del parentesco bilateral (transmitido por igual a través de padre celencia de la integración socio-cultural.
Tabla 1. Sistemas políticos preindustriales: una tipología evolutiva
No centralizados Centralizados

Banda Tribu Jefatura Estado

Tipo de Cazadores-recolectores; do- Agricultura extensiva (horti- Agricultura extensiva; pesca Agricultura intensiva
subsistencia mesticación escasa o ine- cultura) y pastoreo intensiva
xistente

Tipo de liderazgo Líderes informales y provisio- Cabecilla sin «poder» pero J e f e c a r i s m á t i c o c o n p o d e r li- Líder soberano apoyado por
nales; pueden tener un cabe- c o n c i e r t a a u t o r i d a d e n l a for- mitado basado en la distribu- una burocracia aristocrática
cilla que actúe c o m o arbitro ma colectiva de decisiones. ción de b e n e f i c i o s a sus par-
en la toma colectiva de deci- tidarios
siones

Tipo e importancia P a r e n t e s c o bilateral, c o n rela- E l p a r e n t e s c o u n i l i n e a l (patri- Unilineal, con alguno bilate- El estado exige lealtades que
del parentesco ciones de parentesco usadas lineal o matrilineal) p u e d e s e r ral; grupos de descendencia trascienden el parentesco; el
de forma diferenciada cuando la estructura b á s i c a de la so- jerarquizados según el status acceso al poder se basa en
el tamaño y la composición ciedad
grupos de parentesco unili-
de las bandas cambian
neales o bilaterales jerar-
quizados

Principales medios Alianzas matrimoniales pro- Fratrías pantribales basadas I n t e g r a c i ó n a través de la leal- Lealtades al e s t a d o desplazan
de integración pician grupos mayores; ban- en el parentesco, las asocia- t a d al jefe, de l i n a j e s j e r a r q u i - t o d a s las d e m á s de nivel infe-
social das unidas por parentesco y c i o n e s voluntarias y/o g r u p o s zados y de asociaciones vo- rior; i n t e g r a c i ó n a través del
familia; independencia eco- de edades luntarias c o m e r c i o y de la e s p e c i a l i z a -
nómica basada en la reci- ción de funciones
procidad

Sucesión política Puede haber cabecilla heredi- Sin medios formales de suce- Cargo de jefe no directamen- Sucesión hereditaria directa
t a r i o , p e r o e l l i d e r a z g o r e a l re- sión política te heredado, pero el jefe debe del soberano; aumento de
cae en aquellos con especia- p e r t e n e c e r a un linaje de alto nombramientos de burócra-
les conocimientos o capaci- rango tas
dades

i nas
%?"£ £?¡ÍLÍ£?Z Reciprocidad Reciprocidad: el comercio R e d i s t r i b u c i ó n a través del R e d i s t r i b u c i ó n b a s a d a e n tri-
rratirímim J "'1
" . u r
* 5 Sesai-roHado m £
jtzlc; reciprocidad en las ni ve- hutas v/n imrwrstos form-il^-
económico que en las bandas les interiores mercados y comercio

Estratificación Igualitaria Igualitaria R a n g o (individual y de linaje) Clase (clase d o m i n a n t e y cla-


social s e
dominada como mínimo)

Posesión de Escaso o nulo sentido de la Propiedad c o m u n a l (linaje o P r o p i e d a d c o m u n a l de la tie- Aumenta la p r o p i e d a d p r i v a -


propiedad propiedad personal clan) de las tierras de cultivo rra e n m a n o s d e l l i n a j e , p e r o da y la del estado en detri-
y del g a n a d o fuerte sentido de la propiedad mentó de la propiedad
privada de títulos, nombres, comunal
p i i'vTjfegrfcro, i/újVit/o eñxax^mj
etc.

Sin leyes ni castigos formales; Puede haber leyes informales Leyes y castigos formales; el
Ley y control S i n leyes formales ni castigos;
el d e r e c h o al u s o de la fuerza y castigos tipificados por estado tiene el acceso legíti-
legítimo de el d e r e c h o al u s o de la fuerza
p e r t e n e c e al linaje, c l a n o a s o - romper tabúes; el jefe tiene mo y absoluto al uso de la
la fuerza es comunitario
ciación un a c c e s o l i m i t a d o a la coac- fuerza física

ción física coerción

Chamanismo; fuerte acento S a c e r d o c i o formal incipiente; S a c e r d o c i o e x c l u s i v o y profe-


Religión Sin sacerdocio ni profesiona-
en los ritos de iniciación y religión jerarquizada basada sionalizado que legitimiza y
les religiosos; chamanismo
otros ritos de transición que en el culto a los a n t e p a s a d o s sacraliza al estado

unen a unos linajes con otros

Ejemplos actuales L o s b o s q u i m a n o s ! k u n g (Áfri- Los kpelle (África Occidental); El Hawai precolonial, los Los a n k o l e (Uganda), l o s j i m -
y contemporáneos ca); l o s p i g m e o s (África); l o s los yanomamo (Venezuela); k w a k i u t l (Canadá); l o s t i k o p i a m a (Etiopia) l o s k a c h a r i (In-
e s q u i m a l e s (Canadá, Alaska); los nuer (Sudán); los cheyen- (Polinesia); los D a g u r s (Mon- día), Volta (África)

los shoshone (Estados Uni- ne (Estados Unidos) golia)

dos)

Ejemplos históricos Prácticamente todas las so- Los iraqueses (Estados Uni- Ashanti, Benin y Dahomey Los zulúes precolomales
y prehistóricos ciedades paleolíticas d o s ) . El V a l l e d e O a x a c a (Mé- precoloniales (África); los (África); l o s a z t e c a s ( M é x i c o ) ,
xico) 1500-1000 a.C montañeses de Escocia l o s i n c a s (Perú), l o s s ú m e n o s
(Irak)

Fuentes: Abrahamson 1969; Carniero 1970; Eisenstadt 1959; Fried 1967; Levinson y Malone 1980; U m a x y Arensberg 1977; Service 1971.
aglomeración de convivencia que a u n a sociedad estructurada». En la categoría de «anómalos» e n c o n t r a m o s a los Shoshone de la Gran Cuenca y a los esqun
bos con estructuras s o c i a l e s tan fragmentadas que han s i d o identificados c o m o el «nivel familiar» por excelencia de la integración socio-cultura!.
42 | ANTROPOLOGÍA POLÍTICA TIPOS DE SISTEMAS POLÍTICOS PREINDUSTRIALES | 43

Los bosquimanos !Kung. La región de Nyae Nyae del desierto de posibilidades de acceder al liderazgo. Sin embargo, la autoridad del
Kalahari en el S.O. africano cubre, aproximadamente, unos 24.000 cabecilla se limita esencialmente al control de los recursos alimenta-
2
km , en los que se encuentran sólo algunas charcas reducidas de rios silvestres y del agua, a la planificación y a la utilización de estos
agua; no hay ríos ni cursos de agua, ni aguas superficiales, si excep- diversos recursos y está a cargo de los movimientos del grupo de un
tuamos algunas lagunas poco profundas formadas durante la breve área a otra dentro de los límites del territorio. Gran parte de estas ac-
estación lluviosa. Dentro de esta zona viven cerca de 1000 bosquima- tividades vienen firmemente refrendadas por la costumbre, y las de-
nos !kung (el signo «!» representa un chasquido de la lengua en la pro- cisiones importantes se adoptan por consenso del grupo; el cargo de
nunciación) repartidos en 36 o 37 bandas. Aunque estén en el nivel más cabecilla es, pues, hasta cierto punto, simbólico. Los visitantes tienen
bajo del desarrollo tecnológico, aunque confíen en el palo escarbador que pedir permiso para poder acceder a la comida o al agua dentro
y en lanzas con punta envenenada, y carguen con todas sus magras del territorio de la banda, pero la costumbre dictamina que todas las
posesiones durante sus constantes migraciones en busca de alimen- peticiones razonables sean atendidas. El cargo de cabecilla comporta
tos y de agua, se han adaptado bien a un medio extremadamente hos- responsabilidad sin recompensa, y dado que también el ideal de los
til. Un 80 % del alimento lo suministran las mujeres, que diariamente Ikung es que ningún individuo esté por encima de otro, se aspira muy
recogen semillas, frutas, tubérculos, raíces y otros diversos alimentos raras veces activamente a tales puestos.
silvestres. El resto de la subsistencia Ikung procede de la caza, que El cabecilla heredero puede ser el líder real de la banda, pero pue-
es una ocupación exclusivamente masculina. Una variedad de gran- de también no serlo. Si es demasiado joven o no tiene capacidad de
des antílopes proporciona la mayor parte de la carne, aunque ocasio- líder, este papel puede recaer en alguien con más cualidades persona-
nalmente puedan también m a t a r un búfalo o una jirafa. Una sola ban- les para el liderazgo, de forma que el puesto «oficial» puede llegar a
da llega a matar, al cabo del año, de 15 a 18 de estos ejemplares y la ser prácticamente nominal. El liderazgo efectivo también varía según
carne es compartida por todo el grupo. la situación: una persona puede ser un líder excepcional para la caza,
A pesar de que no exista entre los Ikung una «esfera política» inde- pero tener poca autoridad en las decisiones públicas, como por ejem-
pendiente, tienen que resolverse diversos problemas políticos, tales plo sobre cuándo y dónde sentar o levantar campamento (Marshall
como la defensa del territorio, la protección y asignación del agua, y 1967).
objetivos públicos relativos a los movimientos y cazas colectivas de
la banda. Cada banda reclama para sí un territorio que debe contar Los esquimales. A pesar de la amplitud del territorio habitado
necesariamente con un manantial permanente de agua a una distan- por los esquimales (desde Siberia hasta Groenlandia), se les ha des-
cia razonable de los alimentos vegetales de consumo diario. Dentro crito como notablemente parecidos entre sí en organización política
de este territorio se encuentran zonas fértiles esporádicas —bosque- y social. Los argumentos propios del determinismo ecológico parecen,
cilios de mangetti, sotos de arbustos de bayas, y fondos húmedos don- aquí, especialmente tentadores, dado que los esquimales viven en u n a
de crecen tubérculos con especial abundancia. Todo ello se considera de las regiones habitables por el hombre posiblemente más hostiles
de «propiedad» de la banda y es celosamente vigilado. Ocasionalmen- de la Tierra. Sus recursos alimentarios —principalmente el pescado,
te se producen incursiones en el territorio de otra banda, sobre todo el caribú y la foca (los esquimales son los únicos pueblos de cazadores-
durante expediciones de caza, caso en el cual puede surgir la violen- recolectores existentes que no dependen de los alimentos vegetales)—
cia; pero las guerras, como tales, son desconocidas. son de temporada y ampliamente dispersos, lo cual, lógicamente, con-
El puesto de cabecilla pasa de padre a hijo. La existencia de car- lleva densidades de población bajas y nomadismo, amén de una orga-
gos políticos hereditarios contraviene nuestro principio según el cual nización social extremadamente fluida basada en pequeñas unidades
todo individuo de una banda o sociedad igualitaria tiene las m i s m a s de subsistencia. Éste es, de hecho, el retrato que tradicional mente se
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hace de la sociedad esquimal. La unidad básica es la familia extendi- LAS TRIBUS


da, que puede beneficiarse de las relaciones de parentesco bilaterales
para juntarse con otras familias y formar b a n d a s temporales o inclu- «Si, de todo el vocabulario antropológico, tuviera que seleccionar
so poblados según que los recursos alimentarios aumenten o dismi- la palabra con evidente menor sentido», escribía Morton Fried (1967),
nuyan a lo largo del año. Una unidad doméstica puede llegar a incluir «la de " t r i b u " superaría, si cabe, a la de "raza"». La comparación es
una familia de doce, que subsiste por sí misma durante parte del año, pertinente; el concepto de «tribu», como el de «raza», se utiliza p a r a
pero que, en otras épocas del año, puede unirse a grupos de hasta 270 referirse a una amplia gama de entidades que apenas tienen nada en
miembros. El liderazgo fuera de la unidad doméstica es muy elemen- común entre sí.
tal; un poblado puede carecer, a veces, de cabecilla incluso, y si alguien Existen tres objeciones básicas al concepto de «tribu»: 1) no abar-
tiene algo de influencia es el chamán local, cuya autoridad no es coer- ca o no comprende un grupo diferenciado de sociedades que compar-
citiva ni cohesionadora. En la costa, el propietario de un bote ballene- ten rasgos comunes entre sí; 2) no es suficientemente distinto de otros
ro tiene autoridad ilimitada sobre su tripulación durante el viaje y pue- tipos —de las bandas o de las jefaturas, por ejemplo—; y 3) sugiere
de, por el prestigio que le confiere su riqueza, mantener un relajado un cierto grado de integración social o al menos de vinculación que,
caciquismo sobre u n a comunidad, pero incluso en este caso la unidad muchas veces, es inexistente (Helm 1968).
del grupo se mantiene no a través del mando, sino de obligaciones re- ¿Por qué, pues, sigue utilizándose todavía este término? Hay razo-
cíprocas convencionalizadas entre parientes. Como en el caso de los nes tanto lógicas como empíricas. Primero, el término supone la acep-
Ikung, el mantenimiento del orden procede de la fuerza de la costum- tación de que tiene que haber una forma que haga de puente entre las
bre y de la opinión pública (Weyer 1959). bandas cazadoras-recolectoras y los sistemas centralizados, tanto p o r
Aunque esta imagen de manual de los esquimales resulte quizá ra- lo que se refiere a la complejidad sociopolítica como al desarrollo evo-
zonablemente exacta p a r a muchos grupos, recientes investigaciones lutivo. En segundo lugar, estudios interculturales revelan ciertamen-
revelan una mayor diversidad en sus formas sociales y políticas tradi- te rasgos comunes entre, por lo menos, muchos de estos grupos.
cionales. El parentesco bilateral es sustituido en muchos lugares por Las tribus son sistemas igualitarios no centralizados en los que la
patrilinajes corporativos; las asociaciones masculinas están a veces autoridad está repartida entre varios grupos reducidos; la unidad más
por encima de las relaciones de parentesco como órganos decisorios; amplia de la sociedad se establece a partir de una trama de relacio-
en algunas zonas existen grandes asentamientos permanentes; y exis- nes individuales y colectivas. Dado que estos grupos se basan en re-
ten profundas diferencias entre los distintos tipos de liderazgo, desde cursos alimentarios domesticados, están más densamente poblados
virtuales jefaturas hasta la práctica ausencia de autoridad más allá y son más sedentarios que las bandas cazadoras-recolectoras. Como
del cabeza de familia. Parte de esa variación es sin duda secundaria, en el caso de las bandas, hay poca especialización política y económi-
y obedece al prolongado contacto con agentes de la civilización occi- ca, si exceptuamos la división del trabajo sobre la base de la edad y
dental: exploradores, tripulaciones balleneras, traficantes y misione- el sexo, y no existe profesionalización religiosa. Sin embargo, según
ros. Sin embargo, esta diversidad sí sugiere que la adaptación de los El man Service (1962) la cualidad definitoria de la tribu —lo que la dis-
cazadores-recolectores posibilite una m á s amplia gama de variacio- tingue de la banda— es la existencia de «sodalidades pantribales» que
nes sociopolíticas de las que se describen en las tipologías actuales reúnen a las diversas comunidades autosuficientes en grupos socia-
(Damas 1968). les más amplios. Una sodalidad es simplemente u n a asociación for-
mal o informal, tal como un grupo familiar, una congregación o como
los boy scouts. En las sociedades tribales encontramos dos tipos de
sodalidades: las que derivan del parentesco y las no derivadas. Las pri-
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meras incluyen a los linajes —grupos cuya descendencia se traza o a través de la riqueza, la generosidad y el valor en la guerra. Aunque
a través de la línea masculina (patrilinaje), o de la femenina (matrili- estos líderes pueden ejercer u n a autoridad próxima al caciquismo, su
naje)— y a los clanes, que son grupos de linaje con una línea común posición es intrínsecamente inestable, dado que depende de su capa-
de descendencia que se remonta a un antepasado, muchas veces míti- cidad para ganarse adeptos con donaciones y préstamos. Una mala co-
co. Las sodalidades que no derivan del parentesco incluyen una mul- secha, la incapacidad para j u n t a r suficientes cerdos para un brillante
titud de asociaciones voluntarias e involuntarias. festín, o una derrota en el campo de batalla pueden transferir rápida-
Si consideramos las tribus según los tipos de sodalidad que las mente la autoridad a un competidor.
unen, o según quién toma las decisiones en nombre del grupo, encon- Resulta tentador pensar en una división así en subtipos que cu-
tramos que aparecen inmediatamente varios subtipos. Incluso allí don- briera razonablemente toda la gama de posibilidades existentes, pero
de se evidencian otras formas de sodalidades, el parentesco será casi hay tribus que incluyen elementos de más de un subtipo, y otras que
invariablemente un elemento importante de integración social. Una no encajan en ninguno de ellos. ¿Por qué esta ilimitada profusión de
forma de organización política basada en el parentesco es el linaje seg- subtipos? Quizás el problema básico radique justamente en el intento
mentario, muy común en África, en el que varios grupos de poblados de definir la «tribu» en términos políticos. A diferencia de los concep-
autónomos pueden unirse entre sí para formar unidades cada vez más tos de «banda», «jefatura» y «estado», el de «tribu» no se refiere —y
amplias con fines rituales o defensivos contra alguna amenaza común. no puede referirse— a un tipo concreto de organización política, por-
Por ejemplo, muchas sociedades tribales están consituidas por aso- que parece que hay pocos límites estructurales o sistemáticos a la va-
ciaciones que cortocircuitan las tradicionales líneas de parentesco. En riedad de formas. La caracterización que hace Ronald Cohén de este
los sistemas basados en los grupos de edad, el grupo que se inició jus- grupo de sociedades de rango medio de «comunidades políticas no cen-
to en la pubertad formará una sodalidad continuada que adptará di- tralizadas basadas en animales y plantas domesticados» quizá sea la
ferentes funciones en la medida en que pase de un grupo de edad a mejor caracterización que podamos hacer, dejando todavía un cierto
otro. Por ejemplo (si el grupo es masculino), en tanto que jóvenes, for- margen para las variaciones. Incluso en este caso topamos con cier-
marán una sociedad guerrera, y más adelante, ya viejos, se converti- tas anomalías bastante notorias. Los indios americanos de las prade-
rán en el cuerpo dirigente de la comunidad. En otras tribus, como la ras, algunos de los cuales no disponían de plantas ni animales domes-
de los indios americanos de las praderas, las sociedades voluntarias ticados (su subsistencia reposaba casi enteramente en el búfalo),
de guerreros, de «payasos» o de «policía» pueden atender importan- poseían indudablemente unas instituciones de integración más com-
tes funciones integradoras y tomar decisiones políticas. Como las so- plejas que las que podemos encontrar en las bandas de cazadores-
ciedades tribales no tienen jerarquías de religiosos profesionales, la recolectores.
religión puede llegar a ser extremadamente importante, sobre todo si
está vinculada a algún tipo de culto de los antepasados, como sucede Los kpelle. Los kpelle de África occidental ilustran hasta qué pun-
con frecuencia con los grupos unilineales. En estas sociedades la es- to todo lo dicho puede ser complejo. El mayor grupo cultural kpelle
tratificación ritual puede ser un elemento clave de integración, en la está fragmentado en varias comunidades autosuficientes, cada una de
medida en que los responsables de los grandes rituales asumen el li- las cuales posee un «propietario de la tierra» hereditario, pero que coe-
derazgo de la toma de decisiones incluso en cuestiones profanas. En xiste con un consejo de ancianos que toma las decisiones por consen-
algunas tribus, los consejos de aldea (o comunales) de ancianos toma- so. Como complemento al poder político de estos grupos encontramos
rán las decisiones públicas, casi siempre a través de un proceso de dis- también la «sociedad secreta» masculina (secreta en el sentido de que
cusión que busca el consenso. Finalmente, por toda la Melanesia al- sus símbolos y ritos no pueden ser revelados a los que no pertenecen
gunos grandes hombres alcanzan una importante autoridad política a ella). Esta sociedad, llamada Poro, posee un poder político sobreña-
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tural que cortocircuita los vínculos propios del linaje y de las peque- En estas peleas, la función del líder político consiste en m a n t e n e r el
ñas jefaturas y puede reunir así a los kpelle en grupos más amplios. nivel de violencia dentro unas n o r m a s preestablecidas, es decir, sin
En realidad, la sociedad Poro trasciende a los mismos kpelle, inclu- sobrepasar el nivel de los golpes mortales.
yendo u n a multitud de culturas de Nigeria, Costa de Marfil, Liberia, Las relaciones políticas entre poblados es una cuestión de super-
Sierra Leona, Ghana y Guinea portuguesa. En el pasado intervenía vivencia. A diferencia de muchas tribus horticulturas que participan
como arbitro en las guerras locales e incluso unía países enteros para en guerras que se desarrollan como si se tratara de un juego, los ya-
la acción conjunta en tiempos decisorios. Aquí encontramos, pues, la nomamo se lo toman mortalmente en serio; el arrasamiento de pobla-
centralización y la jerarquización propias de las jefaturas, la organi- dos enteros, el exterminio o dispersión de los varones y el cautiverio
zación segmentaria y las sodalidades pantribales propias de las tri- de todas las mujeres no son actos del todo desconocidos. Para mante-
bus, y al menos tres de nuestros subtipos —las «asociaciones», los ner un equilibrio de poder, un poblado tiene que formar a menudo
«consejos de aldea» y la «estratificación ritual»— combinados todos alianzas con antiguos enemigos. Éstas se concluyen en tres fases: por
ellos en los kpelle (Fulton 1972; Little 1965). el intercambio ritual de bienes; por medio de festejos mutuos, y, final-
mente, por intercambio de mujeres con fines matrimoniales. Sin em-
Los yanomamo. Los yanomamo son un grupo de horticultores que bargo, las alianzas son frágiles y pueden romperse impunemente, so-
viven en poblados dispersos, en Venezuela y en el norte de Brasil. Tal bre todo en las primeras fases.
como los describe Napoleón Chagnon (1968), este pueblo es extrema- En muchos puntos los yanomamo se presentan como una tribu tí-
damente agresivo y belicoso. Su decidida fiereza procede de un círcu- pica: su organización social es, sin duda, más compleja que la de los
lo vicioso en el que la preeminencia acordada a las cualidades guerre- cazadores-recolectores nómadas; sus poblados son permanentes y re-
ras masculinas provoca un infanticidio femenino a gran escala, con lativamente estables (pero tienden a escindirse cuando alcanzan cier-
la consiguiente escasez de mujeres, y dado que los hombres tienen que ta dimensión); sin embargo, no existe liderazgo coercitivo centraliza-
guerrear para capturar esposas, se otorga un valor incomensurablc do y todos los hombres del poblado tienen igual acceso al puesto de
a las cualidades guerreras masculinas. La constante agresión de los cabecilla. Pero a este pueblo, que a todos los niveles podría ser consi-
yanomamo crea diversos problemas políticos tanto dentro del propio derado «tribal», parece faltarle lo único que Service consideraba como
poblado como entre diferentes poblados. La poligamia, reservada so- «la cualidad delinitoria de las tribus», es decir, las sodalidades pan-
bre todo a los hombres más viejos y ricos, agudiza la escasez de muje- tribales. Es cierto que los linajes trascienden los límites del poblado,
res. Existe también una regla matrimonial que otorga a los hermanos pero no unen poblados entre sí, por lo menos cuando no existen alian-
mayores la prioridad en las novias, y una imprecisa definición del in- zas militares. De hecho, a causa de las hostilidades creadas en el seno
cesto que reduce todavía más el número de mujeres disponibles para de los linajes al competir por las mujeres, los vínculos matrimoniales
los hombres más jóvenes. El resultado es que dentro del poblado los suelen ser más sólidos que los vínculos patrilineales. No concurren
hermanos se ven incitados a pelear entre sí; el adulterio y las acusa- asociaciones pantribales, y las alianzas militares unen tan sólo dos
ciones de adulterio son moneda corriente, y los niveles de hostilidad o más aldeas entre sí. Indudablemente no existe una estructura políti-
son elevados. El mantenimiento del orden en estas circunstancias pa- ca que integre a todo el grupo yanomamo ni siquiera a una gran parte
rece como si necesitara un cabecilla fuerte, pero, como en las bandas, de él.
el cabecilla no tiene autoridad coercitiva. En el poblado sí impide que
los hombres se maten entre sí por medio de un sistema de violencia Los nuer. Los nuer, del sur del Sudán, descritos por E. E. Evans-
institucionalizado: se intercambian puñetazos por riguroso turno, en Pritchard en 1940, proporcionan un ejemplo clásico de linaje segmen-
el costado o en el pecho, o se pegan con largas estacas en la cabeza. tario o «linaje multicéntrico» como solución al problema de la uni-
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dad tribal. Aproximadamente unos 200.000 n u e r viven en poblados, ceso de «oposición complementaria», grupos territoriales más y más
cultivando maíz y mijo durante la estación de las lluvias, y pastorean- amplios pueden llegar a unirse con fines militares. Por ejemplo, dos
do ganado en régimen de nomadismo casi constante durante las esta- secciones pueden pelear entre sí, pero se aliarían si un tercer grupo
ciones secas. Su sistema social es extremadamente fluido, e individual- las atacase. Para hacer frente a una amenaza incluso mayor, estos tres
mente tienen la reputación de ser ferozmente independientes. Aunque grupos que antes eran enemigos pueden aliarse. La unidad política de
existe una completa falta de autoridad centralizada o de cualquier tipo los nuer debe definirse, pues, en términos de provisionalidad, en la
de autoridad formal que traspone los límites del poblado, los nuer han medida en que se asocian unidades cada vez mayores de acuerdo con
sido capaces de unirse en amplios grupos para hacer frente a las ame- las necesidades, para luego disgregarse otra vez cuando el peligro ha
nazas exteriores. Evans-Pritchard caracterizaba a los nuer como «un pasado.
estado acéfalo, sin órganos legislativos, judiciales ni ejecutivos. Y, sin La «oposición complementaria» como solución al problema de la
embargo, está muy lejos de ser una comunidad caótica. Posee una for- integración tribal (Fig. 3) conviene perfectamente a una tribu que se
ma permanente y coherente que podríamos llamar "anarquía or- introduce en un territorio ya ocupado. Este es el caso de los nuer, que
denada"». historicamente se expandieron hacia la tierra de los dinka. Un siste-
La unidad económica corporativa más pequeña es la unidad do- ma así, extremadamente flexible y al mismo tiempo capaz de formar
méstica compuesta por varios hombres relacionados patrilinealmen- una poderosa fuerza unida, canaliza la expansión hacia afuera y libe-
te entre sí, con sus familias. Varias de estas unidades domésticas pue- ra lasr tensiones internas en forma de guerra contra otros pueblos (Sah-
den agruparse y formar una «aldea» dentro del poblado. En la medida lins (1961).
en que u n a de estas aldeas crece, por natalidad, por adopción y por
inmigración, se escindirá a su vez indefectiblemente, creando otro gru-
po que puede llegar a formar otra aldea en un poblado cercano. Estas SISTEMAS CENTRALIZADOS
aldeas formarán, luego, un linaje menor, y varios de ellos, esparcidos
por numerosos poblados, formarán unidades cada vez mayores: un li- Como ya hemos expuesto antes, una tipología p a r a ser válida de-
naje principal, un linaje máximo, y finalmente un clan. Un clan puede biera poder establecer sistemas, de forma que, dentro de cualquier ca-
incluir a miles de gentes y extenderse por todo el territorio n u e r o tegoria, la determinación de una o más variables permitiese predecir
Nuerlandia, creando así una red de vínculos sociales a los cuales es- otras. La categoría de «sistemas políticos centralizados» abarca unas
tas gentes tan altamente móviles pueden r e c u r r i r en caso de necesi- sociedades en las que el p o d e r y la autoridad son inherentes a una.per-
dad. Dado que los clanes son exógamos, las alianzas matrimoniales sona o grupo de personas. Esto es cierto por definición; es decir, re-
establecen cientos de pequeños lazos con otros clanes. 1
sulta una tautología . Pero por extensión podemos predecir que estas
Comparable al sistema de linaje multicéntrico, pero no idéntico, sociedades tenderán a ser m a s densamente pobladas que las bandas
es el sistema territorial. Todo clan «posee» un territorio determinado o las tribus, que estarán estratificadas en rangos o clases, que tendrán
que, sin embargo, permanece abierto a los miembros de otros clanes; roles sociales y profesionales especializados, que utilizarán una tec-
en realidad el clan «propietario» no forma ninguna aristocracia y, de nologias más productiva, que su economía estará b a s a d a en la redis-
hecho, sólo puede asentarse en una pequeña porción de su territorio. tribucíon centralizada y que serán más estables en tanto que agrupa-
Sin embargo, los que se trasladen a un poblado intentarán establecer- ciones sociopolíticas. Morton Fried enfatiza las desigualdades básicas
relaciones con un linaje propietario a través de la adopción o del ma- de estos sistemas en relación con los sistemas no centralizados: el ac-
trimonio. ceso a los cargos políticos ya no es igualitario y puede estar basado
La guerra y las enemistades son casi constantes. Por medio del pro- en la pertenencia a una cierta clase o linaje de élite. Aunque puedan
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existir grupos de descendencia unilineal, e incluso tener mucho po-


der local, la instancia política ya no se manifiesta principalmente a
través del parentesco; aparece la especialización política con políti-
cos profesionales y la consiguiente burocracia.

LAS JEFATURAS

Por lo que respecta a la integración social, el nivel de jefatura va


más allá del nivel tribal de dos maneras fundamentales: 1) tiene una
densidad de población más alta, gracias a una productividad más efi-
caz; y 2) es más compleja, con alguna forma de autoridad centraliza-
da. A diferencia de los sistemas segmentarios, en los que las unidades
políticas se alian y se disuelven de acuerdo con la situación, las jefa-
turas tienen órganos centrales de gobierno relativamente permanen-
tes, basados típicamente en la acumulación y redistribución de un
excedente económico (que incluye, a menudo, una m a n o de obra exce-
dentaria).
El cargo de jefe, a diferencia del cabecilla de una banda o linaje,
es un cargo de al menos un mínimo «poder»; es decir, el jefe tiene ac-
ceso a cierto grado de coerción. El jefe puede ser la última instancia
en la distribución de tierras, y puede reclutar un ejército. Económica-
mente, es el centro y coordinador del sistema de redistribución: pue-
de cobrar impuestos en forma de alimentos o bienes, de los cuales
algunos serán devueltos al pueblo, creándose un nuevo nivel de soli-
daridad de grupo en el que unas partes especializadas dependen del
buen funcionamiento del conjunto (la «solidaridad orgánica» de Durk-
heim). Aunque el cargo de jefe no sea directamente hereditario, sólo
es accesible para ciertas familias o linajes. Si bien una yerdadera es-
tratificación de clase no existe, todo individuo posee un determinado
rango, según pertenezca a un grupo de descendencia o a otro; los que
estén más próximos al linaje del jefe estarán más altos en la escala
social y recibirán la deferencia de todos los que estén en posiciones
inferiores. En efecto, según Service (1971) «la característica más dis-
tintiva de las jefaturas, en comparación con las tribus y las bandas
es [...] la dominante desigualdad de personas y grupos en la sociedad».
El jefe, sin embargo, no posee un poder absoluto. El ethos aristo-
crático no acarrea ningún aparato formal o legal de represión violen-
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ta, y la obediencia de que goza el jefe proviene menos del miedo a las tuales, si bien la mayor parte de estas funciones eran delegadas a un
sanciones físicas que del control directo que ejerce sobre el sistema grupo de administradores nobles y de líderes guerreros que consti-
económico redistributivo. El linaje del jefe puede llegar a adquirir una tuían los estratos más elevados de la sociedad. Existían otros dos ni-
riqueza excepcional, pero la lealtad, en última instancia, se obtiene veles por debajo de estos administradores: la baja nobleza y los ple-
sobre la base de las constantes donaciones de bienes y beneficios. Aun- beyos. Todo individuo pertenecía a uno de estos estratos y la nobleza
que pueda existir algo muy parecido a una burocracia, los cargos por estaba también jerarquizada según el orden de nacimiento y paren-
debajo del jefe no están claramente diferenciados, y cuando aumen- tesco con el jefe supremo. A la alta nobleza, o jefes menores, se le acor-
tan las presiones estos burócratas menores pueden romper con el cuer- daba una gran deferencia; por ejemplo, los plebeyos tenían que pos-
po de parentesco y establecer un gobierno de oposición. Así pues, un trarse de cara al suelo cuando aquéllos pasaban. Para mantener la línea
jefe es comparable, en algunos rasgos, al caudillo latinoamericano, en del jefe completamente pura, los herederos al puesto de jefe supremo
el sentido de que camina por la cuerda floja entre grupos de intereses eran presumiblemente el hijo primogénito del jefe y su h e r m a n a pri-
en conflicto y mantiene su posición gracias a un acto de equilibrio mogénita (una forma de endogamia incestuosa que también encontra-
precario. mos en el antiguo Egipto y en el Perú incaico).
Si con tanta frecuencia se ha criticado las definiciones de «tribu», Los jefes menores controlaban las asignaciones de tierras y agua
carentes de significado a costa de ser tan generales, la anterior des- —esta última extraordinariamente importante—, dado que gran par-
cripción del nivel de integración social de la «jefatura» —que procede te de la tierra productiva era de irrigación. De hecho también contro-
en gran p a r t e de Elman Service (1971)— ha sido acusada de ser dema- laban el trabajo comunitario de la plebe. El jefe supremo cobraba tri-
siado concreta. Según Herbert Lewis (1968), Service ha deducido lógi- buto a la alta nobleza, la cual lo cobraba a su vez a la baja nobleza,
camente este modelo de acuerdo con lo que tendría que existir entre y así sucesivamente, hasta llegar a la plebe. Este tributo —o parte de
el nivel tribal y el nivel del estado, para luego a m a l g a m a r todo ello él— se invertía en obras públicas, principalmente en canales de riego
con el modelo concreto de la estructura política de la Polinesia, pro- y en empresas bélicas. La nobleza también subvencionaba a un grupo
poniendo finalmente este híbrido como un tipo evolutivo general. Le- de artesanos profesionales con las arcas de los impuestos.
wis señala que muchos grupos aparentemente sometidos a un caci- Lo que impidió que estas comunidades alcanzaran el status de «es-
quismo no son en absoluto estables; oscilan entre el liderazgo tados» fue parcialmente la falta de diferenciación de la esfera políti-
centralizado y el igualitarismo, en la medida en que los grandes líde- ca; eran teocracias hereditarias y la autoridad no estaba todavía sufi-
res van y vienen. Pero a estas alturas debería poder aceptarse, sin me- cientemente diferenciada de la religión y del parentesco. Además,
recer otro largo rechazo, este tipo de flexibilidad dentro de nuestras aunque un jefe tuviera poder de vida o muerte sobre sus subditos en
categorías. algunas cuestiones, la unidad central de gobierno no tenía en absolu-
to el monopolio de este poder, que era también atributo de varios je-
El Hawai precolonial. Las ocho islas del Hawai aborigen estuvie- fes menores. Finalmente estos gobiernos no eran estables. La guerra
ron sometidas al dominio de varias jefaturas hereditarias rígidamen- era constante y las jefaturas eran periódicamente derrocadas, caso en
te estratificadas. Se creía que los jefes supremos eran descendientes el cual la nobleza entera era reemplazada por el grupo conquistador
de los dioses y que estaban tan imbuidos de mana —poder sobrena- (Davenport 1967; Service 1975; Seaton 1978).
tural— que incluso el suelo que pisaban no podía ser hollado por cra-
sos mortales. La persona del jefe estaba, pues, rodeada de una elabo- Los kwakiutl. Las sociedades indias de la costa noroeste de Amé-
rada serie de tabúes, cuyo quebrantamiento podía significar la pena rica del Norte se incluyen habitualmente dentro de la categoría de je-
de muerte. Los jefes eran supremos líderes económicos, militares y ri- faturas, a u n q u e estos grupos no se ajustan tan nítidamente como los
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hawaianos al modelo ideal. Los indios kwakiutl de la isla de Vancou- potlatch representara realmente un sistema de redistribución. Nadie
ver nunca fueron estudiados en su estado aborigen; cuando Franz Boas en la sociedad kwakiutl era suficientemente rico para organizar un
comenzó su trabajo de campo entre ellos en 1885, ya habían estado potlatch sin incurrir en deudas y obtener préstamos. El potlatch era
casi un siglo en contacto con mercaderes, misioneros y marineros blan- el centro de un sistema económico complejo basado en una intrinca-
cos, con agentes del Servicio de asuntos indios, y habían sido diezma- da trama de relaciones de prestamistas-deudores. Aunque un numay-
dos por las enfermedades. En aquellas fechas su nivel de vida, basado ma invitado pudiera no estar directamente implicado en tales deudas,
en la caza y la pesca, y prácticamente exento de recursos alimentarios se esperaba que devolviera el potlatch en reciprocidad y, si cabía, con
domesticados, se contaba entre los más altos de Norteamérica, medi- mayor abundancia. Además, el principal artículo distribuido en el po-
do sobre la base de sus recursos materiales: habitáculos, canoas, uten- tlatch eran las mantas procedentes de la Bahía de Hudson que, evi-
silios, herramientas y objetos de «arte» tales como los tótem. dentemente, no eran comestibles y que, por tanto, eran de mucho va-
Los kwakiutl se distribuían en aproximadamente unos 25 pobla- lor, algo así como la moneda utilizada para futuros préstamos y
dos, constituidos cada uno de ellos por varios numayma (entre dos y créditos. Así pues, el potlatch a p u n t a hacia un sistema de reciproci-
siete), unidades fuertemente cohesionadas formadas por una o varias dad, común a las bandas y a las tribus, y no a u n a redistribución cen-
familias extendidas. Los numayma estaban jerarquizados en términos tralizada, supuestamente una cualidad propia de las jefaturas. Dicho
de prestigio dentro del poblado, y todo individuo tenía su rango den- de otro modo, los kwakiutl, y quizá todas las culturas de la costa no-
tro de su numayma. Los rangos, que se obtenían principalmente por roeste, se presentaban como una mezcla de elementos de las tribus
línea hereditaria o matrimonio, se complicaban con la atribución de y de las jefaturas (Codere 1950, 1957; Drucker & Heizer 1967).
títulos, distintivos y privilegios ceremoniales.
Estas posiciones de prestigio no tenían nada de extraordinario; de EL ESTADO
una población de unos 1.500 individuos, existían 650 cargos electos,
muchos de ellos en manos de más de una misma persona. Estas posi- Para Elman Service (1971), el elemento distintivo del estado, aquel
ciones sociales se mantenían por mediación del pollatch —una fiesta que lo distingue de la jefatura, «es la presencia de una forma especial
harto complicada en la que se distribuía a todos los presentes una enor- de control: la continua amenaza de la fuerza por parte de un conjunto
me cantidad de bienes. Se podía insultar también a un rival destru- de personas constituido y legitimado para utilizarla». Morton Fried
yendo bienes en su presencia, pero estos potlatch competitivos, aun- (1967), en cambio, pone el acento en la estratificación: el estado tiene
que espectaculares, no eran tan corrientes como suele creerse. instituciones especiales, formales e informales, para mantener una je-
Los kwakiutl presentan evidentemente muchos elementos de la je- rarquía que tiene un acceso diferencial a los recursos. Esta estratifi-
futura clásica: un sistema fuertemente jerarquizado, papeles especia- cación trasciende el sistema de rangos, individuales y de linaje, pro-
lizados de liderazgo basados en la herencia, órganos permanentes de pio de sociedades menos complejas; implica el establecimiento de
gobierno, y redistribución. Pero está muy lejos de encajar en el mode- verdaderas clases. Para Ronald Cohén (1978a, 1978b), el «rasgo clave
lo teórico. En primer lugar, existía muy poca integración dentro del para el diagnóstico» de la existencia del estado es su continuidadi A
poblado, y ninguna por encima de él, puesto que en la mayor parte, diferencia de las formas inferiores de organización política, el estado
la independencia política recaía en el numayma. El jefe de mayor ran- no tiene normalmente fisuras (es decir, no se escinde en diversos pe-
go en el poblado podía tener, quizá, una cierta autoridad adicional, queños grupos) como parte de su proceso normal de actividad política.
pero en la práctica los numayma eran las entidades políticas cotidia- Los estados son, por lo general, sociedades amplias y complejas
nas, lo cual significa que lo político se manifestaba a través del paren- que abarcan una diversidad de clases, asociaciones y grupos profesio-
tesco, como en las sociedades tribales. Además, es discutible que el nales. La especialización profesional, incluida una burocracia políti-
58 | ANTROPOLOGÍA POLÍTICA TIPOS DE SISTEMAS POLÍTICOS PREINDUSTRIALES | 59

ca profesionalizada, une a. t o d o el grupo en una t r a m a de dependen- central; pretendía ostentar, al menos en teoría, el monopolio del uso
cias interrelacionadas. Debido a la gran variedad de intereses tanto de la fuerza; su poder se ejercía a través de una compleja burocracia;
individuales como de clase existentes dentro de un Estado, las pre- y gobernaba de acuerdo con unas leyes objetivas.
siones y conflictos, desconocidos en sociedades menos complejas, Sin embargo, perduraban reminiscencias del anterior estadio de
necesitan aquí de algún tipo de aplicación de leyes impersonales, jefatura, tanto es así que los mismos zulúes parecían considerar el es-
respaldada por sanciones físicas, para mantener el sistema en funcio- tado como u n a jefatura glorificada. El estado era, en esencia, un con-
namiento. junto de clanes todavía relativamente independientes. Las fidelidades
estaban divididas entre el jefe y el rey, con el pueblo a menudo decan-
Los zulúes precoloniales. La familia nguni de los pueblos de ha- tándose hacia el grupo local. Los jefes conservaban los poderes rela-
bla bantú incluía unos 100.000 miembros dedicados al pastoreo y cionados con la cotidianidad, incluido el derecho a u s a r la fuerza para
a la agricultura de roza (rotación de cultivos), que ocupaban unos acabar con las rebeliones, siempre que el rey estuviera informado. Se
2
180.000 K m del sudeste africano. La unidad básica de residencia era seguía creyendo que un mal rey podía ser destronado lo mismo que
la familia extendida patrilineal. La unidad política permanente m á s un mal jefe, a condición de que se cambiara el individuo, no el siste-
extensa era el clan, aunque varios clanes podían formar temporalmente ma; de hecho, la sucesión real se zanjaba, muchas veces, por medio
u n a «tribu». Pero en realidad se trataba de una jefatura clásica, tal del asesinato o de la rebelión. Además, si bien es verdad que había u n a
como ya hemos descrito. clara estratificación social, ésta era muy parecida a la de los hawaia-
En los primeros años del siglo xix, m u c h a s de estas jefaturas inde- nos (donde individuos y rangos estaban jerarquizados en función de
pendientes se unieron por conquista para formar el poderoso y alta- su proximidad genealógica al rey). La especialización profesional tam-
mente militarizado Estado zulú. En muchos aspectos, este estado re- poco estaba m u c h o más desarrollada que en el periodo preestatal. Re-
lativamente poco desarrollado debió su continuada unidad a la sumiendo, los zulúes precoloniales, en tanto que formando definitiva-
amenaza de los blancos, boers y británicos, que estaban presionando mente un estado por lo que respecta a la unificación de varios grupos
en las fronteras de su territorio (los británicos terminaron venciendo anteriormente autónomos bajo un gobierno centralizado, ofrecían, tam-
y conquistando a los zulúes en 1887). Regimientos de soldados que per- bién, muchos de los aspectos de las jefaturas en las que se basaba el
tenecían sólo al rey, fueron estacionados en cuarteles concentrados estado (Gluckman 1940; Service 1975).
en la capital. El rey, además de m a n d a r sobre las fuerzas militares
y la mano de obra civil, recibía también «regalos» de sus subditos, lo Los incas. A comienzos del siglo xv una poderosa jefatura del va-
que le convertía en el hombre más rico del reino. A su vez, debía mos- lle del Cuzco, en Perú, inició una expansión militar que crearía el más
trarse generoso en el suministro de alimentos y otros bienes a su pue- extenso de los estados precolombinos del Nuevo Mundo. En su apo-
blo. Contaba con un Consejo cuyas recomendaciones, en principio, se geo, el Imperio incaico se extendía sobre una distancia de 4.100 km
seguían. El rey era también la última instancia de apelación para los desde el centro de Chile hasta la actual frontera entre Ecuador y Co-
recursos elevados por tribunales de los jefes menores, y se reservaba lombia, y su territorio se mantenía unificado sin el uso del transporte
el derecho de dictar penas de muerte (aunque los jefes no siempre res- animal (si bien las llamas y las alpacas eran u s a d a s como animales
petasen esta prerrogativa). La jerarquía de las personas y de los cla- de carga). Las descripciones contemporáneas del estado incaico, tales
nes dependía de su proximidad genealógica al rey. como «comunista», «socialista», o «estado del bienestar», hacen esca-
Así, pese a su reciente creación y a su breve existencia, el estado sa justicia a la adaptación, única en el mundo, que hicieron aquellos
zulú desplegó muchos de los atributos propios de estados más com- pueblos a las condiciones ecológicas, sociales e históricas de los Andes.
plejos: aglutinaba numerosos grupos desiguales bajo u n a autoridad En el Imperio incaico concurrían un sistema de redistribuciones
60 | ANTROPOLOGÍA POLÍTICA TIPOS DE SISTEMAS POLÍTICOS PREINDUSTRIALES | 61

económicas, la fuerza militar y la centralización política. La produc- trabajo cooperativo. Varios ayllus se unían en tribus y confederacio-
ción de alimentos alcanzaba cotas muy elevadas debido no a la inno- nes m á s amplias para el comercio y la defensa.
vación tecnológica, sino a la creciente eficacia de la organización del La conquista llevada a cabo por los incas dejó intacta esta estruc-
trabajo —creación de terrazas agrícolas, por ejemplo, o construcción tura social básica, y muchas de las formas y prácticas gubernamenta-
de sistemas extensivos de riego— y al traslado de comunidades ente- les del estado se basaron en las del ayllu. Por ejemplo, el sistema de
ras a áreas anteriormente yermas. La tierra del Imperio se dividía en trabajo forzado con el que los incas construyeron sus carreteras (una
tres partes: una p a r a alimentar al pueblo llano, otra para la religión de ellas medía casi 3.000 km), sus edificios públicos y sus terrazas agrí-
del estado, y la tercera para la burocracia laica. Después de 1475, colas, eran una continuación directa de los modelos tradicionales del
aumentarían las propiedades estatales, especialmente las tierras re- trabajo colectivo ayllu. Incluso en los más altos niveles de gobierno,
cién recuperadas para cultivo y pasto. la forma ayllu era el modelo; cada nuevo emperador inca iniciaba un
Esta economía mantenía tres burocracias. En la cúspide la buro- nuevo ayllu real, constituido por todos sus descendientes varones. La
cracia central, formada por la nobleza étnicamente incaica y por otros creencia tan ampliamente extendida según la cual la comunidad inca
nobles que hubieran alzanzado el status de inca por sus contribucio- estaba dividida en grupos según un sistema decimal, obedece tan sólo
nes al estado. Esta burocracia tenía su base en el Cuzco y estaba cons- a una lectura literal de la abreviación de un empadronador (los códi-
Ihuida por una Corte Real (formada por once linajes menores, cada ces se registraban en nudos de cuerda); la división del Imperio se ba-
cual con su propio palacio), un consejo asesor real, y servicios más saba en realidad en el tradicional ayllu, en la tribu y en la confedera-
o menos especializados para la administración de la justicia, del ejér- ción. Por lo tanto, a pesar de su complejidad, el estado incaico no
CITO, DE la educación, de los transportes y comunicaciones. Una buro- representa un salto cuantificable en la organización social, si excep-
CRACia religiosa paralela, y hasta cierto pimío distinta, administraba tuamos su extraordinaria magnitud; fue, más bien, una convergencia
una religión de estado que era bastante «abierta», perfectamente ca- de diversas unidades tradicionales inalteradas (Masón 1957; Murra
paz de Incorporar los dioses, ídolos y ritos de las tribus conquistadas. 1958; Shaedel 1978).
Tanto como un tercio de todo el producto nacional bruto incaico se El ayllu, vale la pena decirlo, ya ha sobrevivido cuatro siglos a los
dedicaba a las ceremonias religiosas. Finalmente, una burocracia pro- incas, ha sobrevivido a la colonización española y a numerosas dicta-
vincial que abarcaba unos ochenta grupos regionales a través de u n a duras, y continúa existiendo intacto en muchas zonas de Perú y Bolivia.
jerarquia de jefes locales llamados curacas. Hoy finalmente, el ayllu muestra signos de sucumbir, no ante las
La existencia de unas estructuras burocráticas tan sofisticadas presiones políticas o las conquistas, sino ante los efectos del exceso
como las descritas podría interpretarse como si el estado incaico hu- de población y de industrialización (Lewellen 1978).
BIERA SUPERADO COMPLETAMENTE las formas primitivas de organización El valor de una tipología depende tanto de lo que pensemos hacer
social. Pero durante milenios, a través de la aparición, auge y caída con ella como de los criterios utilizados para establecerla. La clasifi-
de tantas civilizaciones, la unidad básica de la estructura social andi- cación sugerida en este capítulo es muy general. Sin embargo, es ne-
na el ayllu, una comunidad basada en el linaje con la cesario tener algún medio para elaborar secuencias evolutivas y para
propiedad de la tierra en común y redistribuida según las necesida- establecer un vocabulario normalizado. Los especialistas —p. e j , en
des. El ayllu era extrordinariamente autosuficiente, unificado por el política campesina—, necesitarán una clasificación más precisa, y pue-
territorio común y por complejas interrelaciones de reciprocidad so- den desarrollar cuantos subtipos crean convenientes. El especialista
cial y economica. Cada ayllu tenía su propio líder, sin autoridad coac- de un área cultural, como el Ártico, podrá centrarse en la variedad de
tiva alguna. El ayllu cuidaba de sus propios enfermos y viejos y lleva- estrategias adaptativas, y así estará plenamente justificado que rechace
ba a cabo obras públicas y servicios de mantenimiento a través del cualquier clase de tipología.
62 | ANTROPOLOGÍA POLÍTICA TIPOS DE SISTEMAS POLÍTICOS PREINDUSTRIALES | 63

Esto parece bastante evidente, pero muchas de las objeciones con- ofrecen datos cuantitativos para confirmar o refutar hipótesis especulativas
tra la clasificación de los sistemas políticos derivan de los infructuo- sobre la clasificación de sistemas políticos.
sos intentos de correlacionar directamente datos de nivel específico SERVICE, ELMAN R. Primitive Social Organization: An Evolutionary Perspecti-
con categorías de nivel general. La crítica debería plantearse a nivel ve (New York: Random House, 1962).
de la tipología misma, es decir, a nivel de las amplias probabilidades En este libro se establecieron los conceptos de «banda», «tribu», «jefatu-
estadísticas interculturales. La cuestión crucial es: ¿Qué elementos de ra» y «estado» como «niveles de integración sociocultural básicos. A pesar de
estas sociedades aparecen juntos con suficiente regularidad p a r a que su subtítulo, el libro es ampliamente descriptivo y apenas intenta sugerir cau-
podamos considerarlos c o m o p a r t e s integrantes del m i s m o sistema? sas del cambio evolutivo.
La pregunta es empírica, y sólo en la medida en que se conteste cada
vez con mayor precisión podremos esperar un mayor prefeccionamien-
to en n u e s t r a s clasificaciones.

L E C T U R A S R E C O M E N D A D A S

COHÉN, RONALD y JOHN MIDDLETON (eds.) Comparative Political Systems (Aus-


tin: University of Texas Press, 1967).
Esta antología recoge una selección bastante heterogénea de una amplia
gama de tipos políticos. Entre los grupos representados están los ¡kung, los
esquimales, los nambikara, los mapuches y los incas. La lista de autores de
estos veinte artículos parece un quien es quien de la antropología cultural:
Claude Lévi-Slrauss, Robert Lowie, John Murra, F. G. Bailey y S. N. Eisens-
tadt, entre otros.

FRIED, MORTON, The Evolution of Political Society (New York: Random House,
1967).
Fried clasifica los sistemas políticos en términos del acceso de un indivi-
duo al poder. De ahí sus categorías básicas «igualitario», de «rango» y «estra-
tificado» —cada una de ellas descrita en detalle.
t
LEVINSON, DAVID y MARTIN J. MALONE. Toward Explaining Human Culture (New
York: HRAF Press, 1980).
Se trata de un intento admirable de recoger en un solo y conciso volumen
mucho de lo que se sabe sobre regularidades interculturales de estudios esta-
dísticos sobre la base de los Human Relations Área Files (Archivos de áreas
1
de relaciones humanas) . Muchos de los capítulos son importantes por cuanto

1. Un catálogo de sumarios etnográficos, creado en 1937 por George Peter Murdock,


que reúne datos acerca de más de 240 pueblos, contemporáneos e históricos.
3

Evolución del estado

Hace unos 5500 años, en los fértiles valles del Eufrates y del Tigris
(actual Irak), se desarrolló un tipo de sociedad única en su tiempo.
Transcurridos milenios desde que el hombre pasara gradualmente de
la búsqueda errante del sustento al asentamiento estacional, basado
en la domesticación de algunos animales y plantas y más tarde a los
poblados agrícolas más o menos estables, nacieron las primeras y ver-
daderas ciudades del mundo, y con ellas una forma nueva de orga-
nización política. Anteriormente la sociedad se había estructurado
según las relaciones de parentesco; ahora aparecía una burocracia ad-
ministrativa permanente que exigía lealtades por encima del linaje y
del clan. Los jeles locales cedieron gran parte de su autoridad en fa-
vor de una clase dirigente que tenía el poder de a c u m u l a r el exceden-
te agrícola y movilizar la mano de obra necesaria p a r a llevar a cabo
obras de irrigación a gran escala y crear una arquitectura de tipo mo-
numental. Las ciudades fortificadas, como Uruk y Ur, alardeaban de
tener poblaciones de más de 40.000 «ciudadanos». Una casta sacerdo-
tal profesional presidía una compleja religión olímpica (basada en los
templos). Artesanos especializados manufacturaban los cuchillos de
Superviviente de la tribu yaghan de Tierra de Fuego —grupo diezmado a con- obsidiana y las estatuillas de oro y plata que enlazarían extensas re-
secuencia de la colonización europea, ejemplo de cambio radical de una es- giones entre sí a través de redes comerciales. El «estado» había nacido.
tructura política.
En la actualidad, cuando las poblaciones de muchos países cuen-
tan cientos de millones de individuos y el poder está tan concentrado
que la palabra de un presidente o de un jefe de gobierno puede desen-
cadenar un holocausto de proporciones incalculables, quizá resulte
difícil comprender todo el significado de aquellas ciudades estado
()6 | ANTROPOLOGÍA POLÍTICA EVOLUCIÓN DEL ESTADO I 67

(aproximadamente unas trece) conocidas colectivamente bajo el nom-


bre de Sumer. Si hablamos con toda legitimidad de una «revolución
agrícola» o de una «revolución industrial» cuando nos referimos a cam-
bios cuantitativos acaecidos en la complejidad social humana, con
idéntica propiedad podemos hablar de una «revolución del estado».
Algunas autoridades en la materia podrán quizá poner en duda las ca-
racterísticas definitorias del estado primitivo, pero nadie dudaría de
su importancia, dado que se trata de un nuevo tipo de sociedad, una
semilla portadora del código genético de las grandes naciones-estado
del mundo moderno. \
El estado mesopotámico fue desarrollándose a través de una larga
serie de adaptaciones a un habitat concreto y a un conjunto específi-
co de problemas sociales. Pero desde el punto de vista retrospectivo,
el proceso parece casi inevitable, dado que en Egipto, en el valle del
Indo (India) y en el valle del Río Amarillo (norte de China), en Mesoa-
mérica y en Perú hallamos adaptaciones similares que produjeron es-
tructuras sociopolíticas similares. Si bien estos seis estados «prísti-
nos» o primarios (Fig. 4) aparecieron con diferencias de cientos e
incluso de miles de años unos de otros (Tabla 2), y aunque hubiera un
mínimo de relaciones comerciales entre algunos de ellos (por ejem-
plo, entre la India y Mesopotamia), cada uno parece haber tenido un
origen totalmente independiente respecto de los demás. Ello plantea
un problema: si el estado evolucionó autónomamente no una sino seis
veces, ¿podemos llegar a descubrir los procesos fundamentales comu-
nes a todos ellos?
Aunque muy lejos del estado, los rudimentos de la evolución so-
cial h u m a n a pueden hallarse en los parientes m á s próximos del hom-
bre, o sea, entre los grandes primates. En los primates, que se caracte-
rizan por un acentuado dimorfismo sexual (diferencias en tamaño y
musculatura entre ambos sexos), por ejemplo, como en los mandriles
y los gorilas, hallamos un acentuado predominio masculino, u n a es-
pecialización defensiva y varios modelos de organización familiar. Al-
gunos primates revelan unas estructuras sociales extremadamente ela-
boradas y complejas. Los mandriles Cynocephalus, por ejemplo, viven
en grupos estables de cuarenta a ochenta individuos, y estas bandas
presentan una clara jerarquización de status y una notable especiali-
zación de funciones tanto en los machos como en las hembras. Los
M I ANTROPOLOGÍA POLÍTICA EVOLUCIÓN D E L ESTADO | 69

Tabla 2. Cronología del desarrollo de los estados prístinos. mandriles H a m a d r y a s se desplazan en busca de alimentos en peque-
ños grupos formados en torno a un macho, pero se reagrupan por cen-
tenares para pernoctar.
Algunos primates transmiten de generación en generación impor-
tantes capacidades adquiridas y desarrollan una cooperación consi-
derable en la educación de los jóvenes, en la defensa colectiva, en el
aparejamiento y en el comportamiento sexual. Pero sólo el género
Homo ha podido ampliar estas adaptaciones básicas por medio de la
cultura. A través del simbolismo, el medio cultural m á s significativo,
el hombre se comunica y embellece el pensamiento individual y co-
lectivo; y la reciprocidad, que está en la base de la división del traba-
jo, crea el potencial para una organización social cada vez m á s sofis-
ticada y une unos grupos de parentesco con otros p o r medio del
intercambio de mujeres.
Más del 99 % de la existencia del hombre sobre la Tierra (de dos
a tres millones de años) ha t r a n s c u r r i d o en pequeñas bandas: grupos
flexibles, igualitarios y nómadas constituidos por varias familias di-
seminadas. Dado que los pueblos cazadores-recolectores contemporá-
neos ocupan sólo los H A B I T A T más marginales, debemos ser cautos a
la hora de generalizar su organización social a nuestros antepasados
remotos, los cuales vivieron en lugares y climas más benignos. No obs-
tante la evidencia arqueológica del Paleolítico revela pocas variacio-
nes en la forma básica de banda. Una de las razones de que esta es-
tructura perviviera durante tanto tiempo es porque se trataba de una
línea evolutiva agotada, sin salida. La adaptación de los cazadores-
recolectores (los pigmeos y los esquimales clásicos son ejemplos con-
temporáneos) necesita un equilibrio ecológico casi perfecto, es decir,
de unos índices demográficos inferiores al nivel de recursos disponi-
bles; de esta forma apenas habría existido presión selectiva para el
cambio.
Debería explicarse no el por qué de la larga duración de esa forma
excepcional de adaptación, sino por qué unos pocos grupos —muy po-
cos al principio— la abandonaron por formas más complejas de sub-
sistencia y de sociedad.
Solamente con el sedentarismo y con densidades de población más
altas —posibles ambas gracias a la domesticación de animales y plan-
tas— pudieron aparecer tipos radicalmente nuevos de estructura so-
70 | ANTROPOLOGÍA POLÍTICA EVOLUCIÓN DEL ESTADO I 71

cial. No se crea, sin embargo, que esta «revolución» fuera repentina, piedad personal. La innovación tecnológica creó excedentes, que a su
ni que condujera inmediatamente a la formación del estado. La do- vez posibilitaron el desarrollo de una clase no productora. La pro-
mesticación agrícola y animal se desarrolló, al parecer, de forma in- piedad privada es, para Engels, simplemente algo concomitante a la
dependiente en distintas zonas de nuestro planeta, pero tan sólo unas producción de bienes de consumo. Una vez establecida, la propie-
pocas llegaron a evolucionar y convertirse en estados. En el valle de dad privada estimula una inexorable cadena de causa-efecto que aca-
Tehuacán (México), el paso de las bandas cazadoras-recolectoras a los ba creando una clase empresarial-poseedores de los medios de pro-
estados de base agrícola duró más de 7.000 años (Flannery 1968). En ducción y compradores y vendedores del trabajo humano. Ello, a su
otras áreas donde también surgieron estados prístinos, la agricultura vez, determina un acceso diferencial a los recursos y de ahí las gran-
sedentaria, los asentamientos permanentes e incluso las obras inten- des desigualdades entre ricos y pobres. La élite, para proteger sus in-
sivas de irrigación, precedieron, no obstante, a la centralización po- tereses de clase contra las m a s a s de productores activos (los cuales
lítica. evidentemente quieren beneficiarse con su propia producción), tiene
Los antropólogos americanos y holandeses han abordado con en- que e s t r u c t u r a r una fuerza centralizada permanente.
tusiasmo el problema del origen del estado (los británicos y los fran- Dada la época en que fue escrito, este análisis resulta muy elabo-
ceses tienden a ignorar las cuestiones relacionadas con la evolución). rado y agudo. En él hallamos ya la idea de la reciprocidad como for-
Hasta hace poco estos teóricos diferenciaban cuidadosamente los seis ma elemental primaria de intercambio económico en las bandas y en
estados prístinos de los estados secundarios, es decir, de aquellos que las sociedades tribales, y la visión de que los sistemas más complejos
evolucionaron a partir de estados ya existentes o gracias al contacto implican concentración de riqueza y de distribución a través de un
con ellos. Como que prácticamente no había teoría que no se centrara agente central, sea éste un jefe, un rey o una burocracia, Engels aplica
en los primeros, la evidencia era por definición exclusivamente arqueo- con ingenio el materialismo marxiano a la evolución social h u m a n a
lógica. Pero actualmente algunos investigadores han abandonado ya desde una perspectiva histórica; las causas básicas del cambio serían,
la distinción entre prístino y secundario en favor de una tipología que según el autor, la tecnología y la economía, y no las ideas. Y también
posibilite también la inclusión de estados recientes (como el ankole hallamos aquí una clara identificación de la estratificación social como
de Uganda), siempre que sean prístinos. Más adelante analizaremos uno de los elementos definitorios del estado.
algunas de estas importantes investigaciones, pero antes tendríamos Por desgracia, como Elman Service (1975:283) ha apuntado, «ni en
que examinar las teorías clásicas sobre los orígenes del estado. las mismas civilizaciones arcaicas primitivas, ni en las jefaturas o es-
tados primitivos arqueológica o históricamente conocidos, existe evi-
Teorías del conflicto interno dencia alguna de la existencia de empresas privadas importantes, es
decir, evidencia de capitalismo». Efectivamente, los conceptos mismos
La teoría según la cual el estado evolucionó por medio de la lucha de «comunismo» y «capitalismo» parecen absurdos aplicados a las
de clases viene implícita en muchos de los escritos de Karl Marx. Pero bandas o a las jefaturas, ambas tan diferentes de los estados indus-
el pleno desarrollo de estas ideas sólo se alcanzaría con Frederick En- triales modernos.
gels en una de sus obras principales, The Origin of the Family, Prívate El teórico contemporáneo Morton Fried (1967), quien basa su tipo-
Property and the State (1891), publicada tras la muerte de su mentor. logía evolutiva de sistemas políticos en el grado de acceso individual
Engels se inspiró fundamentalmente en el antropólogo evolucionista a los recursos y a los cargos de prestigio, presenta u n a variante de la
americano Lewis Henry Morgan para afirmar que la forma más pri— teoría del conflicto de clases. Desde el momento en que aparece una
mitiva de organización social era la comunista: los recursos se repar- verdadera estratificación, dice Fried, está también implícito el esta-
tían equitativamente entre todos y no existía un concepto claro de pro- -do, porque la existencia de un sistema de clases necesita un poder con
72 | ANTROPOLOGÍA POLÍTICA EVOLUCÍÓN DEL ESTADO I 7.í

centrado en m a n o s de una élite. Por su naturaleza misma, ello genera ficar y a generalizar en demasía. La teoría un tanto prosaica de D . n
conflicto en el seno de la sociedad. El acceso diferencial a los recur- win de que el mecanismo de la evolución se basa en la reproducción
sos y la explotación del trabajo humano crean tensiones completamen- diferencial (los padres con mayor número de hijos vivos transmiten
te desconocidas en sociedades menos complejas. El conflicto que nace más rasgos) se transformó en una «ley de la jungla», evocadora de im;i
de la estratificación social no parece ser la causa de la formación del genes de grandes felinos devorando implacablemente a sus congéno
estado, sino más bien una pre-condición para su desarrollo! Una es- res más débiles. Aplicada a la sociedad, esta teoría podía proporcionar
tratificación social incipiente es tan inestable que u n a sociedad que —y proporcionó— la justificación filosófica («¡la ley de la naturaleza
se halle en esa fase o bien se desintegra y pasa a un nivel inferior de obliga!») del colonialismo, del imperialismo, del capitalismo monopo-
organización, o bien continúa avanzando en la centralización del po- lista y de cualquier otra forma de explotación.
der político. En otras palabras, cuando las clases comienzan a distan- Como veremos, la investigación intercultural sí confirma la hipó-
ciarse de las jerarquías individuales o de parentesco, la élite privile- tesis de que la guerra y la conquista son factores importantes en el
giada debe a s u m i r rápidamente el poder si ha llegado el momento desarrollo de algunos estados, pero pueden hacerse dos objeciones im-
adecuado para la aparición del verdadero estado. ^ portantes a la teoría según la cual la guerra es la causa primaria: pri-
mero, una sociedad puede movilizar y adiestrar fuerzas sólo si posee
Teorías del conflicto externo los niveles adecuados de población y de organización, por lo que se-
ría preferible considerar la guerra como una función y no como cau-
En la versión bíblica de la evolución social, la aparición de las ciu- sa de un determinado nivel de integración social; segundo, por lo que
dades es el resultado directo del fraticidio original de Caín. La idea respecta a las tribus y a las jefaturas, la guerra puede ser más un obs-
de que los estados nacen de la sangre y de la guerra fue respetada cien- táculo que la causa de la formación del estado, porque los grupos evi-
tíficamente en la segunda mitad del siglo pasado con el desarrollo del dentemente se dispersarán si se saben amenazados por una fuerza más
darwinismo social. Herbert Spencer, principal portavoz de las más ex- poderosa que ellos mismos (Service 1971; Price 1979).
tremas interpretaciones de la teoría evolucionista, aplicó la idea de Este último punto es objeto de considerable atención en la teoría
«la supervivencia del más fuerte» a personas principalmente, pero se de la «circunscripción ambiental» de Robert Carniero (1967, 1970,
necesitaba muy poca imaginación para aplicar este concepto también 1978). Como quiera que la guerra es prácticamente universal y suele
a las sociedades: las organizaciones más fuertes y belicosas prevale- tender a dispersar más que a aglutinar a la gente, el conflicto sólo po-
cerían inevitablemente en detrimento de grupos más débiles, unificán- dría propiciar la centralización en determinadas situaciones. Tras ana-
dolos bajo un poderoso gobierno centralizado detentor del monopo- lizar el desarrollo de los estados prístinos en el Nuevo y en el Viejo
lio del uso de la fuerza. El militarismo, por sí mismo, sería suficiente Mundo, Carniero observa un común denominador: «todas ellas son zo-
incluso sin conflictos armados; la mera existencia de un peligro ex- nas con tierras de cultivo acotadas»; es decir, son tierras que están
terno que exigiera un gran ejército permanente podría empujar a una rodeadas y limitadas por montañas, por el m a r o por el desierto. Cuan-
sociedad poco cohesionada hacia un fuerte liderazgo centralizado. La do no existe tal delimitación, las presiones demográficas pueden des-
idea de que el gobierno de un estado se configura de acuerdo con el bordar el medio y las poblaciones vecinas vencidas en la guerra pue-
modelo militar en su estructura jerárquica y en el control centraliza- den trasladar su asentamiento a una nueva zona. Pero esto es imposible
do de la fuerza física, está implícita o explícita en este tipo de teorías, cuando la única tierra cultivable está rodeada de tierra improducti-
de las que la de Spencer sólo fue un exponente entre muchos otros. va, caso en el cual la presión demográfica debe canalizarse por vía do
Estas teorías, basadas en una falsa interpretación de la evolución la unificación y de una mayor capacidad productiva —ambas caracte-
física, ponen de manifiesto la tendencia propia del siglo xix a simpli- rísticas del estado— y los vencidos de guerra sin posibilidad de huir
74 | ANTROPOLOGÍA POLÍTICA EVOLUCIÓN DEL ESTADO | 75

tienen que someterse a los vencedores. Los indios del Amazonas em- unido entre sí para formar estados y que éstos han provocado la gue-
prendían frecuentes guerras por venganza, por la posesión de muje- rra para crear estados más extensos, y tanto la rivalidad como la se-
res, por prestigio personal y cosas por el estilo, pero estas guerras nun- lección fomentan de forma creciente la creación de unidades cada vez
ca desembocaban en una conquista generalizada a manos de un poder mayores. A partir de la tendencia netamente decreciente del n ú m e r o
central, puesto que en la selva siempre podían encontrarse nuevas áreas de unidades políticas autónomas en el m u n d o a partir del año 1000
donde crear un nuevo poblado. En cambio, las tierras aluviales en las a.C, Carniero predice la unificación de todo el planeta para el año 2300,
desembocaduras del litoral peruano —rodeadas de mar, desierto y aproximadamente. Suponiendo, claro, que antes los gobernantes no su-
montañas—, no ofrecen tales opciones. A medida que los pequeños cumban a la tentación de una versión nuclear de la «ley de la jungla».
y dispersos poblados neolíticos crecían y se fragmentaban, la densi-
dad demográfica de los estrechos valles era cada vez mayor. La inten- La «civilización hidráulica»
sificación de la agricultura, mediante las terrazas agrícolas por ejem-
plo, solucionó el problema sólo temporalmente. Las acciones de En los escritos de Marx y Engels ya se reconocía la importancia
represalia se convirtieron en guerras por la posesión de la tierra, con del regadío en la íbrmación del estado. Constataron que entre las pe-
un grupo intentando a u m e n t a r su capacidad productiva a expensas queñas comunidades agrícolas y las sociedades con estado existía una
de los demás, con el agravante de que, p a r a el bando más débil del diferencia fundamental, a saber, que estas últimas necesitaban el apoyo
conflicto no había refugio posible que pudiera proporcionar ni siquiera de sistemas extensivos de riego. Para Julián Steward (1955), el meca-
un nivel mínimo de subsistencia; la única estrategia viable de super- nismo fundamental del desarrollo del estado fue la irrigación; sólo
vivencia era la sumisión a una fuerza dominante. De esta forma va- el control del agua posibilitaba una agricultura suficientemente in-
rias jefaturas independientes quedaron unificadas bajo un solo gobier- tensiva para obtener grandes densidades demográficas, y la construc-
no militar jerárquicamente estructurado. ción de grandes sistemas hidráulicos sólo era posible gracias a unos
La circunscripción también puede ser social, y no sólo estrictamen- niveles de organización social, un poder y una coordinación del tra-
te física. Para los yanomamo de la jungla venezolana no existe aisla- bajo totalmente nuevos.
miento físico, pero la escisión de los poblados y la expansión hacia Karl Wittfogel (1957) elaboraría «la teoría hidráulica» con tal pre-
territorio virgen resulta más fácil para los de la periferia del grupo cisión que su nombre aparece hoy casi exclusivamente asociado a ella.
tribal que para los que están más próximos al centro. Según la teoría Los agricultores neolíticos de las zonas donde se desarrollaron esta-
de Carniero, cabría esperar que los poblados centrales rodeados de dos prístinos, como Egipto o los valles litorales de Perú, dependían,
otros poblados guerreros, tendieran a ser mayores y a tener cabeci- para regar, de las inundaciones anuales; sus campos se regaban una
llas más poderosos que los poblados periféricos, y éste es ciertamen- vez al año y las inundaciones depositaban nuevas tierras de aluvión.
te el caso. Si bien los yanomamo están lejos de la integración cultural Pero este sistema de irrigación era muy variable, e incluso en el me-
propia del estado, los poblados socialmente acotados presentan una jor de los casos tan sólo proporciona una cosecha al año. Los agricul-
tendencia más clara hacia la centralización. tores empezaron gradualmente a controlar las inundaciones por me-
Carniero incluye estos procesos dentro del «principio de la exclu- dio de diques y embalses de agua para la preservación y utilización
sión competitiva» derivado de la biología evolucionista. Este princi- subsiguiente del precioso líquido distribuido, según las necesidades,
pio afirma que «dos especies que ocupen y exploten la misma porción a través de un sistema de canales. Los primeros sistemas de irriga
de habitat no pueden coexistir indefinidamente» —una tiene, en últi- ción eran pequeños y primitivos, en base al trabajo de unas pocas u n í
ma instancia, que eliminar a la otra. Al aplicar esta idea a las socieda- dades agrícolas vecinas; pero a medida que la capacidad prodlli tivi
des, Carniero observa que a lo largo de la historia las jefaturas se han de la tierra aumentaba y la población humana crecía, las obras de in I
76 | ANTROPOLOGÍA POLÍTICA EVOLUCIÓN DEL ESTADO I 77

gación crecieron en tamaño y complejidad. Apareció un grupo de es- mo entre este aumento de población y la aparición del estado ha sido
pecialistas para planificar y coordinar la construcción de estos siste- constatado por la práctica totalidad de los antropólogos culturales evo-
mas, y, m á s tarde, controlar el caudal del agua. Este grupo, de las ma- lucionistas. Robert Carniero (1967) trazó la relación entre densidad de
nos del cual dependía literalmente la vida misma de la comunidad, población y complejidad social en 46 sociedades distintas y encontró
se convirtió en una élite administrativa que dominó estados centrali- una correlación estadística significativa entre ambas variables. Si bien
zados y despóticos. esta correlación se refería, al menos genéricamente, a la «densidad
2
Este modelo teórico ha sido sorprendentemente bien aceptado. La aritmética» (es decir, la media de gente por k m en todo un territo-
irrigación parece haber sido importante en todos los estados prísti- rio), hallamos una relación mucho más evidente si sólo tomamos en
nos. Al principio se creyó que las tierras bajas de los mayas, en la pe- consideración la «densidad económica» (es decir, la relación entre po-
nínsula de Yucatán (México), habían sido una excepción a esta regla, blación y medios de producción). En Egipto, por ejemplo, la gran ma-
hasta que fotos aéreas recientes revelaron que también esta civiliza- yoría de la población está concentrada a lo largo de una estrecha franja
ción había dependido de sistemas de irrigación muy elaborados. A pe- de tierra cultivable a ambos lados del Nilo.
sar de todo sería preferible no caer en una interpretación de causa- De acuerdo con Thomas Malthus, economista de principios del si-
efecto excesivamente rígida en lo que concierne a esta teoría: en algu- glo pasado, cuando la población tiende a sobrepasar el nivel de recur-
nas áreas, por ejemplo, complejos sistemas de irrigación precedieron, sos alimentarios, esa tendencia es contrarrestada por la enfermedad,
con mucho, al desarrollo del estado, mientras que en otras (como en el hambre y la guerra. Pero si sólo funcionara este principio, el aumento
Mesopotamia) los sistemas de control del agua a gran escala sólo se demográfico se hubiera estabilizado a un nivel mucho más bajo que
llevaron a cabo después de, como mínimo, las fases iniciales del esta- el actual. Evidentemente, una posible respuesta a la presión demográ-
do. Es más, en el suroeste americano y en otras áreas existieron gran- fica sobre los recursos alimentarios podría ser exactamente la opues-
des sistemas hidráulicos durante siglos sin centralización política al- ta a las restricciones malthusianas; los alimentos pueden ser incre-
guna. Para terminar, la teoría es apenas aplicable (y con reparos) a los mentados por algún medio de intensificación de la producción, lo que
estados secundarios, muchos de los cuales tuvieron sólo sistemas de a menudo implica el desarrollo de una nueva tecnología o el perfec-
irrigación muy rudimentarios. cionamiento de la ya existente. La irrigación, los cultivos en terraza,
Estas objeciones no descalifican la teoría de Wittfogel; ésta no con- la fertilización, el uso de la tracción animal, la diversificación de los
cierne en realidad al origen del estado en sí, sino al desarrollo de cier- tipos de cultivo y la explotación de tierras baldías, pueden incremen-
tos tipos de sistemas empresariales (Marvin Harris 1977). Postular la tar de forma significativa la capacidad productiva de un territorio de-
existencia de un vínculo entre la centralización de un poder despótico terminado. Los consiguientes aumentos de densidad de población ne-
y la administración y control del suministro de agua no significa ne- cesitaron formas más complejas de organización social y política. Esta
gar la importancia de la densidad de población, del comercio, de la correlación entre población y evolución social fue estudiada a fondo
guerra, de la circunscripción ambiental, o de otros factores que han por Ester Boserup (1965). En una versión ligeramente matizada de esta
sido claves en la creciente integración de la sociedad. teoría, Michacl Harner (1970) postula que la presión demográfica es
no sólo directamente responsable de una forma u otra de intensifica-
Presión demográfica ción de la producción alimentaria, sino que además conduce a u n ac
ceso desigual a los recursos y, por consiguiente, a una acentuación (le-
Desde aproximadamente el año 23.000 a.C. hasta el 2000 d.C. la po- la estratificación social.
blación mundial habrá pasado de unos 3 millones y medio a 6,5 mil Marvin H a r r i s (Cannibals and Kings 1977) incorpora estas ideas
millones, y de una densidad de 0,2 a 50 (Campbell 1979). El paralelis- a su argumentación, un complicado «determinismo tecno-et olcij'ii • >
78 I ANTROPOLOGÍA POLÍTICA EVOLUCIÓN DEL ESTADO | 79

según el cual la organización social y la ideología serían el resultado el fin de obtener proteína animal. Dicho de otro modo, la presión de-
de la adaptación tecnológica de una determinada sociedad a su habi- mográfica tiene su origen no sólo en el aumento demográfico, que pue-
tat. Harris comienza planteando su principal objeción frente a las teo- de ser muy lento, sino también en una caída natural de la productivi-
rías de la presión demográfica, a saber, que las poblaciones suelen ten- dad de la tierra.
der a estabilizarse confortablemente por debajo de la capacidad En las sociedades tribales se solía controlar el equilibrio demo-
productiva de la tierra. Es cierto que todas las sociedades tienen me- gráfico por medio de un «complejo de supremacía masculina», resul-
dios culturales p a r a llevar a cabo un control demográfico malthusia- tado de un estado de guerra constante. El mayor valor otorgado a la
no. Los grupos cazadores-recolectores mantuvieron un relativo equili- gallardía masculina minimiza, en la misma medida, el valor de la mu-
brio demográfico durante miles de años, y las pocas sociedades de este jer, por lo que el infaticidio femenino —evidentemente uno de los me-
tipo que sobreviven en la actualidad dependen todavía del equilibrio dios más eficaces de control demográfico— se convertía prácticamente
entre población y recursos alimentarios. En todas las sociedades pre- en norma (algunas sociedades de hecho institucionalizaron el infanti-
industriales, prácticas como el infaticidio femenino, los tabúes con- cidio en la persona de la primogénita). Los agricultores tenían otra op-
tra las relaciones sexuales con la mujer que haya tenido un hijo —que ción: en lugar de reducir la población, podían trabajar m á s horas o
pueden d u r a r de dos a tres años—, y una lactación prolongada (que recurrir a técnicas más productivas. Esto producía excedentes agrí-
retrasa la ovulación), sirven para mantener el equilibrio entre pobla- colas, que eran almacenados y redistribuidos por los «grandes hom-
ción y recursos. Sólo en tiempos modernos se ha dejado crecer a la bres» que aprovechaban esta función para mejorar su status y su poder.
población sin control alguno. Si el equilibrio demográfico era la nor- Estos jefes redistribuidores —que solían ser también jefes guerreros—
ma en casi todas las sociedades pre-modernas, debemos preguntar- representaban una fuerza coercitiva centralizada. En este aspecto Ha-
nos por qué la población pudo a u m e n t a r hasta el punto de forzar for- rris aprovecha a la vez la teoría de la circunscripción ambiental de
mas más complejas de organización social. Carniero y la teoría hidráulica de Wittfogel p a r a a p u n t a r las conclu-
La explicación que da Harris es que durante el Pleistoceno, que duró siones necesarias para que el proceso de centralización continúe has-
hasta hace unos 10.000 ó 15.000 años, las bandas cazadoras habían lle- ta la formación del estado.
gado a contar con una abundante caza mayor, y las poblaciones se ha- No hay duda que para Harris el elemento desencadenante de todo
bían estabilizado a los niveles que esos recursos permitían. Al final este proceso es la población, pero a diferencia de Boserup, Harris ve
del Pleistoceno, cientos de aquellas grandes especies se extinguieron, una población relativamente estable adaptándose a una disminución
por razones todavía hoy no demasiado claras, lo cual obligó a que aque- de recursos alimentarios. Un elemento central de la teoría —no muy
llas gentes pasaran a depender gradualmente de recursos alimenta- optimista p a r a el futuro de la civilización— es que cualquier forma
rios alternativos. Siempre habían existido plantas silvestres domesti- de productividad conducirá gradualmente al agotamiento de las ma-
cables, pero se habían rechazado por razones de rentabilidad; sin terias primas, con lo que todas las sociedades tendrán que enfrentar-
presión demográfica la caza y la recolección eran actividades más idó- se, tarde o temprano, a la alternativa entre el colapso definitivo o el
neas para gastar un mínimo de calorías. En la nueva situación, la do- paso a una nueva intensificación de la producción. Cuando la domes-
mesticación de las plantas silvestres aumentaba la capacidad produc- ticación de animales y plantas se convierte en base de subsistencia,
tiva de la tierra y posibilitaba el aumento demográfico. La población la estabilización a largo plazo es imposible.
tendería a estabilizarse en última instancia, pero con el tiempo —quizá La teoría de Harris, aunque atractiva, no deja de ser polémica, por-
cientos de años— tenía que iniciarse una disminución gradual e ine- que estos procesos no parecen ser universales. Por ejemplo, no en to-
vitable de la productividad en la medida en que la tierra cultivable das las áreas que llegaron a estar políticamente centralizadas puede
perdía su poder nutriente y las grandes especies eran diezmadas con relacionarse la presión demográfica sobre los recursos con la caída
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de la productividad. Además, Boserup puede tener razón cuando pone malizada y centralizada. En todas las sociedades, incluso en las ban-
el acento en el aumento demográfico y no en el agotamiento de los das y tribus más igualitarias, ciertos individuos destacan por su
recursos. Incluso cambios relativamente inapreciables en la nutrición, talante, su inteligencia, su fuerza o belleza excepcionales, y es muy
pueden alterar radicalmente el t a m a ñ o de la población. Los recursos natural que esas personas adquieran status por ello, pero las desigual-
alimentarios son muy elásticos y pueden verse afectados ya sea por dades resultantes son individuales, no de clase, y no implican ni privi-
una redefinición de los recursos alimentarios disponibles, o bien por legios ni riqueza. Algunas circunstancias tienden a favorecer la con-
ligeros cambios tecnológicos. Como ya han señalado Harris y otros, centración del trabajo —por ejemplo, cuando la diversidad de nichos
es cierto que el aumento demográfico necesita explicarse, pero sin ecológicos locales impone una producción más especializada y un co-
exagerar. mercio que atienda a esa especialización, o cuando el trabajo colecti-
vo para obras públicas requiere una división del trabajo. Tales cir-
Institucionalización del liderazgo cunstancias favorecen también una redistribución centralizada, que
evidentemente estará en manos de los elementos más carismáticos
Elman Service, en Origins of the State and Civilization (1975) pro- (como los «grandes hombres» y a la vez jefes guerreros de Melanesia).
pone una teoría «integradora». Tras hacer un amplio repaso de la apa- Dado que esta centralización presenta ventajas y beneficios eviden-
rición de los seis estados prístinos arcaicos y de varios estados primi- tes, tendrá un efecto acumulativo, de bola de nieve, que desembocará
tivos modernos, rechaza todas las teorías basadas en el conflicto. La en una concentración administrativa todavía mayor. Esta revaloriza-
guerra y la conquista, señala, son experiencias h u m a n a s demasiado ción del liderazgo, aun siendo económica, no se b a s a en la propiedad,
universales para ser consideradas como las causas de una forma de- como pensaba Engels; es más bien «el resultado de una forma de de-
terminada de organización social, y «los únicos ejemplos de depen- pendencia, que en la sociedad primitiva deriva de la generosidad y de
dencia permanente de la guerra son aquellos donde ya existe un go- los favores otorgados» (Service 1975).
bierno» (Service 1975). Las teorías basadas en la irrigación o en otras Este tipo de liderazgo es inestable porque se basa en un solo indi-
formas de intensificación tienen demasiadas excepciones. En el anti- viduo, y cuando éste enferma, muere o simplemente le abandona la
guo Perú, por ejemplo, la intensificación agrícola, por medio de cana- suerte, no existe un método formal de sucesión. Para que una socie-
les de riego, se alcanzó 1.500 años antes de la aparición de un estado dad pueda mantener los beneficios de la centralización, los líderes ca-
verdaderamente urbano. Service también rechaza parcialmente la idea rismáticos temporales tienen que transformarse en una jerarquía per-
según la cual la presión demográfica crea conflictos cuya solución de- manente. Cuando se alcanza esta fase, tenemos una jefatura, la primera
pende sólo de un gobierno centralizado, porque esa misma presión de- «institucionalización verdadera del poder», que es también una insti-
mográfica puede igualmente propiciar la descentralización del poder. tucionalización de la desigualdad. A medida que este centro de poder
Estas «conclusiones negativas» proceden de una interpretación sub- crece, crece también para esta nueva clase dirigente la necesidad de
jetiva de los datos disponibles; a duras penas podrían convencer a un proteger sus privilegios. Una forma de conseguirlo, el uso de la fuer-
ardiente defensor de cualquiera de las teorías descartadas. Porque aun- za aparte, es la legitimación de la élite en el poder asociándola con
que Service rechace específicamente la teoría del conflicto, lo que en lo sobrenatural, es decir, divinizándola. El uso de la fuerza, lejos de
realidad está negando implícitamente es la validez del materialismo crear el estado, representa en realidad un fracaso temporal en el fun-
cultural. No hace más que trasladar la polémica del determinismo eco- cionamiento del estado responsable de asegurar la protección, la re-
nómico a la teoría de la toma de decisiones. distribución y la coordinación del comercio. En palabras de Service
Service establece un desarrollo lógico entre la desigualdad básica (1975) «la evolución política consistiría, en gran medida, en "imponer
inicial inherente a la sociedad h u m a n a y la posterior desigualdad for- la paz" en contextos progresivamente más amplios».
82 | ANTROPOLOGÍA POLÍTICA EVOLUCIÓN DEL ESTADO | 83

Resulta evidente que no se trata sólo de un cambio de énfasis res- temas de autoconservación y autodesarrollo. El mecanismo de feed-
pecto a las teorías de la presión demográfica, de la irrigación o de la back negativo es el proceso mediante el cual un sistema estable mini-
«circunscripción ambiental», sino de un cambio en la clase de teoría. miza toda alteración de equilibrio. Por ejemplo, en una sociedad
La considerable exaltación que los éxitos de un líder pueden producir cazadora-recolectora un aumento de la tasa de natalidad será contra-
«en sus seguidores» (Service 1975) tiene escasa relevancia para Robert rrestado y reequilibrado con tasas de mortalidad infantil más altas
Carniero o para Marvin Harris, quienes consideran que los sistemas si hay peligro de que la población exceda los recursos alimentarios
sociales reaccionan gubernamentalmente en términos de superviven- disponibles. El mecanismo de feedback positivo o autorregulación es
cia, frente a los condicionantes materiales del mundo. En la teoría de justamente todo lo contrario: u n a pequeña variación puede poner en
Service, el fondo de la cuestión ya no es el medio, sino el nivel cogni- marcha un proceso de cambio creciente. Si al aumento demográfico
tivo, es decir, la percepción por la gente de un bienestar creciente. se responde con la agricultura intensiva, el resultado será un mayor
Service utiliza igualmente modelos basados en la cooperación y en la aumento demográfico, que a su vez generará mayor intensificación,
integración, mientras que para la mayoría de las demás teorías el con- y la espiral seguirá hasta alcanzar un determinado límite. El impulso
flicto y la inestabilidad han sido las condiciones fundamentales para desencadenante que propicia el paso de un sistema de feedback nega-
la aparición de estado. tivo a otro positivo puede ser insignificante. Kent Flannery (1968) for-
El punto de vista de Service es refrescante e innovador. Sin em- mula la hipótesis de que en el valle de Tehuacán, de México, los proce-
bargo, conflicto e integración no tienen por qué ser excluyentes; todas sos civilizatorios se desencadenaron cuando las bandas nómadas
las sociedades incluyen ambos aspectos, alternativa y simultáneamen- recolcctoras empezaron a cultivar unas pocas plantas silvestres comes-
te. De manera similar, las sociedades son «materialistas» y «cogniti- tibles. Durante generaciones esta intervención h u m a n a produjo los
vas» al mismo tiempo. Ambas perspectivas son igualmente demostra- cambios genéticos que determinarían una mayor dependencia con res-
tivas. Preferir una con exclusión de la otra equivale a pretender que pecto a estos alimentos semidomesticados, y por consiguiente, un es-
un vaso de agua está medio lleno en lugar de medio vacío. tilo de vida más sedentario y un aumento demográfico, lo que de nue-
vo a u m e n t a b a la dependencia hacia las plantas domesticadas. Esta
Teorías de sistemas cadena de acontecimientos acabó obligando a la gente a asentarse en
aldeas agrícolas permanentes. Las sociedades estables se automantie-
Actualmente pocos antropólogos se aferrarían a un modelo unicau- nen en la medida en que lleven constantemente a cabo pequeños ajus-
sal para explicar la evolución de los estados (debería señalarse que tes frente a los cambios del medio físico y social. Una vez los procesos
las teorías comúnmente llamadas unicausales —las de Carniero, Witt- de feedback positivo se ponen en marcha, u n a sociedad llega a auto-
fogel, Boserup— son monofocales sólo en el énfasis). Todas incluyen desarrollarse en la medida en que el aumento demográfico, la intensi-
interacciones entre distintos elementos, tales como población, habi- ficación agrícola, la urbanización y la centralización política se nu-
tat, tecnología e irrigación. Los modelos sintéticos, como el de Mar- tren entre sí p o r un proceso constante de causalidad circular. Hay que
vin Harris, hacen más explícitas estas interrelaciones. Pero todos se destacar que esto es casi exactamente opuesto al principio newtonia-
basan en la idea de que, dadas ciertas condiciones previas, causas con- no según el cual «toda acción debe tener una reacción igual y opues-
cretas generarán efectos concretos de forma más o menos secuencial. ta»; con un feedback positivo el más mínimo elemento desencaden.ui
A diferencia de las teorías que remiten a causas concretas, el mo- te puede, a largo plazo, provocar un cambio radical. Ya no es necesario
delo «de sistemas» se basa en un conjunto de principios derivados prin- que para explicar el estado tengamos que recurrir a una causa de igual
cipalmente de la física y de la biología, que incluyen los mecanismos gravedad o trascendencia.
de feedback negativo y positivo, el elemento desencadenante, los sis- Han aparecido diferentes teorías de sistemas en relación i o n la e v i >
84 | ANTROPOLOGÍA POLÍTICA EVOLUCIÓN DEL ESTADO I 85

lución política. Algunas se centran en el habitat y en la tecnología, perativos de gran envergadura. A su vez, en la medida en que la gente
mientras que otras van por el camino de la toma de decisiones. Pero se concentra en áreas relativamente pequeñas, se agravará la presión
todas ellas tienen algo en común, a saber, la idea de que las socieda- sobre los recursos locales, lo que hará necesaria una mayor intensifi-
des responden a la diversidad de circunstancias con la adaptación. La cación de la producción de alimentos. La estratificación económica
explicación debe tender, pues, no a «coger por los pelos» uno o dos aparece cuando técnicas agrícolas más productivas amplifican las pe-
motores del cambio, que sean aplicables a todos los casos, sino a es- queñas diferencias del medio, de forma que aquel que tenga, aun mar-
pecificar los procesos por medio de los cuales los sistemas sociales ginalmente, mejor tierra cultivable se hará más rico que sus vecinos.
alteran sus estructuras internas como respuesta a las presiones selec- Estas fuerzas estimulan también la centralización de la toma de deci-
tivas. Según Ronald Cohén (1978b), «la formación de un estado es una siones, dado que la concentración es más eficaz para la planificación
progresión convergente de interacciones, en las que diferentes siste- de proyectos a gran escala y para la organización de la mano de obra.
mas preestatales, en respuesta a diferentes determinantes del cambio, El cultivo llega a ser más diferenciado a medida que campos enteros
se ven obligados, por conflictos que no ofrecen otra salida, a optar por se reservan para el monocultivo para a u m e n t a r la eficacia de la la-
niveles de jerarquización política más complejos». La oposición entre branza y de la irrigación. Un excedente de alimentos libera a algunos
la teoría de la fuerza y la teoría del provecho, entre el paradigma ma- por completo del trabajo agrícola, lo cual posibilita el desarrollo de
terialista y el cognitivo, y entre el modelo del conflicto y el de la inte- la especialización artesanal.
gración se desvanece, dado que un modelo sistémico puede incorpo- Finalmente cada uno de estos factores estimula a los demás. El mo-
rar todas estas distintas perspectivas simultáneamente. delo de Jolly y Plog se muestra en la figura 5.
Este es el enfoque seguido por Clifford Jolly y Fred Plog (1979) en
el ejemplo concreto del valle de México que aducen; allí el estímulo
inicial había sido el aumento demográfico, pero teóricamente cualquier
otro estímulo que hubiera supuesto una presión excepcional sobre el
sistema de equilibrio hubiera sido también suficiente para originar
cambios significativos. Dada una presión de esta índole, se ofrecían
diversas opciones: reducir la población por medio del infanticidio o
de otro medio cultural, dispersar los asentamientos más amplios, mi-
grar hacia nuevas tierras o intensificar la producción agrícola. De to-
das estas alternativas, sólo la última habría conducido a la formación
del estado. Existen diversas circunstancias por las cuales se puede op- Presión demográfica
tar por la intensificación: que las tierras cultivables estén acotadas u otros desencadenantes
de tal forma que no haya lugar para la dispersión; los agricultores pue-
den llegar, sin darse cuenta, a la intensificación a través, quizá, de pe-
queños avances tecnológicos como, por ejemplo, pequeños canales de
regadío. La obligación a pagar tributo a un grupo conquistador exigi-
rá a u m e n t a r la producción. En cualquier caso la opción decidida de-
sencadena u n a espiral de feedback hacia la nucleación, la estratifica-
ción, la diferencia y la centralización. La nucleación (vagamente
sinónima de urbanización) se hará necesaria para realizar trabajos coo- Fig. 5. Modelo sistémico del desarrollo del estado.
E V O L U C I Ó N D E L ESTADO | 87

Hay que destacar que este modelo utiliza muchos de los elemen-
tos de la teoría llamada unicausal y de la teoría sintética. Sin embar-
go, existe una diferencia fundamental entre este modelo y el de, diga-
mos, Marvin Harris, y es que Jolly y Plog son mucho menos específicos
respecto al curso real de los acontecimientos. Los procesos con los que
trabajan (nucleación, diferenciación, etc.) son abstractos y la presio-
nes derivan de innumerables procedencias. La sociedad es vista no
como una serie de fichas de dominó cayendo una tras otra según un
modelo predecible, sino como un sistema flexible y adaptable con cons-
tantes ajustes internos frente a las distintas presiones. Estos ajustes
modifican el habitat, lo que a su vez obliga al sistema social a hacer
nuevas adaptaciones siguiendo un proceso de autodesarrollo.

El estado primitivo: la evidencia intercultural

El intento más exhaustivo que se ha hecho hasta el momento de


comparar datos interculturales sobre la evolución del estado es The
Early State (1978), un trabajo colectivo editado bajo la dirección de
Henri J. M. Claessen y Peter Skalnik. Pero, por desgracia, este minu-
cioso estudio de la formación de diecinueve estados desde el Egipto
de 2000 a.C. hasta el actual Kachari, en la India, obvia la distinción
entre estado prístino y estado secundario. Esta omisión es deliberada
y al mismo tiempo lícita. Se ha dado siempre tanta importancia al de-
sarrollo del estado prístino que se han desestimado con demasiada
frecuencia los preciosos testimonios de la evolución social suminis-
trados por otros estados históricos, incluso por aquellos que llegaron
a desarrollarse con relativa autonomía. Sin embargo, como casi todas
las teorías discutidas aquí se aplicaron al principio casi exclusivamente
a los estados prístinos, resulta difícil apreciar en su justo valor las
estimaciones de Claessen y Skalnik, dado que se basan en testimonios
procedentes de sociedades de distinto tipo.
En cualquier caso se trata de un ingente trabajo rico en datos y
conclusiones sobre un amplio espectro de sistemas sociales que caen
dentro de la definición, hecha por los autores, de «el estado primiti-
vo» como «una organización sociopolítica centralizada para la norma-
lización de las reclamaciones sociales dentro de una sociedad com-
pleja y estratificada dividida en, por lo menos, dos estratos básicos,
88 | ANTROPOLOGÍA POLÍTICA EVOLUCIÓN DEL ESTADO | 89

o clases sociales incipientes —dominantes y dominados—, cuyas rela- aportado en realidad gran cosa a nuestra comprensión del problema,
ciones se caracterizan por el dominio político de los primeros y las puesto que estas teorías no hacen más que combinar fuerzas y proce-
obligaciones tributarias de los últimos, legitimado todo ello por una sos conocidos hace ya mucho tiempo. Lo que los teóricos del modelo
ideología común...» (Claessen & Skalnik 1978). Esta definición, que re- sistémico han hecho, en esencia, es llevar el modelo de la evolución
sume muchos elementos recurrentes hallados en la muestra, equivale del estado a un grado de abstracción tal que ya no resulta fácil encon-
a decir que la estratificación en clases es una característica primaria trar excepciones para cada generalización. Frente a esta pérdida de
del estado; pero no es necesariamente su causa, puesto que el acceso especificidad, surge la necesidad de llenar los vacíos del modelo, para
diferencial a los recursos materiales puede ser muy anterior al naci- no perder de vista que hablamos de seres humanos reales, que viven,
miento del estado. La estratificación social, junto con una economía luchan, mueren, pero antes se esfuerzan en ser dueños de su propio
capaz de producir excedentes sí se consideran como prerrequisitos sin destino. Las generalizaciones deben reservarse para las excavaciones
los cuales no resulta posible el estado primitivo. arqueológicas, las mudas esquirlas cerámicas, los amuletos rotos y las
Los autores destacan cuatro elementos como directamente causa- viejas murallas de las civilizaciones perdidas; los estados nacientes
les: 1) el crecimiento demográfico y/o la presión demográfica; 2) la gue- de África y de la India con sus reyes y campesinos enfrascados en el
rra o el peligro de guerra; 3) la conquista, y 4) la influencia de estados eterno juego del conflicto y del pacto. La teoría debe mantener una
preexistentes. Los estados más primitivos parecen haber surgido de posición intermedia en la antropología, porque en última instancia
una combinación de estos cuatro elementos, en interacción mutua y todo empieza y acaba con la realidad.
sin seguir un orden concreto. No se confirma la teoría hidráulica de
Wittfogel, pues una dependencia clara de sistemas extensivos de irri-
gación aparece sólo en menos de la mitad de la nuestra. Sin embargo, LECTURAS RECOMENDADAS
tanto el modelo de «circunscripción ambiental» de Carniero como la
teoría de Boserup sobre la presión demográfica podrían aceptarse, CLAESSEN, HENRY, J. M. y PETER SKALNIK (eds.). The Early State (La Haya: Mou-
pero sólo si son incorporadas en algún tipo de modelo sistémico don- ton, 1978).
de estos factores aparezcan no como causas primarias, sino como ele- Este voluminoso trabajo (casi 700 págs.) empieza con cuatro capítulos de-
mentos en interacción con otros muchos elementos más. En la tabla 3 dicados a la teoría de los orígenes del estado, seguidos por veinte capítulos
se recogen las características de veintiún estados primitivos. dedicados monográficamente a estados concretos, y se cierra con cuatro ca-
Aunque ningún otro libro haya ido tan lejos en la clasificación de pítulos que sintetizan estas monografías con comparaciones interculturales.
los estados primitivos o en la caracterización de sus elementos comu- Como tratado de la formación del estado secundario, este libro resulta defini-
tivo, pero omite deliberadamente diferenciar entre estado prístino y estado
nes, las conclusiones relativas a la génesis de esta forma de organiza-
secundario y, por tanto, deja de tratar algunas de las teorías básicas de la for-
ción política se nos antojan algo prosaicas. A medida que el alcance
mación del estado.
de la teoría se amplía de los estados prístinos a los numerosos siste-
mas clasificables como «estados primitivos», cabría atenerse a un des- COHÉN, RONALD y ELMAN R . SERVICE (eds.). Origins of the State: The Anthropo-
censo en el número de generalizaciones válidas para toda la nuestra, logy of Political Evolution (Filadelfia: Institute for the Study of Human Issues,
amén de la probable influencia poderosa, sutil e incalculable, de los 1978).
La introducción y los cuatro capítulos iniciales ofrecen una concisa visión
estados preexistentes. Se han hecho progresos, ciertamente. La bús-
general acerca de las principales teorías de la formación del estado. Dos artí-
queda de una única causa dominante se ha abandonado en favor de
culos me parecieron de especial relevancia: «Toward an Explanation of the
las teorías que destacan la interacción sistémica de muchas causas. Origin of the State», de Henry Wright, que presenta varias de las teorías más
Sin embargo, surge la duda acerca de si las teorías de sistemas han importantes en una forma diagramática muy clara; y la aplicación que hace
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Robert Carniero del «principio de la exclusión competitiva» (procedente de


la biología evolutiva) a la formación del estado. 4
Harris, MARVIN. Cannibals and Kings: The Origins of Cultures (New York, 1977).
Harris abarca tanto espacio desde el canibalismo azteca hasta la vaca sa- La religión en la política
grada de la India, que uno olvida fácilmente que este libro es considerado,
en conjunto, como una teoría de la formación del estado. Se ha acusado a Ha-
rris de querer a veces forzar los dalos para hacerlos encajar en su teoría ma-
terialista, pero aunque controvertido, siempre resulta ameno.

P f e i f f e r , J o h n , E. The Emergence of Society: A Prehistory of the Establishment

(New York: McGraw Hill, 1977).


Esta visión panorámica de la evolución cultural nunca llegaría a conse-
guir el éxito del anterior best-seller del autor The Emergence of Man, aunque
SU habilidad en presentar lo académico en lenguaje popular resulta evidente. Puede que no sea cierto, como sostiene Georges Blandier (1970),
Entre otros lemas clásicos, el libro trata del origen de la domesticación, del que lo sagrado esté siempre presente en la política, pero lo cierto es
desarrollo del estado en las seis áreas prístinas, y de la difusión de la civili-
que casi nunca está muy lejos de ella. Los que vean la clásica película
zación.
de propaganda El triunfo de la voluntad, filmada en el Congreso del
S t u a r t (ed.). Pre historic Agriculture (Carden City, N.Y: The Natural
S t r u e v e r , Partido Nacionalsocialista de Nüremberg de 1934, pueden preguntar-
History Press, 1971). se legítimamente si están asistiendo a un mitin político o a una cere-
La domesticación de animales y plantas es un precursor clave en la evolu- monia religiosa. En la Declaración de Independencia y en la Constitu-
ción de los estados prístinos. Los treinta y tres capítulos de esta antología, ción de los Estados Unidos subyace implícitamente una religiosidad
escritos por eminentes arqueólogos, equilibran teoría y trabajo de campo. Se que otorga una legitimidad divina a la sucesión política. Hoy, en Irán
incluye la hoy ya clásica aplicación que hace Kent Flannery de la teoría gene- y en Irlanda, el conflicto político puede ser indiferenciable del con-
ral de sistemas a la evolución cultural en el valle de Tehuacán, en México.
flicto religioso. Sin embargo, en las sociedades preindustriales los lí-
mites entre los diversos subsistemas —político, de parentesco, econó-
mico, religioso, etc.— son mucho menos nítidos que en las sociedades
más complejas y especializadas. Un aspirante africano a cabecilla que
pide ayuda a los espíritus de sus antepasados no tiene ni más ni me-
nos la impresión de depender de lo «sobrenatural» que tiene un can-
didato al Senado de los Estados Unidos al aceptar de una gran multi-
nacional una contribución para su campaña política.
El papel que desempeña la religión en la política no puede corre-
lacionarse fácilmente con la complejidad evolutiva. En todos los nive
les encontramos un poder basado directamente en lo sobrenatural.
Para algunos grupos esquimales el hombre más poderoso es el cha-
man, en virtud de su acceso al mundo de los espíritus; para los hopi
tribales del sudoeste americano el poder político se articula por me-
dio de ceremonias, danzas y sodalidades religiosas; Israel es una na-

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