CREO
Fundamentos de la fe
cristiana desde una
teología de la gracia
J. P. M artínez
Creo. Fundamentos de la f e cris
tiana desde una teología de la gracia
© 2022 Juan Paulo Martínez Menchaca,
también conocido como J.P. Martínez.
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A menos que se indique lo contrario, Es
crituras tomadas de la Nueva Biblia de
las Américas (NBLA), Copyright © 2005
por The Lockman Foundation. Usadas
con permiso. www.NuevaBiblia.com.
Dedicado a todos los obreros que
trabajan duro por el santo evangelio de
Cristo. Su trabajo, el más urgente e im
portante de todos -que este mundo no
comprende- no es en vano. Un día su
fidelidad será recompensada en el Tribu
nal de Cristo. Benedictus vir qui confidit in
Domino (Jer.l 7:7).
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN
Capítulo uno. - Se llega a creer solo
según lo que dice la Escritura
Capítulo dos. - Se llega a ser cristiano
solo a través de Cristo
Capítulo tres. -Se llega a ser cristiano
solo por la fe
Capítulo cuatro. -Se llega a ser
cristiano solo por gracia
Capítulo cinco.- El error del evangelio
de la “salvación por señorío”
Capítulo seis. -Lo que significa ser un
discípulo de Cristo
Capítulo siete. ; Enseña el
dispensacionalismo una “salvación
sin señorío”?
Capítulo ocho.- ; Perfeccionism o o
santidad cristiana?
Capítulo nu eve.- P u ritan ism o tóxico
Capítulo diez.-El evan gelism o que
convirtió a Charles Spurgeon
CO N C LU SIÓ N
BIBLIO GR A FÍA
A C E R CA DEL A U TO R
INTRODUCCIÓN
La cosa más urgente que una
persona debe atender en su vida es
a menudo la más olvidada. Nos ocu
pamos del trabajo, de la subsisten
cia, de nuestras aficiones, proyectos
personales y problemas circundan
tes. Pero seguimos sin involucrarnos
en la misión más importante que se
pueda llegar a conocer; continuamos
sin invertir tiempo en aquello que de
fine nuestra existencia: su pasado, su
presente y su futuro.
Me refiero a nuestra relación
con Dios.
Jesús enseñó esto de va
rias formas. Una de ellas aconteció
cuando habló del rico que acumuló
para sí muchos bienes. Su cose
cha se desbordaba al grado en que
pensó en derribar sus graneros para
construir otros más grandes, y una
vez colocada allí la provisión para
muchos años, dedicarse a descansar,
comer, beber y divertirse. Pero enton
ces Dios le dijo a este rico: ““¡Necio!
Esta misma noche te reclaman el
alma; y ahora, ¿para quién será lo
que has provisto?” (Le. 12:20). Jesús
concluyó: “Así es el que acumula te
soro para sí, y no es rico para con
Dios” (v.21).
El mundo está lleno de esta
clase de personas. Somos famosos
por afanarnos para garantizar toda
clase de protección a nuestro alrede
dor anhelando que un día podamos
realmente descansar. Decimos: “Des
pués de que me paguen, disfrutaré”
“Ya que me jubile” “Ya que mis hijos
nazcan” “Ya que mis hijos crezcan”
“Ya que mi pareja cambie” “Ya que me
den de alta” “Ya que sane” “Ya que
termine este proyecto”. Pero se arre
gla un problema y surge otro. Apenas
llega la buena noticia cuando algo se
presenta para enturbiar nuestro en
tusiasmo.
Así que gastamos toda clase
de recursos, energía y vigor a lo largo
de nuestra vida creyendo que un día,
a la vuelta, tendremos lo que necesa
rio para estar en paz y satisfechos. Sin
embargo, para Dios eso se llama nece
dad.
Nuestra relación con Dios es el
eje de toda la experiencia humana. Si
estamos separados de Él o si estamos
unidos a Él constituye lo más impor
tante y definitivo en el mundo. La
sabiduría y vida eterna, según Jesús,
está en conocer al único Dios verda
dero, y en conocerlo a Él a quien el
Padre envió (Jn.l7:3).
Este libro fue escrito para
todas aquellas personas que quie
ren descansar en Dios y que quieren
aprender qué implicaciones tiene la
fe para un discípulo de Jesús. En las
siguientes páginas vamos a analizar
los fundamentos de nuestra salva
ción, así como algunos puntos teoló
gicos importantes que nos ayudarán
a entender un poco más la gracia de
Dios.
Teresa de Jesús llevaba escrito
en su breviario estas palabras:
Nada te turbe, nada te espante,
todo se pasa, Dios no se muda, la
paciencia todo lo alcanza; quien a
Dios tiene nada lef a lta, solo Dios
basta. Eleva el pensamiento, al cielo
sube, por nada te acongojes, nada te
turbe. A Jesucristo sigue con pecho
grande, y, venga lo que venga, nada
te espante. ¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana; nada tiene de estable,
todo se pasa. Aspira a lo celeste, que
siempre dura; fiel y rico en promesas,
Dios no se muda. Ámala cual merece
Bondad inmensa; pero no hay amor
fin o sin la paciencia. Confianza y fe
viva mantenga el alma, que quien
cree y espera todo lo alcanza. Del
infierno acosado aunque se viere,
burlará sus furores quien a Dios
tiene. Vénganle desamparos, cruces,
desgracias; siendo Dios su tesoro,
nada lefalt a. Id, pues, bienes del
mundo; id, dichas vanas, aunque
todo lo pierda, Solo Dios basta.
La pu erta de nuestra salva
ció n está al alcance h o y por m edio de
la fe. Si ya eres cristiano y tienes u n a
co n fian za firm e, este libro te dará
notas de alegría para t u día; si y a eres
cristiano , pero tienes dudas, te traerá
consuelo. Y si consideras que no eres
cristiano , pero estás interesado en
saber cóm o se llega a serlo, este es el
libro indicado.
Solo Dios basta.
No im p o rta n las circu n sta n
cias, porque “todas las cosas son posi
bles para el que cree” (M e.9:23).
J.P. M artínez
O toñ o, 2022
CAPÍTULO UNO. -
SE LLEGA A CREER
SOLO SEGÚN
LO QUE DICE LA
ESCRITURA
1. La Biblia es nuestra fue
primaria para saber cómo se llega
a ser cristiano. Cuando realmente
queremos saber algo buscamos las
mejores fuentes de la información.
En la escuela, en el trabajo y en la vida
la mejor capacitación posible la halla
mos en los expertos, quienes domi
nan las materias que queremos com
prender. Ir por conocimiento a los
aficionados y a sitios no verificados
solo es común en aquellas personas
que no tienen educación y constru
yen sus ideas y toman sus decisiones
basadas en información incorrecta.
Es una lotería: a veces le atinan y a
veces no.
Afortunadamente, si quere
mos saber cómo se llega a ser cris
tiano no tenemos que esforzarnos
mucho para encontrar las fuentes
más confiables que existen en el
mundo (técnicamente llamadas tam
bién fuentes primarias). Los libros
donde están las palabras de los exper
tos. Estas fuentes están todas reuni
das y ordenadas en los sesenta y seis
libros que conforman la Palabra de
Dios.
Así que el primer paso que
hemos de dar es tener una Biblia.
Que la Biblia sea la fuente de
fuentes -la norma normante- en nues
tra investigación está claro en 1 Ti
moteo 3:15:
Desde la niñez has sabido las
Sagradas Escrituras, las cuales
te pueden dar la sabiduría que
lleva a la salvación mediante la
fe en Cristo Jesús.
Las Sagradas Escrituras con
tienen el conocimiento salvífico. No
lo posee primariamente un doctor o
padre de la iglesia, un ministro po
pular en nuestros días, un bestseller
cristiano o una canción evangélica
antigua o de moda. Todo esto, cuando
habla la verdad, se lim ita a repetir lo
que dicen las Escrituras. Por eso la
mejor decisión que podemos tomar
es no quedarse únicamente con lo
que oímos que nos enseñan sino ir
a la fuente de la revelación de Dios
para encontrar directamente el cono
cimiento divino y, escudriñándola,
saber si lo que nos dicen es cierto
(Hch. 17:11).
La primera verdad básica en el
conocimiento de Dios es, según Pac-
ker, que “Dios habló al hombre, y la
Biblia es su Palabra, dada a nosotros
para hacernos sabios para la salva
ción”.1^
2. Diferentes opiniones so
cómo se llega a ser cristiano. Este
paso de ir a la fuente primaria no es
menor. Porque hay muchas opinio
nes dentro y fuera de la iglesia acerca
de cómo se llega a ser cristiano.
Lamentablemente, para muchos cre
yentes importa más lo que dicen
otros que lo que dice la Escritura,
porque está en la debilidad humana
ceder a aquellos que hablan ex cathe-
dra desde una posición de poder reli
giosa o moral.
Por ejemplo, existen las si
guientes opiniones acerca de cómo
una persona se convierte en cris
tiana:
• Cuando crees en Jesús y
abandonas para siempre tu
vida de pecado.
• Cuando naces en una fam i
lia cristiana.
• Cuando eres bautizado.
• Cuando formas parte de una
institución que se dice cer
tificadora de la verdadera fe
en el mundo.
• Cuando tu corazón te lo
confirma.
• Cuando un ángel o una
nueva revelación, sueño,
profecía o manifestación so
brenatural te lo indica.
• Cuando asistes a la iglesia.
• Cuando reúnes todas o va
rias de las anteriores.
En medio de tantas ideas no es
extraño que exista confusión y que
en el seno de la propia iglesia haya
discusiones intensas en el intento
de monopolizar el concepto “cristia
nismo bíblico” “cristianismo verda
dero” o algo semejante.
3. E xiste un cristianismo fa lso
I. ¿Hay un cristianismo falso? Sí. En
esta dispensación, Satanás está enga
ñando a las naciones (2 Co. 4:4; 1
P. 5:8; cfr. Ap.20:3). Hay falsos após
toles y falsos obreros “que se disfra
zan como apóstoles de Cristo” (2 Co.
11:13), del mismo modo que Satanás
“se disfraza como ángel de luz” (v. 14).
Timos y más timos de gente que pre
tende servir a la justicia de Dios pero
que en realidad se sirven a sí mismos
y a Satanás. Uno se los imagina de
batas negras y aspecto sombrío, pero
sonríen y aparentan solidez espiri
tual cuando su mensaje es torcido y
vacío de verdad.
¿Por qué Satanás tiene tanto
poder en esta era? Sperry Chafer dice
que es porque “le ha placido a Dios
permitir que la ambición de Satanás
lo lleve a su propia destrucción, y así
él pueda mostrar su propia debilidad
y locura perversa”.111 Sin embargo,
este engaño jamás prevalecerá contra
la iglesia de Cristo porque Él profetizó
que “las puertas del Hades no preva
lecerán contra ella” (Mt. 16:18).
Todo esto no se podría saber
si no tuviéramos las Escrituras. Por
que solo ellas nos dan testimo
nio inerrante e infalible sobre Jesús
(Jn.5:39). El apóstol Pablo indica
que “Toda Escritura es inspirada
por Dios” (2 Ti.3:16). ¿Quieres saber
sobre Él? Las Escrituras te pueden en
señar, corregir e instruir al respecto.
La Biblia es “la palabra profética más
segura...una lámpara que brilla en
un lugar oscuro” que vino a nosotros
cuando “hombres inspirados por el
Espíritu Santo hablaron de parte de
Dios” (2 P. 1:19-21). No hay pierde:
Solo según el mensaje de las Escritu
ras podemos saber cómo se llega a ser
cristiano, y descubrir también cómo
no llegamos a serlo.
4. La Biblia es inerrante. A
diferencia de nosotros los seres hu
manos, que cometemos grandes can
tidades de desatinos e incurrimos
en frecuentes contradicciones en
nuestra comunicación, las Sagradas
Escrituras comunican un mensaje
inerrante. Esto quiere decir que no
contienen error en todo lo que ense
ñan y que llevan siempre a la ver
dad cuando son correctamente inter
pretadas. Aunque la Biblia fue escrita
por hombres pecadores y falibles, fue
bajo la superintendencia del Espíritu
de Dios que sus escritos originales
fueron preservados de todo error (i
T i.3 :i6 ; 1 P. 1:21).
La inerrancia de la Biblia im
plica las siguientes cosas:
a. Que los registros históricos
bíblicos ocurrieron tal y
como se narran, sin que
se tratase de leyendas o
mitología.
b. Que lo que dice la Biblia
es confiable, auténtico y
autoritativo.
c. Que no existen aparentes
contradicciones en las
Escrituras que sean imposi
bles de resolver.
d. Que para completar su
propósito, la Biblia es com
pletamente adecuada.
e. Que las interpretaciones
que hacen de las Escrituras
sus propios autores no
son solo su opinión, sino
verdaderas.
f. Que no existe conflicto
entre la Biblia, la ciencia y la
cultura, sino más bien pro
blemas de interpretación
propios de la humanidad
caída.
La inerrancia de la Biblia es
muy importante por tres razones:
primero, porque está fundada en el
carácter de Dios quien no miente,
sino que es la verdad; segundo, por
que sin ella no se puede realizar
adecuadamente la investigación teo
lógica cristiana; y tercero, porque se
trata de algo que forma parte del co
razón de una iglesia que acude a la Bi
blia para saber cómo vivir y practicar
su fe.
5. El papel de la Escritura
la conversión del eunuco etíope. En
Hechos 8 se narra el episodio de la
conversión del eunuco etíope. Se tra
taba de un alto funcionario, tesorero
real en la corte de la reina Candace
de Etiopía. Felipe recibió órdenes de
parte de un ángel del Señor de ir al
sur, al camino que desciende de Jeru-
salén a Gaza. Felipe obedeció y se en
contró allí con dicho funcionario.
El eunuco etíope “había ve
nido a Jerusalén para ado
rar” (Hch.8:27). Un hombre castrado
como él y de étnia no judía, natural
mente no podía participar del culto al
Dios verdadero como lo hacía la na
ción de Israel, por lo que podría cali
ficarse como “temeroso de Dios” -un
término técnico usado para hablar de
los gentiles que habían creído en el
Dios de Israel.
Según la Escritura, el etíope
“Regresaba a su país sentado en
su carruaje, y leía al profeta
Isaías” (Hch.8:28). Entonces Felipe,
bajo la indicación del Espíritu, fue a
su encuentro. La Biblia nos relata el
hecho:
Cuando Felipe se acercó co
rriendo, le oyó leer al profeta
Isaías, y le preguntó: «¿Entiende
usted lo que lee?». El eunuco
le respondió: «¿Cómo podré, a
menos que alguien me guíe?».
E invitó a Felipe a que subiera y
se sentara con él. El pasaje de la
Escritura que estaba leyendo era
este:
«Como oveja fue llevado al
matadero;
Y como cordero, mudo delante
del que lo trasquila, No abre Él
Suboca.
En Su humillación no se le hizo
justicia;
¿Quién contará Su generación?
Porque Su vida es quitada de la
tierra».
El eunuco le dijo a Felipe: «Le
ruego que me diga, ¿de quién
dice esto el profeta? ¿De sí
mismo, o de algún otro?». En
tonces Felipe, comenzando
con este pasaje de la Escritura,
le anunció el evangelio de
Jesús. Yendo por el camino,
llegaron a un lugar donde había
agua; y el eunuco dijo: «Ahí hay
agua. ¿Qué impide que yo sea
bautizado?». Y Felipe le dijo: «Si
usted cree con todo su corazón,
puede». «Creo que Jesucristo es
el Hijo de Dios», respondió el
eunuco.
Y mandó parar el carruaje;
ambos descendieron al agua, y
Felipe lo bautizó. Al salir ellos
del agua, el Espíritu del Señor
arrebató a Felipe; y no lo vio
más el eunuco, que continuó su
camino gozoso (Hch. 8:30-39).
El eunuco etíope estaba le
yendo la fuente primaria respecto de
la salvación del Señor, la Escritura.
Pero necesitaba un maestro. Felipe
llegó a explicarle las Escrituras y en
tonces este hombre fue redimido por
Jesús cuando creyó en él “con todo su
corazón”, para luego ser bautizado en
el momento. Para poder apropiarnos
el regalo de la salvación es preciso
que conozcamos el mensaje de las Es
crituras acerca de Jesús.
La crítica textual que estu
dia los manuscritos bíblicos en bús
queda del mensaje original de la Bi
blia, ha dicho que Hechos 8:37 no
forma parte de los manuscritos más
antiguos. Sin embargo, su inclusión
en varias de nuestras versiones de las
Escrituras nos habla del cómo parte
de la iglesia primitiva definía su con
fesión de fe .^ “Creo en Jesucristo, el
Hijo de Dios” -confesaban los prime
ros creyentes.
6. Sin la palabra de Dios
hay evangelio. Si quitamos la Palabra
de Dios no es posible el milagro de la
fe. Barth estaba en un error al decir
que la Biblia es un testigo de la revela
ción, pero no la revelación misma de
Dios14.
1 Jesús es la Palabra encarnada-
et Deus erat VerbunP1-, y la Escritura
es la Palabra escrita de Dios -Princi-
pium verborum tuorum veritas141.
Ciertamente, Dios muestra su
Palabra en los profetas y en la histo
ria de Israel (Mt. 12:8; 16:1-4; Me. 10:6;
Lc.8:48-50;16:16), en las Escrituras
(Mt.4:4; 22:31;24:35; Mc.7:13;
Lc.4:4;8:10; Jn.l4:23-26), en la natu
raleza (Mt.5:44-45;6:28:30;
Lc.7:24-27) y culminantemente en
Jesús
(M t.l l:25-30;13:10-17,34-35;Lc.l0:
21-22). Pero la palabra profética más
segura está en las Escrituras que dan
testimonio de Jesús (2 P. 1:19). Mien
tras que Dios salvó extraordinaria
mente a Pablo en el Camino de Da
masco, hablando directamente con él
(Hch. 9:1-9), al eunuco etíope le salvó
a través de la exposición correcta de
las Sagradas Escrituras que lo llevó a
creer en Jesús con todo su corazón. Y
esta ha sido la vía ordinaria por me
dio de la cual el Señor ha obrado a tra
vés de los siglos a favor de su pueblo.
Sin la Escritura no hay forma
de saber cómo se llega a ser cris
tiano. Por eso, en las siguientes pági
nas analizaremos este asunto basán
donos primordialmente en ella.
CAPÍTULO DOS.
- SE LLEGA A
SER CRISTIANO
SOLO A TRAVÉS
DE CRISTO
7. Solo hay un Nombre ba
que podemos ser salvos. Las Escrituras
dicen que solo a través de Cristo una
persona puede llegar a ser redimida.
Hechos 4:12 establece:
En ningún otro hay salvación,
porque no hay otro nombre bajo
el cielo dado a los hombres, en el
cual podamos ser salvos».
Jesús enseñó la exclusividad
de su poder para salvar: “«Yo soy el
camino, la verdad y la vida; nadie
viene al Padre sino por Mí” (Jn.l4:6).
Aunque este absolutismo no es del
agrado de la mentalidad posmo
derna, es precisamente lo que dicen
las Escrituras.
¿Pero por qué solo a través de
Cristo? ¿Acaso no pudo Dios disemi
nar “semillas de redención” en otras
religiones? Veremos en seguida.
8. El pecado del hombre lo
para de Dios. Hay que entender cuál
es el problema del hombre. La huma
nidad está separada de Dios debido
al pecado. El ser humano fue creado
bueno y perfecto, sin que nada le fal
tara y en total comunión con su Crea
dor. Pero fue tentado por Satanás y
pecó. Génesis 1:27-28 dicen que Dios
hizo al varón y hembra “a su ima
gen y semejanza...a imagen suya los
creó”. Y los puso en el huerto de Edén
para que lo labraran como corregen
tes. Debían realizar básicamente dos
cosas: ser fecundos y multiplicarse, y
someter la tierra^, esto es, a los ani
males (v.28), implicando el cuidado y
cultivo de dicho jardín (Gn.2:15).
Dios les puso una única lim i
tación que consistía en no comer del
fruto del árbol del conocimiento del
bien y del mal. Les advirtió que de ha
cerlo morirían (Gn.2:15-17). Tenían
acceso a todo, incluyendo el árbol de
la vida en medio de aquel majestuoso
huerto colmado de bendiciones (v.9).
Satanás entró en forma de ser
piente al jardín del Edén y le dijo a
la mujer que Dios estaba mintiendo,
que no morirían si comieran del árbol
del conocimiento del bien y del mal.
Dijo a la mujer con saña:
«¿Conque Dios les ha dicho: “No
comerán de ningún árbol del
huerto” ?» (Gn.3:l).
Eva explicó a la serpiente que,
en efecto, Dios les había ordenado
eso, añadiendo de su propia cosecha
que ni siquiera podían tocarlo (v.3).
Satanás entonces consumó su men
tira:
«Ciertamente no morirán. Pues
Dios sabe que el día que de él
coman, se les abrirán los ojos
y ustedes serán como Dios,
conociendo el bien y el mal».
(Gn.3:4-5).
9. El orgullo es la ruina
hombre. Dudar de Dios siempre ha
sido el principio de la ruina del hom
bre. Pura filosofía vana. A lo largo
de los siglos Satanás ha explotado
las pretensiones de gloria intelectual
del ser humano. El puritano William
Gurnall dijo: “El orgullo ama trepar,
no como Zaqueo para ver a Cristo,
sino para ser visto".^1Así que la duda
respecto de Dios y de sus promesas
se ha convertido en el mundo -y las
timosamente cada vez con más fre
cuencia en la academia cristiana- en
señal de erudición.
Carson escribió sobre esta ten
dencia filosófica lo siguiente:
(L)as presiones desde el plura
lismo filosófico tienden a aplas
tar cualquier opinión firme que
haga declaraciones exclusivas
sobre la verdad -todas ellas,
excepto la opinión dogmática
de que todas las opiniones dog
máticas deben ser descartadas,
la opinión dogmática de que
nosotros debemos descartar
cualquier aseveración de que al
gunas opiniones son falsas.121
Hoy más que nunca la ver
dad está siendo atacada y los con
ceptos sobre lo que esta significa
están siendo redefinidos desde e\plu
ralismo. Nada más apelante para el
orgullo humano que sentarse en el
trono y modificar lo que Dios ha de
terminado de antemano.
10. Las consecuencias del
cado original. Finalmente, al comer
del fruto del árbol del conocimiento
del bien y del mal, el ser humano
cayó en pecado y perdió su per
fección moral inicial y su completa
comunión con Dios; sus capacidades
afectivas y volitivas que lo unían sin
menoscabo a su Señor fueron arrui
nadas y su naturaleza dio paso al fe
nómeno de la muerte espiritual y fí
sica para toda su descendencia.
Dios le dijo a la serpiente que
sería maldita y que andaría sobre
su vientre (Gn.3:14). Estas imágenes
anuncian la condena eterna que Sata
nás, como querubín caído (Ez.28:16),
tendría que padecer por su rebe
lión. También añadió que entre la
simiente satánica y la simiente de
Eva habría un conflicto constante,
una “enem istad”, y declaró que la si
miente de ella aplastaría su cabeza,
mientras que la simiente de la ser
piente lo heriría en el talón (v. 15).
11. C risto es la simiente p
metida para salvación. Aquí está la
clave para comprender el porqué el
Nuevo Testamento es tan insistente
en que solo a través de Cristo hay
salvación. ¿Quién es esa simiente
prometida que aplastaría a Satanás
y consum aría la nueva com unión
eterna entre el pecador y el Dios san
tísimo? Ese es Cristo. Walvoord escri
bió:
Respecto del juicio sobre Sa
tanás, asegurado en la cruz de
Cristo, la profecía se expandió,
“tú lo herirás en el talón” (v. 15).
Esto se refiere al hecho de que
Cristo moriría, pero, a diferen
cia del efecto en Satanás, Su
muerte sería conquistada por
la resurrección. Esto se cumplió
en la muerte y resurrección de
Cristo.1121
El apóstol Pablo dice que
“no hay distinción, por cuanto todos
pecaron y no alcanzan la gloria de
Dios” (Ro.3:22-23). Es solo hasta que
el ser humano trata su pecado a tra
vés de Cristo que puede recibir la jus
ticia de Dios a su favor y dejar atrás la
condenación:
Todos son justificados gratuita
mente por Su gracia por medio
de la redención que es en Cristo
Jesús, a quien Dios exhibió pú
blicamente como propiciación
por Su sangre a través de la fe,
como demostración de Su jus
ticia, porque en Su tolerancia,
Dios pasó por alto los pecados
cometidos anteriormente, para
demostraren este tiempo Su
justicia, a fin de que Él sea justo
y sea el que justifica al que tiene
fe en Jesús (Ro.3:24-26).
Sin Cristo, su vida, muerte y
resurrección “somos los más dignos
de lástima” (1 Co.l5:19), vana es
nuestra fe y predicación, y seguimos
en nuestros pecados (1 C o .l5 :1 4 ).
Cristo es la co n d ició n sine qua non
para que llegu em os a ser cristianos y
que to d a n u es t ra v i d a t e n g a se n tid o.
12. S in C r i s t o e s ta m os baj
ira de D i o s. Jes ús es n e c e s a rio e n la
v id a de tod a persona en el m un do ,
porque el m u n d o entero está bajo la
ira de Dios. N osotros, com o h u m a
nid ad caída, restringim os la verdad
con nuestra im pied ad (Ro. 1:18), no
honram os a nuestro Creador sino que
nos hem os envanecido en nuestros
necios razonam iento y corazón ente
nebrecido (v .2 1), y desde esa necedad
nos estim am o s a nosotros m ism os
com o personas con sabiduría (v.22).
Com o pecadores sin Cristo no
aceptam os nu estra co n d ición . No
querem os y adem ás no podem os.
Porque nuestra n atu raleza depravada
no nos deja. La Biblia dice que es
tam os “m uertos en delitos y pe
cados” (E f.2 :l) cuando vivim o s sin
Jesús. N uestro pecado no solo es de
co m isió n , sino adem ás de o m isión ,
de palabra y de p ensam ien to. Está en
nuestra n atu raleza la raíz de nuestra
separación. Por eso no im p orta que
tanta rectitud moral observemos en
nuestra cotidianeidad porque basta
un pecado para que la sentencia de
muerte esté sobre nosotros.
Las personas posmodernas,
afectadas por la falta de conoci
miento bíblico, y por el relativismo
y el nihilismo, entre otras filoso
fías que les generan prurito inte
lectual, encuentran muy duro creer
que Dios condena eternamente a las
personas por su falta de fe en su
Hijo Unigénito, pero no se percatan
de que Él ha provisto gratuitamente
el medio de salvación, sacrificándose
el Hijo en nuestro lugar. Como la
mente caída no admite argumento
contra su cosmovisión, se ha termi
nado descartando este acto de amor
inconmensurable de Dios como “fili
cidio”, porque ¿Qué padre amoroso
mata a su propio hijo en una cruz?
También en esto no miran que Jesús
no fue a la cruz obligado por su Padre,
sino que se ofreció Él mismo, vo
luntariamente, por amor a nosotros
(Jn .10:17-18; cfr. Heb.7:27).
13. Dios es santo, y sin Cr
no alcanzamos su gloria . Nos cuesta
entender esto porque no compren
demos la santidad de Dios. Esta no
admite un grado de maldad. Un
agota de perversión activa su justi
cia perfecta. Él puso ángeles queru
bines para defender su santidad al
oriente del Edén (Gn.3:24) y ángeles
serafines para adorar su santidad y
pregonarla a los hombres (Is.6:l-3).
No hay cosa más seria que la santidad
de Dios. Por eso la Escritura dice que
“la paga del pecado es muerte, pero
la dádiva de Dios es vida eterna en
Cristo Jesús señor nuestro” (Ro.6:23).
Significa que solo por medio de Cristo
tenemos redención.
Ryrie escribió:
La santidad absoluta e innata de
Dios significa que los pecadores
deben estar separados de Él a
menos de que haya una manera
en la que ellos sean consti
tuidos santos. Y ese medio ha
sido provisto en los méritos de
Jesucristo.1111
La santidad de Dios exige con
siderar su otredad, es decir, que Él es
muy diferente a todas sus criaturas.
En el Salmo 50:21 se lee: “Pensaste
que Yo era tal como tú; Pero te repren
deré, y delante de tus ojos expondré
tus delitos” . Él está apartado y el ac
ceso a su gloria también (Ro.3:23),
excepto cuando por medio de Jesús
somos justificados y declarados por
gracia “aceptos en el Amado” (Ef.l:6,
RV60).
14. Cristo se encarnó en
vientre de María. Jesús se encarnó en
el vientre de María por obra del Es
píritu Santo (Le. 1:26-38), en vistas al
cumplimiento de las profecías acerca
de su venida para redimir a su pue
blo y reinar sobre la tierra. Cuando
el Señor fue concebido, la promesa
dada a Eva de que su simiente
aplastaría la cabeza de la serpiente
(Gn.3:15) se comenzó a cumplir.
Por eso el ángel anunció a
los pastores que el Redentor por fin
había venido: “porque les ha nacido
hoy, en la ciudad de David, un Salva
dor, que es Cristo el Señor. Esto les
servirá de señal: hallarán a un Niño
envuelto en pañales y acostado en un
pesebre» (Lc.2:11-12). Ante este mis
terio, el viejo himno nos hace cantar:
Dios nos envió a su Hijo,
Cristo;
El es salud, paz y perdón.
Vivió y murió por mi pecado;
Vacía está la tumba porque él
triunfó.11^1
15. Cristo se ofreció en sac
cio por nuestros pecados y él velo f u e
rasgado. Bajo la dispensación de la
Ley mosaica Dios estableció un sis
tema de ritos, ofrendas y sacrificios
para que el pueblo de Israel lidiara
ante Él por su pecado. La aceptación
provisional que Dios hizo de este sis
tema de sacrificios de animales la ter
minó validando el sacrificio que más
tarde realizaría el Hijo de Dios a nues
tro favor en la cruz.
Hebreos 9:13-14 sostiene:
Porque si la sangre de los
machos cabríos y de los toros,
y la ceniza de la novilla, ro
ciadas sobre los que se han
contaminado, santifican para la
purificación de la carne, ¿cuánto
más la sangre de Cristo, quien
por el Espíritu eterno Él mismo
se ofreció sin mancha a Dios,
purificará nuestra conciencia
de obras muertas para servir al
Dios vivo?
Los antiguos rituales ya no
eran necesarios, pues el Dios Trino
-como se observa en esta pregunta
(Cristo, Espíritu eterno y Dios)- li
beró del pecado a los que creen en
Jesús. El acceso a Dios se mani
festó sobrenaturalmente con el velo
del templo rasgado, “de arriba hacia
abajo” (Mt.27:51). Este velo separaba
el lugar santo del lugar santísimo
dentro del Templo judío. Al lugar san
tísimo solo podía acceder el Sumo Sa
cerdote una vez al año en el Día de la
expiación. Allí se quemaba incienso
y se rociaba la sangre del animal sa
crificado sobre el propiciatorio del
arca del testimonio (Lev. 16:2 y ss.;
Heb.9:2-5).
El velo que se rasgó justo des
pués de la muerte de Cristo era un
velo especialmente diseñado “de tela
azul, púrpura y escarlata, y de lino
fino torcido...hecho con querubines,
obra de hábil artífice” (Éx.26:31). Se
le ordenó a Israel colgar este velo
“sobre cuatro columnas de acacia re
vestidas de oro...y pondrás allí, de
trás del velo, el arca del testimo
nio. El velo les servirá como división
entre el lugar santo y el Lugar San
tísim o” (w.32-33). Cuando Cristo se
ofreció como sacrificio por nuestros
pecados, Dios rasgó este velo para
mostrar que ahora los pecadores po
drían tener comunión con Él sin que
ningún obstáculo impidiera la en
trada a la presencia de Dios en Cristo
Jesús.
16. Cristo es el Cordero de Dios.
Juan El Bautista por eso habló de
Jesús como “el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo” (Jn.l:29).
La línea tipológica es clara entre los
animales “sin m ancha y arruga” an
teriormente sacrificados para expiar
el pecado y el sacrificio de Cristo. El
apóstol Pedro indicó:
Ustedes saben que no fueron
redimidos de su vana manera
de vivir heredada de sus padres
con cosas perecederas como oro
o plata, sino con sangre pre
ciosa, como de un cordero sin
tacha y sin mancha: la sangre de
Cristo. Porque Él estaba prepa
rado desde antes de la fundación
del mundo, pero se ha manifes
tado en estos últimos tiempos
por amor a ustedes. Por medio
de Él son creyentes en Dios, que
lo resucitó de entre los muertos
y le dio gloria, de manera que la
fe y esperanza de ustedes sean
en Dios (1 P.l:18-21).
De manera que Cristo obró vi
caria y sustitutoriamente a nuestro
favor. Él tomó nuestro lugar y recibió
sobre sí el pago que nuestro pecado
merecía, al mismo tiempo que nos
imputó su justicia para pudiéramos
ser aceptados por Dios. Ahora somos
embajadores de Él que rogamos al
mundo ¡reconcilíense con Dios! (2
Co.5:20), para que la misma justi
cia que recibimos a nuestro favor sea
también recibida por los que viven
sin redención.
17. Los seis efectos de nue
salvación en Cristo. Sperry C h a fe r ^
resumió los beneficios de esta mara-
villosa obra de Cristo de la siguiente
forma:
UNO.-. La muerte de Cristo nos
asegura que Dios nos ama.
DOS.- La muerte de Cristo fue
un pago o rescate que se pagó
ante las justas demandas de
Dios hacia el pecador, y nos libró
de la condenación.
TRES.- La muerte de Cristo fue
un acto de obediencia a la Ley
que nosotros rompimos, por lo
que representa una satisfacción
a todas las demandas que Dios
ha hecho a los pecadores.
CUATRO.- La muerte de Cristo
proveyó la base por medio de la
cual el mundo se puede reconci
liar con Dios.
CINCO.- La muerte de Cristo
removió todos obstáculos en
la mente de Dios para que Él
pudiera salvar a los pecadores
por la muerte de su Hijo: Dios ha
sido propiciado (su ira ha sido
extinguida) y el pecador ha sido
redimido.
SEIS.- Cristo en su muerte se
convirtió en nuestro sustituto.
18. Cristo venció a la muerte
con su resurrección. Después de con
sumar estas obras en la cruz, Jesús
resucitó al tercer día confirmando así
que él era el Hijo de Dios y que era
capaz de redimir a todos los que por
la fe viniera hacia él (Mt. 28:1-10).
Jesús venció la muerte cuando
dio su vida y la volvió a tomar. Solo a
través de Cristo tenemos la bendición
de poder llegar a ser cristianos: “Ben
dito sea el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, quien según Su gran
misericordia, nos ha hecho nacer de
nuevo a una esperanza viva, me
diante la resurrección de Jesucristo
de entre los muertos” (1 P.l:3).
CAPÍTULO TRES.
-SE LLEGA A SER
CRISTIANO SOLO
POR LA FE
19. La f e es confianz
en la Persona y obra histórica y es
piritual de Cristo. Para llegar a ser
cristiano es necesario creer en Cristo.
Pannenberg dice que “la fe como acto
vital es sinónimo de confianza” 1141
Creer es descansar o abandonarse en el
objeto de nuestra esperanza. Esto no es
lo mismo que creer ciegamente. La fe
cristiana no es “un salto en el vacío”
o un creer sectariamente a pesar de
todas las evidencias en contra. Esto
sería fanatismo.
Que la fe sea confianza
plena indica que no solo se trata de
un asentimiento mental (assensus),
sino además de conocimiento (cogni-
tio) y como se indicó, de confianza
ifiducia). Por eso, la Iglesia cuando
dice en el Credo de los Apóstoles
“Creo e n ...” se asienta sobre hechos
históricos salvíficos: cosas que real
mente ocurrieron en una época pa
sada, a saber, las obras poderosas de
Dios a lo largo de las dispensaciones
(incluida la que está en curso y la que
vendrá) y su culminación revelatoria
en la Persona tean tró p ica^ de Jesús
(Heb. 1:1-3).
20. La f e de acuerdo
breos. Dice Hebreos 11:1:
Ahora bien, la fe es la certeza de
lo que se espera, la convicción
de lo que no se ve.
Esta definición se debe m a
tizar. Porque yo puedo creer ingenua
mente que volaré al arrojarme de un
edificio sobre una presunta “convic
ción de lo que no se ve”. La fe tiene
su estructura sobre y desde Cristo, el
único fundamento:
(S)epan todos ustedes, y todo el
pueblo de Israel, que en el nom
bre de Jesucristo el Nazareno, a
quien ustedes crucificaron y a
quien Dios resucitó de entre los
muertos, por Él, este hombre
se halla aquí sano delante de
ustedes.
»Este Jesús es la piedra
desechada por ustedes los
constructores, pero que ha
venido a ser la piedra angular.
En ningún otro hay salvación,
porque no hay otro nombre
bajo el cielo dado a los hom
bres, en el cual podamos ser
salvos» (Hch.4:10-12).
La certeza y convicción de la
que habla Hebreos radican en la fe
revelada de una vez y para siempre a
los santos (Jud.3). Su contenido se co
noce por medio de las Sagradas Escri
turas, de modo que desde este punto
de vista existe en la fe un significado
unívoco: la fe que salva es la fe en la
Persona y obra de Jesús.
21. La f e como con
en la salvación del carcelero de Fili-
pos. Estando en prisión, durante el
segundo viaje misionero del apóstol
Pablo, este y Silas cantaban himnos
a Dios cuando “se produjo un gran
terremoto, de tal manera que los ci
mientos de la cárcel fueron sacudi
dos. Al instante se abrieron todas las
puertas y las cadenas de todos se
soltaron” (Hch. 16:26). El carcelero
despertó aterrorizado por el hecho y
pensó en matarse cuando creyó que
los prisioneros se habían escapado. El
diálogo de este hombre inconsolable
con Pablo y Silas nos enseña mucho
acerca de la fe como la sola condición
para ser redimido:
Pero Pablo clamó a gran voz,
diciendo: «No te hagas ningún
mal, pues todos estamos aquí».
Entonces él pidió luz y se
precipitó adentro, y temblando,
se postró ante Pablo y Silas, y
después de sacarlos, dijo: «Se
ñores, ¿qué debo hacer para
ser salvo?». Ellos respondie
ron: «Cree en el Señor Jesús,
y serás salvo, tú y toda tu
casa» (Hch.16:28-31).
Los filósofos cristianos han
llamado a esta clase de fe la única
causa instrumental de nuestra salva
ción. Dios ordenó las cosas de tal
modo que la sola fe en su Hijo Unigé
nito fuese suficiente para salvar a un
pecador.
El carcelero solo debía con
fiar y abandonarse en Jesucristo para
tener la vida eterna. El mensaje origi
nal de los apóstoles o “la palabra de fe
que predicamos” es esta:
(Q)ue si confiesas con tu boca
a Jesús por Señor, y crees en tu
corazón que Dios lo resucitó
de entre los muertos, serás
salvo. Porque con el corazón
se cree para justicia, y con la
boca se confiesa para salvación
(Ro.l0:9-10).
Un comentario dice que el
carcelero “indudablemente había es
cuchado la historia de la muchacha
esclava y el cómo ella había anun
ciado que estos hombres eran siervos
de Dios con el mensaje de salva
ción (Hch.l6:17). Posiblemente tam
bién las oraciones y cantos de Pablo y
Silas (Hch. 16:25) había llegado a sus
oídos
Algunos que opinan que la
sola fe no es suficiente para salvar,
han dicho que el carcelero, después
de curarlos, se llevó a Pablo y Silas a
su casa y que allí se supone que le ex
plicaron el alto costo de la salvación,
todo a lo que tenía que renunciar y
las muchas pérdidas que iba a expe
rimentar en su vida por Cristo. Y que
solo entonces el carcelero, luego de
aceptar estos estrictos e inflexibles
términos y declarar una rendición
total a su nuevo Señor, recibió la sal
vación. Pero esto es mutilar el pasaje
y hacer que diga lo que no dice. Efec
tivamente, el carcelero se llevó a los
siervos de Dios a su casa después de
ser bautizado “con todos los suyos”,
pero la Escritura dice que en su hogar
lo que hicieron no fue tomar un curso
intensivo sobre “la salvación por se
ñorío”^ , sino ¡una fiesta por haber
creído! (Hch. 16:34).
22. La f e en la salvac
ladrón en la cruz. Creer es tam bién la
única razón por la que el ladrón en la
cruz, que murió al lado de Jesús, al
canzó salvación (Le.23:39-43). Lucas
registró tanto las palabras finales del
ladrón quien reprendió a su com
pañero que se burlaba desesperada
mente de Cristo, como la respuesta
misericordiosa del divino Señor en
sangrentado y agonizante:
Pero el otro le contestó, y
reprendiéndolo, dijo: «¿Ni si
quiera temes tú a Dios a pesar
de que estás bajo la misma
condena? Nosotros a la verdad,
justamente, porque recibimos
lo que merecemos por nuestros
hechos; pero este nada malo ha
hecho». Y añadió: «Jesús, acuér
date de mí cuando vengas en Tu
reino». Entonces Jesús le dijo:
«En verdad te digo: hoy estarás
conmigo en el paraíso» (Le.
23:40-43).
¿Qué más, además de la fe,
requirió este pecador para que Cristo
lo salvara justo antes de morir? ¿Qué
frutos de vida cristiana dio como au-
tenticador de dicha fe? Ninguno ante
la vista de los hombres, pero el más
importante ante los ojos de su Salva-
d o rM
23. El ataque a la sola f e de
parte de los que quieren “purificar" a
la iglesia. Hay creyentes muy preo
cupados por la santidad de la iglesia.
Desean que la congregación solo se
componga de cristianos de verdad y
no de gente engañada. Sin embargo,
muchas veces esta loable y legítima
inquietud los ha llevado a la an
gustia excesiva, al recelo, al resenti
miento y finalmente al legalismo. En
su intento por obtener una membre-
sía pura han elevado los estándares
de Dios para salvar y le han aña
dido otras cosas a la fe. Arthur Pink,
por ejemplo, escribió que “es un gran
error suponer que todo el que “cree
en Cristo” es salvo,,[iil. ¿Qué más se
necesita entonces? En general -con
cluyen estos teólogos- buenas obras
de nuestra parte.
24. La vida del discípulo pro
duce fruto. La fe en Cristo produce
fruto. Es innegable. Jesús dijo:
» Ustedes no me escogieron
a Mí, sino que Yo los escogí
a ustedes, y los designé para
que vayan y den fruto, y que
su fruto permanezca; para que
todo lo que pidan al Padre en Mi
nombre se lo conceda (Jn. 15:16)
Efesios 2:10 dice que “fuimos
creados en Cristo Jesús para hacer
buenas obras, las cuales Dios preparó
de antemano para que anduviéramos
en ellas” La gracia de Dios en Jesús,
de la cual ahondaremos más ade
lante, tiene un propósito vinculado a
nuestra forma de vivir:
Porque la gracia de Dios se
ha manifestado, trayendo
salvación a todos los hombres,
enseñándonos, que negando la
impiedad y los deseos munda
nos, vivamos en este mundo so
bria, justa y piadosamente (Tito
2 :11 - 12 ).
Quizá es Santiago el más con
tundente sobre este asunto: “¿De
qué sirve, hermanos míos, si alguien
dice que tiene fe, pero no tiene
obras? ¿Acaso puede esa fe salvarlo?
(Stg.2:14).
25. La salvación es solo po
f e y el fru to es parte del discipulado.
Toda esta evidencia, empero, cuando
la Biblia es interpretada bajo el prin
cipio sola scriptura sui interpresl2Q1, no
anula de ninguna forma ni a ningún
nivel la verdad de que únicamente se
precisa tener fe para ser salvado por
el Señor Jesús.
La Palabra de Dios dice que
la salvación es solo por la fe y “no
por obras, para que nadie se glo
ríe” (Ef.2:9). Hechos 2:21 indica que
“el que invoque el nombre del Señor
será salvo”. El evangelio “es poder de
Dios para salvación de todo aquel que
cree” (Ro.l:16) y 2 Timoteo 1:9 dice
que Dios nos salvó “no según nues
tras obras, sino según Su propósito
y según la gracia que nos fue dada
en Cristo Jesús desde la eternidad”.
Cristo murió por nosotros “siendo
aún pecadores” y fuimos reconci
liados cuando éramos “enemigos de
Dios” (Ro.5:8,10).
26. Santiago no enseña u
justificación por las obras delante
de Dios. La fe sola significa con
fianza total en Jesús. Cuando San
tiago dice que “la fe sin obras es
estéril” (Stg.2:20) no se refiere a que
somos justificados por la fe más
nuestras obras, sino que ante el tribu
nal de los hombres la justificación de
nuestra fe se evidencia con nuestras
acciones, y eso debería de importar
nos. Porque ser cristiano representa
algo más que una actitud pasiva ante
la nueva vida en Cristo. Debería de
notarse. Pero esto es diferente a con
siderar nuestra justificación ante el
tribunal de Dios como nuestra fe en
la obra de Cristo más nuestro propio
desempeño.
Ryrie escribió:
Pero los hombres son espec
tadores en la corte de la vida
aquí en la tierra. Cuando ellos
ven vidas cambiadas, ellos
pueden saber que ha habido un
veredicto celestial; es decir, la
justificación. Cuando ellos no
ven cambios, quizá ellos cues
tionen y duden. La justificación
por la fe es necesaria en la corte
del cielo. La justificación por las
obras es la única cosa que los
hombres pueden observar en la
corte de la t i e r r a l
Nuestro desempeño no es nin
guna base para nuestra salvación, de
acuerdo con la palabra de Dios (cfr.
Is.64:6), pero sí es importante para la
iglesia que milita día con día en este
mundo y busca discípulos genuinos.
Empero, la iglesia que no entiende las
diferencias entre el discipulado y la
entrada en la salvación sufrirá de una
mala teología sobre salvación y santi
dad.
2 7. Una vez salvos somos capa
citados para servir. Nuestras buenas
obras son esenciales en nuestra vida
como discípulos de Cristo, pero no tie
nen nada que ver con el momento y
las condiciones que Dios exige para
salvarnos. Usted y yo no debemos
portarnos bien para que Dios nos
salve. Solo debemos creer, y luego en
tonces así recibir el poder de Dios en
el Espíritu Santo para vivir una vida
de santidad.
28. Arrepentimiento no si
fica necesariamente penitencia y ren
dición total. No obstante, algunos
teólogos evangélicos han introdu
cido nuevos contenidos extrabíblicos
a la fe para poder decir que somos
salvos solo por la fe, pero al mismo
tiempo añadirle nuestras obras. Es
el caso, por ejemplo, de la interpre
tación que han hecho de la palabra
arrepentimiento.
Según sus conclusiones, arre
pentimiento es sinónimo de peniten
cia y rendición total. De modo que
la “sola fe” incluye las obras necesa
rias de nuestra parte para que Dios
pueda salvarnos: abandono total de
nuestro pecado y sensación de banca
rrota espiritual, profunda conciencia
de indignidad, tristeza, llanto u otras
emociones debilitantes.
Pero en la Biblia arrepenti
miento no significa ni necesaria ni
primordialmente penitencia ni ren
dición total. Estos fueron conceptos
que se introdujeron de forma masiva
especialmente durante la Edad Media
cuando los monjes sufrían en sus cel
das para demostrar a Dios cuánto
lo amaban, rogándole que terminara
por favorecerlos en la vida futura.
29. Arrepentimiento es cam
de mentalidad y actitud. Arrepenti
miento significa cambio de mentali
dad y de actitud. laeravoeo) (meta-
noeó) es un llamado a reconocer que
Cristo es quien dice que es, y no otro.
Es el Señor y Salvador del mundo, el
Mesías de Israel, y por ende Él es el
camino, la verdad y la vida. Arrepen
tirse puede implicar tristeza y lloro
(cfr. metamelomai en 2 Co.7:8-10),
pero este estado emocional es un
asunto contingente. Cuando Zaqueo
fue salvado no mostró un espí
ritu agobiado, sino un interés ge
nuino en Jesús (Le. 19). Tampoco lo
hizo el ciego de nacimiento (Jn.9), ni
la mujer samaritana (Jn.4). Muchas
conversiones carecen de los giros dra
máticos que exigen aquellos teólogos
que piensan que solo creer es muy
fácil, barato, banal y engañoso.
En el Antiguo Testamento se
lee que Dios se arrepintió:
Y se acordó de Su pacto por
amor a ellos,
Y se arrepintió conforme a la
grandeza de Su misericordia
(Sal.l06:45).
¿Significa que Dios se declaró
en bancarrota espiritual? De ninguna
manera. ¿Quiere decir que Dios se la
mentó por su pecado? Dios no tiene
pecado. Lo que significa es que la
ira de Dios cedió ante su misericor
dia debido a su pacto con su pueblo.
Hubo, en lenguaje antropopático^1,
un “cambio” en la mentalidad divina.
30. Arrepentimiento impl
cambio de mentalidad también res
pecto de uno mismo y del pecado. El
cambio de mentalidad respecto de la
obra y Persona de Cristo conlleva, na
turalmente, un cambio de mentali
dad respecto de quién es uno mismo
y qué implicaciones tiene el pecado
en nuestras vidas. Por eso creer en
Jesús -el Salvador de los pecadores-
significa al mismo tiempo reconocerse
pecador y necesitado de redención. No
significa, empero, que dicho recono
cimiento del pecado personal, para
ser válido en la salvación, exija ne
cesariamente una experiencia espi
ritualmente frenética y desgastante
acompañada de ciertos actos peni
tentes presuntamente reivindicato
ríos delante de Dios. No hay tal cosa
como reivindicación ante Dios desde
alguna renuncia o rendición perso
nal. Todo es por pura gracia y solo en
Cristo por medio de la sola fe.
Es solo dentro de esta com
prensión bíblica de arrepentimiento
que se puede decir que el arrepenti
miento es necesario para la salvación,
y que arrepentimiento y fe van de la
mano.
La Declaración doctrinal del
Seminario Teológico de Dallas dice:
Creemos que el nuevo naci
miento del creyente solo es
posible a través de la fe en Cristo
y que el arrepentimiento es
parte vital del creer, y que en
ninguna manera es en sí mismo
una condición independiente
o separada para alcanzar la
salvación. Creemos que no debe
agregarse ninguna otra condi
ción para obtener la salvación
—ningún acto de confesión,
bautismo, oración o fidelidad
en el servicio deben añadirse al
creer para obtener la salvación
(Jn 1:12; 3:16,18, 36; 5:24; 6:29;
Hch 13:39; 16:31;Rom 1:16-17;
3:22, 26; 4:5; 10:4; Gal 3:22).m
Claramente, aquí se distingue
entre “acto de confesión, bautismo,
oración o fidelidad en el servicio” y
el arrepentimiento como “parte vital
del creer”, esto es, se distingue ade
cuada y bíblicamente entre la salva
ción y los actos propios del discipu
lado cristiano.
3 1 . E x iste un cristianismo
fa ls o 11. Pocas cosas dan tanta rabia
o tristeza como la gente que se dice
cristiana pero que se burla de Dios
y su santidad en su propia cara. Que
no se esfuerzan por vivir la vida que
Dios quiere que vivan. Que no se so
meten al señorío de Cristo.^41Actual
mente en Latinoamérica millones de
personas se consideran a sí mismas
cristianas cuando lo que están ha
ciendo es jugar al cristianismo. H ay
muchos falsos creyentes que sirven a
los demonios, pero también m uchos
cristianos carnales. Entre ambos hay
una gran diferencia, como veremos
en seguida.
32 . La disciplina eclesiástica es
el camino. La pureza de la iglesia no
la pueden imponer los hombres, por
que los hombres no santifican a la
iglesia, sino el Espíritu de Dios. No
es nuestra tarea pontificar acerca de
quién es cristiano y quién no lo es.
Pero eso no quiere decir que Dios no
haya dejado mecanismos para salva
guardar la sana doctrina y la salud
de las congregaciones que lo adoran
en todo el mundo. Cuando una per
sona dice: “Yo soy cristiano porque
creo en Cristo”, la iglesia ha de recibir
ese testimonio y bautizar a la persona
que conoce los fundamentos de su fe.
Y si esa persona comienza a vivir des
ordenadamente o se encuentra que
jamás abandonó su práctica de peca
dos debe proceder la disciplina ecle
siástica referida en Mateo 18:15-20:
» Si tu hermano peca, ve y
repréndelo a solas; si te escucha,
has ganado a tu hermano. Pero
si no te escucha, lleva contigo
a uno o a dos más, para que
toda palabra sea confirmada
por boca de dos o tres testigos.
Y si rehúsa escucharlos, dilo a
la iglesia; y si también rehúsa
escuchar a la iglesia, sea para ti
como el gentil y el recaudador
de impuestos. En verdad les
digo, que todo lo que ustedes
aten en la tierra, será atado en el
cielo; y todo lo que desaten en la
tierra, será desatado en el cielo.
Solo Dios conoce si en un caso
de disciplina se trata de un cristiano
carnal (1 Co. 3:1-4) o de un “falso her
mano” (Gá.2:4). Lo más probable será
que si es un cristiano genuino el Es
píritu Santo le dará convicción de pe
cado (Jn.l6:8). Desde luego, siempre
y cuando los procesos de disciplina
hayan sido los adecuados, prudentes
y sabios, y libres de corrupción e in
tereses mezquinos. Porque puede ser,
lamentablemente, que la disciplina
de la iglesia se termine utilizando
para el beneficio personal de los que
la ejercen, como una herramienta de
control político y embustes encubier
tos.
33. Arrepentimiento: un
mino flexible. Charles Bing dice que
“arrepentimiento es un término fle
xible que significa varias cosas en
diferentes contextos”1^ , por lo que
no debemos convertir esta palabra
bíblica en un entramado de teolo
gía que lo trate como si careciera de
dicha versatilidad contextual. Mucho
menos cuando se trate de definir lo
que Dios requiere para salvar a una
persona. Solo por la fe es que se llega a
ser cristiano.
CAPÍTULO
CUATRO. -SE
LLEGA A SER
CRISTIANO SOLO
POR GRACIA
34. La gracia es favor o
gado. Cuando se habla del Dios de la
Biblia, todos los creyentes hablan de
la gracia divina. Gracia o xápu; (cha-
ris) se refiere a la bondad o favor otor
gado. Es una manifestación especial
de la presencia divina en la vida de
una persona, de una nación o de la
tierra entera.
Cuando Efesios 2:8-9 dice “por
gracia ustedes han sido salvados, por
medio de la fe, y esto no procede
de ustedes sino que es un don de
Dios, no por obras, para que nadie
se gloríe”, el versículo incluye una
reiteración o aclaración del concepto
mismo. Porque si es por gracia enton
ces no es por obras. Romanos 11:6 lo
dice explícitamente:
Pero si es por gracia, ya no es a
base de obras, de otra manera la
gracia ya no es gracia. Y si por
obras, ya no es gracia; de otra
manera la obra ya no es obra.
Para ser cristiana, una per
sona tiene que recibir el regalo de la
salvación. No hay nada en su poder
que pueda ofrecer para ser salva. Ni
su dinero, ni sus méritos ciudadanos,
ni su belleza, ni su tiempo, ni sus
carreras culminadas, ni sus miles de
horas de trabajo -dentro o fuera del
ministerio-, ni sus sacrificios como
hijo o padre, vecino, hermano o
amigo.
Todas estas obras pueden im
presionar a los hombres, pero no sig
nifican nada para Dios en lo que
se refiere a su motivación y elección
para salvación. Él elige “conforme a
la buena intención de Su voluntad,
para alabanza de la gloria de su gra
cia que gratuitamente ha impartido
sobre nosotros en el Amado” (Ef.l:6).
No nos elige según nuestros méritos.
Entonces se llega a ser cris
tiano “por gracia y no por obras”. Si
esto está tan claro ¿por qué hay tan
tos creyentes confundidos sobre este
tema tan fundamental?
35. El error de los que quie
“encaracer” la gracia de Dios. Mu
chos creyentes celosos de la doctrina
advierten que la gracia se ha es
tado abaratando en los últimos tiem
pos hasta convertirse en una “licen
cia para pecar”. Consideran que Dios
sigue vigilante y un juicio terrible se
avecina sobre la iglesia debido a sus
muchos pecados.
Entonces buscando una solu
ción optan por enseñar que la gra
cia de Dios exige de nosotros un
intercambio. Dios nos da su gracia
para salvarnos y a cambio nos pide
que vivamos en santidad. Según esta
transacción, cuando recibimos esta
gracia el Señor nos adjudica una
deuda que le hemos de ir pagando
poco a poco con nuestras buenas
obras.
36. La gracia no es u
transacción ni una deuda. Pero la gra
cia no puede ser una transacción ni
tampoco puede constituirse en una
deuda, por la sencilla razón de que el
concepto bíblico mismo de “dádiva”,
“favor” o “regalo” no admite algo se
mejante. La gracia no es un pago
por nuestra sumisión a Cristo, sino
un don que recibimos gratuitamente,
sin costo alguno y sin que Dios nos
pida a cambio algo.
Si yo le obsequio una casa a
otra persona, esta se limitará a reci
bir mi regalo, a dar gracias y a disfru
tar de ella. Pero si yo se la vendo, la
misma persona tiene la obligación de
pagármela antes de disponer de ella.
Cuando me pague podrá decirle a
todos sus amigos y familiares la linda
casa que se compró.
Calvino escribió:
La salvación no es un premio ni
una recompensa, sino gracia no
adulterada. La siguiente
pregunta es ¿de qué forma los
hombres reciben la salvación de
la mano de Dios? La respuesta es
que por la fe; y por tanto, él
(apóstol) concluye que nada
conectado con ella nos
pertenece. Si de parte de Dios es
solo por gracia, y si nosotros no
traemos nada sino solo la fe, la
cual nos arranca de toda
condenación, se concluye que la
salvación no proviene de
nosotros1^ .
1
Sin embargo, muchos
herederos de la teología calvinista
han enseñado en el nombre de su
maestro que la sola fe no salva,
sino que la obediencia y abandono del
pecado son condiciones de la redención
final.
Por eso, Anderson apunta que
“los calvinistas creen que la
persona que no permanece fiel es
que nunca ha tenido la salvación
a fidelidad hasta el fin de la vida es
la prueba esencial para pasar una
De acuerdo con esto, no lo sabrá sino
hasta que Jesús califique su fidelidad
en el juicio venidero. Porque si usted
se considera fiel, ¿no estará engañán
dose?
37. Cualquier intento de c
pensar a Dios por su regalo no es
conforme a la verdad. Cristo compró la
salvación para nosotros con su san
gre (1 Co.6:20)ynos la ha obsequiado
solo por gracia. Nosotros, para apro
piarnos de dicha salvación, única
mente necesitamos creer en Jesús.
Sperry Chafer escribió:
Cuando se propone una recom
pensa por el don de Dios, cada
elemento de la salvación se
oscurece, y también se sacrifica
el verdadero motivo del ser
vicio cristiano. Las Escrituras
en todas partes protegen estas
dos verdades de tal perversión;
porque, en la Biblia, la salvación
siempre se presenta como un
regalo, un favor no recompen
sado, un beneficio puro de Dios
(Jn. 10:28; Ro. 6:23). Y de la
misma forma, no se debe nin
gún servicio, y no se debe dar
ninguna ofrenda con miras a
pagar a Dios por su regalo.
Cualquier intento de compensar
a Dios por Su regalo es un acto
tan completamente fuera de
armonía con la Verdad revelada,
y exhibe tal falta de aprecio por
Su amorosa generosidad, que
no puede ser más que angus
tioso para el Dador. Todos los
intentos de devolver su regalo,
aunque sea sinceros, sirven sólo
para frustrar Su gracia y para
rebajar la maravillosa bondad
de Dios al sórdido nivel de true
que y comercio1^ 1.
Las estrategias humanas,
por muy piadosas que parezcan, que
pretendan “encarecer” la gracia de
Dios en la salvación no pueden ser
consideradas sino como una abe
rrante distorsión de la gracia del
Señor y un insulto al sacrificio de su
Hijo Unigénito por nosotros. Es como
gritarle a Jesús que su obra no fue
consumada a nuestro favor. Muchos
predicadores de hoy que se estiman
promotores de la gracia, lamentable
mente han incurrido en este pecado
y continúan esparciendo el error bajo
el eslogan de “sana doctrina”.
38. Los enemigos de
cia. Jesús vio este problema con
mucha claridad en los fariseos y es
cribas cuando les dijo:
»Pero, ¡ay de ustedes, escribas y
fariseos, hipócritas que cierran
el reino de los cielos delante de
los hombres! Porque ni entran
ustedes, ni dejan entrar a los
que están entrando (Mt.23:l 3).
Entre estos líderes religiosos
había mucho desprecio por ciertas
minorías y comunidades que no per
tenecían a sus tradiciones. Ellos fija
ron el estándar en lugar de dejar que
Dios lo hiciera.
Para entrar al reino de los cie
los se requiere creer en Jesús. Pero
los fariseos y escribas le enseñaban al
pueblo que Jesús no era quien decía
ser, sino un charlatán y un blasfemo
(cfr. JnlO:33; M t.ll:1 9 ), y exigían a
la gente que se sometiera a sus tradi
ciones para agradar a Dios. El control
y manipulación que ejercían siempre
fue repugnante para Jesús, quien los
confrontó en varias ocasiones.
De la misma forma, hoy hay
quienes hablan mucho de la gracia
de Dios, pero la niegan en sus ense
ñanzas -¡y también con sus actos!1221
A veces en forma de abierto lega-
lismo y otras de forma velada, en el
nombre de la piedad personal: “Atan
cargas pesadas y difíciles de llevar, y
las ponen sobre las espaldas de los
hombres, pero ellos ni con un dedo
quieren moverlas” (Mt.23:4). La gra
cia es un escándalo aún para la igle
sia cuando esta ha estado adorme
cida por una mala teología sobre la
relación entre la salvación, el reino de
Dios y el señorío de Cristo.
39. Lo que es la gracia g
tuita. La gracia de Dios es gratuita y
no tendríamos ninguna necesidad de
incurrir en una tautología, a no ser
por la existencia de las tradiciones
teológicas que acostumbran mezclar
la gracia con la ley. Por una parte,
están los que dicen que Dios nos
salva por gracia pero que tenemos
que obedecer la ley para no perder
nuestra salvación (arminianismo), y
por otra parte, están los que dicen
que Dios nos salva por gracia pero
que tenemos que rendir total e incon
dicionalmente nuestras vidas a Jesús
-en observancia perseverante de la
ley como principio rector- para con
siderarnos verdaderamente salvados
para siempre (teología del señorío del
calvinismo).
Michael D. Hasley propone el
mejor punto de vista que le hace
mayor justicia al significado de la
gracia de Dios según las Escrituras:
La posición de la Gracia Gratuita
sostiene que la salvación es por
la gracia de Dios a través de la
fe únicamente en Cristo y no
por obras de ningún tipo, como
el compromiso o la rendición.
La posición de la Gracia Gra
tuita sostiene que la salvación
no puede venir por una com
binación de gracia y esfuerzo
humano. Si la gracia pudiera
ser mantenida por el esfuerzo
humano entonces dejaría de ser
gracia. La gracia no tiene lugar
para las obras antes, durante o
después de la salvación, ya sea
para obtenerla o para conser
varla1151.
El mensaje del apóstol
Pablo era el de la gracia gratuita de
Dios. Fue tan insistente en la gratui-
dad de la gracia que podría haberse
pensado que estaba abogando por
una gracia barata, un “credulismo” o
creencia fácil y una vida licenciosa.
Así se adelantó a sus críticos en su
epístola a los Romanos:
¿Qué diremos, entonces? ¿Con
tinuaremos en pecado para que
la gracia abunde? ¡De ningún
modo! Nosotros, que hemos
muerto al pecado, ¿cómo vivi
remos aún en él? (Ro.6:l-2; cfr.
v.15).
“ S a lv a c i ó n G r a c ia A r m i n i-
p o r s e ñ o r ío ” g r a t u it a a n is m o
del calvi
nismo
La salvación La salva- La salvación
no se pierde, ción no se se pierde
pero se pierde por- por nuestro
obtiene que es por pecado.
mediante la gracia y no
rendición por obras,
total de la y para
propia vida obtenerla
a Cristo y no precisa
la perseve- de ningún
rancia hasta compro-
el fin en miso de
obediencia. rendición
Muchos total ni
calvinistas perseve
creen que rancia
la salvación hasta el
solo será fin en obe
conocida diencia. La
al final obediencia
cuando sea es asunto
calificada del dis
por Cristo cipulado
según nues cristiano y
tra fidelidad. en base en
el seremos
juzgados
para
recibir o
perder re
compensas
eternas.
40. No estamos bajo la ley
bajo la gracia. No estamos bajo la ley
sino bajo la gracia (Ro.6:14). Por eso a
esta dispensación se le conoce como
“dispensación de la gracia”. Pero eso
no significa que seamos antinomini-
anos1111 y que podamos vivir en la
anarquía ática y moral. Estamos bajo
la ley de Cristo (Gá.6:2), que no es
otra cosa que el estándar de la ley
moral y eterna de Dios que ha es
tado vigente desde la fundación del
mundo y que, en la dispensación de
la ley se aplicó desde la norma mo
saica.
Por ejemplo, matar fue pecado
antes, durante y después de la ley de
Moisés, aunque en esta ley quedó ex-
plicitado “No matarás” (Éx.20:13). Ya
no estamos bajo la ley de Moisés, pero
el principio eterno de esta norma
sigue vigente porque matar, en su
contexto, es para Dios un pecado.
Amar a Dios y no tener ído
los son mandamientos cuyo fun
damento también a atravesado las
distintas dispensaciones hasta el día
de hoy. Así que la solución para es
timular la necesidad de los cristianos
de vivir vidas santas no es invo
car la obediencia a la ley al mismo
tiempo que se habla de la salva
ción por gracia -como parece que
rer el arminianismo y el calvinismo-
sino someterse al señorío de Jesús
quien nos dejó ejemplo para imitar
(Fil. 2:3 - 8;Jn. 13:3 4; 1 C o .l l i l ) .
Solo por gracia es que se llega a
ser cristiano. No por obras.
CAPÍTULO
CINCO.- EL
ERROR DEL
EVANGELIO DE
LA "SALVACIÓN
POR SEÑORÍO"
41. Reinventando sola fide.
Como se ha insistido en este libro,
a través del tiempo los evangélicos
en inmensa mayoría han insistido en
que la salvación es solo por la fe y
no por las obras. La lucha contra la
Iglesia Católica agudizó este princi
pio conocido durante los tiempos de
la Reforma como Sola fide. Y hasta el
día de hoy se sigue insistiendo en ello
en campañas evangelísticas, libros,
conferencias y sermones.
Poco a poco se le ha ido aña
diendo al sola fide postmedieval, sin
embargo, más elementos. Es común
leer y escuchar a personas calificadas
en el mundo evangélico como “maes
tros de la gracia” decir que la fe no
es suficiente para salvar, sino que pri
mero debe haber arrepentimiento^.
Mientras que la teología clá
sica de la gracia enseña que fe y arre
pentimiento son dos cosas que jamás
van separadas, entendiendo arrepen
timiento como el cambio de mentali
dad y actitud respecto de la persona
de Jesús junto a la misma declaración
de fe en Él, y un cambio de auto-
percepción como pecadores necesita
dos de redención, estos maestros en
señan que fe y arrepentimiento son
muy diferentes: fe es creer en Jesús
y arrepentimiento es abandonar todo
pecado personal. El resultado ha sido
que el evangelio es, para esta teolo
gía calificada “del señorío”, en primer
lugar, una renuncia a todo pecado, y
en segundo lugar fe en Jesús. Para
ser salvo no es suficiente creer, sino
que primero debes realizar las obras
de sometimiento y renuncia para que
Dios te pueda salvar.
42. Sumisión total como c
dición redentiva. Marcos 10:17-31 ha
sido uno de los puntos de partida
de este artificio teológico. Según la
“teología del señorío” Jesús enseñó
aquí con claridad que para tener vida
eterna no era suficiente tener fe en
Él, sino que era necesario realizar
obras humanas como condición re
dentiva. Uno de los ministros de esta
corriente dijo que “Jesús fijó la norma
(para salvación) como negación pro
pia total...Le va costar absoluta
mente todo”1111. El mensaje es claro:
Salvarte te costará un enorme esfuerzo
y toda tu energía, capacidad, tiempo y
recursos. Será como alcanzar la orilla
del océano después de muchos días flo
tando y nadando para sobrevivir. Este
es “el evangelio de la gracia de Dios”
según muchos pastores y maestros.
Por eso vamos a analizar Mar
cos 10:17-31. Porque si es verdad
lo que dicen estos promotores de la
“salvación por señorío”, entonces los
que hemos creído en la enseñanza
sobre la sola fe y la sola gracia para
salvación hemos creído un evangelio
maldito (Gá. 1:8-9), y estamos bajo
condenación. Pero si es mentira en
tonces podemos estar en paz y al
mismo tiempo asumir nuestra res
ponsabilidad de exponer estas fal
sas enseñanzas que han sumido a
muchos cristianos en una guerra de
nervios, inseguridades y legalismo al
adulterar la gracia de Dios.
43. El texto de Mar
10:17 -3 1. La Palabra de Dios dice en
Marcos 10:17-31:
Jesús salía ya para seguir su
camino, cuando un hombre
llegó corriendo, se arrodilló
delante de él, y le preguntó:
«Maestro bueno, ¿qué debo
hacer para heredar la vida
eterna?» Jesús le dijo: «¿Por qué
me llamas bueno? No hay nadie
que sea bueno, sino sólo Dios. Ya
conoces los mandamientos: No
mates. No cometas adulterio.
No robes. No des falso testi
monio. No defraudes. Honra a
tu padre y a tu madre.» Aquel
hombre le respondió: «Maestro,
todo esto lo he cumplido desde
mi juventud.» Jesús lo miró y,
con mucho amor, le dijo: «Una
cosa te falta: anda y vende todo
lo que tienes, y dáselo a los
pobres. Así tendrás un tesoro
en el cielo. Después de eso,
ven y sígueme.» Cuando aquel
hombre oyó eso, se afligió y se
fue triste, porque tenía muchas
posesiones.
Jesús miró a su alrededor, y
les dijo a sus discípulos: «¡Qué
difícil es para los ricos entrar
en el reino de Dios!» Los dis
cípulos se asombraron de sus
palabras, pero Jesús volvió a
decirles: «Hijos, ¡qué difícil es
entrar en el reino de Dios! Es
más fácil que un camello pase
por el ojo de una aguja, a que un
rico entre en el reino de Dios».
Ellos se asombraron aún más,
y se preguntaban unos a otros:
«Entonces, ¿quién podrá sal
varse?» Jesús los miró fijamente
y les dijo: «Esto es imposible
para los hombres, pero no para
Dios. Porque para Dios todo es
posible.» Pedro comenzó en
tonces a decirle: «Como sabes,
nosotros lo hemos dejado todo,
y te hemos seguido.» Jesús res
pondió: «De cierto les digo: No
hay nadie que por causa de mí y
del evangelio haya dejado casa,
hermanos, hermanas, madre,
padre, hijos, o tierras, que ahora
en este tiempo no reciba, aun
que con persecuciones, cien
veces más casas, hermanos,
hermanas, madres, hijos, y tie
rras, y en el tiempo venidero la
vida eterna. Muchos de los que
ahora son los primeros, serán
los últimos; y los que ahora son
los últimos, serán los primeros.»
44. La “salvación por señorío"
De acuerdo con la “salvación por se
ñorío” este pasaje muestra el tipo de
evangelismo que Jesús practicó: pri
mero exigir sumisión total a la ley
para evidenciar la ausencia de justi
cia propia de las personas, luego exi
gir sumisión total a Cristo en obras
de renuncia personales y finalmente
recibir la vida eterna como parte de
esta transacción divina de “deja todo
y te daré salvación”.
4 5. Los casos de Nicodem
la mujer samaritana. Pero como pre
gunta Zane Hodges1141, si ese fue el
método y evangelio de Jesús ¿qué
pasó entonces con Nicodemo? ¿Qué
pasó entonces en la entrevista entre
Jesús y la mujer samaritana? ¿No es
interesante que la “salvación por se
ñorío” pase por alto la entrevista
donde Jesús dijo a Nicodemo “Debes
nacer de nuevo” ? ¿Qué era necesa
rio que Nicodemo abandonara para
ser salvado? Lo necesario para él era
creer en la obra que Dios haría:
»Y como Moisés levantó la
serpiente en el desierto, así es
necesario que sea levantado el
Hijo del Hombre, para que todo
aquel que cree, tenga en Él vida
eterna.
»Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que dio a Su Hijo uni
génito, para que todo aquel que
cree en Él, no se pierda, sino que
tenga vida eterna. Porque Dios
no envió a Su Hijo al mundo
para juzgar al mundo, sino para
que el mundo sea salvo por Él. El
que cree en Él no es condenado;
pero el que no cree, ya ha sido
condenado, porque no ha creído
en el nombre del unigénito Hijo
de Dios (Jn.3:14-18).
La teología de la salva
ción por señorío ha estandarizado
arbitrariamente la entrevista entre
Jesús y el joven rico como la regla
de la evangelización y contenido del
evangelio, ignorando lo demás.
En Juan 4 la mujer sa-
maritana escuchó de Jesús estas pala
bras:
Jesús le respondió: «Si tú cono
cieras el don de Dios, y quién es
el que te dice: “Dame de beber”,
tú le habrías pedido a Él, y Él
te hubiera dado agua viva» (Jn.
4:10).
Ninguna demanda de rendi
ción total, sino solo una afirmación
de que Jesús tiene el agua viva que
salva y sacia la sed para siempre a
quienes se la piden.
La gente debe primero nacer
de nuevo y beber del agua de la vida,
gratuitamente, para entonces recibir
la capacidad de obedecer al Señor. No
al revés.
4 6. Un caso de pre-evan
lismo. ¿Cuál es el rol histórico que
tiene la historia del joven rico de Mar
cos 10:17-31 en los evangelios sinóp
ticos? Hodges enseña que este texto
no es sobre evangelismo. De hecho,
Jesús no presenta el evangelio direc
tamente al joven rico (no le dice, por
ejemplo, cree en mí sino “cumple”
esto y lo otro), porque, para empe
zar, él “no está listo” para ello. Este
joven es un terreno en donde la se
milla del evangelio no florecerá, por
que su corazón constituye un suelo
lleno de “espinos”, como se revela en
la parábola del sembrador (Mt. 13:3-7,
v.22). Nicodemo estaba listo cuando
dijo: “Sabemos que has venido de
Dios como maestro” (Jn.3:2), por lo
que Jesús le dijo de inmediato: “debes
nacer de nuevo...todo el que crea en
mí no se perderá, sino que tendrá
vida eterna” (vv.3,16).
Con la mujer samaritana pasó
algo similar: “Si conocieras el don
de Dios y quién soy yo, me pedirías
el agua viva” (Jn.4:10). Hodges dice
que en estos casos no hubo necesi
dad de pre-evangelismo1111. Con estas
consideraciones será más sencillo en
tender lo que realmente pasó con el
joven rico.
47 . Tres cosas claras en el caso
del jo ven rico. El joven rico pre
guntó a Jesús: «Maestro bueno, ¿qué
debo hacer para heredar la vida
eterna?» (Me. 10:17, lo mismo en
Le. 18:18). Pero en Mateo la pregunta
es un poco diferente: “«Maestro, ¿qué
cosa buena haré para obtener la vida
eterna?» (Mt.l9:16). Está claro que:
1. El joven rico proviene de un
trasfondo teológico judío.
2. El trasfondo teológico judío
le enseñó que la bendición
eterna de Dios se adquiere,
en un nivel legal, sobre la
base del mérito. Por eso el
joven rico piensa: “Debo
hacer algo para acceder a
esa vida eterna”.
3. La perspectiva cristiana es
diferente a la perspectiva
judía respecto de la vida
eterna.
48. La dimensión presente y
tura de la perspectiva cristiana sobre
la vida eterna. La perspectiva cris
tiana no enseña que la vida eterna
descansa de alguna manera en el mé
rito del pecador, sino siempre y úni
camente sobre el regalo que Dios
otorga por su gracia.
En una primera dimensión, la
perspectiva cristiana dice que la sal
vación eterna se adquiere aquí y
ahora por la sola fe en Jesús y no por
obras, y en una segunda dimensión,
la futura, se entiende que el pecador
redimido por la sola fe ha de recibir
en el Tribunal de Cristo (2 Co.5:10)
las recompensas eternas por su fide
lidad al Señor Jesús. Considerando
estas dos dimensiones de la pers
pectiva cristiana - presente y futura-
Hodges dice que “nadie puede recibir
la vida eterna en el futuro como re
compensa, si antes no la recibió en el
presente como un regalo,,lM1.
49. La dimensión fu t u ra d
salvación tiene que ver con las re
compensas a recibir en el Tribunal de
Cristo. La recompensa escatológica
que recibirá el cristiano en el futuro
Tribunal de Cristo es parte de la ple
nitud de la que habla Jesús en Juan
10:10 al decir: “Yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en
abundancia”. La salvación entonces
no es algo estático, sino un poder di
námico que va ensanchándose en la
vida del pecador redimido con miras
a las abundantes recompensas futu
ras que tendrán en consideración la
fidelidad del cristiano a la voluntad
de Dios.
La Biblia enseña que las bue
nas obras son muy importantes y
serán recompensadas, pero solo den
tro de la vida de un cristiano redi
mido por gracia. Las buenas obras no
son condición de nuestra salvación
sino el resultado de ella, y lo que
Dios considerará cuando recompense
a sus santos. Gálatas 6:8-9 por eso in
dica:
Porque el que siembra para su
propia carne, de la carne segará
corrupción, pero el que siembra
para el Espíritu, del Espíritu
segará vida eterna. No nos can
semos de hacer el bien, pues a
su tiempo, si no nos cansamos,
segaremos.
En esta siega eterna solo par
ticiparán los que previamente hayan
sido redimidos por la sola fe y la sola
gracia de Dios, no por obras:
Porque todos nosotros debemos
comparecer ante el tribunal de
Cristo, para que cada uno sea re
compensado por sus hechos es
tando en el cuerpo, de acuerdo
con lo que hizo, sea bueno o sea
malo (2 Co.5:10).
50. En el Tribunal de Cristo
las recompensas no serán iguales para
todos. No hay que perder de vista que
al igual que se recibirán recompen
sas, también se dejarán de recibir en
cierta medida. Las recompensas no
serán iguales para todos.
51. Hebreos 6 :4-6 y el llamado
a perseverar en la f e . Entender esto
nos ayudará a dejar de rompernos la
cabeza con pasajes que hablan de los
cristianos al mismo tiempo que pare
cen sugerir que la salvación se puede
perder. Por ejemplo, Hebreos 6:4-6
dice:
Porque en el caso de los que
fueron una vez iluminados,
que probaron del don celestial
y fueron hechos partícipes del
Espíritu Santo, que gustaron
la buena palabra de Dios y los
poderes del siglo venidero, pero
después cayeron, es imposible
renovarlos otra vez para arre
pentimiento, puesto que de
nuevo crucifican para sí mis
mos al Hijo de Dios y lo exponen
a la ignominia pública.
Se han dicho de este pasaje
varias cosas: que habla de falsos cris
tianos que en realidad nunca fue
ron salvos y cuya apostasía evidenció
esta realidad; y que habla de que la
salvación se pierde. Empero, el pasaje
dice claramente que “fueron partici
pes del Espíritu Santo...pero después
cayeron”. Así que estos tienen razón
cuando dicen que se trata de creyen
tes verdaderos, pero están equivoca
dos cuando hablan de su perdición
eterna después de haber sido salva
dos.
El asunto aquí, sin embargo,
no es la autenticidad o perdida de la
salvación, como aclara Pentecost:
La pregunta sobre la salvación
no está en ninguna parte en
contexto aquí. Por lo tanto,
no se trata de una advertencia
sobre perder la salvación. En su
lugar, el escritor está conside
rando la experiencia cristiana
como un viaje de la infancia a la
m a d u re z .^
Dios diseñó el camino para
que crezcamos en madurez cristiana
cada día. Pero debido a nuestro pe
cado ese camino puede ser estorbado.
El autor advierte que los que “caye
ron” son aquellos que dejaron de ma
durar. Y eso no debe pasar con la igle
sia.
Así se entiende que cuando
el mismo autor de Hebreos habla de
aquellos que no pudieron entrar en el
reposo de Dios debido a su incredu
lidad, no se trata de falsos creyentes,
sino de creyentes carnales o inmadu
ros.
52. Los casos de Ped
Tomás en incredulidad. No existe tal
cosa como “el creyente incrédulo” si
por ello entendemos a alguien que
cree genuinamente sin creer genui-
namente. Pero la iglesia está llena de
creyentes genuinos con dudas genui-
nas y lapsos difíciles de incredulidad.
El apóstol Pedro mismo no creyó en la
obra de Cristo cuando se negó a que
su Maestro fuera a la cruz. Jesús le
dijo:
«¡Quítate de delante de Mí, Sata
nás! Me eres piedra de tropiezo;
porque no estás pensando en las
cosas de Dios, sino en las de los
hombres».! (Mt. 16:23).
Tomás tampoco creyó que
Jesús había resucitado a pesar de la
predicción de Jesús en Lucas 9:22 y
del testimonio de los apóstoles:
Entonces los otros discípulos
le decían: «¡Hemos visto al
Señor!». Pero él les dijo: «Si no
veo en Sus manos la señal de
los clavos, y meto el dedo en el
lugar de los clavos, y pongo la
mano en Su costado, no creeré».
(Jn.20:25).
Si los discípulos jamás hu
bieran luchado con la incredulidad
no le hubieran rogado a Jesús “au
méntanos la fe” (Le. 17:5). Solo los
creyentes que tienen una “super fe”
son capaces de nunca dudar, pero
hasta la fecha no se ha sabido de nin
guno perfecto.
53. Hebreos 3:16-19
amonestación contra la incredulidad
y advertencia de perder las recom
pensas futuras. Hebreos 3:16-19, ha
blando del juicio de Dios sobre la in
credulidad de su pueblo, dice:
Porque ¿quiénes, habiendo
oído, lo provocaron? ¿Acaso no
fueron todos los que salieron
de Egipto guiados por Moisés?
¿Con quiénes se disgustó por
cuarenta años? ¿No fue con
aquellos que pecaron, cuyos
cuerpos cayeron en el desierto?
¿Y a quiénes juró que no entra
rían en Su reposo, sino a los que
fueron desobedientes? Vemos,
pues, que no pudieron entrar a
causa de su incredulidad.
Aquellos en el pueblo que
se rebelaron contra Dios en el de
sierto no entraron a Canaán sino que
perecieron allí (Nm. 14:1 -3 0): “No pu
dieron entrar”. Según la “salvación
por señorío” estos no eran creyentes
salvos, sino falsos porque no perseve
raron hasta el fin en fe. Pero el mismo
texto en Números dice que estos is
raelitas fueron perdonados por Dios
(v.20), pero que al mismo tiempo re
cibieron como disciplina el no ver la
tierra prometida.
La lección que Dios le da a
la iglesia en Hebreos en esta materia
no es que se puede perder la salvación
ni tampoco que los falsos cristianos
son aquellos que padecen increduli
dad, sino que la consecuencia de la
incredulidad para los hijos de Dios es
la perdida de recompensas.
1 Corintios 3:14-15 habla
al respecto:
Si permanece la obra de alguien
que ha edificado sobre el funda
mento, recibirá recompensa. Si
la obra de alguien es consumida
por el fuego, sufrirá pérdida; sin
embargo, él será salvo, aunque
así como a través del fuego.
Ryrie dice: “La salvación es un regalo
gratuito, pero las recompensas, para
aquellos que han sido salvados, se
ganan. La calidad de nuestro servicio
(v.13) es el criterio. Las recompen
sas a menudo se definen como co
ronas (Cf. 9:25; 1 Tes.2:19; 2 Ti.4:8;
Stg. 1:12; 1 P. 5:4; Ap.2:10;3:l 1;
4:4, lO)”.1251
“Tengan cuidado, herma
nos” (Heb.3:12) dice claramente el
autor hablando a los cristianos. La
apostasía es un peligro aún para
los creyentes genuinos. Pentecost con
cluye: “Esta incredulidad puede cau
sar el alejamiento experiencial del
Dios vivo, y perderán la comunión
con Él”. ^ El costo de la incredulidad
y desobediencia en la vida cristiana
no es la pérdida de la salvación, sino
el alto costo de la perdida de recom
pensas futuras, tal y como les pasó a
los israelitas desobedientes en el de
sierto.
El reposo está en el evange
lio de Cristo ahora mismo. Pero tam
bién se avecinan las recompensas en
el Tribunal de Cristo que ninguno de
nosotros debería perderse por el pe
cado de incredulidad y falta de perse
verancia en la fe. En Hebreos queda
m os correctamente apercibidos.
54. E l T ribunal de C risto n
un T ribunal para ju z g ar nuestra s al
vación. No obstante todo lo anterior,
hay maestros de la “salvación por se
ñorío” que enseñan que el Tribunal
de Cristo (2 Co.5:10) será para juz
gar nuestra salvación, y que allí se
nos dirá si nuestra fe era genuina o
era falsa, ya sea para vida eterna o
para condenación eterna. Pero este
no puede ser el caso porque Pablo en
2 Corintios 5:10 está hablando con
cristianos corintios que ya han sido
asegurados por Dios por la sola fe.
Les dice eso a los que “preferimos
habitar con el Señor” y “agradar al
Señor” (vv. 8-9). No puede ser de nin
guna forma un tribunal para tratar
algo ya judicialmente determinado
en nuestra justificación para salva
ción.
Perspectiva Perspectiva
cristiana cristiana
presente de futura de la
la salvación salvación
Recibimos Recibiremos
hoy el regalo las recom
de la salva pensas
ción: somos futuras en el
salvos por Tribunal de
la sola fe, Cristo según
en Cristo el criterio de
solamente nuestra cali
y por gracia dad en el ser
solamente. vicio a Cristo
Hemos sido mientras
constituidos estuvimos en
hijos por esta tierra.
adopción y Nadie puede
conciuda recibir nin
danos del guna de estas
Reino que recompensas
ha de venir. eternas a
Gozamos hoy no ser que
de los dones antes haya
y la presencia recibido la
de Espíritu recompensa
Santo, y del presente de
poder de Dios la salvación.
para vencer Se puede su
el pecado frir pérdida
y crecer en de recom
santidad. pensas según
nuestras
obras contra
la voluntad
de Dios.
55. La respuesta de Jesús
joven rico ataca su concepto de bon
dad. ¿Cómo respondió Jesús a la men
talidad meritoria judía, según Marcos
10:17-31?
Jesús le dijo: «¿Por qué me
llamas bueno? No hay nadie que
sea bueno, sino sólo Dios.
El problema principal con el
joven rico era su concepto de “bon
dad” Romanos 3:10 dice que “NO
HAY JUSTO, NI AUN U N O ”. Todo in
dica que el joven rico se consideraba
a sí m ismo bueno y justo. Este es el
meollo de todo el pasaje.
Ante esta situación, Jesús no
le dice que crea en Él como Mesías,
Señor y Salvador, sino que invoca la
ley:
Ya conoces los mandamientos:
No mates. No cometas adul
terio. No robes. No des falso
testimonio. No defraudes.
Honra a tu padre y a tu m a
dre.» (Me. 10:19).
¿Este es el camino de salva
ción? ¿O parte o condición de este?
Desde luego que no. El pasaje tiene
otro significado contra la interpre
tación popular de una parte im por
tante del mundo evangélico neopuri-
tano.
56. U na salvación po r f e
por rendición total. Los m aestros de
la “salvación por señorío” están en
un dilema aquí. Porque por un lado
insisten en que, ante este pasaje,
ellos enseñan una salvación no por
obras sino por gracia, pero al mismo
tiempo quieren sostener que la con
dición de la salvación no es solo la
fe, sino que además se requiere de
rendición total. Entonces han inven
tado un sistema en el que “arrepen
timiento” significa obras humanas
como prerrequisito soteriológico. La
salvación no es solamente del Señor.
57. Jesús no enseñó una sa
ción por rendición total. En primer
lugar, en esta porción de las Escri
turas Jesús no está enseñando que la
vida eterna se obtiene cumpliendo la
ley de Moisés. Está poniendo el dedo
sobre la llaga: nadie puede cumplirla
y por lo tanto no hay uno solo
justo. En Mateo se lee, “si deseas
entrar en la vida, guarda los manda
mientos” (Mt.l9:17). Apuntando a la
imposibilidad, está ilustrando nues
tra necesidad imperiosa de la gracia
de Dios. La “salvación por señorío”,
sin embargo, dice que Jesús está ha
blando de lo difícil que será la salva
ción en Su nombre, que esta salvación
le costará al rico, personalmente, más
de lo que se pueda imaginar.
Jesús sabe que la ley no puede
salvar a nadie. Ni tampoco la rendi
ción total, renuncia o algo semejante
de parte del ser humano. Gálatas 3:21
dice:
¿Es entonces la ley contraria a
las promesas de Dios? ¡De nin
gún modo! Porque si se hubiera
dado una ley capaz de impartir
vida, entonces la justicia cierta
mente hubiera dependido de la
ley.
Nadie puede depender de la
ley ni de sus obras personales de su
misión u obediencia para salvación
porque estas cosas son “incapaces de
impartir vida”. Por eso, imaginarse
que cumplirlas nos da salvación es
un grave error.
58. El joven rico afirma qu
cumplido la ley. El joven rico, empero,
no consideró estas cosas bíblica
mente, sino que se estimó a sí mismo
como un justo cumplidor de las altas
demandas de la ley:
Aquel hombre le respondió:
«Maestro, todo esto lo he
cumplido desde mi juven
tud.» (Le. 10:20).
El joven rico, en lugar de ser
“aplastado por la ley”, decidió creer
(al igual que muchas personas lo
hacen hoy) que había hecho lo sufi
ciente para ir al cielo. Esto apunta a
que la presunta infalibilidad de la ex
posición inicial de la ley que se ha dog
matizado entre muchos creyentes como
método culminante de evangelización
no es capaz de transformar a aque
llas multitudes que consideran que han
cumplido lo que Dios pide. ¿Qué se les
dirá a estos cuando no haya poder re
tórico que los convenza de lo contra
rio?
Por eso tenemos tanto evan-
gelismo de “salvación por señorío”
intentando humillar y destruir el or
gullo humano mediante técnicas de
manipulación psicológica. Se busca
que la gente se sienta mal, aco
rralada, desprotegida y expuesta, y
para ello se ataca la dignidad del
ser humano en su trabajo, relaciones,
familia y propósitos. Estas “evan-
gelizaciones” se convierten en un
verdadero festival de descalificación
personal en donde la única forma de
dejar satisfecho al alocado anfitrión
es que la gente incrédula comience a
llorar desconsoladamente o que ex
perimente la deprimente minimiza-
ción de su ser.
Es una abierta sesión de gas-
lighting, término que refiere la nega
ción de todo aquello que las perso
nas perciben como real y valioso en
sus vidas. Se supone que el peca
dor se merece eso y más, porque ha
estado ofendiendo a Dios desde que
empezó a respirar. Estos predicado
res no se percatan de que ellos están
asumiendo un rol que no les corres
ponde, y que se han subido al trono
como el látigo de Dios, como los que
ajustarán las cuentas divinas en la
dantesca hora de la sopa del propio
chocolate. Si así les va a los que es
cuchan “las Buenas Nuevas de salva
ción”, a los miembros de la iglesia les
irá peor, porque ahora les toca recibir
un mensaje acerca de la alta probabi
lidad de estar autoengañados y de ser
falsos cristianos.
Es que la convicción de pecado
no depende de nuestra elocuente labor
de fiscales de Dios, sino del Espíritu
Santo (J n .l6 :8 ) . Pulverizar el amor
propio de la gente con artimañas psi
cológicas de choque no es predicar las
Escrituras. Pregonar la realidad del
pecado desde la Biblia es algo muy
diferente a los ataques personales en
búsqueda de una reacción emocional
y volitiva. En esto no se distinguen
mucho los pregoneros de la “salva
ción por señorío”, del mundo caris-
mático que tanto suelen criticar. Se
juzga como credulismo impertinente
y antibíblico el que se invite a la gente
a tomar una decisión por Cristo y al
mismo tiempo se manipula al incré
dulo para que se sienta extraviado y
tome una decisión desde su desespe
ración, bajo insistentes amenazas y
discursos degradantes. La “salvación
por señorío” no solo quiere echar la
semilla que le fue dada al sembra
dor desde el cielo, sino que también
quiere modificar la composición de la
tierra para “hacerla buena” (Mt.l3:8)
desde apelaciones a la rectitud moral
como presupuesto de salvación.
Si alguien tratará con las emo
ciones del incrédulo ese es Dios, pero
sobre todo lo hará con su corazón, la
tierra que Él mismo afectará para que
reciba su semilla.
59 . Jesú s tira de la cuerda
poco más. Finalmente, Jesús, al ver
la obstinación de este joven, mo
vido por una profunda compasión, lo
ayudó a enfrentar su conciencia de
justicia propia de otra manera:
Jesús lo miró y, con mucho
amor, le dijo: «Una cósate falta:
anda y vende todo lo que tie
nes, y dáselo a los pobres. Así
tendrás un tesoro en el cielo.
Después de eso, ven y sígueme.»
Cuando aquel hombre oyó eso,
se afligió y se fue triste, por
que tenía muchas posesiones
(Le.10:21-22).
Si nadie es bueno, y si ninguna
renuncia puede hacer justa a una
persona, ¿entonces qué nos espera a
todos? Solo tenemos una alternativa:
creer en Jesús para salvación. Necesita
mos que la justicia provenga de una
fuente diferente a nosotros mismos:
“Esta justicia de Dios por medio de la
fe en Jesucristo es para todos los que
creen” (Ro.3:22).
60. El caso de Zaqueo en Lu
19:1-10. Es interesante contrastar el
caso de este joven rico con Zaqueo.
Este era jefe de los recaudadores
de impuesto y tenía mucho dinero.
Coincidió con Jesús en Jericó.
Zaqueo quería conocer a Jesús.
Su corazón era “tierra buena y fér
til” (cfr. M t.l3:8). Para poder ver a
Jesús se subió a un Sicómoro y desde
allí el Señor le miró y le dijo: “«Za
queo, date prisa y desciende, por
que hoy debo quedarme en tu ca
sa» (Le. 19:5). La respuesta de Zaqueo
fue de alegría pues “él se apresuró a
descender y lo recibió con gozo” (v.6,
énfasis añadido). La fe llegó a este
hombre odiado por su propio pueblo,
quien convertido en discípulo gozoso
declaró:
«Señor, la mitad de mis bienes
daré a los pobres, y si en algo he
defraudado a alguien, se lo
restituiré cuadruplicado» (Le.
19:8).
Jesús respondió:
«Hoy ha venido la salvación a
esta casa»
ya que él también es hijo de
Abraham; porque el Hijo del
Hombre ha venido a buscar y a
salvar lo que se había perdido».
(Lc.l9:9-10).
¿Por qué Jesús no le pidió que
vendiera todas sus posesiones y le
diera las ganancias a los pobres,
como hizo con el joven rico? ¿Por qué
no le dijo: “No Zaqueo, no es renuncia
parcial sino rendición total de todo
lo que tienes para que entre yo en tu
vida”? ¿Por qué la salvación llegó a
su casa de forma tan “fácil”? Jesús
no le pidió que vendiera nada, ni que
restituyera nada. Solo le dijo que
se quedaría en su casa ese día y él
gozoso lo recibió: xcúpeo (chairó),
la misma palabra que aparece en
Romanos 12:12 donde se habla
de los discípulos “gozándose en la
esperanza”. El mismo término que
describe el regocijo de los sabios
del oriente cuando vieron
la estrella de Belén sobre el lugar en
donde estaba el Niño Jesús (Mt.2:10).
Dejar entrar a Jesús en nuestra
vida la cambiará para siempre. Algu
nos mostrarán una renuncia mayor
que otros, un sacrificio más evidente
que otros, cada cual según el Señor
lo vaya indicando, pero estas cues
tiones del discipulado no determinan
nuestra salvación sino nuestras re
compensas futuras.
61. Jesús enseña a sus d
p ulos el costo del discipulado, no de
la salvación. Cuando Jesús le dice al
joven rico en Marcos 10:21 que venda
sus posesiones y le dé las ganancias a
los pobres, está hablando del discipu
lado y las recompensas por la fidelid ad
hacia su Persona. Así le enseña a sus
discípulos que no deben intercam
biar las riquezas terrenales por los te
soros del cielo. No se trata de abrir “la
puerta al cielo” -asunto que está más
que claro que es solo por la fe- sino
de tesoros que serán entregados a los
salvos en el Tribunal de Cristo.
Jesús sabía que este desafío al
joven rico de acceder a las recompen
sas del discipulado sería rechazado
por su falta de fe. Porque para poder
hacer lo que J e sú s pidió se requería
haber creído de antemano en Él. Para el
joven rico Jesús no era el Hijo de Dios,
el Mesías, sino un maestro más en Is
rael. Sperry Chafer por eso dice que
lo más urgente en la vida de una per
sona incrédula no es que cambie de
hábitos o haga correcciones morales,
sino que sea salvado por Jesús1451.
Tal vez el joven rico que se
fue triste regresó más tarde. Con otro
tipo de preguntas- dice Hodges.1411
“Sé que no soy bueno y que estimo
mucho mis riquezas ¿quién eres tú en
realidad? ¿Eres de verdad el Mesías?”.
Entonces estaría listo para oír y escu
char el evangelio. De manera que si
lo llegamos a ver en el cielo un día
no habrá sido porque al final decidió
vender sus riquezas y dárselas a los
pobres, sino porque al igual que noso
tros creyó en Jesucristo para su salva
ción.
62. El propósito de los ev
gelios sinópticos. Finalmente, el que
esta historia del joven rico de Marcos
10:17-22 no aparezca en el evangelio
de Juan nos habla de los propósitos
con los que se escribieron los evan
gelios sinópticos (Mateo, Marcos y
Lucas). Juan es el único evangelio que
explícitamente dice que fue escrito
para que la gente creyera en Jesús:
Y muchas otras señales hizo
también Jesús en presencia de
Sus discípulos, que no están
escritas en este libro; pero estas
se han escrito para que ustedes
crean que Jesús es el Cristo, el
Hijo de Dios; y para que al creer,
tengan vida en Su nombre
( Jn.20:30-31).
Ju a n es un documento evange-
lístico. Pero los evangelios sinópticos
fueron escritos en general para au
diencias de creyentes para quienes el
asunto de la salvación ya había sido
consolidado, y para los cuales lo más
urgente no era ser salvos sino apren
der a ser discípulos del Señor en
quien habían creído.
Esta es la razón por la cual
al final de la historia del joven rico
se observa a Jesús hablando de las
recompensas para los hijos de Dios,
una narrativa que no tendría sentido
para aquellos que no forman parte
del Cuerpo de Cristo. Los discípulos
preguntan ¿quién podrá salvarse si es
tan difícil entrar en el reino de Dios
para los ricos?
Jesús los miró fijamente y les
dijo: «Esto es imposible para
los hombres, pero no para
Dios. Porque para Dios todo es
posible.» Pedro comenzó en
tonces a decirle: «Como sabes,
nosotros lo hemos dejado todo,
y te hemos seguido.» Jesús
respondió: «De cierto les digo:
No hay nadie que por causa de
mí y del evangelio haya dejado
casa, hermanos, hermanas,
madre, padre, hijos, o tierras,
que ahora en este tiempo no
reciba, aunque con persecu
ciones, cien veces más casas,
hermanos, hermanas, madres,
hijos, y tierras, y en el tiempo
venidero la vida eterna. Muchos
de los que ahora son los prime
ros, serán los últimos; y los que
ahora son los últimos, serán los
primeros.» (Me. 10:27-31).
63. Seremos recompensados.
Los maestros de la “salvación por
señorío” han considerado errónea
mente a Marcos 10:17-31 como “el
manual de evangelismo de Jesús”.
Pero literariamente este evangelio no
tuvo esa función primordial, sino que
pasajes como estos fueron escritos
para que la iglesia meditara en el
costo y las recompensas del discipu
lado, no de la salvación. Por eso Pedro
dice que ellos lo dejaron todo, a lo
que el Señor responde: serán recom
pensados por todo eso a su debido
tiempo. Lo mismo que nosotros que
hemos vivido para Dios sin importar
los desafíos que vengan.
CAPÍTULO
SEIS. -L O Q U E
SIGNIFICA SER
UN DISCÍPULO
DE CRISTO
64. Distinción de dos cosas
timamente ligadas: salvación y disci
pulado. La teología clásica de la gracia
enseña que la fe es el inicio de la
salvación y de la vida del discipulado
y sus exigencias. Se tiene mucho cui
dado en distinguir el costo de la sal
vación (que solo pudo pagarlo Cristo
para que Dios nos la pudiera rega
lar), y el costo del discipulado (que lo
ha de pagar el cristiano como conse
cuencia de seguir fielmente a Jesús).
Sin embargo, un maestro
de la “salvación por señorío” indicó
que “nada ha socavado más el men
saje de Jesús” que esta distinción
entre fe salvífica y discipulado1 ^ 1.
Según estos críticos, la teología clá
sica de la gracia enseña dos clases de
personas: los creyentes discípulos y
los creyentes no discípulos. ¿Es esto
verdad? ¿Acaso se puede ser cristiano
sin creer? ¿sin ser discípulo de Jesús?
65. Definición de discípulo.
Un discípulo -p.a0r|Tqc; (mathétés)-
es alguien comprometido como apren
diz de un maestro. El término concu
rre 264 veces en los evangelios y en
el libro de los Hechos. En el mundo
bíblico un discípulo era un alumno
de un rabí o maestro (Mt. 10:25;
Lc.6:40). El objetivo de un discípulo
es llegar a ser como su maestro y
luego un día sucederlo en su labor.
Charles Bing1
^11destaca que
muchos son llamados discípulos en
el Nuevo Testamento:
1. Los fariseos que se decían
discípulos de Moisés
(Jn.9:28).
2. Los discípulos de los
propios fariseos (Mt.22:16;
Me.2:18).
3. Los que se decían discí
pulos de Juan El Bautista
(Mt.9:14;14:12).
4. Los discípulos de Cristo (Mt.
5:1; Tn.4:l; 8:31; 9:27-28).
Respecto de los “discípulos” de
Cristo mencionados en la Biblia ¿eran
todos salvos? Dependerá del con
texto, como veremos en seguida.
Los seguidores de Cristo eran m u
chos (M t.4:25;8:l;l 2:15;21:9) pero de
entre todos ellos hubo quienes re
cibieron un llamado a una re
lación más íntima con el Señor
(Mt.9:9; 10:38; 16:24; Mc.2:14; 8:34;
Lc.5:27;9:23).
66. En el Nuevo Testamento, un
llamado a seguir a C risto no siempre
se trata de un llamado para salvación.
B in g^ l resalta el hecho de que los
maestros de “salvación por señorío”
concluyen que el llamado de Jesús a
seguirlo es siempre un llamado a la
salvación. Empero, Jesús llamó a se
guirlo a varias personas que ya creían
en Él:
Otro de los discípulos le dijo:
«Señor, permíteme que vaya pri
mero y entierre a m i padre». Pero
Jesús le contestó: «Ven tras Mí, y
deja que los muertos entierren a
sus muertos». (Mt.8:21-22).
Si el “sígueme” de Jesús siem
pre era un llamado a ser salvo no
se puede comprender por qué les
llamó a sus discípulos a seguirle. Esto
mismo aplica en pasajes como Mateo
16:24, Juan 12:26 y 21:19,22.
De manera que “discípulo” y “sí
gueme” son términos que se deben
aclarar desde el contexto en el que son
usados. Por ejemplo, un “sígueme”
para salvación se halla en Juan
10:27-28:
Mis ovejas oyen Mi voz; Yo las co
nozco y me siguen. Yo les doy vida
eterna y jamás perecerán, y nadie
las arrebatará de Mi mano.
Indiscutiblemente esta es una re
ferencia a los que creen en Cristo
para salvación. Pero aún aquí se está
describiendo- como resalta Bing- lo
que las ovejas hacen, y no lo que
de en hacer para salvarse. Además,
no se debe pasar por alto que “se
guir” como metáfora es el resultado
de cre e rá . Seguir y oír al Buen Pastor
son formas de hablar de aquellos que
han puesto su fe en el Señor (véase el
contraste en Jn. 10:26 con los judíos
incrédulos).
Si en cambio entendemos este
“seguir” como un acto de obediencia
de multiforme naturaleza, tendre
mos que concluir junto con la “salva
ción por señorío” que Jesús solo ase
gura eternamente a aquellos que pri
mero le obedecen. La salvación sería
por obras y no por fe.
67. Clases de discípulos de Jesús.
¿De cuántas clases de seguidores de
Jesús nos habla el Nuevo Testa
mento? B in g ^ los clasifica en tres
grupos:
1. Los curiosos. Gente que lo
seguía en multitud porque
quería saber qué enseñaba y
qué hacía (Mt.5:l).
En Juan 6 se distingue entre
“una gran multitud” (v.5) y “Sus
discípulos” (v.3). Entre estos curio
sos había muchos incrédulos. Cuando
Jesús habló de comer su carne y beber
su sangre se desbandó esta multitud:
Como resultado de esto muchos de
Sus discípulos se apartaron y ya no
andaban con Él (Jn.6:66).
No se debe entonces incu
rrir en el reduccionismo de definir
siempre al discípulo como el que ha
sido salvado, porque eso es no aten
der a las reglas de la exégesis.
2. Los convencidos. Gente
que creyó en Jesús para
salvación pero que no lo
siguió como lo hicieron los
apóstoles.
Es el caso de Martha, Lázaro y
María, quienes creían en Él pero no
dejaron sus casas ni patria para ir tras
del Maestro. Las razones solo Dios las
sabe. En Juan 12:42-43 se habla tam
bién de este tipo de seguidores:
Sin embargo, muchos, aún de los
gobernantes creyeron en Él, pero
por causa de los fariseos no lo con
fesaban, para no ser excluidos de
la sinagoga. Porque amaban más
el reconocimiento de los hombres
que el reconocimiento de Dios.
¿Fueron salvos estos gobernantes? El
texto dice que creyeron en Él en con
traste con los judíos “que no creían en
Él” (Jn .12:37).
José De Arimatea fue otro
seguidor convencido que creyó en
Jesús pero “en secreto, por miedo a
los judíos” (Jn .19:38). ¿Fue salvo? El
contexto sugiere que sí. Trabajó en
las sombras para el Maestro dán
dole sepultura, con la ayuda también,
hasta cierto punto clandestina, de
Nicodemo (Jn.19: 38-40).
3. Los comprometidos. Gente
que como los apóstoles
sometieron abiertamente
sus vidas a Jesucristo
(M t.l0:l;Lc.6:13, cfr. vv.
17,23).
Juan 14:21 dice:
El que tiene Mis mandamientos y
los guarda, ese es el que me ama; y
el que me ama será amado por Mi
Padre; y Yo lo amaré y me manifes
taré a él».
Estos seguidores o discípulos se
involucraron de lleno en la obra del
evangelio.
Hay que notar que Juan 8:30-31
habla de los judíos “que habían creído
en él”. Pero estos mismos judíos dis
cuten con Jesús quien termina lla
mándolos “hijos del diablo”, que “no
pueden oír Mi palabra” (vv.43-44). En
realidad, no se habían comprometido
personalmente con Él.
A la luz de los anterior están cla
ras tres cosas:
a. El uso de las palabras discí
pulo, seguidor y “creyeron
en él” debe estudiarse en su
contexto para saber su sig
nificado verdadero.
b. Hay creyentes y discípulos
falsos en el Nuevo Testa
mento.
c. Discípulo y seguidor de
Cristo en el Nuevo Tes
tamento no significan
necesariamente “salvos”,
ni tampoco representan
alguna condición de rendi
ción total para salvación.
68. Un discípulo según Jesucristo.
Según Cristo, un discípulo en su
acepción más completa es alguien
que lo sigue, que se niega a sí mismo,
que toma su cruz, que no se aver
güenza de Él, que está dispuesto a
perder su vida y que su amor por Él es
más grande que el amor por la propia
familia (Mt. 16:24-27: Me. 8:34-38:
Le. 9:23-26:14:26-33).
Considerando este alto costo de
ser un discípulo de Jesús no se puede
creer que la salvación por gracia que
Dios ofrece y que hemos estudiado en
este libro, de alguna forma exige que
el incrédulo, para ser salvo, cumpla
primero con todas estas cosas, o que
separado de Dios (Ef.2:l) muestre al
guna disposición para realizarlas. La
“salvación por señorío”, infortunada
mente, incluye en su concepto de “fe
y arrepentimiento para salvación” las
anteriores condiciones del discipu
lado y alega que si una persona no las
cumple, entonces no califica para ser
redimida. Esta es una verdadera doc
trina de la des-gracia y un atentado
contra la fe sola.
Bing concluye:
Después de creer en el Evan
gelio, el bautismo es el primer
paso del discipulado obediente,
y enseñar la obediencia a los
mandamientos de Cristo es el
medio por el cual los creyentes
se desarrollan como discípu
lo s ^ .
69. El discipulado tiene dif
rentes grados. El discipulado tiene
diferentes grados. La “salvación
por señorío” no admite esta reali
dad bíblica y por eso ha descali
ficado a la teología de la gracia
como arbitraria en la categoriza-
ción de los discípulos. Para aque
lla solo hay dos tipos de personas:
discípulos verdaderos, sometidos
real y totalmente a Cristo, y falsos
cristianos. Pero la Biblia no enseña
eso, sino una variedad de estados
de discipulado, desde la carnali
dad hasta la espiritualidad; desde
la mera simpatía y firme convencí-
miento, hasta el compromiso total
Es a esta última rama de discípulos
que debemos aspirar todos los que
creemos en Jesús.
CAPÍTULO SIETE.
¿ENSEÑA EL
DISPENSACIONA-
LISMO UNA
"SALVACIÓN SIN
SEÑORÍO"?
70. Un malentendido. No puedo
dejar de recomendar lo suficiente la
obra Dispensacionalismo que Michael
Vlach escribió para todos los que
deseen conocer la tradición dispen-
sacional. Fue el primer libro sobre la
materia que yo leí y realmente me
ayudó a terminar de tomar la deci
sión de abandonar el amilenialismo.
Sin embargo, el libro contiene
una declaración sobre la teología de
Lewis Sperry Chafer, teólogo siste
mático dispensacional, que para efec
tos de una mejor comprensión de la
implicaciones teológicas de la gracia
bíblica, será muy esclarecedor revi
sarla.
Cuando Vlach revisa los mitos del
dispensacionalismo, el número cua
tro lo dedica al mito de que “El dis
pensacionalismo conduce a una sal
vación sin señorío”M . Yo creo que
Vlach tiene razón al llamarlo “mito”,
porque el dispensacionalismo no
lleva al antinomianismo o a una teo
logía “del no señorío”, como le llama
el autor.
Pero en su argumento Vlach dice:
Claramente, algunos dispen-
sacionalistas afirman una
perspectiva de la salvación sin
señorío o tienen tendencias al
no señorío. Lewis Sperry Chafer,
por ejemplo, hizo declaraciones
compatibles con la perspectiva
del no-señorío1^1 .
Para probar su punto Vlach in
cluye una nota al pie de página que
dice:
Chafer dijo: “El error de imponer
el Señorío de Cristo sobre los no
salvos es desastroso___ ” Lewis
Sperry Chafer, Systematic Theo-
logy. Vol. 3. (Dallas: Dallas Semi-
nary Press, 1948), 385.
Estas declaraciones de Vlach
sobre Chafer indican dos cosas: pri
mero, que Vlach es un teólogo del
señorío; y segundo, que no acepta
-prefiero decir eso a pensar que “no
entiende”- la doctrina clásica de la
gracia que enseñó Sperry Chafer.
Hasta aquí Vlach deja la impresión
general en sus lectores de que Cha
fer enseñó que no es necesario some
terse a Cristo ni abandonar el pecado
en la vida cristiana. Cuando yo leí su
libro, eso fue lo que pasó y de hecho
tengo una nota que dice: “Chafer co
metió errores en este tema”.
71. Chafer contra Vlach. P
vamos a revisar la cita que Vlach
hace de Chafer en el contexto más
amplio. En el apartado citado por
Vlach, Chafer está hablando de la in
capacidad de los inconversos para so
meterse al señorío de Cristo. Chafer
dice:
Ya hemos dicho bastante en las
páginas que preceden, acerca
del aplastante testimonio de
la Biblia sobre la total incapa
cidad y la muerte espiritual de
los inconversos: están comple
tamente ciegos precisamente
para el mensaje de que Cristo
es su Salvador; y no pueden
aceptarle a no ser que para ello
sean iluminados por el Espíritu
Santo, según nos lo declara la
Palabra de Dios. La fe salvífica
no es patrimonio de todos los
hombres, sino un don especí
fico de Dios a los que creen (Ef.
2:8). Siendo verdad todo esto,
se sigue de aquí que el imponer
la necesidad de dedicar a Dios
la vida, como una condición
más para salvarse, es una de
las mayores sinrazones. Nunca
se nos dice que el llamamiento
de Dios a los inconversos tenga
por objeto hacerlos súbditos del
Señor, sino a que sean objeto de
Su gracia salvadora. Es con la
recepción de la naturaleza divina,
mediante la obra regeneradora
del Espíritu, como se adquieren
unos criterios nuevos y una nueva
capacidad para someterse a la
autoridad de Cristo (énfasis
añadido).1^ 1
Entonces, Chafer no está di
ciendo que en una vida salvada no
es necesario someterse a Cristo. ¡Está
diciendo lo contrario! Uno de sus in
tereses más grandes fue la evange-
lización. Él creía que el mensaje del
evangelio a los inconversos era el de
la gracia de Dios en Cristo, llamando
a los hombres a la fe en Él, tal y como
dicen las Escrituras. Luego entonces
esos hombres regenerados recibirán
de Dios el poder para someterse al se
ñorío de Cristo.
Por eso Chafer concluye di
ciendo lo que cita parcialmente
Vlach:
Todos los que palpan estas cosas
en la práctica, saben bien que
una completa dedicación de sí
mismo sobrepasa las fuerzas del
más devoto de los creyentes. Por
eso, es tan desastroso el error
de imponer a los inconversos la
idea del Señorío de Cristo, aun
cuando ellos son incapaces de
ofenderse conscientemente por
ello ni de reprochar al predica
dor por la inconsecuencia de
que, al exigirles que entreguen
sus vidas al Señor, les está pi
diendo algo que ellos no pueden
todavía llevar a cabo. Así se
produjo una destructora herejía
bajo el nombre del Movimiento
de Oxford, la cual se ha especia
lizado en este calamitoso error,
con la agravante de que los
promotores de este Movimiento
omiten por completo la idea
de la necesidad de creer en
Cristo para salvarse e intiman
únicamente la obligación de
someterse a Dios; por consi
guiente, confunden la conver
sión con la consagración, la fe
con la fidelidad, y la fe para vida
eterna con la pulcritud de la
vida cotid iana.^
72. Chafer enseñó el orden
blico en la salvación y discipulado. Así
que en la propia cita de Chafer, Vlach
tenía la refutación a sus propias ideas
sobre el señorío de Cristo. La teolo
gía clásica de la gracia no dice que
los creyentes no tengan necesidad de
vivir sometidos a Jesús: dice que este
sometimiento no es una condición para
la salvación porque el inconverso no
puede someterse a Cristo en su incredu
lidad. Debe primero tener fe para que
luego pueda consagrarse.
En términos estrictos, la teo
logía clásica de la gracia del dispensa-
cionalismo es también una teología
del señorío de Cristo, pero bíblica
mente hablando, y no desde la pers
pectiva del puritanismo. La teología
de Chafer coloca el señorío de Cristo
en su justo lugar evitando convertir
el evangelio en una carga de obras
contra el testimonio de las Escritu
ras. ¡Por eso Chafer dice que ni los
propios predicadores que exigen so
meterse a Cristo para ser salvos son
capaces de hacer satisfactoriamente
lo que piden! No al menos en el es
tándar de la perfección de Dios. ¿Qué
tanto han de someterse para que Dios
los pueda salvar?
La salvación es por la sola gra
cia (Ef.2:8-9).
En el próximo capítulo ahon
daremos más sobre la doctrina de
Sperry Chafer acerca de la santidad
del discípulo cristiano. Nos deten
dremos en Chafer porque es el teó
logo que más ha sido atacado por
todos los que enseñan la “salvación
por señorío”, como “iniciador” de la
teología de la gracia gratuita. No solo
autores contemporáneos de gran al
cance como Vlach o MacArthur lo
han hecho, sino también gente que
vivió en el tiempo de Chafer, especial
mente dentro del movimiento pres
biteriano estadunidense.
CAPÍTULO OCHO.-
¿PERFECCIO-
NISMO O
SANTIDAD
CRISTIANA?
73. La lucha teológica en
Warfield y Chofer por definir correc
tamente la santidad. El siglo pa
sado, Benjamín Breckinridge War
field, también conocido como B.B.
Warfield, “el último gigante de
Princeton”^ 1, criticó severamente a
Lewis Sperry Chafer por su obra El
hombre espiritual (1918) en donde el
fundador del Seminario Teológico de
Dallas expuso de forma concisa su
doctrina sobre la santidad.
Warfield indicó en su ataque
contra Chafer que lo que este ense
ñaba sobre el tema no era doctrina
reformada, sugiriendo además que
era en realidad arminianismo perfec
cionista. Chafer le respondió en su si
guiente edición impresa en una larga
cita a pie de página que veremos más
adelante.
74. Según Warfield, Chafer e
señaba “el perfeccionismo de Keswick”.
Warfield había estudiado muy bien
las escuelas de Keswick y, en su opi
nión, Chafer estaba trabajando desde
esta corriente de pensamiento sobre
la santidad. En 1858 William Board-
man publicó su célebre “La vida
cristiana superior” cuyas ideas se
desarrollaron en la región de Kes
wick, Inglaterra. El punto neurálgico
de la escuela de Keswick era que el
cristiano luego de su conversión inicial
debía atravesar por una segunda ex
periencia, que se designó con diversos
nombres: segunda obra de gracia, en
tera santificación o segunda bendición,
entre otras. Así que el cristiano podía
acceder a esta gracia especial de Dios
que lo podía alejar radicalmente de
todo pecado, o de plano llevarlo a
alcanzar la impecabilidad. Warfield
dijo que Chafer había caído en esta
área del perfeccionismo cristiano.
En The Princeton Theological Re-
view, vol. XVII, no. 2 (April, 1919),
Warlfield abrió su refutación di
ciendo:
El Sr. Chafer está en la desafor
tunada y, uno pensaría, muy
incómoda condición de tener
dos sistemas inconsistentes de
religión luchando juntos en su
mente.
Warfield fue inflexible con
Chafer. Dijo de él que como minis
tro presbiteriano había bebido de las
aguas doctrinales “más puras”1111 (o
sea, la teología calvinista presbite
riana). “Él se adhirió a la Confesión
de fe” -alegaba Warfield- “pero ahora
se aparta de ella”.1141¿Cuáles eran esos
dos sistemas que Warfield decía que
luchaban en la mente de Chafer? La
tradición protestante y “el laborato
rio de John Wesley...incurablemente
arminano”.1111 Lo acusó de no enten
der 1 Corintios 2:9 y ss., de malinter-
pretar los términos “hombre carnal”
y “espiritual”, y de decir que pasar de
un estado a otro era cosa de la volun
tad del ser humano en la búsqueda
de un grado de fe “más alto” o “supe
rior”
El teólogo de Princeton escri
bió que Chafer, aunque rechazaba los
términos de la segunda bendición u
obra de gracia -y del perfeccionismo
cristiano-, al hablar del cristiano car
nal y espiritual indicaba que el espi
ritual podía vivir de victoria en vic
toria lejos del pecado en cuanto se lo
propusiera.
75. Según Warfield, Chafer e
señaba arminianismo. Por otro lado,
Warfield anotó que Chafer enseñaba
arminianismo por decir que Dios
había provisto la salvación y que el
hombre sólo debía apropiársela por
medio de la fe. Esto al parecer se
sintió como una amenaza al dogma
reformado calvinista de que la salva
ción no depende de que el hombre
reciba la dádiva de Cristo por la fe
(dicho esto en los más estrictos tér
minos predestinatarios puritanos),
sino del acto soberano de Dios que
no involucra ninguna intención o vo
luntad humana. Para Warfield, ni en
la salvación ni en la santificación “la
acción divina debe esperar a la del
hombre”1 ^ 1.
En suma, para Warfield el su
gerir que el hombre podía obedecer
los mandamientos de Dios era hablar
contra la soberanía divina: “si esto
es posible, entonces Dios no es sobe
rano”1111. Además, si Chafer hablaba
de “cristianos carnales” y la escuela
de Keswick lo hacía también, enton
ces la lógica era que Chafer era kes-
wickeano: culpable por usar cierto
tipo de vocabulario.
76. Chafer: ni arminiano, ni p
feccionista. Tenemos que preguntar
nos ahora si 1 Corintios 2 y 3 que ha
blan de hombres carnales y espiritua
les es “keswickeano”. Evidentemente
no. Los términos están allí. Por otro
lado ¿Era Chafer perfeccionista? De
ninguna forma. Chafer hablaba de la
posibilidad de caminar en el Espíritu
y no seguir los deseos de la naturaleza
pecaminosa, según lo que decía Gála-
tas 5:16.
77. Para Chafer, la espiri
lidad cristiana es un proceso. Cha-
fer creía que el nuevo creyente podía
en un momento, mediante la llenura
del Espíritu, vivir alejado del pecado
como si tuviese mucho tiempo en la
fe, al mismo tiempo que un creyente
maduro podía llegar a ceder al pecado
como si apenas empezara a conocer
la fe. Esto Warfield lo identificó equi
vocadamente con una especie de “en
tera santificación” o “segunda obra
de gracia”. Pero Chafer creía, al igual
que Warfield, que la santificación es
un proceso lleno de luces y sombras
(Ef.5:18), en crecimiento y también
ante desafíos. En su obra Grandes
temas de la Biblia Chafer expuso que
la llenura del Espíritu era una especie
de combustible disponible para todo
cristiano en cualquier etapa de su
maduración. Algo que debíamos bus
car cada día: “Un cristiano lleno del
Espíritu puede madurar más rápida
mente que uno que no lo esté”.1^ 1
Chafer explícitamente habló
contra la idea de una “segunda bendi
ción”:
Puede ser que la iniciación en
esta vida controlada por el Es
píritu vaya acompañada de una
experiencia, o puede ser que no;
pero, caso que hubiese una ex
periencia, la Biblia no dice nada
de «una segunda bendición», o
«segunda obra de gracia», en lo
cual habrá menos necesidad de
confiar mañana en el poderoso
poder habilitador de Dios que
sentimos h o y .^
No obstante, contra esta evi
dencia, aún hay teólogos que simpa
tizan con “la salvación por señorío”
que continúan descalificando a Cha-
fer llamándolo “el refinador y siste
matizador de la enseñanza de la se
gunda bendición”.1^1
78. Chafer enseñaba el señ
de Cristo en la vida del discípulo cris
tiano. Para Warfield el control del Es
píritu sobre la carne era inevitable en
el cristiano y llevaba a una erradica
ción paulatina del pecado, mientras
que Chafer explicaba que el cristiano,
rindiendo su vida al señorío de Cristo,
podía vivir en el Espíritu cada día. La
diferencia parece ser una cuestión de
relación entre soberanía y participa
ción humana en el proceso de san
tificación. ¿Un cristiano será contro
lado inevitable y soberanamente por
el Espíritu rumbo a la perfección? ¿O
un cristiano debe rendir su vida al
Señor Jesús cada día en la dinámica
de la llenura del Espíritu que guía en
la santidad? La segunda opción pa
rece tener mayor apoyo bíblico.
79. C hafer enseñaba que la n
turaleza pecaminosa permanece irre-
denta en el cristiano, por lo que debe
combatirla. Warfield además creía
que el creyente regenerado recibía re
generación en su naturaleza pecami
nosa, y por eso Dios soberanamente
podía llevar al cristiano a la vida
de santidad más y más, en la me
dida que la naturaleza pecaminosa
regenerada iba muriendo. Chafer, en
cambio, sostenía que en la regenera
ción la naturaleza pecaminosa seguía
su curso habitual, pero que una nueva
naturaleza nos había sido soberana
mente dada, y a través de ella el cris
tiano podía vivir para Dios y morir
para la carne o vieja naturaleza.
En esta lucha espiritual, sin em
bargo, el perfeccionismo no era una
opción para Chafer:
La palabra “perfección”, en el
Nuevo Testamento, es una tra
ducción de dos palabras grie
gas, una de ellas significa «bien
desarrollado» y la otra «ajus
tado». Es obvio que, etimológi
camente, ninguna de estas pala
bras hace referencia a un estado
sin pecado. Estas verdades deben
considerarse muy concienzuda
mente por los que han procurado
establecer una doctrina sobre el
uso un tanto falso de la pala
bra «perfecto». En este punto las
Escrituras pueden ser para noso
tros una palabra de “reprensión”
y “corrección”. Se ha provisto una
victoria completa por medio del
Espíritu para cada hijo de Dios,
pero esto no debe confundirse
con el uso de la palabra «per
fecto» cuando implica una per
sona santa, en el sentido abso
luto, e incapaz de p e c a r á
80. El propósito soberano d
Dios no anula la voluntad y responsa
bilidad humana en la santidad. Entre
el eterno propósito de Dios y la reali
zación de ese propósito, Chafer creía
que había “suficiente latitud” para la
voluntad humana. Warfield no per
donó esto y por eso lo acusó de ar-
miniano. Chafer, empero, mostró con
las Escrituras tanto la realidad de la
salvación soberana de Dios y la san
tificación, como la responsabilidad del
hombre de creer y obedecer. Esta capa
cidad humana de responder existe en
las Escrituras, independientemente
de que sea Dios quien otorgue o no
esa posibilidad al pecador. Exagerar
en la soberanía de Dios llevaría al
fatalismo y a desechar mucha ense
ñanza de la Biblia, pero también exa
gerar en la voluntad humana signifi
caría quitar a Dios de su trono.
81. Warfield, en el debate,
gobernado más por su celo por el pres-
biterianismoy laf e reformada que por
la exégesis. Chafer concluyó que War
field enseñaba una especie de hyper-
calvinismo fuera de lugar ante la Bi
blia, lo mismo que estaba fuera de
lugar la doctrina arminiana sobre
la voluntad humana. Y aquí aparece
algo muy interesante: para Chafer el
problema de Warfield era que había
asumido la presunta supremacía ra
cional de su sistema reformado. Vio
que para Warfield su constructo re
formado era más importante que la
Escritura misma. Chafer expuso:
Aunque la voluntad sea movida
por el poder habilitador de Dios,
la espiritualidad, de acuerdo
con la palabra de Dios, depende
de dicha elección humana
divinamente habilitada; Ro
manos 12:1, 2; Gálatas 5:16;
Efesios4:30; 1 Tesalonicenses
5:19 y 1 Juan 1:9 son evidencia
suficiente.1^21
Contra cualquier cantidad de
tradición calvinista, Chafer (calvi
nista moderado él mismo) se resistió
a la idea de que la soberanía y la gloria
de Dios estaría en entredicho si se re
conocía la concurrencia de la volun
tad humana.
82. Conclusiones principales
la doctrina de Chafer sobre la santi
dad. El crecimiento espiritual es pro
gresivo y comienza cuando una per
sona es regenerada por Dios a través
de la fe en Cristo. Dicho crecimiento
puede ser evidente desde el día uno
de la conversión o puede notarse en
una etapa posterior. A final de cuen
tas, los ojos de Dios ven lo que el hom
bre no ve; es claro que esta nunca ha
sido una apuesta por la carnalidad y
una vida de pecado, sino un recono
cimiento de que la santidad cristiana
es un proceso y que la puerta de en
trada a la santificación es la fe sola en
Cristo solamente.
En suma:
1. Chafer creía que Dios
decretó soberanamente que
el hombre fuese capaz de
interactuar responsable
mente con Él. Esto es muy
notorio en cada dispensa
ción y las responsabilidades
que Dios ordena para el ser
humano.
2. Chafer distinguía entre
salvación y santificación. El
hombre es responsable de
obedecer a Dios después de
su conversión (santificación
experiencial después de su
santificación posicional).
Participa de su santidad
según los medios que Dios
dispuso para ello.
3. Un cristiano, al ser respon
sable ante Dios, puede caer
por propia y libre decisión
en una etapa posterior de
su vida al elegir un camino
distinto al de la espiritua
lidad. Como ocurrió con
Pedro que no solo se apartó
sino que militó contra Jesús
con su testimonio (véase
su negación del propósito
de Dios en Cristo en Mateo
16:21-23, su negación de
Cristo en Mateo 26:69-75 y
su negación del evangelio
en Gálatas 2:11-21). Chafer
distinguió este fenómeno
estudiando las Escrituras
y describiendo estos casos
como de carnalidad.
4. Chafer, a diferencia
de Warfield, no estaba
respondiendo desde la de
ducción racional del dogma
reformado, sino desde la
exágesis. Por eso identificó
dos naturalezas en su an
tropología: la vieja natura
leza y la nueva (Ef.4:22-32).
83. Warfield como aliado de la
“salvación por señorío " U n autor es
cribió que la crítica de Warfield
a Chafer estuvo “llena de razona
miento sano y sabiduría bíblica” y
que “si Chafer y los asociados a él hu
bieran interactuado seriamente con
Warfield en estos asuntos, quizá el
evangelicalismo americano del siglo
X X se habría librado de tanta con
fusión y falsa enseñanza”. Tenemos
que diferir. Chafer sí interactuó de
forma concienzuda con el argumento
de Warfield. Lo que pasó es que Cha
fer, como buen dispensacionalista de
pura cepa, no renunció a adquirir sus
conclusiones de las Escrituras y la
exégesis antes que de la tradición re
formada calvinista y sus constructos
teológicos. Aún al precio de ser ata
cado por sus propios hermanos en la
fe. De todos modos, como ya dijimos,
ninguna cantidad de explicaciones
de Chafer ha podido cambiar el vere
dicto de sus detractores. Sobre todo
ahora que está con el Señor.
Hoy, muchos años después de
esta controversia entre Chafer y War
field, unos y otros seguimos espe
rando en la soberanía de Dios para
nuestra salvación y santificación, al
mismo tiempo que cada uno de no
sotros en Cristo, no deja de pensar de
qué manera puede ejercer su libre vo
luntad para obedecer y rendir su vida
al Señor.
En esta labor de penetrar lo más
hondo posible en la espiritualidad
cristiana, los puritanos han jugado
un papel clave en la historia de la igle
sia protestante. Por eso, vamos a refe
rir su herencia en seguida.
CAPÍTULO
NUEVE.-
PURITANISMO
TÓXICO
84. ¿Quiénes eran los pur
nos? Joel Beeke en su artículo titulado
“¿Por qué deberías de leer a los purita
nos?” reconoció que el interés por el
puritanismo alcanzó uno de sus me
jores momentos en época reciente:
El interés por los libros puri
tanos rara vez ha sido más in
tenso. En los últimos cincuenta
años, 150 autores puritanos y
casi 700 títulos puritanos se
han vuelto a imprimir. ^1
¿Quiénes eran los puritanos?
Beeke indica que fue gente que tra
bajó “para reformar y purificar la
iglesia y guiar a las personas hacia
una vida piadosa consistente con las
doctrinas reformadas de la gracia”.1^41
Por eso, algunos de nosotros llega
mos a decir que el puritanismo fue
una “época de oro” de la iglesia refor
mada en el mundo.
No hay que perder de vista el
constructo teológico que dice el autor
que representó el puritanismo: “las
doctrinas de la gracia”. Infortunada
mente, el puritanismo no siempre re
presentó la gracia de Dios adecuada
mente, como veremos en seguida.
85. La razón de ser del pur
nismo original. De acuerdo con Beeke,
el puritanismo surgió para colmar
tres necesidades:
1. Predicación bíblica y
enseñanza de la teología
reformada.
2. Decirnos cómo vivir una
vida de piedad.
3. Establecer un orden de
adoración y gobierno ecle
siástico cristianos.
Indiscutiblemente, la produc
ción puritana tiene una parte real-
mente brillante, muy cristocéntrica
y de ayuda en muchas maneras para
navegar las tormentas de la vida.
Eran escritores y teólogos que que
rían amar y servir a Dios con todo su
corazón, coram Deo, al menos hasta
donde sus escritos y sus testimonios
lo confirman.
Pero muy poco se ha querido
reconocer que el puritanismo tiene
una faceta bastante tóxica. No según
los parámetros posmodernos, sino
según las Escrituras.
Es comprensible que, como
Beeke indica, al ser los purita
nos “grandes teólogos del pacto”, el
movimiento neocalvinista se haya
abocado a su intensa promoción. Yo
mismo llegué a participar de proyec
tos de traducción de literatura puri
tana al español desde mi trinchera
calvinista porque creía que el purita
nismo era la cura para las enfermeda
des espirituales de nuestro tiempo.
86. El arrepentimiento como pe
nitencia. Cuando decimos que el pu
ritanismo tiene una faceta tóxica nos
referimos al hecho de que en su in
tento de “convencernos de la natura-
leza atroz de nuestro pecado contra
un Dios infinito” fueron demasiado
lejos, llegando a anular en la vida de
los creyentes, muchas veces, el con
suelo que Cristo y su Palabra ofrecen
al pueblo redimido por Él.
Se dice que para conocer la teo
logía de una persona debes oír como
ora. Si eso es cierto o no, es cuestión
de perspectivas, pero en el caso del
puritanismo parece ser muy ilustra
tivo. Por ejemplo, en el popular libro
de oraciones puritanas El valle de la
visión figura la oración titulada “Arre
pentimiento continuo”.
Esta oración puritana refleja
una teología notoriamente ambiva
lente: por un lado, afirma al principio
que Jesús imputó su justicia en nues
tras almas y nos adornó “con joyas de
santidad”, pero al mismo tiempo se
esfuerza por demeritar la eficacia de
los medios de gracia en el perdón.
Lo primero que deberíamos
anotar es que el concepto puritano de
arrepentimiento es sinónimo de peni
tencia (un malentendido del que ya
hemos hablado en este libro). La ora
ción dice:
Mis lágrimas penitenciales son
tan impuras; Mis confesiones de
mal agravan mis pecados; Mi re
cepción del Espíritu es teñida con
egoísmo.1^1
El arrepentimiento entendido
como penitencia fue adoptado con
vigor por el puritanismo, pero no
desde una espiritualidad extraída de
las Escrituras sino desde una de ca
rácter medieval. En la Biblia, como ya
hemos visto, de Dios mismo se dice
que se arrepintió:
Al ver el Señor que la maldad del
ser humano en la tierra era muy
grande, y que todos sus pensa
mientos tendían siempre hacia el
mal, se arrepintió de haber hecho
al ser humano en la tierra, y le
dolió en el corazón (Gn.6:5-6).
Dios no hace penitencia. La pe
nitencia puritana es la mortificación y
auto-humillación por lo hecho, dicho
u omitido. Es sufrir como evidencia
rumbo al cambio. Por su parte, Géne
sis 6 sugiere un cambio de mente en
Dios en una expresión antropopática,
que de ninguna manera implica que
Dios haya tenido que realizar actos de
contrición o nada semejante a la au-
toflagelación.
Esto mismo podemos decir de
Deuteronomio 32:36 que dice que
Dios “se arrepentirá” (RV60), tradu
cido en otras versiones como “tener
compasión” a la luz del contexto y
el significado de la palabra na.cham
(orq).
Pero si nosotros leemos a los
puritanos irreflexivamente no vere
mos estos problemas en su espiritua
lidad.
87. La confesión de pecado
¿agrava los pecados? La oración puri
tana también dice: “mis confesiones
de mal agravan mis pecados”. Quiere
decir que para la espiritualidad pu
ritana la confesión de pecados debe
estar también bajo sospecha ¡pues
hasta al Espíritu en nosotros se le
tiñe con ella! Contra esta declaración
1 Juan 1:9 dice:
Si confesamos nuestros pecados,
él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos
de toda maldad.
Así que la confesión no agrava
nuestros pecados, sino que abre el
camino para recibir la limpieza y el
perdón de Dios. Para el puritano que
escribió esta oración la confesión de
pecados no era un lugar de sosiego y
reencuentro, sino un sitio en donde
el tormento se agudizaba debido a
su pecado. Lutero superó estas crisis
cuando comprendió el amor de Dios,
su gracia y la salvación por la sola fe,
pero los puritanos retomaron parte
de la espiritualidad de las frías celdas
monacales en las que Lutero fue psi
cológicamente prisionero.
Esta oración puritana incluye
también una frase que algunos refor
mados han convertido en un eslogan
de piedad:
Yo necesito arrepentirme de mi
arrepentim iento.^1
No solo nuestra confesión es un
problema (cuando la Biblia dice que
es la solución), sino que el propio arre
pentimiento por el que el puritano debe
pedir perdón a Dios es un pecado tam
bién. El círculo vicioso que se puede
formar en una conciencia atribulada
puede ser brutal. No es extraño que
muchos puritanos morían sin cer
teza de salvación1
^11.
88. La doctrina puritana de
"salvación final". Finalmente, la ora
ción puritana presenta un problema
común en la escatología reformada.
Hablando del vestuario de la justifi
cación que Dios da a sus hijos, el puri
tano dice:
Déjame usarlo cada mañana...
Comparecer ante el Gran Trono
Blanco vestido con él, y entrar en
el cielo vestido con él, brillando
como el sol.1^1
El juicio del Gran Trono Blanco
se refiere al evento profetizado en
Apocalipsis 20:11-15.
Este terrible juicio que espera
ban muchos puritanos no es para la
iglesia y, sin embargo, en la espiritua
lidad puritana y reformada de varios
círculos se sigue enseñando que sí lo
es. Por eso el puritano espera que en
aquel día Jesús lo pueda rescatar. No es
una afirmación en la esperanza de la
justificación sino una petición de que
al final el creyente pueda ser salvo del
lago de fuego- semillas de la teolo
gía del señorío que habrían de desa
rrollar después, puntillosamente, al
gunos fundamentalistas del siglo X X
creando así la ola de neopuritanismo
de nuestros días de la cual traté en mi
libro Salvos por su sola gracia (2020).
89. El juicio del Gran Tron
Blanco no es para la iglesia, sino para
los impíos. De acuerdo con la Bi
blia, los santos ya han sido juzgados
para cuando el juicio del Gran Trono
Blanco tiene lugar. Han sido juzga
dos en el denominado Tribunal de
Cristo (Romanos 14:10-12). Este Tri
bunal, como vimos anteriormente,
no es un juicio de condenación, sino
un lugar en el que los creyentes reci
ben sus recompensas según las obras
que hayan hecho en el Señor. Detalles
sobre este juicio se encuentran en 1
Corintios 3:11-15 y 9:24-27.
La primera resurrección fue
la de los justos (Dn.l2:2; Jn.5:29;
Hch.24:15; Ap.20:5). Para que en
tren al reino milenial, Dios resucita
a los santos martirizados durante la
Tribulación. Entonces, al final del
milenio acontece la segunda resu
rrección cuando Dios resucita a los
impíos y entonces lo juzga según
sus obras, para que sean condena
dos al castigo eterno o “muerte se
gunda” (Ap. 20:14-15). En la primera
resurrección los muertos resucitan
para entrar a reinar con Cristo; en la
segunda, resucitan para ser juzgados
en el Juicio del Gran Trono Blanco y
echados al lago de fuego. Ningún hijo
de Dios se presentará allí.
La inseguridad es inherente a la
espiritualidad puritana, lo cual se re
fleja en la malsana introspección que
practicaron. Es verdad que tenemos
que revisarnos a nosotros mismos,
pero no para castigarnos y tratar
nos mal, sino para crecer en la fe de
la mano de las promesas de nuestro
Buen Señor que nos rescató eterna
mente.
Hay mucho que aprovechar del
puritanismo, pero como con cual
quier teología, hay que ejercer el
discernimiento y el cuidado al estu
diarla y hacerla parte de nuestra con
vicción y práctica de fe.
CAPÍTULO DIEZ.-
ELEVANGELISMO
QUE CONVIRTIÓ
A CHARLES
SPURGEON
90. M i experiencia en la
form a puritana de una iglesia local.
Hace varios años conocí una con
gregación local que recibió nuevos
miembros cuyas ideas sobre la sal
vación estaban fuertemente influen
ciadas por el puritanismo inglés. Con
el paso del tiempo, se comenzó a re
formar dicha iglesia. Había hombres
y mujeres muy bien preparados en
teología que hicieron la tarea más
sencilla, al menos en el aspecto edu
cativo.
Reformaron la adoración con-
gregacional regresando a los himnos,
lograron que el púlpito estuviera a
cargo exclusivamente de los varones,
deshicieron grupos que no respon
dían a su visión de la misión de la
iglesia y, sobre todo, adoptaron un
fuerte énfasis en las “doctrinas de la
gracia”.
Tiempo antes de mi participa
ción allí, un grupo de pastores llegó
a la iglesia a dar un curso de evan-
gelismo. Me contaron que fue un
desastre. Lo que ocurrió es que los fa
cilitadores del curso presentaron un
evangelio que al sector neopuritano
que estaba reformando la iglesia no
les pareció correcto en absoluto. En
la discusión se comenzaron a invocar
los estándares de Westminster con
tra lo que los invitados habían traído
para compartir. Uno de los opositores
trajo a colación las predicaciones que
varios teólogos del señorío estaban
enseñando: la salvación no solo era
por la fe, pues eso era “muy fácil”. Era
por la fe, sí, pero esa fe debía forzo
samente de acompañarse del difícil
compromiso personal de obediencia y
sumisión.
91. “En la evangelización
que humillar al pecador” En la evan
gelización, decían, hay que humillar
al pecador y hacerle saber que el
infierno es lo que se avecina sobre
él. Que la única forma de escapar y
salvarse es creer en Cristo y obede
cerle, abandonando toda vida de pe
cado y dedicándose a una vida de
servicio. De esta forma se creía que
disuadirían las falsas profesiones de
fe y harían honor a las demoledoras
exigencias de la salvación (cuando en
realidad se trataba de exigencias del
discipulado que de todos modos, nin
gún cristiano alcanza a cumplir a ca-
balidad).
Sin embargo, de acuerdo con
la Palabra de Dios estamos llamados a
una vida de obediencia y fruto, pero
esto es parte del discipulado. Cuando
Dios te salva te convierte en discí
pulo. Pero en el acto de salvarte por
su sola gracia Dios no exige otra cosa
que no sea la sola fe en Jesucristo re
sucitado como tu Salvador, quien fue
muerto en la cruz por tus pecados y
te dio la vida eterna.
9 2. Las amenazas muchas
veces no sirven. Evangelizar inten
tando herir las conciencias cauteri
zadas por el pecado puede ser eficaz,
dependiendo de tu audiencia, pero
no son los métodos humanos sino la
obra del Espíritu Santo la que deter
mina el destino eterno de la gente
(Jn.3; 16:8). Puedes asustar a alguien
con amenazas del infierno. Puedes
forzar a alguien a que pase al frente y
en la iglesia llore públicamente, aver
gonzado. Puedes lograr que alguien
deje la borrachera por un período de
tiempo inmediato a tu conferencia.
Pero la salvación no dependerá nunca
de nada esto. El nuevo nacimiento
exige una mirada de fe a aquel que
fue levantado para atraer a todos
hacia sí, Jesucristo (Jn.3:14:15).
93. El método de Jonath an Ed-
wards. Jonathan Edwards, responsa
ble del llamado “Primer Gran Des
pertar en Norteamérica”, entre 1730
y 1740, se redescubrió hace algunas
décadas en Estados Unidos como el
teólogo más grande que haya exis
tido en la nación. Su popular sermón
“Pecadores en las manos de un Dios
airado” se tomó como punto de refe
rencia del verdadero evangelismo: un
sermón lleno de imágenes terribles
y amenazas para los que viven sin
Jesús.
Sin embargo, la historia regis
tró otro “Segundo Gran Despertar” de
la mano de Charles Finney tan solo
unos cincuenta años después, entre
1795 y 1820. Nichols indica lo si
guiente:
Los historiadores estiman que
menos del 10 por ciento de la
población estadounidense asis
tía regularmente a la iglesia en
la década de 1 7 9 0 ^ .
Al parecer, el miedo al infierno
se esfumó en muchos de los que con
fesaron la fe en las campañas de Ed-
wards.
94. La conversión de Cha
Spurgeon. ¿Pero cómo llegó el puri
tano predicador de la santidad, Char
les Spurgeon, a la salvación? ¿Fue
acaso porque le dijeron que para sal-
varse necesitaba una vida de total
obediencia a Cristo? ¿Fue porque lo
señalaron como un impío listo para
ser aplastado por la ira de Dios? ¿Fue
porque lo humillaron? Afortunada-
mente, tenemos el testimonio de su
conversión, de su propia autoría.
Vamos a escuchar el relato completo.
Spurgeon escribió:
A veces pienso que yo podría estar en
tinieblas y desesperación hasta
ahora, si no hubiese sido por la
bondad de Dios que envió una
tormenta de nieve un día domingo
en la mañana, mientras me dirigía a
un lugar de adoración. Doblé por una
calle lateral y llegué a una pequeña
Iglesia Metodista. En esa capilla
habría unas doce o quince personas.
Yo había oído hablar de estos
metodistas, de cómo cantaban tan
fuerte, que a las personas llegaba a
dolerles la cabeza; pero eso no me
importó. Yo quería saber cómo podía
ser salvo
El pastor no llegó esa mañana;
supongo que la nieve se lo im
pidió. Por último, un hombre
muy delgado, un zapatero o un
sastre o algo parecido, subió al
púlpito para predicar. Es de es
perar que los predicadores sean
instruidos, pero este hombre
era realmente inepto. Estaba
obligado a atenerse estricta
mente al texto, por la sencilla
razón de que él no tenía mucho
más que decir. El texto era
“MIRAD A MÍ, Y SED SALVOS,
TODOS LOS TÉRMINOS DE LA
TIERRA” (Isaías 45:22).
Ni siquiera pronunciaba bien
las palabras, pero eso no im
portaba. Algún destello de
esperanza había para mí en ese
texto, pensaba yo.
El predicador comenzó así: “Este
texto es a la verdad muy senci
llo. Dice ‘Mirad’. Ahora, mirar
no cuesta mucho. No tienes
que levantar tu pie o tu dedo;
es solamente ‘mirar’. Bueno,
un hombre no tiene que ir a la
escuela para aprender a mirar.
Puedes ser el tonto más grande,
pero puedes mirar. Un hombre
no necesita ganar un gran sala
rio para poder mirar. Cualquiera
puede mirar; hasta un niño
puede mirar.
“Pero luego el texto dice, ‘Mirad
a mí\ ¡Ay!” dijo en su dialecto,
“muchos de ustedes se están
mirando a sí mismos, pero de
nada sirve mirar allí. Nunca
encontrarán consuelo en us
tedes mismos. Algunos dicen
mira a Dios el Padre. No, mira
a ÉL. Jesucristo dice, ‘Mirad a
m í’. Algunos dicen ‘tenemos
que esperar la obra del Espíritu’.
Eso no es de ayuda ahora. Mira
a Cristo. El texto dice, ‘Mirad a
m í’.”
Luego el buen hombre siguió
con su texto de esta manera:
“Mirad a Mí; estoy sudando
gruesas gotas de sangre. Mirad a
Mí; estoy colgando de una cruz.
Mirad a Mí, estoy muerto y fui
sepultado. Mirad a Mí, resucité
nuevamente. Mirad a Mí, he
ascendido al cielo. Mirad a Mí:
estoy sentado a la diestra del
Padre. ¡Oh, pobre pecador, mira
a Mí! ¡Mira a Mí!”
Después de darle vueltas a esto
durante unos diez minutos,
había llegado al final de sus
fuerzas. Luego me miró a mí en
la galería, y me atrevería a decir
que, con tan pocos presentes, él
sabía que yo era un extraño.
Fijando sus ojos en mí, como si
conociera mi corazón, él dijo,
“Joven, pareces muy miserable”.
Cierto, me sentía miserable,
pero hasta ahora, no estaba
acostumbrado que se hicieran
comentarios desde el púlpito
sobre mi apariencia. Sin em
bargo, fue un buen golpe que dio
justo en el blanco. El continuó,
“Y serás miserable siempre —
miserable en la vida y miserable
en la muerte—si no obedeces mi
texto; pero si lo obedeces, ahora,
en este momento, serás salvo”.
Luego, levantando sus manos,
exclamó, como solo un
metodista puede hacerlo,
“Joven, mira a Jesucristo. ¡Mira!
¡Mira! ¡Mira! ¡Nada tienes que
hacer sino mirar y vivir!”
De pronto vi el camino de
salvación. Yo no sé qué otra
cosa dijo - no tomé nota -
estaba tan posesionado con un
pensamiento
abía estaba esperando que
tendría que hacer como
cincuenta cosas, pero cuando
escuché la palabra “¡Mira!”, ¡qué
palabra tan encantadora me
pareció! ¡Oh! yo miré hasta que
casi se me salieron los ojos.
Allí y entonces se disiparon las
nubes, las tinieblas se
esfumaron y en ese momento
divisé el sol; podría haberme
levantado en ese instante para
cantar con los más entusiastas
de ellos de la preciosa sangre de
Cristo y de la fe sencilla que
mira solamente a ÉL. Oh, que
alguien me hubiese dicho esto
antes, “Confía en Cristo y serás
salvo”.
Sin embargo, sin duda que todo
estaba ordenado con sabiduría,
y ahora puedo decir -
Ve a la cruz
vivirás, Ve a Cristo y
vivirás.
Es de Dios el santo amor,
¡aleluya!
Ve tan sólo a Cristo y vivirás.
Aquel día feliz en que encontré
al Salvador y aprendí a
aferrarme a Sus queridos pies,
fue un día que nunca he
olvidado... Escuché la Palabra de
Dios y ese precioso texto me
llevó a la cruz de Cristo. Puedo
testificar que la alegría de ese
día fue absolutamente
indescriptible. Podría haber
saltado, podría
haber danzado; no había
expresión, por fanática que
fuera, que hubiese estado fuera
de lugar con la alegría de esa
hora. Desde entonces han
transcurrido muchos días de
experiencia cristiana, pero
nunca ha habido uno que haya
estado tan lleno de regocijo, de
efervescente delicia, como ese
primer día.
Pienso que podría haber saltado
de mi asiento y que podría
haber gritado con los más
bulliciosos de estos hermanos
metodistas... “¡He sido perdo
nado! ¡He sido perdonado! ¡Un
monumento a la gracia! ¡Un pe
cador salvado por gracia!”
Mi espíritu vio sus cadenas
quebradas en pedazos. Sentí que
era un alma libertada, un he
redero del cielo, un perdonado,
acepto en Jesucristo, arrancado
del lodo cenagoso y sacado
del horrible abismo, con mis
pies sobre la roca y mis pasos
enderezados...
Entre las diez y media horas,
cuando entré a esa capilla, y las
doce y media, cuando estuve
de vuelta en casa, ¡qué cambio
hubo en mí! Simplemente por
mirar a Jesús había sido librado
de mi desesperación y había
sido llevado a tal estado de
regocijo, que cuando me vieron
en mi casa, me dijeron, “Algo
maravilloso te ha sucedido,”
y yo estaba muy dispuesto a
contarles todo lo que me había
pasado. ¡Oh! Había alegría
en casa ese día cuando todos
escucharon que el hijo mayor
había encontrado al Salvador
y que sabía que había sido
perdonado.™
95. Elementos clave en la
versión de Spurgeon. Diversos ele
mentos se pueden observar de este
evento de rendención en la vida de
Spurgeon:
1. Dios usó la Sagrada Es
critura, Isaías 45:22, para
alcanzarlo.
2. Dios usó a un predicador
poco preparado.
3. El predicador dijo que
mirar no era difícil, pero
que había que mirar al
lugar correcto: mirar a
Cristo.
4. El predicador le dijo a
Spurgeon que mirara a
Cristo para salir de su
miseria.
5. Spurgeon reconoció
haber creído que debía de
hacer “cincuenta cosas”,
pero tuvo que hacer una
sola: Mirar a Cristo.
6. Spurgeon miró a Cristo,
con una “fe sencilla” y la
paz y salvación de Dios
llegó a su vida en ese
instante.
“¡Oh, que alguien me hubiera
dicho esto antes! “Confía en Cristo y
serás salvo” -dijo Spurgeon. Y sin em
bargo, hoy muchos pastores y maes
tros nos dicen: “Eso es creencia fácil”
“El evangelio exige renunciar a todo
y rendirse totalmente, como el joven
rico al que se le pidió su riqueza
a cambio de la vida eterna”. Estos
falsos evangelios de obras son muy
diferentes al evangelio de la gracia
gratuita que convirtió a Charles Spur
geon, el príncipe de los predicadores.
CONCLUSIÓN
En Dios hay suficiente amor
para todos. Suficiente salvación y su
ficiente espacio para crecer. La exclu
sividad de Jesús radica en que Él es
el único camino de salvación, y no en
que Él se reserva su dádiva redentiva
para un grupo selecto de iniciados
neuróticos que cumplen sus obliga
ciones. Jesús no es un sectario. Como
vimos en este libro, Él vino a salvar
lo que se había perdido. No ha perder
más a los que anhelan salvación, me
tiéndolos en un concurso a ver quién
aguanta más presión para salvarse.
El discípulo de Cristo halla en
su senda un conocimiento connatural
que le da su experiencia con Dios.
Sabe lo que ha tenido que realizar
para acceder a este saber y lo puede
enseñar a otros, pero no lo puede
describir en su nivel más existen
dal. Porque al participar de la gra
cia no hay expresiones que le hagan
justicia el fenómeno sobrenatural del
crecimiento cristiano ¿Qué palabras
pueden definir el habitar del Espíritu
de Dios en nosotros y los procesos
a través de los cuales llegamos a ser
nuevas personas? ¿Cómo dimensio-
nar nuestro acceso a un Ser inaccesi
ble mediante la encarnación del Hijo
que nos redimió?
Que el amor de Dios sea in
condicional e inagotable, y que cada
segundo de nuestra vida nos está do
nando vida dejándonos ser y respirar,
a pesar de nuestro pecado, es un mis
terio que ha de producir en nosotros
gratitud y ánimos de hacer su volun
tad.
Este Dios que nos salva ade
más espera por nosotros, como el
padre del hijo pródigo que anhelaba
su regreso, y así también nos con
mueve para el arrepentimiento de pe
cados. Él nos recibe cuando los otros
no, a pesar de ellos y por encima de
lo que puedan decir o pensar. Porque
Jesús fue a la cruz por nosotros y por
nuestra salvación, y está preparando
un lugar para que estemos para siem
pre con Él en las moradas eternas, y
luego en la tierra en la que ha de rei
nar y en los nuevos cielos que hemos
de ver.
A través de la fe puedes sen
tarte a cenar con Jesús, quien siem
pre está abierto para partir el pan con
nosotros. “Yo te recibo. Yo te acepto”.
Así nos habla el Señor. Esta es la
suma de toda nuestra teología; Jesús
Salvador mío, Salvador nuestro.
Deseo que este libro haya ben
decido tu vida y que Cristo sea con
tigo, donde quiera que vayas.
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ACERCA DEL
AUTOR
J.P. Martínez es Maestro en
Teología por el Seminario Inter
nacional de Miami, Licenciado en
Derecho por la Universidad Autó
noma de Baja California, México, y
Especialista y Posgrado en Derechos
Humanos por la Universitat Oberta
de Catalunya, Barcelona, España. Ac
tualmente cursa la Maestría de Artes
en Estudios Cristianos en el Semina
rio Teológico de Dallas.
Es escritor y broadcaster en el
programa El podcast de Romanos 1.16
con J.P. Martínez. Está casado y tiene
dos hijos. Es discipulador en la iglesia
local por parte de la Com isión de Edu
cación Cristiana de la Primera Iglesia
Bautista de M exicali, Baja California,
M éxico.
Se encuentra en redes socia
les com o @JPMartinezBlog y pueden
unirse a su red de patrocinadores en
w w w .patreon.com /jpaulom artinez.
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^ Chafer, L.S. (2016) The collected works o f
Lewis Sperry Chafer. Salvation. Crossreach pu-
blications, Kindle Ed.
^ Las traducciones más modernas, si
guiendo NA27, omiten el versículo. La NBLA
lo conservó con una nota marginal.
^ Barth, en su exposición dijo además que
la Biblia “se ha convertido en un “papado de
papel” y a diferencia del Papa viviente en
Roma aquella ha sido entregada en manos de
sus intérpretes” (Barth, K, 2010, Church Dog-
matics, Vol, 1 & 2. Doctrine o f the Word of
God, Study Edition. 5ta. Ed. T&T Clark, 2010.
71-3. Londres, pp.525-526). Hay que recono
cer que esta crítica es válida en ciertos con
textos eclesiásticos abusivos.
^ “Y el Verbo era Dios” (Jn. 1:1).
^ “La suma de Tu palabra es verdad
(Sal. 119:160).
^ Actualmente, hay una teología política
m uy popular en el conservadurismo cono
cida como “teología del dominio”. Leen que es
misión de la iglesia dominar el mundo, sus
gobiernos, leyes, medios de comunicación y
esferas de poder. Esta teología ha llevado a la
iglesia a ser instrumentalizada por los políti
cos en su camino al poder. Génesis 1:27-28
habla de dominar a los animales, no al go
bierno que en ese momento ni siquiera exis
tía. Sobre este tema ver Ice, Thomas D., "What
is Dominion Theology?" (2009). Article Archi
ves. 74.
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^ Pannenberg, W. (1974) La fe de los apósto
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^ En cristología, se refiere a la naturaleza
plenamente humana y plenamente divina de
Jesús.
^ The Bible Knowledge Commentary: A n ex-
position ofth e Scriptures by Dallas Theological
Seminary (1983). Victor Books, Acts 16:29.
La idea de que Jesús no salva a los que
creen en Él solo por la fe, sino que exige de
ellos primero sumisión total para poder redi
mirlos. Más adelante en este libro se ahondará
en el tema.
^ Los frutos son importantes, pero en el
ordo salutis bíblico no son ningun a condición
de salvación, sino un resultado de ella.
^ Esto en su obra Cristianismo práctico, en
donde además escribió: “No toda la fe en
Cristo salva... Multitudes han sido engaña
das en este asunto vital. Miles que han creído
sinceramente que han recibido a Cristo como
su salvador personal, y ahora descansan en
su obra completada están asentados sobre la
arena”.
^ - “La Escritura es su propia interprete”, en
alusión al hecho de que los pasajes más claros
de la Biblia esclarecen los menos claros.
^ Ryrie, C. (1997) Sogreat sálvation. Moody
Press, p .l 21.
^ Atribuirle a Dios pasiones y emociones
propias de los seres humanos.
^ Artículo VII, Salvación solo a través de
Cristo.
^ La teología clásica de la gracia enseña con
toda su fuerza el señorío de Cristo, pero lo co
loca en el lugar que la Biblia le otorga: algo
propio de los discípulos que ya han creído o
dicen haber creído en Jesús para salvación.
^ Ver su conferencia Lordship Salvation and
Free Grace: https://www.youtube.com/
watch?v=b2FY4N5pjIQ&t=0s
^ Calvin o, J. Comentario a la epístola a los
Efesios. Versículo 2:8.
^ Anderson, D. R. (2018) La soteriología déla
gracia gratuita. Grace Theology Press, p. xiii.
^ Chafer, L.S. (2016) The collected works o f
Lewis Sperry Chafer. Grace. Op. cit.
^ Generalmente, cuando estos maestros
participan de actos de pecado y el escándalo
azota sus ministerios, sus seguidores prefie
ren cerrar los ojos y no ver las incongruen
cias porque les dijeron que la obediencia es la
prueba final, pero si el líder no obedece ¿a qué
se aferrarán?
^ Hixson, Whitmire, Zuck. Freely by His
grace: Classic Grace Theology. Edición Kindle.
Anderson dice en su Soteriología de la gracia
gratuita (2018) que “La gracia gratuita surge
del premilenialismo. Solo el premilenialismo
tiene un Tribunal de Cristo para los creyentes
antes de reino milenial y el juicio para los no
creyentes después de éste” (p. xiii).
^ Sin obediencia a ninguna ley.
^ Véase, por ejemplo, MacArthur en The
blasphemy of the rich young ruler (Mark
10:17-22): https://www.youtube.com/
watch?v=on8nK9LCL28
^ MacArthur, 2004, Difícil de creer,
pp.13-14.
^ Ver su exposición, Luke 18:18-30; Matt-
hew 19:16-30;Mark 10:1 7-31 -Rich YoungRu-
ler: https://zanehodges.libsyn.com/
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