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El Valor de Elegir - Resumen.SanchezdelaRosaDenisse

Este documento discute el "arte de vivir" y la distinción entre lo bueno y lo malo. Explica que a diferencia de los animales, que se enfocan en la reproducción de la especie, los humanos buscan preservar las individualidades y las relaciones entre personas. También describe el arte de vivir como una habilidad que se puede aprender pero que admite diferentes grados de ejecución. Finalmente, argumenta que los términos de "bueno" y "malo" no deben usarse de manera absoluta sino en relación al contexto y la perspect
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Este documento discute el "arte de vivir" y la distinción entre lo bueno y lo malo. Explica que a diferencia de los animales, que se enfocan en la reproducción de la especie, los humanos buscan preservar las individualidades y las relaciones entre personas. También describe el arte de vivir como una habilidad que se puede aprender pero que admite diferentes grados de ejecución. Finalmente, argumenta que los términos de "bueno" y "malo" no deben usarse de manera absoluta sino en relación al contexto y la perspect
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El valor de elegir

Capitulo 4
Entre lo bueno y lo malo
“Nunca es importuno pensar y actuar con inteligencia, y no hay por qué dejar el histérico
nombre de Deber o de Autosacrificio a lo que es simplemente un arte feliz y un compromiso
racional.”
Esta lectura inicia con una comparación entre el humano y el animal en donde el animal
considera la vida llamada como telos en que consiste en perpetuar la especie por medio de
sus miembros, conservándolos gracias a ingeniosos mecanismos para que logren
reproducirse, mientras que el ser humano, en cambio, junto a la vida biológica y zoológica se
da con no menor fuerza y exigencia vida simbólica que no pretende reproducir sin más la
especie sino preservar individualidades, con la memoria de las relaciones que entre sí
establecen y de las conquistas que acuñan y comparten. Pero las especies vivientes ocupan
su empeño vital en garantizar la repetición eficaz de un modo de existencia, por otro lado, en
el género humano en la vida aspira a algo más difícil y arriesgado, la perpetuación y propaga
miento de lo irrepetible (Nuevo inicio).
Con esto representa la vida como “arte” (arte de vivir) por un ámbito práctico, en el cual se
enseña y aprende de modo que “arte” es aquella habilidad que, una vez aprendida, aún no se
domina del todo y admite grados muy diversos en el acierto o estilo propio con que se
desempeña (como contar cuentos, bailar tango o estafar turistas) pues el arte de vivir si
acéptanos que existe, podrá ser aprendida, pero mostrará solo ciertos modelos personales
que pueden ser dignos de aprenderse e interpretarse. Por otro lado, hay dos partes de arte:
arte sobre el mantenimiento de nuestro organismo (higiene)y el segundo las exigencias y
compromisos que implica el reconocimiento de la humanidad de nuestros semejantes (ética)
que pueden considerarse desde una de estas dos perspectivas “artísticas” y gran parte de
ellas desde las dos, como cualquier otro arte. Entonces el arte establece en su campo una
axiología (qué es lo bueno y lo malo, lo mejor y lo peor, qué es lo que vale y lo que no vale) y
una deontología (qué debe hacerse en cada caso y cómo debe hacerse). Por lo tanto, el arte
de vivir, por la enorme amplitud de actos que incluye y también por el carácter especialmente
controvertido de sus objetivos, nunca podrá ser exhaustiva y perpetuamente codificado.
Puesto que el arte de vivir ofrece un esquema orientativo y evaluativo que, sin embargo,
nunca podrá sustituir la proairesis del sujeto y por llamado así el «toque personal» con que
afronta en ese preciso instante la irrepetible y frágil singularidad de su existencia, es decir no
hay ciencia del vivir, definida por axiomas y leyes, sino un arte en el que se yuxtaponen
tradiciones memorables, fragmentos de antiguos códigos, reglas prácticas de
comportamiento y la desesperada inspiración de la esperanza, a partir del cual o contra el
cual uno obra cuando llega el caso(experiencia). De este compromiso tenemos que manejar
o padecer los términos valorativos. ¡El Bien y el Mal, los más antiguos y perennes fantasmas
teológicos! ¡Lo que vale siempre y lo que nunca vale!. Para empezar, hay que comprender
que los dos extremos opuestos de la balanza axiológica, el Bien y el Mal, no sirven para nada
a la razón ni al corazón si se los utiliza en términos absolutos: sólo tienen sentido y utilidad
conceptual cuando funcionan en relación a algo (bueno para y malo para). Como no todo lo
concebible es real, la ventaja básica de que conviene disfrutar para merecer cualquier otra es
la realidad.
Por otra parte, Marcel Conche hace notar que el bardo griego utiliza frecuentemente el
adjetivo “divino” para denominar cualquier cosa presente y vigente: “divinos brebajes”,
“divinos ríos”, “divina ciudad”, “divinos corceles”, es decir, que forma parte de lo que hay; y
que todo lo que hay, en cuanto que está, está divinamente o sea que tiene algo de bueno:
«Son lo que son: el término "divino" expresa esa identidad.(Todos los seres son hermosos, si
se les sabe ver en sí mismos, independientemente de sus acciones.) Descartado el énfasis
absolutista, quedan lo bueno y lo malo según quién y según para qué (o para quién)
dependiendo de la perspectiva de ver, ya que la realidad es tan compleja que muchas cosas
alternan ambos papeles. A cada paso, cualquier existente se debate entre lo valioso de que
derivan males colaterales para él y lo que básicamente le perjudica, pero puede ofrecerle
ocasionalmente algún beneficio; antes o después. Por eso la tal comparación del humano con
el animal, en él tiene instintos cuando los amenazan y los humanos intentamos desarrollar un
arte de vivir que oriente las constantes elecciones y peligrosamente frecuentes innovaciones
de nuestro actuar deliberado.
Pero entre humanos preferimos hablar de bueno y malo porque es la intención racional y no
las leyes de la naturaleza «Bueno» y «malo» que son términos referidos a lo consciente, a
aquello por lo que se opta, es decir a ese libre albedrío que constituye la forma más íntima y
problemática de la libertad por la cual antropológicamente nos definimos. Si elegir lo bueno
es afirmar y reforzar lo que somos, exaltar nuestra condición en su complejidad y aun buscarle
nuevas posibilidades, la opción por lo malo supondrá desmentimos, disminuimos y
mutilarnos, rebelamos contra lo que somos y quienes somos, pero no es un odio de sí mismo,
como si la libertad estuviese ya ahí y pudiese llegar a detestarse, pero es el odio del "sí mismo"
singular, lo que es la existencia de la libertad.

Denisse Sanchez de la Rosa

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