PRINCIPIOS BIBLICOS SOBRE LAS FINANZAS
Hay principios en la Biblia sobre las finanzas personales, enseñanzas que te pueden
ayudar a administrar tu dinero de manera sabia y responsable; a evitar la avaricia y
la acumulación de deudas, a ser generosos y a tratar a los demás con justicia y
honestidad
Principio de la Mayordomía:
Uno de los principios más importantes que se encuentran en la Biblia es el de la
mayordomía, que se refiere a la idea de que todo lo que tenemos, incluido nuestro
dinero, es propiedad de Dios y que somos responsables de administrarlo
sabiamente en su nombre. Jesús dijo en Lucas 16:10: "El que es fiel en lo muy
poco, también es fiel en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también
es injusto en lo mucho".
En la Parábola de los Talentos (Mateo 25:14-30), Jesús habla de un hombre que
confía su dinero a sus siervos para que lo administren mientras él está ausente. Los
siervos que administran bien el dinero reciben una recompensa, mientras que el
siervo que no lo hace es castigado.
Como puedes ver la Biblia nos enseña sobre la importancia de ser sabios,
responsable y prudentes en la administración del dinero. Proverbios 21:5 dice:
"Los planes bien pensados llevan a la prosperidad; los planes precipitados, a la
pobreza". También se nos insta a ser responsables en el pago de nuestras
deudas (Romanos 13:8) y a ser generosos con los demás (2 Corintios 9:6-8).
Planificación Financiera:
La Biblia no utiliza la palabra presupuesto, pero sí habla claramente acerca de la
importancia de la planificación financiera. En palabras simples, un presupuesto es
un plan escrito con el cual monitoreamos el uso de nuestros ingresos y
determinamos si es necesario hacer ajustes en nuestros gastos.
Proverbios 27:23 dice: “Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, y mira con
cuidado por tus rebaños”. En términos modernos esto significa que debemos
analizar la forma en que gastamos el dinero para saber si necesitamos hacer
modificaciones.
“Tener un presupuesto nos ayuda a no gastar impulsiva o innecesariamente, a vivir
dentro de nuestras posibilidades, y a prepararnos para necesidades futuras”, explica
Bill Gustafson, director sénior para el Centro de Responsabilidad Financiera de la
Universidad de Texas. “Si no planificamos y ordenamos nuestras finanzas, algún día
nos veremos en quiebra”.
Para crear un presupuesto de su hogar, determine cuánto gasta cada mes en
diferentes categorías (renta, comida, transporte, entretenimiento, ropa, salud,
etcétera). Luego compare sus gastos con su ingreso mensual y, si sus gastos son
mayores, reduzca los gastos innecesarios.
Cuando haya creado este presupuesto, use un libro o programa de contabilidad
para contabilizar sus gastos mensuales. “Si llega al punto en que gastó todo el
dinero del mes para cierta categoría, deje de gastar”, dice el doctor Gustafson.
“Hacerlo requerirá de cierta determinación, pero es un paso necesario para poner
sus finanzas bajo control”.
Regirnos por un presupuesto involucra muchos principios espirituales, como evitar
la codicia, tener autocontrol, desarrollar fe y tener paciencia y gratitud. Llevado a la
práctica, para nuestros propósitos, tener un presupuesto significa principalmente
cuatro cosas:
1. Estimar de una forma realista nuestros recursos disponibles para llevar a
cabo un proyecto.
2. Estimar los recursos que necesitaremos para llevar a cabo el proyecto.
3. Llevar a cabo el proyecto sólo cuando nuestros recursos disponibles son al
menos iguales a los gastos necesarios.
4. Hacer todo lo necesario para no gastar en el proyecto más de lo disponible.
Este sitio guarda cookies en su computador para asegurarle la mejor experiencia
posible mientras navega por nuestras páginas. Sepa más acerca de nuestra Política
de privacidad.
Aceptar
Vida, Esperanza y Verdad
Dios
Biblia
Vida
Profecía
Cambio
Relaciones
Visite el Centro de Aprendizaje
QUIENES SOMOS
REVISTA DISCERNIR
BLOG
IMÁGENES PARA COMPARTIR
ENGLISH
FRANÇAIS
Inicio \ Relaciones \ Finanzas
La Biblia, su dinero y usted
La Biblia contiene principios acerca de la administración del dinero que pueden ser
muy beneficiosos para su familia.
La Biblia, su dinero y usted
Aun en los países más prósperos del mundo, la mayoría de las personas tiene
escasas reservas financieras y vive de sueldo a sueldo con muchas deudas y sin un
presupuesto familiar.
En una encuesta reciente de la Reserva Federal de Estados Unidos, casi la mitad (47
por ciento) de los entrevistados se confesó incapaz de obtener 400 dólares sin
tener que pedir un préstamo o vender algún bien en caso de emergencia.
En otra encuesta, 75 por ciento de los estadounidenses admitió vivir de sueldo a
sueldo, con sólo lo justo para llegar a fin de mes, al menos en ocasiones. Todo esto
es mucho más grave en otros países, como en Latinoamérica. No debería
sorprendernos que una tercera encuesta (realizada por Gallup en el 2013) revelara
que menos de un tercio de los hogares estadounidenses se rige por un
presupuesto detallado.
Estos resultados son evidencia física de lo que podría ser un problema espiritual.
De hecho, uno de los indicativos del pecado de la codicia es la tendencia a adquirir
bienes materiales innecesarios, aun cuando implique incurrir en una deuda. Hacer
esto regularmente demuestra una falta de carácter para establecer y seguir un
presupuesto realista y libre de deudas. Todos estos son principios bíblicos que
analizaremos a continuación.
Primero, una aclaración
El propósito de este artículo de ninguna manera es criticar a quienes pasan por
dificultades financieras debido a razones externas. No todos los problemas
financieros son el resultado de debilidades espirituales o de carácter. Para algunos,
la razón es simplemente falta de educación financiera u oportunidades limitadas.
La Biblia describe situaciones como la persecución, las pruebas y “tiempo y
ocasión” (accidentes o enfermedades invalidantes, o la muerte prematura de un
proveedor, por ejemplo) que pueden llevar incluso a personas fieles a Dios y con
mucho carácter a sufrir graves problemas financieros. En estas circunstancias, la
falta de un presupuesto o de autocontrol no tiene nada que ver. Lo que se requiere
en tales casos es compasión y ayuda, no juicios ni condenas.
Principios bíblicos acerca de la administración del dinero
Por otro lado, en circunstancias normales las personas sí tienen en buena medida el
control de sus finanzas. La mayoría de nosotros puede tomar decisiones respecto
de lo que hará con su dinero y, en tales casos, no hay casi nada tan importante
como tener y seguir un presupuesto familiar. De hecho, ésa es probablemente la
recomendación más común entre los consejeros profesionales en finanzas. Y lo que
es más importante, ¡es la recomendación de la Biblia!
Regirnos por un presupuesto involucra muchos principios espirituales, como evitar
la codicia, tener autocontrol, desarrollar fe y tener paciencia y gratitud. Llevado a la
práctica, para los propósitos de este artículo, tener un presupuesto significa
principalmente cuatro cosas:
Estimar de una forma realista nuestros recursos disponibles para llevar a cabo un
proyecto.
Estimar los recursos que necesitaremos para llevar a cabo el proyecto.
Llevar a cabo el proyecto sólo cuando nuestros recursos disponibles son al menos
iguales a los gastos necesarios.
Hacer todo lo necesario para no gastar en el proyecto más de lo disponible.
Esta definición se aplica a todo tipo de proyectos —desde sustentarnos día a día,
hasta pagar una educación o adquirir algún bien. Presupuestar requiere de una
evaluación honesta de lo que podemos pagar, considerando nuestras necesidades
en el tiempo. (Algunas de nuestras necesidades ocurrirán en el futuro, y esto
requerirá de disciplina para no gastar todo lo disponible ahora y así poder ahorrar
para dichas necesidades.)
Ejemplos bíblicos
La Biblia contiene muchos ejemplos, principios y consejos directos acerca de cómo
presupuestar, planificar y vivir de acuerdo con nuestros medios. Algunos de ellos
son:
1. José planificó y guardó parte de los recursos disponibles en los “buenos
años” de Egipto para poder alimentar a la gente durante los “años malos”
(Génesis 41).
2. Tanto el tabernáculo (en tiempo de Moisés) como el templo (en tiempo de
Salomón) se construyeron sólo cuando todos los materiales de construcción
necesarios se habían reunido (Éxodo 35 y 1 Crónicas 29).
3. El hombre bueno y sabio deja algo de sus bienes incluso a sus nietos, lo cual
sugiere que presupuesta, planifica, ahorra, vive y consume dentro de sus
posibilidades, motivado por el deseo de compartir sus bendiciones con los
demás (Proverbios 13:22).
4. Dios creó a la hormiga con el instinto de hacer lo que Él nos aconseja a
nosotros: apartar algo de nuestros recursos en los buenos tiempos para
luego usarlos en circunstancias menos abundantes (Proverbios 6:6-8; 30:25).
5. Jesucristo les dijo a todos los que querían seguirlo que “calcularan el costo”.
Esto implicaba hacer una evaluación realista de cuánto les costaría ser sus
discípulos, y determinar con anticipación si sus recursos (espirituales)
disponibles serían suficientes para completar el proyecto. Al dar este
consejo, Cristo también hizo notar lo insensato que es no presupuestar,
incluso en asuntos seculares (Lucas 14:28-31).
La Biblia condena duramente —como “peor que un incrédulo”— a cualquiera que
por negligencia o desidia consciente no provea para las necesidades básicas de
quienes dependen de él —“los de su casa” (1 Timoteo 5:8). Esta clase de
comportamiento y actitud irresponsables a menudo se hacen evidentes cuando no
hay planificación, un presupuesto o una buena administración de los recursos
familiares. En cambio, sólo se gasta y se consume sin cuidado, a menudo con
codicia y egoísmo.
Crear y mantener un presupuesto a veces requiere tanto de fe como de obras. Hay
ocasiones en las que aun con nuestros mejores esfuerzos, nuestro presupuesto
simplemente no alcanzará. Y está bien. Debemos hacer lo mejor que podamos —
poner las obras— y creer con fe en que Dios pondrá la diferencia. Pasar por
momentos así, donde vemos que los panes y los peces se multiplican, puede
fortalecer mucho más nuestra fe.
Finalmente, debemos recordar que, como débiles e imperfectos seres humanos, no
podemos dar más que lo mejor de nosotros. Dios lo sabe, y de hecho nos lo
recuerda. No podemos controlar nuestro futuro (aunque deberíamos intentar
presupuestar realistamente para él). Como dice el refrán: “el hombre propone, pero
Dios dispone” (consulte Proverbios 19:21; Santiago 4:13-15; Eclesiastés 9:11).
Esta definición se aplica a todo tipo de proyectos —desde sustentarnos día a día,
hasta pagar una educación o adquirir algún bien. Presupuestar requiere de una
evaluación honesta de lo que podemos pagar, considerando nuestras necesidades
en el tiempo. (Algunas de nuestras necesidades ocurrirán en el futuro, y esto
requerirá de disciplina para no gastar todo lo disponible ahora y así poder ahorrar
para dichas necesidades.)
Principio del ahorro:
La principal razón por la que la mayoría de la gente ahorra poco es porque vivimos
en una cultura que no practica la abnegación. Cuando queremos algo, ¡lo
queremos ya! Sin embargo, las Escrituras nos animan a ahorrar. "El sabio ahorra
para el futuro, pero el necio gasta todo lo que consigue". (Proverbios 21:20 LB) En
cambio, la sociedad dice: "Gasta todo lo que ganes".
El ahorro regular es una previsión para el mañana. Crea un colchón de seguridad
financiera para emergencias. Una buena regla es ahorrar el equivalente a dos o tres
meses de sueldo, por si no puedes trabajar por enfermedad o lesión.
Al ahorrar, también debemos tener en cuenta el equilibrio. Si nos concentramos
únicamente en ahorrar, nuestra atención y afecto gravitarán hacia allí. Debemos
tener cuidado de equilibrar nuestros ahorros e inversiones dando generosamente
al Señor. Cuando recibimos ingresos, el primer cheque que escribimos debe ser
para el Señor, el segundo cheque para nuestros ahorros.
Recuerda que la forma más eficaz de ahorrar es empezar pronto y ser constante.
Cuando recibimos ingresos, el primer cheque que escribimos debe ser para el
Señor,
el segundo cheque para nuestros ahorros.
Los planificadores financieros generalmente sugieren ahorrar al menos el diez por
ciento de nuestro ingreso cada mes. Mantenga tres cuentas diferentes: un ahorro a
corto plazo para compras grandes (como un mueble nuevo o reparaciones del
auto), un ahorro a largo plazo (para su retiro o la universidad de sus hijos), y un
fondo de emergencia (en caso de que se quede sin trabajo o surja un gasto grande
inesperado).
“Ahorrar dinero antes de hacer compras es una de las maneras más inteligentes de
evitar problemas financieros”, dice el doctor Gustafson. “Si tiene dinero ahorrado
para comprar artículos costosos, no se sentirá tentado a comprarlos con su tarjeta
de crédito”.
Este también es un principio bíblico. Proverbios 21:20 dice: “Tesoro precioso y
aceite hay en la casa del sabio; mas el hombre insensato todo lo disipa”. Proverbios
6:6-8 describe a la hormiga, que ahorra durante el tiempo de abundancia para el
tiempo de necesidad. Así nosotros, debemos ahorrar ahora para gastos futuros.
Sobre las inversiones y los riesgos:
La Biblia habla de la importancia de ser sabio en tus inversiones y de no arriesgar
todo en una sola cosa. En Eclesiastés 11:2 se lee: "Reparte tus bienes en siete
partes, e incluso en ocho, porque no sabes qué desgracia puede venir sobre la
tierra".
Sobre el pago a tiempo de deudas (Evite los préstamos
inncesarios)
La Biblia nos advierte acerca del peligro de incurrir en deudas. “El rico se enseñorea
de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta”, dice Proverbios
22:7. Si usted se endeuda por un monto alto, en esencia se convierte en esclavo de
sus acreedores. Ya no tiene la libertad de decidir cómo gastar su sueldo, porque
está obligado a pagar la deuda.
La forma de mantener el control es evitar las compras a crédito. “Pida préstamos
sólo para compras que aumentarán o conservarán su valor, como una casa o la
universidad”, recomienda Erica Sandberg, una consultora de administración
radicada en San Francisco. “No pida préstamos con alto interés para cosas que no
son esenciales y probablemente se devalúen pronto, como un automóvil nuevo,
ropa, muebles, electrodomésticos o joyas”.
Elabore un presupuesto:
Proverbios 27:23 dice: “Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, y mira con
cuidado por tus rebaños”. En términos modernos esto significa que debemos
analizar la forma en que gastamos el dinero para saber si necesitamos hacer
modificaciones.
“Tener un presupuesto nos ayuda a no gastar impulsiva o innecesariamente, a vivir
dentro de nuestras posibilidades, y a prepararnos para necesidades futuras”,
explica Bill Gustafson, director sénior para el Centro de Responsabilidad Financiera
de la Universidad de Texas. “Si no planificamos y ordenamos nuestras finanzas,
algún día nos veremos en quiebra”.
Para crear un presupuesto de su hogar, determine cuánto gasta cada mes en
diferentes categorías (renta, comida, transporte, entretenimiento, ropa, salud,
etcétera). Luego compare sus gastos con su ingreso mensual y, si sus gastos son
mayores, reduzca los gastos innecesarios.
Cuando haya creado este presupuesto, use un libro o programa de contabilidad
para contabilizar sus gastos mensuales. “Si llega al punto en que gastó todo el
dinero del mes para cierta categoría, deje de gastar”, dice el doctor Gustafson.
“Hacerlo requerirá de cierta determinación, pero es un paso necesario para poner
sus finanzas bajo control”.Si pedir prestado te ha puesto en una situación de
esclavitud, hay una forma de salir de ella: Decide hoy que no vas a endeudarte ni
un dólar más. A continuación, intenta recortar gastos en todos los ámbitos de tu
vida.
Así como Dios utiliza el dinero para mejorar y dirigir nuestras vidas, Satanás lo
utilizará para encadenarnos. Los cristianos deben aprender a reconocer los peligros
de la esclavitud financiera.
Las estadísticas muestran que la gente gasta casi un tercio máscuando utilizan
tarjetas de crédito en lugar de efectivo. "Con la sabiduría se construye una casa; y
con la inteligencia se establece". Proverbios 24:3
Somete en oración las decisiones de gasto al Señor. Todo lo que poseemos es
propiedad de Dios, y debemos gastar para agradarle a Él y no con un propósito
egoísta.
Independientemente de que gane 8.000 u 800.000 dólares al año, un presupuesto
o plan de gastos le ayuda a tomar mejores decisiones financieras. Te permite no
perder de vista tus valores y prioridades.
Te preguntarás: "Si dar es tan "correcto" y produce tanta alegría y bendición, y si
ahorrar es tan sabio y produce una sensación de bienestar, ¿por qué me cuesta
tanto hacerlo?".
La respuesta es... acostúmbrate a llevar un registro. Sabrás exactamente lo que
cuesta todo; sabrás cuáles son tus gastos básicos; sabrás lo que cuestan los lujos
adicionales. Esto te ayudará a elaborar un plan o presupuesto realista.
Una vez desarrollado este hábito de llevar registros, encontrará la libertad que da el
saber que vive dentro de sus posibilidades. Muchas veces, la incapacidad para
ahorrar o aumentar las donaciones se debe a un gasto excesivo causado por no
saber adónde va el dinero.
La mayoría de nosotros abordamos las cuatro cosas que podemos hacer con el
dinero en este orden: estilo de vida, deudas, ahorros y donaciones. Con un plan
establecido - un presupuesto - podemos invertir el orden dando primero con
alegría y permitiendo que nuestro estilo de vida le siga. Como administradores
cristianos, necesitamos establecer nuestro presupuesto en torno a nuestras
ofrendas, no a nuestro estilo de vida.
Pregúntese
dos preguntas:
¿Lo necesito?
¿Puedo permitírmelo?
Dar generosamente:
La Biblia enseña la importancia de dar generosamente y con alegría. En Proverbios
3:9-10 se lee: "Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus
cosechas; así tus graneros estarán llenos y tus bodegas rebosarán de vino nuevo".
También se menciona la importancia de dar a los necesitados en Mateo 25:35-40.
Todo lo que poseemos —nuestro dinero, bienes físicos, empleos y aun la capacidad
de generar un ingreso— proviene de Dios (Eclesiastés 5:18-19). Primero
diezmamos. Luego de cubrir nuestras propias necesidades, Él quiere que
compartamos lo que nos ha dado con los demás.
En Hechos 20:35, Pablo cita a Jesucristo diciendo: “Más bienaventurado es dar que
recibir”. Debemos dar incondicionalmente, incluso cuando las personas no puedan
pagarnos (Lucas 14:12-14). Esto puede traducirse en cosas como hacer donativos
de caridad, comprarle un regalo a alguien, invitar a alguien a cenar, o comprar
comida para un indigente.
Si bien debemos ser sabios para saber cuánto dar, no deberíamos ser tan
mezquinos como para no querer dar nada de nuestro dinero. Como sucede con el
diezmo, Dios nos bendice si somos generosos (Lucas 6:38; 2 Corintios 9:6).
Ha habido veces en que he sido generosa y más tarde me encuentro con un vacío
desconcertante en mi billetera. Pero después, aparentemente de la nada, recibo un
dinero inesperado u otra bendición financiera que cubre la diferencia. Cuando
tenemos el deseo de compartir, Dios nos da los medios para hacerlo.
Por supuesto, no todos tienen la misma situación financiera. Es posible que
genuinamente estemos pasando por un mal momento. Pero aun si ese fuere el
caso, podemos dar de nuestro tiempo, dones y otros bienes no financieros que
Dios nos haya dado. El punto es: Dios quiere que usemos sus bendiciones de
manera que también seamos una bendición para los demás, no sólo para nuestras
propias necesidades y deseos.
Sobre el diezmo:
En el Antiguo Testamento se menciona la práctica del diezmo, que consistía en dar
el 10% de los ingresos a Dios como una ofrenda. Esta práctica se consideraba una
forma de honrar a Dios y de sostener el templo y a los sacerdotes. En el Nuevo
Testamento, aunque no se menciona directamente el diezmo, se habla de la
importancia de dar generosamente y con alegría.
CONCLUSION:
Luego, debemos ser muy sabios al usar todo lo que Dios nos da. Nuestra
motivación principal debe ser extender su Reino y su amor a nuestro alrededor.
Logramos esto, por ejemplo, cuando alimentamos a los que tienen hambre o
cuando compramos uniformes o libros para ayudar a niños que, de otra forma, no
tendrían lo necesario para ir a la escuela.
Todo lo que hacemos con amor en el nombre de Jesús trae beneficio espiritual
eterno a nuestras vidas, a nuestro entorno y contribuye a la extensión de su Reino.
Necesitamos experimentar un cambio de perspectiva, ver el potencial eterno de
nuestros recursos financieros. Por eso debemos fijar nuestros ojos en Jesús y
permitirle que nos guíe en su voluntad.