Análisis de La Imagen Literaria de La Medusa - .
Análisis de La Imagen Literaria de La Medusa - .
AGRADECIMIENTOS
La idea de lo meduseo llega a mis oídos gracias a un curso impartido para el Magíster de Literatura
en la Universidad de Chile por el profesor y poeta Federico Schopf. Sin su interés y apoyo este
trabajo nunca se habría concretado. Todo lo bueno que aparece acá es por él y todo lo malo, por mí.
RESUMEN
La lectura de la poesía de Enrique Lihn implica establecer dimensiones que escapan al concepto
de belleza clásica (representado por lo grecorromano tradicional). Por esto es necesario relacionar
lo grotesco con la belleza que puede acompañar a tal noción, y los discursos que exploren las
negatividades de un yo poético traspasado por una contradicción inherente e irrenunciable. El
mito de la Medusa y su lectura en ciertas fuentes literarias, críticas y filosóficas permite una
interpretación que se sirve de la muerte y de negatividades para mirar de frente a los demonios
de Lihn. Demonios o fantasmas que reflejan una identidad fracturada en un contexto donde la
reificación campea. Cuando ese gesto que busca vislumbrar a la Medusa se concreta a través de la
imagen literaria surge un nuevo espacio ético que define a la escritura de Enrique Lihn. Esa misma
exploración y el hecho de enfrentarla aparecen en Lihn como una voluntad inclaudicable mediante
las constantes centrífugas o rupturistas de su poesía. La transformación del concepto de la belleza
clásica busca separarse de propuestas estáticas, repetitivas y monológicas, reemplazándolas por
lo centrífugo, lo dialógico mediante lo grotesco considerado sólo un indicio o un camino para lo
meduseo (como actitud de exploración vital).
INTRODUCCIÓN
Frente a la negativa del encasillamiento facilista, la escritura de Enrique Lihn exige de sus
lectores un trabajo en diferentes niveles (retórico, ético, intertextual). Una posibilidad de
acercamiento es construir una interpretación que va más allá de su lectura desde ciertas
fuentes de la crítica literaria, y que incorpore lecturas desde otras perspectivas lo filosófico
e incluso sociohistórico. Lo anterior hace eco de la caracterización que ha recibido la poesía
de Lihn como poesía situada (mejor sería considerarla sitiada).
Se toma sólo como objeto de interpretación a la poesía y no la prosa de Lihn
por tener suficiente autonomía como proyecto escritural. Su misma irregularidad, al
mencionar la calidad estética de su poesía, permite revisar ciertas corrientes discursivas
contemporáneas bajo múltiples estrategias retóricas. El trabajo de Lihn desde ciertas
negatividades deja vislumbrar a través de lo grotesco y otras formas de belleza -ya sean
de tradición clásica o no- una ambición que va desde la confianza hasta el más doloroso
fracaso en los poemarios de Lihn. Desde el desgarro de los primeros poemarios al epitafio
en Diario de muerte (1989), por ejemplo, en relación al tema del poder real de la palabra
poética.
La Medusa, su belleza o incluso su estética permitirían una interesante
problematización teniendo presente los siguientes fundamentos teóricos. Desde el análisis
de la imagen literaria y más allá de la fenomenología, aparece el signo literario como un
espacio en que confluyen discursos estéticos, sociales o ideológicos en general. Como
ícono está rodeada de un sentido simbólico que va madurando a través del tiempo,
cargándose de diversos significados. Tomando algunas fuentes denominadas canónicas,
1
por ejemplo, desde la literatura griega y romántica , aparecen ciertos elementos como el
escudo y el espejo acompañando a la Medusa. Estos son perfectos símiles de la escritura
y su función creadora de imágenes en la poesía de Lihn, los que buscan problematizar
la identidad fracturada de un hablante lírico que permite ver en él constantes del sujeto
2
contemporáneo, sobre todo postmoderno .
Diversas fuentes literarias (Homero, Gabriela Mistral, etc.), filosóficas (Nietzsche,
Agamben, etc.) o críticas (Eco, Bajtín. etc.) sirven en esta tesis para el andamiaje de análisis
que se concentra sencillamente en la lectura de algunos poemas de Enrique Lihn.
El propósito básico es proponer, entonces, una interpretación medusea de la poesía de
Enrique Lihn, que recoja los elementos centrífugos sin petrificarlos. Con esto se pretende
exponer las condiciones para un discurso que presente tales características, fuera del
monologismo imperante en, por ejemplo, la creación de un canon que reduce el trabajo de
escritores como Lihn sólo a ciertos rasgos ya tipificados, estáticos.
Queremos hacer hincapié e introducir fundamentalmente en esta tesis las siguientes
ideas: primero, la noción de belleza clásica tradicional inspirada en los heredados modelos
grecorromanos es inadecuada e insuficiente por sí sola para interpretar la poesía de
Lihn; segundo, consideramos entonces que otra mirada acerca de lo bello a través de lo
1
Sólo dos ejemplos: el escudo de Aquiles en La Ilíada y el poema Medusa de Shelley.
2
Más adelante enfrentamos este problema con las menciones, por ejemplo, de lo bello y lo sublime en la época actual con
Eco, Danto y Lyotard, v. capítulo III.
grotesco sirve como indicio para esta búsqueda realizada por Lihn; tercero, destacamos
3
la problematización estética perotambién fundamentalmente ética que plantea la poesía
de Lihn. Nos detenemos aquí para explicar que la poesía de Lihn ha sido caracterizada
como situada porque la angustia existencial que está presente en ella no es sólo fruto de
un estado causado por lo meramente individual. El contexto, la cosificación reinante en las
relaciones humanas, pone a prueba el poder real de la palabra poética, de la poesía situada
y sitiada de Lihn. Surge en su escritura una actitud ética de resistencia ante modelos éticos
y estéticos repetitivos y conservadores.
La poesía de Lihn es considerada como un sitio en que confluyen la contradicción de
un hablante que se encuentra en el umbral de lo dicho y no dicho. De lo que puede reducir
a lenguaje y lo que no puede captar con su voz.
Este acceso al umbral se concreta a través de la imagen literaria y da cuenta de lo que
se puede entregar en la imagen, como configuración, en este caso de lo bello, de lo grotesco
en la poesía; y de lo que no se puede visualizar o nombrar como imagen: lo horrible, lo
monstruoso, el vacío y la muerte, que sólo se vislumbra.
Un yo poético que encuentra en la poesía un espacio de búsqueda estética y ética. Lo
bello en Lihn como espacio privilegiado para la exploración de la condición humana, una
búsqueda de la Medusa de Enrique Lihn.
Entiéndase, por ahora, una interpretación de lo meduseo como el acceso a una esfera
estética que desea aportar una nueva corriente de sentidos, convocando temas como la
belleza conflictuada por lo horrible y lo grotesco, en una búsqueda de nuevos significados en
el arte, en este caso literario. Discusión que no ha sido desarrollada debido al monologismo
imperante aún, gracias a nociones que relacionan siempre lo bello con lo bueno. Una
búsqueda en que el “yo”, lírico en esta ocasión, está abocado a alcanzar el conocimiento
4
de un nuevo “espacio lógico”, si tomamos el concepto de Wittgenstein , para afirmar que lo
denominado como “otro” sea vislumbrado a través del discurso lírico.
En especial nos interesa revisar las relaciones entre las imágenes visuales y las
verbales en el discurso lírico de Lihn. Para ello sirven la teorización de Mitchell en sus textos
5
Iconolgy y Picture Theory .
Algunas categorías estéticas importantes para esta investigación son lo meduseo, lo
grotesco, lo bello y lo sublime. Ellas sirven de sustento a la interpretación de un corpus de
poemas de Enrique Lihn en que lo visual y verbal se fusionan como indicios de un proyecto
que tiene como tema importante lo ideológico en lo estético o sociocultural. Hasta llegar a
una interpretación en que lo meduseo es fundamental para entender el proyecto escritural
en Lihn.
3
Reproducimos ahora algunos fragmentos que hablan de la importancia de la dimensión ética en el quehacer poético de Lihn.
Texto leído en el funeral de Enrique Lihn, el 12 de julio de 1988: “Para nosotros, que lo conocimos entonces jóvenes, a comienzos
de los años sesenta, su escritura y su pedagogía al revés, constituyeron indicaciones éticas y de conocimiento […]. Federico Schopf,
Enrique Lihn y el precario sentido de la vida. La Época. Santiago, Chile, 1988.
4
Ludwig Wittgenstein, Tractatus logico-philosophicus. Madrid, Alianza editorial, 2003, 144 p.
5
Ver especialmente en W. J. T. Mitchell, What is an image y The rhetoric of iconoclasm. En su: Iconology. Image, text, ideology.
Chicago, University Chicago Press, 1998, 7-46 y 160-208 pp.; y del mismo autor Picture Theory. Chicago, The University of Chicago
Press, 1994.
¿Es posible hablar de una estética medusea? ¿Puede ser la poesía lírica de Lihn
incluida en este tipo de interpretación? ¿Qué tipo de cambio representa en lo estético lo
anterior?
Desde la sabiduría infernal de Blake, a la obscura inteligencia para acercarse al abismo
6
en Lihn , se puede colegir que vislumbrar a la Medusa es vislumbrar la otredad, luchar
contra la tiranía de las formas establecidas, monológicas. Nuestro deseo es lograr un
acercamiento a modelos menos valorados, al “otro” como sujeto estático, simplificado y
discriminado que en lo social es cosificado, visto como instrumento; a un contexto que en
el ámbito de lo estético está reducido a formas repetidas y recicladas, sostenidas por una
voz dominante, por ejemplo, a través la belleza tradicional.
El propósito básico para hablar de una interpretación medusea es que recoja los
elementos centrífugos o innovadores sin petrificarlos. En este caso, buscar la energía que
7
aparece gracias a la imaginación creativa de la visión entusiasta (Grassi ), que en Lihn no
se reconoce como tal.
El tema de la belleza surge valorado entonces como un espacio de resistencia. En
los procedimientos de búsqueda donde la memoria se encuentra con espacios ominosos
como la ciudad enajenada, destacan los momentos dionisíacos de placer, de belleza, de
vitalidad. Pero no una purista, tradicional, sino mezclada, fusionada con una experiencia
8
más enriquecida. La belleza de la metamorfosis, del dolor, del exceso, de lo grotesco: de
lo meduseo, que llega a lo terrible, a lo inominado, que es la muerte, el ser petrificado que
se da en la reificación o la nada que se vislumbra en el ejercicio poético. La belleza y su
problematización en Lihn es una manera de resistencia a esta petrificación. Por esta razón
el título de este trabajo: una aproximación hacia la imagen literaria, al emblema que une
imagen y texto, por ejemplo, de un poema específico de Lihn citado para el título de esta
9
investigación, poema inspirado en el cuadro de Francis Bacon, Isabel Rawsthorne .
Se tratará de ver en la búsqueda de Lihn más allá de la resistencia ideológica a
una opresión exterior, que con la fuerza de la reificación, cosifica, vuelve a los sujetos
un objeto de forma masiva. El rol de la poesía situada -y sitiada- al margen del modelo
dominante sería crear una especie de epokhé fenomenológica, crear un “entre paréntesis”,
detenerse y analizar, criticar, crear una visión, una nueva imagen. Rechazar así la
posición de subordinado a modelos sociales o estéticos, monológicos, que no permiten el
encuentro y reconocimiento con el “otro”, en la solidaridad. Tomando en cuenta toda esta
problematización o crítica presente en la interpretación de la poesía de Lihn, se puede ver al
“otro”: valorado como algo marginado socialmente; se pueden enfrentar las negatividades
que anidan en el yo (como monstruo a la espera). Se trata de reconocer algunas de las
fuerzas centrípetas y centrífugas que están al interior del sujeto. Reconocer ese ejercicio
6
Más adelante explicamos la importancia del modelo romanticista, por ejemplo, con Blake para la construcción de una
interpretación que desborde los modelos estéticos tradicionales, puristas (v. especialmente el capítulo III, apartado 3.6. la imagen
literaria).
7
Ver especialmente de Ernesto Grassi, Téchne y arte (cap. III) y El origen entusiástico del arte (cap. IV), Arte y Mito. Buenos
Aires, Ediciones Nueva Visión, 1968, 46-74 y 75-90 pp.
8
Para Umberto Eco con los románticos se llega desde la belleza armónica, clásica a una “dinámica […] no armónica, puesto
que (como enseñaron también Shakespeare y los manieristas) lo bello puede surgir de lo feo, la forma de lo informe, y viceversa.”
Historia de la belleza. Barcelona, Editorial Lumen, 2004. 315 p.
9
Cuadro citado y poema analizado con detenimiento en el capítulo IV, apartado 4.2.
de poder que es la palabra poética, con un valor no económico o de bien de mercado, sino
revelador de la condición humana.
CAPÍTULO I. EL PROBLEMA DE LO
MEDUSEO Y LIHN
1.1. Antecedentes
10
[…]la mirada es sólo un escenario donde el espectador se mira en sus fantasmas
Hasta ahora no se ha hablado sistemáticamente de estética medusea, pero sí de belleza
11
medusea. Tal concepto se le debe a Mario Praz . Antes que él y en comunión con esta
12
forma de encarar el arte y más allá de la noción clásica de belleza, está Nietzsche con su
mención de la experiencia y visión dionisíaca, aparte de la apolínea que era la generalmente
admitida. Siendo más específicos, la Medusa y sus elaboraciones en el arte son ya de
larga data y aún vigentes. Se le ha relacionado con el mal, el horror, lo grotesco. El ensayo
13
de Wolfgang Kayser acerca de este último concepto es uno de los primeros que da
coherencia a esta discusión. Pero un aporte más fundamental lo realizó Bajtín en su análisis
14
del realismo grotesco .
Desde los estudios de la estética existen varios análisis de obras o momentos en que
lo feo, lo horrible y lo grotesco se han vuelto categorías artísticas con mayor validez -ya más
15
formalmente desde los románticos. Por ejemplo, Umberto Eco da cuenta de una belleza
de lo horrible con una nueva consistencia, en que tales apariciones son comentadas desde
el medioevo.
En un plano general (sumando a la poética una ética) se ha visto en el mal o en las
negatividades una base para lo meduseo, puesto que en tales negatividades se puede
alcanzar una forma de conocimiento de diferentes dimensiones de lo real que generalmente
no queremos afrontar. Mirar a la Medusa como actitud y sobrevivir a ella -sea ésta nombrada
explícitamente o no en un discurso- se vuelve una forma de conocimiento más acabada,
más honesta podríamos decir, de diversos aspectos de la condición humana, según Giorgio
16
Agamben .
En este trabajo se pretende indagar, entonces, si es lícito hablar de una estética
medusea en el arte literario. Revisar de esta manera qué direcciones de sentido y
10
Enrique Lihn, Nada que ver en la mirada. En su: A partir de Manhattan. Santiago de Chile, Ediciones Ganímedes, 1979. 24 p.
11
Mario Praz, La Carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica. Caracas, Nueva Ávila Editores, 1969, 44-61 pp.
12
Friedrich Nietzsche, La visión dionisíaca del mundo, En su: El nacimiento de la tragedia. Madrid, Alianza Editorial, 2002, 246-254
pp.
13
Wofgang Kayser, Lo grotesco. Su configuración en pintura y literatura. Buenos Aires, Editorial Nova, 1964.
14
Ver Mijail Bajtín, Introducción: Planteamiento del problema y La imagen grotesca del cuerpo en Rabelais y sus fuentes. En su: La
cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. Madrid, Alianza Editorial, 1989.7-58 y 273-331 pp.
15
Revisar especialmente La belleza de los monstruos, Lo sublime y La belleza romántica. En su: Historia de la belleza.
Barcelona, Editorial Lumen, 2004, 131-153, 275-298, 299-328 pp.
16
Giorgio Agamben, Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Valencia, Pre-textos, 2000, 15-20, 55 pp.
estrategias retóricas particulares tendrían que aparecer en un discurso para defender tal
tipo de estética o interpretación literaria. La estrategia fundamental para revisar será la
17
relación entre las imágenes visuales y verbales, lo que Mitchell llama “ekphrasis poetry” .
La revisión de algunos poemas de La musiquilla de las pobres esferas (1969), A partir
de Manhattan (1979), Paseo Ahumada (1983), Al bello aparecer de este lucero (1983) y
Diario de muerte (1989) se concretará mediante un análisis e interpretación que conecte
este corpus con el resto de los poemarios de Enrique Lihn, ya tomados como objeto de
estudio general. Luego, se establecerá un diálogo con los conceptos de lo bello en un
contexto postmoderno para la configuración de una estética medusea con sus particulares
corrientes de significado (constantes negatividades) y estrategias retóricas (el espejo y las
imágenes literarias). En un sentido más específico se revisará el tratamiento del horror y el
mal en la poesía de Lihn que se sirva de lo grotesco, privilegiando los poemas o poemarios
que aborden explícitamente la mezcla de imágenes literarias intencionalmente verbales o
visuales y que tengan al espejo como un objeto problematizante en sus reflexiones. Un
ejemplo de lo anterior es el poemario A partir de Manhattan analizado más adelante.
El análisis de los poemas convocará a la discusión, entre otros temas, el oficio de poeta,
su trabajo de constante reelaboración de tópicos tradicionales como el amor y la muerte, con
un resultado contradictorio, donde se vuelven predominantes la muerte, el vacío y abismo.
Cómo se lleva a cabo este oficio lírico, cuestionándose, asumiendo su absurdo pero también
18
su poder exorcizante .
19
Ernesto Grassi, Op. Cit.
20
Mario Praz, Op. Cit.
21
Revísese especialmente el capítulo III, apartado 3.2.
22
Friedrich Nietzsche, Op. Cit.
23
con lo sublime . Lo bello como acceso -frustrado o no- a algo superior, lo sublime, flirteando
así con lo absoluto o el abismo.
Otro elemento secundario pero también fundante como estrategia retórica o señal de
esta nueva estética de lo meduseo, será la imagen literaria, como espacio de diálogo con
“el otro” al decir de Bajtín. La noción de imagen literaria se verá enriquecida por el aporte de
Grassi. Éste afirma que la fusión entre logos y pathos en la imagen literaria es indicio de la
24
contradicción inherente a la condición humana . En general, se utilizará también el enfoque
de Mitchell de la imagen como signo o figura, un espacio de construcción atravesado por
la lucha ideológica de diversas fuentes, no sólo estéticas. Todo para ver la “dialéctica” en
la construcción de la identidad entre los niveles individual y colectivo.
El servicio que prestan las anteriores teorizaciones es que, en un nivel de poética
o téchne, dan cuenta del dinamismo de la creación artística y su enfrentamiento con el
inmovilismo de descripciones teóricas. Descripciones que pueden, en vez que arrojar luz,
obscurecer el entendimiento de un discurso poético. Estas teorizaciones sirven para mostrar
que cada obra particular puede transformar desde su campo la concepción de la belleza y
las concepciones estéticas en general.
El diálogo con esferas tradicionalmente categorizadas como lo bello se verá enfrentado
al concepto o idea de belleza de la Medusa. La razón de conceptualizarla a un nivel
25
simbólico como referente casi mítico es abstraer rasgos que sean operativos para la
caracterización de algunos factores de la estética presentada aquí (la negarse a la sujeción
de factores externos al individuo, revalorar zonas reprimidas del ser, identificar el problema
26
identitario del sujeto, exploración de las negatividades) .
La llegada al problema del ser, sobre su condición humana, es una progresión natural
e incluso necesaria. Para el caso del análisis de la estética de una obra como la de Lihn
no puede omitir la ética, como propiedad determinante en la interpretación del corpus
de análisis. Uno de los núcleos de la interpretación de la poesía de Lihn es la actitud
27
cuestionadora en Lihn . La expresión lírica que se da en Lihn se considerará como un
espacio que potencia la interpretación aquí planteada de una poética (téchne) y de una
ética. Se analizarán, entonces, las relaciones interdiscursivas con el resto de su poesía,
como una fuente de análisis de estrategias retóricas pertenecientes a esta nueva estética
llamada medusea para demostrar en forma fehaciente lo afirmado anteriormente.
23
Además de lo ya citado de U. Eco, agregamos aquí a Jacob Rogozinski, Al límite de lo ungeheure. Sublime y monstruoso
en la crítica de la facultad de juzgar. Revista de Teoría del Arte(8): 121-151, 2003.
24
Ernesto Grassi, Prefazione. En su: Potenza dell’imagine. Rivalutazione della retorica. Milano, Edizioni Angelo Guerini e
Associati, 1989. 17 p.
25
En relación a las nociones simbólicas de Medusa, y espejo o escudo de Medusa revisar a Constantino Falcón Martínez,
et al., Diccionario de mitología clásica, 1. Madrid, Alianza Editorial, 1999, 263 p. Paul Diel, El simbolismo en la mitología griega.
Barcelona, Editorial Labor, 1985, 92-95 pp. Jean Chevalier y Alain Gheerbrant, Diccionario de símbolos. Barcelona, Herder, 1988,
219, 474, 476-477 pp. Juan Eduardo Cirlot, Diccionario de símbolos. Madrid, Ediciones Siruela, 1997, 194-195 pp. Mercedes Aguirre
Castro, Las gorgonas en el mediterráneo occidental. Revista de arqueología. (207): 22-31, 1998.
26
Rovatti, Pier Aldo, Nietzsche: Un niño juega a orillas del mar. En su:Como la luz tenue. Metáfora y saber. Gedisa, Barcelona,
1990. 77-88 pp.
27
Esta actitud de valor profundamente ético aparece comentada por Federico Schopf: “[…] Insobornable, no hizo carrera en
ninguno de los sentidos que podían integrarlo al supuesto orden moral que rechazaba”. Extractado de Enrique Lihn y el precario
sentido de esta vida, Op. Cit.
30
Homero. Ilíada. Madrid: Editorial Gredos, 2000. 206 p. Hesíodo, Teogonía y Escudo. En su: Obras y Fragmentos Madrid,
Editorial Gredos, 2000. 23-24, 125 pp. Píndaro. Odas y Fragmentos. Madrid, Editorial Gredos, 1984. 213 p. Ovidio, Las Metamorfosis.
Barcelona, Casa Editorial Bosch, 1976. 80-81 pp.
Perseo es hijo de Zeus (quien convertido en lluvia de oro -signo de espíritu- fecunda
a la madre del héroe, una mujer normal, terrestre o inmanente). Perseo, ya inserto en los
trabajos del héroe, quiere rescatar a Andrómeda para así poder casarse con ella (uniendo
su carácter sublime como héroe con la belleza de Andrómeda). Debe luchar para ello, según
31
Paul Diel , contra su propio peligro esencial representado en la Medusa. El mito consistiría
también en liberar a la belleza (Andrómeda) de la perversión de lo terrenal, constituido en
un monstruo (Medusa). La Medusa simboliza -se podría interpretar hasta esta parte- al
enemigo interior a combatir, el mal que todo sujeto lleva dentro, las negatividades que lo
empujan a sus facetas más bajas.
Medusa, según Diel, es la perversión de la pulsión espiritual, el estancamiento
vanidoso. La cabellera de serpientes refleja a la vanidad y culpabilidad reprimidas, la
primera seductora, y la segunda espeluznante. Una perversión seductora y repelente,
contradictoria, otra vez.
32
Medusa formaba parte, recordemos, de las tres gorgonas. Éstas, según Chevalier ,
funcionan como símbolos de la fusión de los contrarios, excediendo lo soportable para la
conciencia, matando así al que las contempla. Y las serpientes de la cabeza como imagen
típica, representan la disgregación, vale decir, una negatividad, dado que son una invasión
de la zona superior (la cabeza) por las fuerzas inferiores o las serpientes asimiladas. Dentro
de ello cabe destacar que Perseo debe decapitar a Medusa quien es la única gorgona
mortal.
La forma de combatirla, según Paul Diel, consiste en desenmascarar la propia culpa
destruyendo la vanidad interior, en una clarividencia personal. Todo el mito consiste en la
dificultad para enfrentar a Medusa porque se es petrificado al tener al frente la imagen
deformada, se oscurece la lucidez, al ser incapaz de soportar la verdad respecto de si
mismo. Entonces no hay que capturar esta imagen. A Perseo lo ayuda ser hijo del Espíritu
(Zeus) y así su culpabilidad y vanidad son manejables por ser un héroe con especiales
características. Quien participa como ayuda directa es la hija de Zeus, Atenea, entregándole
el escudo para combatir a un nivel espiritual, reflejando la verdad tal cual es -esto sucede
porque ella es una diosa-; y no cual imagina ser, en el caso de Perseo o de los humanos.
Así puede tener la oportunidad para decapitar a la Medusa liberando a Pegaso que
es la sublimación de la imaginación creadora dejando atrás la imaginación perversa de la
Medusa. Con Pegaso se tiene al caballo de las musas, de la elevación por medio de la
belleza.
Evita Perseo de esta forma la seducción de la vanidad y la culpabilidad que petrifica.
Al amparo del escudo-espejo protector, la verdad (¿la obscuridad del ser?) deja de ser
monstruosa. Pero Paul Diel nos recuerda que para todo hombre existe una imagen de
Medusa que continúa viva.
Destaca, de todo lo anterior, el arma o el escudo protector que es un espejo, de ahí su
funcionalidad. Un espejo regalado por Atenea. El espejo (de speculum) tiene como noción
o concepto de origen lo especular o mirar al cielo y las estrellas con ayuda de un espejo.
33
Éste reflejaría la “verdad, la sinceridad, el contenido del corazón y de la conciencia” . Una
verdad de orden superior. Incluso el alma puede ser considerada como un espejo, y el
hombre reflejaría la belleza o la fealdad. Pero el espejo no es sólo reflejo sino también
31
Paul Diel, El simbolismo en la mitología griega. Barcelona, Editorial Labor, 1985. 92-95 pp.
32
Jean Chevalier y Alain , Diccionario de símbolos. Barcelona, Herder, 1988. 219 p.
33
Op. Cit., 474, 476-477 pp.
34
Juan Eduardo Cirlot, Diccionario de símbolos. Madrid, Ediciones Siruela, 1997. 194-195 pp.
35
En ánforas ya hacia el 670 A.C. estaba representada Medusa. Para Aguirre Castro (1998) en su descripción iconográfica, ve
“cómo se pasa de representar a un ser monstruoso, un ser con algunos rasgos animales, destinado a infundir el horror, a representar
un rostro femenino bello, a partir de la época helenística y en todo el mundo romano, un rostro en el que los únicos elementos extraños
serían las alas que coronan su cabeza y el nudo de serpientes bajo la barbilla, para indicar que se trata de Medusa y no de Afrodita
u otra figura femenina. Ya es demasiado bella para producir temor y, a partir de ahí, aparecerá la versión del mito en que Medusa es
una muchacha de gran belleza cuya cabellera ha sido transformada en serpientes por una ofendida Atenea.”.
36
Esta figura, en principio, impresionó a Shelley, configurándose más tarde en la belleza de lo romántico: “... su horror y su
belleza son divinos”. Toda la lectura de este rostro se vuelve compleja en sus implicancias con lo estético: “...no es el horror sino la
gracia lo que petrifica el espíritu del que contempla, en el que se esculpen las líneas de aquel rostro muerto, hasta que los rasgos
penetran en él y el pensamiento desfallece: es el melodioso tinte de la belleza, superpuesto a la tiniebla y a la palidez del dolor, lo
que hace la impresión humana y armoniosa”. Mario Praz, La Carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica. Caracas, Nueva
Ávila Editores, 1969. 44 p.
37
Mario Praz, Op. Cit., 44 p.
38
Mario Praz, Op. Cit., 45 p.
“El descubrimiento del horror, como frente de deleite y de belleza, terminó por
actuar sobre el mismo concepto de belleza: lo horrendo pasó a ser, en lugar de
39
una categoría de lo bello, uno de los elementos propios de la belleza”
El aporte en lo referente a ampliar las dimensiones estéticas de lo considerado bello es
trascendental otra vez, ahora mirando al futuro del arte:
... desde el romanticismo hasta nuestros días, se insiste, en la teoría, sobre el
tema del placer inseparable del dolor, y en la práctica se buscan, a su vez, los
40
temas de belleza atormentada y contaminada
Lo melancólico, lo bello y lo triste configuran la belleza maldita. El parentesco con la muerte
se mezcla con la corrupción y la melancolía, de cuya belleza brota más abundante el goce
cuanto más amargo es su sabor. Lo bello se dirige entonces a los sentidos, pero es una
belleza mirada por la enfermedad o directamente pútrida. A través, por ejemplo, de paisajes
atormentados y vividos por el hombre aparece la belleza entretejida de dolor, corrupción
41
y muerte.
Mario Praz en su análisis de la belleza medusea utiliza ejemplos extraídos de la
literatura romántica. Para el caso del análisis e interpretación de poesía latinoamericana,
quien hizo la primera mención acerca de esto fue Federico Schopf en el tomo II del
42
DELAL , en la entrada para Gabriela Mistral. El concepto de lo meduseo aparece inserto
en relación con la estética de Gabriela Mistral especialmente con su libro Desolación. Por
su importancia para este trabajo, se citará a continuación lo fundamental para comprender
tal valoración:
Una de las tendencias del modernismo, la sublimación de la experiencia en
una representación de la totalidad cósmica (inalcanzable) en una apariencia
de belleza equilibrada, armónica -y la proposición de una vida realizada
estéticamente-, es sustituida en parte significativa de los poemas de Desolación
por la representación estéticamente exasperada, medusea, del amor y por la
belleza terrible, desmesurada, de la representación imperfecta, desequilibrante,
de una divinidad todopoderosa o decaída. Esta práctica y comprensión de la
belleza toma también materiales de la belleza letal de la agonía romántica, de la
herencia simbolista, del decadentismo de autores como D’Annunzio (la belleza
43
profunda, terrible, fecunda, sublime).
Desolación desde la puesta en escena de claras negatividades (la relación con la divinidad)
ejecuta un mensaje que es interpretado por Federico Schopf como una belleza ya no
tradicional o de corte clásico. El trabajo que continúa se conecta con este análisis,
reconociendo la importancia de la belleza, pero representa también un esfuerzo de mayor
alcance hacia una estética de lo meduseo.
Otra referencia acerca de la Medusa ya más específica proviene del la publicación del
libro “La Medusa y otros textos inéditos” del poeta chileno Humberto Díaz Casanueva. Aquí
39
Ibídem.
40
Mario Praz, Op. Cit., 46 p.
41
Op. Cit., 45-61 pp.
42
VV. AA. Diccionario enciclopédico de las Letras de América Latina. Caracas, Biblioteca Ayacucho / Monte Ávila Editores
Latinoamericana. 1995
43
Op. Cit., 3159 p.
47
Op. Cit., 83 p.
48
Giorgio Agamben, Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Valencia, Pre-textos, 2000. 55 p.
49
Op. Cit., 15-20 pp.
3.2. Lo estético
La fermentación de las aguas del tiempo que se enroscan alrededor del detritus como
51
el caracol en su concha el éxtasis de lo que por fin se pudre para siempre.
52
La hermenéutica y fenomenología literarias serán el eje a la hora de un acercamiento,
desde el concepto de estética, al corpus de análisis y objeto de estudio. Se recogerán
aportes de la teoría estética de Ernesto Grassi acerca del origen y funcionamiento de la
obra de arte.
En un principio se valora la “epokhé” y reducción fenomenológica donde “todo sucumbe
a la desconexión” superando la actitud natural, buscando la esencia como un paso básico
para comenzar este estudio. Lo que se conecta, como se verá más adelante, con el poder
de la visión en la poesía de Lihn.
Para Waldenfels este es un paso fundamental en lo que es la fenomenología:
Las cosas mismas de que aquí se trata no se presentan a nuestros ojos
descubiertas, están ahí y no están ahí, conocidas y desconocidas al mismo
tiempo. Visto negativamente, su descubrimiento significa el ejercicio de una
epoché fenomenológica en sentido original, un trabajo de desmantelamiento
que aún se puede observar en la destrucción de la metafísica llevada a cabo
por Heidegger, y en la desconstrucción de textos clásicos realizada por Derrida.
Este movimiento de desmontaje origina distintas líneas fronterizas donde la
53
fenomenología tiene que comprobar su fuerza de renovación .
Un tema importante será el poder de la imaginación, la visión creativa y las fuerzas en
apariencia contradictorias que atraviesan al ser humano. Como el arte y su origen hablan
de lo que se puede ver y la búsqueda de lo que no, lo dicho y lo no dicho.
50
Roger Scruton, The aesthetic understanding: essays in the philosophy of art and culture, South Bend, Ind., St.
Augustine's Press, 1998. 14 p.
51
Enrique Lihn, El vacidero. En su: A partir de Manhattan. Op. Cit. 12 p.
52
Y de Umberto Eco La estética de la formatividad y la teoría de la interpretación. En su: La definición del arte, Barcelona, Martínez
Roca, 1990, 16-19 pp. J. O. Cofré, Filosofía de la obra de arte: enfoque fenomenológico. Santiago de Chile, Editorial Universitaria,
1990. 22 p.
53
Bernhard Waldenfens, De Husserl a Derrida: introducción a la fenomenología. Barcelona, Ediciones Paidós, 1997. 20 p.
son los fragmentos heterogéneos unidos por los instintos. En todos estos estadios aparece
el legein como fenómeno ordenador. Así la forma o el logos de la etapa anterior pasa a un
nuevo logos o forma de la nueva etapa.
Téchne y empeiria son conceptos distintos y su materia y forma lo son también. La
téchne toma, para Platón, el significado de poesía. Téchne implica un conocimiento dual,
es ser entendido en algo, saber acerca de la verdad y el error. El que posee téchne puede
manejarse en cosas aisladas o en asuntos variados de la misma materia, es el technites
(diferente del rapsoda de Ion, que sólo tiene un saber en relación a la cosa aislada). Así
entendido, el conocimiento técnico no da la capacidad de diferenciar entre lo mejor y lo
peor. La téchne, a diferencia de la empeiria que es un conocimiento sólo de lo individual,
es conocimiento por medio del logos (que liga y explica) reuniendo en un esbozo general
una pluralidad diferencial. En síntesis, la téchne es lo que se llamaría poética de un autor:
los procedimientos que utiliza para crear.
La naturaleza original como orden fijo y perfecto sigue actuando en plantas o animales;
pero los humanos están en un orden fragmentado, “recortado” por la empeiria y la téchne.
Por ello, la necesidad de un nuevo orden. El primer escalón es la empeiria, como naturaleza
humanizada; el segundo, la téchne, donde se ordenan los fragmentos de la empeiria según
56
un motivo principal. Ambos son escalones del legein .
Existe, eso sí, otro legein con una motivación no racional –lo que en el presente podría
denominarse “otra lógica”. Ahora, en relación con la trascendencia que se da ya de los
fenómenos artísticos, Platón en el Ion dice que el origen de lo que habla el poeta radica en
un “estado de inconciencia” de “inspiración divina”, donde el alma está “llena de armonía”.
Se acerca a lo divino la creación artística y el arte se relaciona con lo religioso. La musa
inspira a los entusiastas. Y la técnica no juega el papel de la inspiración o el entusiasmo
donde radica el origen del arte.
La obra de arte, podemos concluir hasta ahora, se nutre de lo eterno pero al mismo
tiempo se realiza en el tiempo fluyente y pasajero. La explicación para lo anterior,
relacionada con la línea del trabajo desarrollada aquí, tiene que ver con que el oficio del
poeta, en este caso Lihn, permite acceder a una porción de la existencia que en lo que
denominamos lo “real” no es posible conocer. Eso se puede vislumbrar gracias a la poesía,
que va más allá de lo común y corriente (de los materiales, la téchne del poeta). Ahora bien,
conceptos como la “armonía” o lo “eterno”, claramente escapan en su problematización
a este trabajo y requerirían un estudio particular de la obra de Grassi. Por eso se sigue
adelante con lo específicamente operativo para este trabajo.
El problema del tiempo -continuando con las ideas de Grassi- considera lo inmóvil o
la permanente presencia de una tensión que recorre la obra de arte; y se considera la
experiencia del “todavía no”, del “ya no” y del “ahora” que miden el proceso de creación.
Sin la tensión no hay antes ni después, no hay reconocimiento del desarrollo de la
creación en el tiempo.
El tiempo encierra a tres momentos y una negatividad que les es propia: el “todavía
no” o el futuro, el “ya no” o el pasado y el “ahora” o el presente, que apenas intentamos
aprehenderlo pertenece al pasado.
El pasado mora en el recuerdo, es un rastro o una afección del alma (impresiones
que el alma ha vivenciado), según San Agustín. El presente es la experiencia del ser, una
afección, una vivencia del alma. El presente corresponde a una atención, a un tender hacia
56
Op. Cit., 75-87 pp.
algo. Pero tal atención sólo se hace posible si encontramos en ella una tensión, puesto que
sin ella no se esperaría nada, no se podría conservar nada en la memoria ni reconocerlo.
Deducción: se distingue lo que aún no es, o es ahora, o ya no es, porque se tiende
hacia algo. Porque “eso” nos acosa, nos “tensa”. A ese “algo” lo debemos buscar en lo
extratemporal, en lo eterno o lo A-idion, entendido como una “fuerza tensional que hace
que surja la realidad”.
Platón ve el origen de la actividad artística en la tensión original. Ésta es la razón de
la poiesis, que traslada el no ser al ser.
La “afinación” a la que se llega en una tensión como existencia original de una razón
del mundo, es reunir una pluralidad de fenómenos. Se visibiliza la relación original entre la
armonía, lo divino y eterno. En esa tensión bebe el poeta, el que “lleva en sí lo divino”, según
los griegos. “El poeta expresa lo eterno en cuanto es arrancado de sí mismo (ek-stasis)”.
El orden creado por el poeta le ha sido “inspirado”, reposa en una tensión original. El poeta
es así un sujeto en el sentido de “ser sometido”, lo que arraiga en el estar “fuera de sí”.
Este arte requiere una falta de propósito o de utilidad. El ser humano debe
desprenderse de sí mismo en un estado de tensión sin propósito. Al liberarse de su
individuación llega a una nueva movilidad original de soltura física y libertad espiritual para
que el alma quede en “pleno poder de su origen inominado”.
Se pueden efectuar numerosas reflexiones de toda la teoría anterior. Pero algunos
conceptos ineludibles para el trabajo aquí desarrollado en relación con la poesía de
Enrique Lihn son los siguientes: el espejo distorsionador entrega una acepción donde
la contradicción es un nicho para innovar, para la creatividad. Lihn se nutre de la
tradición literaria y pictórica pero le da una dirección personal. Sobre todo destacamos la
problematización de lo bello y lo grotesco en este trabajo. La “tensión original” para Lihn es
el deseo de encontrar algo más que lo ya entregado y reciclado que llega a sus manos. Su
afán de problematizar no tiene los absolutos que para Platón son lo eterno y los entusiatas
como sus herramientas. Lo eterno como idealismo compensatorio no existe en Lihn. Lo
eterno en Lihn es el vacío, la muerte, pero en su búsqueda queda la poesía, su poiesis es la
creación de un intento en el que a veces se logran momentos de belleza, pero sobre todo se
vislumbran imágenes de honestidad del yo. Se puede colegir por ahora que la obligación,
y los apóstrofes en Lihn van en la dirección de ejecutar un oficio poético que problematice
la condición humana en su profundidad y pueda exorcizar las negatividades que lleva y
problematiza a través de su poesía.
Ahora, en relación a una teoría estética más específica que la recién revisada de
Grassi, pero igualmente relacionada con ella, Eco -deudor de Pareyson- recoge el supuesto
teórico específico de que todas las actividades humanas están dirigidas a una intención
formativa, o “forma para formar” subordinando todas las actividades humanas a este
proceso. El concepto de forma recogido aquí no tiene que ver con dualidades como forma-
contenido u otras. Por el contrario, el concepto de forma aquí es el referido a forma como
organismo:
“... cosa estructurada que en cuanto tal lleva a la unidad elementos que pueden
ser sentimientos, pensamientos, realidades físicas, coordinados por un acto que
tiende a la armonía de esta coordinación, pero que procede de acuerdo con leyes
57
que la obra misma [...] postula y esboza en su hacerse”
57
Umberto Eco, La estética de la formatividad y la teoría de la interpretación. En su: La definición del arte, Barcelona,
Martínez Roca, 1990. 16 -19 pp.
también: “No existe nada muerto de una manera absoluta. Cada sentido tendrá su fiesta
60
de resurrección”. Como el mismo Bajtín lo aclara más adelante, lo grotesco también está
conectado a lo cíclico.
Así la transformación, el organismo en un estado cíclico forman parte de la valoración
del arte, una contradicción dinámica porque no es el puro choque de dos materias o
interpretaciones diferentes que se agotan en la disolución de sus fuerzas. El juego especular
que se da en la interpretación de las múltiples imágenes en la poesía de Lihn, de lo literario
o pictórico, mueve a la búsqueda, al apóstrofe constante. El placer en lo grotesco o en una
belleza efímera son indicios que la búsqueda tiene un fin honesto, de tratar de vislumbrar
una imagen más acabada del “yo”, no el conformismo de lo ya heredado.
3.3. Lo grotesco
61
Dios escupió y el hombre se hizo
Para Bajtín, “El centro capital de estas imágenes de la vida corporal y material son la
fertilidad, el crecimiento y superabundancia”. Y con ello encontramos la degradación “o sea
62
la transferencia al plano material y corporal de lo elevado, espiritual, ideal y abstracto.”
Se tiende a “degradar, corporizar y vulgarizar”. Con la degradación de lo sublime, con
lo “alto” y lo “bajo” topográfico. En lo corporal, relacionado con lo cósmico, lo alto está en
la cabeza y lo bajo en la genitalidad, vientre, trasero. Degradar como “entrar en comunión
con la vida de la parte inferior del cuerpo. Ponerse en contacto con la muerte y la vida, el
63
renacimiento, lo “inferior” como un comienzo .
La imagen grotesca caracteriza un fenómeno de cambio y metamorfosis incompleta,
en relación al tiempo y la evolución, en su ambivalencia entre dos polos, lo nuevo y antiguo,
lo que muere y nace. En un contexto de “círculo bioscópico del ciclo vital” en una “noción del
64
tiempo cíclico de la vida natural y biológica” . “El canon grotesco debe ser juzgado dentro
de su propio sistema”.
Una etapa del grotesco es la prerromántica y en los principios del romanticismo se
da un giro al mundo subjetivo e individual alejado de lo popular y carnavalesco anterior.
El grotesco subjetivo, el grotesco romántico aparece como reacción contra los cánones
clásicos, del racionalismo monológico y concluso.
Para Bajtín es de importancia capital la participación del cuerpo a diferencia de Kayser:
“la realidad total del individuo: pensamiento, sentimientos y cuerpo”. El objetivo de esta
categoría estética es “liberar al hombre de las formas de necesidad inhumana en que
60
Bajtín, Hacia una metodología de las Ciencias Humanas . En su: Estética de la creación verbal, Madrid, Siglo XXI,
1982,392-393 pp.
61
Enrique Lihn, Isabel de Rawsthorne. En su: A partir de Manhattan. Op. Cit. 12 p.
62
Bajtín, Introducción… Op. Cit., 24 p.
63
Op. Cit. 25-26 pp.
64
Op. Cit. 28-29, 33 pp.
3.4. La belleza
67
La ciudad es hermosa ciertamente pero debo inventarla al recordarla
En relación al problema de la belleza en la estética, se pueden tomar para la discusión
posturas bastante disímiles. Desde la relación compleja entre lo bello, lo feo, deforme,
disforme, lo obsceno, grotesco, etc. Los valores que han llevado cada una de estas
categorías ya sea dentro o no de lo estético, Uno de los autores que ha contribuido a
esta discusión es Umberto Eco primero con su Historias de la belleza y luego con su
68
Historia de la fealdad . Si atendemos a la construcción griega de la Medusa –para tener
un punto de inicio-, se puede observar que ambas categorías, lo bello y lo feo, están
íntimamente conectadas. Por desgracia, la problematización de la fealdad no ha sido tan
sistemática. Es necesario recordad que la Medusa, en el mito, primero fue hermosa pero
luego es convertida en un ser donde la fealdad era la más benigna de sus características,
considerando que petrificaba a quien la contemplaba.
Es así como las máscaras, los monstruos, lo maligno, ya sea en Satanás y en sus
formalizaciones posteriores -sólo por nombrar algunos de los variados temas que menciona
Eco- entregan espacios de investigación sumamente interesantes. Una de las constantes
a través de la historia, no sólo de la estética, es ver como “el otro” ha sido considerado un
enemigo, un feo enemigo que cambia incluso hasta rasgos de perturbadora o seductora
69
belleza .
Se abre, entonces, este apartado con una teorización de la belleza pero se conectará
más adelante con otras categorías, especialmente con lo grotesco, como una de las
nociones relacionadas con lo feo.
Para tomar la belleza -en este caso lo bello natural como nota en común con el arte-,
llegamos al concepto de imagen y formación: “...la imagen que el espectador saca de las
70
cosas es el resultado, incluso la culminación, de un proceso de formación.” . Pareyson
afirma que la imagen es la cosa interpretada, y la interpretación es un proceso formativo
que concluye con la forma perfecta y acabada. De este modo la belleza sería el grado de
perfección de la imagen al contemplarla e interpretarla.
65
Op. Cit. 49-51 pp.
66
Op. Cit. 273-275 pp.
67
Enrique Lihn, Voy por las calles de un Madrid secreto. En su: A partir de Manhattan, Op. Cit. 51 p.
68
Umberto Eco, Historia de la belleza, Op. Cit.; y la Historia de la fealdad. Barcelona, Lumen, 2007. 454 p.
69
Umberto Eco, Historia de la fealdad, Op. Cit., 185 p.
70
Luigi Pareyson, Lo bello natural. En su: Conversaciones de Estética, Madrid, Visor, 1987. 135-136 pp.
Así el objeto y la imagen componen “una unidad final y definitiva”. No hay dualidad:
“la imagen quiere ser el objeto, y el objeto es el objeto del que se tiene una imagen”.
Aparece entonces la contemplación para eliminar toda posible dualidad: “imagen y objeto
se identifican [...] sólo existe la captación del objeto, y la contemplación que de ella saca el
arte”. La belleza pertenece entonces a la imagen porque “...la belleza es la característica
71
de la percepción de la imagen que se ha sacado de un objeto...” . Belleza e imagen hasta
ahora serían términos que no se pueden separar. Por otro lado, se verá más adelante con
las tesis de A. Danto que la belleza no es un requisito obligatorio del arte, la imagen sí.
Arthur Danto nos recuerda que la pureza en el arte -en relación a la belleza tradicional-
es una opción en el presente: “In our post-modernist era, purity is an option, and pretty
72
much out of fashion at that.” Va más allá afirmando que la belleza va desapareciendo
del vocabulario (desde el arte vanguardista de los años 60 como también de la filosofía del
arte). La belleza llevaba de la mano una concepción o peso moral que se va abandonando
y cuestionando. Claramente la belleza ya no se muestra como la esencia del arte. El error
en la historia de la revisión estética de una obra sería depositar la fe de la calidad artística
en el grado de belleza que una obra presentase: “It is not and never was the destiny of all
art ultimately to be seen as beautiful.”. Se muestra, entonces, como un logro del siglo XX el
separar las categorías de belleza y calidad artística en una obra. Arthur Danto nos recuerda
73
que la pureza en el arte es una opción en el presente . La belleza llevaba de la mano una
concepción o peso moral que se va abandonando y cuestionando. Claramente la belleza
ya no se muestra como la esencia del arte.
Una pintura puede estar “mal dibujada” y ser parte de la intencionalidad que transmite
el cuadro en busca de un efecto particular. Puede ser fea, pero aún así ser una buena
pintura, estéticamente hablando: “I propose we resytrict the concept of beauty to its aesthetic
identity, wich refers senses, and recognize in art something that in its highest instances
74
belongs to thought” .
Los sentidos se muestran como fundamentales en el reconocimiento de la belleza.
Pero Danto es claro en reconocer en el arte algo más allá del estímulo a los sentidos: “…
art can, indeed must, be racional and sensous at once”. Así las propiedades sensoriales
están relacionadas con el contenido racional.
Danto identifica una belleza interna cuando la belleza del objeto pertenece al significado
o el sentido que nos presenta la obra, conectada al pensamiento. A diferencia de la belleza
natural que generalmente es belleza externa, a no ser que le asignemos un valor como obra
de arte. Así la belleza interna vendría a ilustrar el cómo la percepción o los sentidos están
conectados a los pensamientos para dar vida a la obra de arte.
75
Hay muchas otras cualidades estéticas aparte de la belleza en una obra . La belleza
relacionada con la perfección y lo sublime relacionado con el éxtasis o “enthusiasmos”, la
capacidad de “salirse de sí mismo”. La belleza como una fuente de placer, pero lo sublime
como algo capaz de llevar a una emoción sin contrapeso en su intensidad. Recogiendo a
través de la historia qué sentidos o significados formarían el concepto de lo sublime, Danto
habla de la compleja mezcla de maravilla o admiración con el temor que inspira reverencia.
71
Ibid.
72
Arthur Danto, The abuse of beauty: aesthetic and the concept of art. Illinois, Paul Carus lectures, 2004. 20- 29 y 36-37 pp.
73
ibídem.
74
Op. Cit., 88-94 y 101-102 pp.
75
Op. Cit., 147-160 pp.
Nos habla que a diferencia de la belleza que puede ser representada, que encuentra en los
límites de las formas su perfección, se diferencia de lo sublime en que carece, este último
concepto, de estos límites. Danto aclara que lo sublime no tiene nada que ver -o que nada
le debe, se podría decir aquí- con el saber o pensamiento científico; o la sublimidad de
las cosas nada tendría que ver con un especial conocimiento de tales cosas. El terror no
sería parte integral del concepto, aunque puede que existan casos en que el terror fuese
un ingrediente o componente sensorial, a diferencia de la admiración o el maravillarse. Se
tiene que ver la escala de maravilla o admiración que se evoca al hablar de lo sublime en
el sentido de un misterio que va más allá de lo físico, según Arthur Danto.
Pero lo sublime encuentra su sitio en la mente del que contempla. Así la relación de lo
bello con lo sublime se encontraría en el arte y la vida de la siguiente forma:
[…]Beauty is an option for art and not a necessary condition. But its is not an
option for life. It is a necessary condition for life as we would want to live it. That
is why beauty, unlike the other aesthetic qualities, the sublime include, is a value.
Interesa particularmente esta relación de lo bello y lo sublime. Según Jacob Rogozinski,
en su lectura de lo sublime y lo bello en Kant, está primero lo bello como lo limitado a
la forma de un objeto; luego lo sublime, o lo ilimitado o sin forma puesto que aquí está
la mayor tensión de la imaginación en una belleza libre de formas y figuras, más allá de
la concepción clásica de figuras regulares. Así lo sublime se encuentra en la desmesura.
Pero encontramos después otro concepto lo “Ungeheure”: del casi-demasiado de lo sublime
llegamos al absoluto-demasiado de lo “Ungehuere”. Es el mayor grado de intensidad, es el
abismo para la imaginación estética. Lo que retiene a la imaginación estética al borde del
abismo, lo que convierte en repulsión a este abismo es una ley ética dada y basada en la
76
comprensión del objeto. Este abismo para la imaginación estética es lo “Ungeheure” . Otra
vez aparece el cuestionamiento ético que se menciona desde un inicio.
La belleza efímera casi inaprensible en Lihn, en sus términos tradicionales, se ve
problematizada por su relación con lo grotesco, vale decir, Lihn y su poesía se sitúan en el
espacio mismo de la reflexión y discusión del arte y la belleza. Pero si se va un poco más
allá, la discusión del factor ético vuelve a aparecer como algo pertinente. Esa intensidad
inefable que carga el término sublime no está en la poesía de Lihn pero sí el abismo para
su imaginación poética. De hecho, Lihn busca a través de una actitud cuestionadora e
insatisfecha poder vislumbrar eso que le ha sido negado. Desea pasar de lo dicho a lo no
dicho. Se enfrenta y mira el abismo, de ahí su carácter ético. La honestidad es el valor
preponderante en la poesía que esté bien lograda. El esfuerzo por vislumbrar a su Medusa,
de hurgar en el enigma citando a Nietszche, en sus negatividades, es lo más rescatable
en el oficio poético de Lihn.
En el contexto contemporáneo Lyotard afirma “Nos encontramos en un momento de
77
relajamiento, me refiero a la tendencia de estos tiempos.” Lyotard se cuestiona el deseo
moderno de una unidad sociocultural en un todo orgánico, y habla de la necesidad de que
78
los artistas se cuestionen las reglas heredadas en el arte . El arte puede sucumbir a la
ley del dinero, al relajamiento. Esta discusión se encuentra entre lo que es modernidad y
postmodernidad, donde la categoría de lo que se entiende por lo real es fundamental para el
76
Jacob Rogozinski, Al límite de lo ungeheure. Sublime y monstruoso en la crítica de la facultad de juzgar. Revista de Teoría del
Arte(8): 121-151, 2003.
77
Jean-Francois Lyotard. Una pregunta. En su: La posmodernidad (explicada a los niños). Barcelona, Editorial Gedisa, 1987.
11 p.
78
Jean-Francois Lyotard. El realismo. Op. Cit., 16 p.
79
arte . Para esta discusión Lyotard menciona que la estética de lo sublime, donde el placer
proviene de la pena, donde “la imaginación fracasa y no consigue presentar un objeto que,
80
aunque más no sea en principio, venga ha establecerse de acuerdo con un concepto” .
Son “Ideas que no tienen presentación posible”, el hacer alusión a lo impresentable. Así
aparecen dos actitudes: acentuar la impotencia de la facultad de la presentación; o acentuar
81
la postura que busca nuevas reglas en el arte . Mientras el arte moderno entrega consuelo
y placer, lo auténticamente sublime “es una combinación intrínseca de placer y de pena:
el placer de que la razón exceda toda representación, el dolor de que la imaginación o la
82
sensibilidad no sean a la medida del concepto.”
De estas reflexiones Lyotard arranca una concepción de lo posmoderno que sirve
también para caracterizar la poética de Lihn y las relaciones entre belleza y lo sublime:
Lo posmoderno sería aquello que alega lo impresentable en lo moderno y en la
presentación misma; aquello que se niega a la consolación de las formas bellas,
al consenso de un gusto que permitiría experimentar en común la nostalgia de lo
imposible; aquello que indaga por presentaciones nuevas, no para gozar de ellas
83
sino para hacer sentir mejor que hay algo que es impresentable.
Aparte del intento de Lihn de remover “lo impresentable”, a lo que no se puede acceder,
sólo vislumbrar, el trabajo de Lihn sí encuentra en la reificación una condición fundamental.
La búsqueda de Lihn primero testimonia la reificación y -ya en una interpretación de su
obra- trata de evitar cosificar al otro, que también es un “yo”. Al establecer una relación
84
de dominación el “otro” ya se cosifica , se petrifica. Lo contrario al distanciamiento -
el reconocer algo como solamente inaprehensible-, habla del placer y el dolor en Lihn.
Reconocer que el “otro” también es un yo, no algo sin voz. La participación al conocer al
“yo” y a otro “yo” está basada en que no se le reduzca a una cosa, es decir, que no se le
quite su voz “…un sujeto como tal no puede ser percibido ni estudiado como cosa puesto
85
que siendo sujeto no puede, si sigue siéndolo, permanecer sin voz” . En Lihn no existiría
lo sublime moderno, como la admiración inefable ante algo que le supera. Lihn estaría en
la búsqueda de lo “otro”, en un contexto que recoge la visión de lo posmoderno, según se
ha explicado en estos últimos párrafos.
79
Jean-Francois Lyotard, Lo sublime y la vanguardia, Op. Cit. 19-20 pp.
80
Op. Cit., 21 p.
81
Jean-Francois Lyotard, Lo posmoderno, Op. Cit, 23-24 pp.
82
Op. Cit., 25 p.
83
Ibídem. El tema de lo sublime escapa en este trabajo a una profundización. Una excelente actualización de la discusión
de lo sublime y su relación con otras dimensiones estéticas se encuentra en el libro de Alberto Santamaría, El idilio
Americano ensayos sobre la estética de lo sublime, Ediciones Universidad de Salamanca, 2005. 321 p.
84
Lamo de Espinosa, E. La teoría de la cosificación. De Marx a la Escuela de Francfort. Madrid, Alianza, 1981.
85
Mijail Bajtín, Hacia una metodología de las ciencias humanas, Op. Cit., 383 p.
A los cincuenta y dos años el espejo es el otro No hay Narciso que valga ni pasión
86
de mirarse en el otro a sí mismo .
87
Ahora, con los espejos, Eco se preocupa de éstos y la experiencia especular en relación
con la semiosis (como fenómeno humano en que entran en juego signo, su objeto o
contenido y la interpretación). El problema acerca de la semiosis y su relación con la
percepción, por ejemplo, cuál funda a la otra, llevan a la discusión donde percepción y
experiencia especular van a la par. Ahora, el espejo cumpliría la función de fenómeno
umbral entre lo imaginario y simbólico. Este fenómeno sería filogenético u ontogenético.
Pero lo que a Eco le preocupa es el uso de los adultos de los espejos. Para ello se adentra
en explicar la física de éste y de la calidad de las imágenes que proyecta (como un espejo
es una prótesis o por qué no es un signo la imagen especular). Se podría encontrar como
situación umbral, alucinatoria (un espejo deformante), entre la semiosis y la especularidad
o entre lo simbólico y lo imaginario.
Aparte del sentido simbólico del espejo que se revisa en el apartado “Algunos hitos
de lo meduseo”, en este trabajo se ve más allá de la pragmática o funcionalidad de los
espejos y sus imágenes. La meta es revisar la noción literaria de espejo y las imágenes
como herramienta conceptual o teórica, para develar posiciones literarias de búsqueda
o exploración estética. La idea es revisar la condición metafórica de los espejos, dando
cuenta de la identidad de quien los utiliza. A la manera de “Las meninas” de Velásquez en
lo pictórico: una interrogación del arte y la significación de lo que proyecta, sus imágenes
y qué se descubre en ellas. El espejo como una herramienta para acercarse a la Medusa.
En el caso de Lihn el espejo es su escudo, es su trabajo poético que le ayuda a tratar de
vislumbrar lo que le ha sido vedado. Ese trabajo de pasar de lo dicho a lo no dicho es una
búsqueda ética porque no se limita a trabajar sólo con lo que se accede tradicionalmente
a los real, a lo cómodo y aceptado por todos, nunca discutido. Muy por el contrario asume
sus contradicciones, los conflictos que sufre y explora, no lo llevan al engaño autoinducido,
posee una voluntad de problematizar la raíz misma de su condición pesimista.
86
Enrique Lihn, No hay Narciso que valga. En su: Al bello aparecer de este lucero. Santiago, LOM, 1997. 17 p.
87
Umberto Eco, De los espejos. En su: De los espejos y otros ensayos. Barcelona, Editorial Lumen, 2000.
88
Ver especialmente en W. J. T. Mitchell, What is an image y The rhetoric of iconoclasm. En su: Iconology. Image, text, ideology.
Chicago, University Chicago Press, 1998, 7-46 y 160-208 pp.; y del mismo autor, Picture Theory. Chicago, The University of Chicago
Press, 1994.
89
Mijail Bajtin, De los borradores. En su: Hacia una filosofía del acto ético: de los borradores y otros escritos. Barcelona, Antrhopos,
San Juan, Universidad de Puerto Rico, 1997.
el caso de Lihn. Allí encontramos a la poesía gráfica cargada con lo figurativo, lo icónico,
lo visual (“ekphrastic poetry”).
El ekphrasis puede venir en tres momentos “ekphrasis indifference” al reconocer su
imposibilidad: lo verbal no puede hacer presente visualmente lo referido. El segundo
momento es “ekphrasis hope” donde la imposibilidad está superada por la imaginación: la
metáfora que “hace ver”. Una forma más general es cuando se “detiene” la temporalidad
del lenguaje en una forma espacial. Pero cuando las divisiones entre lo visual y lo verbal
empiezan a borronearse surge “ekphrasis fear”, cuando la reciprocidad entre lo visual y lo
verbal se ve como promiscuidad.
Estos tres momentos se ven marcados por la constante de la ambigüedad o
ambivalencia. La que aparece por la presencia de los factores ideológicos insertos en la
configuraciones semióticas, sensoriales, metafísicas incluso. Lo complejo entre lo verbal y
lo visual estaría basado en los ideologemas que separan a un “yo” con voz, activo, de un
“otro”, u objeto silente, pasivo.
Semánticamente lo visual y textual no tienen diferencias, sí en lo material, en el tipo
de signo o material de representación y en las tradiciones institucionales que arrastran. El
medio físico (el soporte) no es todo el mensaje.
Guarda estrecha relación este tema con el “otro”. La ambivalencia acerca del “otro”
radica en que es necesario considerar con el concepto de “ekphrastic poetry” la triada de
sujeto, objeto y la red social. Según el aporte de Mitchell que venimos recogiendo.
Este tipo de poesía históricamente encuentra su origen en la égloga de Teócrito y
específicamente en la descripción poética con el escudo de Aquiles de La Ilíada, con la
descripción de la Medusa. La otredad de la mujer es un clásico en el género que describe a
un objeto de placer y fascinación visual desde una perspectiva y audiencia masculina. Otro
poema clásico de este tipo de poesía es el poema de Shelley:
Medusa is the perfect prototype for the image as a dangerous female other who
threatens to silence the poet`s voice an fiaste his observing eye. Both the utopian
desire of ekphrasis (that the beautiful image be present to the observer) and its
counterdesire or resistance (the fear of paralysis and muteness in the face of the
powerful image) are expressed here. All the distinctions between the sublime
and the beautiful, the aesthetics of pain and pleasure, or the masculine and the
femenine, that might allow ekphrasis to confine itself to the contemplation of
90
beauty are subverted be the image of Medusa.
Cuando lo bello -que según Burke podía contemplarse desde una posición segura- se
vuelve peligroso. En la iconografía del siglo XVIII era un lugar común la Medusa como una
imagen de la otredad política, de la libertad francesa, un emblema revolucionario. Para los
conservadores: un otro peligroso, ambiguo sexualmente; para radicales como Shelley, una
víctima de la tiranía, un héroe.
El escudo y espejo de Aquiles, “has a capacity to focus ekphrasitic fear and hope in
the reader…”. En general el trabajo con este género “tends to unravel the conventional
suturing of the imagetext and to expose the social structure of representation as an activity
91
and relationship of power/knowledge/desire…”
90
W. J. T. Mitchell, Ekphrasis and the Other, En su: Picture theory. Op. Cit. 172 p.
91
Mitchell, Pictural Theory, Op. Cit. 180 pp.
92
Mitchell, Iconology…, Op. Cit. 155-157 pp.
93
William Blake. El matrimonio del cielo y el infierno. Buenos Aires: Need, 1998. 61 p.
94
Op. Cit. 257-258 pp.
95
Mitchell, Picture theory, Op. Cit. 91 p.
96
Op. Cit., 112 p.
97
Todas las citas de este texto pertenecen a la edición de 1969.
98
La carta del descubrimiento de Colón dice “Ay palmas de seis o de ocho maneras, que es admiración verlas por la diformidad
fermosa d’ellas, mas así como los otros árboles y frutos e iervas.” 141 p. Carta a Luis de Santangel, 15 de febrero de 1493. En: Textos
y documentos completos de viajes, cartas y memoriales. Madrid, Alianza Editorial, 1982. 357 p.
alejarlo aunque sea por un instante de “la soledad no es mi canario es mi monstruo” (57),
de los poemas “Seis soledades”.
La imagen de lo grotesco, de lo feo, de otra belleza vuelve cada cierto tiempo hasta que
encuentra molde definitivo en este poemario con “Rimbaud”. En su descripción del sujeto
y su poesía, a esta última la llama “masturbación desconsolada”. Cuando se ocupa de lo
bello dice “Me importa un trueno la belleza / con su chancro”. Una voz precaria que ve su
oficio como en “Un escupitajo en la escudilla”, igual al trabajo en el sentido medieval, un
esfuerzo penoso, marcado por lo grotesco otra vez. Una de las estrategias fundamentales
de lo meduseo radica en lo grotesco. De su oficio descubre otra realidad que en “Kafka” se
explicita: “Soy sensible a este abismo, me enternece / de otra manera la lectura de Kafka: /
pruebo, con frialdad, el gusto por la muerte.” Esta búsqueda, el querer vislumbrar ese
espacio oscuro, ignoto, lleva a la muerte, a la petrificación. La muerte como clave de lectura
que le entrega real coherencia al trabajo de Lihn. Línea que encierra todas las corrientes
significativas o discursos del poeta: “en cada cosa hay un fantasma oculto / Nuestro trabajo
¿no es un exorcismo, / una respuesta al desafío obscuro?” (79). Este tono de búsqueda, le
da trascendencia al trabajo poético. Como se ha venido afirmando, el cuestionamiento, la
exorcización. Una de las dimensiones de fondo en lo meduseo es que en esta actitud que
se sirve de la transformación, de lo grotesco, llega a la liberación, que para los griegos era
katarsis, para Lihn es convertir la literatura en exorcismo.
Este poemario se caracteriza por tener de forma germinal los discursos más
fundamentales de la poesía de Lihn: la búsqueda de la vida y de la muerte, a través
del ejercicio de la irreverencia, de la parodia, ironía, humor negro, en, por ejemplo, la
rearticulación de lo bello a través de lo grotesco. Quizás el poema que condensa algunos de
los temas mencionados recién es “Porque escribí”: “no pude ser feliz, ello me fue negado,
pero escribí”. Cuando el poeta ajusticia a unos pocos lectores aclara que “hacerlo significa
trabajar con la muerte / codo a codo, robarle unos cuantos secretos.” Deja entrever como
en esta búsqueda -a través de las negatividades- que tiene lugar en el oficio de la poesía,
se deja vislumbrar otra zona, desde el umbral en que se ubica, como dijimos más arriba.
Al subvertir las imágenes de la muerte reconoce lo siguiente “pero escribí y el crimen fue
menor / lo pagué verso a verso hasta escribirlo/ porque de la palabra que se ajusta al
abismo / surge un poco de obscura inteligencia/ y a esa luz muchos monstruos no son
ajusticiados/ […] pero escribí y me muero por mi cuenta, / porque escribí porque escribí
estoy vivo.”
Los numerosos poemas expuestos como ejemplos dejan ver en lo grotesco una
herramienta fundamental en la exploración estética de Lihn. La belleza que le es esquiva y le
deja un cuestionamiento perenne, una palabra poética que le ayuda a vislumbrar el abismo,
acercarse al umbral, donde desea exorcizar sus demonios, mirar a su Medusa, enfrentarse
a sus negatividades, a la posible enajenación en la cotidianeidad, en la reificación que
petrifica. Pero no ceja en su inclaudicable búsqueda de restos de vitalidad.
Este poemario exuda momentos o raptos de confianza y vitalidad en el poder de la
palabra poética, pero el mismo hablante en ocasiones se contradice y niega tal capacidad.
Lo fundamental en lo meduseo es que se asumen esas contradicciones, se potencian y se
trabaja desde ellas. Este oficio del poeta, a lo largo de las obras de Lihn es discutido hasta
llegar a Diario de muerte en que esa confianza, acaso, es destruida.
99
Op. Cit., 180 - 207 p.
100
Foxley, op. cit. 180-207 pp.
101
Todas las citas de este texto se extraerán del texto de Enrique Lihn, A partir de Manhattan. Santiago de Chile, Ediciones
Ganímides, 1979. Ahora en adelante se colocarán el número de las páginas entre paréntesis al lado del texto extractado.
La urbe con Manhattan como símbolo en “Nada que ver en la mirada”, tiene un
importante rasgo en el mundo de voyeurs que le habitan, los que “saben que la mirada /
es solo un escenario / donde el espectador se mira en sus fantasmas […]”. La actitud
especular, la mirada en el espejo de Medusa, en el escudo, se podría decir, es recurrente.
En un gesto inequívoco de crítica a la urbe, el hablante se sitúa claramente en ella, donde
sujeto y contexto se relacionan para dar cuenta de la producción en masa de “otros”:
“Entre desconocidos nadie aquí mira a nadie / No miro ni a la Gioconda ni a Einstein en
el subway / en eso de mirar hay un peligro inútil fuera de que no hay nada que ver en la
mirada” (24). Todo en un gesto de iconofobia palpable a las configuraciones de un sujeto
alienado por la urbe del primer mundo que no deja lugar a las producciones artísticas,
al parecer últimos reductos de vitalidad y resistencia. La ejecución de una ética, de una
responsabilidad propiamente humana.
Mundo artístico que se ve problematizado en el poema “Edward Hopper”: “eso
pintó Edward Hopper un mundo de cosas frías / y rígidos encuentros entre maniquíes
vivientes” (25). Un espacio de gran indefinición, una zona gris, donde la vida, el cambio no
existe. Pero, por otro lado, también encontramos en “Water Lilies, 1920” espacios figurativos
abiertos: “Un cielo especular / es todo lo que se ve del agua / invisible que lo refleja.” (26).
Espacios contradictorios, pero siempre dinámicos.
En “Villa Cáncer” el espacio se vuelve ominoso, se describe gracias al modelo pictórico
entregado por Bacon que permite recrearlo en parte: “figuras separadas por un espejo en
el que no se sabe cual de / las dos es / la imagen proyectada / desde el exterior de esa
escena horrorosamente interior” (28).
Este poema entrega indicios de un temor a la enfermedad (al cáncer) sufrida por la
madre del hablante -y que matará al propio Lihn-, producto de encierro inmovilizador, donde
el juego especular de las imágenes sirve para vislumbrar a “otro” (objeto externo) que puede
terminar siendo el “yo” (espacio interno).
La crítica a la modernidad y su poder opresor expresado en la urbanización se vuelve
patente en “Versos para ilustrar unas fotografías de San Antonio de Atitlán”. La fotografía
cumple aquí un rol ideológico más directo, de denuncia precisa: “A orillas del lago Atitlán,
la tierra prometida / emite todavía algunos destellos de identidad”. La descripción de
indígenas de Guatemala, de sus costumbres, de su organización, vestimenta frente a la
modernización que les amenaza en la forma de una carretera: “pero la carretera les ahorrará
el trabajo de ser / Eso ocurrirá al principio poco a poco sin que ellos lo perciban y luego tan
rápidamente que nadie conseguirá recordarlo” (42).
Pero se debe aclarar ahora que en el objeto (la ciudad y las instantáneas que de ella
obtiene o los modelos pictóricos que utiliza para configurar sus imágenes) no está el origen
de las negatividades. La contradicción que acarrea el discurso lírico también deja espacios
de vitalidad en las urbes, por ejemplo, en su descripción de la imagen de Madrid. En “Voy
por las calles de un Madrid secreto” encontramos las siguientes afirmaciones: “La ciudad es
hermosa ciertamente / pero debo inventarla al recordarla. / No se que mierda estoy haciendo
aquí / viejo, cansado, enfermo y pensativo.” (50). Un ir y venir, entre belleza y degradación.
El problema lo acarrea el hablante, el sujeto en su relación con el contexto original,
como nos damos cuenta al leer “Nunca salí del horroroso Chile”: […] “mis viajes que no
son imaginarios / tardíos sí –momentos de un momento- / no me desarraigaron del eriazo /
remoto y presuntuoso” (53). Este es un ejemplo claro para sostener la hipótesis de la
existencia de la dimensión medusea en la poesía de Enrique Lihn. El juego especular es
102
Enrique Lihn, El Paseo Ahumada. Santiago de Chile, Ediciones Minga, 1983. Todas las citas de este texto se extraerán
del texto ahora en adelante se colocarán el número de las páginas entre paréntesis al lado del texto extractado.
108
Espinoza Navarrete, Cristhian. Diario de muerte de Enrique Lihn: la escritura sobre la línea de la muerte. Estudios filológicos
[online]. (35) 151-166, 2000. [citado 25 Noviembre 2006].
109
Niall Binns, El narcisismo en Enrique Lihn: autorreflexividad en el amor y el la poesía”, Revista Taller de Letras(26): 69-84,
1998
110
Carmen Foxley, Op. Cit. Revísese especialmente las páginas 284 a la 290.
111
Op. Cit., 299 p.
112
Ibídem.
113
Op. Cit., 292 – 297 pp.
114
Utilizamos para todas las citas de este poemario la edición de 1997.
zonas de su condición humana que van más allá de lo denominado real, de lo ya “dicho”.
Un poeta que se sitúa en el umbral y tiene su plataforma de trabajo en ese lugar.
Las nociones de lo sublime y de lo bello al presentarse como categorías modificables
en los discursos crítico y literario dejan ver su inserción en el proyecto de lo posmoderno, si
recordamos a Lyotard. Sobre todo si se puede liberar a estas categorías de una carga moral
estática, más allá de las ideas de presentación de lo inaccesible, de bien, razón o poder.
Sólo quedan algunos destellos de luz gracias a la belleza que podemos encontrar en
el mundo, pero una belleza impura, mestiza. El amor, gran estandarte clásico, una entrada
importante a la belleza y su concepto tradicional, ya no resiste el paso del tiempo: “No puedo
reducir a doctrina platónica / mi amor...”. Esta concepción estática del amor, identificado a lo
platónico -o apolíneo al decir de Nietszche-, se contrapone a un hablante que en el poemario
posee diversas máscaras, está en continuas metamorfosis. La incesante necesidad de lo
eterno le mueve, pero lo eterno es la nada, su necesidad le lleva a “un plato que mata el
hambre y en seguida al hambriento” (68). “Está visto que se propone rescatarte por la vía
violenta / de mi degenerada manía por corromperte”, dice el hablante con la tranquilidad
de una posición asumida hace largo tiempo. Para alimentar lo que se ha venido a llamar
contradicción dinámica, la corrupción, desde la palabra poética de Lihn, surge como un
espacio más pleno, menos engañoso, con una actitud ética, con voluntad más honesta de
la búsqueda del ser que no se esconde en máscaras autocomplacientes. Esta contradicción
dinámica se yergue como una constante fundamental en lo meduseo.
Un poema que destaca por su calidad es “Dormir de espaldas”. Un hablante que de
nuevo se encuentra en un espacio signado por el desastre. “Si me duermo de espaldas /
despierto en el sueño a la pesadilla”, nos da rastros de su oficio literario: “yo, quien “al bello
aparecer de este lucero” hice de mi / escritura / el rastro de Leonor de Milán”. Para ser más
explícito afirma: “Yo que escribí / con la sangre de mis víctimas reales e imaginarias: / estoy
contento del mal que hago a los demás / como Dios está contento del mal que hago a los
demás” (71). El mal o las negatividades como espacio para el conocimiento. El bien queda
sólo como espacio que se presta para la ignorancia. Pero este mal es el de la lucidez que da
el oficio poético. Explorar el mal, ver que hay más allá, habla de que la condición humana
no se puede autolimitar a las fronteras demarcadas. En lo horrible también descubrimos
parte del ser, aunque se convierte este ser en “una conciencia desdichada”, aunque no haya
espacio para la autocomplacencia, pero sí u acercamiento menos precario, engañoso.
“Graves inconvenientes se han constelado / en el bello momento de tu aparición / Me
costarás, lucero, un ojo de la cara...” (72 p.). El momento, el idilio está roto, ese acceso
a lo bello se ve rápidamente contaminado por el humor negro o la ironía, volviendo la
situación a una verosimilitud más cotidiana, más mestiza, menos pura. Ese amor que puede
volverse belleza, se convierte en ausencia o necesidad. Y como se ha dicho ya, de la falta,
de la necesidad viene el deseo, la búsqueda, eje de lo meduseo. El hablante de “Graves
inconvenientes” continúa con el mismo tono en “Sueño y variaciones”. En medio de un
mundo en que se fusionan sueño y vigilia para crear otra realidad (¿“surrealidad”?), el
hablante se transforma en su objeto, la amada, en el proceso de poseerla para “gozar la
belleza amada”. Pero el “sueño de transformista” y lo erótico termina en la escritura, como
espacio real de concreción de este deseo: “...un modo / aunque insuficiente de prolongar
el misterio: / la representación del otro por su ausencia / que encarna en la palabra.” (73).
119
Otro ejemplo de lo meduseo, que encontraríamos más claramente en el romanticismo y literatura de vanguardias históricas,
aparte del poema medusa de Shelley, en Blake, incluso en Gabriela Mistral, está en Lautréamont, Los cantos de Maldoror. 3ª ed.
Madrid: Cátedra, 1998. 327 p.
La última sección del libro recoge la experiencia en Manhattan, pero a grandes rasgos
el hablante no puede liberarse de su exilio interior. Las figuras que encuentra, “los maniquíes
calvos” sólo le devuelven a la pérdida del amor. El deseo no se detiene, “Buscando un poco
de tu cara en las bellezas de / Manhattan”. Todas estas “Postales de Manhattan” reponen
la ausencia, en imágenes que sólo sirven para echar luz a su pérdida:
4 Busco una aguja en el pajar A una belleza, en Nueva York, que se parezca a la
tuya Indiferente, por ahora, al juego de las diferencias Al espejo de tu cara en el
laberinto de las otras.
En esta etapa la belleza y el amor son algo perdido, y el laberinto se vuelve predominante.
Si bien estos tres motivos, belleza, espejo y laberinto son recurrentes tanto en su relación
hegemónica como a la hora de descubrir las corrientes de sentido en el poemario, en
el coloquio amoroso el yo poético asume la responsabilidad de tal pérdida (“Yo como el
estúpido que malogró esas maravillas”). Finalmente, la materialidad de sujeto y objeto
descansa en lo verbal: “Tú y yo no somos más que palabras / [...] como de meros espejismos
lingüísticos.” Que, por lo demás, se ha mostrado muchas veces insuficiente. Sólo quedan
las imágenes, la mediatización, la configuración.
Se sabe consumido el sujeto poético en “Decepciones”: “Consuélate pensando que
no llegaré nunca al centro / del laberinto / el minotauro, como se sabe, era yo” (93-94). El
monstruo toma la forma de Minotauro, que es el mismo, perdido en el laberinto. El acceder a
ese conocimiento lo ha dejado atrapado. Es más explícito en “Yo el tiempo”: “Te he perdido,
Ariadna, en este laberinto / que agotó tu ovillo, y el monstruo, querida, soy yo. / “Viejo casado
y triste y pensativo”” (105). El hablante se reconoce destrozado, pero siempre reflexivo.
En general, este poemario vindica la importancia del discurso lírico en la configuración
de las imágenes que hablen sobre la resistencia a un modelo estético homogeneizador e
imperante donde el poeta se limitaría a repetir modelos vigentes. El hablante excéntrico se
sitúa en una operación transformadora de reactualización, como contrapeso a la tiranía de
configuraciones artísticas clásicas (verdad, bien, belleza).
En el último poemario a revisar, Diario de muerte, podemos reafirmar que en el afán de
búsqueda del hablante siente el desasimiento, la desconfianza más radical hacia la palabra
poética como forma de resistencia; pero igualmente la ejecuta.
CONCLUSIONES
desea reconocer las fuerzas centrípetas y centrífugas que están en poder del sujeto. Ese
es el mejor ejercicio de poder: es la palabra poética, con un valor no económico o de bien
de mercado, sino revelador de la condición humana.
Especial hincapié se ha hecho en el tema de la belleza y su relación con otras
categorías estéticas como lo sublime y lo grotesco. Todas son categorías estéticas sujetas
a la fuerza del cambio y queda claro, si recordamos las ideas de Danto y Lyotard, que se
van liberando de una carga moral decimonónica para ahora estar bajo la influencia de sus
relecturas desde el proyecto posmoderno.
Ahora, desde la lectura de los poemas interpretados, la belleza medusea en Lihn es un
espacio de resistencia. En los procedimientos de búsqueda donde la memoria se encuentra
con espacios ominosos como la ciudad enajenada, destacan los momentos dionisíacos
de placer, de belleza, de vitalidad. Pero no una belleza purista, tradicional, sino mezclada,
121
fusionada con una experiencia más enriquecida. La belleza de la metamorfosis, del dolor,
del exceso, de lo grotesco: de lo meduseo en fin, que llega a lo terrible, a lo inominado,
que es la muerte, de la nada que se vislumbra en el ejercicio poético, también incorporada
a la resistencia estética. Una resistencia que va más allá de reproducir modelos retóricos
heredados, por ejemplo, en el discurso de la poesía amorosa. Lihn entra disruptivamante
al diálogo con este tipo de poesía, ve incluso en la mujer un monstruo con “cara de vómito”
en A partir de Manhattan.
Desde la sabiduría infernal de Blake, a la obscura inteligencia de acercarse al abismo
en Lihn, se puede colegir que vislumbrar a la Medusa, es también vislumbrar la otredad,
luchar contra la tiranía de las formas establecidas, monológicas.
El propósito básico de la construcción de una interpretación medusea es que recoja
los elementos centrífugos sin petrificarlos. En este caso, la energía que aparece gracias
a la imaginación creativa de la visión entusiasta, que no se reconoce como tal en Lihn.
Exorcizar, develar los demonios para poder enfrentarlos.
La imagen artística a través de su juego especular entre lo que es validado como real
o no, mediante la desmesura, la exuberancia de lo bello, ensancha los patrones estéticos,
recurriendo, por ejemplo, a lo grotesco. En la búsqueda de la creatividad, se reformularon
las categorías estéticas y éticas. Ética porque evita la comodidad, la enajenación en la
reificación. El tono crítico, apelativo, lo que se llamó como apóstrofe meduseo (recordando
la exasperante frontalidad griega de la imagen de la Medusa) resulta continuamente
cuestionador hacia una realidad ominosa -reificada- que es necesario transformar.
Con esto se pretende exponer las condiciones para un discurso que presente tales
características, fuera del monologismo imperante en, por ejemplo, la creación de un canon
que reduce a las obras a ciertos rasgos ya tipificados, estáticos.
A la tiranía de las formas políticas y estéticas establecidas se enfrenta la fuerza
corrosiva de la ironía, el humor negro, la parodia: obscura inteligencia que se acerca al
abismo, en una inversión de los valores. Al monologismo se enfrenta el dialogismo, con
la conexión de otros enunciados, una interdiscursividad con su propia poesía, la ajena y
con lo visual. La representación de “otro”, como habla colectiva y contestataria (El paseo
Ahumada) o del mismo sujeto alienado (en toda la poesía de Lihn). Una obra -ideológica y
estéticamente hablando- como campo de lucha, de creación, entre fuerzas dominantes o
121
Para Umberto Eco con los románticos se llega desde la belleza armónica, clásica a una “dinámica […] no armónica, puesto
que (como enseñaron también Shakespeare y los manieristas) lo bello puede surgir de lo feo, la forma de lo informe, y viceversa.”
Historia de la belleza. Op. Cit. 315 p.
122
Mijail Bajtín, De los borradores. Op. Cit., 149 p.
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