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Ligero Ensayo Sobre Un Estudio de La Delincuencia Colectiva en El Perú MONDOÑEDO

Este documento presenta una clasificación de los delitos y analiza los delitos colectivos. Divide los delitos en aquellos originados por instintos de maldad refinada y aquellos cometidos por la creencia en la defensa de un derecho. Examina los delitos colectivos que pueden tener su génesis en la colectividad pero ser cometidos por individuos, aquellos con génesis individual pero cometido de forma colectiva, y aquellos con génesis y comisión colectiva. El autor argumenta que algunos delitos son cometid

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Ligero Ensayo Sobre Un Estudio de La Delincuencia Colectiva en El Perú MONDOÑEDO

Este documento presenta una clasificación de los delitos y analiza los delitos colectivos. Divide los delitos en aquellos originados por instintos de maldad refinada y aquellos cometidos por la creencia en la defensa de un derecho. Examina los delitos colectivos que pueden tener su génesis en la colectividad pero ser cometidos por individuos, aquellos con génesis individual pero cometido de forma colectiva, y aquellos con génesis y comisión colectiva. El autor argumenta que algunos delitos son cometid

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HV 6922

M743

Ligero ensayo sobre un estudio de la


delincuencia colectiva en el Perú

Mondoñedo
: ; UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN MARCOS ::

Ligero ensayo sobre un estudio de

la delincuencia colectiva en el Perú

TESIS PRESENTADA POR EL

BACHILLER SEÑOR Dn . AMADOR

MONDOÑEDO PARA OPTAR EL

TITULO DE DOCTOR EN LA

FACULTAD DE JURISPRUDENCIA

LIMA-
Imp. LA TRADICION
1920-
: UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN MARCOS ::

Ligero ensayo sobre un estudio de

la delincuencia colectiva en el Perú

TESIS PRESENTADA POR EL

BACHILLER SEÑOR Dn . AMADOR

MONDOÑEDO PARA OPTAR EL

TITULO DE DOCTOR EN LA

FACULTAD DE JURISPRUDENCIA

LIMA
Imp. LA TRADICION
1920

mich
Dedicada a mi madre

HV6922

.M943

INDIAN UNIVER
A SITY LIBRARY
4-10-7

Señor Decano.

Señores Catedráticos:

Vosotros bien sabéis que entre las diferentes ramas del Dere_
cho, hay una , la más importante, que tiene siempre en estado de
actividad, ei intelecto de los que abrazan esta ciencia , ciencia que
no es otra, que la rama del derecho penal que sobresale de una ma-
nera asombrosa ; dando lugar a que convergan todas las miradas
de los que con afán tratan de esta materia . Aquí es donde se plan-
tean los problemas que diariamente conmueven y hacen vacilar los
principios sobre que descansa el orden, el progreso y el bienestar
de la Sociedad . Como aquí también el campo , donde los sabios tra-
tan de encontrar , por todos los medios posibles la fuerza poderosa,
el dique infranqueable, contra el cual se estrellen, las grandes ca_
rabanas de gigantes males que constantemente asedian a nuestras
sociedades . En nuestro afán de perfectibilidad quisiéramos una
sociedad en donde.no se hagan necesarios los mecanismos jurídi
cos de los actuales códigos ; pero debemos tener presente que en el
orden penal es donde más se necesitan y se hacen necesarios a tal
punto que el engrnaje actual no es otra cosa que los embriones
de los códigos futuros que justificaran la constante transforma-
ción que en el orden de la penalidad , se opera .
De este ilimitado campo es de donde he extraído el tema que
tengo el honor de someter a la ilustre consideración de ustedes ,
tema que lo titulo : " LIGERO ENSAYO SOBRE UN ESTUDIO DE
LA DELINCUENCIA COLECTIVA EN EL PERU"- sobre el qe diser_
taré ya estudiando sus diferentes génesis , así como las diferentes
causas que las llevan al delito, tratando en especial de la respon
saba de los actos delictuosos de nuestras muchedumbres .
Cuando nos resolvemos hacer una investigación científica
cualquiera, no hacemos otra cosa que elegir por tanteos el punto de
vista dominante, el cual nos servirá para dirigir la visual al obje
tivo que deseamos conocer. Y como al disertar sobre este punto ,
no sólo les scría molestoso seguirme, sino hasta imposible quizá ,
inducir el punto de donde partí, os daré a conocer la clasificación
que de los delitos he hecho, para poder llegar acertadamente al fin
que me he propuesto.

OLASIFICACION DE LOS DELITOS

Estos pueden tener su origen :


Prinero : En instintos de refinada maldad .
Segundo Creencia en la defensa de un derecho .
El delito colectivo en su realización puede tener como génesis :
1c - Puede tener el delito su génesis en la colectividad y reali.
zarlo el individuo .
20. Puede ser de génesis individual y su realización colectiva.
30. Puede ser de génesis colectiva y de realización colectiva
también.
Tal es la clasificación que tengo que justificar en el curso
de esta disertación .

INSTINTOS DE REFINADA MALDAD

En el extenso grupo de los delitos , es indudable y hay que reco-


nocer que muchos de ellos tienen como única causa los instintos
crueles y refinados ; nadie ignora , que suelen a veces presentarse
en la vida de los pueblos de casi todos los tiempos , seres de mons_
truosidad moral tal , que asombran a las sociedades con sus críme
nes sin nombre, hiriendo los principios más sagrados sobre que
descansa la moralidad social . Son como seres arrojados del aver-
no, cuyo único placer no es otro que la maldad . Ferri , con muchí
sima razón , los califica con el nombre de delincuentes natos , cali-
ficativo que mereció ser aprobado en el Congreso Antropológico de
Roma, el añc 1885. Otro criminalista eminente, Dorado M. Mon-
tero, se ha expresado de estos abortos de la humanidad en los si
gu :entes términos : "Son unos malvados incorregibles, que en su
depravación congénita hallan el impulso necesario para llegar has.
ta el límite mismo de la infamia ; sin repugnancia y sin violencia
todo lo realizan con la mayor serenidad, sin inmutarles absoluta.
mente nada ; es un criminal , que diariamente busca una víctima
que inmolar ; es el malvado que, después de realizar el crimen , se
entrega a los excesos sanguinarios de la hiena ; pues roba sin saber
si es ore lo que quita o figuritas dignas de llamar la atención al
infante o al salvaje ; es el que causa un mal cualquiera , ya hacien_
do des arri.lar un tren, ya minando un puente , ya se entrega al in-
cendio de un campo o de una ciudad , sin saber quiénes son sus víc-
timas , son los embriagados por el vértigo del instinto cruel que
los desespera y enloquece .
Estos seres , creo yo , deben merecer un grupo aparte, que lo
dejaré para que lumbreras en el campo de esta ciencia los estu
dien y analicen, para que criminalistas de una y otra escuela nos den
la fórmula final , de si estos seres obedecen o no a tendencias an
cestrales que los hace irremisibles delincuentes por estar su volun
tad condicionada por un determinismo fatal. Ya Heredia ha dicho :
"nu todos los seres delincuentes son reformables por la acción Pe
nal" . Y es por esta circunstancia que la sociedad construye luga
res de seguridad donde los sabios y penalistas estudien e iluminen
con sus iuces el campo de la responsabilidad y que descubierta la
capacidad y voluntariedad para el bien o para el mal , se encarguen
entonces, las leyes , de castigar como medio de ejemplo y de correc
ción , para que mañana estos sujetos puedan ser reintegrados co
me elementos útiles a la sociedad , que, por un lapso de tiempo más
o menos largo , los tiene eliminados de su convivencia.

CREENCIA EN LA DEFENSA DE UN DERECHO

Casi todos los delitos realizados por el individuo o las multi_


tudes los consideran justos ; porque ellos llevan la creencia de que
lo hacen en defensa de un derecho vulnerado , creyendo de una ma-
nera equivocada que con sus delitos restablecen el orden en la so
ciedad ; pues , lejos de eso , lo alteran y perturban con sus actos de_'
lictuesos . La tendencia es general ; pues todo aquel que por al .
guna circunstancia roba o mata, trata de justificar su delito , tan
sólo porque tiene la creencia de que lo ha hecho en defensa de los
más santos de sus derechos , tales como el que tiene sobre la fide.
lidad de su esposa, sobre su honra o sobre los derechos en general
de su personalidad . Aquí es donde se confunde y amalgama el de-
recho que tiene el hombre de defender todo aquello que le parece
vulnerado ; pero aquí también el imperioso deber le dice que tam
poco debe producir una trasgresión vielenta en los derechos crea
dos .
Es aquí donde debemos observar por un momento el gran cua-
drante de la criminalidad , cuyo indicador oscila señalando de una
manera monstruosa , los crímenes de todos los tiempos .
Ahora bien, los que llevan la creencia en la defensa de un de-
recho, pueden realizar el delito individual o colectivamente .

DELITOS DE GENESIS COLECTIVA Y REALIZACION


INDIVIDUAL
1
Nunca podremos poner en duda que las determinaciones ra
cionales obedecen a la traducción en hechos de nuestras ideas , la
vida latente de éstas , sea cual fuere el medio social , nos influencia
del mismo incdo que la infinidad de agentes patógenos esparcidos
por la atmósfera , pues nuestro obrar aislado sucede ser casi siem
pre, la síntesis del pensar colectivo . No podemos determinar dón.
de está el núcleo que con precisión nos delate nuestro gran labo_
ratorio de ideas, ideas que suelen arraigarse más tarde en noso-
tros con toda esa violencia de sentimientos y de pasiones , pero lo
que no podemos negar, es que en nuestro obrar existen indudable_
mente el efecto de la impulsión del obrar ageno , así como en nues
tro campo viven átomos que pertenecieron a otros seres que estu-
viero próximos a nosotros . Aquí es donde debiera empezar el es-
tudio de unas de las bases del delito colectivo , que creo se ha esca
pado del cuadro en que generalmente se emplaza su estudio , mas
no he de ser yo , quien tal empresa realice, por carecer absoluta.
mento de autoridad y condiciones para ello , como el modificar los
contornos dentro de los cuales han dibujado y delineado la figura
del delito colectivo , maestros eximios y preclaros .
Pero creo yo , que el delito colectivo puede tener mayor exten-
sión que el actual estudio de sus momentáneas y violentas manifes
taciones ; mas no faltará quien me diga , que la pretensión mía es
como querer descubrir una cosa descubierta ; pero , aún cuando na.
die de los que se han ocupado del delito han olvidado de estudiar el
medio donde se realiza , ni han dejado de hacer referencia al estu
dio de las fuentes generadoras de sus causas , creo que sólo lo han
hecho refiriéndose al delito colectivo , en una de sus fases y no
como una especie del delito colectivo mismo . Cuando nosotros da
mos calor, o encarnamos determinadas ideas, cuando las extende.
mo con nuestras afirmaciones o con nuestro silencio, cuando a
veces, de una manera muda, nos damos cuenta de que somos delin.
cuentes, cometemos sin duda, algún acto meritorio o algún acto
punible, según que nuestra conducta se acomode o no a un orden ,
sin que sea necesario para caracterizar el delito , el que movamos
nuestros brazos en determinado momento en que una muchedum
5)
bre se pone en movimiento . Nosotros perfectamente sabemos , que
existen infinidad de delitos colectivos de vida latente que, al con-
cretarse, su síntesis es individual . Creo que andando el tiempo
se llegará a estudiar esta forma que he denominado latente ; pues
en el común sentir de las gentes , en el lenguaje corriente, me pa-
rece hallar testimonio para mi afirmación .
Hay males sociales que todos lamentamos . El juego es un
mai que está prohibido y, sin embargo, casi siempre es tolerado .
Aquí, no es en un solo individuo donde nace el proceso dilectivo ,
nó, es en una sociedad, que lamentándose lo tolera y lo fomenta
para después hipócritamente criticar el delito que solamente ella
ha permitido y fomentado. En los casinos , el juego es la diver
sión favorita : les está permitido , a pesar que las leyes sociales lo
reprueban y condenan y lo que llena más de asombro, es , que al
lado de esos focos de inmoralidad se levanta el edificio de determi
nada autoridad, donde el funcionario, como un hombre cumplidor
de sus deberes , observa el gesto triste o alegre de los miserables o
potentados . Y si se penetra por un breve instante en ese antro de
inimoralidades, veremos que en un salón inmediato al que se jue-
ga, hay correctos caballeros que, criticado el vicio , disfrutan de
los halagos que les pagan los jugadores como precio de su silen
cio, teniendo a su alcance, los diarios , que relatan con vivos co-
lores los crímenes del día .
En estos delitos , de realización individual , y que hemos de.
nominado de génesis colectiva, no vemos todos , el proceso de un
delito con todos sus caracteres , que accidentalmente servirán para
otros delitos individuales . ¿ Qué es lo que hace falta en ésto ? No
contemplamo claramente que hay una acción penada por la ley?
No vemos desfilar ante nuestros ojos los autores , cómplices y en_
cubridores ? Y, digamos claro, no contribuímos todos de una ma.
nera constante y alternativa en el fomento de esos males que la ley
social repudia ? Acaso, no somos cómplices del delito y respon.
sables del encubrimiento, cuando nos aprovechamos solapadamen
te de sus efectos .
La pornografía, es otro mal reinante, y digo reinante , por ser
la señora que más homenaje recibe de la sociedad de nuestros tiem
pos ; pues cla , como el polvo de un huracanado día , no hay rostro
que no manche , ni brillo que no empañe , ni nada que se conserve
limpio si es que algo estuvo en su presencia . A éstos, conside
raré, si nó como verdaderos delitos , al menos consideraré , como
una variedad de los que hasta ahora se estudian como tales , sin
darles más extensión que el que hasta ahora ha tenida . Después
de haber cado una explicación del delito colectivo en el sentido
úgual y científico pasaré a ocuparme de los delitos de génesis IN_
DIVIDUAL y realización COLECTIVA, y los de génesis colectiva y
realización colectiva también .
Daré comienzo a su estudio , analizando la naturaleza espe-
cial de los sujetos de estos delitos .
Pues bien, los sujetos de estos delitos son las colectividades ,
o, mejor dicho, la muchedumbres que ejecutan los actos delictuo
sos ; pero así como el sujeto personal tiene su edad floreciente ,
con mayor o menor ilustración , así como experimenta la influen
cia de los cementos que lo asedian por doquiera , elementos endó.
genos y exógeros que alteron o modifican más o menos su respon
sabilidad, del mismo modo el sujeto que pudiera llamarse colecti
vo , tiene sus edades , sus estados diferentes de ilustración y cultu
ra y, en general, se halla también condicionado como el sujeto in-
dividual . Mas , en lo que se refiere al sujeto colectivo , a la realiza-
ción y determinación de su obra, parece que todo lo abstracto se
congregara para que no podamos trazar un esquema aproximado
de lo que se ha llamado y sigue llamando con propiedad Psicolo
gía de las inuchedumbres .
Spencer afirma : "Que el contenido del conjunto tiene idénti
cas condiciones que la suma de agregados " , opinión que más tar
de fué ratificada por A. Conte, que resume el mismo modo de pen.
sar al decir : "La sociedad humana debe ser considerada como un
solo hombre, que, a través de todas las épocas , siempre ha exis
tido" .
Schopenhauer, participa, puede decirse, de la opinión y creen_
cia de los anteriormente citados , cuando dice : "Que la sociedad es
un hombre grande ."
Pero a lado de estos esclarecidos pensadores , hay otros que
participan de la opinión contrario tal como E. Ferri , que se ex-
presa diciendo : "Que en las jóvenes psicologías los fenómenos psi.
cológicos , la reunión de muchos individuos no dan jamás un re-
suitad igual a aquel que se debía esperar de la suma de cada uno
de ellos" . Otro pensador ha dicho : Que las fuerzas de hombres
reunidos se destruyen y no se adicionan . Kempis dice : " Toda vez que
salí de la compañía de los hombres me sentí menos hombre" . Max
Nordau, dice : Reunid veinte o treinta Gehete, Kant Holmbeltz ,
Shakespeare, Newton, etc. Somételos a que juzguen cuestiones
prácticas de actualidad, sus discursos puede ser que fueran distin
tos de los de una reunión cualquiera , mas en cuanto a sus decisio
nez , estoy por cierto que no se diferenciarían en nada de las de
una renión vulgar . En qué consiste esto ? En que los veinte o
treinta elegidos , al lado de su propia originalidad, bace de cada
uno un individuo excelente ; por tener un patrimonio de cualidades
que provienen de la especie . Los hombres , en el estado normal,
tienen ciertas cualidades que constituyen un valor común , idénti-
cos, que podemos suponerles igual a X, valor que aumenta, en los
individuos superiores con algún otro valor, que varía según cada
individuo y, por consiguiente . diferente en cada uno de ellos . De
le expuesto anteriormente, resulta : que una reunión de individuos ,
tlene, necesariamente, una psicología que se exterioriza en su
mode de obrar, de muy distinta manera que la del individuo aisla
do, siendo la opinión de Spencer, en mi concepto, más convencio_
na que verdadera cuando dice : "Los caracteres del agregado son
determinados por los caracteres de las unidades que los compo.
nen." En la opinión de Max Nordaux puede ser que haya exagera.
ción, pero lo cierto es que si se congregan eminentes financistas
tendremos de ellos conclusión más razonable que la de una asam_
blea de cargadores de aduana . Haciendo una comparación de es_
tas dos opiniones resulta que en la opinión de Max Nordaux hay
más exactitud que en la de Spencer . T

No todos los hombres tienen el mismo modo de pensar ; hay u


nos nacidos para la vida solitaria y otros que consideran la reunión
como parte integrante de la vida ; la historia nos enseña que han
habido muchos hombres cubiertos de gloria , rodeados de inmensas
muchedumbres . Así como muchos pensadores de fuertes iniciati
vas, se han ahogado en la atmósfera de oposición de cuatro o seis
compañeros de gabinete ; como se ve hay nombres y bay ideas que
viver. con la sociedad y desde luego convengamos que existe una
diferencia capital entre el sér aislado y la colectividad . Si el jura.
-10

do, establecido ya en muchos países, compuesto como está, dé per.


sonas cultas y elegidas suelen, a veces, en sus decisiones, avergon-
zarse de aquello que suscribieron , qué no sucederá con esas reunio
nes o colectividades formadas al acaso, que, creyéndose heridas en
sus derechos y libertades se agrupan para lanzar su más justa pro
testa, llevando un sólo sentimiento más o menos noble, que es la
única igadura que los une .
Entre les caracteres y leyes que rigen al agente del delito co
lectivo, tenemos :

EL CONTAGIO Y LA IMITACION

Tarde, en su obra de Filosofía Penal , dice : "Todos los actos


importantes de la vida social se ejecutan bajo el imperio poderoso
del ejemplo, y esto , lo podemos observar en las grandes reuniones
tumultuosas de las densas poblaciones ; y es aquí donde se debe
estudiar esta fuerza característica de lo que llamamos mundo so.
cial . Y si estallan , no hacen sino cumplir una ley fatal , resultado
de las crisis tumultuosas, así como las grandes tormentas mani.
fiestan la presencia de la electricidad atmosférica. Una muche_
dumbre es un fenómeno extraño , un hacinamiento de elemento he
tercgéneos, desconocidos los unos a los otros , siendo suficiente
que uno de ellos estalle para que electrice el conjunto, producien
do una especie de organización súbita , de generación espontánea,
convirtiéndose esta incoherencia en cohesión , donde llega a ser
voz el ruido de esos millares de seres prensados , formando muy
pronto una sola y única fiera, un monstruo, que marcha a su ob-
jeto con una finalidad irresistible.
Lo anteriormente expuesto por Tarde, es un hecho irrefuta_
ble ; trataré ahora de ver, cómo se genera esa muchedumbre . Cuan
do dos o tres personas se detienen a mirar algo, y esto lo miran
con atención, es causa para que la mayor parte de los transeuntes
se detengan, olvidándose de la idea que los llevaba preocupados ,
formando en muy breve tiempo, una colectividad, alimentada por
el acicate de la curiosidad .
La imitación y lo maravilloso son las poderosas palancas a
que obedecen con suma facilidad las muchedumbres y si a lo ma
ravilloso se sustraen los menos , al contagio y a la imitación se
subyugan los más . Un hecho histórico afirma lo que expongo .
Cuentan las crónicas francesas que un gran pensador se pa-
11 མའ་ ལ

scaba en uno de esos días tristes para los franceses ; era el año 70,
cuando sus más gloriosas águilas victoriosas en miles de comba
tes, fueron abatidas con la derrota de Sedan, los parisienses heri_
dos en sus sentimientos de patriotas por el terrible desastre, re-
flexionaban y buscaban un remedio para tanto mal , y la solución
no era otra que si el Imperio había hecho la guerra, el Imperio de- .
bía hacer la paz ; pero entre esa muchedumbre pesarosa hay uno
que se cree iluminado y grita : Queremos la República, y el grito
que al principio fué uno, es a los pocos instantes, una confusión
de voces que al unísono piden la República , olvidándose todos de
la palabra Imperio . República, exclama la muchedumbre enlo.
querida en los salones , en los cafés ; en las plazas y plazuelag sur
gen los cradores exclamando : Que el Emperador vencido y cul.
pable está incapacitado para hacer la paz y que sólo puede firmar.
la la Repúb.ica inocente . Esta luminosa improvisación de cul_
pables e inocentes , hace prorrumpir al auditorio en atronadores
aplausos y este gran pensador que no era otro que Reclús , aplaude
también y vuelve a su casa con la satisfacción de un convencido .
Así también en nuestro medio , en nuestro ambiente nacional,
en la racionaldiad de nuestra vida , suelen presentarse muchos ca
sos que demuestran lo que anteriormente he expuesto , quedando
así fundamentado que nuestras multitudes obedecen las más de las
veces a gierlos y determinados movimientos iniciales de opinión .
Otras de las leyes fatales que influyen al agente del delito
colectivo, es la

VOLUBILIDAD

Nuestras muchedumbres en sus delirios de reforma o en sus


locuras de pasión , cambian bruscamente de ídolos y de ideales ,
guardando as más de las veces una sensible relación con la vio
lenta rapidez de sus movimientos . Nuestra historia nacional nos
da a conocer en todos sus detalles la volubilidad que caracteriza
a nuestras multitudes , propia en todos los países , en todas las épo
cas y razas . Pues esto han experimentado tanto el divino Mesías
como sus más afamados apóstoles ; así, como nuestros más afa-
mados cminentes políticos , pensadores y sabios , que si alguna vez
pasearon triunfantes sobre los hombros de las muchedumbres ,
han sentido después, casi siempre , el peso aplastante, de sus
plantas .
12

Otra de las causas que influye de un modo poderoso al agente


de delito colectivo es el

SENTIMIENTO

Cuando as ideas que genera nuestro cerebro, son agitadas por


la fuerza poderosa del deseo, éstas suelen manifestarse de muy
distinta manra, según el modo como se inicien y desarrollen . Así
hay unas que pasan muy rápidamente, dejándonos sú.o una vaga
impresión ; hay otras que nos dejan visiblemente impresa una hue_
lla poco más o menos durable , según los sentimientos nobles y de
licados que razcan del corazón . De lo cual se deduce que en toda
personanilad consciente hay ideas y sentimientos , leas , que no
llegan a ser sentimientos , porque se esfuman rápidamente, sin dar
tiempo aa que se encarnen como tales . Por otra parte, hay senti.
mientos que en su expansión llegan a sobrepasar a las ideas que,
lejos de huir del recinto de nuestro corazón se ahondan en nuestra
alma, y entonces es cuando creo que el sentimiento es una idea
de soplo divino cuyo recinto se halla en una vida íntima y profun.
da, que parece encarnada de distinta manera en nuestro espíritu ,
muy distinto de lo que en el sentido común de hablar llamamos
ideas : Ahora bien, cómo hacen su entrada triunfal en nosotros ?
Este es el enigma que jamás podremos descubrir, el misterioso
proceso es desconocido por todos los pensantes seres ; pues si se
les pide una explicación podrían darla por centenares ; así como
de la vida se dan infinidad de hipótesis . Como se ve hay ideas—
sentimientos y sentimientos- ideas que nos mueven a actuar en de
terminado sentido . •
Nuestras muchedumbres que suelen caminar por espacio de
algunas horas o muchos días formando una personalidad a quien
se les imputa los actos que realiza, creo que jamás podría verifi
carse este fenómeno de unidad más o menos aparente, si entre esa
muchedumbre no hubiera un móvil común de obrar, fuerte e inter
no que encerrándose en la esfera del sentimiento , despierta lo que
en cada uno existe de común, dando creación reunidos , a una nueva
personalidad de diferente psicología y vida distinta de aquellos
elementos que la componen . Es por esta circunstancia que haré
incapié sobre lo que he llamado sentimiento y que creo abarca todo
el proceso de las muchedumbres . Por qué causas , unas ideas pa
- 13

san más veloz que otras de la esfera meramente especulativa al


sentimiento ?
Buscarlas ; he allí mi esfuerzo para poder disertar sobre este
diffci ! exiremo, y para conseguir mi empeño , empezaré por despe_
jar obstáculos, despejando todo aquello que se oponga a mi descu-
brimiento, comenzando por lo menos explicable, hasta salir de las
primeras tinieblas y poder entrar al campo de la verdad y de lo ad.
mitido. Muchas veces la sentimentalidad con que se habla hace
que en la muchedumbre queden éliminados los pensamientos , im
perando solamente el sentimiento, apareciendo en nuestro yó, un
grupo de ideas distintas de las que casi siempre consta el proceso
del pensar ; pues si a veces conmueven a las multitudes , es por
que han adivinado su sentir y hablándoles con ese lenguaje desco
nocido por las muchedumbres , las subyugan de tal modo , con todo
ese tcrrente de sentimientos que saliendo del corazón llegan al al-
ma, volviendo a tomar la común forma de ideas con una gran in .
tensidad de vivir completamente desconocida para nosotros . Y, se-
gún ésto • e sujeto inicial no necesita más que estar en tono con
el sujeto pasivo y recordar en él sus fuerzas que , desde hace algún
tiempo , tiene acumuladas ; pues es un hecho que así como en el
sér individuai , existe una elaboración inconsciente ; en las muche_
dumbres existe la misma elaboración y proceso , que sin darse
cuenta, lo están realizando .
Las ideas se propagan lentamente, ya sea que éstas se queden
en la esfera especulativa o pasen a la afectiva, una multitud no
las acoge de momento ; porque la mayoría de las veces no las en
tiende . Lo que las hace poner en movimiento y acción, son ideas
o, mejor dicho , sentimientos , que hace tiempo, inconscientemente,
adquirieron . Se sostiene y se discute entre muchos escritores que
hay ideas cue se propagan con mucha velocidad en el ánimo de las
inuchedumbres , moviéndolas en tal o determinado sentido ; pero
no creo que suelan propagarse unas con más rapidez que otras , lo
que acontece es que en un momento dado se ponen en acción ideas-
sentimientos que existían elaboradas y que habían salvado y ven.
cido todos los obstáculos y dificultades .
Para avanzar con más detención en el estudio de las muche_
dumbres, voy a desenvolver este sencillo esquema , que ha de dar
nos a conocer en mucho, & Psicología de lo que denominamos
multitudes . Empezando por la mecánica de ellas , que dividiré en
Estática y Dinámica.
14 1

La primera puede ser originaria ya por tendencias innatas , ya


debido a una elaboración lenta de ideas o ya a la adaptación del
medio en que se vive .
La segunda puede ser producida por la necesidad de vivir o
por ideas que despiertan y dirigen sentimientos o también puede
ser producida por la dificultad de adaptación .

ESTATICA

Es una realidad y observamos patentemente que las multitudes


no están jamás en perfecta quietud y equilibrio, y es por esto que
la denominación de Estática, resulta más simbólica que real . Pe.
ro como es recesario que su estudio se concrete al alcance que tie-
ne en el concepto del delito colectivo , creo haber hallado conforme
la división arteriormente expuesta, encontrando semejanza entre
lo que yo llamo Estática y la marcha normal y pausada de las mu!_
titudes , y Dinámica, a los movimientos anormales y violentos que
en las muchedumbres se producen .
En la Fstática, pongo en primer lugar las tendencias innatas ,
qe bien pueden ser descompuestas en instintos o estímulos orgá
nicos ; pues todos ellos suelen vivir en nosotros . En segundo lu
gar la producida por la elaboración lenta de ideas que imprimen
una nueva dirección a los primitivos sentimientos v estímulos , o
les da una mayor o menor autoridad ; pero al lado de estos efectos ,
coopera otra causa que puede ser simultánea o de adaptación , sé-
parada de las ideas, y que yo la considero como un tercer grupo,
la producida por la adaptación del medio, según la cual los indivi
duos cambian sus tendencias merced al clima, a los fenómenos que
los rodean, a las condiciones económicas , a la configuración del
terreno, etc., todo esto da como resultado , un amalgamiento de
causas, que forman la síntesis de su modo de pensar, del mismo
modo que la materia blanda copia fielmente los trozos del duro
cuerpo que lo impresiona .

DINAMICA DE LAS MUCHEDUMBRES

Así como el fuego central de la masa terrestre, origina sacu-


didas, movimientos repentinos y violentos necesarios , para la bue-
na marcha del planeta. Así también hay sacudidas muy violentas
en las multitudes, casi siempre intensas por la necesidad de vivir
15 ‫هد‬

y sobre todo por la carencia de lo indispensable y necesario para


la realización de los fines sociales . Las ideas nuevas, predicadas
con oportunidad, son casi siempre el punto inicial de grandes mo.
vimientos . En nosotros suele ser el hábito una segunda natura_
leza que sempre solemos defender a todo trance ; pero si en un
momento oportuno, la fuerza inicial , da una nueva dirección, crea
la inercia de las otras fuerzas que indefectiblemente tenderán a la
hostilización y a la lucha , dando, como producto de sus más vio
lentes encuentros , ciertas explosiones que originan necesariamen-
te como causa actos delictuosos .

El delito colectivo, además de su medio social apropiado , ne-


cesita de una causa que sea algo así como el crisol donde se ela.
bore su génesis ; algo así como un impulso que le aliente en su de.
terminación ; pero no es categóricamente su ley ; pues la muche.
⚫dumbre en la locura de sus pasiones , realiza el delito como mejor
le place, no teniendo absolutamente nada de homogeneidad , siendo
por el contrario la heterogeniedad su componente .
Para poder apreciar el delito colectivo es necesario tener en
cuenta el desarrrollo intelectual que predomina en el lugar donde
se realiza .
Ahora bien , las colectividades realizan muchas veces los de_
litos comprendiendo perfectamente el alcance benéfico que se pro-
ponen en su idea ; otras veces no comprenden bien el alcance bené.
fico de la idea y sólo la aceptan en parte, así como otras colecti
vidades, hay que ni la entienden ni comprenden , aventurándose a
defenderla élo por espíritu de contagio e imitación
imitación y, finalmente ,
hay otras colectividades que no sólo desconocen la idea, sino que
suelen darle una significación opuesta , empleando casi siempre
una misma palabra para expresar y señalar casos diversos . S. Si_
ghele dice : " Que entre una colectividad delincuente suelen estar
confundidos primero los que tienen fe en la idea y abnegación por
el principio que defienden ; en segundo lugar, vienen aquellos que
teniendo fe en la idea, carecen de abnegación para la defensa del
principio que invocan ; en seguida vienen aquellos que , aceptando
la iden omo buena, juzgan que el momento es oportuno para ser
expictada, tratando de sacar todo provecho posible" . Este es un
hecho , que en las manifestaciones tumultuosas se suele verdade-
ramente apreciar, y el filósofo no se ha engañado al hacernos ver
los componentes de que consta una colectividad cuando comete un
a to delictuoso, tan necesario, para poder medir el grado de res-
16

ponsabilidad a que se hacen acreedoras , siendo indispesable para


poder diferenciarlos , conocer las tendencias psicológicas , de a
quellos que forman, la muchedumbre y en especial las tendencias
scenógicas en que actúan .
Las muchedumbres delicuentes suelen caracterizarse per.
fectamente en los movimientos políticos y económicos y especial.
mente en este último , que en la actualidad preocupa al gran poder
social , por el sinnúmero de delitos que este fenómeno ocasiona .
Ei fenómeno económico es el que actualmente preocupa a todos
los países , perque él conduce a las multitudes por caminos extra_
viado , haciendo vacilar la estabilidad de la sociedad ; hoy conti
nuamente observamos que las multitudes chocan unas contra o-
tras, al grito ensordecedor de revolución social , tratando de derri
bar entre lágrimas y sangre , todo lo que los siglos pasados nos
legaron como herencia, la lucha es terrible y el éxito corona los es-
fuerzos de la exaltada muchedumbre pareciéndoles todo lícito y
entregándose de una manera incontenible a la satisfacción de una
comodidad que jamás le logró ser dispensada , clamando por la
destrucción de la sociedad burguesa, a quien consideran como el
gran vampirc que se alimenta con la sangre y el sudor de la clase
desvalida . Este problema está pendiente en el tapete de todas las
naciones y si no se resuelve a tiempo , veremos desencadenarse la
gran revolución social, acariciada por todos los hambrientos , los
apenados y los oprimidos .

CRITERIO PENAL SOBRE EL DELITO COLECTIVO

Antes de dar mi criterio penal sobre el delito colectivo , per


nítaseme dar una idea del delito en general . Este no viene a ser
sinc una infracción de la ley escrita , garantida con sanciones pe-
nales ; como se ve, la ley nos prescribe cualquier acto y nos conmi_
na cou ese mal público que se llama pena, cuando se hoyan sus
preceptos, y se desprecian sus sanciones ; pues cuando se ejecuta
algún acto que ella prohibe, se habrá cometido un delito . Esto es
todo lo que nos dice la ley escrita . Más este delito que llamamos
social, creo que no existiría si no existiera otra que se llama delito
moral , el cual existe en la conciencia de todos , sien lo su primera
idea, para la generación de este delito que llamamos moral , el que-
brantamiento de un deber, interrumpido éste, se habrá faltado a lo
que la conciencia exige , se habrá violado a lo que era nuestra obli
-17

gación . Pero adelantándome diré : que el delito , para su genera-


ción necesita de ciertos elementos como la libertad y la intención ,
y según estes elementos , el delito no será otra cosa , que una in-
fracción libre y voluntaria de los deberes sociales , que no están su.
ficientemente garantidos por sanciones naturales , civiles o admi_
nistrativas, o bien que reclaman para su afianzamiento la sanción
penal . Después de lo anteriomente expuesto , en qué consiste el
delito que amamos colectivo ?
Según mi concepto , el delito colectivo no viene a ser sino
una violenta trasgresión de un estado de derecho , causada por una
nuchedumbre responsable e identificada en el modo de pensar y
en la defensa de una idea, teniendo como única finalidad el bien
colectivo . Y, según esto, tócame indicar cuáles son las muche-
dunbres delincuentes . Perfectamente sabemos que en una vio-
lenta convulsión existen dos fuerzas , la que ataca y la que repele
e' ataque, siendo la primera , la de los exaltados que viéndose opri
midos estaan para conquistar sus derechos vulnerados , y la se
gunda la que trata de conseguir el apoyo poderoso de la fuerza
que los mantenga en el apogeo de sus ambiciosas pretensiones .
En este cruel encuentro tan muchedumbre es la una como muche-
dumbre sucle también ser la otra ; en la primera, la opinión se ma-
nifiesta casi siempre ensangrentando el campo , que al grito de
justicia, en su locura , no repara en ningún medio, y lo que anhe-
lan es el triunfo del ideal que se han propuesto . En la segunda
nace la defersa ; trata de poner a salvo sus intereses y atacan sin
piedad a los que consideran como perturbadores del orden social ,
y a quienes consideran , ya no como débiles y oprimidos , sino como
criminales por los actos delictuosos que cometen , y, como tales ,
son entregados al poder de la justicia que inflexible deja caer so_
bre ellos todo el peso de lo que determina nuestro Código Penal .
E criterio penal individual , actualmente está considerado como
definido porque sea cual fuere el lugar donde nos encontremos ,
siempre calificaremos como delito , el hecho de matar al que nos
ofende o el de incendiar la casa o el campo ageno . Y si un ejército
dirige sus máquinas de guerra contra una población , no vemos que
se incendia y mata ? Y si estos hechos realiza , por qué no se les
considera como delincuentes , puesto que no es meritorio y bueno
todo lo que realiza ? Per se dice que la causa puede ser justa
cuando así proceden, y por lo tanto son irresponsables y la ley
los ampara . Y tratándose de las muchedumbres delincuentes , no
18-

es muchas veces justa la causa que ellos defienden ? Y que si re.


claman de esa manera es por que se encuentran abandonados de la
justicia, que no ve sus derechos vulnerados y sus libertades con-
culcadas . Entonces, cuando así proceden, dicen que hieren el po
der social , que está representado por el poder constituído que es el
order amparador de todos los derechos .
Pero hay que tener presente lo que dice Tarde, respecto a es-
te delito . Ei delito de las muchedumbres , en sus erupciones in-
termitentes, tiene su gran hora marcada, estalla en los momentos.
cuando los elementos civilizadores no obran de acuerdo y cuan.
do éstos , no hacen nada para conseguir la armonía de los muchos
elementos que pueden contribuir al adelanto y al progreso, sino
que por el contrario en esta hora de angustia, les ponen trabas,
avivando con estos hechos la fermentación de los elementos per.
turbadores .
Generalmente cuando el núcleo revoltoso es pequeño , el con-
vencionalismo ha determinado que no haya dificultad para su cali
ficación ; aquí, el delito , es más o menos complejo .
1
Pero tratándose de un gran número de hombres que se han
alistado en torno de una bandera , quién se atreverá a darles la
misma clasificación ? Creo que nadie, puesto que el fin es gran.
dios y la causa que defienden noble .
En lo que se refiere a las convulsiones económicas , cuál se
ría el criterio penal de estos actos delictuosos . Ya hemos di
cho que estas convulsiones son las que más conmueven en la ac
tualidad el orden, el equilibrio de la sociedad, hiriendo , con infi
nidad de actos delictuosos la soberana magestad de su prestigio ;
aquí las muchedumbres se encuentran envueltas en medio de una
borrasca, cuyos instantes nos llenan de horrores ; pues los turbu
lentos movimientos de las muchedumbres arden bajo nuestras
plantas y son la amenaza de todas las instituciones que nos am.
paran y protegen . Que si cometen actos delictuosos , es porque
los ánimos se encuentran exasperados con la contradicción , exal
tanos con el triunfo, desmoralizados con los trastornos, envuel.
tos en una palabra en ese mar infinito de pasiones que los ciega
y que vuelta la serenidad al espíritu , les repugnan los actos co-
metidos .
Pero en esos instantes de locura en que la razón no medita,
sería justo que el poder social descargara todo el peso de su rigor
sobre masas indefensas ? Claro que no ; debe cesar el rigor de su
19

justicia, puesto que esto sólo lo podría hacer la autoridad , el go-


bierno en defensa de sus fueros , usando de la fuerza contra la
fuerza y rechazando con la metralla, si es necesario , a los que la
acometen de un modo hostil , mas la justicia debe sujetarse a las
leyos de su procedimiento y que jamás podrá sentenciar a milla
res de individuos que en hora de enloquecimiento y perturbación
mcra ! se hicieran delincuentes ; puesto que no es posible supo.
ner toda esa multitud delincuente y porque la maldad real de
los delitos que corresponden a este estado , se encuentra sujeta a
una porrión de dudas y de vicisitudes que la hacen variable y pro_
blemática para la mayoría de los hombres .
Que han habido delitos ? Nadie lo niega, pues ante nuestros
ojos se presentan . Pero sería justo calificar estos actos siguien.
do la letra de nuestra ley positiva ?
Se podrá sostener que basta con lo que determina la ley para
fijar en la conciencia de los pueblos el convencimiento de la justi
cia ? No, porque esa letra es por sí variable ; nace según las cir.
cunstancias, porque es hija de las pasiones de los hombres .
De todo lo expuesto se deduce que el criterio que se debe se
guir para juzgar el delito de las muchedumbres es el del respeto a
la autoridad constituída que , creo , es la única capaz que puede de-
clarar con competencia el derecho de cada uno . Este es el único,
que debemos abrazar, porque admitir el criterio contrario sería
causa pera vernos engolfados en verdaderas monstruosidades , y
esto es tan cierto , que jamás se puede concebir una sociedad sin
un principio o ideal de autoridad , principio fuerte y respetado ,
capaz de hacerse por su misma fuerza respetar ; esto es lo que
debe admitirse como regla general de buen criterio , y solamente
tal como le digo ; porque bien sabemos que el criterio no es más
que una norma para conocer la verdad . Pues si el derecho se
llega a descubrir y merecerlo sólo con el esfuerzo de nuestra ra-
zór. y si este descubrimiento sólo se alcanza con el proceso lento
de nuestro discurrir, creo que para conseguir el derecho de cada
cual, este es el camino que debemos seguir . La falta de libertad
dicen algunos , es la causa por la que los pueblos se convulsionan,
a lo que contesta doña Concepción Arenal y dice : "Que hay pue
bics donde las ideas se pueden propagar y comunicar, y sin em
bargo las muchedumbres gritan rebeldes no somos aún bastan
te libres . Que no son libres ? Sóis bastantes libres ; es que no sa-
béis hacer uso de la libertad concedida ; porque si supieran, ella
20

les daría medios de aumentarla . Y una de dos o no saben apro.


vechar la que tienen y es inútil daros más, o poseen la suficien
te y es inútil aumentarla, peor que inútil, perjudicial ; porque el
instrumento que no se puede emplear para el bien o se amplea pa-
ra el mal o por lo menos estorva . La libertad es necesaria, por_
que el peso de responsabilidad que ella impone no se suele le-
vantar con los brazos escuálidos ; para ello se necesita gimnasia
social , pero para esa gimnasia, se necesita tiempo y el tiem
po necesario que no se suple con nada, que no se abrevia sino
con virtudes e inteligencia. Como se ve son responsables de deli..
tos todos aquellos que interrumpen la vida del derecho con la vio
lencia, derecho del cual se conoce lo suficiente, para que el ciuda
dano confíe más que en su fuerza personal , en el grandioso y sa
bio interdicto de recobrar su posesión perturbada . De todo lo
expuesto se concluye, que el respeto a la autoridad constituída y
el derecho definido por ella es el único criterio que sobre la res.
ponsabilidad de las muchedumbres delincuentes puede seguir flo-
tando en ese mar proceloso de hipótesis y oportunismos .
Antes de ocuparme de la responsabilidad de nuestras muche.
dumbres delincuentes, manifestaré cómo es apreciado, de una
manera general , el delito en las legislaciones de otros países .

ESTUDIO COMPARATIVO DEL DELITO SEGUN NUESTRA LEY


POSITIVA CON OTRAS LEGISLACIONES

Si la Filosofía del Derecho desempeña su rol importantísimo


señalando la definición científica del delito , es el legislador el
que debe examinar y estudiar su exactitud, a fin de no dejar im
punes actos verdaderamente perturbadores del orden social . Al
abogado, al juez , le basta señalar lo que el Código consigna y só
lo es punible la acción, si ésta está determinada expresamente por
medio de un castigo en la ley positiva y según esto, los actos de
Jiclub de una 1 muchedumbre tienen, necesariamente, que indi
vidualizarse para que sea aplicada su respectiva sanción . Y es
por esta circunstancia que las legislaciones de todos los países.
definien el delito pada evitar discusiones estériles en esta impor_
:antísima materia . Nuestro Código Penal, dice en su artículo
primero: Las acciones u omisiones voluntarias o maliciosas , pe-
nadas por la ley, constituyen los delitos y las faltas ; los delitos
se castigan con penas graves, las faltas con penas leves . Según
21

el tenor de este artículo ; los actos delictuosos como el robo , el


asesinato, el incendio, etc., son actos que la sociedad no debe per .
mitir por consiguiente castigar . Todos estos actos caen bajo
el imperio del derecho , por ser actos deliberados y deben merecer
su pena coi respondiente . Y será justo que se proceda del mis-
mo mede, cuando estos hechos han sido cometidos por una mu
chedumbre? En mi concepto , creo que sí, puesto que es aqui
donde verdaderamente se aprecia con mayor magnitud, las terri.
bles consecuencias que estas convulsiones ocasionan y, sobre to
do, porque indudablemente existen los autores que han hecho ger-
minar esta violenta tempestad , que tiene como epílogo lágrimas
y duelo . Se presenta el problema demasiado complejo , harto com
plicado, y el no menos difícil de señalar de una manera absoluta , la
respectiva calificación de los delitos , asi como la pena correspon.
diente a que se hacen acreedores por concretar sus acciones con
actos delictuosos . En estos sacudimientos , el derecho vacila, el
equilibrio parece desaparecer , porque la pasión se ha convertido
en locura y en esta situación , cómo encontrar a los autores ,
cuando todos en la muchedumbre se encuentran ahogados por esa
poderosa lama que los ha llevado hasta el delirio , cada cual tra
land de satisfacer sus egoísmos y apetitos ; pero como esta si
tuación es momentánea, sucede que pasa la ráfaga del delirio , tor
na la serenidad en la conciencia y los que tan descabellados actos
ccmetieron , suelen avergonzarse de sus actos , volviendo la ma
gestad del Derecho a recobrar sus fueros y la justicia , con su so-
berano poder , empieza a señalar a los culpables , teniendo en
cuenta las diferentes circunstancias en que actuaron para poder
determinarles sus respectivas penas .
Una muchedumbre, en estado de violencia, comete muchos ac
tos delictuosos , que hieren todos los derechos y con estos hechos ,
hace desaparecer aquel concierto indispensable para la buena mar
cha del desenvolvimiento del derecho en sus diferentes manifesta-
ciones, de modo que para graduar la gravedad de sus delitos se ha
ce necesario en conjunto abrazar todos los derechos que forman ei
gran sistema en equilibrio , sistema violentamente herido por una
muchedumbre ; pero como sólo una inteligencia infinita es la única
capaz de poder abarcar en su plenitud , todos los elen: entos del or.
den jurídico , el legislador, se conforma con atender simultánea.
mente a los hechos más culminantes entre los intereses compro-
metidos y aprecia la gravedad del mal, por la alarma que el delito
22 1

produce, señal evidente y clara de la ofensa a la sociedad, que se


siente herida en todas las diversas fibras de que constan sus dis_
tintas esferas sociales . Este daño se suele manifestar de dos ma-
neras, ya materialmente, en la persona física, ya moralmente, en
el orden jurídico .
Pasando al estudio apreciativo del delito en las diferentes legis-
laciones , tenemos que la ley positiva argentina, en su artículo 10.,
dice : Es delito o falta toda acción u omisión penada por la ley .
A tenor de este artículo, se puede perfectamente apreciar en toda
su amplitud , el castigo que se señala a los perturbadores del orden
social .
La legislación chilena, en la apreciación del delito sigue al
Código argentino y al nuestro .
I.a legislación belga, aún cuando no determina de una mane.
ra genérica la idea del delito, en su artículo 10., dice : Es crimen la
infracción que las leyes castigan con pena criminal . Es delito
la infracción que las leyes castigan con pena correccional . Tra_
ta según ésto , de señalar a los delincuentes , según sus actos o sus
hechos , colocándolos en el rol que ha establecido para sus respec-
tivas penas .
La legislación española, fuente de donde han sido trasladadas.
todas sus disposiciones en esta materia a nuestros códigos , forman
puede decirse, el fondo de la legislación penal de los pueblos lati
nc-americanos . En su artículo 10. dice : " Es delito o falta, toda
acción u cmisión penadas por la ley . Estas se reputan volunta-
rias, a no ser que prueben lo contrario , siendo ésta la idea del de.
lito, que conserva nuestro código .
La legislación francesa, fuente del mayor número de legisla
ciones europeas con muchas adiciones y enmiendas , lá la misma
idea del delito , que el Código Belga.
La legislación italiana , dá las mismas ideas del delito que las
legislaciones francesa y belga .
Por el estudio comparativo que del delito he hecho con las
más avanzadas legislaciones , se viene a la conclusion de que no
pueden quedar sin sanción los que hieren o alteran con hechos
delictuesos el gran edificio, donde reposan las garantias que dan
equilibrio a la gran ente, que llamamos sociedad . Pues ésta,
después de esa gran crisis violenta, reacciona, con sus legítimos
representantes, que la hacen ocupar el puesto a que está llamada
23 -

a desempenar en el armonioso concierto del orden y del bienestar,


e imponiendo a los culpables su sanción correspondiente.
Otro de los tópicos más importantes de casi todas las legis.
laciones, es saber si la ignorancia de la ley penal exime de respon .
sabilidad a las muchedumbres delincuentes . La mayor parte de
ellas, la consideran como responsables aún cuando nɔ iengan cono.
cimiento de la ley penal . Esto a primera vista parece injusto ;
pues iratándose de una muchedumbre, hay que tener en cuentà
en que la mayoría ignora todo principio rudimentario de cultura ;
pero por esta circunstancia , creo que no se debe eximir de respon-
sabilidad a los que cometen actos que la sociedad rechaza y con.
dena .
El artículo 60. de nuestro Código Penal así lo declara ; pues
según mi concepto , el fundamento de este artículo está en la na.
naturaleza humana , que salva eficazmente los intereses sociales
vulnerados y heridos con actos delictuosos . Y esto, es tan exacto,
quə un gran publicista francés , manifiesta que en Roma , no se ale
gaba la ignorancia del derecho , cuando se perseguía a un ciudada
no por ta! o cual delito ; pues si no estaba escrito , existía grabado
en el corazón de todos los romanos ; pues como miembros de la ciu
dad, cada uno de ellos se reputaba obligado a sentir hasta en el fon
do de su conciencia el rechazo del mal ocasionado y esto es lo que
han abogado todas las legislaciones de los pueblos cultos .
La legislación argentina, aún cuando hace silencio sobre este
punto, parece que la incluye en su artículo 50. , cuando presume la
voluntad criminal en todo acto penado por la ley, mientras no re
sulte una presunción contraria .
La legislación belga, prescribe en su artículo 78 , que ningún
crimen o delito podrá eximirse , sino en los casos determinados
por la ley, claro está que participa de la doctrina de nuestra legis.
iación .
La legislación chilena , guarda silencio sobre este punto, pero
admite la noción universal de lo justo y de lo que es opuesto al
derecho . La legislación española , reconoce también la respon
sabilidad del que viola el Derecho , pues en su artículo 80. no seña
la como excusa de pena a aquellos que delinquen por ignorancia.
La legislación francesa , tampoco excusa de responsabilidad a
los de'incuentes por ignorancia de la ley.
La legislación italiana, declara lo mismo que la legislación
francesa . Por este estudio comparativo de los que prescriben las
24

legislaciones de los pueblos más avanzados , se llega a la conclu


sión, que la sociedad para prestigio de su magestad soberana, cas-
tiga a los culpables de un delito, aun cuando éstos ignoren la exis.
tencia de la ley penal.

RESPONSABILIDAD DE LAS MUCHEDUMBRES DELINCUENTES

Con qué condiciones y en qué medida el individuo es respon-


sable de los actos que perjudican a sus conciudadanos ? Esta pre-
gunta tan sencilla, ha llegado a ser tan insondable como el pro-
blema de la cuadratura del círculo y si se han dado teorías tan o..
puestas , es debido a que se ha hecho descansar la responsabilidad
sólo en el libre albedrío .
Hay que reconocer la responsabilidad basada en el libre albe..
drío ; pero a la vez debemos reconocer una ventaja práctica de las
más indiscutibles para hacer reposar la responsabilidad , en la i-
dentidad, que es una fuerza patente ; pero no sólo basta ésta, sino
que es necesario unirle la similitud social, que es el único medio
como se encuentra la solución plausible del problema . De aquí
que la responsablidad de un acto será tanto más perfecta cuando
haya sido más voluntaria y más atentamente deliberada, a medida
pues , que la complejidad creciente de la vida civilizada, desen.
vuelve y facilita el desenvolvimiento de ese mecanismo, de la aten
ción y el ejercicio de la voluntad, a medida que ésta doble centra.
lización del alma, se extiende y se fortifica , el individuo se hace más
plenamente responsable . La responsabilidad implica un vínculo
social, un conjunto de semejanzas , no solamente de naturaleza
inorgánica entre los seres grandes o pequeños ; supone además , un
vínculo psicológico entre el estado anterior y el estado posterior
que le coumina a responder de sus actos .
Si el estudio individual de los humanos seres , ha dado lugar
para que se desenvuelvan en uno y otro sentido las más opuestas
tecrías del Derecho Penal, ya agravando, atenuando o eximiendo
de responsabilidad al que en determinadas circunstancias comete
un delito y si ésto sucede diariamente en la rama de la responsa.
bilidad individual, creo que por ningún motivo debemos simplifi
car la cuestión cuando del importante tópico de las multitudes se
trata.
Hay entre este inmenso y laberintoso campo , no solamente el
individuo que aporta muchísimos problemas, sino toda una diver.
25

sidad de individuos con toda una infinidad de problemas que suelen


llevar consigo . Todo ese gran conjunto de seres , jamás se presen.
ta a nuestra observación como una diversidad de grupos puestos en
serie y sin ninguna relación entre sí, sino que al agruparse, al reu-
nirse , dan lugar a que germine y nazca una nueva personalidad en
extremo compleja y que nosotros denominamos muchedumbre o co
lectividad .
G. Tarde, dice : En el inmenso organismo social se asimila los
pequeños organismos individuales , com oen estos van asimilándo
se ias moléculas y las fuerzas del exterior y es por esta causa de la
asimilación por la que los individuos tienen que responder de sus
actos , los unos con relación a los otros , así como a causa de esta
relación, las moléculas de sus cuerpos se hallan ligadas entre sí
y sujetas a ser eliminadas si la salud lo exije .
En toda una serie de hechos que se consideran como delictuo.
sos, realizados por personalidades agrupadas, a quienes se les de
be sindicar con todo el peso de la responsabilidad ? Será respon-
sable toda la muchedumbre ? O sólo lo será el que lo ejecute y en
qué grado ? Hay opuestas teorías al respecto, Napoleón decía : Los
crímenes colectivos no engendran persona . A lo que replica S.
Sighele, que esa afirmación puede ser un hecho, pero no una doc.
trina científica .
Y es por esto , que ante hecatombe de consecuencias desas.
trosas, no podemos cruzarnos de brazos ante ese mal funesto , que
trae consigo todo género de crímenes , por consiguiente ; estamos
en el deber ineludible de determinar la responsabilidad de los que
corieten actos delictuosos en una muchedumbre ; porque si la so.
ciedad tiene el derecho de reaccionar contra el ataque individual y
aislado, creo que no debe negársele la misma intervención para
que proceda del mismo modo contra el ataque colectivo , siempre
más fuerte y la más de las veces más cruel .
Según S. Sighele, la cuestión debe plantearse del siguiente
modo : Aquel que ha cometido un delito, en medio de una muche_
dumbre, es de él responsable ? La respuesta de este gran pensador
es afirmativa, diciendo que si lo es , en qué grado ? Si se coloca el
delincuente fuera del medio exaltado en que se encontraba y libre
de las mi sugestiones que lo empujaron al crimen y entra a su es-
tado normal , presentará todavía algún peligro para la sociedad ?
En este caso, no hay peligro existente, pero la sociedad ha sido he
rida en sus principios de orden y de estabilidad y tiene el derecho
-26

de exigir una sanción que satisfaga esta contravención de sus


principios.
Por eso, entre las diferentes secciones en que puede dividirse
la legislación, ya sea general o científicamente considerada, ya nos
contraigamos a las disposiciones positivas, ninguna llama tanto
la atención , como aquella que define los delitos y señala las penas
que deben sufrir sus perpetradores .
Hay algo así como una voz interior, voz instintiva que procla
ma dentro de nosotros la importancia suma de esas garantías ,
que la sociedad ha decretado en favor de nuestros más altos dere.
chos , esta voz es indudablemente verídica ; éste instilno es razona.
ble, en una palabra justa . Por eso desde el instante en que la Fi
losofía se levantó al lado de la Jurisprudencia , en vez de comentar
ciegamente, empezó a examinar las legislaciones y su estudio pre
ferente no fué otro , que el de las secciones penales ; pues con Be
caria y Filangieri , empezaron las declamaciones que hoy nosotros
llamamos inmortales . Ellos empezaron y marcharon al frente de
la gran reforma, haciendo resonar con su voz , la voz de la huma
nidad y de la justicia.
Muchas son las teorías que se han alegado , para negar al po-
der socia! la facultad de imponer penas a los delincuentes ; pero si
ros dejáramos influenciar con tales ideas , tendríamos a la socie
dad desarmada, sin medio alguno de defensa contra sus enemi
gos y con ese gran peligro la lógica debió eclipsarse . Mas , a pe
sar de tales principios filosóficos , ha triunfado de hecho la teoría
del sistema penal , que es justo y necesario . La sociedad tiene el
derecho de imponer penas a los individuos cuando éstos han que.
brantado sus leyes y han hoyado los preceptos de la justicia ; pues
ninguna de las sociedades que han existido y existen sobre la faz
de la tierra, han dudado jamás , ni han dejado de usar de este de
recho . Las ideas de actos delictuosos y castigos , se han presentado
siempre a los hombres como correlativas , asociadas intimamente
entre sí ; por disposición de la misma naturaleza, todo el mundo
moral ha descansado sobre estas bases , todas las creencias de
nuestros mayores , tuvieron esa relación , ese enlace natural y ne
cesario, como uno de sus más principales fundamentos . Nosotros
sabenios perfectamente que la sociedad tiene como base la familia ,
desde luego , ésta es la que constituye la unidad social , y no se puede
descomponer por ser una sociedad completa, cuya estabilidad de
— 27 =

pende del orden justiciero y recto amparado por esa fuerza pode-
rosa que ' lamamos Derecho .
Por eso, Ferri , ha dicho : Que el derecho es la fuerza específi
ca de los organismos sociales ; pues una sociedad sin derecho,
es tan inconcebible, como un animal sin alma, como ura sustancia
química sin afinidad .
Ahora bien, se suele preguntar de dónde se deriva el derecho
que tiene la sociedad para castigar ?
Dónde está su principio y su fundamento ?
Claro que ésta, está, se halla , en la naturaleza misma de las ideas
y de las cosas , en las condiciones propias y necesarias de la so-
ciedad . Nosotros sabemos que el crimen y el castigo están enla
zados para nuestro entendimiento, con una relación irresistible ;
pues donde vemos el primero , naturalmente aguardamos el segun
do ; donde se nos presenta el segundo , naturalmente suponemos que
el primero ha debido preceder . Tal es nuestra naturaleza moral,
ta! el sello que llevamos gravado , desde el instante en que ha naci_
do dentro de nosotros la idea de la justicia . De todo lo expuesto ,
deduzco como conclusión : Primero , que es natural la pena para a-
quellos que cometen actos delictuosos . Segundo , es necesaria como
sanción de todo orden ; y Tercero debe ser considerada como ley su-
prema para la conservación de la sociedad ; pues sin e !! a , se trastor-
narían todas las relaciones , vendría la anarquía en vez de la discipli
na moral , le fuerza ocuparía el lugar de la inteligencia y la barbarie
e lugar de derecho . Por estas circunstancias, el derecho de la so.
ciedad exige que sea castigado todo aquel que atente en su con.
tra .

Ahora bien, para determinar la responsabilidad de nuestras


muchedumbres delincuentes , me ocuparé de hacer un estudio com.
parativo con las otras legislaciones de los pueblos más avanza.
dos en lo que se relaciona a las causas que eximen de responsabi
lidad a los delincuentes .
En nuestras agitaciones tumultuosas , no vemos que aquellos
seres que la forman se encuentran momentáneamente en el fre
nesí de la locura ? No vemos , que han perdido , encontrándose en
esa situación , todo gobierno en sus acciones ? Por consiguiente ,
están o no eximidos de responsabilidad nuestras muchedumbres de
los actos delictuosos que cometen en ese momntáneo estado de lo
cura? Nadie podrá negar que una muchedumbre, hecha delincuen
te, ha sido impulsada por una fuerza secreta, llevándola en una di
28 -

rección anormal que ya por tal o determinada causa, se ha sentido


embriagada y comete actos que más tarde repugnan a su concien
cia. De lo expuesto se deduce que de ese trastorno mental se han
derivado us actos delictuosos que nuestras muchedumbres come.
ten y, desde luego, como el sujeto individual, está exento de res.
ponsabilidad porque la ley lo amparo y proteje si se ha cometido el
delito en estado de locura y por consiguiente asi como el sujeto in-
dividual, nuestra muchedumbre delincuente no debe ser responsa_
ble de los actos que comete en ese estado anormal .
Pero hay que tener en cuenta, que la muchedumbre en este
estado , hiere de una manera terrible a la sociedad , y por eso a
hondando más mis rflexiones , creo que el orden de la sociedad ,
base fundamental del bienestar y del progreso, no seria estable, el
ei equilibrio habría desaparecido si solo se apreciara en sinté
sis, estos hechos , y no se desplegara la actividad , hasta exa.
minar por el análisis , las causas que influyeron en esta locu
ra momentánea que ha hecho a nuestras muchedumbres delin
cuentes . Merced a las luces que este último método nos aporta,
podemos apreciar a ciencia cierta, quienes son los delincuen.
tes y que causa influyeron en la determinación de sus actos de_
lictuosos ; así como podremos apreciar el grado de responsabi
lidad á que se hacen acredores por sus hechos .
Nuestra ley positiva en su artículo octavo , dice :-Están exen.
tos de toda responsabilidad criminal : Primero .-- El que co-
mete el hecho en estado de demencia o de locura . 20.-El
menor de nueve años . 30.- el mayor de nueve y quince años a
no ser que se prube que obró con desernimiento . 40.— el que
orra de defensa de su persona o derechos de la persona 0
derechos de su cónyuge, ascendientes o descendientes , parientes co
laterales dentro del cuarto grado o afines dentro del segundo .
Pero como todos estos casos que señala nuestro código , están
incluídos en el delito cometido por nuestras muchedumbres ,
que se sintetiza en su primer caso ; pues como ya he dicho , una
muchedumbre que comete actos delictuosos , es una muchedum.
·
bre en estado de locura , la masa heterogénea que la forma es
una multitud azotada por el frenesí de la locura, sus movi
mientos son automáticos , pues en sus acciones no hay go.
bierno. Por consiguiente categóricamente debemos deciararlos
exentes de responsabilidad, por los actos delictuosos que cometen,
según lo determina nuestra ley positiva en el primer caso del
29 -

Art. 8.- Porqué si esto es justo, en el individuo aislado que se


encuentra privado del timón de la razón que le dirije en sus ac.
ciones, con mucha mayor razón debe ser eximida una muche.
dumbre que se encuentra al vaivén de las pasiones , excitadas
la más de las veces por mil circunstancias, que las rodean
e influenciar al delito .
Pero la imperiosa voz de la conciencia nos dice, que no es po.
sible que los actos cometidos por nuestras muchedumbres , que_
den impunes y sus actores libres de responsabilidad y de pena , si
esto se hiciera, el orden en la sociedad estaría constantemente a
menazado, la estabilidad y el equilibrio constantemente herido, y la
anarquía seria la única que doquiera imperaría si sólo se apreciara
de una manera general y libre de sanción los actos delictuosos de
una muchedumbre .
La ley positiva argentina en su artículo 81 , concede irrespon-
sabilidad a loco y a todo aquel que haya cometido un acto delic
tucso en un estado de perturbación de los sentidos o de la inte
ligencia, esto tratándose de un individuo aislado . Pero tratándose
del delito de una muchedumbre que conmueve hondamente el or
den social, tiene la sociedad imperiosamente que averiguar por to
dos los medios que están a su alcance , las causas que lo llevaron
al delito . Porque aún cuando debiera quedar sin respon
sabilidad ia muchedumbre por su estado de perturbación en los
sentidos y en la inteligencia, la sociedad ve que es necesario , averi-
guar la responsabilidad de sus autores para de ese modo satisfa
cer el grito de alarma que esos hechos han causado .
Las legislaciones belga, chilena, española y francesa, declaran
terminantemente la irresponsabilidad del delincuente en estado de
locura ; pro no se desarma del mismo modo cuando el delito ha si
do cometido por una muchedumbre . Acaso no hay perturbación
de sentidos y de inteligencia en esa masa heterogénea que se lla
ma muchedumbre ? Y por qué no se le declara irresponsable de sus
actos ? Es que la sociedad herida de este modo, no cree justa la
irresponsabilidad y en su interés y conservación está, que no que
den sin castigo los que tan violentamente la hirieron con sus bo_
chornosos actos y desde luego estudia y examina la responsabili.
dad de cada cual, teniendo presente las circunstancias que influye
roa en la determinación del delito ; esta es el arma poderosa con
que cuenta la sociedad para restablecer el orden alterado .
De todo lo expuesto se tiene como conclusión, primero : qui
30

la locura momentánea de una muchedumbre, debe ser amparada,


según lo determina nuestra ley positiva , por ser causa que exime
de responsabilidad al individuo falto de sentido y de inteligencia;
pero como la sociedad quedaría desbaratada si de esc modo proce-
diera, no ceclara irresponsables a los que cometen artos delictuo.
sos en una muchedumbre , aún cuando se hallen influídos por cir
cunstancias imposibles de poder ser evitadas.
Segundo La responsabilidad penal será atenuada, en vista
de los agentes que aniquilaron sus sentidos , dejándolos a merced
de sus impulsos .
Tercero . Que descubierto el gestor de donde emanó la per.
turbación dei orden social, se le debe imponer todo el peso de la
responsabilidad por el delito realizado.
Y la regla científica para determinar la pena de los delin
cuentes de una muchedumbre, será siempre deducida de los mismos
principios ya expuestos , es decir , imponer la pena que exige la jus-
tica y exigencia social, jamás imponer más de la justa, ni más
que la necesaria.
Pues estas conclusiones que sostengo son una satisfacción a
la conciencia pública , que se siente herida y alarmada por el per-
turbador delito , cometido por una muchedumbre en estado de lo
cura, solo así la opinión pública verá en esa sanción penal impues
ta, el restablecimiento del orden perturbado por el delito .
Ma Tócame ahora examinar el alcance de la sugestión social,
en la generación del delito cometido por una muchedumbre , y ma
nifestar si las sugestiones de orden natural le están o no su.
bordinadas . Esta es la gran contienda entablada entre los natu.
ralistas y los socialistas ; éstos dicen que las causas sociales pri
man en superioridad a las causas exteriores , la cual creo confor
me : pero al considerar a la sociedad como única culpable de las
iniquidades que se cometen, deduzco la conclusión que el indi.
viduo señalado como el verdadero culpable, en el seno de ella, es
digno de verdadero y justo castigo .
Ahora bien, hasta dónde llega la poderosa fuerza de la suges-
tión ?
Es tan maravillosa esta fuerza , que sea capaz de convertir a
los hombres honrados en asesinos , violadores , ladrones e incen
darios ?
Entre las formas de sugestión , la más potente, la más fuer
te y completa es la de la sugestión hipnótica, que en la actualidad
31-

suele dársele muy marcada y especial extensión ; pues presta valio.


sísimos servicios a la terapéutica médica y por el arsenal de hechos
que nos proporciona, podemos obtener algunas aplicaciones al ob
jeto de nuestro estudio .
Lcs autores están muy divididos en esta clase de estudios . Hay
escuelas que reconocen un poder absoluto y completo al sugestio
nador sobre el sugestionado, así como partidarios de otras es-
cuelas afirman que el sugestionado conserva siempre más o me
nos atenuada su personalidad .
Y en afirmación de la primera , escuela dice Liebaut, el suges
fionador puede mandar lo que quiere , con la seguridad de ser obe.
decido por el sonámbulo , no solamente durante el sueño sino
después de que salga de él . El sonámbulo marcha fatalmente co-
mo una piedra que cae atraída por la gravedad . Con esta opi.
nión comulgan Richett y otros autores de renombrado prestigio .
Campile manifiesta que solamente por una sugestión seguida
y gradual es como se consigue obligar al sujeto a actos que repug
nan a su conciencia y personalidad .
Guilles do Tourette , dice : que el sonámbulo no es una veleta
que se inueve a todos los vientos ; pues posee una personalidad re-
ducida en términos generales y que en muchos casos la conserva
entera .
Los que sostienen que el sujeto hipnotizado es como una pie-
dra que cae, están en un grave error ; pues Pitres dice : cuando
se tiene un sujeto fácil de hipnotizar, hacemos con él lo que quere
mos, pero nos es imposible conseguir que maltrate a cualquiera .
Por todo le expuesto, queda demostrado que la sugestión es por sí
sola capaz de modificar la personalidad pero no de sustituirla .
La sugestión que puede influir en los sujetos del dellto co_
lectivo, no es la sugestión hipnótica y por lo tanto, si en la perso.
nalidad aislada no se sufre sino modificaciones , en ésta debe con
serva: mucho más motivos de personalidad, y, por consiguiente,
nás responsabilidad .
Y como en los delitos colectivos existen un gran conjunto de per
sonas , éstos representan el elemento subjetivo, que generalmente
se manifiestan en sus programas y predicaciones , que tien
den a dirigir e imprimir movimientos de orientación a las muche_
dumbres ; pues entre éstos están los elementos que integran su per.
sonalidad ya en relación a sus iniciativas , ya en relación a sus con-
secuencias posibles de preveer. Siendo los iniciadores, los comple
32

tamente responsables del delito que la muchedumbr cometa en


esc estado de inconciencia .

Para concretar mi estudio, al punto de mi tesis en cuestón , es_


tudiaré las tres diferentes zonas en que se divide el territorio na.
cional, analizando el modo como se genera el delito colectivo en
el Perú . Nuestras zonas, como bien sabemos , son tres : Costa,
Sierra y Montaña y como el delito se realiza en estos tres medios
propios de nuestra nacionalidad, claro que debemos estudiar de
una manera especial la manera como se realiza en cada una de
ellas .
El poder social peruano, para conservar el orden y el equi-
librio en todas sus instituciones , debe necesaria y especialmente,
estar atento en el estudio del medio social donde suelen presentar-
se los delitos tumultuosos que afectan hondamente su estabilidad ;
pues creo que el medio social de las diferentes zonas en que se di
vide el territorio , es ni más ni menos , el líquido que hace florecer
de una manera más o menos alarmante ese gran mal que llamamos
delincuencia, líquido donde germina y se desarrolla ei microbio que
más tarde , sino lo destruímos a tiempo , denominaremos criminal .
Haciendo un estudio detenido sobre nuestros diferentes me.
dios sociales , encontraremos tres perfectamente definidos , que fa
vorecen y alientan el delito en nuestras muchedumbres . Estos
son: Primero.-El medio de los que viven en nuestra inmensa y
dilatada Costa .
Segundo .- El medio social de los que viven en la Sierra .
Tercero.- El medio anti-social de los que habitan nuestras
vírgenes montañas .
Del estudio comparativo de estos diferentes medios , deduzco :
Que ei medio social de nuestra Costa es el que más influye en la
determinación del delito en nuestras muchedumbres . En esta
sección territorial , gozamos puede decirse de cierto grado de supe
rior cultura ; pues las ciencias , la literatura, las artes y las indus
trias nos dan a diario sus luces ; el comercio y el trabajo nos pro
porcionan holgadamente todo lo necesario para la comodidad y el
sustento de nuestras necesidades ; estamos constantemente en con-
tacto con los elementos civilizadores de otros pueblos y a pesar de
encontrarnos en estas condiciones superiores que los habitantes
de las otras zonas , se nos tiene señalados como los constantes per
33 -

turbadores del orden social, por los delitos que nuestras muche.
dumbres cometen .
Cuál puede ser la causa de esta anomalía ? Algunos culpan a la
civilización como causante de esta crisis ; pero los q' así creen están
en gran error. La civilización, abrazando en conjunto la instrucción,
la educación , las ciencias, la religión, el arte, la industria el traba
jo, la riqueza y el orden político , no puede ser jamás la causa de
los delitos de nuestras muchedumbres , el progreso no puede ser la
causa de los actos delictuosos de la muchedumbre . La causa se halla
en la miseria de sus épocas de crisis, la que se expresa v concreta en
el desorden y en las violencias , miseria de la cual apenas llegan
hasta nosotros , débiles ecos de la violenta tempestad socialista que
azota las civilizaciones europeas . El mal está en nuestra sociedad,
que se ha olvidado de penetrar hasta el fondo de los fenómenos so-
ciles . que no hace nada por herir en sus raíces el germen del deli
to; pues su misión ha de ser incansable, en la esterilización de to-
do lo que sea fuente de un mal , las tabernas y las casas de juego
son los antros donde se elabora el filtro venenoso del crimen, en las
últimas capas de la sociedad es donde se contempla el embotamien
to del sentido moral , para estos el criterio de la justicia se encuen
tra en estado embrionario, jamás miran el porvenir y el rasgo ca,
racterístico que los distingue es la imprevisión . En este medio
social , la responsabilidad de los que cometen delitos en una mu
chedumbre, está perfectamente justificada , aún cuando existen
causas influyentes que les hagan perder el timón de sus sentidos .

Fero si de este medio social , donde se goza del mayor expo-


nente de cultura, pasamos al otro medio social de nuestro terri
torio, el de la Sierra, donde la ignorancia se levanta como reina y
soberana de nuestras grandes colectividades ; es justo , es humano,
que la sociedad aprecie del mismo modo a esas muchedumbres , si
alguna vez se hacen delincuentes ? Los que hemos penetrado y vi
sitado esos riquísimos lugares , hemos salido horrorizados al ver
cómo se les trata y educa a esa gran parte de lo que nosotros lla-
mamos alma nacional . Allí se ven actos que repugnan a nuestra
conciencia, no solamente contra el indio, sino también contra el
mestizo que no puede evadirse de esas costumbres inveteradas .
En nuestras serranías, triste es decirlo, predomina de una manera
alarmante la embriaguez que raya en verdaderos bacanales , mos-
trando descarnadamente la miseria moral de nuestra raza, antes
34

como bien sabemos , decididamente sobria, hoy la degenera_


ción en muchos de esos lugares llega a su máximo ; pues
el indio vive en una crápula constante, tendente cada dia
a ser más desastrosa , nadie se preocupa por sacarlo
de ese esiado corruptor ;;
corruptor por el contrario, hay quienes
los hunden y explotan miserablemente, los sumen en ese estado de
inconsciencia, arrebatándoles lo más preciado que tiene el hom
bre, como es su libertad y su derecho , y así, sin libertad y sin de
rechos son considerados como adormidas bestias exp otables . Que
responsabilidad pueden tener los indios de nuestra Sierra si co-
meten actos delictuosos en una muchedumbre, cuando no saben lo
que es la libertad, la justicia y el derecho . Ellos , que ignoran
los principios rudimentarios de instrucción y que no conocen otra
escuela que aquel escenario donde se fomenta la embriaguez , so_
bresaliendo cada cual en actos inmundos e inmorales, conocedores
de todos los vicios a medida que el tiempo los hace crecer,; ellos ,
que desconocen toda idea de adelanto y de progreso son incapa
ces , hasta de poder concebir estas Ideas en sus cerebros , puede de
cirse, embrutecidos . El patrón, su señor, es uno de esos seres
que ve con interés que en sus dominios reine la incultura , porque
consideran que éste es el único modo , como no se perturba la paz,
el único medio que hace que el edificio social no se bambolee ni des.
morone. Esta degeneración y esta nicultura por quén es amparada ?
No es por nuestro gran poder social , que nada hace en provecho de
esa inmensa mayoría , que no tiene más desgracia que ser in
dia y vivir en serranía . Esta degeneración y esta incul
tura, que reina en nuestras serranías, hay que decirlo , na.
-ce y la sostiene la mala, 0 ninguna higiene pública y
privada ; pues está en la conciencia universal y en la de todo or
ganisme social , que cuanta mayor es la incultura, mayor perversidad
si se maltrata , ya física o moralmente, a los seres ignorantes . Y
como es natural , no saben defenderse sino a lo salvaje y si lo ha
cen o proceden de ese modo , los considerran como autores de un de
lito que ellos ignoran lo que significa . Y si no lo efectúan , acu.
mulan cada día más y más su odio , hasta que al fin estallan en
violentas marejadas , en convulsiones tumultuosas , donde suelen
dar rienda suelta a sus odios , durante mucho tiempo acumulados ,
haciéndose terribles con sus actos deliotuosos.
Ahora bien, será justo que el poder social de nuestra patria
juzgue y condene como delincuentes a los que así proceden en el
35-

ambiente de nuestra serranía? El poder social, se ha de mostrar


justiciero con esos infelices que no tienen amparo, ni se les re
dime de corruptor medio en donde nacen, viven, se desarrollan y
crecen ? Será justo que nuestro indios , que ignoran su destino ,
porque nadie se lo suele revelar, y que si hay leyes que los protejen
las descenceen, porque nadie se las suele dar a conocer ; será jus_
to, que donde reina la ignorancia y las tinieblas, donde el in-
dio es ja materia disponible del gamonal o del magnate, será justo
que la sociedad pene sus actos como verdaderos delincuentes y los
haga sufrir el dolor de una condena ? Oh, lo que pasa en el Perú
con nuestros indios, es un escarnio. a la dignidad nacional , a la
dignidad humana ; pues lejos de ser condenados con una prisión
que yo considero injusta , nuestros legisladores deben dar a su fa-
vor leyes especiales que los regenere del ambiente, del medio inmo-
rai en que se desarrollan y crecen, leyes prácticas, que tiendan a la
redención del indio , alejándoles los males que hoy lo ago.
bian, lo degeneran y lo bestializan .
Tendamos a su mejoramiento moral , intelectual y físico , no
con formular tantas leyes , que por desgracia en nuestra patria no
se cumplen . Debemos reaccionar contra los gamonales y explota-
" dores que son los únicos responsables, de esa miseria moral rei

nante en nuestras serranías, apliquemos contra ellos las más se-


veras leyes penales ; pues sólo de ese modo pondremos ccto a los fo
mentadores de toda clase de vicios , que no hacen otra cosa que
contribuir a la quiebra moral, al desquiciamiento intelectual y a
la ruína física de nuestras colectividades indias .
No hace poco, uno de los más infatigables defensores de la ra.
za india, uno de nuestros representantes que conoce a fondo dónde
está la llaga que sangra, marchó en comisión oficial hacia el interior
para hacer un estudio, de los males que agobian a los habitantes
de esa inmensa sección territorial , y cuál ha sido el resultado prác
tico ? Ya lo hemos visto ; esa comisión no pudo cumplir su cometi
do, ha tenido que tornar entristecida , porque los gamonales propa
garon la noticia entre las indiadas ignorantes, que llegaba una co
misión para arrebatarles sus tierras y ganados , dando lugar a que
se hubiere desarrollado un gravísimo conflicto que pudo conver
tirse en una tragedia horripilante
Ahora bien ; dónde está el origen de ese movimiento colecti
vo ? La respuesta nos la dá nuestra razón y nuestra conciencia, el
origen está en la ignorancia a que está sometida la gran colectivi-
36

dad india, se le hizo comprender que la comisión no tenía otro


objeto, que arrancarles de su terruño , por medio de la bala y la
metralla, y como es natural, para defenderse, se agruparon excita
dos , pues perturbaron sus sentidos con el alcohol proporcionado por
los criminales gamonales . Y así embriagados , si hubiesen come.
tido toda clase de delltos , contra aquellos que intentaron estudiar
sus condiciones y remediar sus males , quienes serían aquí los
delincuentes ? Serían los indios los verdaderos delincuentes ? No,
a ninguno en mi concepto , de los que formaron la muchedum.
hre india, considero como delincuente, todos son irresponsables
del mal que hubiesen causado, el delito no ha sido generado en sus
concuencias , en la cual bien puedo decir , que carecen de ella . La
culpa, la tendría la sociedad que no supo darles a conocer el valor
de sus conciencias , ella , que no supo hacer penetrar en ese recin
to, la luz que debiera hacer huir la noche del delito .
Quiénes hubiesen sido los culpables si el delito se hubiese
realibzado ? Los criminales , los culpables debieron haber sido los
gamonales , que los violentaron, que les proporcionaron el veneno
perturbador , ellos debieron ser los delincuentes ; pues son los que
a diario, chupan la sangre de estos infelices , ya robándoles , ya
escarneciéndoles, ya conduciéndoles a la quiebra de todos los fac
tores que debieron contribuir a su bienestar y felicidad . Sobre
estos debe recaer toda la sanción penal , sobre éstos todo el rigor de
nuestras leyes , que debe ser inexorable .

En cuanto al medio social de los que habitan nuestras vír.


genes montañas , creo que los delitos que cometen las tribus que
pueblan esos lugares , están justificados por la vida salvaje que en
es ambiente les es propio . Es la naturaleza la que suele deter.
minar sus actos ; pues en ellos no existen las ideas de progreso y
civilización que es la base fundamental para que el derecho , ideal
sublime, se encarne en disposiciones positivas que garanticen la
vida, el honor y los intereses de los que han conquistados la supre
ma aspiración de vivir en sociedad . La sociedad de los que habitan
en la montaña , está constituida por diferentes tribus que no tie_
nen la menor idea de lo que es y vale la justicia ; entre ellos la ven.
ganza es la característica de sus procedimientos .
Y esto , debido sólo a que la antorcha civilizadora aún no ha
ilegado a penetrar al corazón de nuestras selvas , habitadas por mi
llares de indios , que vegetan inconscientes de su existencia, has-
-37

ta estos sitios , no ha podido penetrar la soberana magestad de


nuestro gran poder social y por consiguiente se encuentra impo_
sibilitada para exigir responsabilidad a estos seres , en cuyos ce.
rebros no conciben la esplenderosa luz de la civilización , ni si.
quiera en su mínima extensión .
Toca, pues, señores, a nuestros legisladores, emprender con
patriótico entusiasmo a la civilizadora redención de nuestra raza
aborigen, que es , puede decirse, la superior potencia que sostiene
¤pestra gran tepública peruana . Pues ella es la que cucarna el alma
de nuestra nacionalidad y raza . Emprendamos la obra y demos 2 CO.
nocer ai orbe , la dación de la gran ley tutelar, que an pare y pro
teja eficazmente a nuestros indios , que garantice su liber.
Lad de acción, y le enseñe a que tenga conciencia de sí
mismo, y sobre todo, a que sepa que ha empezado el saneamiento
moral en los hombres de nuestra patria, y que ha empezado para
nuestros indios a brillar la luz de la justicia y que hoy a ese belo
resplandor sonrían satisfechos , que sepan y se den cuenta que la
injusticia para ellos ha desaparecido , única durante muchos siglos ,
la causante de sus innumerables sufrimientos .
La davión de tan saludable ley se impone , no sólo en el orden
civil que proteja y satisfaga sus más preciados intereses , sino que
al lado de esa sabia legislación , se encuentre unida necesariamen ,
te una legislación penal apropiada y especial que paulatinamente
vaya depurando el ambiente corruptor, que suele hacer a nuestros
colectividades indias delincuentes . Legislaciones que esterilizan ..
do el mal en gérmen , suelan cristalizarse amparando protegiendo,
moralizando y enseñando a nuestros indios por medio de procedi.
mientos especiales que los haga huir del ambiente venenoso que
siempre los condujo a la desgracia .
Sóio así habrá empezado el progreso de nuestra nacionalidad,
la era de la felicidad de nuestra patria, digna de figurar por mil
títulos gloriosos , a la cabeza de los pueblos que hoy se presian de
civilizados . He aquí, señores , lo que he podido extraer por medio
de la reflexión , del ilimitado campo de nuestra ciencia penal . A
vuestra justificación , someto mi humilde trabajo , para que si lo
crećis suficiente, le déis el , fallo de vuestra decisión .
Amador MONDOÑEDO.
Vo . Bo .
VILLARAN.
Lima, octubre de 1920 .
33

AUTORES CONSULTADOS EN EL DESARROLLO DE MI TESIS

Tarde.- En su obra de Filosofía Penal .


Ingenieros. En su obra de Criminalogía.
Concepción Arenal .- En su obra el Delicto Colectivo .
Joaquín Francisco Pacheco .- En su obra Estudio del Derecho
Penal.
Lombroso . En su obra La muchedumbre delincuente, tradu
oida por Perado.
Escipión Sighele, en su obra El delito de los Dos , traducida por
Dorado .
Liébaut. En su obra El Sonambulismo .
Pitres. En su obra titulada Sugestiones hipnóths.
Garofalo , E. Ferri, Heredia . Los dos primeros en sus obras
de Criminalogía .
HV 6922

M743

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