0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos) 97 vistas31 páginas9 Tendencias Historiográficas Actuales
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Depésito legal: M. 35.204-2004
Iimpreso en Coffs, S.A.
‘Méstoles (Madrid){NDICE GENERAL
PRIMERA PARTE
ss spss RARCOS ACTUALES: UNA
WistORIA® Y LA HISTORIOORAFIA,
LA eCIENCIA DELA
sos 7 ©
conTeNrOR vs
xy dacuss en historia 47 History clenciag socia-
tea 86-istria, semiicn, S60
teguesy nuevos engusies 129
SEGUNDA PARTE
py ewsropi4C0ss ELA SCFUNA HISTORIA BN SOLO 2
Peis SECTORIALES®EHISTORIAS «ALTERNATIVAS®
canis social. La. demografahistrica 151 La historia eco
aaa eps El marxamo y I historiograla, 228 — Historia y
aetna La socologahstrica, 262 — Historia de las mental
des, 289 Historia y antropologfa, 322
151
TERCERA PARTE
IV. TRAVECTORIAS HISTORIOGRAFICAS, INFLHOS Y ENFOQUES
ENOVADOS..
Labistoria ral, 345 Historia intelectual historia cultural, 371 —
Historia, psicologia y biografia, 401 -Historia y ciencia politica.
Lamueva historia politica, 422
V. Cisco TENDENCIAS RECIENTES EN HISTORIOGRAFLA nen
Historia de las mujeres:
1 de las relaciones de género, 437 —Histo-
“amino une 472-Michiseia chr lca 79
aes cotidiana, 506 —Historia del presente o histo-
APESOICE BIRLOGRARCO SOMREsronia, SEMIOTICS, SEMANTICA Y LINGOISTICA
von et mundo, con To real, con 10s demas, cop
edo ogo om Fr Merin, «past por a mediacin de ues
tros mismo» ideas, teorias € iNcIUSO MitOS, ¥ NO Podemos, md
pales ene os de los". Pr spate, Gombrich recor
con dose del spirit la posesin del lengusje esa pig
cent es portante>, pues sin formar COMPUESTOS Que Una nye,
A et nuestra vida emocional no podriamos,
on
jormes edificios de representacidn simblica que parecen don,
2 A epee ee
mundo, y «es capaz no s6lo de construir sfmbolos sumamente abs.
dos de la experiencia cotidiana, sino también de “recuperar” esos in,
boos y presentarlos como elementos obviamente reales en la vida ca.
diana». De manera que «el simbolismo y el lenguaje simbélico llegan g
ser constituyentes esenciales de Ia realidad de la vida cotidiana y defy
aprehensiGn que tiene de esta realidad el sentido comin
Las citas anteriores, una muestra tan s6lo, nos permiten introducit
Ja importancia dada en la actualidad, tanto por los fildsofos como por
los cientificos sociales, a las cuestiones que tienen que ver con el lem
‘guaje y su valor simbdlico en el conjunto de la vida social, y no silo
ya en sus aspectos literarios 0 artisticos, aunque, por descontado,
también en éstos. Ademas, pensadores como Jtirgen Habermas ~de
notable influencia en las décadas tiltimas-, enfocan el conjunto delas
ciencias sociales desde el lenguaje, tratando de construir desde ese
punto una teoria de la comunicacién'®*, A partir de éste, es casi un
axioma que el estudio del proceso y el contenido de los procesos de
‘comunicacién (desde el nivel interpersonal al internacional) ha deset
a base de todo conocimiento sociocientifico,
La ret6rica, reavivada desde los afios setenta del siglo xx, despo-
Jada de su antigua equiparacién con la elocuencia, y situada ahora
entre la pragmética y las aproximaciones interaccionales, $e ha cOns-
tituido en parte integrante de una teorfa general de la comunict
iia
Ais, Amore 2 1991), La construcién social dela realidad, BE
Hann (1981), era de
(1988), «Razin sin evade 1 accin comunicativa, Véase también A. GIES
A. iene, Raber eat de ommuniatien Hands b=
"la modemided, Madrid, Céedra, pp. 153192.
102 i
a1, La semidtica, por dltimo, disei
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‘CER Liov 94) hur enn ane es meade, Pa, La DO
‘A. Bensa, «De la micto-histoire, », il. p. 67, ” od "
1 iting Barcelona, Pai
3,1 actual, vénserespectivamente B, GHLLNER
Caen 20) iM Soil Scenes Londres, Routledge & Kegan Pa MA
),eHistria y tora de la sociedad sel gir ulti al oiPero antes de seguir avanzando hacia lo que
ato ttc a ee pec
Je Hayden White han conseguido un lugar principal), advan as
tendo al fil6sof espaitol Sergio Sevilla, que el «give route eo
‘iin, sino como mediacién) no consttuye sin embargo en realinad
“ana versiGn nueva y sofisticada del asalto a la ran», puesta
aguél «no nicga la legitimidad del problema epistemolégico de le
validez>'*
Sin embargo no ha resultado fil en la historiografia comenzar a
discutr sin recelo sobre esa cuestién del lenguaje (mejor lenguaies,
en plural) en relacién al sujeto humano a lo largo del tiempo!” Pero
quienes lo han hecho han ganado bastante, sin duda, en claificacién
respecto a la naturaleza de su tarea: «S6lo si reconocemos el irreduc-
tible cardcter semistico de nuestra préctica histérica ~asegura
Gabrielle Spiegel~ podemos responder al desafio que la semitica ha
planteado a la historiografia tradicional
Porque, bien entendido, «una concepcién semidtica del lenguaje
no le compromete a uno a creer en el carécterintransitivamente auto-
rreflexivo de todos los actos y artefactos lingisticos», ni tampoco
«obliga a abandonar nuestro esfuerzo por enriquecer nuestra com-
prensin del pasado como algo més que un complejo de estrategias
Siscursivas»!” Lo que nos queda del pasado, mediaciones entre los
seres que lo habitaron y el espacio exterior, son muchas veces textos
letrados, si no directamente literarios. Es a ellos a los que accedemos
cuando tratamos de llegar a ese pasado. No accedemos por tanto al
pasado mismo, que quedara velado, entorpecido o distanciado por esa
mediacién. Al estudiar historia, como concluye Spiegel, «lo que estu-
diamos son las précticas mediadoras de épocas pasadas que, entonces
como ahora, construfan todo ser y toda conciencia».
Las apreciaciones de esta medievalista, propias de la década de
1990, no son del todo nuevas en el momento en que son formuladas,
pero tienen que ver con un contexto en permanente evolucién. A prin-
cipios de los afios setenta, cuando era bien palpable la incidencia direc
1a de la sociologia y la economfa sobre el discurso hist6rico', sabe-
"4S. Sevna (2000), Critica, historia y potica, Valencia, Frénesisp. 14)
"RT. Vann (1998), «The Reception of Hayden Whites, History and Theory 31/2
(ray) M016
GM, Smecet, (1993), «Huellas de sign
Pesnademismo, 1 Pfs, spleen Iteraro Babel 29 de ui de
Pico (2003), Los ais dorados de (a sociolgta (1945-1979),
age P2008), Los aos dorads de a socio (
ficado. La literatura hist6rica en a era del
29 de julio de 1993, p. 5.
‘Madrid, Alianza
105
ewera a competi con Ia filologta (8 SU vez ésta era
istoriadores, a quienes parecia estorbar ya), y s6lo
a pr i vlan ea ez SOOT Suto cans
See e ideologia'™.
a a ea sea en Aleman la Uni6n Sovitica
Estados Unidos, trataban de intensificar relaciones en esta,
trabajando en lo que en ciertos casos se cae storia ”
tual” y en otros seguiria en el marco de la storia de las use
Wine afos mas tarde de que se emprendieran grandes proyectos y
Seresasclectivas la historia de ls Conceptos (Berifsgeschiche
su versin germana) se presenta como una encrucijada en la que poign
acabar convergiendo la historia politica, la historia del lenguaje y la hi.
intelectual’.
voripe indudable raigambre diltheyana y experiencial, la historia de log
conceptos evoluciona, sin embargo, en las direcciones en que ha ido
‘marcando las Iineas principales la atencién al lenguaje, tanto en forma
diacr6nica como sincrénica. Pocock y Skinner'”*, por ejemplo, son
algunos de quienes la cultivan en el émbito anglosajén, Por lo demés,
siempre hubo algén tipo de conexién entre ciertos historiadores y los
planteamientos epistemol6gicos, con sus derivaciones.prcticas, de la
filosofia del lenguaje, y sus resultados a esta hora no son de desprecias,
Con todo, lo mismo hoy que hace treinta alos, puede decirse que los
historiadores conocen de la lingifstica, seguramente, «la aplicaciGn
ue de ella se ha hecho a los discursos y a sus diversos elementos, al
Vocabulario esencialmente»", en tanto que la sintaxis nos sigue set
do ajena.
o hoy
igotjg; THOMPSON (1986-1987), Lenguaje € ideolgsan, Zona Abere UM
»
sp. Loks ROELECK (97D, Wor noch Histone, Morne ec Ol
ay : Com
Conparatse rena K. Taw yE Vas Vie (ed) (1998), Histor of
on LGA, Pocock (1962), iv 7
“Meaning cnd trict, Philosophy, and Society, set. 2, Oxfords Q.
50 60 J. Tully (ed) (1988) eens HS Ideas, History and:
Cambridge, 3), Meaning and Conte. Quentin
P61. C. CHEVALIER (1974),
rel SE Tt
106esde su aparicién como relato de hechos sucedidos, en la Grecia
wala historia ha aspirado a una literaturizacién, a convertirse en
aneenero narrativo preciso aunque abierto y flexible, sujeto a les
Milas comunes de la persuasién y la comunicacién'”. Una. parte
jnportante de esas reglas las establece la narratividad, representada
int la dualidad de voces © protagonistas que hay en Herodotor el
Pirradory el historiador, el testimonio que proporciona la fuente oral
$pquien recoge ese mismo testimonio para dejar constancia ala poste-
fidad. Ota parte de las reglas conciemne a la egularidad, al eordoter
repeiivo ¥ comparable (desde Tucidides) de los acontecimientes
tarrados, el cual proporciona a la historia su valor ejemplar, sus pro-
pisdades de moral y ensefianza, y el cual ademis, le otorga una post.
ble dimensi6n redrica, de busqueda acumulativa de enscfianzas tutu.
sas, explicaciones y regularidades!™, Esa es la doble faz de Clio»
desde su nacimienio'™.
‘Adoptando versiones repetitivas, eflicas, de los hechos narrados,
que se orientaban invariablemente a detectar el progreso o, por el
contario, la degeneracién de los regimenes -o de los individuos_ esa
visign del género historiogréfico se prolongé de hecho hasta el
Renacimiento. Maquiavelo, en El Principe, apcovecha ese importan-
te hilo conductor y lo recrea, haciéndolo més préctico. El «saber de
las cosas pasadas> ~dirfa alli la instrucciGn de la vida y la expe.
riencia que la historia «antigua» contenfa, no sélo es «propedéutica»,
sino también, y no en menor medida, resulta set politica y aspira a ser
moral.
Perturbado y quebrado el recorrido critico-diplomético!™ que
Siguié a esa primera configuracién de la historia por las falsificacio-
"es medievales y el pirronismo del siglo xvu, la invencién (la ficcién)
"aparece, y no en lugar secundario, en la narrat.va histOrica. Sin nada
ue estorbase la indefinicién —la confusién deliberada— en los limites
‘espectivos de Ia «verdad y la fabulacién, el pirronismo, burdo ade-
Un seguimiento Kéndido de todo cuanto se menciona a partir de aqui, en J.J. Carreras,
Se ecme soresract sapre einen
Laat RES (1982), «Der ethorische Modell der Histor opraphien, en R. Koselleck,
22) Ren (is) armen der Gerchchscreung, Nenien po 97-8,
«vm, $80, Catteni (98D), Lhitoriographe, Pas, PUE. Tbe J. Le Gore
i marl historia Moderidad. presente progres, Balen, Pus,
Rig UE (1970 1836). Stora dels norogafa madera Min Noles,
Bae AAD (1570, Paeogra €diplomatie, Ngo, Libea Scenic
' 208 conrelacin de «normas para establecer la autenticidd dels documents,, cusion de la verdad histricg,
tanto de intents posi inscitaen las comienes fi?
tard en provocar TT supuso la historia conjetural ofiloséfica, a,
séficas iluministas- ¥en Gibbon: «Quisiera descubrir ~escrige
manera de un Volei® ° Smo era entonces 1a sociedad de 1 hon,
Yotaie en sus Essa Snterior de las familias, Cudles eran la aay
bres, mo se viv 21 te tantos combates, funestos Objetos de,
coutivadas) melee Mmnunes de la maldad humana».
fay lugares comunes
tio ey nlosfica, esta que acabamos de esbozar,chocara de.
poss ute a xia Tad erudita, gue no quso tomar en cueny
ese de la historia sconjetural» a no Ser para ple
sulin menoney ie conarcciones espera, pg
aantrdas en fa materia empirica, la escuela critica de Mabillon (ls
TRonjesde Saint Maur, al modo del romano Tito Livio, trae un tip
Terao secuencial y de orientacion explicativa y causal, en el que
“ios hechos se originen naturalmente unos de otros». Para entonces
Se habia perdido aguel carter inaugural (literaio) de la historia
amo gener, A medida que avanzaba, sin embargo, la pulsién cien
tffca™, iia haciéndose mds evidente la progresiva diferenciacién de
éners ene historia y literatura, en especial ~y dentro de ésta-la
novela. La cual se ala, a partir de abt. con el monopolio popular de
Tawevocacién y a cimaginacién» de un pasado plagado de evden
cias confusas, aunque operativas y eficientes desde el punto de visa
colectvo, micas y podticas
Con todo, a pesar de su esfuerzo por haverse acreedora de cent
cidad (bien « tavés de su vertente estadistica y comparativa, 0 Y8
‘mediante una escrupulosa tarea heuristica, de critica y depuracién de
fuentes) la historia parece con gran frecuencia seguir cereana aa it
‘atura Oa menos, su escritura resulta inseparable de lenguaje cmt
el que se relatan las experiencias humanas, tanto i son
"as» como ede fccién», ya sean «de excepciGn» 0 «cosidianas».
Carente, pues, de una terminologia cientifica particular y propit
er cbiosposen ls cencias sociales que le son présimas)
ine rege Le ico de todos los studios», como dei
¢n 1886. Por eso siguié experimentando una tens
™ 8. scmsea i
Barcelona Anagrama > (9911) Certezas absoluta, especulaciones sin gor
SAMs ris
mong {bug)" 26! mnie deri Visto freed en De ede de
i UARRACINO (1900) tls
Balvice: 9 Storia: i discorsi sul metodo, Florencia, La Nvo*™
Yeion, OP" P85 Hynde Cae
108ama exigencia que los demas saberes no tie cumpli
exe igor (la ciencia) y la belleza (la estética) “Ninguno de pny
cat scubrié a Rembrandt sin ayuda», como recuerda Gombeicrss
a pens se n0s dice emo escribir sobre él, Cereana a la lteraung
eo ningin oto saber, Como ya viera Freeman, la vecindad entre
stabos discurs0s (el literario y el hist6rico) obliga al historiador a dis.
meat a sus ectores un plus ret6rico, un suplemento estético!™. Flaca
renaja pues ya que el «que escribe de geometria no necesita praca de
‘eto alguna», pero la historia ~escribi6 J. Le Goff-, «como cualquier
fpo de ciencia, esta ntimamenteligada a sus recursos expresivos»"™”,
Por su parte, el fildsofo pragmatista norteamericano Dewey habia
sist en todo juicio acerca de los acontecimientos (he ahi su concep-
tode historia) dos vertientes o aspectos: uno espacial, que darfa lugar
‘ala adescripcién», y otro temporal, que serfa el origen de la «narra-
cin». En la historiografia habria de prevalecer a su juicio el aspecto
narrativo, puesto que la continuidad temporal comportarfa una orga-
nizacién de los acontecimientos orientada necesariamente con un
claro sentido y direccién.
Los historiadores tradicionales, en la polémica con los cientifistas
sostenida décadas después, esgrimirian que el relato hist6rico era un
sustitutivo (es claro que legitimo) de la prueba de la demostracién,
prueba que no podrfa aportarse sino a través de un uso no s6lo razo-
nado sino razonable~ de las fuentes: «La historia apunta a explicacio-
‘es que se aproximan a una verdad inverificable, y ellas mismas se
encuentran sujetas al cambio continuo, que es el hecho indisputable
acerca de la historia. Las propias explicaciones histéricas forman una
parte de la historia contada, Las normas de prueba aceptable en histo-
ra, por Io tanto, son las normas de probabilidad controladas por el
experto conocimiento de Ia evidencia, y el relato histérico es en sf
‘mismo lo mas cercano a una prueba que el historiador puede obtener
o proferir. Convence en la medida en que persuade a otros capaces de
jmgar que él ha trabajado honradamente, y que la historia que narra
‘iene sentido a la luz de las fuentes disponibles, iluminadas por una
cautelosa comprensién de las personas y sus probabilidades»'*.
(SEH. Gombrich, Tidus, et, p. 87.
" Vease T. M, Coney (1994), Rhetoric in the European Tradition, Chicago. The
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nin, p 6 ‘
G.R.Blton, en R. W, Fogel y G. R. ton, Cul de las camino. it PP: 160-161:
109
Unisgn, et filésofo Arthur C. Danto™ el
reece, pedticamente, hacia el umbra rey
7 ‘aNos leemos unos a otros como libros; “pee
mene yo na segunda Tengu”, . Pores, jy
unos joa este modelo comprendenos el pasado de los hoot “
sebido et tendria,de este modo, en sf risma implica Ig
ae, aceptarse que Ja comprension de las x
cai i del conocimiento contextual",
pen :
‘reautt inspira una identificaciOn textual y context
“ae Rec eae
ciones por otros muchos, ya sea incorporando la ideas puestas en jugp,
por Hayden White™, 0 mediante otros procederes, siempre dye.
Treats de una fundamentacion y alcance hermenéuticos™. A finde,
{fe 1989, un editorial de la revista Annales que fue muy comentado,
feconocta la trascendencia general de 10s cambios que se estaban re.
uciendo en relacién con la filosofia de la ciencia, al parecer en vig
de imponerse: «Como todo discurso cientifico ~puede leers alia
historia no produce sino comentarios, modelos de inteligibilidads, Ey
Toque se refiere alos métodos a utilizar, desde estas perspectivas qe
‘mplican la consideracién de la historiografia como una indiscutble
‘iencia de la interpretacién resulta necesario prestar una atencién
En esa di
= 46, Dumo (989 965, Misra ynarmaclin Bnsye de lef sib
lator Bun, Pui
"Se Me (9 itor Understanding, hac, Coal UnvenyP
FR avons (9, cb Reese, nya nd, Man)
‘nfo ev) gp, 470 :
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Uney of Calomia Pes pp toon, HL Darvon 9 F Rao
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nn Wt O98: Metso, The Hera Inagnaton i Nicene
wan Bair, The oes Hopkin Univer Pre ae FOE
{98 The Cone of the Firm Nerve Diane end srl
Lis. x Fain, 1983) 9 (198) The Quon a he Naa
195 BURGURE (1990), «De La co
PP. 12585;
D-Hnsex (1976, Validy tn erpretaton, New
10ae
cular al papel que desempefia el observador (analista y herme-
sc empo), como a os instruments que ésteemplea en la
see ion del andisi 0 formacién del juico,
elt eanzase este punt, y desde l hasta hoy mismo, las posiciones
i fstoriadores han evolucionado a favor de Ia hermenéutca de
dei, y se han multplicado las defensas de la capacidad cog-
im ela narraién. Bien Sea como contexto natural de produccién de
ni cados, o bien como estructura ontolégica™, la narraciGn no es ya
Se re sats enc han he ey
ehuentes (Paul Ricoeur” 0 Michel de Certeau™) como una mera
‘myeturalogica y temporal de os textos histricos!™, sino como una de
trscondiciones fndamentales de la existencia human; ademés de ser,
‘auralmente, a forma por excelencia de Ia «omprensiGno» y la herra-
srenta gue, en general, interpreta el lenguaje como una «forma de comu-
Ticacién» en donde el receptor tiene un papel crucial. Porque es bien cier-
toque, «como lectores, tenemos que Hlegar a una conceptualizacién del
tex como una posibildad que, aunque no es real, afecta, cuestiona, y
auinpuede negar valores, jucios y visiones enteras del mundo real que lle~
‘amos como equipaje ideol6gico al empezar la lectura». Y porque «refle-
ionar sobre la experiencia de lectura del texto literzrio trae consigo el
‘impulso, casi irresistible, de compartir la reflexién con otros»*”!,
Las consecuencias inmediatas de algunas de estas posiciones te6ri-
cas, convertidas actualmente en grandes focos de atraccién de especia
listas de diversos “imbitos, han sido detectadas con claridad por-el
mnicroistoriador Carlo Ginzburg, cuya preocupacién esencial es reducit
laambigtiedad derivada de la lectura de las fuentes, procurar elegir
ella la mejor de esas lecturas y més adecuada de las interpretaciones
11.C- Bemweso (1990), La historia ene la azn y la etcas, Mispania L174,
237.26 : " re
fing? RICOEUR (1987 (1983/1985), Tiempo y narracién, 3 vols, Madrid, Cie
‘2M: Conrenu (1975), trite de l'Histoire, Pais, Galimard.
ag O: Moi (1978), «arate fom a8 a cognitive instrument, The Writing of
‘np, terry Form and Historical Understanding, Maso, pp. 130-19.
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Taf hora, Barcelo, ex Baral A. Sob (1993, The Subject a Action,
"mation and Totaly in Narrative Aesthetic, The University
agen end Tali in Narrative Aesteics, Ann AX¥o, The vot
aM. Vauoés (2000), «Ba Paul
Son és (2000), «Ea to al ilosofay Ia teri itera de
Pal ice: ndagacioneshermencuteas, Cari, Mae Av -sa aime remito por el momento para dejar planteggs
plassibles? despues, por fuerea, he de volver: «Para me
cuenon sobre Wa ancbura pricipios de a ead de gy
pisoiadees-e8
sha est pasada de mods asf como la de verdad, a jg.
asin de ch 1 to meee
est liga Poy Ye esta devaluacist son muchas, yno todas de.
fuerte. Las razones de esta deal odes
intact. Un de els es, certament, [a exagerada fortuna gue
alcarzado a ambos lados del AtMntico, en Francia y en los Ex
Unidas, el término “representacion”»
Entiende el propio Ginzburg que «el uso que del mismo se
acaba ereando, en muchos casos, alrededor del historiador un muy
infranqueable. La fugnte historica tiende a ser examinada exclusiyg
mente en tanto que fuente de si misma (segtin el modo en que ha sidy
construida), y no de aquello de lo que se habla. Por decitlo con omy
palabras, se analiza las fuentes (eseritas, en imégenes, ete.) en tany
que testimonios de “representaciones” sociales; pero, al mismo tiem.
Po, se rechaza como una imperdonable ingenuidad positivista la pos
bid de analiza las relaionesexistentes entre estos testimonies y
la realidad por ellos designada o representada»
Lacritca de Ginzburg a esa situacién queda asf formulada: «Estas
‘elaciones nunca son obvias: definirlas en términos de representacién
si que seria ingenuo, Sabemos perfectamente que todo testimonio esti
construido segin un cOdigo determinado: alcanzar la realidad hist
2 (0 la realidad) es por definicién imposible. Pero inferir de ello la
La semistica en tanto, dis
discurso, tatanda fon SS8tEBANAO 10s textos™, y ef ands del
Feconstruirlos a su vez™
® C. Ginzburg (1989),
emai (989), ede
mdr. en Mos, ember cannes aE He
‘Gombrich. Notas sobre un proble
Néase a propésito E. Warcne (er,
the Philosophy of Porcepn, ne 22) (1993), New Represenaionaien: Esai
SR ort ey Ha
"mjection, Nueva York, Oxford
=. Grune (
1999) Eee ye
aco. Aa Mara a Mra Accom al mane
BloanigL82 (196), 4 Genet PP, 2-23. a
ooineton, rallos signos presentes en las fuentes, en todas cuantas fuentes usa
(ousde ws) historiador y, antes quel el socilogo y el psicg-
Ingo social, pero también el historiador del arte*”. Con todo, hay que
feeonocer que «el concepto de significado es tan abrumadoramente
‘mplejo como todos os que padecen las atenciones de la filosofia»,
s «tan diversos y en apariencia heterogéneos son los sentidos,
sos y significados de las palabras significar y significado que inclu-
soe ha puesto en dua It integridad misma del “concepto de signi-
cad"
‘e3Fp una pespectiva relacional, como es frecuente hllar en los
enfoques més extendidos hoy en las ciencias sociales, la atencién se
dirige hacia el momento interactivo, més que hacia el individuo pro-
piamente dicho, Configuramos el significado y lo reelaboramos a
‘medida que nos relacionamos e involucramos con otros, de modo que
cl significado es, siempre, social. Dicho de otra manera: nuestras
cciones nunca son independientes, y adquieren su inteligibilidad en
virtud de la implicacién con los otros.
Enfocando los procesos de comunicacién como una parte intrinseca
de todo tipo de interaccién social, desde las interpersonales a las inter-
racionals, los actores sociales ~viene a decirse~ existen en funcién de
esos mismos procesos de comunicacién, y s6lo a través de ellos se
manifestan y se desarrollan, se construyen. La antropologia lingiist-
a, que trabaja sobre una base etnogrifica, estudia de este modo «la
produccién de relatos de las estructuras lingisticas tal como aparecen
enel seno de grupos humanos en un tiempo y espacio determinadoso.
Esto significa que, quienes de tal se ocupan, «ven a los sujetos de su
estudio, esto es, a los hablantes, en primer lugar y sobre todo, como
actores sociales, es decir, como miembros de comunidades, singulares
Y atractivamente complejas, cada una de las cuales est articulada
como un conjunto de instituciones sociales, y a través de una red de
xpectativas, creencias y valores morales no necesariamente super-
Puestos, pero sf entrecruzados», Las palabras mismas son, pues,
‘ecieatal,en P, Scornusn (1995), «Los historiadoresy el ans del discusos, Taller
Ria 6,9. 7-88,
[7 E-Pavorsey (1979), El significado en as ares visuals, Madrid, Alianza Editorial;
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Mesty Press. p 21, y 22 par a siguiente
113sean aes acones se conve 8 UNiSALS de ag,
elimestande ara, como hace Alessandro Durant, que
{ieee ox anropoloos ingens 108 estoy
sélo el interés por et us0 lenguaje> ~Perspecti
lengua 80 sO os, dalectlogos y sociolingistas~ sing |
ue compre je como un conjunto de estates Simba ge
Sin ene
forman Pablo reales Ello es permite cabordar de manera inn.
ara algunos de los temas Y asuntos que constituyen el nécleo de
In investigaciGn antropol6gica, como las politicas de la represena.
ta stucin de a autoriad, la lesitimaciGn del poder y deg
fines culturales del racismo y del conflicto étnico, el proceso de
ase nacion, la construccién cultural de la persona (0 de individ),
las politicas de la emocidn, la relacin entre la acciGn ritual y las fr.
sje control social, el dominio especifico del conocimiento y la
Cognicin, el hecho aristico y las poitcas de consumo estéco,
‘contacto cultural y el cambio social».
El andlisis del contenido, a su vez, inscrito en perspectivas que
pueden ser complejas y sofisticadas, parte de la estadistica en su
‘modo de hacer, aunque haya también modos cualitativos de operar,y
‘asf se reconoce. Tomado de las ciencias sociales, en especial de la
sociologia”"”, el andlisis del discurso lleg6 también —aunque en menor
medida- a la historiografia, para ocuparse de la investigacién cuanti-
tativa y sistemdtica de las palabras, ideas o temas que se repiten en un
texto concreto o series de textos. En fin, la convergencia de la teorla
critica contemporiinea y los ordenadores, con sus nuevos soportes Y
algunas de sus posibilidades para el andlisis historiogréfico, han offe-
= ‘ese modo de clasificacién tipolégica que es en definitiva el
shipertexton™',
Desbordando todo este horizonte, queda a las puertas de Ia his
toriografia alguna de las tiltimas corrientes epistemolégicasy com?
= bid enfoque fractal. Su inserci6n en las ciencias sociales
‘an desplegado abundantemente, en las décadas inme
acciones,uterires @ I nuestra, el potencial completo de la cuan-
ta prindose camino no sin dfculta, pero apuntando
cit) historia, que eM este punto ~como en otros
st cain todavia mis despacio Tas cosas no han hecho posi-
anc ge que empezar en eta direc", Podrfaencjar aut
see ap ia esha PE Ilya Prigogine, que inicia una
(at psideracin Gel tiempo {el tiempo como «flecha») contra la idea
sent en ta mecinica clsica, ‘en parte recogiendo la manera en
sere planteado ena sofia de Bergson, Asociando
«ae pct epo con I inestbilidad ddindmica, entiende aquel
ess feat a coherencia y estabilidad macroscdpicas son sélo el
sa aparencia visible, del inestabidad dindmica exis-
re el nvel migroscopico. De abi que pueda decirse que el
erin surge del cas interno), J cul cnviete al mando
asp ncho ms compleo, cai ¢inestable de lo que, inge-
erent haamos eeido
et eplantcamiento de concepts que exigeel mao tec, el
se henpo tendria un lugar principal. Conceido como ,afirmé por su pate Alain
abe alle Es deve, «formado por elementos nicos, yuxtapuesos
Saray, y tanto més dfcils de retener por cuanto surgen de modo sin
cent imrevist, fuera de propésto,aleatorio»™. Pero el mundo
Sov -contraargumenta en su posicin estructuralisa y construct
vista Pierre Bourdiew--contiene, en él inscritas y precodificadas, «todo
tip deinstuciones de ttalizacién y de unificacin del yo».
or
"2 Feawguaser (197), oL‘pproche face. Un nowel out de rfeion dans
{wage soos wie, Plain 1 14S ses
‘lei coe in moda mas met eel doe SIA
‘Serene nice humanize ot mode bmg
‘pete opin ar oud eens, ue mapa
®, En cualquier caso, mas que la empiria, importarfa siempre la
construccién de modelos operativos para captar la realidad?™*
De esta manera, el historiador que venga a ser captado por el
estructuralismo debe afrontar un tratamiento del acontecimento de
arden dferencial, reintroducirlo en su dimensi6n mas profunda de si
Stanis, ea revolucin chomskyana en la lingistica», en iid, pp. 33-34:
-Chowsky (1974 (1987), Esructurassintcticas, México, Siglo XXI; J. Lyons (1974
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‘thode», Esprit, nim. 360.
U7- ia simbélica, Cuyas dis
y ge correspon J se salvadas Baca al eget
‘con el nivel de apart’ como tarea propia, al mismo
ficados camera le confiere: «Toda imagen ey
oa ere as ase mpi, ayacene yap
mica ‘ona cadena fotante de significados, de la que el lec,
sea Sar ons ateminados © ENT tr
demis»™.
jismo contaba con haber derrotado defini
a ten sony ma
Heer contrarestar el tiempo Fineal de la narracién con su concep
vege temporalidad (1a longue durée, en el caso de la escuela france.
Sa. Pero este intento de desbaratamiento del relato en historia.
_grafia no ha conseguido prosperar més que Por corto tiempo, y nolo
a conseguido aén en todo lugar. Ha logrado, eso si, introducir refle-
xiones -y muchas dudas— en torno a €s0 que Frangois Furet lang
Népistemologie de l'émietement», del desmigajamiento™. Ly
‘Annales, considerados como «algo mds que una revista y menos que
‘una doctrina» ~como é1 mismo dijera-, habian contribuido extensa-
‘mente a conseguir la multiplicacién de objetivos y métodos. En pala-
bras de un «annalista» como el propio Furet, que se volvié extraor-
dinariamente critico con la escuela de la que procedia, después de
haber sido un entusiasta historiador serial, la cuestién es ésta: «Ea
lugar de facilitar la unidad intelectual, los préstamos tomados por la
historia a las ciencias sociales no hacen sino afiadir diversidad ala
disciplina, dandole una elasticidad casi infinita en sus curiosidades,
asi como la posibilidad de un eclecticismo metodolégico que 10
constituye garantia automética de incremento alguno de conoct
miento»8. De hecho, los préstamos ni siquiera habian propiciado
£50 era acaso lo peor-, una indagacidn sobre el lenguaje de la his-
toriografia que permitiera, al fin, procurar la unidad.
En su conjunto, nos offece esta perspectiva contundente una fom
de posiciones firme contra el historicismo, pero también conta
= R. Baris is
aids, TIS C1982), Lo obvioy lo obmso. Imagenes, sexton, weet BESS
22 Dosse (1991/1992), L’histoire du strcturalisme,
2 vols, Pa La DS,
jy F Fixer (1981), «En marge des Annales. Histoire et sciences sosiaesy M2
17, pp. 111-136
° bid. pp. 114-115,
118a
sta
ev antropologinn que mirn hacia
‘ifurd Geertz, et antropoloyo mds
Vestrieto al que pertenece, insistia
estrecha que existe entre «signifi.
culturalon y contexton relaciomales™, «,(ué on In historia, w
fin de cuenta?» “Ne pregunta el ensuyista y ertico Greil Marcus
«Simplemente una cuestién de acontecimientonn, « también. ach
resuludo de wlgunor momentor que parecen no dejar nada dete,
nla excepto el imisterio de expectraten relaciones entre personas
separndis por una gran distancia espacial y temporal, pero que de
alg modo hablan el mismo tenguaje’?»?
De uni manera w otra, una importante via de conexién entre la his-
torografa y la Linguistica ha sido aportada por ta denominada pos-
‘modernidad™, y por sus formulaciones propias en cuanto a la filono.
fia del lenguaje y Ia textualidad?””, Husserl y Wittgenstein
‘ontituyen los patrones filowbticon de las escuelas del significado, de
la recepcion y la representacién™, una corriente avivada en Francia
por el historiador de la cultura Roger Chartier,
Nadie oxa ya, précticamente, prescindir del lector. Es éste el que
sconsumer, «tecrean y «tedacta» nuevamente el texto, al hacerlo
confluir con otros de su propia experiencia, tanto vivida directamen-
\e esa experiencia como cientffica y literaria®”. Cada nuevo lector
construye un nuevo texto, y «los nuevos significados de e508 textos
funcionatiom, of fortalivnn, ¢ empieim neoposiniv,
rats, 01 wore” LAbHAGKA
tha nde prolungada por evn an
,” Vea K. Sauuis (1992), oa lectura de lo sions, Historia contempordnea 7,
19-3174 Fundamental pra el rasfond lot de ein apt xe reader K. Ba
{al (eh) (1947), After Philosophy End or Trnaformation’”. Cabrige Mase /Londes,
Pe MIT Pres. Uncluye texton de Apel, Blumemberg. Davidson, Denida, Doemmet,
‘au Gadaer, Habermas, Lyotard, Melatye, Panam, Ricoeur, Katy 9 Tyler)
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McKenzie, «son t le
Tite OT eseito Borges, «el concepto de texto det
nuevos», eS
286, Como babi I cansancio», B}
forma ino a la religi6n 0 al El mejor
vorno corresponds Ht Jo sera, finalmente, aquel lector gt’ tc
dificador de un tsa da de conciliacién posible entre su propig t®®
a ogra oy ontenido ene text mismo. tor
rae a eas la hermenéutica da por descontado, como,
En cualaiietios textos hablan>. Y al investigador le cores
eee ieseirar” La importancia creciente de la filosofia heme.
neutca, so refrescada capacidad de seduccién, han contribia 9
axito de toda una gama amplia de posiciones que se alinean ayy
de sus postulados en la propia disciplina de ta historia. El niagy
Gadamerexpresa con acieto esa atraccién: «Cuando uno quiere cor
tribuir ala reflexign como un historindor que filosofa, es enviado,
Jos origenes de la cultura, es decir, a los hechos basicos, como son,
palabra yellenguajew™,
La pendiente puede conducir hacia la hipéstasis de la textualidad,
y como ironiza el filésofo neopragmatista Richard Rorty, si «en e
siglo pasado [por el xrx] hubo filésofos que mantenian que todo
cuanto habia eran ideas», lo cierto es que en el xX hay autores que
escriben como si no hubiera otra cosa que textos». Entre esos autores
‘demtitica alos criticos literarios Paul de Man y Harold Bloom, oon
fildsofos Derrida y Foucault. Pero también al historiador Hayden
White y al antropélogo Paul Rabinow?, Para Rorty, tales autores
serfan una adaptacién de los idealistas propios del XIX a nuestn
éoca, sus «descendientes espirituales». Porque, si «no hay nada
fuera del texto» -como sostiene también el francés Jacques Derrida,
clo consttuye una propuesta para incitar a abandonar la idea de ve-
dad como correspondencia, la del lenguaje como descripcién 0 la de
{satura como iitacin. Sino es aleanzable el desvelamient el
it faverdad, nada puede extraiarnos el intento de desembarazarse de
i idea de lenguaje como conato de representacion de algo que nods
inet ge estctamente Por su parte, lo cierto es que Derrida en
‘n Palabras de Rorty- una manera de decir algo del
2 Une ria Venecis,
“a oa
le nell'arte. € nella filos, vente en G. Borrmou (1993), Retérica. L'intelligen®
238-6. Giana aga, Bola Boringhier eagens we
= cen nt een
ec, reje que no traiga consigo lt idew de “Signo”, “representacton” 0
se embargo, NO es ninguna de éstas en Europa, me atrevo a supo~
et la poscion mayoritaria entre los historiadores: pero exo no quiere
‘errue e apunte no ofrezca direcciones de alarm o interés, Reinhart
Kavelleck, por ejemplo -constructor de una historia de los eonceptas
gue no guiereestorbar de leno a ln Sozialgeschichte alemana-,con-
arene enaulvertir que «sin acciones lingiisticas no son posibles los acon-
tecimientos histricos», y sostiene que las «experiencias que se adquie~
fen desde ellos no se podtrian interpretar sin lenguaje», Pero advierte
también que «ni Los acontecimientos ni las experiencias se agotan en su
articulacidn lingiistica», pues «en cada acontecimiento entran a formar
parte numerosos factores extralingtisticos, y hay estratos de experiencia
{que se sustraen a la comprobacién lingiistica, La mayorfa de las condi-
cones extralingilfsticas de todos los sucesos, os datos, instituciones y
modos de comportamiento naturales y materiales, quedan remitidos a la
mediaci6n lingustica para ser eficaces. Pero no se funden con ella».
‘Con todo, queda patente en esta tiltima perspectiva un fuerte peso del
‘marco estructural. De hecho, a principios de los afios noventa detectaba
Peter Schéttler una tendencia en la Begriffygeschichte,o historia de los con-
cepts, «que va mis allé de trazar la genealogia de conceptos individuales
y tiende al estudio sistemiético del lenguaje 0, mejor atin, del discurso»**,
Lacconexicn estrecha entre filosofia y linguifstica ha servido de telon
de fondo a este viraje de atencién al lenguaje, el més decisivo hasta
ahora de la reciente historiografia. Su estrecha telacién con la denomi-
nada «critica literaria» (literary criticism), con cuyos cultivadores sue-
Jen convivir mucho més {ntimamente los historiadores norteamericanos
que lo que viene a ser normal en las universidades europeas, ha contri-
buido a sellar la dependencia. La respuesta de los descontentos, en
id. 171
3 Pusch, Los fundamestoy e6cos de Ia historia de ls coneon
(aeyriethice)nenL liar 9 F, Caste es), Lt scr ito cae
"hte 68 :
‘Pontic8(1983), Fury pad Para na semdntica de os epost
om, Bao Pads p27
py Senirun (983), Los historias y el ann dt discuson Taller i
agp 2
AN ese Th Jos Hopkin Gide Literary Theory and Cricin (198), Baie
‘The Johns Hopkin Une Pres, dande pose encontrar informaci ato sabe It
‘evade lr trun oa tert del eepeton, Por ee, como ste Bates
cs impo descr ppel de Pl Wan ent tanec Ete
®ve ES Bone) (990), Romano and Cameo Cicim. The
Seminar and ter Papers, Bae Te hs Hops Unversy Pes.
wbesperar, Pero, como
compat 20 Sens no an id realmente ‘ae
wo mea umos no en ua EXCEPCIONS (© 0 Un Coney
lejos, si mos Tio. el norteameticano) y si, en cambio, Py.
dein come ofesin, En el fondo, seguramente jg nse
smart aista del pensamiento contemporineo es much”
deconsrccionige parece», Y nO ha logrado an dy are
seria de Los historiadores su confianza, incluso matizada es ue
mayor que nos hallamos) siempre a punto de alcanzar jy verlag”
i enc
sso) de encontrar procederes realmente radicales en masa, Tampa
faut podria, a cienciacieta,sostenerse que todo lo aparecida se” rm
completo, radcalmente, nuevo”. Pero sf hay ciertamente un fae
«reciente en la historognia por los textos y su naturaleza, meres ae
vendria maniiesto en la insstencia de ciertos historiadores en rsa
Ia dsconinuidad (0 incluso la fragmentariedad) y la transitoriedad
los procesos, a Ia busca de claves metadiscplinares, Raspes det
inuietud, caso trasladada mediante el reconocimiento de que exige
Jas fuentes una irresistible opacidad™®, no son ni mucho menos.
twenello- del todo nuevos: «En la realidad misma ~escribié Simmel ey
1900-; las cosas no duran wun period de tiempo: en viru de i dee
26n con que se offesen en todo momento a la aplicacién de una
2 L. Stowe (1991, History and Post modernism»,
‘patos x Taller ahsoria 1 (1983), p. 59] y (1982), «Dry heat, cool reason Het
née siege in England and France, Times Literary Supplement, 3 de ener de 038
sca gce mmr (992, Tlingit you ike Postmodernist histery sd eB
Sa ie Tine Lteran Supplement, 15 de octube de 1992, pp. 12-15, Siguiendo may
‘sas ls mewimientos desencadenados por Stone, A. MORALES Mova (1992), KS
Past and Present 131 (eita
Culture
ives Pre
Discontents: Mia Baie
f Criticism and the Criticism of
(pscianeate leap. 6: «The
the Recovery of Alten).
990. A tod dea falas: Panajas formas se disuelven en el momento preci
oe or at dec, exclusivamente gracias a su deseo,
fotidacidn de una forma en objeto duradero
inerpretacion incompleta que no puede seg
| Jidad a su propio ritmo»,
Desde una constelacién emergente como es esta a la que nos esta-
ios refrendo,profundamenterevolucionada en sus bases fleeSr,
y linguisticas, es desde donde precisa enfocarse la controvertige, ‘cues-
tidn de la «vuelta de la narracién» a la historiogralia®". «Nuesieg
twrea més bisica como historiadores —vuelvo a citar a Spiegel- es
inducir esas fragmentadas narrativas interna [..] a emeryer de sus
silencios. En el andlisis final, ;qué es el pasado sino una experiencia
otrora material, ahora silenciada, que sobrevive tinicameme como
signo, y como signo que atrae hacia s{ cadenas de interpretacione,
_ opuestas que se ciernen sobre su presencia ausente, y que compiten
_ por la posesi6n de las reliquias, intentando imprimir huellas de signi-
ficado al cuerpo de los muertos?»252
Volviendo ahora a Koselleck, éste asegura algo que, en todo este
onjunto de perspectivas, se manifiesta como fundamental: «Que se
consideren 0 no los factores lingUisticos es decisivo para el tipo y la
_ eproduccién de la historia pasada. Ya a causa de esta eleccion pre-
via, ningtin informe sobre el pasado puede comprender todo lo que
fue 0 sucedié en otro tiempo. Dicho de forma general: lenguaje
_ historia permanecen remitidos mutamente sin llegar a coincidir»?",
Conviene tener en cuenta, por tanto, siempre, que detrés de toda
_teoria del lenguaje se encuentra algtin tipo de reflexion sobre el
Sujeto.
‘Ya se vea el lenguaje en términos de representacién «conceptual»
(€s decir, como instrumento para representar el pensamiento, a la
manera de Chomsky y la gramética generativa), o bien se subraye el
Carécter «comunicativo» del lenguaje (como piensan otros muchos,
“después de Benveniste), siempre hay una teoria del sujeto detrés de
tas ¢speculaciones sobre el lenguaje. Hoy se potencia, es claro, inda-
Sar en la experiencia individual de los sujetos y su carécter tnico e
que surgen;
trucci6n; toda con.
OF poco que dure— es una
uit el movimiento de la rea-
Mas 10; S8E Filosofia del dinero, 1900, cit en D. Frisby Pagments.. cp. 163
Smet KH. WoeF (ed, (1959), Essay in Sociology, Philosophy and Aesthetics by
Simmel et al, Oho,
23 6 DAN 1984), Historia y narracién, Barcelona, Paidss.
ofthe Mia *Huellas de significado, cit, p. 5 VEase también «Towards a Theory
"sie Grund, en C. Barto (ed), Hisar a debate: pp. 169-178,
R Koseleck, Future pasado, et, pp. 287-288,
123,iad, La victima estruendosa de,
postestructuralista €8, por su
0d
irepetible, su ireducti
PUES,
peso de desmoronamient©
sujeto social”
aro de tos aos noventa recordaba Gabrielle Spi
7p apc ater ean gE
citando ia de un coneepto del Tenguaje que «afirmalba} sin yx,
toi dead extra del mundo sv intligibilidad en forma deg,
‘Conceptos, fendémenos u otras formas mentales Y UNA COnexiGn dig’
Haaren mental y Ios signos verbales»**. Sin embargo, el pos,
ta eturalismo ha hecho aficos esta presuncion de Ia relaciGn ene i
palabras y Tas cosas, el lenguae y la realidad extralingUsticas, cop,
reergndo que ef lenguaje constituye «la auténtica estructura de,
ida mental» y que «el metalenguaje nunca puede permanecer fier
de si mismo para observar una realidad externa». El lenguaje ey
‘nrransitivo, sdlo se explica a sf mismo, y ello conlleva la puesta eg
‘cuestin de la capacidad de la historia para «explicar» realidades. La
cin del pasado como objeto posible de investigacién queda, a,
negada de raz
De la linguistica ha legado a la historiograffa en tltima instancia
tun reto decisivo, el que viene denominado como giro lingistico
(linguistic tum»). Sus practicantes més radicales consideran el len-
suaje como un sistema cerrado de signos, de cuyas relaciones se det
va el significado. La construccién del sentido aparece por tanto, et
‘una perspectiva que es fuertemente determinista, destigada de todh
intencionalidad del sujeto, 0 de todo control subjerivo, al encontrar
se asignada a un funcionamiento del lenguaje que es automitico ¢
impersonal. La realidad, entonces, queda constituida por y en el let
guaje, en él va contenida y formalizada es, si asf se prefiere, «on
truida»- a través de su uso, y, por lo tanto, no puede ser pensada, 8
partir de ese convencimiento bésico, como si fuese una referent
objetiva, exterior al discurso™”.
{St La toalidad ha dejado de ser iotalidad> |... «El todo ha dejado de vii
(Nese Simic eke 1.230, poco pssmene com =
a Bemis Niece ya sana nada nev apace (W: DP
samme Serie ct 0. 1p. 673). wal
5 Pets Una (1986, «The Dissolution ofthe Soa, en ML Wag)
S.P Tne) Spt Ty ono Base, Alen & rv,
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Seem EXE p 95:6. Src (199), sera yposmedeismo.1V>.
°R. Rory s Jef
isica Bacon aie? nase. Dif stades merapiloséfcas de afd
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