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_Tendencias historiograficas actuales ESCRIBIR HISTORIA HOY Maqueta: RAG. Reservados todos los derechos. De acuerdo a dispuesto en an. 270 del Cio Penal, podrin ser castigados eon penas ‘de malta privacién deiberad quienes reproduzcan ‘sin Ia prceptiva autorizaciéno plagie, en todo 0 en parte, una obra literars, antic ocentfica jada ‘en cualquier ipo de soporte. (© Elena Heméndez Sandoica, 2004 © Ediciones Aka, S, A., 2004 ‘Sector Foresta, 1 28760 Tres Cantos ‘Madrid - Espata Tel: 918 061 996 Fax: 918 044 028 wwakal.com ISBN: 84-460-1972-8 Depésito legal: M. 35.204-2004 Iimpreso en Coffs, S.A. ‘Méstoles (Madrid) {NDICE GENERAL PRIMERA PARTE ss spss RARCOS ACTUALES: UNA WistORIA® Y LA HISTORIOORAFIA, LA eCIENCIA DELA sos 7 © conTeNrOR vs xy dacuss en historia 47 History clenciag socia- tea 86-istria, semiicn, S60 teguesy nuevos engusies 129 SEGUNDA PARTE py ewsropi4C0ss ELA SCFUNA HISTORIA BN SOLO 2 Peis SECTORIALES®EHISTORIAS «ALTERNATIVAS® canis social. La. demografahistrica 151 La historia eco aaa eps El marxamo y I historiograla, 228 — Historia y aetna La socologahstrica, 262 — Historia de las mental des, 289 Historia y antropologfa, 322 151 TERCERA PARTE IV. TRAVECTORIAS HISTORIOGRAFICAS, INFLHOS Y ENFOQUES ENOVADOS.. Labistoria ral, 345 Historia intelectual historia cultural, 371 — Historia, psicologia y biografia, 401 -Historia y ciencia politica. Lamueva historia politica, 422 V. Cisco TENDENCIAS RECIENTES EN HISTORIOGRAFLA nen Historia de las mujeres: 1 de las relaciones de género, 437 —Histo- “amino une 472-Michiseia chr lca 79 aes cotidiana, 506 —Historia del presente o histo- APESOICE BIRLOGRARCO SOMRE sronia, SEMIOTICS, SEMANTICA Y LINGOISTICA von et mundo, con To real, con 10s demas, cop edo ogo om Fr Merin, «past por a mediacin de ues tros mismo» ideas, teorias € iNcIUSO MitOS, ¥ NO Podemos, md pales ene os de los". Pr spate, Gombrich recor con dose del spirit la posesin del lengusje esa pig cent es portante>, pues sin formar COMPUESTOS Que Una nye, A et nuestra vida emocional no podriamos, on jormes edificios de representacidn simblica que parecen don, 2 A epee ee mundo, y «es capaz no s6lo de construir sfmbolos sumamente abs. dos de la experiencia cotidiana, sino también de “recuperar” esos in, boos y presentarlos como elementos obviamente reales en la vida ca. diana». De manera que «el simbolismo y el lenguaje simbélico llegan g ser constituyentes esenciales de Ia realidad de la vida cotidiana y defy aprehensiGn que tiene de esta realidad el sentido comin Las citas anteriores, una muestra tan s6lo, nos permiten introducit Ja importancia dada en la actualidad, tanto por los fildsofos como por los cientificos sociales, a las cuestiones que tienen que ver con el lem ‘guaje y su valor simbdlico en el conjunto de la vida social, y no silo ya en sus aspectos literarios 0 artisticos, aunque, por descontado, también en éstos. Ademas, pensadores como Jtirgen Habermas ~de notable influencia en las décadas tiltimas-, enfocan el conjunto delas ciencias sociales desde el lenguaje, tratando de construir desde ese punto una teoria de la comunicacién'®*, A partir de éste, es casi un axioma que el estudio del proceso y el contenido de los procesos de ‘comunicacién (desde el nivel interpersonal al internacional) ha deset a base de todo conocimiento sociocientifico, La ret6rica, reavivada desde los afios setenta del siglo xx, despo- Jada de su antigua equiparacién con la elocuencia, y situada ahora entre la pragmética y las aproximaciones interaccionales, $e ha cOns- tituido en parte integrante de una teorfa general de la comunict iia Ais, Amore 2 1991), La construcién social dela realidad, BE Hann (1981), era de (1988), «Razin sin evade 1 accin comunicativa, Véase también A. GIES A. iene, Raber eat de ommuniatien Hands b= "la modemided, Madrid, Céedra, pp. 153192. 102 i a 1, La semidtica, por dltimo, disei 7 inact queso de siege nombres importantes de Unbeaten 2081 ese pope estar un copes yt Sete rad os tet como la wanton ene y smn Po) Ss mere so ne in come etcg care catalan ah en ore dese asi medio sgl, haba lege al faci he ‘un mens comiminin lege son ns oe we mt ‘CER Liov 94) hur enn ane es meade, Pa, La DO ‘A. Bensa, «De la micto-histoire, », il. p. 67, ” od " 1 iting Barcelona, Pai 3,1 actual, vénserespectivamente B, GHLLNER Caen 20) iM Soil Scenes Londres, Routledge & Kegan Pa MA ),eHistria y tora de la sociedad sel gir ulti al oi Pero antes de seguir avanzando hacia lo que ato ttc a ee pec Je Hayden White han conseguido un lugar principal), advan as tendo al fil6sof espaitol Sergio Sevilla, que el «give route eo ‘iin, sino como mediacién) no consttuye sin embargo en realinad “ana versiGn nueva y sofisticada del asalto a la ran», puesta aguél «no nicga la legitimidad del problema epistemolégico de le validez>'* Sin embargo no ha resultado fil en la historiografia comenzar a discutr sin recelo sobre esa cuestién del lenguaje (mejor lenguaies, en plural) en relacién al sujeto humano a lo largo del tiempo!” Pero quienes lo han hecho han ganado bastante, sin duda, en claificacién respecto a la naturaleza de su tarea: «S6lo si reconocemos el irreduc- tible cardcter semistico de nuestra préctica histérica ~asegura Gabrielle Spiegel~ podemos responder al desafio que la semitica ha planteado a la historiografia tradicional Porque, bien entendido, «una concepcién semidtica del lenguaje no le compromete a uno a creer en el carécterintransitivamente auto- rreflexivo de todos los actos y artefactos lingisticos», ni tampoco «obliga a abandonar nuestro esfuerzo por enriquecer nuestra com- prensin del pasado como algo més que un complejo de estrategias Siscursivas»!” Lo que nos queda del pasado, mediaciones entre los seres que lo habitaron y el espacio exterior, son muchas veces textos letrados, si no directamente literarios. Es a ellos a los que accedemos cuando tratamos de llegar a ese pasado. No accedemos por tanto al pasado mismo, que quedara velado, entorpecido o distanciado por esa mediacién. Al estudiar historia, como concluye Spiegel, «lo que estu- diamos son las précticas mediadoras de épocas pasadas que, entonces como ahora, construfan todo ser y toda conciencia». Las apreciaciones de esta medievalista, propias de la década de 1990, no son del todo nuevas en el momento en que son formuladas, pero tienen que ver con un contexto en permanente evolucién. A prin- cipios de los afios setenta, cuando era bien palpable la incidencia direc 1a de la sociologia y la economfa sobre el discurso hist6rico', sabe- "4S. Sevna (2000), Critica, historia y potica, Valencia, Frénesisp. 14) "RT. Vann (1998), «The Reception of Hayden Whites, History and Theory 31/2 (ray) M016 GM, Smecet, (1993), «Huellas de sign Pesnademismo, 1 Pfs, spleen Iteraro Babel 29 de ui de Pico (2003), Los ais dorados de (a sociolgta (1945-1979), age P2008), Los aos dorads de a socio ( ficado. La literatura hist6rica en a era del 29 de julio de 1993, p. 5. ‘Madrid, Alianza 105 ewe ra a competi con Ia filologta (8 SU vez ésta era istoriadores, a quienes parecia estorbar ya), y s6lo a pr i vlan ea ez SOOT Suto cans See e ideologia'™. a a ea sea en Aleman la Uni6n Sovitica Estados Unidos, trataban de intensificar relaciones en esta, trabajando en lo que en ciertos casos se cae storia ” tual” y en otros seguiria en el marco de la storia de las use Wine afos mas tarde de que se emprendieran grandes proyectos y Seresasclectivas la historia de ls Conceptos (Berifsgeschiche su versin germana) se presenta como una encrucijada en la que poign acabar convergiendo la historia politica, la historia del lenguaje y la hi. intelectual’. voripe indudable raigambre diltheyana y experiencial, la historia de log conceptos evoluciona, sin embargo, en las direcciones en que ha ido ‘marcando las Iineas principales la atencién al lenguaje, tanto en forma diacr6nica como sincrénica. Pocock y Skinner'”*, por ejemplo, son algunos de quienes la cultivan en el émbito anglosajén, Por lo demés, siempre hubo algén tipo de conexién entre ciertos historiadores y los planteamientos epistemol6gicos, con sus derivaciones.prcticas, de la filosofia del lenguaje, y sus resultados a esta hora no son de desprecias, Con todo, lo mismo hoy que hace treinta alos, puede decirse que los historiadores conocen de la lingifstica, seguramente, «la aplicaciGn ue de ella se ha hecho a los discursos y a sus diversos elementos, al Vocabulario esencialmente»", en tanto que la sintaxis nos sigue set do ajena. o hoy igotjg; THOMPSON (1986-1987), Lenguaje € ideolgsan, Zona Abere UM » sp. Loks ROELECK (97D, Wor noch Histone, Morne ec Ol ay : Com Conparatse rena K. Taw yE Vas Vie (ed) (1998), Histor of on LGA, Pocock (1962), iv 7 “Meaning cnd trict, Philosophy, and Society, set. 2, Oxfords Q. 50 60 J. Tully (ed) (1988) eens HS Ideas, History and: Cambridge, 3), Meaning and Conte. Quentin P61. C. CHEVALIER (1974), rel SE Tt 106 esde su aparicién como relato de hechos sucedidos, en la Grecia wala historia ha aspirado a una literaturizacién, a convertirse en aneenero narrativo preciso aunque abierto y flexible, sujeto a les Milas comunes de la persuasién y la comunicacién'”. Una. parte jnportante de esas reglas las establece la narratividad, representada int la dualidad de voces © protagonistas que hay en Herodotor el Pirradory el historiador, el testimonio que proporciona la fuente oral $pquien recoge ese mismo testimonio para dejar constancia ala poste- fidad. Ota parte de las reglas conciemne a la egularidad, al eordoter repeiivo ¥ comparable (desde Tucidides) de los acontecimientes tarrados, el cual proporciona a la historia su valor ejemplar, sus pro- pisdades de moral y ensefianza, y el cual ademis, le otorga una post. ble dimensi6n redrica, de busqueda acumulativa de enscfianzas tutu. sas, explicaciones y regularidades!™, Esa es la doble faz de Clio» desde su nacimienio'™. ‘Adoptando versiones repetitivas, eflicas, de los hechos narrados, que se orientaban invariablemente a detectar el progreso o, por el contario, la degeneracién de los regimenes -o de los individuos_ esa visign del género historiogréfico se prolongé de hecho hasta el Renacimiento. Maquiavelo, en El Principe, apcovecha ese importan- te hilo conductor y lo recrea, haciéndolo més préctico. El «saber de las cosas pasadas> ~dirfa alli la instrucciGn de la vida y la expe. riencia que la historia «antigua» contenfa, no sélo es «propedéutica», sino también, y no en menor medida, resulta set politica y aspira a ser moral. Perturbado y quebrado el recorrido critico-diplomético!™ que Siguié a esa primera configuracién de la historia por las falsificacio- "es medievales y el pirronismo del siglo xvu, la invencién (la ficcién) "aparece, y no en lugar secundario, en la narrat.va histOrica. Sin nada ue estorbase la indefinicién —la confusién deliberada— en los limites ‘espectivos de Ia «verdad y la fabulacién, el pirronismo, burdo ade- Un seguimiento Kéndido de todo cuanto se menciona a partir de aqui, en J.J. Carreras, Se ecme soresract sapre einen Laat RES (1982), «Der ethorische Modell der Histor opraphien, en R. Koselleck, 22) Ren (is) armen der Gerchchscreung, Nenien po 97-8, «vm, $80, Catteni (98D), Lhitoriographe, Pas, PUE. Tbe J. Le Gore i marl historia Moderidad. presente progres, Balen, Pus, Rig UE (1970 1836). Stora dels norogafa madera Min Noles, Bae AAD (1570, Paeogra €diplomatie, Ngo, Libea Scenic ' 208 conrelacin de «normas para establecer la autenticidd dels documents, , cusion de la verdad histricg, tanto de intents posi inscitaen las comienes fi? tard en provocar TT supuso la historia conjetural ofiloséfica, a, séficas iluministas- ¥en Gibbon: «Quisiera descubrir ~escrige manera de un Volei® ° Smo era entonces 1a sociedad de 1 hon, Yotaie en sus Essa Snterior de las familias, Cudles eran la aay bres, mo se viv 21 te tantos combates, funestos Objetos de, coutivadas) melee Mmnunes de la maldad humana». fay lugares comunes tio ey nlosfica, esta que acabamos de esbozar,chocara de. poss ute a xia Tad erudita, gue no quso tomar en cueny ese de la historia sconjetural» a no Ser para ple sulin menoney ie conarcciones espera, pg aantrdas en fa materia empirica, la escuela critica de Mabillon (ls TRonjesde Saint Maur, al modo del romano Tito Livio, trae un tip Terao secuencial y de orientacion explicativa y causal, en el que “ios hechos se originen naturalmente unos de otros». Para entonces Se habia perdido aguel carter inaugural (literaio) de la historia amo gener, A medida que avanzaba, sin embargo, la pulsién cien tffca™, iia haciéndose mds evidente la progresiva diferenciacién de éners ene historia y literatura, en especial ~y dentro de ésta-la novela. La cual se ala, a partir de abt. con el monopolio popular de Tawevocacién y a cimaginacién» de un pasado plagado de evden cias confusas, aunque operativas y eficientes desde el punto de visa colectvo, micas y podticas Con todo, a pesar de su esfuerzo por haverse acreedora de cent cidad (bien « tavés de su vertente estadistica y comparativa, 0 Y8 ‘mediante una escrupulosa tarea heuristica, de critica y depuracién de fuentes) la historia parece con gran frecuencia seguir cereana aa it ‘atura Oa menos, su escritura resulta inseparable de lenguaje cmt el que se relatan las experiencias humanas, tanto i son "as» como ede fccién», ya sean «de excepciGn» 0 «cosidianas». Carente, pues, de una terminologia cientifica particular y propit er cbiosposen ls cencias sociales que le son présimas) ine rege Le ico de todos los studios», como dei ¢n 1886. Por eso siguié experimentando una tens ™ 8. scmsea i Barcelona Anagrama > (9911) Certezas absoluta, especulaciones sin gor SAMs ris mong {bug)" 26! mnie deri Visto freed en De ede de i UARRACINO (1900) tls Balvice: 9 Storia: i discorsi sul metodo, Florencia, La Nvo*™ Yeion, OP" P85 Hynde Cae 108 ama exigencia que los demas saberes no tie cumpli exe igor (la ciencia) y la belleza (la estética) “Ninguno de pny cat scubrié a Rembrandt sin ayuda», como recuerda Gombeicrss a pens se n0s dice emo escribir sobre él, Cereana a la lteraung eo ningin oto saber, Como ya viera Freeman, la vecindad entre stabos discurs0s (el literario y el hist6rico) obliga al historiador a dis. meat a sus ectores un plus ret6rico, un suplemento estético!™. Flaca renaja pues ya que el «que escribe de geometria no necesita praca de ‘eto alguna», pero la historia ~escribi6 J. Le Goff-, «como cualquier fpo de ciencia, esta ntimamenteligada a sus recursos expresivos»"™”, Por su parte, el fildsofo pragmatista norteamericano Dewey habia sist en todo juicio acerca de los acontecimientos (he ahi su concep- tode historia) dos vertientes o aspectos: uno espacial, que darfa lugar ‘ala adescripcién», y otro temporal, que serfa el origen de la «narra- cin». En la historiografia habria de prevalecer a su juicio el aspecto narrativo, puesto que la continuidad temporal comportarfa una orga- nizacién de los acontecimientos orientada necesariamente con un claro sentido y direccién. Los historiadores tradicionales, en la polémica con los cientifistas sostenida décadas después, esgrimirian que el relato hist6rico era un sustitutivo (es claro que legitimo) de la prueba de la demostracién, prueba que no podrfa aportarse sino a través de un uso no s6lo razo- nado sino razonable~ de las fuentes: «La historia apunta a explicacio- ‘es que se aproximan a una verdad inverificable, y ellas mismas se encuentran sujetas al cambio continuo, que es el hecho indisputable acerca de la historia. Las propias explicaciones histéricas forman una parte de la historia contada, Las normas de prueba aceptable en histo- ra, por Io tanto, son las normas de probabilidad controladas por el experto conocimiento de Ia evidencia, y el relato histérico es en sf ‘mismo lo mas cercano a una prueba que el historiador puede obtener o proferir. Convence en la medida en que persuade a otros capaces de jmgar que él ha trabajado honradamente, y que la historia que narra ‘iene sentido a la luz de las fuentes disponibles, iluminadas por una cautelosa comprensién de las personas y sus probabilidades»'*. (SEH. Gombrich, Tidus, et, p. 87. " Vease T. M, Coney (1994), Rhetoric in the European Tradition, Chicago. The Srey of Chicago Press En oo ode de costs J. . Brat (199) hoi lt 260 y Ia retérican, Hispania 174, pp. 237-276 In EA. FRseway (1886), The Methods of Historical Sudies, Londres, Macmillan. Mapnagi lt GOH y E. Mateo (1988), Enrevsta sobre fa historia, Valencia Alfons nin, p 6 ‘ G.R.Blton, en R. W, Fogel y G. R. ton, Cul de las camino. it PP: 160-161: 109 Uni sgn, et filésofo Arthur C. Danto™ el reece, pedticamente, hacia el umbra rey 7 ‘aNos leemos unos a otros como libros; “pee mene yo na segunda Tengu”, . Pores, jy unos joa este modelo comprendenos el pasado de los hoot “ sebido et tendria,de este modo, en sf risma implica Ig ae, aceptarse que Ja comprension de las x cai i del conocimiento contextual", pen : ‘reautt inspira una identificaciOn textual y context “ae Rec eae ciones por otros muchos, ya sea incorporando la ideas puestas en jugp, por Hayden White™, 0 mediante otros procederes, siempre dye. Treats de una fundamentacion y alcance hermenéuticos™. A finde, {fe 1989, un editorial de la revista Annales que fue muy comentado, feconocta la trascendencia general de 10s cambios que se estaban re. uciendo en relacién con la filosofia de la ciencia, al parecer en vig de imponerse: «Como todo discurso cientifico ~puede leers alia historia no produce sino comentarios, modelos de inteligibilidads, Ey Toque se refiere alos métodos a utilizar, desde estas perspectivas qe ‘mplican la consideracién de la historiografia como una indiscutble ‘iencia de la interpretacién resulta necesario prestar una atencién En esa di = 46, Dumo (989 965, Misra ynarmaclin Bnsye de lef sib lator Bun, Pui "Se Me (9 itor Understanding, hac, Coal UnvenyP FR avons (9, cb Reese, nya nd, Man) ‘nfo ev) gp, 470 : Pca (91 TN an ACh, Majeh y MM Sa (oR op pa Pree Care Set, Uney of Calomia Pes pp toon, HL Darvon 9 F Rao Mile Fa eon Sci ind Hemenees, Cas (92, Me Fea pier Nac York Rome nn Wt O98: Metso, The Hera Inagnaton i Nicene wan Bair, The oes Hopkin Univer Pre ae FOE {98 The Cone of the Firm Nerve Diane end srl Lis. x Fain, 1983) 9 (198) The Quon a he Naa 195 BURGURE (1990), «De La co PP. 12585; D-Hnsex (1976, Validy tn erpretaton, New 10 ae cular al papel que desempefia el observador (analista y herme- sc empo), como a os instruments que ésteemplea en la see ion del andisi 0 formacién del juico, elt eanzase este punt, y desde l hasta hoy mismo, las posiciones i fstoriadores han evolucionado a favor de Ia hermenéutca de dei, y se han multplicado las defensas de la capacidad cog- im ela narraién. Bien Sea como contexto natural de produccién de ni cados, o bien como estructura ontolégica™, la narraciGn no es ya Se re sats enc han he ey ehuentes (Paul Ricoeur” 0 Michel de Certeau™) como una mera ‘myeturalogica y temporal de os textos histricos!™, sino como una de trscondiciones fndamentales de la existencia human; ademés de ser, ‘auralmente, a forma por excelencia de Ia «omprensiGno» y la herra- srenta gue, en general, interpreta el lenguaje como una «forma de comu- Ticacién» en donde el receptor tiene un papel crucial. Porque es bien cier- toque, «como lectores, tenemos que Hlegar a una conceptualizacién del tex como una posibildad que, aunque no es real, afecta, cuestiona, y auinpuede negar valores, jucios y visiones enteras del mundo real que lle~ ‘amos como equipaje ideol6gico al empezar la lectura». Y porque «refle- ionar sobre la experiencia de lectura del texto literzrio trae consigo el ‘impulso, casi irresistible, de compartir la reflexién con otros»*”!, Las consecuencias inmediatas de algunas de estas posiciones te6ri- cas, convertidas actualmente en grandes focos de atraccién de especia listas de diversos “imbitos, han sido detectadas con claridad por-el mnicroistoriador Carlo Ginzburg, cuya preocupacién esencial es reducit laambigtiedad derivada de la lectura de las fuentes, procurar elegir ella la mejor de esas lecturas y més adecuada de las interpretaciones 11.C- Bemweso (1990), La historia ene la azn y la etcas, Mispania L174, 237.26 : " re fing? RICOEUR (1987 (1983/1985), Tiempo y narracién, 3 vols, Madrid, Cie ‘2M: Conrenu (1975), trite de l'Histoire, Pais, Galimard. ag O: Moi (1978), «arate fom a8 a cognitive instrument, The Writing of ‘np, terry Form and Historical Understanding, Maso, pp. 130-19. loping © Cousncinooo (1953), autobiografa, Mico, FCE y (1970), Ensayos sobre Taf hora, Barcelo, ex Baral A. Sob (1993, The Subject a Action, "mation and Totaly in Narrative Aesthetic, The University agen end Tali in Narrative Aesteics, Ann AX¥o, The vot aM. Vauoés (2000), «Ba Paul Son és (2000), «Ea to al ilosofay Ia teri itera de Pal ice: ndagacioneshermencuteas, Cari, Mae Av - sa aime remito por el momento para dejar planteggs plassibles? despues, por fuerea, he de volver: «Para me cuenon sobre Wa ancbura pricipios de a ead de gy pisoiadees-e8 sha est pasada de mods asf como la de verdad, a jg. asin de ch 1 to meee est liga Poy Ye esta devaluacist son muchas, yno todas de. fuerte. Las razones de esta deal odes intact. Un de els es, certament, [a exagerada fortuna gue alcarzado a ambos lados del AtMntico, en Francia y en los Ex Unidas, el término “representacion”» Entiende el propio Ginzburg que «el uso que del mismo se acaba ereando, en muchos casos, alrededor del historiador un muy infranqueable. La fugnte historica tiende a ser examinada exclusiyg mente en tanto que fuente de si misma (segtin el modo en que ha sidy construida), y no de aquello de lo que se habla. Por decitlo con omy palabras, se analiza las fuentes (eseritas, en imégenes, ete.) en tany que testimonios de “representaciones” sociales; pero, al mismo tiem. Po, se rechaza como una imperdonable ingenuidad positivista la pos bid de analiza las relaionesexistentes entre estos testimonies y la realidad por ellos designada o representada» Lacritca de Ginzburg a esa situacién queda asf formulada: «Estas ‘elaciones nunca son obvias: definirlas en términos de representacién si que seria ingenuo, Sabemos perfectamente que todo testimonio esti construido segin un cOdigo determinado: alcanzar la realidad hist 2 (0 la realidad) es por definicién imposible. Pero inferir de ello la La semistica en tanto, dis discurso, tatanda fon SS8tEBANAO 10s textos™, y ef ands del Feconstruirlos a su vez™ ® C. Ginzburg (1989), emai (989), ede mdr. en Mos, ember cannes aE He ‘Gombrich. Notas sobre un proble Néase a propésito E. Warcne (er, the Philosophy of Porcepn, ne 22) (1993), New Represenaionaien: Esai SR ort ey Ha "mjection, Nueva York, Oxford =. Grune ( 1999) Eee ye aco. Aa Mara a Mra Accom al mane BloanigL82 (196), 4 Genet PP, 2-23. a ooineton, ral los signos presentes en las fuentes, en todas cuantas fuentes usa (ousde ws) historiador y, antes quel el socilogo y el psicg- Ingo social, pero también el historiador del arte*”. Con todo, hay que feeonocer que «el concepto de significado es tan abrumadoramente ‘mplejo como todos os que padecen las atenciones de la filosofia», s «tan diversos y en apariencia heterogéneos son los sentidos, sos y significados de las palabras significar y significado que inclu- soe ha puesto en dua It integridad misma del “concepto de signi- cad" ‘e3Fp una pespectiva relacional, como es frecuente hllar en los enfoques més extendidos hoy en las ciencias sociales, la atencién se dirige hacia el momento interactivo, més que hacia el individuo pro- piamente dicho, Configuramos el significado y lo reelaboramos a ‘medida que nos relacionamos e involucramos con otros, de modo que cl significado es, siempre, social. Dicho de otra manera: nuestras cciones nunca son independientes, y adquieren su inteligibilidad en virtud de la implicacién con los otros. Enfocando los procesos de comunicacién como una parte intrinseca de todo tipo de interaccién social, desde las interpersonales a las inter- racionals, los actores sociales ~viene a decirse~ existen en funcién de esos mismos procesos de comunicacién, y s6lo a través de ellos se manifestan y se desarrollan, se construyen. La antropologia lingiist- a, que trabaja sobre una base etnogrifica, estudia de este modo «la produccién de relatos de las estructuras lingisticas tal como aparecen enel seno de grupos humanos en un tiempo y espacio determinadoso. Esto significa que, quienes de tal se ocupan, «ven a los sujetos de su estudio, esto es, a los hablantes, en primer lugar y sobre todo, como actores sociales, es decir, como miembros de comunidades, singulares Y atractivamente complejas, cada una de las cuales est articulada como un conjunto de instituciones sociales, y a través de una red de xpectativas, creencias y valores morales no necesariamente super- Puestos, pero sf entrecruzados», Las palabras mismas son, pues, ‘ecieatal,en P, Scornusn (1995), «Los historiadoresy el ans del discusos, Taller Ria 6,9. 7-88, [7 E-Pavorsey (1979), El significado en as ares visuals, Madrid, Alianza Editorial; EEE Gowanus (1983), magenessimbélicas, Madrid, Alianza Edita, y (1980), Elsen: (dl ondn, Barcelona, Gustavo Gili A. FAUTIGHR (1985), Signos, simbolos, marcas y ‘eta, Baceiona, Gustavo Gil. cat 2 Ste (1981 (1974), «Hacia na gramstica de significado, en G. Harman ‘Sobre Noam Chomsky. Encayorerticos, Madrid Alianza Editor, p. 286. Unie; Duean (2000 (1997), Antmpologia lingistica, Cambridge, Cambridge Mesty Press. p 21, y 22 par a siguiente 113 sean aes acones se conve 8 UNiSALS de ag, elimestande ara, como hace Alessandro Durant, que {ieee ox anropoloos ingens 108 estoy sélo el interés por et us0 lenguaje> ~Perspecti lengua 80 sO os, dalectlogos y sociolingistas~ sing | ue compre je como un conjunto de estates Simba ge Sin ene forman Pablo reales Ello es permite cabordar de manera inn. ara algunos de los temas Y asuntos que constituyen el nécleo de In investigaciGn antropol6gica, como las politicas de la represena. ta stucin de a autoriad, la lesitimaciGn del poder y deg fines culturales del racismo y del conflicto étnico, el proceso de ase nacion, la construccién cultural de la persona (0 de individ), las politicas de la emocidn, la relacin entre la acciGn ritual y las fr. sje control social, el dominio especifico del conocimiento y la Cognicin, el hecho aristico y las poitcas de consumo estéco, ‘contacto cultural y el cambio social». El andlisis del contenido, a su vez, inscrito en perspectivas que pueden ser complejas y sofisticadas, parte de la estadistica en su ‘modo de hacer, aunque haya también modos cualitativos de operar,y ‘asf se reconoce. Tomado de las ciencias sociales, en especial de la sociologia”"”, el andlisis del discurso lleg6 también —aunque en menor medida- a la historiografia, para ocuparse de la investigacién cuanti- tativa y sistemdtica de las palabras, ideas o temas que se repiten en un texto concreto o series de textos. En fin, la convergencia de la teorla critica contemporiinea y los ordenadores, con sus nuevos soportes Y algunas de sus posibilidades para el andlisis historiogréfico, han offe- = ‘ese modo de clasificacién tipolégica que es en definitiva el shipertexton™', Desbordando todo este horizonte, queda a las puertas de Ia his toriografia alguna de las tiltimas corrientes epistemolégicasy com? = bid enfoque fractal. Su inserci6n en las ciencias sociales ‘an desplegado abundantemente, en las décadas inme acciones, uterires @ I nuestra, el potencial completo de la cuan- ta prindose camino no sin dfculta, pero apuntando cit) historia, que eM este punto ~como en otros st cain todavia mis despacio Tas cosas no han hecho posi- anc ge que empezar en eta direc", Podrfaencjar aut see ap ia esha PE Ilya Prigogine, que inicia una (at psideracin Gel tiempo {el tiempo como «flecha») contra la idea sent en ta mecinica clsica, ‘en parte recogiendo la manera en sere planteado ena sofia de Bergson, Asociando «ae pct epo con I inestbilidad ddindmica, entiende aquel ess feat a coherencia y estabilidad macroscdpicas son sélo el sa aparencia visible, del inestabidad dindmica exis- re el nvel migroscopico. De abi que pueda decirse que el erin surge del cas interno), J cul cnviete al mando asp ncho ms compleo, cai ¢inestable de lo que, inge- erent haamos eeido et eplantcamiento de concepts que exigeel mao tec, el se henpo tendria un lugar principal. Conceido como ,afirmé por su pate Alain abe alle Es deve, «formado por elementos nicos, yuxtapuesos Saray, y tanto més dfcils de retener por cuanto surgen de modo sin cent imrevist, fuera de propésto,aleatorio»™. Pero el mundo Sov -contraargumenta en su posicin estructuralisa y construct vista Pierre Bourdiew--contiene, en él inscritas y precodificadas, «todo tip deinstuciones de ttalizacién y de unificacin del yo». or "2 Feawguaser (197), oL‘pproche face. Un nowel out de rfeion dans {wage soos wie, Plain 1 14S ses ‘lei coe in moda mas met eel doe SIA ‘Serene nice humanize ot mode bmg ‘pete opin ar oud eens, ue mapa ®, En cualquier caso, mas que la empiria, importarfa siempre la construccién de modelos operativos para captar la realidad?™* De esta manera, el historiador que venga a ser captado por el estructuralismo debe afrontar un tratamiento del acontecimento de arden dferencial, reintroducirlo en su dimensi6n mas profunda de si Stanis, ea revolucin chomskyana en la lingistica», en iid, pp. 33-34: -Chowsky (1974 (1987), Esructurassintcticas, México, Siglo XXI; J. Lyons (1974 {I510), Chomsky, Barcelona, Grijalbo. Taal: 800% (1972) From Symbolism to Sractralism Lévi-Sraus in A Literary Teton, Oxford, Bast Blackwell & Mot J. STURKOK (1979), Siractaralism and Since. om LSraus to Derrida, Oxford, Oxford Univesity Press ck LSA (1947), Les formes élemertales du parené, Paes p. 181, Tambien {iopltLanasiy (1973), Le sracturaliome de Lévi-Strauss, Pais, Payot T MELEGHY rt Sakurai Claude Lévi Stas», en J. Morel ea, Sooloische "903 pp. 13s ama (190), Loy metodo esructraisas en las ciencias socials, Buenos Ais (i199) La noion de statue», Revue Intemational de Philosophie ns. 73-74; ec ctutalisin, Yale French Studies, nims. 36-37; (1976), «Structuralsme, id60- ‘thode», Esprit, nim. 360. U7 - ia simbélica, Cuyas dis y ge correspon J se salvadas Baca al eget ‘con el nivel de apart’ como tarea propia, al mismo ficados camera le confiere: «Toda imagen ey oa ere as ase mpi, ayacene yap mica ‘ona cadena fotante de significados, de la que el lec, sea Sar ons ateminados © ENT tr demis»™. jismo contaba con haber derrotado defini a ten sony ma Heer contrarestar el tiempo Fineal de la narracién con su concep vege temporalidad (1a longue durée, en el caso de la escuela france. Sa. Pero este intento de desbaratamiento del relato en historia. _grafia no ha conseguido prosperar més que Por corto tiempo, y nolo a conseguido aén en todo lugar. Ha logrado, eso si, introducir refle- xiones -y muchas dudas— en torno a €s0 que Frangois Furet lang Népistemologie de l'émietement», del desmigajamiento™. Ly ‘Annales, considerados como «algo mds que una revista y menos que ‘una doctrina» ~como é1 mismo dijera-, habian contribuido extensa- ‘mente a conseguir la multiplicacién de objetivos y métodos. En pala- bras de un «annalista» como el propio Furet, que se volvié extraor- dinariamente critico con la escuela de la que procedia, después de haber sido un entusiasta historiador serial, la cuestién es ésta: «Ea lugar de facilitar la unidad intelectual, los préstamos tomados por la historia a las ciencias sociales no hacen sino afiadir diversidad ala disciplina, dandole una elasticidad casi infinita en sus curiosidades, asi como la posibilidad de un eclecticismo metodolégico que 10 constituye garantia automética de incremento alguno de conoct miento»8. De hecho, los préstamos ni siquiera habian propiciado £50 era acaso lo peor-, una indagacidn sobre el lenguaje de la his- toriografia que permitiera, al fin, procurar la unidad. En su conjunto, nos offece esta perspectiva contundente una fom de posiciones firme contra el historicismo, pero también conta = R. Baris is aids, TIS C1982), Lo obvioy lo obmso. Imagenes, sexton, weet BESS 22 Dosse (1991/1992), L’histoire du strcturalisme, 2 vols, Pa La DS, jy F Fixer (1981), «En marge des Annales. Histoire et sciences sosiaesy M2 17, pp. 111-136 ° bid. pp. 114-115, 118 a sta ev antropologinn que mirn hacia ‘ifurd Geertz, et antropoloyo mds Vestrieto al que pertenece, insistia estrecha que existe entre «signifi. culturalon y contexton relaciomales™, «,(ué on In historia, w fin de cuenta?» “Ne pregunta el ensuyista y ertico Greil Marcus «Simplemente una cuestién de acontecimientonn, « también. ach resuludo de wlgunor momentor que parecen no dejar nada dete, nla excepto el imisterio de expectraten relaciones entre personas separndis por una gran distancia espacial y temporal, pero que de alg modo hablan el mismo tenguaje’?»? De uni manera w otra, una importante via de conexién entre la his- torografa y la Linguistica ha sido aportada por ta denominada pos- ‘modernidad™, y por sus formulaciones propias en cuanto a la filono. fia del lenguaje y Ia textualidad?””, Husserl y Wittgenstein ‘ontituyen los patrones filowbticon de las escuelas del significado, de la recepcion y la representacién™, una corriente avivada en Francia por el historiador de la cultura Roger Chartier, Nadie oxa ya, précticamente, prescindir del lector. Es éste el que sconsumer, «tecrean y «tedacta» nuevamente el texto, al hacerlo confluir con otros de su propia experiencia, tanto vivida directamen- \e esa experiencia como cientffica y literaria®”. Cada nuevo lector construye un nuevo texto, y «los nuevos significados de e508 textos funcionatiom, of fortalivnn, ¢ empieim neoposiniv, rats, 01 wore” LAbHAGKA tha nde prolungada por evn an ,” Vea K. Sauuis (1992), oa lectura de lo sions, Historia contempordnea 7, 19-3174 Fundamental pra el rasfond lot de ein apt xe reader K. Ba {al (eh) (1947), After Philosophy End or Trnaformation’”. Cabrige Mase /Londes, Pe MIT Pres. Uncluye texton de Apel, Blumemberg. Davidson, Denida, Doemmet, ‘au Gadaer, Habermas, Lyotard, Melatye, Panam, Ricoeur, Katy 9 Tyler) 2° Gis (19), EL aniropilogo come auto, Bascelona, Pads (1972), Deep Py Noes onthe Balinese Cockiightn, Daedalus 101, Harvard, repod. en CM. MR Lak Semuoson (1991), Kethinking Popular Culture. Contemporary Perspectives in ‘nl Suds, HehebeyflosKngele, Univenity of California Pes, p. 239-277. "G. Mawcvs 1993), Masts de earmin. Una historia secreta del siglo, Barcelona, ce well P.M, Rosen 5 Noms (1993), The Truth about Postmrernism, Oxfor, Blackel: Jag ttmoderion and the Social lence. Insights, Inoads, and nrsions, New 9; incon University Press cen, HLL (1993), «Problema flocs de la histriogafa:concenca hist guinea Toes) La hinge, ve 2, 20.46. Verena EMH (92), Sequel ta History. Postmodernism and the Crisis sonal Time, New Jersey, Princeton University Press. nen, SLMMAY € 1. Cnoman (eds) (1980), The Reader inthe Tet, Nuc Yrs "4 P Towrns (ed. (1910), Reader Reponse Ceticiom, Baltimore. ol «son una funcién 4 McKenzie, «son t le Tite OT eseito Borges, «el concepto de texto det nuevos», eS 286, Como babi I cansancio», B} forma ino a la religi6n 0 al El mejor vorno corresponds Ht Jo sera, finalmente, aquel lector gt’ tc dificador de un tsa da de conciliacién posible entre su propig t®® a ogra oy ontenido ene text mismo. tor rae a eas la hermenéutica da por descontado, como, En cualaiietios textos hablan>. Y al investigador le cores eee ieseirar” La importancia creciente de la filosofia heme. neutca, so refrescada capacidad de seduccién, han contribia 9 axito de toda una gama amplia de posiciones que se alinean ayy de sus postulados en la propia disciplina de ta historia. El niagy Gadamerexpresa con acieto esa atraccién: «Cuando uno quiere cor tribuir ala reflexign como un historindor que filosofa, es enviado, Jos origenes de la cultura, es decir, a los hechos basicos, como son, palabra yellenguajew™, La pendiente puede conducir hacia la hipéstasis de la textualidad, y como ironiza el filésofo neopragmatista Richard Rorty, si «en e siglo pasado [por el xrx] hubo filésofos que mantenian que todo cuanto habia eran ideas», lo cierto es que en el xX hay autores que escriben como si no hubiera otra cosa que textos». Entre esos autores ‘demtitica alos criticos literarios Paul de Man y Harold Bloom, oon fildsofos Derrida y Foucault. Pero también al historiador Hayden White y al antropélogo Paul Rabinow?, Para Rorty, tales autores serfan una adaptacién de los idealistas propios del XIX a nuestn éoca, sus «descendientes espirituales». Porque, si «no hay nada fuera del texto» -como sostiene también el francés Jacques Derrida, clo consttuye una propuesta para incitar a abandonar la idea de ve- dad como correspondencia, la del lenguaje como descripcién 0 la de {satura como iitacin. Sino es aleanzable el desvelamient el it faverdad, nada puede extraiarnos el intento de desembarazarse de i idea de lenguaje como conato de representacion de algo que nods inet ge estctamente Por su parte, lo cierto es que Derrida en ‘n Palabras de Rorty- una manera de decir algo del 2 Une ria Venecis, “a oa le nell'arte. € nella filos, vente en G. Borrmou (1993), Retérica. L'intelligen® 238-6. Giana aga, Bola Boringhier eagens we = cen nt een ec, re je que no traiga consigo lt idew de “Signo”, “representacton” 0 se embargo, NO es ninguna de éstas en Europa, me atrevo a supo~ et la poscion mayoritaria entre los historiadores: pero exo no quiere ‘errue e apunte no ofrezca direcciones de alarm o interés, Reinhart Kavelleck, por ejemplo -constructor de una historia de los eonceptas gue no guiereestorbar de leno a ln Sozialgeschichte alemana-,con- arene enaulvertir que «sin acciones lingiisticas no son posibles los acon- tecimientos histricos», y sostiene que las «experiencias que se adquie~ fen desde ellos no se podtrian interpretar sin lenguaje», Pero advierte también que «ni Los acontecimientos ni las experiencias se agotan en su articulacidn lingiistica», pues «en cada acontecimiento entran a formar parte numerosos factores extralingtisticos, y hay estratos de experiencia {que se sustraen a la comprobacién lingiistica, La mayorfa de las condi- cones extralingilfsticas de todos los sucesos, os datos, instituciones y modos de comportamiento naturales y materiales, quedan remitidos a la mediaci6n lingustica para ser eficaces. Pero no se funden con ella». ‘Con todo, queda patente en esta tiltima perspectiva un fuerte peso del ‘marco estructural. De hecho, a principios de los afios noventa detectaba Peter Schéttler una tendencia en la Begriffygeschichte,o historia de los con- cepts, «que va mis allé de trazar la genealogia de conceptos individuales y tiende al estudio sistemiético del lenguaje 0, mejor atin, del discurso»**, Lacconexicn estrecha entre filosofia y linguifstica ha servido de telon de fondo a este viraje de atencién al lenguaje, el més decisivo hasta ahora de la reciente historiografia. Su estrecha telacién con la denomi- nada «critica literaria» (literary criticism), con cuyos cultivadores sue- Jen convivir mucho més {ntimamente los historiadores norteamericanos que lo que viene a ser normal en las universidades europeas, ha contri- buido a sellar la dependencia. La respuesta de los descontentos, en id. 171 3 Pusch, Los fundamestoy e6cos de Ia historia de ls coneon (aeyriethice)nenL liar 9 F, Caste es), Lt scr ito cae "hte 68 : ‘Pontic8(1983), Fury pad Para na semdntica de os epost om, Bao Pads p27 py Senirun (983), Los historias y el ann dt discuson Taller i agp 2 AN ese Th Jos Hopkin Gide Literary Theory and Cricin (198), Baie ‘The Johns Hopkin Une Pres, dande pose encontrar informaci ato sabe It ‘evade lr trun oa tert del eepeton, Por ee, como ste Bates cs impo descr ppel de Pl Wan ent tanec Ete ®ve ES Bone) (990), Romano and Cameo Cicim. The Seminar and ter Papers, Bae Te hs Hops Unversy Pes. wb esperar, Pero, como compat 20 Sens no an id realmente ‘ae wo mea umos no en ua EXCEPCIONS (© 0 Un Coney lejos, si mos Tio. el norteameticano) y si, en cambio, Py. dein come ofesin, En el fondo, seguramente jg nse smart aista del pensamiento contemporineo es much” deconsrccionige parece», Y nO ha logrado an dy are seria de Los historiadores su confianza, incluso matizada es ue mayor que nos hallamos) siempre a punto de alcanzar jy verlag” i enc sso) de encontrar procederes realmente radicales en masa, Tampa faut podria, a cienciacieta,sostenerse que todo lo aparecida se” rm completo, radcalmente, nuevo”. Pero sf hay ciertamente un fae «reciente en la historognia por los textos y su naturaleza, meres ae vendria maniiesto en la insstencia de ciertos historiadores en rsa Ia dsconinuidad (0 incluso la fragmentariedad) y la transitoriedad los procesos, a Ia busca de claves metadiscplinares, Raspes det inuietud, caso trasladada mediante el reconocimiento de que exige Jas fuentes una irresistible opacidad™®, no son ni mucho menos. twenello- del todo nuevos: «En la realidad misma ~escribié Simmel ey 1900-; las cosas no duran wun period de tiempo: en viru de i dee 26n con que se offesen en todo momento a la aplicacién de una 2 L. Stowe (1991, History and Post modernism», ‘patos x Taller ahsoria 1 (1983), p. 59] y (1982), «Dry heat, cool reason Het née siege in England and France, Times Literary Supplement, 3 de ener de 038 sca gce mmr (992, Tlingit you ike Postmodernist histery sd eB Sa ie Tine Lteran Supplement, 15 de octube de 1992, pp. 12-15, Siguiendo may ‘sas ls mewimientos desencadenados por Stone, A. MORALES Mova (1992), KS Past and Present 131 (eita Culture ives Pre Discontents: Mia Baie f Criticism and the Criticism of (pscianeate leap. 6: «The the Recovery of Alten). 990. A tod dea falas: Pana jas formas se disuelven en el momento preci oe or at dec, exclusivamente gracias a su deseo, fotidacidn de una forma en objeto duradero inerpretacion incompleta que no puede seg | Jidad a su propio ritmo», Desde una constelacién emergente como es esta a la que nos esta- ios refrendo,profundamenterevolucionada en sus bases fleeSr, y linguisticas, es desde donde precisa enfocarse la controvertige, ‘cues- tidn de la «vuelta de la narracién» a la historiogralia®". «Nuesieg twrea més bisica como historiadores —vuelvo a citar a Spiegel- es inducir esas fragmentadas narrativas interna [..] a emeryer de sus silencios. En el andlisis final, ;qué es el pasado sino una experiencia otrora material, ahora silenciada, que sobrevive tinicameme como signo, y como signo que atrae hacia s{ cadenas de interpretacione, _ opuestas que se ciernen sobre su presencia ausente, y que compiten _ por la posesi6n de las reliquias, intentando imprimir huellas de signi- ficado al cuerpo de los muertos?»252 Volviendo ahora a Koselleck, éste asegura algo que, en todo este onjunto de perspectivas, se manifiesta como fundamental: «Que se consideren 0 no los factores lingUisticos es decisivo para el tipo y la _ eproduccién de la historia pasada. Ya a causa de esta eleccion pre- via, ningtin informe sobre el pasado puede comprender todo lo que fue 0 sucedié en otro tiempo. Dicho de forma general: lenguaje _ historia permanecen remitidos mutamente sin llegar a coincidir»?", Conviene tener en cuenta, por tanto, siempre, que detrés de toda _teoria del lenguaje se encuentra algtin tipo de reflexion sobre el Sujeto. ‘Ya se vea el lenguaje en términos de representacién «conceptual» (€s decir, como instrumento para representar el pensamiento, a la manera de Chomsky y la gramética generativa), o bien se subraye el Carécter «comunicativo» del lenguaje (como piensan otros muchos, “después de Benveniste), siempre hay una teoria del sujeto detrés de tas ¢speculaciones sobre el lenguaje. Hoy se potencia, es claro, inda- Sar en la experiencia individual de los sujetos y su carécter tnico e que surgen; trucci6n; toda con. OF poco que dure— es una uit el movimiento de la rea- Mas 10; S8E Filosofia del dinero, 1900, cit en D. Frisby Pagments.. cp. 163 Smet KH. WoeF (ed, (1959), Essay in Sociology, Philosophy and Aesthetics by Simmel et al, Oho, 23 6 DAN 1984), Historia y narracién, Barcelona, Paidss. ofthe Mia *Huellas de significado, cit, p. 5 VEase también «Towards a Theory "sie Grund, en C. Barto (ed), Hisar a debate: pp. 169-178, R Koseleck, Future pasado, et, pp. 287-288, 123, iad, La victima estruendosa de, postestructuralista €8, por su 0d irepetible, su ireducti PUES, peso de desmoronamient© sujeto social” aro de tos aos noventa recordaba Gabrielle Spi 7p apc ater ean gE citando ia de un coneepto del Tenguaje que «afirmalba} sin yx, toi dead extra del mundo sv intligibilidad en forma deg, ‘Conceptos, fendémenos u otras formas mentales Y UNA COnexiGn dig’ Haaren mental y Ios signos verbales»**. Sin embargo, el pos, ta eturalismo ha hecho aficos esta presuncion de Ia relaciGn ene i palabras y Tas cosas, el lenguae y la realidad extralingUsticas, cop, reergndo que ef lenguaje constituye «la auténtica estructura de, ida mental» y que «el metalenguaje nunca puede permanecer fier de si mismo para observar una realidad externa». El lenguaje ey ‘nrransitivo, sdlo se explica a sf mismo, y ello conlleva la puesta eg ‘cuestin de la capacidad de la historia para «explicar» realidades. La cin del pasado como objeto posible de investigacién queda, a, negada de raz De la linguistica ha legado a la historiograffa en tltima instancia tun reto decisivo, el que viene denominado como giro lingistico (linguistic tum»). Sus practicantes més radicales consideran el len- suaje como un sistema cerrado de signos, de cuyas relaciones se det va el significado. La construccién del sentido aparece por tanto, et ‘una perspectiva que es fuertemente determinista, destigada de todh intencionalidad del sujeto, 0 de todo control subjerivo, al encontrar se asignada a un funcionamiento del lenguaje que es automitico ¢ impersonal. La realidad, entonces, queda constituida por y en el let guaje, en él va contenida y formalizada es, si asf se prefiere, «on truida»- a través de su uso, y, por lo tanto, no puede ser pensada, 8 partir de ese convencimiento bésico, como si fuese una referent objetiva, exterior al discurso™”. {St La toalidad ha dejado de ser iotalidad> |... «El todo ha dejado de vii (Nese Simic eke 1.230, poco pssmene com = a Bemis Niece ya sana nada nev apace (W: DP samme Serie ct 0. 1p. 673). wal 5 Pets Una (1986, «The Dissolution ofthe Soa, en ML Wag) S.P Tne) Spt Ty ono Base, Alen & rv, specu PARE (198), «Making Up Lost Time: Writing onthe Weng of Hi Seem EXE p 95:6. Src (199), sera yposmedeismo.1V>. °R. Rory s Jef isica Bacon aie? nase. Dif stades merapiloséfcas de afd 124

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