Y
SUBJETIVIDAD
UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICO CULTURAL
Fernando González Rey
Fernando González Rey presenta aquí una discusión actual sobre
los procesos y formas de organización de la psique humana. Asume el
concepto de subjetividad desde una perspectiva dialéctica compleja
dentro de una representación histórico-cultural, que se extiende a
diferentes perspectivas de la psicología contemporánea
;' , Analiza ei curso histórico de la construcción del conocimento
-ii psicológico y ofrece uno propuesta para superar la fragmentación y
% dicotomías que han dominado ei campo.
Transita': por los teorías más significativas del pensamiento
psicológico moderno, incluidas las tendencias actuales como el
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construccionismo social, el enfoque socio-cultural y la teoría de las
:f representaciones sociales,
La perspectiva de la psicología que aquí se presenta abre,
i
diferentes proyecciones interdiscipllnarlas en la construcción del
problema de la subjetividad Atraviesa prácticamente todas las esferas
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de la actividad humana por lo que es de interés para todo profesional
que trabaje en el campo de las ciencias humanas.
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Sujeto y subjetividad:
una aproximación histórico-cuttural
Fernando L González Rey
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Fem ando L González Rey
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e d ito ria l y d e p ro d u cció n : R enéG arayA rguat* Claudia Calderón vaiderrama
M iguel Angel Toledo Castellanos
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E d ito ra da d e s a rro llo : Alma Castrejón Alcocer M ovim iento gráfico
Rocío Cabanas ChAvez
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Contenido breve
D edicatoria
Prólogo
Cap. I. Primer periodo del desarrollo de la psicología: I
sus consecuencias para el establecimiento
del pensamiento psicológico
Cap. II. La emergencia de la subjetividad 61
en la psicología
Cap. III. La subjetividad y las teorías de inspiración 107
social en la psicología
Cap. IV. La subjetividad y su significación actual en la 175
construcción del pensamiento psicológico
Contenido
Capitulo I. Primer periodo del desarrollo de la psicología; sus
consecuencias para el establecimiento del pensamiento
psicológico 1
El surgimiento de la psicología como ciencia;
la instauración del empirismo 2
La psicología europea y sus diferentes escuelas
de pensamiento 17
El psicoanálisis y la inauguración de un nuevo campo
de construcción del pensamiento psicológico 18
Influencia de Lacan en el tema de la subjetividad
en el psicoanálisis y la psicología 31
Teoría social y el psicoanálisis en transición 42
La psicología humanista; su aporte en el camino
de desarrollo de la teoría de la subjetividad 51
Capítulo II. La emergencia de la subjetividad en la psicología 61
La psicología soviética y las bases para el desarrollo
de una teoría de la subjetividad desde una perspectiva
histórico-cultural 68
La subjetividad en autores de cosmovisión marxista
generadores de núcleos teóricos específicos;
CastoriadisyG uattari 84
Aportes concretos de Castoriadis al desarrollo del tema
de la subjetividad 86
La obra de F. Guattari y su contribución a la delimitación
del campo de la subjetividad 98
Capítulo III. La subjetividad y las teorías de inspiración social
en la psicología 107
Breve introducción sobre la dicotomía de lo social
y lo individual en la historia del pensamiento
psicológico 108
La teoría de las representaciones sociales; un análisis
desde la subjetividad social 110
Las representaciones sociales y el construccionismo
social; hacia una conciliación o hacia el desarrollo
de campos diferentes 124
Sujeto y subjetividad
Objeto y realidad: la confusión del construccionismo
social 134
Acerca del autor
Las consecuencias de la muerte del sujeto que enarbola
el pensamiento construccionista 142
La crisis de las teorías y el énfasis metodológico
en el construccionismo social 150
El enfoque sociocultural: su significación en la psicología
ii
actual 155
Fundamentos teóricos del enfoque sociocultural:
categorías principales 159
La crítica al enfoque sociocultural desde un marco
histórico cultural 166
C apitulo IV. La subjetividad y su significación actual en la
construcción del pensamiento psicológico 175
El concepto de subjetividad social y su significación para
las diferentes esferas de la psicología 176
La subjetividad social como vía para el estudio
Fernando L. González Rey es doctor en psicología por el Instituto de Psico
de la sociedad 186
logía General y Pedagógica de Moscú y por el Instituto de Psicología de la
La cuestión del sujeto en una perspectiva Academia de Ciencias de la Unión Soviética. Ha escrito nueve libros, entre
histórico-cultural 195 los que figuran: La investigación cualitativa en psicología: rumbos y desa
fíos (Thomson, 2000); La psicología: principios y categorías: Personalidad,
La comprensión del sujeto en una teoría
salud y modo de vida; Problemas epistemológicos de la psicología; Comu
histórico-cultural de la subjetividad 207
nicación, personalidad y desarrollo y Epistemología cualitativa y subjetivi
La subjetividad individual: su sentido y sus límites en la dad. Ha sido coautor de más de cuatro obras y ha colaborado en más de
construcción del pensamiento psicológico 212 ocho libros. Ha publicado más de setenta artículos en revistas internacio
nales especializadas en español, inglés, portugués y ruso.
La esfera afectiva en la subjetividad individual 213
La personalidad como configuración de la subjetividad Fernando González es miembro del consejo editorial de la revista Cu
individual 223 bana de Psicología y de Psicología y Sociedad (revista de la Asociación
Brasileña de Psicología Social).
El desarrollo de la subjetividad en una perspectiva
histórico-cultural como transformación epistemológica Entre su prolífica labor intelectual y académica destaca su incansable
232 participación como ponente en innumerables congresos, encuentros y
mesas redondas internacionales. Ha impartido diversas conferencias en
Bibliografía 243
The London School of Economy, University of London, CUNY (Nueva York),
en la Universidad Interamericana (Puerto Rico), y en las facultades de psi
cología de las Universidades Autónoma, Complutense, Sevilla, Murcia y
Valencia (España).
Su jeto y subjetividad
La labor de González Rey ha sido ampliamente reconocida y lo ha he
cho merecedor de diversas distinciones* el Premio interamericano de Psi
cología en el Congreso interam ericano de San José (Costa Rica. 1991); la
Orden "Carlos J. Finlay", máxima distinción del Estado cubano para investi
gadores científicos (1995); y en tres ocasiones el Premio a la C ritica
otorgado por el Instituto del libro de Cuba.
En 1999 fue nominado para ser incluido en el WHO’S WHO Internatio
nal y seleccionado por el Centro Bibliográfico de la Universidad de Cam
bridge entre los 2000 científicos sociales más destacados del siglo xx en
la rama de las ciencias sociales.
Fue presidente de la Sociedad de Psicólogos de Cuba (1986-1999), de
cano de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana (1985-
1990) y vicerrector de la misma (1990-1995). Es profesor titular de esta
Universidad en la que trabajó hasta 1999.
Ha sido profesor invitado para im partir cursos en facultades y escue
las de psicología en México, Venezuela. Puerto Rico. Brasil. Costa Rica,
Ecuador, Francia y España. Ha sido profesor visitante de la Universidad
de Brasilia (1995-1999) y de la Universidad Autónoma de M adrid (1997).
Actualm ente es investigador asociado sénior de la Universidad de
Brasilia y profesor del UniCEUB y el IESB en Brasilia.
Prefacio
El presente libro defiende un concepto de subjetividad que teórica, episte
mológica y metodológicamente nada tiene que ver con la forma en que es
te concepto surgió en algunas de las corrientes filosóficas de la
modernidad. La subjetividad en este libro es un sistema complejo y pluride-
terminado que se afecta por el propio curso de la sociedad y los sujetos
que la constituyen dentro del continuo movimiento de las complejas redes
de relaciones que caracterizan el desarrollo social. Esta visión de subjetivi
dad está apoyada con particularfuerza en el concepto de sentido subjetivo,
que representa la forma esencial de los procesos de subjetivación. El sen
tido expresa las diferentes formas de la realidad en complejas unidades
simbólico-emocionales, en las cuales la historia del sujeto y de los contex
tos sociales productores de sentido son un momento esencial de su cons
titución, lo cual separa esta categoría de toda fa m a de aprehensión
racional de una realidad externa.
Las producciones humanas son producciones de sentido, sentidos
que expresan deform a singular los complejos procesos de la realidad en
los que el hombre está implicado, pero sin constituir un reflejo de éstos. En
otras palabras, ellos son una producción humana que, integrando los as
pectos disímiles del mundo en que el sujeto vive, aparecen en cada sujeto
o espacio social concreto de una forma única, organizados en su carácter
subjetivo a través de la historia de sus protagonistas. Esta dimensión de
los fenómenos humanos, que en los tiempos actuales cobra una importan
cia cada vez mayor, ha sido rechazada por tendencias que de forma prejui
ciosa la asocian mecánicamente con la visión racionalista e individualista
que dominó la filosofía del sujeto moderna.
Pretendo rescatar la forma en que la construcción de la subjetividad ha
venido avanzando en el movimiento histórico de la psicología, a través de
lenguajes diferentes que expresaron épocas también diferentes, pero que
han ido desarrollando cuestiones que encuentran nuevas formas de ex
presión y se articulan con nuevas construcciones, generando cada vez
una mayor inteligibilidad sobre la subjetividad humana y su expresión en
las diferentes actividades y contextos de la experiencia humana.
Sujeto y subjetividad
Se hace difícil negar el tema de la subjetividad en un momento histórico
en que un conocimiento mayor de la naturaleza y del mundo evidencia de
forma cada vez más clara en los diferentes campos de actividad humana
(la salud, la economía, la educación, la política) el enorme poder de los
procesos subjetivos. En un mundo donde un rumor o una especulación
subjetiva causa un impacto demoledor en una economía — que en su ver
sión globalizada es cada vez más sensible a movimientos subjetivos— ,
es difícil ignorar este momento de los procesos humanos. Si la moderni
dad fue más sensible al control y la objetividad, ya que la propia vida mo
derna desarrolló la posibilidad de ese sentido subjetivo, en lo que tuvo de
ilusión y distorsión en la apreciación humana del mundo, el advenimien
to posmoderno (término todavía en discusión) acrecentó con fuerza el
protagonismo subjetivo y desvaneció toda ilusión de objetidad universal.
Este libro se inscribe en el esfuerzo de presentar una visión diferente
de la psicología, capaz de romper con toda reificación esencialista del fe-
~ñofneho psicológico y que enfatiza la complejidad de la organización s i
m ultánea y contradictoria de los espacios sociales e individuales en la
comprensión de la configuración de la subjetividad. La critica de una psico
logíaindividUálistá, incapaz dFpeTcibir la configuración histórica y social
del sujeto y de sus escenarios sociales ha conducido al dominio de psico
logías narrativas que h an reiticado las prácticas discursivas y el lenguaje,
om itiendo procesos y formas de organtZáción;tanto'dei~suieto como de la
só~ciedgJ.~que7?Ótieñen carácter narrativo. Está tendencia ha conducido
a une perspectiva donde el sujeto, sus emociones, y las diferentes formas
de organización social sé~presentan sólo como flujosdíscuTsivos, elimi
nando todo proceso o forma de organización definidas por una naturale
za diferente de la discursiva.
El concepto de subjetividad, desde la perspectiva en que lo asumi
mos, abre.una "zona de sentido" en la construcción del pensamiento psi
cológico, orientada a significar la organización compleja del sistema de
sentidos y significaciones que caracteriza la psique humana individual y
los escénarlos sociales en que el sujeto actúa. La subjetividad represen
ta una construcción teórica de valor ontológico, en tanto es un concepto
orientado a generar visibilidad sobreTas formas de realidad que el con
cepto delimita. La critica a la o ntojogia me la represento como la critica al
esencialismp. ■cfetemimísta realista que caracterizó muchas corrientes
del pensam ientorfíoderno. pero ño como la negación de la existencia de
los procesos y formas de organización de ía psique y la sociedad que, a
pesar dé'su com plejidad, pueden ser-acompañadas en la construcción
teórica, como sucedió con las diferentes formas de organización de los
Prefacio
fenómenos estudiados por la mecánica cuántica en su momento históri
co, los cuales rompieron con la representación cosificada del fenómeno
físico, para dar paso a otra representación sobre la organización del mun
do y del proprio conocimiento.
Ontología no es sinónimo ¿Je "cosa", sino de realidad constituida .en
formas particulares, como son los sistemas complejos que han abierto las
representaciones humanas a forma s~nuevas dé realidad inim igináblés'al-"
•günas décadas-ánteriorésTEn términos del conocimiento ^sTm pósible
aislar el tenóm eñoestúdiado d élos procesos implicados en la producción
del conocimiento, lo cual de forma áTguña significa que ta (JenWiitación del
espacio cíela realidad construido por la teoría no participe del propio pro
ceso de conocimiento. La definición del tema de la subjetividad tiene la y
pretensión de generar visibilidad sobre procesos de la psique humana y la
sociedad que han sido subvalorados hasta el presente, tanto en la cons
trucción teórica, como en el desarrollo de prácticas y políticas sociales.
La subjetividad representa un momento en el camino del conocimien
to de "fuentes ortológicas ocultas* como señaía"D. Eríbón al caracterizar
"e l esfuerzode Foucaultde descubrir las formas de pensamiento cristali-
/
i »
zadasque subyacen al funcionamiento d e la T instituciones humanas.
La consideración del aspecto subjetivo de las diferentes formas de or
ganización de la sociedad y de las diferentes prácticas y experiencias hu
manas abre la oportunidad de un nivel de integración interdisciplinar en
las ciencias sociales, en el que la psicología entraría con una nueva zona
de sentido en el estudio de los fenómenos antroposocíales, garantizando
ésTunaspecto partic‘u lár cfe'prodücciónde conocimientosqGe'ermquece-
ría las difeTeñtesrepresentaciones y prácticas que hoy circulan en el co
nocimiento social.
En el desarrollo de las posiciones presentadas en este libro resumo
años de investigación y producción teórica, ya que en el curso de mi vida
como investigador siempre me proyecté hacia el compromiso teórico y
epistemológico de las investigaciones psicológicas concretas. Pienso
que uno de los déficits que ha tenido la psicología latinoamericana ha si-
do la"poca aten'cjón_a_núcleos de producción teórinajirnpia Todavía per
cibimos en nuestros países una fuerte tendencia,a la reificación de las
teorías tradicionales, así como a la fijación de las nuevas modas que en
tran en el mercado d é la s ideas, sin~embáfgó~, nosiem pre la asunción de
estas posiciones, lo que es totalmente legítimo en el campo deja ciencia,
se acompaña de una elaboración crítica por los núcleos que las asumen.
Suji »J<
Pienso que la función critica de las teorías pasa por la incorporación
permanente de la crítica a las propiás~producciongs_y no se limita a la crí-
tic a d e los otro ^ 'EI pg¿s a H ^nto'Tevolúcionarip y crítico no puede colo-
"c a rs e p o r^ e n c im a de la crítica, p ü e s 'e s to implica el riesgo d e ,s u
reificación, y del consecuente dogmatismo de las posiciones asumidas,
cbridición'slíficiente para que aquéllo que fue revolucionario en un mo
mento concreto se convierta en conservador.
Finalmente^ amigo lector, en el libro presento núcleojs teóricos.pro-
pios qüe'éstáñ en pleno proceso de desarrollo y, por tanto, continuarán
enriquecían (Jóse de forma perm ineníe en mis investigaciones y acfivldad
docente. Espero que la lectura del presente libro pueda estim ular un diá
logo entre nosotros, que tenga alguna repercusión en su trabajo actual.
Primer periodo del desarrollo
de la psicología:
sus consecuencias para el establecimiento
del pensamiento psicológico
P rim er p eriodo del d e s a rro llo d e la psicolog ía
f Primer periodo del desarrollo de la psicología:
*; sus consecuencias para el establecimiento del
r pensamiento psicológico
El surgimiento de le psicología como ciencia:
la Instauración del empirismo
Desde la aparición de la psicología como ciencia, la cuestión de la sub
jetividad representó un tema en la lista de los pioneros de la disciplina, si
bien el térm ino empleado era conciencia, la cual se representaba más co
mo entidad constituida por funciones concretas que como sistema com-
p le jod e naturaleza subjetiva. En el laboratorio de Leipzig, donde W. Wundt
realizaba su trabajo, se mantenía una preocupación (subrayada por el
propio Wundt) por la defensa de la especificidad del objeto de la psicolo
gía como ciencia, en relación con lo cual Wundt m ostró un interés mucho
mayor que la mayoría de los psicólogos que le precedieron.
Wundt. a pesar de su orientación experimental e n el estudio de las
fu ncio nes psíquicas, no se planteó nunca el carácter hegemón¡co3eTex-
péfim ento en todas las áreas de la psicología y consideró a la psicología
experim ental como un campo concreto del conocim iento psicológico.
Pensaba qOé lósp ró ce sos complejos del pensamiento humano no eran
susceptibles al método experimental, así como tam poco los aspectos so
ciales de los procesos mentales, para los cuales debía haber un campo
p articula r de la psicología, al que denom inó Volkerpsychologie. Wundt
se proponía especificar el lugar del experimento dentro del avance de la
ciencia psicológica.
En relación con la especificidad del objeto de trabajo de la psicolo
gía para Wundt, K. Dazinger señala (1990): ’EI mundo de la ciencia física,
de acuerdo con Wundt, ha sido creado ignorando tel aspecto subjetivo de
la percepción’. Esto hace posible el universo de la causalidad física pero
también implica que si los elementos descuidados fueran a ser investiga
dos científicam ente emergería una ciencia que ‘supliría a la física en la
investigación del contenido total de la experiencia'. Esta ciencia era la psi
cología* (p. 39). En esta posición de Wundt se aprecia su preocupación por
la especificidad de la ciencia psicológica, que expresó en toda la exten
sión en su concepto de causalidad psíquica como un fenómeno diferente
de la causalidad física. Aunque nunca definió muy claramente esta causa
lidad psíquica, el solo hecho de plantear el término como alternativa a la
representación mecanicista de causalidad fue de gran importancia.
Sujeto y subjetividad
De acuerdo con R. Farr( 1998), Wundt Replanteó tres tareas esencia
les en la vida; a) una psicología experimental, b) una metafísica científica,
y c) una psicología social* ( p. 55). Lo interesante e s que Wundt no logró uni
ficar estos proyectos, pues de hecho no integró la conciencia con la cul
tura: se planteó el estudio de las funciones primarias de la conciencia a
través del experimento y reservó su Volkerpsychologie para el estudio de
los productos mentales que son creados por una comunidad humana, co
mo la religión, el lenguaje, los mitos y otros. En esta división. Wundt se
mantuvo en los marcos de las dicotomías cartesianas al no poderse ex
plicar el origen social de la conciencia, fenómeno que será abordado des
pués por el pragmatismo norteamericano,
Wundt no pretendía una independencia de la filosofía, sino que por
el contrario, veía en el desarrollo de la psicología un medio para el avan
ce de aquella (Dazinger, 1990; Koch y Leary, 1992). La fuerte influencia de
la tradición filosófica alemana alejó a Wundt de una visión de la psicolo
gía próxima a las ciencias naturales. Wundt contemplaba el adelanto de
la psicología en el contexto del progreso de otras ciencias sociales y te
nía interés en el estudio de las formas de vida colectiva.
Para Wundt, el desarrollo de la psicología en sus aspectos más so
ciales se debía apoyar en la historia. El lugar de lo histórico en el pensa
miento de Wundt, está influido fuertemente por el legado de N/ico y en
particular de Herder, fue quien ejerció un gran influjo en el pensamiento
alemán del siglo xvm. Esta consideración del papel de la historia en la fo r
mación de lo psíquico repercutió por diferentes vías (y en diferentes mo
mentos) en el desarrollo de la psicología como ciencia desde diferentes
perspectivas que van de Jung a la psicología histórico-cultural. Ahora
bien, Wundt no trazó en concreto las vías por las cuales lo histórico se
convierte en psicológico, sino que se limitó a afirmar la importancia de lo
histórico para el desarrollo de la psicología como ciencia.
La mente es para Wundt un fenómeno histórico: *Es verdad que mu
chas veces se intentan explicar las formas complejas del pensamiento
sobre la base de la mera introspección. Esas tentativas, con todo, en ge
neral no tuvieron éxito. La conciencia individual es totalmente incapaz de
ofrecernos la historia del pensamiento humano, pues ella está condicio
nada por una historia anterior, a respecto de la cual ella no puede, por sí
misma, darnos ningún conocimiento’ (1916, p. 3).
La visión histórica de Wundt fue un antecedente vigoroso para la de
finición del carácter histórico de los procesos psicológicos complejos del
hombre, los cuales vemos, en su especificidad, como una producción
subjetiva. Tal es una de las tesis centrales de este libro.
A pesar de la importancia que Wundt otorgó a la Volkerpsychologie,
nunca capacitó a nadie en su ejercicio y este campo de profunda inspira-
P rim er p e rio d o d el d e sa rro llo de la psicología Sujeto y subjetividad
ción académica fue eclipsado por la tendencia posteriorde la psicología, psicología se convirtió en profesión. Para bien o para mal y algunas veces
cuando su fuerte orientación a las ciencias naturales y la búsqueda de por razones extrañas, la psicología moderna es esencialmente la psicolo
métodos susceptibles de un mercado profesional trascendieron el interés gía norteamericana' (1996, p. 284).
por los problemas teóricos. Como veremos más adelante, esta tendencia La ^americanización' de la psicología debilitó su orientación académi
a la profesionalización de la psicología tuvo una influencia particularmen ca, y fortaleció la orientación práctica de la psicología como profesión.
te intensa en la psicología estadounidense de comienzos del siglo xx, al Pero esto no representó un movimiento monolítico, como casi nada en la
grado de que ninguno de los discípulos de Wundt siguió su proyecto de historia, sino un proceso complejo que tuvo formas de expresión muy diver
fundar una Volkerpsychologie. sas, diferentes en apariencia, pero muy relacionadas entre sí. La psicolo
Para Wundt, la actividad de investigación implicaba un salto del ex gía mundial fue adoptando una coloración norteamericana fuertemente
perimento al nivel teórico, lo cual estaba muy relacionado con la tensión influida por el funcionalismo, que comprendía la conciencia como un ins
entre el objeto y el m étodode investigación que había percibido claramen trumento de adaptación, y por el pragmatismo, orientado a la búsqueda de
te (Dazinger, 1990), si bien el estudio de la causalidad psicológica debía la utilidad práctica del conocimiento. Tanto James como Dewey fueron
realizarse con sujetos capaces de expresar una información introspecti grandes teóricos; sin embargo, el lugarde la teoría se fue perdiendo en las
va, pues la causalidad psicológica sólo operaba dentro de una experien formas que su legado encontró en la psicología norteamericana.
cia humana consciente y completa. Aunque Wundt era firme defensor del Tichener, el bastión más fuerte de la tradición de Wundt en la psico
experimento en la práctica investigativa, el experimento no era ajeno a la logía norteamericana, criticó todos aquellos conceptos de Wundt relacio
capacidad de expresión de los sujetos estudiados y en el plano teórico nados con la inferencia y con lo que no era directamente observable, como
él siem pre mantuvo una orientación mentalista. Como expresa Dazinger el concepto de apercepción, con lo cual reforzó la orientación objetiva del
(1990): 'Esta profunda dualidad en la práctica investigativa deW undtfue in método experimental. Los experimentos de Tichener se orientaron mucho
dudablem ente un reflejo de su incapacidad de separarsede sus raíces fi más a la búsqueda de elementos sensoriales que a procesos mentales co
losóficas y fisiológicas divergentes' (p. 38) mo la atención. Para él, las conexiones entre las sensaciones elementales
A pesar del papel de Wundt en el surgim iento de la psicología como forman las percepciones complejas, las ideas y las imágenes.
ciencia independiente, el auge de las ciencias naturales impuso, particu A pesar de que Tichener se sostuvo en la orientación mentalista ini
larmente en Estados Unidos, un modelo de ciencia que dominó la forma ciada en Leipzig y fue un críticode las posiciones del conductismo, el ele-
en que los discípulos norteamericanos de Wundt desarrollaron sus ideas mentalismo objetivo de su postura ante el estudio de las sensaciones y
al volver al continente americano. Así, la orientación experimental en el la marcada objetividad de sus posiciones experimentales significaron un
estructuralism o de Tichener manifestó una tendencia franca al positivis momento más en la evolución de la psicología norteamericana hacia el
mo en el que se destacaba el carácter ascéptico de las prácticas experi conductismo, pues Tichener intentó representarse la mente como suma
mentales, m ientras que J. C attell.o tro d e los discípulos estadounidenses de unidades objetivas de procedencia psíquica, mientras que el conduc
de Wundt, señalaba la *nueva psicología' como un rápido avance hacia tismo vio estas unidades objetivas en el comportamiento. La herencia de
una ciencia cuantitativa, y Stanley Hall se lanzaba a los grandes estudios Tichener influyó también en el desarrollo de la psicología cognitiva nor
estadísticos por la influencia de Francis Galton. teamericana. En el contexto histórico de su obra,, Tichenertuvo pocas re
El m odelo de una ciencia psicológica basada en pruebas empíricas percusiones en la naciente psicología norteamericana.
(que fuera útil por sus aplicaciones prácticas) se fue alejando cada vez El funcionalism o influyó mucho en las preocupaciones de la psico
más de las inquietudes teóricas de su fundadory del escenario alemán en logía por la educación y la adaptación social del hombre, con lo cual con
que apareció. Entonces, se asoció definitivamente al contexto norteame tribuyó al establecimiento de prácticas profesionales en la vida social y
ricano que, según algunos historiadores (Koch, 1992; HardyLeahey, 1996), creó las condiciones para un rápido desarrollo de la psicología como pro
marca la aparición de la psicología moderna. Según Hardy Leahey: *Es fesión, para lo cual no estaba preparada la psicología académica.
apropiado comenzar la historia de la psicología moderna en 1892 porque La visión funciona lista destacaba el carácter social de las funciones
en aquel año se fundó la [APA] [...] porque aunque Alemania concedió los psicológicas; sin embargo, este énfasis se orientó cada vez más a la po
prim eros grados científicos en psicología, fue en Estados Unidos donde la sibilidad de m odelar de forma ideal al individuo mediante influencias
Prim er periodo del d esa rro llo de la paleología Sujeto y subjetividad
sociales dirigidas por ideales sociales adecuados. Dewey, fuertemente La psicología norteamericana fraguó sus propias bases teóricas que
influido por los ideales de la Ilustración francesa, evolucionó a una con la separaron radicalmente del espíritu de la naciente psicología alemana,
cepción de la educación como proceso de control social, lo que conducía cuya influencia en la psicología mundial de la primera mitad del siglo xx
a la representación de una conciencia formada desde afuera, en función quedó rezagada por completo. La combinación de influencias teóricas en
de las exigencias de una mejor adaptación social. el desarrollo de la naciente psicología norteamericana fue muy variable,
El funcionalismo, encabezado por Dewey, era una d é la s form as del destacándose la tendencia experimental objetiva, marcada ya por el es-
pragmatismo norteamericano que tuvo en James, el propio Dewey, Peirce tructuralismo de Tichener, y la tendencia a la cuantificación de Cattell, el
y Mead sus principales exponentes. A pesar de su visión de la conciencia funcionalismo de Dewey y el pragmatismo de James, lo que se sintetiza de
como proceso mental, los pragmatistas resaltaban en su definición la fun cierta forma en las investigaciones deThorndike, que introdujeron la orien
ción que ésta desempeñaba y no sus contenidos. El pragmatismo aboga tación biológica en las investigaciones psicológicas.
por la aceptación de todo lo que tenga consecuencias prácticas exitosas, Otra de las tendencias que influyeron fuertemente la psicología nor
venga de la lógica o de la empiria; sin embargo, de forma indirecta refuer teamericana en los comienzos del siglo xx es el uso de instrumentos para
za el sentido de lo empírico, de lo que se comprueba en los hechos. Estas medir rasgos característicosde poblaciones, los cuales desplazaron el cri
dosfuertes influencias del contexto norteamericano crearon las bases pa terio de legitimidad del conocimiento del laboratorio, al escenario social.
ra la aparición del conductism oy, simultáneamente, para una psicología Las necesidades del mercado llevaron a los psicólogos a una forma de
mucho más comprometida con las necesidades del mercado que con las producción de conocimientos diferente a la institucionalizada como cien
necesidades académicas. tífica en los medios académicos. El establecimiento de mediciones sobre
Koch escribe sobre ese periodo (1992): "Los psicólogos estadouni sujetos colectivos obedeció a diferentes necesidades, contextualizadas
denses se orientaron mucho más hacia una p sicologlacom parativay ha tanto dentro del escenario científico como en el marco general en el que
se desenvolvía la psicología norteamericana.
cia el asociacionism o británico que hacia cualquiera de los pioneros
Entre las influencias procedentes de las ciencias tenemos el hecho de
alemanes. Leian a sus propios filósofos, quienes estaban form ando tra
que en las prácticas experimentales centradas en el estudio de individuos
d iciones propias como el pragmatismo y poco después el neorrealism o
no se llegaba fácilmente a generalizaciones, lo que dificultaba el estable
y el realismo crítico como gula conceptual (p. 23),
cimiento de leyes que permitieran identificar regularidades en el compor
El propio Stanley Hall, discípulo de Wundt, escribió en 1912:'Nosotros
tamiento de determinadas poblaciones. Los conceptos de ley y población
necesitamos una psicologia usable, esto es dietética, eficiente para pen
iban ganando espacio en el mundo académico por la fuerte influencia dar-
sar, vivir y trabajar, y aunque los pensamientos de Wundt son ahora culti
winiana, que fue muy significativa en el desarrollo de la psicología como
vados en los académicos con mucho éxito, ellos no podrán nunca ser
ciencia. La imagen de poblaciones organizadas según leyes que orientan
aclimatados aquí, porque ellos son antipáticos al espíritu y el temperamen
automáticamente la evolución de las especies entró en la psicología a tra
to am ericanos' (tomado de Blumenthal, 1986, P- 214; véase también Hardy).
vés de leyes que explican de forma general el comportamiento de poblacio
La psicología norteamericana se adaptaba a las condiciones de su desa
nes grandes.
rrollo, las cuales, a pesar de su especificidad, gradualmente se constituye Una fuente de inspiración instrumental de esta nueva tendencia de
ron en la mayor marca de la psicología mundial. producción de conocimiento psicológico la representó la antropometría
Los trabajos deThorndike en 1898 representaron los primeros experi de Galton, basada en la utilización de instrumentos que permitía compa
mentos sobre conducta animal y fueron un momento muy importante en la rar las realizaciones de individuos y clasificarlos en relación con la media
definición ulteriorde la psicología norteamericana, pues de ellos surgieron de comportamiento del grupo. La influencia de Galton en la psicología nor
principios fundamentales en los que se basó el conductismo, tendencia do teamericana fue inmediata. Mediante sus procedimientos se hacía posi
minante de la psicología en Estados Unidos desde 1930 hasta la década de ble tocar ciertos aspectos de la conducta y la realización humanas que no
los sesenta. Como señala Koch, "la investigación adquirió una orientación eran asequibles al experimento.
biológica y bbjetiva’ en el método. El centro de interés de la teorización fue Esta tendencia, que obedeció a la exigencia de representaciones
la “Asociación de ideas británica’,traducida en el principio norteamericano que iba encontrando un espacio en el pensamiento científico, incluía las
de Asociación de estímulo y reacción" (p. 23), ventajas que ofrecían los métodos estadísticos para la práctica profesional.
P rim er periodo del d e s a rro llo d e la psicología
Su|eto y subjetividad
La significación de los fenómenos se determ inaba por procedim ientos
problema era el dominio unilateral de una dimensión cuantitativa ateórica
esencialmente estadísticos. De esta forma, la estadística llegó con fuerza
sobre la consideración de la especificidad cualitativa del fenómeno psico
como uno de los recursos definitorios de la legitimidad científica.
lógico. la cual fue ignorada tanto a nivel individual como a nivel social.
En el modelo de Galton, a diferencia del reconocido modelo experi
Esta tendencia enfrentó una fuerte oposición de psicólogos renom
mental, el investigador intenta atribuir relaciones en situaciones sobre las
brados de la época, que ya advertían sobre sus peligros para el desa
cuales no tiene control y define estas relaciones a través de la estadística.
rrollo de la naciente disciplina. En este sentido, figuras como A. Binet, W.
La opción introducida por Galton subrayó todavía rriás el carácter Instru
Stern, y E. Boring, recalcaron la necesidad de no perder al individuo como
mental y ateórico de la producción psicológica en Estados Unidos, y estu
unidad para la construcción del pensamiento psicológico y previnieron
vo en la base de la orientación psicométrica empírica de la psicología
acerca de los riesgos de la producción ateórica y en serie que comenza
norteamericana, que fue otra de las formas que caracterizó su orientación
ba a observarse en la psicología.
empírica en toda la primera mitad del siglo xx. Como señala Dazinger
Sin embargo, la importancia práctica del nuevo enfoque, unido a la
(1990), 'gradualmente surgió una nueva doctrina oficial que estableció la
propia situación que atravesaba la psicología como ciencia, la cual no
forma ideal de la práctica de investigación como aquella que combina los
expresaba núcleos sólidos y coherentes de producción teórica que le ga
aspectos manipúlateos de los procedimientos experimentales, con los ob
naran un respeto y una demanda en el mercado social, condujeron a que
jetos estadísticamente constituidos de la investigación' (p. 111).
esta nueva form a de producción de conocimientos se consolidara de for
Al modelo galtoniano se debió la institución de rótulos dentro del
ma gradual en el periodo comprendido entre la primera y la segunda gue
e jercicio de la psicología que no estaban asociados a definiciones teó
rras mundiales.
ricas ni a fuentes resultantes de la investigación, sino a formas de ejecu
Como señala Dazinger(l990): 'Esos avances [se refiere a las técnicas
ción que, por su capacidad diferenciadora de unos individuos en relación
de base estadística] tuvieron cieñas ventajas innegables para la vida inter
con otros, eran consideradas origen de una cualidad general que resul
na de la disciplina. En sus primeros 50 años de existencia, la psicología
taba definida totalmente por el instrumento utilizado y por el criterio esta-
moderna no había creado un cuerpo teórico que fuera simultáneamente
dístico en que se fundaban las conclusiones. Esta tendencia marcó
preciso, poderoso (en el sentido de una capacidad amplia de aplicabilidad)
profundamente el uso de la cuantificación en psicología, como veremos
y aceptable para la mayoría de los profesionales de este campo [...] Esteob-
más adelante en detalle.
jetivo era difícil de justificar en forma racional y teórica, dada la ausencia de
El uso de la cuantificación estadística fue un nuevo factor en la insti-
consensos en este plano. La única alternativa para ese acuerdo módico
tucionalización ateórica de la psicología norteamericana, para la cual lo
que era necesario para salvar el estatus científico de este campo se encon
definitorio de la psique era aquello que podía ser estadísticamente signifi
tró en la metodología’ (p. 152).
cativo en grandes grupos y sobre lo cual pudieran extraerse leyes psicoló
La hipertrofia del aspecto metodológico se institucionalizó en una vi
gicas. Las unidades usadas para la construcción del conocimiento
sión estrecha, gobernada por el absoluto predominio de lo empírico y lo
psicológico tenían una naturaleza absolutamente estadística, lo que con
instrumental, que rechazaba categóricamente como acientífico lo teórico,
dujo a una comprensión de lo individual como elemento estandarizado en
en su capacidad generativa, y lo cualitativo. Desde sus comienzos, la ne
dimensiones que sólo variaban cuantitativamente de un individuo a otro.
gación de lo cualitativo estuvo ligada a la negación de lo teórico, por lo cual
Este nuevo concepto que se fue extendiendo en la psicología nortea
ambas dimensiones deben estar unidas en el cambio de paradigma que
mericana y ganando cada vez más adeptos elim inóla condición singular de
hemos propuesto a partir del libro Epistemología cualitativa y subjetividad.
los sujetos concretos, así como la especificidad cualitativa de las entidades
El desarrollo de los métodos extensivos, orientados al estudio de su
grupales, las que pasaron a ser agregados de individuos. Por tanto, el pro
jetos colectivos, se apoyó en categorías previas de la vida social y admi
blema no sólo era el individualismo metodológico de la psicología nortea
nistrativa, tratando de legitimarlas desde un punto de vista científico a
mericana, el cual es señalado frecuentemente como la causa de que no
partir de la significación estadística. De esta forma, el 'metodologismo' de
surgiera una psicología social auténtica, sinotam bién la falta de la dimen
esta comente de la psicología ganó un espacio importante en la definición
sión cualitativa de lo singular, la cual desapareció junto con la especifici
de los campos de la psicología aplicada, y aumentó el abismo entre la psi
dad cualitativa de lo social. Lo individual en su real significación cualitativa
cología básica y la aplicada, lo cual se sumó a otros elementos que refor
estuvo tan ausente de la elaboración psicológica como lo social. Así. el
zaron la fragmentación de la psicología.
P rim er p eriodo del d e sa rro llo d e la p sicolog ía Su).
La extensión de los procedimientos estadísticos se adecuó de cierta en cierto número de casos. La frecuencia de estos errores decrecía abrup
manera a los principios funcionalistas y pragmáticos que influyeron desde tamente en la medida en que dichas experiencias se repetían.
el principio en la psicología estadounidense, aunque se separaron de la Esta psicología experimental, dedicada al estudio de las sensacio
producción teórica de sus fundadores, pues incluso los trabajos de Stan nes, prácticamente nótenla construcciones teóricas de alguna indepen
ley Hall, quetenían un fuerte sello estadístico, dejaron de ser considerados dencia en relación con el momento empírico, pues dependía para toda
porque contenían mucha elaboración irrelevante. afirmación de los resultados concretos e inmediatos de los experimentos.
La tendencia definida por el uso de instrumentos susceptibles de Esta condición llevó, ante la aparición de los juicios paradojales, a la bús
producir resultados estadísticamente comparables, se consolidó durante queda de modificaciones técnicas e hipótesis complementarias en lugar
la década de los treinta en los círculos oficiales de la psicología norteame del cuestionamiento de elementos de otra naturaleza que intervinieran en
ricana, y se reforzó extraordinariamente durante la Segunda Guerra Mun el resultado de las mediciones numéricas (Dazinger, 1990).
dial, periodo de auge en el desarrollo de los tests psicológicos. Es interesante que Alfred Binet, uno de los pioneros de la investiga
La aparición del conductismo reforzó aún más la representación em ción cualitativa orientada a I estudio de lo singular y quien, sin embargo, es
pírica de la ciencia psicológica y definió el mismo carácter empírico e ins principalmente conocido por el aspecto cuantitativo de sus extendidos
trum ental de la psicología aplicada en la investigación básica, con la tests de inteligencia, decidió aplicar estas experiencias a una de sus hi
única diferencia metodológica del é nfasis en el experimento. El concep jas, Madeleine. Binet desarrolló toda una parte cualitativa en la investiga
to de investigación básica tuvo una definición metodológica, instrumen ción asociada a la elaboración de los tests de inteligencia citados, en la
tal y ateórica, lo cual todavía es una fuerte tendencia en las instituciones cual trabajó también con sus hijas. Al aplicar la serie de estimulaciones
académicas. La tendencia a enfatizar lo empírico sobre lo teórico tuvo mu táctiles a su hija, ésta le informó después de la última sesión que creía sa
chas fuentes en la naciente psicología norteamericana, y esta situación ber cuál era el mecanismo de la sensación: cuando la sensación era 'gran
repercutió en todo el mundo. de' pensaba que se estimulaban dos puntos, pues el impacto sobre la piel
Skinner al desarrollar la propuesta del conductism o radical, rompe era demasiado grueso para representar uno solo (Dazinger, 1990). En esa
con el determ inism o mecanicista de Watson, mismo que se mantiene en expresión casual aparecieron elementos que mediatizaban las respues
una posición metodológica positivista, e introduce el concepto de condi tas de los sujetos, definidas a un nivel subjetivo, más allá de los elemen
cionam iento operante y a través de él, de hecho, presenta explicaciones tos puramente sensoriales asociados al ejercicio experimental.
teóricas inaccesibles al plano experimental constatativo. El tipo de cuantificación desarrollado en esta tendencia experimen
La cuantificación no fue patrimonio sólo de la psicología norteameri tal del estudio de las sensaciones llevaba a la atribución de puntuaciones
cana en las versiones que hemos mencionado. La cuantificación apareció a los estímulos, así como a las respuestas. Ahora bien, al atribuir puntua
también con particular fuerza en la psicología experimental europea. Las ciones a las respuestas, se tenía queconstreñir la variación de las mismas
investigaciones sobre las sensaciones táctiles referidas a los umbrales de y se terminaba asociándolas de forma directa y biunívoca con el carácter
discriminación de dos puntos, llevadas a cabo bajo la dirección de G. Fech- de los estímulos, separando la función evaluada del sujeto, con lo cual se
ner en Alemania, tuvieron un carácter esencialmente cuantitativo: se pre desestimaban expresiones esenciales para comprender a fondo la natu
tendía cuantificar de forma directa las funciones mentales. En el curso de raleza del proceso psicológico que acontecía en el momento. Éste fue uno
estas investigaciones se presentófrecuentemente un fenómeno que llamó de los grandes problemas de la cuantificación de los procesos psicológi
mucho la atención d é lo s investigadores y cuyo análisis es ilustrativo de la cos, pues como no se expresan deform a espontánea en una dimensión
representación metodológica dominante en el grupo de Fechnen los ju i cuantitativa, la cifra terminaba impuesta por el investigador y se perdía una
cios paradojales. parte cualitativa de la información que resultaba esencial para la compren
Los sujetos estudiados eran estimulados en un punto de la piel, o en sión del proceso. Esta tendencia adquirió un carácter particularmente
dos puntos a cierta distancia, en un intento por discriminar-la sensibilidad dramático cuando se intentaron cuantificar procesos de naturaleza más
táctil. En este tipo de investigación se esperaba que, cuando se estimula compleja como la personalidad y la motivación.
ran dos puntos entre los que mediaba una pequeña distancia, el sujeto los Más adelante, los investigadores pasaron de estos Intentos de definir
percibiera como un solo punto. En cambio, no se esperaba que la estimu num éricam ente procesos psíquicos internos a evaluar procesos más
lación en un solo punto fuera percibida como dos puntos, lo cual ocurría com plejos a través de formas de acción que, supuestamente, eran una
P rim er periodo del d e sa rro llo d e le psicología
expresión de la naturaleza de aquéllos. El campo de las m edicionesfue pa
sando gradualmente a la medición de acciones, que eran definidas como
relevantes para juzgar determinadas capacidades. A partir de este momen
to el centro de atención de la medición psicológica pasó de las funciones
a la realización de acciones públicas referidas a determinada capacidad.
Este principio se aplicó en los estudios de Ebbinghaus sobre la memoria y
en los de Kulpe sobre el pensamiento sin imágenes en la Escuela de Wuz-
burgo, representando ambos una tendencia a la positivización de la psico
logía europea que iba en contra de la posición defendida por Wundt de que
las funciones psíquicas superiores no podían ser objeto de investiga
ción experimental. Esta tendencia a cuantificar determinadas capacida
des a través de realizaciones indirectamente vinculadas a ellas alcanzó
una elevada difusión gracias a las pruebas de inteligencia.
Un punto débil de esta orientación fue el compromiso paulatino con
las formas empíricas de las capacidades y la falta de elaboración teórica
sobre ellas, lo cual condujo a evaluar las capacidades por su equivalencia
con un conjunto de acciones y a perder de vista la construcción teórica de
lo que era medido, así como también aspectos culturales de las realizacio
nes estudiadas, que traían resultados diferentes en segmentos distintos
de la población. Desde diversas direcciones, la psicología seguía una ins-
titucionalización acelerada del instrumentalismo.
Como señala Dazinger (1990), lesta forma de plantear la cuestión (se
refiere al predominio de las definiciones metodológicas sobre las teóricas]
tenía la ventaja de convertir una cuestión fundamental sobre el proyecto
científico de la psicología en una cuestión esencialmente técnica, que po
dría ser resuelta por la adopción de unas cuantas convenciones que gober
naran el uso de ciertos dispositivos técnicos' (p. 149).
En este contexto general comenzaron a aparecer sistemas teóricos
abarcadores que dominaron con gran fuerza la producción del conoci
m iento y que la siguen dominando hasta nuestros días. Estos sistemas, de
pretensiones universales y hegemónicas, produjeron formas de institucio-
nalización que dificultaron las opciones creativas que no fueran afines, lo
que implicó una férrea y dogmática proliferación de 'Sectas' prácticamen
te incomunicadas entre sí que dominaron el panorama de la psicología en
el siglo xx. Ésta fue otra de las tendencias que marcaron la fragmentación
del pensamiento psicológico.
Sin embargo, el desarrollo de estos sistemas tuvo bases muy varia
das, lo que condujo a la fragmentada pero saludable policromía de la ma
yoría de los dogmas institucionalizados. Desde este punto de vista, la
psicología se materializó en t>bjetos* diferentes e incompatibles que de
bían ser aceptados por quienes asumían un marco teórico u otro. Esta ten
dencia, unida al positivismo dominante en la ciencia occidental durante el
Sujeto y subjetividad
presente siglo xx, condujo al establecimiento de Verdades* aceptadas que
sirvieron más como punto de partida de prácticasdiferentesquecom o mo
mentos de constitución y avance de una macroteorfa psicológica.
Como resultado de las diferentes influencias que convergieron en la
psicología norteamericana, en Estados Unidos apareció en 1913 el conduc-
tismo, que fue uno de los grandes sistemas que marcó la evolución de la
psicología en el siglo xx. El conductismo se planteó explícitamente la crea
ción de una psicología a imagen y semejanza de las ciencias naturales. Su
fundador J. Watson dijo que “la psicología desde una representación con-
ductista es puramente una rama objetiva de la ciencia natural. Su objetivo
teórico es la predicción y el control de la conducta. Las formas de introspec
ción no constituyen una parte esencial de sus métodos [....] El conductista
en su esfuerzo de obtener una respuesta unitaria del comportamiento ani
mal no reconoce una línea divisoria entre el hombre y la bestia. La conduc
ta del hombre con todo su refinamiento y complejidad forma solo una parte
del esquema conductual total de la investigación* (1913, p. 158).
En esta definición Watson rompe con las formas que hasta ese mo
mento había asumido la psicología como ciencia; rompe incluso con el
funcionalism o que tanta influencia tuvo en el desarrollo del propio conduc
tismo, pues lo considera como una psicología de la conciencia. Por otra
parte Watson rechazaba también el estructuralismo de Tichener, pues
aunque éste se consideraba un seguidor metodológico de las ciencias na
turales, seguía definiendo la conciencia como su objeto de estudio.
De acuerdo con Koch (1964), el conductismo clásico se apoya en
cinco principios fundamentales: 1) el objetivismo, 2) la orientación estímu
lo-respuesta, 3) el carácter periférico, 4) el énfasis en el aprendizaje aso-
ciacionista y 5) el ambientalismo. En opinión de Kendler (1992), lo que
queda de esos cinco principios después de siete décadas de vida del
conductismo es sólo el objetivismo.
El conductismo se plantea el estudio objetivo de la conducta a tra
vés de las respuestas conductuales que aparecen ante la manipulación
de estím ulos físicos igualmente objetivos, lo que implica la asociación
entreestím uloy respuesta, principio esencial en la explicación del apren
dizaje, función esencial en el desarrollo de las diferentes funciones psí
quicas, tanto en el hombre como en el animal, pues comparten principios
idénticos de aprendizaje. El conductismo representó una clara definición
metodológica sobre el objeto de estudio de la psicología. Con su apari
ción se profundizaba el estatus metodológico, instrumental, de la psico
logía como ciencia.
Sin embargo, como todos los sistemas que han surgido en la histo
ria de la psicología, el conductismo estaba lejos de ser una teoría mono
lítica, y acabó convertido en una compleja familia de teorías. Durante la
P rim e r p eriodo del d e s a rro llo de la paleología
Primera Guerra Mundial, época en que los tests y el uso de medidas en
psicología alcanzaron una importante expansión, la cuestión que se plan
teaba no era si el conductismo era legítimo o no, sino la form a que debía
asumir. Así, en la década de los veinte se presentaron diferentes tenden
cias en la definición del conductismo (Hunter, 1923; Lashley, 1923).
Después de la Segunda Guerra Mundial, Watson orientó el conduc
tismo en una nueva dirección, asumiendo con más fuerza el concepto de
reflejo condicionado de origen pavloviano. Contrario a lo planteado por los
eugenistas, Watson negó el carácter hereditario que aquéllos atribuían a
un gran número de funciones humanas y atribuyó a los reflejos condiciona
dos la causa esencial de los comportamientos humanos.
Como dijimos, el conductismo se dividió en varias tendencias, según
subrayaran aspectos diferentes a las variables inicialmente consideradas:
estímulo, respuesta y asociación, que demostraron ser insuficientes para
la complejidad de los fenómenos que aparecían en el campo del compor
tamiento humano. En este sentido, el conductismo subjetivo se plantea la
explicación objetiva de la conducta a través de modelos de la mente.
Skinner al introducir el concepto de condicionamiento operante se
orienta a romper con el determinismo mecanicista, presente tanto en el con
ductismo metodológico como en el menalismo esencialista, y abre una re
presentación de la psique que enfatiza lo procesual, lo histórico, a nivel de
contingencias producidas en la historia del comportamiento y lo casual, lo
que representa la introducción de aspectos importantes en la represen
tación de la psique. Sin embargo, Skinner rechaza com pletam ente la
definición de psyche como cualitativamente diferente de la dimensión com-
portamental, y mantiene el comportamiento sujeto a contingencias prove
nientes del ambiente físico, pues en su definición de ambiente los eventos
están representados en términos físicos. En este sentido es claro cuando
expresa (1999); 'En las formulaciones menta listas, el ambiente físico es dis
locado para la mente y se convierte en experiencia. El comportamiento es
transferido para la mente como propósito, intención, ideas y actos de volun
tad' (p. 91).
Es interesante que Skinner se refiera a la interiorización de un am
biente físico, cuando en realidad el fenómeno subjetivo, como defiendo en
este libro, no se interioriza sino que se configura en un ambiente cultural,
no físico. Esta representación de interiorización apoyada en el tránsito de
lo externo a lo interno nos recuerda la interiorización de operaciones co
mo objetos, que en definitiva son comportamentales, propuesta por A. N.
Leontiev.
La teoría de Kantor ofrece también un modelo más complejo de con
ductism o al plantearse un campo psicológico compuesto por segmentos
S u jeto y subjetividad
de conducta que constituyen sistemas de factores i ntegrados, los cuales
incluyen una función de estímulo y respuesta. Con esta interpretación
u n objeto puede tener diferentes funciones de estímulo, así como un sis
tema reactivo particular. Este planteamiento llevó a otros psicólogos a
pensar en campos complejos de contingencias, apoyados en el condicio
namiento operante, que facilitaban una interpretación histórica del com
portamiento (E. Ribes).
Sin embargo, cualquier variante de las tendencias conductistas más
contemporáneas nos coloca frente a una visión de unidades elementales
iniciales que se forman en el aprendizaje como la base de formas más com
plejas de asociación que tienen una influencia sobre el comportamiento.
Haciendo un balance del conductismo en el siglo xx, Blender (1992),
señala:
Ciertamente si comparamos la psicología con la genética en los últi
mos cien años, tendremos que admitir que nuestros esfuerzos en
com prensiones logradas no ha estado cerca de lo logrado por la
genética. ¿Por qué? La razón principal es que nuestro esfuerzo por
form ular teorías conductuales de ta ja negra’ (formulaciones que
emplean variables abstractas intermediarias para llenar la separa
ción entre las m anipulaciones ambientales y la conducta de los or
ganismos) no han sido tan exitosas como se anticipaba. Numerosas
controversias teóricas (aprendizaje latente, disonancia cognitiva, el
número de historias de memoria) en diferentes campos (aprendiza
je, memoria, social) han sido irresolubles en el sentido de que no han
aparecido pruebasclaras en favor de alguna parte,como ocurrió en la
polémica entre Copérnico y Ptolomeo sobre las teorías heliocéntri
ca o geocéntrica. La reacción común a esas controversias indiso
lubles, que yo aceptaba como válida, era que las dificultades son el
resultado de la ambigüedad de las formulaciones rivales (p. 132).
El monopolio del concepto de condicionamiento operante que redujo
las opciones de modelos de inteligibildad asociados a formas cualitativas
diferentes de los procesos psíquicos colocaron al conductismo en una si
tuación parecida a la que enfrentó Fechner en el estudio de las sensacio
nes táctiles: buscar soluciones instrumentales o las hipótesis alternativas
frente a soluciones que exigen un descentramiento de lo metodológico y
una profundización en la naturaleza teórica de lo estudiado. El conductis
mo, que nos presenta una larga relación de resultados experimentales, en
tró en un callejón sin salida ante sus propias contradicciones que, sin duda,
no pueden ser resueltas en el mismo plano en que aparecieron, o sea, en
el empírico.
Sujeto y subjetividad
P rim e r p eriodo del d e sa rro llo de la p sicolog ía
La psicología europea y sus diferentes escuelas
A la luz del problema que planteamos, Kendler expuso en el trabajo
de pensamiento
citado: "Otra posible explicación al fracaso de las teorías generales am
b iental -com portam entales para resolver sus controversias sufren tanto En realidad, las diferencias manifiestas entre las psicologías norteameri
de una apertura empírica, cuanto de una ausencia de limitaciones teóri cana y europea esconden muchos puntos en común, como el representa
cas’ (p. 132). El dominio del conductism o en Estados Unidos contribuyó do por Ebbinghaus y Watson en su intento de objetivar el estudio de todo
todavía más a profundizar la naturaleza irreconciliable entre una psicolo tipo de función psicológica a través de la experimentación, y por otra par
gía de base em pírico- instrumental, características que han acompañado te, la continuidad de autores como Peirce y Mead en temas oriundos a la
las posiciones dominantes de las instituciones más representativas de la Volkerpsychologie de Wundt, aunque fueron más allá de su obra por la im
psicología en el siglo xx y el desarrollo de una psicología de base teóri- portancia que atribuyeron al lenguaje y a lo social en la formación de la
co-dialógica. La diferencia entre estas tendencias nunca encontrará una mente. A pesar de puntos de contacto, también hay muchas discrepancias
solución en discusiones situadas dentro de un mismo paradigma episte entre las historias de ambas corrientes de la psicología ye n las influen
mológico; por tanto, impone una ruptura epistemológica que legitime otro cias filosóficas dominantes en los dos contextos.
plano de elaboración del pensamiento psicológico. En Europa la tradición académica se mantuvo con una mayor fuerza
A pesar de la definitiva ¡nstitucionalización objetivista e instrumental que en la psicología norteamericana, lo que llevó a la sucesión de varios
de la psicología norteamericana (y en cierta forma de la psicología mun sistemas de pensamiento que nunca fueron bien asimilados por la cultu
dial), a partir de la aparición del conductismo la psicología en Estados Uni ra psicológica norteamericana.
dos atestiguó en los defensores del pragmatismo filosófico una corriente La Gestalt fue uno de los sistemas europeos que más influyó en la
orientada a la superación de la dicotomía entre lo social e individual que psicología moderna. Apareció como una reacción contra el atomismo y en
ha caracterizado fuertemente a la historia de la psicología. defensa de la integridad de losfenómenos psicológicos. Se movía en direc
En el conductismo esta dicotomía no se presentaba, pues el indivi- ción de una comprensión holfstica de los fenómenos psicológicos, aunque
duoy lo social no son sistemas cualitativamente diferentes: el individuo es no rechazó nunca el análisis de los elementos como momentos necesarios
una unidad de contingencias producidas externamente. del funcionam iento del sistema al que pertenecen, sino el tipo de análi
En ese sentido, una importante figura que con frecuencia ha sido omi sis arbitrario y mecanicista dominante en la psicología académica.
tida en la historia de la psicología, G. H. Mead, se planteó la solución de la La Gestalt dio un importante paso al plantearse la necesidad de
dicotomía entre la conciencia y la cultura que se expresó en la obra de estudiar las funciones psíquicas como un sistema dentro del cual las
Wundt. Mead interpuso la noción de self entre la m entey la sociedad y con características d e los elementos están estrechamente asociadas al funcio
ello dio un paso esencial en el camino de la comprensión social de la men namiento del todo. Derivado de esta concepción y muy influida por el con
te, que fue un principio general a todos los autores pragmáticos norteame cepto de campo en la física, los psicólogos de la Gestalt concibieron el
ricanos, solo que en Peirce y Mead adoptó un carácter muy particular por concepto de campo psicológico, que fue muy relevante para la psicología.
el papel que le otorgaron al lenguaje. Para los defensores de esta escuela, la experiencia se representa como un
Peirce y Mead se caracterizaban por ser realistas, lo que les llevó a campo de partes que están en una constante interacción dinámica.
nutrirse continuamente de los avances de la ciencia y los distingue de De- La comprensión del campo y el concepto de experiencia contrapo
w e y y James, que fueron nominalistas (Farr R, 1998), Según Farr, ‘ Peirce y nen una comprensión procesual y sistémica del funcionamiento humano
Mead se esforzaron por superar el dualism o cartesiano'. Peirce lo hizo a al intento de reducirlo a la acción causal de unidades estáticas compren
través de la naturaleza recurrente e inferencial del self en los seres huma didas como entidades. Esta característica del pensamiento de la Gestalt
nos; Mead lo hizo acentuando la naturaleza inherentemente social del self encuentra una continuidad muy interesante en los trabajos de Vygotsky.
(1998, p. 95). El concepto de campo no se aplica sólo al estudio de las experiencias vi
El im pacto de Mead fue mucho mayor en la filosofía y la sociología de suales y a la solución de problemas, sino también a las cuestiones de la
su época que en la psicología, pues la visión naturalista y objetivista do creatividad, la psicología social y una teoría de la personalidad que com
minante entre los psicólogos les im pidió apreciar las profundas implica prende al ser humano en el campo de sus experiencias (Lewin), concep
ciones de sus planteamientos para la psicología. ción que encontró una extensión en la obra de Cari Rogers.
P rim e r periodo del d e s a rro llo d e la psicología
A pesar de la utilidad de la representación procesual. integral y di
námica aportada por la G estalt para la comprensión de lo psíquico como
sistema subjetivo, los autores de este movimiento se alejaron en las posi
ciones teóricas asumidas de toda idea asociada a un sistema de tal tipo, e
inscribieron sus aportes dentro de la tesis de un funcionamiento isomórfi-
co entre el campo de las experiencias y el cerebro humano, con lo que de
sembocaron en un reduccionismo organicista que los salvó del dualismo.
Esta posición, conocida como el principio del isomorfismo, establecía que
la relación estructural en el campo de la conducta, crea en los individuos
que la experimentan un campo cerebral equivalente, isomórfico. A pesar de
esta posición, embebida en las representaciones dominantes de la época
de las que los autores no se pudieron sustraer porque ellos también eran
parte de época, la Gestalt creó las condiciones para la aparición de un pen
samiento cuyos aportes constituyeron un momento de aproximación a la
comprensión de la subjetividad y del sujeto.
El psicoanálisis y la Inauguración da un nuevo campo
do construcción dol pensamiento psicológico
Sin lugar a dudas, Freud es uno de los gigantes de la psicología de todos
los tiempos. Comprender la importancia y el sentido de la obra de Freud exi
ge situarlo en su tiempo y emprender una arqueología de la significación
de sus construcciones. Esta comprensión la hacemos desde el carácter
histórico de su teoría, tratando de entender las nuevas representaciones y
zonas de sentido que su obra legó al pensamiento psicológico en general.
Nuestro objetivo en este paso por el psicoanálisis no es hacer un es
tudio más de los muchos que han sido realizados sobre la obra de Freud
ni tampoco ofrecer una presentación histórica de la teoría, sino comentar,
desde nuestra perspectiva actual, la importancia de Freud y de la familia
de teorías psicoanalíticas para el tema de la subjetividad en psicología.
Freud es la expresión de un siglo en que, como señaló Rollo May (1974),
*...la creencia en la razón autónoma, con su confianza en la armonía auto
mática como corolario, se comienza a desintegrar* (p. 72).
En esta situación escribieron filósofos como Nietzsche, Kierkegaard
y Schopenhauer, quienes por diferentes caminos intentaron dar explica
ciones del comportamiento humano que rebasaban las ideas racionalis
tas dominantes en el siglo xvn.
La obra de Marx está también muy imbricada en una nueva visión del
hombre, cuya suerte no está asociada sólo al ejercicio de la razón, a pesar
de la visión racionalista de M arx en relación con el curso de la historia.
ubjetlvii
Para Marx, el hombre aparece en una situación social que lo aliena de su
producción y resquebraja la imagen de que el esfuerzo personal lleva aun
desarrollo individual creciente. Marx muestra fuerzas sociales ocultas que
conspiran contra el crecimiento humano, mientras que Freud presenta es
tas fuerzas ocultas en un individuo que es incapaz de controlarlas y orga
nizarías por medio de la razón.
Por primera vez, el psicoanálisis introduce a la psicología en la clíni
ca. lo que lleva a Freud a la institución de un sistema que no se organiza a
partir de la historia de la psicolog ía académica que le precedió, a pesar de
las múltiples influencias de aquella, que de una forma u otra se hicieron
presentes en algún momento del desarrollo de su teoría. El psicoanálisis
aparece como una teoría para enfrentar los problemas derivados de una
práctica clínica; por tanto, surge como momento fundador de la psicolo
gía clínica.
El valor heurístico de la construcción psicoanalítica está en que per
mitió generar una nueva zona de sentido sobre el objeto de estudio de la
psicología que, a su vez, fue fuente de nuevas prácticas que fundaron un
campo de conocimiento. Las nuevas teorías definen su valor por las "zo
nas de sentido" que abren y por la viabilidad de dichas zonas en la conti
nuidad del pensamiento humano. Toda teoría tiene un valor histórico; por
eso, su valor heurístico se encuentra dentro de las condiciones históricas
i en las que se generó. Sin embargo, las teorías aparecen de forma directa
1 o indirecta en aquellas que las suceden o que se oponen a ellas lo cual
j también es un índice de su importancia para el desarrollo de la ciencia,
i pues permite extender el pensamiento a nuevos problemas y representa
ciones que posiblemente no habrían aparecido sin la teoría precedente o
de aquella a la que se contrapuso en un momento histórico concreto.
El psicoanálisis nos presenta una interesante epistemología implíci
ta de carácter constructivo interpretativo que Teprime" su potencial gene-
rador por la tendencia del pensamiento psicoanalítico al establecimiento
de caTegorías universales que constriñen la producción psicoanalítica a un
modelo general que debe actuar como punto inicial y final de sus prácticas.
Ca sagacidad y genialidad interpretativa de Freud. que lo llevó a constan
tes modificaciones de su teoría a lo largo de su vida, no se constituye en un
legado de sus seguidores ortodoxos, en tanto que la interpretación apare
ce condenada desde el comienzo a expresar sus resultados en término de
categorías definidas a priori por sus contenidos. Freud, como pionero, cam
biaba los contenidos en función de sus ideas y de su imaginación, pero la
institución psicoanalítica se erigió sobre un cuerpo estático de conceptos
y no procedió a la elaboración transformadora del método empleado por su
creador, ni de los problemas nuevos que aquél abrió.
P rim e r p e rio d o d el d e s a rro llo d e la paleología
Freud no trascendió en su represjentación más general de lopsíguico
el modelo m eoaoicistadom inanteeasu época, y explica el aparato psíqui
co como un conjunto de fuerzas y energí as cuantitativamente definidas, que
se organiza alrededor de la reducción de tensión, en un modelo homeos-
tático de profunda inspiración biologista. Las experiencias psíquicas se
def inendesde las instancias intrapsíquicas en un juego de un conjunto re
lativamente pequeño de categorías, todas ellas susceptibles de interpreta
ción desde el modelo teórico propuesto.
En la obra freudiana el individuo aparece más como el escenario de
una lucha de fuerzas que como una instancia generadora que permita con
siderarlo süjetoT EfTes a"v iSi 6 ñUé un aparato psíquico autónomo, sobre el
cUal'lá acción del sujeto no tiene fuerza transformadora, la instancia que tie
ne funciones más próximas a las del sujeto sería el yo; sin embargo, el yo
es un mediatizador de fuerzas superiores a él, contenidas en el superyó y
el ello, con relación a las cuales representa esencialmente un mecanismo
adaptativo con funciones defensivas.
Si bien la idea de un yo erotizado rompe con la visión racionalista do
minante en la primera parte de su obra en relación al tema de la concien
cia, el yo forma parte de un sistema intrapsíquico que termina eliminando
la tensión contradictoria que aparece ante la confrontación de la historia
subjetivada del sujeto y los nuevos momentos de su vida social presente.
La acción creativa del sujeto es omitida ante la figura de un yo sustanciado
y débil, im posibilitado de generar nuevos focos de subjetivación capaces
de conducir a momentos de ruptura en el curso de la acción.
Freud no com prendió la psique como sentido subjetivo, como lo
muestra el hecho de que piense en m ecanism os psíquicos universales,
independientes de la historia y de los contextos culturales en que vive el
hombre. Sin embargo, conduce a la comprensión de un individuo constitui
do en su historia personal. La historia personal tiene lugar a través de pro
cesos universales, como el complejo de Edipo, que lleva a la formación
de un aparato psíquico organizado en estructuras invariables, de funcio
nes igualmente universales. Ahora bien, el curso de estos procesos es di
ferente en cada persona y da por resultado diferencias en la expresión de
las fuerzas en relación.
Una de las críticas más universales a la teoría psicoanalítica, la cual
comparto, es la rejativa a su naturaleza biologista. A pesar de esto, y del
lugar central que el psicoanálisis clásico le da al sexo como pulsión,
Freud, en su construcción del complejo de Edipo, hace depender la evolu
ción futura de la sexualidad de una forma de relación, que si bien está de
finida a partir de la propia sexualidad, coloca el proceso de relación del
niño con los padres como constitutivo d éla sexualidad y de la personalidad
Sujeto y subjetividad
adultas. La idea del complejo de Edipo. una de las categorías más critica
das ya entre los seguidores originales de Freud, permite concebir una ¡dea
de importantes consecuencias para el tema de la subjetividad' en su po
tencial dinámico, los procesos psíquicos se nutren de experiencias que no
son asociadas (están) asociadas directamente al contenido específico de
una función concreta, idea que no estaba en la intención teórica de Freud
pero que se atisba a partir del complejo de Edipo.
A pesar de lo anterior, Freud, como sucedió con los psicólogos de la
Gestalt, al plantear el principio del isomorf ismo, no fue consecuente en las
implicaciones de su producción para el desarrollo de un nuevo sistema
teórico como la subjetividad. Cabe citar la interpretación de J. Birman
(1999) sobre las diferencias entre Freud y los autores posfreudianos del
propio psicoanálisis, lo cual algunas veces se vuelve difícil para quienes
no pertenecemos a este movimiento teórico pero reconocemos los mati
ces y tendencias diferentes que a menudo se ocultan tras la aparente ho
mogeneidad de una corriente del pensamiento.
Uno de los problemas del pensamiento humano es su tendencia a
la sacra liza cióTTdi! sus fundamentos, lo cual conduce a la aparición del
dogma, la homogeneidad y a la ausencíá'dé autocrítica. Esto, a su vez se
'expresa en un hermetismo epistemológico que mantiene intocables los prin
cipios fundadores de la teoría, que más que fundadores se convierten en
dogmas que sobrepasan las posibilidades de cualquier investigación con
creta El psicoanálisis no fue ajeno a esto y como señala J. Birman (1999).
El hecho de que el psicoanálisis sea mi referencial fundamental de lec-
turay mi brújula teórica para viajar en lastormentas de la actualidad,
sin embargo, no significa que pretenda utilizarlo de manera lineal y
aplicada, esto es. deform a ciega y obtusa. Por el contrario, mi inten
ción es tam bién demostrar como el dojninio doctrinario de ciertas
concepcionjsjylgehtes’en'e! campo psicoanalítico funcionan como
obstáculo crucial para la escucha de nuevas fo/m as de subjetividad
que la escena contemporánea nos ofrece. Vale decir, existen ciertos
puñtos'cíegos’ efTlálrianera en co m ojijgunas tendencias teóricas
en ercám po psicoanalítico conciben la clínica, que tienen la virtud
negativa de tornar inoperante el psicoanálisis en el contexto históri
co de la actualidad (p. 19).
El análisis que ofrece Birman toca algunos de los puntos centrales
para el análisis de la contribución del psicoanálisis a una teoría de la sub-
jetiyTdad, y el primero de ellos que me interesa subrayar es su incapacidad
para registrar nuevas formas de subjetivación. No se puede pensar una
teoría de la subjetividad atada a formas de subjetivación o a estructuras
P rim er p e rio d o d e l deearroHo d e la paleología Sujeto y subjetividad
psíquicas invariables, pues esa cosificación de la comprensión de lo psí simultáneamente sobre ella v sobre el otro. Todo esto nos conduce a.afir-,
quico es la antítesis d é la subjetividad como_sistema histórico en evolución mar con fuerza y vehemenciaja.existenqia^de un cuerpo sujeto" (1999, pp.
p’éfrñáñioíeJLa cultura se desenvuelve sobre la b ase fle esta carácferfs- 5Q W . “ ‘ ~ ™
tica de la subjetividad. Freud comprende la sexualidad como deseo, pero como un deseo
Birman defiende el carácter no reduccionista del pensamiento freu- basado en una pulsión orgánica que se legitima en la sustancialización de
d ia n o e partir de la forma en que Freud traía la cuestión del cuerpo, que la sexualidad en la libido; sin embargo, esta libido se da en un cuerpo que
considera muy relacionado con la co nstitu ción del deseo y permanente existe únicamente en la alteridad, como defiende Birman, sólo que sería
mente atravesado poTIásTfíaTcáiTcle las relaciones del sujeto con el otro. la alteridad del cuerpo y no del sujeto, cuando lo interesante y provocati
A este respecto, BirmarT(1999) señala que: 'A pesar de la conservación de vo que Birman sugiere es la dimensión Cuerpo-sujeto", la cual creo que en
su vocabulario biológico -lo que tal vez explique por qué sus innovaciones Freud se mantiene más en la parte del cuerpo que en la del sujeto. M eo a -
teóricas no fueron tenidas en cuenta-, el discurso freudiano no se mantu je c e que la recuperación que hace.Birman.de la.dimensión del cuerpo ena
vo, si n embargo, preso a eso. Puede, entonces, superar sus obstáculos ini laconsTiTÚcí5h~d'ei sujeto es esencial para el desarrollo de una teoría de la
ciales. En la segunda tó pica y en la segunda teoría de las pulsiones, Freud subjetividad que, en el momento actual, enfrenta como amenazasejreduc-
forjó conceptos nuevos para tratar lá cuestión del cuerpo. La relect Jrám é- cToñTsmo“Je1o subjetivo a la'dímensión discursivo- narrativa.
dica y psíqulátricá’dél discuTsb freudiano, por las cuales é l psicoanálisis □ fcüe stfó n del cüérpó'éstá éstréchámente relacionada con la recu
fue relñterpretada tanto como saber, cuanto como experiencia clínica, fue peración de la emoción como tema esencial en la construcción de la_sub^
el éf ecto'dé retroceso d d discurso posfreudiano, ya que Freud, por su p lr- Letividad, efe lá~embcRSñ'como proceso fundador de la subjetividad y no
te, fuém ucho más"osado que sus discípulos a partir de 1915-1920’ (p. 53). simplemente como resultado de otros procesos que se colocan de forma
Es cierto que a partir de 1915-1920, como expresó Birman, se dio un privilegiada en relación con ella. Un aspecto importante de la definición de
cam bio fuerte y sistemático en la producción freudiana. Fue la época en la pulsión de muerte en Freud es que, por primera vez, presentó Impulsión
que emprendió sus obras clásicas sobre la civilización y la cultura, cuan separada de la representación, con lo cual legitimó la importancia consti
do introdujo el concepto de pulsión de muerte que a pesar de ser uno de tutiva de to afectivo a pesar de qüe mantuvo la comprensión de lo afectivo
sus conceptos m ásf rágiles y especulativos, lo colocaron fuera de la inten asociadá’a'uná'tendencia universal del sujeto, lo que no le permitió avan-
cionalidad cientificista y biologista que caracterizó el momento anterior de zarenlSTíom prenslón de lá naturaleza históricorcijltüral dél sentido sub
su obra. En fin, es un momento de cambios profundos dentro de su siste jetivo del cuerpo ni en la dimensión subjetiva de las emociones humanas
ma de pensamiento. encerradas en su modelo bioenergético de base sexual.
Birmanjdefiende deform a muy interesante la significación del cuer Lajdea del cuerpo-sujeto, que prefiero expresar de forma inversa, co-
po como instancia de subjetivación y constitución del sujeto, intentando qjgsujeto-cuerpo, pjerde s u je n tid o si no se comprende en el contexto de
separarse de la forma más mecanicista y lineal e¡ñ que se ha presentado Jos procesos de subjetivación del cuerpo y de las potencialidades subje-
el~determinismo d e ja pulsión eñeljdiscurso psicoanalítico- tivadoras de lásTdimeñsiones del deseo situadas en el cuerpo. El cuerpo
Una de las innovaciones epistemológicas de Freud fue pensar en nue no es una fuente universal de deseos éste se organiza también socialmen
vas relaciones entre el organismo y el psiquismo a través de la mediación te, sobre la base de las emociones experimentadas por el sujeto en sus
de la problemática del cuerpo. Esto permitía que se ultrapasase el parale sistemas de relaciones. El cuerpo es un sistema deseante que se consti
lism o psicofísico. Así, si el organismo fuese sometido a las reglas de la ra tuye como tal en el sistema histórico de relaciones del sujeto. Separar el
cionalidad biológica, el cuerpo sería atravesado por fuerzas pulsionales placéFcorporáTcJe ¿tras motivaciones dé naturaleza social representaría
que le son Irreductibles. Además de eso, él es permeado enteramente por ia conservación d é la dicotomía cartesiana psique-cuerpo. —
la alteridad, lo que no es ejeaso del organismo, que puede ser llamado de Otro aspecto profundamente revolucionario de Freud fue su episte
"sóíTpslstá, esto es, centrado sobre sí mismo e inscripto en el absoluto de la mología, a la cual nos hemos referido en trabajos anteriores.’ Si bien esta
inmanencia. El organism oéñ él cual se realizan los procesos automáticos epistemología siempre estuvo implícita en su obra la misma tiene un pro-
de autorregulácíóoes integrado en los grandes ritmos de la naturaleza. En
contrapartida, el cuerpo se constituye en ruptura con la naturaleza, abierto 1F. G onzález Rey, La investigación cualitativa en psicología: ru m bos y desafíos, EDUC. SSo
Paulo, 1999.
Prim er periodo del d e sa rro llo de la psicología
fundo potencial transformador; sin embargo, fue más el resultado de su ge
nio frente a las exigencias concretas de los problemas que enfrentó, que el
efecto de una conciencia teórica transformadora en relación con los prin
cipios dominantes en la ciencia de su época, lo cual queda claro en dife
rentes momentos de su obra. Así, en su libro fundador del psicoanálisis La
interpretación d é lo s sueños y en Tres ensayos sobre la teoría d é la sexua
lidad Freud escribe: "Algunos de mis colegas médicos han visto mi teoría
de la histeria como puramente psicológica y por tal razón la consideran ip-
so f acto incapaz de solucionar un problema patológico. [Pero] es sólo la téc
nica terapéutica la que es puramente psicológica; la teoría no se equivoca
en ningún sentido al señalar que la neurosis tiene una base orgánica, aun
que es verdad que no busca dicha base en ningún cambio anatómico. [...]
Nadie estará inclinado a rechazar el carácter orgánico de la función sexual,
y es la función sexual la que considero la fundadora de la histeria y de las
psiconeurosis en general" (1905, citado en Gay, 1989, p. 372).
No cabe duda de que para Freud la cíentificídad del psicoanálisis no
está en la inauguración de un nuevo campo de conocimiento, como la sub
jetividad, sino que se mantiene dentro de los límites del organicismo y el
cientificism o de la época, al menos hasta 1915, cuando comenzaron a apa
recer trabajos que se alejaron de su ideal cientificista inicial, como expre
samos antes. Como queda claro en la cita anterior de Gay, para Freud la
sexualidad era comprendida como una función biológica, con lo que aso
ciaba el placer con la reducción homeostática, lo cual le impidió compren
der el carácter subjetivo de la sexualidad y entenderla como un sentido
subjetivo con significaciones diferentes en los diversos momentos histó
ricos y culturales de la existencia humana.
El ello representa un principio deorigen biológico, energético, que es
tá en la base del funcionamiento de todo el aparato psíquico. Es la fuente
de todos tos motivos y sus tendencias invariables están por detrás de todo
lo mejor y lo peor del comportamiento humano. Todo comportamiento hu
mano se remite a esta instancia, la cual c ie n ta toda la Interpretación y bús
queda en el análisis. El comportamiento humano, desde el punto de vista
freudiano, cambia de formas pero no modifica sus fuentes universales.
Freud revolucionó el pensamiento psicológico al extender sus refle
xiones sobre el lugar de la psique en la enfermedad, a pesar de que, en
sus propias palabras, el lugar que otorga a la sexualidad define el carác
ter orgánico de la enfermedad, lo que impide com prender el lugar de lo
subjetivo en aquélla. Sin embargo, por primera vez en una teoría bien es
tructurada se presenta el aspecto psicológico de la enfermedad, y sus
elaboraciones conducen a una ampliación del concepto de enfermedad
que nunca más, a partir de aquél momento, dejará de estar asociado con
la psique.
Su). ibietivli
. El psicoanálisis se plantea una vía diferente de producción de cono
cim iento que rompe definitivamente con el positivismo metodológico y que
no se inscribe en el esquema de verificación o falseabilidad que desde el
positivismoyráesdeTá crítica de Popperal psicoanálisis condicionan la de
finición deun_conocimiento como científico. Las proposiciones y categorías
est fclecidas por Freud sólo tienen sentido dentro del sistema teórico ge
neral que plantea y no son susceptibles de abstracción como objeto de tra
bajo experimental en términos de variables. Este aspecto epistemológico
y metodológico, que quizá sea una de las cuestiones más importantes
q ue el pensamiento psicoanalítico legó a la psicología, ha sido completa
mente ignorado por la psicología, culpa compartida por los enemigos del
psicoanálisis^ muchos psicoanalistas, quienes con frecuencia se han em-
pefíáSoen establecer uña distinción artificial e infructífera entre psicología
y psicoanálisis basada en una comprensión estrecha de la psicología tra
dicional y en una megalomanía miope, orientada a hacer del psicoanálisis
un campo aislado, ‘sacralizado’, de conocimiento, en épocas de integración
interdisciplinaria cuando los presupuestos teóricos y epistemológicos ge
nerados por una teoría circulan ampliamente en jas ciencias y se integran
de formasTmuy diversas en distintos campos y referentes teóricos que si
guen cam inos diferentes _yhTsta.opuestos. Esta capacidad de circulación
esgin indicador de la viabilidad de una teoría.
En este a spectodé láTrascéndéncia epistemológica y metodológica
del psicoanálisis, otro tema importante de la producción de Freud fue ha-
tyer utilizado el estudio'décasos como el momento empírico de su produc
ción teórica, lo que le llevó al desarrollo constante de su pensamiento a
través de cada uno de los casos que enfrentaba en su práctica analítica.
Esta práctica fue el escenario metodológico fundamental de su producción
científica, con lo queTompió una barrera que?un hoy pervive en el campo
de la psicologíaTél desdén por la práctica como fuente d é la c ie n c ia ."
Los aspectos epistemológicos son esenciales para una teoría de la
subjetividad capaz de revertir las representaciones dominantes de la psi
cología tradicional, lo cual es imposible sin modificar los procesos de la
construción del conocimiento. Freud encaró esta necesidad como el resul
tado Inmediato de las exigencias de su práctica y sus reflexiones, sin una
particular conciencia teórica de la empresa que acometía, conciencia que
tampoco han tenido sus seguidores al no elaborar este aspecto de su obra.
El pRicnanáligif freudiano dio origen a la familia délas teorías psicoa-
nalíticas, ejemplo de la riqueza y fecundidad deun campo de conocimien
to que se extiende en la afirmación, la contradicción y la negación, lo q ue
lejos de debilitarlo, lo fortalece. Adoptar cualquier posición en la ciencia
"origina iFproliferación de un mosaico de ideas y teorías, particularmente
en las ciencias humanas, en las que los criterios objetivos de discriminación
Im i ■li >1 'teología
no se delimitan con claridad en el momento empírico por la permanente
mediación de los procesos subjetivos que operan en la producción de es
te conocimiento.
En el caso del psicoanálisis, es interesante que las diferencias se
institucionalizaron como posiciones de ruptura, con lo cual se perdió la ca
pacidad de analizarlas en el contexto de un eje de pensamiento que tenía
una matriz común y que. en su diversidad, generaba una nueva compren
sión de la psique humana en la cual las diferencias servirían más como
puntos de crecimiento de la teoría general en ciernes que como negación
de la misma. Es curioso que la psicología ha tolerado muy poco el trabajo
en equipo, que es característica de otras ciencias, por ejemplo la m ecáni
ca cuántica. Ésta es una interrogante que queda abierta para un campo
que he propuesto en publicaciones anteriores'* iqjDsicologíade las.c¡en-
cias, el cual no se ha instituido por la falsa pretensióncje que la ciencia es
una producción objetiva capaz de desca rta rlo s aspectos humanos que
acompañan esa cualidad.
Al institucionalizarse el psicoanálisis, los propios psicoanalistas se
dividieron en bandos excluyentes que avanzaron sin contactos recíprocos
é n s p sp rá cttca sy que, con gran frecuencia, se quedaron en el mismo pla
no de construcción teórica que sus fundadores, convirtiendo las catego
rías de aquéllos en referentes sacralizados e invariables de su ejercicio.
Freud evolucionó entre tendencias disidentes que representaron mo
mentos de confrontación que estimularon sus ideas. Sin embargo, no pu
do controlar la progresión del psicoanálisis a través de la diversidad que
se iba generando dentro del movimiento, lo cual lo llevó a separar movi
miento psicoanalítico a figuras que tuvieron un gran protagonismo, como
Adler, Jung y posteriormente Fenichel y Rank, entre muchos otros.
El psicoanálisis de Freud inauguró una importante representación de
la psique que continuó evolucionando entre sus seguidores, principalmen
te aquéllos que generaron opciones teóricas diferentes dentro de la pro
pia representación psicoanalítica. Entre los elementos más importantes
que nos legó la obra de Freud en cuánto representación de la psique es
tán ios siguientes'
• Se representó la psique como un proceso constitutivo del sujeto,
sólo que entendió esta constitución en los términos de una natu
raleza humana, no como constitución histórica que se expresaba
en una ontología diferente "de los registros bioenergéticos^que
asoci<TaTfuncionam¡ento del cuerpo.
L o c.cit.
S ujetojr subjetividad
i
(i
EI hecho de comprender la historia de un sujeto constituido en sus
experiencias particulares, aunque fuera a través de fuerzas uni-
versales características de la naturaleza humana, representó un
V momento muy importante en el desarrollo de una representación de
la psique que es hoy una de las líneas que confluye en la elabo-
'>^1 - 3 ración te órica dél tema de la subjetividad,
x ^ Se representó la tensión entre la sociedad y el individuo, aunque se
3 hipertrofió el carácter irreconciliable de esta relación, sin percibir
«D que cada uno de estos planos era constitutivo del o troy que las teñ
id 'J siones entre ellos era una de las principales fuerzas dinámicas del
desarrollo de ambos. Trató lo social ylo individual como fenómenos
y :* diferentes que se relacionan entre sí como entidades independi-
p i i .' j entes, portadoras de una naturaleza también distinta.
¡¿i [.T ’ ^ Se representó la psique como un sistema que no es gobernado por
1 la razón, sólo que no consiguió otorgar un lugar activo a la concien-
cia dentro de este marco teórico y con ello se redujo el individuo a la
T ¿ ^ mera expresión de las tensiones generadas por las fuerzas consti-
f tutivas de un aparato psicológico que. al no ser conceptuado como
T una realidad diferente a la orgánica, aparecía definido en su especi-
- ficidad cualitativa por fuerzas de origen biológico. El que se repre-
^ sentara la psique como un sistema no gobernado por la razón fue
contradictorio con el lugar que se otorgó a la razón en la compren-
^ sión de la psicoterapia, y en los mecanismos asociados al cambio
^ 1^ d e n tro del proceso terapéutico.
^ 1 •} Por primera vez apareció como objeto de la psicología un conjunto
\o v,i de funciones que habían estado asociadas solamente al cuerpo, y
~ aunque fueron definidas sobre un modelo bioenergético se produ
jeron sistemas explicativos que les confieren una participación en
el funcionamiento psicológico. Así, el sexo y la enfermedad se com
prendieron dentro de la historia de la persona, con independencia de
la naturaleza de los términos usados por Freud para definir la cons
titución de esa persona.
■ Por primera vez se actuaba en el dominio de la enfermedad a través
de técnicas psicológicas, independientemente de que Freud no
llegó a comprender la psique como fenómeno subjetivo.
Con el psicoanálisis apareció^! primer in te n tó le explicar los fenó
menos psíquicos dentro de la personalidad, constituida por diferentes for
mas las experiencias sociales del sujeto, si bien para ser significativas,
desde la perspectiva psicoanalítica, estas experiencias tenían que ser de
naturaleza sexual.
P rim e r periodo d e l d e sa rro llo d e la p sico lo g ía Sujeto y subjetividad
No fue casual que entre los seguidores de Freud uno de los puntos El concepto de complejo es fundamental en la obra de Jung. Es pare
de mayor divergencia fuera el lugar de lo social en el desarrollo de la psi cido a las categorías complejas y procesuales que se aplican hoy para
que. Apareció con una mayor fuerza en aquéllos autores que emprendie explicar la subjetividad, configura diferentes fuerzas y se mantiene en per
ron movimientos alternativos en la familia de las teorías psicoanalíticas. En manente transformación. El complejo como momento dinámico de en
Adler, lo social representó más un cambio de contenido que un cambio en cuentro entre el inconsciente personal y colectivo se manifiesta como una
la representación postulada por Freud. Así que una de las categorías cen instancia constitutiva del inconsciente individual.
trales por las cuales Adler definió el papel de lo social en su obra, el inte Jung Uesustancializa" la libido y deja de ver en lo sexual la fuente de
rés social, fue comprendida como una tendencia inherente al sujeto. El constitución de la neurosis, sin que por ello descarte el importante papel
m odelo de Adler sigue siendo esencialmente intrapsíquico, a pesardel pe que otorgaba Freud a la sexualidad en su etiología. Jung atribuyó un valor
so que le dio a las actitudes relaciónales en el marco de la educación. en la génesis de la neurosis al fenómeno más complejo del amor, lo cual es
LaobradeJung manifiesta un pensamiento mucho más com plejo.con totalmente congruente con la significación que otorgaba a la cultura en su
construcciones teóricas que lo diferencian de la representación freudiana. obra, así como con el valor dinámico que asignó a contenidos la causa de
a pesar de que lam atrizd esu pensamiento sigue siendo afína la de Freud, la neurosis tiene que ser justamente un conflicto erótico y no otro conflic
razón por la cual se ubica en la familia de teorías psicoanalíticas. Jung, sin to cualquiera. A eso se puede responder que nadie afirma que sea así, pe
negar los importantes avances de Freud. se planteó por primera vez el ori ro ha sido probado que es lo que ocurre más frecuentemente. A pesar de
gen variable de los contenidos incon-scientes de acuerdo con la condición todas las expresiones indignadas en lo contrario, la verdad es que el amor,
histórica del sujeto, con lo que inauguró una vertiente del pensamiento psi- con todos sus problemas y conflictos, tiene un significado fundamental en
coanalítico orientada a comprender la naturaleza histórico-social de mu la vida humana* (1995, p. 10).
chos de los procesos psíquicos del hombre, entre ellos del inconsciente El concepto de amor es mucho más complejo que el de pulsión usa
individual. do por Freud, incluso que el de deseo que tiene como único fondo la pul
Una cita de Jung justifica mi interpretación en el párrafo anterior! ‘Ac sión sexual. El amor nos remite a lo relacional y expresa un sentimiento de
tualmente, sería fácil establecer una teoría política de las neurosis, una vez origen superior. Este lugar que Jung le daba al amor coincide con el peso
que el hombre actual está siendo agitado principalmente por pasiones po otorgado por Fromm a este sentimiento y con el lugar que los psicólogos
líticas, para las cuales la buestión sexual' constituye apenas un preámbulo humanistas le confirieron al amor en su obra.
sin mayor importancia. Es posible que todavía se venga a constatar que los Entre los autores psicoanalistas. Jung fue uno de los que se detuvo a
trastornos políticos no pasan de precursores de una convulsión religiosa, pensar sobre la cuestión de la cientificidad del psicoanálisis. A pesar de
de repercusiones mucho más profundas. El neurótico participa, sin tener criticar a Freud. siempre lo reconoció como el pionero de la línea de pen
conciencia, de las corrientes dominantes de su tiempo, que están configu samiento en la cual se había inscrito. El peso que Jung le dio a la cultura,
radas en su próprio [sic] conflicto' (1995, p. 12). Aquí Jung da un paso deci a la producción humana en término de mitos, creencias y religiones, lo lle
sivo en la ampliación del inconsciente definido por Freud, asociando el vó a producir alternativas a las interpretaciones freudianas; sin embargo,
inconsciente con el escenario de la vida actual del sujeto, por tanto, con su lo hizo siempre desde una comprensión del hombre organizada en torno
condición histórico-social, con lo cual considera las fuerzas dinámicas que de la representación freudiana.
lo definen como fuerzas de procedencia heterogénea, definidas en la con Sobre el lugar de psicoanálisis, visto en relación con la ciencia de su
dición de vida y no en la naturaleza humana. época, Jung escribió (1991):
El término configuración, que Jung usa más en su sentido semántico
La ciencia desea, conforme se presume, un juzgamiento no tenden
que como categoría específica, refleja el carácter de integración de lo di
cioso. imparcial y abarcador. En tanto, la teoría de Freud es. en la me
verso que le hemos atribuido al definirla como una categoría central de la
jor de las hipótesis, una media verdad, necesitando por eso mismo,
constitución de la personalidad. Aunque Jung no abandona del todo el con
cepto esencia lista de la naturaleza humana presente en Freud, da pasos para actuar y existir, de la rigidez de un dogma y del fanatismo de un
muy importantes en la apertura de sus categorías con el fin de presentar inquisidor. Para la verdad científca basta una simple constatación.
>o psíquico más asociado al desenvolvimiento cultural. En tanto, la teoría psicoanalítica no tiene, de modo alguno, la intención
P rim a r parlotfo dal d e sa rro llo do la paleología
secreta de imponerse como verdad científica, sino que procura influir
en un gran número de personas. Y es así que se percibe el hecho de
haber tenido su origen en un consultorio médico. Ella muestra aqué
llo que un día el neurótico de esa transición de siglo deberá com
prender a fondo, pues él es una de las victimas inconscientes de la
psicología victoriana tardía. El psicoanálisis destruye, individualmen
te dentro de él, los falsos valores, al cauterizar la podredumbre del ex
tinto siglo xix. En este punto, el método significa un inestimable y hasta
inapreciable increm ento de conocim ientos práticos que llevó la in
vestigación sobre la psicología de la neurosis al más alto grado. De
bemos agradecer la osada unilateralidad de Preud por el hecho de la
medicina poder ahora tratar individualmente los casos de neurosis y
la ciencia estar enriquecida con un método que le permite trabajar el
alma como objeto de investigación* (p. 34).
El historicismo de las representaciones de Jung sobre el lugar de los
momentos históricos en la constitución de la psique queda claramente ex
presado en la cftá anterior, pero además Jung hizo explícito un criterio de
juicio sobre la significación del psicoanálisis como ciencia, que vamucho
má_s aflárdé laslim itaciones de la época para el reconocimiento de la cien-
tificidad. Esta capacidad generativa crítica de Jung le permitió enfrentar
con sagacidad las limitaciones del pensam ientofreudianoy valorizar la di
mensión de éste en lo que contribuyó a la apertura de una nueva zona de
sentido para la psicología.
El legado de Jung, más que una ruptura, representó un enriquecimien
to d e ja teoría freudiana que no tuvo juna continuidad dentro de ésta, por la
incompatibilidadjde los dogmas que derivados de ambas teorías caracte
rizaron el camino de muchos de sus seguidores, quienes, tras las diferen
cias entre categorías y cosm ovisiones de los dos autores no supieron
producir, a partir de sus semejanzas, un análisis de continuidad de la teo
ría psicoanalítica. El propio Jung reconoció la necesidad del psicoanálisis
de actuar con la rigidez de un dogma, pues era útil para su integración en
la subjetividad social de la época pero negativo para su desarrollo.
Una de las.consecuencias del carácter histórico del hombre y la socie
dad, es la índole procesual, en permanente modificación del objeto de es
tudio de las ciencias sociales, lo cual fue posible percibir en el corto tiempo
que marca la diferencia generacional entre Jung y Freud. Sin embargo, la in
capacidad que la psicología ha demostrado para producir teorías cada vez
más complejas, capaces de generar el marco propicio para el estableci
miento de niveles macroteóricos, capaces de dar cuenta de las diferencias
entre las teorías parciales y de integrar aspectos de aquéllas dentro de un
momento explicativo cualitativamente diferente de la psique, determina que
Sujeto y subjotivli
hasta hoy la psicología aparezca como un mosaico de teorías diferentes,
irreconciliables, situación que sólo podrá ser superada generando teorías
de una mayor amplitud.
El psicoanálisis se vio muy afectado por la Segunda Guerra Mundial,
que causó el éxodo de notables psicoanalistas europeos a Estados Uni
dos. así como la desintegración de importantes núcleos de elaboración de
la teoría psicoanalítica. como los grupos deViena, Berlín y Londres. Es
te hecho, unido a la propia guerra, que marcó de forma particular la re
presentación del hombre en psicología, así como el énfasis creciente
otorgado a lo social y a lo cultural en las disidencias más definitorias a la
teoría original de Freud (Adler y Jung), y que también marcó la obra de
Freud a partir de 1915.
Entre los psicoanalistas europeos que emigraron a Estados Unidos
estaba K. Horney, para quien ’ la importancia del pensamiento de Freud en
relación con esos problemas [se refiere a algunos problemas que el psi
coanálisis se planteó como objeto de estudio] no reside en la solución que
le da (por ejemplo, la hipótesis de la repetición compulsiva está lejos de ser
una solución satisfactoria) y sí en haber puesto dichos fenómenos al al
cance de nuestro entendimiento’ (1966, p. 23). Esta concepción permitió a
Horney hacer un análisis crítico y comprometido de la obra de Freud. ■ 31
Las formas en que los ejes de lo social, lo cultural y lo interpersonal \
aparecieron gradualmente en el escenario de la teoría psicoanalítica han
sido objeto de atención de pocos especialistas e historiadores de la psi
cología, entre quienes se destacan A. Elliott así como autores brasileños
de la talla de Garvía Rosas, Mezan, Birman y Luis Claudio Figueredo en
tre otros. La importancia de esta evolución no radica sólo en un compro
miso cada vez mayor del psicoanálisis con las teorías y las prácticas
sociales, como se advierte en los trabajos de la Escuela de Frankfurt, si
no también en la progresión de una teoría de la psique, todavía definida
en un contexto naturalista en Freud, a una teoría de la subjetividad. Las
‘ zonas de sentido’ abiertas por el psicoanálisis en el camino de una teo
ría de la subjetividad avanzaron a través de un proceso de construcción
de sistemas de categorías e interpretaciones que lo posibilitaron.
Influencia de Lacen en el tema de la subjetividad
en el palcoanállsls y la psicología
Un momento particular en el desarrollo del psicoanálisis lo representó la
teoría del francés J. Lacan, que emergió precisamente en la época en que
París se conviitió en la capital europea del psicoanálisis institucionaliza
do. Lacan encabezó la tercera generación de psicoanalistas franceses,
Prim er p eriodo del d eeerrollo de la psicología
además de ocupar un lugar cada vez más importante entre los más desta
cados intelectuales franceses de la época. La obra de Lacan está profun
damente influida porelestructuralism odeLevi Strauss, con quien tuvo una
estrecha relación personal, así como por la lingüística, particularm ente
la obra de Saussure. De acuerdo con A Elliott, la obra de Lacan está en
deuda con la lectura de A Kojeve sobre la fenomenología del espíritu de
Hegel, en la cual resalta el tugar del otro en la constitución del sí mismo.
Nuestro objetivo al analizar a Lacan no es entrar en los detalles de su
obra, tarea difícil inclusive para un historiadorespecielizado en la materia,
sino presentar sus aportes para el tema de la subjetividad, ya que su obra
es uno de los momentos esenciales en la historia de la teoría psicoanalí-
tica. Como en el caso de otros autores, la contribución de Lacan a la teo
ría freudiana no es aceptada por todos, pues para muchos su obra no
representa un adelanto de la teoría de Freud, sino una distorsión.
Lacan nos coloca el mundo psíquico, muy asociado en el psicoaná
lisis freudiano a una ontología putsional, dentro de un dom inio esencial
mente simbólico, organizado en y por el lenguaje. La obra de Lacan se
mueve a través de tres conceptos centrales: lo imaginario, lo simbólico y
el orden real.
En Lacan lo imaginario, a diferencia de otros autores como el propio
Freud y más tarde Castoriadis y Elliott, es anterior al inconsciente. El ima
ginario define un reino donde no hay división entre el sujeto y el objeto. Lo
imaginario se forma en la experiencia preedípica. Sin embargo, loque mar
ca de forma particular el concepto de imaginario en Lacan es la forma en
que trata la aparición del sí mismo, el cual presenta como síntesis de imá
genes y deseos distorsionadores, narcicistas, que aparecen ante la iden
tificación del niño con su imagen especular, proceso que instituye un sí
m ism o inseparable d el otro, que es la propia imagen del niño colocada
fuera. Esta imagen es inalcanzable, el niño se regocija y la disfruta a través
de sus fantasías narcicistas, pues la im agen le confiere integridad, que
es precisamente lo que define su carácter imaginario.
El sí mismo como producción imaginaria es fuente de fragmentación,
distorsión y alienación. El niño en la medida en que se identifica con su ima
gen especular experimenta la falta al no poder apropiarse de su imagen, al
no experimentar en sí mismo el completamiento que la imagen trae consi
go. La falta se convierte en un principio organizador esencial de las relacio
nes del sujeto con el mundo social. La falta adquiere estatus de principio
fundador y se convierte en la fuente de la teoría del deseo de Lacan.
A nivel imaginario el sujeto disfruta la ilusión narcicista de su integri
dad y su coherencia en su imagen especular, la cual representa un gran
contraste con la falta de coordinación y la fragmentación de las funciones
del cuerpo que el niño experimenta durante sus primeros meses de vida.
Su|eto y «ub|»tivtdad
Lacan interpreta universal mente la alegría y las reacciones del niño ante
su imagen especular como imaginarias, pues permiten disfrutar de una
imagen sobre la cual el sujeto organiza la suya y que. sin embargo, no le
pertenece, es ajena a él. y lo lleva de modo permanente a la fantasía. El sí
mismo de Lacan se sitúa desde el comienzo en la situación conflictiva de
una separación radical entre un sentido ilusorio del sujeto y de un otro, en
sucarácterde imagen externa de la cual no se puede apropiar y que se tor
na inalcanzable.
Lacan, a priori, y sin ninguna capacidad de diálogo con lo empírico,
instituyó un principio universal que dio fundamento a toda su obra; la fal
ta, alrededor de la cual se estructura la psique siempre como deficiencia,
castración y patología. El sujeto lacaniano constituido como lenguajeyde-
seante a través de la falta, es un sujeto sin capacidad de realización, sin
espacios de autonomía ni de ruptura. Lacan ejerce el sádico placer de pre
sentarnos como enfermos, lo cual estimula el imaginario de los enfermos,
quienes pueden sentirse como Salvadores* apropiándose del referencial
lacaniano, a la vez que explican y asumen su patología, que dejan de ver
en sí mismos y la pasan a ver, con alivio, en todas las personas. La condi
ción humana mediatizada por la falta es la condición de la enfermedad.
La entrada en el mundo social a través del lenguaje reprime las tram
pas del imaginario y salva al sujeto del camino a la psicosis. El lenguaje
pasa a ser la organización central de los procesos psíquicos y, en este sen
tido, comprende el inconsciente como lenguaje- El lenguaje es elemento
esencial en la definición de lo simbólico. Lacan colocó la configuración de
lo psíquico y del inconsciente en el plano de lo simbólico. Sin embargo, el
dominio de lo simbólico adquirió una significación universal que condujo
a un sujeto ahistórico, presentado más como sujeto alienado y desprovis
to de capacidad creativa, que como sujeto creativo y transformador.
Lo anterior también nos conduce a una lectura de las formas de ac
ción social del sujeto, como expresión de su falta constitutiva, lo que le
lleva a un esfuerzo permanente de realización imaginaria en diferentes
ideologías y formas de acción social. El sujeto constituido por su falta es
un sujeto que busca permanentemente enmascarar en sus actos este es
tado. El sujeto de Lacan está totalmente incapacitado para seguir el prin
cipio de la realidad, pues es un sujeto de la ficción. En este sentido, toda
acción consciente es siempre una acción ficticia orientada a enmascarar
la verdadera condición del sujeto.
El sujeto lacaniano está completamente sujetado al lenguaje, que es
la base de todas sus formas de organización social y personal. Pero no
es sólo lo imaginario lo que amenaza el orden del lenguaje, sino también
la definición de lo real, que Lacan ve como aquéllo que se resistetantoa la
imagen especular como a los procesos de simbolización. Lo real es el
P rim a r p e rio d o d el d e s a rro llo d e la p sicología
dom inio más allá de la representación, estrecham ente vinculado con el
d e s e o y el im pulso de muerte. E ld e s e o e s tá s ie m p re o rie n ta d o a un otro
inalcanzable que se organiza en la dim ensión sim bólica como deseo in
consciente. Lo real, en el últim o Lacan, volvió a rem itir a los afectos, que
hablan desaparecido a partir de la lectura significante del insconsciente.
En lo real se expresa y recicla de forma permanente un deseo que el su
jeto nunca puede gratificar.
Lacan institucionalizó dentro de la psicología el orden del lenguaje
como constitutivo del sujeto y le atribuye un lugar esencial en la organiza
ción de la realidad social por parte del sujeto. Lacan situó al hombre en
una dimensión distorsionadora que desm itifica los determinismos objeti
vos y racionales de la condición humana, pero simultáneamente abre las
puertas para la reificación del discurso y la desaparición del sujeto, aspec
tos que caracterizaron posteriormente algunastendencias esenciales del
pensamiento posmoderno.
Lacan se separa de una comprensión ontológica de la psique en el
sentido de dar una prioridad total a la contingencia del discurso, por de
trás de la cual aparece como elemento fijo la falta, la cual se organiza en
el rejuego infinito de significantes y significados. El niño busca en la sig
nificación superar los efectos de la falta, pero e stos procesos de sim bo
lización nunca la pueden aliviar, pues la falta está en el centro de la
constitución del propio sujeto. Asi, Lacan presenta a un sujeto sujetado al
lenguaje y a la falta, q ue escondición original d e s u propia naturaleza, con
lo cual el sujeto queda bloqueado para procesos de subjetivación diferen
tes que respondan a nuevos contextos culturales. El sujeto está fijado a
una forma de subjetivación que parte de la condición universal de la falta;
por tanto, lo que es apenas un posible modo de subjetivación se convier
te en el modo de subjetivación universal sobre el que se constituye el mo
delo lacaniano de sujeto.
Para Lacan el deseo se instala en la separación entre la necesidad y
la demanda, separación constituida por el lenguaje. En esta separación na
ce el deseo inconsciente. El lenguaje es constitutivo del inconsciente y no
lo contrario, como ocurría en la obra de Freud, en la que el inconsciente se
expresaba de formas diversas en el lenguaje, pero no estaba constituido
por el lenguaje. Lacan definió al lenguaje como constituyente del incons
ciente. El lenguaje aparece como suprasistema que sujeta y constriñe al su
jeto y no como una vía de expresión, desarrollo y cambio del propio sujeto.
El sujeto en esta interpretación se convierte en objeto del lenguaje. Como
señala Elliott (1992): *En el trabajo de Lacan, entonces, el lenguaje es con-
ceptualizado como un sistema organizado. Representa una estructura pre
existente que integra la psique dentro de la naturaleza sistémica de aquél
orden' (p, 134).
S u je to y subjetividad
El lenguaje en Lacan es un sistema universal en el que el sujeto ter
mina Encajado", sin posibilidad alguna para trascenderlo y enriquecerlo;
por tanto, el sujeto representa una expresión pasiva del orden superior del
lenguaje, concepto que fue un principio fundador de la escuela francesa
de análisis del discurso y, deform a más mediata e indirecta, del construc
cionismo social, a pesar de que sus defensores siguieron otra ruta en sus
antecedentes teóricos y posiblemente objetarían mi interpretación.
Lacan atribuye un lugar fundamental al significante en la producción
de la significación. Para él los significantes expresan el movimiento del de
seo que está detrás de la producción lingüística y que siempre nos remi
te a lo inalcanzable, proceso que se da a través de un deslizamiento infinito
de significantes. Para Lacan lo que existe en los espacios entre las pala
bras es el sujeto del inconsciente o el totro* del lenguaje. Según Elliott
(1992): *En el lenguaje, entonces, el deseo está completamente preso del
significante', (p. 135).
Para Lacan, la entrada en el lenguaje imposibilita completamente al
sujeto de la plenitud del deseo, el cual es vivenciado en el orden imagina
rio. Con la adquisición del lenguaje el individuo entra en un orden simbóli- /
co que organiza el deseo inconsciente dentro de las presiones sistémicas
de aquélla estructura. En este sentido, el inconsciente es gobernado con 35
las mismas reglas que cualquierotrosistem a simbólico. Con esta posición \
Lacan subordinó toda la vida psíquica a la naturaleza simbólica del lengua
je, con lo cual la organización subjetiva pasó a ser identificada con el len
guaje, concepción que facilita la actual tendencia reduccionista que se
observa en muchas esferas de la psicología, orientada a la reducción de lo
emocional a los procesos de discurso y significación.
Lacan rompe con el énfasis de Freud orientado al estudio de instan
cias constitutivas de la psique, las cuales Freud presentaba todavía muy
comprometidas con un determinismo biológico de naturaleza intrapsíqui-
ca, que Lacan suprim ió no sólo en lo que tiene de biológico, sino porque
desestimó la psique como constitución ontológica diferenciada. En es
te sentido, Lacan presentó la subjetivación solamente a través de los pro
cesos de lenguaje y elaboró una concepción ontológica del deseo como
falta, que obvia su constitución como dimensión subjetiva y queda aprisio
nado en la organización del lenguaje. Como el propio Lacan señalaba al re
ferirse al orden simbólico ‘no puede ser concebido como constituido por
el hombre, sino como constituyéndolo a él’.3 Este planteamiento lo situó
dentro de una comprensión estructuralista del lenguaje.
El lugar central que Lacan otorga al lenguaje marcó todo el pensa
miento francés a partir del efecto tan grande del estructuralismo en aquél.
*J. Lacan, Ecrit,. París, 1966, p. 68
P rim er p eriod o del d e sa rro llo de la p sicología
Sin duda Foucault. Althusser, Pecheux, Barthes y todos los pensadores
franceses contemporáneos posteriores a Lacan estuvieron influidos por
su obra. Castoriadis señala, en relación con Barthes, en una crítica a toda
esta vertiente de pensamiento (1987): "Las personas se olvidan de que las
leyes del lenguaje son, al final, convenciones compartidas. Y hubo perso
nas como Roland Barthes que llegaron a decir esta enorme imbecilidad:
que el fascismo y la heteronomía están en el lenguaje, porque nadie pue
de mudar sus reglas y su gusto. Pero esto no tiene nada que ver con el fas
cismo y la heteronomía. Es el reconocimiento de que no puede haber
colectividad humana sin reglas de cierto modo arbitrarias y convenciona
les. Y es preciso decir, al contrario, que el lenguaje no me sujeta, sino me
libera" (p. 51).
El efecto especular, al cual Lacan atribuye un importante lugar en la
form ación del sí mismo como instancia imaginaria, es, en opinión de Rou-
dinesco, un aspecto que Lacan toma de Wallon sin reconocerlo; sin em
bargo, el significado que toma la imagen especular en su obra va en otra
dirección a la atribuida por Wallon. En opinión de Castoriadis, el lugar que
confiere Lacan a la imagen especular está muy influido por el pensamien
to occidental que, de forma errónea, caracteriza lasform aciones psíquicas
como una “respuesta” o un "reflejo” de un momento externo dado.
E n Lacan la ausencia de respuesta puede suscitar el deseo, pues el
deseo está siempre asociado a la carencia, a la falta En este sentido co
bra significado en su obra el objeto pequeño a. que es el objeto que se
eclipsa, el objeto de la elección inalcanzable. Estos objetos pequeños no
pueden ser simbolizados ni reflejados especularmente, inscritos dentro de
la falta fundamental. Son objetos del deseo que forman un cuerpo indife
renciado de fantasías y significantes. La significación de estos objetos pe
queños a representa un aspecto polémico en la teoría de Lacan. El objeto
pequeño a representa la parte perdida del sí mismo que el sujeto del in
consciente trata de rescatar todo el tiempo a través de susfantasías de in
tegridad. En este sentido el objeto pequeño a es aquélla parte del cuerpo
que debe ser separada del sujeto para evitar su absorción completa en el
orden simbólico. Esos objetos son constituidos a través de una introyec-
ción de imágenes fragmentadas, sonidos y texturas.
El pequeño objeto es una expresión permanente e inalcanzable del
deseo que se expresa en la falta. Una crítica compartida por varios auto
res (Lyotard, Castoriadis y Elliott) cuestiona que un objeto se pueda sentir
como falta si la psique no postula este objeto primero como deseable. El
hecho de Tatar" el deseo y lo inconsciente a la "perdida" o "falta” conduce a
unlversalizar la fuente de la acción humana.
La teoría de Lacan deja sin resolver el principal desafío de una teo
ría de la subjetividad capaz de dar cuenta de las diferencias históricas,
Su|eto y subjetividad
culturales y políticas del hombre. Como señala Elliott (1992), la diferencia
del foco de la teoría crítica, la cual reconecta la psique a la sociedad y la
política. [...] la ley generalizada de Lacan elude una comprensión de las
fuerzas políticasy sociales que diferencian prácticas diversas como el len
guaje de la relaciones de la familia moderna, el lenguaje de Auschwitz, el
lenguaje de la carrera de armas nucleares y otros. Haceresto es destruir la
constitución política e histórica del lenguaje y específicamente la manera en
la cual ellos estructuran la subjetividad humana y el deseo* (p. 154).
La obra de Lacan tuvo un profundo efecto en la teoría social y. de for
ma particular, en la elaboración teórica sobre la ideología de escritores co
mo Althusser, Lacla u, Mouffe y Zizek, que quisieron explicar la ideología
como una producción imaginaria, en contraposición a la definición objeti-
vista del marxismo en la cual se considera el reflejo de las condiciones
objetivas en las que vive el hombre. Lacan dio un sustento a los crítica a
la com prensión de la ideología como falsa conciencia, pues en tanto
que la producción imaginaria está constituida siempre por aspectos hu
manos que impiden, por definición, considerar la ideología como reflejo
de determinantes objetivos.
El hecho de que la ideología sea una producción subjetiva de ningu
na manera nos obliga a centrarnos en el referente de Lacan. el cual se
constituyecom o dominante porfavorecerla aplicación consecuentede un
pensamiento posestructuralista, institucionalizado en la intelectualidad
francesa de las décadas de los cincuenta y sesenta al análisis de la si
tuación social. Al igual que los autores de la Escuela de Frankfurt, que
combinaron el psicoanálisis freudiano con el marxismo para explicar los
aspectos subjetivos del análisis de la sociedad, Althusser hizo esta com
binación a partir de Lacan. Tras esas aproximaciones se encuentra una
representación dominante del psicoanálisis como teoría de la subjetivi
dad. lo cual no permite a los autores desentenderse de este referente en
la búsqueda de otras vías para el establecimiento de una teoría de la sub
jetividad, que es precisamente uno de los objetivos de este libro.
Como consecuencia de la herencia lacaniana, el individuo aparece
en Althusser como un efecto de los procesos sociales. El individuo no tie
ne ninguna capacidad de autonomía para romper con los procesos de
ideologización a los que está sometido, y que a su vez son una expresión
de su constitución individual universal. El sujeto a Ithusseriano es mucho
más un sujeto de adaptación que de cambio. En una crítica acertada a la
forma en que Althusser se planteó la relación entre la ideología y el indivi
duo, Elliott escribió (1992) que‘ la debilidad central de esta posición es que
ella elimina cualquier preocupación por los mecanismos a través de los
cuales la ideología es recibida y tiene sentido para los seres humanos. El
imaginario sólo opera como un tipo de receptáculo vacío, una estructura
P rim e r periodo d el d e sa rro llo d e la p sicolog ía
psíquica dentro de la cual la ideología es implantada de manera uniforme
y universal' (p. 174).
Esta crítica es importante también para el análisis del tema del d is
curso, que Foucault desarrolla muy interesantemente en la representación
del carácter discursivo de la ciencia y las diferentes esferas de la vida hu
mana. Foucault, siguiendo a Lacanen la importancia del orden simbólico,
se aproxim a a una crítica mucho más comprometida con los aspectos re
presivos de la sociedad humana; sin embargo, en el esfuerzo por no natu
ralizar al hombre ni a sus comportamientos en las diferentes esferas de la
vida, termina representando al sujeto como una simple expresión de las
form as discursivas que constituyen el espacio social en que se manifies
ta (sobre Foucault volveremos más adelante). La cuestión del sujeto en
Foucault, así como el lugar del orden discursivo, tienen un importante an
tecedente en la obra de Lacan. La debilidad del individuo aparece con to
da claridad en la interpretación de Althusser, debilidad que viene de la
interpretación lacaniana, en la que el individuo está sujeto a u n orden sim
bólico que lo constituye y lo determina completamente. Esta posición de
Lacan llevó a la omisión del individuo como instancia generativa, posición
que Eliott, Castoriadis y Guattari trataron de revertir desde el interior del
psicoanálisis.
La crítica de Elliott a Althusser abarca un conjunto de cuestiones que
en mi opinión sólo podrían ser resueltas desde una com prensión históri-
co-cultural de la subjetividad. Así, Elliott señala (1992)= 'M ientras que la
teoría de Althusser sobre la ideología ofrece una visión psicoanalítica la
caniana del sujeto hablante formado dentro del lenguaje, ella evita hacer
la conexión entre esas dimensiones afectivas inconscientes de la ideolo
gía y la m ultiplicidad de relaciones sociales concretas' (p. 176). Yo añadi
ría, y quizá éste sea uno de los puntos de diferencia entre una visión
psicoanalítica e histórico-social de la subjetividad, que la instancia fun
dadora de cualquier dimensión afectiva inconsciente es también social,
pues es en la vida social del sujeto en la que se constituyen las innumera
bles tram as com plejas de su vida afectiva. La propia sexualidad, en su
dim ensión de sentido subjetivo, está afectada por em ociones que se
constituyeron en áreas de la vida social del sujeto, que solamente tienen
una relación distante e indirecta con la sexualidad.
Cada forma de existencia social es portadora de innumerables sen
tidos y significados que resultan de la configuración de aquélla en las
form as actuales de organización subjetiva de los individuos y de las ins
tancias sociales; es decir, que cualquier experiencia social se inscribe en
sistemas de necesidades actuales que tienen un carácter histórico y que
representan complejas síntesis de la historia social del sujeto. El psicoa
nálisis, tanto en la obra de Freud como de Lacan, contribuyó a considerar
Sujeto y subjetividad
los aspectos subjetivos de la ideología y, por tanto, de la vida política y so
cial, aportando para ello un marco teórico con valor heurísitico. Sin embar
go, las propias críticas surgidas en el seno de la teoría psicoanalítica
imponen la necesidad de plantearnos la subjetividad desde otra perspec
tiva teórica que nos permita responder a cuestiones que no se enfrentan
desde la perspectiva psicoanalítica.
Elliott mismo señala una cuestión central para el tema de la subjeti
vidad (1992): *la tendencia [universal del pensamiento de Lacan y sus dis
cípulos] a imaginar que un modo particular de subjetividad, a saber, la
constitución de un vacío inmutable entre el sí mismo y los otros es intrín
seco a la naturaleza del inconsciente imaginario. Contra esta posición he
argumentado que el estudio de las formas ideológicas no es analizar un
imaginario bubierto' o tenvuelto’ de una profunda falta ontológica, sino que
esta más bien relacionado con la exploración de las vías por las cuales
las creaciones imaginarias engendran constituciones del sí mismo que
son autónomas / faciliadoras o alienadas / represivas' (p. 199).
La preocupación expresada por Elliott atañe a cómo explicar produc
ciones diferenciadas del imaginario ante situaciones sociales similares, lo
cual nos coloca en primer lugar en la necesidad de desustanciar los proce
sos de producción subjetiva asociados al imaginario, lo cual queda muy
claro tanto en la obra de Elliott como de Castoriadis. La desustanciación del
imaginario lleva necesariamente a trascender el origen universal atribuido
por Lacan a la producción imaginaria y, simultáneamente, al rescate de un
sujeto productivo, que es algo más que una expresión de lenguaje y deseo
organizada en términos del lenguaje.
Lacan elimina el sujeto como instancia activa y generadora, lenca ján
dolo' dentro de la estructura supraindividual del lenguaje, la cual existe a
priori en relación con el sujeto y no es susceptible de modificación a tra
vés de la acción de éste. Lo anterior lleva a Lacan a comprender el desa
rrollo del lenguaje como un proceso individual de 'implantación', y no
como construcción y producción que se desenvuelve en las relaciones hu
manas a través de la comunicación. Al quedar el sujeto totalmente sub
sumido por el lenguaje, pierde el margen necesario de creación que el
diálogo presupone. En este sentido, el lenguaje representa en Lacan una
estructura universal que se 'im planta' en el plano individual, y que, por tan
to, no se constituye de forma diferenciada mediante la condición históri
ca y social de los sujetos en relación. Es precisamente por esta razón
que Lacan no distinguió lo que quieren decir socialmente el lenguaje de
Auschwitzo el de la carrera armamentista, como decía Elliott.
Desde un punto de vista epistemológico es necesario señalar el her
metismo de las construcciones teóricas de Lacan, que en muchos casos
no guardan relación directa ni indirecta con informaciones posibles del
P rim er p eriodo del d e sa rro llo d e la psicología
momento empírico y, peor aún, el concepto de falta, que es un fundamento
de la armazón teórica lacaniana, es una invención absoluta de Lacan; por
tanto, usado como artículo de fe, quien no lo acepta no puede continuar el
tránsito por los otros momentos de su construcción teórica.
Sockal y Bricmont escribieron (1999) que: "El aspecto más sorpren
dente de Lacan y sus discípulos es probablemente su actitud delante de
la ciencia, privilegiando, yendo a extremos difíciles de imaginar, la teoría'
(o, más precisamente, el formalismo y el juego de palabras) en detrimen
to de la observación y de la experiencia. Además, el psicoanálisis, supo
niendo que tenga una base científica, es una ciencia muy joven. Antes de
lanzarse en vastas generalizaciones teóricas, sería prudente la adecua
ción empírica de por lo menos algunas de sus proposiciones" (p. 47).
Los que han leído mis trabajos saben que no me caracterizo por la exi
gencia de verificaciones empíricas para las formulacionesteóricas; sin em
bargo, considero imprescindible el diálogo y la relación permanente entre
lo teórico y lo empírico dentro del sistema general de producción de cono
cimiento dentro en un marco teórico concreto. Esto es particularmente im
portante cuando se trata de categorías fundadoras de un marco teórico.
Nuestras consideraciones finales sobre el aporte de Lacan para el
desarrollo del tema de la subjetividad son las siguientes:
■ En primer lugar, considero que la obra de Lacan representa una dis
torsión del camino inicial emprendido por Freud, que fue muy bien
aprovechado para avanzar en la construcción del tema de la subje
tividad por un conjunto de autores que, como veremos a lo largo de
este libro, son un referente inevitable en las reflexiones sobre el te
ma (Elliott, Castoriadis, Guattari y Deleuze, entre otros). La obra de
Lacan desplaza el tema de la constitución subjetiva de lo incons
ciente, hacia la comprensión del inconsciente como lenguaje, con
lo cual se pierden instancias constitutivas de la actividad incons
ciente que no aparecen en forma de lenguaje, como pueden ser las
complejas configuraciones emocionales que se presentan en la ex
periencia humana y que nunca se constituyen en forma de lengua
je. Estas emociones quedarían expresadas de forma vaga y oscura
por Lacan dentro del imaginario.
• Lacan tuvo el mérito de haber actualizado el pensamiento psicoa-
nalítico con los adelantos de la lingüística de su época y de haber
avanzado en la comprensión del lugar de lo simbólico en los pro
cesos psíquicos, así como en la comprensión del papel de lo sim
bólico a nivel social. En este sentido, inauguró zonas de sentido
que no estaban contenidas en el pensamiento freudiano, entre otras
cosas por su contexto histórico. Sin embargo, Lacan no consigue
Sujeto y subjetividad
articular sus construcciones dentro de las representaciones más
generales de Freud sobre la psique, a pesar de su insistencia en
ello, creando un inconsciente significante en el que se pierde la
dimensión afectiva.
• La obra de Lacan inició un momento particular en las ciencias so
ciales que tuvo una extraordinaria significación en el desarrollo del
tema del discurso y en el lugarcentral que el discurso alcanzó para
comprender los procesos sociales. Sin dudas, como afirmé más
arriba, la obra de Lacan atraviesa todo el pensamiento filosófico
francés y es, desde mi punto de vista, un antecedente importante de
algunas de las construcciones del pensamiento posmoderno fran
cés. Otra contribución de Lacan fue la eliminación del sujeto, o
más bien su total sumisión a las estructuras del lenguaje, lo cual,
con I igeros desplazamientos, lleva a su eliminación en términos del
discurso.
• La obra de Lacan, lejos detraer nuevas contribuciones en la com
prensión de las tensiones entre lo individual y lo social, termina
ahogando ambos niveles de constitución subjetiva en el lenguaje,
en un lenguaje que no es susceptible de una producción diferen
ciada a nivel del sujeto individual, así como tampoco a nivel de
contextos sociales, histórica yculturalmente diferenciados, que no
encuentran una expresión en los términos universales y estáticos
en los que Lacan cierra su comprensión del lenguaje.
• Finalmente, Lacan concibió un cuerpo teórico hermético y con
frecuencia extravagante que para ser aprovechado precisa ser
compartido, con lo cual pierde capacidad de circulación interdis
ciplinara así como posibilidades de circulación intradisciplinaria.
• M ásqueuna aportación al desarrollo del tema de la subjetividad, La-
can contribuye a su sustitución por lo simbólico, abriendo a partir de
él espacios que son en la psicología más fecundos para produccio
nes lingüísticas que para el fomento del conocimiento psicológico,
lo que genera nuevas zonas de tensión en la producción del pensa
miento psicológico dentro del cual la continuidad lacaniana puede
ser leída en algunas de las corrientes que, paradójicamente, más
se oponen al legado freudiano, como el propio construccionismo
social.
• Lacan es un bello ejemplo de cómo se constituye una institución
dentro de la ciencia. Como analiza Roustang (1990), 'los semina
rios fueron grabados [se refiere a los famosos seminarios que
constituyeron un momento central en la institucionalización del
pensamiento de Lacan] y después escuchados una y otra vez. Si
P rim e r p e rio d o del d e sa rro llo d e le paleología
era posible obtener el texto se lo estudiaba de día y de noche. No
se leía más que a Lacan. Su inmensa erudición, en mi opinión su
perficial, sugería que había agotado la tradición y que lo m ejor era
restringirse a él para conocer la quintaesencia de esa tradición.
Los más valerosos se sumergían en los textos que citaba o en las
disciplinas a las que hacía referencia. Algunos se pusieron a e s
tudiar lingüística, lógica o m atem áticas para intentar reconstruir el
camino que Lacan había seguido o parecía haber seguido (p. 207).
• El párrafo anterior sintetiza con toda su crudeza el clim a psicoló
gico generado por la explosión lacaniana, en la cual se combinan
elementos históricos, culturales, políticos, sociales, económicos y
psicológicos, cuya compleja madeja ha analizado cuidadosam en
te Roudinescoen su biografía de Lacan, pero que necesitan ser re
visados y profundizados. El fenómeno de Lacan, en sus aspectos
sociales y psicológicos, representó para el propio autor la m ejor
corroboración de su teoría en el plano empírico.
Teoría social y el psicoanálisis en transición
Tomo para esta sección el interesante título del libro que nos propone
Elliott (1992), que en mi opinión representa un intento interesante y serio
de elaborar el tema de la subjetividad desde el psicoanálisis. El psicoaná
lisis ha repercutido en la teoría social, ya que fue tomado como el referente
más importante para el tema de la subjetividad, posibilidad que ninguna
de las otras teorías que concurrían con el psicoanálisis en el escenario de
la psicología ofrecía. Además, el psicoanálisis también tuvo un efecto en la
teoría social por su fuerte influencia en la cultura desde la obra de Preud.
El psicoanálisis nunca fue visto como paite de la psicología, sino co
mo una rama particular del conocimiento orientada al estudio de las estruc
turas profundas de la psique humana, las cuales fueron ignoradas durante
un buen tiempo por otras escuelas y tendencias del pensamiento psicoló
gico. Fue precisamente este objeto atractivoy, a su vez, temido, lo que ejer
ció una fascinación en todos los intelectuales que, desde diferentes áreas
del conocimiento, veían en este campo un profundo desafío que sentían
como una gran necesidad para la adquisición de conocim ientos sobre el
hombre y la sociedad.
El psicoanálisis freudiano, a través del complejo de Edipo, presenta
al hombre como dominado por la autoridad del padre, lo cual es fuente de
im pulsos contrarios de sum isión y resistencia a su figura que conducen
a una dolorosa d ivisión del sujeto, división que determ ina un impulso
Sujuto y subjetividad
compulsivo a la conservación en el centro del inconsciente. El sujeto freu-
diano, si es que podemos hablar de esa categoría en la obra de Freud,
se expresa esencialmente a través de tendencias que, definidas en la pri
mera infancia a partir del sentido universal del conflicto entre la figura pa
terna y las tendencias más auténticas del niño, condiciona los procesos
de subjetivación ulteriores, en los cuales la capacidad generativa del su
jeto es nula. Esto implica la presentación de un hombre universal que no
es sensible a procesos nuevos de subjetivación frente a condiciones so
ciales e históricas diferentes.
Sin embargo, algunos autores psicoanalistas que mantienen una lec
tura muy abierta del psicoanálisis y que intentan definir su valor heurístico
para los momentos actuales evitando los reduccionismos mecanicistas de
la liturgia psicoanalítica, como E. Roudinesco, tienen una opinión diferente
en cuanto al lugar del sujeto en la obra de Freud. En este sentido Roudines
co escribe (2000): ‘ El sujeto freudiano es un sujeto libre, dotado de razón,
pero cuya razón vacila dentro de sí misma. Es de su falla y de sus actos, y
no de su conciencia alienada, que puede surgir el horizonte de su propia
cura. Este sujeto no es ni el autómata de los psicólogos, ni el individuo ce
rebro-espinal de los fisiologistas, ni tampoco el sonámbulo de los hipnoti
zadores ni el animal étnico de los teóricos de la raza y la heriditariedad. Es
un ser hablante, capaz de analizarla significación de sus sueños, en vezde
encararlos como el vestigio de una memoria genética" (p. 69).
Sin duda, la autora trata leer el sentido del sujeto freudiano dentro de
la s necesidades actuales de las ciencias humanas, donde comparto
que el sujeto no está en ninguna de las teorías a las que ella se refiere crí
ticamente; sin embargo, creo que el sujeto debe ser construido dentro de
una nueva perspectiva, pues tampoco lo veo en la obra de Freud. La auto
ra plantea un sujeto libre donde Freud vio un sujeto determinado, intenta
rescatar la capacidad de comprensión del sujeto sobre sus sueños, cuan
do siempre fue el psicoanalista el encargado de esta lectura y, finalmente,
es totalm ente congruente con el lugar que Freud da a la conciencia, en
cuanto que reconoce al sujeto como ser dotado de razón pero cuestiona la
capacidad generadora de sus construcciones conscientes.
El sujeto que defiendo, como veremos más adelante, no es un sujeto
trascendental ni el sujeto soberano de la razón, capaz de seguir y actuar
sobre el curso de su razón, pero tampoco veo la capacidad consciente co
mo totalmente alienada, de modo que el sujeto sólo aparece en las fisuras,
en los fallos o en la cadena infinita de los juegos de significante y signifi
cado. El sujetoestá constituido deform a permanente por configuraciones
subjetivas que no hace conscientes, pero al mismo tiem po reproduce
conscientemente un conjunto de proyectos, reflexiones y representaciones
Primer periodo del desarrollo de le psicología
con capacidad de subjetivación, las cuales son fuentes de significados y
i
sentidos cuyas consecuencias en términos del desarrollo de su subjetivi
dad están más allá de sus intenciones y de su conciencia mas pasan a ser
agentes importantes del desarrollo y el cambio producidos desde su acti
vidad consciente.
Me parece que es posible contraponer aspectos implícitos de la on-
tología freudiana a las formas que Roudinesco refiere en que aparece la
imagen del hombre en algunos sectores de las ciencias humanas, profun
damente inspirados en nociones tecnologistas y mecanicistas, muchas de
las cuales operan sobre la base de los más recientes adelantos de la cien
cia y la técnica, y que a partir de esos aspectos de la cosm ovisión freu
diana se erigiera una concepción de sujeto capaz de representar una
alternativa diferente a los intentos antes mencionados. Sin embargo, afir
mar de ahí la existencia de un sujeto en Freud, con los atributos que Rou
dinesco señala, no es justificado.
Creo que la forma en que los problemas aparecen en la obra de Freud,
j i la riqueza de las metáforas y el uso de los mitos, hace difícil definir con cla )
ridad los limites de su expresión, con lo cual las lecturas de sus obras tie
nen elementos que facilitan al lector 'ver' lo que piensa en los términos que
Freud emplea. Esto conduce a unfenómeno muy común en todos los auto
1
res cuyo pensamiento ha sido institucionalizado.- se termina haciendo 'ha
blar' al autor, más allá del sentido real de sus construcciones fundadoras. I
s f
Así, por ejemplo, R. May señala algo que comparto plenamente (1974): 'Fue
la omnipresente mitología de Freud, como el mito de Edipo, y su permanen
te habilidad y coraje para pensar mitológicamente los que lo salvaron de las
implicaciones mecanicistas de su determinismo' (p. 1 2 0 ). II
Algunos representantes de la Escuela de Frankfurt (Marcuse y Ador
no, por ejemplo) intentaron explicar los complejos procesos que Freud si
tuaba en los marcos de la relación del niño o niña con sus padres, dentro
del contexto social ypolítico generado por el capitalismo. Para Adorno, la
'sociedad totalmente adm inistrada' manipula de forma creciente los pro
! cesos inconscientes y con ello liquida la capacidad del sujeto para la indi
•> viduación, la reciprocidad emocional y la comprensión humana. Deforma
i muy similar, Marcuse nos habla de una rápida desintegración del ego au
tónomo, Para ellos, el desarrollo de un modo totalmente racionalizado y
despersonalizado conducía a la pérdida de la autonomía y la espontanei
dad del sujeto llevando a un proceso de masificación facilitado por los me
dios masivos de comunicación que desembocaba, en la opinión de
Marcuse, en el 'hombre unidimensional'.
En los trabajos de Adorno y Marcuse se intenta relacionar las carac
terísticas del sujeto psicológico con sus condiciones sociales y políticas
I
Sujeto y subjetividad
de existencia en el capitalismo, se intenta hacer explícitas las caracterís
ticas psicológicas del sujeto a través de los procesos implicados en sus
relaciones sociales, lo cual representa un gran avance en relación con la
forma en que Freud se representó la dinámica psíquica. Marcuse argu
mentaba que el sujeto moderno es un producto pasivo de los determinan
tes sociales; traza un sujeto totalmente ‘sujetado’ por las condiciones
sociales en que vive y no explica la condición de ese sujeto como agente
de cambio, pues mantiene una condición de pasividad que es inherente al
esquema freudiano. Por tanto, tiene raíces teóricas en la obra de Freud.
Elliott, en lo que considero una de las grandes virtudes de su trabajo,
intenta defenderlas posibilidades del modelo freudiano para explicar la au
tonomía y la individuación del sujeto, lo cual efectúa muy bien como elabo
ración de su pensamiento que, más que partir de Freud, representa una
extensión creativa de sus ideas. En este sentido, Elliott escribe (1992): *EI
complejo de Edipo no debe enfocarse como un proceso que conduce a una
introyección uniforme y represiva de la ley. El Complejo de Edipo irrefu
tablemente (instantiates) instaura la ley insconsciente de la sociedad hu
mana, un foco intersubjetivo que también enfatiza que él representa una
crucial interacción socio-afectiva desde la cual se desarrollan la auto
nomía y la individuación. Sobre esta visión, el padre, en el Complejo de
Edipo, puede ser tanto un compañero en la comprensión emocional y afec
tiva, como un "modelo” que es represivamente internalizado" (p. 238).
Esta interpretación de Elliott que abre las posibilidades de subjeti-
vación de la figura paterna, conduciría a comprender esa relación en su
verdadero carácter subjetivo, es decir, como fuente de numerosas alter
nativas de sentido subjetivo y significación que dependerían de la calidad
de la relación personal con el padre, lo cual nos llevaría a un complejo de
Edipo histórico,constituido socialmente, que no es la forma en que Freud
presentó esta categoría.
__ Habermas, siguiendo el esquema original de la Escuela de Frank-
furt, conservó el énfasis en la racionalización y burocratización creciente
de la sociedad moderna. Sin embargo, a diferencia de Marcuse y Adorno
reconoce posibilidades de autonomía y unidad al sujeto. Habermas ana
lizó la dinámica de la intersubjetividad y se centró en las prácticas lin
güísticas cotidianas, afirmando que el lenguaje, a la vez que deforma en
términos sociales, también tiene autonomía, comprensión y consensos co
mo base normativa. Para Habermas, las posibilidades emancipatorias
están en la posibilidad de crear procesos dialógicos y acciones comuni
cativas que favorezcan la autorreflexión crítica.
En Habermas se desplazan las categorías constitutivas del sujeto
al espacio intersubjetivo y se sitúan en el lenguaje las posibilidades
P rim a r p eriod o del d e s a rro llo de la psicología Sujeto y subjetividad
emancipatorias, lo que expresa una semejanza con la obra de Lacan. Sin primarios y que en la obra de estos autores alcanza una definición subjeti
embargo, a diferencia de Lacan, planteaba la posibilidad de una acción va nunca hecha explícita por Freud, en el sentido de una ontología diferen
emancipatoria a partir de procesos de la práctica social. Habermas ana te que no procede linealmente de ninguno de los procesos que participan
lizó las patologías internas y las distorsiones como producto de la dialéc en su determinación. La definición de lo imaginario en estos autores es muy
tica de la intersubjetividad. diferente que en Lacan.
En opinión de Elliott (que comparto, 1992): ‘ Los temas de la fragmen En la definición que presentan tanto Elliott como Castoriadis, lo ima
tación y la dispersión desarrollados en la teoría crítica, la teoría social ginario aparece como una dimensión constitutiva de la psique que es irre
inspirada en Lacan,y el postestructuralism o.noconducen,desde mi pers ductible a otros procesos de naturaleza social, com o el lenguaje o el
pectiva, a una adecuada teoría del sí-mismo, los procesos sociales, ni de discurso, en relación a los cuales estos autores se sitúan críticamente fren
la relación de uno con otro. Apoyándose sobre la teoría psicoanalítica pa te al desplazamiento lacaniano de la organización imaginaria para la orga
ra demostrar que el sujeto humano está radicalm entefracturadoy descen nización simbólica del inconsciente. Elliott escribe! 1992): 'M uchos de esos
trado, los enfoques anten ores proyectan de aquí, en sus vías más variadas, temas sobre 'la muerte de lo imaginario' han sido también reproducidos en
un nivel inverso de la incorporación social. La psique humana es vista co diversas posiciones dentro de la teoría social moderna. Jean Baudrillard se
mo siendo obedientemente ordenada dentro de los modos más sistémicos refiere al imaginario posmodemo como un Simulacro' de repeticiones infi
de exigencias del sistema social, traumáticamente dividido entre una uni nitas; Roland Barthes a una imaginación dispersa a través de nuestra fcivi-
dad imaginaria y una turbulenta fisura' (p. 241). lización de la imagen', y Jacques Derrida a la imaginación como el efecto
Elliott, en el libro cuyo nombre tomé como título de esta sección, se de una lingüística 'play of différance'. De acuerdo con esas imágenes de
propone rescatar el valor de lo im aginariocom o momento constituyente de nuestro universo social en la modernidad tardía (o postmodema), lo imagi
la psique que no sólo distorsiona y aliena de forma narcicista al sujeto, si nario no está simplemente en un estado de crisis sino que ha sido tragado
no que es parte esencial de susopciones emancipatorias. El rescate de lo como un efecto del lenguaje, lo simbólico y el texto' (p. 244).
imaginario como constituyente del sujeto y de la sociedad, como sistema En la cita anterior Elliott defiende el imaginario como una instancia
que define la posición de los sujetos y grupos sociales desde una ontolo- constitutiva de la subjetividad que se diferencia de lo simbólico y que ex
gía propia, que no puede ser reducido a lo social de forma directa, así presa el carácter primario, constitutivo, de las necesidades y el deseo,
como tampoco al lenguaje o al discurso, constituye un elemento esencial aspectos que van a sertratadosde manera totalmente secundaria y sepa
en la transición del psicoanálisis hacia una teoría de la subjetividad fun rados de todas las formas de las prácticas sociales dentro de la hegemo
dada en lo histórico y lo social. nía absoluta de los procesos simbólicos.
Las construcciones imaginarias representan alternativas que pueden Elliott plantea una cuestión que es crucial para el tema de la subjeti
ser emancipatorias frente a los discursos dominantes, y es precisamente vidad: tó m o aproximarse mejora las nuevas configuraciones del imagina
esta capacidad imaginaria la que mejor expresa la capacidad fundadora de rio en la presente era...' (p. 244). Reconocer la continua reconfiguración de
la subjetividad en los procesos sociales. El sujeto no es un reflejo ni un epi lo imaginario en condiciones históricas y culturales diferentes es esencial
fenómeno de otros procesos, sino que representa una instancia de ruptu para trascender una visión especulativa y ahistórica que termina negando
ra generadora, capaz de asumir opciones diferentes frente a la situación en su cualidad esencial: su capacidad generativa en términos imaginarios,
lasque vive. Este sujeto, sin dudas, está constituido subjetivamente, cons que yo definiría como capacidad generativa de nuevos sentidos subjetivos
titución que en algunos casosforma una barrera y en otros un elemento fa frente a nuevas condiciones de vida, que de forma constante remite a la
cilitador de sus posiciones activas. creación de nuevas formas de vida que participarán en la génesis de nue
Elliott enfrenta críticamente las posiciones orientadas a la muerte del vas formas de subjetivación, en lo que caracteriza el movimiento infinito de
sujeto y la muerte de lo imaginario, como lo han hecho también Castoria- la cultura humana.
dis (1992) y Touraine (1999). El desarrollo de una teoría de la subjetividad Este lugar atribuido a lo imaginario en el desarrollo social rompe con
requiere una definición ontológica que, en algunos autores psicoanalis todo intento de sujetar la subjetividad a estructuras invariables y a históri
tas que considero de transición (como Elliott y Castoriadis) es definida cas, así como de restringir la historia a leyes objetivas que se imponen a
en el im aginario, asumido a p a rtird e la definición de Freud de procesos través de determinantes que terminan definiendo las determinaciones
P rim er periodo d el d e s a rro llo de la psicología
subjetivas, las que aparecerían más como resultado, en forma de reflejo o
de comportamiento, que como instancia generativa constitutiva y consti
tuyente del desarrollo social. Esta perspectiva cambia por completo la for
ma en que se presentó históricamente la relación entre lo individual y lo
social y consigue una integración dialéctica que no se integra necesaria
mente en nuevas síntesis, sino que se abre en el infinito de sus fuerzas
constitutivas y genera con ello una diversidad de formas de expresión, to
das com prom etidas con las acciones, significaciones y sentidos produ
cidos en la dimensión que los autores de referencia han definido como
imaginario.
E mpleo la palabra configuración, que Elliott usa en su sentido semán
tico, como categoría para dar cuenta de las formas de organización de la
subjetividad individual (1989,1995), y no es casual que la categoría apa
rezca en autores diferentes (Morin, 1999; Castoriadis, 1992) precisamente
para referirse a procesos de la subjetividad humana. En mi caso, he legi
timado el valor teórico de la categoría por su idoneidad para explicar pro
cesos organizativos de la subjetividad que tienen naturaleza procesual. A
través de estos procesos de nuevas configuraciones subjetivas, Elliott,
Castoriadis y Guattari, a pesar de sus diferencias, se separan de la sus-
tanciación del inconsciente que defiende la institución psicoanalítica en
sus diferentes variantes.
En un completo replanteamiento de la relación entre lo simbólico y lo
imaginario definida por Lacan, Elliott escribe (1992): *Lo simbólico, por el
contrario, depende de las continuas estructuraciones del imaginario, com
prendiendo como la transformación de un orden virtual de bbjetos fantasio
sos’ se conviene en una matriz de formas comunes y sociales' (p. 246). Con
esto Elliott, al igual que Castoriadis, concede un lugar fundante a lo imagi
nario, lo que es decisivo para la comprensión del fenómeno subjetivo.
Una cuestión esencial que se presenta como inevitable a la hora de
discutir el tema de la subjetividad desde la perspectiva psicoanalítica es la
constitución subjetiva del género, la cual está en el centro del desarrollo de
la teoría social. Uno de los aspectos más cuestionables del psicoanálisis en
esta cuestión, fue la universalidad en la que presentó los procesos identi-
ficatorios que, en realidad, funcionan como producciones sociales que
existen no sólo en el lenguaje, sino que se encuentran profundamente con
figuradas en el imaginario. Como señala Elliott (1992): ‘ Dentro de los pará
metros masculinos existentes en el discurso simbólico, hay simplemente
una ausencia de cualquier representación desde la cual las hijas se puedan
identificar con sus madres (-] como agentes autónomos y creativos’ (p. 251).
La afirm ación anterior de Elliott es fundam ental pues coloca a la
madre dentro de un discurso sim bólico que sólo es legítim o dentro de
Sujeto y subjetividad
determinado contexto cultural e histórico, lo que implica que al cambiar di
cho contexto y, por tanto el discurso, se modifiquen los procesos de sub-
jetivación asociados a aquél. Con esto se de sustancia la representación
dominante de la madre en el discurso psicoanalítico y se presenta a ésta
como sujeto de relación susceptible de generar sentidos psicológicos di
ferentes en el proceso de relación con sus hijos. A lgoque Elliott no consi
dera, a pesar de su crítica a la fijación de Lacan y de muchos autores de las
corrientes posmodernas del pensamientofrancés, a lo simbólico, dentro
de cuyas m anifestaciones al discurso se le atribuye un valor muy particu
lar, es que no existe una madre universal sujeta únicamente al discurso
social dominante, sino que en el plano singular el sentido subjetivo de la
madre está en estrecha relación con la cualidad de las relaciones con el
hijo o la hija y con el clima dominante en la familia, donde se generan pro
cesos de subjetivación que implican sujetos singulares que pueden inci
tar momentos de ruptura y resistencia al discurso social dominante.
La desustanciación de una forma genérica de subjetivación universal
en relación con cualquiera de las figuras paternales no marca solamente
un cambio de rumbo en relación con las posiciones del psicoanálisis
sobre la cuestión de género, sino un momento esencial para el estableci
miento de una teoría de la subjetividad de carácter histórico-cultural. La
concepción lacaniana del padre y la madre, aunque coloca a ambos en una
dimensión simbólica, distorsiona totalmente las posibilidades de proce
sos diferenciales de subjetivación a partir del sentido universal que da a
ambas figuras dentro de la "falta original" que sufre el sujeto. De esta for
ma, Lacan dejó de lado los aspectos sociales y políticos en su representa
ción de género.
En crítica al papel secundario que Lacan otorga a los procesos ima
ginarios en la construcción del género, los cuales aparecen como un efec
to de lo simbólico, aspecto que caracteriza todo el pensamiento lacaniano.
Elliott afirma (1992)= "El problema principal en las concepciones de género
de inspiración lacaniana no tiene mucho que ver con su énfasis en el po
der estructurador de lo simbólico -claram ente algún nivel de intervención
simbólica es esencial para la misma articulación de la subjetividad- sino
más bien la afirmación de que éste es un proceso unilateral de organiza
ción psíquica. Que las dim ensiones imaginarias profundas de la sexua
lidad humana son sólo constituidas como el efecto de una estructura
simbólico/linguistica dada..." (p. 255). Esto es importante no sólo en el aná
lisis de la cuestión de género, sino en toda la concepción de Lacan en re
lación con la subjetividad.
El trabajo de Elliott tiene una gran trascendencia para el tema de la
subjetividad, no sólo porque plantea el compromiso permanente de los
Prim er periodo del d esa rro llo de la psicología
procesos de subjetivación con el contexto histórico-cultural dentro del su
jeto, sino también porel protagonismo que da al sujeto en sucarácterac-
tivo y creativo, en el proceso de subjetivación de las influencias sociales.
En tanto, sería un error, como he argumentado largamente, comprender el
impacto del campo social sobre la psique como algo unificado y totalm en
te envuelto. Por el contrario, la psique y el campo social se entrelazan en
form as complejas y contradictorias. En esta conexión, y o he argumentado
que los sujetos humanos nunca están pasivam ente‘ formados* por las for
mas simbólicas y culturales, sino activamente implicados e interpretando
creativamente tales significaciones a la luz de su actividad representacio-
nal‘ (1992. p. 258).
Elliott se plantea la formación social de la subjetividad, pero en el cur
so de un proceso activo dentro del cual el sujeto actúa de forma creativa,
representando un momento cualitativo esencial de este proceso, lo cual es
crucial para comprender lo subjetivo.
La subjetividad no aparece como la reproducción de ninguno de los
sistemas externos o diferentes a ella que participan en su desarrollo, sino
algo diferente que se forma dentro del campo de acción del sujeto y que
abarca las form as actuales de organización de su subjetividad individual.
Elliott destaca la idea de una organización profunda de la subjetividad
comprometida con los escenarios sociales en que se desenvuelve el su
jeto. Esta idea seexpresa con fuerza en la siguiente afirmación (1992): 'Los
placeres inconscientes obtenidos a través de la representación, son orga
nizados siempre dentro de las relaciones de poder de formas específicas
de vida social e institucional. La reproducción de sistemas representacio-
nales de todo tipo, desde las imágenes de la sexualidad en un filme o en
la televisión, hasta la medicación y el control técnico de la enfermedad y la
muerte en la vida social moderna, toca profundamente nuestras Inversio
nes inconscientes’ (p. 263).
Lo que Elliott se representa como inconsciente puede ser un punto
de discusión; sin embargo, logra una representación dialéctica y comple
ja de la relación entre la psique y lo social, del cual son constitutivos pro
cesos inconscientes de sus protagonistas, que siempre son parte de estos
procesos desde su condición humana y no mesiánica, como con frecuen
cia son mitificadas las figuras importantes de la historia durante los perio
dos en que ejercen el poder. Esta condición humana de los protagonistas
de los procesos sociales define, entre otros factores históricos y socia
les que siempre los constituyen a ellos mismos, la constitución imaginaria
de los procesos sociales, cuya significación en términos objetivos es sólo
una expresión imaginaria generada por el própio poder.
La compleja evolución de la familia psicoanalítica hasta llegar a figu
ras como Elliott, Guattari y Castoriadis queda representada muy bien en el
Sujeto y subjetividad
título de esa obra tan atractiva de Elliott con que nombré esta sección:
'Teoría social y el psicoanálisis en transición', integración que marca de
forma profunda el desarrollo de la teoría social más comprometida con la
significación de los aspectos subjetivos en la historia.
Elliott podría integrar el capítulo de la aparición de la subjetividad en
psicología; sin embargo, su lógica está tan asociada con la reflexión so
bre la significación de Freud y Lacan para la teoría social, que me pareció
más importante articularlo en élbloque de la familia de lasteorías psicoa-
nalíticas para los efectos de los objetivos de este capítulo. Tiene un costo
en cuanto orden cronológico, pero nos permitió seguir una de las expre
siones fundamentales de la teoría psicoanalítica¡ sus repercusiones en la
teoría social.
Dejo al lector el balance de este complejo devenir histórico del psi
coanálisis en relación con el desarrollo de una teoría de la subjetividad y
entro nuevamente en una derivación del pensamiento psicoanalítico que,
a través de influencias complejas y diversas, representó el surgimiento de
un nuevo campo fundacional del pensamiento psicológico: la psicología
humanista.
La paleología humanlata: au aporto on ol camino
do doaarroHo do la teoría do la aubjotlvldad
El análisis de la psicología humanista está estrechamente relacionado
con la reorganización del pensamiento psicológico norteamericano y mun
dial después de la Segunda Guerra Mundial, cuando importantes psicólo
gos europeos se establecieron en Estados Unidos (K. Lewin, K. Horney y
otros), así como con el surgimiento de una visión del mundo propia del
exietencialismo y la fenomenología, que enfatiza al individuo como centro
de sus preocupaciones, presentando una visión de individuo en que apa
rece como dueño de sus decisiones y como ser soberano, capaz de ejer
cer el derecho autodeterminado de su libertad. Sin embargo, desde esta
perspectiva se rescata al individuo como sujeto activoy creativo, capaz de
asumir posiciones ante las situaciones que enfrenta, lo cual no habían lo
grado el psicoanálisis ni en el conductismo.
El humanismo representa, junto con el enfoque histórico-cultural, una
corriente de pensamiento en la que los principios fundadores no están
cristalizados en un hermetismo epistemológico que impide toda reflexión
o cambio por parte de sus seguidores, como pueden ser el deseo como fal
ta original en la obra de Lacan o el principio de la pulsión o la represión en
la obra de Freud. Los autores humanistas parten de un conjunto de cos-
movisiones compartidas, que se expresan en diferentes construcciones
Prim er periodo d el d e sa rro llo de la paleología
teóricas sobre el hombre, apoyadas en sistemas de categorías también
distintas. De hecho, cada autor humanista nos presenta una teoría propia
sobre los problemas concretos que lo ocupan.
El humanismo nos presenta un sujeto capaz de autodeterminarse,
autorrealizarse, autoactualizarse, etc., con lo cual vuelve en cierta medida
al sujeto soberano que dominó el pensamiento moderno: sujeto racional,
dueño de sus actos y dom inado por impulsos sanos, lo cual representa
una visión inadecuada de ese sujeto, pues aunque destaca aspectos po
sitivos del crecimiento personal, no consigue separarse de la concepción
de hombre como portador de una esencialidad inherente, heredada de la
visión dominante en el psicoanálisis. Ahora bien, esta perspectiva se dife
rencia de la concepción psicoanalítica en un aspecto básico para la com
prensión del hombre como sujeto: la capacidad para actuar siguiendo
convicciones y principios personales que, en sí mismos, son generadores
de subjetivación y no simplemente la expresión de fuerzas ocultas.
Pienso que la separación de lo consciente v lo inconsciente ha repre-
sentado una dicotomía similar a la establecida entre lo social v io individual,
pues si bien el hombre no es consciente de los elementos de sentido so
bre los que subjetivamente se configura su expresión, su producción per
sonal se expresa a través de ^entidos subjetivos que se organizan en el
marco de su acción, proceso en el que intervienen elementos de sentido
procedentes deTñúltiples configuraciones d e la personalidad que, en ese
^momento concreto, sor\su sce p tibles de una reconstrucción consciente por
parte del sujeto, o sea, pueden aparecer organizados eriTepresentacionés
conscientes sin que por elfo aqüélTos'sentidos pasen a ser conscientes en
cuanto unidades de conciencia totálrné'ñté asequibles ai sujeto. Debemos
romper con el concepto representacionista de la conciencia, en gran parte
manejado por Freud, orientado a comprender la conciencia como conjun
to de representaciones que pasan a tener el estatus de accesibilidad del
sujeto, lo que deviene en algo así como un almacén de representaciones
■disponibles”. —
Los conciencia humana se organiza, se expresa y se desarrolla en la
continua procesualidad del sujeto, quien en sus complejas operaciones
reflexivas, representacionales y constructivas articula elementos de sen
tido muy diversos en los diferentes momentos de su expresión, algunos
de los cuales pasan a serfocos de nuevas representaciones relativamen
te estables, que el individuo focaliza en su espacio consciente volitivo por
algún tiempo, mientras que otros lescapan' de la organización conscien
te a pesar de haber formado parte de ella. El estatus del sentido subjetivo
en los procesos de $¡gniíicac¡ón es siempre su carácter parcial y defor-
Su jato y subjetividad
q^Dsííucción significada consciente del sujeto. Por tanto, lo que debe ser
superado (algo que los autores humanistas no consiguieron) es la repre- «-
sentación de los contenidos inconscientes como susceptibles de apa
recer integralmente en una representación consciente.
La idea de representarse consciente e inconsciente como conjuntos
de elementos acabados que existen en estratos diferentes de la organiza
ción mental y que pueden pasar en su condición de unidades constitutivas
de cada uno de estos estratos al otro sin ninguna modificación fue sólo
una expresión del pensamiento mecanicista de Freud, en el que los ele
mentos de la psique aparecían como constitutivos del todo, sin que su
condición elemental estuviera inf luida por los procesos organizativos más
generales del sistema del que formaban parte.
La actividad consciente del sujeto genera en el curso de su expresión
personal procesos de subjetivación nuevos, cuyos resultados pasan a ser
parte de las configuraciones implicadas en el curso de su acción o dan lu
gar a reestructuraciones de esas propias configuraciones en dicho proce
so. Los autores humanistas subrayan el carácter procesual del sujeto; sin
embargo, no llegan a superar la concepción de la conciencia como “la
capacidad para sacara la luzlos aspectos inconsclentes'.con lo cual man- >.
tienen la simplificación que caracterizó el Qpnsamiento de Freud en el tra- 53
tamiento de este complejo problema.
Rogers recalca la dimensión procesual del sujeto en el curso de su% V
acción, mientras que Allport se preocupa por la organización de ese suje
to, lo cual marca una diferencia entre ellos. Éste es uno de los legados in
teresantes de la psicología humanista: sus representantes no tienen que
compartir una macroteoría común. Allport expresa con más claridad su
preocupación por el desarrollo de un modelo teórico para comprender la
organización de la psique (1967): “...en el fondo, la actitud existencia lista en
el estudio del hombre es insistentemente ideográfica. Sin embargo, no nos
ha ofrecido hasta ahora métodos especiales para representar la estructu
ra única de las personas. Naturalmente, el método adoptado es el fenome-
nológico, pero es difícil precisarcómo puede usarse para una apropiada^
"comprensión confiaürativa. Se han empleado la ficción y el drama (Camus,
Sartre), y el estudio dpraqrm (Minkowski, Binswanger). Pero no se han ela-
boradoen este movimiento métodos autént icamente nuevos para la repre-~
sentación de la individualidad' (p. 648).
Eniamado’ ae alerta que hace Allport es fundamental, pues la ads
cripción a la fenomenología, así como a otros enfoquesf ilosóficos, apare
ce más como opción declarativa frente a las presiones del positivismo,
pero sin dejar claro las opciones metodológicas concretas que se derivan
de esas posiciones para el campo de la psicología en general y para sus
Prim er periodo del d esa rro llo de le psicología
propios abordajes particulares. Por otra parte, en la cita anterior se exp^p-
sa algo muy importante: definir la forma de organización de la individuali
dad del sujeto singular, quien no desaparece por detrás de su expresión
procesual. Esta énfasis ten la parte procesual es com ún aj enfoque huma-
nista de Rogers y a las posiciones de Peerls en la terapia gestáltica; sin em
bargo, no fue compartido de igual forma por los otros autores humanistas.
La~procesualidad defendida por algunos de los psicólogos huma
nistas. especialmente Rogers.^iq n ificó una forma de oponerse a la *sus-
tanciación* de los elementos de la vida psíquica que se expresó_eri.fíl
psicoanálisis, contra 10 cual también se manifestaba Lacan. Cpmo quiera
que sea, este planteamiento llevado^ su extremo nos deia sin teorfa_de la
personalidad, sin teoría general déla subjetividad individual, lo que se ma
nifiesta con toda su nitidez en lasposicioneslJé la terapia gestáltica.
El modelo de hombre que defiende el humanismo se apoya deform a
explícita en fuentes teóricas diferentes a aquéllas sobre las que se erigie
ron el conductismo y el psicoanálisis, a pesar de que, en relación con el
conductismo, se dan algunas influencias comunes, aunque hayan tenido
efectos diferentes en cada una. Así, por ejemplo, en el humanismo nortea
mericano, además de las influencias filosóficas centrales que ya comen-
« tamos, influyeron también el pragmatismo y el funcionalismo, en tanto el
enfoque de los pensadores humanistas está más centrado en la adapta
c i ó n del hombre al medio, aunque esta adaptación sea creativa y activa.
De hecho, no se reconoce el medio social como una realidad diferente de
aquélla definida por la relación directa entre los hombres, con lo cual el hu
manismo no consigue explicar ni los aspectos ocultos en los discursos so
ciales explícitos, ni de los complejos procesos de la subjetividad social y
la forma en que se expresan a nivel individual ni de la organización subje
tiva que impide al hombre la total visibilidad de su constitución subjetiva.
A pesar de la crítica anterior, el humanismo, como indicamos, repre
senta un momento importante en Ia historia del tema d e la su b je tivid a d.en
p rimer lugar por su aproximación histórico-social a los procesos de suf r
jetivación humana. En mayor o menor medida todos los autores humanis
tas son sensibles a la significación de lo social en ePdesarrollojJSjguicp;
sin embargo, muy atados todavTá a una naturaleza humanaTíñiversaU ipn-
d e n a conferirle capacidades y tendencias que son un resultado histórico,
constituido por el contexto en que adquieren sentido los procesos de sub-
jetivación del hombre. En este sentido R. May, quien presenta un análisis
excelente de los procesos de subjetivación que acom pañaron el desa
rrollo déla angustia en diferentes momentos históricos,* es una excepción
entre los autores humanistas.
'V éase R. May. P sicología e dilem a hum ano, 1974
Sujeto y subjetividad
,-EI humanismo da significado psicológico a un conjunto importante de
cuestiones o ue prácticamente fueron omitidas por los otros enfoques, como
la cuestión del sentido de la vida, la concepción del mundo, la organización
psicológica compleja d e jo s valores, etc. Se.coloca en la perspectiva de
un sujeto cuyas construcciones representan importantes motivaciones del
comportamiento, locual también aparecióconparticularfuerza en el marco
soviético original del entogue histórico-culrurai.
Rogers definió la congruencia como la capacidad del hombre de sig
n if ic a r los d ife rentesasoectos de la experiencia. No comparto esta defini
ción, aunque si creo en la capacidad de congruencia del ser humano como
uno de los aspectos más interesantes en el estudio de la subjetividad. Pa
ra mí, la congruencia se define por la capacidad del sujeto para generar una
emocionalidad que acompañe sus procesos constructivos y su desarrollo,
aunque haya múltiples contradicciones en el curso de estos procesos. La
emocionalidad que acompaña a un creador en su obra se expresa de for
ma simultánea por varios canales, pues es diferente como en cada perso
na; sin embargo, es una emocionalidad que lo exalta, lo conmueve, lo
desafía, lo niega y lo afirma en el propio curso de la creación, de la que es
inseparable pues es la única posibilidad del sujeto para encontrarse con
ese estado.
El humanismo entra sin fórmulas maniqueas o universales en el com
plejo mundo del desarrollo de la motivación del sujeto, que analiza en su
condición procesual compleja y para el cual algunos exponentes intentan
construir teóricamente las formas de organización que acompañan esta
procesualidad. Así, por ejemplo, R. May escribe (1974): ‘ La dicotomía del
espíritu y cuerpo del siglo xvii asumía ahora la forma de una separación ra
dical entre la razón y la emoción, con el esfuerzo voluntarista (Voluntad) en
tronizado como agente de decisión- yesto resultaba, generalmente, en la
negación de las emociones. La creencia del siglo xvn del control racional
-dslasem nninnfts s^convertia ahora en el hábito de represión de las emo
ciones. Esta falta de unidad cultural y psicológica iría a producir la falta de
de personasen el siglo xx‘ (p.5).
En el formidable análisis anterior, el autor está mucho más cerca de
la crítica de Foucault a la forma esencialista en que se presentaron los mo
delos de sexualidad y motivación en la teoría psicológica, los cuales fue
ron mucho más una expresión de las formas en que se reorganizaban
nuevas relaciones de saber y poder, que a la forma tradicional en que el
tema ha sido tratado por la psicología. No obstante, a diferencia de Fou
cault, define la forma histórica en que el sujeto individual subjetiva su ex
periencia histórica personal y destaca la especificidad de las emociones
como dimensión constitutiva de ese proceso a nivel individual.
Prim er periodo del d e sa rro llo d e la psicología
Altport también trabaja en la diferenciación de los momentos biológi
cos de la motivación y la motivación como proceso complejo de la perso
nalidad. En este sentido expresa: ‘ El sistema entero constituye un todo [se
refiere al sistema de la personalidad]. Si el impulso biológico desempeña
un papel (sed, hambre, sexo) en el proceso, ese papel no es el de los mo
tivos, sino el mero estado irritable de tejidos corporales, integrado dentro
de un sistema psicofísico intrincado y personalizado. Por ejemplo, los mo
tivos llamados de ordinario sexuales suponen sin duda, una capacidad
biológica común, pero el funcionamiento concreto de esta capacidad en%
cada vida es muy diferente" (1965).
Por supuesto que a la afirmación anterior de Allport se le pueden se
ñalar críticas, pues la propia capacidad biológica de la sexualidad no es co
mún. Sin embargo, lo central en el mensaje del autor es su llamado a no
confundir el momento biológico de cualquier motivo con la constitución
psicológica compleja de aquél, lo cual apunta a la definición del carácter
subjetivo de la motivación humana, tema que, como veremos más adelan
te, ha sido ignorado por la mayoría de las teorías psicológicas actuales.
Los psicólogos humanistas definen el estatus psíquico específico de
la motivación humana a través de form aciones complejas que represen
tan unidades funcionales de cognición y afecto, precisamente en la forma
en que fue visto por los fundadores del enfoque histórico-cultural. En re
lación con la concepción de la motivación que propone, la cual es en
esencia una concepción histórico-cultural de la motivación, Allport agre
ga (1967): “Naturalmente, aceptamos de buen grado que las motivaciones
adultas reflejan a menudo los im pulsos instintivos sexual y agresivo;
también reconocemos que pueden hallarse huellas de motivaciones infan
tiles en alguna conducta adulta (especialmente de tipo neurótico). Pero no
creemos que esta interpretación de Freud pueda explicar la diversidad, uni
cidad y contemporaneidad de la mayor parte de la motivación adulta' (p. 11).
El tema de la motivación vio grandes aportaciones de los autores hu
manistas; sin embargo, en este momento de fiero rechazo al sujeto indivi
dual y a los aspectos constitutivos de la psique humana, entre los cualés
la motivación tiene un lugar fundamental, los humanistas son rechazados
por muchos circuios de la psicología. Los psicólogos humanistas también
tienen la desventaja de ser representantes de la psicología norteamerica
na, que se caracterizó por adaptar el hombre al medio, por facilitar proce-
\ sos adaptativos que funcionaran de forma eficaz en la actividad humana,
j- destacando el u sod e la técnica en el desarrollo de la adaptación humana.
Aunque en general todos los psicólogos humanistas son contrarios
a la tecnocratización de los procesos del desarrollo humano, así como a la
supresión de los síntomas y a las clasificaciones semiológicas universales
Sujeto y subjetividad
sobre las que se apoya el diagnóstico psicológico, para muchos la inter-
pretación humanista del hombre representa un caso de la simplificación
dominante en el contexto pragmático norteamericano. Con todo, a pesar
de la indiscutible influencia del pragmatismo en el humanismo estos pen
sadores opusieron una clara resistencia a las fórmulas metodológicas
conductistasy positivistas y representaron la corriente psicológica que de
forma más contundente y explícita se pronunció críticamente en los temas
metodológicos.
El pragmatismo de James está muy cerca del existencialismo en la
consideración de aquel de que la verdad sólo existe para el individuo en
la medida en que la convierte en acción, lo cual lleva a un énfasis muy
grande en el inmediatismo de la experiencia. En este sentido es muy reve
ladora la cita de P. Tillicht* "La semejanza de los filósofos americanos Wi-
lliam James y John Dewey, y los filósofos existenciales están reclamando
contra las conclusiones del pensamiento ‘ racionalista’ , que equipara la
realidad como el objeto de pensamiento, con relaciones o Esencias", y de
fendiendo la realidad tal como los hombres la experimentan en su existen
cia real. Por consiguiente, ellos se alinean con todos aquellos que han
considerado la experiencia más inmediata del hombre más completamen
te reveladora de la naturaleza y de los trazos de la realidad de lo que la ex
periencia cognitiva del hombre’.
El humanismo construye la dimensión no distorsionadora, no oculta
del ser humano, con lo cual ayuda en la formulación del cuadro complejo
real en el que se expresa la subjetividad, más allá de su conciencia teóri
ca, la cual también está orientada a la representación de un sujeto univer
sal, sólo que destaca su lado ‘ bueno’ y optimista. Los autores humanistas
se replantean muchas de las categorías que aparecían de forma universal
en el psicoanálisis, Porejemplo. R~May ofrece el siguiente análisis (1974)=
‘ Lo que está faltando [en la constitución de las relaciones humanas] es un
concepto de encuentro, dentro del cual y sólo dentro del cual la transferen
cia debe ser entendida como la distorsión del encuentro. Como no existía
ninguna norma de encuentro humano en el psicoanálisis, ni un lugar ade
cuado para la relación yo-tú, tendría fatalmente que ocurrir una supersim-
plificación y dilución de la relación amorosa’ (p. 1 2 6 ).
El análisis de R. May revela una tendencia general de los autores hu
manistas, que es la de considerar los principios fundantes de las relaciones
y motivaciones humanas, en los propios espacios en los que dichas relacio
nes y actividades se expresan, con lo cual rompen con la arraigada tenden
cia psicoanalítica de definir los procesos actuales por determinaciones
‘ Tom ada de op. cit-, 1997, P- 136. (P. 5)
La emergencia de la subjetividad
en la psicología
L a « m a r g é n e la d i Ir. í . u i < i # - n ( , ' •> i-- c '.oki^iú
La emergencia de la subjetividad
en la psicología
Como vimos en el capítulo anterior, el desarrollo de la psicología dentro
del modelo científico natural de ciencia, lejos de aproximarnos a la com
prensión subjetiva de los procesos psíquicos, los comprendió como enti
dades en el contexto de una visión reduccionista, determinista, cuantitativa
y mecanicista. Desde esta perspectiva, la psique fue tratada a través de
la representación dominante de los fenómenos m ecánicos en las cien
cias naturales. Con esto no pretendo hacer una caricatura de los grandes
aportes hechos por los psicólogos para g esta rla comprensión de la psi
que como una realidad diferente; sin embargo, el arraigo del paradigma
cartesiano newtoniano ha sido tan fuerte en el desarrollo de la cultura occi
dental, y ha influido tanto en esferas dom inantes de la producción del co
nocimiento, como la medicina, que prácticamente ninguna ciencia social
escapó a esta influencia, y en particular en la psicología, mucho tiempo
después de que el mencionado paradigma fuese superado en las propias
ciencias naturales.
Como dijimos, la psicología no consiguió integrar sus esfuerzos de
orden teórico con su pretensión de cientificidad, lo que produjo una esci
sión más, entre las tantas que han caracterizado al pensamiento psicoló
gico: la escisión entre la producción teórica y la investigación científica.
Los sistemas que más influyeron en la psicología fueron los sistemas teó
ricos, a pesar del peso de la psicología empírica en los campos de la prác
tica y la investigación psicológica.
La mayoría de los grandes sistemas psicológicos, integrados en es
cuelas, surgieron de un modelo establecido en la práctica clínica, como vi
mos en algunas de las teorías tratadas en el capítulo anterior. Ahora bien,
ninguna de esas escuelas se constituyó deform a intencional en cam pode
investigación. La propia orientación naturalista (por ejemplo Freud, quien
representó un m odelo que tuvo una gran influencia en los sistemas teóri
cos de fundamento clínico), nunca elaboró su experiencia desde una pers
pectiva epistemológica que le permitiera formular otros planteamientos
m etodológicos alternativos.
Por otra parte, la producción de la ‘ psicología científica’ era total
mente ateórica y se apoyaba linealm ente en la producción de datos, en
relación a los cuales la producción de ideas pasó a ser mal vista, pues el
SlIfT-í-.l V *I >f.í •
rechazos la metafísica especulativa y la imposibilidad de una opción epis
temológica que permitiera rescatar lo teórico dejando fuera lo especu
lativo, terminó en un rechazo al lugar de las ideas en la producción del
pensamiento. De esta forma, la producción de categorías tenía un carác
ter esencialmente empírico en el que aparecieron los conceptos como ‘
envolturas' de realidades empíricas.
La falta de una reflexión epistemológica que acompañara los acon
tecimientos que se producían en el escenario de la ciencia psicológica, no
permitió aprovechar los conflictos y contradicciones que se presentaban
en su desarrollo con el objetivo de favorecer la producción de conocimien
tos orientados a la producciónde una epistemología alternativa, que permi
tiera, de forma crítica, conceptualizar la producción de este conocimiento
y, simultáneamente, constituir un referente que favoreciera un mayor diálo
go entre los autores dentro de un campo epistemológico y metodológico
alternativo. La ausencia de este diálogo, generó dos fuertes tendencias
que se excluían en la producción del pensamiento psicológico: una línea
de empirismo ateórico, más rigurosa que el de los círculos más evolucio
nados del positivismo lógico, y otra línea, que mantenía formas más libres
de relacionarse con el nivel empírico, y que, como no hizo explícitas ni
legitimó estas formas en ninguna elaboración epistemológica ni metodo 63
lógica, no dejó claro su planteamiento metodológico, lo que facilitó la apa
rición de construcciones especulativas que la debilitaban. Dentro de esta
última tendencia, estaban las escuelas de inspiración dinámica, surgidas
dentro de la práctica clínica.
Defino el carácter especulativo de las escuelas dinámicas, en parti
cular de las psicoanalíticas por la institucionalización de construcciones
universales consideradas como verdaderas, lo que llevó a lo que he deno
minado como hermetismo epistemológico, en el sentido de que cualquier
diferencia con los principios fundadores, no es asimilada por la teoría, y
conduce aúna ruptura con ella. A partir de aquí se termina subordinando
la riqueza y variedad de opciones que se generan en la confrontación
d e la te o ría co n la realidad estudiada, a principios inamovibles,con lo cual
la realidad siempre queda encerrada dentro de los límites establecidos
a priori por la teoría y que se expresan en un conjunto de categorías con
cretas.
Una de las cosas más fascinantes en la historia de la psicología es la
cantidad de construcciones que evidencian el carácter humano contradic
torio, e irracional de la propia producción del conocimiento. Así, el psicoa
nálisis, comodijimos en el capítulo I, genera una epistemología implícita que
contribuye grandemente a repensar los procesos de construcción del co
nocimiento psicológico. Sin embargo, Freud se aferraba conscientemente a
L r emercienci» d( lí> «uhjetividad en ia pstco»OD«
una concepción de verdad y de universalidad del conocimiento propia de
las tendencias positivistas que dominaban el escenario experimentalista
natural, al cual se adscribió desde el punto de vista metodológico.
Giorgi comenta (1978) que Tal abordaje de la psicología entendida co
mo ciencia natural se caracteriza esencialmente por ser empírica, positi
vista, reduccionista, cuantitativa, genérica, determinista y predictiva, y por
postular la idea de un observador independiente" (1978. p. 69). Es intere
sante que todos estos atributos, con excepción del empírico y pronostica-
ble, son compartidos por dos planteamientos tan diferentes en apariencia
como el conductismo y el psicoanálisis. Esto ocurre porque a pesarde sus
diferencias en cuanto a la representación del hombre, las visiones del
mundo que sustentan ambas son similares. Tanto el psicoanálisis, como
el conductism o se apoyan en una representación positivista de la ciencia
y en un modelo cartesiano newtoniano de ciencia.
Capra (1992) destaca cuatro atributos esenciales para apoyar su afir
mación sobre la influencia de la física clásica sobre el psicoanálisis:
* 1) Los conceptos de espacio y tiempo absolutos, y el de objetos ma
teriales separados moviéndose en ese espacio e interaccionan
do mecánicamente".
"2) El concepto de fuerzas fundamentales, esencialmente diferentes
a la materia".
*3) El concepto de leyes fundamentales, describiendo el movimento
y las interacciones mutuas de los objetos materiales en términos
de relaciones cuantitativas".
“4) El riguroso concepto de determinismo, y la noción de una descrip
ción objetiva de la naturaleza, basada en la división cartesiana en
tre mente y cuerpo" [p. 172].
En sentido general, estas características son comunes al conduc
tism o y al psicoanálisis. Discreparía sólo en lo referente a la división
cartesiana de mente y cuerpo, pues la cuestión es que ninguna de estas
tendencias llega a tener realmente una representación de la mente en tér
minos ontológicos específicos. El conductismo la rechaza como concepto,
pues escapa de sus recursos metodológicos y teóricos, en tanto Freud in
tentó dilucidarla, pero sin tener una opción teórica epistemológica real pa
ra su construcción.
La tendencia cuantitativa en psicología es resultante de sus repre-
sentacionesteóricasdom inantes.ynodel usode números, como frecuen
temente se piensa. Muchos de los conceptos utilizados por la psicología
fueron tomados de categorías del modelo científico natural y son concep
tos que se expresan en una dim ensión cuantitativa, pues se apoyan en
S u ie tn y s u b je itv tr fa í
dimensiones de cantidad. Así, por ejemplo, las nociones de ello y superyó
en Freud, y las dinámicas que se presentan en relación con el yo se fun
dan en una definición cuantitativa en la que los conflictos están asociados
a cantidades de energía.
Como sehala Capra (1982) en análisis que comparto ='A pesar de que
Freud describiese algunas veces esas estructuras psicológicas (se refie
re al yo, el ello y el super yo) como abstracciones y resistiese a cualquier
intento de asociarlas a estructuras y funciones específicas del cerebro,
ellas tenían todas, las propiedades de objetos materiales. El mismo lugar
no podía ser ocupado por dos de ellas y, por tanto, cualquier porción del
aparato psicológico, sólo podía expandirse al desplazar otras partes. Tal
como en la mecánica newtoniana. los objetos psicológicos eran caracte
rizados por su extensión, posición y movimiento" (p. 173).
El análisis de Capra es sumamente interesante, pues demuestra que.
aparte de la voluntad del autor, hay un paradigma dominante que si no se
rompe caracteriza toda la producción generada en su contexto a través de
un conjunto de características comunes, profundamente enraizadas tanto
en un modo de producir conocimiento, como en la forma de pensar del
autor. Ésta es una de las razones por las cuales la psicología se demoró
en comprender la cuestión de la subjetividad. Los atributos descritos por
Capra, y Giorgi, como característicos del modelo científico natural que
ejerció su hegemonía sobre la psicología le impidieron concebir una re
presentación diferente de la psique, comprometida con su naturaleza cul
tural, la cual asumimos en este libro, en su especificidad cualitativa, como
subjetividad.
Sin embargo, el desarrollo de la subjetividad no responde a una sim
ple preferencia teórica, sino al intento de volver a conceptualizar el fenóme
no psíquico en una ontología propia del tipo de organización y procesos que
lo caracterizan. Este intento no puede ser acometido en lo teórico, sin un
cambio epistemológico y metodológico que apoye la producción de ese co
nocimiento, orientado a una realidad de carácter sistémico, dialéctica y dia
lógica. La subjetividad, y ésta es la hipótesis central que defiendo en este
capítulo, no aparece en la psicología asociada a la modernidad; por el con
trario, en la psicología los rasgos del pensamiento moderno están asocia
dos a las características que ya señalamos, definidas por el modelo
cartesiano newtoniano de ciencia, y el positivismo, representaciones que
alejaron a los psicólogos del tema de la subjetividad.
En mi opinión, las condiciones epistemológicas para el desarrollo del
tema de la subjetividad en psicología, aparecen con la ruptura que signi
ficó la apropiación de la dialéctica por los psicólogos, la cual se produjo
también en condiciones sociales muy particulares para la producción del
1 «fíip rflr-.cfr d« i i ^ te ptlcetaou
■% -.>
t*
conocimiento, en concreto las condiciones generadas por la Revolución
Rusa. La apropiación de un paradigma filosófico, que en la psicología no
había encontrado una expresión concreta, y la significación social de un
proceso revolucionario, fueron dos condiciones que se conjugaron en la
profunda revisión crítica que los psicólogos soviéticos comenzaron a rea
lizar sobre la psicología rusa, así como en relación a la psicología como
ciencia.
En lo que atañe al peso de la dialéctica como momento de viraje en
la comprensión de una psicología que evolucionaba entre las dicotomías
y restricciones de una visión cartesiana, es muy interesante la reflexión de
Farr sobre la posición defendida por Markova, acerca de la significación
de la dialéctica en la superación del pensamiento cartesiano. Farr escri
be: 'En su libro Paradigmas, Pensam iento y lenguaje, M árkova (1982)
señala que las historias de la filosofía occidental son muchas veces resul
tado del conflicto entre racionalismo y empirismo. Tales historias oscure
cen el hecho de que esas filosofías rivales son ambas cartesianas en su
inspiración. La real incompatibilidad entre paradigmas es entre Descartes
y Hegel (1998, p. 97).
Lo anterior no niega otros aspectos relevantes d é la historia de la psi
cología. que contribuyeron a un cambio cualitativo en la representación de
la psique, como el que presupone la subjetividad. Así, si seguimos la lógi
ca del desarrollo de las escuelas del pensamiento psicológico y de las fa
milias de teorías dentro de una misma escuela, observamos una evolución
en la comprensión del fenómeno psicológico, que destaca progresivamen
te dos características muy asociadas a su comprensión como fenómeno
subjetivo: su carácter social e histórico y su naturaleza compleja, irreduci
ble a ningún sustrato externo a su condición ontológica. Aquí, el empleo de
la palabra ontología se refiere a la existencia del fenómeno psíquico en su
especificidad al registro de la psiquecom oform a de la realidad cualitativa
mente diferente de otras formas de realidad, y no al concepto de esencia
última del fenómeno, que está muy arraigado en la lógica racionalista.
Históricamente, podrían ser construidos diferentes ejes de análisis
para demostrar lo anterior, como es el caso de las disidencias y contradic
ciones dentro de la escuela psicoanalítica que generaron tensiones ¡ntra-
disciplinarias que pasaron por la formulación de diferentesteorías que nos
presentan unidades cada vez m ás com plejas para la com prensión de
la psique, y que simultáneamente avanzan en la comprensiónde la comple
ja formación histórica y social de los procesos psíquicos, la aparición de
nuevas teorías (como la psicología humanista, que elabora aspectos ausen
tes en el psicoanálisis y en el conductismo, relacionados con el comporta
miento subjetivo del hombre y su condición de sujeto, con independencia
Sujeta y subjetividad
de que estos conceptos no aparezcan delimitados explícitamente), la in
teresante aproximación al análisis de la condición cualitativa del fenóme
no psicológico desarrollada porTamara Derribo, discípula de K. Lewin, por
sólo citar algunas de las contribuciones históricas de la propia psicología
en la aproximación al tema.
La dialéctica favorece la superación de la dicotomía entre individuo
y sociedad, así como la dicotomía entre lo externo y lo interno, al explicar
que los sistemas evolucionan a merced de las propias contradicciones,
que generan y no por influencias externas. Lo externo sólo actúa a través
de la organización propia del sistema afectado. Sin embargo, en la histo
ria del pensamiento psicológico la lógica dominante ha sido exactamente
la contraria: de forma persistente se ha querido explicar la naturaleza de
lo psíquico mediante fenómenosexternos. En este sentido, la psicóloga ru
sa tC Abuljanova escribió (1985): 'El afán de cosificar, de materializar lo psí
quico o asignarle el atributo de materialidad mediante su identificación
con algo distinto' revela el carácter antidialéctico de dicho intento, la inca
pacidad de aplicar la dialéctica al descubrimiento de la especificidad de
los propios fenómenos psíquicos. La imposibilidad de esclarecer la rela
ción de lo psíquico con lo distinto'conduce a un recurso elemental del pen
samiento: el de reemplazar lo psíquico por algo distinto’ (p. 49).
El desafío de presentar la psique desde una visión cultural, despoján
dola del carácter determinista y esencialista que acompañó a la gran ma
yoría de las teorías psicológicas, conduce a una representación la psique
en una dimensión nueva, compleja, sistémica, dialógica y dialéctica, defi
nida como espacio ontológico diferente para la cual he optado por el con
cepto de subjetividad. La necesidad de un nivel macroteórico capaz de
integrar la diversidad de construcciones teóricas parciales excluyentes
que han caracterizado el pensamiento psicológico,fue una de las cuestio
nes que aparecieron de forma reiterada en la obra de Vygotsky.
La tarea de concebir una nueva representación de la psicología no se
resolvió con la acumulación de datos organizados desde las posiciones do
minantes del saber psicológico, sino desde una nueva representación teó
rica que actuara como modelo para generar nuevas zonas de sentido en la
producción del conocimiento psicológico. Esto, en el momento de funda
ción de la psicología soviética, tuvó que enfrentar innumerables barreras
teóricas, metodológicas e ideológicas. No me refiero a las epistemológicas,
porque entonces la psicología como ciencia no estaba en condiciones de
acompañar este proceso de cambio en el plano epistemológico.
El instrumentalismo que surgió en la práctica y la investigación psi
cológicas por la influencia del positivismo impusounidadesconceptuales,
que de una naturaleza totalmente empírica, sin ningún potencial teórico
Lr- oíj
que les permitiera una independencia relativa del dato que significaban.
En este sentido, la psicología no estaba preparada para modelos sistémi-
cos. La orientación metodológica dominante determinaba la naturaleza de
las unidades que se aplicarían en la investigación científica. Frente a esta
situación, el problema consistía en crear una nueva representación teóri
ca capaz de subsidiar el establecimiento de categorías y procesos diferen
tes de producción de conocimiento.
La psicología soviética y las basas para ol desarrollo
do una teoría do la subjetividad desdo una perspectiva
histérico-cultural
Aunque el térm ino subjetividad no aparece de forma explícita en los años
de constitución de la psicología soviética, cuando inspirados en el mar
xismo psicólogos como L. S. Vygotsky y S. L. Rubinstein, se replanteaban
el objeto de la psicología, de hecho, ése fue un momento histórico especial
mente fructífero para una ruptura con las representaciones que sustenta
ban el pensamiento psicológico de la época, surgidas de las dicotomías
propias del dualism o cartesiano. Por primera vez aparecía de forma cla
ra el carácter cultural de la psique organizado en marcos teóricos con
gruentes.
Además de la dialéctica, una característica muy relevante tanto de Vy
gotsky como de Rubinstein fue su conocimiento de las diferentes escuelas
psicológicas de la época, que resultó esencial, tanto para su crítica como
para la elaboración de sus propias concepciones. En diferentes momentos
de su obra, Vygotsky dialogó con autores tan diversos como Koffka Lewin,
Piaget, Stern, Adler y muchos otros, los cuales ejercieron una notable in
fluencia sobre su obra. De igual manera, Rubinstein dialogó críticamente
con la escuela sociológica francesa, con Mead y con muchos otros.
Rubinstein se hallaba más en un plano teórico filosófico en el que de
sempeñó un papel esencial para el establecimiento de una representación
de la psicología que la situaba dentro de un representación dialéctica, sis-
témica y compleja que, ya en los discípulos aparece conceptualizada como
subjetividad (IC Abuljanova). Ambos se plantean, aunque con importantes
diferencias, una comprensión histórico-social del psiquismo humano.
Tanto Vygotskycomo Rubinstein comprenden en forma dialéctica pro-
ce so sq u e se habían planteado como excluyentes, como lo cognoscitivo y
lo afectivo, lo social y lo individual, dicotomías que impedían salir de enfo
ques individualistas o sociologistas que no conseguían organizar la simul
taneidad de estos dos momentos dentro de la cualidad diferenciada de la
organización psíquica del hombre.
Sujott- y cubj«titftdad
La superación de estas dicotomías y el tránsito hacia una visión del
hombre que permitiera superar la idea de una naturaleza humana inheren
te al individuo, constituyeron un momento muy importante para el cambio
de la visión de hombre que, deforma general, apoyaba el curso de toda la
psicología anterior. Este cambio facilitaba una representaciónde la psique
humana como proceso subjetivo, instancia en que lo social y lo biológico
no desaparecían, sino que entraban oomo momentos de un nuevo siste
ma cualitativo. La dialéctica tuvo un papel decisivo para el logro de estos
cambios en la representación del hombre y de su psique.
Rubinstein da un paso muy importante cuando escribe : ‘ La dimen
sión social no se mantiene como hecho externo con respecto al hombre:
ella penetra y desde dentro determina su conciencia * (p. 19,1967). En es
ta afirmación, tan sencilla en apariencia, Rubinstein ooloca dentro del re
pertorio lingüístico posible de la psicología de la época, la unidad entre lo
social y lo psicológico, rompiendo con la división mecanicista de la exter-
nal idad de uno en relación al otro. Este es un planteamiento compartido
también por Vygotsky, y que representa una importante premisa para una
comprensión dialéctica de la relación entre el sujeto individual y la vida so
cial que, como veremos a continuación, fue una de las intenciones princi
pales de estos pioneros de la psicología soviética.
La dialéctica de lo individual y lo social permitió superar el concepto
de individuo como inherente a la especie y favoreció la comprensión de la
condición singular del sujeto, posible sólo a partir de la comprensión del
carácter subjetivo de su constitución psicológica. En los planteamientos
de Vygotskyy Rubinstein el plano de lo singular, del sujeto concreto, no de
sapareció, sino que fue colocado en el plano de la concreción de su acción
social, y no como naturaleza inherente a la indivdualidad.
Sin embargo, uno de los temas polémicos hasta hoyes el procesode
formación de lo psíquico a partir de lo social, la definición de cuáles son
los procesos del desarrollo de esa psique histórica y culturalmente confi
gurada. Aquí se hace necesario aclarar que tanto Vygotsky como Rubins
tein, al recalcar que lo social no resulta una dimensión externa, no lograron
hacer explícito y profundizar todas las consecuencias de ese planteamien
to, que en sf mismo ya representaba una ruptura con las representaciones
que dominaban la psicología de la época.
Vygotsky intentó solucionar la cuestión a través del concepto de in
teriorización, pero como he afirmado en otros trabajos (1985,1995,1997),
la subjetividad no se internaliza, no es algo que viene de ‘ fuera* y aparece
■dentro', lo cual sería una forma de mantener la dualidad en otros términos.
En mi opinión, de lo que se trata es de comprender que la subjetividad no
es algo que aparece sólo en el plano individual, sino que la propia cultura
w
La emnrpencta d<- la s u b j-’ lvidari en ti psIsoltK»:
en la cual se constituye el sujeto individual, y de la cual es también cons
tituyente, representa un sistem a subjetivo generador de subjetividad
Tenemos que reemplazar la visión mecanicista de ver cultura, sujeto y sub
jetividad como fenómenos diferentes que se relacionan, para pasar a ver
los como fenómenos que, sin ser idénticos, se integran como momentos
cualitativos de la ecología humana en una relación de recursividad.
Partiendo de lo anterior es que he establecido en trabajos preceden
tes el concepto de subjetividad social (1993,1996,1997), cuyos fenómenos,
de una forma u otra, han sido objeto de atención de varios autores entre
los cuales considero especialmente relevantes a Castoriadis y Guattarí. El
concepto de subjetividad social permite comprender la dimensión subje
tiva de los procesos e instituciones sociales, asi como de la trama comple
ja de lo social en los diferentes contextos en que se organiza a través de
la historia. Esta visión facilita trascender la división dicotómica entre lo
subjetivo y lo social, así como la dicotomía entre lo individual y lo social.
Sin embargo, las formas que asumió esta relación, son todavía una cues
tión polémica a pesar del gran adelanto que trajo la obra de S. L. Rubinstein
y sus seguidores en relación a este problema.
En cuanto a la relación entre lo social y lo individual, Vygotskyfue más
conservador que Rubinstein, y se mantuvo, a partir de un determinado mo
mento de su obra, en el análisis de esta relación a través de la interiori
zación, a pesar de que en un momento de su obra había presentado un
concepto muy prom isorioque después no elaboró, el concepto de Situa
ción social del desarrollo’, que definió como Aquella combinación especial
de los procesos internos del desarrollo y de las condiciones externas, que
es característica de cada etapa y que condiciona también la dinámica del
desarrollo psíquico durante el correspondiente periodo y las nuevas fo r
maciones psicológicas, cualitativamente peculiares, que surgen hacia el
final de dicho periodo’ (tomado de Bozhovich, 1985, p. 123)’. En ese mo
mento, Vygotsky estaba orientado al estudio del desarrollo y comprendía
la vivencia como su unidad de análisis.
En efecto, la vivencia era una categoría orientada a la comprensión
.! de la unidad de lo cognitivo y lo afectivo, unidad recurrente en sus traba
jos. Sin embargo, como señala su discipula y seguidora L. I. Bozhovich, no
consiguió llegar al final en la elaboración de esta categoría y terminó adop
tando una posición reduccionista cuando interpretó que la evolución de la
vivencia depende del desarrollo del poder de generalización del niño, con
lo cual no concretó en este análisis la unidad de lo cognitivo y lo afectivo,
que más adelante establecerá de forma magistral en su crítica a Lewin.
O rig in a l en ruso. 1968.
SrtiiHu y ttuL.'rttiUÍctaÜ
A diferencia de la forma en que comprende la formación de un nuevo
contenido psicológico a través de la interiorización, Vygotsky se planteaba
de una u otra forma este proceso cuando presentó el concepto de situa
ción social del desarrollo, a través del cual las nuevas adquisiciones eran
vistas como el resultado déla confrontación entre las condiciones internas
del sujeto en desarrollo, o sea su sistema psicológico histórico, y el carác
ter de las nuevas influencias aparecidas en los diferentes momentos de
este proceso.
Sin embargo, cuando Vygotsky se centró de forma preferente en el
desarrollo de la conciencia, y consideró el significado como la unidad de
la vida psíquica, el planteamiento de la interiorización apareció como
esencial e incluso fue retomado en la visión objetivista de actividad de
Leontiev, quien presentó una concepción todavía más mecanicista que Vy
gotsky en relación con la interiorización.
Como reconocieron diversos autores (Budilova, 1967, 1972; Yaro-
chevsky, 1971; Abuljanova, 1973; Chudnovsky, 1982 y otros), en varios mo
mentos de su historia la psicología soviética tuvo que enfrentar fuertes
tendencias al reduccionismo, sea biologicista osociologista, orientado a
presentar lo psíquico en algún tipo de materialidad, lo que trajo su dosifi
cación' y su sustitución por algo diferente más afín a la interpretación
mecanicista que dominó siempre los círculos políticos en la ex Unión So
viética.
Sin embargo, afirmaría que el reduccionismo no fue sólo biologicista
y sociologista, sino que hubo una fuerte tendencia a un reduccionismo ob-
jetal, en que la psique aparecía relacionada directamente a un objeto ex
terno. Este reduccionismo escondía tanto prejuicios de tipo materialista
como la incapacidad para conceptualizar la facultad generadora de lo psí
quico. En el fondo de este prejuicio, que aparece expresado con claridad
en el concepto de interiorización, se halla la idea dominante de compren
der lo psíquico como resultado, lo que esconde todavía un concepto meca
nicista de causalidad que, aunque superado en las definiciones teóricas
explícitas, sigue presente en la producción conceptual.
En general, la psicología soviética trató de resolver la cuestión de la
formación social de lo psíquico a través de dos procesos fundamentales:
el reflejo y la interiorización. En ambasformas la atribución del carácter pri
mario al objeto era fundamental. Rubinstein presentó una fórmula q u e ,'
aunque no resolvía el problema, colocaba lo psíquico en una posición más
activa dentro de esta relación: la refracción de lo externo a través de lo in
terno. 'Cualquier influjo de un fenómeno sobre otro se refracta a través de
las cualidades intrínsecas del fenómeno sobre el cual se ejerce el influjo.
El resultado de toda acción sobre un fenómeno u objeto depende no sólo
del cuerpo o fenómeno que actúa sobre ellos, sino también de la natura-
L a e m e r g e n c ia d<- la s u b je t iv id a d e n la p s lc e t o g í
leza, de las genuinas propiedades del objeto o fenómeno sobre los que se
' ejerce la acción* (1950, p. 11).
; El principio de la refracción es extremadamente modesto, si consi
deram os el m arco del determinismo dialéctico de que el autor parte; sin
embargo, es un paso adelante en relación con las concepciones biunívo-
cas dominantes en ciertas formas de comprensión del reflejo, así como en
relación al térm ino de interiorización. No obstante, el concepto de refrac
ción destaca aún la cualidad de lo refractado. Lo refractado se mantiene
como uná cualidad que se incorpora al sistema, y lo único que hace el sis
tema, en esta metáfora física, es influir de alguna manera en su condición
•inicial,'pero su cualidad se mantiene en su tránsito hacia lo interno, cuan
do en realidad toda influencia externa representa un momento de algo
nué$o q d é s e Configura en otro plano cualitativo asumiendo formas dife
rentes: Esté plano es la subjetividad.
•'* < Lcrcjue Rublnstein llamó refracción ya había sido planteado en otros
‘dominios’ del conocimiento* por autores que ni siquiera tenían una forma
ció n dialéctica; por ejemplo, el concepto de sistema hospedero definido
por Louis Pasteur para indicar la mediatización del organismo receptor de
Una bacteria en el proceso de una enfermedad. O sea que con este plan
teamiento Rublnstein de hecho asum ióform asya existentes en otros cam
pos del conocimiento, por lo que no avanzó nada en la especificidad del
relerencial dialéctico para el tratamiento de la cuestión. Ahora bien, vién-
dolo'históricamente, Rubinstein trató de superar las relaciones biunívocas
e inmediatas entre loe xte rn oy lo interno que caracterizaban las opciones
disponibles en aquel momento en la psicología soviética.
La lucha de Vygotsky y Rubinstein por avanzar de forma consecuente
en una visión dialéctica de la psicología fue enorme, sobre todo en lo rela-
cionadocon Ib superación del entonces llamado ‘ problema fundamental de
la filosofía', que era definido por el carácter primario de la materia sobre la
conciencia, el cual, mal interpretado, condujo a un materialismo mecanicis-
ta, mediatizado por las lecturas del marxismo dominante en los centros ofi
ciales del poder político. Una de las cuestiones graves que se generó en el
espacio ideológico de la subjetividad social del socialismo fue la primacía
ptorgada a las instancias ideológicas de la burocracia partidaria para ‘san-
tificar* la que podía ser considerada una interpretación correcta dei [narxis-
jm T E s ta tendencia llevó, especialmente en la Unión Soviética y los otros
países socialistas europeos, a una constante intervención del partido en
los campos de las ciencias particulares, fenómeno que no fue ajeno a nin
gún país socialista.
La aproximación al tema de la subjetividad en la psicología soviética
recorrió un duro camino, pues la claridad que sus pioneros evidenciaban
en cuanto a las repercusiones que la dialéctica p od íateneren la reformu-
S u je to V subjetlw ld
lación del pensam iento psicológico, tenía que expresarse en lenguajes
aceptados por las instancias políticas. Una de las autoras que con mayor
claridad se aproximó a la cuestión de la subjetividad en la psicología sovié
tica fue Abuljanova; sin embargo, en el marco de su propia obra en épocas
posteriores se presentan innumerables contradicciones, como la siguien
te: ‘ Rubinstein no pía nteó el problema de unir en una misma materia aspec
tos inequiparables y dispares; propuso recurrir a la investigación de los
nexos más objetivos de lo psíquico y de su lugar objetivo en el ser"(l980).
El libro del cual proviene la cita, una de las publicaciones más avanzadas
en el camino de la construcción de una teoría de la subjetividad en la psi
cología soviética, está lleno de contradicciones en relación con el trata
miento de la subjetividad, que unos momentos aparece como fenómeno
ontológico especifico y otros como proceso objetivo, lo que evidencia las
dificultades de la autora para separarse del objetivismo generado por
aquel pensamiento.
La filosofía dominante no actuaba sólo como criterio externo de apro
bación, sino también como elemento incorporado a la cosmovisión de los
propios autores. En lo que atañe al problema de la objetividad que esta
mos analizando, se produjo en la psicología soviética lo mismo que en
cualquier liturgia de un saber que se institucionaliza: las ideas nuevas tie
nen que aparecer en un 'ropaje' aceptado, y el creador llega a asumir la li
turgia, pues no es algo ajeno a su forma de construir el conocimiento.
Otra deformación que se advierte en la cuestión que estamos tratan
do son las tendencias racionalistas que se expresan en términos de tratar
la realidad como portadora de un comportamiento lógico, lo cual fue tam
bién un subterfugio muy usado en las ciencias sociales soviéticas en ge
neral, que se expresaba en la definición de la lógica dialéctica como la
correspondencia entre la lógica del conocimiento y la lógica de la realidad;
es decir, se le atribuía un funcionamiento lógico a la realidad para garan
tizar su correspondencia con las formas de conocimiento que la aprehen
dían, lo cual representaba una síntesis perversa de racionalismo y
positivismo, una posición que se pretendía legitimar como dialéctica.
Abuljanova escribió (1980): 'Es más, como ya se ha dicho, toda cien
cia actúa como conocimiento, o sea, como forma lógica de las regularida
des del propio objeto, y en estesentido, en la teoría psicológica intervienen
las regularidades del pensamiento, de la percepción, de la memoria, etc."
(p. 41). Advertimos en esta cita una tendencia (también presente en Marx)
a representar el objeto a través de leyes, lo cual conduce a un determmis-
mo teleológico en el que la realidad tiene una definición de futuro clara,
al moverse en la dirección de las leyes que la constituyen. A partir de aquí,
el materialismo histórico se presentó como la ciencia que había descu
bierto las leyes de la historia, lo que garantizaba el carácter irreversible del
ti dt : «i I*, p$tculo<:
socialism o como movimiento que señalaba el rumbo de las leyes de la
historia.
La cita a nteriory mis comentarios tienen el objetivo de ubicar al lec
tor en las premisas que dominaban el escenario ideológico en el que se
movía la psicología soviética, aspecto imprescindible para com prender el
lenguaje empleado y la gran cantidad de rodeos que los autores tenían
que hacer para llegara los puntos que deseaban defender. Debían mover
se en el marco de una liturgia oficial que dominaba las representaciones
dominantes en los círculos de poder. Esta tensión entre la ciencia y la po
lítica caracterizó la historia de la psicología soviética, y marcó el rumbo de
sus construcciones teóricas.
La tensión entre las necesidades del desarrollo de la propia psicolo
gía y las tendencias a reificar el objeto como la dimensión m aterialista de
lo psíquico se expresó especialmente en la teoría de la actividad de Leon-
tiev, quien, a partir de los trabajos de Vygotsky, sobre todo los relaciona
dos con la cuestión de la interiorización, se planteó la actividad objetal
(con objetos), como la materia de estudio de la psicología, con lo cual no
sólo objetivó al sujeto psicológico concreto, sino que desubjetivó y desi-
deologizó el escenario social en el cual este sujeto se constituye.
7« Leontiev escribió (1978), a propósito del concepto de actividad como
fundamento para una psicología marxista, que testas transiciones [de la
actividad externa a la interna y viceversa] son posibles porque la actividad
externa e interna tiene una misma estructura común [...] Por consiguiente,
la actividad que es interna por su forma y que se deriva de la actividad
práctica externa, no difiere de ésta ni se superpone a ella, sino que supo
ne un nexo de principio y además bilateral' (pp. 80-91).
Como podemos observar, para Leontiev la actividad psíquica, que en
su obra aparece como actividad interna, es resultantede la externa, con lo
cual no se le atribuye a la psique ningún poder generador. El término re
sultado, en esta acepción, equivale a copia, ya que ambas formas de acti
vidad, la externa y la interna, son idénticas per su estructura.
La búsqueda de objetividad lleva también a Lecntiev a ignorar el lu
gar del sujeto, el cual aparece como un momento de la actividad. 'P rim e
ramente, es decir, hasta el esclarecimiento de les momentos esenciales
que componen el proceso de actividad, el sujeto se mantiene fuera de los
lím ites de la investigación. Actúa sólo en calidad de premisa de la activi
dad, de su condición. Sólo el análisis posterior del movimiento de la acti
vidad y de las formas de reflejo psíquico engendrado por él, conducen a la
necesidad de incluir el concepto sobre el sujeto concreto, de la persena-
lidad como momento de la actividad' (1975, p. 159),
En la citaanteriorvem os que las categcrías de sujeto y personalidad
se definen como momentos de la actividad, así como la dicotomía que el
autor establece entre la actividad, como categoría primaria, y su sujeto,
que solamente aparece en determinado momento como premisa de la ac
tividad, pues en la opinión de Leontiev los momentos esenciales que com
ponen el proceso de la actividad pueden ser esclarecidos sin considerar
al sujeto. E n la cita también se observa el sentido que el autor da al refle
jo en la actividad. Para Leontiev, la formación de la actividad interna a par
tir de la externa es la vía de producción del reflejo psicológico.
La teoría de la actividad de Leontiev encuadraba de forma tan perfec
ta con las exigencias objetivistas del marxismo soviético que se convirtió en
una especie de teoría oficial que dominó la psicología soviética por varias
décadas. Esta teoría fue objetada por diversos autores, en un movimiento
crítico que culminó en el famoso simposio. *EI problema de la actividad en
la psicología soviética’ celebrado en Moscú en 1977 y con el cual se inició
una renovación importante de ésta, a la cual volveremos más adelante.
Los planteamientos de Vygotsky y Rubinstein se orientaron a la ela
boración de un concepto complejo de psique, definido en la vida cultural.
Sin embargo, como vimos, esta definición pasó por diferentes lecturas que
condujeron a identificar lo social y lo cultural con los objetos externos, lo
que llevó, particularmente en la obra de Leontiev, a una identificación en
tre los planos externos e internos de la actividad que, en mi opinión, volvió
a poner la cuestión compleja del carácter cultural de lo psíquico en el
sitio donde el conductismo lo había dejado: en las operaciones y transicio
nes inmediatas entre un plano interno y uno externo. En el caso del conduc
tismo, estas transacciones se realizaban en el comportamiento, y en el caso
de la teoría de la actividad, en el plano de las operaciones de aquélla.
Los prejuicios objetivistas fueron un momento esencial en la consti
tución del pensamiento social soviético que, aunque suene paradójico, no
logró eclipsar, como demostraremos en esta sección, su contribución de
cisiva a la comprensión de la psique humana como subjetividad. Esta ten
dencia reduccionista, orientada a la definición objetiva de lo psíquico, que
siempre termina identificándolo con algo diferente a su especificidad on-
tológica, fue también evidente en la obra de Bakhtin, quien escribió (1997)
que leí estudio de las ideologías no depende en nada de la psicología y no
tiene ninguna necesidad de ella. Comoveremos, es lo contrario lo que es
verdadero: la psicología objetiva se debe apoyar en el estudio de las ideo
logías. La realidad de los fenómenos ideológicos es la realidadíobjetivafos
iQS-Si^^rs-st^iales. Las leyes de estareaüdádlion las leves d é la comu
n ic a c ió n s e m ió t ic a y son directamente determinadaspor el conjunto de la§
leyes sociales y económicas. La realidad ideológica es una superestruc
tura situada inmediatamente encima de la base económica. La conciencia
individual no es el arquitecto de esa superestructura ideológica, sino ape
nas un inquilino del edificio social de los signos ideológicos’ (p. 36).
La e m e ro 'n e l; d a la subjetividad en la paleología
Ya había traído a colación en otra parte 0999) esta cita de Bakhtin, muy
elocuente sobre su posición ante la objetividad de lo psíquico. Pero está tan
relacionada con el contexto del análisis que nos ocupa acerca de las ten
dencias objetivistas que dominaron el pensamiento social y filosófico so
viético. que no resistí la tentación de recuperarla a partir de la producción
de nuevas ideas en relación con mi análisis anterior. Creo que la cita están
perfecta en su síntesis de las barreras de ese pensamiento para compren
der la subjetividad, que merece que nos volvamos a detener en ella.
En primer lugar, es interesante la desubjetivación de un fenómeno co
mo la ideología, el cual, al ser expresado en términos de signos ideológi
cos y al colocar sus leyes en la semiótica, pasó a ser atractivo al lenguaje
dom inante en algunos sectores dentro de la psicología actual, para los cua
les lá semiótica ha devenido sinónimo de lo psicológico. Sin embargo, es
ta colocación semiótica de Bakhtin tiene detrás la determinación de leyes
y la relación mecanicista entre base y superestructura, pues ve las 'leyes'
de la sem iótica directamente determ inadas por las leyes económicas y
sociales, con lo cual la semiótica se convierte en un "disfraz* de significa
ción para procesos objetivos, definidos directamente en el plano de la in
fraestructura socioeconómica. Aquí nuevamente se desconoce el poder
generador de los procesos semióticos, los cuales serían una expresión
subjetiva, comprometida no sólo con las leyes económicas y sociales, sino
con el sujeto que se expresa en determinados lenguajes y con los contex
tos de la subjetividad social en los que ese lenguaje se constituye.
Bakhtin presenta su objetivismo de una forma más atractiva para el
estado actual del mercado de las ideas, en el que la semiótica ha tomado
el centro universal de algunas líneas del pensamiento psicológico, lo que
quizá sea una de las causas de que sus posiciones prácticamente no han
sido objeto de crítica en su circulación por algunos de los campos de la
producción psicológica actual.
A pesar de las limitaciones señaladas en relación con el lugar otor
gado al mundo real, el cual se convirtió en ocasiones en el mundo inme
diato de los objetos de la actividad humana, el pensamiento dialéctico de
estos autores favoreció una aproximación compleja a los temas de la psi
cología y, particularmente en el caso de Bakhtin, es incuestionable su im
portancia para la comprensión de los procesos dialógicos, definitorios
para tratar el tema de la subjetividad, así como para las modificaciones
que sufrió el análisis del discurso en su perspectiva original fuertemente
com prom etida con el estructuralism o en un momento de la obra de Pe-
cheaux.
Rubinstein comprendió la unidad compleja de los procesos psíqui
cos que es propia de su configuración subjetiva. 'Todo proceso psíquico
tiene un aspecto cognoscitivo que, sin embargo, no lo agota. El objeto, re-
S w M o V subjethiidad
flejado en los fenómenos psíquicos, afecta por lo común las necesidades
e intereses del i ndi viduo, en virtud de lo cual suscita en él determinada ac-
titud emocional volitiva [aspiración, sentimiento]. Todo acto psíquico con
creto, toda auténtica únidad' de conciencia inserta ambos componentes:
el intelectual o cognoscitivo y el afectivo’ (1957, p. 7).
Deforma análoga, enVygotskyseda una comprensión de la integra
ción compleja de lo afectivo y lo cognoscitivo, lo que conduce a un funcio
namiento de lo psíquico diferente a la forma fragmentada y analítica en que
aparecía tratado históricamente. Vygotsky escribió (1984) que ’ [K. Lewin]
desconoce la regla dialéctica de que en el cursodel desarrollo, la causa y
la consecuencia cambian los lugares; que una vez que han surgido las
formaciones psíquicas superiores, sobre la base de ciertas premisas di
námicas, ejercen una influencia retroactiva en los procesos que las origi
naron; que en el desarrollo lo más bajo cambia por lo más alto; que en el
desarrollo cambian no sólo las funciones fisiológicas por sí mismas, sino
que en prim er lugar varían los nexos interfuncionales y las relaciones
entre los diferentes procesos, en particular, entre el intelecto y el afecto."
(p. 217). En la cita anterior podemos apreciar que Vygotsky organizaba la
relación entre los dos aspectos de lo psíquico sobre la basedel mecanis
mo de la recursividad, empleado mucho después en la terminología que
caracteriza el pensamiento complejo. La reflexión de Vygotsky sobre la re
lación entre lo cognoscitivo y lo afectivo se apoya en una visión dialéctica
centrada en la relación entre los procesos y no en la división estática e in
variable entre ellos.
Tanto para Rubinstein, como para Vygotsky. independientemente que
no siempre pudieron llegar hasta el final en sus análisis, la psique estaba
formada por procesos complejos, que lejos de representar reducciones de
un tipo de proceso a otro, significaban nuevas realidades cualitativas que
debían ser conceptuadas a travésde nuevas categorías. Las representacio
nes generales sobre lo psíquico de ambos autores, dejaron abierto un pro
ceso de reconceptuación que se frustró con la aparición de la teoría de la
actividad.
Los planteamientos complejos sobre la organización de la vida psíqui
ca definían necesidades cada vez más comprometedoras para la elabora
ción teórica, las que necesariamente conducirían a cuestionar la relación
inmediata entre lo psíquico y lo objetivo, como se observa en las formas
posteriores de evolución de la psicología soviética. La psicología soviéti
ca nunca representó un marco teórico monolítico; por el contrario, siem
pre se acompañó de posiciones en conflicto, que emergieron con toda su
fuerza en la década de los setenta, momento en que la correlación entre
las fuerzas políticas dominantes dentro del escenario de la psicología va
riaron. En este contexto pasó a tener un fuerte poder político, además de
U subjetividad an la psicelo«to
una importante contribución teórica, Lomov, entonces director del Institu
to de Psicología de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, en el
que se concentraban los ex discípulos de Rubinstein, entre ellos A. Abul-
janova, A. Bruchlinsky, L. Antsiferova y otros.
Entre los propios seguidores de Vygotsky, Leontiev y Bozhovich se
produjo una fuerte disputa teórica en la que Bozhovich pretendía retomar
la obra de Vygotsky para el desarrollo de una teoría de la motivación y de la
personalidad, aspectos poco elaborados bajo el dom inio de la teoría de
la actividad, en la que tanto uno como otro eran tratados como epifenóme
nos de la actividad. En este sentido Bozhovich escribió (1981): ‘ Y como la
vivencia refleja precisamente este aspecto de las relaciones del sujeto con
el medio, el camino más idóneo para tal análisis será el estudio de sus v i
vencias [se refiere al estudio de las form as en que el medio social influye
en el desarrollo psíquico del niño]. En otras palabras, tras la vivencia se en
cuentra el mundo de las necesidades del niño, de sus aspiraciones, de
seos, propósitos, en su complejo entrelazamiento y en su correlación con
las posibilidades de su satisfacción. Y todo este complejo sistema de vín
culos, todo este mundo de necesidades y aspiraciones del niño debe ser
descifrado para comprender el carácter de las influencias externas sobre
el desarrollo psíquico del niño' (p. 128).
En el rescate que la autora hace de la categoría de vivencia, llega a
un punto al que Vygotsky no consiguió llegar, o sea, a la definición de un
mundo constituido en términos subjetivos que tiene un papel fundamen
tal en la significación de las influencias sociales durante el desarrollo del
niño. Con este planteamiento se rompe con cualquier intento de relación
biunívoca y lineal entre lo externo y lo internoy, simultáneamente, se defi
ne con toda claridad el lugar de las formaciones m otivacionales del suje
to en el proceso de desarrollo, aspecto que tampoco ha ganado fuerza
entre los representantes actuales del enfoque histórico-cultural. La propia
autora expresa más adelante: ‘ Las vivencias complejas y variadas, las in
ternam ente contradictorias, ambivalentes, ocultan tra s sí la com pleja es
tructura de las necesidades y aspiraciones de las diversas tendencias
motivacionales* (1981, p. 129).
En la forma en que Bozhovich usa la categoría de vivencia, aparece
una nueva vía para el estudio de la motivación no reducible a sus signifi
cados, con lo cual se retoma el carácter complejo y plurideterminado de
lo psíquico en una representación que se acerca cada vez más a su repre
sentación como sistema subjetivo. Esta forma de asumir el concepto de vi
vencia también nos permite la elaboración de un concepto de inconsciente
capaz de trascender la “dosificación" de que fue víctima en la interpretación
freudiana, en la que se define por un conjunto de contenidos concretos y
no como resultado de la configuración compleja de procesos emocionales
Sujeto y -=-rt ' i t 'ni.---
inasequibles de forma lineal a los significados conscientes producidos por
el sujeto.
Desde esta aproximación al tema de la subjetividad, la psique apa
rece constituida también por com plejos sistemas emocionales y se co
menzó a trazar un sistema conceptual que permite la construcción de este
aspecto del desarrollo humano, que sigue estando ausente hasta hoy en
las principales teorías del desarrollo.
El sentido en que Bozhovich se orientó en relación con el estudio de los
procesos de la motivación humana expresaba una preocupación que
caracterizó de forma creciente a la psicología soviética en la decada de los
años setenta. Interpreto esta preocupación por el lugar de los procesos
afectivos en la vida psíquica como una autocrítica generada en el seno de
esa psicología por la poca importancia que durante años dio a la cuestión
de la afectividad, desinterés que, en mi opinión, estuvo relacionado con la
prioridad atribuida a la objetividad en su producción teórica.
Lo planteado anteriormente se justifica por el lugar cada vez mayor
que el tema de la motivación tuvo entre los psicólogos soviéticos de las
más diversas tendencias, lo que indicaba la aparición de un nuevo mo
mento cualitativo en la psicología soviética que no tuvo tiempo de madu
rar por la desaparición de la propia Unión Soviética y que trajo entre sus
consecuencias una profunda crisis en las esferas del pensamiento, con la
expresión de fuertes tendencias miméticas del pensamiento occidental.
Sobre la importancia creciente del tema de la afectividad y de la
conciencia crítica a la que hacíamos referencia, es interesante analizar al
gunas citas de autores de diferentes procedencias teóricas pero que con
vergen en la significación del tema de la motivación para el desarrollo de la
teoría psicológica, lo cual inicia un camino que, inspirado directa o indirec
tamente en las representaciones fundadoras de Vygotsky y Rubinstein y en
la reapropiación del pensamiento dialéctico,'con seguridad hubieran con
ducido a profundas modificaciones en aquella psicología, con su conse
cuente impacto en la psicología mundial.
Al igual que Bozhovich, Miasichev, representante de la Escuela de
Leningrado, que fuera otro de los centros fuertes de la psicología soviéti
ca, escribió en 1960: ‘ Sin embargo (la psicología soviética] -todavía sufre
de subdesarrollo, siendo su problema esencial que la psique es estudia
da esencialmente por los procesos, pero su portador-la personalidad- se
estudia insuficientemente. La actividad se investiga separada del actor. El
objeto-los procesos de la actividad psíquica- se estudian sin el sujeto-la
personalidad* (p. 6).
Es interesante cómo en la propia tradición del pensamiento de Ru
binstein, quien fuera una figura importante en el desarrollo de la Escuela
de Leningrado, M iasichev integró la cuestión del sujeto a la personalidad,
La enierflí'::?^ í í ¡. I* ftubjativtaad en la psicología
lo que evidencia el carácter indiferenciado que todavía tenía la categoría
de sujeto en relación con la de personalidad. Sin embargo, el sujeto apa
recía ya relacionado explícitamente con el tema de la personalidad, pero
la especificidad de su construcción teórica trajo cambios profundos, tan
to de naturaleza teórica (en sus principios) como de tipo epistemológico y
metodológico (González Rey, 1989,1995,1997,1999).
En el sim posio'EI problema de la actividad en la psicología soviética'
la cuestión de la reificación de la categoría actividad apareció con toda su
fuerza. Así, Nepomnichaya expresó en aquel debate: ‘ La realización del En
foque de la Actividad’, que por sí mismo tiene un significado decisivo para
el desarrollo de la psicología materialista, ha dado lugar concretamente
a una concepción unilateral y limitada del objeto de la investigación psico
lógica. En el trabajo real tiene lugar una parcialización, una división de las
partes del objeto de estudio de la psicología. El pensamiento, los proce
sos sensoriales y la actividad se separan de la personalidad y el concepto
de personalidad se limita, por ejemplo, al de motivos y no incluye muchos
otros aspectos del sujeto integral' (p. 68).
En la cita de la autora podemos ver una extraordinaria aproximación
a lo planteado por Miasichev, a pesar de su distinta procedencia. Vemos
so cómo muchos años después el problema está todavía en los términos en
que Miasichev lo habla dejado, lo que manifiesta el poco avance del tema
en el periodo hegemónico de la teoría déla actividad, criticada ya en la dé
cada de los sesenta por Miasichev y Bozhovich.
Lc^incapacidad para avanzar en el desarrollo del tema de la persona-
I idad y gFgjj jeto. a&Dectos~profünda mente implicados-en la representación
dé la psique :omo subjetividad, está clara en la siguiente expresión de
Leontíev (1978)¡ ~~ “ *“
‘Sucede que en el proqfto estado de necesidad del sujeto no está ri
gurosamente registrado el objeto que es capaz de satisfacer la nece
sidad. Hasta la primera vez en que es satisfecha, la necesidad fio
conoce' su objeto, éste aún debe ser descubierto. Sólo como resul
tado de ese descubrimiento la necesidad adquiere su objetividad y
el objeto que es percibido (representado, concebido) adquiere su ac
tividad estimuladora y orientadora de la función; es decir, se convier
te en motivo. Tal concepción de los motivos cuando menos aparenta
ser unilateral, en tanto que las necesidades parecen quedar al mar
gen de la psicología. Pero no es así. No son las necesidades las que
quedan marginadas de la psicología, sino sus formas abstractas; es
decir, los estados de necesidad del sujeto ‘puros*, objetivamente no
rellenados. Estas formas abstractas salen a la escena como conse
cuencia de abstraer las necesidades de la actividad objetivada del
Sui ' ■
sujeto, que es el único en el cual adquieren su carácter concreto des
de el ángulo psicológico' (p. 148-194).
En la cita de Leontievse expresa claramente el objetivismo que inspi
ró la teoría de la actividad, así como una gran parte del pensamiento social
soviético. Lo primero que llama la atención en la cita es el carácter des
personalizado de la necesidad, pues el hecho de poner entre comillas el
verbo 'conocer* no resuelve el problema. El objeto que define Leontieves
un objeto concreto, un objeto que es externo en relación con la necesidad,
lo que deja claro cuando expresa el objeto como percibido, representado,
o sea, objeto que es situado en el plano externo, material y consciente, re
sumiendo todos los puntos débiles de aquel enfoque en un solo renglón. El
motivo es identificado con el objeto, lo cual no deja espacio a una dinámi-
■ ca propia de la necesidad en el plano del sujeto y de la personalidad.
Éste es, precisamente, uno de los aspectos centrales que se expre
san en las críticas mencionadas.
Las necesidades en la definición que el autor nos propone deben es
tar Objetivamente rellenadas', o sea, no tienen estatus ontológico propio. La
subjetividad es totalmente desconocida desde este ángulo de análisis y las
necesidades se colocan en la actividad objetiva del sujeto, sólo en ella de
viene motivo; por tanto, para Leontiev los motivos están organizados en el
plano objetivo inmediato de la acción, con lo cual se elimina el problema de
su organización subjetiva, posición que, desde su carácter políticamen
te dominante, se convierte en un impedimento central para eldesarrollode
una teoría de la motivación y la personalidad humanas.
En la crítica a esta posición coinciden tanto los adversarios de la teo
ría de la actividad como algunos de sus seguidores más jóvenes y de ma
yor proyección. Así, por ejemplo. Lomov, quien quizá representa uno de los
críticos más sistemáticos de Leontiev a partir de la década de 1970, escri
bió (1984); Tal motivo no es sencillamente uno de los bomponentes'de la
actividad. Él actúa en calidad de componente de u n sistema complejo, que
es la esfera motivacional de la personalidad* (p. 313). Esta crítica de Lo
mov, que también procede de la Escuela de Leningrado (Lomov fue dis
cípulo de B. Ananiev), coincide totalmente con las críticas de Bozhovich.
quien fuera discípula de Vygotsky. Por tanto, estamos en presencia de un
movimiento que, por encima de las posiciones particulares de los autores,
expresaba un momento de cambio en las representaciones dominantes
de la psicología soviética.
Bratus, discípulo de Leontiev y a quien podemos conslderarcomo un
seguidor de la teoría de la actividad expresa (1981); ‘ La determinación del
sentido sólo como relación del motivo con el objeto (forma en que Leontiev
1 “¿•-'itufiéá
lo definía) en esencia cierra, limita este concepto a los marcos de una ac
tividad tomada por separado. Entre tanto, las m ás importantes colisiones
(al menos, de la actividad adulta y madura) se desencadenan no en el pla
no Tnotivo-objetivo' (como es descrito el sentido personal en términos de
la actividad), sino en el plano 'motivo-motivo', en las relaciones constitui
das entre motivos’ (p. 216).
Precisamente Bratus, junto con otros jóvenes seguidores de Leontiev
y desde el contexto de la teoría de la actividad, propusieron la categoría
de formaciones de sentido en un intento por rescatar el trabajo teórico so
bre la personalidad.2 Esta tendencia al rescate del tema de la motivación
y la personalidad va acompañada de un trabajo teórico más profundo y
general orientado al cuestionamiento de muchos de los presupuestos ge
nerales de la teoría de la actividad en diversas esferas de la investigación
psicológica. Desde estas posiciones críticas comenzó a aparecer de una
forma cada vez más clara el término subjetividad.
Chudnovsky, discípulo y colega de Bozhovich, escribió (1982)= ’ Es im
posible no afirmar que en el curso de varios decenios, el problema de la
subjetividad en nuestra ciencia y en la práctica social fue subvalorado [...]
la necesidad de una lucha por la comprensión materialista del desarrollo
social exigió (y esto fue completamente correcto) el acento en la influen
cia decisiva de las fuerzas productivas y las relaciones de producción so
bre la ideología de la sociedad y, a través de ella en el desarrollo de la
conciencia y la personalidad del hombre concreto. Lamentablemente, es
tas posiciones que, en sí mismas, constituyen un indiscutible pilardel mar
xismo, se absolutizaron y se convirtieron en un dogma (p. 15).
E n la cita de Chudnovsky se aprecia la referencia explícita a la cues
tión de la subjetividad, asi como el reconocimiento al énfasis en los aspec
tos de la infraestructura económica como determinantes de los aspectos
subjetivos del hombre, especialmente referidos al tema de la ideología,
preocupación central dentro de aquel modelo.
Abuljanova dio un conjunto de pasos esenciales para el desarrollo
del tema de la subjetividad que, por la época en que fueron escritos y la
crisis en la que entró la psicología soviética a fines de la década de los
ochenta y durante la de los noventa, al parecer no fueron retomados con
fuerza en aquel momento ni en la psicología rusa posteriormente. Abuljano
va avanzó de forma decisiva en la elaboración de los planteamientos fun
dadores de la psicología soviética cuando afirm ó (1980): ’ EI problema de
la determinación de lo psíquico se transforma en el problema de la deter-
V éase B.S. Bratus y F. G onzález Rey. ‘ L a s lo rm a c io n e s d e l sen tido y las tendencias o rie n
tad ora s de la personalidad*, en P roblem as teó ricos y m e to d o ló g ico s del estudio de la per
s o n a lid a d . P ueb lo y E ducación. La H abana. 1979
'I I
minación de la actividad del hombre como sujeto de la misma, y el papel
de lo psíquico como relación (a diferencia del reflejo) se revela mediante
el análisis de una cierta significación objetiva para el sujeto de unas u
otras condiciones exteriores, con las que entra en cooperación durante el
proceso de su vida y actividad" (p. 80).
En la cita de Abuljanova se evidencia un énfasis en las categorías de
sujeto y de relación, las cuales, aunque habían sido presentadas por Ru-
binstein, no las aplicó en el cuestionamiento de la categoría de reflejo ni
del deterninism o objetivo de lo psíquico, el cual si bien sigue presente en
la cita de Abuljanova, evolucionó inmediatamente en el curso del mismo
libro del que fue tomada la cita. En un planteamiento también crítico en re
lación con el carácter objetivo del reflejo, escribí en 1989= "La realidad ac
túa de manera integral sobre el hombre, pero el sentido de esta realidad
depende de las necesidades de aquel, de su ideología, de sus aspiracio
nes, conformadas en su propio desarrollo histórico. La historicidad del su
jeto del reflejo tiene diferentes formas de expresión, de acuerdo con el
nivel de desarrollo alcanzado por la personalidad individual" (p. 11).
En la citatomada de mi libro Psicología. Principios y categorías', pon
go el énfasis en el carácter histórico del sujeto, cuyas opciones están de
terminadas no por las influencias externas tomadas deforma aislada, sino es
por el desarrollo de su personalidad, cuyo carácter diferenciado conduce
a la consideración del carácter singular y subjetivo de toda influencia ex
terna sobre el individuo, con lo cual se supera la concepción objetivista de
reflejo.
El valor general de la categoría sujeto se elaboró aún más en la obra
de Abuljanova. En relación con el lugar del sujeto, escribió (1980): "Aunque
parece que lo psíquico se correlaciona directamente tanto con el mundo
como con el cerebro, dichas correlaciones no son más que ciertas abs
tracciones. cuya base objetiva es el hombre, en la existencia del cual se
hacen efectivas. La existencia del hombre como sujeto: ésa es la premisa
~ y el fundamento de la investigación de todas las conexiones de lo psíqui
co* (p. 81).
El sujeto comienza a tener un lugar esencial para el tránsito a una re
presentación diferente de lo psíquico que, ya dentro de la propia psicolo
gía soviética, había sido identificada como subjetividad. La subjetividad
aparece organizada en un escenario social que está formado por sujetos
individuales, los que no son una reproducción de aquel escenario, así co
mo tampoco el resultado del desarrollo de procesos de megadetermina-
ción, sean éstos culturales o sociales. El carácter concreto que Abuljanova
atribuye al sujeto lo convierte en sujeto de su propia historia, de su exis
tencia única e irrepetible, lo cual no niega su condición social, sino que
coloca lo social en un plano diferente; lo social aparece en su condición
L
La em erg encia de la subjetividad en t-< prlcoluti:.
histórica singular. La incapacidad para ver este plano de lo social, ha s i
do históricamente uno de los elementos que han estado presentes en la
d ¡cotomía entre ambos.
La superación de la mencionada dicotomía es posible sólo desde
una representación dialéctica de esta relación, en la que ambos son par
te de un mismo sistema y, a su vez, se relacionan de forma contradictoria
dentro de él, generando las fuerzas m otrices que mueven a ambos y den
tro de las cuales uno y otro, o sea, lo social y lo individual, actúan deform a
recíproca como constituyentes del otro y son, simultáneamente constitui
dos por el otro.
De forma conclusiva, Abuljanova escribió (1980): 'El problema de lo
psíquico como subjetivo se convierte en el problema del hombre como su
jeto' (p. 81). En ese momento de su pensamiento la autora no se planteaba
todavía la cuestión de la subjetividad social, término que nos permite com
prender la existencia simultánea de lo subjetivo en el plano social e indivi
dual, lo que define el carácter subjetivo de las distintas instancias de
configuración d é lo social. Con la definición de la subjetividad social care
ce de sentido contraponer lo social como determinante objetivo de la sub
jetividad individual.
La elaboración de la visión dialéctica de Marx permitió a los psicólo
gos soviéticos crear las premisas para el establecimiento del tema de la
subjetividad, que se hizo explícito en las décadas de los setenta y ochenta,
periodo demasiado corto en términos históricos para garantizar el avance
de la cuestión de la subjetividad. Retomar el tema hoy es una de las formas
legítimas de continuación de aquel enfoque, el cual, como presentaré a
continuación, pasa por diferentes momentos y tendencias, todas interesa
das en sentar un escenario macroteórico que permita la representación del
sujeto y la sociedad en la complejidad real de sus diferentes formas de re
lación.
La subjetividad en autores de cosmovislón marxiste generadores
de núcleos teóricos específicos: Castorladls y Quattarl
Que tratemos a Castoriadis y Gattari juntos en esta sección no es casual.
En primer lugar, se debe a un fenómeno muy interesante que se da en la
producción del conocimiento: la forma compleja en que se mezclan ele
mentos diferenciados que, más allá de la conciencia teórica de los auto
res y de sus referentes explícitos, los conducen a coincidencias a veces
inimaginables para ellos mismos. El conocimiento genera significaciones
que están más allá de la racionalidad de sus fundadores y la relectura de
esas significaciones en momentos posteriores las coloca en nuevaszonas
Sujeto y kubielivtdar
de sentido en las que se originan otras significaciones, esta vez enrique
cidas por los referentes y construcciones de sus Interlocutores. Éste es el
caso de nuestro análisis de ambos autores, cuyos aportes al estudio de la
subjetividad rebasan el referente en que ambos se situaron para producir
lo: el psicoanálisis.
El título déla sección es provocador, pues Castoriadis es mucho más
un crítico que un seguidor del marxismo, sólo que su crítica legitima las pro
pias posiciones dialécticas marxistas y muchas de sus categorías y repre
sentaciones, a través de las cuales el autor critica a Marx.
Castoriadis, al igual que Guattari, desarrolla o presenta un pensa
miento psicológico de profundasyconstantes impllcaclonesfilosóflcas, lo
cual es uno de los aspectos que los unen a ambos en una construcción
de lo psicológico de profundas implicaciones sociales. Ambos tienen in
tereses que trascienden los límites de lo psicológico presentado de forma
estrecha, y es en este sentido que subsidian una comprensión de lo sub
jetivo irreductible al plano individual y que se hace explícito simultánea
mente en lo social y lo individual, sin reduccionismos mecanicistas en el
tratamiento de ambos planos.
Los dos critican Los invariantes universales de todo tipo de pensa
miento, creando una importante premisa para la comprensión de la subje
tividad en una concepción que defiendo en este libro: la subjetividad no
puede apoyarse en la existencia de universales. Toda situación produci
da dentro de una práctica de conocimiento es una situación abierta, es un
momento de una praxis que no adquiere una significación final en ningu
no de sus momentos puntuales, lo cual representa una posición de valor
epistemológico que al mismo tiempo nos conduce a un profundo cuestio-
namiento teórico del cual surge precisamente la subjetividad dentro de
una perspectiva dialéctica, dialógica y compleja.
Tanto Guattari, como Castoriadis realizan su trabajo en el contexto de
un referente psicoanalítico; sin embargo, ambos critican el universalismo
totalizador de las construccionesfreudianasy lacanianas y emprenden ca
minos nuevos de construcción teórica que ameritan el subtítulo de la sec
ción: crean nuevos núcleos teóricos para la producción psicológica. En
relación con la fuerte tendencia de las teorías establecidas en la psicolo
gía, de querer ver en cada cosa analizada todos sus componentes a través
del prisma teórico que utilizan, Castoriadis escribió (1986):' El etnólogo, au
xiliado por consideraciones marxistas, freudianasu otras, intentará a cada
vez ofreceruna interpretación de la ceremonia en todos sus elementos [...]
Y es inmediatamente evidente que no podemos interpretar la ceremonia
por una reducción directa a su aspecto funcional (así como no interpreta
mos una neurosis diciendo que se relaciona con la vida sexual del sujeto);
la función es siempre más o menos la misma, por tanto, incapaz de expli-
La e m ere» rci» de le subjetividad en la psicología V SUbfetiviÓAC
car la inverosímil abundancia de detalles y complicaciones casi siempre di (1986): ‘ La dialéctica debía dejar de ser la autoproducción de lo absoluto,
ferentes' (p. 157). debía de aquí para frente incorporar la relación entre aquel que piensa y
Esta tendencia a pensar que la realidad se encierra en los términos su objeto, ir a la búsqueda concreta del vínculo misterioso entre lo singu
actuales de los que partimos para significarla en forma de conocimiento lar y lo universal en la historia, relacionar el sentido explícito d élas accio
ha sido una tendencia muy arraigada dentro de lasteoríasy los modos de nes humanas, revelar las contradicciones que operan en lo real, superar
pensamiento dominantes en Jas ciencias sociales, lo que ha conducido a permanentemente lo que ya está dado y recusar establecerse como siste
la dogmatización de muchas d élas teorías que circulan en estos espacios ma final, sin para ello disolverse en lo indeterminado' (p. 81).
y, de forma particular, en la psicología. En un sentido sim ilar al expresado La cita anterior resume la posición dialéctica y desmistificadora des
por Castoriadis, Guattari escribió (1977). ‘ la cuestión no es más saber si el de la cual se sitúa Castoriadis para la producción de su pensamiento, que
inconsciente freudiano o lacaniano trae una respuesta científica a los pro no se subordina a ninguna estructura universal apriorística. Esto lo lleva a
blemas de la psique. Estos m odelos no serán más considerados sino a intentar conceptualizar la realidad individual y social en su compleja proce-
título de producción de subjetividad entre otros, inseparables de los d is suálidad, rescatando la relación entre lo universal y lo singular sin la cual
positivos técnicos e institucionales que los promueven y de su impacto so estará incompleta cualquier teoría de la subjetividad humana. Esta visión
bre la psiquiatría, la enseñanza universitaria y la media../ De manera más se expresa en su constante esfuerzo por conceptualizar los fenómenos in
general se debe adm itirque cada individuo,grupo social, organiza su pro- dividuales y sociales, en lo cual se da una semejanza entre él y Guattari.
prio sistema de modelación de subjetividad inconsciente* (p. 9). Castoriadis hace teoría social y, en ella, trata el tema de la subjetividad co
Lo que caracteriza a ambos autores, a pesar de trabajar con catego mo cuestión esencial, a pesar de que no siempre lo usa pues su concepto
rías diferentes, es su poder crítico sobre los propios referentes de los que central es lo imaginario, que es una producción subjetiva.
partieron y su capacidad para elaborar núcleos teóricos originales que, co Castoriadis quiebra toda forma rígida de orden y se orienta a com
se mo señalam os al comienzo, m antiene puntos importantes de contacto prender la forma de organización de los sistemas procesuales que carac
para el desarrollo de una concepción nueva de la subjetividad que se ins terizan la realidad social e individual. En este sentido crea conceptos de
tituya como una nueva zona de sentido en la producción del pensamiento importante valor epistemológico, como el de orden de sentido, con el cual
psicológico, cuyo desarrollo y profundización es el objetivo de este libro. se aparta de estructuras racionales estáticas así como de toda aspiración
de encerrar la riqueza de lo real en lógicas apriorísticas. En esa manera tan
propia y sugerente de comprender las cosas dijo (1986): ‘ ¿Qué es lo que
Aportas concretos de Castoriadis al desarrollo puede dar al incalculable número de gestos, actos, pensamientos, conduc
del toma do la subjetividad tas individuales y colectivas que componen una sociedad, esta unidad de
un mundo, donde una cierta orden generada en el caos (orden de sentido,
Castoriadis en realidad nos presenta una nueva forma de hacer psicolo no necesariamente de causa y efectos), puede ser encontrada?' (p. 60).
gía. Su producción teórica se caracteriza por una construcción rica, den Relacionó el término orden de sentido con lo que he llamado en mis
sa, procesual y compleja, orientada a comprender al hombre dentro de los trabajos lógica configuracional, que es el intento deorganizary significar
diversos procesos de su condición social, cultural e histórica. Su aproxi una realidad en movimiento que no encaja en ninguna lógica que la ante
mación teórica se identifica con el psicoanálisis más por el referente ex ceda, en la que el pensamiento está obligado a producir y organizar el
plícito que usa para referirse a lo psíquico que por la significación puntual mundo en la form a diferenciada y única en que se presenta al investiga
para su construcción teórica, la cual trasciende de forma crítica las dos dor en un momento dado. Esto no quiere decir que todos los fenómenos
versiones contemporáneas dominantes en el sistema de teorías psicoana- del mundo tengan esta característica, pero sí la tienen aquellos fenóme
líticas: la freudiana y la lacaniana. nos que participan simultáneamente en el curso y el cruce de sistemas
Castoriadis está inmerso siempre en las dos fuentes teóricas princi ^que, en su colisión o integración, dan lugar a cualidades nuevas e inespe
pales de su obra: Marx y Freud, a pesar de que realiza una crítica explícita radas. como ocurre en el plano de la subjetividad. ’
de ambas, a partir de la cual organiza su propio aporte teórico y metodo La comprensión procesual y siempre inacabada de la realidad por el
lógico. Castoriadis critica la dialéctica tanto de Hegel, como de Marx, en conocimiento se expresa en Castoriadis en la praxis, pero en una praxis
su aspecto racionalista universalista, en relación con lo cual expresó que no se reifica como contenido de todo, sino que caracteriza el movi-
La em ergencia de (• subfatívW ad en la psicología
miento permanente en que todo existe, incluyendo los procesos sociales
y la política. Con el conceptode praxis Castoriadis se sitúa ante las incerti
dumbres en que se producen la acción humana y los procesos de la vida
social. La praxis es una de las categorías organizadoras del pensamiento
de Castoriadis, en el cual se marca en todo momento la diferencia entre
praxis y entidad. Él escribe: ‘ El proprio objeto de la praxis es lo nuevo, lo que
no se deja reducir al simple decalque materializado de un orden racional
preconstituido. En otros términos, el proprio real y no un artefacto estable,
limitado y m u e rto '(1986, p. 96).
El concepto de praxis, además de importancia teórica, tiene impor
tancia epistemológica, pues con él Castoriadis Quiere invertir la lógica que
histórica m en te ha dominado el proceso de construcción del conocimien-
to en las ciencias sociales: nuestros artefactos teóricos y metodológicos
se convierten en referentes universales a los cuales se tienen que subor
dinar nuestros intentos de conocimiento de lo real, cuando en realidad es
el uso de las teorías v técnicas el que tiene que estar subordinado a la ca-
jcacidad generativa de nuestro pensam iento, que es el único capaz de se-
guir las complejas y variadas transformaciones e tiq u e lo real se presenta*
ante nosotros.
Las construcciones de Castoriadis están siempre comprometidas
con la realidad, sólo que con una realidad diferente de aquella que hemos
querido organizar desde las visiones positivistas, funcionalistas, raciona
listas y estructuralistas, a todas las cuales Castoriadis se opone de forma
explícita.
Al diferenciar una producción teórica apoyadasn la praxis de las teo
rías especulativas. Castoriadis dijo (1986): ‘ Para la teoría especulativa, el
objeto no existe si no está terminado y ella propia no existe si no puede te r
m inar su objeto. La praxis al contrario, sólo puede existir, si su objeto, por
su propia naturalezatrasciende todo acabamiento y es relación perpetua
mente transformada con ese objeto, praxis parte del reconocimiento
explícito de la apertura de su objeto, sólo existe en la medida en que la je ^
conoce: l u Vista pargiá rg e é ste no es un d é ficit que lastim e, p e ro e s po-
sitivamente"afirmada y deseada como tal ' (p. 110) Lo interesante es que
Castoriadis se adentra en una comprensión compleja del objeto y, sin em
bargo, nunca escitado como un referente del m arcode la complejidad, al
que contribuyó de forma decisiva, al menos en relación al trabajo de Morin.
I^a praxis en Castoriadis es un concepto orientado a la legitimación
de j a procesualid a jt la parcialidad y el cambio, tanto de la definición de ips
procesos de la vida^cíaLyjgsIguica, como pri Jos procesos de su c o n o c í
miento. CastoríadiFno pretende usar el término praxis corrioTsustituto dé*
la'coñsiitución real de los fenómenos que estudia, sino como forma de ca
lificar su expresión dinámica en permanente proceso de transformación,
I
Sujeto y •ubjotlvldoi
sobre todo en lo que se refiere al proceso de conocimiento de aquellos.
Es precisamente eso lo que le permite definir y delimitar el tipo de proce
sos que le interesa en los escenarios que escoge para su construcción
teórica, no cayendo en la siempre confusa e imprecisa forma de universa
lidad de definir todo como praxis.
ün aspecto jnteresante, y que en mi opinión queda abierto en la nrnnia
praxis de su obra, es la cuestión del significado. Por una parte, Castoriadis
critica el uso de los significados en el estructuralismo, crítica también dirigi
da a Lacan. Castoriadis expresó en su análisis del estructuralismo (1986)=
'Las tendencias extremistas del estructuralismo resultan del hecho de que
él cede efectivamente a la btopía del siglo', la cual no es bonstruir un siste
ma de signos en un solo nivel de articulación',3 sino eliminar enteramente el
sentido (y, bajo otra forma eliminar el hombre)?-
T s así que reducimos el sentido, en la medida en que no es identifi
cadle a una combinación de signos (mismo que sólo como su resultado
necesario y unívoco), a una interioridad no transportable, a bierto sabor'.4
Pero la prohibición del incesto no es un sabor; es una ley, o sea, una ins
titución que tiene una significación, símbolo, mito y enunciado de la regla
que remite a un sentido organizador de una infinidad de actos humanos,
que hace aparecer en el medio del campo de lo posible la muralla que se
para lo lícito de lo ilícito, que crea un valor y reorganiza todo el sistema de
significaciones, dando lugar por ejemplo a la consanguinidad un conteni
do que no tenía antes' (p. 168).
Vemos en la cita la crítica de Castoriadis a la abstracción y desper
sonalización en la presentación de las significaciones dentro de la tradi
ción estructuralista. El autor defiende una dimensión organizadora más
compleja, que denomina sentido, y que en esa cita no queda explícita cla
ramente pero en cuya definición trata de presentar un nivel de constitu
ción de los procesos que estudia, los que no quedan reducidos en su obra
al estatus de significaciones. Esto queda más claro cuando afirma (1986):
■por consiguiente, abolirtodo discurso, todo diálogo, toda verdad, estable
ciendo que todo lo que decimos es provocado por la fatalidad automática
de las cadenas simbólicas* (p. 169).
En ipLopinión, la categoría de sentido es inseparable de una carga
emocional que he llamado sentido subjetivo no por el hecho de que'las sig
nificaciones ño lo sean, sino para subrayar el sistema dentro del cual los
sentidos aparecen, ya que esta ja íe g o ría fue presentada por Leointiev
como momento de la actividad. E lseolidaestá^sociado aúna producción
estable de emocionalidad que no se reduce a jos significados quese con-
5EI au tor cita a le v i-S tra u s s . L e c r u e tle .c u il, p. 32
'A q u í vuelve a citar a Levi-Strauss en E s p r it pp. 637-641.
L
La e m e rg e n cia d e la *ub|etivtdad e n la psicetegi?
figuran en él. lo cugl le da una estabilidad y una fuerza dinám ica irreducti-
Dies ^ s trs ig n if icada j --------- ----------- - _-------- -— -------------- -—
Castoriadis explicó (1986) dentro de la madeja teórica compleja que
esta cuestión del sentido crea, que "fel discurso no es independiente del
simbolism o y eso significa una cosa bien diferente de una bondición ex
terna': el discurso es tomado por el simbolismo. Pero eso no quiere decir
• que le sea fatalmente sometido. Y, sobre todo, lo que el discurso crea es
otra cosa que el simbolismo: es un sentido que puede ser percibido, pen
sado o imaginado; y son las modalidades de esa relación con sentido, que
hacen un discurso o un d elirio (el cual puede ser gram aticalm ente, sin-
tácticam nete y léxicamente impecable)' (p. 169). Vemos que Castoriadis
introduce la cuestión del discurso desde una perspectiva completamente
diferente a como este tema es tratado en el estructuralismo francés.
En un momento concreto de su obra, afirma (1986): ‘ La historia sólo
existe en y por el 'lenguaje' (todos los tipos de lenguaje), pero ese lengua
je, él se da, él constituye, él transforma. Ignorar ese lado de la cuestión es
establecer para siempre la multiplicidad de los sistemas simbólicos (y por
consiguiente institucionales) y su sucesión como hechos brutos a propó
sito de los cuales nada se podría decir (y mucho menos hacer), eliminar la
m cuestión histórica por excelencia: la génesis del sentido, la producción de
nuevos sistemas de significados y significantes (...) En ese caso, tampoco
podemos decir, en absoluto, ni que el sentido 'resulta' de la oposición de
los signos ni lo inverso, porque eso transportaría aquí relaciones de cau
salidad o por lo menos de correspondencia biunívoca rigurosa que disimu
larían y anularían lo que es la más profunda característica del fenómeno
simbólico, a saber, su indeterminación relativa* (p. 168).
La cita anterior expresa en toda su profundidad el esfuerzo de Cas
toriadis por no establecer relaciones biunívocas, por no atribuir de forma
unilateral significaciones universales a ninguno de los fenómenos que
participan en estas com plejas relaciones de naturaleza subjetiva. Sin
duda, el carácter generador de nuevos significados y significantes no es
simplemente una cadena anterior de la misma naturaleza que da origen a
nuevos eslabones, lo que implicó la muerte del sujeto en una serie de in
terpretaciones asociadas con la posmodern ¡dad, de fuerte inspiración es-
tructuralista. Castoriadis, compartiendo muchas de las categorías que han
caracterizado a los autores que más énfasis han puesto en el lenguaje y
en los proceso de significación, se separa de ellos al subrayar el carácter
com plejo de los sentidos y su existencia en sujetos individuales y en con
textos sociales y culturales diferenciados.
Las significaciones en la obra de Castoriadis son parte de unidades
complejas que constituyen, como él mismo afirma, una ontología diferen-
S u fsto y cubfotivldad
te que trata de explicar con categorías como las de praxis e imaginario,
que son centrales en su obra y, de hecho, rem iteaa un tipo de categorías
muy necesarias para la construcción del tema de la subjetividad. Son ca
tegorías que, como las empleadas por Vigotsky, poseen una naturaleza
procesual y actúan como momentos de un sistema en desarrollo, no como
disección analítica de una totalidad estática.
Al retomar el tema del pensamiento, y rechazar la idea de cadenas de
significaciones que generan nuevas significaciones, Castoriadis abordó
en el tema del sujeto, que aparece en su obra relacionado con otras cues-^
tiones v no asociado de forma particular a la génesis del sentido, de los
significados y de los significantes. La capacidad generadora de significa;
dos y de sentidos es la de un sujeto que piensa y siente, un sujeto que pro
duce dentro del contexto único de una historia de vida Que aparece en una
multiplicidad de formas y que está constituida en una multiplicidad de con
figuraciones y procesos actuales. La forma en oue Castoriadis trata el te
ma de la significación nos recuerda la manera en que Vigotsky situaba al
sujeto al analizar el pensamiento, expresando Que el pensamiento no se
pieñsa a sí mismo, a n o que es un proceso de un suiet con motivos, con
^provectos, yo diría, es un pensamiento que activamente se construye por
un sujeto portador de sentidos.
El estudio de las significaciones no nos puede co nducir por el cami-
t no de que todo es significación, camino que ya fue transitado por otras
categorías y oue siempre nos muestra la insuficiencia asociada a la uni-
lateralidad de cualquier categoría, sobre todo e nila explicación de fenó
menos complejos. Con frecuencia me ocurre que, participando en ciertas
discusiones teóricas, me da la impresión que nos perdemos en 'juegos
de lenguaje' que terminan siendo más importantes que las dificultades que
impone el complejo proceso constructivo del problema que estudiamos, el
cual, si bien nunca se agota en una construcción aislada que se pueda
considerar como verdadera, sí nos remite a la producción de sistemas teó- \ , /
ricos generadores de inteligibilidad sobre lo estudiado, inteligibilidad que
se expresa en una continuidad histórica en sistemas de conocimiento fa
cilitadores de nuevas acciones y nuevas prácticas.
Una categoría esencial en la obra de.Castoriadis con la cual trata un
aspecto de la sociedad y de los seres humanos que ha sido muy ignorada
en las ciencias económicas, sociales y en la propia psicología es la cues
tión de lo imaginario. Con esta categoría el autor se plantea la existencia
de estructuras significantes y de significación que no responden a lo rea[,
así como tampoco tienen la función de ayudar a pensarjnrgah spnformas
de organización simbólica y de sentido, que forman fin en sí mismas yflUfi.
g'eñérañ~séñtid o7 coHésTón y organizacióndeyñTdél complejo tejido s_o-__
La •mergencl» de la subjetividad en te p*Jcoh»pia
c la l.^ E ljm a q in a r iO 's n r .ia l e s u n a r.rR a r.ló n h u m a n a su valor e s t á en el sen-
fe lo q u e orna ra p a t a Ja«i sujetos que lo c o m p a r t e n , y n o e n 1a d e s ig n a c ió n
de un fenómeno real externo al sujeto. Esta construcción d e lo imaginario
social remite a un fenómeno de la subjetividad social, térm ino que Casto-
riadis no usa pero que está implícito en el carácter subjetivo, en la produc
ción de sentido que el imaginario social representa.
Las sociedades humanas no pueden ser explicadas sólo por sus con
diciones objetivas de existencia. Las condiciones objetivas están presen
tes, son parte de la constitución de los fenómenos subjetivos socialmente
producidos, pero son estos últimos los responsables por las formas que to
ma la organización social, por los procesos que se integran en el imagi
nario social y terminan definiendo un conjunto de procesos que pasan a
constituir la realidad social y que, con frecuencia, son reificados por la po
blación como definitorios del orden de lo real.
Castoriadis escribió (1986) que *la institución de la esclavitud repre
senta la aparición de una nueva significación imaginaria, de una nueva
manera de vivir para la sociedad* (p. 186). La instauración de un orden so
cial, junto con el conjunto de factores objetivos que están en su determi
nación, económicos, culturales, etc., representa siempre la constitución de
un nuevo imaginario, que se Isimboliza y se sanciona de inmediato por las
reglas* repitiendo palabras del propio Castoriadis. Este im aginario pasa
a ser un elemento tan 'real* como el conjunto de los otros aspectos que ,
constituyen el nuevo orden. Los diferentes elementos de la realidad parti
cipan de este orden como elementos de sentido que se articulan en la or
ganización imaginaria, desde dentro de la cual influyen los procesos de
form ación de sentido también desde su condición objetiva, aunque esta
condición objetiva nunca actuara como elemento externo en relación a la
organización imaginaria en la que el sentido es producido. Con frecuencia
los elementos objetivos que definen un nuevo orden desaparecen y lo ima
ginario continúa subsidiando el sentido subjetivode aquél, legitimando su
identidad. Los procesos sociales dejan de ser, desde un puntode vista ob
jetivo, aquello que inspiró su fundación imaginaria diferenciada, pero el
sentido subjetivo del proceso y su sustentación imaginaria funcionan to
davía a pesar de la desaparición de los elementos objetivos en qu&aquel
imaginario se constituyó. Esto último se presenta con una gran frecuencia
en las revoluciones, cuando los procesos de institucionalización y buro-
cratización, asociados con nuevas relaciones de poder y con los d iscursos
que producen matan el espíritu revolucionario, pero las personas en su
imaginario se sienten aún parte de la revolución al menos por algunas ge
neraciones.
Para Castoriadis (1986) Va Marx consideraba e) papel de lo imagina
rio en la economía capitalista, hablando del barácter fetichista de la mer-
Sujeto y subjetividad
caricia'. Este esbozo debería haber sido prolongado en el análisis de lo
imaginario en la estructura institucional, que asume cada vez más.al lado,
y más allá del 'mercado', el papel central en la sociedad moderna: la orga
nización burocrática* (p. 190). La burocracia es un tema que Castoriadis
profundiza y que considera una de las formas centrales que lo imaginario
social asume en la sociedad moderna. La burocracia se organiza en un
conjunto de ritos despersonalizados e improductivos que lejos de ser una
expresión de lo real o de facilitar una aproximación mejor a la realidad, se
convierten en un impedimento con vida propia al que todos terminan su
bordinándose. El orden burocrático genera prescripciones y reglas que
son asumidas como verdaderas y llevan a comportamientos totalmente
irracionales y automatizados. Es precisamente en este sentido que Cas
toriadis considera el racionalismo de la sociedad moderna como otra pro
ducción imaginaria, pues lo que garantizó la organización y cohesión de
ésta, ha sido la burocracia, proceso de fuerte connotación irracional.
Según Castoriadis (1986), ‘ la imaginación del imaginario es igualmen
te clara en lo que se refiere al lugar de los hombres en todos los niveles de
la estructura productiva y económica. Esta pretendida organización racio
nal exhibe, ya lo sabemos, y ya lo dijimos hace mucho tiempo, pero nadie
lo lie vó en serio, excepto esas personas que no son sertas, los poetas y los
novelistas, todas las características de un delirio sistemático* (p. 189). Pa
ra Castoriadis es lo imaginario lo que unifica el tejido diverso y contradic
torio de una sociedad, no los aspectos objetivos que la definen, a pesar de
que no separa lo imaginario como producción subjetiva del contexto obje
tivo en que se produce. i .
Analizando la constitución social de lo imaginario escribió (1986): ‘ No
podemos comprender una sociedad sin un factor unificante que ofrece un
contenido significado y el enlazamiento con las estructuras simbólicas.
Ese factor no es lo Yeal', cada sociedad constituye su real (no nos tomare
mos el trabajo de especificar que esta constitución jamás es totalmente ar
bitraria). Tampoco es lo'racional', la inspección más sumaria de la historia
es suficiente para demostrarlo; si así fuera, la historia no hubiera sido ver
daderamente historia y sin ascenso ¡nstántaneo de un orden racional o
a lo máximo pura progresión en la racionalidad* (p. 192). En este párrafo
Castoriadis entra en un tema esencial para el desarrollo de la teoría social,
el cual en nuestros trabajos se expresa a través de la categoría subjetivi
dad social: el lugar de los factores subjetivos en la constitución social.
Sin duda, la coherencia, la capacidad de acción y la organización de
una sociedad se desarrollan a través de la organización de un espacio
subjetivo que Castoriadis identifica con lo imaginario, pero que como él
mismo señala, no representa una producción arbitraria ni puramente dis
cursiva, asunto en el que no profundiza. Sin embargo, al afirmar el carácter
L a a m a ró m e la d a la eubJatiwMad a n la psicología
no arbitrario de la constitución subjetiva de los procesos imaginarios re
vela el compromiso de ese proceso con fenómenos diferentes de aquellos
que lo caracterizan, El tejido subjetivo que se organiza de diferentes for
mas en la subjetividad social está muy comprometido, por vías indirectas
y complejas, con todos los fenómenos que caracterizan la vida de una so
c ie d a d . Podríamos afirmar q u e ese tejido subjetivo es un plano cualitativo,
esencialmente humano, de la síntesis de todos ios aspectos .de la v id a
social en los cuales el hombre esta inmerso, sólo que esa síntesis se orga-
niza dejo rm a sím u ltá n e a e n dos planos diferentes: a través de la historia
Individual en una configuración única en cada individuo concreto (subjeti
vidad individual) y a través de la historia de la sociedad, abarcando a todos
lo sJp d M duos en S O riari ne finnstm ,i y e ñ tis de esa trama social, dentro
de la cual a la vez son constituidos en el plano de la subjetividad social,
/y Castoriadis apoda el concepto de imaginario que es dé extraordina-
ria impoitancia para una visión no objetivista ni racionalista de la sociedad
y se coloca frente a un tipo de fenómeno de orden subjetivo que, visto a tra
vés de la especificidad de su definición en la obra del autor, presenta ele
mentos de extraordinario valor heurístico para la construcción del tema de
' la subjetividad, al cual pertenece el orden de dicho concepto. El propio
Castoriadis escribió más adelante (1999): ‘ Pero sé que el individuo sociál-
mente definido tiene, al menos virtualmente, la posibilidad de ser algo di
ferente de su definición social, sin nunca poder huir enteramente de ella;
p o r tanto,41 es virtualménte una subjetividad* (p. 36).
Castoriadis se apropia del concepto de^a subjetividad, en cuyo esce
nario se desenvuelve toda s ü o ib r a , a u n q u e n o s ie m p r e d e forma explícita,
y destaca una idea fundamental: el carácter generativo d e la subjetividad.
que no queda sujetada a ninguno de los factores que le dieron origen.La
subjetividad se convierte en un sistema ’áutogenerativo', c apaz d e u n a n r n -
ducción que puede modificar la constitución cualitativa de los d iferentes es
c enarios en los que se constituyó. . r _ _
Castoriadis presenta una construcción teórica capaz de dar cuenta
de ia complejidad de la organización subjetiva, a la cual se refiere de for
ma explícita en un momento de su obra, aunque no la convierte en el ob
jeto de su teoría, la que se constituye más dentro ’m ome ntos específicos
del propio funcionamiento subjetivo-, praxis e imaginario social. Castoria
dis trasciende la reificación freudiana del estatus.obietivo del inconscien
te. lo cual queda claro cuando expresa (1986)=
. Peroesta imposibilidad de compíender el origen de las clases no nos
deja desarmados ante el problema de la existencia de las clases como
problema actual y práctico, así como en psicoanálisis la imposibilidad de
llegar a un ’brigen- no impide comprender en lo actual (en los dos sentidos
de la palabra) lo que está en cuestión ni de relativizar, desprender, tiesa-
Sujeto y subjetividad
cralizar* las significaciones constitutivas del sujeto como sujeto enfermo.
Llega un momento en que el sujeto, no porque encontró la escena prima
ria o detectó la envidia del pene de su abuelo, sino por su lucha en su vi
da efectiva y a fuerza de repetición, descubre el significante esencial de
su neurosis y finalmente es capaz de verlo en su contingencia, su pobre
za y su insignificancia (p. 186).
En la cita anterior el autor critica la reificación de contenidos en un in
consciente 'sustanciado* y reivindica la dimensión del sujeto, la cual defi
ne en términos de significante, lo que lo aproxima a Lacan. Sin embargo
hacer explícita la capacidad del sujeto aparte de la expresión de su lengua-
je nos lleva a diferenciar el aporte de Castoriadis en relación c on Lacan. así
com o la crítica explícita que enderezo a las posturas de Lacan como vimos
en el capftulo anterior. Analizando los planos en que puede ser vista la
instancia subjetiva, Castoriadis señaló (1999): ‘ El sujeto humano propia
mente dicho, o la subjetividad humana, definida por dos aspectos que pro
ducen" la diferencia específica con lo que precede: la reflexividad y la
capacidad tjfi actividad deliberada (o voluntad) (p. 37).
Para Castoriadis jal sujeto es pensante, es un sujeto generativo, pro
ductor, que no está anulado en la estructura de su proprio lenguaje. No es
el sujeto del lenguaje, es el sujeto de la voluntad, que se expresa a través
de significados v significantes, pero que no se agota en ellos. En relación
con esa voluntad, señaló (1999): ‘ La verdadera voluntad no se refiere a la
elección de dos posibilidades predeterminadas, sino a ese acto úniccLio-
coactivo, en y por el cual surgen nuevos posibles y, al mismo tiempo, el su
jeto se dirige hacia ellos* (p. 45). A pesar de sus construcciones teóricas
sobre la cuestión de las necesidades humanas, el autor no consigue inte
grar el núcleo de la afectividad a los temas centrales de su obra. La cuestión
de lá necesidad aparece bien tratada, pero el autor no consigue integrar
la orgánicamente al'desenlace de sus pategorías esenciales. En su pro
pia definición sobre el carácter generador e "incoactivo* del sujeto, ignora
el momento motivado de esta posición, así como la estrecha relación qué
existe entre la reflexividad del sujeto y su motivación.
Castoriadis pasa deform a muy interesante por la cuestión de las ne
cesidades y la afectividad en diferentes momentos de su obra, cuestionan
do los procesos de definición de necesidades dentro de las sociedades.
Rompe con el marxismo qp cuanto elcafácter progrgsiyo y racional del cur
so de las necesidades en la historia., pero comparte con Marx el carácter
necesario de las formaciones históricas y sociales, sólo que no acepta la
definición de fuentes únicas ni universales para la aparición de js ta s ne
cesidades. Analizando el curso de la constitución de los fenómenos socia
les, escribió (1986):
•tm»fs#nsfai Ó * la *ub|etivklad en la psictHogi Su)eto v subfstivMst)
cial que, paradójicamente, la psicología no usa como referencia dentro del minos de dimensiones semióticas asignificantes nos coloca frente a una
campo de la psicología social. construcción que tiene el mismo carácter hipotéticocon el que abordamos
el carácter constitutivo de las emociones en la subjetividad. Sobre las di
mensiones semióticas asignificantes hay tan poco dilucidado, que el uso
La obra da F. Guattari y au contribución a la delimitación del término representa más una posición teórica general que un momen
del campo do la eubjotlvldad to en desarrollo de una producción teórica más específica, con suficiente
valor heurístico para ser seguida en el campo de la investigación.
Guattari, al igual que Castoriadis.ya pesarde que entre ellos no hay víncu En otro momento de su obra en que Guattari volvió al tema, escribió
los explícitos de ningún tipo, pues ni siquiera uno cita al otro, es un autor (1996): ‘ Lo que produce la subjetividad capitalística, lo que nos llega a tra
que se plantea una reflexión crítica de profundas im plicaciones sociales’ vés de los medios, de la familia, en fin, de todo lo que nos rodea, no son
y políticas, y que ubica al individuo dentro del sistema histórico-cultural sino apenas ideas; no es la trasmisión de significaciones a través de enun
complejo en que existe. También influido por el marxismo, Guattari es es ciados significantes ni son modelos de identidad o identificación con polos
pecialmente crítico de las formas tradicionales de producción del conoci maternos, paternos, etc. Son, más esencialmente, sistemas de conexión
miento, lo que lo lleva a separarse de la familia de teorías psicoanalíticas y directa, entre, de un lado, las grandes máquinas productoras y de control
a desarrollar una producción teórica propia, a pesar de tener momentos social y, de otro, las instancias psíquicas, la manera de percibir el mundo'
importantes de producción conjunta con Deleuze. (p. 67). >
Guattari es iconoclasta, irreverente, se expresa en un flujo de ideas Al hablarnos de la producción maquínica de la subjetividad capital¡s-
y palabras propias, muchas de ellas verdaderas metáforas que con fre tica, Guattari se refiere a esa relación directa que señala en la cita anterior,
cuencia dificultan la tarea de seguirlo, pero su obra está invadida de for entre las grandes máquinas productoras de sistemas semióticos comple
ma constante por ideas originales que nos permiten reflexionar sobre el jos y las instancias de la vida subjetiva, con lo cual tJescosifica' la subje
tema de la subjetividad, fuera'de cualquier intento de sustanciación del tividad como sistema de contenidos universales inherentes al individuo.
mismo en atributos concretos, invariables y universales. El trabajo de Para Guattari la subjetividad es siempre una producción social, proceso
Guattari presenta menor coherencia y menos seguimiento de ideas prin que se presenta en su forma más aguda con la formación maquínica yen
cipales que el de Castoriadis; de todas formas, podemos identificar los serie de la subjetividad capitalística, la cual bloquea los procesos de sin-
aspectos relativos a la constitución de la subjetividad, la crítica epistemo gularización.
lógica y social, así como la consideración de lo subjetivo en la historia y la Cuando Guattari habla de subjetividad capitalística se refiere tanto a
sociedad como ejes permanentes de su reflexión teórica. la subjetividad producida por las máquinas seriadas e impersonales aso
Guattari comparte el análisis crítico del estructuralismo y de La'can ciadas al consumo en masa y a la producción de modelos dentro del capi
presentado por Castoriadis y comenta (1997): ‘ La apreciación de estos talismo, como a las formas de control y eliminación de los procesos de
componentes maquínicos de subjetivación nos lleva a insistir, en nuestra singularización dentro de las estructuras totalitarias reguladas por un
redefinición, sobre la heterogeneidad de los componentes que concurren estado omnipresente, todopoderoso e impersonal en el socialismo. Esto
para la producción de subjetividad. Éstos comportan dimensiones semió aparece de forma clara cuando afirma (1996) que ‘ La infantilización -por
ticas a significantes, escapando de las axiomáticas propiamente lingüísti ejemplo, de las mujeres, de los locos, de ciertos sectores sociales o de
cas. Fue un grave error, de parte de la corriente estructuralista, pretender cualquier comportamiento disidente- consiste en que todo lo que se hace,
restaurar todo lo que concierne a la psique bajo el único cajado del signifi se piensa o se pueda venir a hacer o pensar sea mediado por el Estado.
cante lingüístico1(p. 5). Guattari sedistancia de las axiomáticas lingüísticas Cualquiertipo de intercambio económico, cualquier tipo de producción cul
en las que se apoyan las consideraciones de Lacan sobre el inconsciente, tural o social tiende a pasar por la mediación del Estado. Esa relación de
y critica, en un sentido muy similar al que lo hace Castoriadis. el reduccio- dependencia del Estado es uno de los elementos esenciales de la subjeti
nismo del estructuralismo en el tratamiento del tema. vidad capitalística' (p. 42).
Pienso que la apertura a dimensiones semióticas asignificantes ex La subjetividad capitalística se caracteriza por la supresión de los
presa lo complejo de tratar el tema de la subjetividad en su múltiplicidad procesos de singularización, lo cual ha sido común a los Estados capita
de formas sólo dentro del campo semiótico, el cual, al ser abierto en tér listas y socialistas, sólo que estos procesos adoptan formas diferentes en
La em ergencia de la &ubjvt!uiúad en l; sicol&§:
unos y otros. En el capitalismo, por su tecnología más avanzada y la aper be encajar de alguna forma en los registros de referencias dominantes.
tura de mecanismos de competencia y de consumo que alcanzan al suje Hay siempre un acuerdo que Intenta prever todo lo que pueda ser de la
to de una forma obsesiva y perversa, éste se siente, en el extremo de su naturaleza d e una disidencia del pensamiento o del deseo. Hay una te nta
alienación, como un triunfador y se vuelve cada vez más competitivo, ais tiva de eliminación de aquello que yo llamo de procesos de singulariza
lándose de una producción auténtica de afecto en sus relaciones con los ción. Todo lo que sorprende, aunque sea levemente, debe ser clasificable
otros. Una vez en esta posición, el sujeto pasa a ser controlado por los me en alguna zona de encuadramiento, de referencia" (p. 43).
canismos impersonales de valoración social que rigen el imaginario social Lo que es todavía peor es que esa tendencia al encuadramiento, a
consumista y comienza a producir sus acciones dentro del estrecho y as la supresión de la singularización, se ha institucionalizado en las propias
fixiante círculo de “gano y consumo' a través del cual se ejerce un control instancias supuestamente orientadas a la producción de pensamiento, c o
social completo sobre él. mo es el caso de las universidades y de la ciencia en sentido general. En
E n el socialismo, por el hecho de no haber disfrutado de una tecnolo la propia psicología, las personas se resisten tremendamente a aceptar
gía de punta en sus sistemas de comunicación y por no facilitar las desi una producción original que escapa a las delimitaciones impuestas por las
gualdades sociales que conducen a una organización social consumista, tendencias dominantes del pensamiento psicológico.
con lo cual no pudo recurrir al consumo como vía de alienación, se ejerce Para Guattari (1996) lo que caracteriza un proceso de singularización
un control directo sobre el hombre que invade constantemente las esferas es "que sea automodelador. Esto es, que capte los elementos de la situa
de su intimidad personal, que pasan a ser administradas por instancias su- ción, que construya sus proprios tipos de referencias prácticas y teóricas,
praindividuales de la organización estatal, con frecuencia a través de méto sin quedar en esa posición de dependencia constante en relación al po
dos represivos, lo que conduce a administrar sistemas de comportamiento der global, a nivel económico, a nivel del saber, a nivel técnico, a nivel de
que pertenecen al campo de decisiones del sujeto. El sujeto aparece más las segregaciones, de los tipos de prestigio que son difundidos' (p. 46).
como sujeto de la acción, integrado en un tejido colectivo que impide su sin Guattari ha denominado revoluciones moleculares a los procesos de dife
gularidad, que como sujeto de decisión, con lo cual adquiere atributos ob renciación que ofrecen resistencia a los procesos estandarizados de pro
jétales, como se manifestó explícitamente en la teoría de la actividad de ducción de una subjetividad globalizada.
Leontiev. Guattari subraya el lugar de los individuos en los procesos de cam
Guattari destaca una de las dim ensiones esenciales del proceso de bio, con lo cual asume en toda su complejidad la cuestión de lo individual
constitución de la subjetividad en el plano individual, la singularización. y lo social, lo que I o lleva a comprender los procesos de subjetivación aso
En el proceso de singularización el individuo se convierte en sujeto de ciados a los cambios sociales, tanto en una instancia social como indivi
creación y ruptura, en agente intencional del desarrollo social. El carácter dual. 'Los microprocesos revolucionarios pueden no ser el resultado de
singular de los procesos subjetivos rompe con una epistemología, sub las relaciones sociales. Por ejemplo, la relación de un individuoconla mú
yacente por muchos años en la psicología, orientada a la producción de sica o con la pintura puedegenerar un proceso de percepción yde sensi
perfiles estandarizados en relación con las categorías que usa. Esta jíp ls- bilidad enteramente nuevo' (p. 47, 1996). Los Individuos, convertidos en
temología seapoyó en un planteamiento metodológico orientado a la estan sujetos de sus acciones sociales, pueden tornarse núcleos centrales de
darización, la comparación y la cuantificación. procesos de subjetivación social que conduzcan a cambios sociales. Pre
Una de las consecuencias de la asignación de un nuevo significado cisamente los modos de producción de subjetividad “capitalística", para
al tema de la singularidad para las ciencias sociales es el replanteamien emplear la definición del autor en el contexto del análisis de su contribu
to metodológico, la concepción de aproximaciones metodológicas que fa ción, están orientados a neutralizar y eliminar esta posibilidad de ruptu
ciliten el trabajo con el objeto de estudio en diferentes planos de forma ra en lo singular, precisamente para garantizar un control social absoluto.
simultánea. En mi definición de epistemología cualitativa hice explícita es Explicitando todavía más lo anterior, Guattari escribió (1986). ‘ Un pro
ta exigencia para el desarrollo de una epistemología capaz de explicar la ceso de singularización de la subjetividad puede ganar una inmensa im
construcción de la subjetividad. portancia, exactamente como un gran poeta, un gran músico o un gran
Guattari dice (1996) que dentro de los marcos de la subjetividad ca- pintor que, con sus visiones singulares de la escritura, la música o la pin
pitalística. “Todo lo que es del dominio de la ruptura, de la sorpresa y de la tura, pueden desencadenar una mutación de los sistemas colectivos de
angustia, pero también del deseo, de la voluntad de amar y de crear, se de escucha y de visión’ (p. 55). La situación que el autor refiere, y que coloca
en el terreno del arte es generalizadle a todos los campos de acción hu
mana, la ciencia, la política, etc. En el plano de lo social, está estrechamen
te relacionado con lo que Castoriadis llamaría una nueva producción del
imaginario social.
Las construcciones individuales llegan a producir nuevos campos de
subjetivación social en los cuales se legitima o no cualquier producción
humana. En las ciencias sociales un nuevo paradigma se constituye cuan-
do se funda un nuevo campo de subjetivación en la .producción del cono-
cT m ientaEi proceso de fundación de estos campos en la ciencia debería
ser objeto de la psicología y de la sociología de la ciencia, pues es tan im
portante para explicar el desarrollo de la ciencia, com o los procesos epis
temológicos que fundan toda producción científica. Guattari nos presenta
un concepto de subjetividad que se encuentra permanentemente en una
procesualidadljeneratiya. que no permite fórmulas aoriorísticas estanda
rizadas.
Esta visión procesual de la subjetividad posee un carácter histórico-
s o cia lque se hace explícito erTdiversos análisis de Guattari, entre ellos en
su crítica a la teoría psicoanalítica=
En mi perspectiva que consiste en hacer transitar las ciencias huma
nas y las ciencias sociales de los paradigmas cientificistas para los
paradigmas ético-estéticos, la cuestión no es más saber si el incons
ciente freudiano o el jrcaniano trae una respuesta científica a los pro
blemas de la psique. Estos modelos no serán considerados más, sino
a título de producción de subjetividad entre otros, inseparables de los
dispositivostécnicoseinstitucionalesque los promueven yd e su im
pacto en la psiquiatría, la enseñanza universitaria, la media [...] ¿serán
los modelos de inconsciente, propuestos en el 'fnercado' del psicoa
nálisis. convenientes a las condiciones actuales de producción de la
subjetividad? [...] El inconsciente freudiano es inseparable de una
sociedad atada a su pasado, a sus tradiciones falocráticas, a sus in
variantes subjetivas. Las subversiones contemporáneas apelan, sin
duda, para una modelación más orientada para el futuro y para la
emergencia de nuevas prácticas sociales y estéticas en todos los do
minios" {1997, p. 9).
En estas construcciones, Guattari expresa puntos en común con una
subversión del concepto de ciencia iniciada por Kuhn y seouida en otros
términos por el construccionismo social, en el cual se destaca el compro
miso institucional de la ciencia y se intenta separar la legitimación de la
producción científica de toda relación directa e inmediata con el objeto. Es
e j ^ a m b ié n elsignificado de nuestro concepto de zona da sentido, orien-
tado e sencialm ente a la producción de una_inlBli9 ibdidad sobre lo estu-
d ü ü a q ue no se legitim a puntualmente en la relación directa e ñ tré el co-
nocimiento producido y la realidad de la cual se parte.
Guattari contextualiza el sentido de la producción psicoanalítica den
tro del momento histórico en que la misma fue realizada, separándose de
la dosificación’ del pensamiento psicoanalftico anterior. Comparto plena
mente la idea de considerar las concepciones de Freud y Lacan como for
mas de producción de subietiyiaao que no se ag o ta n en las narrativas de
dichos autores, con lo cual se elimina la reificación del pensamiento osP
C gañiM co. Uno de los aspectos que Guattari menciona, pero en el que no
se detiene y que considero cada vez más importante dados los rumbos
que toman las cie n cia s sociales, es la cuestión del mercado que se de
sarrolla en torno de determinadas teorías, el cual se apoya en cierto feti
chismo asociado a sistemas de ritos que se ejecutan en el nombre de la
ciencia.
La aparición de nuevas prácticas sociales es una fuente esencial en
la creación de nuevos m odos de subjetivación, principio básico del enfo-
qua hi3tñrir/i-<y iitnrai Guattari propone el análisis de las actuales prác
ticas psicoanalíticas que están organizadas en torno de alguna de las
teorías dominantes de esta fam ilia teórica. En relación con la práctica te
rapéutica, Guattari escribió (1992): 'El trabajo de análisis consiste en cam
biar las coordenadas enunciativas y no en dar claves explicativas. Se trata
no apenas de elucidar, de discernir sobre componentes ya existentes, sino
también de producir componentes que todavía no están presentes, v oue
se tornarán Tsiempre presentes desde el momento en que son engendra-
dos', en razón de la lógica de esas m ultiplicidades, cuya trama molecular
funciona aquem del espacio, del tiem po v de las coordenadas ontológicas’
(p T M ’
Sin dudas el cambio que se genera en la representación teórica de
los procesos psíquicos al asum irel concepto de subjetividad, genera nue
vas formas de comprender la práctica, las cuales conducen simultánea
mente a nuevas formas de conocimiento y a la revelación de nuevas zonas
de sentido que permanecían encubiertas para la producción del conoci
miento. El planteamiento de Guattari sobre el proceso terapéutico es simi
lar al introducido por el construccionismo social, sólo que Guattari, en su
concepción procesual de la psicoterapia, no abandona la definición onto-
lógica del sujeto que se desprende de ésta y se plantea una nueva com-
prensión ontoiógica de dicho sujeto.
l a. procesual idad de la subjetividad no conduce a la flliminar-fftn ri«>
sus formas de organización, sino a otras formas de carácter procesual y
e~n constante desarrollo qnepasan a ser parte de las acciones del sujeto
en sus espacios sociales. La construcción de estas constelaciones de ele
mentos que se constituyen en una misma dimensión cualitativa de sentido
subjetivo es uno de los retos actuales en el desarrollo de este tema, que
nof ueajeno a Guattari. En cuanto a la complejidad d élos procesos de cam
bio individual Guattari explicó (1997) que 'se percibe que las dimensiones
más heterogéneas pueden concurrir para la evolución positiva de un en
fermo: las reacciones con un espacio arquitectónico, las relaciones econó
micas, la cogestión entre el enfermo y el asistente de los diferentes vectores
de atención, la aprehensión de todas las ocasiones de apertura sobre el
exterior, la exploración procesual de las Singularidades1eventuales, en fin,
todo lo que contribuye para la creación de una relación auténtica con el
otro’ (p. 6). Cada uno de los elementos mencionados por el autor, como ele
mentos posibles y diferenciados en el plano singular que influyen en el
cambio, son, en nuestra definición, elem entosde sentido que se configu
ran en el proceso de cambio.
Una de las exigencias para la construcción teórica de la subjetividad
es la producción de categorías que nos permitan dar cuenta del carácter
general de su funcionamiento y organización y que, a su vez, nos dejen
especificar la forma que esta organización adopta en lo singular, la cual
responderá a una cualidad única que nos impedirá avanzar en el conoci
miento de lo singular a través de la comparación, como durante largo tiem
po se intentó hacer en la psicología diferencial de la personalidad.
Guattari conserva del pensamiento psiconalíticoladim ensióndel de
seo, en la cual se concentra el valor de lo afectivo, de lo emocional; sin em
bargo, en la obra de Guattari, como en Deleuze, el deseo no aparece como
entidad sustanciada: es un deseo producido, un deseo que acompaña la
historia de vida social del sujeto. Sin embarga y a pesar de su interesan
te crítica, realizada junto con Deleuze, sobre el deseo en la teoría psicoa-
nalítica, pienso que la propuesta del esauizoanálisis no consigue generar
nuevas bases teóricas para lá construcción del tema del deseo, que sin
tetiza el tema de la afectividad.
La producción del deseo en los términos del esquizoanálisis propues
to por Deleuze y Guattari conduce a una nueva concepción de deseo como
proceso en permanente producción y, también, aúna nueva concepción del
inconsciente comprometida con la acción del sujeto. En este sentido, De
leuze escribió (1997): 'Decimos lo contran O: el inconsciente, ustedes no lo
- poseen, ustedes nunca lo poseen; él no es un c'était’ (esto era) en cuyo lu
gar el 'yo' debe advir. Es preciso invertir la fórmula de Freud. El inconsciente
ustedes deben producirlo: Prodúzcanlo o entonces permanecerán con sus
síntomas, su ego, y su psicoanalista' (p. 85) 1
. En el intento da desustanciar un inconsciente universal, Deleuze
confunde la dimensión de lo producido y de lo intencional. El inconscien-
te e s producido, pero producido en una historia en la que la intención del
sujeto es apenas uno de los elementos de las complejas configuraciones
que se constituyen a nivel subjetivo, a las cuales el sujeto no tiene un ac
ceso consciente de forma directa ni intencional. El sujeto, como veremos
más adelante, es un momento de permanente ruptura v contradicción cor^
jas configuraciones subjetivas que lo constituyen en el plano de la perso
nalidad, lo cual no supone oue las dom ine o controle.en el Plano del lem
guaje o d e ld iscw so.________________
g u a tta r i, Deleuze y Castoriadis son productores de un pensamiento
crítico que alanza en la comprensión de ja subjetividad tanto en iu c o m p ie ^
jidad, como en su diversidad de formas. Son autores que marcan momen- , ^
tos de ruptura en la narrativa psicoañilítica y que permiten conceptuar de
nuevo muchos de los problemas suscitados por el psicoanálisis en un nue
vo espacio de significación, i a comprensión riel tema de la subjetividad, cq-
mo la presento en este libro, trae aparejada modificaciones profundas para. „
las áreas del pensamiento y las prácticas psicológicas.
ios
La subjetividad y las teorías
de Inspiración social en la psicología
• La subjetividad y las teorías de inspiración
! social en la psicología
\
i »
Br«v« Introducción sobro la dicotomía do lo social
y lo Individual on la historia dol pensamiento psicológico
Entre las dicotomías que han influido en la historia del pensamiento psi
cológico, una de las más pronunciadas ha sido la dicotomía entre lo social
y lo individual. Así, durante la primera mitad del siglo xx, la psicología se
centró en el individuo e identificó el concepto de la psique con los proce
sos internos e individuales de la mente humana. A esta concepción do
minante se opuso el conductismo, que "sacó* la psique de la mente y la
colocó “fuera*, en el comportamiento; sin embargo, la unidad de análisis si
guió siendo el individuo, alrededor del cual se construyeron prácticamen
te todas las categorías básicas de la psicología del siglo xx¡ personalidad,
motivación, pensamiento, etcétera.
Como vimos en el capítulo I. en la primera mitad del siglo la psicolo
gía experimental se orientó básicamente al estudio de los elementos de la
conciencia y de los procesos sensoriales y cognitivos, la creación de tests
y la psicología diferencial se orientó a evaluar comparativamente las ca
pacidades y rasgos de los individuos. Con el surgimiento del psicoanálisis,
la clínica se orientó al estudio de los individuos, mientras la propia psico
logía social anglosajona se inclinó al estudio de respuestas y procesos in
dividuales relacionados con la condición social de los sujetos estudiados
o con determinados procesos de origen social. Por tanto, durante toda la
primera mitad del siglo xx la psicología fue dominada por una representa
ción individualista de su objeto y sus prácticas.
Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo xx, tras las graves
repercusiones de dos guerras mundiales que estremecieron a la humani
dad, el avance de otras ciencias sociales y los cambios radicales en los sis
temas de comunicación, se produjo en la psicología una consideración
creciente de lo social que tuvo varias fuentes. Por un lado, en el campo de
la clínica la obra de Lacan subrayó el lugar de lo simbólico, particularmen
te del lenguaje, en la organización del inconsciente, expresando una fuerte
influencia del estructuralismo y la lingüística. Por otra parte, se consolidó el
enfoque histórico-cultural que, aunque apareció en la primera mitad del si
glo asociado a la Revolución Rusa, permaneció prácticamente aislado has
ta la década de los sesenta, entre otras cosas como consecuencia de la
guerra fría. En tercer lugar, entre los m últiples hechos relacionados con el
aumento en la significación de lo social en la psicología, apareció esta co
rriente en la psicología social europea, básicamente definida a través de los
trabajos de Tajfel sobre la identidad social y los de Moscovici orientados a
las representaciones sociales, que en palabras de Munne (1996) "tiende
a resaltar la naturaleza colectiva del comportamiento social y procura en
focar los problemas panorámicamente’ (p. 243).
A partir de las tendencias anteriores, que condujeron a una repre
sentación social de los procesos psíquicos que tuvo antecedentes impor
tantes en los autores pragm atistas norteamericanos, desde los pioneros
James y Dewey hasta Peirce y Mead. La división entre psicología social es
tadounidense y europea es legítima sólo para comparar la psicología so
cial europea que comienza a desarrollarse a partir de Tajfel y M oscovici y
la psicología social norteam ericana más clásica, pues como el propio
Farr expresa, entre lasform as sociológicas de la psicología social tendría
mos que conceder un lugar importante al interaccionism o sim bólico in i
ciado en Chicago porBlum er(G onzález Rey, 1997).
Como ya he criticado en trabajos anteriores (González Rey 1994,1997)
el concepto de psicología social sociológica no me parece feliz, pues
crea una escisión que es legítima sólo en relación con la psicología social
positivista norteamericana, la cual, más que psicológica, es cuantitativa,
descriptiva e individualista, atributos que no distinguen el plano de lo psi
cológico comprendido desde muchas otras perspectivas de la historia de
nuestra ciencia. Ante esta división, al igual que aquella señalada por al
gunos psicoanalistas entre el psicoanálisis y la psicología, podemos pre
guntarnos: ¿de qué psicología se trata?
La separación entre una psicología social sociológica y otra psicoló
gica ha traído algunas dificultades para el desarrollo de las teorías com
prendidas entre las así llamadas psicologías sociales sociológicas, como
han sido la atención a la cuestión del sujeto individual, de la personalidad
y de la afectividad dentro de sus producciones teóricas, lo cual, como de
mostraré en este capítulo, ha generado contradicciones que es preciso
resolvertanto en un plano teórico como epistemológico.
En el presente capítulo señalaré la importancia del concepto de sub
jetividad para la integración de una representación en que se articulen
dialécticamente lo individual y lo social, rescatando la significación de la
subjetividad individual para la psicología social y de la subjetividad social
para la comprensión de la subjetividad individual y del sujeto en los dife
rentes campos disciplinarios en que son estudiados. Sólo este enfoque
permitirá una aproxim ación interdisciplinaria que no ponga en riesgo el
desarrollo de una psicología básica, capaz de seguir articulando una teo
ría compleja sobre la psique y sus formas de expresión.
La teoría do las representaciones sociales:
un análisis desde la subjetividad social
El concepto de Representación Social (RS) dio lugar a una nueva zona de
sentido dentro de la psicología social, orientada a uno de los procesos
más importantes de la subjetividad social que había sido ignorado comple
tamente por la psicología social anterior: el proceso de génesis y desarro
llo de conocimiento social. La categoría de representación social permitió
comprender cómo el conocimiento social tiene una naturaleza simbólica
y social, que produce significaciones que están más allá de cualquier ob
je to concreto que aparezca como contenido de una representación. Es
precisamente ésta una de las diferencias centrales entre la teoría de las
RS y las teorías de la cognición social. Sin embargo, esta distinción se ha
visto con frecuencia oscurecida por el concepto de objeto y las formas en
que se ha presentado en esta teoría, así como también por lo que que yo
denominaría cierta tendencia objetal descriptiva en muchas de las inves
tigaciones empíricas de las RS.
El concepto de objeto es un concepto conflictivo por su propia histo
ria dentro de una psicología dominada por la dicotomía S-O, dicotomía que
encontró una expresión hasta en los propios continuadores deVigotsky en
el enfoque histórico-cultural.1El análisis sobre la cuestión del objeto de las
RS ha implicado de una forma u otra prácticamente a todos los defenso
res de esta teoría, incluyendo al propio Moscovici.
No podemos tomar expresiones aisladas de los autores; sin embar
go, pienso que por las diferencias al tratamiento de la cuestión del objeto
en diferentes lugares de la obra de los pioneros de las RS, ésta ha sido una
cuestión en evolución en la teoría y se le ha dedicado una especial aten
ción después de la crítica enderezada por el construccionismo social. Asi,
en relación con esta cuestión Moscovici escribió (1982KNO hay nada en la
representación que no esté en la realidad, excepto la representación mis
ma’ (p. 141). Esta afirmación es ambigua, pues puede ser interpretada co
mo que todas las fuentes de la representación están en la realidad, lo cual
es importante como compromiso ontológico de las RS con una realidad
dada; pero tal afirmación nos obligaría a concluir que se refiere a la consti
tución subjetiva de la RSy no a la RS como imagen, percepción o construc
ción que se produce en una relación directa gnoseológica con el objeto en
que se expresa, el cual aparece colocado en una relación de externalidad
respecto de las RS.
1 Para un a n á lis is c ritic o d e e s ta ten den cia , véa se González Rey. P sicología de la p e rso
n a lid ad. Pueblo y ed ucación , La Habana,. 1985. <¡
Por tanto, cuando Moscovici afirma que "no hay nada en la represen
tación que no esté en la realidad* no se refiere a un realidad concreta de
finida en sus atributos objetivos e independientes del sujeto, sino a una
realidad social en la que también Intervienen los procesos de subjetiva-
clón que la configuran, cuyo sistemas y formas de organización en el teji
do social he definido como subjetividad social.
En un texto anterior (1973), Moscovici escribió que ‘sujeto y objeto no
son considerados como funcionalm ente separados. Un objeto es ubica
do en un contexto de actividad desde que él es lo que es porque es en
parte considerado por la persona o el grupo como una extensión de su
conducta [...] No reconocer el poderde nuestra capacidad de representa
ción para crear objetos y eventos es como creer que no hay conexión entre
nuestro 'feser vorio' deim ágenesy nuestra capacidad de imaginación‘ (p. xi).
En realidad ni Moscovici ni ninguno de los autores más importantes
del tema de las RS pretendió tomarlas como reflejo de un objeto en I a men
te del sujeto en una concepción representacional del conocimiento, como
han criticado algunos representantes del construccionismo social (Ger-
gen, Ibañez, Pottery otros). Sin embargo, el alcance de la subjetivación que
acompaña al proceso de producción de las RS tampoco ha sido atendido
por la teoría, lo que ha llevado a algunos de sus seguidores a buscar pun
tos de conciliación con la perspectiva del construccionismo social, lo que
en mi opinión es incongruente, sin que quiera decir que el análisis de la
relación entre construcción, discurso y representación lo sea; pero las
consecuencias teóricas y epistemológicas de este análisis son totalmen
te diferentes desde la perspectiva de la teoría de las RS y desde el cons
truccionism o social.
El objeto en la RS no es la referencia externa que guía el proceso de
construcción, sino nada más que la delimitación del espacio de la realidad
en la que la RS se expresa, pues algo importante en el valor heurístico del
concepto es el énfasis de los autores en la relación entre la RS y la reali
dad. La RS está constituida por una multiplicidad de elementos de sentido
y significación que circulan en la sociedad y que son los que le dan su di
mensión simbólica, social y subjetiva, y subrayo esta última pues lo sub
jetivo no se reduce a lo simbólico, sino que está formado por sentidos
subjetivos que son responsables de las emociones que los sujetos expre
san a través de las RS. lo que es uno de los aspectos que debe elaborar
la teoría. Las RS se manifiestan en un espacio discursivo, pero también ex
presan elementos de la subjetividad social que no se hacen explícitos en
formas discursivas, adoptan otras formas que aparecen en el imaginario
social, en las tradiciones, las creencias, etc., y que con frecuencia se man
tienen como sentidos subjetivos cuya expresión en los discursos que circu
lan, y en la constitución de las RS, no es necesariamente idéntica.
Las RS representan las formas organizativas del espacio simbólico
en que la persona se desenvuelve. La realidad aparece a través de las RS
y de los discursos que forman el tejido social, mediante los cuales los su
jetos individuales, relacionados en un determinado espacio social, confi
guran el sentido subjetivo de las esferas de su vida y se atribuyen una
significación a sí mismos y a sus relaciones con los otros. Esta organiza
ción simbólica del medio social es también un aspecto central en la cons
titución del sentido de conjuntos complejos de emociones del sujeto; sin
embargo, las RS también están constituidas por complejos núcleos emo
cionales que, asociados o no a procesos de significación, se integran des
de zonas diferentes de la experiencia humana a la configuración de una
RS concreta. Las RS representan complejas síntesis de sentido y signifi
cación que permiten momentos de inteligibilidad de innumerables proce
sos sociales inasequibles a la conciencia.
Estos momentos de inteligibilidad, que con frecuencia son conside
rados como Verdades’ incuestionables en el plano del sentido común, son
en gran parte el origen de la organización del tejido social en determina
da época histórica, así déla institucionalización de ciertos espacios de co
municación. En este complejo proceso de la subjetividad social, a través
del cual el mundo adquiere sentido para los sujetos que lo viven, las RS se
integran en procesos complejos que han aparecido a través de categorías
diferentes en la literatura psicológica, como discursos, imaginario social,
etc., todas las cuales apuntan a los procesos humanos definitorios de la
realidad social. De hecho, todos esos conceptos de una forma u otra es
tán impelidos por la idea de que la realidad social expresa una ontología
diferente a la realidad de subjetivada.
En un ejemplo muy interesante que resalta precisamente la natura
leza subjetiva de las RS, Duveen escribió (2000)=
La idea de las identificaciones como una forma de posicionamiento -
del sí mismo en relación a las representaciones también necesita con-
sidear los complejos dinámicos que pueden estar implicados en esto.
Donde quiera que las representaciones son internalizadas ellas están
relacionadas a un proceso de formación de identidad, que algunas ve
ces toma formas sorprendentes. Por ejemplo, nosotros no pensamos
¡n usualmente que la ¡nternalizaclón por los niños de las representacio
nes de la matemática esté relacionada a las identidades específicas,
. p e r o éste puede ser el caso. Cuando la forma de matemáticas que los
niños internalizan está vinculada con su identidad como miembros de
'. . uñ grupo social marginal, esto puede conducir a una relación pertur
badora en sus escuelas, y es sólo cuando nosotros vemos las conse-
. cuencias de sus dificultades y fracasos en la escuela, que el sentido
en el cual las representaciones de la matemática también expresa la
identidad social se hace aparente, (p. 17).
La interesante cita de Duveen expresa lo que hemos querido signifi
car con la categoría de configuración subjetiva. Cualquier experiencia hu
mana está constituida por una diversidad de elementos de sentido que,
procedentes de diferentes esferas de la experiencia, determ inan en su
integración el sentido subjetivo d é la actividad actual del sujeto. En el mis
mo sentido que observa el autor, encontramos que la familia está presen
te como un elemento de sentido en la forma en que un niño se enfrenta al
aprendizaje, que una condición familiar es responsable de la aparición de
un conjunto de emociones que marcan de forma peculiar el sentido d é la
actividad de aprender para un escolar.
Llamamos sentido subjetivo a la unidad constituyente de la subjeti
vidad que integra aspectos simbólicos, significados y emociones en una
nueva organización, dentro de la cual estos elementos no tienen relacio
nes de causalidad. Los sentidos son los espacios de subjetivación de la
emoción, pues ellos son generadores de emociones que están articuladas
dentro de espacios simbólicos y de significación, sin que la emoción sea
una respuesta ante aquéllos. Entre lo simbólico, lo emocional y las signi
ficaciones en la organización de los sentidos existe una relación recur
siva. El sentido es un tipo de unidad p s ic o ló g ic a diferente del tipo de
categorías que han sido dominantes en la historia de la construcción del
pensamiento psicológico, las que han sido esencialmente descriptivas, o
han representado contenidos universales no asociados al momento actual
de acción del sujeto.
Los sentidos subjetivos tienen un carácter histórico, en tanto son ge
neradores de emociones y formas simbólicas que anticipan las acciones
del sujeto a partir de su historia, pero, a su vez, están unidos inseparable
mente a aquéllas, representando un momento procesual permanente aso
ciado a la acción del sujeto, que define una tensión permanente con la
organización histórica de sentidos desde la cual éste actúa.
El carácter emocional de la identidad asociada a un grupo marginal
quedó clara en el ejemplo anterior, cuando Duveen indicó la expresión per
turbadora de la relación entre la representación de las matemáticas y la
identidad asociada a un grupo marginal. El conjunto de emociones que
aparecen en el curso del desempeño de cualquier actividad es el resulta
do de emociones de diversa procedencia que se integran como dimensión
de sentido en la realización de una actividad concreta. Denomino a esta in
tegración de elementos de sentido y significación que caracterizan la orga
nización subjetiva de un ámbito de la experiencia del sujeto,y que asumen
estructuras diferentes en el curso de sus acciones como configuraciones
subjetivas, las que en mi opinión representan la unidad fundamental para
el estudio de la personalidad.
La otra cuestión interesante que la cita anterior nos trae a colación
es el hecho de que las RS están configuradas de manera simultánea en el
espacio social y en el sujeto individual, pues las emociones perturbado
ras aparecieron en un escolar concreto y fue a través de su expresión sin
gular que el Duveen contruyó la reflexión que ofrece. Por tanto, las RS se
configuran de forma simultánea en el sujeto individual, en su personalidad
y en el espacio social en que vive. Las RS expresan una diferencia esen
cial en relación con el construccionismo social, pues expresan realidades
sociales que no se agotan en su expresión discursiva ni en el lenguaje
porque son parte de un tejido social constituido y organizado histórica
mente que se reproduce no sólo en los espacios conversacionales, sino
también en la constitución subjetiva de sus protagonistas.
En relación con la ¡nterrelación necesaria entre lo individual y lo so
cial, Markova escribió (1996): "Generalmente, lo fenómenos sociocultura-
les relativamente estables, como las formas habituales de pensamiento, las
representaciones sociales, los lenguajes, tradiciones y paradigmas cien
tíficos, son parte de un ambiente social en el cual las personas viven. Al
mismo tiem po este m edio es reconstituido a través de las actividades
individuales, como lenguaje, pensamiento y acciones. Esos dos constitu
yentes de los fenómenos socio-culturales, lo social y lo individual, son in
terdependientes’ (p. 178). Este importante reconocimiento no siempre ha
sido considerado en el contexto de las RS, como veremos más adelante; sin
embargo, representa un desafío teórico a la teoría de las RS, pues impli
ca el desarrollo de construcciones teóricas que lo permitan, entre las cua
les veo la necesidad de definir las categorías de sujeto y subjetividad en
el estudio de las representaciones.
Al criticar la sustitución de la realidad por su condición discursiva, U.
Flick expresó con mucho acierto (1995) que: "En el rechazo programático
de estudiar la cognición y en enfatizar el discurso, los aspectos del cono
cimiento, su distribución social y construcción son rechazados. También
es ignorado que hay algo como el pensamiento, y una construcción sub
jetiva y social de las realidades creciendo desde el pensamiento sobre el
problema, anterior, posterior y paralela a las conversaciones sobre ella" (p.
94). En esta cita el autor refuerza la idea del carácter generativo del pen
samiento, es decir del sujeto que piensa, pues el pensamiento es insepa
rable de un sujeto que piensa a través de su propia constitución subjetiva,
lo que hace del pensamiento un proceso productor de sentido subjetivo y
no sólo de significaciones.
La categoría de sentido se ha intentado integrar al lenguaje y la sig
nificación. Así, algunos autores han identificado el sentido como el signifi-
cado particularizado de algo (Valslner), lo cual de hecho lo Integra, aunque
Valsiner no lo extiende a otras dim ensiones del proceso de particulari-
zación entre las cuales lo emocional es particularmente relevante. No obs
tante, en variantes más próximas a la lingüística se usa el sentido como
dimensión del propio lenguaje, asociado a la forma del uso lingüístico, co
mo ya se leía en la obra de Lacan.
Esta tendencia de definir el sentido comprometido y subordinado al
uso del lenguaje en el construccionismo social queda claro en el definición
de Spink (1999), de q u e ‘ el sentido deriva del uso que hacemos de los re
pertorios interpretativos de que disponemos* (p. 47). O sea, para la autora
esta categoría no representa nada diferente, es el resultado del uso de re
pertorios Interpretativos de carácter discursivo, con lo cual no está asocia
da a ningún otro plano de definición ontológica en relación con la psique.
Por su parte, Vigotsky pensaba de form adif erente en su definición de
sentido (1987): ‘ El sentido de una palabra es un agregado de todos los fac
tores psicológicos que surgen en nuestra conciencia como resultado de
la palabra. El sentido es una form ación dinámica, fluida y compleja que tie
ne Innumerables zonas que varían en su Inestabilidad. El significado es
apenas una de esas zonas de sentido que la palabra adquiere en el con
texto del habla. Es la más estable, unificada y precisa de esas zonas* (p.
275-276). Es muy interesante la intención explícita de Vigotsky de mante
ner el sentido dentro de la delimitación de lo psicológico y definirlo, en re
lación con la palabra, como Agregado de todos los factores psicológicos
que surgen en nuestra conciencia como resultado de la palabra’ , lo que
significa que no son los ‘ juegos de lenguaje’ los que determinan el senti
do, sino lo que aparece en nuestra conciencia procedente del dominio de
lo psicológico con el uso de una palabra. Las emociones pueden ser la for
ma en que surgen aspectos psicológicos en nuestra conciencia ante el
uso de una palabra.
El uso, alcance y delimitación de la categoría de sentido es uno de los
puntos polémicos que tenemos enfrente; sin embargo, la obra de Vigotsky
ofrece una opción para comprender el sentido como una expresión parti
cular de una ontología de la psique que no se reduce a los procesos de
lenguaje ni a las instancias discursivas en que lo psíquico también se pre
senta y que han sido completamente reificadas por el construccionismo
social en detrimento de la elaboración teórica de losfenómenos psíquicos.
Como vimos en los capítulos anteriores, la categoría de sentido subjetivo
reviste una importancia particular para el análisis del tema de las emocio
nes desde su constitución subjetiva.
Retomar el sentido en nuestra discusión sobre las RS tiene dos con
secuencias inmediatas: la primera, utilizar un concepto que nos permite
definir el carácter subjetivo de las RS y su diferencia con las entidades
puramente lingüísticas y discursivas; la segunda, directamente derivada
de la primera, es que el reconocimiento de la naturaleza subjetiva de las
RS permite explicar un aspecto que aparece muy bien en la cita anterior
de Duveen, que es la expresión emocional de los contenidos representa-
cionales, aspecto que hasta hoy ha representado un vacío en la teoría de
las RS.
Abordarla cuestión del objeto de las RS considerándolas una forma
ción subjetiva elimina todo intento de definir las RS en un esquema repre-
sentacional del conocimiento, pues en efecto son un conocimiento, pero no
puramente cognitivo, sino social y subjetivado, en el que intervienen los
sentidos subjetivos que una población expresa en sus RS. Por esta razón,
las RS, más que un interés desen ptivo para la psicología social, tienen un
valor interpretativo para entrar de forma indirecta en zonas de sentido déla
realidad social que no han sido significadas aún y que difícilmente puedan
ser significadas por otras vías de la psicología social. Es en este sentido
que me resultó extraordinariam ente reveladora la reflexión de Duveen
sobre cómo aparecía la identidad social de los escolares en sus represen
taciones sobre las matemáticas, lo cual abre un importante campo de cons
trucción teórica que relaciona el campo de la educación y la psicología
social, cuya separación ha sido ante todo un problema teórico y epistemo
lógico.
En tanto sentidos subjetivos, las Representaciones Sociales nunca
serían un 'reflejo’ de los objetos, pues el sentido im pide considerar cual
quier proceso o elemento psíquico como resultado inmediato de elemen
tos externos a él. Toda influencia externa actúa sobre el sistema a través
de su organización actual.
El hecho de asumir el carácter subjetivo de las RS no niega sino que
reafirma su compromiso con la realidad social, sólo que esta realidad so
cial se expresa en las RS en forma subjetiva, no como reflejo objetivo de
lo representado, que es precisam ente a donde va dirigida la crítica del
construccionismo social. Los propios mecanismos de objetivación y an
claje son una expresión de los procesos subjetivos de distorsión que ca
racterizan el proceso de formación y desarrollo de las RS. El anclaje no es
nada más un proceso cognitivo, como da por sentado la mayoría de los au
tores, pues en él influyen los sentidos subjetivos que en última instancia
son los facilitadores del resultado final de este proceso.
Ya afirmé que la representación no es un reflejo, es una manera de
significar y producir sentido que, aunque se hace explícita en formas de lo
real organizadas socialmente, son una expresión compleja del tejido so
cial en el que se producen. Este tejido social existe a través de formas de
organización diferentes e interrelacionadas, a las que hemos definido co
mo subjetividad social. Fn la confifluraclón de la. subjetividad social apa-.
ti)
c - £ u e ¿ u > •’U i & I L . játfU
c íL J yS^z-LtU J Q (J
recen estrechamente relacionados fenómenos sociales como los m itos, el
Rumor, las formas habituales de pensamiento, los códigos morales de la ^
dependenciase instituciones sociales, la oraanizacióndelsentidocom ún|
los códigos emocionales de relación, la organización social de los reoar-
torios de respuestas, el lenguaje, las representaciones sociales, los dis
cursos. los comportamientos iñstitucioñilizados, etcétera.
La especificidad d el concepto de subjetividad social es intentar
generar valor heurístico sobre las com plejas y ocultas interrelaciones da
todos los aspectos mencioñadoa iftra i los cuales se encuentran*Ias rela
ciones de poder, las formas de organización socioeconómicas, lajidíferen-
cias sociogconóm icas. la organización de los procesos d e m arginacióñ.
los códigos juríd icos, los criterios de propiedad, etc. Querem os d e fin ir
cómo desencadenan estas instancias y muchas otras erTsus complejas
interrelaciones, procesos de significación y sentido que aparecen en la
base de los procesos parciales 38 Slibjetivación de una sociedad, entre
ellos, los juegos, los pat ones de vida familiar, la violeñciaT el consumo de
drogas, etcétera.
Lo anterior es una aspiración que funda el concepto de subjetividad
social, y desde esta perspectiva, la sociedad, en sus procesos más com-
piejos de integración, nunca es ajena a lo que ocurre en los microproce- ( 117
sos o experiencias sociales concretas en los territorios de la vida social.
Por tanto, la introducción del concepto de subjetividad social no tiene co
mo aspiración inmediata explicar los procesos concretosy puntuales que
aparecen en el plano social, sino generar una nueva zona de sentido oara
la psicología social, facilitadora de la producción de nuevos conocimien-
tosconcrgios.
La comprensión del carácter subjetivo de las RS implica descentrali
zar su estudio de los objetos const uidos, y centrarse má9 en la configura
ción de elementos subjetivos que se sintetizan en ellos, lo que ampliaría
el valor heurístico de las RS en el conocimiento de la realidad social en que
aparecen. Este cambio tiene profundas implicaciones teóricas y epistemo
lógicas, reafirmando la orientación cualitativa en el estudio de las BS. cam-
bio que ha hecho explícito Flick (1995). Se debe pasar, como he señalado
al definir la epistemología cualitativa, de una epistemología de la resoues-
ta a una epistemología de la construcción en el campo de las RS que per
míta la expresión de las complejas redes de sentido y significación que
están en la base de las RS.
A¡ compre nd erlasfiS como formaciones constituidas en los prfyeans
de relación sociaTerTlos cuales entran los sentidos subjetivo ^ g ue exorg;
san los sujetos que protagonizan esos espacios de relación, los que circu
lan en todos los procesos de comunicación en aue participan. IgsRS que
se forman vexpresan en esosescenarios están constituidas por dimensio-
n es de sentido ocultas hasta para los propios protagonistas. Reconocer
las RS como form aciones constituidas^es un importanteTnomento en su
compren siá a c.omo formaciones subjetivas que se_configuran en el desa
rrollo de la subjetividad social. Sobre el carácter constitutivo de las RS en
la sociedad. M oscovioLescribió (1998)-. ‘Yopienso. sin embargo, qye noso
tros no nos debemos preguntar como el conocimiento es condicionado por
la sociedad, sino como el conocimiento es constituido p orja jgcié da d, he
cho por la sociedad. Fue en este sentido qüeyolñtroduje el concepto de so
ciedad pensantel(p. 385).
La sociedad pensante puede ser una buena metáfora, pero en reali-
dad quienes piensan son siempre los indivi duos eryescenarios sociales.
Laa ctivid ad e o moartida e n e stos escenarios es un momento constitutivo
del pensamiento, pero no reduce el carácter generativo y unico del sujeto
concreto, com o otrorñdm ento constitutivo esencial del proceso sociaíde
coTütTQcción. No podemos caer en el extremo de que en el reconocimien
to del aspecto'social de los procesos individuales, terminemos negando
el aspecto individual constitutivo de estos procesos, como ha ocurrido en
los trabajos de algunoTdiTos Representantes del construccionismo social
La influencia de Piaoet en Moscovici, así como el momento histórico
en que las RS debutaron como nuevo espacio en la construcción del co
nocimiento psicológico social son elementos que influyeron en la ooca
a tenoón que se prestó a los aspectos emocionales de la RS, que si_bien
no eran negados, no ocuparon nunca un espacio relevante en la formula
ción de la teon a y esto no queda resuelto en laafirm acion de su carácter
simbólico. El referente explícito en los aspectos constitutivos da las RS ha
sido h a s t a hnv la connición. La significación del sentido subjetivo para la
elaboración de la teoría de las RS es un momento esencial en su articula
ción con una teoría de la subjetividad, y el punto en el cual la teoría de las
RS podría tener un mayor encuentro con el enfoque histórico-cultural.
La no identificación de las RS con los discursos y el reconocimiento
de su capacidad para expresar formas diversas y muy complejas de la so
ciedad que no aparecen en sus construcciones discursivas, lleva necesa
riam ente a analizar las RS en un marco ontológico complejo que defino
como subjetividad social. Como proceso v forma da organización de la
subjetividad social, las representaciones generao espacios de comunica
ción qüeTlégan a instituirse en la sociedad; sin embargo, las RS se forman
y evolucionan en el propio proceso de comunicación. Por tanto, entre las
RSJa comunicación y la producción del conocimiento social se omriuop
una relación de recursividad.
La com unicación genera procesos permanentes de significación y
sentido que no pueden ser explicados por una visión d e lo s o c ia l como es
pacio homogéneo. La social es un espacio heterogéneo, y parte de esa
heterogeneidad es la com posición individual diferenciada de todo espa
ció social. La ruptura de la dicotom ía entre lo social y lo in dividual, condi-
ción esencial para comprender la subjetividad social, pasa por la
c STTlprensión de los procesos de singulanzación contradictorios que se
desenvuelven permanentemente en todo espacio social. Una de las for
mas que adoptan estos procesos tiene que ver c o n ja actividad perma-
n e n te e im predecible de los sujetos singulares concretos, quienes
estando definidos en el espacio de la subjetividad social representan
siempre nToiYientos de cuestionamiento y ruptura de la subjetividad social
constituida.
Como señala M oscovici. y debem os contemplar todas las conse
cuencias de esta afirmación (1998), 'cuando una ¡dea q_un conocimiento
científico entra en el campo de la cultura de la sociedad, entonces usted
puede tener luchas culturales reales, luchas intelectuales' (p. 377). Estas
luchas culturales a las que se refiere Moscovici son luchas que se esta
blecen entre sujetos individuales, sujetos que participan en determinados
procesos de subjetivación institucional y social y que defienden desde su
condición social y'creatlvidad individual. Por tanto, en todo espacio de gé
nesis de RS los sujetos individuales aparecen como protagonistas activos
del proceso, como lo son en el plano metodológico para el estudio de las
representaciones. Así, la definición de las RS. aunque con frecuencia sus
principales teóricos han opinado en sentido contrario, abarca necesaria
mente los temas del sujeto y la gnhjptiuiriari inriiwinaL De no ser así, la di
cotomía mecanicista de lo social y lo individual seguiría dominando este
campo de estudio o la negación absurda de la desaparición de lo indivi
dual defendida, ni más ni menos, que por individuos concretos muy bien
caracterizados en su definición singular.
La relación de lo individual y lo social es un punto crucial para la teo-
ría de las representaciones sociales, que como hemos visto, es difícil de
'e lib o ra r sin una visión dialéctica de la subjetividad. El propio M oscovici, en
su énfasis en una psicología sociológica o psicología social sociológica di
jo (1986): "Como es fácil imaginar no existe unanimidad en este puntó. Pe
ro creo que en la actualidad tras el abandono del conductismo, el número
de aquellos que estarían de acuerdo con la definición que establecí en 1970
sería más elevado: y yo formularia, escribía entonces, como objeto central
de la psicosociología, todos loslenóm enos relacionadoS-con la idediOQia
j r j a com unicación, o rdenados seoún su génesis, estructura v función*
(pTT§). Esta orientación de un campo de la psicología a los fenómenos de
la jdeoíogia y la comunicación, sin articularlos con los sujetos v otros aspec-
tosde los escenarios sociales en que estos fenómenos ocurren, ouede lle
varnos a posiciones similares a las que el omoio Moscovici: critica hoy en
el construccionismo social, es decir, al estudio unilateral de procesos (co-
■i
municación social e ideología) o (discursos), que llegan a reificarse en la
condición de Objeto", pues a pesar de toda la crítica hacia el término desde
las posiciones del construccionismo la reificación del discurso lo coloca
nuevamente en la posición de un objeto relficado, desde el cual se explica
todo y al cual va a parar todo lo nuevo.
La concepción de una psicología social sociológica volvió a generar
divisiones mecanicistas que. a largo plazo, contribuyeron a desvirtuar el
verdadero objetivo de la psicología social que, más que orientado a áreas
temáticas estrechas o por categorías parciales universales, debe orientar
se a construcciones cada vez más complejas, capaces de generar inteligi
bilidad sobre las complejas configuraciones de elementos que participan
enj a génesis de los fenómenos sociales en cada momento histórico den
tro de una determinada cultura. La categoría de subjetividad social repre
senta un espacio abarcador y en crecim iento de contenidos varios que
nunca quedarían agotados en una sola categoría o con un objeto de estu
dio estrechamente delimitado.
Como expresé en un análisis anterior del problema (1997): 'E p el plan
teamiento psicosociológico se omite la integración dialéctica entre lo inter
no y ío externo, con lo cual el sujeto se subjetiya, quedando a merced del
momento interactivo, cuya expresión en lo subjetivo se agota en la consti
tución simbólica de sus relaciones. Con este planteamiento la subjetividad
individual es despojada de su historia social constitutiva, al subordinarse
el carácter activo del sujeto a su situación interactiva actual* (p. 167).
p La subjetividad social, individual y el sujeto, representan momentos
constitutivos del desarrollo de las RS, representan la ontología constitutiva
de las RS. Las separaciones entre los conceptos y los conocim ientos so
cial e individualmente generados, son extraordinariamente frágiles, pues
en cada momento social de génesis de una representación aparece un
conjunto de sujetos individuales cuyas^creaciones, contradicciones y ac
ciones son centrales en la constitución del núcleo figurativo de un sistema
representacional al cual quedan subordinados por múltiples mecanismos
de carácter social después de que la representación se apropia del es
pacio social en que fue engendrada. Éste es un proceso infinito y perma-
^ nente del desarrollo social.
Los procesos individuales y sociales no son excluyentes. Al contra
rio , s a ijTipíicañ d e forma recíproca en los procesos de constitución subje
tiva que se producen en cada uno de estos planos. Así, la rapresentanión
social de la sexualidad muda en cada época histórica y los Blamantos sub
jetivos que particípan de estos cambios tienen una génesis muy diversa.
En cada momento histórico, en cada sociedad, en los diferentes estratos
sgc ia fé s y culturales de una misma socjedatt-hayuna configuración sub
jetiva diferenciada de la sexualidad que se expresa parcialmente an igs R$
como una de las form as de subjetividad social. Junto a esto, cada sujeto
concreto en el marco de estas culturas o grupos sociales expresa la con-
figuración subjetiva de la sexualidadde su época deuna f orma diferencia-^
da v singu(ar que, aunque está constituida dentro de los marcos de la
subjetividad social en que vive, representa, a su vez, un momento de frac
tu ra da esta subjetividad que puede ser fuente de cambio de la propia sub-
jetividad social o de algunas de las RS que la caracterizan en un momento
histórico concreto. ~~
El sujeto individual está constituido por la subjetividad social y es tam
bién uno de los momentos constituyentes de aquélla a través de las con
secuencias de sus acciones creativas dentro del tejido social en que actúa.
El sujeto representa la singularización de una historia irrepetible, capaz de
icaptar* elementos de la subjetividad social que sólo serán inteligibles al
- T ónocimiento.a través de la construcción de indicadores singulares apa
recidos en las expresiones individuales. En este sentido, las entrevistas
abiertas, los sistemas conversacionales y dialógicos que caracterizan el
desarrollo de una investigación representarán la única fuente de acceso a
' este material, que aparece en los intersticios y las produccionis~del süie-
to que tiene tugaren la expresión de sus representaciones. Las RS no son s
espacios sociales rígidos, estáticos y preformados en que se encajan d e {
forma estandarizada las expresiones del sujeto o que están listos en la \
subjetividad de los sujetos individuales. En cambio, representan e le m e n -/
tos de inteligibilidad a través de los cuales los sujetos significan y experiA
mentan los sentidos subjetivos de sus relaciones de comunicación y, por 'v
esta misma razón, expresan un conjunto de elementos esenciales de la <
subjetividad social, en los cuales encontramos elementos de sentido y sig- j
níficación de por qué unas RS y no otras caracterizan cierto objeto o fenó
meno en una realidad social concreta.
Moscovici escribió (1998): *Así, una RS no es una cosa tranquila con
sistente en un objeto y una ciencia y una transformación de aquel objeto.
Usualmente, hay un tipo de batalla ideológica, una batalla de ideas, y tales
batallas son importantes incluso en la ciencia* (p. 403). Las RS se constitu
yen en procesos de comunicación complejos y contradictorios, que están
en desarrollo, aunque también tienen una estabilidad demarcada en las zo
nas más institucionalizadas y establecidas del tejido social. Son constitu
yentes del tejido social y a la vez son constituidas y reconstituidas en el
desarrollo de ese tejido social. Son constituyentes de la subjetividad indi
vidual y son constituidas en los procesos relaciónales del sujeto, cuya ac
ción y creación es constituyente de nuevos núcleos representacionales.
Las Representaciones Sociales no pueden ser reificadas como un
obietivolTnai en estudios que las utilizan, lo que ha llevado a un ciclo de in
vestigaciones empíricas descriptivas y repetitivas que han aportado muy
poco a la teoría de las RS así como al desarrollo de un corpus sólido y en
extensión de la psicología social. ' ~~
LaS-BS.aparecen con un valor heurístico particular para el estudio de
los aspectos subjetivos de los procesos políticos. En la política, como en
la ciencia, y en todas las prácticas sociales institucionalizadas, una de las
características que más distinguen el proceso de formación de las RS es
ia de atribuirles el carácter de verdad a las construcciones producidas por
el aparato político. Estos procesos de atribución de verdad descansan en
el establecimiento de R$ con núcleos figurativos portadores de una eleva
da carga emocional que resultarían inexplicables sin profundizar en los
elementos de sentido subjetivo que están en la base de esos núcleos fi
gurativos.
Por ejemplo, la RS de la Revolución Cubana para la población de Cu
ba expresa un núcleo figurativo integrado por la igualdad, la justicia, la
seguridad social, la independencia y el patriotismo. Cada uno de estos sig
nificados tiene un sentido muy fuerte en la historia del país y, de hecho, han
representado un punto central en la política de la revolución, y se ha con
vertido en un valor importante para la población. Sin embargo, la institucio-
nalización de la revolución generó procesos sociales totalmente opuestos
al propio significado de la palabra revolución, como falta de participación,
autoritarismo exacerbado, mecanismos absolutos de control sobre la po
blación, incondicionalidad absoluta y culto de la personalidad que, a pesar
de intensificarse al extremo de negar algunos de los significados del núcleo
figurativo inicial, son aspectos que no entran de forma organizada en lo co
tidiano, en parte por la falta de acceso de cualquier visión diferente en los
medios de información y también por la intolerancia, sabiamente regulada
a través del control y la organización social, pero por otra parte porque la po
blación no consigue la producción de sentidos subjetivos diferentes que fa
ciliten la significación de esos otros aspectos.
La RS de la revolución, oficial e institucionalmente sostenida por me
canism os sociales generados en el poder político, se convierte en un es
pacio de constreñim iento y no de desarrollo que lim ita la aparición de
cualquier otra representación y conduce desde fuera "zonas de discusión
toleradas’ en lascualeses imposible abordarciertostem asa partir de pres
cripciones externas totalmente ajenas al curso de los procesos de comu
nicación generados de forma espontánea en los sectores del tejido social.
Las RS com o la de la Revolución Cubana se refuerzan, extienden y
desarrollan, por lo que simbolizan y mitifican, generando Verdaderas tram
pas simbólicas" que term inan siendo un conjunto de pautas rígidas y con
servadoras opuestas a todo cambio posible, lo cual convierte procesos
que fueron extraordinariam ente progresistas en procesos conservado
res incapaces de generar nuevas rutas de desarrollo. En el plano de lo
social consideramos que es imposible la división maniquea entre lo "bue
no* y lo "malo", establecidos de forma absoluta y ahistórica. Toda realidad
social cambia, y la incapacidad para acompañar estos cambios en las di
ferentes prácticas sociales genera dificultades de muy difícil solución.
En el análisis anterior sobre la RS de la Revolución cubana, es impor-
tante destacar el arraigamiento ontólógíco 'd ee sa RS~en_sentidos históri-
cos configurados en la realidad social cubana, lo que lleva a subrayar que
las RS no son simplemen te unaform adiscursiva, sino la organización sim
bólica de núcleos de sentido de gran valor emocional para una población.
Investigaciones dirigidas a los procesos de desarrollo de las RS y a sus
funciones en diversos contextos y áreas de la sociedad son todavía pocas
y éste sería uno de los caminos esenciales para integrar las RS a las ex
plicaciones cada vez más complejas de los procesos y formas de organi
zación de la subjetividad social.
Sin dudas que la teorfa de las representaciones está preocuparla bá
sicamente por los procesos que oeneran cambios sociales y en los que se
generan nuevas representaciones sociales; sin embargo, la teoría tam-
bién tiene que explicar los procesos opuestos a través de los cuales un
núcleo representacional se institucionaliza e impide todo cambio, lo cual,
más queaiajro b le m a para la teoría de las RS, es un problema para la psi-
cologfajsogial en ei que las RS deben ocupar urTíügar importante.
La relación dialéctica entre ambos momentos, los de continuidad y
cambio en el desarrollo social, aparece conceptuada deform a muy clara
en Ma rkova (1996)< "Como las personas nacen en entornos sociales, los dan
por hecho tanto como sus ambientes naturales y físicos. Tal como los ár
boles, las rocas y los ríos, los lenguajes, instituciones y tradiciones forman
un panorama del mundo en que la persona vive. Ahora bien, tal ambiente
social existe para las personas como su realidad ontológica, es decir, co
mo algo que es cuestionado sólo en circunstancias muy específicas. La
fuerza de tales realidades ontológicas asumidas está dada por la comple
ta falta de conciencia de las personas de su existencia. Las personas per
petúan el estatus ontológico de sus ambientes sociales a través de sus
actividades de reciclary reproducir, casi siempre de manera inconscien
te, rutinaria e impensada" (p. 180).
En la cita mencionada Markova analiza cómo se genera una visión
natural de los procesos sociales vividos que conspira contra la posibilidad
del cambio, pues los sujetos refuerzan de forma inconsciente tos mecanis
mos dominantes del statu quo. Por otra parte, Markova también reconoce
los procesos de cambio y atribuye un lugar especial a los sujetos como
agentes de estos procesos de cambio 'Pero las personas también son
agentes. Ellos tienen formas específicas de entender, comunicar y actuar
sobre sus realidades ontológicas (...] cambian sus realidades ontológicas
actuando sobre ellas. En muchos casos tales cambios son gradualesy se
tornan visibles sólo después de un lapso de tiem po *(1996. p. 180).
Una idea implícita e importante en el texto de Markova es que los in
dividuos terminan enfrentando de forma activa las realidades ontológicas
de carácter social que en un momento concreto los subordina y que actuan
do sobre ellas las modifican. Portanto, son los individuos como sujetos ac-
tivosy creativos, quienes cuestionan, quiebrany generan alternativas sobre
el statu quo dominante en la vida social, creando procesos de socialización
de nuevos conocimientos sobre los cuales se producen nuevas RS. Sin
embargo, son los sujetos individuales las instancias generativas de esos
nuevos procesos de socialización, y se convierten en sujetos de nuevos nú
cleos de subjetividad social que al perpetuarse y pasar a ser parte del con
senso social generan nuevos mecanismos de subordinación a través de las
RSque en un tiempofueron un impulso revolucionario de ruptura en un pro
ceso que se extiende al infinito, pues en términos de la epistemología del
conocimiento social, al igual que del conocimiento científico, no hay verda
des finales que representen los objetivos supremos de la humanidad como
tantos megalomaniacos han ansiado a lo largo de la historia.
Como hemos visto, Moscovici siempre fue consciente del peligro de
que las RS se convirtieran en entidades estáticas preconfiguradas, y en es
te sentido se preocupó por los procesos de singularización dentro del te
jido social, lo cual lo llevó a la cuestión de las minorías. Sin embargo, en
sus preocupaciones por los procesos de singularización nunca abordó el
tema del sujeto individual dentro de la teoría de las Representaciones So
ciales.
Las raprasMrtaclonas cocíalas y al construccionismo social:
hada una conciliación o hada ol dossrrdlo __ _
do campos dlforontos
La aparición del construccionismo social ha sido un factor muy favorable
que ha estimulado la críticay la discusión teórica en el escenario de la psi
cología, pues a pesar de lo cuestionable de sus posiciones centrales, la
mayoría de las cuales no comparto, sin dudas ha contribuido a repensar
la psicología y al cambio de las representaciones dom inantes que han
orientado su historia hasta el presente. Otra cosa que merece elogio en es
tos autores, es su posicionamiento frontal frente a las posiciones que cri
tican, así como el estímulo que han representado para el planteamiento de
nuevos cuestionamientos en la psicología. El construccionismo ha permi
tido romper mecanismos de objetivación y anclaje dentro del conocimien
to psicológicoy re juvenecer representaciones en prácticam entetodas las
esferas de la psicología. En este sentido, el construccionismo ha sido muy
útil para el avance de la teoría de las representaciones sociales y ha im
puesto a sus defensores el esfuerzo de una reconceptualizacióny una re
flexión crítica sobre aspectos importantes que no habían sido explícitos en
los trabajos sobre las RS.
Ahora bien, en este esfuerzo, y a pesar de que la mayoría de los se
guidores de la teoría de las representaciones sociales han reaccionado de
forma crítica a las posiciones dominantes en el movimiento construccionis-
ta, también han sufrido su influencia. Uno de los desafíos centrales que veo
en relación con la polémica desatada por el construccionismo, es la cues
tión de la ontología de las RS, pues si no son meramente artificios de len
guaje o expresiones discursivas y si están referidas a una realidad que no
se identifica como objeto, ¿que tipo de realidad es esa? En este punto me
parece que las RS tienen dos caminost reconocer la realidad social sóloco-
mo una producción discursiva, con lo cual se aproximarían a la propuesta
del construccionism o aunque no la compartan plenamente ni en un sen
tido te órico ni e piste m o lóg ico , o replantearse las formas constitutivas
mismas de la realidad social y apoyarse en un planteamiento ontológico di
ferente al de comprender la realidad social como un escenario discursivo.
En las posiciones posibles de esta segunda opción se encuentra la idea
que defiendo en esta sección sobre la relación necesaria entre las RSy
la subjetividad.
Es importante resaltar el carácter constructivo de las RS, pues repre
sentan esencialmente una construcción socialmente producida, lo cual
tiene no solamente consecuencias teóricas, sino epistemológicas y meto
dológicas. En mi definición de los principios esenciales de la epistemolo
gía cualitativa sostuve la idea del carácter constructivo interpretativo del
conocimiento, lo cual no im plica definirlo como un proceso legitimado só
lo por el consenso entre los investigadores. Reconocer la importancia de
la construcción, tanto en su sentido teórico como epistemológico, de nin
guna manera implica asum ir al construccionismo social como referente.
Desde mi perspectiva, la construcción, además de reivindicar la im
portancia de un contexto so cia l activo dentro del cual las construcciones
tienen lugar, es una manera de reivindicar el carácter activo y generativo de
los sujetos implicados en ellas, sujetos con historias constituidas subjeti
vamente que no se agotan en sus actuales contextos relaciónales o discur
sivos. Desde una perspectiva epistemológica, reconocer el conocimiento
como construcción y el lugar activo del sujeto en este proceso no niega un
lugar igualmente activo dentro de este proceso a la realidad que está sien
do construida en térm inos de conocimiento.
La realidad no sólo presiona el proceso de su construcción teórica,
sino que es un elemento activo de este proceso. La realidad interviene
como un elemento siempre presente en la subjetividad del investigador;
por tanto, el reconocimiento del lugar del investigador en el proceso de
construcción del conocimiento, además de reivindicar el lugar de la subjeti
vidad en este proceso, está reivindicando dialécticamente el lugar de la
objetividad.
También es importante asum ir la significación del discurso en sus
relaciones con las RS, lo cual de ninguna form a implica una integración
ecléctica entre la teoría de las RS y el construccionismo social. Considero
que el reconocimiento de la dimensión discursiva de la realidad social es
un momento crucial en las ciencias sociales. El discurso ha permitido dar
le sentido a los flujos simbólicos que atraviesan la vida social, que no son
sólo de naturaleza lingüística y dentro de los cuales se ocultan significa
dos que las personas reproducen al asumirlos en sus prácticas cotidianas.
Pero esto no sustituye otras formas importantes de producción simbólica
y em ocional del tejido social, como el conocim iento, la producción de
creencias y valores y los mitos que además de circular en sistemas discur
sivos, se constituyen en la configuración subjetiva de los espacios socia
les, así como en la subjetividad individual de sus protagonistas.
Las RS representan una de las producciones subjetivas asociadas a
la producción del conocimiento social y a las formas en las que el sentido
común se apropia de producciones deotrasesferas sociales, como la cien
cia, el arte, la política, etc. Las RS son dinámicas entre otras cosas porque
se organizan de diferentes formas en los contextos dentro de los cuales
se despliega la actividad de comunicación humana; sin embargo, conser
van su carácter constitutivo tanto por sus configuraciones subjetivas en los
sujetos protagonistas de estos espacios sociales, como por el tipo de va
lores, creencias y formas de relación que caracterizan los espacios socia
les dominados por un sistema representacional. Es a esto último a lo que
le denominamos configuración subjetiva de la subjetividad social. Las RS
están configuradas a un tiempo en ambos planos de producción subjetiva.
Como señala Flick (1995): 'En su investigación, la teoría de las RS com
pleta conocimiento y pensamiento como realidades internas con el discur
so y la comunicación como realidades externas. Esto es completado por el
estudio de objetos (como computadores o preservativos). A través de es
to, estudiando las RS se llega a una comprensión más abarcadora de los
fenómenos sociales que lo que permitiría centrarse sólo en el discurso o en
la cognición* (p. 95). A pesar de que compaito la posición del autor en lo que
aporta para determinar la especificidad de estudio de las RS en relación
con el discurso y la cognición tomadas por separado, creo que termina atri
buyendo un carácter macro y universalista a la representación en el estu
dio de la realidad social que también considero errado, pues opino que
como categoría responsable poruña zona de sentido de la realidad social,
las RS no serían aprovechables más allá de las zonas de sentido de lo so
cial que han generado.
Las RS tienen que ver con las form as de producción y reproducción
del conocim iento social, así como con los procesos de producción de ti
pos de conocimiento en el sentido común; sin embargo, hay innumerables
cuestiones subjetivas en el tejido social en relación con las cuales las RS
tienen que ver apenas de forma indi recta Así. por ejemplo, en la génesis de
la violencia en cada sociedad se presentan configuraciones tan complejas
de elementos que querer estudiarlo sólo a través de la RS de la violencia
mantendría ocultos importantes procesos sociales relacionados a ellas.
La reificación de las RS no es un señal de fortaleza, sino, por el contrario de
debilidad en la teoría: significa que la teoría no tiene la capacidad para en
trar en procesos de construcción más complejos sobre la realidad social,
en los cuales las RS no necesariamente tendrán la pane central.
La visión de aproximar la RS a una producción discursiva que no tie
ne otro estatus ontológico que el producido en una situación concreta de
relación, parece ser defendido por W. Wagner, quien escribió (1996):
!
La investigación construccionista sobre las representaciones sociales
nos brinda una explicación de las representaciones sociales no como
cosas en la mente de los individuos. Ella nos proveé con explicacio
nes de la representación como estructuras significantes (Goldman,
1966, p. 1211) la cual es exhibida en una serie de eventos constructi
vos (ver Duveen y Lloyd, 1990), p. 5 [La representación social] es el
resultado del trabajo interpretativo hecho por el investigador quien
observa los eventos socialm ente relevantes en las conversaciones
y otras conductas entre las personas. Lo que aparece como relativa
mente constante a través de diferentes contextos y personas en un
grupo constituye la representación [...] Las representaciones en esta
visión son los significados convergentes derivados de descripciones
densas de eventos en un tiempo específico en la historia de un grupo.
(p.111).
. i'
De lo anterior el autor hace un conjunto de consideraciones que no ne
cesariamente están asociadas con la visión construccionista que presenta
y que, al no criticarla y usarla como fundamento de sus ulteriores afirmacio
nes, creo que com parte. ‘ Para las ciencias sociales [la representación
social], es un concepto heurísticamente rico para capturar el significado re
levante en ciertos procesos constructivos primariamente en el mundo so
cial moderno y en la sociedad civil’ (1996, p. 112). O sea, para Wagnerel valor
heurístico de la representación queda reducido a su capacidad para captar
significados relevantes en ciertos procesos constructivos.
La alternativa que Wagner escoge es la primera que identifiqué,
cuando más arriba analicé las dos alternativas que quedaban al entrar en
crisis el concepto de objeto de la representación, que en su sentido más
amplio es más un compromiso ontológico del concepto que un objeto de
finido en su externalidad en relación con la categoría que lo aprehende, lo
que terminaría reproduciendo la división racionalista y positivista entre su
jeto y objeto. Este compromiso ontológico con el objeto queda claro en una
de las pensadoras que más ha defendido el estudio procesual y dinámico
de las RS y a quien se debe el inicio de las investigaciones con una orien
tación cualitativa y más orientadas por la interpretación y la construcción
social, Jodelet- *[...] debemos tener siempre presente esta pequeña idea:
toda representación es representación de algo y de alguien. No es pues ni
el doble d é lo real, ni el doble de lo ideal, ni la parte subjetiva del objeto ni la
parte objetiva del sujeto. La representación es el proceso a través del cual
se establece su relación. Sí, en el fondo de toda representación, debemos
buscar su relación con el mundo y con las cosas' (1984, p. 362).
Aunque en la cita de Jodelet se evidencian los aspectos borrosos que
ya hemos examinado en relación con el tema del objeto de las RS. queda
clara la relación de las RS con la realidad, con una realidad que no queda
encerrada en las formas discursivas que circulan dentro de ella, las cua
les, a su vez, son también una expresión de tramas y fenómenos sociales
que no tiene una naturaleza discursiva. En el planteamiento de Wagner pa
recería que las RS son una producción contextual, que aparece sólo como
proceso de significación asociado a tramas conversacionales, lo cual vin
cularía la RS al contexto conversacional en que aparece ignorando su
constitución como fenómeno subjetivo que expresa una realidad social
concreta sin que por ello sea un reflejo suyo.
Esto es, según Jovchelovitch (1996), ‘por lo que los argumentos pos
modernos que afirman la ‘muerte del sujeto' y de las representaciones
centrándose en la soberanía del discurso no pueden ser finalmente sos
tenidas. Yo pienso que nosotros diferim os aquí, porque para la teoría de
las RS ni el sujeto, ni la representación ni, en cuanto a eso, el discurso en
sí mismo, son concebidos en térm inos de oposiciones bipolares o como
entidades a ser comprendidas desde dentro de ellas mismas, sino en tér
minos de relaciones contradictorias que le dan a ellas sustancia y mar
can el proceso de su constitución' (p. 133).
En la definición de Jovchelovitch las RS emergen de las relaciones en
tre los protagonistas de la vida social en sus procesos de relación, situados
en espacios sociales concretos que son atravesados de forma simultánea
por discursos, representaciones y sujetos que en su ¡nterrelación repre
sentan los momentos de génesis de nuevas representaciones y definen el
I -i
sentido de las ya existentes. Afirmar el carácter ontológico y pluridetermi-
nado de las RS no significa comprenderlas como entidades estáticas y
preconfiguradas reificadas en objetos concretos como apunta la crítica
construccionista, que por momentos parecen compartir varios teóricos de
las RS en algunos de sus aspectos esenciales.
En relación con el construccionismo Moscovicia firmó (1998) "Posi
blemente la m ayordebilidad del construccionismo es la falta de compren
sión del sentido del sistema completo, implicando los fenómenos sociales,
culturales e individuales" (p. 407). Aunque no siempre ha considerado
M oscovici lo individual en su justa medida en su concepción de las RS,
creo que es muy importante esta afirmación, precisamente en lo que ata
ñe al análisis del contruccionism o social.
¿Cuál es el valor heurístico de abrir un área de trabajo que profundice
las relaciones entre subjetividad social y RS? En primer lugar, considero
que el concepto de subjetividad social debe estar orientado a la construc
ción de las configuraciones subjetivas que expresan los procesos sociales,
las que expresan el sentido de los diferentes eventos y procesos de la rea
lidad social en que el sujeto vive dentro de la procesualidad contradictoria
de dichas configuraciones. Con esto, la cuestión del carácter ontológico de
las RS se esclarece en tanto ontología dialéctico-dialógica, como ha sido
definida por Markova (1998) la ontología de las RS. sólo que al hacer explí
cita la instancia de la subjetividad social se concretan más los elementos
dialécticos de la constitución de la subjetividad social y, portanto, de las RS.
La subjetividad social representa las innumerables configuraciones
subjetivas que se integran en las opciones del comportamiento social tan
to de agentes sociales concretos como de los sujetos individuales; así, por
ejemplo, las drogas tienen una configuración social diferenciada en las
distintas culturas y en los contextos sociales y, a su vez, como fenómeno
complejo se manifiestan en las configuraciones singulares de los sujetos
individuales. Ambos planos de configuración subjetiva son vías importan
tes para la formación de indicadores que nos permitan la elaboración de
construcciones teóricas orientadas a producir inteligibilidad de este pro
ceso como fenómeno de la subjetividad social. Las RS representan un es
pacio importante en la construcción teórica del fenómeno descrito, pero no
en condición de organización significada a constructivo interpretativo que
las integra de form a inseparable a otro momento de análisis en que parti
cipan aspectos no representacionales de la realidad social.
Lo anterior responde plenamente a una de las perspectivas en que
Moscovici señala que pueden ser enfocadas las RS> les una teoría conce
bida para responder a cuestiones específicas relacionadas a los lazos so
ciales y a descubrir nuevos fenómenos* (1998, p. 407). Esta definición que
contempla las RS no como un fin en sí mismas, sino como un medio para el
descubrimiento de nuevos procesos y fenómenos sociales, ha sido poco
elaborada en los marcos de la psicología social, en los que las RS a veces
aparecen más como una macroteoría que como una teoría concreta capaz
de formas muy diferentes de integración con otros marcos teóricos en el
proceso de definición de nuevas zonas de sentido de la realidad social.
Este objetivo es posible con un marco com oel de la subjetividad social, por
que representa esencialm ente un marco m acroteórico susceptible de
form as muy diversas de integración conceptual, en el que las RS significa
rían uno de los procesos constitutivos de la subjetividad social, lo que no
las harían incompatibles con otras categorías dirigidas a la conceptualiza-
ción de otros procesos y formas de organización de este sistema.
Finalmente, la relación entre las RS y la subjetividad, tanto la social
como la individual, permitiría com prender la constitución de las RS en pro
cesos de la realidad social que no son las RS mismas, lo cual en estrecha
relación con la subjetividad y los sujetos individuales, nos permitiría com
prender el contenido emocional de la RS a través del sentido subjetivo de
las mismas, categoría hasta ahora no aplicada en el referente de cons
trucción teórica de las RS.
130 li Desde este punto de vista, las RS. como hemos visto que argumen
tan sus teóricos (incluyendo a M oscovici yJodelet), serían form as consti
tutivas de la subjetividad social e individual, y no simples artefactos de
significación engendrados en los contextos conversacionales, sin repre
sentar nada fuera de estos contextos. Las RS son constitutivas del espa
cio social que las constituyó, y en esta medida son constitutivas de los
sujetos individuales que se expresan en estos espacios, lo que hace que
las formas de comunicación generadas en los mismos se expresen den
tro de los límites de los sistemas representacionales que constituyen es
tos espacios. Así, las RS son verdaderas ontologías sociales y subjetivas
para las personas que comparten estos espacios y que isitúan* en las RS
elementos de sentido esenciales de sus historias personales, lo que las
convierte también en importantes configuraciones subjetivas de los suje
tos individuales. De ahí lo complejo de los cambios sociales, pues los sis
temas de vida social no están atados sólo a su organización simbólica en
el plano social, sino profundamente comprometidos con la subjetividad in
dividual de quienes los integran. Estas tensiones colocan en su justo lugar
la dialéctica de lo social y lo individual en la génesis, desarrollo y transfor-
mación de las RS^^coñ tru ccion ism o social; significación y c ritic ó
El análisis del construccionismo social es una tarea teórlcacom ple-
ja, en primer lugar, por la multiplicidad de raíces que tiene en la historia del
pensamiento social. En segundo lugar por la ambigüedad, heterogeneidad
Ifk
y complejidad de las consideraciones sobre la posmodernidad, y, en tercer
lugar, por las diferencias entre los autores que se definen como construc-
cionistas. El construccionism o social entra en la literatura psicológica co
mo expresión de determ inadas posiciones asociadas al pensam iento
posmoderno, lo que lo conduce a una critica radical y demoledora de todo
lo que había sido realizado por la psicología en los 'tiem pos modernos*.
Con esto transmite a veces una impresión de superficialidad, al homoge-
neizar algunas tendencias generales del pensamiento psicológico moder
no que en realidad representan posiciones bien diferenciadas.
Por otro lado, el construccionism o tiene un importante antecedente
en un autor que nunca mencionan como referente, Lacan, quien influyó
fuertemente en los orígenes de algunas tendencias del pensamiento pos
moderno francés, especialmente las asociadas con el posestructuralis-
mo (Foucault, Derrida, Althusser y otros). Si bien es cierto que los autores
construccionistas se apartan de la cuestión del objeto, tan arraigada en el
transfondo positivista del estructuralismo, comparten con los autores an
tes mencionados un conjunto de temas importantes: la muerte del suje
to, la sustitución de la dim ensión histórica, constituida de la psique, por
un orden simbólico discu rsivo y.d e hecho, la reificacióndel lenguaje co
mo el campo de construcción del saber psicológico a pesar de las dife
rencias en la concepción del lenguaje.
El si stema cerrado y causal del lenguaje, como lo entendía Lacan, es
tá sustituido en el construccionism o por un sistema abierto y contextuali-
zado de discursos siem pre d iferentes que se organiza en la dim ensión
narrativa de los significados creados en las situaciones de relación; sin em
bargo, de forma sim ilar a Lacan, estos sistemas de significados son parte
de estructuras discursivas sobre las cuales el sujeto no tiene conciencia,
lo que minimiza su intencionalidad en la construcción de sus narrativas.
Es interesante la cantidad de puntos de vista comunes entre las po
siciones dominantes de los autores orientados al Análisis del Discurso
(AD) y los construccionistas sociales. Sin embargo, los autores del AD se
sienten deudores de Marx y Lacan, fuentes que nunca citan los construc-
cionistas sociales. Para los analistas del discurso, que ha terminado sien
do un m étodo de construcción de conocimiento y simultáneamente una
teoría social concreta, la ideología tiene un enorme peso en la definición
de las formas discursivas, aspecto en el que no se detienen tos autores
construccionistas, a pesar del peso de la ideología en otro de los referen
tes im portantes de este movimiento: Bakhtin.
Para los autores construccionistas las conversaciones, las narrativas
y el discurso, términos que se utilizan con frecuencia de forma poco clara
e indiscriminada, son la única 'sustancia* real que compone el mundo. En
este sentido Barnett Pearce expresó (1996)« 'La primera idea es que el
mundo social consiste en actividades. Si me preguntasen cuál es la sus
tancia del mundo social, respondería que son las conversaciones, definién
dolas como los patrones de actividades conjuntas semejantes a juegos*
(p. 177). De una manera muy similar, Goolishian y Anderson escribieron
(1996)- 'El self, en una perspectiva postmoderna [aquí hablan como si exis
tiera una perspectiva posmoderna homogéna, con lo cual discrepo], se
puede considerar una expresión de esta capacidad para el lenguaje y la
narración [...] En la mejor de las hipótesis, no somos más que coautores
de una narración en permanente cambio que se transforma en nuestro sí
mismo. Y como coautores de esas narraciones de identidad estuvimos in
mersos desde siempre en la historia de nuestro pasado narrado y en los
m últiples contextos de nuestras contrucciones narrativas* (p. 193).
O seaquetodo son narrativas, la identidad, el espaciosocial... todo es
de naturaleza narrativa. Las narrativas, a diferencia del discurso, son co
construidas, son totalmente contextúales. El discurso como sistema es
portador de elementos que no son coconstruidos, es un sistema previo al
sujeto, de naturaleza ideológica y que condiciona las narrativas que se pro
ducen dentro de sus límites. Tanto en la producción de las narrativas, como
en las expresiones discursivas, el sujeto aparece como momento, sin his
toria constitutiva propia portadora de una forma de organización diferente
a las conversaciones en que participa. En este sentido, la idea de subje
tividad desaparece, pues el sujeto no tiene capacidad generativa dentro
de los contextos de su acción. De hecho, es un sujeto totalmente determi
nado, aunque esta determinación aparezca ahora co m o ‘ flujos conversa
cionales vivos*. Es un flujo sin sujeto, en el que la expresión de la persona
está determinada por un posicionamiento contextual (Harre) del cual el
otro es siempre parte.
Como expresé en el capítulo anterior, el construccionismo resalta una
dimensión del ser humano que había sido descuidada en otras tendencias
de la psicología y mucho más descuidada aun por la corriente dominante de
la psicología em pirista y objetiva norteamericana: el reconocimiento del
carácter generativo del espacio social y de los diferentes tipos de produc
ciones humanas compartidas. Sin embargo, la incorporación de esta dimen
sión del hombre no puede ignorar la complejidad de la psique humana y
su carácter plurideterminado. Reconocer el aspecto social compartido de
los procesos de percepción de ninguna forma nos puede conducir a igno
rar los otros aspectos constitutivos de este proceso, desde sus aspectos
bioquímicos y fisiológicos hasta los procesos de sentido subjetivo de la
percepción, que participan simultáneamente en la configuración subjeti
va del espacio social y el sujeto de este proceso.
Mantener el análisis de los repertorios de lenguaje como un fin en s(
mismo, im plica separar al lenguaje del sujeto que se expresa en él, así
com o separarlo de formas constitutivas complejas de la trama social que
sólo aparecen de forma indirecta en el lenguaje. En este último caso, el
lenguaje es también una expresión de elementos de sentido subjetivo que
no tienen naturaleza lingüística, aspecto que se subraya en el análisis
del discurso, que los autores construccionistas ignoran. Así, para Shotter
(1996) 'O tro punto [se está refiriendo a los aspectos centrales de su defini
ción de lenguaje] es que nosotros vemos el lenguaje como primariamente
enraizado en las actividades dialógicas personificadas en las personas,
en sus actividades sociales, y no como constituido en sus mentes, o en el
mundo alrededor de e llos' (p. 9).
En la cita de Shotter se expresa que en el énfasis del construccionis
mo en el lenguaje se produce una diferencia con la forma en que el discur
so es asumido por el AD, como portador de sentidos que no tienen origen
dialógico sino que son una expresión del lugar desde el cual el sujeto
habla, del mundo donde el sujeto vive, el cual es tan negado desde las po
siciones construccionistas. En este sentido, Orlandi escribió (2000)= Isl su
jeto tiene una significación en condiciones determinadas, impelido, de un
lado, por la lengua y, de otro, por el mundo, por su experiencia, por hechos
que reclaman sentido, y también por su memoria discursiva, por una sa
b e r/ poder/ deber decir, en que los datos toman sentido por inscribirse en
formaciones discursivas que representan en el discurso las injunciones
ideológicas' (p. 53). El discurso está constituido en un corpus que se defi
ne básicamente por lo social y no en el espacio dialógico en que los suje
tos coconstruyen sus conversaciones, como se afirma en las posiciones
del construccionismo.
A pesar de sus diferencias, tanto el AD como el construccionismo es
tán centrados en una producción simbólica de origen social que descono
ce al sujeto individual, así como la constitución subjetiva de éste como
resultado de una historia individual diferenciada. En el AD se desconoce
la capacidad generativa del sujeto en la producción de discursos y en el
construccionismo social se ignora el papel del pensamiento, la capacidad
generativa del sujeto en la producción del lenguaje. El sujeto queda total
mente determ inado y sujetado a un sistema que, en el caso del AD es
previo a él y de naturaleza supraindividuah el discurso, y en el caso del
construccionismo, es un sistema coparticipativoy contextual: los sistemas
de relaciones en que se generan las narrativas que forman la identidad de
sus participantes.
En la búsqueda de una definición social auténtica del sujeto, ambas
tendencias terminan perdiendo al sujeto, con lo cual se alejan, desde mi
puntode vista, de una comprensión plena de su condición social. Deforma
particular, en el contruccionismo su relativismo, su indefinición ontológi-
ca, lo conduce a la imposibilidad de construir las complejas dinámicas so*
ciales que están detrás de los repertorios del lenguaje que utilizan, de tal
forma que los avances metodológicos de sus cuestionamientos epistemo
lógicos no les permiten avanzaren la cons-trucciónteórica de una reali
dad que niegan.
Lo anterior se expresa con claridad en la mayoría de los autores
construccionistas. Así, Shotter, que es uno de los representantes más ra
dicales de este movimiento, escribió (1996). "Y lo que es importante sobre
tales eventos [pasajeros, originales, irrepetibles que nos afectan de mane
ra momentánea] es que en lugar de una comprensión referencial represen-
tacionalque pueda ser formulada en términos de leyes, principios o reglas,
que supuestamente gobiernan los eventos repetitivos, ellos provocan un
tipo completamente diferente de comprensión, que no tiene que ver con al
go que tes en sí mismo’, sino con una aprehensión práctica de los cambian
te s vínculos que se dan de momento a momento y de las relaciones entre
tales eventos y aquellos que los rodean, la forma en que ellas se desdo
blan" (p. 9).
En el énfasis en la dimensión procesual y cambiante de los pro-ce-
sos de relación en que los sujetos existen en su vida social, los autores
construccionistas desestiman completamente las formas de organización
de estos procesos, tanto en el plano social como en el individual. Estas for
mas aparecen constituidas en las historias de los sujetos individuales, así
como en las instituciones del tejido social. El rechazo al esencialismo lle
va a los autores construccionistas a desconocer el carácter constitu-tivo
de la realidad psíquica, lo que se expresa en su total ignorancia de la sub
jetividad.
Objeto y realidad: la confusión del construccionismo social
La cuestión de la realidad y su lugar en la construcción del conocimiento
siempre ha sido abierta y polémica. En la visión positivista, así como en la
versión cartesiana del racionalismo, tendencias tan presentes en la historia
de la ciencia occidental, se intentó solucionar en términos de correspon
dencia entre la realidad y el conocim iento, a pesar de que esta corres
pondencia en el racionalismo se centra en el carácter racional de la realidad,
m ientras que en el positivismo se centra en el respeto al objeto, en el co
nocim iento de las leyes generales de sus expresiones fenoménicas. En
am bos casos se m antiene una visión del conocim iento com o relación
sujeto-objeto, fórmula que ha sido ampliamente criticada desde diferentes
posiciones filosóficas.
La crítica al ver la realidad como objeto situado en una dim ensión
externa y objetiva en relación con el proceso de conocimiento ha sido ob
jetada desde diferentes posiciones en el pensamiento psicológico (cons
tructivismo, enfoque histórico-cultural); por tanto, esa crítica al realismo
ontológico no es un aporte del construccionismo social. Comparto plena
mente la afirm ación de Spink (1999) de que ‘ Eso significa d ecir que el
conocim iento no es una representación ni una traducción de algo que
pertenece a la realidad externa' (p. 29). Creo que cada vez más investiga
dores de las diversas ciencias concuerdan con esta afirmación. La diferen
cia aparece en el reconocimiento o no de la capacidad del conocimiento
para "dialogar" con la realidad, o dicho de otra forma, el reconocimiento o
no de que la realidad es uno de los aspectos de la configuración del co
nocimiento, dentro del cual tiene un lugar activo que presiona, resiste y
contradice la producción de los investigadores.
Asumí la incapacidad del conocimiento para reflejarde forma direc
ta la realidad al d efinir el concepto de zona de sentido (1997). Escribí que
una construcción del conocimiento es una forma de generar inteligibili
dad sobre una zona de la realidad estudiada, proceso que caracteriza el 111»
desarrollo progresivo de las teorías. Esta inteligibilidad no significa co
rrespondencia ni reflejo y no es susceptible de verificación como criterio
de legitim ación; sin embargo, es lo que define la viabilidad (Mahoney,
1991) de un conocimiento. En este proceso de viabilidad el conocimiento
permite modelar y comprender zonas de la realidad estudiada, las cuales
aparecen relacionadas entre si con un sentido para el hombre sólo en tér
minos de la teoría, pues esas zonas de la realidad estudiada se mueven
de muchas formas en el complejo proceso de su autoorganización y de
sarrollo, m ovim iento del cual la producción del conocim iento toma una
paite cada vez más activa, sin lograr nunca reproducirlo en toda"s¡Treal
complejidad.
Por ejemplo, el valor que concedo al concepto de RS, como expresé
en la sección anterior, es que permitió explicaren térm inos del conoci
miento un proceso constitutivo de la subjetivdad social a través del cual
adquieren inteligibilidad otraszonas de la realidad social que simplemen
te no existían para el hombre antes de la emergencia del concepto de re
presentación. La representación no ‘representa* un objeto concreto de la
realidad, como se expresa en la cri tica construccionista a la teoría, sino que
es una expresión compleja de la realidad social con capacidad generati
va para construcciones teóricas que van más alió de las propias represen
taciones.
Por tanto, el conocimiento, además de estar constituido por el len
guaje de una época, de ser una producción social, de ser portador de una
carga ideológica que hace inseparable el proceso de construcción de las
necesidades y valores de quienes construyen, personas históricas situa
das en épocas y contextos concretos, además, pues, de todo eso, está
constituido por múltiples formas por la realidad a la cual va dirigido, sólo
que la realidad deja de tener una primacía como elemento de legitimación
en este proceso, con lo que se presenta mucho más en una dimensión pro-
cesual compleja que dentro de los limites estancos de una definición de
objeto que tanto marcó la visión estructuralista del psicoanálisis al cons
treñir el psicoanálisis al inconsciente visto como objeto, con lo cual lo se
paró de la constitución subjetiva del sujeto (Lacan, Foucault, Althusser),
entre otras cosas, por la muerte decretada del sujeto y la subjetividad, que
ya es una muerte anunciada por Lacan.
La relación dialécticaycom plejaentreconocim ientoy realidad no con
sigue expresarse en las representaciones teóricas de los autores construc-
cionistas. En relación a esto Ibáñez escribió (1994),'Así, por ejemplo, los
em piristas y los realistas pueden admitir que los conocimientos son cons
trucciones, pero deben añadir inmediatamente que se trata de construccio
nes realizadas en los estrechos límites marcados por la propia realidad,
ya que para ser válidos esos conocimientos deben estar en corresponden
cia con la realidad* (p.40). La cita de Ibáñez, al igual que la anterior de Spink,
manifiesta una postura que compartimos un grupo cada vez mayor de psi
cólogos; sin embargo, esta critica nos conduce por caminos diferentes en
la com prensión de la relación entre realidad y conocimiento, pues el re
conocer tal relación de ninguna manera significa definir la validez de es
ta relación por la correspondencia entre ambos, objetivo esencial en una
epistemología positivista.
La cuestión en la polémica con la visión construccionista es que la
crítica anterior que aparece en la cita de Ibáñez, les lleva a negar la reali
dad sin preocuparse en otras form as de teorización que puede orientar la
relación entre realidad y conocimiento. Por ejemplo, Fernández Christlieb
escribió (1994). 'Efectivamente, la realidad es el producto de lo que pensa
mos de ella, y la realidad que hoy tenemos es defectuosa desde antes de
empezar, porque lo defectuoso es el conocim iento con que nos aproxima
mos a ella. Puede entenderse por realidad aquello que está contenido en
el conocimiento, y así, el error de fondo se ubica en el tipo de conocimien
to, de pensamientos y sentimientos con los que se constituye la realidad,
que una vez perpetrada, se da por ineludible' (p. 21). En esta afirmación se
presenta con toda claridad la tendencia general de los autores construc-
cionistas que destierran la realidad del proceso de producción del cono-
cimiento, lo cual no tiene sólo consecuencias epistemológicas, sino tam
bién políticas y sociales en cuanto al lugar de las ciencias sociales en los
procesos de transformación y critica social.
Fernández Christlieb nos coloca ante un nuevo tipo de determinismo.
ya no el determinismo tradicional de la realidad sobre el conocimiento, si
no la determinación de la realidad por el conocimiento, ignorando las for
mas complejas en las que esa realidad pasa a ser parte constitutiva del
conocimiento. Por este camino corremos el riesgo de llegar a la conclusión
de que la pobreza es el resultado de nuestra forma de construir esa reali
dad, del discurso sobre la pobreza, lo cual nos arrastraría a una especie
de racionalismo constructivo.
Una cuestión central en el rechazo a la realidad, es el rechazo a la
subjetividad, no en lo que tuvo de esencialista en la definición racionalis
ta del sujeto, sino a la subjetividad como sistema de sentidos subjetivos y
significaciones, con sus formas de organización articuladas permanente
mente en la dimensión procesual de las formas de actividad del sujeto y
en las organizaciones e instituciones sociales en las que actúa en diver
sos contextos culturales. La negación de la organización constitutiva de la
psique implica la negación del sujeto y, por tanto, de sus historias perso
nales organizadas a nivel subjetivo, así como de las historias de los con
textos sociales en los que tiene lugar su desarrollo. Esto nos coloca ante
una de las mayores limitaciones que percibo en el planteamiento cons-
truccionista: si el sujeto no esté constituido en su historia y es apenas un
momento de los sistemas de conversaciones y de las narrativas genera
das en ellos, ¿cómo podemos tomar sus expresiones diferenciadas para
la construcción teón ca de los sistemas sociales en que se desenvolvió, cu
yas consecuencias no actúan únicamente en un plano lingüístico, aunque
sean susceptibles de expresión en este plano?
Los autores construccionistas niegan la subjetividad como form a de
organización que no se reduce a las prácticas discursivas actuales en las
que el sujeto está implicado, o sea, ignoran cualquier forma de organiza
ción del sujeto concreto, al cual definen sólo como momento de narrativas
socialmente construidas. El sujeto queda atrapado en el dominio de las na
rrativas, ajeno a todo registro que no sea narrativo. Esto deja al sujeto
atrapado en sus opciones de ruptura y en los espacios no narrados que son
constituyentes de la dimensión de sentido en que se organiza su mundo
subjetivo.
Reconocer la constitución subjetiva del sujeto implica considerarlo
en su historicidad, en su carácter singular, en tanto que su configuración
subjetiva expresa de manera singular la sociedad en que vive y en su estu
dio individual producimos un prisma único que informa sobre la sociedad
desde esa historia individual en la que m uchosaspectosde la sociedad que
queremos estudiar aparecen configurados subjetivamente en el individuo.
Es en el trabajo de interpretación y en la concepción de ideas sobre la di
versidad de indicadores aportada por las construcciones individuales de los
sujetos estudiados, que se abre una opción metodológica esencial para la
construcción teórica de lo social. Lo social no es una abstracción, tiene pro
tagonistas y gran cantidad de las informaciones para su construcción exis
ten sólo en la configuración subjetiva de esos protagonistas.
Por tanto, el no reconocimiento del sujeto, de su carácter creativo y
generativo, lleva a estudiar las formas de lenguaje de sus conversaciones
como un fin en sí mismas, sin ver en ellas expresiones de un sujeto cuyo
lenguaje no está definido nada más por el contexto dialógico de su rela
ción con los otros, sino por su historia, por los elementos de sentido que
se expresan en ese lenguaje, a los que Vigotsky, por ejemplo, dio una re
levancia especial. El sentido queda definido para los autores construccio-
nistas, para aquellos que usan el término, como un proceso contextual que
nada tiene que ver con los núcleos de organización subjetiva de la expe
riencia histórica del sujeto, los cuales se expresan en sistemas de esta
bles de emociones. Así, Spink escribió (1999): 'Si un entrevistado al ser
indagado sobre un asunto cualquiera, dice: ‘pues yo recuerdo de mi infan
cia, cuando mi padre' [...], en ese momento, en un esfuerzo por producir
sentido él trae para la dialogía la voz del padre. Puede traer también la voz
de la profesora, del amigo, de la madre. Todas esas voces permean esa
práctica discursiva y se hacen presentes en ella con mayor o menor énfa
sis, dependiendo del tema en pauta, del local, de quien pregunta, en fin, del
contexto en que son producidas. La comprensión del sentido es siempre
una confrontación entre innumerables voces’ (p. 46).
En la cita anterior aparece uno de los conceptos que a partir de un
momento concreto comenzó a tener un atractivo particular para algunos
autores construccionistas así como para representantes del enfoque so 7
ciocultural: las voces. El concepto de voz viene como anillo al dedo para
reificar la conversación en su sentido fundacional. Las voces aparecen en
la práctica discursiva en dependencia de elementos contextúales; no tie
nen nada que ver con la organización subjetiva de la experiencia entre el
sujetoy las personas de quienesesasvoces provienen. Piensoque lo des
crito por Spink puede presentarse en la práctica profesional con ciertos ti
pos de sujetos, lo que implicaría dilucidar cuál es el sentido subjetivo y el
significado que para el sujeto tiene esa adopción de la voz del otro, pero
me parece que en esencia lo que está detrás de la entrada de las voces
en el escenario de las prácticas discursivas es la visión de un sujeto defi
nido por las prácticas de lenguaje, sobre las cuales no tiene ninguna ca
pacidad generativa.
En el construccionismo la eliminación del objeto ha llevado a ignorar
la realidad en sus form as más com plejas de expresión, en cuya construc
ción han ayudado la dialéctica y las teorías de la complejidad. En esta
omisión de la realidad, la psicología social construccionista ha negado
también a la subjetividad como campo de construcción del conocimien
to psicológico, lo que se acompaña de la negación del sujeto. Esta reifi-
cación del lenguaje, unida a las negaciones anteriores, ha aportado poco
a la elaboración de muchos de los problemas sociales que con más fuer
zas se presentan en el mundo de hoy, lo que puede llevar a posiciones
que se cierren a sí mismas en sus propios juegos de lenguaje.
Gergen escribió (1998): "Como he argumentado, el construccionismo
es bntológicamente mudo’. No hay un intento de decir si hay cuerpos ma
teriales o no, que las personas negocian significados o no. Es este senti
do, decir que bonstruimos el mundo juntos' es más como una invitación a
danzar que una cartografía del mundo, más parecido a un poema o un
abrazo q u e a un manifiesto o u n a fundación. Todavía, a pesar d e los nume
rosos intento de anular'la realidad de la construcción social', cuando inten
tam os desa rrollar esas ideas caem os inevitablem ente de vuelta en el
discurso de lo real. Nosotros hablamos y escribimos como si las personas
realmente negociaran en el lenguaje, construyeran narrativas, emplearan
metáforas, etc. Nosotros comunicamos en esas vías no porque las pala
bras actualmente cartografíen el mundo, sino porque es muy difícil esca
par la tradición discursiva y continuar produciendo sentido" (p. 418).
El vacío ontológico del construccionismo más radical queda clara
mente expresado en la cita anterior de Gergen, en la que rehúsa definir el
construccionismo como una forma de conocimiento, con lo cual vuelve a
aparecer una tendencia ya presente en el posestructuralismo, de no con
siderar las ciencias sociales como ciencias, separando el campo de los
fenómenos sociales del conocim iento científico, lo que de hecho condu
c e a validar como científico sólo lo que queda definido dentro de los mar
cos del positivismo tradicional. Así, Foucault, por ejemplo, escribió (1965):
"Inútil es, pues, decir que las ciencias humanas son falsas ciencias, una
vez que en modo alguno son ciencias; la configuración que define su posi
tividad y las enraiza en la episteme moderna las coloca al mismo tiempo en
la imposibilidad de ser ciencias" (p. 74). Los autores posestructuralistas de
hecho mantienen la ciencia dentro del modelo objetivo verificacionista
que las define desde una epistemología positivista. Sin embargo, negar el
carácter de ciencias a las ciencias humanas tiene entre sus consecuen
cias lo que manifestó Gergen: la separación total de una realidad del proce
so de conocimiento.
Por otro lado, Gergen se coloca críticamente ante un conjunto de au
tores construccionistas que han reificado el lenguaje, las narrativas y las
negociaciones dialógicas como una nueva ontología, sólo que es una on-
tología que flota sobre sí misma, que no expresa nada que esté más allá
del propio lenguajey el contexto en que se produce en su constitución dia
lógica. Sin embargo, en el planteamiento de algunos autores construccio-
nistas se intenta definir la significación de una construcción de lenguaje
en el contexto en que es usada, se busca interpretar lo que significa esa
construcción dentro de un escenario social concreto. Así, por ejemplo, Pot-
te ry Edwards afirmaron (1999) que los teóricos de las RS ‘no se plantean
tipos decuestionesque la psicología discursiva puede preguntar, tales co
mo de quéform a descripciones particulares de la bnfermedad'son usadas
para hacer determinadas cosas. Ellos no se preocupan con la forma en
que una construcción de enfermedad como parte de un conflicto de rela
ción' (p. 451).
En la cita anterior Pottery Edwards subrayan un aspecto que consi
dero uno de los puntos fuertes del construccionism o social: que los pro
cesos de significación social son construcciones que tienen un fin en los
sistemas de comunicación y no constituyen simplemente la expresión de
una realidad que está fuera, lo cual ha sido un punto central en el enfo
que representacional del conocimiento que ha dominado la psicología
tradicional. El hecho de que nuestras construcciones tengan una signifi
cación dentro del juego de prácticas y actividades que caracteriza la vida
social del sujeto, no niega que, además, esas construcciones expresen
otras realidades constitutivas de la realidad social que no existen en fo r
ma de lenguaje.
Nuestras construcciones, aparte de estar asociadas directamente a
las prácticas comunicativas en que el sujeto está implicado, expresan ne
cesidades y procesos de una realidad social que no se agota en esas prác
ticas coyunturales. Hay muchas más cosas que la sim ple invitación a
danzar que refería Gergen. Sin duda nuestras construcciones en contex
tos relaciónales específicos tienen una significación para el conjunto de
prácticas que se expresan en esos contextos, lo que las hace constituti
vas de la propia realidad que las constituye, destacando una dimensión
procesual de la realidad social quef ue completamente ignorada en la psi
cología tradicional, dimensión procesual en la que la acción constructiva
de los sujetos que forman esa realidad es inseparable de su propia defi
nición ontológica, lo que impide colocarnos ante la realidad social como
objeto en la relación de extemalidad que dominó las epistemologías posi
tivista y racionalista.
Sin embargo, lo anterior no niega que esa realidad en movimiento
permanente tenga formas de organización complejas, que representan
también momentos constitutivos de sus diferentes comportamientos a lo
I lo '1 lud
largo del proceso de su desarrollo. Esta doble condición que caracteriza
los sistemas sociales y los individuos como sistemas en procesoy con una
capacidad de organización, m om entos que se tensan y constituyen uno a
otro deforma recíproca, es una característica central de la subjetividad hu
mana como sistema complejo. El construccionismo subraya el momento
procesual y el acto de construcción pero ignora la dimensión constitutiva
de los procesos sociales y humanos, la que precisamente recalca las for
mas de organización que configuradas en la historia del sistema repre
sentan un momento activo en sus formas actuales de expresión.
Para el construccionismo, por ejemplo, las representaciones son cons
trucciones que se realizan en el propio proceso en el que se expresan, no
significan ni expresan nada más allá del momento en que aparecen en una
relación concreta como prácticas de lenguaje. La limitación que veo en es
ta visión es precisamente la que le da título a esta sección, comprender la
realidad como si fuera una realidad objetal, lo que les impide comprender,
una vez que se encierran en esta realidad construida por ellos mismos,
que una representación no "refleja? un objeto, sino se constituye en una rea
lidad con la cual tiene una relación compleja, indirecta y procesual que se
manifiesta en la representación, cualquiera que sea, y no en una aprehen
sión cognitiva directa de una realidad externa, sino en una compleja pro- ut
ducción intelectual constituida afectivamente y que expresa en esencia
atributos de relaciones sociales y necesidades aparecidas en estas rela
ciones, mas no un proceso cognoscitivo orientado por el objeto que apare
ce significado como el "iceberg" de la representación.
Precisamente sobre la base de lo anterior es que las RS no deben te
ner una expresión metodológica descriptiva, que es el punto más impor
tante que considero en la critica de los autores construccionistas a la
teoría de las RS, en la cual, com o expresé en la sección anterior, apareció
una te ndencia objetivo-descriptivo en el plano de la investigación empíri
ca que no aportó nada nuevo a la teoría y sólo contribuyó a la reificación
del término. Creo que éste es un aspecto con el que hay que trabajar en el
plano metodológico, pero que de ninguna manera minimiza la significa
ción de las RS para el estudio del tejido social concreto dentro del cual
existe toda RS.
El vacío ontológico al que me referí anteriormente de los autores
construccionistas se hace explícito en la siguiente valoración de Ibáñez
( 1 9 9 4 ), "podemos concluir que las representaciones sociales han sido
construidas en el proceso de construcción de su teoría. El problema es
que, si las asunciones constructivistas de la teoría de las representacio
nes sociales son aceptadas como válidas y extendidas al reino integral de
pensamiento social, incluyendo el pensamiento científico, entonces las
conclusiones de la teoría son necesariamente falsasi no hay represen
taciones sociales en nuestra sociedad* (p. 368). Me detengo en esta cita
de Ibéñez pues en ella aparece en toda su nitidez el vacío ontológico que
menciono: las RS no existen, son simplemente el producto de la teoría
que las construye, lo que es general a todo concepto orientado a definir as
pectos constitutivos del sujeto o la sociedad que estén más allá de prác
ticas discursivas contextúales.
Como consecuencia de lo anterior no hay un mundo social, sólo exis
ten conjuntos de prácticas de lenguaje en contextos concretos. Las teorías
no tienen capacidad generativa para producir inteligibilidad en los proce
sos de la realidad que estudian; por tanto, en realidad no hay teorías, sino
formas de organización de prácticas discursivas que aparecen en el pro
pio proceso en que son construidas. Al igual que no existen realidades
sociales que no sean simples expresiones coyunturales de prácticas dis
cursivas, tampoco existen personas.
Otro representante destacado del construccionismo social. Shotter,
escribió (1994): 'N osotros hablamos, mantener, reproducir y transformar
ciertos modos de relaciones sociales y socioetales; como artefactos cultu
rales (invenciones), nuestrasdiferentesformasde comunicación lingüística
-dramática, científica, jurídica, literaria, etc - extienden a nosotros diferen
tes formas del ser humano. Entonces, tal abordaje asume que la función
principal de nuestra conversación no es representar el mundo; las palabras
no se reemplazan primariamente por cosas* (p. 176). El construccionismo
que destaca la capacidad constructiva de invención de las palabras, las
separa de todo tejido constitutivo que las anteceda y constituya, sea en el
plano social o individual; por tanto, lo primario son las palabras.
Las consecuencias de la muerte del sujeto que enarbola
el pensamiento constnicclonlsta
Como señalamos arriba, una de las dificultades del construccionismo so
cial es ver la naturaleza compleja y contradictoria de los procesos psíqui
cos y sociales. lo que lleva a los construccionistas a reificar la dimensión
relacional y constructiva subrayada en sus trabajos, al extremo de hacer
desaparecer todo proceso que no esté definido dentro de pautas discur
sivas relaciónales situadas en contextos específicos. La desaparición dgl
sujeto elimina completamente para la psicología temas como la creativi
dad. la'persó'nalidad, la motivación v otros, con lo cual el sujeto concreto
deja de tener Valor para la construcción de la teoría social y se descono
ce completamente su valorgene rativoy activo e n ja producción social.
a)
EUngividuo. en lugar de aparecer como sujeto, aparece como una ex*
presión vacía de las posiciones que asume dentro de los procesos diakT
gicos en que se desarrolla cvfes la expresión de convergencia de voces
protagonizadas por diferentes personas que han tenido un lugar de rala*
ción erTsiThistoria personal o^Bstá amarrado en narrativas producidas en
sus relaciones con los otro s. Locierto e s que al estar atrapado en conven
ciones lingüísticas y discursivas socialmente producidas, no hay nada eh él
qué permita explicar su capacidad de ruptura y su capacidad de elegir en
los espacios sociales a los que pertenece, por lo que se vuelve simple
mente unaex p ré iíón d if los juegos relaciónales y de lenguaje dominantes
de sus contextos.
Elliott en su posición crítica frente al posestructuralismo francés, es
cribió (1997)¡ ' La dem olición de cualquier posible experiencia interioryaun
la misma imposibilidad del pensamiento, de acuerdo con la tesis propues
ta por el posestructuralismo francés, es una consecuencia precisa de la
‘muerte del sujeto*. La concepción francesa posestructurajista de lo pos-
modemo es la del placery la pluralidad,de loexhuberaritey lo discontinuo,
de una red dispersa de juegos de lenguaje en los cuales el discurso (en
los términos lacanianos) habla del sujeto* (p. 143).
El construccionismo rechaza al sujeto y la capacidad pensante^cú-
va que lo define] o sea, el sujeto no piensa lsólo se expresa en negociacio-
nes definidas por el. repertorio de significados que caracterizan el espacio
relacional en que el individuo existe. E n e ito ha sido muy claro Gergen
(1996): “El construccionismo social, en cambio, remite las fuentes de la ac
ción humana a las relaciones y la comprensión misma del “funcionamien
to individual' oueda rem itida al intercambio comunitario* (p 94). En esta
cita quéda’claro que el sujeto no existe, que queda atrapado en negocia-
cione? que se dan a través de lenguajes anteriores a el/ella y sobre ib?
cuales no tiene ninguna capacidad generativa.
Es interesante que oponiéndose al individualismo dominante en la
ciencia psicológica t radicional, los autores comienzan a je nd ir una éspecie
de culto a lo social, que hace totalm ente el iueoo a jo s totalitarism os do-
mi nantes en el mundo actual, donde el sujeto es reprimido desde el poder
manipulador de los medios eiTsus estructuras colonizadoras alravéF de
las imágenes importadas de un 'prim er mundo* y sus formas de consumo,
por un lado, y del otro, el sujeto es administrado y negado desde estructu
ras burocráticas, con una ideología centrada en la administración y el con
trol individual, como la del modelo de socialismo todavía dominante en la
mente de muchos. Como he expresado enotros lugares, ja única viabilidad
de un proyecto social real es la cooperación y el compromiso de individua-
iidacflsTicas y bien definidas que participen en el proceso social como
protagonistas, creando y recreando los caminos a seguir a través de sus
relaciones contradictorias y creativas, sin YJioses humanos' que actúen
como portadores sagrados de la verdad universal imponiendo su opinión
en todo.
En relación con la eliminación del yo individual. Gergen afirma (1992);
‘ Mi tesis central es que esta inmersión [se refiere a nuestra exposición cre
ciente avalores, opiniones y estilos de vida de otras personas] nos va em
pujando hacia una nueva conciencia de nosotros mismos: lapostmoderna.
Los nuevos lugares comunes de la com unicación [...] desempeñan un
papel crítico para comprender el decurso tanto de la concepción románti
ca como de la concepción moderna del yo. Lo que llamaré las tecnologías
de saturación social son centrales en la supresión contemporánea del yo
individual’ (p. 76). Es interesante, pues, que a pesar de la critica a toda ver
dad establecida, el carácter conclusivo de la afirmación del autor nos lleva
por el camino de una regularidad que al parecer conduce fatalmente a
la desaparición de la individualidad, de la dimensión singular dentro del
com plejotejido de los procesos sociales. El nihilism o de la cita, es, en mi
opinión, expresión del carácter profundamente conservador de esta for
ma de comprensión de lo posmoderno tan presente en el construccionis
mo social. , ^
Elliott, así como otros teóricos (Castoriadis, Eagleton, Touraine y
Giddens entre otros) ven las cosas de forma diferente, aunque destaquen
aspectos distintos en su ^rítica a las posiciones dominantes del poses-
tructuralismo francés. Elliott, quien en su defensa del mundo interior del
sujeto y la subjetividad hage de hecho una defensa del valor del conoci
miento psicológico g nte jas condiciones actuales, a diferencia de Gergen
ve en la fragmenta ción posmoderna una situación que puede conducir a
procesos de sentidos muy diferenciados, con lo cual opone a la estanda-
rizacióndela'desesperanza absoluta proclamada en el construccionismo
una”visión eTTla que el hombre-siempre representará la p o sibilidad de"
nuevas alternativas qüe'pueden conducir a la fragmentación del statu quo
dominante. ‘ En la perspectiva que quiero elaborar, la personalidad posmo-
derna sig n ific a abertura, no fragmentación irrevocable. La posm oderni
dad, debe decirse, quiebra el orden simbólico de la sociedad c omo la Ley
,o la Razón y lo reconstituye como una forma de apertura, un espacio para
la imaginación radical. Entaies circunstancias, una conciencia dejos pro-
cesos psíquicos de la fantasía como autoconstituyentes se vuelve central’
(1997. p. BOJTV más adelante: ’ ELseñtido y ja s pptenciaiidaíles que sur
gen de una conciencia de la incertidumhre y la contingencia..sin embargo,
también necesitan d arcu enta de la ansiedad que produce tal estado de la
mente. Lo que está en juego es, sobre todo, el sentido personal, el cono-
cimiento y la creatividad, la transgresión psíquica puede nrnriunir r.nn la
misma facilidad o dificultad una apertura o un cierre de las posibilidades
del imaginario' (1997, p. 61).
Elliort, a diferencia de Gergen. no considera lascondiciones deja pos-
modernidad como un marco homogéneo gue tiene como efecto fatal la de
sapa riciShUel yo individual. Por el_contrario, ve en los procesos psíguicos
gue Gergen niega la posibilidad de opciones al plano jndiYiduajque llevan
á lo s sujetos a experimentar con sentidos.personales diferentes las condi-
ciones sociales que enfrentan. La categoría de sentido"eVéseñcTá) (como
ya dije al dar mi definición de s u b je t iv ld a d y y ^ ^ ^ is ^ e n te la capacidad
generadora de sentidos del sujetpjndividualjo que le permite su enfrenta^
m ientojiciiYo a lascondiciones sociales en las cuales tiene lugar su vida.
El sujeto individual no está atrapado nj muerto y es irreductible a formas de
lenguaje. Por el contrario, a través de su emocionalidád y fóóultad de peri-~
sarproduce permanentemente nuevas opciones en el uso del lenguaje, así
como operaciones que m odifican el sentido del lenguaje que usa, lo que le
abre opciones constructivas en la realidad que vive, además de ampliar su
visibilidad sobre nuevas zonas de esta realidad. V:
Gergen afirma (1992): ‘ Desde ésta perspectiva, las palabras pierden
su facultad de d escrib ir las cosas como son o de capturar las esencias. V.
1» u
Pese a la ingente cantidad de investigaciones realizadas sobre la de -Vi
mocracia, las constituciones que la garantizan y los crecientes intentos de
*
promoverla y defenderla, no existe nada en torno a lo cual giren todas es
tas actividades. La democracia como tente' yace vacía; su vida queda con
finada a una historia textual* (p. 146). Creo, de forma totalmente contraria
a Gergen. q ue la democracia como concepto está constituida de elemen
tos de sentido portadores de^significación ideojógjcaThistórica y que las
representaciones de democracia que circulan, lejos de yacer vacías, es-
já n constituidas por sentidos subjetivos que expresan complejas dinámi—
cas y contradicciones sociales.
Así, recuerdo una discusión que tuve con Fernando Savater en un fo
ro d e d ic a d g jJ a to le riiit^ e iiV a je n c ia , donde pronunció una conferencia
e hizo unas c onsideraciones sobre la democracia en las cuales no men-
cionó nada sobre láTorma en que la afectan las relaciones éntre los esta
dos, lo que me llevó a cuestionar esas posiciones. En respuesta a mis
planteamientos, expresó que la democracia era una cuestión interna de
cada país, en lo cual evidenció no sólo una relación con una textualidad,
sino una_posición ideológica eurocentrista constituida por muchos ele;
'merito i de sentido diferente dentro de su historia- personal irrepetible,
pues hay españoles con posiciones diametralmente opuestas a las de Sa
vater, como cubanos con posiciones diferentes de las m ías. Por tanto, la
contrad ic c ión que se centró precisam ente en el concepto usado por
Gergen como ejemplo, condujo a un enfrentamiento entre dos sujetos in
dividuales, constituidos subjetivamente por historias diferentes, pero dos
sujetos.que no son representantes de ninguna cultura, texto u otroaglutí-
nador social, en tanto que encontramos indistintamente sujetos con las
mismas procedencias culturales y posiciones muy diferentes ante la po
lémica suscitadáT ' '
En las posiciones que m anifestamos Savater y yo en aquella discu-
sión. el intelecto estaba comprometido emocionalmente con una multipli-
Cidad-de se.n tidos subjetivos en los que se sintetizaba la. exgerie.noia
histórica de cada uno; por tanto, la subjetividad individual está constituida
por elementos de la lubjetividad social que aparecen en ella, no a modo
de copia, sino como expresión diferenciada que se articula con los sen
tid o s subjetivos únicos q ue se desarrollan en la historia individual irre
p etible de cada uno de nosotros. Tras la apariencia inofensiva de una
discusión intelectual sobre la democracia, se ocultan sentidos definidos
por prejuicios, valores y visiones del mundo que están presentes en el de:
batesólo deform a indirecta y a través del contenido emocional que carac-
teriza la polémica ‘ intelectual*.
El construccionismo ignora esta dimensión histórica constitutiva del
lenguaje en la medida en que ignora al sujeto del lenguaje, al q u é s itú a
solamente en proces5s~de negociación d e significados, narrativas y d is
cursos ajenos a los procesos psíquicos del sujeto y a su constitución his
tórica. Elliott señala muy acertadamente (1997) que ‘ La experiencia de un
.propio ser integral y continuo es desplazada en favor del deseo esquizoi
de y de las intensidades libidinales casuales; d e a h ila borradura cínica de
la subjetividad erTciertas corrientes de la teoría social posestructuralista
y posmoderna, una borradura que implica unatransmutación general_del
sujeto en un mundo asubjetivo de im ágenes y superficies, significantes
abstractos y comunicaciones desencadenadas' (p. 59).
Al critic ar las limitaciones de la'concepción in_dividua[ista que dom i
na a la psicología hasta hoy, el construccionismo, comete el error de negar
el plano de io singular en favor de formas sociales despersonalizadas y
asubjetivadas. lo que lo lleva a caer en posiciones m ecanicistaFdisfantes
de comprender la dinámica compleja y contradictoria de la relación entre
lo social y lo individual, la cual sólo es susceptible de comprensión en ma-
croconceptos que las articulen de form a necesaria en su relación como el
concepto de subjetividad.
En Gergen se expresa con gran claridad lo señalado anteriormente
cuando escribe (1996). ‘Expljcarja acción humanaren términos de prpce-
sos p sicológicos individuales,por ejem plo, ha d e te n e r consecuencias
muy diferentes para las prácticas y las políticas que explicar esas mismas
acciones en términos de estructuras sociales. Las teorías del primer tipo
nos conducen a culpar, castig ar v tratar a los pervertidos en sociedad,
mientras que aquellas otras del segundo tipo favorecen la reorganización
de los sistemas responsables de tales resultados' (p. 80). En este párrafo
queda establecida una dicotomía totalmente mecanicista entre ambos pla
nos. la cual además tiene mucho de ingenuo y abstracto. Al parecer Ger
gen nunca ha tenido la posibilidad de ver la mejor estructura del mundo
pervertirse por la acción de los individuos que la integran.
Pensar que las estructuras"ordenan" a los individuos y no son afecta
das y transformadas por aquellos tiene el mismo trasfondo estructura lis
ta que las posiciones que sirven de punto de partida a Gergen dentro de
la posmodernidad. Además, el planteamiento de Gergen tiene mucho del
pragmatismo que inspiró la psicoterapia familiar norteamericana en las dé-
cadas de los sesenta y setenta, se necesrtatmfcamente moarficáMas estruc
turas subyacentes a un sistema de relación para que cambien los sujetos
individuales, lo cual llegó a un callejón sin salida dentro del propio cam
po de la psicoterapia familiar.
La negación de la subjetividad y del sujeto lleva a explicar como for
mas de relación procesos complejos que, aunque de naturaleza relacio-
nal, no se agotan en este aspecto, como por ejem plo las emociones. L
Hoffman, por ejemplo.j^xpresó en_relación con las emociones (1996) que
"muchas personas no poseen ni conocim iento ñíTegistro alguno de las
emociones a que nosotros nos adherimos, y aun en nuestra propia histo
ria la idea de las emociones es relativamente reciente. Los construccionis-
tas sociales las consideran sólo una parte más de la compleja red de la
comunicación entre las personas y no les conceden un estatus especial
como estados interiores* (p. 30). En este mismo sentido, Gergen escribió
(1991): ‘ Lo que ha sido tomado por uno u otro segmento de la profesión co
mo ‘hechos sobre la naturaleza del saber psicológico’ son suspendidos;
cada concepto (emoción, motivo, etc.) es separado de una base ontológi-
ca y convertido en una propiedad del socio’ (p. 1 1 ).
_Los autores construccionistas vacían de sentido las palabras y las
consideran como lóslígentes fundacionales qye^ inscritas en sistemas de
relaciones sociales, definen toda la gama de fenómenos S íq u ic o s . Sin
embargo, con esta desaparición del individuo, ignoran el fenómeno de la
diversidad que todo campo social presenta, lo cual tiene un conjunto de
implicaciones serias parala práctica profesional. En este sentido.parael
construccionismo los problemas de aprendizaje de un niño tendrian que
- v er con sus prácticas comunicativas en el aula; sin embargo, la historia de
las relaciones de ese niño, organizada en su personalidad a m odode con-
I
figuraciones subjetivas generadoras de emociones en los espacios actua
les de su actividad social, sería totalmente ignorada, lo que conduciría a
om itir aspectos de sentido importantes en los comportamientos expresa
dos por el niño dentro de su condición social actual.
, Estoy convencido de que los lenguajes que se institucionalizan so-
jcialm ente constituyen un aspecto fundacional de las propias realidades
que significan, lo que no quiere decir que toda la riqueza de esa realidad
'significádapíieda reducirse a laapárición de la palabra que la designa. El
hecho de que la palabra emoción, como dice Hoffman, sea relativamente
reciente en el vocabulario humano de ninguna forma significa que antes
de su uso el hombre actuara sin emociones, que es lo parece deducirse de
las consideraciones construccionistas. La palabra sida tampoco existía
hasta hace muy poco tiempo y sin embargo su uso se institucionalizó pa
ra generar la visibilidad de una enfermedad que y a venía azotando al hom
bre desde mucho tiempo antes.
La eliminación de las emociones como procesos subjetivamente
constituidos es uno de los aspectos más distorsionadores de la teoría cons-
truccionista, qué coincide con la distorsión progresiva del fenómeno de las
em ociones que ya aparece en la obra de Lacan y que en el momento ac
tual se extiende con rapidez por diferentes posiciones del pensamiento
psicológico. Los significados, las narrativas, las voces, son todas catego
rías asociadas al lenguaje, lo que genera progresivamente una impercep
tible indiferenciación entre los procesos psíquicos y el lenguaje que, junto
con el ataque permanente del construccionismo a la ontología de la psi
que, se colocan muy próximos a la negación de los procesos psíquicos
que la teoría de la subjetividad intenta reivindicar en lo que tienen d ee s-
pecíficos en cuanto definición ontológica.
Las em ociones humanas, como veremos más adelante, están¿so;
c iadas indisolublemente a las relaciones del sujeto, que son una fuente
permanente de producción de necesidades, así como a ja organización y ”
reorganización de aquellas necesidades que aparecen como momentos
del desarrollo de las configuraciones subjetivas de la personalidad, que
se encuentran im plicadas en todos los momentos de actividad del sujeto
individual. Por tanto, algo que caracteriza la actividad del sujeto es sy.
producción permanente de emocionas, que hemos denominado como la
em ocionalidad del sujeto, la condición emocional dominante que acompa
ña ^ .a c c ió n cotidiana.
La emocionalidad es un aspecto esencial de la producción de senti
dos subjetivos, los que son responsables d é la capacidad generativa del
sujeto. Unode los principales indicadores en cualquier patología es la emo-
cionalidacTpátoiógica. que es aquella que no acompaña la expresión autéñ-
tica del sujeto, aquella emocionalidad que bloquea la expresión espontá
nea, propia y creativa del sujeto individual. Cuando el sujeto no puede sus
tentaren su producción intelectual sus necesidades más autémicas deñtro
de los sistem as de relaciones en que se desenvuelve, aparecen emociones
en respuestá’á fb lo q u ió d e a q u e lla s necesidades que actúan de forma muy
compleja sobre los sistemas somáticos involuntarios del sujeto y son esos
estados a los que, cuando se vuelven estables, he denominado emociona
lidad patológica, tema que abordaremos en el capítulo siguiente.
Las emociones han tenido un tratamiento fragmentado en la psico
logía, apareciendo ora como respuestas fisiológicas, ora como respuesta
a condiciones sociales que enfrenta al sujeto. En el construccionismo su
naturaleza social está estrechamente asociada a las prácticas lingüísticas
que caracterizan esas relaciones, mientras que para la teoría de la subje
tividad, de una subjetividad que no se reduce al lenguaje, las emociones
son elementos centrales en la constitución del sentido subjetivo de la ex
periencia humana. Las emociones son una expresión inconsciente de la
síntesis de las historias personales constituidas en las configuraciones
subjetivas del sujeto, es lo que hace irreductibles a los sujetos a los efec
tos de superficie de su contexto más inmediato, precisamente el contexto
donde muere el sujeto emocionalmente vacío que nos propone el cons
truccionismo social.
La e m o cio n a lid a d representa la expresión de una su bjetividad
constituida en una historia singular que se confrontay_se expresaa través
del mundo presente en que el su je to vive , pero que no se desvanece en
este mundo y en sus p rá ctica sjctu a le s como plantean las propuestasdel
construccionismo. Como señala Elliott (1997)r“Hemos entrado ahora en el
dominio del Uesmantelamiento del sujeto postmoderno', en el cual la iden
tidad está fragmentada, dislocada y multiplicada en campos de inestabili
dad proliferante. En la teoría social y política, tales análisis del estado del
sujeto han sido promovidos'por los círculos posestructuralistas. En el cei>
tro d e estos puntos de vista yace una inexorable convicción de la irrelq-
vancia de la personalidad.de! ego, la intencionalidad y el obrar. Ensu lugar,
la lógica de los procesos sociales contemporáneos es entendida como la
de múltiples y dispersos discursos^de los cuales el sujeto individual as po
co más que una función pasajera de carne v hueso* (p. 149).
Al criticar la posición posestruturalista que caracteriza determinadas
zonas del pensam iento posmoderno, no estamos criticando la zona de
sentido construida bajo el rótulo de posmodemidad con independencia de
su adecuación, que rechaza la búsqueda de fundamentos uhiversales y
absolutos. hecho real d e jju e hoy estamos en presencia de una cultura
que se autoconstituye, pluralista, sensible a las contingencias, a la ambi-
.1 H f» • •
valencia y a la incertidumbre (elementos rechazados en la cosmovisión
modern a) de ninguna forma impone una fragmentación al sujeto, sino que
por elcontrario. es una vía para el desarrollo de un sujeto con una capaci
dad generativa mayor, que. dentro de la fragm entación y dispersión del
espacio social en que vive es capaz de fortalecer su identidad como pro
ducción compleja de sentido subjetivo.
La construcción oosmoderna ha roto con el dominio de la ley, la veri-
ficación y las certezas estables, lo que ha reforzado la ruptura epistemoló-
gica con la ciencia tradicional, permitiendo así una profunda revolución de
carácter metodológico en las ciencias humanas7que es quizá donde apa-
recen algunos deTos m ejores apones de los autores construcciQnistas.
La crisis de las teorías y el énfasis metodológico
en el construccionismo social
Uno de las aspectos fuertes de los autores construccionistas que más
se han orientado a las cuestiones metodológicas es la innovación en la
\
IS O
concepción m etodológica de la investigación. En e ste sentido son inte
resantes los aportes de Billig, Potter y Edwards y Spink, entre otros. Sin
embargo, estas posiciones se diferencian de las seguidas por autores co
mo Gergen, para quien la metodología es totalmente innecesaria, pues no
hay ninguna definición ontológica que haya que estudiar, ni siquiera el
propio lenguaje, que según el autor ha sido reificado por algunos autores
construccionistas.
Sin dudas todos los autores construccionistas están de acuerdo en
que no hay dim ensiones constitutivas ni del sujeto ni de las tramas socia
les estudiadas que estén más allá de los juegos de lenguaje presentes
en los contextos de relación de las personas estudiadas. Sin embargo,
cuando analizamos las producciones de algunos de los investigadores
construccionistas y comenzamos a profundizar en sus formas de produ
cir información, este presupuesto no siempre queda claro. Así, por ejem
plo, Billig escribe (1997)>
En primer lugar, el analista debe leer, releer y releer nuevamente lo
transcrito -y, si es posible, volver a oír también las grabaciones ori
ginales. No pueden establecerse un conjunto de reglas sobre cuan
tas veces debe ser leído cada manuscrito, excepto decir que mientras
más familiarizados estén con el material los analistas, más ellos po
drán extraer de él. Al leer el m aterial, los analistas comenzarán a
buscar regularidades o características discursivas que llamen su aten
ción. Haciendo esto deben comenzar a desarrollar torazondas'o com-
prensiones intuitivas de lo que están haciendo. Cualquier Corazona
da 'o comprensión intuitiva, por supuesto, no aparece del aire fino,
sino que son desarrollados de las lecturas más generales y de las
comprensiones teóricas. V, lo más importante, las Corazonadas* de
ben conducir a observaciones y análisis minuciosos, a descubrir si
ellos están, de hecho, apoyados por el detalle de los datos (p. 47).
Es evidente que la cita de Billig no complacería a los construccionis
tas más radicales, para quienes la construcción de la información es sim
plemente una negociación entre los actores no referida a ninguna realidad
fuera de los patrones de conversación implicados en la relación. Es eviden
te también que la forma en que Billig se relaciona con el material produci
do en el momento empírico no se reduce a la ‘ invitación a bailar juntos’ a la
que Gergen se refiere al hablar de la construcción conjunta del mundo; sin
embargo, para Billig la información contiene aspectos que deben ser des
cubiertos, a pesar de que este descubrimiento sea una construcción teóri
ca y no una relación biunívoca con los hechos, criterio que compartimos
plenamente. El cuerpo del discurso está constituido, es portador de signi
ficados que precisan ser construidos, lo cual marca una diferencia esencial
entre el Análisis del Discurso y el construccionismo social.
Por supuesto que, desde un punto de vista teórico, para Billig la única
realidad por estudiar en el marco de su investigación es el discurso, lo cual
marca una gran diferencia con las posiciones orientadas al estudio de la
subjetividad, toda vez que la subjetividad no está reducida a ningún tipo de
discurso; sin embargo, el discurso expresa una definición ontológica, en
tanto que circula entre los protagonistas del escenario relacional, pero es
tá constituido por aspectos de una realidad social que están más allá de
la coyuntura relacional en la que aparece. La psicología discursiva sería
demasiado realista para los autores construccionistas, a pesar de que se
identifica a Billig como autor construccionista.
En el plano m etodológico hay mucha coincidencia entre los princi
pios planteados por algunos autores construccionistas y los que he asu
mido en mis definiciones de la metodología cualitativa (1999). entre los
cuales se encuentran las siguientes!
• La comprensión de la investigación como un proceso constructivo
interpretativo, en el que las interpretaciones no siguen niguna re
lación lineal ni directa con las informaciones procedentes del mo
mento empírico.
* Comprender el rigor en la explicitación del proceso de interpreta
ción y en las relaciones que se establecen en este proceso entre la
información procedente de los sujetos estudiados y la producción
de ideas del investigador, las cuales, desde mi perspectiva, tienen
J • «I I I , - •'*
la misma legitimidad que cualquier información procedente de otro
canal de la investigación. En este sentido pienso que entraría en
contradicción con los autores construccionistas, pues la legitim i
dad de las ideas del investigador no tiene un estatus para ellos, en
tanto el sujeto pensante, creativo, no existe, y sólo se reconocen las
prácticas discursivas que se revelan en el análisis de los materia
les. Esto, sin embargo, les puede conducir a la misma paradoja que
se expresa en los autores del Análisis del Discurso, que en su ne
gación de la capacidad creativa del sujeto constituido sólo en una
dim ensión discursiva, llegan a definir el discurso en un corpus de
análisis externo al sujeto que lo analiza, del cual se demanda asu
m ir una cierta distancia del material analizado. ¿Y las prácticas dis
cursivas? ¿cuál sería el lugar del investigador en relación a ellas?
* Rechazar cualquier forma de objetividad o de objetividad disfraza
da en los procesos de construcción de la información, en este sen
tido mi crítica a la triangulación (1999) es muy similar a la de Spink
en ese mismo año.
- Comprender todo instrumento o procedimiento metodológico co
mo un momento en un espacio relaciona!, lo que implica consi
162 l'i derar toda investigación psicológica o de cualquier otra área de
las ciencias sociales como un proceso dialógico. Sin embargo, a
diferencia de los autores construccionistas vemos este proceso
dialógico asociado indisolublemente a la capacidad generativa,
teórica de los sujetos implicados.
• Laño diferenciación entre la producción de las inform acionesy su
interpretación. La diferencia en este sentido aparece en relación
con lo que significan las interpretaciones.
■ La producción de significados sobre la información ocurre en el
propio proceso de la investigación, sin nombrar a priori las cate-
gorías que darán sentido aJa información obtenida. Sin embargo,
para el construccionismo ésta es una práctica esencialmente dis
cursiva, mientras que en mi opinión es un proceso de construcción
teórica que no queda atrapado en las prácticas discursivas ejerci
tadas en el proceso de investigación.
- La sensibilidad a los procesos subjetivos implicados en el desa
rrollo de la investigación, en el sentido de atribuir significación a
los procesos de sentido implicados en la producción del conoci
miento, como pueden ser la sensibilidad de los participantes a las
preocupaciones del investigador, lo que significa para ellos la cues
tión a ser investigada, etc., todo lo cual puede ser dilucidado sólo
en las relaciones con los sujetos estudiados.
tn •
Pienso que una diferencia esencial con el construccionismo está en
la naturaleza teórica que le atribuimos al proceso de construcción del co
nocimiento, sintetizando en esta definición de lo teórico el carácter h is
tórico de esta producción y su referencia a una realidad compleja que
interviene activamente en este proceso, o sea, nos comprometemos con
una definición ontológica de lo teórico en tanto producción de pensa
miento orientada a generar inteligibilidad y visibilidad sobre las cuestio
nes estudiadas, lo cual rechaza totalmente el construccionismo social. La
teoría es una construcción del pensamiento humano portadora de nece
sidades propias que, como producción humana, que están más allá de to
do intento de objetivación o verificación en una realidad externa, pero que
mantiene una capacidad de diálogo con aquella que puede ser seguida
a través de la producción de modelos de inteligibilidad sobre la realidad
estudiada que permiten la creación de nuevas zonas de sentido sobre ella
al nivel del conocimiento.
La teoría para los autores más radicales del construccionismo no exis
te, son simples procesos de organización de la información en marcos re
laciónales, que no significan nada fuera de estos contextos de relación.
Además, las teorías no significan nada, pues las palabras no están referí-
das a nada fuera del contexto relacional en que son producidas; sólo toman
vida como momento de relación. En este sentido, Gergen se pregunta en los
marcos de una crítica dirigida al punto de vista literario retórico (1996): "¿Qué
significa decir que el lenguaje (texto, retórica) construye el mundo? Las pa
labras son, después de todo, pasivas y vacías, simplemente sonidos o mar
cas sin consecuencia. Sin embargo, las palabras son activas en la medida
en que son empleadas por las personas en relación, en la medida en que
se les dé poder en el intercambio humano’ (p. 160). Más adelante escribió,
a propósito de la crítica ideológica, que 'ten lugar de consideraresta crítica
como reveladora de los intereses tendenciosos que se ocultan debajo del
lenguaje, podemos, ahora, considerarla como destacando las implicacio
nes pragmáticas del discurso en cuestión [...] Más bien el foco se desplaza
hacia los modos en que el discurso funciona en las relaciones’ (p. 160).
La perspectiva subrayada por Gergen omite totalmente la capacidad
del lenguaje para generar visibilidad sobre algo diferente a él. El lenguaje
en sí m ism o no representa nada, solamente existe en las relaciones en
tre los sujetos; por tanto, las teorías no significan nada para esta posición
y como el propio Gergen señala explícitamente (1996), "las proposiciones
teóricas mismas permanecen vacías, desprovistas de significación en lo
que damos en llamar tel mundo concreto'. ~ =-
En forma muy similar, Shotter escribió (1996)» "Entonces no podemos
como individuos simplemente tornar nuestros juegos de lenguaje, núes-
tras vías de relacionarnos unos con otros, en determinados objetos de
pensamiento a ser explicados como cualquier otra cosa en nuestro mun
do [...] en términos de una teoría o modelo. Porque es sólo en térm inos de
como nosotros, como grupo, producimos vías para constituir algo como un
objeto, y relacionamos una teoría' o modelo hacia aquello, que nosotros
podemos (dentro del grupo) justificadamente decir que cualquier teoría' o
'modelo' se supone que sea una teoría o modelo de algo' (p. 9).
Es decir, la teoría queda reducida a lo que un grupo es capaz de ge
nerar, en lo cual la realidad no interviene para nada, quedando el propio va
lor heurístico de lo producido por el grupo constreñido al propio grupo. De
hecho las teorías son producciones de lenguaje en contextos relaciónales
en los que la realidad no tiene ninguna significación, no participa como un
elemento activo en su producción; por tanto, las teorías sólo existen como
construcciones sociales sin ninguna significación ontológica relacionada
a algo diferente de ellas.
K. Dazinger (1997) expresó las diferencias que existen entre los pro
pios construccionistas en términos de la comprensión del conocimiento
de los fenóm enos sociales, en relación con lo cual dividió el m ovim ien
to entre los que considera constructivistas tla ro s* (Iight) y 'bscuros' (dark).
‘ Las estructuras de la sociedad representan una realidad no discursiva
para otros autores, frecuentemente, pero no i nvariablemente, aquellos in
fluidos por el marxismo. Donde los construccionistas C laros' enfatizan la
construcción de significados en marcha dentro del diálogo presente, esos
autores enfatizan la dependencia de los patrones actuales de interacción
a rígidas estructuras de poder establecidas en el pasado y protegidas del
cambio por incontables prácticas institucionalizadas y convenciones tex
tuales’ (p. 410).
Mientras que unos construccionistas no definen nada fuera de las
pautas discursivas y conversacionales, otros, los que Dazinger llama Os
curos', reconocen formas de poder institucionalizadas y preservadas por
diferentes prácticas institucionalizadas que no pertenecen al dominio de
los discursivo. O sea, que reconocen formas constitutivas de la realidad
social.
La negación del individuo, del carácter constitutivo de la realidad, así
com o de la condición histórica de ambos, del individuo y la sociedad, con
duce a los autores construccionistas al más absoluto relativismo, a partir
del cual todo se reducea los espacios conversacionales. Enrelacióncon
el relativism o construccionista, Dazinger escribió (1997)« "La psicología
científica ha aceptado siem pre incuestionablemente la creencia cultural
mente arraigada de que los procesos como el pensamiento y la memoria
son atributos de los individuos. Pero, la noción de que los procesos psico-
lógicos no son características d é la mente individual es apta para definir,
tanto el nivel del sentido común, como el de los psicólogos, como bizarroa
Esto puede inclusive evocar espectros como el espiritualismo. la mente
grupal y otros [...] Ellos haciendo eso localizan el fenómeno psicológico en
el espacio interpersonal de la comunicación' (p. 411).
Desde mi punto devista, el construccionismo ha desarrollarinim m>v
vim ierítocrítico que ha estimulado la construcción teórica en la psicología,
y resulta estimulante respecto de diversos problemas de la psicología; sin
embargo, sus propuestas teóricas resultan débiles y no han aportado nin
gún elemento sustancial orientado al conocimiento de nuevos espacios de
la realidad social, lo cual, además, no es su propósito.
El enfoque sociocultural: su slgnlflcsclón en le pslcologís sctusl
Definición generel de le tendencls socloculturel en pslcologís
El enfoque sociocultural representa una combinación compleja de influ
encias diferentes, que son usadas también de formas diferentes por sus
representantes, quienes están lejos de compartir los mismos principios
teóricos, epistemológicos y metodológicos. El rótu lo de sociocultural se ha
ido extendiendo cada vez más y abarca autores que están bien distantes
unos de otros. La psicología sociocultural tuvo una primera inspiración en
la obra de Vygotsky, representando un intento de incorporar las ideas de
este frente a un cognitivismo que entraba en un callejón sin salida, situa
ción que caracteriza deforma particular a la psicología norteamericana de
los sesenta. En esta dirección los trabajos de Bruner tuvieron una impor
tancia esencial y representaron un núcleo de inspiración esencial dentro
de esta dirección de trabajo.
Los autores socioculturales se orientan en particular a las investiga
ciones empíricas dentro del campo de la educación y ponen en juego de
forma fragmentaria y desarticulada muchas de las categorías concretas de
la obra de autores soviéticos, esencialmente de la corriente de Vygotsky
y Leontiev, que asumieron como una misma dirección de trabajo en los pri
meros momentos de organización deestepensamlento. En estadirección
se caracterizan los trabajos de M. Colé, B. Rogoff, J. Werstch, etc., además
de los trabajos de Bruner que ya citamos. Colé y Rogoff se orientan mucho
más a las investigaciones en el área de la educación, asumiendo catego
rías y principios del enfoque histórico-cultural y de la teoría de la actividad,
mientras que Werstch se inclina a los procesos de mediación y está muy
influido por su formación com o lingüista, lo que marca otra de las vertien
tes importantes del enfoque sociocultural que se hizo muy sólido en Espa-
ña y al que denominaría aproximación lingüística cognitiva, que es quizas
una de las tendencias más fuertes en el momento actual del enfoque his-
tórico-cultural (Del Río, Álvarez, Ramírez, etc.). En general, como veremos
más adelante, el enfoque sociocultural nunca se desprende de la perspec
tiva racionalista que caracterizó la psicología cognitiva, sólo que la expre
sa desde otras Voces', así como tampoco se desprende de la negación del
sujeto y la subjetividad que fue característica de la teoría de la actividad.
Una de tas características generales que atribuiría al estado actual
de este enfoque es la falta de elaboración de un corpus teórico. Al leer a
los autores, una de las impresiones que me producen es la acumulación
de categorías que orientan diferentes aproximaciones empíricas, combi
nándose de formas muy diversas en la investigación empírica, pero sin la
debida articulación con un marco teórico m ásgenerat que nos permita de
lim itar un nuevo campo de producción teórica. Detrás del tipo de inves
tigaciones que acompaña la producción realizada en esta dirección se
percibe cierto apego empírico que por momentos permite ver las profun
das raíces positivistas de muchos de sus autores. Se abusa del concepto
de Vigotsky de unidad de aná-lisis, sin dejar claro cual es el sistema real
de dichas unidades de análisis.
Es interesante que en la definición sociocultural, se separa a Vygotsky
de dos m ovim ientos que son constitutivos de su producción intelectual
y que deben ser entendidos como una expresión del carácter histórico-cul-
tural de su obra: la psicología soviética y el marxismo. Algunos de estos
autores hablan tangencialmente de la dialéctica, pero nunca llegan al nú
cleo dialéctico complejo de la propia obra de Vigotsky. Como escribió Rob-
bins (2000): 'Hoy la teoría histórico-cultural se toma como un término, una
mezcla, que a fin de cuentas diluye el espíritu revolucionario de Vigotsky.
La di storsión de este término, junto con la ausencia de una definición con
cisa de la teoría histórico-cultural. conduce a ja confusiórvEs precisamen
te el abuso del término cultural-histórico (y su poca aplicación) lo que ha
contribuido a la despolitización de las ideas originales de Vigotsky. Y en
mucho de la teoría de la actividad y de la teoría socio-cultural, el pensa
miento de Vigotsky ha sido separado de su fuerza revolucionaria con el
intento de fijar a Vigotsky dentro del pensamiento dominante como una re
sistencia dócil a otras voces dominantes' (pp. 6-7). Lo señalado por Rob-
bins ilustra muy bien el carácter que ha tenido el trabajo con las ideas de
Vigotsky en muchos de los autores identificados dentro del rótulo socio-
cultural, el cual en ocasiones aparece referido a posiciones que expresan
una psicología cognitiva Edulcorada* por su Envoltura* sociocultural.
Otro problema que se expresa en la delimitación del enfoque socio-
cultural es la diversidad de rótulos usada por Investigadores que compar-
ten algunos principios teóricos generales, así los enfoques socio-históri
co, sociocultural y teoría de la actividad se presentan con gran frecuencia
como similares y no ha habido un esfuerzo teórico por hacer diferencia
ciones a este respecto. Apenas algunos autores sociocutturales han en
frentado este problema intentando justificar el porquéde la eliminación de
lo histórico en la denominación sociocultural. En este sentido Wertsch, Del
Río y Álvarez escribieron (1997): ‘ Podríamos estar de acuerdo en que los
términos fcultural-histórico' y Isociohistórico' son más adecuados para re
ferirse a la herencia que reconocemos de Vigotsky, Leontiev, Luria y mu
chos otros psicólogos soviéticos. Sin embargo creemos que el término
'sociocultural' es mejor para abordar la manera en que esta herencia ha si
do apropiada en los debates contemporáneos de las ciencias humanas,
al menos en occidente. La razón de esto tiene relación con la manera de
entender la cultura en las diversas panes implicadas’ (p. 13).
Me parece que la desaparición de lo histórico en la designación del
enfoque sociocultural representa una diferencia esencial entre la cosmo-
visión y la epistemología que están en la base de la obra de Vigotsky y de
los autores que comparten la definición de sociocultural. En el fondo, lo
que está en juego es la negación del carácter histórico del hombre y de la
sociedad, el cual ha sido sustituido de forma creciente en el enfoque so
ciocultural por formas discursivas contextúales que se convierten en el
centro de la definición de lo sociocultural, aproximándose en muchos pun
tos al enfoque construccionista que analizamos en la sección anterior.
Sin embargo, debido a la confusión terminológica y a la poca discu
sión de estas cuestiones generales, muchos autores que tienen una cla
ridad total sobre la importancia de lo histórico suscriben la denominación
sociocultural (Tobach, Hedegaard, y otros). El propio Colé se ha resistido
a la desaparición de lo histórico al presentar su definición de una psicolo
gía sociocultural histórica (1997). Ahora bien, insistimos en abordar esta
cuestión para subrayar el carácter parcial, pragmático y empirista que harr
tenido las categorías propuestas por Vigotsky al ser separadas del siste
ma teórico en que fueron concebidas y de las bases filosóficas y episte
mológicas que las inspiraron. Es increíble, aunque de por sí representa ya
una posición, la forma en que fueron asumidas de forma parcial categorías
propuestas por Vigotsky ignorando totalmente el sistema teórico general
en el que definían su sentido, lo que da pruebas de la orientación empi
rista y pragm ática de aquellos para quienes el valor heurístico de dicha
categorías sería definido por su utilidad para el tratamiento empírico del
objeto.
El objeto que tuvo un lugar protagonista en la teoría de la actividad de
Leontiev vuelve a destacar con el lugar atribuido a la acción en el enfoque
histórico-cultral, el cual además de confuso, orienta los procesos de inves Fundamentos teóricos del enfoque soclocultural:
tigación al contexto más inmediato en que tal acción acontece, olvidándo categorías principales
se del complejo cuadro social en que vive el sujeto d éla acción, categoría
que también desaparece tras la acción despersonalizada colocada en el Los autores socioculturales de orientación lingüística (Wertsch, Del Río, Ál-
Agente*. En la negación de los histórico está implícita la negación de for varez, Ramírez, Bronckart) han intentado sustentar el enfoque sociocultu-
mas de organización complejas que no se toisuelven’ en el contexto actual ral en dos principios muy relacionados: la acción humana y la mediación.
de su acción o de su desarrollo, y que mantienen su identidad y capacidad Wertsch escribió (1997): ‘ En la medida en que concedamos al 'funciona
generativa como sistemas abiertos, en lo queVarela (1979) ha denomina miento mental' y el 'marco socioculturaf o al ‘individuo’ y la Sociedad’ esta
do sistem as autónomos en el paradigma enactivo, que son aquellos sis interpretación ontológica [que les da una existencia independiente], es
temas capaces de mantener su propia organización e identidad, entre los muy probable que la investigación sociocultural se equivoque de agenda
que se incluye la subjetividad humana. y de métodos [...] Con este espíritu, propongo que el funcionamiento men
La negación de lo histórico va a permitir una definición totalmente tal y el marco socio-cultural sean entendidos como momentos dialécticos
funcional e instrumental de la psique, en la que ésta termina divorciada de que interactúan o aspectos de una unidad de análisis más completa: la ac
la organización compleja de la sociedad y de la propia historia singular del ción humana’ (p. 52). La no consideración de la m entey el marco sociocul
sujeto concreto portador de su configuración subjetiva. La acción se con tural como realidades independientes no nos puede llevar a la supresión
sidera central y al hom brecom o su agente, un agente que se expresa en de ambos en el proceso de la acción, sino a una nueva comprensión on
los térm inos parcialesde su acción sin conferirle un sentido desde su pro tológica de la psique en la que ambos, sin perder sus configuraciones y
pia historia. sus historias específicas, se representen no como realidades indepen
Sin embargo, el enfoque histórico-cultural ha encontrado en el pen- dientes, sino como realidades que se constituyen recíprocamente, sin que
1» i samiento europeo formas de construcción teórica comprometidas con en este proceso una se diluya en la otra, que es lo que hemos querido ca
las bases teóricas y epistemológicas de la psicología soviética (Chaiklin, racterizar con la relación entre sujeto, subjetividad social y subjetividad in
Baerveldt, Drier, Jensen y otros), las que, como dije en el capítulo l, repre dividual.
sentan una importante contribución para una visión dialéctico-compleja de Wertsch se representa la acción de forma dialéctica, como configura
la psique que integra lo individual, lo social y lo histórico no sólo en la di ción de ‘ influencias', sin dejar en claro que comprende por influencias ni de
mensión del lenguaje o de las prácticas discursivas y narrativas, sino en donde proceden. Sin embargo, por la forma en que el concepto de acción
una nueva definición ontológica de la psique como subjetividad de base aparece a lo largo de su obra, las influencias a que se refiere son influen
dialéctico-compleja y de naturaleza histórico-cultural que no tiene nada cias externas del contexto sociocultural. En relación con esto, escribió
que ver con la definición de subjetividad racionalista y esencialista proce (1997): *La orientación general consiste en contemplar la acción como or
dente de la modernidad. ganizada, o configurada, por muchas influencias analíticamente distintas
Con lo anterior no intento hacer una división maniquea y simplista en pero que, en realidad, interactúan. El papel de estas diversas influencias
tre las posiciones de autores norteamericanos y europeos, pues en la pro puede variar de un contexto a otro y a lo largo de los diversos estadios del
pia psicología estadounidense pensadores como Tobach, Scribnery Colé desarrollo' (p. 54). Esta definición conduce a una comprensión totalmente
han mantenido su compromiso con una visión histórica en sus proyectos contextual del hombre, contexto que puede estar organizado en diferentes
de investigación, mientras que otros como Robbins representan un mo tipos de acciones, entre las cuales las discursivas tienen un papel esencial
mento de ruptura con la forma en que se ha asumido el pensamiento de (Bronckart, 1997).
Vigotsky en la psicología occidental dominante, en lo cual han sido tam En la definición contextual del individuo, éste aparece como agente
bién muy relevantes las contribuciones de Elhammojumi. y no como sujeto, por tanto, sólo existe como individuo que topera', per
diendo su condición de individuo que siente, genera, que es portador de
una condición subjetiva que aparece en la configuración del sentido de su
acción. Sobre la relación entre individuo y acción. Según Wertsch (1997),
'una consecuencia de la adopción de esta perspectiva es que la misma
• I -.1
noción de agente tiene que ser redefinida. En lugar de asum ir que los in
dividuos actuando solos, son los agentes de las acciones, y la designación
adecuada de agente e s ’individuo-que-opera-con-instrumentos de media
ción* (p. 55). O sea, el individuo sólo aparece en tanto agente de la acción,
como ejecutor, la acción tiene así, un carácter objetivo comprometido con
una realidad sociocultural; sin embargo, el individuo no aporta nada a esta
acción, su historia no representa nada en su papel de ejecutor de aquélla.
En la unidad de individuo e instrumento que nos presenta Wertsch,
parece ser que el individuo sólo existe en cuanto aquellos aspectos psi
cológicos, esencialmente cognitivos, y d e lenguaje, que entran en juego en
su relación con el instrumento, al menos así parece ser en su ejem plo so
bre el uso de la pértiga en el salto con garrocha en el artículo anteriormen
te referido. ‘ El individuo que utiliza un nuevo instrumento de mediación
tiene también que cambiar desde el momento en que éste exige poner en
m archa técnicas y destrezas nuevas" (1997, p. 57). Los aspectos psicoló
gicos que el autor menciona son aspectos funcionales relacionados con
la acción sobre el instrumento, no aspectos del sujeto que actúan sobre el
X sentido subjetivo que el instrumento tiene para el atleta, definiendo final
mente el tipo de emociones que caracterizan su uso.
iw> J El uso del término sentido en todos estos autores está asociado só
lo al proceso de significación, sin expresar el carácter psicológico que Vi-
gotsky le dio a esta categoría. Así, Bronckart(1997) expresa: "Las dos caras
del signo [el significante y el significado o sentido] sólo aparecen estables
momentáneamente debido a su posición fundamentalmente sociocultu-
ral* (p. 67). Esta definición del sentido heredada de la lingüística se gene
raliza en la orientación sociocultural, con lo cual estos autores pierden un
eslabón central de una nueva comprensión de la psique, lo que precisa
mente les lleva a la reificación del significado y de las narrativas con una
clara despreocupación por los procesos emocionales y su naturaleza sub
jetiva.
La versión propuesta por Bronckart sobre la acción es una de las más
reduccionistas en términos de lenguaje y de las más racionalistas en
cuanto a la forma en que se representa la participación del sujeto en la ac
ción. En relación con el agente de la acción, término que esconde la ne
gación completa del sujeto concreto, Bronckart expresa (1997): 'Entonces
desde el punto de vista psicológico, la intención es la parte de la signi-fi-
cación global de la acción que puede ser atribuida al agente. En función
del contexto en que el agente se ha constituido, éste se encuentra dotado
de una agentividad multiforme que conoce: sabe que puede actuar sobre
el mundo objetivo; sabe que está situado en las redes de las normas so
ciales; sabe lo que deja ver de sí en cada interacción* (pp. 68-69). Para
este autor la intención está definida únicamente en términos de su signifi
cación, y la agencia se define por un conjunto de saberes que expresan un
control racional del agente sobre las condiciones y el contexto de su ac
tuación. Los aspectos emocionales de la acción no aparecen por ningún
lado y, cuando el autor usa la palabra motivo, lo hace como sinónimo de
razón de actuar.
Para Bronckart la intención es la parte de la significación global de
la acción que puede ser atribuida al agente, o sea, que el agente se lim i
ta a darle intencionalidad a la acción. De hecho, el agente es básicamen
te intencional, y su intencionalidad se manifiesta en su comprom iso con
la acción. Desde esta perspectiva en que el su je to es negado por el agen
te, el carácter generativo y transform ador del individuo sobre la acción es
prácticamente nulo. Esto hace que los aspectos psicológicos de la acción
queden reducidos a lo intencional y a los elementos instrumentales im
plicados en su consecución.
Los autores pensadoresque adoptan esta definición sociocultural se
orientan esencialmente a la organización sociocultural de los procesos
de mediación, con lo cual se mantiene la dicotomía de individuo y organi
zación sociocultural, en tanto que el individuo aparece como momento
de procesos de significación que están socialmente constituidos, y no se i«i
le atribuye ningún valor a su capacidad de generar de forma diferenciada
atributosde la acción. Todos los vínculos entre el individuo y la sociedad se
expresan en procesos semióticos de mediación, lo que conduce a una re¡-
ficación de la semiótica y reduce al individuo a la condición de agente de
procesos semióticos socialmente constituidos a través de los cuales todo
individuo se organiza y expresa.
El individuo aparece en términos de comprensión, significación y dis
cursos, de forma muy parecida a la manera como lo presenta el construc
cionismo social, sólo que, para los construccionistas sociales, el i n d i v i d u o _____
tiene un papel todavía menos protagónico. Bronckart expFésa que ‘ la narra
ción, por ejemplo, propone un mundo ficticio en el cual agentes, motivos, in
tenciones, circunstancias, etc., se encuentran 'puestos en escena' de un
modo tal que forman una estructura concordante; los acontecimientos e
incidentes individuales con los que se articulan, se transforman en una.
estructura configuracional con sentido o 'historia'. Los discursos así cons
tituidos tienen, con el mismo título que las acciones con sentida el estatus
de obras abiertas sobre cuya base los sujetos reconstruyen su compren
sión del mundo* (p. 67). Desde esta perspectiva, el individuo eo su condi
ción de agente de la acción queda reducido a procesos de comprensión y
reconstrucción de una producción cultural que siempre le precede y que
nunca tiene autoría propia.
V
En la perspectiva sociocultural las rupturas individuales sobre las es
tructuras discursivas no tienen sentido, y el individuo aparece como agen
te de la acción y Voz’ del discurso; por tanto, está siempre ^encajado’ en
una producción cultural, en relación con la cual no aparece como produc
tor desde su condición individual, lo que, más que resolver la dicotomía de
individuo y sociedad, subordina al individuo a la cultura comprendida co
mo proceso de significación.
Algunos autores que compaiten un conjunto de principios generales
con los pensadores antes mencionados en una perspectiva sociocultural
que subraya la acción y los aspectos mediacionales, como Smotka, Goes
y Pino, se interesan también por la cuestión del sujeto. ‘ El sujeto poblado
por muchas voces emite su 'propia' voz en el seno del toro': un concierto po
lifónico, aunque no armónico, caracterizado al tiempo por m ovim ientos
sincrónicosy por la presencia de voces distintas, disonantes o en conflic
to. Más aún, si el sujeto se constituye semiótica mente a través del otro/a
través de la palabra y el signo es fundamentalmente polisémico, la natu
raleza del proceso de constitución debe im plicar lo diferente, no sólo lo
idéntico' (1977, p. 141).
En la cita mencionada aparecen un conjunto de elementos poco ela
borados desde la perspectiva sociocultural. El primero es el interés por el
sujeto y por las diferencias, el segundo la preocupación con lo propio,
a pesar de que el término aparezca entre comillas y, porúltim o el reconoci
miento del lugar de lo diferente en la constitución del sujeto, aspecto esen
cial para su definición. Sin embargo, los autores siguen reduciendo las
fuentes del sujeto al otro y la palabra y realmente no existe el sujeto sin el
otro, sólo que ese otro no es simplemente una voz, es un sentido subjeti
vo configurado en las emociones que históricamente se han constituido en
la historia del sujeto en relación con ese otroy esas emociones represen
tan registros extraordinariamente sensibles que entran en secuencias de
producción subjetiva en que las voces van quedando atrás y aparecen for
maciones psicológicas que pierden su relación biunívoca con las fuentes
implicadas en su desarrollo.
Mantener al sujeto atado a las voces significa reificar la palabra en
relación con los otros procesos psicológicos implicados en la constitución
subjetiva de la historia del sujeto. La historia a la que nos referimos aquí
no es la historia objetiva que acumula los hechosy experiencias como
ellos acontecieron, sino una historia dialéctica en la que las fuentes apare
cen integradas en nuevas formas de organización, diferentes de la orga
nización de aquellas experiencias que participaron en su desarrollo. En los
procesos de la subjetividad lo actual siempre va a adquirir sentido dentro
de su confrontación con la configuración subjetiva del sujeto de la acción.
Portanto, la acción es una acción subjetivada a través de la configuración
subjetiva de su propio sujeto, y es en este sentido que podemos explicar
el carácter activo y transform ador de aquél en el propio proceso de su
constitución sociocultural.
Cuando se habla de la superación de las dicotomías entre pensa
miento y lenguaje, individuo y sociedad y otras del enfoque sociocultural,
a veces da la impresión de que la dicotomía se elimina porque uno de los
términos queda incorporado al otro. En este sentido se acaban las dico
tomías porque el individuo pasa a ser un simple agente de una acción
socialmente constituida, y porque el lenguaje en su carácter mediador y
macrosocial sustituye al pensamiento, el individuo se expresa por Voces'
y pasa sim plem ente a ser un momento de confluencia de las voces que
circulan en el contexto donde actúa. Nunca es un productor de su propia
voz, lo que implicaría que la acción diferenciada del pensamiento produ
ce nuevas zonas de significado y nuevas realidades a través de un lengua
je que ya tenía definidas sus zonas de significación.
La elim inación del sujeto representa la supresión del pensamiento,
pues precisamente una de las funciones esenciales del sujeto es la crea
ción de nuevas realidades a través de su pensamiento, siendo la materia
prima de este proceso la riqueza de su configuración subjetiva, la cons
trucción incesante de modelos para expresar una realidad que tiene co
mo fondos las emociones de sus experiencias más íntimas a lo largo de
su historia, las que aparecen configuradas subjetivamente en su persona
lidad. Es esa personalidad y no las voces dominantes de su época la que
permitieron a Dostoiesvski y sólo a él escribir Crimen y castigo.
Como ha expresado Drier, uno de los autores que adoptan una psi
cología cultural, pero desde la perspectiva de la subjetividad (1997), Con
forme los sujetos se mueven a través de los contextos, sus modos de
participación varían debido a las posiciones particulares, las relaciones
sociales, los ámbitos de posibilidades y las preocupaciones personales
que los diversos contextos encarnan para ellos. De aquí las acciones, pen
samiento y emociones de los sujetos deben funcionar en form asflexibles.
Su proceder no puede ser el mero seguimiento de esquemas, procedi
mientos y reglas. Los sujetos más bien necesitan interpretar y ubicar los
estándares y reglas para incluirlos en la acción concretamentesituada [...]
En vez de tal noción abstracta de estructura interna [de las teorías clási
cas de la personalidad], necesitamos conceptualizar estructuras subjeti
vas que cambian de manera compleja dentro de la práctica social' (p. 5).
Es precisamente esta intención la que nos ha animado con el desa
rrollo de la categoría de configuración subjetiva como unidad psicológica
para el estudio de la personalidad.
El desarrollo de una teoría de la subjetividad tiene que permitir una
articulación tal de categorías, un modelo teórico tal que posibilite com
prender en sus tensiones, contradicciones, interrelaciones y configuracio
nes un conjunto de procesos y operaciones diferentes, de las que unas
constituyen a las otras y son constituidas por aquéllas en diferentes con
textos de la acción del sujeto y del desarrollo del sistema general en que
se implican. Este macrosistema capaz de integrar teóricamente tales pro
cesos recíprocos y complejos de constitución de unidades cualitativamen
te diferentes, dentro del cual todas las unidades se mantiene en relación,
desintegrándose, reintegrándose y reestructurándose dentro del sistema
más general, es la subjetividad. En este sistema se integran el pensamien
to del sujeto, las emociones, las situaciones vividas por él, las cuales apa
recen de diferentes formas en el plano subjetivo. Una de tales situaciones
son las preocupaciones que menciona Drier, las que tanto nos persiguen
y de las que tan poco nos acordamos en nuestros momentos de descen-
tración teórica.
La realidad es vivida en forma de emociones y significaciones en el
plano subjetivo; sin embargo, estos procesos no se pueden reducir a len
guajes ni discursos, a pesar de que los lenguajes y discursos también
estén constituidos subjetivamente en el plano individual, constitución que
perm ite el apoyo emocional necesario para seguir siendo relevantes
socialmente. El uso d éla categoría discurso entre los autores sociocultu-
rales, tiene un sentido mucho más lingüístico que entre los pensadores po-
sestructuralistas franceses, aunque para algunos de los más influidos por
la obra de Bakhtin el discurso es portador de una carga ideológica, en tan
to que todo signo es de naturaleza ideológica.
Un elemento importante de distinción entre el enfoque histórico-cul-
tural y el enfoque sociocultural es la teorización sobre la categoría senti
do y su importancia para una teoría histórico-cultural sobre el sujeto y la
subjetividad. El lenguaje nunca fue reificado en la construcción teórica de
aquellos autores, para quienes la relación dialéctica entre individuo y so
ciedad era una preocupación constante. En esta valoración que hago del
enfoque histórico-cultural, no me limito a su identificación con la teoría
concreta deVigotsky, sino que, considerándolo sobre la base de sus prin
cipios más generales, considero necesaria la integración de las ideas de
Vigotsky y Rubinstein, así como las formas de expresión de esta articula
ción en toda la psicología soviética posterior. También incluyo muchos da
los autores que, desde la teoría de la actividad, superaron el reduccionis-
mo objetal de aquella y su base positivista, entre los que incluyo a Davy-
dov, Lektorsky, A. A. Leontiev, Bratus y una gran parte de los psicólogos
occidentales que se agruparon en torno a la teoría de la actividad y que
considero que han hecho aportes más importantes al legado de Vigotsky
que muchos autores del movimiento sociocultural.
La integración de un pensamiento que caracterizó la psicologíasovié-
tica como movimiento de transformación en la historia de la psicología, en
la cual la aparición del genio de Vigotsky no fue una casualidad, sino tam
bién la expresión de un movimiento del pensamiento en desarrollo que no
muere con Vigotsky, a pesar de la cantidad de barreras externas de carác
ter ideológico que limitaban su plena expresión, se manifiesta con claridad
en el hecho de que los propios discípulos de A N. Leontiev, incluyendo a
A. A Leontiev y a D. A Leontiev, hijo y nieto de aquél, como ha destacado
Robbins en relación con A A Leontiev, fueron mejores discípulos y segui
dores de los principios histórico-culturales que el propio A N. Leontiev,
quien en mi opinión cedió ante las presiones oficiales de la época y ofreció
una teoría despojada de los elementos de subjetividad presentes tanto en
Vigotsky como en Rubinstein, y estéril en lo social, que pasó a ser consi
derado más como un medio de acciones objétales inmediatas que como
una configuración subjetiva compleja en la que aparecen configurados to
dos los aspectos de la vida social.
La teoría de la actividad, sin embargo, no deja detenersuim por-tan-
cia al resaltar la implicación de la acción humana en el desarrollo psicoló
gico, sólo que esta acción se comprendió cada vez más separada de su
sujeto y de la configuración subjetiva de aquél, lo que sin duda influyó en
la desubjetivación de la actividad, de lo cual también es víctima la forma
en que Wertsch el a bora el concepto de acción, como vimos más arriba. Co
mo señala Zinchenko (1997)> ‘ la zona de desarrollo próximo de la teoría de
la actividad implicará el estudio de las acciones y actos individuales y per
sonales. De acuerdo con Bakhtin, dichas acciones y actos constituyen la
única barrera contra las coartadas humanas a la existencia. Pero no es po
sible investigar el acto sin un análisis de la conciencia. El acto no se deriva
directamente de la acción orientada al objeto y no concluye con ella" (p. 44).
En la cita anterior de Zinchenko está implícita la poca atención de la
teoría de la actividad a la cuestión individual, así como a los aspectos psi
cológicos implicados en la acción que Zinchenko define en la conciencia,
expresando un viejo principio señalado por Rubinstein en la década de los
treinta: la unidad de la conciencia y la actividad. Tanto Rubinstein como Vi
gotsky se refirieron a la conciencia como organización compleja de la psi
que y no al estado de ser consciente en contraposición a lo inconsciente.
La reflexión de Zinchenko en los años noventa es una expresión del
olvido de aquel importante principio expresado por Rubinstein, asícom o
un recordatorio, dentro del marco sociocultural, de la necesidad de man-
te n e re l carácter psicológico de la acción o lo que yo denominaría el sen
tido subjetivo de la acción.
La crítica al enfoque eoclocultural desde
un marco histórico cultural
Durante los primeros años de la década de los noventa, cuando desapa
reció la Unión Soviética y el ataque al marxismo encontró un eco extraor
dinario hasta en sectores que habían manifestado su simpatía por ese
pensamiento, la aparición e institucionalización de las líneas sociohistóri-
ca, sociocultural y de la actividad dentro de la psicología occidental repre
sentó un momento de justificado entusiasmo para muchos, pues permitía
la extensión de los principios de esas concepciones teóricas al mundo y,
de hecho, creaba un espacio diferente e n el ámbito teórico d é la s ciencias
sociales. Sin embargo, la tendencia ya apuntada de separar a Vigotsky del
m arxismo y del contexto de la psicología soviética condujo a lecturas
del pensamiento de Vigotsky que han despertado la crítica y que han co
menzado a ver que la diferencia entre el enfoque histórico-cultural y el
sociocultural no es sólo una cuestión de nombre.
M. Elhammoumi escribió (1998): ‘ Hoy lo que es llamado de psicolo
gía vigotskiana o psicología socio-históricocultural en las sociedades oc
cidentales es una psicología que se basa en versiones positivizadas de la
filosofía marxista. Vigotsky fue introducido en la psicología norteamerica
na y de Europa occidental en las últim as dos décadas como un investi
gador del papel de los signos y los instrumentos en el desarrollo de las
funciones mentales superiores, la conciencia y la actividad. Esta traduc
ción del pensamiento de Vigotsky ha sido manipulada por los psicólogos
que encabezan el campo para ajustar el diseño arquitectónico sobre el
cual los psicólogos norteamericanos y europeos occidentales han cons
truido su propia identidad1(p. viii).
El enfoque histórico-cultural tuvo como unos de sus aspectos esen
ciales la comprensión de la unidad dialéctica entre individuo y sociedad,
unidad entendida como sistema complejo donde uno de los aspectos es
taba contenido en el otr o y, a la vez contenía al otro, en una procesualidad
que atravesaba permanentemente las form as actuales de organización
tanto de lo social como de lo individual. Es interesante como, a pesar del
énfasis tanto de Vigotsky como de Rubinstein en la constitución histórico-
social del sujeto, en sus obras se dedicaron más a la construcción teórica
de la compleja organización de la psique individual, que al estudio de las
formas de organización subjetiva de la sociedad. Su centro de interés es
tuvo en el sujeto individual social e históricamente constituido. Lo social
aparece situado en relación con el sujeto que vive en un medio social, pe
ro no se hace explícito en sus form as de institucionalización, en sus pro
ce so s constitutivos ni en las identidades diferenciadas que produce la
pertenencia a grupos sociales diferentes.
En una valoración sobre el lugar de lo social en Vigotsky, G. Duveen
d ijo (1994) que 'Lo que está faltando en el enfoque de Vigotsky es una apre
ciación del significado de las identidades sociales que hacen la mediación
de lo interpsicológico y de lo intrapsicológico. Su fórmula describe un mun
do en que todos los individuos adquieren un mismo entendimiento de un
único conjunto de prácticas sociales. Pero cuando emergen las diferencias
entre individuos en relación con un mismo sistema de significación colec
tiva, su fórmula es inadecuada* (p. 284).
Sin dudas, tanto Vigotsky como Rubinstein estuvieron más orienta
dos a una psicología general portadora de una nueva visión de la psique
humana, considerada como un sistema complejo de naturaleza histórico-
cultural, que a la producción de una psicología social que no era visible
para ellos en ese momento histórico. Sin embargo, las construcciones
teóricas que produjeron sobre la naturaleza de los procesos psíquicos,
crearon las condiciones para una psicología social capaz de superar la
dicotomía de lo social y lo individual. Como señala Robbins (2000); 'La
comprensión clave es que esos elementos [se refiere al sentido, el signi
ficado, lo consciente y lo inconsciente] deben ser tomados como una uni
dad y no separados. En o tras palabras, hay una completa y constante
conexión entre lo individual y la sociedad que no puede ser descompues
ta en elementos analizables, sin perder las características del todo. Es el
foco sobre el individuo siem pre conectado al todo que hace a Vigotsky
único y no lo contrario; sin embargo, esto sólo tiene sentido cuando com
prendemos que no hay individuo culturalmente autorregulado sin lo social
aparecer primero* (p. 9).
La autora resalta exactamente lo que representó el gran aporte de
Vigotsky, la elaboración teórica de la psique como sistema complejo y
autorregulado de naturaleza social, cultural, comprometida con la historia
del sujeto. Fue esa construcción teórica orientada a una macroteoría de la
psique que superara las dicotomías que han caracterizado las teorías psi
cológicas concretas, y que perm itiera superar la visión esencialista y
universalista im plícita en las teorías psicológicas de su época. En este
complejo proceso de generar una nueva representación de la psique, cu
ya continuidad lleva al tema de la subjetividad, Vigotsky intentó ubicar el
centro de su producción en diferentes escenarios, entre los que podemos
señalar la conciencia, la personalidad y el desarrollo.
En la búsqueda de esta macroteoría susceptible de integrarla disper
sión del pensamiento psicológico fue especialmente sensible a represen
tarse el funcionamiento psíquico en unidades que expresaran la síntesis
de diferentes procesos, subrayando la unidad funcional de lo afectivo y lo
cognitivo, lo cual fue un elemento esencial de obra que lo diferenció de
forma radical de las tendencias cognitivas y comportamentalistas de la
época y que, sin embargo, no ha quedado claro en la presentación de Vi
gotsky en la psicología occidental, donde aparece como un autor referido
fundam entalmente a los procesos de lenguaje, a la m ediación sem ióti
ca y la cognición humana, desapareciendo en estas interpretaciones tan
to el sujeto de estos procesos como la compleja organización psicológica
dentro de la cual se generan.
En el marco de su preocupación con la integración de lo cognitivo y
lo afectivo Vigotsky expresó (1968): 'Consideramos la relación entre la in
teligencia y el afecto, cuya separación como objeto de estudio es el punto
más débil de la psicologfa tradicional, puesto que hacen aparecer el obje
to de pensamiento como una corriente autónoma de pensamientos que se
piensan a'sí mismos’, segregada de la plenitud vital de los intereses y ne
cesidades personales, de las intenciones e impulsos del sujeto que pien
sa' (p. 44). Oe la cita se desprende que Vigotsky recalca el lugar del sujeto
y de su constitución psicológica e n e l proceso del pensamiento, lo cual
ocurre de la misma forma en relación con el lenguaje. La mediatización a
que Vigotsky se refiere no es sólo semiótica: es la mediación integral de
un sujeto que piensa y que se coloca activamente frente a la experiencia
a partir de la organización del sistema complejo de sentidos que caracte
rizan su organización psíquica individual.
Es precisamente en relación con el punto anterior que se expresa una
diferencia radical entreel enfoque histórico-cultural y la orientación socio-
cultural, en la que el origen teórico de muchos de sus inspiradores esencia
les, la lingüística, les impide una representación compleja de los aspectos
psicológicos presentes en la obra de Vigotsky. Para Rubinstein (al igual
que para Vigotsky) los procesos se producen en un sujeto concreto cons
tituido por su personalidad. *La actividad del hombre, comprendida como
un conjunto de reacciones externas a estímulos externos del medio, fue se
parada de sujeto actuante como personalidad concreta, consciente e his
tórica' (1973, p. 97). Su preocupación por comprender los procesos y los
elementos psíquicos dentro de un sistema, que a diferencia de Vigotsky
siempre identificó con la personalidad, sereiteran una y otra vez en su obra.
Sin duda, los pioneros de una psicología histórico-cultural mantuvie
ron una preocupación importante con la constitución psíquica del sujeto,
así como con el desarrollo de un sistema complejo capaz de dar cuenta de
un plano cualitativo diferente de lo psíquico, frente a una psicología esen
cialmente atomizada en funciones y rasgos que aparecían como entidades
analíticas susceptibles de medición y control. Posteriormente, estas ideas
orientadas a la comprensión del sujeto y de las formas complejas y sub
jetivas de constitución de la personalidad fueron encontrando en la psi
cología soviética una expresión cada vez más vigorosa desde diferentes
M I. Jl'.ÍS' I .
tendencias teóricas (Bozhovich, Abuljanova, Chudnovsky, Nepomniachaya,
Bratus, Asmolov, etc.). Sin embargo, el seguimiento de esa psicología his
tórico-cultural que nació en aquella psicología después de la muerte de sus
fundadores ha sido parcial y pobremente examinada en la psicología oc
cidental, para la que en ocasiones parece que la única psicología posterior
a Vigotsky fuera la teoría de la actividad, lo cual es un profundo error his
tórico.
Como he señalado en los capítulos precedentes, una de las catego
rías importantes en la obra de Vigotsky fue la de sentido, la cual, como mu
chas de sus categorías, quedó sólo presentada, abrió apenas el camino
de la relación entre lo psíquico y el lenguaje, subrayando la organización
psicológica compleja que se hallaba detrás de la expresión del lenguaje.
En la obra de Vigotsky el lenguaje no se manifestaba como una realidad
reificada, tendencia que apareció en Lacan y que luego adquirió nuevas
formas de expresión con las tendencias posestructuralistas del pensa
miento francés.
La preocupación de Vigotsky por la constitución de formas comple
jas y superiores de organización de la psique hum anafuecaracterísticode
toda su obra. Vigotsky, como hemos visto, se aproximó a la definición del
sentido para explicar que las palabras contenían una complejidad mayor
que la definida por la relación entre el significante y el significado, refirien
do esta complejidad a la vida psíquica tomada como un todo. En este sen
tido, avanzó bastante en sus reflexiones sobreformaciones complejas que
incluían relaciones entre afectos irreductibles a procesos de significación,
tema que fue elaborado posteriormente por discípulos jóvenes de Leon-
tiev ante el claro vacío motivacional de su obra (Asmolov, Bratus, A. A.
Leontievy D. A. Leontiev).
La comprensión de Vigotsky sobre las formas complejas de organi
zación de la psique se hicieron explícitas cuando escribió (1935): *EI afec
to y las funciones relacionadas con él son diferentes en dependencia dé"
si son o no conscientes. Ellos están relacionados de forma diferente con
la conciencia como un todo y con otros afectos, y, consecuentemente, ellos
difieren en relación al todo y a su unidad’ (p. 29). En esta cita se observa
la importancia queVigotskyatribuíaal nexo de los afectos entresí, así co
mo su comprensión dinámica y contradictoria de la relación entre los afec
tos y la conciencia. En el marco de esta concepción, Vigotsky explícita la
cuestión de los afectos inconscientes, tema que fue retomado bastantes
años después en la línea más próxima a la psicología de la actividad y que,
desde otro punto de vista, fue abordada inmediatamente después de la
muerte de Vigotsky por Bozhovich, que fue la única, entre sus colaborado-
res en criticar el rumbo dado a su legado por A. N. Leontiev. . .- c r
f
Esta orientación dialéctica, compleja y sistémica en la comprensión
de la constitución de las formas superiores de organización de lo psíquico,
no deja dudas del compromiso ontológico de la obra de Vigotsky ni del ca
rácter psicológico de su teoría; aspectos am bos hechos de lado en la in
terpretación sociocultural. Como señala acertadamente A, A. Leontiev
(1992)= *La te sis principal de Vigotsky [resumiendo las varias fo rmulacio-
nes encontradas en diferentes trabajos) sg rfá 'fs ta : existe un com plejo
sTsTemi"dínámico de sentidos que incluye un aspecto motivacional (afec-
~t?voi asT cnm o la voluntad, la dinám ica de la acción y la dinámica del
pensamiento. Ellos pueden asum ir diversas relaciones entre sí y form ar
diferentes ‘redes’. El intelecto, como todas las funciones psicológicas su
periores está subordinado a este sistema. Ésta, entonces, es la psique
humana dinámica y autodesarrollada en su verdadera integridad y^Síer^
minación social* (p. 42:43]!
Como señalaA.A.Leontiev(y concuerdo con él), latesis principal de
Vigotsky fue la superación del enfogue orocesual y fu ncionalista ta Pai-
que y el establecimiento de un conjunto de ideas generales para la m m -
prensión de la psique como sistema complejo y dinámico organizado en
sistemas ae sentido que están más allá de todo proceso psíquico puntual.
Sin este plano básico de construcción teórica, los campos del conocimien
to psicológico conservarían el nivel de fragmentación y desvinculación con
el desarrollo de la teoría general que le caracteriza hoy. Este sistema al que
se refiere Vigotsky es el que hoy deseo rescatar en el contexto del tema de
lá^oB)BtW dad,~que avanza con muchos ountos de encuentro desde dife
r e n te s perspetivas teóricas en la psicología, algunas de las cuales he pre
sentado en los capítulos anteriores.
Dentro oel propio enfoque histórico-cultural, estas posiciones se ex
presan hoy, además de en mis trabajos, en los trabajos de un conjunto de
autores europeos dedicados a la superación de algunos de los plantea
mientos más generalizados entre los autores socioculturalesÍDrier, B aeF
veldt y Verheggen entre otros), así como en investigadores norteameri
canos (Robbins, Elhammoumi) y en autores marxistas que retoman desde
una perspectiva diferente el legado del enfoque histórico-cultural (Tolman,
Chaiklin, Jensen, entre otros). En Am érica Latina esta visión crítica apare
ce en Arzate, Cuevas. Díaz de ctunña. Duárte. Fariñas, hurtado, JunqueiraT
Madureira. Mitjans, N eubergSaw aia,Q ueirosv otros.
relación, diálogo y discurso] fundamenta de modo suficiente las teorías
psicológicas de la subjetividad individual en la práctica social. Para lograr
esta necesaria cimentación requerim os de conceptualizara los sujetos
como participantes en estructuras de prácticas social en curso' (p. 28). Es
te concepto de Dreier de "prácticas sociales en curso’ me parece muy
interesante, pues relaciona al sujeto de forma procesual con el contexto
social en que actúa, como momento constitutivo de este contexto, lo cual
se define por su condición subjetiva. La práctica social se expresa a tra
vés de un sujeto históricamente constituido por su subjetividad individual
que no se diluye en ninguna de las operaciones sociales que circulan en
Jos espacios sociales en los que actúa.
Diversos pensadores (Baerveldt, 1997; Elhammoumi, 1998; Duarte,
2000) critican la difuminación del sujeto en diferentes formas de acción y
de lenguaje en la interpretación sociocultural. Duarte escribió: “61 objetivo
de reducir la teoría de Vigotsky a un énfasis en los signos es la de aproxi
marlo a las concepciones postestructuralistas que todo lo reducen al em
bate de discursos' (p. 104). Sin duda, uno de los aspectos a discutir en la
interpretación sociocultural de la obra de Vigotsky es la pertinencia de
aproximarlo a un reduccionismo discursivo y semiótico que no fue lo más
sobresaliente de su obra, puesnunca consideró que el lenguaje estuvie
ra aislado del sujeto que lo expresa, mientras que el signo aparece sepa
rado de su sentido sólo en determinados momentos de su obra. Vigotsky
expresaba una compromiso ontológico en relación con la definición de la
psique, la cual intentó comprender en su real complejidad.
Baerveldt es otro de los autores que han intentado comprender el ca
rácter histórico-cultural del sujeto teniendo en cuenta su carácter activo y
su constitución subjetiva. "Porque, hablando psicológicamente, tenemos
que dar cuenta del hecho de que nuestra experiencia está obviamente
pautada de manera social, pero no obstante sigue siendo nuestra propia
experiencia auténtica. Después de todo, justamente cuando las personas
sienten que son auténticamente ellas mismas, cuando mantienen sus pro
pias identidades, es que contribuyen de modo más conspicuo a la produc
ción y reproducción de un orden social" (1977, p. 6). En esta cita el autor
entra en una cuestión de gran interés: el papel del sujeto en la producción
de un orden social real en el que tenga un espacio y no sea négadcTpor la
"perversión de lo social", que es lo que caracteriza a todos los autoritaris
mos, a los cuales la concepción posestructuralista francesa de la muerte
del sujeto les viene como anillo al dedo. Este aspecto ideológico y político
es otro de los ángulos importantes de la critica a la carga posestructura
lista de muchos de los autores socioculturales.
Otra crítica importante al enfoque sociocultural aparece en su defini
ción de lo social, que aparece básicamente como el conjunto de acciones
y actividades con que el sujeto participa en sus sistemas de relaciones,
con lo cual lo social se identifica con lo interactivo, lo contextual y la acción,
lo que en última instancia deja en el centro de lo social al individuo, sólo
que como éste pasa a ser un conjunto de voces o la expresión de determ i
nados discursos o narrativas de naturaleza sociocultural, caemos en la
confusa paradoja de un sujeto socialmente determinado que no expresa
una identidad ni una constitución que les sean propias y de una definición
del medio social que aparece atada a las acciones de ese sujeto que, co
mo tal, no existe. Es tan procesual laconcepción del individuo y del medio
social de estos autores, que no queda muy claro cómo está constituido el
individuo ni tampoco cómo está constituido lo social; finalmente ambos
aparecen como textos o lenguajes ubicados en espacios diferentes que
están en continua relación.
Como señala Baerveldt (1997) en una crítica al construccionismo que
es perfectamente compatible con la crítica que hago a los autores socio-
culturales. ‘ La mayor parte de la investigación construccionista social es
tá ocupada principalmente en el análisis e interpretación del texto' en vez
de formularse preguntas sobre las configuraciones socioculturales que
permiten a las personas hablar. Incluso las versiones más dinámicas del
pensamiento construccionista y discursivo tienden a restringir su análisis
al estudio del significado en la medida que está articulado discursivam en
te y estructurado argumentativamente' (p, 4).
El significado y la acción son vistos en marcos discursivos, y las con
figuraciones socioculturales e individuales que les permiten a las perso
nas expresarse de esa forma y no de otra quedan completamente fuera de
atención, con lo cual el potencial de crítica social de la teoría se reduce
bastante. Este hecho ha sido observado por distintos autores, así. El ham-
moumi escribió (1998): ‘Perdiendo esos recursos conceptuales, la teoría
socio-histórico-cultural es separada de su potencial para extenderse más
allá del análisis de pequeña escala y la actividad individual. Sin embargo,
los teóricoscontem poráneosde esta escuela construyen típicamente'una
vida práctica socialmente organizada' que tendría lugar en las pequeñas
escalas interpersonales del aula, la familia o el grupo de trabajo* (p. x).
La orientación al estudio de lo social en diferentes m icroespacios de
la acción del sujeto deja fuera ías formas complejas de articulación e n tre '’
estos m icroespacios y las configuraciones complejas que integran otros
aspectos de la vida y la subjetividad social, planos que, desde la perspec
tiva de la subjetividad, están profundamente interrelacionados en la pro
pia constitución subjetiva del sujeto que actúa en cada uno de esos espa
cios sociales. Por tanto, buscar relaciones inmediatas entre lo que ocu
rre en un microespacio social y los comportamientos de los sujetos en
ese espacio deja de lado las formas diferentes de subjetivación de cada
sujeto singular, que son inseparables de sus historias personales y de las
condiciones actuales en las cuales transcurren sus vidas en sus-diferen-
tes espacios sociales.
La expresión diferenciada del sujeto en cada espacio social concre*
to está subjetivamente constituida por elementos de significación y senti-
do procedentes de sus experiencias actuales y anteriores dentro de otros
espacios sociales. Por tanto, sus acciones expresan la historia compleja
de su vida social anterior. En este sentido, el estudio del sujeto en estos
escenarios microsociales implicaría comprender los comportamientos allí
producidos a través de las configuraciones subjetivas diferenciadas que
participan del sentido de ese comportamiento, en las cuales se sintetizan
los diferentes momentos de la vida social del sujeto.
Dreier se aproxima a una comprensión compleja de la relación entre
el sujeto y la heterogeneidad de espacios sociales en los que se desarro
lla de forma simultánea, y en este sentido expresa (1999): 'En las estructu
ras sociales de las sociedades modernas, los sujetos paiticipan en más de
un contexto de acción social. Participan durante intervalos de tiempo cor
tos o largos, sea de forma regular o en una sola acción y por diferentes ra
zones en un conjunto diverso de contextos sociales (...) Una teoría sobre los
sujetos en la práctica social debe conceptualizar cómo éstos se vuelven ca
paces de ingeniárselas para participar en contextos sociales heterogé
neos. Debe incluir los cambiantes modos personales de participación y las
diversas potencialidades de los sujetos* (p. 32).
Creo que es esencial para la definición teórica del sujeto avanzar en
la comprensión de la complejidad de su acción social en la heterogenei
dad de espacios sociales en los que se desenvuelve, así como compren
der el carácter subjetivo de estas acciones sn sus diferentes formas de
configuración subjetiva, en las cuales los sentidos y significados de cada
uno de los escenarios de acción social se integran estrechamente en las
diferentes configuraciones subjetivas constitutivas de la personalidad, en
un proceso en que la autonomía funcional de las configuraciones permite
que éstas se conviertan en el escenario real de la producción de sentidos
del sujeto en los diferentes ámbitos sociales de sus acciones.
Esta concepción de la organización subjetiva de las influencias so
ciales permite superar la dicotomía de lo social y lo individual de forma
definitiva, pues ninguna influencia social concreta o comportamiento pun
tual del sujeto puede ser analizado aisladamente'como un determinante
generado fuera de la condición subjetiva del propio sujeto, en la cual se
sintetizan los sentidos y formas de significación de sus múltiples experien
cias sociales a lo largo de su historia individual. Así, todo comportamiento
concreto del sujeto en determinado espacio social es inseparable de los
sentidos y las significaciones procedentes de otros espacios sociales,
los cuales se organizan en el plano subjetivo en las configuraciones de la
personalidad de cada sujeto concreto.
Partiendo de la perspectiva teórica de la subjetividad, ninguna fun
ción psicológica estaría I ibre de su constitución subjetiva dentro de la his-
toria social del sujeto y, en este sentido, se expresaría en toda su fuerza el
carácter histórico-cultural de la psique. Así, por ejemplo, una función como
el aprendizaje, que hasta hoy constituye un campo particular de produc
ción del conocimiento psicológico, se convertiría en un campo que integra
ría el estudio de la constitución subjetiva del sujeto que aprende, pues de
ella dependerá, entre otros elementos, la producción de sentidos en el pro
ceso de aprender. En esta perspectiva el aprendizaje estaría mediatizado
por los sentidos subjetivos aparecidos en otras esferas de la vida del su
jeto, como su vida social y familiar en un sentido general, lo que definiría
la circulación de emociones particulares en el espacio de la sala de aula,
cuya procedencia no está ligada de forma Inmediata a los procesos que
tienen lugar en la sala de aula, los que irá a adquirir sentido sólo a través
de la medlatización activa de la histona social de cada alumno constitui
da en su dimensión subjetiva actual.
La aproximación sociocultural, que ha representado una lectura del
pensamiento de Vigotsky de inspiración fundamental en una parte de la
psicología norteamericana que venía evolucionando de la psicología cog-
nitiva, ha contri buido de forma importante a la divulgación de Vigotsky en
el mundo occidental, pero simultáneamente ha presentado un Vigotsky
sujetado a las cosmovisiones de los autores que lo Interpretaron, para los
que la dimensión de sentido, que representa uno de los aportes más ri
cos de su obra, queda reducida a las formas particulares de significado en
una concepción mucho más lingüística que psicológica. Aquí, el sujeto
complejo de Vigotsky desaparece tras la dimensión procesual de la me-
diatización semiótica.
En el próximo capítulo presentaré la concepción de subjetividad que
propongo a partir de una comprensión histórico-cultural del hombre, la cual
considero una de las continuaciones posibles de la obra de Vigotsky y Ru-
binstein que, a pesar de losdiferentesintentos realizados en esta dirección
(Abuljanova, Bozhovich, Menchiñskaya, Chudnovsky, Bratus, Asmolov y
otros) no ha conseguido el espacio que merece en el pensamiento psico
lógico.
Ha sido un objetivo de este libro revelar puntos interesantes de con
vergencia en el tema de la subjetividad desde posiciones teóricas dife
re n te s , lo cual es un indicador importante del valor heurístico de esta
categoría para el establecimiento de una zona de sentido en el estudio de
la psique capaz de conducimos al planteamiento de nuevos problemas de
estudio y de aportar otras perspectivas a los problemas actuales.
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La subjetividad y su significación actual en
la construcción del pensamiento psicológico
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La subjetividad y su significación actual en la
construcción del pensamiento psicológico
El concepto do subjetividad social y su significación
para las dlferentas asieras de la psicología
Introduje el concepto de subjetividad social en una época (década de los
años ochenta) de búsqueda, contradicción y auge de la psicología latinoa
mericana, que se caracterizó por el intento de establecer una psicología
propia, comprometida con la vida y las prácticas sociales en nuestros paí
ses, lo que acentuó el énfasis en la psicología social. En este esfuerzo en
traban en contradicción los marcos teóricos en los cuales se habían
formado sus protagonistas, como se ponía de manifiesto en las publicacio
nes de aquel momento y en las presentaciones en los congresos.
En aquel momento, como he señalado en trabajos anteriores (1991,
1993,1997), había una tendencia a presentar una psicología social que in
sistía en los procesos de comunicación e ideológicos, dejando fuera al indi-
viduo como sujeto de esos procesos, posición en la cual influyó mucho el
concepto de psicosociología creado por Moscovici. Adoptar este concep
to permitía superar el enfoque individualista de las corrientes tradicionales.
También resultó muy influyente la obra de Billig y Parker, presente sobre to
do en los trabajos sobre ideología de Montero. Entre otros se identificaron
con esta tendencia de la psicosociología Banchs y Fernández Christlieb.
aunque este último evolucionó hacia las posiciones d é lc o ñstruccionismo
social. Otro grupo importante de psicólogos latinoamericanos se orienta
ban a una psicología comunitaria (Sánchez. Serrano, Wiesenf eld y otros), al-
gunos se interesaban en la definición de una psicología latinoamericana
(Salazar, Rivera, etc.) y el grupo de la PUC de San "Pablo, dirigido por Silvia
Lañe, se inclinó por una revisión criticadle la psicología social a partir del
marxismo, influido especialmente porA. NiTeohtlév ' '
¿os psicólogos cubanos, al igual que el grupo de San Pablo, hacía
mos nuestra r evisión crítica a partir d erm arxismo. con una profunda in
fluencia de la psicología soviética, y en este sentidoTabía-una división
entre los que seguían a Leontiev (que en la época eran la mayoría) yquje.-
nes io criticábamos y subrayábamos otras posiciones de la psicología so
viética. tratando de defender la idea de que la aplicación del marxismo
a la psicología no estaba regida por una sola interpretación, pues con
frecuencia se acusaba de idealismo a los que no compartíamos el marco
más objetivista y positivista de Leontiev.
Lo interesante es que los psicólogos cubanos dedicados a la psico
logía social, algunos de los cuales se habían formado en Moscú, estaban *
más interesados e n temas clásicos de la psicología social, como lós'gru-
poSj de las actitudes, etc., que en temas más generales y reveladores de
la constitución de lo social, con lo cual expresaban el propio nivel de de
sarrollo de la psicología social soviética, que era pobre comparado con la
psicología general y en particular con la psicología pedagógica y del de
sarrollo. La psicología social soviética, como todas las ciencias sociales
de la Unión Soviética en aquel momento, ro tenía un compromiso crítico
con el análisis de la sociedad soviética.
También formaron parte de este movimiento de revitalización de una
psicología social crítica de cuño latinoamericano los esfuerzos de Martín
Baró, quien a pesar de haber sido formado en la psicología social tradi
cional norteam ericana, creó lo que llamó una •psicología social desde
Centroamárica^expresión gue fue parte del títu lo de dos de sus obras prin
cipales. En los trabajos de Martín Baró c irculaban las categorías de poder,
ideología, gruposTconformismo, orientadas at estudio de problemas con
cretos de la~realidad latinos merinana. entre los que se destacaban la de
pendencia, las relaciones de poder, la violencia y otros.
Martín Baró, a diferencia de los otros autores citados, siempre quiso
comprendeiría~rélac¡ón inseparable de lo individual y lo social en la cons
trucción de la psicología social.: *La identidad personal es al mismo tiem
po producto de la sociedad y producto de la acción del propio individuo. A
esta consecuencia se llega como resultado de comprender a la persona
humana como un ser de historia: la identidad personal se forma en la con
fluencia de una serie de fuerzas sociales que operan sobre el individuo y
frente a las cuales el individuo actúa y se hace a sí mismo. Al actuar el in
dividuo genera una realidad y la conoce como tal, pero a su vez la acción
misma es hecha posible por las fuerzas sociales que se actualizan en el
individuo" (1989, p. 123). En esta cita se observa cómo Baró c omprénde la
dialéctica entre lo individual y lo social, aspecto muy presénte en nuestros
trabajos deT aé p oc£ c Jyo énfasis estaba más en el tema de la personali-
dad'q ue en la psicología social.
” Én la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, el nú
cleo teórico más fuerte, en el que se discutían más las cuestiones teóricas
centrales de la psicología, estaba en el Departamento de Psicología Gene
ral. del cual yo formaba parte. M is contactos con el grupo que estaba a la
vanguardia en las reflexiones críticas sobre la psicología social en Améri
ca Latina se produjo sobre todo por mis trabajos críticos de base marxista
u susieehiidixJ v s i s m íf iC M u n actu a l m la con strucción det pensam iento psicológico
en el campo de la personalidad. A partir de mis discusiones con muchos de
los colegas mencionados, articulé cada vez más mis intereses teóricos con
las cuestiones planteadas por un desarrollo crítico de la psicología social.
En mis trabajos pasé de la psicología general (entendida como'teoría
de los procesos básicos de construcción de la teoría psicológica) a la psi
cología social, camino Que me ayudó extraordinariamente a pensar en una
teoría de la personalidad de base histórico-cultural v a reflexionar en la psi
c o lo g ía social desdeTina base te órica dialéctica_y_compleja. en la que lo
individual y lo social no constituyeran una dicotomía, ni se excluyeran recí
procamente. En este esfuerzo teórico apareció la categoría de subjetividad
social (1991).'
’ co n la definición de esta categoría, que después encontré en el tra
bajo de otros a u to re i(Guattarifcaunque empleada de una forma más co
yuntura!, pretendí trascendérlátendencia que observaba en la psicología
social latinoamericana de la década de los ochenta (con excepción de los
trabajos de MáTfih $arú) a cénTrárse preferentemente en temas de natura-
leza social, entre los que estaban la ideología, la identidad (vista esencial-
ménte en su dimensión social), la com unicación y las representaciones
sociales analizadas desde una perspectiva-psicosociológica, la cuaíyahe
criticadoen mófhéñtos anterioresde este libro. Lo único que se logra con
una divísiOnentre un3~p5lC6logía'social psicológica y otra sociológica es
e s timular la dicotomía entre individuo y sociedad, en lugar de colocar es-
ta relación dentro de una perspectiva teórica diferente, que es precisa
mente lo que pretendo con efuso del término de subjetividad s o cia l
Al presentar el término de subjetividad social tenía la intención de
romper con la idea muy arraigada hasta hoy en los psicólogos, de que la
subjetividad ea un fenómeno individual y presentarla como un sistema coro-
plejo q ue se produce de forma simultánea en el plano social e individual
independientemente de que en cada caso reconozcamos su génesis his-
tórico-social, es decir, que no está asociada únicamente a las experiencias
actuales dé un sujeto o instancia social, sino a la forma en que unaexpe-
riencia actual adquiere sentido y significación dentro de la constitución
subjetiva de la historia del agente de significaciórí que puede sertanto so
cial como individual. ----------------- •------- ' ' r
' Desde e[ punto de vista de la subjetividad social, los procesos socia
les dejan de ser considerados externos a los individuos o como bloque de
determinantes consolidados que adquieren el estatus de lo Objetivo* fren
te a lo subjetivo individual y se conv ierten en procesos de un sistema
complejo, la subjetividad social, de la^cual el individuo es constituyente y,
simul áneaTnente, constituido-lan embargo, la constitución dél individuo en
la subjetividacTsocial no es un proceso que siga rutas críticas universales,
definidas de forma unilateral por las características de los espacios socia-
les en los cualés los individuos viven. Por el contrario, es un proceso dife
renciado en el que las consecuencias para las instancias sociales y para
los individuos que las forman dependen de los modos que adopten lasreía-
ciones entre lo individual y lo social en las cuales ambos aspectos tienen
un carácter activo, es decir, cada uno se conf iguraUeformas muy diversas
ante la acción del otro, proceso que acompaña tanto el desarrollo social co1
mo el desarrollo individual.
La acción del individuo dentro de un contexto social no deja una mar
ca inmediata en ese contexto, sino'que es correspondida por innumera-
bles reacciones de los otros integrantes del espacio social a jravés de las
cuáles se preservan los procesos de subjetivación característicos de cií-
da esparcid soc ia l en cuyo interior se generan zonas de tensión que pue
den actuartantocom o puntos de crecimiento social e individual o bien de
represión y constreñimiento del desarrollo. Al hablar de subjetividad social
no definimos una entjd a d portadora de características universales estáti-
cas, algo dado de una vez y para siempre, sino que definimos el complejo
sistema de la configuración subjetiva de los espacios de la vida social que,
en su expresión, se articulan estrechamente entre síyestablecenconfigíT
raciones subjetivas complejas en la organización social
La subjetividad social como sistema complejo expresa f ormas de or
ganización igualmente complejas, referidas a los procesos de institucio
nal ización y acción de los sujetos en los espacios de la vida social, en cada
uno de los momentos de la vida sociat en los que se articulan elementos
de sentido procedentes de otros espacios sociales. Así, por ejemplo, en la
subjetividad social de la escuela, además de los elementos de sentido de
naturaleza interactiva generados en el espacio escolar, se integran a la
constitución subjetiva de ese espacio elementos de sentido procedentes
de otras zonas de la subjetividad social: elementos de génercLposición so
cioeconómica, de raza, costumbres familiares, etc., que se integran con los
elementos inmediatos de los procesos sociales actuales de la escuela pa
ra formar parte de la configuración única y diferenciada de la subjetividad
social de la escuela.
En relación con lo anterior, y aunque conozco muy bien los riesgos de
las categorías que adquieren valor heurístico universal, no tengo una al
ternativa mejor para referirme a las formas de organización de la subjeti-
vidad social que la de configuración, categoría que he utilizado para definir
la personalidad com o forma"¿¿"organización de la subjetividad individual.
A diferencia de otras categorías que se han presentado como universales (A f f
en el pensamiento psicológico, la categoría de configuración no se define / v ••i
por contenidos universales ni por procesos únicos de carácter universal,
f & y s t
sino que constituye un núcleo dinámico de organización que se nutre de
lo sé íementos de sentido más diversos, procedentes de zonas diferentes
de la experiencia social e individual. Precisamente considero que el valor
heurístico de esta categoría está en su elevada flexibilidad y en el hecho
de representar un elemento que se constituye en el funcionamiento de un
sistema, pues las configuraciones son un elemento de sentido dentro del
comportamiento actual de un sistema subjetivo, sea éste social o indivi
dual y, al mismo tiem po, puede alterar su forma de organización ante ja
aparición de sentidos y configuraciones que pasan a ser constituyentes
del momento actual de acción del sistema.
Así, por ejemplo, la configuración subjetiva de la familia, la cual tiene
toda una historia de elementos de sentido que dejan de tener carácter in
dividual para pasar a ser'ordenadores* de los aspectos de la vida familiar,
como los códigos morales que delimitan el espacio de la vida familiar, la
articulación de las relaciones^entre los miembros, los patrones emociona
les dominantes en los espacios interactivos de la familia, el planteamiento
de las cuestiones de género y edad en la familia, etc., pueden verse pues
tos en tela de juicio y entrar en procesos de cambio por modificaciones en
otras zonas de la subjetividad social que atañen profundamente a los
miembros de la familia. Un ejemplo de esto pueden ser las contradiccio
nes que aparecieron en la familia cubana con el triunfo de la Revolución
cubana de 1959, las que, en muchos casos, condujeron a profundas rup
turas familiares. Por tanto, los elementos de sentido que integran la confi
guración subjetiva de un espacio social concreto están relacionados de
forma permanente con elementos de sentido procedentes de otras zonas
y espacios de la vida social que afectan a los miembros de cada agencia
social, quienes en su condición de sujetos emprenden nuevos caminos de
acción que term inan siendo elementos de cambio en el estatus que los
engendró.
U n aspecto”somplejo para'las representaciones actuales dominan
tes en el conocimiento psicológico, es cómo articular los procesos de suh-
letivación de los espacios sociales e individuales sin antropomorfizar los
espacios sociales y sin reducir la génesis de la subjetivación a los indivi
duos. fs te es uno de los desafíos teó7icos del concepto de subjetividad
social; para enfrentarlo, debemos hacer explícita la forma en oue estos
procesos de subjetividad social (social e individual) se producen de forma
simultánea e interrelacionada en dos espacios que seconstituven recio ro
ca nrrénteTei sujeto individual y las instancias sociales en que tiene lugar
■fju vida social. La subjetividad individual se produce en espacios sociales
constituídoThistóricamente; por tanto, en la génesis de toda subjetividad
individual están los espacios constituidos de una determinada subjetivi
dad social que anteceden la organización del sujeto psicológico concreto,
quien aparece en su ontogenia como un momento de un escenario social
constituido en el curso de su propia historia.
Sin embargo, al entrar en la vida social, la persona se transforma en
sujeto en tanto que su integración en ese espacio está diferenciada hasta
por la propia socialización de sus peculiaridades individuales, que pasan
a constituirse como elementos de sentido en la organización de los siste
mas de relación social que acompañan el desarrollo humano. Y las formas
de subjetivación de las diferencias individuales tienen mucho que ver con
las form as dom inantes de subjetividad social, así como con la constitu
ción social de los protagonistas que aparecen en el desarrollo de cada
sujeto individual. Esta subjetividad individual, que pasa por diferentes
contextos sociales de subjetivación, se constituye dentro de ellos y, a un
tiempo, actúa como elemento diferenciado de esa subjetividad social, que
puede convertirse en un factor de tensión y ruptura conducente al desa
rrollo de la propia subjetividad social. El desarrollo del sujeto individual da
lugar procesos de subjetivación social nuevos, a nuevas redes de relacio
nes sociales que actúan como momentos de cambio de las formas ante
riores de funcionamiento del sistema.
Los procesos de subjetivación individual están siempre articulados
con sistemas de relaciones sociales, por tanto, tienen un momento de ex
presión en el plano individual, y otro en el social, aunque uno y otro ge
neran consecuencias diferentes que se integran en dos sistemas que
surgen en la propia tensión recíproca en que coexisten: la subjetividad
social y la individual. La subjetividad social no es una abstracción, sino el
resultado de procesos de- significación y sentido que caracterizan todos
los escenarios de constitu ción de la vida socia[y q u e ^e l imitan y sostie
nen losespacios sociales en que viven los indlvídlios, a través de la propia
perpetuaciónde losTsigniticados v sentidos que tos caracterizan dentro
de los sistemas de relaciones en que actúan y se desenvuelven. La ac
tu ación de los sujetos es de forma simultánea individual y social y Ishrra^-'
ñera en que sus acciones se integran en el sistema de la subjetividad
social no d epende de sus intenciones, sino de las contiguaciones s o c ü ^
les^ ñ lasque esas acciones se inscriben y en los sistemas de relaciones
dentro de los cuales cobran v id a
Así, los procesos de subjetividad social e individual no mantienen
una relación de externalidad, sino que se expresan como momentos con
tradictorios que se integran deform a tensa en la constitución compleja de
la subjetividad humana, la que es inseparable de la condición social del
hombre; portanto, para entenderla subjetividad desde la definición dialéc
tica y compleja en la que intentamos situarla en este libro, tenemos que
tener presente en to d o m om ento que la condición de sujeto individual
es definible sólo dentro del tejido social en que el hombre vive, en el que los
procesos de subjetividad individual son un momento de la subjetividad
social, momentos que se constituyen de forma recíproca áin que uno se di
luya en el otro y que tienen que ser comprendidos en su dimensión proce-
sual permanente.
Este problema ha aparecido en toda su complejidad también en la
antropología (Cohén, 1994; Velho, 1999). Así, Cohén escribió (1994), a propó
sito de la integración compleja de lo social y lo individual; ‘ No hay oposición
esencial entre la consideración del sí mismo y la descripción y análisis de
las relaciones sociales; es más, podemos afirmar totalmente lo contrario.
En el pasado nuestra preocupación con los grupos y categorías, esto es
con las bases y las relaciones sociales, ha ignorado la dimensión del sí
mismoy déla conciencia de sí, y puede así estar relacionada como tenien
do un vínculo con entidades falsas' (p. 7). Cohén, partiendo del concepto
de sí mismo, se plantea una de las cuestiones esenciales que quiero ela
borar desde el concepto de subjetividad social; la integración compleja y
contradictoria entre individuo y sociedad.
Más adelante, Cohén (1994) expresó en toda su dimensión su preo
cupación con la cuestión de integración de lo individual en lo social; “El
sentido de sí mismo colectivo puede ser cualitativamente diferente que el
de sí mismo individual, pero la necesidad imperiosa por identidad no lo es
menos. Una perspectiva del sí mismo consciente explica este imperativo;
los grupos tienen que luchar contra sus propias contradicciones, lo cual
radica precisamente en el hecho de que ellos están compuestos por indi
viduos, individuos autoconscientes, cuyas diferencias deben ser resueltas
y conciliadas en un nivel que permita al grupo ser viable y tener coheren
c ia '(p . 11).
La acción de los sujetos en un espacio social comparte elemen-tos
de sentido y significación generados en esos espacios, los cuales pasan
a ser elementos d e ja subjetividad individual; sin embargo, esta subjetivi
dad individual está constituida en un sujeto activo, cuya trayectoria diféren-
ciada es generadora de sentidos y significaciones que producen nuevas
configuraciones subjetivas individuales que se convierten en elementos
de sentido contradictorios del statu quo dominante en los espacios socia
les en que el sujeto actúa. Esta condición de integración y ruptura, de cons
tituido y constituyente que caracteriza la relación entre el sujeto individual
y la subjetividad social, es uno de los procesos característicos del desa
rrollo humano.
Velho (1999) expresó en relación con estos procesos;
De cualquier manera, a medida que el individuo se destaca y es ca
da vez más sujeto, cambia el carácter de su relación con las institucio
nes preexistentes, que no desaparecen necesariamente pero mudan
' t-
de carácter, aunque de forma conflictiva, como la historia de la igle
sia demuestra de forma clara. Nuevas formas de sociabilidad se van a
desarrollar acom pañando los paradigmas emergentes. Pero no se
establece una dom inación absoluta -holismo, tradición permanecen
presentes en áreas am plias de la vida social y del sistema de repre
sentaciones. Así es que la fam ilia conyugal moderna no se torna
exclusiva, conviviendo con mayor o menor nitidez, con la familia ex
tensa y el universo de parentesco tradicional (...) Esa coexistencia
más o m enos tensa entre diferentes configuraciones de valores es
una de las m arcas de vida en la sociedad moderna (p. 98).
Es muy interesante observar que la cuestión de la integración com
pleja entre lo social e individual en el desarrollo social se expresa tam
bién en la sociología y la antropología a través de muchas formas de
contacto con mi teorización desde la perspectiva de la subjetividad social.
La subjetividad social es un concepto con la suficiente maleabilidad y fle
xibilidad para caracterizar los procesos de producción de sentidos y sig
nificación generados en las más diferentes áreas de la vida social y de
integrar las formas histórica f a c t u a le s y las formas sociales e individua
les constituidas en estos com plejos procesos.
Con el concepto de subjetividad social los espacios sociales se entre
cruzan en la constitución subjetiva de cualquier comportamiento social e in
dividual, lo que aumenta las 'zonas de lectura* de las ciencias sociales
sobre las formas de organización'máscom píelas de la sociedad a las que
tenemos acceso a través de su expresión indirecta como elementos cons
titutivos de microfenómenos sociales, como el sentido común, la escuela,
la institución laboral, las relaciones de género, las representaciones sobre
salud y enfermedad, etc., así como por la expresión de éstos y muchos otros
fenómenos sociales en el plano individual.
Lo anterior nos permite salir de una psicología social en que la defi-—
nición de lo social aparece restringida a ciertos procesos delimitados de
forma “pura* en lo que se considera el escenario social, como la comuni
cación, la ideología, los discursos, etc., dejando fuera la escuela, el apren
dizaje, los procesos sociales asociados a las enfermedades, los procesos
microsociales asociados a la s formas dominantes de estatus y valoración
social que circulan en lo cotidiano, las drogas, etc. En este sentido, la ca
tegoría de subjetividad social vigorizaría la expresión de la psicología
social &n to das las esferas de vida social del hombre, las cuales están
comprometidas en sus dimensiones de sentido y significación con el de-
sarrollo de la subjetividad social.
La aoééhciá de representaciones sobre estos procesos de constitu
ción de la subjetividad social facilitan que todavía hoy la acción política
siga reificando posiciones maniqueas absolutas sobre lo ‘ bueno* v lo ’ ma-
k£, lo •justo* y lo in ju s to ’, como si fueran posiciones universales sujetadas
a valores invariables, sin percibir que esas dim ensiones axiológicas son
sentidos que cambian con los contextos sociales y los sistemas subjeti
vos que se producen de continuo en la vida social. Esto es lo que lleva a
que procesos profundamente revolucionarios se conviertan en procesos
extremadamente conservadores y reaccionarios que frenan formas nue
vas de desarrollo d é espacios sociales que en épocas anteriores fueron
diferentes. Esa incapacidad para tolerar y coexistir con lo nuevo partien-
do de Verdades absolutas’ que dejan de ser producidas por el tejido so
cial y se vuelven aDsoiutas eñ las ideas individuales de los protagonistas
coyüñturáles de poder, está en la génesis de la subjetividad social quepro-
ducen to do sjos sistemas autoritarios, en cuyos discursos siempre resul
tan d o rriin ^tg rrfa s "grandes causas' de la humanidad.
La subjetividad social representa una producción simbólica y de sen
tido que constituye un plano diferente en la organización ontológica de la
sociedad. No es la reproducción de los com plejos procesos objetivos
— infraestructurales. de relación, organización, e tc.— que caracterizan la
sociedad y dentro de los cuales se generan, sino una nueva forma de cons
titución del tejido social en relación con los innumerables aspectos obje
tivos que caracterizan la vida de la persona en los espacios de la vida
social, cuya articulación como sistema se da precisamente en los sentidos
y significados que circulan de forma simultánea en estas zonas de los so
cial y que se integran en determinadas configuraciones que actúan en los
espacios sociales y en los sujetos que los constituyen. Las configuracio
nes que caracterizan la subjetividad social se materializan, existen en los
espacios de relación dentro de los que actúan los individuos, así como en
los climas, costumbres, representaciones, creencias, códigos emocio
nales, etc., que delimitan subjetivamente el espacio social en el cual actúan
los individuos.
Cada configuración subjetiva de un espacio social está constituida
por elementos de sentido'procederifes de otro~s espacios sociales, así co-
mo de elementos quecaracterizaroneste propio espacio en momentos his
tóricos anteriores, como señalaba Velho en la cita anterior. En ese sentido,
la’Configüráción de un espacio de subjetividad social confiere una visibili
dad sobre otros, lo que posibilita un plano de construcción teórica sobre la
sociedad que ha estado ausente en la psicología y en el cual aparecen
construidas no sólo manifestaciones sociales específicas, circunscritas al
ámbito concreto de la pesquisa, sino también elementos de sentido y sig
nificación que pueden ser tomados como indicadores para penetrar en
otras zonas del tejido social aparentemente distantes o sin relación con la
estudiada.
En los últim os años la categoría de subjetividad social ha ido ganan
do valor heurístico en la investigación psicológicáTEn particuíár me alegra
ver que aparece en diversas áreas de la investigación aplicada, gracias
al interés por integrar problemas concretos a los que se orienta el investi
gador en cuestiones más generales asociadas a procesos sociales más
complejos relacionados por múltiples vías a aquellos que son objeto de la
investigación. Este hecho ya nos habla del espacio heurístico de la cate
goría, pues las categorías no son útiles sólo por lo que significan, sino por
las consecuencias que a partir de su uso se expresan en la investigación
y las prácticas profesionales. “ ~
Esta orientación de investigación de hecho nos va permitiendo cons
truir teóricamente espacios de la subjetividad social a través de investiga*
"clones ofientadas a prácticas y formas de organización situadas en áreas
diferentes de esa subjetividad social, lo cual considero la única forma po-
sible de avanzaren la construcción de un sistema tan complejo implicado
de forma diversa com todos los campos de práctica social del hombre.
Diaz de Cunha (2000), en un análisis sobre la constitución del profe
sor en el aula escribió: *por un lado, se produce una aproximación de las
personas de la escuela con el poder institucional, una vez que éste pasa a
ser personificado por un profesional de la propia escuela; por otro, ocurrien
do la identificación de lo político y de lo pedagógico con ese alguien, se
constituye un cierto distanciamiento de significados político-institucionales
presentes en la escuela; por ejemplo, la dimensión política de la educación
que trasciende la escuela y lo que informa en relación a la organización de
la sociedad como un todo' (p. 25). Partiendo del concepto de subjetividad
social, la autora penetra en las formas en que la escuela oculta los signifi
cados político-institucionales presentes en lo cotidiano y no permite la ar
ticulación de los problemas presentes en ese cotidiano con los problemas
que caracterizan la sociedad como un todo, con lo cual señala un camino
interesante que, desde el interior de la escuela, tiene un importante valor
teórico para la construcción de la psicología social.
Orofino y Zanello en A subjetividade social na escola hacen explícita
la importancia de comprender al escolar en el contexto complejo de su
configuración subjetiva, lo que califican no sólo en cuanto a su valor téc
nico, sino también ético, planteándose como escenario de investigación
el espacio complejo-de la constitución subjetiva del alumno, que siempre
va más allá del escenario escolar, aunque sea la escuela el espacio físico
de construcción de la investigación. En este sentido, las autoras expresan
(1999): ‘ Creemos que es de fundamental importancia esa visión sistémica
de no crear, por ejemplo, 'síntomas' institucionales en el niño y pensar
siempre en términos de relación. Exige una forma de pensar compleja,
multifacética, relacional y comunicativa capaz de abarcar tanto ai sujeto in
dividual como a la subjetividad social. O sea, inténtase de esta forma apro-
ximarse a la m ultidimensionalidad del ser humano en cuanto individuo
simultáneamente producto y actor de un determinado contexto histórico y
soCISl. Pensar en esa multiplicidad y en nuevas alternativas no es parano-
sotros apenas deber de investigador. Es deber ético de la psicología y la
pedagogía, so pena de perder la perspectiva de complejidad del ser huma
no* (p. 117).
En general, el uso del concepto de subjetividad social en las investi
gaciones psicológicas aumenta la sensibilidad a salir de las divisiones
rígidas y aisladas del conocimiento psicológico, lo que fue otro de los re^
sultados del aumento de “precisión* del objeto de estudio y "desu reduc
ción analítica en el momento de investigación, lo que impidió profundizar
en su naturaleza compleja, la cual, a su vez, es inasequible desde fuera de
un espacio teórico sólido, complejo e irreductible a los elementos empíri
cos con tos que dialoga.
Portanto, el concepto de subjetividad social permite desentrañar la
forma en que configuraciones de sentido generadas socia Imente configu
ran procesos sociales específicos, así como las formas en que los proce
sos sociales participan de la configuración de la subjetividad y los sujetos
individuales, lo que permite el desarrollo de articulaciones importantes en
tre los campos de la investigación psicológica, llevando a ñuevosm om erT
tos de integración ¿nía producción del conocimiento psicológico así como _
a generar nuevas zonas de visibilidad en la delimitación de los problemas
que abordará la investigación psicológica.
La subjetividad social como vía para al estudio de la sociedad
Al introducir el concepto de subjetividad social queremos explicar los pro
cesos de producción y organización de significados y sentidos subjetivos
en el plano social constituyendo un campo de significación heurística que
nos permita un diálogo permanente con todos los planos de la realidad so
cial, sin correr el riesgo de simplificar la naturaleza compleja de la consti
tución social en sus elementos o de desarticular esta realidad en procesos
separados que en realidad están articulados por su naturaleza sistémica.
Como hemos dicho, en los últimos años han ganado fuerza las teo
rías que tratan la realidad como sistemas discursivos, en las cuales la dia
léctica de lo individual y lo social se omite a menudo, así como la diferencia
entre lo constituido y lo construido, que son dos puntos en los cuales mi
posición se d istingue de aquéllas. Así, por ejemplo, en el a nálisis del
discurso, que se ha erigidocom o una microteoría que parte de la integra
ción de la lingüística, el marxismo y el psicoanálisis, los procesos de pro
ducción de sentidos se sitúan en las formaciones discursivas, con lo cual
se pierden completamente los aspectos de sentido generados en el cur
so del desarrollo tanto de las instancias de la subjetividad social como in
dividual. Los sentidos se definen por formaciones discursivas que existen
en el plano supra individual y dentro de las cuales parece que el sujeto que
da Encajado* en su producción de lenguaje.
En relación con la producción de sentido, Orlandí escribió (2000): "En
ese sentido es que los sujetos son intercambiables. Cuando hablo a par
tir de la posición de'madre’, por ejemplo, lo que digo deriva su sentido en
relación a la form ación discursiva en que estoy inscribiendo mis palabras,
de modo equivalente a otras formas de hablar que también lo hacen desde
esa misma posición. Cuando al abrir la puerta para un hijo a altas horas
de la madrugada, la madre dice: ‘ ¿esas son horas?'. Ella está en la posi
ción de madre, hablando como las madres hablan. Exactamente. Podemos
decir que no es la madre hablando, es su posición. Ella ahí está siendo di
cha. Y eso la significa. Eso le da identidad. Identidad relativa a o tra s por
ejemplo, a la posición de profesora, de actriz, etc." (p. 12). Esta dicotomía
que señala la autora entre lo individual, representada por la madre concre- «7
ta, única, con una historia también diferenciada con su hijo, la cual no se
configura sólo en el carácter actual de esta relación, sino de los elemen
tos de sentido y significación de su historia y el discurso como socialmen
te producido, además de mantener la dicotomía de lo individual y lo social
reduce el estudio de lo social a la dimensión discursiva, perdiendo de vis
ta cómo aparece la realidad en ese discurso, como constituyente del pro
pio discurso que también la constituye.
La consideración del discurso en las llamadas psicologías discursi
vas ha estado muy influida por las concepciones del posestructuralismo
francés (Foucault, Derrida, Barthes, etc.)._El último Foucault, sin embargo,
retoma el tema de la subjetivación. Sin dudasTla consideración de la di
mensión discursiva integró una nueva dimensión a los fenómentos de la
realidad social, la cual permitió superar su representación como fenóme
nos dados, producidos por una realidad con independencia del hombre y
permitió comprenderlos como fenómenos producidos socialmente.
' Sin embargo la nueva representación de una realidad social coñstrui-
da llevó a desconsiderar los procesos de esa realidad constituyentes de
la construcción, estableciendo una nueva dicotomía entre lo ^ construido
y lo constituido. en la que todo son co nstrucciones discursivas y se pier
den de vista los procesos constituidos d e la realidad social que no tienen '
fqrgiadisaiíaiya. así como los procesos subjetivos en que esa realidad se
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P r o?J¿/un c^\ACL¿Z<J-y^jy^ r f t /o
constituye, entre ellos los procesos asociados a la constitución de la afec
tividad. El nuevo orden discursivo, que confiere una visibilidadji_un con
junto de fenómenos sociales que estaban ocultos por la naturalización de
lo social, conduce, a lse rre ifica d o, a otro tip o deocultam ientoielde lo psí
quico en lo discursivo. “ ~ ~ ~
Los discursos como sistemas semióticos de naturaleza social son
importantes no como un fin en sí mismos, sino com ovía para establecer
dimensiones ocultas de lo social. El discurso es una de las formas de la
subjetividad social que está organizado dentro innumerables sistemas de
sentido y significación en cuya totalidad aparece todo su valor heurístico
para la comprensión de la realidad social. El empleo de las palabras es una
expresión simbólica que, además de expresar uno o varios sistemas dis
cursivos, expresa además la historia única de quien habla, la que diferen
cia las emociones asociadas al empleo de las palabras, dando lugar a su
sentido. Lo mismo ocurre en el plano social, la lectura de una novela produ
cida en un contexto social comparte su significación como texto con otros
contextos sociales; sin embargo, las emociones y expresiones que provo
can en cada uno de esos contextos es totalmente diferente, lo cual viene da
Yfc.'. do por la historia de esos contextos. Esa emocionalidad atravesada por
118 innumerables elementos, tanto de naturaleza simbólica, como no simbóli
ca, configura el sentido diferenciado del texto para los dos contextos.
/ En su tesis de doctorado, Martins de Oliveira (2001) toma un conjun
to de ejemplos concretos, producidos en el plano empírico en su estudio
sobre las emociones en sala de aulas, los cuales tienen un valor heurísti
co que está más allá de la propia elaboración de la autora y que abren una
serie de interrogantes que deberán ser dilucidadas con el avance de esa
línea de trabajo. Así, llamó mucho mi atención el caso de Isa, una niña que
“siempre se implicaba en confüctoscon otros niños, especialmente varones,
que la discriminaban por ser negra y pobre’ (p. 4). Durante el año escolar,
otra niña del grupo, que según la autora puede ser considerada dentro de
los parámetros escolares como una alumna excelente, se acercó a Isa y
se convirtieron en grandes amigas. Estaban juntas en el recreo, caminaban
de la mano y llegaron a usar la misma ropa, pues la madre de llka, que es
el nombre de la otra niña, le regaló prendas a Isa, que a veces no tenía ro
pa adecuada para ir a la escuela. Isa, que no mucho antes era incapaz de
escribir, incluso ni con la ayuda de la maestra, un día escribió de forma to
talmente espontánea el nombre de la amiga. Según la autora, encomió mu
cho a la niña frente a los condiscípulos. 'Después de esa situación, [Isa]
comenzó a implicarse cada vez más en las actividades escolares. Fue al
fabetizada, a pesar de que necesitó un año más" (p. 4).
Después del análisis sobre lo ocurrido, la investigadora se preguntó;
'¿Cómo comprender la trama en la que se relacionaron los nombres de las
*■■*- •>
rfaái#í-j-)i
dos alumnas? Qué cosa podría llevar al esclarecimiento de esa trama pa
ra dejar ver los modos de participación de los alumnos en las actividades
escolares? Cuál es la participación de la escritura en ese proceso?" (p. 4).
En el análisis de este caso yo agregaría que el contacto amistoso,
sincero y emocionalmente implicado de llka con Isa, así como la relación
con la familia de llka, representó una profunda transformación en las con
figuraciones de sentido de Isa, pues no sólo la colocó en otro espacio de
relación interpersonal, sino en otro espacio de subjetividad social que le per
mitió resignificar su situación anterior, así como experimentar emociones
asociadas a la seguridad emocional, la aceptación social, la amistad y la
autoestima que, de hecho, representaron también un profundo cambio de
sentido en la actividad de aprender. El contacto entre estas dos niñas re
presentó una verdadera unidad subjetiva de desarrollo para Isa. A partir de
ese m om ento los procesos asociados a la form ación de sentidos en Isa
entran en un nuevo momento cualitativo con profundas repercusiones pa
ra todo el desarrollo de su personalidad.
Desde mi punto de vista, este caso nos revela el desarrollo de las
capacidades de la niña en la zona de desarrollo próximo, comprendida, co
mo la definí en 1995 en mi libro Personalidad, comunicación y desarrollo,
como relación emocional del niño con el otro en un proceso de comunica
ción, pues el apoyo instrumental del otro no es fuente de sentido para el
niño en abstracto; por tanto, para que una relación actúe como fuente de
desarrollo, tiene que concernir emocionalmente a los sujetos.
La tesis de Ivone Martins, asesorada por Smolka, se inscribe dentro
de los trabajos que, orientados a la escuela, representan estudios de ex
traordinario valor para la psicología social, pues arrojan luces sobre pro
cesos de funcionamiento social implícitos en las situaciones escolares,
los cuales son parte de los procesos de subjetivación social de la escue
la, como en la subjetividad individual de los alumnos.
El concepto de subjetividad social integra los elementos de significa-
ción y sentido que, producidos en las zonas de la vida social de la perso
na, se hacen presentes en los procesos de relación que caracterizan todo
grupo o agencia social en el momento actual de su funcionamiento. De la
misma forma, la subjetividad social aparece constituida de forma diferen
ciada en Tas expresiones de cada sujeto concreto, cuya subjetividad indi
vidual está atravesada de forma permanente por esa subjetividad social.
l a .p/nnr.ingés constituyen un proceso de activación somática pro
ducidopor~unaexoerieñcia que puede ser exterior al sujeto, corporal, psí-
q uicaj¿ en el caso de lo s seres humanos, sim bólica! Es una dim ensión
djfgxenaada del carácter histórico-cultural del psiquismo humano. El ca-
rácter simbólico de la psique permite la expresión de la emoción ante con
tenidos simbólicos, lo que no implica que deje ae responder a otTas formas
{.1 i
de registros y que al aparecer actúen sobre la psique de diferentes mane
ras sin que el origen de ese proceso sea necesariamente de naturaleza
simbólica.
Desde la perspectiva anterior, que es la que sustento en relación con
la naturaleza de las emociones, pienso que una condición simhólica no es
suficiente pa(a desencadenar una emoción. Viqotsky siempre hizo explí
cito un cuerpo conceptual propio para definir las emociones, que relacionó
con categorías comoytecesidades, motivos, y personalidad. Sin embargo.
el proceso de desplazamiento ‘ hacia fuera" de la subjetividad individual
qué ha caracterizado a las psicologías discursivas, de hecho niega toda la
subjetividad individual, calificándola como esencia intrapsiquicaTsin per
cibir la posibilidad de construirla desde una perspectiva dialógica, dialéc
tica y compleja, integrada en la procesualidad de los sistemas sociales en
que vive el sujeto, lo cual implicaría no la negación de toda ontología, sino
el establecim iento de una nueva ontología que traería una nueva episte
mología. Es en este sentB oque fiemos trabajado a partir de la definición
de la Epistemología Cualitativa y de la versión de metodología cualitativa
que he desarrollado en los últimos años a partir de aquélla.
La subjetividad social como articulación de sentidos y significados
procedentes de diferentes zonas de lo social queestán presentes en cual
quier experiencia social concreta, permite estudiar la sociedad a través de
distintos procesos que, en momentos anteriores de la historia de nuestra
disciplina, representaron campos específicos de la psicología aplicada con
frecuencia aislados entre sí y a través de ellos producir indicadores para
construcciones sobre fenómenos más alejados de las zonas actuales de
producción del conocim iento psicológico, de difícil acceso empírico, y
que son los que caracterizan las formas más complejas de constitución de
la subjetividad social.
Esta forma de pensamiento conduce a considerar cada Tobjeto’ con
creto de un campo aplicado, o de una teoría específica, como una delimi-
tación del sistema de la realidad en que aquel objeto existe, sobre la base
los recursos utilizados en el proceso de conocimiento. Fsta rfoiim itanñn
representa un momento necesario para generar inteligibilidad dentro de
un sistema concreto de conocim iento: sin embargo, como momento de un
sistema complejo d é la realidad, irreductible a cualquier forma de conoci
miento, este objeto es oluridimensional y abre la posibilidad de ser estu
diado en diferentes planos de adquisición del conocimiento.
Así, por ejemplo, ante las dificultades del estudio de la sexualidad.
Giami (1999) escribió: ‘ No existe, por tanto, abordaje unitario de la sexua
lidad en el interior de cada disciplina y la pluridisciplinaridad debe ser
entendida como una tentativa de articulación de abordajes situados en di
ferentes niveles.
I
Esta primera interrogación nos llevó a explorar las definiciones y uti
lizaciones de la noción de representación y de las diferentes nociones que
permiten tratar los fenómenos representacionales en las diferentes cien
cias humanas, discutir las utilizaciones de esas diferentes nociones en tor
no de la sexualidad y proponer un abordaje de la sexualidad situada en
diferentes niveles del campo social y de los fenómenos psíquicos* (p. 202).
El autor abre una categoría que me resultó sumamente interesante,
que es la de diferentes niveles del campo social y de los procesos psíquh
eos, y es que cada uno de los procesos y problem as que han sido histó-
n c im iñ te objeto de atención de la psicología se encuentran en esos
diferentes planos en su existencia real; sin embargo, han sido conceptua-
dos de forma unilateral y absoluta dentro de un solo referente teórico y
aparecen como problemas de valor universal. La categoría de subjetivi
dad social nretenrie servir como macroreoresentaciónfacilitadora de la in- f
le gración de diferentes planos de producción subjetiva para entrar en
zonas de construcción del conocim iento social Que, oor su com plejidad
y expresión indirecta en los diferentes campos de actividad humana insti
t ucionalizados en la producción del conocimiento psicológico, han sido
omitidos hasta hov.
Así, por ejemplo, en la propia constitución de la sexualidad se expre
sa una serie de elementos de significación y sentido comprometidos con
diferentes sistemas de constitución social que prácticamente no han sido
explorados por la psicología al unlversalizar la representación de la sexua
lidad dominante en un campo concreto de producción del conocimiento
psicológico: el psicoanálisis, en el que la sexualidad aparece de formas di
ferentes, asociada a invariantes universales de la comprensión del sujeto
individual, posición que ha sido criticada desde el propio psicoanálisis
(Guattari). No obstante, la sexualidad expresa una configuración comple
ja de sentidos y significados que se produce de formas diferenciadas de
sujeto a“sujetoy de sociedad en sociedad, lo que se encuentra más clara
mente en la literatura que en la psicología. La sexualidad es un sentido
subjetivo producido en la relación compleja entre las formas de constitu
ción subjetivas, individua les y sociales, y los escenarios actuales dentro de
los que estos sujetos actúan, los cuales’son generadores de sentido den
tro de la diversidad de prácticas que los caracterizan.
La sexualidad como configuración de sentido está constituida por un
conjunto de sentidos socialmente producidos, que de forma directa o indi
recta se relacionan a ella, y que, por tanto, actúan como sentidos de su con
figuración subjetiva, así como por otro conjunto de sentidos derivados de
registros emocionales de experiencias anteriores que no aparecen signifi
cados ni por el sujeto ni por el espacio social en que vive, que fueron resul
tado de experiencias singulares con registros emocionales específicos.
El estudio de este conjunto de elementos que caracterizan el comporta
miento social en un determinado medio constituye una vía privilegiada pa-
r a estudiar las formas dominantes de subjetividad social en ese espacio.
En el proceso de construcción e interpretación de los sentidos que
se expresan asociados a la sexualidad en los sujetos concretos aparecen
innumerables elementos implicados con la organización de la subjetividad
social, los cuales serían practicam eniélmposibles de ser conocidos por
otras vías. Estos elementos aparecen en las expresiones de la sexualidad
enmascarados hasta para los propios sujetos que los expresan en rela
ción con su significado social.
Tanto el estudio de grupos, instituciones o de otras agencias sociales.
c uanto el estudio de sujetos concretos constituyen fuentes esenciales pa-
ra investigar la subjetividad social. Cuando superamos en el piano teórico
la dicotomfa de lo social y lo individual creamos un nuevo campo de valor
epistemológico para el estudio de lo social que recoge nuevos elementos,
a veces únicos, cuyo valor heurístico se define dentro d e[ sistema teórico
que los significa y no por la frecuencia con que apa recen en el momento em
pírico, lo cualfepresenta un importante principio epistemológico; '
De acuerdo con Gilman (1985), a quien considero un construccio-
nista moderado, "el relativismo presente en todos los sistemas de repre
sentación dice poco de las realidades subyacentes y mucho más~de~Ta
construcción de nuestra comprensión dn esas realidades’ (p. 2). COficyer-
dja totalmente co n esta afirmación, sólo que trato de encontrar fórmulas
q ue me permitan dialogar cada vez más con esas realidades subyacentes
a nuestros sistemas teóricos, con plena conciencia de que el límite de am
pliación de ese diálogo siempre está dado por el sistema teórico desde el
cual se elabora; sin embargo. e£g_diálogo puede tener diferentes ptanos
én ia construcción del conocimiento. Por eso oriento el esfuerzoen térm i
n os R econocim iento a generar cada vez más zonas de inteligibilidad de
esa realidad subyacente, la cual tiene también un papel activo al contes
tar y resistir a nuestros modelos teóricos y metodológicos, generando
contradicciones de gran valor para la construcción del conocimiento.
La realidad es importante oara.la construcción del conocimiento no
como sistema estático, tosificado*. susceptible de ser aprehendido en el
acto de conocer, sino como sistema complejo aue entra en contradicción
con las fórmulas listas que queremos aplicarles desde nugstraa_teof?as.
Esas contradicciones representan el aspecto principal del momento em
pírico. pues en el juego con ellas el investigador es capaz de generar nue
vos conocimientos facilitadores de nuevos momentos de inteligibilidad
sobre lo estudiado en términos de su marco teórico. En este sentido creo
que íasTeSrTáái aufi abi’éfTzonas de sentido cada vez más amplias sobre
s u o b je to d e e s tu d io s o n c a p a c e s d e g e n e r a r m á s z o n a s d e in te lig ib ilid a d
i o b r e a q u é l, c o n lo Q u e m a n tie n e n s u v ia b ilid a d "
' C reoque el relativismo absoluto entorpece el conocimiento científi
co. al igual que los 'hermetismos epistemológicos*, que son aquellas cons
trucciones que no tiene capacidad para dialogar con la realidad y que sus
seguidores aceptan por un acto de fe. La categoría de subjetividad social
e s u na macrocategoría teórica orientada precisamente a una nueva repre
sentación de lo social, susceptible de enriquecerse del estudio de todas
las formas y procesos concretos de vida social del hombre. En este sentido,
tiene valor heurístico para dialoga ry abrir zonas de sentido que resultan de-
f inidas de forma indirecta ante conocim ientos resultantes de problemas
concretos y específicos. Por tanto, el momento empírico qara la construc
ción de la subjetividad social se presenta en los diferentes momentos
, empíricos de investigaciones orientadas a problemas específicos dejn -
vestigScion psicoló g ic a ,Ira s la s cuales hav un sistema snniai complejo
subyacente.
La comprensión de la multiplicidad de planos de la subjetividad social
es un aspecto importante para comprender la forma en que la personali
dad se organiza en el sistema de acciones del sujeto, lo cual conduce a
una comprensión completamente diferente de la personalidad. Esta com
plejidad del campo social del sujeto individual ha sido destacada por Drien
‘ Pero la manera en que los sujetos configuran su participación en el con
texto presente no depende de ese solo contexto. Puesto que los contex
tos sociales estén interrelacionados en la estructura de la práctica social
y puesto que los sujetos conducen sus vidas participando en varios con
textos. estas interrelaciones y sus preocupaciones en otros contextos les
importan. Debido a esta complejidad contextual, las razones de los suje
tos para participar de forma particular en el contexto presente también es
tén relacionadas de formas diversas a sus preocupaciones en otras partes
de su vida, en otros contextos. Sus modos locales de participación no só
lo están fundamentados en el contexto inmediato" (1999, p. 33).
Es precisamente esta complejidad del medio social dentro del cual
el sujeto se mueve, lo que define qué tanto un momento social concreto es
té atravesado por elementos de sentido y significación de otros contextos
de la vida social, formando una configuración específica de la subjetividad
social en ese contexto de actuación del sujeto concreto, como qué aspec
tos de sentido y significación procedentes de otros momentos de la histo
ria del sujeto aparezcan como elementos de la configuración subjetiva de
su actuación presente.
En la subjetividad humana experiencias, significados y sentidos de
procedencias diferentes pierden su ubicación en el tiempo y el espacio en
que fueron producidos y pasan a tener una presencia en configuraciones
subjetivas diferentes, en espacios y tiempos definidos dentro de la misma
configuración subjetiva en que se integran. En la subjetividad, cualquier
momento de la historia del sujeto puede aparecer com o un elemento de
sentido de la configuración subjetiva actual de su experiencia, y esa pre
sencia va a ser directa o indirecta en dependencia de la forma en que una
experiencia se va integrando a nuevas configuraciones de sentido a lo lar
go del desarrollo humano, así como del curso de cada configuración den
tro del sistema de la personalidad como un todo.
La categoría de subjetividad social permite significar determinados
procesos ocultos en la constitución social, a través de relaciones e inter
pretaciones entre experiencias y formas concretas de comportamiento so-
cial de las personas y los grupos. La construcción de la subjetividad social
tiende a seguir la procesualidad en la cual el sujeto actúa en espacios so
ciales complejos. Como expresa Drier (1999), "Puesto que las estructuras
personales de relevancia cambian conforme los sujetos se desplazan a
través de los contextos, cambia con ello cual estructura particular de con
diciones sociales les importa [...] una matriz condicional para exhibirla es
tructura total de las condiciones sociales, desde las más estrechas y las
más directamente impactantes, hasta las más amplias y las más indirec
tas, solo permanecería igual en tanto el sujeto permaneciera en una posi
ción fija. Sin embargo, tan pronto como se moviera a otros contextos, la
matriz tendría que volverá dibujarse' (p. 34).
Esto que Drier llama estructuras personales de relevancia es lo que
llamamos en nuestros traba ios de configuración subjetiva y estas configu-
.raciones se articulan deform a permanente con las diferentes configura
ciones de la subjetividad social Que acompañantes acciones individuales
del sujeto. La acción del sujeto individual es siempre una acciórTsocial-
mente producida en tanto que se expresa en un contexto de subjetividad
social; por tanto, la acción del sujeto repercute en los sentidos y significa
ciones de la configuración subjetivo social constitutiva del espacio en que
se produjo la acción, así como en las configuraciones de la subjetivdad in
dividual comprometidas con el sentido de la acción. Estos procesos inte
gran al sujeto y el espacio social en una compleja interrelación procesual
característica del desarrollo y la acción social del hombre. -------
El concepto de subjetividad social está en un momento inicial de su
desarrollo; sin embargo, el tipo de representaciones complejas que ha ins
pirado en la investigación de problemas concretos que se han integrado a
dimensiones sociales de otra naturaleza, así como algunos de los proce
sos específicos de la subjetividad social que han sido develados en dife
rentes investigaciones, estimulan la investigación desde esta perspectiva
y, con seguridad, permitirán el enriquecimiento de esta categoría.
La cuastlón del sujeto en una perspectiva histérico-cultural
Dltorontes momentos on la compronslón del sujeto
Durante mucho tiempo, la idea del sujeto estuvo referida a un principio uni
versal de inteligibilidad, conciencia y orden, que son algunos de los atribu
tos que caracterizan al sujeto racional e intencional definido dentro de
algunas tendencias filosóficas de la modernidad, fuertemente influidas por
el racionalismo cartesiano. La idea de un sujeto de la razón, capaz de do
minar al mundo y a sí mismo en la producción de verdades universales,
constituyó una representación que se arraigó fuertemente en la cultura oc
cidental, mediatizando susm odelosde ciencia, política y educación, asíco
mo la producción del sentido común. Detrás de esta idea está el principio
profundamente racionalista del carácter universal de las creencias, que
zanja una división más nítida entre un mundo “buencf y otro "malo*, que tie
ne escaso valor ético y moral pues todos sentimos que somos parte del
mundo “bueno" en tanto que muy pocos asumen la identidad del malo. La
idea de un sujeto universal se presentó muy asociada con la del sujeto ideal
que mediatizó buena parte de las construcciones éticas, políticasy religio
sas del pensamiento occidental y que continúan estando muy arraigadas
hasta hoy.
Al sujeto racionalista, y al em pirism o que prescindía del sujeto se
le opuso el sujeto trascendental de la fenomenología que, en la versión
de Husserl, term inó por separar al hombre de la historia y de su mundo
real, como señaló Garaudy (1966); ‘ [Husserl], con su preocupación por to
mar conciencia plena de los actos del hombre en el conocimiento, acabó
porperderde vista aquello sobre lo cual se ejercían aquellos actos* (p. 33).
Con todo. Husserl. a diferencia del racionalismo y del positivismo, nrffi& e n
la conciencia ni un principiocausal ni un reflejo pasivo, sino un proceso que,
en su orientación a la realidad destaca el papel activo v participativo del
sujeto, lo qüFrepresentó una importante premisa epistemológica preseñr
te de una forma u otra en to d o sló s movimientos alternativos al positivis
mo en las ciencias sociales.
EJ rechazo al sujeto de la razón y a todas susform as trascendentales
y universales asociadas a algunTesencia universardeTSgrTfálJéspertado
la crítica de los autores posm odem istas franceses, quienes destacan la
m uertedeí sujeto y han influido en el desarrollo d e jna psicología desub-
jetivada y sin sujeto, características que, como he mostrado en este libro
han sido temas comunes del pensamiento psicológico a lo largo de toda
su historia, la que se ha caracterizado más por el empirismo de sus cons
trucciones y por el carácter metafísico de sus principios universales, que
por el reconocimiento de la procesualidad, la diferenciación y el carácter
constitutivo de los procesos psicológicos. Gomo expresé en el capítulo I,
I
la subjetividad v el sujeto no aparecieron en la psicología como resultado
de su tránsito por la modernidad, sino como resultado de su asimilación de
la dialéctica marxista. enriquecida en el proceso de desarrollo de la psi
cología pg^influencia creciente del pensamiento complejo en las ciencias
del hombre.
El marxismo presentó por primera vez en el pensamiento filosófico el
carácter histórico y social del hombre, que suponía el tránsito de un suje
to universal, cerrado dentro de un conjunto de categorías metafísicas, a un
sujeto concreto que expresaba en su condición actual la síntesis de su his
toria social no como acumulación, sino como expresión de una nueva r e n
dición. La asimilación organizada del marxismo por la psicología, que se
presenta por primera vez en la psicóTogíÉTsoviética, incorporó la visión
marxista del hombre a la construcción del pensamiento'psicolóaicov. tam
bién por primera vez reconoció la formación de la psique dentro del espa
cio histórico-cultural del hombre.
La subjetividad, que sólo aparece de forma explícita en Rubinstein,
se distingue en los trabajos de Viaotskv por su reoresentació n d e la psi
que como sistema complejo y en constante desarrollo que se caracteriza.
com ova vimos, por formaciones complejas de sentido y significado que no
s tienen una naturaleza universal.
La muerte de la fílUsoTia'del sujetoV e rm itió la construcción del suje
to personal, del sujeto concreto integrado de múltiples formas en el mun
do dondejáve. Escribió Touraine (1999)= ‘ Mi punto de vista [con respecto a
~1ós pensadores que afirman la muerte del sujeto) es el mismo, solo que
de la desaparición de las filosofías del sujeto veo surgir la idea del sujeto
personal. Pero solo fue posible formarse esta idea cuando se desmorona- i
ron todas las concepciones de un orden del mundo f...l Es la modernidad
realizada. 6 sea, la ruina de todos los sistemas ordenadores, que permite
al sujeto encontrar dentro flé~sTm¡sino su legitimidad y Que lejm pid e co-
l£ c a rs e a |s e ry ic io de una ley que estaría fuera de él* (p. 94).
Aunque a primera vista esta cita puede despertar la sospecha de un
retorno al individualismo y a la expresión del más completo anarquismo
en relación con el orden social, el sociólogo francés refuta explícitamen
te e stos peligros en lugares posteriores de su obra. Quiero resaltar dos
ideas centrales que considero que están en la base de una comprensión
histórico-cultural del sujeto. La primera es que no podernos pensar en el
sujeto com o categoría antesüel desmoronamiento de los tipos de orden
^ u e caracterizaron la modernidad, dentro de los cuales el sujeto estaba
' totalmente sujetado a racjonalidades situadas fuera de él v que exigían _
su sometimiento incoñflTcioñaC lo cual es uno de los elementos'que ex
plican los intentos ae emancipación que caracterizaron el siglo xx, como
por ejemplo de las revoluciones nacionales y socialistas, las que se em
peñaron en la creación de un nuevo orden Tobjetivo* pero no atendieron
la emancipación de sujeto personal, el cual fuesom etido a nuevas verda
des universales separadas de su cotidianidad, además de reificar nuevos
tipos de diferencias sociales, en las cuales aparecía un nuevo dueño, que
ya no era el propietario de los medios de producción, sino el amo de los
productores. Por tanto, es muy difícil defender la idea de que la psicolo
gía producida en estas condiciones históricas hubiera definido el espa
cio del sujeto.
En segundo lugar, Touraine rescata el mundo interno del sujeto, lo que
reafirma una idea que para mí es central para la construcción del sujeto: la '
idea de que el sujeto es un sujeto constituido subjetivamente, es unsüjeto
subjefivigo'c on capacidad de subjetivación de su experiencia, la cual no"'
"se diluye en ninguno de los sistemas que participan de su desarrollo. El au-
tor subraya esta idea de forma explícita: ‘ Ijada impide concebir individuos
portadores de fuerte subietivación v por ella llevados a la realización de ac-_
tos sublimes, aunque sea implicados en una falsa conciencia de sí mismos'
(1999, p. 95). El rescate de la idea de sujeto no~pésapor la idea de control
de este sujeto sobre el mundo, sino por la idea de su capacidad de opción,
de ruptura y de acción creativa; o sea, por la idea de que su acción actual y
sus efectos sorTconstituyentes de su propia subjetividad y no causas que
aparecen como elementos externos fléTa acción.
La idea de sujeto está inspirada en una representación dialéctica del
hombre. La representación del carácter social del hombre apoyada en u ñ i
r.nmnrpnsión de lo social como determinante externo del comportamiento
individual, sería, además de profundamente mecanicista, antidialéctica.
pues lo social actúa desde la misma condición subjetiva del hombre com-
prometido en la acción social. Lo social actúa como elemento productor de
sentido a través del lugar del sujeto en sus sistemas de relaciones v de la
historia de ese propiapsujeto. que tampoco representa una estructurajn-
terna pasiva definitoria de sus comportamientos actuales, sino una confi
guración generadora de sentidos que no puede aislarse d e los aquélíos"
producidos en el curso de la experiencia del sujeto. '
La idea del sujeto recupera el carácter dialéctico y complejo del hom-
bre, dtTüñ'hombre que dé forma simultánea representa una singularidad
y un ser social, relación que no es de determinación externa, sino recursi-
va, en l a j u e c a d fu rio está simultáneamente implicado an la configura-
ciórTplurideterminada dentro de la que se expresa la acción del otro. El
concepto défsujeto es incompatible con el determinismo mecanicista cau
sad sta, pues la acción del sujeto es im predecible, en tanto el momento ac
tual es constituyente de la configuración de la acción en que se expresa.
Por tanto, una acción nunca es un resultado estático predeterminado por
determinantes externos a ella.
La relación entre el sujeto y lo social es contradictoria por naturale
za y en esta contradicción se encuentra la posibilidad de desarrollo de am
bos espacios, el social y el individual. El énfasis unilateral en uno de estos
polos ha caracterizado la historia de los modelos políticos y económicos
de la sociedad occidental] el individualismo competitivo liberal y neoliberal
y el autoritarismo sociologizante de los modelos llamados socialistas. La
creatividad, los espacios de cambio y desarrollo sólo surgen de la contra
dicción entre lo social y lo individual, de lo individual no visto como sujeto
‘sujetado’ , sino como un sujeto que se debate permanentemente entre ja s
formas-de ’ sujetamiento* social y s us opciones de ruptura y desarrollo.
A partir de lo anterior,"creó que $1 sujeto nn aparece en sisiemas de
pensamiento apoyados en un determinismo causal m ecanicista. que es
una de las razones por las que considero que el psicoanálisis freudiano
no alcanzó una noción del sujeto, mientras que en Lacan éste apareció su
jetado a un lenguaje externo. La noción de sujeto en el sentido en que la
defiendo e n este trabajo presupone la de subjetividad, el sujeto está cons-
tjtuldo subjetivamente y sus acciones son una fuente constante de sub-
jetivación que llega a ser constituyente de los propios procesos en los que
sg constituye. En este sentido, para mí la noción de sujeto no se presen-
taenFreuó, toda vez que el individuo ya está orientado a priori, desde una
definición pulsional a los espacios sociales dentro de los que seva a cons
tituir, lo que sustancia la producción de sentidos, al asociarla a un esque
ma energético con una orientación hacia el otro definida a priori.
Para Roudinesco (2000), ‘ El sujeto freudiano es un sujeto libre, dotado
de razón, pero cuya razón vacila dentrode sí misma. Es de su habla y de sus
actos y no de su conciencia alienada, que puede surgir el horizonte de su
propia cura [...] Es un ser hablante (se refiere al sujeto), capaz de analizar
la significación de sus sueños en lugar de encararlos como vestigio de una
memoria genética’ (p. 69). Roudinesco defiende desde el psicoanálisis la im
posibilidad de reducir los complejos procesos subjetivos del hombre a pro
cesos de determinación fisiológica, biológica o química, pero otorga una
libertad al sujeto freudiano que es difícil de comprender dentro del esque
ma determinista de su teoría. Separar el habla y la acciones del sujeto de
la conciencia expresa una comprensión inadecuada de ésta, quizá vista co
mo recipiente o instancia de la razón, cuando en realidad la conciencia es
el momento de representación, intencionalidad v vivencia del sujeto en re
lación con su complejo mundo psicológico y con la realidad..
L a co n c ie n c ia e s ' un momento esencial en la definición del sujeto.
pues'es consciente dentro de la propia orocesuaíídafr de su constitución
( V ^
t
subjetiva inconsciente. La conciencia no es sinórtlrno de razón: es sinóni-
mo de representación, intencionalida^ re fle x iv id a ^ t en tanto que procesos
com prom etidos con la acción del sujeto, mientras que cada uno de es
tos procesos está subjetivamente constituido sobre configuraciones de
elementos inconscientes que son fuente de su sentido subjetivo. La dimen-
sión de sentido de los procesos psíquicos es inconsciente. Sin embargo,
la conciencia es la organización procesual desde la cual el sujeto partici
pa intencionalmente en los procesos de^su vida. queJmplicaJajjrganjza-_
cióñ de su propiolenguaje. la reflexión, la elaboración de proyectos y el_
momento co nstrictivo de su s filosofías de vida,~süs creencias y sus repre-
senlaciones. C onciencia-inconciencia no forman una dicotomía, sino dos
momentos diferentes de la experiencia subjetiva que se constituyen den
tro de una nueva unidad que son los sentidos subjetivos. La configuración
de sentidos que está en la base de cada acción humana nunca es apre
hendida de forma total por el sujeto concreto.
Reconocer un sujeto activo es reconocer su capacidad de construc
ción consciente como momento constituyente de sus procesos actuales
de subjetivación, lo que no significa que se ajusten a un ejercicio de la ra
zón, entre otras cosas, porque desde nuestra comprensión de la subjetivi
dad humana, las construcciones de la conciencia son producciones de
sentido, no construcciones racionales. El ejercicio de la conciencia por el
sujeto es en sí mismo, un proceso de subjetivación. Por tanto, la concien
cia designa la acción del sujeto dentro de un espacio representado, sus
ceptible de su intencionalidad y su reflexión, lo que no quiere decir que el
sentido de estos espacios se de fina de sde su representación o intención.
Separar el habla de la acción de la conciencia es separarlas de la re-
flexividaü del sujeto que la realiza, lo cual puede llevar en la dirección de
negar al sujeto y sustituirlo por el lenguaje o p o r las dimensiones discursi
vas que lo'constituyen. bn su actividad consciente, el sujeto se caracteriza
por el ejercicio constante de su actividad pensante, reflexiva, la cual no es
un proceso cognitivo.jsino un proceso de sentido, pues la construcción del
pensamiento S£ produce siempre en uñ sistema- de sentido, que jjs pre
cisamente íooue define su extraordinaria importancia para el desarrollo del
sujeto. El sujeto aparece en los momento! de sentido en que piensa y es su
capacidad generadora de sentidos a través del pensamiento uno de los ele
mentos centrales en el desarrollo dé su capacidad para producir rupturas.
En el ejercicio de su capacidad pensante, el sujeto se constituye como ele
mento central del carácter procesual de la subjetividad.
La producción consciente de conocimientos no es un proceso racio
nal, es un prodeso de sentido que se configura de elementos de sentido
con orígenes diferentes, entre los cuáles está ía propia teoría qüe el sujeto
rt I
asume, la cual delimita representaciones con las que el sujeto se identifi-
ca^identificación de la que participan múltiples sentidos que están en la
base del sentido del conocimiento. De hecho el conocimiento está atrave
sado por la vida de quien lo produce, lo cual se expresa de forma im presio
nante en la obra de Freud.
Es cierto que los discursos socialmente producidos y el lenguaje
ocultan aspectos esenciales de la configuración subjetiva, tanto del hom
bre, como de la sociedad, pero de forma simultánea, como expresión de
un sujeto que piensa y actúa sobre la realidad, constituyen también instru
mentos de negación y ruptura, reividincando la acción emancipadora de
ese mismo sujeto que se somete. Ocultamientoy develación son momen
tos de un proceso. no expresiones de una condición que terjQina generan
do invariantes que son la antítesis de la subietivacIÓn.
Lacan, en su crítica a un sujeto adaptado y domesticado que actúa
bajo la ilusión de una libertad individual, apunta a algo fundamental que
fue partede la inspiracióndel pensamiento posmoderno francés: el poder
del lenguaje en la expresión de la persona, quien se constituye por y en el
lenguaje sin poder actuar a través de él.
Lacan define al Otro no como una instancia, sino como el orden sim
bólico constituido por el lenguaje e integrado de elementos significantes
que forman el inconsciente. Toda relación con el otro como persona con
creta es relación con el Otro y está inscrita en un orden simbólico que la
regula desde fuera del sujeto. En Lacan lo imaginario no es autónomo,
sino subordinado al orden simbólico; por tanto, la constitución subjetiva
está centrada en el orden simbólico, lo que en mi opinión marca una dife
rencia entre Lacan y Freud, como vimos en el capítulo I.
Sin embargo, esta inclusión en el orden simbólico que define al suje
to en Lacan representa un proceso de sujeción completa de aquel al or
den del lenguaje. El sujeto pierde toda capacidad de contacto directo con
lo real, toda vez que este contacto está siempre mediatizado por el orden—
simbólico. Si bien es cierto que el orden simbólico mediatiza todas las ex
presiones del sujeto, considero que éste también tiene la capacidad de
cuestionar este orden y actuar como constituyente del mismo a través
de sus complejos procesos de subjetivación y de sus acciones. Siguien
do a Lacan, Ibártez escribió (1994)<
‘ El sujeto es efecto, no causa, del orden simbólico. El orden sim bóli
co preexiste a los individuos: cuando nacen tiene ya preparado, pa
ra cada uno, su lugar [en el conjunto de las relaciones sociales].
Al encarnarse en el orden simbólico, el sujeto queda dividido en
sujeto del enunciado y sujeto de la enunciación. El sujeto es repre
sentado en la cadena hablada por un nom bre-o por un pronombre-,
por un significante. Como quedan representados los otros sujetos y,
en general, el mundo. Así desaparece la posibilidad de toda relación
inmediata: toda relación posible queda mediada por el orden simbó
lico. El sujeto —dividido— queda excluido del orden simbólico y re
presentado en él. El inconsciente es el efecto de esta situación. Es el
refugio del sujeto Verdadero* de la parte del sujeto que no encarna
en el orden simbólico, que no es metabolizada -n i es metabolizable -
por la sociedad’ (p. 68).
La cuestión está en que la comprensión del orden simbólico como
causa queda atrapada a una relación causal mecanicista, a pesar de ser
Ibáñez uno de los m ejores críticos del determinismo mecanicista en la in
vestigación social. Hablar de que el sujeto es un efecto representa, desde
mi punto de vista, la negación del sujeto. Como expresé más arriba, el su
jeto no puede ser comprendido dentro de un referencial determinista, pues
él está constituido por sus condiciones y, simultáneamente, es constituyen
te de estas condiciones. El lenguaje precede al sujeto como estructuración
simbólica de lo social, sin embargo, el advenimiento del sujeto asume ese
lenguaje de forma diferenciada y subjetivada: el lenguaje encuentra en es
te advenimiento del sujeto un nuevo momento de su constitución subjeti
va que tiene carácter singular.
Como ya escribí' en artículo relacionado con la significación del
lenguaje para la psicología, leí lenguaje está constituido dentro de un es
cenario social e individual de forma simultánea, es un momento de la sub
jetividad social y de la subjetividad individual, momentos estos que se
expresande forma permanente a través de una tensión mutua. Et sujeto in
dividual nos habla siem pre desde una posición concreta en un contexto
relacional e ideológico, pero al mismo tiem po nos habla de forma diferen
ciada a través de su historia, la que aparece en las formas diferentes en
que nos presenta las construcciones de su pensamiento’ (2000, p. 6).
La desconsideración del plano singular del lenguaje conduce a su re
presentación como determinante externo al sujeto, con lo cual éste queda
excluido de su acción sobre el lenguaje, lo que lleva a un descentramien-
to del sujeto que. sin dudas, representará su muerte, pero su muerte por el
tipo de construcción desarrollada por Lacan y continuada porel posestruc-
turalismo francés. Esta forma de representación del sujeto omite también
la condición emocional de éste y genera una dicotomía entre lo sim bóli
co y lo emocional, heredera de la dicotomía tradicional entre cognición y
afecto y, en el fondo, heredera del racionalismo.
G onzález Rey, ‘ P sicología y lenguaje: el lugar d e lo s s ig nifica dos en la vida p síq uica’ , e n
S a b e re s . C e n tro U n iversitario Jaraguá d e l Sur. 2000. pp. 2-9.
Uno de los elementos esenciales de la subjetivación del lenguaje es
la configuración de la dimensión simbólica dentro de la organización de
sentidos del sujeto, en la cual el registro emocional que acompaña la his
toria de las experiencias del sujeto tiene un lugar esencial. El contacto del
hombre con la realidad no se expresa sólo en el plano simbólico, sino en
el plano de las emociones, las cuales están relacionadas con registros de
sentido dentro de los cuales la dimensión simbólica deja de tener un carác
ter externo al individuo y se integra dentro de un registro diferente, el de los
sentidos subjetivos. En estos sentidos la realidad aparece más allá de
los significados que mediatizan la relación de ésta con el sujeto.
La separación entre el sujeto v lo real de origen lacaniané tieng.CQíDP
hecho positivo la ruptura con una definición naturalista, representacionale
individualista del lenguaje, definiendo el lenguaje como sistema simbólico
con una fu nción de ocultamiento que define al sujeto solo en el espacio cíe
sujetación definido por el orden del lenguaje, aspecto esencial de la alie-
nación del sujeto. Sin embargo, al hipertrofiar este momento de la relación
enírs-auieto y lenguajérighora completamente la posibilidad generativa de
ese sujeto, quien a través~der?üevos modelos de pensamiento y nuevos nú
cleos de sentido, producidos en sus sistemas de relaciones con los otros,
crea momentos de tensión con las estructuras simbólicas externa s. lo que.
Como ha señalado Elliott (1996)= "Un problema serio dejado en la es
tera de la ‘revolución lingüística'de Lacan concierne al estudio de la acción
humana, y sobretodo de las facultades de autorreflexión crítica y de auto
nomía del sujeto. Una lectura de Lacan sustenta que presentar el modelo
de deseo como algo incorpóreo y preestructurado lingüísticamente equi
vale a desposar efectivamente al sujeto de toda capacidad de identidad,
cambio o autonomía relativa* (p. 137). El sujeto en la versión lacaniana pier
de cualquier capacidad de cambio, ruptura o creación y queda totalmente
atrapado dentro de la estructura de un lenguaje supra-individual.
El sujeto, de acuerdo con Touraine (1999), sólo tiene razón de ser co-
mo momento de tensión, ruptura y cambio, como momento’de desarrollo
del hombre singular frente al coñjüntó cfésordenado e incoherente de si
tuaciones que debe enfrentar dentro de la sociedad actual, a través de las
cualestiene que mantenerla producción de sentidos como condición de su
identidad. Al hablar de identidad la asumimos m m n ai spntiHn ríe reconoci
miento que el suieto experimenta a través del curso irm m ilqr y contradictor
rio de sus propias acciones. La identidad no es una entidad intrapsíquica,
es un sentido~gue aparece de forma simultánea en las configuraciones
áubietivas del sujeto y en las emociones y significados producidos por la -
delimitación social de su espacio de acciones y relaciones de las que son
part¿ importante las narrativas sobre el suieto y del propio s u je to ."
Es muy interesante que Touraine, sin ser psicólogo, recupera el suje
to personal en su condición productora de sentido y le otorga la capacidad
de integrar lo social, y de desarrollar los caminos que van acompañando
su propia existencia social en la cual es un protagonista y no un efecto, una
voz o un momento del discurso, como hoy se presenta de diferentes for
mas en la literatura psicológica al individuo desprovisto de identidad y de
capacidad generadora de sentido. En relación con la compleja articulación
entre individuo y sociedad, Touraine expresó: 'N o apenas la sociedad no
se tomó un sistema omnipotente, sino que ella es impotente para producir
y reproducir a sí misma: ella depende, de hecho, de la capacidad del suje
to para superar la descomposición de lo social’ (p. 92).
Lacan influyó grandemente en toda la crítica al sujeto del posestruc-
turalismo francés y, de forma indirecta, pues sus autores nunca le mencio
nan, en el construccionismo social, como vimos en el capítulo I. A través
de estas influencias ocupó un lugar cada vez más preponderante el d is
curso dentro de las ciencias del hombre, al extremo de que el análisis del
discurso se convirtió en un espacio disciplinario por la integración del mar
xismo, la lingüística y el psicoanálisis, particularmente el psicoanálisis la-
caniano.
Se cita frecuentemente el análisis del discurso como una técnica de
análisis cualitativa y se aplica a partir de las más variadas definiciones
de discurso, que van desde las que se utilizan en el sentido común, hasta
otras muchas más vinculadas a las ideas del autor en tum o que a las de
finiciones de discurso que circulan en la bibliografía. Comoquiera oue sea.
lo cierto es que el análisis del discurso es un recurso técnico de construc-
c ión'de información sobre el discurso, no sobre los sujetos singulares oue
aparecen com o momentos de su expresión, porque estos pensadores no
consideran al sujeto singular como momento productor de discurso.
Fl análisis del discu rso representa una opción m etodológicajtue
pasa por la crítica al positivismo y en este sentido introduce muchos alar
mentos afines a mis definiciones epistemológicas; sin embargo, o o rm n -
siderar el discurso en una dimensión de externalidad en relación con el
sujeto que lo expresa", los autores qué defienden estas posiciones entran
en algunas contradicciones sobre el papel del investigador en este proce
so que, precisamente por no ser sujeto de su construcción sino analista
de una producción externa, tiene que asumir cierta distancia deTdTsóurso
que analiza. En la última sección examinaremos a fondo el significado epis
temológico de esto; por lo pronto, nos detendremos en el hecho de que
prescindir del sujeto en su carácter crítico y creativo crea'dif icultades epis
temológicas. '
Orlandf, a pesar de reconocer la importancia de la delimitación del
Corpus del discurso como momento de acción teórica en que el investí-
gador decide delimitar el espacio del discurso que va a analizar, y a pesar
de subrayar que el análisis de discurso no es un proceso de verificación,
sino orientado a ‘mostrar cómo el discurso funciona produciendo efectos
de sentido' (2000, p. 63), entra en una contradicción al afirmar:
‘Lo que se espera del dispositivo del analista [para analizar el discur
so] es que le permita trabajar no en una posición neutra, pero que sea
relativizada en fase déla interpretación, es preciso que él atraviese el
efecto de la transparencia del lenguaje, de la literalidad del sentido y
deTa~omnípotencia delsuieto [...] La construcción de ese dispositivo
resulta en la alteración de la posición del lector para el lugar construi
do por el analista, lugar en que se demuestra la alteridad del científico,
la otra lectura que él puede producir. En ese lugar él no reflexiona, si
no sitúa, comprende el movimiento de interpretación inscripto en el
objeto simbólico que es su objetivo. Él puede entonces contemplar
(teorizar) y exponer (describir) los efectos de la interpretación. Él no se
coloca fuera de la historia de lo simbólico, o de la ideología. Él seco-
loca en una posición dislocada que le permita contemplar el proceso
de producción de sentido en sus condiciones’ ( p. 61).
204 Es interesante lo complejo que es para la autora hacer compatible la
negación de la neutralidad, principio positivista que no asume, con el he
cho de exigir al investigador'una cierta distancia del proceso que va a ana
lizar, que no es un producto teórico suyo, pues el propio investigador está
producido discursivamente y no tiene una capacidad teórica que le permi
ta una producción interpretativa en el proceso de análisis, lo que lo lleva a
identificar el momento teórico como contemplación y el expositivo como
desripción. Esto convierte al discurso en un objeto constituido con indepen
dencia del investigador, al cual aquel sólo tiene acceso a través de un d is
positivo que deja fuera la capacidad teórica, interpretativa y constructiva
del investigador, pues en el fondo estos procesos son sólo apariencias, de
trás está un discurso dominante del cual la expresión del investigador es
apenas un momento o una Voz’.
El mismo concepto de sentido está constituido en el proceso dis
cursivo.J(.ggnt¡doesJaexgresiórH jelcarácterjd^
identifica con el concepto de form ariiín híhci irsiua Los elementos de sen
tido aparecen en el discurso cuando el sujeto habla desde una formación
d iscursiva definida en la historia y el lenguaje en un contexto social concre
to. Así Orlandí (apud) expresa. ‘ Él es así determinado [se está refiriendo al
sujeto], pues si no sufre los efectos de lo simbólico, o sea, si él no se some
te a la lengua y a la historia él no se constituye". Es decir, que el sujeto apa
rece sometido, lo que es una condición necesaria para la producción de
sentidos que se sitúa en la relación de la lengua, la historia y la ideología,
la cual tiene como escenario un sujeto que está "sujetado* y sometido por
esa relación.
La formación discursiva es la instancia en que el sentido se produce,
y el sujeto pasa de una formación de sentido a otra sin conciencia de su
acción ni de su condición. Esto se hace explícito en la afirmación de Or-
landí que ya se transcribió en este mismo capítulo para otros efectos; val
ga aquí repetirla por comodidad (apud): "En ese sentido es que los sujetos
son intercambiables. Cuando hablo a partir de la posición de ‘madre’, por
ejemplo, lo que digo deriva su sentido en relación a la formación discursi
va en que estoy inscribiendo mis palabras, de modo equivalente a otras
formas de hablar que también lo hacen desde esa misma posición. Cuan
do al abrir la puerta para un hijo a altas horas de la madrugada, la madre
dice: '¿esas son horas?'. Ella está en la posición de madre, hablando co
mo las madres hablan. Exactamente. Podemos decir que no es la madre
hablando, es su posición. Ella ahí está siendo dicha. Y eso la significa. Eso
leda identidad. Identidad relativa a otras: por ejemplo, a la posición de pro
fesora, de actriz, etc.* (p. 49).
De esta manera, para Orlandí el sentido se produce de forma suprain-
dividual, desde la posición que asume el sujeto al hablar, la que se sitúa
dentro de una formación discursiva concreta que es la responsable por el
sentido de lo expresado. El sujeto es depersonalizadoy se establece una se
paración irreconciliable entre él y su historia, y las formaciones discursivas
en las que se sitúa para hablar Al hablar desde la formación discursiva de
madre, la cual aparece como momento del discurso sobre la madre en ca
da sociedad y cada cultura concreta, la madre pierde su capacidad de sin
gularizar su expresión, de producir su propio discurso a partir del sentido
subjetivo constituido dentro de su historia concreta con el hijo a quien le
_habla y termina hablando de forma genérica, apenas como una Voz* de un
discurso establecido fuera de ella. Ésta es una consecuencia inevitablede
la desubjetivación del sujeto. Si el sujeto no está subjetivamente constitui
do como resultado de la subjetivación de su propia historia, sin dudas que
da completamente a merced de un discurso socialmente organizado en
que se expresa la historia de la sociedad.
Esa concepción revelada por la autora, de que la persona está sien
do dicha y es ahí donde adquiere la identidad, conduce a comprender la
identidad como un patrón generalizado definido desde el discurso que no
tiene nada que ver con las historias singularesdif erenciadasa través de las
cuales los sujetos concretos transitan la vida social. El sujeto aparece
como efecto, como producto, es totalmente determinado desde afuera, per
diendo así los atributos centrales que desde nuestra perspectiva deben ca-
racterizarlo: su capacidad creativay generativa, que lo convierten én un mo
mento permanente de tensión con lo establecido capaz de representar in
numerables alternativas de ruptura. Esta posición conduce a una
representación conformista, adaptada e inmovilista del sujeto con implica
ciones no sólo científicas, sino con profundas implicaciones también polí
ticas.
Como ha señalado Elliott (1997):
"Así como el pasaje de la tradición a la modernidad podía ser enten
dido como una erosión del sujeto supuestamente neutral, universal e
idéntico a sí mismo de la razón occidental, la trasfiguración de la mo
dernidad en postmodernidad marca la deslegitimación de las es
tructuras profundas de la experiencia y la subjetividad de la persona
[...] En el centro de estos puntos de vista [de los posestructuralistas]
yace una inexorable convicción de la irrelevancia de la personalidad,
del ego, de la intencionalidad y el obrar. En su lugar, la lógica de los
procesos sociales contemporáneos es entendida como la de múlti
ples y dispersos discursos, de los cuales el sujeto individual es po
co más que unafunción pasajera d e ca rn e y hueso. Esta disolución
de la identidad en el lenguaje como tal sugiere, además, que queda
jaqueado cualquier espacio crítico para la reflexión entre el sujeto y
la cadena de significantes en la cual está inserto (sean estos discur
sos morales, políticos, sexuales o culturales)’ (pp. 148-149).
Elsujeto es la expresión de la reflejcnririad. rte la conciencia critica. No
hay proyecto social progresista, de cambio, sin la participación de sujetos
críticos que ejerciten su pensamiento v. a partir de la confrontación, gene
ran nuevos sentidos que contribuyan a producir m odificaciones en los es-
pacio sde la subjetividad social dentro de los cuales actúan. Sin mantener
la capacidad generativa de sujetos críticos que facilitan la tensión v ita fy
creativa dentro de un es pació social, los proyectos sociales se vuelven
conservadores. La historia enseña que los procesos revolucionarios aso
ciados a cambios importantes del orden social terminan personalizándose
y representando la voluntad individual sacralizada de hombres que aca
ban como "dueños de la verdad’ en sus contextos sociales, con las con
secuencias que esto trae para las generaciones posteriores que deben
salvaguardar el proyecto y que terminan negándolo por lo que representó
en la negación de sus propias Identidades y la de sus familiares. Por tan
to, la categoría de sujeto es de importancia esencial para una psicología
capaz de acompañar las vicisitudes subjetivas de los procesos políticos y
producir conocimiento de los procesos vivos que se expresan de forma
permanente en el desarrollo de la sociedad.
La comprensión dol sujoto on una taoría hlstórico-cultural
da la subjatlvldad
Una teoría histórico-cultural de la subjetividad se inspira en un pensa
miento dialéctico orientado, no por la síntesis final de las contradicciones
que perpetúc\el racionalismo tanto en la dialécticas hegeliana y marxlsta,
sino por el desarrollo contradictorio de sistemas complejos que se pue
den calificar como sistemas distantes del equilibrio y que se organizan en
el curso contradictorio de su propia procesualidad, entre los cuales se
destacan la subjetividad y la sociedad. La definición de un hombre cons
tituido subjetivamente en su propia historia, en la que el sentido aparece
como registro emocional comprometido con los significados y las necesi
dades que se crean en el curso de su historia, hacen de la categoría suje
to una pieza clave para entender los complejos procesos de constitución
y desarrollo tanto de los procesos sociales como individuales.
El sujeto es sujeto del pensamiento, pero no de un pensamiento com
prendido de forma exclusiva en su condición cognitiva, sino de un pen
samiento entendido como proceso de sentido, es decir, que actúa sólo a
través de situaciones y contenidos que implican la emocionalidad del suje
to. El ejercicio del pensamiento, como ya comprendió Vlgotsky hace mu
chos años, no es simplemente el ejercicio del lenguaje. Entre pensamiento
y lenguaje hay una relación complementaria y también contradictoria en
que uno no se reduce al otro ni es explicado por el otro. El pensamiento s e
define como un proceso psicológico n o sólo por s u carácter cognitivo, sino
por su sentido subjetivo, por las significaciones y emociones que se arti
culan en su expresión, la cual no es automática, sino construida por el su
jeto a través de complejos diseños intencionales y conscientes, en los que
tampoco se agota su carácter subjetivo.
El sujeto en su procesualidad reflexiva interviene como momento
constituyente de sí mismo y de los espacios sociales en los que actúa,
desde los cuales puede afectar otros espacios sociales. El sujeto repre
senta un momento de subjetivación de los espacios sociales en que actúa
y, simultáneamente, es constituido dentro de estos espacios en la‘pro
pia procesualidad que caracteriza su acción dentro de ellos, la cual está
siempre comprometida directa o indirectamente con innumerables siste
mas de relación. En la acción del sujeto se expresa de forma constante la
procesualidad de la subjetividad individual, elemento esencial para com
prenderla como sistema en constante desarrollo, con una organización
que no actúa como determinante externo de la experiencia ni de las accio
nes del sujeto que la expresa, sino como momento esencial en la produc
ción de los sentidos y significados que acompañan la acción del sujeto con
frecuencia de forma inconsciente. La organización de la subjetividad indi
vidual tiene en la acción intersubjetiva un m omento permanente de expre
sión y de confrontación que garantiza la procesualidad de su organización
y su constante desarrollo en el curso de la vida del sujeto.
El lenguaje no es sólo una expresión simbólica presente en los dis
cursos que circulan socialmente, es una expresión simbólica del sujeto, a
través de la cual éste construye sus diferentes formas de participación en
el complejo proceso de su vida social y actúa sobre su propio desarrollo
subjetivo, con independencia de que el efecto subjetivo de su participa
ción no este limitado a la intencionalidad de esta participación conscien
te. El lenguaje aparece en el plano individual lleno de sentido subjetivo,
expresa emociones complejas del sujetoy, al mismo tiempo, es generador
de nuevas emociones en su constante tránsito por los diferentes espacios
representacionalesy experienciales del sujeto. La construcción de una ex
periencia a través del lenguaje y su articulación con un pensamiento pro
pio, es uno de los procesos definitorios del ser sujeto. En este proceso es
claro que el lenguaje no aparece ni como espejo, ni como expresión direc
ta de la subjetividad que expresa, sino como momento de un proceso de
subjetivación dentro del cual adquiere sentido y, a su vez, se convierte en
un nuevo momento constituyente d e las configuraciones subjetivas que par
ticiparon de la definición de su sentido subjetivo en un contexto concreto.
Al e mp lea r la categoría de sujeto en momentos anteriores de nuestros
propios trabajos, definíamos al sujeto como individuo consciente, intencio
nal, actual e interactivo, condiciones permanentes de su expresión vital y
social. En todos esos atributos el sujeto aparece como sujeto de pensa
miento y de lenguaje, procesos a través de los cuales se compromete en
sus relaciones con los otros dentro de los espacios sociales en que actúa.
Sin embargo, un aspecto central sobre el cual no nos habíamos detenido
es como sujeto de la emoción. La emocionalidad es una condición perma
nente en la definición del sujeto. De hecho, el lenguaje y el pensamiento se
expresan siempre desde el estado emocional de quien habla y piensa.
El sujeto es portador de una emocionalidad comprometida de forma
simultánea con sentidos y significados de procedencias diferentes, que se
hacen presentes en el espacio social dentro del que se sitúa en su momen
to actual de relación y de acción. Éste es uno de los aspectos más desa
fiantes de la construcción del sujeto, así como uno de los que más conse
cuencias tiene en la organización de las prácticas sociales y profesionales.
El hecho de ignorar al sujeto deformó el estudio de procesos y funcio
nes que, tomadas de forma aislada, no permiten una comprensión de su
carácter subjetivo.
Asi, cuando estudiam os el aprendizaje como una función general
fuera del sujeto que aprende, estamos ignorando un momento constitutivo
esencial del proceso de aprendizaje, definido por las emociones y senti
dos particulares que este proceso tiene para el sujeto en su condición sin
gular dentro de su trayectoria de vida. Cuando nos orientamos a estudiar
el aprendizaje considerando la condición subjetiva del sujeto que lo em
prende, tenemos acceso a como emociones generadas en diferentes
espacios de su vida social aparecen en sala de aula, constituyendo mo
mentos de sentido de la emocionalidad del sujeto dentro de este espacio,
emocionalidad que es esencial en la comprensión del sentido subjetivo de
su aprendizaje.
La categoría sujeto nos permite comprender los sentidos de las dife
rentes actividades y formas de relación del sujeto en su procesualidad y
como resultado de las com plejas síntesis de la experiencia individual que
acompañan las diversas form as de acción social del hombre. El individuo,
en calidad de sujeto, define cada vez mayores responsabilidades dentro
de los diferentes espacios de su experiencia social, generando nuevas
zonas de significación y realización de su experiencia personal. La condi
ción de sujeto es esencial en el proceso en la ruptura de los límites inme
diatos que el contexto social parece imponer, y es responsable por los
espacios desde los cuales la persona va m odificando estos límites, y ge
nerando nuevas opciones dentro de la trama social en que actúa, con lo
cual es parte del cambio de esa trama social.
Las opciones producidas por el sujeto no son simplemente opciones
cognitivas dentro del sistema más inmediato de contingencias de su ac
ción personal, sino verdaderos caminos de sentido que influyen la propia
identidad de quien los asume y que generan nuevos espacios que supo
nen nuevas relaciones y nuevos sistemas de acciones y valores. El domi
nio de una multiplicidad de espacios sociales que pasan a form arparte de
la vida personal es una expresión de la capacidad de extensión y creci
miento del sujeto. Esta capacidad entra de forma permanente en contra
dicción con las formas rígidas y autoritarias que se orientan a prescribir
todo lo que el individuo debe hacer, con lo cual reducen su capacidad ge
neradora y term inan bloqueando su expresión creativa.
El sujeto representa un momento generador de sentidos que no se li
mita por ninguna condición subjetiva a priori, con excepción de formas
patológicas de organización subjetiva. Desde esta perspectiva la tensión
entre la capacidad generativa del sujeto y su configuración subjetiva
actual pasa a ser uno de los aspectos esenciales del desarrollo humano.
El sujeto utiliza toda su creatividad para producir sentidos y significaciones
que entran en contradicción con las tendencias dominantes en sus pro
cesos de subjetivación actuales. Este principio rompe con las formas do
minantes de construcción del conocimiento psicológico, representadas
claramente en el desarrollo de las teorías de la personalidad, orientadas
a comprender al individuo desde su organización intrapsíquica, sin espe
cificar la significación de sus posiciones actuales en este proceso.
La ausencia de la categoría sujeto im pidió y continúa impidiendo
visualizar prácticas facilitadoras de su desarrollo, lo cual es uno de los
aspectos que tan fuertemente expresan las tendencias autoritarias y do-
mesticadoras de las instituciones sociales, las cuales no toleran las ex
presiones muy personalizadas, aspectos que comienzan a revelarse de
form a cada vez más claras en diferentes investigaciones empíricas.
La categoría de sujeto implica necesariamente la de participación,
pues el sujeto está siempre situado en una región de la práctica social. Por
tanto, el reconocimiento de esta categoría es un aspecto central en el reco
nocimiento del carácter social de la subjetividad individual. Como señala
Dreier (1999): “La subjetividad individual consigue su orientación y sus
cualidades significativas particulares siendo una parte peculiar de una
práctica social. Las preguntas claves sobre la relación de los sujetos indi
viduales y su contexto social local tienen que ver con su posición dentro
de ese contexto, con su amplitud de participación, su influencia en él y el
grado en el que pueden tomar parte en la disposición comunal sobre él’
(p. 29).
El concepto de práctica social es esencial para comprender la idea
de sujeto. El sujeto es el individuo comprometido de forma permanente en
una práctica social compleja que lo trasciende y frente a la cual tiene que
organizar su expresión personal, lo que implica que defina las opciones
con las que preserva su desarrollo y sus espacios personales en el con
texto de esas prácticas. El sujeto tiene una función autorreguladora (Mo-
rin, 1980), que veo no sólo en la organización de sistemas de información,
sino en la producción de sistemas de estrategias que le permiten integrar
"zonas diferentes* de sus prácticas sociales, zonas que se expresan en di
versos espacios sociales y que coexisten en varios tiempos.
El sujeto abarca de forma creciente nuevos espacios sociales y es
trategias de acción personal comprometidas con esos espacios, lo que le
lleva a operar dentro de una complejidad cada vez mayor, frente a la cual
tiene que construir sus alternativas y no limitarse a comprender las situa
ciones dentro de las que se encuentra. La necesidad de construir de for
ma permanente nuevas alternativas entra en conflicto con su identidad,
pues esas alternativas en ocasiones rompen completamente su ubicación
tempo-espacial, lo que está unido al distanciam ientode sistemas de sen
tido históricos enraizados en su identidad social y personal, como ocurre
por ejemplo en los casos de migración. El sujeto representa una opción
creativa, generadora de sentidos que define nuevos espacios de integra
ción personal que, de no ser alcanzados, pueden convertirse en un mo
mento de génesis patológica.
La salud, física y mental, está muy relacionada con la capacidad del
sujeto de producir sentidos frente a conflicto, cambio o a un fuerte impac
to sobre su organización psicológica actual. Por ejemplo, ante un divorcio
la persona produce nuevos sentidos que le llevan a una reorganización de
su vida en la nueva situación, o entra en un proceso progresivo de deses
tructuración que puede conducirá una organización patológica de su per
sonalidad.
Frente a la proliferación de estím ulosy de situaciones de fragmenta
ción de la experiencia en las condiciones de la posmodernidad, lejos de
la muerte del sujeto, éste alcanza estadios de desarrollo nunca antes vis
tos. El sujeto deja de sentir su identidad por la estabilidad y repetición de
su “misma" condición, o lo que algunos autores construccionistas han de
nominado como mismidad (Guidano, Mahoney) y pasa a producir su iden
tidad dentro de la procesualidad en que se expresa en el curso de las
diferentes acciones que enfrenta de forma simultánea, las cuales configu
ran un sistema personalizado de acción social en desarrollo responsable
por el sentido subjetivo de la identidad. Como señala Elliott (1997)= “El
sujeto contemporáneo, en plena postmodernidad, parece cada vezm ás
consciente de la existencia de una campo inconsciente de contingencia
representacional que, si es objeto de una adecuada reinterpretación y re
flexión, puede ser usado de múltiples maneras en la fabricación de signifi-
catividad y sentido'(p. 191).
El sujeto expresa una alta movilidad psicológica comprometida con
la producción de sentido en campos diferentes y simultáneos de sus prác
ticas sociales que, en ocasiones, le llevan a coexistir de forma simultánea
con roles diferentes que demandan de él/ella profundos cambios en sus
procesos de subjetivación. Como señala Dreier (1999): “En diversas formas,
la participación en la práctica social implica elementos de comprensión,
orientación y coordinación entre las personas, como partes de contextos
sociales particulares y como viajeros a través de ellos. Pero esto de nin
guna manera elimina la necesidad de tliálogoscon uno mismo' que llama
mos reflexión. De hecho, en múltiples formas los diálogos entre personas
alimentan los diálogos intrapersonales y viceversa* (p. 34).
La reflexividad es una característica del sujeto con la cual está com
prometida la producción de sentidos subjetivos en todas las esferas cíe la
vida. Por tanto, el sujeto produce verdaderos diseños mentales a través de
su pensamiento que le llevan a reasumir posiciones y a definir constante
mente nuevas posiciones dentro de los contextos sociales en que se d esa-
rrolla. Con esto queremos enfatizar que la situación de sujeto se expresa
en una posiciónem ancipatoria y no en la sujeción paralizante al lenguaje.
A través de su pensamiento y del ejercicio de nuevas prácticas sociales,
el sujeto enfrenta de forma permanente sus posiciones anteriores y se ex-
presa con fuerza en momentos de ruptura con lo social que pueden repre
sentar nuevos focos de subjetivación social.
La teoría de la subjetividad que asumo rompe con la representación
que constriñe la subjetividad a lo intrapsíquico y se orienta a una represen
tación de la subjetividad que en todo momento se expresa en la dialéctica
entre el momento social y el individual, este último representado por un su
jeto implicado de forma constante en la procesualidad de sus prácticas, de
sus reflexiones y de sus sentidos subjetivos. El sujeto representa un mo
mento de contradicción y confrontación no sólo con lo social, sino con su
propia constitución subjetiva, lo que representa un momento generador de
sentido de sus prácticas.
La subjetividad Individual: su sentido y sus limites
en la construcción del pensamiento psicológico
La subjetividad individual representa los procesos y formas de organización
subjetiva de los individuos concretos. En ella aparece constituida la histo
ria única de cada uno de los individuos, la que dentro de una cultura se
constituye en sus relaciones sociales. Uno de los momentos esenciales de
la subjetividad individual, que define con fuerza su naturaleza procesual, lo
representa el sujeto, quien constituye el momento vivo de la organización
histórica de su subjetividad, implicado de forma constante en los diferentes
espacios sociales dentro de los que organiza sus diferentes prácticas.
La subjetividad individual tiene dos momentos esenciales que se in
tegran entre sí en el curso contradictorio de su desarrollo: la personalidad
y el sujeto, los que se expresan en una relación en la que uno supone al
otro, uno es momento constituyente del otro y. a su vez. está constituido por
el otro, sin que esto implique diluir uno en el otro. La concepción históri-
CQ-cultural que hemos defendido en este libro, nos lleva necesariamente
a una definición diferente de la personalidad, la cual deja de ser entendi
da como sistema intrapsíquico de ■hiíh^Hpr im/an^hipg para ser entendida
como el sistema subjetivo autorganizador de la experiencia histórica de[
sujeto concreto, sobre lo que profundizaremos en esta sección'
Lasúbietiviqad individual expresa tos procesosdesübietiváción aso-
rjarinci a ig experiencia social del sujeto concreto, así como las formas de
organización de esta experiencia a través del eurso.d e la hístoría del stP
jeto.Xa procesualidad y la organización son dos momentos que se expre
s a n en constante relación dialéctica Que caracteriza el desarrolla de Ja
subjetividad. El individuo se constituye dentro de la subjetividad social y,
a su vez. representa un momento de diferenciación en el desarrollo de
aquélla. “ ~
La esfera afectiva en la subjetividad Individual
Las emociones representan el tema de la psicología que más se ha inten
tado explicar como resultado de la acción de sistemas externos a la psi
que, alternándose enfoques que destacan su carácter biológico o social y
que ignoran su carácter subjetivo. Por otra parte, las emociones también
han sido víctimas de la fragmentación del objeto de estudio de la psicolo
gía como resultado de las exigencias metodológicas orientadas a presen
tar el conocimiento como relación de variables. Dentro de esta perspectiva
epistemológica las emociones no pasaron de ser una variable concreta
definida operacionalmente, sin ninguna relación con otros elementos o
formaciones integrantes de la psique.
Las em ociones representan estados de activación psíquica v fisio
lógica resultantes de complejos registros del organismo ante lo social, lo
psíquico y lo fisiológico. Las emociones son verdaderas unidades que ex-
p'resanja ecología com pleja en la que se desarrollaW sujelo y responden
a ^ d o s los espacios constituyentes de esa ecología. Las emociones rej;
presentan uno d élos registros más importantes (je la subetividad humana,
lo que requiere hacer explícitas las posibles vías de su carácter subjetivo.
Uno de los problemas del estudio psicológico de las emociones ha 213
sido la incapacidad para transitar de una comprensión biológica de la psi
que a una comprensión cultural, subjetiva, en la cual las em ociones no
aparezcan sólo como expresiones ante los estarigs biológicos, sino que
se asocierta estados subjetivo^. Este tránsito exige el desarrollo de un
aparato de categorías que nos permita superar el racionalismo subyacen
te a las diferentes representaciones de la subjetividad, que pretenden
reducir ésta a registros provenientes de la significación, con lo cual las
emociones pasarían a ser comprendidas como epifenómenos de los sig
nificados, perpetuando la tendencia a explicarlas por bausas* externas a
su propia condición. —-------- — ~
La emoción caracteriza el estado del sujetg ante toda acción, o sea,
que las emociones están estrechamente asociadas a las acciones, a tra
vés de las cuales caracterizan al sujeto en el espacio dé sus relaciones so
ciales, con lo cual entran en el escenario de la cultura. El emocionarse e§
una condición deTFacfividad humana dentro del dominio de la cultura, lo
que a su vez se expresa en el proceso de génesis cuituraTcfe las emocio
nes humanas.
Neubern (2000) escribió: 'Las emociones son fenómenos complejos
que abarcan múltiples dimensiones [...] Poseen un sustrato biológico y se
constituyen en cuanto ontologías subjetivas a lo largo del desarrollo del
sujeto que se da en su interacción con lo social. Son, en este sentido, in
ternas, pero se ligan deform a no lineal con el espacio social. Componen
ll< >
también un sistema interactivo que implica la constitución de un sistema
emocional (Miermont, 1994), esto es, de la conexión sistémica de las emo
ciones individuales. Son reconocidas dentro de un discurso cultural que
permiten que sean designadas y construidas a lo largo de su proceso'
(p. 20-21).
Como señala Neubern las emociones están constituidas en todas las
actividades del sujeto y momentos del sujeto y de su condición cultural, sin
embargo, estos momentos tiene que verse dentro de un sistema comple
jo, como las presenta el autor, y no hipertrofiando alguno de sus momen
tos constitutivos, que es la tendencia que ha resultado dominante hasta
hoy en psicología. Frente a esta situación la única opción es desarrollar el
tema de la emoción dentro de un espacio de categorías que nos permita
de forma simultánea comprenderlas en su especificidad subjetiva y como
momento de la configuración de la subjetividad como sistema.
Las emociones son registros complejos que con el desarrollo de la
condición cultural del hombre pasan a ser una form a de expresión huma
na ante situaciones de naturaleza cultural que se expresan en sistemas de
relaciones y prácticas sociales; sin embargo, esta nueva condición del re-
\ gi stro emocional no elimina su capacidad de registros somáticos y fisio-
zi4 lógicos que, en su compleja relación con los anteriores, definen el sentido
subjetivo de la emoción, que representa un momento esencial de su defi
nición subjetiva.
El sentido subjetivo se expresa por la relación de una emoción con
otras dentro de un contexto social v cultural concreto, en el cual ese esta-
dp emocional atraviesa diferentes significados v es atravesado por ellns
en ei curso de las acciones del sujeto, en un proceso en quas&signiíican
aspectos de las emociones producidas, y s e ta ro a n * emocionalmente los
.significados que se integran en esa producción de sentidos. Las emocio
nes también tien en otras formas cualitativas de organización, por ejemplo,
.laSJQficesiclades. El concepto de necesidad estuvo asociado al registro
biológico de las emociones. Durante mucho tiempo, la necesidad se vin
culó a una representación homeostática de la psique, en la cual se repre
sentaba como un estado dinámico asociado a una carencia. La visión
dominante provenía de las necesidades biológicas, las que definen un es
tado emocional ante la ausencia de elementos esenciales para la sobre
vivencia del organismo o bien ante situaciones externas que amenazan
esta sobrevivencia y que se presentan asociadas a las llamadas necesi
dades de autoconservación, esquema que fue seguido por e| propio Freud
en su representación sobre el concepto de pulsión, que sigue una lógica
eseñcTalmeñTe~b¡ologic¡sta. .,
Si consideramos las emociones en su condición subjetiva, sin duda
necgsiiama&Qxplicarcómo se articulan lo interno y externo de una fa m a tal
que permiten su aparición; por tanto, tenemos que explicar cuál es la con
dición interna del sistema subjetivo que lo hace sensible al registro emocio
nal de los sucesos culturales y personales, pues las propias reflexiones
son fuente de producción emocional. Este dilema se lo plantearon también
filósofos y psicólogos marxistas, quienes intentaron reconceptualizar la
naturaleza de la necesidad en correspondencia con una visión de la natu
raleza histórico-social del hombre (Bozhovich, 1977); (Nikolov 1982); (Da-
vidov, 1999).
Estosautores comienzan a definir un nuevo concepto de necesidad
asociado con los sistemas de relaciones en los que existe el individuo, asi
como con la cualidad general del organismo vivo, lo que implicaría com
prender la necesidad como sistema emocional en constante desarrollo.
Davidov escribió (1999)= ‘ Las emociones son inseparables de las necesida
des. Mientras discutim os una cie rta emoción nosotros siempre"identifi
ca m o s la necesidad sobre la cual se basa la emoción* (p. 42). Sin embargo,
en esta relación debemos superar el esquema de causalidad mecanicis-
ta inspirado en un sistema denecesidadesuniversales,comprendidas co
mo entidades intrapsíquicas que califican las más diversas emociones
del sufeto.~
Fue una tendencia muy arraigada en la psicología el desarrollo de ta 21$
xonomías universales de necesidades (Maslow, Murray), a partir de las
cuales se explicaban las emociones má s d i versas d e l sujeto. Davidov
quiere diferenciar las funciones de la emoción en la organización de la ac
tividad del sujeto, ‘^afunció^general de las emociones es que ellas capas.
citan a las personas a montar una cierta actividad vital; pero esto es la mitad
d_e| trabajo. La cuestión más importante es que las emociones capacitan
a la persona para decidir desde el comienzo mismo de una actividad, si los
medios físicos, espiritualesv morales que ella necesita paraiealizarla ta
rea, están disponibles* [...] Si las emociones dicen', 'No. los medios no es-
tán'aisponibles’, la persona rechaza realizar la tarea* (1999, p. 4 6 ) . ------
El desarrollo de la perspectiva presentada por Davidov, permite com
prender las emociones como un sistema de registro a través del cual el
sujeto consigue movilizarse subjetivamente para el desarrollo de una acti
vidad. Agregaría que es la emoción la que define la disponibilidad de los re
cursos subjetivos del sujeto para actuar, lo cual es, en sí mismo, un sentido
subjetivo que aparece a través de emociones que expresan la síntesis com
pleja de un conjunto de estados subjetivos sobre los que el sujeto tiene o
no conciencia, pero que son esencialmente estados afectivos, los que his
tóricamente se han definido por categorías como autoestima, seguridad, in
tereses, etc., estados que definen el tipo de emocionalidad que caracteriza
al sujeto para la realización de una actividad y de la cual depende en bue
L
na medida de la calidad del desempeño del sujeto en esa actividad.
j
_idatwaoa.es otro autor que ha establecido una relación entre la emo-
ción y la acción, relación que sin dudas calif¡ca_cultura]rnentfi_a_la.emoc¡ón
sírTcóndicíonar su aparición,de for;ma lineal a un sistema significado. La
acción tiene innumerables desdoblamientos que dan lugar a emociones
que no dependen de forma directa de una significación. La-telaciáíieatre
las emociones y los significados se define en la constitución de los senti-
dbssübietivos. dentro de los cuales esta relación no aparece e niorm a de
determinación de uno de estos aspectos sobre el otro. En trabajos anterio
res (1999,2000)HefmTT~a~ñecesidad como el estado afectivo que aparece
por la integración de un conjunto de emociones de diferentes proceden-
'cias pn el pursn rio unAfpiá>i<sn n una j c tividad realizadas por el sujeto.
Desde 'esta definición consideramos las necesidades como estados pro
ductores de sentido asociados a la expreslón"9éi sujeto en una actividad
concreta. Portanto, toda actividad o relación Implica la aparición de un con
junto de necesidades para tener sentido para el sujeto, sólo que este sen
tido rb ría pn pi nnn»exto de la realización de dicha acción, aunque, en él
participen emociones que no están relacionadas directamente con el con
texto de la acción yq uesonuna expresión del estado subjetivo general de~
caHa sujeto en el momento de realización de su acción. Las necesidades
están asociadas a la procesualidad del sujeto dentro del conjunto d i
"sus prácticas sociales.
Los registros emocionales que se integran en los momentos de acti
vidad del sujeto son extremadaméñtevariables. lo cual rompe con la visión
estática y homogénea de la motivación, según la cual el sujeto aparecía
en una relación idéntica consigo mismo y con un sistema de prácticas en
aquéllas esferas en que estaba motivado. En esa visión más tradicional de
motivación, el motivo se separaba del sujeto que lo expresaba y de su con
dición actual, lo que reproducía y reforzaba una visión intrapsíquica de la
motivación. La necesidad es el estado emocional del sujeto que se gene
ra de forma constante en el curso de sus actividades; por tanto la emocio-
nalidad del sujeto responde a procesos emocionales que acompañan sus
acciones en los diversos contextos en que participa.
Los motivos a-diferencia de la necesidad son sistemas de necesida
des que se han configuradQd.qforrri apelativamente estable en la persona
lidad y e n jo sjg u e js ie m p r^p a rti^ núcleos de sentido que atraviesa nías
más diversas formas de actividad del sujeto, los que podrían ser denomi
nados como tendencias orientadoras de la personalidad (González Rey,
1981,1984,1985), término que empleé para definir las formas de jerarquía
dentro de la organización de lapersonalidadydel que me aparté en los úl
tim os años por estar concentrado en otras construcciones teóricas pero
que mantiene su valor heurístico para definir los núcleos más estables de
sentido subjetivo que son parte de la mayoría de las configuraciones sub
jetivas de la personalidad.
Los motivos representan configuraciones subjetivas, que son formas
de organización (je sentido en la que se integran sentidos provenientes de
diferentes áreas de la historia~del sujeto, los que al formar parte de la con
figuración pierden su especificidad y nexos anteriores, organizándose
dentro del espacio cualitativo que aquélla representa. Por ejemplo, la mo
tivación por el estudio integra diferentes elementos de sentido en cada su
jeto concreto, yen cada contexto social y cultural específico, como pueden
ser en nuestra cultura sentidos asociados a la relación con los padres, la
raza, el género, la sensibilidad social, etc, que aparecen en la emociona-
lidad producida por el joven en relación al estudio.
Los motivos son form aciones de sentido, sin embargo, no podemos
afirmar que definan de forma directa el sentido subjetivo de una acción o
actividad del sujeto, pues, como ya afirmamos, el sentido asociado a una
acción integra elementos de sentido que aparecen en el curso de la ac
ción. SeQÚn esta definición el motivo no es un determinante intrapsíquico,
sino una formación generadora de la personalidad presente en toda acti-
vidad hurnana.. Las actividades no tienen por detrás motivos específicos""
asociados a ellas por sus contenidos, sino verdaderos sistemas de sentL_
do que integran elementos de sentido de esferas diferentes de la vida del
""sujeto, los cuates aparecen integrados en la organicidad del sentido sub-
jetívtí’.
Los motivos son configuraciones subjetivas de la personalidad que
representan verdaderas integraciones de elementos de sentido, cuya ex
presión está más allá de la intervención del sujeto en un contexto de acti
vidad. Los motivos están constituidos en la personalidad y participan de
manera directa o indirecta en la formación de sentidos subjetivos que acom
pañan a las más diversas actividades y prácticas del sujeto. Los motivos
expresan definiciones relativamente estables de sentidos subjetivos aso^
ciados a ciertas actividades, representaciones y sistemas de significación
del sujeto.
Así por ejemplo, e l motivo sexual no representa simplemente el esta-
d ad m tm ca aso cla d Q ^flrL lab io log ía de la sexualidad, sino que este es
tado se activa en un conjunto de elementos de sentido subjetivo que están
asociados con la historia de cada individuo concreto y con el contexto cul
tural. De esta formq, RRrán pnrté de1rrintiuf> QeKUal Qpn,t¡ft ? 9 asociados con
la moráí, con el cuerpo, con el género, con los patrones emocionalesde"
relación, etc., todos los cuales se integran y definen el sentido sübjétívó"
de la sexualidad para un sujeto concreto. Claro, la condición más estable
del motivo es inseparable de los elementos de sentido que se generan por
las necesidades del sujeto en el espacio concreto de relación donde el
motivo intervine como momento de sentido. Asi, una pareja se puede reu
nir con un gran deseo de compartir un espacio de relación sexual y ante
una conversación surgida en el marco de la relación, este deseo, corres
pondiente al sentido anticipatorio del motivo, puede quedar suprimido
completamente.
La articulación de las categorías relacionadas con la esfera emocio
nal es un proceso complejo, que de forma alguna pretendo agotar en la
actual reflexión; sin embargo, considero que el problema sólo tendrá un sen
tido diferente si se articula dentro de un espacio macroteórico en el que
aparezca relacionado con el funcionamiento psicológico como totalidad y
no se defina de forma puntual o parcial con emociones concretas, las cua
les son expresión de una organización más compleja: la subjetividad.
Cada vez aparece una mayor conciencia entre investigadores de di
ferente procedencia sobre la necesidad de estudiar la emoción dentro de
los procesos más complejos que se manifiestan en el hombre. Así, Laza-
rus, conocido investigador del estrés con orientación cognitiva, escribió
(2000)> ‘ Esta distancia entre ambos campos [del estrés y de las emocio
nes] es absurda, pero refleja la fraccionaria naturaleza de nuestra discipli
na y de la ciencia social en general. Las personasque trabajan sobre estos
particulares se especializan en temas cada vez más específicas que a me
nudo parecen parroquianos. Esta especialización refleja probablemente el
modo en que se definieron el estrés y la emoción hace algunas décadas y
las cuestiones de más interés para los psicólogos. El estrés fue inicialmen
te considerado como un problema práctico y la emoción fue tratada como
un enigma científico básico de la vida humana y animal, que debía ser
comprendido por su valor en sí mismo' (p. 47).
La dificultad a que se refiere Lazarus es de carácter teórico y meto
dológico. Teórico, porque la emoción, más que construida teóricamente,
aoareciadescrita ensus diferentes tipósdé"expresión, lo queoermitíacom-
prender su carácter sistémico v-subietivo. epistemológico, porque el he-
■c’ho de que la emoción apareciera dejá.fffljna mencionada dfependfa de la
necesidad de precisión y control que demar|riaha <?n uso como variable en
las investigaciones experimentales. Por otra parte, Lazarus sitúa otro de
los problemas más generales ^ u e ha tenido la construcción del pensa
miento psicológico: la diferencia entre teoría y práctica, que lleva al absur
do de desconsiderar la emoción en un proceso de naturaleza emocional
como el estrés. Sin embargo, es necesario agregar a estas consideracio
nes que la definición puntual y microlocalizada de la emoción tampoco
aportaría mucho a la teoría del estrés, por lo cual la ausencia de construc
ciones teóricas estaría detrás de la perpetuación de la referida fragmen
tación en las ciencias del hombre.
La integración de la esfera afectiva en la construcción del macrosis-
tema de la subjetividad permite comprender las emociones como expre
sión del sentido de todo proceso o configuración subjetiva, lo que supera
la fragmentación histórica entre lo cognitivo y lo activo, situando la rela
ción entre estos procesos en una nueva cualidad de la psique que es su
sentido subjetivo. Como señaló Vigotsky (1989) refiriéndose a la concep
ción dinámica de Lewin: “Él desconoce la regla dialéctica de que, en el cur
so del desarrollo, la causa y las consecuencias cambian de lugar, que una
vez que han surgido las formaciones psíquicas superiores, sobre la base
de ciertas premisas dinámicas, ejercen una influencia retroactiva sobre los
procesos que las originaron; que en el desarrollo lo más bajo cambia por
lo más alto, que en el desarrollo cambian no sólo las funciones fisiológi
cas por sí mismas, sino en que en primer lugarvarían los nexos interfun
cionales y las relaciones entre los diferentes procesos, en particular, entre
el intelecto y el afecto. Lewin analiza el afecto al margen del desarrollo y
al margen de la relación con la vida psíquica restante’ (p. 217).
La integración del afecto en la vida psíquica restante es el proceso a
través del cual gana sentido subjetivo, y es en su definición incipiente
de sentido donde Vigotsky intentaba colocarlos procesos psíquicos den
tro de una representación sistémica, contradictoria y en constante desa- zis
rrollo que permita superar la fragm entación elemental dominante en la
psicología, la que se consolida por las metodologías de medición. Las emo
ciones representan un momento esencial en la definición del sentido sub
jetivo de los procesos y relaciones del sujeto. Una experiencia o acción
sólo tiene sentido cuando es portadora de una carga emocional.
Las complejas configuraciones d i sentido que están por detrás de
las emociones, fueron ya esbozados porBozhovich. quien escribió (1985TT
‘ .. tras la vivencia se encuentra el mundo de las necesidades del niño —
de sus aspiraciones, deseos, propósitos— en su complejo entrelazamien
to y en su correlación con las posibilidades de satisfacción. Y todo este ________
complejo sistema de vínculos, todo este mundo de necesidades y aspira
ciones del niño debe ser descifrado para comprender el carácter de la in
fluencia de las condiciones externas sobre el desarrollo psíquico' (p.
128). En esta compleja mediatización se define el efecto sobre la vida psí
quica de cualquier influencia externa que constituye la base del registro
subjetivo.
Hablamos de subjetividad para designar un sistema, una forma de or
ganización donde los distintos procesos y contenidos que la integran no
se afectan entre sí, fuera de la organización general del sistema. Toda in
fluencia externa se integra al sistema y tiene un sentido para él dentro de
su autoorganización expresar procesos cuyas relaciones recíprocas no
se afectan deforma directa. Son relaciones de sentido en las que la cons-
L a -
titución histórica dei jLUjfitati£ne un valor esencial en la configuración de
la influencia que recibe, la cual nunca actúa desde una condición objetiva
susceptible a registros estandarizados. Por tanto, (oda acción subjetiva, en
tre eflas el conocim iento, es contradictoria, por una parte contribuye a
conoeeojodüJiijnio d e ja realidad i^ h já s gersonasy. por-otra'én tanto d¡-
' mensión de sentido- es.daitscbauna.deformación de lo conocido, lo.cual
no tiene capacidad de revelar integralmente, lo que implica en la realidad
que cada momento de una construcción sea un espacio de inteligibilidad de
lo construido, y un sentido que puede hacer de la inteligibilidad producida
un momento pasajero. Asi, por eiem pla dos amigos con una relación his
tórica, apoyada en representaciones recíprocas relativamente estables
pueden entrar en dificultades cuando uno de ellos, históricamente con una
posición económica inferior, comienza a irse al frente del otro, lo que pro
duce emociones de celo, competencia y agresividad que se acompañan
de una resignificación del otro, proceso de reconfiguración de sentido que
puede llevar al fin de la am istady a sentir las bases del conocimiento an
terior que uno tenía sobre el otro como falsas. Loocurrido no se explica por
el error desde un punto de vista racional, sino por una nueva producción
de sentido que terminó socavando la ‘racionalidad* anterior.
220 Las emociones se definen en el plano subjetivo por su sentido, dimen
sión en la cual la emoción siempre aparece constituida como un momento
de un sistema que no aparece de forma inmediata en la apariencia de
aquélla. La complejidad de los registros emocionales en las relaciones io-
tersubjetivas ha sido un aspecto central en la obra de diferentes autores
que debe ser retomado a la luz de las reflexiones actuales en torno a
estas cuestiones, dentro de las cuales podrían inspirar nuevas interpreta
ciones y nuevas construcciones teóricas..
Son de interés particular entre los autores que han estudiado el tema
en otras perspectivas teóricas las elaboraciones de Winnicott sobre el lu
gar de la sensibilidad de la madre para considerar las necesidades del ni
ño y la expresión de estos procesos de reoistraesencialmente emocional
en el desarrollo del niño. Creo que la propia forma en que Winnicott elabo
ró la cuestión de las transiciones objétales reviste gran importancia en la
construcción teórica del lugqr del sentido subjetivo en el desarrollo huma
no. La dimensión «antirtq nnngtitnye un aspecto esennial-en la definí-
ción de lo subjetivo, en la que el sentidó'ñopuede ser visto como emoción
o significado de forma abstracta, sino como i« pyprmai/>n rfoim a m iqVFI
{e |is que sólo puede ser comprendida dentro del movimiento permaneo-
te de ios signiticadosylas emociones que definen el. sentido subjetivo.
jLa construcción teórica del sentido constituya unorLe-ios.asper.tnH
más polémicos de las ciencias humanas en el momento actual. Dentro de
la tradición sociocultural se ha presentado le tendencia de comprender el
sentido como la particularización del significado, lo que de hecho reduce
su naturaleza a la del significado, y se apela a Vigotsky como la fuente
de esta interpretación. Sin embargo, si hacemos una arqueología de las
categorías empleadas p oF^igotsky veremósqüé tuvo "úna fuerte téñden-
cfaa défíñírsüs categorías como contrarios dialécticos en contradicción,
que se completan enja definición de un proceso o de una forma de orga
nización de la psique pero que simultáneamente entran en contradicción
en un camino de tensiones infinitas, dentro del cual nunca un elemento
se reduce al otro. Desde la visión dialéctica que inspiró a Vigotsky, se ha
ce difícil entender que haya creado dos términos para que uno designe
la forma particularo singular del otro, lo cual nunca hizoen la construcción
de sus categorías.
Fl gantifin ri ihjfltiwi cnhra un carácter muy importante para una nueva
representación de subjetividad.m íe esté más allá de cualquier reduccio-
jTisrnO-DQfiülatista,En esta comprensión histórico-cultural de la subjetivi
dad aparecería como una-forma de organización déla psique que tiene en
e{ sentido subjetivo su principal unidad constitutiva.
( La categoría de sentido subjetivo permite la representación de cada
/ experiencia del sujeto en sentidos diferentes según su inclusión en otros 221
(^ re gistros de sentido va constituidos en el plano subjetivo. El sentido es res
ponsable de la gran versatilidad y formas diferentes de expresión en el pla
no psíquico de las experiencias histórico-sociales del sujeto_EI sentido es
ju b v e r sivo. incontrolable, impredecible, no se puede some te rF ü ñ i Iqgi-
„ ca racional externa. El sentido se Impone a la racionalidad del sujeto, ló
qüeTTó im plicaasociarlo sólo al inconsciente, como ya expresamos, pues
un mismo sentido transita por momentos conscientes e inconscientes in
cluso de forma contradictoria.
Precisamente las dificultades para entender cómo aparecía la expe-
nencia social en egie.planr^su^jetivo fueron uno de los puntos que más
obstaculizaron el desarrollo de la psicología histórico-cultural en laexUniórT
Soviética, pues llevó a los psicólogos a buscar estáTeíación en la gorres-
pondencia entre lo interno v lo externo, obviando el carácter activo, crea
tivo y deformador de la configuración psíquica, la ouese intentó reducir a
registro objetivo, entendido en este marco de análisis como el intentó da
identificarla psique con sus determinantes externos, principio que estáfin __
la.base de la_psique como reflejo que durante tantos años ejerció su he
gemonía en las posiciones de la psicología apoyada en el marxismo y que
ya comencé a criticar en 1985,*
Como ha expresado Robblns (2000), Tas raro comprender en la teoría
de la actividady en la teoría socio-cultural que el sentido representa un
por tests psicológicos, a través de los cuales los sujetos podían ser com adquiere una plasticidad que no fue considerada dentro de ninguno de los
parados entre sí con independencia de aspectos culturales y sociales y, marcos anteriores que la trabajaron. En la personalidad aparecen organi
con independencia también de las trayectorias individuales únicas y dife zadas subjetivamente todas las experiencias del sujeto, en un sistema en
renciadas de cada uno de ellos. Desde esta perspectiva la personalidad el que los sentidos subjetivos producidos oor una experiencia pasan a
actuaba como conjunto de elementos aislados que representaban ta u - .ser elementos constituyentes de otras, dando lugar a cadenas complejas de_
sas" puntuales de comportamientos concretos. El individuo pasó a ser configuraciones que aparecen en el sentido subjetivo producido por cada
comprendido como suma de fragmentos que se expresaban estáticamen experiencia concreta del sujeto.
te en formas de conducta sin ninguna mediación. De hecho, representaba La categoría queTiemos utilizado como unidad para el estudio de es
una concepción conductual de la personalidad, en la que el comporta te complejo sistema, es la de configuración subjetiva, la que definim os
miento era punto de partida para la construcción de los rasgos y, a su vez, como la iotegración de los diferentes serititjosaue.se integran de forma re- +
momento final para su evaluación. latinamente estable en la organización subjetiva de cualquier experiencia.
El psicoanálisis, por el contrario, presentó la personalidad como sis Las^configuraciones tienén'capacidád de variar én algunos de sus senti
tema de elementos que, relacionados entre sí, conducían a verdaderas di dos constitutivos en dependencia del contexto y de la cualidad de la acti-
námicas psíquicas que estaban en la base de las diferentes expresiones vidad o forma de relación en que se expresa; sin embargo, también tienen
humanas. El inconsciente aparecía definido como estructura y ocupaba un j ñúcíeos de sentido más estable aue se expresan en la oposición del suie-
lugar central en la organización de la personalidad. El concepto persona to a aspectos nuevos de sus experiencias que entran en conflicto con esos
lidad no aparece como sistema generador, sino como organización que núcleos.
se subordina a una capacidad generadora que está más allá de la acción Los núcleos son los que mantienen la Qfpanización de una configu
actual del sujeto, sea esta la libido o el lenguaje. La interpretación nortea ración, la cual puede ser fuente de nuevos sentidos, oero manteniendo el
mericana del psicoanálisis intentó resolver este problema reforzando la ins núcieo que da integridad a la configuración. Este núcleo está organizado
tancia del Yo', pero terminó exagerándola y perdió la riqueza de la dinámica por sentidos subjetivos dominantes; El cambio en el núcleo presupone
constitutiva no consciente y deformadora de la producción psíquica. Terml- o~tro en la organización general de la configuración y representa un cam
nó rindiéndose a la representación racional pragmática de hombre do bio profundo en el desarrollo de la personalidad.
minante en los Estados Unidos. -¡t¿ La contradicción entre cualquier configuración o sistema de configu
Al representarnos la personalidad como sistema en el que se expre- raciones subjetivas y la experiencia del sujeto abre un nuevo espacio de
sa la organización de las configuraciones subjetivas de la persona remiti subjetivación cuyo resultado no está definido a priori, sino que depende
mos a un plano de organización psíauica que no representa una suma de rá del conjunto de elementos en juego en este proceso, así como d é la re-
elementos, sino un sistema autorganizado que funciona en jo que Varela flexlvidad y la producción de sentidos que caractericen las posiciones del
vMaturana definieron como sistemas autónomos, es decir, un sistema que sujeto dentro de este espacio. Las configuraciones subjetivas regresen-
es capaz de mantener sü propia organización o su propia ideñtidad7Én es iaq frirmacioríes estables generadoras de sentido, sentidos variables de
ta condición la personalidad no está determinada por fuerzas externas, si pendiendo del propio comportamiento de la personalidad como sistema,
no que tiene una capacidad generativa que se expresa ante la acción de dentro de la cual una configuración puede tener diferentes momentos de
cualquier fuerza externa, la que dejará su marca sobre el sistema en los integración dentro de otras, así como en dependencia del contexto y con
términos del sistema, o sea, en forma de sentido subjetivo. Los sentidos sub- diciones dentro de las que tiene lugar la acción del sujeto.
jetivos aparecen en términos del desarrollo de la personalidad a través de El carácter complejo del concepto de configuración determina la pro
la configüración entre ios histórico yldaStúaT pia movilidad en nuestras consideraciones sobre el concepto en el curso
Como sistema autónomo la personalidad se expresa de forma perma de mis últim os trabajos. Por ejemplo. ‘Hemos definido la configuración
nente en una orocesualidad generadora de sentidos a jn largo de la h ia to . como la interrelación entre estados dinámicos diversos y contradictorios
ria del sujeto individual. La personalidad deja de ser comprendida como entre sí. la que se produce en el curso de ias actividades y relaciones BO-.
causa que actúa aesaé f,uera de la acción del sujeto, para pasar a ser un cíales del sujeto a través de las diferentes emociones Producidas en di
momento de sentido de la propia acción. De esta forma la personalidad chas actividades ' (1997, p. 118). En e?e momento de la definición estaba
g & y fco> '- 'y t
más interesado en defender el carácter procesual de esta categoría, Que
es uno de los elementos esenciales de su valor heurístico. Sin embargo,
en la defensa de este aspecto que hasta hoy es definitorio en la defensa
de la categoría no resalté lo suficiente ni aspecto complementario, la inte
gración de la coTrfiquración en el sistema de la personalidad, su expresión
como momento de una organización más compleja que la mediatiza, ni la
propia estabilidad relativa de la configuración.
El hecho de no haber considerarlo de forma suficiente el lugar de la
configuración en el sistema de la personalidad me llevó a definirla como
interrelación entre estados dinámicos, más que como organización de sen
tidos subjetivos que en su interrelación definen nuevos sentidos. Creo que
los contenidos portadores de carga emocional que se integran en lascoñ-
figuraciones po son simples estados dinámicos que aparecen en el curso
de la acción del sujeto, sino verdaderos sentidos que en ocasiones se pro
ducen de la confrontación entre sentidos va organizados previos en la per-
SQnalidad y necesidades que aparecen en el marco de la acción del sujeto
y aparecen también como la expresión de otras configurac iones oue a t
ún momento concreto de la acción o la experiencia del sujeto se convier-
teiie n elementos constituyentes de otras. La confi-auraciones se inteoran
entre sí de diferentes formas lo que representa una de las cuestiones que
deSjep ser investigadas en este campo.
Las configuraciones subjetivas son extremadamente móviles, diná
micas, lo que nos permite representamos la producción de sentidos en un
oernfanente acontecer que toma formas de organización diferenciada en
el curso de este proceso. Esta idea de configuración apareció simultánea
mente en otros teóricos interesados en el tema de la subjetividad, lo que
indica una convergencia de intereses entre los investigadores por repre
sentarse lo subjetivo en la tensión, proceso form a de organización, una
comprensión que nos secara completamente de la representación de la
psique como estructuras o funciones invariables universales. Así, Elliott
escribió (1997)= ‘ En el espacio-tiempo abierto, la acción y la experiencia’
son constituidas y reconstituidas en diferentes configuraciones en relación
con la estructura de comunicación que se engendre. La conciencia quin
taesencia! es aquí la inmersión en la experiencia, una experiencia de mo
mento, de lo particular (...] Los individuos en las condiciones sociales
postmodemas no conciben el espacio v eTtiem nodesdeel punto de vista
dealgúien situadO-agel centro (ya sea que este centro consista en el ad
venimiento de una blase universal' o en la realización de la Emancipación
sexual'), sino que Sfi mueven a través r|e qpnfirjnfar.íones espacio-tempn-
rales para descubrir las posibilidadesde aquello que una ood ria llegar a
ser’ (p. 147).,,
n
En la cita de Elliott se resalta un aspecto central que intentamos de-
sarrollar con el concepto de cnñfiaiiráciáni la creación de uña reoraseñ-
tación
constante movilidad del sujeto dentro de su experiencia snrJai (jna teoría
de la personalidad tiene que dar cuenta de este aspecto de la experien
cia para poder ser considerada como histórico-cultural. El concepto de
configuración responde al hombre actual, implicado en una simultaneidad
de actividades y relaciones en tiempo y espacio, que ha llevado a una mo
dificación del propio sentido subjetivo del espacio y el tiempo. En estas
condiciones, la diversidad de situaciones y contextos en que simultánea
mente se expresa la subjetividad pasa a ser un elemento esencial de los
procesos de subjetivación que, por tanto, debe expresarse en las teorías
orientadas a su construcción.
El concepto de configuración permite integrar lo general y lo singular
en el estudio de la subjetividad individual. Lo general aparece representa
do por el propio concepto, que nos permite un modelo diferente de pen
I
samiento para dar cuenta de la complejidad de lo estudiado, aunque nos
separa de la tendencia tan enraizada en este campo de comprender los
conceptos por contenidos universales asociados a ellos. El concepto
de configuración apunta a la comprensión de una forma de organización
y funcionamiento. Lo singular aparece como dimensión inseparable del
estudio de la personalidad desde esta perspectiva, en tanto toda configu
ración se organiza en su composición de sentidos de forma irrepetible en
cada sujeto concreto. Por ende, desde esta perspectiva no hay funciones
ni figuras universales, salvo aquéllas que se constituyan en el curso dife
renciado de la vida de los sujetos.
La personalidad aparece, entonces, como sistema de configuracio
nes subjetivas representando un fuerte generador de sentidos en el curso
de todas las actividades del sujeto, de ahf que la personalidad no puede
ser evaluada en abstracto fuera del sistema de actividad dentro del cual el
sujeto está comprometido, lo cual es una condición para que ella aparez
ca. Los actos o experiencias que no tienen sentido para el sujeto no im
plican su personalidad, representando eventos formales sin significación
para el desarrollo personal. Éste puede ser el caso del contexto social crea
do para aplicar pruebas psicológicas en abstracto.
De hecho, la personalidad representa un sistema diferenciado de
producción de sentidos de las personas dentro de sus diferentes formas
de vida social. La personalidad del alumno en el aula aparece en las con
figuraciones que caracterizan su producción de sentido en ese espacio y
no por las conductas que lo caracterizan ahí. Todas las manifestaciones
lil
de un alumno en el aula están relación*
salón de clases para él. Así, por ejemplo, la indisciplina de un alumno en
la escuela na gstá separada de su grado de integración en el aula, de su
rendimiento aca_démico, de siLpeisepciÓn sobre el grado de aceptación
que tiene deja.maestra y el gruQq_gtc. Todos estos aspectos son elemen
tos de sentido de la configuración subjetiva en que se expresa el sentido
subjetivo de la actividad escolar para el alumno. Toda experiencia huma
na es plurideterminada en cuanto a su sentido subjetivo.
También pueden aparecer en el sentido subjetivo de la actividad
escolar diferentes elementos que tiene que ver con la condición social y
de vida del alumno fuera del aula, como su condición social, su raza, su
situación familiar, etc., los cuales pueden tener una importante presencia
emocional en la condición del alumno en el salón y, por tanto, una fuerte
repercusión en el sentido de las actividades que tienen lugar en la escue
la. En la condición subjetiva de la persona circulan dentro de un mismo
‘espacio’ de sentidos elementos provenientes de las más diversas zonas
de la vida social. Así, en la cualidad de lo subjetivo aparecen dentro de una
misma configuración elementos generados en tiempos y espacios diferen
tes de la vida social del sujeto.
La personalidad, lejos de la representación dominante que ha acom
pañado su desarrollo conceptual en la psicología, no es apariencia, sino
constitución de elementos subjetivos asociados alas diferencias de expe
riencias humanas, y que representan una fuente permanente de emociona-
lidad, en tanto que las configuraciones subjetivas son motivos del sujeto.
De esta forma, a través de la personalidad se actualizan los sentidos sub
jetivos de diferentes momentos de la experiencia del sujeto en cada uno
de los momentos de su expresión social actual. Con la categoría persona
lidad comprendida desde esta definición histórico-cultural, que la define
como sistema subjetivo, se crea una nueva zona de sentido para el cono
cimiento psicológico que nos permite comprender el momento actual del__
sujeto como configuración subjetiva de diferentes momentos de su condi
ción social e histórica, lo que tiene importantes consecuencias no solo teó
ricas, sino también epistemológicas y metodológicas.
Otro aspecto asociado con esta definición de personalidad está en
sus consecuencias en relación con la propia construcción de la'psicolo
gía, dentro de la cual, como ya afirmamos antes, la personalidad perma
necía asociada al área clínica y a sus prácticas. Desde la perspectiva que
presentamos la personalidad pasa a ser una categoría básica en la cons
trucción de las diferentes esferas del pensamiento psicológico y participa
de forma importante en la elaboración de una opción epistemológica dife
rente que fundamente el desarrollo futuro de su investigación.
El estudio de la personalidad pasa dentro de este marco histórico
cultural, a ser un momento teórico, un eje de construcción posible y en
ocasiones necesario dentro de los diferentes campos de la mal llamada
psicología aplicada, definición que sólo tienevalor dentro de una psicolo
gía de definición empírica. El estudio de la personalidad pasa a ser de es
ta forma un aspecto importante en la superación de la dicotomía entre lo
social y lo individual, toda vez que representaría un momento esencial en
la constitución subjetiva de la movilidad entre estos dos espacios que
caracteriza el desarrollo del sujeto concreto, así como las diversas for
mas que toman los acontecimientos que tienen lugar en el campo de la
subjetividad social. En loque pudiera parecer una paradoja, en la persona-
lidad se constituyen subjetivamente los aspectos esenciales de la subje
tividad social qu¿~ afectan al sujeto en relaciárLcon una o varias de las
condiciones sociales dentro de las que tiene lugar su vida concreta, como
pueden ser su condición de raza, género, aspecto físico, salud, etcTpe-
ró a través de la personalidad el sujeto tiene opciones y recursos para
oponerse y crear espacios subjetivos alternativos a aquellos que lo cons
tituyen en su propia subjetividad, lo que representa una de las contradic
ciones más fuertes de la condición existencial y subjetiva del sujeto.
En este sentido la relación entre la subjetividad social, sujeto y perso
nalidad, representa un proceso permanente del desarrollo de la subjetivi
dad como sistema, el cual tiene consecuencias diferentes para cada una
de estas instancias que le constituyen, y que ejercen una influencia recí
proca y constante, representando cada una de ellas momentos consti
tuyentes de las restantes en diferentes contextos y coyunturas de estos
sistemas. En este marco teórico la conciencia es un momento de organi
zación, representación e intención del suietq en un complejo sistema en
el que su posición consciente tiene carácter activo y generativo sobre los
otros momentos que se relacionan dentro de su propia constitución, pero
este valor generativo, producto rd e sentido, viene definido más por la in te -.
gración de los efectos dfiJa,acción consciente dentro del sistema subjetivo
qge por la intención de sujelo que ire x p re s a , io cual rompe definitiva"
mente con la reificación del sujeto racional que en ocasiones se ha pre
sentado como opción teórica al psicoloqiSflio sin sujeto que también ha
dominado durante mucho tiempo el pensamiento psicológico.
Fsta perspectiva de construcción teórica de la personalidad rqmgg
definitivamente con la taxonomía de categorías puntuales oue histórica
mente han apuntado más a la comprensión fragmentada de esta totalidad
definida como subjetividad individual, que a la comprensión real del siste-
ma en sus diferentes formas de organización y funcionamiento. Por eso,
procesos o formas de organización de la subjetividad individual, como au
toestima, seguridad, identidad u otros, están referidos a formas particula
res de producción de sentidos que no tiene delimitaciones rígidas por el
tipo de contenido que los definen, porque en realidad son espacios espe-
cíficos de sentido que no existen de forma independiente en el sistema de
la personalidad.
Identidad, seguridad, autoestima y otros conceptos que se han usadoS
dg forma fragmentada e independiente, en realidad representan sentidos
asociados a sí mismo que se van constituyendo dentr~ de las diferentes
configurar.inñpfi rte sentido que caracterizanJg personalidad.eruelación
a los~diferentes campos de acción y práctica social del sujeto. Las emo;
ciones referidas a los estados descritos con frecuencia aparecen integra
rá s dentro de una misma configuración de sentido.
-La'perSOfiáITcracfrepresenta la conceptualización del sistema cons
titutivo de la subjetividad individual, el que está integrado por diferentes
configuraciones y sistemas de configuraciones que, manteniendo relacio
nes permanentes entre sí, están asociadas de diferentes formas con las
experiencias del sujeto, dentro de las cuales, y en relación con losdif eren-
tes contextos en que estas experiencias tienen lugar, esos sistemas de
configuraciones se expresan a través de núcleos emocionales po r tidores
de diferentes sentidos subjetivos. Las emociones y construcciones del su
j e t o que aparecen en los diferentes momeñfos'cfe sus experiencias están
asociadas a sgniidoa¿ubjetivos diferentes, como pueden ser de autoesti-
23o má, identidad, seguridad, etc. Estos estados emocionales, que en la lite
ratura tradicional sobre la personalidad han aoarecibo históricamente
como rasaos o características generales d e la personalidad, no son más
que momentos de sentido de un sistema de configuraciones de la perso
nalidad que, dentro de un contexto de expresión y vida del sujeto asume
ese sentido.
Así, la autoestima de la persona puede estar asociada de forma gene
ral con su condición deportiva, pero en un momento concreto de su vida se
expresa con particular intensidad en una relación íntima personal, generan
do profundas modificaciones de sentido en la personalidad del sujeto que
pueden expresarse en forma de inseguridad, dependencia, miedo, etc. Las
configuraciones de la personalidad no son ajenas del contexto en que se
desenvuelve la actividad del sujeto. Una persona que normalmente no es
nacionalista y cuya identidad está asociada a otros aspectos de su expe
riencia, en un contexto concreto puede emocionarse profundamente a pro
pósito de su condición nacional.
Lo anterior nos lleva a considerar los sistemas de sentido definidos
en los contextos de actuación del sujeto como configuraciones que no
constituyen delimitaciones estáticas intrapsíquicas, tipos de rasgos de la
persona, sino sentidos comprometidos con la forma particular en que apa-
' recen un conjunto de configuraciones subjetivas dentro del contexto de
subjetivación que se define en el curso de la actividad actual del sujeto. Es
de esta forma que prefiero definirlos estados emocionales asociados a ca
tegorías puntuales que históricamente han configurado la taxonomía con
ceptual en que se ha intentado definir la personalidad.
Por tanto, la pregunta sobre qué es la identidad se responde si se
concibe comcTun sistema de sentidos que se articula a partir de las confi
guraciones subjetivas constituidas en la historia de u nT O jitqconcreto y
las condiciones concretas dentro de las cuales actúa en ese momento. Si
como resuitidó de esta confrontación entre lo histórico y lo actual apare
cen situaciones en que se presenta la necesidad del sujeto de reconocer
se a si mismo dentro de la situación, de delimitar su espacio, el espacio en
que encuentra la congruencia consigo mismo en la situación que está
enfrentando, ése es el momento en que aparece su identidad, en que los ele
mentos de sentido en juego dentro de la situación definen emociones que
se expresan en el sentido de identidad. Tales son las onmntejirtarip-Rrie la
constitución emocional del sujeto que exigen una mayor profundizarán en
las investigaciones concretas.
~ Este camblcTerTIá representación de la personalidad en la organiza
ción déla subjetivdad individual, nos permite superar el concepto tan arrai
gado de definirla como conjunto de estructuras ordenadasy bien definidas
en el plano intrapsíquico, que tiene formas fijas de expresión en las dife
rentes actuaciones del sujeto. La identidad no es a loo ordenado y rtefi-
^nido de un? vez y por todas, es la definición de un sentido subjetivo que
cia del juego de sentidos comprometidos en la situación. La personalidad
no es un sistema de estructuras estables ordenadas con independencia
de los espacios y tiempos en que se expresa la actividad del sujeto, y que
son portadoras de contenidosestables. l a personalidad no es una estruc
tura de contenidos universales, sino una nmanizanió1"1 Hp ^ n t í.
dos, y es por esto que la unidad esenci al que asumimos para su desarrollo
teórico son las configuraciones, que representan núcleos de sentido con
cierta estabilidad que se organizan alrededor de otros núcleos de sentido
más estables, que serían las tenencias orientadoras de la personalidad,
pero de los que participan los más diversos contenidos en diferentes mo
mentos y que son capaces de expresar sentidos subjetivos altamente di
ferenciados en dependencia del contexto de expresión de la persona.
Desde esta perspectiva se consigue explicar la famosa afirmación de
S. L Rubinstein de que in social no está afuera, está dentro, está en la or
ganización del sistema de la subjetividad individual, como momento cons
tituyente de este sistema a través de la acción social del sujeto concreto.
CdfTésfá3efíniclón de persona lidad rompemos con la tendencia tan arrai
gada en su estudio de definir la relación entre variables de la personalidad
yformas de comportamiento, la cual ha sido característica de la orientación
empírica del estudio de la personalidad. Esta relación se rompe porque el
sentido de la personalidad en la definición de las expresiones humanas es
inseparable del lugar del sujetodentro del contexto social y cultural en que
se expresa.
Esta concepción de la personalidad que ejerce constantemente su
capacidad generadora de sentidos sobre el sujeto que aparece subjetiva
mente constituido por ella y que actúa en un espacio social dentro del cual
mantiene una capacidad crítica y creativa, que aunque no autónoma, es
fuente generadora de nuevos sentidos subjetivos, que pasan a ser cons
tituyentes de su personalidad, define la importancia de la personalidad
para las diferentes áreas de construcción del conocimiento psicológico,
pues ella es un momento constituyente de la configuración de los proce
sos de sentido y significación del sujeto en los diferentes momentos de su
práctica social.
De esta forma, el estudio de la personalidad representa una oportu
nidad privilegiada para descubrir complejas redes de sentido definidas a
partir de la subjetividad social en la que el sujeto se desenvuelve, redes
de sentido que permanecen ocultas a la superficie de esa subjetividad so
cial, y que sólo pueden ser construidas por sus efectos indirectos en la
constitución de la subjetividad individual, la que representa un momento
importante del desarrollo déla subjetividad social. Este enfoque de la sub
jetividad plantea importa ntes desafíos epistemológicos para el desarrollo
de la psicología a los que ya me referí en Epistemología cualitativa y sub
jetividad (1997) y La investigación cualitativa en psicología: rumbos y de
safíos, pero sobre los cuales me gustaría volver a reflexionar en la última
sección, dado la rapidez y complejidad con la que estas dificultades se
amplían ante la limitada capacidad de nuestra conciencia teórica para
seguirlos.
El desarrollo do la subjetividad en una perspectiva
hlstórlco-cultural como transformación epistemológica
La profunda redefinición teórica que implica la comprensión de la psique
humana como sistema subjetivo comprometido con el curso de la vida
concreta de los sujetos en sus escenarios sociales y culturales diferen
ciados impone nuevas necesidades para el proceso de producción de co
nocimiento que producen una profunda transformación epistemológica en
relación con los patrones epistemológicos dominantes en la psicología. En
mi opinión lo más arraigado deja tradición epistemológica positivista es^
el empirismo que sigue dominando el trasfondo de la investigación psico
lógica, que siempre asume la premisa d e que el momento empírico es la
fuente de la información que nos perm itiraivaluar la cientificidad denues-
t ros resultados. Esta premisa conduce a relacionar el valor y la cientifici
dad de todos los procedimientos empleados en la investigación, a partir
de su valor para captar la información empírica que nos permitirá probar
nuestros supuestos y en este empeño con frecuencia relegamos nuestras
ideas y nuestras construcciones a una posición secundaria.
El reconocimiento de la subjetividad como sistema complejot impo-
sible'5e~ser descompuesto en sus componentes elementales, lo define
como un sistema dialógico dialéctico que evoluciona constantemente en_
otros sistem as, en relación con los cuales actúa en su doble condición de
constituvente y constituido, como son el sujeto y la subjetividad social. ÉJ_her
chp de no poder identificar estructuras únicas s invariable»; sulceptibles
de ser medidas o principios universales de todas las formas posibles de
organización del sistema subjetivo, que son las formas más generales en
que fue comprendida la ontología de la psique en las teorías dominantes
cfefsiglo xx, colocan la definición de subjetividad como un nuevo orden
ontolóoico. susceptible de develar nuavas ?nnas de sentido de la psique
humana.
temológicos generales y desmorona I0 3 principios epistemológicos~qüe
, Morin llamó ‘pilares de la certeza* (Morin, 2000), s^bre los cuales se edifU—
có la ciencia clásica ^nque Morin resum ió com oW p rin cip io del orden,
principio de la separación, el principio de la reducción y^m carácter abso
luto de la lógica deductivo-identitaria* (2000, p. 95), Sóbrela base de las~
diferencias epistemológicas entre la referida c iencia clásica, dominante
todavía en la investigación psicológica, y las necesidades de reconocer
nuevos principios epistemológicos que orienten la construcción teórica de
la psicología sobre la base de la nueva ontología propuesta con el concep-
to da subjetividad, definí la epistemología cualitativacon la pretensiórTde
establecer un conjunto de principios alternativos que fundamenten unnue-
v o orden epistemológico para el desarrollo del pensamiento psicológico.
* Los principios generales de la epistemología cualitativa se funda
mentan en las siguientes características generales de la subjetividad co
mo objeto de estudio de la psicología:
• La subjetividad representa una realidad que noes asequible, de for
ma directa al investigador,¿ que tampoco puede ser interpretada,
de forma fija por manifestaciones indirectas que sean susceptibles
ftñ ñañarali7ar:ión. pues las expresiones de cada sujeto o espacio
social conciernen a diversos sistemas de sentidos que expresan
trayectorias propias y cuyos sentidos tiene que ser descubiertos en mento', entendiéndolo como momento de un proceso más comple
el contexto en que son producidos. No hay sentidos estáticos fue: to y general de naturaleza teórica.
ra de un marco de actuación o del escenario concreto de la exne-
rtenciao función estudiada. Los sentidos subjetivos aparecen de En este sentido comparto la reflexión de Ferraroti (1990)= 'Al hacer
form aoradual y diferente dentro del espacio de expresión del Su coincidir el conocimiento con la medición y con la medición exacta, en sen
jeto pjQr lo cual el investigador debe transitar en la experiencia del tido cuantitativo, la ciencia moderna galileana ha realizado una operación
reduccionista, esto es, ha reducido la naturaleza humana, compleja y no
exactamente detallada, a la fjnidimensionalidad’ de losYneroshombres de
trucciones*. las que en este proceso irán comprometiendo nuevas hecho'. Al poner la cantidad por encima de la cualidad, ha reducido el pen
zonas de su experiencia, y facilitaran la aparición de los elementos sar al cuantificar. Al obedecer a los imperativos d el culto de ja precisión
de sentido comprometidos con lo estudiado, vía esencial para es cuantitativa, ha eliminado del saber humano todo saber común, los cono
tudiar las configuraciones subjetivas implicadas en estos sentidos. cimientos ordinarios pero esenciales que constituyen la estructura cultu ra l
profunda de la humanidad, la sabiduría docta dejo s analfabetos, la expre
Lasconfiouracionesde sentidos representan formaciones psfqui-
sión ría las ftxnfirianniaR específicas, vividas, TiPpulpa' de la cotidianidad
ca dinám icas y en constante desarrollo dentro de las diferentes
real" (pp. 86-87).
prácticas sociales de los sujetos estudiados; por tanto, llegar a su,s.
En esta 'pulpa d é la cotidianidad real** aparecen los sentidos subjeti
núcleos más estables supone una profundización en la trayectoria
vos diversos v contradictorios de la experiencia humana, c u y o decifra-
Inoiyiqual de los sujetos estudiados. Cada configuración de senti
miento. además del acceso a la experiencia auténtica de las personas en
dos relativos a una experiencia o campo de expresión puede estar
sus escenarios cotidianos, exige la participación activa y creativa del in
asociada a sentidos referentes a diferentes espacios de la vida so
vestigador en la construcción teórica de esta experiencia sin reducirla a
cial, por lo que el estudio de casos informará continuamente deJos_
esquemas anticipatorios determinados por el espacio teórico en que se
distintos escenaros de las prácticas sociales del sujeto. De esta
define. Cuando defendemos el carácter teórico de la investigación cuali
forma, por la propia naturaleza de la suhietividad, en la investiga.-
tativa como principio epistem ológico, no comprendemos este principio
ción aparecerán de forma simultánea informaciones procedentes
como la domesticación de la realidad empírica a construcciones fija s de
de los diferentes sistemas de constitución subjetiva: el individual y
marcos teóricos universales, lo cual en lugar de ser una interpretación
e' 80Cj31' ' sería una mera clasificación domesticada. Vemos la construcción teórica
A,PgQir.deja propia definición ontológicáder^bie to ’^de estudio, apa como el proceso permanente de producción de modelos de pensamiento
recen una serie de exigencias epistemológicas que hémosssintetizado*eri 7 y de cateaonas que se articúlanen la definición de zonas de sentido den
los principios de la Epistemología Cualitativa, como son: tro de la realidad estudiada..
Las formas en que nuestras construcciones teóricas propias están
• El proceso de construcción de conocim ientos sobre este objeto atravesadas por nuestros marcos teóricos son múltiples, y no son suscepti
tiene carácter constructivo interpretativo, pues la forma indiigcia.y. bles de control intencional por nuestra parte, o sea, que cuando defendemos
compleja en que aparecen tos indicadores de la s u b je t iv id a d a tra la capacidad generadora del investigadoren el curso de la investigación no
vés de las diferentes formas de expresión del sujeto, sólo sonjao- nos estamos identificando con algunas corrientes de investigación cua
sibles de visualizar e nja medida en Que son ubicadai~dentro de litativa de fuerte orientación empiricista como la grounded theory de Glas-
espacios teóricos constmidoshipotéticamente a t ra v é s de los pro sery Strauss, sino que destacamos ese momento único de productividad
cesos de interpretación y construcción del investigador. Este prin- del investigador dentro del escenario de la investigación dentro del cual
'cioio reivindica con fuerzaTei luqaractivn rtal investigador y define la productividad de ideas tiene un protagonismo decisivo, que no puede
sjjjro c e s o de construcción de conocimiento como proceso_esem- estar constreñida por esquemas apriorísticos de creencias unlversalizan
cialmente teórico, rompiendo con toda forma de correspondencia— tes, totalmente ajenas a "zonas de diálogo' con lo empírico.
inmediata y biunfvoca entre lo empírico y lo teón'co,. razón por la
• La epistemología cualitativa define el carácter dialógico de la inves
cual siempre me refiero en mis trabajos a lo empírico como ■mo
tigación cualitativa, aspecto este sobre el cual he hilvanado nuevas
»0 k
reflexiones desde la aparición de mi libro. Comprender la inves
tigación como proceso de diálogo en las ciencias sociales tiene
muchas implicaciones para la psicología, puesesta forma deverla
investigación no sólo rompe con la neutralidad del investigador,
sino que lo obliga a mantenerse en una relación activa con las
personas investigadas, lo que hace de este momento no sólo un mo
mento de registro o "colecta", sino un importante momento de pro
ducción teórica, de 'pensamiento significativo’ como diría Koch.
Asumir el diálogo en el proceso de investigación implica que inves
tigador e investigado entren en un proceso conjunto de reflexión donde ca
da uno va saliendo gradualmente de sus respectivas trincheras para entrar
en una relación más abierta, auténtica y franca, lo cual no es sólo relevan
te para la cualidad de la información producida, sino para la propia ética de
la investigación. En la investigación cualitativa que asume los principios
de la epistemología cual itativa. el investigador rompe con todo hermetis
mo epistemológico apriorfstico, y se sitúa en el lugar de descubrir aspec
tos nuevos en su relación con los sujetos investigados, los cuales debe
construir conceptualmente a través de un proceso permanente de formu
lación de hipótesis que definen poco a poco los diferentes ejes de cons i
e
trucción de información a lo largo de la investigación.
En trabajos anteriores definí el concepto de indicador como clave pa
ra la producción de información desde esta perspectiva. Los indicadores
son unidades identif¡cables en el momento empírico, pero cuyo valor pa
ra la investigación es inseparable de la interpretación del investigador. Son
los indicadores los que sustentan las hipótesis que van apareciendo en el
curso de una investigación, las cuales conducen a la búsqueda de otros
indicadores procedentes de otras fuentes y contextos del sujeto estudia i t
. j
do que permitan momentos de construcción teórica sobre las hipótesis le
vantadas. Los indicadores aparecen tanto en los instrumentoausadns en ■L
la investigación, como en los diferentes momentos conversacionales, tan
to fórmalas, co m o jnformales. que acompañan la investigación. ~~
Considerarla investigación como proceso dialógico, modifica nasó-
lo el tipo de relación que se establece entre el investigador y el investiga-
do, la cual es activa, participativa y reflexiva, <nnn gi .p mnrinic^ gj
c9ncepto.de instnimftntn de investigación y la forma de construir conoci-
miento en el proceso de investigación.*
n *
fr
‘ González Rey. La investigación cualitativa en psicologíai rumbos y desafíos. EDUC, San
Pablo, Thomson. México, 2000. ,,, ..
• i, l '~ r V ■ '* * * ' v i
* Otra característica general de la epistemología cualitativa es que
destaca el valor de lo singular en la producción de conocimiento, o
sea, el caso singular puede tener tanto valor de generalización en
relación con el problema estudiado, como otras formas de opción
poblacional. Para comprender el valor epistemológico del caso sin
gular tenemoé que colocarnos en unaperspectiva epistemológica
que valoriza lo teórico, pues realmente la significación del caso sin
gular viene dada ng sólo por la información diferenciada que pro
porciona, sino por el hecho de que esta información adquiere valor
dentro de un modelo teórico que va está en desarrollo ante^tHeí
encuentro del investigador con el caso singular. El poder de aene-
railzación no está en la información prnpnrqonada por el caso p s -
tudiado en abstracto, sino oor la relación entre pata información v
e]^proceso de construcción teórica en desarrollo qua. anticipa el
- contacto dol invostig odor-eoaelcaso. El caso individual proporcio
na información que gana significación dentro del pronasn ríe nnns-
trucción teórica que ya está en desarrollo por el investigador en el
momento en que se encuentra con el caso de estudio.
La investigación cualitativa desde esta perspectiva epistemológica se
237
difeiaoria de aquella que enfatiza el valor de la inducción y la descripción
como dominantes en la investigación cualitativa, deviene una investiga-
ción^de fuerte definición teórica, cuyo objeto esencial es producir mo
delos conceptuales para realidades que están más allá de la descripción
y que sólo son visibles al conocimiento desde construcciones teóricas
complejas. Koch, uno de los autores que más ha criticado las desviacio
nes epistem ológicas de la ciencia en general y de la psicología en par-
t endenctedom inanteé ñ laTnvestioación científica de rehuir toda idea v
postular un proceso totalmente ascéptico de encuentro con la realidad.
En relación al concepto de pensamiento ^significativo* este autor escri
bió (1992): * - ” " “
'El pensamiento asignificativo presume que el conocimiento es un
resultadocasi automático de artefactos, de una línea de montaje, de
una 'metodología*. Asume que la acción de investigación es tan rígi
da y completamente regulada por reglas que en su concepción de
investigación frecuentemente las reglas desplazan a sus usuarios
humanos [...] He llamado a-ontologismo (si se me excusa el térmi
no) a la tendencia del pensamiento asignificativo a registrar su ob
jeto como anónimo, indiferenciado y psicológicam ente distante, a
estar, por así decirlo, cognoscitivamente anestesiado frente a su ob
jeto. Y denomino método fetichismo a su tendencia a subordinar el
análisis auténtico y contextualmente gobernado, el descubrimi ento
o la invención, a la aplicación ciega de un método extrínseco. El aon-
tologismo y el método fetichismo pueden estar referidos a las mar
cas definitivas del pensamiento asignificativo' (p. 79).
El énfasis en los procesos de construcción teórica que subrayan la
fantasía, la creatividad, el descubrimiento y la innovación durante el pro
ceso de investigación es una de las características esenciales de la
Epistemología Cualitativa. Tenemos que romper de una vez con las reminis
cencias del empirismo, que se expresan en la representación del momen
to empírico como colecta, sobre la cual actúa después el pensamiento
sobre la base del apoyo objetivo de los datos. La construcción teórica apa
rece antes, durante y después de los datos empíricos, además de que
vemos en estos datos apenas una de las formas en que se presenta el mo
mento empírico, esencialmente en aquellos registros que completan la po
sición central del investigador en el campo de investigación.
Una de las cuestiones de carácter epistemológico más polémicas en
la orientación cualitativa atañe al tipo de referente sobre el que produci
mos un conocimiento. En este punto se produce una clara diferencia en
tre el construccionismo social y la teoría de la subjetividad, de cómo han
subrayado varios investigadores (Castoriadis, Elliott, Danziger, González
Rey). Para el construccionismo social el objetivo del conocimiento psico
lógico está en explicar los procesos a través de los cuales las personas
construyen el mundo y se construyen a sí mismas en procesos discursi
vos de naturaleza relacional. Por tanto, el construccionismo está orienta
do a conocer la organización discursiva en la que adquieren sentido las
acciones humanas en el contexto de prácticas discursivas de naturaleza
social, con lo cual se omiten los aspectos constitutivos de esas realidades,
tanto la social, cuanto la individual, que no se reducen a su aspecto dis
cursivo, incluyendo la subjetividad.
La cuestión no es la negación úe las ontologías, bandera enarbolada
por el posestructuralismo francés, sino la construcción de nuevas ontolo
gías que no expresen el carácter esencialista, apriorístico y determinista de
las formas de comprensión de la realidad que dominaron una parte impor
tante del pensamiento moderno, pues desde este mismo el pensamiento
marxista fue una opción de representación compleja y procesual de la rea
lidad social que descubrió nuevas zonas de sentido irreducibles a ta u sa s
últimas*. La realidad existe en la procesualidad contradictoria de los ele
mentos que la constituyen y que se mantienen en tensión con formas de
organización históricamete producidas en el desarrollo de ésta. Esta pro-
cesualidad. de acuerdo con Marx, siempre está orientada a nuevas sín
tesis en lo que se expresa el racionalismo de la modernidad, pues esa
realidad no se mueve sólo por la acción de la razón, sino por necesidades
que se ocultan a sus protagonistas.
El gran desafío de la psicología no es superar la dicotomía entre lo
interno y lo externo, para colocar el campo del conocimiento sólo en tér
minos de externalidad en relación con el sujeto, con lo cual desaparece
el sujeto del conocimiento, y se entra en una paradoja difícil de resolver
cuando se pretende atribuir carácter activo al investigador, pues si éste no
representa una instancia generadora de sentido, capaz de conferir un nue
vo significado a la realidad que estudia e incluirla en nuevos procesos de
teorización, que han sido, en los casos de mayor repercusión en la teoría
del conocimiento, puntos de ruptura con los discursos dominantes de la
ciencia, es difícil explicar el propio avance de la ciencia. La ciencia siem
pre se mueve gracias a sujetos capaces de generar nuevos focos de
subjetivación y que han transformado las representaciones del mundo do
minantes en los discursos de sus respectivas épocas históricas.
Asumimos lo real en términos de su condición subjetiva compartien
do plenamente la noción de Morin sobre el lugar de lo real en la ciencia-.
‘ Creo que aquello que se llama bientificismo' no es otra cosa sino la de co
locar a la ciencia en el lugar de la religión, hayando que ella va a desem
peñar la misma función, que va a traer la certeza. Y. todavía hoy en día. la
creencia Vulgar' es que la ciencia es cierta. Evidentemente, es lo cierto so
bre el plano de los datos. Pero no es cierto en lo que dice respecto al pen
samiento, a la teoría, Ese movimiento inquietante de la incerteza es la
descubierta de zonas de lo real donde la lógica no funcionaba más pusie
ron nuevamente en marcha el problema de la complejidad [...] Fue de he
cho la resistencia de lo real que trajo consigo la complejidad, y e s eso que
hallo muy bonito (2000, pp. 77-78). Es esta concepción sobre la realidad
la que defiendo al definir el valor ontológico de la subjetividad y es la que
he determinado epistemológicamente a través de la definición de las zo
nas de sentido generadas por el conocimiento y de la investigación como
proceso de diálogo con la realidad (1993,1997,1999), diálogo orientado a
una producción de espacios de inteligibilidad (zonas de sentido), que nun
ca permitirá, por la propia naturaleza del conocimiento, encerrar la reali
dad en los marcos actuales de las teorías que se dedican a conocerla.
La dicotomía que se presenta en la discusión epistemológica actual
entre el constructivism o y el construccionism o se resuelve desde una
perspectiva dialógica dialéctica asumida en la epistemología cualitativa,
laq ue definida desde la dialéctica marxista se continúa en la perspectiva
compleja defendida por Morin. Como señala Morin, la psicología debe sa-
-■•ifHltlltO pv! . - •o
lir del campo de las creencias productoras de certezas para entrar en la frontan con las fuentes de información de la investigación desde el interior
aventura infinita de la construcción de los complejos procesos y configu de los procesos constructivos definidos en su momento empírico. Creo que
raciones que caracterizan la subjetividad como definición ontológica. Es la continuidad de las construcciones teóricas en este campo y la con
tamos en el momento de estimular la formulación de teorías locales que secuente expresión de estas posiciones en la investigación empírica man
den cuenta de zonas de sentido sobre lo estudiado que no aparecen en las tendrán viva esta reflexión epistemológica.
teorías clásicas del pensamiento psicológico, todavía muy atadas a com La teoría de la subjetividad a la cual contribuyen las posiciones pre
ponentes metaffsicos relacionados con la certeza. sentadas en este libro no representa ni el realismo que se critica al men-
La construcción teórica de la subjetividad nos marca un camino. No talism o, caracterizado por una representación de la mente a través de
da un conjunto de reglas de aplicación inmediata, sino que señala una vía entidades causales y universales situadas en la ‘mente’, ni el empirismo
en la que el investigador está siempre entre la tensión de su propio pen derivado del positivismo que caracterizó el conductismo watsoniano. El
samiento y la construcción de su objeto. El estudio de la subjetividad marco teórico y epistemológico defendido aquí se orienta al conocimien
materializa en el campo déla psicología la visión de la complejidad defen to de los procesos de producción de sentidoy de sus diferentes formas de
dida por Morin, que se emparenta filosóficamente con el legado dialéctico organización, a través de la forma diferenciada y procesual que los carac
de Marx. Por eso que no es una coincidencia que la representación de teriza. tanto al nivel individual como en las diferentes culturas y espacios
subjetividad que defiendo en esta obra haya comenzado en el contexto de la vida social del sujeto.
de la psicología soviética.
Un aspecto epistemológico esencial que depara la investigación de la
subjetividad es que enfrenta a una nueva lógica en el planteamiento de los
problemas investigados que no se expresa en una intencionalidad finalis
ta guiada por una representación aditiva de carácter regular y externa a lo
que se estudia, sinoporuna lógica configuracional (González Rey. 1997) que
asume diferentes opciones frente a las transformaciones cualitativas y las
apariciones inesperadas que el investigador encara en el proceso de in
vestigación. La investigación cualitativa orientada desde esta perspectiva ¡
genera permanentemente construcciones hipotéticas complejas que per- *
miten articular las diferentes zonas de inteligibilidad del problema estu
diado a través de la extensión permanente y las contradicciones que se
desprenden de las investigaciones concretas.
La teoría aparece no como un esquema general dentro del cual tie
ne que ser ubicada toda la información encontrada, sino como un telón de
fondo en el cual se produce el complejo diálogo con lo real, diálogo des
de el cual nuevas zonas d élo real entran en el espacio de inteligibilidad de
la teoría y otras zonas son elementos de ruptura y avance de la propia teo
ría. Las construcciones en proceso que presenté en el libro, con las que
estarnos en el camino de generar visibilidad sobre la subjetividad en psi
cología, no se desplazan a una posición de extemalidad en relación con el
conocimiento producido, como ha ocurrido con las construcciones metafí
sicas y ahistóricas desde las que, con frecuencia, se ha pretendido Tancap-
sular’ la complejidad de la psique en fórmulas universales que repetimos
sin pensar sobre ellas ni una vez.
Las construcciones asociadas al marco teórico presentado, avanzan
dentro del cuerpo general de la teoría en la misma medida en que se con
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