0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos) 53 vistas8 páginasJauss - Estetica de La Recepcion
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C( a
Revista
de cultura
Ajio IV, niimero 12
Julio-octubre de 1981
$10.000.-
El primer antimperialismo
latinoamericano.
Analisis estructural
del discurso politico.
Literatura y critica
en América Latina:
reportaje a Jean Franco.
Belgrano Rawson/Rodolfo Alonso/Masotta
Textos de: Isaias, Gola, Marimén, Priamo.Hans Robert Jauss
Estética de la recepcion
y comunicacion literaria
La estética de la recepcion, uno de cuyos tedricos
més importantes es el aleman Hans Robert Jauss,
no ha tenido atin en castellano una difusion equivalente
a la que caracteriz6 hace décadas a la estilistica
0, en la actualidad, a la critica estructuralista y post-estructuralista francesa.
Como el destino de ciertos textos
parece sujeto a las inapelables decisiones editoriales
al éxito de las modas literarias,
Punto de Vista se propone abrir un lugar de difusion alternativa a ambas contingencias.
1. La ostética do Ia recepeién,
conocida también como “Escu
Constanza’’,' se ha ido transforman-
do, a partir de 1966, en una tori
de la comunicacién literaria, El obje-
to de sus investigaciones es la historia
literaria definida como un proceso
que implica siempre tes factores:
el autor, la obra y el pblico, Es
decir, un proceso dialéctico, en el
ual el _movimiento. entre produc:
clén y recepcién pasa por la interme-
diacion de la comunicaci6n literaria.
De este modo, la nocisn de recep-
cién es entendida en el doble sen-
tido de acogida (0 apropiacién) &
intereambio. Por lo dems, la nocién
de estética no se refiere ya a una
ciencia de lo Bello, ni a las viejas
1 Véanse tos trabajos incluidos on ta
antolosia_ de FR, Warning Rezoprionsis-
‘thetik ~ Theorle und Praxis, Musich, Fink,
1975. Puede también corsultarse ia cli:
cién francesa de algunos de 105. emayos
‘de Hars Flobert dauss: Pour une esthitique
de la réception, Paris, Gallimard, 1978,
¥ de Wolfgang tier, The Act of Resding,
Londres, Routledge & Kogan Paul, 1978
(ediciéa original: Der Ake des Lesens,
Munich, 1976). Postique hia conseyrado
‘un nimero especial a Ia estética dela
racepeion: Podtique, N° 39, Paris.
34
Hoy traducimos el texto de Jauss,
ponencia presentada al noveno congreso
de la Asociacion Internacional de Literatura comparada,
realizado en Innsbruck en 1979 y publicado en 1980
Preguntas sobre le exencia del arte,
sino a un problema descuidado
durante mucho tiempo: Zeémo
aprender algo sobre el arte a través
de la experiencia artistica misma,
@ través de la consideracion histé-
rica de la préctice estética que, con
las actividades de produccién, re
cepcién y comunicacién, esti en
Ja base_de todas las manifestaciones
del arte?
La palabra _alemana Rezeption-
sisthetik desdichadamente _sugiere
un malentendicio fatal: en francés y
en inglés, la palabra recepciéin per-
tenece sélo al léxico de la hotele-
rfa...Sin embargo, este neologismo
se ha abierto ya camino en Ia teo-
rfaestética internacional y es pre-
iso ajustar_ su empleo: en tanto
rocién estética, recepcién comporta
un doble sentido, activo y pasi
a la vez. Se define como un acto de
doble faz que incluye el efecto pro-
ducide por ia obra de arte y el modo
en que su pablico la recibe (su “res
puesta”, si se quiere). Ei piblico
(el “destinatario") puede reaccionar
de maneras muy diferentes: la obra
puede ser simplemente consumida o,
ademas, ser criticada, puede admi-
rérzela 0 rechazérsela, se puede gozar
con su forma, interpretar su conte-
nido, suscribir una _interpretacion
conecida 0 intentar una nueva.
Incluso, el destinatario puede res:
ponder 2 una obra produciendo
una obra nueva, De este modo se
cumple el circuito comunicativo
de Ia historia literaria: el productor
es también un “receptor”, desde el
momento en que comienza a escri-
bir. A través de todas estas activi
dades diferentes, el sentido de una
obra se constituye siempre de nuevo,
como resultado de la coincidencia
de dos factores: el horizonte de es
pectativa (0 cédigo primario) impli-
‘ado en la obra, y el horizonte de
experiencia (0 cédigo secundario)
suplido por el receptor.
EI postulado metodologico que
la estética de la recepcin quiere
introducir en la interpretacién cien-
tifica, distingue los dos horizontes
del efecto implicado y de la recep:
cin actualizada de una obra de
arte. Es indispensable _practicar
esta distincién si se quiere compren:
der el engranaje de estructuras que
condicionan el efecto de una obra
y las normas estéticas aplicadas porsus intérpretes en el curso de la his-
toria literaria. Encontrar nuevamente
la comunicacién literaria, oculta por
lo que suele Ilamarse los “hechos lit
rarios", es el objetivo de las nuevas
Investigaciones que exigen una teoria
literaria capaz de tener en cuenta la
interacci6n entre produccién y recep:
cién, A través de esta interaccién se
realiza el intercambio continuo entre
autores, obras y pablicos, entre la ex-
eriencia art/stica presente y la pasada,
Contraria a una tradicion de investi
aciones histéricas del tipo “la suerte
de...", la estética de la recepcién
restituye el rol activo del lector an
a concretizacién sucesiva del sentido
de las obras a través de la histor
Por otra parte, la estética de la re
cepcion no debe ser confundida con
una sociologia histérics del pablico,
interesada slo en los cambios de gus-
to, de intoreses o de ideologias. Opo-
niéndose a ambos métodos, que
reducen la historia a casualidades uni
laterales, 1a estética de la recepcién
sostiene una concepcién dialéctica:
desde su perspectiva, a historia de
las interpretaciones de una obra de
arte @ un intercambio de experien-
cias 0, si se quiere, un didlogo, un
juego de preguntas y respuestas.
2. En la década del sesonte, se
intent transformar la teorfa lite-
aria en método descriptive y_for-
malizante colocado “més alla de la
interpretaci6n”, segin un modelo
propio de las ciencias nomolégicas.
En oposicién a esta tendencia, la es.
tética de Ia recepcién hace profesion
de fe hermenéutica y se situa en el
‘campo de las ciencias del sentido,
Pero, el hecho de que vuelva a ta
interpretacién, no significa en abso:
luto que esté dispuesta a abandonar
las adquisiciones de la aproximacién
estructural, 0 que se entregue al
ideal de una exégesis _inmanente,
ara la que el simple acto de borrar-
se a sf misma aseguraria la objetivi
dad, La interpretacién, segiin la es-
tética de la recepcién, exige que el
intérprote controle su aproximecién
subjetiva, reconociendo el horizonte
limitado de su -posicin histori
Esta reflexién funda una hermenéu-
tica que abre un didlogo entre el pre-
sente y el pasado, y que integra Ia
nueva interpretaciin en la serie his-
torica de las concretizaciones del
sentido. A este fin, hoy es necesa-
rio desarrollar una nueva hermendu-
tica literaria que, segin los modelos
de Ia teologia y de la jurisprudencis,
tenga en cuenta las tres actividades
que constituyen el acto de compren-
der: 1a comprensin propiamente
icha, la interpretaci6n y la aplicacion,
La teologla y ta jurisprudencia,
proximas en el espacio de las ciencias
textuales, han progresado tanto en la
reflexién hermenéutica que scompara
su préctica cientitica, que el aporte
de la hermenéutica literaria tradicio-
nal al actual debate sobre la herme-
néutica general se reduce —como lo
decia ya Peter Szondi en 1970—
al papel modesto del pariente po-
bre? Sus problamas son ovidentes
cuando s le pide una teoria de la
‘comprensién que convenge al carée-
ter estético de los textos litera
En la tradicién universitaria, sol
resolverse esta cuestién remitiéndola
ya a la retérica, cuyo espacio era el
de los efectos del discurso literario,
ya a la critica, que legislaba sobre
os valores estéticos. Es indudable
que esta _cuestién fue planteada
bajo otra forma desde el comienzo
de nuestro siglo: piénsese en el pro-
blema de la "literariedad” suscitado
por tos formalistas rusos, 0 en una
critica de ta belleza, propuesta a la
estilistica por Leo Spitzer.' Pero ni
{os primeros ni este dltimo se propu-
Seron justifiear sus métodos de inter:
pretacion a través de una teflexion
hermenéutica, La ausencia de una
worla de la comprension, la toma
de posicién contraria a toda herme-
néutica, caracterizaron luego la nueva
postica lingifstica © semistica, asf
como las teorfas de la esoritura, del
En Einfdhrung in die litearische Her:
‘meneutik, Franklurt, 1975, pig. 404.
2 La tworia implicita, de la préctica
de Ia interpretacion de L. Spitzer supers
e lejos sus reflexiones marginales sobre
1 clreulo harmonbutho, Véove al respecte
21 elogio de Jean Starobinski: Lae vivant
41 ~ Ia relation critique, Patis, 1970. Hay
waduccion castellana: Le relecién eritca
Dilcoandlicis y literature, Taurus,
juego textual y de la intertextualidad,
Con el titulo sintomético de Contra
{a interpretaci6n (1966), Susan Sontag
hizo fortuna, porque denuncisba 1a
contradiccién entre la literatura mo-
derna_y la interpretacion tradicional
que, reduciendo el sentido plural
de la obra abierta a una significa-
cién nica, pretandidamente obje.
tiva, pero oculta detrés del texto,
no logra aferrar la estructura esté-
tica que caracteriza a la mayoria
de las obras _contemporineas,*
Luego fue arraigéndose un prejuicio
segin el cual la hermenéutica
una doctrina obsoleta, esotérica y
regida por el interés ideolégico de
teforzamiento de la autoridad ejer-
cida por Ia tradicién sobre el pre-
sente.
Susan Sontag olvidaba, sin em-
argo, que su vivaz ataque contra
las simplificaciones de ta interpre-
tacion positivista, ya habia ido mas
lejos en el debate hermenéutico
alemén. La estética de Ia recepcién
retomé los argumentos de la filoso-
fia hermenéutica de Hans-Georg Ga-
damer® al cuestionar, desde 1966,
el objetivismo de ta exégesis impues-
to en la ensefianza de Ia literatura,
Denunciaba las ilusiones del histori-
ciemo que, proconizando el “re
greso a las fuentes" y la “fidelidad
al texto", es causa de que el in-
térprete ignore los limites de su ho-
rizonte hist6rico, desconozca lo que la
Fecepcién del texto debe a la histo-
ria, s6lo sefiale errores y malas lec.
turas en el trabajo de sus predece-
sores, y Ilegue incluso a imaginarse
en una relacién pura e inmediata
con el texto, como poseedor tinico
de su verdadero sentido, La estética
de la recepcién, por el contrario, al
definir el sentido de una obra por la
secuencia historica de sus concreti-
zaciones, no tiene como objetivo
fundamental la verificacién de las
interprotaciones anteriores (0 su re.
futaci6n) sino, mas bien, el reconoc
‘miento de la compatibilidad de inter.
* Against interpretation
essays, Nueva York, 1966, nig. 6,
© Verded y método, Salamance, Edicio
ret Siguers, 1977,
and other
35pretaciones diferentes.
El principio hermenéutico, que exi-
ge reconocer la parcialidad inherente
@ toda interpretaci6n, no es la Gnica
herencia que la hermenéutica lite
aria debe 2 su hermana filosotica,
La hermenéutica de Gadamer la inci-
3 a desarrollar el acto de compren-
der a través de tres momentos: Ie
‘comprensién (Verstehen), la interpre-
tacion (Auslegen) y la aplicacién (An:
‘weden), Respecto de esta tarea, ycom-
Parada con las otras hermenéuticas,
la hermenéutica literaria adolece de
un retraso considerable, La teolo-
fa y lo jurisprudencia nunce han
perdido de vista que “siempre se pro-
duce, en el madio mismo de la com-
Prensién, algo parecido a una apli-
cacién a la situacién presente del in-
Urprete del texto”. Solamente la
filologia redujo, a partir del his-
toricismo, su método a la interpre:
‘tacién; no intenté. esclarecer 1a com-
Prension estética y despreci6 el pro-
blema de Ia aplicacién, como +i te
‘ratara de una ingenuidad didéctica,
Sin embargo, el acto de comprender
culmina, para el tedlogo, con la pre:
dicacién; para el jurisconsulto, con la
sentencia. Un texto, legal 0 revelado,
demanda algo més que la simple com:
Prension historica: la significacion de
tuna ley se concretiza en su aplicacién
@ cada nuevo caso; un texto religioso
debe ser comprendida, en tanto mon-
saje de salvacion, de manera nueva
en cada situacién concreta, €Por qué
raz6n la interpretacién literaria debe-
ra detenerse en la reconstruccién de
tun pasado “tal como realmente fue”,
© en la descripcién de un texto, por
el modesto placer de la “descri
cién por si misma? Si la hermenéu-
tica literaria quiere avanzar hasta el
instante concreto de la interpret
clén —lo que equivale a decir: del
juicio estético © histérico—, debe rs
conocer la aplicacién como parte inte-
grante de toda comprensién y volv
‘@ encontrar, en la experiencia esté-
tica, la unidad de los tres momer
tos del acto hermenéutico,
© tov,
36
3, Las nuevas teorfas de la recep-
cién y de la comunicacion literaria,
desarrolladas.independientemente en
Constanza y Berlin oriental, no son
or supuesto un fendmeno propio
de una tradicion cientitica exciusi-
vamente alemana, Si, como lo espe-
ramos, estas teor/as pueden provo-
car un "cambio de paradigms’ y atraer
el interés’ poblico que los estudios
literarios, evidentemente, han perdido
después de la guerra, si estas teorias
tuvieron una repercusién inesperada,
€ porque formaban pate de un
cambio de direccién més general que
se impuso on la historia de las cien-
cias del hombre a mediados de la dé-
cada del sesemta. La aparicién de la
estética de Ia recepcién es contempo-
rénea al cuestionamiento del para
digma estructuralista dominante, ca
racterizado por su tendencia a-his-
térice, que impulsaba a la lingQis-
tica, la semiologia, 1a sociologia y
otras disciplinas hacia formulas y con-
cepciones anéloges, destinadas a con-
vergir en la elaboracion de una te-
ra englobante dela comunicacién
humana,
| estructuralismo, desarrollado pri-
mero por la ica y luego por
la antropologfa como “‘discurso del
método" univarssl, suscltb una orf
tica que defini, en lo esoncial, las si
guientes premisas: un universo lin
alifstico cerrado, sin referente y, por
lo tanto, sin relacion con el mundo;
sistemas de signos sin sujeto, y, en
consecuencia, sin nexos con la situa-
cién de produccibn y racapeién dat
sentido; una nocién de estructura con
valor ontolégico, reificada y, por
lo tanto, sustrafda a toda funcion so
cial; redvccién de las funciones prag-
iméticas de comunicaci6n al juego com-
Binatorio de la lésica formal, El cues-
tionamionto do estos premisas se anun-
i en varias disciplinas al mismo tiem-
po: la teorfa literaria comenz6 2 de-
volver sus derechos al lector, al espec-
tador 0 al “receptor”; la lingifstica
pas6 de la frase al texto y desarrolld
tuna pragmética de los “actos de len-
susie” y de las situactones comuni-
cativas; la semiética se aproximé
@ Una concepcién de los cédigo:
cluso, de los textos culturae
tropologia social renové la cuestién
del sujeto, de las. funciones ¢ inst
tuciones sociales. Asistimos a un rena-
cimiento de la sociologia fenomeno-
N6sica, que retomé, desde supers:
Pective, el problema de la constitu:
cién del sentido; le légica formal,
en fin, se ve superads por una Ibgica
propedéutica que introdujo el dié-
Jogo en la argumentacién. No olvide-
‘mos que, por. es0s afos, la cibernética
© teorfa de ta informacién se impo-
‘fe con tal fuerza que parecia pro:
ponerse como una “ciencia de salva-
cién’, la mejor preparada para redu-
cir los. problemas complejo: de la
comunicacién humana a su solucién
més simple, Esperanza engafiosa, como
debe reconocerlo, a pesar suyo, la
estitica informacional, para la. cual
el factor “comunicaci6n” sigue siendo
un valor estético negativo, 7
Con las teorias postestructurales
desarrolladas por la critica literaria
francesa posterior a 1968, Ia estéti-
‘ea de Ia recepcién comparte la no-
cién de obra abierta (“opera aperta’
segin Umberto Eco}, el rechazo del
logocentrismo, la reintroduecién del
sujeto y Ia revalorizacion del. texto
literario a través de su funcion de
transformacion social. Pero las teo-
Has literaries de procedencia. alema:
na se distinguen de las francesas so:
bre 1a escritura, en ol hecho de que
éstes Gltimas hacen derivar la géne-
sis del sentido de ese productividad
reflexiva que es el texto mismo; mi
tras que las primeras explican la
constitucion continua del sentido por
el intereambio (0 Ia interaccién)
entre las dos actividades de la pro-
duccién y Ia racepci6n
Asies preciso preguntarse si el primer
paso metédico, que conducia a la
vanguardia francesa de la obra_al
texto, no debiera ser seguido por
tun segundo paso que nos lleve del
Sujeto que excribe al que lee ¥-juzga,
fn la medida en que se trata de com:
* Véase R. BrUting: Eeriture und Text
= Die tranzische Literaturtheorie nach
dem Strukturalismus, Bonn, 1976, pis.render a la literatura como un pro:
‘eso a la vez comunicativo y creador
de normas sociales. La comunicacion
literaria debe ser concebida como un
‘campo intersubjetivo; es preciso enten:
der la relacién dialégica entra el texto,
sus “receptores”” y los “receptores”
entre s/. Es preciso no reducir la expe:
Fiencia estética intersubjetive a un
“placer del texto" monolégico que el
lector, segin Barthes, encontrarfa en
1 “solitario parafso da las palsbras”.*
4. Los estudios literarios de los hu-
‘manistas pertenecen @ una ciencia
comparatista avant Ja lettre, si se con:
sidera que sus obras maestras, desde
el Renacimiento italiano hasta el idea-
lismo alemén, fueron concebidas segdn
el modelo del “paralelo entre los anti
guos y los modernos”, legado por Plu-
taroo.? Estos paralelos surgian de una
nnocesidad que superata incluso la pro.
fesion de fe filolégica. Se trataba de
encontrar y justincar las normas de
Una perfeccién que todavia unia lo
Bello y lo Bueno, Ia estética y la mo
ral. El historicismo de ta era romén
tica debilité esta consideraci6n hu-
manistica de la comunicacién tite-
raria, poniendo fin en tanto ciencia
© Mi critica més detallada » Barthes
puede leerse en Asthetlscha Erfahrung
und titeraritcheHarmeneutik, tomo |
Munich, Fink, 1977, pdg, 55 y ss,
litrature: un 6ti 3 lo théorie littérare”
en Four une esthétique de la réception,
0. ct, pig, 180 y
de lo singular y lo individual en la
historia— al género historiogrético de
los “paralelos”, £Cémo pueden re-
conciliarse hoy las necesidades de
la comunicacién literaria con el co-
necimiento histérico? Descubro en
este punto una particular oportuni-
dad para la renovacién de los estu-
dios de literatura comparada,
Esta disciplina, fundada con la
intencién de remediar el aislamiento
de las literaturas nacionales, fue
durante mucho tiempo tributaria de
la metodolog(a positivista, de la his-
toria de las ideas © del formalismo;
no estuvo en condiciones, por lo tan-
to, de reconocer el interés legitimo
de un nuevo planteo del problema
de la comunicacion literaria, En la
medida en que esta disciplina se
define (con Jean-Marie Carré, 1951)
como “el estudio de las relaciones es:
pirituales internacionales, de
ciones de hechos","° la experiencia
vivida de la comunicacién |iteraria
ermanece oculta por la red de los
“hechos litersrios” y se olvida que
siempre existen, detrds de las relacio-
nes objetivadas 0 ““espirituales”, cuje-
tos actuantes que —por la recepcién
¥ por la interpretacién, por la selec:
cién y la reproduccién de la liter
tura anterior— realizan el intercambio
% Jean-Maris Carré (1951) citedo por
M, Gateiger en "Zum Begriff der Literatur
In’ vergleichender Sicnt™, en H. RUdiger,
,, Zur Theorie der Veglaichenden Liter:
turwissensohatt, Berlin-Nueva York. 1971,
p80, 78.
titerario, Los autores de “parélelos”
juzgados como “precientificos” po:
rian ensefiar a los comparatistas de
hoy que toda comparacién en histo-
ria literaria necesita de un “tertium
‘comparationis", es decir de una nor-
ma tedrica. Y estas normas no fluyen
esponténeamente de los objetos com-
parades. Surgen de Ia precompren-
sion, de_un interés @ menudo oculto
© inconsciente que el intérprete debe
descubrir, mediante la reflexién her-
menéutica, y que debe introducir,
concientemente, en el acto de com:
aracién, si quiere evitar que su ané:
Hisis 2a dirigido por un_prejuicio.
Para los humanistas como para
los filésofos del siglo de las luces, la
Interpretaci6n comparada de las cul
turas antigua y modema no consti-
tufa un fin en s{ mismo, sino un modo
de formular y describir un ideal de
sociedad presente o futura, En su Pa-
ralelo de fos antiquos y modernos
(1688-1697), obra injustamente subes-
timada on la tradicién de tas letras
francesas, Charles Perrault quiso pro-
bar el progreso del siglo de Luis XIV
sobre las normas de perfeccién de la
cultura antigua, y debié terminar,
ese a su intencién primera, resono:
ciendo Ia cualidad incomparable de
‘ambos mundes histéricos, La His:
toria del arte de la antigiiedad de
Winckelmann, concebida como una
antitesis a las Bellas Artes do los mo-
dernos, debie poner de manifesto,
@ travis de un desarrollo cumplido
Por los antiguos, la idea de lo Bello,Unica digna de imitacién; y también
debia poner ante los ojos de sus con-
temporéneos, mediante nuevas inter-
pretaciones del estilo alto, una uto-
Pia estética sobre la buena vids en
comunidad." Rousseau en
tica de la civilizacién modern:
zaba las comparaciones entre Ia ciu-
dad antigua y el Estado moderno a
fin de visualizar los postulados y el
cuadro abstracto del Contrato social,
mediante la evocacién de la verda-
dera vida republicana, Schiller y Schl
gel intentaron, en sus escritos de 1797,
encontrar una solucién nueva a la
“Querella de los Antiguos y Moder-
nos”, partiendo de la distincién his-
toriea de las dos edades del arte anti-
‘quo y moderno, y proyectando la filo-
sofia historica del arte futuro, de la
que surgia el programs estético del
romanticism,
Comparados con estos anteceden-
tes, los proyectos y fines de Ia dis-
ciplina que se quiere comparatista
Parecon hoy algo modestos. Incluso
el célebre proyecto de una Historia
comparada de las literaturas en len-
guas -modernas!? me parece que
corre al riesgo de fundar un museo
imaginario de la literatura universal,
al carecer de objetivos que superen
la comparacion metodolégica. Para
evitar este riesgo deberfa renovarse
la cuestién de la comunicacién lite:
raria, lo que supondria reconsteui
més allé de las relaciones reificadas
de la historia literaris tradicional,
las relaciones de “recepcién” y de
intercambio que 1a experiencia del
arte hizo siempre posibles (muchas
veces enfrentando limites religiosos
¥ politicos) tanto entie 13s nacio:
hes como entre el pasado y el pre-
sente.
su eri.
5. La tarea de representar la his-
toria de las literaturas como un pro-
eso de comunicacién implica, pri
1 segin 0. Abii, Winekelmann und
die Entwicklungslogik der Kunst, tosis
Dresentada en la Universidad de Constance,
1976,
® véase ol informe de Y. Choveet
sobre dl octavo Congreso de la Asociacién
Internacional da Literatura Comperada,
walizaco on 1978,
38
mero, reconstruir el rol activo de la
comprensién en las relaciones de
‘recepcion” e intercambio titerarios.
Este presupuesto hermenéutico es,
por lo demés, bastante més. viejo
de lo que puede pensarse: Quidquid
rcipitur, recipitur ad modum reci-
piemis, La estética de ta recepcién
puede recurri en este punto a la au:
toridad venerable de Santo Tomés,”?,
Admitido este principio, se percibe
de inmediato la insuficiencia de cir.
tas categories traticionales de la his-
toria literaria (como: fuente, influen-
ia, modelo, posteridad (Nechleben),
herencia). En consecuencia, es preci-
10 traducirlas 2 relaciones dialécticas
si se quiere comprender Ia historia
de la comunicacién literaria, Admitir
4 rol activo del “receptor’” implica
reconocer que todo acto de recep-
ién presupone una eleccién, y una
parcialided, respecto de la tadicién
previa, Una tradicién literaria se for
ma necesariaments en un proceso
‘que supone dos actitudes opucstas
la apropiacién y el rechazo, la con
servaci6n del pasado y la renovacién,
El paso metodol6gico desde la ne
rrecién unilineal a una concepei6n
ialéctica de le historia literaia tiene
Ia ventaja de develar todo un regi
wo de rdaciones comunieativas que
Permanecian ocultas por filiaciones
reducidas a una causélided simple,
Alli donde slo se descubrian de
Pendencias unilaterales respect de
tne fuente 0 modelo, se puede ahora
aistinguir un repertorio de tipos y de
formas de recepcién extremadamente
siferenciados. Dionyz Duridin, que re
conocié y puso de relieve, al mismo
‘tiempo que los investigadores de Cons
tanza_y Berlin oriental, la funcién
inte del receptor en todos los
es de lo formacién de las wad
cones literaris,"* propone distinguir
las formes de la recepcién segin la
® Santo Tomés lo tomé del Liber de
* Verwleichende — Literaterforschung,
‘woduccion del manusctito eslevaco apart.
ide en Sammlung, Akademie Verlag, Li
teratur, N® 18, Berlin, 1976,
la imitaciOn, 1a adaptacion y 1a varia-
cién, Por lo dems, se debe a Harold
Bloom 1a teor‘a hermenéutica que per-
‘mite reemplazar el mito literario de
los “precursores” por un registro de
ceategorias que denomina “creative
misreading’ (malentendido creativo).
La relacién entre fos grandes autores
puede explicarse entonces bajo 1a
forma de “ratios revisi
digamos més bien, respuestas que los
Postas-hijos dan a las preguntas que
los poetas-padres dejaron abiertas,
or ejemplo: la correccién o desvia-
cién del sentido, su complemento
antitético, su aniquilacién, 1a subli
macién, el retorno al sentido original
perdido 0 su superacién que entrafia
consecuencias imprevisibles, *
Pero no sélo las formas de actua-
fizaci6n de las obras canénicas y el
didlogo entre los grandes autores en:
uentran, a la luz de la estética de la
ecepcién, su dindmica historica. Los
estilos, los géneros, las épocas, los
"roracimientos”, considerados como
Productos acabados y cerrados por la
investigacién positivista, reaparecen
en dl horizonte moviente de su sign
ficacién acontecimiental y requieren
ser interpretacion tomando en con-
sideracion la posicién cambiante de
los interpretes, Una épopa litera
Por ejemplo, no es un “hecho” cuya
significacin pueda ser definida y ob:
Jotivable de una vez para siempre,
sino una manifestacién histérica que
no puede ser sustrafda a un proceso.
de sianificaciones siempre productivo.
El sentido de una época literaria se re-
vela en las coneretizaciones. sucesi-
vas de su significancia (para usar un
termino de Roland Barthes) que
resultan tanto del _acontecimiento
‘como de su efecto en diferentes mo-
montos, ofectos que pueden ser
reconstruidos en la historia de su
fecepcién, a partir de la primera
‘acogida hasta la interpretacién ac-
tual. Para comprender, por ejemplo,
el romanticismo en el nivel de nues:
tra_actual _posicién histérica, no
asta limitarse a la descripeién
cerrada de una época homogénea,
tal como aparece en los manuales.
454 Mop of Misreoding, Nueva York,Si nos preguntamos cus! podria
ser la significacién del romaticismo
Para_nosotros hoy, debemos consi
derar tanto los manifiestos liter
ios desde 1802 a 1827 como las
‘obras, Novalis, Victor Hugo y la
critica del romanticism tevada a
cabo por Mallarmé 0 Valéry. Debe-
‘mos hacernos cargo de las condicio-
nes de nuestra comprension actual,
‘que sigue un canon estético que ha
desecreditado toda poesia de
‘origen roméntico o que puede verse
arrastrada en la actualidad por una
‘ola neoroméntica, cuya génesis es
preciso aclarar. La historia de las
‘concretizaciones del romanticismo
en {as tradiciones literarias domi-
nantes deberfa ser confrontada con
la historia de su recepcion en las
literaturas eslavas y no europeas.
Al ser la comunicacién iteraria_un
proceso donde quien “recibe'* slige
@l patrimonio ofrecido por el pa-
sado o las literaturas extranjeras, el
problema de determinar to que ha
sido recibido y lo que ha sido re-
chazado (por qué, por ejemplo,
Jean Paul o Hoffmann fueron lefdos
© imitados inmediatamente fuera de
Alemania, mientras que otros escri
tores como Novalis o Eichendorff
slo tuvieron un suceso tardfo?)
se plantea, con extrema precisiOn,
fen tanto revelador de la coneretiza-
cién historica del sentido de una
época literari
Nuestro ejemplo permite extraer
dos conclusiones, La estética de la
recepcién disuelve la nocién de época,
definida, siguiendo a Hegel, como
expresion del espiritu objetivo. Y
disuelve también la concapcién de una
‘unidad simbélica de todas as mani
festaciones que son simulténeas, De
‘aqui en més, ef estilo de una época
sera la norma estética_dominante
que hace surgir, en el campo de la
expresin artistica, 1a no simulta
neidad de le que aparece simultinea
mente. La aparicién de un nuevo
estilo que haga época puede negar
la norma estética hasta entonces
dominante en el pasado literario;
puede arrojarla al olvido, pero tam.
bién puede adjudicarle una fun-
cién subordinada dentio del nuevo
anon estético (come, por ejemplo,
la novela llamada realista, que,
desde Flaubert, cita de maneras
diferentes al romanticismo). Por
lo demés, Ia estética de la recepoion
Se opone a la concepeién de una
tradici6n literaria que serfa, segin
una profesién de fe humanista o
segdn una reciente filosofia de la
toria_marxista, un “thesaurus”
intemporal y siempre presente o una
herencia cultural creciente y dispo-
nible, Estas dos concepciones desem-
bocan en una totalidad que la litera-
‘ura comparada, bajo la denominacién
de “literatura mundial”, se esfuerza
heroicamente en englobor dentro
de una sintesis historiogréfica, La tre-
dioién literaria, considerade desde el
punta de vista de la teorfa de la recep-
cién, puede convertirse en objeto de
Investigacién s6lo si reconoce la par-
lad del punto de vista y Is
fleccién permanente, como condicio-
nes de toda comunicacién literaria,
La tradicién litereria no escapa a ln
ley que preside toda historiogratia,
ley que exige del historiador la re-
nuncia que, seain Karel Kosik, se ve
fargamente | compensada por ‘la fa
cultad humana de renovar el pasado
mediante una “totalizacién histérica
por la cusl la préotica humana inte
{ra elementos del pasado y los reant-
ma integréndolos”."*
6. En la actualidad, una teorla
de la comunicacién literaria debe
comenzar por una critica del "mu:
so imaginario” y de la metafi
‘que éste lleva implicita: es decir,
de la estética platonizante que quiere
que todo gran arte nos sea siempre
© inmediatamente accesible. Los de-
bates tedricos de Ia década del sesen-
ta, dominados por una recepcién
nueva de Marx y Freud, quebraron
la conviccién humanista que edju:
dicaba a las artes un ilimitedo poder
para establecer la comunicacién entre
los hombres a través de los tiempos.
Del debate sobre las ideologias y la
manipulacion ideolégica, debemos
™ Dialectica de to concreto,
‘aprender que la tradicion_titerat
estuvo siempre investida de un poder
ambivalente para comunicar y salvar
del olvido los triunfos y suftimien-
‘tos humanos, pero éste era, al mismo
tiempo, un poder pare ocultar los i
tereses de dominacién y sujetar el
arte a ellos, No olvidemos sin embar-
90 que la comunicacién literaria,
enfrentada a la sospecha panideo-
légica, nunca pudo ser sometida del
todo a las ideologias de los Estados
Y las Iglesias. La historia de Ia lite-
Fatura y del arte es a la vez la histo-
ria de la servidumbre y de 1a insubor-
dinacién esencial de la expotioncio
estética: el hombre, por sus actividades
creadoras y receptoras, puede tornar
transparentes todas las otras funcio-
nes de la acci6n humana y elevarlas
hasta un nivel de comunicaci6n que
os permite descifrar, incluso en la
distancia temporal, espacial 0 cultu-
ral, su experiencia del mundo.
En sus comienzos, la estética de
la recepcién se presentaba todavia
como una estética del arte auténo-
mo, referida a las obras de arte que,
metced a sus valores de innovacién
© de “negatividad”, superaban el ho:
rizonte de expectativas de su primer
Piblico y que, merced a la plenitud
de sentido, suscitaban una rica his-
toria interpretativa, En la medida en
‘que la cuestién de las funciones socia-
les del arte s» imponia nuevaments
el campo de las investigaciones debié
abrirse a tradiciones literarias ante-
riores y posteriores al perfodo del arte
‘auténomo, colocadas mas alld de la
nocién humanista de la obra; abrirse
@ la comunicacién literaria en la am-
plitud de todes sus funciones, sin ex-
Cluir el “deleitar instruyendo”, desa-
creditado por-el “arte por el arte”
y despreciado hoy bajo la etiqueta de
“literatura de consumo”. Esta, como
la literatura oral, existe s6lo bajo la
forma de una “serialided”, de un mo-
vimiento, que escapa ala estética tra:
Jicional, orientada hacia el cardcter
singular de la obra de arte. Fue nece-
sario, en consecuencia, reencontrar a
comunicacién fiteraria en la expe-
riencia vivida del arte, y reemplazar
el estudio de la ontologia de ta obra
Por el de la practica estética, En esta
39empresa, John Dewey, Jan Muk
rovsky y Michel Dufrenne sbrieron
camino." Pero no elaboraron la hie-
toria de la préctica estética en sus tres
actividades fundamentales: 1a produc-
ci6n 0 poiesis, ta recepcién 0 aisthesis
n 0 catharsis, Mi teo-
ra de 1a experiencia extética concuer-
dda con la de Mukarovsky en la medida
en que éste define le funcion est
ica como un principio vacto, incluso
traseendente, que permite organizer y
dinamizar_ todas ae. otrae. funciones
de le accién en el mundo cotidiano,
A esta teoria del signo estético, que
hace transparentes las realidades op
cas del mundo vivid, agrego que la
funeion estética, en oposicién a la
te6rica, permanese arraigada en el
gece estético que —definido como
goce de si mismo en el goce del otro—
abre la interaccién comunicativa
Mientras que, para Mukarovsky, la
funcién estética se constituye s6lo
or una negacién de las. funciones
récticas y comunicativas, para la
escuela de Constanza, Ia funcién
estétiea conserva el horizonte mismo
de ls realidad que niega y restituye,
por esta vie, su funcién comunicativa
erdida a la funcién estética. Ast, la
lésica dicotomia entre ficcién y rea-
lided pierde sus derechos: “en lugar
de ser simplemente su contrario, la
ficeién nos comunica algo sobre Ia
realidad”."* E| mundo de la
dja de ser un mundo en si y se
convierte en lo que la ficcién fue
siempre para la experiencia esté-
ica y comunicativa del arte, antes
de cue se la declarase aut6noma:
tun horizonte que nos revela el sen-
tido del, mundo a través de los ojos
de otro,”
Si se quiere escribir una nueva
"7 John Dewy, Art as Experience,
1934; M. Dutrenne, Phénomenologie de
pxperience esthétique, 1976; J. Muks
rovaky, Excritor de estética y somidtica
ol arte, Barcelona, G, Gill, 1977,
© sor, The Act of Reading, op. cit
} Interproto de este modo lo tesis d
K, Stierle: "EI mundo aparece como
horizonte de la fieciOn, Ia flecién sparece
como el horizonte dal mundo”, en su
fon et fiction”, Podtique
historia literaria con el objetivo de
reconstruir, a partir del residuo de las
‘obras, de las filiaciones histéricas y de
as interpretaciones, el proceso de
comunicacién literaria ocultado por
éstes, debe recurrirse a la historia y
la teorfa de la experiencia estética,
Ello me parece indispensable por-
que nos ofrece el “puente hermentu:
ico” que permite aleanzar époc
lejanas y cultures ajenas a nuestra
tradicién europea, El historiador nece-
sita tanto como el antropélogo de esta
via de entrada, ya que la mayoria
de las veces debe encarar sus. ané-
lisis sobre la base de documentos o
testimonios —dispersos, _incompletos
Y mudos, cuando no engafiosos, ya
que no fueron pensados para el “pla
cer del texto” de un lector posterior
© la comprensién de un observador
extrafio.” Las. manifestaciones del
arte 0, digamos mejor, los testimonios
de un mundo vivido, una vez que
son dominados por la funcién esté-
tica, superan siempre Ia situacién prag-
mética desu origen, incluso cuando
conserven fines rituales 0 ideol6gicos.
Cuando la experiencia estética entra
fen juego, el hombre ana distancia
tespecto de la servidumbre al ritual
feligioso o politico: el objeto de culto
que ha sido capturado por la funci6n
estética no puede ya seguir ocultando
su_secreto. Transformado en objeto
estético, recibe la doble estructura
de una alteridad que revele su ser otro
(su “extraneidad”) y, al mismo tiem:
po, $e refiers, a través de la forma,
a otro, a una conciencia dispuesta a
comprenderlo.
Hacer accesibles el arte y la lite:
ratura del pasado, que “hoy parecen
extrafias, y aproplérselas a través
del conocimiento de su misma alter
dad: tal la tarea de la hermenéutica
histrica trate de
® aca ilustear ose dilema, quiero car
slo. un passje entie muchos otros: Geor-
(98 Duby en su introducciOn 9 Les tri
orares ou imaginare du éocalisme, Parts,
1978, pl. 18: “El historiador s6l0\ puede
interronar restos, raros restos que provienen
de todos los_monumentos slevados_ por
‘1 poder todo 19 vivo de la vcs se le escape,
incluso tado lo popular; s6lo 46 hicieron,
seuchor los hombres que twvieron entre
sus manos el aparato que Loyseau llama
Estado”,
Cusndo se
una cultura extrafia ala tradicién artis:
tica europes, deberé recurrirse a una
aproximacién sistemética, facilitada
por el repertorio de los géneros lite:
rarios y ordles proporcionado por la
teor(a literaria y el comparatismo;
© bien recurrir al repertorio de mode-
Jos de identificacién, preparado por la
Psicolog(a literaria; 0, finalmente, al
epertorio de los roles @ instituciones
sociales, elaborados por 1a sociolo:
‘gfa del saber. Creo que la experien-
ia primordial de esta hora es lograr
la sintesis de las proposiciones meto:
dolégicas de la investigacién literaria
consagrada a los problemas de la co-
municacién, que se plantean tanto
en ta diacronfa de los procesos de
la recepcién como en la sincronia
de los sistemas de comunicacién.®
Quizés, de todo esto surja una nueva
‘oportunidad de reconciliacién de las
metodologtas hermenéuticas y estruc:
turales: una podr(a aprender que no
hay ciencia de Jo singular, \a otra que
Ja ciencia que carazca de comunicacién
‘no se constituye en saber.
(Traduceién: Beatriz Sarto)
3 Vaasa Hons A, douse: Altered
und Moderniat der mittelaterichen Li-
teratur, Munich, 1977, Introduecién,
® Estoy de scverdo sobre este punto
‘con Etiemble que, en 1963, recordé en 4
critics @ le escuela francesa de literatura
comparada que, “la historia de lar relacio-
‘nas de hecho sntte los escritores, excuelas
© gineros titerarios no agota:nusstra die
ciplins”, y sdopt6 la opinién de René
Wallek:' "las literatures son sistemas de
formas quo el hombre agrega a su lengua
voturol”, Wellek exigio la slaboracion de
lune poética, de una estétics y db uno
1orica_compirodas ‘y epoyd en su disci-
lina fa formulacion ce juicios estéticos,
® Un ejemplo pare Ia reconstruccién
de un sisterra de comunicacién literaia,
‘1 de los pequefios gSneros litoraros 0 for.
‘mas simples del discurto ejemplar, t0 en-
cuontra. en Alteritit und Modemitat der
‘mittelolterlichen Literatur, cit, pig. 34-7
El mismo postulado es hoy’ formulado
or la Investigacién einolégice, véase
Smith, "Des gontes. et des hommes”, e
Podtique, N° 19, pig. 311; "En una’ pa
Jabra, captando a las literatures como
sistaras no siguiendo, como es usual
os. temas. aisladamente ‘de su contexto,
‘través de todo el continente, se podrén
fechar las bases de una verdadera reflexién
comparatieta y formulae quizés alguna hi-
‘potas tobrica verdaderamente reveladora”,
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