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Jauss - Estetica de La Recepcion

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C( a Revista de cultura Ajio IV, niimero 12 Julio-octubre de 1981 $10.000.- El primer antimperialismo latinoamericano. Analisis estructural del discurso politico. Literatura y critica en América Latina: reportaje a Jean Franco. Belgrano Rawson/Rodolfo Alonso/Masotta Textos de: Isaias, Gola, Marimén, Priamo. Hans Robert Jauss Estética de la recepcion y comunicacion literaria La estética de la recepcion, uno de cuyos tedricos més importantes es el aleman Hans Robert Jauss, no ha tenido atin en castellano una difusion equivalente a la que caracteriz6 hace décadas a la estilistica 0, en la actualidad, a la critica estructuralista y post-estructuralista francesa. Como el destino de ciertos textos parece sujeto a las inapelables decisiones editoriales al éxito de las modas literarias, Punto de Vista se propone abrir un lugar de difusion alternativa a ambas contingencias. 1. La ostética do Ia recepeién, conocida también como “Escu Constanza’’,' se ha ido transforman- do, a partir de 1966, en una tori de la comunicacién literaria, El obje- to de sus investigaciones es la historia literaria definida como un proceso que implica siempre tes factores: el autor, la obra y el pblico, Es decir, un proceso dialéctico, en el ual el _movimiento. entre produc: clén y recepcién pasa por la interme- diacion de la comunicaci6n literaria. De este modo, la nocisn de recep- cién es entendida en el doble sen- tido de acogida (0 apropiacién) & intereambio. Por lo dems, la nocién de estética no se refiere ya a una ciencia de lo Bello, ni a las viejas 1 Véanse tos trabajos incluidos on ta antolosia_ de FR, Warning Rezoprionsis- ‘thetik ~ Theorle und Praxis, Musich, Fink, 1975. Puede también corsultarse ia cli: cién francesa de algunos de 105. emayos ‘de Hars Flobert dauss: Pour une esthitique de la réception, Paris, Gallimard, 1978, ¥ de Wolfgang tier, The Act of Resding, Londres, Routledge & Kogan Paul, 1978 (ediciéa original: Der Ake des Lesens, Munich, 1976). Postique hia conseyrado ‘un nimero especial a Ia estética dela racepeion: Podtique, N° 39, Paris. 34 Hoy traducimos el texto de Jauss, ponencia presentada al noveno congreso de la Asociacion Internacional de Literatura comparada, realizado en Innsbruck en 1979 y publicado en 1980 Preguntas sobre le exencia del arte, sino a un problema descuidado durante mucho tiempo: Zeémo aprender algo sobre el arte a través de la experiencia artistica misma, @ través de la consideracion histé- rica de la préctice estética que, con las actividades de produccién, re cepcién y comunicacién, esti en Ja base_de todas las manifestaciones del arte? La palabra _alemana Rezeption- sisthetik desdichadamente _sugiere un malentendicio fatal: en francés y en inglés, la palabra recepciéin per- tenece sélo al léxico de la hotele- rfa...Sin embargo, este neologismo se ha abierto ya camino en Ia teo- rfaestética internacional y es pre- iso ajustar_ su empleo: en tanto rocién estética, recepcién comporta un doble sentido, activo y pasi a la vez. Se define como un acto de doble faz que incluye el efecto pro- ducide por ia obra de arte y el modo en que su pablico la recibe (su “res puesta”, si se quiere). Ei piblico (el “destinatario") puede reaccionar de maneras muy diferentes: la obra puede ser simplemente consumida o, ademas, ser criticada, puede admi- rérzela 0 rechazérsela, se puede gozar con su forma, interpretar su conte- nido, suscribir una _interpretacion conecida 0 intentar una nueva. Incluso, el destinatario puede res: ponder 2 una obra produciendo una obra nueva, De este modo se cumple el circuito comunicativo de Ia historia literaria: el productor es también un “receptor”, desde el momento en que comienza a escri- bir. A través de todas estas activi dades diferentes, el sentido de una obra se constituye siempre de nuevo, como resultado de la coincidencia de dos factores: el horizonte de es pectativa (0 cédigo primario) impli- ‘ado en la obra, y el horizonte de experiencia (0 cédigo secundario) suplido por el receptor. EI postulado metodologico que la estética de la recepcin quiere introducir en la interpretacién cien- tifica, distingue los dos horizontes del efecto implicado y de la recep: cin actualizada de una obra de arte. Es indispensable _practicar esta distincién si se quiere compren: der el engranaje de estructuras que condicionan el efecto de una obra y las normas estéticas aplicadas por sus intérpretes en el curso de la his- toria literaria. Encontrar nuevamente la comunicacién literaria, oculta por lo que suele Ilamarse los “hechos lit rarios", es el objetivo de las nuevas Investigaciones que exigen una teoria literaria capaz de tener en cuenta la interacci6n entre produccién y recep: cién, A través de esta interaccién se realiza el intercambio continuo entre autores, obras y pablicos, entre la ex- eriencia art/stica presente y la pasada, Contraria a una tradicion de investi aciones histéricas del tipo “la suerte de...", la estética de la recepcién restituye el rol activo del lector an a concretizacién sucesiva del sentido de las obras a través de la histor Por otra parte, la estética de la re cepcion no debe ser confundida con una sociologia histérics del pablico, interesada slo en los cambios de gus- to, de intoreses o de ideologias. Opo- niéndose a ambos métodos, que reducen la historia a casualidades uni laterales, 1a estética de la recepcién sostiene una concepcién dialéctica: desde su perspectiva, a historia de las interpretaciones de una obra de arte @ un intercambio de experien- cias 0, si se quiere, un didlogo, un juego de preguntas y respuestas. 2. En la década del sesonte, se intent transformar la teorfa lite- aria en método descriptive y_for- malizante colocado “més alla de la interpretaci6n”, segin un modelo propio de las ciencias nomolégicas. En oposicién a esta tendencia, la es. tética de Ia recepcién hace profesion de fe hermenéutica y se situa en el ‘campo de las ciencias del sentido, Pero, el hecho de que vuelva a ta interpretacién, no significa en abso: luto que esté dispuesta a abandonar las adquisiciones de la aproximacién estructural, 0 que se entregue al ideal de una exégesis _inmanente, ara la que el simple acto de borrar- se a sf misma aseguraria la objetivi dad, La interpretacién, segiin la es- tética de la recepcién, exige que el intérprote controle su aproximecién subjetiva, reconociendo el horizonte limitado de su -posicin histori Esta reflexién funda una hermenéu- tica que abre un didlogo entre el pre- sente y el pasado, y que integra Ia nueva interpretaciin en la serie his- torica de las concretizaciones del sentido. A este fin, hoy es necesa- rio desarrollar una nueva hermendu- tica literaria que, segin los modelos de Ia teologia y de la jurisprudencis, tenga en cuenta las tres actividades que constituyen el acto de compren- der: 1a comprensin propiamente icha, la interpretaci6n y la aplicacion, La teologla y ta jurisprudencia, proximas en el espacio de las ciencias textuales, han progresado tanto en la reflexién hermenéutica que scompara su préctica cientitica, que el aporte de la hermenéutica literaria tradicio- nal al actual debate sobre la herme- néutica general se reduce —como lo decia ya Peter Szondi en 1970— al papel modesto del pariente po- bre? Sus problamas son ovidentes cuando s le pide una teoria de la ‘comprensién que convenge al carée- ter estético de los textos litera En la tradicién universitaria, sol resolverse esta cuestién remitiéndola ya a la retérica, cuyo espacio era el de los efectos del discurso literario, ya a la critica, que legislaba sobre os valores estéticos. Es indudable que esta _cuestién fue planteada bajo otra forma desde el comienzo de nuestro siglo: piénsese en el pro- blema de la "literariedad” suscitado por tos formalistas rusos, 0 en una critica de ta belleza, propuesta a la estilistica por Leo Spitzer.' Pero ni {os primeros ni este dltimo se propu- Seron justifiear sus métodos de inter: pretacion a través de una teflexion hermenéutica, La ausencia de una worla de la comprension, la toma de posicién contraria a toda herme- néutica, caracterizaron luego la nueva postica lingifstica © semistica, asf como las teorfas de la esoritura, del En Einfdhrung in die litearische Her: ‘meneutik, Franklurt, 1975, pig. 404. 2 La tworia implicita, de la préctica de Ia interpretacion de L. Spitzer supers e lejos sus reflexiones marginales sobre 1 clreulo harmonbutho, Véove al respecte 21 elogio de Jean Starobinski: Lae vivant 41 ~ Ia relation critique, Patis, 1970. Hay waduccion castellana: Le relecién eritca Dilcoandlicis y literature, Taurus, juego textual y de la intertextualidad, Con el titulo sintomético de Contra {a interpretaci6n (1966), Susan Sontag hizo fortuna, porque denuncisba 1a contradiccién entre la literatura mo- derna_y la interpretacion tradicional que, reduciendo el sentido plural de la obra abierta a una significa- cién nica, pretandidamente obje. tiva, pero oculta detrés del texto, no logra aferrar la estructura esté- tica que caracteriza a la mayoria de las obras _contemporineas,* Luego fue arraigéndose un prejuicio segin el cual la hermenéutica una doctrina obsoleta, esotérica y regida por el interés ideolégico de teforzamiento de la autoridad ejer- cida por Ia tradicién sobre el pre- sente. Susan Sontag olvidaba, sin em- argo, que su vivaz ataque contra las simplificaciones de ta interpre- tacion positivista, ya habia ido mas lejos en el debate hermenéutico alemén. La estética de Ia recepcién retomé los argumentos de la filoso- fia hermenéutica de Hans-Georg Ga- damer® al cuestionar, desde 1966, el objetivismo de ta exégesis impues- to en la ensefianza de Ia literatura, Denunciaba las ilusiones del histori- ciemo que, proconizando el “re greso a las fuentes" y la “fidelidad al texto", es causa de que el in- térprete ignore los limites de su ho- rizonte hist6rico, desconozca lo que la Fecepcién del texto debe a la histo- ria, s6lo sefiale errores y malas lec. turas en el trabajo de sus predece- sores, y Ilegue incluso a imaginarse en una relacién pura e inmediata con el texto, como poseedor tinico de su verdadero sentido, La estética de la recepcién, por el contrario, al definir el sentido de una obra por la secuencia historica de sus concreti- zaciones, no tiene como objetivo fundamental la verificacién de las interprotaciones anteriores (0 su re. futaci6n) sino, mas bien, el reconoc ‘miento de la compatibilidad de inter. * Against interpretation essays, Nueva York, 1966, nig. 6, © Verded y método, Salamance, Edicio ret Siguers, 1977, and other 35 pretaciones diferentes. El principio hermenéutico, que exi- ge reconocer la parcialidad inherente @ toda interpretaci6n, no es la Gnica herencia que la hermenéutica lite aria debe 2 su hermana filosotica, La hermenéutica de Gadamer la inci- 3 a desarrollar el acto de compren- der a través de tres momentos: Ie ‘comprensién (Verstehen), la interpre- tacion (Auslegen) y la aplicacién (An: ‘weden), Respecto de esta tarea, ycom- Parada con las otras hermenéuticas, la hermenéutica literaria adolece de un retraso considerable, La teolo- fa y lo jurisprudencia nunce han perdido de vista que “siempre se pro- duce, en el madio mismo de la com- Prensién, algo parecido a una apli- cacién a la situacién presente del in- Urprete del texto”. Solamente la filologia redujo, a partir del his- toricismo, su método a la interpre: ‘tacién; no intenté. esclarecer 1a com- Prension estética y despreci6 el pro- blema de Ia aplicacién, como +i te ‘ratara de una ingenuidad didéctica, Sin embargo, el acto de comprender culmina, para el tedlogo, con la pre: dicacién; para el jurisconsulto, con la sentencia. Un texto, legal 0 revelado, demanda algo més que la simple com: Prension historica: la significacion de tuna ley se concretiza en su aplicacién @ cada nuevo caso; un texto religioso debe ser comprendida, en tanto mon- saje de salvacion, de manera nueva en cada situacién concreta, €Por qué raz6n la interpretacién literaria debe- ra detenerse en la reconstruccién de tun pasado “tal como realmente fue”, © en la descripcién de un texto, por el modesto placer de la “descri cién por si misma? Si la hermenéu- tica literaria quiere avanzar hasta el instante concreto de la interpret clén —lo que equivale a decir: del juicio estético © histérico—, debe rs conocer la aplicacién como parte inte- grante de toda comprensién y volv ‘@ encontrar, en la experiencia esté- tica, la unidad de los tres momer tos del acto hermenéutico, © tov, 36 3, Las nuevas teorfas de la recep- cién y de la comunicacion literaria, desarrolladas.independientemente en Constanza y Berlin oriental, no son or supuesto un fendmeno propio de una tradicion cientitica exciusi- vamente alemana, Si, como lo espe- ramos, estas teor/as pueden provo- car un "cambio de paradigms’ y atraer el interés’ poblico que los estudios literarios, evidentemente, han perdido después de la guerra, si estas teorias tuvieron una repercusién inesperada, € porque formaban pate de un cambio de direccién més general que se impuso on la historia de las cien- cias del hombre a mediados de la dé- cada del sesemta. La aparicién de la estética de Ia recepcién es contempo- rénea al cuestionamiento del para digma estructuralista dominante, ca racterizado por su tendencia a-his- térice, que impulsaba a la lingQis- tica, la semiologia, 1a sociologia y otras disciplinas hacia formulas y con- cepciones anéloges, destinadas a con- vergir en la elaboracion de una te- ra englobante dela comunicacién humana, | estructuralismo, desarrollado pri- mero por la ica y luego por la antropologfa como “‘discurso del método" univarssl, suscltb una orf tica que defini, en lo esoncial, las si guientes premisas: un universo lin alifstico cerrado, sin referente y, por lo tanto, sin relacion con el mundo; sistemas de signos sin sujeto, y, en consecuencia, sin nexos con la situa- cién de produccibn y racapeién dat sentido; una nocién de estructura con valor ontolégico, reificada y, por lo tanto, sustrafda a toda funcion so cial; redvccién de las funciones prag- iméticas de comunicaci6n al juego com- Binatorio de la lésica formal, El cues- tionamionto do estos premisas se anun- i en varias disciplinas al mismo tiem- po: la teorfa literaria comenz6 2 de- volver sus derechos al lector, al espec- tador 0 al “receptor”; la lingifstica pas6 de la frase al texto y desarrolld tuna pragmética de los “actos de len- susie” y de las situactones comuni- cativas; la semiética se aproximé @ Una concepcién de los cédigo: cluso, de los textos culturae tropologia social renové la cuestién del sujeto, de las. funciones ¢ inst tuciones sociales. Asistimos a un rena- cimiento de la sociologia fenomeno- N6sica, que retomé, desde supers: Pective, el problema de la constitu: cién del sentido; le légica formal, en fin, se ve superads por una Ibgica propedéutica que introdujo el dié- Jogo en la argumentacién. No olvide- ‘mos que, por. es0s afos, la cibernética © teorfa de ta informacién se impo- ‘fe con tal fuerza que parecia pro: ponerse como una “ciencia de salva- cién’, la mejor preparada para redu- cir los. problemas complejo: de la comunicacién humana a su solucién més simple, Esperanza engafiosa, como debe reconocerlo, a pesar suyo, la estitica informacional, para la. cual el factor “comunicaci6n” sigue siendo un valor estético negativo, 7 Con las teorias postestructurales desarrolladas por la critica literaria francesa posterior a 1968, Ia estéti- ‘ea de Ia recepcién comparte la no- cién de obra abierta (“opera aperta’ segin Umberto Eco}, el rechazo del logocentrismo, la reintroduecién del sujeto y Ia revalorizacion del. texto literario a través de su funcion de transformacion social. Pero las teo- Has literaries de procedencia. alema: na se distinguen de las francesas so: bre 1a escritura, en ol hecho de que éstes Gltimas hacen derivar la géne- sis del sentido de ese productividad reflexiva que es el texto mismo; mi tras que las primeras explican la constitucion continua del sentido por el intereambio (0 Ia interaccién) entre las dos actividades de la pro- duccién y Ia racepci6n Asies preciso preguntarse si el primer paso metédico, que conducia a la vanguardia francesa de la obra_al texto, no debiera ser seguido por tun segundo paso que nos lleve del Sujeto que excribe al que lee ¥-juzga, fn la medida en que se trata de com: * Véase R. BrUting: Eeriture und Text = Die tranzische Literaturtheorie nach dem Strukturalismus, Bonn, 1976, pis. render a la literatura como un pro: ‘eso a la vez comunicativo y creador de normas sociales. La comunicacion literaria debe ser concebida como un ‘campo intersubjetivo; es preciso enten: der la relacién dialégica entra el texto, sus “receptores”” y los “receptores” entre s/. Es preciso no reducir la expe: Fiencia estética intersubjetive a un “placer del texto" monolégico que el lector, segin Barthes, encontrarfa en 1 “solitario parafso da las palsbras”.* 4. Los estudios literarios de los hu- ‘manistas pertenecen @ una ciencia comparatista avant Ja lettre, si se con: sidera que sus obras maestras, desde el Renacimiento italiano hasta el idea- lismo alemén, fueron concebidas segdn el modelo del “paralelo entre los anti guos y los modernos”, legado por Plu- taroo.? Estos paralelos surgian de una nnocesidad que superata incluso la pro. fesion de fe filolégica. Se trataba de encontrar y justincar las normas de Una perfeccién que todavia unia lo Bello y lo Bueno, Ia estética y la mo ral. El historicismo de ta era romén tica debilité esta consideraci6n hu- manistica de la comunicacién tite- raria, poniendo fin en tanto ciencia © Mi critica més detallada » Barthes puede leerse en Asthetlscha Erfahrung und titeraritcheHarmeneutik, tomo | Munich, Fink, 1977, pdg, 55 y ss, litrature: un 6ti 3 lo théorie littérare” en Four une esthétique de la réception, 0. ct, pig, 180 y de lo singular y lo individual en la historia— al género historiogrético de los “paralelos”, £Cémo pueden re- conciliarse hoy las necesidades de la comunicacién literaria con el co- necimiento histérico? Descubro en este punto una particular oportuni- dad para la renovacién de los estu- dios de literatura comparada, Esta disciplina, fundada con la intencién de remediar el aislamiento de las literaturas nacionales, fue durante mucho tiempo tributaria de la metodolog(a positivista, de la his- toria de las ideas © del formalismo; no estuvo en condiciones, por lo tan- to, de reconocer el interés legitimo de un nuevo planteo del problema de la comunicacion literaria, En la medida en que esta disciplina se define (con Jean-Marie Carré, 1951) como “el estudio de las relaciones es: pirituales internacionales, de ciones de hechos","° la experiencia vivida de la comunicacién |iteraria ermanece oculta por la red de los “hechos litersrios” y se olvida que siempre existen, detrds de las relacio- nes objetivadas 0 ““espirituales”, cuje- tos actuantes que —por la recepcién ¥ por la interpretacién, por la selec: cién y la reproduccién de la liter tura anterior— realizan el intercambio % Jean-Maris Carré (1951) citedo por M, Gateiger en "Zum Begriff der Literatur In’ vergleichender Sicnt™, en H. RUdiger, ,, Zur Theorie der Veglaichenden Liter: turwissensohatt, Berlin-Nueva York. 1971, p80, 78. titerario, Los autores de “parélelos” juzgados como “precientificos” po: rian ensefiar a los comparatistas de hoy que toda comparacién en histo- ria literaria necesita de un “tertium ‘comparationis", es decir de una nor- ma tedrica. Y estas normas no fluyen esponténeamente de los objetos com- parades. Surgen de Ia precompren- sion, de_un interés @ menudo oculto © inconsciente que el intérprete debe descubrir, mediante la reflexién her- menéutica, y que debe introducir, concientemente, en el acto de com: aracién, si quiere evitar que su ané: Hisis 2a dirigido por un_prejuicio. Para los humanistas como para los filésofos del siglo de las luces, la Interpretaci6n comparada de las cul turas antigua y modema no consti- tufa un fin en s{ mismo, sino un modo de formular y describir un ideal de sociedad presente o futura, En su Pa- ralelo de fos antiquos y modernos (1688-1697), obra injustamente subes- timada on la tradicién de tas letras francesas, Charles Perrault quiso pro- bar el progreso del siglo de Luis XIV sobre las normas de perfeccién de la cultura antigua, y debié terminar, ese a su intencién primera, resono: ciendo Ia cualidad incomparable de ‘ambos mundes histéricos, La His: toria del arte de la antigiiedad de Winckelmann, concebida como una antitesis a las Bellas Artes do los mo- dernos, debie poner de manifesto, @ travis de un desarrollo cumplido Por los antiguos, la idea de lo Bello, Unica digna de imitacién; y también debia poner ante los ojos de sus con- temporéneos, mediante nuevas inter- pretaciones del estilo alto, una uto- Pia estética sobre la buena vids en comunidad." Rousseau en tica de la civilizacién modern: zaba las comparaciones entre Ia ciu- dad antigua y el Estado moderno a fin de visualizar los postulados y el cuadro abstracto del Contrato social, mediante la evocacién de la verda- dera vida republicana, Schiller y Schl gel intentaron, en sus escritos de 1797, encontrar una solucién nueva a la “Querella de los Antiguos y Moder- nos”, partiendo de la distincién his- toriea de las dos edades del arte anti- ‘quo y moderno, y proyectando la filo- sofia historica del arte futuro, de la que surgia el programs estético del romanticism, Comparados con estos anteceden- tes, los proyectos y fines de Ia dis- ciplina que se quiere comparatista Parecon hoy algo modestos. Incluso el célebre proyecto de una Historia comparada de las literaturas en len- guas -modernas!? me parece que corre al riesgo de fundar un museo imaginario de la literatura universal, al carecer de objetivos que superen la comparacion metodolégica. Para evitar este riesgo deberfa renovarse la cuestién de la comunicacién lite: raria, lo que supondria reconsteui més allé de las relaciones reificadas de la historia literaris tradicional, las relaciones de “recepcién” y de intercambio que 1a experiencia del arte hizo siempre posibles (muchas veces enfrentando limites religiosos ¥ politicos) tanto entie 13s nacio: hes como entre el pasado y el pre- sente. su eri. 5. La tarea de representar la his- toria de las literaturas como un pro- eso de comunicacién implica, pri 1 segin 0. Abii, Winekelmann und die Entwicklungslogik der Kunst, tosis Dresentada en la Universidad de Constance, 1976, ® véase ol informe de Y. Choveet sobre dl octavo Congreso de la Asociacién Internacional da Literatura Comperada, walizaco on 1978, 38 mero, reconstruir el rol activo de la comprensién en las relaciones de ‘recepcion” e intercambio titerarios. Este presupuesto hermenéutico es, por lo demés, bastante més. viejo de lo que puede pensarse: Quidquid rcipitur, recipitur ad modum reci- piemis, La estética de ta recepcién puede recurri en este punto a la au: toridad venerable de Santo Tomés,”?, Admitido este principio, se percibe de inmediato la insuficiencia de cir. tas categories traticionales de la his- toria literaria (como: fuente, influen- ia, modelo, posteridad (Nechleben), herencia). En consecuencia, es preci- 10 traducirlas 2 relaciones dialécticas si se quiere comprender Ia historia de la comunicacién literaria, Admitir 4 rol activo del “receptor’” implica reconocer que todo acto de recep- ién presupone una eleccién, y una parcialided, respecto de la tadicién previa, Una tradicién literaria se for ma necesariaments en un proceso ‘que supone dos actitudes opucstas la apropiacién y el rechazo, la con servaci6n del pasado y la renovacién, El paso metodol6gico desde la ne rrecién unilineal a una concepei6n ialéctica de le historia literaia tiene Ia ventaja de develar todo un regi wo de rdaciones comunieativas que Permanecian ocultas por filiaciones reducidas a una causélided simple, Alli donde slo se descubrian de Pendencias unilaterales respect de tne fuente 0 modelo, se puede ahora aistinguir un repertorio de tipos y de formas de recepcién extremadamente siferenciados. Dionyz Duridin, que re conocié y puso de relieve, al mismo ‘tiempo que los investigadores de Cons tanza_y Berlin oriental, la funcién inte del receptor en todos los es de lo formacién de las wad cones literaris,"* propone distinguir las formes de la recepcién segin la ® Santo Tomés lo tomé del Liber de * Verwleichende — Literaterforschung, ‘woduccion del manusctito eslevaco apart. ide en Sammlung, Akademie Verlag, Li teratur, N® 18, Berlin, 1976, la imitaciOn, 1a adaptacion y 1a varia- cién, Por lo dems, se debe a Harold Bloom 1a teor‘a hermenéutica que per- ‘mite reemplazar el mito literario de los “precursores” por un registro de ceategorias que denomina “creative misreading’ (malentendido creativo). La relacién entre fos grandes autores puede explicarse entonces bajo 1a forma de “ratios revisi digamos més bien, respuestas que los Postas-hijos dan a las preguntas que los poetas-padres dejaron abiertas, or ejemplo: la correccién o desvia- cién del sentido, su complemento antitético, su aniquilacién, 1a subli macién, el retorno al sentido original perdido 0 su superacién que entrafia consecuencias imprevisibles, * Pero no sélo las formas de actua- fizaci6n de las obras canénicas y el didlogo entre los grandes autores en: uentran, a la luz de la estética de la ecepcién, su dindmica historica. Los estilos, los géneros, las épocas, los "roracimientos”, considerados como Productos acabados y cerrados por la investigacién positivista, reaparecen en dl horizonte moviente de su sign ficacién acontecimiental y requieren ser interpretacion tomando en con- sideracion la posicién cambiante de los interpretes, Una épopa litera Por ejemplo, no es un “hecho” cuya significacin pueda ser definida y ob: Jotivable de una vez para siempre, sino una manifestacién histérica que no puede ser sustrafda a un proceso. de sianificaciones siempre productivo. El sentido de una época literaria se re- vela en las coneretizaciones. sucesi- vas de su significancia (para usar un termino de Roland Barthes) que resultan tanto del _acontecimiento ‘como de su efecto en diferentes mo- montos, ofectos que pueden ser reconstruidos en la historia de su fecepcién, a partir de la primera ‘acogida hasta la interpretacién ac- tual. Para comprender, por ejemplo, el romanticismo en el nivel de nues: tra_actual _posicién histérica, no asta limitarse a la descripeién cerrada de una época homogénea, tal como aparece en los manuales. 454 Mop of Misreoding, Nueva York, Si nos preguntamos cus! podria ser la significacién del romaticismo Para_nosotros hoy, debemos consi derar tanto los manifiestos liter ios desde 1802 a 1827 como las ‘obras, Novalis, Victor Hugo y la critica del romanticism tevada a cabo por Mallarmé 0 Valéry. Debe- ‘mos hacernos cargo de las condicio- nes de nuestra comprension actual, ‘que sigue un canon estético que ha desecreditado toda poesia de ‘origen roméntico o que puede verse arrastrada en la actualidad por una ‘ola neoroméntica, cuya génesis es preciso aclarar. La historia de las ‘concretizaciones del romanticismo en {as tradiciones literarias domi- nantes deberfa ser confrontada con la historia de su recepcion en las literaturas eslavas y no europeas. Al ser la comunicacién iteraria_un proceso donde quien “recibe'* slige @l patrimonio ofrecido por el pa- sado o las literaturas extranjeras, el problema de determinar to que ha sido recibido y lo que ha sido re- chazado (por qué, por ejemplo, Jean Paul o Hoffmann fueron lefdos © imitados inmediatamente fuera de Alemania, mientras que otros escri tores como Novalis o Eichendorff slo tuvieron un suceso tardfo?) se plantea, con extrema precisiOn, fen tanto revelador de la coneretiza- cién historica del sentido de una época literari Nuestro ejemplo permite extraer dos conclusiones, La estética de la recepcién disuelve la nocién de época, definida, siguiendo a Hegel, como expresion del espiritu objetivo. Y disuelve también la concapcién de una ‘unidad simbélica de todas as mani festaciones que son simulténeas, De ‘aqui en més, ef estilo de una época sera la norma estética_dominante que hace surgir, en el campo de la expresin artistica, 1a no simulta neidad de le que aparece simultinea mente. La aparicién de un nuevo estilo que haga época puede negar la norma estética hasta entonces dominante en el pasado literario; puede arrojarla al olvido, pero tam. bién puede adjudicarle una fun- cién subordinada dentio del nuevo anon estético (come, por ejemplo, la novela llamada realista, que, desde Flaubert, cita de maneras diferentes al romanticismo). Por lo demés, Ia estética de la recepoion Se opone a la concepeién de una tradici6n literaria que serfa, segin una profesién de fe humanista o segdn una reciente filosofia de la toria_marxista, un “thesaurus” intemporal y siempre presente o una herencia cultural creciente y dispo- nible, Estas dos concepciones desem- bocan en una totalidad que la litera- ‘ura comparada, bajo la denominacién de “literatura mundial”, se esfuerza heroicamente en englobor dentro de una sintesis historiogréfica, La tre- dioién literaria, considerade desde el punta de vista de la teorfa de la recep- cién, puede convertirse en objeto de Investigacién s6lo si reconoce la par- lad del punto de vista y Is fleccién permanente, como condicio- nes de toda comunicacién literaria, La tradicién litereria no escapa a ln ley que preside toda historiogratia, ley que exige del historiador la re- nuncia que, seain Karel Kosik, se ve fargamente | compensada por ‘la fa cultad humana de renovar el pasado mediante una “totalizacién histérica por la cusl la préotica humana inte {ra elementos del pasado y los reant- ma integréndolos”."* 6. En la actualidad, una teorla de la comunicacién literaria debe comenzar por una critica del "mu: so imaginario” y de la metafi ‘que éste lleva implicita: es decir, de la estética platonizante que quiere que todo gran arte nos sea siempre © inmediatamente accesible. Los de- bates tedricos de Ia década del sesen- ta, dominados por una recepcién nueva de Marx y Freud, quebraron la conviccién humanista que edju: dicaba a las artes un ilimitedo poder para establecer la comunicacién entre los hombres a través de los tiempos. Del debate sobre las ideologias y la manipulacion ideolégica, debemos ™ Dialectica de to concreto, ‘aprender que la tradicion_titerat estuvo siempre investida de un poder ambivalente para comunicar y salvar del olvido los triunfos y suftimien- ‘tos humanos, pero éste era, al mismo tiempo, un poder pare ocultar los i tereses de dominacién y sujetar el arte a ellos, No olvidemos sin embar- 90 que la comunicacién literaria, enfrentada a la sospecha panideo- légica, nunca pudo ser sometida del todo a las ideologias de los Estados Y las Iglesias. La historia de Ia lite- Fatura y del arte es a la vez la histo- ria de la servidumbre y de 1a insubor- dinacién esencial de la expotioncio estética: el hombre, por sus actividades creadoras y receptoras, puede tornar transparentes todas las otras funcio- nes de la acci6n humana y elevarlas hasta un nivel de comunicaci6n que os permite descifrar, incluso en la distancia temporal, espacial 0 cultu- ral, su experiencia del mundo. En sus comienzos, la estética de la recepcién se presentaba todavia como una estética del arte auténo- mo, referida a las obras de arte que, metced a sus valores de innovacién © de “negatividad”, superaban el ho: rizonte de expectativas de su primer Piblico y que, merced a la plenitud de sentido, suscitaban una rica his- toria interpretativa, En la medida en ‘que la cuestién de las funciones socia- les del arte s» imponia nuevaments el campo de las investigaciones debié abrirse a tradiciones literarias ante- riores y posteriores al perfodo del arte ‘auténomo, colocadas mas alld de la nocién humanista de la obra; abrirse @ la comunicacién literaria en la am- plitud de todes sus funciones, sin ex- Cluir el “deleitar instruyendo”, desa- creditado por-el “arte por el arte” y despreciado hoy bajo la etiqueta de “literatura de consumo”. Esta, como la literatura oral, existe s6lo bajo la forma de una “serialided”, de un mo- vimiento, que escapa ala estética tra: Jicional, orientada hacia el cardcter singular de la obra de arte. Fue nece- sario, en consecuencia, reencontrar a comunicacién fiteraria en la expe- riencia vivida del arte, y reemplazar el estudio de la ontologia de ta obra Por el de la practica estética, En esta 39 empresa, John Dewey, Jan Muk rovsky y Michel Dufrenne sbrieron camino." Pero no elaboraron la hie- toria de la préctica estética en sus tres actividades fundamentales: 1a produc- ci6n 0 poiesis, ta recepcién 0 aisthesis n 0 catharsis, Mi teo- ra de 1a experiencia extética concuer- dda con la de Mukarovsky en la medida en que éste define le funcion est ica como un principio vacto, incluso traseendente, que permite organizer y dinamizar_ todas ae. otrae. funciones de le accién en el mundo cotidiano, A esta teoria del signo estético, que hace transparentes las realidades op cas del mundo vivid, agrego que la funeion estética, en oposicién a la te6rica, permanese arraigada en el gece estético que —definido como goce de si mismo en el goce del otro— abre la interaccién comunicativa Mientras que, para Mukarovsky, la funcién estética se constituye s6lo or una negacién de las. funciones récticas y comunicativas, para la escuela de Constanza, Ia funcién estétiea conserva el horizonte mismo de ls realidad que niega y restituye, por esta vie, su funcién comunicativa erdida a la funcién estética. Ast, la lésica dicotomia entre ficcién y rea- lided pierde sus derechos: “en lugar de ser simplemente su contrario, la ficeién nos comunica algo sobre Ia realidad”."* E| mundo de la dja de ser un mundo en si y se convierte en lo que la ficcién fue siempre para la experiencia esté- ica y comunicativa del arte, antes de cue se la declarase aut6noma: tun horizonte que nos revela el sen- tido del, mundo a través de los ojos de otro,” Si se quiere escribir una nueva "7 John Dewy, Art as Experience, 1934; M. Dutrenne, Phénomenologie de pxperience esthétique, 1976; J. Muks rovaky, Excritor de estética y somidtica ol arte, Barcelona, G, Gill, 1977, © sor, The Act of Reading, op. cit } Interproto de este modo lo tesis d K, Stierle: "EI mundo aparece como horizonte de la fieciOn, Ia flecién sparece como el horizonte dal mundo”, en su fon et fiction”, Podtique historia literaria con el objetivo de reconstruir, a partir del residuo de las ‘obras, de las filiaciones histéricas y de as interpretaciones, el proceso de comunicacién literaria ocultado por éstes, debe recurrirse a la historia y la teorfa de la experiencia estética, Ello me parece indispensable por- que nos ofrece el “puente hermentu: ico” que permite aleanzar époc lejanas y cultures ajenas a nuestra tradicién europea, El historiador nece- sita tanto como el antropélogo de esta via de entrada, ya que la mayoria de las veces debe encarar sus. ané- lisis sobre la base de documentos o testimonios —dispersos, _incompletos Y mudos, cuando no engafiosos, ya que no fueron pensados para el “pla cer del texto” de un lector posterior © la comprensién de un observador extrafio.” Las. manifestaciones del arte 0, digamos mejor, los testimonios de un mundo vivido, una vez que son dominados por la funcién esté- tica, superan siempre Ia situacién prag- mética desu origen, incluso cuando conserven fines rituales 0 ideol6gicos. Cuando la experiencia estética entra fen juego, el hombre ana distancia tespecto de la servidumbre al ritual feligioso o politico: el objeto de culto que ha sido capturado por la funci6n estética no puede ya seguir ocultando su_secreto. Transformado en objeto estético, recibe la doble estructura de una alteridad que revele su ser otro (su “extraneidad”) y, al mismo tiem: po, $e refiers, a través de la forma, a otro, a una conciencia dispuesta a comprenderlo. Hacer accesibles el arte y la lite: ratura del pasado, que “hoy parecen extrafias, y aproplérselas a través del conocimiento de su misma alter dad: tal la tarea de la hermenéutica histrica trate de ® aca ilustear ose dilema, quiero car slo. un passje entie muchos otros: Geor- (98 Duby en su introducciOn 9 Les tri orares ou imaginare du éocalisme, Parts, 1978, pl. 18: “El historiador s6l0\ puede interronar restos, raros restos que provienen de todos los_monumentos slevados_ por ‘1 poder todo 19 vivo de la vcs se le escape, incluso tado lo popular; s6lo 46 hicieron, seuchor los hombres que twvieron entre sus manos el aparato que Loyseau llama Estado”, Cusndo se una cultura extrafia ala tradicién artis: tica europes, deberé recurrirse a una aproximacién sistemética, facilitada por el repertorio de los géneros lite: rarios y ordles proporcionado por la teor(a literaria y el comparatismo; © bien recurrir al repertorio de mode- Jos de identificacién, preparado por la Psicolog(a literaria; 0, finalmente, al epertorio de los roles @ instituciones sociales, elaborados por 1a sociolo: ‘gfa del saber. Creo que la experien- ia primordial de esta hora es lograr la sintesis de las proposiciones meto: dolégicas de la investigacién literaria consagrada a los problemas de la co- municacién, que se plantean tanto en ta diacronfa de los procesos de la recepcién como en la sincronia de los sistemas de comunicacién.® Quizés, de todo esto surja una nueva ‘oportunidad de reconciliacién de las metodologtas hermenéuticas y estruc: turales: una podr(a aprender que no hay ciencia de Jo singular, \a otra que Ja ciencia que carazca de comunicacién ‘no se constituye en saber. (Traduceién: Beatriz Sarto) 3 Vaasa Hons A, douse: Altered und Moderniat der mittelaterichen Li- teratur, Munich, 1977, Introduecién, ® Estoy de scverdo sobre este punto ‘con Etiemble que, en 1963, recordé en 4 critics @ le escuela francesa de literatura comparada que, “la historia de lar relacio- ‘nas de hecho sntte los escritores, excuelas © gineros titerarios no agota:nusstra die ciplins”, y sdopt6 la opinién de René Wallek:' "las literatures son sistemas de formas quo el hombre agrega a su lengua voturol”, Wellek exigio la slaboracion de lune poética, de una estétics y db uno 1orica_compirodas ‘y epoyd en su disci- lina fa formulacion ce juicios estéticos, ® Un ejemplo pare Ia reconstruccién de un sisterra de comunicacién literaia, ‘1 de los pequefios gSneros litoraros 0 for. ‘mas simples del discurto ejemplar, t0 en- cuontra. en Alteritit und Modemitat der ‘mittelolterlichen Literatur, cit, pig. 34-7 El mismo postulado es hoy’ formulado or la Investigacién einolégice, véase Smith, "Des gontes. et des hommes”, e Podtique, N° 19, pig. 311; "En una’ pa Jabra, captando a las literatures como sistaras no siguiendo, como es usual os. temas. aisladamente ‘de su contexto, ‘través de todo el continente, se podrén fechar las bases de una verdadera reflexién comparatieta y formulae quizés alguna hi- ‘potas tobrica verdaderamente reveladora”,

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