El Conocimiento Historico. Tiempo Historico y Categorias Temporales
El Conocimiento Historico. Tiempo Historico y Categorias Temporales
El historiador y sus
fuentes. Explicación y comprensión en la historia.
INTRODUCCIÓN
La Historia es una disciplina científica, humana y social cuyo objetivo es el de obtener un conocimiento
crítico, racional y verdadero sobre el pasado de las sociedades humanas en su devenir evolutivo a lo
largo del tiempo y sobre el espacio (Prats et al., 2011).
El resultado ofrecido por esta disciplina es lo que llamamos conocimiento histórico, es decir, el
producto elaborado por las personas que estudian historia siguiendo los métodos y las técnicas de
investigación específicas de la disciplina. Si bien sus pretensiones son de objetividad, existe una
profunda relación entre el proceso cognoscitivo subjetivo y el conocimiento histórico, y es que entre
ambos se produce una retroalimentación en la que la argumentación del conocimiento histórico parte
de la base del conocimiento individual.
El conocimiento histórico puede ser de dos tipos, según su procedencia: en el caso de la observación
de los objetos físicos del pasado o de la memoria de la persona que estudia la historia, nos encontramos
con un conocimiento directo; mientras que el conocimiento indirecto se fundamentará en la memoria de
otras personas que vivieron ese acontecimiento histórico o en las observaciones registradas en las
fuentes escritas.
✓ Primero, en cuanto a la escasa objetividad de las teorías e hipótesis planteadas: no se refiere a los
hechos pasados en sí, sino a las afirmaciones hechas sobre ellos. Esta subjetividad debe
interpretarse como la imposibilidad de comprobar tales afirmaciones de una manera satisfactoria.
✓ Segundo, en cuanto a la subjetividad de las narraciones históricas: esta debe entenderse con un
grado de falsedad –voluntaria o involuntaria– introducida por la persona que estudia la historia,
quien describe la imagen del pasado desde su propia perspectiva y con su paradigma de la realidad.
Además, se considera que el elemento subjetivo que aporta esa persona es lo suficientemente
fuerte para dar lugar a una diferencia considerable entre los hechos que realmente sucedieron y las
afirmaciones sobre los mismos contenidas en las narraciones históricas.
Entre los principales factores que explican el origen del elemento subjetivo pueden destacarse los
siguientes: por un lado, está la denominada sociología del conocimiento, que continúa la idea marxista
del condicionamiento social de la conciencia humana –de modo que la posición social de esta persona se
convierte en un elemento subjetivo de sus juicios críticos y de su conocimiento personal–; por otro lado,
están los lazos entre el conocimiento histórico y el problema de los valores, es decir, entre el
conocimiento y la ideología de la persona historiadora; también hay que tener en cuenta el
conocimiento general que esta persona tiene sobre los hechos del pasado, su nivel intelectual y cultural;
y, finalmente, también influirá su propia personalidad en su discurso histórico.
Como consecuencia de todo ello, la tendencia dominante –el relativismo– niega la posibilidad de llegar
a la verdad en la historia; sin embargo, hay que tener en cuenta que no se niega la objetividad, sino solo
la objetividad absoluta. Por más que luchemos por evitar los prejuicios asociados a la clase social o al
sexo, no podemos evitar mirar al pasado desde una perspectiva particular, pues percibimos el mundo
sólo a través de una red de convenciones, esquemas y estereotipos, red que varía de una cultura a otra.
Además, cabría preguntarse si esta imposibilidad es solo propia de este tipo de conocimiento, y
probablemente la respuesta más certera sería un “no”; pues todo conocimiento humano está guiado
por el cuerpo general de conocimientos del sujeto conocedor, que incluye sus valoraciones y, por tanto,
un cierto grado de sesgo.
cambia, pero la realidad permanece constante, por lo que debe encontrarse un concepto que se
ajuste a la nueva realidad, sucede así con el término revolución; y las circunstancias y el significado
del concepto se desarrollan por separado, de manera que la correspondencia inicial no puede
mantenerse, como sucede con el concepto de Estado.
✓ Los procedimientos explicativos son las relaciones que se dan entre los conceptos. A la hora de
realizar cualquier proceso explicativo, deben tenerse presentes varios factores: en primer lugar, la
explicación causal de la historia que ha de tener cualquier procedimiento explicativo, ya que es
imposible separar las causas de sus consecuencias; en segundo lugar, la explicación intencional de la
historia –si la explicación causal explica el porqué de las cosas, la intencional explica el para qué, esto
es, la intención o propósito de los acontecimientos históricos–; en tercer lugar, el principio
globalizador de los fenómenos históricos, es decir, la realidad histórica debe ser abordada de una
manera global y nunca como un hecho aislado; por último, hay que tener en cuenta el proceso de
cambio y continuidad de todo fenómeno histórico; este factor se debe a que la historia estudia los
hechos humanos en un tiempo que nunca se detiene, que es continuo, por lo que estos hechos están
en constante transformación y cambio.
La historiografía es la ciencia encargada del estudio bibliográfico de los escritos sobre la Historia; se
ocupa, por lo tanto, de estudiar la evolución en el tiempo del conjunto de ideas, métodos y técnicas
utilizadas en el estudio del pasado. Se trata de una verdadera historia de la historia. Las principales
escuelas historiográficas –el positivismo, el historicismo, el marxismo, el determinismo, el posibilismo, el
institucionalismo, el empirismo, la Escuela de Annales, la historia social, etc.– se han acercado al estudio
de la historia desde diferentes planteamientos y con puntos de vista muy dispares, de ahí la enorme
diversidad de técnicas, métodos y líneas de investigación existentes.
La Historia no se configuró como ciencia hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX. Fue entonces
cuando se produjo la gran renovación de la disciplina y su concepción como una ciencia social con una
metodología sistémica propia. Ya entonces se dio paso a un debate, que sigue estando presente en los
círculos académicos hoy en día: la existencia o no de un método científico que se pueda aplicar a la
investigación histórica como se hace con el resto de las ciencias. El problema parte de la categorización
de la Historia como una ciencia social y la duda razonable sobre si es factible aplicar el método científico
al mundo de lo humano. La mayor parte de teóricos han optado por una vía intermedia en la que, si bien
no cabe duda alguna del valor científico de la Historia y de la validez del método científico en los
procesos de investigación, hay coincidencia en reconocer el papel esencial del componente humano
como agente protagonista. Esto ha dado lugar a un método de investigación específico de la disciplina:
el método histórico de investigación, que estudiaremos más adelante.
A grandes rasgos, el objetivo de cualquier persona que estudia la historia es reunir evidencias de
sucesos pasados, analizarlos y formular una serie de teorías que permitan construir un relato coherente
y fidedigno de los mismos. Para ello, debe recurrir al empleo de una serie de herramientas y de técnicas
de trabajo de muy diversa índole. Como veremos al hablar de la investigación histórica, la base de
estudio sobre el pasado la constituyen las fuentes. Su recopilación, análisis, interrogación, catalogación y
valoración configuran los cimientos del conocimiento histórico.
Las técnicas serán diferentes en función del tipo de fuente, de los objetivos y de la metodología. De
hecho, los grandes problemas en el estudio de la historia son, sin duda, los de fuentes y métodos; pues
cuando las personas historiadoras se plantean cuestiones sobre el pasado y eligen sus objetos de
investigación, han de buscar y seleccionar uno u otro tipo de fuentes. Existe una primera distinción entre
fuentes materiales, escritas y orales. De las primeras se ocupa fundamentalmente la arqueología, a
través de técnicas de prospección, excavación, datación, clasificación y análisis de los restos materiales.
Los archivos, bibliotecas, museos y otros depósitos documentales son los referentes esenciales de
acceso a las segundas. Las fuentes escritas son tratadas mediante técnicas de transcripción y traducción
de textos, análisis de contenido, comparación con otras fuentes, tratamiento cuantitativo de la
documentación, bases de datos, realización de estados de la cuestión, análisis bibliográficos, etc. No
podemos dejar de mencionar las fuentes orales, fundamental en el caso de la Historia Contemporánea,
que han constituido una rama de la ciencia histórica denominada historia oral, se trata del estudio de los
testimonios orales de las personas que han vivido determinados momentos históricos como agentes
pasivos o activos de los mismos, es decir, aquellos que vivieron los acontecimientos históricos sin tomar
una parte activa en el proceso, y aquellos que fueron agentes del cambio en ese momento de la historia.
Desde el punto de vista metodológico, el principal instrumento de la historia oral es la entrevista, del
adecuado registro y tratamiento de la información dependerá el resultado más o menos exitoso del
trabajo de investigación. Las fuentes orales se utilizan como complemento de la historiografía basada en
fuentes escritas ya que aportan una evidencia de gran utilidad a la hora de contrastar o refutar
hipótesis. Precisamente la ventaja de la historia oral reside en que nos permite tomar diferentes puntos
de vista del mismo suceso, no solo la habitual de las élites que tomaban decisiones políticas, sino
también del resto de la gente que vivió e incluso padeció las consecuencias de los actos de aquellos que
tomaron decisiones por ellos. Sin embargo, la historia oral no está exenta de problemas, ha de tener
especial precaución con los errores u omisión de datos, teniendo en cuenta el componente subjetivo y
las limitaciones propias de la memoria humana - paso del tiempo, edad del informante, propiedad
selectiva de la memoria, distorsión de recuerdos, etc.-.
Vemos, por lo tanto, cómo la Historia se nutre de toda una serie de disciplinas auxiliares, algunas de
ellas más técnicas y otras más puramente teóricas; nos referimos, entre otras muchas, a la Arqueología,
la Epigrafía, la Archivística, la Paleografía, la Heráldica, los estudios genealógicos, la Diplomática, la
Numismática, los estudios paleobotánicos, la Antropología, la Geografía, la Economía o la Historia del
Arte.
Los resultados de la investigación científica pueden ser expuestos bajo diversas fórmulas. Existen
varios tipos de publicaciones: monografías, obras divulgativas, edición de textos históricos y otras
fuentes documentales, reseñas bibliográficas, obras colectivas, conferencias y ponencias en congresos,
etc. Además, la exposición en museos de los objetos materiales es una excelente baza para la puesta en
valor del patrimonio histórico. Cada uno de los resultados de la investigación científica requiere de una
metodología y de unas técnicas específicas acordes con los objetivos propuestos.
El espacio histórico se define como el territorio que agrupa los procesos y hechos históricos relativos a
una sociedad humana en un momento determinado de la historia. De dicho espacio, al historiador le
interesan los aspectos físicos como el clima, el relieve, la vegetación, etc., de los que se ocupa la
Geografía física, y los aspectos humanos como la demografía, el urbanismo, etc., de los que se ocupa la
Geografía humana. Es decir, el espacio histórico es un espacio geográfico que, por la acción continuada
del ser humano a lo largo del tiempo, se convierte en histórico. Sin embargo, pese a esta concepción
general del espacio histórico, cada escuela historiográfica plantea matices diferentes. Para el
historicismo alemán, se trata de un espacio exclusivamente político-militar. Las teorías deterministas le
confieren un papel protagonista, ya que afirman que el medio hace y condiciona de forma absoluta a
quienes habitan dentro de él. Frente a esta hipótesis, la teoría posibilista defiende que los
condicionamientos geográficos nunca son absolutos, puesto que el ser humano siempre puede elegir
entre varias respuestas a este: rechazar, aceptar, seleccionar o modificar su hábitat. En cualquier caso, el
espacio, junto con el tiempo y el sujeto, constituyen las variables fundamentales en la construcción de
todo conocimiento histórico.
✓ El orden en la sucesión de los hechos históricos. A la persona que estudia la historia le interesa
saber si los hechos son sincrónicos o diacrónicos. Son sincrónicos aquellos que ocurren al mismo
tiempo, y diacrónicos aquellos que se suceden unos a otros y que, además, tienen dependencia
entre sí. La visión diacrónica de la historia estudia el proceso de cambio a lo largo de sus diferentes
fases; mientras que la visión sincrónica analiza la realidad histórica de manera estática en un
momento determinado.
✓ La duración del tiempo. Fernand Braudel (1902-1985) analizó los hechos históricos basándose en el
concepto de duración. Su afortunada clasificación sigue vigente en la actualidad y distingue tres
categorías temporales: el tiempo corto, el tiempo medio y el tiempo largo. El tiempo corto es la base
de la Historia tradicional, la cual concedía una gran importancia a los hechos políticos –por ejemplo,
esta cantidad de tiempo es la que transcurre cuando se crea una nueva situación política en una
región al ser conquistada por otra–. El tiempo medio es la cantidad de tiempo suficiente para
condicionar la duración de una coyuntura de carácter económico, político y social; concede una gran
relevancia a la situación económica –por ejemplo, es la cantidad de tiempo que transcurre durante
la irrupción del oro de España proveniente de Hispanoamérica, durante la Edad Moderna, que
introdujo a medio plazo toda una serie de cambios económicos de calado como los ciclos
inflacionarios internacionales–. El tiempo largo es la cantidad de tiempo que permite la duración de
una estructura política, económica y social, la cual supone un grado de integración mayor que el de
la coyuntura; concede una gran relevancia a los aspectos sociales. El tiempo que transcurre dura
varias generaciones, dado que los cambios de una estructura a otra son lentos y afectan a multitud
de acontecimientos importantes por lo que no es fácil determinar con exactitud y de manera
definitiva cuándo comienzan y cuándo acaban
–por ejemplo, son los tiempos del Antiguo Régimen, de la Edad Antigua o de la Edad Contemporánea–
. Braudel añade que los factores determinantes en la historia son los que determinan las estructuras;
✓ El ritmo histórico. Se define como la velocidad del cambio temporal; este cambio puede realizarse
mediante una evolución o una revolución. Se habla de evolución cuando el cambio de la estructura
se produce pausadamente; y la revolución se produce cuando el cambio de una estructura por otra
tiene lugar en un breve periodo de tiempo.
Conjugando ambas coordenadas de la historia –el tiempo y el espacio histórico– pueden concurrir dos
categorías temporales: la macrohistoria y la microhistoria:
✓ Por el contrario, la microhistoria se realiza sobre agentes históricos mucho más específicos; la escala
se reduce para dejar a un lado los grandes acontecimientos universales y acercarse, de forma más
minuciosa, a lo cotidiano, a la vida de las personas de manera más individualizada y anónima (por
ejemplo, el estudio de las relaciones feudovasalláticas en una comunidad de campesinos concreta).
Para entender la diferencia, la macrohistoria comprende lo universal, lo general, los grandes espacios,
las grandes cantidades de tiempo, las élites, los hechos excepcionales, etc., mientras que la
microhistoria se refiere a lo particular, a lo concreto, a los individuos corrientes, a lo típico y a lo
cotidiano.
El historiador y la historiadora –personas encargadas del estudio de la historia–, acuden a las fuentes
en su proceso de investigación histórica como base de su estudio sobre el pasado. La definición más
amplia y, a la vez, exacta de fuente histórica procede del historiador polaco Gerard Labuda (1916-2010),
quien afirmaba que “una fuente histórica puede ser cualquier reliquia psicofísica y social que, al ser
producto del trabajo humano, y participar al mismo tiempo en el desarrollo de la vida social, adquiere
por eso la capacidad de reflejar ese desarrollo. Por ello, una fuente es un medio de conocimiento que
nos permite reconstruir científicamente el desarrollo de la sociedad en todas sus manifestaciones”
(Labuda, 2010).
Los comienzos de la reflexión sobre los distintos tipos de fuentes históricas se remontan a finales de la
Edad Media con la llegada del Renacimiento y la crítica documental; sin embargo, hubo que esperar al
siglo XVIII, momento en el que la Historia adquiere la categoría de ciencia, para la primera ordenación
de los documentos históricos en verdaderos o falsificados (Peréx, 2009). En el siglo XIX apareció la
primera clasificación de las fuentes históricas en las siguientes: fuentes de tradición (relatos orales),
fuentes no escritas (restos físicos), y fuentes escritas (documentos, narraciones, epistolares, etc.).
Actualmente, dividimos las fuentes de acuerdo con diferentes criterios. Existe una primera clasificación
entre fuentes directas –los objetos físicos del pasado y la memoria de la persona que realiza la
investigación–, y fuentes indirectas –la memoria de otras personas y las observaciones registradas en las
fuentes escritas–. Otra clasificación distingue entre fuentes primarias –que se han formado
coetáneamente, en el tiempo y el espacio, a los hechos que se pretende conocer–, y fuentes secundarias
–que se han construido o redactado posteriormente a partir de las primarias–. No podemos dejar de
mencionar la clasificación de Labuda, que rompió con todas las categorizaciones existentes. Este autor
distingue entre fuentes ergotécnicas –que reflejan las actividades humanas–; sociotécnicas –que reflejan
las relaciones sociales entre los seres humanos–; psicotécnicas –que reflejan las manifestaciones de la
conciencia–; y de tradición –que abarcan lo que es inherente a los seres humanos vivos–. (Labuda,
2010).
La Historia como disciplina busca recrear las experiencias pasadas de la humanidad con la mayor
objetividad y cientificismo posible. La persona que estudia la Historia agrupa la información y las
fuentes, y las analiza, selecciona y coteja para verificar los hechos y ofrecer una interpretación adecuada
bajo un punto de vista crítico. Esa es la base del método histórico de investigación, que comparte
algunas características con los trabajos de investigación de otras disciplinas.
Por lo general, se consideran etapas en la investigación histórica las siguientes: la enunciación del
problema; la recolección del material informativo; la crítica de las fuentes; la formulación de hipótesis
para explicar los diversos hechos o condiciones; la redacción del informe; y la evaluación del proceso de
investigación.
✓ Recolección del material informativo. En esta fase, se trata de obtener los mejores datos
disponibles para la resolución del problema. En esta etapa inicial se hace acopio de toda la
información posible preveniente de las fuentes, otorgando prioridad a las fuentes primarias, ya sean
físicas o humanas, que ofrezcan información relativa al tema, para su posterior selección y examen.
En el caso de la historia oral se utilizan grabaciones en audio o vídeo de los testimonios. La persona
que estudia l Historia debe ser imparcial a la hora de recolectar el material informativo, procurará
examinar las fuentes sin juicios de valor previos, algo especialmente importante cuando se trata de
fuentes primarias humanas, porque es habitual que los entrevistados tiendan a contar aquello que
intuyen que quien entrevista quiere escuchar, de ahí la importancia de la objetividad a la hora de
aproximarnos a las fuentes. Para una buena investigación histórica es conveniente manejar la mayor
cantidad de fuentes posible y de diferente tipología.
✓ Crítica de las fuentes. Durante esta fase, se analiza minuciosamente la información reunida y se
trata de estimar su grado de fiabilidad y fidelidad con los hechos pasados, y de detectar errores y
omisiones voluntarios o involuntarios. La persona que estudia la Historia Contemporánea ha de
tener muy en cuenta las llamadas fake news, se trata de noticias falsas que falsifican o tergiversan
de manipulación. Estas prácticas, tan habituales en las redes sociales, buscan efectos inmediatos en
la población al inundar los sistemas de información con el propósito de desinformar y volcar la
opinión pública de manera contraria o a favor de determinados sectores. Sin embargo, las fake news
no son exclusivas del mundo actual y de los medios de comunicación de masas, como la radio y
televisión, en el pasado utilizaron la prensa escrita y posiblemente sean tan antiguas como el tiempo
desde que el género humano conoce la mentira.
✓ Formulación y confirmación de hipótesis. Llegados a este punto, la persona que estudia la Historia
está en posición de plantear distintas hipótesis que den respuesta al problema. Para ello, se
individualizan una serie de principios generales y se crean las pautas y conexiones que permitan
estudiar las interrelaciones entre fenómenos. En una segunda fase, se buscan las pruebas que
confirmen o refuten las teorías, para obtener garantías de validez.
✓ Informe sobre los descubrimientos. Una vez confirmados los hallazgos, el siguiente paso consiste en
redactar un documento que recoja, de manera ordenada, las etapas del proceso de investigación y
las conclusiones obtenidas.
✓ Evaluación de la investigación histórica. En una última fase, se debe determinar en qué medida el
resultado de la investigación responde con exactitud a la realidad pasada (partiendo de la base
relativista de que el conocimiento histórico es parcial y limitado).
“¿Para qué sirve la Historia?” Esta pregunta, enunciada por un hijo a su padre, historiador, le servía a
Marc Bloch (1886-1944) para dar comienzo a su gran obra, Introducción a la Historia (Bloch, 1952). Esta
misma pregunta es la que oyen, a menudo, muchos profesores de Historia en sus aulas, y es la que han
retomado más recientemente autores como Keith Jenkins (1943) en Repensar la Historia (2009), Jo Guldi
(1978) y David Armitage (1965) en The History Manifesto (Guldi y Armitage, 2017). Con frecuencia, la
Historia se asocia a fechas, reinados, guerras, paces, tratados y alianzas, pero es mucho más que eso: es
la reflexión, el análisis de cómo a partir de unos datos se puede reconstruir la sociedad de una época,
sus pensamientos, sus inquietudes y su devenir hasta llegar al presente; en el que, día a día, nos
encontramos con sucesos y noticias que tienen su relación con el pasado –que, de no ser por la historia,
desconoceríamos–. Estudiamos Historia porque vivimos en la historia y necesitamos conocer su
funcionamiento; porque nuestra tarea es cambiarla, adaptarla a nuestras necesidades y hacerla mejor.
Por eso, si queremos construir la historia en lugar de padecerla; si queremos cambiar y mejorar el
mundo; si queremos crecer como personas…, necesitamos intervenir conscientemente sobre ella. Lucien
Febvre (1878-1956) en su obra, Combates por la Historia, lo dejaba claro en uno de sus diálogos (Febvre,
1995):
El valor formativo de la historia es mucho mayor que el que se le quiere dar en la actualidad, ya que,
como dijo Febvre: “la Historia es la ciencia del Hombre, la ciencia del pasado humano y no la ciencia de
los conceptos” (Febvre, 1995). Si observamos la historiografía a través de grandes figuras de la disciplina
como Jules Michelet (1798-1874), Henri Pirenne (1862-1935), Karl Marx (1818-1883), Marc Bloch (1886-
1944), Lucien Febvre o Fernand Braudel, por citar algunos de los más representativos, podemos ver
cómo la Historia ha tenido diferentes enfoques y teorías a lo largo del tiempo, por lo que no es algo
estático ni perenne, como se suele calificar habitualmente. El porqué de esas transformaciones radica
en que la historia es inseparable de la persona que la estudia y este, a su vez, de la sociedad en la que
vive; y esto se hace visible a través de las fuentes –porque, como decía Febvre: “el historiador no es el
que sabe, es el que investiga”.
El problema llega, cuando su actividad se inserta dentro de las relaciones de poder que componen la
formación social concreta de la cual la persona que investiga la historia forma parte. Entonces la historia
se convierte en un discurso cambiante y problemático, que aparentemente trata sobre un aspecto del
pasado; pero este discurso es producido por un grupo de personas con mentalidad actual que realizan
su trabajo de manera posicionada y cuyos productos, una vez puestos en circulación, están sujetos a una
serie de usos infinitos, aunque en realidad, por regla general, se corresponden con las bases del poder
que existen en un momento dado (Jenkins, 2009).
Civil española y la manipulación que la historiografía ha venido realizando en función de la ideología que
represente. Lo más grave en este asunto no es la inclinación de la historiografía hacia postulados
políticos de derecha o de izquierda y su consecuente falta de objetividad, sino la pérdida de rigor y la
tergiversación de los acontecimientos históricos.
No resulta tarea fácil determinar una definición exacta de memoria histórica dado que se trata
de un concepto con un fuerte componente ideológico e historiográfico y una serie de implicaciones
sociales y políticas que han dado lugar a un intenso debate entre las personas historiadoras. Autores
como Santos Juliá (1940) o Julio Aróstegui (1939-2013) han tratado de arrojar algo de luz en torno al
concepto de memoria histórica y su significación en la sociedad actual. De una forma bastante
simplificada se puede resumir que la memoria histórica hace referencia al esfuerzo consciente de la
sociedad por recuperar una serie de recuerdos e historias con diferente carga emocional que, además,
son relativamente cercanas en el tiempo y que, por diferentes motivos, han sido parcialmente perdidos
o eclipsados. En su sentido más amplio se puede vincular con los acontecimientos traumáticos de la
Segunda Guerra Mundial, con los crímenes y genocidios cometidos por las dictaduras (nazi, fascista,
comunista) del siglo XX y, en el caso concreto de España, con las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura
franquista.
El fenómeno social tuvo como consecuencia la aprobación en 2007 por parte del Congreso de los
Diputados de la conocida como Ley de Memoria Histórica, partiendo de un proyecto de ley aprobado
durante el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero [gobierno 2004-2011]. Esta ley incluye el
reconocimiento a todas las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista. Las numerosas críticas
recibidas y la oposición de algunos partidos de derecha derivaron en la derogación de facto de la ley
durante la presidencia de Mariano Rajoy [gobierno 2011-2018] sin dotación presupuestaria. En 2020 el
gobierno de Pedro Sánchez [gobierno 2018-hoy] presentó un proyecto de Ley de Memoria Democrática
que prevé actuaciones escolares. La LOMLOE añade la necesidad de que la comunidad educativa tenga
un conocimiento profundo de la historia de la democracia en España desde sus orígenes hasta la
actualidad “El estudio y análisis de nuestra memoria democrática permitirá asentar los valores cívicos y
contribuirá en la formación de ciudadanas y ciudadanos más libres, tolerantes y con sentido crítico. El
estudio de la memoria democrática deberá plantearse, en todo caso, desde una perspectiva de género,
haciendo especial hincapié en la lucha de las mujeres por alcanzar la plena ciudadanía” (LOMLOE, 2020).
Entre las actuaciones más reseñables cabría mencionar la elaboración de un mapa integrado de
todo el territorio español en el que se señalan terrenos en los que se han localizado restos de personas
desaparecidas violentamente durante la Guerra Civil o la represión franquista. En el año 2006 se
autorizó la exhumación de 19 fosas comunes, incluida la del poeta Federico García Lorca (1898-1936). La
ARMH ha realizado además exhumaciones con identificación de restos de forma exitosa en numerosos
puntos de nuestra geografía -cementerio de San Rafael (Málaga), fosas comunes de Estépar (Burgos),
fosa de la Carcavilla (Palencia), etc.-. En febrero de 2019 y en aplicación de la Ley de Memoria Histórica,
el gobierno socialista de Pedro Sánchez aprobó la exhumación y reubicación de los restos de Francisco
Franco (1892- 1975) que fueron trasladados desde el Valle de los Caídos al cementerio de El Pardo en
octubre de ese mismo año.
5. DIDÁCTICA DE LA HISTORIA
Tal y como acabamos de ver en el epígrafe anterior, el valor formativo de la historia reside en que su
comprensión nos aporta un punto de partida; una base desde la cual comprender el contexto en el que
vivimos. Si tenemos en cuenta que el ser humano es un ser social, y que la historia investiga al ser
humano en sociedad –como decía Bloch: “la Historia sería la ciencia de los hombres, de los hombres en
el tiempo” (Bloch, 1952)–, constatamos la importancia de esta disciplina en la formación de la persona,
en la aparición de una actitud crítica y en la capacidad de razonar por sí sola. La historia debe convertirse
en un instrumento que permita la comprensión y crítica de los sucesos por parte del alumnado, para que
juzgue y elija el camino que considere más coherente. Así, gracias a la historia, los estudiantes pueden
conocer el pasado y proveerse de una base que les proporcione unos moldes de pensamiento y de
acción adecuados.
La Historia, como disciplina escolar, se introdujo en España a mediados del siglo XIX (Plan Pidal, de
1845, y Ley Moyano, de 1857). Las últimas leyes educativas –LOGSE, LOCE, LOE, LOMCE y LOMLOE–
coinciden en la necesidad de crear unas habilidades críticas en el alumnado y de desarrollar su
capacidad de decisión: dos aspectos esenciales en el campo humanístico e histórico, en los cuales reside
su valor formativo. Gracias a la historia seremos capaces de elegir, comparar y seleccionar aquello que
nos interese acerca de un determinado tema, con el objetivo de crear una visión lo más acorde posible
con lo que nuestra capacidad de reflexión crítica nos indique.
En resumen, ¿qué aporta la historia a la formación del alumnado? Primeramente, permite analizar
cómo los cambios en las sociedades se configuran como un fenómeno social complejo y no una mera
sucesión de acontecimientos, fechas o personajes históricos. En segundo lugar, la historia ayuda al
alumnado a comprender los sucesos a los que se enfrentan cada día, el porqué de las cosas que les
rodean,
las tradiciones y costumbres de la sociedad en la que habitan, etc.; su comprensión ofrece una visión
global e integradora del mundo, en general, y de su entorno, en particular; y favorece el desarrollo de
actitudes y pensamientos críticos para su adecuada incorporación a la vida en sociedad. En definitiva, la
historia ayuda al alumnado a conocer el mundo en el que vive, ya que, como seres sociales, necesitamos
conocer la evolución en el tiempo de las relaciones humanas.
✓ Programas desde la dominante historia nacional. Este criterio es el más tradicional y proviene de la
visión decimonónica y de principios del siglo XX, cuando la burguesía triunfante vio en la historia un
excelente medio para crear conciencia, afirmar la idea de nación y garantizar la cohesión social. En
todos los planes de estudios se generaron visiones de la historia que transcendieron a los libros de
texto, donde el objetivo fundamental era la transmisión de una idea de historia colectiva como
nación: la historia al servicio del poder. Los nacionalismos han hecho uso y, en ocasiones, se han
excedido en el tratamiento interesado de la historia; como señala Jerzy Topolski (1928-1998): “la
Historia y su conocimiento son uno de los principales elementos de la conciencia nacional y una de
las condiciones básicas para la existencia de cualquier nación” (Topolski, 1982). Esta visión sigue
estando presente en la actualidad, aunque de una manera mucho menos explícita y limitada por la
existencia de mecanismos académicos de control.
✓ La historia como instrumento para la transformación del presente. Esta visión, que tiene su origen
✓ La historia como instrumento para el desarrollo personal y para la difusión de ideas y actitudes
sociales. Como hemos visto, la Historia es, sin duda, una de las disciplinas más proclives a la
manipulación desde las diversas posiciones ideológicas. La calidad del conocimiento histórico es
ajena a los juicios de valor moral o ideológico, pero lo cierto es que el conocimiento histórico
constituye un buen campo que propone sugerentes situaciones para tratar sobre las ideas, actitudes
y valores personales. Ello ha provocado que su enseñanza se haya utilizado, en ocasiones, como
demostración de posiciones ideológicas y morales contrapuestas: belicismo-pacifismo;
autoritarismo-liberalismo; bondad-maldad, etc.
La complejidad de la tarea educativa actual exige disponer de buenos y variados materiales y recursos
didácticos que faciliten la tarea de enseñar, por parte del profesorado, y la tarea de aprender, por parte
del alumnado. Un recurso didáctico es cualquier elemento que, en un contexto educativo determinado,
es utilizado con una finalidad didáctica o para facilitar el desarrollo de las actividades formativas (libros,
carteles, mapas, fotos, láminas, vídeos, software, etc.). Se consideran recursos didácticos aquellos
materiales y equipos que ayudan a presentar y desarrollar los contenidos, además de aquellos que usa el
alumnado para la construcción de sus aprendizajes significativos.
Los recursos y materiales didácticos utilizados en la enseñanza de la Historia pueden ser de diferente
naturaleza, tanto impresos como digitales. Dentro de los primeros, contamos con un amplio abanico de
materiales en formato papel como es el libro de texto, la bibliografía complementaria, la prensa, las
revistas de divulgación científica, los documentos históricos, las guías turísticas, el material fotocopiado
de diferentes temas, los mapas murales físicos o políticos, etc. El libro de texto es, y será siempre, una
pieza fundamental en la enseñanza, sobre todo en la ESO, donde juega un papel primordial en la
transmisión de los conocimientos, pero ni mucho menos ha de ser tratado como el referente único del
proceso de enseñanza. En cuanto a los recursos digitales, podemos mencionar, entre otros muchos, las
pizarras digitales, los vídeos y documentales, aulas virtuales, etc.
En los últimos años, las tecnologías de información y comunicación (TIC) han adquirido una
importancia enorme, dada su presencia masiva en la sociedad actual. Vivimos en un mundo globalizado
en el cual las TIC han transformado, y siguen transformando, a diario, nuestra forma de vida, dando
lugar a un nuevo modelo de sociedad: la sociedad de la información. Es por ello por lo que dotar al
alumnado de su dominio se ha convertido en una tarea esencial del sistema educativo, y así lo reflejan
las actuales leyes educativas. La LOMLOE dice lo siguiente al respecto: “Las Administraciones educativas
y los equipos directivos de los centros promoverán el uso de las tecnologías de la información y la
comunicación (TIC) en el aula como medio didáctico apropiado y valioso para llevar a cabo las tareas de
enseñanza y aprendizaje”.
El uso de las TIC en la enseñanza de la Historia se concreta de diversas formas: mediante el uso del
ordenador, tanto por parte del alumnado como del profesorado; en el manejo de software,
procesadores de texto y otras herramientas de trabajo del tipo Office, Prezi, etc.; en la utilización de
elementos multimedia como los recursos digitales de las editoriales; y en el uso de Internet –una
extraordinaria fuente de información y un recurso de primer orden–. Además, existe una gran variedad
de plataformas educativas donde se pueden crear entornos virtuales de aprendizaje, como la
plataforma Moodle, Microsoft Teams o Google Classroom, que permiten subir materiales, proponer
actividades, impartir clase y realizar exámenes, cuestionarios y tareas online. Actualmente, las
consejerías y departamentos de Educación de las diferentes comunidades autónomas ponen a
disposición de la comunidad educativa en su correspondiente ámbito territorial un servicio de aula
virtual como apoyo o sustituto de la presencial según las diferentes modalidades educativas. La web del
Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación del Profesorado (INTEF) ofrece una amplia
gama de recursos orientados al trabajo de las TIC en el aula para todas las materias.
Las metodologías educativas activas y los modelos pedagógicos más innovadores vienen a enriquecer
nuestra labor docente como profesionales en la enseñanza de la Historia; las cinco más importantes son
las metodologías basadas en la teoría de las inteligencias múltiples, el aprendizaje cooperativo, el
aprendizaje basado en proyectos, el aprendizaje basado en problemas y el aula invertida.
CONCLUSIÓN
El conocimiento histórico está basado en el estudio de los hechos del pasado de la humanidad. Este
conocimiento tiene un carácter científico; sin embargo, adolece de una total objetividad, de modo que
tildan de subjetivas las afirmaciones relativas al pasado, debido a la imposibilidad de reproducir los
hechos históricos y de demostrar si esas afirmaciones están o no en lo cierto. De ahí que la clave del
estudio del conocimiento histórico radique en las fuentes, directas o indirectas, desde las cuales
reconstruir de manera científica y con el máximo rigor los acontecimientos históricos aplicando un
método científico similar al que utilizan el resto de las ciencias en la actualidad. Paralelamente, desde el
ámbito de la educación, se busca revitalizar el papel que actualmente ocupa nuestra disciplina en la
sociedad. La enseñanza de la Historia –del tiempo y del espacio histórico–, ayuda al alumnado a
entender el papel que ocupan en su espacio y en su tiempo, y les ayuda a comprenderse a sí mismos;
por eso, el conocimiento de la historia y su enseñanza, no solo han sido necesarios en el pasado, sino
que lo son hoy día y lo serán siempre.
De acuerdo con la normativa vigente, Real Decreto de enseñanzas mínimas 217/2022 en ESO, Real
Decreto de enseñanzas mínimas 243/2022 en Bachillerato, y del Decreto/Orden 1 “…” que establece el
currículo en la comunidad autónoma de “…”. Este tema puede trabajarse en la materia de Geografía e
Historia en la ESO y en las materias de Historia del Mundo Contemporáneo en 1º de Bachillerato y de
Historia de España en 2º de Bachillerato.
En el proceso de enseñanza y aprendizaje del tema las decisiones metodológicas requieren una
planificación cuidadosa para organizar el desarrollo de los contenidos y adecuar las competencias
específicas que se evaluarán. Resulta imprescindible transmitir expectativas positivas y explicar al
alumnado la información necesaria sobre cuáles son los objetivos que se pretenden alcanzar, los saberes
básicos necesarios y la forma de evaluación de las competencias específicas. De hecho, se aconseja
comenzar con un ritmo lento para avanzar en gran grupo, atendiendo al mismo tiempo las necesidades
individuales. Igualmente útil resulta el trabajo interdisciplinar, que puede extrapolarse a nivel de centro
participando en proyectos y temas comunes, con el fin de que el alumnado valore su proceso de
enseñanza-aprendizaje en una dimensión amplia y se implique en propuestas más allá del aula. Por
ejemplo, una estrategia de enseñanza y aprendizaje que puede utilizarse en la enseñanza del tema en el
aula parte de la teoría del conocimiento constructivista. La persona docente actúa como guía-mediadora
y favorece la aparición de aprendizajes significativos en un clima de aceptación mutua y cooperación. En
este marco pedagógico puede utilizar diferentes tácticas en la enseñanza del tema, como la explicación
1
Consultar documento Relación tema – currículo – comunidad autónoma para indicar el currículo correcto de la comunidad
autónoma por la que oposita la persona aspirante.
de los contenidos, los cuestionarios orales, la lectura de imágenes, los comentarios de texto, la
realización de actividades en el porfolio, la elaboración de ejes cronológicos, la creación de un
vocabulario de términos específicos, el debate sobre la fiabilidad de las fuentes históricas, la lectura, el
trabajo en grupo, la elaboración de trabajos de investigación y, por supuesto, el uso de las TIC. En la
medida de lo posible, se fomentará la presentación pública de los resultados del trabajo individual y
grupal.
Con este fin se pondrán en marcha actividades y situaciones de aprendizaje, entendidas como
escenarios para que el alumnado desarrolle las competencias específicas. Estas situaciones deben estar
contextualizadas, centradas en las condiciones del grupo, en las realidades personales y del entorno,
partiendo de los intereses del alumnado para un aprendizaje significativo con metodologías activas que
impliquen las TIC. Puede acudirse a un aprendizaje basado en proyectos con la creación de un producto
final o al aprendizaje basado en retos con la resolución de un problema planteado en el aula. Por
ejemplo, el reto de identificar y analizar fuentes documentales históricas, ya sean directas o indirectas, o
el proyecto "Ser Historiadores/as por un día", en el cual el alumnado explorará el trabajo de los expertos
en historia a través de investigación en línea. Cada grupo deberá realizar un informe detallado, el cual
presentará a través del aula virtual. Por medio del aula virtual podemos implementar otra metodología
activa, el aula invertida o flipped classroom, donde el alumnado dedica la mayor parte del tiempo en el
aula presencial a realizar actividades. El uso de las TIC será de gran ayuda en todo el proceso de
enseñanza aprendizaje. Internet es una fuente inagotable de recursos que ofrece contenidos y
posibilidades que habrá de adaptar en función del tipo de alumnado con el que trabajemos. Una
plataforma destacada para este propósito es la página web de e-historia, que brinda acceso a videos,
documentales y líneas de tiempo, entre otros recursos educativos, para enriquecer la comprensión de la
historia.
Cualquier decisión metodológica y organizativa debe tener como horizonte la transversalidad que
implica el cumplimiento de un compromiso cívico en relación a la dignidad humana y los derechos
universales, la igualdad de género, la inclusión, la diversidad social y cultural, la sensibilidad hacia el
medio ambiente y la contribución a los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), la convivencia y la
resolución de conflictos a través de la mediación pacífica, la responsabilidad colectiva, el adecuado uso
de las redes sociales (RRSS) y un interés por el aprendizaje permanente. Con este tema se fomentarán
valores esenciales como el espíritu emprendedor. Esto se logra al trabajar con la investigación como
herramienta fundamental, promoviendo la lectura crítica y la capacidad de expresión escrita. Se hará
hincapié en el papel de las mujeres en cualquier investigación histórica.
Durante la enseñanza del tema en el aula es importante atender a la diversidad. La equidad o atención
a las diferencias individuales debe de estar presente en todo el proceso de la enseñanza aprendizaje de
la geografía mediante la aplicación del diseño universal del aprendizaje (DUA) que ofrece múltiples
formas de implicación, de representación, de acción y expresión. Por ello, se facilitará a todo el
alumnado el máximo desarrollo de sus capacidades personales, ayudando a alcanzar los objetivos y
competencias establecidas de cada etapa educativa y proporcionando una atención individualizada en el
proceso de enseñanza aprendizaje para responder adecuadamente a las necesidades, intereses y
motivaciones del alumnado favoreciendo su integración en el contexto educativo en igualdad de
oportunidades.
Al mismo tiempo, se procurará interdisciplinariedad con las demás materias del currículo, la
establecerán conexiones con materias como Geografía e Historia, Historia Contemporánea Universal,
Historia de España, Historia de la Filosofía e Historia de la Música y de la Danza.
La evaluación del alumnado será continua con el fin de valorar los logros y detectar las dificultades en
el momento en que se producen. La evaluación, asimismo, tendrá un carácter formativo y orientador. Se
debe favorecer la participación en la misma tanto de la persona docente como del propio alumnado. Los
criterios de evaluación serán el referente para la evaluación y la comprobación del grado de desarrollo y
adquisición de las competencias clave y específicas, así como de los saberes de la materia. Con carácter
general, se aplicarán instrumentos de evaluación variados, diversos y sobre todo adaptados a la
situación de aprendizaje.
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