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Consideaciones Preliminaes Sobre El Arte Rupestre Cantábrico

Este artículo resume las diferentes etapas de investigación del arte rupestre cantábrico desde su descubrimiento en la cueva de Altamira hasta la actualidad. Comienza con los estudios pioneros de finales del siglo XIX, continúa con las teorías de Breuil en la primera mitad del siglo XX y los descubrimientos de nuevas cuevas entre los años 50 y 60, y concluye señalando nuevas perspectivas para futuros estudios.

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Consideaciones Preliminaes Sobre El Arte Rupestre Cantábrico

Este artículo resume las diferentes etapas de investigación del arte rupestre cantábrico desde su descubrimiento en la cueva de Altamira hasta la actualidad. Comienza con los estudios pioneros de finales del siglo XIX, continúa con las teorías de Breuil en la primera mitad del siglo XX y los descubrimientos de nuevas cuevas entre los años 50 y 60, y concluye señalando nuevas perspectivas para futuros estudios.

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Complutum, 5, 1994: 15-19

CONSIDERACIONES PRELIMINARES SOBRE EL


ARTE RUPESTRE CANTÁBRICO
Joaquín González Echegaray *

ResuAffiN. Los estudios sobre el arte parietal de la cornisa cantábrica han sufrido profundas
-

transformaciones desde el descubrimiento de la cueva de Altamira hasta la actualidad En este ar-


tículo se resumen las diferentes etapas de la investigación, y se ofrecen nuevas perspectivaspara el
trabajo futuro.

ABsw~cr. Rock art research in Cantabrian Spain has undergone profound changes since the
-

discovery of the Altamira Cave. This paper summarizes the d<fferent stages of research, and new
perspectives are offeredforfurther investigation.

PÁL~a~s Cwr: Arte Paleolítico. Zona Cantábrica. Historia de la Investigación.

KEYwORDs: Palaeolithic Art C’antabrian Spain. History ofResearch.

1. INTRODUCCIóN en 1935 sobre Altamira, en colaboración con H.


Obermaier (Breuil y Obermaier 1935). Y todos estos
estudios se fundamentan principalmente en el minu-
El arte rupestre paleolítico de la Cornisa
cioso análisis de los conjuntos rupestres de las cuevas
Cantábrica ocupa, sin duda, un lugar privilegiado en-
de Altamira y el Castillo, y sólo secundariamente en
tre todos los demás conjuntos hasta ahora conocidos
el de otras cuevas de la región cantábrica, como La
en el mundo, no sólo por el hecho de que la cueva de
Pasiega, o francesas, como Font-de-Gaume.
Altamira haya sido laprimera estación de arte rupes-
Merece la pena, pues, dedicar unas breves
tre descubierta e identificada como tal, sino porque la
páginas introductorias en este volumen a recordar las
mayor parte de los estudios sobre cronologia e inter-
distintas etapas de investigación llevadas a cabo a lo
pretación del arte rupestre paleolitico se han basado
largo de todo este siglo sobre el arte rupestre de la
fundamentalmente sobre las cuevas pintadas de esta
Cornisa Cantábrica, y sefialar cuál puede ser hoy en
región.
día un punto de arranque válido para proseguir los
Las teorías de Breuil sobre la significación
estudios de cara ya al nuevo siglo que se abre de for-
mágica del arte paleolítico, que tanta difusión han te-
ma inmediata.
nido a lo largo de todo el siglo en los distintos am-
bientes, aparecen plasmadas ya en 1906 precisamen-
te en su libro sobre la cueva de Altamira, publicado
en colaboración con el viejo maestro Cartailhac (Car- 2. ETAPAS EN EL ESTUDIO DEL
tailhac y Brenil 1906). Las primeras hipótesis ya bien ARTE RUPESTRE CANTÁBRICO
elaboradas sobre la cronología del arte paleolítico
son expuestas por el propio Brenil en 1911 en su Después de la sólida labor pionera, nunca lo
obra sobre las cuevas cantábricas, publicada en cola- suficientemente ponderada, de M. Sanz de Sautuola,
boración con H. Alcalde del Rio y L. Siena (Ercuil iniciador de estos estudios en el mundo durante el úl-
1906: 367-386; Alcalde del Rio, Brenil y Sierra timo tercio del siglo XIX (Sanz de Sautuola 1880),
1911). La obra clásica sobre la evolución cronológica aparece la figura de su digno continuador -como le
del arte rupestre es precisamente el libro publicado llamará Menéndez Pelayo- Don Hermilio Alcalde del

* Instituto para InvestigacionesPrehistóricas. Av. de Pontejos, 9. 39005 Santander.


16 JOAQUtN GONZALEZ ECHEGARAY

Rio, que, unas veces solo y otras en compañía del P. Después de la Guerra Civil viene una casi
Sierra -algunas únicamente éste-, descubrirá en el obligada época de reposo en la investigación, que
primer decenio del siglo XX las cuevas con arte ru- abarca los años cuarenta, para eclosionar en el dece-
pestre del Castillo, Hornos de la Peña, Covalanas, La nio de los cincuenta con importantes descubrimien-
Haza, Venta la Perra, Coya Negra, Sotarriza, Salitre, tos en Cantabria. La figura de fondo, como conoce-
El Pendo, Santián, La Clotilde, Las Aguas, La Mea- dor e investigador, es J. Carballo, entonces director
za, El Pindal, Mazaculos, La Loja y Quintanal. Fruto del Museo Prehistórico de Santander; el descubridor,
de sus investigaciones, entonces aún paralelas a las el ingeniero A. García Lorenzo y su equipo, en el que
que realizaban Cartailhac y Breuil en Altamira, fue figura, entre otros, el veterano guía de las cuevas de
la conocida y benemérita obra de Alcalde aparecida Puente Viesgo, Felipe Puente. Con García Lorenzo
en 1906. colaborará también J. González Echegaray. Los des-
En el decenio siguiente Alcalde del Rio se cubrimientos son: Cueva de las Monedas en 1952,
integrará plenamente en el equipo internacional que Cueva de las Chimeneas en 1953, Cueva de la Cu-
patrocinará el Institut de Paléontologie Jiumaine de llalvera en 1954 y Cueva del Juyo en 1955.
Paris, donde figuraban el abate Breuil y 1-1. Ober- En Asturias sobresale la figura de E. Jordá,
maier. En esta época es cuando se descubre la cueva director entonces del Museo Arqueológico de Ovie-
de La Pasiega. Se trata del momento más importante do, a quien se debe el descubrimiento de la Cueva de
en el proceso de estudio del arte rupestre cantábrico. Les Pedroses en 1956 y la reiniciación del estudio en
Fruto de estos trabajos son las monumentales obras otras cuevas ya conocidas como el Buxu, así como
conjuntas editadas en Mónaco sobre las cuevas de la una campaña de protección y promoción de los yaci-
región en general (Alcalde del Rio, Breuil y Sierra mientos asturianos, paralela a la realizada en Canta-
1911) y específicamente sobre La Pasiega (Breuil, bria. Aqui, además de los descubrimientos reseñados,
Obermaier y Alcalde del Rio 1913). se inician estudios sobre las cuevas recientemente in-
A su vez, por entonces, el Conde de la Vega corporadas al catálogo, así como sobre las ya clásicas
del Sella, en estrecha relación con el equipo prece- en las que van apareciendo nuevas figuras. Tales in-
dente, descubre la cueva del Buxu en 1916 (Ober- vestigaciones correrán a cargo de E. Ripoíí y J. Gon-
maier y Vega del Sella 1918), mientras que E. Her- zález Echegaray.
nández Pacheco hace lo propio con la cueva de Can- El decenio de los sesenta se va a caracteri-
dmno en 1914 (1919). Por su parte, y también duran- zar principalmente por la incorporación de Guipúz-
te este mismo decenio, H. Brenil va a descubrir las coa al mundo del arte rupestre con el descubrimiento
pinturas de la cueva de Santimamiñe en 1917 y, en y estudio, por parte de J.M. Barandiarán, de dos im-
compañía de Obermaier, las de la Cueva de la Herre- portantes yacimientos: la cueva de A]txerri descu-
ría. Este último, por su cuenta, localiza arte rupestre bierta en 1962 y la de Ekain en 1969. Mientras tanto,
en 1913 tanto en Cobrerizas, como en la cueva de en Cantabria, M.A. García Guinea descubria y publi-
San Antonio (Vid. González Echegaray y González caba en 1967 los grabados de la cueva del Cuco y de
Sáinz en este volumen). la de Cobrantes, en tanto que A. Begumes estudiaba
Los dos decenios siguientes, los años veinte los de la cueva del Cudón en 1968. A su vez, en As-
y treinta hasta la Guerra Civil española son mucho turias se produce el notable descubrimiento de la cue-
más pobres en lo que se refiere tanto al descubri- va de Tito Bustillo en 1968, así como los primeros
miento como al estudio del arte rupestre en la cornisa estudios a cargo de su descubridor científico, M. Be-
cantábrica. Los únicos descubrimientos y éstos más renguer, que serán completados por el hallazgo de
bien en un tono menor se producen en el País Vasco pinturas en la vecina cueva de La LLoseta en 1969,
y Navarra. Así J.M. Barandiarán descubre en 1929 la las cuales serán publicadas por sus descubridores M.
cueva de Atxuri en Mallaría y en 1935 la cueva de Mallo y M. Pérez.
Goikolau en Berriatúa (ambas en Vizcaya), mientras En 1973 P.M. Gorrochátegui descubre las
que el conocido espeleólogo francés N. Casteret des- pinturas de la cueva de Arenaza en Vizcaya, que son
cubría en 1930 la cueva de Alquerdí en Navarra. Sin inmediatamente publicadas por M. Grande. En 1978
embargo, por entonces J.M. Barandiarán, juntamente F. González-Quadra descubre la cueva de Hoz en Sá-
con sus colaboradores T. de Aranzadi y E. Eguren, mano. En 1972 M. Almagro descubre científicamen-
publicará la monografía de la cueva de Santiinainiñe te y estudia las pinturas y grabados de la cueva Chu-
(Barandiarán, Aranzadi y Eguren 1925), y l3reuil y fin en Riclones, mientras que García Guinea hace lo
Obermaier la obra clásica sobre Altamira (Breují y propio en 1976 con la vecina cueva de Micolón, las
Obermaier 1935), que constituye uno de los puntales tres en Cantabria. M. Berenguer descubre científica-
insustituibles para el estudio general del arte rupestre mente en 1970 la cueva de LLonín en Asturias, en
CONSIDERACIONES PRELIMINARES SOBRE EL ARTE RUPESTRE CANTÁBRICO 17

tanto que Gil Álvarez descubre las cuevas de Trauno les y C. González Sáinz, y la cueva del Arco B, des-
y de Coimbre, que serán publicadas por J.A. Moure y cubierta por C. San Miguel y J. Arozamena, así co-
el citado descubridor. mo Cueva Grande, que lo fue por C. González Sáinz,
Los años setenta van a caracterizarse por la It Bohigas y otros.
aparición de grandes monografias científicas la de También han aparecido figuras en cuevas ya
Altxerr¡ (1976) y la de Ekain (1978) ambas a cargo conocidas, como en el caso de la Cueva del Linar,
de J. Altuna y J.M. Apellániz; la de Las Monedas por conjunto identificado por C. San Miguel; el de la del
E. RipoIl (1972) y la de Las Chimeneas por J. Gon- Cudón, por C. San Miguel, E. Muñoz y J. Gomez
zález Echegaray (1974), así como la gran obra de Arozamena; el de la Cueva del Otero, por C. San Mi-
conjunto que recoge las actas del Simposio Interna- guel, E. Muñoz y M. Serna, estudiada asimismo en
cional de Arte Rupestre celebrado en Santander en colaboración con C. González Sáinz; el de la Pasiega
1972 (Almagro y García Guinea 1972). por It Balbín y C. González Sáinz; y el de la propia
El decenio de los ochenta se va a distinguir Altamira, por L.G. Freeman, E. Bernaldo de Quirós y
principalmente por una minuciosa revisión en el es- 3. Ogden.
tudio de las cuevas, la mayoría ya conocidas, en oca- Son bastante numerosas las cuevas donde se
siones a cargo de colectivos formados por entusiastas han descubierto simples grabados de rayas y trazos
investigadores generalmente jóvenes, quienes descu- imprecisos, así como restos de pinturas. En la explo-
¡ brirán numerosas obras paleolíticas de arte rupestre, ración y descubrimiento de estos y otros conjuntos ya
que hasta entonces habían pasado inadvertidas, así citados han intervenido algunos colectivos, como la
como nuevas cuevas. Esta etapa comienza con el des- C.A.E.A.P. (Colectivo para la Ampliación de Estu-
¡ cubrimiento progresivo de los conjuntos grabados en dios de Arqueología Prehistórica), la A.C.D.P. 5. (A-
cuevas del valle del Nalón en Asturias, bajo la direc- sociación Cántabra para la Defensa del Patrimonio
ción de J. Fortea. Aunque los primeros hallazgos da- Subterráneo), la S.E.S.S. (Seminario de Espeleología
tan ya de finales de la etapa anterior, la mayoría de Sautuola), el Speleo Club Cántabro y la S.A.E.C.
las identificaciones, así como su estudio y publica- (Sociedad de Actividades Espeleológicas de Canta-
ción caen dentro de este decenio. Nos referimos a La bria).
LLuera 1 y 11, Godulfo, Entrecueves, El Molín, Los Si hubiera que resumir en dos palabras esta
Murciélagos y La Viña. A ellas hay que añadir la sucinta historia de las investigaciones en tomo al ar-
cueva de Trescalabres, con un conjunto estudiado por te rupestre paleolítico de la costa cantábrica durante
JA. Rodríguez Asensio en 1989. Por su parte, It el Siglo XX, diríamos que las dos épocas de mayor
Balbin y J.A. Moure reestudian a fondo la cueva de apogeo son, en primer lugar, los dos primeros dece-
Tito Bustillo, descubriendo nuevas representaciones nios del siglo, y, en segundo término, los decenios
y publicando el fruto de sus trabajos en distintas re- correspondientes a los años cincuenta y sesenta. Se
vistas científicas. Asimismo, M. Menéndez hace lo trata de los momentos en que se descubre la mayoría
propio con la cueva del Buxu. Finalmente, señalemos de los conjuntos rupestres. No obstante, la labor de
ahora de manera global el hallazgo y estudio de nu- investigación y publicación se ha mantenido prácti-
merosos grabados y en algún caso de pintura de ca- camente constante a lo largo de todo el siglo, hasta
racter no figurativo, realizados en varias cuevas astu- dar origen al actual patrimonio, en cuyo catálogo fi-
nanas, principalmente por M. González Morales y gura practicamente un centenar de cuevas y cuya bi-
también por M. Márquez Urja, 5. Corchón, P. Arias, bliografía completa abarca varios cientos de publi-
C. Pérez Suárez, G. Gil, A. Martínez Villa, V. Ro- caciones.
driguez Otero y otros.
En Cantabria es donde se dan propiamente
las características que antes señalábamos como típi- 3. LAS CUEVAS COMO
cas del decenio de los ochenta. Destaca el descubri- SANTUARIOS
miento de la cueva del Salín en 1985 a cargo de L.
Jorde, R. Cabarga y C. Martínez Barberán, que pri- Una de las ideas más sobresalientes de la
meramente será estudiado por R. Bohigas y su equi- obra fundamental de A. Leroi-Gourhan, aparecida
po, y posteriormente por JA. Moure y el suyo. Pero precisamente en 1965, es la concepción de la cueva
además de esta nueva cueva, hay que señalar la de como un santuario estructurado conforme a un mo-
Sovilla, que está siendo estudiada por C. González delo.
Sáinz, R. Montes y E. Muñoz, las cuevas de los Em- Bien estará recordar aquí que su autor ma-
boscados y del Patatal, descubiertas por P. Smith en duró la obra en buena medida, visitando y estudiando
1981 y estudiadas por R. Balbin, M. González Mora- cuidadosamente las pinturas rupestres de la Cornisa
18 JOAQUIN GONZALEZ ECHEGARAY

Cantábrica en los años cincuenta, mientras tomaba tificación oscura. A este respecto es importante conti-
parte en las excavaciones que entonces se realizaban nuar teniendo en cuenta, porque puede poseer un va-
en la cueva de El Pendo (González Echegaray et al lor significativo, la clasificación previa de santuarios
1980: 21). Quien esto escribe era entonces miembro en función de la estructura material de la caverna y
del equipo excavador y, en su condición de español y de la relación entre los paneles con obras de arte y el
conocedor de las cuevas de la región, fui designado acceso a los mismos.
por el director de la excavación, J. Martínez Santa Ya el propio Leroí-Gourhan distinguía entre
Olalla, acompañante del profesor Leroi-Gourlian y conjuntos que se encuentran a pleno día, a la entra-
de su equipo de colaboradores (P. Hours, M. Brezi- da, de acceso fácil y de acceso difícil. Entre los pri-
llon y J. Vertut) en sus recorridos por las cuevas de la meros, por lo que al arte cantábrico se refiere, hay
Cornisa; por eso puedo certificar hasta qué punto el que señalar, entre otras, las estaciones de Venta La-
estudio del arte rupestre del norte de España fue de- perra, Hornos de la Peña, Chufin y La Viña. A la se-
cisivo en las concepciones del maestro, que después gunda categoría, es decir, a los santuarios de entrada,
se harian famosas a través de sus numerosas publica- hay que atribuir parte de la cueva dc Altamira y La
ciones y principalmente de su obra fundamental ya Haza. Los de acceso fácil y profundidad media se
citada. identifican con algunos conjuntos dc Altamira, con
En realidad, la idea de la cueva como un los del Castillo, Las Chimeneas, La Pasiega, Las Mo-
santuario no es en sí misma una novedad. El propio nedas, Covalanas, Hornos, uno de los de Chufin, El
abate Breuil la desarrolló en muchas ocasiones, in- Pindal, Candamo y Tito Bustillo, aunque esta cueva
cluso con esta misma tenninologia: ‘Aussi, quand tiene un sector de gran profundidad. Entre los de ac-
nous visitons une caverne ornée, nous pénétrons dans ceso dificil habrá que señalar los del Buxu, Sotarriza,
un sanctuaire’ (Breuil 1952: 23). La originalidad de Arenaza, Santimamifle y Ekain para la variedad de
Leroi-Gourhan y de su predecesora Laming-Empe- menos de 100 m. de profundidad, reservando la Cu-
raire (1962) reside en sacar todo el provecho de tal llalvera y Altxerri para el tipo de más de lOO m. de
concepto y orientar la investigación en torno a este profimdidad.
punto de partida. Frente a una visión descentralizada Deben existir, sin duda, otros criterios que
y heterogénea de los conjuntos pictóricos, donde la pennitan clasificar los distintos santuarios y no sólo
preferencia del investigador residia más en la deter- en función de la mayor accesibilidad desde la entra-
minación de la cronología de cada figura que en una da. En 1986 nosotros mismos presentamos un esbozo
visión integradora del conjunto, Leroi-Gourhan pre- de clasificación por lo que a los santuarios de la Cor-
senta un modelo que permite estudiar el arte rupestre nisa Cantábrica se refiere (González Echegaray
paleolítico formando conjuntos con un significado 1986), que ahora tratamos de resumir aquí.
propio, estructurados conforme a un plan preconcebi- Existen distintos tipos de santuarios en fin-
do de acuerdo con un espacio sagrado -el santuario- y ción de su situación geográfica, bien sea ésta la zona
destinados a ejercer una función, así como a transmi- costera (Altamira. Tito Hustillo, El Pindal, Ekain,
tir un mensaje. Altxerri), los valles intermedios (Castillo, Pasiega,
Desde luego aún sigue discutiéndose si Santimamifle, Candamo, ) o los parajes de monta-
Leroi-Gourhan ha dado con la clave precisa para in- ña (Covalanas, La Haza, Venta Laperra, El Buxu,
terpretar ese mensaje. Se han puesto, con razón, nu- LLonín). Hay también santuarios diferentes según
merosas dificultades al sistema, Así, por ejemplo, que las representaciones sean sólo sobre el soporte de
desde el punto de vista teórico, el sistema no tiene en techos y paredes (Monedas, Chimeneas, ..) o bien
cuenta el número de figuras de una sola especie, im- sobre pequeños elementos de hueso o piedra que per-
portando tanto una representación de caballo en un tenecen al mundo del arte mueble (El Pendo, Aitzbi-
panel, como diez, lo que evidentemente supone dejar tarte, ..), no faltando algunos que combinan ambos
de lado un factor que podría ser muy significativo. tipos, como Altamira, Castillo y Tito Bustillo.
Desde el punto de vista práctico, su aplicación con- Igualmente hay santuarios donde las figuras
creta a ciertas cuevas resulta muy controvertible. radican sobre el techo de salas, siendo éste por lo ge-
No vamos a tocar aquí este tema, que ha de neral bajo y a veces en ángulo agudo con relación al
ser tratado por otros colaboradores de esta obra. Sí suelo (Altamira, Tito Bustillo y Ekain), mientras que
queremos, en cambio, dado el caracter introductorio otros santuarios -la mayoria- exhiben su arte en las
de nuestra colaboración, abundar más en la necesi- paredes de galerías y corredores. Entre éstos los hay
dad de seguir considerando a la cueva con arte rupes- muy característicos, por ejemplo aquellos donde el
tre como un verdadero santuario, aunque los ele- tema principal se basa en las representaciones de ma-
mentos que le caractericen queden aún con una iden- nos (Castillo, Salín, . .). También hay santuarios en
CONSIDERACIONES PRELIMINARES SOBRE EL ARTE RUPESTRE CANTABRICO 19

los que el tema sobresaliente son las llamadas másca- Tan sólo hemos intentado aquí esbozar el
ras (galería final de Altamira, algunas galerías de tema de una forma global para reafirmar que la idea
Castillo, Cueva de Hoz, El Juyo). de santuario, como conjunto que confiere unidad a
Es decir, que los criterios pueden ser y de un tipo de representaciones, deberá ser tenida en
hecho son variados, pero conforman modelos distin- cuenta en cualquier estudio acerca del arterupestre y
tos, donde las representaciones adquieren caracteres más concretamente del arte rupestre paleolítico de la
propios y se sitúan de acuerdo con un tipo específico Cornisa Cantábrica.
de plan preconcebido.

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