0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos) 54 vistas14 páginasHernández Castillo - Constitucionalismo y Mujeres Indígenas
constitucionalismo y mujeres indígenas
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CAPITULO IV
¢Hacia un nuevo constitucionalismo
transformador desde las mujeres indigenas?!
R. ADA HERNANDEZ CASTILLO
Introduccién
La ola de reformas constitucionales que ha recorrido el continente a lo
largo de las ditimes tres décadas ha tenido en comin el reconocimiento de fe
diversidad cultural de las naciones latinoamericanes y en la mayoria de los
casos ha conllevado un reconocimiento del derecho indigena y/o de los espa-
cios de justicia locales. En algunos casos, estas reformas han implicado un
fortalecimiento de la autonomia politica a partir del reconocimiento de juris-
dicciones indigenas (Sanchez Boteto, 1998); en otros, lo que encontramos
son procesos de reconstitucién 0 reinvencién de la justicia comunitaria (Sie-
ra et al, 2013; Sieder, 2017). Existen también experiencias de debilitamiento
dela autonomia existente previo a las reformas constitucionales, a partir de la
creacién estatal de nuevos Juzgados Indigenas que se han sobrepuesto a las
instituciones locales de justicia.?
En este capitulo, me interesa aportar & los debates que se retinen en este
libro en torno al llamado constitucionalismo transformador, a pastix de distin-
tas experiencias de pluralismo juridico en las que se han dado procesos de
reconstituci6n del derecho propio para incluir el sentir y pensar de las muje-
res indigenas. Me interesa abonar al debate de quienes argumentan que las
Una versin ampliada de este texto que incluye las experiencias de Guatemala y Colom:
bia fue publicada bajo el tulo “Indigenous Justices: New Spaces of Struggle for Women" en
Hemindez Castillo (2016).
* Véase Buenrostro (2013).justicias indigenas cuentan con constituciones propias, que son el producto
cde pactos politicos, con instituciones propias y mecanismos juridicos y politi
‘cos para defender dichos pactos.’ Estas perspectivas retoman el concepto de
constitucionslismo transformador no s6lo para referirse a experienciss como
Ia boliviana y la ecustorians, donde las demandas de las luches indigenas lo-
sgraron set incluidas en las constituciones nacionales rompiendo con muchos
de sus principios eurocéntricos, sino para referirse a los seglamentos, institu-
ciones y pricticas juridicas que se desarrollan en algunas regiones indigenas
del continente. A partir de dos experiencias de justicias comunitarias indi-
genas en México me interesa mostrar que muchas de esas constitucionesindige-
nas son también el producto de luchas internas por reconceptualizar lacultura
y los derechos desde las mujeres.
El pluralismo juridico reconocido en las tiltimas décadas por las constitu-
ciones latinoamericanas tiene una larga historia estrechamente vinculada a
los procesos coloniales y neocoloniales del continente. La coexistencia de
‘espacios paralelos de gobiemo y justicia indigena se ha dado desde la época
colonial, cuando las Leyes de Indios reconocian jurisdicciones indigenas su-
bordinadas a la Corona Espafiola? Las llamadas “justicias indigenas” han
pasado por diversos procesos de reconstitucién en diilogo permaneate con
las justicias de los Estados-nacién poscoloniales. Mas que justicias ancestra-
les, se trata de productos histéricos que incorporan tanto principios y epis-
temologias propios de los pueblos indfgenas como principios morales y reli-
giosos catélicos producto de 500 afios de ocupacién colonial, asi como
procedimientos juridicos retomados del derecho del Estado. A pesar de que
las reformas liberales del siglo x1x impusicron el monismo juridico en la
‘mayor parte de los paises de América Latina, estos sistemas paralelos siguie-
ron funcionando de facto y en muchos contextos fueron tolerados ante la
incapacidad del Estado para responder a las necesidades de justicia de las
regiones indigenas.
‘Los discursos y précticas en torno a la ciudadania liberal monocultural y
cexcluyente empezaron 2 ser cuestionados de manera frontal por un crecien-
te movimiento indigena continental que deaunciaba la vigencia del colonia-
lismo interno y reivindicaba no s6lo su reconocimiento cultural sino sus de-
> Vease capitulo de Odlando Aragén Andrade en est libro (pp. 33958)
+ Vease Santos (2012),
> En las lamadas Leyes de Indios, l libro 5 establece I legslacién sobre diversosaspec
tos del derecho piblico,jurisdiccién, funciones, competencay ateibuciones de los leads,
cotregidores y demés funcionarios menoresindigenas.
rechos autonémicos y tertitoriales. La conmemoracién de los 500 afios del
smal llamado “Encuentro de Dos Mundos” en 1992 cred el espacio de con-
fluencia para que representantes indigenas de todo el continente unieran sus
voces y denunciaran el racismo y la exclusi6n que seguia caracterizando la
insercién de los pueblos indigenas en los proyectos nacionales latinoameri-
canos.
Es bajo la influencia de este clima cultural, y en parte en respuesta a las
demandas de las organizaciones indigenas, que en la década de 1980 se ini-
cia un proceso de reformas legislativas en distintos paises de América Latina
para reconocer el cardcter multicultural de los Estados, sustituyendo el dis
curso en tomo a la igualdad por una nueva retérica sobre la diversidad cul-
tural y sobre la necesidad de desarrollar politicas pablicas multiculturales.
Estas reformas varian mucho de un pais @ otro, pero en su mayoria incluyen
el reconocimiento del carécter multicultural de la nacién, de los derechos
colectivos de los pueblos indigenas, el reconocimiento de sus sistemas nor-
mativos y formas de autogobierno, y el derecho a utilizar y preservar sus
propios idiomas indigenas.° A partir de estas reformas, los censos gubema-
‘mentales reportan la existencia de 40 millones de hombres y mujeres que se
reconocen como indigenas, aproximadumente un 10% de los habitantes de
América Latina.”
En este nuevo contexto politico, los defensores de la ciudadanta universal
han alzados sus voces para rechazat o limitar el alcance de las reformes mul-
ticulturales, tratando de aislar la dimensién cultural de a dimensién territorial
o politica de las mismas. Separar las politicas del reconocimiento, de les pol-
ticas de la redistribuci6n ha sido la estrategia de los Estados neoliberales lat-
noamericanos para atenuar la radicalidad de les demandes indigenes. Muchos
académicos comprometidos con las luchas de los pueblos indigenas han escri-
toy denunciado los nuevos candados que estas reformas ponen a la autono-
mia indigena (Hernéndez et al., 2004).
Sin embargo, ha habido otras voces que han cuestionado las limitaciones de
las Iuchas por los derechos indigenas desde otros posicionamientos politicos,
apuntando a las limitaciones de la identidad indigena como espacio de movili-
© Diversos autores han anslizado ests reformas legisatvas y las potticas piblicas multi:
culturales que han impulsado los Estados ltinoamericanos. Véanse Asses e al. (2000), Van
Cott (2000) y Sieder (2002)
7 ‘Sertrata de datos paco precisos debido a que existen criterias muy distintos en los dife-
rentes paises para definir quia es y quién no es indigena. Para un andlsis de los datos demo-
{rificos de la poblacién indigena en el continente, véase Gonzalez (1994).zacién politica o denunciando la manera en que ésta ha sido utilizeds pot los
gobiernos neoliberales como una nueva estrategia de control y regulacién.
Estas perspectivas analizan el constitucionalismo multicultural como una
‘nueva forma de gobernanza neoliberal que ha implicado la hegemonta de los
discursos de derechos como formas de “narrar o codificar” las identidades
indigenas que muchas veces dan pic ala construccién de discursos ecencialis-
tas sobre las culturas indigenas,® desplazando otros discursos sobre justicia
social como aquellos que hacian referencia al colonialismo interno o a la ex-
plotacién econémica.
Estas perspectivas plantean que las reformas multiculturales, al dejar en
las manos de los pueblos y comunidades indigenas responsebilidides que
antes recafan en el Estado, responden a Ia necesidad de la agenda neoliberal
de descentralizar y promover una sociedad civil més participativa, abonando
la construccién de lo que se ha definido como regimenes de ciudadenfa neo-
liberales (Yashar, 2005). El ajuste social que necesita el modelo neoliberal
incluye la construccién de un Estado pluralista en el que todos participen, lo
cual puede coincidir con la agenda politica de los pueblos indfgenes, que
demandan mayor autonomia y mayores espacios de participacién, Dentro de
‘estas perspectivas, Charles Hale (2002, 2003) ha popularizado el concepro de
‘multiculturalismo neoliberal para referirse a los usos que los Estados neolibe-
rales han hecho de las politicas del reconocimiento multicultural como una
estrategia para silenciar o desplazar demandas més radicales del movimiento
indigena.
‘Aun en aquellos Estados que intentaron ir més alla de las reformas multi-
culturales reconociendo la existencia de Estados plurinacionales, como fue-
ron los casos de Ecuador y Bolivia, que dieron pie a la caracterizecién del
constitucionalismo transformador, estamos viviendo grandes retrocesos. La
inclusin de epistemologias indigenas para reconocer los derechos de la na-
turaleza no fue suficiente para asegurar los derechos al tertitorio y ala consul-
ta previa frente a proyectos gubernamentales que, en nombre de los “intere-
ses nacionales”, estén despojando a los pueblos indigenas de sus recursos,
contaminando sus tierras y rios, y destruyendo sus bosques.
Paradéjicamente, Ia nueva Constitucién ecuatoriana aprobada en 2008
fue la primera constitucién latinoamericana en integrar términes de las
epistemologfas indfgenas al texto constitucional, al incluir los prindipios del
Buen Vivir 0 Sumak Kawsay en sus articulos 275 a 278 (Titulo VI: Régimen
de Desarrollo), donde especifica, en el articulo 275, que: “El Buen Vivir
Veanse Sierra (1997) y Sieder y Witchell (2001: 201),
requerird que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades gocen
efectivamente de sus derechos, y ejerzan responsebilidades en el marco de
Ia interculturalidad, del respeto a sus diversidades y de la convivencia ar
ménica con la naturaleza” (Ecuador, 2008: 49). Paralelamente, fue también
pionera en el reconocimiento de los derechos de la naturaleza, rompiendo
asi con el antropocentrismo de la tradicién filoséfica y jurfdica liberal, que
consideraba que los derechos sélo pertenecen a las personas fisicas 0 jurii-
cas, a quienes corresponde el derecho de la manipulacién y explotacién de
Ja naturaleza?
Estas reformas legislativas ampliamente celebradas por académicos y acti-
vistas han quedado en letra muerta a partir de que el presidente Rafael Correa
rompié una de sus principales promesas de campaiia al abrir a a explotaci6n
petrolera los campos de Ishpingo, Tambococha y Tiputin (177), localizados en
el Parque Nacional Yasuni, en plena Amazonia ecuatoriana, La Reserva de la
Biosfera Yasuni, conformada por el Parque Nacional Yasuni y 1a Reserva
Huaorani, es considerada como unas de las dreas con mayor biodiversidad
del planeta, Es también el hogar de los pueblos indigenas huaorani, tagaeri y
los taromenane, que habjan permanecido en relativo aislamiento hasta prin-
‘ipios del siglo x. El proyecto ambiental Yasuni-trT fuc lanzado por Ecus-
dor en 2007 y pretendia recaudar 3600 millones de délares de la comunidad
internacional en 13 afios, en compensacién por la no explotacién de unos 846
millones de batrles de petréleo. Luego de tres afios de creado un fideicomiso
con Naciones Unidas para la recepcién de los aportes, la iniciativa aleanzé
apenas 13,3 millones de délares en depésitos concretos, mientras que otros
116 millones quedaron en compromisos. A pesar de que el Decreto 1572 de
febrero del 2009 establecfa un plazo indefinido para esta iniciativa, en agosto
2013 el presidente ecuatoriano solicit6 a la Asimblea Nacional abrir la regién
del Yasuni a la explotacién petrolera, argumentando que se trataba de un
asunto de “interés nacional”.
Esta decisién fue recibida con un fuerte rechazo por parte de las organiza-
ciones indgenas ecuatorianas que se han movilizado para protestar y deman-
dado su derecho a la consulta previa. Las organizaciones indfgenas y ecolo-
sistas argumentan que crear un polo petrolero en el Yasuni tendré un fuerte
impacto ambiental: contaminacién, deforestacién, alteracién de las relacio-
nes ecolégicas en un ecosistema iinico. Paralelamente, significaria abrir la
regi6n alla colonizacién, con todo lo que eso implica, como la tala de bosques
y la legada del narcotréfico. El Sumak Kawsay quedé en ret6rica guberna-
* Vease Santos y Grijalva (2012).mental frente a los intereses del gran capital y el desarrollismo del presidente
Rafael Correa.
‘Algo similar esté sucediendo con los principios de “vida armoniosa” y
“tierra sin mal” que promueve el Suma Qumaita en Bolivia. La Carta Magna
boliviana, reformada en 2009, integré, al igual que la del Ecuador, corceptos
de las epistemologias aymaras en el texto constitucional, que en el articulo 8..
cestablece:
EI Estado asume y promueve como principios ético-morales de la socie-
dad plural: ara gbilla, ama Walla, ama suswa (no seas flojo, no seas mentiroso,
no scas ladrén), suma gamaria (vivir bien), andereko (vida armonioss), teko
kavi (vida buena), fo’ marae (terra sin mal) y gbapaj fan (camino o vida no-
ble) (Bolivia, 2009).
Ademés, en el Preémbulo de la Constitucién, se afirma: “Dejames en el
pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal. Asumimos el retc histé-
rico de construir colectivamente el Estado Unitario Social de Derecho Pluri-
nacional Comunitario” (Bolivia, 2009). En este caso, fue la construccién de
un ployccto catretero que unisé a Bolivia con Brasil, desuiuyendy wie parte
importante de la selva amsz6nica, afectando el habitat de los pueblos indige-
nas de la regién, lo que hizo al presidente Evo Morales y a su gobierno olvi-
darse de los principios del Suma Qumaiia. Este proyecto de desarrollo carte-
tero afecta el Territorio Indigena del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS),
que tiene una extensién de 1,2 millones de hectéreas. Esta situado entre los
departamentos de Beni y Cochabamba, en las provincias Mojos y Marbiin
(Beni) y Chapare (Cochabamba). Los pueblos indigenas amazénicos que se
‘han movilizado en contra del proyecto han sido criminalizados y sus dirigentes
cencarcelados, con estrategias muy similares a las que el gobierno del Gonzalez
‘Sanchez de Lozada (2002-2003) usé contra los indigenas del Movimiento Al
Socialismo (mAs) en el pasado. Paradéjicamente, muchos de los indigeras que
promovieron los cambios en la Constitucién Plurinacional y que partidparon
en a hist6rica Marcha por el Territorio y Ia Dignidad, iniciada el 15 de agosto
de 1990, estan ahora enfrentados al gobierno de Evo Morales y tienen érde-
nes de captura.
Me detengo en los casos de Ecuador y Bolivia, no porque la situacién de
despojo y violencia en contra de los pueblos indigenas, en nombre de la “uto-
pfa desarrollista’, sea mas grave que en el resto de América Latina, sito por-
que las expectativas de que seria diferente eran mayores. La idea de que se
trataba de “regimenes posneoliberales” y de constituciones transformadoras
donde el “bienestar” de Ia sociedad estaba por encima de los intereses del
gran capital, asf como la retérica indigenista que reivindicaba el “Buen Vivic”
de manera més integral, considerando los derechos de la naturaleza, habian
despertado grandes expectativas, no sélo entre los indigenas ecuatorianos y
bolivianos sino en todos los indigenas del continente, que vefan las reformes
constitucionales plurinacionales como un referente a seguir.
En este contexto politico, el tema de las justicias indigenas y el derecho
propio ha venido a ocupar un lugar central tanto en les reivindicaciones polf-
ticas de los movimientos indigenas como en las preocupaciones analiticas de
la antropologia juridica latinoamericana. ¢Su reconocimiento estaba siendo
parte de las reformas administrativas neoliberales para abaratar los costos del
aparato de justicia? Elaniculo 2 de a Consttucién del estado de Oaxaca establece: *La ley protegeri las
tnadicione y prictica democritices de las comunidades indigenas, que hasta ahora en ut
zado para la leecién de sus ayunamients" (México, 1995)Oaxaca (México, 1998), reconoce el derecho de las comunidades a sus pro-
pios sistemas normativos y formas de eleccién de gobiernos locales. Este re-
conocimiento ha tenido efectos contzadictorios, pues, por un lado, ha refor
zado los mecanismos de control del Estado sobre la justicia comunitaria, al
incrementar la presencia de organismos estatales de derechos humanos, que
son los encargados de “vigilar” que la justicia comunitaria no viole ls dere-
chos individusles,# pero paralelamente el tema del derecho indigena se ha
empezado a tematizar, convirtiéndose en un t6pico de discusién politica al
interior de la comunidad.
En este nuevo contexto politico, las mujeres mixes han empezado a re-
flexionar sobre aquellos elementos de la justicia comunitaria que consideran
aque afectan a sus vides. Un espacio privilegiado para estas reflexiones se abri6
en 2011, cuando el gobierno municipal se propuso la elaboracién de un Esta-
tuto Communitario en el que se sistematizaron las principales normas y valores
de la justicia mixe, A pesar de las contradicciones que puede implica el plas-
‘mar por esctito un derecho procesual que ha sido de cardcter eminentemente
oral, los espacios de discusién colectiva que se abtieron en torno al Estatuto
Comunitatio, han permitido que las distintas perspectivas en torno a la cultu-
ray las trudicioues mixes se expresen y negocicn en espacios ptiblicos.
Liliana Vianey, antropéloga mixe integrante de nuestro equipo de inves-
tigecién, que ha sido estudiosa y participante de estos procesos de reflexién,
describe este nuevo clima cultural en Tlahuitoltepec sefialando lo siguiente:
Las voces de las mujeres indigenas, cuyo protagonismo ha ido en aumento
« partir del levantamiento zapatista, han apuntado que tanto la justicia comu-
nitatia indigena como la justicia del Estado tienen serias imitaciones para
promover un desarrollo equitativo para las mujeres originarias debido @ las
desigualdades sociales, culturales y genéticas. Ahora, la importancia de los
_movimientos de mujeres indigenas es que vienen a cuestionat, por un lado, el
3 En su estudio de caso de nuestro proyecto colectivo, Juan Carlos Martinez analiza
‘cémo las instancias gubernamentales de derechos humanos han ido en contra de las autorida
des comunitarias de Tlahuitoltepee,revittiendo decisiones de su justicia comunitariay violan
do la autonomia indigens. Al respecto, Martinez plantea que se est ante un retroeso en el
reconocimiento de los derechos indigenas en Oaxaca, sefalando que “el modelo de Estado
pluralista que resultaba aceptable a a economia politica del estado de Oaxaca hast finales
del siglo xx, encuentra serios problemas de implementacién en un sistema que se ha abierto
a reformas estructarale, politcas y econdmicas, que requieren un modelo de estado basado
nla concentracin real del poder politico y la apertura de los recursos naturales de'aentidad
al mercado y las grandes inversiones” (Martinez, 2013: 127).
sistema interno, pero al mismo tiempo intentan replintear las dinémicas con
rmiras a un desarrollo colectivo, dignificando y resignificando le vida humena
(Vianey Vargas, 2011: 5)
Estas propuestas de “:eplanteamiento de la justicia comunitaria” han ve-
nido de mujeres mixes organizadas en la Red de Mujeres Mixes y en el Grupo
de Mujeres en Accin con Palabra y Pensamiento Ayuujie que han empezado
a promover espacios de reflexién colectiva con mujeres de las comunidades
para discutir sus derechos y sus experiencias frente a lajusticia mixe, y, por
‘otro lado, de las mujeres del municipio no organizadas que estén participan-
do en los talleres de discusi6n sobre el Estatuto Comunitario, quienes en es:
tos espacios han sefialado:
Si la mujer no empieza a participar de manera conjunta en la asamblea
comunitaria, va a haber muchos vacios [...] como indligenas tenemos que ver
cosas reales; si las cosas ya se dieron por afios en el sentido de no reconocer la
{mportancia de las mujeres, hoy las tenemos que cambiar (apud Vianey Varges,
2011).
Se trata de un proceso incipiente que no cuenta con la estructura institu-
cional de las Juntas del Buen Gobierno, ni con la legitimacién de una Ley
Revolucionaria de Mujeres que permita respaldar las demandas de les muje-
res organizadas en la regién ayuujk; sin embargo, es una experiencia que
empieza a marcar ya la manera en la que se concibe y se debate la comunali-
ded ayauile, ampliando los sentidos de ciudadania comunitaria con una ma-
yor participacin de las mujeres en la politica y la justici,
Reflexiones finales
La “juridizacién de la politica” ha implicado que las luchas por los dere-
chos y por la legalidad han venido a ocupar un lugar de centralidad en las
luchas de los pueblos indigenas. Podria decirse que estas iniciativas politicas
establecieron el lenguaje a partir del cual se daria la resistencia. Tomando la
definicion de hegemonia de William Roseberry, podria afirmarse que las re-
formas del constitucionalismo multicultural pueden ser anslizadas como una
nueva hegemonia que ha construido “un lenguaje comiin o una manera de
hablar de las relaciones sociales que establecié los términos en tomo a los
cuales se daria la resistencia y la lucha” (Roseberry, 1994: 360-361).El lenguaje de derechos esté siendo apropiado y vernaculizado por hom.
bres y mujeres indigenas de América Latina, para luchar por nuevos acuerdos
societales con los Estados-nacién y al interior de las mismas comunidades. La
denuncia de la violencia y la exclusin de los pueblos indigenas por parte de
los proyectos nacionales latinoamericanos, y de las mujeres por parte de los
proyectos etnonacionalistas de los movimientos indigenas, se ha dado de ma-
nera simulténea, mostrando la complefidad de las luchas por la justicia social
que se dan en el continente. El constitucionalismo transformador se ha plan-
teado desde los mismos pueblos indigenas, que en muchas regiones del con-
tinente han reformulado sus reglamentos internos con la participacién activa
de las mujeres.
Hablar de derechos culturales, derechos autonémicos y derechos de las
‘mujeres ha implicado un nuevo lenguaje de la resistencia que ha sustituido en
muchos casos a discursos de mayor radicalidad politica como fueron Ios dis-
‘cursos sobre el colonialismo interno, la soberania y a revolucién. Sin embar-
0, en este proceso de vernaculizacién de los discursos de derechos que
han implicado la construccién de legalidades cosmopolitas subalternas (San-
tos y Rodriguez Garavito, 2007), se han creado también nuevos significados
en torno a lo que se entiende por cultura, justicia y tradicién, y, en un sentido
‘mas amplio, sobre lo que implica ser mujer y hombre indigena en el mundo
contemporiineo. Las reformas legislativas por el reconocimiento cultural o la
reconstitucién de la justicia propia han ido acompafiadas de procesos de re-
flexién colectiva y de creatividad politica en los que las mujeres indigenas han
tenido una participacién clave.
‘Ao largo de estos iltimos diez. afios hemos aprendido de las pricticas y
discursos de estas mujeres que nos han llevado a replantear muchos de nues-
tros paradigmas teéricos y nuestras propias précticas feministas. Las voces
que hablan por la cultura se han diversificado, y esto ha venido a confrontar
y desestabilizar las perspectivas puristas y ahist6ricas de las culturas indige-
ras. También hemos sido testigos de la construccién de nuevos espacios de
dilogo, negociacién y confrontacién en la reconstitucién de las justicias indi-
genas. Se trata de procesos marcados por las jerarquias intracomunitarias y
por las relaciones de poder, y en ese sentido han representado muchos retos
para las mujeres que han optado por transformar sus espacios de justicia a la
vez que defienden la autonomia indigena.
En el dmbito de lajusticia, hemos aprendido que reivindicar desde nuestro
trabajo académico el respeto alas jurisdicciones indigenas no implica negar ni
® Véase Merry (2006)
silenciar la diversidad de voces que desde el interior de las mismas comunida-
des estén replanteando ls manera de entender la justiciay el derecho propio.
Reconocer la capacidad productiva que tiene el conocimiento académico,
‘me lleva a posicionarme politicamente como parte de las voces que reivind,
can una definicién amplia y no excluyente de la identidad indgena, que re-
conoce la multiplicidad de experiencias y geneslogias politicas que marcan
el sentido de pertenencia a esta comunidad imaginaria. Rechazo, pues la
tentacién de reifcar las identidades indigenas y sus espacios de justicia en
base a crterios de autenticidad, ya sea de manera involuntaria 0 estratégica,
ya que considero que puede contribuir a crear nuevas exclusiones. Escuchat y
hacer eco de la diversidad de voces que hablan desde el ser indigena y que
buscan el fortalecimiento dela justicia propia es una responsabilidad politica
para quienes apoyamos desde la academia el reconocimiento de los llamados
derechos indigenas,
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287-330.
CAPITULO V
El constitucionalismo moderno, el
pluralismo juridico y el desperdicio de la
experiencia
Sara ARAUJO.
Introduccién
El constitucionalismo modemo se basa en las ideas de unidad, uniformi-
dad y homogeneidad: un Estado, una nacién, un derecho. La historia de la
relacién entre los sujetos y el Estado-nacién, aunque sea envuelta en una na-
rrativa ficticia de inclusién, pasa por la negacién de ciudadania a grupos so-
ciales, asi como por la falacia de un supuesto entendimiento monocultural,
que encubre un pasado de destruccién o marginacién de modelos de organi-
zacién social, naciones y derechos. La imposicién del Estado moderno, como
unidad exclusiva de inteligibilidad social, equirié la naturelizacién del dere-
cho como derecho estatal con el consiguiente desperdicio de gran parte dela
experiencia jutidica del mundo (Santos, 2002, 2014; Arai, 2016). Este ca-
pitulo aborda posibilidades y limites del concepto de pluralismo juridico
para expandir la realidad juridica visible, y las posibilidades de imaginacién
politica, dentro del paradigma constitucional moderno.
La reduccidn del derecho ao que procede del Estado, o alo que éste formal-
‘mente sanciona, se ha asegurado mediante procesos de codificacién, cientfica-
‘mente legitimados. De acuerdo con Ia epistemologia moderna, que (reJeonoce
exclusivamente en funcién del canon eurocéntrico, las formas de organizacién
y regulacién juridica en los territorios coloniales, o bien se ignoraron, o bien se
consideraron primitivas. La transformacién de la propiedad privada en indica-
dor de la presencia de civilizacién hizo posible la clasificacin de terra nulliu,
el concepto juridico que sostuvo el mito difusionista del vacio, y no sdlo legi-
timé la invasién y la ocupacién de los terrtorios indigenas, sino que también
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