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Hernández Castillo - Constitucionalismo y Mujeres Indígenas

constitucionalismo y mujeres indígenas

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CAPITULO IV ¢Hacia un nuevo constitucionalismo transformador desde las mujeres indigenas?! R. ADA HERNANDEZ CASTILLO Introduccién La ola de reformas constitucionales que ha recorrido el continente a lo largo de las ditimes tres décadas ha tenido en comin el reconocimiento de fe diversidad cultural de las naciones latinoamericanes y en la mayoria de los casos ha conllevado un reconocimiento del derecho indigena y/o de los espa- cios de justicia locales. En algunos casos, estas reformas han implicado un fortalecimiento de la autonomia politica a partir del reconocimiento de juris- dicciones indigenas (Sanchez Boteto, 1998); en otros, lo que encontramos son procesos de reconstitucién 0 reinvencién de la justicia comunitaria (Sie- ra et al, 2013; Sieder, 2017). Existen también experiencias de debilitamiento dela autonomia existente previo a las reformas constitucionales, a partir de la creacién estatal de nuevos Juzgados Indigenas que se han sobrepuesto a las instituciones locales de justicia.? En este capitulo, me interesa aportar & los debates que se retinen en este libro en torno al llamado constitucionalismo transformador, a pastix de distin- tas experiencias de pluralismo juridico en las que se han dado procesos de reconstituci6n del derecho propio para incluir el sentir y pensar de las muje- res indigenas. Me interesa abonar al debate de quienes argumentan que las Una versin ampliada de este texto que incluye las experiencias de Guatemala y Colom: bia fue publicada bajo el tulo “Indigenous Justices: New Spaces of Struggle for Women" en Hemindez Castillo (2016). * Véase Buenrostro (2013). justicias indigenas cuentan con constituciones propias, que son el producto cde pactos politicos, con instituciones propias y mecanismos juridicos y politi ‘cos para defender dichos pactos.’ Estas perspectivas retoman el concepto de constitucionslismo transformador no s6lo para referirse a experienciss como Ia boliviana y la ecustorians, donde las demandas de las luches indigenas lo- sgraron set incluidas en las constituciones nacionales rompiendo con muchos de sus principios eurocéntricos, sino para referirse a los seglamentos, institu- ciones y pricticas juridicas que se desarrollan en algunas regiones indigenas del continente. A partir de dos experiencias de justicias comunitarias indi- genas en México me interesa mostrar que muchas de esas constitucionesindige- nas son también el producto de luchas internas por reconceptualizar lacultura y los derechos desde las mujeres. El pluralismo juridico reconocido en las tiltimas décadas por las constitu- ciones latinoamericanas tiene una larga historia estrechamente vinculada a los procesos coloniales y neocoloniales del continente. La coexistencia de ‘espacios paralelos de gobiemo y justicia indigena se ha dado desde la época colonial, cuando las Leyes de Indios reconocian jurisdicciones indigenas su- bordinadas a la Corona Espafiola? Las llamadas “justicias indigenas” han pasado por diversos procesos de reconstitucién en diilogo permaneate con las justicias de los Estados-nacién poscoloniales. Mas que justicias ancestra- les, se trata de productos histéricos que incorporan tanto principios y epis- temologias propios de los pueblos indfgenas como principios morales y reli- giosos catélicos producto de 500 afios de ocupacién colonial, asi como procedimientos juridicos retomados del derecho del Estado. A pesar de que las reformas liberales del siglo x1x impusicron el monismo juridico en la ‘mayor parte de los paises de América Latina, estos sistemas paralelos siguie- ron funcionando de facto y en muchos contextos fueron tolerados ante la incapacidad del Estado para responder a las necesidades de justicia de las regiones indigenas. ‘Los discursos y précticas en torno a la ciudadania liberal monocultural y cexcluyente empezaron 2 ser cuestionados de manera frontal por un crecien- te movimiento indigena continental que deaunciaba la vigencia del colonia- lismo interno y reivindicaba no s6lo su reconocimiento cultural sino sus de- > Vease capitulo de Odlando Aragén Andrade en est libro (pp. 33958) + Vease Santos (2012), > En las lamadas Leyes de Indios, l libro 5 establece I legslacién sobre diversosaspec tos del derecho piblico,jurisdiccién, funciones, competencay ateibuciones de los leads, cotregidores y demés funcionarios menoresindigenas. rechos autonémicos y tertitoriales. La conmemoracién de los 500 afios del smal llamado “Encuentro de Dos Mundos” en 1992 cred el espacio de con- fluencia para que representantes indigenas de todo el continente unieran sus voces y denunciaran el racismo y la exclusi6n que seguia caracterizando la insercién de los pueblos indigenas en los proyectos nacionales latinoameri- canos. Es bajo la influencia de este clima cultural, y en parte en respuesta a las demandas de las organizaciones indigenas, que en la década de 1980 se ini- cia un proceso de reformas legislativas en distintos paises de América Latina para reconocer el cardcter multicultural de los Estados, sustituyendo el dis curso en tomo a la igualdad por una nueva retérica sobre la diversidad cul- tural y sobre la necesidad de desarrollar politicas pablicas multiculturales. Estas reformas varian mucho de un pais @ otro, pero en su mayoria incluyen el reconocimiento del carécter multicultural de la nacién, de los derechos colectivos de los pueblos indigenas, el reconocimiento de sus sistemas nor- mativos y formas de autogobierno, y el derecho a utilizar y preservar sus propios idiomas indigenas.° A partir de estas reformas, los censos gubema- ‘mentales reportan la existencia de 40 millones de hombres y mujeres que se reconocen como indigenas, aproximadumente un 10% de los habitantes de América Latina.” En este nuevo contexto politico, los defensores de la ciudadanta universal han alzados sus voces para rechazat o limitar el alcance de las reformes mul- ticulturales, tratando de aislar la dimensién cultural de a dimensién territorial o politica de las mismas. Separar las politicas del reconocimiento, de les pol- ticas de la redistribuci6n ha sido la estrategia de los Estados neoliberales lat- noamericanos para atenuar la radicalidad de les demandes indigenes. Muchos académicos comprometidos con las luchas de los pueblos indigenas han escri- toy denunciado los nuevos candados que estas reformas ponen a la autono- mia indigena (Hernéndez et al., 2004). Sin embargo, ha habido otras voces que han cuestionado las limitaciones de las Iuchas por los derechos indigenas desde otros posicionamientos politicos, apuntando a las limitaciones de la identidad indigena como espacio de movili- © Diversos autores han anslizado ests reformas legisatvas y las potticas piblicas multi: culturales que han impulsado los Estados ltinoamericanos. Véanse Asses e al. (2000), Van Cott (2000) y Sieder (2002) 7 ‘Sertrata de datos paco precisos debido a que existen criterias muy distintos en los dife- rentes paises para definir quia es y quién no es indigena. Para un andlsis de los datos demo- {rificos de la poblacién indigena en el continente, véase Gonzalez (1994). zacién politica o denunciando la manera en que ésta ha sido utilizeds pot los gobiernos neoliberales como una nueva estrategia de control y regulacién. Estas perspectivas analizan el constitucionalismo multicultural como una ‘nueva forma de gobernanza neoliberal que ha implicado la hegemonta de los discursos de derechos como formas de “narrar o codificar” las identidades indigenas que muchas veces dan pic ala construccién de discursos ecencialis- tas sobre las culturas indigenas,® desplazando otros discursos sobre justicia social como aquellos que hacian referencia al colonialismo interno o a la ex- plotacién econémica. Estas perspectivas plantean que las reformas multiculturales, al dejar en las manos de los pueblos y comunidades indigenas responsebilidides que antes recafan en el Estado, responden a Ia necesidad de la agenda neoliberal de descentralizar y promover una sociedad civil més participativa, abonando la construccién de lo que se ha definido como regimenes de ciudadenfa neo- liberales (Yashar, 2005). El ajuste social que necesita el modelo neoliberal incluye la construccién de un Estado pluralista en el que todos participen, lo cual puede coincidir con la agenda politica de los pueblos indfgenes, que demandan mayor autonomia y mayores espacios de participacién, Dentro de ‘estas perspectivas, Charles Hale (2002, 2003) ha popularizado el concepro de ‘multiculturalismo neoliberal para referirse a los usos que los Estados neolibe- rales han hecho de las politicas del reconocimiento multicultural como una estrategia para silenciar o desplazar demandas més radicales del movimiento indigena. ‘Aun en aquellos Estados que intentaron ir més alla de las reformas multi- culturales reconociendo la existencia de Estados plurinacionales, como fue- ron los casos de Ecuador y Bolivia, que dieron pie a la caracterizecién del constitucionalismo transformador, estamos viviendo grandes retrocesos. La inclusin de epistemologias indigenas para reconocer los derechos de la na- turaleza no fue suficiente para asegurar los derechos al tertitorio y ala consul- ta previa frente a proyectos gubernamentales que, en nombre de los “intere- ses nacionales”, estén despojando a los pueblos indigenas de sus recursos, contaminando sus tierras y rios, y destruyendo sus bosques. Paradéjicamente, Ia nueva Constitucién ecuatoriana aprobada en 2008 fue la primera constitucién latinoamericana en integrar términes de las epistemologfas indfgenas al texto constitucional, al incluir los prindipios del Buen Vivir 0 Sumak Kawsay en sus articulos 275 a 278 (Titulo VI: Régimen de Desarrollo), donde especifica, en el articulo 275, que: “El Buen Vivir Veanse Sierra (1997) y Sieder y Witchell (2001: 201), requerird que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades gocen efectivamente de sus derechos, y ejerzan responsebilidades en el marco de Ia interculturalidad, del respeto a sus diversidades y de la convivencia ar ménica con la naturaleza” (Ecuador, 2008: 49). Paralelamente, fue también pionera en el reconocimiento de los derechos de la naturaleza, rompiendo asi con el antropocentrismo de la tradicién filoséfica y jurfdica liberal, que consideraba que los derechos sélo pertenecen a las personas fisicas 0 jurii- cas, a quienes corresponde el derecho de la manipulacién y explotacién de Ja naturaleza? Estas reformas legislativas ampliamente celebradas por académicos y acti- vistas han quedado en letra muerta a partir de que el presidente Rafael Correa rompié una de sus principales promesas de campaiia al abrir a a explotaci6n petrolera los campos de Ishpingo, Tambococha y Tiputin (177), localizados en el Parque Nacional Yasuni, en plena Amazonia ecuatoriana, La Reserva de la Biosfera Yasuni, conformada por el Parque Nacional Yasuni y 1a Reserva Huaorani, es considerada como unas de las dreas con mayor biodiversidad del planeta, Es también el hogar de los pueblos indigenas huaorani, tagaeri y los taromenane, que habjan permanecido en relativo aislamiento hasta prin- ‘ipios del siglo x. El proyecto ambiental Yasuni-trT fuc lanzado por Ecus- dor en 2007 y pretendia recaudar 3600 millones de délares de la comunidad internacional en 13 afios, en compensacién por la no explotacién de unos 846 millones de batrles de petréleo. Luego de tres afios de creado un fideicomiso con Naciones Unidas para la recepcién de los aportes, la iniciativa aleanzé apenas 13,3 millones de délares en depésitos concretos, mientras que otros 116 millones quedaron en compromisos. A pesar de que el Decreto 1572 de febrero del 2009 establecfa un plazo indefinido para esta iniciativa, en agosto 2013 el presidente ecuatoriano solicit6 a la Asimblea Nacional abrir la regién del Yasuni a la explotacién petrolera, argumentando que se trataba de un asunto de “interés nacional”. Esta decisién fue recibida con un fuerte rechazo por parte de las organiza- ciones indgenas ecuatorianas que se han movilizado para protestar y deman- dado su derecho a la consulta previa. Las organizaciones indfgenas y ecolo- sistas argumentan que crear un polo petrolero en el Yasuni tendré un fuerte impacto ambiental: contaminacién, deforestacién, alteracién de las relacio- nes ecolégicas en un ecosistema iinico. Paralelamente, significaria abrir la regi6n alla colonizacién, con todo lo que eso implica, como la tala de bosques y la legada del narcotréfico. El Sumak Kawsay quedé en ret6rica guberna- * Vease Santos y Grijalva (2012). mental frente a los intereses del gran capital y el desarrollismo del presidente Rafael Correa. ‘Algo similar esté sucediendo con los principios de “vida armoniosa” y “tierra sin mal” que promueve el Suma Qumaita en Bolivia. La Carta Magna boliviana, reformada en 2009, integré, al igual que la del Ecuador, corceptos de las epistemologias aymaras en el texto constitucional, que en el articulo 8.. cestablece: EI Estado asume y promueve como principios ético-morales de la socie- dad plural: ara gbilla, ama Walla, ama suswa (no seas flojo, no seas mentiroso, no scas ladrén), suma gamaria (vivir bien), andereko (vida armonioss), teko kavi (vida buena), fo’ marae (terra sin mal) y gbapaj fan (camino o vida no- ble) (Bolivia, 2009). Ademés, en el Preémbulo de la Constitucién, se afirma: “Dejames en el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal. Asumimos el retc histé- rico de construir colectivamente el Estado Unitario Social de Derecho Pluri- nacional Comunitario” (Bolivia, 2009). En este caso, fue la construccién de un ployccto catretero que unisé a Bolivia con Brasil, desuiuyendy wie parte importante de la selva amsz6nica, afectando el habitat de los pueblos indige- nas de la regién, lo que hizo al presidente Evo Morales y a su gobierno olvi- darse de los principios del Suma Qumaiia. Este proyecto de desarrollo carte- tero afecta el Territorio Indigena del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), que tiene una extensién de 1,2 millones de hectéreas. Esta situado entre los departamentos de Beni y Cochabamba, en las provincias Mojos y Marbiin (Beni) y Chapare (Cochabamba). Los pueblos indigenas amazénicos que se ‘han movilizado en contra del proyecto han sido criminalizados y sus dirigentes cencarcelados, con estrategias muy similares a las que el gobierno del Gonzalez ‘Sanchez de Lozada (2002-2003) usé contra los indigenas del Movimiento Al Socialismo (mAs) en el pasado. Paradéjicamente, muchos de los indigeras que promovieron los cambios en la Constitucién Plurinacional y que partidparon en a hist6rica Marcha por el Territorio y Ia Dignidad, iniciada el 15 de agosto de 1990, estan ahora enfrentados al gobierno de Evo Morales y tienen érde- nes de captura. Me detengo en los casos de Ecuador y Bolivia, no porque la situacién de despojo y violencia en contra de los pueblos indigenas, en nombre de la “uto- pfa desarrollista’, sea mas grave que en el resto de América Latina, sito por- que las expectativas de que seria diferente eran mayores. La idea de que se trataba de “regimenes posneoliberales” y de constituciones transformadoras donde el “bienestar” de Ia sociedad estaba por encima de los intereses del gran capital, asf como la retérica indigenista que reivindicaba el “Buen Vivic” de manera més integral, considerando los derechos de la naturaleza, habian despertado grandes expectativas, no sélo entre los indigenas ecuatorianos y bolivianos sino en todos los indigenas del continente, que vefan las reformes constitucionales plurinacionales como un referente a seguir. En este contexto politico, el tema de las justicias indigenas y el derecho propio ha venido a ocupar un lugar central tanto en les reivindicaciones polf- ticas de los movimientos indigenas como en las preocupaciones analiticas de la antropologia juridica latinoamericana. ¢Su reconocimiento estaba siendo parte de las reformas administrativas neoliberales para abaratar los costos del aparato de justicia? Elaniculo 2 de a Consttucién del estado de Oaxaca establece: *La ley protegeri las tnadicione y prictica democritices de las comunidades indigenas, que hasta ahora en ut zado para la leecién de sus ayunamients" (México, 1995) Oaxaca (México, 1998), reconoce el derecho de las comunidades a sus pro- pios sistemas normativos y formas de eleccién de gobiernos locales. Este re- conocimiento ha tenido efectos contzadictorios, pues, por un lado, ha refor zado los mecanismos de control del Estado sobre la justicia comunitaria, al incrementar la presencia de organismos estatales de derechos humanos, que son los encargados de “vigilar” que la justicia comunitaria no viole ls dere- chos individusles,# pero paralelamente el tema del derecho indigena se ha empezado a tematizar, convirtiéndose en un t6pico de discusién politica al interior de la comunidad. En este nuevo contexto politico, las mujeres mixes han empezado a re- flexionar sobre aquellos elementos de la justicia comunitaria que consideran aque afectan a sus vides. Un espacio privilegiado para estas reflexiones se abri6 en 2011, cuando el gobierno municipal se propuso la elaboracién de un Esta- tuto Communitario en el que se sistematizaron las principales normas y valores de la justicia mixe, A pesar de las contradicciones que puede implica el plas- ‘mar por esctito un derecho procesual que ha sido de cardcter eminentemente oral, los espacios de discusién colectiva que se abtieron en torno al Estatuto Comunitatio, han permitido que las distintas perspectivas en torno a la cultu- ray las trudicioues mixes se expresen y negocicn en espacios ptiblicos. Liliana Vianey, antropéloga mixe integrante de nuestro equipo de inves- tigecién, que ha sido estudiosa y participante de estos procesos de reflexién, describe este nuevo clima cultural en Tlahuitoltepec sefialando lo siguiente: Las voces de las mujeres indigenas, cuyo protagonismo ha ido en aumento « partir del levantamiento zapatista, han apuntado que tanto la justicia comu- nitatia indigena como la justicia del Estado tienen serias imitaciones para promover un desarrollo equitativo para las mujeres originarias debido @ las desigualdades sociales, culturales y genéticas. Ahora, la importancia de los _movimientos de mujeres indigenas es que vienen a cuestionat, por un lado, el 3 En su estudio de caso de nuestro proyecto colectivo, Juan Carlos Martinez analiza ‘cémo las instancias gubernamentales de derechos humanos han ido en contra de las autorida des comunitarias de Tlahuitoltepee,revittiendo decisiones de su justicia comunitariay violan do la autonomia indigens. Al respecto, Martinez plantea que se est ante un retroeso en el reconocimiento de los derechos indigenas en Oaxaca, sefalando que “el modelo de Estado pluralista que resultaba aceptable a a economia politica del estado de Oaxaca hast finales del siglo xx, encuentra serios problemas de implementacién en un sistema que se ha abierto a reformas estructarale, politcas y econdmicas, que requieren un modelo de estado basado nla concentracin real del poder politico y la apertura de los recursos naturales de'aentidad al mercado y las grandes inversiones” (Martinez, 2013: 127). sistema interno, pero al mismo tiempo intentan replintear las dinémicas con rmiras a un desarrollo colectivo, dignificando y resignificando le vida humena (Vianey Vargas, 2011: 5) Estas propuestas de “:eplanteamiento de la justicia comunitaria” han ve- nido de mujeres mixes organizadas en la Red de Mujeres Mixes y en el Grupo de Mujeres en Accin con Palabra y Pensamiento Ayuujie que han empezado a promover espacios de reflexién colectiva con mujeres de las comunidades para discutir sus derechos y sus experiencias frente a lajusticia mixe, y, por ‘otro lado, de las mujeres del municipio no organizadas que estén participan- do en los talleres de discusi6n sobre el Estatuto Comunitario, quienes en es: tos espacios han sefialado: Si la mujer no empieza a participar de manera conjunta en la asamblea comunitaria, va a haber muchos vacios [...] como indligenas tenemos que ver cosas reales; si las cosas ya se dieron por afios en el sentido de no reconocer la {mportancia de las mujeres, hoy las tenemos que cambiar (apud Vianey Varges, 2011). Se trata de un proceso incipiente que no cuenta con la estructura institu- cional de las Juntas del Buen Gobierno, ni con la legitimacién de una Ley Revolucionaria de Mujeres que permita respaldar las demandas de les muje- res organizadas en la regién ayuujk; sin embargo, es una experiencia que empieza a marcar ya la manera en la que se concibe y se debate la comunali- ded ayauile, ampliando los sentidos de ciudadania comunitaria con una ma- yor participacin de las mujeres en la politica y la justici, Reflexiones finales La “juridizacién de la politica” ha implicado que las luchas por los dere- chos y por la legalidad han venido a ocupar un lugar de centralidad en las luchas de los pueblos indigenas. Podria decirse que estas iniciativas politicas establecieron el lenguaje a partir del cual se daria la resistencia. Tomando la definicion de hegemonia de William Roseberry, podria afirmarse que las re- formas del constitucionalismo multicultural pueden ser anslizadas como una nueva hegemonia que ha construido “un lenguaje comiin o una manera de hablar de las relaciones sociales que establecié los términos en tomo a los cuales se daria la resistencia y la lucha” (Roseberry, 1994: 360-361). El lenguaje de derechos esté siendo apropiado y vernaculizado por hom. bres y mujeres indigenas de América Latina, para luchar por nuevos acuerdos societales con los Estados-nacién y al interior de las mismas comunidades. La denuncia de la violencia y la exclusin de los pueblos indigenas por parte de los proyectos nacionales latinoamericanos, y de las mujeres por parte de los proyectos etnonacionalistas de los movimientos indigenas, se ha dado de ma- nera simulténea, mostrando la complefidad de las luchas por la justicia social que se dan en el continente. El constitucionalismo transformador se ha plan- teado desde los mismos pueblos indigenas, que en muchas regiones del con- tinente han reformulado sus reglamentos internos con la participacién activa de las mujeres. Hablar de derechos culturales, derechos autonémicos y derechos de las ‘mujeres ha implicado un nuevo lenguaje de la resistencia que ha sustituido en muchos casos a discursos de mayor radicalidad politica como fueron Ios dis- ‘cursos sobre el colonialismo interno, la soberania y a revolucién. Sin embar- 0, en este proceso de vernaculizacién de los discursos de derechos que han implicado la construccién de legalidades cosmopolitas subalternas (San- tos y Rodriguez Garavito, 2007), se han creado también nuevos significados en torno a lo que se entiende por cultura, justicia y tradicién, y, en un sentido ‘mas amplio, sobre lo que implica ser mujer y hombre indigena en el mundo contemporiineo. Las reformas legislativas por el reconocimiento cultural o la reconstitucién de la justicia propia han ido acompafiadas de procesos de re- flexién colectiva y de creatividad politica en los que las mujeres indigenas han tenido una participacién clave. ‘Ao largo de estos iltimos diez. afios hemos aprendido de las pricticas y discursos de estas mujeres que nos han llevado a replantear muchos de nues- tros paradigmas teéricos y nuestras propias précticas feministas. Las voces que hablan por la cultura se han diversificado, y esto ha venido a confrontar y desestabilizar las perspectivas puristas y ahist6ricas de las culturas indige- ras. También hemos sido testigos de la construccién de nuevos espacios de dilogo, negociacién y confrontacién en la reconstitucién de las justicias indi- genas. Se trata de procesos marcados por las jerarquias intracomunitarias y por las relaciones de poder, y en ese sentido han representado muchos retos para las mujeres que han optado por transformar sus espacios de justicia a la vez que defienden la autonomia indigena. En el dmbito de lajusticia, hemos aprendido que reivindicar desde nuestro trabajo académico el respeto alas jurisdicciones indigenas no implica negar ni ® Véase Merry (2006) silenciar la diversidad de voces que desde el interior de las mismas comunida- des estén replanteando ls manera de entender la justiciay el derecho propio. Reconocer la capacidad productiva que tiene el conocimiento académico, ‘me lleva a posicionarme politicamente como parte de las voces que reivind, can una definicién amplia y no excluyente de la identidad indgena, que re- conoce la multiplicidad de experiencias y geneslogias politicas que marcan el sentido de pertenencia a esta comunidad imaginaria. Rechazo, pues la tentacién de reifcar las identidades indigenas y sus espacios de justicia en base a crterios de autenticidad, ya sea de manera involuntaria 0 estratégica, ya que considero que puede contribuir a crear nuevas exclusiones. Escuchat y hacer eco de la diversidad de voces que hablan desde el ser indigena y que buscan el fortalecimiento dela justicia propia es una responsabilidad politica para quienes apoyamos desde la academia el reconocimiento de los llamados derechos indigenas, Referencias bibliogréficas Atvarez, Carmen (2005), “Cosmovisin maya y feminismo. eCaminos que se unen?”, ponencia presentada en la Mesa “Mayanismos y Feminismos”, Congreso de Estudios Mayas, Guatemala, agosto Assies, Willem, VAN DER FIAAR, Gemma, y HOEKEMA, André J. (eds.) (2000), ‘The Challenge of Diversity: Indigenous Peoples and Reform of the State in Latin America, Amsterdam, Thela Thesis. 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La historia de la relacién entre los sujetos y el Estado-nacién, aunque sea envuelta en una na- rrativa ficticia de inclusién, pasa por la negacién de ciudadania a grupos so- ciales, asi como por la falacia de un supuesto entendimiento monocultural, que encubre un pasado de destruccién o marginacién de modelos de organi- zacién social, naciones y derechos. La imposicién del Estado moderno, como unidad exclusiva de inteligibilidad social, equirié la naturelizacién del dere- cho como derecho estatal con el consiguiente desperdicio de gran parte dela experiencia jutidica del mundo (Santos, 2002, 2014; Arai, 2016). Este ca- pitulo aborda posibilidades y limites del concepto de pluralismo juridico para expandir la realidad juridica visible, y las posibilidades de imaginacién politica, dentro del paradigma constitucional moderno. La reduccidn del derecho ao que procede del Estado, o alo que éste formal- ‘mente sanciona, se ha asegurado mediante procesos de codificacién, cientfica- ‘mente legitimados. De acuerdo con Ia epistemologia moderna, que (reJeonoce exclusivamente en funcién del canon eurocéntrico, las formas de organizacién y regulacién juridica en los territorios coloniales, o bien se ignoraron, o bien se consideraron primitivas. La transformacién de la propiedad privada en indica- dor de la presencia de civilizacién hizo posible la clasificacin de terra nulliu, el concepto juridico que sostuvo el mito difusionista del vacio, y no sdlo legi- timé la invasién y la ocupacién de los terrtorios indigenas, sino que también

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