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Clase 1 - Filosofía Consignas + Material

La filosofía es una disciplina que se enfoca en problematizar la realidad y cuestionar nuestras creencias a través de preguntas. El filósofo Sócrates era conocido por incomodar a los demás con sus constantes interrogantes, los cuales los hacían dudar de lo que pensaban saber. Aunque estimulante por explorar conceptos básicos, la filosofía también puede ser decepcionante dado que, a diferencia de otras disciplinas, no provee información nueva sino busca sabiduría a través de la reflexión.
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Clase 1 - Filosofía Consignas + Material

La filosofía es una disciplina que se enfoca en problematizar la realidad y cuestionar nuestras creencias a través de preguntas. El filósofo Sócrates era conocido por incomodar a los demás con sus constantes interrogantes, los cuales los hacían dudar de lo que pensaban saber. Aunque estimulante por explorar conceptos básicos, la filosofía también puede ser decepcionante dado que, a diferencia de otras disciplinas, no provee información nueva sino busca sabiduría a través de la reflexión.
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Clase 1 - ¿Qué es la filosofía?

Luego de leer las páginas adjuntas, responder:

1. ¿Qué pensás cuando escuchas la palabra filosofía? ¿escuchaste hablar antes sobre ella?
2. ¿De dónde proviene la palabra filosofía?
3. ¿El filósofo es un sabio? Justifica.
4. En la filosofía, ¿es más importante la pregunta o la respuesta?
5. ¿Por qué la filosofía incomoda?
6. Lee el texto destacado en violeta que figura al final de la página 11 del libro y explica por qué la filosofía es la
mismo tiempo estimulante y decepcionante.
7. Analiza la viñeta de Mafalda. ¿Por qué crees que el papá de Mafalda no puede responder su pregunta?
Módulo

¿Qué es la filosofía?
1
¿ En qu é sen tido l a filosofí a pu ede ser consider a da
u n pensa mien to probl em atiz a dor?

A pesar de que la filosofía existe desde hace muchos siglos, quizás desde el comienzo mismo de
la humanidad, es una disciplina que resulta difícil de definir. El filósofo inglés Anthony Kenny
(1931) escribe, en el Prefacio a su Breve historia de la filosofía occidental: “No es posible explicar
por adelantado de qué trata la filosofía. La mejor manera de aprender filosofía es leyendo las
obras de los grandes filósofos”. Sin embargo, todos tenemos, en general, alguna información
sobre ella. ¿Quién no ha escuchado, alguna vez, llamar ‘filósofo’ a alguien muy distraído o que
está como ausente en sus pensamientos? ¿Quién no tiene presente la imagen de un hombre pro-
fundamente preocupado por cosas que se escapan a la experiencia cotidiana y que se complica
la vida con preguntas difíciles? Más todavía, ¿quién no ha presenciado la escena en que, frente
a alguna idea un tanto abstracta y relativa a la vida misma, aparece el comentario “ya te pusiste
filosófico, vos”? Sin embargo, y contrariamente a lo que estas ideas podrían sugerirnos, la filosofía
está mucho más cerca de nuestro quehacer corriente y diario, y somos mucho más filósofos de
lo que generalmente pensamos. Veámoslo.
Un breve viaje a la fundación de la filosofía que nos recuerde su estirpe puede ser de ayuda. Se
trata de una actividad que, como disciplina y formalmente constituida, tiene su comienzo formal
en Grecia, alrededor del siglo VI a.C. Esto no quiere decir que antes los seres humanos no filoso-
faran, sino que es solamente a partir de ese momento que la filosofía empieza a ser una actividad
especializada y reconocida por sus cultores como una disciplina diferente de otras ramas de la
cultura o del saber. Como su nacimiento se dio en Grecia, es natural que el término que la denomina
provenga del griego: filosofía es un término compuesto por otras dos palabras griegas: philos,
que significa ‘amor’, ‘afección a’ (también ‘amistad’), y sophía, que quiere decir ‘saber’, ‘conoci-
miento’. Alguien que ama el saber –se supone– llegaría a su mejor momento sabiendo muchas
cosas. Pues bien, esto no es lo que le pasa a un filósofo, sino a un sabio, porque en realidad quien
ama la sabiduría está enamorado del saber, ávido de conocer, y siente necesidad de aprender
siempre más; pero la definición no dice nada sobre el darse por satisfecho con lo que ya se sabe.
El filósofo no es un sabio –alguien que, de algún modo, ya posee la sabiduría– ni un erudito, es
decir alguien que intenta incrementar constantemente la cantidad de datos o de información
que posee, o especializarse en todas las ciencias y conocimientos. Un filósofo es alguien que
está siempre en actitud de aspirar a la sabiduría, que hace de la reflexión la actividad central de
1 ¿Qué es la filosofía?

su vida, que multiplica las preguntas sobre la realidad, el mundo y los seres humanos, en lugar
de empeñarse en responder y dar por cerradas o resueltas las cuestiones que lo preocupan. Un
filósofo ‘reflexiona’, en el sentido originario del término; es decir que se ‘flexiona’ sobre sí mismo,
se vuelve sobre sí, se mira a sí mismo –y a sus creencias y saberes– en actitud crítica.
De manera que el interés principal del filósofo es plantear preguntas, más que de responderlas.
En verdad, en la disciplina filosófica es habitual que cada respuesta genere nuevos interrogantes.
Para decirlo sintéticamente, la filosofía es una actividad que se compromete con la problemati-
zación de la realidad, de las acciones de los hombres, del orden de cosas dado y establecido. De
hecho, cerca de aquel remoto comienzo histórico, en el siglo V a.C. en Grecia, debido a su inqui-
sidora actitud cuestionadora, el célebre filósofo Sócrates (470 a.C. - 399 a.C.) fue repetidamente
tildado de molesto, precisamente por sus constantes interpelaciones a todo el mundo. Veamos
el siguiente pasaje de Menón, un diálogo escrito por su discípulo Platón (428 a.C. -347 a.C.) que,
como casi todas las obras de este filósofo, tiene a Sócrates como protagonista e interlocutor
principal. Sócrates conversa aquí con Menón, e intenta que este le dé una buena definición de
qué es la virtud:
“Menón: —Y bien, Sócrates, antes he escuchado, incluso antes de acercarme a ti, que no haces
otra cosa que confundirte a ti mismo y hacer confundir a los demás; y ahora, según efectiva-
mente me parece, me engañas, me embrujas y sencillamente me encantas, de modo que estoy
lleno de confusión. Y me parece totalmente, si se me permite además bromear un poco, que
eres lo más similar en la forma y lo demás, al pez torpedo, el chato pez marino. Pues siem-
pre, al acercarse y tomarlo, él hace entorpecer, y tú ahora parece que has hecho en mí algo
similar; pues tengo verdaderamente entorpecidos el alma y la boca, y no puedo responderte.
En verdad, mil veces dije numerosísimos discursos sobre la virtud también para muchos, y
estuvo muy bien, según me parecía a mí mismo. Pero ahora no puedo decir en absoluto qué
es. Y me parece bien no querer navegar mar adentro ni alejarse; pues si hicieras esto en tanto
extranjero en otra ciudad, serías pronto despreciado como un hechicero.

Sócrates: —Pues eres un malvado, Menón, y por poco te burlas de mí.

Menón: —¿Qué dices, Sócrates?

Sócrates: —Conozco la causa por la que haces esta representación.

Menón: —¿Cuál crees que es?

Sócrates: —Para que yo, a mi vez, te haga una representación. Pues sobre los bellos yo sé que
se alegran de que los representen –pues les conviene. En efecto, las imágenes de los bellos
son bellas–, pero no haré una representación de ti. Y yo, si el pez torpedo se entorpece a sí
mismo en la circunstancia en que hace entorpecer a los demás, creo que soy igual a él; pero
si no lo hace, no. Pues no confundo a los demás estando yo mismo en una buena situación,
sino que, como yo mismo estoy absolutamente confundido, también hago confundir a los
demás. Efectivamente, ahora yo, acerca de la virtud, no sé qué es, y sin duda tú efectivamente
lo sabías antes de tener contacto conmigo, pero sin embargo ahora indudablemente eres se-
mejante a quien no sabe. Pues igualmente quiero analizar e investigar contigo precisamente
qué es.” (Platón, Menón).

El personaje Menón compara aquí a Sócrates con un “pez torpedo”, un pez que, levantando el pol-
vo del fondo del mar, oscurece el agua en que nada y no permite ver nada. En un paralelo con la
visión física y la visión intelectual –el ‘darse cuenta’ es ver con la inteligencia– queda claro que en

10
MÓDULO 1

su cuestionamiento constante, el filósofo viene


no solo a incomodar a sus interlocutores, sino
también a hacerlos dudar de aquello que pen-
saban tener claro. La pregunta problematiza,
pone en problemas a quien se enfrenta con
los cuestionamientos. Esto es así al menos por
dos razones: en primer lugar, porque cuando
no nos hacemos preguntas filosóficas –sobre
la vida, la muerte, la naturaleza de la buena
acción, el sentido de la historia– tenemos la
impresión de que sabemos cómo son esas
cosas; pero siempre que intentamos dar una
1
explicación racional, argumentar sobre estas
mismas cosas, ya no resulta tan claro ni tan
sencillo, parece que nos quedamos sin saber
qué decir. Y en segundo lugar, porque esa fal-
ta de respuesta nos obliga a volver a pensar,
reflexionar y buscar una explicación, tal como
le pasa a Menón respecto de la pregunta que
le hace Sócrates: “¿qué es ‘virtud’?”. Es en este
sentido que debe entenderse entonces a la
filosofía, como una actividad problematiza- Sócrates
dora, que pone en crisis nuestras creencias
heredadas.

Filosofía: “La filosofía es a la vez la más estimulante y la más decepcionante de las materias.
Es estimulante porque es la más amplia de todas las disciplinas, aquella que explora los con-
ceptos básicos que recorren todas nuestras formas de hablar y de pensar acerca de cualquier
tema. Es más, puede uno dedicarse a ella sin haber recibido ninguna formación ni instrucción
especial previa: todo aquel que esté dispuesto a pensar a fondo y seguir coherentemente una
cadena de razonamientos puede hacer filosofía. Pero la filosofía es también decepcionante
porque, a diferencia de las disciplinas científicas o históricas, no aporta ninguna información
nueva sobre la naturaleza ni sobre la sociedad. La filosofía no trata de proporcionar cono-
cimiento, sino sabiduría, y su historia demuestra lo difícil que ha sido, aun para las mentes
más poderosas, desarrollar una visión completa y coherente. Puede decirse sin exagerar que
ningún ser humano ha logrado todavía una comprensión completa y coherente ni siquiera
del lenguaje que empleamos para pensar nuestras ideas más simples. No es casualidad que
el hombre al que muchos consideran el fundador de la filosofía como disciplina explícita,
Sócrates, asegurara que la única sabiduría que poseía era el conocimiento de su propia ig-
norancia”. (A. Kenny, Breve historia de la filosofía occidental)

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