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Abuso Sexual en La Infancia Víctimas y Agresores. ECHEBURÚA y GUERRICAECHEVARRÍA (2000) .

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Abuso sexual en la infancia: victimas y agresores Un enfoque clinico Enrique Echeburua / Cristina Guerricaechevarria Enrique Echeburtia Cristina Guerricaechevarria ABUSO SEXUAL _ ENLAINFANCIA: VICTIMAS Y AGRESORES UN ENFOQUE CLINICO 0 Artal 1.* edicidn: enero de 2000 5.* impresi6n: junio de 2009 © 2000: Enrique Echeburtia Cristina Guerricaechevarria © 2000: Centro Reina Soffa para el Estudio de la Violencia Derechos exclusivos de edicién en espaiiol reservados para todo el mundo: © 2000 y 2009: Editorial Ariel, S. A. Avda. Diagonal, 662-664 - 08034 Barcelona ISBN 978-84-344-7477-2 Depésito legal: B. 26.367 - 2009 Impreso en Espaiia por Book Print Digital Botanica, 176-178 08901 LHospitalet de Llobregat (Barcelona) El papel utilizado para la impresién de este libro es cien por cien libre de cloro y esta calificado como papel ecoldgico. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorizacién escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccién total o parcial de esta obra. por cualquier medio 0 procedimiento, comprendidos la reprografia y el tratamiento informatico, y ladistribucion de ejemplares de ella mediante alquiler 0 préstamo puiblicos. INDICE Prélogo, por JOSE SANMARTIN. 6... ee eee XI PntroddeciOnis ¢ se ee Ewa CE wR EE 1 PRIMERA PARTE ASPECTOS CLiNICOS 1. Definicidbn. .. .. ee eee 2.__Falsas creencias 3. Prevalencia .... 4. Tipos de abusos . CapiTuLo 2. Aspectos juridicos y forenses... . . 21 1. El abuso sexual en el Codigo Penal ... . 21 2. Confidencialidad, secreto profesional del tera- peuta, notificacion de los actos delictivos y ac- tuacién ante los tribunales de justicia. ... . 25 3. Evaluacién de la validez del testimonio. . . . 27 3.1, Limitaciones del testimonio de los me- nores victimas de abuso sexual... . . 28 INTRODUCCION E] abuso sexual a menores es un problema universal que esta presente, de una u otra forma, en todas las culturas y so- ciedades y que constituye un complejo fenédmeno resultante de una combinacion de factores individuales, familiares y sociales. Lo que importa es que, en cualquier caso, supone una interferencia en el desarrollo evolutivo del nifio y puede dejar unas secuelas que no siempre remiten con el paso del tiempo No es facil determinar si el abuso sexual ha crecido en nuestra época, como consecuencia de la pérdida de la cohe- sién familiar y como parece reflejarlo el interés creciente que este asunto suscita en los medios de comunicaci6n y en Jas reuniones de profesionales. Nos faltan estudios compa- rativos para poder precisarlo. Lo que sf esta claro es que, mas all4 del mayor o menor aumento en relacién con épocas pasadas, actualmente se conoce mas, al margen de que sigan existiendo cifras negras que no emergen al exterior. De he- cho, se cuenta con una mayor sensibilidad social sobre este tema, los instrumentos de deteccién son mas finos y los sec- tores implicados (victimas, padres, educadores, etc.) estan mucho mas al tanto de este problema. En ultimo término, el interés desarrollado en los ultimos afios es muestra de un as- pecto positivo: la proteccién creciente a la infancia, el recha- zo social explicito a la vulneracién de la intimidad de los ni- fios, el desarrollo de programas de intervencién y el énfasis puesto en la prevencién. Las tasas de prevalencia sefialadas en relacién con el abu- 2 ABUSO SEXUAL EN LA INFANCIA: VICTIMAS Y AGRESORES so sexual en la infancia, en los estudios retrospectivos de la poblacién adulta llevados a cabo en Espajia y en EE.UU., os- cilan entre el 15 % y el 30 % de la muestra estudiada. Estas cifras se refieren a un concepto muy amplio de abuso (cual- quier conducta no consentida con una finalidad explicita- mente sexual: desde un roce intencionado hasta una pene- tracién anal o vaginal). Sin embargo, desde una perspectiva clinica, que es el enfoque predominante en este libro, lo que interesa especialmente es el abuso sexual percibido, es decir, el tipo de conductas sexuales impuestas que generan un gra- do de malestar significativo en el nifio y que interfieren ne- gativamente en su desarrollo psicolégico ulterior. Con este enfoque mis restrictivo, pero de mayor significaci6n clinica, la tasa de prevalencia se puede situar entre el 4 % y el 8 % de la poblacién infantil, que es una cifra nada desdefiable (San- martin, 1999), El abuso sexual no es sdlo un problema de nifias. Al pare- cer, los chicos se avergiienzan mas y son més reacios a reve- lar lo ocurrido que las chicas porque, al ser los agresores varones, se pone en cuestién mas facilmente su identidad se- xual. En cualquier caso, la manera en que los nifios respon- den ante la victimizaci6n depende de su vulnerabilidad y de las capacidades especificas que presentan en su ciclo evolu- tivo (Finkelhor, 1999). La realidad de las agresiones sexuales en la infancia es muy distinta de las ideas preconcebidas que se tienen al res- pecto y que alimentan el temor a las personas desconocidas. La mayor parte de los abusos sexuales ocurren en el seno del hogar y adquieren la forma, habitualmente, de tocamientos y sexo forzado por parte del padre, los hermanos 0 el abuelo. Este hecho, por otra parte, al quedar circunscrito muy fre- cuentemente al 4mbito de la familia, dificulta la interven- cidén psicolégica, judicial o de los servicios sociales, segtin los casos, e impide la proteccién adecuada del menor. Dicho en otras palabras, la consideracién de la familia como un re- cinto privado, alimentada por la ideologia de que la mujer es propiedad del marido y los hijos patrimonio de los padres, es un obstaculo afiadido para la deteccién de cualquier tipo de maltrato a los nifios y para la adopcidn de las medidas co- rrectoras necesarias (Sanmartin, 1999). INTRODUCCION 3 Los abusadores de nifios, al margen de las deficiencias personales y sociales que presentan, son personas mucho mas integradas en la sociedad que los violadores. De hecho, no son delincuentes habituales, son menos violentos, no co- meten otros delitos y, salvo excepciones, no tienen una carre- ra delictiva que les haya llevado a prisién. Por ello, no figuran en los registros policiales y escapan mucho mas facilmente al control judicial (Garrido, Stangeland y Redondo, 1999). La agresion sexual —ya sea con violencia fisica, coac- cién o simple prevalimiento moral, como en el caso del abuso sexual en la infancia— es vivenciada por la victima como un atentado no contra su sexo, sino principalmente contra su integridad fisica y psicoldgica. Por ello, el abuso sexual no es sino una forma mas de victimizacién en la in- fancia. Al margen de algunas alteraciones especfficas en las respuestas sexuales, las secuelas de este trauma son muy si- milares a las generadas por otro tipo de victimizaciones (maltrato fisico, abandono emocional, etc.), que, ademas, pueden darse en algunos casos simultaneamente. Por ello, los efectos psicolégicos producidos en el menor estan refe- ridos, como en los demas traumas, a la situacién de desam- paro en que se encuentra el nifio. Las respuestas de todo tipo (sociales, familiares, educativas, terapéuticas, etc.) a este reto deben ser similares a las planteadas en otras clases de victimizaciones. La alarma social generada por el abuso sexual en Espajia en los ultimos afios ha obligado a establecer una reforma del Cédigo Penal de 1995. De este modo, con la Ley Organica 11/1999, de 30 de abril (BOE de 1 de mayo), se ha modificado el Titulo VIII del Libro II del Cédigo Penal, referido a los deli- tos contra la libertad sexual, sélo 4 afios después de su apro- bacion. En concreto, por lo que se refiere al abuso sexual de menores, se ha elevado la edad de 12 a 13 afios para poder te- ner una relacion sexual consentida (art. 181.2) y se ha intro- ducido el delito de corrupcién de menores (arts. 187-190). En buena medida, el interés reciente por el estudio del abuso sexual en los nifios procede de las observaciones clini- cas hechas en los adultos. Por un lado, hay adultos que pre- sentan problemas de relaci6n interpersonal y dificultades de expresién afectiva en relacién con el abuso sexual experi- 4 ABUSO SEXUAL EN 1A INFANCIA: VICTIMAS Y AGRESORES mentado afios antes (Echeburtia, Corral, Zubizarreta y Sara- sua, 1995). Y, por otro, ciertos cuadros clinicos especificos experimentados en la vida adulta, como el trastorno disocia- tivo, se han puesto en conexi6n directa con las agresiones se- xuales sufridas en la infancia (Fine, 1997). Hay otros textos que se han ocupado de la epidemiologia, de la prevencién, de los modelos explicativos e incluso de los aspectos forenses del abuso sexual. E] hilo conductor de este libro, por el contrario, al margen de que figuren tratados al- gunos de los aspectos mencionados anteriormente, es la in- tervencion clinica, con una descripci6n detallada de las pro- puestas de tratamiento. E] enfoque clinico del abuso sexual —objetivo de este texto— se justifica por la frecuente necesi- dad de intervencién terapéutica en este problema. La mayo- ria de los nifios que han sufrido abusos sexuales se muestran afectados negativamente por la experiencia. Y, lo que es mas importante, el malestar generado suele continuar en la edad adulta si no reciben un tratamiento psicolégico adecuado (Jumper, 1995; Echeburiia y Guerricaechevarria, 1999). Son muchas, por tanto, las victimas que requieren una interven- cion psicolégica para superar las consecuencias derivadas de la experiencia traumatica. En estos casos, lo mejor es ac- tuar terapéuticamente con la victima y la familia al mismo tiempo. De este modo, la intervencién con los nifios se em- plea, por regla general, en conjuncién con los esfuerzos para reformar al agresor y potenciar la capacidad de la familia para apoyar al menor. No se puede soslayar tampoco el tratamiento de los agre- sores sexuales. En primer lugar, porque se trata de un nime- ro significativo de personas. Por citar un dato parcial —el re- ferido a los agresores encarcelados—, los delincuentes se- xuales existentes en las prisiones espafiolas ascienden a 1,900, lo que supone el 5 % de la poblacién reclusa. De todos ellos, el 35 % son abusadores sexuales de menores. En se- gundo lugar, porque la carcel en sf misma no es una soluci6n definitiva a este problema. Antes o después estas personas van a reincorporarse a la sociedad. Y en tercer lugar, porque se cuenta actualmente con tratamientos eficaces gue pueden beneficiar, cuando menos, a un buen numero de estos delin- cuentes. INTRODUCCION 5 En resumen, un problema complejo no permite solucio- nes simples. Por ello, los capitulos incluidos en este texto tratan de ofrecer una visién integradora del abuso sexual y de presentar unas alternativas de actuaci6n acordes al cono- cimiento actual de los hechos. PRIMERA PARTE ASPECTOS CLINICOS CapiTULo 1 CONCEPTO DE ABUSO SEXUAL 1. Definicion La tarea de encontrar una definicién adecuada de abuso sexual es compleja, pero resulta trascendente. De dicha defi- nicién dependen cuestiones de tanta importancia como la de- teccién de casos y las estimaciones estadfsticas del problema, asi como la objetivacién de las necesidades de tratamiento para las victimas y los agresores. No obstante, hasta el mo- mento, existen grandes dificultades para unificar criterios en relacion con la definicion. Se discrepa tanto al determinar la edad lfmite del agresor o de la victima como al sefialar las conductas que se incluyen en el acto abusivo o en las estrate- gias utilizadas para cometerlo. Asimismo surgen también im- portantes diferencias entre las definiciones empleadas por los profesionales de la salud y las definiciones legales, siendo las primeras mucho mas amplias y las segundas de cardcter mas restrictivo (Echeburtia y Guerricaechevarria, 1998). En lo que se refiere a la edad, algunos especialistas exi- gen, para considerar la existencia de abuso sexual, que el agresor sea mayor que el menor, con una diferencia de cinco afos cuando éste tenga menos de doce, y de diez afios si su- pera dicha edad (Finkelhor, 1979; Lépez, 1992). Otros, sin embargo, no tienen en cuenta esta variable ya que ello puede servir para enmascarar, en algunos casos, los abusos sexua- les entre menores. Desde esta perspectiva, se hace mas hin- 10 ABUSO SEXUAL EN LA INFANCIA: VICTIMAS Y AGRESORES, capié en la existencia de una relacion de desigualdad entre una persona con mayores habilidades para manipular y otra que no las posee al mismo nivel (Sosa y Capafons, 1996). El nifio puede ser victima de agresiones sexuales por par- te de mayores, pero no se debe olvidar que también puede serlo por parte de menores. De hecho, el 20 % del abuso se- xual en la infancia esta provocado por otros menores. Existen también divergencias en cuanto a las estrategias empleadas para llevar a cabo la relacién de abuso. Para Wol- fe, Wolfe y Best (1988), la mera conducta sexual entre un nifio y un adulto es siempre, de por si, inapropiada. En cam- bio, segtin otros autores (Lopez, Hernandez y Carpintero, 1995), se requiere el criterio de coacci6n (mediante fuerza fi- sica, presi6n o engafio) o de sorpresa —ademas del de asime- tria de edad— para calificar a una conducta de abuso sexual. No obstante, existe un gran ntimero de casos en los que este tipo de conducta no se produce a través de la imposicién 0 del engafio descarado, sino que se llega a un pacto secreto con una forma de presién mas sutil (juguetes, regalos, viajes, etcétera, que funcionan como un cebo para los nifios), es de- cir, con el abuso de confianza (Kilpatrick, 1992). Por otro lado, las conductas que deben considerarse como abusivas también han sido objeto de controversia. Algunos autores incluyen desde el contacto anal, genital y oral hasta el exhibicionismo, el voyeurismo o la utilizacién del nifio para la produccién de pornograffa (Madansky, 1996; Wolfe et al., 1988 ). Otros, por el contrario, excluyen de la categoria de abuso sexual aquellas conductas que no im- pliquen un contacto fisico directo. A pesar de estas divergencias, hay un consenso basico en los dos criterios necesarios para que haya abuso sexual in- fantil: una relacién de desigualdad —ya sea en cuanto a edad, madurez o poder— entre agresor y victima y la utiliza- cién del menor como objeto sexual (Echeburia y Guerricae- chevarria, 1998). Este ultimo punto incluye aquellos contac- tos e interacciones con un nifio en los que se utiliza a éste para la estimulacién sexual del agresor o de otra persona (Hartman y Burgess, 1989). Estos dos criterios ya aparecfan especfficamente recogi- dos en Ja definicién propuesta por el National Center of Child ASPECTOS CL{NICOS 1 Abuse and Neglect en 1978. Seguin este centro, se da abuso se- xual «en los contactos e interacciones entre un nifio y un adulto, cuando el adulto (agresor) usa al nifio para estimular- se sexualmente él mismo, al nifio o a otra persona. El] abuso sexual puede ser cometido por una persona menor de 18 afios, cuando ésta es significativamente mayor que el nifio (la victima) o cuando esta (el agresor) en una posicion de po- der o control sobre otro menor». Por ultimo, es importante sefalar la distinci6n entre los conceptos de abuso y explotaci6n sexual. Este ultimo térmi- no se refiere también a situaciones en las que el menor es forzado fisica o psicolégicamente a realizar actividades se- xuales con adultos, sdlo que en este caso interviene un mévil econdémico (Hartman y Burgess, 1989). 2. Falsas creencias La falta de informacién adecuada, la ocultacién de este tipo de situaciones, asf como el estigma social generado, han contribuido al mantenimiento de pensamientos erréneos respecto a los abusos sexuales de menores. Tal y como sefia- la Lopez (1997), las falsas creencias hacen referencia tanto ala frecuencia de este tipo de situaciones comoa las caracte- risticas de la persona que las lleva a cabo, de las victimas 0 de las familias en las que se producen (tabla 1.1). 3. Prevalencia No es facil determinar la incidencia real de este problema en la poblacién porque ocurre habitualmente en un entorno privado —la familia— y los menores pueden sentirse impo- tentes para revelar el abuso (Noguerol, 1997). Por otro lado, las discrepancias entre los distintos estudios derivan de la utilizacién de conceptos divergentes (fundamentalmente, en relacién con los hechos considerados) y de la variacién en los procedimientos de recogida de informacién utilizados, asi como en las caracterfsticas de las muestras estudiadas (Garrido et al., 1999). 12 ABUSO SEXUAL EN LA INFANCIA: VICTIMAS Y AGRESORES Tasia 1.1. Errores y verdades sobre el abuso sexual (Lépez, 1997, modificado) Falso Verdadero Los abusos sexuales son poco frecuentes. En laactualidad se producen ‘con mayor frecuencia, Sélo los sufren las nitas, Quienes los cometen estan locos. Sélo se dan en determinadas clases sociales. Los nits no dicen la verdad. Los menores son responsa- bles de los abusos. Los menores pueden evi- tarlo. Si ocurriera a un nitio cerca- No, nos enterartamos. Los agresores son siempre desconocidos 0 siempre familiares. Los abusos van acompana- dos de violencia fisica. Los efecios son casi siempre muy graves. En Espaiia, el 23 % de las mujeres y el 15 % de los hombres han sido victimas de algun tipo de abuso sexual en la infancia. Ahora se conocen mejor; antes no se estudiaban ni se denunciaban. El 40 % de las victimas de abuso sexual son nifios. Los abusadores son personas con apariencia nor- mal, de estilo convencional, de inteligencia me- dia y no psicéticos. El abuso sexual puede darse en cualquier nivel so- cioeconémico o cultural. Los nifios no suelen mentir cuando realizan una de- nuncia de abuso sexual. Sélo el 7 % de las decla- raciones resultan ser falsas. La responsabilidad unica de los abusos es del agresor. Los nifios pueden aprender a evitarlo, pero gene- ralmente cuando les sucede les coge por sorpre- sa, les engafian o les amenazan y no saben reac- cionar adecuadamente. Sélo un 2 % de los casos de abuso sexual familiar se conocen al tiempo en que ocurren. Los agresores pueden ser tanto familiares 0 cono- cidos de la victima (65-85 %) como personas desconocidas (15-35 %). ‘Solo en un 10 % de los casos los abusos vienen asociados a violencia fisica. Un 70 % de las victimas presentan un cuadro clini- coa corto plazo y un 30% a largo plazo. No obs- tante, la gravedad de los efectos depende de mu- chos factores y, en ocasiones, algunos acttian como «amortiguadores» del impacto. ASPECTOS CL{NICOS 13 Seguin el informe de Finkelhor, Hotaling, Lewis y Smith (1990) —primera encuesta nacional de Estados Unidos, lle- vada a cabo en adultos, sobre la historia de abuso sexual—, un 27 % de las mujeres y un 16 % de los hombres reconocian, retrospectivamente, haber sido victimas de agresiones se- xuales en la infancia. En Espajia la frecuencia de los abusos, al menos en un sentido muy amplio del término, puede afec- tar al 20 % de la poblacién (23 % de chicas y 15 % de chicos). La tasa de prevalencia de abusos sexuales propiamente di- chos, con implicaciones clinicas para los menores afectados, es considerablemente més baja (en torno al 4%-8 % de la po- blacién). Al margen de esta tasa de prevalencia —ya de por si muy alta—, en el 44 % de los casos el abuso no se ha limitado aun acto aislado (Lépez, 1995; 1997). Por otro lado, se cal- cula que aproximadamente el 15 % de todos los casos confir- mados de maltrato infantil estan relacionados con la agre- sion sexual (Bonner, 1999) (fig. 1.1). Las victimas de abuso sexual suelen ser mas frecuente- mente mujeres (59,9 %) que hombres (40,1 %) y se sitian en una franja de edad entre los 6 y 12 afios. Hay un mayor nt- mero de nifias en el abuso intrafamiliar (incesto), con una edad de inicio anterior (7-8 afios), y un mayor ntiimero de ni- fios en el extrafamiliar (pedofilia), con una edad de inicio posterior (11-12 afios). La mayoria de las investigaciones coinciden en que el | ME Coto vaginal | | | (Jexhivicionismo 40% ay Gaicias por encima dela ‘cintura BE Caticias pox debajo deta lcintura Fic. 1.1. Conductas mds graves sufridas por las victimas (Lépez, 1994). 14 — ABUSO SEXUAL EN LA INFANCIA: VICTIMAS Y AGRESORES agresor suele ser un conocido de la victima. Si bien no mas del 20 % de los casos denunciados de incesto hacen referen- cia a los contactos padre-hija, éstos son los mds traumaticos por lo que suponen de disolucién de los vinculos familiares mas bdsicos (Herman, Russell y Trocki, 1981). El incesto en- tre padrastro e hija da cuenta del 15 %-20 % de los casos. El 65 % restante implica a hermanos, tios, hermanastros, abue- los y novios que viven en el mismo hogar (McCarthy, 1992). Sin embargo, el incesto madre-hijo es mucho menos fre- cuente y se limita a aquellos casos en que la madre carece de una relaci6n de pareja, presenta una adiccion al alcohol oa las drogas y cuenta con un historial de abusos sexuales en la infancia (Lawson, 1993). No obstante, se ha encontrado un numero nada despreciable de mujeres agresoras (13,9 %) (Lépez, 1995). Los abusos sexuales se cometen en todas las clases socia- les, ambientes culturales o razas (Madansky, 1996). Los es- tudios epidemiolégicos no han encontrado diferencias en las tasas de prevalencia en funcién de la clase social, del nivel cultural o de la etnia a la que pertenecen las familias de la victima. No obstante, s{ se ha detectado un mayor nimero de casos de abuso sexual en familias con un estatus socioe- conémico bajo, pero esto puede explicarse por el mayor con- tacto que tienen estas familias con los Servicios Sociales (Cantén y Cortés, 1997). Por ultimo, en cuanto al lugar en que se comete la agre- sién, depende del tipo de abuso: en el intrafamiliar, lo mas habitual es en el hogar de la victima o del abusador; en el ex- trafamiliar, en la calle, en el parque, en el portal o en la casa del agresor. 4. Tipos de abusos No esta de mas sefialar que ni todos los abusos son igua- les ni afectan de la misma manera ala integridad psicolégica de la victima (Vazquez Mezquita y Calle, 1997). En cuanto al agresor, en unos casos el abuso sexual infantil puede ser co- metido por familiares (padres, hermanos mayores, etc.) —es el incesto propiamente dicho— o por personas relacionadas ASPECTOS CLINICOS 15 con la victima (profesores, entrenadores, monitores, etc.). En uno y otro caso, que abarcan del 65 al 85 % del total (Elliott, Browne y Kilcoyne, 1995) y que son las situaciones mas duraderas, no suelen darse conductas violentas aso- ciadas. La situacién habitual incestuosa suele ser la siguiente: un comienzo con caricias; un paso posterior a la masturbacién y al contacto buco-genital; y, slo en algunos casos, una evo- lucién al coito vaginal, que puede ser mas tardio (cuando la nifia alcanza la pubertad). Al no haber huellas facilmente identificables, los abusos sexuales en nifios pueden quedar mas facilmente impunes (Echeburta er al., 1995). En otros casos los agresores son desconocidos. Este tipo de abuso se limita a ocasiones aisladas, pero, sin embargo, puede estar ligado a conductas violentas 0 amenazas de ellas, al menos en un 10 %-15 % de los casos (Lanyon, 1986). No obstante, la violencia es menos frecuente que en el caso de las relaciones no consentidas entre adultos. Al margen de ciertas caracteristicas psicopatoldgicas en los agresores (por ejemplo, el sadismo sexual), lo que suele generar violencia es la resistencia fisica de la victima y la posible identificacién del agresor. Sin embargo, los nifios no ofrecen resistencia habitualmente y tienen dificultades —tanto mayores cuanto mas pequefios son— para identificar a los agresores. Por lo que se refiere al acto abusivo, éste puede ser sin contacto fisico (exhibicionismo, masturbacién delante del nifio, observacién del nifio desnudo, relato de historias se- xuales, proyeccién de imagenes o peliculas pornograficas, etcétera) o con contacto fisico (tocamientos, masturbacién, contactos bucogenitales o penetracién anal o vaginal). El coito es mucho menos frecuente que el resto de actos abusi- vos (Saldafia, Jiménez y Oliva, 1995). La penetracion, cuan- do tiene lugar en nifios muy pequeiios, suele resultar trau- matica por la desproporcién anatémica de los genitales del adulto y del menor y producir lesiones en los genitales 0 en el ano de la victima: erosiones, heridas, desgarros himena- les, etc. 16 ABUSO SEXUAL EN LA INFANCIA: VICTIMAS Y AGRESORES 5. Situaciones de alto riesgo Al hablar de situaciones 0 factores de riesgo, se hace refe- rencia a circunstancias de diverso tipo que favorecen que el menor sea victima de abuso sexual. No se trata, por tanto, de establecer una relacién directa de causa-efecto, sino mera- mente una asociacién probabilistica. El hecho de que un nifio se encuentre en una situacién de alto riesgo significa simplemente que tiene una mayor probabilidad de sufrir abusos sexuales (Finkelhor y Asdigian, 1996). Por un lado, el hecho de ser niria (es decir, mujer) es una de las circunstancias que tradicionalmente se ha considera- do como de alto riesgo. Los diferentes estudios coinciden en sefialar la mayor incidencia de agresiones sexuales en nifias —2-3 nifias por cada nifio—, especialmente en los casos de abuso sexual intrafamiliar. Esta asociacién puede deberse principalmente al hecho de que la mayorfa de los agresores son varones predominantemente heterosexuales (Gil, 1997; Vazquez Mezquita y Calle, 1997). Por otro lado, las edades de mayor riesgo son las compren- didas entre los 6 y 7 ayios, por un lado, y los 10 y 12, por otro (Finkelhor, 1993). Parece que mas del doble de los casos de abusos sexuales a menores se dan en la prepubertad. Se trata de una etapa en la que comienzan a aparecer las muestras del desarrollo sexual, pero los menores siguen siendo aun ni- fios y pueden ser facilmente dominados (Lépez, 1989; Pérez Conchillo y Borras, 1996). Respecto a las caracteristicas del propio menor, los nifios con mayor riesgo de victimizacién son aquellos que cuen- tan con una capacidad reducida para resistirse o revelarlo, como son los que todavia no hablan y los que muestran re- trasos del desarrollo y minusvalfas fisicas y psiquicas (Ma- dansky, 1996). Seguin Pérez y Borrds (1996), son también su- jetos de alto riesgo los nifios que se encuentran carentes de afecto en la familia, que pueden inicialmente sentirse hala- gados por la atencién de la que son objeto, al margen de que este placer con el tiempo acabe produciendo en ellos un pro- fundo sentimiento de culpa. En realidad, por lo que se refiere a determinadas situa- ciones familiares, los nifios victimas de malos tratos —en ASPECTOS CLINICOS 17 cualquiera de sus formas— son mas facilmente susceptibles de convertirse también en objeto de abusos sexuales. Desde la perspectiva de los adultos, cuando éstos han roto sus inhi- biciones para maltratar a un nifio y muestran un incumpli- miento de las funciones parentales, el maltrato pueden ha- cerlo facilmente extensivo al Ambito sexual. Y desde la perspectiva de los nifios, el abandono y recha- zo f{sico y emocional por parte de sus cuidadores les hacen vulnerables a la manipulacion de los mayores, con ofreci- mientos interesados de afecto, atencién y recompensas a cambio de sexo y secreto (Vazquez Mezquita, 1995). Por ultimo, la ausencia de los padres biolégicos, la inca- pacidad o enfermedad de la madre, el trabajo de ésta fuera del hogar y los problemas de la pareja (peleas, malos tratos, separaciones o divorcios), sobre todo cuando vienen acom- paniados de interrupcion de la relacion sexual, constituyen factores de riesgo que aumentan las posibilidades de victi- mizacion (Lépez, 1995). Son asimismo familias de alto ries- go las constituidas por padres dominantes y violentos, asi como las formadas por madres maltratadas (Arruabarrena, De Patil y Torres, 1996; Mas, 1995; Vazquez Mezquita, 1995; Cortés y Cantén, 1997) (tabla 1.2). TaBLa 1.2. Caracteristicas del abusador y de la familia en que se produce el abuso sexual Caracteristicas del abusador Caracteristicas de la familia Extremadamente protector 0 ce- loso del nifio. Victima de abuso sexual en la in- fancia. Con dificultades en la relacién de pareja. Aislado socialmente. Consumidor excesivo de drogas 0 alcohol. Frecuentemente ausente del ho- gar. Con baja autoestima o con proble- mas psicopatoldgicos, Familias monoparentales o re- constituidas. Familias caéticas y desestructura- das. Madre frecuentemente enferma o ausente. Madre emocionalmente poco ac- cesible. Madre con un historial de abuso sexual infantil. Problemas de hacinamiento. Hijas mayores que asumen las res- ponsabilidades de la familia. 18 ABUSO SEXUAL EN LA INFANCIA: VICTIMAS Y AGRESORES 6. Deteccidén del abuso sexual Las conductas incestuosas tienden a mantenerse en se- creto. Sdlo un 2 % de los casos de abuso sexual familiar se conocen al mismo tiempo en que ocurren. Existen diferentes factores que pueden explicar los motivos de esta ocultacién: por parte de la victima, el hecho de obtener ciertas ventajas adicionales (regalos, mas paga, etc.) o el temor a no ser cref- da oa ser acusada de seduccié6n, junto con el miedo a destro- zar la familia o a Jas represalias del agresor; y por parte del abusador, la pérdida de una actividad sexual que puede lle- gar a resultar adictiva, asi como la posible ruptura del matri- monio y de la familia y el rechazo social, acompafiado inclu- so, en algunas ocasiones, de sanciones legales. A veces, la madre tiene conocimiento de lo sucedido. Lo que le puede llevar al silencio, en algunos casos, es el panico al marido o el miedo a perderlo 0 a desestructurar la familia; en otros, el estigma social negativo generado por el abuso se- xual o el temor de no ser capaz de sacar adelante por sisolaa la familia. Por otro lado, si bien es cierto que es frecuente la coexis- tencia de este tipo de abusos con algun otro tipo de maltrato —ya sea fisico 0 psicolégico—, también es cierto que, en mu- chos de los casos, la agresién sexual no est4 asociada a estas situaciones que pueden producir una voz de alarma en el en- torno del menor (Fundacién ANAR, 1999). De ahi que el abu- so sexual pueda salir a la luz de-una forma accidental cuan- do la victima decide revelar lo ocurrido —a veces a otros nifios o a un profesor— o cuando se descubre una conducta sexual casualmente por un familiar, vecino 0 amigo (Eche- burtia y Guerricaechevarria, 1999). El descubrimiento del abuso suele tener lugar bastante tiempo después (meses 0 ajfios) de los primeros incidentes (VAzquez Mezquita y Calle, 1997). Habitualmente, segtin So- rensen y Snow (1991), el proceso de revelacién por parte del menor suele seguir cuatro momentos progresivos: a) fase de negacion; b) fase de revelacion, al principio mediante un re- conocimiento vago o parcial; al final, mediante la admisién explicita de la actividad sexual abusiva; c) fase de retracta- cion, en la que el nifio puede desdecirse de lo dicho por la ASPECTOS CL{NICOS 19 presion familiar o por la percepcién del alcance de la revela- cidn, y d) fase de reafirmacion, en la que, tras una distancia temporal, el menor vuelve a sostener la afirmaci6n anterior acerca del abuso experimentado. Sin embargo, este proceso —por lo demas, relativamente frecuente— es meramente orientativo y no est4 presente en todos los casos. En general, los varones tienen mas dificultades para re- conocer que han sido agredidos sexualmente. Lo que dificul- ta la revelacién es la creencia, socialmente aceptada, de que s6lo las nifias son victimas de abuso sexual, y, especialmen- te, las dudas y miedos que les surgen en torno asu identidad sexual en el caso de que el agresor sea también var6én. Asimismo son muy pocos los casos que llegan a ser de- nunciados formalmente. Segtin los datos recogidos por el Teléfono del Menor (Fundacién ANAR, 1999), sédlo en un 11 % de los casos registrados se habian presentado denun- cias. Este porcentaje es significativamente menor que el de- tectado en otros tipos de maltrato, en donde en un 24 % de los casos se denuncia (Sanmartin, 1999). El ocultamiento y secretismo que caracterizan las historias de abuso sexual, junto con Ja dificultad de probar legalmente lo ocurrido y la falta de confianza en el sistema judicial, constituyen las principales razones de este bajo indice de denuncias. En este sentido, al contar los menores con muchas limita- ciones para denunciar los abusos sexuales y no presentar ha- bitualmente manifestaciones ffsicas inequivocas (debido al tipo de conducias sexuales realizadas: caricias, mastur- baciones, etc.), ha habido en los tltimos afios un interés creciente por la deteccién de los diferentes signos de sospe- cha (Arruabarrena et al., 1996; Calvo y Calvo, 1997; Nogue- rol, 1997; Vazquez Mezquita, 1995; Pérez Conchillo y Bo- rras, 1996). Un resumen de los indicadores mas estudiados se encuentra recogido en la tabla 1.3. Son probablemente los indicadores sexuales los que es- tan mas relacionados con la experiencia traumatica (Nogue- rol, 1997). En todo caso, los indicadores deben valorarse de forma global y conjunta, ya que no se puede establecer una relacién directa entre un solo sintoma y el abuso (Soria y Hernandez, 1994). De hecho, lo mas titi] puede ser estar pen- dientes de los cambios bruscos que tienen lugar en la vida 20 ABUSO SEXUAL EN LA INFANCIA: VICTIMAS Y AGRESORES TaBia 1.3. Indicadores fisicos, comportamentales y de tipo sexual en los menores victimas de abuso Indicadores Indicadores Indicadores fisicos comporiamentales en la esfera sexual Dolor, golpes, quemadu- _Pérdida de apetito. Rechazo de las caricias, ras o heridas en la Llantos frecuentes, sobre de los besos y del con- zona genital o anal. todo en referenciaasi- _tacto fisico. Cérvix o vulva hinchadas tuaciones afectivas o Conducta seductora. (0 rojas. erdticas. Conductas precoces o Semen en la.boca, enlos Miedo a estar sola, a los conocimientos sexua- genitales o en la ropa. hombres o aun deter- _—_les inadecuados para Ropa interior rasgada, © minadomiembrodela _ suedad. manchada y ensan- familia. Interés exagerado por los grentada. Rechazo al padre o a la comportamientos se- Enfermedades de trans- madre de forma re- xuales de los adultos. misién sexual en geni- pentina. Agresién sexual de un tales, ano, bocau ojos. Cambios bruscos de con- menor hacia otros me- Dificultad para andar y ducta. nores. sentarse. Resistencia a desnudarse Enuresis o encopresis. y bafiarse. Aislamiento y rechazo de las relaciones sociales. Problemas escolares o rechazo a la escuela. Fantasfas o conductas regresivas (chuparse el dedo, orinarse en la cama, etc.). Tendencia al secretismo. Agresividad, fugas 0 ac- ciones delictivas. Autolesiones o intentos de suicidio. del nifio (por ejemplo, no querer ir a un lugar anteriormen- te atractivo, evitar estar con determinadas personas pro- ximas emocionalmente, rehuir el contacto fisico habitual con ellas, etc.) (Echeburtia y Guerricaechevarria, 1999; L6- pez, 1995). El hilo conductor de este libro sobre el abuso sexual es la intervencion clinica, con una descripcién detallada de los aspectos psicopatoldgicos y de las propuestas de evaluacién y tratamiento. El enfoque clinico—objetivo de este texto-se justifica porlafrecuente necesidad de intervencion terapéutica en este problema. La mayoria de los ninos que han sufrido abusos sexuales se muestran afectados negativamente por la experiencia. Y, lo que es mas importante, el malestar generado suele continuar en la edad adulta si no reciben un tratamiento psicoldgico adecuado. En estos casos, lo mejor es actuar terapéuticamente con la victima y la familia al mismo tiempo. De este modo, la intervencion con los nifios se emplea, por regla general, en conjuncién con los esfuerzos para reformar al agresor y potenciar la capacidad de la familia para apoyar al menor. Como un aspecto innovador de este texto, se dedica un apartado especifico a la intervencion terapéutica con los abusadores de menores y se incluyen una serie de casos clinicos reales —reflejo de la experiencia clinica de los autores, referidos al tratamiento de las victimas y de los agresores sexuales. Un reto de futuro es ahondar en el conocimiento de las consecuencias psicopatolégicas del abuso sexual yen el papel mediador de los factores de vulnerabilidad y de proteccién. Se trata de sefialar algo tan obvio como que no hay un perfil Unico de victima, que las diferencias individuales estan presentes y que no hay una respuesta invariable a una situacion traumatica. Sdlo de este modo se puede abordar una toma de decisiones adecuada entre las distintas alternativas posibles ynonecesariamente excluyentes: el tratamiento de la victima, lasalida del agresor del hogar, |aseparacion del menor de los padres, el apoyo social a la familia, la terapia del agresor, etc. 942525-5 WMH] i | | | | | 9 8 | . Centro Reina Sofia 6344747; geek SMITE Arial & para el Estudio de la Violencia

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