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El documento discute los cambios en la educación inicial en Ecuador en las últimas décadas. Se ha alejado de concebirla como una guardería o como una escuela anticipada, y en su lugar se la concibe como un proceso de acompañamiento al desarrollo integral del niño a través del juego. Legalmente es responsabilidad compartida entre familia, comunidad y estado, con el objetivo de desarrollar plenamente a cada niño. Dentro del aula, el personal docente debe estimular el desarrollo del niño a través de experiencias de aprend

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El documento discute los cambios en la educación inicial en Ecuador en las últimas décadas. Se ha alejado de concebirla como una guardería o como una escuela anticipada, y en su lugar se la concibe como un proceso de acompañamiento al desarrollo integral del niño a través del juego. Legalmente es responsabilidad compartida entre familia, comunidad y estado, con el objetivo de desarrollar plenamente a cada niño. Dentro del aula, el personal docente debe estimular el desarrollo del niño a través de experiencias de aprend

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Educación inicial: ni guardería ni escuela

Por María Brown ([email protected])

En la última década, la Educación Inicial ha dado un giro de 180 grados en Ecuador. Hemos dejado
atrás posiciones que, por un lado, concebían los centros de Educación Inicial como espacios
seguros, acogedores –en el mejor de los casos–, donde los niños podían recibir alimentación y
cuidado, y en los que las madres del siglo XXI podían dejar a sus hijas e hijos mientras trabajaban
para aportar a la economía familiar (guarderías).

Y por otro, como un nivel obligatorio del proceso de escolarización que debe ser liderado por
personal docente calificado, y cuyo principal objetivo es la anticipación a la Educación General
Básica, es decir, preparar a nuestras niñas y niños para que sean exitosos mediante el aprendizaje
temprano de la escritura y la lectura (escuelas). Ambas concepciones son erróneas.

Un cambio legal La situación actual de la Educación Inicial en el Ecuador es producto de una serie
de decisiones de política pública y de cambio en el imaginario colectivo respecto a la crianza de los
hijos en la primera infancia. Veamos:

• Ya en la Constitución de 2008 se reconoce a los niños y niñas menores de seis años como un
grupo de atención prioritaria, y a la Educación Inicial como el primer nivel del proceso educativo.

• En la Ley Orgánica de Educación Intercultural publicada en marzo de 2011 se determina que “la
Educación Inicial es corresponsabilidad de la familia, la comunidad y el Estado con la atención de
los programas públicos y privados relacionados con la protección de la primera infancia” (LOEI, art.
40). En el mismo artículo se establece que la Educación Inicial es un “proceso de acompañamiento
al desarrollo integral” del niño que respeta su “ritmo propio de crecimiento y aprendizaje, y
potencia sus capacidades, habilidades y destrezas”.

Dicha declaratoria define las características de un proceso de Educación Inicial adecuado, cuyo
objetivo es el desarrollo integral del niño a través del juego.

• En el artículo 39 del Reglamento General a la Ley Orgánica de Educación Intercultural se


identifican dos subniveles de la Educación Inicial: el subnivel 1 destinado a niños y niñas hasta los
tres años, y el subnivel 2 destinado a niños y niñas de tres y cuatro años.

En este sentido, el marco legal vigente conduce a que la sociedad conciba la Educación Inicial
como una prioridad e interprete su “obligatoriedad”, no como la responsabilidad del Estado de
proveer este servicio a las familias que lo soliciten –que es la perspectiva del Estado–, sino como la
obligación del estudiante de haber cursado Educación Inicial para ingresar al primero de Básica.

Es ahí donde se presenta confusión, pues no existe restricción para que un estudiante pueda
ingresar al sistema educativo, público o privado, aun cuando no haya pasado por un Centro de
Educación Inicial. No es requisito para ingresar a Educación Básica el haber cursado el Nivel de
Educación Inicial.

Lo que sí debería ocurrir es que cada niño tenga la oportunidad de desarrollarse plenamente en
esta etapa con su familia o con un centro educativo además de la familia. Ya sea por una
percepción errónea de que la Educación Inicial es un requisito para la educación formal, o por una
revalorización de los servicios de atención a la primera infancia en sí mismos, o por la búsqueda
del beneficio de los niños, hemos sido testigos de un crecimiento inédito de la oferta de este nivel
educativo en el Ministerio de Educación, que ha pasado de recibir en el sistema fiscal a 29.813
niños y niñas de tres y cuatro años en 2006, a reportar 185.141 niños y niñas en el año lectivo
2013- 2014 (Archivo maestro MinEduc).

Dentro del aula En medio de todos estos cambios, ¿cuál es la labor del personal docente de
Educación Inicial dentro del aula, cuando está solo con sus estudiantes y no hay ni padres ni
funcionarios del Ministerio de Educación mirando lo que hace a cada segundo? Pues eso es
precisamente lo que importa. Sin embargo, muchas veces es lo último que observamos.

Acorde con el Currículo de Educación Inicial publicado por el Ministerio de Educación, el personal
docente debe estimular el desarrollo cognitivo, socio afectivo, lingüístico y físico motor del niño y
niña mediante el desarrollo de experiencias de aprendizaje apropiadas para su desarrollo,
planificadas de acuerdo a las necesidades específicas de cada niño y niña, de su entorno cultural y
de su nivel de madurez.

Es decir, ni guardería ni escuela, más bien una excelente educación inicial. La herramienta principal
de evaluación en esta etapa debe ser la observación, y el principal recurso metodológico, el juego.
Todo esto tomando en cuenta que los hitos de desarrollo que deben alcanzar los niños y niñas en
estas edades no están orientados solamente a garantizar su éxito académico, sino su éxito como
seres humanos.

Por lo tanto, el personal docente debe:

•Prepararse y estudiar Debe conocer al detalle el desarrollo evolutivo del niño y de la niña de cero
a cinco años, las destrezas y lo que sí debería ocurrir es que cada niño tenga la oportunidad de
desarrollarse plenamente en esta etapa con su familia o con un centro educativo además de la
familia, habilidades que debe dominar, y las formas de incentivarlas de manera apropiada.

}La descripción más corta y útil al respecto la encontré en los documentos sobre prácticas
apropiadas para el desarrollo del National Asociation for the Education of Young Children (NAEYC).
En resumen, los bebés de 0 a 9 meses buscan principalmente seguridad, los niños de 8 a 18 meses
buscan explorar, los de 16 a 36 meses están definiendo su identidad, y los de 3 a 5 años buscan
expresar mejor sus emociones e ideas mediante el desarrollo del lenguaje.

•Generar un vínculo afectivo con los niños y sus familias El rol familiar es fundamental en el
desarrollo y la educación de los niños y niñas, sobre todo en la primera infancia. Por lo que
conocer a sus familias, sus intereses, su cultura, sus métodos de enseñanza y disciplina ayudará al
docente a generar un mejor vínculo con sus niños y a trabajar de manera conjunta con los padres.

•Definir las reglas de convivencia Para el mejor funcionamiento del aula se debe construir las
normas junto con los niños. Una vez que estén definidas es recomendable ilustrarlas con imágenes
y ubicarlas en lugares visibles. Las normas deben ser pocas, fáciles de cumplir, y redactadas en
forma positiva, por ejemplo: “En esta clase somos corteses” en lugar de decir “NO pegar”.

•Planificar A pesar de que el juego y la música son los canales más eficientes para propiciar el
desarrollo de niños menores de 6 años, es importante que la o el docente planifique de manera
detallada sus intenciones. Incluso cuando se plantea un periodo de juego “no dirigido”, debemos
tener expectativas altas de lo que los estudiantes podrán aprender al interactuar en un ambiente
preparado para ellos. Por ejemplo, si el o la docente identifica -a través de conversaciones u
observando las acciones- que los niños están interesados en conocer cómo crecen las plantas, es
apropiado preparar una experiencia de aprendizaje en la que el niño tenga oportunidad de ver,
tocar y manipular una planta.

Para ello priorizará una visita al parque, al patio o a un espacio en el que exista material natural
que los niños puedan explorar. En esos contextos, con el fin de aprovechar la oportunidad para
incentivar el aprendizaje en otras áreas, la o el docente también puede colocar objetos similares
de distintos tamaños para enseñar proporciones o recipientes de diferentes tamaños con tierra
para enseñar sobre el peso.

•Implementar actividades lúdicas y promover el contacto con la naturaleza Las actividades


planificadas para los niños deben realizarse con material concreto, haciendo énfasis en el proceso
y no en el producto. En este sentido, las actividades de exploración tendrán mayor impacto si se
realizan en diferentes entornos, como, por ejemplo: fuera del aula, sentados en el piso en lugar de
las sillas.

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