BIBLIOTECA DEL PENSAMIENTO CATÓLICO
AÑO 18 - Nº 50
PASCUA DE 2001
DIRECTOR: Rafael Luis Breide Obeid
CONSEJO CONSULTOR: Roberto Brie, Antonio Caponnetto, Mario Caponnetto,
Alberto Caturelli, Enrique Díaz Araujo, Jorge N. Ferro, P. Miguel A. Fuentes,
Héctor H. Hernández, P. Pedro D. Martínez, Federico Mihura Seeber, Bernardino
Montejano, Ennio Innocenti, Patricio H. Randle, Víctor E. Ordóñez, Carmelo
Palumbo, Héctor Piccinali, Thomas Molnar, Diego Ibarra, P. Alfredo Sáenz
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Barnes, E. Zancaner, E. Rodríguez Barnes, Z. Obeid
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Queda hecho el depósito que establece la ley 11.723
ISBN Nº 950-9674-56-7
Índice
RAFAEL L. BREIDE OBEID El concepto cristiano de Patria
en el pensamiento de A. Caturelli 3
P. LEONARDO CASTELLANI La Santísima Trinidad 9
O.A.SEQUEIROS-M.D.BUISEL La lucha por el secreto 13
JUAN M. BORDABERRY Tupamaros 41
ALBERTO CATURELLI La pérdida del ser y el
“occidentalismo”, según Sciacca 53
GABRIEL S. P. PAUTASSO Augusto del Noce, filósofo
católico del siglo XX 67
P. JULIO TRIVIÑO Réplica a Ariel Álvarez Valdés 87
ANA CROWTHER DE RANDLE Las Naciones Unidas: un nuevo
mundo feliz 95
P. MIGUEL A. FUENTES El católico ante el actual debate
sobre cuestiones de sexualidad
y reproducción 101
MARCELO LATTANZIO Tres consejos para tiempos difíciles 121
P. HORACIO BOJORGE El espíritu apocalíptico de
Horacio Terra Arocena 135
J. B. MORTON El revés de la leyenda de
Hilaire Belloc 157
Un corazón feliz, P. Horacio Bojorge 63
Retractación de Fr. Luis de León, P. Horacio Bojorge 64
¡Ser como Dios!, P. Baltasar Pérez Argos 83
Nuestro cielo, P. Baltasar Pérez Argos 84
Por Él, con Él y en Él..., P. Baltasar Pérez Argos 85
Primeras Jornadas Nacionales de Derecho Natural 86
Libros recibidos 100
Revistas recibidas 154
El testigo del tiempo. Bitácora 171
Libro leído para usted, por P. H. Randle:
Blas Piñar, Escrito para la historia 199
Bibliografía 207
LAS NACIONES UNIDAS:
UN NUEVO MUNDO FELIZ
ANA CROWTHER DE RANDLE *
L A sensación de confusión y desorientación que inevitablemen-
te asalta a uno durante una primera visita al edificio de las
Naciones Unidas en Nueva York es tal vez simbólica de algu-
na manera. Se trata de tres edificios – todos interconectados –
que cubren cada uno de los temas del vasto proceso operativo de la
organización. ¿Cómo averiguar a cuál de las entradas dirigirse? ¿Acaso
a la de visitantes? ¿Aún siendo ONG? (Parece que la respuesta es
afirmativa). ¿Y dónde se realizará la reunión específica a la que vamos?
¿Adónde dejar los abrigos? (Hace frío en Nueva York a principios de
marzo) y ¿cómo hallar el punto de reunión con conocidos y colegas?
Inicialmente todo esto aturde y lleva tiempo. Después uno se acostum-
bra –como a todo– y descubre un “Journal” que da información sobre
las actividades del día, aparte de que hay todo un elenco de guardias
de seguridad que lo ayudan en el camino. Pero una vez instalado a
salvo y comenzando a seguir las alternativas de la reunión buscada –al
menos en el caso de Beijing +5 (la continuación de la Conferencia de
la Mujer celebrada en China hace 5 años)– vuelve la sensación de es-
tar vagando en el mundo de Alicia en el País de las Maravillas.
La IV Conferencia Mundial de la Mujer de 1995 fue una de las más
agitadas y vastamente concurridas de todas las conferencias interna-
cionales. La razón es que el tema se convirtió –y lo sigue siendo– en
altamente controvertido. Para ello no faltan razones. Una es la gran di-
ferencia cultural con que se presenta en las distintas partes del mundo
* La Licenciada Ana Crowther de Randle estudió Lenguas Modernas en la Universidad de
Cambridge. Asistió a la IV Conferencia Mundial de la Mujer en Beijing en 1996 y a las reuniones
preparatorias y la Asamblea Extraordinaria de las Naciones Unidas sobre Beijing +5. Es secretaria
del Movimiento Mundial de Madres y miembro de la Comisión Arquidiocesana de la Mujer.
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y por lo tanto la diversidad entre la visión occidental moderna y secu-
larizada de lo que la mujer es o debería ser, y cómo la gente en Africa,
India o Oriente han entendido el concepto tradicionalmente. Otro te-
ma de debate está vigente ahora en Occidente mismo: las primeras
feministas lucharon para los derechos civiles de la mujer; el derecho al
voto, a heredar, a educarse y a trabajar si así lo deseaba. Apenas más
del 50% de los países que fueron signatarios de la instalación de la
Comisión sobre la Condición de la Mujer en 1946 le reconocieron el
derecho a votar. Hoy esta cifra es del orden del 97% y en Occidente
las mujeres de ahora dan por supuesto los derechos por los que tuvie-
ron originalmente que luchar.
Empero, el feminismo ha cambiado. En los años ’60 el libro de
Betty Friedan, La Mística Femenina, inficionó a los Estados Unidos
con su argumento de que las mujeres no sólo debían educarse y capa-
citarse para trabajar sino que debían trabajar.
Quedarse en el hogar y criar hijos era achicarse y desmerecer la
imagen de la mujer moderna. Aparte de esto, la tradición feminista
que se debe en gran medida al grupo de Bloomsbury –una élite de in-
telectuales de principios de siglo en Londres– siempre incluyó cierta
propensión a la homosexualidad. A menudo se ha sostenido que nin-
gún grupo literario tuvo mayor influencia en el mundo en que vivimos
que el de Bloomsbury. Esto ciertamente fue verdad en mi generación
de los años ’50 en las universidades inglesas. Sin embargo, no fue sino
en 1962 cuando Michael Holroyd publicó su conocida biografía de
Lytton Strachey que se difundió hasta qué punto Bloomsbury estuvo
influida por la homosexualidad masculina y femenina. Por ejem-
plo,Virginia Woolf, que eventualmente se suicidó, tuvo una relación
lesbiana con Vita Sackville-West, la esposa de Harold Nicholson, quien
a su vez también se hizo homosexual.
Por lo tanto, el programa feminista “moderno” quisiera incluir en la
“Plataforma para la Acción”de Beijín el “derecho” a lo que se llama la
“orientación sexual” que no es otra cosa que la homosexualidad.
Además se propone el “derecho”de la mujer a disponer de su cuerpo
como le plazca y poder abortar si lo elige. (La santidad de la vida se
invoca a menudo para oponerse a la pena de muerte pero es ignorada
cuando se trata del inocente niño por nacer.)Y se da un fuerte respaldo
a la imagen femenina como trabajadora activa y calificada, profesional
o no, con poca o ninguna mención de su rol como esposa y madre o
de las medidas que urgen para que muchas mujeres puedan reconciliar
el trabajo con el hogar.
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Quienes se oponen a esta visión que es incesantemente difundida
en los medios así como en el campo de la educación, se hallan, quie-
ran o no, comprometidos en una verdadera batalla. La cuestión ya no
es la de los derechos cívicos básicos de la mujer –una batalla que ha
sido ampliamente ganada en Occidente y sólo queda por adoptarse
en otras partes del mundo– sino más bien si vamos a aceptar la ver-
sión corriente de “género” como diversa de sexo. Como se sabe, la idea
detrás de este concepto ignora el hecho científicamente comprobado
de que el sexo se define en el momento de la concepción, y sostiene
en cambio que el “género” es el resultado del acondicionamiento cul-
tural y educativo. Según esta opinión hay cinco opciones: varón, mu-
jer, homosexual (masculino o femenino), bisexual (los que gozan de
una relación con ambos sexos) y transexual (aquellos que han sido
operados para cambiar de sexo). Todas estas opciones serían supuesta-
mente legítimas y los que se acojan a cualquiera de ellas estarían habi-
litados para casarse y a adoptar hijos o concebirlos como resultado de
fertilización artificial. Sus “derechos” hubieran sido incluidos en la Pla-
taforma de Beijín según esta tesis y, a la vez, quienes rechazan estas
ideas serían pasibles de sanciones legales. De tal modo un sacerdote
que llegara a predicar en contra de la práctica de la homosexualidad
como pecado podría ser demandando judicialmente.
Como podrá de paso advertirse, se considera que las relaciones se-
xuales no tienen ninguna connotación moral o ética. Pueden iniciarse
en la temprana adolescencia - y se sugiere que la infancia acaba a los
10 años de edad. Lo único que importa es que el sexo sea “seguro”
como resultado del uso de anticonceptivos. Sin embargo el hecho que
una sostenida campaña contra el SIDA acompañada con la libre dis-
tribución de anticonceptivos en Africa haya desembocado en el SIDA
como pandemia –arrasando y llevando a la muerte a sectores cada vez
mayores de la población– no parece tener peso como factor disuasivo.
Entonces ¿cómo se libra esta batalla en la ONU?
La ONU opera sobre la base de un consenso y hay tres grupos
principales involucrados, a saber: la Unión Europea (EU), Japón, Es-
tados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda (JUSCANZ) y los
así llamados G77. Este último grupo representa a los países en vías de
desarrollo que eran 77 estados cuando se estableció; ha crecido y aho-
ra tiene 133 miembros. Y existe también un ciertos número de países
aparte como la Santa Sede y Polonia, por ejemplo. Se debe lograr un
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acuerdo entre los 3 grupos cuando se trata de la inserción de nuevo len-
guaje polémico en el texto existente. En Beijing, la Santa Sede, apoyada
por unos pocos países católicos y varios musulmanes pudo lograr con-
senso en el G77 sobre términos apropiados sobre la importancia de la
familia y de la condición de la mujer como esposa y madre, a la vez
que fueron rechazadas algunas ideas negativas sobre el tema.
El proceso ha continuó en Beijing +5, aunque resultó muy difícil
lograr un acuerdo sobre estos temas dentro del G77. Muchos países en
desarrollo han sido intimidados por el hecho de que es difícil obtener
préstamos internacionales para programas médicos si no se incluye en
ellos la “salud reproductiva”(especialmente referida al aborto y la este-
rilización de mujeres) o los “derechos sexuales” que significa educación
sexual para menores de edad, preferiblemente sin el conocimiento y el
consentimiento de sus padres, incluyendo la libre distribución de
anticonceptivos. De todos modos, al final de dos semanas de reuniones
del comité preparatorio, trabajando en la Plataforma de Acción con
miras a su adopción final en la próxima Asamblea General Extraordi-
naria en junio, el documento todavía estaba plagado de corchetes en
torno al lenguaje controvertido y de enmiendas sugeridas aún pendien-
tes. Por lo tanto se decidió celebrar tres sesiones intermedias en vistas
a tratar de lograr el anhelado consenso. Pero al final estas reuniones se
vieron obligadas a seguir sesionando al mismo tiempo que la Asamblea
misma; tan grandes eran las diferencias.
¿Esto qué significa?
Hace algunos años las Naciones Unidas adoptó una nueva política
a efectos de poder dialogar con organizaciones no gubernamentales
(ONG) tanto como con gobiernos, puesto que así se establecería con-
tacto con las bases de la sociedad. Las ultra-feministas rápidamente
vieron la ventaja de tal apertura y tendieron redes por todo el mundo.
Más lentos en reaccionar en gran escala fueron quienes querían defender
una visión más espiritual de la vida respecto a la tradición y a la fami-
lia. Pero en Beijing +5 hubo una asistencia masiva de representantes
católicos, evangelistas, mormones, musulmanes y judíos preparados
para defender sus convicciones y su condición como legítimos repre-
sentantes de la gran mayoría de la población mundial. Lo cual provocó
la reacción furiosa de las autollamadas “feministas democráticas”.
También un grupo selecto pero nutrido de jóvenes cristianos se hicieron
presentes para oponerse a quienes últimamente venían asistiendo a
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estas reuniones, aparentemente pagados por grupos tales como el
Fondo de las Naciones Unidas de Población (UNFPA). Y así se produjo
un segundo revuelo fuerte. ¡Todo de lo más animado!
La ONU reaccionó con la decisión de no permitir acreditarse a más
de tres representantes para ninguna Organización No-Gubernmental,
de modo que la proporción de feministas extremistas frente a otros
grupos en las últimas reuniones antes de la Asamblea había alcanzado
10.000 a 30, ¡créase o no! Sin embargo, pese a la inundación de estos
miles de representantes feministas de distintas ONG’s, los argumentos
del sentido común empezaban a prevalecer. Los grupos que habían
formado una alianza con la Santa Sede, en especial los países africanos
y árabes, decidieron que no les interesaba en absoluto promover el
aborto y la homosexualidad, ni estimular a los jóvenes para que se en-
tregasen a la promiscuidad. Se opusieron con firmeza a la introducción
de lenguaje nuevo en todas las cláusulas controvertidas y, en la madru-
gada del último día de la reunión, resultó que el lenguaje aprobado en
todos estos casos fue el original de la Plataforma de Acción de Beijing!
Dada la superioridad numérica de la oposición, el resultado parecería
casi un milagro! Las feministas estaban tan furiosas de no haber podi-
do “progresar” que algunas andaban llorando y decían que la reunión
tendría que llamarse “Beijing menos Cinco”!
Es interesante notar que ni una palabra del triunfo de los grupos
que querían defender a la familia salió en los medios. La Nación había
publicado una nota extensa tres días antes de terminar la reunión di-
ciendo que “Las Feministas Coparon Beijing + 5”. Pero de su derrota
no se habló.
Mucha gente se sorprende al escuchar todo esto. El lenguaje ambiguo
se usa deliberadamente en estas reuniones de Naciones Unidas: una
delegada sudafricana a quien le pregunté cómo iba a votar su delega-
ción en cuanto a “orientación sexual” replicó que no sabía y que no
tenía la menor idea de qué se trataba. Obviamente hay una conspiración
del silencio para impedir que el gran público entienda realmente lo
que se está debatiendo.
Uno está tentado de pensar que todo esto es algo lejano y que ver-
daderamente no afecta la vida cotidiana de la gente. ¡Nada puede ser
menos cierto! Dentro de un muy breve período de tiempo, después de
que se aprueben estos textos controvertidos, los programas de “salud
reproductiva” entran en vigor, incorporando todos los elementos men-
cionados aquí, a la par que programas educativos propagarán una
visión negativa de lo que es la madre y la esposa. ¿Queremos realmente
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que nuestros hijos se eduquen sin una familia sólida, sin otros valores
sexuales más que el placer y la diversión? ¿Que el sexo sea como fast
food? No se me ocurre otro camino mejor para destruir el sentido de
identidad en el niño y el adolescente.
Terminaré con un relato que ilustra todo esto. En una mesa redonda,
algo tempestuosa, sobre “Religión y Género”, se hicieron varios comen-
tarios acerca de la naturaleza destructiva y opresiva de muchas familias.
Al final de la reunión le pregunté a una de las oradoras con qué insti-
tución inmune a toda imperfección iba a sustituir a la familia para cui-
dar y criar a los hijos? ¡Me contestó que la familia lesbiana generalmente
funciona mucho mejor, pues los cuida mejor y es más cariñosa!
Mi reacción fue pensar que, como el nivel de reproducción de las
lesbianas no es alto, probablemente acabaríamos muy rápidamente
con la raza humana. ¡Tal vez sería una manera de solucionar nuestros
problemas!
¿Verdaderamente estuve yo trabajando en el mundo real?
eE
LIBROS RECIBIDOS
ADRIANO G. PIETRA, La Economía y el Cristianismo, Pequeña Venecia, Bs. As. 1994, 190
págs.
ALFREDO SÁENZ, El Cardenal Pie, Asociación Pro-Cultura Occidental, México 2000, 538
págs.
CONTARDO MIGLIORANZA, Beata Victoria Rasomanarivo, Misiones Franciscanas
Conventuales, Obras Misionales Pontificias, Buenos Aires 2001, 158 págs.
ENRIQUE DÍAZ ARAUJO, Don José y los chatarreros, Diké, Mendoza 2001, 336 págs.
ENRIQUE DÍAZ ARAUJO, Evolución y Evolucionismo, Folia Universitaria y Univ. Autónoma
de Guadalajara, México 2000, 485 págs.
ENRIQUE MARIO MAYOCHI, El periodismo argentino del centenario 1901-1916, Academia
de ciencias y artes de San Isidro, Bs. As. 2000, 37 págs.
ENRIQUE MARIO MAYOCHI, Las siete veces que San Martín vino a Buenos Aires, Jockey
Club, Buenos Aires 2000, 46 págs.
EUDALDO FORMENT, Id a Tomás, Fundación Gratis Date, Navarra 2000, 182 págs.
GIAN CARLO DURANTI, Da Giza, Sion, Atene, per una città della Scienza, Casa Editrice Leo
S. Olschki, Firenze, Italia 2001, 356 págs.
GILBERT K. CHESTERTON, La Iglesia Católica y la Conversión, Tierra Media, Bs. As. 2000,
224 págs.
HILAIRE BELLOC, Las grandes herejías, Tierra Media, Bs. As. 2000, 224 págs.
JUAN RAFAEL LLERENA AMADEO, Dos siglos de Política Nacional, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires 2000, 757 págs.
MARIO TESLER, Historias de nuestra Historia, Dunken, Bs. As. 2000, 236 págs.
PATRICIO RANDLE, La ciudad europea. De la Edad Media al siglo XIX, Oikos-Belgrano,
Buenos Aires 2000, 322 págs.
VICTOR LUIS FUNES, Manuel A. Portela Ramírez, su personalidad y su faena, Buenos Aires
2000, 38 págs.
100 Año 2001 ~ GLADIUS 50