Arata y Mariño. Lección 5. La Formación de Una Trama
Arata y Mariño. Lección 5. La Formación de Una Trama
La educación en la Argentina
Una historia en 12 lecciones
Lecciones NOVEDADES
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FORMACIÓN D O C I M T Í EDUCATIVAS
Buenos Aires • México
Arala. Nicolás
La e d u c a c i ó n e n (a A r g e n t i n a U n a historia e n 12 l e c c i o n e s I N i c o l á s
A r a l a y M a r c e l o M a r i n o , ¡lustrado por G a b r i e l H e r n á n R a m í r e z - 1a ed -
Ciudad Autónoma de Buenos Aires Centro de Publicaciones Educativas
y Material Didáctico. 2013.
280 p - CD-ROM il . 2 8 x 2 0 c m .
í L e c c : o n e s p a r a la f o r m a c i ó n d o c e n t e / N i c o l á s A r a t a . 1)
ISBN 978-987-538-377-7
1 Historia d e la E d u c a c i ó n A r g e n t i n a I. M a r i n o . M a r c e l o II R a m í r e z ,
G a b r i e l H e r n á n ilus III Titulo
C D D 370 982
E s t e libro c o n f o r m a u n a u n i d a d j u n t o c o n el C D - R O M m u l t i m e d i a P r o h i b i d a su v e n t a por s e p a r a d o
1o edición, julio de 2 0 1 3
noveduc libros
© del Centro de Publicaciones Educativas y Material Didáctico S.R.L.
Av. Corrientes 4345 (C1195AAC) Buenos Aires - Argentina
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ISBN 978-987-538-377-7
Q u e d a h e c h o e l d e p ó s i t o q u e e s t a b l e c e la L e y 1 1 . 7 2 3
Después de Rosas
Tras la derrota de Rosas ante el Ejército Grande —comandado por Urquiza— en la batalla
de Caseros (1852), se abrió un nuevo tiempo. La urgencia por producir la unificación nacional
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í Arata - Marino I
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Héés íArata - Marino I
Si educar es proyectar una utopía, ésta se organiza impulsada por deseos y por imágenes.
La figura del desierto que planteó Sarmiento en la escritura del Facundo es f u n d a n t e en su pen-
samiento pedagógico. El Facundo es una obra capital para la cultura argentina, no sólo por la
extraordinaria potencia de sus representaciones, sino porque, desde la aparición de la obra, las
tradiciones políticas y educativas se vieron interpeladas por las ideas del sanjuanino. Podríamos
hablar de un proceso en el que cada parte constituyó a la otra: si Sarmiento creyó encontrar en
el Facundo una clave para analizar a la Argentina, ésta, a lo largo de su historia, se espejó en esa
clave, que fue emergiendo posteriormente una y otra vez en los debates políticos y culturales.
Si bien no perteneció al núcleo de la Generación dei '37, Sarmiento puede ser considerado
como un miembro que encontró en ese grupo, según Oscar Terán, "una sintonía ideológica y una
identificación estética". Participó del romanticismo de su generación al querer i n d a g a r e n la sensi-
bilidad, en aquellos rasgos considerados propios y distintivos de la cultura argentina. Fue parte de
esa intelectualidad interesada en reflexionar, no ya en los términos de una identidad americana
o hispanoamericana, sino preocupada por distinguir los rasgos propios de la nación argentina.
Facundo apareció por primera vez en f o r m a de folletín en 1 8 4 5 , en el periódico El Pro-
greso de Santiago de Chile. Rosas era por entonces la figura central de la política nacional y
Sarmiento, desde el exilio, encontró en la figura dei caudillo riojano Quiroga la manifestación de
un arquetipo que —según el sanjuanino— se encarnaba en el gobernador de Buenos Aires. Fa-
cundo f u e para su autor un modo específico de intervención política contra el rosismo. A través
de su figura, buscó develar un enigma, indagando en las causas atávicas de la barbarie y en las
condiciones que posibilitaban su persistencia. El texto expresaba t a m b i é n un proyecto que que-
ría convertirse en programa de gobierno. Desplegó su obsesión en clave romántica, queriendo
alcanzar el objetivo ilustrado, esto es, la civilización.
Sarmiento fue un hombre de acción y Facundo f u e una obra escrita en la gatera: su re-
flexión se extendía de modo bifronte entre el pasado y el futuro, a la espera de la largada, que
se concretaría políticamente con el d e r r o c a m i e n t o del "Restaurador". El Facundo era un modo
activo de gestionar esa espera, de convertirla en acción concreta. La barbarie que simbolizaba la
figura del caudillo riojano ya muerto —y que se había encarnado en la figura política de R o s a s -
era considerada por Sarmiento una amenaza siempre latente.
Una de las claves que permiten organizar la lectura del Facundo es identificar las anti-
nomias sobre ¡as que está construida toda su argumentación. En sus capítulos se recorren las
características geográficas del territorio argentino vinculadas a tipologías sociológicas. La an-
tinomia civilización y barbarie es ta que organiza a todas las demás. Asociadas a la civilización
participan la ciudad, lo moderno europeo, e! liberalismo, la razón, las f o r m a s constitucionales
y la ley. el comercio y la agricultura. Asociadas a la barbarie, se distinguen el m u n d o rural, el
latifundio, la herencia española, los caudillos y sus f o r m a s de ejercicio despótico del poder y la
ganadería semipastoril.
En el análisis sociológico que propone Sarmiento, las f o r m a s culturales se expresaban
a través de a n t i n o m i a s que i n t e r a c t u a b a n , incluso dentro de las ciudades argentinas. Tal es
el caso de Córdoba, donde se podían distinguir algunos rasgos de las ciudades europeas im-
pregnados de un espíritu político-cultural conservador, heredero de la contrarreforma española.
O Buenos Aires, como la expresión por a n t o n o m a s i a de lo civilizado, en la cual, sin embargo,
residía la barbarie bajo el nombre de Rosas.
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< v _l-v':_•, La formación de una trama... VS*- •' "-JZ*:
¿Qué hizo posible que lo bárbaro se adueñara de la ciudad? Sarmiento encontró la res-
puesta a ese enigma en una s u m a de antecedentes históricos. Las masas y los caudillos, ex-
plicaba, se habían activado con el proceso de la revolución y las guerras por la independencia,
colaborando con la causa de la emancipación. Pero los realistas no fueron los únicos vencidos.
Simultáneamente, las formas culturales del campo se impusieron sobre los modos y costumbres
civilizados de la ciudad. Esta derrota interrumpe el proceso civilizatorio ya que, como señala José
Sazbón, para Sarmiento "Mientras haya chiripá, no habrá ciudadanos".
El otro elemento que estructura su relato es el desierto. "El mal que sufre la Argentina es
la extensión", escribió Sarmiento en el Facundo. La extensión, ese horizonte sin límites —como
si se tratase de un "mar en la tierra", diría Borges—, se conceptualiza como desierto, como un
vacío que requiere ser llenado. Para que la nación fuera posible era necesario conjurar al de-
sierto. La extensión se convirtió en la justificación de un programa político. Sarmiento imaginó
un nuevo orden, estrechamente vinculado al progreso que animaba a la industria, al comercio
interior de las provincias, a la promoción y distribución de la población a través del territorio na-
cional, al crecimiento de las ciudades existentes y al impulso para el surgimiento de otras, a la
organización de la educación pública con rentas adecuadas y con un ministerio especial que se
ocupase de ella, semejante al que existía en Europa y en los "países civilizados". La difusión de
la cultura letrada ocupa un lugar destacado en su programa de gobierno. Sarmiento consideraba
indispensable promover el desarrollo y la libertad de prensa, gracias a la cual "veremos pulular
libros de instrucción y publicaciones que se consagren a la Industria, a la Literatura, a las Artes
y a todos los trabajos de la inteligencia", de modo tal que se estimularían las pasiones virtuosas
y nobles que "ha puesto Dios en el corazón de los hombres".
Luego del triunfo de Caseros, surgieron nuevos desafíos. El anti-rosismo había aglutinado
fuerzas y articulado voluntades que —una vez desplazado Rosac del escenario— pusieron en evi-
dencia su fragilidad. El principal hecho jurídico de modernización institucional, la sanción de la
Constitución, encontró al país dividido en dos Estados: por un lado, la Confederación Argentina
que la dictó en 1 8 5 3 ; por el otro, el Estado de Buenos Aires, que se había separado previamente
del resto de las provincias en la revolución del 1 1 de septiembre de 1 8 5 2 . Quedaba inaugurada
una década en la que iban a convivir ambos Estados con marchas y contramarchas; un período
en el que la guerra y la paz se alternaron, y donde el espectro de Facundo seguiría vagando por
estas tierras.
Sarmiento no tardaría en identificar a la educación pública como la partera de la nación
moderna. En 1 8 4 2 , durante su exilio chileno, el ministro Manuel Montt lo había nombrado direc-
tor de la Escuela Normal de Maestros de Santiago. Tres años más tarde fue enviado a un viaje
por Europa y los Estados Unidos con el objeto de estudiar sus sistemas educativos. En 1 8 4 9
publicó Educación popular, texto donde dejó asentados los registros de aquella experiencia; allí
conceptualizó a la instrucción pública y reafirmó la necesidad de su implementación en tierras
sudamericanas. En su informe, la caracterizó como una institución propiamente moderna por-
que permitía garantizar el cumplimiento de un derecho común a todos los hombres:
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Fffr [ Arata - M a r r o 1
El lento progreso de las sociedades humanas ha creado en estos últimos tiempos una
institución desconocida a los siglos pasados. [...] es una institución puramente moderna,
nacida de las disensiones del cristianismo y convertida en derecho por el espíritu demo-
crático de la asociación actual. Hasta [hacej dos siglos había educación para las clases
gobernantes, para el sacerdocio, para la aristocracia: pero el pueblo, la plebe, no formaba
parte activa de las naciones.
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I La formación de una trama... 1
es un hecho fatal que los hijos sigan las tradiciones de sus padres, [...] ¿Qué porvenir
aguarda a Méjico, el Perú. Bolivia y otros estados sud americanos que tienen aún vivas en
sus entrañas como no digerido alimento, las razas salvajes o bárbaras indígenas que ab-
sorbió la colonización, y que conservan obstinadamente sus tradiciones de los bosques,
su odio a la civilización, sus idiomas primitivos, y sus hábitos de indolencia y de repugnan-
cia desdeñosa contra el vestido, el aseo, las comodidades y los usos de la vida civilizada?
Por todo ello, la tarea era tan enorme como necesaria y urgente. Como planteó agudamente
Halperin Donghi. "la imagen del progreso en Sarmiento era más compleja que la de Alberdi". por-
que para el sanjuanino el cambio social era la condición para el progreso, no su consecuencia. A
través de la alfabetización, la plebe aprendería a desempeñar un nuevo papel en la vida nacional,
consolidando el modelo republicano de gobierno, preestablecido por la élite dirigente. Sarmiento
sintetizaba el vínculo que unía la educación y la política afirmando que debía colocarse "Arriba la
Constitución como un tablero, y abajo el abecedario para aprender a deletrearla".
Pero Sarmiento también estaba preocupado por constituir sujetos productivos y consumi-
dores. Había que consolidar el mercado interno y para ello era clave que todos estuviesen alfa-
betizados. ¿Por qué? Porque productores, comerciantes y consumidores —que hasta entonces
eran un público disperso— se "encontrarían" en la prensa escrita, a través de ¡a lectura de los
avisos comerciales. La sociedad moderna necesitaba entonces fortalecer la cultura letrada para
garantizar una masa de consumidores. La difusión del alfabeto era la condición previa para la
difusión del bienestar. Alberdi. en cambio, privilegiaba la educación por imitación. Como hemos
visto en la lección 4, para él no era la instrucción formal la que permitía la inserción laboral en la
sociedad moderna, sino la educación a través del "ejemplo de destreza y diligencia que aportarán
los inmigrantes europeos". La instrucción de los sectores populares podría generar expectativas
que la economía del país no estaba en condiciones de ofrecerles. Esa preocupación de Alberdi no
era una inquietud para Sarmiento, porque la educación popular sería un instrumento de transfor-
mación social y su implementación, lejos de poner en riesgo al orden establecido, lo fortalecería.
La educación debía generar nuevas actitudes, combatiendo la morosidad de los habitan-
tes, convirtiéndolos en sujetos productivos de ese orden económico, que requería la eliminación
del ocio y de !a incapacidad industrial. Como afirma Dardo Scavino. Educación Popular está
atravesada por un espíritu disciplinario, la educación se convierte en "ortopedia social", debía
ser la "espuela social" la que acicateara y domara los cuerpos. Así (o plantea, por ejemplo, res-
pecto de cómo consideraba Sarmiento a las Salas de Asilo: cuarteles de instrucción preescolar y
disciplinamiento riguroso cuyo objetivo debía ser "modificar el carácter, disciplinar la inteligencia
para prepararla a la instrucción y empezar a formar hábitos de trabajo, de atención, de orden y
de sumisión voluntaria". La educación impartida en la institución escolar se daba en un tiempo
y en un espacio que sustraía al individuo de su medio ambiente y lo remitiría más tarde a la
sociedad como un sujeto moderno.
En 1 8 7 3 , durante la presidencia de Sarmiento, la provincia de Buenos Aires sancionó su
Constitución (hasta entonces se había regido por la que dictaron en 1 8 5 4 , cuando se proclamó
Estado independiente). En ella, se ordenaba dictar una ley para organizar la Educación Común,
garantizando su gratuidad y obligatoriedad; además, se establecía la creación de un Consejo
General de Educación y el nombramiento de un Director General para dirigir y administrar las
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• R •'l lArata - Marino)
escuelas. Una de las características más importantes de aquel modelo —a imagen de la expe-
riencia educativa norteamericana— fue la decisión de que el gobierno de las escuelas quedara
a cargo de los Consejos Escolares electivos, compuestos por los vecinos de cada parroquia, de
la Capital, y de cada Municipio, en el resto de las provincias. Luego de ser debatida, en 1 8 7 5 ,
se promulgó la ley de Educación 8 8 8 , siguiendo esos puntos. Como sostiene Pablo Pineau, los
artículos y las reglamentaciones de la ley establecieron las bases legales de un imaginario civi-
lizatorio fuertemente influido por el modelo escolar norteamericano, que articulaba principios
modernos y liberales como la "formación de ciudadanos iguales ante la ley, la civilización de las
masas bárbaras, Estado docente, obligatoriedad escolar, racionalización burocrática y descen-
tralización económica y administrativa..."
Esos principios, que expresan parte de la agenda de t e m a s que se estaban debatiendo en
las décadas de consolidación del Estado, convergieron con otras preocupaciones. Por ejemplo,
la necesidad de plantear métodos que estandarizaran y potenciaran los procesos de enseñanza
y la de constituir a los sujetos a partir de la internalización de las normas. Entre otros, Marcos
Sastre, a quien veremos a continuación, ha sido uno de los pedagogos que contribuyó a retomar
estos temas, proponiendo e imaginando posibles respuestas.
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I La formación de una trama... 1
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r
( t a í Arata - Marino I
la salud por la necesidad que tiene el nino de encorvarse sobre la mesa para formar los
primeros renglones.
Dentro de su proyecto pedagógico, la constitución de un sujeto moral ocupaba un lugar
destacado, que tenia, además, un correlato en el cuidado del cuerpo. Valga como ejemplo el
listado de los contenidos de higiene que debían impartirse en la educación primaria. Las nocio-
nes eran siete:
La Ia se refiere al aire, la humedad, la luz. el calor y el frío. La 2a á los vestidos y al aseo.
La 3Ü á la comida y bebida. La 4a á las escreciones. La 5 a al sueño y al ejercicio. La 6a a
a
la hijiene de los sentidos. La 7 á la hijiene del alma.
Sastre no estaba solo, otro educador hizo su aporte a la trama del pensamiento pedagó-
gico con hilos semejantes. José Manuel Estrada - a él nos referiremos a c o n t i n u a c i ó n - sintonizó
con el sujeto de la educación que Sastre imaginaba: pero se alzó con voz propia, instalando
algunos debates que iban a tener repercusión directa en las discusiones de la década del '80.
La vida de José Manuel Estrada se desarrolló en la segunda mitad del siglo XIX. Nació en
el seno de una familia "acomodada" de Buenos Aires y desde muy joven participó intensamente
en la vida política e intelectual de Buenos Aires. A los 2 4 años fue designado presidente del
Consejo de Instrucción Pública y, por un período breve, fue jefe dei Departamento de Escuelas
de la Provincia de Buenos Aires, en 1 8 6 9 . Dos años más tarde, participó en la Convención
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( La formación de una trama... í
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" I Arata - Marino 1
Pero ¿cómo debía organizarse la educación? "¿Cuál debe ser su agente: el Estado o el pue-
blo?", se preguntaba José Manuel Estrada en su Memoria, inscribiéndose en uno de los debates
centrales —y claramente moderno— de la historia de la educación argentina: la relación entre
Estado, sociedad civil y educación. Estado y sociedad son palabras que tienen "mucha historia"
en la educación y están cargadas de sentidos políticos y pedagógicos. Según las tradiciones
filosóficas, políticas, sociológicas desde donde se las conceptualice, se desprenden significados
diversos, incluso antagónicos. Veamos cómo respondió Estrada a esta pregunta.
Como venimos señalando, Estrada formó parte de las filas del catolicismo liberal. Los in-
telectuales enrolados en esa línea intentaron conciliar los principios religiosos con los cambios
políticos que se abrieron en las décadas posrevolucionarias. En ese sentido, buscaron reformu-
lar los vínculos entre el Estado —que estaba en proceso de formación— y la Iglesia —que había
perdido peso frente al avance del ideario liberal—. En ese esfuerzo por pensar de manera con-
vergente tas cuestiones de la fe y ios principios racionales, Estrada concebía al hombre como un
ser que Dios gobierna a través de la religión, pero que, en tanto ser social, también es gobernado
por la autoridad paterna y por la sociedad política.
La libertad —que para el liberalismo católico tiene una base moral y religiosa— es una pieza
central en la concepción político-pedagógica de Estrada. ¿Cuál es su idea de libertad? Sigamos
su razonamiento: el hombre es un ser libre que se encamina a Dios. Dios creó a los hombres
iguales. Los hombres se reúnen en sociedad, porque dentro de ella sus libertades individuales
están protegidas. La sociedad es el resultado de la suma de los hombres libres. Pero ¿cómo se
resguarda la libertad de los hombres "individuales"? En términos políticos, queda garantizada
a través de los principios del liberalismo. Estrada afirma que la libertad parte de la base de la
igualdad. Por eso concluye que la democracia es el mejor sistema político. En éste, todos los
hombres son iguales —como en el cristianismo— y sus derechos individuales están protegidos
en un marco de libertad. En términos morales, es decir religiosos, la libertad es resguardada
por el catolicismo, porque la religión es la que custodia la libertad al emancipar al hombre y en-
caminarlo hacia Dios. La educación estradiana se constituía sobre principios religiosos y debía
promover, a partir de ellos, la construcción de una sociedad libre y democrática.
Para Estrada, la sociedad es un todo integrado por las distintas formas de asociación y
agrupación, que incluyen desde la familia hasta el Estado; pero es la sociedad civil la que debe
predominar, no el Estado - a l que le compete auxiliar a la s o c i e d a d - . A partir de esa concep-
ción, defendió la idea de descentralización con el siguiente argumento: la sociedad preexiste al
Estado, las formas asociativas del hombre fundan su soberanía en Dios, por lo tanto, el poder
descentralizado generaría condiciones de protección de la sociedad y de los hombres que la
componen ante los posibles avances que el Estado pudiera desarrollar.
Hasta la década de 1 8 7 0 , su posición como católico-liberal pudo sintonizar con otras po-
siciones liberales - c o m o la del propio S a r m i e n t o - que fomentaban el cogobierno en educación,
es decir, un gobierno compartido por el Estado y la sociedad civil. Pero en medio de las trans-
formaciones sociales y políticas que se fueron produciendo, Estrada se alejó del liberalismo y,
hacia fines de esa década, viró hacia posturas más tradicionales en la defensa del catolicismo.
La formación de la trama pedagógica moderna en la Argentina también tuvo en la cuestión
de género uno de sus ejes estructurantes. Las banderas de la modernidad alzaron consignas
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I La formación de una trama... I
Mujeres
Se había casado en Brasil, pero volvió definitivamente a Buenos Aires en 1 8 5 9 , con dos
hijas y sin marido. Su preocupación intelectual y su defensa de la condición femenina se contac-
taban con aspectos de su biografía. Juana comprendió que una sociedad sería efectivamente
moderna y liberal cuando revirtiera su carácter patriarcal, desarmando el determinismo que
planteaba al círculo doméstico como único y obligado espacio de "realización" para las muje-
res. Para Manso, la educación era un imperativo, la condición de posibilidad para romper ese
cerco. Fue una librepensadora que rechazó con decisión la educación católica dogmática y el
lugar que ésta le tenía reservado a la mujer. Para Juana, educar era un modo de emancipar.
El discurso ilustrado y republicano proclamaba la libertad y la igualdad, pero ella comprendió
t e m p r a n a m e n t e que allí la mujer no "contaba". Juana leyó esa ausencia y su gesto político fue
combatirla a través del pensamiento y del debate. Detectó las grietas, generó espacios y buscó
dar visibilidad a su género, con voz femenina. Su defensa y reivindicación de la mujer tenía peso
por sí misma, pero también puede ser leída dentro de una serie más amplia. Se expresaba con-
tra el poder despótico y luchó tanto contra el esclavismo como contra los métodos de enseñanza
que consideraba anacrónicos y contra los castigos corporales. También criticó las jerarquías que
1 1 1 :'i
M •• f Arata - M n n n o l
establecían diferencias entre las escuelas, que en definitiva promovían una educación para ricos
y otra para pobres.
A lo largo de su vida profesional, impulsó la creación de jardines de infantes, la enseñanza
gradual y la utilización del juego como herramienta para la enseñanza. En ella se reconocen
ideas de Pestalozzi y Froebel. Promovió para ios alumnos que se iniciaban el sistema de la mesa
de arena blanca. A través de él, los niños y las niñas dibujarían con comodidad las letras del
abecedario; pasarían luego a las sílabas y de la piedra se trasladarían al papel.
En 1 8 5 9 , dirigió la primera escuela mixta que había creado Sarmiento, ubicada en la calle
del Buen Orden (actualmente Bernardo de Irigoyen) n° 17, dentro de la parroquia Montserrat.
A partir de ese año también colaboró con él en la revista pedagógica Anales de ta Educación
Común, convirtiéndose más tarde en su directora. Preocupada por la formación de los maestros,
diría: "Nuestras escuelas lejos de enseñar alguna cosa, pervierten el alma, embrutecen el espí-
ritu y debilitan el cuerpo". Manso hacía responsables de esta situación a los "Maestros ignoran-
tes, los libros inadecuados y la enseñanza árida" y afirmaba que "Sin buenas escuelas j a m á s
crearemos los otros grados de la enseñanza y sin que éste se haya difundido con largueza e ido-
neidad jamás haremos competencia a los billares con bibliotecas populares". Sin desalentarse,
concluía "Yo me ingeniaré en montar con los elementos en la mano una escuela bostoniana".
Juana Manso fue laica y protestante, aunque para algunos —como el político conservador
Félix Frías— fue "Juana, la loca". Manso no se amedrentaba y le respondía
Tenemos que secularizarlo todo, señor Frías, hasta volvernos un Estado laico. Los ce-
menterios para que ios cadáveres no sean profanados; la enseñanza para que los niños
no sean supersticiosos y estúpidos; el matrimonio porque debe darse a esa institución la
misma expresión que a todo el mundo civilizado.
112
I La formación de una trama... I
Las buscábamos, de aspecto atractivo, maestras normales, jóvenes pero con experiencia
docente, de buena familia, conducta y morales irreprochables [...] y que hicieran gimna-
sia, para enseñar a nuestras chollas, tan acostumbradas a estar inmóviles, asistidas por
su servidumbre, a usar su cuerpo al modo de los griegos, valorizándolo y glorificándolo.
Esas mujeres fueron, como Manso, formadoras de docentes. Confiarles esa tarea fue un
gesto transgresor de Sarmiento, pero sobre todo perspicaz. Ptírque desde su propia experiencia
de género, eran ellas quienes más cabalmente sabían que la educación era la herramienta
moderna capaz de emancipar a los sujetos. En el seno de una sociedad patriarcal, las mujeres
encontrarían en la educación un lugar desde donde hacerse visibles y batallar para dejar de "ser
habladas" por otros, para que se escuchara su propia voz y así aportar en la tarea colectiva de la
transmisión de la cultura, más allá de la esfera doméstica. A pesar de que el lugar que parecía
asignárseles a las mujeres en la educación moderna se justificó muchas veces desde represen-
taciones ligadas a la maternidad y a la suavidad (o docilidad) de costumbres, supieron encontrar
en la profesión de maestras una brecha que les permitiría luchar por su reconocimiento. Juana
Manso fue, como otras mujeres, una figura contundente que dejó su marca en ese recorrido.
¿Qué educación requería una sociedad a la que se pretendía modernizar? La trama que
se iba tejiendo en estas tierras se mostró muy porosa a los desarrollos pedagógicos que tenían
lugar en las sociedades más "avanzadas". El caso de Amadeo Jacques es un indicio de la pre-
sencia, del peso de la jerarquía cultural y de la traducción de las ideas pedagógicas europeas
en la educación argentina.
El acento francés
113 ü
En ese devenir. Jacques se argentinizó. Según Dussel y Caruso, ese proceso consistió "No
tanto en los tópicos que abarca, que no escapan a la imaginería europea, sino porque habla
como argentino, o mejor dicho, había desde la Argentina y para la Argentina, para una Argentina
que todavía se estaba creando".
Desde 1 8 5 8 estuvo al frente del Colegio y de la Escuela primaria central de San Miguel
de Tucumán. En 1 8 6 2 renunció y se trasladó a Buenos Aires. Bartolomé Mitre, que era ya pre-
sidente de la Argentina, promulgó en 1 8 6 3 el decreto de creación del Colegio Nacional, sobre
la base del antiguo Colegio de Ciencias Morales. El objetivo era desarrollar los estudios prepa-
ratorios para la universidad. Con los colegios nacionales se promovía la formación de futuros
dirigentes nacionales. Ese mismo año. Mitre contrató a Jacques como director de estudios del
Colegio Nacional de Buenos Aires. Su figura gravitó fuertemente entre los jóvenes estudiantes.
Sus modos de enseñar quedaron registrados en la novela Juvenilia (1884). escrita por
uno de sus alumnos. Miguel Cañé (hijo), cuyo padre también se había educado en el Colegio de
Ciencias Morales en tiempos de Rivadavia. un dato que nos ayuda a establecer líneas de conti-
nuidad y convergencias en las trayectorias educativas de ¡os sectores de la élite. Cañé describía
el estado deplorable en el que se encontraban los estudios en ese Colegio, "haáta que tomó su
dirección el hombre más sabio que hasta el día haya pisado tierra argentina". Para el autor de
Juvenilia. Jacques pertenecía a la generación que al llegar a la juventud encontró a la Francia en
plena reacción filosófica, científica y literaria. Con su carácter "áspero", tributario de una "iras-
cibilidad nerviosa que se traducía en acción con la rapidez del rayo", Jacques "no daba tiempo
a la razón para ejercer su influencia moderadora: 'No puedo con mi temperamento', decía él
mismo, y más de una amargura de su vida provino de sus arrebatos irreflexivos".
Jacques era francés y eso. en términos de jerarquía cultural, le otorgaba un plus. Para
los países periféricos. Francia —con sus valores republicanos y su cultura, independientemente
de su devenir político r e a l - representaba un faro que iluminaba los senderos de las naciones
civilizadas. La mirada de los intelectuales argentinos, que habían visto de cerca las convulsiones
políticas recurrentes de Francia, desaconsejaba seguirla como modelo. Sin embargo, la cultura
gala siguió siendo un "imán" para los grupos de la élite, que estetizaron lo francés, despojándolo
de sus aristas más conflictivas.
En 1 8 6 5 , Jacques presentó una Memoria a la comisión que se encargaría de elaborar un
plan de instrucción pública general y universitaria. Su propuesta curricular combinaba materias
literarias —basadas en las lenguas extranjeras, sobre todo francés, alemán y latín— con las disci-
plinas científicas, como historia natural, matemática y química. De esta forma, se integraban los
estudios literarios y científicos en una concepción articulada del humanismo que permitía una
formación cultural amplia (para quienes siguieran estudios universitarios) y carreras prácticas
(para quienes se insertaran en el mundo del trabajo).
En la Memoria de 1 8 6 5 hizo un balance de las necesidades y las insuficiencias que enton-
ces presentaba la instrucción primaria. Sostenía que para ese nivel se requería "mucha ciencia
en el fondo y mucha sencillez en la forma". Consideraba indispensable la adquisición de aprendi-
zajes que estuvieran vinculados a la vida: "Sabrán multiplicar o dividir un número por otro: pero
si se les pregunta cuánto valen veinte varas de un cierto género a razón de diecisiete pesos la
vara no podrán decidir cuál de esas dos operaciones conduce a la solución de la cuestión". Por
lo que se debían ofrecer "ejemplos concretos y positivos, teniendo el cuidado de escoger siem-
114
I La formación de una trama... I
pre los pequeños problemas que contengan datos posibles y cuya solución pueda tener algún
interés actual. Esto hará descubrir a los niños la utilidad y les dará el gusto de la aritmética".
Interesado en volver más atractiva la enseñanza, Jacques consideraba que ia geografía
debía ser el curso más recreativo de todos, "debería ser un viaje, a la vez imaginario y efectivo,
alrededor de la superficie del globo". La Tierra debía ser representada por una esfera de diáme-
tro ancho, por "aquellos grandes mapas murales que ofrecen el desarrollo de las partes en una
vasta escala, y también si fuera posible, por una colección de dibujos que presenten el aspecto
pintoresco y produzcan casi la impresión de los grandes espectáculos de la naturaleza en las
diferentes zonas..."
Los idiomas también tenían su lugar en esta clase elemental. Aconsejaba que los docen-
tes no tradujeran, ya que "El niño que aprende así un idioma, contrae el hábito indestructible de
pasar de la cosa designada al vocablo extranjero por el intermedio del vocablo patrio, esto es,
de hacer siempre un tema mental".
En su diagnóstico de los déficits de lectura se colaban críticas de otro orden:
Leen por lo general correctamente, pero sin entender, y la misma monotonía de su hablar
fluido, semejante a una oración rezada, denota la más profunda indiferencia al sentido de
las palabras, que corren como agua de sus labios. [...] Para conseguir esto con prontitud,
no se necesitará más que tener libros sencillos y divertidos, cuentos, anécdotas, los viajes
de Gulliver, o las aventuras de Robinson y tanfos otros.
Leer bien, comprender aquello que se lee, formaba parte del itinerario que los alumnos
debían recorrer en el camino hacia la ciudadanía. Una preocupación en la que se enlazaba con
Sarmiento. Sastre, Estrada y Manso, más allá de las diferencias que los distinguían.
La formación de una Argentina moderna requería una educación acorde con la sociedad
que se buscaba construir: en consecuencia, de una pedagogía que contribuyera a constituir
sujetos capaces de habitar y a su vez expandir esa modernidad. La tarea por delante se vislum-
braba enorme y fue directamente proporcional a la potencia del deseo de realizarla. Las inter-
venciones, propuestas y debates de estas décadas operaron como piso, tradición y referencia
para la configuración en pocos años de una sociedad y cultura letradas.
¿Cuál es el sujeto de la educación? ¿Quiénes son sus agentes? ¿Quién debe garanti-
zarla? ¿Quién debe enseñar? ¿Quién y cómo se debe educar al educador? ¿Cómo deben ser
las instituciones que educan? ¿Cuáles deben ser los métodos de enseñanza? En las décadas
de consolidación del Estado nacional, se instaló una agenda de temas que fueron retomados
en los años posteriores. Fueron cuestiones a debatir y problemas a resolver. Las hebras de la
trama pedagógica que se fue entretejiendo en aquellos años se diseminaron a lo largo de la
historia de la educación argentina. Ellas fueron recuperadas, discutidas y resignificadas desde
distintas tradiciones. Retornaron, anudando pasado y presente, reactualizándose en los debates
político-pedagógicos.
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---WíiArata . Mariño I
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Disco multimedia
Biografías
Amadeo Jacques
Juana Manso
D o m i n g o F. S a r m i e n t o
Marcos Sastre
Fuentes
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p r i m a r i a y las m e j o r a s q u e r e c l a m a , el r e g l a m e n t o r e f o r m a d o d e las e s c u e l a s , m o d e l o s d e los regis-
t r o s . el n u e v o h o r a r i o para la d i s t r i b u c i ó n d e l t i e m p o , y d e las m a t e r i a s d e e n s e ñ a n z a , la d i r e c c i ó n
s o b r e el m o d o d e h a c e r los e x á m e n e s , la e x p l i c a c i ó n d e l m é t o d o e c l é c t i c o d e c a l i g r a f í a , y u n a ins-
t r u c c i ó n a los p r e c e p t o r e s . S e g u n d a Edición. B u e n o s Aires: Librería d e D. P a b l o M o r t a ( S e l e c c i ó n ) .
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